COVID6

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RESILIENCIA COMUNITARIA Y

SALUD MENTAL:
Una reflexión teórica en el marco de la
emergencia mundial del covid-19

COMMUNITY RESILIENCE AND


MENTAL HEALTH:
A theoretical reflection in the framework of the
global emergency of COVID-19

Ledys Hernández
Universidad de Otavalo
[email protected]

DOI: https://doi.org/10.47463/clder.2020.01.007

Fecha de recepción: 18-04-2020


COVID-19 ¿Estuvimos Listos? Reflexiones académicas ante el Estado, mercado y comunidad

Resumen

Desde el inicio de la emergencia mundial sanitaria provocada por


la enfermedad del COVID-19, muchas organizaciones comunitarias han
presentado un activismo ejemplar. Mientras las instituciones estatales
muestran sus deficiencias organizativas y recursivas, las comunidades
espontáneas resultan ser un modelo de organización social que responde
a necesidades básicas, tanto desde lo material como en lo social y lo
psicológico. En este sentido, la presente disertación propone una reflexión
en el sentido resiliente ante situaciones de crisis: ¿son las organizaciones
comunitarias una alternativa factible para la salud mental colectiva ante la
crisis que enfrenta la sociedad bajo la pandemia provocada por el COVID-19?
La finalidad es provocar el diálogo acerca del lugar de las comunidades
como espacios de resiliencia ante situaciones de crisis extremas, como lo es
la emergencia sanitaria actual, basado en una metodología de revisión de
la bibliografía sobre el tema. El documento parte, en el primer apartado, de
una descripción sobre las manifestaciones de la pandemia. Debe acotarse
que el origen de la misma se encuentra aún en camino de esclarecerse,
por lo que se toman como referencia datos oficialmente publicados, pero
no exentos de posibles cambios en análisis futuros. El segundo apartado,
aborda las consecuencias psicosociológicas que provocan las situaciones
de crisis extremas, tomando en cuenta diferentes factores que actúan
como agravantes de las mismas. El tercer apartado, analiza los mecanismos
de superación a estas situaciones a través de la resiliencia. En el cuarto
apartado, se establece la relación entre los vínculos comunitarios y la
resiliencia, como postura emergente hacia una salud mental colectiva.
Finalmente, se hace una reflexión final a modo de conclusión.

Palabras claves: coronavirus, crisis, resiliencia, comunidad

Abstract

Since the emergence of the global health crisis caused by COVID-19,


community-based organizations have shown an effective activism. While
state institutions show their organizational and recursive deficiencies,
spontaneous communities-based organizations turn out to be a model of
social organization that responds to basics needs. The present dissertation

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aims to reflect on the resilience of crisis situations. Are community-based


organizations a real alternative for collective mental health in the framework
of the coronavirus crisis? The article aims to debate about the place of
communities as spaces of resilience on extreme crisis situations. In the first
section, the discussion starts with a brief description of the manifestations
of the pandemic. It must be said that the origins of Covd-19 is no totally
clarify yet. Official published data are taken as a reference, but no exempt
from possible changes in future analyzes. In the second section, the chapter
talks about the psycho-sociological consequences caused by extreme crisis
situations. Factors that acts as aggravating the circumstances are mentioned.
In the third section, the mechanisms for overcoming these situations are
analyzed through resilience. In the fourth section, the relationship between
community bonds and resilience is established, and it´s relation with the
collective mental health as well. Finally, some final thoughts are explained
as conclusions.

Keywords: coronavirus, crisis, resilience, community

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COVID-19 ¿Estuvimos Listos? Reflexiones académicas ante el Estado, mercado y comunidad

1. Introducción. Del SARS-CoV-2 al COVID-19: la incontinencia de


una crisis

Cuando en el mes de diciembre del año 2019 se produjo un brote de


neumonía de etiología desconocida en la población de Wuhan, provincia
de Hubei, China que, posteriormente, fue diagnosticado como coronavirus
2 (SARS-CoV-2)1, el mundo estaba lejos de imaginar la pandemia que
se originaba. El Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS -CoV-2), fue
detectado en el año 2002 y desde entonces ya representó un alto riesgo de
transmisión2, expandiéndose en 30 países y con una tasa de mortalidad
del 10%3.

Cuatro meses más tarde del inicio del brote, el COVID-19 se ha


propagado de manera exponencial en 46 países4 y ha infectado a más de
2 millones de personas, según cifras oficiales5 Según el Imperial College
London6, un estudio de modelado sobre el impacto del coronavirus
realizado en 11 países europeos, estima que, a finales de marzo entre 7
y 43 millones de personas ya habían sido infectadas aun cuando no sean
todos casos confirmados. Hasta el momento, América Latina y El Caribe
reportan más de 80.000 casos. Ecuador se ubica en el cuarto lugar de los
países latinoamericanos según el número de contagios7.

