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EL FALLO “MAMANI”, UNA CUESTIÓN DE PRINCIPIOS:

EL PRINCIPIO PRECAUTORIO EN EL DERECHO AMBIENTAL

NOTA A FALLO

Autora: Rubén David Mizrahi

D.N.I.: 29.521.511

Legajo: VABG63208

Prof. Director: César Daniel Baena

San Nicolás de los Arroyos, Julio 2020


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Tema: Medio Ambiente


Fallo: CJSN, “Mamani, Agustín pío y otros c/ Estado Provincial - Dirección
Provincial de Políticas Ambientales y Recursos Naturales y la Empresa Cram S.A. s/
recurso”, sentencia del 5 de septiembre de 2017. Fallos: 3040:1193
Sumario: 1.-Introducción. 2.-Fallo “Mamani”. Hechos del caso. 3.-Ratio
Dicidendi. 4.1-Origen y conceptualización: desde la doctrina y la jurisprudencia. 4.2-
Postura del Autor. 5.-Conclusión. 6.-Texto completo del fallo. 7.-Referencias. 7.1-
Jurisprudencia. 7.2-Doctrina. 7.3.-Legislación.

1.-Introducción
A la luz de los tiempos que corren, se impone la necesidad de ponderar con mayor
fuerza, en la joven disciplina del Derecho Ambiental los principios que rigen la materia.
Es así que para la resolución de las problemáticas jurídicas que aparecen con la
explotación, no pocas veces excesiva, de los recursos naturales y del medio ambiente y al
margen del debate sobre la autonomía de dicha materia, toman mayor relevancia los
pronunciamientos del máximo tribunal de Argentina. Sobre todo, aquellos que sientan
valiosos precedentes en la preservación del ambiente, y enfrentan la vulneración de los
derechos de los ciudadanos, y de las generaciones futuras a gozar de un ambiente sano.
Estando plasmado en nuestra Constitución en el artículo 41 (parr 1), que en su primer
párrafo reza: “Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado,
apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las
necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras; y tienen el deber
de preservarlo” (Constitución de la Nación Argentina , 2010).
Con lo antedicho es que se vislumbra la importancia del estudio y análisis del fallo
(3040:1193) “Mamani, Agustín pío y otros c/ Estado Provincial - Dirección Provincial de
Políticas Ambientales y Recursos Naturales y la Empresa Cram S.A. s/ recurso”. Fallo
que versa sobre recursos de inconstitucionalidad interpuestos por la provincia de Jujuy y
por la empresa Cram S.A a la sentencia del tribunal de primera instancia, a los que hace
lugar el Superior Tribunal de la mencionada provincia. Revocando así la sentencia del a
quo que declaraba la nulidad de las resoluciones de la Dirección Provincial de Políticas
Ambientales y Recursos Naturales. Resoluciones que autorizaban el desmonte de 1470
hectáreas de la finca “La Gran Largada” asentada en la localidad de Palma Sola, en el
departamento de Santa Bárbara, provincia de Jujuy.
Luego de este pronunciamiento la actora, interpone un recurso extraordinario que
es denegado por el Tribunal Superior y así da origen a la queja ante la CSJN. Que
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concluye en una sentencia firme en la que el máximo tribunal hace lugar a la queja
declarando procedente el recurso extraordinario y la nulidad de las resoluciones.
Si se analiza al detalle la totalidad del fallo brevemente descrito ut supra, puede
identificarse un problema de tipo axiológico, ya que se da la contradicción entre una regla
y un principio rector fundamental de la materia. Dicho principio es el denominado
precautorio, que se encuentra en el artículo 4 de la Ley General del Ambiente (Ley 25.675
[Ley General del Ambiente], 2002). La decisión de la CSJN enfatiza como uno de sus
ejes centrales que la sentencia apelada revistió un desconocimiento del principio
mencionado.
Así es que, siguiendo la filosofía de Ronald Dworkin, se entenderá que las normas
se utilizan haciendo hincapié en su enunciado, por tanto, pueden o no aplicarse. Mientras
que los principios, se aplican para una situación determinada en referencia a su contenido
material, que constituye su punto de gravitación y otorga así un sentido. Los principios
hacen referencia a la justicia y la equidad (Dworkin, 1989).
Mientras que en opinión del jurista alemán Robert Alexy, lo que diferencia las
reglas de los principios es que, fundamentalmente estos últimos son normas que
establecen que algo se lleve a cabo de la mejor manera, es decir, que constituyen una
suerte de disposiciones de potenciación (Alexy, 2007).
En concordancia con lo expuesto por Néstor A. Cafferatta, se puede señalar que
la compensación, que deviene de la prevención (rasgo del derecho ambiental), resulta
muchas veces insuficiente, sobre todo una vez que el daño se ha hecho presente. Es por
ello que se hace necesaria la implementación de maniobras de precaución en las primeras
fases de un proceso que pudiera resultar dañoso (Cafferatta, 2004).
Aquí tomara letra éste trabajo ya que, como se ha dicho, se impone la necesidad
de ponderar fuertemente los principios que rigen al derecho ambiental. Y es en este
sentido que el fallo “Mamani” es de suma relevancia en cuanto a la aplicación y correcta
interpretación de uno de los principios de esta disciplina.

2.- Fallo “Mamani”. Los hechos del caso.


