Cuadernillo Historia Tercero

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Nivel Secundario

Asignatura: HISTORIA

Profesor: Martín Luis Vidal

ALUMNO: ..............................................

CURSO: Tercer Año

Año: 2022
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1- LA SEGUNDA FASE DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

 Una nueva forma de producir


Desde mediados del siglo XIX, el crecimiento industrial y económico de países
como Inglaterra, Francia, Bélgica, Alemania, los Estados Unidos y Japón fue
extraordinario.
Los novedosos descubrimientos técnicos y científicos, que se aplicaron en las
nuevas ramas de la industria, y la modernización del sistema de transportes y de las
comunicaciones permitieron un gran crecimiento de la producción y del rendimiento del
trabajo. Los cambios y sus consecuencias sociales fueron tan profundos que los
historiadores comenzaron a identificarlos como la Segunda Revolución Industrial.
Este periodo, que se extiende hasta 1914, marcó la definitiva consolidación mundial
del capitalismo y el surgimiento de nuevas potencias industriales.
Los pilares de esta etapa fueron las llamadas industrias de base, es decir,
aquellas utilizadas para fabricar máquinas y transportes o desarrollar obras de
infraestructura (construcción de edificios, caminos, puertos, canales, puentes, etc.)
las industrias de base transforman materias primas en productos semielaborados para
su utilización en otras industrias.
Uno de los principales avances se dio con el crecimiento de la producción de
acero. El procedimiento introducido por el ingeniero Henry Bessemer en 1856 y el
horno desarrollo por Siemens-Martin en 1867, con sus posteriores mejoras hicieron
posible producir esta aleación de hierro y carbono en grandes cantidades y de bajo
costo.
El acero es un material mucho más fuerte, ligero y flexible que el hierro. Se lo
empleó para la elaboración de armamentos, rieles ferroviarios más resistentes,
planchas para los cascos de los barcos y vigas para la construcción de grandes puentes
y edificios.
Algo similar ocurrió con el desarrollo de otras aleaciones o metales no ferrosos,
como el aluminio, el cobre, el níquel y cinc, que se utilizaron en la producción de
herramientas, insumos y maquinarias pesadas para la industria, pero también para
utensilios de cocina y adorno personal.
El surgimiento de una industria química, fundamentalmente en Alemania,
permitió desarrollar una gran cantidad de productos e innovaciones, como los
colorantes y las fibras sintéticas, los fertilizantes, los pesticidas, los explosivos, y una
variedad de productos farmacéuticos.
Aunque el carbón se mantuvo como la principal fuente de energía industrial del
periodo, se comenzaron a utilizar otras fuentes y formas de energía. Hacia fines de
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siglo, la incorporación paulatina de la electricidad y el petróleo, y sus derivados tuvo
importantes consecuencias, tanto a nivel industrial como social y cultural.
A diferencia de la primera fase de la Revolución Industrial, limitada a un solo
país, Inglaterra, y basada una industria clave, la textil, esta segunda etapa abarcó
varios países y expandió en múltiples industrias.
Entre las industrias que alcanzaron mayor desarrollo durante la segunda fase se
encontraban la química, la eléctrica, la de las comunicaciones y la del transporte. Estas
nuevas industrias se caracterizaban por su complejidad y requerían de materias
primas que se producían en distintos lugares del mundo. Otro elemento diferenciador
con respecto a la fase textil fue que cada una de estas nuevas industrias estaba
relacionada con otras. Así, por ejemplo, la producción del automóvil necesitaba de
industrias como la del acero, la química, la del caucho, etc.

 Transportes y comunicaciones
El desarrollo que mejor representó esta transformación histórica fue la
evolución del ferrocarril, que en la época era considerado la máxima representación
del progreso mundial. Durante la segunda mitad del siglo XX, el ferrocarril se impuso
mundialmente como el transporte terrestre por excelencia.
Junto a la navegación a vapor y el telégrafo eléctrico, el ferrocarril hizo posible
la creación de la Unión Postal Universal (1874), un sistema mundial de comunicaciones
que facilitó la integración comercial de las diversas regiones del planeta. Con el
crecimiento de los transportes y las comunicaciones se logró el traslado masivo, rápido
y barato de bienes, personas y mensajes de un punto al otro del planeta.

 La investigación tecnológica
Durante la segunda fase de la Revolución Industrial tomó gran importancia la
investigación de nuevas tecnologías, es decir, de procedimientos prácticos que
mejoraran las industrias y abarataran los costos de producción. Para que esto fuera
posible, los empresarios capitalistas y los gobiernos fomentaron estas actividades.
Además de la ayuda económica, los inventores dispusieron de normas que
protegían sus derechos, entre las que se encontraba la creación de oficinas de
patentes. En ellas, los inventores podían registrar sus inventos, de manera tal que se
reservaban su explotación comercial y podían iniciar acciones legales contra el que lo
hiciera sin su autorización.
El fomento de la investigación tecnológica dio lugar a innumerables inventos y
descubrimientos. En el área del transporte, además de los ferrocarriles, se
desarrollaron la navegación a vapor y nuevos medios de transporte, como el tranvía, el
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subterráneo y el automóvil. A comienzos del siglo XX se hicieron las primeras pruebas
con aviones.
Nuevas investigaciones sobre la electricidad se sumaron a las que se venían
realizando desde el siglo XVIII. En la década de 1870, algunas calles de París y Nueva
York contaban con iluminación por medio de lámparas de arco. A fines de esa década,
el inventor norteamericano Thomas Alva Edison creó la lámpara de filamento
incandescente, más económica y duradera que las anteriores.
Las comunicaciones tuvieron una gran expansión, especialmente a partir de la
invención del telégrafo. Desde la década de 1860, Europa y América se comunicaron
mediante cables telegráficos submarinos. También se inventaron el teléfono, el
fonógrafo, el cinematógrafo y la radio.
Entre los desarrollos más importantes de la industria química se hallaban la
producción de colorantes artificiales; medicamentos, como la aspirina; derivados del
petróleo, como el querosene, el gasoil y la nafta, y subproductos del petróleo, como el
caucho sintético, el plástico y las fibras sintéticas. Algunos de los inventos que
revolucionaron el mundo del trabajo y la vida cotidiana fueron la máquina de escribir,
la máquina de coser y la cámara fotográfica.
Muchas investigaciones de este período contribuyeron a mejorar las prácticas
médicas, por ejemplo: el uso del éter como anestésico, la operación del apéndice, el
tratamiento antiséptico de las heridas, el descubrimiento del bacilo de la tuberculosis
y la invención de la vacuna antirrábica. Por el contrario, los nuevos inventos en la
industria bélica, como la ametralladora, el revólver y el tanque, fueron instrumentos al
servicio de la muerte y la destrucción.

 Las inversiones de capital


A diferencia de la etapa textil, las actividades propias de la segunda fase de la
Revolución Industrial requerían de una mayor inversión de capital. La instalación de
ferrocarriles y las nuevas industrias, como la química y la eléctrica, necesitaban de
grandes capitales para la compra de materias primas, maquinarias e instalaciones.
Además, para que estas actividades fueran redituables, debían hacerse a gran escala,
lo que aumentaba los costos para los empresarios.
Como muy pocos empresarios podían hacer frente solos a tales gastos, fue muy
frecuente la formación de sociedades. Así, varias personas reunían los fondos
necesarios para la actividad, distribuyéndose las utilidades o soportando las pérdidas
de acuerdo con el aporte realizado. Las primeras sociedades de este tipo se formaron
en Gran Bretaña para costear la construcción de ferrocarriles.
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 Del capitalismo industrial al capitalismo financiero
Ante la necesidad creciente de capitales para invertir en las nuevas industrias,
los bancos otorgaron préstamos o créditos a largo plazo. Al mismo tiempo, como
advirtieron que era una actividad rentable, muchos banqueros optaron por invertir
directamente en las industrias. De esta manera comenzó un proceso de fusión de los
capitales industriales con los capitales bancarios, que dio origen al denominado
“capital financiero”.
La capacidad de inversión de los bancos permitió el crecimiento de las
empresas, y así estas obtuvieron mayores ganancias. Por eso, las empresas ofrecieron
parte de sus capitales en las bolsas de valores, en forma de acciones que cualquier
interesado podía adquirir. Estas acciones cotizaban en la bolsa de acuerdo con el
rendimiento económico de la empresa. Las empresas también emitieron títulos y
bonos, que daban a sus compradores participación en las utilidades, pero no en la
dirección de la empresa. Al igual que las acciones, estos valores cotizaban en la bolsa.
Las acciones, los títulos y los bonos se convirtieron en un instrumento más para el
financiamiento de las empresas. Al mismo tiempo, se constituyeron en una forma de
inversión, que redituaba ganancias o producía pérdidas de acuerdo con el alza y la baja
de las cotizaciones de estos valores.

 La concentración industrial
Durante la etapa del capital financiero se produjo un proceso de concentración
económica, por el cual individuos adinerados o grupos de empresarios controlaron
empresas dedicadas a una misma actividad o a actividades diferentes. La
concentración podía darse en forma vertical (cuando el control se ejerce desde la
extracción de la materia prima hasta la comercialización del producto terminado), en
forma horizontal (cuando se controlan varias empresas de una misma actividad) o por
una combinación de ambas formas.
El primer tipo de concentración fue el pool o fondo común, por el cual un grupo
de inversionistas destinaba capitales a una actividad de alto riesgo, pero que suponía
posibles altas ganancias. Así sucedió con la construcción de los ferrocarriles europeos.
En Alemania se desarrolló el cártel, un acuerdo entre empresas de una misma
actividad para eliminar o evitar la competencia. En este caso, las empresas mantenían
su individualidad, pero se asociaban con fines monopólicos. Por ejemplo, los
empresarios alemanes que producían material ferroviario se asociaron para elevar los
precios de los ferrocarriles.
Con la misma tendencia a la monopolización, en los Estados Unidos surgió el
trust, una forma de concentración horizontal por la cual un grupo de empresas de una
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misma actividad se integra en una unidad, bajo la conducción de un directorio común.
Por ejemplo, en 1885 se conformó la American Telephone and Telegraph Company.
Otra forma de concentración, que muchas veces se combina con el trust y
utiliza sistemas de cartelización, es el holding. En esta forma, un empresario o un
grupo de inversores adquieren paquetes de acciones de distintas empresas, que
mantienen su propia administración, pero quedan controladas por el grupo inversor. En
los Estados Unidos, la familia Rockefeller llegó a dominar empresas de actividades
diferentes -en algunos casos, complementarias entre sí- dedicadas, por ejemplo, al
petróleo, las finanzas y la aviación.
Estos sistemas de concentración industrial favorecieron el desarrollo de
grandes grupos económicos que, mediante el control y la eliminación de la
competencia, se apoderaron del mercado. En la actualidad, la concentración económica
sigue siendo una característica del capitalismo mundial.

 El papel del Estado


Durante la primera fase de la Revolución Industrial, la burguesía inglesa contó
con el apoyo estatal. En la segunda fase, la intervención estatal fue mayor, debido a
que para que se desarrollaran las nuevas industrias era necesario crear una
infraestructura adecuada y proteger la producción nacional.
En los países industrializados el Estado asumió, con diferentes grados de
intervención, la extensión de la red ferroviaria; la construcción de canales, puertos y
puentes, y el desarrollo de las comunicaciones (por ejemplo, el telégrafo). Entre los
países con más fuerte intervención estatal se hallaban el Japón y Alemania. En este
último país, la política del canciller Bismarck favoreció a la burguesía alemana
mediante la unificación monetaria, la construcción de ferrocarriles y una eficaz
política aduanera.
En materia aduanera, los nuevos países industrializados tendieron a implementar
medidas proteccionistas. Es decir que establecieron altos aranceles aduaneros a las
materias primas y productos industriales provenientes de otros países que pudieran
competir con la producción local. De esta manera se aseguraban el desarrollo de las
actividades económicas que les permitirían participar en el mercado mundial. La
excepción fue Gran Bretaña, que continuó con una política aduanera liberal, ya que
carecía de gran cantidad de alimentos y materias primas, que adquiría en otros países.

2- LA DIVISIÓN INTERNACIONAL DEL TRABAJO

La producción industrial masiva y la difusión de los nuevos medios de


transporte, que acortaban las distancias, favorecieron la integración económica
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mundial. Si bien durante la primera fase de industrialización Gran Bretaña había
liderado una economía-mundo que la conectaba con ciertas áreas coloniales, en la
segunda fase el mundo entero entabló relaciones comerciales y financieras que dieron
origen a una división internacional del trabajo.
Este concepto de división internacional del trabajo se sustentaba en las
teorías económicas liberales, como la de Adam Smith, que sostenían que cada país o
región debía especializarse en la producción de los bienes que pudiera obtener a
menor costo en relación con otros países. Como los países industrializados podían
producir bienes elaborados a menores costos, se atribuyeron esa tarea, dejando al
resto de los países la extracción de materias primas y la producción de alimentos. De
esta manera se constituyó un sistema de integración económica mundial basado en la
desigualdad. Mientras que los países industrializados o centrales vendían productos
industriales y, a la vez, invertían sus excedentes de capitales, los países no
industrializados o periféricos eran proveedores de alimentos y materias primas.
En esta última situación se hallaban los países de América latina, el África, gran
parte del Asia y Europa oriental.

 La producción en masa
Las grandes modificaciones operadas en la organización de la economía
industrial transformaron la manera de ordenar la producción y el trabajo. En este
sentido, las innovaciones estuvieron vinculadas con el empleo de nuevos métodos para
lograr un mejor aprovechamiento del tiempo en la fábrica y una utilización más
rentable de la mano de obra. Como resultado de ello surgió una nueva forma de
producción de bienes, llamada producción en masa.

 El taylorismo
El primero en concebir las ventajas que podía proporcionar una modificación en
la forma de organización laboral fue el ingeniero Frederick Taylor (1856-1915), que
ideó un método de control del
trabajo al que denominó
“organización científica del trabajo”,
porque sostenía que las bases para
su funcionamiento eran de tipo
científico.
Taylor consideraba que los
hombres son perezosos por
naturaleza, de manera que para
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lograr mayores rendimientos no se podía dejarlos librados a que decidieran su ritmo
de trabajo. Por eso, se dedicó a observar los movimientos que hacían los trabajadores
y el tiempo que tardaban en elaborar un producto en la fábrica de acero donde
trabajaba.
A partir de esas observaciones, estableció un método que eliminaba todos los
movimientos inútiles o lentos, y los reemplazaba por movimientos rápidos, que
permitían utilizar mejor los materiales y las herramientas. Para lograr este objetivo
era fundamental el control de los tiempos de producción de cada operario.
Este control se realizaba por medio de un cronómetro para, así, ajustar la
actividad de los obreros a la velocidad que permitiesen las máquinas.

 Las consecuencias del taylorismo


El taylorismo introdujo profundos cambios en la organización del trabajo en las
empresas, con consecuencias hasta el presente. Los empresarios se beneficiaron al
obtener una mayor producción con menos mano de obra, ya que treinta y cinco obreros
realizaban el trabajo que antes hacían ciento veinte. Por otro lado, los obreros
debieron estar muy pendientes de su ritmo de producción, ya que se introdujo el
trabajo a destajo, es decir que se les pagaba por las piezas producidas. Cada hora se
informaba a los trabajadores si su ritmo de producción era normal o si estaban
atrasados. También cambiaron los hábitos entre los compañeros de trabajo, ya que,
para que no se distrajeran, los empresarios les impidieron hablar entre sí y los
ubicaron a cierta distancia en el lugar de trabajo.
Como controladores de los tiempos de trabajo, los capataces adquirieron una
posición superior a la de la etapa anterior. Además, se acentuó la división de los
obreros en dos categorías: los no especializados y los especializados.

 El fordismo
A principios del siglo XX, las empresas fabricaban automóviles para un público
reducido, de altos ingresos. Sin embargo, en 1903, el empresario norteamericano
Henry Ford (1863-1947) inició la Ford Motor Company, con la intención de fabricar
vehículos al alcance de todos los consumidores. Durante años, Ford y sus ingenieros
desarrollaron diferentes modelos, entre los que se destacaron el Ford-A y el Ford-N,
el primer auto pequeño del mercado.
En 1908, la empresa presentó un nuevo diseño: el Ford-T, que revolucionó el
mercado por su utilidad.
En 1913, para aumentar la producción de su modelo T, Ford introdujo un método
de trabajo de mayor especialización que el de Taylor: la cadena de montaje. Por
medio de este sistema se elaboraba un producto en una línea móvil en la que cada
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obrero permanecía en su puesto y realizaba una parte del trabajo. Esta innovación
aceleraba los ritmos de producción, aumentaba la oferta de productos y disminuía su
precio de venta. Ford incrementó los salarios de los trabajadores, de su empresa para
integrarlos al mercado como consumidores. Ford sostenía que la incorporación de los
trabajadores al mercado reduciría la protesta social. Prontamente, su método se
extendió a otras actividades en todo el mundo.

 Una empresa innovadora


El éxito del modelo T de Ford se debió no solo al precio, sino a sus
características técnicas y de diseño que lo convertían en un utilitario, es decir, un
auto que servía para distintos fines, incluso llevar carga. Entre sus innovaciones se
hallaban la inclusión de un juego de herramientas, el depósito de combustible debajo
del asiento delantero del pasajero “por seguridad”, un limpiaparabrisas, el volante a la
izquierda y una mecánica diferente que hacía más durable al motor. Los Ford- T
fueron fabricados en distintas versiones, a partir de nueve tipos de carrocería que
utilizaban un mismo chasis y un mismo motor. Hasta 1925, este auto solo se fabricó en
color negro, pero en sus últimos años de existencia (1926-1927) se usaron otros
colores.
La empresa Ford se destacó, además, por el uso de métodos de venta y
publicidad muy avanzados para la época. Estableció una red de concesionarios,
vendedores y publicistas, y fue la primera en realizar un estudio de mercado para
conocer los motivos por los cuales los clientes preferían el Ford-T. Al bajo precio,
Ford le sumó la venta en cuotas, que contribuyó a que muchos trabajadores, sobre
todo en las zonas rurales de los Estados Unidos, tuvieran su propio auto. La publicidad
gráfica se basó en resaltar el bajo precio y las características utilitarias de este
vehículo. Otras formas de publicidad, totalmente novedosas para la época, fueron
incluir el Ford-T en las películas del cine mudo y mostrar sus “proezas”, como el
ascenso de las escaleras del edificio Tennessee State Capital.

3- EL IMPERIALISMO

 La crisis económica
En 1873 entró en crisis la gran expansión capitalista que se había iniciado
durante la segunda fase de la Revolución Industrial. Esta crisis, conocida como la
“GRAN DEPRESIÓN”, se extendió hasta 1896 y produjo importantes cambios en el
capitalismo liberal hasta entonces vigente.
Como ya vieron en los temas anteriores, la expansión capitalista del siglo XIX se
basó en una división internacional del trabajo según la cual algunas regiones del mundo
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(por ejemplo, África) se incorporaron al mercado como proveedoras de materias
primas y alimentos, mientras que otras (los países industrializados de Europa, los
Estados Unidos y el Japón) se especializaron en la producción industrial. De este
modo, aumentó considerablemente la oferta de productos agrícolas en el mercado
mundial, por lo que bajaron los precios internacionales de esos bienes.
Esta situación perjudicó a los productores agrícolas europeos, cuyos costos de
producción eran más elevados que los de las regiones de América Latina con las que
competían. Por eso, exigieron a sus gobiernos que tomaran medidas proteccionistas, es
decir que controlaran las importaciones y abandonaran las prácticas liberales del
período anterior.
La crisis también se manifestó en la industria, ya que el surgimiento de nuevos
países industriales y el crecimiento de las nuevas industrias pusieron en circulación
una gran cantidad de bienes elaborados, que no podían ser absorbidos por los
mercados. Como consecuencia disminuyeron los precios de este tipo de bienes, lo que
afectó a los empresarios, quienes redujeron sus ganancias o utilidades. Al igual que los
productores agrícolas, los industriales pidieron medidas proteccionistas.

 Las respuestas a la crisis


La crisis afectó a distintos grupos sociales, que buscaron soluciones para salir
de ella. Los industriales reaccionaron mediante dos prácticas que caracterizaron al
sistema capitalista durante la segunda fase de la Revolución Industrial: la
concentración económica, mediante los sistemas de trust, cártel y holding, y la
aplicación del taylorismo u organización científica del trabajo. Estos dos tipos de
medidas les permitieron aumentar los márgenes de beneficio, que habían sido
afectados por la competencia y la caída de los precios. Al mismo tiempo, el taylorismo
influyó en la composición y características del proletariado, clase social que aumentó
sus reclamos laborales.
La crisis provocó también que muchos campesinos y habitantes pobres de las
ciudades europeas participaran del proceso de migraciones internacionales de la
época.

 El proteccionismo
Los sectores afectados por la crisis presionaron a los gobiernos para que
tomaran medidas proteccionistas. Estos reclamos fueron expresados por las cámaras
o asociaciones empresarias y los partidos políticos que representaban a los
terratenientes e industriales.
El pedido de proteccionismo significaba un notable cambio en relación con las
prácticas de libre circulación de productos y capitales existentes hasta entonces,
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sobre todo en Europa. Esto se debía a que, al aumentar el comercio mundial, la
competencia con otros productores perjudicaba los intereses de las economías
industriales.
La mayoría de los gobiernos europeos aplicó políticas proteccionistas, mediante
el establecimiento de fuertes aranceles aduaneros a la importación de alimentos,
materias primas y bienes industriales que también eran producidos en sus países. Al
aumentar los aranceles aduaneros, subía el precio de los bienes importados, que, así,
perdían competitividad en el mercado local. Los efectos de estas medidas fueron
diferentes según los países. Por ejemplo, en Francia favorecieron a los campesinos
medianos y pequeños, que eran parte importante del electorado. En cambio, en
Alemania beneficiaron a los terratenientes o junkers, que constituían un importante
apoyo a la política del canciller Bismarck.
Sin embargo, el proteccionismo se limitó a los bienes de consumo y no afectó la
circulación de capitales. Por el contrario, en este período los países industrializados o
centrales aumentaron sus inversiones en las áreas no industrializadas o periféricas.
El único país europeo que no aplicó medidas proteccionistas fue Gran Bretaña,
debido a que necesitaba importar alimentos y materias primas que no producía o le
eran insuficientes y, a la vez, porque los sectores de mayor poder en su economía eran
las compañías comerciales, financieras y de transporte, que dependían del comercio
internacional.

 El control de nuevos mercados


Como otro modo de salir de la crisis y buscar nuevos mercados para sus
economías, los países centrales comenzaron un proceso de expansión sobre
territorios, que fueron controlados directa o indirectamente. El control sobre ellos
aseguraba a las potencias industriales el acceso a materias primas necesarias para sus
industrias y alimentos para sus poblaciones, y mercados para la venta de sus productos
y la colocación de sus inversiones de capital. También fueron fuente de mano de obra
barata. Este proceso de expansión se denomina imperialismo.
Además, algunos lugares se constituyeron en destino de los excedentes de
población de los países imperialistas que, de este modo, disminuían la conflictividad
social derivada de la presencia de estas personas.
La búsqueda de nuevos mercados desató la competencia entre las potencias
industriales, europeas y extra-europeas, como los Estados Unidos y el Japón, ya que
cada una trató de extender su influencia a la mayor cantidad de regiones posibles.
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 El imperialismo formal
Durante la expansión imperialista los países industriales adoptaron dos formas
de dominación, a las que se denomina imperialismo formal o colonial e imperialismo
informal o neocolonial.
El imperialismo formal o colonial es la dominación política y militar de un país
sobre otro, es decir que se trata de una relación entre metrópoli y colonia. La potencia
dominante envía funcionarios y militares a sus colonias o designa a funcionarios locales
para organizar su dominio y controlar a la población. Además, toma las decisiones
económicas. La región bajo dominio colonial solo puede comerciar con otros lugares que
no sean su metrópoli si esta lo autoriza. Por ejemplo, en el siglo XIX Gran Bretaña
controlaba de esta manera a la India.
Aunque esta forma de imperialismo tiene sus raíces en el colonialismo de los
siglos XVI y XVII, se diferencia de él porque las relaciones comerciales entre la
metrópoli y sus colonias son de tipo capitalista.

 El imperialismo informal
El imperialismo informal o neocolonial es la influencia y el predominio que
ejerce una potencia sobre un país en términos económicos, sociales y culturales. En
este caso, el país dominado es políticamente independiente pero el país dominante
condiciona sus decisiones económicas. La potencia es la principal compradora de los
bienes que produce el país dominado o, a través de sus inversiones de capital o la
presencia de sus empresas, controla una o más actividades económicas claves. Por
ejemplo, a fines del siglo XIX, Gran Bretaña mantenía relaciones comerciales y
realizaba inversiones de capital en países latinoamericanos, como la Argentina y el
Uruguay. También existe imperialismo informal cuando un país impone sus valores
culturales a otro, por ejemplo: la influencia que comenzaron a ejercer los Estados
Unidos en distintos países, sobre todo en América latina, a través de los medios de
comunicación y la publicidad.
Esta forma de imperialismo, al igual que el imperialismo formal, se
fundamentaba en relaciones comerciales desiguales. Mientras que los países centrales
exportaban bienes industriales (productos de consumo y maquinarias), capitales
financieros y servicios, los países bajo dominación imperialista vendían bienes
primarios (materias primas, alimentos, combustibles y metales preciosos), de valor
relativo mucho menor.

 Las economías de enclave


En algunos países se organizaron formas de explotación de los recursos que se
conocen como economías de enclave. Se las llamó así porque se trataba de espacios
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económicos cerrados en los que una empresa perteneciente a un país capitalista
controlaba desde la extracción de un bien primario hasta su traslado a los puertos y
su comercialización en el exterior.
En estos casos, el gobierno de un país independiente realizaba la concesión de la
explotación del territorio donde se hallaba ese recurso a la empresa extranjera, a
cambio del pago de impuestos. Mientras durara la concesión, la empresa tenía
derechos sobre ese territorio y sobre sus habitantes, a los que utilizaba como mano
de obra. Así sucedió en la Argentina con la explotación del quebracho en la región del
Chaco y en vastas zonas de América Central con las plantaciones de frutas y cultivos
tropicales, entre otros muchos casos.

 Países semicoloniales
Además de los enclaves, hubo países que, como resultado de guerras o de
presiones económicas, otorgaron al Estado de una o varias potencias imperialistas la
administración soberana de un territorio o el manejo de áreas clave de su economía, o
les reconocieron facultades para intervenir en sus asuntos internos.
Se trataba de situaciones semicoloniales, ya que si bien esos países eran
formalmente independientes, constituían casi colonias de las potencias a las que
habían cedido, en forma total o parcial, esos poderes. Entre otros casos, esa era la
situación de China, de Persia y del Imperio Otomano desde fines del siglo XIX y, en
América latina, la de Cuba entre 1898 y 1934.

4- EL RÉGIMEN OLIGÁRQUICO 1880-1916

 La República conservadora
El sistema político que se consolidó a partir de 1880 es conocido como “régimen
conservador”. Sus bases fueron la autoridad y el orden, entendidos por los
gobernantes como requisitos para el ejercicio de la libertad y un seguro progreso
económico. Las ideas de democracia y de ciudadanía tenían un alcance limitado dentro
de este régimen. En él, los hombres que ejercían funciones dentro del Estado eran
quienes “entendían sobre política” y tenían una “opinión pública sana”. Ellos integraban
una clase gobernante que monopolizaba los cargos públicos.
Esta élite gobernante se aseguró la sucesión en el poder por medio de una
práctica política que fue denominada “acuerdo”. La política del acuerdo permitía
“digitar” los nombres de los candidatos a ocupar cargos gubernamentales a nivel
nacional o provincial. Esto lo hacían mediante un sistema de negociaciones que incluía
recompensas y sanciones entre quienes se consideraban capacitados para ejercer el
poder. Además, la manipulación del sistema electoral mediante fraude les garantizaba
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la elección de los candidatos oficiales. Ello era posible porque en esa época la
actividad política se encontraba alejada de la gran mayoría de la población, que no se
interesaba en ir a votar.

 Unos pocos al poder: la oligarquía


Los representantes del régimen conservador fijaron sus propias reglas para
conservar y reproducir el poder. Controlar el gobierno fue primordial para estos
hombres ricos, educados y con prestigio social. En ellos, el poder político se confundía
con el poder económico.
Esa unión o coincidencia de intereses de clase se denominó “oligarquía”.
Oligarquía es una palabra que tiene varios significados. Por un lado, se refiere a la
clase social con capacidad para controlar el poder político y económico. Por otro, se
refiere a un grupo de dirigentes cuya representatividad y legitimidad están
cuestionadas por diversos motivos. A la vez, la palabra designa a una clase gobernante
integrada por un tipo especial de político: el notable. El notable tenía prestigio e
influencia sobre otras clases sociales y ocupaba cargos de gobierno.

 “Paz y administración”
El tucumano Julio Argentino Roca asumió la presidencia de la Nación el 12 de
octubre de 1880. Su llegada al poder fue considerada un triunfo de las fuerzas
políticas del interior del país -agrupadas en torno al Partido Autonomista Nacional
(PAN) y a la Liga de Gobernadores- sobre el autonomismo porteño, que había sido
derrotado en la llamada “Revolución de 1880”.
El presidente Roca era un militar hábil e inteligente que había ganado popularidad y
prestigio debido a su actuación en la Conquista del desierto. Por esta razón, la gente
se acostumbró a llamarlo “el zorro”. Su gobierno se basó en el lema “paz y
administración”, que hacía referencia a la intención de dar impulso a la prosperidad y
al progreso sobre cualquier otra cuestión. De hecho, durante su mandato no se
produjeron revueltas armadas ni conflictos importantes en las provincias.

 La Generación del 80
Se llama “Generación del 80” a un grupo de intelectuales muy vinculados al
poder que se encargaron de darle un soporte ideológico a la ejecución, llevada a cabo
por Roca y por sus sucesores, de gran parte del programa político proyectado por la
generación anterior (Sarmiento y Alberdi, entre otros).
¿Dónde se formaron estos hombres? Algunos estudiaron en la Universidad de
Córdoba y otros en la de Buenos Aires. Allí aprendieron principalmente Derecho
Constitucional y Economía Política. Tenían ideas liberales y estaban orgullosos de ser
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argentinos por encima de las identidades provincianas. El escenario de sus acciones
políticas, sociales y culturales era fundamentalmente Buenos Aires, aunque realizaban
viajes a Europa en forma permanente.
A comienzos de la década de 1880, el país estaba unido y pacificado. Además,
los grandes problemas institucionales se habían resuelto y el crecimiento económico
comenzaba a responder a las expectativas que había generado la inserción de la
Argentina en el mercado mundial como exportadora de materias primas y de
alimentos. En este contexto, los hombres de la Generación del 80 creyeron que su
misión consistía en impulsar la profundización y la intensificación de los rumbos
políticos y económicos que se habían establecido veinte años atrás.

 El proyecto ideológico y político


La Generación del 80 sostenía una ideología liberal de corte pragmático y
positivista. Esto significa que creían en el poder de la razón para transformar la
realidad y que tenían una gran devoción por la idea del progreso ilimitado. Defensores
de la laicización del Estado, se enfrentaron con los que defendían la influencia de la
Iglesia católica sobre la sociedad en los debates en tomo a la inclusión de la educación
religiosa en las escuelas públicas.
En el terreno político, fueron muy conservadores, ya que defendieron los
avances del gobierno nacional sobre las provincias y entendieron que el manejo de los
asuntos públicos debía quedar reservado a una élite, poseedora del saber y de la
riqueza. Al respecto, Eduardo Wilde, ministro de Instrucción Pública del presidente
Roca, opinaba acerca del sufragio universal: “Es el triunfo de la ignorancia universal”.
La idea de estos hombres era la de transformar al país pero desde arriba, es decir,
por medio de la acción de la élite ilustrada, sin permitir que el resto de los sectores
interfirieran en su proyecto de nación. En cuanto a la política exterior, los hombres
“del 80” admiradores de la cultura del Viejo Mundo, defendieron el afianzamiento de
los lazos con Europa por sobre los que nos unían con América Latina.

 El pensamiento económico
Los miembros de la Generación del 80 defendieron la integración plena de la
Argentina en el mercado mundial y concibieron a la inmigración masiva como un
poderoso agente de cambio social y cultural (pero no político). Asimismo, sostuvieron
que la importación de capitales extranjeros era necesaria para desarrollar la
agricultura, la ganadería, la industria y para posibilitar la modernización del sistema
de transportes.
El liberalismo económico que adoptaron estos hombres los llevó a proponer
medidas destinadas a eliminar los obstáculos que para ellos frenaban el desarrollo
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pleno del país. Algunos de esos obstáculos eran la excesiva influencia de la Iglesia, la
fragmentación monetaria, la falta de un adecuado puerto de ultramar, etc.

5- EL MODELO AGROEXPORTADOR

 La expansión de la economía exportadora


Entre 1850 y 1880, el desarrollo de la economía argentina había sido
importante. Pero el apogeo de su crecimiento se ubicó entre 1880 y 1914. Este
crecimiento se apoyó en las exportaciones agropecuarias provenientes de la llanura
pampeana. La Argentina pasó a ser uno de los mayores abastecedores de maíz del
mundo, el principal exportador de lino y avena, de carnes vacunas enfriadas,
congeladas y en conserva.
A partir de 1880, la demanda de alimentos del mercado mundial superó a la de la
lana. Por tal motivo, Argentina, que contaba con tierras fértiles, reorientó la
producción pampeana, hasta entonces dedicada a las ovejas, hacia la carne vacuna y los
cereales. El crecimiento de la producción de trigo permitió, primero, prescindir de las
importaciones y luego iniciar las exportaciones.
Desde 1880 comenzaron a construirse buques frigoríficos que permitían el
transporte de carnes congeladas. La exportación de carnes requirió la mejora de la
calidad del ganado, para adecuarlo al gusto europeo. Se introdujeron reproductores de
razas Shorton, Hereford y Aberdeen Angus para mestizar el ganado local. Otra
mejora tuvo que ver con la generación de mayor calidad de las pasturas. El cultivo de
cereales se combinó con el de alfalfa. Esto permitió alternar la siembra de cereales
con la cría de ganado bovino.
A fines de la década de 1880, el volumen de exportaciones de cereales atrajo a
los capitales y las compañías de comercialización extranjeras. Se establecieron en
Argentina las firmas exportadoras de trigo Bunge y Born y Dreyfus. También se
instalaron los frigoríficos, de origen inglés o norteamericano. Con esto, el mercado
local quedó en estrecho contacto con el mercado mundial y se consolidó el dominio de
un pequeño grupo de empresas, compradoras de la producción local y encargadas de su
comercialización. Su poder residía en la fijación del precio y, en el caso de la
agricultura, en su papel de financiadores de los productores agrarios, que a lo largo
del año necesitaban créditos para la compra de semillas, bolsas y herramientas, para
alquilar maquinaria y para pagar salarios.

