Acto Jco GSM 2016

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 121

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE CHILE

FACULTAD DE DERECHO

LA RELACIÓN JURÍDICA Y DERECHOS SUBJETIVOS

PROFESORA GIANNELLA SONATORE MOLINA


DERECHO CIVIL I: ACTO JURÍDICO
2016
LA RELACIÓN JURÍDICA

Hasta ahora estudiamos el concepto de relación jurídica y sus elementos, a


continuación haremos un breve resumen de los elementos más importantes de
ella, trataremos la clasificación de las relaciones jurídicas, estudiaremos el
concepto de situaciones jurídicas y nos detendremos en el elemento Derecho
Subjetivo, continuando con el Deber Jurídico.

CONCEPTO

La relación jurídica es un vínculo entre dos sujetos de derecho nacido del


hecho condicionante descrito por una norma jurídica que faculta a un sujeto activo
o pretensor a exigir de otro sujeto pasivo u obligado la realización de una
determinada prestación.

Es la vinculación entre dos o más sujetos regulada por el derecho objetivo.


El derecho le otorga a uno de estos sujetos, el activo, el poder de exigir el
cumplimiento de una prestación y al otro, el pasivo, le impone el deber de cumplir
con ella.

Las relaciones jurídicas surgen de un hecho jurídico, como en el caso de los


cónyuges, que surge del matrimonio, o la del deudor y acreedor que surge de la
celebración de un contrato. De otra parte también puede surgir de un hecho ilícito
que produzca consecuencias jurídicas.

ELEMENTOS DE LA RELACIÓN JURÍDICA

1) La norma jurídica
2) Hecho condicionante
3) Los sujetos de derecho
4) Vínculo entre los sujetos de derecho
5) Situaciones jurídicas correlativas que están compuestas por el derecho
subjetivo y el deber jurídico
6) Objeto de la relación jurídica y éste es la prestación, se traduce en la
conducta que desea realizar de acuerdo al ordenamiento jurídico.

Otros autores dicen que también hay un 7 mo elemento: la sanción, pero nosotros lo
vamos a establecer como un elemento de la consecuencia jurídica y no de la
relación jurídica.

1) La norma jurídica: De la norma jurídica se deriva que la relación sea jurídica,


de esta recíproca relación de las partes surge a propósito de que una norma
jurídica le atribuyen una obligación y un derecho (deberes).

Es entonces la norma jurídica la que va a regular esta relación entre sujetos.


Va a ser también la que va a contemplar el hecho, que es el hecho condicionante,
que origina la relación jurídica.

2) Hecho condicionante: Hecho es cualquier acontecimiento que sucede en un


tiempo y espacio, el hecho condicionante es aquel evento que ocurre en la
realidad y al cual la norma jurídica le atribuye ser el origen de la relación jurídica.
Es aquel que origina la relación jurídica, ya que nace como consecuencia de un
hecho que ocurre en la realidad, y este hecho es el hecho condicionante.

Características del hecho condicionante:

1) Es siempre un hecho jurídico. Los hechos admiten una clasificación:

a) Hechos ajurídicos y b) Hechos jurídicos.

a) Ajurídicos: O también llamados simples hechos o hechos materiales; son


todo suceso que ocurre en el mundo que tienen su origen en la naturaleza o
acciones del hombre y que no producen efectos jurídicos. Se trata de
hechos que no tienen ninguna relevancia para el derecho porque no tiene
consecuencias jurídicas.

b) Jurídicos: Son todo suceso que ocurre en el mundo o la realidad que tiene
su origen en la naturaleza o acción del hombre y que producen efectos
jurídicos. Estos efectos jurídicos son la adquisición, modificación o pérdida
de un derecho. Se trata en este caso de hechos, eventos que ocurren en la
realidad y tienen relevancia para el derecho porque producen
consecuencias jurídicas. Se da porque existe una norma jurídica que
contempla o establece que ese hecho es un antecedente de una
determinada consecuencia jurídica.

Estos hechos jurídicos admiten una clasificación:

a) De naturaleza o propiamente tales y b) Hechos del hombre.

a) Son todos aquellos eventos que ocurren en la realidad que producen


consecuencias jurídicas y tienen su origen en la naturaleza sin que intervenga el
hombre. Por ejemplo: El nacimiento, la muerte.
Con el nacimiento se da origen a la personalidad.
La muerte produce que pone fin a la personalidad.

b) Aquellos sucesos que ocurren en la realidad que producen consecuencias


jurídicas y que tienen su origen en la acción del hombre. Estos hechos jurídicos
del hombre a su vez admiten una clasificación:

1) Involuntarios y 2) Voluntarios
1) Involuntarios: Son aquellos sucesos realizados por el hombre sin
encontrarse en pleno ejercicio de sus facultades volitivas. Como por
ejemplo: Los actos de un infante, demente, alcohólico, drogadicto.

2) Voluntarios: Son aquellos sucesos o eventos que realiza el hombre en


pleno ejercicio de sus facultades volitivas.
Puede ser realizado con la intención de producir efectos jurídicos queridos
por el autor, y realizados sin la intención de producir efectos jurídicos.

Los realizados con intención de producir efectos jurídicos, se denominan


actos jurídicos. Los efectos jurídicos que producen son crear, modificar, o
extinguir derechos, por ejemplo: Los contratos.

Definición de Acto Jurídico:

Los actos jurídicos son un hecho jurídico voluntario del hombre realizado con la
intención de producir ciertas consecuencias jurídicas queridas por su autor y
reconocidas por el ordenamiento jurídico.

También se puede definir como una manifestación de voluntad realizada con la


intención de producir efectos jurídicos, los cuales son crear, modificar o extinguir
un derecho.

Los realizados sin la intención de producir efectos jurídicos, se clasifican en:

i) Lícitos: Son aquellos realizados por el hombre y que son permitidos por
el derecho y dan origen a los cuasicontratos.

ii) Ilícitos: Son realizados por el hombre, pero son contrarios al derecho,
estos hechos pueden ser realizados con dolo, en cuyo caso dan origen a
los delitos, pero también pueden ser realizados con culpa y dan lugar a los
cuasidelitos.

2) Puede ser un simple hecho o una situación.

El simple hecho tiene un carácter instantáneo que se realizan y agotan de


inmediato. Por ejemplo: robar, matar.

La situación son hechos que se caracterizan porque tienen una permanencia en el


tiempo. Por ejemplo: Ser chileno, abogado.

3) Los hechos condicionantes pueden ser simples o complejos.

Son simples aquellos que consisten en un hecho o situación única. Por ejemplo: El
nacimiento, el matrimonio.
Son complejos aquellos que consisten en varios hechos o varias situaciones. Por
ejemplo: La prescripción adquisitiva, ya que se requiere del transcurso del tiempo
y de la posesión de la cosa.

Ajurídicos Simples hechos, hechos materiales (no producen efectos jcos.)

HECHOS

Jurídicos De la naturaleza o propiamente tales.

Del hombre Involuntarios

Voluntarios

-Sin intención de producir efectos jcos.

-Con intención de producir efectos jcos.

ELEMENTOS DE LA RELACIÓN JURÍDICA:

1) Los sujetos de derecho


2) El objeto
3) El contenido

1) Los Sujetos de Derecho:

La relación jurídica se establece entre dos o más personas, sean estas


naturales o jurídicas. Estas personas serán el sujeto activo y el sujeto pasivo
de la relación. Son quienes crean la relación jurídica y se les llama partes
diferenciándolos de los terceros, que son extraños a ella.

El sujeto activo: es aquella persona a quien el ordenamiento jurídico le


otorga el poder de exigir el cumplimiento de la prestación, como el acreedor
que es sujeto activo de la obligación, pudiendo obtener el pago de su crédito.

El sujeto pasivo: es aquella persona a quien el ordenamiento jurídico le


impone el deber de cumplir con la prestación. Siguiendo con el ejemplo anterior
es el deudor, quien debe satisfacer la deuda.

La Relación Jurídica puede ser de dos tipos:

1. Simples
2. Complejas
1. Relación Jurídica Simple: Es aquella que presenta un solo derecho del sujeto
activo y un solo deber del pasivo. Ej.: La relación entre el acreedor que prestó una
cantidad de dinero y el deudor que está obligado a devolvérsela.

2. Relación Jurídica Compleja: Es aquella que encierra un conjunto de derechos y


obligaciones coligados entre sí, pudiendo implicar también, varias otras figuras de
poderes, sujeciones, cargas. Ej.: La relación que surge en el contrato de
compraventa entre el comprador y el deudor. El vendedor tiene el derecho a
obtener el precio y el comprador la cosa, así como cada uno tiene su obligación
correlativa, el vendedor de transferir y entregar la cosa y el comprador de pagar el
precio de ella. Además el vendedor tiene obligaciones accesorias como el
saneamiento de la evicción y de los vicios redhibitorios.

2) El Objeto de la Relación Jurídica:

Es aquello sobre lo cual recae el interés de la relación jurídica, esto es,


bienes materiales o inmateriales, actos singulares de otras personas, los servicios,
los vínculos familiares.

3) El Contenido de la Relación Jurídica:

Corresponde a los poderes y deberes que surgen de ella y que constituyen


su sustancia. Ahora bien como ya se dijo esos poderes y deberes pueden ser
únicos o múltiples, unilaterales o recíprocos. El contenido se traduce en lo que la
doctrina ha denominado situaciones jurídicas correlativas, que constan de 2
partes, los derechos subjetivos, o sea, el poder que corresponde al sujeto activo
de la relación jurídica, y el deber jurídico, que corresponde al sujeto pasivo de ella.

CLASIFICACIONES DE LA RELACIÓN JURÍDICA

En este sentido es necesario aclarar que la doctrina no se ha puesto de


acuerdo en cuanto a la clasificación del tema que nos ocupa, de allí que existen
variadas clasificaciones.

1. Considerando la materia de la Relación Jurídica

a) Relaciones de personalidad: aquellas por las que se le atribuye al sujeto la


tutela de un interés relativo a la persona. Se refiere a los derechos y atributos
de la personalidad.

b) Relaciones de familia: aquellas en las que median relaciones de potestad


sobre personas, y de carácter patrimonial. Ej.: relaciones de filiación, de
parentesco, derecho de sucesión en el segundo caso.
c) Relaciones corporativas: aquella que se refiere a las relaciones complejas
entre una persona jurídica y sus miembros y los derechos y obligaciones que
de ellas dependen.

d) Relaciones jurídicas de tráfico: aquellas que contienen distintas clases de


poderes que el ordenamiento jurídico admite sobre los bienes económicos y
respecto a la circulación e intercambio de éstos, Ej.: derechos reales y
obligaciones.

2. Considerando la naturaleza del ente hacia el cual se orienta el poder del sujeto
activo

a) Relaciones Personales: aquellas en que el poder del sujeto activo se orienta


hacia una persona.

b) Relaciones Reales: aquella en que el poder del sujeto activo se orienta sobre
una cosa.

El desconocimiento o violación de una relación real puede dar origen al


nacimiento de una relación personal. Ej.: Si se destruye una cosa ajena violando el
derecho de propiedad de una persona, surge una relación jurídica que obliga al
infractor a indemnizar de los daños y perjuicios ocasionados a la víctima.

4) En un sentido amplio, Barbero distingue entre:

a) Relaciones Jurídicas Activas: aquellas que representan una ventaja para el


titular de la relación.

b) Relaciones Jurídicas Pasivas: aquellas que implican un gravamen.

SITUACIONES JURÍDICAS

A propósito de la clasificación anterior, en doctrina se habla de Situaciones


Jurídicas.

¿Qué es una Situación Jurídica?

Algunos autores la definen como un determinado modo o manera de estar


las personas en la vida social que el ordenamiento jurídico valora y regula.

Distinción:

Las situaciones jurídicas pueden ser unisubjetivas o plurisubjetivas.


S. J. Unisubjetivas: aquellas que son maneras de estar o estados de la persona en
sí misma considerada o respecto de los bienes. Ej.: el estado civil de una persona,
ser mayor de edad. En el segundo caso; la propiedad.

S. J. Plurisubjetivas: aquellas en que una persona se encuentra frente a o


respecto de otra u otras personas. Así ocurre en la relación jurídica, como por
ejemplo en un contrato.

Las Situaciones Jurídicas pueden ser activas o pasivas.

Son Situaciones Jurídicas Activas, el derecho subjetivo, la potestad, la


facultad, la cualidad jurídica, el estado. Analicemos cada uno de estos conceptos:

El derecho subjetivo, es el querer, el poder de obrar para la satisfacción del


propio interés, protegido por el ordenamiento jurídico.

La Potestad, es el poder atribuido a un sujeto, no en interés propio, sino para


realizar un interés ajeno. Este poder se asigna a su titular en razón de la función
que desempeña, generalmente relacionada con su cargo.

La Facultad, es una manifestación del derecho subjetivo que no tiene


carácter autónomo, sino que están comprendidas en este. Las facultades
constituyen el contenido del derecho subjetivo y son manifestaciones concretas de
estos. Ej.: en el derecho de dominio, el uso, goce y disposición.

La cualidad jurídica, es toda circunstancia, permanente o transitoria, que


concurre en una persona y que le atribuye determinada posición frente a las
normas jurídicas, singularmente calificada por éstas. Ej.: el ser heredero, menor de
edad.

El Estado o Status, es una cualidad jurídica del individuo que denota la


posición que tiene en una colectividad humana. Significa un presupuesto de
relaciones jurídicas, derechos y deberes. Ej.: ser chileno o extranjero.

Son situaciones jurídicas pasivas, la deuda, el deber de abstención, la


responsabilidad.

La deuda, es aquella situación que impone a una persona determinada


llamada deudor la necesidad de cumplir una prestación de dar, hacer o no hacer
en interés de otra también determinada, llamada acreedor, como consecuencia de
la relación jurídica que la liga a ésta.

El deber de abstención, es aquel que recae sobre todos los terceros de


omitir o evitar cualquier hecho que perturbe o moleste al titular de un derecho en el
goce del mismo.
La responsabilidad, es la sujeción a la sanción contenida en la norma
violada. Es la sujeción a los efectos reactivos del ordenamiento jurídico dimanante
del incumplimiento de un deber anterior.

Institución Jurídica: Es el conjunto de relaciones jurídicas que presentan


caracteres comunes y se encuentran sometidas a los mismos principios, así como
el conjunto de normas que regulan esas relaciones. Ej.: el matrimonio.

EL DERECHO SUBJETIVO

Como señalamos en las situaciones jurídicas activas se encuentra el


derecho subjetivo que le corresponde al sujeto activo de la relación jurídica. A
continuación estudiaremos en profundidad los derechos subjetivos.

CONCEPTO:

Es la facultad que tiene un sujeto para ejecutar una determinada conducta o


abstenerse de ella o para exigir de otro sujeto el cumplimiento de su deber: una
determinada prestación.

Del concepto se desprende que el derecho subjetivo le otorga a su titular una


triple facultad: 1.- ejecutar una determinada conducta.
2.- abstenerse de ejecutar una determinada conducta.
3.- exigir de otro sujeto, el pasivo u obligado, el cumplimiento de su
deber, de su obligación que se traduce en la prestación que debe cumplir.

ELEMENTOS DE LOS DERECHOS SUBJETIVOS:

a) Interno: Está compuesto por la posibilidad que tiene el titular del derecho de
actuar de acuerdo a la norma imperante y dentro de sus límites.

b) Externo: Representa la imposibilidad de que se impida el ejercicio del derecho,


y además la posibilidad de reaccionar frente al impedimento, lo que se traduce en
la posibilidad de exigir de los otros el respeto de nuestros derechos.

TEORÍAS EN TORNO A LA NATURALEZA DEL DERECHO SUBJETIVO

En general se trata de doctrinas que pretenden explicar la existencia de


los derechos subjetivos. Respecto de ellas se plantean en doctrina 2 posiciones
distintas:

1) Las teorías que niegan la existencia de los derechos subjetivos.


2) Las teorías que afirman la existencia de los derechos subjetivos.
1) Teorías Negadoras

a) Hans Kelsen:

Este autor, niega la existencia del derecho subjetivo individualmente, para Kelsen
el derecho subjetivo es un aspecto del derecho objetivo, forma parte de este. El
derecho objetivo es sinónimo de normas, las que regulan las conductas. El
derecho subjetivo que forma parte de este derecho objetivo para Kelsen es una
facultad, que deriva de la libertad de elección del individuo, o sea de la voluntad
que tiene el individuo, y esta voluntad se va a traducir en decidir acciones frente a
la comisión de un ilícito frente a la sanción coactiva de la que habla Kelsen. O
puede por el contrario decidir actuar para obtener un beneficio.

Para Kelsen entonces el derecho subjetivo en su esencia no es más que la


norma vista de la perspectiva del sujeto a quien obliga. El derecho subjetivo
entonces es el reflejo de la obligación de otro sujeto, es como un espejo.

La negativa de Kelsen respecto de la existencia de los derechos


subjetivos se fundamenta en que además Kelsen niega el dualismo del derecho,
Kelsen es monista y por ello acepta que el derecho es uno sólo, el derecho
positivo, consiguientemente no acepta esta distinción entre derecho subjetivo y
objetivo, como el derecho es uno sólo no admite clasificación.

El derecho subjetivo, es el resultante de la aplicación a los individuos del


derecho objetivo, son posibilidades que la norma jurídica concede al sujeto,
poniéndose a disposición del mismo para que pueda hacer valer sus intereses y
cumplir sus deberes.

b) Teoría de León Duguit:

Este autor, al igual que Hans Kelsen es monista, y niega la existencia de los
derechos subjetivos, así ni los individuos individualmente considerados ni la
colectividad de individuos tienen derechos, lo que tienen son deberes establecidos
por las normas que deben acatarse, estas obligaciones surgen de su calidad de
seres sociales. Sostiene que si existieran los derechos subjetivos, sería un
problema sin solución, por cuanto los derechos subjetivos sólo podrían basarse en
la voluntad, la que él considera forma parte de la metafísica y que no puede ser
demostrada, así se daría una jerarquía de voluntades donde existiría
subordinación.

Para Duguit los derechos subjetivos son una abstracción que nada tiene
que ver con la realidad. Plantea que lo que existen son situaciones jurídicas
subjetivas. Estas situaciones jurídicas subjetivas son la concretización
(materialización) del derecho objetivo en el sujeto individualmente considerado.
2) Teorías Afirmadoras

Las teorías que aceptan la existencia de los derechos subjetivos se


pueden dividir en tres grupos.

a) Teoría a base de técnica.


b) Teorías que confunden el derecho con la acción.
c) Teoría de la realidad.

a) Teoría a base de técnica:

Esta teoría planteada por varios autores explica la existencia de los


derechos subjetivos sobre la base de la técnica.

La finalidad de la técnica es transformar una regla ideal de conducta en


regla obligatoria. Las ideas técnicas son ciertas y sólidas e invaden el campo del
derecho transformándose en principios y en normas obligatorias.

Se hace necesario establecer que relación existe entre el derecho subjetivo y


la técnica, específicamente la técnica jurídica. En este sentido, el derecho
persigue la protección de ciertos intereses que surgen de las relaciones dadas
entre sujetos de derecho, en tanto que la técnica jurídica pretende determinar
cuales son los sujetos de derecho.

Según Gény, la misión de la técnica es adaptar lo natural que surge de la


vida social a la vida jurídica. De esta forma el derecho subjetivo es una noción de
técnica jurídica.

b) Teorías que confunden el derecho con la acción:

Ellas analizan la existencia del derecho subjetivo en relación con la acción.


Ven en la acción la existencia del derecho subjetivo.
Ahora bien, de todo derecho nace una acción que persigue protegerlo.

Según August Thon, toda norma e infracción de ella pertenecen al derecho


público, así la norma que protege bienes y esta protección en su concepto, es por
su esencia, pública.

Respecto del derecho subjetivo plantea que no es un derecho de carácter


privado, sino que estamos en presencia de una infracción a la norma, esta
infracción otorga al perjudicado una acción para corregir la infracción a tal norma.
Así en cada derecho subjetivo existe un interés protegido por la policía jurídica,
esta protección tiene la calidad de derecho subjetivo en la medida que una acción
es puesta a disposición de un individuo, de tal suerte que un derecho sin acción es
solo una abstracción que podría concebirse como derecho natural.

c) Teoría de la Realidad:
Para esta teoría el derecho subjetivo es una realidad jurídica que se impone
como tal y no como plantean las teorías anteriores. Así todo el derecho se basa en
esta noción.

Los derechos subjetivos consisten en las relaciones jurídicas que se dan


entre los sujetos. Estas relaciones pueden ser de naturaleza personal o tener por
objeto una cosa, o sea, real. Ahora bien, las relaciones se basan en principios. En
el caso de los derechos subjetivos, estos principios son las normas objetivas del
derecho. Ej.: En virtud del derecho objetivo el hombre puede adquirir bienes,
surgiendo el derecho de propiedad.

La cátedra reconoce la existencia de los derechos subjetivos como una


realidad jurídica que está presente en toda sociedad.

ESTRUCTURA DEL DERECHO SUBJETIVO

Entre los autores que reconocen la existencia de los derechos subjetivos, se


plantea una discusión en cuanto a la naturaleza de su estructura, esto es, cuál es
el elemento esencial del derecho subjetivo. Varias teorías se preocupan de ello,
veremos las más importantes.

a) Teoría de la Voluntad:

Esta teoría fue planteada por Federico Von Savigny, sin embargo su
principal exponente fue Bernardo Windscheid.

Para esta teoría el derecho subjetivo es considerado como un poder o


señorío otorgado a la voluntad por el ordenamiento jurídico positivo, poder que
está amparado por el derecho.

El elemento principal de esta doctrina es la voluntad y es esa voluntad lo que


permite que ese sujeto sea titular de un derecho. Está amparado por el
ordenamiento jurídico, por ello sin voluntad no tendría derechos.

Esta teoría ha sido criticada por las siguientes razones:

1) Hay casos en que el sujeto que es titular del derecho subjetivo puede no querer
ejecutar el derecho subjetivo, en todo caso el derecho subjetivo igual subsiste. En
el derecho de alimentos yo puedo decidir si lo ejercito o no, pero el derecho
subsiste. Podría también el titular desconocer la existencia del derecho, como el
del heredero que desconoce el fallecimiento del causante, lo desconoce e igual es
titular del derecho de herencia.

2) Existen situaciones en que el sujeto que es titular del derecho subjetivo carece
de voluntad, total o parcialmente, y sin embargo sigue siendo titular del derecho
subjetivo. Esto significaría que los incapaces carecen de derecho subjetivo, y si los
tienen.

3) Existen ciertos derechos subjetivos que son irrenunciables y si el elemento


principal del derecho subjetivo es la voluntad, es posible renunciar a todos los
derechos subjetivos. Hay ciertos derechos de orden público que son irrenunciables
por lo que se dice que como podría ser el elemento principal la voluntad. Como el
derecho del trabajador a sus vacaciones, el derecho de la mujer al post natal y
actualmente del hombre.

b) Teoría del Interés:

Su principal exponente es Rodolfo Von Ihering. Para Ihering los derechos


subjetivos son los intereses jurídicamente protegidos, ¿cómo llega a esta
conclusión? Discrepa con Savigny diciendo que la voluntad es el objeto del
elemento subjetivo y no el elemento principal. Los derechos subjetivos existen
porque existen a su vez ciertos fines que el individuo quiere lograr y esos intereses
están protegidos por la ley. Los derechos subjetivos son el interés jurídicamente
protegido.

Estos intereses se relacionan con el elemento finalidad de las normas de


conducta en general y de las normas jurídicas en particular, la finalidad
corresponde a los valores que todas las normas y particularmente las normas
jurídicas pretenden proteger.

Tiene 2 elementos:

a) Esencial o material: que es el interés del individuo, puede ser de


carácter moral o pecuniario.
b) Formal o externo: corresponde a la protección jurídica que se da el
interés.

c) Teoría Ecléctica:

Uno de sus principales expositores es George Jellinek, sin embargo fue León
Michaud quien le da mayor perfección a esta doctrina y es él quien da la definición
de teoría ecléctica, la llama teoría ecléctica ya que toma elementos de las dos
teorías anteriores (voluntad e interés) toma de las dos lo bueno de ellas, formando
una nueva, la ecléctica.

Se define derecho subjetivo entonces de acuerdo a la teoría ecléctica


formulado por Jellinek, como un interés tutelado por la ley mediante el
reconocimiento de la voluntad individual. Para los autores que señalan esta teoría
del derecho subjetivo no se compone entonces de un interés que sea protegido
por el derecho ni tampoco de un acto de voluntad, el derecho subjetivo se
compone entonces del interés protegido y de la voluntad individual.
Existe un interés que está protegido por el derecho y con ello se reconoce la
voluntad individual del individuo.

CLASIFICACIÓN DE LOS DERECHOS SUBJETIVOS:

1) Según cómo se adquieren.

a) Derechos subjetivos originarios o innatos


b) Derechos subjetivos adquiridos o derivados

a) Derechos subjetivos originarios: son aquellos inherentes a la persona que los


poseen desde el momento de su nacimiento con independencia de realizar
cualquier actividad encaminada a adquirirlos. Ej.: derechos inherentes a las
personas.

b) Derechos subjetivos adquiridos: son aquellos que tienen su origen en la


actividad de su titular, el que se ha colocado en un supuesto normativo. Por
ejemplo: los contratos (derechos que emanan de los contratos). En definitiva se
trata de aquellos derechos que son adquiridos por su titular e incorporados a
su patrimonio en virtud de una actividad realizada precisamente con la finalidad
de adquirirlo e incorporarlo a él.

2) Atendiendo a quienes son los que tienen la facultad de exigir el cumplimiento


del derecho subjetivo. Clasificación que se hace considerando su objeto y
contenido.

a) Derechos subjetivos públicos


b) Derechos subjetivos privados

a) Derechos subjetivos públicos: son las facultades que tienen los particulares
frente al derecho, y que tiene el estado cuando actúa como ente soberano frente a
los súbditos. Por ejemplo: derecho a sufragio, en el primer caso y del Estado de
exigir el servicio militar, en el segundo.

b) Derechos subjetivos privados: son las facultades que tiene un particular frente a
otro particular o frente al estado cuando este estado actúa como ente patrimonial
llamado fisco. Por ejemplo: el derecho que tiene un comprador frente a un
vendedor para que le entregue la cosa.

3) Según si son o no avaluables en dinero, o avaluables o no pecuniariamente.

Corresponde a una división de los derechos privados

a) Derechos subjetivos patrimoniales


b) Derechos subjetivos extrapatrimoniales
a) Derechos subjetivos patrimoniales: son aquellos que tienen por contenido una
utilidad económica, es decir, son avaluables pecuniariamente, en dinero.

b) Derechos subjetivos extrapatrimoniales: son aquellos que no contienen una


inmediata utilidad económica y no son susceptibles de avaluación pecuniaria,
es decir en dinero.

Son de este tipo los derechos de la personalidad y los de familia.

Los derechos de la personalidad se agrupan en dos categorías:

* Los que conciernen a la individualidad física, que tienen por objeto asegurar
nuestra existencia ej. La vida y asegurar la integridad corporal como la salud.

* Los que conciernen a la individualidad moral, que tienen por objeto el honor de
las personas, como el derecho al nombre.

Los derechos de familia, son los que derivan de las relaciones en que el
sujeto se halla en el grupo familiar con los demás miembros de su grupo. Ej.:
Derecho de los padres de exigir obediencia a sus hijos.

Estos admiten una distinción:

• Los propiamente tales, esto es aquellos que no persiguen ventaja pecuniaria,


como la patria potestad.
• Los patrimoniales, aquellos que influyen en el patrimonio y pueden significar
ventajas económicas, como el derecho de sucesión.

4) Según a quien pueden ejercerse, reclamarse:

a) Derechos subjetivos reales (clasificación de derechos


b) Derechos subjetivos personales patrimoniales)

a) Derechos subjetivos reales: son aquellos que pueden ejercerse y que se tienen
sobre una cosa sin respecto a determinada persona, artículo 577 C.C. Por
ejemplo: derecho real de dominio, de herencia o de usufructo.

Los derechos de carácter absoluto poseen 2 características que los diferencian de


los demás derechos:

1) IN REM: se ejercen sobre las cosas.


2) ERGA OMNES: se pueden ejercer sin respecto a determinada persona, es
decir, se pueden ejercer con respecto a cualquier persona.

b) Derechos subjetivos personales: son aquellos que sólo pueden reclamarse


(exigirse) de ciertas personas, que por un hecho suyo o la sola disposición de la
ley, han contraído las obligaciones correlativas, artículo 578 C.C., como el que
tiene el prestamista contra su deudor por el dinero prestado. Se caracteriza porque
son relativos, lo que significa que solo deben exigirse a determinada persona.

5) Según a quien puede exigirse su cumplimiento:

a) Derechos subjetivos absolutos


b) Derechos subjetivos relativos

a) Derechos subjetivos absolutos: son aquellos cuyo cumplimiento se puede exigir


de cualquier persona Erga Omnes. Se pueden hacer valer contra cualquier
persona. Por ejemplo: derechos reales.

Sujetos

1) Sujeto activo que es el titular del derecho subjetivo


2) Sujeto pasivo que es universal e indeterminado, podría ser la sociedad.
Esta sociedad tiene un deber jurídico de abstención que consiste en no
perturbar el libre ejercicio del derecho subjetivo absoluto.

b) Derechos subjetivos relativos: son aquellos cuyo cumplimiento solo puede


exigirse de ciertas personas determinadas. Por ejemplo: derechos personales.

Sujetos

1) Sujeto activo que es el titular del derecho subjetivo


2) Sujeto pasivo determinado, el obligado al cumplimiento del derecho.

