Siobhan Davis - Always Meant To Be

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2
Créditos:
Moderadoras:

Umbra Mortis & Fassy

Traducción:

Fassy Umbra Mortis

Lady Red Rose Belén

Anto Shooky

Bibi Amy

Kaju
3
Corrección:

Umbra Mortis Cristal Queen of Deant

Yuruichi Lady Red Rose

Shooky Fassy

Lectura final:

Lady Red Rose

Diseño:

Dark Queen
Índice
Créditos: ___________ 3 18 _______________ 120 38 ______________ 243
Sinopsis ____________ 5 19 _______________ 128 39 ______________ 248
Nota de la Autora ____ 7 20 _______________ 134 40 ______________ 254
1 ________________ 10 21 _______________ 142 41 ______________ 259
2 ________________ 17 22 _______________ 148 42 ______________ 263
3 ________________ 24 23 _______________ 153 43 ______________ 269
4 ________________ 29 24 _______________ 159 44 ______________ 273
5 ________________ 37 25 _______________ 164 45 ______________ 281
6 ________________ 43 26 _______________ 170 46 ______________ 289
7 ________________ 49 27 _______________ 177 47 ______________ 295 4
8 ________________ 56 28 _______________ 184 48 ______________ 301
9 ________________ 60 29 _______________ 191 49 ______________ 306
10 _______________ 66 30 _______________ 199 50 ______________ 311
11 _______________ 71 31 _______________ 205 51 ______________ 315
12 _______________ 79 32 _______________ 209 52 ______________ 321
13 _______________ 86 33 _______________ 213 53 ______________ 326
14 _______________ 93 34 _______________ 219 54 ______________ 332
15 _______________ 98 35 _______________ 228 55 ______________ 335
16 ______________ 103 36 _______________ 234 Epílogo __________ 340
17 ______________ 112 37 _______________ 239
Sinopsis
Un romance tabú independiente, emotivo y lleno de angustia.

Es el mejor amigo de mi hijo de dieciocho años, y soy lo suficientemente mayor para


saberlo.

Mi matrimonio se está desmoronando y la vida familiar de Vander es trágica.

Sin embargo, sus partes rotas hablan con las mias y, en medio de todo el caos, se
forma una verdadera conexión.

La única paz que encuentro es en esos momentos robados cuando compartimos


nuestros secretos más oscuros y nuestros deseos más profundos.

Lo que hay entre nosotros tiene desastre escrito por todas partes. 5
Pero soy incapaz de resistir la atracción magnética que nos acerca más y más.

Hasta que las líneas se cruzan, los límites se rompen y todo lo que creía saber sobre
mí misma se deshace.

Este romance inverso de diferencia de edad contiene escenas maduras, temas


oscuros y situaciones que pueden traspasar tus límites. Se recomienda precaución
al lector.
Para Kelly y Louis

6
Nota de la Autora
Este romance con diferencia de edad inversa contiene escenas maduras, algunos
temas oscuros y situaciones que pueden sobrepasar tus límites. Algunas escenas
pueden ser desencadenantes, y se recomienda precaución al lector. Si te preocupa algún
desencadenante en particular, puedes enviarme un correo electrónico:
[email protected]

7
"En los sueños y en el amor no hay imposibles".

János Arany

8
"El amor no etiqueta".

Marco Aurelio

9
1
KENDALL

—Tu turno —dice Shirley con ese tono de “no me jodas” que le gusta utilizar
siempre que está al mando de algo. El vino se me escapa de la boca y baja por la barbilla
cuando me echa la silla hacia atrás a la fuerza, y las patas de madera chirrían contra el
suelo de baldosas en señal de protesta. Shirley es muy rigurosa con nuestra noche
psíquica anual y se asegura que todo el mundo asista a su sesión a la hora exacta. En
lugar de dirigir un negocio de muebles con su marido, debería estar entrenando
reclutas en el ejército o algo así. Los tendría a todos temblando en sus botas.

Dejo la copa de vino sobre la mesa y me pongo de pie, alisando una mano por la
parte delantera del vestido.

—No estoy segura de estar de humor para esto esta noche —admito, mirando con
ansiedad a Mirabelle que solloza con fuerza en un rincón de la cocina estilo Shaker de
Shirley. 1 Algo que dijo la vidente la asustó mucho, y no sé si tengo el valor suficiente
para escuchar mis verdades esta noche. 10
—Sabes que no puedes dejarlo pasar —dice Viola, mirándome con preocupación.
Somos las mejores amigas desde la escuela secundaria, y ella sabe por qué me lo estoy
pensando. Lo que no es propio de mí, porque yo inicié nuestra tradición anual.

Me fascinan las cosas que no podemos explicar ni controlar. Era esa niña que
evitaba las atracciones en los carnavales y se dirigía directamente a la tienda de la
adivina, lleno de curiosidad y emoción. Cuando Curtis y yo nos mudamos por primera
vez a esta calle, cuando West y Stella eran niños pequeños y Ridge no era más que un
brillo en mis ojos, decidí organizar una noche psíquica en nuestra casa para romper el
hielo y conocer a mis nuevos vecinos. Rápidamente se convirtió en una reunión anual
para nosotras, y cada año alternamos las casas.

Solíamos contratar a diferentes videntes hasta que dimos con Dee hace tres años y
supimos que nos tocó el premio gordo. Hay muchos fraudes en el juego, pero creo
firmemente que hay gente con una capacidad genuina. Personas que tienen el don de
mirar al pasado y al futuro y que ven cosas que la mayoría de los mortales no vemos,
como Dee.

Me entusiasma la idea que alguien pueda guiarnos por las aguas turbias de la vida,
iluminando cosas que podrían interpretarse como preordenadas. Pero creo que

1 Es una forma de decoración que se basa en tres principios básicos: artesanía, simplicidad y

elegancia. A estos tres se le suman también la utilidad y la homogeneidad entre todas las piezas.
Este estilo no resta nada a la funcionalidad y al confort, de hecho aportan muchísimo.
seguimos teniendo libre albedrío. Seguimos teniendo opciones, y elegimos el camino
que recorremos.

Por eso no voy a acobardarme.

Sonrío a mi mejor amiga.

—Tienes razón. —Tomo un gran bocado de mi vino por valentía—. Es hora de


subirme las bragas de niña grande.

Viola me aprieta la mano mientras Shirley golpea impacientemente el suelo con el


pie. Me alejo de la mesa, sigo a Shirley fuera de la cocina e ignoro los nervios que me
pinchan la piel.

—Creía que te agradaba Dee —dice mientras caminamos por el pasillo hasta el
pequeño estudio que hay a la izquierda, justo dentro de la puerta principal.

—Y sí. Me dio buenos consejos estos últimos años. —Me aterra lo que pueda
confirmar esta noche.

Shirley se detiene, poniendo su mano en mi brazo.

—¿Está todo bien? —Sus cejas se juntan mientras me mira fijamente, y me


sorprende. No tenemos este tipo de relación. Es mi vecina más cercana y alguien en
quien sé que puedo confiar si necesito una taza de azúcar o alguien que cuide a Ridge 11
durante una hora si hay una emergencia laboral y Stella no está para cuidar a su
hermanito. Hacemos cenas familiares un par de veces al año, pero en general nos
mantenemos alejadas, y eso me gusta. Estamos cerca, pero no demasiado. No nos
confiamos cosas, y no voy a empezar ahora. Me gusta la amistad que tenemos tal y como
es. Si necesito desahogarme, tengo a Viola y a June, mi mejor amiga de Bentley Law,
donde ambas trabajamos.

—Todo está bien —miento, ofreciéndole una sonrisa más robusta—. Sólo estoy
cansada. Llevo semanas haciendo turnos largos en el trabajo y estoy agotada—. No es
mentira. La oficina está muy ocupada. Últimamente, el trabajo nocturno y de fin de
semana se convirtió en algo demasiado habitual. Estoy a punto de estallar. El tiempo en
familia es muy valioso para mí, y mis hijos están creciendo demasiado rápido. No quiero
perderme tiempo con ellos, y me estoy hartando de tener que trabajar horas extras.
Esta semana pienso hablar con mi jefe sobre el tema.

—Sé que no estamos tan cerca como tú con Viola, pero también estoy aquí para ti.
Sólo quiero que lo sepas. —Sus rasgos se suavizan cuando me mira, y me pregunto si
sabe algo. No le confié nada hace tres años, pero no es inconcebible imaginar que se
enteró de algo a través de rumores. Si los escuchó, nunca los comentó conmigo. Eso es
algo con lo que puedes contar de Shirley. Es discreta.

—Gracias, Shirley. Te lo agradezco. Eres una gran vecina y amiga.

—Puedo decir lo mismo de ti. —Suelta su mano de mi brazo, moviendo la cabeza


hacia delante—. Vamos. Nos estamos retrasando en el horario.
Frunciendo los labios y esbozando una sonrisa, la sigo hasta el estudio donde Dee
me espera.

Me siento en la silla frente al escritorio mientras Shirley sale de la habitación,


cerrando suavemente la puerta tras ella.

La mujer mayor que está detrás del mostrador me sonríe cálidamente.

—Kendall. Me alegro de volver a verte. ¿Cómo estuviste?

Me encojo de hombros.

—Más o menos.

Sus penetrantes ojos verdes se clavan en los míos.

—¿Sigues trabajando en el bufete? —Apoya las manos en el escritorio mientras


mantiene el contacto visual conmigo.

—Sí. Curtis consiguió un gran ascenso en el trabajo hace nueve meses y presenté
una solicitud para pasar a trabajar a tiempo parcial, pero me la denegaron. Está muy
ocupado en este momento. Ganamos algunas cuentas nuevas de alto perfil, y el
momento no es el adecuado. Soy la única encargada de la oficina y no hay nadie más
disponible para cubrir las necesidades. Espero volver a presentarme después de
Navidad, cuando las cosas deberían estar más tranquilas. 12
Su mirada sigue sondeando la mía, pero no es incómoda. Sentí una conexión con
Dee en el momento en que la conocí, y simplemente congeniamos. Me siento relajada
en su presencia, aunque me inquiete lo que pueda decir. Sus ideas fueron acertadas en
el pasado, y sé que es honesta. Pensé en organizar algunas lecturas privadas durante el
año, pero no encontré el tiempo para ponerlo en marcha.

—¿Y los niños? ¿Están bien?

Asiento con la cabeza y una sonrisa genuina se dibuja en mi boca. Mis hijos lo son
todo para mí. Me hacen seguir adelante en los días en que parece que no puedo
funcionar.

—Lo están haciendo muy bien. West está en el último año. Stella está en el primer
año y a Ridge le queda un año más antes de empezar la escuela secundaria. Están
creciendo muy rápido. Ojalá pudiera ralentizar el tiempo.

—¿No sería maravilloso? —Su cálida sonrisa me reconforta como un delicioso


chocolate caliente en una noche de invierno, y me hundo en el sillón de cuero,
relajándome un poco.

Ladea la cabeza y me estudia.

—Puedo decir que algo está jugando en tu mente. ¿Qué puedo hacer por ti, Kendall?
¿Qué te gustaría saber?
Respirando con valentía, me sujeto al borde de la silla mientras exhalo lentamente.

—Creo que está sucediendo de nuevo —admito, tragando sobre el enorme nudo
que obstruye mi garganta—. Creo que Curtis me está engañando. —Despego la lengua
del paladar de mi boca repentinamente seca—. ¿Lo hace?

Su ceño se frunce y su lengua sale humedeciendo sus labios mientras me mira


fijamente. La ansiedad se apodera de mi pecho a medida que pasan los segundos.

—No veo nada en relación con tu marido, y presiento que ya sabes la respuesta a tu
pregunta.

—Tengo sospechas, pero no pruebas. Esta vez es más inteligente.

—Tienes que hablar con él.

El aire sale disparado de mi boca.

—Lo sé. —Como si supiera que estuve retrasando la inevitable conversación. Pero
no voy a pasar por esto otra vez. No puedo. No voy a dejar que me tomen por tonta ni
que me traten como menos de lo que merezco.

—Pregúntame lo que realmente quieres saber. —Me clava esa mirada suya que
todo lo ve.
13
Su intensidad hace que su imagen pase al primer plano de mi mente, y mi corazón
se acelera detrás de mi caja torácica. Mi pecho se agita visiblemente, y las palmas de mis
manos se vuelven sudorosas.

—¿Lo ves? —susurro, temiendo decirlo en voz alta. Ni siquiera puedo obligarme a
pensar en ello, y mucho menos a articular el pensamiento.

—Yo sí. Lo vi la primera vez que nos vimos.

Aspiro un grito de sorpresa ante su admisión. Vander se mudó a la zona con sus
padres sólo unos meses antes de nuestra primera sesión, y me negaba rotundamente a
pensar en él como algo más que el nuevo mejor amigo de mi hijo mayor. Entonces tenía
quince años. Quince años. Y… me quito esos pensamientos de la cabeza. Fue en la época
en que Curtis tuvo su aventura y mi mente era un desastre. Sólo así puedo explicar mi
extraña reacción ante alguien que entonces era sólo un niño. No pensé en él de esa
manera en el período transcurrido. No hasta hace poco, cuando la conexión parece ser
cada vez más fuerte.

Y Vander ya no es un niño.

Tiene dieciocho años. Un metro ochenta de pura masculinidad envuelta en un


paquete de lo más tentador. Su tranquila confianza, su agudo ingenio, sus modales
melancólicos y su aguda inteligencia son tan atractivos como su aspecto y...

Detengo esa línea de pensamiento. No saldrá nada bueno de ello. Es el mejor amigo
de West. Tiene dieciocho años y está en el último curso del instituto. No debería tener
pensamientos perversos sobre él. Es sólo porque mi matrimonio se está desmoronando
y él me presta más atención que mi marido.

Es sólo un estúpido enamoramiento.

No saldrá nada de ello.

Porque no lo permitiré.

—Castigarse por ello no cambiará nada —dice Dee, recostándose un poco en su


silla—. En esta vida, no siempre podemos elegir.

—¿Qué significa eso?

—Creo que sabes lo que significa.

—Está mal —susurro, y mis mejillas se sonrojan al reconocer que ella ve los
pensamientos inmorales que tuve.

—¿Por qué? —Se sienta completamente en su silla y sus ojos se suavizan al clavarse
en los míos.

Me aclaro la garganta y decido admitir mis sentimientos. No es que Dee vaya a


decírselo a nadie.
14
—Escoge lo que quieras. Soy demasiado vieja. Él es demasiado joven. Estoy casada.
Su vida familiar es una pesadilla. Es el mejor amigo de West. —Me pellizco los labios
con los dedos mientras miro por la ventana a la noche oscura—. Estoy alucinando e
imaginando cosas que no existen.

—¿Cómo qué?

Giro la cabeza y vuelvo a centrarme en Dee.

—Como la forma en que me mira —susurro.

—¿Cómo te mira?

—Como si tuviera una línea directa con mi alma y mis pensamientos y sentimientos
más íntimos. Como si me viera.

—Tal vez lo haga.

Sacudo la cabeza.

—No se supone que lo haga.

Ella arquea una ceja, apoyando los codos en la mesa.

—¿No es así?
Frunzo el ceño, preguntándome a qué quiere llegar.

—Casi parece que quieres que actúe según mis sentimientos.

—Yo no te digo lo que tienes que hacer ni te dirijo hacia ningún camino, Kendall. Ya
lo sabes. Sólo puedo decirte lo que veo.

—¿Y qué es eso?

Sus ojos indagan en los míos intensamente.

—No estoy segura que estés preparada para escuchar esto todavía, pero voy a
decírtelo de todos modos. Creo que deberías tener la mente abierta.

—Soy más abierta de mente que la mayoría, pero incluso yo estoy luchando con
esto.

—Tal vez tengas que dejar de luchar contra ello y profundizar para descubrir la
verdad oculta.

—¿Qué verdad oculta?

—¿Crees en las almas gemelas?

Asiento sin dudarlo. 15


—Absolutamente. Pero también creo que la mayoría de la gente no encontrará la
suya en una sola vida.

Una sonrisa triunfal recorre su boca.

—Estoy totalmente de acuerdo. Cuando piensas en los miles de millones de


personas que hay en el planeta, parece un reto insuperable, ¿verdad?

—Discutimos este mismo tema en mi clase de filosofía el mes pasado. Algunos de


mis compañeros creen en las almas gemelas. Otros no. Algunos creen que se puede
tener más de una.

—¿Qué crees?

—Creo que hay otra persona ahí fuera que comparte la mitad de mi alma, pero las
posibilidades de conocerla son más que escasas, e hice las paces con eso. Pensé que
encontré a alguien con quien conecté. Alguien con quien podría construir una vida y ser
feliz, pero ya no creo en eso. —Me estoy acercando peligrosamente a expresar la verdad
oculta en lo más profundo de mi corazón.

—¿Y si digo que ya lo conociste? —dice, y casi me caigo de la silla—. Ya lo amaste,


en vidas sucesivas, porque es una conexión tan profunda, un amor tan completo, que no
puede morir.

—¿Qué? —suelto, mirándola con los ojos muy abiertos. Seguro que no quiere decir...
—En cada vida, se encuentran el uno al otro porque el vínculo es tan fuerte que
nada puede separarlos. Ni los océanos ni las montañas ni el tiempo ni otras personas.
—Sus ojos se clavan en los míos—. Ni la edad.

Me quedo con la boca abierta y estoy segura que la sorpresa que siento está escrita
en mi cara.

—No importa nada más que la conexión que comparten. —Alcanzando la mesa,
toma mis manos entre las suyas—. Busca en tu corazón, Kendall. La verdad que buscas
está ahí. En cada vida, luchas contra los obstáculos y atraviesas un dolor y una confusión
considerables para volver a encontrarte. Pero encontrarlo ya lo hiciste.

—Esto no es real. —Me ahogo en la incertidumbre y en todo un cúmulo de


emociones con las que no tengo forma de lidiar—. No puedes querer decir lo que creo
que quieres decir.

—Vander es la otra mitad de tu alma, Kendall. Depende de ti lo que hagas con ese
conocimiento.

16
2
VANDER

—¿Se fue Hazel? —pregunto cuando mi amigo West se deja caer en el sofá a mi lado.
“God's Plan” de Drake sale de los altavoces portátiles, rebotando en las paredes de
piedra de la casa de carruajes, que es más mi hogar que la fastuosa mansión que hay al
frente de la propiedad de mis padres.

—La dejé en casa. Tiene un toque de queda. —Me quita el porro de los dedos y se lo
lleva a los labios. No me sorprende que haya vuelto sin su novia ni que tenga ganas de
fiesta. Todavía está pensando en lo que aprendió el fin de semana pasado. La verdad es
que yo también estoy enfadado. Aunque tengo menos derecho a estarlo.

Detrás de nosotros, una pequeña multitud de nuestros amigos habla, baila y bebe.
Las sesiones de los viernes por la noche son habituales porque soy el único de mis
amigos que tiene un espacio privado donde podemos salir de fiesta sin la interferencia
de los padres. Lo más probable es que mi madre esté sumida en una neblina de drogas
y alcohol de su propia cosecha, desmayada en la suite principal de la casa. Mi padre está 17
de viaje este fin de semana, lo que significa que está comiendo y cenando con sus
clientes y tirándose a cualquier compañera que sea su última amiga. Se van rotando tan
rápido como la cola de Chick-fil-A 2, y parece que hay un suministro interminable de
caza fortunas y putas dispuestas a montarse en su polla. Me da puto asco, pero lo odio
por mucho más que por sus engaños.

—Eso es lo que pasa cuando sales con estudiantes de secundaria —le digo a mi
mejor amigo antes de terminar mi cerveza y dejar la botella vacía en el suelo junto a mis
pies.
—La quiero— responde West sin dudar.

Era un jugador total hasta que se enamoró de su novia, y ahora es un hombre


cambiado. Pasaron más de dieciocho meses, y esos dos siguen locamente enamorados.
Me alegro por mi amigo, pero no por mí.

—No lo critiques hasta que lo hayas probado —añade.

Sacudo la cabeza y lo veo dar una larga calada al porro antes de devolvérmelo.

—Ya me conoces. Me gustan las mujeres mayores y que sean sencillas. —Unos
deslumbrantes ojos azules y una larga melena rubia llenan los ojos de mi mente
mientras le doy dos caladas al porro. Cierro brevemente los ojos, saboreando la imagen

2 Es una cadena de restaurantes con sede en College Park, Georgia, que se especializa en pollo.
mental, antes de recordar lo imbécil que soy por pensar en Kendall mientras West está
sentado a mi lado.

—¿No estás harto de todos los rollos de una noche?

Abro los ojos y le devuelvo el porro.

—El sexo casual no es complicado, y eso es todo para lo que tengo tiempo. —Meter
a cualquiera en mi jodida vida no sería justo, y un hombre no puede aguantar mucho.
Es una de las razones por las que no me acuesto con chicas de la escuela, prefiriendo
encontrar a mis compañeras de sexo en la UCCS.

Las chicas del instituto son igual de dramáticas, y ya tengo bastante de eso en mi
vida. Las universitarias son más maduras y dan menos trabajo. El campus de la
Universidad de Colorado en Colorado Springs es un terreno de caza privilegiado, y suelo
ir a un par de bares universitarios los sábados por la noche con algunos de mis
compañeros mayores del club de boxeo. Sin embargo, hace meses que no me enrollo
con nadie, porque estoy demasiado obsesionado con la única mujer que quiero y no
puedo tener para intentar siquiera follar con alguien más.

Nos mudamos a esta ciudad hace algo más de tres años, cuando ese idiota al que
llamo papá cambió de trabajo. Si le preguntas, te dirá que fue un cambio de carrera
cuando en realidad fue para evitar un gran escándalo. En su momento no me gustó la
mudanza, pero la verdad es que me gusta estar aquí. Tengo buenos amigos, encontré un
deporte que me permite canalizar toda mi frustración acumulada y tomé la cochera en 18
nuestros terrenos como mi santuario-estudio personal.

Y la conocí.

La sangre se me sube a la polla y me ajusto sutilmente la semi-ereccion en los


pantalones. No está bien que se me erice la piel por su madre cuando salgo con West,
pero últimamente no puedo quitarme a Kendall Hawthorne de la cabeza. Era más fácil
apartar mis sentimientos cuando era más joven y no podía hacer nada al respecto. Pero
ahora tengo dieciocho años, la edad suficiente para ponerlos en práctica, y es como si
mi cerebro y mi cuerpo hubieran decidido correr libremente, dando rienda suelta a
todas mis fantasías reprimidas, y es lo único en lo que puedo pensar. Nada ayuda a
distraerme y no tengo ningún interés en otras chicas. Alejarse de la casa de West no
sirvió de nada, e incluso golpear mis puños en el saco de boxeo hasta que sangren sólo
funciona temporalmente.

—Sabes que la mayoría de las amigas de Hazel están enamoradas de ti —dice,


entregándole el porro a Shepherd mientras nuestro otro amigo Bowie sale del
dormitorio con una sonrisa de satisfacción—. Elige una y podemos tener una cita doble
durante un tiempo.

Milana se escabulle junto a Bowie y se dirige a la puerta con la cabeza gacha, con
sus largos mechones rosas cubriendo su bonita cara. West se echa a reír cuando Bowie
se tumba en el sofá de enfrente.
—Sucio amigo. —West luce una sonrisa de comemierda, pero veo el dolor que hay
detrás. El engaño es un punto doloroso—. Abel te va a dar una patada en el culo cuando
descubra que te estás tirando a su chica a sus espaldas.

—¿Qué pasó con el código de hermanos? —pregunta Shepherd, con cara de asco,
pero me doy cuenta que es una fachada para ocultar su dolor. No sé cuánto tiempo lleva
Shep enamorado de Bowie porque me di cuenta hace poco.

No estoy seguro que ninguno de nuestros otros amigos se haya dado cuenta, y es
obvio que Bowie no tiene ni idea. Por lo que vi, es estrictamente hetero, pero ¿quién
sabe? Quizá también le gusten los chicos. Shep es orgullosamente bi, y tuvo aventuras
con chicos y chicas, así que no es un secreto su posición. Lo siento por el tipo. Sé lo que
es querer a alguien que probablemente nunca te querrá.

—Mi hermano es un idiota. —Bowie acepta el porro de Shep, dando un par de largas
y perezosas caladas.

—Le daría una patada en el culo a Ridge si alguna vez se le insinuara a mi chica —
dice West, cogiendo un par de cervezas de la cubitera que hay en la mesa de centro
situada entre ambos sofás.

En este nivel, hay una zona de estar de tamaño decente con una cocina americana
que ocupa la mayor parte del espacio. El dormitorio y el pequeño cuarto de baño con
inodoro y ducha están a la derecha. En el piso superior está mi estudio de arte, que
mantengo cerrado cuando tengo compañía. Normalmente duermo en la casa principal, 19
ya que prefiero no dejar a mamá sola por la noche, pero los fines de semana o cuando
pinto hasta altas horas de la noche, me quedo aquí. Está conectada a la electricidad, así
que tengo Wi-Fi, un televisor, un pequeño frigorífico, un microondas y una cocina
independiente, y compré unos calentadores de enchufe. La cochera tiene todo lo que
necesito para encerrarme lejos de mis padres, que están en guerra, cuando la mierda
golpea el ventilador, como sucede a menudo.

West me da una cerveza mientras destapa la suya.

—Menos mal que Ridge sólo tiene nueve años y no tienes que preocuparte por eso
—dice Shep—. A diferencia de Abel. —Mira a Bowie con una mirada de complicidad—.
No me importa lo grande que sea la polla de tu hermano. No deberías tirarte a su novia.

—Shep tiene razón —Asiente West, bebiendo un trago de cerveza—. No puede salir
nada bueno de ello. Tienes que mantenerlo en tus pantalones.

Es un buen consejo. Un consejo que debería tener en cuenta. Porque obsesionarse


con la madre de West es un espectáculo de mierda en ciernes. Mi amigo se enfadaría si
supiera las fantasías que tuve con su madre, pero no puedo encontrar en mí mismo el
sentimiento de culpa por desearla. Sólo me siento culpable por tener esos pensamientos
cuando mi amigo está a mi lado, porque si supiera la verdad, se sentiría incómodo. Pero
me niego a sentir vergüenza o remordimiento por sentir lo que siento por Kendall. Ni
siquiera me arrepiento de lo que pasó en mi fiesta de cumpleaños, salvo que tal vez me
equivoqué al echarme atrás, porque no está cambiando lo que siento, y se está
volviendo muy difícil no hacer algo al respecto. Especialmente después de escuchar lo
que el imbécil de su marido hizo. Quiero darle una paliza y luego cuidar de su mujer
como se merece.

Si Kendall fuera mía, adoraría el suelo que pisa. Pasaría horas mostrándole la reina
que es con mi boca, mis dedos, mi...

Mierda. Me paso una mano por el pelo. No puedo pensar esas cosas aquí. A menos
que me hagan una lobotomía, no sé cómo desalojar los pensamientos de Kendall de mi
mente. Y estoy bastante seguro que no quiero hacerlo.

—Mamá —Me acerco a la cama de mis padres, mirando ansiosamente a mi madre


mientras duerme. Pequeñas bocanadas de aire se cuelan por sus labios llenos de
colágeno mientras ronca suavemente. Su cabello castaño rojizo se abanica alrededor de
su cara sobre la almohada, y aunque tiene cuarenta y siete años, no hay ni una cana a la
vista. No es que papá lo permita. No me sorprendería que dejara instrucciones en la
peluquería, como hace en la consulta del cirujano estético. Papá tiene poco interés en
mamá, pero no dejará que lo deshonre en público, así que ella se ve obligada a cumplir
sus órdenes cuando él viene a llamar.

El resto del tiempo se pasa en una nebulosa adormecida.

Frotando el dolor que me aprieta el pecho, le sacudo suavemente los hombros.


20
—Mamá, despierta. Tienes que comer.

Se revuelve, gimiendo, mientras acurruca las rodillas contra el pecho bajo las
sábanas.

—Vete —murmura, dándome un manotazo con un brazo caído—. Tengo migraña.

Exhalo fuertemente, rezando en silencio para tener una fuerza que cada vez es
menor.

—Siéntate —digo en un tono más directo—. Come algo, y luego traeré tus medicinas
para la migraña. —Mis ojos recorren los frascos de pastillas que hay en su mesita de
noche, casi sin contenido. Una botella de vodka vacía yace en el suelo enmoquetado. El
vodka es su veneno preferido porque es inodoro y no se huele en el aliento. Me lo dijo
una vez, cuando me explicaba cómo se las arregla para funcionar en público cuando
asiste a uno de los eventos de papá. Le cuesta mucho emborracharse hoy en día, así que
tomarse media botella de vodka antes de salir de casa le quita los nervios y le permite
interpretar a la perfección el papel de la esposa del abogado rico.

—Déjame en paz —Me vuelve a dar un manotazo, y yo me froto un punto tenso


entre las cejas, luchando por mantener la paciencia.

No quiero perder los nervios ni arremeter contra ella. Ya tiene bastante con mi
padre, pero le cuesta mucho ser amable, cariñosa y paciente.
—Diana —Mi tono es firme y roza la agresividad cuando digo lo que tengo que
decir—. Siéntate de una puta vez y come o llamo a papá. —Nunca lo haría, y ella lo sabe,
sin embargo, jugamos nuestro juego habitual.

Abre los ojos y frunce el ceño.

—No me llames así. Soy mamá para ti.

Ojalá lo fuera. Pero la única figura paterna por aquí soy yo. Lo cual es jodidamente
risible. Sólo cumplí dieciocho años durante el verano, pero a veces me siento mayor.

Como si hubiera vivido mil vidas en esos dieciocho años y estuviera cansado del
mundo.

—Tienes que comer, mamá. —La ayudo a sentarse contra la cabecera, odiando lo
frágil que se siente bajo mis grandes palmas—. Estás demasiado delgada. Tienes que
cuidarte más. —Sé que estoy predicando al vacío, pero nunca dejaré de intentarlo.

—Eres un buen chico, Vander —dice, en un momento de raro reconocimiento. Sus


dedos barren el pelo que cae sobre mi frente, apartándolo de mis ojos—. Un buen hijo.
—Sus ojos verdes y cansados se fijan en mi cara—. Eres el único que se preocupa. —La
tristeza es un manto oscuro que cubre su rostro, y me gustaría poder rebatir su
afirmación, pero no voy a mentirle.

Sus padres están muertos, es hija única y no tiene verdaderas amistades. Sólo 21
conocidos. La mayoría son las esposas de los hombres con los que papá hace negocios
o las esposas de sus compañeros de golf en el club y el resort cercanos, y sólo la toleran
en el mejor de los casos. Su única amiga, una antigua compañera de la universidad, vive
en Europa con su marido y no la vio en años.

—Te quiero. —Suavemente, le doy un abrazo, apretando los ojos cuando sus
frágiles miembros se aferran a mí con desesperación.

—Yo también te quiero. —Cuando se retira, las lágrimas ruedan por su cara—.
Siento no haber sido una mejor madre. Siento ser tan débil.

Ya oí todo esto antes. Junto con promesas inútiles de cambiar. Ella lo intento.
Innumerables veces. Pero nunca es suficiente. Nunca soy suficiente. Y tuve que aceptar
nuestra relación unilateral porque seguir albergando esperanzas me estaba matando.

Me siento a un lado de la cama y le doy a mi madre, ya crecida, los huevos revueltos


con salmón ahumado que le preparé, porque le tiemblan tanto las manos que no puede
sujetar los cubiertos. Mientras hago comer a mi madre, me pregunto qué mierda hice
para merecer esta vida de mierda.

Cuando termina, le doy los medicamentos para la migraña y un vaso de agua, y me


quedo a su lado hasta que se vuelve a dormir. Siento el corazón como un bulto de piedra
en el pecho mientras la veo dormir, imaginando cómo y cuándo terminará esto. Porque
no puede seguir así. Poco a poco, se está matando a sí misma, y yo me veo obligado a
ser un espectador. Me gustaría saber cómo ayudarla, pero ninguna de mis
intervenciones funciona. Y nunca lo harán. No mientras a mi padre le convenga
mantener a mi madre encadenada.

Me restriego las manos por la cara, y mis miembros se sienten cansados por el
cansancio mientras mi móvil vibra en el bolsillo. Es un mensaje de West, invitándome a
cenar el domingo. Es una invitación que viene de lejos. Una que Kendall cursó cuando
se dio cuenta de la clase de vida hogareña que estoy obligado a soportar. Hace meses
que no asisto porque intento alejarme de ella, la mujer que custodia mi corazón y mis
sueños.

Pero hoy estoy vulnerable. Con un poco de resaca de la noche anterior y con el
corazón dolorido porque mamá es un maldito desastre. Ver la cara de Kendall hará que
todo parezca mejor. Así que le devuelvo el mensaje a West, diciéndole que iré más tarde.

Mi mente se agita mientras salgo del dormitorio de mamá y cierro la puerta en


silencio, mis pensamientos se dirigen instantáneamente a la mujer por la que tengo
sentimientos prohibidos. Solía pensar que lo que sentía por Kendall era porque es el
ejemplo perfecto de cómo debería ser una madre. Como si ella fuera la encarnación de
todo lo que debería tener y me fue negado. Que estaba compensando la falta de afecto
maternal en mi vida canalizando esos sentimientos en su dirección.

Pero ahora que soy mayor, sé que estaba equivocado.

No es eso en absoluto.
22
Los sentimientos que tengo por ella no son maternales de ninguna forma o manera.

Y no estoy compensando la falta de una figura materna en mi vida.

Es sólo ella.

Todo en ella me encanta. No es sólo su hermoso rostro y su tentador cuerpo. Es la


esencia misma de lo que es como persona. Hay algo en ella que llega a lo más profundo
de mí, de una manera que no puedo explicar. Ninguna otra mujer me atrajo nunca a este
nivel, y estoy empezando a pensar que ninguna otra mujer lo hará.

Kendall es única. Desde su despreocupado sentido del humor hasta su evidente


inteligencia. Su naturaleza compasiva y solidaria, que la lleva a sacrificarse y hacer
mucho por sus seres queridos y la comunidad. Una pasión compartida por comprender
lo intangible y lo inexplicable, y su tenaz determinación de vivir una vida plena. Me
inspira y me da esperanza, y no puedo evitar sentirme atraído por ella.

La sociedad diría que está mal sentirse así.

Que soy demasiado joven para ella y para conocer mi propia mente.

Pero conozco mi propia mente.

Sé lo que siento.

Lo que sentí desde el momento en que entró en mi órbita.


No pude explicarlo entonces.

Pero ahora puedo.

Estoy enamorado de Kendall Hawthorne.

Amo a la madre de mi mejor amigo, muy casada.

No sé qué diablos hacer al respecto.

23
3
KENDALL

El timbre de la puerta suena, y las mariposas se agolpan en mi vientre. No esperaba


que Vander aceptara la invitación de West. Parece decidido a no volver a cenar con
nosotros los domingos y, aunque me decepciona, sé que es lo mejor. No estoy segura de
lo que cambió hoy, pero sé por qué mi estómago se tambalea como si una manada de
elefantes salvajes lo estuviera pisoteando.

—Yo voy —grita West desde el salón, al mismo tiempo que Stella deja el cuchillo de
cocinero y se aleja de la encimera de la cocina.

—No se mueva, señorita. —Le lanzo una mirada cómplice—. Deja que tu hermano
salude a su amigo. —Stella lo intenta todo para no tener que ayudar en la casa. Aunque
intenté transmitir mi amor por la cocina y la repostería a mi única hija, hace tiempo que
tiré la toalla.

Stella es la marimacho por excelencia, se siente más a gusto haciendo deporte y 24


trepando a los árboles que trabajando como una esclava sobre los fogones, y no la
querría de otra manera. Es fiel a sí misma, y se siente dueña de ello, lo que me hace
sentir increíblemente orgullosa. Sin embargo, me preocupa más que los chicos porque
es obstinadamente valiente y temeraria y tiende a actuar sin pensar.

Vivir con ella también es interesante. Si el caos desciende, puedes apostar que Stella
está en el centro y lo disfruta. Le gusta presionar los botones y poner a prueba los
límites, y en los últimos años llegamos al límite con ella en varias ocasiones, pero parece
haber superado esa fase de rebeldía destructiva. Su habitación parece una bomba y está
más desordenada que la de los chicos. Algo de lo que se burla West, que es un fanático
de la limpieza. Ya no me molesto en llamarle la atención. Simplemente cierro la puerta
e ignoro el caos. Tiene casi diecisiete años. Lo suficientemente mayor como para
ordenar su propia mierda.

Desde el gran ascenso de Curtis y el consiguiente aumento de sueldo, contraté a una


señora para que venga a limpiar y lavar la ropa una vez a la semana. Ahora trabajo a
tiempo completo y llevo la casa y los niños casi sola, así que me niego a sentirme
culpable por contratar ayuda. Ruthie es un regalo del cielo, y no hay nada como llegar a
casa un viernes, después de una larga semana de trabajo, y ver la casa reluciente y el
cesto de la ropa sucia vacío.

—¿Por qué los chicos no tienen que ayudar? —se queja Stella, echando las
zanahorias cocidas en el colador.

—Los chicos limpiarán después de la cena. Ya sabes lo que hay que hacer —El que
cocina y prepara no tiene que limpiar y viceversa. Los niños conocen las reglas. Estoy a
favor de la igualdad en esta casa, e intenté inculcar los valores correctos a mis hijos. El
resto depende de ellos.

—¿Dónde está papá? —pregunta Ridge, entrando en la cocina desde fuera,


arrastrando barro por todo el suelo de mi cocina.

Miro el reloj de la pared sobre la ventana con el ceño fruncido.

—Debería estar ya de camino a casa. Le enviaré un mensaje. —Cojo el móvil de la


repisa de la ventana y escribo un mensaje rápido a mi marido mientras le digo a mi hijo
pequeño que vaya a lavarse para cenar. Una conversación en voz baja se filtra desde el
pasillo y las mariposas se desplazan desde mi estómago hasta mi pecho. Me humedezco
los labios y lucho contra una nueva oleada de ansiedad cuando se acercan los pasos—.
Pon las verduras en cuencos y tápalas —le ordeno a mi hija, esperando que no oiga el
ligero temblor de mi voz—. Lo mantendremos todo caliente en el horno hasta que llegue
papá —añado mientras suena en mi teléfono un mensaje de Curtis confirmando que
acaba de salir del club de golf.

Estoy limpiando el barro del suelo cuando West y Vander entran en la cocina. Tengo
las palmas de las manos húmedas alrededor del mango de la fregona y la sangre se me
sube a la cabeza y me marea un poco. Tengo la sensación que me absorbieron todo el
oxígeno de la habitación y se me erizan todos los vellos del cuerpo. No estoy segura de
haber sentido nunca antes la presencia de alguien en cada molécula de mi ser de esta
manera. Es como si en el momento en que Vander entra en mi espacio yo fuera muy
consciente de ello. Como si estuviera en sintonía con su aura y pudiera reconocerla en 25
cuanto está cerca.

Es desconcertante, y me pone aún más nerviosa. Fui un poco un caso perdido desde
el viernes por la noche cuando Dee me hizo caer en picado.

—Mamá —La profunda voz de West me recuerda que tengo que ponerme las
pilas—. Vander está aquí.

Con una sonrisa en la cara, levanto la cabeza y miro fijamente al mejor amigo de mi
hijo. Es la primera vez que nos vemos en meses, y necesito toda mi fuerza de voluntad
para no jadear cuando mis ojos se fijan en los suyos.

No creía que fuera posible, pero es aún más magnético. Una carga invisible enciende
el espacio entre nosotros y siento un impulso casi insuperable de correr hacia él. Cada
parte de mí se esfuerza por llegar a él, como si me atrajera una fuerza mágica. Esto no
hace más que aumentar la confusión que siento.

Vander llama la atención cada vez que entra en una habitación. No es sólo porque
sea absolutamente guapo, alto y ancho, con unos abdominales marcados y unos bíceps
abultados que no se pueden ignorar. El creciente número de tatuajes que cubren su piel
muestra su obra de arte a la perfección. Sé, de hecho, que diseñó y dibujó cada pieza de
tinta que adorna su tentador cuerpo. Su ajustada camisa negra está remangada hasta
los codos, mostrando nuevas tintas en la parte inferior de sus brazos, y veo que hay más
que suben por su cuello desde el cuello de la camisa. Hoy también lleva aros en la nariz
y en las cejas, y sus penetrantes ojos verdes arden mientras me mira fijamente.
No, es más que lo llamativo que es su aspecto. Tiene una forma de comportarse que
llama la atención, lo quiera o no. Rezuma masculinidad de una manera que nunca antes
note en ningún hombre. Sólo tiene dieciocho años, pero definitivamente no es un niño.
Vander siempre pareció mayor, en apariencia y disposición. Su educación disfuncional
lo obligó a madurar a una edad temprana, y eso es una de las cosas que lo distingue de
sus compañeros.

—¿Te sientes bien, mamá? —pregunta Stella, entrecerrando los ojos hacia mí—.
Estás actuando raro.

El calor me sube por el cuello ante las palabras de mi hija, confirmando que estoy
siendo obvia en extremo.

—Disculpa. Estaba soñando —miento, dejando la fregona contra la pared y


esbozando otra sonrisa. Me acerco a Vander con el corazón palpitante—. Me alegro de
verte, Vander. Te extrañamos.

—Estuve ocupado —dice, y me tiende un ramo de rosas. El tono profundo y rico de


su voz me revuelve las entrañas y me cuesta mantener la compostura—. Gracias por
invitarme —añade, clavando en mí unos ojos intensos que parecen ver hasta mi alma.

—Sabes que siempre eres bienvenido en nuestra casa —Tomo las flores y una
sonrisa genuina se materializa en mi rostro—. Gracias. Sabes que no hace falta que
traigas nada, pero te lo agradezco. —Sobre todo cuando hace años que mi marido no
hace nada tan considerado. 26
Después de su aventura, Curtis hizo todo lo posible por compensarme. Me colmó de
afecto y regalos, pero todo parecía falso y forzado, y yo no me atrevía a apreciarlo. Para
cuando me descongelé, Curtis volvió a las andadas, y el afecto y los regalos eran cosa
del pasado.

Vander siempre trae flores o bombones cuando viene a la cena de los domingos, y
sé que es porque está agradecido de ser incluido y aprecia una comida casera. Su
sinceridad nunca está en duda. No sé de dónde sacó sus modales porque no es que haya
tenido ningún modelo a seguir. Creo que simplemente es bueno por naturaleza.

—Eres un chupamedias —West golpea a Vander en el brazo mientras sonríe.

—Tienes suerte de tener una madre que cocine la cena del domingo. Tal vez
deberías ser más agradecido. —Sus ojos clavan a West en su sitio, y el significado es
claro.

La sonrisa se escapa de la boca de mi hijo.

—No quise decir nada con eso —West se vuelve hacia mí con una expresión
sombría—. Sabes que te aprecio, mamá, ¿verdad? No podría pedir una madre mejor, y
te quiero. Eres la mejor.

Mi corazón se hincha ante sus sinceras palabras. Me estiro y le beso la mejilla.


—Lo sé, cariño, y yo también te quiero —Mis hijos son muy cariñosos conmigo, pero
West pasó por una fase, de los trece a los dieciséis años, en la que aparentemente no
estaba bien abrazar a tu madre o decirle que la querías. En los últimos meses creció
mucho, y creo que su novia, Hazel, también es una buena influencia para él. Note que es
más libre con el afecto, y me encanta. Hay algo en el vínculo entre madre e hijo que es
muy diferente del que comparto con mi hija, pero también aprecio la relación que tengo
con Stella.

Abriendo el armario superior, me estiro para coger mi jarrón de cristal favorito


cuando un calor me golpea por detrás.

—Déjame tomar eso —dice Vander, acercándose a mí. Aunque tiene cuidado de no
presionarme, está tan cerca que puedo sentir el calor de su cuerpo y casi se me doblan
las rodillas. Contengo la respiración y me agarro al mostrador para estabilizarme
mientras mi corazón se acelera y se producen todo tipo de señales fisiológicas en mi
interior.

—¿Quieres que te lo llene? —me pregunta en ese tono grave y profundo que tiene,
y es un milagro que no me derrita en un charco de babas a sus pies.

—Ya lo hago —Cogiendo el jarrón, le sonrío—. Gracias.

Me dirijo al fregadero y mantengo una severa charla interior conmigo misma


mientras lleno el jarrón de agua. Me estoy comportando como una adolescente
enamorada y con un enorme enamoramiento, y tengo que superarlo. 27
—¿Pasó algo que deba saber? —pregunta West mientras cierro el grifo y me doy la
vuelta para coger el ramo de rosas.

Vander se encoge de hombros, pero el movimiento despreocupado desentona con


la tensión de sus hombros.

—Nuevo día. La misma mierda. —Se frota la nuca y me duele el corazón por él
mientras lleno el jarrón de flores. No creo que Vander haya tenido nunca la oportunidad
de ser un niño normal porque sus padres están demasiado jodidos y son demasiado
egoístas para pensar en todas las formas en que están haciendo daño a su hijo. Me da
asco cada vez que pienso en la mierda que tuvo que soportar.

—¿Están tus padres en casa? —pregunto en voz baja, dejando el jarrón sobre el
mueble de la isla y sonriendo ante las gloriosas flores. El rosa es mi color favorito, y me
pregunto si Vander lo habrá deducido de algún modo. Si es por eso que sólo me regala
flores rosas.

—Mamá está durmiendo. Papá está fuera.

Asiento con la cabeza.

—Así es. Olvidé que Greg estaba con Leland visitando a Einhorn este fin de semana.

Ernest Einhorn es uno de nuestros nuevos y prestigiosos clientes. Dirige una


empresa multimillonaria de comunicaciones por satélite con sede en Denver. Posee una
enorme finca en Boulder, e invitó a Leland, el propietario de Bentley Law, a pasar el fin
de semana. Leland tiene tres socios principales en el bufete, pero adora a Gregory
Henley como no te imaginas. Así que no fue una sorpresa que lo eligiera para
acompañarlo este fin de semana. Greg es sin duda el hijo predilecto de Leland, para
consternación de los otros dos socios, que le guardan tanto rencor como admiración.

Por mucho que odie al padre de Vander, y lo detesto con la intensidad de mil soles,,
tengo que admitir que Greg trajo un montón de nuevos negocios desde que se incorporó
a la empresa hace tres años.

Un músculo se aprieta en la mandíbula de Vander, pero cierra los labios. Sé que


confía en West, y también en mí en el pasado, pero nunca critica abiertamente a sus
padres, lo que dice mucho de su integridad. No sé si yo sería tan amable, dadas las
circunstancias.

—Guardaré un plato para Diana —le digo, queriendo cambiar de tema—. Sabes que
siempre hago demasiada comida. —Mi mantra es que es mejor tener demasiado que no
tener suficiente. Eso, y que rara vez uso utensilios para medir.

—Gracias, Kendall —Sus ojos se clavan en los míos, transmitiendo tanto con una
mirada, y me cuesta respirar.

Vander tiene esta forma de mirarme que es súper intensa, y es fácil olvidar que hay
alguien más en la habitación. Siempre tuvimos esta poderosa conexión, aunque me
esforcé por negarla a lo largo de los años. Las cosas llegaron a un punto álgido en su 28
fiesta de dieciocho años, durante el verano, y desde entonces estuve en caída libre.
Ahora, con las revelaciones de Dee, estoy cayendo en espiral de nuevo. Estoy llegando
rápidamente a un punto en el que soy incapaz de negar nada cuando se trata de él, y eso
es preocupante a otro nivel.

¿Cuándo se complicó tanto mi vida y qué voy a hacer con Vander y Curtis? Me
gustaría tener respuestas, pero no tengo ni idea y estoy luchando por mantener la
cabeza fuera del agua.

Y, ahora mismo no es el momento de pensar en estas cosas.


4
KENDALL

Forzándome a apartar la mirada, aspiro profundamente, rezando por tener la


fuerza necesaria para salir intacta de esta cena.

—Tú también estás actuando de forma extraña —Stella mira a Vander con las cejas
fruncidas—. Debe ser algo en el aire. Espero que no sea contagioso. Tengo una cita para
ir al cine esta noche, y si empiezo a actuar de forma extraña, puede que tenga que
abandonar y venir a pasar el rato contigo —Mueve las cejas y se relame los labios.

—Deja de coquetear, beanpole 3. —West le da un codazo a su hermana en el


costado—. Sabes que odio que hagas eso con mis amigos.

Stella pone los ojos en blanco.

—No eres divertido desde que empezaste a salir con Hazel. Es como si ella te
hubiera chupado toda la vida. 29
La cara de West se ensombrece y yo me pongo en acción, interponiéndome entre
mis dos exaltados adolescentes. Sólo los separan trece meses y, aunque están muy
unidos, se pelean como perros y gatos la mayor parte del tiempo. El arbitraje es un
requisito habitual para mantener la paz. Coloco una mano de advertencia en el pecho
de West mientras miro a mi hija con una expresión castigadora.

—Stella. Eso no es nada agradable para tu hermano y deberías disculparte. Creía


que te agradaba Hazel.
—Sí, lo sé —admite, pareciendo un poco avergonzada—. Pero eso no cambia el
hecho que West sea tan aburrido ahora. —Se encoge de hombros, luchando contra una
sonrisa—. Perdón, pero no lo lamento —murmura.

—No habrías dicho eso si lo hubieras visto el viernes por la noche. —Vander se
apoya en el mostrador y le guiña un ojo a su amigo—. Aburrido no es una palabra que
usaría para describir a tu hermano.

Levanto una mano.

—Creo que cuanto menos sepa, mejor —Me gusta involucrarme en la vida de mis
hijos, y me gusta que me hablen de las cosas que pasan, pero hay un límite a lo que
quiero, o necesito, saber.

3 Persona demasiado alta y delgada.


—Tranquila, mamá —West me pasa el brazo por los hombros y me da un beso en
la sien—. Sólo fumé algo de hierba, bebí unas cuantas cervezas y me puse un poco
alborotado con mis amigos, pero no es nada de lo que avergonzarse. —Sus labios se
crispan mientras clava en su hermana una mirada en parte traviesa y en parte asesina—
No es como si me hubiera bañado desnudo con un grupo de jugadores de fútbol, hubiera
enseñado a todos la mercancía y hubiera besado al menos a dos de ellos.

Eso estaba definitivamente en la lista de cosas que no necesitaba saber.

Miro a Stella.

—¿Necesitamos tener una conversación de nuevo?

Pone los ojos en blanco mientras señala con el dedo en dirección a West.

—Eres un chismoso, y me las pagarás —Sus ojos azules revolotean hacia los míos
mientras se coloca las manos en las caderas y se echa el cabello largo y oscuro por
encima de un hombro—. No hay que preocuparse, mamá. Estoy segura que tú y papá lo
hacían mucho peor a mi edad.

Mierda, probablemente lo éramos. Conocí a Curtis cuando tenía catorce años, yo


estaba en primer año y él en segundo, y desde ese momento estuvimos unidos por la
cadera. Me gustaría poder refutar sus afirmaciones, pero no voy a mentir a mis hijos.

De todos nuestros hijos, Stella es la que más se parece a una mezcla de mí y de su 30


padre. Es alta, como su padre y su hermano mayor. También es morena como Curtis,
pero tiene mis ojos azules y mi vena obstinada. Recuerdo que a su edad también era
decidida y temeraria, y por eso me resulta tan difícil reprenderla por hacer cosas que
yo hacía.

Y no puedo decir que quiero más para ella de la vida sin sonar como un hipócrita o
como si me arrepintiera de las decisiones que tomé. Eso sería como admitir que soy
infeliz con la forma en que mi vida resultó, cuando nunca diría eso. Ni siquiera cuando
me siento miserable al pensar que mi matrimonio es insalvable y que lo más probable
es que me espere el divorcio en el futuro.

Mis hijos son mi mundo. Y punto. Aunque tuve que sacrificar mis sueños cuando
quedé embarazada a los diecisiete años, no cambiaría nada. West, Stella y Ridge son lo
mejor que me pasó, y nada cambiará eso. Sin embargo, eso no significa que quiera que
mi hija siga el mismo camino. Quiero que se despreocupe el mayor tiempo posible.

La vida es larga. Hay mucho tiempo para las responsabilidades.

—Tu hermano sólo mira por ti, y prefiero que no me hagas abuela a los treinta y
cinco años.

—Oh, Dios mío. Jurarías que me estoy follando a todo el equipo de fútbol —Stella
lanza sus manos en el aire.

—¿Qué qué? —grita Curtis, entrando en la cocina en el peor momento posible.


Por el rabillo del ojo, veo que Vander se pone rígido y se endereza. Cruza los brazos
sobre el pecho y aprieta la mandíbula mientras mira fijamente a mi marido con una
mirada oscura. Unas punzadas de aprensión bailan sobre mi piel y me froto la presión
que siento en el pecho. Sólo me relajo cuando Vander aparta la mirada de Curtis y lleva
los ojos al suelo.

Curtis fija a nuestra hija con una mirada feroz, y yo necesito desviar esto y rápido.
Mi marido se lleva la palma en cuanto a padres sobreprotectores. No es que lo culpe por
ello. Stella siempre fue la niña de sus ojos, y estuvo completamente enamorado de ella
desde el momento en que respiró por primera vez. El año pasado, cuando su novio de
un año la dejó poco después de haberle quitado la virginidad, algo que sólo sé porque
escuché a Stella confesándoselo a su mejor amiga, pensé que necesitaría una orden de
alejamiento para evitar que West y Curtis le dieran una paliza.

Los ojos marrones de mi marido se posan en los míos.

—¿Qué está pasando? Por favor, dime que no acabo de oír lo que oí.

—No es nada. Ya sabes cómo le gusta a Stella escandalizar. No lo dijo literalmente


—Espero. Lo sé, por experiencia personal, lo fácil que es conseguir una reputación en
el instituto y lo desagradables que pueden ser las adolescentes. No quiero eso para
Stella.

—¡Aléjate de los jugadores de fútbol! —advierte Curtis a Stella—. Son malas


noticias. 31
—Oye —dice West—. No todos los jugadores son malos. —Se señala a sí mismo—.
Yo soy un buen tipo. —Sus ojos se estrechan hasta convertirse en rendijas mientras
mira a su padre—. A diferencia de algunos que podría mencionar —murmura,
perforando a su padre con una mirada aguda.

¿De qué diablos se trata?

—Díselo a la cadena de corazones rotos que dejaste atrás hasta que Hazel te
domesticó —replica Stella mientras Ridge entra en la cocina, tarareando en voz baja. Se
queda quieto, su mirada observadora se dirige a sus hermanos, presintiendo que se
avecinan problemas.

Dejando a un lado el críptico comentario de West para pensarlo más tarde, digo—:
Bueno, ya está bien. Vamos a comer. —Quiero terminar este enfrentamiento antes que
estalle la Tercera Guerra Mundial—. Stella, dales a los chicos un plato a cada uno para
que lo lleven mientras yo corto la carne.

Sorprendentemente, Stella obedece sin protestar mientras transfiero el cordero


asado a la tabla de madera y saco el cuchillo eléctrico para cortar. Cuando los niños
salieron de la cocina, Curtis se acerca a mí y me echa un vistazo superficial.

Me pongo en guardia al instante.

—¿Qué? —pregunto mientras al mismo tiempo enchufo el cuchillo.


—¿Es un vestido nuevo? —Se apoya en el mostrador y me mira con lo que parece
un interés. Me resulta difícil decirlo porque mi marido no mostró ningún interés en mí
desde hace meses. Si soy honesta, en realidad fue mucho más que eso.

—Sí. ¿Por qué lo preguntas?

Se encoge de hombros antes de desplegar toda su estatura. Mi marido está tan


bueno y tan guapo como cuando lo conocí. Se cuida mucho, hace ejercicio todas las
mañanas en el gimnasio de la empresa, y también hace footing, monta en bicicleta y va
de excursión con los niños. Lleva el pelo oscuro corto y su barba siempre bien recortada.
Sus ojos color chocolate tienen la misma profundidad, pero la atracción no es la misma.
Cuando miro a Curtis ahora, veo a un hombre guapo que atrae la atención allá donde
vamos. Pero la necesidad imperiosa de estar cerca de él, la necesidad insaciable de
tocarlo, que sentí durante mucho, mucho tiempo, ya no existe, y no creo que vuelva
nunca. La chispa que teníamos murió, y me duele admitirlo.

Pero es la verdad, y no puedo obligarme a sentir cosas que no siento.

Se acerca y me besa la mejilla.

—Estás muy guapa. ¿Decirle eso a mi esposa es un crimen o algo así?

Agarro el cuchillo con más fuerza en la mano, odiando cómo sospecho al instante de
sus motivos.
32
—¿Sinceramente? Hace tanto tiempo que no te fijas en mí, Curtis, que cualquier tipo
de halago llama la atención.

—Eso no es justo, y lo sabes.

La rabia me recorre las venas y lo fulmino con la mirada.

—No hagas eso. No insultes mi inteligencia.

—Actúas como si todo esto fuera culpa mía. —Cruzando los brazos sobre el pecho,
se enfurece mientras me mira fijamente—. Me disculpé, pero nunca me vas a perdonar,
¿verdad? Dijiste que lo dejaste atrás, pero nunca dejarás de castigarme por ello, y estoy
cansado de estupideces, Kendall. Cometí un error e intente compensarte, pero nada es
suficiente. —Se da la vuelta, haciendo una mueca cuando su mirada se posa en el jarrón
de flores—. No necesitas que te preste atención cuando tienes a Vander adulándote con
su pequeño enamoramiento escolar.

La sangre se me escapa de la cara y los nervios me disparan desde todos los ángulos.
Curtis resopla de forma burlona.

» No es que culpe al chico por sus problemas con su madre. Si yo tuviera a esa zorra
borracha por madre, también estaría babeando por la madre de mi mejor amigo. —Con
esas impresionantes palabras de despedida, mi marido sale de la cocina mientras yo
trato de ignorar la hiriente insinuación y corto el cordero con manos temblorosas.
—Estaba delicioso —proclama Vander, dejando los cubiertos sobre su plato vacío—
Gracias. —Levanta la cabeza para mirarme, y le ruego en silencio que mantenga su cara
de juego.

Me siento en un extremo de la mesa mientras Curtis se sienta en el otro, y parece


simbólico. Los niños se sientan a ambos lados entre nosotros. El ambiente es tenso, y
estoy segura que todos lo notaron, aunque Stella y West mantuvieron la conversación
durante la comida. Es difícil pasar por alto el enfado de la mandíbula de Curtis o las
miradas hostiles que envía en mi dirección.

Me pregunto si todo esto es un intento de desviar la verdad. Para empezar a echar


la culpa antes que todo se revele. Estoy más convencida que nunca que está teniendo
otra aventura.

—De nada —Sonrío suavemente a Vander mientras alejo mi plato apenas comido.

Su ceño se frunce mientras su mirada se dirige a mi comida.

—¿No tenías hambre?

—Hoy no tengo mucho apetito.

Su ceño se frunce y la ansiedad vuelve a aparecer cuando veo a mi marido mirando


a Vander con el ceño fruncido. Casi me río de la ironía. Yo no soy la que está cometiendo
un adulterio, a no ser que cuente los pensamientos que tengo en la cabeza, y sin 33
embargo Curtis está tratando a Vander como si lo hubiera afrentado, cuando yo soy la
única que tiene derecho a sentirse agraviada.

—Papá —Ridge termina su cena y se levanta de su silla—. ¿Podemos salir ya con


las bicis?

El comportamiento rudo de Curtis se suaviza cuando el más joven se pone a su lado.

—Claro que sí, amigo. —Acaricia el pelo rubio de Ridge y le besa la frente—. Ayuda
con la limpieza mientras me cambio la ropa de golf. Entonces saldremos. —Curtis se
levanta y deja la servilleta en la silla antes de salir de la habitación, sin dar las gracias ni
mirar en mi dirección.

Imbécil.

No es el único que trabaja duro toda la semana. Sin embargo, sus fines de semana
son para el ocio. Copas con los chicos los viernes por la noche. El golf con sus amigos en
el club. Caminatas y acampadas con los niños. No envidio que pase tiempo con los niños,
y es mucho mejor padre que marido, pero no lo mataría preparar la cena alguna vez o
prepararme un baño u ofrecerse a acompañarme cuando soy voluntaria en la residencia
de ancianos los sábados por la tarde.

Ya no hace ningún esfuerzo conmigo, y estoy harta que utilice su aventura y mi


comprensible reacción como excusa. Dejé de intentar organizar citas nocturnas porque
siempre había alguna excusa por la que él no podía asistir. Ahora, las únicas veces que
socializamos son cuando uno de nuestros amigos organiza una cena o hay un evento
con el trabajo o en el club de golf.

—¿Qué pasa entre tú y papá? —pregunta Stella, sacándome de mis pensamientos.

Miro alrededor del comedor, notando que los chicos se fueron y que casi toda la
mesa está limpia.

—¿Qué quieres decir? —suelto, atrapada completamente desprevenida.

—No somos estúpidos, mamá. Vi las miradas que te echaba, y metiste un par de
indirectas.

Traté de no dejar que las cosas se muestren delante de los niños, pero está llegando
a un punto en el que ninguno de los dos es capaz de mantenerlo atrapado dentro.
Tenemos que sacar esto adelante, de una vez por todas, y tomar algunas decisiones
difíciles. No quiero que nuestras acciones estropeen a los niños o los perjudiquen más
de lo que lo harán. No quiero enfadar a Stella ahora, pero tampoco voy a endulzarlo. No
voy a faltar al respeto a mi hija mintiéndole o fingiendo que sus observaciones son
erróneas.

—Hay algunas cosas que tu padre y yo tenemos que discutir. Siento que hayas
percibido la tensión en la mesa. No era mi intención.

—¿Está engañándote otra vez? — pregunta West, desde atrás, y yo me doy la vuelta. 34
Sus ojos arden de ira mientras aprieta los puños a los lados.

—¿Qué? —La conmoción me atraviesa cuando la horrible verdad se registra: lo


saben.

—Sabemos lo de esa zorra que trabajaba para él —dice Stella suavemente,


acercándose a la mesa. Me rodea con sus brazos

—¿Cómo? —pregunto.

—¿Recuerdas la cena a la que fui en casa de la tía de Hazel la semana pasada? —


dice West, y yo asiento con la cabeza—. Ella estaba allí. La puta que solía ser la secretaria
de papá. Ahora sale con uno de los primos de Hazel, pero se divirtió contándome cómo
solía trabajar para mi padre, y bueno... dijo lo suficiente para que supiera lo que pasó.

—Dime exactamente lo que dijo —Levanto la cabeza, preparándome para ello—.


Puedo manejarlo.

El dolor se extiende por el rostro de West, y eso me cala hasta los huesos. No quiero
que mis hijos sufran por los pecados de su padre. Pensé que llevarlo de vuelta era lo
correcto. Para protegerlos de la verdad. Pero, últimamente, lo único que hago es
cuestionarme a mí misma.

—Díselo —Stella mira a su hermano.


Un músculo estalla en la mandíbula de West y la piel de sus nudillos palidece al
apretar los puños con tanta fuerza.

—Dijo que me parecía a él, y luego se apretó contra mí y dijo que se preguntaba si
me parecía a él en todas partes mientras... —Sus labios se fruncen, y su mandíbula se
cierra con fuerza mientras deja de hablar deliberadamente.

—Mientras le agarraba la polla a través de los vaqueros e intentaba manosearlo —


sisea Stella, sus ojos escupen fuego—. Quiero cortar a la perra.

—Ponte en la fila —Me inclino y abrazo a mi hija—. Te quiero —Le doy besos en su
cabello oscuro.

—Yo también te quiero, mamá —Me rodea con sus brazos, y entonces West está allí,
abrazándonos a las dos también.

Las lágrimas pinchan mis ojos mientras palmeo cada uno de sus rostros mientras
me envuelven en su reconfortante abrazo.

—Los amo mucho a los dos, y siento que se hayan enterado así.

—¿Por qué no nos lo dijiste? —grazna West, con los ojos sospechosamente
vidriosos—. Sabía que algo pasaba esa vez porque papá estuvo fuera mucho tiempo, y
nunca estuvo fuera por negocios tanto tiempo.
35
Eché a Curtis cuando descubrí que tuvo una aventura con su secretaria, que
entonces tenía veintitrés años, y sólo lo dejé volver después de cinco semanas por el
bien de los niños.

—Siento no haberles dicho la verdad, pero quería protegerlos a los dos. Ya estaban
en una edad sensible y pasando por muchas cosas. No quería que se preocuparan —
Tragándome mi orgullo y mi dolor, digo lo que hay que decir—. No quiero que ninguno
de los dos odie a su padre por esto. Lo que pasó es entre nosotros como marido y mujer.
Sigue siendo su padre. Lo que hizo no cambia eso.

—Al diablo con esa mierda —West quita sus brazos de alrededor mío y de su
hermana—. Te faltó el respeto, y eso no me parece bien.

—¿Cómo pudo hacerte eso? —Stella es dura como una roca, pero está al borde de
las lágrimas.

—Es un maldito idiota —West hace crujir sus nudillos—. Quiero decir, mírate —
Agita sus manos en mi dirección—. Eres jodidamente hermosa. Todos mis amigos se
empalman contigo y no pueden creer que seas mi madre porque pareces muy joven.
Siempre estás en la cima de las listas de MILF 4.

No sé si debería sentirme halagada o asqueada.

