Módulo 1 Daños
Módulo 1 Daños
Módulo 1 Daños
Derecho de daños
Introducción
Responsabilidad civil: “la obligación de resarcir el daño injustamente causado a otro, en las
condiciones que fija el ordenamiento jurídico”
Derecho de daños: la materia no solo implica reparar los daños, sino también engloba las
cuestiones relativas a la prevención y, eventualmente, puede dar lugar a la punición con el
pleno desmantelamiento de los efectos del ilícito dañoso.
El Código Civil y Comercial comienza el tratamiento de la responsabilidad civil con dos normas
fundamentales. La primera establece las funciones del sistema y la segunda alude a la
prelación normativa.
Conforme el artículo 1709, se estatuye una prelación normativa, que establece que:
En los casos en que concurran las disposiciones de este Código relativas a responsabilidad civil,
son aplicables, en el siguiente orden de prelación:
b) la autonomía de la voluntad;
Este orden es importante en casos de colisión entre los preceptos del Código con los de la ley
especial.
Sin embargo, el nuevo Código ha establecido que las funciones del derecho de daños son la
prevención y la reparación.
Por lo cual, la punición ha sido expresamente descartada como posible función del sistema por
el CCC; queda eliminada con ello toda referencia a la sanción pecuniaria disuasiva
representativa de la función punitiva del derecho de daños con el fin de que la autoridad de
aplicación mantenga sus potestades, inhibiendo a la autoridad jurisdiccional de resolver estas
cuestiones.
En el actual Código, las funciones del derecho de daño son solo dos: la preventiva y la
resarcitoria;
Como primera medida debemos decir que la prevención es deseada, pero en su justa y
razonable medida.
Por otro lado, si bien es cierto que se puede “reparar” el perjuicio en términos jurídicos, lo
cierto es que en el mundo real o material, ese bien (POR EJ: la integridad física de la víctima) ha
perecido y no hay verdadera posibilidad de recomposición, más que la reparación pecuniaria.
Por tal razón, la prevención es fundamenta; Ella presenta dos formas.
1-La primera, de carácter general, es la amenaza que implica una consecuencia legal, una
sanción, frente a una conducta determinada.
2-La segunda forma es más específica y se justifica en cuestiones que manifiesten una
peligrosidad, una donosidad potencial alta, o la presencia de determinados bienes jurídicos. De
este modo, se imponen a ciertos sujetos deberes especiales de control, para reducir riesgos de
la actividad por ellos producida.
El Código Civil y Comercial dedica cuatro artículos a la función preventiva del derecho de
daños. Todas estas normas son de carácter tanto sustancial como procesal.
Implica una presunción iuris tantum de que todo daño causado es antijurídico, salvo que exista
una causa de justificación.
En este sentido, el Código Civil y Comercial recepta expresamente este principio: “Art. 1716:
Deber de reparar. La violación del deber de no dañar a otro, o el incumplimiento de una
obligación, da lugar a la reparación del daño causado, conforme con las disposiciones de este
Código”.
El Código Civil y Comercial de la Nación no incluye una norma consagratoria del principio de la
culpa, por lo cual, el artículo 172125 del nuevo Código refiere que la atribución de un daño al
responsable puede basarse en factores objetivos y subjetivos. En ausencia de normativa, el
factor de atribución es la culpa.
“El acento jurídico, antes colocado en la propiedad privada, hoy apunta a la persona. El
personalismo ha sustituido al patrimonialismo, que cosificaba las personas y personalizaba las
cosas”. Tendiente a la protección de la persona, en el artículo 174028, el Código Civil y
Comercial de la Nación tiende a garantizar la restitución de la situación del damnificado al
estado anterior al hecho dañoso, en todas sus facetas, e implica un cambio de paradigma de la
tesis de la inviolabilidad del patrimonio a la inviolabilidad de la persona que supone su
primacía jurídica como valor absoluto, que debe ser protegido no solo por lo que tiene y pueda
obtener, sino por lo que es y en la integridad de su proyección. Asimismo, la noción es
comprensiva tanto de los aspectos físicos como de los que no lo son, lo cual tiene importantes
efectos, como por ejemplo en el daño a la persona.}
Principio de reserva
Conforme a este principio, no existe deber ni transgresión sin norma que lo imponga. La regla
es que todo daño se reputa antijurídico, la simple violación del neminen laedere implica
ilicitud, salvo que medie causa de justificación. El alterum non laedere tiene jerarquía
constitucional.
