Resumen Primer Parcial Niñes Pizzo

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Resumen primer parcial Niñes Pizzo

PRÁCTICOS

¿Qué se entiende por desarrollo? (García)


La Psicología Evolutiva tiene como objeto de estudio el desarrollo humano. Se emplea el término “desarrollo” para
referirse a un patrón de cambio o movimiento progresivo que comienza en la concepción y continúa a lo largo de la
vida. Este patrón es complejo porque generalmente es el producto de varios procesos como el crecimiento físico,
la maduración y la experiencia del sujeto.
El crecimiento físico se refiere al incremento en talla y peso y a los cambios cuantitativos y graduales de otros
rasgos corporales.
La maduración comprende los cambios cualitativos determinados por nuestro programa genético. Un ejemplo de
maduración es la gradual especialización del cerebro (las funciones se van especializando y quedan más
rígidamente ligadas a áreas específicas del cerebro).
Las experiencias son el ingrediente más amplio y el más “vago” del desarrollo. Abarca todo lo que va desde el
ambiente biológico (la alimentación, accidentes físicos, atención médica, etc.) hasta el ambiente social (familia,
escuela, pares, etc). Sin las experiencias no podrían darse ni el crecimiento ni la maduración. Pueden estudiarse a
escala microscópica o a escala macroscópica.
En síntesis, los estudios contemporáneos sobre el desarrollo ponen el acento en el patrón de cambio o movimiento
progresivo en la vida del niño. Los psicólogos del desarrollo tratan actualmente de describir y predecir este cambio
y de explicar cómo la maduración y el crecimiento son modelados por las experiencias del niño.

García, M. J., Pizzo, M.E. & Aranda, N. (2004). “Orientaciones para la realización de la observación en niños”.
Ficha Dto. Publicaciones, Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires.

Algunas problemáticas básicas de la Psicología del desarrollo. Características del periodo neonatal –
Biotti
Entendiendo el desarrollo como un patrón de cambio complejo, es necesario aclarar que no sucede de manera
arbitraria, sino que respeta leyes que lo regulan. Estas leyes muestran un cambio sistemático de pautas desde su
comienzo hasta la madurez.
Leyes o principios del desarrollo:
1. Diferenciación: El desarrollo va de lo simple a lo complejo, de lo homogéneo a lo heterogéneo, de lo general a lo
específico.
2. Subordinación funcional: Las estructuras y funciones diferenciadas se combinan y organizan creando pautas
nuevas con características emergentes propias. Por ejemplo, la vista y el movimiento de la mano, que funcionaban
independientemente uno de otro, se subordinan a través de la coordinación óculo-manual al servicio de alcanzar
un objeto deseado.
3. Direcciones del crecimiento: Céfalo-caudal (cabeza-cola, el crecimiento en estructura y función se continúa en
dirección hacia abajo del cuerpo) y próximo-distal (de lo cercano a lo lejano, por fuera del eje central del cuerpo y
hacia las extremidades). Así, tiene lugar primero el desarrollo de la cabeza y su sostén, luego seguirán las otras
partes del cuerpo. Por otro lado, primera se desarrollarán los brazos para luego desarrollarse las manos y los
dedos.
4. Crecimiento asincrónico: Las partes del organismo no se desarrollan de manera uniforme o al mismo tiempo, sino
que lo hacen en tiempos diferentes, en forma asincrónica. Por ejemplo, en la etapa preescolar, las piernas crecen
más en relación al resto del cuerpo.
5. Discontinuidad en el ritmo del crecimiento: El ritmo del crecimiento tampoco es uniforme sino que se da de manera
discontinua. Se acelera durante la primera infancia, luego durante la latencia se aminora y vuelve a acelerarse
durante la pubertad.
Continuidad y discontinuidad
Una de las características del desarrollo es el cambio que se da de manera generalmente continua y algunas
veces de manera discontinua.
Los organismos vivos no tolerarían una frecuencia ininterrumpida de cambios abruptos, por lo cual los momentos
de discontinuidad se generan cuando es realmente necesario para el desarrollo. Hay factores que contribuyen a la
continuidad en el desarrollo y factores que contribuyen a su discontinuidad.
Sincronía y asincronía
El crecimiento asincrónico se corresponde también con la asincronía de las áreas de la conducta: motriz,
adaptativa, del lenguaje, persona-social. Los campos principales de la conducta, que se suceden con relativa
independencia entre sí, se convierten así en puntos de referencia para estimar la madurez de la conducta
observada en cada niño.
Periodo neonatal
Hay que diferenciar recién nacido de neonato. “Recién nacido” denomina al bebé inmediatamente después del
momento de haber nacido. “Neonato” se refiere al bebé desde la primera semana hasta el primer mes de vida,
término del cual deriva la denominación del periodo neonatal.
Funciones sensoriales

 Audición: Cuando se encuentra en calma, despierto y no llora, el neonato oye perfectamente. A partir de los 3 ó 4
meses es capaz de girar la cabeza para orientarla en la dirección del ruido. Se pudo demostrar que desde el
nacimiento el neonato muestra una preferencia por su lengua materna, de la que reconoce los rasgos distintivos.
Los recién nacidos otorgan mayor atención a las voces agudas o femeninas y durante la primera semana de vida
vuelven la cabeza más rápidamente hacia el sonido de la voz de su madre que hacia voces extrañas.
 Visión: El lactante es capaz de establecer la diferencia entre la noche y el día desde el nacimiento. Su visión es
menos precisa que la del adulto, su campo visual es restringido y su distancia de visión muy limitada. Sin
embargo, presenta una actividad visual exploratoria espontánea: puede fijar la mirada, parece elegir lo que quiere
mirar; se encuentra más atraído por los rostros humanos que otras cosas.
 Gusto: Se encuentra presente y ya desarrollado al momento del nacimiento.
 Olfato: Se encuentra presente y ya desarrollado al momento del nacimiento. La percepción de los olores juega un
papel más importante en los bebés que en los adultos. A los pocos días de vida el recién nacido reconoce el olor
de la madre.
 Tacto: Al momento del nacimiento los contactos corporales, particularmente con la madre, jugarán un papel
esencial en el desarrollo neurológico. La sensibilidad táctil ha sido ya ejercitada mucho durante todo el período de
vida intrauterina.
Todo esto da cuenta que los sistemas sensoriales funcionan ya en el feto en la vida intrauterina, este
funcionamiento se acerca mucho al de la vida neonatal, momento en el cual se logra la puesta en funcionamiento
y el ajuste de estos sistemas sensoriales en un ambiente diferente.
Funciones motrices
Más que hablar del desarrollo de la motricidad, se debe hablar del desarrollo de la psicomotricidad. Los primeros
movimientos tienen lugar dentro del útero materno. Las funciones motrices comprenden tanto la motilidad pasiva
como la motilidad activa. La motilidad pasiva se refiere al tono muscular. La motilidad activa se refiere a la
actividad espontánea, a la actividad refleja y a la actividad automática.

 Motilidad pasiva: El tono muscular es el estado tensión permanente de los músculos que es de origen
esencialmente reflejo, tiende al ajuste de las posturas locales y de la actividad general. En el neonato, la
musculatura del cuello y los músculos extensores que permitirán más adelante estirar las extremidades, todavía no
se han fortalecido.
 Motilidad activa:
o Actividad espontánea: Todos aquellos movimientos que se observan en estado de vigilia (flexión y extensión de
las extremidades, etc.).
o Actividad refleja: Reacciones automáticas, heredadas, desencadenadas por estímulos específicos, y tendientes a
favorecer la adecuación del sujeto al medio ambiente.
 Reflejos permanentes: Permanecen durante toda la vida. Estornudo, bostezo, hipo, reflejo rotuliano, etc.
 Reflejos arcaicos: Primitivos, desaparecen entre los 2 y los 6 meses de edad. Dan cuenta del buen funcionamiento
neurológico al nacer. Su ausencia en las primeras semanas o su permanencia por más tiempo de lo esperable son
indicadores de daño neurológico. Ellos son:
 Reflejo de Moro o reflejo de los brazos en cruz: El bebé extiende sus piernas y brazos en forma de cruz y
comienza a llorar.
 Reflejo de grasping: Al estimular con un dedo la palma de su mano, el bebé cerrará el puño fuertemente,
agarrando el dedo.
 Reflejo tónico cervical: Reflejo postural desencadenado por cambios de posición de la cabeza en relación al
tronco.
 Reflejo de marcha automática: Al sostener al bebé de pie de modo que los pies toquen el piso, se manifiesta un
enderezamiento progresivo de los miembros inferiores y marcha automática.
 Reflejo de incurvación del tronco: Reacción de evitamiento ante una excitación de la piel del bebé que se difunde
hacia la columna vertebral. Al estimular uno de los lados de su columna, moverá su cadera hacia el lado
estimulado.
 Reflejo de ojos de muñeca japonesa: Si en estado de reposo vigil rotamos la cabeza del bebé, los ojos no
acompañan el movimiento de la cabeza.
 Reflejo de Babinski
 Reflejo de natación: Aparece ante la inmersión en el agua. Efectúa algunos movimientos de brazos y piernas para
mantenerse en la superficie.
 Reflejos orales:
o Reflejo de búsqueda: Orientación de los labios y la cabeza hacia el sitio donde se realiza la estimulación. Permite
al bebé orientar su boca hacia el pezón.
o Reflejo de succión: Con la introducción de cualquier objeto en la boca.
o Reflejo de deglución.

Neonatología en Argentina
Trabajar en un servicio de Neonatología supone la habilidad del psicólogo para intercambiar con profesionales de
otras disciplinas y con las familias, pudiendo construir muchas veces puentes de comunicación entre unos y otros.
Deberá afrontar las situaciones inesperadas y la incertidumbre, será su labor asistir a los padres en la elaboración
y el sostén de dichas situaciones; descubriendo en la singularidad de la trama de cada familia, las fortalezas y
recursos que favorecerán un mejor proceso durante esta etapa.
La prehistoria del vínculo – Brazelton
El embarazo de cada mujer refleja toda su vida previa a la concepción. Las experiencias con su madre y su padre,
sus experiencias con el triángulo edípico y por último la separación de sus progenitores, todo esto influye en su
adaptación a este nuevo rol.
Identidad de género
Parece desarrollarse desde el comienzo de la vida, bajo la influencia de fuerzas tanto biológicas como
ambientales. Las percepciones y la conducta de quienes los rodean determinan su convicción subjetiva de
pertenecer al género asignado. Para los dos años, la identidad de género ha quedado fijada en la mente del niño.
El deseo de tener un hijo
El deseo de una mujer de tener un hijo es producto de muchos motivos e impulsos diferentes. Entre ellos se
cuentan:

 La identificación.
 La satisfacción de diversas necesidades narcisistas: el deseo de ser completa e omnipotente, el deseo de fusión y
unidad con otro, el deseo de reflejarse en el hijo.
 Cumplimiento de ideales y oportunidades: Los progenitores imaginan que su futuro hijo tendrá éxito en todo en lo
que ellos fracasaron.
 La oportunidad tanto de reemplazar como de separarse de la propia madre: La mujer experimenta una doble
identificación: se identificará simultáneamente con su propia madre y con su hijo, y así representará y elaborará
los roles y atributos tanto de la madre como del bebé, y sobre la base de experiencias pasadas con su madre y
ella misma como bebé.
 Los intentos de recrear viejos lazos en la nueva relación con el hijo.
Los albores del vínculo – Brazelton
El trabajo del embarazo
El proceso del embarazo puede contemplarse como tres tareas separadas, cada una de ellas asociada con una
etapa del desarrollo físico del feto. En la primera etapa, los progenitores se adaptan a la “noticia” del embarazo. En
la segunda etapa, los progenitores comienzan a reconocer al feto como a un ser que a su debido tiempo quedará
separado de la madre. Por último, en la tercera etapa, los progenitores empiezan a experimentar al futuro hijo
como a un individuo, y el feto contribuye a su propia individuación por medio de movimientos, ritmos y niveles de
actividad distintivos.
Primera etapa: Aceptación de la noticia
La perspectiva de convertirse en padres retrotrae a los adultos a su propia infancia. La primera fantasía de la
mayor parte de los futuros padres es la de evitar los conflictos de su propia infancia y convertirse en progenitores
perfectos. Con esta esperanza mágica de poder superar sus propias inadecuaciones, los padres se consideran a
sí mismos completamente propicios y positivos, listos para crear al hijo perfecto. Detrás de esta fantasía hay
también ambivalencia.
Todas las mujeres embarazadas temen la posibilidad de tener un hijo defectuoso. Para sobreponerse a estos
temores y a su ambivalencia, la madre debe comenzar a idealizar a su hijo, a representárselo como un bebé
perfecto y plenamente deseado.
La tarea más inmediata de la mujer es aceptar el “cuerpo extraño” ahora implantado dentro de ella. Así como su
cuerpo va disminuyendo sus defensas contra este “cuerpo” y pasa a aceptarlo y albergarlo, también la madre debe
llegar a experimentar al futuro hijo como una parte benigna de ella misma.
Segunda etapa: Los primeros indicios de un ser separado
En algún momento durante el quinto mes de embarazo, la madre siente los primeros movimientos leves de su hijo.
Hasta ese momento, la madre y el futuro hijo son una sola persona. Ahora, desde el punto de vista psicológico, el
bebé ha empezado a adquirir autonomía. Se puede decir que acá es donde empieza el vínculo más temprano,
puesto que ahora hay un ser separado, y por lo tanto la posibilidad de una relación. Cuando la madre comienza a
reconocer la vida de su feto, inconscientemente se pondrá en su lugar: se identificará con él.
El reconocimiento del rol del padre ayuda a la madre a ver al bebé como un ser separado de ella misma. Si tiene
presente que su embarazo es resultado tanto de un acto por parte del padre como de ella, e idealmente del deseo
del padre de tener un hijo, la madre evitará caer en la ilusión de que ella sola produjo el bebé. Reconocer el rol del
padre también le da la tranquilidad de que no será la única responsable de cualquier éxito o fracaso.
Tercera etapa: El aprendizaje sobre el futuro bebé
Durante los últimos meses del embarazo, los padres ven al feto como crecientemente separado y real. En este
período se suele elegir nombres, reestructurar la casa para alojar al bebé y hacer planes relativos a los permisos
de trabajo y al cuidado del niño. Los padres comienzan a personificar al feto. A medida que el movimiento y los
niveles de actividad fetales empiezan a adoptar ciclos y patrones, la madre puede reconocerlos y preverlos;
interpretará estos patrones, adjudicándole al futuro hijo un temperamento, una personalidad y hasta a veces un
sexo. Es como si la madre necesitara personificar al feto de modo que éste no sea un desconocido al momento del
nacimiento.
Hacia el final del embarazo, las madres advierten respuestas más y más diferenciadas. El bebé no sólo tiene
conciencia del medio, sino que está mostrando su disposición a conocerlo. Cuanto más puedan imaginar los
padres a su hijo aún no nacido como un individuo competente e interactivo, tanto más confianza podrán tener en la
capacidad del bebé para sobrevivir al esfuerzo de parto y al parto en sí. Cuanto más pueda percibir la madre a su
hijo aún no nacido como a una persona separada, tanto más protegida se sentirá de la inadecuación y la
incompetencia que ella imagina tener.
Las misiones de la madre ante el nacimiento de su hijo
Durante todo el embarazo, el crecimiento del feto va acompañado de un progresivo desarrollo de la imagen que
tiene la madre de su bebé. Cuando se produce el parto, la madre ya está preparada desde hace tiempo para
afrontar:
1. La conmoción de la separación anatómica
2. La adaptación a un bebé particular
3. Una nueva relación que combinará sus propias necesidades y fantasías con las de un ser separado.
El embarazo es no sólo un período de ensayo y anticipación sino también una fase durante la cual se pueden
renovar viejas relaciones, así como una continua confrontación entre la satisfacción de los deseos y el
reconocimiento de la realidad.
Entre las misiones que tiene que asumir la madre en el momento del nacimiento están:
1. El abrupto término de la sensación de fusión con el feto, de las fantasías de integridad y omnipotencia propiciadas
por el embarazo.
2. Adaptarse a un nuevo ser que provoca sentimientos de extrañeza.
3. Llorar al hijo (perfecto) imaginario y adaptarse a las características específicas del bebé real.
4. Luchar contra el temor de dañar al bebé indefenso.
5. Aprender a tolerar y disfrutar las enormes exigencias que le impone la total dependencia del bebé.
El repertorio materno – Stern
La primera exposición del lactante al mundo humano consiste simplemente en aquello que la madre hace con su
cara, su voz, su cuerpo y sus manos. Esta coreografía correspondiente al comportamiento materno constituye el
material con el cual el niño comienza a construir su conocimiento y experiencia acerca de todas las cosas
humanas: la presencia, el rostro y la voz humanos, sus formas y cambios que constituyen expresiones, las
unidades y el significado de los comportamientos, la relación existente entre su propia conducta y la de otra
persona.
En comparación con las conductas más aceptables y adecuadas de un adulto con respecto a otro, el repertorio de
actos de una madre con su hijo es bastante distinto. Serían considerados sumamente extraños si fuesen
realizados con cualquiera que no fuese un lactante. Casi todas las formas de comportamientos sociales de una
madre, dirigidos hacia el bebé, son relativamente específicos para lactantes. Stern llama a estos comportamientos
“conducta social provocada por el lactante”. Las madres los ejecutan habitualmente de un modo natural y
espontáneo, casi siempre sin tomar mucha conciencia de los mismos. La mayoría de esos comportamientos
constituyen un aspecto normal y necesario de aquella parte de la biología humana que se designa como actos
parentales placenteros.
Descripción de los comportamientos sociales provocados por el lactante
Los comportamientos sociales provocados por el lactante ofrecen tres características destacadas:

