TFG - David Mizrahi
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NOTA A FALLO
D.N.I.: 29.521.511
Legajo: VABG63208
1.-Introducción
A la luz de los tiempos que corren, se impone la necesidad de ponderar con mayor
fuerza, en la joven disciplina del Derecho Ambiental los principios que rigen la materia.
Es así que para la resolución de las problemáticas jurídicas que aparecen con la
explotación, no pocas veces excesiva, de los recursos naturales y del medio ambiente y al
margen del debate sobre la autonomía de dicha materia, toman mayor relevancia los
pronunciamientos del máximo tribunal de Argentina. Sobre todo, aquellos que sientan
valiosos precedentes en la preservación del ambiente, y enfrentan la vulneración de los
derechos de los ciudadanos, y de las generaciones futuras a gozar de un ambiente sano.
Estando plasmado en nuestra Constitución en el artículo 41 (parr 1), que en su primer
párrafo reza: “Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado,
apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las
necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras; y tienen el deber
de preservarlo” (Constitución de la Nación Argentina , 2010).
Con lo antedicho es que se vislumbra la importancia del estudio y análisis del fallo
(3040:1193) “Mamani, Agustín pío y otros c/ Estado Provincial - Dirección Provincial de
Políticas Ambientales y Recursos Naturales y la Empresa Cram S.A. s/ recurso”. Fallo
que versa sobre recursos de inconstitucionalidad interpuestos por la provincia de Jujuy y
por la empresa Cram S.A a la sentencia del tribunal de primera instancia, a los que hace
lugar el Superior Tribunal de la mencionada provincia. Revocando así la sentencia del a
quo que declaraba la nulidad de las resoluciones de la Dirección Provincial de Políticas
Ambientales y Recursos Naturales. Resoluciones que autorizaban el desmonte de 1470
hectáreas de la finca “La Gran Largada” asentada en la localidad de Palma Sola, en el
departamento de Santa Bárbara, provincia de Jujuy.
Luego de este pronunciamiento la actora, interpone un recurso extraordinario que
es denegado por el Tribunal Superior y así da origen a la queja ante la CSJN. Que
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concluye en una sentencia firme en la que el máximo tribunal hace lugar a la queja
declarando procedente el recurso extraordinario y la nulidad de las resoluciones.
Si se analiza al detalle la totalidad del fallo brevemente descrito ut supra, puede
identificarse un problema de tipo axiológico, ya que se da la contradicción entre una regla
y un principio rector fundamental de la materia. Dicho principio es el denominado
precautorio, que se encuentra en el artículo 4 de la Ley General del Ambiente (Ley 25.675
[Ley General del Ambiente], 2002). La decisión de la CSJN enfatiza como uno de sus
ejes centrales que la sentencia apelada revistió un desconocimiento del principio
mencionado.
Así es que, siguiendo la filosofía de Ronald Dworkin, se entenderá que las normas
se utilizan haciendo hincapié en su enunciado, por tanto, pueden o no aplicarse. Mientras
que los principios, se aplican para una situación determinada en referencia a su contenido
material, que constituye su punto de gravitación y otorga así un sentido. Los principios
hacen referencia a la justicia y la equidad (Dworkin, 1989).
Mientras que en opinión del jurista alemán Robert Alexy, lo que diferencia las
reglas de los principios es que, fundamentalmente estos últimos son normas que
establecen que algo se lleve a cabo de la mejor manera, es decir, que constituyen una
suerte de disposiciones de potenciación (Alexy, 2007).
En concordancia con lo expuesto por Néstor A. Cafferatta, se puede señalar que
la compensación, que deviene de la prevención (rasgo del derecho ambiental), resulta
muchas veces insuficiente, sobre todo una vez que el daño se ha hecho presente. Es por
ello que se hace necesaria la implementación de maniobras de precaución en las primeras
fases de un proceso que pudiera resultar dañoso (Cafferatta, 2004).
Aquí tomara letra éste trabajo ya que, como se ha dicho, se impone la necesidad
de ponderar fuertemente los principios que rigen al derecho ambiental. Y es en este
sentido que el fallo “Mamani” es de suma relevancia en cuanto a la aplicación y correcta
interpretación de uno de los principios de esta disciplina.
finalidad, el cese de todo tipo de actividades que pudieran generar algún daño presente o
futuro al medio ambiente y/o la salud de los habitantes.