6) Según si el acto del cual derivó el derecho subjetivo está sujeto a modalidades
o no.

a) Derechos subjetivos puros y simples


b) Derechos subjetivos sujetos a modalidad

a) Derechos subjetivos puros y simples: son aquellos que no están sujetos a las
modalidades y por lo tanto produce efectos de inmediato. Si no están sujetos a un
plazo, condición o modo. Por ejemplo: derechos del comprador y vendedor de una
compra-venta sin modalidad de plazo, con pago al contado.

b) Derechos subjetivos sujetos a modalidad: son aquellos cuya existencia,


ejercicio o efectos están sujetos a una modalidad: condición, plazo o modo. Por
ejemplo: compra-venta a plazo, que altera sus efectos normales. Aquellos que
derivan de un acto jurídico sujeto a alguna modalidad.

Modalidades
Son las cláusulas introducidas por las partes que alteran los efectos de un contrato
o un acto jurídico, son variaciones que sufre un derecho.

7) Según si el derecho subjetivo puede o no traspasarse del titular a otro sujeto.

a) Derechos subjetivos transmisibles


b) Derechos subjetivos intransmisibles

a) Derechos subjetivos transmisibles: son aquellos que pueden ser


traspasados de una persona a otra.

b) Derechos subjetivos intransmisibles: son aquellos que no pueden ser


traspasados de un sujeto a otro. Son los derechos personalísimos como por
ejemplo: los derechos de familia y los derechos referentes a la capacidad de las
personas.

Los derechos son transferibles o intransferibles, según si pueden o no


traspasarse del titular a otro sujeto. Cuando el traspaso se hace entre vivos, se
habla de transferencia; en tanto que cuando se hace por un acto de última
voluntad, se habla de transmisión.

NACIMIENTO, MODIFICACIÓN Y EXTINCIÓN DE LOS DERECHOS


SUBJETIVOS.

Nacimiento y Adquisición de derecho

Un derecho nace cuando surge a la vida una relación jurídica, como toda
relación tiene un sujeto, resulta que a todo nacimiento le corresponde una
adquisición respecto de una persona determinada.

Todo nacimiento importa una adquisición, pero no toda adquisición


necesariamente un nacimiento, puesto que es posible que el derecho preexista.

La adquisición de un derecho puede ser originaria o derivativa. Es


originaria, aquella en que el derecho que se une al sujeto surge en este
directamente de un modo autónomo, independientemente de una relación jurídica
con una determinada persona. Es derivativa, aquella en que el derecho procede
de una relación con otro del cual deriva a favor del nuevo titular, ya sea que se
traspase el mismo derecho que correspondía al primero, como la transferencia del
dominio de una cosa; o se constituya a favor del adquirente un derecho nuevo,
sino que era un supuesto necesario para la constitución del derecho nuevo, como
la constitución de una prenda.

La importancia de esta distinción radica en que en la originaria, basta


examinar el titulo del adquirente para comprobar la eficacia y amplitud del
derecho, en cambio, en la derivativa es necesario examinar el derecho del titular
anterior, ya que este condiciona el derecho del actual titular. Así el adquirente
obtiene el derecho con las mismas calidades y vicios o cargas de su anterior
titular.

Modificación de los derechos.

Corresponde a los cambios, alteraciones, incrementos, cambio de sujeto: que


comprende la pérdida y la adquisición que puede sufrir un derecho.

La modificación puede ser subjetiva u objetiva.

Mod. Subjetiva: Es todo cambio que el derecho sufre en la persona de su titular.

• Si el cambio se produce por acto entre vivos, es transferencia.


• Si el cambio se produce por causa de muerte, es transmisión.

Mod. Objetiva: Es todo cambio cualitativo o cuantitativo del objeto del derecho.

• La Mod. Cualitativa es aquella en que el derecho se transforma por un cambio


en su naturaleza, como en el caso de la hipoteca de un fundo, si este se
destruye, se convierte en crédito de la suma debida por el asegurador; o en su
objeto, donde opera una subrogación real, la substitución de una cosa por otra,
de una prestación por otra.

• La Mod. Cuantitativa es aquella en que el objeto de un derecho se incremento,


como con la consolidación del usufructo con la nuda propiedad en que se
convierte en plena; o bien porque disminuye, como el acreedor en una quiebra
que recibe menos de lo que se le debe.

FUENTES DE LOS DERECHOS SUBJETIVOS

Los derechos subjetivos pueden originarse:

1. En la voluntad de quien los crea, esto, es la voluntad del legislador o de los


particulares en virtud de la autonomía de la voluntad.

2. En los hechos de que esa voluntad hace surgir los derechos., Son todos
aquellos que nacen de los derechos por voluntad de la ley los particulares y
se clasifican en hechos jurídicos propiamente tales y actos jurídicos.

EJERCICIO DE LOS DERECHOS Y SU RELATIVIDAD


Ellos consisten en la actuación práctica del derecho mismo, es el hecho
material que corresponde al contenido abstracto de un derecho.

Son dos las posiciones que se han planteado:

1) Absolutismo del derecho subjetivo


2) Relatividad de los derechos subjetivos

1) Absolutismo del derecho: los autores que adhieren a esta posición tienen una
concepción individualista del derecho, miran al individuo aisladamente y postulan
en primer término por la satisfacción de las necesidades propias y luego por las de
la comunidad, se puede ejercitar el derecho libre y discrecionalmente.
De acuerdo a esta concepción, los derechos subjetivos son las facultades
que la ley otorga a los individuos para que dispongan de ellos sin rendir cuentas a
terceros, por lo tanto, si ejercitando un derecho de un tercero, sale perjudicado el
derecho propio puede significar causar un perjuicio o lesionar los derechos de un
tercero y por ello el titular del derecho ejercido no tiene ninguna responsabilidad,
de nada responde.

2) Relatividad de los derechos: bajo la concepción anterior es posible lesionar los


derechos de otro, por tanto es necesario colocar límites al ejercicio de los
derechos de manera que al ejercitar los derechos no se debe lesionar o perjudicar
los derechos de otro, ello porque el derecho se realiza en un medio social y en una
comunidad organizada. Así el límite de los derechos está en los derechos de los
demás; mi derecho termina cuando comienza el derecho de otra persona.
De esta forma los derechos no son otorgados sin la garantía de los poderes
públicos, los ejercemos bajo nuestra responsabilidad.

¿Cuándo hay abuso del derecho? En el caso del ejercicio de un derecho subjetivo
contrariando su espíritu y el fin para el cual fue otorgado o reconocido por el
ordenamiento jurídico.

Sin perjuicio de lo anterior, existen algunos derechos que tienen un carácter


absoluto y escapan al abuso, como el derecho del testador de disponer libremente
de los bienes en la parte que está autorizada la disposición; el derecho del
comunero de pedir la división de las cosas comunes.

EXTINCIÓN Y PÉRDIDA DE LOS DERECHOS SUBJETIVOS

La extinción, es la destrucción de un derecho que no existe para el titular ni


puede existir para ninguna persona, como si una cosa de mi propiedad se
destruye. Entre sus causas se encuentra la prescripción y la caducidad.

La pérdida, es la separación del derecho de su actual titular, a la que puede


seguir la adquisición por otro derivativamente, como la transferencia de la
propiedad de una cosa u originariamente, como la ocupación de una cosa
abandonada.

RENUNCIA DE LOS DERECHOS SUBJETIVOS

Derechos que pueden renunciarse:

Según el Código Civil chileno “podrán renunciarse los derechos conferidos


por las leyes, con tal que sólo miren al interés individual del renunciante, y que no
esté prohibida su renuncia” (art. 12).

Para estos efectos debemos recordar que los derechos tienen su origen en
la voluntad de la ley y en la de los particulares. Ahora bien cabe preguntarse si
¿sólo los que tienen su fuente directa en la ley pueden renunciarse? No, también
pueden renunciarse los que tienen su origen en las otras fuentes, porque al decir
el Código que son susceptibles de renuncia “los derechos conferidos por las
leyes”, se refiere a todos los derechos que la ley otorga directa o indirectamente y
a los cuales presta su sanción, y no sólo a los derechos que nacen directamente
de la ley, como el usufructo que tiene el padre de familia sobre ciertos bienes del
hijo. Un derecho que nace de un contrato celebrado entre dos personas, también
puede ser renunciado por el titular, porque si bien ese derecho se lo confiere
directamente el mismo contrato, la ley se lo reconoce u otorga en forma indirecta.
Por lo demás, no se ve qué razón habría para que no pudieran renunciarse los
derechos cuya fuente directa es un contrato.

Ahora bien, no sólo pueden renunciarse los derechos actuales, sino también
los futuros, es decir, los que después han de ser nuestros: salvo el caso de que la
ley, por motivos especiales, lo prohíba, como tratándose de una sucesión no
abierta todavía.

Cabe hacer notar que las leyes no pueden renunciarse, sino los derechos
por ellas conferidos. Sostener lo contrario equivaldría a permitir la derogación de
las disposiciones del Poder Legislativo por los particulares. Y esto sería absurdo.
En verdad, decir “renuncia de las leyes” es sólo una forma de hablar elíptica,
porque resulta claro que se alude a la renuncia de los derechos por ellas
conferidos.

Reglas que son aplicables a la renuncia

La renuncia no es un acto sometido a disciplina especial; puede existir por sí


misma o puede ser el efecto de otros actos jurídicos. Por esta razón le son
aplicables las reglas generales de todos los actos jurídicos, y las particulares del
acto en que se contiene y aun del derecho a que se refiere.
Definición y características de la renuncia

La renuncia: es una declaración unilateral del titular de un derecho subjetivo


por la cual se despoja de éste; lo abandona sin traspasarlo a otro sujeto.
Constituye causa de extinción de un derecho por la sola voluntad de su titular.

El que no traspase el derecho no se opone a que otra persona se aproveche


de la renuncia; pero su ventaja deriva ocasional e indirectamente de la pérdida del
derecho de su titular, y el derecho que llega a adquirir no es el mismo del
renunciante. Si, por ejemplo, abandono mi derecho de dominio sobre el diario que
he leído, arrojándolo a la calle, y un viandante lo recoge y guarda, no hay de mi
parte transferencia del derecho que me pertenecía; el que se apodera de ese
diario adquiere otro derecho, que logra, no por tradición, sino por ocupación.

En oposición a los actos traslaticios, que operan la transferencia o la


limitación del derecho a favor de otro, la renuncia es un acto abdicativo, pues
consiste pura y simplemente en desprenderse del derecho, sin traspasarlo a
nadie.

Se ha cuestionado si una renuncia puramente abdicativa, que es la renuncia


en sentido propio, puede constituir una donación indirecta, sujeta a las reglas de
las donaciones. Se ha respondido que sí, cuando ella es hecha con intención
liberal y procura al beneficiario una ventaja material, y esto aunque no se indique
el beneficiario. Es el caso, por ejemplo, de la renuncia al derecho de usufructo que
tiene por efecto consolidar a favor del nudo propietario el dominio pleno. En contra
se ha dicho que la consecuencia de la renuncia, el retorno al propietario de la
facultad de gozar, no constituye efecto directo de la renuncia, que en sí y por sí
produce solamente extinción del derecho de usufructo; ella derivaría del principio
de la elasticidad del dominio, en virtud del cual la propiedad, comprimida por el
usufructo, recobra automáticamente su amplitud originaria en cuanto el derecho
que la limitaba desaparece.

Características de la renuncia:

1) Es un acto abdicativo, según ya vimos;

2) Unilateral, porque para perfeccionarse sólo requiere la voluntad del titular del
derecho, el renunciante;

3) Exento de formalidades, con excepción de la renuncia que versa sobre


inmuebles o derechos inmuebles, que requiere instrumento público;

4) Abstracto, en el sentido de que el acto vale por sí mismo, con prescindencia de


los fines o móviles del autor de la renuncia;

5) Irrevocable.
6) Voluntario, por lo general. Excepcionalmente la renuncia no es voluntaria, como
en el caso del artículo 181 de la Ley de Quiebras, que dice que los acreedores
privilegiados, hipotecarios, prendarios, anticréticos y los que gocen del derecho de
retención pueden asistir a la junta de acreedores y discutir las proposiciones del
convenio. Pueden también votar, si renuncian los privilegios o garantías de sus
respectivos créditos. “El mero hecho de votar, dice el inciso 3º del referido artículo
181, importa de derecho esta renuncia” (la de los privilegios o garantías).

Efectos de la renuncia

La renuncia puede ser muy diversa en sus efectos: “lo que el renunciante
pierde no puede ser adquirido por otros (el acreedor renuncia a la garantía) o
puede serlo (renuncia de una herencia por parte del primer llamado); la renuncia
implica a veces necesariamente un incremento en la esfera jurídica de un tercero
aunque no adquiera el mismo derecho que se ha renunciado, porque consigue la
liberación de una limitación que antes sufría (la renuncia al usufructo, a la
servidumbre, libera a la cosa o el fundo de la carga o limitación que le afectaba; la
renuncia del crédito desliga al deudor del vínculo)”.

Derechos cuya renuncia expresamente permite la ley

Si un derecho sólo mira al interés individual de una persona y su renuncia no


está prohibida, puede, de acuerdo con el artículo 12, renunciarse, sin que sea
menester que expresamente, en cada caso, lo diga la ley.

A pesar de la regla anterior, en muchas ocasiones, el legislador permite


expresamente la renuncia de los derechos. Así, puede renunciarse el de usufructo
(artículo 806, inciso final), el de uso o habitación (artículo 812), el de servidumbre
(artículo 885, Nº 4), el de fianza (artículo 2831, Nº 1), el de hipoteca (artículo 2434,
inciso 4º), etc.

Derechos que no pueden renunciarse:

Del artículo 12 fluye, a contrario sensu, que no pueden renunciarse:

1º Los derechos conferidos no sólo en interés individual sino también en interés


colectivo, los que a la par que derechos son deberes u obligaciones: la patria
potestad, etc., y

2º Los derechos cuya renuncia prohíbe la ley. Hay ciertos derechos que a pesar
de mirar sólo al interés particular, no pueden renunciarse por diversas causas que
tuvo en vista el legislador. Así, por ejemplo, “es prohibido a la mujer renunciar en
las capitulaciones matrimoniales la facultad de pedir separación de bienes a que le
dan derecho las leyes (art. 153), porque se ha estimado probable que, en
consideración a su esposo y sin prever los accidentes que son causales de la
separación de bienes, hiciera ella imprudentemente esa renuncia, y llegado el
caso de convenirle la separación, se encontrara maniatada por su compromiso.
Además, tal renuncia daría al marido armas para delinquir, porque ya no podría
inspirarle temor alguno la descuidada o torcida administración de los bienes de la
mujer.

Distinción entre la renuncia y el no ejercicio de un derecho

No debe confundirse la renuncia de un derecho con su no ejercicio: la


primera significa el despojarse del derecho; el segundo sólo entraña un estado
pasivo. Y así existen derechos concedidos por las leyes que el individuo puede no
poner en ejercicio, pero que en manera alguna está facultado para renunciar; por
ejemplo: la facultad de testar, el derecho de pedir rescisión del contrato de
compraventa por lesión enorme, etc.

¿Cómo puede ser la renuncia?

La renuncia de un derecho puede ser expresa o tácita. La renuncia expresa


corresponde a aquella que se hace formalmente, de modo terminante y manifiesto.
La renuncia tácita es aquella que resulta de actos del renunciante que revelan su
intención de abandonar el derecho, porque son incompatibles con su ejercicio.

Ahora bien, la renuncia de un derecho no puede presumirse, salvo


excepcionalmente cuando así lo prevé la ley. Así, por ejemplo, si una persona
renuncia en un contrato de compraventa a la acción de evicción, no debe ni puede
entenderse que también renuncia a la acción de saneamiento por vicios
redhibitorios. Y en caso de duda, siempre ha de interpretarse restrictivamente la
renuncia, es decir, sólo deben estimarse renunciados los derechos cuyo abandono
aparezca en forma inequívoca; los demás deben considerarse no renunciados.

Aplica esta doctrina el art. 2462 que dice: “Si la transacción recae sobre uno
o más objetos específicos, la renuncia general de todo derecho, acción o
pretensión deberá sólo entenderse de los derechos, acciones o pretensiones
relativas al objeto u objetos sobre que se transige”.

Sólo cuando la ley prevé el caso, la renuncia se presume. Ejemplo: el


asignatario de una herencia o legado constituido en mora de declarar si acepta o
repudia, se entenderá que repudia (artículo 1233).

Por lo demás, la no presunción es común a toda declaración de voluntad.

Validez de las renuncias generales


Se dice a menudo que no son admisibles las renuncias generales; “Una
renuncia general no es válida, porque la declaración debe determinar de un modo
concreto y preciso el objeto a que se refiere y los límites dentro de los cuales la
dejación se verifica; pero una renuncia general es admisible y válida cuando no
hay posibilidad de equívoco con relación al objeto a que se refiere”.

La enajenación y la renuncia

La renuncia no debe confundirse con la enajenación. Esta es la separación


de un derecho de la persona de su titular y la atribución de éste a otro por voluntad
del primero, que se despoja del derecho en favor del segundo,
independientemente del resultado económico final.

Dos son, pues, los elementos que integran el concepto de enajenación:


traspaso de un derecho a favor de otro y una manifestación de voluntad
encaminada a tal fin.

Hay enajenación no sólo cuando se transfiere el derecho de propiedad u


otros derechos reales o de crédito, sino también cuando hay una constitución de
derechos reales (usufructo, servidumbre predial, hipoteca, etc.).

No son enajenaciones, por faltarles uno u otro de los elementos señalados


de este concepto, los siguientes actos:

1) El abandono de un derecho (porque falta su adquisición por otro);

2) La disposición testamentaria (porque falta una separación del derecho de la


persona del titular: el traspaso no tiene lugar sino cuando el titular no existe ya), y

3) La adquisición por ley de una servidumbre o la adquisición por obra de la


prescripción extintiva (porque falta un acto voluntario).

Sólo en un sentido figurado, dice el ex profesor de la Real Universidad de


Nápoles, Roberto de Ruggiero, puede hablarse de enajenación forzosa o
necesaria en la que se efectúa la transferencia sin o contra la voluntad del titular
(expropiación por causa de utilidad pública, ejecución forzosa), en contraposición
a la voluntaria que es la verdadera.

La renuncia, en sentido estricto, es la dejación de un derecho por su titular,


sin intención de traspasarlo a otro. Claro está que este otro puede apropiárselo al
hallarlo vacante, pero su derecho no derivará del anterior. La dejación puede
hacerse con el propósito de que otro adquiera el derecho, pero esta circunstancia
no influye en el concepto y no implica enajenación, porque no hay traspaso, en el
sentido de que el derecho del adquirente sea continuación del derecho del
renunciante.
La renuncia es un acto unilateral. Por lo tanto, para producir sus efectos sólo
necesita de la voluntad del renunciante. De aquí deriva la importancia de
determinar si un acto constituye renuncia o enajenación, porque en este segundo
caso habrá necesidad de aceptación del sujeto al cual se traspase el derecho.
1. El Daño Causado.
El daño es el más importante elemento de la responsabilidad civil, toda vez que es
el antecedente de la indemnización.
Daño, según Alessandri: “es todo detrimento, perjuicio, menoscabo, dolor o
molestia que sufre un individuo en su persona, bienes, dignidad, libertad, honor,
creencias”.
Ahora bien en materia de responsabilidad civil contractual, no todo daño es
indemnizable, para que lo sea, es necesario que se cumplen ciertos requisitos,
que resultan de la aplicación de las normas generales. Estos son los siguientes:

1. Debe ser cierto y recaer sobre un interés propio, es decir, que el daño debe
necesariamente producirse y que se de interés del afectado por éste.
2. No debe haber sido ya indemnizado.
3. El daño debe lesionar un derecho o interés legítimo, es decir, un derecho
subjetivo patrimonial o extrapatrimonial.

Los daños, se clasifican en material y moral; directo e indirecto.


El daño moral puede repararse y se presenta en la responsabilidad
extracontractual. En este sentido el artículo 2329 del C.C. dispone: “Por regla
general todo daño que pueda imputarse a malicia o negligencia de otra persona,
debe ser reparado por ésta”. Puede ocurrir que por la culpa de un abogado, su
cliente no obtenga un derecho extrapatrimonial, como sería el caso de no obtener
una respuesta por error profesional, en este caso estamos en presencia de un
daño moral que debe ser reparado.
Si consideramos que el daño moral puede reparase, el concepto de daño es más
amplio, y en este orden, se define como todo menoscabo que sufre una persona,
en ella misma, en su patrimonio, y que no se refiera a un menoscabo por la
pérdida de un derecho, es una disminución del patrimonio, o un detrimento moral
sufrido por una persona.

2. La Relación de Causalidad.

Corresponde a la relación de causa-efecto o nexo causal entre el daño y el hecho


u omisión de la persona a quien éste se atribuye. Es la causalidad jurídica, es
decir, la causa del daño que tiene relevancia jurídica.
Esta relación de causalidad cumple dos funciones a saber, determinar quién debe
indemnizar el daño y determinar la extensión de la indemnización.
La causalidad es la conexión entre dos o más términos entre sí, siendo alguno de
estos el origen del otro. Si consideramos el ilícito y el daño, existirá relación causal
cuando el ilícito genera el daño, y éste último no pudo darse sin el primero.
En el caso de la responsabilidad extracontractual, además se exige que el autor
del daño sea una persona capaz. Esto ya que se requiere de culpa y en ella va
implícito el hecho de que quien actúa pueda discernir entre actuar negligente y
diligente.
La capacidad es la aptitud de hacer algo por su parte, la capacidad jurídica es la
aptitud legal de hacer algo. En materia de capacidad, la regla general es que toda
persona es legalmente capaz, excepto aquellos que la ley declara incapaces (art.
1446 del C.C.).
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE CHILE
FACULTAD DE DERECHO

TEORÍA DEL ACTO JURÍDICO

PROFESORA GIANNELLA SONATORE MOLINA


DERECHO CIVIL I: ACTO JURÍDICO
2016
TEORÍA DEL ACTO JURÍDICO

Generalidades

El C.C. no ha sistematizado la doctrina del Acto Jurídico, ni en un título, ni en un


párrafo específico. Esta teoría es una elaboración de la doctrina y la
jurisprudencia. Sin embargo, existen ciertas disposiciones del Código que han
permitido configurar esta teoría, como es el caso de las normas que consagran la
teoría de los contratos, en donde se regulan las modalidades; la nulidad, etc.

En el mundo físico ocurren permanentemente hechos.

Hecho es todo suceso o acontecimiento que ocurre en el tiempo y en el espacio, y


éstos pueden tener su origen:

a.- en la naturaleza o
b.- en el hombre;

Los hechos de la naturaleza:

Es todo suceso que tiene su origen en la naturaleza que puede o no producir


consecuencias jurídicas.

Pueden o no producir consecuencias jurídicas:

-Si no las producen, se llaman simplemente hechos o bien hechos materiales:


Es todo suceso que ocurre en el mundo que tiene su origen en la naturaleza y que
no producen efectos jurídicos (como una puesta de sol, la brisa que mese
acompasadamente las copas de los árboles).

-También es posible, que los hechos de la naturaleza produzcan consecuencias


jurídicas, en este caso reciben el nombre de hechos jurídicos o propiamente
tales: Son todos aquellos hechos de la naturaleza, en los cuales no hay
intervención del hombre y que producen consecuencias jurídicas.

Estas consecuencias jurídicas pueden consistir en la adquisición, modificación o


pérdida de un derecho subjetivo, o sea, afecta sólo algunas de las etapas del ciclo
de los derechos subjetivos. Como por ej.: el mero transcurso del tiempo; el
nacimiento, la muerte.

Por otro lado, los hechos del hombre:

Son todos aquellos sucesos que tienen su origen en la acción del hombre que
pueden o no producir consecuencias jurídicas.

También puede que produzcan o no consecuencias jurídicas:


-Si no las produce, estos se denominan hechos materiales del hombre, es todo
suceso que ocurre en el mundo, que tiene su origen en la acción del hombre y que
no produce consecuencias jurídicas, como por ej.: caminar, conversar, sonreír. Y
no tienen mayores consecuencias jurídicas.

-Si las producen, se denominan hechos jurídicos del hombre, son todos
aquellos hechos que tienen su origen en la acción del hombre y que producen
consecuencias jurídicas.

-De la misma manera, también pueden ocurrir hechos que produzcan


consecuencias jurídicas en los que intervengan el hombre y la naturaleza en forma
conjunta, en estos casos, estos hechos reciben el nombre de hechos mixtos. Por
ej.: la procreación.

Los hechos jurídicos del hombre admiten una distinción:


Asimismo, y dentro de esta categoría de los hechos del hombre, es posible
distinguir:

-hechos en que no intervenga la voluntad humana y que produzcan consecuencias


jurídicas;

-hechos en los que intervenga la voluntad humana y que produzca consecuencias


jurídicas. Estas consecuencias se pueden producir con la intención de
materializarlas (con la intención de producir efectos jurídicos) o sin esa intención
(sin la intención de producir efectos jurídicos).

En efecto, puede ocurrir que se realice un acto que produzca consecuencias


jurídicas, pero no se tenía la intención de producirlas, estas consecuencias
pueden ser lícitas o ilícitas.
Si son lícitas, es decir permitidas por el derecho, nos encontramos con los cuasi
contratos:
Cuasicontratos: que son hechos voluntarios lícitos y no convencionales que
generan obligaciones. Por ej.: la comunidad.

Si son hechos ilícitos, contrarios a derecho, son constitutivos de los delitos, si


son realizados con dolo y cuasi delitos civiles, si son realizados con culpa.

Finalmente, existen hechos producidos por la voluntad del hombre que generan
consecuencias jurídicas, y que justamente se realizan con la intención de
producirlas, aquí nos encontramos con los Actos Jurídicos.

Los Actos Jurídicos


Hechos del hombre que producen consecuencias jurídicas y que han sido
realizados con dicha intención.
Se les puede definir como:

“Una manifestación de voluntad realizada con la intención de producir


consecuencias jurídicas queridas por su autor y reconocidas por el
Ordenamiento Jurídico”.

“Hechos jurídicos lícitos voluntarios del hombre, realizados con la intención


de producir ciertas consecuencias jurídicas, queridas por su autor y
reconocidas por el ordenamiento jurídico”.

Las consecuencias jurídicas que el acto jurídico puede producir, pueden consistir
en la creación, modificación o extinción de un derecho subjetivo.

Elementos de la definición:

1.- El acto jurídico es una manifestación de voluntad que puede provenir de una o
más personas.

2.- Esta manifestación de voluntad se exterioriza con la intención de producir


efectos jurídicos.

Teoría del Negocio Jurídico

En la doctrina alemana se ha elaborado esta doctrina que consiste, en que cuando


se celebra un acto jurídico se van a producir muchas consecuencias jurídicas y es
muy posible que algunos de estos efectos jurídicos no hayan sido previstos por las
partes que concurrieron a celebrar el acto. En otras palabras, en el acto jurídico se
van a producir no sólo los efectos que las partes quieren que se produzcan, sino
que todos los que el ordenamiento jurídico prevé en tales situaciones.

Es por esta circunstancia que los autores alemanes hacen una diferencia,
señalando que el acto jurídico sería aquel en que se van a producir todos los
efectos que prevé el ordenamiento jurídico; siendo el negocio jurídico, aquel en
que sólo se van a producir las consecuencias jurídicas queridas por las partes. Por
ej.: El reconocimiento de un hijo, constituye un acto jurídico unilateral, que produce
enormes consecuencias jurídicas. Puede ser, que el único efecto perseguido por
el padre sea el de reconocer al hijo; sin embargo, por disposición de la ley se
producen otras consecuencias, tales como el derecho de alimentos a que tendrá
derecho el menor; los derechos hereditarios que nacerán para él, etc.
En nuestro país y en Francia, legislación madre de la nuestra, se estima que el
acto jurídico y el negocio jurídico son lo mismo, porque participan de una misma
característica fundamental, que es el rol creador de la voluntad del hombre.

La circunstancia de que en un caso se produzcan más efectos que en otro, no


justifica hacer una diferencia, porque el ordenamiento jurídico, en virtud “del
principio de la autonomía de la voluntad” permite que las partes limiten los efectos
del acto jurídico, sin que sea necesario darle una denominación diferente. Por ej.
En la compraventa.

La Corte Suprema ha definido el acto jurídico señalando que es “toda declaración


de voluntad destinada a producir un efecto jurídico que puede consistir en la
creación, conservación, modificación, o extinción de un derecho”.

Por este motivo, los hechos ilícitos no son actos jurídicos, porque si bien producen
consecuencias jurídicas, ellas no son el resultado de la voluntad del hombre, sino
de un acto doloso o culposo.

Al tenor de la definición antes aludida, el acto jurídico puede producir algunos de


los siguientes efectos, a saber:

1.- Crear derechos, como por ejemplo la celebración de cualquier contrato.

2.- El acto jurídico puede modificar o extinguir derechos; en este caso, como
precisa de un acuerdo de voluntades se denomina convención. En otras
palabras, la convención es un acto jurídico que puede crear, modificar o extinguir
derechos, de manera que todo contrato es una convención, pero no toda
convención es contrato; hay entre ellos una relación entre género a especie, en
donde el genero es la convención y la especie el contrato. Por ej.: el contrato es
una convención porque crea derechos y deberes jurídicos; el pago también es una
convención, porque extingue derechos; sin embargo, la ley confundió conceptos
(convención y contrato) haciéndolos conceptos sinónimos (art. 1438).

En los actos jurídicos, el ordenamiento jurídico juega un rol supletorio de la


voluntad de las partes, porque resulta imposible que éstas o el autor de un acto
puedan prever y regular todos sus efectos, y es por esta razón, que la ley ha
regulado todas las hipótesis jurídicas que puedan producirse, dándoles una
solución lógica, que sería la que presumiblemente le habrían dado las partes de
haberla previsto.

Efectos de los Actos Jurídicos

Como ya hemos señalado, los hechos jurídicos producen la adquisición,


modificación o extinción de un derecho subjetivo o de una relación jurídica.
Respecto a la adquisición, se adquiere un derecho subjetivo o una relación jurídica
cuando la ley la atribuye a un sujeto como consecuencia de un hecho jurídico,
como ocurre en el caso de la compraventa en que el comprador adquiere el
derecho personal para exigir la tradición de la cosa al vendedor porque la ley le
atribuye dicho derecho como consecuencia de la compraventa (hecho jurídico).