 Son exagerados en el espacio y la plenitud de la expresión puede ser máxima.


 Su realización es desmesurada en cuanto a tiempo, caracterizada habitualmente por una formación lenta y una
duración prolongada.
 El repertorio está por lo general limitado a diversas expresiones que se efectúan con mucha frecuencia y
estereotipia.
Las expresiones faciales que las madres adoptan ante los lactantes son exageradas en cuanto a tiempo y espacio.
En este punto del desarrollo la madre tan sólo precisa de una limitada serie de expresiones para regular el curso
general de la interacción. En las expresiones faciales más importantes que adopta para el niño, exagera sobre
todo aquellos elementos que sirven como señales intensas relacionadas con la intención de comenzar, mantener,
terminar o evitar una interacción: apertura o cierre de los ojos, elevar o fruncir las cejas, etc.
En cuanto a vocalizaciones, las madres de todo el mundo varían de forma similar el modo de pronunciar las
palabras cuando se dirigen a sus hijos lactantes (por ejemplo: “peiito boiito” en vez de “perrito bonito”). El tono de
voz es casi siempre alto, la madre exagera su tono. La intensidad de las vocalizaciones está asimismo exagerada.
Se resaltan más intensamente sílabas o palabras. Hay también alteraciones en cuanto a la velocidad del modo de
hablar.
El diálogo vocal entre madre e hijo lactante se trata más bien de un monólogo de la madre en forma de diálogo
imaginario, la madre se comporta generalmente como si el niño le esté respondiendo (aunque rara vez lo hace).
Mucho de lo que dicen a sus bebés es en forma de preguntas con las que se estimula fácilmente una respuesta
imaginada. Pareciera, a su vez, enseñarle al infante cómo ajustarse a los turnos de palabras que exige el
intercambio conversacional normal. Al igual que sucede con las expresiones faciales, hay alteraciones y
exageraciones similares en cuanto a tiempo y grado de los estímulos vocales proporcionados al niño.
Respecto a la mirada, tampoco se cumplen las “reglas” culturales adultas. Entre madre e hijo pueden permanecer
mirándose mutuamente a los ojos durante treinta o más segundos. Durante las interacciones, las madres miran y
hablan simultáneamente al hijo lactante. Sin embargo, durante el tiempo que alimenta al niño, la madre no mira y
habla simultáneamente a éste: esta combinación es una intensa invitación a jugar y es probable que interrumpa el
acto de mamar, por esto la madre inhibe activamente dirigirle la palabra.
Por otro lado, tanto en los adultos como en los niños, existe una entidad que se denomina espacio interpersonal.
La mayoría de los adultos, casi siempre completamente extraños para el bebé, actúan como si no existiese una
barrera que marca la distancia íntima para el niño. No les preocupa aproximarse demasiado a él y establecer un
contacto cara con cara. A los lactantes no les gusta ser abordados de esta manera, y este comportamiento genera
también disgusto en la madre. Muchos de los comportamientos de las madres fuerzan la frontera establecida por
las respuestas del niño a la aproximación (pueden considerarse como precursoras del establecimiento de una
barrera del espacio íntimo).
Estos comportamientos por lo general son manifestados formando un conjunto coordinado. No obstante, cada
comportamiento de los realizados por la madre puede producirse aisladamente, pero esto es raro; conlleva una
falta de naturalidad, tanto para el niño como para su madre, inhibir aunque sea uno de los diversos elementos
particulares del despliegue, integrado, de comportamientos sociales simultáneos.
El término de “provocado por el lactante” relativo a un comportamiento social, es complejo. No es que los
comportamientos de la madre sean evocados forzosamente o que no constituya la regla una amplia variabilidad en
cuanto a la respuesta, a lo que punta a Stern es a que, en la gran mayoría de los humanos, existe una intensa
tendencia a responder una manera ampliamente estereotipada y predecible ante el lactante.
Los comportamientos no son exclusivos de un sexo. No hay un período específico del curso de la vida en el cual
se desarrollan. Esta capacidad especializada incluye a casi todos los miembros de la especie humana, tanto
varones como hembras, desde la segunda infancia hasta la vejez. Estos comportamientos están ya presentes
hacia mediados de la edad infantil y pueden ser realizados tanto por niños como por niñas, a la edad aproximada
de 6 años. En el momento en que la paternidad o la maternidad resultan biológicamente posibles, el repertorio
comportamental (que ya estaba presente pero latente) recibe el necesario impulso. Los factores culturales que
refuerzan la utilización de dichos comportamientos por parte de las muchachas o mujeres adultas son tan variados
y se imbrican de tal modo en nuestra sociedad, que ha resultado imposible aislar factores biológicos definidos que
conduzcan a un comportamiento diferenciado en este sentido.

Características específicas del desarrollo infantil en la primera infancia (De Mathía)


Introducción
De Mathía, siguiendo la postura de la cátedra, toma el desarrollo como un patrón de cambio o movimiento
progresivo que comienza en la concepción y continúa a lo largo de la vida. Este patrón de cambio es complejo
porque es producto del interjuego de los procesos del crecimiento, la maduración y la experiencia. Concibe
entonces el desarrollo entonces como el complejo entramado de cambios que transforman un ser vivo en un ser
humano.
La primera infancia
En cuanto a la delimitación del período, Palacios y Mora (1990) ubican la primera infancia en torno a los dos
primeros años de vida. Rochat, desde una perspectiva funcional, se refiere a la primera infancia como el período
del desarrollo que va desde el nacimiento hasta el inicio del andar autónomo.
Estos autores hacen hincapié en describir que el crecimiento que se produce en la primera infancia es tanto
estructural como funcional, es decir, los cambios se refieren a la anatomía y también a la conducta del niño.
Características específicas
Tres ejes:
1. Desarrollo motor, centrado en el progresivo control postural.
2. Desarrollo emocional, en el proceso de adquisición de autonomía psíquica.
3. Desarrollo intelectual, caracteriza por el tránsito de lo motor a lo representativo.
Desarrollo motor
En cuanto al desarrollo motor, se observa un progresivo control corporal, este logro obedece a la maduración que
se da en el cerebro del niño. Inicialmente los movimientos del niño son incontrolados y no coordinados, y sobre el
final de esta etapa observamos que el niño logra movimientos voluntarios y coordinados.
Este control y coordinación motora se logra en dirección céfalo caudal y próximo distal. La primera implica que se
controlan antes las partes del cuerpo que están próximas a la cabeza, y luego ese control se extiende hacia abajo.
La ley próximo distal muestra que se controlan antes las partes más próximas al centro del cuerpo que las más
alejadas (la articulación del codo se controla antes que la de la muñeca, que se controla antes que las de los
dedos).
Palacios trabaja sobre el concepto de Psicomotricidad para abordar los avances motores: la psicomotricidad es un
nudo que ata psiquismo y movimiento hasta confundirlos entre sí en una relación de implicaciones y expresiones
mutuas. La meta del desarrollo psicomotor es el control del propio cuerpo hasta ser capaz de sacar de él todas las
posibilidades de acción y expresión que a cada uno le sean posibles. Ese desarrollo implica un componente
externo (acción), pero también un componente interno o simbólico, que se refiere a la representación del cuerpo y
sus posibilidades de acción. Por lo tanto, podemos decir que el aspecto relevante de la psicomotricidad en la
primera infancia recae en el progresivo control corporal.
Desarrollo emocional
Rochat (2004) considera la primera infancia como un período de inmadurez prolongada, da cuenta de esta
dependencia inicial, donde la familia contribuye decididamente a que el niño logre la madurez emocional, en tanto
permite el despliegue de un alto grado de dependencia en los comienzos de la vida y paulatinamente da la
oportunidad de ingresar a otros espacios sociales cada vez más alejados del núcleo familiar.
(Repite bastante lo dicho en los textos de Bowlby, Winnicott y Freud)
Desarrollo cognitivo
En la primera infancia, Piaget nos dice que el bebé aprende acerca de sí mismo y de su mundo a través de su
actividad sensorial y motora en desarrollo. Es por esto que en su caracterización de la génesis de la inteligencia
denomina a este primer período sensoriomotor.
Piaget teoriza y muestra cómo los infantes pasan de un estado inicial, en el cual responden principalmente
mediante reflejos y comportamientos casuales a convertirse en niños orientados por sus objetivos. Ubica a la
actividad refleja y sensorial como base para el desarrollo intelectual. Si bien el recién nacido cuenta con un
repertorio conductual limitado, sus posibilidades se irán diversificando y enriqueciendo como consecuencia de la
interacción con el medio, dando lugar al nacimiento de la inteligencia en el niño. Al finalizar la elaboración de la
inteligencia sensoriomotora la actividad del niño muestra que las exploraciones, hasta este momento por tanteos o
por experimentación activa, son sustituidas por una especie de experimentación interna, a través de la cual el niño
puede inventar los medios adecuados, puede sustituir la acción directa sobre los objetos por una acción simbólica
que los contiene.
En la primera infancia entonces el sistema de significaciones del niño se despliega a través de señales
sensoriomotoras e índices perceptivos, así logra conocer, “conquistar” aquello que lo rodea, hasta llegar a situarse
como uno más entre otros y en un universo que ha construido que es exterior a sí mismo, con ciertas reglas de
causalidad y permanencia, donde su sistema de significaciones darán lugar a los símbolos por imágenes y signos
linguísticos.
Este proceso se inicia, según Vila a partir de las tempranas interacciones en la primera infancia, en las cuales la
participación del adulto es la que otorga intencionalidad comunicativa a la conducta del bebé.

El cuidado de los niños - Una base segura (Bowlby)


Resulta útil considerar el vínculo del niño con su madre como el resultado de un conjunto de pautas de conducta
características, en parte pre-programadas, que se desarrollan en el entorno corriente durante los primeros meses
de vida y que mantienen al niño en una proximidad más o menos estrecha con su figura materna. La conducta de
apego del niño es activada especialmente por el dolor, la fatiga y cualquier cosa atemorizante, y también por el
hecho de que la madre sea o parezca inaccesible. Las condiciones que hacen que cese esa conducta varían de
acuerdo con la intensidad de su activación.
Un rasgo muy importante de la conducta de apego es la intensidad de la emoción que la acompaña, dependiendo
el tipo de emoción originada de cómo se desarrolle la relación entre el individuo apegado y la figura de apego.
Existe evidencia también de que el modo en que la conducta de apego llega a organizarse dentro de un individuo
depende en gran parte a los tipos de experiencia que tiene o tuvo en su familia de origen o, en determinadas
situaciones, fuera de ella. De todos modos, la conducta de apego no está limitada solo a los niños. Se ve también
en adolescentes y adultos de ambos sexos.
La conducta de la crianza en los seres humanos no es producto de un instinto de crianza invariable, pero tampoco
resulta razonable considerarla un simple producto del aprendizaje. Tiene poderosas raíces biológicas; pero la
forma detallada que la conducta adopta en cada uno depende de nuestras experiencias (sobre todo de las
experiencias durante la infancia).
El comienzo de la interacción madre-niño
Los bebés humanos, al igual que los de otras especies, están pre-programados para desarrollarse de manera
socialmente cooperativa; que lo hagan o no depende en gran medida de cómo son tratados.
El rol de la madre y del padre: semejanzas y diferencias
En un estudio se encontró que las pautas de apego mostradas a los padres se parecían mucho a las mostradas a
las madres, con aproximadamente la misma distribución porcentual. Además, cuando se examinaron las pautas
mostradas por cada niño en particular, no se encontró ninguna correlación entre la pauta mostrada con un
progenitor y la mostrada con el otro. Así, un niño puede tener una relación segura con la madre pero no con el
padre, un segundo puede tenerla con el padre pero no con la madre, un tercero puede tenerla con ambos y un
cuarto no tenerla con ninguno. Los que tenían una relación segura con ambos padres eran más seguros de sí
mismos y más aptos; los que no tenían una relación segura con ninguno de los dos no lo eran en absoluto; y
aquellos que tenían una relación segura con un progenitor pero no con el otro, se encontraban en un punto
intermedio.
Este estudio sugiere que, al proporcionar una figura de apego para su hijo, un padre puede estar desempeñando
un rol muy parecido al desempeñado por la madre; sin embargo, en la mayoría de las culturas los padres cumplen
ese rol con mucha menor frecuencia que las madres, al menos cuando los niños aún son pequeños.
Esto lleva a una característica central de la crianza de los niños para Bowlby, la base segura: la provisión por parte
de ambos progenitores de una base segura a partir de la cual un niño o un adolescente puede hacer salidas al
mundo exterior y a la cual puede regresar sabiendo con certeza que será bien recibido, alimentado física y
emocionalmente, reconfortado si se siente afligido y tranquilizado si está asustado. Esencialmente, este rol
consiste en ser accesible, estar preparado para responder cuando se le pide aliento, ayudar, intervenir
activamente (sólo cuando es evidentemente necesario).
La influencia de las experiencias infantiles de los padres
Existen pruebas clínicas de que el sentimiento de los padres por su bebé y su conducta hacia él están influidos por
sus anteriores experiencias personales, sobre todo aquellas que tuvieron o tienen aún con sus propios. Los niños
cuyas madres responden sensiblemente a sus señales y proporcionan un contacto físico reconfortante son los que
responden más fácil y adecuadamente a la aflicción de los otros. Además, lo que un niño hace en tales
circunstancias es generalmente una réplica de lo que ha visto y/o experimentado con su madre.
El papel del apego en el desarrollo de la personalidad (Bowlby)
La primacía de los lazos emocionales íntimos
La teoría del apego considera la tendencia a establecer lazos emocionales íntimos con otros como un componente
básico de la naturaleza humana y presente durante toda la vida. En la infancia, los lazos se establecen con las
figuras paternas, a los que se recurre en busca de protección, consuelo y apoyo. El acto de proporcionar cuidados
–complementario de la conducta de apego- es también considerado un componente básico de la naturaleza
humana. La exploración del entorno, incluyendo el juego y las diversas actividades con los compañeros, es
considerada como el tercer componente básico.
Durante los primeros meses de vida, el niño muestra muchas de las respuestas que constituyen lo que más tarde
será la conducta de apego, pero la pauta organizada no se desarrolla hasta un poco después.
La teoría propone que de un modo análogo a la homeostasis fisiológica, el sistema de control del apego mantiene
la conexión de una persona con su figura de apego entre ciertos límites de distancia y accesibilidad. Las
consecuencias de su aplicación pueden considerarse un ejemplo de lo que puede denominarse homeostasis
ambiental.
Pautas de apego y circunstancias que determinan su desarrollo
Como se mencionó anteriormente, las pautas de apego que un individuo desarrolla durante los años de inmadurez
está profundamente influida por el modo en que sus padres lo tratan.
Hay tres pautas principales de apego:

 Apego seguro: El individuo confía en que sus figuras parentales serán accesibles, sensibles y colaboradores si él
se encuentra en una situación adversa o atemorizante. Es favorecida por el progenitor cuando se muestra
fácilmente accesible y sensible a las señales de su hijo, y amorosamente sensible cuando éste busca protección
y/o consuelo.
 Ansioso resistente: El individuo está inseguro de si su progenitor será accesible o sensible o si lo ayudará cuando
lo necesite. A causa de esto, siempre tiene miedo a la separación, es propenso al aferramiento y se muestra
ansioso ante la exploración del mundo. Esta pauta es favorecida por el progenitor que se muestra accesible y
colaborador en algunas ocasiones pero no en otras, y por las separaciones y amenazas de abandono utilizadas
como medio de control.
 Ansioso elusivo: El individuo no confía en que cuando busque cuidados recibirá una respuesta servicial sino que,
por el contrario, espera ser ignorado. Intenta volverse emocionalmente autosuficiente y con posterioridad puede
ser diagnosticado como narcisista. Esta pauta es el resultado del constante rechazo de la madre cuando el
individuo se acerca a ella en busca de consuelo y protección.
Persistencia de las pautas
Los estudios muestran que cada pauta de apego, una vez desarrollada, tiende a persistir. Uno de los motivos es
que el modo en que un progenitor trata a un niño, sea para bien o para mal, tiende a permanecer invariable. Otro
es que cada pauta tiende a perpetuarse a sí misma: un niño seguro es un niño más feliz y resulta más gratificante
cuidarlo, y también es menos exigente que un niño ansioso.

García, M. J. (1989) “La historia vital evolutiva” (notas introductorias). Ficha Dto. Publicaciones, Facultad de
Psicología, Universidad de Buenos Aires.
- Aberastury, A. (1981). La entrevista inicial con los padres. En Teoría y técnica del psicoanálisis de niños (pp. 75-
91). Buenos Aires: Paidós.
Segundo y tercer año de vida: etapa del deambulador (Aranda)
Los especialistas en psicología del desarrollo denominan “etapa del deambulador” al período de la vida que se
extiende entre los 15 y 30 meses de edad aproximadamente. Esto se debe a que alrededor de los 15 meses los
niños abandonan definitivamente el gateo, prefiriendo la posición bípeda y la locomoción. Un deambulador es un
niño capaz de pararse por sí mismo, caminar. La autolocomoción facilita el proceso de familiarización con el
mundo, ya que otorga al niño la posibilidad de acercarse por sí mismo a personas, objetos o lugares.
Por otro lado, deja de ser un “bebé” para convertirse en un “niño” facultado para hablar, expresar verbalmente
ideas y sentimientos.
El deambulador desarrolla las habilidades de caminar, tomar la cuchara, masticar, hablar, y estar algún tiempo
solo; estos logros son indicadores de una creciente autonomía psíquica. Las principales características de esta
etapa son:

 Desarrollo motor: Destreza manual, posición bípeda y marcha independiente.


 Control de esfínteres: Comienza el proceso que va de la incontinencia a la continencia.
 Lenguaje: Desde las primeras palabras aisladas hasta la construcción de frases de dos o tres palabras.
 Juegos infantiles: Juego simbólico, juego dramático y juego paralelo (desde la perspectiva social).
 Primeros dibujos: Etapa del garabateo.
 Socialización: Ámbito extrafamiliar y jardín maternal.
 Desarrollo cognitivo: Finales del período sensoriomotor y comienzos del preoperatorio.
 Desarrollo emocional: Negativismo infantil, autonomía creciente, proceso de separación e individuación.
Desarrollo motor
Durante esta etapa el niño avanza desde la prensión fina de finales del primer año, hasta la destreza en el manejo
de la cuchara al intentar alimentarse solo.
A los 12 meses el niño llega a tener una definida prensión fina en forma de pinza. A partir de entonces puede asir
con delicadeza una amplia gama de objetos como migas, bolitas, etc. Pero para soltar adecuadamente hace falta
avanzar en el nivel de maduración neuromotriz y atencional. Por tal razón a los 15 meses los niños pueden apilar
solamente un cubo sobre otro, debido al deficiente soltar prensorio. A los 13 meses apila 3 ó 4, avanzando
gradualmente hasta apilar 9 ó 10 cubos a los 36 meses.
En cuanto al desarrollo de la locomoción, se produce el progreso desde la posición erguida y los primeros pasos
de finales del primer año, hasta la marcha segura y con demostraciones de ciertas destrezas, propia del tercer año
de vida. A los 15 meses de edad se abandona definitivamente el gateo. Con la aparición de la marcha
independiente el niño se convierte en un deambulador o caminador.
En relación con la lateralidad, la preferencia por el uso de una mano y pie en particular se desarrolla con lentitud.
La elección definitiva por una de las manos y pies se alcanza recién hacia los 5 o 6 años.
Control de esfínteres
El control de esfínteres es un proceso gradual que transcurre a lo largo del segundo y tercer año de vida. Este
proceso depende de factores fisiológicos y psico-sociales, dentro de los cuales la exigencia de los padres juega un
rol decisivo.
Sabemos que durante la etapa del deambulador el niño transita por la fase anal del desarrollo psico-sexual.
Cuando el niño es capaz de dominar voluntariamente sus músculos, advierte espontáneamente que puede
demorar o provocar la micción y defecación. Este ejercicio de retener y dejar pasar el producto se convierte en
esta etapa en un ejercicio cargado de interés erótico.
A los 24 meses adquiere mayor dominio entre la relajación y la contracción. Puede anticiparse al hecho y
verbalizar la necesidad de ir al baño y quizás hasta pueda diferenciar entre defecación y micción.
Recién a los 30 meses la mayoría de los niños logran el control nocturno de vejiga.
Lenguaje
[12 meses monosílabos duplicados > 15 meses Jerga expresiva > 18 meses holofrases (“Leche”) > Frases simples
de dos palabras a los 21 meses > Frases de 3 palabras a los 24 meses, pronombres y “No” (Negativismo) > A los
30 meses “Yo”]
Una vez dominadas las primeras palabras, aparece un tipo de lenguaje que es característico de los comienzos de
la etapa del deambulador (de los 15 a los 24 meses), se trata de la jerga expresiva. Consiste en una serie de
verbalizaciones que tiene la apariencia de una narración compuesta por palabras, en la que el niño intenta
reproducir los sonidos del lenguaje adulto.
A los 18 meses tienen incorporadas unas 10 palabras, aunque comprenden muchas más que las que son capaces
de pronunciar. A partir de entonces los niños se muestran deseosos de incorporar palabras. También a esta edad
es habitual el uso de holofrases, donde una sola palabra (por ejemplo, “leche”) tiene el valor de una oración entera
(“quiero tomar leche”).
La conducta oposicionista de esta etapa se expresa en el lenguaje por medio de la aparición de la negación. A los
18 meses los niños se resisten sacudiendo la cabeza. Recién a los 24 meses puede decir la palabra “no”.
Alrededor de los 21 meses los niños disponen de unas 20 palabras y comienzan a combinarlas en frases simples
de 2 palabras. El deambulador de esta edad suele utilizar el lenguaje para manifestar su necesidad de evacuar o
ser alimentado, con lo cual se advierte una posición más activa del niño en sus funciones vitales.
Generalmente, a los 24 meses ya formulan frases de tres palabras. También a esta edad comienzan a utilizar los
pronombres “mío”, “mí” y “tu”, aunque no siempre correctamente. El lenguaje del niño a los 24 meses está muy
ligado a la experiencia inmediata, por lo que es común que relate las acciones que realiza, como si pensase en
voz alta.
Alrededor de los 30 meses se agrega una palabra fundamental en su vocabulario, y que da cuenta del progreso en
el desarrollo psíquico, se trata del pronombre “yo”.
Los juegos infantiles
[Juego paralelo (social) -> Juego dramático. Piaget: Primero juego de ejercicio -> Juego simbólico hacia fines de la
etapa]
Desde el punto de vista social, en la etapa del deambulador aparece un primitivo juego social que se denomina
juego paralelo. El deambulador juega junto a otro niño pero no con él, es decir, no le es posible compartir aún el
desarrollo de un mismo juego, no comparte objetos ni interactúa con el par. A lo sumo el contacto con otro chico
se limita a una disputa por la pertenencia de los juguetes, por lo que puede llegar a empujar, pegar o morder.
Entre los 18 y 30 meses de edad las interacciones más frecuentes entre pares son la lucha por la posesión del
objeto, la imitación de lo que hace el otro y el intercambio de objetos. Al final de esta etapa, con mayor dominio del
lenguaje, las disputas por la pertenencia de los objetos se hacen más verbales que físicas.
Hacia fines de la etapa deambulatoria, los niños comienzan a hacer sus primeros juegos dramáticos. Son juegos
en los que se observa una cierta representación ficcional, se recrean aspectos de la realidad, juegan a ser un
cierto personaje (colectivero, maestra, etc.) o estar en otra escena. Por lo general, los primeros juegos dramáticos
consisten en pequeñas escenas de la vida doméstica. Por ejemplo hablar por teléfono imitando la postura del
padre.
Desde una perspectiva psicoanalítica, Freud señala que el juego permite al niño hacer activo lo que antes sufrió
pasivamente.
Piaget considera al juego como una asimilación puramente placentera. Clasifica el juego en: juego de ejercicio
(durante el período sensorio-motor), juego simbólico (durante el período preoperatorio) y juego reglado (durante el
período operatorio).
En los comienzos de la etapa del deambulador encontramos juegos de ejercicio. Alrededor de los 24 meses, se
hace posible la evocación de situaciones no actuales, inaugurándose el juego simbólico. Es considerado simbólico
en tanto permite la utilización de símbolos motivados. Un muñeco de peluche puede ser un bebé, minutos después
pasa a ser un avión, una pelota, etc. Un objeto puede representar una diversidad de otros objetos.
Los primeros dibujos: etapa del garabateo
La etapa del garabateo se extiende de los dos a los cuatro años aproximadamente. Se trata fundamentalmente de
una actividad motriz.

 Garabato desordenado: Es un garabato que sirve a los fines de la pura ejercitación. Son dibujos sin orden ni
control de los movimientos.
 Garabato controlado: El niño descubre que existe una relación entre los movimientos que realiza y los trazos que
resultan. Comienza a haber coordinación visual y motora sobre la producción. Los trazos se hacen más finos.
 Garabato nominal: Aparece la forma. El niño comienza a establecer cierta relación entre el dibujo realizado y los
objetos del mundo que lo rodea, y con ello la asignación de un nombre. Pasa del pensamiento kinestésico al
pensamiento imaginativo. Si se lo requiere, puede hacer una descripción verbal de lo representado.
Socialización extrafamiliar
Durante los primeros años de vida, la familia es el agente principal de socialización.
El jardín maternal funciona para muchos niños como el primer ámbito de socialización extra-familiar. Allí se brinda
al niño la posibilidad de enriquecer los contactos sociales con pares y otros adultos (maestros). Junto al aumento
en la sociabilidad, se produce un aumento en la tendencia del niño a ejercer su independencia, a afirmarse como
individuo y a defender sus intereses.
Desarrollo cognitivo
Según Piaget, en el curso del segundo año de vida se completa el período sensoriomotor del desarrollo de la
inteligencia, durante el cual el niño va coordinando su experiencia sensorial con su actividad motriz. Durante este
segundo año se dan el 5° y 6° estadios.
A fines de esta etapa de deambulación, los niños empiezan a desarrollar la capacidad para hacer que una cosa
represente otra que no está presente (es decir, la capacidad de representar). Adquieren la función semiótica, la
capacidad de manejarse con símbolos (y posteriormente con signos). Se evidencia con la aparición de la imitación
diferida, del uso del lenguaje, el comienzo del dibujo, el juego simbólico y la imagen mental (período pre-
operatorio, sub período pre-conceptual).
Desarrollo emocional

 Negativismo infantil: Los caprichos y berrinches tan frecuentes en el segundo y tercer año de vida son
manifestaciones de lo que se ha llamado “negativismo infantil”. Es una característica normal en el desarrollo
psicológico de los niños. Por lo menos al comienzo, la actitud oposicionista refleja el marcado interés del
deambulador por lograr liberarse de la ayuda del adulto, hacer las cosas por sí mismo y a su gusto. Se resiste a
comer o lo hace bajo sus condiciones, se niega a orinar, a dormir, etc.
 Rituales para dormir: A partir del año de vida, los niños suelen resistirse a perder el contacto con el mundo que los
rodea. A la hora de dormir se registra una variedad de actividades centradas en el propio cuerpo que se
denominan “rituales de tranquilización”. Entre ellas se encuentra la succión del pulgar y llevarse determinado
objeto a la cama cuando va a dormir. Hacia el segundo año de vida, los objetos y fenómenos transicionales dan
paso a ciertas rutinas ritualistas de aparición a la hora de ir a la cama. La luz prendida, la lectura de un cuento, el
vaso de agua sobre la mesita de luz, etc.
 Creciente autonomía psíquica: El período que va de los quince meses a los tres años marca la transición del bebé
dependiente al niño independiente. La creciente autonomía psíquica sobre la que avanza el deambulador se
refiere a la toma de conciencia de sí mismo como una persona separada.

