La Cognición Distribuida de Edwin Hutchins
La Cognición Distribuida de Edwin Hutchins
La Cognición Distribuida de Edwin Hutchins
En el texto, el autor hace referencia a la observación de que todo ha sido pensado antes, pero
la clave está en pensar de nueva manera apropiada a las circunstancias presentes. Aunque se
menciona que esta observación se atribuye a Goethe, también se reconoce que es una idea
que ha sido pensada por otros.
El autor destaca que Wundt creía que ambas ramas de la psicología deberían complementarse
y que las funciones psicológicas superiores necesitaban recursos cognitivos complementarios
que se encontraban en el medio sociocultural. Aunque la influencia de Wundt llegó con el
tiempo, se reconoce que sus ideas sobre la cognición distribuida han sido redescubiertas por
aquellos interesados en este campo.
En resumen, el fragmento trata sobre la observación de que todo ha sido pensado antes, pero
es importante pensar de nuevo de manera apropiada a las circunstancias actuales. También se
menciona la obra de Wilhelm Wundt y su distinción entre la psicología fisiológica y la
Völkerpsychologie, resaltando su importancia para comprender la cognición distribuida.
El fragmento que proporcionaste parece ser parte de un material académico sobre psicología y
cognición distribuida. En él se mencionan varios psicólogos y teorías relevantes en el campo.
Comunidad: Se indica mediante un punto donde se lee "comunidad". Esto señala que
los individuos (sujetos) están ensamblados en comunidades y que las relaciones entre
el sujeto y la comunidad están mediadas por artefactos mediadores del grupo y por
reglas que especifican y regulan las interacciones entre los participantes.
Normas sociales (reglas): Las normas y sanciones que especifican y regulan los
procedimientos correctos esperados y las interacciones aceptables entre los
participantes se consideran elementos mediadores en la relación entre el sujeto y la
comunidad.
Además, se enfatiza que los sistemas de actividad son unidades básicas de análisis y se
reconoce que dentro de ellos y entre ellos ocurren constantemente transiciones y
reorganizaciones que son parte fundamental de la dinámica de la evolución humana. Los
sistemas de actividad institucionalizados tienen una vida más prolongada que las acciones
individuales y muestran ciclos evolutivos que suelen durar años.
El texto proporciona una visión general de las ideas fundamentales de la psicología histórico-
cultural, desarrollada por teóricos como Lev Vygotsky, Alexander Luria y Aleksei Leontiev. Estos
psicólogos sostienen que el proceso de desarrollo humano no coincide con el proceso de
evolución biológica y que cada uno está gobernado por sus propias leyes.
Luria plantea la necesidad de comprender cómo los procesos naturales, como la maduración
física y los mecanismos sensoriales, se entrelazan con los procesos culturales determinados
para generar las funciones psicológicas de los adultos. Para lograr esto, sugiere la necesidad de
ir más allá del organismo y explorar las formas específicas humanas de la actividad psicológica.
Este punto ha sido destacado por los neurocientíficos contemporáneos, como Edelman,
quienes subrayan que la capacidad de determinar qué parte del cerebro está involucrada en la
comprensión de un evento específico depende en gran medida de la constitución cultural de
dicho evento. Las experiencias como escuchar un scherzo de Chopin, contemplar un cuadro de
Chagall o dar a luz a un niño generan patrones de actividad cerebral distintos y reflejan la
heterogeneidad de la actividad cerebral condicionada por la estructura y los aspectos sensibles
y simbólicos de los eventos en los que una persona participe.
Dos antropólogos, Leslie White y Clifford Geertz, expresan de manera elocuente la idea de que
la mediación de la actividad a través de artefactos implica la distribución de la cognición entre
los individuos, el mediador y el entorno, y que esto genera un cambio fundamental en la
actividad mediada por artefactos. White (1942), al referirse a la naturaleza de la discontinuidad
entre el Homo sapiens y sus vecinos filogenéticos cercanos, destaca que los humanos se
diferencian al ser capaz de un comportamiento simbólico. A través de las palabras, los
humanos crean un mundo nuevo de ideas y filosofías en el que viven de manera tan real como
en el mundo físico que perciben con sus sentidos. Este mundo simbólico adquiere una
continuidad y permanencia que el mundo externo de los sentidos nunca puede tener. No se
limita solo al presente, sino que abarca tanto el pasado como el futuro. Desde una perspectiva
temporal, no es una sucesión de episodios sin relación, sino un continuo que se extiende
infinitamente en ambas direcciones, desde la eternidad hasta la eternidad.