En relación a la modificación, es dable señalar que como consecuencia de ciertos


hechos jurídicos es posible que una relación jurídica sufra cambios que la hagan
diferente de la relación adquirida, manteniendo su identidad.

Estos cambios pueden ser en relación al contenido o a los sujetos de la relación


jurídica y pueden producirse por disposición de la ley, o por la voluntad del
hombre. Por ejemplo, la destrucción de la especie debida por culpa del deudor es
un hecho jurídico que modifica la relación de obligación por disposición de la ley,
en este caso la relación de obligación entre acreedor y deudor subsiste, pero se
modifica el objeto de la obligación, sustituyéndose la especie que el deudor debía
dar o entregar, por el precio de la especie, más la indemnización de perjuicios. En
este caso la modificación es en relación al contenido. Un ejemplo de cambio por
voluntad del hombre lo encontramos en la tradición (que es un modo de adquirir el
dominio) es un hecho jurídico que modifica una relación jurídica por voluntad de
las partes toda vez que el derecho de dominio que recae sobre una cosa del cual
era titular el tradente, se traspasa al adquirente, siendo este caso una modificación
por cambio de sujeto: del titular del derecho de dominio.

La extinción de un derecho corresponde a la desaparición del derecho subjetivo de


la realidad jurídica. Ahora bien, extinción y pérdida de un derecho no son
sinónimas ya que en el caso de la pérdida el derecho subsiste cambiando su
titular. Por su parte, la extinción de un derecho puede ocurrir por disposición de la
ley, como en el caso en que la ley establece que la prescripción extintiva opera la
extinción de un derecho, o puede ser por la voluntad del hombre, como en el caso
en que el titular de un derecho por su voluntad, renuncia a él.

Ahora bien, los efectos de los actos jurídicos se producen cuando se cumplen
todos los requisitos previstos por el supuesto legal que es el antecedente
generador del efecto.

Estructura del Acto Jurídico

En lo relativo a la estructura del acto jurídico es tradicional la distinción entre


elementos de la esencia (o esenciales), elementos de la naturaleza (o naturales) y
elementos accidentales.

Elementos del Acto Jurídico

Están consagrados en el artículo 1444, y son los siguientes:


a) Elementos esenciales o de la esencia. Son aquellos sin los cuales el acto o
no produce efecto alguno o degenera en otro distinto. Estos elementos se
clasifican en comunes o generales y especiales o específicos.

Comunes: son aquellos que no pueden faltar en ningún acto jurídico, sea cual
fuere su especie.
Son aquellos sin los cuales el acto jurídico no produce efecto alguno.
Por ejemplo: La voluntad, objeto, causa, solemnidades en los casos que lo
establece la ley.

Especiales: son aquellos requeridos para cada acto jurídico en especial,


constituyendo los elementos de la esencia propios y característicos del acto
jurídico determinado.
Son aquellos sin los cuales el acto jurídico degenera en otro distinto.
Por ejemplo: en la compraventa son de la esencia la cosa y el precio, si falta el
precio, degenera en otro acto jurídico, la donación.

En definitiva, estos elementos nunca pueden faltar, porque si llegan a estar


ausentes, se entiende que el acto o no existe o se convierte en un acto distinto.

Que el acto no produzca efecto alguno, tiene una enorme importancia práctica,
porque quiere decir, que se entenderá que el acto no ha nacido a la vida del
derecho, en otras palabras, que el acto es inexistente.

La ley no dice que el acto sea nulo, porque si así fuese, se entendería que el acto
habría nacido a la vida del derecho y producido los mismos efectos que el acto
válido, hasta que, por cierto, la nulidad fuese declarada judicialmente; y si llega a
pasar cierto espacio de tiempo sin que eso ocurra, el acto nulo pasa a convertirse
en válido. Esta circunstancia no ocurre cuando falta un requisito de la esencia del
acto jurídico, porque en estos casos, el acto es inexistente y por lo tanto, no ha
nacido a la vida del derecho y consecuentemente, no produce efecto alguno.

Para muchos autores esta es una demostración que don Andrés Bello acogió la
Teoría de la Inexistencia.

En nuestra doctrina existe una gran controversia para determinar cual es la


sanción civil máxima que consagra nuestra legislación. La mayoría de los autores
considera que es la nulidad absoluta, y otros piensan que es la inexistencia. Estos
se fundan justamente en las palabras del artículo 1444.
Esta distinción tiene importancia ya que objetivamente la inexistencia es distinta a
la nulidad y de ahí el interés en determinar cual es la sanción que aplica la ley
frente a una determinada infracción. Porque si es la nulidad, el acto, como se dijo,
va a producir todos sus efectos hasta que la nulidad no sea decretada por
sentencia judicial, pudiendo, incluso, sanearse por el transcurso del tiempo. En
cambio si la sanción es la inexistencia, el acto inexistente no va a producir jamás
ningún efecto, porque se entiende que no ha nacido a la vida del derecho.

b) Elementos de la naturaleza. Son aquellos que no siendo esenciales, se


entienden pertenecer al acto sin necesidad de una cláusula especial; de manera
que las partes no necesitan hacer ninguna declaración para que se entienda que
estos elementos formen parte del acto.

En otras palabras, estos elementos forman parte del Acto y se convierten en ley
particular para el autor o partes, sin que sea necesario que hagan una declaración
expresa en ese sentido.
Con todo, en virtud del principio de la autonomía de la voluntad, las partes al
celebrar el Acto, expresamente pueden excluir estos elementos y en ese caso
excluyen a estos de sus efectos propios.

Un ejemplo de estos elementos, en el caso de la compraventa, hay dos


obligaciones del vendedor que son de la naturaleza, a saber:

1) El saneamiento de la evicción; que consiste en que si un tercero le


disputa el dominio al comprador, el tiene el derecho para citar al juicio al vendedor,
a fin de concurra a defenderlo. Las partes, tal como se dijo, pueden por medio de
una cláusula expresa, excluir esta obligación.

2) El saneamiento de los vicios ocultos o redhibitorios. Estos consisten en


que el vendedor deberá responder ante el comprador por los vicios o defectos que
pueda tener la cosa vendida. Otro ejemplo que podemos consignar en esta
materia, es aquel del artículo 1489 (la condición resolutoria tácita), esta consiste,
en que el legislador supone que en todo contrato bilateral, ante el incumplimiento
de una de las partes con cualquiera de las obligaciones que le impone el contrato,
la ley le da a su contraparte, la diligente, la que ha cumplido o que a lo menos se
haya llana a cumplir, la posibilidad de poder pedir la ejecución forzada de la
obligación o la resolución de la misma y en ambos casos con indemnización de
perjuicios.

Este es uno de los pocos casos en que la ley presume una condición.

En definitiva, estos elementos se diferencian de los de la esencia, porque estos


últimos jamás pueden faltar; en cambio los de la naturaleza si lo pueden hacer, si
las partes expresamente así lo convienen y ellas están plenamente habilitadas
para hacerlo, en virtud del principio de la autonomía de la voluntad.
c) Elementos accidentales. Son aquellos que ni esencial, ni naturalmente le
pertenecen al acto y se le agregan por medio de cláusulas especiales, para su
existencia estos elementos necesitan que las partes expresamente los incorporen
al acto jurídico y al hacerlo van a alterar los efectos normales del acto.

Estos elementos se pueden definir como aquellos que la ley no subentienden, ni


son necesario para la existencia del acto, pero que las partes pueden agregar por
medio de una estipulación expresa, estos elementos no constituyen una
consecuencia lógica del acto y así como para eliminar los elementos de la
naturaleza, las partes debían hacer una declaración especial, porque en el silencio
de ellas, la ley lo subentendía. Así también, para incluir estos elementos, las
partes deben hacer una declaración especial, porque en el silencio de ellas, la ley
no lo subentiende.

Los elementos esenciales, así como los de la naturaleza, tienen en común el


hecho de ser exigidos por la ley, en cambio, los elementos accidentales son el
producto de la autonomía de la voluntad. Ej.: Los elementos accidentales más
comunes son la condición, el plazo y el modo, pero hay otros como por
ejemplo la representación.
Los elementos accidentales se introducen para alterar los efectos normales del
acto y también se le llaman modalidades: Cláusulas especiales introducidas por
las partes con el objeto de alterar los efectos normales del acto jurídico. Ej; la
condición, el plazo, el modo.

Requisitos de los Actos Jurídicos

Hemos mencionado que todo acto jurídico debe contener ciertos elementos
esenciales para adquirir existencia jurídica, estos son los requisitos de existencia
del acto jurídico.

Por otra parte, el acto que nace a la vida del derecho debe cumplir con ciertas
condiciones para tener una existencia sana y producir sus efectos en forma
estable, estos son los requisitos de validez del acto jurídico.

De lo anterior fluye una distinción tradicional en doctrina: requisitos de existencia


y requisitos de validez de los actos jurídicos.

Requisitos o condiciones de existencia del Acto Jurídico


Son aquellos indispensables para que el Acto Jurídico pueda nacer a la vida del
Derecho, de manera que sin ellos el Acto Jurídico no nace, ni viciado, ni de
ninguna otra forma.
Estos requisitos son los mismos de la esencia generales; a saber:
1) La voluntad,
2) El objeto,
3) La causa; y,
4) Las solemnidades, en aquellos casos en que la ley las exige en
consideración a la naturaleza del acto o contrato.

Si alguno de estos requisitos no esta presente o llega a faltar, en teoría la sanción


debería ser la INEXISTENCIA. Sin embargo, como se dijo, existe una gran
discusión en nuestra legislación para determinar cual es la máxima sanción civil
que consagra nuestro Código y la doctrina se encuentra dividida.
Para los autores que piensan que la máxima sanción es la inexistencia, la sanción
que se debería aplicar, si falta alguno de estos requisitos, seria precisamente esta;
En cambio, para quienes piensan que la máxima sanción es la nulidad absoluta, la
sanción que debería aplicarse, estaría representada por esta misma.

Requisitos, condiciones o elementos de validez del Acto Jurídico

Son aquellos indispensables para que el acto jurídico pueda subsistir eficazmente
en la vida del Derecho, en otras palabras, para que aquél tenga una vida sana y
produzca sus efectos en forma estable.
Cuando falta uno de estos elementos el Acto Jurídico nace, pero adoleciendo de
un vicio de nulidad, y mientras su nulidad no sea declarada por sentencia judicial,
el Acto Jurídico va a producir los mismos efectos que el acto válido y aún más,
incluso pasado cierto tiempo, sin que se declare dicha nulidad, se produce la
conversión del acto nulo; en otras palabras, significa que el acto se va a entender
válido para todos los efectos legales.

Son requisitos de validez del Acto Jurídico:


1) La voluntad exenta de vicios,
2) El objeto lícito,
3) La causa lícita; y,
4) La capacidad de las partes.
Si existe objeto ilícito, causa ilícita o falta de capacidad de las partes, tratándose
de los absolutamente incapaces, la sanción es la nulidad absoluta y si por el
contrario falta la voluntad exenta de vicios o la capacidad de las partes, tratándose
de los relativamente incapaces, la sanción es la nulidad relativa.

Clasificación de los Actos Jurídicos

I.- PÚBLICOS o PRIVADOS


Actos Jurídicos Públicos; son aquellos que se encuentran regulados por el
Derecho Público.
Tienen esta categoría, todos los actos de gestión o administración de las
autoridades públicas, y a estos actos jurídicos se les llama simplemente, actos
administrativos. Como por ejemplo, un decreto Supremo promulgatorio de una ley
(Asimismo, este es un acto jurídico unilateral, porque es una manifestación de
voluntad).
Actos Jurídicos Privados; Son aquellos que realizan los particulares entre sí, o
bien que éstos celebran con órganos del Estado, cuando éste actúa sin imperio,
como Fisco. Por ej.: cualquier contrato que se celebre con un Ministerio.

II.- Según si está regulado o no por la ley, se distingue entre:

a) Acto Jurídico nominado o típico: Es aquel que tiene una regulación legal, no
basta que la ley lo mencione, para que el acto se considere nominado, es
necesario que se encuentre reglamentado o regulado por la ley. Por ej.: todos los
contratos regulados por el Código Civil.

b) Acto Jurídico innominado o atípico: Es aquel que no tiene una regulación


legal; estos actos jurídicos son producto de la autonomía de la voluntad. Por ej.: el
contrato de corretaje no tiene regulación legal.

III.- Según las voluntades necesarias para el acto pueda nacer. El acto jurídico
se clasifica en:

a) Unilateral: Es aquel que nace por la voluntad de una sola parte, es decir,
precisa sólo de una sola voluntad para producir las consecuencias jurídicas
deseadas. Por ejemplo. El testamento, en él sólo interviene la voluntad del
testador, también es un Acto jurídico unilateral, el reconocimiento de un hijo, ahí
sólo interviene la voluntad del padre. Asimismo, la renuncia de un derecho hecho
en los términos del artículo 12 del Código Civil, constituye un Acto jurídico
unilateral.
Actos Jurídicos unilaterales colectivos
Es posible que en los actos jurídicos unilaterales intervenga la voluntad de varias
personas, pero se manifiesta la voluntad de todas éstas en un mismo sentido, en
ese caso el Acto sigue siendo unilateral, y se denominan Actos Jurídicos
unilaterales colectivos.

Actos Jurídicos unilaterales colectivos: son aquellos que se dan cuando en los
actos jurídicos unilaterales intervenga la voluntad de varias personas, pero se
manifiesta la voluntad de todas éstas en un mismo sentido. Por ej.: la renuncia de
varios usufructuarios al derecho de usufructo, en dicho acto hay una sola parte,
aunque ella está constituida por más de una persona.
Para determinar si un acto jurídico es unilateral o no, se debe analizar el momento
en que nace el acto jurídico. En efecto, si en su nacimiento intervienen una sola
voluntad, sea de una persona o de varias como los unilaterales colectivos, en ese
caso el acto jurídico será unilateral.
Si un acto jurídico nace como unilateral se va a desarrollar y se va a extinguir con
esta naturaleza. Es decir, si durante el desarrollo del acto llegaren a concurrir
voluntades posteriores, complementándolo, el acto no se convierte en bilateral,
siempre conservará su naturaleza unilateral.
Como en los actos jurídicos unilaterales interviene una sola voluntad, que por si
sola es capaz de producir consecuencias jurídicas, el legislador se ha preocupado
de proteger esa voluntad, porque es una voluntad única que crea derechos y
obligaciones y la ley desea que esa voluntad se exprese en la forma adecuada,
que no haya dudas acerca de ella. Por este motivo es que la mayoría de los actos
jurídicos unilaterales son solemnes. Por ej.: el reconocimiento de un hijo; el
testamento, etc.
En los actos jurídicos unilaterales no cabe hablar de partes, sino que se habla de
autor, porque interviene una sola voluntad; el término partes se reserva para
aquellas personas que teniendo intereses antagónicos o contrapuestos, se ponen
de acuerdo para dar nacimiento a un acto jurídico bilateral.

b) Bilateral. Son aquellos que son creados por el concurso o concierto de


voluntades de dos partes.

Aquí cabe hablar de las partes, ya que esta expresión evoca la idea de que debe
haber un interés contrapuesto, situación que justamente se da en este tipo de
actos, porque en ellos resulta indispensable la presencia de a lo menos dos partes
quienes expresan sus voluntades.
Las voluntades de las partes son confrontacionales, se manifiesta en sentidos
distintos (contrarios). Ej.: El comprador quiere adquirir y el vendedor quiere
desprenderse de la cosa y con ello obtener una ventaja patrimonial.
El acto Jurídico bilateral va a nacer cuando estas voluntades confrontacionales se
encuentren y se logre el consentimiento; y éste, es el acuerdo, concurso o
concierto de voluntades.
La doctrina designa al acto jurídico bilateral con el nombre de convención, y la
define como el acuerdo de voluntades de dos partes, con un propósito
definido y característico que produce como efectos la adquisición,
modificación o extinción de derechos subjetivos.
En los actos jurídicos bilaterales la regla general es que las partes se encuentren
en un pie de igualdad y por este motivo el legislador no se ha preocupado de
regular, en forma estricta, estos actos, y consecuencia de eso, es que la mayoría
de los actos jurídicos bilaterales son consensuales, es decir, se perfeccionan por
el simple consenso de las voluntades. A diferencia de los actos jurídicos
unilaterales, que como dijimos, en su mayoría son solemnes.

Ahora bien, todo contrato, sea unilateral o sea bilateral, siempre es un acto jurídico
bilateral, porque por su definición, el contrato, cualquiera que sea, requiere de un
acuerdo de voluntades.

Esto conviene tenerlo presente y no confundirse, toda vez que nuestro Código
Civil, en el art. 1439 clasifica, por su parte, a los contratos en: unilateral y bilateral.
Pero no perdamos de vista que ambos, como dijimos, son actos jurídicos
bilaterales.
El Contrato Unilateral. Es aquel que se presenta cuando una de las partes se
obliga para con otra que no contrae obligación alguna. Ej.: El comodato o
préstamo de uso. Este contrato sólo genera obligaciones para el comodatario (el
que recibe la cosa dada en comodato, obligándose a conservarla, cuidarla y
restituirla al primer requerimiento) (art. 1439 C.C.).

Contrato Bilateral. Es aquel en que las partes contratantes se obligan


recíprocamente (art 1439.C.C.).

Puede suceder que después de celebrado el contrato nazcan obligaciones para la


otra parte que originariamente no se obligó, sin embargo, el contrato sigue siendo
unilateral, no se convierte en bilateral.
En el derecho romano a estos contratos que al momento de su nacimiento
generaban obligaciones sólo por una parte, pero que después con ocasión de
ellos generaban obligaciones para la otra parte, se les llamaba sinalagmáticos
imperfectos.
Con todo, puede suceder que después de celebrado el contrato de comodato
nazcan obligaciones para el comodante, pero en ese caso el contrato sigue siendo
unilateral, no se convierte en bilateral.

c) Plurilaterales: Son aquellos que nacen por la voluntad de tres o más partes.

En definitiva, lo que el legislador mira para calificar a un acto jurídico en unilateral


o bilateral es que el número de voluntades que interviene en el acto, si interviene
una sola será unilateral, si intervienen por lo menos dos, será bilateral. En cambio
lo que el legislador mira para calificar a un contrato en unilateral o bilateral será
cuántas de las partes se obligan. si se obliga sólo una, es unilateral; y si se obligan
ambas, el contrato será bilateral. Por ej.: La compraventa; El arrendamiento; El
mandato.

IV.- Según si los Actos jurídicos son susceptibles de avaluación pecuniaria;


se distingue entre:

a) Patrimoniales. Es aquel que tiene un contenido preferentemente económico o


pecuniario Ej.: una compraventa o arrendamiento.

En este tipo de actos opera con toda su fuerza el principio de la “autonomía de la


voluntad”, por lo tanto, las partes son libres para alterar las reglas dadas por el
ordenamiento jurídico en esta materia.

b) Extrapatrimonial o de familia: Es aquel que mira preferentemente los


intereses del derecho de familia; y su contenido económico o no existe o no tiene
la menor relevancia Ej.: el reconocimiento de un hijo (es un acto jurídico unilateral
y extrapatrimonial); El matrimonio es un contrato bilateral extrapatrimonial (los
contrayentes no pueden alterar este contrato).

En los actos extrapatrimonial no rige el “principio de la autonomía de la voluntad”


porque sus normas son de orden público y por lo tanto, las partes no pueden
alterar las reglas dadas para ellos. Consecuencia de lo referido precedentemente,
es que los actos jurídicos extrapatrimoniales sean todos nominados, todos tiene
una especifica regulación legal.

V.- Según si las partes están en igualdad para determinar las cláusulas del
Acto Jurídico que celebran, estos se clasifican en:
a) Acto Jurídico de Libre Discusión: Constituyen la regla general, y son aquellos
en que las partes se encuentran un pie de igualdad, pudiendo discutir
libremente todas las condiciones y cláusulas del acto. A estos actos jurídicos
también se les llama actos jurídicos abiertos Ej.: arrendamiento, mandato y
comodato.

b) Acto Jurídico Dirigido: Son aquellos cuyas condiciones básicas se encuentran


reguladas por la ley, con la finalidad de proteger a una de las partes por
encontrarse en una posición de subordinación; en estos Actos Jurídicos las
partes no están en un pie de igualdad y por este motivo el legislador regula las
condiciones mínimas del acto, otorgándole libertad a las partes para que
regulen el resto de las cláusulas y condiciones del mismo. Con el objeto de
velar por que se respeten las condiciones mínimas establecidas por el
legislador, es que la ley establece que estas disposiciones son irrenunciables
por ej.: el contrato de trabajo (las partes no están en un pie de igualdad).

c) Actos Jurídicos Forzosos: Son aquellos que el legislador obliga a celebrar


para ejercer un determinar acto jurídico; por ej.: el contrato de seguro
automotriz obligatorio; también el caso de los funcionarios públicos que
manejan dinero, los cuales tienen que rendir una finanza.

d) Actos Jurídicos de Adhesión (estandarizados): Son aquellos en que una de


las partes tiene la facultad de imponer todas las condiciones del acto y la otra
es libre para celebrar ese acto o no, pero si se decide a hacerlo, estará obligada
a respetar las condiciones impuestas por la otra parte. Por ej.: el contrato de
seguro, el contrato de transporte.

En estos actos jurídicos de adhesión, generalmente, la parte que impone las


condiciones lo hace por tener el monopolio de la actividad a que se dedica.

VI Según la utilidad que le reporta a las partes:


Al tenor de lo que señala el artículo 1440 se distingue entre:
a) Acto jurídico gratuito o de beneficencia.
b) Acto jurídico oneroso.

Esta clasificación la hace el Código en relación con los contratos, sin embargo
toda la doctrina considera que debe extenderse a todos los actos jurídicos.

a) Acto jurídico gratuito o de beneficencia: Se presenta cuando sólo tiene por


objeto la utilidad de una de las partes sufriendo la otra el gravamen, es decir, en
estos actos la parte que sufre el gravamen no reporta ninguna utilidad, ni
compensación. Por ej.: la donación; el comodato, el mutuo sin interés).

b) Acto jurídico oneroso: Es aquel que tiene por objeto la utilidad de ambos
contratantes gravándose cada uno en beneficio del otro.

En estos actos jurídicos el beneficio que obtiene una parte, tiene como causa el
gravamen de la otra. Por ej.: La compraventa, el beneficio del vendedor es el
precio que es el gravamen del comprador.

La utilidad que se reporta en estos actos es subjetiva, porque ambas partes creen
que van a obtener un beneficio. De cualquier manera, cuando el derecho habla de
beneficio, se refiere siempre a un beneficio de tipo patrimonial.

Victorio Pescio, sostenía que el acto oneroso supone una ventaja que se concede
a cambio de otra que se recibe.

Este tipo de Actos Jurídicos admite una subclasificación, a saber:


1.- Acto Jurídico oneroso conmutativo.
2.- Acto Jurídico oneroso aleatorio (art. 1441).

1) Acto Jurídico Oneroso Conmutativo: Se presenta cuando una de las partes


se obliga a dar, o hacer o no hacer una cosa que se mira como equivalente a lo
que la otra parte deba dar, hacer o no a su vez.

Lo esencial en este contrato es que las prestaciones de las partes se miran o


consideran como equivalentes, esta apreciación que hacen las partes es subjetiva,
porque no existe nada que objetivamente sea equivalente a otra.
Por lo tanto, es una estimación subjetiva que hacen las partes al momento de
celebrar el acto o contrato, por eso es que la ley dice que las prestaciones se
miran como equivalentes.

2) Acto Jurídico Oneroso Aleatorio: Este acto jurídico se presenta cuando el


equivalente consiste en una contingencia incierta de ganancias o pérdidas.

Planiol sostenía, que en el acto aleatorio las partes no saben cual va a ser el
resultado del acto; así como en el conmutativo las partes están convencidas de
que las prestaciones son equivalentes, aquí eso lo ignoran, no saben quien va
obtener una utilidad y quien un perjuicio. Ej.: el contrato de seguro (las partes no
saben quien va a ganar). El contrato de juego también es aleatorio, y es aquel que
se presenta cuando dos partes convienen en competir, de modo que la que resulte
perdedora deberá pagar a la otra cierta cantidad de dinero, o una especie o
cuerpo cierto. Es aleatorio, porque las partes no saben quien gana. También la
apuesta es un contrato en que dos o más partes que discuten acerca de la
ejecución de un hecho dudoso convienen, que la que resulte no tener razón,
deberá pagar a la otra cierta cantidad de dinero o una o más especies o cuerpo
cierto. Otro ej.: la renta vitalicia, es un contrato aleatorio en que una persona se
obliga a pagar a otra cierta cantidad de dinero a cambio de una indemnización,
durante toda la vida de quién recibe el dinero de un tercero. Es parecido al seguro.
Otro ej.: es la cesión de derechos hereditarios, el heredero una vez que ha
fallecido el causante puede ceder sus derechos a un tercero a cambio de un
determinado precio, y este acto es aleatorio, porque como aún no se ha hecho la
partición el heredero ignora cuanto es lo que va a recibir (tiene la idea pero no la
certeza).

Otro caso es el caso de la compraventa de cosas futuras que puede revestir dos
formas de acuerdo al art. 1813 Código Civil. Este art. regula dos formas diferentes
que puede tener la compraventa cuando es de cosas futuras: En primer lugar, la
regla general, es que la compraventa de cosas futuras sea conmutativa y
condicional. Es conmutativa, porque las prestaciones de las partes se miran como
equivalentes; y es condicional, porque para que se entienda perfecta la
compraventa debe cumplirse una condición, cual es, que las cosas futuras lleguen
a existir. Ej.: comprar un departamento aún no terminado.

Segunda forma: La compraventa de cosas futuras puede ser: Aleatoria, pura y


simple. Estas situaciones se presentarán cuando la compraventa se entienda
perfecta, aunque las cosas futuras no lleguen a existir. En ese caso el contrato es
aleatorio, porque el equivalente consiste en una contingencia incierta de ganancia
o pérdida. Será pura y simple porque no existe ninguna modalidad que afecte la
existencia del acto. 1° ejemplo: de esta segunda forma de compraventa, según
Planiol, hay compraventa aleatoria cuando una persona le dice a un pescador que
le comprara todo lo que pueda pescar en dos horas por tal precio. Esa
compraventa es aleatoria, la persona que encargó la pesca no sabe si va a perder
o ganar. Y al mismo tiempo, pura y simple, porque no depende de una condición.

VII.- Según la forma de perfeccionarse y al tenor del art. 1443, se distingue


entre:
a) Consensual
b) Real
c) Solemne
a.- Acto Jurídico Consensual: Se perfecciona por el sólo consentimiento de las
partes y es la regla general. Ejemplos: Compraventa de bienes muebles, mandato
arrendamiento.

En estos actos el consentimiento se puede manifestar en forma expresa o tácita, e


incluso, en oportunidades, el silencio, si se encuentra rodeado de ciertas
circunstancias, también se puede considerar como manifestación del
consentimiento.

b.- Acto Jurídico Real: Es aquel en que además del consentimiento para que se
entienda perfecto es necesaria la entrega o tradición de la cosa objeto del acto.

El Código Civil cuando se refirió al acto jurídico real, dio una definición incompleta
de él, porque señala que es aquel que se entiende perfecto por la tradición de la
cosa y si bien ciertos actos jurídicos reales se entienden perfectos por la tradición,
como por ejemplo: el mutuo; otros se entienden perfectos por la simple entrega
material de la cosa, como por ej.: el depósito, el comodato, la prenda.

En los actos jurídicos reales, la entrega o tradición de la cosa resulta


indispensable para que el acto pueda nacer a la vida del derecho, y esta es la
principal diferencia que estos actos tienen con los actos consensuales. Porque en
muchos actos consensuales, también debe hacerse una entrega o tradición, pero
esta es una obligación que nace después de que se ha celebrado el contrato, es
decir, esta obligación surge después de que el acto ha nacido a la vida del
derecho.

c.- Acto Jurídico Solemne: Es aquel que para nacer a la vida jurídica, además
del consentimiento, requiere que se cumpla con ciertas formalidades reguladas
por la ley. De manera que si no se cumplen con ellas, el acto no nace a la vida
jurídica.
Por ejemplo: la compraventa de bienes raíces es solemne, y la solemnidad está
representada por el otorgamiento de escritura pública (art. 1801, inc. 2°).

El consentimiento se manifiesta con el cumplimiento de la correspondiente


formalidad.

Funciones de las solemnidades.


1° En primer lugar, la solemnidad cumple un rol creador del Acto Jurídico, porque
para que este pueda nacer y existir a la vida del derecho debe cumplirse con la
solemnidad correspondiente.
2° Es la única forma que tienen las partes para expresar su voluntad en estos
actos; la ley ha restringido la autonomía de la voluntad. Y la única forma que
tienen las partes para expresarla, es justamente, a través del cumplimiento de la
solemnidad. Es una ley imperativa la que obliga a cumplir la solemnidad.

3° La solemnidad va a ser la única forma que las partes tienen para probar el acto,
de manera que sino se cumple con la solemnidad, el acto no se podrá probar por
ningún otro medio.

VIII. Según requiere o no la muerte de su autor para producir sus efectos.


a) Entre vivos.
b) Por causa de muerte.

a.- Acto Jurídico entre vivos: Produce sus efectos en vida de las partes o de su
autor y constituye la regla general, como por ej. la compraventa, arrendamiento,
comodato.

b.- Por causa de muerte: Nace en vida de las partes o de su autor, pero sus
efectos patrimoniales los produce a contar de la muerte de ellos. Estos actos
tienen una particularidad, que consiste en que, como sus efectos se producen a la
muerte de su autor, se pueden revocar cuantas veces se deseen. Ejemplo: el
testamento, este se hace en vida del testador y mientras viva pude revocarlo o
modificarlo.