Desarrollo físico y psicomotor después de los 2 años – Palacios y Mora


Ocurren notables transformaciones tanto en el ámbito práxico (de la acción) como en el simbólico (de la
representación).
La curva del crecimiento después de los 2 años
Durante los años preescolares, los niños no dejan de aumentar regularmente su talla y su peso, aunque la
velocidad del crecimiento es más lenta de lo que había sido en los dos primeros años.
Dimorfismo sexual: Hasta los 7 años, los chicos miden un par de cm más que las chicas. A partir de los 9 años, el
promedio de las chicas es superior al de los chicos tanto en altura como en peso. A los 13 años, sin embargo, la
altura promedio vuelve a ser la misma, aunque las chicas conservan una ligera ventaja en el peso. A los 15 años
los chicos empiezan a tomar una ventaja como promedio definitiva.
Bases y características del progreso psicomotor
Los progresos siguen las ya conocidas leyes céfalo-caudal y próximo distal. El buen control que antes existía para
los brazos se va a perfeccionar y a extender ahora a las piernas (céfalo-caudal). Además, el control irá de a poco
alcanzando a las partes más alejadas del eje corporal, haciendo posible un manejo fino del movimiento de la
muñeca y de los dedos (ley próximo-distal). Por lo tanto, los progresos van a afectar tanto a la motricidad gruesa
como a la motricidad fina.
Los más importantes cambios que durante estos años ocurren en el desarrollo psicomotor se relacionan con el
progreso en la independencia y la coordinación motriz.
La independencia es la capacidad para controlar por separado cada segmento motor: lograr un movimiento
relativamente complejo con una mano sin que se mueva la otra o sin hacer muecas es un ejemplo de
independencia. Este proceso no se logrará del todo en la mayoría de los niños y niñas hasta los 7-8 años.
La coordinación consiste en que patrones motores originalmente independientes se asocian formando
movimientos compuestos mucho más complejos que los originales. Lo más destacable de la coordinación es que
la secuencia se automatiza, permitiendo su ejecución sin que el sujeto tenga que estar gastando en ello recursos
atencionales.
Otros cambios importantes en estas edades tienen que ver con el control del tono, del equilibrio, de la respiración
y de la estructuración del espacio y del tiempo.
A través de sus experiencias con los objetos con los que se relacionan, niños y niñas van aprendiendo a ajustar su
tono muscular a las exigencias de cada situación, de manera que no utilizan la misma tensión muscular para tratar
de mover su cama que para levantar el globo que se les acaba de caer. El tono repercute en el control postural y
en la mayor o menor extensibilidad de las extremidades. También se relaciona con el mantenimiento de la
atención y con el mundo de las emociones y la personalidad (tensiones emocionales se traducen en tensiones
musculares). Aprender a controlar la tonicidad muscular es facilitar el aprendizaje del control de la atención.
Gracias al hecho de que somos capaces de mantener nuestro cuerpo en equilibrio, podemos liberar para la acción
partes del cuerpo que de otra manera se verían continuamente comprometidas en el mantenimiento de una
postura estable. Nuestra autonomía funcional y nuestra independencia motora dependen del mantenimiento de un
equilibro que está bajo control de mecanismos neurológicos, pero sin que ello implique imposibilidad de control
consciente.
El control respiratorio implica conocer cómo se respira y controlar conscientemente, hasta donde sea posible, el
ritmo y la profundidad de la respiración.
La estructuración del espacio se relaciona con la conciencia de las coordenadas en las que nuestro cuerpo se
mueve y en las que transcurre nuestra acción. Desde los planos espaciales más elementales (arriba-abajo,
delante-detrás) hasta los más complejos de aprender (derecha-izquierda), niños y niñas deben representar su
cuerpo en el contexto del escenario espacial en el que transcurre su vida, siendo capaces de organizar su acción
en función de parámetros como cerca-lejos, dentro-fuera, corto-largo, etc. Cuando son capaces de servirse de
estas nociones en la acción, están en condiciones de iniciar su aprendizaje de nociones espaciales, lo que
significa que el espacio se domina antes a nivel de acción que de representación.
Algo similar ocurre con la estructuración del tiempo: el niño sitúa su acción y sus rutinas en unos ciclos de sueño-
vigilia, de antes-después, días de la semana-días del fin de semana, etc., y es capaz de hacerlo en su actividad
mucho antes que de representarse simbólicamente esas nociones. No obstante, el desarrollo de los conceptos
temporales es más tardío que el de los espaciales.
Aunque no tiene que ver con el desarrollo psicomotor, hay que mencionar también el control de esfínteres. Los
niños acceden a este control habitualmente entre el segundo y el tercer año, controlando las heces antes que la
orina y controlándose de día (18-24 meses) antes que de noche (2-3 años).
Establecimiento de la dominancia lateral derecha-izquierda
En el caso de algunos niños, la preferencia lateral aparece claramente diferenciada ya en la primera infancia.
Otros niños, sin embargo, continúan con un cierto nivel de indefinición durante los años preescolares. En general,
la lateralización se produce entre los 3 y los 6 años.
El esquema corporal: sus componentes y su construcción
El concepto de esquema corporal se refiere a la representación que tenemos de nuestro cuerpo, de los diferentes
segmentos corporales, de sus posibilidades de movimiento y acción, así como de sus diversas limitaciones. El
esquema corporal es una construcción progresiva en la que nuevos elementos se van añadiendo como
consecuencia de la maduración y de los aprendizajes que se van logrando a partir de un largo proceso de ensayos
y errores, de ajuste progresivo de la acción del cuerpo a los estímulos del medio y a los propósitos de la acción.
Durante el período que va de los 2 a los 6 años la construcción del esquema corporal está en plena elaboración.
Una verdadera constitución del yo corporal no se da hasta aproximadamente los 5 años, cuando los diversos
elementos se articulan e integran conscientemente en el todo, el movimiento se comienza a reflexionar y el
proceso de lateralización proporciona referentes estables.
El proceso de construcción del esquema corporal culminará de los 7 a los 12 años, con la potenciación de las
representaciones mentales con relación al espacio y al tiempo.
El dibujo
Es normalmente a partir de los 18 meses cuando niños y niñas descubren que pueden trazar “huellas” sobre
superficies utilizando instrumentos como los lápices. Estos primeros trazos son líneas rectas hechas con todo el
brazo en movimiento. A continuación aparecen los trazos en barrido, una especie de zigzag que muestra la
intervención de la articulación del codo. Un poco antes de los 2 años empezarán a aparecer formas circulares que
implican ya la articulación de la muñeca.
Hacia los 3 años, empiezan a relacionar sus producciones gráficas con objetos y personas: son los garabatos.
En niños y niñas de entre 3 y 4 años aparece la conciencia de estar dibujando y el garabato empieza a adquirir
una función intencionadamente representativa, razones por las cuales corresponde ya hablar de dibujos. Surgen
entonces las primeras representaciones de la figura humana.
En el desarrollo del dibujo entre los cinco y los ocho años, niños y niñas habrán de resolver otros retos como son
la elaboración de un mayor número de detalles, la coordinación de distintas partes o componentes de sus dibujos
y el desarrollo de imágenes progresivamente más realistas y con un mayor grado de complejidad. Los dibujos irán
incorporando más detalles tanto relativos al rostro como al resto del cuerpo y de la ropa.
Los dibujos de los niños son una expresión de la inteligencia infantil, de los conceptos infantiles y de la forma en
que se interpreta y se conoce el mundo a estas edades, así como son, también, una expresión o proyección de los
estados emocionales y anímicos.
TEÓRICOS.
Lo Infantil II. Historia de la infancia y del juguete (Moreno)
Niño e infancia
La subjetividad del niño surge de una compleja interacción entre su cuerpo biológico y su crianza, reglamentada
ésta por el discurso del medio en que habita él y su familia. Moreno llama infancia al conjunto de intervenciones
institucionales que, actuando sobre el niño real y su familia, producen lo que cada sociedad llama “niño”. Podría
decirse que “niño” es el producto de los efectos de la infancia sobre una materialidad biológica.
Fenómenos inmutables y mutables
La niñez no es un fenómeno inmutable, varía de acuerdo a la concepción de infancia de cada cultura. La
respuesta que una sociedad da a la pregunta: “¿qué es un niño?” afecta al niño. Los niños responden al modo en
que se los concibe y, como esas respuestas tienden a confirmar lo que la creencia predica, ésta se reafirma como
punto ciego para los habitantes de esa situación que entienden que su concepción de infancia es una invariante de
la humanidad.
La plasticidad del niño: la conformación
Al momento del nacimiento el sistema nervioso del humano aún no está conformado en su totalidad, termina de
conformarse (de desarrollar su sistema nervioso) durante la época de la crianza. Esto constituyó tal vez una de las
claves del éxito evolutivo de la especie, porque posibilitó la crianza de los niños en una determinada época y
cultura conforme “a medida” a los sujetos que compondrán esa sociedad en la generación siguiente y, por lo tanto,
produzca sujetos adecuados para su funcionamiento en esa sociedad. No sólo eso, sino que puede permitir que
esas variaciones se transmitan como en una cadena.
Sujetos adecuados implica no sólo que estén conformados especialmente para procesar las creencias y las
prácticas de esa sociedad, sino que sean también aptos para administrar la crianza de sus hijos y producir así los
sujetos de la generación siguiente. Todo este proceso debe estar de algún modo regulado por el concepto de
infancia imperante en una época y una cultura. Lo que se transmite a través de la cultura no son sólo contenidos,
información y pautas, sino también subjetividades y modos de producción de subjetividades. El medio por el que
se realizan es necesariamente la práctica de la crianza.
Breve descripción de la infancia en el medioevo
Uno de los hechos más significativos de esta época es que no quedaron registros acerca de su forma de vida o de
crianza. En general no se representaba a los niños y, en el caso de imágenes religiosas como del niño Jesús con
su madre, Cristo aparece como un adulto en miniatura sin ningún parecido con lo que concebimos hoy como niño.
La ausencia de representación es consecuencia del rechazo de los rasgos específicos de la infancia. En el
medioevo, la realidad infantil no merecía atención.
La infancia era un pasaje sin importancia, un tiempo un poco avergonzante, un estadio que había soportar para
llegar a la única edad valorada: la del adulto maduro. Las biografías medievales suelen saltear esta etapa. Se
puede relacionar la poca importancia atribuida al niño con la elevadísima mortalidad infantil de aquella época. El
vínculo parentofilial era dramáticamente más distante del que caracterizará a la modernidad.
No había escuela ni se pensaba a los niños con cualidades especiales ligadas a un desarrollo gradual que
justificará algún tipo de formación o educación. El joven aprendía conviviendo con adultos, a quienes ayudaba.
Toda la comunidad medieval jugaba, no había juegos, ni juguetes, ni vestimentas especiales para niños. Por otro
lado, no se pensaba al niño como inocente, sino como indiferente frente a la sexualidad.
Breve descripción de la infancia en la modernidad
El concepto de infancia cambia a partir del siglo XVI y XVII. El niño moderno es concebido inocente. Sin maldad,
pecado ni sexualidad. Por ser frágil e indefenso, debe ser protegido de los desvíos que le podría producir la
influencia de los adultos. En base a ello se lo cuida, se lo educa y se lo instruye para que se forme bien. A la
inversa de lo que ocurría en el medioevo, el niño moderno concita el máximo interés en un medio que no cesa de
representarlo y escribir sobre él.
Ahora bien, que el niño moderno haya recibido tantos “cuidados” no significa que se lo haya considerado
importante a él en sí. Es, antes que una realidad presente, una promesa de futuro. Eso es lo que configura la
forma típica del disciplinamiento infantil moderno: someter al niño a correcciones para formarlo bien para el futuro.
Ante esta exigencia, el niño se mostró dócil y maleable.
Por otro lado, la separación entre niño y adulto –inexistente en el medioevo y que tenderá a borrarse en la
actualidad- es, en la modernidad, tajante. Hay colegios, vestimentas, juguetes y literatura adaptados para cada
edad.
Formar niños fue tal vez la misión más importante de la familia moderna y en base a esa función permaneció
unida.
En cuanto al juego, padres y educadores modernos percibieron que el juguete podía ser un aliado importante para
la realización del proyecto de “infancia” propio de la época. Como la literatura, los juguetes son especialmente
diseñados con la idea de que contribuyan a la “buena formación” de los niños.
Aparecieron en esa época los juegos y juguetes diseñados para “formar bien” la mente del niño: los juguetes
didácticos. Casi todos los juguetes modernos tienen un motivo central: los niños juegan a “ser” como los grandes
(de una época pasada).
Breve descripción del niño en la actualidad
Lo más destacable de los niños en la actualidad es cómo se van apartando de lo que de ellos se esperaría desde
una concepción moderna.
La actualidad está marcada por lo que se llama revolución informática y por la caída del ideal de progreso. Como
este ideal se centraba en la modernidad alrededor del niño, la infancia y la familia contemporánea se ve afectada
por la pérdida de uno de sus incentivos cruciales y se muestra ineficaz para producir –y para sostener- niños al
estilo moderno.
En primer lugar, el niño no responde al ideal de inocencia que concebía la modernidad. Por otra parte, la
categorización de frágil e indefenso –tanto como su inimputabilidad- está siendo objeto de revisión. La idea de
proteger a los niños de la influencia de los adultos parece, por momentos, haberse invertido. El niño no es ni dócil
ni maleable, más bien da muestras de resistirse a ser considerado como un “vacío a llenar por adultos”. En este
sentido, el niño-héroe típico de los films contemporáneos no es ya el niño obediente que sostiene los ideales
abandonados por adultos malvados, sino el que se libera de las ataduras que la sociedad tradicional le pretende
imponer. Muchas veces los niños, por estar en un contacto más directo que sus progenitores con las novedades
informáticas, les enseñan a los adultos “cómo son en verdad las cosas”. Las consignas del valor del esfuerzo por
aprender y formarse en los niños, hoy no se sostiene. La división por edades tampoco parece sostenerse:
prevalece ahora la idea de que hay una edad, la del joven adolescente, a la que niños y adultos buscan parecerse.
Durante la modernidad, el jugar era visto como la expresión natural del espíritu infantil y no vivido como acto de
posesión de objetos. En estos tiempos, en cambio, los juguetes tienden a adquirir un valor como objeto de
posesión para los niños. Esto se hace particularmente evidente en los juegos de cartas actuales. Se han vuelto,
antes que nada, un objeto que los niños ansían poseer, y la publicidad, dirigida más hacia los niños que hacia sus
padres, se orienta a promover el juguete como un objeto de consumo. Además, los juguetes preferidos ahora por
los niños no evocan pasado alguno, sino más bien parecen diseños del futuro. El valor de preservación histórica a
través del juguete se ha trastocado. En su lugar aparece otro: la anticipación. Los juguetes incorporan para su uso
novedades que tienen que ver con anticipaciones del futuro. Los juguetes de hoy miniaturizan el futuro.
Hoy, el niño ha devenido un consumidor importante, y el desarrollo de los medios ha hecho posible que la
publicidad acerca de juguetes llegue directamente a ellos. No sólo está dirigida a los niños, sino que da la
impresión de que los diseños de juguetes y la publicidad con que se los promociona están específicamente
pensados para eludir a los padres. El hecho de que los juegos sean “didácticos” no parece ser hoy en día un factor
de importancia para el mercado; en realidad lo son, pero no para lo que los padres creen que sus hijos necesitan
ni mucho menos para que los niños sean como sus padres. Son didácticos solo en un sentido figurado.
Por último, la obsolitud de los sistemas educaciones forjados en la modernidad (que aún siguen vigentes) es tema
de preocupación general. La familia, productora de niños adecuados a la modernidad, se muestra ineficaz en esa
función. Prácticamente todas las instituciones modernas parecen agotadas a la hora de dar cuenta de –o de
producir- al niño actual.
La adecuación de la infancia como fábrica de sujetos
El esquema de transmisión en el medioevo sería:
ADULTO-adulto  ADULTO-adulto
Donde “adulto” es un niño y “ADULTO” un adulto propiamente dicho.
El esquema de transmisión en la modernidad sería:
Adulto  niño
El esquema de transmisión en la actualidad sería:
Medios  niño  adulto/niño
En el apogeo moderno todo lo que se consideraba no apto para los niños era cuidadosamente apartado de ellos;
esto incluye libros, juguetes, films, chistes, etc. En estos tiempos se hace evidente el fracaso total de esos filtros.
Ni la TV, ni internet, ni los medios gráficos logran administrar esa diferencia. La alianza entre las computadoras y
el niño es mucho más eficiente que la de aquellas con el adulto.
Introducción a la Historia los Conceptos y los Métodos (Palacios)
El desarrollo psicológico y sus determinantes fundamentales
La psicología evolutiva se ocupa de la conducta humana desde el punto de vista de sus cambios y
transformaciones a lo largo del tiempo, tanto en sus aspectos externos y visibles, como en los internos y no
directamente perceptibles.
Hay dos rasgos adicionales que permiten diferenciar a la Psicología evolutiva de las otras disciplinas:
1) Se ocupa de cambios de carácter normativo o cuasi normativo.
Normativo: Significa que los procesos son aplicables a todos los seres humanos o a grandes grupos de ellos (Ej.:
La mayoría de los miembros de una cultura determinada en un momento histórico dado).
Lo normativo o cuasi normativo son las transiciones evolutivas y los procesos de desarrollo. Por ejemplo, es
normativo el ingreso a la escuela y las relaciones con los compañeros, aunque no es normativa la forma en que
esas relaciones transcurran para cada uno.
Hechos idiosincráticos: Se oponen a los normativos. Se refieren a lo que es propio de determinados individuos, sin
que pueda considerarse que caracterizan a todos ellos o a grupos importantes. Por ejemplo una niña que no solo
entiende nada del lenguaje que se le dirige a los dos años, sino que parece seguir sin entenderlo un par de años
más tarde, se trata de un hecho idiosincrático, pues lo normativo es que la comprensión del lenguaje no deje de
incrementarse a partir del primer año.
2) Los cambios de los que se ocupa dicha disciplina tienen relación con la edad que habitualmente no existe en las
otras disciplinas interesadas por el cambio.
Definición de la psicología evolutiva: es la disciplina que se ocupa de estudiar los cambios psicológicos que en una
cierta relación con la edad se dan en las personas a lo largo de su desarrollo, es decir, desde su concepción hasta
su muerte, los cambios de los que se ocupa están más cerca de lo normativo que de lo idiosincrático.
Propone 3 objetivos: describir (identificar y detallar el cambio), explicar (interpretar el proceso) y predecir (respecto
a él).
MADURACIÓN: Cambios psicológicos vinculados a la edad. Cuando nacemos, nuestro cerebro, sistema nervioso,
músculos tienen un cierto nivel de desarrollo, pero se encuentra en un estado evolutivo muy incipiente.
CULTURA: Conocer la cultura de una persona parece insuficiente ya que algunas no son muy estables y cambian
muy lentamente, y en otras los cambios son más sustanciales y acelerados.
MOMENTO HISTÓRICO: En el que se produce el desarrollo humano en el interior de una determinada cultura, por
ej. Escolaridad obligatoria.
GRUPO SOCIAL: Estilos de relación, acceso a experiencias, etc.
RASGOS Y CARACTERÍSTICAS DEL INDIVIDUO: Genotipo, edad, y contextos individuales de desarrollo,
La psicología evolutiva se propone la identificación y descripción de los procesos de cambio de que se ocupa.
Estos procesos de cambio nos llevan de la inmadurez biológica de partida hasta la madurez, así como con los
procesos biológicos vinculados al envejecimiento. La maduración también abre muchas posibilidades sobre las
cuales la cultura va introduciendo sus múltiples influencias.
Aproximación histórica: desde los antecedentes hasta la década de 1960
La psicología evolutiva se ocupó de forma exclusiva del desarrollo infantil y adolescente.
La representación sobre los niños empieza a cambiar a lo largo del siglo XVI, XVII y XVIII con los movimientos
religiosos y culturales que dieron lugar al “descubrimiento” de la infancia, su consideración como distinta de la
adultez y su educación diferenciada.
La psicología evolutiva va a presentar 2 enfoques diferentes que se resumen en 2 modelos distintos:
• Mecanicista: Se inscribe por el surgimiento del conductismo. La idea de este modelo es que la conducta surge y
se moldea a través de la experiencia, lo más importante no es lo que hay dentro del organismo sino aquello que
desde afuera le llega y lo moldea. La historia psicológica de las personas es su historia de aprendizajes. En EE.UU
el conductismo tomo varias direcciones: Watson, Hull, Skinner. Estos autores comparten que los principios básicos
del aprendizaje son independientes de la especie, edad, momento histórico o circunstancias.
• Organísmico: En Europa, teorías que plantean que el niño vendrá con un plan de desarrollo innato inscrito en las
profundidades de su organismo, plan que se irá desplegando a través de diferentes estadios evolutivos. Los 2
representantes más sobresalientes de este tipo de planteamientos fueron Freud y Piaget. En la teoría
psicoanalítica, el bebé pierde su alma inocente porque se la llena de instintos, en forma de pulsiones que están en
el meollo de la génesis de la personalidad y constituyen el objeto de estudio de dicha teoría. Se trata de pulsiones
sexuales, de una energía (libido) que busca satisfacerse y que no se limita a los órganos genitales. En el momento
del nacimiento el bebé posee un conjunto de pulsiones que buscan una satisfacción inmediata, pulsiones a las que
Freud le atribuye un carácter libidinal y significado sexual. El Ello constituye la sede psíquica de todas esas
pulsiones y las primeras actividades libidinosas del bebe tienden a satisfacer estas pulsiones.
Como la realidad opone frecuente resistencia a la satisfacción inmediata de estas pulsiones, en la primera infancia
aparece una nueva instancia psíquica, el Yo, encargada de canalizar esa satisfacción de manera socialmente
aceptable o de posponerla para otro momento. El Yo es un mediador entre los deseos del Ello y la realidad.
Frente al carácter desordenado, impetuoso y urgente de los deseos del Ello, el entorno social del niño impone toda
una serie de costumbres, normas, creencias y valores que se desdoblaran del Yo dentro del aparato psíquico
dando lugar al Súper yo, que es la conciencia social y moral interiorizada entre los 3 y 6 años. La presencia del
Súper yo altera la función del Yo, que ya no tendrá que mediar entre el Ello y la realidad sino entre el Ello y la
representación de la realidad contenida en el Súper yo.
La base de esta teoría es la consideración de que a medida que los niños crecen van apareciendo nuevas zonas
erógenas, es decir nuevas áreas corporales cuya estimulación provoca placer. Entonces Freud ve el desarrollo
psicológico como una sucesión de estadios (oral, anal, fálico, latencia genital).
Piaget también elabora una teoría del desarrollo psicológico como una consecuencia de estadios que llevan desde
la inmadurez inicial del recién nacido al final de la adolescencia. Y también cree que tanto los mecanismos
subyacentes a esa secuencia de cambios como la secuencia misma tienen una naturaleza universal en la especie
humana porque se corresponden con características que forman parte del organismo con el que la especie nace.
Piaget se embarcó en la elaboración de una epistemología genética, es decir, en una teoría evolutiva del
conocimiento. Sus conceptos básicos son:
a. Esquema: Es una estructura general de acción que se conserva en el curso de sus repeticiones. Es la unidad
básica de la vida intelectual, ya que el conocimiento se construye a partir de él. Se trata al principio de acciones
pautadas biológicamente (Ej.: succión, aparece como un reflejo, luego lo transforma en esquema: chupeteo,
chupete, dedo, mantita) que luego se van diversificando y dando a lugar a nuevas conductas que además se
integran en acciones más complejas. Los esquemas luego llegan a interiorizarse y a convertirse en acciones
simbólicas al principio referidas a acciones concretas y luego a procesos de razonamientos. A partir de los 6-7
años, estos razonamientos adoptan la forma organizada, coherente y lógica llamada operaciones.
b. Asimilación: una vez dominado un esquema, la conducta se repetirá con el objeto sobre el que inicialmente se
formó, pero también con todos aquellos que se dejen tratar de la misma manera (que se dejen asimilar al
esquema).
c. Acomodación: cuando un esquema no es capaz de responder a las características de un objeto, a las
exigencias de conocimiento que plantea, se hace entonces necesario modificar el esquema previo para restaurar
el equilibrio con lo que la conducta se diversifica y la adaptación mejora.
d. Estructura: se forma en cada momento del desarrollo, cuando los esquemas de que dispone el niño guardan
una cierta relación entre sí, todos ellos pertenecen a un mismo nivel de funcionamiento, a un mismo nivel de
complejidad.
e. Estadio: se refiere a cada uno de esos niveles de complejidad o niveles estructurales (sensoriomotor,
preoperatorio, operatorio concreto y formal). Son cortes en el desarrollo.
f. Constructivismo: la actividad del sujeto sobre los objetos obliga a encontrar respuestas nuevas para los nuevos
problemas, a ir inventando soluciones a través del despliegue de un continuo proceso de adaptación. Conocer es
entonces construir respuestas, transformar esquemas.
Resumen de estadíos del desarrollo intelectual de Piaget
1. Estadío sensoriomotor (0-2 años): La inteligencia es práctica y se relaciona con la resolución de problemas de
acción (alcanzar un objeto que está sobre la colcha pero al que no se puede llegar directamente, encontrar una
pelota que ha rodado bajo el sofá, etc.)
2. Estadío preoperatorio (2-7 años): La inteligencia ya es simbólica, el lenguaje aparece y se enriquece a gran
velocidad, la imaginación se desarrolla. Los retos son ahora lógicos; las respuestas apropiadas ya no serán
acciones físicas, sino razonamientos. Sin embargo, la falta de articulación entre esos razonamientos, la tendencia
al egocentrismo o a la centración (fijarse en un rasgo del objeto ignorando otro, como cuando se ve la altura del
líquido en un vaso sin considerar su anchura), hacen que esos razonamientos carezcan aún de lógica.
3. Estadío de las operaciones concretas (7-12 años): El pensamiento lógico aparece, poco a poco la lógica va
imponiendo su soberanía sobre todas aquellas situaciones que el sujeto puede someter a verificación empírica.
4. Estadío de las operaciones formales (a partir de la adolescencia): El pensamiento lógico alcanza su máxima
expresión, porque es capaz de aplicarse de forma coherente y sistemática sobre situaciones que exigen manejar
hipótesis y someterlas luego a una verificación ordenada y exhaustiva. La expresión máxima de este nivel es la
forma de operar del científico.