1 Gorbalenya, A.; Baker S.; Baric R.; Groot R.; Drosten C.; Gulyaeva A.; Haagmans,.L;
Lauber C.; Leontovich A. ; Neuman B., et al (2020). “Severe acute respiratory syndrome-
related coronavirus—The species and its viruses, a statement of the Coronavirus Study
Group”. BioRxiv, Pre-print.
2 Peña- López, B.; Rincón-Orozco, B. (2020). “Generalidades de la pandemia por COVID-19
y su asociación genética con el virus SARS”. Salud UIS, 52(2), p. 83-86.
3 Tesini, B. (2020) Coronavirus y síndromes respiratorios agudos (COVID-19, MERS y
SARS). University of Rochester School of Medicine and Dentistry. Manual MSD, versión
para profesionales.
4 Li, H.; Liu, S.; Yu, X.; Tang, S. & Tang, C. (2020). “Coronavirus disease 2019 (COVID-19):
current status and future perspective”. International Journal of Antimicrobial Agents,
Vol.55 (3), 105951..
5 Johns Hopkins University and Medicine (2020). Coronavirus COVID-19 global cases by
the center of systems science and engeeniring (CSSE) at Jhons Hopkings University &
Medicine. Coronavirus Resource Center. https://coronavirus.jhu.edu/map.html
6 O´Hare, R., van Elsland, S. (2020, 30 de marzo). Coronavirus measures may have already
averted up to 120,000 deaths across Europe. https://www.imperial.ac.uk/news/196556/
coronavirus-measures-have-already-averted-120000/
7 Ríos, A. (2020). América Latina y El Caribe: Número de casos confirmados de COVID-19
por país. Statista. https://es.statista.com/estadisticas/1105121/numero-casos-covid-19-
america-latina-caribe-pais/

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La rápida trasmisión del virus y su extenso período de incubación


asintomática resultan ser los principales factores epidemiológicos de la
enfermedad. Por otra parte, las decisiones -ineficaces en unos casos e
irresponsables en otros- de líderes políticos nacionales e internacionales han
sido factor determinante tanto en la rapidez de su propagación como en el
recrudecimiento de la crisis que la enfermedad ha provocado. La celeridad
de la situación ha producido el colapso en los sistemas estructuralmente
reguladores de la sociedad. Salud, seguridad, educación y justicia social,
se han revelado como sistemas insostenibles. La producción, el comercio,
la movilidad, resultan ser los sectores más vulnerables de la economía. El
ámbito laboral y la seguridad social han quedado desprotegidos. Todos
los pilares que sustentan el accionar político y legal del Estado parecen
derrumbarse ante la incapacidad de respuesta a la crisis. Todo ello, sin
mencionar la irreparable pérdida de cuantiosas vidas humanas.

En Ecuador, la emergencia nacional sanitaria fue declarada el 11 de


marzo por la Ministra de Salud, cuando la Organización Mundial de la Salud
(OMS) declaró la pandemia. El primer caso confirmado había arribado al
país el 14 de febrero, desde España8. No obstante, persiste la duda sobre
un caso anterior de un paciente de nacionalidad china que arribó al país
el 21 de enero y falleció el 8 de febrero con diagnóstico presuntivo de
neumonía, aunque según las autoridades de salud, habría dado negativo
en la prueba del Coronavirus9.

A partir de entonces, el crecimiento del número de contagios ha


sido exponencial, superando las cifras estimadas. Un mes después de
declarada la emergencia sanitaria, las cifras oficiales arrojan 7603 casos
confirmados10. Aunque Guayaquil es considerada la ´zona cero´ con el
mayor número de contagios y muertes, todo el país se estremece ante el
virus en total desamparo.

8 El Comercio (2020, 29 de febrero). Ministerio de Salud confirma primer caso de


coronavirus en Ecuador. https://www.elcomercio.com/actualidad/salud-confirma-
primer-caso-coronavirus.html
9 El Comercio (2020, 4 de febrero). Paciente chino aislado en Ecuador no tiene corona-
virus. Su diagnóstico presuntivo es de neumonía y Hepatitis B. https://www.elcomercio.
com/actualidad/ecuador-coronavirus-resultados-paciente-chino.html
10 Johns Hopkins University and Medicine (2020). Coronavirus COVID-19 global cases by
the center of systems science and engeeniring (CSSE) at Jhons Hopkings University &
Medicine. Coronavirus Resource Center. https://coronavirus.jhu.edu/map.html

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Afortunadamente, los estudios clínicos y epidemiológicos a nivel


mundial sobre la problemática son abundantes y se están logrando avances
sobre métodos de tratamiento y cura11. De igual manera, el número de
casos recuperados genera esperanza con respecto al pronóstico de la
enfermedad.