 Las inversiones extranjeras


Las inversiones de empresas extranjeras favorecieron la expansión agraria de
diferentes maneras: participaron en la construcción de ferrocarriles, puertos y
17
frigoríficos, compraron tierras y participaron en la colonización del territorio. Las
más importantes fueron británicas, pero también alemanas, francesas y
norteamericanas; estas últimas, principalmente, para la industria frigorífica, en la que
compitieron con los ingleses.
La construcción de los ferrocarriles se realizó con inversiones extranjeras; el
Estado garantizó ganancias a las empresas y les concedió una franja de tierra a los
lados de las vías para su usufructo. El trazado de la red ferroviaria fue denso en la
región pampeana, pero en el resto del país se limitó a las líneas troncales. Se
redujeron los costos de transporte y se incorporaron a la producción tierras lejanas a
los cursos de los ríos, hasta entonces vía principal para el transporte de mercaderías.
El ferrocarril estimuló la producción y contribuyó a la consolidación del Estado y la
integración de la Nación. También impactó en la vida de la gente: cerca de las
estaciones se concentraron obreros, empleados y se establecieron escuelas,
parroquias, bibliotecas, etc. Los frigoríficos también fueron importantes, el primero
se fundó en 1882; el destino de la carne congelada fue el mercado inglés. En principio
los británicos controlaron los frigoríficos, pero desde 1907 llegaron las compañías
estadounidenses, como la Swift; gradualmente estas compañías fueron desplazando a
los británicos.

 Expansión de los ferrocarriles en la Argentina durante los años 1870-1910.


La expansión de la prosperidad
Los beneficios derivados de la expansión de la actividad agropecuaria
impactaron en otros sectores de la economía e influyeron en la sociedad: el Estado
implementó políticas para modernizar las ciudades, se mejoraron los servicios urbanos,
se empedraron las calles y comenzó a funcionar el tranvía; se construyeron edificios
públicos y grandes residencias, también casas modestas para los nuevos sectores
medios. Estas mejoras atrajeron mano de obra y estimularon el desarrollo del
comercio, los servicios y la industria local. El proceso se repitió en todo el país.
Algunas provincias, que vieron afectada su producción por el librecambio
impulsado desde los gobiernos, establecieron acuerdos para proteger la producción
local. En Mendoza y Tucumán, los gobiernos provinciales negociaron con el Ejecutivo
nacional fuertes derechos aduaneros de importación al azúcar y al vino, a cambio de
apoyo político.

 La Argentina en el mercado mundial


La inserción de la Argentina en el mercado mundial se profundizó a partir de
1880 cuando se desarrollaron las transformaciones de la segunda fase de la Revolución
18
Industrial, que dieron origen a una nueva expansión del capitalismo hacia nuevas
regiones y a la época del Imperialismo.
En este esquema, el papel de las economías de América Latina era el de
proveedoras de materias primas y alimentos hacia los países industrializados, y el de
consumidoras de bienes manufacturados de origen europeo. Esto llevó a países como la
Argentina a adoptar un modelo de crecimiento “hacia afuera”, es decir, un tipo de
economía basada en la exportación de lo que podía producir a bajo costo y de manera
competitiva en el mercado mundial. Esto generaba una dependencia de los mercados
internacionales, en especial respecto de los países industrializados.

 Características del modelo agro-exportador


El modelo económico agro-exportador se basaba en la producción de carnes y
cereales (productos del agro o campo) con destino al mercado exterior. Este modelo
estaba caracterizado por:
1. La integración en la división internacional del trabajo: en este sistema, la
Argentina vendía materias primas y alimentos a Europa, a cambio de capitales y
productos industriales.
2. La intervención del Estado para generar las condiciones necesarias para el
funcionamiento del modelo, como la organización de un sistema de normas
jurídicas, el impulso al comercio, la expansión de los medios de transporte y
comunicación, la creación de un sistema financiero y la atracción de inmigrantes.
3. La participación de capitales extranjeros, destinados a crear las condiciones
financieras (créditos, formas de pago a distancia y seguros, etc.) y de
infraestructura (almacenaje, transportes, puertos, etc.) adecuadas para la
producción agropecuaria y el desarrollo de las exportaciones.
4. El fomento de la inmigración para aumentar la población y cubrir las
necesidades de mano de obra.
5. La incorporación de nuevas tierras para la producción agrícola y ganadera, para
lo que se emprendió el sometimiento de las sociedades indígenas que no habían
sido conquistadas y la ocupación de sus territorios.

 Las transformaciones
A partir de la implementación del modelo agro-exportador, la Argentina
comenzó a vender al exterior trigo, maíz, lino, cueros, lana y carne vacuna congelada.
La concentración de la producción en Buenos Aires, centro y sur de Santa Fe, sur de
Córdoba y Entre Ríos transformó el mapa económico del país. El tendido de redes
ferroviarias fue necesario para que las cosechas llegaran a los puertos. El ferrocarril
estableció nuevos vínculos entre las regiones y favoreció a algunas producciones
19
locales orientadas al mercado interno, como la vitivinicultura en Cuyo o la producción
azucarera en Tucumán.

 Las desigualdades del sistema


La inserción en el mercado mundial no benefició a todos los habitantes de la
Argentina por igual. Por un lado, aumentaron las desigualdades regionales. El éxito del
sistema dependía de la producción agrícola y ganadera de la región pampeana, que se
veía más favorecida. En cambio, otras regiones fueron postergadas, en la medida en
que su producción no interesaba al mercado mundial, como la minería o las industrias
artesanales de las provincias del Noroeste.
Este modelo también generaba grandes desigualdades sociales. Sus principales
beneficiarios fueron los sectores de la burguesía relacionados con la producción agro-
exportadora (como los grandes propietarios de tierras)y con las actividades
comerciales, financieras, de transporte e infraestructura (acopiadores de granos,
empresas exportadoras, bancos, ferrocarriles, constructores de instalaciones
portuarias, etc.) vinculadas al comercio internacional. Estos grandes propietarios,
además, tenían un papel fundamental en las decisiones políticas del Estado Nacional,
en especial las que estaban destinadas a crear las condiciones necesarias para la
implementación y la continuidad del modelo, como las referidas a las políticas de
tierras, inmigración y obras públicas.
En cambio, las condiciones de vida de gran parte de la población eran muy
difíciles: para los obreros urbanos como para los peones rurales y pequeños
productores.
El modelo agro-exportador dependía de la situación en el mercado mundial. Su
prosperidad y estabilidad necesitaban varios factores externos: como la apertura
comercial de los países compradores, los buenos precios internacionales, las
posibilidades del transporte marítimo y la inversión de capitales extranjeros.

6- LA INMIGRACIÓN

A mediados del siglo XIX, Alberdi y Sarmiento habían relacionado el progreso


con la llegada de trabajadores extranjeros para poblar el “desierto”. Su propuesta fue
que el gobierno fomentara la inmigración europea, en particular de agricultores y
artesanos del norte de Europa Occidental. La inmigración, que en 1850 se había
iniciado en el país, se transformó en masiva entre 1880 y 1914. En 1869, la población
argentina era de alrededor de 1,8 millones de habitantes.
Para 1895 estaba cerca de los 4 millones, y en 1914 era de 7,9 millones. En esos
años, la Argentina se había transformado en el país con mayor proporción de
20
extranjeros entre sus habitantes y en el segundo por el ingreso de extranjeros (el
primero era Estados Unidos).
Los inmigrantes fueron principalmente hombres jóvenes y adultos, y en general
venían solos. Llegaban atraídos por la tierra disponible, pero estaban dispuestos a
emplearse en todo tipo de trabajo. Algunos llegaban con la idea de regresar a su
tierra con dinero ahorrado, pero otros esperaban juntar dinero para establecerse y
traer a sus esposas e hijos. La mayoría de los inmigrantes llegaban desde Italia o
España, aunque también desde países de Europa occidental y, posteriormente, de
Europa oriental, Siria y Líbano. Aprovecharon los pasajes baratos, ya que viajaban en
tercera clase, y arribaban al puerto de Buenos Aires dispuestos a “hacer la América”.
En los primeros días se alojaban en el Hotel de Inmigrantes hasta que conseguían un
trabajo. Los inmigrantes se movieron hacia los lugares donde se ofrecía empleo. Por
eso, el 87% de los extranjeros se concentró en la pampa húmeda -la ciudad de Buenos
Aires y las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba-.
Inicialmente hubo mucha oferta de trabajo en las zonas urbanas,
principalmente en Buenos Aires, para la construcción de las grandes obras públicas,
como el puerto o la red de agua corriente y, posteriormente, en la industria. Cuando la
expansión agrícola demandó mano de obra, los inmigrantes se orientaron hacia las
zonas rurales. Muchos trabajaron como peones o mano de obra temporal y otros, que
contaban con ahorros, como arrendatarios. La tierra se había encarecido
considerablemente con la construcción de los ferrocarriles y las perspectivas de la
expansión. Los propietarios prefirieron arrendarlas y especular con su valorización.
Los inmigrantes debieron optar entre comprar una pequeña parcela o arrendar una
extensión mayor, y prefirieron esta segunda opción, con la esperanza de que una
sucesión de buenas cosechas incrementara su capital. Los contratos de arrendamiento
duraban dos o tres años, al cabo de los cuales el chacarero devolvía la parcela,
generalmente sembrada con alfalfa, y marchaba en busca de una nueva. Esta
característica itinerante de la mano de obra no favoreció el establecimiento de la
población en el área rural. La suerte de estos chacareros fue variable: en los
momentos favorables, lograron buenos beneficios, pero podían perderlos en los años
de malos precios o de crisis.

 Inmigración y urbanización
Las ciudades crecieron aceleradamente como consecuencia de la llegada de los
inmigrantes. De inmediato se manifestaron los problemas que ese crecimiento
generaba: escasez de servicios básicos y, principalmente, de viviendas. En Buenos
Aires, en principio los inmigrantes se concentraban en los barrios próximos a la actual
Plaza de Mayo o en el barrio sur (actuales Montserrat y San Telmo), cerca de sus
21
lugares de trabajo. Así, estas zonas de la ciudad, las más antiguas, se poblaron de
conventillos. El conventillo era una casa colectiva, habitada por numerosas familias y
personas solas. Cada familia ocupaba una habitación y compartía el baño y la cocina con
el resto. El hacinamiento y el deficiente estado de la salubridad fueron las
características principales de este tipo de viviendas. Para los propietarios de estas
casas, el alquiler de las habitaciones era un negocio muy lucrativo.
Sin embargo, a fines del siglo XIX, comenzó un cambio. La instalación de los
tranvías eléctricos, baratos y cómodos, facilitó la integración de las zonas de la ciudad
escasamente ocupadas, que comenzaron a lotearse. En la ciudad de Buenos Aires, el
tranvía unió el casco antiguo con los nuevos barrios de Almagro, Caballito, Villa Crespo,
Colegiales y Belgrano. El ferrocarril también llegó a los barrios y a zonas aledañas del
Gran Buenos Aires, donde crecieron nuevos centros urbanos. Por otra parte, mejoró la
situación de muchos inmigrantes, que tuvieron ingresos regulares y pudieron ahorrar,
lo que les permitió comenzar a construir su casa. La venta de lotes de tierras en
cuotas módicas se combinó con la mejora de los transportes. Si los barrios nuevos
estaban alejados, las cuotas eran más baratas y los plazos de pago, más largos.
La ampliación del área urbana se caracterizó, entonces, por el acceso de los
sectores populares a la vivienda propia y, paralelamente, los lugares de trabajo se
separaron de aquellos que servían de vivienda a los trabajadores. Así surgieron los
barrios, cuyos habitantes tenían orígenes y ocupaciones diversas.
En los nuevos barrios vivían pequeños comerciantes, obreros, empleados
estatales, empleados de empresas ferroviarias, maestros, comerciantes y médicos. La
sociabilidad se organizó a través de lugares de encuentro como los cafés, la sociedad
de fomento, la biblioteca popular o el club social y deportivo.

 El problema de la Nación
Otra consecuencia de la modernización se planteó en relación con la cuestión
nacional, con la llegada masiva de inmigrantes que originó una sociedad nueva. La elite
gobernante se propuso “argentinizar” a los extranjeros y a sus hijos, es decir,
inculcarles aquellos valores y principios que el Estado proponía como legítimos. La
nueva sociedad comenzó a preocupar a los dirigentes políticos no sólo por su escasa o
nula integración al Estado, sino por el peligro potencial que representaban las
“colonias” extranjeras en un mundo en el que las potencias imperialistas buscaban
excusas para dominar a los países periféricos. Las dos herramientas que utilizó el
Estado fueron: la Ley de Educación Primaria gratuita, laica y obligatoria o Ley 1420
por la cual la clase dirigente se hacía responsable de educar gratuitamente a todos los
niños que vivieran en Argentina. Esta ley facilitó la alfabetización de generaciones de
hombres y mujeres y se logró así la tasa más baja de analfabetos de América Latina.
22
El Estado construyó los Colegios nacionales, que debían servir para el ingreso en las
universidades y para formar personal capacitado para la administración pública; y las
Escuelas normales que formaron maestros de excelente nivel, aptos para sustentar el
vasto proyecto educativo. El otro instrumento fue la sanción de la Ley 4031, que
estableció el servicio militar obligatorio para los varones argentinos de veinte años.
Este nuevo reclutamiento creó una base amplia y siempre renovada de soldados y
también permitió el desarrollo de una instrucción militar por la cual los reclutas
aprendían lecciones básicas de historia argentina y los símbolos patrios.

 Los problemas sociales hacia fines del siglo XIX


Hacia fines del siglo XIX, la distribución de la riqueza presentaba una enorme
polarización. Los sectores vinculados al comercio exterior (terratenientes, grandes
comerciantes y exportadores) habían aumentado considerablemente sus ingresos.
Esto se vio reflejado en el nivel de vida que alcanzaron estos grupos, que
acostumbraban a construir grandes palacetes, a veranear en el Tigre o en Mar del
Plata. Y a pasar largas temporadas en Europa. La vida lujosa de la oligarquía
europeizada contrastaba con la de los sectores trabajadores, quienes recibían bajos
salarios y vivían en condiciones de extrema miseria. A los problemas habitacionales se
agregaba la pérdida del poder adquisitivo de los salarios. Por ejemplo, entre 1885 y
1891, el salario real de un obrero industrial se redujo el 54%.
En las zonas rurales de algunas provincias, las condiciones laborales de los
trabajadores eran pésimas. Así, por ejemplo, en los ingenios azucareros, los
quebrachales o los yerbales misioneros mostraban un sistema similar al de la
esclavitud, pese a que los trabajadores eran formalmente libres. Los propietarios de
estos establecimientos buscaban reclutar mano de obra con la idea de obtener peones
baratos que aceptaran las malas condiciones laborales sin reclamar. Por ejemplo, en los
obrajes y en los yerbales de Misiones, a los trabajadores (llamados "mensúes") se les
pagaba con vales que podían ser cambiados por mercaderías únicamente en
determinados almacenes -pertenecientes o vinculados a la empresa-.

 Las organizaciones obreras


A partir de la década de 1880 se produjeron conflictos entre patrones y
obreros, y se fueron formando asociaciones de trabajadores para organizar la lucha
por sus derechos. La primera organización fue la Unión Tipográfica, creada en 1878.
Hacia 1890 se crearon nuevas asociaciones y, ya en la primera década del siglo XX,
estas se incrementaron rápidamente. En 1891 se creó la Federación de Trabajadores
de la República Argentina (una sociedad de varios oficios). Al año siguiente apareció el
Círculo de Obreros Católicos.
23
Pero estas asociaciones no tuvieron larga vida, recién en 1901 surgió una
organización general duradera: la Federación Obrera Argentina (FOA), conocida a
partir de 1904 como “FORA”
El arma de lucha de estas organizaciones era la huelga, es decir, la paralización
de las actividades laborales. Entre 1902 y 1910 se declararon siete huelgas generales
acompañadas con grandes manifestaciones callejeras que fueron fuertemente
reprimidas por los gobiernos de turno.

 La “cuestión social”
Por entonces se instaló entre la elite dirigente la preocupación por los efectos
sociales de la expansión económica. La “cuestión social” expresaba tanto el problema
de la creciente conflictividad social y el de las deficientes condiciones de vida de los
trabajadores, como así también la necesidad de proponer soluciones desde el Estado.
Esta preocupación se manifestó en las interpretaciones sobre los cambios
sociales, influidas por las ideas positivistas que se formularon alrededor de 1910. Una
idea característica de la época fue la de las “masas” o “multitudes”, y los problemas
que causaba su irrupción entre las elites. De acuerdo con estas concepciones, que
tenían base en el darwinismo social, la irrupción de las “masas” era una enfermedad o
falla en el funcionamiento del organismo social que debía ser curada o extirpada de
raíz. Estas actitudes estarán presentes en las políticas con las que el Estado
enfrentará los conflictos sociales. En algunos casos, el Estado tuvo una actitud dura
que se manifestó en la acción represiva de las fuerzas policiales contra los reclamos
de los trabajadores, considerados ilegítimos. En 1902, como consecuencia de la huelga
general convocada por la FORA, el Congreso sancionó la ley de Residencia o ley Cané,
que autorizaba la expulsión del país de los extranjeros considerados “indeseables”.
Esto permitió la deportación de dirigentes y activistas extranjeros. En 1909, un
anarquista asesinó al jefe de Policía y en 1910 se realizó otra importante huelga
general. El Congreso sancionó entonces la ley de Defensa Social, que posibilitaba el
arresto preventivo de sospechosos de anarquismo.
Desde otros sectores del gobierno se impulsaron proyectos de reforma para
reconocer la legitimidad de la protesta y darle una canalización institucional. También
en 1902 se creó el Departamento Nacional del Trabajo para estudiar las cuestiones
obreras y, poco después, se proyectó un Código del Trabajo, que reconocía la
existencia de las organizaciones sindicales. Aunque este código no fue aprobado, su
proyecto marcó el inicio de una política reformista, que también buscaba introducir
cambios importantes en el sistema político.
24
 La Argentina del Centenario
En 1910, el país se preparaba para la celebración del Centenario de la Revolución
de Mayo. Las clases dirigentes vieron en esta conmemoración un momento único para
dar a conocer al mundo el éxito que la Argentina había alcanzado gracias a su inserción
en la economía mundial. Los festejos se realizaron bajo la presidencia de José
Figueroa Alcorta (1906-1910) y más de cincuenta naciones enviaron representantes al
evento. Buenos Aires celebró con exposiciones, conciertos, inauguración de
monumentos y realización de grandes desfiles con la presencia de distinguidos
visitantes del exterior, como el primer ministro de Francia, Georges Clemenceau, y la
infanta de España, doña Isabel, que siguieron esos eventos desde el palco presidencial.
La Argentina del Centenario miraba hacia Europa y desconfiaba de sus vecinos
latinoamericanos. En este contexto, el gobierno ordenó la construcción de dos
acorazados debido a tensiones con Brasil. También durante esta época cobraron
fuerza las opiniones de quienes pretendían imponer a la Argentina como líder en
América del Sur. A la vez, existía en el país un pensamiento de fuerte contenido
antinorteamericano, que insistía en una alianza con Europa para contrarrestar la
intervención de los Estados Unidos.
Si bien para el Centenario la movilidad social aumentó, esto no afectó demasiado
las estructuras socioeconómicas, pues la oligarquía mantenía el control político y
económico. Sin embargo, el país ya no era el de los inmigrantes extranjeros de fines
del siglo XIX, sino que ahora se sumaban sus hijos, que para ese entonces tenían entre
20 y 25 años. Estos nuevos sectores sociales (médicos, abogados, ingenieros, etc.)
buscaban mejorar su situación económica y reclamaban participación política.

 La otra cara de la fiesta


Los grandes festejos del Centenario mostraban solo una cara de la moneda,
pues entre 1900 y 1910 los conservadores debieron enfrentar serios conflictos
políticos y sociales. Habían estallado más de cien huelgas parciales y seis huelgas
generales, se aplicó en varias oportunidades la Ley de Residencia, se decretó cinco
veces el estado de sitio y se perpetraron matanzas de obreros.
En 1905 el ejército reprimió una revolución iniciada por los radicales que, a
pesar de la derrota, seguían constituyendo una amenaza para el gobierno. En 1909 un
anarquista asesinó al jefe de la Policía Federal, el coronel Ramón L. Falcón. Estos
hechos estaban demostrando la necesidad de reformar la vida política del país.
25
7- JUÁREZ CELMAN Y LA CRISIS DE 1890: LOS ORÍGENES DEL
RADICALISMO

En 1886 asumió la presidencia el cordobés Miguel Juárez Celman, concuñado de


Roca. Si bien el nuevo presidente no contaba con el total apoyo del PAN tenía el firme
respaldo de Roca y de la Liga de Gobernadores. Durante su gestión como gobernador
de Córdoba había llevado adelante una buena administración. Sin embargo, durante su
actuación como presidente tuvo importantes desaciertos políticos, que se combinaron
con graves problemas financieros. Juárez se mostró intolerante con quienes no
aceptaban sus ideas, lo que lo llevó a apartarse de muchos de sus correligionarios y a
favorecer a ciertas personas de su entorno.
Su voluntad de distanciarse de Roca lo llevó a concentrar los cargos de
presidente de la Nación y de presidente del PAN. Y a promover el desplazamiento de
los gobernadores que no le eran adictos. Así, ordenó la intervención federal de las
provincias de Tucumán y de Córdoba -donde luego fue elegido gobernador su hermano,
Marcos Juárez-. En Mendoza, a pesar de la oposición del vicepresidente Carlos
Pellegrini y del ministro del Interior Wilde, los juaristas lograron el derrocamiento
del gobernador.
Mientras esto sucedía, el ex presidente Roca había decidido realizar un viaje a
Europa. A su regreso, a mediados de 1888, se vio desplazado de la jefatura de su
partido. La intención de Juárez Celman era concentrar en su persona la totalidad del
poder político. Debido a esa voluntad de acumular todo el poder, el gobierno de Juárez
Celman fue denominado por sus contemporáneos como “Unicato”. Se trataba de un
régimen centralizado en la figura del Presidente, cuya autoridad era indiscutible.
La gran expansión económica del país durante el período 1886-1888 posibilitó el
avance del “Unicato juarista” hacia una política ultraconservadora, elitista y
antidemocrática. El “Unicato” parecía invencible, pero en 1889 -en un contexto de
excesiva emisión monetaria, de denuncias de corrupción y de una fiebre especuladora-
se desató un fuerte movimiento opositor dentro y fuera del partido. Ya en 1890, la
banca internacional comenzó a suspender el envío de nuevos capitales a la Argentina.
Estalló entonces el descontento social y se llevaron a cabo huelgas de albañiles,
carpinteros, zapateros y ferroviarios. El gobierno se hallaba, de pronto, en medio de
una inesperada crisis política y económica.
Hacia fines de 1889, el rápido crecimiento económico del país generó una serie
de maniobras especulativas por parte de un sector de inversores. La Bolsa de
Comercio de Buenos Aires se convirtió en el centro de estas maniobras. El resultado
fue una rápida caída del peso moneda nacional y una fuerte suba del oro (209%).
26
En este contexto, los inversores internacionales (principalmente ingleses)
retiraron parte de sus capitales, lo que agravó aún más la situación. Ya en 1890, los
ingresos producidos por las exportaciones no lograron cubrir los pagos de ese año
correspondientes a la deuda externa, y el país entró en cesación de pagos. Los precios
de las mercaderías, entonces, subieron rápidamente (se disparó la inflación), se
produjeron cierres y quiebras de bancos, los salarios se deterioraron y el poder
adquisitivo cayó abruptamente.

 La Crisis Económica de 1890


Las crisis fueron recurrentes en la historia económica argentina (1885, 1890,
1913-17) debido al desarrollo que tuvo el país.
Diversos factores incidían:
a) Planificación insuficiente -a veces nula- de las inversiones y gastos. Había
una enorme impaciencia por ver los resultados de un proyecto en forma
inmediata. Las grandes obras que encaró la Generación del 80 se emprendieron
en forma masiva y en un lapso breve, no en forma escalonada. Esto no dio
tiempo a que las inversiones fueran dando renta y con ella se financiara la
siguiente etapa.
b) La propensión al gasto por sobre la inversión, aun a costa del endeudamiento
externo. En los argentinos predominaba la costumbre de ahorrar para consumir
más que para invertir, e incluso de pedir créditos para adelantar el consumo.
c) La presencia de grupos de presión -grupos defensores de los intereses de un
sector, con capacidad para influir en la toma de decisiones del gobierno-, que no
tomaban como dato el perjuicio que podían causar a otros sectores, o al país en
su conjunto, o a su propio grupo en un plazo mayor. A veces, el predominio de
intereses de corto plazo llegó a comprometer en el futuro al mismo sector. Se
manejaban con la idea de que el país "daba para todo", lo cual atentó con
frecuencia contra la "gallina de los huevos de oro".
d) La creencia común en gobernantes y gobernados de que el manejo del
Estado era de exclusiva incumbencia de los primeros. Ni los dirigentes, ni el
pueblo en su conjunto, defendían el concepto republicano de que los
funcionarios eran pagados por la Nación para que administraran el patrimonio
común y debían rendir cuentas del dinero y del poder que les era confiado. Las
excepciones ratificaron la regla.
27
 La Crisis
Cuando Julio A. Roca dejó la presidencia en 1886, la administración pública
contaba con instrumentos importantes para organizar la economía, como las leyes
monetarias. La breve crisis de 1885 fue zanjada con relativa facilidad. En 1886,
Miguel Juárez Celman asumió la presidencia, dispuesto a lanzar al país hacia el
progreso y la modernización.
Para cumplir con tales objetivos, atrajo a los inversionistas extranjeros y los
ferrocarriles se extendieron a lo largo de 12.475 km (1891). Paralelamente se
expandió el crédito y el consumo de bienes suntuarios aumentó en forma
desproporcionada. Las importaciones de bienes de consumo ascendieron al 83% de las
exportaciones en 1889. Las especulaciones con las tierras y en la Bolsa llegaron a
extremos nunca vistos. Los negociados y la corrupción en el gobierno también.
La especulación se generalizó; cualquier cosa se compraba y se vendía por el
doble de su valor, hasta que los precios perdieron toda relación con el verdadero costo
de lo que se cambiaba. Hubo una emisión in discriminada de billetes sin respaldo e
inclusive el gobierno dispuso emisiones clandestinas. Todo esto provocó inflación. La
economía era como un globo que se inflaba desconectado de las posibilidades reales: el
sector financiero se sobredimensionó con respecto al aparato productivo que era su
base real.
Los bancos contribuyeron a la situación, porque cada provincia y cada grupo
financiero tenían su propia máquina de imprimir billetes con garantías de la Nación
(Ley de Bancos Garantidos) las emisiones eran autorizadas por el gobierno aún sin
tener el respaldo necesario en oro.

 Inflación y precio del oro


La depreciación del peso y la suba paralela del oro (inflación) llevaron a que el
precio del oro aumentara de 91 en 1889 a 200 en 1890, en los días previos a la
renuncia de Juárez Celman, como consecuencia de la Revolución del Parque.
La inflación beneficiaba a quienes obtenían sus ingresos en oro (comerciantes
vinculados al comercio de exportación) ya que canjeaban el oro obtenido por una
cantidad de pesos cada vez mayor. Y la moneda con la cual realizaban sus pagos era el
peso: compraban, cancelaban préstamos, pagaban impuestos y sueldos. En cambio, la
inflación perjudicaba a los que percibían sus ingresos en papel moneda, porque sus
salarios no aumentaban con la rapidez con que se depreciaba el billete. El ingreso
nacional es como una torta: si un sector tiene un pedazo mayor, a otro le toca uno más
pequeño.
En 1889, los obreros del ferrocarril Rosario- Buenos Aires hicieron una huelga
pidiendo que sus salarios siguieran la prima del oro y lograron cobrar la mitad de sus
28
sueldos en ese metal. Las huelgas se propagaron a otras líneas y a otros sectores, con
éxito limitado.

 Préstamos y comercio exterior


El gobierno debió afrontar los pagos de la deuda externa con menores recursos,
ya que éstos provenían de la recaudación de impuestos que cada vez era menor. Cuando
la economía está en expansión -se compra mucho, se vende mucho- el gobierno cobra
muchos impuestos, mientras que la progresiva paralización de la producción y el
comercio reduce los ingresos del Estado.
La importación disminuyó significativamente de 165 millones de pesos oro en
1889, a 142 millones en 1890 y a 67 millones en 1891 como consecuencia de la crisis.
Las exportaciones, si bien se mantuvieron o inclusive aumentaron en cantidad
como en el caso de la lana, ingresaron menos dinero por la reducción del precio
internacional provocado por la crisis europea de 1889. Así, en 1889 se exportó por
valor de 123 millones de pesos oro; en 1890, por 101 millones y en 1891, por 103
millones.
La posibilidad de equilibrar el déficit (saldo negativo entre lo que ingresa y lo
que egresa) por medio de préstamos, se vio complicada por la dificultad primero y la
imposibilidad después de la casa Baring Brothers de Londres de colocar entre sus
ahorristas un préstamo de 4 millones de libras esterlinas (oro) destinado a financiar
un pedido de Buenos Aires para compensar las pérdidas.

 Pánico
La proliferación de billetes y de bonos públicos (préstamos del mercado interno
al gobierno) llevaron al pánico que se desencadenó hacia mediados de 1890. El pánico
es una variable psicológica que en una crisis se convierte en una variable económica.
Cuando estalló el pánico, todos corrieron a canjear sus billetes depreciados, sus bonos
o sus acciones; la sobreoferta bajó aún más el precio de los mismos.
Según la ley de oferta y demanda, a mayor oferta, baja el precio; a menor
oferta, sube el precio; a mayor demanda, sube el precio, y así sucesivamente. (Cuando
abundan los tomates baja su precio, cuando escasean, sube). El dinero es una
mercadería como cualquier otra; el valor del peso se mide en oro (hoy en dólares).

 Crisis política
Como es habitual, la crisis económica llevó a la crisis política la que pocos
gobiernos sobreviven indemnes. En este caso, la Revolución del Parque organizada por
la Unión Cívica, provocó la caída del presidente y su reemplazo por el vicepresidente
Carlos Pellegrini, en agosto de 1890.
29
 La Unión Cívica
La política oligárquica de Juárez Celman había ido unificando a la oposición de la
pequeña, mediana y alta burguesía; las clases obreras se encontraban ausentes de este
movimiento, comenzando huelgas en contra de la carestía de la vida, la desvalorización
del peso y las abrumadoras jornadas de trabajo. A las reuniones en contra del
juarismo asistían algunos grandes estancieros (como Pereyra Iraola o Anchorena) que
se sentían identificados con las denuncias efectuadas por Aristóbulo del Valle (que
representaba a sectores ganaderos, algunos ex republicanos, no roquistas) y Leandro
N. Alem (que era el portavoz de la pequeña burguesía urbana y estaba respaldado por
orilleros). También había otros opositores: los grupos católicos, contrapuestos a la
política laicista y los mitristas.
Un grupo de avanzada, constituido por jóvenes universitarios y profesionales,
formó la Unión Cívica de la Juventud con un mitin en el Jardín Florida (calles Florida y
Córdoba) en septiembre de 1889. En menos de un año pudieron juntar en un acto más
de diez mil adherentes (según algunas fuentes, al desfile concurrieron unas 30.000
personas), y el 13 de abril de 1890 se constituyó la Unión Cívica como partido político
moderno. Quitaron "de la Juventud", formando una junta consultiva con algunos
personajes famosos, entre los que se contaban Mitre, Bernardo de Irigoyen y Vicente
Fidel López, una junta ejecutiva presidida por Leandro N. Alem, y una de propaganda,
con Luis Sáenz Peña. Querían sufragio sin fraudes ni violencias, verdadera autonomía
para las provincias, plena vigencia de la Constitución. Como sabían que con este
gobierno sus objetivos nunca se cumplirían, se dedicaron a conspirar contra él. La
crisis económica que se desató precipitó el desencadenamiento de la revolución.

 La revolución: un triunfo roquista


El general Manuel J. Campos debía ser el jefe militar de la revolución. Una vez
triunfante, las autoridades serían Alem como presidente y Mariano Demaría como
vicepresidente. Mitre, que prefería no verse involucrado en nuevos levantamientos en
contra del orden establecido, optó por irse del país mientras se desarrollaba la
revolución. No estaba de acuerdo con Alem, ya que éste pertenecía al ala intransigente
del partido, y Mitre era conciliador.
La rebelión comenzó el 26 de julio, pero no salió como estaba prevista. Falló la
conducción de Campos, quien fue acusado de haber hecho un acuerdo con el mitrismo
y/o con Roca y Carlos Pellegrini (vicepresidente de Juárez Celman) quienes no estaban
de acuerdo con el presidente y se verían muy beneficiados con su caída. Cerca de mil
personas estaban en la sublevación, entre civiles (que se distinguían por el uso de
boinas blancas) y militares. Allí, por algún motivo, Campos no atacó a las fuerzas
30
gubernamentales, sino que los intimó a rendirse. La parálisis de los “rebeldes” llevó al
ejército que defendía la posición oficial a la victoria, conducidos por el general Levalle
(ministro de Guerra) y Carlos Pellegrini. Hubo más de cien muertos y cientos de
heridos; los sublevados debieron firmar la rendición.
Desde el Senado, se forzó la renuncia del desprestigiado Juárez Celman. El
senador Pizarro expresó que “¡La revolución está vencida, pero el gobierno ha muerto!”
Juárez Celman tardó unos días en aceptar lo inevitable, pero finalmente renunció, el 6
de agosto de 1890. Asumió el mando su vicepresidente, Carlos Pellegrini que debía
completar el mandato hasta 1892. Julio A. Roca fue su ministro del Interior. Ha sido
un triunfo para ambos, sin haberse comprometido en contra de las instituciones,

 Las maniobras de Roca y la Unión Cívica Radical


La Unión Cívica había surgido en oposición a Juárez Celman, albergando en su
seno a distintos sectores, entre ellos al conciliador mitrismo. Leandro N. Alem quería
diferenciar el accionar de este nuevo partido político de la política de los antiguos
clubes, y evitar al mismo tiempo los manejos de Roca. Por ello sugirió que se reuniera
una Convención Nacional en Rosario para designar a los futuros candidatos para las
elecciones presidenciales de 1892. La fórmula votada de este modo fue Bartolomé
Mitre-Bernardo de Irigoyen.
Como tenían posibilidades de triunfar, y Roca quería evitar una ruptura en la
oligarquía que favoreciera justamente esa victoria, tuvo una reunión con Mitre donde
le manifestó que el roquismo estaba de acuerdo con su candidatura, pero no aceptaban
la de Bernardo de Irigoyen; el autonomismo proponía, en cambio, a José Evaristo
Uriburu.
El sector liderado por Alem se opuso al acuerdo concertado por el mitrismo. En
junio de 1891 se hicieron dos reuniones paralelas, que sellaron la división de la Unión
Cívica:
 El mitrismo, que al aceptar el acuerdo conformó la Unión Cívica Nacional y proclamó
la fórmula a Mitre-Uriburu. Se los denominó “cívicos”.
 La intransigencia, no acuerdista, dio origen a la Unión Cívica Radical; y eligió como
candidatos a Bernardo de Irigoyen y Juan M. Garro. Sus partidarios fueron
apodados “radicales”.