4 Normalmente una MILF hace referencia a cualquier mujer atractiva que, por su edad, podría ser
la madre de la persona que emplea el término.
—Es mucho más que el hecho que seas preciosa —añade Stella—. Eres inteligente
y divertida y tan jodidamente agradable. Te ocupas de esos viejos pervertidos
malolientes de la residencia de ancianos con una sonrisa en la cara. Eres la primera que
se ofrece a ayudar cuando alguno de nuestros vecinos o amigos tiene problemas. Asistes
a esas aburridas reuniones en los colegios, y siempre haces magdalenas y golosinas para
las ventas de pasteles cuando otros padres simplemente fingen que la basura comprada
en la tienda que suministran es casera. Ni siquiera te enfadas cuando cometo una
estupidez, sino que te tomas el tiempo de explicarme por qué debería ser más
considerada con mis acciones. Diablos, incluso tu extraña obsesión por la filosofía es
entrañable. —Se ahoga en un sollozo—. Es como dijo Vander. Somos afortunados. Papá
tiene suerte. ¿Qué clase de idiota no ve eso?

Agarro a mis hijos mayores en un gran abrazo, aferrándome a ellos y luchando


contra las lágrimas.

—Dios, los quiero. —Los abrazo más fuerte—. No puedo responder por su padre.
Necesitamos una reunión familiar para hablar de esto. Sólo nosotros cuatro. Ridge es
demasiado joven.

—No quiero hablar con el imbécil —dice West, saliendo de mis brazos—. No hay
nada que pueda decir que arregle esto.

—Cariño —Tomo sus manos, apretándolas—. No hagas esto por él. Hazlo por mí.

—¿Por qué, mamá? 36


—Porque esta familia lo es todo para mí, y si yo puedo perdonar a tu padre, me
gustaría que tú lo intentaras. No quiero que esto nos separe. Tal vez ahora que ambos
saben podemos poner todo sobre la mesa y tratar de superarlo. —No sé si eso es
posible, pero tenemos que intentarlo.

En primer lugar, necesito tener una conversación aparte con mi marido, y no puede
esperar más.
5
VANDER

Abro el grifo demasiado rápido, sin importarme que el agua me salpique la camisa
mientras aclaro con rabia los platos antes de cargarlos en el lavavajillas mientras West
y Stella hablan con su madre. Oí la mayor parte de la conversación, escondiéndome
detrás de la puerta del comedor, escuchando a Kendall poner excusas por ese patético
pedazo de mierda con el que está casada. Cuando ya oí suficiente, volví a la cocina antes
de hacer algo imprudente, como subir las escaleras y estrellar mis puños contra la cara
engreída de Curtis.

Nunca me agradó ese hombre, ya que veo al instante a través de él. Le encanta el
sonido de su propia voz y cree que el mundo gira a su alrededor. Vi cómo coquetea con
otras mujeres en los eventos, y es casi tan malo como mi padre. No pega a su mujer ni a
sus hijos, pero esa es la única diferencia entre él y Gregory Henley. En todo lo demás,
son dos guisantes en una vaina. Antes me sorprendía que no se llevaran bien hasta que
me di cuenta que es porque son demasiado parecidos y competitivos. Ahora que papá
lleva la cuenta del contratista de defensa para el que trabaja Curtis y que el padre de 37
West está ascendiendo en el escalafón, se ven obligados a pasar más tiempo juntos,
dentro y fuera del campo de golf, y apuesto a que las pullas vuelan.

Al cargar el último plato en el lavavajillas, saco una pastilla de la caja que hay bajo
el fregadero y la pongo en marcha. Luego lleno el fregadero con agua tibia y jabón y me
pongo a fregar las ollas. Necesito tener las manos ocupadas para no subir corriendo a
darle una paliza a ese idiota tramposo.

Mi odio hacia Curtis Hawthorne fue instantáneo e instintivo, por las razones ya
mencionadas. Pero era más que eso. El pensamiento predominante en mi cabeza la
primera vez que lo conocí fue: “Tienes algo que me pertenece”. Es como si una vocecita
estuviera en mi oído, cantando una y otra vez hasta que se alojó permanentemente en
mi cerebro. No hizo falta mucho para convencerme cuando la conocí.

Si mi reacción ante Curtis fue fuerte, mi reacción ante Kendall es algo que nunca
pude describir adecuadamente. Fue algo más que una reacción fugaz, un flechazo o un
deseo instantáneo. Fue como si algo hiciera clic dentro de mí. La oscuridad que me
acechaba se retiró al instante, cegada por la luz y la bondad que emanaban de ella como
un sol líquido. Era como si todas las piezas irregulares de mi corazón encajaran
perfectamente en su sitio y las grietas empezaran a unirse.

En cuanto la vi, me invadió una intensa sensación de alivio, como nunca antes sentí.
Pero también fue más allá. El vacío que siempre existió en mi interior se desvaneció, y
me sentí entero, completo, renacido, repuesto. Como cada vez que estoy en su
compañía.
Todavía no lo articulo correctamente, pero no necesito palabras. No cuando tengo
esta conexión con ella. Este vínculo que se siente como si nunca pudiera romperse,
incluso si Kendall todavía lo niega.

No me importa lo que digan los demás.

Sé lo que es verdad, y Kendall es mía.

—No tenías que hacer todo eso tú solo —dice, entrando en la cocina, calmando
inmediatamente los bordes desgarrados de mi frustración y rabia.

—Necesitaba ocupar mis manos; si no, habría encontrado una forma mejor de
gastar esta energía inquieta —admito con sinceridad, colocando la última olla lavada
en el escurridor y sacando el tapón del fregadero. Me doy la vuelta para mirarla,
mientras saco la toalla de la encimera y me seco las manos. La taladro con una mirada
punzante para que entienda exactamente lo que estoy diciendo.

Sus impresionantes ojos azules examinan mi rostro mientras se aleja, creando


cierta distancia entre nosotros. No tengo ni idea de dónde están West y Stella, pero
espero que sigan sin aparecer porque necesito desahogarme y ya no me gusta el rollo
de los sentimientos.

Me alejé hace tres meses, y eso me mató.

No voy a volver a hacerlo. 38


Voy a luchar por ella, y no me voy a rendir hasta que sea toda mía.

—West te lo dijo —susurra, mientras sus mejillas se tiñen de rojo.

—Sí —digo entre dientes apretados—. Pero siempre supe qué clase de hombre es
tu marido —Me acerco a ella, echando una rápida mirada hacia la puerta de la cocina
para asegurarme que no hay nadie cerca. Mi corazón se acelera al mirar su hermoso
rostro—. No hagas eso. No te avergüences. No hiciste nada malo. Todo esto es culpa de
él, y no te merece. —Levantando mi mano, rozo con mis dedos su mejilla, disfrutando
de la sensación de su piel sedosa bajo mi tacto—. Nunca fue digno de ti.

—¿Qué... qué estás haciendo? —susurra, levantando la barbilla y mirándome a los


ojos.

—Sabes lo que quiero. Creo que lo dejé perfectamente claro la noche de mi


cumpleaños —Mi mente se traslada a la fiesta de mi decimoctavo cumpleaños, y
recuerdo los acontecimientos de esa noche, como hice tantas veces desde entonces.

Estoy borracho, lo que sería un problema si hubiéramos celebrado mi fiesta de


cumpleaños en el club de golf como quería papá. Pero, por una vez, mamá se mantuvo
firme y, para sorpresa de ambos, papá cedió y le permitió organizar la fiesta en nuestra
casa. No me hago ilusiones. Mis padres no organizan esta fiesta para mí porque,
sinceramente, no me importa nada celebrar mi cumpleaños. Habría sido feliz saliendo
con mis amigos en la cochera. No, esto no se trata de mí. Se trata de mantener las
apariencias. ¿Por qué si no están aquí todos los amigos de mis padres y los compañeros de
golf y de trabajo de papá? Esto es sólo para aparentar. No es que a mis padres les
importe una mierda como persona. Para mamá, soy su cuidador. Para papá, una
posesión a la que manipular para que haga su voluntad.

Vierto lo último que queda de whisky en mi vaso y lo devuelvo de un golpe,


disfrutando del ardor mientras se desliza por mi garganta. Gayle Turner se desliza en el
taburete de la barra junto a mí, pero la ignoro, como hice toda la noche. No me acuesto
con las chicas de mi instituto, y todo el mundo lo sabe, así que está perdiendo el tiempo.

Mamá contrató a un servicio de catering para que se encargara de la comida de la


fiesta, y montaron un bar totalmente abastecido con personal para gestionarlo. No sé
qué cantidad de soborno pagó papá para que hicieran la vista gorda a todos los menores
de edad que bebían, pero a ninguno de mis amigos les pidieron el carné de identidad.
Al recorrer la sala con la mirada, veo que no soy el único que está borracho.

West se escabulló a uno de los dormitorios con Hazel, así que es la primera
oportunidad real que tengo de observar a Kendall. Incluso cuando estoy borracho, sé
que es mejor no mirar a su madre en su presencia. West es el mejor amigo que tuve.
Estamos tan unidos como hermanos, así que sé que se sorprendería si supiera la
intensidad de mis sentimientos por su madre. Últimamente, mis pensamientos sucios y
mis fantasías perversas se dispararon, y no sé cuánto tiempo más podré contenerme y
no hacer o decir algo.
39
Ahora tengo dieciocho años. Legalmente un adulto. Así que, técnicamente, no hay
ninguna razón legal por la que no podamos estar juntos. Me parece ridículo que se me
permita votar, tener sexo y casarme, pero no beber. ¿Qué clase de imbécil ideó esa ley?

—¿Quieres salir de aquí? —pregunta Gayle, rodeando con su mano huesuda la parte
inferior de mi brazo y empujando su cara hacia la mía. Su vestido es tan bajo en la parte
delantera que prácticamente puedo ver sus pezones. No me atrae en absoluto.

Me quito el brazo de encima y me pongo de pie.

—Ni aunque fueras la última mujer del planeta —le digo con crueldad, con la
esperanza que eso la haga entender. Llevo toda la noche rechazando amablemente sus
insinuaciones, pero ya no me hago el simpático.

—Eres un idiota.

—¿Por qué no estoy interesado en ti? —Me inclino con una mirada oscura—.
Noticia de última hora, cariño. Es mi cumpleaños. Mi casa. Mi cuerpo. Lo que haga en
ella, dentro de ella y con ella es asunto mío. Déjame en paz o lárgate. —Es muy grosero,
pero ya no me importa. Sin esperar una respuesta, me alejo en busca de mi presa.

La encuentro unos minutos más tarde, hablando con su vecina Shirley y con una
pelirroja menuda de grandes pechos. La conocí antes. También trabaja en Bentley Law.
June o algo así. Se encarga del marketing y sé que es la mejor amiga de Kendall en la
oficina.
Observo a Kendall desde la distancia durante unos instantes, simplemente
absorbiéndola. Siempre está muy guapa, pero maldita sea, esta noche está de muerte.
Su larga melena rubia cuelga en suaves ondas sobre los hombros, y lleva más maquillaje
que de costumbre. Sus labios son de un rojo intenso y quiero chupar, morder y lamer el
carmín hasta que su boca esté hinchada y amoratada por mis besos. Un vestido negro
ajustado y sin tirantes abraza sus hermosas curvas y se detiene justo por encima de la
rodilla. Sus esbeltas y torneadas piernas están enfundadas en un par de zapatos de
tacón negros y dorados, y la visión de tenerlas envueltas alrededor de mis hombros
mientras me la follo surge instantáneamente en mi mente. En mi cabeza, me la follé de
todas las maneras y en todos los lugares. La sangre corre hacia el sur, engrosando mi
polla detrás de los vaqueros, y mis dedos se agitan a mi lado, picando con el deseo de
tocarla.

Ninguna otra mujer tuvo una oportunidad conmigo. Desde el momento en que
conocí a Kendall, ella es todo lo que veo y todo lo que quiero.

Me cansé de esperar.

Sus ojos se alzan y su cabeza se vuelve en mi dirección, como si la hubiera llamado


por su nombre. Nos miramos intensamente, como tantas otras veces, y sé que ella
también lo siente. Las chispas estallan en el espacio que nos separa, como los fuegos
artificiales que surcan el cielo. El público jadea y se asoma al balcón.

Shirley se aleja, y June se mueve para seguirla, agarrando la mano de Kendall y


rompiendo el hechizo que nos hechiza a las dos. Me muevo en piloto automático, me 40
pongo sobrio mientras camino hacia ella con determinación.

No sé realmente lo que estoy haciendo, pero lo hago de todos modos.

—No te vayas —susurro, rodeando con mis dedos su delgada muñeca. Acerco mi
boca a su oído—. Necesito hablar contigo. Podemos hacerlo en privado o aquí. Me da
igual. Gritaría con gusto mis verdades para que las oyera todo el mundo, pero no creo
que te guste.

Sus ojos se abren de par en par y su boca forma una O cuando June se detiene,
volviéndose para mirarnos con ojos curiosos.

—Te seguiré —dice Kendall, recomponiéndose rápidamente. Le muestra a su amiga


una sonrisa convincente—. West me necesita. Volveré tan pronto como pueda.

Me río en voz baja mientras la tomo de la mano y la conduzco hacia la puerta del
pasillo.

Me quita la mano, clavándome una mirada de advertencia, y vuelvo a reírme.

—Vander —susurra en un tono jadeante que convierte mi polla en acero—. Estás


borracho.

—Culpable de los cargos —Sonrío mientras la dirijo hacia el pasillo. Hay algunas
personas fuera, pero las ignoro y paso por delante de las puertas cerradas hasta que el
pasillo se despeja y nos perdemos de vista. Agarrando a Kendall de la mano, tiro de ella
hacia la biblioteca, cerrando y asegurando la puerta tras nosotros.

Se apoya en la puerta, apoya las palmas de las manos en la madera y me mira con
ojos de pánico.

—¿Qué estás haciendo? —me pregunta con un tono sexy que me hace sentir cosas
raras por dentro. Sé que no es consciente de lo seductora que suena cuando baja la voz,
pero nunca deja de excitarme.

—Lo que debería haber hecho hace mucho tiempo —ronroneo, aprisionándola con
mis brazos e inclinándome para apretar mi cara contra su cuello. Inhalo su embriagador
aroma. Al principio, es un aroma floral delicado y ligero, hasta que notas más oscuras
de especias me hacen cosquillas en las fosas nasales, y gruño contra su suave piel. Es el
perfume perfecto para ella. Una bondad centelleante mezclada con un trasfondo de
deliciosa picardía. Igual que la mujer que lo lleva—. Dios, hueles divino. Como el sol y la
tentación. —Mi lengua sale y lame un lento camino por la columna de su elegante
cuello—. Eres perfecta.

—Vander. No. —Intenta sonar autoritaria pero no lo consigue.

Mi lengua lame el punto de pulso que palpita en su cuello.

—No me mientas, Kendall. Sé que me deseas como yo te deseo. Tu cuerpo te


traiciona cada vez. 41
Sus pequeñas manos se posan en mi pecho, y empuja, tratando de separarme.

—Para —sisea—. No podemos hacer esto.

—¿Por qué? —De mala gana, levanto la cabeza y doy un paso atrás. Sus manos se
desprenden de mi pecho, y al instante echo de menos su contacto. Nunca haré nada que
la haga sentir incómoda. No importa lo mucho que la desee y que pueda ver todo lo que
esconde de sí misma.

—¿Por qué? —Su cara refleja la incredulidad en su tono—. ¡Tú sabes porqué! Estoy
casada. Eres el mejor amigo de mi hijo, y soy demasiado mayor para ti.

Me doy cuenta que no niega nuestra conexión ni refuta mis sentimientos ni los
suyos. Puedo trabajar con eso.

—No puedes negar que te atraigo. Que sientes algo por mí. Sé que no soy el único
que lo siente. —Tomo su mano y la pongo sobre mi pecho, donde mi corazón late como
loco porque a los dos nos encanta estar así de cerca de ella. ¿Imagina lo que sería poder
tocarla a voluntad? La sensación más cercana a la euforia se instala en lo más profundo
de mi pecho, mi cuerpo palpita por la emoción y por ella—. Te veo, Kendall. Veo lo que
intentas ocultar de ti misma. Pero no puedes ocultármelo a mí. Lo sé. —La atravieso con
toda la intensidad de todo lo que siento por ella.

—Está mal —susurra, obligándose a apartar la mirada.


—Nunca nada es malo, sólo más o menos correcto.

Levanta la cabeza y dirige sus ojos hacia los míos, con la sorpresa reflejada en su
rostro.

—¿Acabas de citar a Marco Aurelio?

Sonrío, asintiendo.

—Gracias por el libro. Lo subrayé hasta la saciedad. —Mi cumpleaños real era el
lunes, y Kendall me regaló el libro cuando vine a pasar el rato con West esa noche.
También me hizo una tarta, y si no estuviera ya enamorado de ella, eso habría cerrado
el trato.

Sus rasgos se suavizan, sus ojos brillan y su boca se curva en una sonrisa, y yo me
quedo paralizado. Es la mujer más bella del mundo. Cuando me mira, nada más importa.

Sólo ella.

A la mierda. Ahora es todo o nada. Le pongo la mano sobre el corazón y bajo la cara
hacia la suya, dejando sólo un pequeño espacio entre nuestras bocas. Su pecho se agita
visiblemente y un tono rosado sube por su cuello hasta sus mejillas. Juraría que dejó de
respirar.

—Mi corazón late sólo por ti. —Aprieto su mano—. ¿Lo sientes? Tú lo mantienes. 42
Lo haces crecer. Lo llenas tan completamente que ninguna otra mierda en mi vida
importa. Lo único que importa eres tú. —Apoyé mi frente contra la suya, mirándola
profundamente a los ojos mientras admitía la última verdad—. Te amo, y no hay
absolutamente nada malo en ello.
6
KENDALL

Vander me mira fijamente, pero su mente está ausente, y sospecho que está
reviviendo la noche de su fiesta de dieciocho años, como acabo de hacer yo.

‘’Te quiero, y no hay absolutamente nada malo en ello’’. Sus palabras están grabadas
en mi cerebro, y pienso en ellas, y en él, a menudo. El recuerdo me reconforta y me
duele. Consuelo porque, cuando estoy en lo más bajo, pienso en la forma en que Vander
me miró cuando admitió sus sentimientos, y nunca me sentí más amada o apreciada
que en ese momento. Dolor porque no puede pasar, no importa cómo nos sintamos.

Puede que sea infeliz en mi relación, pero sigo casada, no soy infiel, y no voy a
incumplir mis votos matrimoniales porque no voy a ser responsable de destrozar a
nuestra familia. Nadie lo entendería, incluso si lo hiciera. Y mucho menos West, y mis
hijos son lo primero. Por eso hui de la casa de Vander después que pronunciara esas
palabras, sin responder por miedo a decir o hacer lo que no debía.
43
Porque estaba tentada.

Tan jodidamente tentada.

Pero mi vida ya es complicada, y no voy a añadir más.

—Vander. —Quitando su mano de mi cara, lo esquivo, mirando por encima del


hombro hacia la puerta, agradecida que nadie haya presenciado lo que acaba de ocurrir
entre nosotros—. No puedes involucrarte.

—Claro que no puedo —dice, saliendo de sus casillas.

Se pasa una mano por el pelo, desordenando el peinado, haciendo que ondas de
mechones oscuros caigan sobre su frente, y, oh, cómo deseo tocarlo. Ojalá supiera lo
que se siente al pasar los dedos por su pelo, al apretar los labios contra cada centímetro
de su cuerpo y al dejar que se mueva dentro de mí. Aprieto sutilmente los muslos
mientras la lujuria líquida llega a mi descuidado núcleo, recordándome que sigo siendo
un ser sexual. Debería avergonzarme por tener esos pensamientos, pero últimamente
encuentro cada vez menos razones para sentirme culpable por las fantasías traviesas
que tuve con Vander Henley.

Debería sentirse mal. Sólo tiene dieciocho años y es el mejor amigo de mi hijo.
Entonces, ¿por qué siempre se siente tan bien?

—¿Lo sabe? —pregunta, sacándome de los pensamientos prohibidos que se


agolpan en mi cabeza.
—¿Sabe qué? —Mi frente se frunce en confusión.

—Lo que sentimos el uno por el otro.

—Nunca te dije lo que siento —suelto estúpidamente, porque definitivamente no


es el momento para esta conversación.

Una sonrisa arrogante se extiende por su boca besable.

—No hace falta que lo digas para que lo sepa. No soy el único que roba miradas
furtivas o que disfruta pasando tiempo juntos, y te olvidas que te veo, Kendall. —Se
acerca, cerrando la brecha que acabo de crear, tomando mis manos entre las suyas—.
Sé quién eres, y veo las cosas que ni siquiera tú ves o te niegas a reconocer. —El calor
se filtra en mis manos y sube por mis brazos cuando sus callosas palmas cubren las
mías. Libera una mano y la lleva a mi nuca mientras sus dedos se enredan en mi pelo.
Inclinando mi cabeza hacia atrás, me mira fijamente a la boca como si quisiera
devorarla, y estoy a segundos de lanzar toda la precaución al viento y decirle que lo
haga.

Cuando me mira así, cuando me toca así, todo el pensamiento lógico y las
convicciones anteriores salen por la ventana.

—Nuestras almas están talladas en la misma entidad. Tú eres la otra parte de mí.
Estaba destinado a encontrarte, Kendall. Siempre estuvimos destinados a ello.
44
No puedo contener mi grito de sorpresa cuando se acerca inquietantemente a
confirmar la afirmación de Dee. No sé qué está pasando, pero siento que estoy
perdiendo el control. Que no puedo detener la fuerza que está en juego, por mucho que
lo intente.

Se inclina y acerca su boca a mi oído. Su cálido aliento pasa como un fantasma por
mi piel, provocando un delicioso escalofrío. Mi corazón palpita de necesidad, e
internamente, mi alma me grita que tome lo que es mío.

—Siempre es sólo el principio —me susurra al oído, citando de nuevo a Marco


Aurelio, y un poderoso escalofrío me recorre.

¿Cómo voy a resistirme a él cuando me cita la filosofía?

Pero debo resistirme.

No importa lo que diga o lo que crea Dee; Vander tiene dieciocho años. Tiene toda
la vida por delante, y empezar algo no acabaría bien.

Soy consciente que soy especialmente vulnerable ahora, pero tengo que
mantenerme fuerte.

—¿Por qué haces esto ahora? Pensé que lo habías entendido. Por eso te alejaste. —
Se echa hacia atrás, aun sosteniendo mis manos. Debería apartarme, pero no lo hago.
Siento una paz interior cada vez que lo toco, y me aferro a ella como a un salvavidas.
—Me mantuve alejado a propósito porque no estabas preparada para admitir la
verdad, pero me cansé de esperar, Kendall. —Me suelta las manos y me estrecha la cara
entre sus grandes y cálidas palmas—. Voy a luchar por ti ahora porque me perteneces.
Ese imbécil nunca te apreció, y no eres feliz. West y Stella lo ven, y yo lo veo. Me
equivoqué al alejarme, pero no volveré a cometer ese error. —Una férrea
determinación le invade el rostro—. Déjalo. Quédate conmigo. Déjame amarte cómo te
mereces.

Se me cae la mandíbula al suelo mientras lo miro fijamente, sin palabras y


completamente anonadada. Esto es una locura. Todavía está en el instituto y tiene
planes de ir a la universidad. Aunque pudiéramos superar los otros obstáculos, no seré
la razón por la que cambie sus planes y altere su futuro.

Vander se ríe, y sus ojos irradian amor y adoración. Dios, sería tan fácil perderse en
esas hipnotizantes profundidades esmeralda. Imaginar un mundo en el que no hubiera
barreras que nos separaran y a nadie le importara que estuviéramos juntos, un mundo
en el que pudiéramos ser felices. Puedo verlo. Fácilmente. Ese pensamiento por sí sólo
debería escandalizarme, pero siempre fui capaz de mirar más allá del exterior y ver la
verdad del hombre que tengo delante. A veces tengo que recordarme su edad porque,
cuando pasamos tiempo juntos, a menudo lo olvido.

Pero esa visión es sólo un sueño. La realidad es que hay demasiados obstáculos en
nuestro camino, y yo tengo una familia. Una familia a la que no puedo renunciar. Si
puedo arreglar las cosas con Curtis, y encontrar una manera de hacer que las cosas
funcionen y mantener nuestra familia intacta, eso es lo que debo hacer. Aunque eso 45
signifique sacrificar mi felicidad y el amor potencial de toda una vida con el chico que
está delante de mí, abriendo su corazón, y sin escudarse en nada.

—No puedo dejar a Curtis —digo finalmente, retirando sus manos de mi cara y
dando un paso al otro lado de la unidad de la isla, creando una barrera física entre
nosotros—. Es mi marido. El padre de mis hijos.

—Es un imbécil infiel, y tú no eres feliz.

—Mi felicidad no entra en juego —Me tiemblan las manos mientras saco el Saran
Wrap 5 del cajón y cubro un plato de comida para Diana.

—Mentira —Golpea con el puño cerrado la encimera de mármol—. Puedes ser una
madre cariñosa y también ser feliz. Esas cosas no son mutuamente excluyentes.

—No lo entiendes. Es...

—Lo entiendo más que la mayoría —se queja, y un músculo salta en su mandíbula—
Si mi madre hubiera dejado a mi padre cuando yo era un niño, cuando él empezó a
pegarle, habría tenido la oportunidad de ser feliz, y seguro que yo estaría mucho menos
marcado. No te engañes pensando que estás haciendo lo correcto por tus hijos al
quedarte con él.

5 Marca de envoltura de polietileno para alimentos.


Es aterrador y triste lo mucho que entiende Vander.

—Por eso lo aceptaste después que te engañara, ¿no? —me incita.

Vuelvo a mirar a la puerta, sabiendo que Curtis y Ridge no volverán en mucho


tiempo, pero no estoy segura de dónde fueron West y Stella. Podrían reaparecer en
cualquier momento y no puedo mantener esta conversación aquí.

—Este no es el momento ni el lugar para esta conversación.

Aprieta los dientes, y odio ver tanta ira y dolor en su rostro.

—Contéstame una cosa, Kendall, y me iré.

Me envuelvo con los brazos, sabiendo instintivamente que lo necesito.

—¿Lo amas?

—No voy a responder a eso. No es asunto tuyo.

Él sonríe.

—Acabas de hacerlo. —Se acerca a la unidad de la isla y yo retrocedo hasta que mi


espalda choca con la pared. Se eleva sobre mí, consumiéndome por completo sin
siquiera tocarme—. ¿Me amas? 46
El corazón me golpea contra la cavidad torácica y se me seca la boca.

—¿Qué? —grazno, tratando de ganar tiempo.

—Ya me oíste —Sus ojos se clavan en los míos—. Te amo, y quiero oírte decirlo
también.

A veces, cuando olvido que Vander es un adolescente, su arrogancia juvenil asoma


la cabeza para recordármelo.

—Eso es muy presuntuoso de tu parte.

Su sonrisa roza el miedo.

—Deja de desviar la atención, Kendall, cariño. —Me sujeta la barbilla con fuerza y
me levanta la cabeza—. Responde a la pregunta. ¿Me amas?

—No —le digo.

Sus orificios nasales se agitan mientras se acerca a mi cara.

—Mentirosa —Me roza la boca con sus labios.


Es un beso fugaz. No es un beso de verdad. Pero, Dios mío, lo siento por todas partes,
y mis rodillas casi se doblan debajo de mí. El corazón me da vueltas en el pecho, a punto
de salirse de mi cuerpo y de crecer alas.

—Intentémoslo de nuevo. Esta vez quiero la verdad.

—No lo sé —susurro, y esa es la verdad. Sé que tengo fuertes sentimientos por él.
Sentimientos que no tengo que tener, pero no los etiqueté. No sé si es porque no puedo
descifrar lo que siento, porque mi situación con Curtis me está desordenando la cabeza
o porque soy demasiado cobarde para admitirlo.

Sus dedos aflojan su agarre en mi barbilla mientras me mira fijamente a los ojos.

—No te presionaré, pero esta vez no me echaré atrás. —Me suelta y da un paso
atrás, llevándose todo el calor con él—. Sabes dónde estoy si me necesitas. Estaré
esperando. —Coge el plato para su madre—. Gracias de nuevo por la cena —dice, y se
marcha sin volver a mirarme.

Lo veo salir de la cocina con los pensamientos dispersos y el corazón acelerado,


aliviada y decepcionada a la vez.

—Tenemos que hablar —le digo a Curtis más tarde esa noche, cuando Ridge está en
la cama. Mi marido salió unas horas después de volver de su paseo en bicicleta con 47
nuestro hijo, y no tengo ni idea de adónde fue. Cuando regresó a casa, se fue
directamente a su despacho, y desde entonces está encerrado aquí. Quiero sentarme
con Stella y West, por eso nos esperan en el salón. Pero primero necesito saber si está
pasando de nuevo. Me cruzo de brazos y dirijo a mi marido una mirada solemne—.
¿Estás teniendo otra aventura?

Se sienta de nuevo en su silla, arqueando una ceja mientras me mira con


indiferencia.

—Me preguntaba cuánto tardarías en volver a acusarme.

—Responde a la maldita pregunta, Curtis —El ácido se revuelve en mis entrañas y


el dolor me golpea el cráneo.

—No utilices ese tono conmigo. Hice todo lo que me pediste en los últimos tres años,
y nada es lo suficientemente bueno para la Pequeña Señorita Perfecta. —Se inclina hacia
delante en su silla y me mira fijamente—. Esto es tan típico de ti.

—Te estás desviando —Me froto el dolor que se extiende por mi pecho—. Supongo
que tengo mi respuesta.

—No —grita—. No estoy teniendo unas aventura.

—Mírame a los ojos y dímelo —exijo.

Me mira fijamente a los ojos mientras dice—: No estoy teniendo una aventura.
No estoy segura de creerle, pero esta vez no tengo pruebas. Supongo que tendré que
aceptar su palabra. Por ahora. Mis hombros se desploman en señal de alivio y descruzo
los brazos, dejándolos colgar a los lados.

—Los chicos saben lo de Lydia.

—¿Qué? —Se frota una mano a lo largo de la mandíbula, mirándome fijamente—.


¡Acordaste mantenerlo en secreto, maldita sea! —me suelta.

—¡No se los dije! —grito—. ¡Lo hizo esa estúpida zorra conspiradora!

—Mamá tiene razón —dice West, irrumpiendo en la habitación. Me rodea los


hombros con su brazo y me pongo a llorar. Dejo que mi hijo me consuele mientras mira
a su padre—. Mamá no nos dijo ni una palabra a mí ni a Stella. Lo sé porque Lydia está
saliendo con uno de los primos de Hazel.

—O lo estaba —murmura Stella, entrando en la habitación y cerrando la puerta.


Supongo que estamos haciendo esto aquí—. Hazel le dijo a su primo que su novia se le
insinuó a West, y él dejó a la perra —Una expresión de regocijo se extiende por su bonita
cara, y estoy disfrutando demasiado de esto como para llamarle la atención sobre su
atroz lenguaje—. Que le vaya bien.

Una mirada de trueno recorre el rostro de Curtis mientras West me dirige al sofá de
cuero del rincón.
48
—¿Es eso cierto, hijo? —pregunta, levantándose y caminando hacia nosotros. West
me sitúa entre él y su hermana, manteniendo su brazo alrededor de mí mientras Stella
se acerca, y nunca quise más a mis hijos que en este momento. Su apoyo me da el valor
para levantar la cabeza y recordar que yo no soy la culpable.

Curtis se deja caer en el sillón de cuero de respaldo alto, apoyándose en los codos,
incapaz de ocultar la mirada dolida de su rostro. Vaya. Realmente está jodido. West mira
con desprecio a su padre mientras me rodea con el brazo.

—Tu puta quería probar la versión más sexy y joven, pero le di una patada en el
culo. Como deberías haber hecho tú, patético pedazo de mierda.
7
KENDALL

West se pone en pie de un salto y se acerca a su padre, enjaulándolo mientras sus


manos se posan a ambos lados de la silla y se inclina, poniendo su cara en la de Curtis.

—¿Cómo pudiste hacerle esto a mamá? —sisea, con un músculo apretado en la


mandíbula. Stella asiente a su hermano, animándole a seguir, mientras desliza su mano
hacia la mía. Me aferro a mi hija, demasiado aturdida para hablar. Tal vez no esté bien
dejar que mis hijos actúen así, pero tienen derecho a sus sentimientos, y no voy a
impedirles que se desahoguen si es lo que necesitan hacer—. ¿Cómo pudiste faltarle el
respeto así?

Curtis tiene la decencia de parecer avergonzado, pero no tengo ni idea de si es


genuino o no. Si bien mostró remordimiento en las secuelas iniciales, no vi mucho de
eso en estos dos últimos años. Estoy empezando a darme cuenta que el hombre con el
que estuve casada durante diecisiete años ya no es el mismo, y no lo conozco. No como
creía que lo hacía. 49
—Los matrimonios son difíciles, hijo, y las relaciones son complicadas. Esto es algo
entre tu madre y yo. No debería preocuparte a ti ni a tu hermana.

—Eso es una puta mierda —dice Stella, sentándose más recta—. Los dos sabíamos
que pasaba algo. Te fuiste, papá. Mamá no tuvo que decirnos que te echó para que
supiéramos que no era normal.

—Y luego volviste, y ella se estremecía cada vez que te acercabas a ella —dice West,
alejándose de su padre. Le tiendo la mano y lo atraigo hacia mí.

Curtis parece inquieto mientras nos observa a los tres. Puede ver de qué lado están
nuestros hijos. La idea me alegra el corazón, pero al mismo tiempo tengo que intervenir.
No quiero que su relación con él se vea perjudicada por algo que me hizo a mí. Sigue
siendo su padre. Si no podemos arreglar esto y nos separamos, ellos necesitan tener
una relación con él, y les debo a mis hijos hacer lo que pueda para permitirlo.

—Al principio fue difícil para mí —admito, con la mirada rebotando entre mis
hijos—. La confianza se rompió y me sentí muy herida. Pero fuimos a terapia de pareja
y trabajamos duro para superarlo.

Sofoco mi risa amarga, convenciéndome que estoy mintiendo con buenas


intenciones. Curtis asistió a dos sesiones y luego se negó a ir de nuevo. Yo asistí sola a
las otras cuatro. Tal vez debería haberle dado un ultimátum o haberme divorciado de
él cuando se negó a hacer ningún esfuerzo real para enmendar su conducta, pero estaba
tan mal y trataba desesperadamente de mantener a mi familia unida, que lo dejé pasar.
West y Stella intercambian una mirada.

—Digan lo que tengan que decir —les digo—. Pongan todo sobre la mesa ahora y,
con suerte, podremos superar esto.

—No están contentos —dice Stella—. Ninguno de los dos. No estamos ciegos.

—Soy feliz —protesta Curtis, agarrando con fuerza los reposabrazos—. Quiero a mi
familia y estoy en un buen momento en mi carrera. Si algo captaste es el estrés de mi
nuevo trabajo. Tengo muchas responsabilidades adicionales, y estoy sintiendo la
presión.

Eso no es exactamente una mentira, pero tampoco es toda la verdad.

—No digas tonterías, papá. —West envía dagas a Curtis—. No somos niños
pequeños. Ya no puedes tomarnos el pelo. —El enfado desaparece de su cara y es
sustituido por una expresión de lo más triste. Sus ojos se vuelven vidriosos—. No veo
ningún amor —susurra, apretando un beso feroz en la parte superior de mi cabeza—.
Era tan obvio en las vacaciones. Odié la forma en que le hablabas a mamá. Odio la forma
en que la tratas. No está bien.

—Es nuestra madre. —La voz de Stella ondea con emoción—. Tu mujer, y no se
merece esto. Ella siempre nos pone en primer lugar, y no es justo.

La vergüenza me atraviesa y bajo los ojos a mi regazo. Es vergonzoso que haya 50


dejado que esto llegue tan lejos. Que mis hijos vieran la dolorosa verdad mientras yo
seguí con mi vida fingiendo que mi matrimonio no pende de un hilo.

—Tienen razón —dice Curtis en voz baja—. Lo siento mucho.

—¿Se van a divorciar? —pregunta Stella.

—Por supuesto que no. —Levanto la cabeza a tiempo para ver a Curtis negando
vehementemente con la cabeza. Se desliza hasta el suelo y se arrodilla ante nosotros,
tomando la mano libre de nuestra hija en la suya y llevándosela a los labios. Le besa el
dorso de la mano—. Siento haberle fallado a nuestra familia. —Soltando su mano, se
pone delante de mí—. Siento haberte fallado. —Las lágrimas se acumulan en sus ojos, y
quiero creerle, pero me resulta difícil—. Sé que no me esforcé lo suficiente últimamente,
pero te quiero, Kendall. Me encanta esta vida que construimos, y lo haré mejor. Te lo
prometo. No quiero el divorcio. Quiero arreglar las cosas.

Estoy algo adormecida mientras le escucho decir todas las cosas correctas. Miro a
mi hijo y a mi hija, y ambos me miran con esperanza, y sé que tengo que hacerlo.

—Yo también te quiero. —Las palabras se sienten huecas a mis oídos, y mi corazón
no reacciona en absoluto cuando se inclina y me besa. No recuerdo la última vez que me
besó, y siento una tristeza abrumadora cuando sus labios rozan los míos. El marcado
contraste con lo que sentí antes cuando Vander hizo lo mismo es revelador.

Entonces, sentí un cosquilleo por todas partes y tuve que librar una feroz batalla
interna para no agarrarle la cabeza y besarle hasta la saciedad.
Ahora, tengo que ocultar un escalofrío y reprimir las ganas de empujar a mi marido.

Me esfuerzo por esbozar la más brillante de las sonrisas mientras me dirijo a mis
hijos.

—No queremos que se preocupen. Su padre y yo prometemos trabajar en nuestra


relación. Lo más importante es lo mucho que los queremos a los dos y a su hermano
pequeño.

—Ustedes son todo para nosotros —dice Curtis, y es lo único en lo que seguimos
estando de acuerdo—. Siento haberlos defraudado. Me avergüenzo de mis actos, pero
tienen que dejarlo a un lado y dejar que mamá y yo lo solucionemos.

West se lanza y me besa la mejilla antes de ponerse de pie.

—No puedo prometer eso, papá. No dejaré que vuelvas a hacer daño a mamá.
Trátala bien y no hay nada de qué preocuparse.

Curtis aprieta una mano en el hombro de West.

—Puedo hacerlo, hijo. —Le da un abrazo—. Estoy orgulloso del hombre en el que
te estás convirtiendo y emocionado por tu futuro. —Se aparta, esbozando una sonrisa
de orgullo—. Concéntrate en la escuela y el fútbol, y deja que nosotros nos encarguemos
del resto.
51
—¿Seguro que estás bien, mamá? —pregunta Stella, inspeccionando mi cara con
atención.

—Estoy bien, cariño. Papá tiene razón. Sólo concéntrate en la escuela, y disfruta de
ser un joven. Las responsabilidades llegan más rápido de lo que crees. Disfruta de la
despreocupación y vive tu mejor vida.

La abrazo con fuerza.

—Intenta apartar esto de tu mente, y déjanos ser los adultos. —Le quito los
mechones oscuros de los ojos—. ¿De acuerdo?

Asienten. Nos quedamos en silencio mientras nuestros hijos salen de la habitación,


pareciendo más felices que cuando entraron. West nos devuelve la mirada y me ofrece
una suave sonrisa. Me doy cuenta que sigue preocupado. Sin duda, Stella también lo
está, y me comprometo a hacerlo mejor. No deberían preocuparse por esto.

—¿Bebemos? —pregunta Curtis, cerrando la puerta y dirigiéndose a grandes


zancadas hacia su gabinete de licores.

—No, gracias. —Coloco las manos sobre mi regazo, observando cómo se prepara un
whisky. Vuelve a acercarse, reclamando la silla en lugar de sentarse a mi lado—. ¿Lo
decías en serio? —pregunto, mirándole fijamente a los ojos.

—¿Qué parte? —Mueve las cejas mientras agita el líquido de color ámbar en su vaso.
—Toda.

Me mira fijamente mientras bebe un buen trago de su bebida. Los nervios se


agolpan en mi interior al ver cómo me mira con ojos astutos. Ahora mismo, Curtis
Hawthorne es un completo desconocido para mí. Como si no lo conociera desde hace
más de veinte años. Como si no lo conociera desde hace más de veinte años. Hubo un
tiempo en que podía saber lo que pensaba con sólo mirarlo. Ahora, no tengo ni idea,
sólo que el brillo frío, burlón y superior de sus ojos advierte de una crueldad inminente.

—Lo decía en serio cuando dije que West tiene que centrarse en la escuela y en el
fútbol. No podemos estropear esta oportunidad para él. Podría llegar a la NFL. Podría
tener la oportunidad que yo perdí cuando me rompí el brazo. Nada puede distraerlo de
eso.

Siempre supe que Curtis vive a través de nuestro hijo. Si no supiera que West vive
y respira fútbol, habría impedido que Curtis lo presionara tanto, pero la verdad es que
es lo que West quiere.

—Estoy de acuerdo. Es lo mismo para Stella. El año junior sigue siendo un año
importante. Tenemos que esforzarnos más. No tenía ni idea que se hubieran fijado
tanto.

—Son chicos inteligentes —Apura su bebida antes de levantar sus ojos hacia los
míos. Veo cero calidez o compasión allí—. Así que tenemos que montar el espectáculo
de nuestra vida. Al menos hasta que Stella se gradúe en el instituto, y entonces 52
podremos divorciarnos. —Aunque últimamente pensé mucho en el divorcio, sus
palabras siguen siendo un golpe. No estoy segura de qué expresión ve en mi cara, pero
se ríe, y es un sonido mezquino y rencoroso—. Dios, eres tan jodidamente crédula. —
Me chasquea los dedos en la cara—. Despierta y huele el café, Kendall. —Cruza un
tobillo sobre su rodilla—. Les dije lo que necesitaban oír. Por supuesto, no te quiero. No
lo hice durante mucho tiempo. ¿Por qué crees que me tiraba a Lydia?

—Porque eres un imbécil infiel —Me alegro que no me tiemble la voz, aunque esté
temblando por dentro.

—Nadie podría estar a la altura de tus expectativas, Kendall. Sólo tienes que ser la
esposa perfecta. La vecina perfecta. La empleada perfecta. Es jodidamente agotador, y
no dejaste tiempo para mí. Si quieres culpar a alguien por mis asuntos, cúlpate a ti
misma. Me abandonaste como una patata caliente en el momento en que llegaron los
niños. Y cuando mi sueño futbolístico terminó, no estuviste ahí para mí. Lo único que te
importaba era que consiguiera un buen trabajo para mantenernos.

—¡Eso no es justo! Sabes que estaba destrozada por ti, ¿y qué hay de mis sueños?
—Me golpeo una mano sobre el pecho—. Sabes que quería estudiar filosofía en la
universidad y seguir una carrera de investigación social. Las cosas tampoco fueron
exactamente como las planee, pero tenemos una buena vida. Unos hijos increíbles. ¿Por
qué no podría ser suficiente para ti?

—Ese es tu problema, Kendall. Te falta ambición en todos los aspectos de tu vida.


Puede que te conformes con el sexo vainilla una vez a la semana, pero yo necesito más
emoción. Quiero una mujer que sepa cómo complacer a un hombre en la cama. Alguien
aventurera que priorice a su hombre. Esa no eres tú.

Sus palabras atraviesan la piel y los huesos, pulverizando mi corazón, como si esa
fuera su intención. Quiero decirle que yo también estaba aburrida de nuestra vida
sexual; no es que tuvimos alguna durante meses. Estaba más que dispuesta a probar
cosas diferentes, y él lo sabe, diablos. Debería defenderme, pero no puedo hablar más
allá del doloroso nudo que me obstruye la garganta. Está claro que albergó
resentimiento durante mucho más tiempo del que yo creía.

—Y seamos sinceros —continúa, acercándose al armario de los licores para rellenar


su bebida—. No es que tengamos que elegir. Te quedaste embarazada y sellaste
nuestros destinos.

La rabia se apodera de mis entrañas, y trago para superar el nudo.

—La última vez que lo comprobé, éramos dos, y yo elegí. Te elegí a ti.

—Bueno, yo no te elegí a ti. —Vuelve a su asiento y me muestra una sonrisa


oscura—. Hice lo correcto por mi familia, y eso es lo que vamos a hacer ahora.

—Vete a la mierda —Cierro las manos en puños.

—No, gracias. Antes prefiero follar con un cadáver.


53
El dolor me recorre y no consigo disimularlo en mi cara.

Se inclina hacia delante, agarrando mi cara con fuerza.

—Tienes que trabajar en tu cara de póquer, mujer. Esto no servirá. —Me suelta con
un gruñido de disgusto—. Hay que convencer a los niños, y tú vas a hacer tu papel.

—Por supuesto que lo haré. Pediré el divorcio en cuanto ponga un pie en la oficina
mañana por la mañana.

—No, no lo harás. —Se traga su bebida—. Ni siquiera tengo que amenazarte para
que te pongas de acuerdo porque lo harás por los niños.

—Divorciarme es lo mejor para los niños.

Él apura los restos de su bebida y se levanta.

—Ahora mismo no lo es, y ambos lo sabemos. —Se mete las manos en los bolsillos
de los pantalones y sus rasgos se suavizan un poco al mirarme—. Eres una gran madre,
Kendall. Nunca, nunca, podría quitarte eso. Sé que no lo harás porque divorciarte ahora
alteraría a West y a Stella y desbarataría su futuro. Los amas desinteresadamente. Sé
que lo harás por ellos. —Odio que tenga razón—. Sólo tenemos que jugar a la pareja
amorosa en público hasta que Stella se gradúe —reconfirma. Obviamente le importa un
carajo molestar a Ridge—. Entonces nos divorciaremos. Puedes quedarte con la casa y
te daré una generosa indemnización en efectivo.
—¿Alguna vez me amaste? —pregunto tontamente.

Se encoge de hombros.

—Al principio sí, durante un tiempo. Pero todo el mundo sabe que el primer amor
nunca dura. En realidad, pensaba romper contigo antes de irme a la universidad, pero
te quedaste embarazada y no pude desconectar entonces —El dolor, como nunca antes
lo sentí, me desgarra las entrañas al contemplar cómo todo fue una mentira, y yo me la
creí como una ingenua—. Entonces iba a dejarte hace diez años, pero te quedaste
embarazada de Ridge.

Recuerdo las discusiones que tuvimos cuando revelé que estaba embarazada de
nuevo. Ridge fue un bebé sorpresa, y aunque no fue planeado, yo estaba encantada.
Curtis se volvió loco cuando se lo dije, incluso me exigió que abortara. Le dije que no, y
se marchó un par de días, aunque finalmente regresó, pero no fue un picnic. Tuvimos
una época difícil hasta que nació Ridge y el instinto paternal de Curtis se puso en
marcha, como yo esperaba.

Me llevo una mano temblorosa a la boca, luchando por mantener las lágrimas a raya.
No puedo creer que estuvo actuando todo este tiempo y yo no lo vi. Me siento como una
idiota crédula. Invertí tanto en mi matrimonio, pero estaba condenado desde el
principio porque mi marido no me quería. El dolor me destroza el corazón, y las ganas
de hacerme un ovillo y sollozar me invaden. Pero no le daré a este bastardo mentiroso
y tramposo más de mis lágrimas, así que las fuerzo a volver a entrar y me esfuerzo por
ocultar la emoción de mi rostro. 54
—Pensaba dejarte más o menos cuando empecé mi relación con Lydia. Ridge tenía
seis años y West y Stella eran adolescentes. Supuse que todos tenían una edad en la que
no les molestaría demasiado, pero esa estúpida zorra me plantó pruebas sabiendo que
las encontrarías y descubrirías nuestra aventura. La estúpida zorra pensó que te dejaría
por ella. Como si lo hiciera. —Se ríe y me da un escalofrío desagradable—. Ella sólo era
un bonito agujero para quitarme el aburrimiento. Cuando me echaste y amenazaste con
divorciarte, me mató estar lejos de los niños. Me hizo darme cuenta que no podía seguir
adelante hasta que West y Stella hubieran crecido al menos.

—Todas las promesas que hiciste en aquel momento eran mentira —digo.

—No todas —responde, mirándome fijamente sin remordimientos—. Quiero a mis


hijos. Moriría por ellos, y volví por ellos. Pero hace tiempo que no te quiero, Kendall.
Cualquier mujer con medio cerebro se habría dado cuenta hace tiempo.

No basta con arrancarme el corazón del pecho y destruir todos los recuerdos que
tengo desde los catorce años; ahora tiene que insultar también mi inteligencia.

—Nada que ver —digo, mirándole con creciente horror al recordar algo que dijo
hace unos minutos—. Antes dijiste ‘’nada que ver’’. No aventura.

Una sonrisa malvada se materializa en su rostro.


—Te estuve engañando durante años. La primera vez fue durante la semana del
primer año en la universidad, y desde entonces tuve muchas amantes. Es la única
manera de tolerar jugar a la familia feliz contigo.

Eso significa que me engañó incluso antes de casarnos y cada vez que estaba
embarazada de su hijo. Sin embargo, siguió manteniendo relaciones sexuales conmigo
mientras se tiraba a otras mujeres, poniendo en riesgo mi salud. Las náuseas se me
revuelven en las tripas y me suben por la garganta cuando se hace evidente el verdadero
alcance de su engaño.

—Bastardo inmundo. —Me pongo en pie mientras la sangre se me sube a la


cabeza—. Te odio.

Se encoge de hombros, dejando que mis palabras floten sin rumbo sobre su cabeza.

—Tus sentimientos son intrascendentes para mí. Sólo haz el papel de esposa y
madre obediente, y en menos de dos años, nos libraremos el uno del otro.

Excepto que nunca seremos realmente libres el uno del otro. Estaremos atados el
uno al otro de por vida a través de nuestros hijos. La idea me deprime y me destroza.
Me agarro al brazo del sofá mientras me balanceo, con las piernas amenazando con
salirse de debajo de mí.

—Voy a salir —Coge su chaqueta del gancho de la parte trasera de la puerta—. No


me esperes levantada. Estaré follando con mi novia durante horas porque ella sabe 55
cómo complacer a su hombre. —Está claro que mintió antes cuando negó que tuviera
una aventura, pero obviamente siente que no hay necesidad de ocultarlo ahora que
West y Stella saben parte de la verdad. Curtis me lanza una mirada despectiva y me
pregunto qué vi en él—. Eres un desastre. Aprovecha el tiempo para recomponerte. —
Me señala con el dedo—. No quieras ver lo que haré si no haces esto convincente para
los niños.

Me vuelvo a tumbar en el sofá mientras él sale de la habitación, esperando oír el


cierre de la puerta principal, antes de derrumbarme.
8
VANDER

Regreso a casa desde el club de boxeo, justo después de las diez, cuando veo a
Kendall caminando en dirección a mi casa. No lleva su ropa de paseo habitual. Lleva el
mismo vestido que usó antes para la cena, sin abrigo ni ropa que cubra sus brazos
desnudos. Sé que es más suave de lo habitual para principios de noviembre, pero sigue
haciendo un frío de cojones por la noche, y se pondrá enferma caminando así.

Acelero, paso por delante de ella y me detengo en la acera de enfrente. Apago el


motor, salgo y corro hacia ella. El pánico salta y me abofetea cuando pasa bajo la luz de
la calle y veo su cara llena de lágrimas.

—¿Qué pasa? —le suelto cuando llego a ella—. ¿Qué pasó?

Las lágrimas ruedan silenciosamente por su rostro mientras levanta la barbilla.


Unos ojos embrujados me miran fijamente y la bilis me sube por la garganta. Me esforcé
por liberar mi frustración en el gimnasio, y me sentía más relajado cuando Jimmy me 56
echó del lugar a la hora de cerrar. Pero ahora una nueva capa de estrés se asienta sobre
mis hombros mientras la preocupación me invade. Si ese cabrón le hizo daño, se
acabaron las apuestas. Voy a exprimir la vida de su patético cuerpo y no sentiré ni un
sólo remordimiento si él es el causante de esto.

—¿Te hizo daño? —Mis ojos recorren rápidamente su cuerpo, buscando signos de
lesiones.

—No físicamente —grazna, casi ahogándose en un sollozo. Se estremece antes de


rodear su cuerpo con los brazos. Le castañetean los dientes y le tiembla el labio inferior
mientras moquea. Con cuidado, le toco el brazo y está helada.

—Mierda, Kendall. Estás helada. —Le froto las manos por los brazos antes de
atraerla hacia mí y rodearla con mis brazos, esperando que absorba algo de mi calor
corporal. Soy consciente que apesto hasta los cielos y una fina capa de sudor cubre mi
piel. Pero eso me importa un bledo ahora. Lo único que importa ahora es calentarla y
cuidarla—. Ven conmigo.

Definitivamente, sé que algo va mal cuando no protesta, me deja llevarla a mi


camioneta y la ayudo a sentarse en el asiento del copiloto, sin pronunciar una palabra.
Corro hacia el lado del conductor y me pongo al volante. Enciendo el motor, apago el
equipo de música y pongo la calefacción al máximo. Kendall vuelve a rodearse con los
brazos por el medio y mira entumecida por la ventanilla. Me acerco, agarro el cinturón
de seguridad y le abrocho el cinturón, haciendo todo lo posible por no tocarla, porque
está claramente disgustada y no quiero hacer nada que empeore la situación.
Conduzco calle abajo, pasando la entrada de la casa de mis padres, y giro
bruscamente a la izquierda, por el carril trasero que utilizo cuando esto en la cochera.
Altos robles y pinos bordean el carril por el lado derecho, sobresaliendo por encima de
nuestra propiedad, lo que nos proporciona una total privacidad. El bosque es en
realidad el lado occidental del Parque Palmer, que es un gran parque de más de tres mil
metros cuadrados con zonas boscosas, una abundancia de senderos para caminar,
hacer senderismo y correr, pabellones de picnic, parques infantiles y varios campos de
atletismo, así como un parque para perros. Las impresionantes vistas de Pikes Peak
desde la cima son legendarias por estos lares, y a veces voy allí cuando necesito estar
solo o necesito espacio para pensar.

La camioneta rebota sobre un terreno lleno de baches, empujándonos un poco


mientras me dirijo a la entrada trasera de mi casa. Reduzco la velocidad cuando nos
acercamos a las altas puertas de madera y pulso el botón de mi llavero para abrirlas.
Kendall sigue mirando al espacio mientras atravieso el Chevy y lo aparco en el lateral
de la casa de los carruajes. Las puertas se cierran automáticamente detrás de nosotros
mientras apago el motor y considero mi próximo movimiento. Estamos lo
suficientemente lejos de la casa principal como para no preocuparnos por mis padres,
sobre todo porque rara vez vienen por aquí, pero no voy a correr riesgos con Kendall.
Así que salgo y compruebo rápidamente los terrenos y la casa de los carruajes,
asegurándome que no hay sorpresas al acecho.

Cuando me aseguro que no hay moros en la costa, ayudo a Kendall a bajar de la


camioneta y la acompaño al interior antes de cerrar la puerta y dejar mis llaves, mi
cartera y mi teléfono en la encimera de la cocina. Por primera vez, lamento no haber 57
hecho más con este lugar. Ojalá tuviera una chimenea y un baño en condiciones para
poder encender un fuego y prepararle un baño.

—Ven a sentarte —le digo, dirigiéndola hacia uno de los sofás. La empujo
suavemente hacia abajo antes de girar para encender los dos calefactores al máximo—
No te muevas. —Corro al dormitorio, saco una de mis sudaderas de la barra
independiente junto a la pared y cojo el calefactor de esa habitación antes de volver con
Kendall.

Enchufo el tercer calefactor, esperando que el espacio se caliente rápido.

—Ponte esto —Le doy la sudadera con capucha, odiando la expresión de desamparo
de su cara cuando la aprieta contra su pecho. Al menos dejó de llorar. Me agacho y la
miro a los ojos mientras le quito la humedad de las mejillas—. Tienes que entrar en
calor, cariño. Ponte esto y te prepararé un café —Me dirijo a la pequeña cocina.

—Necesito algo más fuerte —dice con una voz gutural que da fe de las lágrimas que
derramó—. Sé que tienen alcohol aquí. —Kendall sabe que bebemos y a veces nos
compra cerveza. Le dijo a West que prefería que no bebiéramos mierda barata que nos
quitara el revestimiento del estómago, pero tampoco aprueba abiertamente que nos
emborrachemos. A mis padres les importa un bledo. Sinceramente, sería hipócrita por
parte de mamá si lo hiciera. Nuestra casa es un paraíso para los alcohólicos. Papá tiene
un extenso gabinete de licores que mantiene completamente abastecido. Dios no
permita que mamá tenga la oportunidad de estar sobria. No siento ningún
remordimiento cuando asalto regularmente el alijo de papá. Él sabe que lo tomo, y no
podría importarle menos.
—No tengo Sancerre, pero puedo subir a la casa a buscarte un poco, si quieres.

Me mira fijamente, con los ojos parpadeando en exceso.

—¿Cómo sabes que ese es mi vino favorito?

Mis labios se curvan en las comisuras.

—Observo todo lo que tiene que ver contigo.

—Como si eso no fuera espeluznante —dice ella, luchando contra una sonrisa que
apenas se dibuja.

—Quiero saber todo lo que hay que saber sobre ti. Dispárame si eso es un crimen.

Sus ojos se abren y maldigo en voz baja. Hago un movimiento hacia ella, pero
levanta una mano.

—Está bien. —Se seca con rabia las lágrimas que caen de sus ojos—. No puedo
controlar mis conductos lagrimales esta noche, y tú eres demasiado dulce. —Me ofrece
una sonrisa acuosa—. ¿Qué bebida tienes aquí?

Desliza los brazos dentro de la sudadera con capucha y se sube la cremallera. La


abriga, y parece tan pequeña y frágil, y yo sólo quiero abrigarla y hacer que todo sea
mejor. Me encanta verla con mi ropa, y la habitual vena posesiva que siento en su 58
presencia cobra protagonismo. Quiero encerrarla conmigo y no dejarla ir nunca.

—¿Vander?

Salgo de mi asombro y me froto la nuca con una mano. No puedo creer que esté en
mi casa. O que pareciera que venía a mí, buscando mi ayuda. No tiene ni idea de lo
mucho que esto significa para mí ni de la esperanza que me da. Odio que esté molesta,
pero no puedo lamentar que esté aquí.

—Tengo Bud o tequila. —No tuve la oportunidad de reponer mis provisiones desde
que West me dejó seco el viernes, y anoche hice una nueva mella en ellas.

—El tequila funciona —dice, sorprendiéndome. Nunca supe que sea una gran
bebedora.

—¿Qué tal si te hago un café por ahora, y después que me duche, compartimos el
tequila? —No quiero dejarla sola, pero apesto y tengo que cambiarme la ropa de
deporte.

Sus ojos recorren mi cuerpo, de la cabeza a los pies, y el calor atraviesa mi carne en
cada lugar donde se posa su mirada.

—Bien —susurra, volviendo a mirar a los míos—. ¿Estuviste en el club de boxeo?


Creía que los domingos era tu día libre.

Me encanta que recuerde mi horario de entrenamiento.


—Lo son, pero necesitaba desahogarme un poco, así que hice unos cuantos asaltos
en el ring con Crusher. —Enciendo el Keurig 6 antes de sacar una taza del armario.

—¿Sigues saliendo con él?

—Principalmente entrenamos juntos y a veces salimos por alguno de los bares de


los alrededores de la UCCS. Ahora está en el último año —le explico, mientras sirvo café
en la taza y añado un poco de crema. Sé que no toma azúcar. Inspeccionando el
contenido de mi nevera, me reprendo en silencio por no haber tomado algo de comida
de camino a casa.

Me acerco a ella con el café.

—¿Quieres comer algo? La oferta es escasa. Tengo algo de fruta picada, un par de
barritas de proteínas o unas patatas fritas que me sobraron del viernes, pero puede que
estén pasadas.

Una sonrisa genuina aparece en su boca mientras toma el café de mí. Nuestros
dedos se rozan en el intercambio, provocando un ardiente cosquilleo en mi brazo, pero
eso no es nada nuevo.

—Vaya, sí que me estás mimando.

No sé qué expresión ve en mi cara, pero es suficiente para que extienda la mano y


me la apriete. 59
—Oye, estaba bromeando. No quiero comer nada. Creo que mi estómago se
rebelaría si intentara forzar la comida. —Y así, sin más, la sonrisa desaparece de su cara
y vuelve la expresión triste y devastada.

Quiero saber qué le hizo, pero tengo que ducharme y cambiarme para poder
dedicarle toda mi atención. Me agacho frente a ella y le acomodo un mechón de cabello
rubio detrás de la oreja.

—Voy a ducharme rápidamente. Bébete el café y ponte cómoda.

Ella traga saliva visiblemente, pero vuelve a tener esa mirada lejana.

Me detengo en la puerta de mi dormitorio.

—¿Kendall? —Me mira por encima del hombro—. No te vayas. Vuelvo enseguida.

Mantengo el contacto visual con ella hasta que asiente, pero no estoy del todo
convencido que no se vaya cuando salga.

6 Cafetera
9
VANDER

Me doy la ducha más rápida de la historia de las duchas, y mi cuerpo apenas está
seco cuando me pongo un par de pantalones grises y una camiseta blanca de manga
larga. Meto los pies en unas zapatillas Nike. Después de pasarme la toalla por el pelo,
me paso los dedos por él y me echo un poco de colonia antes de salir del dormitorio.

Mis hombros se desploman de alivio cuando veo que Kendall sigue aquí. La
habitación está notablemente más cálida, gracias a Dios, y ella se deshizo de sus
bailarinas, enroscando las piernas debajo de ella, todavía envuelta bajo mi sudadera.
Sus zapatos no son lo único que abandonó. El café a medio beber está frío en la taza
sobre la mesita, y encontró el tequila. Junto con la carpeta de mis trabajos para la
universidad. Está sobre la mesa y lo hojea lentamente mientras bebe directamente de
la botella de tequila. Una mirada de feroz concentración se desliza por su hermoso
rostro mientras lo estudia detenidamente y bebe el tequila como si fuera limonada.

Hay algo tan dolorosamente bello en esta imagen que me detengo y miro fijamente, 60
aunque probablemente debería asustarme que esté revisando mis dibujos porque sé lo
que va a descubrir.

Pero a la mierda. Ya puse mis cartas sobre la mesa. Ella sabe lo que siento por ella.
Voy a asumirlo.

Veo cómo se transforma su expresión a medida que afloran diferentes emociones


mientras hojea mis obras de arte, y mi corazón se hincha detrás de mi pecho. Está tan
embelesada que ni siquiera se dio cuenta que volví a la habitación.

Verla vestida con mi ropa y con un aspecto acogedor en el sofá mientras bebe
tequila de la botella sin inmutarse, mientras hojea las manifestaciones físicas de mi
alma, es profundamente hermoso, y desearía poder congelar este momento y
capturarlo para la eternidad.

Si no estuviera tan vulnerable esta noche, le sugeriría que posara para mí. Pero no
puedo ser egoísta. No cuando está enfadada. Me tomo otros segundos para observarla
y memorizo la imagen para poder dibujarla cuando se vaya. De mala gana, me aclaro la
garganta, anunciando mi presencia.

—Hola. Veo que encontraste mi carpeta.

—Sí, la encontré. —Me mira brevemente antes de volver a prestar atención a mi


obra de arte—. Espero que no te importe que mire, pero sabes que siempre me gustaron
tus dibujos. Mejoraste aún más. —Sus dedos se deslizan sobre mi interpretación de la
vista desde el puente de las cataratas Helen Hunt. Ni siquiera levanta la vista cuando
me siento a su lado—. Tienes un talento increíble, Vander. Es un trabajo impresionante
—añade, pasando la página.

Espero con la respiración contenida su reacción.

Se queda mirando uno de los muchos retratos que dibujé de ella, con el dedo
recorriendo las líneas de su impresionante rostro.

—¿Cuándo hiciste esto? —pregunta suavemente, girando la cabeza para mirarme.

—Fue al principio del verano. Estaba con West en su habitación y tú estabas sentada
en el sofá del patio trasero, meciéndote de un lado a otro mientras mirabas al espacio.
—Inclinando mi cuerpo, me giro para quedar frente a ella. Nuestras rodillas se rozan en
el proceso, y eso es todo lo que necesito para calentar cada parte de mí. Deseo acercarla,
depositarla en mi regazo y abrazarla.

Su tacto despierta muchas sensaciones en mí. Algunas relajantes. Algunas


excitantes. Otras me confunden. Pero siempre siento. Kendall me hace sentir cosas que
no deberían ser familiares, pero lo son. Cada roce fugaz es como un recuerdo grabado
en mi piel, y hace falta una fuerza de voluntad monumental para no reaccionar de forma
visceral.

Incapaz de resistirme a tocarla, le pongo otro mechón de pelo detrás de la oreja y


mis dedos se posan en su mejilla.
61
—Parecías tan increíblemente triste, y no podía apartar los ojos de ti. Te observé a
través de la ventana, durante todo el tiempo que pude hacerlo. Esa noche no pude
dormir porque tu dolor me atormentaba. Sentí tu angustia como si fuera la mía, así que
me levanté, tomé mi libreta y me puse a dibujar.

Sus ojos se abren de par en par antes de volver a bajar la vista hacia el dibujo.

—¿Dibujaste esto de memoria?

La mayoría de los dibujos y pinturas de ella los hice de memoria porque no podía
arriesgarme a hacer una foto. Quitando la mano de su cara, aprieto los dedos contra mi
cabeza.