IX. Según como produce sus efectos, se distingue entre:


a) Actos Jurídicos Instantáneos.
b) Actos Jurídicos sucesivos continuados o de tracto sucesivo.

a.- Actos Jurídicos Instantáneos: Constituye la regla general, son aquellos que
por su naturaleza misma, permiten que sus efectos se produzcan de inmediato y
en un solo instante. En ellos las obligaciones se cumplen en el momento mismo de
contraerse. Por ejemplo: La compraventa.

b.- Actos Jurídicos sucesivos continuados o de tracto sucesivo: Es aquel que


por naturaleza sus efectos no se pueden cumplir inmediatamente, no se agotan de
una sola vez, sino que se van produciendo paulatinamente en el tiempo. Por
ejemplo: el arrendamiento, el seguro, el matrimonio, la sociedad.
Esta clasificación es importante, porque si en un acto de tracto sucesivo opera
alguna causal como para pedir la resolución, ésta pasa a llamarse terminación, y
sólo produce efectos hacia el futuro, deja intacto lo ya devengado, y se diferencia
de la resolución, porque ésta opera con efecto retroactivo.

X. Según si está afecto o no a alguna modalidad, se distingue entre:


a) Puro y simple
b) Sujeto a modalidad.

a.- Acto Jurídico puro y simple: Es aquel que produce sus efectos en forma
normal y definitiva. Constituyen la regla general en la materia.

b.- Acto Jurídico sujeto a modalidad: Son aquellos en que las partes, en virtud
del “principio de la autonomía de la voluntad” le han incorporado elementos
accidentales para alterar sus efectos normales. Ejemplo: Una compraventa donde
se establece un plazo o una condición.

XI.- Según si subsisten por sí mismos, y al tenor de lo que regla el art. 1442,
se distingue entre:
a) acto jurídico principal.
b) acto jurídico accesorio.

a.- Acto Jurídico principal: Es aquel que subsiste por sí mismo, sin necesidad de
otra convención, y constituye la regla general. Ejemplo Compraventa.
El contrato principal, por tanto, es el que tiene una vida propia e independiente,
como la compraventa, el arrendamiento.

b.- Acto Jurídico Accesorio: Se presenta cuando tiene por objeto asegurara el
cumplimiento de una obligación principal, de manera que no pueda subsistir sin
ella.
Estos actos se denominan en general cauciones, en los términos del art. 46.

El interés de esta clasificación deriva de la aplicación del principio “de que lo


accesorio sigue la suerte de lo principal”. El contrato accesorio no puede
subsistir sin una obligación principal: Por consiguiente, las causas que extinguen
la obligación principal, extinguen igualmente las que provienen del contrato
accesorio. Por esto, “la nulidad de la obligación principal acarrea la de la cláusula
penal” (art. 1536); la fianza se extingue total o parcialmente “por la extinción de la
obligación principal en todo o parte” (art. 2381 N° 3); se extingue la hipoteca “junto
con la obligación principal” (art. 2434, inc. 1).

El contrato accesorio no puede subsistir sin una obligación principal, pero puede
existir sin ella. En otros términos, se concibe el contrato accesorio sin que exista
aún la obligación principal; es inconcebible que sobreviva a la extinción de la
obligación principal.

La caución puede constituirse para garantizar una obligación futura y, en tal caso,
existirá la obligación accesoria antes que la principal. (arts. 2339 y 2413)

Requisitos de existencia y validez del acto jurídico

Los requisitos de validez, están consagrados en el art. 1445 C.C.

Esta redacción ha sido muy criticada, porque de ella se desprende que estos
requisitos sólo serían aplicables a los actos jurídicos bilaterales, y ello, porque este
art. dice: “Para una persona se obligue a otra” y además porque la disposición
habla de consentimiento.
Sin embargo, toda la doctrina está de acuerdo en estimar que este, fue sólo un
error de redacción, pero que los requisitos de validez son aplicables tanto los
actos jurídicos bilaterales como unilaterales.

1. La Voluntad

La jurisprudencia ha señalado que la voluntad: “es la intensión, ánimo o resolución


para hacer una cosa”.

La voluntad se puede definir: “Aptitud o facultad humana, manifestada con


discernimiento, intención y libertad, para hacer algo u obrar en un sentido
determinado”.

Requisitos de la voluntad; se clasifican en:

1. Requisitos Internos.
a) Discernimiento: consiste en que la persona debe juzgar y apreciar el valor de
las diferentes acciones.

b) Intención: consiste en la decisión que adopta la persona, para actuar de una


determinada forma.

c) Libertad: consiste en que la persona debe actuar, sin encontrarse amenazada,


presionada o manipulada.

2. Requisitos Externos: este únicamente está constituido por el hecho de


que la voluntad debe exteriorizarse y puede ir dirigida a personas ya sea
determinada o indeterminada.

Cuando el acto jurídico es bilateral, al exteriorizarse las voluntades de las partes,


nace el consentimiento, que es el concurso real de voluntades coincidentes.

Etimológicamente la palabra consentimiento significa “sentir juntos”.

En el derecho clásico, como en el nuestro, la regla general es que: nadie puede


obligarse contra su voluntad, sin embargo, excepcionalmente, es posible que la
voluntad de la persona que se obliga este ausente:

Como por ej.:


1- la compraventa de cosa ajena. Con todo, esta no constituye propiamente
una excepción a la regla general, porque el dueño de la cosa vendida no resulta
obligado, precisamente porque no ha intervenido su voluntad, y por este motivo es
que esta compraventa le es inoponible, no le afecta. Otro caso, se presenta
cuando el legislador permite que se obliguen personas sin que hayan expresado
su voluntad, porque a juicio de la ley, estas personas o no tienen voluntad jurídica
o la que tienen es incompleta.

2- En el primer caso, hablamos de los absolutamente incapaces, y en el


segundo, de los relativamente incapaces. La voluntad

3- También se encuentra ausente, cuando se ha empleado la fuerza física, en


estos casos no existe voluntad, por esta razón, la fuerza física no es un vicio de la
voluntad, porque la excluye absolutamente; como veremos, la única fuerza que
resulta ser vicio de la voluntad, es la fuerza moral, y en estos casos, la persona
que resulta obligada podrá alegar la inexistencia del acto, porque faltará un
elemento de existencia, la voluntad misma. Finalmente, también se considera
ausente la voluntad, cuando el acto jurídico es solemne y no se ha cumplido con la
solemnidad.

Condiciones jurídicas de la voluntad


Para que la voluntad produzca efectos jurídicos, deben cumplirse los siguientes
requisitos copulativamente.

1.- La voluntad se debe exteriorizar, debe manifestarse fuera del fuero interno
del individuo, mientras esta permanezca en el fuero interno del individuo, es
irrelevante para el derecho.

2.- La voluntad debe ser seria, se debe expresar con la intención de producir
efectos jurídicos, con la intención de obligarse, con el propósito de crear un
vínculo jurídico, y para que se sienta cumplido este requisito, es necesario que la
voluntad haya sido expresada por una persona plenamente capaz, que pueda
actuar a nombre propio o a nombre de otro estando debidamente autorizada.

3.- La voluntad debe ser sana, es decir, no debe estar viciada; y los vicios de la
voluntad son: El error; la fuerza y el dolo.

4.- La voluntad debe tener una causa lícita, es decir, el motivo que induce al
acto o contrato debe estar ajustado a derecho. Y,

5.- Debe tener un objeto lícito, es decir, la o las obligaciones que genera el acto
jurídico, asimismo, también deben ajustarse a derecho.

Formas en que se puede expresar la voluntad


La voluntad se puede expresar de las siguientes maneras: expresa; tácita;
presunta y a través del silencio circunstancial.

1).- Voluntad expresa: Es aquella que se formula en términos formales y


explícitos; habla por si mismo y no le crea a la persona a quien va dirigida ningún
problema de interpretación. Esta voluntad es la más precisa de todas. Ej.: de
voluntad expresa:

a) Art. 1241 señala que la aceptación de una herencia, puede ser expresa o tácita
y dice que es expresa cuando se toma el título de heredero.
b) Art. 1242 aclarando esta idea, señala cuando se entiende que se ha tomado el
título de heredero.

Existen ciertos casos en que el legislador le exige a las personas este tipo de
manifestación de voluntad; y estos casos son:

a)- Cuando las partes, en virtud del principio de la “autonomía de la voluntad” lo


han convenido.

b)- En la solidaridad; para que se entienda que hay solidaridad, debe pactarse
expresamente. La solidaridad no se presume.

2).- Voluntad Tácita: Es aquella que se deduce de ciertos comportamientos


exteriores de la persona que inequívocamente manifiesta su intención. En este
caso el comportamiento necesita de una interpretación, pero esta debe conducir,
de un modo indubitado, a sólo una conclusión, es decir, el comportamiento o la
actitud de la persona deben ser claros, de manera que sólo se pueda extraer una
única conclusión. Por ej.

a) Art. 1241, señala que la aceptación de una herencia es tácita, cuando el


heredero ejecuta un acto, que supone necesariamente su intención de aceptar,
por ej. si pago una deuda que tenía el causante.
b) Art. 1654, señala los casos en que hay remisión tácita. La remisión es un modo
de extinguir cuando el acreedor perdona la deuda.
c) Art. 1135, inc. 2°, señala que la enajenación de las especies legadas, implica la
revocación del legado y esa revocación es tácita.

Alessandri dice que las voluntades es tácita, cuando el contenido de nuestro


propósito no es revelado explícita y directamente, sino que se deduce de ciertas
circunstancias concurrentes en la conducta o comportamiento de una persona,
pero este debe conducir a una sola interpretación.
Puede acontecer que la persona no desee que su comportamiento sea
considerado como voluntad tácita y en estos casos la persona debe protestar.

La protesta, es un acto jurídico unilateral, a través del cual, una persona expresa
su decisión de no querer ser interpretado de una determinada manera. Ejemplo
Art. 1244 C.C.
La protesta es diferente de la reserva, porque en ésta, se entiende que una
persona hace uso de un derecho, sin renunciar a los otros derechos que pueda
tener, y se presenta, cuando existen derechos alternativos, por ejemplo: en el caso
de la condición resulta tácita del art. 1489 (si una parte no ha cumplido con su
obligación, la otra tiene un derecho alternativo, porque puede pedir o la ejecución
forzada o la resolución y en ambos casos con indemnización de perjuicios) y en
virtud de la reserva, la parte señala que el optar por un camino no implica
renunciar al otro.

3).- Voluntad Presunta: Es aquella que la deduce la ley de ciertos hechos; en la


voluntad presunta, la ley presume la voluntad cuando se dan ciertas circunstancias
que la propia ley determina. En este caso, el comportamiento de la persona puede
conducir a varias interpretaciones, pero es la ley que le da valor a una de ellas.
Ejemplo caso de las presunciones legales que hace el legislador.

4).- El silencio circunstanciado: El silencio considerando en si mismo no puede


estimarse como expresión de voluntad.
En el silencio, a diferencia con lo que ocurre con la voluntad tácita y presunta,
existe una pasividad absoluta.

Los autores en general consideran que el silencio es equivoco y neutro.

Nuestro Código Civil no reglamenta el silencio, pero la regla general es que el


silencio no tenga ningún valor. Sin embargo, existen ciertos casos
excepcionales, en que la ley le da valor al silencio y ese silencio se llama
circunstanciado, al cual la ley, justamente, le ha asignado valor.

Casos de silencio circunstanciados consagrados en el Código:

Art. 1956 inc. 3°: este artículo consagra la tácita reconducción, ubicada en el
arrendamiento; La tácita reconducción, consiste en que si llega el día fijado para el
término del contrato, y la cosa arrendada es un bien raíz; y el arrendatario, con el
acuerdo del arrendador, hubiere pagado la renta o se hubiese manifestado de otro
modo, su intención de continuar con el contrato, se va entender renovado éste,
bajo las mismas condiciones que antes.
En el caso de la tácita reconducción, la doctrina se encuentra dividida en cuanto a
determinar su naturaleza jurídica; y así, para Planiol, Ripert, Colin y Capitant. Se
trata de un caso de silencio circunstanciado, porque existe una pasividad, tanto
por parte del arrendador como por parte del arrendatario. Pese a esto, la ley le da
valor a esa pasividad.
En cambio, para Alessandri, este es un caso de voluntad tácita, porque si bien las
partes nada dicen, asumen una actitud que inequívocamente conduce a una sola
interpretación.

Art. 2125:
Otro caso de silencio circunstancial y en donde no se discute su naturaleza
jurídica, lo encontramos en el Mandato (art. 2125). Este artículo señala que
aquellas personas que se dedican a gestionar negocios ajenos están obligadas a
señalar si aceptan o no el encargo que se les ha dado, de lo contrario su silencio
se mira como aceptación.

Art. 1232, inc. 1° y 1233


Otro caso lo encontramos en las aceptaciones de las herencias (art. 1232, inc. 1°
y 1233). La regla general, es que el heredero es libre para aceptar o repudiar la
herencia, sin embargo, como el no puede permanecer en la indecisión en forma
indefinida, la ley permite que los acreedores del causante recurran al juez para
que este le fije un plazo al heredero, y ese plazo es de cuarenta días (está fijado
en la ley) y si transcurre dicho plazo, sin que el heredero repudie o acepte la
herencia, la ley señala que el heredero está constituido en mora, y como
consecuencia de ello, se presume que repudia.

Fundamentos que existen para darle valor al silencio circunstanciado. A este


respecto existen dos posiciones; a saber:
a) Doctrina Alemana, considera que el silencio circunstanciado debe tener valor
basándose en los principios de la buena fe y de la honorabilidad comercial. De
manera que si la persona debe, por buena fe y por honorabilidad comercial
contestar y no lo hace, permaneciendo en silencio, ese silencio debe tener valor.

b) Doctrina Francesa: apoya a la alemana, pero además considera que se le debe


dar valor al silencio fundándolo en el “principio de la responsabilidad Civil” y
especialmente en la “teoría del abuso del derecho”, ya que es posible, que el
guardar silencio cause a quién hace la posición un daño, y de esta forma se
incurre en responsabilidad civil.

Casos en que el silencio jamás puede tener valor. A este respecto podemos
señalar los siguientes:

a). En los actos jurídicos solemnes, en estos, si no se cumple con la solemnidad


prescrita por la ley, el silencio de las partes no puede estimarse como expresión
de voluntad. Porque la única manera de expresar dicha voluntad en estos actos,
es a través del cumplimiento de la solemnidad.

b). En la donación entre vivos, aquí estamos en presencia de un contrato, de


acuerdo a los términos de la ley; la donación nunca se presume, de manera que
exige una declaración de voluntad, por parte del donante, expresando su deseo de
querer donar; y al mismo tiempo exige también, una declaración de voluntad del
donatario, quien por su parte debe expresar su voluntad de querer aceptar la
donación. (art. 1393). Justamente porque la donación no se presume, es que la ley
señala que el que da lo que no debe, no se presume que lo dona, a menos que se
pruebe que tuvo perfecto conocimiento, tanto de los hechos como del derecho
(art. 2299).

El silencio no debe causar daño, porque si causa perjuicio existirá un ilícito civil y
por lo tanto, se deberá responder de él.

c) Finalmente, el silencio jamás puede tener valor en los casos de solidaridad.

La intención negocial: Se encuentra vinculada con uno de los requisitos de la


voluntad, cual es el de la seriedad.
En este sentido, podemos definir la intención negocial como la voluntad o ánimo
que debe tener la persona que hace una oferta de querer celebrar efectivamente
el acto jurídico que propone.
La regla general, es que la voluntad sea seria, y por lo tanto, se presuma la
intención negocial, a menos que se pruebe lo contrario. Vinculado con esto, y a
modo de ejemplo, podemos citar la condición meramente protestativa; que es
aquella que desprende exclusivamente de la voluntad del deudor o del acreedor. Y
la ley agrega, que si esta condición depende exclusivamente de la voluntad del
deudor, es nula, porque falta uno de los requerimientos de la voluntad, que es la
seriedad o intención negocial (art. 1478 inc. 1° C.C.).

Voluntad real o voluntad declarada


La regla general es que haya coincidencia entre la voluntad real (la que uno
realmente tiene) y la voluntad declarada (esto es, la que se expresa ). Pero puede
ocurrir que no se produzca esta conformidad y en estos casos surge el problema
de determinar que voluntad debe prevalecer y existen fundamentalmente dos
teorías:

1). Teoría de la voluntad real, clásica, francesa


El inspirador de esta teoría es Savigny y considera que si no existe concordancia
entre las voluntades, debe prevalecer la voluntad real, porque cualquiera que sea
el medio usado para expresar la voluntad, siempre debe considerarse la voluntad
verdadera de la persona, esto es, lo que quiso decir la persona, por sobre lo
declarado.
Para los partidarios de esta teoría, la declaración no es más que el medio de
revelar o exteriorizar la voluntad, de manera que ésta –la voluntad interna- es la
que nos interesa.
Savigny dice, no siendo la voluntad más que el medio de expresar el pensamiento,
en fin, debe evidentemente estarse a ese pensamiento y conforme a él la voluntad
expresada.
Esta teoría se ha criticado porque deja en la indefensión a la contraparte y a los
terceros, ya que ellos confían en que la voluntad declarada coincida con la
verdadera y no tienen como saber cual es la voluntad interna.
Además se critica esta teoría, porque afecta al principio de la seguridad jurídica,
ya que las partes creen que lo que reza o lo que expresa el acto o contrato
corresponde al querer de ellas

2). Teoría de la declaración de voluntad, teoría moderna o teoría alemana


Su principal exponente es Saleyes. Para está teoría, la declaración no es más que
la objetivación del querer, es la forma de materializar el querer de una persona. Y,
por lo tanto, en homenaje a los terceros y por razones de seguridad jurídica, la
voluntad declarada debe prevalecer.
Los partidarios de esta escuela, sostienen que no importa si esta voluntad coincide
o no con la interna, porque para que el negocio jurídico sea creado, basta con que
la declaración sea querida, sin importar si refleja o no la voluntad real de la
persona. El medio que los hombres tienen para comunicarse y entenderse es la
palabra, y el que recibe una declaración tiene derecho a creer que ella
corresponde a la voluntad efectiva, de otro modo, cualquier contratación seria
incierta, la seguridad jurídica desaparecería y el comercio no sería posible. En
consecuencia, no puede impugnarse un acto bajo el pretexto de que la voluntad
declarada no corresponde a la real.

Teoría de nuestro Código

Nuestro Código, expresamente no adhiere a ninguna teoría; sin embargo, de


diferentes artículos se concluye que don Andrés Bello siguió la teoría de la
voluntad real o francesa; así: el art. 1560 consagra la primera regla de
interpretación de los contratos, estableciéndose un criterio completamente distinto
que el que se establece en materia de interpretación de la ley. Esto es, porque la
ley entiende que las partes pueden no conocer las palabras legales y por lo tanto
incurrir en errores; en cambio, se entiende que el legislador conoce las palabras
legales. La interpretación es distinta a la de los contratos.

Asimismo, el art. 1437 que consagra las fuentes de las obligaciones, al regular el
contrato habla del concurso real de las voluntades.
El art. 1546 que regula la forma de cumplir los contratos, permite concluir de su
redacción, que es la voluntad verdadera lo que debe prevalecer.
El art. 1707 al regular las contraescrituras, que son aquellas que se presentan,
cuando las partes para alterar o modificar lo señalado en una escritura pública,
suscriben otra escritura, que puede ser pública o privada a su vez. Pero si de esta
última (contra escritura) no se ha tomado razón de su contenido, sólo tendrá valor
entre las partes, pero le será inoponible a terceros.
El art. 677 Establece que si hay error en el título, se vicia la tradición. Esto es así,
porque la voluntad verdadera de las partes no se encuentra registrada y por lo
mismo, no se puede formar el consentimiento.
El art. 1069 Señala que la voluntad del testador es la que debe prevalecer cuando
se interprete un testamento. De este modo, en materia de testamento se aplica el
mismo criterio que en materia de interpretación de los contratos, es decir, hay que
estarse más a la intención del testador que a lo que expresen las palabras, ya que
el legislador entiende que el testador, al igual que las partes en un contrato,
pueden incurrir en errores por no conocer las palabras únicas de la ley.

La voluntad real debe ser probada en la práctica.

Formación del Consentimiento


La palabra consentimiento viene del latín y significa sentir junto o tener un mismo
sentir, y jurídicamente se puede definir como: el concurso real de voluntades o
acuerdo de voluntades de dos o más partes. Es propio de los actos jurídicos
bilaterales, porque es en ellos donde intervienen dos o más partes.
El consentimiento está formado por dos actos jurídicos unilaterales y sucesivos
que son “la oferta y la aceptación”.
Nuestro Código no se refiere al proceso de formación del consentimiento, existe
un vacío legal, pero como en el derecho no puede haber vacíos, hay que recurrir a
otro cuerpo legal que sí lo regula y es el Código del Comercio el que llena dicho
abismo. En este mismo vacío incurrió el Código Civil Francés.
El Código de Comercio de 1865 contiene las normas relativas a la formación del
consentimiento entre los arts. 97 al 108 ambos inclusive.
En un comienzo, nuestros Tribunales señalaban que estas normas, las del Código
de Comercio, no podrían aplicarse en materia civil por ser normas especiales, sin
embargo, posteriormente, cambio el criterio de la jurisprudencia y señaló que las
normas sobre formación de consentimiento, pese a estar ubicadas en una ley
especial, eran normas generales. Y así a través de un proceso de integración,
estas normas se aplican en materia civiles.
En nuestro sistema la regla general es que los actos jurídicos sean consensuales,
y por lo tanto, con el sólo consentimiento se entienden perfeccionados. Los actos
jurídicos reales y solemnes son excepcionales, y, como ya señalamos, en ellos
también se necesita el consentimiento, lo que ocurre es que para que se
entiendan perfectos; además, es necesario la entrega o tradición de la cosa o el
cumplimiento de una solemnidad. Es decir, sea cual fuere el acto jurídico, el
consentimiento debe estar siempre presente.

En la formación del consentimiento se pueden distinguir tres períodos:

a) De las tratativas o conversaciones preliminares: Aquí las partes se limitan a


conversar, se produce un acercamiento, pero no existe una voluntad vinculante.
Se inicia con las primeras conversaciones de las partes y termina con la oferta.
Este periodo puede no existir, y no existirá en aquellos casos en que una de las
partes formule directamente la oferta.
b) Periodo pre-contractual: Se inicia con la oferta y termina con la aceptación.
Dentro de este período se produce todo el proceso de formación del
consentimiento.
c) Período contractual: Se inicia con la aceptación y es indefinido. Se va a
entender que se inició la fase contractual cuando se produce el consentimiento, y
como consecuencia, el contrato habrá nacido quedando las partes obligadas por
él. Esto procederá cuando el acto jurídico sea consensual. Si el acto jurídico es
real, para que se inicie el período y nazca el contrato, se requerirá, además del
consentimiento, la entrega de la cosa; y, finalmente, si es solemne se requerirá el
cumplimiento de la respectiva solemnidad.

El periodo pre-contractual, que como dijimos, nace con la oferta y termina con la
aceptación, está integrado por los pre contratantes, que son el oferente, que es
quién formula la oferta, éste también se llama proponente o solicitante; y el
destinatario que es quién recibe la oferta y pasará a llamar Aceptante, justamente
cuando acepte la oferta.

Este período esta formado por dos actos jurídicos unilaterales, los que permiten
que pueda nacer el consentimiento; a saber, la oferta y la aceptación.

La Oferta
También se llama propuesta o policitación, es la proposición o declaración
unilateral de celebrar un contrato, dirigida por una persona a otra(s) determinada,
y destinada a celebrar el contrato propuesto, si fuere aceptado en tiempo y forma
útiles.
En otras palabras, la oferta es un acto jurídico unilateral, en virtud del cual, una
persona propone a otra la celebración de un contrato, en términos tales que, para
que éste quede perfecto, basta con que el destinatario de ésta simplemente
acepte.

Elementos de la oferta

a).-Intención: Ánimo de querer celebrar el acto jurídico propuesto.


El determinar si hubo o no intensión corresponde a los tribunales de justicia. Pero
en general, la jurisprudencia ha considerado que no hay intención cuando la oferta
es vaga, o si en ella se excluye el ánimo de obligarse para el evento de que ésta
sea aceptada.

b).-Manifestación: Es la exteriorización de la oferta, y puede ser expresa o tácita.


Expresa, es aquella que se hace en términos formales y explícitos; Tácita, es
aquella que se deduce, inequívocamente, del comportamiento o actitud que
demuestra el oferente.
También la oferta puede clasificarse en verbal y escrita.
El silencio nunca puede significar oferta, porque no se concibe una oferta con total
pasividad del oferente,

Requisitos:

a) Debe ser seria. Debe existir el ánimo de obligarse por el acto jurídico
propuesto.
b) Debe ser completa. Si se trata de un proyecto de contrato, debe contener
todos los elementos esenciales del acto, de manera que al destinatario no le
quede ninguna duda acerca de lo que se le está proponiendo, y sólo debe faltar
para que exista el contrato, la aceptación del destinatario.
c) Debe estar dirigida a un destinatario. A este respecto, es el Código de
Comercio es el que se encarga de distinguir las situaciones que se pueden
plantear, diferenciando entre
d) Como la oferta es un acto jurídico unilateral, debe tener todos los
requerimientos de existencia y validez comunes a todos los actos jurídicos.
1.- oferta determinada hecha a persona determinada;
2.- oferta indeterminada hecha a persona determinada; y
3.- oferta indeterminada hecha a persona indeterminada.

La oferta hecha a persona determinada es aquella que va dirigida a un destinatario


individualizado. Se hace a una persona que el policitante conoce o con quien
desea contratar. Esta corresponde a la oferta ordinaria.
La oferta hecha a persona indeterminada corresponde a aquella en que la
propuesta no va dirigida a ninguna persona en particular, sino que al público en
general, como ocurre con la oferta de venta contenida en un aviso en diarios A
estas se refiere el artículo 105 del Código de Comercio, que dispone "Las ofertas
indeterminadas contenidas en circulares, catálogos, notas de precios corrientes,
prospectos, o en cualquiera otra especie de anuncios impresos, no son
obligatorias para el que las hace".
De esta forma las ofertas que se hacen en cualquiera especie de anuncio impreso
y dirigidas al público en general no generan obligación para el que las hace.
Por su parte, conforme a lo dispuesto en el art. 105 inc. final del Código de
Comercio, la oferta contenida en anuncios impresos dirigida a persona
determinada, lleva siempre la condición implícita de que al tiempo de la demanda
no hayan sido enajenados los efectos ofrecidos, de que no hayan sufrido
alteración en su precio y de que existan en el domicilio del oferente.

Oferta / Promesa
La oferta no debe confundirse con las promesas que se hacen al público; estas
consisten en que una persona promete algo a cambio de una determinada
prestación, y si esta prestación se cumple, se debe, asimismo, cumplir con lo
prometido. El ejemplo más típico, es la promesa de recompensa.
La situación de la promesa, jurídicamente hablando, es bastante peculiar, ya que
se trata de una situación excepcional de obligarse, en virtud de la cual, quien
formula la promesa queda obligado por ella, en virtud de una fuente distinta de las
consagradas en el art. 1437. En efecto, la fuente de esta obligación es la
declaración unilateral de voluntad.

Otro caso excepcional, en que la declaración unilateral de voluntad vincula, y por


lo tanto es fuente de obligaciones, lo encontramos dentro de la oferta. Y es el caso
en que el oferente se obliga a no retractarse.

Con todo, nuestra Corte Suprema en fallos reiterados, ha sostenido que las únicas
fuentes de las obligaciones son las consagradas en el art. 1437 rechazando a la
declaración unilateral de voluntad como fuente.
Causales de caducidad de la oferta
La oferta puede caducar por diferentes razones; a saber;

a) por la retractación del oferente;


b) por la muerte del oferente;
c) por la incapacidad legal sobreviniente del oferente;
d) por la quiebra; y,
e) por la llegada del plazo.

a) Por la retractación del oferente (art. 99 y 100 Código de Comercio).

La retractación de la oferta es la revocación de la misma, no necesita ninguna


solemnidad especial, pero debe manifestarse en forma inequívoca.
El oferente, en virtud del principio de la autonomía de la voluntad, tiene plena
libertad para retractarse, pero tiene una limitación, y ésta consiste en que para que
la retractación valga debe ser tempestiva, es decir, debe darse en tiempo útil, y se
entiende que se da de esta manera, cuando la oferta aún no ha sido aceptada.
Esto, porque una vez que se produce la aceptación, se forma el consentimiento, y
como la regla general es que los contratados sean consensuales, se va a entender
perfeccionado el contrato, por lo tanto el oferente ya no podrá retractarse, porque
actúa obligado por el contrato que ya nació.
La ley también permite, que en virtud del principio de la autonomía de la voluntad,
el oferente voluntariamente se autolimita en su facultad de retractación, es decir,
formule una declaración unilateral de voluntad, de carácter excepcional, a través
de la cual se obliga o no a retractarse.
Con todo, esta declaración debe siempre ser expresa no presume. Esta
declaración unilateral de voluntad que formula el oferente se te llama oferta
irrevocable (no se puede arrepentir).

Esta oferta irrevocable puede ser de dos maneras diferentes:

1) En que el oferente se compromete a esperar respuesta.


En estos casos, el oferente no puede retractarse de su oferta mientras no se le
conceda la respuesta esperada. Por ejemplo: yo vendo el código en $30.000 y
digo contéstame.
2) La Segunda de las ofertas irrevocables consiste en que el oferente se
compromete a no disponer de la cosa o a esperar por un plazo determinado la
respuesta del destinatario.
En estas dos ofertas irrevocable la fuente de la obligación del oferente es la
declaración unilateral de voluntad.

Efectos de la revocación ¿Que sucede si el oferente se retracta? Si el oferente se


retracta antes de la aceptación en forma tempestiva, no podrá jamás formarse el
contrato, porque aún cuando el destinatario acepte, su aceptación no ha de ser
extemporánea (fuera de tiempo) y por lo tanto, no nacerá el consentimiento, y,
lógicamente, sin este no puede haber contrato.