En consecuencia, se solicitaba la nulidad de las resoluciones antedichas de la
Dirección Provincial de Políticas Ambientales y Recursos Naturales. Bajo argumento, de
que no se habían realizado audiencias públicas como la ley lo establece. Y que, las
resoluciones, se dictaron con la inobservancia de recaudos establecidos por leyes
nacionales y provinciales. Ley 25.675 (Ley General del Ambiente), Ley 26.331
(Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de los Bosques Nativos), y Ley
provincial 5063 (Ley General de Medio Ambiente), y su decreto reglamentario 5980/06
de etapas de procedimiento para la Evaluación del Impacto Ambiental.
Así, el reclamo recae en primera instancia en la Sala II del Tribunal Contencioso
Administrativo de la Provincia de Jujuy en autos “Mamani, Agustín pío y otros c/ Estado
Provincial - Dirección Provincial de Políticas Ambientales y Recursos Naturales y la
Empresa Cram S.A.”. Haciendo lugar el Tribunal, a la pretensión de la parte actora y
declarando la nulidad de las resoluciones 271-DPPAyRN-2007 y 2339-DPPAyRN-2009.
Asimismo, remarcó varias irregularidades que se dieron en el procedimiento
administrativo. Además de falencias de procedimiento que no permiten descartar la
generación de daño ambiental.
Frente a la decisión del Tribunal de primera instancia, la parte demandada
interpone recurso de inconstitucionalidad ante el Superior Tribunal de Justicia de la
Provincia de Jujuy. El Máximo Tribunal Provincial dio curso a la petición de la empresa
Cram S.A. y del Estado Provincial. En lo central de su argumentación objetó que, a pesar
de entender como idónea la vía de amparo en la protección del medio ambiente, debía
acreditarse la existencia o inminencia de un daño ambiental. Así, con la acreditación del
daño, la vía seria procedente.
De tal manera, estimó abusiva la declaración de nulidad del Tribunal Contencioso
Administrativo. Dado que este, no había instruido sobre la identificación del daño y/o
impacto negativo de la actividad en la zona de desmonte. Indicó que el terreno autorizado
para el desmonte, se encontraba en Categoría III del Ordenamiento Territorial de Masas
Boscosas. Y precisó, que dicha categorización permitía los desmontes por decreto 2187-
PMA-2008 y el decreto acuerdo 7465-P-11 que aprueban el Plan de Ordenamiento
Territorial Adaptativo para áreas boscosas de la provincia de Jujuy (aprobados por Ley
5676). Por tanto, desestimó y dejó sin efecto la sentencia de grado de primera instancia.
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demanda, que orientaban al fin de la acción; no se debería haber validado el dictamen del
Superior Tribunal de provincia como acto jurisdiccional.
el de precaución no se sustenta en la razón del nexo de causalidad, sino que rompe con
ella. Esta incertidumbre potencial trae aparejada diversas opiniones respecto de su
comprensión y correcta aplicación. De tal manera, se plantea con recelo la dicotomía
frente al progreso o la evitación de un daño futuro, como Iván Lanegra Quispe, quién
critica la utilización del principio precautorio, bajo fundamento del progreso a través de
la ciencia y la tecnología (Lanegra Quispe, 2010). Aunque frente a esta falsa dualidad,
progreso o riesgo de daño eventual, resulta más coherente la postura actualizada de que
si no se conoce una cosa determinada, el principio precautorio es de inevitable aplicación
para la determinación de un peligro posible y, fundamental para la valoración del riesgo.
(Comastri, 2017). Ya que, ante la probabilidad de un daño de naturaleza irreversible, la
reparación se torna inexistente.
Ahora bien, respecto de la responsabilidad del daño debe reconocerse un avance
en el art. 1708 del Código Civil y Comercial de la Nación de 2014 “(…) Las disposiciones
de este Título son aplicables a la prevención del daño y a su reparación” (CCYN, 2014).
