Immanuel Kant
Immanuel Kant
Immanuel Kant
Fecha: 05/09/2023
Desarrollo
La ética kantiana, o para Kant, “el sentido de la realidad misma”; era para él, el objetivo, la
finalidad que tiene la vida en el ser humano. La ética en este punto empieza a tender hacia dos
caminos, dos definiciones distintas, una es la del deber la de poder comprender el bien y el mal, y
otra es la búsqueda de la felicidad.
De este modo Kant estaba más a favor que la ética o el objetivo de la vida estaba en la voluntad que
le ponemos a conseguir los resultados, es decir el deber de hacer las cosas por el simple hecho de
hacerlo con “buena voluntad”. Sólo la voluntad es buena: incluso podemos hacer actos “buenos”
pero movidos por una mala voluntad. En otras palabras, lo que interesa es la buena voluntad más
que el acto mismo. Nos explica Kant: “la buena voluntad no es buena por lo que efectúe o realice,
no es buena porque alcanza algún fin que nos hayamos propuesto; es buena sólo por el querer, es
decir, es buena en sí misma”. O sea no interesa el qué sino el cómo: no interesa cuál fin persigamos
con nuestros actos, sino cómo buscamos alcanzarlo, y esto último puede hacerse con mala voluntad
o con buena voluntad.
Aquí está la relación con el sentido del deber que tanto defiende Kant, para él, el deber de hacer las
cosas bien, no es por la finalidad de la moralidad que tiene cada uno, sino en cómo llegamos a esa
finalidad. Tomando el ejemplo de la fuente, si nosotros donamos a un hospital, puede parecer un
acto bondadoso, pero si la finalidad última, es donar para que después nos atendemos en este buen
hospital, es una voluntad egoísta. Para Kant entonces obrar bien no es perseguir una finalidad, sino
simplemente actuar por deber, independientemente de las circunstancias. Así, dice Kant: “una
acción hecha por deber tiene su valor moral, no en el propósito que se quiere alcanzar, sino en la
máxima por la cual se rige dicha acción; no depende pues, de la realidad del objeto de la acción,
sino meramente del principio del querer”. Por eso, se contradice con la ética y su finalidad en la
felicidad, ya que si la vida tratase de ser feliz, en muchas ocasiones no importe el método si es malo
o deshonesto, que hay que realizar para poder ser felices, se contrapone con la teoría del deber. Ya
que, aquí, no importa el cómo, sino la propia finalidad de buscar la felicidad egoísta.
Es en este espacio donde entra en juego la conciencia moral, hasta que punto nuestra razón y
conocimiento, entran en el juego del sentido de la vida. Desde qué punto la razón del ser humano, y
el conocimiento sobre las cosas y el universo, entran en juego para comprender el sentido de la
realidad para entender el deber del ser.
Así, dice Kant que “todos los conceptos morales tienen su asiento y origen, completamente a priori,
en la razón, y tanto en la razón más vulgar como en la más preparada, pues ese principio universal
que nos ofrece la razón es común a todos los hombres.” En otras palabras, para comprender el deber
de nuestra ética debemos entender al universo, ¿y cómo entendemos eso? Pues entendiéndonos a
nosotros mismos, qué es lo que somos y cuáles son nuestras capacidades y nuestros límites para
obtener conocimiento. Hasta qué punto el hombre puede entenderlo todo. Es por eso que Kant,
entiende a la construcción de la moralidad, como una construcción propia y subjetiva.
Una vez que nos hayamos entendido a nosotros mismos, podemos entender el Universo y con ello,
entender el sentido que tiene la realidad, la ética. Para ello Kant fórmula la idea de cómo
conocemos, entre 3 preguntas: ¿Qué puedo saber?¿Qué debo saber?¿Qué me cabe esperar?,
resumiéndolas en una sola ¿Qué es el hombre? Esto lo hizo con la finalidad de poder entender los
límites que tiene el ser humano, la esperanza en el saber lo incomprendido y desconocido en nuestro
conocimiento. Para así poder construir la realidad misma y subjetiva, en base a conocernos a unos
mismos. Pero y sin embargo, como no todos somos iguales, entendemos la realidad de forma
individual, cada quien tiene la percepción de la realidad individual, pero el hecho de que todos
vivimos en un contexto social y culturalmente parecido, la percepción que tenemos de la realidad es
significativamente igual o parecida.
