La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)
La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)
La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)
PLANTEAMIENTOS IDEOLÓGICOS
LA INSTITUCIONALIZACIÓN DEL RÉGIMEN:
DIRECTORIO MILITAR
DIRECTORIO CIVIL
BIBLIOGRAFÍA
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La dictadura enlazó perfectamente con varios regímenes dictatoriales existentes en el
este de Europa, como el del general Metaxas en Grecia, de Milán Stojadinovic en
Yugoslavia Pilsudski en Polonia, y Horthy en Hungría.
Sus causas están más relacionadas con cuestiones propias de la política española del
momento que con los profundos desequilibrios que en otras sociedades del continente
había creado la Primera Guerra Mundial y sus consecuencias.
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El socialista Indalecio Prieto en un artículo escrito poco después del golpe de Primo de Rivera señalaba
a Alfonso XIII como el instigador del mismo con la finalidad de impedir que la Comisión de
Responsabilidades por el Desastre de Annual pudiera formular ningún tipo de acusación.
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El desastre de Annual había provocado un intenso movimiento de protesta en la opinión pública y en
sectores políticos, exigiendo responsabilidades, sino también porque la débil posición militar de España
en la zona había provocado la movilización de las quintas de los años 1918, 1919 y 1920, incluidos los
soldados de cuota, hijos de las clases medias que hasta entonces se habían librado del servicio militar por
un pago en metálico. Esta situación había provocado un movimiento en contra de la guerra. Además los
militares estaban divididos, entre “continuistas” y “abandonistas” con respecto a la guerra. Junto a esto, el
error de Abd-el-Krim, el líder de las kabilas rifeñas rebeldes, precipitó los acontecimientos; facilitó la
colaboración franco-española, para preparar una acción conjunta, que se plasmó, de forma inmediata, en
la organización de una ejército de 200.000 españoles y 300.000 franceses, desembarcando en septiembre
de 1925 en Alhucemas. La ofensiva fue un éxito y Abd-el-Krim se entregó a las autoridades francesas.
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tropas españolas a posiciones seguras. Más tarde, el 8 de septiembre de 1925,
“el problema de Marruecos” se convertía en el mayor éxito del dictador.
El problema del orden público (sobre todo en Barcelona: terrorismo de CNT
y los llamados “sindicatos libres” amparados por la patronal). La primera
reacción de la Dictadura ante esta situación fue la implantación del estado de
guerra durante casi dos años (hasta el 17 de mayo de 1925), lo que se tradujo
en una restricción de las libertades públicas, la prohibición continua de
reuniones y asociaciones, y la implantación de una manifiesta censura de
prensa. La persecución contra las organizaciones obreras cenetistas se amparó
en una ley del mes de marzo de 1923, que obligaba a las sociedades obreras a
dar publicidad tanto de sus actividades como de las cotizaciones de sus
afiliados y la administración de las mismas, con la presentación de sus libros y
cuentas ante los gobiernos civiles. Ante esta norma, la mayor parte de las
sociedades anarquistas decidieron pasar a la clandestinidad, para evitar (sin
lograrlo), las persecuciones.
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Republicanos y liberales no tienen voz ni fuerza para marcar su oposición.
La censura previa de la prensa silenciará las protestas de sus dirigentes.
Cuando Maura o Romanones protestan se ven envueltos en el desprecio
oficial por la vieja política que sirve de programa al Directorio. Los jóvenes
mauristas que animaban la democracia cristiana y el Partido Social Popular se
escinden claramente entre autoritarios, que serán colaboradores del nuevo
régimen (V. Pradera, S. Aznar, Minguijon) y demócratas que se mantendrán
en la neutralidad (Ossorio y Gallardo).
La prensa conservadora (ej. El Debate) apoya claramente el
pronunciamiento y aprovecha la ocasión para señalar los males que unos y
otros quieren ver combatidos y las medidas que según ellos hay que adoptar.
Los sindicatos católicos (minoritarios), esperan ser los interlocutores del
nuevo régimen en vez de los dirigentes de la UGT.
Movimiento autonomista: en 1922 se había creado Acció Catalana,
izquierda radical del movimiento autonomista escindida de la Lliga cuando
ésta se aproximó al poder central en 1918. Acció Catalana se declaró hostil al
pronunciamiento. El real decreto anticatalanista de 14 de septiembre de 1923
parecía de aplicación selectiva. A principios de 1924 las detenciones
alcanzaron sin distinción a los dirigentes de las dos organizaciones catalanas:
Lliga y Acció Catalana.