—Estás impresa aquí de la misma manera que estás impresa en mi corazón. —


Coloco mi mano sobre mi pecho, justo donde mi corazón late con fuerza—. Eres todo lo
que veo, Kendall. Incluso cuando cierro los ojos.

Un sonido estrangulado sale de su garganta, y sus ojos vuelven a llenarse de


lágrimas.

—Por favor, no llores, cariño. —Le quito las lágrimas antes de darle un beso en la
cabeza. Aprieto los ojos durante un segundo, deseando poder absorber su dolor y
eliminarlo—. Me está matando verte así.

—No sé cómo procesar todo lo que siento —admite, recordando el tequila y


tragando un trago. Me lo entrega—. Sé que quieres saber lo que pasó, pero no puedo
hablar de ello. No puedo decir las palabras. —Más lágrimas caen por su cara mientras
bebo un buen trago del líquido terroso y semidulce—. Me duele demasiado.

—Lo mataré —siseo, incapaz de contener la ira que siento hacia su marido—. Lo
enterraré por hacerte daño, joder.

Ella sacude la cabeza, enviando ondas de pelo rubio dorado en cascada sobre sus
hombros.

—No merece la pena. —Me quita la botella de las manos y bebe otro trago—. No
quiero pensar en ello ni hablar de ello. Sólo quiero pasar tiempo contigo. —
Tentativamente, extiende la mano y pasa sus dedos por mi cabello húmedo—. Tienes
un pelo precioso, Vander. —Deja el tequila en la mesa de café y se vuelve hacia mí. Sus
dedos recorren mi cara y no puedo moverme, no puedo respirar. Tengo miedo de mover
un músculo y romper este hechizo—. Una cara preciosa también. —Suavemente,
explora mi cara, sus dedos recorren mis ojos, mi nariz y mis mejillas. Arrastra su labio
inferior entre los dientes mientras sus dedos recorren el vello de mi barbilla y mis
mejillas. Las cosas se ponen interesantes en mis pantalones cuando sus dedos siguen
moviéndose, bajando por mi cuello, a lo largo de mi clavícula y hasta mi pecho. Mi polla
está dura como una piedra y ella apenas me toca; su tacto es adictivo y no me canso. Su
mano se detiene sobre mi corazón—. Pero esta es la parte más hermosa de ti. Tienes el
corazón más grande, Vander. Creo que eres increíble.

—Yo también creo que eres increíble. —Me inclino hacia ella, sin poder contenerme
más—. Y hermosa no se acerca a la descripción de lo absolutamente impresionante que 62
eres. —Agarro su cara con las manos, complacido por el calor de su piel, y bajo los ojos
a sus deliciosos labios.

Necesito besarla, abrazarla, amarla.

No puedo contenerme más.

Mi corazón se vuelve loco mientras alineo nuestras bocas, manteniendo mi mirada


fija en ella. Me agarra por los hombros y su tacto me llega al alma. La adrenalina corre
por mis venas mientras me muevo para cerrar la brecha entre nuestros labios, listo para
besarla adecuadamente por primera vez, cuando ella me empuja los hombros y gira su
cabeza para que mis labios rocen su pómulo en su lugar.

—No podemos, Vander. —Sus ojos se inundan de compasión mientras deja caer las
manos sobre su regazo.

Mis manos bajan a los lados.

—¿Por qué no? —Aprieto los dientes hasta las muelas—. Tu marido no es leal, así
que ¿qué más da?

—Dos errores no hacen un derecho.

—¿Por qué no puedes tomar algo para ti? Te quiero, y tú me quieres a mí. ¿Cómo
puede eso estar mal?
—Te mereces más de lo que puedo ofrecer, y eres demasiado joven para ser
arrastrado a mi desastre.

—Esa no es tu decisión, y mi edad es irrelevante. El amor no discrimina. Me importa


un carajo nuestra edad. Lo único que importa es cómo nos sentimos.

—No es tan simple, y no puedo ser egoísta. Ya tienes bastante en tu plato.

—De nuevo, esa no es tu decisión, y no hay ni un puto hueso egoísta en tu cuerpo.


Mi vida ya es una mierda. Te confié lo suficiente a lo largo de los años para que lo
entiendas. —Ella no sabe ni la mitad, y ahora mismo, me alegro de haberla protegido de
lo peor. Todavía se esconde de sus sentimientos, y empiezo a pensar que nunca podré
llegar a ella—. Eres la única chispa brillante en mi existencia. La única persona que hace
que sea fácil olvidar el caos. —Enrollo mis dedos en su cabello y fuerzo su mirada hacia
la mía—. ¿Por qué el amor no puede ser suficiente? A la mierda todo lo demás.

Ella sacude la cabeza, retirando mis manos de su cabello.

—Empezar algo podría perjudicar a mucha gente, incluidos nosotros, y la verdad es


que ahora mismo estoy demasiado confundida, Vander. —La tensión está grabada en
su hermoso rostro, irradiando de sus ojos azules mientras me suplica que le dé una
comprensión que no estoy seguro de poder darle—. No puedo dar sentido a nada de lo
que siento, y no puedo darte lo que quieres.

—¿Puedes al menos admitir que sientes algo por mí? 63


Ella vuelve a apretar su labio inferior entre los dientes, y yo le suplico con la mirada.
Necesito que me dé algo. Necesito alguna esperanza a la que aferrarme porque los
próximos meses no serán fáciles. Papá podría descubrir lo que estoy tramando y
arruinar todos mis planes cuidadosamente trazados.

Tengo pocas cosas buenas en mi vida.

Si tengo que renunciar a mi sueño de estar con Kendall, no sé cómo lo afrontaré.

La necesito. Como sé que ella me necesita. Nadie me convencerá jamás que eso tiene
algo de malo.

Sus rasgos se suavizan cuando toca mi mejilla.

—Siento algo por ti, Vander. —Sus labios se separan y su lengua se asoma—.
Sentimientos que no debería tener, contra los que estoy luchando.

Mi corazón se hincha y las mariposas se agolpan en mi vientre.

—No pienses, cariño. —Apoyo mi frente en la suya mientras mis manos se posan
con cuidado en su esbelta cintura—. Sólo siente. Sé egoísta por una vez y toma algo para
ti.

Sus brazos me rodean y me abrazan. La abrazo con fuerza, inhalando su especiado


aroma floral y maravillándome de lo increíble que es tenerla por fin entre mis brazos.
Ella hunde su nariz en mi pelo y tengo la sensación que está haciendo lo mismo que yo.
Absorberlo todo. Guardarlo en la memoria. Tragándolo como el néctar más tentador.

—Me importas demasiado para ser egoísta —me susurra al oído, todavía pegada a
mí—. Me importas lo suficiente como para no arruinar tu futuro. —Se retira y me mira
con lágrimas frescas en los ojos—. Ahora mismo soy un caso perdido, y no arrastraré a
nadie más conmigo.

Se suelta de mi mano, se levanta, coge la carpeta de la mesa y la cierra. Me la entrega.

—Tienes una meta, y sé que todo depende que te acepten en el programa de arte de
Yale. Tu padre no puede obligarte a seguir sus pasos, pero sí puede intentar impedir
que persigas tu sueño. —Se arrodilla frente a mí y toma mis manos entre las suyas—.
Tienes mucho talento y quiero esto para ti. Por eso no puedo distraerte. Tienes que
concentrarte en tu futuro.

Volví a dejar la carpeta sobre la mesa.

—Nunca podrías ser una distracción. —Aprieto sus manos, amando lo pequeñas y
suaves que se sienten contra mis palmas más grandes y mi piel más áspera—. Eres una
de las pocas personas que apoyan mis sueños. Te necesito, Kendall —añado en un
susurro—. Tenerte a mi lado me ayudaría a mantener la concentración. Ahora mismo,
me vuelvo loco pensando en ti todo el tiempo. —Le paso el pulgar por el labio inferior,
mientras mi boca se curva en una sonrisa—. De verdad, cuando lo piensas, no puedes
no estar conmigo. —Muevo las cejas—. Eres una distracción mucho mayor cuando no 64
puedo tenerte.

Se ríe, incapaz de contener su sonrisa.

—Buen intento, pero no me lo creo. —Su sonrisa se suaviza mientras retira su mano
de la mía y se pone de pie—. Vivo con dos adolescentes. No puedes manipular a esta
mujer.

Me pongo de pie, cerniéndome sobre ella.

—Eso no es lo que estoy haciendo. Hay una diferencia entre seducir y manipular.
Nunca te manipularía. No es mi estilo. —Coloco mis manos en sus caderas y me
acerco—. Sólo danos una oportunidad. Sin etiquetas. Sin compromisos. Hacemos esto y
vemos a dónde nos lleva.

Ella retrocede, sacudiendo la cabeza.

—No, Vander. Sé lo que es perder tu sueño. No me interpondré en el camino del


tuyo. Tienes que sacarme de tu mente y concentrarte en entrar en el programa de arte
de Yale. —Se pone los zapatos—. No debería haber venido aquí. No es justo dejar todo
esto en tu regazo.

Cruzo los brazos sobre el pecho mientras la irritación se me eriza en la piel. Ella ni
siquiera lo considera, y yo sigo sabiendo una mierda.

—No arrojaste nada en mi regazo. No me dijiste una mierda.


—Es mejor que no lo sepas. —Se mueve para desabrochar mi capucha, pero la
detengo.

Tan rápido como se encendió, mi ira se desvanece. No quiero que se vaya.

—No te vayas. Por favor, quédate. —No debería haberme puesto pesado con ella.
Fue egoísta por mi parte, y me gustaría poder rebobinar y dirigir la conversación por
otro camino.

—Quiero hacerlo. De verdad que sí. Pero es mejor que me vaya. Ahora mismo no
confío en mí, y no voy a estropear nuestras vidas haciendo algo de lo que ambos
acabaríamos arrepintiéndonos.

Habla por ti. No hay nada que pueda hacer con ella de lo que me arrepienta. Pero sé
cuándo cerrar la boca. Nada más que diga la convencerá, y es inútil intentarlo.

Se baja la cremallera, preparándose para quitarse la capucha, pero niego con la


cabeza.

—Quédatela. Hace mucho frío. —Cojo las llaves del mostrador—. Y es tarde. Te
llevaré a casa.

—Son sólo cinco minutos a pie, y soy una mujer adulta.

La fulmino con una mirada firme. 65


—Sigue sin ser seguro. Si crees que te dejaría ir sola, está claro que no me conoces
bien. —Me acerco un paso más—. Te voy a llevar a casa. Fin de la discusión.

Sus ojos penetran en los míos, y veo el momento en que cede.

—De acuerdo. —Mirando hacia abajo, enrosca sus dedos brevemente contra los
míos—. Gracias por esta noche. Sé que no debería haber venido aquí, pero no me
arrepiento de haberlo hecho.
10
VANDER

—Vamos a la cafetería —dice West al día siguiente en la escuela cuando suena la


campana para el descanso del almuerzo—. Realmente necesito hablar contigo.

—Me apunto. —Me cuelgo la mochila al hombro y me pongo al lado de mi


compañero mientras salimos del aula y nos abrimos paso por el pasillo abarrotado. Está
tecleando en su móvil, probablemente enviando un mensaje a Hazel.

—Hola, Van. —Gayle Turner se apoya en su taquilla, moviendo los dedos y


sonriéndome.

Muevo la cabeza en su dirección, en un breve reconocimiento, y acelero el paso.


West se ríe mientras guarda su móvil.

—Esa chica es persistente.


66
—Es un grano en el culo. Le dije innumerables veces que no estoy interesado, de
innumerables maneras, y nada consigue convencerla. —Traté de dejarla caer
amablemente, y fui deliberadamente un imbécil. Nada parece perturbarla. Tiene
pelotas, lo reconozco.

—Tal vez deberías follártela. Darle algo de lo que presumir, eso podría servir.

—Prefiero clavarme clavos oxidados en las pelotas.

West se ríe de nuevo mientras atravesamos las puertas dobles y salimos al


aparcamiento de estudiantes.

—Necesitas una novia. Entonces se echaría atrás.

—¿Tú crees? —Arqueo una ceja—. A las chicas como Gayle les encantan los retos.
Si tuviera una novia, probablemente haría su misión de separarnos. Intentaría que le
fuera infiel o crearía la ilusión que lo era. —Llegamos primero a mi camioneta y abro
las puertas, arrojando mi bolso en la parte trasera antes de subir al volante.

West se desliza en el asiento del copiloto, enciende el equipo de música y sube el


volumen a un nivel que hace estallar los oídos. Los ritmos retumban en las ventanillas
mientras alejo la camioneta de la escuela y me dirijo al centro de la ciudad.
El restaurante está tranquilo hoy, incluso para un lunes. Después de hacer nuestros
pedidos, nos acomodamos en el reservado, uno frente al otro. Espero impaciente a que
mi amigo empiece a hablar. Me muero por saber qué pasó ayer después de salir de su
casa.

—Mi padre admitió la aventura —dice finalmente, mirando por la ventana con una
mirada preocupada.

—No tenía muchas opciones —replico, esforzándome por evitar la ira en mi tono.

Se gira para mirarme.

—Se disculpó con mamá y con nosotros, dijo que su familia era su prioridad y que
estaba estresado por su nuevo trabajo.

Una jodida historia probable. No me creo ni una palabra de la boca de ese imbécil,
pero no puedo compartir esos pensamientos con West. Tengo que dejar de lado mis
sentimientos por Kendall y estar aquí por mi mejor amigo.

—¿Qué dijo tu madre? —pregunto, llevándome la botella de agua a los labios y


fingiendo despreocupación.

—Dijo que es entre ella y papá y que se esforzarían por arreglar las cosas. Que
debería centrarme en la escuela y el fútbol.
67
—No puedo creer que lo aceptara de nuevo después que la engañara. Debería
haberle dado una patada en su culo desleal.

El dolor brilla en sus ojos, y su nuez de Adán se mueve en su garganta.

—Hay una gran parte de mí que está de acuerdo contigo, pero otra parte de mí está
jodidamente aliviada que no lo hiciera. —Se frota las sienes—. Eso me convierte en un
idiota egoísta, ¿verdad?

—Es tu familia, y estás asustado. Lo entiendo.

Exhala con fuerza.

—Todavía estoy jodidamente enfadado con él por hacerle eso a mi madre.

La subestimación del siglo, amigo. Podría fácilmente asesinar a Curtis Hawthorne y


no perder el sueño por ello. Me clavo las uñas en el muslo por debajo de la mesa en un
intento de sofocar la rabia roja que me recorre las venas. Cada vez que pienso en cómo
le faltó el respeto a Kendall, quiero arrancarle la cabeza de los hombros y rebanarle la
polla.

Las lágrimas pinchan sus ojos, pero rápidamente desvía la mirada. Pasan unos
instantes de tensión antes que levante la cabeza y me mire.
—Dijo todo lo correcto, y mamá también nos tranquilizó. Salí de la habitación
pensando que todo estaría bien, pero después de esta mañana... —El aire sale de su boca
mientras sacude la cabeza—. No lo sé, amigo. Realmente no lo sé.

Mis nervios se levantan al instante y me inclino hacia delante, apoyando los codos
en la mesa.

—¿Qué pasó esta mañana?

Se encoge y abre la boca para hablar justo cuando aparece la camarera. No


hablamos mientras nos pone la comida delante. West hace girar la pasta alrededor de
su tenedor, y yo trato de ser paciente mientras espero que se explaye.

—En la mesa del desayuno se pusieron muy cariñosos —dice, justo cuando me
tragué un bocado de pasta. Casi me atraganto, agarro el agua y la trago de un golpe.

—Parecía tan forzado —admite cuando dejé de balbucear—. Me di cuenta que


mamá no estaba cómoda. —Deja el tenedor en el plato y apoya la cabeza en las manos.
Le tiemblan los hombros y lo siento por mi amigo. No digo nada, comiendo en silencio
mientras espero a que se recomponga. Sus ojos están vidriosos cuando por fin vuelve a
mirar hacia mí—. ¿Y si sólo lo hace por nosotros? ¿Y si esa es la única razón por la que
lo aceptó hace tres años? ¿Y si él sigue siendo infiel y por eso ella se siente desgraciada?
—Levanta el tenedor, haciendo girar más pasta a su alrededor.

Me pregunto si es por eso por lo que Kendall estaba molesta anoche. Todo lo que 68
West dijo sobre su conversación no levantó ninguna bandera roja, así que podría estar
en algo. No es que pueda expresar esos pensamientos. A menos que tenga pruebas, no
puedo alentar la teoría. No sería justo para él. Tengo en la punta de la lengua sugerir
que sigamos a Curtis para averiguarlo de una vez por todas. Pero no puedo hacerle eso
a West. Si su padre la está engañando de nuevo, pillarlo en el acto lo destrozaría. Si
Kendall se está tomando todas estas molestias para mantener a sus hijos protegidos de
la verdad, no puedo sugerir la ruta del espía.

Pero no hay nada que me impida vigilar al imbécil.

Lo medito, los pensamientos revolotean por mi cabeza mientras considero


cuidadosamente mi respuesta, tratando de ser el amigo de West, porque me necesita.

—Si lo hizo, fue su decisión, y lo hizo porque te quiere.

—No quiero que sea desgraciada, pero tampoco quiero que se divorcien. Demonios.
—Aparta su plato y se agarra el pelo a puñados.

Recé para que mis padres se divorciaran durante años, y aquí está el pobre West
rezando para que sus padres no lo hagan mientras yo espero en silencio que lo hagan.
Soy un puto amigo de mierda, y tengo que hacerlo mejor.

—Mira, amigo, no hay nada que puedas hacer, y preocuparte por algo que podría no
hacerse realidad es una pérdida de tiempo. Sé que estás preocupado. Odio eso por ti,
pero deberías hacer lo que dijeron tus padres. Concéntrate en tus notas y en ganar el
campeonato estatal. Jugar con los Sooners de Oklahoma es un éxito. Deja que ellos se
preocupen por su matrimonio.

—Definitivamente creo que es una buena idea solicitar varias escuelas de arte para
tener opciones. Pero si tu corazón está puesto en Yale, realmente deberías hablar con
tus padres, especialmente ahora que enviaste tu solicitud anticipada. Son antiguos
alumnos y estoy segura que pueden ayudarte —dice la señora Wills desde el otro lado
del escritorio.

Es mi última hora del día y normalmente disfruto de las sesiones con mi


orientadora, pero hoy decidió tocarme las pelotas por alguna razón, y no estoy de
humor para ello. Llevo sintiéndome mal desde la hora del almuerzo.

—Muchos alumnos piensan que sus padres no les van a apoyar y se llevan una grata
sorpresa.

Mi rodilla rebota hacia arriba y hacia abajo mientras la agitación me invade.

—Mi padre me hizo tragar Derecho de Yale desde que estaba en pañales. Tiene
planes de comprar el actual bufete de abogados en el que trabaja cuando el dueño se
jubile dentro de unos años. Cree que vamos a dirigirlo juntos, como padre e hijo, y no
hay nada que pueda decir, nada que haya dicho, que le haga cambiar de opinión —digo
con los dientes apretados. 69
—Pero seguro que quiere que su único hijo sea feliz —pregunta, haciendo girar el
collar de perlas alrededor de su cuello. No sé qué edad tiene la señora Wills, pero
siempre se viste como una abuela con chaquetas de punto, blusas de cuello alto y faldas
austeras que le llegan a las pantorrillas. Parece mucho mayor que Kendall, pero Kendall
parece súper joven para su edad, así que es difícil de calibrar. De todos modos, es lo
suficientemente mayor como para dar la vuelta al ruedo. No puede ser tan ingenua.

Me doy un golpe en la rodilla para detener el movimiento de rebote.

—A papá no le importa mi felicidad. Le importa que yo continúe con su legado. Mis


padres lucharon por concebir y yo soy su único hijo, así que todo depende de mí.

Garabatea algo en su cuaderno y yo miro el reloj sobre su cabeza, deseando que el


tiempo se acelere.

—¿Vio tu arte? —pregunta, intentando un enfoque diferente.

—No desde que era un adolescente.

—¡Bueno, ahí lo tienes! —Ella sonríe, juntando las manos encima del escritorio—.
Tienes que enseñarle tu portafolio. Apuesto a que se quedará boquiabierto con tu
talento y se dará cuenta que tu futuro está en otra trayectoria.

Un músculo de la mandíbula estalla y rechino los dientes con tanta fuerza que es un
milagro que no me rompa un diente.
—Si te preocupa, puedo hablar con ellos en tu nombre —añade—. Estoy más que
feliz de organizar una reunión.

Por encima de mi puto cuerpo va a acercarse a mis padres. Se me acabó la paciencia


y ella necesita un golpe de realidad. Me inclino hacia delante y la apuñalo con una
mirada aguda.

—Cuando tenía trece años, mi padre reunió todos mis blocs de dibujo, lienzos,
caballetes, pinturas y libros de arte, y encendió una hoguera con ellos en nuestro patio
trasero. Me dijo que ya estaba en camino de convertirme en un hombre y que el arte era
para niñas y maricas. Me obligó a echar la gasolina y a encender la cerilla. Luego me
hizo ver cómo mis sueños ardían en llamas.

Recogiendo mi bolsa del suelo, me pongo de pie, preparándome para salir, aunque
todavía quedan doce minutos en el reloj. Que me denuncie. Me importa un bledo.

—A Gregory Henley le importa un carajo mi talento. Sólo le importa él mismo. —


Me cuelgo el bolso sobre un hombro y la miro fijamente—. Que me acepten en Yale para
estudiar arte es el sueño de mi vida. Creo que probablemente conseguiré una plaza,
pero conseguir ir es un asunto totalmente distinto. Mi padre no lo pagará y, con sus
contactos, impedirá que me den cualquier tipo de beca. Ni siquiera me importa el
dinero. Pediré préstamos para estudiar cuando se acabe la herencia que me dejaron mis
abuelos. Mi mayor temor es que consiga anular la oferta, y por eso no puede enterarse
de lo que estoy planeando.
70
La silla chirría cuando la empujo hacia atrás, dando un pisotón hacia la puerta. Me
doy la vuelta mientras mis dedos se enroscan en el pomo de la puerta.

—Sé que tienes buenas intenciones y aprecio todo lo que hiciste para ayudarme,
pero tienes que dejar esto. Tu responsabilidad es ayudarme. Ayudarme a conseguir mis
objetivos académicos. Mi padre no puede saberlo, lo que significa que mi madre
tampoco puede saberlo. Por favor, no te acerques a ellos. Créeme cuando digo que no
terminaría bien para ninguno de los dos. No es el tipo de hombre con el que quieres
cruzarte. —Dejo que esas palabras permanezcan en el aire tenso durante unos instantes
antes de abrir la puerta. Le lanzo una última mirada—. Tienen que permanecer en la
oscuridad.
11
KENDALL

—Estamos organizando una reunión —dice June, apareciendo en la puerta de mi


despacho con una mirada decidida en su bonito rostro.

—¿Quiénes? —pregunto, dejando el bolígrafo sobre el cuaderno.

—Tus dos mejores amigas —responde Viola, asomando la cabeza por encima del
hombro de June.

—¿Qué estás haciendo aquí?

June pone los ojos en blanco.

—Organizando una reunión. Duh. —Se acerca y apaga mi ordenador con


indiferencia.
71
Frunzo los labios, mi mirada rebotando entre mis dos amigas más cercanas.

—Todavía tengo trabajo que hacer.

—No, no lo tienes. Son más de las cinco de la tarde de un viernes. Tu semana laboral
terminó, chica. —Viola agarra mi abrigo de la percha y se acerca a mí dando pisotones.
—Trabajaste hasta tarde todas las noches de esta semana y nos diste a las dos todas las
excusas bajo el sol para evitar hablar. Esto se acaba ahora. —Arroja mi abrigo de lana
rosa oscuro hacia mí.

—Somos tus mejores amigas. —June apoya su trasero en el borde de mi escritorio.

—Te conocemos por dentro y por fuera, y sabemos que algo va mal —añade Viola,
poniendo las manos en sus bien formadas caderas.

—Queremos ayudar —agrega June.

—Necesitamos saberlo —dice Viola.

Levanto mis manos.

—Está bien. Suficiente con el trabajo en grupo. —Echándome hacia atrás en mi silla,
dejo salir un pesado suspiro—. Siempre planeé contarles —admito sinceramente,
mirando a mis dos amigas a los ojos—. Sólo necesitaba algo de tiempo para procesar
todo primero, y esperaba poder contarles cuando tuviera control sobre los conductos
lagrimales. —La humedad me escuece los ojos, pero me los froto, haciendo retroceder
las lágrimas. Ya lloré bastante esta semana por culpa de ese imbécil. La ira va y viene,
pero los sentimientos predominantes son el dolor, la tristeza, la decepción, la vergüenza
y el arrepentimiento.

Viola observa sobre su hombro, asegurándose que no haya nadie afuera, antes de
volver su mirada a mí.

—Te está engañando de nuevo, ¿no es así? —pregunta suavemente. Compartí mis
sospechas con mi amiga un par de semanas atrás, así que no me sorprende que haya
hecho la suposición correcta.

Asiento, tragando el nudo en mi garganta.

—¡Ese maldito imbécil! —sisea June, acercándose para tomar mi mano. La


aprieta—. Nunca fue lo suficientemente bueno para ti, y te mereces algo mucho mejor.

—Así es —afirma Viola, asintiendo con la cabeza. Se acerca a mi mesa, me pone de


pie y me abraza. Un sollozo sale de mi garganta mientras me aferro a mi mejor amiga
de la infancia. Viola me aprieta más fuerte antes de relajarse—. Puedes contarnos todo
y te ayudaremos a resolver esto. Vamos a pedir comida para llevar a mi casa, y ya me
abastecí de vino y vodka.

—No puedo —digo, ordenando los papeles en mi escritorio—. Tengo que ir a casa
con Ridge. West tiene una cita con Hazel y Stella va a salir con sus amigas. —No
menciono que el idiota con el que estoy casada no estará en casa porque saldrá a follar 72
con su novia.

—Ruthie accedió a cuidar a Ridge y a los mellizos —dice Viola—. Hablé con ella
antes y me dijo que no tenía planes para esta noche. Le parece bien quedarse en casa
con Ridge y mis dos diablillos.

—¿Estás segura? —pregunto, mientras me pongo el abrigo, porque no suelo pedirle


a mi señora de la limpieza que haga de niñera, pero en el pasado me ayudó con las
emergencias.

—Sí, claro. Creo que se alegró que se lo pidiera, y ya sabes que es de confianza. Los
niños estarán bien con ella. —Me pasa el brazo por los hombros—. Está cubierto. Eres
nuestra por esta noche. Vamos.

—De acuerdo. Cuéntanos todo —dice June noventa minutos después,


entregándome una gran copa de vino, en la comodidad del acogedor salón de Viola.
Viola obtuvo la casa en el divorcio hace cinco años, y su ex marido vive a seis kilómetros
de distancia con su nueva pareja, Brian. Comparten la custodia de su hijo y su hija de
trece años, y si hubiera un prototipo de modelo perfecto de divorcio y co-paternidad,
sería Viola Johnson. No es que al principio todo fuera fácil, pero hicieron lo mejor para
los niños y consiguieron mantener las cosas de forma amistosa anteponiendo sus
mejores intereses.
June se deja caer a mi lado en el sofá, mientras Viola se acurruca en su sillón de
cuero frente a la chimenea. La habitación está calentita, a diferencia del frío que emana
de mi alma.

—Todo fue una mentira —admito antes de engullir un gran trago de vino blanco—
Cada puto momento de mi matrimonio fue un fraude —digo, mirando fijamente a Viola.
Ella estuvo allí durante todo el proceso, y necesito saber si cayó en la misma trampa que
yo.

—¿Qué significa eso exactamente? —Su ceño se arruga mientras sorbe su vino.

—Significa que me estuvo engañando desde que tenía diecisiete años. —Procedo a
contárselo todo a June y a Viola, que escuchan atentamente, bebiendo su vino, con el
rostro cada vez más enrojecido y con expresiones cada vez más enfadadas cuanto más
hablo, pero no me interrumpen. Dejan que me desahogue, y todo sale de mi boca como
un vómito en proyectil. No me había dado cuenta de lo mucho que necesitaba
confesarme con mis amigas hasta ahora.

—Dios mío, Kendall. —Viola se frota una mano sobre la boca y suspira—. No puedo
creer que haya hecho eso o lo que espera de ti ahora.

—¿Te habías dado cuenta?

Ella sacude la cabeza.


73
—Nunca. Siempre parecía tan enamorado de ti.

—Es un puto psicópata —arremete June—. ¡Cómo se atreve a tratarte así! —De las
dos, June es la más libre y exaltada, así que no me sorprende que reaccione con ira.

—Eso no es ni siquiera lo peor. La otra noche tuvo sexo telefónico con ella —admito,
clavando las uñas en las palmas de la mano. Todavía estoy sorprendida, enfurecida y
devastada cada vez que pienso en ello—. Sabía que yo estaba en el baño de la suite, y
aun así se masturbó mientras le hablaba sucio por teléfono.

June se levanta de un salto, con el vapor saliendo de sus orejas.

—¡Ese puto infeliz, imbécil, idiota, cretino, mierda, estúpido, desgraciado, hijo de
puta, gusano del culo, aspirante a Tiger Woods, mentiroso, tramposo, pedazo de
mierda! —ruge, soltando una serie de coloridos insultos, que me impresionan. Se
detiene sólo para respirar profundamente—. Quiero matarlo con mis propias manos.
Quiero darle una paliza a esa basura tramposa e inservible. —Su cara parece asesina
mientras continúa—. No, no es suficiente tortura. Quiero cortarlo en pedacitos y
dárselos de comer a la zorra que se está tirando. Luego le prenderé fuego y me reiré a
carcajadas mientras los maldigo a ambos y les deseo una larga y dolorosa vida en el
infierno.

—Creativo. Me gusta. —Tuve muchos pensamientos similares, pero ella es más


imaginativa que yo. Debe ser la parte de marketing de su cerebro.

Sin embargo, no terminó.


—Espero que su pequeña polla llena de enfermedades se caiga y que tenga sarna y
picazón en el vello púbico. —Da un pisotón en el suelo, apretando los puños y
gruñendo—. ¡Oh, oh, ya lo sé! —Sus ojos se iluminan y su mirada baila entre Viola y
yo—. Necesitas venganza, Ken, y tenemos que empezar una lista —Señala con el dedo
a Viola—. Podemos divertirnos de verdad con esto. —Sus ojos brillan con picardía—.
Una vez leí un post en las redes sociales sobre una mujer que sospechaba que su marido
la engañaba después de encontrar una caja de condones medio vacía en su coche.

Se frota alegremente las manos.

—Hizo agujeros en el envoltorio de cada condón y empapó cada uno de ellos en jugo
de chile habanero antes de volver a guardarlos en la caja. Al día siguiente, su marido se
fue diciendo que tenía que hacer un recado o algo así. Luego, unas horas más tarde,
recibió una llamada de su mejor amiga diciendo que acababa de tener sexo con su nuevo
hombre y que ahora estaba ardiendo allá abajo. ¿Puedes creerlo?

Sus ojos se abren de par en par y sacude la cabeza.

—¿Imaginas llamar a la mujer de tu amante para pedirle consejo? —Sus ojos se


estrechan—. Habría cortado a la perra. De todos modos, luego su marido llegó a casa y
corrió directamente a ponerse hielo en la polla, creando alguna historia elaborada para
tratar de excusarlo, pero ella sabía la verdad. —Se hunde en el sofá y me agarra las
manos, con la cara encendida de excitación—. ¡Eso es lo que deberías hacer! Darle a su
actual puta un desagradable picor que sentirá durante días.
74
Una risita me sube a la garganta mientras contemplo su cara de esperanza y la
libero. Quizá eso es lo que tengo que hacer. Convertir la vida de Curtis en un infierno
mientras por fuera tiene que seguir fingiendo conmigo. Todas nos reímos; es un gran
alivio de la tensión, y se siente muy bien.

Hasta que no lo hace.

Mi risa se transforma rápidamente en sollozos mientras me derrumbo delante de


mis amigas.

Viola se une a nosotras en el sofá y me aferro a mis amigas mientras sollozo sobre
sus hombros. Un tsunami de emociones me asalta por dentro y me rindo ante ellas
cuando todo se derrumba. Me duele el pecho cuando me desahogo, emitiendo
profundos sollozos que abarcan todo mi cuerpo, con las entrañas retorcidas por la
agonía, mientras descargo la emoción que me desgarra. Me sostienen, sin hablar,
dejando que lo expulse, mientras lloro con todas mis fuerzas.

Suena el timbre y Viola me besa la cabeza antes de salir a buscar nuestra cena. Eso
me obliga a recomponerme. Me desprendo del abrazo de June, moqueando y
secándome las lágrimas que me ensucian la cara. Me duele el cuerpo porque el estrés
se infiltra en todos los rincones de mi ser. June me da un par de pañuelos de papel y yo
me sueno la nariz y me seco los ojos mientras Viola vuelve a aparecer con la bolsa de
reparto. Estoy emocional y físicamente agotada, y no sé cuánto más puedo tolerar antes
de perder la cabeza.
—Al menos no tengo que preocuparme que ninguno de ustedes se folle a Curtis —
digo con aspereza, la garganta irritada y dolorida. Les ofrezco una sonrisa temblorosa—
. Sé que nunca harían eso. Imagina que te traicionan tu marido y tu mejor amiga. Eso sí
que sería un asco.

—Tu situación es una traición igualmente —Viola me da otro beso en la cabeza


antes de dejar caer la bolsa sobre la mesa de café—. Creo que comeremos aquí. ¿Puedes
traer platos y cubiertos de la cocina? —le pregunta a June.

—Por supuesto —June me da otro rápido abrazo—. Vas a estar bien —dice antes
de entrar en la cocina.

—Tiene razón —Viola me rodea con su brazo—. Sé que probablemente no lo sientas


así ahora, porque todo es un shock, pero lo estarás.

Resoplo, mordiéndome el labio inferior.

—Sé que estás enfadada, pero...

—Esa es la cuestión —digo, cortándola—. Lo estoy, pero va y viene. Sólo siento una
tristeza abrumadora por todo lo que se perdió. Además del dolor y la humillación, me
preocupan los niños. Lo que esto les hará cuando se enteren.

—Lo entiendo perfectamente —dice Viola, mientras June vuelve a entrar en la


habitación—. Por supuesto, ellos son una gran preocupación, pero tienes que resolver 75
lo que es mejor para ti también. No puedes ser madre de ellos hasta que te cuides a ti
misma.

—Sé que lo que dices es técnicamente correcto, pero no tengo ese lujo. No voy a
fallar a mis hijos como madre. Ellos son mi primera prioridad. Protegerlos es mi
objetivo principal. Me haré daño si eso significa mantenerlos protegidos todo el tiempo
que pueda.

Viola parece querer discrepar, pero cierra los labios.

—Siento que fracasé como esposa, pero no fracasaré como madre. —Ser madre es
la única razón por la que pude salir de la cama todos los días de esta semana. No puedo
descuidar a mis hijos ni mis responsabilidades, y mantenerme ocupada con mi vida
normal es tan vital como el oxígeno para mí en este momento.

—El fracaso no está en tu ADN —dice Viola—. El único que fracasó es ese mentiroso
con el que te casaste.

—No esperaría menos de ti, Kendall, porque eres una madre jodidamente increíble
—dice June, dejando los platos y los cubiertos en el suelo y abriendo la bolsa—. Pero
hablando como alguien cuyos padres se divorciaron cuando yo tenía diez años, tiendo
a estar de acuerdo con Viola. Tienes que considerar lo que es mejor para ti también —
añade—. Yo estaba súper molesta cuando mis padres me lo dijeron por primera vez, y
estuve callada y retraída un montón, pero con el tiempo me di cuenta que era lo mejor
para todos.
Coloca los cartones sobre la mesa, los abre y mete algunas cucharas.

—Siempre estaban peleando y las cosas eran bastante tensas. Después que se
separaron, papá se esforzó más conmigo, y realmente disfruté de pasar tiempo por
separado con ellos. Ambos acabaron conociendo nuevas parejas, y ahora son mucho
más felices —June coloca tres cojines en el suelo y nos sentamos con las piernas
cruzadas alrededor de la mesa de café—. Sé que tu situación no es la misma, y no intento
decirte lo que tienes que hacer, sólo que a veces lo correcto para los niños es el divorcio.

—Salvo que Curtis no se lo pondrá fácil hasta que le convenga —Los ojos de Viola
se estrechan hasta convertirse en pinchos mientras apuñala un langostino y se lo mete
en la boca.

—No puede impedirlo si es lo que quiere Kendall —dice June—. Colorado es un


estado de divorcio sin culpa, y el adulterio no entra en juego. Ken puede solicitar el
divorcio alegando que el matrimonio está irremediablemente roto. Curtis puede
intentar impugnarlo, pero rara vez tiene éxito. Lo mismo si intenta pedir la custodia
completa. No hay ningún tribunal en la tierra que le niegue a Kendall sus derechos
maternales.

Me sirvo un poco de arroz frito con pollo y fideos en el plato, pero sigo sin tener
mucho apetito.

—Sé que podría pedir el divorcio y obtener la custodia compartida. Probablemente


ni siquiera se opondría tanto si eso significara que podría estar con su puta. Pero tiene 76
un punto en relación con los niños. Odio a Curtis, y fue un pésimo marido, pero es un
padre decente, y está poniendo las necesidades de ellos en primer lugar. Yo tengo que
hacer lo mismo.

—Piensa en esto prácticamente —dice Viola—. ¿Cómo diablos puedes hacer que
eso funcione sabiendo lo que sabes ahora?

—Esa es la pregunta del millón. Esta semana fue un infierno —admito, mientras
bebo mi vino–. No creo que pueda soportar dos años de apariencias. Apenas puedo
mirarlo sin querer apuñalarlo en el ojo. Sólo quiero que se vaya. —Mastico lentamente
un bocado de comida.

—Por favor, dime que no sigues durmiendo en la misma cama —dice Viola.

Me froto la opresión en el pecho.

—Nos retiramos a la cama juntos por la noche, para guardar las apariencias, pero
en cuanto los niños se duermen, me voy al dormitorio de invitados y me levanto antes
que ninguno se despierte.

—Esa escoria tramposa debería ser la que durmiera en la cama de invitados. No tú.
—June hace rechinar los dientes mientras echa más comida en su plato.

—Esto no le molesta en lo más mínimo. Va por la casa silbando y cantando en la


ducha, como si no tuviera ninguna preocupación en el mundo. —Trago más vino—
¿Cómo puede ser tan insensible? ¿Tan frío? Es como si no tuviera ninguna emoción.
Debe ver lo mucho que me duele, pero no le importa. Y eso duele tanto como la traición.
No tiene ningún remordimiento, y no le importa una mierda lo que esto me haga. Lo
único que le importa es tirarse a sus putas y proteger su reputación con los niños.

—Tal vez deberías decírselo. Son niños que se adaptan bien a todo —dice Viola—.
Puede que lo lleven mejor de lo que crees —Me da un empujón con el tenedor,
animándome a comer con la mirada.

Me obligan a tragar otro bocado.

—No puedo correr ese riesgo. No voy a arruinar sus futuros porque su padre no
pudo mantener su polla en sus pantalones.

—No creo que debas tomar ninguna decisión definitiva todavía —dice Viola—.
Aunque nuestras situaciones son muy diferentes, recuerdo lo mucho que oscilaron mis
emociones durante ese tiempo. Es necesario que te hagas a la idea de cómo te sientes,
y sólo entonces podrás decidir qué hacer. Pero tienes que hacer un plan y empezar a
prepararte para el futuro. Eres inteligente. Lo suficientemente inteligente como para
aventajar a ese baboso. Tal vez deberías hablar con un terapeuta.

—Y un abogado de divorcio —dice June—. Estoy segura que Leland te representaría


si se lo pidieras.

—No puedo involucrar a nadie del trabajo. Prefiero mantener lo que pasa en casa
separado de mi carrera profesional, y no confiaría en que Greg no le dijera algo a Curtis. 77
Aunque no son amigos, son compañeros de golf. Me imagino a Greg dándole palmaditas
en la espalda a Curtis si se entera. Conociéndole, haría todo lo posible para asegurarse
que Curtis me joda.

—De un imbécil tramposo a otro —dice Viola, con un claro asco en su tono.

—Punto válido. —June está de acuerdo—. Puedo conseguir algunos nombres en


otros bufetes. Con discreción, por supuesto —Ella arquea una ceja y yo asiento.

—Lo consideré esta semana. No está de más hablar con alguien. Para explorar todas
las opciones.

—Puedo darte el número de la mujer con la que hablé durante mi divorcio. Ella fue
de gran ayuda.

—Gracias, Vi.

—Deberías empezar a documentar todo y grabar tus interacciones con él —sugiere


June—. Construye un arsenal de municiones. Nunca se sabe cuándo podrías
necesitarlas.

—Ese es un buen consejo, pero ahora mismo, estoy haciendo todo lo que puedo para
evadirlo fuera de poner una fachada con los niños.

—Decidas lo que decidas, debes saber que estamos aquí para ti —June se acerca
para apretar mi mano.
—Te apoyaremos en todo momento —asiente Viola.

Un brillo diabólico aparece en los ojos de June.

—Diablos, incluso estoy dispuesta a asesinar. Podemos descuartizarlo juntas. Lo


que sea que necesites, es tuyo.

78
12
VANDER

—¿Quién se meo en tus cereales? —pregunta Crusher, sosteniendo las almohadillas


mientras lanzo golpes viciosos en rápida sucesión—. Estuviste de un humor de mierda
toda la semana.

—Tengo muchas cosas en la cabeza —gruño, manteniendo los puños en alto y


golpeando las almohadillas.

—¿Algo en lo que pueda ayudar? —pregunta mi compañero, y es oportuno.

—En realidad, hay una cosa. ¿Quieres ir a TJ's más tarde?

—Claro que sí. —Me da una palmada con la almohadilla—. Estás abierto. Puños
arriba.

Hago unos cuantos asaltos más con Crusher antes de dar por concluido mi trabajo 79
de almohadilla y dirigirme al otro lado del club de boxeo, donde se encuentran los
equipos y las colchonetas, para empezar mi entrenamiento de fuerza. Es viernes por la
noche y la mayoría de los chicos ya terminaron sus sesiones y se fueron, así que el lugar
está prácticamente desierto.

Hago unas cuantas series de flexiones, sentadillas y abdominales antes de hacer tres
rondas con el saco de balanceo, y luego doy por terminada la sesión. Quiero hablar con
Jimmy antes que cierre.

Me limpio la frente con una toalla, me la pongo alrededor del cuello y me dirijo a la
pequeña oficina que Jimmy utiliza para gestionar los negocios. Me trago media botella
de agua por la garganta reseca antes de acercarme a la puerta. Está entreabierta, así que
asomo la cabeza.

—¿Tienes tiempo para hablar?

Levanta la vista de los papeles esparcidos por su escritorio con una sonrisa
instantánea.

—Para ti, chico, siempre. Entra y cierra la puerta. —Deja el bolígrafo sobre los
papeles y se pasa una mano por su espeso pelo canoso.

Me siento en el desgastado sofá de cuero marrón pegado a la pared lateral y trago


saliva. Necesito hablar con alguien antes de volverme loco, y Jimmy es el único hombre
para ese trabajo. No puedo hablar con West ni con ninguno de mis compañeros, por
razones obvias. Jimmy me cuidó desde que me uní al club unos meses después de
mudarme a Colorado Springs, y siempre fue como una figura paterna para mí. Se toma
un interés activo donde a mi viejo no le importa una mierda. Papá no se opone a que
venga aquí, el boxeo es un deporte de hombres, así que lo aprueba, aunque ya no pueda
ganarme cuando le devuelvo los golpes con más fuerza.

—¿Qué pasa, hijo? —Jimmy se quita las gafas de montura negra y se pellizca el
puente de la nariz. Coloca las gafas sobre el escritorio, apoya las manos frente a él y me
presta toda su atención—. Pareces preocupado, y me di cuenta que estuviste dedicando
tiempo extra toda la semana. ¿Qué tienes en la cabeza?

Me aclaro la garganta y me siento hacia delante, apoyando los codos en las rodillas.

—Necesito un consejo.

—Entonces viniste al lugar adecuado —Jimmy saca una botella de whisky y un vaso
del cajón de su escritorio—. Supongo que no quieres uno —dice, arqueando una ceja
mientras se sirve una generosa medida.

Sacudo la cabeza.

—Voy a conducir esta noche. —A veces corro hacia y desde el gimnasio, si me salté
mi corrida diaria de las cinco de la mañana. Soy consciente de mis antecedentes
familiares y, aunque me gusta la bebida tanto como a cualquier otro, no suelo
excederme. Estoy constantemente atento por si se convierte en una traba. Cuando me
mudé a la ciudad, abusé del alcohol y las drogas. Las usaba para adormecer mi dolor 80
hasta que encontré a West y el boxeo. Me pusieron en el camino correcto. Kendall
también ayudó. Me sugirió que necesitaba una salida física para descargar mi
frustración y mi estrés. Ella incluso encontró este lugar para mí.

—Escúpelo, hijo. —Jimmy se inclina hacia atrás en su silla, levantando el vaso a sus
labios curtidos.

—Hay una chica, bueno, mujer y...

Una risa irónica sale de sus labios.

—Pensé que podría ser un problema de chicas, pero no es propio de ti buscar


consejo con las damas. Por lo que oí, lo haces muy bien.

Pongo los ojos en blanco.

—Te juro que los chicos son peores chismosos que las chicas del instituto.

—Es cierto. —Sus cálidos ojos marrones se arrugan en las esquinas mientras se ríe
de nuevo—. Continúa.

—Es complicado. —Me restriego una mano por la cara—. No tengo a nadie con
quien hablar, y sé que puedo contártelo y no me juzgarás ni traicionarás mi confianza.

Él asiente, inclinándose un poco hacia delante.


—Me intriga.

—Estoy enamorado de ella —le digo—. La amo desde hace mucho tiempo, pero sólo
me permití admitirlo recientemente porque... —Hago una pausa para tomar un trago
de agua, con la boca repentinamente seca.

—¿Por qué…? —me dice Jimmy cuando vacío el agua y tiro la botella a la basura.

—Porque es inapropiado, y no pasaría nada.

—¿Inapropiado cómo? ¿Quién es esta mujer?

—Es Kendall Hawthorne —admito, con el corazón galopando. Un pequeño indicio


de conmoción salpica su rostro—. Es la madre de West —Es consciente de quién es
West Hawthorne. Casi todo el mundo en la ciudad conoce a nuestro mariscal de campo
porque es una estrella en el campo y está claro que va a llegar lejos.

Se lleva los dedos a la fina capa de pelo plateado de su barbilla.

—Sé quién es. Nunca se olvida a una mujer así —Vuelve a reírse—. Todavía
recuerdo el día en que se presentó aquí. Bonita como un cuadro, pero claramente fuera
de lugar. Los chicos se tropezaron para ofrecerle ayuda.

—Seguro que sí. —Me froto una mano en la nuca—. Intenté verla simplemente
como la madre de West. Decirme a mí mismo que sólo era un estúpido enamoramiento 81
o las hormonas o el hecho que era amable y trataba de ayudarme. —Me encojo de
hombros, intentando aflojar los músculos tensos. Es más difícil de admitir de lo que
pensaba.

—Pero no lo es.

—No lo es. —Me lamo los labios, preparándome para admitir algo que me da miedo
incluso a mí mismo—. Esto va a hacer que suene como una niña, pero parece que el
destino me trajo aquí para encontrarla. En cuanto la conocí, sentí la conexión más
intensa, y no desapareció. Sólo empeoró, y... —Dejo de hablar, anudo las manos y miro
al suelo mientras me preparo para decir las palabras—. La veo en mis sueños. Nos veo,
pero es como si fuéramos de otra época.

—¿A qué te refieres? —pregunta, y yo levanto la vista. No veo ninguna burla o


humor en su cara, y eso me anima.

—Es el mismo sueño que tengo desde hace años. Estamos en un río. Es de noche y
la luna proyecta sombras sobre las pirámides del fondo. Las palmeras se alinean a
ambos lados del río, y las rudimentarias casas de adobe están dispersas en la distancia
cercana. Estamos solos. Nos abrazamos y nos besamos. —El corazón me da vueltas en
el pecho mientras visualizo la imagen en mi mente. La vi tanto en mis sueños que puedo
recordarla al instante—. Yo soy mayor y ella es más joven. Nos vemos diferentes, pero
sigue siendo ella. Cuando la miro a los ojos, veo a través de su alma, y sé que es Kendall.
Aunque sólo es un sueño, la siento en mis brazos. Siento su corazón latiendo contra el
mío y su pulso retumbando en las yemas de mis dedos. Siento el ligero tacto de su mano
cuando la recorre por mi pecho y el calor de su aliento contra mi oído cuando susurra
lo mucho que me quiere.

Levanto la vista hacia el anciano. Me observa con gran intensidad. Jimmy asiente,
instándome a continuar.

Arrastro el labio entre los dientes mientras el dolor me atraviesa el pecho. Esta
parte siempre duele.

—Después de estar juntos, la ayudo a secarse en la orilla del río, y luego la tomo de
la mano y la conduzco lejos. Supongo que la llevo a casa, pero nos quedamos en las
sombras, corriendo bajo los árboles y agachados junto a los muros bajos. Hasta que un
grupo de hombres nos rodean. Son de piel oscura, llevan taparrabos y portan lanzas y
escudos. Me la quitan. Estoy luchando. Kendall grita y entonces... —Mis ojos se fijan en
los suyos—. Entonces todo se vuelve negro.

—Bueno, mierda.

Saco aire por la boca.

—Esa es una forma de describirlo.

Sus labios se curvan en las comisuras.

—¿Seguro que no estás drogado, hijo? ¿Te diste demasiados golpes en la cabeza? — 82
Entrecierro los ojos y se ríe—. Sólo te estoy tomando el pelo —Bebe otro trago de
whisky—. Esto es muy intrigante.

—¿No crees que estoy loco?

—No más que la mayoría de los hombres.

—Bueno, eso me tranquiliza. Gracias —murmuro.

Vuelve a reírse.

—El cerebro es un órgano fascinante. Lo estudié un poco, con los riesgos que
conlleva este negocio. Leí todo tipo de cosas inexplicables. No creo que lleguemos a
desentrañar el misterio de su funcionamiento.

—¿Crees que tengo algún problema con mi cerebro?

Sacude la cabeza.

—No. En absoluto. Sólo digo que el cerebro es capaz de muchas cosas y que hay
mucho que no entendemos sobre él. ¿Quién sabe qué son nuestros sueños o por qué
algunas personas sueñan y otras no lo hacen nunca? ¿Por qué algunos recuerdan
vívidamente sus sueños y otros los olvidan al instante de despertar? ¿Son recuerdos del
pasado de una vida diferente? ¿Son visiones del futuro? ¿Son preocupaciones que se
manifiestan de forma extraña, como un rompecabezas que no podemos resolver? ¿O es
nuestro cerebro el que intenta decirnos algo o guiarnos por un determinado camino?
—Se encoge de hombros—. No lo sabemos. Nunca lo sabremos. Al menos no en nuestra
vida.

—A Kendall le encantaría. Le gusta mucho la filosofía.

—¿Ella es la razón por la que llevas ese libro de bolsillo doblado a todas partes?

Asiento con la cabeza.

—Me regaló un ejemplar de Meditaciones por mi decimoctavo cumpleaños. Es uno


de los mejores libros que leí.

—Intenté leerlo una vez —dice—. Definitivamente hay algo de sabiduría entre
todas las divagaciones sin sentido.

—Ese libro me habla al alma —respondo con sinceridad, señalando mi brazo


interior—. Tengo un par de citas grabadas en mi piel.

Se inclina hacia delante sobre el escritorio.

—¿Qué dice? Estos viejos ojos no pueden leerlo desde aquí.

—Tolerancia divina y furia divina —confirmo—. Estoy dividido a partes iguales


entre las dos. —Me pongo de pie, me quito con cuidado la camiseta de entrenamiento
sin mangas y le muestro la espalda—. Me la hice el martes; por eso aún está un poco 83
roja e hinchada.

No necesita ponerse las gafas para leer las grandes letras que están entintadas en
un arco curvo de izquierda a derecha en la parte posterior de mis omóplatos.

Te conviertes en lo que amas.

Frunce el ceño al mirarme.

—Ese es un tatuaje enorme. No deberías haber entrenado esta semana.

—Apenas sentí el dolor —admito, poniéndome de nuevo la camiseta—. Estuve tan


frustrado y preocupado por Kendall que apenas puedo sentir nada más.

—Antes de contarme el resto, dime qué crees que es el sueño.

—Cuando empecé a tenerlo, pensé que era mi subconsciente convirtiendo mi


enamoramiento en realidad, pero el sueño es tan vívido, y siempre es el mismo. Ningún
detalle es diferente. Creo que es un mensaje. —Lo miro fijamente—. Creo que nuestras
almas estuvieron juntas antes en otra vida y que estoy destinado a estar con ella en esta.

—Eso es bastante fuerte.

—Lo sé —El silencio desciende durante unos latidos—. No dijiste nada sobre su
edad o el hecho que es la madre de mi mejor amigo.
Se encoge de hombros.

—El amor es el amor. Soy viejo. Vi lo que ofrece esta vida. Experimenté mucho. Perdí
a mi Dolly demasiado joven. No pasa un día en el que no la eche de menos. El día que mi
esposa murió, una parte de mí también murió. Si no fuera por este lugar y por ustedes,
vándalos, que me mantienen cuerdo, creo que habría perdido las ganas de vivir hace
mucho tiempo. Si está destinado a ser, será. El verdadero amor siempre superará los
obstáculos en su camino.

Ojalá Jimmy fuera mi padre. Siempre sabe lo que hay que decir, y siempre escucha
de verdad. La emoción me obstruye la garganta y es difícil hablar.

—No sé si alguna vez te di las gracias. Tú y este club me salvaron la vida.

—No, muchacho. Te salvaste a ti mismo.

—Sabía que había hice bien en acudir a ti. Ya me siento mejor, pero aún no sé qué
hacer.

—Cuéntame el resto —dice, y lo hago, explicando, en resumen, todo lo que pasó


desde que me mudé aquí. Cómo siempre estuve pendiente de mí, me acogió en su casa,
me apoyó cuando las cosas estaban especialmente mal en casa, me escuchó y alentó mis
sueños. Termino con un resumen de lo que pasó en mi fiesta de cumpleaños y el
domingo pasado.
84
—Bueno, mierda. Eso no es bueno.

—No. —Jugueteo con el dobladillo de mi remera—. Su marido es un idiota infiel y


me gustaría que lo dejara.

—Puede que lo haga. Dale tiempo para procesarlo.

—Se me acaba el tiempo. Me iré el próximo verano a Connecticut, y no volveré.

—Tienes el resto de tu vida, y Kendall es todavía joven también. Tal vez no sea el
momento adecuado todavía.

—¿Cómo puedo hacer eso? No puedo pasar los próximos siete u ocho meses
andando de puntillas alrededor de ella sabiendo lo que sé y lo que siento. Ella también
siente algo por mí. Lo admitió — Trago fuerte—. Abrí mi corazón, y ella me rechazó, y
ahora no sé qué hacer o a dónde voy desde aquí. Olvidarla no es una posibilidad. Ella es
la estrella de mis putos sueños, y está incrustada aquí tan profundamente —añado,
dándome golpecitos en la cabeza— que no puedo sacarla. Parece que me estoy
volviendo loco.

—Ella no te rechazó sólo que no está dispuesta a permitirse la idea que tú estés
enamorado. Admitió que tiene sentimientos por ti. No importa lo inapropiados que
pueda creer que son, ella no está negando que existen. Eso es lo importante.

—No sé qué más hacer. Ella sabe que la quiero, pero no parece suficiente.
—Cometiste un error de novato, hijo.

Levanto la barbilla.

—¿En qué sentido?

—Entraste demasiado fuerte y rápido.

—Siempre quiero ser sincero con ella. ¿Cómo es que decirle que la quiero está mal?

—Lo entiendo, chico. Te emocionaste. Ella estaba en tu casa, vistiendo tu ropa,


compartiendo tu espacio y alentando tu ambición. Podías ver que tus sueños se hacían
realidad, y te pusiste a tope. Es una de las cosas que más admiro de ti. Ves lo que quieres
y vas por ello. Imagino que eso es parte de tu atractivo para ella, pero ponte en su lugar.
Hay mucho en juego. Demasiado para arriesgarse a empezar algo contigo, sin importar
lo que ella sienta.

—¿Qué debo hacer?

—Bueno, no deberías interferir en su matrimonio. Kendall necesita tomar esa


decisión libre de cualquier influencia tuya. De lo contrario, eso podría terminar
perjudicándolos a ambos en el futuro.

Eso es más fácil de decir que de hacer, pero entiendo lo que está diciendo.
85
—Lo único que puedes hacer es estar ahí para ella, en cualquier papel que necesite.
Tuviste una especie de amistad a través de su hijo. Extiende una nueva mano de
amistad. Hazle saber que entiendes que ahora no puede pasar nada más, pero que estás
ahí para ella como amigo. Apuesto a que necesita todos los que pueda en este momento.
13
VANDER

—Maldito imbécil. —Arrojo mi bolsa en el asiento trasero de mi camioneta y cierro


la puerta de golpe, haciendo rechinar la mandíbula y apretando los puños.

—¿Problemas? —Crusher lanza su bolsa junto a la mía.

—No puedo ir a TJ's al final. Mi puto padre me dijo que fuera a casa. —Me paso una
mano por el pelo húmedo mientras un suspiro frustrado sale de mis labios.

—Levántale el dedo del medio. Eso es lo que hago cuando mi viejo es un imbécil
exigente.

La mayoría de mis amigos saben que mi padre es un gran idiota, pero muy pocos
conocen el verdadero alcance de mi maldita vida familiar. Me encantaría mostrarle a
Greg Henley el dedo medio, pero no seré yo quien pague el precio si me niego a jugar a
la pelota. 86
Cuando papá se dio cuenta que ya no podía someterme a golpes, pasó a utilizar a
mamá como cebo. Ahora jugamos a este juego enfermizo, y es la misma razón por la que
no puedo dejar de lado la precaución y salir como estaba previsto. Si no aparezco, se
desquitará con mi madre.

—Eso no funcionará con mi padre —digo, abriendo la puerta del piloto del auto—.
Súbete, te daré un aventón. Te explicaré el favor que necesito en el camino.

Veinte minutos más tarde, aparco la camioneta frente a la casa y apago el motor. Me
tomo un minuto para prepararme antes de salir. Siempre tengo que mentalizarme para
una conversación con el psicópata.

Abro la puerta principal y entro en el vestíbulo circular de la lujosa casa de mis


padres. Se me escapa toda la sangre de la cara cuando me saluda un grito estridente.
Cierro la puerta de golpe, dejo el bolso en el suelo y corro más allá de la escalera curva,
en dirección a los gritos de mi madre. Por la proximidad, sé que mis padres están en el
estudio.

La puerta se estrella contra la pared cuando irrumpo en la habitación con un grito.

—¡Suéltala, maldita sea! —digo en un rugido, corriendo por la habitación como un


toro cargando contra una bandera roja. Mamá está de rodillas frente a mi padre. La
mano de él le rodea el cabello y su cabeza está arqueada hacia atrás en un ángulo
incómodo. La sangre le sale por la nariz y por los labios. La esquina de su camisa está
rasgada y la corbata de papá está torcida, con la cara roja por la ira, el esfuerzo o ambas
cosas—. Dije que la sueltes. —Empujo sus hombros, poniendo toda mi fuerza en el
movimiento, y él retrocede a trompicones, soltándola con el movimiento. Lo empujo
contra el armario, y el cristal suena al entrar en contacto con su columna vertebral—.
¡Eres un puto imbécil!

Mamá gime detrás de mí mientras papá se burla.

—Quítame las malditas manos de encima o ya sabes lo que pasará después.

Alimentado por una tonelada de frustración contenida y más que enfurecido por
esta situación, el apuro de Kendall y la inutilidad de mis sentimientos por ella, le doy un
puñetazo en la cara.

—¡No, Van! —mamá grita—. Sólo lo empeorarás.

Unos débiles dedos se enroscan en la parte trasera de mi sudorosa camiseta


mientras intenta apartarme.

Las pupilas de papá se reducen y se oscurecen mientras se seca la sangre que sale
de su nariz.

—Está claro que quieres que le dé una paliza a tu madre —dice, clavándome el puño
en el estómago. 87
Duele, porque tiene mucha experiencia lanzando golpes, pero no tanta como le
gusta pensar. Mis abdominales son una sólida pared de músculos, y hará falta más que
eso para infligir un daño real.

Le vuelvo a dar un puñetazo en la cara, y la sangre sale volando de su nariz, rociando


mi remera.

Su puño sale disparado y yo podría agacharme, pero quiero sentir dolor. No llegué
lo suficientemente rápido y se desquitó con mamá. Su puño se desliza contra mi pómulo,
pero apenas lo siento. Le vuelvo a dar un puñetazo, disfrutando del hecho que tendrá
que presentarse en la oficina el lunes con la nariz hinchada y un ojo morado.

—Vander, por favor. Detente.

Los sollozos suplicantes de mamá y las posibles represalias son lo único que me
hacen entender. Inmovilizando a mi padre con una mirada de advertencia, doy un paso
atrás, protegiendo a mi mamá con mi cuerpo.

—Si vuelves a tocarla, llamaré a la policía —digo con una calma letal—. Estoy harto
de dejar que utilices a mamá para mantenerme a raya.

—Adelante. —Saca un pañuelo grabado del bolsillo interior de la chaqueta de su


traje y se limpia la nariz ensangrentada—. Conozco a todos los policías de esta ciudad,
y mi alcance llega lejos. Haré que se desestimen los cargos antes que se seque la tinta
del informe. Lo mismo ocurre con cualquier amenaza que implique a los medios de
comunicación. Los abofetearía con una orden judicial y los demandaría antes que
pudieran publicar o imprimir una palabra. No tienes ningún poder en esta situación,
hijo. Puedo hacer lo que quiera. Además, tu madre nunca me delatará. ¿Lo harás, Diana?

Mis brazos sujetan a mamá cuando siento que se mueve detrás de mí. En cuanto
deje la protección de mi cuerpo, irá por ella.

—Te hice una pregunta —sisea papá, mirando por encima de mi hombro a su
destrozada esposa.

—No —murmura mamá en un sollozo.

—¿Por qué estás aquí? —Ensancho las piernas y le lanzo dagas.

—¡Esta es mi casa! Yo vivo aquí.

—Apenas —replico. Tiene un apartamento de lujo en Denver, cerca de Bentley Law,


y suele quedarse allí la mayoría de las noches entre semana. Los fines de semana, sólo
vuelve a casa si está jugando al golf o hay algún evento local al que deban asistir mis
padres. Últimamente se ausentó mucho, lo que fue una bendición—. No es que me queje.
Mamá y yo estamos bien sin ti.

—Realmente estás poniendo a prueba mi paciencia, chico. —Pasando por delante


de mí, se acerca al armario de los licores—. Siéntate —me dice por encima del
hombro—. Necesito hablar contigo. 88
—¿Por qué no vas a darte un baño, mamá? —sugiero—. Subiré cuando termine con
papá y me ocuparé de tu nariz.

—Siéntate de una puta vez, Diana. —Papá se acerca a nosotros, con las fosas nasales
aleteando y los ojos tan negros como el cielo nocturno. Deja una botella de vodka sin
abrir sobre su escritorio y le gruñe a mamá—. Esto te mantendrá contenta mientras
hablo con nuestro hijo.

Mamá se desliza por detrás de mí antes que pueda detenerla. Papá se gira y le da un
puñetazo. Su puño aterriza en un lado de su mandíbula, y ella se derrumba como un
saco de patatas.

Voy de nuevo a por él, y me apunta con una pistola, presionando la boca del cañón
contra mi estómago.

—¡Suficiente! —me grita—. Parece que olvidaste quién manda aquí. Siéntate y
cállate hasta que te pida que hables. Si quieres proteger a tu madre, ya sabes lo que
tienes que hacer.

Aprieto los dientes hasta las muelas y un músculo hace tictac en mi mandíbula
mientras nos enfrentamos. Mamá está llorando mientras se pone en pie, agitando la
botella de vodka y desenroscando el tapón. La cara de papá muestra su asco mientras
bebe directamente de la botella.

Él creó al monstruo, pero ahora apenas puede tolerar mirarla.


—Siéntate. —Moviendo la pistola a mi lado, me empuja hacia una de las sillas frente
a su escritorio. Aceptando la derrota, me siento sin pronunciar otra palabra. A menudo
me pregunto por qué me molesto en librar las batallas de mamá cuando ella no hace
ningún esfuerzo por defenderse. Es una esclava del alcohol, y es como si no importara
nada más que conseguir la siguiente dosis. No los puños de su marido. Ni la cordura o
la seguridad de su hijo.

Mamá grita cuando papá la agarra por el pelo y la arroja a la silla junto a mí. Pero
no deja caer el vodka, sino que lo aferra protectoramente contra su pecho, como si fuera
un bebé. La frustración me invade. Siento toda una serie de emociones cuando
contemplo la vida que lleva mi madre. La ira es un sentimiento recurrente, junto con la
exasperación y la sensación de impotencia, pero la tristeza abrumadora es el
sentimiento más habitual. Ella es un cascarón de persona, que existe de una botella a
otra. No sé si tiene muchos momentos de lucidez. Casi todo lo que conoció en estos
últimos veinte años es el dolor y el autodesprecio.