Principio de prevención
Todo sujeto tiene el deber de tomar las medidas adecuadas a fin de evitar daños no
justificados, o aminorar la gravedad y magnitud de un daño ya causado. Este principio se
establece como un deber concreto: el deber de prevención de un daño. Tarea preventiva:
1) evitar causar un daño no justificado
2) adoptar medidas para evitar un daño o disminuir su magnitud
3) no agravar el daño ya producido.
El principio es de aplicación para la persona “en cuanto de ella dependa”. Esta afirmación
implica la exigibilidad de acciones preventivas que se encuentren al alcance o dentro de la
esfera de control de la persona, excluyéndose aquellos comportamientos que resulten de
cumplimiento imposible.
Debemos considerar que normalmente es difícil que la recomposición sea posible y se logre
colocar las cosas en el estado en que se encontraban antes del evento dañoso; es una
limitación propia del derecho. Sin embargo, este principio viene a garantizar que al menos la
reparación tenga cierta equivalencia con el daño padecido por la víctima.
Art. 1740. Reparación plena. La reparación del daño debe ser plena. Consiste en la restitución
de la situación del damnificado al estado anterior al hecho dañoso, sea por el pago en dinero o
en especie. En el caso de daños derivados de la lesión del honor, la intimidad o la identidad
personal, el juez puede, a pedido de parte, ordenar la publicación de la sentencia, o de sus
partes pertinentes, a costa del responsable
1-Enriquecimiento sin causa. El enriquecimiento sin causa es la acción que se reconoce a una
persona que ha experimentado, sin causa justa, una disminución patrimonial, a raíz del
desplazamiento de un bien que ha salido de su patrimonio, en contra de quien se ha
beneficiado injustamente.
La responsabilidad civil, toma a consideración el daño causado a la víctima, exista o no
enriquecimiento del dañador, y su objetivo es la reparación integral del daño.
2-Seguros. Las indemnizaciones provenientes de seguros por daños normalmente son tarifadas
y surgen de un contrato de seguro que estipula un beneficio para un tercero. Si bien está
pensado para reparar el daño del tercero, la causa de la misma es el contrato celebrado entre
el asegurador y el asegurado. La víctima tendrá derecho a reclamarle al dañador el pago de la
reparación integral del daño.
1-derecho romano;
2-Edad Media: derecho español antiguo y derecho francés;
3-Revolución Francesa y Código de Napoleón (la responsabilidad basada en la culpa);
4-la crisis de la responsabilidad basada en la sola idea de culpa. El advenimiento de la
responsabilidad objetiva;
5-la responsabilidad en la era tecnológica.
1-No todos los riesgos y daños pueden ser englobados en una cobertura.
2-Ciertos daños suelen asegurarse mediante una indemnización tarifada que no logra cubrir la
totalidad del daño causado. Esto implica que a la víctima le quede abierta la posibilidad de
accionar por la vía ordinaria en contra del sindicado como responsable.
3-Por último, la posibilidad de ejercitar la acción de reembolso en contra del autor del daño
implicará derivar la cuestión a la responsabilidad civil.
En el actual CCC vemos reflejadas esas ideas. Además de plasmarse en preceptos normativos
los principios más relevantes del derecho de daños, se recepta la responsabilidad colectiva,
anónima y por el accionar de grupos; es una responsabilidad objetiva basada en el riesgo
creado e importa una forma de socialización del daño en base a principios solidaristas
asociados con la equidad.