2. Complejidad psico sociológica de la pandemia producida por el


COVID-19

Aunque las cifras de mortalidad a causa del COVID-19 han generado


temor en toda la población, no es esta la única pandemia a la cual ha
sobrevivido la humanidad. La historia humana se ha visto azotada en
muchas ocasiones por enfermedades como la viruela, el sarampión, la
peste negra, la fiebre amarilla o el VIH, que han registrado millones de
vidas humanas.

Si lograra obtenerse la vacuna contra la enfermedad del COVID-19


en un tiempo reducido, probablemente su secuela mayor no sea el número
de fallecidos, sino los efectos psicológicos y sociológicos suscitados por
la obligatoriedad de aislamiento al que somete el riesgo de contagio y la
amenaza de muerte. El principal corpus investigativo sobre el COVID-19 se
encuentra en estudios médicos sobre su diagnóstico y tratamiento; los efectos
psicológicos y sociales aún no han sido analizados exhaustivamente por la
ciencia, aunque han comenzado a levantarse las primeras investigaciones
científicas al respecto.

El estado de alarma sostenido que ha originado la enfermedad es


causa también de una epidemia de carácter social y emocional, que se
ha visto reflejada en trastornos de pánico, depresión, ansiedad, estrés,
desconfianza y miedo a la muerte. Dichos trastornos se relacionan en la
literatura de manera concomitante con situaciones de confinamiento y
situaciones de enfermedad. Así lo expresan estudios realizados por Ríos,
Chávez, Rangel y Pedraza12 sobre pacientes coronarios con padecimientos
de angustia. También en casos con experiencias de guerras, privación
11 Zhai, Y; Ding, X; Wu, J; Long, Y; Zhong, Y (2020). “The epidemiology, diagnosis and
treatment of COVID-19”. International Journal of Antimicrobial Agents, Vol.55 (3), p.
105946.
12 Ríos, B.; Chávez, E.; Rangel, G. y Pedraza, L. (2010). “Defense mechanisms in cardiovas-
cular disease patients with and without panic disorder”. Salud mental, 33(3), p. 219-227.

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de libertad y circunstancias de aislamiento social, como lo muestran los


estudios de Vallejo y Terranova13.

Existe una articulación espacio social – subjetividad, que se define


desde la simbolización de la identidad propia en el espacio compartido,
las relaciones que se establecen y la historia que se comparte14. Desde
esta referencia, el espacio social se constituye como un ecosistema para la
supervivencia de la subjetividad humana. Cuando este ecosistema se vulnera
a través de una situación de confinamiento que fragmenta la coexistencia
de las identidades diversas, se producen patologías relacionadas a la
ausencia de reconocimiento.

Varios estudios demuestran los efectos psicológicos que producen las


situaciones de confinamiento. Al respecto, Brooks et. al15 , hacen mención
a cinco estudios comparativos entre sujetos confinados en cuarentena y
sujetos no confinados. En uno de ellos, apenas a los 9 días de confinamiento
ya se muestran en los sujetos síntomas de desórdenes por estrés como
insomnio, irritabilidad, extenuación y ansiedad. En todos los casos, la
prevalencia de trastornos emocionales profundos y post – traumáticos fue
significativamente alta16.

Freud definió la ´neurosis traumática´ como aquella donde los


síntomas provienen de situaciones en las cuales el sujeto siente amenaza
contra su vida y ante las cuales no se encuentra preparado17. La neurosis
traumática genera una fijación psíquica al trauma acompañado de
un estado de desequilibrio emocional en el cual los mecanismos de
defensa del sujeto se activan de manera inconsciente. Sobre ello, Vallejo
y Terranova18 explican que el estrés post traumático provoca deterioro
social por trastorno adaptativo además de acompañarse por la recurrencia
de recuerdos y comportamientos repetitivos relacionados al trauma. Estas
características sostienen su prevalencia en el tiempo.
13 Vallejo, A. y Terranova, L. (2009). “Estrés postraumático y psicoterapia en grupos de
militares”. Terapia psicológica , 27 (1), p. 103 – 112.
14 Santoni, M. (2009). “Ecosistema urbano -psicología: interacciones espacio –
subjetividad”. Multequina, 18(2), p. 117-127.
15 Brooks, S; Webster, R.; Smith, L.; Woodland, L.; Wessely, S.; Greenberg, N.; Gideon J-R.
(2020).” The psychological impact of quarantine and how to reduce it: rapid review of the
evidence”. The Lancet, 395,p. 912-920.
16 Ibidem
17 Freud, S. (1980). Análisis terminable e interminable. Argentina: Amorrortu editores.
18 Vallejo, A. y Terranova, L. (2009). “Estrés postraumático y psicoterapia en grupos de
militares”. Terapia psicológica , 27 (1), p. 103 – 112.