A veces me pregunto si estaría mejor muerta. A veces pienso que me haría un gran
favor si se tomara demasiadas pastillas y las tragara con Grey Goose. La soga que nos
rodea a los dos moriría con su cuerpo, y tal vez sería lo mejor, porque esta no es forma
de vivir.

Y la verdad se siente como si ya hubiera perdido a mi madre. La perdí hace mucho,


mucho tiempo.

El remordimiento me recorre cuando esos pensamientos aterrizan en mi cabeza, 89


como siempre. Soy un hijo de mierda por desear su muerte, pero a veces es difícil ser
comprensivo y mostrar compasión. Sé que es una víctima. Sé que papá se aprovechó de
sus debilidades, como hizo con las mías, pero nunca recuerdo que se haya defendido. Ni
siquiera cuando me golpeó por primera vez. Tenía seis años, y lloré a mares, llamando
a mi madre, rogándole que parara, pero ella se limitó a mirarme con esa mirada perdida,
como hizo cada vez después de eso hasta que fui lo suficientemente mayor como para
entender que era incapaz de venir a rescatarme.

Te salvaste a ti mismo.

Las palabras de Jimmy resucitan en mi mente, y siento su verdad en lo más profundo


de mis huesos. Tuve algo de ayuda, pero él tiene razón. Soy la única persona que puede
salvarme, y aún no estoy fuera de peligro. Es un trabajo en curso, y no podré decir que
estoy a salvo y libre hasta que salga de las garras de mi padre. Pero estoy en la recta
final, y sólo necesito aguantar un poco más.

—Llevarás a Gayle Turner a una cita mañana por la noche —dice papá, sacándome
de la cabeza.

—¿Qué? —balbuceo porque eso es literalmente lo último que esperaba que saliera
de su boca.

—Ya me escuchaste. Está todo arreglado. La recogerás a las ocho, y le pedí a mi


secretaria que te hiciera una reserva en Chelle's Steakhouse.

—¿Por qué mierda hiciste eso?


Aprieta la mano alrededor de su vaso.

—Tu lenguaje es espantoso. No puedes presentarte en Yale hablando así. —Agita


una mano en mi dirección, y sus labios hacen una mueca mientras escudriña la tinta
adicional en mis brazos y mi cuello—. Ya es bastante malo que tengas ese aspecto. Los
abogados no parecen matones.

—¿Te miraste al espejo últimamente, papá? —le digo bruscamente, mirándolo—.


Puede que no tengas mi tinta ni uses mi lenguaje espantoso, pero eres un matón
igualmente. —Papá llegó a la cima utilizando todos los medios necesarios. En los
círculos jurídicos corren rumores sobre su asociación con personajes turbios y
empresas criminales, así que está lejos de ser un santo.

Mis tatuajes y piercings pueden hacer que parezca un matón, para algunas
personas, pero sólo hay un mafioso en esta familia, y no soy yo.

Fiel a su estilo, me ignora como si no hubiera hablado.

—Te dije, una y otra vez, que dejes la tinta. No me hagas desquitarme con tu madre.
Esta es tu última advertencia. Corrige tus actos, Vander, o te obligaré.

—Me gustaría ver cómo lo intentas.

Me lanza el vaso por encima de la cabeza con un fuerte bramido, y me agacho a


tiempo para esquivarlo. Se estrella contra la pared, haciéndose añicos con el impacto. 90
—Era de mi padre —dice mamá, con voz aturdida, mirando al frente. Es un milagro
que se haya dado cuenta. Se quitó los zapatos y tiene las rodillas metidas en el pecho
mientras da un trago a la botella de vodka.

—¿Me veo como si me importara una mierda el precioso cristal de Waterford de tu


padre?

—Te importaba cuando te casaste con mamá por las conexiones de su padre —
escupo.

Papá sólo se casó con mamá porque su padre era juez y utilizó su influencia para
conseguirle a mi padre un prestigioso trabajo en un importante bufete de abogados en
cuanto se graduó en Derecho en Yale. Mis abuelos ya están muertos y no están aquí para
ver cómo nos fueron las cosas a mamá y a mí. Dudo que hubieran apoyado tanto el
matrimonio si hubieran sabido cómo engañó, mintió, sobornó y robó para llegar a
donde está. Incluso estafó a mamá con su herencia, asegurándose que no tenga un
patrimonio independiente al que recurrir para estar eternamente atada a él.

Apuesto a que lo mata no haber podido evitar que reclamara la herencia que me
dejaron. Recibí el dinero el día que cumplí los dieciocho años, y él no pudo hacer nada
al respecto. Ese dinero es todo lo que tengo para usar como palanca cuando intente
convencer a mamá que lo deje. Tengo lo justo para instalarla en un apartamento, libre
de sus garras, y para pagar mis dos primeros años en Yale.

Me apunta con su pistola a la cabeza.


—No me tientes, maldición.

Me río a carcajadas.

—Ambos sabemos que no me dispararás. Eres lo suficientemente arrogante como


para querer que tu legado continúe, y yo soy tu única opción.

—Desgraciadamente. —Se afloja completamente la corbata y se la arranca del


cuello mientras mantiene la pistola apuntándome—. Dios sabe que me tiré a suficientes
mujeres en un intento de engendrar otro heredero porque no quería cargar contigo.

Mamá ni siquiera se inmuta ante sus palabras. Ya no le importa su infidelidad.

—Ya somos dos. Qué pena que sólo dispares balas de fogueo. —Una sonrisa de
suficiencia se extiende por mi boca mientras sus dedos se enroscan alrededor del gatillo
de la pistola, y apuesto a que ahora desearía poder meterme una bala en el cráneo.

—Soy tu padre, ¿no? —me dice.

Sí, pero pasaron años y muchos abortos antes que mamá le diera un hijo.

—Es posible que sea hereditario. Deberías tener cuidado antes de criticar.

Me encojo de hombros. ¿A quién le importa? Ni siquiera estoy seguro de querer


tener hijos. No es algo en lo que haya pensado mucho. Sólo quiero que esta reunión 91
acabe de una vez, así que vuelvo al asunto que nos ocupa.

—No me interesa lo que hayas preparado. No voy a salir con Gayle Turner. Ella es
un dolor de cabeza.

—Me importa una mierda lo que pienses. —Vuelve a meter la pistola en el cajón de
su escritorio y me pregunto por qué se molesta en seguir agitando esa cosa. Es una
amenaza vana y ambos lo sabemos—. Su padre es un nuevo cliente potencial. Ganar la
cuenta de Turner Media mejorará mi cartera y mi reputación y garantizará que Leland
firme los papeles aceptando venderme Bentley Law cuando se jubile.

—¿Qué demonios tiene que ver que yo salga con Gayle con todo esto?

—Su padre me lo pidió. Al parecer, lleva meses intentando llamar tu atención, pero
la ignoras. Está dolida y le pidió a su papi que le solucione el problema.

Resoplo una carcajada.

—Por supuesto, lo hizo. La pequeña perra confabuladora. —Le clavo una mirada
afilada—. No voy a dejar que me uses. No lo haré.

—Sí, lo harás. —Se levanta y sonríe—. No veo el problema. La conocí y está pidiendo
a gritos una polla. Es un pedazo de culo caliente con grandes tetas para follar. Toma una
por el equipo. No es que sea una dificultad.

Su sonrisa lasciva me revuelve las tripas.


—Entonces invítala a salir tú.

—Ella quiere tu polla. Sólo Dios sabe por qué. —Se acerca a la mesa–. Cuando te
eche a la calle, la sacaré a pasear con mucho gusto. —Su sonrisa se expande—. Le
enseñaré lo que es que te folle un hombre de verdad.

Mantengo una expresión neutra en mi rostro mientras su insulto pasa por mi


cabeza. Perdí mi virginidad a los catorce años con una chica mayor que yo, y tuvimos
un tórrido romance de tres meses. Ella me enseñó a complacer a una mujer y me hizo
descubrir los placeres adictivos del sexo. Desde entonces fui sexualmente activo, y fui
ampliando mi repertorio a lo largo de los años. Follé con suficientes mujeres como para
confiar en mis habilidades en el dormitorio. No tuve ninguna queja y la mayoría de las
mujeres me rogaron una repetición. A diferencia de mi padre, que estoy seguro que es
un cretino egoísta en la cama. Apuesto a que necesitaría una brújula para localizar un
clítoris y todo gira en torno a su satisfacción.

—Encuentra alguna otra forma de engatusar a su padre —digo, poniéndome en pie


mientras se acerca—. Organiza una de tus infames orgías. Strippers, cocaína y alcohol
deberían ser suficientes.

En un movimiento rapidísimo, del que no le creía capaz, se lanza a mi alrededor,


agarra a mamá por la nuca y la golpea de cara contra el escritorio, repitiendo el
movimiento un par de veces mientras ella aúlla y yo intento apartarlo. El vodka cae al
suelo y se derrama por todas partes. Papá devuelve el codo, clavándolo en mis costillas,
y yo me tambaleo hacia atrás, momentáneamente sin aliento. 92
—Puedo seguir así toda la noche. Sabes que me excita —dice, sonriéndome por
encima del hombro mientras sigue golpeando la cara de mamá contra el escritorio.

—Basta. Está bien —resoplo, haciendo una mueca de dolor mientras me esfuerzo
por respirar—. Lo haré. Saldré con Gayle mañana, pero es una cita y sólo una cita.

Papá golpea a mamá contra el escritorio una última vez antes de soltarla. Su cuerpo
cae al suelo mientras se desmaya, su cara ensangrentada aterriza en el charco de vodka
que se acumula en el suelo.

—La sacarás tantas veces como sea necesario hasta que firme Turner Media —
Entierra su dedo en mi pecho—. Recuerda tu lugar. Eres mi marioneta. Haces lo que yo
diga. Sigue provocándome y tu madre pagará el precio.
14
KENDALL

—Pareces un poco cansado, Van —dice West, sonriendo a su mejor amigo al otro
lado de la mesa del comedor—. ¿Te acostaste tarde anoche? —Le sonríe, mostrando la
perfecta sonrisa blanca por la que pagamos una pequeña fortuna, antes de meterse en
la boca un bocado de carne asada. Es el segundo domingo consecutivo que Vander se
une a nosotros para cenar, y estoy dividida. Una parte de mí se alegra que esté aquí,
mientras que otra quiere mantener las distancias para evitar la tentación.

—Bien, morderé el anzuelo. —Stella se inclina hacia delante, inclinando la cabeza y


mirando fijamente a Vander—. ¿Qué hiciste anoche?

—A quién, más bien —murmura West, ocultando su inapropiado comentario tras


una tos para que su hermano menor no lo escuche.

Pero yo sí lo hice. No tenía mucho apetito para empezar, y ahora desapareció.


93
—Cállate —sisea Van en voz baja, mirando a mi hijo mayor.

—Oh, esto es bueno. Ahora, estoy intrigada. —Stella mueve las cejas—. Dime con
quién estabas.

—No fue nada —dice Van—. A West le encanta hacer un puto alboroto.

—Es suficiente —dice Curtis, su tono es tan mordaz como la mirada que lanza a
Vander—. Eres un invitado en nuestra casa, Vander, y no se permite decir palabrotas
en la mesa. Tenemos oídos inocentes.

Vander ignora a Curtis y vuelve su cara hacia la mía.

—Lo siento, Kendall. No volverá a ocurrir.

Asiento y sonrío brevemente antes de desviar la mirada. Estoy nerviosa con él aquí.
Temo que uno de nosotros dé a conocer algo sin quererlo. Lo cual es ridículo, porque
no es que hayamos hecho nada.

Todavía. Un diablillo me susurra alegremente al oído. Con manos invisibles, lo alejo


de un manotazo.

—West dice mierda y puto todo el tiempo —aporta Ridge, sin ayuda—. Y Stella
siempre dice polla por teléfono con sus amigos.

Stella resopla, casi derramando el agua por la parte delantera de su camisa.


—Ese tipo de lenguaje no es apropiado —le digo a mi hijo menor—. No quiero
volver a oírte decir esas palabras. ¿Entendido? —Ridge tiene nueve años, así que calculo
que me quedan tres, quizá cuatro, como máximo, antes que entre en esa fase.

Curtis estrecha los ojos hacia nuestros hijos mayores.

—Deben tener cuidado con lo que dicen cerca de su hermano.

Me esfuerzo por no poner los ojos en blanco. Curtis es conocido por soltar
improperios con regularidad, y me parece ridículo que intente hacer de padre.
Normalmente él es el divertido y temerario, mientras que yo soy la aburrida
disciplinadora. Lo taladro con la mirada.

—Eso también va por ti —digo porque no puedo evitarlo.

—Relájate, papá —dice West mientras un músculo se aprieta en la mandíbula de mi


marido. Nunca le gustó que lo reprenda delante de los niños—. No es que vayamos por
ahí diciendo palabrotas todo el tiempo. Seguro que oye cosas peores en el colegio.

—No puedo responsabilizarme que escuche a escondidas —dice Stella, señalando


con el dedo a Ridge—. Nada de escuchar mis llamadas o no te dejaré quedarte hasta
tarde cuando haga de niñera.

Ridge frunce el ceño y un destello de miedo cruza su rostro. Sé que tiene a su


hermana enroscada en su dedo meñique, así que las amenazas de Stella son vacías, pero 94
si eso ayuda a que mi bebé deje de maldecir, estoy de acuerdo.

—Ahora, deja de cambiar el tema, Van. ¿Con quién saliste anoche? —Stella mueve
las cejas.

—Tuvo una cita con Gayle Turner —afirma West cuando está claro que Vander no
va a decir nada.

El dolor se extiende por mi pecho y me clavo las uñas en los muslos. Sé quién es ella.
Se le echó encima en su fiesta de cumpleaños, poniéndole sus grandes tetas en la cara
cada vez que podía. Él no parecía interesado, pero tal vez me equivoqué.

¿Por qué la idea que estén juntos hace que se me revuelva el estómago y que las
náuseas me suban por la garganta? Él es joven, libre y soltero, y yo no tengo ningún
derecho sobre él ni sobre la envidia celosa que me retuerce las entrañas. Me levanto de
un salto.

—Voy por el postre. —Me llevo el plato y me dirijo a la cocina para tranquilizarme.

Tiro a la basura los restos de comida, enjuago el plato y lo meto en el lavavajillas


mientras intento ignorar la presión que siento en el pecho y el dolor como una daga que
me atraviesa el corazón. Me agarro al borde de la encimera y me encorvo, respirando
exageradamente mientras me miento en silencio.

—No quise salir con ella —dice Vander, y un chillido sale de mi garganta ante su
inesperada presencia. Camina hacia mí—. Mi padre me obligó a hacerlo.
—¿Qué? —Levanto la cabeza y me alejo de la encimera mientras él deja un montón
de platos sucios sobre el mueble de la isla—. ¿Qué quieres decir?

Camina con confianza hacia mí.

—Está intentando conseguir la cuenta de Turner Media. Su padre le pidió al mío que
lo hiciera. —Se acerca y las puntas de sus zapatillas rozan mis bailarinas—. No significó
nada. —Se inclina, y las notas de sándalo y naranja me hacen cosquillas en la nariz
mientras su colonia se arremolina a mi alrededor. Me acerca la boca a la oreja y el
corazón se me acelera detrás del pecho—. Ni siquiera la besé, aunque no fue por falta
de intento por su parte.

Ya lo creo. Conocí a chicas como Gayle en el instituto. Si se fijó en Vander, será difícil
quitársela de encima. La idea se me instala en las tripas como una roca y tengo que
recordarme, de nuevo, que no es mío. Es un hombre libre. Puede salir con quien quiera.
No importa si sentimos algo por el otro. No puede pasar nada, y es mejor que salga con
alguien porque así dejará de lado toda idea de un nosotros.

Vander echa la cabeza hacia atrás, mirándome fijamente, y contengo la respiración


cuando contempla mi rostro. Tenerlo tan cerca es desconcertante. Podría ser un modelo
con sus grandes e hipnotizantes ojos verdes enmarcados por gruesas pestañas negras,
y su afilada mandíbula, su fuerte nariz, sus gruesos labios perfectamente
proporcionados y la tentadora capa de barba incipiente en la barbilla y las mejillas. Su
cuerpo ancho envuelve el mío, más pequeño, y me hace sentir femenina y protegida,
pero con poder al mismo tiempo. Es una locura lo segura que me siento con sólo estar 95
cerca de él. No recuerdo haberme sentido así con Curtis.

—Me gusta que te pongas celosa —dice, con los labios levantados en las
comisuras—. Demuestra que te importa.

—Vander. —Entrecierro los ojos en señal de advertencia antes de esquivarlo—. No


puedes decirme ese tipo de cosas.

—Lo siento —Ladea la cabeza hacia un lado, con un aspecto totalmente


impertinente—. No puedo controlar las cosas que salen de mi boca cuando estoy cerca
de ti.

Mis dedos rozan la piel descolorida de su pómulo.

—¿Cómo te hiciste este golpe?

Su sonrisa se desvanece. Se mete las manos en los bolsillos y da un paso atrás.

—No preguntes. —Se mira los pies mientras la tensión le aprieta la mandíbula.

La rabia se arremolina en mis venas sin que pueda evitarlo.

—¿Te pegó? —Cerrando la brecha entre nosotros, inclino su barbilla hacia arriba,
forzando sus ojos hacia los míos. A veces, cuando miro a los ojos de Vander, parece tan
viejo. Siempre llevó el peso del mundo sobre sus hombros, pero mirarlo a los ojos es
como mirar un alma antigua y cansada de la batalla, y odio eso para él—. Pensé que el
boxeo había puesto fin a eso.

Una vez llamé a los servicios infantiles después que se presentara en mi casa con la
cara cortada y magullada. El imbécil de Gregory lo hizo desaparecer, y utilizó sus puños
para aplicar un castigo brutal a su mujer y a su hijo. Fue una lección aprendida a las
malas, y no me molesté en volver a denunciarlo. En cambio, encontré el club de boxeo
y Vander aprendió a defenderse.

—Lo hizo —dice, envolviendo sus dedos alrededor de mi muñeca—. Pero eso no
significa que las cosas estén bien.

Yo lo sé. Hice todo lo posible por estar ahí para él, y sé que West lo apoya, pero no
debería tener que vivir así. Ya sé la respuesta a esta pregunta, pero voy a hacerla de
todos modos.

—Ya tienes dieciocho años, Vander, y tienes todo tu futuro planeado. ¿Por qué
sigues ahí? Tienes la herencia de tus abuelos y vas a entrar en Yale para estudiar arte,
así que ¿por qué no te vas? —Si mi vida doméstica no fuera un desastre y no tuviera
sentimientos tan confusos hacia él, le ofrecería una de las habitaciones de invitados.
Pero eso está fuera de discusión.

Se endereza y recupera algo de su habitual confianza.

—No podemos hablar de esto aquí. —Mira por encima del hombro—. Necesitamos 96
privacidad, y hay algo que necesito decirte. Conozco un lugar al que podemos ir. Nos
vemos allí dentro de un rato.

Me muerdo el interior de la mejilla mientras abro la puerta del horno y saco el


crumble de manzana y frutos rojos.

—Sabes que no puedo —susurro. Dejo el crocante encima del horno antes de
dirigirme a la nevera en busca de la crema batida.

Vander se queda en silencio durante unos instantes y mete la mano en el armario


superior, sacando fácilmente los recipientes. Los deja en la encimera y yo abro la puerta
del refrigerador. Mi corazón se acelera cuando oigo sus silenciosos pasos acercándose
mientras agarro la crema batida.

—Por favor, Kendall. —El calor se desprende de su cuerpo en oleadas mientras se


sitúa cerca de mí. Cierro la puerta de la nevera y me concentro en respirar porque
parece que perdí la capacidad—. Tengo un lugar al que voy en Palmer Park cuando
necesito pensar. Está completamente resguardado y nadie nos podrá ver ahí. Dile que
vas a dar tu paseo habitual y nos vemos allí.

No tendré que decirle nada a Curtis porque, al parecer, va a jugar al golf después de
la cena. Una excusa probable.

—No podemos hacer esto —susurro, sin mover un músculo.


Se inclina, presionando su pecho contra mi espalda, incitando un motín de
sentimientos ilícitos en mi interior. Su cálido aliento sopla sobre mi oreja y deliciosos
temblores patinan sobre mi piel.

—Sólo quiero hablar. A las cuatro. Te mandaré un mensaje con las coordenadas.

97
15
KENDALL

—Esto es una pésima idea, Kendall —murmuro mientras me dirijo al lugar de


Vander, aferrada a mi teléfono, usando Google Maps para guiar mi camino. Son casi las
cuatro y media. Voy tarde y pronto oscurecerá. Me pasé la última hora tratando de
convencerme de no hacer esto, pero aquí estoy. Parece que soy incapaz de decirle que
no, y eso es preocupante.

—Estaba a punto de renunciar a ti —dice, saliendo de detrás de un árbol.

El corazón se me atasca en la garganta y casi me tropiezo con mis zapatillas.

—Por Dios, Vander. No te acerques así a mí. Me diste un susto de muerte.

—Lo siento. —Esta vez, su disculpa es sincera. Sin pedirlo, toma mi mano, moviendo
la cabeza hacia un lado—. Mi escondite está a la vuelta de la esquina. Vamos. Me muero
por enseñártelo. 98
En lugar de apartar mi mano, mis dedos se entrelazan con los suyos, y un calor
relajante se hunde bajo mi piel.

—Me alegro que te hayas abrigado —añade mientras guía el camino—. En esta
época del año puede hacer mucho frío aquí. —Me agarra con fuerza de la mano mientras
avanzamos por un terreno irregular y lleno de baches, rodeando una gran roca y
descendiendo unos metros por la superficie rocosa. Al rodear unos cuantos árboles,
suelto un grito ahogado cuando nos detenemos junto a una pequeña zona aislada. Está
situada a unos metros de la orilla, bordeada a ambos lados por arena de color canela.
Una manta a cuadros se extiende por el espacio con dos cojines. La mochila negra de
Vander se apoya en un costado—. No se ve este lugar desde el camino, así que nadie
sabrá que estamos aquí.

—¿Es aquí donde traes a todas tus chicas? —suelto estúpidamente antes de poner
en marcha mi cerebro—. Olvida lo que dije —murmuro, sentándome en uno de los
cojines. Estiro las piernas y me limpio la suciedad de los pantalones de yoga.

Él se deja caer sin esfuerzo a mi lado a pesar de su cuerpo ancho y sus largas piernas.
Sus ojos bailan divertidos mientras me mira fijamente.

—No llevo a las chicas a ningún sitio. Tú eres la primera persona que traigo aquí.

Parpadeo con estupor.

—¿Nadie más vino aquí contigo? ¿Por qué?


Metiendo la mano en su bolso, saca una manta de cuadros a juego y la coloca sobre
nuestros regazos y nuestras piernas.

—Aquí es donde vengo cuando necesito estar solo —Mantiene mi mirada cautiva
mientras añade—: Nunca sentí la necesidad de compartirlo con nadie hasta ahora.

El aire cambia con la gravedad de esa confesión. Este tipo de gestos son los que más
poder tienen sobre mí.

—Gracias por enseñármelo —murmuro cuando finalmente encuentro mi voz—. Es


un honor que me confíes esto.

—Confío plenamente en ti —dice en voz baja, entregándome una botella de agua—


. También tengo café, pero pensé que te gustaría tener agua primero después de la
caminata.

—Siempre eres tan considerado.

Se encoge de hombros.

—Lo intento.

Nos recostamos contra la roca, bebiendo nuestra agua en un silencio agradable


durante unos minutos.
99
—La vista es impresionante. Ya veo por qué vienes aquí arriba. Es como si no
hubiera nadie más en el mundo que nosotros. Es tranquilo y pacífico. Perfecto para
contemplar. Me encanta. —Aunque me crucé con un montón de caminantes y
corredores en mi camino, la multitud se fue reduciendo a medida que subía. También
está oscureciendo, es una noche de fin de semana y el parque cierra en un par de horas.

—También es uno de mis lugares favoritos para dibujar. —Me ofrece una manzana.

Sacudo la cabeza porque mi apetito sigue siendo una mierda.

—Me encantaría ver más de tu trabajo.

—Puedes venir cuando quieras. Estuve trabajando en algunas pinturas al óleo en


mi estudio.

—No sabía que usabas pinturas al óleo.

—Estoy probando cosas diferentes. Ampliando mis horizontes. Desafiándome a mí


mismo. Mi profesor de arte dice que mostrar versatilidad podría ayudar con Yale.

—Entrarás —Le sonrío—. No tengo ninguna duda.

Sus ojos se clavan en los míos y vuelvo a no respirar. El viento le revuelve el pelo,
agitando los mechones oscuros sobre su frente y hacia sus ojos. Su rostro se ahoga en
emociones, y lo veo todo porque no se esconde de mí, y eso me encanta.
—Gracias por creer en mí, Kendall. No estoy seguro que entiendas del todo lo que
significa para mí.

Sin pararme a pensarlo, extiendo la mano y enlazo nuestros dedos.

—Es fácil creer en ti porque tienes mucho talento y eres muy buena persona. —
Suelta una dura carcajada, y percibo la agonía que la subyace. Un dolor punzante se
extiende por mi pecho y me duele por él—. No te merecen.

—Lo sé. —Recoge una piedra suelta y la deja volar. Se eleva sobre el borde,
desapareciendo en el abismo—. Pero no puedo irme. —Se gira para mirarme—. Al
menos, todavía no —Le aprieto la mano—. Tengo que poner en marcha mi plan de Yale
y luego intentar convencer a mamá que lo deje.

—¿Y si no quiere? —pregunto suavemente.

—Entonces se acabó. —Echa la cabeza hacia atrás y cierra los ojos, agarrando mi
mano con más fuerza.

—Hiciste más de lo que harían la mayoría de los hijos.

Inclina la cabeza hacia un lado, abre los ojos y me mira directamente.

—¿No crees que West iría hasta el fin del mundo por ti? —Arquea una ceja—.
Porque te lo digo ahora —añade, sin esperar a que responda—, lo haría. Haría todo lo 100
que yo hice y más.

—Como yo lo haría por él. Stella y Ridge también. Son lo más preciado para mí en
este mundo, y haría cualquier cosa por ellos.

—¿Cómo quedarte con tu marido infiel?

No lo confirmo ni lo niego, pero estoy segura que mi silencio dice lo suficiente.

Mueve su posición, deslizándose más cerca y su rodilla roza mi muslo. Levanto la


vista hacia su rostro solemne.

—¿Por qué no quieres hablar conmigo? Sé que hay más de lo que dijiste. Puedes
confiar en mí. No se lo diré a nadie.

El dolor me azota por todas partes. Suavemente, le acaricio un lado de la cara


porque es demasiado difícil no tocarlo cuando estamos tan cerca.

—Y es exactamente por eso que no puedo. Eres el mejor amigo de West, Vander. No
quiero que le guardes secretos. Esto ya se siente como uno grande.

El silencio se extiende en el aire y observo todo tipo de emociones en su rostro. Se


apoya en mi palma mientras su mano se posa en mi rodilla.

—Quiero a West como a un hermano. Estuvo ahí para mí, y haría cualquier cosa por
él. —Su lengua sale, mojando sus labios, y mis ojos siguen el movimiento por sí mismos.
La tensión se destila en el aire, y su cara arde contra mi palma mientras el calor se filtra
en mi pierna, a través de la manta, desde su mano—. Pero lo que siento por ti supera
eso. Me siento malditamente culpable por haberlo expresado, pero es la verdad.

—No hagas esto. —Bajo mi mano de su cara y doblo mis rodillas para que su mano
caiga—. No conviertas esto en una elección.

—No es eso lo que estoy diciendo —Se arrodilla ante mí, clavándome una expresión
de súplica. No esconde absolutamente nada, y percibo las mismas emociones en
conflicto que fluyen por sus venas—. Odio no poder pasar tiempo contigo, y tiempo con
él, y ser abierto al respecto. Pero no soy estúpido. Sé lo que la gente pensaría.

—No sólo la gente. Estoy hablando de West. Stella también. No lo entenderían.

—Desearía ser mayor. —Emite un suspiro de cansancio—. Esto no sería un


problema entonces.

—Todavía estaría casada.

—¿Por qué, Kendall? ¿Por qué sigues con él? No es digno de ser tu marido.

—Lo sé, pero es complicado.

Una risa irónica sale de su boca.


101
—¿No lo es todo?

Su rostro se llena de férrea determinación cuando sus ojos vuelven a clavarse en los
míos.

—No estoy eligiendo, pero no veo por qué no puedo ser amigo de West y amigo
tuyo, y mantenemos las cosas separadas, como hago con mis compañeros de boxeo y
mis amigos del instituto.

—No es tan sencillo.

—Puede serlo.

—Empezar una amistad cuando admitimos que tenemos sentimientos el uno por el
otro es un desastre en desarrollo.

—No estaríamos empezando nada, Kendall. —Sus ojos brillan con tenacidad—.
Fuimos amigos todo el tiempo. Quizá no sea convencional, pero eso es lo que éramos el
uno para el otro hasta que lo arruiné todo en la fiesta. Quiero recuperar eso. Te necesito
en mi vida.

En este momento, parece tener toda su edad, y bien podría haber alargado la mano
para rodear mi corazón. Nunca fui capaz de abandonarlo cuando me necesitó, y no creo
que pueda hacerlo ahora. ¿Pero cómo lo hacemos? ¿Cómo lo mantenemos platónico y no
cruzamos la línea? ¿Y puedo pasar tiempo con él manteniéndolo en secreto porque nadie
lo entendería?
No tengo ninguna respuesta, pero desafiaría a cualquiera a mirar su precioso y
suplicante rostro y a escuchar su sincero tono, y a rechazarlo. No sé si soy capaz de
hacerlo.

—Me equivoqué antes —dice–. No debería haber presionado por más. Debería
haber sido más comprensivo con tu situación, pero ahora lo entiendo. No preguntaré
por él. No voy a entrometerme, pero por favor, por favor, no me dejes de lado. Te
necesito como amiga, y creo que tú también me necesitas como el tuyo.

102
16
VANDER

—Bowie dice que no vamos a pasar el rato en tu casa esta noche —dice West cuando
nos encontramos en nuestros casilleros al final de una jodidamente larga semana
escolar—. ¿Qué pasa con eso? Los viernes por la noche en tu casa son prácticamente
legendarios.

—Te dije ayer que tengo planes con Crusher esta noche. —Tomo los libros que
necesitaré para estudiar durante el fin de semana de mi casillero y los meto en mi
bolso—. E hice algo de trabajo esta semana, el lugar es un desastre.

Planeo pasar el fin de semana pintando la cochera y arreglándola mejor. Necesito


algo que me distraiga de pensar en Kendall. A pesar de nuestro pacto de amistad, no la
vi en toda la semana y estoy inquieto.

Se rasca la nuca, frunciendo el ceño


103
—¿Cuándo me dijiste eso?

Pongo los ojos en blanco

—Cuando estabas manoseando a tu novia en el estacionamiento, imbécil.

—Debería haberlo sabido mejor antes de hablar contigo entonces. —Él sonríe—.
No voy a disculparme por dejar que mi mujer me distraiga, Hazel es la mejor distracción
que existe.

West cuelga su bolsa de deporte sobre su hombro, haciendo una mueca detrás de
mí, antes de mirarme

—Entrando.

Cierro mi casillero y lentamente me doy la vuelta justo cuando una chica con una
voz enfermizamente dulce dice:

—Hola, sexy

Cierro los ojos por un nanosegundo, rezando por la paciencia que escasea estos días.
Enseñando mis rasgos con una expresión neutral, miro a Gayle, preguntándome qué
diablos quiere ahora. La chica está realmente volviéndome loco.

Sus manos aterrizan en mi pecho, sin invitación, mientras se presiona contra mí.
—¿Quieres salir? —Mueve las pestañas y se lame los labios, y estoy seguro que
piensa que es seductora, pero todo lo que hace es irritarme muchísimo. Quiero decirle
que se pierda, pero la cara maltratada de mamá resucita en mi mente y me guardo las
palabras.

Sin alterar mi expresión, quito sus manos de mi pecho y digo: —Tengo planes.

Su labio sobresale en un puchero, se pone las manos en las caderas y empuja el


pecho hacia adelante.

—¿Planes con quién?

Sus ojos se estrechan con sospecha, y no me gusta su tono o lo que implica.

—No es asunto tuyo —digo, señalando a West con una mirada mientras me muevo
a su alrededor

—¡Vas a compensarme por esto! —grita mientras West y yo nos alejamos de ella.

Me froto las sienes palpitantes, rezando para que papá firme la cuenta pronto. No
puedo aguantar esto por mucho más tiempo.

—¿Qué pasa con eso? —pregunta mi amigo mientras avanzamos por el pasillo hacia
el gimnasio y los vestuarios.
104
—Te dije que mi papá me obligó a sacarla. Tengo cero interés. O sea nada. Tuve un
maldito dolor de cabeza después de nuestra última cita porque la chica no para de
hablar.

Doblamos la esquina, dirigiéndonos en dirección opuesta a las masas, a través de


las puertas delanteras, pero sé que Gayle me seguiría como un molesto cachorro que
ladra.

Hago todo lo posible para evitar pasar tiempo en su presencia, así que me escabullo
por las puertas traseras y camino por el costado del campo de fútbol, tomando el camino
largo hacia el estacionamiento.

—Ni siquiera me hagas empezar con cómo ella seguía tratando de agarrar mi polla
debajo de la mesa.

—Todos pueden ver que ella está caliente por ti.

—Está sola en esto. Mi polla se marchita en cuanto estoy en su compañía —West se


ríe

— Ya cumpliste con tu deber. Sólo dile que se vaya a la mierda.

—Ojalá fuera así de simple.

—Espera —West se detiene de golpe—. ¿Estás diciendo que el psicópata te está


obligando a sacarla de nuevo?
Asiento con la cabeza

—Hasta que asegure la cuenta de Turner Media.

—Empieza a salir con otras chicas en la escuela. Una diferente cada noche. Déjale
ver que no significa nada para ti, y ella captará el mensaje.

— Si hiciera eso, correría hacia su papá y le diría que le estoy faltando el respeto o
algo así. —Paso una mano por mi cabello, suspiro de frustración—. No tengo más
remedio que llevar esto hasta el final.

—Justo cuando creo que no podría odiar a tu padre más de lo que ya lo hago —West
niega con la cabeza, deteniéndose frente a la entrada del vestuario masculino. La voz
atronadora del entrenador se puede escuchar a través de la puerta, incluso si no
podemos entender lo que está diciendo.

—Deberías ir —Agarro la correa de mi bolso y me preparo para caminar.

— Mamá está organizando mi fiesta de cumpleaños número dieciocho para el tres


de diciembre. En mi casa, ocho en punto. Asegúrate de estar allí.

— Sabes que lo estaré —Levanto la cabeza— Hasta luego, amigo.

105
Unas horas más tarde, estoy estacionado un par de casas más abajo de la casa de
Kendall, con la esperanza que no me vea cuando regrese del trabajo. Debe estar
trabajando hasta tarde ya que son casi las ocho y todavía no está en casa. El coche del
imbécil está aparcado en la entrada, y supongo que está esperando a que vuelva su
mujer antes de salir. Sé que no hay pruebas, pero mi instinto me dice que tiene una
nueva amiga para follar.

La puerta del pasajero se abre y Crusher arroja una bolsa de papel en mi regazo
antes de subirse a mi camioneta. Está vestido de negro de pies a cabeza y tiene una
gorra de béisbol bajada sobre su rostro.

—¿Olvidaste el código de vestimenta? —pregunta, moviendo su dedo en mi


dirección mientras cierra la puerta.

—¿Hay un código de vestimenta? —Eché un vistazo a mi remera gris, mis jeans


rotos y descoloridos y mis botas, preguntándome de qué diablos está hablando el tipo.

—Estamos encubiertos, duh.

—Amigo, tengo vidrios polarizados. Nadie sabrá que somos nosotros y mucho
menos verá lo que llevamos puesto.

El calor se filtra en mi muslo desde la bolsa, y se la lanzo a mi amigo mientras coloca


dos cafés en los portavasos.

—Llegas tarde.
—Lo siento —Él sonríe, agitando la bolsa mientras hurga en ella—. Me encontré
con una chica al salir. Me la chupó en el callejón detrás de mi edificio de apartamentos
y perdí la noción del tiempo. Sacando una caja de papel, me la entrega. Ofrenda de paz.

Abro la tapa, inspecciono la hamburguesa cargada de grasa

—No, gracias. —Se lo devuelvo, haciéndome un gesto—. Este cuerpo es un templo,


y no lo infecto con esa mierda que induce al infarto.

Tengo cuidado con lo que como y trabajo duro para mantener un cierto nivel de
condición física. Un cuerpo sano ayuda a alimentar una mente sana. Hay muchas cosas
que no puedo controlar en mi vida, pero puedo controlar esto.

—Como quieras, imbécil. Más para mí.

—¿No comiste antes?

Me dirigí al club de boxeo directamente desde la escuela y sé que Crusher fue al


restaurante con algunos de los otros después de sus entrenamientos.

— El coño no cuenta. —Me lanza una sonrisa antes de tomar un gran trozo de su
hamburguesa.

Vuelvo a centrar mi atención en la residencia Hawthorne y observo cómo aparece


el todo terreno rojo de Kendall al final de la calle. 106
Tomo un café, trago un sorbo, instantáneamente hago una mueca cuando el sabor
amargo semicálido golpea la parte posterior de mi garganta. Crusher se ríe.

—No podemos llevar a cabo una vigilancia sin café desagradable y hamburguesas
grasientas. Siempre ves policías haciendo eso en los programas.

—Eres un idiota. —No hay rabia en mi tono porque Crusher es uno de los buenos,
incluso si a veces es un poco payaso.

Kendall se detiene en su camino de entrada, junto al Mercedes nuevo y flamante de


su esposo y apaga el motor.

—¿Recuérdame otra vez por qué te pedí que hicieras esto conmigo?

—Porque necesitas respaldo y yo soy así de increíble —dice antes de empujar la


mitad de la hamburguesa en su boca.

Mi corazón late erráticamente en mi pecho mientras sale de su auto. Se ve


jodidamente hermosa, como siempre, y el deseo corre por mis venas. Normalmente, ella
usa su largo cabello rubio suelto y ondulado, es mi estilo favorito en ella. Pero se peina
de manera diferente para la oficina, ya sea en una cola de caballo alta o en un moño
elegante, como lo está luciendo ahora, y su personalidad de empresaria segura de sí
misma me excita como no lo creerías.
Su abrigo de lana rosa ajustado abraza sus suaves curvas, y el cinturón atado
alrededor de su cintura enfatiza su cintura esbelta. El dobladillo de su falda lápiz es
apenas visible debajo del abrigo. Piernas delgadas y bien formadas están encerradas en
pantimedias transparentes y lleva tacones negros brillantes. Ella es cada una de mis
fantasías hechas realidad, y me duele el corazón por estar con ella.

Abriendo la puerta trasera, se agacha, recuperando un maletín abultado y su bolso.

Crusher silba por lo bajo mientras la mira

—Esa es una mamá sexy y caliente. Yo lo haría con ella.

Le doy un golpe con el codo en las costillas y casi se ahoga a mitad de la mordida.

—Cuidado, es la mamá de mi mejor amigo. —Y la mujer con la que estoy obsesionado.


La única. Estoy locamente, estúpidamente enamorado de ella.

—De ninguna manera —Sus ojos casi se salen de su cabeza mientras se inclina hacia
adelante en su asiento—. ¿Esa es la mujer a la que el tipo está engañando?

Asiento concisamente.

—¿Está ciego o loco? ¿Quién en su sano juicio engañaría a una mujer así?

Exactamente mis sentimientos. 107


— Es un idiota estúpido, pero será su pérdida, no la de ella.

—¿West sabe que estamos haciendo esto? —él pregunta después que Kendall
desapareció por la puerta principal de su casa.

Niego con la cabeza.

—Como dije, no quiero involucrarlo. Si lo que sospecho es cierto, esto lo matará.

—Apesta, hombre —dice, después de terminar su hamburguesa. Se limpia la salsa


de la comisura de la boca con una servilleta de papel antes de limpiarse los dedos
aceitosos—. ¿Qué harás si encontramos evidencia del engaño?

Miro por encima del hombro hacia el asiento trasero, donde descansa mi cámara
Nikon.

—Lo documentaré y luego consideraré mi próximo movimiento.

No estoy seguro de adónde ir desde allí. Recién conseguí que Kendall aceptara que
fuéramos amigos y le prometí que no interferiría ni mencionaría su matrimonio.
Entonces, no puedo darme la vuelta y explicar cómo espié a su esposo y encontré la
confirmación que la está engañando. Sospecho que ella ya lo sabe.

Si lo hace, entonces no estoy seguro que haga alguna diferencia, pero tengo que
intentarlo. Ella no aprobaría que hiciera esto, pero tengo que hacer algo. Tal vez mirar
la prueba física de su traición la impulse a actuar. Pensar en que ella seguirá casada con
ese imbécil enciende una ola de ira que normalmente sólo siento por mi padre.

—¿Es ese el idiota? —pregunta Crusher, pateando sus pies en el tablero, mientras
Curtis sale de la casa.

—Ese es él —gruño, apretando los puños. Arranco el motor mientras sube detrás
del volante de su Merc.

—Parece una bola de baba.

—Siempre lo vi así.

Tirando de mi gorra más abajo sobre mi cabeza, más por costumbre que por
necesidad, espero unos segundos antes de salir a la carretera detrás del padre de West.

Crusher baja el volumen de la radio mientras seguimos a Curtis durante veinte


minutos. Se detiene frente a una casa adosada de tres pisos a un par de millas del
campus de UCCS, estacionándose en la acera, directamente debajo de una farola.

—Mierda —Crusher presiona su nariz contra la ventana polarizada mientras la


puerta principal de la casa se abre y salen tres morenas—. Creo que conozco a una de
ellas.

—¿Cuál? —pregunto, arrebatando mi cámara del asiento trasero mientras Curtis 108
sale del coche y se dirige hacia las mujeres.

—La chica de atrás con el cabello más corto. Podría haberla follado una vez en el
baño de TJ's.

—¿Podrías haberlo hecho? —Arqueo una ceja mientras quito la tapa de la lente de
mi cámara.

Él sonríe

—Estoy en mi último año de universidad. Cogí un montón de coños desde que me


metí aquí, y quiero decir, muchos. No puedes esperar que me acuerde de todas las
chicas.

—Que encantador. Apuesto a que a las chicas les encantaría escuchar eso.

Acercando la cámara a mi cara, tomo una sucesión de fotos mientras Curtis se


inclina para besar a una de las mujeres en la mejilla. Su brazo se desliza alrededor de su
cintura mientras la acompaña al auto. Sus dos amigas los siguen.

Sigo disparando, gruñendo mientras la chica le sonríe, deslizando su mano por su


pecho. Curtis abre la puerta del pasajero y la miro bien bajo el resplandor de la luz antes
que se deslice dentro.

—Ella es linda —dice Crusher— es como si se esforzara por encontrar a alguien que
se viera completamente opuesto a su esposa.
Yo acababa de pensar lo mismo. La chica tiene el cabello largo, negro y lacio, y su
piel se ve pálida contra sus labios de color rojo brillante. Ella se vierte en un diminuto
vestido negro, que deja poco a la imaginación.

Su amplio busto amenaza con salirse de la parte delantera de su vestido escotado.


Se hunde en su cintura estrecha antes de ensancharse sobre las caderas anchas. Ella es
más baja que Kendall por unos centímetros.

—Ella es mucho más joven que él —Crusher dice lo obvio.

Los dejo que se alejen de la acera antes de seguirlos.

—Esta es tierra de estudiantes. Si viven aquí, deben ir a UCCS, lo cual significa que
lo más probable es que tenga poco más de veinte años.

Los seguimos hasta TJ's Sports Bar & Grill, uno de nuestros lugares favoritos, y
entramos. Está muy concurrido esta noche, y todas las cabinas y taburetes están
ocupados.

Curtis conduce a las damas a través de la multitud y encuentra una mesa alta vacía
con un taburete, que reclama para la morena de labios rojos. Señala a una camarera y
pide bebidas mientras nos quedamos atrás, fuera de la vista.

—Él es su sugar daddy. —Crusher vuelve a decir lo obvio—. Ella probablemente ve


el auto y la ropa llamativa y piensa que tiene algo bueno. 109
—Es jodidamente patético —Lanzo una rápida mirada alrededor del bar repleto—
Mira este lugar, y luego míralo a él. Sobresale como un pulgar dolorido con sus
pantalones chinos y su polo.

–¿Quieres una cerveza? —pregunta Crusher mientras fijo mis ojos en Curtis y la
chica con sus cabezas juntas, inmersos en una conversación.

Niego con la cabeza

—Tomaré agua, y no nos quedaremos mucho tiempo.

No quiero que me vea, pero necesito pruebas. Un beso en la mejilla y una mano
alrededor de su espalda no es mucho para seguir, incluso si está claro por su mirada
lasciva que son más que amigos.

Finjo jugar con mi teléfono mientras vigilo al imbécil y a su amiguita. Crusher


regresa con una cerveza para él y un agua para mí, y nos movemos hacia un lado,
presionados contra la pared. Tengo un mejor ángulo aquí para tomar fotos y es más
privado.

La chica arroja sus brazos alrededor de Curtis, tirando de su rostro hacia el de ella
y aplastando sus labios contra los de él. Sus manos gravitan hacia sus caderas y ella abre
las piernas, dejando espacio para que él se interponga entre ellas. Joder, gracias que hay
una cámara decente en mi teléfono porque acabo de ganar el premio gordo.
Agarrando puñados de su cabello, ella se presiona contra él mientras él le devora la
boca, como si no estuviera en público. Sus piernas se envuelven alrededor de su cintura,
mientras él empuja contra ella, a ninguno de los dos les importa llamar la atención.

Claramente no le importa un carajo si lo atrapan, y eso me enfurece. ¿Cómo se


atreve a tratar así a la mujer más dulce que conozco? Es como la última bofetada en la
cara por todo lo que Kendall hizo por él. ¿Y este idiota dice que es un hombre de familia?
Que jodida broma. Mintió en la cara de sus hijos cuando les prometió que arreglaría las
cosas con su madre cuando claramente no tiene intención de arreglar su matrimonio.

Una parte de mí se regocija con ese pensamiento hasta que pienso en la devastación
que esto le causará a Kendall. Curtis es un idiota egoísta y no me extrañaría que siguiera
casado con ella mientras continúa jodiendo a sus espaldas.

Estoy tan contento de no traer a West conmigo, ver a su padre así lo mataría. Y
Kendall estaría tan dolida si fuera testigo de esto. Ya es bastante malo que la esté
engañando, pero hacerlo en la puerta de su casa, de una manera tan irrespetuosa, indica
lo poco que piensa en ella.

Capturo todo en video y tomo algunas fotos, ya tuve suficiente. No puedo ver esto
otro segundo antes de hacer algo de lo que me pueda arrepentir. El impulso de arrastrar
al imbécil afuera y golpearlo hasta que sangre me está volviendo loco. Si bien me
encantaría abofetearlo, no estoy convencido de poder detenerme antes de matar al
idiota, y no vale la pena arriesgarse a ir a la cárcel.
110
—Me voy —Tomo el resto de mi agua— ¿Vienes o te quedas?

—Un par de chicos de mi clase están aquí. ¿Por qué no me quedo y consigo más
material? Él no me conoce de Adam y seré discreto.

Pongo una mano en su hombro.

—Gracias hombre.

—Si puedo recordar el nombre de esa chica, podría infiltrarme en su pequeña


pandilla y averiguar lo que estuvo diciendo.

—Esa no es una mala idea.

—Trabajaré mi encanto legendario — Él hincha su pecho, y lanzo una carcajada.

Él es tan cursi. A veces me pregunto cómo consigue tantas mujeres, hasta que veo
la forma en que observan sus músculos y sus tatuajes. A todas las mujeres les gusta
pensar que pueden domar al chico malo por excelencia, y Crusher lo aprovecha al
máximo.

—Recuerda que nadie puede saberlo —le recuerdo.

Antes de salir esta noche, pensé si debía confrontar a Curtis o dejar que me viera
para que sepa que lo sé. Decidí que eso no funcionaría a mi favor.
El conocimiento es poder y está información me da algo de influencia. No estoy
seguro cómo la usaré, pero tenerla en mi bolsillo trasero para usarla en cuanto la
necesite es de más valor.

Asegurarme que no sepa que estoy detrás de él, funciona mejor para mí por ahora.

No le contaré una palabra a nadie y me aseguraré que nadie vea lo que estoy
haciendo.

111
17
KENDALL

—Necesito decirte algo —dice Shirley mientras caminamos a toda velocidad por
uno de los senderos menos concurridos del parque.

Por lo general, ayudo en la casa de retiro los sábados por la tarde, pero hoy me
pidieron que viniera a las ocho de la mañana y terminé al mediodía, así que estaba en
casa cuando Shirley llamó a mi puerta hace treinta minutos y me preguntó si estaba
dispuesta a ir a caminar.

Disminuye la velocidad, haciendo un gesto hacia un banco a mi derecha.

—Creo que deberíamos sentarnos para esto.

—Está bien.

Los nervios pinchan la parte de atrás de mi cuello cuando tomo asiento al lado de 112
mi vecina. Desenrosco la tapa de mi botella de agua y bebo un poco. Shirley aprieta las
manos sobre su regazo y traga saliva audiblemente.

—Sea lo que sea, sólo dime.

Tengo un sexto sentido que ya conozco.

—No hay una manera fácil de decir esto, y lo último que quiero hacer es lastimarte,
pero no puedo guardarme esto por más tiempo.

—Esto es sobre Curtis —le digo, segura de eso ahora.

El shock se extiende por su rostro

—¿Lo sabes?

Bebo otro trago de agua.

—¿Que me está engañando? Sí.

—Oh, Kendall. Lo siento mucho —Ella apoya su mano enguantada en mi brazo

—¿Cómo lo supiste?

—Adrian y yo salimos a cenar a Chelle's Steakhouse y lo vimos cenando con otra


mujer. Estaba claro que era una cita.
Inclino la cabeza hacia un lado.

—No lo endulces, Shirl. ¿Qué viste?

Junta sus dedos contra su barbilla.

—Estaban uno encima del otro. Fue descaradamente obvio y realmente


inapropiado —La simpatía baila en su rostro—. Nos molestó tanto a los dos que
pedimos nuestra cena para llevar y nos fuimos.

—¿Él te vio?

Ella niega con la cabeza

—Estaba demasiado absorto en la mujer. Consideramos confrontarlo, pero Adrian


sintió que no debíamos interferir. Está disgustado con Curtis y no quiere tener nada que
ver con él ahora.

Adrian y Shirley son trece años mayores que nosotros y estuvieron casados por
veinticinco años. No tienen hijos, por elección, y están completamente dedicados el uno
al otro. Puedo decir, con total confianza, que Adrian nunca engañaría a su esposa.

—¿Cuándo fue esto?

—El mes pasado —admite un poco tímidamente. 113


Supongo que ahora entiendo que ella me cuestionara en la noche psíquica.

—No te sientas mal por no decírmelo de inmediato. Lo entiendo, y realmente


aprecio que me digas esto ahora, aunque ya lo sabía.

—¿Cómo lo descubriste?

—El me lo dijo. —Procedo a darle la versión resumida de lo que estuvo pasando, y


ella escucha atentamente.

—No habría creído que Curtis era capaz de tal traición y engaño si no lo hubiera
visto yo misma.

—Ya somos dos. —Giro la tapa de la botella entre mis dedos.

Aunque mi conmoción, dolor y humillación están dando paso gradualmente a una


ira extrema. En el instante en que West y Stella se van y Ridge está en la cama, él se va,
como si no pudiera soportar estar cerca de mí. Lo entendería si yo fuera la que lo
engañó, pero yo soy la parte perjudicada aquí.

—Es un imbécil —dice furiosa—. No sé cómo puedes soportar mirarlo y mucho


menos que te toque. Me haría un ovillo y moriría si Adrian me hiciera eso.

—No tengo ese lujo. Necesito mantener la calma para los niños.
—Tienes tanta fuerza interior.

Una risa áspera sale de mi boca.

—Realmente no me siento terriblemente fuerte en este momento, me aferro a mi


cordura con las uñas.

—¿Qué vas a hacer y cómo puedo ayudarte?

Mi corazón se hincha, extiendo la mano y la abrazo.

—No estoy segura, en ambos aspectos, pero saber que lo sabes me reconforta.

—Estoy aquí para ti. Lo que sea que necesites. Sólo tienes que preguntar.

—Necesito que lo mantengas confidencial. No puedo arriesgarme a que los niños se


enteren. Les haría mucho daño.

—Nadie lo escuchará de nosotros —me asegura, y sé que es la verdad. Ella no es


chismosa—. Pero si Curtis continúa haciendo desfilar a su amante por toda la ciudad,
alguien más lo verá. Mantenerlo en secreto para West y Stella puede que no sea posible.

—¡No puedo creer que esté siendo tan imprudente! Especialmente cuando él es
quien insistió en que jugáramos esta farsa hasta que Stella se graduara.
114
—Es un cerdo. No es posible que estés considerando seguirle la corriente en sus
planes —Ella niega con la cabeza.

Suspiro

—Solo acepté por los niños, pero no voy a aguantar esto. Cree que tiene el control,
pero va a tener un duro despertar.

Sus ojos brillan.

—¿Qué tienes planeado?

—No voy a sentarme y dejar que me tome por tonta. Tengo algunas formas en las
que puedo recuperar el control. Esta semana me reuní con una gran abogada de
divorcios y me dio algo en que pensar. Hay cosas que puedo hacer para ser lista. Para
cubrirme cuando llegue el momento del divorcio, y tengo la intención de protegerme a
mí y a los niños tanto como pueda.

Ya tengo mi propia cuenta bancaria, y mi salario va directamente allí. Transfiero


una cantidad fija a nuestra cuenta conjunta mensualmente como lo hace Curtis. Paga
más cuanto más gana, y ambos tenemos acceso a nuestra cuenta de ahorros. Voy a
empezar a desviar todo el dinero que pueda y a comprar todo lo que pueda necesitar
más tarde, cuando todo se divida con el divorcio.
No estoy tan emocional esta semana y escuchar esta nueva información me ayuda
a enfocar mi ira en la dirección correcta. Necesito esa rabia interna para impulsarme a
la acción y ya sé por dónde empezar.

—¿Cómo es ella? —Sé que no debería preguntar, pero no puedo evitarlo.

Sus rasgos se suavizan.

—¿Estás segura que quieres saberlo?

Asiento con la cabeza.

—Ella es joven. En edad universitaria si tuviera que adivinar, cabello oscuro, ojos
grandes.

—¿Sexy y hermosa verdad? —Inclino mi cabeza hacia un lado— Puedes decirlo, sé


que Curtis no elegiría a alguien que no fuera hermosa.

—Ella no es tan hermosa como tú. Y él es un tonto —se burla— ningún hombre
mayor engancha a una jovencita hermosa a menos que ella esté detrás de su dinero.

—Curtis es llamativo, pero tiene mucho menos dinero de lo que ella piensa.

—Aún menos después que te divorcies —Ella sonríe— Espero que lo dejes limpio.
115
—Tengo un trabajo de tiempo completo, por lo que las finanzas se dividirán en
consecuencia. Me quedaré con la casa como cuidador principal y no habrá ningún
problema con la custodia compartida. La abogada dijo que puede negociar como parte
del acuerdo que Curtis tenga que pagar la universidad de los niños. Esas son mis
prioridades.

—Tal vez deberías renunciar a tu trabajo para que él tenga que mantenerte después
de divorciarte. Aprieta sus finanzas para que no tenga dinero para beber y cenar con
sus fulanas.

—Necesito mi trabajo ahora más que nunca. Quiero a Curtis fuera de mi vida y
quiero ser capaz de mantenerme de forma independiente. No quiero estar en deuda con
él más de lo que debo estar. Ya me resigné al hecho que no podré volver a solicitar el
horario de medio tiempo después de Navidad. Incluso si obtengo un acuerdo generoso
en el divorcio, parte del cual será una compensación por los años que me quedé en casa
con los niños para que él pudiera avanzar en el trabajo, y Curtis tendrá que pagar la
manutención de sus hijos, lo más probable es que no sea suficiente para mantener el
nivel de vida al que estoy acostumbrada a menos que siga trabajando. Además, disfruto
de la confianza que obtengo de mi trabajo y la sensación de satisfacción personal que
obtengo al trabajar fuera del hogar. Sé que soy una buena madre. Amo a mis hijos, y
cuidarlos es algo natural, y es algo que me da un enorme placer. Ver a mis hijos crecer
y convertirse en los maravillosos seres humanos que son es una de las mayores
recompensas de la vida. Son mi mayor logro, y nada de lo que Curtis pueda hacer me lo
quitará. Pero es más que eso. Para mí, tener intereses externos me mantiene estimulada
y feliz y me permite canalizarlo en mi vida hogareña. Mis hijos están en la escuela y me
frustraría rápidamente si estuviera en casa todo el día sin un trabajo que me mantuviera
ocupada. No estoy hablando mal, y disfruté el tiempo que pasé con los niños cuando
eran pequeños y no estaba trabajando, pero ahora es diferente. Discutí las opciones con
mi abogada, y aunque podría obtener más pensión alimenticia si no estuviera
trabajando y dependiera únicamente económicamente de Curtis, no quiero perder mi
independencia.

Mirando mi reloj, me doy cuenta de la hora y me pongo de pie.

—Necesito regresar.

El idiota llevará a Ridge a un viaje de campamento nocturno con su equipo de


Pequeñas Ligas, y se irán en breve. Quiero despedirme de mi hijo antes que se vayan.

—Gracias por decírmelo —digo, mientras caminamos hacia la salida del parque en
un lugar más tranquilo.

—Siento haber dudado. Debería habértelo dicho inmediatamente.

— No son necesarias las disculpas.

—Solo puedo imaginar por lo que estás pasando, Kendall, y mi corazón se rompe
por ti, pero sé lo que haría si estuviera en tu lugar.

Arqueo una ceja, instándola a continuar, mientras cruzamos las puertas del parque.
116
—Me encontraría un amante joven y caliente. ¿Por qué Curtis debería ser el único
que se divierte?

Todavía estoy reflexionando sobre las palabras de Shirley mientras camino hacia la
casa de Vander unas horas más tarde.

Curtis y Ridge se fueron a acampar durante la noche. Stella tiene una fiesta de
pijamas en casa de una amiga y West fue a cenar y al cine con Hazel. Viola me preguntó
si quería ir a su casa, pero Vander ya me envió un mensaje de texto pidiéndome que
fuera a cenar y no lo rechacé.

Estuve de acuerdo con su sugerencia de amistad el fin de semana pasado incluso si


no estoy cien por ciento segura que podamos lograrlo. Las mariposas dando volteretas
dentro de mi pecho lo atestiguan.

Estoy emocionada de pasar la noche con él, y eso está muy mal. Lo que me lleva de
vuelta a la declaración de despedida de Shirley. Una aventura con un chico joven y sexy
podría ser justo lo que necesito para darme un impulso de confianza y superar estos
próximos años.

Escuchar sobre la linda novia de Curtis me dejó perpleja, incluso si me alegro de


saber con lo que estoy lidiando ahora. Una niña no va a querer jugar a ser la madrastra
de tres niños. Especialmente cuando dos de ellos tienen una edad más cercana a ella
que el hombre que se está tirando. No puedo soportar la idea que alguien más ocupe el
papel de madre en la vida de mis hijos, así que tal vez sea una bendición que sea joven.

Tal vez debería dejar de lado la precaución y tomar un amante joven. Me dijeron en
muchas ocasiones que parezco joven para mi edad, y no me faltaron admiradores
cuando estaba en la escuela a pesar que todos sabían que tenía una relación estable con
Curtis. Sé que me veo bien para mi edad, y si me expongo, estoy segura que encontraré
a alguien con quien divertirme. Pero la perspectiva es desalentadora. Las citas en línea
son la norma en estos días y no tendría ni idea de por dónde empezar. La idea de eso
me pone la piel de gallina.

Vander parecería la opción obvia, excepto que es el mejor amigo de West y tiene sus
propios problemas de los que preocuparse. Y decidimos ser amigos.

Miro hacia arriba, sorprendida de encontrar que ya estoy en las puertas de la


cochera que Vander llama hogar. Estaba tan perdida en mi cabeza que ni siquiera me di
cuenta de la caminata hasta aquí.

Le envío un mensaje de texto rápido, haciéndole saber que estoy afuera, y la puerta
se abre unos segundos después.

—Hola —Vander está de pie junto a la puerta, esperándome con una gran sonrisa
en su rostro—. Estaba medio esperando que te acobardases.

—Yo también —admito sinceramente, entregándole la bolsa con el postre que hice. 117
— Me alegro que no lo hayas hecho —Su mano se mueve a mi espalda baja mientras
caminamos hacia la puerta abierta. La puerta se cierra detrás de nosotros—. Después
de ti. —Vander da un paso atrás, dejándome entrar a la casa primero.

Noto los cambios al instante.

—Estuviste ocupado. El lugar se ve genial —Me doy la vuelta, asimilando todo,


mientras me quito el abrigo.

Escucho la sonrisa en su voz mientras cierra y bloquea la puerta.

—Me alegro que te guste. Quería hacerlo más hogareño para que te sintieras
cómoda cuando estés aquí.

Mi corazón da un salto sinuoso en mi pecho.

—¿Estás diciendo que hiciste esto por mí?

Él asiente, depositando la bolsa con el pastel de limón y la crema batida en el


pequeño mostrador de la cocina.

—Tuve un contratista aquí esta semana, y él construyó la pared principal, instaló la


chimenea eléctrica e instaló una bañera en el baño, pero yo mismo lijé y barnicé los
pisos y pinté la pared. Mañana voy a pintar los armarios de la cocina. Fui a esa tienda
de muebles en Main Street y compré todo lo demás que ves.
Los viejos sofás de cuero fueron reemplazados por una sección de cuero gris
contemporánea más grande y elegante, ubicada frente a la nueva chimenea.

Pintada de un rico azul marino, la pared característica se construyó alrededor de la


chimenea eléctrica que actualmente parpadea con llamas vibrantes de color azul
púrpura. La pared característica contrasta maravillosamente con las paredes de piedra
rústicas originales, lo que ayuda a darle al espacio una sensación moderna pero
tradicional.

Una alfombra estampada de colores adorna el piso de madera frente al fuego.


Acogedores cojines mullidos en tonos de azul, blanco y gris adornan la sección.

La nueva mesa de café desgastada está colocada encima de la alfombra, haciendo


juego con las nuevas mesas auxiliares a ambos lados del sofá. Impresionantes lámparas
de vidrio coloreado con grandes pantallas blancas residen en ambos.

Pero es el enorme lienzo que cuelga en la pared trasera, sobre el sofá, lo que
realmente hace la habitación.

—Dios mío, Vander, esto es increíble.

Después de dejar mi abrigo y mi bolso en el sofá, camino hacia su pintura con una
mirada de asombro en mi rostro.

—Es a la vez intrincado y simple —digo con voz áspera mientras mi mirada se pasea 118
por la miríada de líneas coloridas. Se arremolinan en el lienzo en diferentes direcciones
y formas y a primera vista, parecería tener un diseño desordenado. Hasta que miras
más de cerca y ves lo excepcionalmente brillante que es—. No sólo tienes talento. Eres
inteligente con tu don. —susurro mientras mi dedo traza la forma de una cara
incrustada en las líneas.

Dentro del rostro más grande hay más rostros, todos hábilmente incorporados a la
pintura. Doy vueltas con lágrimas en los ojos

—Estoy sin palabras. Esto me roba el aliento, Vander. Y sé que esto es sólo una
fracción de lo que puedes hacer.

Su rostro brilla ante mis elogios, y en silencio les grito a sus padres por no darse
cuenta de lo asombroso que es.

—¿De verdad te gusta?

Asiento vigorosamente.

—¿Tiene un significado particular? —pregunto, girando mi cabeza hacia la


pintura—. Todas las caras adentro deben significar algo —murmuro.

No soy una experta en arte, pero Vander piensa en todo lo que hace.
—Quería capturar cómo todos usamos caras diferentes y tenemos diferentes lados
para nuestras personalidades. Cuántas partes diferentes intervienen en hacer que una
persona sea completa.

Se acerca a mí y lo miro fijamente con mis ojos brillando de emoción. Hay tanto
sentimiento detrás de esas palabras y ese dibujo. Él es magnífico, un dios entre los
dioses. Nunca se paró más alto o apareció más luminoso de lo que me parece ahora
mismo.

Curtis nunca desentrañó la esencia de lo que soy por dentro, ni mostró interés en
las cosas que me hacen ser la persona que soy o la parte de mí que desafía mi impulso
por la comprensión y la iluminación. No podía entender por qué me gusta cuestionar y
analizar las cosas que no podemos explicar en nuestro mundo.

Pero Vander lo entiende. Comparte la misma pasión por el conocimiento de las


cosas que no podemos explicar o ver fácilmente.

Siempre vi eso en él. Sé por qué también lo cuestionó, pero tiene la capacidad de
mirar más allá de su búsqueda personal, y eso lo coloca a años luz de Curtis en madurez.

Esperaba que darle una copia de Meditaciones para su cumpleaños lo convenciera


de investigar más profundamente dentro de sí mismo las respuestas que buscaba, pero
nunca esperé esto.