 La UCR: un partido popular y moderno


La UCR surgió como un partido revolucionario. Su líder y fundador, Leandro N.
Alem, hombre de fuerte personalidad, creía firmemente que su partido tenía la misión
de restaurar la República, que había sido “mancillada” por los conservadores.
31
Para llevar adelante ese objetivo, los radicales no dudaron en usar la fuerza y
organizaron dos revoluciones armadas, una en 1893 contra Luis Sáenz Peña y otra en
1905 contra el presidente Manuel Quintana.
Además de la lucha armada, los radicales usaron como arma política la
abstención electoral. Esto significa que no presentaban candidatos a las elecciones,
para no “hacerles el juego” a los conservadores y denunciar el régimen. Desde sus
comienzos, el radicalismo contó con un fuerte apoyo popular. ¿Por qué? Principalmente
debido a su discurso policlasista, que incluía a los desposeídos (el “pobrerío criollo”),
los profesionales y los agricultores inmigrantes.
La UCR fue el primer partido político moderno que tuvo la Argentina. Su
estructura institucional fue similar a la de los partidos estadounidenses. De ellos los
radicales tomaron el sistema de convenciones, que creó nuevos canales de
participación popular. Esto motivó que aquellos grupos que no tenían posibilidades de
hacer una carrera política se orientaran hacia el radicalismo. No obstante, durante
algún tiempo los principales cargos del partido (Comité Nacional, Convención)
estuvieron ocupados por personas provenientes de los mismos sectores sociales que
los de los dirigentes conservadores.

8- LA LEY SÁENZ PEÑA Y EL TRIUNFO RADICAL

Los partidos políticos estaban muy disgregados, comenzando por el oficialismo,


herido de muerte por la escisión entre Roca y Carlos Pellegrini. Los intentos
reformistas de los propios gobiernos del régimen producían más divisiones, pues no
todos los que hacían funcionar al sistema pensaban que había que reformarlo
radicalmente para asegurar su supervivencia. Preferían pensar, parafraseando a Luis
XV, "El que viene atrás, que arree".
De todos modos, la influencia oficial siempre servía. Figueroa Alcorta consiguió
mediante su gestión en algunas provincias, sobre todo la de Buenos Aires, imponer a
Roque Sáenz Peña como sucesor. Sáenz Peña tenía una larga trayectoria como
representante de un conservadorismo esclarecido, dispuesto a correr algunos riesgos
para abrir el sistema a la participación popular. Su victoria fue producto del fraude,
pero dio un paso definitivo para abolirlo al imponer la ley de sufragio secreto.
La campaña de Sáenz Peña se caracterizó por su prédica a favor de tres
"obligatoriedades":
 El sufragio secreto, basado en un padrón genuino, y obligatorio.
 La educación común, laica, gratuita y obligatoria.
 El servicio militar obligatorio para todos.
La obra más trascendental, llevada adelante por Sáenz Peña fue la promulgación
32
de la Ley 8.871 de voto universal, secreto y obligatorio, conocida como Ley Sáenz Peña
La Ley Sáenz Peña buscó perfeccionar el sistema electoral vigente. Por un lado,
el padrón electoral se confeccionaría sobre la base del registro militar (votaban sólo
los varones). Por otro, el Poder Judicial Federal era el que debía organizar y
supervisar las elecciones. El sistema elegido fue de lista incompleta, mediante el cual se
le daba un tercio de las bancas a la minoría, siempre que hubiera tenido al menos un 25
% de los votos. Es decir, ya la lista que obtenía el primer lugar no tenía todos cargos,
sino que se admitía en parte al partido que salía segundo. Y, para "crear al votante", ya
que el pueblo, acostumbrado a que su voluntad no fuera decisoria, no concurría a
votar, se impuso el voto obligatorio. El voto optativo o voluntario favorece a las
oligarquías, ya que los partidos con considerables medios económicos pueden movilizar
mayor cantidad de votantes, haciéndolo sólo con los que son adeptos.
Esta ley se hizo pensando en que de este modo el radicalismo, obteniendo la
minoría, integraría el gobierno y dejaría de molestar con revoluciones. Cuando Sáenz
Peña dijo "Quiera mi país votar", nunca pensó que sus opositores ganarían las
elecciones.
¿Por qué el voto obligatorio? Es más fácil entender la obligatoriedad de la
educación y del servicio militar, que la del voto. Si el voto era un derecho, ¿por qué
obligar a la gente a ejercerlo? Había varias respuestas posibles.
El argumento más manifiesto era que la gente no estaba acostumbrada a votar y
que por eso había que hacer el sufragio obligatorio. También se decía que un gran
sector de la población, de clase media para arriba, no concurría al comicio por temor a
las violencias habituales. Ahora tendrían que ir y enfrentar los riesgos, si no querían
que todos sus trámites oficiales se les dificultaran por falta del sello en su libreta.
Menos ostensible era el argumento de que el radicalismo, así como la izquierda,
tenían arraigo sólo entre minorías activas. Esas minorías podían determinar el éxito de
una huelga, los gritos de una manifestación, pero nunca llegarían a formar una mayoría
electoral. El mismo ejemplo europeo lo demostraba: ahí, en condiciones de libertad
electoral, el socialismo raramente superaba una quinta o cuarta parte del electorado.
Sáenz Peña, en el mensaje al Congreso con el que presentó su ley electoral, decía:
[…] sin la inercia egoísta de los más, jamás llegarán las minorías que se
agitan en el seno de todas las naciones a poner en serios peligros el orden
institucional o político, y aún los fundamentos del orden social.
Se suponía que la mayoría de la población, en todos sus niveles sociales, era
básicamente moderada, y aceptaba el liderazgo ofrecido por los sectores
"esclarecidos", prestigiosos y adinerados. El problema era sacarla a la luz, hacer
expresar a esa "mayoría silenciosa". De ahí el voto obligatorio. El patrón de estancia,
el jefe político local, ahora podrían forzar a su gente a ir a las Urnas, aunque ya no
33
controlaran la forma en que votaran. Se daba por seguro que iban a votar, en su gran
mayoría, por alguna variante de los políticos tradicionales. El peligro era la apatía.
En condiciones en las cuales muy poca gente concurriera a votar, lo más
probable, se pensaba, era que se impusieran los activistas radicales o socialistas. Para
evitar esa eventualidad, se había apelado sistemáticamente al fraude, ocasionando con
él resentimientos y revueltas. Ahora, ya que había que dejar de lado el fraude, lo
mejor era conseguir que la gran masa de la población votara, para ahogar a las
minorías activistas e ideológicamente antagónicas al sistema imperante.
Se trataba de una apuesta, en el fondo, bastante riesgosa. De hecho, fracasó en
su objetivo principal, que era el asegurar una nueva presidencia conservadora o liberal,
moderadamente progresista y legitimada por el voto. Tuvo éxito en otro objetivo
secundario: dividir a la oposición legal (radical y socialista) que tomó el camino de las
urnas, de la subversiva, anarquista, que no iba a aceptar esta alternativa y que, en
consecuencia, se iba a ver aislada. Que es lo que de hecho pasó.

 Caracteres del radicalismo histórico


Surgen de los propios documentos partidarios.
Movimiento: antes que partido. Cívico: civil, impersonalista, no caudillista ni
militarista. Es “una coalición de hombres de bien”. Nacional y popular: contra política
de conciliación que ofrece franquicias a la ciudad de Buenos Aires y deja a las
provincias en estado de servidumbre.
Se estructura como movimiento federal, en tanto defiende las autonomías
provinciales y democráticas, porque exige la activa participación de la ciudadanía.
Intransigente: (radical), inclaudicable en el sostenimiento de sus consignas,
especialmente su negativa a “conciliar” o “acordar”. Radical porque debe afrontar
problemas que afectan “de raíz” a la nacionalidad.

 Notas del Radicalismo:


 Romanticismo idealista: Primacía de lo ético (conducta) ante lo racional –
programático (“programa”) y ante las técnicas para conquistar y preservar el
poder (“Que se rompa pero que no se doble” –Alem– “Que se pierdan mil
presidencias, pero que se salven los principios” –Yrigoyen). Para Alem, en
política se hace lo que se debe, y cuando lo que se puede hacer es malo, no se
hace nada (anti-maquiavelismo)
 Patriotismo: Es un pre-nacionalismo; un nacionalismo de sentimientos antes que
de ideas o intereses. Entiende que el radicalismo encarna los anhelos, designios
y aspiraciones de la patria. Un concepto de nacionalidad soberana. Se configura
como una agrupación eminentemente “criolla”.
34
 Religión Civil: Dualismo casi maniqueo entre la “Causa” y el “Régimen”. Alem da
al partido un fervor mesiánico, al darle como misión básica la reforma moral en
la Argentina. Ese tono se acentúa bajo la conducción de Yrigoyen, para quien la
Unión Cívica Radical representa la “religión cívica de la Nación”.
 Hispanoamericanista: Tanto por su aceptación de la herencia española como por
su raigambre criolla. En Yrigoyen, hay temor y rencor general hacia Europa,
excluye a España, madre patria del idioma y la raza. Hay orgullo por el pasado
argentino.
 Tradicionalista: Por su respeto a la religión, a la familia y a las bases morales y
espirituales del pueblo argentino, la Unión Cívica Radical se encontraba
ideológicamente muy próxima a la Iglesia y el Ejército.
 Policlasista: Basado en el principio republicano de la igualdad civil, procura la
integración social intra y extra partidaria, y niega que las divisiones de clase
produzcan privilegios políticos. Félix Luna lo define como un “partido ancho y
profundo”.
 Polirracista: De unidad horizontal, integra a la población nativa y extranjera.
 Paternalismo: Denotado en la actitud tuitiva en el orden laboral; en el
intervencionismo económico estatal; el manejo de la burocracia administrativa y
el personalismo en la conducción. Actitud paternalista, como la del estanciero
criollo que vela por sus hombres.

 La aplicación de la Ley Sáenz Peña y la elección de Hipólito Yrigoyen


Sáenz Peña planteó su proyecto de ley desde el inicio de su presidencia, con la
colaboración del ministro del Interior, Indalecio Gómez, quien consiguió una mayoría
que aprobara su proyecto. En él, otro aspecto tan importante como el del voto secreto
era el que buscaba asegurarse que el padrón o lista de electores fuera genuino, para
que no votaran los muertos ni los marcianos. Esto se consiguió usando para identificar
al elector el empadronamiento para fines militares, que le emitía a cada ciudadano una
libreta de enrolamiento, a la vez documento de identidad. Por otra parte, el ejército
custodiaría las urnas, para dar más seguridad de que grupos políticos armados no se
animarían a meter cuña en el proceso atemorizando a la gente o alterando el registro
de los votos.
La ley estableció el sistema tradicional de usar a las provincias como
circunscripciones electorales. Pero para garantizar la representación de las minorías
estableció el llamado sistema de "lista incompleta". Cada partido sólo podía presentar
como candidatos dos tercios del número de diputados que correspondían a la provincia.
De esta manera se aseguraba que el segundo partido más votado, cualquiera fuera el
número de sufragios alcanzado, llegara a poseer una apreciable representación, o sea
35
el tercio restante. Pero para eso era preciso tener bastantes votos en el nivel
provincial.
Si un partido tenía fuerza sólo en un pequeño distrito de una provincia,
seguramente no alcanzaría la condición de segunda fuerza a escala provincial y no
tendría representación.
La gran innovación, de todos modos, era el voto secreto y el padrón electoral
controlado mediante las libretas de enrolamiento, cuya pureza era necesaria a los
efectos del servicio militar. En ese sentido las reformas de Sáenz Peña fueron de
enorme trascendencia.
Apenas declarada la victoria electoral de Sáenz Peña, que estuvo basada en el
usual fraude, se rumoreaba que los radicales planeaban otra revolución, como la que
había acompañado la asunción de Quintana. Para evitar esa perspectiva Sáenz Peña se
entrevistó con Yrigoyen, le anunció su proyecto de ley, y le propuso a su partido
participar en algunos ministerios. Yrigoyen dijo que sólo quería que se sancionara la ley
y que no podía aceptar ninguna cartera en el gabinete.
La primera prueba del nuevo sistema ocurrió en 1912, con la renovación de
poderes en Santa Fe, donde una intervención había eliminado al régimen fraudulento
preexistente. Los radicales santafesinos, venciendo la resistencia de Yrigoyen, que
aún desconfiaba, se presentaron, y ganaron la gobernación, aunque sin una mayoría
absoluta. En segundo lugar figuró una Coalición Conservadora, y el tercer puesto
correspondió a la Liga del Sur organizada por Lisandro de la Torre, un político
renovador que había pasado brevemente por la UCR y se había distanciado ante el
personalismo de Yrigoyen. En las elecciones nacionales de diputados, realizadas ese
mismo año de 1912, ganaron los radicales en la Capital, donde se desplomó el
oficialismo, que ni siquiera llegó a la minoría, conquistada por el socialismo. En cambio,
en la provincia de Buenos Aires el conservadorismo se impuso, en parte por su
popularidad, y en parte porque ya había encontrado algunas formas de hacer trampa
aun ante el cuarto oscuro. Pasaron algunos años antes de que se pudiera asegurar
realmente la pureza del sufragio. En Córdoba también los oficialistas ganaron la
gobernación, por escasa diferencia con los radicales.
El balance no era del todo malo para el gobierno. Al año siguiente, 1913, en la
Capital había que elegir senador, y salió vencedor Enrique del Valle Iberlucea,
socialista. Como el electo era nacido en España, en el Congreso hubo oposición a
aceptar su designación. Esa oposición fue liderada por José Camilo Crotto, radical que,
a pesar de ser hijo de italianos, impugnó la presencia de alguien que no sólo era
extranjero, sino que tenía convicciones nacionales poco confiables, dado el
internacionalismo que prevalecía en un amplio sector del Partido Socialista. La Cámara,
de todos modos, aceptó su designación.
36
Al año siguiente, 1914, ya la mayoría en la Capital correspondió a los socialistas,
con los radicales en segundo lugar. Obviamente, la Capital no era lugar de fuerza para
los conservadores; pero éstos se defendían bastante bien en las provincias. En Buenos
Aires, el conservador Marcelino Ugarte retornó a la gobernación, aunque forzando
algo las cifras a su favor mediante la compra de votos, que cuando los integrantes de
la mesa escrutadora no vigilaban bien, podía verificarse marcando de alguna manera la
papeleta. En Córdoba llegó a la gobernación Ramón J. Cárcano, y en Salta Robustiano
Patrón Costas, ambos claramente conservadores, pero dispuestos a entrar en el nuevo
juego de competencia política con una oposición popular.
En 1916 se llevan adelante las elecciones presidenciales, el triunfo fue para
Hipólito Yrigoyen que pocos años antes había desistido de su afán abstencionista.

 Las elecciones de 1916


La Ley Sáenz Peña había permitido el triunfo radical en algunas provincias, y el
socialista en Capital Federal (en 1913 y 1914). Pero este último partido -que se había
escindido dando lugar al Partido Socialista Argentino de Alfredo Palacios- no tenía
posibilidades de triunfar en el interior del país, y sí lo tenían la UCR y el partido
conservador.
La UCR tenía fuerza en las clases medias urbanas y rurales del Litoral -
especialmente de la región cerealera-, así como también en las dos provincias más
industrializadas, Mendoza y Tucumán; contaba además con algunos votantes de clase
obrera. Los conservadores dominaban las demás provincias del interior y los sectores
ganaderos. El problema para estos últimos fue que se presentaron divididos: el Partido
Demócrata Progresista (que surgió de la Liga del Sur y contaba con distintas fuerzas
conservadoras, como los partidos Liberal y Autonomista de Corrientes, Partido Popular
y Unión Conservadora de Mendoza, Concentración de Catamarca) con la fórmula
Lisandro de la Torre-Carbó, y el partido conservador de Buenos Aires, que pensaba
captar a los disidentes radicales santafesinos y maniobrar con los demócrata
progresistas.
Las elecciones fueron reñidas, ya pesar de que Yrigoyen salió primero, no
contaba con la mayoría absoluta en el Colegio Electoral. Pero los disidentes radicales
dieron sus votos a Hipólito Yrigoyen, y se frustró el intento conservador de estar
nuevamente en el poder. Yrigoyen-Luna asumieron el mandato el 12 de octubre de
1916.
a) Poder Ejecutivo
La fórmula Hipólito Yrigoyen–Pelagio Luna obtuvo 340.802 votos (45,59 %) en
las elecciones del 2 de abril de 1916.
La oposición reúne en conjunto unos 350.000 votos.
37
Colegio electoral:
 Unión Cívica Radical: 133 electores
 Oposición: 167 electores.
Los 19 electores de Santa Fe, disidentes del Comité Nacional Radical, dan su
voto a Yrigoyen-Luna. Con 152 electores, Yrigoyen – Luna asumen el 12 de octubre de
1916.
b) Poder Legislativo
 Senado
* Unión Cívica Radical 4 senadores
* Oposición 26 senadores
 Diputados
* Unión Cívica Radical 45 diputados
* Oposición 70 diputados
c) Poder Judicial
Mantiene su conformación anterior, es decir, opositora al nuevo gobierno.

CONCLUSIÓN: Analizando en conjunto la composición de los tres


poderes se puede decir que: La Unión Cívica Radical sólo gana la tercera parte del
poder institucional federal, y no cuenta con dominio tampoco en el campo de la prensa,
las universidades, la mayoría de las provincias, entidades empresariales y laborales.
Por ello, el resultado de las elecciones de 1916 puede ser considerado tanto
como éxito o como fracaso.

 Causas del triunfo radical


1. Plan bipartidista de Roque Sáenz Peña.
Influenciado por Pellegrini, Sáenz Peña busca un cambio estructural en la
política argentina. Por la Ley Electoral, busca el establecimiento de un sistema de dos
grandes partidos equilibrados:
Unión Cívica Radical: saldría de su abstención revolucionaria
Conglomerado “modernista”: reemplazaría al PAN. Sería el partido
gubernamental y agruparía a liberales y conservadores
2. Victoria oficial (prevista)
Sáenz Peña no se propone regalar el gobierno a la Unión Cívica Radical. Quería
que el nuevo partido oficialista venciera a la opositora Unión Cívica Radical,
provocando así su división interna.
3. División final del oficialismo:
A las elecciones de 1916 concurren dos frentes oficialistas:
Concentración Conservadora
Partido Demócrata Progresista
38
9- LA REVOLUCIÓN RUSA

A comienzos del siglo XX, Rusia era un imperio muy extenso gobernado por un
emperador llamado zar y habitado por múltiples nacionalidades (polacos, lituanos,
estonios, ucranianos, armenios, etc.). Hasta fines del siglo XIX había sido un país
atrasado en relación con las potencias europeas de la época, ya que su industrialización
se limitaba a algunas regiones y la mayoría de la población estaba formada por
campesinos. Una nobleza hereditaria gozaba de privilegios bajo el amparo del zar, y,
como consecuencia de la industrialización que Rusia, comenzó a fomentar a partir de la
década de 1890, se consolidó, además, una burguesía y una creciente clase obrera.
El régimen zarista era una autocracia que se basaba en un sistema de represión que
imponía la cárcel, el exilio o la muerte a sus opositores.

 La oposición
Existían varios motivos de resistencia al régimen de los zares. Por un lado, el
descontento de los pueblos sometidos que no aceptaban la política de “rusificación”, es
decir, de imposición de la lengua y la cultura rusas, llevada a cabo por el gobierno
zarista. Además, el zarismo fomentó los pogromos o matanzas generalizadas de
pobladores judíos, que llevaron a que muchos judíos rusos emigraran hacia América.
Por otro lado, crecía el conflicto social. Los campesinos se hallaban acosados por
la miseria, los altos impuestos, los bajos precios de la producción agrícola y la pérdida
de mano de obra, debido a que muchos hombres jóvenes eran reclutados como
soldados. La clase obrera, mal paga y con malas condiciones de vida, se fue
convirtiendo en una gran fuerza de resistencia al régimen zarista. Los trabajadores
adhirieron a ideas socialistas y organizaron sindicatos.
En 1898 los marxistas organizaron el Partido Socialdemócrata Ruso de los
Trabajadores. Por diferencias políticas entre sus integrantes, en 1903 este partido
se dividió en dos líneas: los mencheviques, de tendencia socialista moderada, y los
bolcheviques, de principios revolucionarios, cuyo principal dirigente era Vladimir Ilich
Lenin.

 El fin del zarismo


En 1904, debido a su política imperialista en el Lejano Oriente, Rusia entró en
guerra con el Japón. El resultado fue una serie de derrotas que desprestigiaron aún
más al régimen zarista. Al finalizar esta guerra, a comienzos de 1905, una multitud de
trabajadores se dirigió al Palacio de Invierno en San Petersburgo para pedir mejoras
laborales. La respuesta del gobierno fue una feroz represión a causa de la cual
murieron miles de personas, entre ellas niños y mujeres. Rápidamente, el descontento
39
se manifestó en huelgas y revueltas en todo el imperio. Con la intención de calmar la
situación, el zar creó un parlamento, la Duma, con función consultiva y escaso poder de
decisión.
La agitación contra el zarismo se agravó en 1914 con la entrada de Rusia en la
Gran Guerra. El reclutamiento de millones de hombres, las derrotas en el frente
oriental, la penetración del ejército alemán en territorio ruso y la escasez de
alimentos y combustibles aumentaron el descontento de la población. En febrero de
1917, para el viejo calendario ruso, y 8 de marzo en el calendario usado en el resto del
mundo occidental, en Petrogrado (nombre de San Petersburgo desde 1914) se inició
una sublevación popular qué pronto se extendió a todo el país. Ante la grave situación,
el zar Nicolás II abdicó a favor de su hermano Miguel, pero este renunció a la Corona,
era el fin del zarismo.

 La revolución bolchevique
Después de la abdicación del zar, se formó un gobierno provisional de tendencia
moderada. Al mismo tiempo, comenzaron a reunirse los soviets, asambleas de obreros,
campesinos y soldados, que habían surgido durante los sucesos de 1905. Estas
asambleas reclamaban la firma de la paz, ya que consideraban la guerra como el
principal obstáculo para superar la situación socioeconómica del país. Este reclamo fue
alentado por los bolcheviques, cuyos principales dirigentes regresaron del exilio a
partir de abril de 1917.
El clima de protesta se extendió a todo el país. En las ciudades, los obreros
organizaron comités de fábricas y exigieron subas de salarios y la jornada laboral de
ocho horas. En las áreas rurales, los campesinos se levantaron contra los
terratenientes, asaltaron sus casas y tomaron bajo su control tierras privadas y
estatales.
La situación del gobierno provisional empeoró a partir del fracaso de una
ofensiva en el frente oriental que contribuyó al aumento de las deserciones en el
ejército ruso. En julio, el gobierno quedó a cargo de Alejandro Kerenski, un abogado
reformista. Kerenski intentó asumir una posición conciliadora entre las distintas
fuerzas políticas, pero su credibilidad disminuyó cuando el general Kornilov,
comandante en jefe del ejército, intentó un golpe de Estado. La rápida reacción de los
trabajadores contra el golpe, mediante la formación de milicias obreras llamadas
“guardias rojas”, favoreció a los bolcheviques. Esta fuerza política apareció ante la
opinión pública como el único partido que podía encabezar una insurrección armada. En
los meses siguientes, los bolcheviques consiguieron la mayoría en los soviets de
Petrogrado y Moscú, y bajo el lema “paz, pan y tierra” se prepararon para la
revolución. El 24 de octubre del viejo calendario ruso (6 de noviembre de 1917, en el
40
calendario usado en Occidente), las fuerzas del comité militar-revolucionario de los
soviets, dirigidas por León Trotsky, tomaron las estaciones de ferrocarril y las
oficinas de telégrafo, bloquearon los puentes y rodearon el Palacio de Invierno, sede
del gobierno provisional. Al día siguiente, las guardias rojas tomaron el Palacio y se
apoderaron del gobierno. El Congreso de los Soviets dispuso la inmediata firma de la
paz y la creación de un Consejo de Comisarios del Pueblo, dirigido por Lenin, que fue el
primer órgano ejecutivo del gobierno de la revolución. Así comenzaba el primer
Estado comunista de la historia.

 El período de la guerra civil


Una vez en el poder, los bolcheviques expropiaron las tierras de los grandes
terratenientes, que fueron repartidas entre los campesinos; nacionalizaron todas las
industrias, los bancos y el sistema financiero; y las fábricas pasaron a estar bajo el
control de los obreros. Además, reconocieron la autonomía de los pueblos no rusos que
formaban parte del antiguo imperio zarista.
A pesar del apoyo popular que tuvieron estas medidas, los sectores que se
oponían a las reformas impulsadas por los bolcheviques (nobles, burgueses y ex-jefes
militares zaristas, entre otros) se organizaron para enfrentar al nuevo gobierno. Así
se inició una guerra civil.
Los opositores contrarrevolucionarios organizaron sus fuerzas en lo que fue
conocido como los Ejércitos Blancos (el blanco era el color heráldico del zar). Estos
carecían de una organización centralizada, pero durante un tiempo recibieron el apoyo
de las potencias de la Entente, que temían que la Revolución Rusa expandiera la
ideología comunista hacia el occidente europeo.
Para contrarrestar militarmente a los Ejércitos Blancos, León Trotsky fue el
encargado de organizar el Ejército Rojo. Inicialmente, los bolcheviques creían que
para formarlo sería suficiente contar con las milicias voluntarias, que elegían
directamente a sus oficiales. Pero las necesidades de la guerra civil obligaron a
organizar la tropa a partir del antiguo ejército imperial como base. De hecho, Trotsky
contó con la colaboración de antiguos oficiales zaristas, controlados por bolcheviques,
designados para tal función.
Los enfrentamientos entre rojos y blancos se extendieron hasta finales de
1920. La desunión de los Ejércitos Blancos y la falta de un acuerdo entre la Entente
acerca de cómo intervenir en Rusia fueron las razones principales que condujeron a la
victoria del Ejército Rojo.
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 El comunismo de guerra
Para enfrentar a los Ejércitos Blancos, el gobierno bolchevique debía garantizar
el aprovisionamiento de alimentos para los soldados, y también, para las zonas urbanas,
pues precisaba abastecer a los trabajadores de las fábricas y a la población en
general. Por eso, decidió centralizar desde el gobierno todas las decisiones
económicas.
Además, se estableció la requisa forzosa de toda la producción campesina, a
través de la persuasión, las amenazas y la fuerza, por medio del envío de brigadas de
obreros y soldados que hallaban los alimentos que los campesinos escondían en sus
graneros y se los quitaban.
Las políticas implementadas por los bolcheviques generaron una profunda
resistencia entre los campesinos. En algunas ocasiones, se organizaban brigadas
campesinas que atacaban a los representantes del gobierno y los asesinaban. Incluso,
muchos campesinos preferían quemar su grano antes de entregarlo al gobierno. Hacia
el final de la guerra civil, cuando la victoria de los bolcheviques parecía inminente, se
produjeron importantes levantamientos campesinos. Esto obligó al gobierno a cambiar
el rumbo de su política económica.

 La Nueva Política Económica


El fin de la guerra civil no condujo a un inmediato reacomodamiento de la
situación política y social en Rusia. Si bien el gobierno había comenzado a perseguir a
los opositores y ya había prohibido la existencia de otros partidos políticos, los
conflictos sociales producto de las requisas forzosas eran una clara señal de alarma.
Además, las ciudades estaban sufriendo un fuerte desabastecimiento, Y la
producción de materias primas esenciales, como el carbón, había caído de manera
catastrófica, por lo que la producción industrial estaba paralizada.
Una serie de huelgas en Petrogrado fue seguida por la rebelión de los marinos
de Kronstadt, quienes habían participado de la revolución de 1917. Si bien la rebelión
fue reprimida por el gobierno, Lenin decidió que era hora de cambiar el rumbo, o el
gobierno bolchevique podría caer.
A mediados de 1921, el gobierno decidió finalizar con la requisa forzosa de
alimentos y, a cambio, estableció un impuesto en especies. Los campesinos, por lo
tanto, podían, tras pagar el impuesto, comercializar la producción excedente. En el
sector industrial, se permitió que capitalistas privados y extranjeros invirtieran en la
industria, aunque el Estado continuó con el control de los elementos claves de la
economía. Además, se impulsó una política de control del gasto público y se recortó el
presupuesto gubernamental. Incluso, algunos servicios gratuitos hasta entonces, como
las escuelas y la salud, comenzaron a ser pagos. Todas estas medidas fueron conocidas
42
con el nombre de Nueva Política Económica (NEP). Según Lenin y los principales
dirigentes del gobierno, estas eran medidas transitorias que, si bien consiguieron
mejorar la situación de la economía rusa, generaron contradicciones entre los
miembros principales del partido. Algunos consideraban que estas medidas eran un
retroceso, porque permitían el enriquecimiento de ciertos grupos del campesinado y
de algunos inversionistas industriales.

 Del internacionalismo al “socialismo de un solo país”


Desde que llegaron al poder, los bolcheviques promovieron la unidad de todas las
fuerzas socialistas a través de la creación, en 1919, de la Internacional Comunista,
conocida también por su abreviatura en ruso, Komintern, pues se postulaba que para
que el socialismo funcionara como sistema político, debía reemplazar al capitalismo en
todo el mundo. En ese contexto, cuando la Gran Guerra había llegado a su fin, los
movimientos revolucionarios en ciudades de Alemania e Italia parecían mostrar que la
“revolución mundial” estaba cerca. Incluso, las fuerzas del Ejército Rojo invadieron
Polonia en apoyo de grupos revolucionarios socialistas.
Pero a comienzos de la década de 1920, la aparente “revolución mundial” parecía
en retirada. Esto provocó un fuerte cimbronazo dentro de las fuerzas bolcheviques. A
partir de entonces, plantearon que podía darse el “socialismo en un solo país”, y
comenzaron a concentrarse en el desarrollo de la recientemente creada República
Federal Socialista Rusa que, a partir de 1922, sería conocida como la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

10- LA PRIMERA PRESIDENCIA DE YRIGOYEN 1916-1922

 La minoría en el Congreso
Yrigoyen llegó al gobierno pero no al poder, ya que respetó al Congreso que le
era adverso. En 1916 sólo había cuarenta y cinco diputados radicales contra setenta
opositores, y cuatro senadores contra veintiséis. Si bien aumentó la proporción de
radicales en las elecciones para diputados de los años siguientes, tuvo la oposición del
Senado, y sin ambas cámaras no se podían sancionar leyes. Sabiendo que el gobierno
radical con pocos fondos estaría limitado, el Congreso dominado por conservadores le
negó dinero para proporcionar créditos a los agricultores, e incluso hubo años en que
directamente no se aprobó el presupuesto anual; Yrigoyen se tuvo que arreglar
utilizando el dinero por simple resolución del gabinete. De los 89 proyectos de ley
elevados al Congreso en su primera presidencia, sólo fueron aprobados 26, algunos
tras mucha insistencia, otros eran asuntos no tan importantes para su política. Es por
43
ello que afirmaba que a su gobierno deberían juzgarlo no sólo por los hechos sino
también por las intenciones.

Gobierno de Yrigoyen

Política Política Universitaria Política


Política Política Política
Indígena (Córdoba-Reforma) Exterior
Provincial Laboral Agraria

-Reformista
-Respeto a los -Banco Hipotecario -Reparación
-Dialoguista
pueblos no a -Arbitraje Agrícola. cultural -Democratización
los gobiernos -Represiva -Préstamos a colonos de las Universidades
-Rescate de tierras
-Neutralidad ante la
públicas.
Primera
-Ley de Arrendamientos
Guerra Mundial
-Semana Trágica
-Patagonia Rebelde
-Autonomía y Autarquía Universitaria
-Apertura Educativa
-Libertad y Concurso de Cátedra
-Gratuidad
-Gobierno Colegiado

 Intervenciones a las provincias


Una de las promesas electorales era el respeto por las autonomías provinciales.
Una vez en el mando, sostuvo que el respeto debía ser hacia los pueblos, no hacia los
gobiernos, y por consiguiente tenía la obligación moral de proceder a la tarea
reparadora que se había propuesto: que hubiera elecciones limpias, sin fraudes. Para
ello era necesaria la intervención de las provincias, a fin de garantizar la libertad
electoral. Intervino provincias por decreto en unas quince oportunidades; apenas
cuatro veces las intervenciones fueron hechas por ley, es decir, constitucionalmente.
Para intervenirlas, Yrigoyen lo hacía durante la época de receso del Congreso, entre el
1 de octubre y el 30 de abril; los interventores debían normalizar la situación,
convocar a comicios y acatar su resultado, sea cual fuere: lo que interesaba era acatar
la soberanía popular. Por estas medidas fue muy criticado por sus opositores.