Pese a que la propia ley permite la retractación tempestiva del oferente (en tiempo
útil) éste tiene una obligación, que consiste en indemnizar al destinatario los
gastos, daños y perjuicios que el haya sufrido y la única manera de que el oferente
se libere de esta obligación es cumpliendo con el contrato prometido. Art. 100
Código de Comercio.
En la doctrina se ha discutido la fuente de esta obligación del oferente, la de
indemnizar, y para analizar en que responsabilidad incurre, hay que distinguir;
Tradicionalmente los autores señalan que existen dos grandes grupos de
responsabilidad

1° Responsabilidad Contractual: Es aquella que emana de los contratos y de los


cuasicontratos;

2° Responsabilidad extra contractual: Que se presenta cuando se causa daño


como consecuencia de un hecho ilícito, delito o cuasidelito civil.

Estos están divididos en torno a determinar en qué responsabilidad incurre al


oferente.

Pothier señala que este sería un caso de responsabilidad extra contractual,


porque habrá culpa y por lo tanto un cuasidelito civil, y ello porque el destinatario
confía en la seriedad de la oferta y el oferente al retractarse actuaría con
imprudencia.

Ramón Domínguez también señala que aquí habría un caso de responsabilidad


extra contractual, pero sostiene que la fuente de esta responsabilidad no sería el
cuasidelito civil, sino que la ley, porque es ella la que obliga a indemnizar.
Sin embargo, la mayoría de los autores, considera que este no sería un caso de
responsabilidad extra contractual, porque no es posible hablar de delito o
cuasidelito civil cundo la propia ley autoriza el oferente a retractarse.
Ihering señala que este es un caso de responsabilidad contractual, sin embargo la
mayoría de los autores no comparte este criterio, porque en este caso no hay
contrato, ni tampoco cuasi contrato, ya que no ha nacido la aceptación.
La mayoría de los autores considera que esta responsabilidad que no sería
contractual, ni extra contractual, sino que se trataría de una responsabilidad pre-
contractual; y así se dice que el Código de Comercio tiene un gran acierto al
consagrar una nueva forma de responsabilidad, la pre contractual, y ésta se
presentará, cuando se incumplen algunas de las obligaciones que están presentes
en la formación del consentimiento.

Alessandri y Planiol consideran que aquí habrá una responsabilidad legal, que
obligaría a indemnizar en virtud de la “teoría del abuso del derecho”, porque en
este caso, el oferente estaría abusando de su derecho y causando un daño con su
conducta al destinatario.

b) Por muerte del oferente


La oferta caduca por la muerte del oferente, cuando ésta acontece antes de
producirse la aceptación por parte del destinatario, ya que de lo contrario, si el
oferente muere después de la aceptación, ya se habrá formado el consentimiento,
y por lo tanto, habrá nacido el contrato.
Los herederos del oferente no están obligados a respetar las ofertas formuladas
por éste (causante), y así, la Corte Suprema ha señalado que en estos casos,
cuando la muerte se produce antes de la aceptación, los herederos no se obligan
por la oferta, porque no se alcanzó a formar el consentimiento y,
consecuentemente, no nació el contrato.
En otras palabras, esto se justifica, ya que los Códigos modernos, como el
nuestro, tanto la oferta como la aceptación son actos jurídicos personalísimos y
por lo tanto, no pasan a los herederos.
Sobre el particular la Corte Suprema ha señalado que, siendo la muerte del
oferente causal de caducidad de la oferta, la aceptación del destinatario, hecha
con posterioridad a su muerte, importa una aceptación ex temporánea, y por lo
tanto, no se entiende formado al contrato.
La mayoría de los autores considera, que es perfectamente posible incluir en la
oferta, el pacto de transmisibilidad, es decir, que se convenga que la oferta será
transmisible; pero este pacto debe ser expreso, y en tales circunstancias, los
herederos se verán obligados por la oferta.
Lo anterior ha sido posible concluirlo de la aplicación que la ley ha hecho,
aceptando convertir en transmisible actos jurídicos que en principio no lo eran, por
ej. La solidaridad (art. 1523), la sociedad (art. 2103, inc. 1°).
c) Por la incapacidad legal sobreviniente del oferente

Si el oferente cae en una incapacidad antes de que el destinatario acepte, se


produce la caducidad de la oferta (art. 101 del Código de Comercio).

d) Por la quiebra del oferente


Si bien no hay texto expreso que señale que la declaratoria de quiebra es causal
de caducidad, es un hecho irredarguible que así ocurre, porque la declaratoria de
quiebra paraliza el patrimonio del afectado, y por lo tanto, éste ya no podrá
disponer de sus bienes, perderá su administración, la cual quedará a cargo del
Síndico. Si el deudor es declarado en quiebra antes de la aceptación, se caduca la
oferta.

e) La llegada del plazo


En este evento hay que distinguir entre los plazos voluntarios y legales:

1.- Plazos voluntarios: Son aquellos que fija libremente el oferente, de manera
que llegado el plazo fijado por él, sin que se produzca la aceptación, la oferta va a
caducar.

2.- Plazos legales: A ellos se refieren los arts. 97 y 98 del Código de Comercio.
Son plazos de caducidad, porque se extinguen por el sólo transcurso del plazo, sin
que sea necesaria una declaración judicial, de manera que en estos casos,
llegado el día del plazo, este caducará de pleno derecho.

Para analizar los plazos legales, es menester sub-distinguir:

1ª situación: Si la oferta se formula verbalmente, estas se denominan, ofertas


entre presentes, y existen cuando las partes se comunican por la palabra y el
destinatario queda en condiciones de contestar inmediatamente.
Estas ofertas se pueden formular estando el oferente frente al destinatario, o
estando uno lejos del otro, por ej. Por teléfono.
Lo relevante de estas ofertas verbales, es que el destinatario se encuentra en
condiciones de contestar de inmediato.
Cuando la oferta es verbal, la ley señala que el destinatario debe contestar de
inmediato porque de lo contrario se entiende que habrá caducado la oferta
quedando libre de todo compromiso u obligación el oferente.
Esto lo señala el art. 97 del Código de Comercio que dice: “Para que la propuesta
verbal de un negocio imponga al proponente la respectiva obligación se requiere
que sea aceptada en el acto de ser conocida por la persona a quien se dirigiere y
no mediando tal aceptación queda el proponente libre de todo compromiso”;

2ª situación: Si la oferta se formula por escrito, en este caso hay que volver a
distinguir, si el oferente y el destinatario están en el mismo lugar o en lugares
diferentes.

a) Si el oferente y destinatario están en el mismo lugar: En este caso la


propuesta u oferta debe ser aceptada o rechazada en el plazo de 24 horas. Esto lo
dice el art. 98 inc. 1 ° Código de Comercio.
Esto es un plazo de horas, y por lo tanto se cuenta según la marcha del reloj, no
es un plazo de un día, porque el día es una unidad de tiempo que termina a la
medianoche del día del vencimiento.
Se ha planteado el problema a propósito de determinar, desde cuanto se cuenta
este plazo, a este respecto existen dos teorías;
1- Teoría Restrictiva: Considera que el plazo se cuenta desde la recepción de la
carta que contiene la oferta, la sepa o no el destinatario;

2- Teoría Amplia: Considera que el plazo se cuenta desde que el destinatario


toma conocimiento de la oferta.

La teoría más aceptada es la restrictiva, porque se dice que ella interpreta la


voluntad del oferente, quien supone que una vez llegada la oferta al domicilio del
destinatario de inmediato éste toma con el de ella.

Otro asunto que ha originado dudas es, ¿Qué debe entenderse por el mismo
lugar? Se ha señalado que esta es una cuestión de hecho y que deben resolverlo
los Tribunales. Con todo, la mayoría de la jurisprudencia coincide en señalar que
esta expresión “mismo lugar” debe entenderse como sinónimo de radio urbano o
ciudad.

b..Si el oferente y el destinatario residen en lugares diferentes. El Código de


Comercio señala en el art. 98 que el destinatario debe contestar a vuelta de
correo. Según la Corte Suprema esta afirmación, es una expresión de hecho, y no
tiene un contenido jurídico.
La expresión a “a vuelta de correos” tiene una razón histórica, porque cuando se
dictó el Código de Comercio, el medio empleado para enviar las correspondencias
eran las diligencias. El destinatario tenía que contestar cuando la diligencia
volviera.
La jurisprudencia interpretado esta expresión y ha establecido que significa que el
destinatario, para enviar su contestación, debe emplear un medio que sea, a lo
menos igual, que el que empleó el oferente para hacerle llegar la respuesta. Así
entonces, puede emplear un medio más rápido pero no uno más lento.

Aceptación extemporánea
Cuando la aceptación se otorga fuera de los plazos legales o convencionales, esa
aceptación es ex temporánea y no revive la oferta, por lo tanto no se forma el
consentimiento y no nace el contrato (art. 98 del Código de Comercio).
Sin embargo, es posible que el destinatario piense, de buena fe, que su
aceptación fue útil y por lo tanto que se formó, el consentimiento. Para proteger al
destinatario de esta situación, la ley le impone al oferente una obligación, que
consiste en que el debe dar al destinatario pronto aviso de que su aceptación ha
sido ex temporánea. Art. 98 inc. final Código de Comercio.
En caso de aceptación ex temporánea, el proponente será obligado bajo la
responsabilidad de daños y perjuicios a dar pronto aviso de retractación.
Esta obligación el oferente la tiene, siempre que se de una aceptación ex
temporánea; es decir, la tiene cada vez que haya caducado la oferta por
cualquiera de las consensúales que se estudiaron y se produzca antes de la
aceptación.
Los autores han señalado que esta obligación del oferente, de dar pronto aviso al
destinatario de que su aceptación ha sido ex temporánea, se fundamenta en
razones de equidad, y se justifica, porque la aceptación ex temporánea es
considerada una nueva oferta, y por lo tanto, el oferente debe informar al
destinatario que no acepta esta nueva oferta.
Por la expresión “pronto aviso”, la jurisprudencia ha entendido que esta consiste,
en que el oferente debe emplear el mismo medio que se regula para que el
destinatario conteste.

La Aceptación

Es el acto jurídico unilateral por el cual la persona a quien se le ha hecho una


oferta, manifiesta pura y simplemente su voluntad de adherir a ella, dentro del
plazo en que se encuentra vigente.
Una vez que se da la aceptación en forma pura, simple y en tiempo útil, se
producen los siguientes efectos jurídicos:
1.- El destinatario pasa a llamarse aceptante.
2.- Se forma el consentimiento.
3.- Simultáneamente se perfecciona el contrato, si es consensual.
La doctrina señala que el consentimiento es el alma del contrato y lo define: como
encuentro de dos declaraciones de voluntad que partiendo de dos sujetos
diferentes, se dirigen a un mismo fin, y se unen en virtud del principio de “la
unanimidad de las voluntades”.
La aceptación permite que se forme el consentimiento, es la repuesta afirmativa
que da el destinatario al oferente, y sin ella no hay consentimiento y por lo tanto no
habrá contrato, ni vínculo alguno.

Requisitos de aceptación

1.- La aceptación debe darse un tiempo útil, debe ser oportuna, se debe juntar
con una oferta vigente.
La Corte Suprema ha señalado que salvo prueba en contrario, la aceptación
siempre se estima oportuna, y por lo tanto, el oferente deberá probar que ella ha
sido ex temporánea, esto en virtud del principio de “la consecuencia del contrato”
que consiste, que el derecho quiere que los contratos se celebren (por ello se
presume que la aceptación debe hacerse en tiempo útil).

2.- La aceptación debe ser pura y simple, en otras palabras, debe ser
incondicional.
“Dada la contestación, si en ella se aprobare pura y simplemente la propuesta, el
contrato queda en el acto perfeccionado y produce todos sus efectos legales…”
art.101 código de Comercio.
En efecto, la aceptación no debe tener ninguna condición, porque si se le agrega
cualquier modalidad se convierte en una nueva oferta; invirtiéndose los papeles, el
destinatario para ser oferente y el oferente destinatario. Y si este acepta con
modalidad, vuelve a nacer una nueva oferta, y así sucesivamente, hasta que se
forme el consentimiento.
Es el Código de Comercio, en su art. 102, el que da la regla en esta materia “La
aceptación condicional será considerada como una propuesta”.
No es necesario que la aceptación se otorgue en los mismos términos que la
oferta, a menos que el oferente, en virtud del principio de “la autonomía de la
voluntad” haya establecido condiciones especiales para la aceptación.

En los autores ha surgido una discusión sobre la incondicionalidad de la


aceptación, porque algunos señalan, que si existe una disconformidad entre la
oferta y la aceptación, pero que comprenda sólo un aspecto secundario, deberá
entenderse que esa aceptación vale y por lo tanto que se forma el consentimiento.
Otros autores, en cambio, señalan que en esos casos la aceptación sólo vale
como una nueva oferta, pero no se puede formar el consentimiento y por ello en
virtud del “principio de la conformidad o coincidencia de la oferta o de la
aceptación” debe existir una concordancia perfecta (si el destinatario cambio
cualquier cosa es una nueva oferta).
3.- Como la aceptación es un acto jurídico unilateral, debe tener todos los
requerimientos de existencia y validez comunes a todos los actos jurídicos.

Clasificación de la Aceptación

I.- EXPRESA O TÁCITA


Puede ser expresa: cuando se plantea en términos formales y explícitos; y,
Tácita: cuando se deduce del comportamiento o conducta del destinatario en
forma inequívoca.

Ambas tienen el mismo valor y producen los mismos efectos, a menos que el
oferente haya exigido, aceptación expresa, caso en donde la tácita no tendrá valor
alguno.

II.- PURA Y SIMPLE O CONDICIONAL


Aceptación Pura y Simple. Se presenta cuando el destinatario adhiere a la oferta
en los mismos términos en que ésta se ha formulado.

Aceptación Condicional: Es aquella que contiene reservas o modificaciones que


alteran los términos de la oferta. Esta aceptación se considera como una nueva
oferta (art. 102 Código de Comercio).

Por el principio “de la autonomía de la voluntad” el oferente puede exigir que la


aceptación se manifieste revestida de alguna solemnidad especial, en esos casos
la aceptación no tendrá valor, sino se cumple con esa solemnidad.
Sin embargo, en estos casos, si el destinatario acepta sin la solemnidad y el
oferente acoge esta aceptación, se entiende que ha renunciado a la solemnidad
exigida. Esto se concluye, porque la ley permite que las partes eleven a la
categoría de solemnes, actos que por su naturaleza son consensúales, como por
ejemplo la compraventa de los muebles (art. 1802). También sucede lo mismo con
el arrendamiento.
El silencio no obliga al destinatario, salvo en aquellos casos en que la ley le da
valor, situación que se denomina silencio circunstanciado.

Teorías en que se entiende perfeccionado el consentimiento


Estas sólo se plantean en determinadas circunstancias; a saber: entre las
personas que se encuentran en lugares diferentes; o en el mismo lugar, pero
cuando la oferta es por escrito. Parar determinar cuando ha surgido el
consentimiento se han planteado diferentes teorías, a saber:

1.- Teoría de la declaración de voluntad o de la aceptación: Para esta teoría el


consentimiento se entiende formado en el preciso momento en que el destinatario
acepta la oferta, independientemente del hecho de que si el oferente tiene
conocimiento (sabe que su oferta fue aceptada o no), de manera que una vez que
el destinatario acepta en forma incondicional y en tiempo útil, se entenderá
formado el consentimiento.
Para los partidarios de esta teoría, lo anterior se debe a que el consentimiento no
se produce por la aceptación reciproca de las voluntades, sino que por el simple
acuerdo de ellas, de manera que en el mismo momento en que se produce este
acuerdo de voluntades se forma el consentimiento (este acuerdo se produce
cuando el destinatario acepta).

2.- Teoría del conocimiento o información: Esta teoría estima que el


consentimiento se forma cuando el oferente toma conocimiento de la aceptación
que ha dado el destinatario.
La primera teoría se critica, porque se dice que deja al arbitrio del destinatario o
aceptante, determinar el momento en que se formará el consentimiento, por lo
tanto produce inseguridad.
Esta teoría también se critica, porque se dice que así como el oferente debe
conocer la conformidad del aceptante, éste, a su vez, también debería conocer la
aprobación, que el oferente da a su aceptación, y así sucesivamente. También se
le formula a esta teoría otra crítica, fundada en el hecho que no explica, cuando se
forma el consentimiento en el caso de la aceptación tácita.
Finalmente se le critica, asimismo, porque se pueden producir fraudes, ya que
bastaría que el oferente no quisiera tomar conocimiento de la aceptación, para que
no se entendiera formado el consentimiento.
De cualquier manera, de esta teoría han surgido dos nuevas posiciones al
respecto; a saber:

3.- Teoría de la expedición: Esta señala que el consentimiento se forma cuando el


aceptante expide o envía su aceptación, sin que pueda retractarse o arrepentirse.
Se critica esta teoría, porque también va a depender de la voluntad del aceptante
determinar cuando se forma el consentimiento.

4.- Teoría de la recepción: Esta señala que el consentimiento se forma cuando la


aceptación llega a su destino, es decir, cuando llega al conocimiento del oferente,
porque en ese momento se presume que éste toma conocimiento de la
aceptación.

Importancia que tiene el momento cuando se forma el consentimiento


Esta se puede ponderar en diversas materias, a saber:
a).- Es importante para la revocación de la oferta, porque si se aplica la teoría
de la aceptación, el oferente puede retractar su oferta, hasta antes de que el
destinatario acepte.
En cambio, aplicando la teoría del conocimiento, el oferente podría retractarse
hasta antes de tomar conocimiento de la aceptación, en la practica tiene un plazo
mayor.

b).- Tiene importancia para la retractación del aceptante, porque aplicando la


teoría de la aceptación, el aceptante no podría retractarse una vez aceptada la
oferta, porque acepta y se forma el consentimiento.
Aplicando la teoría del conocimiento, podría retractarse hasta antes que el
oferente conozca la aceptación.

c).- Es importante en lo que se refiere a las causales de caducidad de la


oferta. Porque aplicando la teoría de la aceptación, estas causales deben operar
antes que el destinatario acepte; en cambio, aplicando la teoría del conocimiento,
las causales pueden operar, hasta antes que el oferente conozca la aceptación.

d).- Tiene importancia en relación a la teoría de los riesgos. En virtud del cual,
el riesgo de la especie o cuerpo cierto es de cargo del acreedor, y por lo tanto,
resulta necesario que el contrato se encuentre perfecto para saber quien tiene el
rol de acreedor y quien el de deudor.
Como ya sabemos, la regla general es que el contrato sea consensual, de tal
suerte que formado el consentimiento, este queda perfecto.
La teoría de los riesgos esta reconocida en nuestro derecho en el art. 1550.

e).- Es importante para determinar la ley que rige el contrato. Porque de


acuerdo al art. 22, de la Ley sobre efecto retroactivo de las leyes “en todo contrato
se entenderán incorporadas las leyes vigentes al tiempo de su celebración”.
f).- Tiene importancia para los efectos de la prescripción extintiva, que es un
modo de extinguir los derechos y acciones ajenos, y de acuerdo a lo que regula el
art. 2514, esta empieza a correr desde que la obligación se ha hecho exigible.
Cuando el contrato es consensual la obligación se hace exigible cuando se forma
el consentimiento.

g).- Tiene importancia también, porque todos los requisitos de existencia y


validez del acto jurídico deben estar presentes en el momento en que nace el
contrato y cuando el contrato es consensual, estos deben estar presentes al
momento en que se forma el consentimiento.

h).- Finalmente, también tiene importancia, porque todos los efectos del acto se
producen desde el momento de su perfeccionamiento.

Teoría a la que adhiere nuestro código


El Código de Comercio, en sus distintos articulados adhiere de una manera
categórica a la teoría de la declaración de voluntad o de la aceptación, que es la
más jurídica de todas, porque el consentimiento es el concurso de voluntades, es
la unión de la aceptación a una oferta vigente, y por lo tanto, desde el momento en
que el destinatario acepta en forma incondicional y en tiempo útil, se entiende
formado el consentimiento. De manera que el oferente cuando conoce de la
aceptación, toma conocimiento de un consentimiento ya formado (art. 101 Código
de Comercio).
Los autores franceses han elogiado nuestro Código de Comercio, porque en
Francia no existe un texto expreso que señale el momento en que se entiende
formado el consentimiento.
El Código Civil adhiere, como es lógico, también a la teoría de la aceptación,
salvas dos situaciones, a saber:
1.- En la donación entre vivos, que es un contrato, en que el consentimiento se
entiende formado cuando el donante, que es el oferente, toma conocimiento de la
aceptación del donatario, que será el aceptante (art. 1412).

2.- En la remisión, que es un modo de extinguir las obligaciones, y consiste en el


perdón del crédito que hace el acreedor al deudor. De acuerdo a la ley, la remisión
se rige por las mismas reglas que la donación entre vivos; por lo tanto, se va a
entender formado, cuando el acreedor toma conocimiento de la aceptación del
deudor.

Lugar en que se entiende perfeccionado el consentimiento


Este problema se plantea cuando el oferente y el destinatario residen en lugares
diferentes y siguiendo la teoría de la aceptación, nuestro C. de Comercio señala
que el consentimiento se entiende formado en el domicilio del aceptante, esto lo
dice el art. 104 del Código de Comercio: “Residiendo los interesados en distintos
lugares, se entenderá celebrado el contrato, para todos sus efectos legales, en el
de la residencia del que hubiera aceptado la propuesta primitiva o la propuesta
modificada” (en el domicilio del aceptante), pero tratándose de la donación y de la
remisión, el consentimiento se entiende formado en el domicilio del oferente (se
sigue la teoría del conocimiento) es decir, en el dominio del donante y del
acreedor, ellos son los oferentes.

Importancia de determinar el lugar en que se entiende perfeccionado el


consentimiento:

Estos se pueden sintetizar de la siguiente manera:

1°. Porque en todo contrato se entienden incorporadas las costumbres del lugar
lex locus regit actum.

2°- Porque en todo contrato se entienden incorporadas las leyes vigentes al


momento de su celebración; de tal suerte que, la determinación del lugar en que
se celebra el contrato, es relevante para conocer las normas que lo van a regir.

3°- También es importante, porque si el contrato es solemne, se va entender


perfeccionado en el lugar donde se cumple con las solemnidades. Si el contrato es
real, estará perfecto en el lugar donde se hace la entrega o tradición de la cosa, y
si es consensual, en el lugar donde se perfecciona el consentimiento.

4° Finalmente es importante determinar el lugar para precisar la competencia de


los tribunales. En este punto la regla general indica que las obligaciones deben
cumplirse en el lugar del domicilio del aceptante.
DERECHO CIVIL I

TEORÍA DEL ACTO JURÍDICO

Los Vicios de la Voluntad

El legislador se ha preocupado que la voluntad que se exprese sea sana, y es por


ello que, uno de los requisitos de validez del acto jurídico, es que justamente la
voluntad este exenta de vicios.
El art. 1445 en el Nº 2°, de su inc. 2° se refiere a este requisito. En este artículo
se habla “que su consentimiento no adolezca de vicios”. Lo que ha sido
ampliamente criticado por la doctrina, puesto que se ha sostenido que es más
propio hablar de voluntad exenta de vicios; ya que éste es un requisito de validez
del acto jurídico, aplicables a todos los actos sean estos unilaterales o bilaterales.

Asimismo, se critica el término consentimiento, porque da la idea que ambas


voluntades deben estar viciadas y lógicamente esto no es así. A su vez en el art.
1451, el legislador incurre en el mismo error, reiterando la expresión
consentimiento.
Cuando se expresa la voluntad, como dijimos, es necesario que ésta sea sana, se
debe expresar en forma correcta; y en este evento podemos distinguir tres
situaciones que alteran la voluntad que se expresa.

En primer lugar, puede ser que la voluntad se haya generado basada en un falso
concepto de la realidad, o en la ignorancia del mismo; en ese caso existe error y
consecuentemente se vicia la voluntad.

En segundo lugar, puede ocurrir que la voluntad se haya expresado por efecto de
una amenaza o presión psicológica, en ese caso existe fuerza, y también se vicia
la voluntad.
Con todo, cabe aclarar que únicamente la fuerza psicológica o moral, que es
aquella que justamente consiste en amenazas, puede ser vicio de la voluntad; ya
que la fuerza física, que es aquella en donde hay violencia de facto, en el hecho
no vicia la voluntad, sino que la excluye en forma absoluta.

En tercer lugar, puede ser que la voluntad se exprese basándose en un engaño,


en un fraude o en un artificio; de manera que si no hubiese mediado estos
engaños la persona o no habría celebrado el acto, o lo habría hecho en términos
diferentes. En este caso existe dolo y también constituye un vicio de la voluntad.
En los tres casos analizados, la voluntad no es pura, no es sana, se encuentra
distorsionada puesto que el error, la fuerza y el dolo, son elementos que alteran la
voluntad, viciándola.
En los vicios de la voluntad se encuentran en pugna dos principios:
1) Es el que la voluntad sea sana; y
2) El otro es el de la conservación del acto jurídico.

En razón de esta pugna, es que el juez sólo va a declarar la nulidad de un acto


cuando el vicio que afecta a la voluntad sea trascendente; y se entiende que es
tal, cuando de no mediar el vicio, o no se habría contratado, o se hubiere
contratado en términos muy distintos. Estas son cuestiones que el juez deberá
evaluar caso a caso.

Por otro lado, el vicio puede afectar el acto de dos maneras distintas:
1) Excluyendo completamente la voluntad, como en el caso de la fuerza física
y en el error esencial. En estos casos no hay vicio propiamente tal, porque la
voluntad ha desaparecido, no hay voluntad; y,

2) El vicio puede afectar el acto distorsionando la voluntad, aquí propiamente


si hay un vicio de la voluntad.

Finalmente, puede ocurrir que no haya voluntad, pero no por el hecho que exista
un vicio que la esté afectando, sino que por otros motivos distintos. Y esto puede
acontecer en los siguientes casos:

a) No hay voluntad cuando en el acto interviene un absolutamente incapaz, puesto


que el legislador considera que éstos carecen de voluntad jurídica.
b) No hay voluntad en la simulación. En ella las partes de un acto jurídico
expresan una voluntad distinta de la verdadera; y esta puede ser absoluta o
relativa. Es absoluta, cuando las partes celebran un acto jurídico sin querer
hacerlo, como por ejemplo, cuando un deudor simula una compraventa. Es
relativa, cuando las partes celebran un acto, pero en realidad quieren celebrar un
acto distinto, como por ejemplo, el padre que quiere regalarle a un hijo una casa y
simula una compraventa.
c) Otro caso tiene lugar cuando el acto jurídico es solemne y no se ha cumplido
con la solemnidad.

En definitiva, es el artículo 1451 el que concluye que los vicios de la voluntad son
el error, la fuerza y el dolo.
I.-ERROR
II.-FUERZA
III.-DOLO
I.- EL ERROR

Es la ignorancia o concepto equivocado que se tiene de la realidad.


Es el falso concepto que se tiene de una persona, cosa, situación o de la ley sea
en cuanto a su alcance, inteligencia, interpretación o permanencia.
.
Es la falsa representación de la realidad determinada por la ignorancia, es decir,
por no haber tenido la parte conocimiento de todas las circunstancias que influyen
en el acto concertado, o por la equivocación, es decir, por no haber valorado
exactamente la influencia de dichas circunstancias.
Lo que determina a una persona a manifestar su voluntad para la celebración de
un acto jurídico es el conocimiento que tenga de la realidad, de manera que la
manifestación surge como consecuencia de ese conocimiento.
En efecto, consiste en tener una representación intelectual de la realidad que hace
que el querer se exprese en un sentido diverso de aquél en el cual se habría
manifestado si se hubiese tenido el conocimiento adecuado.
Pothier dice que el error consiste en tomar por verdadero lo falso, o por falso lo
verdadero. Asimismo, agrega que el error es una disconformidad entre las ideas
de nuestra mente y el orden de las cosas.
En todas las definiciones de error, existe un denominador común que consiste en
que debe haber una falsa interpretación de la realidad, una disconformidad entre
el pensamiento y la realidad.

De cualquier manera, a nivel doctrinario, se entiende que el error es diferente de la


ignorancia, porque el que está en error cree saber, pero está equivocado; en
cambio, el que está en ignorancia nada sabe.
Sin embargo, en la práctica esta diferencia no tiene importancia, porque para
nuestra legislación la ignorancia es una especie o forma de error.

Equivocación e Ignorancia
Equivocación e ignorancia, no son términos sinónimos, por lo que no tienen un
mismo significado. Quien ignora algo no tiene noción de una cosa, carece de
conocimiento; mientras que quien se equivoca tiene una noción, equivocada, tiene
un conocimiento, pero equivocado.
Desde el punto de vista jurídico, el error, es decir, esta falsa representación de la
realidad puede deberse a ignorancia o a equivocación. Cualquiera de estos dos
conceptos puede configurar el error, sin que se distinga, en lo relativo a los efectos
del mismo, si dicho error se produjo por ignorancia o por equivocación. Puesto que
ambos casos conducen a lo mismo, a una falsa representación de la realidad.
Clasificación del error
En nuestro ordenamiento jurídico el error se clasifica en dos grandes grupos; a
saber: el error de derecho y el error de hecho.

