Resumen Primer Parcial Niñes Pizzo
Resumen Primer Parcial Niñes Pizzo
Resumen Primer Parcial Niñes Pizzo
PRÁCTICOS
García, M. J., Pizzo, M.E. & Aranda, N. (2004). “Orientaciones para la realización de la observación en niños”.
Ficha Dto. Publicaciones, Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires.
Algunas problemáticas básicas de la Psicología del desarrollo. Características del periodo neonatal –
Biotti
Entendiendo el desarrollo como un patrón de cambio complejo, es necesario aclarar que no sucede de manera
arbitraria, sino que respeta leyes que lo regulan. Estas leyes muestran un cambio sistemático de pautas desde su
comienzo hasta la madurez.
Leyes o principios del desarrollo:
1. Diferenciación: El desarrollo va de lo simple a lo complejo, de lo homogéneo a lo heterogéneo, de lo general a lo
específico.
2. Subordinación funcional: Las estructuras y funciones diferenciadas se combinan y organizan creando pautas
nuevas con características emergentes propias. Por ejemplo, la vista y el movimiento de la mano, que funcionaban
independientemente uno de otro, se subordinan a través de la coordinación óculo-manual al servicio de alcanzar
un objeto deseado.
3. Direcciones del crecimiento: Céfalo-caudal (cabeza-cola, el crecimiento en estructura y función se continúa en
dirección hacia abajo del cuerpo) y próximo-distal (de lo cercano a lo lejano, por fuera del eje central del cuerpo y
hacia las extremidades). Así, tiene lugar primero el desarrollo de la cabeza y su sostén, luego seguirán las otras
partes del cuerpo. Por otro lado, primera se desarrollarán los brazos para luego desarrollarse las manos y los
dedos.
4. Crecimiento asincrónico: Las partes del organismo no se desarrollan de manera uniforme o al mismo tiempo, sino
que lo hacen en tiempos diferentes, en forma asincrónica. Por ejemplo, en la etapa preescolar, las piernas crecen
más en relación al resto del cuerpo.
5. Discontinuidad en el ritmo del crecimiento: El ritmo del crecimiento tampoco es uniforme sino que se da de manera
discontinua. Se acelera durante la primera infancia, luego durante la latencia se aminora y vuelve a acelerarse
durante la pubertad.
Continuidad y discontinuidad
Una de las características del desarrollo es el cambio que se da de manera generalmente continua y algunas
veces de manera discontinua.
Los organismos vivos no tolerarían una frecuencia ininterrumpida de cambios abruptos, por lo cual los momentos
de discontinuidad se generan cuando es realmente necesario para el desarrollo. Hay factores que contribuyen a la
continuidad en el desarrollo y factores que contribuyen a su discontinuidad.
Sincronía y asincronía
El crecimiento asincrónico se corresponde también con la asincronía de las áreas de la conducta: motriz,
adaptativa, del lenguaje, persona-social. Los campos principales de la conducta, que se suceden con relativa
independencia entre sí, se convierten así en puntos de referencia para estimar la madurez de la conducta
observada en cada niño.
Periodo neonatal
Hay que diferenciar recién nacido de neonato. “Recién nacido” denomina al bebé inmediatamente después del
momento de haber nacido. “Neonato” se refiere al bebé desde la primera semana hasta el primer mes de vida,
término del cual deriva la denominación del periodo neonatal.
Funciones sensoriales
Audición: Cuando se encuentra en calma, despierto y no llora, el neonato oye perfectamente. A partir de los 3 ó 4
meses es capaz de girar la cabeza para orientarla en la dirección del ruido. Se pudo demostrar que desde el
nacimiento el neonato muestra una preferencia por su lengua materna, de la que reconoce los rasgos distintivos.
Los recién nacidos otorgan mayor atención a las voces agudas o femeninas y durante la primera semana de vida
vuelven la cabeza más rápidamente hacia el sonido de la voz de su madre que hacia voces extrañas.
Visión: El lactante es capaz de establecer la diferencia entre la noche y el día desde el nacimiento. Su visión es
menos precisa que la del adulto, su campo visual es restringido y su distancia de visión muy limitada. Sin
embargo, presenta una actividad visual exploratoria espontánea: puede fijar la mirada, parece elegir lo que quiere
mirar; se encuentra más atraído por los rostros humanos que otras cosas.
Gusto: Se encuentra presente y ya desarrollado al momento del nacimiento.
Olfato: Se encuentra presente y ya desarrollado al momento del nacimiento. La percepción de los olores juega un
papel más importante en los bebés que en los adultos. A los pocos días de vida el recién nacido reconoce el olor
de la madre.