Nació más por circunstancias españolas que como parte de una evolución o
tendencia europea.
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Trató de crear un nuevo Estado, impuso instituciones de carácter corporativo y
el dictador y sus principales ideólogos (Aunós, Pemartín, Ramiro de Maeztu)
exaltaron el fascismo italiano.
Antonio Maura rompió en 1924 toda relación con Primo de Rivera, pero la
defensa de un gobierno fuerte atrajo a muchos mauristas. También Juan de la
Cierva puso sus huestes a disposición del general.
El presidente del Directorio: era definido como ministro único por el real
decreto de 15 de septiembre. Ninguno de los demás miembros del
Directorio puede despachar con el monarca (decreto de 2 de diciembre de
1923)3. Clara participación del rey en la promulgación de las decisiones.
El somatén nacional no tenía carácter representativo y por ello Primo de
Rivera fundará un partido cívico que responda a la imagen que tiene el
fascio italiano.
El partido Unión Patriótica. Se adhieren a él los miembros del Partido
Social Popular, muchos elementos mauristas y tradicionalistas y los
oportunistas que antes aprovechaban el sistema caciquil: ricos propietarios,
industriales y comerciantes, clases medias neutras, medios agrarios
castellanos, círculos católicos, funcionarios. Se convierte en un medio para
tratar de compartir el poder local. Las uniones locales reciben el apoyo
oficial de los gobernadores y a partir de abril de 1923 se ejerce una
verdadera tutela administrativa sobre la Unión Patriótica.
Asamblea Nacional Consultiva (12-9-1927) para representar a la nación y
elaborar un nuevo proyecto constitucional que sustituyera a la Constitución
de 1876. De naturaleza corporativa, participaron en ella representantes de
la administración, el ejército, la Iglesia, la economía –patronos y
sindicalistas– y las universidades u otras corporaciones, además de
numerosos asambleístas de designación gubernamental.
La realidad fue que, las relaciones entre el poder y la sociedad se verificaban a través
de los órganos administrativos de carácter militar, o por el uso y abuso de los medios de
comunicación (discursos, notas a la prensa de inserción obligatoria, etc.) De
representación institucional de las ideas y los intereses, nada o casi nada.
Los oficiales del Ejército no estaban preparados para las tareas administrativas y, por
otra parte le era difícil al Directorio llamar a los políticos de los partidos que acababa de
condenar. No le quedaba más que buscar entre los hombres que se encontraban
marginados por el sistema político anterior a septiembre de 1923 y que profesaban ideas
suficientemente afines con las del dictador: estos colaboradores provinieron del
maurismo, como Calvo Sotelo; de la Lliga, con el ex secretario de Cambó, Aunós, y de
medios que hoy serían tecnócratas, aunque ninguno de ellos se caracterizara por su
excesivo liberalismo: Guadalhorce, Flores de Lemus.
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Aunque no adjudicaba las carteras ni la categoría de ministros, tendría “todas las facultades, iniciativas y
responsabilidades inherentes a un Gobierno conjunto”, si bien tendría una firma única que el presidente
sometería al monarca. De inmediato se nombran los nueve generales y el contralmirante que debían
integrar el Directorio, y un Real decreto de 15 de septiembre extiende el estado de guerra –que se había
declarado para Madrid el día anterior- a todo el país, al mismo tiempo que son sustituídos los
gobernadores civiles por militares; “Primo de Rivera –y sólo él- era el responsable de la gobernación del
país, y el funcionamiento de toda la Administración del Estado quedaba en manos del Ejército”.
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Piezas esenciales de su propaganda y legitimación: unidad nacional,
nacionalismo económico e hispanoamericanismo, como evocación del pasado
imperial.
En su ideología había tres líneas dominantes: un concepto católico tradicional
de la moral y la vida social le llevaba al paternalismo, pero al mismo tiempo,
al sentimiento de la responsabilidad. De su educación castrense proviene su
estimación del valor personal impregnado de afirmación de la masculinidad,
y la importancia de la jerarquía de mandos y obediencias. De su
providencialismo original, de su alejamiento de la vida cultural de España, le
queda una admiración por la ciencia y la instrucción, acompañada de un
desprecio por los intelectuales.