En este momento, creo cada palabra que Dee me dijo. Creo que nuestras almas están 119
armoniosamente alineadas, existen en perfecta sincronización y bailan al mismo ritmo.

Los ojos verdes esmeralda de Vander me miran a la cara con tanta intensidad que
casi me tiran al suelo.

Debería apartar la mirada, porque es totalmente íntimo, pero no puedo. Estoy


embelesada por él. Todo sobre él me habla a un nivel innato, y me pregunto por qué
estoy negando este vínculo que compartimos cuando siento que voy a morir si no siento
sus labios en mis labios, sus manos en mi cuerpo, su cuerpo desnudo, su piel contra la
mía.

En este momento, no me importa su edad o los otros obstáculos que bloquean


nuestro camino. Todo lo que existe somos nosotros y esta profunda conexión que nos
acerca más y más hasta que siento que mi alma estalla, mi corazón está hinchado y mi
cuerpo arde.

Mi corazón se desliza alrededor de mi pecho, latiendo salvajemente, mientras me


acerco a él. No quiero nada más, en este momento, que besarlo. Por la mirada
hambrienta en sus ojos y la forma en que su mirada cae en mi boca, sé que no estoy sola
en esto.
18
KENDALL

—Esto es tan profundo, me encanta —murmuro, todavía mirándolo a los ojos.

Internamente, el ángel en uno de mis hombros le grita al diablo en el otro, y estoy


en conflicto. Sé lo que quiero. Quiero su boca en la mía, y siento que voy a morir si no
puedo probar sus labios. Pero una astilla de duda se desliza en mi mente, y la voz del
ángel se hace más fuerte, intentando ahogar la voz demoníaca que me insta a hacerlo.

Vander abre y cierra la boca en rápida sucesión, y sé lo que estaba a punto de decir.
Sus ojos esmeralda bajan a mi boca, y apenas recuerdo respirar.

Nos miramos el uno al otro, suspendidos en el tiempo, y la electricidad crepita en el


espacio que nos rodea. Su mirada se oscurece mientras sus ojos permanecen pegados a
mis labios, y tampoco puedo dejar de mirar su boca. Me estoy retorciendo en nudos.
Tentada de agarrar su camisa y tirar de él hacia mí, pero estoy igualmente aterrorizada
de impulsar el destino en movimiento. La indecisión se mezcla con la anticipación en el 120
aire.

Ambos sabemos que estamos colgados al borde de un precipicio, y si caemos, no


hay forma de deshacerlo.

Ese pensamiento me arrastra de vuelta a la realidad. Me alejo de él y desvío la


mirada, aspirando largas bocanadas de aire hasta lo más profundo de mis pulmones.
Doy zancadas hacia la cocina americana para poner algo de distancia física entre
nosotros.

—La crema batida necesita ir al refrigerador —digo, esperando que no pueda


escuchar el temblor en mi voz o ver el temblor en mis manos mientras saco el recipiente
de la bolsa.

Se aclara la garganta cuando abro la pequeña puerta del refrigerador y meto la


crema batida adentro.

—La cena está casi lista. Ve a sentarte y te traeré una copa de vino —dice.

Mi corazón se acelera cuando se acerca, y cierro la puerta del refrigerador de un


golpe y giro, aferrándome a él mientras se desliza deliberadamente hacia un lado para
evitar rozarme. De repente, todo se vuelve incómodo y no puedo soportar la expresión
de tristeza en su rostro.

—Tal vez debería irme —susurro.


Él niega con la cabeza

—No te vayas —Pasa una mano por su desordenado cabello húmedo mientras el
aire sale de su boca—. Tuvimos un momento, pero no tiene por qué arruinar nuestra
noche.

Sus ojos suplicantes me fijan en el lugar.

—Por favor, Kendall. Estuve deseando verte toda la semana.

No puedo rechazarlo cuando me mira así.

— Está bien.

Sus hombros se relajan visiblemente.

—Bien.

Tomo asiento en el nuevo sillón de cuero mientras la música se filtra a través de los
parlantes en volumen bajo. Afortunadamente, no es rap o ese heavy metal ruidoso que
West escucha a veces.

—¿Esta es Halsey? —pregunto mientras Vander se cierne sobre mí.

Me entrega una copa de vino mientras asiente. 121


—Es su nuevo álbum. Es impresionante, creo que te gustará. Escucha la letra.

—Okey —le sonrío mientras llevo el vaso a mis labios.

—¿Quieres comer en el mostrador o comer aquí? —señala la mesa de café, luciendo


adorablemente incierto.

—Estoy bien aquí. Viola y yo tenemos lo de comer en una mesa de café controlado
a este punto.

Quitándome los zapatos, agarro dos cojines y los coloco sobre la alfombra en el
suelo.

— Ahí, perfecto.

Inclinándose, presiona sus labios contra mi cabello, y mi corazón casi se sale de mi


pecho de lo rápido que late.

—Como tú —susurra antes de dejarme para regresar a la cocina.

Tragando la bola desordenada de emoción anidada en mi garganta, agarro mi vino


y me siento en uno de los cojines.

Vander se acerca un par de minutos después con dos platos.


—¿Tienes manteles individuales? — pregunto antes que coloque el plato frente a
mí.

Sacude la cabeza, así que tomo dos revistas del estante debajo de la mesa para
usarlas en su lugar. No tiene sentido arriesgarse a dañar su nueva mesa.

Dejando la comida, se va a buscar agua y cubiertos. Se deja caer en el cojín a mi lado


y me entrega un cuchillo y un tenedor.

—Espero que te guste.

Me inclino sobre el tazón lleno de pollo y pasta con chorizo, y mi estómago ruge
apreciativamente.

—Huele delicioso —Envuelvo los espaguetis alrededor de mi tenedor y le doy un


mordisco, gimiendo cuando el sabor del tomate con ajo golpea mi lengua—. Sabe
delicioso también, digo después de haber tragado.

Visiblemente se derrite con mis elogios, e instantáneamente recuerdo cuánto le


faltó en su vida.

—¿Dónde aprendiste a cocinar así?

Termina un bocado de pasta antes de responder.


122
—Solíamos tener amas de casa de tiempo completo que cocinaban para nosotros,
pero todas seguían yéndose. Papá les coqueteaba o vieron cómo trataba a su esposa e
hijo, se asustaron y se fueron. Luego, papá dejó de contratar personal cuando mamá se
puso muy mal. Mamá no sabe cocinar ni una mierda, y sólo le interesa una dieta líquida.
Viví de comida para llevar por un tiempo. Cuando entré en el boxeo, ya no quería comer
basura, así que aprendí a cocinar solo con videos. Keaton Kennedy tiene un gran
programa de cocina en línea. Se enfoca en comidas saludables con un énfasis específico
en los atletas, por lo que es perfecto para mí.

Muevo la cabeza.

—Vi algunos episodios. Él es bueno. Austen Hayes, el receptor abierto de los


Baltimore Ravens, es su esposo y es de Golden. Colorado prácticamente reclamó a
Keaton como uno de los suyos. Son una pareja hermosa y Keaton es un gran chef. Tengo
un par de sus libros de cocina en casa. Te los presto, si quieres.

—Genial. Gracias.

—Estás lleno de sorpresas, Vander, lo digo como un cumplido.

Se encoge de hombros, como si no fuera una de las personas más resistentes que
conocí.

—En realidad me gusta cocinar —dice, mirando al vacío mientras como—. Lo


encuentro terapéutico.
—Yo soy igual —admito antes de tomar un trago de mi agua—. Si tuve un mal día o
estoy estresada por algo, siempre me encontrarás en la cocina cocinando un montón.

—También cocino para mi mamá —agrega, y seguimos hablando entre comidas—.


Si no la alimentara, se consumiría.

Casi pierdo el apetito con sus palabras.

—Eres un buen hijo, Vander —admito en voz baja.

—Todavía no es suficiente.

Descanso mi mano sobre la suya, necesitando ofrecerle consuelo. Sus ojos se


encuentran con los míos.

—Eres más que suficiente.

Nos sonreímos y quito la mano antes que mis dedos tengan ideas.

—Hablando de comida, ¿qué vas a hacer para el Día de Acción de Gracias? —Solo
faltan cinco días y dudo que su madre haya organizado algo.

—Sólo seremos mamá y yo. Papá lo pasará en la ciudad. —Una mirada oscura cruza
su cara, pero no da más detalles. Él no necesita hacerlo—. Voy a cocinar.
123
—Deberían venir a nuestra casa. Ustedes dos. Habrá comida más que suficiente.

Es una oferta espontánea, pero no puedo arrepentirme, aunque haga que el día sea
más tortuoso para mí. Pretender jugar a la pareja feliz con Curtis frente a los niños y sus
padres será horrendo. Tener a Vander ahí sólo aumentará mi miseria, pero de otra
manera, su presencia me calmará. Y no soporto pensar en él solo, vagando por esa casa
grande con su madre semi comatosa.

— No sé —se frota una mano a lo largo de su mandíbula rasposa.

Sé por qué duda.

—No habrá juicio en mi hogar. Además, tu madre sabe cómo comportarse en


público.

Es otra razón por la que desprecio a Diana Henley, pero una parte de mí también lo
siente por ella. Puede activar el encanto en público y aparecer como un ser humano
funcional cuando surge la necesidad. Sin embargo, ella no puede hacer eso por su hijo.
En casa, ella le deja ver el verdadero alcance de su adicción. Lo obliga a cuidar de ella, y
no tengo ningún respeto por ella por eso.

Curtis probablemente odiará que la haya invitado, pero bueno.

—Le preguntaré. Probablemente dirá que no.


No le pediré que se deshaga de su madre en Acción de Gracias, así que sólo digo: —
Avísame de cualquier manera.

Charlamos sobre cosas menos estresantes mientras terminamos de cenar y yo lo


ayudo a limpiar. Luego nos sentamos en los extremos opuestos del sofá, escuchando
más del nuevo álbum de Halsey, entre charla y charla, yo tomo un sorbo de una copa de
Sancerre mientras Vander bebe una cerveza.

—¿Sigues asistiendo a tu clase de filosofía los lunes por la noche? —pregunta,


tomando mi copa vacía y levantándose para volver a llenarla.

—Sí. Es lo más destacado de mi semana.

Vander regresa, balanceando sus piernas sobre el sofá. Hago lo mismo, meto las
piernas debajo de mí y me cubro las rodillas con el vestido para asegurarme de no
mostrar nada que no debería.

—¿Cuál es el tema esta vez? —pregunta, entregándome una copa de vino fresco.

Nuestros dedos se rozan en el intercambio, pero ignoro a la fuerza el hormigueo


que sube por mi brazo.

—Um... reencarnación.

Mis mejillas se calientan cuando tropiezo con la palabra. Desde que Dee dijo las 124
cosas que dijo, estuve luchando para entenderlo. Una cosa es tener la mente abierta y
creer en lo abstracto y otra muy distinta cuando potencialmente se convierte en
realidad. ¿Sinceramente? No sé qué pensar.

Sus ojos se iluminan.

—Tema interesante. ¿Cuál es tu opinión al respecto? —Casi parece que está


conteniendo la respiración mientras espera mi respuesta.

Me muerdo el labio mientras contemplo mi respuesta.

—¿Cuál es la tuya?

—Respondes a una pregunta con otra pregunta, mmm… —Juega con sus labios, y
mis ojos son como misiles buscadores de calor que se clavan en un objetivo mientras lo
veo jalar los labios carnosos con dedos largos y delgados— Maniobra de desviación
clásica allí. Sus labios se curvan en las esquinas de una manera burlona.

No está equivocado, pero estoy reconsiderando todo en este momento, así que opté
por otra técnica de desvío probada y comprobada.

—La mayoría de los budistas creen en la reencarnación, y un informe que vimos en


clase decía que uno de cada cuatro estadounidenses cree que existe la reencarnación.
—Eso me parece fascinante, pero me interesa lo que tú piensas. —Dios él es como
un perro con un hueso. Estira las piernas y sus dedos de los pies descalzos rozan mis
rodillas cubiertas por el vestido porque sus piernas son así de largas.

—Lo siento —Se levanta contra el reposabrazos para que sus pies ya no me toquen.

—Hay suficiente evidencia anecdótica para sugerir que es real —admito


sinceramente—. Estoy con John Locke y mentalidades similares. Creo que la identidad
personal está ligada a tener la misma conciencia, retenemos los recuerdos de conciencia
en conciencia, y no tiene nada que ver con el cuerpo que ocupamos.

Él asiente con la cabeza.

—Es el alma la que se reencarna, no el cuerpo físico. Aunque leí algunas de las
enseñanzas de la creencia lamaísta y es un caso convincente para la reencarnación del
cuerpo.

—También hablamos sobre el Dalai Lama. Cada Dalai Lama cree que su espíritu se
reencarna en el cuerpo de su sucesor y esa persona nace en el momento de su muerte.
Es interesante, pero ¿cómo es convincente? —Estoy en lo alto en este momento,
emocionada de poder tener este tipo de conversaciones con él, sabiendo que no sólo
está hablando por hablar cuando dice que comparte mi pasión por la filosofía. Él la lee
y la estudia también. ¿Cuántos chicos de dieciocho años hacen eso?

» Toman precauciones para garantizar la sagrada sucesión, y hubo informes de 125


testigos que se remontan a cientos de años que atestiguan cosas que sólo pueden
explicarse mediante la reencarnación.

—¿Cómo qué? —Me siento más cerca y me inclino hacia él, tomando un trago de mi
vino mientras espero ansiosamente que responda. Recién comenzamos este tema al
final de la clase la semana pasada, así que esto es nuevo para mí y tal vez sea algo que
pueda plantear en nuestra próxima sesión.

—Como si hubiera un arco iris sobre la casa donde nació el bebé. Su nacimiento fue
indicado en una visión. El niño podía distinguir las identidades de los santos visitantes
incluso cuando trataban de disfrazarlo. Algunos reconocieron pertenencias anteriores
como rosarios, y otros fueron fácilmente capaces de repetir el mantra budista. Todo
esto mientras era sólo un niño pequeño. Eso no se puede fingir. ¿Cómo…?

La manija de la puerta de entrada traquetea, violenta e inesperadamente,


interrumpiendo a Vander a mitad de la oración. Mis ojos se abren de par en par por la
alarma, y mi corazón se me sube a la garganta. La ansiedad me pica la nuca y el ácido
me revuelve el estómago. Los puños golpean la puerta.

—¡Van! ¡abre! —grita West, sus golpes impacientes cada vez más insistentes.

—Mierda —Vander maldice por lo bajo mientras entro en modo de pánico total.

Mi hijo no puede encontrarme aquí. ¿Cómo diablos podría explicarlo?


Vander se levanta de un salto y coge mi copa de vino, mis zapatos, mi abrigo y mi
bolso. Sus ojos recorren la habitación.

—Dame un segundo —ruge mientras toma mi codo y me levanta del sofá—.


Escóndete en el dormitorio, susurra, guiándome hacia la habitación del fondo con
urgencia.

—Oh, Dios mío —balbuceo— esto no está pasando.

Tira mi bolso y mis zapatos sobre la cama y deja mi copa de vino en su mesita de
noche.

—Kendall —Agarra mi rostro entre sus grandes manos—. Cálmate. Yo me


encargaré de esto. —Presiona un beso en mi frente —Confía en mí, cariño —Me levanta
la cara. Todo va a estar bien.

—No puede saber que estoy aquí —Empuño su camisa cuando los golpes
comienzan de nuevo en la puerta.

—No lo hará. —Besa la parte superior de mi cabeza— Sólo quédate aquí, y


mantente en silencio. Me desharé de él lo más rápido que pueda.

Ambos nos estremecemos ante sus palabras. Asiento con la cabeza y él se va,
cerrando la puerta detrás de él.
126
La necesidad de tirar de mi cabello y caminar por el suelo me está atormentando,
pero no puedo arriesgarme a que West me escuche. Sólo una pared y una puerta
delgada separan las habitaciones, y el ruido podría transmitirse.

—Mierda, hombre. ¿Qué ocurre? —pregunta Vander, y mi pánico instantáneamente


se transforma en miedo por mi hijo—. ¿Pasó algo?

De puntillas hacia la puerta presiono mi oreja contra la madera.

—Acabo de tener la mayor discusión con Hazel. Creo que podríamos haber roto.
Ugh

El gemido frustrado de West contiene un trasfondo de dolor, y anhelo envolver mis


brazos alrededor de él y consolarlo. Pero no puedo. No es algo que ponga en peligro la
vida, gracias a Dios. El estrés desaparece de mis hombros y me alejo de la puerta.
Caminando suavemente hacia la cama, busco mi bolso para agarrar mis AirPods. No
quiero escuchar su conversación porque no quiero violar la privacidad de mi hijo. Vino
aquí para hablar con su mejor amigo, no para confiar en su madre.

Ya es bastante malo que mantenga en secreto mi amistad con Vander. No quiero


añadir más cosas a mi lista de pecados.

Sentada en el borde de la cama, me pongo mis AirPods y abro una de mis listas de
reproducción, ahogando sus voces antes de escuchar algo que no debería. Tomo un
gran trago de vino mientras espero que saque lo que sea que haya pasado entre West y
Hazel. Me gusta su novia. Es dulce y leal, y sacó a relucir un lado diferente de mi hijo.
Necesitando más distracción, tomo la copia maltratada de Meditaciones
descansando encima de una pila de libros junto a la cama de Vander, sonriendo a pesar
de mi situación. Lo hojeo, mi sonrisa se expande cuando veo los puntos destacados y
las notas. Disfruto tanto de saber que tenemos un interés común y que él no sólo lo hace
para impresionarme. Vander está genuinamente interesado y me da una sensación
cálida y acogedora. Dejo abajo Meditaciones y cojo el siguiente libro Las 48 leyes de la
energía, de Robert Greene. Traté de leerlo una vez, pero lo encontré pesado. Vander
tiene un marcador en el medio del libro, por lo que está progresando más que yo. Lo
estoy guardando cuando un sobre se desliza por debajo de la tapa trasera.

Alcanzando el suelo para recuperarlo, casi tengo un infarto cuando veo la foto que
se asoma desde la parte superior del sobre abierto. El perfil lateral de Curtis despertó
con creces mi curiosidad, así que no me siento mal cuando saco las fotos y las extiendo
sobre la cama.

Todo mi cuerpo tiembla mientras paso mis ojos por encima de cada imagen. Una
cosa es saber que mi esposo me está engañando y otra muy distinta ver la evidencia de
ello expuesta ante mí. El creciente horror me consume mientras lucho por aceptar lo
que tengo delante. Las lágrimas brotan de mis ojos y el dolor atraviesa mi pecho
mientras miro las fotos de él con su novia.

Ella es joven y hermosa. Como dijo Shirley. A ninguno de ellos le importa que estén
en un lugar público lleno de gente, ya que prácticamente se follan en seco. Me tapo la
boca con una mano mientras las náuseas me suben por la garganta y el peor dolor
imaginable me está desgarrando por dentro. Ya no amo a mi esposo infiel. No lo hice 127
durante mucho tiempo.

Pero el dolor de su traición y su completo y absoluto desprecio por mis sentimientos


realmente duele. Tanto por querer proteger a nuestros hijos de la verdad.

Mi dolor disminuye un poco para dar paso a la ira, pero esta no sólo está reservada
para la escoria de mi marido mentiroso. ¿Por qué diablos Vander tiene estas fotos? Le
dije que no interfiriera, entonces ¿Por qué se involucró?
19
KENDALL

—Es seguro salir ahora —dice Vander, abriendo la puerta veinte minutos después.

Estoy sentada en el borde de la cama, todavía hirviendo. Levantando la cabeza, lo


miro con furia mientras me pongo de pie y empujo las fotos en su pecho.

—¿Quieres explicar cómo están éstas en tu posesión?

Su mirada baja a las fotos antes que sus cejas suban hasta la línea del cabello.
Levantando la cabeza, me fija con una mirada sin disculpas.

—Seguí al imbécil y tomé las fotos yo mismo.

—Jesucristo. —Ya lo sospechaba y supongo que es mejor que él consiga a alguien


más para espiar a mi marido infiel y su amiguita.
128
Se pasa una mano por el pelo.

—¡Estas enloqueciendo!

—¡No jodas, Sherlock! Loca no comienza a cubrir lo que estoy sintiendo en este
momento.

—Sabía que había más que no estabas diciendo, y tenía que saber.

— ¡No te lo dije por una razón! —grito, perdiendo el control de mis tenues
emociones.

—No quería que le guardaras secretos a West y ahora tendrás que hacerlo. —
Empujo sus hombros y las fotos caen al suelo, rodeándonos—. Ahora eres un cómplice.
Y que Dios me ayude, Vander, si le dices una sola palabra de esto a mi hijo, nunca volveré
a hablar contigo.

—¿Crees que le mostraría esto? ¿Crees que querría lastimarlo así? —Cruza los
brazos frente a su pecho y me mira. La incredulidad sangra en su tono y su expresión—
. ¿Qué clase de maldito amigo crees que soy?

—¡Uno de mierda! —espeto— ¡Te pedí específicamente que no te entrometieras y


me ignoraste!

Agarrando mis cosas, lo empujo, necesito salir de aquí antes de decir algo de lo que
me arrepienta.
Estoy enojada con Vander por ir a mis espaldas y hacer algo que le pedí que no
hiciera, pero sé muy bien que la persona con la que estoy furiosa es Curtis, y no quiero
desahogar esa ira con nadie más que con él. También estoy muy avergonzada que
Vander haya sido testigo de eso.

¿Qué dice de mí como esposa que mi marido continuamente tenga aventuras?

Básicamente transmite el hecho que no puedo mantenerlo feliz o satisfecho, y no


quiero que Vander piense eso de mí, es humillante.

—No voy a disculparme por mis acciones —dice, mientras camino hacia la puerta—
. Nunca me disculparé por tratar de protegerte.

—¿Protegerme? —Me giro, luchando por mantener mis emociones bajo control—.
¿Cómo me protege eso? —Señalo en dirección a su dormitorio mientras mi voz se
quiebra—. ¿Tienes alguna idea de lo que me hace ver esas imágenes? —Hay lágrimas
en mis ojos, y son una mezcla de ira y dolor.

—Nunca tuve la intención que las vieras —Se mueve con cautela hacia mí. El dolor
y la simpatía brillan en sus ojos— Lamento que las hayas encontrado.

Levanta su brazo, sus dedos apuntan a mi cabello, pero me tiro hacia atrás, fuera de
su alcance. Las bengalas de dolor cruzan su rostro.

—¿Que pretendías hacer con ellas? —pregunto mientras me pongo el abrigo y me 129
cuelgo el bolso al hombro.

Se encoge de hombros y educa sus rasgos en una línea neutral, intentando


enmascarar sus emociones.

—No estaba seguro, pero no está de más tener evidencia que podría ser útil más
adelante.

—No tenías derecho, Vander —Toda la ira huye de mi tono cuando el agotamiento
se instala, filtrándose profundamente en mis huesos y mi psiquis—. Sé que tus
intenciones vienen de un buen lugar, pero no puedes ignorar mis deseos y volver a ir a
mis espaldas. Esto no te involucra a ti y debes mantenerte al margen antes de lastimarte.
Estoy cargando con el peso de tanta responsabilidad sobre mis hombros en este
momento, y no quiero agregarte a eso.

El dolor vuelve a aparecer en sus rasgos.

— ¿Soy una responsabilidad?

— En este momento eres una debilidad y no puedo manejar eso además de todo lo
demás —Me giro para irme, odiando cómo una noche tan maravillosa se volvió tan fea.
Con mis dedos enroscados alrededor de la manija de la puerta, lo miro por encima del
hombro —Gracias por la cena. Fue una noche agradable hasta que dejó de serlo.

No espero su respuesta, abro la puerta y salgo.


Estoy esperando en el pasillo, justo al otro lado de la puerta a la mañana siguiente,
lista para abordar a mi vil esposo en el momento en que regrese de su viaje de
campamento con nuestro hijo menor. Apenas pude pegar ojo en toda la noche después
de enterarme de lo que hizo. El dolor todavía hierve a fuego lento en mis venas, pero la
ira al rojo vivo es la emoción prominente que me consume, y no puedo esperar para
desquitarme con la fuente de mi ira.

—¡Mamá! —Ridge irrumpe por la puerta, con una sonrisa y bostezando—. Tuve el
mejor viaje ¡Fue increíble!

—Eso es genial, cariño —Me inclino y lo abrazo, apretándolo más cerca— Me alegro
que hayas disfrutado. ¿Dónde está papá?

—Está poniendo el equipo de campamento en el garaje. Luego dijo que tenía que
salir.

Sobre mi cadáver se marchará antes que haya dicho lo que tengo que decir.

—Hice galletas con chispas de chocolate. Todavía deben estar calientes. Hay un
plato en la cocina y un vaso de leche con tu nombre —Sé que ese es todo el incentivo
que necesita.

—¡Estoy hambriento! Gracias mamá —Besa mi mejilla antes de correr por el pasillo. 130
Una sonrisa aparece en mi boca mientras observo a mi hijo menor, pero se
desvanece rápidamente. Lo que va a tener que pasar lo molestará, y odio eso por todos
mis hijos. A la mierda Curtis, todo esto es su culpa.

Abriendo la puerta de un tirón, salgo como una exhalación, en busca de mi esposo


errante.

—¿A dónde crees que vas? —Me apresuro cuando Curtis sale del garaje hacia su
Mercedes. Tomó la camioneta de West para acampar anoche, pero claramente eso no
es lo suficientemente bueno para su puta.

—No es asunto tuyo —Me empuja y se sube a su auto.

Sacando la foto que guardé del escondite de Vander del bolsillo trasero de mis jeans,
lo golpeo contra la ventana del lado del conductor antes que pueda arrancar.

Sus fosas nasales se ensanchan mientras mira la imagen, pero funciona. Apagando
el motor, sale.

—¿De dónde diablos sacaste eso? —gruñe, sin disculpas No hay excusas. No hay
consideración de cómo se debe haber sentido ver eso.

—No voy a hacer esto aquí —digo, mirando alrededor. Un par de nuestros vecinos
están cortando el césped delantero, y algunos están caminando y andando en bicicleta
con sus hijos. Todavía no nos están prestando atención, y me gustaría que siguiera
siendo así —. Tu estudio. Ahora.

Vuelvo a entrar con sus pesados pasos detrás de mí.

Después que pone un pie en el estudio, cierro y bloqueo la puerta. Me giro y lo


enfrento.

—Acepté esta farsa por los niños porque pensé que decidimos que West y Stella se
descarrilarían al descubrir la verdad cuando se encuentran en momentos tan cruciales
en sus vidas —Le tiro la foto en la cara—. ¿Esto es proteger a nuestros hijos? —Trabajo
duro para mantener mi voz baja. No es fácil cuando quiero gritar y abofetear su rostro
sin remordimientos.

Aparta mi mano y arrugo la foto en mi puño.

— ¡Tampoco llevar a tu puta a cenar en nuestro puto pueblo donde te vieron! —


Cruzando mis brazos sobre mi pecho, lo miro—. No dejaré que West y Stella se enteren
así. Solicitaré el divorcio por la mañana.

—¡No! —Él niega con la cabeza—. No voy a estropear la oportunidad de West de


una carrera en el fútbol universitario y potencialmente en la NFL.

—¡Deberías haber pensado en eso antes que prácticamente te follaras a tu zorra en


público! 131
—Ella no es una zorra o una puta. De hecho, es una chica muy agradable.

—Bien por ella. Me importa un carajo.

Él sonríe, y quiero agarrar la foto de la boda enmarcada de su escritorio y romperla.


en su cara de suficiencia.

—Los celos son muy impropios para ti, Kendall.

Le muestro el dedo medio, más que enfadada.

—Noticias de última hora, imbécil. No estoy celosa. Ella es bienvenida a tu culo


desleal. Lo único que me importa es proteger a mis hijos. Tú también deberías querer
eso. —Despliego la foto arrugada y se la vuelvo a poner en la cara—. ¿Crees que tus
hijos querrían tener algo que ver contigo si vieran eso?

El miedo cruza su rostro por un instante antes que lo oculte.

—No los lastimarías así.

Idiota arrogante. La verdad es que nunca les mostraré a mis hijos esas fotos. Los
devastaría, pero Curtis no necesita saber eso.

—Les haré daño si es por su propio bien. No permitiré que me pongas en ridículo a
mí o a ellos haciendo alarde de tu actual compañera de mierda por la ciudad frente a
todos. —Empujo mi dedo en su pecho—. Así es como esto va a ir. Seguiremos con esta
farsa para el Día de Acción de Gracias y el cumpleaños de West, y luego les diremos que
nos estamos divorciando. Puedes mudarte la mañana después de la fiesta de West.

Él suelta una carcajada.

—No puedes tomar las decisiones, y no voy a dejar a mis hijos.

¿Él siempre fue así de estúpido o esto es nuevo?

—Tú eres el que quería esperar para divorciarse. Estuve de acuerdo porque pensé
que estábamos en la misma página. Esto no es aceptable para mí y no lo toleraré. O
haces lo que te pido o les diré la verdad a West y Stella. Los niños no querrán tener nada
que ver contigo si ven estas fotos. Oíste lo que dijeron. —Agito la foto arrugada frente a
su rostro, sabiendo que lo irritará—. Tengo más de dónde vino esto, y se los mostraré a
los niños si intentas desafiarme.

Después de todo, Vander tenía razón: resultaron útiles.

—Te odiarán de por vida, y no moveré un maldito dedo para hacerlos cambiar de
opinión —añado.

—Acordaste que divorciarse ahora descarrilaría su futuro, entonces, ¿cómo es que


mostrarles esas fotos es diferente? —grita—. Vamos a ceñirnos a nuestro acuerdo. Seré
discreto. No saldré por la ciudad. No se enterarán. 132
Increíble. Ni siquiera lo terminará por sus hijos. Siempre supe que Curtis era
propenso al egoísmo, pero esto lo prueba incondicionalmente. Estrecho mis ojos a
rendijas.

—¡No me grites ni trates de alimentarme con mentiras, idiota mentiroso! La única


persona que te importa eres tú mismo. Si realmente te preocuparas por proteger a tus
hijos, dejarías a esa zorra.

—Esto no tiene nada que ver con Ingrid, y no voy a terminar las cosas. Es en serio.

Sus palabras me hirieron, lo cual estoy segura era la intención. Todo lo que hace es
fortalecer mi resolución.

—No hay manera que pueda fingir cuando odio tus jodidas agallas. Ni siquiera
puedo mirarte y tu toque me pone la piel de gallina. No podemos montar un
espectáculo. No funcionará. Los niños verán a través de esto, y eso sólo les hará más
daño a largo plazo.

Estuve pensando en las cosas que dijo June y tiene razón. Quedarse con Curtis, e
intentar vivir una mentira, sólo los lastimará más. Creo firmemente que este es el mejor
camino a seguir. No importa de qué manera lo hagamos, nunca habrá un momento
adecuado para decirles a nuestros hijos que nos vamos a divorciar.

—Me niego a mentirles –continúo—. sólo pasaremos la próxima semana y luego les
diremos.
—No estoy de acuerdo con esto. —Me frunce el ceño.

—No me importa —Sonrío en su dirección— y no puedes detenerme. Ahora nos


vamos a divorciar y tú te vas a mudar. Si te niegas a jugar a la pelota, me veré obligada
a usar estas fotos.

—No lo harás. Estás fanfarroneando.

Él tiene razón, lo estoy haciendo. Moriría antes de dejar que los niños vieran esas
fotos. Por mucho que odie a Curtis, sigue siendo su padre y no interferiré en su relación
con él.

Hay muchos desafíos por delante, pero ese es uno de los mayores: mantener mis
opiniones personales para mí y no dejar que lo que siento por él influya en la forma en
que mis hijos manejan las cosas.

—¿Seguro? —Mis cejas se levantan—. Subestimas cuánto te detesto, Curtis, ¡ve,


pruébame! Tú eres el que sufrirá las consecuencias.

— ¡Eres una maldita perra! Cómo logré permanecer casado contigo tanto tiempo es
un puto milagro.

—Touché, cariño. —El sarcasmo gotea de mi tono.

Un músculo se retuerce en su mandíbula, y se siente bien tener la sartén por el 133


mango.

—Bien, tienes un punto. Lo haremos a tu manera, pero si piensas siquiera en


mostrarles esas fotos a los niños, mi objetivo será arruinar tu vida. Iré tras de ti con
todo y te dejaré sin nada.

Estoy segura que le gustaría poder hacer eso, pero no es así como funciona la ley.
Se aleja, deteniéndose en la puerta para mirarme de nuevo.

—Estaré de viaje de negocios el lunes y el martes, pero creo que voy a empezar
temprano.

—¡Qué súper idea! —digo, dejando que mi sonrisa corra libremente—. ¡Buen viaje!
—agrego cuando él forcejea para abrir la puerta, casi arrancándola de las bisagras. Dile
a tu amiguita que le deseo buena suerte porque la va a necesitar.
20
KENDALL

Tomé vacaciones en el trabajo esta semana, aprovechándolas al máximo mientras


Curtis está lejos, transformando el dormitorio principal en mi santuario ideal. Destripo
por completo la habitación, reemplazo todos los muebles, vuelvo a pintar las paredes
de un rosa oscuro e instalo la lujosa alfombra gris que siempre quise.

Mi nueva cama con dosel tiene finas cortinas blancas y sabanas de algodón egipcio
de seiscientos hilos. Las sábanas y las fundas de las almohadas, de un blanco
deslumbrante, tienen un ribete gris delgado que recorre el borde, y es nítido, fresco y
sofisticado. Una miríada de cojines rosas, grises y blancos adornan la cama,
contrastando maravillosamente con las cortinas grises que cubren la ventana.

En la esquina, reemplacé el sofá con un gran sillón reclinable de cuero blanco y


estanterías blancas apiladas a su alrededor. Una lámpara de lectura alta, algunos cojines
estampados y un mini refrigerador completan mi nuevo rincón de lectura.
134
Citas inspiradoras en marcos plateados se alinean en la pared lateral, pero dejé la
otra pared libre a propósito porque planeo comprar una de las pinturas de Vander para
colgarla allí.

Tengo planes para remodelar el armario y quiero instalar un tocador con un espejo
LED, pero eso tendrá que esperar hasta después de las vacaciones porque no pude
encontrar contratistas disponibles para completar el trabajo en tan poco tiempo, no
importa cuánto del dinero de Curtis les ofrecí.

Un candado grueso está asegurado en el interior de la puerta del dormitorio, y


trasladé todas las cosas de Curtis al dormitorio de invitados. Puede dormir allí hasta
que se mude la próxima semana.

Cuando Stella preguntó qué estaba pasando, mentí y dije que los ronquidos de su
papá me mantenían despierta por la noche y que es mejor si dormimos separados por
ahora. No estoy segura de si ella se lo creyó, y odio mentirle, pero mis amigos tienen
razón: no hay manera que pueda continuar compartiendo la cama con un hombre al que
desprecio. Puedo estrangularlo mientras duerme, y prefiero no pasar el resto de mi vida
tras las rejas porque Curtis Hawthorne no vale la pena.

Una sonrisa maligna se dibuja en mi boca cada vez que pienso en la reacción de
Curtis cuando regrese a casa y vea lo que hice. Ahora me aferro a mi ira y la uso para
impulsarme a la acción. Mi despreciable marido ya no juega conmigo y es hora de
restablecer el equilibrio.
Llegaron los resultados de mi examen médico y, afortunadamente, estoy limpia. Fue
muy humillante completar el formulario de la consulta de mi ginecólogo, especialmente
porque el Dr. Leo es el médico al que fui cuando estaba embarazada de Ridge. Pero tenía
que dejar de lado mi vergüenza y recordar que no soy yo quien se ve como un pedazo
de mierda en este escenario. No correré ningún riesgo con mi salud, punto, y necesitaba
saber si Curtis me pasó alguna enfermedad. Al menos eso es una cosa menos de qué
preocuparse.

La puerta principal se cierra de golpe; hay un ruido sordo en el pasillo y luego el


sonido de pasos corriendo escaleras arriba.

Limpiándome las manos en la parte delantera de mi delantal, compruebo que puse


el temporizador en la estufa antes de salir al pasillo para investigar. Las clases terminan
temprano hoy porque mañana es el Día de Acción de Gracias y el comienzo de un fin de
semana largo de cuatro días. Recogí a Ridge antes, y sé que está en su habitación
jugando X-box, así que es West o Stella quien acaba de entrar.

Al ver la bolsa de lona tirada en el pasillo, confirmo que es mi hijo. Estuvo de mal
humor toda la semana y yo me sentí culpable por lo del sábado por la noche. Este es
exactamente el escenario que estaba tratando de evitar.

Vander me envió algunos mensajes de texto que no respondí porque preferiría


hablar con él en persona. Casi esperaba que apareciera aquí, pero no lo hizo.

Las cosas no quedaron en los mejores términos entre nosotros, y lamento haber 135
estado tan enojada con él. No debería haber ido a mis espaldas, y tenía razón en
enojarme con él por ignorar mis deseos descaradamente, pero las fotos cambiaron las
reglas del juego. Me dieron algo de poder de negociación, y él es la razón por la que pude
ordenarle a mi abogado que redactara los papeles del divorcio el lunes.

Dejando a un lado los pensamientos sobre Vander, por ahora, subo las escaleras
para hablar con mi hijo mayor.

—Toc, toc —digo, asomando la cabeza a través de su puerta. West está tirado en su
cama, boca abajo, con una almohada sobre la cabeza. Entro a su habitación, cierro la
puerta y me acerco a él. Se quita la almohada de la cabeza mientras me siento en el
borde de la cama. Alboroto su cabello mientras él gira sobre su costado, mirándome con
una expresión de impotencia—. Sabes que estoy aquí si quieres hablar, y un problema
compartido…

—Es un problema reducido a la mitad —Termina por mí— La abuela Reed fue una
mujer inteligente. Ojalá hubiera tenido la oportunidad de haberla conocido.

Mi madre murió cuando West tenía tres años y él no la recuerda ni a ella ni a mi


padre, que falleció un año después. Mis padres me tuvieron cuando tenían cuarenta y
tantos años y yo era su única hija. Crecer como una adolescente rebelde en ese hogar
fue una experiencia extraña, pero mamá siempre estaba llena de sabiduría y nunca
juzgaba rápidamente. La extraño todos los días.

—Yo también, hijo. Ella te habría amado.


Mis padres habrían tenido más de setenta años ahora si mamá no hubiera muerto
de cáncer de mama y un conductor ebrio no hubiera atropellado a mi padre y lo hubiera
matado.

—Las mujeres son tan confusas —West suspira, se tira de espaldas y mira al techo.

—Dime lo que te preocupa —Subo mis piernas a la cama y apoyo mi espalda contra
el reposacabezas.

West se incorpora para sentarse a mi lado y espero a que continúe.

—Hazel y yo tuvimos una pelea.

Odio tener que fingir que no lo sabía.

—¿Quieres contarme sobre eso?

Inclina la cabeza y sus grandes ojos azules me miran fijamente.

—¿Prometes no enojarte? —Tomo su hermoso rostro, apartando mechones


rebeldes de su cabello rubio oscuro de su frente.

—¿Cuándo me enojé contigo? —Trabajo duro para nunca perder mi cordura con los
niños o alguna vez levantar la voz. No digo que sea una santa. Hubo ocasiones en las que
lo perdí, pero no es la norma. 136
—Te volviste loca esa vez que estaba golpeando pelotas de golf en el patio trasero
y rompí la ventana de la cocina.

—Me asustaste como la mierda, West. Si no me hubiera agachado a tiempo, podrías


haberme herido gravemente.

—Cierto —Una sonrisa traviesa baila en su boca.

Sonrío al recordarlo de niño. Constantemente se metía en travesuras, y siempre me


di cuenta por la sonrisa traviesa en su rostro.

—Si necesitas discutir algo serio, podemos discutirlo como adultos. —Froto su
mejilla antes de dejar caer mi mano en mi regazo—. Vas a cumplir dieciocho la semana
que viene. —Las lágrimas acuchillan mis ojos, pero esta vez son lágrimas de felicidad y
nostalgia—. No puedo creer que hayas crecido. —Inclinándome, beso su frente—.
Espero que sepas lo orgullosa que estoy de ti. Todos los días me siento bendecida por
tenerte como hijo.

—Yo también, mamá —Envuelve sus brazos alrededor de mí—. Siempre supe que
eras la mejor, pero cuando miro con lo que Van tiene que lidiar, lo sé con certeza.

—Si —Suspiro mientras salimos de nuestro abrazo— el pobre Vander no lo tiene


fácil.

—Oh, por cierto, me dijo que te dijera que estarán aquí mañana, él y Diana.
Supuse que cuando no escuché nada significaba que no vendrían. Tendré comida
más que suficiente, así que no es gran cosa, pero no quiero que las cosas sean
incómodas. Las cosas ya van a estar tensas como el infierno sin agregar otra fuente de
tensión. Decido ir a verlo esta noche para hacer las paces. Oh Dios.

—Gracias por invitarlos —West apoya la cabeza hacia atrás y toma mi mano entre
las suyas—. Veo cómo trataste de ayudarlo a lo largo de los años, y eso dice mucho sobre
el tipo de persona que eres. Me mira con un brillo en los ojos. ¿Papá sabe que Diana se
unirá a nosotros?

—Le diré cuando llegue a casa más tarde —No estará del mejor humor después que
le entreguen los papeles de divorcio hoy y luego descubra que moví todas sus cosas a
una de las habitaciones libres. No puede soportar a Diana Henley, y no puedo esperar
para enterrar el cuchillo más profundo—. Ahora, dime qué está pasando. ¿Está todo
bien contigo y Hazel?

Su nuez de Adán salta en su garganta. Se muerde el labio inferior mientras me mira.

—Tuvimos un susto de embarazo.

Mi corazón se tambalea hasta los dedos de mis pies y vuelve a subir a mi cabeza
antes de dar otro giro. No estoy segura de lo que ve en mi rostro, pero es suficiente para
garantizar que me tranquilice.

Me aprieta la mano. 137


—Está bien, fue una falsa alarma. Hazel no está embarazada.

Estoy aliviada. Ella sólo tiene diecisiete años y West está por cumplir dieciocho. No
quiero que la historia se repita, aunque suene hipócrita. Sé que Hazel quiere ser
veterinaria y West tiene su sueño futbolístico. Quiero que puedan perseguir sus sueños,
que no se vean obligados a abandonarlos.

—Pero ella pensó que lo estaba.

Él asiente

—Estábamos asustados y estaba jodidamente extasiado cuando la prueba fue


negativa. Pero enloqueció cuando lo admití, y ahora no me habla.

—Eso no suena como Hazel. ¿Qué dijiste exactamente?

Se rasca la nuca con la mano libre.

—Podría haber maldecido un poco y luego dije que me alegraba que no hubiera
arruinado mi carrera futbolística antes que comenzara.

—Sí, eso lo haría. ¿Qué dijo Hazel?

—Que el fútbol era todo lo que me importaba y fui egoísta al no considerar cómo
habría impactado sus planes. También dijo que no se habría sentido infeliz si la prueba
hubiera sido positiva, pero, claramente, yo lo habría hecho. Según ella, eso demuestra
lo temporales que considero que somos. —Su ceño se frunce mientras me mira— Traté
de retroceder, pero ella no quería escucharlo, y ahora está ignorando mis mensajes de
texto y no me habla en clase. Fui a su casa después de la escuela y ella se negó a verme.
Sé que me equivoqué en esto, pero ella está exagerando por completo.

Definitivamente, pero las emociones aumentan cuando eres adolescente, y


recuerdo muchas veces en las que analicé en exceso cosas que no justificaban tal
escrutinio.

—Hazel te ama. Ella te adora. Veo la forma en que se miran, y me reconforta el


corazón. Regresará, sólo necesita tiempo. Te sugiero que retrocedas por unos días. Tal
vez envíale un mensaje de texto y hazle saber que la amas y que le darás algo de espacio.
Pídele que te llame cuando se sienta con ganas de hablar.

Beso su mejilla y me deslizo fuera de la cama.

—¿Debería enviarle flores? —pregunta West, mirándome— Van lo sugirió, pero no


sé si Hazel apreciaría el gesto. Parece que no puedo decir o hacer nada bien.

Me agacho para mirarle a la cara.

—Te contaré un secreto. Toda mujer ama las flores. Cualquier chica que diga que
no, miente. Nunca puedes equivocarte con las flores. Creo que Van sabe lo que está
haciendo. 138
—Eh… —West agarra su celular de su mesita de noche—. Extraño para un tipo que
no tiene relaciones. Extraño de verdad.

—¡Kendall, espera!

Me detengo de golpe cuando la profunda voz de Vander me cubre como una manta
de seguridad. Meto las manos en los bolsillos de mi rompevientos y me doy la vuelta,
apartándome del camino hacia un lado para no estorbar a nadie. El parque está más
tranquilo que de costumbre esta tarde con sólo un puñado de corredores y gente
caminando.

Espero que la mayoría de las familias estén en casa preparándose para mañana.
Salto sobre mis pies para mantener el calor mientras veo a Van acercarse con su paso
de piernas largas y su feroz determinación grabada en su rostro.

Los fabricantes de pantalones de chándal deberían acercarse a él para modelar su


producto porque se está luciendo con los pantalones de chándal negros y la sudadera
con capucha a juego que lleva puesta. Tiene la capucha levantada sobre su desordenado
cabello oscuro y sus manos están escondidas en los bolsillos de sus pantalones. Los Nike
en blanco y negro completan su look natural.

Él es tan sexy, y honestamente no sé cómo soy yo quien llamó su atención.


—Oye —Sus ojos recorren rápidamente mi cuerpo cuando se detiene frente a mí—
lindos pantalones de yoga. Sus labios se contraen cuando se fija en las mallas elásticas
multicolores que llevo puestas.

—Fueron un regalo de cumpleaños de Stella —admito, levantando un hombro—


¿Caminas conmigo? Da un paseo a mi lado. Me alegro que me hayas encontrado. Quería
hablar contigo antes de mañana. —Lo miro—. Necesitamos solucionar las cosas.

—Sé que estabas enojada, y tenías todo el derecho de estarlo, pero sólo estaba
tratando de ayudar.

No sé qué esperaba lograr con el truco, pero no puedo estar enojada con él por más
tiempo.

—Sé que lo hacías, y yo fui demasiado dura. No debí haber dicho algunas de las
cosas que dije. Lo siento si herí tus sentimientos —Lo miro— estaba enojada y
avergonzada, pero eso no es culpa tuya.

—No tienes nada de qué avergonzarte. Él es el que debería avergonzarse. No se da


cuenta de lo afortunado que es.

No creo que Curtis alguna vez se haya sentido así, pero eso no es ni aquí ni allá, y
terminé de hablar de mi marido.

—Las cosas van a ser difíciles durante los próximos meses, y necesito que me 139
prometas que no interferirás. También necesito que me prometas que nunca le dirás a
West lo que viste. Ya va a ser bastante difícil para los niños. No necesitan saber todos
los detalles sórdidos.

—No quiero decírselo, pero no quiero que lo descubra de la manera más dura o que
descubra que yo sabía y no dije nada. Si se cambiaran las tornas, me gustaría que me lo
dijera.

—Estoy de acuerdo con todo eso, pero necesito que confíes en que lo estoy
manejando de la mejor manera que puedo.

Sus ojos penetran en los míos.

—¿Qué es lo que no sé?

Muevo los brazos a los costados mientras acelero el paso.

—Las cosas están en movimiento. —Estoy siendo vaga a propósito porque no


puedo decirle que me estoy divorciando de Curtis antes de decírselo a mis hijos. Vander
ya se está escondiendo lo suficiente de West—. No puedo decírtelo todavía, y odio tener
que pedirte que le mientas a tu mejor amigo. Ya le estás ocultando un gran secreto, y
ahora esto.

—Sin ofender, Kendall, pero esa es mi decisión, no la tuya. No planeo decirle nada a
West sobre su padre, pero no puedo prometer que siempre será así. ¿No pasamos ya
por esto? ¿Qué sentido tiene repetirlo?
Me detengo de golpe.

—¡El punto es que no puedo pasar tiempo contigo si no te enfadas!

Sus ojos se abren y una gran sonrisa se materializa en su rostro.

—¿Todavía quieres pasar tiempo conmigo?

Mastico el interior de mi boca mientras empiezo a caminar de nuevo.

—No deberíamos. Lo que sucedió el sábado por la noche demuestra que pasar el
rato es arriesgado.

—Pero te estabas divirtiendo, ¿verdad? —Toma mi codo, obligándome a


detenerme—. No me lo imaginé. Pasamos un buen rato.

Desde el sábado por la noche, estuve tratando de convencerme de dejarlo ir.

Creo que el incidente de West fue una señal que continuar esta amistad sólo
terminará en un desastre. Pero, por razones que ni yo entiendo, no puedo dejarlo ir.
Debería, pero no puedo.

—Lo hicimos —admito a regañadientes— pero West casi nos atrapa ¿qué le dirías
si nos descubre juntos?
140
—La verdad. —Mete un mechón suelto de mi cabello en mi cola de caballo— que
no pasó nada. Te preparé la cena y hablamos de filosofía con una copa de vino y una
cerveza. Mete la mano en el bolsillo de su sudadera. No habría leído nada más. Su
cerebro nunca iría allí. Estás haciendo que esto sea algo más de lo que es.

Arqueo una ceja porque vamos, Él sabe que yo sé que todavía quiere más que una
amistad, y admitimos que nuestros sentimientos son más fuertes que eso.
Honestamente, no sé lo que estoy haciendo o por qué no puedo cerrar esto, lo que sea
que es.

Sus labios se contraen.

—Concéntrate en los hechos, Kendall. No pasó nada. Es inocente.

Rozar sus labios contra los míos no fue nada inocente, aunque no llegó a ser un beso.

—No nos engañemos. Ambos sabemos que nuestros sentimientos el uno por el otro
está lejos de ser inocentes.

Se inclina, presionando su boca contra mi oreja.

—Pero no actuamos sobre esos sentimientos —susurra, y me estremezco por todas


partes—. Aún. —Se endereza y me lanza una sonrisa—. Cuando sea que cambies de
opinión, estaré más que feliz de representar todas mis fantasías contigo.
Mi mandíbula se afloja y mi boca se abre. Se ríe antes de mover los dedos y salir
corriendo, dejándome estupefacta y hormigueando de anticipación en medio del
parque.

141
21
VANDER

—¿Ya saliste de la casa del perro? —le pregunto a West mientras nos sentamos en
la gran terraza que rodea la parte trasera de su casa, bebiendo cerveza, mientras Stella,
Kendall, mi mamá y la abuela de West dan los toques finales a nuestra cena de Acción
de Gracias. Ridge está viendo la televisión en la sala de juegos y Curtis está con su padre
en el estudio, fumando puros y bebiendo bourbon. Será un milagro si supero esta cena
sin darle un puñetazo en la cara, pero le prometí a Kendall que no interferiría y estoy
decidido a cumplir la promesa esta vez.

—No del todo, pero creo que estará bien. —Toma un trago de su botella—. Tenías
razón, las flores ayudaron —Sonrío—. Te lo dije. — Hice todo lo posible y le di a Kendall
el ramo más grande de flores rosadas y moradas. Es Acción de Gracias, así que puedo
salirme con la mía. La mirada en el rostro de Curtis no tenía precio, pero tuvo que
aguantarse mientras sus padres lo miraban. Le pedí a mamá que le pasara a Kendall el
champán y los chocolates para que no pareciera demasiado obvio.
142
—Las mujeres aman las flores.

—Eso es lo que dijo mamá. De todos modos, Hazel llamó para agradecerme por
ellas. Ella dijo que me amaba y que estaba llena de sentimientos. Saldremos mañana.

—Bien, estoy harto de mirar tu rostro deprimido y desconsolado.

Me golpea en el brazo.

—La extrañaba como loco. Me mata pasar más de unas pocas horas sin verla,
abrazarla o hablar con ella. Honestamente, la semana pasada, sentí que me faltaba una
parte de mi corazón.

—Conozco el sentimiento —espeto sin pensar.

Se sienta más derecho, mirándome con curiosidad.

—¿Lo conoces?

Maldita sea, Vander. Soy un maldito idiota. No puedo retroceder, así que tendré que
hacer una broma en su lugar.

—¡Por supuesto que no! —Le doy un puñetazo en el brazo—. Sólo estoy jugando
contigo. ¿Qué diablos iba a saber sobre extrañar a una chica?

Podría escribir un libro sobre eso.


—La verdad, amigo. —Él sonríe antes de tomar un trago de su cerveza—. Uno de
estos días, lo sabrás, y luego lo obtendrás.

Me encojo de hombros, bebo mi cerveza y mantengo la boca cerrada antes de volver


a enredarla.

—Las cosas no van bien en casa —añade, bajando el tono y mirando a su


alrededor—. Mis padres tuvieron una discusión acalorada anoche, y creo que se van a
separar. Las cosas estuvieron súper tensas desde nuestra conversación, y estoy
empezando a pensar que mi papá me mintió.

Desearía poder confirmar que lo hizo, pero no puedo involucrarme sin perder a
Kendall. Y quise decir lo que dije: tampoco podría lastimar a mi amigo de esa manera. A
menos que no haya otra opción. West se enterará con el tiempo, y cuando lo haga, estaré
allí para apoyarlo. Todavía no entiendo por qué Kendall no pateó el trasero infiel de
Curtis a la acera porque ella no es fácil de convencer. Pero sé que tiene una agenda y
necesito ser paciente.

—¿De qué se trataba la pelea? —le pregunto

—No estoy seguro, pero Stella cree que es porque lo echó de la habitación y trasladó
todas sus cosas a la habitación de invitados.

Muevo el aire con el puño en silencio y animo a Kendall. No sé lo que planeó, pero
rezo para que lo ejecute rápido porque significará un obstáculo menos para 143
convencerla que me pertenece.

La cena fue soportable pero apenas. Kendall y Curtis montaron un espectáculo, lo


que me pareció obvio, pero yo soy el único alrededor de la mesa que lo sabe. Mamá se
comportó, pero yo sabía que lo haría. Dominó el arte de lucir sobria mientras el alcohol
corre por sus venas, y tuvo suficiente práctica hablando de cosas triviales en los eventos
sociales de mi padre para navegar durante la cena sin levantar las cejas. Me doy cuenta
que Curtis nos mira mal a los dos cuando piensa que nadie está mirando, y me emociona
enormemente saber que le molesto.

No es la primera vez que conozco a sus padres, los abuelos de West y los suegros de
Kendall, y son buenas personas. Siempre son agradables y se toman el tiempo para
hablar conmigo. No tengo idea de cómo lograron producir una descendencia tan
decepcionante. Apuesto a que se disgustarán cuando descubran lo que hizo.

Según las reglas de la casa, West, Ridge y yo hacemos la limpieza. Su abuelo ayuda
a limpiar la mesa, pero Curtis no mueve un dedo, lo cual es típico.

Estoy solo en la cocina, fregando la última olla, cuando Kendall entra. Supongo que
enviar vibraciones juju al universo funcionó después de todo. Termino de lavar la olla
y la coloco en el escurridor, antes de darme la vuelta.

—Esperaba encontrarte a solas —dice, sonriendo mientras saca algo de uno de los
cajones—. Esto es para ti. —Me entrega un paquete envuelto en oro.
—¿Qué es?

—Ábrelo y mira. —Su risa tintineante es música para mis oídos. Arranco
ansiosamente el papel, extrayendo los dos libros de cocina—. Iba a prestarte el mío,
pero pensé que podrías usar tu propio equipo. Esos son los dos lanzamientos más
recientes de Keaton Kennedy. Los hojeé y hay algunas recetas geniales allí.

Apenas puedo hablar por encima de la desordenada bola de emoción que obstruye
mi garganta.

—Gracias —grazno, dejando los libros sobre el mostrador.

—Oye. —Lanza una mirada rápida por encima del hombro a la puerta cerrada antes
de acercarse a mí. Sus dedos rozan mi mejilla—. ¿Qué ocurre?

—Nada. —Sostengo su mano contra mi cara—. Absolutamente nada. Estoy


abrumado que hayas conseguido esto para mí. —Sus facciones se suavizan, y si no me
equivoco, eso es adoración lo que veo escrito en su rostro.

—Son sólo un par de libros.

—Lo que más cuenta es la idea detrás de la compra. —Dios, quiero besarla tanto en
este momento. No tiene idea de cuánto significa para mí porque no existen las palabras
para describirlo adecuadamente.
144
—Escúchame. Me ves. Apoyas mis pasiones. Tú haces mi vida mejor.

—Vander. —Su tono entrecortado envía toda la sangre corriendo hacia el sur de mi
cuerpo, y ya estoy semi-duro. Las lágrimas brillan en sus ojos—. Podría decir lo mismo
de ti.

Nos miramos el uno al otro, transmitiendo todo lo que no podemos decir con
nuestros ojos. El deseo de abrazarla es casi más de lo que puedo soportar. Cada parte
de mí se esfuerza por conectarse con ella. No sé cuánto tiempo más podré contenerme.
No cuando cada célula de mi cuerpo grita por su toque.

—Me perteneces —susurro, apretando su mano contra mi cara, sin querer dejarla
ir.

—Perteneces a alguien de tu misma edad —responde después de unos latidos


intensos. Aparta la mano de mi cara y desvía la mirada—. Mereces encontrar a alguien
joven y bonita sin ninguna complicación. Quiero que seas feliz. Lo quiero tanto para ti.

—Mi lugar feliz eres tú. —La atraigo hacia mi cuerpo, sujetando mis manos en su
espalda baja para evitar que se libere—. Me haces feliz. No quiero a ninguna otra chica.
Nunca lo hice, y nunca lo haré. Sólo te quiero a ti.

—Vander, por favor. —Levantando la barbilla, me mira con lágrimas en los ojos—.
Por favor, olvídate de mí y encuentra a alguien más.

Niego con la cabeza.


—No sucederá. No puedo decirle a mi corazón cómo sentirse. —Tomo su mano, la
coloco sobre mi pecho, con la esperanza que pueda sentir el latido constante de mi
corazón—. Esto es tuyo, Kendall, lo quieras o no. No importa si no lo reclamas, siempre
latirá sólo para ti.

—Ojalá las cosas fueran diferentes —susurra mientras una lágrima rueda por su
rostro—. Ojalá pudiera ser todo lo que quieres que sea, pero no veo cómo es posible. —
Ella se suelta de mi agarre, rodeando sus brazos alrededor de sí misma.

—No establezcamos ningún parámetro. Veamos a dónde nos llevan las cosas. Estoy
aquí para ti. Como tu amigo o más. Tú tomas las decisiones, y yo estoy aquí. —Saco el
llavero de mi bolsillo—. Tengo algo para ti también. —Tomando su mano, coloco el
llavero en su palma y enrollo sus dedos alrededor de él. Es un llavero para abrir la
puerta trasera y una llave de la cochera—. Quiero que puedas entrar y salir libremente.
Si necesitas un lugar al que escapar, ven a mí.

Me mira fijamente, mordiéndose el labio inferior entre los dientes antes de soltarlo.
Abre la boca para decir algo cuando la puerta se abre e instantáneamente quito mi mano
de la suya. Curtis entra en la habitación, su mirada entrecerrándose sospechosamente
mientras mira de mí a ella.

—¿Por qué la puerta está cerrada?

—Estábamos terminando la limpieza —dice Kendall, dándose la vuelta para mirar


a su esposo—. Si finalmente estabas poniendo a tu perezoso trasero en marcha, es 145
demasiado tarde para ayudar. Ya está todo hecho.

Veo rojo cuando él se acerca y desliza su brazo alrededor de su hombro, atrayéndola


hacia su costado.

—Me encanta este nuevo sentido del humor. —Él golpea su trasero, y estoy a
segundos de apagarle las luces. Presionando su boca contra su oído, dice en un tono que
es claramente audible—: Me excita como no tienes una idea.

—¡Curtis! —El shock se mezcla con la rabia cuando sale de debajo del brazo de su
esposo—. Tenemos compañía. Pórtate bien.

No puedo ver esta mierda caer. Necesito salir de aquí. Ignorando a Curtis, le sonrío
a su esposa mientras agarro los libros de cocina del mostrador.

—Gracias por los libros y por la cena, Kendall. Estaba delicioso, como siempre.

—Gracias por venir, y gracias de nuevo por los regalos.

—Es lo menos que podíamos hacer después de todo el esfuerzo que hiciste. —Miro
fijamente a Curtis, que todavía tiene que ofrecer una palabra de gratitud a su esposa
por todo lo que hizo para asegurarse que todos tuviéramos un gran Día de Acción de
Gracias. Voy a buscar a mamá y nos pondremos en camino.

—Te ofrecería darte una botella de vino para llevar a casa —dice Curtis—, pero tu
mamá nos bebió hasta dejarlos secos. —Una risa burlona acompaña sus palabras
rencorosas, pero lo ignoro y salgo de la cocina, necesitando poner tanta distancia entre
nosotros antes de hacer algo de lo que me arrepienta.

—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunto más tarde esa noche cuando la puerta de
mi dormitorio se abre y mi padre entra en mi habitación. Dijo que estaba pasando las
vacaciones en Denver, así que no esperábamos verlo en absoluto este fin de semana.
Planeaba dormir en la casa principal, para vigilar a mamá, y ahora me alegro de haberlo
hecho. No confío en mi padre en la misma casa que mi madre. No es como si tuviera un
incentivo real para mantenerla con vida. ¿Por qué otra razón él apoya su adicción al
mantener un gabinete de licores completamente abastecido y un médico de guardia
para surtir recetas repetidas cuando sea necesario? Es como si él quisiera que ella
bebiera hasta una muerte prematura o una sobredosis con medicamentos recetados.

—¿Necesito recordarte que vivo aquí cada vez que pongo un pie en mi propia
maldita casa? —grita.

Dejando mi bloc de dibujo a un lado, me pongo de pie y me levanto, amando que soy
unos centímetros más alto que él. Siempre me hace sentir superior mirarlo desde
arriba, y sé que lo irrita muchísimo que yo sea más alto, más ancho, más fuerte y más
sexy.
146
—¿Qué quieres?

—Miles Turner llamó para invitarnos a cenar en su casa mañana por la noche. Le
dije que estaríamos allí a las ocho.

Ah, entonces por eso vino a casa.

—Yo no voy. —Preferiría quitarme todos los dientes con pinzas que someterme a
Gayle Turner y sus pomposos padres.

—¿Dónde está tu madre? —pregunta, tronándose los nudillos a propósito mientras


me taladra con una mirada mordaz.

Y ahí está el recordatorio de por qué mantiene viva a mamá. Si ella muere o él se
divorcia de ella, él no tiene nada que retener sobre mí. La impotencia familiar truena a
través de mis venas. Necesito desesperadamente golpear algo o alguien. Parece que
realmente estoy siendo probado hoy.

—Bien —gruño—Iré.

Se ríe y yo le tiro dagas.

—Es un placer hacer negocios contigo, hijo.


Lanzo mi zapatilla a la puerta después que se va, emitiendo un rugido exasperado
mientras me quito la ropa y me pongo mi ropa deportiva. Necesito desahogarme antes
de auto-combustionar.

Me dirijo a las calles oscuras y golpeo los caminos, sólo regreso después de haber
gastado todas mis molestias reprimidas y mis piernas están a punto de colapsar. Estoy
chorreando sudor mientras me subo a la ducha e intento quitarme las frustraciones del
día. Después de ponerme un chándal limpio, me pongo las zapatillas y voy en busca de
mamá.

La encuentro en la sala de cine, desmayada en una de las sillas reclinables con los
dedos todavía agarrados a una botella de vodka casi vacía. Sacándola de sus garras, la
dejo en el suelo y tomo su teléfono celular antes de tomarla en mis brazos. La llevo a su
dormitorio, odiando lo ligera que se siente en mis brazos. Al menos hoy tuvo una buena
comida casera y la observé para asegurarme que comiera una cantidad decente.

La deslizo debajo del edredón con su vestido y pantimedias, metiendo las cobijas
alrededor de ella, antes de bajar las escaleras para traerle un vaso de agua y algunas
pastillas para el dolor.

Los dejo en su mesita de noche, y estoy a punto de salir de su habitación cuando su


celular vibra con una llamada entrante, atrayendo mi atención. Cogiéndolo, paso el dedo
de mamá por la pantalla y contesto la llamada de su única amiga.

—Dana —susurro mientras salgo sigilosamente de la habitación de mamá—. Soy 147


Vander. Mamá está durmiendo.

—Hola, Van. Me alegro que hayas respondido. Llevo días llamando a tu madre.

Dana era la mejor amiga de mamá en la universidad y es la única con la que se


mantuvo en contacto a lo largo de los años. Lo último que supe es que vivía en Europa
con su segundo marido y mamá no la vio en años.

—Haré que te llame mañana.

—Por favor, hazlo. Quería hacerle saber que me divorcié y estoy de regreso en los
Estados Unidos. Compré una casa en Vermont y esperaba que ella viniera a visitarme.
Tenemos que ponernos al día.

Una idea se forma en mi mente. Si puedo alejar a mamá de papá por un tiempo, él
no puede obligarme a salir con Gayle Turner mientras él trabaja para ganar la cuenta
de su padre.

—Eso suena como una gran idea, Dana —le digo—. A mamá le vendría bien unas
vacaciones. Envíame los detalles y yo lo organizo todo. Te enviaré un mensaje con la
hora en que aterrice su avión.
22
VANDER

—¿Por qué no estás vestido? —pregunta papá, con las fosas nasales dilatadas
mientras entra a mi habitación la noche siguiente. Estoy sentado en mi escritorio con
jeans y una sudadera con capucha, anticipando el momento en que vendría a buscarme.