Tacto: Al momento del nacimiento los contactos corporales, particularmente con la madre, jugarán un papel
esencial en el desarrollo neurológico. La sensibilidad táctil ha sido ya ejercitada mucho durante todo el período de
vida intrauterina.
Todo esto da cuenta que los sistemas sensoriales funcionan ya en el feto en la vida intrauterina, este
funcionamiento se acerca mucho al de la vida neonatal, momento en el cual se logra la puesta en funcionamiento
y el ajuste de estos sistemas sensoriales en un ambiente diferente.
Funciones motrices
Más que hablar del desarrollo de la motricidad, se debe hablar del desarrollo de la psicomotricidad. Los primeros
movimientos tienen lugar dentro del útero materno. Las funciones motrices comprenden tanto la motilidad pasiva
como la motilidad activa. La motilidad pasiva se refiere al tono muscular. La motilidad activa se refiere a la
actividad espontánea, a la actividad refleja y a la actividad automática.
Motilidad pasiva: El tono muscular es el estado tensión permanente de los músculos que es de origen
esencialmente reflejo, tiende al ajuste de las posturas locales y de la actividad general. En el neonato, la
musculatura del cuello y los músculos extensores que permitirán más adelante estirar las extremidades, todavía no
se han fortalecido.
Motilidad activa:
o Actividad espontánea: Todos aquellos movimientos que se observan en estado de vigilia (flexión y extensión de
las extremidades, etc.).
o Actividad refleja: Reacciones automáticas, heredadas, desencadenadas por estímulos específicos, y tendientes a
favorecer la adecuación del sujeto al medio ambiente.
Reflejos permanentes: Permanecen durante toda la vida. Estornudo, bostezo, hipo, reflejo rotuliano, etc.
Reflejos arcaicos: Primitivos, desaparecen entre los 2 y los 6 meses de edad. Dan cuenta del buen funcionamiento
neurológico al nacer. Su ausencia en las primeras semanas o su permanencia por más tiempo de lo esperable son
indicadores de daño neurológico. Ellos son:
Reflejo de Moro o reflejo de los brazos en cruz: El bebé extiende sus piernas y brazos en forma de cruz y
comienza a llorar.
Reflejo de grasping: Al estimular con un dedo la palma de su mano, el bebé cerrará el puño fuertemente,
agarrando el dedo.
Reflejo tónico cervical: Reflejo postural desencadenado por cambios de posición de la cabeza en relación al
tronco.
Reflejo de marcha automática: Al sostener al bebé de pie de modo que los pies toquen el piso, se manifiesta un
enderezamiento progresivo de los miembros inferiores y marcha automática.
Reflejo de incurvación del tronco: Reacción de evitamiento ante una excitación de la piel del bebé que se difunde
hacia la columna vertebral. Al estimular uno de los lados de su columna, moverá su cadera hacia el lado
estimulado.
Reflejo de ojos de muñeca japonesa: Si en estado de reposo vigil rotamos la cabeza del bebé, los ojos no
acompañan el movimiento de la cabeza.
Reflejo de Babinski
Reflejo de natación: Aparece ante la inmersión en el agua. Efectúa algunos movimientos de brazos y piernas para
mantenerse en la superficie.
Reflejos orales:
o Reflejo de búsqueda: Orientación de los labios y la cabeza hacia el sitio donde se realiza la estimulación. Permite
al bebé orientar su boca hacia el pezón.
o Reflejo de succión: Con la introducción de cualquier objeto en la boca.
o Reflejo de deglución.
Neonatología en Argentina
Trabajar en un servicio de Neonatología supone la habilidad del psicólogo para intercambiar con profesionales de
otras disciplinas y con las familias, pudiendo construir muchas veces puentes de comunicación entre unos y otros.
Deberá afrontar las situaciones inesperadas y la incertidumbre, será su labor asistir a los padres en la elaboración
y el sostén de dichas situaciones; descubriendo en la singularidad de la trama de cada familia, las fortalezas y
recursos que favorecerán un mejor proceso durante esta etapa.
La prehistoria del vínculo – Brazelton
El embarazo de cada mujer refleja toda su vida previa a la concepción. Las experiencias con su madre y su padre,
sus experiencias con el triángulo edípico y por último la separación de sus progenitores, todo esto influye en su
adaptación a este nuevo rol.
Identidad de género
Parece desarrollarse desde el comienzo de la vida, bajo la influencia de fuerzas tanto biológicas como
ambientales. Las percepciones y la conducta de quienes los rodean determinan su convicción subjetiva de
pertenecer al género asignado. Para los dos años, la identidad de género ha quedado fijada en la mente del niño.