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Quizás el miedo a morir sea el efecto que se asocia más directamente


a las enfermedades epidémicas. Agostoni19, desarrolla un análisis histórico
sobre las múltiples reacciones que suscitan las enfermedades epidémicas y
pandémicas, así como de sus repercusiones políticas, económicas, sociales
y demográficas. Entre las enfermedades estudiadas por las autoras están la
tifoidea, el cólera, la influenza, la sífilis y la tuberculosis. En todos los casos
presentados, el miedo a morir resultó una variable recurrente en todas las
epidemias y poblaciones. Sobre ello, la autora afirma:

Las epidemias son acontecimientos multifacéticos. Aluden


al temor y a la súbita muerte de los individuos y, a diferencia de
otro género o manifestaciones de la enfermedad, poseen un claro
acotamiento temporal, son episódicos. Las epidemias inician en un
momento particular y proceden o permanecen en escena durante un
periodo limitado, revelando e incrementando las tensiones, desatando
un ambiente de crisis individual y colectiva, transitando súbitamente
hacia un final20.

En todos los casos anteriores, la subjetividad y el espacio social se


determinan uno al otro desencadenando continuos escenarios de réplica.
Cuando esto sucede en grupos o sujetos reducidos, las consecuencias
no afectan los mecanismos de convivencia social a gran escala. Cuando
suceden a mayor escala, las consecuencias pueden ser determinantes para
la toma de decisiones colectivas. En el caso de las pandemias, la perspectiva
se torna un tanto más impredecible.

En el ámbito social, la teoría de las representaciones sociales expuesta


por Moscovici21 y Wagner y Hayes22, explica la construcción socialmente
elaborada acerca de un hecho u objeto específico, lo cual la vuelve así
también socialmente aceptada. A través de las representaciones sociales,
los actores definen las situaciones desconocidas y toman una posición al
respecto, trascendiendo ámbitos específicos como la salud, la política o la
seguridad, sino construyendo una subjetividad simbólica colectiva, que

19 Agostoni, C. (2015). “El miedo a morir. Endemias, epidemias y pandemias en México:


análisis de larga duración”. Historia mexicana, 64(3), p. 1332-1337.
20 Ibidem
21 Moscovici, S. (1988). “Notes towards a description of social representations”. European
Journal of Social Psychology, 18, p. 211-250.
22 Wagner, W. y Hayes, N. (2005). Everyday discourse and common sense: The theory of
social representations. England: Palgrave Macmillan.

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amalgama todos los aspectos relacionados a la aparición del objeto, en este


caso, la amenaza sanitaria.

Comportamientos como la exclusión social, compulsión masiva,


violencia, actos delictivos y manipulación comunicativa, poseen una
relación directa con los estados emocionales antes mencionados y se
constituyen en las representaciones sociales que conducen a nuevas
construcciones colectivas. Devakumar, Shannon, Bhopal y Abubakar23,
abordan la problemática del racismo y la xenofobia bajo la circunstancia
del COVID-19 y al respecto mencionan:

Las personas chinas han sido prohibidas en establecimientos


(…), las respuestas policiales han afectado desproporcionadamente
a gente de color y migrantes, personas que están sobre representadas
en grupos socioeconómicos más bajos tienen acceso limitado a la
atención médica o al trabajo.

El ejemplo anterior hace referencia a la relación entre la amenaza


sanitara y las representaciones sociales enmarcadas dentro del racismo y la
xenofobia. Pero este ejemplo se replica en casi todas las conductas sociales
generalizadas, fundamentadas en los estados emocionales alterados y
estimulados por las redes de información y comunicación masivas.

A este análisis deben incorporarse los efectos emocionales y sociales


causados por la crisis financiera y laboral que, en el caso de Ecuador, agrava
la situación de riesgo al interno de la vida familiar. La inestabilidad laboral
y la falta de ingresos provoca incertidumbre en las familias. En muchas
ocasiones se asocia a los mismos traumas provocados por las epidemias y
aumenta la vulnerabilidad de la población al contagio. Muchos países han
tomado medidas para mitigar las consecuencias económicas producidas
por el aislamiento en las familias con bajos recursos económicos. Otros, han
procurado mantener la estabilidad laboral mediante políticas de seguridad
al trabajador.

