Teoría Del Acto Jurídico - Víctor Vial

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La Teoría Del Acto Jurídico

Conceptos generales

Se ha procurado encontrar el elemento común vinculante de las diversas


instituciones del derecho privado.

¿Qué podría tener en común el testamento con el pago de una obligación,


si el primero es un acto por el cual una persona dispone de sus bienes para que
tenga pleno efecto después de sus días, y el segundo es el cumplimiento de la
prestación debida?

A primera vista, estos actos surgen como consecuencia de la voluntad del


hombre. Tales actos surgen de una manifestación de la voluntad hecha con un
propósito determinado que inspira a la parte(s) que interviene en su celebración; y,
en segundo lugar, dichos actos producen efectos jurídicos, creando, modificando o
extinguiendo una relacion jurídica.

A estos actos voluntarios que realiza el hombre con un proposito definido y


característico y que producen efectos de derecho, se da en doctrina la
denominación de "actos jurídicos".

Fundamento histórico De la Teoría General Del acto jurídico

Durante el siglo XVIII se reafirma que el hombre es libre en todo ámbito de


su actuar.

En el campo jurídico se manifiesta en el principio de la autonomía de la


voluntad: el hombre se relaciona y se obliga con otros porque tal ha sido su
propósito. Las personas tienen plena libertad para realizar los actos jurídicos que
estimen adecuados para la satisfacción de sus intereses, pudiendo, asimismo,
determinar el contenido y los efectos de dichos actos. Y se reconoce esto como el
principio de la autonomía de la voluntad o de la libertad contractual, siendo piedra
angular de la teoría del acto jurídico.

La Teoría Del Acto Jurídico En el Código Civil Chileno

El código civil no acoge ni regula expresamente una figura general del acto
jurídico.

Sin embargo, Giuseppe Stolfi dice que "sobre los elementos que las normas
del código facilitan al regular tipos similares de negocios, se pueden construir por
abstracción una figura unitaria, cosa hoy día ya realizada por la doctrina con el
apoyo, además de la jurisprudencia".
El libro IV "De las obligaciones en general y de los contratos" contiene
normas que pueden aplicarse no sólo a los contratos sino que a los actos
jurídicos.

Todos los actos jurídicos se rigen por normas, "a menos que el tenor de la
disposición o la naturaleza de las cosas las limiten solamente a las convenciones
o contratos".

Los hechos Jurídicos. Conceptos Generales

"Hecho" es todo tipo de acontecimiento, actuaciones, sucesos o


situaciones. Son hechos la lluvia, la muerte y en general cualquier fenómeno de
la naturaleza y todos los actos que realiza el hombre.

Una primera clasificación deriva de un hecho natural o un hecho humano o


del hombre. Sólo importan al derecho os denominados "hechos jurídicos", aquellos
que tienen relevancia y que producen efectos jurídicos.

Una segunda clasificación deriva de hechos jurídicos y no jurídicos. Sólo los


primeros tienen relevancia; los segundos, escapan al ámbito del derecho.

Un hecho está dotado de relevancia jurídica cuando su acaecimiento


permite cambiar una realidad preexistente, creándose nuevas situaciones que van
a tener una distinta calificación jurídica.

Se define el hecho jurídico como el acontecimiento de la naturaleza o del


hombre que produce efectos jurídicos. Para la doctrina tradicional, los efectos
jurídicos consisten en la adquisición, modificación o extinción de derechos
subjetivos.

Una concepción más amplia establece que los efectos jurídicos tienen
relación con el nacimiento, modificación o extinción de una relación jurídica.

Supuesto jurídico

Se entiende por "supuesto de hecho" o "supuesto jurídico" a los hechos y


circunstancias que la norma legal prevé y a los cuales atribuye la producción de
efectos jurídicos. Y para adquirir la calificación de tal, la ley les debe atribuir tal
virtud.

El supuesto puede ser simple o complejo, según si para que se produzca el


efecto previsto por una norma basta un solo hecho o se requiere, por el contrario,
más de uno.
Clasificación De los Hechos Jurídicos

A) Hechos jurídicos naturales y hechos jurídicos voluntarios.

Los hechos jurídicos naturales son un acontecimiento de la naturaleza. Los


voluntarios, derivan de un acto del hombre.

Entre los hechos jurídicos naturales merecen destacarse:

1° El nacimiento, pues con él la criatura adquiere la calidad de persona que la


habilita para ser titular de derechos subjetivos

2° La muerte, pues pone fin a la existencia de las personas, produciendo la


transmisión de los derechos y obligaciones transmisibles del causante a sus
herederos.

3° La demencia, pues priva al demente de la capacidad de ejercer por sí mismo


los derechos civiles.

4° La mayoría de edad.

Ejemplo de hechos jurídicos voluntarios son la compraventa, el matrimonio,


la comisión de un delito, etc.

Se ha criticado esta clasificación, pues existen ciertos hechos en los que


participa, por un lado, la naturaleza, y por el otro, la voluntad del hombre. Como
ejemplo, la muerte de una persona como consecuencia de un suicidio.

No compartimos esta crítica, pues no en este caso, la voluntad del hombre


aparece como secundaria o irrelevante, toda vez que se van a producir los efectos
del hecho natural (la muerte) sin necesidad de considerar el hecho voluntario (el
suicidio).

Santoro Passarelli dice que "debe centrarse en la trascendencia de la


voluntad humana del hecho...el hecho, incluso el realizado en concreto por un
hombre y voluntario respecto de éste, no deja de ser un hecho en sentido estricto
si al hacer depender de él consecuencias jurídicas el ordenamiento prescinde de
las circunstancias de que provenga o no del hombre o de que, proviniendo del
hombre, sea o no voluntario".

B) Hechos jurídicos positivos y hechos jurídicos negativos

Pueden producirse como consecuencia de que ocurra algo (hecho jurídico


positivo) o no ocurra (hecho jurídico negativo).

Cada vez que la ley atribuye consecuencias jurídicas a los hechos


negativos es porque éstos se encuentran juntos con hechos positivos, integrando
un supuesto complejo.

C) Hechos jurídicos constitutivos, hechos jurídicos extintivos y hechos jurídicos


impeditivos:

Son hechos jurídicos constitutivos aquellos que tienen como consecuencia


la adquisición de un derecho subjetivo, como el acuerdo de voluntades que da
nacimiento a un contrato.

Hechos jurídicos extintivos son aquellos que ponen fin a una relación
jurídica, como el pago.

Hechos jurídicos impeditivos son aquellos que obstan a la eficacia de los


hechos jurídicos constitutivos. Su existencia impide que el hecho constitutivo
produzca sus efectos o impide que dichos efectos se produzcan en forma estable.

La clasificación precedente tiene importancia en materia probatoria.

Consecuencias de los hechos jurídicos

1) Adquisición: Se adquiere una relación jurídica cuando la ley la atribuye a un


sujeto determinado como consecuencia de un hecho jurídico. Así, los herederos
adquieren el dominio de los bienes del causante como consecuencia de la muerte
de este (hecho jurídico), opera el modo de adquirir denominado sucesión por
causa de muerte.

Se prefiere hablar de "adquisición" de un derecho o relación jurídica a


"nacimiento".

Cuando se dice que una persona adquirió un derecho se está significando


no sólo que incorporó para sí un derecho que no existía antes, sino también que
pasó a ser titular de un derecho existente, que antes detentaba otra persona.

2) Modificación: Como consecuencia de ciertos hechos jurídicos es posible que


una relación jurídica sufra cambios que, sin hacerla perder su identidad, la hagan
sustancialmente diferente de la relación adquirida, ya sea porque cambia su
contenido o los sujetos de la relación.

Las modificaciones de las relaciones juridícas pueden producirse por


disposición de la ley o por voluntad del hombre. Por ley entonces será la
destrucción de la cosa que se debe; en tanto la tradición, un hecho jurídico
modificatorio de la relación jurídica derivado de la voluntad de las partes.

3) Extinción: Sinónimo de muerte de un derecho, "la extinción es la desaparición


del derecho subjetivo. Este desaparece de la realidad jurídica, acaba, muere" (L.
Cariota Ferrara).

Se distinguen entre extinción y pérdida de un derecho. Esta última no


conlleva la muerte del derecho.

La extinción de un derecho puede ocurrir por disposición de la ley o por la


voluntad del hombre.

Por ejemplo la ley determina que por la prescripción extintiva opera


extinción de un derecho.

Desde Qué Momento Se Producen Los Efectos De Los Hechos Jurídicos

Desde el momento en que se cumplen todos los requisitos previstos por el


supuesto legal, el hecho jurídico produce los efectos que le son propios.

Cuando el supuesto es complejo es posible que los hechos por aquél


previstos no se realicen en el mismo momento, y que, aun más, deban
necesariamente realizarse en tiempos distintos.

Por ejemplo, la prescripción adquisitiva es un supuesto complejo que


requiere, por una parte, la posesión del prescribiente y la inercia del dueño; y por
la otra, transcurso del tiempo.

La doctrina denomina "estado de pendencia" a la situación de incertidumbre


que se produce mientras no se han verificado todos los hechos que configuran al
supuesto complejo.

Lo anterior puede advertirse con nitidez en los hechos jurídicos sujetos a


condición.

Formado el consentimiento de las partes, es decir, realizado el primer


hecho previsto, se va a producir un estado de pendencia, caracterizado por la
incertidumbre en que se encuentra el acreedor mientras pende la condición.

Retroactividad De Los Efectos De un Hecho jurídico.

El hecho jurídico produce todos sus efectos una vez que se realicen los
acontecimientos previstos por el supuesto.

Lo normal es que dichos efectos operen sólo para el futuro.

Por excepción, pueden producirse retroactivamente.

La retroactividad puede tener su fuente en la ley o en la voluntad de las


partes. En la retroactividad legal, por una ficción del legislador, se supone que
"efectos que no habían tenido lugar en un determinado momento se consideran
más tarde realizados desde entonces".

La retroactividad legal opera, por regla general, en los supuestos


complejos. Esto es, realizados todos los hechos previstos por la norma, por una
ficción de la ley se supone que la plenitud de los efectos del hecho jurídico se
produjo desde que se verificó el primer acontecimiento, y no después de haberse
realizado el último.

En los supuestos simples puede existir retroactividad legal. Ocurre en los


hechos jurídicos que sólo tienen valor subsidiario en relación con otros hechos
(como la ratificación que hace el dueño de la venta de cosa ajena).

Hechos Jurídicos Del Hombre (actos humanos)

Cada vez que se habla de hechos o actos del hombre, debe entenderse
que tienen la calidad de tales sólo aquellos que el sujeto ha ejecutado
voluntariamente (dotado de la aptitud para darse cuenta del acto y apreciar sus
consecuencias).

Clasificaciones De Los Actos humanos:

a) Atendiendo a que el acto puede o no conformarse con el derecho: actos lícitos y


Actos ilícitos:

Los actos lícitos son aquellos que se conforman con el derehco. Los ilícitos,
aquellos que contravienen al derecho. Sólo los lícitos están protegidos por el
derecho y producen, consecuencialmente, los efectos queridos por el autor o por
las partes.

Los actos ilícitos "aparte de la eventual aplicación de normas penales,


producen consecuencias contrarias a los fines perseguidos por el autor: el
ordenamiento jurídico impide que el acto produzca los efectos que pretendía.

El ordenamiento jurídico reacciona en contra de los actos ilícitos de alguna


de estas dos maneras: impidiendo que el acto produzca los efectos queridos por el
autor o por las partes u ordenando reparar los daños causados.

El legislador reacciona otorgando a la víctima la posibilidad de pedir la


nulidad del contrato, con lo cual, y declarada judicialmente la nulidad, se impide
que el contrato produzca efectos.

b) Atendiendo a que los efectos del acto pueden o no surgir como consecuencia
inmediata y directa de la manifestación de voluntad: negocios jurídicos y actos
jurídicos:

Dentro de los actos voluntarios del hombre, distinguimos los negocios


jurídicos y los actos jurídicos.

En el negocio jurídico, los efectos por él producidos son los queridos por su
autor o por las partes, dichos efectos surgen como consecuencia inmediata y
directa de la voluntad.

En el acto jurídico, los efectos que éste produce "no van necesariamente
adheridos a la voluntad de sus autores y, muchas veces, son independientes de
ella".

Se reconoce que los efectos jurídicos de un acto del hombre pueden haber
sido buscados por el autor o por las partes que lo ejecutan con esa precisa
intención, o que pueden producirse con absoluta prescindencia de la intención de
quien ejecuta el acto.

Actos jurídicos y Negocios Jurídicos: un problema de terminología

La doctrina moderna llama actos jurídicos a los actos voluntarios del


hombre, distinguiendo, dentro de estos, una especie constituida por los negocios
jurídicos

Noción De Acto Jurídico

Concepto

Manifestación de voluntad hecha con el propósito de crear, modificar


o extinguir derechos, y que produce los efectos queridos por su autor o por
las partes, porque el derecho sanciona dicha manifestación de voluntad.

La doctrina moderna postula también, que acto jurídico es "manifestación


de voluntad dirigida a un fin práctico tutelado por el ordenamiento jurídico";
"manifestación de voluntad que se dirige a un fin práctico y que el ordenamiento
juridico tutela teniendo en cuenta la responsabilidad del o los autores y la
confianza de los demás"; "es un acto de la autonomía privada encaminado a un fin
que el ordenamiento considera merecedor de tutela"; "es el acto con el cual el
individuo regula por sí los intereses propios de las relaciones con otro (actos de
autonomía privada) y al que el derecho enlaza los efectos más conformes a la
función económico-social que caracteriza su tipo".

Winscheid la define como "declaración de voluntad privada dirigida al


nacimiento, extinción o modificación de derechos"

a) El acto jurídico es una manifestación de la voluntad --> No basta con la


existencia de la voluntad interna o psicológica; es necesario que la voluntad del
autor o de las partes se exteriorice por medio de una declaración o de un
comportamiento que permita conocerla.

El acto jurídico supone "el concurso de dos elementos diversos: uno


interno, la voluntad, y otro externo, su manifestación por medios sensibles que la
hagan patente al otro interesado". Considerada la voluntad ajena a la
manifestación, no resultan idóneas para dar origen a un acto jurídico.

b) La manifestación de voluntad debe perseguir un propósito específico y


determinado: --> que el autor o las partes pretendan producir efectos de derecho,
creando, modificando o extinguiendo derechos subjetivos.

Es posible conciliar ambas interpretaciones que en el fondo dicen lo mismo,


pero con enfoques distintos. Uno corresponde a cómo el derecho ve el propósito
perseguido por la parte o partes; el otro, a cómo éstas o aquél se representan
dicho propósito.

Lo corriente es que la persona o personas que celebran un acto o contrato


lo hagan con un fin o propósito eminentemente práctico, y que no es otro que la
satisfacción de una necesidad.

"Desde el punto de vista individual, el acto jurídico se presenta como un


instrumento reconocido por el derecho para que el sujeto pueda crear la situación
jurídica apropiada para satisfacer su necesidad, tanto en el supuesto de que el
bien apto para la satisfacción pertenezca a otras personas, como en el caso de
que la satisfacción de necesidad se consiga directamente con la propia regulación
de intereses..."

El propósito perseguido es eminentemente práctico

c) La manifestación de voluntad produce los efectos queridos por el autor o por las
partes, porque el derecho la sanciona --> Para los seguidores del dogma de la
voluntad los efectos jurídicos del acto encuentran dicho antecedente en al sola
voluntad del autor o de las partes.

Para otros, el antecedente generador y único de los efectos del acto jurídico
es el ordenamiento jurídico. "La voluntad no es soberana ni independiente para
producir efectos, pues otra voluntad, la de la ley, autoriza para celebrar actos
jurídicos, produciéndose los que aquella determina" (Santoro Passarelli)
Quienes sustentan esta opinión estiman que la voluntad de las partes es
indispensable únicamente para que se dé en la práctica el supuesto de hecho, que
sirve de fundamento a la norma que atribuye a dicho supuesto la capacidad de
engendrar efectos jurídicos.

Los actos jurídicos producen los efectos que les son propios, porque el
autor o las partes así lo han querido o porque el derecho lo permite o autoriza.

"La ley autoriza la autonomía privada, haciendo posible que el negocio


produzca por sí solo efectos jurídicos, al dotarlo de eficacia" (L. Cariota Ferrara).

Los efectos del acto jurídico derivan en forma inmediata de la voluntad del
autor o de las partes, y en forma mediata de la ley, que permite la libertad jurídica,
cuya expresión es el poder jurídico, esto es, la facultad de los particulares para
crear las relaciones jurídicas.

Estructura del Acto Jurídico:

Distinguimos entre elementos de la esencia (o esenciales), elementos de la


naturaleza y elementos accidentales:

A. Elementos esenciales del acto jurídico

En opinión de Stolfi, "son los necesarios y suficientes para la constitución


de un acto jurídico". La falta de uno de ellos excluye la existencia del negocio;
suficientes, porque ellos se bastan para darle esa existencia y, por consiguiente,
su concurrencia constituye el contenido mínimo del acto.

Se clasifican en comunes o generales y especiales o específicos.

Los primeros son aquellos que no pueden faltar en ningún acto jurídico, sea
cual fuere su especie.

Los segundos, aquellos requeridos para cada acto jurídico en especial,


constituyendo los elementos de la esencia propios y característicos del acto
jurídico determinado.

Para algunos, elementos esenciales son sólo dos: declaración de voluntad


y la causa. Para otros, el único elemento esencial común a todos los actos
jurídicos es la declaración de voluntad. La doctrina tradicional señala a la voluntad,
el objeto y la causa. El Código Civil en su art. 1444 dice que "son de la esencia de
un contrato aquellas cosas sin las cuales o no produce efecto alguno, o degenera
en otro contrato diferente", pero no menciona cuáles son.

Si se omite un elemento esencial común o general, el acto no produce


ningún efecto; es la nada o inexistencia jurídica. En cambio, la omisión de un
elemento esencial propio y específico del acto, si bien impide que se produzcan
los efectos de éste, no cierra la posibilidad de que se produzcan los efectos de
otro acto jurídico.

Elementos de la esencia común a todos los actos jurídicos es la voluntad.

El Código civil enumera en su art. 1445 los requisitos necesarios para que
una persona se obligue a otra por un acto o declaración de voluntad (1° Que sea
legalmente capaz; 2° que consienta en dicho acto o declaración y su
consentimiento no adolezca de vicio; 3° que recaiga sobre un objeto lícito; 4° que
tenga una causa lícita).

Si tenemos presente que la omisión de un elemento esencial impide que el


acto produzca efecto alguno, llegamos a la conclusión de que, entre los requisitos
señalados por el art. 1445, tienen la calidad de esenciales la voluntad, el objeto y
la causa.

No tienen tal calidad los restantes requisitos enumerados por el 1445, a


saber: la capacidad, la voluntad exenta de vicios, el objeto lícito y la causa lícita,
pues el acto en que incide la incapacidad, la voluntad viciada, el objeto ilícito o la
causa ilícita produce los efectos que le son propios, pero con un vicio que autoriza
su declaración de nulidad.

B. Elementos de la Naturaleza o naturales

"Las consecuencias del acto que tienen lugar por disposición de la ley, en
vista del silencio de los interesados; por tanto, no es necesaria la voluntad de
éstos para que tengan lugar, pero es indispensable para modificarlos o
extinguirlos.

No existen elementos naturales del acto jurídico. Lo que sí hay son efectos
naturales, es decir, aquellos que la ley subentiende y que no requieren, por lo
mismo, de una declaración de voluntad para existir; pero que las partes, si
quieren, pueden eliminar, sin alterar con ello la esencia del acto jurídico.

Nuestro CC no habla de elementos de la naturaleza, sino que dice que en


todo contrato se distinguen "cosas" de la esencia, de la naturaleza y accidentales.

Por ejemplo, un efecto de la naturaleza de la Compraventa es la obligación


de saneamiento de la evicción y de los vicios redhibitorios que pesa sobre el
vendedor (Art. 1837 y siguientes).

Solamente son elementos del acto jurídico los esenciales, que son los
únicos que jamás pueden faltar.

C. Elementos accidentales

Aquellos que las partes pueden, en virtud de la autonomía privada,


incorporar a éste sin alterar su naturaleza.

Se refieren, generalmente, a la existencia de los derechos que emanan del


acto o a la exigibilidad o a la extinción de los mismos.

Nuestro CC se refiere a las cosas accidentales en el art. 1444, que dice que
tienen tal calidad aquellas que, sin ser de la esencia o de la naturaleza, las partes
pueden agregar o incorporar al acto jurídico a través de cláusulas especiales.

Requisitos De Los Actos Jurídicos.

La doctrina distingue entre requisitos de existencia y requisitos de validez


de los actos jurídicos.

1° Requisitos De Existencia: Son indispensables para que el acto nazca a la vida


del derecho, para que exista como tal y produzca efectos. Si faltan, el acto es
jurídicamente inexistente, por lo que no produce efecto alguno. Son:

 La Voluntad

 El objeto

 La causa

 Solemnidades requeridas para la existencia del acto (como la escritura


pública en la compraventa de inmuebles)

2° Requisitos de Validez: Son necesarios para que éste tenga una vida sana y
produzca sus efectos en forma estable.

La omisión de un requisito de validez no impide que el acto nazca; que


produzca sus efectos. Pero nace enfermo, con un vicio que lo expone a morir si es
invalidado. Son:

 Voluntad exenta de vicios

 Objeto Lícito

 Causa Lícita

 Capacidad
La ley exige en ciertos casos una solemnidad como un requisito de validez
del acto jurídico, como es, por ejemplo, la presencia de testigos hábiles en el
testamento.

Clasificación de los Actos Jurídicos

A. Atendiendo al número de partes cuya voluntad es necesaria para que el acto


jurídico se forme: actos jurídicos unilaterales y actos jurídicos bilaterales

Actos jurídicos unilaterales son aquellos que para nacer a la vida jurídica
requieren solamente la manifestación de voluntad de una parte. Como el
testamento, la oferta, la aceptación, la renuncia de un derecho, la confirmación de
un acto nulo, la concesión del poder de representación

Actos jurídicos bilaterales son aquellos que para nacer a la vida jurídica
requieren la manifestación de voluntad de dos partes. Como los contratos, la
tradición, el pago efectivo o solución, la novación, el matrimonio.

La doctrina designa al acto jurídico bilateral con el nombre de convención. Y


se le define esta como el acuerdo de voluntades de dos pares, con un propósito
definido y característico que produce como efectos la adquisición, modificación o
extinción de derechos subjetivos.

Cuando ambas partes llegan a un acuerdo y manifiestan en tal sentido su


voluntad, nace el acto jurídico bilateral.

Para diferenciar el acto jurídico unilateral del bilateral se atiende al número


de partes cuya voluntad es necesaria para que el acto jurídico se forme.

La clasificación de los actos jurídicos en unilaterales o bilaterales es


estrictamente objetiva: atiende sólo al número de partes, independientemente del
número de personas que manifiesten su voluntad.

En doctrina, los actos unilaterales se clasifican, a su vez, en simples y


complejos. Actos unilaterales simples son los que emanan de la voluntad de una
sola persona.

Acto unilateral complejo es aquel que procede de varias personas físicas


que, no obstante, están manifestando una voluntad común.

Se llama autor a la parte cuya voluntad es necesaria para dar nacimiento al


acto jurídico unilateral. No altera el carácter de unilateral de un acto jurídico la
circunstancia de que éste, para producir la plenitud de sus efectos, pueda requerir,
en ciertos casos, la manifestación de voluntad de otra persona que no sea el
autor. Como ocurre con el testamento.
Los actos jurídicos bilaterales reciben el nombre de convención. El código
civil, en los arts. 1437 y 1438 hacen sinónimos convención y contrato.

Dice el art. 1437 que las obligaciones nacen ya del concurso de voluntades
de dos o más personas, como "en los contratos o convenciones", definiendo el art.
1438 el contrato o convención.

La conjunción "o" deja de manifiesto que para el legislador contrato y


convención son una misma cosa.

La doctrina diferencia claramente la convención del contrato, estableciendo


una relación de género y especie. LA convención es el género. El contrato es una
especie dentro del género convención.

Los efectos de la convención pueden consistir en la creación, modificación


o extinción de un derecho. En cambio, los efectos del contrato son más reducidos:
consisten en los derechos y obligaciones que el contrato crea.

El Código civil incurre en un error al identificar los términos convención y


contrato, que la doctrina distingue en términos precisos. Sin embargo, la
asimilación del contrato a la convención no presenta problemas en la práctica,
desde el momento que los principios y reglas generales por los cuales se rigen
tanto las convenciones que crean derechos como las que los modifican o
extinguen son los mismos. La crítica que se le hace al Código es conceptual.

La doctrina moderna agrega a la clasificación clásica otra categoría: los


actos jurídicos plurilaterales, aquellos que para nacer requieren la manifestación
de voluntad de más de dos partes.

Un ejemplo de estos actos jurídicos plurilaterales es la novación por cambio


de acreedor, que requiere la manifestación de voluntad de tres partes: el deudor,
el tercero que acepta la nueva obligación que contrae a su favor el deudor, y el
acreedor que consiente en liberar de la obligación primitiva al deudor (art. 1631 n°
2)

B. Atendiendo a que la producción de los efectos del acto jurídico puede o no


encontrarse subordinada a la muerte del autor o de una de las partes: Actos
jurídicos entre vivos y Actos jurídicos por causa de muerte.

Actos jurídicos entre vivos son aquellos que para producir los efectos qu
eles son propios no requieren por su misma naturaleza la muerte del autor o de
una de las partes.

Por regla general, los actos jurídicos son entre vivos; la excepción son los
actos jurídicos por causa de muerte o mortis causa, que son aquellos que por su
misma naturaleza requieren como supuesto necesario e indispensable para que el
acto produzca los efectos que le son propios de la muerte del autor o de una de
las partes.

La sola definición del testamento contemplada en el art. 999, deja claro el


carácter mortis causa, cuando dice que la disposición de bienes que hace el
testador tendrá pleno efecto después de sus días, conservando éste, mientras
viva, la facultad de revocar las disposiciones contenidas en él.

Lo que hace que un acto sea entre vivos o mortis causa es la necesidad
que éste puede o no tener que se verifique la muerte del autor o de una de las
partes, para lo cual hay que atender a la naturaleza del acto.

C. Atendiendo a la utilidad o beneficio que reporta el acto jurídico para quienes lo


ejecutan: Actos jurídicos a título gratuito y Actos jurídicos a título oneroso

Acto jurídico a título gratuito es aquel que se celebra en beneficio exclusivo


de una persona o de una parte. Como el contrato de donación.

Acto jurídico a título oneroso es aquel que se celebra teniendo en


consideración la utilidad o beneficio de ambas partes, como el contrato de
compraventa.

En el contrato de donación el donante, por mera liberalidad, se desprende


de un bien en beneficio del donatario, sin que éste deba darle nada a cambio. Sólo
el donatario reporta beneficio o utilidad del contrato.

En la compraventa, se tiene en consideración la utilidad o beneficio de


ambas partes. El vendedor, si bien se desprende de una cosa, recibe, a cambio, el
precio; y el comprador, a cambio del precio que entrega, va a incorporar a su
patrimonio la cosa comprada.

D. Atendiendo a que el acto jurídico puede o no producir sus efectos de inmediato


y sin limitaciones: Actos jurídicos puros y simples y Actos jurídicos sujeto a
modalidad.

Actos jurídicos puros y simples son aquellos que producen sus efectos de
inmediato y sin limitaciones, constituyendo la regla general.

Actos jurídicos sujetos a modalidad son aquellos cuyos efectos están


subordinados a una modalidad. Se definen las modalidades como las clausulas
que se incorporan a un acto jurídico con el fin de alterar sus efectos normales.

Las principales modalidades son: condición, plazo y modo.


La doctrina agrega la representación y la solidaridad.

E. Atendiendo al contenido de los Actos jurídicos: Actos jurídicos de Familia y


Actos jurídicos patrimoniales

Los actos jurídicos de familia son aquellos que atañen al estado de las
personas o a las relaciones del individuo, dentro de la familia. Como el matrimonio,
el reconocimiento que hace el padre, la madre o ambos de la filiación del hijo.

Los actos jurídicos patrimoniales son aquellos que tienen por finalidad la
adquisición, modificación o extinción de un derecho pecuniario, apreciable en
dinero.

F. Atendiendo a que el acto jurídico puede o no subsistir por sí mismo: actos


jurídicos principales y actos jurídicos accesorios.

Acto jurídico principal es aquel que subsiste por sí mismo, sin necesidad e
otro acto que les sirva de sustento o apoyo. Como la compraventa.

Acto jurídico accesorio es aquel que para poder subsistir necesita de un


acto principal que les sirva de sustento o apoyo, al cual acceden.

Los actos accesorios se clasifican en actos de garantía y en actos


dependientes. Los actos jurídicos de garantía se denominan cauciones. Las
cauciones se constituyen para asegurar el cumplimiento de una obligación
principal, de tal manera que no pueden subsistir sin ella (Art. 46 del CC). Como
son la prenda, la hipoteca, la fianza.

Los actos jurídicos dependientes son aquellos que si bien no pueden


subsistir sin un acto principal, no persiguen asegurar el cumplimiento de obligación
alguna. Como son las capitulaciones matrimoniales celebradas antes del
matrimonio en virtud de la cual los esposos pactan la separación total de bienes.
Dicha capitulación no puede subsistir sin el acto principal: el matrimonio.

Los actos jurídicos accesorios no pueden subsistir sin un acto jurídico


principal que les sirva de apoyo; pero pueden tener existencia jurídica con
anterioridad al acto principal.

Normalmente los actos accesorios de garantía o cauciones se constituyen


con posterioridad o coetáneamente con el acto jurídico principal. Pero es posible
que se constituyan antes del acto al cual acceden. Como en la hipoteca para
garantizar obligaciones futuras (art. 2413 CC)

G. Atendiendo a que la ley puede o no exigir formalidades para su celebración:


actos jurídicos solemnes y actos jurídicos no solemnes.
Los actos jurídicos solemnes son aquellos que están sujetos a la
observancia de ciertas formalidades especiales requeridas, sea para la existencia
misma del acto, sea para su validez, de tal modo que su omisión trae como
consecuencia la inexistencia del acto o su nulidad.

Los actos jurídicos no solemnes son aquellos que no están sujetos a


requisitos externos o formales para su existencia o su validez.

Un ejemplo de acto jurídico solemne es la compraventa de un bien raíz (art.


1801 CC).

H. Atendiendo a que el acto puede o no encontrarse regulado por la ley; actos


jurídicos nominados y actos jurídicos innominados

Acto jurídico nominado o típico es aquel que por su trascendencia


socioeconómica se encuentran regulados por la ley, lo que significa que ésta
señala el supuesto de hecho al cual atribuye efectos jurídicos y determina éstos.
Como son todos los contratos que reglamenta el CC.

Actos jurídicos innominados o atípicos son aquellos que pese a no estar


contemplados por el legislador, pueden adquirir existencia jurídica en aplicación
del principio de la autonomía privada, que reconoce a los particulares el poder o
facultad de crear relaciones jurídicas. Los actos innominados o atípicos que no
atentan contra la ley, el orden público y las buenas costumbres producen los
efectos queridos por las partes; rigiéndose en lo no previsto por ellas por las reglas
generales a los actos y declaraciones de voluntad.

Los actos nominados producen los efectos establecidos por la ley cuando
tipifica el acto, aunque las personas que los celebren no los hayan estipulado o,
aun más, los ignoren.

Los actos innominados producen solamente los efectos que las partes han
previsto expresamente o que pudieran desprenderse de la intención que tuvieron
las partes para celebrar el acto.

La Voluntad Jurídica

Concepto

El acto jurídico se caracteriza por ser un hecho voluntario del hombre.

El primer requisito de existencia es la voluntad.


Para que la voluntad produzca efectos jurídicos es menester que se
cumplan dos requisitos copulativos:

a) La voluntad debe manifestarse, que se pueda conocer.

b) La voluntad debe ser seria, persiguiendo efectivamente un fin reconocido.

La Manifestación De Voluntad

Puede ser expresa o tácita.

A) Manifestación de voluntad expresa: Se manifiesta a través de una declaración


contenida en palabras, o incluso gestos o indicaciones.

Se le llama también manifestación explícita o directa.

Según Betti, la declaración está destinada a ser conocida por personas


distintas del declarante. No es posible concebir una declaración sin un
destinatario.

Sobre el declarante pesa la obligación de hablar claro, sin ficciones ni


ambigüedades. La claridad es un deber del declarante.

Este principio doctrinario encuentra acogida en el art. 1566, el que señala


que las cláusulas ambiguas que hayan sido extendidas o dictadas por una de las
partes, sea acreedora o deudora, se interpretarán contra ella siempre que la
ambigüedad provenga de la falta de una explicación que le sea imputable.

Art. 1566: No pudiendo aplicarse ninguna de las reglas precedentes de


interpretación, se interpretarán las cláusulas ambiguas a favor del deudor.

Pero las cláusulas ambiguas que hayan sido extendidas o dictadas por una
de las partes, sea acreedora o deudora se interpretarán contra ella, siempre que la
ambigüedad provenga de la falta de una explicación que haya debido darse por
ella.

B) Manifestación de voluntad tácita: Se manifiesta a través de un comportamiento


que, a diferencia de la declaración, no va dirigido a un destinatario. Existe,
simplemente una conducta de la cual, a través de un proceso de deducción lógica,
se hace posible extraer una conclusión inequívoca, y desprender una
manifestación de voluntad implícita o indirecta.

En doctrina se le llama conducta concluyente.


La manifestación de voluntad en el Código Civil Chileno

Para nuestro código, por regla general, la manifestación expresa y la


manifestación tacita tienen el mismo valor.

Hay numerosas disposiciones que aceptan la manifestación tácita, como el


art. 1241 (la aceptación de una herencia puede ser expresa o tácita), el art. 2124
(el mandato puede aceptarse expresa o tácitamente).

El Código de comercio atribuye igual valor a la manifestación expresa y a la


manifestación tácita. El art. 103 dice que la aceptación tácita produce los mismos
efectos y está sujeta a las mismas reglas que la expresa.

Por excepción, no basta la manifestación tácita de voluntad; se requiere,


por el contrario, que la voluntad sea declarada expresamente (arts. 1060y 1023
respecto del testamento y 1511 respecto de la solidaridad).

También las partes en aplicación del principio de la autonomía privada


pueden convenir que no sea suficiente para un determinado acto o contrato la
manifestación de voluntad tácita; requiriendo que la voluntad se declare explicita y
directamente.

El silencio

Puede ocurrir que una persona no formule una declaración ni ejecute una
conducta concluyente, limitándose a guardar silencio.

Punto controvertido en doctrina es la posibilidad de atribuir al silencio el


significado de una manifestación de voluntad.

La regla general es la negativa, pues el silencio de por sí no constituye


manifestación de voluntad.

Sin embargo, por excepción el silencio puede tener valor de manifestación


de voluntad. Ello ocurre cuando así lo señala la ley, lo establecen las partes o lo
dispone el juez.

a) La ley puede atribuir al silencio el valor de manifestación de voluntad: asi el art.


1233 establece que el asignatario que está constituido en mora de declarar si
acepta o repudia una herencia, se presume por la ley que repudia, esto es, el
silencio del asignatario lo interpreta el legislador como una manifestación de
voluntad; el art. 2125 respecto de las personas que por su profesión u oficio se
encargan de negocios ajenos, están obligadas a declarar lo más pronto posible si
aceptan o no el encargo que una persona ausente les hace; y transcurrido un
término razonable, su silencio se mirará como aceptación.
b) Las partes pueden atribuir al silencio el valor de manifestación de voluntad en
un determinado sentido

c) El juez puede atribuir al silencio el valor de manifestación de voluntad en los


casos no contemplados expresamente por la ley o por las partes, cuando las
circunstancias de hecho del caso sometido a su conocimiento permiten formular
una atribución en tal sentido. Se llama silencio circunstancial: Avelino Leon define
como silencio circunstancial aquel que necesariamente debe ir acompañado de
antecedentes o circunstancias externas que permitan atribuir al silencio,
inequívocamente, el valor de una manifestación de voluntad.

Reglamento Aplicable al Silencio:

El silencio está sujeto a las mismas reglas que toda manifestación de


voluntad. Así es posible que teniendo el silencio valor de manifestación de
voluntad deba considerarse que la manifestación que permite suponer el silencio
se encuentra viciada por error, fuerza o dolo.

Es importante tener presente que no es jurídicamente lo mismo el silencio


del cual puede extraerse una manifestación de voluntad, que el silencio o
reticencia de la persona que tenía la carga o responsabilidad de manifestar
expresamente algo por mandato de la ley.

La manifestación de Voluntad Debe ser Seria

La voluntad es seria cuando existe el propósito de producir un efecto


práctico sancionado por el derecho.

Fases en que puede observarse el elemento subjetivo:

Según Betti, en distintas fases o etapas del acto jurídico pueden observarse
el elemento subjetivo, con connotaciones diferentes:

1) Voluntad De la declaración: El sujeto, que es libre para vincularse o no con


otras personas, se representa la existencia de una necesidad para cuya
satisfacción debe relacionarse necesariamente con otros. El elemento volitivo se
manifiesta en el querer que el sujeto manifieste su fuero interno.

Como consecuencia de ese querer o sentir internos, el sujeto toma la


iniciativa y manifiesta su voluntad a través de una declaración o comportamiento.

2) Voluntad del contenido o negocial: el sujeto quiere lograr un fin práctico,


reconocido y sancionado por el derecho.

3) Voluntad normativa: la voluntad es exteriorizada, se objetiviza y adquiere vida


independiente. Las partes se vinculan con el acto jurídico del cual conocen su
significado y valor.

Principio De La Autonomía De La Voluntad

El derecho civil descansa sobre dos soportes fundamentales: libertad y


voluntad. El hombre es libre para vincularse o no con otros y si decide obligarse lo
va a hacer por su propia voluntad.

Como dice Stolfi "la libertad individual es el presupuesto de toda acción


humana, en el sentido de que permita al individuo decidir acerca de dar vida o no
a una relación cualquiera, obedeciendo a exigencias de las qeu él solo es juez, y,
al mismo tiempo, constituye el límite de su acción, ya uqe el particular se obliga a
sí mismo y, en consecuencia, sólo a su patrimonio.

Los conceptos de libertad y voluntad en que coinciden los filósofos y juristas


del siglo XVIII dan nacimiento al denominado principio de la autonomía de la
voluntad, que se caracteriza por crear un sistema de derecho privado fundado en
la libertad de los particulares que coloca como centro del mismo al acto jurídico
"concebido como el paradigma típico de la manifestación de voluntad, de la que
derivan el nacimiento, la modificación o la extinción de una relación personal o
patrimonial".

El principio de la autonomía de la voluntad hace al hombre "árbitro de sí


mismo y de lo suyo, de forma que puede hacer todo lo que no esté prohibido...con
tal que se respeten el orden público y las buenas costumbres, la voluntad
individual, además de ser soberana en el ámbito de las relaciones humanas, lo es
también con respecto al ordenamiento jurídico.

Consecuencias Del Principio de la autonomía de la voluntad.

a) El hombre es libre para obligarse o no, y si lo hace, es por su propia voluntad


(art. 1386, 1437,1438, 1445, 1560, 1563).

b) El hombre es libre para renunciar por su sola voluntad a un derecho establecido


en su beneficio, con tal que mire el interés individual del renunciante y que la ley
no prohíba su renuncia (art. 12)

c) El hombre es libre para determinar el contenido de los actos jurídicos que


celebre.

El art. 1545 dice que todo contrato legalmente celebrado es una ley para los
contratantes. Las convenciones que los particulares celebran para regular sus
intereses, que determinan el contenido del contrato, los obligan al igual que los
obligaría la ley.

Ante esto, Stolfi dice "consciente el legislador de su importancia para


constreñir a las partes a realizar aquello que no quieran o a abstenerse de hacer
aquello que quieran realizar, declara que renuncia en principio a expresar su
voluntad o un mandato en cuanto al contenido del acto, al reconocer que cada uno
es libre de someterse a las condiciones que quiera, ya que obligándose empeña
en primer lugar su persona y, en su caso, sus bienes; y esto exige que él mismo
sea árbitro de decidir no solamente si ha de vincularse, sino acerca de cómo ha de
hacerlo.

d) Cada vez que surjan dudas en torno al significado o a las consecuencias de sus
manifestaciones, debe indagarse por la intención o querer real, esto es, lo que
efectivamente la parte o partes perseguían.

El art. 1560 dice que si la intención de las partes es clara, se estará a ellas
más que al tenor literal de las palabras.

La Autonomía Privada

Facultad o poder que la ley reconoce a los particulares para regular


sus intereses, actuando según su propio juicio y responsabilizándose por
las consecuencias de su comportamiento, sean éstas ventajosas u
onerosas.

El instrumento que la ley coloca para regular sus intereses y relaciones


propias es el acto jurídico.

La autonomía privada supone la libertad del individuo para vincularse o


relacionarse con otros con una finalidad socioeconómica.

Importará, en primer lugar, la libertad para vincularse o relacionarse con


otros; y en segundo, la facultad de autoresponsabilizarse, soportando las
consecuencias que ese acto jurídico tenga.

Limitaciones A La Autonomía Privada

a) La autonomía privada faculta a los particulares para disponer de sus propios


intereses y no de los ajenos
b) Para que el acto celebrado por los particulares produzca efectos queridos por
su autor o las partes, es necesario que se ajuste a los requisitos establecidos por
la ley para su valor jurídico.

c) Hay límites a la facultad que tienen los particulares para crear actos jurídicos
que no correspondan exactamente a la figura típica descrita en la ley, como el
interés público o las relaciones de familia.

d) La autonomía privada está limitada por el orden público (organización


considerada como necesaria para el buen funcionamiento general de la sociedad)
y las buenas costumbres. La inobservancia de estas conlleva la nulidad absoluta
del acto.

e) Respecto a la creación de actos jurídicos innominados, estas no deben ser


arbitrarias ni caprichosas, en el sentido de no perseguir efectivamente un fin
práctico de conveniencia social.

La Autonomía Privada En El Código Civil Chileno

Nuestro Código reconoce la autonomía privada, pero con ciertas


limitaciones.

Reconoce el valor de ley sólo a los contratos que son legalmente


celebrados (art. 1545: Todo contrato legalmente celebrado es una ley para los
contratantes, y no puede ser invalidado sino por su consentimiento mutuo o por
causas legales), y subordina la eficacia de la voluntad al respeto de las leyes, las
buenas costumbres y el orden público (arts. 1445, 1461,1467).

Art. 1445: Para que una persona se obligue a otra por un acto o declaración de
voluntad es necesario:

1° Que sea legalmente capaz; 2° que consienta en dicho acto o declaración y su


consentimiento no adolezca de vicio; 3° que recaiga sobre un objeto lícito; 4°que
tenga una causa lícita.

La capacidad legal de una persona consiste en poderse obligar por sí


misma, y sin el ministerio o la autorización de otra.

Art. 1461: No sólo las cosas que existen pueden ser objeto de una declaración de
voluntad, sino las que se espera que existan; pero es menester que las unas y las
otras sean comerciables, y que estén determinadas, a lo menos, en cuanto a su
género.