El deseo de tener un hijo
El deseo de una mujer de tener un hijo es producto de muchos motivos e impulsos diferentes. Entre ellos se
cuentan:
La identificación.
La satisfacción de diversas necesidades narcisistas: el deseo de ser completa e omnipotente, el deseo de fusión y
unidad con otro, el deseo de reflejarse en el hijo.
Cumplimiento de ideales y oportunidades: Los progenitores imaginan que su futuro hijo tendrá éxito en todo en lo
que ellos fracasaron.
La oportunidad tanto de reemplazar como de separarse de la propia madre: La mujer experimenta una doble
identificación: se identificará simultáneamente con su propia madre y con su hijo, y así representará y elaborará
los roles y atributos tanto de la madre como del bebé, y sobre la base de experiencias pasadas con su madre y
ella misma como bebé.
Los intentos de recrear viejos lazos en la nueva relación con el hijo.
Los albores del vínculo – Brazelton
El trabajo del embarazo
El proceso del embarazo puede contemplarse como tres tareas separadas, cada una de ellas asociada con una
etapa del desarrollo físico del feto. En la primera etapa, los progenitores se adaptan a la “noticia” del embarazo. En
la segunda etapa, los progenitores comienzan a reconocer al feto como a un ser que a su debido tiempo quedará
separado de la madre. Por último, en la tercera etapa, los progenitores empiezan a experimentar al futuro hijo
como a un individuo, y el feto contribuye a su propia individuación por medio de movimientos, ritmos y niveles de
actividad distintivos.
Primera etapa: Aceptación de la noticia
La perspectiva de convertirse en padres retrotrae a los adultos a su propia infancia. La primera fantasía de la
mayor parte de los futuros padres es la de evitar los conflictos de su propia infancia y convertirse en progenitores
perfectos. Con esta esperanza mágica de poder superar sus propias inadecuaciones, los padres se consideran a
sí mismos completamente propicios y positivos, listos para crear al hijo perfecto. Detrás de esta fantasía hay
también ambivalencia.
Todas las mujeres embarazadas temen la posibilidad de tener un hijo defectuoso. Para sobreponerse a estos
temores y a su ambivalencia, la madre debe comenzar a idealizar a su hijo, a representárselo como un bebé
perfecto y plenamente deseado.
La tarea más inmediata de la mujer es aceptar el “cuerpo extraño” ahora implantado dentro de ella. Así como su
cuerpo va disminuyendo sus defensas contra este “cuerpo” y pasa a aceptarlo y albergarlo, también la madre debe
llegar a experimentar al futuro hijo como una parte benigna de ella misma.
Segunda etapa: Los primeros indicios de un ser separado
En algún momento durante el quinto mes de embarazo, la madre siente los primeros movimientos leves de su hijo.
Hasta ese momento, la madre y el futuro hijo son una sola persona. Ahora, desde el punto de vista psicológico, el
bebé ha empezado a adquirir autonomía. Se puede decir que acá es donde empieza el vínculo más temprano,
puesto que ahora hay un ser separado, y por lo tanto la posibilidad de una relación. Cuando la madre comienza a
reconocer la vida de su feto, inconscientemente se pondrá en su lugar: se identificará con él.
El reconocimiento del rol del padre ayuda a la madre a ver al bebé como un ser separado de ella misma. Si tiene
presente que su embarazo es resultado tanto de un acto por parte del padre como de ella, e idealmente del deseo
del padre de tener un hijo, la madre evitará caer en la ilusión de que ella sola produjo el bebé. Reconocer el rol del
padre también le da la tranquilidad de que no será la única responsable de cualquier éxito o fracaso.
Tercera etapa: El aprendizaje sobre el futuro bebé
Durante los últimos meses del embarazo, los padres ven al feto como crecientemente separado y real. En este
período se suele elegir nombres, reestructurar la casa para alojar al bebé y hacer planes relativos a los permisos
de trabajo y al cuidado del niño. Los padres comienzan a personificar al feto. A medida que el movimiento y los
niveles de actividad fetales empiezan a adoptar ciclos y patrones, la madre puede reconocerlos y preverlos;
interpretará estos patrones, adjudicándole al futuro hijo un temperamento, una personalidad y hasta a veces un
sexo. Es como si la madre necesitara personificar al feto de modo que éste no sea un desconocido al momento del
nacimiento.