Y si bien, el Código no hace mención a la precaución, cierto es que, al estar plasmado en
la ley general del ambiente, se utiliza también en otras ramas. La importancia aquí radica
como diría Zlata Drnas de Clément, en que, los principios generales del derecho ambiental
son reglas tradicionales, y están integrados a los principios generales ambientales del
derecho argentino y aún sin estar documentados de manera escrita, son inseparables, se
utilizan de manera efectiva y poseen carácter reivindicatorio; esto es, que no comportan
una mera interpretación o actuación (Zlata Drnas de Clément,2017). Vemos así que dicho
principio está atravesado por diferentes bases (científicas, económicas, sociales, etc.)
superpuestas que dictan su complejidad.
Debido a esta complejidad, el principio precautorio ha tenido en su arribo, a
nuestro ordenamiento normativo por parte de la CSJN, una postura de desestimación. No
siendo ponderado en sus inicios. Como se ve, en la causa “Asociación de Superficiarios
de la Patagonia v. Y.P.F. S.A. y otros” de 2004. Teniendo en cuenta la irregularidad en la
demanda, en cuanto a la falta de información del actor y las pruebas del daño, la Corte
Suprema rechazó la acción (“Asociación”, Fallo: 327: 2967). Otro ejemplo es el fallo
“Schröeder” de 2010, en donde se coartó el uso del principio, por parte de la Corte
Suprema, por interpretar que no existía un peligro de daño grave o irreversible
(“Schröeder”, Fallos 333: 570).
Es a partir del fallo “Salas/Dino” donde se utilizó el principio precautorio, que
cambia la óptica por parte del Alto Tribunal, bajo fundamento de que el daño era de tal
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magnitud, que podría perturbar de manera esencial los aspectos climáticos, a los
pobladores y a las futuras generaciones, del territorio afectado de modo irreversible
(“Salas/Dino”, Fallos: 332: 663).
Y así, obligó a la suspensión de las actividades hasta que se hiciera una valoración
del daño. Subrayando el artículo 3 de la Ley 26331. En este fallo, se ha preconizado que
se invierta la carga de la prueba, promoviendo así una participación concreta de parte de
quienes llevan a cabo la actividad, no para descartar con ello cualquier riesgo, sino para
dimensionar la posibilidad y extensión del mismo. Inaugurando así una nueva visión.
Esta perspectiva se sostiene a través de los últimos años. Así, en el caso Cruz se
ha señalado la necesidad de examinar, en cuestiones referidas al medio ambiente, bajo
una actual concepción, sostenida en la prevención y la precaución (“Cruz”, Fallos: 339:
142).
Por su parte, en el fallo “Mamani”, al que refiere esta nota, se pondera de manera
aún más firme al principio precautorio. Cuando frente a una sentencia arbitraria del a quo,
se desconoció expresamente, cuando exigió la acreditación del daño, dicho principio. Y
frente a las irregularidades del caso, la Corte sentencio la nulidad de las resoluciones.
Mas recientemente, en el fallo “Majul” la CSJN tomó la definición de ponderar el
principio precautorio cuando se trata de la protección de una cuenca hídrica, y alertó sobre
el estado crítico de los humedales a escala global, evidenciando que es urgente avanzar
en su protección efectiva (“Majul” Fallos: 342:1203).
Así, se hace visible como viene afianzándose la utilización del principio de
precaución, respondiendo a las necesidades que surgen ineludibles en materia de la
preservación y cuidado del medio ambiente, en nuestro ordenamiento jurídico.
Así mismo, sostenemos que el Estado debe otorgar respuestas específicas, firmes
e inminentes sobre aquellas situaciones que se presentan con carácter confuso y complejo.
Dichas problemáticas emergen del contexto social imbricado de cuestiones políticas,
económicas, culturales, etc. Es por esa superposición de intereses y valores, que el efecto
o el daño posible, de llevarse a cabo, frente a una actividad respecto del medio ambiente,
perturbaría los derechos de incidencia colectiva. Esto quiere decir, que es imprescindible
pensar actividades sustentables, que impriman un soporte ético y moral entre la
comunidad, haciendo prevalecer no solo los intereses propios, sino a su vez los derechos
de las generaciones futuras. Promoviendo de esta manera seguridad, respecto de acciones
colectivas, y también del ambiente en el cual se proyecte un progreso viable y con el
menor riesgo posible.
Corresponde entonces al Estado, con todos los niveles que en él se incluyen, no
eludir los principios fundamentales que aporta el derecho ambiental, a favor de la
preservación del medio ambiente, dándole una firme ponderación. Promoviendo de tal
manera, la consciencia y prevención en el desarrollo y adelanto científico, económico y
social en vías de progreso de la sociedad.