La cantidad puede ser incierta con tal que el acto o contrato fije reglas o
contenga datos que sirvan para determinarla.
Si el objeto es un hecho, es necesario que sea física y moralmente posible.
Es físicamente imposible el que es contrario a la naturaleza, y moralmente
imposible el prohibido por las leyes, o contrario a las buenas costumbres o al
orden público.

Art. 1467: No puede haber obligación sin una causa real y lícita; pero no es
necesario expresarla. La pura liberalidad o beneficencia es causa suficiente.

Se entiende por causa el motivo que induce al acto o contrato; y por causa
lícita lo prohibido por la ley, o contraria a las buenas costumbres o el orden
público.

Así, la promesa de dar algo en pago de una deuda que no existe, carece de
causa; y la promesa de dar algo en recompensa de un crimen o de un hecho
inmoral, tiene una causa ilícita.

Reacciones Contra El Principio de la Autonomía De La Voluntad.

En el siglo XIX, se inicia una reacción contra el principio de la autonomía de


la voluntad por parte de quienes piensan que la voluntad individual es impotente
para crear obligaciones por sí sola, ya que la sociedad es la única que tiene ese
poder.

Se refuta la tesis del liberalismo (que supone que un contrato libremente


concluido es justo y equitativo para quienes lo celebran) aduciéndose que la
experiencia demuestra que los contratos no son necesariamente justos o
equitativos.

Las críticas al concepto que erige a la voluntad individual como suprema


deidad del derecho privado han encontrado eco en la doctrina moderna, la cual
considera a ésta como un instrumento del bien común.

Este nuevo concepto de la voluntad permite justificar la intervención del


legislador en aquellos casos en que la voluntad individual no se conforma con el
bien común o con los principios de justicia considerados esenciales.

Surge la figura del "contrato dirigido", definido como "intervención del


Estado en los contratos que celebran los particulares, a fin de evitar que una de
las partes se aproveche de la inferioridad o debilidad de la otra o de la desigualdad
de condiciones en que contratan, por diferencias económicas, sociales y aún
psicológicas". Nace como reacción contra la autonomía privada, aludiendo que no
resultan válidos los actos emanados de esta pues desatienden el bien común
dejando en un estado de desigualdad a las partes. Esta crítica nace en el siglo
XIX.
La Voluntad En Los Actos Jurídicos Bilaterales

El Consentimiento:

La voluntad en los actos jurídicos bilaterales toma el nombre de


"consentimiento". Y se define como acuerdo de voluntades de las partes para
dar nacimiento al acto jurídico bilateral.

El art. 1445 contempla expresamente como el primer requisito para que una
persona se obligue a otra por un acto o declaración de voluntad que consienta en
dicho acto o declaración, debiendo dicho consentimiento no adolecer de vicio.

Formación Del Consentimiento en los Actos Jurídicos Bilaterales.

El CC no reglamenta la formación del consentimiento. El Código de


Comercio se encarga de ello, llenando "un sensible vacío".

Los articulos 97 a 108 del C. de C. se aplican no sólo a los actos


mercantiles, sino también a las convenciones que no tienen por objeto un acto de
comercio.

Justifica su aplicación a todo tipo de convenciones, sean estas civiles o


mercantiles.

Para la formación del consentimiento en los actos jurídicos bilaterales se


requiere la concurrencia de dos actos sucesivos: la Oferta y la Aceptación.

La Oferta

Se define como Acto jurídico unilateral por el cual una persona


propone a otra celebrar una determinada convención.

Debe cumplir los requisitos de existencia y validez. Y supone una


manifestación de voluntad seria.

La oferta es completa cuando se formula en términos tales que basta con la


simple aquiescencia de la persona a quien la oferta se ha dirigido para que la
convención propuesta se perfeccione.

Si el contrato es nominado, la oferta es completa si contiene, a lo menos,


los elementos esenciales del contrato propuesto.

Las ofertas que no señalan los elementos esenciales de la convención que


se propone celebrar se llaman ofertas incompletas.

Con las ofertas incompletas el proponente pretende establecer una


negociación.

Las respuestas del destinatario de la propuesta primitiva, formulando a su


vez una oferta, se llama "contraoferta". Si a la oferta incompleta se responde con
una contraoferta completa, se forma el consentimiento.

Clasificación De La Oferta

Puede ser expresa o tácita; hecha a persona determinada o hecha a


persona indeterminada.

a) Oferta Expresa:

Es aquella contenida en una declaración en la cual el proponente, en


términos explícitos y directos, revela su intención de celebrar una
determinada convención.

Oferta verbal se manifiesta por palabras o por gestos que hagan inequívoca
la proposición.

Oferta por escrito es aquella que se hace a través de la escritura.

b) Oferta Tácita:

Se desprende de un comportamiento que revela inequívocamente la


proposición de celebrar una convención.

c) Oferta Hecha a persona determinada:

Es aquella que va dirigida a un destinatario que se encuentra


individualizado.

d) Oferta hecha a persona indeterminada:

Es aquella que no va dirigida a ninguna persona en especial, sino que


al público en general.

Las ofertas hechas a personas indeterminadas se refiere el art. 105 del C.


de C.

Art. 105. Las ofertas indeterminadas contenidas en circulares, catálogos, notas de


precios corrientes, prospectos, o en cualquiera otra especie de anuncios impresos,
no son obligatorias para el que las hace.

Dirigidos los anuncios a personas determinadas, llevan siempre la


condición implícita de que al tiempo de la demanda no hayan sido enajenados los
efectos ofrecidos, de que no hayan sufrido alteración en su precio, y de que
existan en el domicilio del oferente.

Las ofertas que se hacen en cualquiera especie de anuncio impreso y


dirigidas al público en general no engendran obligación alguna para el que las
hace. Por la inversa, la oferta contenida en anuncios impresos dirigida a persona
determinada, lleva siempre la condición implícita de que al tiempo de la demanda
no hayan sido enajenados los efectos ofrecidos, de que no hayan sufrido
alteración en su precio y de que existan en el domicilio del oferente.

Persona de quien puede emanar la oferta.

Cualquiera de las personas que, de perfeccionarse la convención, pasaría a


tener la calidad de parte.

La Aceptación Y Sus Diversas Clases

Se le define a la aceptación como acto jurídico unilateral por el cual el


destinatario de la oferta manifiesta su conformidad con ella.

a) Aceptación Expresa: Se contiene en una declaración en la cual el destinatario


de la propuesta manifiesta en términos explícitos y directos su conformidad con
ella.

Puede ser verbal o escrita.

Aceptación verbal es aquella que se manifiesta por palabras o por gestos


que hagan inequívoca la conformidad con la propuesta.

Aceptación escrita es aquella que se hace por la escritura.

b) Aceptación Tácita: Es aquella que se desprende de un comportamiento que


revela inequívocamente la aquiescencia o asentimiento a la oferta.

c) Aceptación pura y simple: Es aquella en que el destinatario de la propuesta


manifiesta su conformidad o asentimiento a ésta en los mismos términos en que
se le formuló.

d) Aceptación Condicionada: Es aquella en que el destinatario de la propuesta


introduce a ésta modificaciones, o sólo se pronuncia parcialmente con respecto a
la misma.

De acuerdo al art. 102 del C. de C., la aceptación condicionada importa una


contraoferta del destinatario al proponente, y para que se forme el consentimiento
el primitivo oferente debe adherir a las condiciones o modificaciones que
constituyen la contraoferta.
Aceptación Parcial cuando la oferta comprende varias cosas

Puede ocurrir que la oferta comprenda varias cosas y que el destinatario se


pronuncie solamente con respecto a alguna de éstas. Para determinar los efectos
que produce la aceptación parcial habría que distinguir dos situaciones:

a) La intención del proponente era formular una oferta divisible, con lo cual se
entiende que ha hecho varias ofertas, formándose el consentimiento con respecto
a aquellas que el destinatario ha aceptado.

b) La intención del proponente era formular una oferta indivisible, la aceptación


parcial no es idónea para formar el consentimiento y tendría solo el alcance de
una contraoferta.

Requisitos Que Debe Reunir La Aceptación Para Que Se Forme El


Consentimiento

La aceptación debe ser:

 Pura y simple

 Oportuna

 Mientras se encuentre vigente la oferta

Aceptación pura y simple:

Para que se forme el consentimiento el destinatario de la oferta debe


aceptarla tal como se le formuló, sin introducir modificaciones o emitir
pronunciamientos parciales.

El art. 101 del C. de C. dice "dada la contestación, si en ella se aprobare


pura y simplemente la propuesta, el contrato quedará en el acto perfeccionado y
produce todos sus efectos legales, a no ser que antes de darse la respuesta
ocurra la retractación, muerte o incapacidad legal del proponente".

El art. 102 agrega que "la aceptación condicional será considerada como
una propuesta".

Aceptación en tiempo oportuno

Cuando se manifiesta dentro del plazo que eventualmente hubiera señalado


el oferente para que el destinatario emita su pronunciamiento, o a falta de
designación de plazo por el oferente, dentro del espacio de tiempo que establece
la ley.
El Código de Comercio distingue si la oferta ha sido verbal o escrita.

Dice el art. 97 que "para que la propuesta verbal de un negocio imponga al


proponente la respectiva obligación, se requiere que sea aceptada en el acto de
ser conocida por la persona a quien se dirigiere, y no mediando tal aceptación
queda el proponente libre de todo compromiso".

Si la oferta se ha hecho por escrito, rige el art. 98 del C. de C, "deberá ser


aceptada o desechada dentro de veinticuatro horas, si la persona a quien se ha
dirigido residiere en el mismo lugar que el proponente, o a la vuelta de correo, si
estuviere en otro diverso". Cabe entonces, distinguir dos situaciones:

1° El destinatario reside en el mismo lugar que el proponente

2° El destinatario reside en un lugar distinto.

Se denomina aceptación extemporánea la que se da una vez vencido el


plazo que eventualmente hubiera designado el oferente, o a falta de dicha
designación, el establecido por la ley. El art. 98 del C. de C. dice "vencido los
plazos indicados, la propuesta se tendrá por no hecha, aun cuando hubiere sido
aceptada"

El oferente está obligado a comunicar al aceptante que su aceptación ha


sido extemporánea. Dice el inc. final del art. 98 "en caso de aceptación
extemporánea, el proponente será obligado, bajo responsabilidad de daños y
perjuicios, a dar pronto aviso de su retractación".

La aceptación no se presume, correspondiendo en caso de controversia


sobre su existencia probarla a la persona que tenga interés en ello.

Aceptación mientras la oferta se encuentra vigente

Los hechos que acarrean la pérdida de vigencia de la oferta son:

1. La retractación del proponente

2. Muerte del proponente

3. incapacidad legal sobreviniente

La retractación es el arrepentimiento del oferente a su propuesta; éste,


unilateralmente, decide desistir de la oferta y dejarla sin efecto como si nunca la
hubiera formulado.

El art. 99 del C. de C. dice "el proponente puede arrepentirse en el tiempo


medio entre el envío de la propuesta y la aceptación, salvo que al hacerla se
hubiere comprometido a esperar contestación o a no disponer del objeto del
contrato, sino después de desechada o de transcurrido un determinado plazo.

El arrepentimiento no se presume".

Excepcionalmente le está vedada la posibilidad de retractación en los


siguientes casos:

1° Si al hacer la oferta se hubiera comprometido a esperar contestación del


destinatario

2° Si se hubiera comprometido a no disponer del objeto del contrato, sino después


de desechado o transcurrido un determinado plazo.

Para determinar los efectos de la retractación es menester distinguir entre


la retractación tempestiva y la retractación intempestiva.

Retractación tempestiva es aquella que se produce antes que el


destinatario acepte la oferta

Retractación intempestiva se produce con posterioridad a la aceptación.

El oferente que se retracta tempestivamente debe indemnizar los gastos,


daños y perjuicios en general que pudiere haber sufrido el destinatario; obligación
que le impone la ley por razones de equidad. No obstante lo anterior, el
proponente puede eximirse de responsabilidad y liberarse de la obligación de
indemnizar si se allana a cumplir el contrato propuesto (art. 101 C. de C).

En caso de que el oferente se hubiera retractado con posterioridad a la


aceptación del destinatario (retractación intempestiva), pasa a ser jurídicamente
irrelevante el hecho de la retractación, que la ley no toma en cuenta atendido que
la aceptación permitió que se formara el consentimiento y que el oferente, que ya
no tiene calidad de tal sino de parte en el contrato, no puede exonerarse de
cumplir las obligaciones que adquirió en virtud del mismo.

Claro Solar dice que "la ley se refiere a la muerte o incapacidad legal del
proponente que en su oferta había manifestado su voluntad de contratar, porque
es el caso en que la duda puede presentarse, ya que el heredero representa a la
persona del difunto; pero si una persona puede perseverar hasta su muerte en la
misma voluntad que había manifestado, tal voluntad no puede sobrevivirle; se
extingue y desaparece con su muerte...en cuanto a la persona a quien la oferta
fue hecha y que muere o se hace legalmente incapaz sin haber manifestado
voluntad alguna, es evidente que no puede transmitir a sus herederos o dar a su
representante legal la facultad de aceptar la oferta".
Momento en que se Forma El Consentimiento

Tiene importancia práctica:

A) En lo que respecta a la capacidad de las partes: Las partes deben ser capaces
al momento de contratar

B) En lo que respecta al objeto del contrato: El objeto debe ser lícito al momento
de contratar.

C) En lo que respecta a las leyes que se aplicarán al contrato: El art. 22 de la le


sobre efecto retroactivo de las leyes (LERL), en todo contrato se entienden
incorporadas las leyes vigentes al tiempo de su celebración

D) En lo que respecta a los efectos del contrato: Comienza a producir sus efectos
en el momento en que se perfecciona

E) En lo que respecta a la retractación del oferente: Formado el consentimiento, el


oferente no puede retractarse válidamente, estando obligado a cumplir el contrato.

Teorías Para Determinar El Momento En que Se Forma El Consentimiento

a.- Teoría de la Declaración De Voluntad O De La Aprobación:

El consentimiento se forma en el momento en que el destinatario acepta la


oferta, da la aceptación, aunque ésta sea ignorada por el proponente.

b.- Teoría De la Expedición:

El destinatario de la oferta envía la correspondencia que contiene su


aceptación.

c.- Teoría De la Recepción:

El consentimiento se forma en el momento en que la aceptación, contenida


en una carta o telegrama, llega al domicilio del oferente.

d) Teoría Del conocimiento o de la información:

Se forma el consentimiento en el momento en que el oferente toma


conocimiento de la aceptación

Nuestro Código de comercio se inclina por la teoría de la declaración


(cuando el destinatario acepta la oferta), como se desprende de los arts. 99 y 101;
el art. 99 dice que el proponente puede arrepentirse en el tiempo medio entre el
envío de la propuesta y la aceptación. El art. 101 dice que dada la contestación, el
contrato queda en el acto perfeccionado y produce todos sus efectos legales.
El criterio inicial de los redactores del Código de Comercio fue acoger la
teoría de la expedición, criterio que fue sustituido, aceptándose, en definitiva, la
teoría de la declaración o aprobación de voluntad.

Por excepción, en el Código Civil, es posible encontrar un caso en que no


basta la sola aceptación: en la donación entre vivos. El art. 1414 dice que el
donante puede revocar la donación mientras no se ponga en su conocimiento la
aceptación del donatario.

Lugar En Que Se Forma El Consentimiento

Es importante, pues el contrato se rige por la ley del lugar.

Al mismo tiempo, el lugar en el que se forma el consentimiento determina la


costumbre que se aplica a ciertos contratos, y, también, en ciertos casos, el
tribunal competente (art. 135 n°2 del COT)

Se entenderá celebrado el contrato, para todos los efectos legales, en el de


la residencia del que hubiera aceptado la propuesta primitiva o la propuesta
modificada.

Los Vicios De La Voluntad

El primer requisito de existencia de los actos jurídicos es una voluntad apta


y eficaz.

No es lo mismo falta de voluntad o ausencia de voluntad que voluntad


viciada. El acto en que incide un vicio de voluntad existe, pero expuesto a ser
invalidado.

El art. 1445 requiere, en primer lugar, el consentimiento de la o las partes,


agregando que dicho consentimiento no debe adolecer de vicios.

Art. 1445: Para que una persona se obligue a otra por un acto o declaración de
voluntad es necesario que:

1° Que sea legalmente capaz; 2° que consiente en dicho acto o declaración y su


consentimiento no adolezca de vicio; 3° que recaiga sobre un objeto lícito; 4° Que
tenga una causa lícita.

La capacidad legal de una persona consiste en poderse obligar por sí


misma y sin el ministerio o la autorización de otra.

El art. 1451 del CC establece que los vicios que puede adolecer el
consentimiento son: error, fuerza y dolo (Art.1451: Los vicios de que puede
adolecer el consentimiento son error, fuerza y dolo).

No solamente en los actos bilaterales puede encontrarse viciada la voluntad


de una de las partes.

El Error como vicio del Consentimiento.

Se define como la falta de representación de la realidad determinada


por la ignorancia, es decir, por no haber tenido la parte conocimiento de
todas las circunstancias que influyen en el acto concertado, o por la
equivocación, es decir, por no haber valorado exactamente la influencia de
dichas circunstancias.

Basta con que la persona "posea una opinión en sí suficiente para explicar,
como causa, su propia actuación".

La representación de la realidad puede estar deformada por la ignorancia o


por la equivocación. Existe en el sujeto un hecho psicológico de carácter positivo
que lo induce a actuar; pero dicha representación es falsa por ignorancia o por
equivocación.

Equivocación E Ignorancia

Jurídicamente el error puede deberse a ignorancia o a equivocación.


Cualquiera de estos dos conceptos puede configurar el error.

Se afirma que la duda excluye al error, pues "quien emite una declaración a
sabiendas de que no conoce con exactitud su contenido y efectos, no puede
invocar posteriormente su propio error".

En la hipótesis de duda el sujeto tiene conciencia de que su representación


de la realidad puede ser falsa. En la hipótesis de error no existe esa conciencia;
por el contrario, el sujeto cree que su representación de la realidad es acertada.

Hechos Que Constituyen la realidad.

No cabe aplicar la teoría del error respecto de cosas que al tiempo de


contrato no existen, siendo, en consecuencia, imposible reconocerlas.

El error de previsión no vicia la voluntad.

Se define el error de previsión como "una equivocación, in yerro de la


mente al proyectarse hacia un futuro que, al hacerse realidad, lo pondrá o no de
manifiesto".

El Error Es Un Vicio Del Conocimiento


La manifestación de voluntad que supone todo acto jurídico debe motivarse
en un conocimiento de la realidad. Si dicho conocimiento es equivocado, se dice
que está viciado, privando de eficacia a la manifestación de voluntad.

Clases De Error

Hay dos clases de error: error de derecho y error de Hecho.

El Error De Derecho

Es la falsa o inexacta representación de la realidad jurídica por la


ignorancia de una norma o bien por la equivocada interpretación o inexacta
aplicación de la misma a un caso concreto.

Pietrobon dice que "la tendencia de la jurisprudencia clásica a considerar


inexcusable el error iuris encuentra su razón primaria en el deseo de proteger el
ordenamiento estatal, afirmando que el error de derecho es un error culposo, que
por principio únicamente puede acarrear desventajas al que incurrió en él".

El error de derecho no constituye un vicio del consentimiento, lo que


significa que no puede alegarse "para impedir las consecuencias jurídicas de los
actos lícitos ni para exonerarse de responsabilidad por los actos ilícitos, salvo en
los casos expresamente exceptuados por la ley".

El Error De Hecho

Es la falsa representación que se tiene de una cosa, de un hecho o de


una persona, como consecuencia de ignorancia o de equivocación.

Casos de error facti, por ejemplo, son el error in re, el error in persona, el
error in negotio.

"La moderna doctrina del error tiene su origen, precisamente, en el intento


de explicar unitariamente la eficacia de estas hipótesis concretas de error; de
afirmar por qué en estos casos y no en otros, el error es relevante e invalida el
contrato".

Un intento de aproximación hacia un concepto unitario del error relevante o


esencial podría encontrarse en el hecho de que en distintas hipótesis concretas de
error se advierte una discrepancia entre lo querido y lo declarado.

Lo anterior, sin embargo, no ocurre en el llamado error obstativo u


obstáculo (consistente en dos hipótesis: en una, las partes yerran en el contrato
qeu celebran [por ejemplo, una entiende vender una cosa y la otra entiende que se
la donan]; lo que cada parte quiere corresponde a lo que declara; no hay
discrepancia entre lo querido y lo declarado. Lo que ocurre es que existe una
discrepancia entre lo querido y lo declarado por una parte y lo querido y declarado
por la otra parte).

Doctrinariamente surge, entonces, una primera clasificación de las hipótesis


de error de hecho: 1) error obstáculo u obstativo y error vicio.

El primero impide la formación del consentimiento; el segundo constituye un


vicio de la voluntad. El acto en que el error incide tiene existencia jurídica; hay
acuerdo de voluntades. Pero dicho acuerdo no es sano, pues se produce una
discrepancia entre lo querido y lo declarado, como consecuencia del error.

La doctrina propone al legislador dos criterios para reglamentar las


hipótesis de error de hecho relevantes, uno llamado objetivo y otro subjetivo.

a) El criterio objetivo consiste en describir el tipo o hipótesis de error y atribuir los


efectos propios de éste a toda conducta que pueda encuadrarse en el tipo, con
prescindencia de la influencia que el error pudiera tener en el conocimiento del
agente.

b) El criterio subjetivo consiste en atribuir los efectos del error a todas las
situaciones en que se compruebe una falsa representación de la realidad que
hubiera sido determinante para la actuación del agente.

La Teoría Del Error En El Código Civil Chileno

El Código Civil chileno se ocupa del error en varias disposiciones. En los


arts. 1451 a 1455, por ej. se reglamenta el error como vicio del consentimiento en
los actos o declaraciones de voluntad;

Art. 1451: Los vicios de que puede adolecer el consentimiento son error, fuerza y
dolo.

Art. 1452: El error sobre un punto de derecho no vicia el consentimiento.

Art. 1453: El erro de hecho vicia el consentimiento cuando recae sobre la especie
de acto o contrato que se ejecuta o celebra, como si una de las partes entendiese
empréstito y la otra donación; o sobre la identidad de la cosa específica de que se
trata, como si en el contrato de venta el vendedor entendiese vender cierta cosa
determinada, y el comprador entendiese comprar otra.

Art. 1454: El error de hecho vicia asimismo el consentimiento cuando la sustancia


o calidad esencial del objeto sobre que versa el acto o contrato, es diversa de lo
que se cree; como si por alguna de las partes se supone que el objeto es una
barra de plata, y realmente es una masa de algún otro metal semejante.
El error acerca de otra cualquiera calidad de la cosa no vicia el
consentimiento de los que contratan, sino cuando esa claidad es el principal
motivo de una de ellas para contratar, y este motivo ha sido conocido de la otra
parte.

Art. 1455: El error acerca de la persona con quien se tiene intención de contratar
no vicia el consentimiento, salvo que la consideración de la persona sea la causa
principal del contrato.

Pero en este caso la persona con quien erradamente se ha contratado,


tendrá derecho a ser indemnizada de los perjuicios en que de buena fe haya
incurrido por la nulidad del contrato.

En el art. 1057 se señalan los efectos que produce el error en el nombre o


calidad de un asignatario testamentario;

Art. 1057: El error en el nombre o calidad del asignatario no vicia la disposición si


no hubiera duda acerca de la persona.

En el art. 677 se determinan los efectos del error en la tradición;

Art. 677: El error en el título invalida la tradición, sea cuando una sola de las partes
supone un título translaticio de dominio como cuando por una parte se tiene el
ánimo de entregar a título de comodato, y por otra se tiene el ánimo de recibir a
titulo de donación, o sea cuando por las dos partes se suponen títulos translaticios
de dominio, pero diferentes, como si por una parte se supone mutuo y por la otra
donación.

En el art 2455 se reglamenta el error en la transacción

Art. 2455: Es nula asimismo la transacción, si al tiempo de celebrarse estuviere ya


terminado el litigio por sentencia basada en autoridad de cosa juzgada, y de que
las partes o alguna de ellas no haya tenido conocimiento al tiempo de transigir.

El Error De Derecho

El art. 1452 dice que el error sobre un punto de derecho no vicia el


consentimiento.

El art. 1452 surge como lógica consecuencia de la ficción de la ley que


supone que las normas jurídicas son conocidas por todos, sin que nadie pueda
alegar su ignorancia después que haya entrado en vigencia (art. 8 del CC. :nadie
podrá alegar ignorancia de la ley despues que esta haya entrado en vigencia).

A tanto llega la ficción de conocimiento de la ley, que en ciertos casos se


considera de mala fe a la persona que alega error de derecho. Así, el art. 706 que
define la buena fe en materia posesoria como la conciencia de haber adquirido la
posesion por medios legítimos, exentos de fraude o de acualquier otro vicio, y que
establece que no se opone a la buena fe un justo erroe en materia de derecho.

El manifestante no puede sustraerse a las consecuencias de su declaración


y excusarse, por ejemplo, de cumplir las obligaciones que emanan del acto
alegando que su voluntad está viciada por ignorancia o falso concepto de una
norma jurídica.

No obstante lo expuesto, la doctrina nacional coincide en atribuir el carácter


de excepción a la regla general de que el error sobre un punto de derecho no vicia
el consentimiento a los art. 2297 y 2299.

Art. 2297: Se podrá repetir lo que se ha pagado para cumplir una obligación
puramente natural de las enumeradas en el art. 1470.

Art. 2299: Del que da lo que no debe, no se presume que lo dona, a menos de
probarse que tuvo perfecto conocimiento de lo que hacía tanto en el hecho como
en el derecho.

Creemos, sin embargo, que el alcance que corresponde atribuir a las


disposiciones citadas no es el de que el error de derecho que ellas suponen vicie
la voluntad, pues en tal caso, la victima del error podría demandar la nulidad
relativa del acto, que es la sanción para los vicios de la voluntad, y en los
mencionados artículos el efecto que produce el error no es la nulidad. Lo que
ocurre es que la víctima del error de derecho podrá sustraerse legítimamente a las
consecuencias jurídicas que emanan de la declaración de voluntad, que no
hubiera efectuado si hubiera tenido una acertada representación de la realidad
jurídica.

a) Sanción Del Art. 2297 del CC: Dice el art. 2297 "se podrá repetir aun lo que se
ha pagado por error de derecho cuando el pago no tenía por fundamento ni aun
una obligación puramente natural".

La persona que efectúa a otra un pago lo hace porque se ha representado


la existencia de una relación de obligación que le impone la necesidad de efectuar
una determinada prestación.

El problema podría presentarse en caso de que el error que sufre la


persona que paga lo que no debe surgiera como consecuencia de una falsa
representación de la realidad jurídica, lo que ocurre, por ejemplo, en la persona
que paga en la creencia de que una ley lo obliga a hacerlo, en circunstancias que
esa ley no existe.
La interpretación rigurosa del art. 1452 podría conducir a la estimación de
que sólo el error de hecho y no el de derecho haría posible la acción de repetición.

Este problema lo soluciona expresamente el art. 2297, que permite repetir


lo pagado aun por error de derecho, lo que revela que en el acto jurídico
denominado pago la ley considera tan relevante el error de hehco como el de
derecho.

El art. 2297, que contempla una situación especial, prima sobre la


generalidad del art. 1452. El que pagó lo que no debía podrá sustraerse a las
consecuencias jurídicas que se hubieran producido en el caso de que hubiera
existido realmente la obligación.

b) Situación Del Art. 2299 del CC: Dice el art. 2299 "del que da lo que no debe, no
se presume que lo dona, a menos de probarse que tuvo perfecto conocimiento de
lo que hacía, tanto en el hecho como en el derecho".

En la vida normal, una persona paga a otra lo que no le debe porque cree
erradamente en la existencia de una obligación que justifica el pago, lo que
constituye el cuasicontrato de pago de lo no debido, que engendra la obligación de
restitución de lo que se recibió indebidamente, o bien, porque tiene la intención de
efectuar una liberalidad a que lo pueden llevar numerosos motivos.

El problema de interpretación puede presentarse en caso de que la persona


que recibe de otra lo que no se debe pretendiera retener la cosa bajo el pretexto
de que se le ha donado. Sin embargo, el art. citado se encarga de precisar que no
se presume la existencia de una donación por el solo hecho de que una persona
de a otra lo que no le debe.

El "perfecto conocimiento" se opone, ciertamente, al error que pudiera sufrir


la persona que da a otra lo que no debe, error que inclusive puede ser de derecho,
que requiere dicho conocimiento tanto en el hecho como en el derecho.

La donación que es motivada por un error de derecho no produce los


efectos de tal sino que los propios del pago de lo no debido, constituyendo, en
consecuencia, uno de los casos excepcionales en que la ley atribuye relevancia a
dicho error.

El Error De Hecho

Descrito en los arts. 1453, 1454 y 1455:

Art. 1453: El error de hecho vicia el consentimiento cuando recae sobre la especie
de acto o contrato que se ejecuta o celebra, como si una de las partes entendiese
empréstito y la otra donación, o sobre la identidad de la cosa específica de que se
trata, como si en el contrato de venta el vendedor entendiera vender cierta cosa
determinada, y el comprador entendiese comprar otra.

Art. 1454: El error de hecho vicia asimismo el consentimiento cuando la sustancia


o calidad esencial del objeto sobre que versa el acto o contrato, es diversa de lo
que se cree, como si por alguna de las partes se supone que el objeto es una
barra de plata, y realmente es una masa de algún otro metal semejante.

El error acerca de otra cualquiera calidad de cosa no vicia el consentimiento


de los que contratan, sino cuando esa calidad es el principal motivo de una de
ellas para contratar, y este motivo ha sido conocido de las otras partes.

Art. 1455: el error acerca de la persona con quien se tiene intención de contratar
no vicia el consentimiento, salvo que la consideración de esa persona sea la
causa principal del contrato.

Pero en este sentido, la persona con quien erradamente se ha contratado,


tendrá derecho a ser indemnizada de los perjuicios en que de buena fe haya
incurrido por la nulidad del contrato.

A primera vista, reglamenta el error con un criterio estrictamente objetivo,


pues no existen más hipótesis de error de hecho relevantes que las descritas en
los arts. mencionados.

Pensamos, sin embargo, que en las hipótesis de error de hecho relevantes


el legislador requiere no sólo que se den los supuestos previstos en la norma, sino
también que el error haya sido determinante para la actuación del sujeto. Esta
exigencia aparece implícitamente formulada en la hipótesis de error prevista en el
primer inciso del art. 1454 y explícitamente, en las hipótesis de error
reglamentadas por los arts. 1454, inc. 2° y 1455. El Código Civil no formula la
distinción entre error obstativo u obstáculo y error vicio.

Por el contrario, el legislador considera que el error que la doctrina


denomina obstativo u obstáculo constituye un vicio del consentimiento, impidiendo
que se forme el consentimiento. Se desprende esto del art. 1453 que reglamenta
la hipótesis de error obstáculo.

El Error Esencial U Obstáculo

Del art. 1453 se reglamentan dos supuestos de error:

a) El error que recae sobre la especie del acto o contrato qeu se ejecuta o celebra

b) El error que recae sobre la identidad de la cosa específica de que se trata.


El art. 1453 configura lo que la doctrina denomina "error obstativo" o "error
obstáculo o impediente". En Chile, se prefiere hablar de "error esencial", término
que la doctrina utiliza para el error relevante o error vicio.

El Código Civil considera al error obstáculo un vicio del consentimiento. Y lo


reitera en el art. 1454.

Doctrinariamente, el error obstáculo y el error vicio son dos cosas muy


distintas. El primero impide u obsta que se forme el consentimiento; no es vicio del
consentimiento, porque éste ni siquiera llegó a formarse.

El error vicio supone, en cambio, que se formó el consentimiento, que


existió un acuerdo de voluntades; pero que el consentimiento surgió como
consecuencia de una errada representación de la realidad.

Sanción Del Error Obstáculo

La doctrina se encuentra dividida en tres opiniones:

1. Para quienes estiman que el error obstáculo impide el acuerdo de


voluntades indispensable para que la convención exista, esta sería jurídicamente
inexistente por falta de consentimiento.

2. Para quienes estiman que la inexistencia jurídica constituye una sanción de


ineficacia del acto que encuentra un sustento solamente doctrinario y no en las
disposiciones del Código Civil, la sanción para el error obstáculo no sería otra que
la nulidad absoluta.

3. Para quienes estiman que el error que reglamenta el art. 1453 del CC, si
bien coincide con la hipótesis que la doctrina denomina error obstáculo u
obstativo, se aparta, en cambio, de los efectos que ésta le atribuye, la sanción
sería la nulidad relativa, pues de acuerdo con lo dispuesto por el inc. final del art.
1682, cualquiera otra especie de vicio que no esté configurando como causal de
nulidad absoluta "produce la nulidad relativa y da derecho a la rescisión del
contrato"

El Error Sustancial

La víctima del error atribuye a la cosa objeto del acto o contrato una
sustancia o calidad esencial que en realidad no tiene.

Para percibir la falsa representación de la realidad, se hace necesario


determinar el significado de las palabras "sustancia" y "calidad esencial".

Se dice que sustancia es la materia específica que constituye la cosa, lo


que supone una apreciación estrictamente objetiva y material.

En cambio, la apreciación de lo que constituye la calidad esencial de una


cosa es eminentemente subjetiva y guarda relación con la intención de las partes,
con los motivos que éstas tienen para contratar.

La expresa mención que hace el art. a la calidad esencial de la cosa, trae


como consecuencia que el ámbito de aplicación de éste se amplíe en forma
considerable.

Si el art. 1454 se hubiera limitado a hablar de calidad esencial y no se


hubiera referido a la sustancia con el alcance material y objetivo que asigna a esta
palabra la antigua doctrina, el error en la sustancia - materia sólo viciaría el
consentimiento en la hipótesis de que dicha sustancia o materia fuera tan
relevante para una de las partes, que si hubiera sabido que la cosa tenía una
sustancia - materia diferente, no habría celebrado el contrato, lo que significa que
para la víctima del error calidad esencial de la cosa es que ésta estuviera
compuesta de una determinada materia.

Bello incorpora el concepto de calidad esencial, con lo cual revela que sigue
el pensamiento de Pothier, para quien lo relevante es el error sobre una cualidad
principal o esencial de una cosa. En nuestro concepto, y siendo lo realmente
determinante la calidad esencial de una cosa y no de por sí la sustancia, el art.
1454 ganaría en precisión y claridad si en una futura reforma se eliminara la
palabra "sustancia", que, como decíamos, proviene del Código Civil francés, y que
ha traído serios problemas de interpretación en ese país, hasta que en vísperas
del siglo XX la doctrina francesa evolucionó identificando el error sustancial con el
error sobre las cualidades esenciales de una cosa.

La doctrina moderna no habla de error sustancial, sino que de error sobre


las cualidades relevantes de una cosa.

La calidad esencial de una cosa depende de la intención de las partes.

Como no es frecuente que las partes en un contrato dejen expresamente


establecido qué es lo que constituye para ambas o para una de ellas la calidad
esencial de la cosa, corresponderá al juez determinarla.

La expresa mención que hace el art. 1454 a la sustancia entendida como


materia, y más aún el ejemplo que coloca el Código de consentimiento viciado por
la creencia de que la cosa es de plata y no de otro metal semejante, nos induce a
interpretar la disposición en sentido de que contiene una presunción simplemente
legal de que la sustancia - materia es relevante y que la consideración de que la
cosa está hecha de una determinada sustancia normalmente determina a
contratar. Quien alega haber comprado una cosa en la creencia de que era de una
materia diferente a la que realmente tenía, no está obligado a probar que la
materia constituía para él una cualidad esencial de dicha cosa, por lo que cabría
considerar viciado su consentimiento por el solo hecho objetivo de que la cosa
tuviera una sustancia distinta a la que la víctima del error le atribuye. Sin embargo,
como la presunción simplemente legal admite prueba en contrario, ella puede ser
desvirtuada si la otra parte comprueba que la sustancia - materia no era relevante
para quien alega haber sufrido error y que su consentimiento por ende, no se
encuentra viciado.

Efectos Del Error Sustancial

El error sustancial vicia el consentimiento y se sanciona con nulidad


Relativa.

Error Sobre Las Cualidades Accidentales

Dice el inc. 2° del art. 1454 que el error acerca de la calidad de la cosa no
vicia el consentimiento "sino cuando esa calidad es el principal motivo de una de
ellas para contratar, y este motivo ha sido conocido de la otra parte".

Cualidades accidentales de una cosa son aquellas que normalmente son


irrelevantes, en el sentido de que la consideración de que la cosa tenga no
determina a contratar ni abstiene a hacerlo la consideración de que la cosa
carezca de ellas.

Para que el error en una cualidad no esencial de la cosa vicie el


consentimiento, es preciso que la consideración de que la cosa tiene tal cualidad
hubiese constituido el motivo determinante que tuvo una de las partes para
contratar, y que ello haya sido conocido por la otra parte.

Efectos Del Error Sobre Las Cualidades Accidentales

No vicia, por regla general, el consentimiento, a menos que se presente la


excepción que antes se mencionaba. En este último caso, el error accidental vicia
el consentimiento y el acto en que incide se sanciona con la nulidad relativa (art.
1682)

Art. 1682. La nulidad producida por un objeto o causa ilícita, y la nulidad producida
por la omisión de algún requisito o formalidad que las leyes prescriben para el
valor de ciertos actos o contratos en consideración a la naturaleza de ellos, y no a
la calidad o estado de las personas que los ejecutan o acuerdan, son nulidades
absolutas.
Hay asimismo nulidad absoluta en los actos y contratos de personas
absolutamente incapaces.
Cualquiera otra especie de vicio produce nulidad relativa, y da derecho a la
rescisión del acto o contrato.

 Objeto ilícito = nulidad absoluta

 Omisión de Requisitos o formalidades = Nulidad Absoluta

 Contratos celebrados por absolutamente incapaces= Nulidad absoluta.

Labor del Juez cuando se alegare por una de las partes en un contrato que ha
sido víctima de error sobre las calidades o cualidades de una cosa.

a. Del conjunto de circunstancias de hecho que rodean al contrato, debe ser


posible extraer como deducción los atributos o cualidades de la cosa que la
mayoría de las personas, en circunstancias análogas o similares, hubiesen
considerado esenciales y relevantes para contratar, en términos tales que, de
conocer que faltaban, se habrían abstenido de contratar.

b. Si se produjere una coincidencia entre la apreciación que hace la víctima


del error de lo que para él constituye calidad esencial y cuya falta lo induce a
demandar la nulidad del contrato, y el resultado de la deducción que hace el juez
de lo que constituiría calidad esencial de la cosa para la mayoría de las personas
que se encontraran en similares condiciones, cabría considerar que el
consentimiento prestado por la persona que creyó que la cosa tenía tal cualidad se
encontraría viciado y que procede la declaración de rescisión del contrato, a
menos que la otra parte probara que aquélla igual habría celebrado el contrato aun
en conocimiento de que a la cosa le faltara la cualidad a la que atribuye el carácter
de esencial.

c. Del proceso deductivo que realiza el juez para establecer qué calidades o
cualidades de la cosa son esenciales, surge por exclusión el concepto de calidad
accidental. Es decir, todos aquellos atributos o cualidades de una cosa que, para
la mayoría de las personas que contratan en las mismas circunstancias, serían
secundarias o irrelevantes, tendrían el carácter de accidentales.

Para que el error en las calidades no esenciales de una cosa vicie el


consentimiento, la víctima deberá probar que dicha calidad no esencial fue el
principal motivo que tuvo para contratar y que la otra conocía dicho motivo
determinante.
Error En La Persona

El inc. 1° del art. 1455 dice que "el error acerca de la persona con quien se
tiene intención de contratar no vicia el consentimiento, salvo que la consideración
de esta persona sea la causa principal del contrato".

Doctrinariamente el error en la persona es, por regla general, irrelevante.


Sólo excepcionalmente, cuando el acto o contrato se ha celebrado en
consideración a una persona determinada (actos intuito personae) ha de
considerarse relevante.

La doctrina tradicional considera que el error en la persona es relevante


sólo en los actos intuito personae, y señala que tienen ese carácter, por ejemplo,
los actos de familia, que se suponen celebrados en consideración a una persona
determinada, de modo que ésta es la causa principal del acto. En lo relativo a los
actos patrimoniales y, en especial, a los contratos, la regla general es que no
tienen el carácter de intuito personae, pues normalmente se celebran en
consideración a las cosas o prestaciones. Serán excepción a esta regla los
contratos gratuitos como la donación, el depósito y el comodato; y los contratos
onerosos que importan confianza en una persona específica, con el mandato, la
sociedad civil, el arrendamiento de obra o servicios que se celebran en atención a
las cualidades de una persona.

El concepto de la doctrina moderna es más amplio: "siempre que por razón


de la persona el negocio no satisfaga o no ponga fin al conflicto de intereses, nos
hallaremos ante un error en la persona de carácter esencial: es precios apartarse
de la idea de contrato intuito personae, para considerar, si sea cualquiera el tipo
de negocio, la persona del otro contratante ha sido motivo principal de la
celebración del mismo. Será preciso en cada supuesto demostrar que el error in
persona ha sido esencial y determinante en el consentimiento. Sería esencial el
error en la identidad o en las cualidades de la persona cuando se pruebe, en
concreto, que aquélla o éstas han sido el móvil fundamental que decidió a la
celebración de un contrato del tipo que sea". En los contratos basados
sustancialmente en el intuito personae la prueba de la esencialidad no se precisa
normalmente, por la índole misma del contrato; en otros, a los que no es inherente
la idea de confianza y elección del otro contratante, aunque sí normal, no
resultaría difícil. En aquellos contratos dominados fundamentalmente por la idea
de cambios de bienes o servicios, en que por regla general lo importante son las
prestaciones, los valores económicos, quedando relegada a un segundo lugar la
persona con quien se contrata, hay que admitir como regla la irrelevancia del error
in persona, si bien pueden existir excepciones en la práctica.

En lo que respecta al error en las cualidades de una persona, se dice que


por cualidades hay que entender aquellas notas o caracteres objetivos de índole
estable o permanente que configuran la personalidad.

El error en la persona presenta particular relieve en el matrimonio,


institución en la cual está referida a la identidad de la persona del otro contrayente.

La identidad de la persona comprende no sólo la física, sino también las


condiciones o cualidades relevantes interpretadas, sí, con un criterio restrictivo por
la misma naturaleza de la institución matrimonial.

Efectos del error en la Persona

Por regla general, el error en la persona es irrelevante.

Sin embargo, en los contratos en que la consideración de la persona con


quien se tiene intención de contratar es la causa principal, el error en la persona
vicia el consentimiento, sancionándose el acto en que incide con la nulidad
relativa. Declarada la nulidad del contrato por el error en la persona que sufrió una
de las partes, la otra tendrá derecho a que se le indemnicen los perjuicio sufridos
como consecuencia de la nulidad, siempre que hubiera celebrado el contrato de
buena fe.

El Error En Los Actos Jurídicos Unilaterales.

El legislador reconoce expresamente la relevancia del error en ciertos actos


jurídicos unilaterales.

La regla general es que el error puede invocarse como causa de anulación


en todos los actos jurídicos, sean unilaterales o bilaterales, entre vivos o mortis
causa, siempre que revista carácter relevante.