Hacia el final del embarazo, las madres advierten respuestas más y más diferenciadas. El bebé no sólo tiene
conciencia del medio, sino que está mostrando su disposición a conocerlo. Cuanto más puedan imaginar los
padres a su hijo aún no nacido como un individuo competente e interactivo, tanto más confianza podrán tener en la
capacidad del bebé para sobrevivir al esfuerzo de parto y al parto en sí. Cuanto más pueda percibir la madre a su
hijo aún no nacido como a una persona separada, tanto más protegida se sentirá de la inadecuación y la
incompetencia que ella imagina tener.
Las misiones de la madre ante el nacimiento de su hijo
Durante todo el embarazo, el crecimiento del feto va acompañado de un progresivo desarrollo de la imagen que
tiene la madre de su bebé. Cuando se produce el parto, la madre ya está preparada desde hace tiempo para
afrontar:
1. La conmoción de la separación anatómica
2. La adaptación a un bebé particular
3. Una nueva relación que combinará sus propias necesidades y fantasías con las de un ser separado.
El embarazo es no sólo un período de ensayo y anticipación sino también una fase durante la cual se pueden
renovar viejas relaciones, así como una continua confrontación entre la satisfacción de los deseos y el
reconocimiento de la realidad.
Entre las misiones que tiene que asumir la madre en el momento del nacimiento están:
1. El abrupto término de la sensación de fusión con el feto, de las fantasías de integridad y omnipotencia propiciadas
por el embarazo.
2. Adaptarse a un nuevo ser que provoca sentimientos de extrañeza.
3. Llorar al hijo (perfecto) imaginario y adaptarse a las características específicas del bebé real.
4. Luchar contra el temor de dañar al bebé indefenso.
5. Aprender a tolerar y disfrutar las enormes exigencias que le impone la total dependencia del bebé.
El repertorio materno – Stern
La primera exposición del lactante al mundo humano consiste simplemente en aquello que la madre hace con su
cara, su voz, su cuerpo y sus manos. Esta coreografía correspondiente al comportamiento materno constituye el
material con el cual el niño comienza a construir su conocimiento y experiencia acerca de todas las cosas
humanas: la presencia, el rostro y la voz humanos, sus formas y cambios que constituyen expresiones, las
unidades y el significado de los comportamientos, la relación existente entre su propia conducta y la de otra
persona.
En comparación con las conductas más aceptables y adecuadas de un adulto con respecto a otro, el repertorio de
actos de una madre con su hijo es bastante distinto. Serían considerados sumamente extraños si fuesen
realizados con cualquiera que no fuese un lactante. Casi todas las formas de comportamientos sociales de una
madre, dirigidos hacia el bebé, son relativamente específicos para lactantes. Stern llama a estos comportamientos
“conducta social provocada por el lactante”. Las madres los ejecutan habitualmente de un modo natural y
espontáneo, casi siempre sin tomar mucha conciencia de los mismos. La mayoría de esos comportamientos
constituyen un aspecto normal y necesario de aquella parte de la biología humana que se designa como actos
parentales placenteros.
Descripción de los comportamientos sociales provocados por el lactante
Los comportamientos sociales provocados por el lactante ofrecen tres características destacadas:
Apego seguro: El individuo confía en que sus figuras parentales serán accesibles, sensibles y colaboradores si él
se encuentra en una situación adversa o atemorizante. Es favorecida por el progenitor cuando se muestra
fácilmente accesible y sensible a las señales de su hijo, y amorosamente sensible cuando éste busca protección
y/o consuelo.
Ansioso resistente: El individuo está inseguro de si su progenitor será accesible o sensible o si lo ayudará cuando
lo necesite. A causa de esto, siempre tiene miedo a la separación, es propenso al aferramiento y se muestra
ansioso ante la exploración del mundo. Esta pauta es favorecida por el progenitor que se muestra accesible y
colaborador en algunas ocasiones pero no en otras, y por las separaciones y amenazas de abandono utilizadas
como medio de control.
Ansioso elusivo: El individuo no confía en que cuando busque cuidados recibirá una respuesta servicial sino que,
por el contrario, espera ser ignorado. Intenta volverse emocionalmente autosuficiente y con posterioridad puede
ser diagnosticado como narcisista. Esta pauta es el resultado del constante rechazo de la madre cuando el
individuo se acerca a ella en busca de consuelo y protección.
Persistencia de las pautas
Los estudios muestran que cada pauta de apego, una vez desarrollada, tiende a persistir. Uno de los motivos es
que el modo en que un progenitor trata a un niño, sea para bien o para mal, tiende a permanecer invariable. Otro
es que cada pauta tiende a perpetuarse a sí misma: un niño seguro es un niño más feliz y resulta más gratificante
cuidarlo, y también es menos exigente que un niño ansioso.