Ante el desmonte de 1470 hectáreas en la finca “La Gran Largada” en Palma Sola,
provincia de Jujuy, autorizado a la Empresa Cram S.A. a través de la declaración de las
resoluciones 271-DPPAyRN-2007 y 239-DPPAyRN-2009. Sobreviene que un grupo de
vecinos de la misma localidad, buscando la protección de los bosques nativos, interpuso
demanda mediante, una acción colectiva de amparo ambiental. El reclamo, tenía como
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finalidad, el cese de todo tipo de actividades que pudieran generar algún daño presente o
futuro al medio ambiente y/o la salud de los habitantes.
En consecuencia, se solicitaba la nulidad de las resoluciones antedichas de la
Dirección Provincial de Políticas Ambientales y Recursos Naturales. Bajo argumento, de
que no se habían realizado audiencias públicas como la ley lo establece. Y que, las
resoluciones, se dictaron con la inobservancia de recaudos establecidos por leyes
nacionales y provinciales. Ley 25.675 (Ley General del Ambiente), Ley 26.331
(Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de los Bosques Nativos), y Ley
provincial 5063 (Ley General de Medio Ambiente), y su decreto reglamentario 5980/06
de etapas de procedimiento para la Evaluación del Impacto Ambiental.
Así, el reclamo recae en primera instancia en la Sala II del Tribunal Contencioso
Administrativo de la Provincia de Jujuy en autos “Mamani, Agustín pío y otros c/ Estado
Provincial - Dirección Provincial de Políticas Ambientales y Recursos Naturales y la
Empresa Cram S.A.”. Haciendo lugar el Tribunal, a la pretensión de la parte actora y
declarando la nulidad de las resoluciones 271-DPPAyRN-2007 y 2339-DPPAyRN-2009.
Asimismo, remarcó varias irregularidades que se dieron en el procedimiento
administrativo. Además de falencias de procedimiento que no permiten descartar la
generación de daño ambiental.
Frente a la decisión del Tribunal de primera instancia, la parte demandada
interpone recurso de inconstitucionalidad ante el Superior Tribunal de Justicia de la
Provincia de Jujuy. El Máximo Tribunal Provincial dio curso a la petición de la empresa
Cram S.A. y del Estado Provincial. En lo central de su argumentación objetó que, a pesar
de entender como idónea la vía de amparo en la protección del medio ambiente, debía
acreditarse la existencia o inminencia de un daño ambiental. Así, con la acreditación del
daño, la vía seria procedente.
De tal manera, estimó abusiva la declaración de nulidad del Tribunal Contencioso
Administrativo. Dado que este, no había instruido sobre la identificación del daño y/o
impacto negativo de la actividad en la zona de desmonte. Indicó que el terreno autorizado
para el desmonte, se encontraba en Categoría III del Ordenamiento Territorial de Masas
Boscosas. Y precisó, que dicha categorización permitía los desmontes por decreto 2187-
PMA-2008 y el decreto acuerdo 7465-P-11 que aprueban el Plan de Ordenamiento
Territorial Adaptativo para áreas boscosas de la provincia de Jujuy (aprobados por Ley
5676). Por tanto, desestimó y dejó sin efecto la sentencia de grado de primera instancia.
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En contraposición al dictamen del Superior Tribunal, el grupo de vecinos


interpuso recurso extraordinario. Este no fue concedido. Así, se dio origen de manera
directa a la queja frente a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que dio lugar a los
recurrentes y arguyó que no se habían considerado las irregularidades alrededor de los
procedimientos de evaluación de impacto ambiental. A su vez, se cambió la pretensión
de la parte actora, cuando se exigió acreditación o inminencia del daño ambiental. No se
ponderaron principios que rigen la materia, ni tampoco los fallos que sentaban precedente
en la aplicación de dichos principios. Es decir, que lo descrito en la causa es contradictorio
a los antecedentes de hecho y derecho. Es así que el Máximo Tribunal de la Nación,
estimó procedente el recurso extraordinario y utilizando el poder que le otorga el artículo
16 de la ley 48, declaró la nulidad de las resoluciones 271-DPPAyRN-2007 y 2339-
DPPAyRN-2009.

3.- Ratio Dicidendi


En el punto anterior, se han puesto de manifiesto los dictámenes de los tribunales
intervinientes, a partir de una reconstrucción de los hechos del caso, para arribar a la
decisión del Máximo Tribunal de la Nación. Si bien se ha dado sucinta idea de los laudos,
resulta de suma importancia resaltar aquí el por qué de la decisión de la Corte Suprema
de Justicia. Dicho de otra manera, ese conjunto central de razones que vienen a resolver
el problema jurídico planteado al Alto Tribunal. La razón de la decisión, la ratio
dicidendi.
Como se ha plasmado en párrafos anteriores en esta nota, el problema jurídico, de
tipo axiológico, la Corte lo dirime centralmente haciendo efectiva la ponderación del
principio precautorio. Demostrando que, en lo que refiere a la protección del ambiente,
deben primar los principios generales de la disciplina por sobre las reglas formales.
Dándole así una gradación axiológica. Conforme a lo expresado, el art. 41 de la
Constitución Nacional consagra de manera plural en sus expresiones principios generales
del Derecho Ambiental. De tal manera obliga a la recomposición del daño. Ordena no
comprometer a las generaciones futuras y fuerza a la responsabilidad ambiental
(Constitución de la Nación Argentina , 2010). Destacan entre ellos, respecto del caso, la
necesidad de la prevención y la precaución para la protección del ambiente.
Por ello, la Corte Suprema precisó que el dictamen, del Superior Tribunal de
Provincia, transformó el propósito de los accionantes, al requerir identificación y/o
perentoriedad del daño ambiental. Debido a que el fin último de la parte actora radicaba
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en la nulidad de los actos administrativos. De tal manera, se ignoró completamente el


principio precautorio rector de la materia. Además, el Alto Tribunal de la Nación destacó
al principio precautorio, como fundamental de la política ambiental. En concordancia,
citó el artículo 3°, inciso “d” de la Ley 26.331 de Presupuestos Mínimos de Protección
Ambiental de los Bosques Nativos: “Hacer prevalecer los principios precautorio y
preventivo, manteniendo bosques nativos cuyos beneficios ambientales o los daños
ambientales que su ausencia generase, aún no puedan demostrarse con las técnicas
disponibles en la actualidad” (Ley 26.331 [Ley de Presupuestos Mínimos de Protección
Ambiental de los Bosques Nativos], 2007).
También se remarcó la Ley 25.675, Ley General del Ambiente, que en su artículo
4° reza “Cuando haya peligro de daño grave o irreversible la ausencia de información o
certeza científica no deberá utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas
eficaces, en función de los costos, para impedir la degradación del medio ambiente” (Ley
25.675 [Ley General del Ambiente], 2002). A su vez, se acentúa la trascendencia y valor
de dicho principio en fallos precedentes de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Así
se nombra el fallo 332:663 “Salas/Dino”, también en materia de análisis del caso se
recuerda el fallo 339:142 “Cruz”.
Por su parte, el a quo soslayo las irregularidades que presento el procedimiento de
evaluación del impacto ambiental, por ejemplo, en fallos precedentes como “Mendoza”:
queda claro que “cuando se persigue la tutela del bien colectivo, tiene prioridad absoluta
la prevención del daño futuro” (“Mendoza”, Fallos: 329:2316, fs. 5). Por eso, los estudios
de impacto ambiental, deben realizarse con antelación. No con un fin de impedimento,
sino como un examen ecuánime, científico y con intervención de los habitantes
(“Martínez”, Fallos: 339: 201).
Así, se hizo hincapié en la importancia de la participación y opinión ciudadana
para la prevención y precaución de daño ambiental. Ya que con la ponderación de los
principios rectores en materia ambiental se aúna a la finalidad de generar responsabilidad
y acatamiento respecto de los derechos de carácter constitucional. Que se ven vulnerados,
muchas veces, bajo formalismos procesales. Dando importancia a los principios rectores
como garantes de derechos de los ciudadanos en materia ambiental.
Por lo antedicho es que se declara la nulidad de las resoluciones con el voto
mayoritario (Lorenzetti Juan Carlos, Highton de Nolasco Elena, Maqueda Juan Carlos y
Rosatti Horacio) de la Corte. Y en disidencia parcial el Dr. Rosenkrantz sobre la base de
que, ante la prescindencia de toda consideración de argumentos propuestos en la
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demanda, que orientaban al fin de la acción; no se debería haber validado el dictamen del
Superior Tribunal de provincia como acto jurisdiccional.