 La política laboral: entre la protección y la represión


La política radical fue reformista, pero no al punto de transformar las
estructuras sociales del país. Se intentó mejorar, mediante la intervención del Estado,
la situación social de las clases desprotegidas, aunque con reformas parciales: se
44
sancionaron la ley de alquileres, leyes de jubilación para algunos sectores (bancarios,
servicios públicos y reforma de la de los ferroviarios; no todos gozaban de este
beneficio); ley de trabajo a domicilio (1918); reglamentación del pago de salarios para
que se realizara en moneda nacional (1925); prohibición de trabajo nocturno en las
panaderías (1926); jornada laboral de ocho horas (1929). Existió la intención de dictar
un código de trabajo, pero los distintos proyectos no fueron sancionados por el
Congreso. Además, constantemente los empresarios violaban las leyes obreras:
solamente en 1928 en Capital Federal, el Departamento de Trabajo comprobó 4.281
violaciones a leyes laborales. No se tenían en cuenta muchas leyes sancionadas durante
ese siglo, como la de descanso dominical, trabajo de mujeres y de menores, etcétera.
Con relación a los gobiernos anteriores, Yrigoyen cambió el trato con los
gremios, intentando el diálogo y el arbitraje. Algunos autores señalan el hecho de que
trató de evitar la violencia, y otros afirman que sólo empleó el diálogo donde le
convenía ganar los votos obreros; que no hizo lo mismo con gremios cuya mano de obra
era mayoritariamente extranjera, o militantes socialistas o anarquistas. Finalmente,
están los que señalan que su buena voluntad fue quebrada por la erupción de
numerosos reclamos, que transformaban la vida argentina en un caos, y debió
obedecer a las presiones de los poderosos, que querían intervenir para calmar la
situación: de 80 huelgas que hubo en 1916 (con 24.321 huelguistas) se pasó al año
siguiente a 138 (con 136.062 huelguistas) y en 1919 a 367 (con 308.967 adherentes).
Los números bajaron drásticamente cuando comenzó a aplicarse la represión.
Las huelgas que comenzaron a probar la paciencia de Yrigoyen fueron la de la
Federación Obrera Marítima (1916) y la de los ferroviarios (1917) donde se aplicó el
arbitraje, favoreciendo a los trabajadores. Cuando, en ramales ferroviarios ingleses,
empeoraron las condiciones de los trabajadores y se lanzaron a la huelga, la patronal
creó una Asociación Nacional del Trabajo, a fin de defender sus propios intereses, y
se contrataron rompehuelgas, comenzando la represión más sistemática.
En diciembre de 1918 comenzó la huelga en los talleres metalúrgicos Vasena,
que culminaría en la denominada Semana Trágica en enero de 1919. El origen de la
protesta estuvo en el hecho de que, cuando aumentó el precio de las materias primas,
los patrones bajaron los sueldos para mantener sus ganancias. Los obreros exigían
aumento de sueldo, jornada de ocho horas, pago de horas extras, abolición del trabajo
a destajo (por cantidad de producción realizada) y reincorporación de compañeros
despedidos por realizar actividades gremiales. Los directivos contrataron
rompehuelgas y matones armados para evitar la huelga. Los carros con materiales eran
custodiados por policías, y en un tiroteo murió uno de ellos, por lo que las "fuerzas del
orden" les prepararon una emboscada. Una enorme multitud acompañó el entierro de
los sindicalistas muertos, pero fue atacada a tiros desde los talleres: muchos grupos
45
reaccionaron violentamente, y la ciudad fue un caos durante una semana, hasta que se
desató la represión conjunta de policías, bomberos armados y ejército. La respuesta
obrera fue la huelga general, pero la violencia costó la vida a cientos de personas. Los
empresarios armaron, con el consenso y el entrenamiento del ejército, bandas
parapoliciales que atacaron a rusos y judíos en general, acusándolos de comunistas y a
catalanes, por ser "anarquistas", Estos grupos se organizaron luego en la Liga
Patriótica Argentina. Sus integrantes fueron reclutados entre los sectores medios, y
la consigna era la defensa del orden, de la propiedad y de la nacionalidad, entendida
ésta con un criterio xenofóbico y excluyente.
Otras situaciones de represión indiscriminada del Ejército y de grupos civiles
armados se dieron con las huelgas en las compañías quebracheras La Forestal (en el
Chaco santafecino) y Las Palmas (Chaco) y en las de la Patagonia Rebelde entre 1920 y
1921.

 La política agraria
Yrigoyen había contado con los votos de los colonos, y trató de satisfacer sus
reclamos solicitando fondos para programas de colonización en tierras del Estado, así
como también un banco del Estado que ayudara a resolver los problemas de los
agricultores, pero dijimos que no contó con el aval del Congreso para los créditos. Lo
más importante en este sentido fue la creación en 1920 de un Banco Hipotecario
Agrícola, a fin de que los colonos pudieran adquirir, a través de préstamos, campos en
los territorios nacionales. Entre los objetivos que se había propuesto Yrigoyen
estaban: Detener la dilapidación de la tierra pública. Proceder al rescate de la que
había sido ilegítimamente enajenada y defender del despojo, en todo el país, al
productor de las pequeñas explotaciones.
Es decir que frenó la entrega indiscriminada de las tierras públicas a grandes
terratenientes y recuperó millones de hectáreas que no habían sido vendidas
correctamente (la mayoría situadas en la Patagonia), a través de un decreto donde se
establecía la caducidad de las concesiones violatorias de la ley. Además, dispuso el
estudio agronómico de la tierra, para que el gobierno conociera la calidad y
características de la tierra pública.
Pero vimos que el gobierno no pudo satisfacer inmediatamente a los colonos, y
la situación era difícil para ellos. Durante la Primera Guerra Mundial disminuyeron los
pedidos de cereales y aumentaron los de carne, por lo que casi la mitad de la tierra
destinada a cereales fue dedicada a los alfalfares (para alimento vacuno). Muchos
campesinos debieron emigrar a las ciudades.
En 1919 la Federación Agraria encabeza una huelga en la zona maicera, por los
bajos precios y un gran excedente, pidiendo la rebaja en los arrendamientos y la
46
división de la tierra. Entre los huelguistas había jornaleros anarquistas, y chacareros
que no lo eran. La fuerte represión del gobierno se desató con la excusa de que eran
comunistas, pero después de esto el Congreso sancionó en 1921 una Ley de
Arrendamientos que tenía en cuenta la mayoría de los reclamos de los colonos.

 La política indígena
Al tratar de hacer una política novedosa, dirigida a los sectores sociales
tradicionalmente marginados, también los indígenas fueron tenidos en cuenta. Se
fomentó la explotación de sus productos textiles, se habló de la "reparación cultural",
y en el Código de Trabajo presentado en 1921 se protegía el trabajo indígena, víctima
de numerosos abusos, y se establecía que no se debería hacer ninguna diferencia
entre los trabajos del indio y el de los restantes obreros. Sin embargo, hemos visto
que el Código de Trabajo no fue aprobado; el proyecto específico con relación a las
comunidades indígenas fue vuelto a presentar en 1927, señalándose los padecimientos
que sufrían los indios" explotados por empresarios sin escrúpulos que aprovechan su
trabajo sin darles otra paga que la de unos cuantos litros de alcohol y de las mujeres,
sometidas a la trata de blancas. Tampoco fue aprobado.

 La Reforma Universitaria
En 1918 había tres universidades nacionales (Buenos Aires, Córdoba y La Plata),
y dos provinciales, que entre 1920 y 1922 pasarían a ser nacionales: la de Tucumán y la
del Litoral. A principios de siglo se habían fundado los primeros centros de
estudiantes en la Universidad de Buenos Aires: en Medicina (1900), en Ingeniería
(1903) y en Derecho (1905); La FUA (Federación Universitaria Argentina) se concretó
en 1918, nucleando a las distintas federaciones y organizaciones estudiantiles de las
diferentes universidades.
El movimiento estudiantil reformista surgió en Córdoba en junio de 1918, y se
expandió a otras universidades argentinas y latinoamericanas. Comenzó reclamando la
participación estudiantil en la vida universitaria, haciendo del estudiante el centro del
acto educativo e integrándolo en el funcionamiento y gobierno de la universidad.
Reivindicó la autonomía universitaria, el derecho a darse su propio gobierno y a regular
su funcionamiento. Su objetivo fue abrir la enseñanza a las distintas tendencias,
aceptando a todos los pensadores que tuvieran autoridad moral o intelectual para
enseñar en sus aulas; propugnaban, por consiguiente, la libertad de cátedra, la
asistencia libre, la docencia libre, la periodicidad de la cátedra, los concursos para la
distribución de cargos, la publicidad de los actos universitarios, la gratuidad de la
enseñanza, los seminarios y formas de enseñanza donde el estudiantado tuviera
47
posibilidad de intervenir positivamente, y la extensión cultural por fuera de la
estructura universitaria. En suma, la democratización de la enseñanza universitaria
El Congreso de Reforma Universitaria se llevó a cabo un mes más tarde, en un
ambiente convulsionado por la actividad estudiantil, sancionando las bases del gobierno
democrático de las universidades, con la participación de todos los profesores,
estudiantes y graduados.
El gobierno radical apoyó a los estudiantes, y luego implementó estas reformas
en las otras universidades nacionales.

 La Política Exterior
La hegemonía europea de comienzos de siglo había dado a la Argentina la
seguridad de lo conocido y previsible; la Primera Guerra y la posguerra plantearon una
situación inquietante: el cambio de los esquemas de referencia. Muchos pensaron que
una vez terminado el conflicto todo volvería a ser como antes; pero ciertamente no lo
fue.
La expansión económica vertiginosa de los Estados Unidos extendió su bienestar
a aliados y amigos. Mientras tanto, la crisis profunda y prolongada de los perdedores
mostraba el precio que se pagaba por desafiar a las viejas potencias. A poco andar, las
reacciones nacionalistas en Italia y Alemania reivindicaron en exceso los derechos que
reclamaban.
Los países americanos oscilaban entre alinearse con el poderoso vecino del
Norte, mantener los tradicionales vínculos con una Europa debilitada o mirar hacia
adentro del continente, sin involucrarse demasiado en las pulseadas de las grandes
potencias.
El último presidente del PAN, Victorino de la Plaza, declaró la neutralidad
argentina frente al estallido de la Primera Guerra Mundial (1914- 1918). Como neutral,
el país siguió abasteciendo a los europeos de materias primas como lo hacía antes del
estallido.
Cuando Hipólito Yrigoyen asumió el gobierno en 1916, la guerra estaba en la
etapa de las trincheras del desgaste, de la inmovilidad de los frentes; las fuerzas de
los contendientes estaban equilibradas y ninguno lograba forzar al otro a abandonar
posiciones. Para la Entente -los ingleses en particular- el abastecimiento de cereales y
carnes argentinas era vital. Para los imperios centrales, los alemanes principalmente,
aislar a Gran Bretaña de ese abastecimiento era también vital; por eso, el cerco
formaba parte de su estrategia y le dedicaban los esfuerzos de su flota; los
submarinos se destacaron en esas acciones.
48
De acuerdo con el análisis radical, el país debía adherir a la “neutralidad", no
debía involucrarse en las luchas de las potencias, ya que, en los hechos, era mero
espectador inconsulto.
En consecuencia, el gobierno debía resguardar los intereses argentinos,
continuar con el comercio de exportación del cual vivía el país y limitarse a esperar el
resultado del conflicto, sobre el cual no tenía influencia. O sea, en lo económico, debía
proteger los intereses nacionales y en lo político, atenerse a sus principios.
Esta posición fue puesta en jaque cuando el Monte Protegido y las
embarcaciones Oriana y Toro, cargados con suministros y bajo bandera argentina,
fueron hundidos por submarinos alemanes (1917). La prensa y distintas instituciones
presionaron fuertemente para que se declarara la guerra a Alemania. Yrigoyen
mantuvo la neutralidad con firmeza y pidió satisfacciones a Alemania. A sus críticos -
Lugones, entre ellos- les respondió que su política era coherente, ya que cuando Gran
Bretaña hundió el Presidente Mitre, el país había aceptado sus excusas. Poco después,
el gobierno alemán pagó una indemnización por los daños causados y más tarde
desagravió a la bandera argentina, según lo requerido.
Finalizada la guerra, los países vencedores acordaron proveer los medios para
que acontecimientos tan destructivos para los hombres y la civilización no se
repitieran. Uno de los Catorce Puntos del Presidente Wilson, de Estados Unidos,
proponía la formación de una "sociedad general de naciones […] con la finalidad de
establecer garantías mutuas de independencia política e integridad territorial para los
estados grandes y pequeños por igual". Para dar cumplimiento a tan alto fin se convocó
a una convención en Ginebra, en 1920.
La delegación argentina estuvo presidida por Honorio Pueyrredón; también
asistió Marcelo T. de Alvear, embajador en París. Una vez en Ginebra, se informaron
que la Sociedad excluía a los vencidos; sólo estaría integrada por los vencedores de la
guerra y los neutrales, pero estos últimos con menores derechos ya que los
vencedores tendrían poder de veto en las decisiones del organismo.
Yrigoyen sostuvo el principio de la igualdad de los estados; como no fue
aceptado, ordenó el retiro de la delegación, a pesar de la oposición de Alvear. La
posición argentina quedó fijada en una nota que se leyó el 6 de diciembre de 1920 en
la Asamblea. A partir de ese momento, la Nación pagó sus cuotas a la Sociedad de las
Naciones por decisión del Senado, pero no participó de las reuniones por decisión del
Poder Ejecutivo. Aquí se pusieron de manifiesto nuevamente las divergencias: el
Senado no aprobó la decisión de Yrigoyen.
Un americanismo liderado por la Argentina: Cuando ocurrió el suceso del
Monte Protegido, la embajada norteamericana sugirió públicamente que nuestro país
debía declarar la guerra a Alemania. El presidente afirmó: "La Argentina no puede ser
49
empujada a la guerra por los Estados Unidos. La Nación debe ocupar el lugar que le
corresponde en el continente americano." Estas declaraciones no fueron aisladas
En mayo de 1917, Yrigoyen invitó a sus pares de otros países americanos a
tomar posturas comunes frente a la guerra y propuso una conferencia latinoamericana
para coordinar la política exterior del continente: "El eje de la convocatoria es
afirmar la emancipación de nuestros gobiernos en cuanto a su política exterior".
Norteamérica boicoteó la reunión presionando a los países invitados y la conferencia
finalmente no se realizó.
Los Estados Unidos interpretaron que la Argentina buscaba un liderazgo en
América Latina, enfrentándose de este modo a los intereses norteamericanos.
Yrigoyen, no obstante, reafirmó la amistad entre los vecinos -con relaciones no
siempre óptimas- e intentó crear las bases de una entidad americana a través de la
cual se pudiera compensar la creciente influencia norteamericana.

11- LA PRESIDENCIA DE ALVEAR 1922-1928 Y LA SEGUNDA PRESIDENCIA


DE YRIGOYEN 1928-1930

 Continuidad radical y las diferencias entre Alvear e Yrigoyen


La Convención Radical eligió, con el visto bueno de Yrigoyen, la fórmula Marcelo
T. de Alvear-Elpidio González: Tras seis años de gobierno radical; el triunfo de la UCR
sobre la opositora Concentración Nacional fue rotundo.
Diplomático radical en París, Alvear era un aristócrata afrancesado, de una
personalidad muy diferente a la de Yrigoyen. Algunos historiadores resaltan la
continuidad entre la política de Alvear e Yrigoyen, por ejemplo, con respecto al
petróleo (expandiendo YPF y construyendo la refinería en La Plata), a la creación de la
Fábrica Militar de Aviones (1927) y a algunas leyes laborales. Otros, en cambio,
destacan las innumerables diferencias:
1. No tuvo oposición en el Congreso.
2. Concurrió al Congreso a inaugurar las sesiones (no como Yrigoyen, que mandaba
su mensaje escrito) y se ajustó a las normas legales, asistiendo sus ministros a
las interpelaciones a las que eran convocados.
3. Sólo un ministro de Alvear era yrigoyenista: el ministro de Obras Públicas.
4. No dispuso intervenciones federales por decreto.
5. Se acercó a los conservadores.
6. Mejoró la relación con las Fuerzas Armadas, que se habían equipado
adecuadamente bajo la conducción de su ministro de Guerra, el General Agustín
P. Justo.
50
7. Insistió en el Congreso para que Argentina retornara a la Liga de las Naciones.

8. Permitió la derogación de la ley de jubilaciones de empleados y obreros de


empresas particulares.
9. Saboteó la Reforma Universitaria, enviando intervenciones a las Universidades
de La Plata y del Litoral.
10. Se paralizó la construcción de los ferrocarriles.
11. Restringió los gastos públicos, eliminando cargos administrativos que habían
sido nombrados por Yrigoyen.
12. Hizo campaña contra la corrupción administrativa, concretando purgas y
despidos.
Con respecto a la situación económica durante el período de Alvear, Félix Luna;
afirma que:
[...], la de Alvear fue una presidencia suertuda, deslizada suavemente en años de gran
prosperidad sin sobresaltos ni dificultades. El período de 1922-1928 estuvo ubicado
cómodamente entre dos crisis: la de posguerra y la que afligió al mundo desde 1929. Al llegar
Alvear al poder, la economía argentina se había ajustado sobre bases reales, tras el desarrollo
artificial provocado por la guerra mundial.
Según Félix Luna, Alvear se diferenció de Yrigoyen tanto en hechos concretos
que significaban posiciones opuestas, como en no hacer, no continuar con la "voluntad
de emancipación que encarnaba el radicalismo". Lo malo fue que al apoyarse en un ala
partidaria opositora al yrigoyenismo, contribuyó a la división del radicalismo.

 La industria y el petróleo
Aunque el gobierno de Marcelo Torcuato de Alvear no aplicó una política
consecuente de desarrollo industrial, la inversión en la industria creció desde el año
1920 de manera sostenida. Comenzó a aumentar la inversión extranjera, en particular
la que provenía de los Estados Unidos, que fue ganando terreno frente a Gran
Bretaña, la potencia que históricamente estaba más ligada, en términos económicos, a
la Argentina.
En este período, hubo transformaciones importantes en lo que se refiere al
petróleo. En 1907 se habían descubierto ricos yacimientos en la Patagonia. En un
comienzo, la exploración de pozos petroleros había estado a cargo del Estado
argentino, pero ante la escasez que se produjo durante la Primera Guerra Mundial, se
permitió la participación de capitales extranjeros en la explotación. Hipólito Yrigoyen
había dado un paso importante en 1922, con la creación de una junta de supervisión y
administración del petróleo a cargo del Estado, llamada Dirección Nacional de los
Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF).
51
El gobierno de Marcelo Torcuato de Alvear aprovechó las condiciones más
favorables para la importación de los equipos y las maquinarias necesarias para la
producción petrolífera. Además, contrató al entonces coronel Enrique Mosconi,
experto y emprendedor, como administrador de YPF. Bajo su supervisión se realizaron
cambios en el desarrollo petrolífero en la Argentina. En 1925 se estableció una
refinería en La Plata e YPF articuló una red propia de venta de nafta y querosén al por
menor. Pero en ese contexto, el sector privado petrolífero creció de manera aun más
rápida. La compañía estadounidense Standard Oil fue la que más se destacó en el país.
A partir de 1925, este avance extraordinario de las empresas privadas, en particular
de las estadounidenses, comenzó a ser rechazado por algunos sectores yrigoyenistas,
que querían nacionalizar estos recursos.

 La división del radicalismo


El fuerte liderazgo de Yrigoyen y la carencia de bases programáticas
específicas condujeron a que el caudillo fuera el depositario de la ortodoxia
partidaria. Esto produjo resistencias en algunos de sus seguidores, que terminaron por
producir una escisión dentro del radicalismo (1924): personalistas (seguidores de
Yrigoyen) y antipersonalistas. Estos últimos propugnaban la conducción orgánica,
institucional del partido y entendían que Alvear respondía a ese tipo de liderazgo.
Alvear no aceptó enfrentarse con Yrigoyen, lo cual evitó el fraccionamiento del
radicalismo. No obstante, las diferencias de enfoque persistieron y el
antipersonalismo cobró peso propio. Los antipersonalistas se aliaron en el Congreso a
los conservadores y a los socialistas, todos opuestos a Yrigoyen. Esta alianza fue
denominada por antipersonalistas como Concordancia, pero los radicales yrigoyenistas
la denominaron Contubernio, que significa “confabulación", o "componenda" con fines
poco honorables. En las elecciones para diputados nacionales de 1926 se unieron
también radicales de las provincias que se habían enemistado con Yrigoyen, como el
sector de los Cantoni en San Juan y el de los Lencinas en Mendoza. El Contubernio
logró mayoría en once distritos, pero la UCR ganó en Capital Federal, Buenos Aires, La
Rioja y Catamarca, demostrando que seguía siendo la principal fuerza política.

 Segunda presidencia de Yrigoyen (1928-1930)


En 1928, la campaña electoral se desarrolló en medio de un clima de profundas
controversias. La división, en el seno del radicalismo, entre personalistas y
antipersonalistas se dirimió a favor de los primeros, que lograron imponer la
candidatura de Hipólito Yrigoyen.
El incremento del capital extranjero en la industria era uno de los temas que
más preocupaba en la campaña, especialmente en relación con el petróleo, que se
52
consideraba un recurso clave y un indicador de soberanía. Los radicales proponían
crear un monopolio estatal sobre el petróleo y criticaban -con fundamentos
nacionalistas- la acción de la compañía estadounidense Standard Oil, aunque no a las
británicas como la Royal Dutch Shell.
Esta preferencia por los capitales británicos frente a los estadounidenses
también fue expresada por los grandes terratenientes agrupados en la Sociedad
Rural. En 1927, cuando los Estados Unidos prohibieron la importación de carne
argentina, esa entidad desarrolló una campaña a favor de la importación de bienes
británicos según el lema “comprar a quien nos compra”.
A pesar de su edad avanzada y los rumores de senilidad, diseminados tanto por
la oposición conservadora como por la militar, el 12 de octubre de 1928, Yrigoyen ganó
las elecciones con casi el 60% de los sufragios.
Durante su gobierno, mantuvo las preferencias que había manifestado durante
la campaña en materia de relaciones exteriores. En diciembre de 1928, el presidente
estadounidense Herbert Hoover visitó el país y tuvo una recepción hostil. Hipólito
Yrigoyen aprovechó la oportunidad para subrayar frente al mandatario su oposición a
las intervenciones de los Estados Unidos en América Central, particularmente en
Nicaragua. Un año más tarde, en cambio, una misión comercial británica encabezada
por Lord D'Abernon recibió una cordial bienvenida por parte del gobierno, en
reconocimiento a los lazos históricos entre ambos países. Esta política mantuvo en
relativa calma a los conservadores y a los grandes terratenientes, que también tenían
preferencia por las relaciones con Gran Bretaña.
Hipólito Yrigoyen continuó con la política de colocar a sus partidarios en los
puestos públicos y, para ello, creó más empleos estatales, a pesar de que había
disminuido la recaudación de impuestos. Estaba respaldado por la mayoría de la
Cámara de Diputados, pero no contaba con la misma suerte en el Senado. Esto también
hacía que los senadores opositores se negaran a tratar la Ley de Nacionalización del
Petróleo.
En 1929, el gobierno nacional intervino los poderes Legislativo y Judicial de
Santa Fe y de Corrientes. En la provincia de San Juan, impugnó la elección de un
candidato opositor. En Mendoza, fue asesinado el gobernador Carlos Washington
Lencinas. Este episodio terminó de acallar a la oposición.
Para 1930, los yrigoyenistas estaban cerca de obtener la mayoría en el Senado;
sin embargo, habían perdido el apoyo popular.

 El reagrupamiento de la oposición conservadora


Las intervenciones federales provocaron severas acusaciones en el ámbito
político y colaboraron con la unificación de la oposición conservadora. El asesinato de
53
Carlos Lencinas y, al mes siguiente, un fallido atentado contra el presidente Yrigoyen
tuvieron un impacto negativo en el ámbito político. El Socialismo Independiente -un
desprendimiento conservador del Partido Socialista- y el Partido Conservador de
Buenos Aires encabezaron la oposición al mandatario y amenazaron con promover un
juicio político. A estos partidos se sumaron los nacionalistas, que provenían de grupos
conservadores y simpatizaban con las ideas de extrema derecha que en ese tiempo
sostenían los fascistas dirigidos por Benito Mussolini en Italia y Charles Maurras en
Francia.
Algunos de esos sectores proponían la sustitución del sistema político
constitucional por otro, con características corporativas. También pretendían la
derogación de la Ley Sáenz Peña, que establecía el sufragio universal, masculino,
secreto y obligatorio. Para apoyar estas ideas, encontraron partidarios en las filas del
Ejército y en algunos intelectuales como Leopoldo Lugones, quien unos años antes,
había sostenido, en un discurso militarista y antidemocrático, que había llegado "la
hora de la espada". A estos sectores se sumaban otros inspirados en el pensamiento
de la derecha francesa, que crearon medios de prensa como La Voz Nacional -
aparecido en 1926- y, sobre todo, La Nueva República, cuya publicación se inició en
1927. Este último era dirigido por Ernesto Palacio y Rodolfo Irazusta, con la
colaboración, entre otros, de Julio Irazusta y Juan Carulla.
En 1929, convencidos de que el gobierno de Yrigoyen llevaría el país a la
anarquía, pasaron de la prédica a la práctica y conformaron la Liga Republicana, con el
objetivo de desestabilizar la administración. Esta asociación organizaba
manifestaciones públicas, distribuía propaganda escrita y se enfrentaba con
frecuencia a los radicales. La Liga Patriótica Argentina, que hasta ese momento no
había cuestionado de manera abierta y definitiva la democracia liberal como sistema,
se sumó también a las críticas al gobierno y a la convocatoria a una intervención
militar para encontrar nuevas soluciones al problema argentino.

12- LA CRISIS DEL ´29 Y LA CAÍDA DE YRIGOYEN

 La Gran Depresión
La crisis de 1929 se extendió a la mayor parte del mundo debido al importante
rol que cumplía Estados Unidos en la economía internacional. A la expansión de las
actividades bancarias durante la década de 1920, siguió un proceso de quiebra de
bancos con epicentro en los Estados Unidos, que luego se expandió por todos los
países del occidente capitalista. La falta de créditos y capitales y el enorme
endeudamiento de las empresas (que habían contraído préstamos más allá de sus
posibilidades reales de pago) provocaron quiebras masivas y millones de trabajadores
54
urbanos desempleados. El sector agrícola se vio aún más afectado debido a la caída de
la demanda interna e internacional, y los desempleados rurales se contaron, también,
en millones. La crisis, al continuarse en el tiempo, se convirtió en una profunda
depresión económica sin precedentes en la historia del capitalismo, que fue llamada la
Gran Depresión.
La mayor parte de los gobiernos de las naciones industrializadas se
mantuvieron, al menos inicialmente, fieles a los mandatos de la ortodoxia económica
liberal: redujeron el gasto público y esperaron a que la tormenta pasara. Sostenían
que, a pesar de la crisis, el Estado no debía intervenir activamente en la economía y
que, una vez que los salarios hubiesen descendido lo suficiente, los capitalistas
“retomarían su confianza” en el sistema económico y volverían a invertir. Sin embargo,
a la deflación generalizada no le siguió la reactivación anunciada por los economistas
ortodoxos (que eran, hasta el momento la gran mayoría).

 El fin del patrón oro


Una de las primeras consecuencias de la depresión fue que se derrumbó el
patrón oro, el sistema monetario mundial sostenido históricamente por Gran Bretaña.
Consistía en la aceptación por parte de los diversos países de convertir, como paso
previo para el comercio internacional todos los medios de pago y cambiarlos por
cantidades previamente acordadas de oro. Todas las monedas fijaban una paridad o
valor con respecto al oro; de esa forma, el comercio internacional se había sostenido y
crecido hasta el estallido de la crisis. La salida de capitales de los principales países
de Europa provocó la bancarrota de varios bancos importantes, como el Creditanstal
de Austria en 1931 (dicha institución había sido fundada por la banca Rothschild en
1885). Inmediatamente, la crisis se propagó a Hungría y un mes después, a Alemania.
Los alemanes suspendieron la convertibilidad del marco (la moneda local) en oro. En
1933, el banco de Inglaterra suspendió la convertibilidad entre la libra esterlina y el
oro. Ese mismo año, Estados Unidos se desvinculó del oro, aunque solo después de la
asunción a la presidencia de Franklin Delano Roosevelt, el candidato demócrata.
Francia también se desvinculó del oro en 1933. El patrón oro había desaparecido, y con
él, una etapa del crecimiento capitalista había terminado abruptamente.

 Una nueva economía


Entre 1928 y 1935, el PBI en Estados Unidos, Canadá, Alemania y también en
algunos países latinoamericanos disminuyó entre un 25 y un 30%. Entretanto, en
Francia, Austria, los países de Europa central y los de Europa oriental, la disminución
fue de entre el 15 y el 25%. El desempleo afectó a más de la cuarta parte de los
trabajadores a nivel mundial.
55
La respuesta inicial de los gobiernos fue tomar medidas para evitar la salida de
capitales de cada país. El abandono del patrón oro (más por necesidad que por
convicción) constituyó una medida central en pos de ese objetivo. Luego siguió el
control de cambios, instrumento que permitía que el Estado regulase los giros de
dinero al exterior, priorizando los gastos que consideraba indispensables. Además, la
mayoría de los países introdujo barreras arancelarias altas mediante la sanción de
impuestos a las importaciones que les permitieran proteger sus productos de la
competencia externa en ciertas actividades o sectores clave y atemperar así los
efectos negativos de la crisis. Esta situación tuvo dos consecuencias perdurables que
modificaron el funcionamiento de la economía mundial: por una parte, disminución y
cambios morfológicos en el comercio mundial y, por otra parte, la aparición de nuevos
paradigmas para enfrentar la crisis y resolver los problemas futuros.

 Cambios en el comercio internacional


La división internacional del trabajo, tal cual había sido conocida hasta la crisis,
desapareció. La caída de los precios de los productos fue generalizada, pero afectó
especialmente a los bienes primarios, provenientes de regiones como América latina.
En la década de 1930, diversos países iniciaron un vigoroso proceso de
reemplazo de los bienes importados por producción local, en especial de productos
manufacturados. Los países centrales incrementaron sus políticas proteccionistas y se
aseguraron áreas de abastecimiento de materias primas por medio de acuerdos
bilaterales. Gran Bretaña, por ejemplo, organizó en 1932 la Conferencia de Ottawa, en
la que estableció un acuerdo comercial con los países vinculados políticamente a la
Corona británica (Australia y Canadá, principalmente) que garantizara el comercio
entre ellos y limitara la injerencia de otros países. Francia hizo lo propio con sus
colonias africanas y asiáticas, mientras que Estados Unidos fortaleció su lazo con los
países de América central.
En la medida en que los diversos actores comprendieron que la crisis había
llegado para quedarse, impulsaron acciones de política económica que suponían el
abandono de los principios de la economía ortodoxa y su reemplazo por otros más
acordes a los nuevos tiempos.

 La crisis del liberalismo y el Estado intervencionista


En los primeros momentos posteriores a la crisis, los gobiernos tomaron
medidas proteccionistas, pero de carácter transitorio. Suponían que aquella era
simplemente una de las tantas crisis cíclicas del capitalismo. Sin embargo, a medida
que la Gran Depresión se prolongaba, las medidas transitorias se transformaron en
56
permanentes, y conmovieron los supuestos teóricos sobre los que se organizaba la
economía capitalista.
La economía internacional, hasta la crisis de 1930, se rigió por los principios
liberales de la economía neoclásica. De acuerdo con esta visión, el mercado, mediante
sus leyes intrínsecas, determina los precios de los bienes y la asignación de recursos a
cada sector de la comunidad. En este contexto, el Estado debía limitarse a garantizar
el libre funcionamiento del mercado; la economía de cada uno de los países y el
comercio internacional debían regirse bajo estas reglas.
Pero la aparición de fenómenos prolongados de depresión impulsó la intervención
estatal destinada a paliar los efectos depresivos y reactivar la economía. Surgieron
políticas específicas “anticrisis”, destinadas a intervenir el mercado para evitar la
propagación interna de la depresión: por ejemplo, la regulación del mercado de
capitales, la fijación de los precios y la manipulación del valor de la moneda. Pero
también se realizaron políticas de expansión crediticia, destinadas a sectores
productivos de la economía con efectos multiplicadores en la economía, como la
agricultura y la construcción pública y privada (que emplearía, en los años siguientes, a
los millones desocupados que la crisis había generado).
A partir de esa mayor intervención estatal, las doctrinas liberales dejaron de
orientar las decisiones de gran parte de los gobiernos, pero en un proceso lento que se
prolongó hasta la finalización de la Segunda Guerra Mundial (1945).
Quien elaboró en primer lugar una nueva teoría económica que propugnaba la
intervención estatal para épocas de crisis fue el economista británico John Maynard
Keynes (1883-1946). Keynes establecía que los gobiernos debían incrementar el gasto
público para aumentar la demanda efectiva de bienes. Ese gasto debería aplicarse en
créditos a tasas de interés subsidiadas, destinadas a las empresas y las obras
públicas, incluso, aunque ello significara una disminución de las tasas impositivas. Por
esos medios, se emplearía mayor cantidad de trabajadores hasta disminuir la
desocupación; esto, a su vez, aumentaría el consumo y las empresas deberían
incrementar la producción para abastecer al demandante mercado interno. Se crearía
así un “círculo virtuoso” del crecimiento del mercado interno, la producción y el
consumo.

 El New Deal
En la década de 1930, el Estado adquirió en los diferentes países un papel más
activo en la economía. Sin embargo no todos se inspiraron en las teorías keynesianas ni
perseguían los mismos fines. Estados Unidos puso en práctica proyectos de
inversiones públicas y creó organismos reguladores. En algunos países, se
instrumentaron reformas menores, como en el Reino Unido; en otros, las reformas
57
económicas se subordinaron a las políticas de expansión político-militar, como en
Alemania e Italia. Entretanto, la Unión Soviética salió del sistema capitalista, por lo
que eliminó en su totalidad la función del mercado en la economía.
Cuando en Estados Unidos culminó el mandato del presidente Herbert Hoover
(1929-1933), la economía del país estaba devastada: la mitad de los Estados habían
cerrado sus bancos, los desocupados sumaban millones, y el PBI había llegado a su piso
histórico. Hasta esos años, había prevalecido un amplio consenso acerca de la
capacidad de autorregulación de la economía estadounidense. La intervención estatal
se reducía al mínimo para que los empresarios encontraran las mejores condiciones
para desarrollar sus negocios. Esa política de laissez faire se basaba en la confianza
ilimitada en el mercado y su capacidad de asignación de recursos. Cuando el candidato
demócrata Franklin Delano Roosevelt (1933-1945) asumió la presidencia, decidió
implementar un “Nuevo trato” (New Deal, en inglés) entre gobernantes y gobernados,
que le permitiera al Estado intervenir en la economía en nombre del interés general y
promover así la reactivación. Uno de los instrumentos centrales de esa política fue la
generación de empleo, aspecto que Roosevelt resumió en una breve consigna: “ Hay que
poner a la gente a trabajar”. A pesar de cierta sintonía con las ideas de Keynes, el
New Deal no se basó en las recomendaciones del economista inglés. Roosevelt no
aceptó incrementar los gastos al punto de provocar el déficit del presupuesto
nacional. Sin embargo, impulsó una serie de leyes destinadas a orientar las decisiones
de los principales agentes económicos y a promover políticas concertadas entre ellos.
En los siguientes cien días, el Congreso estadounidense aprobó una gran cantidad de
leyes que cambiaron la economía de raíz.
Algunas de esas leyes creaban fondos asistenciales para desocupados,
implementaban proyectos de grandes obras públicas para generar empleo y estimular
la construcción, decretaban la intervención del mercado financiero, etc. Sin embargo,
no se instrumentaron aumentos salariales como medida reactivadora del consumo, en
tanto aquello podría generar inflación. Las principales medidas tomadas durante los
primeros cien días del New Deal fueron:
 La creación del Tennessee Valley Authority, un organismo federal que tenía por
finalidad reactivar la región de Tennessee.
 La Ley de Ajuste Agrícola, que se basaba en la idea de que el exceso de
producción era uno de los principales problemas de la economía: con ella, se
buscó la reducción de la superficie cultivada mediante la aplicación de
tecnología de avanzada y la formación cooperativas con apoyo estatal. El
resultado fue el aumento de la productividad y de los volúmenes de producción.
 La Ley Nacional de Recuperación Industrial (NIRA, por sus siglas en inglés), que
proponía evitar la competencia “antieconómica” y estabilizar las cuotas de
58
participación estatal en el mercado regulando precios, inversión y salarios. La
intención del gobierno consistía en propiciar el acuerdo entre capitalistas y
sindicatos, que incluía, por lo tanto, el reconocimiento de estos últimos.
 La legislación social avanzó durante el segundo mandato de Roosevelt por medio
de la Ley Wagner, que legalizó las negociaciones colectivas y amplió la
protección que brindaban los sindicatos. La Ley de Normas Laborales Justas,
por otro lado, permitió fijar salarios mínimos. Con este amparo, la actividad
sindical se expandió hasta la década de 1930, la Federación Americana del
Trabajo (AFL) defendía únicamente a los trabajadores calificados y mejor
pagados. El apoyo estatal permitió ampliar la representación sindical de los
trabajadores de las industrias, sobre todo, mediante la fundación del Congreso
de las Organizaciones Industriales (CIO).