García, M. J. (1989) “La historia vital evolutiva” (notas introductorias). Ficha Dto. Publicaciones, Facultad de
Psicología, Universidad de Buenos Aires.
- Aberastury, A. (1981). La entrevista inicial con los padres. En Teoría y técnica del psicoanálisis de niños (pp. 75-
91). Buenos Aires: Paidós.
Segundo y tercer año de vida: etapa del deambulador (Aranda)
Los especialistas en psicología del desarrollo denominan “etapa del deambulador” al período de la vida que se
extiende entre los 15 y 30 meses de edad aproximadamente. Esto se debe a que alrededor de los 15 meses los
niños abandonan definitivamente el gateo, prefiriendo la posición bípeda y la locomoción. Un deambulador es un
niño capaz de pararse por sí mismo, caminar. La autolocomoción facilita el proceso de familiarización con el
mundo, ya que otorga al niño la posibilidad de acercarse por sí mismo a personas, objetos o lugares.
Por otro lado, deja de ser un “bebé” para convertirse en un “niño” facultado para hablar, expresar verbalmente
ideas y sentimientos.
El deambulador desarrolla las habilidades de caminar, tomar la cuchara, masticar, hablar, y estar algún tiempo
solo; estos logros son indicadores de una creciente autonomía psíquica. Las principales características de esta
etapa son:
Garabato desordenado: Es un garabato que sirve a los fines de la pura ejercitación. Son dibujos sin orden ni
control de los movimientos.
Garabato controlado: El niño descubre que existe una relación entre los movimientos que realiza y los trazos que
resultan. Comienza a haber coordinación visual y motora sobre la producción. Los trazos se hacen más finos.
Garabato nominal: Aparece la forma. El niño comienza a establecer cierta relación entre el dibujo realizado y los
objetos del mundo que lo rodea, y con ello la asignación de un nombre. Pasa del pensamiento kinestésico al
pensamiento imaginativo. Si se lo requiere, puede hacer una descripción verbal de lo representado.
Socialización extrafamiliar
Durante los primeros años de vida, la familia es el agente principal de socialización.
El jardín maternal funciona para muchos niños como el primer ámbito de socialización extra-familiar. Allí se brinda
al niño la posibilidad de enriquecer los contactos sociales con pares y otros adultos (maestros). Junto al aumento
en la sociabilidad, se produce un aumento en la tendencia del niño a ejercer su independencia, a afirmarse como
individuo y a defender sus intereses.
Desarrollo cognitivo
Según Piaget, en el curso del segundo año de vida se completa el período sensoriomotor del desarrollo de la
inteligencia, durante el cual el niño va coordinando su experiencia sensorial con su actividad motriz. Durante este
segundo año se dan el 5° y 6° estadios.
A fines de esta etapa de deambulación, los niños empiezan a desarrollar la capacidad para hacer que una cosa
represente otra que no está presente (es decir, la capacidad de representar). Adquieren la función semiótica, la
capacidad de manejarse con símbolos (y posteriormente con signos). Se evidencia con la aparición de la imitación
diferida, del uso del lenguaje, el comienzo del dibujo, el juego simbólico y la imagen mental (período pre-
operatorio, sub período pre-conceptual).
Desarrollo emocional
Negativismo infantil: Los caprichos y berrinches tan frecuentes en el segundo y tercer año de vida son
manifestaciones de lo que se ha llamado “negativismo infantil”. Es una característica normal en el desarrollo
psicológico de los niños. Por lo menos al comienzo, la actitud oposicionista refleja el marcado interés del
deambulador por lograr liberarse de la ayuda del adulto, hacer las cosas por sí mismo y a su gusto. Se resiste a
comer o lo hace bajo sus condiciones, se niega a orinar, a dormir, etc.
Rituales para dormir: A partir del año de vida, los niños suelen resistirse a perder el contacto con el mundo que los
rodea. A la hora de dormir se registra una variedad de actividades centradas en el propio cuerpo que se
denominan “rituales de tranquilización”. Entre ellas se encuentra la succión del pulgar y llevarse determinado
objeto a la cama cuando va a dormir. Hacia el segundo año de vida, los objetos y fenómenos transicionales dan
paso a ciertas rutinas ritualistas de aparición a la hora de ir a la cama. La luz prendida, la lectura de un cuento, el
vaso de agua sobre la mesita de luz, etc.