La facultad de fijar las indemnizaciones solo puede ser ejercida por organismos de la
administración que reúnan los siguientes requisitos:
a) La norma de creación les haya concedido facultades para resolver conflictos entre
particulares;
b) Estén dotados de especialización técnica, independencia e imparcialidad;
c) Sus decisiones estén sujetas a control judicial amplio y suficiente.
Este cambio operado en la realidad actual permite colegir que no solamente el damnificado
tiene derecho a la indemnización o el resarcimiento, sino que se hace lugar al daño colectivo y
lo que la moderna doctrina llama “daños de incidencia colectiva”. Cabe, también, mencionar
los intereses individuales homogéneos, reconocidos por la Corte Suprema de Justicia: el daño
que "un individuo causa al ambiente se lo está causando a sí mismo" y "la mejora o
degradación del ambiente beneficia o perjudica a toda la población”.
Al quedar eliminada esta sección, podemos decir que si bien el CCC reconoce la diferencia
entre los derechos individuales y colectivos, como también los daños derivados de la
afectación de un derecho individual de otro de incidencia colectiva, no hay efectos para la
categoría de "daño de incidencia colectiva", al menos en el texto de la norma. Esto no quiere
decir que los daños colectivos queden impunes. Por vía jurisprudencial y doctrinaria, con una
interpretación integral del sistema normativo estos daños pueden ser objeto de prevención,
sanción o resarcimiento.
Se razona que es la violación del deber de no dañar a otro lo que genera la obligación de
reparar el menoscabo causado, y que tal noción comprende todo perjuicio susceptible de
apreciación pecuniaria que afecte en forma cierta a otro en su persona, en su patrimonio y/o
en sus derechos y facultades.
Resaltan el principio de reparación plena o integral como una de las grandes columnas sobre
las que se asienta el sistema de responsabilidad civil.
Y en ese ámbito adquiere relevancia el tema de la cuantificación de los daños a las personas.
La plena eficacia de un derecho de jerarquía constitucional es inherente a la racionalidad de su
reglamentación y a la respuesta que ensaye el sistema frente a normas que sean
manifiestamente lesivas de la esencia del derecho consagrado.
La actitud de la Corte Suprema al asumir una posición de protección a la víctima del daño y
reconocer el derecho a la reparación plena con estándar constitucional, implica tomar muy en
cuenta los tratados, en particular los de derechos humanos, y los derechos reconocidos en
todo el bloque de constitucionalidad.
Así, podemos decir que existe una reconstrucción de la coherencia del sistema de derechos
humanos con el derecho privado.
Todos estos postulados son tomados por el CCC, que, al constitucionalizar el derecho privado,
reconoce con carácter expreso el derecho a la reparación plena.
artículo 1740: “Reparación plena. La reparación del daño debe ser plena” en dinero o especie,
y en los daños a la intimidad y el honor incluye la publicación de la sentencia en sentido acorde
con la postura de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
articulo 1716: “Deber de reparar. La violación del deber de no dañar a otro, o el
incumplimiento de una obligación, da lugar a la reparación del daño causado”.
La reparación plena admite ciertos supuestos de limitación, sea por razones de equidad o de
fuente convencional.
En la obligación de saneamiento se tienen por no convenidas las cláusulas de supresión y
disminución de la responsabilidad si el enajenante conoció o debió conocer la existencia de
vicios o el peligro de evicción, o si el enajenante actúa profesionalmente, a menos que el
adquirente también se desempeñe profesionalmente.
Cualquiera sea la fuente del deber de reparar el daño, se tornan de aplicación las mismas
reglas. La unificación que opera en el nuevo código se basa en la identidad de finalidad y de
presupuestos entre ambas esferas de responsabilidad.
El art. 2561 establece un plazo común de tres años para la prescripción del "reclamo de la
indemnización de daños derivados de la responsabilidad civil".