La psicología evolutiva contemporánea


El punto de ruptura con la psicología evolutiva de la etapa anterior está marcada por el surgimiento y desarrollo de
la psicología evolutiva del ciclo vital (finales de la década del 70) que supone una fractura conceptual y
metodológica con los modelos clásicos de desarrollo. La perspectiva del ciclo vital cuestiona los postulados
básicos de la psicología evolutiva organísmica. En primer lugar se cuestiona que el desarrollo psicológico sea algo
que afecta solo a niños y adolescentes, en segundo lugar se cuestiona el concepto universalista de teleonomía y
de acuerdo con el cual el desarrollo es secuencial hacia una meta evolutiva (genitalidad adulta, operaciones
formales). En cambio, desde la perspectiva del ciclo vital el desarrollo se ve como multidireccional, es decir como
orientado hacia metas diversas, no universales ni necesarias; y también como multidimensional, es decir que no
todas las dimensiones evolutivas cambian de la misma manera y lo hacen en la misma dirección. En tercer lugar,
la perspectiva de ciclo vital concede mucha importancia a variables de naturaleza histórica y cultural, en
contraposición a variables madurativas de planteamientos organísmicos.
Controversias conceptuales:

 Herencia – medio: En los últimos años el foco de la discusión ha iluminado solo una parte del problema: la que se
refiere a la posible transmisión hereditaria de características psicológicas de padres a hijos; características que
tienden a hacernos diferentes a unos de otros. Pero el problema herencia-medio tiene también que ser abordado
desde otro ángulo: el de la transmisión a través de la herencia de las características que tienden a hacernos
semejantes.
 Sincronía – heterocronía: La psicología evolutiva europea incluía descripciones en estadíos del proceso de
desarrollo. Las descripciones en términos de estadíos presuponen al menos cuatro cosas: que hay cambios
cualitativos a lo largo del desarrollo; que en el interior de cada estadio los contenidos son bastante homogéneos
(es decir, se desarrollan de manera sincrónica los unos respecto a los otros); que la secuencia de estadíos es
siempre la misma y que tiende a ocurrir de acuerdo a una cronología aproximadamente predecible; que los
estadios superiores suponen la integración y superación de los logros del precedente. Existe una hipótesis
contraria: los hechos psicológicos no se caracterizan por un desarrollo sincrónico, sino que son fundamentalmente
independientes y heterócronos. En lugar de un tren avanzando todo al mismo tiempo por la misma vía y en la
misma dirección, con estaciones prefijadas y horarios predecibles; el desarrollo podría mejor representarse como
vagones independientes cada uno de los cuales tiene su propia trayectoria y su específica cronología. La versión
fuerte de esta hipótesis concibe cada contenido encapsulado en su vagón y con una trayectoria independiente de
los demás; la versión débil acepta que unos cuantos vagones interconectados comparten trayecto y ritmo de
avance, lo que no impide que otros cuantos tengan caminos y velocidades diferentes. Las investigaciones
transculturales han mostrado que la pretendida universalidad de las secuencias de desarrollo es fácil de demostrar
en los tramos iniciales (cuando la presión de la maduración es más fuerte), pero que a medida que el desarrollo
avanza, las discrepancias de los niños de una cultura respecto a los de otra aumentan, discrepancias que se
hacen aún más acentuadas si incluimos el desarrollo adulto. Por su parte, la hipótesis de que el desarrollo es
sincrónico en el interior de determinados dominios o conjuntos de contenido (por ejemplo diferentes aspectos del
lenguaje) pero heterócrono entre unos dominios y otros (entre el lenguaje y la memoria, por ejemplo) ha mostrado
una cierta viabilidad.
 Continuidad – discontinuidad: ¿Podemos predecir el desarrollo de una persona en un momento determinado si
conocemos cómo fue su desarrollo en un momento anterior?, ¿podemos las personas liberarnos de nuestro
pasado evolutivo? Sin duda hay cambio, pero parece también que hay una cierta continuidad que hace de
nosotros realidades identificables en nuestra singularidad. Cuanto más próximas sean las edades que se
consideran y cuanto más parecidos sean los contenidos que se comparan, más probable es detectar continuidad.
A medida que distanciamos las edades y objeto de comparación y contemplamos contenidos más alejados entre
sí, el grado de continuidad disminuirá, aunque no tiene por qué desaparecer del todo. Se podría decir que, aunque
abiertas al cambio, las personas tendemos a parecernos a nosotras mismas a lo largo del tiempo, especialmente
en lapsos de unos pocos años y respecto a contenidos relacionados. El mantenimiento de los rasgos de perfil
puede verse acentuado en unas circunstancias y modificado en otras. Las características personales que se
tengan (edad, atractivo físico, medio social de procedencia, etc.), el momento evolutivo en que se esté y el tipo de
experiencias a la que se esté expuesto hacen difícil la respuesta a la pregunta sobre si en la trayectoria evolutiva
predominan los elementos de continuidad o los de discontinuidad.
Métodos de investigación:
Observación sistemática: permite registrar las conductas tal y como se producen bien en un contexto natural.
Método psicofisiológico: exploran las relaciones entre aspectos psicológicos y biológicos del organismo,
analizando en qué medida determinadas situaciones se traducen en reacciones fisiológicas cuantificables.
Resolución de problemas estandarizados: se plantea una misma situación a diferentes sujetos, con las mismas
instrucciones, restricciones del tiempo que responde y se anota la ejecución de cada uno.
Entrevistas clínicas: se trata de entrevistas semiestructuradas en las que las preguntas se van ajustando a las
respuestas que el sujeto va proporcionando, el entrevistador tiene en su mente determinadas hipótesis y va
orientando su interrogatorio para verificar si la hipótesis es o n correcta (método clínico).
Cuestionarios – test, auto informes: respuestas a series de preguntas ordenadas de acuerdo con un
determinado propósito y con diferentes grados de estandarización, de estructuración interna y de sistemas de
categorización de las respuestas.
Estudios de casos: análisis de casos singulares en los que los aspectos cualitativos e idiosincrásicos se
consideran fundamentales
Descripciones etnográficas: implican observación participante, anotaciones hechas sobre la marcha y su
posterior elaboración para tratar de componer un cuadro.