El Código Civil se refiere al error en actos jurídicos unilaterales. Así, como


ejemplos, el art. 1058, en la asignación testamentaria; el art. 1057, en el nombre o
calidad del asignatario testamentario; el art. 1234, en la aceptación de la herencia,
la que podrá rescindirse por fuerza, dolo o lesión. No menciona al error, pero la
rescisión por lesión lo supone siempre, pues para que ésta opere se requiere que
el aceptante ignore que por disposiciones testamentarias de que no tenía noticia el
valor de la asignación ha disminuido en más de la mitad.

Art. 1058: La asignación que pareciere motivada por un error de hecho, de manera
que sea clara que sin este error no hubiera tenido lugar, se tendrá por no escrita.

Art. 1057: El error en el nombre o calidad del asignatario no vicia la disposición, si


no hubiere dudas acerca de la persona.
Art. 1234: La aceptación, una vez hecha con los requisitos legales, no podrá
rescindirse, sino en el caos de haber sido obtenida por fuerza o dolo, y en el de
lesión grave a virtud de disposiciones testamentarias de que no se tenía noticia al
tiempo de aceptarla.

Esta regla se extiende aún a los asignatarios que no tienen la libre


administración de sus bienes.

Se entiende por lesión grave la que disminuyere el valor total de la


asignación en más de la mitad.

La Fuerza

Se define como Apremios físicos o morales que se ejercen sobre una


persona destinados a que preste su consentimiento para la celebración de
un acto jurídico. Es vicio del consentimiento, porque se opone a la autonomía, a
la libertad; la coacciona y restringe.

La fuerza se clasifica en fuerza física o absoluta y fuerza moral o psíquica.

Fuerza Física o Absoluta

Se pretende obtener una apariencia de consentimiento de la víctima a


través de procedimientos violentos o brutales.

La fuerza física excluye o suprime la voluntad. No existe manifestación de


la voluntad, "sino un mero fenómeno aparente, que no tiene vínculo de causalidad
ni siquiera indirecta con la voluntad de aquel que aparece como su autor".

La fuerza física no es, por tanto, un vicio de la voluntad. En el acto en que


dicha fuerza incide no hay voluntad de la víctima; existe sólo una apariencia de
voluntad. Por faltar la voluntad, el acto es inexistente.

Fuerza Moral

En el acto en que incide la fuerza moral existe una manifestación de


voluntad del sujeto. Pero éste no ha sido libre; la manifestación le fue impuesta por
una amenaza actual de un mal futuro.

La declaración obtenida por fuerza moral "debe considerarse no sólo


querida, sino correspondiente a una voluntad negocial, que aunque coartada, esto
es, no espontánea, no falta. Esta voluntad está solamente viciada, porque no se
ha determinado libremente. La violencia moral influye sobre la voluntad negocial.
La víctima de la fuerza moral se representa la posibilidad de elegir entre
tres alternativas: (a) ceder a la amenaza, aceptando como un mal menor celebrar
el acto a que es inducido; (b) rehusar, aceptando sufrir el mal con que se le
amenaza; (c) rehusar defendiéndose del mal con que se le amenaza.

Cariota Ferrara dice que "si ha elegido la primera, la amenaza del mal
opera como un motivo en la formación de la voluntad; el sujeto contra quien se
ejercita la violencia se decide a realizar el negocio, porque ha sido amenazado.
Por tanto, hay vicio de la voluntad y no falta de ésta, y no divergencia entre
voluntad y manifestación".

El estudio de la fuerza como vicio de la voluntad se restringe


exclusivamente, a la fuerza moral constituida por aquellos apremios que producen
a la víctima miedo o temor de sufrir un mal.

Requisitos Doctrinarios Para Que La Fuerza Moral Vicie La Voluntad

La doctrina exige la concurrencia de dos requisitos: (a) que sea importante;


(b) Que sea injusta.

A) Que la fuerza Moral Sea importante: Será aquella que influye de manera
significativa en el ánimo de la víctima.

Para determinar dicha influencia se toma en consideración "un tipo medio


de persona sensata, apreciando la edad, el sexo y otras condiciones".

De esta manera, Cariota Ferrara dice que "se deben excluir la violencia
relevante si el mal con que se amenaza habría atemorizado sólo a un pusilánime o
sólo a un necio, por ser, por ejemplo, imposible de realizar".

B) Fuerza Moral Injusta: Que el mal con que se amenaza sea ilegítimo, contrario a
derecho; o bien, no siendo en sí mismo ilícito, que "se enlace a la consecución de
una ventaja desproporcionada e injusta".

La amenaza no es injusta cuando se tiene derecho de ejercerla.

Sin embargo, aun cuando se tenga el derecho de ejercer la amenaza, ésta


sería injusta en cuanto "sirva para obtener beneficios injustos; o sea, beneficios a
los que no se tiene derecho".

El apremio o coacción es ilícito cuando "recurre el acreedor a un acto que


crea intimidación en el deudor, con el objeto de procurarse condiciones más
ventajosas..para la ilicitud de la amenaza no basta con que el acto que constituye
su objeto esté, por su parte, permitido, ni siquiera con que constituya una práctica
jurídica, ni que el resultado perseguido sea también en sí ilícito y aun acaso
susceptible de coacción jurídica ejercida por otros procedimientos", dice Spota.

La amenaza puede consistir en el legítimo ejercicio de un derecho


subjetivo. "Pero si el acreedor se vale de su prerrogativa jurídica para decidir al
deudor a otorgarle ventajas a las cuales no tenía derecho, incurre en un acto
antifuncional, independiente de si medió o no un delito civil" (Spota).

De Quien Puede Provenir La Amenaza

Debe provenir necesariamente de una persona, que puede ser: (a) una de
las partes en la convención, (b) el destinatario de una declaración unilateral o (c)
un tercero, sin que importe en este último caso que la contraparte o el destinatario
de la declaración unilateral sean cómplices o estén en conocimiento de la
amenaza fraguada por el tercero.

No importa tampoco que quien ejerce la amenaza no tenga, en realidad,


intención de concretarla y que la amenaza no sea más que un alarde o bravata.

Lo único decisivo es que la amenaza debe haberse realizado con la


voluntad y la conciencia de determinar al otro sujeto al negocio.

Hechos Que No Constituyen Fuerza Moral.

La doctrina considera que no hay violencia o fuerza cuando la víctima, por


error, se autosugestiona con la impresión de una amenaza inexistente, aunque
sufra un temor.

Tampoco la hay en el Temor reverencial (aquel estado de sujeción en el


que nos encontramos por razones de obediencia, gratitud, respeto, admiración o
devoción frente a otros).

La Fuerza En El Código Civil

Como vicio, se encuentra en los arts. 1456 y 1457.

Art. 1456: La fuerza no vicia el consentimiento, sino cuando es capaz de producir


una impresión fuerte en una persona de sano juicio, tomando en cuenta su edad,
sexo y condición. Se mira como una fuerza de éste género todo acto que infunde a
una persona un justo temor de verse expuesta ella, su consorte o alguno de sus
ascendientes o descendientes a un mal irreparable y grave.

El temor reverencial, esto es, el solo temor de desagradar a las personas a


quienes se debe sumisión y respeto, no basta para viciar el consentimiento.

Art. 1457: Para que la fuerza vicie el consentimiento no es necesario que la ejerza
aquel que es beneficiado por ella; basta que se haya empleado la fuerza por
cualquiera persona con el objeto de obtener el consentimiento.

El inc. 1° del art. 1456 establece los requisitos que debe reunir la fuerza
para viciar el consentimiento "capaz de producir una impresión fuerte en una
persona de sano juicio, tomando en cuenta su edad, sexo y condición. Se mira
como fuerza de este género todo acto que infunde a una persona un justo temor
de verse expuesta ella, su consorte o alguno de sus ascendientes o descendientes
a un mal irreparable y grave". De esta manera, para que la fuerza moral vicie el
consentimiento, debe tratarse de:

 Fuerza grave

 Fuerza injusta o ilícita

 Fuerza determinante

Primer Requisito: Fuerza Grave

Sólo vicia el consentimiento la fuerza que es capaz de producir una


impresión fuerte en una persona de sano juicio, tomando en cuenta su edad, sexo
y condición.

Corresponde al juez determinar si la fuerza cumple o no con este requisito.

De esta manera, una misma amenaza puede producir en una persona una
impresión fuerte y en otra no.

La víctima de la fuerza debe probar:

a) Existencia de la amenaza

b) La gravedad de la misma (que fue capaz de producirse una impresión fuerte,


tomándose en cuenta su edad, sexo y condición.

Por excepción, la ley presume la gravedad de la fuerza cuando la amenaza


infunde en la víctima un justo temor de verse expuesta ella, su consorte, o alguno
de sus ascendientes o descendientes a un mal irreparable y grave. Concurriendo
estos requisitos, la víctima de la fuerza no se encuentra obligada a probar la
gravedad de la misma.

Segundo Requisito: Fuerza injusta o ilícita

El Código no exige expresamente que la fuerza sea injusta o ilícita; sí hay


consenso en la doctrina nacional en el sentido de que el apremio debe ser
contrario a la ley o al derecho.
Tercer Requisito: Fuerza Determinante

La doctrina nacional agrega como tercer requisito para que la fuerza vicie el
consentimiento que sea determinante, lo que significa que el consentimiento
obtenido con la amenaza debe ser consecuencia inmediata y directa de ésta, de
modo que sin la fuerza la víctima no habría celebrado el acto para el cual se la
forzó.

Este requisito se desprende del art. 1457, que dice que la fuerza puede
provenir de cualquier persona "con el objeto de obtener el consentimiento".

De Quién Puede Provenir La Fuerza

La ley no requiere que la fuerza para viciar el consentimiento provenga de


una de las partes contratantes, lo que hace irrelevante que la amenaza la ejerza
una parte del contrato o un tercero ajeno al mismo.

El Temor Reverencial

El inc. 2° del art. 1456 define el temor reverencial como "el solo temor de
desagradar a las personas a quienes se debe sumisión y respeto" y determina que
no vicia el consentimiento.

La persona que ha celebrado un acto jurídico para no desagradar a otra a


quien debe sumisión y respeto, no puede, basado en esa sola circunstancia,
alegar que se ha visto forzado a prestar su consentimiento, ni pretender, por lo
mismo, que éste se encuentre viciado.

Efectos de La Fuerza Moral

Para nuestra legislación, el acto en que incide la fuerza moral que reúne los
requisitos de grave, injusta y determinante existe, pero con un vicio que lo expone
a ser invalidado.

La sanción es la nulidad relativa, conforme al art. 1682 inc. final.

El Estado De Necesidad

En estado de necesidad, el sujeto, que se siente amenazado por un hecho


de la naturaleza o por un acto del hombre, para evitar el daño que teme en su
persona o en sus bienes adopta un determinado comportamiento, que produce un
perjuicio a terceros o resulta perjudicial para los propios intereses del sujeto.

Quien produce un daño a terceros está obligado a repararlo, en virtud de


los principios de la responsabilidad extracontractual. Sin embargo, si la persona ha
actuado como consecuencia de un estado de necesidad, no queda obligado a
reparar los daños que produzca a terceros.

Es posible, por otra parte, que el comportamiento del sujeto no lesione los
intereses de terceros, sino que afecte los intereses propios. El sujeto, entre dos
males, escoge el que cree menor.

Se produce en la hipótesis planteada una situación semejante a la de la


fuerza, ya que tanto en ésta como en aquélla se presentan al sujeto similares
alternativas de reacción: en la fuerza, resistirse a ella o ceder a la amenaza
prestando el consentimiento; en el estado de necesidad, soportar el peligro que lo
amenaza, aceptando implícitamente los daños qeu podrían irrogarse a su persona
o bienes, o tratar de sustraerse a la situación de peligro, adoptando el
comportamiento que estime adecuado para lograr tal objetivo.

El estado de necesidad y la fuerza se diferencian en que:

1) En el primero, la coacción psicológica puede derivar de un hecho natural o


humano; en la segunda, el apremio o amenaza proviene necesariamente del
hombre.

2) En el estado de necesidad, el hecho que lo provoca no está encaminado a


obtener una manifestación de voluntad en un determinado sentido; en la fuerza el
apremio va directamente dirigido a obtener el consentimiento de la víctima

Las doctrinas alemanas e italianas consideran que el sujeto que celebró un


acto jurídico en estado de necesidad queda exento de responsabilidad por el
incumplimiento de las obligaciones que asumió para evitar el mal que lo
amenazaba.

En nuestro Código Civil no existe ninguna disposición que valide el estado


de necesidad como eximente de la responsabilidad. El contrato que se celebró
como consecuencia del estado de necesidad no es, por esta causa, rescindible.

Tampoco podría pretenderse la rescisión del contrato por lesión, ya que


esta institución, establecida por el legislador con un carácter objetivo, sólo tiene
cabida en los casos expresamente determinados por la ley, dentro de los cuales
no se considera la lesión creada por un estado de necesidad.

El Dolo

Tanto en el error como en el dolo existe por parte de la víctima una falsa
representación de la realidad que atenta contra el requisito antes mencionado. La
diferencia entre uno y otro está en que, en el primero, la falsa representación que
se hace el sujeto surge en forma espontánea; en el segundo, en forma no
espontánea y sí provocada por las maquinaciones o maniobras fraudulentas
fraguadas por otra persona para engañar e inducir a error al sujeto.

Tradicional es la definición que dice que el dolo es un vicio del


consentimiento constituido por la maquinación fraudulenta destinada a que
una persona preste su consentimiento para la celebración de un acto o
contrato.

Betti, por su parte, define el dolo como "toda forma de artificio capaz de
inducir a engaño a otros, que excede de aquel género de habilidades que se
pueden considerar permitidas a las partes en la lucha de astucia que suele
desarrollarse en el curso de las negociaciones de un contrato oneroso.

Stolfi por su parte, define el dolo como el "artificio utilizado para engañar a
una persona provocando en ella un error o aprovechando el error en que la misma
se halla, a fin de inducirla a realizar un negocio jurídico.

Santoro Passarelli define el dolo como aquel que "vicia la voluntad negocial
actuando sobre la inteligencia mediante el engaño y, por tanto, induciendo a error
al autor del negocio".

Clasificaciones Del Dolo

A. Dolo bueno y Dolo Malo

B. Dolo positivo y Dolo negativo

C. Dolo determinante y dolo incidental

A. Dolo bueno y Dolo Malo: El dolo bueno consiste en "el comportamiento lícito,
realizado con astucia, malicia, halagos, jactancias, propaganda, incitaciones e
insistencias que se consideran permitidas en la vida de los negocios o, en general,
en las relaciones sociales o jurídicas; para el mismo, cualquier sujeto del mundo
del derecho está preparado y habituado"

El dolo llamado bueno para diferenciarlo del malo o reprochable, es un


engaño menor; producto de las exageraciones que son normales en el comercio a
través de las cuales el comerciante pondera su producto (La jactancia o
exageración de las cualidades).

El dolo malo, supone un comportamiento ilícito constituido por el engaño


que una persona trae a otra para inducir a esta última a una manifestación de
voluntad que sin el dolo no habría efectuado, o habría efectuado en condiciones
menos onerosas. Es un engaño que excede de la simple exageración de un
contratante hábil.

Según Betti, "el criterio de delimitación entre dolo ilícito (lo que los romanos
llamaban dolus malus) y picardía lícita (que llamaban dolus bonus) se deduce de
las ideas dominantes para una sociedad como la actual, en la práctica común del
tráfico".

B) Dolo Positivo y Dolo Negativo: El dolo positivo es aquel en que el engaño se


realiza a través de razonamientos o actos tendientes a representar como
verdaderas circunstancias falsas o suprimir o alterar las verdaderas (acto
tendiente a representar como real algo falso)

El dolo negativo es aquel en que el engaño consiste en ocultar sagazmente


hechos verdaderos. El autor del dolo "se escuda en una omisión de actividad
como es el silencio o reticencia". La reticencia se advierte "ya al no desengañar a
la parte contraria sobre un error reconocible en que incurre, ya al no suministrarle
las aclaraciones debidas cuando se está en el deber de hacerlo.

C) Dolo Determinante y Dolo Incidental: Dolo determinante, principal o inductivo es


aquel que induce en forma directa a una persona a realizar una declaración o
manifestación de voluntad que, de no mediar el dolo, se habría abstenido de
realizar.

El dolo incidental no es determinante para la manifestación de voluntad,


que la víctima hubiera formulado de todas maneras, aunque, de no existir el dolo,
la hubiera formulado en condiciones menos onerosas.

Requisitos Del Dolo

1) Existencia de engaño o artificio

2) Engaño Destinado a inducir a una persona a celebrar un acto jurídico

3) El engaño debe ser exitoso; que la víctima celebre el acto jurídico.

4) Si el acto jurídico es bilateral, el dolo debe provenir de una de las partes.

* La ausencia de c) o d) no genera vicio del consentimiento, sino sólo


indemnización de perjuicios.

En los casos en que el dolo vicia el consentimiento, es indiferente que la


víctima haya sufrido o no perjuicios. Incluso más, puede que la víctima del dolo no
sólo no se haya perjudicado con el acto, sino que haya reportado beneficio del
mismo: igual puede demandar la nulidad del acto.
De Qué Personas Puede Provenir El Dolo:

a) En los actos jurídicos unilaterales, necesariamente de una persona que no es


parte en el acto

b) En los actos jurídicos bilaterales, de una de las partes o de un tercero. Si


proviene de una de las partes, y es determinante, vicia el consentimiento. Si
proviene de un tercero, no vicia el consentimiento, salvo que la parte que haya
conocido el dolo del tercero no lo haya puesto en conocimiento de su contraparte.

c) En los actos jurídicos plurilaterales, puede provenir de una de las partes o de un


tercero. La nulidad por dolo puede solicitarla solamente la parte directamente
engañada, en cuyo caso el acto se invalida sólo para aquella que fue víctima del
dolo.

El Dolo En El Código Civil

El legislador conoce tres acepciones:

1) Como vicio de la voluntad (art. 44 inc. final: "el dolo consiste en la intención
positiva de inferir injuria a la persona o propiedad de otro")

2) Como agravante de la responsabilidad contractual (art. 1558)

Art. 1558: Si no se puede imputar dolo al deudor, sólo es responsable de los


perjuicios que se previeron o pudieron preverse al tiempo del contrato; pero si hay
dolo es responsable de todos los perjuicios que fueron una consecuencia
inmediata o directa de no haberse cumplido la obligación o de haberse demorado
su cumplimiento.

La mora producida por fuerza mayor por caso fortuito no da lugar a


indemnización de perjuicios.

Las estipulaciones de los contratantes podrán modificar estas reglas.

3) Como elemento del delito civil (art. 2284)

Art. 2284: Las obligaciones que se contraen sin convención, nacen o de la ley, o
del hecho voluntario de una de las partes. Las que nacen de la ley se expresan en
ella.

Si el hecho de que nacen es lícito, constituye un cuasicontrato.

Si el hecho es ilícito, y cometido con intención de dañar, constituye un


delito.
Si el hecho es culpable, pero cometido sin intención de dañar, constituye un
cuasidelito.

En este título se trata solamente de los cuasicontratos.

El Dolo Como vicio Del Consentimiento.

Contemplado en los arts. 1458 y 1459.

Art. 1458: El dolo no vicia el consentimiento sino cuando es obra de una de las
partes, y cuando además aparece claramente que sin él no hubieran contratado.

En los demás casos, el dolo da lugar solamente a la accion de perjuicios


contra la persona o personas que lo han fraguado o que se han aprovechado de
él; contra los primeros por el total valor de los perjuicios, y contra las segundas
hasta concurrencia del provecho que han reportado del dolo.

Art. 1459: El dolo no se presume sino en los casos especialmente previstos por la
ley. En los demás casos debe probarse.

El dolo no vicia el consentimiento sino cuando es obra de una de las partes,


y cuando además aparece claramente que sin él no habrían contratado.

Para que el dolo vicie el consentimiento debe reunir dos requisitos


copulativos: (1) Ser determinante; (2) ser obra de una de las partes.

Que el dolo debe ser obra de una de las partes revela que el legislador se
refiere en el art. 1458 a los actos jurídicos bilaterales (concretamente, a los
contratos).

Ello no significa que el dolo sólo tiene cabida en los actos jurídicos
bilaterales.

No lo dice en términos explícitos la ley, pero no cabe otra conclusión si se


considera que el Código admite la posibilidad de dolo en actos jurídicos
unilaterales; como en la aceptación o repudiación de una herencia (arts. 1234 y
1237) ; la renuncia de los gananciales hecha por la mujer o por sus herederos (art.
1782) y el testamento (art. 968 n° 4°).

Por la misma naturaleza de los actos jurídicos unilaterales, para que el dolo
vicie el consentimiento basta que sea determinante, que sin él el autor no habría
celebrado el acto. Necesariamente en esta hipótesis el dolo debe ser fraguado por
un tercero.

El dolo se sanciona siempre, invalidándose el acto en que aquel incidió, si


se dan los supuestos legales.

Efectos que atribuye el Código Civil al Dolo

El dolo como vicio de la voluntad se sanciona con nulidad relativa o


rescisión (art. 1682 inc. final).

No reuniendo el dolo los requisitos expresados, cuando no es determinante


o cuando teniendo tal carácter no es obra de una de las partes en un acto jurídico
bilateral, no vicia el consentimiento.

Sin embargo, el dolo que no reúne las condiciones requeridas para viciar la
voluntad da derecho a la víctima para exigir indemnización por los perjuicios
sufridos como consecuencia del dolo.

La víctima del dolo, para obtener reparación, tiene dos posibilidades: (a)
demandar a la persona que fraguó el dolo por el total de los perjuicios; (b)
demandar a la persona que, sin haber fraguado el dolo, ha obtenido provecho de
él, pero sólo hasta concurrencia de dicho provecho (inc. 2° del art. 1458).

Prueba Del Dolo

El dolo no se presume sino en los casos especialmente previstos por la ley.

La regla general, es que el dolo debe probarse por quien alega haber sido
víctima de él. Por excepción, la ley presume el dolo en ciertos casos como en el
art. 968 n° 5 ("Son indignos de suceder al difunto como herederos o legatarios: 5°
El que dolosamente ha detenido u ocultado un testamento del difunto,
presumiéndose dolo por el mero hecho de la detención u ocultación").

Condonación Del Dolo

De acuerdo al art. 1465, el dolo no puede perdonarse o condonarse


anticipadamente.

Art. 1465: El pacto de no pedir más en razón de una cuenta aprobada, no vale en
cuanto al dolo contenido en ella, si no se ha condonado expresamente.

La condonación del dolo futuro no vale.

La condonación del dolo futuro adolece de objeto ilícito y se sanciona con la


nulidad absoluta.

Nada obsta, en cambio, a que el dolo sea perdonado una vez que se haya
cometido y haya sido conocido por la víctima.
La Lesión

La lesión es un perjuicio que experimenta una persona cuando ejecuta


ciertos actos jurídicos, y que resulta de la desigualdad existente entre la
ventaja obtenida y el sacrificio hecho para obtenerla.

En términos amplios es un perjuicio, un daño patrimonial que sufre una


persona como consecuencia de la celebración de un acto jurídico.

En doctrina el campo de aplicación se restringe a los contratos onerosos


conmutativos. Esta institución no tiene cabida en los contratos gratuitos ni en los
aleatorios.

En los contratos onerosos conmutativos la lesión está constituida por la


desigualdad entre las prestaciones recíprocas de las partes, de modo tal que una
reciba más y la otra menos de lo que da.

Naturaleza Jurídica De La Lesión.

Se puede apreciar subjetiva u objetivamente.

A) Criterio Subjetivo

Tendría el carácter de vicio del consentimiento. Para algunos, sería un vicio


del consentimiento propio y específico, distinto del error, de la fuerza y del dolo
que hubiera padecido la víctima, y por lo tanto, accesorio a uno de éstos.

Para los primeros, la falta de equivalencia de las prestaciones de las partes


en el contrato oneroso conmutativo que trae como consecuencia que una da más
de lo que recibe, vicia el consentimiento cuando proviene del apremio moral que
ha causado a esta última la imperiosa necesidad de dinero e impide que su
consentimiento se preste en forma libre y espontánea.

Bajo esta perspectiva la lesión es un vicio del consentimiento, que consiste


en el apremio moral causado por la imperiosa necesidad de dinero.

Para los segundos, la falta de equivalencia de las prestaciones de las


partes en un contrato oneroso conmutativo revela que aquella que se obliga a dar
más de lo que recibe lo ha hecho como consecuencia del error, fuerza o dolo de
que ha sido víctima.

La lesión vicia el consentimiento de la víctima, pero aquella surge como


consecuencia del error, la fuerza o el dolo que ésta pudo haber sufrido.

Críticas:
Se dice que si la lesión no es más que una consecuencia del error, la fuerza
o el dolo que pudiere haber sufrido la víctima, no se divisan las razones para
considerarla un vicio de la voluntad, pues bastaría a la víctima para anular el
contrato que le resultó excesivamente oneroso comprobar la existencia del error,
fuerza o dolo que determinó la desigualdad de las prestaciones con lo que la
lesión sería inútil.

Se refuta, por otra parte, la opinión de quienes consideran a la lesión un


vicio del consentimiento propio y específico, haciéndose presente que, a simple
vista, parece antijurídico que cualquiera persona pudiera pedir la nulidad de un
contrato que la coloca en una posición que estima desfavorable para sus
intereses, por la sola circunstancia de haber consentido en él por la imperiosa
necesidad de dinero.

La seguridad y estabilidad de las relaciones jurídicas obligarían a desechar


este criterio subjetivo que se apoya en algo que no es real, "si bien la necesidad
obliga a contratar en condiciones desfavorables, no se pierde por ello la voluntad
de contratar".

B) Criterio Objetivo

Un sector de la doctrina estima que la lesión debe apreciarse como un


criterio estrictamente objetivo. Porque la lesión no guarda relación alguna con el
consentimiento de la víctima. La lesión opera, lisa y llanamente, cuando el contrato
concluido por las partes revela una desigualdad de las prestaciones que supera
los márgenes permisibles, sin que se tomen para nada en cuenta las razones
subjetivas que hayan producido dicha desigualdad.

El legislador, por lo tanto, debe establecer hasta qué límite o "quantum",


como lo llaman algunos, la desigualdad de las prestaciones es tolerada.

C) Criterio Mixto:

Hay algunos que aprecian la lesión con un criterio mixto.

Para que exista lesión y se produzcan las consecuencias propias de ésta es


menester que las prestaciones recíprocas de las partes revelen una desigualdad o
falta de equivalencia que supere los límites permitidos por la ley.

Pero se agrega otro requisito: la desproporción debe ser consecuencia de


la "necesidad, miseria, ligereza o inexperiencia" de la víctima, que la ha colocado
en una situación desmedrada frente a una contraparte astuta o inescrupulosa.

Siguiendo este criterio mixto, cabría concluir que la lesión que no se funde
en la necesidad, miseria, ligereza o inexperiencia de la víctima no sería
reprobable.

La lesión En el Código Civil Chileno

El art. 1451 no menciona entre los vicios del consentimiento a la lesión,


pese a que el proyecto de 1853 la incluía expresamente como uno de ellos.

Para nuestra legislación no constituye la lesión una causal genérica de


rescisión de los contratos onerosos conmutativos que evidencien una
desproporción o falta de equivalencia entre las prestaciones recíprocas de las
partes.

El Código Civil limita el campo de aplicación de la lesión a determinados


actos jurídicos, como consecuencia de los cuales una parte sufre un daño
patrimonial que la ley estima excesivo; dictando para tales casos normas que
tienden a restablecer el equilibrio.

A nuestro juicio, el criterio con que el legislador aborda la lesión es


estrictamente objetivo.

El CC contempla la lesión para:

 La compraventa de bienes raíces (art. 1888)

 La permuta de bienes raíces (art. 1900)

 En la cláusula penal enorme (1535)

 En la aceptación de una herencia (art. 1234)

 En la Partición de bienes (1348)

 En el mutuo con interés excesivo (arts. 2206 y 8 de la ley 18010)

 En la anticresis (art. 2443)

Lesión en el Contrato de Compraventa: El art. 1888 establece que el contrato de


compraventa puede rescindirse por lesión enorme; el art. 1891 dice que no habrá
lugar a la acción rescisoria por lesión enorme en la venta de bienes muebles, ni en
las que se hubieren hecho por el ministerio de la justicia.

Sólo cabe la lesión en la compraventa voluntaria de bienes raíces.

El art. 1889 dice que el vendedor sufre lesión enorme cuando el precio que
recibe es inferior a la mitad del justo precio de la cosa que vende y el comprador, a
su vez, sufre lesión enorme cuando el justo precio de la cosa que compra es
inferior a la mitad del precio que paga por ella.

La ley no pretende que las prestaciones sean exactamente equivalentes.


Sin embargo, señala un límite o tope máximo a la falta de equivalencia de las
prestaciones. Lo que excede de dicho límite es reprobable.

Basta al comprador acreditar que el justo precio de la cosa que compra es


inferior a la mitad del precio que paga por ella para que el juez declare la rescisión
del contrato, sin que esté obligado a probar que consintió en él por error, fuerza,
dolo o bajo el apremio o necesidad de procurarse dinero, y sin que tampoco
necesite demostrar que se encontraba en una situación desmedrada por falta de
experiencia, miseria o ligereza.

Los efectos que produce la lesión en el contrato de compraventa están


señalados por el art. 1890

Art. 1890: El comprador contra quien se pronuncia la rescisión, podrá a su arbitrio


consentir en ella, o completar el justo precio con deducción de una décima parte; y
el vendedor en el mismo caso, podrá a su arbitrio consentir en la rescisión, o
restituir el exceso del precio recibido sobre el justo precio aumentado en una
décima parte.

No se deberán intereses o frutos sino desde la fecha de la demanda, ni


podrá pedirse cosa alguna en razón de las expensas que haya ocasionado el
contrato.

La víctima de la lesión puede demandar la rescisión o nulidad relativa del


contrato de compraventa, la que debe ser declarada por el juez, si el demandante
prueba el supuesto de hecho del art. 1889 y del cual la ley desprende
automáticamente la existencia de la lesión enorme. Declarada la rescisión por el
juez se producen los efectos propios de la nulidad, quedando obligado el vendedor
a restituir el precio recibido y el comprador a restituir el inmueble. Sin embargo, la
regla general que rige los efectos de la nulidad encuentra en esta materia una
calificada excepción, toda vez que la parte en contra de quien se pronuncia la
rescisión como consecuencia de haber acogido el juez la demanda de la otra parte
que sufrió la lesión, puede evitar que se produzcan los efectos de la nulidad no
obstante la sentencia que declara el contrato nulo.

Lesión Enorme en el Contrato de Permuta de bienes raíces: El art. 1900 del CC


hace aplicables al contrato de permuta todas las disposiciones relativas a la
compraventa que no se opongan a la naturaleza de aquel contrato.

Cada permutante será considerado como vendedor de la cosa que da, y el


justo precio de ella a la fecha del contrato se mirará como el precio que paga por
lo que recibe en cambio.

Lesión En la Cláusula Penal Enorme: La Cláusula penal es una evaluación


anticipada que hacen las partes de los perjuicios que deriven del retardo en el
cumplimiento de una obligación, o del incumplimiento de la misma.

Cláusula penal enorme es aquella que es excesiva y desmesurada,


perdiendo, en consecuencia, su carácter indemnizatorio y convirtiéndose en un
lucro para el acreedor.

Si la pena fuere excesiva, lo que ocurre cuando traspasa los márgenes que
la ley tolera, se producen los efectos previstos en el art. 1544

Art. 1544: Cuando por el pacto principal una de las partes se obligó a pagar una
cantidad determinada, como equivalente a lo que por la otra parte debe prestarse,
y la pena consiste así mismo en el pago de una cantidad determinada, podrá
pedirse que se rebaje de la segunda todo lo que excede al duplo de la primera,
incluyéndose esta en él.

La disposición anterior no se aplica al mutuo ni a las obligaciones de valor


inapreciable o indeterminado.

En el primero se podrá rebajar la pena en lo que exceda al máximum del


interés que es permitido estipular.

En las segundas, se deja a la prudencia del juez moderarla cuando


atendidas las circunstancias pareciere enorme.

Lesión en la aceptación de una herencia: El art. 1234 dice "la aceptación, una vez
hecha con los requisitos legales, no podrá rescindirse, sino en el caos de haber
sido obtenida por fuerza o dolo, y en el de lesión grave a virtud de disposiciones
testamentarias de que no se tenía noticia al tiempo de aceptarla.." Se entiende por
lesión grave la que disminuyere el valor total de la asignación en más de la mitad.

Es un caso de lesión en un acto jurídico unilateral.

En caso de lesión grave el heredero puede solicitar la rescisión de la


aceptación, la cual una vez declarada judicialmente trae como consecuencia que
la aceptación quedará sin efecto.

Lesión En la Partición de Bienes: El art. 1348 dice "las particiones se anulan o se


rescinden de la misma manera y según las mismas reglas que los contratos".

La rescisión por causa de lesión se concede al que la sido perjudicado en


más de la mitad de su cuota.

Si en la partición un comunero es perjudicado en más de la mitad de su


cuota podrá demandar la rescisión de la partición para dejarla, así, sin efecto.

Lesión en el Mutuo Con intereses excesivos: El legislador determina el máximo


que se puede estipular por intereses en el contrato de mutuo. Interés convencional
máximo.

El máximo que la ley permite estipular por concepto de intereses es el


interés corriente aumentado en un 50%.

Se produce lesión cuando en el mutuo se estipula un interés superior al


convencional máximo.

Dicha estipulación no es nula. El interés estipulado se rebaja al corriente,


de acuerdo a los arts. 2206 CC y 8 de la ley 18010

Art. 2206: El interés convencional no tiene más límite que los que fueren
designados por ley especial; salvo que, no limitándolo la ley, excede en una mitad
al que se probare haber sido interés corriente al tiempo de la convención, en cuyo
caso será reducido por el juez a dicho interés corriente.

Art. 8 de la ley 18010: Se tendrá por no escrito todo pacto de intereses que exceda
al máximo convencional, y en tal caso los intereses se reducirán al interés
corriente que rija al momento de la convención.

En todo caso, cuando corresponda devolver intereses en virtud de lo


dispuesto en esta ley, las cantidades percibidas en exceso deberán reajustarse en
la forma señalada en el art. 3 inc. 1

Lesión En la Anticresis: Es un contrato por el que se entrega al acreedor una cosa


raíz para que se pague con sus frutos (art. 2435). El art. 2443 dice que las partes
podrán estipular que los frutos se compensen con los intereses, en su totalidad, o
hasta concurrencia de valores. Los intereses que estipularen estarán sujetos, en
caso de lesión enorme, a la misma reducción que en caso de mutuo.

Efectos De La Lesión

Su sanción no es uniforme; de esta manera:

 Sanción de Rescisión o nulidad relativa:

- Aceptación de una herencia

- Partición de bienes
- Permuta

- Compraventa de bienes raíces.

* contra quien se decrete la rescisión puede oponerse a ella, restituyendo el


equilibrio que el contrato vulnera.

 Rebaja Del precio que supera los límites permitidos:

- Cláusula penal enorme

- Mutuo con intereses excesivos

- Anticresis.

Desacuerdo entre Voluntad y Declaración

Voluntad Real y Declaración

El sujeto, que es libre de vincularse o no, quiere ejercer su autonomía


privada; quiere regular sus intereses.

Este querer o sentir interno del sujeto, que constituye su voluntad real, es lo
que normal y ordinariamente lo impulsa a exteriorizar dicho querer, a manifestar su
voluntad para dar nacimiento a un acto jurídico.

Por eso lo corriente es que la manifestación o declaración coincida con la


voluntad real del sujeto.

Sin embargo, puede ocurrir que la manifestación no refleje exactamente la


voluntad real, como:

a) si el sujeto ha sido víctima de error, fuerza o dolo (voluntad viciada)

b) Si existe disconformidad entre la voluntad real y la declaración ha sido


deliberadamente buscada. El sujeto quiere en fuero interno una cosa, pero declara
otra distinta (simulación).

Teorías Sobre el Rol de la Voluntad En los Actos Jurídicos.

a) Teoría de la Voluntad O Dogma de la voluntad:

Savigny decía que la esencia del acto jurídico es la voluntad real. La


declaración no es más que un instrumento para exteriorizar la voluntad; un simple
medio a través del cual se reconoce y revela la voluntad interna.
La declaración se requiere "sólo en interés y garantía de la parte contraria".

El intérprete debe indagar la voluntad real del sujeto, aunque ésta "haya
permanecido en estado de intención oculta o sólo mantenida por una de las
partes"; y verificar si la declaración o comportamiento reproduce o no la voluntad
real.

Como consecuencia, en caso de conflicto entre la voluntad real y la


declaración prima necesariamente aquélla.

Betti comenta que esta teoría "conduce a estimar que es posible remitirse a
una intención distinta, demostrable, aliunde, aunque no haya sido evidenciada
claramente o revelada por entero, frente a una declaración que no alcance o
rebase aquella intención, o un comportamiento en el que no se haya realizado.

Teoría De La culpa In contrahendo:

Ihering dice que la culpa o dolo no priva al declarante de la facultad de pedir


la ineficacia de la declaración, porque ésta no refleja su voluntad real aun en
desmedro de la persona a quien estaba destinada la declaración y que de buena
fe creía que aquella correspondía a la intención de su contraparte.

La persona a quien estaba destinada la declaración queda en la


indefensión.

Para salvar este defecto, el jurista citado incorpora a la teoría de Savigny un


elemento nuevo: el de la culpa in contrahendo, y dice que del mismo modo que las
partes en una relación jurídica afinada contraen una responsabilidad, también la
adquieren en los actos o comportamientos previos o preliminares cuando la
relación jurídica se está formando.

Si una persona culpable o dolosamente formula una declaración que no se


ajusta a su voluntad real, contrae una responsabilidad frente a la persona a quien
la declaración se dirige por la invalidez o nulidad que pudiera resultar de la
discrepancia existente entre la voluntad real y la declaración, responsabilidad que
se hace efectiva en la indemnización de perjuicios.

Winscheid señala que el declarante garantiza que su declaración


corresponde y se identifica con su voluntad real, lo que justifica, para el caso de
que ello no sea así, la obligación de indemnizar los perjuicios que sufriere el
destinatario de la declaración.

Teoría De La Declaración

Postula que la declaración que proviene de una persona capaz produce


plenos efectos jurídicos, aunque no corresponda a la voluntad real del declarante;
siendo, en consecuencia, intrascendente el desacuerdo entre voluntad y
declaración.

Pensamiento de Hartmann:

La solución equitativa del conflicto no debe buscarse en una regla o


principio único y de aplicación general.

Cuando el proceso deja en evidencia que una de las partes no ha actuado


como lo hubiera hecho el "hombre ideal" en circunstancias similares, ésta debe
soportar todas las consecuencias del acto realizado, aunque su declaración no
hubiera correspondido a su voluntad real.

Conclusión

1. Se critica fundamentalmente la teoría volitiva, porque obliga a averiguar o


inquirir la intención psicológica, mantenida en el fuero interno del individuo y ajena
al campo del derecho.

2. Se critica, asimismo, la situación desmedrada en que la teoría volitiva deja


al destinatario de la declaración, ya que el declarante puede pedir la invalidez de
ésta alegando que no corresponde a su querer real, lo cual atenta contra la
seguridad del comercio jurídico.

3. Se critica la teoría de la declaración porque atribuye a las meras palabras o


declaraciones los efectos jurídicos del acto con absoluta prescindencia de la
intención o querer real del autor o de las partes.

La teoría de la declaración deja en situación desmedrada al declarante, que


no podría eximirse de los efectos de su declaración aunque pruebe que ella no
refleja su real sentir o querer por un error o por otra circunstancia que no le sea
imputable.

Ferrara se inclina por la teoría de la responsabilidad, pues estima que es la


que mejor equilibra los intereses de las partes. Si existiera una discrepancia entre
la voluntad real y la declaración imputable a dolo o culpa del declarante, dicha
discrepancia no tendría valor y no obstaría a la eficacia jurídica del acto.

El Problema En El Código Civil Chileno

El Código civil chileno revela el rol decisivo que atribuye a la voluntad real,
en los arts. 1445, 1437, 1069, 1560.

Art: 1445: Para que una persona se obligue a otra por un acto o declaración de
voluntad es necesario:

1° Que sea legalmente capaz; 2° Que consienta en dicho acto o declaración y su


consentimiento no adolezca de vicio; 3° que recaiga sobre un objeto lícito; 4° que
tenga una causa lícita.

La capacidad legal de una persona consiste en poderse obligar por sí


misma, y sin el ministerio o la autorización de otra.

Art. 1437: Las obligaciones nacen, ya del concurso real de las voluntades de dos o
más personas, como en los contratos o convenciones, ya de un hecho voluntario
de la persona que se obliga, como en la aceptación de una herencia o legado y en
todos los cuasicontratos; ya a consecuencia de un hecho que ha inferido injuria o
daño a otra persona, como en los delitos y cuasidelitos; ya por disposición de la
ley, como entre los padres y los hijos sujetos a patria potestad.

Art. 1069: Sobre las reglas dadas en este título acerca de la inteligencia y efecto
de las disposiciones testamentarias claramente manifestadas con tal que no se
oponga a los requisitos o prohibiciones legales.

Art. 1560: Conocida claramente la intención de los contratantes, debe estarse a


ella más que a lo literal de las palabras

* Mas, no cabe al intérprete buscar la voluntad que se mantuvo en el fuero interno


del sujeto. Ferrara estima que si el desacuerdo entre la voluntad y la declaración
es imputable a culpa o dolo del declarante, este no podría sustraerse a los efectos
del acto alegando que su declaración no refleja su querer interno; porque la
conducta dolosa no lo hace merecedor de protección por parte del ordenamiento
jurídico.

Por otra parte, y siguiendo también la opinión del autor citado, cabe señalar
que la solución propuesta no es objetable por el hecho de no existir una norma
expresa que le sirva de sustento, toda vez que fluye de los fines mismos del
ordenamiento jurídico, que mal puede proteger arbitrios o recursos destinados a
consolidar una situación de injusticia.

La Simulación

Ferrara distingue entre "simular" y "disimular". Simular es "hacer aparente lo


que no es; mostrar una cosa que realmente no existe". Disimular es ocultar al
conocimiento de los demás una situación existente.

En ambos casos existe un elemento común: el engaño.

"Negocio simulado es el que tiene una apariencia contraria a la realidad; o


porque no existe en absoluto, o porque es distinto que como aparece".

Dicho negocio está destinado a "provocar una ilusión en el público, que es


inducido a creer en su existencia, cuando, en verdad no se realizó o se realizó otro
negocio diferente".

Ferrara define la simulación como la declaración de un contenido de


voluntad no real, emitida conscientemente y de acuerdo entre las partes,
para producir con fines de engaño la apariencia de un negocio jurídico que
no existe o es distinto de aquel que realmente se ha llevado a cabo.

Así, serán requisitos de toda simulación:

a. existencia de una declaración que deliberadamente no se conforma con la


intención de las partes.

b. dicha declaración ha sido concertada de común acuerdo entre las partes

c. el propósito perseguido por las partes es engañar a terceros.

