Soportes para La Interpretación

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SOPORTES PARA LA INTERPRETACIÓN

Dr. Rafael Salinas Tello

1. El texto: fuentes y ediciones


La escritura (en nuestro caso, la notación) siempre ha estado vinculada al lector (es
decir, al intérprete). Dependiendo de quién debía transformar los signos en sonido, la
notación podía mostrar unos aspectos y obviar otros. Así, por ejemplo, en la Edad Media no
se especificaba más allá de la altura y el ritmo de las notas. La convivencia de la comunidad
que cantaba ya se encargaba de compartir los elementos expresivos necesarios. Hasta el
siglo XVII no se anotaron los instrumentos (es decir, el timbre no había sido hasta entonces
un recurso idiomático de importancia tal que debiera ser transmitido). Las articulaciones y
dinámicas no normalizaron su escritura hasta el siglo XVIII y hasta que empezó a utilizarse
el metrónomo, en el siglo XIX, no podemos saber con exactitud la velocidad asociada a un
allegro. Así que, si encontramos una medida metronómica o unos reguladores de intensidad
en una pieza barroca, debemos rápidamente revisar nuestra edición para saber quién (y, si
fuera posible, bajo qué criterio) los ha puesto ahí.
Podemos distinguir entre fuentes musicales (partituras, registros sonoros) y
perimusicales (actas capitulares, libros de cuentas). Pueden ser a su vez directas
(producidas por los agentes principales de nuestro objeto de estudio como cartas, partituras,
diarios) e indirectas (producidas por agentes que se basan en las fuentes primarias o hablan
sobre ellas).

1.2. Tipos de edición musical


La edición musical ha tenido un papel muy importante en la comprensión de las
fuentes musicales escritas y su publicación. Todo texto presenta diferentes niveles de
información. Es un ente vivo que transmite un mensaje al ser leído, que no acaba nunca de
contar todo lo que puede.
Todas las ediciones de música se basan en una o varias fuentes que proporcionan al
editor el material esencial para realizar la edición. Según las fuentes en las que se basan
existen tres tipos de ediciones:
1. Facsímil: fotografía de un manuscrito o una edición original.
2. Interpretativas: el editor (y a veces un conocido intérprete) realiza indicaciones
sobre cuestiones como el arco, la respiración, la digitación, el fraseo, el pedal o la dinámica,
a menudo sin tener en cuenta lo que el compositor escribió realmente. Estas ediciones
tienen un interés interpretativo considerable ya que nos muestran el pensamiento del editor,
reflejo de su cualidad artística o de las modas y usos del momento, pero no son válidas para
entender la voluntad de quien la compuso.
3. Académicas: en ellas se procura presentar con la mayor fidelidad posible lo que
escribió el compositor. Estas ediciones se describen a menudo como Urtext (que
literalmente significa ‘texto original’).
4. Académico-interpretativas o críticas: combinan las mejores características de los
dos tipos anteriores. Tras trasladar a notación moderna la fuente más cercana a lo que
escribió el compositor, el editor explica en un prefacio, y a veces en las propias páginas de
la partitura, qué pretende transmitir la notación
Al final, la consulta de diferentes fuentes y ediciones constituye la clave para
acercarse a la idea creativa de quien compuso la obra con mayores garantías de fidelidad.

2. La grabación histórica
La grabación, primero sonora, y audiovisual después, constituye una de las fuentes
más ricas en información para poder entender las interpretaciones del pasado.
Las grabaciones realizadas en el pasado, y en especial las de principios del siglo
XX, nos aportan valiosos datos sobre el uso de ciertos parámetros como el tempo y el
rubato, la relación que existía entre intérprete y notación o el uso de la ornamentación.
También nos plantean varias cuestiones de interés interpretativo: por ejemplo, ¿la práctica
de ciertos recursos expresivos, como el portamento en la voz o en los instrumentos de
cuerda, era debida a una elección personal, a las corrientes de moda del momento o eran
aceptados por el compositor? ¿Deberíamos, en caso afirmativo, aplicarlos hoy en día al
tocar esas obras e intentar así construir una interpretación más fidedigna? ¿Es extrapolable
el uso de esos recursos a otros estilos anteriores —teniendo en cuenta que la proximidad
temporal podría permitir pensar en la posibilidad de que se estuviera preservando una cierta
tradición o legado? ¿Es una grabación realizada por la persona que la escribió referente de
cara a otras interpretaciones, a un nivel semejante o superior al de la partitura?
No resulta fácil responder a esas cuestiones. Las limitaciones que presentan la
mayoría de los registros históricos no nos ayudan a entender plenamente aspectos como el
timbre o la vibración natural de los instrumentos.
​No obstante, y más allá de las limitaciones técnicas, las cualidades que apreciamos
en las grabaciones históricas nos recuerdan que todo recurso interpretativo se empleaba
primordialmente con el fin de reforzar la dimensión expresiva de la música. Las siguientes
cualidades se muestran de forma casi generalizada en los registros sonoros históricos del
siglo XX:

- La flexibilidad en el tempo, que se adapta al carácter del fragmento para reforzar su


esencia expresiva. Amplio uso del rubato, en especial, de las variantes melódica y
rítmica.
- Tempi generalmente más rápidos, especialmente en la música orquestal.
- Importancia de la linealidad del discurso musical. Fraseos largos y preferencia por
el legato. Esto está relacionado con el uso frecuente del portamento en la voz e
instrumentos de viento y cuerda. En el caso del piano, se usa una fórmula del rubato
melódico: la dislocación de la melodía con el bajo para producir un efecto similar al
portamento.
- La interpretación (también en su dimensión actoral) es concebida desde una actitud
declamativa, destinada a conmover al público. Esto va relacionado con un extenso
rango dinámico en la entonación y en el fraseo.

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