Dos tipos de diseños evolutivos:


Longitudinal: se estudia los mismos sujetos a lo largo del tiempo con objeto de analizar cómo evolucionan las
características objeto de análisis. Son los únicos que permiten analizar el cambio intraindividual.
Transversal: se estudia simultáneamente a sujetos de diferente edad con objeto de analizar cuáles son las
diferencias ligadas a la edad de las características investigadas. Este diseño no permite hacer el seguimiento de
los cambios intraindividuales pero tiene la ventaja de su rapidez y economía comparado con el diseño longitudinal.
Límites y excesos del concepto de subjetividad en psicoanálisis (Bleichmar)
Los cambios en la subjetividad producidos en la Argentina actual, los procesos severos de desconstrucción de la
subjetividad efecto de la desocupación, la marginalidad y la cosificación a las cuales han llevado a la depredación
económica.
La subjetividad está atravesada por los modos históricos de representación con los cuales cada sociedad
determina aquello que considera necesario para la conformación de sujetos aptos para desplegarse en su interior.

 La subjetividad es aquello que remite al sujeto y que se diferencia del inconsciente. La formación de la misma,
está regulada por la socialización, la historia de la humanidad, por los tipos de poder que definen al individuo
necesario para conservar el sistema y a sí mismos.

 El gran descubrimiento del psicoanálisis es haber planteado por primera vez en la historia del pensamiento que
es posible que exista un pensamiento sin sujeto y que ese pensamiento no esté en el otro transcendental ni en
ningún lugar particularmente habitado por conciencia o por intencionalidad. Es haber descubierto que existe un
pensamiento que antecede al sujeto y que el sujeto debe apropiarse a lo largo de toda su vida de ese
pensamiento.

 Atravesada por categorías: ordenamiento espacio-temporal e intencionalidad exterior.


El niño como objeto de estudio de distintos modelos teóricos (Pizzo)
Las concepciones acerca de la niñez y los niños
Los niños –en un sentido etario- existieron en todas las sociedades desde los inicios de la humanidad, lo que se
ha transformado es cómo se concibe al niño en distintos momentos de la historia y contextos culturales.
Ariés postula que la noción de infancia tal como la concebimos hoy no existía en la Edad Media. Pensar la infancia
como categoría social diferente de los adultos es el resultado de una lenta y progresiva elaboración que se inicia
en el siglo XVII y se consolida francamente en el siglo XIX. En otras palabras, la niñez es resultado de una
progresiva construcción cultural, activa y aún en curso.
Los modelos teóricos
El interés por el estudio del niño inicialmente se expresó en estudios descriptivos que consolidaron a la psicología
del niño como disciplina. Progresivamente, los intereses y planteos de distintos investigadores llevaron a la
elaboración de teorías que buscaban explicar distintas dimensiones del desarrollo infantil.
Se diferencian dos modelos o paradigmas subyacentes a cada teoría psicológica evolutiva:

Modelo mecanicista Modelo Organísmico


Concepción reactiva del organismo. El individuo se concibe como ser activo u organizador.
El desarrollo es la manifestación del aumento de
La la
noción de desarrollo es explicativa.
experiencia (descriptiva)
Las manifestaciones complejas se explican porSelosbusca comprender o descubrir principios que regulen la
componentes más sencillos. organización entre las partes y el todo (estructura y función).
El cambio se explica en base a hechos causalesEl cambio
anteriores
es yvisto como una propiedad de los organismos y
separados a él. es un proceso permanente.
Es posible predecir el cambio. La predicción exacta del cambio no existe.
La metáfora es la máquina. La metáfora es el organismo vivo.

Las teorías evolutivas


Esta denominación es propuesta para referirse a las formulaciones de Freud, Vygotsky y Piaget, ya que las
considera los proyectos más ambiciosos para el estudio del desarrollo humano. Al focalizarse en dimensiones
diferentes del desarrollo (afectiva, socio cultural y cognitiva) pueden considerarse, hasta cierto punto,
complementarias.
Las teorías de estos autores reconstruyen algunos de los postulados primordiales del modelo organísmico, ya que
proponen:

 Un sujeto activo.
 Interdependencia y organización en diferentes dimensiones.
 Desarrollo concebido como una sucesión de cambios cualitativos.
 Énfasis en los procesos más que en los resultados.
La psicología evolutiva y el estudio del niño
Trabajar en psicología evolutiva puede entenderse de varios modos. Uno de ellos remite a intentar describir
exhaustivamente las pautas de conducta en las diferentes edades, en ese sentido es que se habla de la Psicología
del niño, del adolescente, etc. Otra de las significaciones considera que la Psicología Evolutiva se plantea como
objetivo principal el descubrimiento de las leyes generales que subyacen a los cambios comportamentales
producidos en las sucesivas edades, es en este sentido que se habla de “Psicología del desarrollo”.

-Convención sobre los Derechos del Niño. Adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su
resolución 44/25, de 20 de noviembre de 1989. Ratificada por la República Argentina en 1990 por la Ley 23849.
(versión electrónica: http://www2.ohchr.org/spanish/law/crc.htm).

La familia y la madurez emocional – Winnicott


En el curso del desarrollo emocional, el individuo pasa de la dependencia a la independencia y, en los casos de
salud, conserva la capacidad para pasar de una a otra. Para esto, deben cumplirse dos condiciones: primero, el
individuo necesita encontrar un círculo más amplio dispuesto a ocupar el lugar del que abandona, y esto equivale
prácticamente a decir que lo que se necesita es la capacidad para regresar a la situación que se ha abandonado.
En otras palabras, el niño pequeño necesita desprenderse del regazo y de los brazos de la madre, pero esa
ruptura debe llevarlo a un área más amplia de control, algo que simbolice el regazo que acaba de abandonar. Los
grupos externos representan una manera de salir del hogar y, al mismo tiempo, son símbolos de ese hogar que se
ha abandonado. Cuando todo va bien, el niño puede regresar al hogar a pesar del desafío inherente a la huida.
Observamos así dos tendencias:

 La tendencia del individuo a alejarse de la madre, luego del padre y de la madre y, más tarde, de la familia.
 La otra tendencia obra en sentido contrario y es la necesidad de conservar o de ser capaz de recuperar la relación
con los padres reales.
La necesidad del niño de conservar la relación primaria con los padres se manifiesta a través de su constante
exploración de áreas más amplias, de su permanente búsqueda de grupos fuera de la familia.
En el desarrollo sano de un individuo lo que se requiere es una progresión sostenida, una serie bien graduada de
acciones desafiantes, cada una de las cuales es compatible con la conservación de un vínculo inconsciente con
las figuras paternas o progenitores.
El desarrollo sexual constituye un caso especial: en el matrimonio se supone que los dos integrantes de la pareja
coinciden en desprenderse y alejarse de sus respectivos padres y familias reales y, al mismo tiempo, consuman la
idea de formar una familia.
Winnicott concluye que es imposible alcanzar madurez emocional si no es dentro de un marco en el que la familia
se ha convertido en el puente que permite dejar atrás el cuidado de los padres y pasar a la esfera de la provisión
social, y esta provisión social constituye en gran medida una prolongación de la familia.
Las dos contribuciones principales de la familia a la madurez emocional son:

 La existencia sostenida de oportunidad para un alto grado de dependencia.


 La oportunidad para que el individuo se separe de los padres e ingrese a la familia, que pase de ésta a la unidad
social que está inmediatamente fuera de ella, y así sucesivamente.
Estos círculos cada vez más amplios constituyen el producto final de algo que se inicia con el cuidado de los
progenitores, y es continuado luego por la familia. La familia parece haber sido especialmente creada para
hacerse cargo de la dependencia inconsciente con respecto a los padres, y esta dependencia incluye la necesidad
del niño en crecimiento de desafiarlos y rebelarse contra ellos.
Familia y desarrollo infantil – Aranda
Introducción
La familia es sede de transmisión de ideales e identificaciones, pero también la encargada de la transmisión de
algo del orden de una satisfacción y de una prohibición. Las transformaciones sociohistóricas producen nuevas
configuraciones familiares: cambian las pautas de crianza y las modalidades vinculares, pero permanece la
necesidad de alguien se ubique como garante y soporte del vínculo con el niño.
La familia y la construcción de subjetividad
La madre que introduce la sexualidad en el niño, por la doble vía de construir un cuerpo erótico en el niño y de
ofrecerse como objeto erótico al niño, es también quien debe ser interdicta para incluirlo como integrante de la
cultura.
Freud plantea la noción de que los lazos familiares se sostienen en la inhibición de su fin sexual, lo cual se
convierte en condición para el ingreso del ser humano en un funcionamiento cultural. Berenstein sostiene que el
niño tomado como objeto de deseo de la madre, promueve el deseo del niño hacia ella. En ese punto opera el
padre introduciendo la prohibición que lo separa y lo ubica dentro de un sistema ordenado por reglas. El tabú del
incesto opera en el sujeto a través del grupo familiar, constituyéndose a su vez en intermediario entre el sujeto y la
cultura.
Las prohibiciones estructurantes del andamiaje psíquico son incorporadas por el niño a través de su familia: allí se
juegan los primeros renunciamientos pulsionales que abren paso al encuentro con otras satisfacciones sustitutas y
relanzan a la búsqueda de nuevas realizaciones de deseo, en el marco de lo considerado culturalmente permitido.
Este es el camino hacia la sublimación de las pulsiones.
El desarrollo infantil y la función de la familia
Para Winnicott, la familia contribuye decididamente a la madurez emocional del niño en tanto permite el despliegue
de un alto grado de dependencia en los comienzos de la vida, y paulatinamente da la oportunidad de ingresar a
otras unidades sociales cada vez más alejadas del núcleo familiar: funciona a la manera de un puente que permite
sobrepasar la dependencia inicial del cuidado de los padres hacia la esfera de lo social extrafamiliar.
La familia es el ámbito privilegiado de construcción de subjetividad. Ahora bien, Bleichmar sostiene que es
necesario redefinir el concepto de familia, entendiéndola fundamentalmente en términos de una “asimetría” que
determina la responsabilidad del adulto con respecto al niño. El acento debe estar en la transmisión de la ley y la
asunción de los roles esperados de protección y asimetría (basada en una diferencia de saber, no de poder). La
función de la familia es “la protección y cuidado de los más débiles para garantizarles un lugar en el mundo y un
desarrollo que no los deje librados a la muerte física o simbólica”.
Se pueden caracterizar dos funciones básicas de las figuras parentales:

 Función de amparo y sostén: Se refiere a los cuidados que brinda quien sea que tome a su cargo la tarea de
asistir al recién nacido en su etapa de indefensión. Esta función posibilita la libidinización del cuerpo del bebé
como fuente de placer y displacer que contribuye a fundar la sexualidad infantil y la posterior constitución del Yo.
 Función simbólica de regulación e interdicción: Ordenadora de los vínculos intersubjetivos, a través de los cuales
se accede a lo simbólico, al lenguaje y a las pautas culturales correspondientes a este grupo familiar. Las figuras
parentales transmiten los valores, ideales y modelos predominantes que ellos mismos han interiorizado en cuanto
a lo prohibido y lo permitido.
En síntesis, la indefensión del recién nacido pone en marcha por parte de las instancias parentales las funciones
de amparo y sostén que contribuyen a la constitución del yo y el cuerpo sexuado, y la función simbólica que
permite discriminar entre lo prohibido y lo permitido, con la consecuente formación del superyó.

“Esquema del Psicoanálisis: el desarrollo de la función sexual” - Freud

La elección de objeto de amor se realiza en 2 oleadas, es una acometida en dos tiempos.


Se ha demostrado que, de 2 a 5 años, el niño da señales de una actividad corporal sexual, la elección de objeto se
caracteriza por la naturaleza infantil de las metas sexuales. A esto sigue un periodo de reposo o LATENCIA donde
se detiene el progreso; y en un segundo momento, sobreviene la pubertad y se determina la conformación
definitiva de la vida sexual. En el curso de este se detiene el progreso, mucho es desaprendido e involuciona.
La sexualidad infantil se organiza en etapas:
Etapas pre-genitales: Fase oral y fase anal.
Fase Oral: El primer órgano que aparece como zona erógena es la boca. Al comienzo, toda actividad se acomoda
de manera de procurar satisfacción a la necesidad de esta zona.
Es el chupeteo una exteriorización observable de esta etapa, en que el niño persevera obstinadamente necesidad
de satisfacción que -si bien tiene por punto de partida la nutrición y es incitada por esta- aspira a una ganancia de
placer independiente de ella, y que por eso puede y debe ser llamada sexual.
La pulsión que prima en esta fase es la pulsión de ver, que es autoerótica y el objeto se encuentra en el propio
cuerpo.
Fase Anal: O «sádico-anal» La zona erógena se desplaza al ano y el placer está en la retención y evacuación.
Se apuntala en la función excretora y la exteriorización observable de esta fase es el control de esfínteres.
El proceso psíquico que compete a esta fase es la diferenciación del YO y NO-YO, de recorte de la propia
identidad. El niño se empieza a diferenciar.
Aquí impera la pulsión de dominio y la relación con el objeto (madre) es ambivalente, es por estas dos
cuestiones que los niños en esta etapa son caprichosos, contestatarios (porque se están diferenciando) y
agresivos (necesitan destruir para poder construir). Es en esta fase donde se forman los diques para la
formación del carácter.
El control de esfínteres es una exigencia cultural, el niño quiere “evacuar” dónde y cuándo él quiere
(opuestos: activo-pasivo) pero termina cediendo a la exigencia de su madre porque hace una renuncia
narcisista por MIEDO a la pérdida del amor de su madre.

Fase Fálica: Se asemeja ya en un todo a la plasmación última de la vida sexual. Es digno de señalarse que no
desempeñan un papel aquí los genitales de ambos sexos, sino sólo el masculino, zona erógena falo.
La exteriorización observable es la masturbación infantil.
La combinación de las pulsiones anteriores (P. de dominio + P. de ver) dan como resultado a la pulsión de
saber la cual prima en esta fase. El saber está relacionado en este momento con la sexualidad: El niño pregunta
de dónde vienen los bebés, diferencias entre nenas y nenes, preguntas sobre origen y muerte, etc.
El niño en su intento de entender los procesos sexuales se formula teorías como:

 Concepción sádica

 Teoría de la cloaca

 Premisa universal del falo.


Latencia: Periodo de reposo.

Fase genital: primado de los genitales + investiduras libidinales, placer previo, reprimidos o desviados. Pulsiones
parciales bajo el primado de una única zona erógena han formado una organización sólida para el logro de la meta
sexual puesta al servicio de la reproducción.
Las fases se SUCEDEN, una viene a agregarse a la otra, coexisten juntas. En las fases tempranas, las diversas
pulsiones parciales parten con recíproca independencia a la consecución de placer.