No hace diferencia entre la responsabilidad civil derivada del incumplimiento obligacional o de
la violación del deber de no dañar. El plazo de prescripción es único.
Si bien existen otros plazos, estos son supuestos especiales o de excepción y su fijación pasa
por la especialidad del caso regulado.
El artículo 1726 declara resarcibles las consecuencias inmediatas y las mediatas previsibles.
“Relación causal. Son reparables las consecuencias dañosas que tienen nexo adecuado de
causalidad con el hecho productor del daño. Excepto disposición legal en contrario, se
indemnizan las consecuencias inmediatas y las mediatas previsibles”.
El art. 1748 establece que "El curso de los intereses comienza desde que se produce cada
perjuicio".
1-En relación a la antijuridicidad, tal como vimos, en materia extracontractual este elemento
es atípico; es decir, deriva del deber de no dañar a otro. Mientras que, en la responsabilidad
contractual, existe un deber previo, una obligación especifica que se incumple.
2-En relación al factor de atribución, podemos decir que en materia extracontractual el deber
general de no dañar obliga a todas las personas sin determinación. Requiere examinar de qué
forma se dañó: si se lo hizo con culpa o dolo, por un acto involuntario, mediante el empleo de
una cosa riesgosa o viciosa, o por el ejercicio de una actividad peligrosa, etc. En la
responsabilidad contractual la obligación asumida –esa prestación especifica– es un vínculo
que constriñe a un sujeto determinado a cumplir cierta conducta en relación a otro u otros, en
todos los casos determinados o determinables. La responsabilidad deriva entonces de la
calidad de deudor de la obligación.
3-En relación al caso fortuito, la exoneración en cada una de las esferas es diferente. En la
responsabilidad extracontractual el caso fortuito rompe o fractura el nexo causal entre el
hecho del sujeto y el daño, y desplaza la autoría hacia ese evento imprevisible o irresistible. En
materia obligacional, se trata de evaluar la incidencia que el caso fortuito tiene en la
posibilidad de cumplir la obligación.
4-En relación a la previsibilidad contractual, solo es aplicable para este supuesto y queda
excluida la responsabilidad aquiliana.
5-En la ejecución de la obligación por un tercero, esa circunstancia de incumplimiento hace
responsable al deudor, cualquiera sea la persona que de hecho haya materializado la
inejecución del plan prestacional. A diferencia de lo que ocurre en la responsabilidad
extracontractual —donde el responsable indirecto responde por el hecho de otro-, en materia
obligacional, el hecho de que el obligado introduzca a un tercero para ejecutar la prestación en
su lugar en nada altera la naturaleza o el fundamento de dicha responsabilidad. En
consecuencia, cuando el incumplimiento es materializado por el tercero ejecutor de la
obligación el deudor responde. En cambio, si hay responsabilidad del tercero en los supuestos
de responsabilidad extracontractual por daños causados por el ejecutor material de la
obligación.
6-En relación a la edad a la que se adquiere el discernimiento. Para los actos ilícitos se
adquiere a los diez años, pero para los lícitos se obtiene a los trece.
La obligación tácita de seguridad tenía sentido en un sistema que, como el de Vélez, sentaba
normas distintas para regular la responsabilidad contractual y la extracontractual; Luego se
introdujo la obligación de seguridad en el derecho del consumo. Por lo cual, al unificarse el
sistema, el mantenimiento de la obligación de seguridad en el derecho común carece de
sentido. Por ese motivo no se ha incorporado en el código ninguna alusión a la obligación
tácita de seguridad.
También por eso se dice que se unifican los supuestos que habían generado dificultades serias,
como ocurre con los daños a la persona en el ámbito de la responsabilidad contractual.
Dijimos que el nuevo código regula los contratos de consumo, pero deja subsistente el
régimen establecido por la Ley 24240, con lo cual ambos regímenes se complementan.