Es significativo que tanto White como los psicólogos histórico-culturales rusos resalten que
todos los artefactos pueden necesitar herramientas y símbolos como mediadores de la acción
humana. White afirma que todo elemento cultural, todo rasgo cultural, tiene un aspecto
subjetivo y otro objetivo. El aspecto subjetivo del artefacto podría concebirse, en este
contexto, como el residuo cognitivo de acciones anteriores cristalizadas en el objeto.
Es innegable que la cultura sigue patrones, pero también es evidente que está lejos de ser
uniforme, ya que se experimenta en interacciones locales y cara a cara que están
condicionadas por factores locales, lo que las hace heterogéneas tanto en relación con "la
cultura como un todo" como con las partes del conjunto de instrumentos culturales tal como
los experimenta cada individuo. Ted Schwartz (1978, 1990) ha enfatizado este aspecto al
examinar cómo el conocimiento se distribuye entre las personas, generaciones, ocupaciones,
clases, religiones, instituciones, etc. Schwartz sostiene que la cultura es no obstante un
fenómeno distribuido, ya que, en las interacciones cotidianas entre las personas, no hay dos
individuos que compartan completamente la cultura del grupo al que pertenecen.
Esta concepción distribuida de la cultura, al igual que la visión distribuida del procesamiento
cerebral respaldada por los primeros psicólogos de la escuela histórico-cultural rusa, nos exige
"alejarnos" de una categoría límite (en este caso, la cultura, y no el cerebro ) para especificar
cómo se distribuye la cultura o la cognición. Por ejemplo, algunos de los elementos
comunitarios que se encuentran en el significado estructural o discursivo de una cultura
surgen debido a la estructura filogenética común de los cerebros humanos que han
evolucionado en circunstancias ambientales comunes, aunque algunos de ellos surgen de la
actividad conjunta, subordinada a condicionamientos culturales poco especificados desde el
punto de vista filogenético pero acumulado históricamente (Boster, 1991). Una concepción
distribuida de la cultura también requiere que consideremos cómo la cognición se distribuye
entre las personas en función de sus roles sociales, que a su vez están condicionados
filogenética y culturalmente. Como Fussell y Krauss (1989) demuestran claramente, parte del
conocimiento cultural que uno posee es el conocimiento sobre el grado en que los demás
pueden compartir el propio conocimiento y perspectiva cognitiva. Por lo tanto, la distribución
social de la cognición tanto incrementa como reduce el grado de cultura común que media en
cualquier interacción específica. parte del conocimiento cultural que uno posee es el
conocimiento sobre el grado en que los demás pueden compartir el propio conocimiento y
perspectiva cognitiva. Por lo tanto, la distribución social de la cognición tanto incrementa
como reduce el grado de cultura común que media en cualquier interacción específica. parte
del conocimiento cultural que uno posee es el conocimiento sobre el grado en que los demás
pueden compartir el propio conocimiento y perspectiva cognitiva. Por lo tanto, la distribución
social de la cognición tanto incrementa como reduce el grado de cultura común que media en
cualquier interacción específica.
Si bien es fácil aceptar que la cultura no es una configuración uniforme y que el conocimiento
está distribuido entre las personas dentro de un grupo cultural, sigue siendo importante
precisar las unidades con las cuales funciona la estructuración cultural. Clifford Geertz (1973)
dijo que la mejor manera de considerar la cultura no es como un conglomerado de pautas de
comportamiento concreto, como costumbres, usos, tradiciones o hábitos, sino como un
conjunto de mecanismos de control, como planes, recetas, reglas e instrucciones que
gobiernan el comportamiento. Geertz enfatiza que el pensamiento humano es demasiado
social y público, y que el pensamiento no se limita a eventos que ocurren en la mente
individual, sino que implica la circulación de símbolos significativos, como palabras, gestos,
dibujos, sonidos musicales o artefactos mecánicos como los relojes.