Clasificación De La Simulación

Se clasifica en lícita e ilícita; y en absoluta y relativa.

A) Simulación lícita e ilícita: La simulación lícita es aquella en que las partes no


persiguen el perjuicio de terceros.

La causa de la simulación lícita hay que buscarla en cualquier móvil que no


sea el perjuicio de terceros.

La simulación ilícita tiene como móvil el perjuicio de terceros o la violación


de la ley. Dicho motivo es el que inspira a las partes.

B) Simulación Absoluta y Relativa: La simulación absoluta se produce cuando se


celebra un acto jurídico que no tiene nada de real y que es ficticio en su totalidad.

La simulación relativa se produce cuando se ha querido realizar un acto


diferente del manifestado, sea en su totalidad, como si se disfraza de compraventa
una donación, sea sólo parcialmente, como si en un contrato se inserta una
cláusula diferente de la convenida en verdad o se indica un beneficio distinto del
real.

Formas De Simulación

Ferrara distingue tres formas principales de simulación, atendida la


existencia de un acto jurídico, su naturaleza, o las personas de los contratantes.
a) Existencia del acto jurídico: las partes dan apariencia de realidad a un acto que
no existe.

b) Naturaleza del acto jurídico: las partes celebran un acto que sirve para
esconder o disimular otro, que es el realmente querido por ellas (simulación
relativa)

c) Personas de los contratantes: las partes celebran un acto real, en cuanto a su


existencia y contenido. Sin embargo, atribuyen la calidad de partes a personas
que, realmente no la tienen (simulación relativa por interposición de personas).

Desde Qué Momento Existe La Simulación

Hay autores que estiman consumada la simulación sólo una vez que las
partes pretendan hacer oponible a terceros el acto simulado.

Ferrara cree que en el momento mismo de la celebración del contrato


simulado, que produce la situación ilusoria, no se exige más y la simulación queda
perfecta.

Simulación Y Reserva Mental:

La simulación y la reserva mental, que consiste en no aceptar en el fuero


interno lo que se manifiesta como la voluntad real, se asemeja en que ambas
suponen una declaración de lo que no se quiere con el propósito de engañar.

Se diferencian en que la reserva mental existe sólo en ua de las partes, el


declarante, que en secreto se representa un pensamiento que contradice la
declaración; en tanto que la simulación es compartida por ambas partes.

La intención en la reserva mental es engañar a la contraparte, a la persona


a quien se destina la declaración; en tanto que en la simulación es el engaño de
terceros.

La reserva mental no atenta contra la validez de los actos jurídicos. La


simulación sí, en los casos y condiciones que analizaremos oportunamente.

La Simulación Y El Fraude A La Ley

Con el fraude a la ley se persigue, a través de medios indirectos, burlar un


precepto legal, de modo tal que éste, en la práctica, resulte ineficaz, frustrándose
el espíritu de la disposición.

Como señala Ferrara, con el acto en fraude a la ley se pretende eludir un


precepto legal; mientras que con la simulación se pretende esconder u ocultar la
violación de un precepto legal.

"El negocio simulado quiere producir una apariencia, el negocio fraudulento,


una realidad; los negocios simulados son ficticios, no queridos, los negocios in
fraudem son serios, reales y realizados en tal forma por las partes para conseguir
un resultado prohibido: la simulación nunca es un medio para eludir la ley, sino
para ocultar su violación".

La Simulación Relativa

Se advierte con nitidez en la simulación relativa dos actos jurídicos:

1. El simulado o fingido, que es e acto declarado por las partes

2. El disimulado u oculto, que es aquel que refleja la verdadera intención de


las partes y que se encuentra encubierto por el primero.

Por eso se dice que en la simulación relativa se simula algo, por una parte,
y se disimula, por otra.

En cambio, en la simulación absoluta se simula algo y no se disimula nada.

Si el acto oculto no va en perjuicio de terceros ni infringe la ley, nos


encontraríamos en presencia de una simulación lícita o inocente. En tal caso, el
acto disimulado que cumpliera los requisitos de existencia y de validez produce los
efectos que le son propios.

No se sanciona la simulación en sí misma, sino que lo que puede estar


afecto a sanción es el acto disimulado

Consecuencias De La Simulación

Si la simulación es absoluta, establecida ésta el acto simulado se


desvanece.

Si la simulación es relativa, se desvanece y queda inexistente el acto


simulado, que no va a producir efectos porque carece de causa o tiene una causa
falsa o engañosa.

El acto disimulado no es nulo por haberse recurrido a la simulación, sino


porque puede existir en él un vicio que lo haga susceptible de anularse.

Si el acto disimulado no adolece de vicios y cumple con los requiitos de


existencia y de validez determinados por la ley, producirá válidamente sus efectos.

Liberalidad Disfrazada Bajo La Forma De Un Contrato Oneroso


La liberalidad que se disfraza bajo la forma de un contrato oneroso, como
sería la donación encubierta por una compraventa.

Se ha discutido la validez del contrato disimulado solemne encubierto bajo


un contrato consensual, citándose específicamente la donación de una cosa que
debería cumplir la solemnidad de la insinuación, oculta bajo una compraventa
simulada.

Comprobada que sea la simulación corresponde establecer si el acto o


contrato real o disimulado cumple o no con los requisitos de existencia y de
validez, proceso que llevaría a concluir que la donación sería nula, pues se habría
omitido un requisito de validez de ella, cual es, la insinuación.

Debe tenerse presente, no obstante, que un sector de la doctrina da validez


al contrato simulado, aun cuando falte la solemnidad que para él prescribe la ley.

La opinión mayoritaria dice que: si el acto disimulado le falta una


solemnidad, éste será inexistente o nulo, dependiendo la sanción de la naturaleza
de la solemnidad omitida, pues ésta puede requerirse para la existencia o para la
validez del acto.

Simulación En El Contenido Del Contrato: Objeto, Precio, Fecha, Modalidades y


Pactos Accesorios.

LA simulación relativa puede recaer en el objeto del acto cuando se


disimula el real objeto de éste bajo la apariencia de otro.

O en la fecha del acto cuando las partes, de común acuerdo, fingen una
fecha distinta de la verdadera, ya sea suponiendo que éste se ha celebrado en
tiempo pasado o en una fecha posterior a la verdadera.

Puede recaer, finalmente, en las modalidades o pactos accesorios de un


contrato, lo que ocurre cuando las partes simulan la existencia de un plazo en
circunstancias que la obligación es pura y simple.

Simulación En Los Sujetos O Interposición Ficticia De Personas

Una de las formas de simulación relativa es aquella en que se hace figurar


como partes en un contrato a personas que no tienen dicha calidad.

Según Ferrara, se produce esta forma de simulación "cuando deben ser


titulares del negocio jurídico personas distintas de aquellas que indican las
palabras de la declaración".

Efectos De La Simulación
Se pueden analizar entre las partes y respecto de terceros:

A) Efectos de la simulación entre las partes.

Es obvio que las partes no pretenden engañarse a sí mismas. Por eso, en


las relaciones recíprocas de las partes el acto simulado no existe, rigiéndose éstas
por su voluntad real.

Es frecuente en la práctica que las partes, en forma paralela al documento


en que hacen constar el contrato aparente, extiendan otro documento que deja
constancia escrita de su voluntad real. A este último se le denomina
"contraescritura", porque contradice lo expresado en otro documento, y constituye,
precisamente, un medio para probar la voluntad real de los contratantes.

La afirmación de que entre las partes prima la voluntad real por sobre la
declarada, se funda en lo dispuesto por el art´1707 del CC.

Art. 1707: Las escrituras privadas hechas por los contratantes para alterar lo
pactado en escritura pública, no producirán efectos contra terceros.

Tampoco los producirán las contraescrituras públicas, cuando no se ha


tomado razón de su contenido al margen de la escritura matriz, cuyas
disposiciones se alteran en la contraescritura, y del traslado en cuya virtud ha
obrado el tercero.

El precepto tiene un alcance más amplio que el que sugiere su sola lectura.
Si bien reglamenta los efectos de las contraescrituras con respecto de terceros,
implícitamente está señalando que entre las partes prima siempre su voluntad
real, inclusive en el caso de que la voluntad real conste en una contraescritura
privada y el acto simulado conste en una escritura pública.

El principio de que entre las partes siempre prima la voluntad real sobre la
declarada, si bien obliga a probar la voluntad real, pues la ley presume que la
declaración constituye un reflejo de ésta, no requiere para su eficacia que la
voluntad real conste necesariamente en un documento o en una contraescritura.
La falta de un documento que deja constancia de la voluntad real de las partes
puede dificultar en la práctica la prueba de ésta, pero no es obstáculo para que tal
voluntad pueda acreditarse por otros medios.

B) Efectos de la simulación respecto de terceros:

Para los terceros solamente existe el caso ostensible, es decir, el contrato


simulado que da cuenta de la voluntad declarada por las partes. La voluntad real
de éstas, que mantuvieron encubierta, no afecta por regla general a los terceros.
Es posible que los terceros tengan interés en prevalerse de la voluntad real
de las partes. Para ello será necesario que acrediten dicha voluntad real y que
demuestren que el acto ostensible es simulado en su totalidad o en una parte.

Para analizar los efectos que produce la simulación con respecto de


terceros, hay que distinguir dos tipos de terceros: los que quieren aprovecharse de
la voluntad real y los que quieren aprovecharse de la voluntad declarada por las
partes.

Terceros Que Quieren Prevalerse de la Voluntad Real

Los terceros a quienes perjudica el contrato simulado pueden solicitar al


juez la declaración de que éste no coincide con lo que las partes realmente
querían, y que puede ser no celebrar contrato alguno o bien celebrar uno distinto.

a) Si la simulación fuera absoluta, la resolución judicial que deja en evidencia que


el contrato simulado es ficticio en su totalidad impide que éste pueda producir
efectos respecto de terceros, con lo que se soluciona el problema que tenían
aquellos a quienes tal contrato perjudica.

b) Si la simulación fuera relativa, la resolución judicial deja en evidencia el contrato


realmente celebrado por las partes, dándose en este caso la posibilidad de que el
tercero que solicitó al juez la declaración de la voluntad real de las partes tenga
interés:

- En que el contrato antes mencionado produzca a su respecto todos los efectos


que está naturalmente destinado a producir

- Que no produzca dichos efectos, lo que puede resultar como consecuencia de un


vicio que acarrea su ineficacia jurídica.

Terceros Que Quieren Prevalerse De La Voluntad Declarada En El Acto Simulado

Para los terceros existe solamente el contrato que las partes aparecen
celebrando como si fuera fiel reflejo de su voluntad real, y que lo normal o
corriente es que ese contrato es el referente del cual un tercero puede extraer
consecuencias jurídicas que lo beneficien o perjudiquen,

a) En la hipótesis de que el contrato constara por escritura pública y que también


la contraescritura que deja constancia del comodato fuera otorgada por escritura
pública o por instrumento privado del que se ha tomado razón al margen de la
escritura pública y del traslado en cuya virtud obró el tercero, cualquiera de las
partes puede imponer a éste el contrato que realmente las vincula, sin que dicho
tercero pueda alegar que tal contrato no le es oponible y que sólo produce a su
respecto efectos el contrato de compraventa.

b) En la hipótesis de que no una de las partes, sino que un tercero que ejerce la
acción tendiente a que el juez declare la voluntad real de las partes que aparecen
celebrando un contrato simulado, pretendiera imponer ésta sobre la declarada en
el contrato simulado, de una de cuyas partes otro tercero adquirió una relación
jurídica.

¿Pueden los acreedores que hicieron manifiesta la simulación absoluta


imponer la voluntad real de éstas al tercero que adquirió la cosa de una de las
partes en el contrato?

La respuesta que entrega Ferrara es que "frente a terceros de buena fe la


apariencia legítima de titularidad determina la adquisición y pérdida de los
derechos.

Acción De Simulación

La acción de simulación es la que ejercen los terceros a quienes la


simulación perjudica para que el juez declare la voluntad real de las partes.

Para ejercer la acción de simulación se requiere:

a) Solamente la puede ejercer aquel tercero al contrato simulado que es titular de


un derecho subjetivo o de una posición jurídica amenazada o embarazada por el
contrato aparente. El actor debe tener un interés jurídico.

b) El actor debe probar el daño sufrido como consecuencia de la incertidumbre


ocasionada por el acto simulado, daño que determina la necesidad de invocar la
tutela jurídica.

La ley nada dice respecto a la prescripción de la acción de simulación. Hay


autores que consideran que tal acción no se extingue por su no ejercicio, lo que
significa que puede ejercerse en cualquier tiempo y sea cual fuere el transcurrido
desde la celebración del contrato simulado; otros no divisan razón para no aplicar
a su respecto la regla general que determina la prescriptibilidad de las acciones y
derechos, principio que sólo encuentra excepción en aquellos casos
expresamente determinados por la ley.

Hay quienes piensan que lo que prescribe no es la acción de simulación,


sino que la que tiene el tercero para solicitar la declaración de nulidad que resulta
del vicio que puede tener el contrato disimulado. Se dice que la acción de
simulación pierde eficacia una vez transcurrido el plazo de prescripción para
demandar la nulidad absoluta o la nulidad relativa del contrato encubierto diez
años o cuatro, según sea una u otra.

Nos inclinamos por la interpretación que propugna la prescriptibilidad de la


acción de simulación, por considerarla más adecuada con el espíritu general de
nuestra legislación. El tiempo de prescripción sería el general de las acciones
personales (cinco años), a menos que se estimara que la acción de simulación
emana de un delito civil, en cuyo caso el plazo de prescripción sería de cuatro
años, contados desde la fecha del contrato simulado.

El Objeto

Requisito de existencia esencial del acto jurídico.

1. Para quienes definen el acto jurídico como la manifestación de voluntad


hecha con la intención de crear, modificar o extinguir derechos subjetivos, el
objeto estaría constituido, precisamente, por los derechos y obligaciones que el
acto crea, modifica o extingue. El objeto es lo querido por el autor o por las
partes del acto jurídico.

2. Para otros, el objeto del acto jurídico sería la prestación, es decir, la cosa
que debe darse o entregarse, o el hecho que debe ejecutarse o no ejecutarse.

Cariota Ferrara define el objeto como la materia, o las utilidades o las


relaciones que caen bajo la voluntad de las partes y "cualquier otra tesis, y
especialmente las que nos llevan al terreno del fin u objetivo, o incluso de los
efectos jurídicos que se siguen del negocio, hace del objeto un doble inútil de otro
elemento del negocio, e implica una peligrosa confusión de conceptos"

El Código Civil chileno requiere para que una persona se obligue a otra por
un acto o declaración de voluntad, que dicho acto o declaración recaiga en un
objeto lícito (art. 1445), y establece que toda declaración de voluntad debe tener
por objeto una o más cosas que se trata de dar, hacer o no hacer, agregando que
el mero uso de la cosa o su tenencia puede ser objeto de la declaración (art. 1460)

Art. 1460: Toda declaración de voluntad debe tener por objeto una o más cosas
que se trata de dar, hacer o no hacer. El mero uso de la cosa o su tenencia puede
ser objeto de la declaración.

El objeto del acto jurídico es la cosa que debe darse o entregarse o el


hecho que debe ejecutarse o no ejecutarse.

El legislador requiere que el acto jurídico tenga un objeto bajo la


perspectiva de que toda declaración, en último término, recae sobre uan cosa o
sobre un hecho. Con ello, el legislador identifica el objeto del acto jurídico con el
objeto de la obligación, que también es la cosa que en virtud de la relación de
obligación debe darse o entregarse o el hecho de que debe o no ejecutarse.

Requisitos Del Objeto

1) Determinación

2) Posibilidad

3) Licitud

1) Determinación Del Objeto: debe determinarse al momento de la conclusión del


acto jurídico o, a lo menos, debe ser determinable. O sea, que exista la posibilidad
de una determinación no dejada a la voluntad del declarante o de los declarantes.

2) Posibilidad del Objeto: El objeto debe ser posible, tanto en el hecho como en el
derecho.

No hay que confundir la imposibilidad de hecho, que es objetiva, con la


llamada "imposibilidad subjetiva", que es la relativa al sujeto del negocio. Se
requiere que el objeto sea posible objetivamente al momento de celebrar el acto
jurídico.

La imposibilidad jurídica se debe a razones o causas jurídicas.

Desde el punto de vista de la posibilidad jurídica, no es obstaculo la no


existencia actual de las cosas; pueden, en efecto, ser objeto de contrato las cosas
futura; salvo disposición excepcional que contenga prohibiciones, como la que
prohíbe los pactos relativos a sucesiones todavía no abiertas.

c) Licitud Del Objeto: El objeto debe ser lícito. No debe ser contrario a la ley, al
orden público o a las buenas costumbres.

El Objeto Para El Código Civil Chileno

Requisitos Del objeto según el Código Civil

Para nuestro Código Civil el objeto de todo acto o declaración de voluntad


es una cosa que debe darse o entregarse o un hecho que debe o no ejecutarse.

El Código, al establecer los requisitos del objeto, distingue si éste consiste


en una cosa que debe darse o entregarse o en un hecho que debe o no
ejecutarse.
Si es una cosa que debe darse o entregarse, la cosa debe ser real,
comerciable y determinada.

Si es un hecho, debe ser determinado y física y moralmente posible.

Requisitos Que Debe Reunir La Cosa Objeto De La Declaración De Voluntad

A) Cosa Real: Debe existir al momento de la declaración de voluntad o, a lo


menos, esperarse que exista. Así lo establece el inc. primero del art. 1460

Art. 1460: No sólo las cosas que existen pueden ser objeto de una declaración de
voluntad, sino las que se espera que existan; pero es menester que las uns y otras
sean comerciables, y que estén determinadas, a lo menos, en cuanto a su género.

La cantidad puede ser incierta con tal que el acto o contrato fije reglas o
contenga datos que sirvan para determinarla.

Si el objeto es un hecho, es necesario que sea física y moralmente posible.


Es físicamente imposible el que es contrario a la naturaleza, y moralmente
imposible el prohibido por las leyes, o contrario a las buenas costumbres o al
orden público.

B) Cosa Comerciable: Se dice que una cosa es comerciable cuando es


susceptible de dominio o posesión por los particulares. O cuando se encuentra en
el comercio humano y no excluida de él por su naturaleza, por su destinación o por
la ley, como salvaguardia del orden público.

Avelino León dice que tienen la calidad de incomerciables:

a) Aquellas que se encuentran excluidas del comercio humano por su propia


naturaleza, como la alta mar, el aire, y en general, como lo expresa el art. 585 de
CC, las que la naturaleza ha hecho comunes a todos los hombres (aquí, la
incomerciabilidad es absoluta; las cosas que la naturaleza ha hecho comunes a
todos los hombres no son susceptibles de dominio o posesión, no sólo por los
particulares, sino que por ninguna nación o corporación).

b) Aquellas cosas que por su destinación no son susceptibles de dominio o


posesión por los particulares, como los bienes nacionales, de uso público (los del
art. 589).

El concepto de incomerciabilidad de una cosa guarda exclusivamente


relación con la naturaleza o destinación de la misma.

C) Cosa Determinada: La cosa que debe darse o entregarse debe estar


determinada, a lo menos, en cuanto a su género (como lo establece el art. 1461.
Una cosa puede encontrarse determinada como: (1) especie o cuerpo
cierto, o (2) como género.

(1) En este caso, se individualiza determinadamente un individuo de un género


también determinado.

(2) La determinación aquí es genérica cuando se indiva indeterminadamente un


individuo de un género determinado.

Cuando la cosa se encuentra determinada sólo en el género, debe


conocerse la cantidad, es decir, el número de cosas objeto de la declaración de
voluntad.

LA cantidad puede estar expresamente determinada por las partes o, a lo


menos, si éstas nada dicen, el acto o contrato debe contener datos o fijar reglas
que sirvan para determinarla.

Requisitos que debe reunir el Hecho Objeto de la declaración de voluntad.

1. Hecho determinado: tiene que especificarse de manera tal que evite toda
ambigüedad en cuanto a qué es lo que debe hacerse o no hacerse.

2. Hecho física y moralmente posible: es físicamente imposible el hecho cuando


es contrario a la naturaleza, y moralmente imposible el prohibido por las leyes o
contrario a las buenas costumbres o al orden público.

Sanción Por la Falta de Objeto

El acto jurídico no tiene objeto cuando éste no reúne uno o más de los
requisitos o cualidades exigidos por la ley.

Doctrinariamente el acto que carece de objeto es inexistente.

Debe tenerse presente, sin embargo, que para los autores que no admiten
la teoría de la inexistencia en el Código Civil, la sanción por la falta de objeto sería
la nulidad absoluta

Objeto Ilícito

Para la validez del acto jurídico se requiere que el objeto sea lícito. Si el
acto jurídico tiene objeto, aunque éste sea ilícito, adquiere existencia jurídica. Sin
embargo, el acto jurídico nace con un vicio.

El art. 1445 del CC exige que el objeto sea lícito.


Para Claro Solar, objeto lícito es el reconocido por la ley, que lo protege y
ampara. A contrario sensu, objeto ilícito es aquel que no se conforma con la ley; o
bien aquel que infringe la ley o contraviene el orden público o las buenas
costumbres.

Para Eugenio Velasco Letelier, objeto ilícito es aquel que carece de


cualquiera de los requisitos que la ley señala al objeto, tanto cuando éste consiste
en una cosa como en un hecho.

Para Avelino León, objeto ilícito es el que versa sobre cosas incomerciables
o hechos o contratos prohibidos por las leyes, o sobre hechos contrarios a las
buenas costumbres o al orden público.

En nuestra opinión, el concepto de objeto lícito como aquel que se


conforma con la ley carece de relevancia, siendo lo importante establecer cuándo
el objeto es ilícito. Primero cabe analizar el alcance del art. 1445, que requiere que
el objeto sea lícito. Cuando enumera los requisitos necesarios para que una
persona se obligue a otra por un acto o declaración de voluntad, no dice que el
acto debe ser lícito. Si se considera que el objeto del acto consiste en una cosa o
un hecho, sólo cuando el acto tiene por objeto un hecho podría formularse un
juicio de licitud o ilicitud al hecho objeto del acto, lo que no es posible cuando el
acto tiene por objeto una cosa, ya que las cosas, por sí mismas, no son lícitas o
ilícitas.

De esta suerte, cabría concluir que hay objeto ilícito cuando el objeto del
acto consiste en la ejecución de un hecho ilícito.

La causal de objeto ilícito que desprendemos de lo preceptuado en el art.


1445 no es la única que considera la ley con tal carácter. Hay otras causales, pues
la ilicitud del objeto se produce no porque éste consiste en un hecho ilícito, sino
porque el acto o contrato es considerado reprobable.

Es ilícito el objeto cuando éste consiste en la ejecución de un hecho que


atenta contra la ley, el orden público, la moral y las buenas costumbres, ya que el
reproche de ilicitud se formula específicamente en consideración al hecho que
constituye el objeto del acto, como sería matar a otro.

Por otra parte, la ley considera que no la cosa o el hecho que constituye el
objeto de un acto, sino que el acto mismo configura una causal de objeto ilícito.

El Código señala algunos casos:

a. Actos que contravienen el derecho público chileno


b. Pactos sobre sucesiones futuras

c. Enajenación de las cosas enumeradas en el art. 1464

d. Actos contrarios a la ley, la moral, el orden público y las buenas


costumbres.

Actos Que Contravienen el derecho público chileno.

Lo dispone el art. 1462 ("Hay un objeto ilícito en todo lo que contraviene al


derecho público chileno. Así la promesa de someterse en Chile a una jurisdicción
no reconocida por las leyes chilenas, es nula por el vicio del objeto").

El objeto ilícito existe en todo acto o contrato que vulnere o infrinja el


derecho público chileno.

Hay quienes piensan que lo que prohíbe el art. 1462 es "someterse a una
jurisdicción no reconocida por las leyes chilenas", siendo del caso tener en cuenta
que las jurisdicciones extranjeras se encuentran reconocidas por las leyes
chilenas.

Quienes así opinan agregan que la estipulación por la que las partes
contratantes se someten a una jurisdicción extranjera es perfectamente legítima
dentro del ámbito del derecho internacional privado, y que así lo reconoce el art.
318 del Código de Bustamante, ratificado por Chile-

Pactos sobre sucesiones futuras.-

El art. 1463 permite formular los siguientes comentarios:

Art. 1463: El derecho de suceder por causa de muerte a una persona viva no
puede ser objeto de una donación o contrato, aun cuando intervenga el
consentimiento de la misma persona.

Las convenciones entre la persona que debe una legítima y el legitimario,


relativas a la misma legítima o a mejoras, están sujetas a las reglas especiales
contenidas en el título De las Asignaciones forzosas.

a) El derecho de suceder por causa de muerte a una persona viva no puede ser
objeto de contrato alguno, sea gratuito u oneroso

b) La redacción del inciso segundo del art. 1463 induce a pensar que la regla
general del inciso primero tiene una excepción constituida por las convenciones
entre el que debe una legítima y el legitimario relativas a la misma legítima o
mejoras, convenciones que serían válidas no obstante tener por objeto el derecho
de suceder por causa de muerte a una persona viva.

En estas convenciones "debe una legítima" el padre; y "legitimario" es el


hijo. La primera de ellas es relativa a la legítima, que es la parte de los bienes del
causante que corresponde a los legitimarios, calidad que tienen los descendientes,
los ascendientes y el cónyuge. La segunda es relativa a mejoras, que es la parte
de los bienes del causante que corresponde a los asignatarios de mejoras, que
son, también, los descendientes, los ascendientes y el cónyuge.

El hijo adquiere la calidad de legitimario y los derechos inherentes a ésta,


sólo una vez muerto el padre.

Sin embargo, las convenciones que hemos puesto como ejemplo no se


encuentran autorizadas en el título de las Asignaciones forzosas. La única
convención expresamente autorizada en dicho artículo entre la persona que debe
una legítima y el legitimario, y no en lo relativo a la legítima, sino que a mejoras, es
el denominado pacto de no disponer de la cuarta de mejoras a que se refiere el
art. 1204.

Art. 1204: Si el difunto hubiere prometido por escritura pública entre vivos a su
cónyuge o a alguno de sus descendientes o ascendientes, que a razón era
legitimaria, no donar ni asignar por testamento parte alguna de la cuarta de
mejoras, y después contraviene a su promesa, el favorecido con ésta tendrá
derecho a que los asignatarios de esa cuarta le enteren lo que le habría valido el
cumplimiento de la promesa, a prorrata de lo que su infracción le aprovechare.

Cualquiera otras estipulaciones sobre la sucesión futura, entre un


legitimario y el que le debe la legítima, serán nulas y de ningún valor.

c) Del art. 1204 se desprende que no puede celebrarse válidamente convención


alguna entre el que debe una legítima y el legitimario relativa a la misma legítima.
En lo que respecta a la cuarta de mejoras, la única convención permitida es la de
no disponer de dicha causa.

Para comprender lo que se pretende con la estipulación en referencia, es


menester tener presente que la persona que tiene asignatarios de mejora, esto es
descendientes, ascendientes o cónyuge, debe reservar una cuarta parte de sus
bienes para estos. Sin embargo, dicha persona puede disponer libremente de la
cuarta de mejoras entre quienes tienen la calidad de asignatarios de la misma, y
así puede, por ejemplo, asignarla en su testamento íntegramente a su cónyuge y
no a sus hijos. Ahora bien, si dicha persona no dispusiera en su testamento de la
cuarta de mejoras, se beneficiarían con ésta todos los legitimarios llamados a la
sucesión del difunto.
La ley prevé la infracción a dicho pacto, consistente en que la parte que se
obligó a no hacerlo dispone de la cuarta de mejoras en su testamento, en cuyo
caso la sanción no es la nulidad de este instrumento, sino que, simplemente, la
ineficacia de la disposición de la cuarta de mejoras, pero solamente en lo que
representa el perjuicio para el asignatario que fue parte en dicho pacto, constituido
por lo que dejó de percibir si el causante hubiera cumplido su promesa.

Pese a que el pacto de no disponer de la cuarta de mejoras es la única


excepción que se cita al principio de que no puede existir una convención válida
entre el que debe una legítima y un legitimario, creemos que la ley autoriza otra
convención relativa a legítimas o a mejoras: la donación irrevocable hecha a razón
de legítimas o de mejoras a que se refiere el art. 1185 del CC.

Art. 1185: Para computar las cuartas de que habla el artículo precedente se
acumularán imaginariamente al acervo líquido todas las donaciones revocables e
irrevocables, hechas en razón de legítimas o de mejoras, según el estado en que
se hayan encontrado las cosas donadas al tiempo de la entrega, pero cuidando de
actualizar prudencialmente su valor a la época de la apertura de la sucesión.

Las cuartas antedichas se refieren a este acervo imaginario

d) La ley prohíbe las convenciones que tengan por objeto el derecho de suceder
por causa de muerte a una persona viva, siendo perfectamente válidas las
convenciones relativas a derechos sucesorios ya existentes por haber muerto el
causante. La ley reglamenta expresamente la cesión de derechos hereditarios en
los art. 1909 y siguientes.

Enajenación De Las Cosas Enumeradas En El art. 1464.

El art. 1464 dice "hay objeto ilícito en la enajenación:

1° De las cosas que no están en el comercio;

2° De los derechos o privilegios que no pueden transferirse a otra persona;

3° De las cosas embargadas por decreto judicial, a menos que el juez lo autorice o
el acreedor consienta en ello;

4° De especies cuya propiedad se litiga, sin permiso del juez que conoce el litigio

a) Qué se entiende por enajenación: El acto jurídico por el cual se enajena una
cosa es la tradición definida por la ley como un modo de adquirir el dominio de las
cosas que consiste en la entrega que el dueño hace de ellas a otro, habiendo por
una parte la intención y la facultad de transferir el dominio, y por otra la capacidad
e intención de adquirirlo.
La enajenación es sinónimo de tradición, la cual sirve para transferir el
dominio o para constituir otro derecho real distinto de aquél.

La palabra enajenación se puede tomar en un sentido amplio o restringido.


En sentido amplio, designa a la tradición que sirve para transferir el dominio o para
constituir cualquier otro derecho real. En sentido restringido, designa
exclusivamente a la tradición que hace posible la transferencia del derecho real de
dominio.

Se discute en doctrina el alcance que debe darse al término enajenación


contenido en el art. 1464.

Para algunos, se refiere a la tradición que hace posible la transferencia del


dominio, lo que aparece comprobado en varias disposiciones del Código Civil que
distinguen entre la enajenación y la constitución de otro derecho real que no sea el
dominio, diciendo, por ejemplo, "enajenar o gravar". Concluyen que la palabra
enajenación que emplea el art. 1464 debe tomarse en sentido restringido.

Sin dejar de reconocer que es efectivo que el Código en ocasiones habla de


enajenar y gravar como si fueran dos cosas diferentes, la doctrina estima que
cuando la ley dice enajenar no necesariamente restringe el alcance de este
término a la tradición que permite la transferencia del dominio, y que el art. 1464
es uno de los casos en que dicha palabra debe tomarse en un sentido amplio.

En consecuencia, en los casos enumerados por el art. 1464 adolece de


objeto ilícito la tradición de las cosas que en ellos se señala, sin que tenga para tal
efecto relevancia alguna que la tradición se haya hecho con la intención de
transferir el dominio o de cualquier otro derecho real.

b) ¿Se pueden vender las cosas cuya enajenación adolece de objeto ilícito según
el art. 1464?: La convención que juzga reprochable es la tradición y no los
contratos que pudieren tener por objeto tales cosas. Sin embargo, no dejaría de
resultar curioso que la compraventa, que es el típico contrato que engendra para
una de las partes la obligación de hacer la tradición o de enajenar, en caso de que
tuviera por objeto una de las citadas cosas no fuera ilícita; ello, porque la única
forma en que el vendedor podría cumplir su obligación sería a través de la
tradición que adolece de objeto ilícito.

El acto jurídico que el art. 1464 considera reprochable es la tradición que


tiene por objeto ciertas cosas. Ello, en primer lugar, porque la norma es
excepcional y sólo se aplica en el caso de las enajenaciones; y en segundo lugar,
porque la tradición es una convención totalmente diferente a la compraventa.

El solo contrato de compraventa no transfiere el dominio de la cosa


vendida, sino que constituye el título o antecedente que justifica la adquisición del
dominio por el modo de adquirir, que es la tradición. .

Sin embargo, la compraventa que tuviere por objeto alguna de las cosas
que señala el art. 1464 adolece de objeto ilícito al igual que la enajenación de las
mismas, no en virtud de dicha disposición, sino porque constituye un contrato que
la ley prohíbe, lo que resulta de concordar el art. 1810 (que establece que pueden
venderse todas las cosas corporales e incorpora cuya enajenación no está
prohibida por la ley), con el art. 1464 (que menciona las cosas cuya enajenación
está prohibida por la ley), y con el art. 1466 (que dice que hay objeto ilícito en todo
contrato prohibido por la ley.

Concluyen que la remisión del art. 1810 al art. 1464 sería sólo parcial, pues
estaría referida a los números 1° y 2° de este último precepto, de modo tal que la
venta de las cosas embargadas o de las especies cuya propiedad no adolecería
de objeto ilícito por no ser aplicable a su respecto el art. 1466.

La opinión mayoritaria de la doctrina que recoge asimismo la jurisprudencia


es que el art. 1464 debe interpretarse como norma prohibitiva en relación con la
enajenación de todas las cosas que menciona.

Estudio Particular De Los Casos Enumerados por el Art. 1464.

Enajenación De Las Cosas Que No Están En el Comercio

Son aquellas que no son susceptibles de dominio o de posesión por los


particulares.

El Código menciona expresamente que la cosa tiene que ser comerciable.

Sin embargo, y de acuerdo al n° 1° del art. 1464 revela una confusión de


ideas del legislador, consecuencia de que no distingue entre requisitos de
existencia y requisitos de validez.

A nuestro juicio, si la cosa no existe o no se encuentra determinada o está


fuera del comercio, falta un requisito o cualidad esencial del objeto, lo que implica
que el acto, sea cual fuere su naturaleza, no puede tener por objeto la cosa que se
encuentre en alguna de estas circunstancias. Si de hecho, se llegara a celebrar un
acto o contrato en que la cosa debida no existe o es incomerciable o
indeterminada, no cabe sino concluir que tal acto carece de objeto, y como tal, no
produce efecto alguno, pues el objeto es un elemento de la esencia.

Podría argumentarse que la declaración de voluntad que recae sobre una


cosa incomerciable tiene un objeto, constituido por la misma cosa, lo que no
ocurre cuando la cosa no existe o cuando se encuentra indeterminada.

En nuestra opinión, es indudable que carece de objeto el contrato a través


del cual el deudor se obliga, como por ej. a entregar un animal sin que se
encuentre determinado el género al cual éste pertenece. La absoluta
indeterminación del objeto revela que en tal supuesto no existe una intención seria
de obligarse.

Llama la atención, sin embargo, que los únicos actos relativos a cosas
incomerciables que la ley expresamente declara que tienen un objeto ilícito son,
como decíamos antes, la compraventa y la enajenación, de lo que resulta
indiscutible que se sancionan con la nulidad absoluta, ya que ésta es la sanción
legal para el objeto ilícito.

Sustenta esta tesis, en primer lugar, el art. 1461, del cual se desprende que
no puede ser objeto de una declaración de voluntad una cosa incomerciable, lo
que se encuentra en completa concordancia con la doctrina que atribuye a la
comerciabilidad el carácter de cualidad esencial de la cosa. En segundo lugar, el
art. 1444 cuando dice que sin las cosas de la esencia un contrato no produce
efecto alguno.

Si no existiera el n° 1° del art. 1464, que declara que tiene objeto ilícito la
enajenación de las cosas incomerciables, podría sostenerse que todos los actos
relativos a éstas son inexistentes por carecer la cosa de un atributo o aptitud
esencial para constituir el objeto de la declaración de voluntad, que es lo que nos
parece jurídicamente correcto, ya que no divisamos razón alguna que justifique la
excepción con la compraventa o enajenación de tales cosas.

Enajenación De Los Derechos Y Privilegios Que No Pueden Transferirse A Otras


Personas

El n°2° del art. 1464, de los derechos personalísimos (aquellos que no


pueden transferirse a otra persona), como por ej. los derechos de uso y habitación
(Art. 819) y el derecho a pedir alimentos (335).

Los derechos y privilegios que no pueden transferirse a otras personas se


encuentran dentro del comercio humano, toda vez que son susceptibles de
dominio o de posesión por los particulares. Tienen, eso sí, la particularidad de ser
inalienables, lo que significa que el titular de dichos derechos no puede
transferirlos a otra persona.

El Código no es redundante en el n°2° del art. 1464, pues sigue la doctrina


romana que distingue entre cosas incomerciables y cosas inalienables. Todas las
cosas incomerciables son también inalienables; pero no todas las cosas
inalienables son incomerciables (como sucede con los derechos personalísimos)
pues pueden ser susceptibles de dominio o de posesión por los particulares.

Enajenación De Las Cosas Embargadas Por Decreto Judicial

Una sentencia de la Corte Suprema dice que el embargo opera dentro del
juicio ejecutivo y consiste en "la aprehensión compulsiva que el juez de la causa
hace de determinado bien del deudor, y desde el momento en que se verifica,
tales bienes quedan sujetos a la autoridad del referido juez".

Tiene la calidad de embargada no solamente la cosa con respecto de la


cual se ha trabado embargo en un juicio ejecutivo, sino que también aquella que
se encuentra afectada por una medida precautoria de prohibición de celebrar
actos y contratos o de gravar y enajenar.

a) Desde qué momento debe entenderse que una cosa se encuentra embargada

Con respecto a las partes litigantes en el juicio en que se ha decretado el


embargo, éste existe y produce todos sus efectos desde el momento en que
notificada la resolución que ordena requerir de pago al deudor y embargarle
bienes suficientes si no paga en el momento del requerimiento, el ministro de fe a
quien corresponde efectuar la diligencia del embargo practica éste sobre bienes
específicos del deudor.

Con respecto a terceros, hay que distinguir si el embargo recae sobre


bienes muebles o sobre inmuebles.

Sobre bienes muebles existe con respecto de terceros sólo desde el


momento en que han tenido conocimiento del mismo

Sobre inmuebles, existe con respecto de terceros sólo una vez que se ha
inscrito en el Registro de Interdicciones y Prohibiciones de Enajenar del
Conservador de Bienes Raíces (arts. 297 y 453 del CPC).

La enajenación de un inmueble embargado adolece de objeto ilícito aunque


no se haya inscrito el embargo. Porque el Código Civil no requiere tal inscripción
para que el inmueble se considere embargado para el efecto de su enajenación.

b) Cuándo debe existir el embargo o prohibición para que la enajenación adolezca


de objeto ilícito.

Debe existir al momento de la enajenación

c) ¿Hay objeto ilícito en la enajenación forzada de una cosa embargada?


Algunos autores, como Claro Solar y Avelino León, consideran que la
enajenación forzada de la cosa embargada es válida, porque en el n°3° del art.
1464 la ley sanciona la ilicitud que revela la conducta de la persona que transfiere
el dominio de la cosa embargada a un tercero, pese a que la ley lo prohíba.

Otros piensan que por no distinguir la ley entre enajenación forzada y


enajenación voluntaria, cualquiera de ellas adolecería de ilicitud en el objeto, pues
el art. 1464 n° 3° se refiere a ambas. Si la ejecución forzada fuera válida,
disminuirían las seguridades de éstos.

Nos parece más razonable la primera interpretación.

d) ¿De qué manera se podría enajenar válidamente una cosa embargada?

El art. 1464 n° 3° establece dos maneras: la autorización judicial y el


consentimiento del acreedor.

 Autorización Judicial: dicha autorización la debe conceder el mismo juez


que decretó la prohibición o embargo; y que, si varios jueces han trabado embargo
sobre la misma cosa o han prohibido su enajenación, la autorización debe ser
dada por todos ellos.

 Concordante con lo expuesto por el art. 12 del CC, el art. 1464 en su


número 3° permite que el acreedor en cuyo beneficio se trabó el embargo autorice
la enajenación, acto con el cual estaría renunciando tácitamente a ejercer los
derechos que le corresponden. Si el embargo se hubiera trabado a favor de dos o
más acreedores, todos deben consentir en la enajenación de la cosa.

Tanto la autorización judicial como el consentimiento del acreedor deben


presentarse con anterioridad al acto de enajenación.

Enajenación De Las Especies Cuya Propiedad Se Litiga Sin Permiso Del Juez
Que Conoce Del Litigio.

Especies cuya propiedad se litiga son aquellos cuerpos ciertos, muebles o


inmuebles, cuyo dominio o propiedad se discute en juicio.

El objeto de la enajenación de una especie cuya propiedad se litiga es la


cosa misma; en cambio, el objeto de la cesión de un derecho litigioso es el evento
incierto de la litis.

El art. 296 del CPC incorpora un requisito adicional para que se entienda
que se trata de una especie cuya propiedad se litiga a efectos de su enajenación
cuando dice : "para que los objetos que son materia del juicio se consideren
comprendidos en el número 4° del art. 1464 del CC, será necesario que el tribunal
decrete prohibición respecto de ellos", agregando el art. 297 del mismo Código
que "cuando la prohibición recaiga sobre bienes raíces se inscribirá en el registro
del Conservador respectivo, y sin este requisito no producirá efecto respecto de
terceros. Cuando verse sobre cosas muebles, sólo producirá efecto respecto de
los terceros que tengan conocimiento de ella al tiempo del contrato; pero el
demandado será en todo caso responsable de fraude. Si han procedido a
sabiendas".

No basta para que se considere que la cose se encuentra en la situación


prevista por este último que exista un litigio sobre la propiedad de la misma, sino
que es necesario que se cumpla otro requisito: que el juez haya decretado
prohibición de enajenar la especie.

Pensamos que el art. 297 del CPC no modifica el n° 4° del art. 1464. Para
que la prohibición produzca efectos respecto de terceros, atribuyendo la ley a tal
inscripción el mismo alcance que a la inscripción del embargo, antes comentada.

Para los efectos del n°4° del art. 1464 no cabe hablar de especie cuya
propiedad se litiga o especie litigiosa, como se la denomina corrientemente, sin
que el juez haya decretado prohibición sobre la cosa objeto del juicio, sea ésta
mueble o inmueble.

Si la especie es un bien raíz y la prohibición no se inscribe, la enajenación


que se haga de ésta igual constituye el acto que la ley prohíbe, ya que la
inscripción no es requisito para que la cosa tenga el carácter de litigiosa, sino para
hacer oponible a terceros los efectos que resulten de la nulidad de la enajenación.

Guarda silencio el Código en lo que respecta a una posible autorización de


la parte en cuyo beneficio se ha dictado la prohibición, lo que induce a pensar que
dicha autorización sería irrelevante, y que la única manera de enajenar
válidamente la especie cuya propiedad se litiga sería con autorización previa del
juez que conoce el litigio.

En aplicación de los principios generales que rigen la renunciabilidad de los


derechos, éste renuncia tácitamente a los efectos de dicha prohibición si autoriza
la enajenación.

Otros Casos De Objeto Ilícito

Actos contrarios a la ley, la moral o las buenas costumbres:

Regulado en los arts. 1465 y 1466.