En relación a la unificación del sistema de responsabilidad civil obligacional y contractual,
podemos afirmar que el régimen del consumidor fue unos de los primeros y más importantes
ejemplos de unificación parcial de la responsabilidad civil, anterior al dictado del CCC.
En efecto, en la Ley de Defensa del Consumidor, el eje no pasa por el contrato sino por la
relación de consumo entendida como el vínculo que se establece entre el consumidor o
usuario y el proveedor de bienes o servicios para su consumo final. Basta la existencia de un
mero contacto social entre consumidor y empresario. A su vez, se responsabiliza a todos los
integrantes de la cadena de producción y comercialización de un producto o servicio riesgoso.
Existen diversas doctrinas que intentan encontrar una justificación a la responsabilidad civil en
un período anterior a la formación del consentimiento.
Doctrinas contractualistas
Doctrinas extracontractualistas
Requisitos. Principios
En caso que una de las futuras partes contratantes viole algunos de los preceptos, será la idea
la que determinará el resarcimiento. En este sentido, la extensión del resarcimiento debe
contemplar todo el daño y seguir el norte de la justicia, que es la reparación plena.
En el CCC se ha incorporado una disposición sumamente abarcativa:
Durante las tratativas preliminares, y aunque no se haya formulado una oferta, las partes
deben obrar de buena fe para no frustrarlas injustificadamente. El incumplimiento de este
deber genera la responsabilidad de resarcir el daño que sufra el afectado por haber confiado,
sin su culpa, en la celebración del contrato17.
responsabilidad post-contractual
Como ejemplos de este tipo de responsabilidad, podemos pensar en aquellos contratos que
suponen el mantenimiento de un secreto profesional o técnico, aún luego de la conclusión del
contrato (v. gr., contrato de franquicia, asistencia médica, contrato de trabajo, etcétera).
La extensión del resarcimiento va a incluir el daño emergente (es decir, todos los gastos que
haya tenido que realizar el damnificado) y el lucro cesante, siempre y cuando el mismo sea
cierto, aún en calidad de pérdida de chance.
El daño
Daño resarcible: "hay daño cuando se lesiona un derecho o un interés no reprobado por el
ordenamiento jurídico, que tenga por objeto la persona, el patrimonio, o un derecho de
incidencia colectiva".
La responsabilidad civil busca repartir justa y equitativamente los daños mediante el
reconocimiento del alterum non laedere como norma primaria y cláusula general del sistema
con jerarquía constitucional.
El significado de daño resarcible ha evolucionado para llegar a ser caracterizado como aquel
que consiste en la lesión a un derecho o a un interés merecedor de protección conforme al
ordenamiento jurídico, si no está justificado.
Se contemplan en el nuevo ordenamiento jurídico los daños individuales tradicionales
(patrimonial o moral –ahora denominado "daño que provoca consecuencias no
patrimoniales”–), se incorporan los daños colectivos cuando se lesionan derechos de
incidencia colectiva (pese a la supresión) y se elimina la distinción entre daños de origen
contractual o extracontractual, aunque subsisten algunas diferencias.
Artículo 1737.- Concepto de daño. Hay daño cuando se lesiona un derecho o un interés no
reprobado por el ordenamiento jurídico, que tenga por objeto la persona, el patrimonio, o un
derecho de incidencia colectiva. (daño-lesión)
El daño causa una lesión a un derecho o a un interés. Cuando ese derecho o interés es
individual, recae sobre la persona o el patrimonio. Pero además esta lesión puede generar una
indemnización patrimonial.
No todo daño es indemnizable y solo existe la indemnización que tenga como antecedente un
daño resarcible. Una de sus funciones es la reposición al estado anterior al hecho generador o
la indemnización. Por lo tanto, la indemnización es una consecuencia de la lesión.
La doctrina aclara que, para que el daño sea resarcible, debe ser cierto, personal y subsistente.