En Ecuador, las medidas laborales que se han ido implementando


hasta el momento, han dado potestad al empleador para reducir, modificar
o suspender la jornada laboral, incluyendo la reducción salarial y la fijación
23 Devakumar, D.; Shannon, G.; Bhopal, S. y Abubakar, I. (2020). “Racism and
discrimination in COVID-19 responses”. The Lancet 395, p. 1

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del período de vacaciones. Casi de manera inmediata, muchas empresas


privadas comenzaron a realizar ajustes laborales que afectaron el tiempo
de la jornada laboral, el pago de salarios y las vacaciones acumuladas de
los trabajadores.

Aún no puede evaluarse a profundidad el impacto que estas medidas


tendrán en la dinámica laboral del país pero, tomado en cuenta los datos
del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), la tasa de empleo
pleno en Ecuador es del 38,8%, el desempleo alcanza el 3,8% y pobreza es
del 38,1%24 , la perspectiva dista de ser optimista. Autores como Sequeira,
Sá, Carvalho y Sampaio reflexionan sobre el impacto que tiene la crisis
financiera en la salud mental de las personas. En el estudio realizado, los
autores afirman:

Los costos de la enfermedad están asociados con los costos de la


falta de productividad, seguridad social y la reducción de impuestos,
entre otros. La combinación de estos factores favorece las condiciones
para un aumento en el número de personas con problemas y, en
consecuencia, con una morbilidad mental.25

En este sentido, debe hacerse referencia al impacto en la salud mental


colectiva. Este concepto, entendido como lo define Samaniego, implica la
integración armónica de la construcción ciudadana sobre la salud mental,
alineada con el soporte eficiente de un sistema de salud basado en la
equidad y justicia social. En palabras de la autora:

Una salud mental que ha de reconstruirse desde la propia


ciudadanía, desde la diversidad intersubjetiva y la compleja contrariedad
de la vida comunitaria, en la que malestar y conflicto se sitúan como
elementos inherentes a la misma. (…) Transformación que parte de la
obligación ciudadana de requerir a nuestros gobernantes un Sistema
Nacional de Salud público, universal, equitativo, descentralizado y
participativo y que ha de devolver a la salud su entidad de bien
público y colectivo en cuya gestión están comprometidos cada uno

24 Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) (2019). Ecuador en cifras. https://www.


ecuadorencifras.gob.ec/estadisticas/
25 Sequeira, C.; Sá, L.; Carvalho, J.; Sampaio, F. (2015). “Impacto da crise financeira e
social na saúde mental”. Revista Portuguesa de Enfermagem de Saúde Mental, (14), p.
72-76.

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de los miembros de una sociedad democrática26.

De acuerdo con la definición anterior, la salud mental colectiva


incorpora los elementos emocionales, físicos, económicos, educativos,
sociales y políticos como expresión de la calidad de vida de la sociedad.
Un concepto complejo y multidimensional que no debe desacreditarse al
momento del análisis profundo de la emergencia sanitaria actual.

El déficit del vínculo social, asociado a las circunstancias psicológicas


traumáticas provocadas por el confinamiento, el miedo al contagio de la
enfermedad y la muerte, y el impacto económico de la crisis provocada por
el COVID-19, derivan en consecuencias aún no previstas y, mucho menos,
solventadas por las instancias establecidas por la sociedad o el Estado. Si
hay certeza de que los sistemas de salud, economía, seguridad, justicia,
política y educación no han tenido la capacidad suficiente para afrontar
la situación, la prospectiva en cuanto a las contingencias psicológicas y
sociales es aun totalmente incierta.

3. Resiliencia, definiciones y aplicabilidad

El concepto de resiliencia se encuentra directamente asociado a las


situaciones de crisis y estrés prolongado, como forma de protección y
recuperación. En el campo de la psicología, la resiliencia ha sido estudiada
principalmente en pacientes con esquizofrenia, estrés crónico, depresión
crónica y tendencias suicidas. También ha sido ampliamente estudiada en
personas expuestas a situaciones de pobreza extrema, guerras, genocidios
y enfermedades mortales, La corriente psicológica humanista es, quizás, la
que ha abordado este concepto con mayor profundidad.