Art. 1465: El pacto de no pedir más en razón de una cuenta aprobada, no vale en
cuanto al dolo contenido en ella, si no se ha condonado expresamente. La
condonación del dolo futuro no vale.

Art. 1466:Hay asimismo objeto ilícito en las deudas contraídas en juegos de azar,
en venta de libros cuya circulación es prohibida por autoridad competente, de
láminas, pinturas y estatuas obscenas, y de impresos condenados como abusivos
de la libertad de la prensa; y generalmente en todo contrato prohibido por las leyes

A) Condonación Del Dolo Futuro

El art. 1465, aunque referido al pacto de no pedir más en razón de una


cuenta aprobada, tiene un alcance más amplio. Contiene una norma de carácter
general en lo relativo a la condonación del dolo futuro (la aceptación y perdón de
la conducta dolosa que pudiera tener una de las partes en el porvenir, sea que
dicha condonación constituya una cláusula de la convención en que el acreedor se
compromete con el deudor a no pedir más en razón de una cuenta que ha sido
aprobada, o que constituya una cláusula de cualquiera convención o contrato.

La condonación del dolo futuro es reprobada por la ley que supone que una
de las partes de la convención en que se estipula dicha condonación acepta
anticipadamente que la otra lo haga víctima de engaños o que infrinja un contrato
con la intención de dañar al acreedor, y porque implica una renuncia a perseguir la
responsabilidad de la parte que actuó con dolo, lo que pugna contra la buena fe y
la responsabilidad por los actos ilícitos.

Lo anterior no obsta a que el dolo pueda ser condonado una vez que se
haya ejecutad el engaño o la infracción de obligación dolosa y siempre que la
persona que condona haya conocido el engaño o dolo del deudor de que fue
víctima.

La ley establece uno de los casos en que la voluntad debe manifestarse


necesariamente en forma expresa. No pueden deducirse de un mero
comportamiento del deudor, y requieren, por el contrario, una declaración en qeu
éste manifiesta en términos explícitos y directos su intención de condonar el dolo
específico de que ha sido víctima.

B) Deudas contraídas en juegos de azar

El Código Civil reglamenta el juego y la apuesta como contrato aleatorio de


los cuales deriva una obligación que afecta a la parte que perdió el juego o la
apuesta (arts. 2259 a 2263).

La ley no define lo que debe entenderse por juego o apuesta.


El juego se clasifica en lícito o ilícito, dependiendo de que la ley lo repruebe
o no. La ley reprueba los juegos de azar, aquellos en que la contingencia incierta
de ganar o perder depende principalmente de la suerte; y permite aquellos juegos
en que predomina la fuerza o destreza corporal. Excepcionalmente, la ley autoriza
y legitima ciertos juegos de azar, como los que se practican en casinos
específicamente determinados o los de lotería también determinados
específicamente.

Los contratos de juego y apuestas que se celebran en relación con un juego


en el que predomina la destreza intelectual, si bien engendran obligación, ésta no
es perfecta, ya que el ganador carece de acción para exigir el pago.

Si bien el art. 1466 dice que hay objeto ilícito en las deudas contraídas en
juegos de azar, creemos que el objeto ilícito existe en el contrato de juego o en el
de apuesta que se celebra en relación con un juego de azar.

La legitimación que puede hacer la ley de un determinado juego de azar


lleva a concluir que el contrato de juego que se celebra en relación con dicho
juego de azar autorizado engendra una obligación perfecta. Si la ley autoriza un
juego de azar sin limitar el alcance de su autorización a la exención de la
responsabilidad penal, debe entenderse que legitima dicho juego para todos los
efectos, tanto penales como civiles, careciendo de objeto ilícito el contrato que se
celebra en relación con éste.

C) Venta de libros cuya circulación se encuentra prohibida o de determinados


objetos cuyo tráfico atenta contra la moral o la ley.

La disposición debe interpretarse en forma restrictiva, considera que el


objeto ilícito existe en un contrato específico, el de compraventa, cuando éste
tiene por objeto libros (siempre que la circulación de éstos haya sido prohibida por
autoridad competente); láminas, pinturas y estatuas (siempre que éstas sean
obscenas).

D) Contratos prohibidos por la ley

Hay objeto ilícito en todo contrato prohibido por la ley.

La Causa

Todo acto o contrato requiere como elemento esencial para su existencia


jurídica no sólo la manifestación de voluntad y un objeto, sino que también una
causa, y que requiere para la validez del mismo que dicha causa sea lícita
(doctrina causalista).

Este término admite diversas y variadas acepciones. Las más importantes


son:

A) Causa Eficiente

Se reconoce como tal al elemento generador del efecto, al elemento que da


vida a lo que antes no existía. En este sentido se puede afirmar que las fuentes de
las obligaciones (los hechos jurídicos que les dan origen) son su causa eficiente.

Se dice que el de causa eficiente era el sentido que los romanos daban a la
causa; agregándose que nunca éstos pretendieron erigir a la causa como un
requisito de los actos y contratos.

B) Causa final

"La causa final es el fin inmediato o invariable de un acto, o sea, el final


próximo que determina la voluntad a obrar y que siempre es posible encontrar en
la estructura misma del contrato" (Velasco Letelier)

La causa o fin del comprador en todos los contratos de compraventa, es


incorporar a su patrimonio una cosa; la causa o fin del vendedor, asimismo, en
todas las compraventas, es procurarse dinero, a cambio de las cosas que entrega.

C) Causa ocasional

"Está constituida por el fin lejano y variable de un acto y es de carácter


estrictamente personal y psicológico" (Velasco Letelier). Es el móvil para contratar.

Así, la causa ocasional para el vendedor puede ser la necesidad de cumplir


una obligación, para lo cual necesita dinero; y causa ocasional para el comprador
puede ser la necesidad de hacer un regalo de matrimonio con la cosa comprada.

Evolución Histórica De La Noción De Causa

La teoría de la causa encuentra su origen en el pensamiento de los


canonistas medievales. Para que una convención engendre obligaciones no es
suficiente el consentimiento de las partes, sino que es menester, además, que
dicha convención encuentre su razón en un motivo lícito y moral.

Con posterioridad, un hito importante lo marca el jurista Jean Domat.

Domat construye los elementos o piezas fundamentales de la denominada


teoría clásica o tradicional de la causa, para lo cual se centra exclusivamente en la
causa de la obligación que contrae una de las partes que celebra un contrato, y
descarta por completo la causa del contrato que engendra la obligación.

Dicha teoría fue perfeccionada y complementada en el siglo XVIII por


Pothier.

En la actualidad, existen dos corrientes doctrinarias: la causalista y la


anticausalista.

Criterios O Doctrinas Elaborados En Relación Con La Causa.

Doctrina Tradicional O Clásica De La Causa

Surge del pensamiento de Domat y que recoge los agregados que aporta
Pothier.

Ésta requiere que la obligación que nace de un contrato tenga una causa,
con lo que se centra en la causa de las obligaciones que emanan de los contratos,
descartando así la causa de la obligación que emana de otra fuente de las
obligaciones que no sean el contrato y la causa el contrato mismo.

Cuál es la causa de la obligación que contrae una de las partes en un


contrato, por qué se obliga una de las partes que celebra un contrato. La
respuesta de dicha pregunta es lo que constituye la causa de la obligación.

La teoría clásica agrupa a todos los contratos en tres categorías: los


bilaterales o sinalagmáticos; los reales y los gratuitos. Importa que todos
presenten el elemento común que permite incorporarlos a la respectiva categoría.

A) Causa De La Obligación De Una De Las Partes En Los Contratos Bilaterales : la


causa de la obligación de una de las partes en el contrato bilateral es la obligación
correlativa de la otra parte. Esta es la regla que con un criterio rigurosamente
objetivo y ajeno a las motivaciones personales o subjetivas que pudieran haber
tenido las partes obligadas asientan la teoría clásica y que es aplicable a todas las
obligaciones que emanan de contratos bilaterales, sean cual fuere el contrato
específico de que se trata, lo que determina que para establecer la causa de la
obligación que emana de todos los contratos bilaterales basta aplicar la regla
antes mencionada.

Las obligaciones de las partes se sirven recíprocamente como causa.

En todos los contratos de compraventa y, en general, en todos los


bilaterales, la causa de la obligación de las partes va a ser siempre la misma: la
obligación recíproca de la otra parte.
B) Causa De La Obligación En Los Contratos Reales: La causa de la obligación de
restitución de la cosa que contrae una de las partes en el contrato real es la
entrega que de la misma se le hizo por la parte en virtud de un título que obligaba
a su restitución. Si no se hubiera efectuado la entrega de la cosa, la obligación de
restituirla que contrae una de las partes que celebran el contrato carece de causa,
por lo que dicha obligación sería ineficaz.

C) Causa De La Obligación En Los Contratos Gratuitos : Domat dice que "en las
donaciones y en los otros contratos en que sólo una de las partes hace o da, y en
que la otra no hace ni da nada, la aceptación forma la convención. Y la obligación
del que da se funda sobre algún motivo racional y justo, como algún servicio
prestado o como algún otro mérito del donatario, o por el solo placer de hacer el
bien. Y este motivo desempeña el papel de causa por parte de quien recibe y no
da nada".

La causa de la obligación en dichos contratos es la intención liberal o el


propósito de hace runa liberalidad.

Doctrina Italiana

Debe existir una causa y ésta debe analizarse con un criterio objetivo.

Para Betti "la causa del negocio es, propiamente la función económico-
social que caracteriza al tipo de negocio como acto de autonomía privada (típica
en este sentido) y determina su contenido mínimo necesario".

Doctrina Del Móvil o Motivo Determinante

Llamada también de la causa ocasional o impulsada. Refiere la causa al


acto o contrato y no a la obligación.

Causa del acto o contrato es el móvil o motivo determinante que impulsó al


autor o a las partes a su celebración.

En los contratos gratuitos basta que el móvil ilícito exista en el autor de la


liberalidad para que pueda anularse el contrato.

En cambio, en los contratos onerosos, el móvil ilícito que determinó a una


de las partes a contratar debe ser, si no compartido por la otra parte, al menos
conocido por ésta, ya que el desconocimiento por una de las partes del motivo
ilícito de la otra impediría anular el contrato.

Doctrina Anticausalista

Según Planiol, la falsedad de la causa abstracta de la obligación se advierte


en cada una de las diversas especies o categorías de contratos que distingue
Domat, según resulta de observar que en los contratos sinalagmáticos, éste olvida
que las obligaciones que recíprocamente se sirven de causa nacen al mismo
tiempo, por lo que mal puede una de ellas ser causa de la otra si se considera que
la causa debe, necesariamente, preceder al efecto.

Según el mismo autor, la doctrina tradicional en materia de causa es inútil,


por las siguientes razones: lo que constituye la causa de la obligación de una de
las partes no es otra cosa que el objeto de la obligación de la otra, de manera que
la falta de causa de una de las obligaciones implicaría necesariamente la falta de
objeto de la otra.

Evolución De La Doctrina Y Jurisprudencia En Francia.

Resulta la necesidad de distinguir: la causa del contrato o del acto jurídico


en general, con la causa de la obligación, como dos conceptos diferentes y que
deben analizarse con distintos criterios.

La causa del contrato debe encontrarse en el móvil individual principal que


determina su celebración, es decir, en el motivo psicológico relevante que se tuvo
para contratar.

En lo relativo a la causa de la obligación, se mantienen los postulados de la


doctrina tradicional.

La doctrina clásica no puede reprochar ilicitud alguna a las obligaciones que


se sirven recíprocamente de causa.

Para superar la deficiencia que presenta la aplicación de la teoría clásica a


situaciones como la expuesta, la doctrina y jurisprudencia en Francia atienden al
móvil determinante que impulsó a las partes a contratar.

La Teoría De La Causa En El Código Civil Chileno

Se refieren a ella los arts. 1445, 1467 y 1468

Art. 1445: Para que una persona se obliga por un acto o declaración de voluntad
es necesario:

1° Que sea legalmente capaz; 2° Que consienta en dicho acto o declaración y su


consentimiento no adolezca de vicio; 3° que recaiga sobre un objeto lícito; 4° que
tenga una causa lícita.

La capacidad legal de una persona consiste en poderse obligar por sí


misma y sin el ministerio o la autorización de otra.
Art. 1467: No puede haber obligación sin una causa real y lícita; pero no es
necesario expresarla. La pura liberalidad o beneficencia es causa suficiente.

Se entiende por causa el motivo que induce al acto o contrato; y por causa
ilícita la prohibida por ley, o contraria a las buenas costumbres o al orden público.

Así, la promesa de dar algo en pago de una deuda que no existe, carece de
causa; y la promesa de dar algo en recompensa de un crimen o de un hecho
inmoral, tiene una causa ilícita.

Art.1468: No podrá repetirse lo que se haya dado o pagado por un objeto o causa
ilícita a sabiendas

¿Qué es Lo que Debe Tener Causa? ¿El acto o contrato o la obligación?

Para algunos, el Código Civil requiere que las obligaciones tengan una
causa. Otros piensan que el acto o contrato es el que debe tener una causa:

A) Argumentos de quienes sostienen que la obligación y no el acto del cual ésta


emana requiere causa:

1° Del tenor literal del art. 1445, que requiere para que una persona se obligue a
otra una causa lícita y del inc. primero del art. 1467, cuando dice "no puede haber
obligación sin causa".

2° El Código Civil se dictó en pleno auge de la doctrina tradicional o clásica que


refiere la causa a la obligación y no al acto mismo, y que "ese sentido tiene la
causa en su génesis histórica y en su estructura tradicional".

B) Argumentos de quienes sostienen que el acto o contrato debe tener una causa

1° El n° 4 del art. 1445 está exigiendo una causa lícita para el acto que engendra
la obligación. Está requiriendo una causa lícita para el acto mismo y no para la
obligación.

2° La redacción del art. 1467 dice que causa es el motivo que induce al acto o
contrato; o sea, es el acto o contrato el que requiere una causa.

3° El art. 2057, que se refiere a las sociedades nulas por ilicitud de la causa, del
cual se desprende que la sociedad, esto es, el contrato es lo que debe tener una
causa lícita.

¿Qué Criterio Adopta El Código En Materia De Causa? ¿Uno objetivo u otro


subjetivo?

Hay dos respuestas al respecto:


Algunos piensan que el Código siguió un criterio objetivo.

Otros piensan que al reglamentar dicha materia el Código analiza la causa


con un criterio subjetivo.

A) Argumentos de quienes sostienen que el Código sigue el criterio subjetivo de la


doctrina tradicional.

1° Argumento histórico. La doctrina clásica o tradicional era la que imperaba en la


época de dictación del Código Civil.

2° Si el art. 1467 requiere de una causa real y lícita, es porque pueden existir
obligaciones que no tengan causa. Este hecho revela que el Código sigue la teoría
clásica, pues según ella es posible que falte la causa de la obligación.

En cambio, si el Código hubiera abordado la causa con un criterio subjetivo,


mal podría haber requerido la existencia de causa, pues jamás falta el motivo
psicológico.

3° Los ejemplos que coloca el Código en el inc. final del art. 1467. El hecho de que
la promesa de dar algo en pago de una deuda que no existe carece de causa
resulta de la aplicación de la teoría clásica, toda vez que la obligación que contrajo
el prometiente no tiene como causa la obligación de la otra parte, o la entrega de
una cosa que hubiere engendrado la obligación de restituirla, ni menos la intención
liberal.

Al decir el Código en el inc. primero del art. 1467 que la pura liberalidad es
causa suficiente, transcribe textualmente el pensamiento de Pothier en lo relativo a
la causa de la obligación en los contratos gratuitos.

4° Cuando el legislador define la causa como el motivo que induce al acto o


contrato, por una simple omisión que se debe a que seguramente no lo estimó
relevante no señala que dicho motivo es abstracto o con exclusión del que pudiera
tener el sujeto, lo que hubiera resultado si hubiera dicho que causa es el motivo
jurídico que induce al acto o contrato. Mas, tal omisión no constituye un obstáculo
para dar a la palabra motivo que emplea la disposición de motivo abstracto con
que ésta debe interpretarse y que refleja el espíritu de la ley.

B) Argumentos de quienes sostienen que el Código Civil innovó en materia de


causa, apartándose de la doctrina tradicional.

1° El concepto de causa - motivo existía desde la edad media.

2° El Código Civil chileno define la causa y expresa que ella está constituida por
los motivos, término que, según su sentido natural y obvio, se refiere a los móviles
psicológicos, individuales y subjetivos. Tal es, a mayor abundamiento, el alcance
de la palabra motivo en los arts. 1454 y 1455, que hacen sinónimo motivo y causa.

3° En las donaciones o demás actos gratuitos basta con motivo la intención de


efectuar una liberalidad.

4° Al exigir el Código una causa real y lícita, está facultando al juez para indagar
por el motivo que realmente determinó a la celebración del acto o contrato,
establecido el cual podrá concluir si es o no lícito. Mal podría el juez determinar la
ilicitud de la causa si no estuviera facultado para investigar el motivo que real y
efectivamente indujo a contratar.

La licitud de la causa sólo se puede apreciar en relación con el motivo real


o verdadero.

5° En la promesa de dar algo en pago de una deuda que no existe, que no es


posible desconocer el motivo que induce a formular la declaración y que está
constituido, precisamente por la creencia de que existe una obligación. Sin
embargo, tal motivo es equivocado, lo que determina que a consecuencia del error
la causa que se representó el declarante sea falsa, y la falsedad de la causa es
equivalente a falta o ausencia de un motivo que hubiera tenido realmente
justificación para inducir a la declaración.

Nuestra Opinión (Víctor Vial)

Para analizar la causa se hace necesario distinguir previamente entre


causa del acto o contrato y causa de la obligación.

A) Causa del acto o contrato: La causa del acto o contrato es el motivo que induce
a su celebración. La razón que induce a algo son los móviles psicológicos,
individuales y subjetivos que se ha representado el sujeto y que lo inducen a
actuar.

B) Causa de la obligación: Si bien el acto o contrato debe tener una causa,


también debe tenerla la obligación que el contrato crea. Un criterio objetivo, que
lleva a un concepto de causa abstracto e idéntico para cada categoría de
contratos.

El intérprete del Código Civil francés no encuentra sustento en ninguna


disposición que le permita fácilmente llegar a la noción de causa del acto o
contrato, y está referida a los motivo o móviles del sujeto. El Código Civil chileno
cuenta con un elemento poderoso en que apoyar la tesis de que la causa no sólo
se requiere para la obligación, sino que también para el acto, y que en este último
caso se la encuentra el motivo: la propia definición que de causa contiene el art.
1467.

Relaciones De La causa Con Otros Aspectos Del Acto Jurídico

Relaciones Entre la Causa Y el Error

La causa de que la víctima del error haya contratado (motivo determinante)


es la creencia de que la cosa tenía una determinada sustancia o cualidad, o la
consideración de una persona determinada.

Existe lo que la doctrina conoce con el nombre de "error-motivo", el cual


consiste en "un conocimiento equivocado de la sustancia (identidad, materia) de la
misma o de la persona. No se yerra sobre las motivaciones, éstas no son objeto
de representación defectuosa; simplemente hay un conocimiento equivocado de
cosas, objeto, cualidades, personas que, a posteriori, da motivo principal a la
celebración del contrato".

La regla general es que el error sobre los motivos es irrelevante, salvo en


ciertos actos como los gratuitos o de beneficencia, en los cuales el disponente, por
un motivo equivocado, se desprende de una cosa de su patrimonio en beneficio de
otra persona, sin recibir nada a cambio.

En la mayoría de los actos gratuitos que la doctrina permite impugnar no


existe propiamente error sobre los motivos, sino que error sobre la persona.

El error se ha producido en la persona del donatario, que carece de las


condiciones o cualidades que cree ver en él, que carece de las condiciones o
cualidades que cree ver en él el donante. Tal error no es otro que el denominado
"error-motivo" que vicia el consentimiento en los casos en que la consideración de
la persona del otro contratante es determinante, y no un error sobre los motivos.

Relación entre la causa y la fuerza o dolo.

La fuerza y el dolo vician la voluntad cuando son determinantes.

Desde el momento que la fuerza y el dolo surgen como el motivo principal o


determinante del acto o contrato, quiere decir que constituyen la causa del mismo;
causa que por no conformarse con el derecho tiene el carácter de ilícita.

La sanción por los vicios del consentimiento es la nulidad relativa y la


sanción por la causa ilícita es la nulidad absoluta.

No puede quedar al arbitrio de la víctima elegir si demanda la nulidad por


vicio del consentimiento o por causa ilícita, y estimamos que en esta hipótesis
debe hacerse primar las normas relativas a los vicios del consentimiento que son
especiales, por sobre las relativas a la causa ilícita.

Causa Real Y Lícita

No es necesario que el autor de un acto jurídico o las partes de una


convención expresen la causa (el motivo que los induce al acto o contrato).
Porque la ley presume que todo acto o contrato tiene una causa.

Asimismo, la ley presume que el motivo que induce a la celebración del


acto jurídico es lícito, el sentido de que no se opone ni contraviene a la ley, al
orden público o a las buenas costumbres.

La prueba de la falta de causa corresponde a aquel que la alega.

Hay falta de causa en dos casos:

(1) En los actos jurídicos simulados

(2) En los actos que tienen como único motivo la creencia errada de que existe
una obligación, que constituye, por lo mismo, una causa falsa.

a) Falta de causa en los actos simulados

La simulación se produce como consecuencia de la concertación o acuerdo


entre las partes en orden a ocultar su voluntad real bajo la sombra de un contrato
meramente aparente, es posible distinguir dos fases o etapas en el procedimiento
que supone la simulación: (1) aquella en que las partes se ponen de acuerdo en
ocultar una voluntad real; (2) cuando las partes celebran un contrato simulado.

El acuerdo de voluntades por el que las partes convienen celebrar un


contrato simulado, y ocultad su voluntad real tiene un motivo que le sirve de
causa, y que no es otro que el de engañar a terceros. En lo que respecta al
contrato simulado, la situación no es la misma, ya que si la simulación es absoluta,
no existe ningún motivo real que pueda inducir a las partes a su celebración.

Y si la simulación es relativa, si bien existe un motivo real para el contrato


disimulado o encubierto que corresponde a lo que realmente las partes quieren, no
existe un motivo real para el contrato simulado.

b) Falta de causa en los actos que tienen como único motivo la creencia errada de
que existe una obligación

Del inc. final del art. 1467 se desprende que el Código Civil considera
relevante el error sobre los motivos en el caso que dicha disposición describe,
consistente en la declaración que formula una persona comprometiéndose a dar,
hacer o no hacer algo en beneficio de otra, inducida por la creencia equivocada de
que existe una obligación que justifique tal compromiso. El declarante se
representa como motivo determinante de la declaración una obligación que, en
realidad, no existe.

La declaración presenta una causa falsa, que carece de causa real, y por
faltar este requisito debe considerársele inexistente.

Labor del Juez En Relación Con La Determinación De la Causa Real y Lícita.

La presunción de causa consiste en que la ley presume que todo acto


jurídico tiene una causa y que ésta es lícita. La causa que la ley presume,
constituida por el motivo que generalmente induce a celebrar el acto o contrato
específico de que se trata, bien puede no coincidir con el motivo individual,
principal y directo que la parte tuvo en consideración para celebrar dicho acto o
contrato y que constituye el motivo individual, principal y directo que la parte tuvo
en consideración para celebrar dicho acto o contrato y que constituye el motivo
real o causa real. Dicha falta de coincidencia carece, por lo general, de relevancia.

Al legislador no le interesa conocer el motivo o móvil determinante que en


un caso concreto y específico induce a la o las partes a celebrar el acto o contrato,
a menos que éste sea ilícito. Cada vez que se alegue la ilicitud de la causa,
corresponde al juez indagar por el motivo individual que indujo a celebrar el acto
jurídico y que constituye la causa real.

Para establecer cuál es el motivo real no es suficiente la expresa mención


al motivo que determina a contratar que pudiera contener el contrato.

El juez debe llegar al motivo real para sólo entonces apreciar si éste es
contrario a la ley, a la moral, a las buenas costumbres o al orden público.

Sanción Para La Falta De Causa y para La Causa Ilícita.

Falta de causa es, doctrinariamente, inexistente, pues se ha omitido un


requisito esencial para su existencia jurídica, como afirma Claro Solar.

Para los autores nacionales que niegan cabida a la inexistencia jurídica, el


acto en que falta la causa se sanciona con la nulidad absoluta.

Respecto a la causa ilícita, el Código la sanciona expresamente con la


nulidad absoluta (art. 1682).

Art. 1682: La nulidad producida por un objeto o causa ilícita, y la nulidad producida
por omisión de algún requisito o formalidad que las leyes prescriben para el valor
de ciertos actos o contratos en consideración a la naturaleza de ellos, y no a la
calidad o estado de las personas que los ejecutan o acuerdan, son nulidades
absolutas.

Hay asimismo nulidad absoluta en los actos y contratos de personas


absolutamente incapaces.

Cualquier otra especie de vicio produce nulidad relativa, y da derecho a la


rescisión del acto o contrato.

El Acto En Fraude A La Ley

El fraude a la ley, consiste en procedimientos en sí lícitos, o en maniobras


jurídicas a veces ingeniosas, que tienen la apariencia de legalidad y que, sin
embargo, permiten realizar lo que la ley prohíbe o no hacer lo que la ley ordena.

Pueden "recurrir a la simulación relativa, escondiendo el negocio contra


legem bajo la apariencia de uno lícito. Descubierta la simulación, arrancada la
careta, el negocio simulado es nulo, porque es contra legem". Otro camino, "mas
tortuoso, mas difícil de recorrer, por lo general menos satisfactorio, pero más
seguro: servirse no del negocio prohibido, sino de otro, o de un sistema
consistente en un complejo de negocios y actos, unos y otros adaptados y
plegados en modo de poder conseguir un resultado análogo al del derecho
negocio prohibido. SE tiene así fraude a la ley" (Cariota Ferrara).

Según Juan de Dios Vergara, hay fraude a la ley cada vez que un acto es
hecho con la intención de sustraerlo a la aplicación de las normas a las que el
legislador entendió someterlo.

En los actos de fraude a la ley existe un aparente respeto a la norma,


porque no se la infringe abiertamente; pero, en realidad, "se elude su aplicación en
cuanto realiza un resultado final que, si no es y no puede ser idéntico, en especial
en el terreno estrictamente jurídico, es análogo, particularmente en el terreno
práctico".

Elementos Del Fraude A La Ley

Hay dos elementos: uno material u objetivo y otro intencional o subjetivo.

a) El elemento materia es el resultado que la ley no quiere. Constituido por la


similitud o equivalencia práctica del resultado que persigue el acto jurídico en
fraude a la ley como el resultado prohibido por la norma.

b) El elemento intencional, es la intención de defraudar o burlar la ley con el


propósito de burlar la norma y obtener con su realización el resultado que ésta no
quiere. A este propósito se le llama ánimo fraudatorio.
Para algunos, el elemento intencional no sería de la esencia del fraude a la
ley porque se dan casos en que no existe dicha intención.

Para otros, de la esencia del fraude a la ley es el ánimo fraudatorio, que es


el móvil que induce a adoptar una determinada postura jurídica; vinculándose, de
esta manera, el concepto de fraude a la ley con el de causa.

Según esta interpretación, en el acto en fraude a la ley existe una causa


ilícita: la intención fraudulenta.

Sanción del Fraude a la ley

La ilicitud se encuentra no en el acto mismo, que no infringe abiertamente a


la ley, sino que en los motivos perseguiros con la realización del acto o
procedimiento en fraude a la ley, que evidencian la intención de burlar una norma
jurídica.

El fraude a la ley se sanciona con la nulidad absoluta del acto o complejo


de actos fraudulentos. Dicha nulidad es consecuencia del hecho que tales actos
se equiparan a los actos contra legem.

Las Formalidades

Son ciertos requisitos que exige la ley para la forma o aspecto externo
de ciertos actos jurídicos

Se clasifican en cuatro grupos:

1. Formalidades propiamente tales o solemnidades

2. Formalidades habilitantes

3. Formalidades por vía de prueba o ad probationem

4. Formas o medidas de publicidad.

Formalidades propiamente tales o solemnidades.

Sea para la existencia misma de un acto o contrato, sea para la validez del
mismo

a) Solemnidades requeridas para la existencia de un acto jurídico

Son los requisitos externos que exige la ley para la celebración de ciertos
actos jurídicos, sin los cuales el acto no se perfecciona ni produce efecto alguno.

Al igual que la voluntad, el objeto o la causa.


Algunos observan que no constituyen, en verdad, un requisito de existencia
independiente de la voluntad, ya que la solemnidad no es más que la manera de
manifestar la voluntad en ciertos actos.

La regla general es que el acto o contrato sea consensual y que se


perfeccione por el solo consentimiento de las partes.

Por excepción, subsisten algunos actos solemnes, constituyendo la


solemnidad un requisito de existencia de los mismos.

Las solemnidades no se presumen; requieren para su existencia un texto


expreso de la ley. Sin perjuicio de lo anterior, la autonomía privada hace posible
que las partes den el carácter de solemne a un acto meramente consensual.

La ley reconoce la facultad que tienen las partes de convenir que el contrato
consensual que celebran no se entienda perfeccionado mientras no se cumpla una
solemnidad.

Se pueden citar varios casos en que la ley requiere para la existencia


misma del acto una determinada solemnidad. Así, el art. 1554 n°1°, el contrato de
promesa debe constar por escrito; en el art. 1801 inc. 2, el contrato de
compraventa de bienes raíces, servicios, censos sucesión hereditaria, no se
reputa perfecto hasta que se ha otorgado por escritura pública; el art. 2409 dice
que el contrato de hipoteca deberá otorgarse por escritura pública; el art. 767 el
usufructo de inmuebles por acto entre vivos, no vale si no se otorga pro
instrumento público inscrito.

En el matrimonio la ley exige como solemnidad para la existencia del acto


mismo, la presencia del oficial del registro civil.

b) Solemnidades requeridas para la validez de los actos jurídicos:

En ciertos casos la ley exige la solemnidad, no como requisito de


existencia, sino como requisito de validez de los actos jurídicos, de lo que deriva
que la omisión de la solemnidad no impide que el acto se perfeccione ni que
produzca sus efectos, los que sólo cesan si se declara la nulidad absoluta por la
causal de omisión de la solemnidad.

Formalidades habilitantes (sanción: nulidad relativa del art. 1682).

Son los requisitos exigidos por la ley para completar la voluntad de un


incapaz, o para protegerlo. Así, el art. 253 del C.C. dice que requiere autorización
del padre o de la madre o del curador adjunto para ciertos actos del hijo de familia.

Existen, por otra parte, numerosas disposiciones que establecen una


formalidad habilitante de protección para los incapaces. Por ejemplo, el art. 255
que requiere como formalidad habilitante de protección, autorización judicial con
conocimiento de causa para enajenar o hipotecar los bienes raíces del hijo de
familia; el art. 393 requiere autorización judicial previa para enajenar los bienes
raíces o muebles preciosos del pupilo.

Formalidades por vía de prueba (sanción: no se podrá probar por medio de


testigos).

Son aquellas en que la ley, para los fines de prueba de un acto no solemne,
requiere un documento cuya omisión no impide que el acto nazca ni que produzca
válidamente sus efectos, sino que pueda ser probado por testigos.

El art. 1709 dice que deben constar por escrito los actos o contratos que
contengan la entrega o promesa de entrega de una cosa que valga más de 2 UT.

Art. 1709: Deberán contar por escrito los actos o contratos que contienen la
entrega o promesa de una cosa que valga más de dos UTM.

No será admisible la prueba de testigos en cuanto adicione o altere de


modo alguno lo que se expresa en el acto o contrato, ni sobre lo que se alegue
haberse dicho antes, o al tiempo o después de su otorgamiento, aun cuando en
algunas de estas adiciones o modificaciones se trate de una cosa cuyo valor no
alcance a la referida suma.

No se incluirán en esta suma los frutos; intereses u otros accesorios de la


especie o cantidad debida.

Por su parte, el inc. primero del art. 1710 dice que al que demanda una
cosa de más de dos UTM de valor no se le admitirá la prueba de testigos, aunque
limite a ese valor la demanda.

Formas o Medidas de publicidad (sanción: simple noticia: poder demandar


indemnización; publicidad sustancial: inoponibilidad)

Avelino León dice que "estas formalidades tienen por objeto proteger a los
terceros que pueden verse alcanzados por los efectos del acto jurídico. Con este
propósito la ley exige la inscripción del acto en un registro público". Las formas o
medidas de publicidad pueden ser de simple noticia o sustanciales. Las primeras
tienen por objeto poner en conocimiento de terceros las relaciones jurídicas de
otras personas, en que pueden tener interés.

Las medidas de publicidad sustanciales tienen por objeto precaver a los


terceros interesados que son aquellos que están o estarán en relaciones jurídicas
con las partes de los actos que éstas celebren.

Medidas de publicidad de simple noticia es la notificación al público por


medio de tres avisos publicados en un periódico de los decretos de interdicción
provisoria o definitiva del demente o del disipador (arts.447 y 461 CPC).

Medida de publicidad sustancial es la notificación que debe hacerse al


deudor de la cesión de un crédito (art. 1902).

Sanción Por la omisión de una formalidad

Efectos Que Produce La Omisión De Una Solemnidad.

Es necesario distinguir si ésta se requirió para la existencia o para la validez


del acto jurídico.

a) La solemnidad se requiere para la existencia del acto

Impide que el acto exista, pues faltando la solemnidad no hay voluntad, ya


que dicha solemnidad es precisamente el medio establecido por la ley para que la
voluntad se manifieste.

b) La solemnidad se requiere para la validez del acto

No impide que el acto nazca a la vida del derecho. Por el contrario, dicho
acto existe, pero con un vicio que hace posible la declaración de nulidad.

Efecto Que Produce La Omisión De Una Formalidad Habilitante.

Acarrea, por regla general, la nulidad relativa del acto o contrato. Porque se
ha omitido una formalidad que las leyes prescriben para el valor del acto jurídico,
en consideración a la calidad o estado de las personas que lo celebran (art. 1682
CC).

La mayoría piensa que la formalidad requerida para la enajenación y venta


de los inmuebles de los pupilos es claramente un requisito para el valor de dicha
enajenación y venta en consideración a que una de las partes se encuentra sujeta
a guarda.

Efectos Que Produce La Omisión De Una Formalidad Exigida Por Vía De Prueba

No afecta ni a la existencia ni a la validez del acto jurídico. Impide


simplemente, que el acto pueda probarse por testigos.

Efecto Que Produce La Omisión De Una Medida De Publicidad

La omisión de una medida de publicidad de simple noticia da derecho a la


persona a quien dicha omisión ha causado un perjuicio a demandar la
correspondiente indemnización. Ello, porque el responsable de la omisión ha
cometido un delito o cuasidelito civil y la obligación de indemnizar emana de la
responsabilidad extracontractual.

En cambio, la sanción por la omisión de la forma o medida de publicidad


sustancial es la inoponibilidad, esto es, la ineficacia con respecto de terceros del
derecho que ha nacido como consecuencia de la celebración del acto jurídico.

Efectos De Los Actos Jurídicos

Para Betti, los efectos de los actos jurídicos corresponden "según la


apreciación legislativa, a la finalidad económico social del tipo de negocio y son, al
mismo tiempo, los que parecen más adecuados a la reglamentación de intereses
que las partes normalmente han tenido en cuenta".

Para la doctrina italiana el fin perseguido por el autor o por las partes de un
acto jurídico, al menos en forma inmediata, es un fin práctico, de contenido
socioeconómico.

Existe una estrecha relación entre el fin perseguido por el autor o las partes
de un acto jurídico y los efectos que la ley asigna al mismo.

Los efectos, entonces, no son otra cosa que la visión que tiene el legislador
del fin práctico. Constituyen la forma a través de la cual la ley "traduce" a términos
jurídicos lo que las partes de un acto jurídico quieren lograr a través o por
intercambio de él; señalan, en suma, la conversión del fin práctico en un fin
jurídico.

Clasificación De Los Efectos De Los Actos Jurídicos

Se clasifican en esenciales, naturales y accidentales.

a) Efectos esenciales: son aquellos que determinan la ley y que se producen como
obligada consecuencia de su celebración; de modo tal que las partes no pueden
descartarlos ni sustraerle a ellos.

b) Efectos no esenciales o naturales: son aquellos que estando establecidos por la


ley (que interpreta, al establecerlos una presunta voluntad del autor o de las
partes) pueden ser eliminados, siendo, por ende, posible sustraerle a su
aplicación, sin que su omisión afecte a la existencia o validez del acto jurídico.

c) Efectos accidentales: son aquellos que las partes pueden, en virtud de la


autonomía privada, incorporar a los actos jurídicos.

Si las partes los incorporan al acto jurídico, se encuentran obligadas a su


cumplimiento.

Otra Clasificación De Los Efectos De Los Actos Jurídicos

Otra clasificación distingue entre efectos directos y efectos indirectos:

a) Efectos directos de los actos jurídicos: aquellos que surgen como consecuencia
inmediata y directa de la celebración de un acto jurídico.

b) Efectos indirectos de los actos jurídicos: aquellos que no surgen como


consecuencia inmediata y directa de la celebración de un acto jurídico, sino que
resultan de ciertas relaciones o situaciones jurídicas que son producto, a su vez,
de un acto jurídico.

Personas Con Respecto De Las Cuales Se Producen Los Efectos De Los Actos
Jurídicos.

Efectos De Los Actos Jurídicos entre Las Partes:

Los actos jurídicos producen efectos entre las partes que los hicieron nacer,
por regla general.

Es lógico que éstas puedan determinar el contenido y alcance práctico del


acto jurídico que puedan, asimismo, sustituirlo por otro o, si lo prefieren, dejarlo sin
efecto.

Consecuencia de la autonomía privada es, entonces, la faculta que tiene el


autor de un acto jurídico unilateral o las partes de una convención para revocar el
acto jurídico.

La revocación, para sea eficaz, requiere las siguientes condiciones


generales:

a) que emane del autor o de las partes que dieron vida al acto jurídico

b) que se haga observando las mismas formas o requisitos del acto jurídico que se
deja sin efecto.

Efectos De Los Actos Jurídicos Respecto De Terceros.

Excepcionalmente, el acto jurídico puede producir efectos respecto de


terceros, es decir, de personas que no intervinieron, ni personalmente ni
representadas, en su celebración. Con este objeto se distingue en doctrina entre
actos jurídicos unilaterales y actos jurídicos bilaterales.

a) Actos jurídicos unilaterales: Cuando el acto jurídico está destinado a crear,


modificar o extinguir una relación jurídica, sus efectos no pueden, por lo general,
radicarse exclusivamente en la persona del autor; siendo, por el contrario,
necesario que alcancen a terceros.

b) Actos jurídicos bilaterales: En la estipulación en favor de otro, del art. 1449, no


tiene la calidad del parte el tercero beneficiario.

Art. 1449: Cualquiera puede estipular a favor de una tercera persona, aunque no
tenga derecho para representarla; pero sólo esta tercera persona podrá demandar
lo estipulado; y mientras no intervenga, su aceptación expresa o tácita, es
revocable el contrato por la sola voluntad de las partes que concurrieron a él.

Constituyen aceptación tácita los actos que sólo hubieran podido ejecutarse
en virtud del contrato.

En la promesa del hecho ajeno, (del art. 1450) son partes el prometiente del
hecho ajeno y el beneficiario, sin que tenga calidad de tal el tercero que pueda
resultar obligado.

En ambas convenciones se formula una especie de llamado a un tercero,


para que acepte ser beneficiario de la estipulación a favor de otro o para que
acepte dar, o hacer o no hacer algo en beneficio de otro con la promesa del hecho
ajeno.

Ahora bien, puede ocurrir que el beneficiario de la estipulación en favor de


otro acepte detentar tal calidad, pasando así a ser acreedor de la misma, o que el
tercero que puede resultar obligado en la promesa del hecho ajeno acepte
detentar la calidad del deudor, comprometiéndose a dar, o hacer o no hacer algo
en beneficio de otra persona. Pero, para que los terceros pasen a tener calidad de
acreedor y de deudor, respectivamente, es menester su aceptación; la sola
estipulación en favor de otro o la sola promesa del hecho ajeno no les dio la
calidad de acreedor o deudor.

Luego, desde el momento en que aceptan, han pasado a convertirse en


partes de la convención, y por esto ésta los afecta.

Terceros A Quienes Pueden Afectar Los Actos Jurídicos.

Para las personas que no son parte en el contrato y que reciben la


denominación genérica de "terceros" el acto jurídico que éstas realizan puede
resultar indiferente y ajeno a sus intereses, o por el contrario, dicho acto puede
afectarlos, lo que ocurrirá cuando deriven en él consecuencias jurídicas que los
beneficien o perjudiquen.

De la consideración antedicha surge una clasificación de los terceros en


absolutos y relativos.

Terceros absolutos son aquellos para quienes el acto jurídico que celebran
las partes es indiferente, en el sentido de que no los afecta bajo ningún respecto.
En cambio, para los terceros relativos, el acto jurídico que celebran las partes
presenta un indudable interés o relevancia, por el beneficio o gravamen que
pudiera ocasionar para ellos dicho acto o contrato.

a) Los herederos, sucesores o causahabientes a título universal:

Son terceros en relación con los actos jurídicos que hubiere realizado el
causante. Los herederos pueden obtener o no un beneficio. Se benefician cuando
los actos jurídicos realizados por el causante incorporaron bienes al patrimonio de
éste, y se perjudican cuando dichos actos hicieron salir bienes del patrimonio del
causante. Dicho beneficio o perjuicio sólo se hace patente una vez producida la
apertura de la sucesión.

El tratamiento que da nuestra legislación a los herederos impide


considerarlos en calidad de terceros. Según el Código Civil los herederos
representan al causante y son los continuadores de su personalidad, por lo que
jurídicamente cabe atribuirles la calidad de partes en relación con los actos que
celebró el causante.

b) Los sucesores o causahabientes a título singular:

Son aquellas personas que han adquirido de otra una cosa o una relación
jurídica determinada, como por ejemplo el legatario, el donatario, etc.

Estos sucesores o causahabientes a título singular se van a ver afectados


por los actos o contratos realizados por su antecesor y que tengan por objeto la
cosa o relación jurídica antedicha.

c) Los acreedores De Las partes

Los acreedores de las partes, pese a su clara calidad de terceros, pueden


quedar afectados por los actos que éstas realicen.
Ineficacia De Los Actos Jurídicos

"La falta de uno cualquiera de los elementos constitutivos del negocio o de


los requisitos legales del mismo o también de los requisitos objetivos o subjetivos
podría determinar, respectivamente, la inexistencia o la invalidez del negocio.

La reacción del ordenamiento jurídico contra el acto que no cumple los


requisitos que aquél establece puede consistir en una sanción que ora afecte a los
sujetos que celebraron el acto que no se conforma con la ley, ora afecte al acto en
sí mismo.

No existe el principio general de que toda disconformidad del acto con el


ordenamiento jurídico se sanciona con la ineficacia de aquél. Porque la sanción
puede no afectar al acto, y consistir, por ejemplo, en una multa u otra pena en
contra del o de los responsables de la disconformidad.