Para que el daño sea resarcible, este deberá provenir de la afectación a un interés no ilegítimo
del damnificado.
Prueba
La prueba del daño patrimonial y de su cuantía pesa sobre quien alega su existencia. Se debe
probar la cuantía y la calidad del mismo.
Para que exista responsabilidad civil es necesaria la causación de un daño por regla. La
amenaza de daño puede tener consecuencias jurídicas en relación a la función preventiva,
especialmente en cuestiones de derecho ambiental. Solo diremos aquí que la idea preventiva
engloba tanto la evitación de daños no justificados como la de su agravamiento.
El artículo 1716 establece el deber de reparar ante: a) la violación del deber de no dañar a
otro, o b) el incumplimiento de una obligación.
Esto implica que, cualquiera sea el origen de la infracción, se debe reparar.
Solo debemos tener cuidado de distinguir aun cuando el régimen se haya unificado: al
incumplirse una obligación, ello no siempre da lugar a la reparación, sino solo cuando existe
daño para el acreedor. En este caso existen dos obligaciones: la preexistente y la
indemnización nacida por el incumplimiento.
En los contratos se responde por las consecuencias que las partes previeron o pudieron haber
previsto al momento de su celebración.
No podemos olvidar que la integridad psicofísica, la salud, el proyecto de vida, etcétera, son
simplemente bienes jurídicos, representan bienes de carácter personalísimo que resultan ser
asientos de derechos subjetivos, pero que no pueden ni deben ser resarcidos autónomamente
y per se. Un daño será tal en la medida que, sin estar justificado, afecte algún interés y,
además, provoque consecuencias; caso contrario, nos encontraremos ante menoscabos. En tal
sentido, un daño será patrimonial o no patrimonial (moral), según sea la índole del interés
lesionado. Por ello, cuando nos referimos al daño a la salud, debemos determinar si solo afecta
un interés extrapatrimonial de quien lo padece o si afecta un interés de carácter patrimonial.
Cuando el CCC se refiere al daño con consecuencias no patrimoniales, hace referencia al daño
que provoca la lesión a intereses espirituales de un sujeto.
Dicho de otro modo, el daño inmediato resulta del curso natural y ordinario de las cosas; el
daño mediato resulta de la conexión de un hecho con un acontecimiento distinto.
Daño actual es el ya ocurrido al tiempo en que se dicta la sentencia. Son los perjuicios
presentes o los que haya sufrido la víctima; por ejemplo, los gastos médicos.
El daño futuro es el que todavía no ha sucedido y puede o no suceder pero hay un alto grado
de probabilidad de que suceda. Ejemplo, la disminución de alguna ganancia derivad del daño.
El daño previsible es aquel que podía preverse al emplear la debida atención y conocimiento
de la cosa. Es imprevisible cuando no ha podido ser previsto. Se analiza la actuación concreta
del sujeto.
El daño al interés positivo puede traducirse como el interés que el contratante tiene en la
ejecución de un contrato; interés que, en el caso de inejecución de este, debe ser satisfecho
indemnizándose el daño emergente y el lucro cesante.
El daño al interés negativo está relacionado con el interés que se tiene en la no conclusión del
contrato. Comprende la indemnización de este todo lo que el damnificado tendría si no se
hubiera concertado el contrato nulo y que pueda abarcar también el daño emergente y el
lucro cesante. Se compone por todos los daños sufridos por el acreedor a causa de haber
confiado en la vigencia de un contrato que no se concretó, que se extinguió o que resultó
inválido.
El daño debe ser reparado en los casos y con los alcances establecidos;
La reparación incluye el reembolso total o parcial, según corresponda, de los gastos generados
por la celebración del contrato y de los tributos que lo hayan gravado;
De haberse pactado la cláusula penal, se aplica con los alcances establecidos;
Acumulabilidad del daño moratorio. Artículo 1747 del Código Civil y Comercial
Acumulabilidad del daño moratorio. El resarcimiento del daño moratorio es acumulable al del
daño compensatorio o al valor de la prestación y, en su caso, a la cláusula penal
compensatoria.