—¿Y dónde está tu madre? No podemos llegar tarde.

—Mamá está de vacaciones —le digo, sofocando una sonrisa mientras me pongo de
pie—. Y no voy a ir. Puedes decirle a Miles Turner que se vaya a la mierda. —Enderezo
la corbata de papá antes que pueda detenerme—. Deberías traer a tu última puta.
Entrégasela como ofrenda de paz al padre de Gayle. Estoy seguro que eso calmará sus
plumas erizadas.

Papá me empuja lejos, y me río.

—¿Qué hiciste, pequeño revoltoso? —Sus manos se estiran para envolverse 148
alrededor de mi cuello, pero lo agarro por las muñecas con una mano mientras le doy
un sólido puñetazo en el plexo solar con la otra. Un sonido estrangulado sale de su
garganta mientras se dobla, agarrándose el estómago.

—Te juro que es como si quisieras que te dejara otro ojo morado —me burlo—. Tu
ojo acaba de sanar.

—¿Dónde está tu madre? —gruñe, enderezándose y frotándose el estómago. Su


cabello oscuro cuidadosamente peinado está todo desordenado, y su camisa blanca
recién planchada está arrugada. Siento una emoción excesiva al verlo desaliñado,
sabiendo que se enfadará.

—En algún lugar donde no la encuentres. —Me aseguré de ello. Recluté a Jimmy
para alquilar el avión privado a su nombre, y West lo pagó con fondos que transferí a
su cuenta bancaria. Tuve que recurrir a mi herencia para cubrir el costo del avión y
transferir dinero a Dana para que mamá tenga suficiente para vivir. Corté todas las
tarjetas de mamá y le hice prometer que no se acercaría a su cuenta bancaria normal.
Dana le va a abrir una nueva el lunes.

Me arriesgué y le conté todo a la amiga de mamá durante nuestra conversación


telefónica de una hora anoche. Parece que mamá le confió algunas cosas a lo largo de
los años, pero Dana no se dio cuenta que era tan malo. Su primer esposo fue abusivo,
por lo que tiene alguna experiencia con la que puede identificarse. No me contuve al
explicar lo grave que es la adicción de mamá, y ella prometió hablar con mamá y tratar
que aceptara ir a rehabilitación. Dana dijo que mamá podría quedarse con ella todo el
tiempo que necesite, y espero que se quede en Vermont hasta que sea hora que me vaya
a Connecticut. Después de eso, depende de mamá. Por ahora, esto es lo mejor que puedo
hacer para ayudarla.

Tal vez Dana pueda comunicarse con ella donde yo fallé.

—Eso es lo que piensas. —Papá se burla mientras saca su teléfono celular.

—No podrás localizarla a través de su celular. Ella lo dejó atrás. —Lo hice añicos y
le di un celular desechable en su lugar porque siempre sospeché que papá tenía un
dispositivo de rastreo en él. También me compré un quemador, sólo para poder usarlo
para llamar a mamá. Lo tengo escondido debajo de una de las tablas del suelo en la
cochera. Proteger la ubicación de mamá es de suma importancia porque no confío en
que papá no la matará por esto, aunque yo sea quien la obligó a irse.

Si las miradas pudieran matar, ya estaría muerto cien veces. Mi padre está erizado
de rabia. Su cuerpo entero está temblando de ira mientras me mira. Sabe que no puede
hacer nada al respecto. Si viene hacia mí, le sacaré la mierda de su trasero abusivo. Si
trata de tomar represalias, sabe que me alejará para siempre y todos sus planes futuros
para la práctica legal se desmoronarán. Tal vez no sea aconsejable presionarlo así
cuando aún no tengo una oferta de Yale, pero se presentó la oportunidad de sacar a
mamá del estado y la aproveché.

Tengo seis meses hasta que me gradúe, así que sólo necesito aguantar hasta
entonces.
149
—Te arrepentirás de esto, muchacho —dice papá, agitando su dedo hacia mí—.
Nadie saca lo mejor de Gregory Henley, especialmente mi propia carne y sangre. —Sale
de mi habitación, y lo veo irse diez minutos después, desde la sala de estar, contento
que mamá esté fuera de su alcance pero asustado de haber pinchado a una bestia que
no tengo posibilidad de enjaular.

Regreso del club de boxeo tarde el sábado por la noche y estaciono mi camioneta
junto a la cochera, mirando las luces brillantes en mi estudio del piso superior con un
nudo en la garganta. Sé que no dejé las luces encendidas antes de salir, lo que significa
que tengo un intruso. Podría ser Kendall. Le di una llave para que pudiera venir en
cualquier momento, y no tendría ningún problema con que ella estuviera en mi estudio,
pero no creo que entrara sola. Lo que significa que es mi padre.

Salgo de la camioneta mientras ese pensamiento se aloja en mi cerebro e irrumpo


en la casa. Dejo mi bolso en el suelo y subo las escaleras de dos en dos hasta el segundo
nivel.

Después que nos mudamos aquí y descubrí este lugar, lo reclamé como propio y
convertí todo el segundo piso en un gran espacio de trabajo donde puedo pintar y
dibujar a mi antojo.

Me detengo de golpe al ver a Kendall, sentada en el suelo, en el centro de mi estudio


de arte, rodeada de toneladas de lienzos, en varias etapas de finalización, algunos
colgados en las paredes y otros apoyados contra él, con la mayoría expresión de
asombro en su rostro.

Al escuchar mis pasos, me mira. Sus ojos están llenos de emoción, y mi corazón se
ralentiza cuando me doy cuenta que no hay amenaza y se acelera cuando reconozco lo
que ella ahora sabe.

—Vander —dice con voz áspera, con la garganta obstruida por la emoción—. ¿Por
qué no me dijiste?

Me dejo caer en el suelo a su lado, reflejando su posición con las piernas cruzadas.
Trago saliva por encima de mis nervios.

—No quería asustarte.

Su mirada revolotea a las pinturas que cuelgan alrededor de las paredes.

Cada uno es de ella.

—Son todos de mí —susurra, como si fuera un secreto. Y supongo que lo es. Sólo
que ahora es nuestro secreto.

—Eres mi musa, Kendall —admito sinceramente—. Me inspiras como nadie más lo


hizo o lo hará. —Mis dedos se enrollan a través de su largo cabello mientras levanta su
barbilla para mirarme. Ella no me está ocultando nada ahora, y dejo que todo se muestre 150
en mi rostro.

La amo tanto, y estoy cansado de negarlo.

—Pero es más que eso —continúo—. Eres todo lo que veo. —Mis dedos se mueven
de su cabello a su rostro mientras ahueco su mejilla—. Cada vez que saco un nuevo
lienzo, tu rostro es la primera imagen que me viene a la mente. —Lanzo una risa
profunda—. Si no necesitara un portafolio diverso y expandir mi conjunto de
habilidades para Yale, cada pintura en esta sala sería tuya.

—¿Quién más vio esto?

—Nadie. —Sé por qué preguntó—. Mantengo mi estudio cerrado la mayoría de las
veces. Incluso cuando lo estoy usando, y nunca dejo que ninguno de mis amigos suba
aquí. —Para ser justos, rara vez preguntan. West es la única excepción. Él se preocupa
por mí y sabe cuánto depende de mí aceptación en Yale, por lo que pidió ver mi trabajo
varias veces, pero siempre lo desanimo—. Eres la única otra persona que tiene una
llave.

—Lo siento mucho, Vander. No debería haber venido aquí sin preguntarte primero.
Es sólo que esperaba comprar uno de tus cuadros para colgarlo en la pared de mi
dormitorio, y la tentación se apoderó de mí cuando estaba esperando que llegaras a
casa.

—No necesitas disculparte. Esa regla no se aplica a ti. Le acaricio la mejilla con el
pulgar. —No quiero que haya ningún secreto entre nosotros.
—Yo tampoco. —Luchando por ponerse de pie, toma mi mano y me levanta—. Por
eso quiero saber sobre este —dice, arrastrándome hacia la imagen que replica la visión
que veo en mis sueños. Sus dedos se entrelazan con los míos mientras ambos miramos
el dibujo. Es el lienzo más grande que pinté nunca, uno largo y rectangular que me dio
el alcance suficiente para representar el río egipcio, la pirámide en el fondo y la ciudad
construida a lo largo de un lado de la orilla del río.

Con su mano libre, extiende la mano, siguiendo a la pareja que se abraza en el agua.

—Esto va a parecer una locura —admite en voz baja, con la mirada pegada a la
pintura mientras habla—. Pero esta escena parece familiar. —Sus palabras envían una
sacudida directamente a mi corazón, animada por una nueva capa de esperanza. Su
ceño se arruga en concentración mientras sus dedos se mueven sobre la imagen en un
movimiento lento—. Mi corazón latió como loco cuando lo vi por primera vez, y juro
que las imágenes destellaron en mi mente. —Ella me mira, mostrando un ligero rubor
en sus mejillas.

—¿Qué imágenes? —Aprieto su mano mientras las mariposas vuelan en picado en


mi vientre.

—Ese hombre —susurra, acercándose a mí—. Vi su cara. Sentí el calor de su


adoración y la intensidad de su amor. —Sus mejillas se oscurecen de rosa a rojo—.
Mirar su rostro era como mirar en un espejo de mi alma. —Ella golpea una mano sobre
su corazón—. Él es la otra parte de mí. Sólo lo sé. Una vida de recuerdos inundó mi
mente de la nada. —Ella niega con la cabeza, enviando ondas de cabello rubio suave 151
cayendo en cascada sobre sus hombros—. Lo sentí aquí. Como si estuviera arraigado
dentro de mí, pero… —Las lágrimas brotan de sus ojos y agarro su cintura mientras ella
baja la mirada al suelo.

Apenas respiro, herida por la anticipación.

—¿Qué, Kendall? ¿Qué más viste y sentiste?

—Esto es una locura —susurra, mirándome mientras presiona su cuerpo contra el


mío y agarra un puñado de mi camisa. Ni siquiera estoy seguro de si ella es consciente
que lo está haciendo. Me alegro de haberme duchado en el club hoy. Que no huelo a culo.

—Dilo. —Mis manos se deslizan alrededor de su cintura y palmeo su espalda baja


mientras la presiono contra mí—. Dímelo.

Sus ojos examinan los míos durante unos segundos, y espero con gran expectación
a que me revele lo que descubrí en los últimos meses.

—Eras tú —finalmente admite—. Él no se parecía a ti, pero eras tú.

—Era yo. Soy yo, y ella eres tú.

—¿Qué está pasando, Vander? —Su puño se aprieta en mi camisa, y estamos tan
cerca que debe sentir mi erección empujando su estómago.
—Nunca llegamos a terminar nuestra conversación sobre la reencarnación la otra
noche, pero creo en eso. Creo en eso porque estuve soñando con ese río y con nosotros
durante años sin entender lo que significaba hasta hace poco.

El shock se extiende por sus rasgos.

—La psíquica te vio —murmura, mirándome profundamente a los ojos como si


tuviera todas las respuestas a lo inexplicable.

Arrugo la frente.

—¿Qué?

—En la noche psíquica en casa de Shirley, ella me dijo que te vio. Que te vio desde
el primer momento en que me conoció. Dee dijo que en cada vida nos encontramos
porque el vínculo es muy fuerte. Aparentemente, siempre tenemos que superar
obstáculos para estar juntos. —Una risa sorprendida brota de sus labios mientras una
lágrima solitaria se escapa de un ojo—. Esto es una locura, Vander. Soy una persona de
mente abierta. Estoy fascinada por las cosas que no podemos explicar, pero esto está en
otro nivel. No puede ser cierto, ¿verdad?

Aparto su lágrima y descanso mi frente contra la suya.

—¿Es una locura? —susurro sobre sus labios mientras nos miramos fijamente a los
ojos—. ¿Es realmente tan difícil de creer? Lo siento, Kendall. Siento esta inmensa 152
atracción hacia ti. Siempre la tengo. No podía entenderlo cuando era niño, pero ahora
lo hago.

—Yo también lo siento.

Su aliento flota sobre mis labios, y paso poco a poco más allá del punto de no
retorno.

—Te dije que siempre estábamos destinados a serlo —le recuerdo—. Es lo que creo
con todo lo que soy.

—Estoy tan confundida, pero no lo estoy al mismo tiempo. —Levanta su frente de


la mía mientras aprieta su agarre en mi camisa. No hay ni una pulgada de espacio entre
nuestros cuerpos, y desafiaría a cualquiera a separarnos en este momento—. Es el
sentimiento más loco.

—Tengo esta paz interior cuando estoy contigo que está ausente en todos los demás
aspectos de mi vida. Confío en ese sentimiento. Sé que suena loco, pero me lo creo todo.
Eres mía, y yo soy tuyo, y ni el tiempo podrá separarnos.

—Sé una forma en que podemos determinar esto —dice, acercando mi rostro al
suyo. Sus ojos azules brillan con calor e intensidad mientras su mirada va de mis ojos a
mis labios y vuelve a subir—. Bésame, Vander. Bésame y demuestra que eres mi alma
gemela.
23
VANDER

Mi corazón se acelera alrededor de mi pecho como un guepardo en patines mientras


contemplo cómo estoy a segundos de algo que mi corazón deseó durante tanto tiempo.
La adrenalina nerviosa se mezcla con la lujuria líquida mientras la excitación crece
dentro de mí. Quiero apreciar este momento y nunca olvidar un sólo segundo.

Cada vez más impaciente, Kendall toma el asunto en sus propias manos, tirando de
mí hacia abajo mientras se pone de puntillas para presionar sus labios contra los míos.
En el instante en que sus labios se deslizan contra los míos, algo enterrado muy, muy
dentro de mí cobra vida, como un volcán inactivo que entró en erupción
repentinamente, arrojando lava a borbotones con jubiloso entusiasmo después de
siglos de ser contenido. Es como si se hubiera accionado un interruptor interno y todo
lo que ocurrió antes no tiene consecuencias. Nada más importa en mi mundo, sólo la
mujer que me besa con la misma necesidad y devoción que siento.

Mis brazos se envuelven alrededor de Kendall, levantándola mientras inclino mi 153


cabeza para permitirle profundizar el beso. La sostengo, apretada contra mí, mientras
nos entregamos a nuestro deseo. Sus labios son como chocolate fundido moviéndose
contra los míos, y quiero comerlos y beberlos, atiborrarme y festejar como si nunca
antes hubiera comido o bebido. La lujuria quema un camino a lo largo de mi piel en cada
lugar donde ella está presionada contra mí, y apenas puedo controlarme. Mi carne está
ampollada, supurando con una fuerte necesidad, y ella es el único remedio para templar
las llamas. La levanto sobre mi cuerpo, y sus piernas automáticamente rodean mi
cintura mientras camino hacia la pared. Nuestras bocas se devoran, nuestras lenguas se
baten en duelo y nuestros gemidos mutuos gotean por nuestras gargantas.

La empujo contra la pared y muevo mi erección contra su pelvis mientras un


gruñido retumba desde lo más profundo de mí. Ella gime en mi boca, sus uñas se clavan
en mi cuero cabelludo, mientras se aferra a mí. Pellizco, chupo y muerdo sus labios
mientras meto mi lengua en su boca y balanceo mis caderas contra las suyas mientras
nos besamos. Ella me está arañando en todas partes que puede alcanzar. Agarrando
puñados de mi cabello, arrastrando sus dedos por mi cuero cabelludo, enterrando sus
uñas en mis hombros y agarrando mi espalda a través de mi camisa. Levantando sus
caderas, gira contra mí, y mi pene se sacude detrás de mis pantalones de chándal,
goteando líquido preseminal de la punta.

Usando mi cuerpo para mantenerla al ras de la pared, muevo una mano más abajo,
rozando las suaves curvas y depresiones de su hermoso cuerpo. Me regocijo
internamente por la forma en que se estremece y gime cuando la toco. Todo el tiempo,
nos besamos y besamos como si no tuviéramos suficiente. Sé que no puedo. Tengo
miedo de detenerme en caso que todo haya sido un sueño y me despierte y llore.
Deslizando mi mano bajo el dobladillo de su vestido, trazo un camino a lo largo de su
muslo, casi deshaciéndome al sentir su piel suave como la seda contra mis ásperas
yemas de los dedos. Mis dedos rozan sus bragas y ella sigue rígidamente debajo de mí.

Empuja mis hombros, instándome a detenerme, y saco mi mano de debajo de su


vestido mientras a regañadientes arranco mis labios de los suyos.

—¿Qué ocurre? —pregunto, leyendo su lenguaje corporal y colocando


cuidadosamente sus pies en el suelo. Puede que sea un imbécil por amar lo hinchados y
magullados que se ven sus labios después de mis exigentes besos, pero no puedo evitar
la oleada de orgullo que siento.

—No puedo hacer esto —Las lágrimas brotan de sus ojos mientras se agacha y se
desliza debajo de mí—. Necesito ir a casa —Ella corre hacia las escaleras y yo la persigo.

—Kendall, espera. Hablemos de esto. No huyas.

—No puedo hacer esto ahora, Vander —grita, sobre un sollozo, mientras baja las
escaleras.

—Kendall, por favor. Cariño, por favor no te vayas así —digo, pisándole los talones.

Ella se da la vuelta en la puerta de mi casa, y el dolor me apuñala en el pecho en su


rostro empapado en lágrimas.

—Todo esto es demasiado. 154


Me muevo hacia ella, pero niega con la cabeza y levanta una palma.

—No puedo entender nada de esto —solloza, y me está matando que no me deje
consolarla—. Necesito tiempo. Espacio para procesar todo. —Se limpia las lágrimas que
le caen por la cara mientras abre la puerta de un tirón—. Por favor, dame eso.

Darle tiempo para convencerse que lo que acabábamos de compartir no era real no
es el mejor curso de acción, pero me prometí que no la presionaría, y lo decía en serio.

—Bien. Tómate el tiempo que necesites, pero sabes que lo que hay en tu corazón es
la verdad. No puedes seguir huyendo de eso. —No puedo dejarla ir sin confirmar lo que
significa para mí. Necesito que ella no tenga dudas en relación a mi posición. Dando un
paso hacia ella, tomo su rostro entre mis manos antes que pueda detenerme. No puede
seguir huyendo de mí—. Te amo, Kendall. Te amo jodidamente mucho. Eres todo mi
mundo, y nunca me rendiré contigo. —Presiono un beso feroz en sus labios antes de
dar un paso atrás a pesar que físicamente me duele hacerlo—. Si me necesitas, ya sabes
dónde encontrarme. Estaré esperando.

Pasó una semana desde que Kendall y yo nos besamos y ella me abandonó, y no oí
ni pío de ella. Mantenerme fiel a mi palabra fue una tortura, pero le estoy dando el
espacio que pidió y rezo para que no niegue lo que compartimos ni encuentre otras
razones para no seguir adelante con nuestra relación.
Ahora que la probé, no hay vuelta atrás.

Mi sangre está en llamas.

Mi cuerpo está débil por la necesidad.

Y mi corazón se siente vacío sin su parte faltante.

La anhelo con una necesidad que es posesiva e instintiva, y honestamente siento


que me estoy volviendo loco.

Kendall también debe estar sintiéndolo porque sé que no estoy solo en esto.

No puedo concentrarme una mierda esta semana, y West me estuvo molestando


casi a diario para decirme lo que está mal. Me duelen los nudillos de golpear el saco de
boxeo con tanta fuerza, pero nada alivia esta inquietud. Mi mente y mi cuerpo vibran
con energía excesiva como si me hubieran despertado de un sueño profundo, y ahora
estoy rebosante de vitalidad. No puedo apagarlo, y apenas estuve durmiendo porque
no puedo apagar mis pensamientos. Masturbarme varias veces al día, siempre con
visiones de Kendall, no es suficiente para saciar este hambre ilimitado y nervioso que
me consume desde adentro hacia afuera.

Hablé con Jimmy, lo actualicé sobre lo último con Kendall, y me advirtió que
esperara mi momento. Para darle el espacio que necesita para aceptar todo. Pero eso es
más fácil decirlo que hacerlo. 155
La necesito.

La necesito.

La necesito.

La amo.

La amo.

La amo.

Las mariposas vuelan alrededor de mi pecho mientras camino hacia la casa de West
para asistir a su fiesta de cumpleaños número dieciocho. Estoy emocionado de ver a
Kendall, pero también estoy nervioso porque sé que Curtis estará aquí, y apenas estoy
aguantando las cosas como están. Mis manos se contraen a mis costados, y no sé cómo
me detendré de alcanzarla cuando cada parte de mí se muere por tocarla.

Aquí no pasa nada, pienso mientras llamo a la puerta principal. Se abre al instante y
trato de no decepcionarme cuando veo quién me saluda.

—¡Lo hiciste! —Stella se lanza hacia mí, envolviendo sus brazos alrededor de mi
cuello y plantando un sonoro beso en mi mejilla—. West estaba a punto de enviar un
grupo de búsqueda —agrega, retrocediendo y dejándome espacio para que salga al
pasillo—. Eres el último en llegar.
—Me quedé atrapado en mi estudio —admito sinceramente. Toda la semana,
estuve pintando una tormenta y aumentando mi considerable colección de Kendall—.
Perdí la noción del tiempo.

—Estás aquí ahora. El festejado estará feliz. —Pasa su brazo por el mío y me
arrastra por la casa hasta el patio trasero.

Kendall alquiló una gran carpa para la noche y la fiesta ya está en pleno apogeo.
Varios calentadores están repartidos por el espacio, y hace calor. Una banda está
entreteniendo a la multitud, y la pista de baile está repleta de niños y niñas de la escuela
que lanzan movimientos cuestionables. Mesas y sillas circulares ocupan la mayor parte
del resto del espacio. A la izquierda, un buffet caliente se extiende a lo largo de una mesa
rectangular, y la gente se sirve comida y bebida.

—Quédate aquí por un segundo —dice Stella, desapareciendo por un momento.


Cuando regresa, me entrega una lata de Dr. Pepper—. En realidad es cerveza. —Ella
guiña un ojo—. Las únicas bebidas que se ofrecen oficialmente son agua o refrescos
porque mis padres no son tan geniales como los tuyos.

La miro como si le hubiera crecido una cabeza extra. ¿Está hablando enserio?

—Sin embargo, mamá hizo todo lo posible por la comida —continúa,


balbuceando—. De todos modos, nos pusimos creativos y reemplazamos algunas latas
de refresco con cerveza, y tenemos más alcohol escondido en el jardín para cuando los
viejos se retiren por la noche. —Ella mueve las cejas—. Ahí es cuando la fiesta 156
realmente comenzará. —Me agarra del brazo y tira de mí hacia delante—. Vamos. West
y Hazel están aquí. —Dejo que me arrastre hacia una mesa en la parte superior de la
sala, justo en el borde de la zona de baile, mientras miro furtivamente la marquesina en
busca de Kendall.

—Lo encontré —dice Stella, empujándome hacia una silla vacía al lado de mi mejor
amigo. Hazel está encaramada en el regazo de West, con los brazos alrededor de su
cuello, luciendo toda amada.

—Ya era hora, hombre. —West levanta su brazo para un toque de nudillos—. No es
propio de ti llegar tarde.

—Gayle sólo nos preguntó unos diez millones de veces cuándo llegarías aquí —
agrega Hazel, y yo gimo, tragando un buen trago de cerveza. Lo necesitaré para tratar
con ella esta noche.

Mis ojos arden a un lado de mi cabeza, y miro alrededor, mi mirada


instantáneamente encuentra la de Kendall. Está sentada en la mesa de al lado con
algunos amigos. Viola está a un lado de ella y June al otro. Shirley y su esposo Adrián
están sentados al lado de Viola, y todos parecen ignorar deliberadamente al imbécil en
el otro extremo de la mesa. Curtis está hablando con un par de vecinos, echando la
cabeza hacia atrás y riéndose, como si no le importara nada en el mundo. Visualizo
rebanar su cabeza de sus hombros, y eso ayuda a aliviar la ira que burbujea debajo de
la superficie de mi piel, pero sólo marginalmente.
Kendall me mira fijamente durante unos instantes antes de levantarse y caminar en
mi dirección. Está deslumbrante con un vestido azul de encaje que se ajusta en la parte
superior con tirantes que se entrecruzan sobre los hombros y una falda que se ensancha
desde la cintura y termina justo en la rodilla. Lleva sandalias plateadas en los pies y su
cabello tiene una especie de diseño trenzado con suaves ondas rubias que enmarcan su
hermoso rostro y cuelgan por su espalda. Se ve bonita, joven y elegante pero sexy, de
una manera discreta.

—Tu madre es definitivamente una MILF —dice Bowie, Kendall indiferente está al
alcance del oído—. ¿Cuántos años tenía cuando te tuvo? ¿Cómo diez o algo así? —Por la
mirada vidriosa de sus ojos, puedo decir que ya está borracho. De lo contrario, sabría
mantener su estúpida boca cerrada—. Ella no parece lo suficientemente mayor para
tener un hijo de dieciocho años.

—Cierra la puta boca —espeta West, señalando con el dedo en la cara de nuestro
amigo. —Muestra algo de respeto.

—West, lenguaje —dice Kendall, viniendo detrás de mí.

—Dirías cosas peores si escucharas lo que dijo Bowie —se queja West.

—Es bueno verte Vander —Se inclina sobre el respaldo de mi silla, y se necesita una
fuerza de voluntad colosal para no mirar la parte delantera de su vestido—. A West le
preocupaba que no te presentaras.
157
Puedo decir por la mirada en sus ojos que ella también estaba preocupada por eso.
Aterrorizada de lo que pasó la semana pasada me alejó de mi mejor amigo.

—Estaba en mi estudio y olvidé la hora. Nunca me perdería el cumpleaños de West


—Hago un gesto alrededor de la habitación—. Hiciste un trabajo increíble. Todo se ve
genial.

—Espera hasta que veas el pastel —dice Hazel—. Es jodidamente increíble. —Ella
sonríe sobre mi cabeza a Kendall—. Todavía no puedo creer que lo hayas horneado.
Eres muy talentosa. Deberías abrir una panadería.

La cálida sonrisa de Kendall es genuina mientras sonríe cuando West besa a su


novia.

—Me encanta hornear y cocinar, pero no tengo ningún deseo de abrir mi propio
lugar. No creo que pudiera manejar el estrés de eso. Estoy contenta con que sea un
pasatiempo.

—Hablando de pasteles —dice Curtis, acercándose detrás de ella—. ¿Deberíamos


cortarlo ahora? —Desliza su brazo alrededor de su esposa y tira de ella contra su
cuerpo. Kendall está rígida en sus brazos, pero probablemente soy el único que se da
cuenta.

—La gente sigue comiendo. Deberíamos esperar otra media hora. —Su voz es
entrecortada, la tensión apuntala su tono.
—Bien. —Él me mira fijamente mientras aparta un poco de su cabello para besar su
cuello. Quiero cortarle los labios de la cara para que nunca más la toque con la boca.

West observa a sus padres con ojos curiosos mientras me enojo silenciosamente
cuando Kendall pone sus manos sobre las de Curtis a la altura de la cintura y se aferra
a él. Ella evita mirarme, y eso sólo me enoja aún más. Agarro el borde de mi silla y cuento
hasta diez en mi cabeza. Cualquier cosa para evitar abalanzarme sobre él y arrancarle a
la mujer que es mía.

158
24
KENDALL

No sé a qué está jugando Curtis, pero voy a matarlo por esto. Si bien se niega a
acelerar el divorcio, acordó hablar con los niños mañana para decirles que nos estamos
separando y que él se mudará. Quiere que se hagan a la idea que nos separemos antes
de formalizar el divorcio. Sé por mi abogado y por lo que vi de los casos en el trabajo
que tomará meses finalizar todo, pero si él cree que voy a dejar que se demore
indefinidamente, no tiene otra oportunidad.

Pensé que querría liberarse de mí lo más rápido posible para poder estar con su
novia “seria” Quizás ella no está tan interesada en el equipaje que él trae a la relación y
él quiere más tiempo para atraparla antes de lanzar la bomba sobre el divorcio. No sé.
Ya no tengo ni idea de lo que pasa por su cerebro, y no tengo ningún deseo de
descifrarlo. No me importa él. Sólo lo quiero fuera de mi vida. Lograr que mis hijos y yo
lo superemos es mi prioridad, además de averiguar qué hacer con mis sentimientos por
Vander.
159
Fui un completo desastre toda la semana. Incapaz de dormir, apenas capaz de comer
y apenas funcionando en la oficina. No puedo sacarlo de mi cabeza, y todavía estoy
luchando por procesar las cosas que me dijo. El sueño. Las afirmaciones de Dee. Mis
creencias sobre la reencarnación y los recuerdos que pasan por mi mente. Ver la pintura
de Vander abrió algo dentro de mí, y ahora estoy siendo inundada con imágenes de una
vida anterior, y estoy tan confundida. También da bastante miedo. Ojalá pudiera hablar
con alguien sobre esto. Estuve tentada de confiar en June, pero me aterroriza que piense
que estoy loca y me recomiende un viaje al manicomio. Así que le dejé un mensaje a Dee
y espero que pronto me pueda programar una sesión privada.

—Querida. —Curtis se me acerca mientras estoy de pie, perdida en mis


pensamientos, en la parte superior de la marquesina al lado del pastel, viendo a Vander
entretener a Gayle Turner con un dolor creciente en mi corazón. Vander está enojado.
Eso es lo que puedo decir. Aunque no sé si está enojado porque lo abandoné, me
mantuve alejada de él toda la semana, o si cree en la actuación de Curtis y cree que lo
perdoné—. ¿Estamos listos para hacer esto? —pregunta, deslizando su brazo alrededor
de mi espalda y agarrando mi cadera con su mano.

—¿Qué estás haciendo? —siseo, forzando a mis labios a sonreír en lugar de gruñir
a mi futuro ex esposo.

—Actuando como tu marido. Lo cual sigo siendo, debo añadir.

Estrecho mi mirada mientras lo miro, ansiosa por quitar su mano de mi cadera, pero
tenemos varios ojos en nosotros, y no quiero que se note que detesto a mi esposo con
la intensidad de mil soles. Y su toque me pica la piel.
—No sé a qué juego estás jugando, Curtis, pero tienes que dejarlo. Este es el
decimoctavo cumpleaños de West. Una noche que recordará para siempre. No quiero
que mire hacia atrás y crea que toda la noche fue inventada. Acordamos ser amables el
uno con el otro y sonreír. No estuvimos de acuerdo con las manos agarradas y muestras
de cariño falsas.

Es una locura, pero estar aquí así, sabiendo que Vander está mirando, se siente
como la mayor traición. Los recuerdos de nuestra sesión de besos acalorados se
estuvieron reproduciendo en un bucle en mi mente durante toda la semana, y mi
pequeño amigo eléctrico estuvo haciendo un entrenamiento vigoroso después de meses
de uso mínimo. Mi cuerpo hormiguea cada vez que recuerdo lo increíble que se siente
tener el toque de Vander sobre mí.

Entré en pánico cuando sus dedos rozaron mis bragas porque sabía que si dejaba
que me tocara allí no nos detendríamos, y no podía dejar que llegara tan lejos. No
mientras siga oficialmente casada con Curtis y no hasta que haya tenido tiempo de
pensar en todo y si estoy lista para dar un gran paso y empezar algo con el amigo de
dieciocho años de mi hijo. Sabiendo lo que sé ahora, es difícil pensar en él como si
tuviera dieciocho años. Si su alma es la otra mitad de la mía, entonces la edad realmente
no importa.

Cuando nos besamos, era a la vez familiar y nuevo, pero no se sentía mal. Nunca
nada se sintió mejor, y me aterroriza. Estoy en la cúspide de algo que cambiará mi vida
y no sé si soy lo suficientemente valiente como para dar ese salto de fe.
160
—Tienes que aprender a relajarte —dice Curtis, apretando mi cadera mientras les
hace un gesto a West, Stella y Ridge para que se acerquen—. O necesitas echar un polvo.
—Antes que pueda detenerlo, se precipita y planta un fuerte beso en mi boca—. Puedo
tomar uno para el equipo esta noche, por los viejos tiempos. ¿Qué dices?

Todo mi cuerpo tiembla de rabia y al no poder soltarla me dan ganas de gritar.

—Digo que estás jodidamente loco y el infierno se congelará antes que vuelva a
tener sexo contigo.

—Sé que debes tener arcadas —dice, sonriendo mientras nuestros hijos se
acercan—. Considéralo mi último acto como tu esposo.

Hundo mis dedos en su mano, sin importarme en este punto si los niños ven.

—A menos que quieras que te apuñale con el cuchillo del pastel, quita tus putas
manos de mí y guárdate tu repugnante oferta para ti.

—Mamá. —Las cejas de West se arrugan cuando da un paso frente a mí—. ¿Estás
bien?

Fuerzo una amplia sonrisa en mi rostro.

—Estoy bien cariño. —Enlazo mi brazo con el suyo y lo sostengo cerca mientras
Ridge se acerca sigilosamente a mí, y lo acomodo en mi otro lado. Mi hijo menor bosteza,
y me agacho, besando su mejilla. Está exhausto, pero sé que lo más probable es que
tenga una pelea en mis manos cuando llegue el momento de irme. Curtis envuelve su
brazo alrededor de Stella, sonriendo a la multitud mientras se reúnen a nuestro
alrededor, como si él no fuera el hijo de Satanás.

El dolor aprieta mi pecho cuando mi mirada se fija en la de Vander. Sus fríos ojos
verdes están carentes de emoción mientras me mira y él acuna a Gayle contra su frente,
su espalda contra su pecho. Sus brazos rodean su cintura, y ella se aferra a sus
musculosos antebrazos y sonríe como si acabara de ganar un Oscar.

Aparto la mirada, enfocándome en West mientras agradece a todos por venir antes
de agradecerme a mí y a Curtis por organizar la fiesta. Llama a Hazel para que se
acerque y doy un paso a un lado para dejarlo abrazar a su novia. Ella le sonríe cuando
él pide un deseo y apaga las velas. Después, apenas si corto el pastel y lo coloco en los
platos para no tener que ver a Gayle adulando a Vander desde su nuevo asiento en su
regazo. Cuanto más tiempo pasa, más me enfado. Pensé que Vander era más maduro,
pero si esto es algún tipo de juego, puede jugarlo solo.

Terminé con los hombres tratando de manipularme.

Viola, Shirley y June ayudan a distribuir el pastel, pero yo insisto en servir la mesa
de mi hijo porque quiero dejar claro un punto.

—Pastel para el cumpleañero y su novia —digo, deslizando los platos frente a West
y Hazel.
161
—Gracias mamá.

Hazel chilla, inmediatamente agarra su tenedor y se sumerge.

—Estuve deseando comer esto toda la noche.

—¿Y tú, Vander? —pregunto, plasmando una sonrisa en mí rostro mientras me


vuelvo para mirarlo—. ¿Te gustaría tener tu pastel y comértelo también? 7

Las cejas de Gayle se juntan y se ríe.

—¿A diferencia de qué? —Ella me mira con clara diversión.

—A diferencia de tener tu pastel y no comértelo 8—murmura West, con la boca


llena de delicia azucarada, poniendo los ojos en blanco.

—O no tener pastel y, por lo tanto, no comerlo —agrega Hazel, girando su lengua


alrededor del glaseado helado en su tenedor.

—Es un modismo —le explico con calma, aunque Vander entiende exactamente lo
que estoy diciendo—. ¿Puedo traerte un poco de pastel, Gayle?

8 Puede utilizarse para decir que no se pueden tener dos cosas incompatibles, o que no se debe intentar tener
más de lo razonable. El significado del proverbio es similar a las frases "no se puede tener las dos cosas" y
"no se puede tener lo mejor de los dos mundos".
—Oh, Dios, no. —Ella mira a Hazel con horror. Hazel está demasiado ocupada
paleando pastel en su boca para notar su burla. Gayle palmea su estómago plano—.
Tengo cuidado con lo que como, y esa cosa —señala el plato de mi hijo— es la peor
pesadilla de una persona que hace dieta. —Se estremece como si mi pastel la hubiera
ofendido personalmente. Estoy tentada de agarrar la rebanada a medio comer de West
y aplastarla en su cara quejumbrosa.

Pero eso sería malicioso e inmaduro, y yo soy una mujer adulta que nunca recurriría
a un comportamiento tan infantil.

—El azúcar es el enemigo, ya sabes —continúa, en un molesto tono agudo y


superior. Inclinándose hacia atrás, se acurruca contra Vander mientras le pasa la mano
por el brazo—. Es sólo otra cosa que tenemos en común, bebé —le dice, presionando
un beso en la parte inferior de su mandíbula. Vander me mira con una expresión en
blanco, y trabajo duro para proteger mis emociones—. Además —dice, girando su
rostro hacia mí—. Soy demasiado dulce como eso. —Ella se ríe de su propia broma, y
termino.

—Eso eres tú, Gayle. —Paso una mano por la parte delantera de mi vestido y
entrego mi sonrisa más serena.

—Bueno, si nadie más quiere pastel, mi trabajo aquí está hecho.

—Tomaré pastel —dice Vander, quitando la mano de Gayle de su brazo—. Sabes


que no puedo resistirme a tus postres. —Lo dice inexpresivo, sin muestra de emoción 162
en su rostro, pero escucho el doble sentido, y estoy echando humo. Con él por jugar
juegos tan estúpidos y conmigo por no ser lo suficientemente fuerte como para alejarme
de él antes de llegar a este punto.

—Cuenta conmigo también.

Me giro hacia el dueño de la voz profunda. Bowie pasa su mirada sobre mí


lentamente, y al instante me siento incómoda con su atención.

—Siempre aceptaré lo que me ofrezca, señora H, si sabe a lo que me refiero.

Oh Dios mío. El pastel es totalmente un eufemismo, y en lugar de sentirme halagada,


estoy seriamente avergonzada y un poco asqueada. Bowie mueve las cejas y veo la
mirada vidriosa en sus ojos. Está totalmente borracho, y voy a asesinar a quien haya
metido alcohol de contrabando en la fiesta. Mi dinero está en Stella, pero ¿a quién
engaño? Sé que la mayoría de los niños beben antes que sean legales, nosotros lo
hicimos, pero fui muy firme con los niños sobre esta noche. Los padres de sus amigos
confían en nosotros para salvaguardar a sus hijos, y enviarlos a casa borrachos no me
sienta bien.

—¡Eres un maldito imbécil! —West salta y corre alrededor de la mesa con


intenciones asesinas en sus ojos—. ¡Retira eso! —grita mientras me giro, bloqueando a
Bowie con mi cuerpo y manteniendo a raya a mi hijo. Por el rabillo del ojo, noto que
Vander mira a Bowie mientras se agarra del borde de su asiento—. ¡No puedes
coquetear con mi mamá, maldito pervertido! —grita West.
—¿Que está pasando aquí? —pregunta Curtis, materializándose a mi lado y
logrando el momento adecuado por una vez.

—Creo que Bowie bebió demasiado —digo en voz baja—. ¿Puedes organizar un
viaje a casa para él y calmar a West? Voy a llevar a Ridge a la cama.

Curtis asiente.

—Tengo esto. Vete.

Me alejo sin mirar atrás, complacida cuando mi somnoliento hijo de nueve años no
protesta y toma mi mano de buena gana. Estoy lista para que esta noche termine.

163
25
KENDALL

Después de cambiar a Ridge a su pijama y arroparlo en la cama, me dirijo a mi


habitación para tomar un respiro. De pie frente al espejo en mi baño, miro mi reflejo,
preguntándome cómo llegó mi vida a este punto. Me ocupo de los negocios, me lavo las
manos y me cepillo los dientes antes de retocarme el maquillaje. Planeo volver afuera
para despedirme, y luego voy a dar por terminada la noche.

Cuando entro en mi habitación, casi grito de miedo cuando Vander sale frente a mí.

—No puedes estar aquí. Tienes que irte —digo cuando mi presión arterial se reguló.

—Necesitamos hablar.

—No hay nada que decir. Vuelve a tu cita. —Me complace sonar tranquila y no como
la arpía celosa que se esconde dentro de mí, esperando para mostrar sus garras.
164
No sé en qué estaba pensando, creyendo que él podría estar interesado en mí.

Es tan estúpido imaginar que mantendría su atención cuando está rodeado por las
Gayle de este mundo. Crie a tres bebés en mi vientre y tengo las estrías para probarlo.
Mi cuerpo no es un lienzo en blanco para pintar con la boca y las manos. Mi cuerpo
refleja mis experiencias de vida, y no me comparo favorablemente con las chicas de su
misma edad con sus rostros impecables, piel suave y cuerpos deseables. Lo que sucedió
esta noche es inevitable, y es mejor que me dé cuenta ahora antes que me involucre aún
más.

—Ella no es mi cita. Ella sólo es… —El aire sale como un silbido de su boca mientras
pasa una mano por su hermoso cabello oscuro desordenado. Se ve bien esta noche, pero
traté de no notarlo. Los jeans oscuros abrazan sus musculosos muslos y piernas, y su
camisa negra ajustada se adhiere a sus anchos hombros, pecho tenso y bíceps esculpido.
Lleva la camiseta arremangada hasta los codos, destacando la impresionante tinta en
sus brazos.

No me distraerá su apariencia, y estoy de mal humor después de su


comportamiento esta noche.

—¿Alguien para que me ponga celosa? —Supongo

Sus ojos se clavan en los míos.

—¿Funcionó?
—Oh, funcionó a las mil maravillas, Vander. —Cruzo los brazos sobre mi pecho y lo
fijo con una mirada aguda—. Demostró que te pareces más a mi marido de lo que te
gustaría admitir. Me demostraste que eres manipulador y mucho menos maduro de lo
que te creía. —¿Duro? Tal vez, pero estoy enojada y confundida, y odio sentirme así.
Como si fuera una adolescente otra vez compitiendo con perras desagradables en la
escuela por un hombre. Dejé todo eso atrás y no haré esto. Pensé que Vander era
diferente, pero parece que estaba equivocada—. Hay muchos obstáculos en nuestro
camino sin agregar juegos inmaduros a la mezcla, así que gracias por hacer esto más
fácil para mí. —Señalo entre nosotros—. Esto termina ahora.

—¡Al Diablo con eso!

—¡Baja la voz! —siseo—. Ridge está durmiendo en la habitación de al lado.

Se frota un punto entre las cejas.

—¿Cuál es el problema, Kendall? ¿No puedes soportarlo cuando alguien te da a


probar tu propia medicina?

La ira me quema y me aferro a mi cordura con las uñas. ¿Cómo se atreve a tratar de
darme la vuelta a esto? Cuento hasta diez en mi cabeza antes de estar lo suficientemente
compuesta para responder.

—Si estás sugiriendo que estuve usando a Curtis, un hombre que es mi esposo, por
cierto, para ponerte celoso, estás muy equivocado. 165
Él gruñe, y yo rechino los dientes, queriendo gritar de pura frustración.

—¡Sé lo que vi! Estuvo encima de ti toda la noche, ¡y lo dejaste!

—¡Porque no quería hacer una escena en la fiesta de mi hijo quitando a la fuerza las
manos de mi descarriado esposo! Si crees que lo disfruté, piénsalo de nuevo. Esta noche
fue un ejercicio de moderación y estoy a punto de explotar, así que te sugiero que te
alejes de mí, Vander, antes que me desquite contigo.

—Me lastimaste —dice, bajando la guardia mientras su ira se desvanece—. Te


escapaste de mí, y no me contestaste en toda la semana, y luego aparecí aquí, y estás
jugando a la familia feliz con ese imbécil que te está engañando. ¿Qué diablos se supone
que debo pensar?

—Se supone que debes confiar en mí —digo, esforzándome por bajar el tono. No
quiero reaccionar con ira, pero él lo está poniendo difícil—. Me dijiste que lo haces, pero
claramente no es cierto.

—Lo hago —Da un paso hacia mí y niego con la cabeza a modo de advertencia, pero
me ignora, me agarra por la cintura y me empuja contra su cuerpo—. Confío en ti,
Kendall. Acabo de ver rojo. Sus manos estaban sobre ti y yo quería matarlo.

Me deslizo fuera de su abrazo.


—No tuve más remedio que seguirle el juego. Es el cumpleaños de West y no quería
hacer nada para molestarlo. Pero tenías una opción, y elegiste coquetear con Gayle
Turner y dejar que te manoseara, sabiendo lo que me haría. Elegiste hacerme daño a
propósito, para no darte la vuelta y acusarme de hacerte daño. No fue intencional, pero
tus acciones sí lo fueron.

Cierra los ojos momentáneamente y se retuerce las manos.

—Está bien —Sus ojos parpadean abiertos—. Estaba tan jodidamente celoso, y no
me detuve a pensar. Lo siento. Sabes que ella no significa nada para mí. Sólo la estaba
usando para vengarme de ti.

—Eso estuvo mal, Vander. Sé que no te gusta, pero a ella le gustas tú, y es una
manera bastante mala de pagar su devoción. No me importa si es una perra llorona. Ella
no se merece eso. Nadie se lo merece.

—Me disculparé con ella, pero en este momento no quiero hablar de Gayle. Quiero
hablar de nosotros.

—Bueno, yo no, y tienes que irte antes que alguien suba aquí y te encuentre en mi
habitación. —Camino hacia la puerta mientras envuelve su mano alrededor de mi codo,
atrayéndome hacia su pecho.

—Lo siento por ser un imbécil. Te juro que no soy así. Me estuviste volviendo loco
toda la semana —dice mientras su fuerte brazo rodea mi cintura por detrás. Mi espalda 166
está presionada contra su frente, y el calor sale de él en oleadas—. Parece que me estoy
volviendo loco. No puedo vivir así, Kendall. No puedo vivir sin una parte de mi alma. No
saber cómo te sientes me está volviendo literalmente loco. Estoy privado de sueño y
privado de Kendall, y no puedo funcionar cuando me estoy quedando sin humo. Me
equivoqué al hacer lo que hice, y prometo que no volverá a suceder.

Exhalo pesadamente mientras me hundo en su calor, incapaz de evitar la tentación.


Es tan difícil permanecer enojada con Vander, y resistirlo, cuando pone su corazón en
juego y me abraza así.

—Sé que esto es difícil para ti —le digo, dándome la vuelta en sus brazos para estar
frente a él—. También es difícil para mí, pero estoy tratando de hacer lo correcto y tú
no lo estás poniendo fácil.

—No puedo soportar la idea que vivas con él. No soporto pensar en él poniendo sus
manos sobre ti. Nunca sentí la intensidad de los sentimientos que tengo por ti y estoy
luchando para lidiar con toda la incertidumbre.

Me puedo identificar con eso. Un suspiro escapa de mis labios mientras apoyo mi
cabeza en su pecho.

—Dios, estamos haciendo un desastre con esto.

Pone su barbilla en mi cabeza mientras sus dedos se enredan en mi cabello.

—Nos advirtieron que no sería fácil.


Suelto una risa seca.

—Eso es un eufemismo. —Levantando la cabeza, lo miro, instantáneamente


magnetizada por las profundidades hipnóticas de sus grandes ojos verdes—. Yo debería
ser el adulto en esta situación, pero no tengo ni idea. Estoy luchando tanto como tú.

—Yo también soy un adulto, Kendall, y no tienes que asumirlo sola. Pero no sé cómo
manejar esto cuando Curtis está en medio.

Arrastro mi mano por su pecho, necesitando la solidez de su cuerpo para ponerme


en tierra.

—Me estoy divorciando de Curtis, Vander —admito porque no parece tener mucho
sentido mantenerlo en secreto por unas pocas horas—. Se lo diremos a West, Stella y
Ridge mañana, y estaba planeando decírtelo entonces. Se va a mudar mañana por la
noche.

Sus ojos se iluminan y prácticamente puedo ver una capa de estrés desaparecer de
sus hombros. Agarra mi rostro entre sus manos.

—Sé que esto debe ser difícil para ti, y sé que West se va a enojar, pero no mentiré
y diré que esto no me hace feliz, porque lo hace.

—Todavía no puedo prometerte nada.


167
Se inclina y besa mis labios.

—Está bien.

—Mis hijos me necesitarán y mi cabeza es un desastre.

—La mía también. —Su boca se desliza contra la mía de nuevo, y agarro su camisa—
. Podemos resolverlo a medida que avanzamos.

—Vander, yo... —Me interrumpe con un largo, lento y apasionado beso, y dejo de
protestar, cediendo a él mientras me rodea con sus brazos y me mantiene cerca. Inclina
mi cabeza para que pueda tomar el beso más profundo, y me abro de buena gana para
él cuando su lengua se desliza a lo largo de la comisura de mi boca. Gimo en su boca
mientras su lengua se sumerge dentro, acariciando la mía y aumentando mi deseo. Su
erección se clava en mi estómago mientras nos mueve hacia atrás hasta que mi columna
golpea la pared. Agarrando mi muslo, tira de mi pierna alrededor de su cintura, y jadeo
cuando su dura longitud presiona contra mi coño a través de mi vestido endeble. Mis
bragas están mojadas, mi núcleo late con una necesidad despreciable cuando el beso se
calienta y nos frotamos uno contra el otro, tanteando y acariciando a través de nuestra
ropa, y estoy perdiendo el control lentamente.

Estamos a punto de llevarlo al siguiente nivel cuando suenan golpes en mi puerta.


Nos separamos de un salto cuando mi corazón da un vuelco en mi pecho y la sangre se
me sube a la cabeza.

—Mamá —grita Stella.


—¿Estás ahí?

Casi me derrumbo contra la pared mientras miro la puerta, notando que Vander la
cerró con llave. Mierda, gracias, tengo un cerrojo nuevo. Si Stella hubiera entrado, no sé
cómo lo habría explicado.

—Dame un minuto, cariño —grito.

Señalo el baño y empujo a Vander en esa dirección mientras llevo un dedo a mis
labios para instarle a que guarde silencio. Bajando la cabeza, planta un rápido y suave
beso en mis labios mientras lo abofeteo y lo empujó hacia el baño, cerrando la puerta
en silencio. No hay tiempo para comprobar si estoy presentable, así que rápidamente
me arreglo la ropa y me froto los labios para atrapar cualquier lápiz labial errante antes
de alisar mi cabello hacia atrás y caminar hacia la puerta.

En el momento en que lo abro, mi hija cae en la habitación y apenas logró atraparla.


Estrecho mis ojos hacia ella mientras se endereza.

—¿Estuviste bebiendo?

Ella se ríe.

—Un poquito.

—Maldita sea, Stella. Tus abuelos están aquí. Si ven que estás borracha, les dará un 168
ataque. —Los padres de Curtis son encantadores, pero un poco mojigatos.

—Los abuelos se fueron. —Stella bosteza y se deja caer en mi cama—. Vine a ver si
estabas bien. West y Bowie tuvieron una gran discusión frente a todos. —Por el amor
de Dios. Le dije a Curtis que se encargara de eso. Honestamente, no se puede confiar en
él para hacer una maldita cosa—. Y luego Shepherd golpeó a Bowie —continúa Stella—
, cuando Gayle reveló que Bowie siente algo por las mujeres mayores y, aparentemente,
se folló a la madre de Shep el año pasado.

Me pregunto si eso es lo que esto significa para Vander. Un deseo de probar a una
mujer mayor antes de sacarlo de su sistema y volver a salir con chicas de su misma
edad. Dejando a un lado esos pensamientos perturbadores, vuelvo a concentrarme en
mi hija ebria.

—Bueno, no sería una fiesta sin algo de drama, supongo —digo, tomando la mano
de Stella y tirando de ella hacia arriba. Necesito sacarla de aquí para poder sacar a
Vander de mi habitación antes que alguien vea. Esconderlo en mi baño me tiene de los
nervios.

Stella inclina la cabeza hacia un lado, estudiándome con curiosidad.

—¿Te sientes bien? Te ves sonrojada y tienes un sarpullido en todo el pecho. —Se
ríe mientras juega con mi cabello—. ¿Estabas dando vueltas en el jardín o algo así? Tu
cabello está todo desordenado.

—Yo no soy por quien deberías preocuparte, señorita. Te tambaleas sobre tus pies.
—Estoy bi... —Sus ojos se sobresaltan cuando se tapa la boca con una mano.

Solo puedo mirar con horror mientras corre hacia la puerta del baño y la abre de un
tirón. El pánico me golpea, las náuseas me suben por la garganta y mis rodillas casi se
salen de debajo de mí. Los sonidos de los vómitos llegan a mis oídos y fuerzo a mis
miembros temblorosos a moverse. Cuando entro al baño, mi hija está inclinada sobre la
taza del inodoro, vomitando, pero no hay señales de Vander. Una brisa ligera levanta
mechones de mi cabello y miro hacia la ventana, notando que está abierta.

Ay Dios mío. Debe estar afuera, escondido en el árbol que se apoya contra este lado
de la casa. Espero que esté bien porque no hay nada que pueda hacer hasta que Stella
deje de vomitar. Necesitando hacer algo para distraer mis nervios, humedezco un paño
húmedo y atiendo a mi hija, secándole la frente y apartándole el pelo de los ojos
mientras ella expulsa el contenido de su estómago.

Después, la ayudo a llegar a su habitación, diciéndole que se cambie y que volveré


con un poco de agua. Luego vuelvo corriendo a mi habitación, cierro y aseguro la puerta
antes de correr al baño. Llego justo a tiempo para ver a Vander trepar por la ventana.

—¿Estás loco? —siseo—. ¡Podrías haberte caído y lastimado gravemente! —Lo


ayudo a maniobrar su cuerpo adentro. Apenas entra por la ventana, y es un milagro que
haya logrado salir antes que Stella lo atrape.

—No tuve elección. No había otro lugar donde esconderme y no podía arriesgarme
a que Stella me encontrara. —Salta hacia abajo y se endereza—. Eso estuvo cerca — 169
agrega, sonriendo y visiblemente temblando.

Froto mis manos arriba y abajo de sus brazos y sobre su cuerpo para ayudarlo a
entrar en calor.

—Demasiado cerca —Primero West, y ahora Stella. No estoy hecha para esto, en
absoluto, y me siento tan culpable por esconder algo tan grande como esto de mis hijos.

—No le des importancia —dice como si tuviera una línea directa a mis
pensamientos.

—Es difícil no hacerlo.

—Yo te amo y tú me amas. Eso es todo lo que cuenta.

Ojalá fuera así de simple, y no recuerdo haberle dicho que lo amaba.

—No podemos hablar de esto ahora. Tienes que irte para que pueda volver con
Stella.

—Sólo prométeme que vendrás a verme mañana por la noche. No me importa lo


tarde que sea. No puedo pasar otro día sin verte.

—No puedo prometer nada, Vander, pero haré lo mejor que pueda.
26
VANDER

Cuando vuelvo de correr la tarde siguiente, West me está esperando. Está sentado
con el culo en el suelo sucio de la puerta de la casa, con las piernas dobladas y la cara
hundida en las rodillas.

—Oye, amigo. —Abro las puertas y le pongo una mano en el hombro—. Pasa.

Sin decir una palabra, se pone en pie y me sigue al interior. Sé por qué está aquí, y
necesito un par de minutos para recomponerme y poder ser el amigo que necesita en
este momento.

—Voy a darme una ducha rápida. Tengo cerveza o hay tequila en la alacena. Sírvete
tú mismo.

Asiente con la cabeza y se dirige a la nevera. Tiene los hombros tensos, la espalda
rígida y no se comporta con la confianza habitual. Lo siento por él, de verdad, pero 170
también me alegro que lo haya hecho. Apenas dormí en toda la noche preocupado por
si Kendall cambiaba de opinión o Curtis intentaba disuadirla. La culpa salta y me
muerde mientras pienso en estas cosas, y me siento como el peor amigo del planeta.

Dejando a West con su cerveza, me dirijo a la ducha para aclarar mis ideas.
Compartimentar mis sentimientos es algo que se me da bien, y necesito hacerlo ahora.
No puedo pensar en Kendall ni pensar egoístamente en mí cuando mi amigo me
necesita.

West va por su segunda cerveza cuando salgo de mi habitación diez minutos


después. Cojo una cerveza fría de la nevera y me reúno con él en el sofá.

—¿Qué pasa?

Un músculo se aprieta en su mandíbula y aprieta su botella antes de responderme.

—Mis padres se van a divorciar.

Le aprieto el hombro.

—Siento mucho por lo que estás pasando.

—Mi padre es un idiota. Lo odio. —Se bebe la mitad de su cerveza, y una mirada
confusa le invade la cara—. Todo lo que dijo son mentiras apiladas. —Se gira para
mirarme con los ojos enrojecidos—. Está teniendo otra aventura, y ni siquiera iba a
decírnoslo. —Bebe más cerveza de un trago—. Mamá tuvo que obligarlo a admitirlo,
aunque está de acuerdo en que se distanciaron durante los últimos años y que la
separación era inevitable. —Agarrando uno de mis cojines nuevos, lo lanza contra la
pared—. Es una mierda, y ahora todo está cambiando.

—¿Qué puedo hacer?

—Distraerme. —Se pasa los dedos temblorosos por el pelo—. Hazel está en casa de
sus abuelos toda la tarde, y luego tiene que ir a una noche del equipo de voleibol. No
quiero volver a casa hasta que ese imbécil se haya mudado.

—¿A dónde se muda?

—Un apartamento en Denver propiedad de su empleador. Es sólo temporal hasta


que encuentre su propio lugar. Dice que se va a quedar en la zona, y prometió que
seguiría asistiendo a todos mis partidos y que llevaría a Ridge a la liga infantil y a la
acampada, pero no me lo creo. Estará demasiado ocupado follando con su zorra como
para preocuparse por sus hijos. —Me agita la botella en la cara—. Recuerda mis
palabras. Espera y verás.

Por el bien de West, espero que esté equivocado. Odio a Curtis Hawthorne, pero
sigue siendo su padre, y apoya a su hijo de una manera que mi padre nunca hizo.

—¿Cómo se tomaron la noticia Stella y Ridge?

—Stella está enfadada, como yo. Ridge estalló en llanto y se abrazó a papá rogándole 171
que no se fuera.

—Mierda. — Me froto una mano en la nuca—. Debe haber sido difícil de ver.

—Lo fue. Es demasiado joven para entender que papá es un pedazo de mierda que
traicionó a mamá. — Se bebe el resto de la cerveza y echa la cabeza hacia atrás, cerrando
los ojos.

—¿Quieres ir al club y hacer unas rondas en el ring? —Se lo propongo, aunque acabo
de ducharme y los domingos es mi día libre. West necesita expresar físicamente sus
emociones, y no hay mejor lugar.

Asiente lentamente.

—Sí, creo que sí.

Esa misma noche le envié un mensaje a Kendall para decirle que West estaba
conmigo y que no viniera. Tras un par de horas en el ring, volvemos a mi casa y pedimos
refuerzos. Es un asunto sombrío con algunos de nuestros amigos más cercanos, unas
cuantas cervezas y copiosas partidas de Call of Duty. Creo que West se imagina a su
padre cada vez que aniquila al enemigo. Lo sé porque yo lo hago. Odio verlo tan
disgustado, y estoy un poco enojado con Hazel. Podría haber abandonado sus planes
para esta noche para consolar a su novio, porque creo que realmente la necesita.

Una llamada a la puerta me saca de mis pensamientos y voy a responder, pero me


tambaleo cuando veo a Bowie en mi puerta. Lo empujo, cierro la puerta y me acerco a
él.

—¿Qué diablos, amigo? No puedes estar aquí. —Lleva un feo moratón en una mejilla
y un corte en el labio—. Lo último que necesita West es verte, y Shep tampoco es
precisamente tu mayor fan. — Escuché lo que Stella le dijo a Kendall anoche, y la noticia
que su madre se acostó con su enamorado debe estar matando a Shepherd. Está tan
melancólico como West esta noche.

—La cagué, pero no creo que merezca ser expulsado.

—Nadie dice eso, pero necesitas pasar desapercibido por un tiempo.

Sus rasgos se endurecen.

—¿No me vas a dejar entrar? ¿En serio?

Está nervioso y se esfuerza por mantener el contacto visual, y estoy bastante seguro
que está en algo.
172
—Ve a casa, Bowie. Deja que esto se calme.

Su boca se convierte en una mueca.

—Oí que West no es el único que necesita consuelo. Quizás le haga una visita a la
Sra. H. A Stella también, si está dispuesta a hacer un trío.

Mi brazo se levanta antes que haya procesado el movimiento, y le doy un fuerte


puñetazo en la cara. Cae rápidamente, agarrándose la nariz y maldiciendo. La puerta se
abre detrás de mí y un par de chicos que están en el equipo de fútbol con Bowie y West
salen.

—Sáquenlo de aquí antes que mate al hijo de puta. —No es un juego de palabras.
Sacudo el puño dolorido, hirviendo por dentro.

—Que te jodan, imbécil. —Bowie se pone de pie, usando sus dedos para limpiar la
sangre que brota de su nariz.

—No sé lo que te pasa, pero esta no es la manera de manejarlo. Sigue enfadando a


tus amigos y verás que no te queda ninguno. —No espero su respuesta y dejo que los
deportistas se encarguen del imbécil mientras vuelvo a entrar para cuidar de mi amigo.
—¿Dónde desapareciste el sábado por la noche? —me pregunta Gayle, deslizándose
a mi lado mientras recupero los libros de mi taquilla. Esta mañana tengo un poco de
resaca después de quedarme hasta medianoche bebiendo con West. Le pregunté si
quería dormir en mi sofá, pero insistió en irse a casa. Creo que se sentía culpable por
haber abandonado a su familia todo el día, pero necesitaba espacio para procesar todo.

—Me fui a casa —digo, metiendo un par de libros en mi bolsa y cerrando mi taquilla.

—No eres divertido. —Pone mala cara y me pasa las manos por el pecho—.
Esperaba recibir una invitación a tu casa. —Se aprieta contra mí y me rodea el cuello
con las manos. Se lame los labios y baja los ojos hacia mi boca—. También puedo
quedarme a dormir. Sé que a mi padre no le importará.

Esto es lo que obtengo por usarla para vengarme de Kendall. Algo por lo que me
estuve castigando continuamente desde el sábado por la noche. Kendall tenía razón
cuando me llamó la atención sobre mi comportamiento, y me avergüenza haber caído
tan bajo y dejar que los celos se apoderen de mí. Kendall ya tiene bastante en su plato
sin tener que lidiar con mi mierda insignificante. Todavía no sé a qué atenerme, y puede
que haya arruinado las cosas antes que hayan empezado.

Retirando los brazos de Gayle de mi cuello, doy un paso atrás, creando cierta
distancia entre nosotros.
173
—Lo siento si te engañé, Gayle, pero ya no me interesa salir contigo.

—¿Qué? —Se ríe, cerrando la brecha entre nosotros—. Eres un tipo divertido.

Le sujeto las muñecas antes que pueda volver a tocarme.

—No estoy bromeando. No me interesan las citas. No tengo tiempo.

Mueve las cejas y sonríe.

—¿Quién habló de citas?

Eh, lo hiciste. Cuando corriste hacia tu papá para obligarme a salir. Estoy tentado de
decirlo, pero sólo quiero llevar mi punto a casa y terminar con esto.

En un movimiento inesperado, me devuelve contra las taquillas y aprisiona mi


cuerpo con el suyo.

—Te deseo, y veo la forma en que me miras. Sé que tú también lo sientes. Podemos
olvidarnos de las citas por el momento. Mientras estemos follando, no me importa. —
Me desprendo de su abrazo, sin poder disimular el escalofrío que me invade. Gayle,
como es Gayle, lo malinterpreta completamente—. Mira, estás literalmente temblando
por mi contacto. —Se regodea visiblemente, y no es atractivo.

—Te aseguro que no es en el buen sentido.


Frunce el ceño.

—No me mientas, Vander. Sé cuándo un tipo me desea, y tú me deseas.

—Sabes una mierda, Gayle. —Terminé de ser el Sr. Buen Tipo. La única manera de
llegar a alguien tan delirante como ella es sin rodeos—. Sólo salí contigo porque mi
padre me obligó a hacerlo. No tengo ningún interés en ti, Gayle. Cero, cero, nada. No te
quiero. Preferiría hervir mis pelotas antes que llevarte a la cama. No habrá citas, ni sexo,
ni nada. — Me agarro a la correa de mi bolso—. No vuelvas a acercarte a mí, joder. No
quiero hablar contigo, ni siquiera ver tu cara. ¿Está claro?

—Eres un idiota. —Su fachada cae por un segundo, resaltando su dolor, y yo me


siento el más imbécil.

—Sí. Harías bien en recordarlo.

—Nadie me rechaza y no acaba arrepintiéndose. Ya lo verás —grita tras de mí


mientras me voy corriendo a casa antes de cometer otro desliz.

174
—¿Qué demonios, hombre? —dice West, acercándose a mí en el aparcamiento de
estudiantes. Es el final de un largo día y me vendría muy bien esta mierda—. Eso va a
costar mucho para arreglar —añade, trazando con el dedo los rasguños dentados
grabados en mi camión a ambos lados.

—Quiero retorcerle el escuálido cuello a Gayle —digo, abriendo la puerta trasera y


arrojando mi bolsa de libros al interior.

Sus ojos se abren de par en par.

—¿Gayle rayó tu camión? Maldita sea.

—Es la única persona a la que enfadé que haría algo así. —Bowie actualmente me
odia a muerte, pero no soy el único. Algo pasa con él, pero esta no es la manera de
manejarlo. No se sentó en la mesa de los deportistas en el almuerzo, y no entiendo por
qué parece querer condenar a todos al ostracismo. Aun así, sé que este no es su estilo.
Si quiere vengarse de mí, lo hará a la antigua usanza: con los puños.