Cuando el ordenamiento jurídico reacciona en contra del acto disconforme,


y no en contra de la persona o de las personas que lo celebraron, lo sanciona con
la ineficacia.

Clases o Especies De Ineficacia

Un acto jurídico puede ser ineficaz porque se omitió un requisito esencial


para su existencia jurídica.

O bien, la ineficacia puede provenir de la omisión de un requisito


determinado para la validez del acto.

La ineficacia puede incidir en un acto válidamente formado, pero que por


circunstancias o eventos coetáneos o posteriores a su celebración se va a ver
privado de efectos.

Ineficacia por la omisión de un requisito esencial para la existencia de un acto


jurídico.

La ineficacia por la omisión de un requisito esencial para la existencia de un


acto jurídico se llama inexistencia, e impide que el acto nazca a la vida del
derecho y que produzca efectos.

Ineficacia Por La Omisión De Un Requisito Esencial Para La Validez De Un Acto


Jurídico.

La ineficacia por la omisión de un requisito determinado por la ley para la


validez de un ato jurídico se llama nulidad.
El acto en el cual se ha omitido un requisito esencial para su validez jurídica
produce todos los efectos que le son propios, hasta que se declare judicialmente
la nulidad. La nulidad elimina la producción de los efectos del acto.

Ineficacia De Un Acto Jurídico Válidamente Formado

Podría citarse el hecho de que falle una condición suspensiva de la cual


dependía el nacimiento de un derecho, y que trae como consecuencia que el acto
no produzca efectos y que se mire como si no hubiera existido.

O bien, la ineficacia puede ser la consecuencia del cumplimiento de una


condición resolutoria, que extingue el derecho que una persona había adquirido
por un determinado acto jurídico. Se habla aquí de ineficacia por resolución de un
derecho o por resolución de un contrato.

Puede resultar de la omisión de un trámite o diligencia que la ley prescribe


para que un acto jurídico produzca efectos con respecto a terceros.

La ineficacia puede, finalmente, provenir de ciertas causas de impugnación


que, hechas valer por el interesado en forma legal, privan al negocio de eficacia.

Actos Jurídicos Impugnables

Son aquellos que "incluso reuniendo todos los requisitos de validez, pueden
destruirse en sus efectos, en virtud de acción de las partes o de tercero, por
circunstancias extrínsecas, a menudo provenientes, a las que el ordenamiento da
relevancia".

Los actos impugnables, al igual que los anulables, producen todos sus
efectos hasta que sea declarada su ineficacia por una sentencia judicial, lo que
impide que generalmente debe hacerse valer en juicio la causa de impugnabilidad
o de anulabilidad.

Los actos impugnables se diferencian de los anulables en que la ineficacia


de los primeros se debe a una circunstancia extrínseca al acto. Asimismo, a
diferencia de la nulidad, la impugnación no opera normalmente, con efecto
retroactivo.

Ineficacia Por Inexistencia En El Código Civil.

Posición De Luis Claro Solar: La teoría de la inexistencia tiene aplicación en el


Código Civil chileno:
"Si falta una de las cosas esenciales a su existencia, el acto jurídico no
puede existir, no puede producir efecto alguno, es la nada". Sostiene su teoría en:

 Art. 1444 (si falta algún requisito esencial, el acto no produce efectos)

 Art. 1701 (la falta de instrumento público en actos que lo requieran hará que
estos se tengan por no celebrados)

 Art. 1809 (de no convenirse el precio, no hay venta)

 Art 1814 (la venta de lo que se supone que existe, pero que no existe, no
produce efectos)

 Art. 2025 (el capital debe consistir en dinero, si no, no habrá censo)

 Art. 2055 (si uno de los socios no pone su aporte, no hay sociedad).

Posición De Arturo Alessandri: La teoría de la inexistencia no tiene aplicación en el


Derecho chileno, por no estar acogida en el Código Civil

Basa su teoría en que:

 El Código Civil no contempla la inexistencia, pero si regula la nulidad


absoluta

 El art. 1682 sanciona con nulidad absoluta la omisión de requisitos o


formalidades establecidas por la ley

 El art. 1682 sanciona con nulidad absoluta los actos celebrados por el
absolutamente incapaz.

Réplica de Luis Claro Solar:

a) La regulación legal de la nulidad revela que el Código parte del supuesto de que
el acto o contrato anulable existe, que produce efectos y que ha engendrado
obligaciones; lo que implica necesariamente que debe haber cumplido con los
requisitos esenciales para su existencia jurídica.

b) Dice el art. 1681 que es nulo todo acto o contrato a que falta alguno de los
requisitos que la ley prescribe para el valor del mismo, pero esto no significa que
se ha omitido un requisito de existencia, toda vez que la disposición se refiere a la
omisión de requisitos exigidos para el valor del acto, debiendo entenderse la
expresión valor como sinónimo de validez.

c) Los incapaces absolutos, como los dementes, no consienten en el acto o


contrato que ejecutan, o no pueden dar a conocer su verdadera voluntad, y poría
decirse que falta en el acto o contrato el consentimiento y no puede
perfeccionarse; pero como pueden aparentemente consentir, la ley expresamente
declara que adolece de nulidad absoluta el acto o contrato de las personas
absolutamente incapaces.

Nuestra Opinión

El legislador chileno no formuló en términos explícitos la distinción entre


requisitos de existencia y requisitos de validez de los actos jurídicos.

Creemos que implícitamente el legislador distingue entre requisitos de


existencia y de validez.

El legislador cuando se refiere a las cosas de la esencia de un contrato


cuya omisión impide que éste produzca efectos, piensa naturalmente en la
voluntad, en el objeto y en la causa, que son precisamente los requisitos de
existencia, lo que explica que no haya dicho que la omisión de una cosa de la
esencia se sanciona con la nulidad absoluta, que hubiera sido lo lógico si
descartara la inexistencia jurídica como sanción de ineficacia. En cambio, en el art.
1681 el Código se refiere a la sanción por omisión de algún requisito de validez.

El hecho de que el Código no mencione la palabra inexistencia jurídica ni


diga que la omisión de un requisito de existencia se sanciona con la inexistencia
del acto, no es causal suficiente como para afirmar que la teoría de la inexistencia
no tiene acogida dentro de nuestra legislación.

Un antecedente adicional lo encontramos en la ley 18046 sobre Sociedades


anónimas. El art. 6 dice "no existe la sociedad en cuya constitución se haya
omitido el otorgamiento de la escritura social o la oportuna inscripción o
publicación de su extracto ni la reforma en que se haya incurrido en similares
omisiones". Las omisiones en la escritura de constitución de la sociedad o en el
extracto que señala, se sancionan con la nulidad absoluta del pacto social,
distinguiéndose claramente entre la inexistencia y la nulidad en la constitución de
la sociedad.

Sin embargo, la ley 19499, que modificó el art. 6 de la ley 18046, omite la
clara referencia a la inexistencia que éste contenía ("no existe sociedad"), y
establece, por el contrario, la nulidad absoluta como sanción general. El legislador
pretendió evitar cualquier mención que permitiera sustentar la tesis de que la
inexistencia encuentra reconocimiento de la ley.

Cabe preguntarse en qué consiste la nulidad de pleno derecho y cuál es su


alcance. Sin necesidad de una sentencia judicial que declare la nulidad, la
sociedad se mira como si nunca hubiera existido, lo que justifica que el vicio
constituido por la falta de solemnidad no puede sanearse por el transcurso del
tiempo.

Estos efectos revelan que la llamada nulidad de pleno derecho es


diametralmente diferente de la nulidad que reglamenta el Código Civil. Esta última
jamás opera ipso iure o de pleno derecho, requiriendo siempre una sentencia
judicial que la declare.

Dichas diferencias, en cambio, permiten asimilar la llamada nulidad de


pleno derecho a la inexistencia.

"La inexistencia jurídica del negocio no puede resumirse en la noción de


invalidez, puesto que sólo un negocio existente puede ser válido o inválido....El
silencio de la ley sobre el negocio inexistente se justifica con la observación de
que no es necesaria una norma para establecer la ineficacia. Pero hay que
distinguir entre la falta que permite, con todo, la identificación jurídica del negocio,
falta que produce únicamente la invalidez, y la falta que, por el contrario, impide la
identificación del negocio, que es, por esto, jurídicamente inexistente. La
identificación es imposible cuando la imperfección sea tal que excluya que en un
hecho pueda reconocerse un determinado negocio

La ley establece cuáles son los elementos formales que dan lugar a la
nulidad y cuáles dan lugar a la anulabilidad del testamento. Pero supone siempre
un mínimo de requisitos a través de los cuales pueda reconocerse, en el caso
concreto, un testamento, según la naturaleza esencialmente formal del acto.

Principales diferencias entre el acto inexistente y el acto nulo

a. El acto inexistente, por no llegar siquiera a formarse o constituirse, no da


origen a ningún efecto que sea necesario destruir mediante la adecuada acción. El
acto que adolece de un vicio de nulidad nace a la vida del derecho y produce los
efectos propios del tipo a que pertenece, como si fuera válido.

b. Para que un acto sea inexistente no se requiere una sentencia judicial que
así lo declare. La inexistencia se produce de pleno derecho. Procesalmente no
existe una acción para que se declare judicialmente la inexistencia de un acto. Lo
anterior no obsta a que el juez reconozca o constate la inexistencia de un acto o
contrato en el juicio en que una parte pretenda acogerse a los efectos de un acto
inexistente y la otra alegara que no procede la producción de efectos por ser el
acto inexistente. La anulación de un acto jurídico no puede hacerse sino en virtud
de una sentencia judicial. Dicha sentencia opera con efecto retroactivo.
c. El acto inexistente no puede sanearse, esto es, adquirir existencia. En
cambio, el acto que adolece de un vicio de nulidad puede sanearse o validarse. Si
el vicio que hace posible la declaración de nulidad es de aquellos sancionados con
nulidad absoluta, dicho vicio se sanea, esto es, desaparece, una vez que
transcurre el lapso de tiempo determinado por la ley, validándose en esta forma el
acto anulable. Se dice, en este caso, que el acto que adolecería de un vicio que
hacía posible la declaración de nulidad absoluta se ha saneado por el transcurso
del tiempo.

La Ineficacia Por Nulidad En el Código Civil Chileno

La nulidad es la sanción para todo acto o contrato a que falta alguno de los
requisitos que la ley prescribe para el valor del mismo acto o contrato, según su
especie y la calidad y estado de las partes (1681 inc. 1)

Art. 1681: Es nulo todo acto o contrato a que falta alguno de los requisitos que la
ley prescribe para el valor del mismo acto o contrato, según su especie y la calidad
o estado de las partes.

La nulidad puede ser absoluta o relativa

El Código Civil reglamenta la nulidad como un modo de extinguir las


obligaciones (título XX libro IV). Sin embargo, la nulidad no extingue, propiamente,
la obligación, sino que destruye el acto o declaración de voluntad que engendró la
obligación extinguiéndose ésta por consecuencia.

Clases De Nulidad

La nulidad puede ser absoluta o relativa (art. 1681)

Las principales diferencias dicen relación con las causales para invocarla,
las personas que pueden impetrarla y con el saneamiento. Respecto de los
efectos, son los mismos, para una u otra clase de nulidad.

De esta manera

 Nulidad Absoluta: cuando existe omisión de requisitos establecidos por la


ley para el valor del acto, según su especie

 Nulidad Relativa: cuando hay omisión de requisitos para el valor del acto,
según la calidad o estado de las partes.

Principios Aplicables Para Ambas Clases De Nulidad.


a) La nulidad es una sanción de derecho estricto, lo que implica que no puede ser
aplicada por analogía

Si se omite un requisito establecido por la ley para el valor del acto según
su especie, la nulidad será absoluta; por el contrario, si se omite un requisito
establecido por la ley para el valor del acto según la calidad o estado de las
partes, la nulidad será relativa.

b) La nulidad no puede renunciarse anticipadamente, porque con ella se protegen


los intereses superiores de la colectividad ("Art. 1469: los actos o contratos que la
ley declara inválidos, no dejarán de serlo por las cláusulas que en ellos se
introduzcan y en que se renuncie la acción de nulidad").

c) Cuando dos o más personas han contratado con un tercero, la nulidad


declarada a favor de una de ellas no aprovechará a las otras. Como lo señala el
art. 1690.

d) La nulidad puede hacerse valer en juicio como acción o como excepción.

La Nulidad Absoluta

Se la define como sanción a todo acto o contrato a que falte alguno de


los requisitos que la ley prescribe para el valor del mismo acto o contrato,
según su especie (art. 1681)

Causales de Nulidad Absoluta

1. Objeto ilícito

2. Causa ilícita

3. Omisión de formalidades legales

4. Incapacidad absoluta de una de las partes

5. Falta de voluntad *

6. Falta de objeto*

7. Falta de causa*

8. Error esencial (art. 1453 sobre la especie del acto o sobre la identidad de la
cosa)

9. Falta de Solemnidades*

* para los que no aceptan la Teoría de la inexistencia de Claro Solar.


La declaración de Nulidad Absoluta

Para que un acto sea nulo y para que se produzcan los efectos de la
nulidad, es menester que una sentencia judicial previa haya declarado la nulidad
absoluta o relativa. Antes de la declaración de nulidad el acto no es nulo, sino que
es anulable.

El art. 1683 establece las distintas maneras por las cuales se puede llegar a
la declaración judicial de nulidad absoluta de un acto o contrato

Art. 1683: La nulidad absoluta puede y debe ser declarada por el juez, aún sin
petición de parte, cuando aparece de manifiesto en el acto o contrto; puede
alegarse por todo el que tenga interés en ello, excepto el que ha ejecutado el acto
o celebrado el contrato, sabiendo o debiendo saber el vicio que lo invalidaba;
puede asimismo pedirse su declaración por el Ministerio Público en el interés de la
moral o de la ley; y no puede sanearse por la ratificación de las partes, ni por un
lapso de tiempo que no pase de los 10 años

El juez puede declarar la nulidad absoluta porque dicha declaración se le


pide determinadamente por alguna de las personas a quienes la ley autoriza para
ello; o bien, el juez declara de oficio la nulidad.

Las personas facultadas para solicitar la declaración de nulidad absoluta


son las que tengan interés en que se declare la nulidad absoluta de un acto o
contrato, y el ministerio público, en el solo interés de la moral y de la ley; por su
parte, el juez puede y debe declarar de oficio la nulidad absoluta, aunque nadie se
lo pida, cuando ésta apareciere de manifiesto en el acto o contrato.

Declaración De Nulidad Absoluta A Petición De Una Persona Que Tiene Interés


En Ello

Lo normal es que el juez declare la nulidad absoluta de un acto o contrato a


petición de la persona que tiene interés en dicha declaración.

La doctrina como la jurisprudencia coinciden en que aquel debe (1) ser


pecuniario, esto es, susceptible de ser apreciado en dinero, y en que (2) debe
existir al momento de solicitarse la declaración de nulidad (interés actual). No
basta con un interés meramente moral o afectivo ni con la mera expectativa.

¿Qué personas tienen el interés requerido por la ley para pedir la


declaración de nulidad absoluta? surgen naturalmente como titulares de dicho
interés el autor del acto jurídico unilateral o cualquiera de las partes de la
convención, que son las personas respecto de las cuales el acto anulable produce
efectos.
Pero dichas personas no son las únicas. La ley no limita la facultad de pedir
la declaración de nulidad absoluta de un ato al autor o a las partes. Puede tener el
interés requerido por la ley cualquier tercero que, aun sin ser parte del acto o
contrato anulable, pudiera extraer de la declaración de nulidad consecuencias que
le son patrimonialmente beneficiosas.

La regla general de quien puede pedir la declaración de nulidad absoluta:


cualquiera que tenga interés en ello, tiene una excepción establecida, asimismo,
por el art. 1683. Así, carece de tal facultad la persona que ejecutó el acto o celebró
el contrato sabiendo o debiendo saber el vicio que lo invalidaba. Esta norma debe
interpretarse restrictivamente, de modo tal que afecta sólo a las personas a
quienes nominativamente la ley priva del derecho a demandar la declaración de
nulidad absoluta. Y es lógico porque el autor o la parte que conocía o debía
conocer el vicio de nulidad absoluta que invalidad al acto evidencia que el
conocimiento del vicio no lo inhibió de celebrarlo.

En el silencio de la ley, la jurisprudencia ha interpretado lo que significan las


palabras "sabiendo" y "debiendo saber" que emplea el art. 1683. La ley se refiere
al conocimiento directo, personal y efectivo del vicio de nulidad absoluta.

Con las palabras "debiendo saber el vicio que lo invalidaba" la ley quiere
decir que el autor del acto o la parte en el contrato no puede alegar ignorancia del
mismo, en atención a que las circunstancias obligan a presumir lo contrario.

Cuando una persona no sabía ni debía saber que contrataba con un


demente incurre en un error de hecho, toda vez que equivocadamente se
representó que contrataba con una persona plenamente capaz. Tal error de hecho
no le impide demandar la declaración de nulidad absoluta.

Un punto controvertido en nuestra doctrina es el interés en que puede


demandar la nulidad absoluta el heredero del causante que fue parte en el acto o
contrato anulable, ya que el interés del heredero puede apreciarse bajo dos
perspectivas diferentes: como si fuera la propia parte que celebró el acto o
contrato anulable, ya que el heredero representa al causante y le sucede en todos
los derechos transmisibles de éste, uno de los cuales es demandar la nulidad
absoluta del contrato en que el causante fue parte; o bien, como si fuera un tercer
ajeno al contrato celebrado por el causante, pero que puede tener, sin embargo,
un evidente interés en la declaración de nulidad de éste.

La determinación del interés en que actúa el heredero adquiere importancia


práctica en el caso de que el causante que fue parte en el acto o contrato no
hubiera podido pedir la declaración de nulidad absoluta, porque sabía o debía
saber el vicio que lo invalidaba.
Su interés no emana de la calidad de parte en el acto o contrato, sino que
de la de tercero, a quien no afecta el impedimento para pedir la declaración de
nulidad.

El tema es complejo y la solución discutible.

En nuestra opinión, se hace difícil pensar que el heredero pudiera tener en


la declaración de nulidad absoluta de un acto o contrato celebrado por el causante
un interés distinto al que hubiera presumiblemente tenido éste en la misma
declaración, lo que corrobora la interpretación de que el heredero que solicita la
declaración de nulidad absoluta ejerce un derecho en el mismo interés que tenía el
causante.

Creemos que por regla general los herederos de la parte que celebró el
acto o contrato a sabiendas del vicio que lo invalidaba no pueden pedir la
declaración de nulidad absoluta, a menos que el acto en el cual se advierte el vicio
de nulidad conocido por el causante hubiera tenido precisamente por objeto el
derecho de suceder por causa de muerte a éste y se tratara de un testamento.

El interés de los herederos en que se declare la nulidad absoluta del


testamento es un interés propio y específico, pues de dicha declaración depende
el monto de las asignaciones que, en definitiva, les corresponden en la sucesión
del difunto, lo que justifica, a nuestro juicio, que puedan instar por la mencionada
declaración, aunque el causante hubiera estado en conocimiento del vicio que
invalidaba al testamento.

Declaración de nulidad absoluta a petición del Ministerio Público.

El interés que faculta al ministerio público para solicitar dicha declaración no


es un interés pecuniario. La nulidad absoluta es de orden público y mira al interés
general de la sociedad, por lo que se concede al ministerio público la facultad de
solicitar su declaración, en el solo interés de la moral o de la ley.

Para la actuación del ministerio público la ley no requiere que el vicio de


nulidad absoluta aparezca de manifiesto en el acto o contrato.

Declaración de nulidad absoluta de oficio por el Juez

En materia civil el juez puede actuar sólo a petición de parte, siendo muy
calificadas las excepciones que lo facultan para actuar de oficio.

Una de dichas excepciones la constituye el art. 1683. La jurisprudencia ha


interpretado que tiene tal calidad el vicio que aparece en forma evidente y clara
con la sola lectura del acto o contrato que ha sido acompañado al juicio como
fundamento de las acciones o excepciones entabladas por las partes, de modo tan
que sin necesidad de recurrir a otras pruebas o antecedentes el juez se encuentra
en condiciones de advertir que en dicho acto o contrato se observa
inequívocamente un hecho que configura una causal de nulidad absoluta.

Saneamiento de la Nulidad Absoluta

La ley impide que las partes validen el acto o contrato anulable por un vicio
de nulidad absoluta.

La nulidad absoluta sólo puede sanearse por el transcurso del tiempo. El


lapso requerido por la ley es diez años, que se cuentan desde la fecha de
celebración del acto o contrato.

Nulidad Relativa

Se define como la sanción a todo acto o contrato a que falta alguno de


los requisitos que la ley prescribe para el valor del mismo acto o contrato,
según la calidad o estado de las partes.

Si se quiere saber la clase de nulidad que sanciona a un acto, es necesario


verificar si el vicio está contemplado por la ley como causal de nulidad absoluta. Si
no estuviera incluido dentro de las causales de nulidad absoluta, quiere decir que
el vicio se sanciona con nulidad relativa, lo que revela que ésta constituye la regla
general en materia de nulidad.

Las causales de nulidad relativa son:

1. Actos de los relativamente incapaces

2. Error sustancial (se atribuye a una calidad o sustancia que la cosa objeto
del contrato no tiene, acorde al art. 1454)

3. Error en la calidad accidental (si esa era la motivación para contratar)

4. Error en la persona

5. Fuerza o violencia moral grave

6. El dolo determinante

7. Omisión de formalidades

8. La lesión
Quiénes Pueden Pedir la Declaración De Nulidad Relativa.

Conforme al art. 1684 ("la nulidad relativa no puede ser declarada por el
juez sino a pedimento de parte; ni puede pedirse su declaración por el ministerio
público en el sólo interés de la ley; ni puede alegarse sino por aquellos en cuyo
beneficio le han establecido las leyes o por sus herederos o cesionarios; y puede
sanearse por el lapso de tiempo o por la ratificación de las partes"), solamente
aquellos en cuyo beneficio la ha establecido la ley, o sus herederos o cesionarios.

No puede ser declarada de oficio por el juez, aunque aparezca de


manifiesto en el acto o contrato, ni puede solicitarse su declaración por el
ministerio público o por cualquiera persona que tenga interés en ello.

La persona en cuyo beneficio la ley establece la nulidad es:

 la víctima del error, fuerza o dolo que vició su consentimiento

 el incapaz relativo que celebró el acto o contrato sin la autorización de su


representante legal

 la persona en consideración a cuya calidad o estado la ley requirió para el


valor del acto el requisito o formalidad omitido

 la persona que sufrió la lesión en los casos en que la ley la sanciona con la
nulidad relativa.

Pueden también alegar la rescisión los herederos de la persona que,


teniendo derecho a pedirla, falleció sin haberlo hecho.

Finalmente, pueden también alegar la rescisión los cesionarios de la


persona que tenía derecho a demandarla; cesionarios aquellos a quienes la
persona en cuyo beneficio la ley establece la nulidad relativa o los herederos de
ésta transfieren por acto entre vivos lo derechos que emanan del acto o contrato
anulable por el vicio de nulidad relativa.

Situación Excepcional Del Incapaz Que No Puede Demandar La Rescisión Del


Acto O Contrato.

El art. 1685 ("si de parte del incapaz ha habido dolo para inducir al acto o
contrato, ni él ni sus herederos o cesionarios podrán alegar nulidad. Sin embargo,
la aserción de mayor edad, o de no existir la interdicción u otra causa de
incapacidad, no inhabilitará al incapaz para obtener el pronunciamiento de
nulidad") contempla una norma excepcional, que priva al incapaz relativo del
derecho a pedir la declaración de nulidad relativa de un acto o contrato en que fue
parte.

El art. 1685 supone que la parte que contrató con el relativamente incapaz
lo hizo en la creencia de que éste era capaz, incurriendo así en un error que fue
provocado por las maniobras dolosas del incapaz con el propósito de engañarlo.

La ley sanciona el dolo del incapaz privándolo del derecho a alegar la


rescisión por su propia incapacidad. De esta manera se da aplicación a un
principio doctrinario que dice que nadie puede beneficiarse de su propio dolo.

La ley no considera constitutivo de dolo el engaño consistente en la simple


aserción de mayor edad o de no existir la interdicción u otra causa de incapacidad,
sancionando la falta de diligencia de la persona que no hizo nada por comprobar si
afectaba o no a la contraparte alguna causal de incapacidad legal.

Saneamiento De La Nulidad Relativa

Contemplado en el art. 1691.

Art. 1691: El plazo para pedir la rescisión durará cuatro años.

Este cuadrienio se contará, en el caso de violencia, desde el día en que


esta hubiera cesado; en el caso de error o de dolo, desde el día de la celebración
del acto o contrato.

Cuando la nulidad proviene de una incapacidad legal, se contará el


cuadrienio desde el día en que haya cesado esta incapacidad.

Todo lo cual se entiende en los casos en que leyes especiales no hubieren


designado otro plazo.

Saneamiento De La Nulidad Relativa Por El transcurso Del Tiempo.

La persona que tenía derecho a demandar la rescisión no lo hace en el


lapso de cuatro años. Transcurrido dicho plazo desaparece el vicio que hacía
rescindible al contrato.

Para determinar desde qué momento se cuenta el plazo de cuatro años, la


ley distingue:

a. Violencia o fuerza, el cuadrienio se cuenta desde el día en que hubiera


cesado

b. Error o dolo, el cuadrienio se cuenta desde la celebración del acto o


contrato
c. Incapacidad legal, el cuadrienio se empieza a contar desde el día que haya
cesado la incapacidad.

La ley nada dice para el caso de una incapacidad especial que se sancione
con la nulidad relativa. Algunos que aplican para este caso el art. 1691, piensan
que el cuadrienio empezaría a correr desde el día que cesa la incapacidad. Otros
estiman que el cuadrienio empezaría a correr desde el día de la celebración del
acto o contrato.

Situación Que Se Produce Cuando La Persona Que Puede demandar la rescisión


Muere

El art. 1692 distingue, si los herederos son mayores o menores de edad; y


por otra, si el cuadrienio había empezado a correr o no

a) Situación de los herederos mayores de edad: Si los herederos son mayores de


edad y el cuadrienio no ha empezado a correr, éstos disponen del plazo de cuatro
años para pedir la declaración de rescisión del acto o contrato rescindible, que se
cuenta desde la muerte de éste.

Si los herederos son mayores de edad y el cuadrienio ha empezado a


correr, podrán pedir la rescisión en el tiempo que falte para cumplir los cuatro
años.

b) Situación De Los herederos menores de edad.

Se hace necesario distinguir si el cuadrienio había empezado o no a correr,


gozando los herederos menores de edad del cuadrienio completo o su residuo a
contar del día que lleguen a edad mayor.

La ley establece la suspensión del plazo para demandar la rescisión del


acto o contrato únicamente en beneficio de los herederos menores de edad para
quienes dicho plazo empieza a correr una vez que lleguen a la mayoría de edad.

El art. 1692 presenta un problema de interpretación, constituido por el


hecho de que si bien es claro el sentido del inc. final de dicho art. en cuanto a que
éste establece una excepción, lo que no aparece con la misma claridad es el
alcance que corresponde atribuir a la excepción, pues ésta puede encontrarse
referida solamente a la situación del inc. inmediatamente precedente. Si se
interpreta el inc. final del art. 1692 en el sentido de que con las palabras "pero en
este caso" la ley se refiere exclusivamente a la situación de los herederos
menores de edad beneficiados con la suspensión, que por estar contemplada en
el inc. inmediatamente precedente constituye el caso a que alude la norma, el
heredero menor de e edad que se acogiera al beneficio de la suspensión porque el
cuadrienio o su residuo no había empezado a su respecto a correr, no puede
quedar favorecido indefinidamente con la suspensión, ya que los herederos que se
acogieran a tal beneficio pueden pedir la declaración de nulidad relativa no más
allá de diez años contados desde la fecha del acto o contrato.

Si se estimara que la regla contenida en el inc. final del art. 1692 se aplica
tanto para los herederos mayores como para los menores, cabe concluir que
vencido el plazo de diez años contados desde la fecha de la celebración del acto
contrato se extingue el derecho que tienen los herederos para pedir la declaración
de nulidad relativa, aunque al cabo de dicho plazo los herederos aún gozaren de
cuadrienio completo o de su residuo.

A diferencia de la nulidad absoluta, que se sanea transcurridos diez años


desde la fecha del acto o contrato, la nulidad relativa no necesariamente se sanea
transcurridos cuatro años y ni siquiera diez desde la fecha de la celebración del
contrato cuando el vicio que lo hace rescindible es la incapacidad relativa de una
de las partes, que no ha cesado.

Existen argumentos para atribuir al inc. final del art. 1692 el sentido o
alcance que se desprende de la interpretación que criticamos.

Opinamos que el plazo para demandar la rescisión en caso de fuerza o


incapacidad, se cuenta desde que la fuerza o incapacidad ha cesado, sin que
importe para tal efecto que hayan transcurrido más de diez años desde la
celebración del contrato. En consecuencia, si la persona que tiene derecho a
demandar la rescisión muere, transmite dicho derecho a sus herederos, sea cual
fuere el plazo transcurrido desde la celebración del contrato.

Las consideraciones que preceden nos inducen a pensar que cuando el


Código Civil dice en el inc. final del art. 1692 "pero en este caso no se podrá pedir
la declaración de nulidad pasados diez años desde la celebración del acto o
contrato" se está refiriendo a la situación prevista en el inc. anterior, esto es, la de
los herederos menores, a quienes se suspende el cómputo del cuadrienio o su
residuo, hasta que llegan a edad mayor.

La norma pretende beneficiar a los herederos menores y no perjudicarlos.


Para ello, cualquiera interpretación que deje a los herederos menores en una
situación desmedrada en relación con los mayores debe rechazarse.

Saneamiento Por La Ratificación O Confirmación Del Acto Rescindible.

Puede sanearse o validarse por la confirmación o ratificación.

La confirmación es el acto jurídico unilateral por el cual la persona que tenía


el derecho de alegar la nulidad relativa renuncia a esta facultad, saneando de esta
manera el vicio de que adolece el acto o contrato rescindible.

La convalidación o confirmación "se revela en sustancia como una renuncia


al derecho de anulación, al derecho de exigir la anulación por vía de acción o por
vía de excepción o de cualquier manera".

La confirmación encuentra su fundamento en el art. 12 del CC.

Clasificación De La Confirmación

Puede ser expresa o tácita

a) confirmación expresa: se produce cuando la parte que tiene derecho a pedir la


rescisión de un acto jurídico, o los herederos o cesionarios de ésta, en términos
explícitos y directos, declaran su voluntad de validar dicho acto, hacienod
desaparecer el vicio que lo afecta.

b) confirmación tácita: ratificación tácita, o confirmación tácita, consiste en la


ejecución voluntaria de la obligación contratada (art. 1695).

Análisis De Algunos Problemas Doctrinarios En Relación Con La Confirmación


Tácita

Se producen algunos problemas de interpretación con la confirmación


tácita.

a) ¿Qué significa ejecución voluntaria de la obligación?:

 Para algunos, es la que se hace en forma libre y espontánea, con la


voluntad exenta de vicios.

 Para otros, no sólo supone la ausencia de vicios, sino que, además, el


conocimiento del confirmante del motivo de anulabilidad.

La primera interpretación considera que el error de hecho consistente en la


ignorancia de que el acto o contrato adolece de un vicio de nulidad relativa, impide
considerar que la ejecución de la obligación ha sido voluntaria para el efecto de
desprender de dicho acto una ratificación o confirmación tácita.

La segunda interpretación considera que tanto el error de hecho como el de


derecho, consistente éste en el desconocimiento de la sanción de nulidad relativa
que la ley establece para el vicio se oponen a la voluntariedad de la ejecución que
supone la confirmación tácita.
Concordamos con esta segunda interpretación, porque, a nuestro parecer,
la voluntariedad de la ejecución requiere, en primer término, una representación
fiel y acertada de la realidad o, lo que es lo mismo, un conocimiento cabal de la
situación, tanto en el hecho como en el derecho. Necesariamente para lograr ese
conocimiento el sujeto debe saber, por una parte, que el acto adolece de un vicio;
y por otra, que puede eximirse de responsabilidad por la existencia de dicho vicio y
no cumplir la obligación. si en pleno conocimiento de lo anterior opta por ejecutar
la obligación de cuyo cumplimiento pudo eximirse, está ejecutando la obligación
voluntariamente y saneando tácitamente el acto rescindible.

b) ¿Podría otro hecho, además de la ejecución voluntaria de la obligación,


importar confirmación tácita? Se cita como posible caso de convalidación tácita el
hecho de que una persona que tiene derecho a alegar la rescisión, pese a estar
en conocimiento del vicio y de sus efectos, solicite a la parte acreedora del
contrato rescindible un plazo para pagar la obligación.

La opinión mayoritaria se inclina por estimar que sólo cabe la confirmación


tácita por la ejecución voluntaria de la obligación contratada, sin que pueda
atribuírsele tal carácter a otros comportamientos.

Existe una manifiesta relación entre la confirmación y la renuncia, pues toda


confirmación, sea expresa o tácita, involucra la renuncia al derecho a alegar la
rescisión de un acto o contrato.

c) ¿Es necesario para que exista confirmación tácita que el acto se ejecute en su
totalidad o basta con la ejecución de una parte? Otro punto debatido para que
exista convalidación tácita, es necesario que se ejecute el contrato en su totalidad
o, al menos, en su mayor parte o si basta, por el contrario, con la ejecución de una
pequeña parte.

Para nuestro Código civil, basta este hecho, sin distinguir si la obligación
ejecutada implica cumplimiento del contrato en su totalidad o en una parte.

Características De La confirmación

1. Acto jurídico unilateral (requiere sólo la voluntad del confirmante)

2. Acto jurídico accesorio

3. Es irrevocable (quien confirma un acto rescindible no podrá con


posterioridad desconocer la confirmación)

4. Opera con efecto retroactivo.

Requisitos De La Confirmación
a) La confirmación sólo opera tratándose de un vicio que la ley sanciona con
nulidad relativa

b) La confirmación debe necesariamente provenir de la persona que tiene derecho


a alegar la nulidad relativa, como lo establece el art. 1696

c) El confirmante debe ser capaz de contratar. La confirmación no escapa a la


regla general que requiere, para la validez de los actos jurídicos, que éstos se
realicen por personas capaces.

d) La Confirmación debe hacerse en tiempo oportuno, entendiéndose por tal el


que media entre la celebración del acto rescindible y la declaración judicial de
nulidad.

e) La confirmación debe efectuarse después de haber cesado la causa de


invalidez.

f) La confirmación, cuando es expresa, debe cumplir con las mismas


solemnidades a que por ley está sujeto el acto o contrato que se confirma.

Diferencias Entre La Nulidad Absoluta Y La Nulidad Relativa.

(hacer tabla)

Nulidad Absoluta

 Personas que pueden pedirla: todo el que tenga interés, salvo al que
celebró el acto y conocía el vicio; Fiscalía de la Corte Suprema.

 Reclamación de oficio por el Juez: cuando el vicio aparece de manifiesto

 Saneamiento por el paso del tiempo: transcurridos 10 años

 Saneamiento por confirmación: no se puede sanear por confirmación

Nulidad Relativa

 Personas que pueden pedirla: la persona en cuyo beneficio lo ha


establecido la ley, sus herederos o cesionarios

 Reclamación de oficio por el juez: Nunca

 Saneamiento por el paso del tiempo: Transcurridos 4 años.

 Saneamiento por confirmación: Por confirmación o ratificación (art. 1695).

Nulidad Total y Nulidad Parcial:


Invalidez total y parcial

Nulidad absoluta o relativa puede afectar al acto jurídico en su totalidad o


en una parte. Existe nulidad total cuando el vicio afecta a todas las partes y
cláusulas del acto jurídico.

Existe nulidad parcial, cuando el vicio afecta sólo a una parte o una cláusula
del acto jurídico; o cuando afecta a una parte o a un elemento de una cláusula.

La invalidez de una parte ¿implica la invalidez de todo el negocio? Si sí, es


evidente que se tiene en el caos también, por resultado, invalidez total; si no, la
invalidez continúa siendo parcial, es decir, circunscrita a aquella parte del negocio
a la cual atañe la causa de la misma invalidez.

Principios Doctrinarios Aplicables a la Nulidad Parcial:

En caso de invalidez parcial:

a) La parte o cláusula inválida se separa y aparta del acto jurídico, quedando éste
válido en todo lo no afectado por el vicio de nulidad.

b) La parte o elemento de la cláusula afectado por nulidad se tiene por no


existente, y la cláusula se reduce ("reducción interna de la cláusula").

Los principios anteriores no se pueden aplicar si la parte del acto jurídico


que no está afectada directamente por la invalidez "es por su naturaleza
dependiente o accesoria respecto a la inválida, o de cualquiera manera es tal que
para el ordenamiento jurídico no puede tener existencia autónoma".

Tampoco es posible la aplicación de los antedichos principios si se prueba


que sin la parte o cláusula inválida, el acto jurídico no se habría realizado; o que
sin aquella parte o aquel elemento la cláusula no se habría estipulado.

Invalidez Parcial En El Código Civil

No contiene una norma que solucione expresamente el problema de la


invalidez parcial.

Sin embargo, pueden citarse varios casos, como por ej., en materia
testamentaria (art. 966); en tema de asignaciones, el art. 1058; el art. 1401 dice
que las donaciones entre vivos superior a dos centavos que no se insinuare es
nula en lo que exceda a dicha suma; el art. 1409 dice que la donación a titulo
universal comprendiere bienes futuros del donante, será nula sólo en lo que
respecta a dichos bienes; el art. 2344 señala que cuando el fiador se obliga en
términos más onerosos que el deudor principal, la fianza será nula en el exceso; el
art. 770, el usufructo constituido a favor de una corporación o fundación por más
de treinta años es nulo en el exceso.

Efectos De La Nulidad

Tanto la nulidad absoluta como la relativa no producen sus efectos ipso


iure. Para que se produzcan los efectos propios de la nulidad es menester la
existencia de una sentencia judicial.

Con anterioridad a la dictación de la sentencia, el acto o contrato que es


anulable o rescindible por el vicio que lleva consigo produce, no obstante, todos
sus efectos, como si fuera válido.

La acción o excepción de nulidad tiene precisamente por objeto advertir o


llamar la atención del juez sobre la existencia de un vicio a fin de que éste declare
la ineficacia del acto.

Los efectos son los mismos, sea que se declare la nulidad absoluta de un
acto o contrato, sea que se declare la rescisión. Declarada judicialmente la nulidad
de un acto o contrato, en lo que atañe a los efectos de dicha declaración da lo
mismo que se haya declarado la nulidad absoluta o relativa.

Efectos que produce la Nulidad Para las partes que celebraron el acto o contrato
nulo

Conforme al inc. primero del art. 1687 "la nulidad pronunciada en sentencia
que tiene fuerza de cosa juzgada, da a las partes derecho para ser restituida al
mismo estado en que se hallarían si no hubiese existido el acto o contrato nulo; sin
perjuicio de lo prevenido sobre el objeto o causa ilícita".

El acto que adolece de un vicio de nulidad produce todos los efectos que le
son propios, no obstante la existencia del vicio, y que declarada judicialmente la
nulidad, el acto deja de producir efectos, fingiendo la ley en virtud del efecto
retroactivo con que opera la nulidad que el acto nunca existió y que, por lo mismo,
no produjo efecto alguno. Como lo establece expresamente el art. citado, las
partes adquieren un derecho, que tiene como fuente la ley, para ser restituidas al
mismo estado o situación en que se hallarían si no hubiese existido el acto o
contrato nulo, para lo cual la ley establece dos mecanismos:

1) La extinción de las obligaciones que engendró el acto

2) La obligación, correlativa al derecho antes mencionado, de efectuar


determinadas prestaciones.

Para que las partes vuelvan al estado en que se encontraban con


anterioridad al acto o contrato nulo puede no ser suficiente la extinción de las
obligaciones que el contrato engendraba y sí ser necesarias determinadas
prestaciones, que consisten, en líneas generales, en la restitución de lo que se
recibió en virtud de tal acto.

Se distingue si el acto engendraba o no obligaciones, y en el primer caso, si


éstas se habían cumplido por una o por ambas partes concluyéndose que si el
acto engendraba obligaciones y éstas no se habían cumplido, la nulidad opera su
extinción de acuerdo con el art. 1567 n° 8, y que en los demás casos opera el inc.
primero del art. 1687, que obliga a una o a ambas partes a efectuar determinadas
prestaciones.

Esta distinción presenta algunas imprecisiones que no la hacen


aconsejable. La regla que determina que en el caso de que las obligaciones no se
hubieran cumplido por ambas partes el efecto de la nulidad se consigue
simplemente con la extinción de éstas, es equivocada para el evento de que se
hubiera declarado la nulidad de un contrato real que engendraba la obligación de
restituir la cosa.

El efecto propio de la declaración de nulidad como claramente lo establece


el art. 1687, es el derecho que se concede a las partes de ser restituidas al estado
en que se hallarían si no hubiese existido el acto o contrato nulo; así si este
engendraba obligaciones que no se encontraban cumplidas, tal derecho se
satisface con la extinción de ellas. En cambio, si la extinción de obligaciones no
permite, sin más, que se produzca el efecto tantas veces mencionado, deberá una
de las partes o ambas efectuar las prestaciones determinadas por la ley, que
reciben la denominación de restituciones mutuas.

Lo primero que se debe restituir es la cosa que una o ambas partes recibió
con anterioridad a la declaración de nulidad del acto o contrato. La obligación de
restitución de la cosa no admite excepción alguna, ni siquiera en beneficio de la
parte que se encontraba de buena fe.

Para estos efectos, se entiende de mala fe a la parte del acto o contrato


nulo que recibió la cosa en conocimiento del vicio que hacía anulable el acto; y de
buena fe a quien la recibió con la convicción de haberla adquirido por medios
legítimos, exentos de cualquier vicio de nulidad.

Excepciones a La Regla General Establecida Por El Art. 1687.

A) Declaración De Nulidad Por Objeto O Causa Ilícita:

La referencia debe entenderse hecha al artículo 1468 ("no podrá repetirse


lo que se haya dado o pagado por un objeto o causa ilícita a sabiendas"), que dice
que no podrá repetirse lo que se haya dado o pagado por un objeto o causa ilícita
a sabiendas.

Declarada la nulidad absoluta de un acto o contrato por objeto o causa


ilícita, quien lo celebró a sabiendas de que adolecía de uno de los vicios
mencionados no puede exigir la restitución de lo que se dio o pagó en virtud del
contrato, pese a que él puede estar obligado a restituir lo que recibió, a su vez.

"Quien ha realizado una prestación para un fin que, incluso por parte suya,
constituye una ofensa para las buenas costumbres, no puede repetir lo que se ha
pagado".

B) Situación del poseedor de buena fe en la restitución de frutos.

El poseedor de buena fe no está obligado a restituir los frutos naturales y


civiles que hubiere percibido antes de la contestación de la demanda.

C) Situación en que se encuentran las partes como consecuencia de la


declaración de nulidad de un contrato por la incapacidad de una de ellas.

Art. 1688: Se declara nulo el contrato celebrado con una persona incapaz sin los
requisitos que la ley exige, el que contrató con ella no puede pedir restitución o
reembolso de lo que gastó o pagó en virtud del contrato, sino en cuanto probare
haberse hecho más rica con ello la persona incapaz.