Daño moral
El artículo 174126 del CCC de la Nación establece una ampliación en la legitimación para
reclamar la reparación de las consecuencias no patrimoniales, lo que marca una clara
diferencia con el sistema anterior. Señala, en primer lugar, al damnificado directo (víctima del
daño) como regla en cuanto hace a la legitimación, pero incluye, en caso de muerte o
padecimiento de una grave discapacidad (según las circunstancias y a título personal), a los
ascendientes, descendientes, cónyuge y quienes convivían y recibían trato familiar ostensible.
En primer lugar podemos decir que es solo directa (únicamente la víctima) y excepcionalmente
será indirecta.
El CCC, en su artículo 174130, pone punto final a las diferentes interpretaciones que se
formulan en el ámbito doctrinario y jurisprudencial, no solo en cuanto al término "herederos
forzosos", sino también respecto de la posibilidad de aplicar el artículo 1079 del actual código
en determinados casos particulares.
Se ha sostenido que no es justo excluir el resarcimiento del daño no patrimonial a quienes no
revisten la calidad de herederos forzosos. En este aspecto se reconoce a las nuevas familias y
se tiende a brindarles un adecuado marco de protección jurídica. Aunque –reiteramos– el
"trato familiar ostensible" y “la gran incapacidad” deberán ser objeto de prueba y pueden
generar disparidad de criterios.
Quienes se oponen a esta idea, le imputan la dificultad que implica la estimación cuantitativa
del daño moral colectivo, su dificultad probatoria y la idea de que se lucre con el dolor
humano. Argumentos que también fueron dados para contrarrestar el ya establecido daño
moral individual.
La cuestión de los daños producidos en el ámbito laboral está regulada por un régimen
especial tarifado que, en principio, cubriría todos los daños del trabajador, sin posibilidad de
solicitar un monto mayor.
El daño moral debe probarse, en principio, por quien lo alega, sin más consideraciones
respecto de su origen.
Dada la dificultad de producir una prueba directa sobre el perjuicio padecido (que es interno y
que no implica necesariamente lágrimas o una exteriorización estereotipada) se considera que
la prueba es indirecta y que surge de los indicios y las presunciones hominis; y se tiene en
cuenta el evento dañoso y las características del caso. De tal modo puede determinarse la
existencia del daño moral, la magnitud o, en su caso, la inexistencia del mismo.
En cuanto a la carga de la prueba del daño moral, se impone que todo daño deba ser
acreditado por quien lo invoca, excepto imputación, presunción legal o notoriedad.
El daño moral no es susceptible de prueba directa, sino que resulta acreditado a partir de
presunciones. Partiendo del hecho conocido y acreditado el siniestro y sus circunstancias - se
deriva el padecimiento de daño moral de la víctima, aunque tal presunción no alcanza al
quantum por lo que corresponde analizar el pretendido por la parte accionante, ponderando
las concretas modificaciones disvaliosas de su espíritu en que se funda la pretensión del monto
Se debe tener en cuenta la gravedad objetiva del daño sufrido por la víctima. Esto se logra al
considerar la modificación disvaliosa del espíritu en el desenvolvimiento de sus capacidades de
sentir, querer y entender; y de su estado anímico. Todos estos elementos deben ser
ponderados prudencialmente por el magistrado.
Evaluar el daño moral significa medir el sufrimiento humano. Esto no sólo es imposible de
hacer en términos cuantitativamente exactos, sino que es una operación no susceptible de ser
fijada en términos de validez general o explicada racionalmente.
Cada juez pone en juego su personal sensibilidad para cuantificar la reparación.
...La estimación del quantum del daño moral no se rige sólo por parámetros objetivos, sino -
esencialmente- por razones de equidad y prudencia, y por lo tanto no es razonable exigir a los
juzgadores que viertan motivos objetivos para justificar su personal sensibilidad.