4. Análisis del autor


4.1- Origen y conceptualización: desde la doctrina y la jurisprudencia.
El principio precautorio encuentra sus orígenes en el derecho ambiental alemán
en 1970 formulado como (Vorsorgeprinzip). Se amplía al marco del derecho internacional
en 1972, en la Conferencia de Estocolmo, que sería la semilla del encuentro internacional
de Derecho Ambiental de 1992 realizado en Rio de Janeiro. Que es, quizás, uno de los
más importantes en la historia de esta disciplina. Aunque, años antes, se extendió al
derecho del mar en 1982 con la Convención de las Naciones Unidas sobre el mismo tema.
Posteriormente, en Londres en 1987, se admitió la necesidad de acoger al principio
precautorio en el marco de la Segunda Conferencia Internacional sobre la Protección del
Mar del Norte. Aunque, fue recién en 1991, en la Convención de Bamako sobre la
prohibición de la importación y la fiscalización del traslado transfronterizo y manejo de
desechos peligrosos a África, donde se lo represento de manera concisa. Y se instituyo
una forma de ejecutarlo. En los años siguientes, y a través de Convenciones fue tomando
fuerza. Así, en el Tratado de Maastricht de 1992, se lo incluyó como un pilar fundamental
de la política comunitaria.
Nuestros legisladores, han tomado como sustento para la redacción del principio
precautorio, el principio 15 adoptado en la Conferencia de Rio de Janeiro. Es así que,
aparece receptado en el artículo 4°de la Ley General del Ambiente N° 25.675, que rige
desde 2002. Es decir que, incorporar el principio precautorio no es mera pretensión
argentina, sino que obedece a un vasto recorrido de años y diferentes disciplinas, como
lo plantea Aída Kemelmajer de Carlucci (Kemelmajer de Carlucci, 2016).
Ahora bien, el principio precautorio consta de tres cuestiones a tener en cuenta:
peligro de daño grave o irreversible, ausencia de información o certeza científica y
valoración del daño. A su vez, suele aparecer ligado al principio de prevención, ya que
coinciden en proceder para evitar un daño; se diferencian respecto de la conceptualización
y en su actuación. Por un lado, el riesgo comprobado incumbe a la prevención; mientras
que el riesgo potencial, es incumbencia de la precaución. Así, éste último se aplica frente
a un daño probable, aunque de naturaleza incierta, y frente a la irresolución científica.
Entonces, podría plantearse que la no aseveración del daño, es lo que distingue a los
principios, ya que el de prevención se basa en la evidencia de carácter empírica. En tanto,
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el de precaución no se sustenta en la razón del nexo de causalidad, sino que rompe con
ella. Esta incertidumbre potencial trae aparejada diversas opiniones respecto de su
comprensión y correcta aplicación. De tal manera, se plantea con recelo la dicotomía
frente al progreso o la evitación de un daño futuro, como Iván Lanegra Quispe, quién
critica la utilización del principio precautorio, bajo fundamento del progreso a través de
la ciencia y la tecnología (Lanegra Quispe, 2010). Aunque frente a esta falsa dualidad,
progreso o riesgo de daño eventual, resulta más coherente la postura actualizada de que
si no se conoce una cosa determinada, el principio precautorio es de inevitable aplicación
para la determinación de un peligro posible y, fundamental para la valoración del riesgo.
(Comastri, 2017). Ya que, ante la probabilidad de un daño de naturaleza irreversible, la
reparación se torna inexistente.
Ahora bien, respecto de la responsabilidad del daño debe reconocerse un avance
en el art. 1708 del Código Civil y Comercial de la Nación de 2014 “(…) Las disposiciones
de este Título son aplicables a la prevención del daño y a su reparación” (CCYN, 2014).
Y si bien, el Código no hace mención a la precaución, cierto es que, al estar plasmado en
la ley general del ambiente, se utiliza también en otras ramas. La importancia aquí radica
como diría Zlata Drnas de Clément, en que, los principios generales del derecho ambiental
son reglas tradicionales, y están integrados a los principios generales ambientales del
derecho argentino y aún sin estar documentados de manera escrita, son inseparables, se
utilizan de manera efectiva y poseen carácter reivindicatorio; esto es, que no comportan
una mera interpretación o actuación (Zlata Drnas de Clément,2017). Vemos así que dicho
principio está atravesado por diferentes bases (científicas, económicas, sociales, etc.)
superpuestas que dictan su complejidad.
Debido a esta complejidad, el principio precautorio ha tenido en su arribo, a
nuestro ordenamiento normativo por parte de la CSJN, una postura de desestimación. No
siendo ponderado en sus inicios. Como se ve, en la causa “Asociación de Superficiarios
de la Patagonia v. Y.P.F. S.A. y otros” de 2004. Teniendo en cuenta la irregularidad en la
demanda, en cuanto a la falta de información del actor y las pruebas del daño, la Corte
Suprema rechazó la acción (“Asociación”, Fallo: 327: 2967). Otro ejemplo es el fallo
“Schröeder” de 2010, en donde se coartó el uso del principio, por parte de la Corte
Suprema, por interpretar que no existía un peligro de daño grave o irreversible
(“Schröeder”, Fallos 333: 570).
Es a partir del fallo “Salas/Dino” donde se utilizó el principio precautorio, que
cambia la óptica por parte del Alto Tribunal, bajo fundamento de que el daño era de tal
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magnitud, que podría perturbar de manera esencial los aspectos climáticos, a los
pobladores y a las futuras generaciones, del territorio afectado de modo irreversible
(“Salas/Dino”, Fallos: 332: 663).
Y así, obligó a la suspensión de las actividades hasta que se hiciera una valoración
del daño. Subrayando el artículo 3 de la Ley 26331. En este fallo, se ha preconizado que
se invierta la carga de la prueba, promoviendo así una participación concreta de parte de
quienes llevan a cabo la actividad, no para descartar con ello cualquier riesgo, sino para
dimensionar la posibilidad y extensión del mismo. Inaugurando así una nueva visión.
Esta perspectiva se sostiene a través de los últimos años. Así, en el caso Cruz se
ha señalado la necesidad de examinar, en cuestiones referidas al medio ambiente, bajo
una actual concepción, sostenida en la prevención y la precaución (“Cruz”, Fallos: 339:
142).
Por su parte, en el fallo “Mamani”, al que refiere esta nota, se pondera de manera
aún más firme al principio precautorio. Cuando frente a una sentencia arbitraria del a quo,
se desconoció expresamente, cuando exigió la acreditación del daño, dicho principio. Y
frente a las irregularidades del caso, la Corte sentencio la nulidad de las resoluciones.
Mas recientemente, en el fallo “Majul” la CSJN tomó la definición de ponderar el
principio precautorio cuando se trata de la protección de una cuenca hídrica, y alertó sobre
el estado crítico de los humedales a escala global, evidenciando que es urgente avanzar
en su protección efectiva (“Majul” Fallos: 342:1203).
Así, se hace visible como viene afianzándose la utilización del principio de
precaución, respondiendo a las necesidades que surgen ineludibles en materia de la
preservación y cuidado del medio ambiente, en nuestro ordenamiento jurídico.