Se entenderá haberse hecho más rica, en cuanto las cosas pagadas o las
adquiridas por medo de ellas, le hubieren sido necesarias; o en cuanto las cosas
pagadas o las adquiridas por medio de ellas, que no le hubieren sido necesarias
subsistan y se quisiere retenerlas.

La excepción a la regla general de las restituciones mutuas que beneficia al


comprador del ejemplo consiste en que no queda obligado a restituir la cosa que
recibió del vendedor, a menos que éste probare que el incapaz se ha hecho más
rico. El incapaz se hace más rico en dos casos:

 cuando las cosas pagadas o las adquiridas por medio de ellas le hubiesen
sido necesarias

 cuando no siéndole necesarias subsistan en poder del incapaz y éste


quisiera retenerlas.

Conforme al art. 1688, la ley protege a los incapaces, pues teme que éstos,
cuando actúan sin los requisitos que la ley exige, no den una adecuada inversión a
lo que obtengan en virtud de un contrato del cual han sido partes. El temor o
aprensión del legislador no justifica la excepción si el incapaz en la práctica no
hubiera actuado como la ley presume que lo harían los incpaaces, sino que, por el
contrario, como lo hubiera hecho una persona plenamente capaz, que da una
inversión razonable a las cosas que adquiere cuando las destina a satisfacer una
necesidad o que conserva dichas cosas en su poder aunque no le hayan sido
necesarias, que constituyen precisamente los casos en que la ley considera que el
incapaz se ha hecho más rico.

La disposición excepcional del art. 1688 sólo tiene aplicación cuando la


nulidad del acto o contrato se declara, precisamente, por la causal de incapacidad
absoluta o relativa de una de las partes, y no por otro vicio.

D) Situación de la persona que adquiere el dominio de la cosa por prescripción

No está obligada a restituir la cosa que recibió en virtud del aco o contrato
nulo la parte que, habiendo adquirido la posesión de la misma, ha ganado el
dominio de ésta por el modo de adquirir prescripción adquisitiva.

De esta manera, el poseedor que por la declaración de nulidad está


obligado a restituir la cosa, puede legítimamente retenerla en su poder si a la
fecha en que se le exige la restitución es dueño por prescripción adquisitiva.

Efectos De La Nulidad Judicialmente Declarada En Relación Con Terceros

La nulidad judicialmente declarada da acción reivindicatoria contra terceros


poseedores (Art. 1689)

Art. 1689: La nulidad judicialmente pronunciada da acción reivindicatoria contra


terceros poseedores; sin perjuicio de las excepciones legales.

El efecto de la nulidad contra terceros se justifica en el efecto retroactivo


con que ésta opera en virtud de la ficción de la ley de que nunca tuvo existencia el
acto o contrato nulo.

¿Afecta la nulidad del contrato de compraventa al tercero que deriva su


derecho de una de las partes? ¿podrá "A" perseguir la cosa y reclamar la
restitución del tercero que la posee?

El art. 1687, que establece los efectos de la nulidad entre las partes,
consagra el derecho que tiene cada una de éstas para exigir a la otra la restitución
de lo que se dio o pagó en virtud del contrato, derecho que tiene el carácter de
personal, pues sólo puede reclamarse de la parte obligada a la restitución y del
cual emana una acción personal que solamente puede entablarse en contra de
dicha parte por la otra que reclama la restitución. A la sola luz de lo dispuesto en el
art. antes citado, no cabe la posibilidad de una acción en contra de terceros. Sin
embargo, el art. 1689 soluciona el problema otorgando expresamente una acción
real a la parte que tiene según el art. 1687, derecho a exigir la restitución de la
cosa, la acción reivindicatoria, que dicha parte podrá ejercer en contra del tercero
que la posea.

Quien reivindica debe ser dueño de la cosa, ¿y quién es el dueño? Si


recordamos que la declaración de nulidad retrotrae a las partes al estado en que
se hallaban con anterioridad al acto o contrato nulo, debemos concluir que el
dueño de la cosa es "A", pues tenía tal calidad al momento de celebrarse la
compraventa nula.

La regla general del art. 1689 no distingue si los terceros están de buena o
mala fe, es decir, si conocían o no la circunstancia de haber adquirido la cosa con
un vicio de nulidad.

La acción reivindicatoria puede intentarse en contra de terceros adquirentes


de buena o mala fe.

Excepciones a la regla general del art. 1689

El mismo art. 1689 señala que le ejercicio de la acción reivindicatoria en


contra de terceros poseedores se entiende sin perjuicio de las excepciones
legales.

Las aludidas excepciones son:

1. Caso del poseedor que ha adquirido el dominio por prescripción adquisitiva:


El tercero que tiene la cosa en su poder sin ser dueño de la misma, en virtud de la
tradición adquiere la posesión de la cosa, que le permite ganar el dominio por el
modo de adquirir denominado prescripción adquisitiva, o usucapión, que supone
posesión de la cosa por un cierto lapso de tiempo. Si el poseedor llega a adquirir
el dominio por prescripción, quiere decir que el anterior titular ha perdido dicho
derecho, por lo que mal puede reivindicar.

2. Caso del heredero indigno que enajena bienes de la herencia: Según el art.
974, declarada judicialmente la indignidad del heredero o legatario, éste es
obligado a la restitución de la herencia o legado con sus accesiones y frutos. Si el
indigno ha enajenado los bienes que adquirió, los herederos a quienes beneficia la
declaración de indignidad tendrán acción, pero sólo contra los terceros de mala fe.

Art. 974: La indignidad no produce efecto alguno, si no es declarada en juicio a


instancia de cualquiera de los interesados en la exclusión del heredero o legatario
indigno.
Declarada judicialmente, es obligado el indigno a la restitución de la
herencia o legado con sus accesiones y frutos.

3. Caso del comprador que es condenado a restituir la cosa cuando se ha


declarado la rescisión de la compraventa por lesión enorme: Las enajenaciones o
gravámenes que hubiera hecho el comprador sobre la cosa adquirida antes de
que se pronuncie en su contra la rescisión por lesión enorme, no quedan sin
efecto como consecuencia de ésta. El art. 1895 obliga al comprador que se halle
en el caso de restituir la cosa a "purificarla" previamente de las hipotecas u otros
derechos reales que hubiera constituido sobre ella.

Art. 1895: El comprador que se halle en el caso de restituir al cosa, deberá


previamente purificarla de las hipotecas y otros derechos reales que hayan
constituido en ella.

Conversión Del Acto Nulo

Se define la conversión como el Medio jurídico en virtud del cual un


negocio se salva de la nulidad, convirtiéndose en otro distinto, que sustituye
al primero, en la medida de lo posible, salvaguardando con ello hasta ese
límite el fin perseguido por las partes. Para que esta sustitución se opere, es
preciso que en el negocio nulo se contengan los requisitos sustanciales y
formales del negocio en que se convierte.

Requisitos Para Que Opere La Conversión

1) Que el acto nulo cumpla con todos los requisitos que se exigen para el acto
diverso en que se transforma

2) Que las partes tengan conocimiento de la ineficacia del primer acto.

Cita Stolfi como posibles casos de conversión una compraventa de


inmuebles, que constatando por instrumento privado no vale como compraventa,
pero que podría tener eficacia como promesa de compraventa; o u mutuo ineficaz
por no haber sido entregada la cosa o la suma prestada, podría producir efectos
como promesa de mutuo.

La Teoría De La Conversión En El Código Civil

El código civil chileno no contempla ninguna norma que permita que el


contrato nulo produzca los efectos de otro diverso.
El art. 1444, al señalar los elementos de la esencia de un contrato, dice que
su omisión trae como consecuencia que o no produzca efecto alguno o que
degenere en otro contrato diferente.

Cabe analizarlo, más bien, bajo la perspectiva del error, generalmente de


derecho, que determina que las partes den una denominación o calificación
equivocada a un acto que la ley denomina o califica de otra manera. Se producen
los efectos del acto que se perfeccionó porque contenía todas las cosas de la
esencia del mismo, en especial, el consentimiento de las partes, que querían
celebrar ese acto al cual dieron una denominación o calificación equivocada. Pero
en sí, existe un solo contrato.

Los arts. 1701 y 1138 del CC hacen posible extraer con mayor propiedad el
principio de la conversión. El primero dice que el instrumento público defectuoso
por incompetencia del funcionario o por otra falta en la forma, valdrá como
instrumento privado si estuviera firmado por las partes.

Art. 1701: La falta de instrumento público no puede suplirse por otra prueba en los
actos y contratos en que la ley requiere esa solemnidad; y se mirarán como no
ejecutados o celebrados aún cuando ellos se prometa reducirlos a instrumento
público dentro de cierto plazo bajo una cláusula penal: esta cláusula no tendrá
efecto alguno.

Fuera de los casos indicados en este artículo, el instrumento por


incompetencia del funcionario o por otra falta en la forma, valdrá como instrumento
privado si estuviere firmado por las partes.

Por su parte, el art. 1138 dice que las donaciones entre cónyuges valen
como donaciones revocables.

Art. 1138: Son nulas las donaciones revocables de personas que no pueden testar
o donar entre vivos. Son nulas asimismo las entre personas que no pueden recibir
asignaciones testamentarias o donaciones entre vivos unas de otras.

Sin embargo, las donaciones entre cónyuges valen como donaciones


revocables.

Derivado del hecho que no existe en el Código una disposición que permita
expresamente la conversión del acto nulo en otro válido, no cabe sino concluir que
la posibilidad de conversión se encuentra restringida exclusivamente a los casos
particulares en que la ley la permite.

El Error Común Acerca De La Causa De Invalidez


La aplicación irrestricta de los principios generales en materia de nulidad
puede llevar en la práctica a situaciones injustas, y se cita como ejemplo la
hipótesis del contrato nulo, celebrado por las partes en la convicción de que no
contiene vicio alguno de nulidad y que es plenamente válido.

"A fin de conciliar el derecho y la equidad a algunos les parece oportuno


apoyarse en el principio 'error communis facit ius' para sostener que el error no
individual, sino común, en torno a la causa de invalidez completa o incompleta del
negocio lo hace inatacable, como si hubiese sido válidamente constituido.

La posición de la doctrina francesa estima que el error compun sobre la


causa de nulidad valida al acto o contrato en que incidió el vicio, de modo que
aquél producirá todos los efectos que le son propios, como si fuera plenamente
eficaz.

Fundamentos De La Teoría Del Error Común

a) Fundamento histórico: aceptado por el derecho romano, como se desprende de


la conocida máxima "error communis facit ius".

b) Fundamento Jurídico: Se dan dos razones:

 La tendencia del legislador de proteger la buena fe, la que se da incluso


cuando el error no es común, sino que individual, como ocurre en la institución del
matrimonio putativo, en la cual, aunque el error sea de uno de los cónyuges, si
éste estaba de buena fe y existía justa causa de error, se van a producir los
mismos efectos que el matrimonio válido.

 Hecho de que la nulidad se impone como una sanción a quienes celebran


un acto jurídico que no cumple con los requisitos establecidos por la ley para su
validez, lo que obliga a suponer culpas o negligencias, aunque sea mínima, en la
persona que contrató pese a la existencia del vicio de nulidad, "sería injusto que
se dieran las consecuencias de la nulidad en caso de que, existiendo error común,
no se dé culpa punible: si la finalidad de la sanción es constreñir o, al menos,
inducir a las partes a observar la ley, es obvio que el resultado no pueda
conseguirse cuando las mismas ignoren o se hallen en la imposibilidad de conocer
que en el caso concreto la norma ha sido infringida" (Stolfi)

Requisito Del Error Para Validar Un Acto Nulo:

Se exige en doctrina:

1) El error debe ser común; debe haber sido "compartido por la generalidad de los
que se hallen en las mismas circunstancias que las partes en el tiempo y lugar en
que el acto ha sido concertado.

2) El error debe ser excusable; debe existir un justo motivo de error, es decir, una
apariencia que justificadamente induzca a error.

3) Buena fe de quienes incurren en el error.

Doctrina Que Rechaza El Efecto Validante Del Error Común Como Principio
General.

Para un sector dela doctrina, el error carece del efecto validante que
tradicionalmente se le atribuye. Salvo cuando lo ordene una norma excepcional y
necesariamente expresa, no prevalece el principio "error communis facit ius". Y se
funda en que:

a) En relación con el argumento histórico, no es efectivo que los romanos


establecieron como principio general el efecto validante del error común. La
interpretación que así lo afirma resulta de una deformación histórica de algunos
pasajes del Digesto.

b) En relación con el argumento histórico no es efectivo que la nulidad sea una


sanción que requiera para la producción de sus efectos culpa o negligencia por
parte de quien celebró el acto jurídico, sino que, por el contrario, constituye una
sanción de carácter estrictamente objetivo, que prescinde de las circunstancias o
estados subjetivos de las personas.

No es necesario recurrir a la máxima "error communis facit ius", pues en la


mayoría de los casos en que se pretende aplicarla, el legislador, guiado por
razones de justicia, equidad y de protección a la buena fe de las partes o de los
terceros, expresamente ha contemplado una disposición que le da validez al acto
o contrato nulo.

"Las normas en cuestión son de carácter excepcional, y por lo tanto, sólo


pueden aplicarse a os casos previstos en ella".

La Teoría Del Error Común En El Código Civil Chileno.

Nuestro Código Civil no contempla ninguna norma que reconozca


expresamente y en términos generales el efecto validante del error común. Sin
embargo, contiene varias disposiciones que manifiestamente se fundan e inspiran
en la teoría del error común, como son, los arts. 1013 en relación con el 1012, 704
n°40 y 1576
Art. 1013: Si alguna de las causas de inhabilidad expresadas en el artículo
precedente no se manifestare en el aspecto o comportación de un testigo, y se
ignorare generalmente en el lugar donde el testamento se otorga, fundándose la
opinión contraria en hechos positivos y públicos, no se invalidará el testamento por
la inhabilidad real del testigo.

Pero la habilidad putativa no podrá servir sino a uno solo de los testigos.

Art. 1012: No podrán ser testigos en un testamento solemne, otorgado en Chile:

1. Derogado

2. Los menores de dieciocho años

3. Los que se hallaren en interdicción por causa de demencia

4. Todos los que actualmente se hallaren privados de la razón

5. Los ciegos

6. Los sordos

7. Los mudos

8. Los condenados a alguna de las penas designadas en el art. 267, numero


7, y en general, los que por sentencia ejecutoriada estuvieren inhabilitados para
ser testigos

9. Los amanuenses del escribano que autorizare el testamento

10. Los extranjeros no domiciliados en Chile

11. Las personas que no entiendan el idioma del testador, sin perjuicio de lo
dispuesto en el art. 1024.

Dos a lo menos de los testigos deberán estar domiciliados en la comuna o


agrupación de comunas en que se otorgue el testamento y uno a lo menos deberá
saber leer y escribir, cuando sólo concurran tres testigos, y dos cuando
concurrieren cinco.

Art. 704: No es justo título:

4° El meramente putativo, como el del heredero aparente que no es en realidad


heredero; el del legatario cuyo legado ha sido revocado por un acto testamentario
posterior, etc.

Art. 1576: Para que el pago sea válido, debe hacerse o al acreedor mismo (bajo
cuyo nombre se entienden todos los que les hayan sucedido en el crédito, aun a
título singular, o a la persona que la ley o el juez autoricen a recibir por él, o a la
persona diputada por el acreedor para el cobro.

El pago hecho de buena fe a la persona que estaba entonces en posesión


del crédito, es válido, aunque después aparezca que el crédito no le pertenece.

No obstante, la falta de una disposición expresa, el efecto validante del


error común constituye un principio general aceptado por nuestro derecho,
aplicable inclusive a las hipótesis que no estén especialmente previstas por el
legislador.

La Representación En Los Actos Jurídicos

Es posible que el autor del acto jurídico unilateral o una de las partes de la
convención se encuentre impedida para concurrir personalmente a su celebración,
lo que ocurre, por ejemplo, si el día de la firma de la escritura pública en la notaría
se encontrara, por cualquiera causa, incapacitada para concurrir.

La ley hace posible que se encargue a otra persona la gestión de la cual el


interesado no puede hacerse cargo personalmente.

Los efectos del acto que concluye una persona a nombre de otra se radican
directamente en esta última, como si hubiera concurrido personalmente a la
celebración de dicho acto.

Las personas que pueden intervenir en un acto jurídico lo pueden hacer de


dos maneras:

1. A nombre propio

2. A nombre ajeno

Cuando actúan a nombre ajeno, están regulando intereses de terceros, en


virtud de una expresa autorización.

Se define la representación como la institución jurídica en virtud de la


cual los efectos de un acto que celebra una persona que actúa a nombre o
en lugar de otra, se radican en forma inmediata y directa en esta última,
como si ella personalmente lo hubiera celebrado.

Intervienen:

 Representado: persona en quien se radican los efectos del acto ejecutado.


 Representante: Quien celebró el acto jurídico a nombre o en lugar de otra
persona.

La representación implica, por consiguiente, la sustitución de voluntad de


una persona por la que otra en la constitución o formación del negocio jurídico.

El Código se refiere a ella en el art. 1448

Art. 1448: Lo que una persona ejecuta a nombre de otra, estando facultada por
ella o por la ley para representarla, produce respecto del representado iguales
efectos que si hubiese contratado él mismo.

Poder de Representación

Se le define como la autorización que tiene una persona para concertar


negocios por cuenta de otra, obligando exclusiva y directamente al
representado.

En derecho se habla de facultad para designar toda acción lícita que una
persona puede ejecutar en la órbita de sus propios intereses. Se distingue entre
poder y facultad. De esta manera, la facultad es el permiso que se otorga a una
persona para intervenir de hecho en las cosas que le pertenecen. El término poder
designa, en cambio, la potestad que tiene una persona para ejecutar con éxito
actos jurídicos que atañen o dicen relación con los intereses de terceros.

Nadie está facultado para disponer de los intereses ajenos; de los intereses
que se encuentran dentro de la órbita jurídica de otras personas, a menos que
tengan el poder para ello.

Se denomina "apoderamiento" al acto por el cual una persona otorga a otra


el poder de representarla.

Clases de Representación.

La representación puede ser legal o voluntaria.

Representación Legal: Supone que una persona se encuentra en la imposibilidad


jurídica de ejercer por sí sola la autonomía privada, careciendo por lo mismo, de la
aptitud de disponer de los intereses que se encuentran dentro de su órbita jurídica.

La persona que es representado legalmente carece de libertad para decidir


quién la representa. Si representante es, necesariamente, el que determina la ley.

Son representantes legales:

a) el padre o la madre
b) El adoptante del adoptado

c) El tutor o curador (art. 43)

d) el juez (art. 671 inc. 3)

e) el síndico.

Representación voluntaria: Surge exclusivamente como consecuencia de un acto


voluntario del interesado, que otorga poder a otra persona para que actúe a su
nombre

Mandato Y Representación:

La doctrina tradicional considera que existe una estrecha vinculación entre


el contrato de mandato y la representación voluntaria, en términos tales que no se
concibe la existencia de representación voluntaria sin mandato.

En nuestra opinión, el mandato y la representación voluntaria son dos


cosas muy distintas; no siendo indispensable la existencia de un mandato para
que nazca la representación voluntaria.

El mandato es un contrato definido en el art. 2116. A través de él, una


persona confía la gestión de uno o más negocios a otra, que se hace cargo de
ellos por cuenta y riesgo de la primera.

Ahora bien, la representación voluntaria surge de un apoderamiento, que es


un acto jurídico unilateral por el cual una persona confiere a otra el poder de
representarla frente a terceros, de tal modo que el representado llega a ser en
forma directa y exclusiva el titular de los derechos y obligaciones que emanan del
acto jurídico.

La diferencia más importante entre el mandato y el apoderamiento


indispensable para que exista representación voluntaria es que el primero, para
nacer a la vida del derecho, requiere del acuerdo de las voluntades de dos partes;
mientras que el segundo, como acto jurídico unilateral es que, adquiere existencia
jurídica por la sola manifestación de voluntad del poderdante.

El mandato, como señala Hupka "expresa una obligación del mandatario y


constituye para éste una necesidad de obrar", en tanto que el apoderamiento "no
es otra cosa que el consentimiento en la representación y sus efectos un poder
jurídico: el poder de representación".

Volviendo al contrato de mandato, es necesario tener presente que la


representación no es de la esencia del mandato, toda vez que el mandatario
puede o no representar al mandante.

En cambio, el apoderado tiene siempre la calidad de representante.

a) La representación voluntaria no supone necesariamente un mandato

b) si bien el apoderamiento puede existir antes que el mandato y constituir el


relación con éste un acto separado e independiente, no se puede concebir el
ejercicio del poder de representación desligado del cumplimiento del mandato.

c) La potestad de representar no es de la esencia del mandato, ya que es


perfectamente posible que el mandatario no represente al mandante.

Naturaleza Jurídica De La Representación

Teorías que explican la naturaleza jurídica de la representación:

1) Teoría de la ficción de la ley: Pothier explica los efectos de la representación en


una ficción, por medio de la cual la ley entiende que la voluntad que fue necesaria
para dar vida al acto o contrato no la manifiesta el representante, sino que el
propio representado, como si éste hubiera concurrido personalmente a la
celebración de dicho acto o contrato.

2) Teoría Del nuncio o mensajero: Savigny, dice que el representante no es más


que un simple mensajero del representado, un "portador de una declaración de
ajena de voluntad".

"El tercero que contrata con el mandatario en calidad de tal y acepta sus
proposiciones, acepta con ello, en realidad, la declaración de voluntad que el
principal ha hecho de antemano".

Hupka comenta que se llegarían a consecuencias poco satisfactorias si se


sostuviere "como Savigny y sus partidarios hacen, que la voluntad y el
conocimiento del principal son lo único decisivo, eliminándose por completo del
nexo contractual la voluntad y el conocimiento del representante".

3) Teoría Del doble contrato de Thol: Thol discrepa de la doctrina de Savigny, en


cuanto a que el representante sea un mero portador de la declaración del
principal.

Según Thol, lo que justifica que los derechos y obligaciones se radiquen


directamente en el representado es la consideración de la existencia de dos
contratos diferentes: el primero es el que celebra el representante con el tercero,
haciendo referencia a la voluntad del representado y al poder de representación; y
el segundo es el contrato que se entiende que celebra el representado con el
tercero, en virtud de dicha referencia y como consecuencia del contrato anterior.

La teoría de Thol se refuta desde un doble punto de vista:

1° Parte de la base que el representante tiene una cierta autonomía para concretar
la voluntad general del representado.

Señala Hupka que "en el caso de que el poder fijase, hasta agotarlos, todos
los puntos del negocio que se había de realizar a base de aquel, no quedaría ya
margen alguno para alguna actividad volitiva autónoma del representante, si
realmente hubiera ésta de consistir en precisar la voluntad del principal expresada
en el poder".

2° Parte del supuesto que en el poder existe una voluntad dirigida hacia la
conclusión inmediata de un acto jurídico concreto, en circunstancias que el poder,
como dice Hupka, no es ni la voluntad acabada (donde se trata de un poder
detalladísimo) ni la declaración contractual todavía imperfecta.

4) Teoría de la cooperación de voluntades: Mitteis dice que es un error atribuir al


representante o al representado la manifestación de voluntad. En la
representación existe un solo acto jurídico, acto jurídico que el representante y el
representado celebran conjuntamente.

5) Teoría que considera relevante la actuación del representante: Para Hupka, la


manifestación de voluntad necesaria para la existencia del acto jurídico proviene
siempre del representante.

"En todos los casos el representante y sólo él formula y declara la voluntad


inmediata y completa de realizar el negocio jurídico: la actividad jurídica del
representante no consiste en completar la voluntad del apoderamiento, cuando
éste aparece expresado en términos generales, ni en transmitirla sin alteración,
cuando el poder regula todos los detalles, sino en concebir y formular siempre la
inmediata disposición voluntaria en su totalidad.

Concluye Hupka que "de este modo, los efectos del negocio representativos
se hallan, ciertamente, bajo el imperio de dos voluntades: pero éstas no se
reúnen, como Mitteis enseña, en un acto de voluntad unitario, sino que producen
dos actos independientes, psicológica y jurídicamente distintos.

6) Teoría De La modalidad: Quien manifiesta su voluntad en el acto jurídico es


directamente el representante; no obstante lo cual, por ser la representación una
modalidad de los actos jurídicos, los efectos del acto celebrado por el
representante no se radican en él, como hubiera sido lo normal, sino que en la
persona del representado.

La autonomía privada autoriza a las partes para modificar los efectos que
normal y naturalmente un acto jurídico produce, lo que éstas hacen por intermedio
de una modalidad, como es la condición, el plazo y el modo, que se incorpora al
acto o contrato con el propósito de sustraerse a tales efectos. La ley entiende que
los efectos de un acto o contrato se radican en las personas que concurren
personalmente a su celebración.

Influencia de las circunstancias personales del representante o del representado


en el acto jurídico.

Las teorías sobre la naturaleza jurídica de la representación procuran


determinar a quien corresponde atribuir la manifestación de voluntad.

Hupka propone el siguiente "el conocimiento del representante no perjudica


al principal más que cuando un interés preferente de la otra parte o de un tercer
partícipe lo exige; mientras que, por otro lado, su propio conocimiento sólo deja de
perjudicarle cuando por razones de hecho o de derecho no estuviere en
condiciones de impedir al apoderado la conclusión del negocio".

En Relación con La Capacidad

Para la plena eficacia de un acto jurídico la ley requiere que tanto el autor
como las partes sean capaces.

¿Quién debe ser capaz?, ¿el representante o el representado?.

De seguirse la teoría de Savigny sólo el representado debe ser capaz.

La verdad es que ninguna de estas interpretaciones soluciona cabalmente


el problema. Para dar una respuesta a la pregunta con que se iniciaba el estudio
de este punto, se hace necesario formular algunas distinciones previas.

a) Capacidad del Representado

Hay que distinguir entre la representación legal y la representación


voluntaria.

En la representación legal el representado es, normalmente, un incapaz


absoluto o relativo quien requiere de un representante legal.

En la representación voluntaria el representado es una persona capaz,


pues la capacidad es un requisito par ala plena eficacia del apoderamiento.
b) Capacidad del representante:

En la representación legal el representante debe ser una persona capaz.

En la representación voluntaria el representante que tiene la calidad de


mandatario puede ser incapaz. Basta con que el mandatario tenga juicio y
discernimiento suficiente para que obligue al mandante con respecto de terceros.

El art. 2128 faculta al menor adulto para ser mandatario aun sin la
autorización de su representante legal y que los actos del mandatario son válidos
respecto de terceros en cuanto obliguen a éstos y al mandante.

Art. 2128: Si se constituye mandatario a un menor adulto, los actos ejecutados por
el mandatario serán válidos respecto de terceros en cuanto obliguen a estos y al
mandante; pero las obligaciones del mandatario para con el mandante y terceros
no podrán tener efecto sino según las reglas relativas a los menores.

Dispone que las obligaciones del mandatario para con el mandante o


terceros no podrán tener efecto sino según las reglas relativas a los menores.

En Relación con las formalidades que exige la ley para los actos de ciertas
personas.

La ley exige el cumplimiento de ciertas formalidades para los actos que


afectan los intereses de algunas personas, como es la autorización judicial para la
enajenación de los bienes raíces del hijo de familia.

Si la enajenación del bien raíz del hijo de familia se hiciera por intermedio
de un mandatario y representante del padre, ¿deberá pedir el mandatario la
autorización judicial previa, de la misma manera que habría tenido que pedirla el
padre?

Hupka señala que "si las formas, como es, por ejemplo, la autorización
judicial que requiere la mujer para enajenar sus bienes raíces, tiene como misión,
en general, dificultar los actos de disposición de las personas sometidas a ellas y
asegurar su contenido, deben ajustarse también al precepto formal de que se trate
los negocios celebrados por un representante en nombre de esas personas,
mientras que los negocios jurídicos que estas mismas personas realicen como
representantes de otras no sujetas a la forma, no necesitan guardar éstas".

En cambio, si el hijo de familia, en calidad de mandatario y representante


de otra persona, enajena un bien raíz del mandante, no requiere la autorización
judicial previa, pues no está enajenando un bien raíz propio.

En relación con los vicios del Consentimiento.


La aceptación de la teoría de la ficción o de la teoría del nuncio o mensajero
llevaría concluir que el error, la fuerza o el dolo tendrían relevancia sólo en el caso
de que el vicio se manifestara en la voluntad del representado.

Para los seguidores de la teoría de Hupka o de la teoría de la modalidad, el


error, la fuerza o el dolo sería jurídicamente relevante sólo si viciara la voluntad del
representante.

A nuestro parecer, deben formularse algunas distinciones:

a) El error del representante vicia el consentimiento siempre que dicho error sea
también relevante para el representado

b) La fuerza o dolo determinantes que se ejerciera sobre el representante y que


vicia el consentimiento de éste, permite que el representado solicite la rescisión
del contrato, pues se presume que la fuerza o dolo hubiera, asimismo, viciado su
voluntad.

c) En cuanto al error del representado o la fuerza o dolo que se hubiera ejercido


sobre él, la doctrina considera que el vicio de la voluntad del representado hace
anulable el poder y "a través de éste, socava también el acto representativo".

El problema se presenta con el dolo en un acto jurídico bilateral, pues éste


para viciar el consentimiento de la víctima requiere que sea obra de una de las
partes, lo que hace necesario determinar si para estos efectos debe considerarse
que es obra de una de las partes solamente el dolo del representado o también el
dolo del representante.

Creemos que el dolo, sea que provenga del representante, sea que
provenga del representado, vicia el consentimiento, si para la otra parte es
determinante.

En Relación con la buena o mala fe del sujeto

Por las mismas razones dadas anteriormente en el dolo del representante o


de representado, creemos que la mala fe del representado hace imposible que
éste adquiera posesión regular, aunque se haya valido para dicha adquisición de
un representante de buena fe.

El problema se presenta con la mala fe del representante, que no es


compartida por el representado.

La opinión más generalizada es que la mala fe del representante afecta el


representado, aunque éste se encuentre de buena fe. Asimismo, habida
consideración de que en el representado se radica la posesión con las mismas
calidades y vicios con que la adquirió el representante, cabría concluir que la mala
fe de éste se transmite al adquirente representado.

En Relación con la disposición legal que impide demandar la nulidad absoluta al


que sabía o debía saber el vicio que invalidaba al acto y con aquella que impide
repetir lo pagado por objeto o causa ilícita a sabiendas.

Es indudable que el representado que sabía o debía saber el vicio que


invalidaba el contrato, o que tuvo la calidad de parte en un contrato a sabiendas
del objeto o causa ilícita, no puede alegar la nulidad absoluta o repetir lo pagado,
respectivamente.

El problema surge cuando el representante es quien sabía o debía saber el


vicio que invalidaba el contrato o quien contrató a sabiendas del objeto o causa
ilícita.

En general, la doctrina se inclina por restar relevancia a la mala fe del


representante.

En Chile, en cambio, hay opiniones encontradas, pudiendo citarse un fallo


de la Corte Suprema que sigue el criterio de la doctrina antes mencionado, toda
vez que permite al representado alegar la nulidad absoluta, aun cuando el
representante sabía o debía saber el vicio que invalidaba al contrato, porque "el
dolo, que es lo que la ley castiga negando la acción de nulidad, es un acto
personalísimo".

En Relación con las impugnaciones de las enajenaciones del deudor.

Para que los acreedores del deudor puedan impugnar las enajenaciones
que éste ha hecho en perjuicio de aquéllos, es menester la existencia del
denominado "fraude pauliano", que consiste en el conocimiento que tiene el
deudor del mal estado de sus negocios.

Si existe fraude pauliano en el deudor representado, los acreedores podrán


deducir la acción pauliana para revocar la enajenación efectuada por el
representante del deudor.

En relación con la situación inversa, si el deudor representado no comparte


el fraude pauliano que sí existe en el representante que enajenó bienes de aquél,
se dice en doctrina que "el fraus o conscientia fraudis del representante debe
perjudicar al representado".

Y ello, porque es "ciertamente más justo otorgar la mayor protección posible


a los acreedores contra el perjuicio que pueda seguírsele de los actos de
disposición realizados sobre el fraude del deudor insolvente. En consecuencia, si
el representante actuó fraudulentamente, es justo que el principal se vea privado
de las ventajas que el negocio pudiera reportarle, sin que los acreedores deban
soportar el perjuicio.

Requisitos De La Representación

1. Que el representante haga una declaración.

2. Que dicha declaración la haga a nombre de otro.

3. Que el representante tenga poder de representación (autorización que tiene una


persona para concertar negocios por cuenta de otra, obligando exclusiva y
directamente al representado).

El representante debe declarar su propia voluntad.

El representante, para dar vida al acto jurídico que celebra a nombre de


otro, debe manifestar su propia voluntad.

El único que puede manifestar la voluntad indispensable para que el acto


nazca a la vida del derecho es el representante.

También en la representación voluntaria el representante es quien da vida


al acto jurídico con su voluntad. Como dice Stolfi "sirve únicamente para
comprobar si actuó o no dentro de los límites es sus poderes, condición necesaria
para que el negocio por él concertado surta efectos para el dominus. El
representante tiene siempre cierta libertad para decidir si consiente o no, para
establecer las cláusulas particulares del acto, y si no fuera así se limitaría lo
mismo que el nuncio a repetir la voluntad ajena".

El representante debe actuar a nombre del representado: contemplatio domini

El representante debe dar a conocer la "contemplatio domini"; tiene que


manifestar, de alguna manera, que su declaración se refiere a otra persona, a
nombre de la cual está obrando.

Si falta la contemplatio domini, el acto jurídico va a surtir efectos para el


representante y no para el representado, obligando a aquél y no a éste.

La manifestación de la contemplatio domini, o sea, de la intención de actuar


a nombre y en lugar de otro, no está sujeta a formalidades especiales.

Dice Stolfi que "esta intención se manifiesta expresamente cuando se dice


o se escribe que se actúa a nombre de Ticio; por cuenta de Cayo, como
representante de Sempronio, etc."

Se manifiesta tácitamente la misma intención cuando se obra de manera tal


que se da a entender que uno no quiere obligarse por sí, sino por otro.

Es precisamente la "contemplatio domini" que constituye un requisito


esencial de la representación, lo que no existe en el mandato sin representación

El representante debe tener poder de Representación

El poder de representación es la autorización que una persona da a otra


para que actúe a su nombre, y que dicho poder puede emanar de la ley (en cuyo
caso se habla de representación legal) o de la voluntad del interesado.

La autorización para actuar a nombre del representado debe ser anterior a


la celebración del acto en que se ejerce dicho poder.

Sin embargo, es posible que los efectos del acto ejecutado por una persona
se radiquen en otra, Ello ocurre en dos casos.

a. Cuando el acto jurídico ha sido celebrado por un agente oficioso o gestor de


negocios ajenos, se entiende que si la gestión realizada ha sido útil para el
interesado, éste la ha autorizado en el momento mismo en que se realizó.

b. Cuando con posterioridad a la celebración del acto el interesado lo ratifica.

Cabe mencionar que en lo referente a la extinción del poder de


representación, la doctrina señala como causal de extinción (1) la revocación del
poder (acto jurídico unilateral del poderdante; (2) la muerte del representado; (3) la
muerte del representante; y (4) la incapacidad sobreviniente del representante.

Exceso o defecto de poder de representación.

Tiene lugar cuando la actividad en nombre de otro no sea conforme al


poder de representación, porque, respectivamente, el poder sea más reducido o
falte completamente.

Santoro dice que "en tales cases, el acto no puede producir efectos para
aquel en cuyo nombre se ha realizado; pero ni siquiera puede producir efectos
para el agente, porque no lo ha realizado en su nombre".

Las reglas que da el Código Civil chileno para el caso que el mandatario
actúe excediendo los límites del poder o faltando el mismo son:
El art. 2160 dice que el mandante cumplirá las obligaciones que a su nombre ha
contraído el mandatario dentro de los límites del mandato.

Art. 2160: El mandante cumplirá las obligaciones que a su nombre ha contraído el


mandatario dentro de los límites del mandato
Será, sin embargo, obligado el mandante si hubiere ratificado expresa o
tácitamente cualesquiera obligación contraídas a su nombre

Se está refiriendo al mandatario que actúa a nombre del mandante, o sea,


al que ejecuta un acto jurídico en representación de aquél. Lo que el Código llama
límites del mandato equivale al contenido del poder de representación.
Lo realizado por el representante, en exceso o en defecto del poder de
representación, no afecta al representado, no lo obliga. El acto jurídico realizado
es inoponible al representado

b. El art. 2173 dispone que todas las veces que el mandato expira por
una causa ignorada del mandatario, lo que éste haya hecho en ejecución
del mandato será válido y dará derecho a terceros de buena fe contra el
mandante. Y agrega el art. que quedará asimismo obligado el mandante a lo que
el mandatario sabedor de la causa que lo ha hecho expirar, hubiere pactado con
terceros de buena fe, pero tendrá derecho a que el mandatario le indemnice.

Art. 2173: En general, todas las veces que el mandato expira por una causa
ignorada del mandatario, lo que éste haya hecho en ejecución del mandato será
válido y dará derecho a terceros de buena fe contra el mandante.

Quedará asimismo obligado el mandante, como si subsistiere el mandato, a


lo que el mandatario sabedor de la causa que lo haya hecho expirar, hubiere
pactado con terceros de buena fe, pero tendrá derecho a que el mandatario le
indemnice.

Cuando el hecho que ha dado causa a la expiración del mandato hubiere


sido notificado al público por periódico, y en todos los casos en que no pareciere
probable la ignorancia del tercero, podrá el juez en su prudencia absolver al
mandante.

Esta disposición hace excepción, pues, al principio general contenido en el


art. 2160. El acto concluido por quien actuó a nombre de otra persona, como si el
poder de representación continuara vigente, será oponible a esta última siempre
que la otra parte esté de buena fe.

c) El art. 2154 dice que el mandatario que ha excedido los límites de su


mandato es sólo responsable al mandante, y no es responsable a
terceros, sino primero, cuando no les ha dado suficiente conocimiento de
sus poderes, y, segundo, cuando se ha obligado personalmente

Art. 2154: El mandatario que ha excedido los límites de su mandato, es sólo


responsable al mandante; y no es responsable a terceros, sino:

1° Cuando no les ha dado suficiente conocimiento de sus poderes.

2° Cuando se ha obligado personalmente.

La responsabilidad que tiene con terceros el mandatario que excede los


límites de su poder, permite distinguir dos situaciones.

(1) Cuando se excede del poder o se actúa con defecto de éste, el acto no
produce efectos respecto del mandante, para quien es inoponible. Sin embargo, si
el tercero celebró el contrato como consecuencia de que el mandatario no le dio
suficiente conocimiento de su poder, el tercero podrá demandar indemnización de
perjuicios al mandatario. La responsabilidad del mandatario emana del dolo o
engaño de que hizo víctima al tercero.

(2) Cuando el mandatario no tiene poder para representar al mandante, y sólo ha


celebrado con éste un contrato de mandato, en virtud del cual el primero se obliga
a comprar para el mandante una determinada cosa, pero actuando a nombre
propio. Aquí el mandatario ha excedido los límites del mandato, lo que no
configura que ha excedido el poder, porque no lo tiene, podemos suponer que
excedió el mandato, porque compra al tercero una cosa diferente de aquella que
se le encargó. Si bien de ninguna manera el contrato produce efectos con
respecto del mandante, sí los produce respecto del mandatario, quien tiene que
asumir las obligaciones que derivan de su calidad de parte en el contrato, como
es, por ejemplo, la de pagar el precio.

d) Finalmente, el inc. segundo del art. 2160, después de señalar que los
actos concluidos fuera de los límites del poder son inoponibles al representado,
establece que "será, sin embargo, obligado el mandante si hubiere ratificado
expresa o tácitamente cualesquiera obligaciones contraídas a su nombre.

La ratificación es una excepción al principio general de que los actos


realizados en exceso o en defecto de poder son inoponibles a la persona a
nombre de la cual se celebran.

La Ratificación

Hemos visto que el acto jurídico que celebra una persona a nombre de otra,
en exceso o defecto de poder, no adolece de un vicio de nulidad por este hecho.
"El negocio concluido en nombre ajeno sin poder de representación es un
negocio ineficaz, o, con más precisión, un negocio con eficacia suspendida,
porque, en todo caso, se atribuye al interesado un derecho de ratificación.

La ratificación se define como el acto mediante el cual el interesado por


sí hace eficaz el acto que ha sido concluido en su nombre, o como se suele
decir, se apropia los efectos del acto.

La ratificación es un acto jurídico unilateral, que debe emanar del


interesado, o después de la muerte de éste, de sus herederos.

La ratificación es un acto jurídico irrevocable.

En nuestro concepto, la ratificación interesa tanto a la persona que contrató


con el "falsus procuratur", como a éste, ya que si aquel a cuyo nombre contrató no
ratifica, adquirirá responsabilidad frente a la contraparte.

Conocida la ratifica por el falsus procuratur o por la persona con quien éste
contrató, se hace irrevocable y no podrá ser dejada unilateralmente sin efecto.

La ley no sujeta la ratificación a ciertas formalidades especiales. En


doctrina, la intención de ratificar puede manifestarse en forma expresa, a través de
una declaración, o en forma tácita, por medio de un comportamiento que permita
desprender dicha intención.

Debe hacerse presente, sin embargo, que en opinión de algunos la


ratificación del poder para un acto solemne debe cumplir la misma solemnidad de
este, lo que guarda concordancia con el poder para un acto solemne debe
ajustarse a la misma solemnidad.

La ratificación opera con efecto retroactivo, por una ficción de la ley se


supone que el acto obliga a quien ratifica desde la fecha de celebración del
mismo, y no desde la fecha en que se ratifica.

Las Modalidades De Los Actos Jurídicos

Se definen como las cláusulas que se insertan en un acto jurídico con


el fin de alterar los efectos que normalmente dicho acto produce.

La modalidad es siempre una cosa accidental del contrato. La existencia de


una modalidad requiere siempre una manifestación de voluntad con el propósito
de incorporarla al acto jurídico.
Principales modalidades.

Las principales modalidades son la condición, el plazo y el modo.

A las tres modalidades clásicas, la doctrina agrega otra: la representación.

Se agrega asimismo como modalidad la solidaridad, que se pacta para el


cumplimiento de una obligación con pluralidad de deudores o acreedores,
consistiendo en la alteración de los efectos normales de las obligaciones con
pluralidad de sujetos en que cualquiera de los acreedores puede exigir al deudor
el total del crédito y no solamente la cuota que en éste le corresponde y cualquiera
de los deudores debe pagar el total de la deuda y no solamente su cuota.

Al igual que la representación, la solidaridad es una modalidad propiamente


tal cuando encuentra su fuente en una manifestación de la voluntad. No participa
de este carácter la solidaridad que encuentra su fuente en la sola disposición de la
ley, como ocurre con la responsabilidad de los varios autores de un delito o
cuasidelito civil (Art. 2317)

La Condición

Se define como el acontecimiento futuro e incierto del cual depende el


nacimiento o extinción de un derecho.