Error de Derecho: Es la ignorancia o concepto equivocado que se tiene de la


norma jurídica, ya sea en cuanto a su alcance, inteligencia, interpretación o
permanencia.
De acuerdo a lo que establece el artículo 1452: “el error sobre un punto de
derecho, no vicia el consentimiento”. En efecto, y esto es así porque de lo
contrario se atentaría contra el principio de conocimiento de la Ley a que se refiere
el artículo 8º del C.C., según el cual: “Nadie podrá alegar ignorancia de la ley
después que ésta haya entrado en vigencia”.
Asimismo, conculcaría el principio de la seguridad jurídica, puesto que si se
permitiere alegar el error de derecho como vicio de la voluntad, se afectaría la
estabilidad de las relaciones jurídicas.
Que el error de derecho no vicie la voluntad significa que el que ha contratado
teniendo un concepto equivocado de la Ley o ignorándola del todo, no puede con
posterioridad argumentar este error para excusarse del cumplimiento de sus
obligaciones, o para pedir la nulidad del contrato.
En relación a lo anteriormente expuesto, podemos hacer mención al artículo 706
inciso 4º que señala: “el error en materia de derecho constituye una presunción de
mala fe, que no admite prueba en contrario”. En otras palabras, basta que una
persona alegue un error sobre cualquier punto de derecho, para que se presuma,
sin posibilidad de réplica, su mala fe. Este es uno de los pocos casos en que el
legislador presume de derecho la mala fe.
La norma en comento se encuentra ubicada en el Título de la posesión, y se ha
discutido si sólo se aplica en esta materia, o en su defecto, es de aplicación
general; y ello porque, en oportunidades, el legislador consagra normas de
aplicación general dentro de una determinada institución, como ocurre por ejemplo
en la presunción de buena fe del artículo 707, ubicado, asimismo en la posesión, y
en que no obsta esto para que sea de aplicación general. Es justamente esta
argumentación la que ha dado origen a la discusión relativa a determinar, si la
presunción de derecho que se hace de la mala fe cuando se argumenta un error
de derecho, es o no de aplicación general.
El problema se complica aún más, porque el mismo artículo 706 en su inciso 3º
señala que si alega en un error en materia de hecho no se opone a la buena fe. Y
este criterio es aceptado como de aplicación general. Lo lógico sería que la norma
o principio del inciso cuarto, materia de esta discusión también lo fuera.
Sin embargo, la mayoría de los autores ha concluido que esta norma, sólo es
aplicable en la posesión. Se sostiene que por el sólo hecho de que una persona
argumente un error sobre la Ley se presuma su mala fe, sin que pueda probar lo
contrario, resulta inconcebible, porque el conocimiento de la Ley es una irrealidad,
es imposible conocer todas las leyes y por lo tanto, es muy probable que una
persona, estando de buena fe, incurra en un error de derecho.
Los autores han señalado que la norma del artículo 706 inciso 4º se estableció
para evitar que las personas aleguen la ignorancia de la ley, y así excusar su
incumplimiento; sin embargo, es perfectamente posible alegar un error de
derecho, cuando no se quiera excusar el incumplimiento de la Ley; como por
ejemplo lo que ocurre con el pago de lo no debido. En efecto, el artículo 2297
permite alegar el error de derecho, cuando una persona ha efectuado un pago que
no debía. Aquí no se presume la mala fe del que alega el error, en este caso la
finalidad no es excusar el incumplimiento de la ley, sino que evitar un
enriquecimiento indebido; y por eso se permite alegar el error de derecho. Igual
situación es admitida en el Derecho Tributario.

En definitiva, el error de derecho no vicia la voluntad, porque se entiende que las


leyes son conocidas desde que entran en vigencia y por este motivo si se alega un
error de derecho, se presumirá la mala fe, sin que pueda probarse lo contrario.
Este principio opera siempre en materia posesoria y en las demás instituciones va
a operar cuando se alegue para excusarse del incumplimiento de una ley. Por lo
tanto, en las materias que no son posesorias se puede alegar el error de derecho,
sin que se presuma la mala fe cuando su finalidad no sea justamente el excusarse
del cumplimiento de la Ley.

El Error de Hecho: Es aquel que recae sobre una persona, una cosa o una
circunstancia; este error de hecho, por regla general, si vicia la voluntad.

El error de hecho se clasifica en seis categorías; a saber:


1) Error Esencial;
2) Error Sustancial;
3) Error Accidental;
4) Error en la Persona;
5) Error en los Motivos; y,
6) Error Común.

1) Error esencial, error obstáculo u optativo: Es aquel que consagra el art.


1453 C.C.
Este error esencial puede revertir dos formas diferentes:
a) Error in negocio; que es aquel que recae en la especie del acto o contrato que
se ejecuta o celebra. Ejemplo: una parte entendió donación y la otra un préstamo.
En este caso no existe consentimiento, porque las voluntades de las partes nunca
se van a encontrar y ambas voluntades se encuentran viciadas.
Sin embargo, la mayoría de los autores considera que en este caso no existe
voluntad, porque ambas partes se encuentran en error; existe ausencia de
intencionalidad y las voluntades de las partes no serán jurídicas, porque esas
voluntades no permitirán formar el consentimiento, y por lo tanto, no producirán
efectos jurídicos.
Este error in negocio, la ley también lo regula en la tradición y, asimismo, se
entiende viciada, cuando hay un error en el título, (que se toma como sinónimo de
acto o contrato), esto de acuerdo al art. 677 C.C.

b) Error incorpore: este error esencial, es aquel que recae en la identidad de la


cosa específica de que se trata. Ejemplo, una parte cree comprara una cosa y la
otra parte vender otra cosa distinta.
En esta forma de error, las partes coinciden en el contrato o acto que se celebra,
pero el error recae en el objeto del contrato. Ejemplo: Un fallo de la Corte Suprema
en que en un remate una persona subastó una gran cantidad de tarros en
conserva, creyendo que eran mariscos y en realidad eran legumbres.
Este error también está regulado en la tradición, y también la vicia de acuerdo de
acuerdo al art. 676 C.C.
En este error tampoco existe voluntad jurídica, porque la voluntad que emana de
las partes no podrá producir efectos jurídicos, y por lo tanto, no se podrá formar el
consentimiento, ya que no se produce el acuerdo en la prestación debida. Este
error también se regula en la transacción, art. 2457 C.C.

Sanción del error esencial. La doctrina se encuentra dividida al respecto, y se


distinguen tres posiciones.

Primero, algunos autores consideran que la sanción a este error debería ser la
inexistencia jurídica, porque hay tal divergencia entre las voluntades de las partes,
que jamás podría formarse el consentimiento, y por lo tanto, la voluntad de ellas
no será una voluntad jurídica. Y como la voluntad es un requerimiento de
existencia del acto jurídico, su ausencia debe producir la inexistencia.

Segundo, otros autores consideran que la sanción debería ser la nulidad absoluta,
y esto por dos motivos

1)- Porque ellos dicen que la nulidad absoluta es la máxima sanción civil que
consagra nuestro Código; y,
2)- Además afirman que la voluntad exenta de vicios, es un requerimiento de
validez exigido en atención a la naturaleza del acto o contrato, y en estos casos la
sanción es la nulidad absoluta.

Tercero, Finalmente hay autores que postulan que la sanción en este caso es la
nulidad relativa. Y dan tres razones para sostener esto.

a) Dicen que el art. 1682 C.C. establece taxativamente las causales de nulidad
absoluta, y en ellas no se consagra el error esencial, por lo tanto debe ser la
nulidad relativa.

b) Dicen que el mismo art. 1862 C.C. señala que la regla general en la materia
es la nulidad relativa, y esa es la sensación que tienen por regla general los vicios
de la voluntad.

c) Por último, dan una razón de texto, señalan que el art. 1454 C.C. emplea una
expresión que es significativa para determinar que el error esencial tiene como
sanción la nulidad relativa.
Este art. 1454 C.C. consagra el error sustancial respecto del cual nadie duda y
que tiene como consecuencia la nulidad relativa.
Este art. dice que este error “vicia asimismo el consentimiento”. Con la expresión
“asimismo” los autores dicen que se esta refiriendo al art. anterior, que consagra el
error esencial y por lo tanto, si vicia de la misma manera la voluntad, para ambas
formas de error debería ser la nulidad relativa.
Las opiniones más aceptadas son las dos primeras, porque en el error esencial no
hay voluntad jurídica.

2) Error sustancial; Consagrado en el art. 1454, inc. 1° C. C. es aquel que recae


en la sustancia o calidad esencial del objeto sobre que versa el acto o contrato.

En la época en que se dictó el código, se discutía si procedía distinguir entre la


sustancia de una cosa y su calidad o cualidad esencial, y existían dos criterios al
respecto:
El primero era un criterio objetivo, que señala que en el error sustancial lo que
importaba era la sustancia de la cosa, su composición química, su estructura.
Otro criterio era el subjetivo, que consideraba que el error sustancial, también
podría recaer en la calidad o cualidad de la cosa.
El Código Civil Francés siguió el criterio objetivo, pero Bello guiado en este punto
por Pothier, que eras partidario del criterio subjetivo, y por eso el art. 1454 C.C
dice que este error puede recaer o en la sustancia o en la calidad esencial del
objeto.

En el error sustancial, a diferencia del esencial, no se requiere bilateralidad en el


error, es decir, es posible que sólo una parte este en error y no las dos, por lo
tanto, el error sustancial puede recaer primero en la sustancia de la cosa, que es
la materia de que se compone el objeto; y, en segundo lugar, puede recaer en la
calidad esencial del objeto, que son las cualidades de la cosa que la hacen
diferentes de las demás.

Sanción al error sustancial


Todos los autores están de acuerdo en que la sanción es la nulidad relativa.

3) Error Accidental: También este error está consagrado en el art. 1454, pero en
su inc. final y es aquel que recae sobre una calidad subalterna de la cosa, y la
regla general es que no vicia el consentimiento, en virtud del principio “de la
consecuencia del acto jurídico”.

Excepcionalmente este error si se puede viciar la voluntad, y esto se produce


cuando la calidad accidental es el principal motivo que induce a una de las partes
a contratar y además esta circunstancia es conocida por la otra parte.
Para que el error accidental vicie la voluntad deben darse dos requisitos, a saber:
a) Una de las partes debe elevar un elemento accidental a la categoría de
esencial; y, b) Esa circunstancia debe ser conocida de la otra parte
Las calidades accidentales de la cosa, son aquellas que ordinariamente son
indiferentes para determinar la voluntad de las personas; Son calidades
secundarias.

Sanción del error accidental es, en general, la nulidad relativa en aquellos casos
que vicia la voluntad.

4) Error en la Persona: La regla general es que las personas contraten para


satisfacer necesidades, y por este motivo no tiene importancia la persona con
quien se contrata.
El art. 1455 C.C. señala que el error en la persona, por regla general, no vicia la
voluntad; excepcionalmente va a viciar la voluntad cuando la consideración de
ésta sea la causa principal que induce a contratar; esta situación se presenta en
los llamados contratos intuito personae, como por ejemplo: el mandato; el
comodato, el matrimonio, la transacción.

La identidad de las personas se puede establecer por circunstancias físicas,


sociales y civiles.
La identidad Física se refiere a las características anatómicas de las personas;
La identidad civil; se refiere al Estado Civil de las personas; y,
La identidad social; se refiere a las cualidades de las personas Ej.: egoísta, etc.

En la doctrina ha surgido la duda en determinar en cual de estas identidades debe


recaer el error para que vicie la voluntad.
La mayoría de los autores considera que el error en la identidad física de las
personas es muy difícil que se de; y por lo tanto, la duda se plantearía entre la
identidad social y la identidad civil.
Finalmente se ha señalado que son los Tribunales de Justicia los que en cada
caso deberán determinarlo.
Para saber cuando el error en la persona vicia la voluntad hay que distinguir el tipo
de acto de que se trate; a saber:

1° Los actos Jurídicos onerosos. En ellos la regla general es que el error en la


persona no vicia la voluntad. Son muy pocos los actos jurídicos onerosos intuito
personae. En éstos, por regla general no importa la persona.
Con todo, es posible reconocer excepciones; a saber: El que consagra el art. 676,
a propósito de la tradición, que como se verá es un modo de adquirir el dominio de
las cosas.

2° Los actos Jurídicos gratuito. La regla general en éstos es la que contraria;


este tipo de error sí vicia la voluntad, y esto porque las liberalidades o gratuidades
no se hacen a cualquier individuo. Por ejemplo, yo no le hago una donación a
cualquiera

3° Los actos de familia. Aquí, la regla general es que también se vicie la


voluntad. Ejemplo, en el testamento, reconocimiento de un hijo como natural.
En el matrimonio, la nueva ley de matrimonio civil (ley 19.947) consagra una regla
especial, porque en su art. 8° N°1°, señala que si ha habido error en la identidad
del otro contrayente se vicia la voluntad.
Sin embargo, La Corte Suprema interpretó la antigua norma de la ley de
matrimonio civil (art. 33 de la misma) haciéndola inaplicable, al argumentar que en
este caso, el error debe recaer en la identidad física del otro contrayente y esto es
imposible que se de.

La ley señala que en aquellos casos en que el error en la persona vicia la voluntad
se debe indemnizar de perjuicios a la persona con la que erróneamente se
contrato siempre que ésta haya concurrido de buena fe.

La sanción al error en las personas en aquellos casos en que se vicia la voluntad


es la nulidad relativa.

5) Error en los Motivos:

Es el que recae en las razones que se tienen para contratar.

La doctrina ha discutido si este error vicia o no la voluntad, y se ha concluido que,


por regla general, no la vicia, a menos que el error recaiga en la causa principal
que induce al contrato.
Algunos autores dicen que este error sería una especie de error esencial, porque
excluye la voluntad y por lo tanto su sanción debería ser la nulidad absoluta; sin
embargo, otros autores señalan, que este error implica la ausencia de causa y
como la causa es un requerimiento de existencia del acto, la sanción debería ser
la inexistencia.
En materia sucesoria se reconoce este tipo de vicios, así lo declara expresamente
el art. 1058 C.C.

6) El Error Común:

Éste ya era reconocido en Roma y consiste en aquel compartido por una gran
cantidad de personas en una determinada localidad.

Este error en vez de viciar el acto, por una ficción del legislador, se entiende que el
acto es válido.
Con posterioridad dio origen a la “teoría de la apariencia”, que consiste en darle
valor a actuaciones, que si bien son nulas, tienen la apariencia de validez.

Requisitos del Error Común


Para que pueda existir el error común y se le pueda dar valor al acto, es
necesario:
a).- El error debe ser común, es decir, el falso concepto de la realidad debe ser
compartido por una gran cantidad de personas.
b).- Debe haber una justa causa de error, un motivo plausible, el error debe ser
verosímil, lógico de creer; y,
c).- Las personas que están en error común, deben encontrarse de buena fe.

La legislación le da valor al error común para evitar la inestabilidad de las


relaciones jurídicas.
En esta materia existe un aforismo jurídico que dice que “el error común constituye
derecho”.
La Corte Suprema ha señalado que el error común no represente una norma
jurídica, sólo permite convalidar el acto, por la apariencia de normalidad que
presenta una situación o realidad jurídica, que en el fondo es irregular.
Nuestro Código no regula en forma sistemática el error común, pero si lo trata en
ciertos artículos donde lo acoge, como por ejemplo: El art. 1013 C.C. que
consagra la habilidad putativa de los testigos de un testamento; el art. 704 N°4
C.C. Este artículo consagra el heredero putativo, que en realidad no es heredero,
pero parece serlo y sus actos van a ser validos; en el Código de Comercio, se
reconoce el caso de las sociedades de hecho, que son aquellas que no se han
constituido legalmente, pero actúan como sociedades. En virtud del error común
sus actos van a ser válidos; entre otros.

Prueba del Error.


Debe probarlo el que lo alega, y el juez determinará si el error tiene la
trascendencia como para declarar la nulidad.
La regla general es que el error no da derecho a la indemnización de perjuicios,
con excepción del error en la persona, porque en este caso, si la persona con la
que erróneamente se contrato esta buena fe, tendrá derecho a ser indemnizada.
Si el acto Jurídico es bilateral, no es necesario que ambas partes estén en error,
esto lo ha dicho la jurisprudencia basándose en el art. 1454 C.C. que dice: “alguna
de las partes”; de ser así, si ambas están en error, estaríamos en presencia de un
error esencial.
El error para que vicie la voluntad debe ser un error justificable, verosímil, porque
si es inexcusable o se debe a la propia negligencia del que lo sufre, no va a viciar
la voluntad.
Ramón Domínguez dice: “Nadie puede alegar en su beneficio daños o efectos
perjudiciales cuando estos son debidos a la propia falta de cuidado del que hace la
alegación.
II.- LA FUERZA

Constituye el segundo vicio de la voluntad y en general consiste en la coacción


física o moral que se ejerce sobre la voluntad de una persona para obligarla a
consentir en un acto jurídico determinado.
También se la puede definir como la coacción de naturaleza física o moral que se
ejerce sobre una persona para inducirla a tomar la determinación de celebrara un
negocio jurídico.
Para los romanos, lo que constituiría un vicio de la voluntad era el miedo, el temor,
pero no la violencia, porque decían que la violencia era el medio que se empleaba
para infundir el temor, así la violencia era el medio y el temor el efecto que se
producía.
Nuestro Código siguió el mismo criterio, de manera que el acto violento, en sí
mismo, no vicia la voluntad; lo que representa un vicio propiamente tal es el temor
y es por ello que nuestro código habla de justo temor, incorporando, de esta
manera, un criterio subjetivo, porque es posible que lo que a una persona le
provoque temor a otra no se lo provoque.
Por esto el legislador señala que en la operación de la fuerza se debe tener
presente la edad, el sexo y la condición.
Esto es importante para la prueba de la fuerza, porque al mencionarse la edad, el
sexo y la condición se le dan los criterios al juez para que él pueda determinar
cuando hay un justo temor y esta será una cuestión de hecho que variará en cada
caso.

Clasificación de la fuerza. Esta puede ser:

a) Física; y,
b) Moral o psicológica

a) Fuerza Física: Consiste en el empleo de procedimientos materiales de


violencia, reduce a la víctima a un estado puramente pasivo y no vicia la voluntad,
porque la excluye en forma absoluta.

Planiol dice: “Cuando hay fuerza física es imposible que el acto produzca efectos
jurídicos y su sanción es la inexistencia o nulidad absoluta”.

Como la voluntad es un requisito de inexistencia del acto jurídico su ausencia


produce la inexistencia o nulidad absoluta, y por lo tanto en la fuerza física se
aplica esta sanción.
b) Fuerza Moral o Psicológica: Consiste en el empleo de amenazas, en esta
fuerza se le hace saber a la víctima que si no consiente sufrirá un mal mayor; esta
fuerza es la que vicia la voluntad, porque la persona que es la víctima de la fuerza
moral tiene la posibilidad de optar o por enfrentar la fuerza o rendirse ante ella, y
en este último caso, expresará una voluntad distorsionada, pero que existe.

Será el legislador el que irá en auxilio de esta persona para protegerlo de las
consecuencias perjudiciales del acto.
La fuerza está regulada en el art. 1456 y 1457 C.C. Estas normas regulan la
fuerza en las convenciones, pero tiene una aplicación general y también, por lo
tanto, rigen en materia extramatrimonial. De esta manera, la fuerza puede estar
presente en los actos jurídicos unilaterales o bilaterales, patrimoniales o
extrapatrimoniales.

Requisitos de la fuerza. Tradicionalmente se señalan cuatro requerimientos:

a).- Que sea grave;


b).- Que sea actual,
c).- Que sea determinante;
d).- ilegitima o injusta. Con todo, la doctrina agrega:
e).- que sea obra del hombre.

a).- Que sea grave: Esto quiere decir que debe presentar cierta intensidad, y la
ley en el art. 1456 C.C. primera parte define cuando se entiende que la fuerza es
grave, señalando que lo es “cuando es capaz de una impresión fuerte en una
persona de sano juicio tomando en cuenta su edad, sexo o condición”.
De esta manera, nuestro Código siguió un criterio subjetivo para determinar la
gravedad de la fuerza, al igual que el C.C. francés, de manera que el juez, para
determinar si la fuerza es grave o no, necesariamente, debe considerar las
circunstancias particulares de cada caso.
El legislador, en el mismo art. 1456 inc. 1° consagra un caso que para la mayoría
de la doctrina es una presunción de derecho. En otras palabras, cuando se da la
situación consagrada en este artículo, no es necesario probar la gravedad de la
fuerza, porque en ese caso se presume de derecho que la fuerza es grave.

Este caso se presenta cuando una persona sufre un justo temor de verse
expuesta ella, su consorte o alguno de sus ascendientes o descendientes a un mal
irreparable y grave.
Algunos autores señalan que la enumeración de personas que hace la ley en esta
presunción, es simplemente ejemplar y por lo tanto se podría aplicar la presunción
cuando la amenaza del mal afecte a otras personas, como por ejemplo a los
amigos.
Sin embargo, la mayoría de la doctrina ha estimado que si la amenaza del mal
afecta a otras personas diferentes de las enumeradas, no opera la presunción de
derecho y por lo tanto se deberá probar la gravedad de la fuerza.
Para que la fuerza sea grave es necesario que sea verosímil, es decir, que sea
posible su realización. Esta es una cuestión de hecho que se debe determinar en
cada caso por el tribunal.

b).- debe ser actual: es decir, debe estar presente en el momento en que se
expresa la voluntad, aunque el mal haya de realizarse en el futuro.

c).- que sea determinante: esto quiere decir, que debe ser trascendente, es
indispensable que exista una relación de casualidad entre amenaza o presión y la
conducta que observa el sujeto.
Asimismo, para que la fuerza vicie la voluntad, es necesaria que sea de tal
magnitud que sin ella la persona o no habría contratado o habría contratado en
términos muy diferentes.

d).- que sea ilegítima, injusta o contraría a derecho: La fuerza es injusta,


cuando el procedimiento empleado no está autorizado por el ordenamiento
jurídico.
Hay fuerzas que son legítimas y por lo tanto no vician la voluntad.; por ejemplo: Si
yo presto plata, y no me la pagan y yo amenazo con demandar a la persona;
también cuando el receptor amenaza para desalojar.

e).- Que sea obra del hombre: En el caso de la fuerza, esta amenaza puede
provenir de cualquier persona, es decir, si el acto jurídico es bilateral, para que se
entienda viciada la voluntad no es necesario que la fuerza provenga de la
contraparte, puede provenir de cualquier persona. Esto lo confirma expresamente
el art. 1457 C.C.

El temor reverencial
El inciso 2° del art. 1456 define el temor reverencial como “el solo temor de
desagradar a las personas a quienes se debe sumisión y respeto”, y determina
que no vicia el consentimiento.
En consecuencia, la persona que ha celebrado un acto jurídico para no
desagradar a otra a quien debe sumisión y respeto, no puede, basado en esa sola
circunstancia, alegar que se ha visto forzado a prestar su consentimiento, ni
pretender, por lo mismo, que éste se encuentre viciado.
Sanción en caso de Fuerza. En el caso de la fuerza moral, que es la que vicia la
voluntad, la sanción es la de nulidad relativa.

Con todo, esta sanción tiene una diferencia en relación con el error y el dolo; si
bien es cierto, los tres vicios tienen como sanción, por regla general, la nulidad
relativa, y esta prescribe en cuatro años, la diferencia radica en determinar desde
cuando se cuenta el plazo. Por que si el vicio es el error o el dolo, el plazo de
cuatro años se cuenta desde que se celebró el acto o contrato; en cambio, si el
vicio es la fuerza, del plazo que se cuenta desde que cesó la fuerza. En efecto,
puede ser que la amenaza cese en un mes, justamente desde ahí se comenzará a
contar el plazo.
Por otro lado, tratándose de la fuerza física, la sanción es diferente, porque como
ella excluye la voluntad, tiene como sanción la inexistencia o la nulidad absoluta
(según los autores).
III.- EL DOLO

Constituye el tercer vicio de la voluntad y se encuentra definido en el art. 44, inciso


final de Código Civil.
La Corte Suprema Ha dicho que la expresión “injuria” que emplea la ley debe
entenderse como sinónimo de daño o perjuicio.
En efecto, el que actúa con dolo pretende dañar a la contraparte, causarle un
perjuicio.
Puede ser que pese a este ánimo y a la actuación dolosa, el daño no se produzca,
y en este caso, igualmente, se entiende viciada la voluntad, porque lo importante
es que exista la intención de dañar.

Teoría Unitaria del Dolo.


El dolo lo encontramos en tres áreas diferentes del Derecho Civil, de acuerdo a los
seguidores de la “Teoría Unitaria del dolo”, que es aceptada por la mayoría de loa
autores; consiste, en que si bien el dolo se encuentra presente en diferentes áreas
del Derecho Civil, en su naturaleza es el mismo, que se aplica a diferentes
instituciones.

Área del Derecho Civil en que esta presente el dolo.

En primer lugar, Lo encontramos en la celebración de los actos y contratos como


un vicio de la voluntad, y es justamente en esta área donde esta siendo analizado.
En general, el dolo no es vicio del consentimiento, para que lo sea debe ser
principal, es decir, determinante, y obra de la contra parte.
El dolo se puede definir en esta primera área como “una maquinación
fraudulenta destinada a inducir a una persona a contratar”.
Como vicio de la voluntad, el dolo consiste en el empleo fraudes o engaños
destinados a inducir a una persona a contratar, haciéndola caer en error; por esto
muchos autores señalan que los vicios de la voluntad deberían ser tres,
incorporando a la lesión y excluyendo al dolo, porque éste sería una forma de
error.

En Segundo lugar lo encontramos en el área De la Teoría General de las


Obligaciones, concretamente, en el incumplimiento de éstas.
Una obligación se puede no cumplir por culpa o por dolo, y cuando la causal del
incumplimiento es el dolo, se agrava la responsabilidad del deudor, porque deberá
responder de los perjuicios directos previstos (los que las partes pudieron prever)
y también de los imprevistos. En cambio, el deudor culposo sólo responde de los
perjuicios directos previstos. En general, jamás se responde de los imprevistos.

En Tercer lugar lo encontramos en el área de los hechos ilícitos, particularmente


a propósito del delito civil.
En este caso, el dolo tiene una particularidad que no la tiene en los otros casos, y
esta consiste, en que para que exista el dolo y el delito civil, resulta indispensable
que se cause un daño.
La doctrina ha definido el dolo de diferentes maneras, por un lado se ha dicho que
es todo artificio o toda maniobra hecha para engañar a una persona provocando
en ella un error a fin de inducirla a celebrar un acto o contrato.
Ramón Domínguez dice: “El dolo es la intensión positiva de inferir perjuicio,
sea incitando a una persona a contratar, sea incumpliendo una obligación o
sea causándole un daño”.

Pothier, por otro lado, lo define como “toda especie de artificio de que una persona
se vale para engañar a otra”

En definitiva, el dolo implica el empleo de maniobrar fraudulentas para hacer caer


a la contraparte en error. El dolo conduce al error, y por esto la Corte Suprema ha
dicho que el error es el presupuesto del dolo, porque el dolo conduce a error.

Clasificación del dolo

I.- DOLO BUENO, DOLO MALO


a) Dolo bueno.- Es un engaño menor, producto de las exageraciones que son
normales en el comercio, a través de las cuales el comerciante pondera su
producto. No es otra cosa que la jactancia o exageración de las cualidades o del
valor de la cosa ofrecida.

Este dolo no vicia la voluntad.

b) Dolo Malo.- Supone un comportamiento ilícito, destinado a engañar a otra


persona y que la induce a una manifestación de voluntad que, sin el dolo, no
habría realizado, o habría realizado en condiciones menos onerosas.

El dolo malo es un engaño que excede de la simple exageración de un contratante


hábil, y por ello el derecho lo considera reprensible.
II.- DOLO POSITIVO, DOLO NEGATIVO
a) Dolo Positivo.- Es aquel en que el engaño se realiza a través de
razonamientos o actos tendientes a representar como verdaderas circunstancias
falsas o a suprimir o alterar las verdaderas.

b) Dolo negativo.- Es aquel en que el engaño consiste en ocultar sagazmente


hechos verdaderos. El autor del dolo “se escuda en una omisión de actividad
como es el silencio o reticencia”. La reticencia se advierte “ya al no desengañar a
la parte contraria sobre un error reconocible en que incurre, ya al no suministrarle
las aclaraciones debidas cuando se está en deber de hacerlo”.

III. DOLO PRINCIPAL, DOLO INCIDENTAL


a).- Dolo principal.- Es aquel que es trascendente, determinante, es decir, de no
mediar este dolo la persona o no habría contratado. Este dolo principal vicia la
voluntad.

b).- Dolo incidental.- Es aquel que no determina la voluntad de la persona, de no


mediar este dolo la persona igual habría contratado, pero lo habría hecho en
condiciones menos onerosas. Recae en aspectos secundarios y no vicia la
voluntad. La sanción de este dolo es la indemnización de perjuicios

Elementos constitutivos del Dolo.


1.- Elemento sociológico o intencional, consiste en que debe existir ánimo de
engañar.
Este elemento esta consagrado en el art. 44 del Código Civil cuando dice: “El dolo
es la intensión positiva”.
La Jurisprudencia ha señalado que para que haya dolo es necesario que la
voluntad del agente aparezca manifestada y determinada en actos que
demuestren el propósito de dañar a otra persona.

2.- Elemento material. - Consiste en que el autor del dolo debe materializar su
ánimo malicioso en comportamientos o actitudes externas.
Esto es importante, porque el Juez para determinar si el dolo vicia o no la
voluntad, deberá considerar la naturaleza de los subterfugios usados, porque al
igual que en el error, y en la fuerza, el dolo debe ser determinante, o sea, las
maquinaciones empleadas deben ser de trascendencia.
Se entiende por maniobras dolosas: mentiras, engaño, fraude, etc.

Dolo de los Incapaces.


Consagrado en el art. 1685 del Código Civil.
Este es un dolo especial, que se encuentra expresamente definido por la ley, y
consiste, en que un incapaz emplee maniobras fraudulentas con la finalidad de
ocultar su incapacidad y así poder celebrar un acto o contrato determinado.
Lo que el incapaz persigue cuando actúa con este dolo, es convencer a la persona
que contrata con él de que no sufre ninguna incapacidad.
La ley señala que la mera aseveración que hace el incapaz de que no lo es, no
constituye dolo.

Para que exista dolo del incapaz es necesario que se utilicen maquinaciones
fraudulentas. Esto, porque si existe duda acerca de la capacidad, la persona que
contrata con el debe actuar en forma diligente y por esto no basta la simple
aserción o aseveración que hace el incapaz.

Cuando el incapaz comete este dolo, la sanción que se le aplica consiste en que ni
él, ni sus herederos, ni sus cesionarios, podrán alegar la nulidad relativa.
Victorio Pesco, señala que tampoco existe dolo del incapaz, cuando este guarda
silencio acerca de su inhabilidad. Y la mayoría de los autores esta de acuerdo con
este criterio, ya que si la mera aserción de capacidad no implica dolo, con mayor
razón, el silencio del incapaz no puede implicarlo.