Roy D'Andrade, otro antropólogo, presenta una idea complementaria a la de Geertz, hablando
de conjuntos estructurados que existen dentro del medio general de la cultura. D'Andrade
utiliza el término "esquemas culturales" para referirse a las unidades que organizan conjuntos
completos de artefactos conceptuales o materiales. Estos esquemas representan mundos
simplificados que se adaptan a los mundos reales de los objetos que se categorizan, no solo el
mundo de los objetos físicos y los eventos, sino también los mundos más abstractos de la
interacción social, el discurso y el significado de las palabras . Aunque estos enfoques podrían
dar la impresión de que la cultura y la cognición están completamente dentro de la cabeza
individual, tanto Geertz como D'Andrade enfatizan que los objetos culturales deben requerir "
los objetos están imbuidos de contenido conceptual. D'Andrade describe los modelos
culturales realizados como estructuras mediadoras, y utiliza el ejemplo de las listas de
elementos como herramientas para realizar tareas cognitivas complejas que involucran la
colaboración de varias personas. Destaca que cuando se utilizan estos modelos culturales de
mediación conjunta, el usuario no coordina directamente su comportamiento con el entorno
de la tarea, sino con un objeto mediador cuya estructura, en algún aspecto relevante, se
asemeja al entorno de la tarea. Estos modelos culturales de mediación conjunta son ejemplos
de cómo las estructuras culturales funcionan como coordinaciones entre estructuras. los
objetos están imbuidos de contenido conceptual. D'Andrade describe los modelos culturales
realizados como estructuras mediadoras, y utiliza el ejemplo de las listas de elementos como
herramientas para realizar tareas cognitivas complejas que involucran la colaboración de varias
personas. Destaca que cuando se utilizan estos modelos culturales de mediación conjunta, el
usuario no coordina directamente su comportamiento con el entorno de la tarea, sino con un
objeto mediador cuya estructura, en algún aspecto relevante, se asemeja al entorno de la
tarea. Estos modelos culturales de mediación conjunta son ejemplos de cómo las estructuras
culturales funcionan como coordinaciones entre estructuras. y utiliza el ejemplo de las listas de
elementos como herramientas para realizar tareas cognitivas complejas que involucran la
colaboración de varias personas. Destaca que cuando se utilizan estos modelos culturales de
mediación conjunta, el usuario no coordina directamente su comportamiento con el entorno
de la tarea, sino con un objeto mediador cuya estructura, en algún aspecto relevante, se
asemeja al entorno de la tarea. Estos modelos culturales de mediación conjunta son ejemplos
de cómo las estructuras culturales funcionan como coordinaciones entre estructuras. y utiliza
el ejemplo de las listas de elementos como herramientas para realizar tareas cognitivas
complejas que involucran la colaboración de varias personas. Destaca que cuando se utilizan
estos modelos culturales de mediación conjunta, el usuario no coordina directamente su
comportamiento con el entorno de la tarea, sino con un objeto mediador cuya estructura, en
algún aspecto relevante, se asemeja al entorno de la tarea. Estos modelos culturales de
mediación conjunta son ejemplos de cómo las estructuras culturales funcionan como
coordinaciones entre estructuras. el usuario no coordina directamente su comportamiento con
el entorno de la tarea, sino con un objeto mediador cuya estructura, en algún aspecto
relevante, se asemeja al entorno de la tarea. Estos modelos culturales de mediación conjunta
son ejemplos de cómo las estructuras culturales funcionan como coordinaciones entre
estructuras. el usuario no coordina directamente su comportamiento con el entorno de la
tarea, sino con un objeto mediador cuya estructura, en algún aspecto relevante, se asemeja al
entorno de la tarea. Estos modelos culturales de mediación conjunta son ejemplos de cómo las
estructuras culturales funcionan como coordinaciones entre estructuras.
Por ejemplo, podemos suponer que el ciego del que habla Bateson se detiene en un café para
beber una cerveza y charlar con unos amigos antes de seguir su camino para participar en el
círculo dramático local. Esa perspectiva más amplia hace que prestemos atención al hecho de
que las acciones efímeras de caminar o de sentarse se insertan en realidad en algo colectivo y
duradero.
No solo están los pensamientos del ciego centrados en el procedimiento técnico de trasladarse
de un lugar a otro. Cuando se sienta a la mesa, es parte de un sistema de actividad con sus
reglas constantes, sus elementos comunes y su división del trabajo. Si sus acompañantes del
café son también, los actores pueden hallarse físicamente en un mismo entorno, pero su
actividad mental puede organizarse (colectivamente) alrededor de un entorno muy diferente,
en el que participarán poco después.