En tal sentido, podemos aseverar que el mencionado compromiso, es
responsabilidad de toda persona, ya sea física o jurídica, pública o privada. Así la
disposición de realización de la Administración subsiste visiblemente determinada por la
naturaleza del derecho en sí, que solicita como condición imprescindible la tutela pública.
Entonces, si la Administración se mostrara indiferente, la ley resulta categórica,
independientemente de que se plantee una ausencia de certeza sobre el peligro de daño.
A pesar de que el Estado cargue con mayor exigencia, la Administración, tiene la
obligación de dirigir las actividades privadas conforme el desarrollo sustentable seguro y
que no perjudique los derechos constitucionales.
Justamente consideramos que es a través de políticas intervencionistas que las
antedichas autoridades, velan por el derecho de la población del uso y goce del ambiente,
y el manejo racional de los recursos de la naturaleza. Dichas políticas, no son mera
enunciación, sino que revisten consecuencias en el plano jurídico. Sobre todo, en lo
pertinente a los posibles efectos dañosos de las conductas lesivas sobre las personas y el
ambiente. Sin embargo, como plantea Néstor Cafferatta, a partir de la última reforma
constitucional, se pone de manifiesto la responsabilidad de todos los ciudadanos de
preservar el ambiente, no sólo como compromiso del Estado (Cafferatta, 2020).
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5.- Conclusión
Para concluir diremos que, frente a las problemáticas jurídicas que surgen con la
explotación del medio ambiente, referidas a la posibilidad de un daño grave o irreversible,
nuestro ordenamiento jurídico posee herramientas concretas. La utilidad de éstas cobra
vital importancia en el momento en que los encargados de impartir justicia, deben hacer
frente y dar solución a dichos problemas. Así la precaución, o más precisamente el
Principio Precautorio, en materia ambiental deviene ineludible, frente a la incertidumbre
científica, para la valoración del daño potencial, y sobre todo para hacer efectivo el goce
a un medio ambiente sano.
Por su parte, las actividades que plantean el desarrollo socio-económico, deben
ser pensadas desde una concepción moderna. No siendo la utilización de la precaución
un fin meramente prohibitivo, sino que involucre y comprometa a todos los sujetos
intervinientes, para que tenga en cuenta la preservación del medio ambiente. Es de tal
manera, y con la puesta en marcha de estrategias de precaución en estadios precoces de
procesos que pudieran devenir dañosos, que se garantizará un desarrollo sustentable.
Permitiendo así, el avance a las actuales generaciones sin comprometer el bienestar de las
generaciones futuras.
Estas problemáticas (nombradas anteriormente) emergen de un contexto social
complejo, con intereses y valores de distinta índole, que se superponen. Y encuentran
lugar, muchas veces, para su dilucidación en los tribunales. Así requieren, por parte de
los operadores judiciales, de la tutela efectiva de los derechos de incidencia colectiva.
Para que éstos no queden como la simple letra muerta de un texto, sino para que se
adquiera carácter reivindicatorio y un goce activo de dichos derechos.
Aquí radica la importancia del análisis y estudio del fallo “Mamani”, como valioso
precedente jurisprudencial, en la sentencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación,
de la ponderación y correcta aplicación del Principio Precautorio. Es así que, con la
utilización de dicho principio, como garante de la preservación del ambiente a futuro, se
hizo efectivo el mandato constitucional del artículo 41. A su vez, se lo utilizo como
corrector frente al cambio de pretensión de la actora por parte del a quo cuando exigió
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enumera como uno de sus objetivos “[h]acer prevalecer los principios precautorio y
preventivo, manteniendo bosques nativos (…)” (artículo 3°, inciso d).
De su lado, la Ley General del Ambiente 25.675, establece que el
principio precautorio supone que “[c]uando haya peligro de daño grave o irreversible la
ausencia de información o certeza científica no deberá utilizarse como razón para
postergar la adopción de medidas eficaces, en función de los costos, para impedir la
degradación del medio ambiente” (artículo 4°).