4.2.-Postura del autor


Abordaremos este apartado diciendo que, acordamos con la decisión resolutiva
por parte del Máximo Tribunal de la Nación frente al caso “Mamani”. Dicho acuerdo, se
sostendrá a fundamento de que entendemos al derecho ambiental, como una rama del
derecho que se viene afianzando de manera autónoma y que consta de un sistema
normativo concreto, basado en principios específicos. Resultando así orientador para los
agentes jurídicos, gracias a los principios que lo componen, que, en la toma de decisiones,
resultan de suma importancia. Sobre todo, el principio precautorio del que trata dicha
nota, ya que éste compromete al legislador y al juez, gestionando valores e imponiendo
límites a la ciencia y la tecnología y a su avance desmedido.
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Así mismo, sostenemos que el Estado debe otorgar respuestas específicas, firmes
e inminentes sobre aquellas situaciones que se presentan con carácter confuso y complejo.
Dichas problemáticas emergen del contexto social imbricado de cuestiones políticas,
económicas, culturales, etc. Es por esa superposición de intereses y valores, que el efecto
o el daño posible, de llevarse a cabo, frente a una actividad respecto del medio ambiente,
perturbaría los derechos de incidencia colectiva. Esto quiere decir, que es imprescindible
pensar actividades sustentables, que impriman un soporte ético y moral entre la
comunidad, haciendo prevalecer no solo los intereses propios, sino a su vez los derechos
de las generaciones futuras. Promoviendo de esta manera seguridad, respecto de acciones
colectivas, y también del ambiente en el cual se proyecte un progreso viable y con el
menor riesgo posible.
Corresponde entonces al Estado, con todos los niveles que en él se incluyen, no
eludir los principios fundamentales que aporta el derecho ambiental, a favor de la
preservación del medio ambiente, dándole una firme ponderación. Promoviendo de tal
manera, la consciencia y prevención en el desarrollo y adelanto científico, económico y
social en vías de progreso de la sociedad.
En tal sentido, podemos aseverar que el mencionado compromiso, es
responsabilidad de toda persona, ya sea física o jurídica, pública o privada. Así la
disposición de realización de la Administración subsiste visiblemente determinada por la
naturaleza del derecho en sí, que solicita como condición imprescindible la tutela pública.
Entonces, si la Administración se mostrara indiferente, la ley resulta categórica,
independientemente de que se plantee una ausencia de certeza sobre el peligro de daño.
A pesar de que el Estado cargue con mayor exigencia, la Administración, tiene la
obligación de dirigir las actividades privadas conforme el desarrollo sustentable seguro y
que no perjudique los derechos constitucionales.
Justamente consideramos que es a través de políticas intervencionistas que las
antedichas autoridades, velan por el derecho de la población del uso y goce del ambiente,
y el manejo racional de los recursos de la naturaleza. Dichas políticas, no son mera
enunciación, sino que revisten consecuencias en el plano jurídico. Sobre todo, en lo
pertinente a los posibles efectos dañosos de las conductas lesivas sobre las personas y el
ambiente. Sin embargo, como plantea Néstor Cafferatta, a partir de la última reforma
constitucional, se pone de manifiesto la responsabilidad de todos los ciudadanos de
preservar el ambiente, no sólo como compromiso del Estado (Cafferatta, 2020).
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Por lo antedicho, podemos afirmar que, a través de su historia, el principio en


cuestión, se ha ido transformando de manera progresiva, en una de las bases vitales de la
sustentabilidad en la preservación del ambiente pensando a futuro, pero accionando en el
presente.