- Freud, S. (2000). Interpretación de los sueños. Sobre la Psicología de los procesos oníricos. Acerca del
cumplimiento de deseo. En Obras completas, Vol. V, Cap. VII, Pto. C (pp. 543-564). Buenos Aires: Amorrortu. (1º
Ed. 1900).

Tres ensayos de teoría sexual. Ensayo II: La sexualidad infantil – Freud


El descuido de lo infantil: Forma parte de la opinión popular acerca de la pulsión sexual la afirmación de que ella
falta en la infancia y sólo despierta en el periodo de la vida llamado pubertad. Este es un error que tiene graves
consecuencias, ya que es el principal culpable de nuestra presente ignorancia acerca de las bases de la vida
sexual.
Amnesia infantil: Este descuido de lo infantil se debe, en parte, a los reparos convencionales de los autores como
consecuencia de su propia educación, y en parte a la amnesia que en la mayoría de los seres humanos cubre los
primeros años de su infancia, hasta el sexto u octavo año de vida. Se nos informa que en esos años, los que
después no conservamos en la memoria, sabíamos exteriorizar el dolor y alegría de una manera humana,
mostrábamos amor, celos, y otras pasiones que nos agitaban entonces con violencia, y aún pronunciábamos
frases que los adultos registraron como buenas pruebas de una incipiente capacidad de juicio. Y una vez adultos,
nada de eso sabemos por nosotros mismos. En ningún otro periodo de la vida la capacidad de reproducción y de
recepción es mayor, justamente, que en los años de la infancia. Esas impresiones que olvidamos dejaron las más
profundas huellas en nuestra vida anímica y pasaron a ser determinantes para todo nuestro desarrollo posterior.
No es por tanto una desaparición real de las impresiones infantiles, sino un apartamiento de la conciencia por obra
de la represión. La amnesia infantil, que convierte la infancia de cada individuo en un tiempo anterior, prehistórico,
y le oculta los comienzos de su propia vida sexual, es la culpable de que no se haya otorgado valor al periodo
infantil en el desarrollo de la vida sexual.
El periodo de latencia sexual de la infancia y sus rupturas
El neonato trae consigo gérmenes de mociones sexuales que siguen desarrollándose durante cierto lapso, pero
después sufren una progresiva sofocación; esta, a su vez, puede ser quebrada por oleadas regulares de avance
del desarrollo sexual o suspendida por peculiaridades individuales. Hacia el tercero o cuarto año de vida del niño
su sexualidad se expresa en una forma asequible a la observación.
Las inhibiciones sexuales: En el periodo de latencia, se edifican los poderes anímicos que más tarde se
presentarán como inhibiciones en el camino de la pulsión sexual y angostarán su curso a la manera de unos
diques (asco, vergüenza, reclamos ideales en lo estético y lo moral). En el niño civilizado se tiene la impresión de
que el establecimiento de esos diques es obra de la educación, y sin duda alguna ella contribuye en mucho. Pero
en realidad este desarrollo es de condicionamiento orgánico, fijado hereditariamente, y llegado el caso puede
producirse sin ninguna ayuda de la educación.
Formación reactiva y sublimación: Estas construcciones tan importantes para la cultura personal y la normalidad
posterior del individuo se construyeron a expensas de las mociones sexuales infantiles mismas, cuyo aflujo no ha
cesado ni siquiera en este periodo de latencia, pero cuya energía es desviada del uso sexual y aplicada a otros
fines mediante sublimación. Con este proceso de sublimación se adquieren poderosos componentes para todos
los logros culturales.
Las mociones sexuales de la infancia serían inaplicables, porque las funciones de la reproducción están diferidas
(carácter principal del periodo de latencia); y, por otra parte, serían en sí perversas, partirían de zonas erógenas y
se sustentarían en pulsiones que dada la dirección del desarrollo del individuo sólo provocarían sensaciones de
displacer. Por eso suscitan fuerzas anímicas contrarias (mociones reactivas) que construyen, para la eficaz
sofocación de ese displacer, los diques psíquicos: asco, vergüenza y moral.
Las exteriorizaciones de la sexualidad infantil
El chupeteo: Freud toma como modelo de las exteriorizaciones sexuales infantiles el chupeteo (el mamar con
fruición). El chupeteo, que aparece ya en el lactante y puede conservarse hasta la madurez o persistir toda la vida,
consiste en un contacto de succión con la boca, repetido rítmicamente, que no tiene por fin la nutrición. Es la
primera exteriorización sexual infantil. Una parte de los propios labios, la lengua, un lugar de la piel que esté al
alcance, son tomados como objeto sobre el cual se ejecuta la acción de mamar.
Autoerotismo: La pulsión no está dirigida a otra persona; se satisface en el cuerpo propio, es autoerótica. La
acción del niño chupeteador se rige por la búsqueda de un placer, ya vivenciado y ahora recordado. Su primera
actividad, la más importante para su vida, el mamar del pecho materno, no pudo menos que familiarizarlo con ese
placer. Los labios del niño se comportaron como una zona erógena, y la estimulación por el cálido aflujo de leche
fue la causa de la sensación placentera. Al comienzo, claro está, la satisfacción de la zona erógena se asoció con
la satisfacción de la necesidad de alimentarse. El quehacer sexual se apuntala primero en una de las funciones
que sirven a la conservación de la vida, y sólo más tarde se independiza de ella. La necesidad de repetir la
satisfacción sexual se divorcia entonces de la necesidad de buscar alimento. El niño no se sirve de un objeto ajeno
para mamar; prefiere una parte de su propia piel porque le resulta más cómodo, porque así se independiza del
mundo exterior al que aún no puede dominar, y porque de esa manera se procura, por así decir, una segunda
zona erógena, si bien de menor valor. El menor valor de este segundo lugar lo llevará más tarde a buscar en otra
persona la parte correspondiente, los labios.
En el chupeteo hemos observado ya los tres caracteres esenciales de una exteriorización sexual infantil:
1) Esta nace apuntalándose en una de las funciones corporales importantes para la conservación de la vida.
2) Todavía no conoce un objeto sexual, pues es autoerótica (se satisface en el propio cuerpo).
3) Su meta sexual se encuentra bajo el imperio de una zona erógena. Una zona erógena es un sector de piel o de
mucosa en el que estimulaciones de cierta clase provocan una sensación placentera de determinada cualidad.
III. La meta sexual infantil de la sexualidad infantil
Caracteres de las zonas erógenas: La meta sexual de la pulsión infantil consiste en producir la satisfacción
mediante la estimulación apropiada de la zona erógena que se ha escogido. Para que se cree una necesidad de
repetirla, esta satisfacción tiene que haberse vivenciado antes. Para la producción de la sensación placentera, la
cualidad del estímulo es más importante que la complexión de las partes del cuerpo. Cualquier otro sector del
cuerpo puede ser dotado de la excitabilidad de los genitales y elevarse a la condiciones de zona erógena.
Meta sexual infantil: Consiste en producir la satisfacción mediante la estimulación apropiada de la zona erógena
que se ha escogido. Para que se cree una necesidad de repetirla, esta satisfacción tiene que haberse vivenciado
antes. La meta sexual procuraría sustituir la sensación de estímulo proyectada sobre la zona erógena, por aquel
estímulo externo que la cancela al provocar la sensación de la satisfacción.
Las exteriorizaciones sexuales masturbatorias
Activación de la zona anal: La zona anal, a semejanza de la zona de los labios, es apta por su posición para
proporcionar un apuntalamiento de la sexualidad en otras funciones corporales. Los niños que sacan partido de la
estimulabilidad erógena de la zona anal se delatan por el hecho de que retienen las heces hasta que la
acumulación de estas provoca fuertes contracciones musculares y pueden ejercer un poderoso estímulo sobre la
mucosa. Se rehúsan obstinadamente a vaciar el intestino cuando la persona encargada de su crianza lo desea,
reservándose esta función para cuando lo desea él mismo. Lo que interesa es que no se le escape la ganancia
colateral de placer que puede conseguir con la defecación.
El contenido de los intestinos tiene para el lactante importantes significados. Éste lo trata como a una parte de su
propio cuerpo. Representa el primer regalo por medio del cual el pequeño puede expresar su obediencia hacia el
medio circundante exteriorizándolo o su desafío rehusándolo. A partir de este significado, más tarde cobra el de
hijo, que según una de las teorías sexuales infantiles, se adquiere por la comida y es dado a luz por el intestino.
La retención de las heces, que al comienzo se practica deliberadamente para aprovechar su estimulación
masturbatoria, por así decir, de la zona anal o para emplearla en la relación con las personas que cuidan al niño,
es por otra parte una de las raíces del estreñimiento tan frecuente en los neurópatas.
Activación de las zonas genitales: Entre las zonas erógenas del cuerpo infantil se encuentra una que no
desempeña el papel principal, pero que está destinada a grandes cosas en el futuro. Tanto en los varones como
en las niñas se relaciona con la micción (glande, clítoris). Las activaciones sexuales de esta zona erógena, que
corresponde a las partes sexuales reales, son sin duda el comienzo de la posterior vida sexual “normal”.
Por su situación anatómica, por el sobreaflujo de secreciones, por los lavados y frotaciones del cuidado corporal y
por ciertas excitaciones accidentales, es inevitable que la sensación placentera que estas partes del cuerpo son
capaces de proporcionar se haga notar al niño ya en su periodo de lactancia, despertándole la necesidad de
repetirla. Mediante el onanismo del lactante, al que casi ningún individuo escapa, se establece el futuro primado de
esa zona erógena para la actividad sexual.
Disposición perversa polimorfa: El niño tiene una disposición perversa polimorfa. Puede realizar todas las
trasgresiones posibles, en su disposición trae consigo la aptitud para ello; tales trasgresiones tropiezan con
escasas resistencias porque no se han erigido todavía o se encuentran apenas en formación los diques anímicos
contra los excesos sexuales: vergüenza, asco, moral.
Pulsiones parciales: También la vida sexual infantil, a pesar del imperio que ejercen las zonas erógenas, muestra
componentes que desde el comienzo envuelven a otras personas en calidad de objetos sexuales. De esa índole
son las pulsiones de ver y de exhibir y de la crueldad. Aparecen con cierta independencia respecto de las zonas
erógenas, y solo más tarde entran en estrechas relaciones con la vid genital. El niño pequeño carece de
vergüenza.
La crueldad es cosa enteramente natural en el carácter infantil; en efecto, la inhibición en virtud de la cual la
pulsión de apoderamiento se detiene ante el dolor del otro, la capacidad de compadecerse, se desarrollan
relativamente tarde. La moción cruel proviene de la pulsión de apoderamiento y gobierna una fase de la vida
sexual descripta como organización pregenital. La ausencia de la barrera de la compasión trae consigo el peligro
de que este enlace establecido en la niñez entre las pulsiones crueles y las erógenas resulte inescindible más
tarde en la vida.
La investigación infantil
La pulsión de saber: A la par que la vida sexual del niño alcanza su primer florecimiento, entre los tres y cinco
años, se inicia en él también aquella actividad que se adscribe a la pulsión de saber o de investigar. La acción de
la pulsión de saber corresponde, por una parte, a una manera sublimada del apoderamiento, y, por la otra, trabaja
con la energía de la pulsión de ver.
El enigma de la esfinge: No son intereses teóricos sino prácticos los que ponen en marcha la actividad
investigadora en el niño. La amenaza que para sus condiciones de existencia significa la llegada, conocida o
sospechada, de un nuevo niño, y el miedo de que ese acontecimiento lo prive de cuidados y amor, lo vuelven
reflexivo. El primer problema que lo ocupa es no la cuestión de la diferencia entre los sexos sino el enigma: “¿De
dónde vienen los niños?”.
En cuanto al hecho de los dos sexos, para el varón es natural suponer que todas las personas poseen un genital
como el suyo.
Complejo de castración y envidia del pene: el varón se aferra con energía a esta convicción, la defiende
obstinadamente frente a la contradicción que le opone la realidad y la abandona solo tras serias luchas interiores
(complejo de castración). El supuesto de que todos los seres humanos poseen idéntico genital masculino es
la primera de las teorías sexuales infantiles. La niña no incurre en tales rechazos cuando ve los genitales del varón
con su conformación diversa. Está dispuesta a reconocerla y es presa de la envidia del pene.
Teorías del nacimiento: Las soluciones anatómicas que encuentran los niños en el periodo prepuberal a esta
cuestión son de los tipos más diversos: vienen del pecho, son extraídos del vientre, o el ombligo se abre para
dejarlos pasar. En cuanto a la investigación correspondiente a los primeros años de la infancia, es muy raro que se
la recuerde fuera del análisis; ha caído bajo la represión mucho tiempo atrás, pero sus resultados fueron
uniformes: los hijos se conciben por haber comido algo determinado y se los da a luz por el intestino (teoría de la
cloaca).
Concepción sádica del comercio sexual: Si ven el comercio sexual entre adultos, lo conciben como una especie de
maltrato. Una impresión de esa clase recibida en la primera infancia contribuye en mucho a la disposición para un
ulterior desplazamiento sádico de la meta sexual.
El típico fracaso de la investigación sexual: las teorías sexuales infantiles son reflejos de la propia constitución
sexual del niño y, pese a sus grotescos errores, dan prueba de una gran comprensión sobre los procesos
sexuales, mayor de la que se sospecharía en sus creadores. A menudo escuchan con una desconfianza profunda,
aunque siempre silenciosa, cuando les es contada la fábula de la cigüeña. Pero como la investigación infantil
ignora dos elementos, el papel del semen fecundante y la existencia de la vagina, sus esfuerzos resultan por lo
general infructuosos. La investigación de la primera infancia es siempre solitaria, implica un primer paso hacia la
orientación autónoma en el mundo y establece un fuerte extrañamiento del niño respecto de las personas de su
contorno, que antes habían gozado de su plena confianza.
Fases del desarrollo de la organización sexual
El punto de llegada del desarrollo lo constituye la vida sexual del adulto llamada normal. En la consecución del
placer se ha puesto al servicio de la función de reproducción y las pulsiones parciales, bajo el primado de una
única zona erógena, han formado una organización sólida para el logro de la meta sexual en un objeto ajeno.
Organizaciones pre-genitales: La vida sexual infantil es esencialmente autoerótica y sus pulsiones parciales
singulares aspiran a conseguir placer cada una por su cuenta, enteramente desconectadas entre sí. El punto de
llegada del desarrollo lo constituye la vida sexual del adulto llamada normal; en ella, la consecución de placer se
ha puesto al servicio de la función de reproducción, y las pulsiones parciales, bajo el primado de una única zona
erógena, han formado una organización sólida para el logro de la meta sexual en un objeto ajeno. Las
organizaciones de la vida sexual en que las zonas genitales todavía no han alcanzado su papel hegemónico son
denominadas pregenitales.
La primera es la oral o canibálica, en la que la actividad sexual no se ha separado todavía de la nutrición, ni se han
diferenciado opuestos dentro de ella. El objeto de una actividad es también el de la otra; la meta sexual consiste
en la incorporación del objeto, el paradigma de lo que más tarde, en calidad de identificación, desempeñará un
papel psíquico tan importante. El chupeteo puede verse como un resto de esta fase hipotética, en el que la
actividad sexual, desasida de la actividad de la alimentación, ha resignado el objeto ajeno a cambio de uno situado
en el cuerpo propio.
En la posterior organización, sádico-anal, ya se ha desplegado la división en opuestos que atraviesa la vida
sexual, pero no se los puede llamar todavía masculino-femenino, sino que es preciso decir activo-pasivo. La
actividad es producida por la pulsión de apoderamiento a través de la musculatura del cuerpo, y como órgano de
meta sexual pasiva se constituye ante todo la mucosa erógena del ano. En esta fase ya hay polaridad sexual y un
objeto ajeno. Los pares de opuestos pulsionales están plasmados en un grado aproximadamente igual
(ambivalencia).
Ambivalencia: Regularmente, ya en la niñez se consuma una elección de objeto como la que hemos supuesto
característica de la fase de desarrollo de la pubertad. El conjunto de los afanes sexuales se dirigen a una persona
única, y en ella quieren alcanzar su meta. He ahí el máximo acercamiento posible en la infancia a la conformación
definitiva que la vida sexual presentará después de la pubertad. La diferencia respecto a esta última reside solo en
el hecho de que la unificación de las pulsiones parciales y su subordinación al primado de los genitales no son
establecidas en la infancia. La instauración de ese primado al servicio de la reproducción es la última fase por la
que atraviesa la organización sexual.
La elección de objeto se realiza en dos tiempos, en dos oleadas.
La primera se inicia entre los dos y cinco años, y el periodo de latencia la detiene o la hace retroceder; se
caracteriza por la naturaleza infantil de sus metas sexuales. Los resultados de la elección infantil de objeto se
prolongan hasta una época tardía; o bien se los conserva tal cual, o bien experimentan una renovación en la
época de la pubertad. Pero demuestran ser inaplicables, y ello a consecuencia del desarrollo de la represión, que
se sitúa entre ambas fases.
La segunda sobreviene con la pubertad y determina la conformación definitiva de la vida sexual. La elección de
objeto de la pubertad tiene que renunciar a los objetos infantiles y empezar de nuevo como corriente sensual. La
no confluencia de las dos corrientes tiene como consecuencia muchas veces que no pueda alcanzarse uno de los
ideales de la vida sexual, la unificación de todos los anhelos en un objeto.
Conferencia 21: desarrollo libidinal y organizaciones sexuales - Freud
La importancia de las perversiones para nuestra concepción de la sexualidad. Las exteriorizaciones de la
sexualidad infantil, por inequívocas que pudieran ser en los últimos años de la infancia, parecen al comienzo
perderse en lo indeterminable. Las perversiones sexuales de los adultos son algo aprehensible e inequívoco.
Sexualidad y reproducción o genitalidad no coinciden; en efecto, es evidente que todo lo anterior desmiente la
meta de la reproducción.
A la práctica sexual normal rara vez le falta algún rasgo perverso. Ya el beso lo es, pues consiste en la unión de
dos zonas bucales erógenas y su meta no es la reproducción. Sin embargo, nadie lo condena por perverso, al
contrario.
No tiene ningún sentido excluir de la serie de las personas normales y declarar perversas a las que exhiben
algunos de estos rasgos aislados; más bien, cada vez que advertimos con más claridad que lo esencial de las
perversiones no consiste en la trasgresión de la meta sexual, ni en la sustitución de los genitales, ni siquiera en la
variación del objeto, sino solamente en que estas desviaciones se consuman de manera exclusiva, dejando de
lado el acto sexual al servicio de la reproducción. Las acciones perversas dejan de ser tales en la medida en que
se integran en la producción del acto sexual normal como unas contribuciones que lo preparan o refuerzan.
Entonces, se achica mucho la distancia entre la sexualidad normal y la perversa. La sexualidad normal nace de
algo que la preexistió, desechando rasgos aislados de este material por inutilizable y reuniendo los otros para
subordinarlos a la nueva meta de reproducción. La sexualidad incluye las prácticas sexuales de la infancia que
aspiran al placer de órgano.
Sexualidad normal y sexualidad perversa están notablemente centradas, todas las acciones presionan hacia una
meta. La única diferencia entre la sexualidad perversa y la normal, es la diversidad de las pulsiones parciales
dominantes y, por tanto, de las metas sexuales. Ambos tipos de sexualidad han nacido de lo infantil. En cambio, la
sexualidad infantil carece, globalmente considerada, de semejante centramiento y organización; sus diversas
pulsiones parciales tienen iguales derechos y cada una persigue por cuenta propia el logro de placer.
Llamamos sexuales las dudosas e indeterminables prácticas placenteras de la primera infancia porque el camino
del análisis nos lleva a ellas desde los síntomas pasando por un material indiscutiblemente sexual.
Ya desde el tercer año de vida la sexualidad del niño no da lugar a ninguna de estas dudas, por esa época
sobreviene un periodo de masturbación infantil. La elección de objeto es de preferencia tierna por determinadas
personas, y aún la predilección por uno de los sexos, los celos, he ahí fenómenos comprobados por
observaciones imparciales hechas con independencia del psa y antes de su advenimiento, y que pueden ser
confirmados por cualquier observador. Las metas sexuales de este periodo de la vida se entraman de manera
íntima con la contemporánea investigación sexual. El carácter perverso de algunas de estas metas depende
naturalmente de la inmadurez constitucional del niño, quien no ha descubierto aún la meta del coito.
Desde el sexto al octavo año de vida más o menos, se observa una detención y un retroceso en el desarrollo
sexual, el período de latencia. Las vivencias y mociones anímicas anteriores al advenimiento de este periodo son
víctimas de la amnesia infantil, que oculta nuestros primeros años de vida y nos aliena de ellos como resultado de
la represión.
Desde el tercer año, la sexualidad del niño muestra mucha semejanza con la del adulto. Se diferencia por la falta
de una organización fija bajo el primado de los genitales, por los inevitables rasgos perversos (el carácter perverso
de las metas sexuales infantiles depende de la inmadurez constitucional del niño) y por la intensidad mucho menor
de la aspiración en su conjunto.
El primado de los genitales se prepara en la primera época infantil, la anterior al período de latencia, y se organiza
de manera duradera a partir de la pubertad. Se sitúan las pulsiones sádicas y anales, que no carecen de objeto
pero tampoco coinciden en uno solo. Los pares de opuestos aquí son activo-pasivo.
La vida sexual no emerge como algo acabado sino que recorre una serie de fases sucesivas. Es un desarrollo
retomado varias veces, cuyo punto de viraje es la subordinación de todas las pulsiones parciales bajo el primado
de los genitales y con éste el sometimiento de la sexualidad a la función de la reproducción. Antes, había una
práctica autónoma de las diversas pulsiones parciales que aspiran a un placer de órgano.
El primer objeto de los componentes orales de la pulsión sexual es el pecho materno que satisface la necesidad
de nutrición del lactante. En el acto de chupeteo se vuelven autónomos los componentes eróticos que se
satisfacen conjuntamente al mamar, el objeto se abandona y se sustituye por un lugar del propio cuerpo. La
pulsión oral se vuelve así autoerótica, como lo son desde el principio las demás pulsiones erógenas. El resto del
desarrollo tiene dos metas: en primer lugar, abandonar el autoerotismo, permutar de nuevo el objeto situado en el
cuerpo propio por un objeto ajeno; y en segundo lugar, unificar los diferentes objetos de las pulsiones singulares,
sustituirlos por un objeto único. Esto sólo puede lograrse, desde luego, cuando dicho objeto único es a su vez un
cuerpo total, parecido al propio.
Llamamos a la madre el primer objeto de amor. Para la época que la madre deviene objeto de amor ya ha
empezado en el niño el trabajo psíquico de la represión, que sustrae de su saber el conocimiento de una parte de
sus metas sexuales. Es licito ver en el complejo de Edipo una de las fuentes más importantes de la conciencia de
culpa que tan a menudo hace penar a los neuróticos.
El varoncito quiere tener a la madre para él solo, siente como molesta la presencia del padre. Exterioriza su
contento cuando el padre está ausente. Simultáneamente, también da muestras de una gran ternura hacia el
padre. La madre cuida de todas las necesidades del niño, y por eso este tiene interés en que ella no haga caso de
ninguna otra persona.
En el caso de la niña la actitud de tierna dependencia hacia el padre, la sentida necesidad de eliminar a la madre y
ocupar su puesto.
La primera elección de objeto es, por lo general, incestuosa; en el hombre, se dirige a la madre. La elección de
objeto infantil no fue sino una débil introducción de la elección de objeto en la pubertad. En esta se despliegan
procesos afectivos muy intensos, que siguen el mismo rumbo del complejo de Edipo o se alinean en una reacción
frente a él. No obstante, y por el hecho de que sus premisas se han vuelto insoportables, esos procesos tienen
que permanecer en buena parte alejados de la conciencia. Desde esta época en adelante el individuo humano
tiene que consagrarse a la gran tarea de desasirse de sus padres; solamente tras esa suelta puede dejar de ser
niño para convertirse en miembro de la comunidad social.
Carácter y erotismo anal – Freud
El erotismo anal es uno de esos componentes de la pulsión que en el curso del desarrollo y por la educación
cultural se vuelven inaplicables para metas sexuales; y esto sugiere discernir en esas cualidades de carácter los
resultados más inmediatos y constantes de la sublimación de este. El aseo, el orden, la formalidad causan toda la
impresión de ser una formación reactiva contra el interés por lo sucio, lo perturbador, lo que no debe pertenecer al
cuerpo.
Analogía entre dinero y caca. Como se sabe, el interés originariamente erótico por la defecación está destinado a
extinguirse en la madurez; en efecto, en esta época el interés por el dinero emerge como un interés nuevo,
inexistente en la infancia; ello facilita que la anterior aspiración, en vías de perder su meta, sea conducida a la
nueva meta emergente.
Fórmula para la formación del carácter  Los rasgos de carácter que permanecen son continuaciones inalteradas
de las pulsiones originarias, sublimaciones de ellas o bien formaciones reactivas contra ellas.
Sobre las teorías sexuales infantiles – Freud
El niño se pregunta “¿de dónde vienen los hijos?”. Demandará una respuesta a sus padres pero ese camino
fracasará. Recibe una respuesta evasiva. Así vivencian la 1º ocasión de un “conflicto psíquico”, pues opiniones por
las que sienten una predilección pulsional, pero no son “correctas”, entran en oposiciones con otras sustentadas
por la autoridad de los grandes. Desde este conflicto puede desenvolverse una “escisión psíquica”.
La 1º de estas teorías se anuda al descuido de las diferencias entre los sexos. Ella consiste en atribuir a todos los
seres humanos, aún a las mujeres, un pene. El pene es ya en la infancia el principal objeto sexual.
La ignorancia de la vagina posibilita al niño convencerse también de la 2º de sus teorías sexuales. Si el hijo crece
en el vientre de la madre y es sacado de ahí, ello ocurrirá por la única vía posible: la abertura del intestino. Es
preciso que el hijo sea evacuado como un excremento, una deposición (teoría de la cloaca).
La 3º de las teorías sexuales se ofrece a los niños cuando son testigos del comercio sexual entre sus padres.
Tienen una concepción sádica del coito: lo ven como un acto violento.
¿Por qué fracasan las teorías sexuales infantiles? Fracasan por el desconocimiento del papel fecundante del
semen y la existencia del orificio vaginal. Culminan en una renuncia que produce muchas veces una interrupción
duradera del instinto de saber. La investigación sexual es solitaria, 1º alejamiento de las personas que le rodean.
Las exteriorizaciones de la sexualidad infantil