Autores como Maslow y Fromm defendieron la existencia en el


ser humano de una fuerza que le impulsa hacia la autorrealización y la
búsqueda de la salud mental en cualquier circunstancia. Evidencias de
este deseo intrínseco del ser humano a superar situaciones adversas y
recuperar sus estados de normalidad pueden encontrarse en Ezpeleta27,

26 Samaniego, A. (2016). “Hacia una salud mental colectiva. Revista de la Asociación


Española de Neuropsiquiatría”, 36 (130), p. 553-556.
27 Ezpeleta, L. (2005). “Factores de riesgo en psicopatología del desarrollo”, España, Masson

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Radke-Yarrow y Sherman28, Rutter 29 o en estudios más recientes como los


realizados por Corral, Frías, Gaxiola, Tapia y Corral30; Dent y Koenka31 y
De la Fuente, López-García, Mariano-Vera, Martínez – Cifuentes y Zapata32,
entre otros.

Aunque no existe un completo acuerdo entre los especialistas con


respecto a la definición del término resiliencia, se tratarán aquí algunas
de las definiciones más usadas con la finalidad de esclarecer su referencia
en el contexto del presente documento. Así, Richardson, Neieger, Jensen
y Kumpfer, entienden el término como: “el proceso de afrontamiento
con eventos vitales desgarradores, estresantes o desafiantes de un modo
que proporciona al individuo protección adicional y habilidades de
afrontamiento que las que tenía previa a la ruptura que resultó desde el
evento”33.

Por otra parte, Bartelt, define el término de la siguiente manera: “Un


rasgo psicológico, que es visto como un componente del self que capacita
para el éxito en condiciones de adversidad, y que puede ser desgastado o,
paradójicamente, reforzado por la adversidad”34.

Colmenares, comprende la resiliencia de la siguiente manera:

Llamamos resiliencia a la capacidad que muestran algunos


seres humanos, en medio de las peores adversidades, de tomar el
contrapié a partir de sí mismos y que les permite desarrollarse y

28 Radke, M. y Sherman, T. (1990). Hard growing: children who survive. En Rolf, J. (eds.),
Risk and protective factors in the development of psychopathology. Cambridge, Cambridge
University Press.
29 Rutter, M. (1993). “Resilience; some conceptual considerations”. Journal of Adolescent
Health. 14, 8, p. 626-631
30 Corral, V., Frías, M., Gaxiola, J. C., Fraijo, B., Tapia, C. y Corral, N. (2014). Ambientes
positivos: ideando entornos sostenibles para el bienestar humano y la calidad ambiental.
México: Pearson.
31 Dent, A. y Koenka, A. (2016). “The relation between self-regulated learning and
academic achievement across childhood and adolescence: a meta-Analysi”s. Educational
Psychology Review, 28(3), p. 425-474
32 De la Fuente, J.; López-García, M.; Mariano-Vera, M.; Martínez-Vicente, J.; y Zapata,
L. (2017). “Personal self-regulation, learning approaches, resilience and test anxiety in
psychology students”. Estudios sobre educación, 32, p. 9-26.
33 Richardson, G.E., Niger, B.L., Jensen, S. y Kumpfer, K.L. (1990). “The resilience model”.
Health Education, 21, p. 34.
34 Barlett, D.W. (1996). On resilience: Questions of validity. En M.C. Wang y E.W. Gordon
(Eds.), Educational resilience in inner-city America. Hillsdale, NJ: Erlbaum. p. 98-99

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construir sus sueños conservando la estructura humana en términos


de valores éticos de supervivencia.35

Finalmente, se hará referencia a dos autores más, citados por Becoña36.


El primero de ellos es Garmezy, quien entiende la resiliencia como: “la
capacidad para recuperarse y mantener una conducta adaptativa después
del abandono o la incapacidad inicial al iniciarse un evento estresante»37.
El segundo autor es Masten, quien la define como “un tipo de fenómeno
caracterizado por buenos resultados a pesar de las serias amenazas para la
adaptación o el desarrollo”38.

Existen otras muchas aproximaciones al término, pero con las


definiciones presentadas, puede entenderse la resiliencia como un
proceso de adaptación y superación del individuo a situaciones adversas
significativas, basado en la capacidad desarrollada por el individuo,
precisamente bajo estas circunstancias. No significa una inmunidad del
sujeto a las condiciones extremas a las que se vea sometido, sino una
capacidad de recuperación a las mismas.

A partir de estas definiciones, pueden subrayarse algunas dimensiones


propias de la resiliencia, que harán posible o no su manifestación ante los
eventos negativos. En primer lugar, debe mencionarse la disponibilidad
de recursos psicosociales, como la creatividad, la disciplina, la voluntad,
las habilidades comunicativas, la red social y familiar, la resolución de
problemas, entre otros39.