5.- Conclusión
Para concluir diremos que, frente a las problemáticas jurídicas que surgen con la
explotación del medio ambiente, referidas a la posibilidad de un daño grave o irreversible,
nuestro ordenamiento jurídico posee herramientas concretas. La utilidad de éstas cobra
vital importancia en el momento en que los encargados de impartir justicia, deben hacer
frente y dar solución a dichos problemas. Así la precaución, o más precisamente el
Principio Precautorio, en materia ambiental deviene ineludible, frente a la incertidumbre
científica, para la valoración del daño potencial, y sobre todo para hacer efectivo el goce
a un medio ambiente sano.
Por su parte, las actividades que plantean el desarrollo socio-económico, deben
ser pensadas desde una concepción moderna. No siendo la utilización de la precaución
un fin meramente prohibitivo, sino que involucre y comprometa a todos los sujetos
intervinientes, para que tenga en cuenta la preservación del medio ambiente. Es de tal
manera, y con la puesta en marcha de estrategias de precaución en estadios precoces de
procesos que pudieran devenir dañosos, que se garantizará un desarrollo sustentable.
Permitiendo así, el avance a las actuales generaciones sin comprometer el bienestar de las
generaciones futuras.
Estas problemáticas (nombradas anteriormente) emergen de un contexto social
complejo, con intereses y valores de distinta índole, que se superponen. Y encuentran
lugar, muchas veces, para su dilucidación en los tribunales. Así requieren, por parte de
los operadores judiciales, de la tutela efectiva de los derechos de incidencia colectiva.
Para que éstos no queden como la simple letra muerta de un texto, sino para que se
adquiera carácter reivindicatorio y un goce activo de dichos derechos.
Aquí radica la importancia del análisis y estudio del fallo “Mamani”, como valioso
precedente jurisprudencial, en la sentencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación,
de la ponderación y correcta aplicación del Principio Precautorio. Es así que, con la
utilización de dicho principio, como garante de la preservación del ambiente a futuro, se
hizo efectivo el mandato constitucional del artículo 41. A su vez, se lo utilizo como
corrector frente al cambio de pretensión de la actora por parte del a quo cuando exigió
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acreditación o inminencia del daño ambiental. Dejando en claro que, en lo concerniente


a la tutela del medio ambiente, deben prevalecer los principios que rigen la materia.
Es dable destacar que este fallo, como motivo de interpretación jurisprudencial,
evidencio una evolución, por parte de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en su
visión e interpretación del Principio Precautorio. Si bien ya venía vislumbrándose a partir
del fallo “Salas/Dino”, es con el fallo “Mamani” en donde ratifica su nueva visión.
Inaugurando una nueva etapa en las soluciones referidas a la tutela ambiental por parte
del Máximo Tribunal de la Nación.

6.- Texto completo del fallo

Corte Suprema de Justicia de la Nación

Buenos Aires, 5 de septiembre de 2017.


Vistos los autos: “Recurso de hecho deducido por la actora en la causa
Mamani, Agustín Pío y otros c/ Estado Provincial – Dirección Provincial de Políticas
Ambientales y Recursos Naturales y la Empresa Cram S.A. s/ recurso”, para decidir sobre
su procedencia.
Considerando:
1º) Que el Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de Jujuy,
por mayoría, hizo lugar a los recursos de inconstitucionalidad deducidos por esa provincia
y por Cram S.A. y, en consecuencia, revocó la sentencia de la instancia anterior que había
declarado la nulidad de las resoluciones 271-DPPAyRN-2007 y 239-DPPAyRN-2009 de
la Dirección Provincial de Políticas Ambientales y Recursos Naturales, mediante las
cuales se había autorizado el desmonte de 1470 hectáreas en la finca “La Gran Largada”
ubicada en la localidad de Palma Sola, departamento Santa Bárbara, de la Provincia de
Jujuy.
Para decidir de esa forma, el a quo señaló que resultaba ineludible
acreditar la existencia o inminencia de un daño ambiental para que fuera procedente la
vía seleccionada. Sobre tal aserto, consideró abusiva la declaración de nulidad de los actos
administrativos que autorizaron el desmonte, en tanto la sentencia de primera instancia
no se había expedido sobre la acreditación del daño y el impacto negativo de la actividad
cuestionada.
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Sostuvo el superior tribunal que las observaciones que obran en las


actas de fiscalización que sirvieron de antecedente para el dictado de los actos
administrativos carecen de entidad suficiente para declarar su nulidad, ya que –según
manifestó- los cuestionamientos anotados por el personal técnico importaron simples
sugerencias o recomendaciones dirigidas a mitigar o evitar daños que pudieran surgir
como consecuencia de la ejecución del desmonte, pero no constituían obstáculos para
autorizar la deforestación.
Agregó que el fallo de la anterior instancia no se ajustaba a la
realidad de los hechos y que, bajo tales circunstancias, la nulidad de los actos
administrativos resultaba absurda.
Finalmente, señaló que el terreno sobre el cual se había autorizado
el desmonte se encontraba ubicado en la zona verde o categoría III del Ordenamiento
Territorial de Masas Boscosas, única categoría de terrenos que permite la realización de
desmontes.
2°) Que contra este pronunciamiento la actora interpuso recurso
extraordinario que, al ser denegado, motivó la presente queja.
3°) Que aun cuando el juzgamiento del caso imponga al Tribunal
la reconsideración de puntos de hecho o de derecho local ajenos a la jurisdicción
extraordinaria, en el caso ello no es óbice a la procedencia del recurso interpuesto, porque
resulta necesario para no desconocer el derecho federal aplicable, cuya frustración sería
de otra manera inevitable (conf. doctrina de Fallos: 192:104).
4°) Que asiste razón a la recurrente en cuanto afirma que el a quo
no consideró las constancias de la causa que daban cuenta de la existencia de
irregularidades relevantes en torno al procedimiento de evaluación de impacto ambiental,
como así también en el trámite anterior al otorgamiento de las autorizaciones.
También correctamente afirma que la sentencia apelada modificó
la pretensión al exigir acreditación o inminencia del daño ambiental, cuando en rigor la
actora demandó la nulidad de los actos administrativos que autorizaron los desmontes.
Con ello, además, desconoció en forma expresa la aplicación del principio precautorio
que rige la materia.
5°) Que en este punto cabe recordar que el principio precautorio es
uno de los principios fundamentales de la política ambiental. Así, la ley 26.331 -que
establece los presupuestos mínimos de protección ambiental de los bosques nativos-
13