Creciente autonomía psíquica: El período que va de los quince meses a los tres años marca la transición del bebé
dependiente al niño independiente. La creciente autonomía psíquica sobre la que avanza el deambulador se
refiere a la toma de conciencia de sí mismo como una persona separada.
Herencia – medio: En los últimos años el foco de la discusión ha iluminado solo una parte del problema: la que se
refiere a la posible transmisión hereditaria de características psicológicas de padres a hijos; características que
tienden a hacernos diferentes a unos de otros. Pero el problema herencia-medio tiene también que ser abordado
desde otro ángulo: el de la transmisión a través de la herencia de las características que tienden a hacernos
semejantes.
Sincronía – heterocronía: La psicología evolutiva europea incluía descripciones en estadíos del proceso de
desarrollo. Las descripciones en términos de estadíos presuponen al menos cuatro cosas: que hay cambios
cualitativos a lo largo del desarrollo; que en el interior de cada estadio los contenidos son bastante homogéneos
(es decir, se desarrollan de manera sincrónica los unos respecto a los otros); que la secuencia de estadíos es
siempre la misma y que tiende a ocurrir de acuerdo a una cronología aproximadamente predecible; que los
estadios superiores suponen la integración y superación de los logros del precedente. Existe una hipótesis
contraria: los hechos psicológicos no se caracterizan por un desarrollo sincrónico, sino que son fundamentalmente
independientes y heterócronos. En lugar de un tren avanzando todo al mismo tiempo por la misma vía y en la
misma dirección, con estaciones prefijadas y horarios predecibles; el desarrollo podría mejor representarse como
vagones independientes cada uno de los cuales tiene su propia trayectoria y su específica cronología. La versión
fuerte de esta hipótesis concibe cada contenido encapsulado en su vagón y con una trayectoria independiente de
los demás; la versión débil acepta que unos cuantos vagones interconectados comparten trayecto y ritmo de
avance, lo que no impide que otros cuantos tengan caminos y velocidades diferentes. Las investigaciones
transculturales han mostrado que la pretendida universalidad de las secuencias de desarrollo es fácil de demostrar
en los tramos iniciales (cuando la presión de la maduración es más fuerte), pero que a medida que el desarrollo
avanza, las discrepancias de los niños de una cultura respecto a los de otra aumentan, discrepancias que se
hacen aún más acentuadas si incluimos el desarrollo adulto. Por su parte, la hipótesis de que el desarrollo es
sincrónico en el interior de determinados dominios o conjuntos de contenido (por ejemplo diferentes aspectos del
lenguaje) pero heterócrono entre unos dominios y otros (entre el lenguaje y la memoria, por ejemplo) ha mostrado
una cierta viabilidad.
Continuidad – discontinuidad: ¿Podemos predecir el desarrollo de una persona en un momento determinado si
conocemos cómo fue su desarrollo en un momento anterior?, ¿podemos las personas liberarnos de nuestro
pasado evolutivo? Sin duda hay cambio, pero parece también que hay una cierta continuidad que hace de
nosotros realidades identificables en nuestra singularidad. Cuanto más próximas sean las edades que se
consideran y cuanto más parecidos sean los contenidos que se comparan, más probable es detectar continuidad.
A medida que distanciamos las edades y objeto de comparación y contemplamos contenidos más alejados entre
sí, el grado de continuidad disminuirá, aunque no tiene por qué desaparecer del todo. Se podría decir que, aunque
abiertas al cambio, las personas tendemos a parecernos a nosotras mismas a lo largo del tiempo, especialmente
en lapsos de unos pocos años y respecto a contenidos relacionados. El mantenimiento de los rasgos de perfil
puede verse acentuado en unas circunstancias y modificado en otras. Las características personales que se
tengan (edad, atractivo físico, medio social de procedencia, etc.), el momento evolutivo en que se esté y el tipo de
experiencias a la que se esté expuesto hacen difícil la respuesta a la pregunta sobre si en la trayectoria evolutiva
predominan los elementos de continuidad o los de discontinuidad.
Métodos de investigación:
Observación sistemática: permite registrar las conductas tal y como se producen bien en un contexto natural.
Método psicofisiológico: exploran las relaciones entre aspectos psicológicos y biológicos del organismo,
analizando en qué medida determinadas situaciones se traducen en reacciones fisiológicas cuantificables.
Resolución de problemas estandarizados: se plantea una misma situación a diferentes sujetos, con las mismas
instrucciones, restricciones del tiempo que responde y se anota la ejecución de cada uno.