Es por eso que para Kant, “las cosas no son lo que parecen, sino lo que somos”, ya que la realidad
misma es la proyección que nosotros mismos hacemos, teniendo en cuenta la estructura previa (“A
priori”, según Kant) que tenemos cuando nacemos. TODOS tenemos la misma estructura previa, es
compartida, y por ende, las cosas (la realidad) son el resultado de la relación que tenemos nosotros
con lo que creemos suponer que son esas cosas.
Aquí se encuentra la relación entre comprender el deber y conocer la realidad, ya que para Kant, la
consciencia moral es la conciencia del deber ser. Esto no significa que hagamos las cosas como se
deben, sino que podamos entender y construir qué es lo que debemos hacer.
La ética kantiana es muy clara cuando explica lo que es el bien y el mal, y nos lleva fuera de las
ciencias, y de la psicología; fenómenos que intentan explicar que el hombre es así, es decir bueno o
malo, por la propia naturaleza de este. Pero como lo explica la ética kantiana, esta se aleja de la
naturaleza del hombre, ya que está más relacionada al deber ser que a los fenómenos naturales del
hombre. Separa el ser del deber ser. Todos sabemos lo que está bien y lo que está mal, por ende,
todos tienen la libertad de obrar éticamente o no.
Conclusión:
En el transcurso de este informe, hemos explorado de manera detallada la filosofía kantiana y sus
profundas reflexiones sobre la ética, el conocimiento, la realidad y la conciencia moral. Immanuel
Kant, un destacado pensador de la filosofía moderna, nos ha invitado a adentrarnos en su visión del
mundo y del ser humano.
Uno de los conceptos centrales que hemos analizado es el papel crucial de la buena voluntad en la
ética kantiana. Kant nos enseña que la moralidad radica en el actuar por deber, independientemente
de los resultados o las circunstancias. Para él, la ética no está vinculada a la búsqueda de la felicidad
egoísta, sino en la manera en que nos esforzamos por hacer lo correcto por el simple hecho de
hacerlo.
Además, hemos explorado cómo Kant enfatiza la importancia de la conciencia moral y cómo
nuestra razón y conocimiento son fundamentales para comprender el sentido de la realidad y el
deber moral. Kant nos desafía a conocernos profundamente a nosotros mismos y a comprender
nuestras capacidades y limitaciones como seres humanos, lo que nos permite construir una ética
personal.
La idea de Kant de que “las cosas no son lo que parecen, sino lo que somos” nos recuerda que
nuestra percepción de la realidad está influenciada por nuestra estructura previa y nuestras
experiencias individuales. A pesar de estas diferencias individuales, Kant sugiere que todos
compartimos un principio universal común en nuestra razón, lo que nos permite comprender el
deber moral.
En última instancia, la ética kantiana nos anima a alejarnos de las explicaciones basadas en la
naturaleza humana y a centrarnos en el deber ser. Nos recuerda que todos tenemos la libertad de
obrar éticamente, y que la moralidad no se encuentra en la determinación de si somos buenos o
malos por naturaleza, sino en la elección de actuar de acuerdo con principios éticos universales.
El legado de Immanuel Kant en la filosofía moderna nos insta a reflexionar sobre nuestra ética
personal y a reconocer la importancia de la buena voluntad, la conciencia moral y la razón en la
construcción de nuestro sentido de la realidad y nuestro deber moral. Su obra continúa siendo
relevante y desafiante, invitándonos a explorar más profundamente las complejidades de la
moralidad y la existencia humana.