enumera como uno de sus objetivos “[h]acer prevalecer los principios precautorio y
preventivo, manteniendo bosques nativos (…)” (artículo 3°, inciso d).
De su lado, la Ley General del Ambiente 25.675, establece que el
principio precautorio supone que “[c]uando haya peligro de daño grave o irreversible la
ausencia de información o certeza científica no deberá utilizarse como razón para
postergar la adopción de medidas eficaces, en función de los costos, para impedir la
degradación del medio ambiente” (artículo 4°).
En este sentido, este Tribunal ha tenido oportunidad de enfatizar la
importancia y gravitación que reviste el principio precautorio en el precedente “Salas,
Dino”, publicado en Fallos: 332:663. Allí, estableció que “…el principio precautorio
produce una obligación de previsión extendida y anticipatoria a cargo del funcionario
público. Por lo tanto, no se cumple con la ley si se otorgan autorizaciones sin conocer el
efecto, con el propósito de actuar una vez que esos daños se manifiesten (…) La
aplicación de este principio implica armonizar la tutela del ambiente y el desarrollo,
mediante un juicio de ponderación razonable. Por esta razón, no debe buscarse oposición
entre ambos, sino complementariedad, ya que la tutela del ambiente no significa detener
el progreso, sino por el contrario, hacerlo más perdurable en el tiempo de manera que
puedan disfrutarlo las generaciones futuras” (considerando 2°).
También esta Corte en “Cruz” (Fallos: 339:142) ha señalado que
en materia ambiental el caso debe ser analizado desde una moderna concepción de las
medidas necesarias para la protección del medio ambiente, pues el citado artículo 4° de
la Ley General del Ambiente introduce los principios de prevención del daño y de
precaución ante la creación de un riesgo con efectos desconocidos y por tanto
imprevisibles.
6°) Que, por lo tanto, procedería revocar la sentencia apelada en lo
que ha sido materia del recurso y devolver los autos para que el Superior Tribunal de
Justicia de la Provincia de Jujuy pronuncie una nueva sentencia con arreglo a lo expuesto.
Pero, por las circunstancias a las que se hará referencia en el curso de este
pronunciamiento, este Tribunal hará uso de la facultad que le confiere el artículo 16,
segunda parte, de la ley 48 para declarar la nulidad de las resoluciones cuestionadas
(confr. Fallos: 189:292).
7°) Que las irregularidades del procedimiento de evaluación de
impacto ambiental que caracterizaron este pedido de desmonte revisten carácter de
suficiente gravedad para justificar la nulidad de las autorizaciones. En primer término,
14

una aprobación condicionada o tal como lo justifica el fallo del superior tribunal “con
sugerencias o recomendaciones” no se ajusta al marco normativo aplicable.
Esta Corte ha establecido, en oportunidad de fallar el caso
“Mendoza” (Fallos: 329:2316), que en cuestiones de medio ambiente, cuando se persigue
la tutela del bien colectivo, tiene prioridad absoluta la prevención del daño futuro. Para
ello, como se sostuvo en “Martínez” (arg. Fallos: 339:201) cobra especial relevancia la
realización de un estudio de impacto ambiental previo al inicio de las actividades, que no
significa una decisión prohibitiva, sino antes bien una instancia de análisis reflexivo,
realizado sobre bases científicas y con participación ciudadana.
En efecto, los estudios de evaluación de impacto ambiental y su
aprobación deben ser previos a la ejecución de la obra o actividad, al tiempo que no se
admite que la autorización estatal se expida en forma condicionada (ley 26.331, artículos
18, 22 y ss; ley 25.675, artículos 11 y 12).
En ese mismo sentido, en el citado caso “Cruz” la Corte dejó sin
efecto la sentencia que había omitido el análisis de las normas aplicables al caso que, por
un lado, exigían la emisión de la declaración de impacto ambiental en forma previa al
inicio de las obras y por el otro, disponían en forma expresa que la administración debía
aprobar o rechazar los estudios presentados, pero no incluían la potestad de admitir tales
evaluaciones en forma condicionada.
Las resoluciones cuestionadas en el caso omiten la mención de las
observaciones que surgen de las inspecciones previas realizadas en el predio (fs. 166/168,
177/178, 182/184, 196/197 y 199 del expediente administrativo), y que -entre otros
aspectos- dan cuenta de la existencia de sectores colinados con una pendiente superior a
9%, un bañado que no figura en el plano presentado con el estudio de impacto ambiental,
la necesidad de replanteo del plano de ubicación, dimensiones de lotes y cortinas y la
especificación de zonas de reserva, la necesidad de proponer medidas de mitigación, la
delimitación de nuevos lotes y pendientes y advierten sobre el peligro de erosión si no se
respetan las cortinas de los cursos de agua.
8°) Que, en segundo término la autorización de desmonte
comprende una superficie mayor a la detallada en el estudio de impacto ambiental.
Resulta claro y manifiesto que se autorizó el desmonte de una
cantidad de hectáreas superior a las comprendidas en el estudio de impacto ambiental -
380 hectáreas según la resolución 271-DPPAyRN-2007 más las 1090 hectáreas de la
resolución 239-DPPAyRN-2009, lo que suma en total 1470 hectáreas frente a las 1200
15

hectáreas objeto del estudio de impacto ambiental-. También de la prueba reunida surge
que únicamente se fiscalizaron 600 hectáreas, lo cual significa que ni siquiera se
inspeccionó el 50% del área originalmente solicitada para el desmonte, además de hacerlo
sin contar con planos, subdivisiones, medidas exactas, ni determinaciones reales de las
pendientes superiores al 2%.
9°) Que, finalmente, no surge de las constancias de la causa que se
hayan celebrado las audiencias públicas antes del dictado de las resoluciones
cuestionadas, sino que únicamente existe prueba de la publicación realizada en el Boletín
Oficial provincial, en oportunidad del dictado de la resolución 239-DPPAyRN-2009.
Al respecto, la Constitución Nacional asegura a todos los
habitantes el derecho a gozar de un ambiente sano y el acceso a la información ambiental
(artículo 41). De su lado, la Ley General del Ambiente 25.675 establece que toda persona
tiene derecho a ser consultada y a opinar en procedimientos administrativos que se
relacionen con la preservación y protección del ambiente (artículo 19); al tiempo que para
concretar ese derecho, la norma regula el deber de las autoridades para institucionalizar
procedimientos de consultas o audiencias públicas como instancias obligatorias para la
autorización de actividades que puedan tener efectos negativos sobre el ambiente (artículo
20), haciendo especial énfasis en la participación ciudadana en los procedimientos de
evaluación de impacto ambiental y en los planes y programas de ordenamiento ambiental
del territorio (artículo 21).
Asimismo, la ya mencionada ley de presupuestos mínimos en
materia de bosques nativos señala –en forma específica para la materia objeto de estas
actuaciones- que para los proyectos de desmonte, la autoridad de aplicación de cada
jurisdicción deberá garantizar el cumplimiento estricto de las disposiciones de la Ley
General del Ambiente antes referidas (artículo 26).
En consonancia con ello, las normas de la Provincia de Jujuy fijan
como principio de política ambiental el “…fomento de la participación de los habitantes
de la provincia en las actividades de protección, conservación y defensa del ambiente”
(artículo 12, inciso l); también aseguran la debida difusión de los estudios de impacto
ambiental mediante “audiencias públicas con el objeto de someter el proyecto a consulta
de la comunidad involucrada” (artículo 45; ambas citas de la Ley General de Medio
Ambiente, 5063). La norma reglamentaria de la provincia instrumenta la audiencia
pública previa a la emisión del dictamen de factibilidad ambiental como forma para
canalizar la participación ciudadana (artículo 22 del decreto 5980/2006).
16