 Autoerotismo: Esta práctica sexual es autoerótica, la pulsión no está dirigida a otra persona, sino que se satisface
en el cuerpo propio. La acción del niño se rige por la búsqueda de un placer, ya vivenciado, y ahora recordado.

 Apuntalamiento: Las primeras mociones de la sexualidad se apuntalan en una de las funciones que sirven a la
conservación de vida y solo más tarde se independizan de ella. El pecho materno es el 1º objeto de la pulsión
sexual. Luego, es resignado por el lactante en la actividad del chupeteo, y sustituido por una parte del cuerpo
propio. Esto le permite independizarse del mundo exterior en cuanto a la ganancia de placer, y además le suma
excitación a una 2º zona del cuerpo.

 Zona erógena: Por ejemplo, el chupeteo consiste en un contacto de succión con la boca (los labios), repetido
rítmicamente, que no tiene por fin la nutrición. Los labios del niño se comportan como una zona erógena.
La meta sexual de la sexualidad infantil
-CARACTERES DE LAS ZONAS ERÓGENAS: es un sector de piel o de mucosa en el que estimulaciones de
cierta clase provocan una sensación placentera de determinada cualidad. Existen zonas erógenas predestinadas,
como lo muestra el chupeteo, pero cualquier otro sector de piel o de mucosa puede prestar los servicios de una
zona erógena.
-META SEXUAL INFANTIL: la meta sexual de la pulsión infantil consiste en producir la satisfacción mediante la
estimulación apropiada de la zona erógena que se ha escogido. Para que se cree una necesidad de repetirla, esta
satisfacción tiene que haberse vivenciado antes.
Las exteriorizaciones sexuales masturbatorias:
- ACTIVACIÓN DE LA ZONA ANAL: Los niños retienen las heces hasta que la acumulación de éstas provoca
fuertes contracciones musculares y, al pasar por el ano, pueden ejercer un fuerte estímulo sobre la mucosa. Al
contenido de los intestinos, el lactante lo trata como el 1º “regalo” por medio del cual el pequeño puede expresar
su obediencia al mundo exteriorizándolo, y su desafío, rehusándolo.
- ACTIVACIÓN DE LAS ZONAS GENITALES (glande-clítoris): Las activaciones de estas zonas erógenas son el
comienzo de la posterior vida sexual “normal”. La acción que elimina el estímulo y desencadena la satisfacción
consiste en un contacto de frotación con la mano o una presión. Hay 3 fases en la masturbación infantil: la 1º
corresponde al periodo de lactancia, la 2º al breve florecimiento de la práctica sexual hacia el 4º año de vida, y la
3º responde al onanismo de la pubertad. Las primeras 2 caen bajo la amnesia infantil mientras que la única que
suele tenerse en cuenta es la última.
- PULSIONES PARCIALES: Sus pulsiones parciales aspiran a conseguir placer c/u por su cuenta. El punto de
llegada lo constituye la vida sexual del adulto, placer al servicio de la reproducción, en que las pulsiones parciales
se ponen bajo el primado genital.

Fases del desarrollo de la organización sexual:


-ORGANIZACIONES PREGENITALES: son organizaciones de la vida sexual en que las zonas genitales todavía
no han alcanzado su papel hegemónico.
1º- Oral: La actividad sexual no se ha separado todavía de la nutrición. Se divide en: Oral 1  La meta sexual
consiste en la succión del objeto, y la Oral 2  La meta sexual consiste en la incorporación del objeto. Polaridad:
placer/displacer.
2º- Anal: Se divide en: Anal 1  la meta sexual consiste en la expulsión de las heces, y la Anal 2  la meta sexual
consiste en la retención de las heces. Polaridad: activo/pasivo.
3º- Fálica: hay una unificación de las pulsiones parciales bajo el primado de los órganos genitales pero, a
diferencia de la organización genital del adulto, el niño solo reconoce el genital masculino. Polaridad: genital
masculino/castrado.
Fuentes de la sexualidad infantil: La excitación sexual nace: a) como calco de una satisfacción vivenciada a raíz
de otros procesos orgánicos; b) por una apropiada estimulación periférica de zonas erógenas, y c) como expresión
de algunas “pulsiones”.

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