La doctrina ha discutido si el dolo negativo puede o no viciar la voluntad. Es decir,


si el silencio en que pueda incurrir una de las partes puede o no constituir dolo.
Hay casos en que la propia ley da una solución; por ejemplo:
En el contrato de seguros, la ley señala que este contrato se puede rescindir por el
silencio del asegurado acerca de ciertas circunstancias, que de ser conocidas por
el asegurador, lo habrían llevado a no contratar.
Otro caso es la compraventa, Si la cosa vendida tiene vicios ocultos no señalados
por el vendedor, este será obligado a responde por ellos (al saneamientos de
ellos).
La duda se presenta cuando la ley nada dice, y la mayoría de los autores
considera que el silencio puede implicar dolo por el “principio de la buena fe
contractual” consagrado en el art. 1546 del Código Civil, en virtud del cual los
contratos deben cumplirse de buena fe. El juez en cada caso debe determinar si la
naturaleza de la omisión constituye dolo.

El dolo como vicio de la voluntad no es necesario que cause daño, basta con que
se tenga la intención de dañar. El único caso donde es indispensable el perjuicio,
tiene lugar cuando el dolo es elemento de delito civil.
La jurisprudencia ha señalado que el dolo como vicio de la voluntad no precisa
necesariamente de un perjuicio, basta que existan actos que exterioricen la
intensión positiva de engañar a fin de lograr la celebración de un acto jurídico,
pero no es necesario que se consume el perjuicio o daño buscando por el agente.

Requisitos del dolo para que vicien la voluntad consagrados en el art. 1458 del
Código Civil.

Primer requisito. El dolo debe ser principal o inductivo. Esto significa que debe
ser determinante, es decir, de no mediar la maniobra dolosa, la persona, no habría
contratado.
Cuando el dolo no es principal se denomina accidental o incidental. Éste esta
regulado en el inciso 2° del art. 1458 del Código Civil; y como se dijo no vicia la
voluntad, sin él igual se hubiere contratado; y La sanción que se aplica no consiste
en la nulidad del acto, sino en la de indemnizar los perjuicios.
Tanto el que cometió el dolo, como el que se aprovechó de él deben indemnizar;
el primero, por el total del valor de los perjuicios causados; y los segundos hasta
concurrencia del provecho o beneficio que han obtenido.

Segundo requisito. El dolo debe ser obra de la contraparte para que vicie la
voluntad.
Los autores, en general, critican esta exigencia, y señalan que sería más lógico
aplicar el mismo criterio que se emplea en la fuerza. En tal sentido, la mayoría de
los códigos modernos permiten que la maniobra dolosa provenga de cualquier
persona, a diferencia de nuestro Código, que exige que provenga de la contra
parte.
Este requisito ha dado origen a determinar que ocurre cuando el acto jurídico es
unilateral. Por que si se habla “de la contraparte” se refiere al acto jurídico
bilateral.
Todos los autores están de acuerdo en concluir, que el dolo también vicia la
voluntad en los actos jurídicos unilaterales, pero en ellos, la maniobra dolosa
puede provenir de cualquier persona, sea de quien se quiere beneficiar con el dolo
o de un tercero.
Existen muchos arts. que confirman que el dolo vicia la voluntad en los actos
jurídicos unilaterales; por ejemplo:
En el art. 1234, que señala que la aceptación de una herencia no puede
rescindirse, a menos que haya habido dolo; y como sabemos la aceptación es un
acto jurídico unilateral.
Otro caso es el del art. 1237, que consagra la misma regla anterior respecto de la
repudiación de una herencia, la cual no puede rescindirse a menos que haya dolo.
Otra situación la encontramos en el art. 1782, inc. 2°, que señala que la renuncia
de los gananciales no puede ser dejada sin efecto a menos que haya habido dolo.
Ciertamente que esta renuncia constituye un acto jurídico unilateral.

Tercer requisito. No lo establece la ley, sino que lo ha agregado la doctrina y la


jurisprudencia; y consiste, en que el dolo debe ser anterior o simultáneo al acto
jurídico.
La Corte Suprema, ha señalado que no se puede anular un contrato por el dolo
ejecutado con posterioridad a su celebración.

Situaciones especiales del dolo.

La primera es el dolo del representante o del mandatario. El art. 1448 C.C.


regula la representación en virtud de la cual, una persona actúa a nombre de otra
radicándose todos los efectos en el representado, pese a que quien actúo fue el
representante.
La doctrina moderna considera que la representación es una modalidad del Acto
Jurídico, porque altera sus efectos normales. Esto ya que en la representación la
voluntad que actúa es la del representante, pero los efectos se radican en el
representado.
¿Qué sucede cuando el representante actúa con dolo?
Se discute si este dolo afecta o no al representado y la conclusión es que el dolo
del representante, vicia de nulidad relativa el acto. ¿Y qué sucede con el
representado? Como el representado no ha intervenido en las maniobras dolosas,
tendrá derecho a ser indemnizado de perjuicios por el representante.

Segunda situación; Es el dolo bilateral o dolo compartido.- Se presentan


cuando las dos partes se quieren engañar y actúan con dolo.
La Corte Suprema ha señalado que se produce una compensación, que priva a
ambas partes de la acción de nulidad, y por lo tanto, ninguna de ellas podrá alegar
la nulidad del acto.

Campo de aplicación del dolo


Tiene un amplio campo de aplicación, opera tanto en los actos jurídicos
unilaterales como bilaterales; en los patrimoniales y en los extrapatrimoniales, sólo
reconoce una excepción en que el dolo no vicia la voluntad, y ese caso es el
matrimonio, de acuerdo a la ley de matrimonio civil los vicios de la voluntad en el
matrimonio son el error y la fuerza. La norma considera el rapto dentro de la fuerza
y definitivamente no regula el dolo.
Presunción del Dolo.
El dolo no se presume, lo dice expresamente el art. 1459 C.C. y esto porque la ley
siempre presume lo normal, y lo normal es que no haya dolo. Si alguien alega el
dolo, debe probarlo, sólo excepcionalmente hay casos en que si se presume el
dolo, Ejemplo: el art. 94 N°6° de la muerte presunta.

Condonación del Dolo Futuro.


Por otro lado, el dolo no puede perdonarse anticipadamente el art. 1465 C. C.
señala que en estos casos hay objeto ilícito y por lo tanto, nulidad absoluta; solo
es posible perdonar el dolo una vez cometido pero jamás en forma anticipada.

Castigo o sanción que recibe el dolo.


Las sanciones al dolo se justifican por razones de orden público, ya que no puede
regir en forma absoluta el principio, “de la autonomía de la voluntad”. Por ello la ley
expresamente prohíbe que se perdonen las futuras maniobras dolosas.
Si se establece una sanción esta seria la nulidad absoluta, porque existe objeto
ilícito (art. 1465 C. C.).
Como se dijo, el dolo pasado, el que ya se cometió, sí se puede perdonar, pero
debe hacerse en forma expresa. Para muchos autores, en este caso no se esta
perdonando el dolo pasado, sino que se esta renunciando a la acción de la nulidad
o de indemnización de perjuicios.

Cuando el dolo es principal, vicia la voluntad y recibe como sanción la nulidad


relativa. En cambio, cuando es incidental tiene como sanción la indemnización de
perjuicios de la forma en que ya señalamos anteriormente.

La Culpa y su relación con el Dolo.

El art. 44 C.C., inc. 1°, parte final, señala que la culpa grave equivale al dolo en
materia civil. Nuestro Código no da una definición general de culpa, pero
doctrinariamente se puede decir, que la culpa es la falta de cuidado o de diligencia
en que se incurre al celebrar un acto o ejecutar un hecho.
Puede estar presente la culpa tanto con el campo contractual, como en el campo
extracontractual (la culpa es un elemento del cuasi delito civil).

Nuestro Código clasifica la culpa tres clases o categorías.


a).- Culpa grave o lata;
b).- Culpa leve; y,
c).- Culpa levísima (art. 1547).

Para determinar de qué culpa responde el deudor, la ley distingue a quien le


reporta utilidad el acto o contrato. Así:
1° Si el acto o contrato beneficia solamente al acreedor, el deudor responde de la
culpa grave.
2° Si el acto o contrato beneficia a ambas partes, el deudor responde de la culpa
leve.
3° Si el acto o contrato sólo beneficia al deudor, el responde de la culpa levísima.

Todo lo anterior se entiende siempre que las partes, en virtud de la autonomía de


la voluntad, no hayan estipulado algo diferente.

Culpa grave o lata


Esta culpa es la menos exigente de todas, y el código la define en el art. 44 inc.
2°diciendo que: “culpa grave, negligencia grave, culpa lata, es la que consiste en
no manejar los negocios ajenos con aquel cuidado que aun las personas
negligentes y de poca prudencia suelen emplear en sus negocios propios”.
De esta culpa responde el deudor, cuando el acto o contra beneficia al acreedor.
Por ejemplo: el contrato de depósito (no da derecho a usar lo que se mandó a
guardar).
Esta culpa la ley la asemeja al dolo en los asuntos civiles, es decir, el legislador
entiende que el que incurre en esta clase de culpa, esta actuando con dolo,
porque se ha incurrido en una negligencia de tal magnitud que viene a ser lo
mismo que el actuar dolosamente.

Semejanzas y diferencias entre el Dolo y la Culpa Grave


Como consecuencia de esta equiparación o similitud, la culpa grave, al igual que
el dolo, no podrá perdonarse anticipadamente; sin embargo, esta culpa si bien se
asemeja al dolo es diferente a él.
La principal diferencia consiste en que la culpa grave se presume en ciertos casos,
en el dolo nunca se presume, salvo en las excepciones legales.

La culpa leve
Constituye la regla general en materia de responsabilidad y consecuentemente de
culpa. En efecto, cuando la ley sólo habla de culpa, se entiende que se esta
refiriendo a la culpa leve.
Esta culpa está regulada en el art. 44 inc. 3° y 4° que reza: “es la falta de aquella
diligencia y cuidado que los hombres emplean ordinariamente en sus negocios
propios. Culpa o descuido, sin otra calificación, significa culpa o descuido leve.
La disposición agrega: “el que administra un negocio como un buen padre de
familia es responsable de esta especie de culpa”.
El deudor responde de este tipo de culpa, cuando el acto o contrato beneficia a
ambas partes. Por ejemplo: todos los contratos bilaterales

La culpa levísima
Se encuentra regulada en art. 44, inc. 5° y es la más exigente de todas.
El texto legal reza: “culpa o descuido levísimo es la falta de aquella esmerada
diligencia que un hombre juicioso emplea en la administración de sus negocios
importantes
De esta culpa responde el deudor, cuando el acto o contrato sólo lo beneficia a él
por ejemplo, el comodato.
IV.- LA LESIÓN

Lo primero que hay que tener presente es que la lesión no es un vicio del
consentimiento. Y nuestro código sólo le dio valor en muy pocos casos; y
siempre la consideró como un vicio del acto o contrato, pero no como un vicio de
la voluntad.
En el proyecto de Código Civil, la lesión era considerada como un vicio de la
voluntad; pero después fue suprimida.
En términos generales, cuando las partes contratan siempre existe un riesgo de
que uno obtenga una ganancia a costa de la perdida del otro, esto es algo natural
e irrelevante para el legislador; sin embargo, cuando se produce un desequilibrio
desproporcionado, puede haber lesión.
La lesión la podemos definir como: “el perjuicio que una parte sufre con motivo de
la celebración de un acto jurídico, oneroso, conmutativo, a consecuencia de la
desproporción económica de las prestaciones que el acto impone”.

¿En qué tipos de actos jurídicos se da la Lesión?


Se da en los actos jurídicos onerosos conmutativos.
Si el acto jurídico es gratuito, no cabe la lesión, porque en ellos la desproporción
es de la naturaleza del acto.
En los actos jurídicos onerosos aleatorios, tampoco opera la lesión, porque en
ellos el equivalente, consiste, justamente, en una contingencia incierta de
ganancia o pérdida.

Sanción en caso de Lesión


Finalmente, en aquellos casos en que el legislador admite la lesión como vicio del
contrato, la sanción que recibe es la de nulidad relativa.

Teorías sobre la Lesión

Teoría o Escuela Objetiva: Su creador fue Portalis, y considera que la lesión


produce un enriquecimiento injusto que atenta contra el orden público, ya que el
interés de la comunidad es que la prestación en los contratos establezcan
condiciones justas; de lo contrario, se afectaría el acto o contrato mismo, pero no
la voluntad de las partes.
Justamente esta es la teoría que sigue nuestro código.
Teoría Subjetiva: Considera que la lesión implica un engaño, lo que determina
que la voluntad de las parte se exprese de manera distorsionada, es decir,
considera a la lesión como un vicio de la voluntad.
Los códigos modernos adhieren a esta teoría, ya que, generalmente, la lesión no
permite que la voluntad de las partes se exprese en forma espontánea y libre.

A pesar de que nuestro código adhirió a la teoría objetiva, no le dio un tratamiento


orgánico a la lesión, sólo se remitió a ella en casos aislados y la pondera utilizando
un criterio matemático, de manera que no se deja a la consideración del juez la
determinación de si hubo o no lesión, encargándose la ley de hacer tal
ponderación. Por lo tanto, el juez para declarar la nulidad relativa por lesión,
necesita un texto expreso de la ley que lo autorice.

Casos en que opera la lesión en nuestra legislación


Los casos en que nuestro derecho civil admite la lesión son taxativos, por lo tanto,
no se pueden interpretar de manera extensiva o análoga, ni hay más casos de los
que la propia ley se encargó de admitir.

1°.- En la compraventa de bienes raíces (arts. 1888 y 1889).


Aquí se aprecia con claridad el criterio matemático que emplea el legislador en
esta materia, denominándola en este caso “lesión enorme”.
En este caso, se establece que el vendedor sufre lesión enorme cuando el precio
que recibe es inferior a la mitad del justo precio de la cosa que se vende.

Por otro lado, el comprador sufre de lesión enorme cuando el justo precio de la
cosa que compra, es inferior a la mitad del precio que paga por ella.
La ley agrega, que el justo precio se pondera al tiempo del contrato.
La acción rescisoria o acción para pedir la nulidad relativa prescribe en el plazo de
4 años contados desde la fecha de celebración del contrato.

2°.- También opera la lesión en la permuta. Éste es un contrato en que las


partes se obligan mutuamente a dar una especie o cuerpo cierto por otro (antiguo
trueque).
De acuerdo al art. 1900 la permuta se rige por las reglas de la compraventa, por lo
tanto, la permuta de bienes raíces puede ser objeto de lesión enorme en los
mismos casos que la compraventa.
3°.- En la aceptación de una asignación hereditaria (art. 1234). En este caso el
código la llama “lesión grave” y se presenta cuando se disminuye el valor total de
la asignación en más de la mitad (1234, inc. final).

4°.- Otro caso se presenta en la partición de bienes. Aquí el legislador sólo


habla de lesión y se presenta cuando uno de los coasignatarios, que son los
comuneros, es perjudicado en más de la mitad de su cuota (art. 1348, inc. 2°).

5°.- En el mutuo de dinero. La ley 18.010 sobre operaciones de crédito de dinero


regula esta figura del mutuo de dinero; y la misma ley reconoce la existencia de
dos tipos de intereses; a saber:
a).- Los corrientes; que son aquellos que fija la Superintendencia de Bancos e
Instituciones Financieras todos los meses, y que se calcula sobre la base del
interés promedio que cobran los bancos y las instituciones financieras situadas en
el territorio de la República.
Este interés es el que constituye la regla general en la materia, por lo tanto, si
nada se dice al particular, es éste el interés el que opera.
b).- El máximo convencional; que es aquel que las partes pueden estipular; y que
tiene un limite, que consiste en que éste no puede exceder del 50% del corriente.
Si se infringe este límite, y las partes establecen un interés superior a este tope, la
sanción no se traduce en la nulidad del acto, sino en que el interés se va a rebajar
al corriente, ya que en ese caso hubo lesión.

6°.- En la cláusula penal. Aquí el Código habla de cláusula penal enorme; con
esto hace referencia a la lesión.
La cláusula penal es una garantía en que una persona para asegurar el
cumplimiento de una obligación principal se somete a una pena en caso de que no
se ejecute o se retarde el cumplimiento de la obligación principal.
Cuando la pena consiste en dar dinero y el contrato del que emana la obligación
principal es conmutativo, es posible que haya lesión y a este respecto la ley
señala, que la lesión se prestará cuando la pena que se conviniere excede al
doble de la obligación principal, incluyendo la obligación principal en ese duplo.
Esto lo dice el art. 1544 C.C.

Fuera de estos casos no hay más que aludan a la lesión, y en todos ellos, como
se dijo, el legislador emplea un criterio matemático y objetivo.

Cuando debe estar presente la Lesión.


En todos los casos, la lesión debe estar presente al momento de celebrarse el
acto contrato.
Sanción de la Lesión.
Tiene como sanción la nulidad relativa o rescisión.
2° Requisito de Validez: La Capacidad De Las Partes

Todo acto jurídico, sea unilateral o bilateral supone una manifestación de voluntad
y para que esa manifestación sea válida, debe emanar de una persona capaz, es
decir, de una persona que tenga la facultad de comprender los alcances del acto
que esta celebrando o ejecutando.

Concepto de Capacidad
En general la capacidad es la aptitud o suficiencia para hacer alguna cosa.
Esta es la aptitud legal que tiene una persona para adquirir derechos y contraer
obligaciones, y para ejercer estos derechos que ha adquirido y cumplir sus
obligaciones, por sí mismo sin necesidad de la autorización de un tercero o sin el
ministerio de un tercero.
Ramón Domínguez dice que es la aptitud de las personas para adquirir, gozar y
hacer valer por si mismo un derecho en la vida jurídica.

El Código Civil da una definición incompleta al respecto, y dice que la capacidad


legal de una persona consiste en poder obligarse por si mismo y sin el ministerio o
autorización de otro (art. 1445, inc. 2° C. Civil).

Esta definición se ha criticado por dos motivos:


1.- La definición es incompleta puesto que sólo regula el punto de vista pasivo,
la situación del deudor, pero nada se dice respecto del acreedor; y por esta razón
se ha dicho, que la capacidad legal consiste en que una persona se pueda obligar
por si misma sin el ministerio o autorización de otra y pueda adquirir derecho por si
misma y ejercerlos sin dicho ministerio o autorización, (aquí se consagra el punto
de vista pasivo y activo).
2.- Esta definición se refiere a la capacidad de ejercicio pero no a la goce. La
capacidad se asemeja a la personalidad, pero se deferencia en que la
personalidad es un concepto absoluto, se es o no persona, no hay sistema
intermedio; en cambio la capacidad admite graduación.

Clasificación de la Capacidad.
Aquí podemos distinguir entre capacidad de goce o de ejercicio.

La de goce, es la que tienen todas las personas por el sólo hecho de existir y
consiste en poder adquirir derecho y contraer obligación, aún cuando estos
derechos y estas obligaciones no se puedan cumplir por si mismas.
A esta capacidad de goce se le llama también capacidad adquisitiva, porque
habilita para adquirir derechos.

La de ejercicio, es aquella que se encuentra definida por el Código en el art.


1445, inc. 2° y consiste en poder adquirir derechos y contraer obligaciones y
ejercer dichos derechos y cumplir tales obligaciones personalmente, sin la
autorización o representación de otra persona.
Esta capacidad sólo la tiene las personas plenamente capaces. Y la regla general
es que toda persona sea capaz, salvo aquellos que la ley declara incapaces, esto
lo dice el art. 1446.

LAS INCAPACIDADES
A ella se refiere el art. 1447 y existen tres grupos de incapacidades.
1.- Absolutamente incapaces.
2.- Relativamente incapaces.
3.- Las incapacidades especiales o prohibiciones. Y estas se presentan cuando
una persona pese a ser plenamente capaz, no puede celebrar un determinado
acto o contrato.

En el derecho procesal a estas incapacidades especiales se les llama falta de


legitimación para actuar y se presentan cuando una persona no se encuentra
legitimada para ejercer una acción o celebrar un acto determinado.
Ejemplo
.- El art. 412 inc. 2° C.C. que prohíbe al tutor o curador comprar los bienes raíces
del pupilo o tomarlos en arriendo.
.- El art. 1796 C.C. que prohíbe la compraventa entre cónyuges no separados
judicialmente y entre el padre o madre y el hijo sujeto a patria potestad.

En estas incapacidades especiales existen ciertos actos, en que por las


circunstancias en que se encuentran las partes entre si o por el objeto sobre que
versa, la ley prohíbe que sean celebradas entre ciertas y determinadas personas,
a diferencia de lo que ocurre con las incapacidades absolutas y relativas, porque
ellas se refieren a una generalidad de actos.

Normas generales en torno a la capacidad.

1) Cada vez que la ley habla de incapacidad se esta refiriendo a la de


ejercicio.
2) Sólo la ley puede crear incapacidades, las partes convencionalmente no
pueden establecer nuevas incapacidades.

3) La incapacidad constituye una excepción a la regla general que es la


capacidad.

4) Por lo anterior, las normas sobre incapacidad son de derecho estricto, y por
lo tanto, no se pueden aplicar por analogía, porque son excepcionales.

5) Las incapacidades pueden ser de tres tipos a) absolutas, b) relativas, c)


especiales.

Incapacidad Absoluta

La incapacidad absoluta es aquella de que padecen ciertas personas que en


concepto del legislador carecen de voluntad jurídica o en el evento de tenerla no la
pueden expresar sea por un defecto físico o mental.

A los absolutamente incapaces les faltan dos elementos esenciales del proceso
volitivo que son: el discernimiento para comprender los alcances del acto y la
intención.

En otras palabras, los absolutamente incapaces carecen de voluntad jurídica. Sin


embargo, estos, por el hecho de tener la capacidad de goce, pueden adquirir
derechos y contraer obligaciones, pero no pueden actuar personalmente; para
hacerlo deberán actuar por medio de sus representantes legales.
Por lo tanto, en la vida jurídica el absolutamente incapaz sólo puede actuar
representando por su representante legal.

Son absolutamente incapaces:


Los dementes, los impúberes y los sordos o sordomudos que no pueda darse a
entender claramente. Fuera de estos, no hay más absolutamente incapaces. Esto
es taxativo.

A).- El Demente
La demencia es una de las tantas enfermedades mentales que existen en
medicina, sin embargo, esta palabra el legislador la tomó en su sentido natural y
obvio, como sinónimo de cualquier enfermedad mental que implique privación de
razón.
Interdicción
El demente debe someterse a un procedimiento judicial especial, que consiste en
la interdicción, en virtud de este procedimiento el juez dicta un decreto (de
interdicción), en el cual se declara inhabilitado al demente para actuar. Este
decreto debe inscribirse en el Reg. de interdicciones y prohibiciones del
Conservador de Bienes Raíces (se trata de un procedimiento no contencioso).
El representante legal del demente, si es menor de edad, se llama tutor, si es
mayor de edad se llama curador.

Importancia del Decreto de Interdicción


El decreto de interdicción tiene importancia para efectos de prueba, porque
mientras no se dicte este decreto, los actos del demente se presumen válidos, a
menos que se pruebe la demencia; en cambio, una vez dictado e inscrito el
decreto, se presume de derecho la demencia y no se podrá alegar la validez del
acto, ni aún argumentando que el demente actúo durante un intervalo lúcido.

Intervalos lúcidos
En la época en que el dictó el C.C. existía una gran discusión acerca de la
posibilidad que el demente actuara durante un intervalo lúcido. Sin embargo, Bello,
adelantándose a su época, estimó que los dementes no tenían realmente tales
intervalos y que estos no eran más que características propias de la enfermedad.
Si un demente actúa en la vida jurídica por sí sólo, sin estar representado por su
representante legal, el acto es nulo de nulidad absoluta. Art.1682 inc 2° C.C.
Ahora bien, si un demente se recupera, puede ser rehabilitado, pero para esto se
requiere de una resolución judicial que ordene cancelar las inscripciones, y el tutor
o curador, en su caso, deberá rendir cuentas al demente de su administración.

B).- Los Impúberes


Son los hombres menores de 14 años y las mujeres menores de 12.
La ley hace una subdistinción al respecto, puesto que los menores de 7 años, de
cualquier sexo, reciben el nombre de infantes o niños. (art. 26 C.C. revisarlo y
estudiarlo).
Bello, al tenor de los conocimientos científicos que en la época del código existían,
determinó, arbitrariamente, estos límites de edad y que está determinada por la
capacidad reproductiva de las personas.
Esta posición de Bello se ha criticado, porque se sostiene que no hay una relación
directa entre la madurez y la pubertad; asimismo se dice, que esta última no
siempre llega a la misma edad.
¿Por qué carecen de voluntad jurídica?
El legislador considera, que los impúberes son personas que carecen de voluntad
jurídica; se afirma que no se han desarrollado aún y, por lo tanto, no pueden
comprender los alcances de los actos jurídicos.

¿Cómo pueden actuar en la vida jurídica?


Los impúberes sólo pueden actuar representados por su representante legal, que
será, si es un hijo familiar, el padre o la madre que ejerza la patria potestad; y si es
un hijo no familiar por su tutor.
Si en la práctica un impúber actúa sin estar representado, su acto es nulo, de
nulidad absoluta (art 1882 inc. 2° del C.C.).
A este respecto conviene advertir, que la ley consagra dos reglas especiales que
se aplican al infante y al demente; a saber:
a).- Ambos son incapaces, además, desde el punto de vista extra contractual, o
sea, no responden por sus ilícitos civiles (delitos y cuasidelitos civiles). Art. 2319.
b).- Asimismo, no son capaces de iniciar posesión de las cosas que no pertenecen
a alguien. 723, inc. 2°.

C).- Sordos o Sordomudos que no pueden darse a entender claramente

Lo que hace que el sordo o sordomudo sea absolutamente incapaz, es su


incapacidad para manifestar claramente su voluntad, lo que además de crear una
situación de ambigüedad, expone a éste a una situación de absoluta indefensión.
La ley cambio de criterio, en cuanto a la circunstancia que hacía al sordomudo
incapaz. Antiguamente, esa circunstancia estaba dada por el hecho de haber sido
el sordomudo analfabeto, de manera que, si el aprendía a leer y escribir cesaba su
incapacidad, con mayor razón hoy no lo será, ya que la escritura es una de las
formas en que expresamente una persona puede manifestar cualquier voluntad.
Regularmente el sordomudo es una persona inteligente, de manera que tiene
voluntad jurídica (es una diferencia con el impúber y el demandante), pero el
problema radica en que no puede expresarla claramente, y por ello es considerado
como absolutamente incapaz.
Por lo tanto, para que el sordomudo deje de ser absolutamente incapaz es
necesario que aprenda a manifestar de manera indubitada su voluntad.
Finalmente, cabe concluir, que todos los actos del sordo o sordomudo que realice
sin la autorización de su representante legal, al igual que los otros absolutamente
incapaces, tendrá como sanción la nulidad absoluta. Art 1682 inc2° C.C.
Relativamente Incapaces
Son personas que tienen un cierto grado de madurez, pero aún no han logrado el
suficiente juicio como para desprotegerlos legalmente.
El relativamente incapaz tiene voluntad jurídica, pero inmadura, en otras palabras,
se trata de una voluntad incompleta.
Al tenor de lo enunciado precedentemente, los relativamente incapaces, en la vida
jurídica pueden actuar de dos formas diferentes; a saber:
1.- Representados por un representante legal, al igual que los absolutamente
incapaces; y,
2.- Puede actuar autorizados por su representante legal. En este segundo caso, la
autorización que se le da se denomina “formalidad habilitante”, porque habilita,
faculta o permite al incapaz para actuar en la vida jurídica (completa la
incapacidad del incapaz para actuar).
El representante legal del relativamente incapaz será su padre o madre o bien el
curador que se le designe.

Además existen casos excepcionales, en que es la propia ley la que autoriza al


relativamente incapaz para actuar por sí solo, sin encontrarse ni autorizado, ni
representado por su representante legal. Estos casos se refieren, en general, a
situaciones que benefician al incapaz, o bien a circunstancias muy personales en
las que no puede intervenir su representante.
Si el relativamente incapaz actúa en la vida jurídica sin encontrarse autorizado, ni
representado y el acto no se encuentra dentro de aquellos en que la ley lo autoriza
a actuar sólo, la sanción será la nulidad relativa.

Son relativamente incapaces:


El menor adulto; y, el disipador declarado en interdicción de administrar lo suyo (El
dilapidador). Fuera de estos, no hay más relativamente incapaces.
Hasta antes del año 89, la mujer casada en Régimen de Sociedad Conyugal
también era relativamente incapaz, sin embargo, por la ley 18.802 se derogó esa
disposición.

El menor adulto
Es la mujer mayor de 12 años y el varón mayor de 14 y menores de 18 años.
El paso de la absoluta incapacidad deriva del hecho que el legislador consideró
que en los 14 años varones y a los 12 años las mujeres llegaban a la pubertad y
se quiso seguir el mismo criterio dado por el derecho canónico.
Este criterio no es compartido por todas las legislaciones, y muchos autores
consideran, que en aquellos Ordenamientos Jurídicos donde se considera que la
pubertad llega a una edad muy temprana, los jóvenes no tienen el suficiente
discernimiento como para ejecutar ciertos actos que la ley autoriza a celebrar a
estos relativamente incapaces por si solos, y por ello consideran que el paso a la
relativa incapacidad debería ser una edad mayor.