Otra característica relacionada a la resiliencia es la competencia; es


decir, la efectividad de las acciones en las diversas áreas de funcionamiento,
según lo entiende Becoña. Esta característica se expresa a través de
conductas específicas asertivas que conlleva a la búsqueda de salidas o
soluciones efectivas a la situación de riesgo en la que se encuentra el
sujeto.
35 Colmenares, M. E. (2002). Resiliencia: sus valores psicológicos y socioculturales. En Esther
Sánchez-Botero y Ana Claudia Delgado (dirs). La resiliencia. Responsabilidad del sujeto
y esperanza social, 21-46. Cali:Casa Editorial Rafue. p. 27
36 Becoña, E. (2006). “Resiliencia: Definición, características y utilidad del concepto”.
Revista de Psicopatología y Psicología Clínica. Vol. 11 (3), 125-146.
37 Ibidem p.127
38 Ibidem p.127
39 Ortunio C. y Guevara R. (2016). “Apróximación teórica al constructo
resiliencia”. Comunidad y Salud, 14(2), p. 96-105.

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Gaxiola y González40 mencionan siete dimensiones que caracterizan


a las personas resilientes. Estas son: actitud positiva, sentido del humor,
perseverancia, religiosidad, autoeficacia, optimismo y orientación a la meta.
Además de las anteriores, una característica muy importante para que surja
la resiliencia es el locus de control interno. Este permite al sujeto establecer
sentimientos de propia valía y seguridad que le posibilita adaptarse y
superar de manera eficiente las situaciones negativas, desarrollando estilos
de afrontamiento exitosos.

Dichas características resultan útiles en el momento de superar


situaciones traumáticas. Como mencionan van der Meer, Bakker, van
Zuiden, Lok & Olff41, alrededor del 70% de la población experimentará
algún suceso traumático a lo largo de su vida. Sin embargo, una minoría
desarrolla Síndrome de Estrés Postraumático o alguna enfermedad crónica
relacionada al evento particular aunque sí, la mayoría presentará algún
síntoma. De acuerdo con los autores, el éxito de la intervención psicológica
dependerá, significativamente, de las condiciones de resiliencia que reúna
el sujeto.

La resiliencia resulta beneficiosa no solo para la salud mental y


psicosocial, sino también para la salud física. Así, el conglomerado de
radiólogos de todo el mundo alienta el programa “women in focus: be
inspired”, mediante el cual se ofrecen una serie de estrategias para que
hombres y mujeres logren equilibrar su vida profesional y personal. Se ha
demostrado que cuando las personas logran este balance y el bienestar
en medio de las distintas situaciones estresantes de la vida cotidiana, las
enfermedades coronarias se reducen considerablemente42.

Con igual énfasis, la resiliencia ha sido estudiada en casi todos los


ámbitos del comportamiento humano. En el campo de las Ciencias Sociales,
la literatura es abundante en la aplicación de modelos y programas de
intervención en casi todas las edades y contextos socioculturales. Existe

40 Gaxiola J.; y González L. (2019). “Perceived Support, Resilience, Goals, and Self-Regulat-
ed Learning in High School Students”. Revista electrónica de investigación educativa, 21
p. 08.
41 van der Meer, C.; Bakker, A.; van Zuiden, M.; Lok, A. & Olff, M. (2020) “Help in hand
after traumatic events: a randomized controlled trial in health care professionals on the
efficacy, usability, and user satisfaction of a self-help app to reduce trauma-related symp-
tom”s. European Journal of Psychotraumatology, 11:1, p. 171
42 Morris, E. et.al. (2020). “Women in focus: advice from the front lines on how to enable
well-being and build resilience”. Insights into Imaging, 11 (55)

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Universidad de Otavalo

una gran producción científica llevada a cabo por psicólogos, sociólogos,


antropólogos, educadores, entre otros, quienes han encontrado en la
resiliencia una categoría de análisis para la comprensión de actitudes de
transformación individual y colectiva. La resiliencia ha demostrado ser
una manera, no solo para superar grandes calamidades sino, incluso; para
mejorar las condiciones de vida consideradas dentro de la normalidad, la
salud mental y el bienestar general de las personas.