—Deberías denunciarla. Eso es un daño criminal.

—No. Eso sólo echaría más leña al fuego.

—Esa es la cuestión. —Levanta su bolsa de lona del suelo y se la echa al hombro—.


Apuesto a que su padre firmaría con otro bufete de abogados si denunciases a su hija a
la policía. Te la quitarías de encima de una vez por todas, y además se la pegaría a tu
padre. Sé que eso es lo que yo haría si estuviera en tu lugar. —West está en modo anti-
padre ahora mismo, así que no me sorprende que haya sugerido este plan de acción.

—Mi padre estuvo pasando desapercibido, y así lo prefiero. Ya hice suficiente para
empañar el acuerdo con Turner Media. Si lo saboteo deliberadamente, podría matarme
o dedicar más esfuerzos a buscar a mamá. Por muy tentador que sea, creo que es mejor
dejarlo estar. Gayle parece haber captado el mensaje, y si este es el precio que tengo
que pagar, me parece bien. —Además, aquí no hay cámaras y no tengo pruebas. La
policía no podría hacer mucho y dudo que les importe—. ¿Quieres salir esta noche? —
pregunto, queriendo ofrecerle todo el apoyo posible.

—No puedo. Mamá quiere que cenemos juntos y veamos una película. Estaba muy
emocionada esta mañana. Está disgustada porque todos estamos disgustados. No pensé
que mi acto de desaparición de ayer la lastimaría. Necesito pasar algo de tiempo con mi
familia ahora mismo.

—Por supuesto. Ya sabes dónde estoy si me necesitas.

West me arrastra a un abrazo y me golpea la espalda.

—Gracias por estar ahí para mí ayer.

—Estuviste ahí para mí a través de toda mi mierda. Siempre tuve tu apoyo.


175

No veo a Kendall el resto de la semana, y sólo hablo con West en la escuela, porque
se están atrincherando como familia y tratando de encarrilar sus vidas. Casi todo el
mundo se enteró ya de la noticia, y los amigos de Kendall se están uniendo a ella. Quiero
ser yo quien la apoye, pero mis necesidades deben pasar a un segundo plano. Nos
enviamos mensajes de texto todos los días, pero aún no sé a qué atenerme con ella ni si
tiene espacio en su vida para mí.

Es deprimente, y parece que mi vida está en suspenso porque es mucho más


aburrida sin ella. Trato de mantenerme ocupado con las tareas de la escuela, llevando
mi camioneta al taller para que la reparen, haciendo sesiones extra en el gimnasio y
pintando. Envié las solicitudes de ingreso a la universidad antes de tiempo, así que ya
no tengo eso como distracción, pero me concentro en buscar apartamentos adecuados
cerca de Yale e investigar las diversas ayudas financieras que se ofrecen. Mantener a
mamá hizo mella en mi herencia y, según mis cálculos, tendré suficiente para cursar dos
años de universidad antes que se acabe. Podría vivir en los dormitorios y ahorrar un
poco de dinero, pero quiero tener mi propia casa para que Kendall pueda visitarme. No
hablamos de lo que ocurrirá el año que viene cuando me vaya, y ni siquiera tenemos
una relación, pero quiero asegurarme que siempre haya espacio para ella en mi vida
porque no puedo contemplar que Kendall no esté en ella.
Me dirijo a mi camioneta después de mi sesión en el club de boxeo cuando mi móvil
recibe un mensaje de ella. Mi mal humor desaparece al instante y no necesito mirarme
al espejo para saber que estoy sonriendo como un loco. Quiere que salgamos mañana
por la noche, y yo ya empiezo la cuenta atrás. Le respondo con un golpecito, diciéndole
que no coma y que pediremos comida para llevar.

Estoy a medio camino de casa cuando suena mi móvil; el nombre de mi padre


parpadea en la pantalla. Lo ignoro, subiendo el volumen de mi equipo de música, pero
se niega a desaparecer, llamándome incesantemente, hasta que cedo y contesto.

—¿Qué? —siseo, irritado porque me está arruinando la diversión.

—Te crees muy inteligente. Crees que puedes hacer lo que quieras y que no habrá
un precio que pagar, pero yo no me inclino ante nadie, y menos ante mi carne y mi
sangre. Me quitaste algo, y ahora yo también te voy a quitar algo. —Una risa amenazante
se filtra a través del teléfono, enviando escalofríos por mi espina dorsal.

—Si esto es por mamá, supéralo ya. —Sé que intentó encontrarla, pero está a salvo
y fuera de su alcance. Dana convenció a mamá de dar una oportunidad a la
rehabilitación, y está en un centro privado remoto, inscrita con un nombre falso, y él
nunca la encontrará. Me está costando una pequeña fortuna, pero si salva a mamá,
valdrá la pena.

—Perdí la cuenta de Turner Media por tu culpa, y no lo olvidaré pronto.


176
—Sé realista, papá. Tu turbia reputación te costó esa cuenta. No fue por algo que
hice o dejé de hacer. — No se construye una corporación multimillonaria tomando
decisiones de negocios basadas en las emociones. Si Miles Turner eligió otra firma legal
para representarlo, fue por razones ajenas a mí y a su hija. Me jugaría la vida en ello.

—Disfrutaré destrozándote, Vander —responde, negándose a aceptar la verdad,


porque es así de egoísta—. Y cuando estés tirado en un montón a mis pies, te
reconstruiré exactamente como quiero. Cuando termine contigo, tu vida no será tuya.
Será mía, y no tendrás otra opción que hacer lo que yo diga.

La línea se corta, y se siente ominosa.

Conduzco a casa con una inquietante sensación de temor, esperando que la


amenaza de mi padre sea pura palabrería, pero aterrado que no lo sea.
27
KENDALL

—¡Mama! —El grito urgente de West me llega a la cocina donde estoy limpiando
después de la cena—. ¡Necesito tu ayuda!

—¿Qué está pasando? —Escucho preguntar a Stella mientras corro por la cocina
hacia el pasillo—. ¿Qué te pasó en la cara? —pregunta.

Salgo corriendo al pasillo con el corazón en la boca, pero nada podría prepararme
para la escena que me espera. West tiene su brazo alrededor de la espalda de Vander, y
Vander se apoya en mi hijo, claramente herido y a punto de desmayarse.

—¿Qué pasó? —pregunto, esforzándome por evitar el pánico en mi tono mientras


me acerco a ellos. Me deslizo hasta el otro lado de Vander, cogiendo su brazo y
pasándolo por encima de mis hombros.

—Deberías ver al otro tipo. —Vander intenta aligerar el tono, pero no me hace 177
gracia.

—Vamos a llevarlo al baño —le digo a West antes de dirigir mi atención a mi hija—
. Coge el botiquín de la cocina y tráemelo.

Stella sale corriendo a buscarlo. Apoyando a Vander entre nosotros, West y yo lo


llevamos al baño de abajo. Vander se baja en el asiento del váter cerrado, haciendo una
mueca de dolor y agarrándose las costillas.

—Mis cuadros —jadea mientras West y yo compartimos una mirada—. Tengo que
volver a por ellos. —Se levanta, pero yo niego con la cabeza.

—Necesito comprobar tus heridas, y no estás en condiciones de ir a ningún sitio


ahora mismo.

—Por favor. —Los ojos llenos de dolor se fijan en los míos—. Quemó al menos la
mitad de ellos antes que lo detuviera. No quiero que termine el trabajo.

—Van, tu padre estaba desmayado cuando nos fuimos. Dudo que se levante pronto.

Mi cabeza gira entre West y Vander.

—¿Tu padre hizo esto? —Sé que le pegó en el pasado y que se pelearon cuando
Vander creció, aumentó de volumen y aprendió a usar los puños, pero esto está en otro
nivel—. ¿Cómo tuvo la oportunidad de hacerlo? Sé que eres más fuerte y capaz de
dominarlo.
Los ojos de Vander se oscurecen de rabia.

—Llegué a casa del gimnasio y él estaba en el jardín quemando mis obras de arte.
— Una risa amarga le sube a la garganta—. Fue como si volviera a tener trece años. —
Su nuez de Adán se balancea en su garganta—. Estaba en pánico, tratando de salvar mis
cuadros, por lo que no vi que se acercaba con un bate de béisbol. Estaba como loco,
incluso más que de costumbre, y se abalanzó sobre mí, me pilló desprevenido. Me dio
unos cuantos golpes antes que yo me impusiera y le devolviera el golpe y algo más.

—Es un imbécil —sisea West—. Todos los padres son unos idiotas —añade,
gruñendo.

West se niega a hablar con Curtis, proclamando que no quiere saber nada más de él.
Aunque me sentí aliviada cuando Curtis se mudó, eso significa que soy yo la que tiene
que recoger los pedazos. Sin embargo, lo prefiero así porque no confío en Curtis con las
frágiles emociones de mis hijos. Es demasiado egoísta para ponerlos en primer lugar.
Mis hijos están sufriendo y yo hago todo lo posible para apoyarlos mientras lidian con
sus sentimientos.

—¿Por qué hizo esto ahora? —pregunto, sintiéndome culpable por no haber tenido
mucho tiempo para Vander últimamente.

—Perdió la cuenta de Turner Media. — Vander me mira a través de su ojo izquierdo


hinchado. Tiene moratones por toda la cara, sangre seca en la nariz y un corte en el
labio. 178
—Me enteré de eso. Greg estuvo como un demonio en el trabajo toda la semana,
pero ¿qué tiene que ver eso contigo? —Seguramente, Greg no está culpando a Vander.
Llevó a Gayle Turner a una cita sólo para apaciguar a ambos padres, así que hizo su
parte.

—Me culpa a mí.

—Eso es ridículo, y se lo voy a decir. ¡No puede desquitarse contigo!

—No. —Van sacude la cabeza mientras Stella entra en la habitación—. No puedes


involucrarte, Kendall. No sabes hasta dónde está dispuesto a llevar las cosas. Está
enojado porque le quité a mamá y está decidido a joderme la vida. Declaró la guerra, y
esto es sólo el comienzo. No puedes ponerte en medio. —No sabía que pasó algo con
Diana, y la culpa vuelve a asomar su fea cabeza.

—Van tiene razón, mamá — dice West—. Es un maldito psicópata y no quiero que
te acerques a él.

—No puedo creer que tu padre te haya hecho esto. —Stella me entrega el botiquín
mientras clava sus ojos compasivos en Vander—. Hay que encerrarlo.

Debería, pero ya intenté esa ruta antes y me topé con un muro sólido.

—Si quieres ganar a Gregory Henley, tienes que jugar contra él en su propio juego
—dice Vander.
—¿Cómo se hace eso? —pregunta West.

—Todavía no lo sé. —Vander se mueve en el asiento del inodoro, haciendo una


mueca de dolor—. Pero lo averiguaré.

—Bien. Tengo que comprobar las heridas de Vander —digo, poniéndome mi


sombrero práctico—. West, ve a despejar un lado del garaje para crear espacio y poder
trasladar temporalmente los cuadros de Vander allí. —Tendré que ir a buscarlos yo
misma porque habrá que cubrirlos para que no se note que la mayoría son míos—.
Stella, ve a cambiar la ropa de cama del dormitorio de invitados. La azul —añado, sin
querer ponerlo en el dormitorio en el que dormía Curtis. Miro a Vander mientras
destapo la tapa del botiquín—. No quiero que vuelvas allí esta noche. Puedes quedarte
aquí.

—Cogeré a algunos de los chicos y me dirigiré a la cochera para recoger tus cosas
—ofrece West.

—No —Vander y yo decimos al unísono.

—Tú mismo dijiste que Greg es un psicópata. — Puse el kit en la repisa de la ventana
a mi lado—. No te quiero cerca de ahí. Organizaré algo. Por ahora, sólo limpia el garaje,
por favor.

West abre la boca para protestar, pero Vander sacude la cabeza.


179
—Tu madre tiene razón. No es seguro. Le pediré a Jimmy que consiga que un par de
chicos mayores del club de boxeo vayan más tarde. Pueden recoger mis cuadros y mis
cosas.

—Muy bien. —West roza con la mirada a su mejor amigo—. Tal vez no debería
haberte sacado de él. Tal vez debería haberte dejado terminar el trabajo.

No voy a tocar eso.

—Me alegro que hayas llegado cuando lo hiciste. —Mi mirada se desvía hacia
Vander—. ¿Deberíamos preocuparnos que tu padre presente cargos? Tal vez deberías
denunciar esto.

—No presentará cargos. —Vander se levanta cautelosamente la camiseta—. Nunca


haría eso.

—Deberíamos al menos tomar fotos —digo—. Así, si intenta hacer algo, tenemos
pruebas de tus heridas.

Vander asiente mientras West le ayuda a quitarse completamente la camiseta.


Aspiro un grito de horror al ver los moratones en un lado del pecho y a lo largo de la
caja torácica.

—Voy a buscar hielo para esas costillas —dice West.


—Me van a doler una barbaridad. —Él debería saberlo. A lo largo de los años sufrió
una buena cantidad de costillas magulladas, gracias al fútbol.

Cuando estamos solos, me agacho y acaricio con ternura el rostro de Vander.

—Cuánto te duele, y no me mientas.

—Se trata de un cinco —dice, pinchándose suavemente las costillas y mordiéndose


el labio inferior—. Sufrí cosas peores.

—Odio que lo hayas hecho —susurro, luchando contra un repentino torrente de


emoción.

—Kendall. — Vander me agarra la muñeca—. Estoy bien. Créeme cuando te digo


que a él le duele mucho más que a mí.

—No lo mataste, ¿verdad? —Tengo que preguntar. No porque me importe ese


pedazo de mierda, porque me importa Vander.

—West lo comprobó. Todavía respiraba. —Se lleva la muñeca a la boca y me da un


suave beso en la piel. —Te eché de menos —susurra.

—También te eché de menos —susurro—. Siento no haber tenido tiempo para ti


esta semana.
180
—No hagas eso. — Sacude la cabeza, soltando mi mano de mala gana—. No te
disculpes. Sé que fue una semana estresante para ti y que tuviste que dar prioridad a tu
familia. Nunca podría resentirte por eso. Me lo recordaba cada hora cuando la necesidad
de verte era casi demasiado grande.

Me pongo de pie e inclino su cara hacia arriba.

—Ahora cuidaré de ti. Estás a salvo aquí, pero no puedes quedarte mucho tiempo.
—La tentación será demasiado grande.

—Lo sé. —Sus ojos cansados se fijan en los míos.

—Tu hermoso rostro —digo, examinando suavemente los moretones de sus


mejillas y su mandíbula.

—Se curará. —Se encoge de hombros, como si no fuera gran cosa, y odio que
probablemente no lo sea para él.

Antes de curarle, hago varias fotos con mi móvil, asegurándome de capturar todas
las marcas, moratones y cortes. Extiende sus muslos para que pueda pasar entre ellos
mientras le atiendo primero la cara. West vuelve con compresas de hielo, que Vander
se sujeta en las costillas mientras yo le limpio la cara y le aplico crema de árnica en los
moratones y crema antiséptica en el labio cortado. Vander le pide a West que coja su
bolsa de deporte y su móvil de la camioneta para poder llamar a Jimmy.
—Puede que necesites una radiografía de esas costillas —digo, temiendo incluso
tocarlas.

—No. Sólo están magulladas.

—¿Estás seguro?

Asiente con la cabeza.

—Papá me rompió un par de costillas una vez. Sé lo que se siente.

—Lo odio —suelto—. Tal vez debería empezar a poner veneno en su café en el
trabajo.

Vander me mira con una sonrisa divertida.

—¿Harías eso por mí?

—Lo haría —respondo sin dudar—. Si creyera que puedo salirme con la mía.

—Aprecio el sentimiento, pero es mi problema para ocuparme de él.

—Ten cuidado —susurro—. Tu futuro está en juego.

—Va a intentar quitármelo —responde tranquilamente—. Pero no se lo voy a 181


permitir.

—Deberías tener noticias de Yale a principios de enero. Mientras tengas una oferta,
no te la puede quitar.

—Yo no estaría tan seguro —responde Vander—. Es un antiguo alumno y tiene


contactos. Puede hacer prácticamente lo que quiera. No me extrañaría que ya supiera
que no presenté una solicitud para Derecho en Yale.

—El plazo de presentación no es hasta febrero. No necesita saber que presentaste


una solicitud anticipada para el programa de arte.

Vander se encoge de hombros y una mueca recorre su rostro. Frunzo el ceño.


Cualquier movimiento que mueva sus costillas parece dolerle, y necesita permanecer
quieto.

—Estará en alerta después de destruir mi estudio de arte hoy.

Mirando por encima de mi hombro, compruebo que no hay moros en la costa antes
de enhebrar mis dedos en su pelo.

—Habrá visto las fotos mías.

—Lo sé. — El aire sale de su boca—. ¿Por qué crees que quiero que te alejes de él?
Las pinturas y los dibujos no prueban nada, salvo que estoy un poco obsesionado
contigo. No le dará más importancia a menos que empieces a meterte en sus asuntos, y
entonces sospechará que es algo más que un enamoramiento unilateral. No quiero que
te utilice para vengarse de mí.

Greg intentará utilizarme para hacer daño a su hijo. De eso, no tengo ninguna duda.
Pero que se joda. Puede intentarlo, pero no lo conseguirá. Estoy harta que los imbéciles
intenten mangonearme y subestimarme. No sé cómo puedo rescatar el futuro de
Vander, pero lo voy a intentar.

—Me mantendré fuera de su camino, lo prometo. —Tanto como pueda cuando


trabajemos en el mismo bufete.

—Me alegro que mamá esté en rehabilitación y no pueda usarla como saco de
boxeo.

Sólo te utilizó a ti en su lugar.

—¿Diana está en rehabilitación? —pregunto, y él asiente—. Eso es genial, Vander.


Espero que siga adelante y que le sirva de algo.

—Yo también.

Nos hundimos en el silencio porque no hay nada más que decir. Cojo una de las
bolsas de hielo y se la pongo en el ojo hinchado mientras nos miramos fijamente, con la
tensión creciendo en el pequeño cuarto de baño hasta que parece que va a explotar. Con
la mano que tengo libre, le acaricio el brazo, arriba y abajo, en lo que espero que sea un 182
gesto reconfortante. La mano de Vander se desplaza hacia la parte posterior de mi
pierna y me inclino un poco más, con cuidado de no presionar sus costillas doloridas.

Nos separamos cuando oímos pasos acercándose. Stella confirma que la habitación
de invitados está preparada y ayudamos a Vander a subir las escaleras para que se
acomode en la cama. Vander llama por teléfono a Jimmy mientras yo voy a la cocina a
por agua y pastillas para el dolor y a calentar un plato de lasaña porque estoy bastante
segura que no comió.

—Jimmy, Crusher y un par de chicos más van de camino a la cochera para


empaquetar mis cosas y salvar lo que queda de mi estudio —dice cuando entro
cargando una mesa bandeja—. Saben que tienen que envolver los cuadros con burbujas.
Llamaré al almacén local por la mañana y alquilaré una de sus unidades.

—No hay prisa. Tenemos un espacio vacío en el garaje ahora que Curtis se fue,
llevándose su auto y sus herramientas. — Despliego las patas de la bandeja y la coloco
sobre el regazo de Vander.

—¿Cómo lo llevas? —me pregunta, pasándome el cabello por detrás de la oreja.

—Estoy bien. Sólo estoy preocupada por los niños. —Estoy pasando por un montón
de emociones, pero no lamento que Curtis se haya ido. Estoy aliviada que se haya hecho.
Sus padres están devastados y decepcionados con su hijo, pero se apresuraron a
ofrecerme su apoyo, lo que significa mucho. Mis amigas también se unieron a mí, y
aunque me cuesta dormir y comer, y me preocupa el futuro, sé que esto es sólo una fase
de transición. Mi vida cambió casi de la noche a la mañana y tengo que replantearme
todo lo que creía que planee para el futuro. La incertidumbre es inquietante, pero sé
que con el tiempo estaré bien.

—West se lo está tomando mal —admite Vander, confirmando algo que ya sabía.

—Stella también, pero es mejor para mantener la fachada. Ridge llora hasta
quedarse dormido todas las noches y es desgarrador.

—Quiero estar aquí para ti, pero no sé cómo —dice cogiendo un tenedor.

—Sólo sigue estando ahí para West. Esa es la mejor manera en que puedes
ayudarme ahora.

183
28
VANDER

Paso una noche incómoda en casa de Kendall. Cada vez que me doy la vuelta
mientras duermo, el dolor me apuñala a lo largo del costado, aplastando mis pulmones
y dificultando la respiración. Me despierto jadeando y con el sudor pegado a la frente.
No hay manera que asista a la escuela, aunque odio la ausencia en mi expediente.

—Mamá llamó al director —confirma West cuando se detiene en la habitación para


ver cómo estoy antes de irse—. Y se tomó un día personal del trabajo para cuidarte. Me
ofrecí a quedarme en casa, pero no me dejó.

—No quiero que nadie se tome tiempo del trabajo o de la escuela. Puedo cuidar de
mí mismo. No es que esté completamente incapacitado.

—Conoces a mi madre. Ella nunca te dejaría solo en ese estado.

—Se ve peor de lo que es. 184


West se ríe.

—Mierda, pero lo entiendo. Odio lesionarme y tener que limitar lo que puedo hacer.

—Se acabó contigo. — Kendall aparece en el pasillo detrás de West—. Vas a llegar
tarde si no te vas ahora.

—Me voy. — West tira de su madre para abrazarla—. Gracias por cuidar de Vander.
Eres una entre un millón, mamá.

Kendall se queda callada cuando entra en la habitación, llevando una bandeja.

—Tengo el desayuno. — Da la vuelta a la cama justo cuando se cierra la puerta


principal. Deja la bandeja en el suelo y me ayuda a sentarme en la cama. Intento
apartarla, pero me duele mucho y ella no lo acepta—. Deja de resistirte. Estás herido y
tienes que dejar que te cuide.

—No quiero que hagas eso. —Le cojo la mano y se sienta en el borde de la cama—.
No quiero ser una carga o una responsabilidad. No soy uno de tus hijos. —Se estremece,
y probablemente no sea la mejor elección de palabras, pero necesito desahogarme—.
Quiero ser tu mejor amigo, tu confidente, tu amante, tu todo. Pero nunca una carga.

—Vander. —Me acaricia suavemente la mejilla—. Nunca podrías ser una carga, y no
es así. En absoluto. Sería más fácil si te considerara como uno de mis hijos, pero mis
pensamientos sobre ti son todo lo contrario. —Su mano baja de mi mejilla, y su cara se
contorsiona—. Sinceramente, que digas eso me da asco.

Emito una risa tranquila.

—Sólo quiero asegurarme que estamos en la misma página.

—Te estoy cuidando porque eso es lo que haces cuando alguien que te importa
necesita ayuda.

No voy a mentir. Su uso de la palabra cuidado en lugar de amor duele, pero no puedo
hacer que esto se trate de mí más de lo que ya es. Y estoy agradecido por todo lo que
está haciendo para ayudarme.

—Gracias.

—Me gusta tenerte aquí. —Levanta la bandeja de la mesa y la coloca sobre mi


regazo—. Un tono rosado florece en sus mejillas—. Es difícil pensar en otra cosa que
no sea que estás en la habitación al final del pasillo.

—Conozco la sensación. Ni siquiera el dolor pudo evitar que esos pensamientos


entraran en mi mente.

—Come. —Levanta un tenedor y lo pone en mi mano. Su suave mano me acaricia la


piel mientras me enrosca los dedos alrededor del mango, lo que hace que me suba el 185
calor por el brazo—. Luego puedes tomar más pastillas para el dolor y te prepararé un
baño. Le pondré sales de Epsom. Eso debería ayudar a la curación.

—Gracias. —Corto la tortilla y me meto un trozo en la boca—. Esto está delicioso —


digo cuando terminé de masticar—. ¿No tienes nada?

—Comí con los niños. Voy a limpiar y luego volveré para ver cómo estás. —
Tentativamente, se inclina, presionando un beso persistente en mi frente—. Me alegro
que estés bien, Vander. Estaba muy preocupada.

—Soy más fuerte de lo que crees, y me recuperaré enseguida.

Kendall vuelve cuando me terminé todos los bocados del plato y me tragué los
analgésicos. Me ayuda a entrar en el baño principal, donde la bañera ya está llena y
preparada para mí. Puede que haya exagerado mi incapacidad para caminar sin ayuda
para poder sentir su cuerpo ágil contra el mío y el contacto de su brazo alrededor de mi
espalda desnuda.

—¿Necesitas ayuda para desvestirte? —pregunta, con las mejillas teñidas de rubor
de nuevo.

Probablemente podría hacerlo, apretando los dientes por el dolor, pero es una
oportunidad demasiado buena para desperdiciarla.

Dije que no presionaría a Kendall.


Eso no significa que no le dé un empujón aquí y allá.

—Sí. No creo que pueda bajarme los pantalones cortos sin que me duela. —West
me ayudó a quitarme el chándal anoche, dándome un par de sus pantalones cortos de
entrenamiento para que me los pusiera, ya que eran más cómodos para dormir.

Su lengua sale, mojando sus tentadores labios mientras me mira.

—No intentes nada raro, Vander.

Le lanzo mi sonrisa más inocente.

—¿Yo? como así. —Mi sonrisa se amplía, y casi puedo oír su corazón latiendo
furiosamente en su pecho.

—Apoya una mano en el lavabo para estabilizarte —dice, moviéndose


intencionadamente detrás de mí. Saco un suspiro en el momento en que sus cálidas
manos se dirigen a la cintura de mis calzoncillos y sus dedos rozan la piel de la parte
baja de mi espalda.

—Ese es un gran tatuaje. —Me recorre con los dedos la columna vertebral hasta
llegar a las palabras grabadas en una curva a lo largo de la parte superior de mi espalda,
de un omóplato al otro—. Te conviertes en lo que amas. —Las puntas de sus dedos
recorren las palabras mientras las lee, y su contacto tiene el efecto habitual en mí. Siento
un cosquilleo por todo el cuerpo, apenas siento dolor, excepto en la polla, que está dura 186
como una piedra y palpita—. ¿Es ese Marco Aurelio?

—Sí —canturreo, luchando por respirar ante el torrente de sensaciones que su


toque enciende en mi cuerpo.

—Te gustó mucho el libro.

—Sí. Mucho de lo que dice resuena en mí.

—Me encanta eso, y me encanta esta cita. Es perfecta. ¿Te dolió? —Continúa
pasando los dedos ligeramente por el tatuaje.

—No realmente. Esto me hará sonar como un masoquista, pero me encanta la


sensación de la aguja en mi piel cuando me entinta. El dolor me confirma que estoy vivo,
y el hecho que me graben mis propios diseños en la piel me recuerda que soy yo quien
tiene el control sobre mí. Soy responsable de este dolor, y es liberador. Es un
sentimiento poderoso. Probablemente no lo estoy explicando bien, pero es una
experiencia surrealista tatuarse. Hay una especie de... reverencia sobre todo el asunto.
Me siento en paz cuando estoy allí. Hay silencio, excepto por el sonido de la máquina y
mis propios pensamientos, y lo disfruto.

Hay una pausa embarazosa antes que ella hable.

—Vaya, eso fue muy elocuente. —Su cálido aliento se abanica sobre la parte
superior de mi espalda mientras sus dedos se mueven—. Nunca lo pensé así. Solía
hablar de hacerme un tatuaje, pero Curtis no lo aprobaba, así que olvidé la idea. Pero
ahora. —Se mueve hacia mi lado, sus dedos rozan mi brazo mientras examina la tinta
allí—. Ahora, puede que lo reconsidere.

—Deberías. —Giro la cabeza para mirarla—. Déjame diseñar algo para ti.

Sus ojos se dirigen a los míos y una carga magnética familiar llena el espacio entre
nosotros. Nos miramos fijamente, y es como si nos miráramos en el espejo del alma. Sus
dedos están inmóviles en mi brazo, y su toque se siente como una marca permanente
en mi carne.

—Bien —susurra ella—. Me gustaría.

No esperaba que aceptara, y mi corazón se hincha de amor y orgullo por el hecho


que esté dispuesta a dejarme diseñar algo tan íntimo.

—¿Tienes algún requisito específico?

Ella sacude la cabeza, sonriendo.

—No. Sorpréndeme.

—Lo haré. —Nos sonreímos, y el aire chispea con esa misma corriente eléctrica.

Kendall traga saliva, apartando primero su mirada y volviendo a la tinta de mis


brazos. Nos quedamos en silencio mientras explora los tatuajes de mis brazos, la parte 187
superior del pecho y el cuello. Tengo todo tipo de cosas grabadas en la piel. Símbolos
griegos y egipcios antiguos, espadas, serpientes, dragones, cuchillos y citas que me
hablan.

—Son increíbles, Vander —dice, inspeccionando cada diseño con atención—. Cada
pieza es ejemplar. Se nota que se pensó y se hizo un gran esfuerzo.

—Nunca soy frívolo con lo que pongo en mi cuerpo. Mi piel es el lienzo por
excelencia y no quiero tratarla con nada menos que el respeto que se merece. Me tomo
muy en serio cada diseño. Cada tatuaje tiene un significado para mí.

Su mirada sube por mi cuello y llega a mi cara mientras se coloca directamente


frente a mí.

—Nunca me atraes más que en los momentos en que me muestras tu corazón y tu


alma. Es hermoso, Vander. —Sus manos me acarician la cara—. Eres precioso. — Se
acerca, y sé que en el momento en que siente mi erección rozando su estómago, sus ojos
se abren de par en par y se queda rígida.

—Eres preciosa —susurro, bajando mi mirada a sus labios y volviéndola a subir. —


Y ahora sabes lo que me haces.

La anticipación flota en el aire y me muero por besarla, pero no puedo ser yo quien
lo haga. Estamos en su casa, y no voy a sobrepasar los límites. ¿Desafiarlos? Claro que
sí, pero no daré ese último paso. El aire sale silbando de su boca mientras se mantiene
muy quieta, sus ojos bajando hacia mis labios. Contengo la respiración, preguntándome
qué hará. Retrocediendo, retira sus manos de mi cara, llevándose todo el calor con ella.
Un rubor rojo le sube por el pecho hasta el cuello, y me alegro de ver que se pone tan
cachonda como yo.

—No podemos cruzar esa línea en mi casa, Vander.

—Entiendo.

Sus rasgos se suavizan.

—Haces que sea tan difícil resistirse.

—Entonces no lo hagas. —Enrollo mis dedos en su cabello—. Sé que no es el


momento, pero cuando haya encontrado un nuevo lugar, dime que pasarás la noche.
Necesito estar contigo.

—No puedo prometer nada, Vander. Ya lo sabes.

El desánimo se cuela en mis venas, y no estoy seguro de lo que ella ve, pero es
suficiente para que me tranquilice.

—Yo también te deseo, pero me aterra. Los dos sabemos que si cruzamos esa línea
no hay vuelta atrás.

Asiento con la cabeza. 188


—Tú eres el final de la línea para mí, Kendall. No necesito que la crucemos para
saber esa verdad.

—¿Siempre eres tan intenso con las chicas? —pregunta, acercándose a mi espalda.

—Nunca antes.

—Me haces sentir especial —susurra, y sus dedos vuelven a la cintura de mis
pantalones.

—Eres especial, Kendall, y odio que no puedas verlo. —Ese imbécil le hizo mucho
daño. Su confianza en sí misma es bastante baja, y me comprometo a hacer todo lo que
esté en mi mano para ayudarla a recuperarla.

—Tienes que meterte en la bañera antes que se enfríe el agua. —Ella termina a
propósito la conversación, y eso está bien. Tengo un poco más de paciencia. Puedo
esperar un poco más.

—Tú eres quien me entretiene —me burlo—. Deshazte de mis pantalones cortos.

Me agarra la parte superior de los calzoncillos y me los baja de un tirón. Se le escapa


un grito de sorpresa cuando se da cuenta que no llevo calzoncillos.

—¡Oh, Dios mío, ¡Vander! —chilla—. Estás desnudo.


Lentamente, me doy la vuelta, incapaz de ocultar mi enorme sonrisa y el enorme
apéndice que sobresale orgullosamente de mi cuerpo.

—Hay que estar desnudo para bañarse —me burlo mientras mi polla la saluda.

Vuelve a chillar, tapándose la cara con las manos, y yo no lo consiento.

—No seas tímida, cariño. Mira hasta hartarte porque esta bestia es toda tuya. —Con
cuidado, le quito los dedos de la cara y le rozo el labio inferior con el pulgar—. Mira —
le ordeno—. Mira lo que me haces.

Su pecho se agita, y el pánico mezclado con la excitación revolotea por su cara. Es


tan adorablemente guapa, y a mí me encanta esta mujer.

—Mira o te obligaré a tocarla— susurro mientras devoro su boca con la mirada.

Sin vacilar, baja la mirada por mi cuerpo, sobre mi amplio pecho y mis curvados
abdominales, y a lo largo de la curvatura en V de mis caderas, antes de dar con el premio
gordo. Sus cejas suben hasta la línea del cabello y su boca se abre en forma de O.

—Oh, mi... santo wow.

Cepillando el pelo sobre su hombro, aprieto mi boca contra su oreja, sonriendo


como un idiota.
189
—¿Te gusta tu polla? —susurro—. ¿Estás imaginando tus labios alrededor de ella o
la forma en que se sentirá moviéndose dentro de tu pequeño y caliente coño?

Un sonido estrangulado sale de sus labios, pero sigue mirándome la polla, y me


encanta. Mi polla se sacude, amando la adoración, y decido empujar un poco más.

—Si te metiera los dedos ahora, ¿qué tan mojada estarías? —Ella estira el brazo,
agarrándose al lado del lavabo para mantenerse erguida. Tiene las mejillas enrojecidas,
la respiración agitada y sus duros pezones se asoman a la parte delantera de su endeble
blusa. Sé que está tan excitada como yo, y la lujuria líquida es una bestia desbocada que
corre por mis venas exigiendo que tome lo que es mío. Quiero enterrarme hasta las
pelotas dentro de ella y estampar mi marca por todo su cuerpo. Quiero borrar a todos
los hombres que me precedieron para que lo único que vea sea a mí. Necesito que sepa
que estamos destinados a estar juntos y que nunca me alejaré, porque ella es mi destino
y yo el suyo.

Una gota preseminal sale de la punta de mi polla mientras ella sigue deleitándome
con sus grandes ojos azules. Quiero ponerla de rodillas y hacer que me pruebe, pero
nunca forzaré ninguna parte de mí en ella. Tiene que hacerlo por voluntad propia, y este
no es el momento ni el lugar.

—No necesito que me respondas, cariño, porque ya lo sé. —Me inclino y le doy un
ligero beso en el cuello. Ella se estremece y cierra los ojos, mordiéndose el labio, y yo
me siento tan enamorado de ella—. Abre los ojos —susurro, deslizando mi boca por su
cuello antes de dar un paso atrás. Agarro mi pene y le doy unos cuantos golpes lentos.
Su mano vuela hacia su pecho mientras me mira, como aturdida—. Cuando estés
preparada para tomar lo que te pertenece, no habrá vuelta atrás. A menos que ese
momento sea ahora, te sugiero que te vayas antes que pierda el control y haga algo a lo
que no podrás resistirte.

Sus ojos se dirigen a mi cara y, sin decir una palabra, sale corriendo del cuarto de
baño, dejándome solo con mi baño frío.

190
29
KENDALL

—¡Cuidado con eso! —llamo mientras Crusher y West luchan por maniobrar el
gran sofá a través de la estrecha puerta principal del nuevo apartamento de Vander.

—Deja que te ayude —Vander se acerca a ellos, pero le lanzo una mirada de
advertencia que lo detiene a mitad de camino.

—Ni siquiera lo pienses. Todavía te estás curando —Señalo el banco que corre a
lo largo de la pared en el interior de su nueva mesa de comedor—. Sienta tu culo y deja
el trabajo pesado a otra persona para variar.

Mis palabras tienen un doble sentido, y sé que él lo entiende. Fue difícil para
Vander pasar a un segundo plano mientras todos los demás se dejaron la piel para tener
su nuevo apartamento listo para que se mude antes de Navidad. Es directamente
encima del club de boxeo, y fue un regalo de Jimmy. El gran espacio de tipo industrial
comprende dos áreas principales. Un lado se mantiene para el nuevo estudio de arte de 191
Vander, y el otro lado es su espacio de vida. No se utilizó como apartamento en mucho
tiempo, pero todavía tenía una pequeña cocina y un cuarto de baño separados, que
necesitan urgentemente una renovación.

El espacio estaba en gran parte vacante, y Jimmy no dudó en ofrecérselo a Vander


en su momento de necesidad. Es el dueño del edificio, y se niega a aceptar el alquiler, y
honestamente, podría besar al hombre. Él es el padre que Vander nunca tuvo, y puedo
decir por las interacciones entre ellos que Jimmy lo quiere como a un hijo.

Pasamos los últimos diez días desmontando el lugar y preparándolo para que
Vander se mude. Encontré un contratista para reemplazar la vieja cocina y baño por
otros nuevos y un tipo para lijar y barnizar los suelos de madera originales. Stella, West,
Ridge y yo veníamos todas las noches después de cenar para pintar las paredes, y en
realidad fue un tiempo de unión divertido. Nos permite a todos olvidar nuestros
problemas y simplemente disfrutar de hacer algo para ayudar a Vander.

Vander estuvo de mal humor y molesto toda la semana porque no lo dejé ayudar.
Todavía le duelen las costillas y necesita curarse. Sospecho que parte de su mal humor
proviene de la frustración sexual. Algo con lo que me identifico. Desde que me mostró
su cuerpo desnudo, no pude olvidar lo jodidamente sexy que es. Su culo tonificado. Ese
paquete de seis tallados que casi parece pintado. Su tentadora y enorme polla. Mi
pequeño amigo eléctrico estaba recibiendo tanto que murió, y ahora dependo de mis
dedos para excitarme cada noche. Se está volviendo problemático porque no puedo
sacarlo de mi cabeza. Cada noche, cuando me acuesto en la cama y cierro los ojos, él es
todo lo que veo.
La polla de Vander es hermosa. Nunca pensé que diría eso de cualquier polla de
un hombre, pero es la verdad. Es larga y gruesa y recta con una suave cabeza púrpura y
un vello púbico cuidado. No es que sea una experta. Sólo tengo a Curtis para compararlo,
pero no hay comparación. Me siento como si hubiera sido atascada con una polla barata
y de calidad inferior durante años, mientras que ahora me ofrecen la experiencia de
Whole Foods Market que tiene un costo considerable, pero vale la pena pagar el extra
por el aumento de la calidad y el servicio.

—¡Mamá! —Stella me tira del codo y me quita de en medio mientras Crusher y


West llevan el sofá a la habitación—. Estabas a kilómetros de distancia —Ella me
mira—. ¿Te encuentras bien? Tienes la cara muy roja.

Me pongo aún más roja ante sus palabras.

—Estoy bien —Agito las manos en el aire—. Es que hace calor aquí —miento.

—Mamá, está jodidamente helado. Acabamos de encender la calefacción —me


dice West.

Vander luce la mayor de las sonrisas en su cara, y juro que siempre parece saber
a dónde fue a parar mi mente.

—Deben ser tus hormonas —bromea Stella—. Aunque eres demasiado joven
para tener sofocos.
192
—¡Stella! —grito, absolutamente mortificada por el giro de esta
conversación—. Para —siseo, y ella se ríe.

Dejando a los chicos para que muevan el resto de los muebles y cajas de la mudanza,
me dirijo a la cocina para preparar algo para la cena. Cualquier cosa para distraerme de
esa embarazosa conversación. Pasé por la tienda de comestibles de camino a casa desde
el trabajo y vine directamente aquí para guardar todo. Stella llevó a Ridge en coche
mientras West y Vander conducían el alquiler de U-Haul, y Crusher vino en el camión
de Vander.

Saqué el pollo y las verduras de la nevera, las puse en la encimera. Me estire hacia
el armario superior cuando Vander aparece detrás de mí.

—Yo lo tomo —Se acerca a mí—. ¿Qué necesitas?

—El plato blanco rectangular.

Lo coloca en la encimera, junto al pollo y las verduras, entrecerrando los ojos


mientras lo estudia.

—No recuerdo tener esto.

—Porque no lo hiciste —digo, seleccionando unos frascos de hierbas del estante


fijado a la pared—. Te compré cosas nuevas —Mordiendo el interior de mi mejilla,
admito algo que le estuvimos ocultando—. Tu padre destrozó la cochera después que
los chicos recogieran tus cuadros, ropa, objetos personales y muebles. No pensaron en
empacar la cocina.

Su mandíbula se tensa.

—Deberías habérmelo dicho.

—No quería que te preocuparas. Además, tienes una cocina flamante, y se merece
todo lo nuevo.

—Deja que te lo pague.

—Considéralo un regalo de inauguración —Le sonrío mientras enciendo el horno.

Discretamente, engancha su meñique alrededor del mío. Sus ojos brillan con
emoción cuando me mira

—No puedo agradecerte lo suficiente por todo lo que hiciste por mí.

Se me ocurren muchas maneras de agradecérmelo.

Me deshago de ese molesto demonio interior cuando la boca de Vander se levanta


y me mira con una mirada cómplice. ¿Cómo puede hacer eso?

—La gente se preocupa por ti, y todos queremos mantenerte a salvo. 193
La sonrisa se le escapa de la cara

—¿Volvió ya el psicópata al trabajo?

Sacudo la cabeza mientras extraigo una cuchara de madera y un cuchillo de


cocinero del cajón y los coloco en la tabla de cortar.

—No apareció en toda la semana. Al parecer, tiene una infección viral que es
contagiosa, así que canceló todas sus reuniones cara a cara con los clientes y trabajó
desde casa.

Asiente.

—Una historia probable. Al menos lo mantiene alejado de ti.

Sé que le preocupan las represalias.

—No voy a dejar que me haga nada a mí. Intenta no preocuparte —le digo mientras
coloco las pechugas de pollo en la fuente de horno.

—Dame algo que hacer —dice mientras los chicos llevan su televisor al interior.

—Puedes cortar esto —Le doy el cuchillo, la calabaza amarilla y un calabacín.


—¿Pensaste más en mi sugerencia? —pregunta, mientras saca otro cuchillo del
cajón y me lo entrega.

Me pongo a trabajar para picar la cebolla roja, los pimientos, el brócoli, el ajo, y los
tomates mientras hablamos.

—Lo haré —confirmo mientras trabajamos codo con codo—. Aprender defensa
personal es una obviedad, y Jimmy me aseguró que no tenía problema con que me
enseñes en el gimnasio.

—Genial —Me sonríe cariñosamente, y me pierdo en su preciosa cara durante un


par de segundos.

—Mamá —Stella se acerca a nosotros, y yo rápidamente arrastro mi mirada de


Vander—. Ridge está aburrido, así que voy a llevarlo abajo al club de boxeo para
mostrarle el lugar. Jimmy dijo que podía hacerlo.

—Buena idea, pero vuelve en treinta minutos para ayudar a poner la mesa para la
cena.

—Sí, sí, capitán —Ella me saluda antes de agarrar a Ridge en un momento y sacarlo
por la puerta.

Vander se ríe.
194
—Stella es una fiera. Los chicos de la escuela están locos por ella. Todos compiten
por su atención.

Gimoteo.

—Por favor, no me digas eso. —Stella es la más fuerte de mis hijos desde la
separación, pero eso no significa que no esté sintiendo la agitación emocional. Sólo que
lo oculta mejor, lo que me preocupa. Preferiría que lo dejara salir, pero sospecho que
está tratando de poner una cara valiente por mí. West es un loco emocional y está súper
enfadado todo el tiempo. Ridge está triste a veces cuando no está distraído por la
escuela o los deportes o sus amigos.

Curtis llevó a Ridge a su apartamento en Denver el viernes por la noche y lo tuvo


hasta el sábado por la noche. Eso es parte del acuerdo provisional que tenemos hasta
que resolvamos todos los detalles del divorcio. Sin embargo, ya lo está rompiendo. Me
envió un mensaje ayer para decir que no podía llevarlo esta noche, pero que lo llevaría
el sábado por la noche en su lugar. Él sólo espera que yo no tenga planes y que está bien
tratar mal a su hijo para complacer a su novia. No la mencionó, pero estoy bastante
segura que ella es la razón por la que cambió las noches.

—No tienes que preocuparte por Stella, Kendall —Vander me quita algunos
tomates de mi tabla cuando termina de cortar sus verduras—. Ella sabe cómo
manejarse. Puede que sea un poco salvaje, pero es inteligente. Además, West los tiene a
todos aterrorizados. Si a alguien se le ocurre hacerle mal, tendrá que responder ante
nosotros.
Eso me reconforta. A menudo me pregunto si hubiera tenido un hermano mayor,
¿habría advertido a Curtis que me tratara bien o me habría advertido que no saliera con
él?

—Me alegro que Stella tenga gente que se preocupe por su bienestar.

—Tú también —Mira por encima de su hombro, comprobando que no hay moros
en la costa antes de inclinar su cara hacia la mía—. Por favor, di que vendrás mañana
en la noche. Realmente necesitamos hablar. Curtis tiene a Ridge, y yo usé mi lesión para
salir de la fiesta… en la fiesta a la que West y Stella asistirán en casa de Shep.

—Te propongo un trato.

Apoya una cadera en el mostrador y me sonríe.

—Oigámoslo.

—Si vienes conmigo a la residencia de ancianos mañana, yo vendré aquí después.

—¿Qué pasa en la residencia de ancianos?

Ahogo una risita.

—Estamos organizando una fiesta de Navidad para los ancianos, y uno de los
voluntarios renunció en el último momento. 195
Se encoge de hombros.

—Claro, puedo hacerlo si me prometes que serás mía durante la noche.

Su sonrisa de lobo me revuelve las entrañas, y sus ojos se calientan con promesa
oscura. Quiero ceder a la increíble química que compartimos, pero no estoy preparada
para precipitarme. Me encantó que Vander se quede con nosotros, pero también fue
tortuoso porque tenía que mantenerlo estrictamente PG, y la tentación era casi
demasiado para soportar.

—Podemos pasar tiempo juntos, pero yo me voy a casa —Aprieto sutilmente mis
muslos mientras mi núcleo palpita, y el diablo en mi oído me grita por ser una
cobarde—. Voy a venir a hablar, Vander. Nada más.

—De acuerdo —Su sonrisa pícara me inmoviliza.

—Vander —Mi tono contiene censura.

—¿Qué? —Su sonrisa se amplía mientras levanta las manos en el aire—. Sólo vamos
a hablar. No es que estés caliente por mi cuerpo y tengas miedo de admitirlo o algo así.

Antes que pueda replicar, West asoma la cabeza por la puerta y el momento se
acaba.
—Tienes que estar bromeando —resopla Vander, entornando los ojos en mi
dirección—. ¡Cuando me pediste que te ayudara, no mencionaste esto! —Sostiene el
disfraz rojo y blanco de Papá Noel y frunce el ceño.

—¿Dónde está tu espíritu navideño? —Lucho por contener la risa que quiero
soltar—. Es por una buena causa, y creo que serás un excelente Papá Noel.

—Creo que esto merece una recompensa —Mueve las cejas y se lame los labios
sugestivamente—. Lo haré si me dejas deleitarme con tu coño después —Sus ojos
brillan con oscura intención, y mis pezones se endurecen al instante mientras el deseo
se enrosca en mi vientre—. O siempre puedes ponerte de rodillas —Su sonrisa es
francamente excitante y yo palpito por debajo, mi descuidado coño se regocija ante la
promesa de algo de acción real.

Jesús. Estoy tan fuera de mi alcance con Vander. Curtis nunca me habló así, y no
pensé que me gustaría. Pero me gusta. Realmente me gusta. Todavía no estoy cediendo,
sin embargo.

—Buen intento, pero no.

—Di que sí, cariño, y tienes un trato —Él me acaricia con la nariz el cuello, y lo
empujo antes de hacer algo imprudente, como aceptar.

—Ya tenemos un trato, y sé que eres un hombre de palabra, así que demuéstralo —
Le clavo la barriga falsa en el pecho—. Vas a necesitar eso, y no te olvides de llevar la 196
barba —añado, saliendo de la habitación.

—Lo menos que podrías hacer es ayudarme a vestirme —Se agarra el costado y se
inclina—. Todavía estoy dolorido.

Su mohín es adorable, y me echo a reír.

—Estuviste vistiéndote para la escuela toda la semana. Creo que te las arreglarás —
Los moretones de su cara son apenas perceptibles ahora, y su ojo negro está
desapareciendo. No es nada que un poco de maquillaje no pueda ocultar hoy. Sé que sus
costillas estarán doloridas durante semanas, pero se las arregla con una almohadilla
térmica, gel antiinflamatorio y medicamentos para el dolor, así que no puede engañar a
esta chica.

Sus ojos brillan con intención mientras camina hacia mí y me atrae hacia su pecho.

—Sé que estuviste soñando despierta con mi polla. ¿No quieres verla de nuevo? —
Me empuja con sus caderas, confirmando que está duro, y mis piernas casi se salen de
debajo de mí—. ¿Tocarla? —ronronea, agarrando mi culo y tirando firmemente de mí
hacia su erección.

Definitivamente se está volviendo más valiente, y yo estoy cayendo más fuerte.

Me pellizca el lóbulo de la oreja y su cálido aliento recorre mi mejilla mientras


susurra:
—Apuesto que podríamos cerrar esta puerta y conseguir algo de intimidad —Gira
sus caderas, balanceándose dentro de mí de nuevo—. No tardaremos mucho. Después
de casi dos semanas en tu casa y sin poder tocarte, soy capaz de explotar en el momento
en el que pongas esos bonitos dedos alrededor de mi polla.

—Oh, Dios —Una voz temblorosa acompaña a las palabras, y me sacudo de Vander
como si me hubiera electrocutado, mirándolo con rabia por ponerme en tal situación—
. ¿No eres un buen partido? —La mujer mayor en la puerta se desmaya ante Vander
mientras lo recorre deliberadamente de pies a cabeza—. Eres una mujer afortunada,
Kendall —Ella mueve sus cejas hacia mí, y es un momento surrealista—. Dime, preciosa.
¿Cómo puedo conseguir uno de esos? —Ella señala a Vander y sonríe.

Beverly tiene al menos setenta años, y aunque su cerebro es agudo, su cuerpo le


está fallando. Hace dos años tuvo un derrame cerebral que la dejó paralizada de cintura
para abajo, que es cuando se trasladó a la residencia de ancianos.

Entra en la habitación con su propia silla de ruedas y se detiene frente a Vander


para poder verlo mejor. Ella es descarada y audaz, y yo la idolatro.

—Beverly —Me paso una mano por la parte delantera del vestido y me aclaro la
garganta—. No te vi allí.

—Yo tampoco me habría dado cuenta si tuviera la atención de este joven semental.

Vander se ríe, extendiendo su brazo. 197


—Su nombre es Vander aunque el joven semental también funciona —Le da la
mano, riéndose más fuerte cuando ella se niega a devolverla.

—Tienes las manos muy grandes —Ella mira sus pies—. Pies grandes también —
La picardía baila en sus ojos—. Ya sabes lo que dicen de los hombres con pies y manos
grandes, ¿no? —Su mirada juguetona baila de Vander a mí y viceversa.

—Basta, Beverly —dice Vander, aun sosteniendo su mano—. ¿Qué dicen?

—¡Van! —Siseo— No la animes.

—Que también tienen polla grande —suelta, y siento otra risita en el fondo de mi
garganta. Por fin suelta la mano de Vander, y se da la vuelta en su silla para mirarme—
Entonces, ¿es cierto? ¿Tiene un gran schlong9?

Vander estalla en carcajadas y se le saltan las lágrimas. Lo veo fijamente y luego


Beverly.

—No le pidas a Kendall que te lo cuente —dice Vander cuando se recompuso a sí


mismo—. No se acercará a ella.

9 Pene
—No es por su falta de intento —murmuro, sin esperar que Beverly tenga un oído
agudo también.

—Bueno, si a Kendall no le interesa, a mí sí —Beverly gira su silla de ruedas para


que esté de nuevo frente a Vander—. Sácala, joven semental, y te diré si el rumor es
cierto.

198
30
VANDER

Mi móvil vibra con una sucesión de notificaciones, y yo gimo interiormente,


sabiendo ya lo que voy a ver. Ojeo los comentarios del chat del grupo mientras salimos
de la residencia de ancianos y nos dirigimos al todoterreno de Kendall, sacudiendo la
cabeza.

—No puedo creer que hayas enviado fotos a West. Las compartió con todo el
mundo, y esta tarde vivirá para la eternidad ahora. Muchas gracias —Hay cero calores
en mi tono porque no estoy ni un poco enojado, pero me gusta burlarme de ella.
Asegurándome que nadie está mirando, le doy una palmada en el culo mientras me
inclino y le mordisqueo la oreja.

Grita y vuelve a reírse a carcajadas. Valió la pena sudar bajo el pesado traje y
soportar la forma en que los pantalones demasiado ajustados me estrangulaban mis
bolas sólo para escuchar a Kendall reír. Toda la tarde, tuvo la mayor sonrisa en su cara,
y me encanta. Caminaría descalzo sobre las brasas si eso significará que ella olvidara 199
sus problemas y se divirtiera un poco.

—No sabía que las compartiría con ellos. Lo juro.

Alcanzando el coche en el oscuro aparcamiento de visitantes, la aprieto contra él y


la enjaulo con mis brazos.

—No pasa nada. Me lo vas a compensar —Dejo escapar una sonrisa lobuna.

—Lo hago, ¿verdad? —Ella arquea una ceja mientras sube la apuesta.

—Lo sabes, nena —Me inclino para besarla, pero ella gira la cabeza hacia un lado,
así que mis labios rozan su mejilla en lugar de alcanzar el objetivo previsto.

—¿Qué estás haciendo? Cualquiera podría ver —Su tono roza la histeria.

—Relájate, cariño. Este lugar está desierto y está oscuro —Sin darle una salida más,
aprieto mis labios contra los suyos y la beso como me estuve muriendo por hacerlo toda
la tarde. Ella cede al instante, rodeando mi cuello con sus brazos y apretando su cuerpo
caliente y apretado contra mí. Eso es todo lo que se necesita para elevar mi deseo al
máximo. Gruño en su boca mientras me doy un festín devorando sus labios mientras
meses de necesidad reprimida se liberan. Ella gime contra mis labios mientras la agarro
por el culo y la atraigo hacia mí, sin dejarle duda de lo mucho que me excita.

Joder, la quiero. La quiero mucho.


—Vander —jadea, empujándome y luego tirando de mí para acercarme—. Tenemos
que parar.

Acerco mi boca a su cuello.

—Prométeme que podemos terminar esto cuando lleguemos a casa, y te dejaré ir


ahora. Si no, se acabaron las apuestas —Succiono mis labios en su cuello,
mordisqueando, lamiendo y besando su suave piel mientras inhalo el aroma que es
exclusivamente suyo: dulcemente floral y perversamente picante.

—Joder —susurra, agarrando la parte trasera de mi camisa mientras le acaricio ese


lugar sensible entre su cuello y su clavícula.

Oírla maldecir hace que mi excitación aumente un poco, y estoy dolorosamente


duro detrás de mis vaqueros.

—Tu boca debería estar prohibida, Vander. Me hace perder toda apariencia de
control —admite en un tono áspero, arqueando la cabeza hacia atrás y gimiendo.

—Imagina lo que te hará mi polla —De mala gana, arranco mis labios de su cuerpo.
Aunque el aparcamiento está vacío, no voy a tomar riesgos no calculados con ella. Se
sonroja, y es demasiado bonita para las palabras—. Tengo debilidad por este color en
tus mejillas —Paso mis dedos por su piel cremosa.

—Me haces sentir como una adolescente cachonda sin experiencia —Me mira 200
fijamente profundamente en mis ojos—. Es desconcertante y excitante.

—Soy un adolescente cachondo, y créeme cuando te digo que nadie me hizo


sentirme como tú. —Dejo fuera a propósito la parte de la inexperiencia porque no voy
a mentir. Aunque soy más joven, estoy bastante seguro que tuve más parejas sexuales
que Kendall. West mencionó una vez cómo sus padres fueron novios en el instituto, así
que dudo que Kendall haya tenido muchos amantes.

—Me da vergüenza admitir que soy igual.

—Eso no es vergonzoso, nena —La arrastro en mis brazos y la abrazo


fuertemente—. Se llama destino. —Se estremece contra mí, y me recuerda que estamos
afuera en una fría y oscura noche de diciembre—. Vamos a meterte en el coche, y luego
te llevaré a casa y te calentare.

—No me importa cocinar —dice Kendall mientras meto su todoterreno en un sitio


libre en el estacionamiento del centro comercial a pocas cuadras de mi apartamento.

Sugiero que pidamos comida para llevar porque la quiero para mí sola esta noche.
Apagando el motor, me giro para mirarla.

—Sé que no lo haces, pero trabajas demasiado y te mereces relajarte y


tranquilizarte. Además, estoy necesitado y soy egoísta. No quiero que pierdas un
segundo en la cocina cuando puedo tenerte en mis brazos en su lugar.
Se derrite visiblemente cuando se inclina sobre la consola para plantar un suave
beso en mis labios. Un hombre podría acostumbrarse a esto.

—Dices las cosas más dulces.

—No es mentira —Enrollo mis dedos en su pelo—. Soy adicto a ti, Kendall. Cada
minuto que no estoy contigo lo paso anhelando. Nuestro tiempo juntos es limitado, así
que siempre quiero aprovecharlo al máximo.

—Bueno, vamos entonces —Se retira, sonriendo mientras abre la puerta—. No


perdamos ni un segundo más.

Después de hacer nuestro pedido en el local tailandés, nos dirigimos a la tienda de


licores para recoger algo de cerveza y vino. Volvemos a recoger nuestro pedido cuando
Kendall se detiene frente a una tienda de artículos para el hogar y mira el escaparate.

—¿Quieres entrar? —pregunto, apoyándome en el lateral de la puerta—. Tenemos


unos minutos.

—¿No te importa?

Niego con la cabeza, frunciendo ligeramente el ceño.

—¿Por qué iba a importarme?


201
Abre la boca para decir algo, pero la cierra de nuevo.

—De acuerdo —Me mira—. Vamos.

La sigo por la tienda mientras mira todo, sus ojos se iluminan cuando se inclina para
oler una vela o cuando pasa sus dedos por una de las suaves mantas.

—Esta tienda tiene las cosas más bonitas —dice, sonriendo a la mujer detrás de la
caja registradora.

—Deja que te compre algo —Me meto las manos en los bolsillos de mis vaqueros
para evitar coger su mano. Aunque mi apartamento está en las afueras de la ciudad y es
poco probable que nos encontremos con alguien que conozca, automáticamente
entiendo que no quiere ser vista en ningún tipo de posición romántica o
comprometedora conmigo en público. Es una mierda, pero mientras pueda tocarla en
privado, puedo vivir con ello.

—No necesitas hacer eso. Me gano mi propio dinero. Puedo permitirme comprar
cosas para mí.

—Sé que puedes —dije, cogiendo la vela de su mano y recogiendo la manta rosa que
está mirando con cariño—. Pero quiero comprarte algo para tu nuevo dormitorio.
Hiciste mucho por mí, y quiero mostrar mi agradecimiento. —Arriesgándome, me
inclino y le susurro al oído—: Pero principalmente es porque te quiero. Quiero mimarte
y cuidarte. Eso es lo que hacen las almas gemelas.
—Oh, Vander —La emoción se acumula en sus ojos mientras me mira fijamente con
total adoración. Congelo el momento porque no quiero olvidarlo nunca.

—Te quiero muchísimo, Kendall. Ojalá pudiera gritarlo desde los tejados.

Me aprieta sutilmente la mano.

—Deberíamos irnos —dice en un tono bajo, mirando por encima de mi hombro—.


Antes que tire toda la cautela al viento y te bese aquí mismo.

La mayor de las sonrisas surca por mis labios.

—No tengo ningún problema con eso.

Su risa tintineante se arremolina a mi alrededor, y creo que nunca me sentí tan feliz.

Agarrando una segunda vela, para guardarla en mi casa, me dirijo al mostrador y


pago los tres artículos. Luego recogemos la comida para llevar y nos dirigimos a mi
apartamento.

—Deberíamos hablar —dice Kendall después que comimos, pusimos las sobras en
el refrigerador y apilamos los platos sucios en el lavavajillas.
202
—Deberíamos besarnos —respondo con frialdad, guiñándole un ojo mientras le
tiendo una copa de Sancerre. Me quito las zapatillas y me tumbo en el sofá junto a ella,
le paso el brazo por los hombros y la atraigo hacia mí mientras bebo un sorbo de
cerveza.

—Eres incorregible —Pone los ojos en blanco, pero sonríe mientras se acurruca en
mí.

—Cuando se trata de ti, absolutamente —Le doy un pellizco en la nariz y la arrimo


más.

Se endereza un poco y se gira para que estemos frente a frente. con mi brazo suelto
sobre sus hombros.

—¿Qué estamos haciendo Vander?

—Hablando, parece. —Suspiro antes de beber un trago de cerveza. Tengo la


sensación que la necesitaré para esta conversación.

—¿Qué quieres de mí?

Frunzo una ceja y le dirijo una mirada lujuriosa.

—Todo, cariño. Lo quiero todo contigo. Tu presente. Tu futuro. Tu corazón. Tu alma.


Tu cuerpo —Me detengo antes de decir tu mano en matrimonio porque no quiero
aterrorizarla del todo, pero ese pensamiento no me asusta. Inclinándome, rozo con mi
pulgar su labio inferior—. Sólo te quiero a ti, Kendall. No puedo respirar si no te tengo
en mi vida.

—Vengo con mucho equipaje, Vander —Ella toma un sorbo de su vino mientras
mantiene el contacto visual conmigo—. Soy un desastre. Mi vida es un desastre. Y no
quiero arrastrarte a mi mierda.

Dejé mi cerveza en la mesa auxiliar y le ahuequé la cara. Pensé que ya lo resolvimos,


pero está claro que necesita más seguridad.

—Cariño, no quiero a alguien de mi edad. Las chicas de instituto nunca me gustaron.


Son todo drama, y es tan difícil tener una conversación significativa con las adolescentes
—No quiero generalizar porque no es cierto para todas las chicas, pero necesito que se
entienda mi punto de vista—. Siempre gravité hacia las mujeres mayores, pero incluso
las colegialas son inmaduras. No sé cómo hacer para que me entiendas mejor. Me siento
atraído por ti en muchos niveles, Kendall. Tenemos esta innegable química, esta
eléctrica conexión, y tú me entiendes. Me encanta hablar contigo, y siento que puedo
contarte cualquier cosa. Tenemos conversaciones profundas sobre el significado de la
vida, y nunca juzgas. Escuchas y apoyas. Todo sobre ti me fascina y cuanto más aprendo
de ti, más me enamoro. Nada que puedas decir va a cambiar eso. Puedes sacarme de tu
vida, y no hará ninguna diferencia. Siempre te amaré. Siempre serás tú.

Ella traga saliva, y sus ojos se vuelven vidriosos.

—Dices eso ahora, pero todavía eres joven. ¿Cómo sabes que lo que sientes ahora 203
es lo que sentirás dentro de un año? ¿Dentro de diez años?

Realmente pensó en esto.

—Me sentí así durante cientos, quizás miles, de años, Kendall —Le doy un beso en
la frente mientras mis dedos se enredan en su pelo—. Conozco mi corazón. Sé que lo
que siento nunca, nunca cambiará. Tú eres la única a la que le cuesta aceptarlo.

—No quiero arruinar tu vida. Tienes mucho que esperar.

—Eso es un imposible, y todavía puedo lograr mis objetivos mientras estoy en una
relación contigo.

—¿Es eso lo que realmente quieres?

Le doy besos por toda la cara para ganar tiempo antes de responder.

—Conozco a mi mejor amigo, y no voy a mentir. Se enfadará. Se enfadará y


arremeterá. Pero, con el tiempo, se hará a la idea de nosotros. Mientras que él vea que
te trato bien, se alegrará por nosotros —Lo pensé mucho y yo creo plenamente que no
será fácil. West es terco, y se asustará, pero sé que no será para siempre.

—No podemos decírselo ahora —Apoya su cabeza en mi pecho, y yo doblo mis


brazos alrededor de su espalda—. Está muy enfadado por lo de su padre y el divorcio.
no puedo soltarle esto a él también.
—No es el momento adecuado —coincido, inclinando su cabeza hacia atrás—. ¿Por
qué no acordamos mantener nuestra relación en secreto hasta la graduación? El polvo
debería haberse dispersado para entonces, te habrás divorciado, y West estará
deseando ir a la universidad. Podemos hablar con él en ese momento y explicarle.
Tendrá todo el verano para aceptarlo y ver lo buenos que somos el uno para el otro.

—Nos odiará por ir a sus espaldas. Puede que nunca nos perdone por eso.

—Lo hará. Es mi mejor amigo y tú eres su madre. Él te quiere. Él es propenso a


reacciones emocionales, pero no es irracional. Mientras tú seas feliz, él estará bien. Ya
entrará en razón.

No parece del todo convencida mientras se zafa de mis brazos y se endereza.

—¿Qué sentido tiene empezar algo ahora? Te irás en seis meses.

—Que me vaya a la universidad no cambiará lo que siento por ti ni alterará lo que


quiero construir contigo. Haremos lo de la larga distancia. Estoy alquilando un
apartamento fuera del campus para que puedas venir a visitarme algunos fines de
semana, o puedo venir a casa. Son sólo cuatro horas de vuelo.