La antijuricidad
Una acción antijurídica es aquella que resulta contraria al ordenamiento jurídico integralmente
considerado.
Esa acción es una conducta, ya sea comisiva u omisiva, que provoca un resultado. Quedan
excluidos los actos reflejos o que provengan de estados de inconsciencia o fuerza irresistible.
El concepto puede abarcar tanto la violación directa de la ley como la infracción del deber
impuesto por la voluntad de las partes en el contrato.
La antijuridicidad en el Código Civil y Comercial (CCC)
Para que exista la sanción resarcitoria, se requiere que exista un daño que tenga relación de
causalidad, un factor de atribución (subjetivo u objetivo) y antijuridicidad.
"Cualquier acción u omisión que causa un daño a otro es antijurídica si no está justificada". La
simple violación del neminen laedere implica ilicitud. Es la llamada antijuridicidad material.
En este sentido, el CCC se inclina de manera manifiesta por la llamada antijuridicidad material,
según la cual la simple violación del “neminen laedere” implica ilicitud, salvo que la conducta o
el perjuicio se encuentren justificados.
Una postura considera que el acto ilícito civil requiere de la imputabilidad de la conducta del
agente, es decir que la ilicitud es subjetiva. Si la ilicitud no requiriere la voluntad del sujeto, los
actos ilícitos no debieran ser incluidos en la categoría de actos voluntarios en el Código Civil.
Esto no es así . En el actual artículo 1717 del CCC, se hace alusión a la responsabilidad civil
desde su función resarcitoria de un daño injusto. Esto no quiere decir que el acto involuntario
no pueda ser ilícito: El autor de un daño causado por un acto involuntario responde por
razones de equidad.
El acto realizado por quien sufre fuerza irresistible no genera responsabilidad para su autor, sin
perjuicio de la que corresponde a título personal a quien ejerce esa fuerza
Atenuación de la responsabilidad. El juez, al fijar la indemnización, puede atenuarla si es
equitativo en función del patrimonio del deudor, la situación personal de la víctima y las
circunstancias del hecho. Esta facultad no es aplicable en caso de dolo del responsable.
El acto ilícito implica una violación a la ley que causa daño a otro y obliga a la reparación a
quien resulte responsable en virtud de imputación o atribución legal del perjuicio. La ilicitud
constituye un elemento del acto ilícito independiente de la culpa.
¿Atipicidad del ilícito civil? El principio de reserva
Para que una conducta sea antijurídica, debe estar prohibida por el ordenamiento jurídico.
En armonía con esta norma Vélez estableció en la norma derogada que: Ningún acto
voluntario tendrá el carácter de ilícito, si no fuere expresamente prohibido por las leyes
ordinarias, municipales o reglamentos de policía; y a ningún acto ilícito se le podrá aplicar pena
o sanción de este Código, si no hubiere una disposición de la ley que la hubiese impuesto.
La ley civil no requiere tipicidad, sino que, por el contrario, el ilícito civil es atípico, es decir
genérico y flexible, ya que prohíbe causar daños a otro en su persona o en sus cosas.
Es antijurídica toda conducta comisiva u omisiva que cause un daño a otro, sin que medie una
causa de justificación.
Si bien se ha unificado la responsabilidad contractual con la extracontractual, el Código
distingue la antijuridicidad en uno u otro campo. Es así que los artículos 1716 y 174912
mencionan separadamente la violación del deber general de no dañar a otro y el
incumplimiento de una obligación.
1-La creación de un riesgo a través de una actividad socialmente válida puede ser lícita. Sin
embargo, no lo es el daño que se pueda generar.
2-Esta actividad riesgosa puede devenir en dañosa y es entonces cuando se transgrede el
principio de no dañar a otro.
3-La antijuridicidad no es exclusiva de la responsabilidad subjetiva.