La política iniciada por Primo no era doctrinaria. Conservadora en todos los sentidos,
encontraba el aplauso de los diversos componentes del conservadurismo español:
defensa moral y religiosa, defensa social y rechazo del individualismo. Se añadían
también, un concepto castrense de las relaciones sociales y la idea de que al Estado le
corresponde un papel regenerador mediante el fomento de la instrucción y de la
producción. Es decir, una actitud, en parte, reaccionaria por antiliberal –con raíces en la
Ilustración- y progresista en su entusiasmo por el adelanto de las ciencias y la voluntad
de modernización.
PRIMERAS MEDIDAS
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gubernativos militares, y ayuntamientos (asignó las concejalías a los mayores
contribuyentes de cada localidad) y diputaciones provinciales por gestoras,
suprimió la Mancomunidad de Cataluña e impuso un régimen de censura de
prensa.
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Por otra parte, las acciones depuradoras de los gobernadores civiles sobre los viejos ayuntamientos
tampoco afectó al poder real de los grandes caciques, sino que se centró en personajes de segunda fila
(alcaldes, concejales).
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los que destacaron José Calvo Sotelo (Hacienda), Eduardo Aunós (Trabajo) y que
procedía de la Lliga Regionalista.
Desde el Ministerio de Trabajo, Aunós estrechó la colaboración con los
socialistas, iniciada tras el golpe de Estado. El Directorio puso en marcha un modelo de
relaciones laborales que pretendía eliminar los conflictos sociales mediante la
intervención del Estado en las mismas, con la práctica de un cierto reformismo social y
la integración de los sectores moderados del movimiento obrero en los organismos de
mediación y arbitraje creados al efecto.
Hasta 1929, el régimen dictatorial se mantuvo sobre la base institucional de la
colaboración directa del rey y de Primo de Rivera mediante la promulgación de reales
decretos, que en lo social y económico evidenciaban una intervención creciente del
Estado, denominada corporativismo y que pretendía abrir una tercera vía entre
capitalismo y socialismo.
El corporativismo recogía y ampliaba los comités paritarios creados en Cataluña en
1919, destinados a resolver por la negociación los conflictos laborales.
El decreto ley de 26 de noviembre de 1926 crea la Organización Corporativa
Nacional, según los principios del corporativismo de raíz católica, al estar inspirado por
la doctrina social de la Iglesia, pero que también estaba influido por el corporativismo
de la Italia fascista. Controlaba los conflictos, institucionalizaba a la organización
sindical socialista y la reforzaba a ojos de los patronos más radicales. De ese modo, las
huelgas se mantuvieron en un nivel bajo. En 1925 Largo Caballero aceptó una plaza en
el Consejo de Estado.
Los comités paritarios, formados por igual número por patronos y obreros,
estaban encabezados por:
Si los comités paritarios tenían como base los oficios, eran las asociaciones
patronales o profesionales y los sindicatos los que servían como organismos
electorales de esta organización corporativa. Y aunque patronos y obreros podían
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organizarse libremente, la corporación, por el contrario, era obligatoria. Todo
sector industrial y comercial estaba incluido en una corporación, a cuya
jurisdicción laboral quedaba sometido obligatoriamente. No fue posible, sin
embargo, establecerlos en el campo por la abierta hostilidad de los terratenientes.
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Se creará también, un Patronato del Circuito Nacional de Firmes Especiales (1924)
para la mejora de una red radial de 7.000 Km. de carreteras. Se pasó de un promedio
de 1.000 km. al año entre 1919-1923 a 2.800 km. en 1924-1930.
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Organismos integrados por vocales nombrados libremente por obreros y patronos –bajo la presidencia
del Ministerio de Trabajo- para regular las relaciones laborales, aprobar y elaborar la legislación
pertinente y resolver conflictos y huelgas, desde una concepción que hacía del Estado el instrumento de
integración de las fuerzas sociales (capital y trabajo) al servicio de los intereses superiores de la nación.
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Así pues, bajo el disfraz del corporativismo para las relaciones laborales y de un
intervencionismo de Estado en la actividad económica, no se manifestaba una política
realmente original. Se profundizaba en el nacionalismo del capitalismo español, con las
dos facetas de protección exterior y tendencia oligomonopolísticas de los sectores
productivos, y control de la conflictividad mediante cauces burocráticos anuladores de
su expresión.