Entrevistas clínicas: se trata de entrevistas semiestructuradas en las que las preguntas se van ajustando a las
respuestas que el sujeto va proporcionando, el entrevistador tiene en su mente determinadas hipótesis y va
orientando su interrogatorio para verificar si la hipótesis es o n correcta (método clínico).
Cuestionarios – test, auto informes: respuestas a series de preguntas ordenadas de acuerdo con un
determinado propósito y con diferentes grados de estandarización, de estructuración interna y de sistemas de
categorización de las respuestas.
Estudios de casos: análisis de casos singulares en los que los aspectos cualitativos e idiosincrásicos se
consideran fundamentales
Descripciones etnográficas: implican observación participante, anotaciones hechas sobre la marcha y su
posterior elaboración para tratar de componer un cuadro.
La subjetividad es aquello que remite al sujeto y que se diferencia del inconsciente. La formación de la misma,
está regulada por la socialización, la historia de la humanidad, por los tipos de poder que definen al individuo
necesario para conservar el sistema y a sí mismos.
El gran descubrimiento del psicoanálisis es haber planteado por primera vez en la historia del pensamiento que
es posible que exista un pensamiento sin sujeto y que ese pensamiento no esté en el otro transcendental ni en
ningún lugar particularmente habitado por conciencia o por intencionalidad. Es haber descubierto que existe un
pensamiento que antecede al sujeto y que el sujeto debe apropiarse a lo largo de toda su vida de ese
pensamiento.
Un sujeto activo.
Interdependencia y organización en diferentes dimensiones.
Desarrollo concebido como una sucesión de cambios cualitativos.
Énfasis en los procesos más que en los resultados.
La psicología evolutiva y el estudio del niño
Trabajar en psicología evolutiva puede entenderse de varios modos. Uno de ellos remite a intentar describir
exhaustivamente las pautas de conducta en las diferentes edades, en ese sentido es que se habla de la Psicología
del niño, del adolescente, etc. Otra de las significaciones considera que la Psicología Evolutiva se plantea como
objetivo principal el descubrimiento de las leyes generales que subyacen a los cambios comportamentales
producidos en las sucesivas edades, es en este sentido que se habla de “Psicología del desarrollo”.
-Convención sobre los Derechos del Niño. Adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su
resolución 44/25, de 20 de noviembre de 1989. Ratificada por la República Argentina en 1990 por la Ley 23849.
(versión electrónica: http://www2.ohchr.org/spanish/law/crc.htm).
La tendencia del individuo a alejarse de la madre, luego del padre y de la madre y, más tarde, de la familia.
La otra tendencia obra en sentido contrario y es la necesidad de conservar o de ser capaz de recuperar la relación
con los padres reales.
La necesidad del niño de conservar la relación primaria con los padres se manifiesta a través de su constante
exploración de áreas más amplias, de su permanente búsqueda de grupos fuera de la familia.
En el desarrollo sano de un individuo lo que se requiere es una progresión sostenida, una serie bien graduada de
acciones desafiantes, cada una de las cuales es compatible con la conservación de un vínculo inconsciente con
las figuras paternas o progenitores.
El desarrollo sexual constituye un caso especial: en el matrimonio se supone que los dos integrantes de la pareja
coinciden en desprenderse y alejarse de sus respectivos padres y familias reales y, al mismo tiempo, consuman la
idea de formar una familia.
Winnicott concluye que es imposible alcanzar madurez emocional si no es dentro de un marco en el que la familia
se ha convertido en el puente que permite dejar atrás el cuidado de los padres y pasar a la esfera de la provisión
social, y esta provisión social constituye en gran medida una prolongación de la familia.
Las dos contribuciones principales de la familia a la madurez emocional son:
Función de amparo y sostén: Se refiere a los cuidados que brinda quien sea que tome a su cargo la tarea de
asistir al recién nacido en su etapa de indefensión. Esta función posibilita la libidinización del cuerpo del bebé
como fuente de placer y displacer que contribuye a fundar la sexualidad infantil y la posterior constitución del Yo.
Función simbólica de regulación e interdicción: Ordenadora de los vínculos intersubjetivos, a través de los cuales
se accede a lo simbólico, al lenguaje y a las pautas culturales correspondientes a este grupo familiar. Las figuras
parentales transmiten los valores, ideales y modelos predominantes que ellos mismos han interiorizado en cuanto
a lo prohibido y lo permitido.
En síntesis, la indefensión del recién nacido pone en marcha por parte de las instancias parentales las funciones
de amparo y sostén que contribuyen a la constitución del yo y el cuerpo sexuado, y la función simbólica que
permite discriminar entre lo prohibido y lo permitido, con la consecuente formación del superyó.