En este sentido, este Tribunal ha tenido oportunidad de enfatizar la
importancia y gravitación que reviste el principio precautorio en el precedente “Salas,
Dino”, publicado en Fallos: 332:663. Allí, estableció que “…el principio precautorio
produce una obligación de previsión extendida y anticipatoria a cargo del funcionario
público. Por lo tanto, no se cumple con la ley si se otorgan autorizaciones sin conocer el
efecto, con el propósito de actuar una vez que esos daños se manifiesten (…) La
aplicación de este principio implica armonizar la tutela del ambiente y el desarrollo,
mediante un juicio de ponderación razonable. Por esta razón, no debe buscarse oposición
entre ambos, sino complementariedad, ya que la tutela del ambiente no significa detener
el progreso, sino por el contrario, hacerlo más perdurable en el tiempo de manera que
puedan disfrutarlo las generaciones futuras” (considerando 2°).
También esta Corte en “Cruz” (Fallos: 339:142) ha señalado que
en materia ambiental el caso debe ser analizado desde una moderna concepción de las
medidas necesarias para la protección del medio ambiente, pues el citado artículo 4° de
la Ley General del Ambiente introduce los principios de prevención del daño y de
precaución ante la creación de un riesgo con efectos desconocidos y por tanto
imprevisibles.
6°) Que, por lo tanto, procedería revocar la sentencia apelada en lo
que ha sido materia del recurso y devolver los autos para que el Superior Tribunal de
Justicia de la Provincia de Jujuy pronuncie una nueva sentencia con arreglo a lo expuesto.
Pero, por las circunstancias a las que se hará referencia en el curso de este
pronunciamiento, este Tribunal hará uso de la facultad que le confiere el artículo 16,
segunda parte, de la ley 48 para declarar la nulidad de las resoluciones cuestionadas
(confr. Fallos: 189:292).
7°) Que las irregularidades del procedimiento de evaluación de
impacto ambiental que caracterizaron este pedido de desmonte revisten carácter de
suficiente gravedad para justificar la nulidad de las autorizaciones. En primer término,
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una aprobación condicionada o tal como lo justifica el fallo del superior tribunal “con
sugerencias o recomendaciones” no se ajusta al marco normativo aplicable.
Esta Corte ha establecido, en oportunidad de fallar el caso
“Mendoza” (Fallos: 329:2316), que en cuestiones de medio ambiente, cuando se persigue
la tutela del bien colectivo, tiene prioridad absoluta la prevención del daño futuro. Para
ello, como se sostuvo en “Martínez” (arg. Fallos: 339:201) cobra especial relevancia la
realización de un estudio de impacto ambiental previo al inicio de las actividades, que no
significa una decisión prohibitiva, sino antes bien una instancia de análisis reflexivo,
realizado sobre bases científicas y con participación ciudadana.
En efecto, los estudios de evaluación de impacto ambiental y su
aprobación deben ser previos a la ejecución de la obra o actividad, al tiempo que no se
admite que la autorización estatal se expida en forma condicionada (ley 26.331, artículos
18, 22 y ss; ley 25.675, artículos 11 y 12).
En ese mismo sentido, en el citado caso “Cruz” la Corte dejó sin
efecto la sentencia que había omitido el análisis de las normas aplicables al caso que, por
un lado, exigían la emisión de la declaración de impacto ambiental en forma previa al
inicio de las obras y por el otro, disponían en forma expresa que la administración debía
aprobar o rechazar los estudios presentados, pero no incluían la potestad de admitir tales
evaluaciones en forma condicionada.
Las resoluciones cuestionadas en el caso omiten la mención de las
observaciones que surgen de las inspecciones previas realizadas en el predio (fs. 166/168,
177/178, 182/184, 196/197 y 199 del expediente administrativo), y que -entre otros
aspectos- dan cuenta de la existencia de sectores colinados con una pendiente superior a
9%, un bañado que no figura en el plano presentado con el estudio de impacto ambiental,
la necesidad de replanteo del plano de ubicación, dimensiones de lotes y cortinas y la
especificación de zonas de reserva, la necesidad de proponer medidas de mitigación, la
delimitación de nuevos lotes y pendientes y advierten sobre el peligro de erosión si no se
respetan las cortinas de los cursos de agua.
8°) Que, en segundo término la autorización de desmonte
comprende una superficie mayor a la detallada en el estudio de impacto ambiental.