10) Que con el cuadro de situación descripto se concluye que los


actos administrativos impugnados exhiben una clara contradicción frente a los
antecedentes de hecho y derecho que precedieron su dictado, pues se apartan
ostensiblemente de las constancias obrantes en las actuaciones administrativas. En
consecuencia, corresponde declarar la nulidad de las resoluciones 271-DPPAyRN-2007
y 239-DPPAyRN-2009 mediante las cuales la Dirección de Políticas Ambientales y
Recursos Naturales de la Provincia de Jujuy otorgó las autorizaciones de desmonte
cuestionadas.
Por ello, habiendo dictaminado el señor Procurador Fiscal, se hace lugar a
la queja, se declara formalmente procedente el recurso extraordinario, y se declara la
nulidad de las resoluciones 271-DPPAyRN-2007 y 239-DPPAyRN-2009 de la Dirección
Provincial de Políticas Ambientales y Recursos Naturales de la Provincia de Jujuy
(artículo 16, segunda parte, de la ley 48). Con costas (art. 68 del Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación). Agréguese la queja al principal. Notifíquese y, oportunamente,
remítase.
FDO: Ricardo Luis Lorenzetti - Elena I. Highton de Nolasco - Juan Carlos
Maqueda - Horacio Rosatti - Carlos Fernando Rosenkrantz (en disidencia parcial).
Disidencia parcial del Señor Ministro Doctor Don Carlos Fernando Rosenkrantz
Considerando:
1°) Que el Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de Jujuy,
por mayoría, rechazó la demanda de nulidad de las resoluciones 271-DPPAyRN-2007 y
239-DPPAyRN-2009 dictadas por la Dirección Provincial de Políticas Ambientales y
Recursos Naturales mediante las cuales dicho organismo había autorizado,
respectivamente, el desmonte de 380 y 1090 hectáreas, a realizarse en la finca
denominada “La Gran Largada”, propiedad de la empresa Cram S.A., ubicada en la
localidad Palma Sola, departamento Santa Bárbara. De ese modo, el tribunal superior dejó
sin efecto la sentencia de la anterior instancia que había hecho lugar a la demanda y
anulado las citadas resoluciones.
2°) Que contra este pronunciamiento, la actora interpuso recurso
extraordinario y, luego de su rechazo por el tribunal superior, se presentó directamente
ante esta Corte.
3°) Que, para revocar el fallo recurrido y rechazar la demanda, el
tribunal superior sostuvo que resultaba absurda la declaración de nulidad de los actos
administrativos sin que el juzgador se hubiera expedido sobre la acreditación del daño
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ambiental y del impacto negativo de la actividad en la zona. Agregó que las supuestas
“graves irregularidades” en que se había fundado el tribunal de la anterior instancia para
declarar las nulidades no eran tales, sino que se trató de simples sugerencias o
recomendaciones dirigidas a mitigar o evitar daños que pudieran surgir, pero que en modo
alguno eran obstáculo para la deforestación. Por último, recordó que se trataba de bosques
correspondientes a una zona verde o de categoría III, según el Ordenamiento Territorial
de Masas Boscosas.
4°) Que al interponer el recurso extraordinario y también
posteriormente al hacer su presentación directa ante esta Corte, la parte actora ha
sostenido que la sentencia del tribunal superior debe ser descalificada por arbitraria
principalmente porque se aparta de la pretensión de nulidad efectivamente planteada en
la demanda que no se fundó en la existencia de daño ambiental.
5°) Que en el escrito de demanda que dio inicio a las actuaciones,
luego de describirse el trámite de los expedientes administrativos en que se dictaron las
resoluciones impugnadas, con mención de las fallas o irregularidades que se detectan en
ellos, la parte actora afirma que “la Autoridad Administrativa omite convocar a audiencia
pública y aprueba la factibilidad ambiental de un proyecto cuyo Estudio de Impacto
Ambiental no había sido sometido al control ciudadano como exige la ley”. Este punto
es desarrollado en sucesivos capítulos IV.A.2, IV.A.3, IV.A.4, IV.A.5 del escrito, en los
cuales se sostiene que las resoluciones violan el derecho de la comunidad a ser consultada
mediante audiencias públicas no solo con carácter previo a las autorizaciones de desmonte
(fs. 440/444 vta.), sino también a la aprobación del Plan de Ordenamiento Territorial para
la Protección de los Bosques Nativos (fs. 444 vta./445 y 447/452).
6°) Que, como se puso de resalto anteriormente, la sentencia
apelada no solo resuelve revocar el pronunciamiento recurrido, sino también rechazar la
demanda. Sin embargo, como resulta de los considerandos precedentes, los motivos
expuestos en el fallo dictado por el tribunal superior están dirigidos exclusivamente a
refutar las consideraciones que sirvieron de sustento al pronunciamiento de primera
instancia y resultan ajenos al principal argumento de la demanda para solicitar la nulidad
de los actos administrativos que aprobaron los desmontes que, como se ha visto, está
referido a la nula implementación de algún mecanismo de participación de la comunidad
afectada.
Mayor relevancia adquiere la omisión señalada, si se tiene en
cuenta que la sentencia dictada por el tribunal de inferior instancia había declarado que,
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si bien a su entender la legislación nacional –y tampoco la provincial- establecían una