En resumen, los componentes del proceso cognitivo del ciego han de situarse tanto en el
entorno inmediato (distribuido en cada uno de los nudos del triángulo ampliado de la figura
1.3) cuanto en la actividad próxima, que está presupuesta en todas sus acciones. Dentro de
cada contexto local, esas "acciones cognitivas", tales como recordar y tomar decisiones, no
solamente están distribuidas entre los artefactos (el menú, el ordenamiento de las sillas y las
mesas, el letrero que señala la ubicación de los baños) sino entre las reglas (se paga antes de
abandonar el local; para compartir la mesa con extraños hay que pedir permiso) y entre las
personas según la división del trabajo (en la actividad que se desarrolla en el café, los mozos,
los clientes y los lavaplatos cumplen papeles distintos. El portero debe acordarse de guardar el
estropajo y el cubo de agua; el propietario tiene la responsabilidad de pagarles al portero y al
mozo).
Por esas razones, Douglas (1987) escribió un libro acerca de cómo "las instituciones piensan" y
Connerton (1989) otro acerca del modo en que "las sociedades recuerdan". Estos estudios
resaltan la importancia de entender cómo las estructuras culturales y sociales influyen en la
cognición y cómo los diferentes elementos y participantes en un entorno colaboran y se
coordinan para llevar a cabo actividades complejas.
En cada uno de esos ejemplos, los adultos interpretan las características biológicas del niño de
acuerdo con su propia experiencia (cultural) pasada. Según los hábitos de los hombres y
mujeres ingleses que viven a mediados del siglo XX, puede requerir "conocimiento común" el
que las chicas no juegan al rugby y que cuando ingresen en la adolescencia serán objeto de la
atención sexual de los muchachos, lo cual las coloca ante diferentes riesgos. Al emplear esa
información procedente de su pasado cultural y suponer que para sus hijas el mundo será en
gran medida como lo ha sido para ellos, los padres proyectan un futuro probable para sus
hijos. Los diferentes aspectos de la temporalidad están representados en la figura 1.4 de la
siguiente manera:
Además, este ejemplo ilustra el proceso por el cual el aspecto "ideacional" de los artefactos
culturales se transforma en su aspecto "material". Los padres proyectan sus ideas y creencias
culturales sobre el futuro de su hijo, lo que luego se convierte en un importante
condicionamiento organizativo de las experiencias de la vida del niño en el presente. Esto
demuestra los orígenes sociales de las funciones psicológicas superiores y destaca cómo la
mente humana, mediada culturalmente, se basa en proyecciones del pasado cultural hacia el
futuro.
Sin embargo, se señala que la mayoría de los modelos consideran la lectura como una
actividad solitaria que ocurre en la mente del alumno, sin reconocer que la lectura es parte de
una actividad conjunta más amplia llamada "enseñanza y aprendizaje". La adquisición de la
capacidad de lectura no es un proceso individual, y se destaca el papel del maestro como
portador de la autoridad y el conocimiento cultural.
Para abordar estos aspectos, se propone una estrategia de enseñanza basada en la creación de
un sistema de actividad artificial que involucra un guión, elementos auxiliares y roles. Se
describe un procedimiento de enseñanza recíproca modificado en el que el docente y el
alumno leen en silencio un texto y luego participan en un diálogo que incluye resumir el texto,
resolver problemas de comprensión, formular preguntas sobre la idea principal y predecir la
siguiente parte.
Se destaca que esta estrategia permite la coordinación de los tres triángulos de mediación
(docente-alumno, alumno-texto, docente-texto) y crea las condiciones para que los niños
experimenten y adquieran el acto pleno de la lectura. La implementación de este sistema de
actividad se realizó con un grupo pequeño de niños que presentó dificultades en el aprendizaje
de la lectura, y se documentó a través de registros fílmicos, trabajos escritos de los niños y
resultados de pruebas.
En resumen, el fragmento argumenta que la adquisición de la lectura es una actividad conjunta
y distribuida, y propone una estrategia de enseñanza basada en la creación de un sistema de
actividad que involucra la interacción entre docentes, alumnos y artefactos culturales para
facilitar el desarrollo de la lectura en los niños.
Se mencionan ejemplos de consultas médicas filmadas que ilustran las diferencias en los
enfoques de diferentes médicos hacia los pacientes. Estas diferencias pueden surgir debido a
la falta de acceso a la historia clínica completa de un paciente ya la falta de tiempo o incentivos
para reflexionar y discutir casos complejos. Estos problemas se relacionan con contradicciones
en el sistema de actividad médica, como la distribución arbitraria de pacientes entre médicos,
la demanda de consultas rápidas y la falta de herramientas adecuadas para abordar problemas
complejos.