Resulta claro y manifiesto que se autorizó el desmonte de una
cantidad de hectáreas superior a las comprendidas en el estudio de impacto ambiental -
380 hectáreas según la resolución 271-DPPAyRN-2007 más las 1090 hectáreas de la
resolución 239-DPPAyRN-2009, lo que suma en total 1470 hectáreas frente a las 1200
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hectáreas objeto del estudio de impacto ambiental-. También de la prueba reunida surge
que únicamente se fiscalizaron 600 hectáreas, lo cual significa que ni siquiera se
inspeccionó el 50% del área originalmente solicitada para el desmonte, además de hacerlo
sin contar con planos, subdivisiones, medidas exactas, ni determinaciones reales de las
pendientes superiores al 2%.
9°) Que, finalmente, no surge de las constancias de la causa que se
hayan celebrado las audiencias públicas antes del dictado de las resoluciones
cuestionadas, sino que únicamente existe prueba de la publicación realizada en el Boletín
Oficial provincial, en oportunidad del dictado de la resolución 239-DPPAyRN-2009.
Al respecto, la Constitución Nacional asegura a todos los
habitantes el derecho a gozar de un ambiente sano y el acceso a la información ambiental
(artículo 41). De su lado, la Ley General del Ambiente 25.675 establece que toda persona
tiene derecho a ser consultada y a opinar en procedimientos administrativos que se
relacionen con la preservación y protección del ambiente (artículo 19); al tiempo que para
concretar ese derecho, la norma regula el deber de las autoridades para institucionalizar
procedimientos de consultas o audiencias públicas como instancias obligatorias para la
autorización de actividades que puedan tener efectos negativos sobre el ambiente (artículo
20), haciendo especial énfasis en la participación ciudadana en los procedimientos de
evaluación de impacto ambiental y en los planes y programas de ordenamiento ambiental
del territorio (artículo 21).
Asimismo, la ya mencionada ley de presupuestos mínimos en
materia de bosques nativos señala –en forma específica para la materia objeto de estas
actuaciones- que para los proyectos de desmonte, la autoridad de aplicación de cada
jurisdicción deberá garantizar el cumplimiento estricto de las disposiciones de la Ley
General del Ambiente antes referidas (artículo 26).
En consonancia con ello, las normas de la Provincia de Jujuy fijan
como principio de política ambiental el “…fomento de la participación de los habitantes
de la provincia en las actividades de protección, conservación y defensa del ambiente”
(artículo 12, inciso l); también aseguran la debida difusión de los estudios de impacto
ambiental mediante “audiencias públicas con el objeto de someter el proyecto a consulta
de la comunidad involucrada” (artículo 45; ambas citas de la Ley General de Medio
Ambiente, 5063). La norma reglamentaria de la provincia instrumenta la audiencia
pública previa a la emisión del dictamen de factibilidad ambiental como forma para
canalizar la participación ciudadana (artículo 22 del decreto 5980/2006).
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ambiental y del impacto negativo de la actividad en la zona. Agregó que las supuestas
“graves irregularidades” en que se había fundado el tribunal de la anterior instancia para
declarar las nulidades no eran tales, sino que se trató de simples sugerencias o
recomendaciones dirigidas a mitigar o evitar daños que pudieran surgir, pero que en modo
alguno eran obstáculo para la deforestación. Por último, recordó que se trataba de bosques
correspondientes a una zona verde o de categoría III, según el Ordenamiento Territorial
de Masas Boscosas.
4°) Que al interponer el recurso extraordinario y también
posteriormente al hacer su presentación directa ante esta Corte, la parte actora ha
sostenido que la sentencia del tribunal superior debe ser descalificada por arbitraria
principalmente porque se aparta de la pretensión de nulidad efectivamente planteada en
la demanda que no se fundó en la existencia de daño ambiental.