Fase Fálica: Se asemeja ya en un todo a la plasmación última de la vida sexual. Es digno de señalarse que no
desempeñan un papel aquí los genitales de ambos sexos, sino sólo el masculino, zona erógena falo.
La exteriorización observable es la masturbación infantil.
La combinación de las pulsiones anteriores (P. de dominio + P. de ver) dan como resultado a la pulsión de
saber la cual prima en esta fase. El saber está relacionado en este momento con la sexualidad: El niño pregunta
de dónde vienen los bebés, diferencias entre nenas y nenes, preguntas sobre origen y muerte, etc.
El niño en su intento de entender los procesos sexuales se formula teorías como:
Concepción sádica
Teoría de la cloaca
Fase genital: primado de los genitales + investiduras libidinales, placer previo, reprimidos o desviados. Pulsiones
parciales bajo el primado de una única zona erógena han formado una organización sólida para el logro de la meta
sexual puesta al servicio de la reproducción.
Las fases se SUCEDEN, una viene a agregarse a la otra, coexisten juntas. En las fases tempranas, las diversas
pulsiones parciales parten con recíproca independencia a la consecución de placer.
- Freud, S. (2000). Interpretación de los sueños. Sobre la Psicología de los procesos oníricos. Acerca del
cumplimiento de deseo. En Obras completas, Vol. V, Cap. VII, Pto. C (pp. 543-564). Buenos Aires: Amorrortu. (1º
Ed. 1900).
Autoerotismo: Esta práctica sexual es autoerótica, la pulsión no está dirigida a otra persona, sino que se satisface
en el cuerpo propio. La acción del niño se rige por la búsqueda de un placer, ya vivenciado, y ahora recordado.
Apuntalamiento: Las primeras mociones de la sexualidad se apuntalan en una de las funciones que sirven a la
conservación de vida y solo más tarde se independizan de ella. El pecho materno es el 1º objeto de la pulsión
sexual. Luego, es resignado por el lactante en la actividad del chupeteo, y sustituido por una parte del cuerpo
propio. Esto le permite independizarse del mundo exterior en cuanto a la ganancia de placer, y además le suma
excitación a una 2º zona del cuerpo.
Zona erógena: Por ejemplo, el chupeteo consiste en un contacto de succión con la boca (los labios), repetido
rítmicamente, que no tiene por fin la nutrición. Los labios del niño se comportan como una zona erógena.
La meta sexual de la sexualidad infantil
-CARACTERES DE LAS ZONAS ERÓGENAS: es un sector de piel o de mucosa en el que estimulaciones de
cierta clase provocan una sensación placentera de determinada cualidad. Existen zonas erógenas predestinadas,
como lo muestra el chupeteo, pero cualquier otro sector de piel o de mucosa puede prestar los servicios de una
zona erógena.
-META SEXUAL INFANTIL: la meta sexual de la pulsión infantil consiste en producir la satisfacción mediante la
estimulación apropiada de la zona erógena que se ha escogido. Para que se cree una necesidad de repetirla, esta
satisfacción tiene que haberse vivenciado antes.
Las exteriorizaciones sexuales masturbatorias:
- ACTIVACIÓN DE LA ZONA ANAL: Los niños retienen las heces hasta que la acumulación de éstas provoca
fuertes contracciones musculares y, al pasar por el ano, pueden ejercer un fuerte estímulo sobre la mucosa. Al
contenido de los intestinos, el lactante lo trata como el 1º “regalo” por medio del cual el pequeño puede expresar
su obediencia al mundo exteriorizándolo, y su desafío, rehusándolo.
- ACTIVACIÓN DE LAS ZONAS GENITALES (glande-clítoris): Las activaciones de estas zonas erógenas son el
comienzo de la posterior vida sexual “normal”. La acción que elimina el estímulo y desencadena la satisfacción
consiste en un contacto de frotación con la mano o una presión. Hay 3 fases en la masturbación infantil: la 1º
corresponde al periodo de lactancia, la 2º al breve florecimiento de la práctica sexual hacia el 4º año de vida, y la
3º responde al onanismo de la pubertad. Las primeras 2 caen bajo la amnesia infantil mientras que la única que
suele tenerse en cuenta es la última.
- PULSIONES PARCIALES: Sus pulsiones parciales aspiran a conseguir placer c/u por su cuenta. El punto de
llegada lo constituye la vida sexual del adulto, placer al servicio de la reproducción, en que las pulsiones parciales
se ponen bajo el primado genital.