 ¿Qué hizo Yrigoyen frente a la crisis?


La Caja de Conversión era la institución donde se podían cambiar los "pesos
papel" por "pesos oro", es decir, cambiar billetes por metálico. Había estado cerrada
desde la Primera Guerra Mundial, pero en el gobierno de Alvear se había reabierto.
¿Qué hacían con eso los capitalistas? Pedían préstamos en nuestros bancos, porque la
tasa de interés era baja, compraban dólares u oro, y lo transferían a cuentas
bancarias en el extranjero (por ejemplo en Nueva York, donde el interés era mucho
mayor). El efecto era negativo para el país: se descapitalizaba. Los norteamericanos,
retiraron los capitales invertidos entre 1927 y 1928, Y los volvieron a invertir en
Estados Unidos, en el fenómeno de "repatriación de capitales". Nuestros burgueses,
sin pensar en nuestro país, también hicieron lo mismo. Por eso Yrigoyen en 1929 cerró
nuevamente la Caja de Conversión, a fin de que cesara la evasión especulativa.
Pero Yrigoyen, en un gran escándalo público, fue acusado por sus compatriotas
de no saber nada de economía, y Federico Pinedo -que luego, en 1933 y en 1962, sería
ministro de Economía- protestó por la medida, diciendo que la crisis mundial estaba a
punto de ser superada. Nada más lejos de la realidad:

 El Golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930


En 1930, el país vivía un momento clave. La crisis internacional, con sus secuelas
sociales de desocupación y miseria se sumaron a los inconvenientes de la última etapa
de la gestión presidencial. Yrigoyen, ya anciano y enfermo se empeñaba en resolver
personalmente todas las cuestiones de estado ocasionando demoras e ineficiencia en
su resolución. También se lo acusó de rodearse de ineptos obsecuentes que
obstaculizaban su gobierno.
59
Se inició así una acción opositora en la que intervinieron miembros del Congreso,
la prensa, el Partido Socialista independiente y grupos nacionalistas, estos grupos
constituían una nueva fuerza desprendida del conservadorismo, que simpatizaba con
las ideas fascistas de Mussolini. Postulaban sustituir el sistema político constitucional
por uno nuevo de corte corporativo y derogar ley electoral vigente (ley Sáenz Peña).
Encontraron partidarios en las filas del ejército y en algunos intelectuales como
Leopoldo Lugones, autor de La Hora de la espada (1927).
El 9 de agosto se da a conocer el "Manifiesto de los 44" al que adhirieron
parlamentarios de distintos sectores. Este manifiesto alteró aún más los ánimos y las
críticas se hicieron más virulentas. Mítines políticos opositores, grupos universitarios
y grupos nacionalistas provocaron disturbios reclamando la renuncia de Yrigoyen. Solo
los socialistas auténticos y los demócratas progresistas reclamaron calma.
El ejército también manifestó su disconformidad con la gestión de gobierno.
Pero había dos sectores con distintas propuestas. Uno encabezado por el general José
Félix Uriburu proponía la reforma total del sistema y la eliminación del sufragio
universal para reemplazarlo por un sistema corporativo.
El otro sector, liderado por el ex ministro de Guerra general Agustín P. Justo
sostenía la necesidad de derrocar a Yrigoyen pero manteniendo el sistema vigente.
El golpe ya era un hecho pero Yrigoyen no creía en él, Dellepiane, ministro de
Guerra renunció al sentirse impotente frente a la situación. El 5 de septiembre
Yrigoyen delegó el mando en el vicepresidente Martínez, su salud era muy débil. Este
declaró el estado de sitio pero la revolución ya estaba en marcha.
Uriburu llegó a la casa de Gobierno sin resistencia alguna. Horas después el
vicepresidente entregaba el mando. Yrigoyen se entregó en la ciudad de La Platas
donde fue arrestado y enviado a Martín García.

13- LA RESTAURACIÓN CONSERVADORA: EL GOBIERNO DE JOSÉ FÉLIX


URIBURU (1930-1932)

 Un golpe a la democracia
El derrocamiento de Yrigoyen fue el primero de una serie de golpes de Estado
que se produjeron en la Argentina a lo largo del siglo XX. Distintos sectores opuestos
al gobierno radical recurrieron a las Fuerzas Armadas para desplazar a las
autoridades constitucionales, quebrando así el orden institucional.
En esa ocasión, los golpistas buscaron legitimar la interrupción de las
instituciones constitucionales mediante el reconocimiento del nuevo gobierno por la
Corte Suprema de Justicia, cuyos miembros aprobaron en una acordada la llamada
“doctrina de facto”. Por ella se establecía que, al no estar en ejercicio el gobierno
60
legalmente constituido, “de facto” (por la fuerza de los hechos) se imponía aceptar la
nueva situación, ya que lo contrario significaría dejar sin gobierno a la República. Esta
doctrina sería invocada por otros golpes de Estado en el siglo XX para legitimar la
violación del orden constitucional.

 ¿Década Infame o Restauración conservadora?


Con el gobierno de José Félix Uriburu comenzó una controvertida etapa que se
extendió entre 1930 y 1943. Este período fue interpretado de diversas maneras por
historiadores y analistas, que produjeron controversias que siguen vigentes hasta la
actualidad.

Por una parte, algunos enfoques hicieron énfasis en la corrupción característica


del período y la exclusión política de las mayorías, mediante la represión y el fraude,
que favorecieron a una reducida elite, vinculada a intereses tradicionales. Desde esta
perspectiva, el periodista José Luis Torre, en 1945, llamó al período “Década
Infame”, expresión que luego fue adoptada por otros escritores, políticos e
historiadores. Desde otro punto de vista, este mismo período fue designado como una
“Restauración conservadora”. Esta caracterización resalta el papel jugado por los
sectores conservadores, que habían sido desplazados del poder político a partir de la
reforma electoral instaurada mediante la Ley Sáenz Peña.
Otros autores, en cambio, independientemente de los nombres usados,
prefieren destacar los cambios económicos, sociales y políticos del período, con sus
grandes contradicciones y conflictos. Así, por ejemplo, el historiador Tulio Halperín
Donghi se refiere a este período como la “República imposible”.

 Dos tendencias en el Ejército


Desde sus orígenes, el golpe de 1930 estuvo signado por dos tendencias
contrapuestas, representadas por los militares que lo encabezaron, José Félix Uriburu
y Agustín P. Justo. El primero sostenía un proyecto corporativista, que buscaba
reemplazar la Constitución de tipo liberal por un Estado autoritario. El sector
representado por Justo, en cambio, era favorable a mantener vigente la Constitución y
su régimen liberal, aunque excluyendo de la vida política a las mayorías, dando marcha
atrás en la ampliación de la demacrada ocurrida bajo los gobiernos radicales.
A partir de 1932, se impuso la línea encabezada por Agustín P. Justo, aunque las
diferencias entre militares continuaron vigentes.

 El proyecto corporativo
José Félix Uriburu gobernó el país entre septiembre de 1930 y febrero de
1932. Simpatizante de los fascismos europeos, Uriburu propuso modificar la
61
Constitución para establecer un Estado de tipo corporativo. Entre sus ideas, estaba el
proyecto de reemplazar el Congreso, elegido por voto ciudadano, por un Poder
Legislativo que representara a distintas corporaciones e instituciones (las
asociaciones empresarias y sindicales, las Fuerzas Armadas y la Iglesia, entre ellas).
El gobierno de Uriburu fue profundamente autoritario y represivo. La violencia
política recayó especialmente sobre el movimiento obrero y, en particular, sobre las
tendencias anarquistas y comunistas. En algunos casos, esta represión se llevó
adelante mediante vías oficiales, por medio de mecanismos tales como la instauración
de la pena de muerte o la creación de un cuerpo especial dentro de la policía, que se
ocupaba de llevar adelante la persecución política.
Pero la violencia ejercida contra la oposición se desarrollaba también por fuera
del aparato estatal, contando con una organización parapolicial de inspiración fascista
conocida como Legión Cívica.

 La Concordancia
El proyecto corporativo de Uriburu encontró una fuerte oposición en diversos
sectores sociales y partidos que habían apoyado el golpe de Estado de 1930. Esto
impidió que Uriburu concretase su reforma institucional y que debiese convocar a
elecciones. Una primera convocatoria, para elegir autoridades bonaerenses, llevó al
triunfo del radicalismo, por lo que el gobierno anuló la votación.
La UCR decidió entonces la abstención electoral, es decir, no presentar
candidaturas, denunciando el carácter fraudulento del régimen.
En esas condiciones, sin la participación del radicalismo, en noviembre de 1931
se realizaron elecciones generales, que dieron como ganadora a la fórmula de la
Concordancia. Esta alianza política reunía a los conservadores, los radicales
antipersonalistas y los socialistas independientes, y llevó como candidato presidencial
al general Agustín P. justo.

14- LA PRESIDENCIA DE AGUSTÍN PEDRO JUSTO (1932-1938)

 El fraude electoral
En noviembre de 1931, Uriburu convocó a elecciones, luego de prohibir las
candidaturas del radicalismo y organizar un sistema que se reconocía públicamente
como fraudulento. En esas condiciones, resultó electo presidente el general Agustín P.
Justo. En febrero de 1932, Agustín P. Justo asumió la presidencia con Julio Argentino
Roca (hijo) como vicepresidente. Desde el punto de vista político, el régimen se basó
en restringir la participación democrática de la ciudadanía mediante el uso del fraude
electoral.
62
El fraude incluía prácticas tales como el secuestro de documentos-personales
(algo habitual en las zonas rurales por parte de los patrones), lo que permitía falsear
la identidad de los electores, y el voto usando el nombre de personas ya fallecidas. En
otros casos, se falsificaban las actas de las mesas, práctica que recibía el nombre de
“vuelco de los padrones”, y se reemplazaban las urnas durante su traslado del lugar de
votación al del recuento definitivo de votos. En ocasiones, también se recurría a la
violencia y a la intimidación con armas de fuego, para impedir que los opositores
pudiesen votar.
Mediante estos mecanismos se consolidó la adulteración del voto como modo de
elegir a las autoridades nacionales. Incluso, algunos dirigentes conservadores, como
Manuel Fresco (gobernador bonaerense en el período 1936- 1940), usaron el término
“fraude patriótico” para justificar estas prácticas que impedían la participación de
las mayorías en la vida política.

 Poder político y económico


La Concordancia representaba a los sectores del país más poderosos
económicamente. Estos sectores incluían a un pequeño número de grandes
terratenientes, en especial los ganaderos invernadores, vinculados por lazos sociales y
familiares a la Iglesia y el Ejército. También contaba con el respaldo de grupos
empresarios, nacionales y extranjeros, como los relacionados con la industria
frigorífica y alimentaria, la banca e instituciones financieras.
Si bien esta elite tradicionalmente había sostenido ideas favorables al
librecambio en el marco del modelo agroexportador, frente a la nueva coyuntura
internacional reformuló en parte estas concepciones de la economía, dando al Estado
un papel cada vez más activo.
Muchos grupos vinculados al antiguo modelo agroexportador (como algunas
empresas exportadoras de granos, por ejemplo) se beneficiaron con las políticas
destinadas a sustituir importaciones, invirtiendo en establecimientos fabriles cuya
producción se destinaba al mercado interno. Un caso emblemático fue el del grupo
Bunge y Born, que diversificó sus actividades en distintos rubros (textil, alimentario,
químico, etc.) en este período.

 Intervención estatal en la economía


Durante la década de 1930, el Estado fue tomando un papel más importante en
la economía argentina, mediante el establecimiento de regulaciones y controles que
buscaban limitar la salida de divisas y normalizar el comercio exterior. Las primeras
medidas en este sentido habían sido tomadas por los gobiernos de Yrigoyen y de
Uriburu, como soluciones de emergencia ante la crisis. Fue así como en 1930 se
63
estableció que la moneda argentina ya no sería más convertible en oro (usado en el
comercio internacional) y se fijaron controles de cambio para regular la salida de
divisas del país. Pero, a medida que la Gran Depresión se hacía sentir, esas medidas,
consideradas momentáneas, se convirtieron en políticas permanentes.
Para su aplicación en la Argentina, durante el gobierno de Justo se tuvieron en
cuenta la experiencia del New Deal estadounidense y las ideas keynesianas. Sin
embargo, a diferencia de lo planteado por estas corrientes, la intervención estatal no
estuvo dirigida a lograr una redistribución de la riqueza sino a atenuar las pérdidas
sufridas por los productores de bienes primarios para la exportación, favoreciendo
particularmente a los grandes terratenientes de la región pampeana.
En este marco, durante el gobierno de Justo se establecieron Juntas
reguladoras. Entre otras funciones, estas juntas se ocupaban de comprar los bienes
primarios producidos en el país, pagando un precio superior al que regía en el mercado
mundial. Luego, estos productos eran vendidos al exterior, y el Estado nacional se
hacía cargo de cubrir la diferencia. De esta manera actuaron durante el período, por
ejemplo, la Junta Nacional de Carnes y la Junta Nacional de Granos, entre otras.

 El Banco Central
Otra iniciativa para regular la actividad económica fue la creación del Banco
Central de la República Argentina (BCRA). Esta entidad estatal era la encargada de
supervisar las actividades financieras y monetarias en el país. Entre sus amplias
funciones se contaba el manejo de la moneda, las tasas de interés, el crédito y los
tipos de cambio.
Uno de los principales impulsores de las nuevas políticas económicas en nuestro
país fue Raúl Prebisch, quien durante el gobierno de Justo fue designado gerente
general del Banco Central de la República Argentina, cargo que ocupó hasta 1943. En
las décadas siguientes, Prebisch se desempeñó como máxima autoridad de la Comisión
Económica para América latina (CEPAL).

 El Pacto Roca-Runciman
Una de las medidas de intervención estatal más controvertidas del gobierno de
Justo fue el llamado Pacto Roca-Runciman, celebrado en 1933 entre el vicepresidente
Julio Argentino Roca (hijo) y el ministro de Comercio británico, Walter Runciman.
Se trataba de un convenio bilateral de comercio, cuyo objetivo principal era
revertir la drástica caída en la demanda británica de productos argentinos,
desencadenada como consecuencia de la crisis mundial de 1930. Gran Bretaña, en el
marco de la adopción de medidas proteccionistas, había establecido la llamada
“preferencia imperial”, que implicaba dar un trato prioritario a los dominios y antiguas
64
colonias británicos. Estas tendencias se plasmaron en el año 1932, durante la
Conferencia Internacional de Ottawa, Canadá. Con el fin de contrarrestar los efectos
negativos para las exportaciones argentinas, el presidente Justo envió una delegación
comercial a Londres, donde se establecieran las cláusulas de un polémico acuerdo.

 Características del pacto


El Pacto Roca-Runciman establecía una serie de obligaciones diferenciadas para
cada uno de los países firmantes. Gran Bretaña se comprometía a mantener la
demanda de carne enfriada proveniente de la Argentina en los niveles anteriores a la
Conferencia de Ottawa, A cambio de este compromiso, las obligaciones asumidas por
nuestro país fueron más numerosas y tuvieron profundas consecuencias económicas.
Entre otras cláusulas, el pacto establecía que el 85% de la carne exportada a
Gran Bretaña debía ser controlada por frigoríficas extranjeros. Al mismo tiempo, los
recursos provenientes de esas ventas debían ser invertidos en contratos con
empresas británicas. Esta medida limitó la competencia entre capitales ingleses y
norteamericanos en nuestro país, que hasta ese momento daba a las autoridades
locales un margen de acción frente a los capitales extranjeros.
También debían reducirse o bien suprimirse los aranceles sobre determinados
productos importados de Gran Bretaña, como los textiles y el carbón. Una serie de
“protocolos confidenciales” de este acuerdo establecían un “tratamiento benévolo”
para las compañías británicas. Con el mismo carácter confidencial, se sentaron las
bases para la creación de la Corporación de Transportes de la Ciudad de Buenos Aires;
que favorecía a los tranvías y ferrocarriles británicos por sobre los colectivos y
ómnibus nacionales.
Como consecuencia de este acuerdo, se vieron favorecidos los grandes
hacendados de la región pampeana, mientras que otros sectores de la sociedad fueron
perjudicados. Sin embargo, el gobierno justificó el Pacto Roca-Runciman presentando
la exportación de carnes como una necesidad imperiosa de la economía nacional. Una
vez más, al igual que en el caso del llamado “fraude patriótico”, se invocaba el bien
común para defender intereses particulares.

 Las cláusulas más importantes del acuerdo comercial fueron las siguientes:
 Argentina se aseguraba una cuota de importación no inferior a 390.000 toneladas
de carne enfriada, aunque Gran Bretaña se reservaba el derecho de restringir sus
compras cuando lo creyera conveniente.
 El 85% de las exportaciones de nuestro país debían realizarse a través de
frigoríficos extranjeros.
65
 El 15 % restante sería exportado por empresas argentinas, pero siempre que fuera
colocado en el mercado mediante buques y comerciantes ingleses.
 La Argentina se comprometía a mantener libres de derechos (sin impuestos) el
carbón y otros productos de origen inglés. Nuestro país también se comprometía a
no reducir las tarifas de los ferrocarriles ingleses. Además, debía brindar a las
empresas británicas de servicios públicos un tratamiento benévolo y de protección
de sus intereses.

 Las cláusulas secretas del pacto


 El gobierno Argentino se compromete a crear el Banco Central, se constituyó como
una sociedad mixta, integrada por bancos oficiales y capitales extranjeros. La
oposición señaló que la creación de esta nueva institución significaba la delegación
en los capitales extranjeros del manejo de las finanzas del país, ya que la mayoría
de los accionistas y directores del Banco Central eran representantes de los
capitalistas extranjeros que no estaban bajo el control del Estado nacional.
 En 1935, una ley del Congreso Nacional aprobó la creación de la Corporación de
Transportes. La ley concedía a empresas de capital británico el monopolio, por 56
años, del transporte urbano de Buenos Aires. La nueva empresa tenía la
exclusividad de los transportes de la Capital Federal y podía exigir a los dueños de
colectivos privados su ingreso en la Corporación. Con el tiempo, los pequeños
propietarios de transportes urbanos, ante el riesgo de quebrar, debieron aceptar
incorporarse a la empresa británica.

 Corrupción y violencia política


Durante el gobierno de Justo, como consecuencia de las obligaciones
establecidas en el Pacto Roca-Runciman, se desarrolló un caso de corrupción que tuvo
derivaciones en el Senado nacional. En este ámbito, se desencadenó una situación de
abierta violencia política durante el llamado “escándalo de las carnes”, donde se
enfrentaron representantes de la Concordancia con miembros del Partido Demócrata
Progresista. Estos últimos denunciaron una serie de irregularidades vinculadas a los
frigoríficos extranjeros establecidos en nuestro país y dedicados al procesamiento de
la carne vacuna exportable.

 El gobierno ante las transformaciones


A pesar de su carácter políticamente conservador, el gobierno de Justo
manifestó una especial predisposición por la llamada “modernización”. Esto incluyó la
realización de algunas importantes reformas urbanas, inspiradas en las principales
metrópolis europeas y norteamericanas, cuyas culturas eran admiradas por los
66
miembros de la elite. Esta admiración fue interpretada, entre los grupos nacionalistas,
como una adaptación artificial de la realidad argentina a las tendencias originadas en
el exterior.
A esas transformaciones impulsadas por el gobierno de Justo se sumaron otras,
no deseadas por el régimen. Por ejemplo, la industrialización trajo como consecuencia
importantes cambios en el mundo del trabajo y en la organización gremial.
Tanto las transformaciones impulsadas por el gobierno como las no deseadas, se
manifestaron con especial fuerza en 1936, cuando tuvo lugar la mayor conflictividad
sindical del período, al mismo tiempo que se reformaba profundamente la ciudad de
Buenos Aires.

 Consolidación del movimiento obrero. ISI (Industrialización por Sustitución


de Importaciones)
El proceso de industrialización para sustituir importaciones se basó en la
incorporación de mano de obra en las fábricas y talleres, lo que produjo una serie de
cambios, en especial desde la segunda mitad de la década de 1930. La desocupación,
muy fuerte al comienzo de la crisis, disminuyó y, hacia 1935, comenzaron a producirse
reclamos por aumentos de salarios y mejoras en las condiciones laborales. Uno de los
conflictos más destacados del período fue la huelga de los trabajadores de la
construcción, que fue duramente reprimida por el gobierno.
El crecimiento industrial trajo, además, cambios en la organización sindical. Los
viejos gremios por oficio (panaderos, sastres, etc.) fueron cada vez más reemplazados
por sindicatos por industria, que buscaban representar a todos los trabajadores de
una rama de actividad (industria de la alimentación, del vestido, textil, metalúrgica,
etc.). Estos cambios se dieron en el marco de disputas entre distintas tendencias
ideológicas del movimiento obrero, que llevaron al desplazamiento de la corriente
sindicalista de la conducción de la CGT, en la cual comenzaron a prevalecer los
dirigentes socialistas y, en menor medida, comunistas.

15- LOS GOBIERNOS DE ORTIZ Y CASTILLO

 Debilitamiento de una alianza


En 1938 asumió la presidencia el candidato por la Concordancia Roberto M.
Ortiz, de origen radical antipersonalista. Sin embargo, Ortiz no pudo concluir su
mandato, ya que en 1940 debió pedir licencia por enfermedad. De manera provisoria se
hizo cargo del gobierno su compañero de fórmula, el conservador Ramón S. Castillo.
Este cambio se volvió definitivo en 1942, cuando la renuncia de Ortiz, presentada de
67
manera reiterada al agravarse la diabetes que lo afectaba, fue finalmente aceptada
por el Congreso.
Desde un principio, las relaciones entre el presidente y el vicepresidente fueron
difíciles. Por un lado Ortiz propiciaba limitar el uso del fraude electoral, impidiendo
sus prácticas más escandalosas, mientras que Castillo estaba dispuesto a mantenerlo
para impedir triunfos del radicalismo. Otras diferencias se vinculaban a la política
exterior, lo que se puso en evidencia ante la Guerra Civil Española. Mientras los
conservadores se manifestaban claramente a favor del franquismo, el sector más
liberal se mostró reticente ante las manifestaciones de abierto ataque a la República.

 El gobierno de Ortiz
Si bien Ortiz llegó a la presidencia mediante elecciones fraudulentas, poco
después de asumir el poder adoptó un discurso favorable a la democracia y la defensa
de las instituciones liberales. Esta actitud buscaba nuevos apoyos políticos para
legitimar el gobierno y asegurar su continuidad.
Ante las denuncias de fraude en las elecciones, poco después de asumir la
presidencia Ortiz intervino la provincia de San Juan y a principios de 1940 hizo lo
mismo en Catamarca. Poco después, el Presidente intervino la provincia de Buenos
Aires para evitar que asumiera el candidato oficial, quien gozaba del apoyo del
gobernador Manuel Fresco.

 Manuel Fresco en Buenos Aires


Fresco fue uno de los políticos nacionalistas más controvertidos de la década de
1930. Admirador de los fascismos europeos, gobernó la provincia de Buenos Aires
entre 1936 y 1940. Bajo su mandato aplicó métodos de propaganda política
implementados por Mussolini y Hitler. Por ejemplo, usó la radiodifusión como medio de
persuasión, puso en escena vistosos eventos deportivos y apeló a las multitudes
mediante histriónicos discursos públicos.
Por estos y otros medios, Fresco se dirigía permanentemente a las mayorías
desposeídas, buscando ganar su adhesión política. También arbitró en conflictos
laborales, propiciando convenios entre empresarios y trabajadores. En 1940, al
concluir su mandato, Fresco impuso como sucesor, mediante elecciones fraudulentas, a
Alberto Barceló, quien no llegó a asumir el poder debido a la intervención del
presidente Ortiz. Como consecuencia de estas y otras medidas, Ortiz perdió el apoyo
de los sectores conservadores de la Concordancia que, al dividirse, se debilitó como
fuerza política.
68
 Las transformaciones económicas
A lo largo de la década de 1930, se instalaron, en torno a las principales
ciudades del país, grandes fábricas que empleaban a un número cada vez mayor de
trabajadores. Algunos de estos establecimientos pertenecían a capitales nacionales y
otros eran propiedad de capitales extranjeros, principalmente de origen
estadounidense, establecidos en la década anterior. El estallido de la Segunda Guerra
Mundial reforzó este proceso de industrialización, ya que los países en conflicto no
estaban en condiciones de enviar bienes manufacturados que seguía importando
nuestro país.
En este marco, el ministro de Hacienda del presidente Castillo, Federico Pinedo,
presentó en 1940 un Plan de Reactivación Económica que generó arduos debates en el
Congreso Nacional. El llamado “Plan Pinedo” tenía como objetivo principal impulsar el
tradicional sector agropecuario, pero incluía una serie de medidas destinadas a
promover también la industria, como un sector subsidiario de las actividades rurales.
Ante la disminución del comercio exterior provocada por la guerra, este proyecto
buscaba impulsar el desarrollo del mercado interno, promoviendo la reactivación de la
demanda mediante la creación de fuentes de trabajo propiciadas a través de las obras
públicas.
Si bien el Plan Pinedo no fue aprobado, anticipaba diversas medidas de
intervención estatal y de reorientación de la economía que se desarrollaron durante
las décadas siguientes. Por otra parte, este plan es considerado por algunos
historiadores como una versión argentina del New Deal norteamericano.
Entre las razones por las que no se aceptó este plan económico fueron
fundamentales la división al interior de la Concordancia y la oposición del
radicalismo. Su puesta en marcha hubiese implicado cierta redistribución de la riqueza
en favor de los asalariados con el fin de reactivar la demanda, y esto no era bien visto
por los sectores más conservadores. Además, entre los conservadores y en el
radicalismo alvearista predominaban las ideas económicas liberales, que cuestionaban
la intervención del Estado en la economía.

 La Argentina ante la Segunda Guerra Mundial


El inicio de la Segunda Guerra Mundial, junto con la polémica económica en torno
al Plan Pineda, profundizó las divisiones políticas tanto en el oficialismo como en los
sectores de oposición.
En 1939, el presidente Ortiz mantuvo la posición tradicional de los gobiernos
argentinos, declarando la neutralidad de nuestro país ante el conflicto. Esta actitud
contaba inicialmente con un amplio respaldo en la sociedad. Pero a medida que el
conflicto se extendía y, en particular, a partir del ingreso de los Estados Unidos y de
69
la Unión Soviética en la guerra, comenzaron a aumentar, en diversos sectores, los
partidarios de que la Argentina rompiese relaciones con las potencias del Eje o,
incluso, se sumase a los aliados. El propio Ortiz parecía inclinarse por modificar la
política exterior, pero su enfermedad y su relevo por Castillo llevaron a que se
reafirmara la neutralidad. Parte de la oposición denunció al nuevo presidente como
simpatizante del nazismo y del fascismo.

 Autarquía, neutralidad y poder político


La guerra planteaba una serie de problemas, entre ellos los del equipamiento de
las Fuerzas Armadas y el transporte para las exportaciones argentinas.
En el primer aspecto, buscando el respaldo de las Fuerzas Armadas, Castillo
amplió el presupuesto de defensa y dio un gran impulso al desarrollo de una industria
bélica nacional mediante la creación de la Dirección General de Fabricaciones
Militares. Ingenieros militares, como el coronel Manuel Savia, planteaban que podría
alcanzarse la autarquía, es decir que en el largo plazo se lograría el
autoabastecimiento mediante la creación de un arsenal fabricado en el país. De esta
forma, sostenían los militares, se fortalecería la soberanía nacional, evitando la
dependencia con respecto a los insumos bélicos extranjeros.
Para buscar esa autarquía en materia de transportes, el gobierno creó la Flota
Mercante del Estado. Con ello se buscaba asegurar que una parte importante de las
exportaciones se realizase en buques de bandera nacional, para no depender de los de
países involucrados en la guerra. Gran parte del comercio internacional argentino
hasta ese momento dependía de compañías navieras británicas, alemanas, francesas,
italianas y estadounidenses, todas naciones involucradas en el conflicto.
Estas ideas de autarquía y soberanía nacional en términos bélicos se
relacionaban, a su vez, con la posición argentina frente a la guerra, que consistía en
mantener la neutralidad. Esta posición era aceptada por Gran Bretaña, el principal
comprador de las exportaciones argentinas, en la medida en que aseguraba su
abastecimiento de algunos productos esenciales (por ejemplo, alimentos) en buques de
bandera neutral. En cambio, cuando ingresó en la guerra, el gobierno de los Estados
Unidos buscó alinear a todos los países latinoamericanos en el bando de los aliados, por
lo que crecieron las presiones de la diplomacia norteamericana sobre el gobierno de
Castillo para que rompiera relaciones con las potencias del Eje.

 El papel de las Fuerzas Armadas


A medida que crecía la oposición a su política, el presidente Castillo buscó cada
vez mayor respaldo en las Fuerzas Armadas, que desde el golpe de Estado de 1930
eran uno de los principales apoyos del régimen político vigente. Esta actitud del
70
gobierno llevó a que algunos sectores de oficiales comenzaran a reunirse en secreto
para debatir el papel que debían tener las Fuerzas Armadas y cuestiones como la
neutralidad y las políticas de defensa del país. Esta politización de los militares se
daba en el contexto del debilitamiento de la Concordancia y la división de la sociedad
argentina ante la Segunda Guerra Mundial.

 La sociedad argentina ante la guerra


La polémica sobre qué actitud tomar ante la Segunda Guerra Mundial dividió a
los más diversos sectores de la sociedad argentina. Hacia fines de 1941, esa división
afectaba a los partidos, al movimiento gremial, a los militares y a los intelectuales.
Una parte de la sociedad, que sería llamada “aliadófila”, apoyaba la ruptura de
relaciones con Alemania, Italia y el Japón. Su principal argumento era el rechazo a los
regímenes autoritarios como el nazismo y el fascismo. Sostenía que, frente a las
potencias del Eje, los aliados representaban la defensa de la democracia y las
libertades públicas. Otro argumento utilizado era que, a partir del ingreso de los
Estados Unidos en la guerra y el alineamiento de muchos países latinoamericanos con
esa política, mantener la neutralidad provocaría el aislamiento de la Argentina en la
región. Entre quienes sostenían estas posturas se encontraban la conducción
alvearista del radicalismo, los socialistas, comunistas y demócratas progresistas,
dirigentes conservadores identificados con el liberalismo y una parte de los altos
mandos militares. Los fallecimientos de los ex presidentes Ortiz y Alvear (ambos en
1942) y Justo (a comienzos de 1943) privaron a estos sectores de sus principales
referentes políticos.
El otro sector, conocido como “neutralista”, reunía también a un conjunto
heterogéneo de dirigentes, cuyo único punto de acuerdo era sostener la necesidad de
mantener la neutralidad. Su principal argumento era que el conflicto mundial era ajeno
a los intereses del país. Algunos defendían esta posición desde el punto de vista de la
soberanía nacional. Tal era el caso del grupo FORJA y de algunos dirigentes del
radicalismo, como Amadeo Sabattini. Los grupos nacionalistas de derecha, en cambio,
eran en realidad afines al nazismo y al fascismo, por lo que rechazaban la ruptura de
relaciones con el Eje. En general, los neutralistas se oponían a la injerencia
estadounidense y temían que aumentase si se ponía fin a la neutralidad. Los sectores
conservadores más afines a Castillo y la mayor parte del Ejército y de la Iglesia
también sostenían esta postura.
La división afectó también al movimiento sindical. En 1942, se produjo la ruptura
entre la CGT 1 y la CGT 2, nombres adoptados por el número de las listas propuestas
para la elección de nuevas autoridades. La CGT 2, encabezada por dirigentes
estrechamente ligados a los partidos socialista y comunista, se manifestaba
71
“aliadófila”. En cambio, la CGT 1, dirigida también por afiliados socialistas, se oponía a
que la central obrera interviniera abiertamente en política y, en la práctica, apoyaba la
neutralidad.

 Hacia un nuevo golpe militar


En 1943, el país se preparaba para una elección presidencial, para la sucesión de
Castillo, cuyo mandato concluía al año siguiente. Los sectores “aliadófilos” propiciaban
la constitución de una Unión Democrática, como frente opositor encabezado por la
Unión Cívica Radical, con el respaldo de socialistas, demócratas progresistas y
comunistas. Sin embargo, el mantenimiento del fraude electoral aseguraba la victoria
a Robustiano Patrón Costas, el candidato conservador que, pese a ser también
"aliadófilo", había sido aceptado como su sucesor por Castillo.
Ante este panorama, creció el malestar en el Ejército. Mientras algunos grupos
de oficiales se oponían al abandono de la neutralidad, otros rechazaban que
nuevamente se impusiese el fraude en las elecciones. En ese contexto, dirigentes de la
oposición mantuvieron reuniones con jefes militares. El presidente Castillo buscó
poner orden desplazando al jefe de la institución, el general Pedro Pablo Ramírez, lo
que en cambio sirvió para que esas tendencias acordasen derrocar al gobierno. Así, el
4 de junio de 1943, las Fuerzas Armadas, en un nuevo golpe de Estado, depusieron a
Castillo y asumieron el poder.
El candidato conservador Robustiano Patrón Costas desempeñó distintos cargos
públicos en la provincia de Salta, donde dirigió el ingenio San Martín del Tabacal y fue
acusado de tratos abusivos contra los trabajadores. Uno de los acontecimientos más
trágicos fue la llamada “masacre de Rincón Bomba”, ocurrida en 1947, cuando cientos
de integrantes de la comunidad Pilagá fueron ametrallados.