El disipador interdicto
El disipador, dilapidador o pródigo, son aquellas personas que, en forma reiterada
y habitual, gastan de manera desproporcionada a sus haberes y sin finalidad
lógica.
El dilapidador por si solo, es plenamente capaz, lo que lo convierte en
relativamente incapaz es el hecho de encontrarse en interdicción, es decir, es
necesario que se le haya solicitado al juez la dictación del decreto de interdicción,
a través del cual, se priva al dilapidador de la administración de sus bienes y se le
nombra, en calidad de representante legal, a un curador. Este decreto de
interdicción debe inscribirse en el registro de interdicciones y sólo una vez que el
decreto se encuentre inscrito, el disipador pasa a ser relativamente incapaz.
La ley establece que la dilapidación debe probarse ante el juez a través de una
serie de hechos repetidos que demuestren la falta total de prudencia, (art. 445
C.C.).
Si el disipador que se encuentra bajo interdicción actúa en la vida jurídica sin
encontrarse autorizado, ni representado, la sanción será la Nulidad Relativa.
Su representante Legal es el curador que el juez le designa, y al igual que el
demente, el disipador puede ser rehabilitado, en este caso, deberá cancelarse la
inscripción y el curador le deberá rendir cuentas de su administración.
El disipador no es un demente, porque el no tiene una desviación de la razón, lo
que ocurre es que tiene una falta de prudencia y no sabe medir los gastos que
realiza o ejecuta.

Autorización Judicial Supletoria.


Existen casos en que el legislador autoriza al juez para dar la autorización a un
relativamente incapaz. Esta autorización se le llama, autorización judicial
supletoria y también es una formalidad habilitante, porque le va a permitir al
incapaz actuar válidamente en la vida jurídica.
Esta autorización sólo procede cuando la ley lo permite. Además va a proceder
cuando el representante legal se la haya negado o éste este impedido para dar la
autorización.

Característica de la autorización judicial Supletoria


1.- En esta autorización el juez sólo puede intervenir cuando la propia ley lo
autoriza, de manera que su actuación no opera siempre, sino sólo en aquellos
casos expresamente señalados por el legislador.
2.- Esta autorización es supletoria, porque el relativamente incapaz debe dirigirse
primero a su representante legal, y si se niega injustificadamente, o se encuentra
impedido para actuar, el relativamente incapaz deberá analizar si el legislador lo
autoriza o no a recurrir ante el juez.
3.- Esta autorización es especial, y el juez para autorizar debe proceder con
conocimiento de causa. Es decir, se le deberá probar al juez, que el representante
legal esta incapacitado o bien, que su negativa es injustificada.
4.- Esta autorización es una formalidad habilitante, porque tiene por objeto habilitar
al incapaz para actuar.

La omisión de esta formalidad tiene como sanción la nulidad relativa, porque es


una formalidad exigida en atención al estado o capacidad de las personas.
Finalmente, cabe señalar, que esta autorización no convierte al juez en
representante legal, porque los únicos representantes legales son los señalados
en la ley, y en ella no se menciona al juez (art. 43)

Actos Domésticos
Son aquellos que habitualmente celebran los absoluta y relativamente incapaces
sin encontrarse ni autorizados, ni representados, pese a esto tienen validez. Por
ejemplo, un incapaz paga un pasaje de micro o bus.
En general, en la doctrina se ha discutido el motivo del porque estos actos son
válidos; y se ha concluido, que su valor deriva de la circunstancia de que en ellos
la posibilidad de que el incapaz sufra un perjuicio es muy reducida;
También se dice, que en estos casos habría un mandato tácito del representante
legal que autorizaría al incapaz a actuar. Sin embargo, este argumento sólo es
válido respecto del relativamente incapaz, pero no podría alegarse respecto del
absolutamente incapaz, ya que éste sólo puede actuar representado.

Incapacidades especiales o Prohibiciones consagradas en el inc. final del


art. 1447

Las personas afectadas por estas incapacidades son personas plenamente


capaces, pero que por una prohibición del legislador no se encuentran autorizadas
para celebrar ciertos y determinados actos jurídicos con ciertas y determinas
personas, es decir, no tienen poder negocial; no se encuentran “legitimadas” para
actuar.
Y a modo de ejemplo, podemos citar:
Art. 1796.- Este art. prohíbe la compraventa entre cónyuges no separados
judicialmente y entre el padre o madre y el hijo sujeto a patria potestad.
Art. 1798.- prohíbe a los jueces, abogados, procuradores, y notarios comparar los
bienes que se venden como consecuencia del juicio en el que ellos han
intervenido
EL OBJETO

Conceptos Generales
Todo acto jurídico debe tener un objeto, pues éste es un requisito de existencia
esencial, sea cual fuere la especie de acto jurídico de que se trate.
El concepto de objeto es controvertido en doctrina. Para quienes definen el acto
jurídico como la manifestación de voluntad hecha con la intención de crear,
modificar o extinguir derechos subjetivos, el objeto estaría constituido,
precisamente, por los derechos y obligaciones que el acto crea, modifica o
extingue. Dicho de otro modo, el objeto es lo querido por el autor o por las partes
del acto jurídico.
Para otros, el objeto del acto jurídico sería la prestación, es decir, la cosa que
debe darse o el hecho que debe ejecutarse o no ejecutarse. Quienes dan este
concepto de objeto piensan que son una misma cosa el objeto del contrato y el
objeto de la obligación.
Nuestro Código no lo definió, sino que se limitó a decir, en el artículo 1445 para
que una persona se obligue a otra por un acto o declaración de voluntad es
necesario: ...”3° que recaiga sobre un objeto lícito”, y en el artículo 1460 agrega
que “toda declaración de voluntad debe tener por objeto una o más cosas que se
trata de dar, hacer o no hacer”, concluyendo que “el mero uso de la cosa o su
tenencia puede ser objeto de la declaración”.
De esta manera, podemos concluir que, para la legislación chilena, según se
desprende del artículo 1460, el objeto del acto jurídico es la prestación, esto es, la
cosa que debe darse o entregarse o el hecho que debe ejecutarse o no
ejecutarse. Y ello porque la persona que realiza un acto jurídico, como lo hemos
dicho reiteradamente, lo hace para satisfacer una necesidad, y dicha necesidad,
en términos amplios, se satisface con una cosa que debe darse o entregarse o
con un hecho que debe o no ejecutarse.

Requisitos del Objeto

En doctrina el objeto debe reunir ciertos requisitos o cualidades, a saber:


La determinación, posibilidad y licitud.

a).- Determinación del objeto. El objeto debe determinarse al momento de la


conclusión del acto jurídico o, a lo menos, debe ser determinable, lo que
presupone y exige que se haya establecido desde dicho momento un medio
objetivo de determinación, o sea, que exista la posibilidad de una determinación
no dejada a la voluntad del declarante o de los declarantes.
b).- Posibilidad del objeto. El objeto debe ser posible, tanto en el hecho como en
el derecho. Se opone a este requisito o cualidad la imposibilidad, que, asimismo,
puede ser de hecho o jurídica.
La imposibilidad de hecho, material o física se tiene, por ejemplo, en la venta de
cosas inexistentes o en la promesa de un inalcanzable, por ej. un viaje al sol.
Lo que se requiere es que el objeto sea posible objetivamente al momento de
celebrar el acto jurídico.
La imposibilidad jurídica se debe a razones o causas de derecho. Por ej., hay
imposibilidad jurídica en el contrato de venta que se hace al extranjero de
mercaderías para las cuales está prohibida la exportación. También hay
imposibilidad jurídica en el contrato de prenda sobre bienes raíces, o el de
hipoteca sobre un mueble, que no sea nave o aeronave.
Desde el punto de vista de la posibilidad jurídica, no es obstáculo la no existencia
actual de las cosas; puede, en efecto, ser objeto del contrato las cosa futuras;
salvo disposiciones excepcionales que contengan prohibiciones, como la que
prohíbe los pactos relativos a sucesiones todavía no abiertas”.
c).- Licitud del objeto. Finalmente, el objeto debe ser lícito, es decir, no debe ser
contrario a la ley, al orden público o a las buenas costumbres, Se dice que el
objeto que contraviene a la ley o al orden público es ilegal; y que el que
contraviene las buenas costumbres es inmoral. Por ejemplo, sería ilegal el objeto
en la renuncia de la acción rescisoria por lesión enorme en la compraventa; o en
los pactos para disponer en forma distinta que la legal de la cosa dada en prenda.
En términos generales, son ilícitos los contratos o negocios que tienen por objeto
la realización de una acción delictuosa; por ejemplo los contratos de prostitución;
los contratos dirigidos a hacer desaparecer a otra persona, etc.

El objeto para el Código Civil

Requisitos que debe reunir el objeto. Hemos mencionado que para nuestro Código
Civil el objeto de todo acto o declaración de voluntad es una cosa que debe darse
o entregarse o un hecho que debe o no ejecutarse.
Consecuente con lo anterior, el Código, al establecer los requisitos del objeto,
distingue si éste consiste en una cosa que debe darse o entregarse o en un hecho
que debe o no ejecutarse.
Si el objeto de la declaración de voluntad es una cosa que debe darse o
entregarse, la cosa debe ser real, comerciable y determinada.
Si el objeto de la declaración de voluntad es un hecho, éste debe ser
determinado y física moralmente posible.

I.- Requisitos que debe reunir la cosa objeto de la declaración de voluntad


a).- La cosa debe ser real. La cosa que debe darse o entregarse debe ser real,
es decir, tiene que existir al momento de la declaración de voluntad o, a lo menos,
debe esperarse que exista. Así se desprende del inciso primero del artículo 1461
que dice que “no sólo las cosas que existen pueden ser objeto de una declaración
de voluntad, sino las que se espera que existan”.
Supongamos, por ej., un contrato de compraventa en virtud del cual A vende a B
un caballo en un precio determinado. El caballo que debe dar A a B tiene que
existir al tiempo del contrato, o esperarse que exista.
De conformidad con lo dispuesto por el artículo 1813, la venta de una cosa que no
existe, pero se espera que exista, se entiende hecha bajo la condición de que la
cosa llegue a existir, a menos que se exprese lo contrario, o que por la naturaleza
del contrato aparezca que se compró la suerte.

b).- La cosa debe ser comerciable. La cosa que debe darse o entregarse debe
ser comerciable, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 1461, inc. 1°, que
dice: “... pero es menester que las unas y las otras sean comerciables,...”.
Se dice que la cosa es comerciable cuando es susceptible de dominio o posesión
por los particulares. O bien, cuando se encuentra en el comercio humano y no
excluida de él por su naturaleza, por su destinación o por la ley, como
salvaguardia del orden público.

c).- La cosa debe ser determinada. La cosa que debe darse o entregarse debe
estar determinada a lo menos en cuanto a su género. Así lo establece el artículo
1461, inc. 1°.
La cosa puede determinarse en especie o género. La determinación es específica
cuando se individualiza determinadamente un individuo de un género también
determinado. Por ej., el caballo fina sangre Torbellino, ganador del Derby de
Kentucky. La determinación es genérica cuando se indica indeterminadamente un
individuo de un género determinado, Por ejemplo, un automóvil; dos caballos.
Cuando la cosa se ha determinado sólo genéricamente, es preciso indicar,
además, la cantidad. El artículo 1461, en su inc. 2°, permite que la cantidad sea
incierta, o sea, que no se indique con precisión en el acto contrato, con tal de que
este contenga datos o fije reglas que sirvan para determinarla. Se dice, en este
caso, que la cantidad es determinable.

II.- Requisitos que debe reunir el hecho objeto de la declaración de voluntad

a).- El hecho debe ser determinado. El hecho objeto de la declaración de


voluntad debe estar determinado, en el sentido de que la persona que se obliga
tiene que saber qué hecho debe ejecutar o de qué debe abstenerse. Del mismo
modo, el acreedor debe saber qué es lo que puede exigir al deudor.

b).- El hecho debe ser física y moralmente posible. El hecho objeto de la


declaración de voluntad debe ser física y moralmente posible.
De acuerdo con lo establecido por el inciso final del artículo 1461, es físicamente
imposible el hecho cuando es contrario a la naturaleza, y moralmente imposible, el
prohibido por las leyes o contrario a las buenas costumbres o al orden público.

Sanción por falta de objeto


Falta el objeto cuando no reúne uno o más de los requisitos o cualidades exigidos
por la ley.
Doctrinariamente el acto que carece de objeto es inexistente, pues falta un
requisito esencial para la existencia jurídica.
Sin embargo, el Código en el art. 1682, establece como sanción por falta de objeto
la nulidad absoluta, pues se habría omitido un requisito establecido por la ley para
el valor del acto, en consideración a su naturaleza o especie.

EL OBJETO LÍCITO

Concepto Generales
Hemos visto que para la existencia del acto jurídico se requiere que éste tenga un
objeto. Si falta el objeto, el acto es jurídicamente inexistente.
Para la validez del acto jurídico se requiere que el objeto sea lícito. Si el acto
jurídico tiene objeto, pero este es ilícito, el acto existe, pues se han dado los
requisitos esenciales para que nazca a la vida del derecho; Sin embargo, el acto
jurídico nace con un vicio que lo hace susceptible de ser invalidado.
Como dicen algunos, comparando con la vida de los seres humanos la situación
que se produce como consecuencia de la omisión de un requisito de validez, el
caso es muy similar de una criatura que nace con una enfermedad grave. Pudo
ésta nacer, pero como consecuencia de la enfermedad, bien puede morir.
La omisión del requisito de validez representa para el acto jurídico una grave
enfermedad, que puede producir su muerte, como consecuencia de la declaración
de nulidad.
El Código Civil en el artículo 1445 exige que el objeto sea lícito, sin definir qué se
entiende por tal. Tampoco dice cuándo el objeto es ilícito, limitándose a señalar
algunos casos de ilicitud en el objeto.
La noción del objeto ilícito ha sido controvertida en la doctrina nacional
Según Claro Solar, “para la validez de la declaración de voluntad no basta
que su objeto sea posible, cierto, determinado y comerciable; se requiere
además que sea lícito. Objeto lícito significa que es reconocido por la ley,
que lo protege y ampara”. A contrario sensu, objeto ilícito sería aquel que no se
conforma con la ley; o bien, sería aquel que infringe la ley o contraviene el orden
público o las buenas costumbres. Este concepto de objeto ilícito se obtendría del
artículo 1461 inciso final, que se refiere al objeto moralmente imposible, y
aplicando por analogía el artículo 1467, referido a la causa ilícita.
Para otros autores – como Eugenio Velasco Letelier – objeto ilícito sería aquel que
carece de cualquiera de los requisitos que la ley señala al objeto, tanto cuanto
éste consiste en una cosa o un hecho.
Para Avelino León, es aquel que versa sobre las cosas incomerciables o sobre
hechos o contratos prohibidos por las leyes, o sobre hechos contrarios a las
buenas costumbres o al orden público.

Si bien el Código, como hemos dicho, no define el objeto ilícito, señala entre los
artículos 1462 a 1466 algunos casos en que se presenta con especial relevancia
la ilicitud del objeto, dichos casos son los siguientes:
a) Actos que contravienen el derecho público chileno;
b) Pactos sobre sucesiones futuras;
c) Enajenación de las cosas enumeradas en el artículo 1464;
d) Actos contrarios a la Ley, a la moral, al orden público o a las buenas
costumbres.

Analizaremos cada uno de estos casos en los números siguientes:

a) Actos que contravienen el Derecho Público chileno

Dispone el artículo 1462 que “hay objeto ilícito en todo lo que contraviene al
derecho público chileno”, señalando como ejemplo la promesa de someterse en
Chile a una jurisdicción no reconocida por las leyes chilenas.
El objeto ilícito existe en todo acto o contrato que vulnere o infrinja el derecho
público chileno.

b) Pactos sobre sucesiones futuras


1.- Dice el artículo 1463: “El derecho de suceder por causa de muerte a una
persona viva no puede ser objeto de una donación o contrato, aún cuando
intervenga el consentimiento de la misma persona.
Las convenciones entre la persona que debe una legítima y el legitimario, relativa
a la misma legítima o a mejoras, están sujetas a las reglas especiales contenidas
en el Título de las Asignaciones Forzosas”.

El artículo transcrito permite formular los siguientes comentarios:

1.- El derecho de suceder por causa de muerte a una persona viva no puede ser
objeto de contrato alguno, sea gratuito u oneroso. Tal es el alcance de los
términos “donación o contrato” que emplea el Código incurriendo en un error, pues
la donación es también un contrato.

2.- El inciso segundo del artículo 1463 induce a pensar que pueden existir
convenciones entre el que debe una legítima y el legitimario relativas a la misma
legítima o mejoras, convenciones que reglamentaria el Código en el Título de las
Asignaciones Forzosas.
Se afirma que no puede celebrarse validamente ninguna convención entre la
persona que debe una legítima y el legitimario que tenga por objeto la legítima y
que sólo por excepción las normas contenidas en el Titulo de las Asignaciones
Forzosas permiten una convención, relativa a la cuarta de mejoras, a saber: el
pacto de no disponer de la cuarta de mejoras (art. 1204).
Del artículo a que se hace referencia se desprende que, no puede celebrarse
válidamente convención alguna entre el que debe una legítima y el legitimario
relativa a la misma legítima. En lo que respecta a la cuarta de mejoras, la única
convención permitida es la de no disponer de dicha cuarta.

3.- Cabe tener presente, finalmente, que la ley prohíbe las convenciones que
tengan por objeto el derecho de suceder por causa de muerte a una persona viva,
siendo perfectamente válidas las convenciones relativas a derechos sucesorios ya
existentes, por haber muerto el causante. Tanto es así, que la ley reglamenta
expresamente la cesión de derechos hereditarios en los artículos 1909 y sgtes.

c) Enajenación de las cosas enumeradas en el artículo 1464

Dice el artículo 1464: “Hay un objeto ilícito en la enajenación: 1° de las cosas que
no están en el comercio; 2° de los derechos y privilegios que no pueden
transferirse a otra persona; 3° de las cosas embargadas por decreto judicial, a
menos que el juez lo autorice o el acreedor consienta en ello; 4° de las especies
cuya propiedad se litiga, sin permiso del juez que conoce el litigio”.
Antes de entrara al estudio de las enajenaciones enumeradas por el artículo 1464,
es menester precisar el sentido y alcance de algunos conceptos.

Que se entiende por enajenación


En un sentido restringido, la enajenación se designa exclusivamente a la
transferencia del derecho real de dominio.
Sin embargo, se discute en doctrina el alcance que debe darse al término
enajenación en el artículo 1464.
Para algunos, la expresión enajenación designa únicamente a la transferencia del
dominio, lo que estaría demostrado por el hecho de que el Código, en varias
disposiciones, distingue entre la enajenación y la constitución de otro derecho real
que no sea el dominio, diciendo, por ejemplo, “enajenar e hipotecar” o “enajenar y
gravar con hipotecas, censos o servidumbres”.
Con todo, la doctrina mayoritaria estima que la palabra enajenación empleada por
el artículo 1464 debe tomarse en un sentido amplio, comprensivo no sólo de la
transferencia del dominio, sino que también de la constitución de cualquier otro
derecho real.
En consecuencia, adolece de objeto ilícito la transferencia del dominio o la
constitución de cualquier otro derecho real sobre las cosas enumeradas por el
artículo 1464.

¿Se pueden vender las cosas a que se refiere el artículo 1464?


Veíamos que adolece de ilicitud en el objeto la enajenación de cualquiera de las
cosas enumeradas por el artículo 1464. Pero ¿será válida la venta de dichas
cosas?
En nuestra legislación, la compraventa es un contrato en que una de las partes –el
vendedor– se obliga a dar una cosa y la otra –el comprador– se obliga a pagar el
precio. El solo contrato de compraventa no transfiere el dominio de la cosa
vendida; constituye un título translaticio de dominio en virtud del cual las partes se
obligan, recíprocamente, una a hacer tradición de la cosa y la otra a pagar el
precio estipulado.
La venta es el antecedente que justifica la adquisición del dominio por el modo de
adquirir, que es la tradición. Por lo tanto, la sola venta no constituye enajenación.
Las consideraciones precedentes llevarían a la conclusión de que sería válida la
venta de las cosas enumeradas en el artículo 1464, pues lo que la ley prohíbe es
la enajenación, y no su venta.
Sin embargo, esta conclusión sería precipitada si no se tiene en cuenta lo
dispuesto por el artículo 1810, ubicado en la compraventa, que establece que
“pueden venderse todas las cosas corporales o incorporales cuya enajenación no
esta prohibida por la ley”. Por consiguiente, prohibiendo el artículo 1464 la
enajenación de las cosas que enumera, la venta de las cosas sería nula,
aplicándose los artículos 1810 y 1466.
Esta es la interpretación mayoritaria que cuenta, asimismo, con el apoyo de la
jurisprudencia.

Estudio particular de los casos enumerados por el artículo 1464

1.- Enajenación de las cosas que no están en el comercio


Hemos dicho que las cosas que no están en el comercio son aquellas que no son
susceptibles de dominio o posesión por los particulares, como, por ejemplo, las
cosas comunes a todos los hombres y los bienes nacionales de uso público.
El Código al señalar en el artículo 1461 los requisitos del objeto cuando éste recae
sobre una cosa que debe darse o entregarse, menciona expresamente que la
cosa tiene que ser comerciable, lo que permite inferir, que, si la cosa no está en el
comercio, el acto que tuvo por objeto tal cosa no existe, pues falta un requisito o
calidad esencial del objeto.
Sin embargo, de acuerdo con el N°1 del artículo 1464, la enajenación de cosa
incomerciable adolece de objeto ilícito, lo que supone que, aunque la cosa esté
fuera del comercio, puede constituir objeto de la enajenación. De esta suerte, la
enajenación de cosa incomerciable no sería inexistente, sino que se sancionaría
con la nulidad absoluta, por aplicación del artículo 1682.
Claro Solar considera que el N°1° del artículo 1464 revela una confusión de ideas
del legislador, consecuencia de la no distinción entre requisitos de existencia y de
validez, opinión a la que nosotros adherimos.

2.- Enajenación de los derechos y privilegios que no pueden transferirse a


otras personas
El Código se refiere en el N°2° del artículo 1464 a los derechos personalísimos,
que son aquellos que no pueden transferirse a otras personas, como por ejemplo
los derechos de uso y habitación (art. 819) y el derecho de pedir alimentos (art.
334).

3.- Enajenación de las cosas embargadas por decreto judicial


La Ley no define el embargo. Una sentencia de la Corte Suprema dice que el
embargo opera dentro del juicio ejecutivo y consiste en “la aprehensión
compulsiva que el juez de la causa hace de determinado bien del deudor, y desde
el momento en que se verifica, tales bienes quedan sujetos a la autoridad del
referido juez”.
¿Cuándo debe existir el embargo o prohibición para que la enajenación adolezca
de objeto ilícito? El embargo o prohibición debe existir al momento de la
enajenación parar que ésta adolezca de objeto ilícito.

¿De qué manera se podría enajenar válidamente una cosa embargada? El artículo
1464 N° 3 establece dos maneras para enajenar válidamente una cosa
embargada: la autorización judicial y el consentimiento del acreedor. Cabe tener
presente que tanto la autorización judicial como el consentimiento del acreedor,
deben ser previos a la enajenación.

4.- Enajenación de las especies cuya propiedad se litiga sin permiso del Juez
que conoce del litigio
Especies cuya propiedad se litigia son aquellos cuerpos ciertos, muebles o
inmuebles, cuyo dominio o propiedad se discute en juicio. Por ejemplo, A pretende
ser dueño de un determinado bien y demanda a B, que lo tienen en su poder, para
que lo restituya a quien es el legítimo propietario. B, al contestar la demanda
señala que no procede la restitución, pues es él dueño del bien y no A. En este
ejemplo se ha trabado un litigio en el cual se discute el dominio de una cosa.
No hay que confundir la enajenación de una especie cuya propiedad se litigia con
la enajenación de un derecho litigioso; esta última es válida y se encuentra
reglamentada por los artículos 1911 y sgtes.
En otras palabras, y haciendo una interpretación a contrario sensu de éste
numeral, la enajenación de la especie cuya propiedad se litiga será válida si ha
sido autorizada por él Juez que conoce del litigio.

d).- Actos contrarios a la Ley, a la moral o a las buenas costumbres

Por esta denominación agrupamos los casos de actos que adolecen de objeto
ilícito contemplados en los artículos 1465 y 1466. A saber:
1. Condonación del dolo futuro.
2. Deudas contraídas en juegos de azar.
3. Venta de libros prohibidos o de objetos considerados inmorales; y,
4. Actos prohibidos por la Ley.

Sanción para la falta de objeto lícito


El acto jurídico que adolece de objeto lícito, el Código lo sanciona expresamente
con la nulidad absoluta (art. 1682).
LA CAUSA
Conceptos Generales: La doctrina tradicional considera que el acto jurídico,
además de la voluntad y el objeto, requiere como supuesto esencial para su
existencia que tenga una causa.
Para que el acto sea válido, la causa debe ser lícita. Esta es la posición de los
llamados “causalistas”; refutada por quienes consideran que, para la existencia del
acto jurídico, bastan la manifestación de voluntad y el objeto sobre el cual ésta
recae, constituyendo la causa un requisito artificial y prescindible (anticausalistas).

Con todo, nuestro código en los art. 1445, 1467 y 1468 hacen referencia a la
causa, y es más, el propio legislador en el inciso 2° del art. 1467 se encarga de
definirla.

De cualquier manera, la principal dificultad que presenta la causa por los


intérpretes y tratadistas, está constituida por el hecho de ser un término que
admite diversas y variadas acepciones. Las más importantes son las siguientes:

a) Causa eficiente
Se llama causa eficiente al elemento generador del efecto, al elemento que da
vida a lo que antes no existía. En este sentido puede afirmarse que las fuentes de
las obligaciones, esto es, los hechos jurídicos que les dan origen. Por ej., en el
contrato de compraventa, la obligación que asume el vendedor de entregar la cosa
Se dice que el de la causa eficiente era el sentido que los romanos daban a la
causa; agregándose, a mayor abundamiento, que éstos no pretendieron erigir la
causa como requisito de los actos y contratos.

b) Causa final
Como dice el autor, la causa final es el fin inmediato o invariable de un acto, o sea,
el fin próximo que determina la voluntad de obrar y que siempre es posible
encontrar en la estructura misma del contrato y que es siempre idéntica para todos
los actos pertenecientes a la misma especie.
En este sentido, la causa o fin del comprador, en todos los contratos de
compraventa, es incorporar a su patrimonio una cosa; y la causa o fin del
vendedor, asimismo en todas las compraventas, es procurarse dinero, a cambio
de las cosas que entrega.

c) Causa ocasional
Está constituida por el fin lejano y variable de un acto y es de carácter
estrictamente personal y psicológico.
Es diferente para cada individuo, ya que es el móvil, la razón que lo impulsa a
celebrar un acto o contrato en determinadas circunstancias. De ahí que una
misma especie de acto pueda tener infinitas causas, según sean los fines que
hayan perseguido las partes.
Así, la causa ocasional para el vendedor puede ser la necesidad de cumplir una
obligación, para lo cual necesita dinero; y causa ocasional para el comprador
puede ser la necesidad de hacer un regalo de matrimonio con la cosa comprada.

Criterios o Doctrinas elaborados en relación con la causa

Doctrina Tradicional o Clásica de la Causa. Al pensamiento de Domat y sus


seguidores, se da la denominación de doctrina clásica o tradicional en materia de
causa. Dicha doctrina centra el estudio de la causa en las obligaciones que
emanan de los contratos, y se pregunta por qué el contratante asumió la
obligación. La respuesta a esa pregunta constituye, precisamente, la causa de la
obligación.
No interesa, en consecuencia, a esta doctrina la causa del contrato. Sólo presenta
relevancia la causa de la obligación.

Doctrina Italiana. Esta posición, a diferencia de la clásica, centra el análisis de la


causa en el acto o contrato, en el negocio, y no en la obligación que surge de él. Y
postulan como causa del acto o contrato la función económico social que
caracteriza al tipo de negocio.

Doctrina del móvil o motivo determinante. Esta doctrina difiere sustancialmente


de las anteriores, pues estructura un concepto de causa con un criterio
eminentemente subjetivo.
En este sentido, causa del acto o contrato es el móvil o motivo determinante que
impulsó al autor o a las partes a celebrar un acto jurídico.

Doctrina anticausalista. Planiol, en su crítica a la teoría clásica, argumenta que


la falsedad de la causa abstracta de la obligación se advierte en cada una de las
especies o categorías de contratos que distingue Domat. Este autor concluye que
la doctrina tradicional es inútil.

Requisitos de la causa: Causa real y lícita


La causa debe ser real y además lícita. Según lo dispuesto en el artículo 1467 del
C.C. “No puede haber obligación sin una causa real y lícita; pero no es necesario
expresarla. La pura liberalidad o beneficencia es causa suficiente.
Se entiende por causa el motivo que induce al acto o contrato; u por causa ilícita la
prohibida por la ley, o contraria a las buenas costumbres o al orden público…”
A contrario sensu de lo que señala el artículo transcrito en el inciso segundo,
cauda lícita es aquella que es conforme a la ley, o que no contraria a las buenas
costumbres o al orden público.
La ley señala que no es necesario que el autor de un acto jurídico o las partes de
una convención expresen la causa, esto es, el motivo que los induce al acto o
contrato. Y ello porque, la ley presume que todo acto o contrato tiene una causa,
constituida por los motivos que normal y ordinariamente inducen a celebrar las
diversas especies o tipos de actos jurídicos.
Asimismo, la ley presume que el motivo que induce a la celebración del acto
jurídico es lícito, en el sentido de que no se opone ni contraviene a la ley, al orden
público o las buenas costumbres.
La prueba de la falta de causa corresponde al que la alega.

Podemos concluir que falta la causa en dos casos; a saber:


En los actos jurídicos simulados o aparentes, aquellos que ocultan o encubren lo
que las partes realmente quieren (simulación); y…
En los actos que tienen como único motivo la creencia errada de que existe una
obligación, como en el caso del pago de lo que no se debe.

Sanción para la falta de causa y para la causa ilícita

El acto jurídico en que falta la causa es, inexistente, pues se ha omitido un


requisito esencial para su existencia jurídica.
Para los autores nacionales que niegan cabida a la inexistencia jurídica como
máxima sanción dentro del
Código, el acto en que falta la causa se sanciona con la nulidad absoluta.
En lo que respecta a la causa ilícita, el Código la sanciona expresamente con la
nulidad absoluta (art. 1682).

También podría gustarte