obligación inflexible de realizar audiencias públicas como las solicitadas en la demanda,
el derecho de la comunidad a ser consultada e informada, garantizado por el ordenamiento
jurídico nacional y provincial, no había sido atendido por las autoridades con la mera
publicación en el Boletín Oficial de las características principales del proyecto y del lugar
en que podía consultarse el estudio de impacto ambiental (cfr. fs. 1306/1311 del
expediente principal, o fs. 52/57 del recurso de queja y fs. 241/242 del expediente
administrativo B-229.276/10).
7°) Que, de acuerdo con coincidentes y numerosas decisiones de
esta Corte, no debe ser aceptado como acto jurisdiccional válido la sentencia que omite
toda consideración de una cuestión oportunamente propuesta en la causa y que resulta
conducente para la solución del litigio. En especial, así lo ha resuelto respecto de
sentencias dictadas por tribunales de alzada que, como en el caso, dejan sin efecto el fallo
apelado y deciden el pleito soslayando, sin fundamento para ello, puntos oportunamente
alegados por la parte que había triunfado en la instancia anterior (cfr. Fallos: 234:307;
247:111; 253:463; 256:434; 265:201; 268:48; 266:246, y más recientemente, Fallos:
308:656; 324:1429; 327:3925).
Por ello, oído el señor Procurador Fiscal, se hace lugar a la queja, se declara
formalmente procedente el recurso extraordinario y se deja sin efecto la sentencia apelada.
Con costas (art. 68 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación). Vuelvan los
autos al tribunal de origen para que se dicte un nuevo pronunciamiento con arreglo a lo
resuelto. Agréguese la queja al principal. Notifíquese y, oportunamente, remítase.
FDO: Carlos Fernando Rosenkrantz.
Recurso de queja interpuesto por Agustín Pío Mamani y otros, actores en autos,
representados por la Dra. María José Castillo.
Tribunal de origen: Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de Jujuy.
Tribunal que intervino con anterioridad: Sala II del Tribunal Contencioso
Administrativo de la Provincia de Jujuy.
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7.-Referencias
7.1.-Jurisprudencia

CSJN, “Majul, Julio Jesús c/ Municipalidad de Pueblo General Belgrano y otros s/ acción
de amparo ambiental”, sentencia del 11 de julio de 2019, Fallos: 342:1203.
CSJN, “Mamani, Agustín pío y otros c/ Estado Provincial - Dirección Provincial de
Políticas Ambientales y Recursos Naturales y la Empresa Cram S.A. s/ recurso”,
sentencia del 5 de septiembre de 2017, Fallos: 3040:1193.
CSJN, "Recursos de hecho deducidos por el Fiscal General Federal de Tucumán y por la
actora en la causa Cruz, Felipa y otros c/ Minera Alumbrera Limited y otro si
sumarísimo, para decidir sobre su procedencia”, sentencia del 23 de febrero de
2016, Fallos: 339: 142.
CSJN, “Martínez, Sergio Raúl c/ Agua Rica LLC Suco Argentina y su propietaria
Yamana Gold Inc. y otros 5/ acción de amparo”, sentencia del 2 de marzo de 2016,
Fallos: 339: 201.
CSJN, “Schröder, Juan c/ INVAP S.E. y E.N. s/ amparo”, sentencia del 4 de mayo de
2010, Fallos: 333: 570.
CSJN, “Salas, Dino y otros c/ Salta, Provincia de y Estado Nacional s/ amparo”, sentencia
del 26 de marzo de 2009, Fallos: 332: 663.
CSJN, “Mendoza, Beatriz Silvia y otros c/ Estado Nacional y otros s/ daños y perjuicios
(daños derivados de la contaminación ambiental del Río Matanza - Riachuelo)”,
sentencia del 20 de junio de 2006, Fallos: 329: 2316.
CSJN, “Asociación de Superficiarios de la Patagonia c/ Y.P.F. S.A. y otros s/ daño
ambiental”, sentencia del 13 de julio 2004, Fallos: 327: 2976

7.2.-Doctrina

Alexy, R. (2007). Teoría de los derechos fundamentales. Madrid: Centro de estudios


políticos y constitucionales.
Cafferatta, N. (2004). Introducción al derecho ambiental. México D.F: Instituto Nacional
de Ecología (INE-SEMARNAT).
Cafferatta, N., Peretti, E. (2020). Las Generaciones Futuras. Revista de Derecho
Ambiental, (62) Recuperado a partir de: https://informacionlegal-com-
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Comastri, D. (2017). EL Principio Precautorio: su recepción en la jurisprudencia


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Drnas de Clément, Z. (2017). EL Rol Normativo de los Principios Generales del Derecho
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Dworkin, R. (1989). Los derechos en serio. Barcelona: Ariel S.A.
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3/articulo/el-principio-de-precaucion-en-el-derecho
Lanegra Quispe, I. (2010). La Regulación de la Incertidumbre: Un Análisis Crítico del
Principio Precautorio. Derecho & Sociedad, (35), 99-103. Recuperado a partir de
http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/derechoysociedad/article/view/13265

7.3.-Legislación

Código Civil y Comercial de la Nación. (2014). Artículo 1708 [Título V. Otras fuentes
de las obligaciones Capítulo 1. Responsabilidad civil Sección 1ª. Disposiciones
generales]. Buenos Aires, Ministerio de Justicia y de Derechos Humanos de la
Nación Argentina.
Constitución de la Nación Argentina. (2010). Artículo 41[Capitulo Segundo]. Buenos
Aires, Corte Suprema.
Congreso de la Nación Argentina. (28 de noviembre de 2007). Artículo 3, inciso d. [Cap.
1] Ley de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de los Bosques Nativos.
[Ley 26.331]. B.O: Boletín Oficial, Buenos Aires, Argentina.
Congreso de la Nación Argentina (6 de noviembre de 2002). Artículo 4. [Principios de la
Política Ambiental] Ley General del Ambiente. [Ley 25.675]. B.O: Boletín
Oficial, Buenos Aires, Argentina.

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