16- LA ARGENTINA Y EL GOLPE DE ESTADO DE 1943

 La política argentina antes del golpe


En el contexto de la Segunda Guerra Mundial se agudizaron los conflictos
políticos en la Argentina de la restauración conservadora. Durante la gestión de
Ramón Castillo (1940-1943), las prácticas fraudulentas se intensificaron y la oposición
no contó con ámbitos institucionales de expresión.
Al mismo tiempo, la cuestión de la neutralidad argentina se convirtió en fuente
de polémicas. En 1941, al declarar la guerra contra el Eje, los Estados Unidos
aumentaron la presión sobre los países latinoamericanos. Sin embargo, Castillo
mantuvo la neutralidad. Ante esta actitud oficial, dirigentes conservadores, radicales
y socialistas reclamaron la participación a favor de los aliados. La misma posición
72
sostuvieron los altos mandos del Ejército; en cambio, la opinión mayoritaria de los
cuadros intermedios se inclinaba por la neutralidad.
El conflicto político se profundizó cuando Castillo propuso como candidato para
las elecciones presidenciales que se harían en septiembre de 1943 a Robustiano
Patrón Costas, un hacendado y empresario del azúcar salteño, Patrón Costas era
conocido por el maltrato que sufrían los trabajadores en sus propiedades y como
representante de los sectores partidarios del fraude y de intervenir en la guerra a
favor de los aliados. Esta candidatura produjo gran inquietud entre los partidos
opositores y algunos grupos militares.

 La situación de los sectores populares


La industrialización por sustitución de importaciones que se desarrolló como
consecuencia de la crisis de 1930 se prolongó en los años de la guerra. La mano de
obra para esas industrias, constituida inicialmente por los trabajadores que ya
residían en zonas urbanas, se amplió con la incorporación de los migrantes internos.
Así, se constituyó una clase obrera más amplia, en la que predominaban los
trabajadores recién incorporados que, en general, no adherían a las corrientes
políticas y gremiales tradicionales en el movimiento obrero argentino, es decir, las
socialistas, sindicalistas, comunistas y anarquistas.
Las condiciones de trabajo en la industria no habían variado: largas jornadas de
trabajo, inestabilidad y precariedad de los empleos y bajos salarios. La institución que
nucleaba a los patrones de industria; la Unión Industrial Argentina (UIA), se negaba a
toda legislación que favoreciera a los trabajadores por temor a la disminución de sus
ganancias.
La clase obrera sufría también la falta de reconocimiento de sus derechos
ciudadanos, debido a que no podían participar políticamente y hacer oír sus reclamos.
 El Ejército y la industrialización
Desde la década de 1920, en el Ejército se había manifestado la preocupación
por el desarrollo industrial, al que se consideraba necesario para la defensa nacional.
Esta tendencia creció en la década siguiente y, particularmente, a partir del inicio de
la guerra.
En 1942, como parte de su presión sobre la Argentina para que abandonase la
neutralidad, los Estados Unidos comenzaron un boicot que, entre otras cosas, afectó
la importación de armas. Esa situación acentuó el industrialismo en el Ejército,
institución que veía en la autonomía industrial no solo una cuestión económica sino
también social. Los militares entendían que la intervención estatal en la profundización
de la industrialización mejoraría la condición de los trabajadores y, por lo tanto,
73
impediría el conflicto y la lucha de clases. De esta manera, se evitaría el comunismo y
se lograría la unidad nacional necesaria para la defensa del país.

 El Golpe de Estado
En medio de un clima de descontento, la candidatura de Patrón Costas precipitó
la intervención del Ejército, con el apoyo de fuerzas políticas heterogéneas, como
nacionalistas, liberales, radicales y conservadores. El 4 de junio de 1943, el general
Arturo Rawson condujo un golpe de Estado, al que sus promotores denominaron la
“Revolución de Junio”.
Los sectores que participaron del golpe tenían expectativas diferentes acerca
de la política que se seguiría. Mientras algunos confiaban en que el gobierno militar
abandonaría la neutralidad, otros, entre ellos los radicales y los comunistas, esperaban
que se retornaran las prácticas democráticas. Entre los militares también existían
diferentes posiciones; sin embargo, en un aspecto estaban todos de acuerdo, en su
anticomunismo.
Rawson se propuso formar un gabinete de ministros provenientes de distintas
posiciones políticas. Sin embargo, no logró imponer sus condiciones y el 6 de junio, sin
haber jurado como presidente, fue reemplazado por el general Pedro Pablo Ramírez, al
que respaldaba el GOU.

EL GOU
A comienzos de 1943, dentro del Ejército se formó una logia secreta, el Grupo de
Oficiales Unidos (GOU). Esta agrupación estaba constituida en gran medida por
coroneles y tenientes coroneles, entre ellos, el coronel Juan Domingo Perón; también
la integraban algunos mayores y capitanes, y unos pocos generales. Eran partidarios de
una neutralidad intransigente, que se explicaba por su oposición a la intervención
estadounidense en la política argentina. Además, pretendían poner fin al régimen
conservador, al que consideraban viciado por la corrupción y el fraude, para
reorganizar institucionalmente al país en contra de la “amenaza comunista”. Si bien
participaron de la gestación del Golpe de 1943, en el momento inicial cedieron la
iniciativa a los altos mandos del Ejército. En junio, los principales integrantes del GOU
se apoderaron de la conducción del gobierno de facto.

Ramírez tomó dos decisiones que fueron vistas por la oposición como muestras
de la tendencia “fascista” del gobierno militar: mantuvo la neutralidad y estableció la
educación religiosa obligatoria en las escuelas. Finalmente, en enero de 1944 Ramírez
decidió romper relaciones diplomáticas con el Eje. Si bien esta medida no significaba
74
la participación activa en la guerra, la mayoría del GOU se opuso y el presidente fue
reemplazado por el entonces ministro de Guerra, Edelmiro Farrell.
Durante las tres presidencias de facto, a pesar de las continuas afirmaciones
de unidad, fueron constantes los enfrentamientos y las diferencias entre los distintos
grupos del Ejército. Durante esos años se conformaron tres líneas dentro del
ejército: el liberalismo, partidario de un régimen político conservador y del
alineamiento con los Estados Unidos, representado por Rawson; el nacionalismo
restaurador, defensor de un orden social represivo y de la restricción de la
participación política de los trabajadores, vigente durante la presidencia de Ramírez,
y el nacionalismo populista, a favor de la industrialización y la participación política de
los trabajadores, que tuvo su auge durante la presidencia de Farrell a través de la
acción de Perón.

17- LOS POPULISMOS LATINOAMERICANOS

“Populismo” es una palabra incomoda, ya que, si bien se trata de un fenómeno


que se remonta al pasado, actualmente existen varios regímenes políticos en América
latina que son caracterizados como “populistas” por sus opositores.
Los investigadores María Moira Mackinnon y Mario Petrone sostienen que, para
analizar el fenómeno del populismo, hay que tener en cuenta “la vaguedad e imprecisión
del término y la multitud heterogénea de fenómenos que abarca”. Desde 1930, el
término “populismo latinoamericano” ha englobado a movilizaciones de masas urbanas y
rurales; programas a favor de los sectores populares o en beneficio de las clases
dominantes; partidos políticos; movimientos sociales; formas de gobierno
democráticas, participativas o autoritarias, e ideologías de lo más diversas. Esta
diversidad hace que el fenómeno sea estudiado desde la historiografía, la ciencia
política y la sociología.
Ningún gobierno latinoamericano actual se autodenomina populista. Sin embargo,
el concepto suele ser utilizado cotidianamente por periodistas y políticos para
descalificar a gobiernos con los que no simpatizan. El uso político del concepto se ha
extendido por todo el continente desde mediados del siglo XX. Por ejemplo, en la
década de 1990, durante el auge del neoliberalismo, se acusaba de “populista” a
cualquier política pública que tuviera como objetivo una mayor intervención del Estado
en la economía o la asistencia a la población pobre. Desde este punto de vista negativo,
el populismo es sinónimo de manipulación de masas y demagogia; es decir que los
regímenes populistas usan al conjunto del pueblo para promover los intereses
particulares de una clase o sector. Visto de ese modo, el populismo seria la negación
de los valores de la democracia liberal, basada en el Parlamento y las elecciones. Esa
75
consideración llevó a que, durante mucho tiempo, las ciencias sociales también
desacreditaran al populismo.
Sin embargo, en los últimos años, se publicaron investigaciones y ensayos de
diferentes disciplinas que rescatan al populismo como una forma de democracia que
amplió los derechos sociales y la participación política de sectores excluidos por las
elites gobernantes.
Como ya dijimos, para los historiadores actuales definir el populismo se ha
transformado en un problema y, a la vez, en un desafío. El primer problema tiene que
ver con las ambigüedades del vocablo, ya que engloba un amplio abanico de
experiencias y fenómenos históricos. Las dimensiones de este problema son tan
profundas que un historiador europeo llamado Isaiah Berlin bautizó al populismo con el
nombre de complejo de la Cenicienta. Según este historiador, entre los estudiosos
existiría un cierto consenso en torno a que hay un “zapato” -el termino populismo- para
el que debe hallarse un pie. Pero, aunque existen toda clase de pies que "casi" pueden
calzar ese zapato ninguno se ajusta a su medida. Por eso, en la búsqueda del pie
perfecto, el príncipe siempre vaga errante con el zapato creyendo que en algún lugar
encontrara ese pie, que sería el denominado populismo puro.
¿Qué quiso decir Berlin con esta analogía? Que se da una situación paradójica:
aunque existe un conjunto de experiencias históricas latinoamericanas que parecieran
ajustarse a la definición de populismo, cuando se estudian detenidamente las
evidencias históricas, las supuestas características generales parecen diluirse.
Para el sociólogo argentino Torcuato Di Tella. Este término se ha generalizado,
sobre todo en América Latina, para designar movimientos políticos con fuerte apoyo
popular pero que no buscan realizar transformaciones muy profundas del orden de
dominación existente, ni están principalmente basados en una clase obrera
autónomamente organizada.
En su Diccionario de ciencias sociales y políticas, este investigador enumera las
características del populismo como sujeto histórico:
a) Hay un apoyo de masas movilizadas, pero aun poco organizadas autónomamente.
b) Existe un liderazgo fuertemente anclado en sectores externos a las clases obrera
o campesina.
c) La vinculación entre masa y líder es en gran medida carismática.
d) Fue una experiencia típica de la etapa de sustitución de importaciones, cuando los
grupos empresarios planteaban políticas divergentes a las clases dominantes
agroexportadoras, por lo que buscaron la alianza popular.
e) Las clases obreras o campesinas se movilizaron y eran numerosas pero
escasamente organizadas.
76
f) Posteriormente a la muerte de los líderes populistas, sus partidos políticos
adquirieron características más asociacionistas.
El concepto populismo hace referencia a los gobiernos de América Latina que,
entre 1930 y 1960, llevaron adelante políticas de nacionalización económica, y en cuyo
discurso se enfatizaba el objetivo de promover el desarrollo con proyectos
industrialistas como en los casos de México, Brasil y Argentina, apoyándose en la
movilización de los sectores populares; y el de mejorar sus condiciones sociales o
laborales.

 Los debates de las ciencias sociales en torno al populismo


El politólogo Paul Drake ha establecido una periodización sobre el origen y
desarrollo del populismo. Distingue un “populismo temprano”, que se habría originado
entre 1920 y 1930, en los países donde el modelo primario exportador permitió la
emergencia de una prospera clase media representada por los gobiernos de Yrigoyen,
en la Argentina, y Arturo Alessandri, en Chile. En las décadas de 1930 y 1940, habría
surgido el “populismo clásico”, en el cual, líderes como Cárdenas, en México; Vargas,
en Brasil, o Perón, en la Argentina, movilizaron a los sectores populares con un
discurso que combinaba ideas socialistas y nacionalistas. El populismo clásico sería una
respuesta coherente al proceso de industrialización y urbanización que se aceleró
como consecuencia de la crisis de 1929. Las transformaciones de la década de 1930
generaron movimientos de composición policlasista (integrados, según los casos, por la
burguesía industrial, la clase media, la clase obrera o el campesinado). Por último,
alrededor de 1970, con el deterioro del Estado interventor en América latina, surgió
el “populismo tardío”; representado por el retorno de Perón a la Argentina y la
presidencia de Juan Velasco Alvarado en Perú. Ambos fracasaron como consecuencia
de la crisis económica de 1973 y los golpes militares que implantó el neoliberalismo en
la región.

 La crisis de 1929 y los cambios en la economía política


El término “economía política” implica que la riqueza de un país no se genera por
condiciones favorables de la naturaleza o por la acción del individuo, sino a causa de
las relaciones sociales que surgen alrededor de la producción y el consumo de distintos
bienes y servicios.
A comienzos del siglo XX, la Argentina, México y Brasil eran economías con una
gran dependencia del mercado mundial, ya que, mientras estos países vendían materias
primas de bajo valor económico, a la vez debían comprar productos manufacturados a
precios cada vez más elevados.
77
La Gran Depresión de 1929 hizo que las clases dirigentes intervinieran en las
economías nacionales para detener la fuga de divisas, es decir, la moneda extranjera
obtenida con las exportaciones. La escasez de productos manufacturados condujo al
desarrollo de la industrialización por sustitución de importaciones.
Este crecimiento del sector secundario impulsó las migraciones internas y, así,
crecieron grandes centros urbanos, como Buenos Aires, San Pablo y Monterrey.
Según Carlos Vilas, el populismo es una estrategia de acumulación del capital
que se produce cuando una fracción de las burguesías latinoamericanas crea un nuevo
modelo económico alrededor del aumento del consumo popular y, en algunos casos, de
la redistribución del ingreso.
La economía populista sería una alternativa a la crisis económica y al deterioro
de los vínculos comerciales con los países capitalistas desarrollados.
Al mismo tiempo, la nueva economía basada en el consumo popular generaría
transferencia de recursos del campo a la ciudad, que contribuiría al desarrollo del
mercado interno y al crecimiento de algunas ramas de la industria, impulsadas por la
escasez de divisas que dificulta las importaciones.
La situación de pleno empleo y consumo masivo contribuye también a la
disminución de la conflictividad social y contribuye a la construcción de una alianza
entre el régimen populista, la clase obrera y, según el caso, algunos sectores de la
incipiente burguesía industrial.

La economía populista: El consumo no debe estar subordinado a la producción [...J


Cuando aumentamos el standard de vida y forzamos el consumo, subordinamos el
capital a la economía y la producción al consumo. No preguntamos a los industriales si
van a producir más cuando aumentamos cinco veces el salario y aumenta cinco veces el
consumo. No les preguntamos si se salen del punto óptimo. No nos importa. Ahora
están produciendo más. [...] Cada uno come más, viste mejor, vive más feliz y los
capitalistas ganan más ahora que antes. Juan Domingo Perón. Conducción política,
Secretaria Política de la Presidencia de la Nación, 1974.

 El Estado interventor y la redistribución de la riqueza


Aunque los efectos de la Gran Depresión comenzaron a revertirse a mediados
de la década de 1930, el deterioro del modelo económico liberal permitió la expansión
del Estado intervencionista que, en una primera etapa, se limitó a mantener el control
de la moneda y gravar impuestos sobre las importaciones. Más adelante, sin embargo,
llevo adelante medidas más radicales, como la expropiación de empresas estratégicas
78
del sector privado y el capital extranjero, como los ferrocarriles, en la Argentina, o
las compañías petroleras, en México.
De ese modo, el Estado obtuvo mayores ingresos, que sirvieron para fortalecer
su alianza con los sectores populares. La redistribución de la riqueza varió según la
región: en la Argentina y Brasil -dos países que experimentaron un fuerte desarrollo
industrial y urbano- se canalizó principalmente a través de aumentos salariales y la
ampliación de las jubilaciones, las pensiones y los servicios médicos gratuitos.
Los problemas que presentaba este modelo basado en el subsidio al consumo
popular eran dos: por un lado, la inflación tendía a disminuir el poder adquisitivo de los
trabajadores, cuyo consumo se había convertido en la base de la economía; por el otro,
el sector primario exportador seguirá siendo la principal fuente de divisas, con las
cuales se sostenía la expansión industrial.
El esfuerzo del Estado para subsidiar a la industria urbana con los importantes
ingresos provenientes de las exportaciones, genera fuertes tensiones entre la
oligarquía terrateniente y el bloque populista, que derivaron en golpes militares.
En el caso de México, la clase obrera recibió beneficios similares a la de sus
pares brasileños y argentinas, pero el populismo cardenista se caracterizó por la
reforma agraria, que permitió el reparto de la tierra e impulsó la economía de las
comunidades rurales. Una vez garantizado el acceso del campesino a la tierra, la
producción de alimentos se volcó al mercado interno para sostener el proceso de
industrialización.

 ¿Democracia o autoritarismo?
Aunque las ciencias sociales suelen definir al populismo como un régimen político
que amplio los derechos sociales en beneficio de los sectores populares, en general, la
opinión pública se encuentra dividida entre los que denuncian a los gobiernos
populistas como autoritarios y quienes los defienden como una forma de democracia
popular.
Al representar a diferentes clases y sectores, el populismo es un modelo
político hibrido, a mitad de camino entre la derecha y la izquierda, y entre el
capitalismo y el socialismo.
Las críticas al populismo se centran, especialmente, en la supremacía del Poder
Ejecutivo sobre el Legislativo, que deteriora la democracia en su forma
representativa, y en la reducción de las libertades individuales, ya que, muchas veces,
los regímenes populistas han perseguido a sus opositores.
El discurso del populismo clásico afirmaba que la democracia representativa era
un engaño para garantizar los privilegios de las clases adineradas. La verdadera
democracia no estaría en las instituciones parlamentarias, sino en la participación
79
popular y la justicia social. De acuerdo con esta idea, algunos autores han analizado al
populismo como una forma específicamente latinoamericana de la democracia de
masas.
Como todo régimen político, el populismo clásico también tuvo un lado negativo:
algunas veces, la persecución a los opositores incluyó el uso de la tortura por parte de
las fuerzas de seguridad. En países como Brasil y la Argentina, por ejemplo, los
gobiernos populistas han reprimido a opositores políticos de diferentes signos
políticos, especialmente a los comunistas.

 La relación del líder con las masas


Una de las características más controvertidas del populismo latinoamericano es
la relación del líder carismático con los sectores populares. El sociólogo alemán Max
Weber entendía al carisma como la cualidad que tiene una persona para ser
considerado alguien dotado de poderes extraordinarios. La inclusión de las mayorías
trabajadoras como actores políticos y destinatarios de las políticas públicas fue
acompañada por un fuerte culto a la personalidad de figuras como el “Tata” Cárdenas
en México, o Juan Domingo Perón, “el primer trabajador” de la Argentina. Para un
sector importante de la población, el conductor del movimiento populista era la
encarnación del Estado. Pese a esto, para varios analistas, el liderazgo personalista
solo era un indicio de la falta de autonomía de los sectores populares.
Las primeras reflexiones sobre el populismo en las ciencias sociales fueron
realizadas por teóricos de la modernización, como Gino Germani y Torcuato Di Tella.
Germani consideraba que los movimientos nacional-populares eran una forma de
intervención política de las capas sociales tradicionales que se desplazan del campo a
la ciudad. Estas “masas en disponibilidad” son reclutadas y manipuladas por una elite
modernizante, que combina las demandas populares de igualdad económica y mayor
participación política junto a formas de autoritarismo bajo un liderazgo carismático.
El vínculo entre las masas y el líder sería una relación de dominación, irracional y
paternalista.

18- EL PERONISMO: LA DEMOCRACIA DE MASAS (1943—1955)

El proceso histórico que se inició entre 1943 y 1945 significó un cambio decisivo
en la historia argentina del siglo XX. En esos años se fue conformando un movimiento
social y político -el peronismo- que impulsó transformaciones que dejaron una
profunda huella en nuestra sociedad.
Desde aquellos años, el peronismo fue un protagonista casi excluyente de la
historia de la sociedad argentina, tanto cuando Juan Domingo Perón estuvo al frente
80
del Estado, como cuando el movimiento que él conducía fue proscrito o marginado de la
escena política.
La irrupción del peronismo provocó importantes modificaciones en todos los
planos de la vida social. En el campo económico propuso un modelo basado en el
desarrollo industrial, orientado hacia el mercado interno con una fuerte intervención
estatal, y en la redistribución del ingreso en favor de los sectores asalariados.
En lo social llevó adelante una amplia política de reformas que establecieron
importantes derechos sociales para los trabajadores.
En el plano político se modificaron sustancialmente las relaciones entre el
Estado, las clases sociales y sus organizaciones representativas. El Estado peronista
asumió un papel protagónico como un actor político con objetivos propios. La extensión
de los derechos de ciudadanía al conjunto de la sociedad argentina y la participación
política activa de las masas obreras -hasta entonces excluidas o marginadas del
sistema político- fueron los pilares de la democracia de masas que proyectó el
peronismo.
En el ámbito cultural se fue conformando una nueva cultura popular que
incorporó las pautas y tradiciones de los sectores sociales que se incorporaban al
consumo y a la ciudadanía plena.
La irrupción del peronismo tuvo un carácter tumultuoso y, para la casi totalidad
de la sociedad argentina, sorpresivo. Las masas obreras que el 17 de octubre de 1945
entraron en la escena política lo hicieron de manera abrupta, pero la génesis de este
movimiento social debe rastrearse alguno años más atrás.
Para comprender ese acontecimiento es indispensable tener en cuenta las
profundas transformaciones que se habían producido en la organización de la economía
y la sociedad argentinas. Desde 1930, la progresiva profundización del proceso de
industrialización había originado el crecimiento y la concentración de sectores
asalariados urbanos en Buenos Aires, en Rosario y sus zonas periféricas: y también
planteó nuevos problemas en el ámbito de las relaciones laborales, entre los
trabajadores y sus empleadores. Fue cada vez más frecuente y necesaria la
intervención del Estado en esa relación, debido a la creciente complejidad y al volumen
de los conflictos que se suscitaban en el mundo del trabajo. El peronismo se fue
gestando en ese marco de profunda reorganización de las relaciones entre los
trabajadores, los empresarios y el Estado.
81
 Sociedad civil, sistema político y Estado hacia 1943. Los conflictos entre
los diferentes sectores capitalistas
Desde principios de siglo, los diferentes sectores capitalistas del país discutían
sobre cuál debía ser el alcance del proceso de industrialización que buscaba sustituir
las manufacturas industriales de origen extranjero.
Hasta 1930, la Sociedad Rural Argentina (SRA) -que nucleaba y representaba
los intereses de la burguesía agraria conformada por los terratenientes y los
comerciantes exportadores- había apoyado el desarrollo de las industrias que
consideraba naturales para la economía argentina. Éstas eran las que se dedicaban a la
transformación de las materias primas producidas por el sector agropecuario. Pero se
oponía al fomento de las industrias de la rama metalmecánica, a las que llamaba
artificiales.
Por estas razones, hasta entonces, no habían sido muy profundos los
enfrentamientos con la Unión Industrial Argentina, institución que nucleaba y
representaba los intereses de los industriales de la provincia de Buenos Aires
(quienes, en su mayoría, también estaban de acuerdo en no impulsar el desarrollo de
las industrias artificiales). Dado este entramado de intereses, la industrialización que
se había desarrollado no era, en definitiva, incompatible con los intereses de la
burguesía agraria. Pero la desorganización de los patrones tradicionales del comercio
internacional vigentes desde fines del siglo XIX, producida por la crisis económica
mundial de 1930, acentuó la necesidad de sustituir las manufacturas industriales de
origen extranjero. Con este objetivo, en los años posteriores a 1930, en la Argentina
se verificó un sostenido desarrollo de nuevas industrias de la rama metal mecánica.
Sin embargo, un conjunto de factores suspendieron el enfrentamiento entre la
burguesía agroexportadora y la burguesía industrial. Y hacia mediados de la década, el
estallido de la Segunda Guerra Mundial hizo insoslayable continuar, y aun profundizar
la sustitución de manufacturas industriales, ya que el conflicto bélico afectaba
nuevamente los términos del intercambio en la división internacional del trabajo. La
guerra y el clima ideológico que generó su desarrollo, tanto en Europa como en
América latina, contribuyeron también a que algunos sectores de la sociedad argentina
-entre otros, un sector importante del ejército- sostuvieran la necesidad del
desarrollo de la industria nacional como un objetivo estratégico.
Hacia 1945, la finalización de la guerra reabrió el debate sobre el desarrollo
futuro de la industrialización del país y enfrentó a los diferentes sectores
capitalistas.
Para comprender mejor el proceso político que tuvo lugar en los años
posteriores, es importante tener en cuenta que, hacia 1945, el sistema productivo
argentino estaba más diversificado que en 1930 y que se habían constituido nuevos
82
actores económicos y sociales también en el interior de los sectores capitalistas.
Muchas de las nuevas industrias habían sido desarrolladas por pequeñas y medianas
empresas de capital local que se diferenciaban de las del sector más concentrado de
la burguesía industrial (compuesto por empresas y grupos de capital local y
multinacional). Y los intereses de estas pequeñas y medianas empresas no estaban
representados por la UIA.
Por otra parte, las concentraciones urbanas en el área pampeana originadas por
la industrialización fortalecieron el mercado interno y fomentaron el desarrollo de
producciones agro industriales de diferentes regiones del interior del país. Pero no
todos estos productores e industriales consideraban que la SRA o la UIA
representaban sus intereses.

 El concepto de actor social


Para algunos investigadores, el concepto de actor social complementa al de clase
social, al que consideran insuficiente para explicar la dinámica de la lucha política. En
una sociedad capitalista -explican-, las clases sociales fundamentales quedan definidas
por la propiedad de los medios de producción: la burguesía tiene la propiedad y los
trabajadores que no tienen la propiedad reciben un salario a cambio de su fuerza de
trabajo.
Pero no todos los miembros de una clase social luchan para garantizar la
realización de sus intereses.
Un actor social es un conjunto de individuos pertenecientes a una clase que
identifican intereses comunes entre sí y se organizan para llevar adelante acciones en
el plano de la lucha política con el objetivo de realizar esos intereses.
Por ejemplo, en el interior de la burguesía como clase, en nuestro país se
diferenciaron como actores asociaciones empresariales como la Sociedad Rural
Argentina, la Unión Industrial Argentina, la Federación Argentina de Cooperativas
Agrarias y la Confederación General Económica, entre otras. Todas estas instituciones
comparten los intereses generales de la burguesía frente a los intereses de los
trabajadores. Sin embargo, a su vez, cada una de ellas defiende intereses particulares
de un sector capitalista. Del mismo modo, todos los sindicatos -en tanto instituciones
del movimiento obrero organizado- defienden los intereses generales de la clase
obrera frente a los capitalistas. Pero en diferentes períodos y situaciones cada uno de
ellos, como la Unión Obrera Metalúrgica o la Unión Obrera de la Construcción de la
República Argentina, por ejemplo, han defendido intereses particulares de los obreros
de su rama de actividad económica.
83
En el proceso de lucha política, estos actores tienen como objetivo fundamental
lograr que el Estado atienda sus demandas y ejecute los actos de gobierno que
garanticen su satisfacción.

 Los conflictos entre los capitalistas y los asalariados


Desde principios de siglo, tanto la SRA como la UlA se habían opuesto a la
ampliación de la participación política de los sectores populares y a todo proyecto
legislativo que significara un reconocimiento de los derechos de los trabajadores.
La producción de materias primas agropecuarias, los procesos de su elaboración
y transformación y las producciones de manufacturas industriales sé habían
desarrollado con un tipo de producción trabajo-intensivo.
En el caso de las industrias urbanas, esto significaba una sostenida
incorporación de mano de obra y largas jornadas -diarias y semanales- de trabajo para
alcanzar los volúmenes de producción deseados. Dado este tipo de organización de la
producción, los capitalistas consideraban que una reducción de la jornada de trabajo o
cualquier erogación tendiente a mejorar o complementar el salario de los trabajadores
afectaban directamente su ganancia.
Hacia 1940, además de sufrir la falta de reconocimiento de sus derechos como
trabajadores, los sectores populares sufrían también la falta de reconocimiento de
sus derechos como ciudadanos. Por el volumen de población que, como resultado de las
migraciones internas, se instaló en las principales ciudades de la región pampeana, la
infraestructura de servicios urbanos resultó insuficiente. Esta situación contribuyó a
aumentar el descontento de la mayoría de la población, que no se sentía escuchada por
el sistema político.

 La pérdida de legitimidad del sistema político


A partir de 1930 y hasta 1943, un conjunto de factores contribuyó a la
progresiva pérdida de legitimidad del sistema político.
Por una parte, la práctica del fraude electoral y los hechos de corrupción en los
que resultaron involucrados miembros de la dirigencia política, debilitaron, frente a la
ciudadanía, la capacidad de las instituciones de la democracia para representar los
intereses de los diferentes sectores sociales. Los partidos políticos -que actuaban en
el marco de un conjunto de instituciones desprestigiadas- no estaban en condiciones
de revertir este proceso. En el plano político, un sentimiento de exclusión se fue
instalando en amplias franjas de la población.
Para los sectores sociales más numerosos, el Estado volvía a tener las
características, como hasta 1916, de un conjunto de instituciones capturadas por la
clase dirigente y sus aliados políticos y económicos, quienes las utilizaban para
84
garantizar la realización de sus intereses particulares. En un período de profundas
transformaciones económicas y sociales, el sistema político ignoraba o desconocía las
demandas y necesidades de la mayoría de la sociedad argentina.

 El Golpe Militar de 1943


En un clima social de gran descontento y con una opinión pública agitada por la
contienda bélica en Europa (que enfrentaba a los simpatizantes de los Aliados con los
del Eje) se produjo el golpe militar del 4 de junio de 1943. Una circunstancia política
tuvo un papel decisivo en la gestación del golpe militar: el intento del presidente
Castillo, cuyo mandato estaba próximo a expirar, de designar como su sucesor al
entonces presidente del Senado, Robustiano Patrón Costas. La muerte de Marcelo T.
de Alvear, en marzo de 1942, y la de Agustín P. Justo, en enero de 1943, habían
dejado a la clase dirigente tradicional sin dos de sus referentes más importantes.
La intención de Castillo generó un profundo desagrado en sectores civiles y
militares: Patrón Costas era miembro de una familia de terratenientes azucareros
salteños (propietarios del ingenio El Tabacal) y era un partidario declarado del fraude.
El periódico de extrema derecha que sostenía su candidatura -La Fronda- consideraba
el cuarto oscuro como un anacronismo y sostenía que el voto debía asumirse de manera
responsable y sin misterio.
La propuesta enfrentó a Castillo con otros conservadores que competían por la
candidatura presidencial; con los radicales que entendían que se intentaba consumar
un nuevo fraude que los marginaba del poder; con los militares que desconfiaban de la
política exterior del futuro gobierno (debido a que Patrón Costas evitaba pronunciarse
en favor o en contra de la neutralidad); y con los partidos de izquierda por el perfil de
aristócrata y gran propietario rural del político salteño.
La intervención militar que destituyó al presidente Castillo -a la que sus
promotores llamaron revolución- contó con el apoyo de sectores sumamente
heterogéneos. Coincidieron nacionalistas y proaliados, germanófilos y liberales,
dirigentes de la UCR y políticos conservadores. La expectativa de muchos era que el
nuevo gobierno actuara frente a dos problemas: en el plano interno, que pusiera fin a
las prácticas fraudulentas y promoviese un pronto retorno a la legalidad
constitucional; y, en el plano internacional, que se apartara de la política de
neutralidad, a la que los proaliados juzgaban como un alineamiento encubierto con
Alemania.
El presidente designado por los militares golpistas fue el general Arturo
Rawson, quien se propuso conformar un gabinete de ministros de filiaciones político-
ideológicas muy contradictorias. Luego de dos días de difíciles negociaciones, Rawson
no logró imponer su equipo de ministros y debió renunciar el 6 de junio, el mismo día
85
en que iba a asumir formalmente la presidencia. Entonces fue designado como
presidente del gobierno provisional el general Pedro Pablo Ramírez.
El sector militar de los coroneles del ejército comenzó a tener mayor peso.
Eran los oficiales de más jerarquía con mando directo de tropa, muchos de los cuales
participaban de una logia secreta, el GOU -sigla que probablemente significaba Grupo
de Oficiales Unidos-, y que nucleaba mayoritariamente a oficiales de ideas
nacionalistas.
La gestión del presidente Ramírez se desarrolló en un contexto político interno
muy complejo, en el que los diversos sectores que apoyaron inicialmente el golpe
pugnaban por ver satisfechas sus propias expectativas y objetivos. Las pujas entre
proaliados, germanófilos y neutralistas, por un lado, y entre quienes propugnaban un
retorno al liberalismo constitucional y quienes pretendían modificaciones
institucionales de tipo corporativista, por el otro, debilitaron la posición de Ramírez y
favorecieron la polarización política entre los militares.
Un sector tenía como referentes al ministro del Interior, el general Luis
Perlinger -un oficial pro alemán, profundamente antiliberal y anticomunista- y al
ministro de Justicia e Instrucción Pública, el doctor Gustavo Martínez Zuviría -un
intelectual conservador del nacionalismo católico- Este sector impulsó una acción de
gobierno de carácter autoritario y conservador; entre sus iniciativas hubo decretos
para disolver los partidos políticos, establecer la educación católica obligatoria en las
escuelas, restringir a la prensa y perseguir a toda voz opositora.
El otro sector se organizó alrededor del liderazgo del coronel Juan Domingo
Perón, miembro del GOU y uno de los principales ideólogos del movimiento de junio
pero que, sin embargo, ocupaba un puesto de gobierno de segunda línea, como jefe de
la secretaría del Ministerio de Guerra. El 27 de octubre de 1943 Perón fue designado
director del Departamento Nacional del Trabajo e inició una política de acercamiento
a los dirigentes sindicales obreros. Desde entonces, el gobierno surgido del golpe
militar del 4 de junio abandonó su política antiobrera (motivada por el sentimiento
anticomunista que predominaba en las Fuerzas Armadas) y comenzó a mostrarse
sensible ante las necesidades de los trabajadores y los requerimientos de sus
dirigentes. La línea que impulsaba Perón también se mostraba más flexible y abierta
en el plano político, y proclive a establecer contactos con figuras de la dirigencia
política partidaria.

 El GOU
Unos meses antes del golpe, en el ejército se constituyó una agrupación militar,
el GOU -Grupo de Oficiales Unidos-, con el objetivo de llevar a cabo cambios
institucionales en el país. Estaba integrada, entre otros, por los oficiales Juan Carlos
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y Miguel Montes, Emilio Ramírez, Enrique P. González y el coronel Juan D. Perón. Su
programa de gobierno, debido a las diferencias ideológicas que había entre sus
integrantes, no fue del todo claro. Para Alain Rouquié -investigador francés
contemporáneo-, el GOU fue "un grupo de enlace entre los jóvenes oficiales,
partidarios de restablecer la moral y la disciplina dentro del Ejército y de recuperar
al país de una corrupción que, según algunos de sus miembros, llevaba derecho al
comunismo". El papel del GOU fue magnificado tanto por sus mismos integrantes, que
pretendieron ser los inspiradores y únicos gestores del movimiento del 4 de junio,
como por algunos historiadores. Rouquié, por su parte, afirma que la importancia del
GOU como grupo de presión y motor ideológico del gobierno militar se acentuó
durante la presidencia de Ramírez, "corno una especie de prolongación del Ministerio
de Guerra, del que Perón era secretario".