4. El vínculo comunitario como dimensión colectiva de la resiliencia

Hasta aquí ha quedado esclarecida la relación existente entre las


situaciones de crisis extrema y la resiliencia como respuesta positiva a
las mismas. Pero además de ello, la resiliencia también se manifiesta
en una dimensión relacional. De hecho, es en el plano relacional en el
cual se expresa en toda su complejidad. Coincidimos con Forés y Grané,
cuando conciben la dimensión comunitaria como condición intrínseca de
la resiliencia:

El concepto de resiliencia no es un atributo personal, nos


remite a la importancia de la imbricación de la persona en su
matriz social (…) es falso el dilema establecido entre la aportación
personal y la aportación social. Sabemos que las dos cosas están
presentes en la resiliencia, y la dosis dependerá de cada caso (…)
podemos afirmar que la dimensión comunitaria es una condición
sine qua non43.

En este sentido, debe entenderse lo comunitario como la dimensión


colectiva de la resiliencia. Antes se hizo mención a dimensiones de tipo
individual. Pero esta dimensión relacional permite la manifestación de los
valores éticos de la resiliencia como la solidaridad, los ideales, la inclusión,
la equidad, identidad, entre otros.

Es importante recalcar que no se trata de la superposición del plano


individual y del colectivo, sino de la interrelación entre ambos, lo que le da
el carácter de complejidad al concepto y su máximo alcance en la práctica.
La dimensión comunitaria re-define la concepción inicial de la resiliencia,

43 Forés, A.; Grané, J. (2012). La resiliencia en entornos socioeducativos. España: Narcea.


p. 34-35.

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COVID-19 ¿Estuvimos Listos? Reflexiones académicas ante el Estado, mercado y comunidad

otorgándole un carácter transformador a escalas macro. En otras palabras,


las comunidades se convierten en entes protectores de sus miembros y
dinamizan cambios sociales transformadores. Son pertinentes las palabras
de Granados, Alvarado y Carmona, cuando afirman:

De la autoestima colectiva se destacan la actitud y el sentimiento


de orgullo por el lugar en que se vive, el aprecio por la geografía,
el clima y las tradiciones culturales. Se trata de un reconocimiento
de lo que se es, de los orígenes y de las herencias recibidas de los
antepasados. No es extraño que aquellas ciudades o localidades en
las que se observa una elevada autoestima y orgullo de sus tradiciones
tengan mayor capacidad de recuperación frente a la adversidad 44

Las organizaciones comunitarias, por su estructura natural y voluntaria,


componen un entorno que favorece la dinámica de ajuste y reajuste,
psicológico y social, que se requiere para generar respuestas resilientes.
De esta forma, las comunidades proporcionan un campo de protección
que conlleva no solo al fortalecimiento de la resistencia a la adversidad
sino, sobre todo, implica el enriquecimiento de una salud mental colectiva.

No es relevante el asunto que atañe la organización comunitaria.


Estas conformaciones pueden ser de casi cualquier índole y propósito.
Son los mecanismos de soporte colectivo y las dinámicas evolutivas
las que imprimen la fuerza necesaria a las organizaciones comunitarias
para convertirse en entidades resilientes. Elementos como la afinidad, la
autonomía, el intercambio comunicacional o los vínculos emocionales, dan
a las comunidades este sentido de invulnerabilidad, por así decirlo.

Reflexión final

Resulta cuestionable establecer conclusiones al respecto de los


procesos de crisis y resiliencia desde la acción comunitaria en el análisis
que nos ocupa. Debido a que aún nos encontramos en pleno desarrollo
de la pandemia y las prospectivas al respecto aún son inciertas, sería
arriesgado adelantarse a un supuesto concluyente. Sin embargo, la revisión
bibliográfica permite exponer una reflexión final:

44 Granados-Ospina, S.; Alvarado-Salgado, S.; Carmona-Parra, J. (2017). “El camino de


la resiliencia: del sujeto individual al sujeto político”. Magis Revista Internacional de
Investigación en Educación, 10 (20), p. 49-68.

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Universidad de Otavalo

Con respecto a la pregunta planteada en el inicio del documento,


acerca de la factibilidad de las comunidades como alternativa para la salud
mental colectiva ante la emergencia mundial provocada por el COVID-19,
los elementos de juicio expuestos en el presente documento establecen
una articulación intrínseca entre los tres elementos analizados: situaciones
de crisis, resiliencia y comunidad. De hecho, muchos son los ejemplos
de solidaridad comunitaria que han nacido durante la pandemia que hoy
atravesamos. Más allá de los esfuerzos estatizados que realizan los países,
la fuerza subyacente y a la vez, emergente de la organización comunitaria,
puede ser una alternativa muy eficaz para mantener la salud mental
colectiva que en estos momentos resulta imprescindible ante el colapso de
las estructuras formalmente establecidas por la sociedad y el Estado.

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