5°) Que en el escrito de demanda que dio inicio a las actuaciones,
luego de describirse el trámite de los expedientes administrativos en que se dictaron las
resoluciones impugnadas, con mención de las fallas o irregularidades que se detectan en
ellos, la parte actora afirma que “la Autoridad Administrativa omite convocar a audiencia
pública y aprueba la factibilidad ambiental de un proyecto cuyo Estudio de Impacto
Ambiental no había sido sometido al control ciudadano como exige la ley”. Este punto
es desarrollado en sucesivos capítulos IV.A.2, IV.A.3, IV.A.4, IV.A.5 del escrito, en los
cuales se sostiene que las resoluciones violan el derecho de la comunidad a ser consultada
mediante audiencias públicas no solo con carácter previo a las autorizaciones de desmonte
(fs. 440/444 vta.), sino también a la aprobación del Plan de Ordenamiento Territorial para
la Protección de los Bosques Nativos (fs. 444 vta./445 y 447/452).
6°) Que, como se puso de resalto anteriormente, la sentencia
apelada no solo resuelve revocar el pronunciamiento recurrido, sino también rechazar la
demanda. Sin embargo, como resulta de los considerandos precedentes, los motivos
expuestos en el fallo dictado por el tribunal superior están dirigidos exclusivamente a
refutar las consideraciones que sirvieron de sustento al pronunciamiento de primera
instancia y resultan ajenos al principal argumento de la demanda para solicitar la nulidad
de los actos administrativos que aprobaron los desmontes que, como se ha visto, está
referido a la nula implementación de algún mecanismo de participación de la comunidad
afectada.
Mayor relevancia adquiere la omisión señalada, si se tiene en
cuenta que la sentencia dictada por el tribunal de inferior instancia había declarado que,
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7.-Referencias
7.1.-Jurisprudencia
CSJN, “Majul, Julio Jesús c/ Municipalidad de Pueblo General Belgrano y otros s/ acción
de amparo ambiental”, sentencia del 11 de julio de 2019, Fallos: 342:1203.
CSJN, “Mamani, Agustín pío y otros c/ Estado Provincial - Dirección Provincial de
Políticas Ambientales y Recursos Naturales y la Empresa Cram S.A. s/ recurso”,
sentencia del 5 de septiembre de 2017, Fallos: 3040:1193.
CSJN, "Recursos de hecho deducidos por el Fiscal General Federal de Tucumán y por la
actora en la causa Cruz, Felipa y otros c/ Minera Alumbrera Limited y otro si
sumarísimo, para decidir sobre su procedencia”, sentencia del 23 de febrero de
2016, Fallos: 339: 142.
CSJN, “Martínez, Sergio Raúl c/ Agua Rica LLC Suco Argentina y su propietaria
Yamana Gold Inc. y otros 5/ acción de amparo”, sentencia del 2 de marzo de 2016,
Fallos: 339: 201.
CSJN, “Schröder, Juan c/ INVAP S.E. y E.N. s/ amparo”, sentencia del 4 de mayo de
2010, Fallos: 333: 570.
CSJN, “Salas, Dino y otros c/ Salta, Provincia de y Estado Nacional s/ amparo”, sentencia
del 26 de marzo de 2009, Fallos: 332: 663.
CSJN, “Mendoza, Beatriz Silvia y otros c/ Estado Nacional y otros s/ daños y perjuicios
(daños derivados de la contaminación ambiental del Río Matanza - Riachuelo)”,
sentencia del 20 de junio de 2006, Fallos: 329: 2316.
CSJN, “Asociación de Superficiarios de la Patagonia c/ Y.P.F. S.A. y otros s/ daño
ambiental”, sentencia del 13 de julio 2004, Fallos: 327: 2976
7.2.-Doctrina
7.3.-Legislación
Código Civil y Comercial de la Nación. (2014). Artículo 1708 [Título V. Otras fuentes
de las obligaciones Capítulo 1. Responsabilidad civil Sección 1ª. Disposiciones
generales]. Buenos Aires, Ministerio de Justicia y de Derechos Humanos de la
Nación Argentina.
Constitución de la Nación Argentina. (2010). Artículo 41[Capitulo Segundo]. Buenos
Aires, Corte Suprema.
Congreso de la Nación Argentina. (28 de noviembre de 2007). Artículo 3, inciso d. [Cap.
1] Ley de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de los Bosques Nativos.
[Ley 26.331]. B.O: Boletín Oficial, Buenos Aires, Argentina.
Congreso de la Nación Argentina (6 de noviembre de 2002). Artículo 4. [Principios de la
Política Ambiental] Ley General del Ambiente. [Ley 25.675]. B.O: Boletín
Oficial, Buenos Aires, Argentina.