Del art. 1473 (es obligación condicional la que depende de una condición,
esto es, de un acontecimiento futuro que puede suceder o no) se desprende que
el hecho que supone toda condición tiene que ser futuro (debe realizarse o
verificarse en el porvenir) e incierto (que no sea posible prever si el hecho va a
suceder o no). Jurídicamente no constituye una condición el hecho presente o
pasado. Aplicando el art. 1071 hay que distinguir si el hecho presente o pasado
existe o ha existido o no existe o no ha existido. Si el hecho existe o ha existido,
situación que se da con el ejemplo de la donación, el donante debe cumplir su
obligación y el donatario puede exigir que se le haga la tradición de la cosa que se
le donó, como si la condición no existiera. Pero si el hecho no existe o no ha
existido, lo que ocurriría si se dona con una condición, el donante no queda
obligado a cumplir el contrato.

Como se decía antes, la condición es una modalidad, porque con su


estipulación las partes pretenden alterar los efectos que normalmente un acto
produce, característica que no presentan las condiciones que la ley subentiende
en ciertas instituciones, sea como un elemento esencial o como cosa de la
naturaleza de ciertos contratos.

Clases de condición
a) Condiciones positivas o negativas.

b) Condiciones posibles e imposibles

c) Condiciones potestativas, casuales y mixtas

d) Condiciones suspensivas y resolutorias.

Condiciones positivas o negativas

Según el art. 1474, "la condición es positiva o negativa. La positiva consiste


en acontecer una cosa; la negativa, en que una cosa no acontezca".

Condiciones posibles e imposibles

Según el art. 1475 "la condición positiva debe ser física y moralmente
posible. Es físicamente imposible la que es contraria a las leyes de la naturaleza
física; y moralmente imposible la qe consiste en un hecho prohibido por las leyes,
o es opuesto a las buenas costumbres o al orden público. Se mirarán como
imposibles las que están concebidas en términos ininteligibles".

Para que una condición positiva sea eficaz, es indispensable que sea
posible la realización del hecho en que ésta consiste; es decir, no debe existir un
obstáculo que determine la absoluta imposibilidad de que tal hecho pueda
realizarse.

La condición que no se puede cumplir porque la propia naturaleza hace


absolutamente imposible dicho cumplimiento se llama físicamente imposible. La
condición que supone la ejecución de un hecho que es contrario a la ley, a las
buenas costumbres o al orden público, se llama moralmente imposible.

La consecuencia que produce la condición imposible estipulada en cada


uno de estos casos es la ineficacia del contrato, lo que significa que el donante no
queda obligado y que el donatario no adquiere derecho alguno.

Condiciones potestativas, casuales y mixtas

Surgen como consecuencia de que el cumplimiento de la condición puede


depender de un hecho voluntario de cualquiera de las partes o de la mera voluntad
de éstas, o bien del hecho voluntario o de la mera voluntad de un tercero, o de una
casualidad. Según el art. 1477 "se llama condición potestativa la que depende de
la voluntad del acreedor o del deudor; casual la que depende de la voluntad de un
tercero o de un acaso; mixta la que en parte depende de la voluntad del acreedor
y en parte de la voluntad de un tercero o de un acaso".

En las condiciones potestativas, la doctrina distingue entre las simplemente


potestativas y las meramente potestativas. Las primeras son aquellas cuyo
cumplimiento depende de un hecho voluntario del acreedor o del deudor.

Las condiciones que consisten en la pura o mera voluntad de una de las


partes se llaman meramente potestativas.

La distinción tiene importancia para determinar la eficacia de la obligación


que se contrae bajo unas u otras.

Las obligaciones que se contraen bajo una condición simplemente


potestativa, ya sea que su cumplimiento dependa de la ejecución de un hecho
voluntario por parte del deudor o del acreedor, son siempre eficaces, según lo
establece el inc. final del art. 1478.

Para analizar la eficacia de una obligación contraída bajo una condición


meramente potestativa, hay que distinguir si el cumplimiento de la condición
depende de la mera voluntad del acreedor o del deudor. Las obligaciones que se
contraen bajo una condición que depende de la mera voluntad del acreedor son
plenamente eficaces. No ocurre lo mismo con las obligaciones bajo una condición
meramente potestativa que depende de la sola voluntad del deudor. Según el art.
1478, las obligaciones contraídas bajo una condición potestativa que depende de
la mera voluntad de la persona que se obliga son nulas.

Art. 1478: Son nulas las obligaciones contraídas bajo una condición potestativa
que consiste en la mera voluntad de la persona que se obliga.

Si la condición consiste en un hecho voluntario de cualquiera de las partes,


valdrá.

La condición causal es aquella que depende del acaso o de la voluntad del


tercero. El acaso es cualquier suceso imprevisto siempre que éste no consista en
un hecho voluntario o en la mera voluntad de una de las partes. Por ejemplo, es
casual la condición de que ocurra o no un fenómeno de la naturaleza.

La condición que se llama mixta es aquella que resulta de la combinación


de las dos clasificaciones anteriores, pues depende, en parte, de la voluntad del
acreedor (no dice la ley del deudor, seguramente en atención a que la condición
que depende de la voluntad de éste no es aceptada (y en parte de la voluntad de
un tercero o de un acaso).

La ley sólo rechaza la condición que depende de la sola voluntad del


obligado. Sin embargo, ello es del todo efectivo tratándose de las condiciones que
se llaman suspensivas, como, por ejemplo, te doy mi auto si quiero. No ocurre lo
mismo con las condiciones que se llaman resolutorias, como, por ejemplo, te doy
mi auto, que me restituirás si quiero. Es generalmente aceptada en la doctrina la
eficacia de las condiciones meramente potestativas del deudor resolutorias.

Condiciones suspensivas y resolutorias.

Según el art. 1479 "la condición se llama suspensiva si, mientras no se


cumple, suspende la adquisición de un derecho, y resolutoria, cuando por su
cumplimiento se extingue un derecho".

La condición suspensiva es el acontecimiento futuro e incierto del cual


depende el nacimiento o la adquisición de un derecho; la condición resolutoria es
el acontecimiento futuro e incierto del cual depende la extinción de un derecho.

En la práctica es importante saber cómo clasificar una condición.

Estados en que puede encontrarse la condición suspensiva.

La condición suspensiva puede encontrarse en tres estados: pendiente,


cumplida o fallida. La condición suspensiva positiva se encuentra pendiente en el
tiempo que media entre el día de la celebración del contrato en que una de las
partes contrajo una obligación sujeta a condición suspensiva y el día en que la
condición se realiza, o en que ha llegado a ser cierto que no sucederá el
acontecimiento o en que se ha cumplido el plazo dentro del cual el acontecimiento
ha debido verificarse, y no se ha verificado (art. 1482: se reputa haber fallado la
condición positiva o haberse cumplido la negativa, cuando ha llegado a ser cierto
que no sucederá el acontecimiento contemplado en ella, o ha expirado el tiempo
dentro del cual el acontecimiento ha debido verificarse, y no se ha verificado.). Se
encuentra cumplida el día en que se verifica el hecho en que ésta consiste; fallida,
el día en que llega a ser cierto que dicho que dicho hecho no se va a realizar o en
que vence el plazo establecido por la ley o por las pares para que el
acontecimiento se verifique, y no se ha verificado. Lo mismo se aplica para la
condición negativa, con la diferencia de que ésta se entiende cumplida cuando se
entiende fallida la condición positiva, y viceversa.

La propia ley establece el plazo máximo dentro del cual si no se cumple la


condición debe estimársela fallida.

El tiempo dentro de cual necesariamente debe cumplirse la condición lo


pueden fijar las mismas partes o la ley.

Expresamente el plazo, en el mensaje del Código Civil, se dice que una de


las reglas fundamentales de este último es "la que limita la duración de las
condiciones suspensivas y resolutorias, que en general se reputan fallidas si
tardan más de treinta años en cumplirse".

Dicho plazo máximo se redujo primero a quince años y después a diez.


Cabe concluir que la condición que no se cumple en diez años, debe entenderse
fallida.

La interpretación que sustentamos ha sido controvertida por algunos que


piensan que el plazo máximo en que debe cumplirse la condición es de cinco
años. Se fundan en que el art. 750, ubicado dentro de las normas de la propiedad
fiduciaria, dice que "toda condición de que penda la restitución de un fideicomiso,
y que tarda más de cinco años en cumplirse, se tendrá por fallida...", y en el hecho
que dicho plazo, inicialmente, era de treinta años, después de quince, y luego de
la última modificación legal al art. 750 se redujo a cinco, lo que revelaría en el
legislador la intención de reducir a este último plazo el máximo dentro del cual
debiera cumplirse cualquiera condición.

Discrepamos de esta tesis, pues el art. 750 es una norma referida


exclusivamente al fideicomiso. No pueden establecerse un plazo superior al de
diez años antes mencionado.

La distinción entre el estado de pendiente, cumplida o fallida en que puede


encontrarse una condición suspensiva se justifica por los distintos efectos que
derivan de que la condición se encuentre en uno u otro estado.

a) Pendiente, el derecho del acreedor condicional no ha nacido, no existe un


derecho como tal. El acreedor condicional no tiene la facultad para reclamar el
cumplimiento de la obligación, la cual en estricto rigor tampoco ha nacido para el
deudor condicional. El pago que pudiera hacer el deudor condicional carece de
causa y constituye pago de lo no debido. Por ello, lo que se paga pendiente la
condición suspensiva está sujeto a repetición, lo que significa que se puede exigir
la restitución (art. 1485).

Art. 1485: No puede exigirse el cumplimiento de la obligación condicional, sino


verificada la condición totalmente.

Todo lo que se hubiera pagado antes de efectuarse la condición


suspensiva, podrá repetirse mientras no se hubiere cumplido.

Sin perjuicio de que el acreedor condicional no tiene incorporado en su


patrimonio un derecho, la doctrina considera que tiene, sin embargo, un germen
de derecho (el principio u origen de un derecho), lo que se justifica en el efecto
retroactivo con que opera la condición suspensiva cumplida, toda vez que se
considera que el derecho no nace en el momento en que la condición se cumple,
sino que desde que se contrajo la obligación condicional, efecto que resulta de
una ficción de la ley.

Nuestra legislación reconoce el germen de derecho desde el momento que


faculta al acreedor condicional para impetrar las providencias conservativas
necesarias (Art. 1492)

Art. 1492: El derecho del acreedor que fallece en el intervalo entre el contrato
condicional y el cumplimiento de la condición, se transmite a sus herederos; y lo
mismo sucede con la obligación del deudor.

Esta regla no se aplica a las asignaciones testamentarias, ni a las


donaciones entre vivos.

El acreedor podrá impetrar durante dicho intervalo las providencias


conservativas necesarias.

b) Cumplida la condición, nace el derecho del acreedor y la obligación del deudor.


Recién en el momento en que la condición se cumple, el acreedor puede reclamar
la prestación que, asimismo desde ese momento, se le debe por el deudor.

La ley finge que tanto el derecho como la obligación existen desde el


momento en que se constituye la relación de obligación, como si ésta hubiera sido
pura y simple. Por eso se dice que la condición suspensiva cumplida opera con
efecto retroactivo.

En el efecto retroactivo de la condición suspensiva cumplida encuentra su


fundamento en el art. 1492.

Si bien el art. 1492 se refiere a la transmisión por causa de muerte del


derecho del acreedor condicional que fallece pendiente la condición, el efecto
retroactivo de la condición suspensiva cumplida lleva a concluir que también se
transmite la obligación del deudor condicional, si éste hubiera muerto cuando la
condición se encontraba pendiente.

En la situación prevista por el art. 1492, la obligación del deudor condicional


se transmite siempre a sus herederos. En cambio, la transmisión del derecho del
acreedor condicional opera sólo por regla general. La regla general del art. 1492
presenta las dos excepciones que señala el inc. segundo del mismo art.: "Esta
regla no se aplica a las asignaciones testamentarias ni a las donaciones entre
vivos". La razón de ser es que tanto las asignaciones testamentarias como las
donaciones entre vivos se efectúan en consideración a una persona determinada,
el asignatario testamentario y el donatario, y no a los herederos de uno u otro.
c) Fallida la condición, el germen de derecho que tenía el acreedor condicional se
frustra y desaparece, como si nunca hubiera existido.

La Condición Resolutoria

Es aquella que por su cumplimiento extingue un derecho.

La resolutoria puede encontrarse en tres estados: pendiente, cumplida y


fallida.

a) La condición resolutoria se encuentra pendiente mientras no se realiza el hecho


que la constituye; ello dentro del espacio de tiempo que media entre la fecha del
contrato que engendra el derecho afecto al riesgo de extinción y la fecha en que
tal hecho se realiza.

La gran diferencia que presenta la condición resolutoria pendiente con la


condición suspensiva pendiente radica en que, en la primera, no existe
incertidumbre alguna en torno a la existencia del derecho; por el contrario, éste
nace como si la obligación fuera pura y simple.

La incertidumbre que existe en la condición resolutoria pendiente se refiere


exclusivamente a la posibilidad de que el derecho que se adquiere en virtud del
contrato se extinga, como consecuencia de que se verifique o no verifique un
hecho previsto por las partes.

b) La condición resolutoria se encuentra cumplida cuando, si es positiva, se


verifica el hecho en que ella consiste, o si es negativa, no se verifica el hecho.
Cumplida la condición resolutoria, se extingue el derecho de la persona que lo
había adquirido afecto al riesgo de extinción.

La ley finge que el derecho nunca existió. La obligación que aquel contrajo
de dar, hacer o no hacer algo en beneficio de éste, se extingue por el modo de
extinguir denominado cumplimiento de la condición resolutoria, extendiéndose, a
mayor abundamiento, que tal obligación nunca existió.

Los efectos de la condición resolutoria cumplida son similares a los que


produce la declaración judicial de nulidad.

Entre las partes, los efectos son casi los mismos, con algunas excepciones.
Cumplida la condición resolutoria o declarada la nulidad, la ley otorga a las partes
el derecho para ser restituidas al mismo estado en que se hallarían como si
hubiese existido el contrato en que se estipuló la condición resolutoria o que fue
declarado nulo, respectivamente.

En otros casos, dicho efecto sólo puede lograrse a través de las


restituciones recíprocas de las partes. La diferencia entre la nulidad y la condición
resolutoria cumplida en lo que dice relación con los efectos que se producen entre
las partes, se advierte en relación con los frutos, que en la primera debe restituir el
contratante de mala fe; y que en la segunda no se restituyen a menos que la ley,
el testador, el donante o los contratantes, según los varios casos, hayan dispuesto
lo contrario (art. 1488: verificada una condición resolutoria, no se deberán los
frutos percibidos en el tiempo intermedio, salvo que la ley, el testador, el donante o
los contratantes, según los varios casos, hayan dispuesto lo contrario).

Sólo se está obligado a la restitución de los frutos percibidos en el tiempo


intermedio cuando la ley expresamente lo señala, o cuando el testador que ha
establecido la condición resolutoria en una asignación testamentaria dispone que
cumplida ésta debe restituirse la cosa con sus frutos; o las partes que han
convenido la misma condición en un contrato así lo establecen.

En lo relativo a los efectos, en relación con los terceros, hay una importante
diferencia entre la nulidad y la condición resolutoria cumplida. En la primera, la ley
otorga la acción reivindicatoria en contra de terceros poseedores de buena o mala
fe; en la segunda, la acción reivindicatoria no procede en contra de terceros
poseedores de buena fe, como se verá más adelante al analizar los arts. 1490 y
1491.

Art. 1490: Si el que debe una cosa mueble a plazo, o bajo condición suspensiva o
resolutoria, la enajena, no habrá derecho de reivindicarla contra terceros
poseedores de buena fe.

Art. 1491: Si el que debe un inmueble bajo condición lo enajena, o lo grava con
hipoteca, censo o servidumbre, no podrá resolverse la enajenación o gravamen,
sino cuando la condición constaba en el título respectivo, inscrito u otorgado por
escritura pública.

c) La condición resolutoria se encuentra fallida cuando llega a ser cierto que no


sucederá el acontecimiento contemplado para la extinción del derecho, lo que
puede ocurrir en cualquier momento, como consecuencia de un hecho que así lo
revele, o bien cuando ha expirado el tiempo dentro del cual el acontecimiento ha
debido verificarse, y no se ha verificado.

Fallida la condición resolutoria, desaparece el riesgo de extinción que


afectaba al derecho.

Clases de Condición Resolutoria.

Se distinguen tres clases de condición resolutoria: ordinaria, tácita y pacto


comisorio. Se atiende a que el hecho constitutivo de la condición puede consistir
en el incumplimiento de una obligación que emana de un contrato o en otro
acontecimiento diferente. Si tal hecho es el incumplimiento de una obligación,
podría tratarse de una condición resolutoria tácita o de un pacto comisorio. La
diferencia entre una y otra está en que en la primera es la propia ley la que
establece la condición resolutoria, constituyendo el incumplimiento de obligación
de alguna de éstas el hecho futuro e incierto del cual depende la resolución del
contrato. En cambio, en el pacto comisorio, las partes expresamente estipulan la
condición resolutoria, y convienen que si una de ellas incumple o infringe la
obligación se produce la resolución del contrato.

La condición resolutoria ordinaria es cualquier hecho futuro e incierto del


cual depende la extinción de un derecho, bajo el entendido que tal hecho no es el
incumplimiento de obligación de alguna de las partes que celebra un contrato,
pues en tal caso, nos encontramos en presencia de una condición resolutoria
tácita o un pacto comisorio.

La Condición Resolutoria Ordinaria.

Corresponde analizar si la extinción del derecho opera por el solo hecho de


cumplirse ésta o si se requiere además, de una sentencia judicial que declare el
derecho extinguido como consecuencia del cumplimiento de la condición
resolutoria ordinaria.

Se dice que la condición resolutoria ordinaria opera de pleno derecho o ipso


iure cuando el derecho se extingue por el solo hecho de cumplirse la condición; en
cambio, se dice que la condición resolutoria opera en virtud de una sentencia
judicial cuando el solo hecho de cumplirse la condición no extingue el derecho, el
cual subsiste hasta que una sentencia judicial la declara extinguido.

Si la condición resolutoria opera de pleno derecho o ipso iure, significa que


por el solo hecho de la reprobación del examen de grado se extingue el derecho
de Juan sobre el código, lo que deriva que Pedro adquiera el derecho para exigir
de inmediato su restitución.

En cambio, si la extinción del derecho opera en virtud de sentencia judicial,


la reprobación del examen no basta, por sí sola, para extinguir el derecho de Juan
sobre el código, sino que es necesario que Pedro recurra al juez, para que éste
declare extinguido el derecho.

Tratándose de la condición resolutoria ordinaria, la ley no requiere una


sentencia judicial que declare la extinción del derecho. La condición resolutoria
ordinaria opera de pleno derecho o ipso iure.

La parte que tiene derecho a exigir la restitución no se encuentra en la


necesidad de pedir, en primer lugar, una declaración judicial de que el derecho
tenía la otra parte sobre la cosa se ha extinguido.

Condición Resolutoria Tácita

Se llama tácita cuando no son las partes en un contrato quienes estipulan la


condición resolutoria, sino que es la propia ley la que la considera como una cosa
de la naturaleza de los contratos bilaterales. La aplicación de la condición
resolutoria tácita se restringe o circunscribe a los contratos bilaterales. Para la ley,
todo contrato contiene una cláusula que responde a que "el contrato se resolverá
o quedará sin efecto si una cualquiera de las partes no cumple su obligación".

En la condición resolutoria tácita, el evento futuro e incierto es el


incumplimiento de la obligación de una de las partes en el contrato bilateral, y de
dicho evento depende la resolución del contrato. Decimos resolución del contrato,
porque la resolución es una de las causales de ineficacia de la relación
contractual, lo que implica la extinción de los derechos y obligaciones que el
contrato había engendrado para ambas partes, y no solamente para la que infringe
la obligación.

La condición resolutoria que subentiende la ley debe entenderse cumplida


cuando se verifica la infracción de la obligación de una de las partes.

Para que el vínculo contractual deje de producir efectos y se extingan los


derechos y obligaciones que había engendrado, es necesario que el juez declare
la resolución del contrato por incumplimiento de la obligación de una de las partes.

Estos efectos se encuentran en el art. 1489

Art. 1489: En los contratos bilaterales va envuelta la condición resolutoria de no


cumplirse por uno de los contratantes lo pactado.

Pero en tal caso podrá el otro contratante pedir a su arbitrio o la resolución


o el cumplimiento del contrato, con indemnización de perjuicios.

Esta disposición permite los siguientes comentarios:

1. La ley, como se ha dicho antes, subentiende en todos los contratos


bilaterales una condición resolutoria, de la misma manera como si las
partes hubieran estipulado que los derechos que adquieren en virtud del
contrato están afectos al riesgo de extinción si se cumple una condición:
que una de las partes infrinja su obligación. Se infringe una obligación
cuando ésta no se cumple o se cumple en forma imperfecta o en forma
tardía.
2. La condición resolutoria tácita cumplida por la infracción de la obligación no
opera de pleno derecho la resolución del contrato. La condición resolutoria
tácita opera en virtud de una sentencia judicial que declara el contrato
resuelto por haber una de las partes infringido su obligación.

3. Si una de las partes en el contrato bilateral infringe su obligación, la otra


tiene el derecho de elegir a su arbitrio o perseverar en el contrato o
desistirse del mismo. La parte que marca la opción por la subsistencia del
contrato es porque tiene interés en que la parte infractora cumpla su
obligación. Para lograr dicho objetivo la ley le otorga el derecho a demandar
la ejecución forzada de la obligación. En cambio, si la infracción de la
obligación le hizo perder interés en el contrato, la ley la autoriza a
demandar la resolución del contrato, para lo cual debe entablar la
denominada acción resolutoria.

La contraparte de aquella que infringe la obligación puede pedir, además,


que se le indemnicen los perjuicios.

La indemnización consiste, por lo general en el pago de intereses entre el


día en que de acuerdo con el contrato se hizo exigible la obligación de pagar el
precio y el día en que el comprador procede a su pago con retardo.

La otra alternativa es que el vendedor demande la resolución del contrato,


en cuyo caso tiene derecho a exigir que se le indemnicen todos los perjuicios que
surjan como consecuencia de que el comprador no cumplió en definitiva su
obligación.

La Acción Resolutoria

La condición resolutoria tácita que subentiende la ley en todo contrato


bilateral sólo produce efectos si la contraparte de aquella que infringió la
obligación opta por desistirse del contrato y demandar la resolución del mismo.

El contratante que opta porque se produzcan los efectos propios de la


condición resolutoria debe entablar la acción resolutoria.

La acción resolutoria es aquella que tiene el contratante diligente, que


es el que ha cumplido o está llano a cumplir las obligaciones que para su
parte engendra el contrato bilateral. Para que el vendedor pueda entablar la
acción resolutoria es menester que haya cumplido con la obligación de efectuar la
tradición de la cosa vendida, pues dicha obligación le era exigible.

El sujeto pasivo de la acción resolutoria es el llamado "contratante


negligente", el que infringe la obligación que para él engendra el contrato bilateral
una vez que ésta se hace exigible.

La cosa pedida es la resolución del contrato bilateral. Adicionalmente puede


pedirse también la indemnización de perjuicios.

La causa de pedir es la infracción de obligación de la contraparte en el


contrato bilateral, que constituye la condición resolutoria que subentiende la ley en
dichos contratos.

No debe creerse que por el mero hecho de demandarse la resolución del


contrato el juez está obligado a acoger la demanda y a declarar dicha resolución.
Es posible que aun cuando se haya verificado la infracción de una obligación por
una parte y que la otra detentare la calidad de contratante diligente que lo habilita
para ser sujeto activo de la acción resolutoria, el juez se vea impedido de declarar
la resolución del contrato. Ello ocurrirá cuando el contratante negligente
demandado cumple la obligación infringida, esto es, pagar lo que debe en virtud
del contrato más la indemnización de perjuicios que corresponda. Se dice que la
acción resolutoria podrá ser enervada por el pago que hace el demandado, lo que
procesalmente es posible, en primera instancia, durante todo el curso del juicio
hasta la citación para oír sentencia; y, en segunda, hasta la vista de la causa.

Declarada judicialmente la resolución del contrato por sentencia firme, ésta


produce efectos entre las partes y respecto de terceros. Entre las partes, se
producen efectos similares a los de la declaración de nulidad; la ley finge que
nunca existió entre ellas el contrato que se declara resuelto, surgiendo la
obligación de restituir lo que cada parte recibió en virtud de él.

El Pacto Comisorio.

El Código Civil lo reglamenta como una convención accesoria al contrato de


compraventa, que permite a las partes estipular que el cumplimiento de la
obligación del comprador de pagar el precio traerá como consecuencia la
resolución del contrato.

Lleva a preguntarse si es legalmente posible la estipulación de un pacto


comisorio que no coincida con el regulado por la ley (que sea aplicable a otros
contratos distintos de la Compraventa).

Pactos comisorios no regulados por la ley o atípicos serían, por ejemplo, la


convención entre el vendedor y el comprador por medio de la cual acuerdan que el
incumplimiento de cualquiera obligación del vendedor, como es la de hacer la
tradición de la cosa vendida, acarrea la resolución del contrato; o la convención
entre el arrendador y el arrendatario, en virtud de la cual estipulan que el
incumplimiento de cualquiera obligación de las partes, como es la de entregar la
cosa arrendada para el arrendador, o de pagar la renta del arrendamiento para el
arrendatario, produce la resolución del contrato.

Si bien es cierto que el legislador solamente se refiere al pacto comisorio


típico e ignora la existencia de convenciones similares en contratos que no sean la
compraventa, no prohíbe su estipulación.

Es necesario distinguir entre el que hemos llamado pacto comisorio típico y


el atípico, porque los efectos que producen uno y otro son diferentes. Una
definición de pacto comisorio amplia es la que constituye una convención por
medio de la cual las partes que celebran un contrato estipulan que el
incumplimiento de la obligación de una de ellas traerá como consecuencia la
resolución del contrato. Una definición de pacto comisorio restringido sólo se
remite al pacto comisorio regulado por la ley, en la cual constituye una
convención accesoria al contrato de compraventa, por medio de la cual las
partes estipulan que en caso de que el comprador no pague el precipo, se
resolverá el contrato.

Efectos Del Pacto Comisorio

Art. 1877: Por el pacto comisorio se estipula expresamente que, no pagándose el


precio al tiempo convenido, se resolverá el contrato de venta.

Entiéndese siempre ésta estipulación en el contrato de venta; y cuando se


expresa, toma el nombre de pacto comisorio, y produce los efectos que van a
indicarse.

Art. 1878. Por el pacto comisorio no se priva al vendedor de la elección de


acciones que le concede el art. 1873

Art. 1879: Si se estipula que por no pagarse el precio al tiempo convenido se


resuelve ipso facto el contrato de venta, el comprador podrá, sin embargo, hacerlo
subsistir, pagando el precio, lo más tarde, en las 24 horas subsiguientes a la
notificación judicial de la demanda.

Art. 1880: El pacto comisorio prescribe al plazo prefijado por las partes, si no
pasare de 4 años, contados desde la fecha del contrato.

Transcurridos estos cuatro años, prescribe necesariamente, sea que se


haya estipulado un plazo más largo o ninguno.

Los arts. 1877 a 1880 permiten distinguir dos clases de pacto comisorio: el
simple y el calificado o con cláusulas de resolución ipso facto. En el primero, la
intención de las partes con su estipulación es una especie de llamado o
advertencia al comprador, por el cual se le previene que la infracción de la
obligación de pagar el precio por parte de este último puede producir la resolución
del contrato y que dependerá, en definitiva, de que el vendedor opte por demandar
la resolución del contrato. La intención de las partes con el segundo es
diametralmente opuesta; a través de su estipulación las partes dejan constancia
de que el incumplimiento de la obligación de pagar el precio producirá
necesariamente la resolución del contrato.

Será simple si las partes dicen, por ejemplo, que el incumplimiento de la


obligación del comprador de pagar el precio puede producir la resolución del
contrato. En cambio, será calificado si las partes dicen que el incumplimiento de la
referida obligación producirá la resolución inmediata o ipso facto del contrato.

En lo relativo a los efectos que produce el pacto comisorio simple, son los
mismos que produce la condición resolutoria tácita. El incumplimiento de la
obligación de pagar el precio, si se hubiera estipulado un pacto comisorio simple,
no produce por ese solo hecho la resolución del contrato. Es indispensable
sentencia judicial.

El pacto comisorio simple bien podría no haberse estipulado, ya que si el


comprador no paga el precio, igual puede el vendedor demandar la resolución del
contrato acogiéndose a los efectos de la condición resolutoria tácita cumplida.

Tratándose de un pacto comisorio calificado, tampoco opera la resolución


de la compraventa por el solo hecho de que el comprador no pague el precio. El
contrato sólo se resuelve una vez que se dicta la sentencia que declara su
resolución, a instancias del vendedor.

La única diferencia entre el pacto comisorio simple y el calificado en lo que


atañe a los efectos de uno y otro, se observa en la relación con el plazo en que
puede enervarse la acción por la que el vendedor demanda la resolución del
contrato y que la doctrina denomina acción comisoria.

La acción comisoria que ejerce el vendedor para pedir la resolución de a


compraventa por incumplimiento de la obligación del comprador de pagar el precio
puede ser enervada por el comprador pagando el precio más la indemnización de
perjuicios.

La acción comisoria en un pacto comisorio simple, puede enervarse por el


comprador, en primera instancia, hasta la citación para oír sentencia, y hasta la
vista de la causa en segunda.

La acción comisoria por la que se solicita la resolución de la compraventa,


en virtud de lo estipulado en un pacto comisorio calificado, solamente puede ser
enervada por el comprador pagando el precio e indemnizaciones que debe dentro
de las veinticuatro horas subsiguientes a la de la notificación de la demanda de
resolución del contrato.

Efectos del Pacto Comisorio Atípico.

a) Algunos piensan que son aplicables las normas de los arts. 1877 a 1880 del
Código Civil, lo que hace necesario distinguir si el pacto comisorio es simple o
calificado. Tiene importancia para el solo efecto de determinar el plazo en que
puede enervarse la acción comisoria.

b) Otros, a cuya opinión adherimos, sostienen que no es posible aplicar por


analogía los arts. citados, pues estas normas son de carácter excepcional, y sólo
deben aplicarse para las situaciones expresamente previstas en ellas, que
suponen siempre un incumplimiento específico: el del comprador de pagar el
precio. En ausencia de una norma legal, los pactos comisorios atípicos producirán
los efectos señalados por las partes, y en el silencio de éstas los que determine el
juez, interpretando la intención que tuvieron con su estipulación.

Los contratantes que estipulan un pacto comisorio de los que hemos


llamado atípicos lo hacen con la intención de que la infracción de la obligación
traiga como consecuencia la resolución del contrato. Pero dentro de esa intención,
es posible distinguir dos matices: (1) que la resolución del contrato se produzca
simultáneamente con la infracción de la obligación; (2) que la resolución del
contrato requiera no sólo de la infracción de obligación, sino que una sentencia
judicial que declare el contrato resuelto.

Los contratantes pueden perseguir que la infracción de obligación acarree,


por ese solo hecho, la resolución del contrato, operando en tal caso el pacto
comisorio efectos idénticos a los de la condición resolutoria ordinaria cumplida; o
bien, que dicha infracción no opere la resolución del contrato de pleno derecho,
sino que en virtud de sentencia judicial produciéndose los mismos efectos de la
condición resolutoria tácita.

Determinar cuál ha sido la intención de las partes cuando estipulan un


pacto comisorio en un contrato diverso de la compraventa, o en este mismo, pero
referido a la infracción de una obligación que no sea la del comprador de pagar el
precio, es una cuestión de hecho que queda entregada a la decisión del juez.

En la práctica, cuando una de las partes o ambas estiman que la infracción


de obligación de la contraparte hace que el contrato pierda sentido para el cual fue
convenido, dejando de constituir el medio idóneo para satisfacer legítimos
intereses, es usual la estipulación de un pacto comisorio que produzca como
efecto la resolución de pleno derecho del contrato.

La Acción Comisoria.-

Es aquella por medio de la cual el vendedor demanda la resolución de


la compraventa, por haberse producido el incumplimiento de la obligación
del vendedor, previsto en un pacto comisorio simple o calificado. Surge de
los arts. 1877 y siguientes.

No siempre los efectos del pacto comisorio requieren que se entable


previamente la acción comisoria.

La acción comisoria puede ser enervada por el contratante negligente


cumpliendo con la prestación debida. Se ha señalado que para determinar la
oportunidad en que dicho contratante puede pagar y evitar la resolución del
contrato, hay que ver si se trata del pacto comisorio típico o regulado por la ley
para el caso de infracción de la obligación del comprador de pagar el precio, o de
un pacto comisorio atípico.

La acción comisoria es prescriptible. SE extingue si no se ejerce dentro del


plazo que establece la ley.

Para determinar el plazo en que prescribe la acción comisoria, una vez más
se hace necesario distinguir entre el pacto comisorio típico y el pacto comisorio
atípico.

Para el pacto comisorio típico, el art. 1880 establece una prescripción


especial. La acción comisoria prescribe en primer lugar, en el plazo prefijado por
las partes, si éste no pasare de cuatro años. La acción comisoria si no se ejerce
durante el plazo de cuatro años, contados desde la fecha de celebración del
contrato.

La acción que se encuentra con vida, no obstante haber transcurrido más


de cinco años contados desde la fecha del contrato, es la acción resolutoria que
emana de la condición resolutoria tácita que contempla el art. 1489.

La regla del art. 1880 solamente se aplica tratándose de la prescripción de


la acción comisoria en el pacto comisorio típico.

A falta de una norma especial que determine el tiempo en que prescribe por
su no ejercicio la acción comisoria que emana de un pacto comisorio atípico, cabe
aplicar el principio general en virtud del cual las acciones personales prescriben en
el plazo de cinco años, contados desde que la obligación se ha hecho exigible.

Efectos Que Se Producen una vez extinguido el derecho o resuelto el contrato por
el cumplimiento de una condición resolutoria.

Cuando se entabla la acción resolutoria que deriva de la condición


resolutoria tácita cumplida o la acción comisoria que emana del pacto comisorio
típico, o del atípico que opera la resolución en virtud de sentencia judicial, la cosa
pedida es la resolución del contrato, que una vez declarada por sentencia firme
opera efectos similares a los de la declaración de nulidad de un contrato.

Tratándose de la condición resolutoria ordinaria o de un pacto comisorio


atípico estipulado con la intención de que produzca los efectos de aquélla, no
corresponde demandar judicialmente para obtener una declaración de que la
condición resolutoria se ha cumplido, pues los efectos se producen de pleno
derecho.

Cabe preguntarse si se produce la extinción del derecho de una sola de las


partes que celebraron el contrato en que se estipuló la condición resolutoria
ordinaria o el pacto comisorio, o producen la extinción de los derechos que
adquieren ambas partes si el contrato es bilateral.

La condición resolutoria ordinaria pactada en un contrato unilateral extingue


el derecho de una de las partes y la obligación correlativa de la otra.

La situación puede ser diferente tratándose de la condición resolutoria


ordinaria estipulada en un contrato bilateral, cuando del cumplimiento de a
condición depende la extinción del derecho de una sola de las partes. Solamente
la parte respecto de la cual se extingue el derecho contrae la obligación de restituir
a la otra lo que recibió en virtud del contrato.

Si bien estimamos que, por regla general, la condición resolutoria ordinaria


no produce la extinción o ineficacia del contrato, sino que sólo la extinción del
derecho de una de las partes, subsistiendo el derecho de la otra, no descartamos
la posibilidad de que se estipule una condición resolutoria ordinaria de la que
dependa la extinción del derecho que adquieren ambas partes en el contrato
bilateral.

Efectos de la condición resolutoria cumplida entre las partes y respecto de


terceros.

La condición resolutoria cumplida puede producir efectos no sólo respecto


de las partes, sino que también en relación con terceros, que son las personas
que, sin tener la calidad de parte en el contrato en que existe la condición,
adquieren la cosa que una de las partes obtuvo como consecuencia de la
celebración del mismo. Ello ocurre cuando pendiente la condición resolutoria que
más tarde se cumple, una de las partes enajena la cosa a un tercero.

Los efectos de la condición resolutoria cumplida respecto de terceros se


encuentran contemplados en los arts. 1490 y 1491, que distinguen si la cosa que
adquiere el tercero es mueble o inmueble. Igualmente, se refiere a la condición
suspensiva y al plazo.

La ocurrencia de dos hechos hace aplicable los arts. antes transcritos: en


primer lugar, que la condición resolutoria, ya sea ordinaria, tácita o pacto
comisorio, se cumpla y operen sus efectos, lo que implica que se ha dictado una
sentencia judicial en los casos en que ésta fuera necesaria; y en segundo, que
encontrándose pendiente la condición, la persona que tiene la cosa en su poder la
enajena a un tercero, es decir, efectúa a este último la tradición que permite la
transferencia del dominio o la constitución de otro derecho real.

El análisis de los arts. 1490 y 1491 permite decir que:

a) Dichos arts. establecen la solución por la que opta el legislador para uno de los
conflictos de intereses que existen en el Código Civil, que se produce cuando dos
partes, que tienen intereses contrapuestos, se encuentran en una situación o
posición jurídica que es igualmente merecedora de tutela o protección por el
ordenamiento jdco.

b) La solución por la que opta la ley se fundamenta en el efecto retroactivo que


presenta la condición resolutoria cumplida, en virtud del cual debe entenderse que
al no engendrar el contrato derecho alguno, no existe el derecho para reclamar la
tradición, de manera que efectuada ésta, no opera la transferencia del dominio,
derecho este último que continúa radicado en el tradente. El adquirente, no dueño
de la cosa, y que, a su vez, enajena la cosa a un tercero, no puede transferir a
éste más derechos que los que tiene, de modo que dicho tercero no adquiere el
dominio, sino solamente la posesión. El conflicto se presenta entre el dueño no
poseedor y el poseedor no dueño.

c) El legislador, guiado por razones de justicia y equidad, impone que el tercero


adquirente no deba conocer que quien le hizo la tradición de la cosa no era dueño
y que su derecho estaba expuesto al riesgo de extinción por el cumplimiento de
una condición resolutoria; de lo contrario, el adquirente se expone que no sea
considerado de buena fe.

d) Para la determinación del interés más digno de protección, el legislador, si bien


razona sobre la base del efecto retroactivo de la condición resolutoria cumplida,
atiende, también, a una situación de hecho: la buena o mala fe, constituida la
primera por el desconocimiento por parte del adquirente de la existencia de la
condición resolutoria.

Tratándose de cosas muebles, el art. 1490 privilegia los intereses de la


persona que tiene derecho a exigir la restitución de la cosa, en desmedro de los
intereses del tercero que la adquirió, solamente si éste se encuentra de mala fe.
En ese caso, la primera, a quien se le considera titular del derecho real de
dominio, puede entablar la acción reivindicatoria, solicitando que la persona que
posee la cosa sea obligada a restituirla.

En atención a que la ley presume la buena fe, sólo se puede reivindicar la


cosa mueble en contra del tercero adquirente si se prueba la mala fe de éste. La
prueba de la mala fe consiste en acreditar por los medios de prueba legales que el
poseedor tenía conocimiento de la condición resolutoria de cuyo cumplimiento
dependía la extinción del derecho que tenía la persona de quien adquirió la cosa.

Tratándose de cosas inmuebles, el art. 1491 no atiende específicamente a


la buena o mala fe del tercero adquirente para solucionar el conflicto de intereses,
sino que simplemente a un hecho objetivo: si la condición consta o no en el
contrato respectivo. Si en el contrato, que debe otorgarse por escritura pública y
puede encontrarse inscrito, consta la condición resolutoria (esto es, apareciendo
estipulada una condición resolutoria ordinaria o un pacto comisorio o se
subentiende la condición resolutoria tácita) la ley presume de derecho que el
tercero que adquiere posteriormente la cosa objeto de ese contrato lo hace en
cabal conocimiento de la existencia de la condición resolutoria cuyo cumplimiento
acarrea la extinción del derecho de la parte de quien adquiere dicha cosa.

Cabe igualmente determinar cuál es el título respectivo que menciona el art.


1491. Por "título" la ley se refiere en este caso al contrato, de lo que surge la
pregunta a cuál contrato, pues en la situación prevista por el art. 1491 se observan
dos contratos diferentes y no solo uno: el primero es el contrato por el cual una de
las partes adquiere el derecho personal para reclamar la tradición de una cosa; el
el segundo, en el cual tiene la calidad de parte quien adquirió el bien, pero que
contrae la obligación de hacer la tradición de la misma cosa a otra parte.

El título respectivo es aquel en que se estipula la condición resolutoria


ordinaria o el pacto comisorio o en que se subentiende la condición resolutoria
tácita, de la que depende la extinción del derecho.

Por su parte, el art. 1490 concede la acción reivindicatoria contra del


tercero; el art. 1491, dice que se resolverá la enajenación o gravamen.
Ambos arts. coinciden en que la enajenación de la cosa debe considerarse
ineficaz, en el sentido de que no opera la transferencia del dominio o la
constitución de otro derecho real.

Análisis De Los Arts. 1490 y 1491 En Lo Que Se Refiere A Los Efectos De La


Condición Suspensiva Cumplida Respecto De Terceros.

El art. 1490 expresamente menciona a la condición suspensiva y a la


resolutoria. El art. 1491, en cambio, habla de condición a secas, sin distinguir entre
una y otra, de lo que se desprende que se refiere a ambas.

Entre el acreedor que tiene derecho a exigir la tradición de la cosa una vez
que la condición suspensiva se cumple, y la persona que la adquiere por la
tradición que le hace el dueño encontrándose dicha condición pendiente, el
legislador prefiere, por regla general, los intereses del tercero adquirente, ya que
sólo por excepción prefiere al acreedor de la cosa en virtud del contrato
condicional. Esto pasa cuando el tercero adquirente de la cosa mueble se
encuentra de mala fe.

Si la cosa es un inmueble, para que se prefieran los intereses del acreedor


por sobre los del adquirente la condición suspensiva debe constar en el titulo
respectivo, inscrito u otorgado por escritura pública.

Cuando se analizaba el problema en relación con la condición resolutoria


cumplida, mencionábamos que la acción reivindicatoria en contra del tercero
adquirente que posee la cosa, que concede la ley cumpliéndose los requisitos que
ella misma establece, se justifica plenamente en el efecto retroactivo de ésta, toda
vez que se entiende que quien reivindica lo hace como dueño, cumpliéndose así el
requisito de la reivindicación que solamente puede ser intentada por el dueño no
poseedor en contra del poseedor no dueño.

El problema se presenta en relación con la acción reivindicatoria que dichos


arts. conceden al acreedor bajo condición suspensiva.

Los arts. 1490 y 1491 son plenamente aplicables tratándose tanto de la


condición resolutoria como de la condición suspensiva. Cuando dichos arts.
permiten reivindicar al acreedor, no se contradicen ni pugnan con los principios
generales de la acción reivindicatoria.

El adquirente de mala fe adquiere un derecho expuesto al riesgo de


extinción en el evento de cumplirse una condición, que para éste es resolutoria y
para el acreedor suspensiva.

Cuando el art. 1490 concede la acción reivindicatoria en contra del


adquirente de mala fe, se entiende que este no adquiere el dominio, sino
solamente la posesión.

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