Con la satisfacción de los grupos de presión más poderosos –oligarquía terrateniente y
financiera-, contrasta la decepción o el enojo de muchos sectores de la pequeña
burguesía comercial o industrial.
En Política Exterior:
La clave del éxito fue –junto con el error de Abd el-Krim de extender la guerrilla al
Marruecos francés- la espectacular operación anfibia hispano-francesa sobre
Alhucemas, llave del Rif, en septiembre de 1925. Abd el-Krim se rindió a Francia en
1926 y en julio de 1927, el jefe del Ejército de África, el general Sanjurjo, anunció el fin
de la guerra.
EL FRACASO DE LA DICTADURA
Los problemas que la dictadura tuvo antes de 1928 6no tuvieron de hecho
trascendencia política inmediata. A partir de 1928 se produjo una reaparición de la
conflictividad y que tuvieron un efecto político determinante: generar una creciente
desconfianza sobre la capacidad de la Dictadura para impulsar su institucionalización y
garantizar su continuidad.
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universitarios de El Escorial (agustinos) y Deusto (jesuitas). Los numerosos
conflictos de orden público llevó a cerrar la Universidad de Madrid, sancionar
a numerosos estudiantes y a la dimisión de conocidos catedráticos7.
En 1929 el prestigio económico de la dictadura se derrumbó. La peseta se
depreció aceleradamente, por el excesivo aumento del gasto público y el
déficit de la balanza de pagos.
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-La derecha católica, constata el desvío político de la Unión Patriótica y su fracaso
organizativo. Algunos elementos demócrata-cristianos, como Gil Robles y Giménez
Fernández, no ven llegar el momento en que se aplicarán los principios de escrutinio
proporcional, voto femenino, autonomía municipal.
-La Iglesia no encuentra en Primo de Rivera el paladín deseado.
-En julio de 1929 varios pequeños grupos republicanos formados en la clandestinidad
–Acción Republicana, liderado por Azaña- y algunos de los restos del republicanismo
histórico, como el Partido Radical de Lerroux, formaron Alianza Republicana.
-En Cataluña, la oposición a la Dictadura se alineaba en la izquierda republicana y
en el nacionalismo radical (Acció Catalana, Partit Republicá Català, Acció Republicana
de Catalunya, Unió Socialista de Catalunya, Estat Català, grupo L’Opinió, Partit
Comunista Català y otros).
-La CNT ha logrado reorganizarse en federaciones locales. En 1927 nace la
Federación Anarquista Ibérica (F.A.I.), radicalización teórica y práctica que rompe con
la línea de Angel Pestaña, aún favorable a actuar a través de los comités paritarios.
Poco a poco se fue reduciendo la base política del poder y éste se hizo más autoritario.
La oposición al nuevo régimen demostró su profunda división ideológica, su
incapacidad táctica y estratégica:
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Recelaban de la Organización Corporativa Nacional, alegando el peso sindical
en los comités paritarios limitaba la libertad de empresa. Pero también del
creciente intervencionismo económico. Sobre todo se opusieron a instaurar el
impuesto sobre la renta que quiso establecer José Calvo Sotelo y al que tuvo
que renunciar.
A partir de 1928 muchos inversores que lo habían hecho después de la
Primera Guerra Mundial, repatriaron su dinero y la peseta se hundió. Calvo
Sotelo tuvo que dimitir el 20 de enero de 1930.
También los estudiantes se movilizaron contra el dictador.
La realidad fue que entre enero de 1930 y abril de 1931, se vivió un doble proceso:
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BALANCE DE LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA
Había que empezar de nuevo a tejer lo que la corona y los militares habían destejido, o
sea, a dar al estado una constitución.
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los viejos políticos se dividieron entre los que pensaban que aquí no había
pasado nada y proponían convocar elecciones como si estuviera vigente la
constitución de 1876 (presididos por Berenguer, que dudaron y demoraron la
convocatoria de elecciones) y los que pensaban que había pasado mucho y que
habría que convocar cortes constituyentes previa la abdicación del rey en uno de
sus hijos (entre ellos se encontraban distinguidos reformistas y algunos
liberales). Éstos se organizaron como constitucionales y comenzaron a tramar
una operación que incluiría a los partidos republicanos
con la caída de la dictadura se inició un proceso de rápida politización: todo
el mundo comenzó a definirse. ahora era por el rey o contra el rey = por la
monarquía o la república.
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