 El proyecto de Perón: desarrollo de la industria nacional y armonía de


clases
Las primeras medidas tomadas por Perón, que daban señales de la nueva relación
que se establecía entre los trabajadores y el Estado, fueron: ordenar la libertad de
José Peter (dirigente comunista del Sindicato de la Carne); la derogación del Estatuto
de las Organizaciones Sindicales que el mismo gobierno militar había sancionado y que
limitaba y reprimía la acción sindical; y designar a su colaborador, el teniente coronel
Domingo Mercante (hijo de un sindicalista ferroviario) corno interventor de La
Fraternidad y la Unión Ferroviaria.
Al mes de asumir sus nuevas funciones, el Departamento Nacional de Trabajo a
cargo de Perón fue elevado al rango de Secretaría de Estado y se convirtió en la
Secretaría de Trabajo y Previsión. Con una estructura burocrática y recursos más
amplios y con la ventaja de que su cargó ya no estaba dentro de la órbita del
Ministerio del Interior, Perón avanzó en la promulgación de una legislación social y
sindical que transformó sustancialmente la posición de los trabajadores frente a sus
empleadores y permitió un mejoramiento de sus condiciones de vida.
La nueva legislación satisfacía los reclamos históricos por los que el movimiento
obrero venía luchando desde principios de siglo:
 La ley de despidos, que establecía que todo trabajador tenía derecho a percibir
una indemnización proporcional a su antigüedad en Caso de ser despedido sin causa.
 El establecimiento del seguro social y la jubilación que benefició a 2 millones de
personas.
 El Estatuto del Peón, que estableció un salario mínimo y procuró mejorar las
condiciones de alimentación, vivienda y trabajo de los trabajadores rurales.
87
 La creación de Tribunales de Trabajo, cuyas sentencias, en líneas generales,
resultaron favorables a las demandas obreras.
 La fijación de mejoras salariales y el establecimiento del aguinaldo para, todos los
trabajadores.
 Se garantizó el cumplimiento de leyes que ya habían sido sancionadas pero que en
la práctica los empleadores evitaban cumplir, como la de indemnizaciones por
accidentes laborales, jornada de trabajo de ocho horas diarias y de cuarenta y
cuatro horas semanales y vacaciones anuales pagas.
 El reconocimiento de las Asociaciones Profesionales, que significó un
fortalecimiento jurídico de los sindicatos corno organizaciones de representación
de intereses. Este decreto tenía sus antecedentes en proyectos que los diputados
socialistas habían propuesto en la Legislatura, y su redacción -muy probablemente-
fue una elaboración conjunta entre funcionarios de la Secretaría de Trabajo y
Previsión y dirigentes gremiales. El decreto estableció: la organización de los
sindicatos por rama de industria, la afiliación sindical no obligatoria, el
otorgamiento de la personería gremial a un solo sindicato por rama, aceptando el
funcionamiento de otros aunque sin personería, la autorización a los sindicatos para
actuar en política y la prohibición al gobierno para intervenir en la vida de los
organismos sindicales.
Este conjunto de medidas y otras como la reglamentación de la forma de pago
de los salarios, la prohibición del trabajo femenino antes de las 7 de la mañana, y una
rebaja en los artículos de primera necesidad, transformaron radicalmente la relación
entre los trabajadores y el Estado

 La relación entre Perón y los sindicatos


El primer objetivo de Perón fue establecer un diálogo con la cúpula sindical,
para lo cual revisó las decisiones gubernamentales más resistidas y formuló los
conceptos de una nueva política social. Esta iniciativa cayó sobre un movimiento
sindical desarrollado en el clima hostil de la restauración conservadora, en los años
treinta, y despertó, por lo menos, la curiosidad de unos cuadros sindicales
preocupados por la supervivencia. Los únicos que desertaron, en un comienzo, fueron
los comunistas, que prefirieron denunciar los rasgos autoritarios y las simpatías
filofascistas del régimen militar. El grueso de los dirigentes obreros, de orientación
socialista y sindical, optó, en cambio, por silenciar sus escrúpulos ideológicos y
responder a la convocatoria. En realidad, no debe sorprender la buena acogida a la
apertura política de Perón: lo que había cambiado no era la actitud del movimiento
obrero sino la del Estado.
88
 Desarrollo industrial y armonía de clases
La base del proyecto de Perón para reorganizar la sociedad argentina era el
desarrollo de la industria nacional en el marco de una sociedad con armonía entre las
clases. Con el propósito de lograr la conciliación entre el capital y el trabajo, Perón
buscó alianzas con los sindicatos obreros y con las organizaciones de empresarios; y
también con los dirigentes de los principales partidos políticos (sus contactos más
frecuentes fueron con los sectores intransigentes del radicalismo, como el del Dr.
Amadeo Sabattini),
La decisión de Ramírez -ante la presión diplomática de los Estados Unidos e
Inglaterra- de romper relaciones con el Eje provocó una crisis política entre los
distintos sectores del ejército. Como consecuencia de ello, en febrero de 1944
Ramírez fue forzado a renunciar y el sector nacionalista y neutralista de! ejército
logró imponer como presidente al general Edelmiro J, Farrell La movida política
aceleró el ascenso de Perón, quien pasó a ocupar el cargo de ministro de Guerra
conservando el de secretario de Trabajo y Previsión y, unos meses después, la
vicepresidencia de la Nación,
Al mismo tiempo que ganaba espacio en las instituciones del Estado y crecía su
prestigio entre los oficiales más jóvenes, Perón procuraba ampliar los apoyos
necesarios en el ámbito de la sociedad civil.
Seguro de la adhesión de un gran número de trabajadores, intentó procurarse
el apoyo de los sectores capitalistas, en particular el de los empresarios industriales.
En abril de 1944 fue creado el Banco de Crédito Industrial, se trataba del primer
banco estatal dedicado a la promoción de la industria. También se organizó la
Secretaría de Industria y Comercio. El 25 de agosto del mismo año, en un discurso
pronunciado en la Bolsa de Comercio, Perón afirmó:
"Señores capitalistas, no se asusten de mi sindicalismo, nunca mejor que ahora
estará seguro el capitalismo, ya que yo también lo soy, porque tengo estancia, y en ella
operarios. Lo que quiero es organizar estatalmente a los trabajadores, para que el
Estado los dirija y les marque rumbos y de esta manera se neutralizarán en su seno las
corrientes ideológicas y revolucionarias que puedan poner en peligro nuestra sociedad
capitalista en la posguerra."

 El estatuto del peón


La medida más avanzada, y cuyas consecuencias políticas y sociales resultaron
más importantes, fue sin duda el Estatuto del Peón, instaurado por el decreto
28.169/44. En apariencia, nada en él resultaba muy revolucionario. El decreto
establecía un salario mínimo, condiciones mínimas de alimentación y de vivienda, y
precisaba también las obligaciones de las partes en materia de horarios de trabajo,
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indemnizaciones por despido y asistencia médica; establecía además la obligatoriedad
del descanso dominical y de las vacaciones pagas. Las clases dirigentes podían aceptar
que los trabajadores urbanos obtuvieran ciertos beneficios sociales por la
intervención del gobierno, pero consideraban que el sector rural, sostén del poder
oligárquico, era intocable y escapaba a la acción estatal. El estatuto intentaba
reemplazar la buena voluntad del patrón y modificaba las relaciones sociales
paternalistas del campo argentino. El Estado penetraba en las estancias, cometiendo
así una verdadera violación de la propiedad privada. El estatuto protegía al peón que ya
no dependía sólo del patrón sino de una voluntad superior a la de éste. Ese decreto,
que no introducía grandes cambios en el terreno económico ni en las condiciones de
vida de los peones, fue recibido entonces como una verdadera revolución y provocó el
odio social tenaz de los grandes propietarios contra Perón.

 La oposición de la burguesía agraria y la gran burguesía industrial: de la


armonía de clases al conflicto social
El comunismo no era una amenaza real para los empresarios argentinos. Quien
les prometía ser el garante del orden capitalista era también quien promovía una
legislación laboral que afectaba sus intereses materiales inmediatos y estimulaba la
participación y la organización de los trabajadores. Esta activación de los sectores
populares les pareció más riesgosa que una lejana revolución social de inspiración
socialista. Los miembros de la UIA mostraron primero recelo y, luego, franca oposición
a la tentativa de Perón de integrados en su coalición política.
Los sectores representados por la SRA consideraban que el proyecto de
desarrollo industrial de Perón entraba en clara contradicción con sus intereses.
Además, la intervención del Estado, en las relaciones entre peones y patrones -a
través del Estatuto del Peón- los afectaba profundamente.
El 16 de junio de 1945, en un Manifiesto de las Fuerzas Vivas, publicado en La
Prensa, 319 grupos de empresarios de la Cámara de Comercio y de la Unión Industrial
se opusieron frontalmente a la política social del secretario de Trabajo y Previsión:
"Las fuerzas vivas del país están profundamente preocupadas y alarmadas ante
el ambiente de agitación social que daña la disciplina y el esfuerzo productivo de la
colectividad. El clima de descontento se origina y es instigado desde las esferas
oficiales. Lejos estamos de negar la existencia de un genuino problema social, de
carácter permanente y universal, cuya solución sólo puede llegar a través de la
honesta colaboración de las partes y bajo la serena supervisión del Estado. Contra lo
que nos oponemos es contra la creación de un clima de sospecha, provocación y
rebeldía, que estimula el resentimiento y genera reclamos permanentes. Este clima y
sus efectos están destruyendo los lazos de una justicia solidaria, fuente de progreso
90
y bienestar. Desde la creación de la Secretaría de Trabajo, este espíritu, y el sentido
unilateral de las decisiones, justificadas por la necesidad de extirpar el comunismo,
han interferido en la resolución de los problemas sociales. Esta situación es tanto más
lamentable cuando se considera que es el producto de una voluntad personal, que es
siempre transitoria."
Esta declaración fue un indicador de la agudización del conflicto social. Por otra
parte, algunos discursos de Perón contribuyeron a profundizar el clima de antagonismo
social. Al dirigir la palabra a obreros metalúrgicos el 24 de septiembre de 1945,
señaló:
"La Revolución Francesa terminó con el gobierno de la aristocracia y dio
nacimiento al gobierno de la burguesía. La Revolución Rusa terminó con el gobierno de
la burguesía y abrió el camino al campo de las masas proletarias. Es de las masas
populares el futuro del mundo. La burguesía irá poco a poco cediendo su puesto, y sus
instituciones también irán modificándose y reformándose de acuerdo con las
necesidades de la evolución que llega. "

 Terratenientes e Industriales frente al peronismo


El peronismo se presentó como riesgoso para los sectores agroexportadores,
por plantear un modelo de desarrollo industrial no subordinado a su hegemonía, y
también como amenazante para los grandes industriales por sus medidas tendientes a
fortalecer la organización y participación de sindicatos obreros. La redefinición de la
función económica del Estado, así como la profundización de la intervención estatal en
las relaciones obrero-patronales, fueron percibidas por estas asociaciones como
avances autoritarios sobre el poder empresarial.

 La formación de alianzas sociales enfrentadas


La política social impulsada por Perón fue produciendo el reagrupamiento
político de los distintos sectores que conformaban la sociedad argentina.
Los trabajadores y los sectores sociales que se beneficiaban directamente por
la política de Perón se agruparon en torno de la Secretaría de Trabajo y Previsión. Allí
se reunían los dirigentes sindicales con Perón y definían las acciones a seguir y
también de allí provenían los fondos y recursos necesarios para organizar una fuerza
política nueva, que no contaba con ninguna estructura partidaria propia. Poco a poco, la
Secretaría se transformó en un referente político de relevancia y la defensa de su
accionar constituyó una de las principales banderas de vastos sectores del movimiento
obrero.
Los sectores que por distintos motivos eran opositores activos a Perón -
organizaciones empresarias, estudiantes universitarios, diversos núcleos de los
91
sectores medios y la casi totalidad de los partidos políticos- se fueron agrupando en
una alianza social y política alrededor de otra institución del Estado: la Corte Suprema
de Justicia.
Esta polarización entre una institución que encarnaba la justicia social y otra
que representaba la legalidad constitucional ponía de manifiesto la lucha entre una y
otra alianza social para imponer su dirección al conjunto de la sociedad y de las
instituciones del Estado.
También creció la oposición a Perón entre los militares, en particular los núcleos
de oficiales nacionalistas y católicos más conservadores. Este sector recelaba del
poder que Perón acumulaba (como vicepresidente, ministro de Guerra y secretario de
Trabajo y Previsión), de su política obrera (que se había apartado de los objetivos
iniciales de los golpistas de junio) y le reprochaban no haberse opuesto a la ruptura de
relaciones con Berlín.
La oposición política identificaba al gobierno y a Perón como fascistas, y
reclamaba elecciones para restituir la legalidad constitucional. El Partido Socialista,
por ejemplo, planteaba que, transitoriamente, se le entregara el poder a la Corte
Suprema de Justicia.
Toda la oposición política, desde la derecha hasta la izquierda, se coaligó en una
Junta de Coordinación Política que, hegemonizada por los conservadores, lanzó una
ofensiva contra el gobierno. A esta operación política se sumó un apoyo explícito
inesperado: el del embajador de los Estados Unidos, Spruille Braden. Había llegado a
la Argentina en mayo de 1945 e, inmediatamente, manifestó públicamente, por medio
de conferencias y discursos, su apoyo a la oposición antifascista.
La abierta y poco convencional intervención en los asuntos internos de la
Argentina por parte de Braden, entusiasmó a la oposición, que creyó contar con todas
las armas necesarias para volcar la situación en su favor. El presidente Farrell se
comprometió el 7 de julio a convocar a "elecciones completamente libres", cediendo a
las presiones y, al mismo tiempo, intentando hallar una salida institucional a la crisis
política.
La coalición opositora intensificó su ofensiva y el 19 de septiembre de 1945
convocó a una concentración pública a la que se denominó Marcha de la Constitución y
de la Libertad. Esta manifestación callejera se convirtió en el símbolo de un conjunto
de fuerzas dispuesto a dar una batalla decisiva en el ámbito de la sociedad civil. Unas
doscientas mil personas se reunieron en las calles de Buenos Aires, entre la Plaza
Francia y el Congreso, para reclamar "la entrega del gobierno nacional al presidente de
la Corte Suprema de Justicia y elecciones inmediatas y libres de acuerdo con la ley
Sáenz Peña".
92
Simultáneamente, Perón intentaba romper su progresivo aislamiento político
denunciando la intervención extranjera y a los responsables del fraude político.
Convocó a defender su gestión al único sector social que desde un primer momento le
había brindado su apoyo: los sindicatos obreros. Evidentemente, su primer intento por
obtener un consenso amplio había quedado relegado a un consenso restringido,
limitado exclusivamente al apoyo obrero. Tampoco habían sido exitosos sus esfuerzos
por lograr el apoyo de algunos notables del radicalismo del interior del país, como el
del yrigoyenista intransigente Amadeo Sabattini, dirigente cordobés opuesto a la
conducción alvearista del partido.
Los militares opuestos a Perón consideraron que había llegado el momento de
deshacerse de la figura más conflictiva del gobierno: el 8 de octubre lo obligaron a
renunciar a todos sus cargos y el 12 de octubre lo trasladaron como detenido a la isla
Martín García, bajo la vigilancia de la Marina de Guerra.
Estas circunstancias políticas fueron percibidas por un sector de la sociedad
como el paso previo a una inevitable democratización; para otros, se trataba de una
amenaza directa a las conquistas sociales logradas en apenas dos años.
En este contexto, los cuadros sindicales organizados cercanos al liderazgo de
Perón comenzaron a discutir la posibilidad de tomar medidas de lucha para liberar a
Perón y asegurar el mantenimiento y la profundización de las reformas sociales. Por
primera vez, los trabajadores se convertían en actores centrales de las luchas
políticas en la Argentina.

 La ofensiva de los patrones


Luego de la detención de Perón, la CGT denunció que" los patrones han
comenzado a hacer una ostentación abusiva de su poder". Una declaración del
reemplazante de Perón al frente de la estratégica Secretaría de Trabajo y Previsión
hacía temer una ofensiva de los empresarios sobre las conquistas sociales: "El
progreso de las clases trabajadoras debe seguir el mismo ritmo de la economía
general del país. No puede ser estancado por fuerzas regresivas ni acelerado por
audaces improvisaciones. A los patrones les anticipo que no se impondrán medidas que
no se hayan estudiado ni remedios drásticos que desconozcan los derechos legítimos
de los que constituyen un factor ponderable de la producción, porque su espíritu de
empresa es tan importante para el progreso como lo es el esfuerzo del trabajador. El
Estado no debe sustituir a las fuerzas vivas en la dirección de la economía, tampoco
está para imponer normas de trabajo que las propias partes no hayan acordado. El
Estado no tiene por función azuzar odios y pasiones ni sustituir al trabajador en la
definición de sus reivindicaciones. La Secretaría de Trabajo no será tampoco el
asiento de actividades políticas de carácter personalista o partidarias. "
93
 La movilización de los trabajadores
La detención de Perón aceleró y profundizó la crisis política. El ex secretario de
Trabajo y Previsión perdió casi toda capacidad de maniobrar políticamente y creía que,
despojado de sus cargos públicos, su carrera estaba prácticamente bloqueada.
El gobierno militar, en el que se destacaba como nuevo hombre fuerte el
ministro de Guerra, el general Ávalos, no lograba articular una dirección política clara.
Los partidos opositores, convencidos de que controlaban la situación y de que el
gobierno estaba acorralado, se negaron a negociar con los militares y con los
sindicalistas. La conducción del radicalismo desautorizó a Sabattini, que intentaba
hallar una salida negociada con Ávalos. El Partido Socialista, por su lado, pretendía que
los jefes sindicales se subordinaran a sus directivas.
El movimiento obrero organizado, a su vez, se hallaba fragmentado y presentaba
un cuadro sumamente heterogéneo. Las posiciones estaban divididas entre los
sindicatos que se oponían a cualquier relación con Perón -los comunistas-; los que
asumían posiciones de neutralidad política -aceptando participar de la política de
reformas pero sin apoyar al movimiento liderado por Perón-; y aquellos que ya se
habían volcado decididamente a apoyar al coronel.
Los únicos que parecían estar en condiciones de resolver la crisis asumiendo el
control de la situación eran los partidos opositores. Sin embargo, el protagonismo y la
iniciativa, inesperadamente, serían de los trabajadores, Los partidos políticos se
habían ido distanciando de las demandas y las aspiraciones de gran parte de la
sociedad, Las estructuras, los dirigentes y los discursos partidarios no habían
acompañado ni interpretado los cambios que se venían produciendo en los sectores
populares.
El desplazamiento de Perón, además de crear inquietud y agitación en los medios
obreros, puso a los dirigentes sindicales ante una opción: retirarse ante lo que parecía
una relación de fuerzas desfavorable o pasar a la ofensiva.
Luego de una jornada de intensos debates en el local de la CGT, un grupo de
dirigentes obreros (algunos federados en la central y otros autónomos) tomó la
iniciativa de declarar una huelga general y una movilización para el 18 de octubre. En
esta decisión influyó la presión ejercida por los trabajadores tucumanos de los
ingenios azucareros y por el sindicato de obreros de la carne de Berisso, liderados por
Cipriano Reyes.
 El 17 de octubre de 1945
El clima de movilización entre los obreros, especialmente en los suburbios
industriales de Buenos Aires, Rosario y La Plata, creció más allá de las previsiones de
la central sindical y, en la mañana del día 17 de octubre, un día antes de lo dispuesto
94
por la CGT, desbordando a su conducción, grupos de trabajadores comenzaron a
movilizarse en los principales centros urbanos del país.
Hacia el mediodía confluyeron sobre la plaza de Mayo, en la ciudad de Buenos
Aires, nutridas columnas de obreros, que manifestaban su adhesión a Perón y exigían
su libertad frente a los principales edificios del gobierno nacional. Durante toda la
jornada, al mismo tiempo que la concurrencia en la plaza de Mayo crecía y que se
registraban acciones similares en el resto del país, se realizaron múltiples e intensas
reuniones y negociaciones políticas. En ellas participaron los hombres del gobierno
(Ávalos, Farrell, Mercante representando a Perón) y el Comité Nacional de Huelga
constituido recientemente por la dirección de la CGT y sindicatos autónomos.
A medida que pasaban las horas, los sectores antiperonistas del gobierno
encabezados por Ávalos se vieron obligados a ceder a las exigencias de Perón. La
policía no dificultó la llegada de los grupos de obreros al centro de la ciudad y no
todos los militares estaban dispuestos a sacar las tropas del ejército a las calles para
reprimir a los manifestantes. El general Ávalos prefirió evitar males mayores y cedió
ante la evidencia de que la tensión social en aumento podía desembocar en
acontecimientos violentos. Con la intención de que la movilización cesara, Ávalos
aceptó las exigencias de Perón: le concedió el uso de la radio oficial para difundir un
mensaje y se comprometió a formar un nuevo gabinete con hombres de su confianza y
a mantener la convocatoria a elecciones sin proscripciones.
Finalmente, luego de dejar el Hospital Militar, a donde había sido trasladado el
día 15 con la intención de aquietar los ánimos, y a propuesta del Comité de Huelga, por
la noche, desde los balcones de la Casa Rosada, Perón dirigió un mensaje a la multitud
reunida en la plaza de Mayo.
La palabra empleada por Perón para dirigirse al pueblo que coreaba su nombre e
iniciar su discurso fue “trabajadores”. Y continuó así: "Hace casi dos años, desde
estos mismos balcones, dije que tenía tres honras en mi vida: la de ser soldado, la de
ser un patriota y la de ser el primer trabajador argentino. En la tarde de hoy, el Poder
Ejecutivo ha firmado mi solicitud de retiro del servicio activo del Ejército. Con ello he
renunciado voluntariamente al más insigne honor al que puede aspira: un soldado: lucir
las palmas y los laureles de general de la Nación. Lo he hecho porque quiero seguir
siendo el coronel Perón y ponerme, con este nombre, al servicio integral del auténtico
pueblo argentino. Dejo el honroso uniforme que me entregó la Patria para vestir la
casaca de civil y confundirme con esa masa sufriente y sudorosa que elabora el
trabajo y la grandeza de la Patria."
El clima de movilización popular también estuvo presente en otras ciudades del
país, como La Plata, Rosario y Córdoba. En las jornadas del l7 y el 18 de octubre la
presencia activa de los trabajadores en las calles de los grandes centros urbanos puso
95
de manifiesto que el peronismo se constituía como un movimiento de masas, con una
clara identificación social y política. Comenzaba a definirse una línea de ruptura y de
conflicto social entre las masas obreras por un lado y los sectores medios y la elite
por el otro -terratenientes, grandes comerciantes exportadores y gran burguesía
industrial-, y ese conflicto adquiría una precisa definición política que enfrentaba a
peronistas y antiperonistas.
El protagonismo de las masas movilizadas y de las organizaciones sindicales en
aquel momento fundacional del peronismo, sugieren que para comprender la
significación histórica del peronismo no es suficiente analizar las ideas o las acciones
de Perón. Si bien éste ocupó un lugar central por su condición de líder del movimiento,
las transformaciones sociales y políticas que generó el peronismo sólo pueden
comprenderse en el marca de la lucha política entre los diferentes sectores de la
sociedad argentina.

 Las Elecciones de 1946


La movilización popular del 17 de octubre, aceleró la convocatoria a elecciones
para principios de 1946, en un contexto político enrarecido por los debates de la
Segunda Guerra Mundial.
La Unión Democrática: Frente a la consolidación de la alianza peronista, se fue
estableciendo otra alianza social muy poderosa, que bajo la dirección de los
terratenientes y los grandes comerciantes exportadores nucleaba a la gran burguesía
industrial, a sectores militares industrialistas atemorizados por la movilización obrera
y a sectores medios urbanos. La SRA y la UIA -que habían apoyado la Marcha de la
Libertad y la detención de Perón- eran las organizaciones de empresarios más activas
de esta alianza. La casi totalidad de los partidos políticos tradicionales establecieron
un acuerdo para formar un frente electoral -la Unión Democrática- que se convirtió en
el representante político de este conjunto de intereses sociales. La UCR, el Partido
Demócrata Progresista, el Partido Socialista, el Partido Comunista y diversas fuerzas
conservadoras (excluyendo al Partido Demócrata Nacional que no participó
formalmente de la alianza pero la apoyó decididamente) eligieron como candidatos de
su fórmula presidencial a los radicales José Tamborini y Enrique Mosca.
La Unión Democrática se presentaba como la fuerza que defendía los valores
democráticos frente al avance de lo que consideraban el nazifascismo. La reunión de
dirigentes comunistas y conservadores en una fuerza electoral que recibía el respaldo
activo del embajador norteamericano Braden reproducía en la lucha política local la
alianza de la Unión Soviética con los imperios democráticos -Estados Unidos y Gran
Bretaña- para enfrentar a Alemania e Italia en la guerra mundial.
96
El embajador norteamericano en apoyo a la Unión Democrática publica un libro
titulado “Libro Azul” donde denuncia a Perón como nazi.
El Partido Laborista: En torno del liderazgo de Perón se conformó una alianza
social que aglutinaba a la gran mayoría de los trabajadores, cuyo núcleo más sólido y
dinámico era la clase obrera industrial, a pequeños y medianos empresarios y
productores agrarios cuya producción estaba orientada hacia el mercado interno, y a
sectores nacionalistas del ejército.
Ante la ausencia de una estructura política partidaria propia y la dificultad para
establecer acuerdos con partidos o agrupaciones tradicionales, la candidatura de
Perón a presidente fue impulsada por el Partido Laborista. Se trataba de un nuevo
partido obrero creado por dirigentes sindicales que en su mayoría provenían de la
vieja corriente sindicalista y que ponía de manifiesto la voluntad política de los
trabajadores de convertirse en actores que tomaban decisiones autónomas. El
dirigente correntino Jazmín Hortensio Quijano, perteneciente a la UCR-Junta
Renovadora (un sector escindido del radicalismo) fue elegido como candidato a vice de
la fórmula peronista.
El laborismo centró su campaña electoral en la presentación de Perón como el
representante de los trabajadores, de la justicia social y como el defensor de los
intereses nacionales frente al imperialismo norteamericano. Perón supo aprovechar la
intromisión del ministro de los Estados Unidos y lanzó la consigna Braden o Perón.
Otra consigna muy utilizada fue ¡Cheque, cheque, cheque!, que hacía referencia al
cheque que la Unión Industrial entregó para financiar la campaña de la Unión
Democrática. De este modo, Perón y Quijano se presentaban como la fórmula del
pueblo contra la oligarquía capitalista.
El 24 de febrero de 1946, finalmente, la fórmula peronista obtuvo el 52% de los
votos, superando por más de 260.000 sufragios a la UD. El triunfo del pequeño Partido
Laborista, representante de un sector de la sociedad argentina que para muchos no
existía, y su triunfo sobre la casi totalidad de los partidos políticos tradicionales, fue
calificado por un dirigente peronista como un milagro aritmético.
El rotundo respaldo electoral le permitió al peronismo obtener los dos tercios
de la Cámara de Diputados, una muy amplia mayoría en el Senado y el gobierno de
trece provincias, sobre un total de catorce. La única provincia en la que el peronismo
no triunfó fue Corrientes, posteriormente intervenida.
97
19- EL ESTADO PERONISTA Y SU INTERVENCIÓN EN LA VIDA SOCIAL
1946-1955

Durante el transcurso de los gobiernos peronistas, las políticas desarrolladas


fueron redefiniendo el carácter del Estado. El Estado peronista dejó de ser un
conjunto de instituciones que representaba los intereses -según las épocas, más o
menos particulares o más o menos generales- de los diferentes sectores de la
estructura económica y social.
Progresivamente se consolidó como un actor político con objetivos propios y con
intenciones de redefinir las alianzas y las oposiciones tradicionales de la lucha política
argentina.
La Política Económica: En la concepción clásica, la economía es el estudio de
cómo conseguir la mejor asignación posible de los recursos limitados. De la profunda
crisis de 1929 y como consecuencia de los graves problemas sociales derivados de ella,
emergió un nuevo concepto que ligaba la economía con sus efectos sociales y el papel
del estado: “el estado de bienestar". En éste el estado intervenía en la economía
regulándola: a través del presupuesto impulsaba la demanda mediante la inversión
pública y las compras del estado; el estado también creaba empleo en su rol
empresario, con el aumento de salarios y beneficios sociales aumentaba el dinero en
circulación, todo lo cual activaba el aparato productivo generando crecimiento
económico y bienestar social.
El estado de bienestar, centro de profundos debates, alcanzó su mayor
expresión en la Argentina con el modelo peronista: una "Patria socialmente justa,
económicamente libre y políticamente soberana" complementada con el poder de una
amplia clase obrera.
El Primer Plan Quinquenal: El Primer Plan Quinquenal de Gobierno (1947-1952)
fue aprobado por el Congreso a fines de 1946; tenía como objetivo explícito la justicia
social característica poco común en un planeamiento económico, razón por la cual
incluía una serie de leyes heterogéneas que abarcaban por igual aspectos sociales y
económicos. Se incorporaron también objetivos reivindicados por el nacionalismo, como
la repatriación de la deuda externa y la nacionalización de los transportes, las
comunicaciones y las estratégicas áreas del petróleo, acero y finanzas, parcialmente
iniciadas.
El plan promocionaba las industrias mediante un sistema de aranceles aduaneros
diferenciales (impuestos altos o bajos, según lo que se quería proteger) y créditos
baratos (baja tasa de interés) implementados a través del Banco de Crédito
Industrial.
98
El estado se hacía cargo en forma directa de las industrias consideradas
estratégicas. En 1945 se había inaugurado el primer horno siderúrgico en Zapala
(Jujuy) y, a instancias del general Manuel Savia, se creó la Sociedad Mixta Siderurgia
Argentina (SOMISA), donde el estado tenía el 80% de las acciones. SOMISA fue
aprobada por el Congreso recién en 1955 y la primera colada de arrabio fue en 1961.
Savia no llegó a verla, ya que murió antes.
Se fundaron las empresas Fabricación Nacional de Envases Textiles,
Fabricación Nacional de Productos Químicos y las Industrias Mecánicas del Estado
(IME). En Córdoba se abrió la fábrica de aviones -en 1946 se construyó el Calquín-; en
el segundo Plan, se abrió una de tractores -el Pampa-, y otra de automotores -
fabricaron el Justicialista primero y luego el Graciela, autos de baja cilindrada con
motor de moto-; hasta se llegaron a construir algunos vagones de ferrocarril.
El estado fundaba y/o administraba numerosas empresas, como:
 la Dirección Nacional de Industrias del Estado (DINIE), formada con las empresas
de capital alemán nacionalizadas;
 la Dirección Nacional de Fabricaciones e Investigaciones Aeronáuticas y
Metalúrgicas del Estado (DINFIA), con empresas administradas por militares
durante la guerra, a ella se incorporó SOMISA;
 la Empresa de Líneas Marítimas Argentinas (ELMA) , abastecida por una empresa
constructora de Astilleros y Fabricaciones Navales del Estado (AFNE);
 la Flota Aérea Mercante Argentina (FAMA, luego Aerolíneas Argentinas) creada en
1948 (su primer presidente fue el Ing. Álvaro Alsogaray),
 Ferrocarriles Argentinos, formados a partir de la nacionalización de los
ferrocarriles franceses en 1946 y de los ingleses en 1947.
 la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (ENTel), creada a partir de la Unión
Telefónica, perteneciente a la IIT norteamericana;
 Gas del Estado, sobre la base del servicio de gas nacionalizado en parte por
Castillo,
 Yacimientos Carboníferos Fiscales que empezó a explotar el yacimiento de Río
Turbio, en Santa Cruz.
El Plan tuvo éxito, el Producto Bruto Interno creció alrededor del 29% entre
1945 y 1948. Con esta planificación económica, el Estado procuraba incentivar el
desarrollo de la industria y al mismo tiempo crear las bases que permitieran una
redistribución de la riqueza en favor de los asalariados, aumentando el nivel de
empleo, elevando el poder adquisitivo de los salarios y mejorando las condiciones de
vida de los trabajadores. Una de las claves fue el aumento del gasto social en las áreas
de educación, salud y vivienda.
99
El subsidio a la industria nacional: A partir de 1946, el Estado peronista se
propuso profundizar el proceso de sustitución de importaciones de manufacturas
industriales y fue perfeccionando un complejo mecanismo institucional para fomentar
el desarrollo de la rama metalmecánica y metalúrgica liviana, Estas industrias
comenzaron a producir artefactos para el hogar, la línea blanca, como cocinas,
heladeras, lavarropas, licuadoras, ventiladores y otros electrodomésticos- y
orientaron su oferta al mercado interno.
El incentivo para crear nuevas industrias y ampliar las ya existentes, por medio
de líneas de crédito accesibles, estaba profundamente relacionado con la expansión
sostenida del consumo interno. Y éste sólo podía ser garantizado por un aumento real
de los salarios, por el aumento de la capacidad de compra de los asalariados y con un
número cada vez mayor de trabajadores en condiciones de gastar su salario.
Con estos objetivos, el Estado llevó adelante planes de construcción de
viviendas, hospitales y escuelas, y garantizó -a través de las obras sociales, la
afiliación sindical y la expansión de planes de bienestar social- la satisfacción de las
necesidades básicas a numerosos sectores de la población sin que éstos tuvieran que
utilizar una parte de su salario para hacerla. De este modo, la población disponía de un
mayor volumen de ingresos que podía gastar comprando los productos industriales, y el
aumento de las ventas estimulaba a los empresarios a realizar nuevas inversiones. El
sector privado y el Estado generaban empleo y las obras públicas convertían al Estado
en un consumidor importante.
Además de aumentar el gasto social, el Estado aumentó también la inversión en
obra pública de infraestructura y llevó adelante la nacionalización de importantes
sectores de la economía: diversas áreas, como los ferrocarriles, de propiedad
británica; los teléfonos, adquiridos a la empresa norteamericana ITI; el gas; las
empresas de navegación fluvial, de ultramar y el transporte aéreo, pasaron a ser
responsabilidad directa del Estado.
Siempre con el propósito de mantener la mayor parte de la masa salarial
disponible para la compra de productos industriales, el Estado fijó precios máximos
para los artículos de primera necesidad y controló el valor de los alquileres y los
arrendamientos rurales.

