Plotino. Buen Resumen
Plotino. Buen Resumen
Plotino. Buen Resumen
Rasgos biográficos
Hacia el año 243 Plotino realizó un viaje por tierras de Siria, acompañando la
expedición militar del emperador Gordiano III. En 244 se estableció en Roma
donde abrió su propia escuela, que comenzó a gozar de notable prestigio a
partir de 253, año en el que Plotino inició a poner por escrito su pensamiento.
En 263 se puso bajo su guía Porfirio.
Durante los últimos años de su vida, Plotino tuvo que afrontar diversas
dificultades, como la enfermedad y el abandono por parte de sus discípulos.
Retirado de la vida de la Urbe, transcurrió sus últimos años en Minturno,
Campania, donde murió en 270.
2. Plotino y el neoplatonismo
Desde un punto de vista histórico, no hay duda del papel ejercitado, por lo
menos a partir del siglo I a.C., por el helenismo alejandrino, en el que conviven,
junto a elementos procedentes del judaísmo, el espíritu platónico y la filosofía
estoica.
Todos los entes son entes en virtud del Uno, no sólo los así
llamados en sentido primero, sino también los que se dicen sus
atributos. Porque ¿qué es lo que podría existir que no fuera uno?
(…) De los entes que decimos que son uno hacemos esta
afirmación con una referencia concreta a su propia realidad. De
modo que cuanto menos ser menos unidad, y cuanto más ser
más unidad [Enéadas: VI, 9, 1].
El Uno es trascendencia absoluta, más allá del ser, y en cuanto tal inefable,
no expresable; el Uno puede delimitarse sólo negativamente: «De ahí que,
verdaderamente, el Uno sea algo inefable; porque, lo que digáis de Él, será
siempre alguna cosa» [Enéadas: V, 3, 13].
La actividad generadora del Uno es un proceso gradual, del que el Uno resta
absolutamente inmutado. Plotino explica la procesión de todo desde el Uno
sirviéndose, como se ha dicho, de numerosas metáforas; en una de ellas se
sirve de la luz, que irradia claridad de modo gradual, como en círculos
concéntricos; así procede todo del Uno y en primer lugar el Nous o Espíritu,
luego el Alma y, por último, la materia y el mundo sensible.
Otro tanto ocurre con el Uno, que persiste, con más razón, en su
esencia, proviniendo de su perfección y de su actividad otra
actividad, engendrada por una gran potencia, es más, por la
mayor de todas, hasta alcanzar su ser y su esencia. Porque el
Uno está más allá de la esencia. El Uno es potencia de todo, el
generado en cambio es ya el Todo. Y si éste es el Todo, Él está
más allá del Todo, y por tanto más allá del Ser. Y además, si la
Inteligencia es todo, el Uno es anterior al Todo y con el Todo no
tiene nada en común; así, también por esta razón, Él debe estar
más allá de la esencia, y por tanto también de la Inteligencia. Hay
por tanto algo más allá de la Inteligencia. Porque el ser no es un
cadáver, ni carece de vida ni de pensamiento; la Inteligencia y el
Ser son la misma cosa. La inteligencia no está en relación con
sus Inteligibles como el sentido con los sensibles, como si
aquéllos fueran anteriores a ella. La Inteligencia es ella misma
sus Inteligibles, ya que las ideas no se adquieren, en efecto, ¿de
dónde podrían provenir? Aquí, entre sus Inteligibles, la
Inteligencia es una e idéntica con ellos, del mismo modo que la
ciencia de las cosas inmateriales es idéntica a ellas [Enéadas: V,
4, 2].
3.3 El Nous
El Nous es la forma primera y más intensa de unidad después del Uno, y
refleja, a través de su propia unidad y a pesar de las diferencias que contiene,
la unidad pura y absoluta; es la manifestación del Uno, de la potencia de
todo, dynamis pantôn, que en sí misma no se manifiesta, es la forma de lo que
no tiene forma, la determinación primera que procede del Uno indeterminado.
El Nous no es, sin embargo, sólo pensamiento del Uno, sino que contemplando
el Uno contempla a la vez todo lo que nace del Uno y, por lo tanto, a sí mismo.
3.4 El Alma
Por proceder del Espíritu y ser su imagen, el Alma será pensamiento, pero
un pensamiento privado de la potencia que caracteriza la autorreflexión del
Espíritu.
Esta vía de ascenso hacia el Uno implica, desde un punto de vista ético, la
purificación progresiva de toda dimensión corpórea e irracional y, por tanto, el
ejercicio de las virtudes éticas. Éste es sólo un aspecto, sin duda
indispensable, pero parcial del camino que conduce a la asimilación con Dios,
al Espíritu. Lo esencial es la actividad contemplativa, el éxtasis, que requiere la
supresión de toda dualidad y, por tanto, la expoliación de todo lo que el alma
es, de su misma individualidad.
5. Consideraciones conclusivas
Algo todavía se nos muestra con más evidencia: el ser libre es un ser
inmaterial y a esto hemos de reducir lo que depende de nosotros.
Entendemos por esta realidad la voluntad señora de sí misma, aun en el
caso de que se vea forzada a decidir respecto a una cosa exterior. Todo lo
que de ella proviene y se hace por ella, depende de nosotros; y poco
importa en tal caso que actúe en sí o fuera de sí. He aquí, pues, que lo que
por encima de todo depende de nosotros es lo que la voluntad quiere y
realiza con libertad[8]
T. Clark considera que el ejercicio de la voluntad, en Plotino, es
«poder». "La libertad es el ejercicio de un poder. Pero, ¿qué significa
poder? Poder, en este caso, significa «nuestro poder» esto es, el poder de
nuestra voluntad. Este poder de ninguna manera dirige nuestro
conocimiento; antes bien, en alguna proporción, lo implica"[9]. El
gobierno del alma por sí misma. Agrega más adelante, "según Plotino, ser
libre es ser poderoso. Plotino ve el poder del hombre mutilado por
fortunas adversas, por compulsiones, pasiones, experiencias, por la
naturaleza; y esto le hace dudar de que el hombre pueda disponer de sí
mismo o que tenga gobierno sobre sí mismo"[10]. Tal poder es impedido
por la actividad errática del alma y las causas del entorno. El por sí misma
tiende a lo irascible y apetitivo apartándose de lo intelectivo, así pierde el
poder de gobernarse por sí misma.
Plotino señala: "Ahora bien, también los hombres son principios. Es
un hecho al menos que su misma naturaleza les impulsa a realizar
acciones nobles, y un principio así es un principio autónomo"[11] Por el
contrario, cuando realiza acciones innobles deja de considerarse un
principio autónomo. De allí la duda a que alude T. Clark.
Cuando la dimensión irascible y apetitiva del alma gobierna la
dimensión intelectiva pone a ésta bajo su gobierno, y dirigen la libertad a
los places irascible y apetitivos, Con lo cual el alma realiza acciones
innobles. Según J.M. Rist, Plotino expresa que nosotros "elegimos lo que
nos llevara a la degeneración. Nosotros de hecho escogemos tales cosas
engañados por nuestro ambiente o por nuestras pasiones, por pensar que
ello nos traerá bienes. Lo que Plotino no dice, por supuesto, es que es
posible para nosotros con total conocimiento nuestro del verdadero bien
y el mal verdadero elegir lo que es malo"[12]. La dimensión intelectiva
siempre elegirá lo bueno, siempre tenderá al bien debido a su naturaleza,
esto es, siempre realizara acciones nobles.