1494376la Teoría Marxista de La Plusvalía Absoluta
1494376la Teoría Marxista de La Plusvalía Absoluta
1494376la Teoría Marxista de La Plusvalía Absoluta
1Este análisis está basado fundamentalmente en Carlos Marx, El Capital, Editorial de Ciencias Sociales, La
Habana, Cuba, 1980, tomos I y III. La mayor parte de las referencias corresponde a estos dos textos.
revolución industrial, son el resultado del modelo vigente de acumulación, que
beneficia exclusivamente a las empresas multinacionales y al capital financiero, al
servicio de los intereses de los países más poderosos del orbe.
Decir que los intereses del capital y los intereses de los obreros son los mismos
equivale simplemente a decir que el capital y el trabajo asalariado son dos
aspectos de una misma relación. El uno se halla condicionado por el otro, como
el usurero por el derrochador y viceversa (...) Incluso la situación más favorable
para la clase obrera, el incremento más rápido posible del capital, por mucho
que mejore la vida material del obrero, no suprime el antagonismo entre sus
intereses y los intereses del burgués, los intereses del capitalista. Ganancia y
salario seguirán hallándose, exactamente lo mismo que antes, en razón
inversa2.
2 Trabajo asalariado y capital, en C. Marx y F. Engels, Obras Escogidas, Moscú, Editorial Progreso, 1972, p.81-
86.
En el primer tomo de El Capital, Marx aclara que, a diferencia de las sociedades
anteriores, en la producción capitalista, tanto los medios de producción como el
producto son propiedad del burgués y no del productor directo, es decir, del obrero.
Por eso, desde el instante en que entra al taller del capitalista, el valor de uso de su
fuerza de trabajo, y por tanto su uso, o sea, el trabajo, le pertenece a éste. Cuando
compra la fuerza de trabajo, “el capitalista incorpora el trabajo del obrero, como
fermento vivo, a los elementos muertos de creación del producto, propiedad suya
también” (T I, 147). Así, el trabajo resulta ser un proceso entre objetos comprados por
el capitalista, pertenecientes a él. “El capital es trabajo muerto que no sabe
alimentarse, como los vampiros, más que chupando trabajo vivo...” por ello, señala
Marx, “el tiempo durante el cual trabaja el obrero es el tiempo durante el cual el
capitalista consume la fuerza de trabajo que compró. Y el obrero que emplea para sí su
tiempo disponible roba al capitalista” (T.I, 190).
b. La jornada de trabajo
La suma del trabajo necesario y del trabajo excedente o, en otros términos, del
período de tiempo en el cual el obrero repone el valor de su fuerza de trabajo y de
aquel en el cual produce la plusvalía, constituye la magnitud absoluta de su tiempo de
trabajo, o sea la jornada de trabajo, que es una cantidad variable (T.I, 187-188).
Entonces, para vencer el obstáculo físico que representan los límites naturales
de la fuerza de trabajo, al capitalista no le queda otra salida que relevar las fuerzas de
trabajo recurriendo a diferentes métodos, como por ejemplo, estableciendo un régimen
de turnos, de día y de noche, para lograr que los procesos de producción sean de 24
horas diarias. Marx nos deja ver que el propietario de la fábrica no se pregunta por el
límite de vida de la fuerza de trabajo, por cuanto lo único que a él le interesa es
movilizar y activar el máximo de fuerza de trabajo durante una jornada. Y para
4Dr. Richardson, “Work and Overwork”, en Social Science Review, 18 de julio de 1863 (citado por Marx en El
Capital, Tomo I, p.212).
conseguir este rendimiento, “no tiene inconveniente en abreviar la vida de la fuerza de
trabajo”, agrega (T I, 222).
Pero el progreso de la gran industria permite además emplear obreros sin fuerza
muscular o sin un desarrollo físico completo, que posean, en cambio, una gran
flexibilidad de movimiento. Recordemos que el trabajo incorpora a mujeres y a niños
de ambos sexos. Tal como lo expresa gráficamente Marx,
5 K. Marx, Salario, precio y ganancia, en K. Marx y F. Engels, Obras Escogidas, Editorial Progreso, Moscú, p. 225.
obra La situación de la clase obrera en Inglaterra, Engels documenta ampliamente esta
situación. Refiriéndose a un informe de una comisión fabril de una ciudad de
Inglaterra, presentado en 1833, señala lo siguiente:
A menudo las mujeres retornan a la fábrica apenas tres o cuatro días después
del alumbramiento y, como es natural, dejan en sus casas a su lactante; en sus
horas libres deben correr de prisa a sus hogares para amamantar al niño y de
paso comer algo ellas mismas7.
6 Friedrich Engels, La situación de la clase obrera en Inglaterra, Crítica, Grupo Editorial Grijalbo, Barcelona, Buenos
Aries, México DF, 1978, p 404-405.
7 Ibid., p.197.
En lo que respecta a las condiciones laborales de los niños, en el primero tomo
de El Capital Marx también hace un extenso recuento de diversos autores de la época
que documentan a fondo el problema. Pero no se queda sólo con narraciones de
segunda mano, sino que introduce directamente en su relato a los diversos actores del
proceso productivo en la moderna industria fabril: burgueses, inspectores, médicos y,
por supuesto, obreros. Como lo señala el marxista norteamericano contemporáneo
Marshall Berman, en un reciente trabajo denominado “La gente en El Capital”,
Aparte de tan negativos efectos físicos y morales en los niños, convertidos por
fuerza en obreros, la gran industria trajo el abaratamiento de la fuerza laboral del
individuo. Ahora su valor no se determina ya por el tiempo de trabajo necesario para el
sustento del obrero adulto, sino por el tiempo de trabajo necesario para el
sostenimiento de la familia obrera, distribuyendo entre todos sus miembros el valor de
la fuerza de trabajo de su jefe y, por tanto, depreciando el valor de la fuerza de
trabajo. Así, “la maquinaria amplía, desde el primer momento, no sólo el material
humano de explotación, la verdadera cantera del capital, sino también su grado de
explotación (T.I, 347).
Por ello, señala Marx, la introducción de la maquinaria trae en sí una paradoja. Es,
sin duda, el instrumento más formidable que existe para intensificar la productividad
8 Marshall Berman, “The People in Capital”, en Adventures in Marxism, Verso, Londres-Nueva York, 1999, p.83.
del trabajo y para acortar la jornada laboral, pero se convierte también en el medio
más útil para prolongar esta jornada, haciéndola rebasar todos los límites naturales,
y para convertir la vida del obrero y de su familia en tiempo de trabajo disponible
para la explotación del capital (T.I, 355). Dentro del sistema capitalista, todos los
métodos encaminados a incrementar la productividad se realizan a expensas del
obrero y todos los medios que apunten al desarrollo de la producción se convierten
en medios para esclavizar al que produce:
Marx señala que tan pronto como el movimiento creciente de rebeldía de la clase
obrera obligó al Estado a acortar la fuerza la jornada de trabajo, los capitalistas se
dedicaron con todo ímpetu a producir plusvalía relativa, acelerando los progresos de la
máquina.