 El Modelo Distributivo Peronista


Sin duda, el período 1946-1948 ha quedado en la memoria colectiva de los argentinos como la
época del más formidable proceso redistributivo a favor de los trabajadores ocurrido en el siglo. El
objetivo prioritario del gobierno peronista fue modificar la distribución del ingreso para consolidar
un nuevo orden social. Los instrumentos de que se valió la administración peronista fueron
convencionalmente keynesianos: créditos subsidiados para financiar aumentos de salarios, aumento
100
del gasto público -creció el número de empleados del Estado- y del déficit fiscal para mantener el
nivel de actividad laboral. Hay que destacar la ausencia de una estrategia de crecimiento a largo
plazo durante los primeros años del gobierno, tal vez por las urgentes demandas sociales desatadas
entre 1946 y 1948. La proliferación de pequeñas empresas, del crédito y los elevados salarios, no
revelaron una preocupación por el desarrollo sostenido y la racionalidad en la asignación de recursos.
Este modelo entró en crisis en 1949 y se modificó al año siguiente, pero para ese entonces la
desconfianza de los empresarios privados ya era muy profunda.
Tomado de Pablo Gerchunoff, Un nuevo patrón distributivo

 Las debilidades del modelo


La expansión de la producción y del consumo producido por la puesta en práctica
de este modelo hizo difícil a sus protagonistas ver las debilidades, que se hicieron
ostensibles luego de unos pocos años de crecimiento sostenido.
La debilidad estructural más grave era la dependencia de estas industrias de
los insumos importados. Los bienes de capital -la mayor parte de las máquinas-
herramientas y hasta las chapas de acero eran de origen extranjero. Esto significaba
la necesidad de disponer de un fuerte volumen de divisas para hacer frente a las
importaciones.
En este plano, la intervención del Estado estuvo orientada a captar, a través de
complejos mecanismos institucionales, una parte de las divisas provenientes de las
exportaciones de la burguesía agraria y derivarla por diferentes vías hacia el
sostenimiento del sector industrial.
Las características de esta intervención estatal explican otras de las
debilidades del modelo. Una de ellas se derivaba del hecho de que la burguesía agraria
no participaba de la alianza social que apoyaba al peronismo. Por lo tanto, si cambiaba
la relación de fuerzas en el proceso de lucha política, los terratenientes y los
comerciantes exportadores tendrían la posibilidad de oponerse dejando de invertir y
haciendo caer el volumen de las exportaciones y de los ingresos en divisas, lo que
efectivamente hicieron.
Por otra parte, los diferentes tipos de subsidios garantizados por el Estado de
algún modo protegieron a algunas industrias cuyas producciones eran de baja calidad y
sin posibilidad de competir en el exterior por la tecnología obsoleta que utilizaban.

 Los mecanismos de intervención estatal


La intervención del Estado se concretó a través de una vasta red de
regulaciones e instituciones públicas. Sus principales instrumentos fueron el Banco
Central y el Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio (IAPI).
101
El Banco Central fue nacionalizado (desde el pacto Roca-Runciman participaban
en su dirección representantes de bancos ingleses) al igual que los depósitos
bancarios. Así, el Estado contó con un instrumento que le permitió controlar la política
financiera y orientarla hacia la actividad industrial. Bajo la supervisión del Central,
otros bancos canalizaron los créditos hacia diversos sectores: el Banco Hipotecario
Nacional promovió la construcción de viviendas, el Banco de la Nación fomentó el
crédito para el agro y el comercio, la Caja Nacional de Ahorro Postal estimuló a los
pequeños ahorristas y el Banco de Crédito Industrial fomentó la inversión en industria
y minería.
Por medio del IAPI el Estado controló el comercio exterior, fijando los precios
de las exportaciones agrícolas, regulando las importaciones y resguardando la
producción nacional. El Estado fijaba los precios de los cereales y, de este modo,
evitaba que la gran burguesía comercial y terrateniente -como los grupos Bunge y Born
y Dreyfus- manejara el mercado por medio de prácticas oligopólicas.
El IAPI le permitió al Estado obtener un importante caudal de recursos que
derivó hacia la industria y hacia la inversión social. De esta manera, se produjo una
transferencia de ingresos de los sectores agroexportadores hacia la burguesía
industrial y los sectores populares urbanos.
La política económica del Estado peronista presentaba una novedad: por primera
vez los sectores agroexportadores -grandes comerciantes y terratenientes- no tenían
capacidad de decidir ni de influir significativamente en las políticas públicas. Su
entidad representativa -la SRA- adoptó una actitud defensiva y de no cuestionamiento
frente a un Estado que transfería parte de sus ganancias tradicionales hacia otros
sectores. Tanto la SRA como la Bolsa de Comercio tuvieron actitudes conciliatorias
con el gobierno de Perón. Mientras duró la etapa de expansión de la economía,
toleraron lo que consideraban una intromisión del Estado en sus negocios. Pero cuando
en 1949 aparecieron los primeros síntomas de deterioro económico, estos sectores
fueron pasando de posturas discursivas antiperonistas hasta el apoyo a planes
conspirativos para desestabilizar al gobierno.

 La Política Social
La euforia económica de los primeros años del gobierno peronista fue
acompañada por una política social que mejoró las condiciones de vida del conjunto de
los trabajadores y atendió las necesidades de los sectores más desprotegidos.
El fuerte incremento de la inversión del Estado en las áreas de vivienda y
educación se materializó en la construcción de más de medio millón de viviendas y
alrededor de 8.000 escuelas. El acceso al sistema de educación pública de vastos
102
sectores sociales que hasta entonces sólo gozaban formalmente de ese derecho
significó la reducción del analfabetismo al 3% de la población.
La política sanitaria estuvo conducida por el secretario de Salud Pública, el Dr.
Ramón Carrillo. Haciendo hincapié en la prevención sanitaria y ampliando la capacidad y
la calidad hospitalaria (de 4 camas cada mil habitantes en 1946 se aumentó a 7 camas
cada mil en 1954), se logró reducir de manera notable la mortalidad infantil y las
enfermedades infecciosas. El gran logro de Carrillo fue la erradicación del paludismo -
utilizando un producto químico novedoso, el DDT-, un mal endémico que afectaba en
1946 a unos 300 mil habitantes y que, al cabo de tres años de intenso trabajo, se
logró reducir a poco más de cien casos.

 La acción de Eva Perón


La acción social del primer gobierno peronista estuvo liderada por la esposa de
Perón, María Eva Duarte. Si bien su lugar institucional se reducía al pasivo y
protocolar papel de primera dama, llevó adelante una intensa actividad pública, por
propia decisión y contando con el apoyo de los sectores sindicales.
Su actividad política generó fuertes controversias en la sociedad argentina.
Para los peronistas se transformó en el símbolo de la justicia social. Para los
trabajadores fue Evita, la abanderada de los humildes. Sus enemigos políticos -a los
que calificó en enérgicos discursos como oligarcas y vende patrias- la llamaron
despectivamente la Eva.
La acción de Eva Perón fue sumamente original y rompió con muchas
convenciones sociales de la época. La vida pública estaba reservada para los hombres
y, excepcionalmente, para las damas de la elite, que realizaban tareas de beneficencia.
Una mujer de origen humilde, que de tentaba una posición de poder poco clara desde
el punto de vista institucional, generó el recelo y el odió de algunos sectores sociales.
Para desarrollar sus planes de acción social, Eva Perón creó una fundación que le
permitió establecer un contacto personal directo y cotidiano con los sectores sociales
más necesitados. La Fundación Eva Perón, creada en 1948 en reemplazo de la Sociedad
de Beneficencia, desplegó una intensa actividad: atendía pedidos individuales, creaba
hogares para niños y ancianos, centros educativos, colonias de vacaciones, policlínicos,
ciudades estudiantiles, proveía de materiales a hospitales y escuelas, distribuía
alimentos y construía viviendas populares.
Las obras de la Fundación se solventaban con fondos provenientes de
donaciones particulares, de porcentajes de ventas de entradas y de billetes de
lotería, de descuentos obligatorios que se realizaban dos veces al año en los salarios y,
en ocasiones, de la exigencia de aportes a empresas privadas. El manejo de estos
fondos y la propia iniciativa de Eva Perón le permitieron a la Fundación desarrollar una
103
actividad que difícilmente se hubiera podido encauzar por los canales institucionales
preestablecidos, sujetos a controles y trabas burocráticas.
Los beneficiados y los perjudicados por esta política social y por estas medidas
reafirmaron su peronismo y su antiperonismo. Eva Perón fue para los descamisados -
como solía llamar a los trabajadores peronistas- quien los dignificaba y llevaba a la
práctica la justicia social. Para los opositores al gobierno se trataba sólo de una
actitud demagógica para conformar a los más pobres, de un reparto de dádivas que le
permitía a Perón ampliar su base electoral. La sidra y el pan dulce que los trabajadores
recibían para las fiestas de fin de año eran para algunos una demostración más de que
el Estado se ocupaba de las necesidades de los más pobres, mientras que para otros
era el símbolo de un Estado que derrochaba recursos para manipular la voluntad de
masas ignorantes.

 El voto de la mujer
Las mujeres socialistas desde principios de siglo lucharon por el voto femenino,
pero no eran tenidas en cuenta en el Congreso que, por ley, era exclusivamente
masculino. La participación de Eva Perón en la política dio acceso a la mujer al
gobierno, y en 1947 se sancionó la ley de voto femenino, que 1949 fue incluida en la
reforma constitucional. En 1952, las mujeres votaron por primera vez.
Probablemente para ayudar a contrarrestar el peso de los sindicatos, se
constituyó la Rama Femenina del movimiento peronista, que llevó las primeras mujeres
al Congreso. También postularon a Eva Perón como candidata a vicepresidente para las
elecciones de 1952, a la que finalmente ésta renunció por la presión del Ejército, que
se sublevó en 1951.

 La reforma constitucional
En septiembre de 1948 Perón se dirigió al pueblo en un discurso donde
expresaba que nuestra Constitución es una de las más antiguas del mundo, porque
estaba sin actualizar, sin adaptarse a los nuevos tiempos sociales, económicos y
políticos. Por medio de la reforma quería legalizar una economía de tipo social
(diferente a la liberal, donde primaban los intereses individuales), a fin de suprimir el
abuso de la gran propiedad. Decía, en contra del liberalismo, que "el bien privado es
también un bien social", y que en el sistema anterior los trabajadores sólo tenían la
libertad de ejercer "el derecho de morirse de hambre".
La reforma se llevó a cabo en 1949. En su artículo 40 expresaba que
"La organización de la riqueza y su explotación tienen por fin el bienestar del
pueblo, dentro de un orden económico conforme a los principios de la justicia social.
[…] Los minerales, las caídas de agua, los yacimientos de petróleo, de carbón y de gas,
104
y las demás fuentes naturales de energía, con excepción de los vegetales, son
propiedades imprescriptibles e inalienables de la Nación […] Los servicios públicos
pertenecen originariamente al Estado, y bajo ningún concepto podrán ser enajenados o
concedidos para su explotación. Los que se hallaren en poder de particulares serán
transferidos al Estado, mediante compra o expropiación con indemnización previa,
cuando una ley nacional lo determine".
Entre los derechos del trabajador, el primero era el Derecho de trabajar: "El
trabajo es el medio indispensable para satisfacer las necesidades espirituales y
materiales del individuo y de la comunidad, la causa de todas las conquistas de la
civilización y el fundamento de la prosperidad general; de ahí que el derecho de
trabajar debe ser protegido por la sociedad, considerándolo con la dignidad que
merece y proveyendo ocupación a quien la necesite". Otros eran, por ejemplo, derecho
a una retribución justa, derecho a la capacitación, a condiciones dignas de trabajo, a la
preservación de la salud, al bienestar, a la seguridad social, a la protección familiar, al
mejoramiento económico y a la defensa de los intereses profesionales. También
instauraba los derechos de la familia y de la ancianidad.
La reforma más difundida fue la que permitía la reelección presidencial sin
período intermedio, que posibilitó la postulación de Perón a un nuevo período de seis
años. Además establecía que el voto para presidente debía ser directo.
Los derechos sociales de la reforma de la Constitución del 49 se encontraban en
el artículo 37, pero en este artículo no establecía el derecho a huelga.
En las primeras elecciones con sufragio femenino y ya sancionada la nueva
Constitución que establecía la reelección presidencial en forma indefinida, la fórmula
Perón-Quijano obtuvo el 62,5% de los votos, la totalidad de los senadores y el 90% de
los diputados. El triunfo electoral de 1952 se vio opacado por la muerte de Eva Perón
el 26 de julio, a los 33 años de edad por un cáncer fulminante.

 La relación entre el Estado y los Sectores Sociales


A partir de la llegada del peronismo al gobierno comenzó a gestarse una
profunda reorganización de las relaciones entre los distintos sectores sociales y el
Estado peronista.

 La relación con los sectores capitalistas.


Tanto la SRA como la UIA se habían enfrentado a Perón desde antes de 1946 y
habían apoyado a los candidatos de la Unión Democrática. El triunfo electoral del
peronismo los obligó a rediscutir su posición frente a la nueva coyuntura.
La UIA se dividió: algunos empresarios acordaban con el carácter
industrializador del peronismo y otros, en cambio, consideraban riesgoso el
105
fortalecimiento del movimiento obrero mediante la intervención estatal. Entre los
primeros, algunos llegaron a colaborar con el nuevo gobierno: Miguel Miranda (un
empresario hojalatero) y Rolando Lagomarsino estuvieron al frente del IAPI y de la
Secretaría de Industria y Comercio respectivamente.
Entre 1943 y 1946, Perón había tratado de establecer vínculos de cooperación
con la UIA. Pero el proceso de lucha política llevó a que, una vez en el gobierno,
buscara limitar su poder invitando a participar en las discusiones sobre la política
económica a los pequeños y los medianos empresarios de todas las regiones del país
cuya producción se orientaba hacia el mercado interno. El conflicto se agravó cuando
Perón intervino la UIA -en mayo de 1946- e impulsó la organización gremial de los
empresarios que orientaban su producción hacia el mercado interno como un actor
autónomo, independiente de la UIA. Este proceso concluyó en 1953, cuando la UIA fue
finalmente disuelta por el gobierno y se constituyó la Confederación General
Económica (la CGE).
Los terratenientes y comerciantes exportadores representados por la SRA,
aunque tenían una clara contradicción de-intereses con el proyecto peronista,
oscilaron entre las demandas puntuales y la participación en conspiraciones para
desestabilizar al gobierno.

 La relación con los trabajadores


Los trabajadores se sindicalizaron masivamente y se organizaron creando
comisiones internas por fábrica. De este modo pudieron desarrollar una acción gremial
muy dinámica, que compensó la tendencia a la burocratización de los dirigentes más
encumbrados. A medida que aumentaba su nivel representación y organización, la
influencia del sindicalismo sobre las políticas del Estado fue cada vez mayor, Sin
embargo, la clase obrera obtuvo gran parte de sus conquistas sociales luego de
fuertes conflictos. Entre 1946 y 1949, coincidiendo con la etapa de auge económico,
se produjo una oleada de huelgas. Aunque la mayoría de ellas estuvo dirigida contra los
empresarios y no contra el gobierno, significaron una presión sobre el Estado, que no
pudo desoír los reclamos de los trabajadores.

 La relación con los sectores medios.


La relación entre el Estado peronista y estos sectores fue muy conflictiva.
Aunque muchos de sus integrantes habían progresado en el plano económico,
beneficiados por el proceso de expansión del consumo de los sectores populares
urbanos, su percepción valorativa del peronismo era muy negativa. Algunos
consideraban que su posición económica y social relativamente acomodada era el fruto
del esfuerzo propio y de sus padres -probablemente inmigrantes-, mientras que el
106
bienestar del que comenzaban a gozar los trabajadores peronistas no se debía a su
esfuerzo sino a la política demagógica y de despilfarro del gobierno peronista.
Muchos se consideraban superiores a los cabecitas negras y veían en los nuevos
habitantes urbanos una amenaza a sus posiciones de privilegio. Estos factores
culturales acentuaron la distancia entre el Estado peronista y amplios sectores de
empleados públicos, docentes, profesionales y comerciantes. Para estos sectores de la
sociedad, la situación de malestar aumentó a partir de algunas medidas tomadas por el
gobierno: el uso obligatorio de distintivos partidarios, la propaganda oficial a través
de la radio y de los libros escolares, la afiliación compulsiva al Partido Peronista para
conservar un puesto público, la censura de la prensa opositora, la monumentalidad de
los actos oficiales y los nombres de Perón y Evita en innumerables edificios públicos e
instituciones convirtieron al Estado peronista en una presencia agobiante. Sin
organizaciones gremiales representativas de importancia, la mayoría de ellos depositó
sus expectativas de cambio en la acción opositora de los partidos políticos,
principalmente en el radicalismo, y más tarde, en la acción desestabilizadora de
sectores de las Fuerzas Armadas y de la Iglesia católica.

 La Democracia de Masas
El régimen peronista ha sido caracterizado por algunos investigadores como una
democracia de masas. Para llegar a esta conclusión toman como dato fundamental la
participación masiva del conjunto de la clase trabajadora dentro del sistema político,
tanto a través del sufragio, al que se incorporaron por primera vez las mujeres en
1947, como a partir del desarrollo de organizaciones de representación intermedias,
como los sindicatos, las unidades básicas, las asociaciones barriales y las entidades
vecinales.

 La democracia en los lugares de trabajo


El fortalecimiento de los sindicatos y la vigencia efectiva de los convenios
colectivos de trabajo -por los cuales eran los sindicatos por rama los que discutían con
los empresarios los salarios y las condiciones de trabajo- abrieron nuevos espacios de
discusión y contribuyeron a la democratización de las relaciones sociales en los lugares
de trabajo. La elección directa de los delegados de fábrica y de las comisiones
internas posibilitó a los trabajadores el control de sus propias organizaciones. De
manera indirecta, la ampliación de la escolaridad y de la alfabetización al conjunto de
la población también contribuyó a consolidar este proceso.
107
 Subordinación y autonomía de los sindicatos.
Como contrapartida, en ocasiones el Estado intentó subordinar a las
organizaciones sindicales, limitando su accionar independiente y estableciendo una
verticalización de sus estructuras y cuadros de conducción. Al frente de muchos
gremios fueron quedando los dirigentes más dóciles y se acentuó de este modo una
tendencia a la burocratización de la actividad sindical.
Otra muestra de esta tendencia fue que los sindicatos y la CGT comenzaron a
ser considerados como una rama del movimiento peronista y, por lo tanto, sujeta a las
decisiones que emanaban de la estructura partidaria cada vez más alejada del
dinamismo de los primeros tiempos. Por su parte, los militantes sindicales opositores,
en particular los comunistas, sufrieron persecuciones y detenciones.
No obstante, a pesar del intento de subordinar al sindicalismo, las
organizaciones obreras mantuvieron márgenes de maniobra y de acción independientes
de las decisiones del gobierno.

 Los actos públicos y el diálogo directo con el líder.


Otro rasgo distintivo de esta democracia de masas fue la realización de
grandes concentraciones públicas, las más importantes se realizaban en la plaza de
Mayo, que se constituyeron en una nueva y frecuente forma de participación política
directa de los sectores populares. La tradición inaugurada por los trabajadores el 17
de octubre de 1945 continuó durante los dos gobiernos de Perón, aunque fue
perdiendo su carácter inicial, cuando tenían la iniciativa las organizaciones obreras, y
se fue transformando poco a poco en actos oficiales, de contenido análogo al de una
fiesta patria. El Estado intentó asumir el control de estas celebraciones y convertirlas
en actos de convalidación de su política. Sin embargo, en ocasiones como el 22 de
agosto de 1951, en el llamado Cabildo Abierto del Justicialismo -cuando Eva Perón
renunció a su candidatura a la vicepresidencia- las organizaciones obreras
demostraron que no estaban dispuestas a perder por completo su capacidad de
decisión política autónoma y organizaron el acto para presionar en favor de sus
propios intereses.

 La cultura de los sectores populares


A partir de 1945 se produjo paulatinamente un cambio importante en la vida
cultural argentina. Frente al tradicional europeísmo de la elite y de los sectores
medios, que intentaban reafirmar su ascenso social incorporando rasgos
característicos de las minorías cultas, fue conformándose una cultura popular distinta
de aquélla y, en muchos sentidos, opuesta.
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La cultura de los sectores populares adquirió un carácter nacional, dejando
atrás la etapa en la que predominó el aporte de los inmigrantes. El proceso de
nacionalización se vio favorecido por la disminución del flujo inmigratorio y por el
estallido de la Segunda Guerra Mundial, que limitó por algunos años la incesante
llegada de productos culturales europeos. Al mismo tiempo, las migraciones internas
acercaron a la cosmopolita Buenos Aires las tradiciones culturales del interior del
país. La ciudad y los suburbios se poblaron de nuevas ropas, comidas, palabras, tonadas
y canciones.
Como ocurrió con el tango en los años 20, la música popular del interior -el
folclore- fue primero el patrimonio exclusivo de los sectores populares y luego
comenzó a ser aceptado por otros sectores de la sociedad. La radio contribuyó a
cambiar el gusto de muchos que se fueron habituando a ritmos y melodías que creían
propias de la gente del campo.
Sin embargo, el rasgo más característico del panorama cultural en aquellos años
fue la distancia -e incluso, el enfrentamiento- que se estableció entre la cultura
nacional y popular y la cultura oligárquica. Cada sector creó y defendió su propio
ámbito de acción, sus propios códigos y actitudes.
Los teatros, las universidades, los museos, las bibliotecas, la producción
literaria, continuaron siendo los ámbitos en los que predominaron la elite y los
sectores medios. Esta Argentina de los libros se preparó para resistir el avance de la
Argentina de las alpargatas. La célebre expresión Alpargatas sí, libros no, que
cantaban los manifestantes peronistas en octubre de 1945, quedó grabada en la
memoria colectiva como el símbolo del conflicto social y cultural de la etapa peronista.
Para muchos trabajadores excluidos de un sistema educativo elitista, la cultura
popular significaba una reacción contra la elite y una afirmación de su propia identidad
como pueblo. El Estado peronista contribuyó a exaltar y difundir esta nueva cultura
del trabajo, en la que el trabajador, el obrero, el descamisado, encarnaban valores
positivos. En la visión de los antiperonistas, se trataba de cabecitas negras e
ignorantes que vivían del favor del Estado.
El conflicto cultural también se expresó en las instituciones educativas. El
notable crecimiento de la matrícula en los tres niveles de enseñanza significó la
incorporación masiva de la clase trabajadora a nuevos espacios culturales. La acción
del Estado en ese ámbito acentuó aún más los conflictos. Medidas de propaganda
oficial como la obligatoriedad de leer el libro La razón de mi vida de Eva Perón o la
presencia constante de los nombres de Perón y Evita en los libros de lectura para la
escuela primaria provocaban un rechazo generalizado entre los sectores medios
antiperonistas. Sin embargo, para quienes por primera vez podían enviar a sus hijos a
la escuela, recibir gratuitamente un libro de esas características era la continuidad
109
natural de su relación armoniosa con un Estado que se preocupaba por sus
necesidades. Lo que algunos sentían como una invasión o autoritarismo por parte del
Estado, otros lo percibían como un símbolo de reivindicación y de justicia social.
Otro rasgo característico de la cultura de la época fue la presencia cotidiana
del deporte, como práctica y como espectáculo masivo. El Estado lo promocionó por
medio de los Torneos infantiles Evita, apoyando la profesionalización de los atletas y
construyendo polideportivos y estadios. Los triunfos de los deportistas argentinos en
el exterior -como en el caso del automovilista Juan Manuel Fangio o el maratonista
Delfor Cabrera- fueron exaltados como logros de la política oficial.

 La Crisis del Modelo Económico y la Alianza Social Peronista


A partir de 1949, el modelo económico industrialista y redistributivo comenzó a
sufrir algunas dificultades que se agravaron en 1952.
La fase expansiva del proceso de sustitución de importaciones se detuvo debido
a un conjunto de factores. Los ingresos de divisas provenientes de las exportaciones
disminuyeron porque fueron menores las ventas a causa de la pérdida de mercados (los
Estados Unidos protegieron su producción agrícola y desplazaron a la Argentina de
algunos de sus tradicionales mercados europeos). También disminuyó el volumen de los
productos exportables (a la disminución de los saldos exportables que provocó el
aumento del consumo interno se sumaron malas cosechas y liquidación de hacienda por
la sequía de 1951-52). Como consecuencia de esta situación se restringieron las
importaciones, decayó la producción industrial y se generó inflación -en 1951, por
ejemplo, el costo de vida aumentó un 37%- debido a que los salarios continuaron
aumentando y la producción de bienes decayó.
Esta caída de las exportaciones agropecuarias afectó el flujo de divisas
necesario para mantener el nivel de importaciones de los insumos que requería la
actividad industrial para continuar desarrollándose. Y en esta coyuntura, la burguesía
agraria no estuvo dispuesta a aumentar sus inversiones para mejorar los niveles de
producción de bienes exportables.
En este contexto económico recesivo e inflacionario, se agudizaron las
tensiones sociales y la lucha política por la distribución de la riqueza. Los
trabajadores, a través de las presiones ejercidas por los sindicatos, procuraron
defender el nivel de sus ingresos y, durante el período 1949-52 se produjeron
numerosas huelgas por reclamos salariales. Los empresarios que veían reducidos sus
beneficios por los mayores costos de los insumos importados y la disminución del
crédito, se resistieron a otorgar aumentos salariales.
110
 Las respuestas a la crisis: el plan estabilizador.
Durante su segunda presidencia, Perón se propuso realizar cambios en la
orientación económica, con el objetivo de atenuar los efectos de la crisis. Se dejaron
de lado algunos aspectos de la política iniciada en 1946 y se dio paso a un programa de
estabilización y de mayor austeridad.
Los cambios ya habían comenzado en 1949 cuando Miguel Miranda,
representante de la burguesía orientada hacia el mercado interno, debió alejarse de
su cargo como titular del IAPI, y se profundizaron en 1953, con la puesta en marcha
del Segundo Plan Quinquenal. Se trató de un plan de ajuste, que intentó detener la
inflación y aumentar la producción por medio de la reducción del consumo popular, el
congelamiento de precios y salarios -prolongando por dos años los convenios colectivos
entre trabajadores y. empresarios-, el recorte de los gastos del Estado, los incentivos
a la producción y la exportación agropecuaria, la apertura a-la entrada de capitales
extranjeros y la disminución de la presencia del Estado como empresario.
Los efectos de esta política tuvieron rápidos resultados: la inflación disminuyó,
la actividad agropecuaria mejoró y, en general, la producción recuperó los niveles
anteriores a la crisis. Contribuyeron a revertir la tendencia negativa el apoyo de los
sindicatos al plan del gobierno (aceptaron firmar convenios colectivos de más largo
plazo) y la buena cosecha 1952-53.
Sin embargo la tensión social se reavivó en 1954. Ya superada la fase recesiva y
concluida la tregua salarial, los sindicatos reiniciaron la lucha por la distribución del
ingreso desplegando una intensa ola de huelgas.
Frente al fuerte activismo y a la unidad organizativa de los sindicatos de
trabajadores, los empresarios presentaban un cuadro muy diferente, divididos en
luchas entre fracciones con intereses y posiciones políticas enfrentadas. Las
organizaciones representativas de la gran burguesía industrial se volcaron a una
franca oposición cuando en 1953 el gobierno le quitó la personería jurídica a la UIA y
sólo reconoció como interlocutor de los empresarios a la CGE.

 La Crisis Política y el Golpe Militar de 1955


Las dificultades económicas y las tensiones sociales se combinaron con un
panorama político cada vez más conflictivo. El enfrentamiento entre los partidarios
del gobierno y sus opositores se agravó cuando Perón asumió su segundo mandato
presidencial.
Si bien en las elecciones el peronismo se impuso a los partidos de la oposición
por una diferencia abrumadora, el gobierno sufrió un fuerte desgaste político. La
reforma constitucional de 1949, que permitió la reelección de Perón, obtenida gracias
a la amplia mayoría de convencionales oficialistas, provocó el deterioro de las
111
relaciones con la oposición, ya que los representantes de la UCR se retiraron de la
Convención Constituyente.
Por otra parte, el intento de los sindicatos por imponer como candidata a
vicepresidente a Eva Perón generó la reacción de los sectores más conservadores, que
presionaron al gobierno por medio de las Fuerzas Armadas para que no se concretara
la iniciativa. Desde entonces, los militares se constituyeron en un actor político cada
vez más activo e independiente del gobierno, y que actuó con autonomía, presionando y
conspirando para quebrar la estabilidad institucional. Los sectores liberales y del
nacionalismo católico ganaron espacio dentro de las Fuerzas Armadas, a la vez que
establecieron relaciones y acuerdos con los partidos políticos opositores (radicales,
conservadores, socialistas).
La Iglesia católica, que durante los primeros años de gobierno había mantenido
una buena relación con Perón, se fue distanciando y adoptó una posición de abierta
oposición hacia el gobierno,
El resultado de estos conflictos políticos y de las tensiones sociales fue la
reconstitución y el fortalecimiento de la alianza social antiperonista, conformada por
la gran mayoría de los sectores medios -los más activos eran los estudiantes nucleados
en la FUA-, la gran burguesía ligada al capital local y extranjero -representada por la
SRA y la CARBAP-, la Bolsa de Comercio y la UIA, la Iglesia Católica y muchos
sectores de las Fuerzas Armadas,
En el plano político-institucional esta alianza social se expresó por medio de
duras críticas lanzadas por la casi totalidad de los partidos opositores, en particular
por la UCR, conducida por Ricardo Balbín.
 La oposición de la Iglesia:
En un principio la Iglesia había dado su visto bueno al gobierno de Perón, Sin
embargo, no toda la jerarquía eclesiástica estaba de acuerdo con Perón, y le molestó
muchísimo que desde el gobierno se identificaran peronismo y cristianismo,
aseveración que implicaba que todo antiperonista debía ser anticristiano.
Los motivos que alimentaban el conflicto se fueron incrementando
progresivamente. El lenguaje y la simbología religiosa se estaban dejando de lado, y se
utilizaba el lenguaje católico para ir creando una especie de religión peronista,
mediante la cual se festejaba el día de "San Perón" y Evita era considerada casi una
santa por el pueblo; daba la impresión de que la "doctrina peronista" fuera más
importante que la "doctrina cristiana". Muchos opositores utilizaron a la Iglesia para
atacar a Perón. La oligarquía que había sufrido expropiaciones (por ejemplo, la familia
Pereyra Iraola, a quien le habían sacado tierras para hacer un parque) se alió a la
jerarquía eclesiástica antiperonista. Perón decía que esta situación conflictiva era
parte de una situación internacional: Estados Unidos y el Vaticano, unidos en la lucha
112
contra el comunismo, promovían la formación de partidos demócrata cristianos en todo
el mundo y en la Argentina este partido no tenía razón de ser, según Perón, porque el
peronismo era democrático y era cristiano. Entonces lo comenzaron a integrar sus
opositores, para luchar contra lo que consideraban una "dictadura".
Al agudizarse el conflicto decenas de sacerdotes fueron arrestados y se
quitaron del calendario oficial cinco feriados religiosos -Reyes (6 de enero), Corpus
Christie (5 de agosto), Asunción de la Virgen (15 de agosto), Día de todos los santos (1
de noviembre) y Concepción Inmaculada (8 de diciembre). A esto debemos agregar las
leyes de divorcio absoluto, la equiparación de los hijos legítimos y extramatrimoniales,
la supresión de la enseñanza religiosa en la educación pública, a eliminación de
subsidios a las escuelas confesionales, la legalización de los prostíbulos, y, finalmente,
la nueva reforma de la Constitución donde se establecería la separación de la Iglesia
del Estado. En junio de 1955, la procesión de Corpus Christie convocó a muchos más
que católicos militantes: pese a haber sido prohibida por el gobierno, estaba la
oposición en pleno, lo que les dio la oportunidad de juntar y disponer el golpe
 El levantamiento de junio de 1955 y el Golpe de Estado de Septiembre
El 16 de junio la Marina de Guerra se alzó contra el gobierno. En el combate, la
Marina bombardeó y ametralló Plaza de Mayo y la Casa de Gobierno, en el bombardeo
se arrojaron 9.500 kg de bombas, causando la muerte a 308 personas y heridas a más
de 800. Como los confabulados no consiguieron bombas de alto poder explosivo
emplearon contra la ciudad abierta bombas de fragmentación de 50 kg de Trotyl
provocando rápidamente cientos de víctimas y daños materiales.
La noche del 16 de junio, como represalia al bombardeo, simpatizantes
peronistas en el conocimiento de la estrecha relación entre los sediciosos que
provocaron el levantamiento y la cúpula eclesiástica, incendiaron la Curia
Metropolitana, las catedrales de Santo Domingo y San Francisco, junto con otras ocho
iglesias, sin que los policías y bomberos presentes hicieran nada por impedirlo.
A la mañana siguiente los opositores, indignados, fueron a observar las ruinas de
los templos, muchos de éstos con importante valor histórico destruido. La quema de
las iglesias no favoreció al gobierno, porque fue acusado de haberla provocado o, al
menos, de no haber hecho nada para impedirla. El Ejército se alarmó por la
intervención de la CGT, porque se dijo que había distribuido numerosas armas a los
obreros para formar milicias defensivas.
Por estos motivos, Perón habló con suma prudencia, diciendo que las iglesias
serían restauradas a cargo del Estado, y removió a los ministros del Interior y de
Educación, que eran los más contrarios a la postura de la Iglesia. Hizo un llamado a la
oposición para la reconciliación, diciendo que habría total libertad de expresión en los
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medios de comunicación, e invitó a los jefes de los diferentes partidos a responder a
su demanda por radio.
No por esto fueron magnánimos con él los opositores: el Dr. Solano Lima
convocó a los demás para terminar con el gobierno de Perón, y Arturo Frondizi
(presidente del radicalismo en ese momento) lo amenazó veladamente con el golpe,
fijando condiciones muy duras para que su enfrentamiento fuera estrictamente el
constitucional. Esto, que era como un cachetazo en el momento en que se lo consideró
más débil, hizo que Perón volviera a posturas más duras con la oposición, más
habituales en él.
"Hemos de restablecer la tranquilidad en el gobierno, sus instituciones y el
pueblo; por la acción del gobierno, las instituciones y el pueblo mismo, La consigna para
todo peronista, esté aislado o dentro de una organización, es contestar a una acción
violenta con otra más violenta, Y cuando uno de los nuestros caiga, caerán cinco de
ellos,"
Finalmente, el 16 de septiembre de 1955, otro levantamiento militar -se
autodenominó "Revolución Libertadora"- encabezado por el almirante Isaac Rojas y los
generales Pedro E. Aramburu y Eduardo Lonardi destituyeron a Perón y estableció un
gobierno provisional.

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