Se queda con la boca abierta

—¿En serio quieres seguir en una relación conmigo mientras estás en la


universidad? 204
Asiento sin dudarlo.

—Como dije, sé lo que quiero, y quiero una vida contigo. Nunca estuve más seguro
de nada.

—Son los mejores años de tu vida, Vander. No quieres estar atado a una mujer
divorciada con tres hijos y un camión lleno de dudas.

—No te subestimes, y lo hago. La universidad, para mí, es todo sobre el arte y


construir el tipo de carrera que soñé. No me interesan las chicas, y eso no cambiará
tanto si tenemos una relación como si no. La única mujer para mí eres tú —Ella bebe un
gran trago de su vino mientras yo cierro la distancia que creó. Coloco mis manos en sus
caderas—. ¿Qué te parece esto? Acordemos vernos desde ahora hasta que me gradúe, y
luego podemos hablar sobre el futuro. —No voy a cambiar de opinión, pero creo que
necesito facilitar a Kendall en esto. Su confianza en sí misma fue golpeada por su ex
infiel y no puede comprender la profundidad de mis sentimientos por ella.

Tengo poco menos de seis meses para demostrarle que soy sincero y convencerla
que debe estar conmigo.

Reto aceptado.
31
KENDALL

Golpeo la puerta de Vander, cuatro noches después de Navidad, intentando no


inquietarme, pero los rápidos latidos de mi corazón hacen difícil concentrarse en algo
que no sea él, el hombre que me robó el corazón y todo el sentido de la razón con él.
Tomé una decisión sobre nosotros, y es un gran paso para mí. Sé que después de esta
noche todo cambiará, y estoy increíblemente nerviosa. Más que la primera vez que tuve
sexo con Curtis y el día de mi boda.

No estoy segura de lo que eso dice de mí.

—¿Dónde está tu llave? —me pregunta Vander cuando abre la puerta.

—En mi bolso —admito mientras me arrastra al interior, cierra y bloquea la puerta,


e inmediatamente me envuelve en sus cálidos brazos protectores.

—¿Qué hace ahí? —Su voz es apagada mientras entierra su cara en mi pelo—. Te la 205
di para que pudieras entrar y salir a tu antojo

Levanto la cabeza para mirarlo. No lo vi desde el día de Navidad cuando se unió a


West, Stella, Ridge y a mí para cenar. Curtis me rogó que le dejara compartir el día con
nosotros, pero me negué. West sigue sin hablar con él, Stella tiene el mínimo contacto
con su padre, y aunque Ridge lo quería allí, es mejor que se acostumbre al nuevo
acuerdo que nos hará dividir las vacaciones y pasar tiempo por separado con los niños.

Vander me mira expectante, esperando una respuesta.

—Todavía no resolvimos nada, y no quería ser presuntuosa —Tuvimos una gran


charla el sábado antes de Navidad, y esa noche me fui de su apartamento habiéndonos
dado a los dos mucho que pensar.

—Sabes lo que siento por ti, y no va a cambiar. La clave es tanto simbólica como
práctica —dice, tirando de mí hacia el sofá. El lugar es muy cálido, y tiene una botella
de champán en una cubitera sobre la mesa, junto con dos copas y un bol de fresas con
chocolate.

—¿Qué es todo esto? —pregunto desabrochándome el abrigo.

—Una celebración para marcar nuestro comienzo —Él sonríe mientras alcanzo el
último botón de mi abrigo—. ¿Cómo es eso de presuntuoso?

Me río mientras me quito el abrigo de los hombros y se lo doy.


—Joder —Sus ojos se desorbitan cuando su mirada me recorre de pies a cabeza,
bebiendo en mi vestido negro ajustado, de encaje, sin tirantes, con medias
transparentes, y los tacones de aguja de rascacielos. Arroja mi abrigo en el extremo del
sillón de cuero y me envuelve en sus brazos—. Eres tan jodidamente sexy —murmura,
bajando su boca a mi cuello—. Quédate esta noche, Kendall. Déjame hacerte mía.

Cierro los ojos mientras él me planta una serie de besos drogantes de arriba a abajo
en mi cuello. Los escalofríos recorren mi piel y mis piernas casi se doblan. Su tacto me
hace las cosas más increíbles. Sus manos se amoldan a mi culo mientras me acerca a la
dura longitud de su erección. Incluso si no hubiera decidido darle una oportunidad a su
propuesta de seis meses, me costaría mucho negarle nada en este momento. Es un juego
de palabras. Me excita como no creerías, y soy como un perro en celo. Es tan
embarazoso, pero es la verdad.

—De acuerdo —susurro, y él se detiene, levantando la cabeza y mirándome… con


la sorpresa en su cara.

—¿De acuerdo? —La emoción se mezcla con la esperanza en sus ojos.

—Estoy cansada de luchar contra mis sentimientos por ti —admito, tomando su


mano y tirando de él hacia el sofá conmigo—. Quiero darle una oportunidad a los seis
meses, pero no puedo prometer nada después de eso, Vander —Él asiente
enérgicamente con la cabeza, todavía con cara de sorpresa, como si no pudiera creer
que estuviera de acuerdo—. Y tenemos que mantener esto entre nosotros. Significa que
sólo podemos vernos aquí. No podemos arriesgarnos a salir en público. Si quieres hacer 206
esto, tiene que ser en estos términos.

—Te llevaré como sea —dice, sonando aturdido—. Oh mierda, Kendall —Me
envuelve en un gran abrazo—. No pensé que estarías de acuerdo.

—Casi no lo hago —admito sinceramente mientras nos relajamos aún abrazados


sin apretar.

—¿Qué te hizo cambiar de opinión?

—June.

Levanta una ceja, instándome a continuar.

—Hablé con ella el día después de Navidad. Necesitaba confiar en alguien

—Pensé que habrías acudido a Viola

—No creo que Viola lo entendiera —Paso mis dedos por la sombra de su mandíbula,
amando la sensación de cosquilleo de su pelo contra mi piel.

—Ya sabía lo que iba a hacer —Me toca un lado de la cara.

Lentamente, asiento con la cabeza, sin sorprenderme que lo entienda. Vander tiene
un alto nivel de inteligencia emocional.
—Sólo quería que alguien me dijera que estaba bien tomar algo para mí.

—Recuérdame que le dé las gracias a June la próxima vez que la vea.

—Para alguien a quien no le gustan las pollas, seguro que se emocionó por mí —
risa al recordar nuestra conversación—. Apenas sacó las palabras de mi boca cuando
ella estaba bailando alrededor de la habitación, gritando y diciéndome que lo hiciera —
Me contengo para decirle exactamente lo que dijo. Se sonroja, y sólo acaricia el ego de
Vander.

A June le gustan las mujeres y está felizmente comprometida con Carly, pero no se
contuvo en su entusiasmo por Vander. Parece que no soy la única mujer mayor que se
dio cuenta de lo atractivo que es.

—Sabía que me gustaba por una razón —Vander me levanta y me deposita en su


regazo hasta que estoy a horcajadas sobre él. Mi vestido corto se me sube por los
muslos, y estoy mostrando mucha piel. Sus ojos se oscurecen, y un escalofrío se abre
paso a través de mí. Mis nuevas bragas ya están mojadas, y él ni siquiera me tocó.

La adrenalina corre por mis venas, mezclándose con la inquietud.

—Tengo miedo —admito, poniendo mis manos sobre sus hombros.

—¿Miedo de qué, cariño? —Me frota la nariz por el cuello y sus manos se posan en
mi espalda—. Sabes que te cuidaré. 207
—Miedo de todo —Quiero decir esto último y luego seguir adelante con mi
decisión—. Miedo a que mis hijos me odien si se enteran. Miedo de arruinar tu vida
cuando tienes todo tu futuro por delante. Miedo de perderte cuando descubras que no
soy todo lo que crees que soy —Jugueteo con sus pelos de la nuca—. Miedo de amarte
tanto que me olvide de mí misma otra vez. Miedo de desnudarme con un tipo tan
perfecto como tú, sabiendo que no me compararé con las chicas que estuvieron antes.
Me guardo el pensamiento porque esa inseguridad es mejor no hablarla.

—No valdría la pena el riesgo a menos que hubiera algo que perder, y es
completamente comprensible tener miedo —Me levanta la mano y me besa suavemente
en la parte inferior de mi muñeca—. Tengo miedo de conseguir todo lo que mi corazón
desea y no ser capaz de retenerlo.

—No es demasiado tarde para echarse atrás —digo, odiando cómo esas palabras se
sienten como una daga que me atraviesa el corazón. Ya invertí tanto en él. En lo más
profundo, estuve negando lo que siento, escondiéndome detrás de todos los obstáculos
y aferrándome a ellos en lugar de afrontar mi realidad. Ya estoy medio enamorada de
Vander, y no creo que tarde mucho en darle el resto de mi corazón.

—Los dos sabemos que es así —Me roza un suave beso en la comisura de la boca—
. No hay nada que tú o yo podamos hacer para luchar contra esto. Estamos destinados
a estar juntos —Él besa la otra comisura de mi boca.
—Soy tan egoísta —susurro—. Solía pensar que era una buena madre, pero una
buena madre no anda a escondidas con el mejor amigo de su hijo a sus espaldas,
especialmente conociendo los riesgos.

—Que estés conmigo no te convierte en una mala madre, Kendall. No hay nada malo
en buscar la felicidad para ti —Sus labios se deslizan brevemente contra los míos, y un
gemido de satisfacción sale de mi boca—. Esto se siente bien, se siente bien, porque tú
y yo estamos escritos en las estrellas, nena —Él me envuelve en un gran abrazo con su
cara enterrada contra mi pecho— No te sientas culpable por estar conmigo cuando
siempre fue nuestro destino. —Su cálido aliento sobre la piel expuesta de mi escote,
endureciendo mis pezones en puntas afiladas.

—Lo intentaré —digo sinceramente, porque no es que esta culpa vaya a evaporarse
en un soplo de aire.

—No puedo lidiar con la incertidumbre —Se aparta y me mira fijamente—. Si me


das seis meses, necesito que te comprometas totalmente, Kendall. Todo lo que no sea
eso sólo me hará perder la cabeza.

—Me comprometo contigo —digo sin dudar—. Eso no va a cambiar. Sólo te explico
que tendré periodos en los que tendré dudas y me iré consumido por el autodesprecio
y la culpa. Tienes que prepararte para eso.

—Podemos superarlo mientras estemos juntos.


208
—Hagamos esto entonces —digo, inclinándome para besarlo—. Seamos salvajes e
imprudente juntos.
32
KENDALL

Vander toma inmediatamente el control del beso, inclinando su cabeza y se atiborra


de mi boca con unos labios urgentes e impacientes. Nos devoramos mutuamente y grito
cuando su lengua se desliza entre mis labios, explorando el interior de mi boca.Sus
manos me aprietan el culo y me deslizo por su cuerpo hasta que el vestido cuerpo hasta
que mi vestido llega a la parte superior de mis muslos y me siento directamente

No sé quién se mueve primero, pero la cosa se calienta rápidamente. Nos


empujamos frenéticamente el uno contra el otro en una búsqueda desesperada por
acercarnos, y todavía no es suficiente. Agarrando un puñado de su pelo, balanceo mis
caderas contra el bulto debajo de su pantalón de chándal, y me muelo a lo largo de su
dura longitud mientras cada terminación nerviosa de mi cuerpo cobra vida. Me muerde
el labio inferior, antes de aliviarlo con su lengua, mientras sus dedos se deslizan bajo el
dobladillo de mi vestido desde atrás. Gimo en su boca mientras me amasa el culo a
través de mis endebles bragas de encaje. La lujuria líquida brota de mis entrañas cuando
sus dedos rozan mi carne desnuda, y estoy a punto de estallar. 209
Me duelen los pezones detrás del vestido mientras empujo mi cuerpo contra el suyo
mientras me come la boca con un salvajismo que me encanta.

—Rodea mi cintura con tus piernas y agárrate fuerte —me pide cuando hace una
pausa para respirar. Hago lo que me dice, aferrándome a él mientras se levanta y camina
hacia la habitación. Sigue besándome, y eso me ayuda a calmar mis nervios.

Con mucho cuidado, me baja al centro de la cama sobre mi espalda antes de subir
sobre mí. Manteniéndose apoyado en los codos, me mira a los ojos, con una expresión
seria y llena de anhelo.

—Por favor, dime que quieres esto —Me pasa la punta del dedo por la clavícula,
provocando un escalofrío ardiente a lo largo de mi piel.

—Quiero esto —digo con voz ronca—. Pero estoy nerviosa —Él está acostumbrado
a cuerpos núbiles e impecables, y esa no soy yo. Sé que estoy en buena forma para mi
edad, y no soy inmune a la forma en que los hombres me miran, pero no soy una bonita
joven con una bolsa de trucos sexuales bajo la manga.

—No te pongas nerviosa. Cuidaré bien de ti —Me besa suavemente, lo que está en
gran desacuerdo con la forma en que me estaba devorando en el sofá—. Sé cómo
hacerlo bien para ti, pero no voy a mentir. Estoy preparado para explotar, y no puedo
ser suave la primera vez. Necesito follarte, Kendall. Necesito follarte fuerte para que tu
cuerpo entienda que ahora eres mía.
Dios mío. Realmente estoy fuera de mi alcance con él, pero estoy deseando que me
enseñe.

—Quiero que me folles duro. No te contengas, Vander. Dámelo todo.

Mis palabras encienden algo dentro de los dos, y es como una carrera para
despojarse de nuestra ropa.

—Eres tan jodidamente hermosa —dice cuando estamos en ropa interior—.


También eres sexy —añade, pasando los dedos por la parte delantera de mi sujetador
negro de encaje y sin tirantes, después libremente por la piel desnuda de mi estómago.
Me estremezco un poco cuando sus dedos pasan por encima de mis estrías, y él se da
cuenta porque inclina la cabeza y deja caer besos suaves como plumas sobre la piel
fruncida, haciéndome sentir apreciada y ayudando a calmar mis nervios—. Eres
perfecta —murmura, lamiendo una línea en la parte baja de mi vientre mientras me
mira—. Nunca creas lo contrario.

Cada arrastre de su lengua hace que mi núcleo palpite de necesidad, y paso mis
dedos sobre sus hombros, explorando los tonificados músculos de su espalda mientras
él adora mi cuerpo con una reverencia a la que no estoy acostumbrada. Vuelve a subir
por mi cuerpo, plantando un beso apasionado en mis labios, y prácticamente me derrito
en la cama. Se acerca y me desabrocha el sujetador mientras me mira fijamente a los
ojos.

—Te quiero —Me quita el sujetador y deja al descubierto mis pechos por primera 210
vez. Tengo que luchar contra el impulso de cubrirme, y estoy segura que él puede ver
cómo tiemblo.

Tumbado de lado, recorre con sus dedos mi cuerpo mientras sus ojos se fijan en mi
pecho, y bebe hasta la saciedad.

—No te pongas nerviosa. Eres tan jodidamente preciosa —Acaricia uno de mis
pechos. Baja su boca hasta mi otro pecho y pasa su lengua por el duro pico de mi
pezón—. Estos son perfectos —Me acaricia los dos pechos con su boca y sus dedos,
alternando entre ellos hasta que me retuerzo en la cama. Cada vez que me chupa el
pezón o me aprieta la carne, lo siento abajo y mis bragas se empapan, tal es mi necesidad
de él.

Estoy a punto de correrme antes que me haya tocado el coño. Su erección está
caliente y pesada a través de sus calzoncillos contra mi pierna mientras desvía su
atención de mi pecho y se mueve hacia abajo. Deja un camino ardiente a su paso
mientras besos y caricias por mi cuerpo hasta que su boca se cierne sobre mi montículo
cubierto de encaje.

Separando mis piernas, se coloca entre mis muslos y baja la cabeza hasta que está a
la altura de mi vagina. Estoy ardiendo. jadeando, sudando y hormigueando de
necesidad. Todo rastro de nervios se evapora cuando presiona su boca sobre mi núcleo
y me mira.

— Es hora de deleitarse con tu coño —ronronea, levantando mi culo con ambas


manos mientras tira de mis bragas con sus dientes. Perdiendo rápidamente la paciencia,
me suelta el culo y me desgarra las bragas por ambos lados, apartando los trozos de
encaje mientras baja su boca a mi entrepierna y se sumerge en ella.

Estoy agradecida por mi reciente viaje al spa y por la impecable franja de aterrizaje
que ahora luzco. Hacía tiempo que no tenía que molestarme en arreglarme ahí abajo, y
me alegro de haber tenido la precaución de depilarme por todas partes. También me
hice una manicura, una pedicura y un tratamiento facial porque quería estar lo mejor
posible sabiendo que se acercaba este momento.

Casi me caigo de la cama con el primer golpe de su lengua contra mi raja. Mis manos
se enroscan en el edredón mientras él separa mis pliegues y procede a comerme con
sus labios y su lengua.

—Oh, Dios —gimo, cerrando los ojos y me entrego a la nueva sensación. Grito
cuando su lengua penetra en mi interior y sus dedos comienzan a rodear mi clítoris.
Aplica la presión adecuada presión en mi punto sensible provocándome un manojo de
nervios mientras sus dedos aceleran su ritmo, frotándome más y más rápido.

—Oh, Dios, Vander —Empujo mi coño en su cara cuando siento que estoy
demasiado excitada como para avergonzarme de cómo me estoy frotando sobre él—
No pares. Por favor, no pares —Abro los ojos cuando me pellizca el clítoris, y subo más,
casi alcanzando un pico. Estoy sacudiendo mis caderas hacia su cara mientras sus ojos
se clavan en los míos mientras me come viva.

Mantenemos el contacto visual, y es uno de los momentos más calientes de mi vida. 211
Se frota con más fuerza, metiendo su lengua más profundamente, y estallo en un millón
de luces brillantes cuando me pellizca el clítoris por segunda vez, y mi orgasmo se
dispara como un poderoso tornado.

Me deshago de una manera que nunca antes hice, retorciéndome y gimiendo y


repitiendo su nombre, mientras él continúa trabajándome hasta que tomó hasta la
última gota de mi orgasmo. Siento vagamente que se mueve sobre mí y abre el cajón de
la mesita de noche, mientras intento volver a la Tierra desde mi altura celestial.

Cuando vuelvo a enfocar mi visión, está arrodillado entre mis muslos agotados, con
su erección dura y tensa y completamente enfundada.

—¿Lista, nena? —me pregunta, se inclina para besarme. Me pruebo en sus labios
por primera vez. Parece tan sucio, pero eleva mi excitación a alturas vertiginosas y
sobrecarga mi valentía.

—Fóllame, Vander. Por favor.

Sujetando su polla, la guía hacia mi abertura, pegando sus ojos a los míos mientras
me roza la entrada antes de clavarse en mí de un solo golpe. Grito, y al instante le rodeo
la cintura con las piernas mientras él empieza a bombear dentro y fuera como un
hombre con una misión. Tirando de mis caderas hacia arriba, me empuja con las piernas
para que se aferren más. Inclino mi pelvis, aferrándome a su cuerpo mientras él penetra
en el mío, golpeando lugares dentro de mí que nunca sentí antes. Se inclina para
besarme mientras me acaricia el pecho. Me aferro a sus hombros y a su espalda,
arqueando la cabeza y permitiéndole el acceso a mi cuello mientras él me saquea el
cuerpo como un instrumento afinado, evocando una serie de sensaciones que son
totalmente nuevas.

En un poderoso movimiento, se levanta, llevándome con él mientras un brazo


musculoso me rodea la espalda y me sujeta en su regazo mientras me folla.

Mis brazos se enrollan alrededor de su cuello mientras su boca cubre mis pechos,
su lengua sale para acariciar mis pezones sobre-sensibilizados mientras subo y bajo
sobre su polla, y él me penetra. Me agarro a su pelo, gimiendo mientras él me palmea el
culo, me adora los pechos y me clava su enorme polla.

—Necesito profundizar más —gruñe, retirando su boca de mi pecho—. Ponte a


cuatro patas, cariño —Me da una fuerte palmada en el culo, antes que me baje de él y
me ponga en posición. Con su pierna, me separa más los muslos antes de clavarme su
erección por detrás. Ambos siseamos cuando nos conectamos de nuevo, y Luego me
clava sus manos en las caderas y me presiona la cabeza contra la almohada. Me aferro
a la cama mientras él se abalanza sobre mí como un animal salvaje, metiendo su polla
tan profunda que parece que está penetrando en mi vientre.

Los gruñidos que salen de su boca son primarios y crudos, y estoy en la cresta de la
ola de otro orgasmo mientras él me golpea, y yo le devuelvo el golpe mientras creamos
un ritmo natural. El único sonido en la habitación es el de la piel contra piel y nuestros
gemidos mutuos.

—Joder, Kendall. Te sientes tan bien —jadea entre los empujones—. No voy a durar 212
mucho más —Cubriéndome con su cuerpo, sus dedos encuentran mi clítoris de nuevo,
y me frota en sincronía con los movimientos de sus caderas mientras ambos
perseguimos nuestro clímax. La presión aumenta dentro de mí, más rápido de lo que
creía posible después de mi último orgasmo, y lágrimas de alegría pinchan mis ojos
cuando caigo y segundos después, él se une a mí.

Seguimos moviendo nuestras caderas hasta que ambos estamos saciados, y


entonces nos desplomamos sobre la cama en una maraña de miembros sudorosos. La
emoción hinchó mi pecho hasta el punto de estallar, y estoy luchando por contenerla
cuando él me acurruca desde atrás, rodeando mi cintura con sus brazos, abrazándome,
y besando mi cuello, como si no tuviera suficiente. La forma tierna cómo me trata es lo
opuesto a la forma posesiva en que me tomó, y yo estoy hecha un lío con tantas
emociones que me asedian.

Rompo a llorar mientras me aferro a sus brazos, preguntándome cómo tuve tanta
suerte y rezando por ser lo suficientemente fuerte como para aferrarme a él. Porque
ahora que sé lo que es estar con él, no quiero dejarlo ir nunca.
33
VANDER

Sus sollozos me destripan, y la idea que podría haberla herido me destroza.

—¿Qué pasa? ¿Por qué lloras? —Le doy la vuelta en mis brazos. Tiene la cara
manchada y su labio inferior se tambalea mientras las lágrimas se pegan a sus pestañas.
Tiene el pelo hecho un lío por mis manos y los labios hinchados por mis besos, pero
nunca me pareció más hermosa—. ¿Te hice daño? —Ese fue el mejor sexo de mi vida,
y pensar que podría no haber sido lo mismo para ella es agonizante.

—¿Qué? —Ella sacude la cabeza mientras sus ojos se abren de par en par—. No.
Claro que no —Ella traga audiblemente mientras se esfuerza por componer sus
emociones. Me coge la mejilla mientras me mira cariñosamente a los ojos—. El sexo
nunca fue así para mí, Vander. Nunca tuve un orgasmo por penetración. No sabía que
podía ser tan bueno. Estoy un poco abrumada —Dos puntos rojos florecen en sus
mejillas antes de enterrar su cabeza en mi pecho.
213
El shock me deja sin palabras durante unos segundos antes de aclararme la
garganta.

—Kendall —Con delicadeza, inclino su cabeza para que estemos frente a frente—.
¿Estás bien de verdad ahora mismo?

Ella asiente.

—Nunca mentiría sobre eso.

Es arriesgado preguntar esto, pero necesito saber con qué estoy tratando.

—¿Con cuántos hombres te acostaste?

—Sólo con mi marido —susurra mientras dibuja círculos en mi pecho con su dedo.
Una pequeña risa sale de sus labios—. Patético, ¿verdad?

Vaya. Simplemente Vaya.

—El único patético es Curtis —La ira arde en mi interior mientras considero todas
las formas en que descuidó a su esposa—. Qué jodido idiota egoísta.

—Nunca tuve a nadie con quien compararlo, pero tienes razón. Era perezoso y
completamente egoísta en la cama. Siempre se trataba de sus necesidades.
Quiero estrangular la vida de ese imbécil, ahora más que nunca. En el lado positivo,
significa que puedo reclamar un montón de primeras veces que pensé que eran
pérdidas para mí.

—No puedo creer que nunca te haya hecho correr durante el sexo.

—Lo intentó alguna vez —susurra—. Nunca me hizo correrme.

Si no estuviera aferrada a mí, creo que me habría caído de la cama.

—Voy a disfrutar dándote placer y mostrándote lo que te estuviste perdiendo —le


digo cuando me recuperé del susto. Terminé de hablar de ese imbécil—. ¿Fui demasiado
brusco? —Probablemente deberíamos haber hablado de sexo antes de ir allí. Asumí que
porque ella estuvo casada por mucho tiempo… No era necesario.

Ella sacude la cabeza, su rubor se expande mientras sonríe.

—No, en absoluto. Me gustó mucho.

La beso suavemente.

—Fue increíble, y me muero por volver a hacerlo —Tomando sus dedos, los enrosco
alrededor de mi polla para que sienta lo preparado que estoy para la segunda ronda. La
beso de nuevo, más fuerte esta vez, antes de retirarme a propósito. Hay algo que me
muero por mostrarle, y no puede esperar ni un segundo más—. Pero primero, quiero 214
darte un regalo.

—Ya me hiciste un regalo —Sus dedos se cierran alrededor de la cadena que cuelga
de su cuello.

—Tengo algo más para ti. Algo que no pude darte en Navidad —Quitando sus dedos
de mi polla, salgo de la cama. Ella hace un mohín, y es adorable. Riéndome, me inclino
para besarla—. No te preocupes, nena. La noche es joven, y estoy lejos de haber
terminado contigo —Le doy un rápido apretón de tetas—. Déjame coger mi bloc de
dibujo.

Corro hacia la mesa del comedor y cojo el bloc antes de volver a la cama. Kendall
está sentada contra el reposacabezas con las mantas subidas bajo los brazos. Me pongo
a su lado y coloco el bloc en mi regazo. Volviéndome para mirarla, le bajo las sábanas
hasta la cintura.

—Vamos a dejar una cosa clara, cariño. Cuando estés en mi cama, no te taparás.
Estarás desnuda y orgullosa —Dejo que mi mirada acalorada recorra su cuerpo
mientras fuerzo su mano hacia mi polla para que sienta cómo se sacude y se retuerce
mientras mis ojos se deleitan con su magnífico cuerpo.

—¿Sientes lo que me haces? —Ella asiente—. Usa tus palabras, Kendall.

—Lo siento —grazna ella.

—¿Sentir qué? —Envuelvo mi mano alrededor de su mano en mi polla.


—Siento lo mucho que te excito

Le doy un beso en los labios.

—Buena chica —Aprieto su cara entre mis manos—. Sé que estás nerviosa y
sufriendo con las dudas, así que lo seguiré repitiendo hasta que lo entiendas. Te quiero.
Te deseo. Eres hermosa. Eres perfecta. Nunca tienes que esconderte de mí. ¿De
acuerdo?

—De acuerdo —Una deslumbrante sonrisa se extiende por su exuberante boca, y


estoy fascinado—. Eres tan bueno para mi ego.

—Soy bueno para ti. Y punto —Le clavo una mirada arrogante mientras bajo las
manos a mi cuaderno de dibujo.

—Lo eres —Apoya su cabeza en mi hombro, mirando hacia abajo mientras yo hojeo
las páginas hasta que llego a la que quiero.

Jadea y levanta la cabeza.

—¿Es eso...?

—Tu tatuaje —confirmo, moviendo el cuaderno de dibujo sobre su regazo para que
pueda inspeccionar el dibujo de la mariposa con más detalle.
215
—Oh, Vander. Es impresionante —Pasa los dedos por encima del diseño con una
expresión de asombro en su rostro. Las alas de la mariposa están abiertas, como en
vuelo, y las coloreé de un azul vibrante con las puntas de color marrón. Una mirada de
luces blancas parpadeantes se extiende sobre las alas y por encima, dándole una
cualidad etérea—. Me encantan estas luces, y es muy bonito. Esta cita es perfecta
también —Sus ojos bailan cuando los levanta hacia los míos—. ¿Aurelio?

Asiento con la cabeza, deslizando mi brazo alrededor de sus hombros y presionando


mis labios en su sien.

—Encontré un par de citas que podrían servir, pero esta es la que mejor encaja

—El pasado es la puerta del futuro —lee en tono reverencial.

—Es una mariposa morpho azul —le explico—. Las mariposas tienen muchos
significados dentro de las diferentes culturas, generalmente simbolizan la vida, el amor,
el cambio y el renacimiento —Mientras hablo, recorro su brazo con la punta del dedo
mientras hablo—. Muchos creen que las mariposas representan la esencia o el alma de
una persona, y el color azul representa la alegría o un cambio de suerte. Algunos dicen
que la mariposa morpho es la que concede los deseos —Miro profundamente sus
grandes ojos azules— Quería diseñar un tatuaje que tuviera un significado para
nosotros y que fuera algo que representara quién eres como persona también. Quería
algo femenino y bonito, como tú. Y me encanta que vaya a juego con el color de tus ojos.

—Créelo, cariño —Me acerco, abro el cajón de la mesita de noche y cojo algunos
condones antes de tirarlos sobre la cama—. Porque soy tuyo, ahora y siempre.
Sus ojos están llenos de amor, y no necesita decirlo para que yo lo sepa. Tal vez ella
no se dio cuenta todavía, pero yo lo veo, y eso es suficiente por ahora.

—Ya le pregunté a Boner si te haría la tinta, y aceptó.

—¿Boner? —Sus ojos se abren de par en par—. ¿Acaso quiero saberlo?

Me río.

—Probablemente no. Es uno de mis amigos del club de boxeo. Es el que me hizo la
tinta, y es un verdadero artista. Sinceramente, yo no confiaría en nadie más.

Sus dedos patinan sobre mi tinta.

—Me preguntaba cómo te las arreglaste para hacértelo antes de cumplir los
dieciocho años, porque sé que tu padre no lo habría consentido.

—No lo hizo. Falsifiqué su firma en el papeleo —Me encojo de hombros, riéndome


ante su expresión de desaprobación—. Boner lo sabía pero no le importaba mientras
tuviera algo en el archivo.

—Será mejor que esperes que Gregory no se entere

—No me preocupa. Ni siquiera el psicópata se cruzaría con Boner —Agarro su culo


con mis dos manos mientras mi lengua sale, y lamo entre el valle de sus tetas—. Parece 216
aterrador, pero es un gigante amable, y te prometo que estás en buenas manos.

—¿Vas a ir conmigo? —pregunta ella, apretando lentamente sobre mí.

—No es opcional —Un gemido se escapa de mis labios mientras ella se mueve sobre
mi erección. Las estrellas estallan detrás de mis ojos cuando su coño desnudo se desliza
a lo largo de mi polla. Maldita sea. Realmente quiero follarla sin ninguna barrera—.
Nena —Aprieto mis manos en sus caderas, deteniendo su movimiento para poder
mirarla a los ojos—. ¿Tomas anticonceptivos?

Ella asiente mientras arrastra sus dedos por mi pelo.

—Yo también estoy limpia Me hice la prueba hace poco.

—Siempre usé condones, pero no quiero hacerlo contigo. Quiero sentir todo de ti.

—A mí también me gustaría —Me pellizca la oreja—. Pero no creo que debamos


acostumbrarnos a ello. La píldora no es infalible, y deberíamos seguir usando
preservativos la mayoría de las veces.

Sacudo los condones de la cama y los tiro al suelo.

—De acuerdo —Estoy de acuerdo con casi todo, mientras ella frota su coño de un
lado a otro a lo largo de mi polla.
—Móntame, nena —Tiro de su labio inferior, arrastrándolo suavemente entre mis
dientes—. Reclama tu polla y haz con ella lo que quieras.

Ese seductor rubor sube por su cuello y llega a sus mejillas mientras se echa hacia
atrás, agarra mi polla y la mantiene firme mientras se coloca sobre mí. Veo cómo su
pecho se agita mientras baja lentamente sobre mi polla, hasta que estoy completamente
situado, y me pregunto si es otra vez la primera vez. Sus ojos se fijan en los míos
mientras se mantiene quieta, dejando que ambos nos aclimatemos. Agarrando su cara,
acerco sus labios a los míos y le devoró la boca mientras mi polla palpita dentro de sus
cálidas paredes interiores.

—Jesús, Kendall —susurro sobre su piel mientras le pellizco la mandíbula antes de


seguir besando su cuello—. Te sientes increíble. Nada se puede comparar con esto, pero
necesito que te muevas, nena.

Ella sube y baja sobre mí, y el placer me recorre la espina dorsal cuando su canal
me aprieta con cada empuje de sus caderas. Sus tetas se agitan cuando aumenta la
velocidad, y entierro mi cara en su pecho mientras agarro su culo. La masturbo sobre
mí mientras chupo, lamo y muerdo sus tetas y sus pezones. Se retuerce y gime encima
de mí, y nunca estuvo más caliente. Llevo mis manos a sus caderas y controlo sus
movimientos, golpeándola hacia arriba y hacia abajo en mi polla, pero no es suficiente.
Necesito más. Necesito empalarme dentro de ella para dejar una marca indeleble.

Sin previo aviso, balanceo mis piernas sobre el lado de la cama y me pongo de pie,
manteniéndola pegada a mi polla, hasta que nos colocó en el borde de la cama. La pongo 217
de espaldas y le paso las piernas por encima de los hombros antes de doblar las rodillas
hasta alcanzar el ángulo correcto para penetrarla. Me abalanzo sobre ella como un lobo,
empujando hasta el fondo y sacando. Mantengo un ritmo de castigo porque no puedo
controlar mis hormonas ni la necesidad posesiva de poseerla por completo. Su cuerpo
se agita en la cama mientras yo la penetro, inclinando sus caderas hacia arriba para que
pueda penetrarla aún más. Pero aún no es lo suficientemente profundo.

Inclinándome sobre ella, con sus piernas aun colgando de mis hombros, pongo mis
manos a cada lado de su cabeza mientras la follo en la cama, gruñendo mientras me
empujo más y más, alimentado por esta implacable necesidad de enterrarme
profundamente. Mi boca choca con la suya en una desesperada unión de labios, dientes
y lengua, y me trago sus gritos mientras siento un cosquilleo familiar en la base de mi
columna vertebral y mis pelotas se tensan. Sé que no puedo contenerme por mucho
tiempo, así que me levanto de la cama y nos movemos hasta que estamos tumbados
verticalmente en el centro.

Me pongo de rodillas, le rodeo la cintura con las piernas y muevo los dedos hacia su
clítoris mientras entro y salgo de ella.

—Ya casi estoy —jadeo mientras una línea de sudor se desliza por mi columna
vertebral. Pequeñas gotas de sudor humedecen su frente, pegando mechones de pelo
dorado a su frente—. Córrete conmigo. —Le doy un golpecito en el nódulo mientras la
penetro con mi polla, reteniendo un poco en un intento de retrasar lo inevitable. No la
soltaré hasta que ella esté lista para volar conmigo. Con mi mano libre, exploro su
cuerpo, pasando mis dedos sobre sus caderas, su estómago y hasta sus tetas.
Cuando le toco los pezones, suelta un gemido primitivo y su espalda se levanta de
la cama. Sus caderas se agitan, su respiración se acelera, y un rubor se extiende por su
bonita piel, y sé que está cerca. Presionando su clítoris, la penetro más fuerte y más
rápido, y no puedo detener mi orgasmo.

Dejo escapar un rugido mientras me corro, frotando su apretado manojo de nervios,


y entonces ella vuela conmigo, y los sonidos que rebotan en las paredes de mi
apartamento son casi inhumanos.

Me derrumbo sobre ella antes de rodar hacia un lado y llevarla conmigo. Le quito el
pelo de los ojos y examino cuidadosamente su rostro. Esta vez no hay lágrimas, sólo una
gran sonrisa. Se ríe y me pasa los dedos por el pelo de una manera que me hace
ronronear como un gato.

—Tengo la sensación que vas a agotarme, Vander —Se inclina y me besa—. ¿El sexo
contigo es siempre un ejercicio de cuerpo entero? —se burla, dejando caer besos en mi
pecho mientras regulo mi respiración.

—Sí, y sí —jadeo, agarrando un puñado de su pelo e inclinando su cabeza para que


me mire—. Te quiero.

Sus rasgos se suavizan.

—Lo sé —Coloca su mano sobre mi corazón antes de bajar la cabeza y besar mi


pecho. 218
—Nunca me cansaré de demostrártelo —Mis dedos se deslizan por su columna
vertebral, y mi palma se posa en su culo. Amasé su carne, y un pequeño chillido se le
escapó de la boca. Sonrío y le doy besos por toda la cara—. Dame tres minutos y estaré
listo para probártelo de nuevo.
34
KENDALL

—Alguien parece feliz —dice June, asomando la cabeza por la puerta de mi oficina
el lunes.

—Es una forma de decirlo —Le sonrío como una loca y es que no puedo evitar
sonreír. Llevo flotando en una nube desde el sábado por la noche hasta el domingo por
la mañana—. ¿Quieres salir a comer?

—Absolutamente —Ella guiña un ojo—. ¡Quiero todos los detalles jugosos!

Me levanto y cojo mi abrigo.

—Creo que se puede arreglar.

219
—Vale, escúpelo, chica. Por favor, dime que la razón por la que andas un poco rara
es porque recibiste la mejor cogida de tu vida durante el fin de semana —dice June,
ocupando uno de los asientos en la mesa de la esquina de la cafetería a la vuelta de la
manzana de la oficina.

Me quedo mirando a mi amiga con la boca abierta mientras deposito la bandeja con
nuestros envoltorios y cafés sobre la mesa.

—Vaya, qué manera de decirlo.

—Lo digo como lo veo —Ella coge su envoltorio y toma un sorbo de su café mientras
yo reclamo el asiento frente a ella.

—¿Realmente estoy caminando raro? —No voy a negar que estoy adolorida o que
cada vez que me siento sigo sintiendo a Vander dentro de mí, pero no creo que se note.

—Sólo para el ojo perceptible.

Eso sólo se refiere a ella.

—Vale, bien, porque no puedo dejar que la gente se dé cuenta lo que está pasando.

—¿Qué pasó? —Me mira con ojos ansiosos mientras muerde su envoltorio.

Mis mejillas se calientan mientras desenvuelvo mi almuerzo.


—Lo hice —digo, mirando alrededor para asegurarme que no hay nadie del
trabajo—. Me comprometí con él durante seis meses, y tuvimos sexo —Mis labios se
curvan en las esquinas—. Durante horas. Una y otra vez. En todo tipo de posiciones.
Toda la noche del sábado y de nuevo el domingo por la mañana.

Da una palmada de alegría y chilla, como si tuviera cinco años.

—Eso es increíble, y no necesito preguntar si fue bueno porque nadie folla durante
horas si no lo es.

Bajo la voz y me inclino hacia ella.

—Es un puto dios en la cama. Me dejó boquiabierta. No sabía que el sexo podía ser
tan increíble. No fui capaz de dejar de pensar en ello, y estoy en una cuenta atrás hasta
que podamos volver a hacerlo —Dejo escapar una amplia sonrisa—. Creo que soy adicta
al sexo con él —Me encojo de hombros, sin dejar de sonreír—. Creo que soy adicta a él,
y punto —Muerdo mi envoltura, disfrutando del resplandor y dejando que mi excitación
salga a la superficie—. Es increíble, June. Tan considerado y atento, y me encanta pasar
tiempo con él.

Su boca hace una O.

—Oh, vaya. Estás enamorada de él.

—No estoy preparada para admitirlo ante mí misma —respondo con sinceridad 220
porque soy la reina de la negación últimamente—. Me dice que me ama todo el tiempo,
pero no sé si decirlo hasta estar segura que lo que siento es amor.

—Mentira —June se limpia la salsa de la comisura de la boca con una servilleta.

—Sabes lo que sientes. Sólo te aterra admitirlo, y eso está bien, Ken. Debes ir a tu
propio ritmo, y no te sientas presionado a hacer o decir algo que no quieras.

—Él no me presiona. En absoluto. Me deja marcar el ritmo, aunque él tomó


totalmente el mando también, y fue tan jodidamente caliente —Aprieto mis muslos
mientras el calor líquido llega a mi núcleo cuando recuerdo todas las formas en que él
demando mi cuerpo. Vuelvo a mirar a mi alrededor para asegurarme que nadie me
escucha.

Me inclino hacia ella por encima de la mesa.

—¡Me dio cinco orgasmos! Cinco en una noche —Una risita sale de mi boca—. Curtis
nunca me dio uno, y estuve casada con él durante más de diecisiete años.

June casi se cae de la silla.

—¿Qué diablos pasó?

—Lo sé —Doy otro mordisco a mi envoltorio—. No puedo creer que haya sido tan
complaciente. Que lo aceptara y no exigiera más —Tomo un sorbo de mi café—. Vander
realmente me abrió los ojos. Me conformé totalmente con Curtis, en todos los aspectos
de nuestra vida en común. ¿Por qué lo hice?

La simpatía aparece en su rostro.

—Eras joven cuando te conociste, y luego estabas ocupada con los niños y tu
carrera. Pusiste tus propias necesidades en un segundo plano. Ahora te das cuenta
porque no tuviste más remedio que enfrentarte a ello.

—Siento que estuve desperdiciando mi vida. No mis hijos, obviamente. Ellos son mi
mundo. ¿Pero por qué no me divorcié de Curtis hace años? ¿Incluso antes que su
primera aventura saliera a la luz? —Sacudo la cabeza—. Estoy enfadada conmigo
misma por dejarme que me traten así durante años. Por engañarme a mí misma
pensando que tenía un matrimonio feliz y una pareja amorosa —Arranco un gran trozo
de mi envoltorio, masticando lentamente mientras June espera que continúe—. Vander
sólo tiene dieciocho años. —susurro—. No hicimos más que empezar, y ya me hace
sentir querida y adorada de una manera que Curtis nunca hizo. Fui tan estúpida.

—Ahora estás haciendo algo al respecto, y estás exactamente donde deberías estar
en la vida. No mires atrás y te arrepientas de lo que pasó antes porque podrías no haber
encontrado a Vander si las cosas hubieran sido diferentes. Creo que esa es la única
manera de verlo.

Es tan sencillo cuando lo dice así.


221
—Tienes razón, y no es como si pudiera pueda cambiar mi pasado, así que pensar
en ello no me llevará a ninguna parte.

La puerta se abre mientras busco las llaves en mi bolso. Vander me mete en su


apartamento y me empuja contra la pared. Sus labios se estrellan en un beso exigente,
y mi bolso cae al suelo mientras le rodeo el cuello con los brazos y le meto los dedos en
el pelo, mi bolsa cae al suelo mientras le rodeo el cuello con los brazos y le meto los
dedos en el pelo. Me encanta lo mucho que me desea y cómo no tiene miedo de
demostrarlo. Todo esto es tan nuevo, pero me encanta, y tampoco me canso de él.
Nuestros besos rápidamente, se vuelven frenéticos mientras nos manoseamos a través
de nuestra ropa, desesperados el uno por el otro.

No protesto cuando me sube la falda hasta las caderas, me aparta las bragas a un
lado y me mete dos dedos.

—Joder, nena. Estás tan húmeda —murmura contra mi cuello mientras sus labios
se deslizan por mi piel acalorada—. ¿Te duele? —pregunta, metiendo y sacando sus
dedos con ternura de mí.

—No —dije con una semi mentira—. Te deseo, y no necesitas ser gentil.

—Gracias, joder —Usando su mano libre, empuja sus pantalones de deporte por sus
muslos, y su polla sale, larga, gruesa, dura, y toda mía.
Me relamo los labios y paso el pulgar por el precum que cubre la punta de su polla
mientras sonrío.

—¿Vas en plan comando?

—Es mi nueva costumbre —confirma, añadiendo un tercer dedo y metiéndome y


me mete los dedos con brusquedad mientras su pulgar me frota el clítoris—. Nuestro
tiempo es precioso. Quiero estar preparado para aprovechar cada oportunidad.

Me guiña un ojo y yo me reiría, pero elige ese momento para presionar con fuerza
en mi clítoris y mis piernas se convierten en gelatina. Ya siento que mi clímax se está
gestando, y me sorprende la rapidez con la que me lleva hasta allí.

—No tenemos mucho tiempo —dice retirando sus dedos y levantando mi pierna.
La sujeta alrededor de su cadera—. Esto será duro y rápido, nena, así que agárrate
fuerte.

Grito mientras desliza un brazo alrededor de mi espalda y levanta mi otra pierna


hasta que me envuelve en él y me sostiene. Con habilidad, guía su polla hasta mi entrada
y empuja dentro de mí. Un gemido gutural sale de mi boca mientras me folla, duro y
rápido, como prometió, contra la pared. Me aferro a él, besándolo repetidamente
mientras me penetra sosteniéndome entre él y la pared como si no pasara nada. Sus
dedos entre nuestros cuerpos, y vuelve a jugar con mi clítoris mientras acelera, girando
sus caderas y perforándome mientras me aferro a la vida.
222
Nos corremos con pocos segundos de diferencia, y apenas siento mis piernas
mientras él las baja lentamente hasta el suelo. Me aferro a él porque no confío en
permanecer de pie si él me suelta. Sus labios se mueven suavemente contra los míos, y
me siento tan atraída por él. Ya significa tanto para mí.

—Podría acostumbrarme a ese saludo —bromeo, pasando mis dedos por su


hermoso rostro.

—Bien —Me besa la punta de la nariz—. Porque hay mucho más de donde vino eso
—Me envuelve en un abrazo, abrazándome con fuerza—. No puedo dejar de pensar en
ti ni de revivir el fin de semana pasado. Mi cama se siente vacía al despertarme sin ti en
ella.

—Conozco esa sensación —Apoyo mi mejilla en su hombro y saboreo la sensación


de estar en sus brazos—. Nunca tuve esto antes, Vander —admito, jugando con las
puntas de su pelo—. Imagino que esto es lo que se siente al estar drogado.

—Soy tu droga —Levanta la cabeza, y aunque no veo su enorme sonrisa, la escucho


en su tono—. Y tú eres definitivamente mía —Frota su nariz contra la mía, y me derrito.
¿Cómo es que alguien joven es tan romántico y caliente al mismo tiempo? No es que
tenga ningún modelo a seguir.

Es claramente intrínseco. Nacido de años y años de amarme en el pasado. Cuanto


más estamos juntos, más me lo creo de verdad porque se siente tan natural estar con él
así.
—Las drogas no son saludables —le recuerdo.

—No todas las drogas son malas —susurra él, succionando sus labios en mi cuello—
. Algunas son vitales.

Ahí vuelve a ser perfecto.

—Lo son —Espolvoreo besos por todo su hermoso rostro antes de apartarlo
suavemente—. Le dije a Stella que estaría en casa a las ocho —Odio que no tengamos
muchas oportunidades de estar juntos, pero él no se queja.

Me coge la mano y se la lleva a los labios antes de plantarme un beso en la palma.

—De acuerdo —Se sube el chándal y me baja la falda por las caderas—. Cámbiate y
bajaremos juntos las escaleras.

—Todo el mundo está mirando —murmuro, pegado al lado de Vander mientras


caminamos por el club de boxeo, dirigiéndonos a la zona del fondo con las colchonetas.

—Ignóralos —Él empuja su dedo medio hacia arriba a un tipo que está mirando
descaradamente mi culo—. Son unos cabrones entrometidos.

—¿Qué creen que es esto? —susurro. 223


—Exactamente lo que es. Estoy enseñando a la madre de mi amigo defensa personal
porque está recién separada, está muy buena, y necesita aprender a defenderse de
idiotas y pervertidos.

Pongo los ojos en blanco y muevo el cuello de un lado a otro para aflojar la tensión.
Vander deja caer mi bolsa al suelo, junto a las colchonetas, mientras Jimmy se acerca.

—Kendall —Me da un rápido abrazo—. Me alegro de verte.

—A ti también, Jimmy. Gracias por dejarnos hacer esto aquí.

—No hay problema. De hecho, me preguntaba si no deberíamos hacer esto una cosa
regular. Invitar a otras mujeres a apuntarse.

—Es una idea increíble —dice Crusher, levantándome mientras me envuelve en un


abrazo—. ¿Cómo va la cosa, Ken?

Vander me arranca de sus brazos y mira a su amigo.

—Deja de maltratarla.

Crusher se ríe antes de bajar la voz.

—A menos que quieras que todos sepan que tienes una erección por la madre de tu
amigo, probablemente sea mejor que no te pongas tan territorial.
Toda la sangre se drena de mi cara y giro la cabeza hacia la de Vander. Prometió
que mantendríamos esto en secreto, y perderé la cabeza si no mantuvo su palabra.

Vander le hace un gesto de desprecio.

—Se llama respeto, idiota.

—De acuerdo. Suficiente —Jimmy se interpone entre ellos—. Crusher, ve a calentar


en el ring, y deja que Kendall y Vander comiencen —Vander frunce el ceño cuando ve
mi mirada. Jimmy sonríe suavemente mientras sacude la cabeza—. Soy el único que lo
sabe, Kendall, y nunca lo diré. Crusher sólo está siendo Crusher —Jimmy dirige su
atención a Vander— Mantenlo estrictamente profesional, hijo.

—Tengo toda la intención de hacerlo —Un músculo se aprieta en la mandíbula de


Vander mientras ve a Jimmy alejarse—. Te juro que no le dije nada a Crusher —dice,
estirando los brazos por encima de su cabeza—. Sólo está haciendo suposiciones.

—No podemos bajar nunca la guardia —Mordisqueo el interior de mi boca


mientras Siento los ojos en mi espalda—. Tal vez deberíamos hacer esto arriba a partir
de ahora.

Vander ahoga una sonrisa.

—Entonces no conseguiríamos hacer nada.


224
Toso para disimular mi risa.

—Es cierto.

—Vamos. Vamos a calentar y luego repasaré contigo algunas técnicas básicas.

Para cuando salgo una hora después, estoy sudando profusamente, me duele todo,
y me doy cuenta que sería completamente inútil si alguien viniera hacia mí. No fui capaz
de bloquear ninguno de los movimientos de Vander, y él me dominó cada vez. También
era difícil concentrarse con él tocándome tanto. ¿Pero? no puedo negar que lo necesito,
y tengo la intención de hablar con Viola y June para sugerirles que reciban algo de
entrenamiento también

—¿Tienes un minuto? —Le pregunto a June el lunes siguiente mientras me recuesto


contra la puerta de su despacho. Tiene la cabeza metida en su portátil y una mirada de
feroz concentración en su rostro.

—Por supuesto. Pasa.

Entro y cierro la puerta tras de mí.

—Necesito un favor.

Se echa hacia atrás en su silla y deja el bolígrafo en el escritorio.

—¿Qué pasa?
—¿La amiga de Carly sigue trabajando en la oficina de administración de Yale?

Asiente con la cabeza.

—Sí, trabaja. Hace poco la ascendieron también.

Bien. Eso podría ser útil.

—¿Crees que podrías organizar una llamada telefónica? Quiero hablar con ella
sobre la ayuda financiera para Vander.

June arquea una ceja.

—¿Entró?

Sonrío.

—Lo aceptaron pronto —No me sorprende. Sabía que le ofrecerían una plaza—.
West también entró en la OU con una beca de fútbol.

—Es una noticia increíble. Debes estar muy orgullosa

—Lo estoy, pero me preocupa Vander. Sus finanzas no son grandes, pero las
opciones de ayuda financiera en Yale se basan en la capacidad de pago, y la riqueza de
su padre podría ser un gran problema. Quiero averiguar cómo podemos presentar un 225
caso especial para él —Vander no sabe que estoy haciendo esto o que vi los papeles
extendidos en su mesa de café durante el fin de semana. No estaba fisgoneando, pero
sé, porque el cálculo de su presupuesto estaba a la vista. Él está pagando por la
rehabilitación de su madre, y no es barato. Tendrá suerte si puede pagar un año de Yale.
Vi solicitudes de préstamos estudiantiles, pero si puede obtener ayuda financiera de la
universidad, le ahorrará acumular una tonelada de deuda estudiantil. Quiero ayudar si
puedo.

—Hablaré con Carly esta noche y veré si puede llamar a Della. Estoy seguro que ella
estaría dispuesta a hablar contigo.

—Estupendo, gracias.

Me detengo en la sala de impresión de camino a mi escritorio para copiar algunos


archivos, gimiendo interiormente cuando entro y encuentro a Greg allí. Está de pie junto
a una de las fotocopiadoras, cargando papeles en el alimentador de documentos. Hace
poco que volvió al trabajo, y me las arreglé para no verlo hasta ahora.

—Kendall —Mueve la cabeza en señal de reconocimiento cuando paso.

—Gregory —Se necesita un esfuerzo para sonar civilizada

La tensión se respira en el aire mientras me dirijo a la fotocopiadora más lejana,


poniendo la mayor distancia posible entre el padre de Vander y yo.
Hago todo lo posible por ignorarlo mientras saco papeles del primer archivo y los
pongo en el alimentador de documentos. El silbido de las fotocopiadoras es el único
sonido en la sala mientras nos ignoramos a propósito. Me mojo la boca seca y me
concentro en la tarea que tengo entre manos, queriendo entrar y salir lo más rápido
posible.

Mi ritmo cardíaco se acelera cuando veo a Greg caminando hacia mí, del rabillo del
ojo. Pasando por encima de mí, se agacha justo detrás de mí, buscando algo en el estante
de suministros. Me tiemblan las manos al coger mi segundo archivo, introduciendo más
papel en el alimentador de documentos mientras me inclino y recojo las copias del
primer archivo junto con los originales.

Algo me roza la pierna y me quedo rígida. Mi corazón martillea detrás de mi caja


torácica mientras una sensación de cosquilleo sube por el interior de la pierna. La
sangre se me sube a la cabeza y el pánico corre por mis venas cuando dedos rozan la
parte interior de mi muslo. Me tambaleo hacia un lado, agarrando la fotocopiadora para
apoyarme mientras trago la bilis que se me acumula en la garganta.

—¿Qué estás haciendo? —miro fijamente a Greg mientras se endereza.

Me dirige una sonrisa cegadora mientras agita un fajo de sobres hacia mí.

—Se me cayeron. Uy —miente.

Entrecierro los ojos. 226


—No vuelvas a tocarme.

Se adelanta y se mete en mi espacio.

—¿O qué? —La mirada divertida de su rostro me irrita sobremanera, y me enderezó


y lo fulmino con la mirada.

—O te denunciaré a recursos humanos.

Se ríe, pero es un sonido bajo y amenazante.

—¿De verdad crees que a Paul Cummings le importaría una mierda? —Me hace
retroceder, contra la impresora, atrapándome en la esquina sin salida. Ojalá pudiera
recordar alguno de los movimientos que Vander me enseñó la semana pasada, pero mi
cerebro está hecho papilla mientras el terror hace un número en mí.

—Facturo millones de dólares cada año, cariño —Pasa sus dedos por mi mejilla y
me muevo para apartar su mano cuando me agarra la muñeca y la aprieta—. Podría
inclinarte sobre esta fotocopiadora y follarte los sesos, y a nadie le importaría —Empuja
su pelvis contra mí, y el ácido se revuelve en mis entrañas al sentir la evidencia de su
excitación presionando contra mi estómago. Sus dedos recorren mi cuello—.
Deberíamos probarlo alguna vez —Inclinándose, me lame el cuello y es un milagro que
no le vomite encima—. Ahora que ambos estamos sin pareja y libres como un pájaro.

—No podrías pagarme por tocarte, y si no te alejas de mí, gritaré.


Retrocede, levantando las manos como si no me estuviera manoseando contra mi
voluntad, riéndose de nuevo.

—Esto va a ser divertido. Realmente voy a disfrutarlo —Me lanza un beso mientras
retrocede hacia la puerta—. Hasta la próxima vez, sexy.

227
35
VANDER

—El último año es una mierda —refunfuña Shep mientras salimos de la escuela el
viernes por la tarde.

—Ya casi termina —Le recuerdo mientras caminamos hacia el estacionamiento—.


Ya estamos en febrero, así que sólo quedan tres meses más de escuela antes de
graduarnos. Pensé que estabas contento con tu aceptación en la universidad.

—Lo estoy. Sólo pensé que este año sería más divertido. Es nuestro último año
juntos antes que todo cambie. Deberíamos disfrutarlo, pero no podemos pasar el rato
en tu casa, West es un hijo de puta gruñón, y Bowie sigue siendo un imbécil. Es una
mierda.

—Podemos pasar el rato en mi nueva casa a veces, pero no podemos salir de fiesta
como antes. Le prometí a Jimmy que no molestaría a los vecinos —Hay apartamentos
sobre la mayoría de los locales comerciales adyacentes al club de boxeo, y no quiero 228
causar problemas a Jimmy cuando me ayudó tanto.

Además, quiero tener los fines de semana libres para poder ver a Kendall. No
tenemos mucho tiempo juntos, y con Curtis siendo un capullo con el divorcio y
cambiando constantemente los días que se lleva a Ridge, necesito ser fluido con mi
planificación del fin de semana.

Llego a mi camión justo cuando Gayle Turner se pone al volante de su BMW a unos
cuantos coches más abajo. Acelera el motor y frunce el ceño mientras me mira por la
ventanilla.

Shep se ríe.

—Ahora sí que te odia a muerte.

—Gracias, joder —Desbloqueo mi camioneta y tiro mi bolsa de libros en la parte


trasera junto con mi bolsa de deporte. Me queda tiempo para una sesión rápida de
entrenamiento antes de recoger a Kendall para que se haga el tatuaje—. Le llevó
bastante tiempo —subo al asiento del conductor y bajo la ventanilla—. Hasta luego,
amigo —Nos tocamos los nudillos a través de la ventanilla, y luego pisó el acelerador
para salir de allí.

—Hola, Van —Stella me saluda en la puerta de la casa de Kendall unas horas más
tarde—. El Ogro está en su habitación.
—¿El Ogro? —Enarco una ceja mientras entro en el pasillo.

—Se ajusta a West en este momento. Está de muy mal humor todo el tiempo.

No estoy en desacuerdo.

—Ya sabes porqué.

Suspira y se pasa los dedos por su largo pelo oscuro.

—Sí. Se está tomando el inminente divorcio muy mal

—Parece que lo aceptó —digo mientras ella cierra la puerta detrás de mí.

Se encoge de hombros.

—No hay mucho que podamos hacer. Está sucediendo nos guste o no, y
sinceramente, mamá es mucho más feliz ahora que papá se fue. Según Ridge, papá
también es más feliz. Quizá sea lo mejor.

Stella es trece meses más pequeña que West, pero en muchos aspectos, ella actúa
como la hermana mayor. No es que envidie los sentimientos de mi amigo. Él tiene
derecho a ellos, pero Stella está adoptando un enfoque más pragmático mientras que
West está sucumbiendo a la ira, y no puede ver mucho más en este momento. Kendall
está preocupada, y yo también. Se saltó algunas clases y se metió en problemas con el 229
entrenador por llegar tarde al entrenamiento, y parece estar constantemente
discutiendo con Hazel estos días.

Me gusta escuchar que Kendall es más feliz, y me gustaría pensar que parte de eso
se debe a mí.

—Eso parece —respondo, simplemente para no parecer grosero—. ¿Está tu madre


lista? —añado.

Stella frunce el ceño, antes que sus rasgos se suavicen al darse cuenta.

—Ah, claro. Estás aquí por mamá —Se ríe—. No puedo creer que se haga un tatuaje,
pero me alegro por ella.

Kendall y yo acordamos que seremos tan honestos como podamos con la gente en
nuestras vidas. Sé que odia mentir a sus hijos sobre dónde está en esas noches de fin de
semana cuando está conmigo. Ridge no se entera porque está con Curtis, pero Stella y
West creen que se queda con June, y sé que la culpa está matando a mi amor.

—Creo que será increíble.

—Lo será —Stella asiente— Es un diseño impresionante. A mamá le encanta. Lo


hiciste bien —Me da un golpe en el brazo.
—Si alguna vez quieres que te diseñe algo, házmelo saber, y el tipo que hace mi
tinta, el que está haciendo la de tu madre, es un buen amigo. Puedo darte una cita en
cualquier momento.

—Definitivamente quiero tinta, pero probablemente esperaré hasta que tenga


dieciocho años. Papá nunca consentiría, y no creo que mamá lo haga tampoco. Creo que
ella preferiría que esperara y lo pensara bien

—¿Pensar en qué? —Kendall pregunta, bajando las escaleras y poniendo un pie en


el pasillo.

—Hacerse un tatuaje.

—¿Es algo que quieres? —pregunta ella, deteniéndose junto a su hija.

Kendall está guapísima con un vestido vaporoso de color rojo que le cae
seductoramente por los hombros, y se amolda a su escote, y fluye hacia fuera desde las
tetas hasta los tobillos. Mi polla lo aprueba, endureciéndose al instante detrás de la
cremallera de mis vaqueros. Gracias a la mierda, tengo una sudadera con capucha, y
cubre la evidencia de mi necesidad omnipresente de ella.

—No lo pensé mucho, pero probablemente algún día, sí.

—Podemos hablar de ello cuando vuelva —dice Kendall—. Deséame Suerte.


230
—Deberías tomarte unos chupitos para adormecer el dolor —sugiere Stella
mientras Kendall coge una chaqueta negra del perchero.

Kendall sonríe a su hija.

—Di a luz a tres bebés, Stella. Creo que puedo soportar un pequeño tatuaje.

—Joder —Kendall agarra mi brazo con su mano libre mientras Boner trabaja en su
tinta en el interior de su muñeca— Esto duele más de lo que esperaba.

—La muñeca es una zona sensible —explica Boner, sin levantar la vista del diseño—
La piel es más fina, por lo que se siente más.

—Por eso sugerí la parte superior del brazo —Le recuerdo la conversación que
tuvimos en el camión de camino aquí.

—Es un diseño bonito, y quería ponerlo en un lugar donde pudiera mostrarlo


cuando quisiera y esconderlo cuando lo necesitara —No quiere que nadie en la oficina
lo vea, y estará cubierto por las mangas de la chaqueta de su traje.

—Creo que quedará bien aquí —Boner levanta la cabeza, mostrándole una boca
llena de dientes de oro. Es un hijo de puta de aspecto aterrador. Más de dos metros de
altura. Más de 150 kilos de puro músculo con bíceps abultados y muslos gruesos. Su
cabeza es calva, contrastando fuertemente con su larga, barba marrón desaliñada.
Añade la tinta que cubre casi toda la piel expuesta y los numerosos piercings, y hace que
algunas mujeres corran en dirección opuesta. Pero el tipo tiene el corazón más grande.
Él haría cualquier cosa por cualquiera y es un tatuador de primera—. Es una buena
elección.

—Gracias, Boner. Realmente aprecio que hagas esto.

Boner se ríe.

—Eso ya lo dijiste.

Ladeo la cabeza hacia un lado y sonrío.

—Al menos cuatro veces en los veinte minutos que llevamos aquí.

—Nunca está de más ser amable —responde, entrecerrando los ojos hacia mí.

—Sí, señora —Boner le sonríe afectuosamente, y puedo decir que le gusta. Es difícil
no hacerlo. Después de dos segundos en compañía de Kendall, cualquiera puede ver la
clase de mujer que es. Buena. Dulce. Amable. Compasiva. Cariñosa. Inteligente.
Reflexiva. Podría seguir—. Los buenos modales están infravalorados hoy en día y son
difíciles de conseguir —dice.

—Eso es muy cierto —dice Kendall antes de sisear y agarrar mi brazo más fuerte.
231
—¿Quieres ver mi tatuaje? —pregunto, sabiendo que necesita una distracción.

—¿Te estás haciendo más tinta?

—Sí —Saco mi pequeño cuaderno de dibujo del bolsillo trasero de mis vaqueros y
acerco el taburete a su silla. Hojeo el bloc hasta que llego a la página que quiero—. Voy
a hacer esto sobre mi pecho —Su ceño se arruga en señal de concentración mientras
inspecciona mi dibujo de la serpiente circular que se come su propia cola. La dibujé con
el mismo azul que tu mariposa con algunos elementos dorados de contraste— Es un
Ouroboros —le explico—. Es de la antigua mitología griega y egipcia, y simboliza la
muerte y el renacimiento —Sus ojos se dirigen a los míos—. En los siglos XVII y XVIII, a
menudo se tallaban en las lápidas como un símbolo de la reencarnación.

—Me encanta —Sus ojos se llenan de emoción, y me alegro que Boner esté ocupado
con su tatuaje para que no pueda ver cómo nos miramos. No hay forma de disimular
nuestros sentimientos cuando no podemos apartar los ojos el uno del otro de esta
manera—. Es perfecto —Ella roza su mano contra mis dedos, y siento su tacto hasta los
dedos de mis pies—. El camino hacia tu futuro está enterrado en lo más profundo de tu
pasado —Ella lee la cita que me están entintado bajo la serpiente, y está estrechamente
alineada con la que está siendo grabada en su piel. Me gusta la idea que tengamos
diferentes tatuajes que signifiquen lo mismo y un recordatorio permanente del vínculo
que compartimos.

Nadie más entenderá la intimidad o el significado, lo cual es perfecto.

Esto es algo que estamos haciendo para nosotros.


—¿Aurelio? —dice, y yo asiento con la cabeza. Sus ojos brillan con lágrimas de
felicidad, y me gustaría poder besarla. Probablemente podría, y Boner no diría nada,
pero le hice una promesa a Kendall y pienso cumplirla.

—Te quiero —digo al mismo tiempo que Boner habla.

—¿Están obsesionados con la reencarnación o algo así? —Se ríe.

—O algo así —murmuro.

—Lo encuentro fascinante —dice, y entramos en una profunda conversación sobre la vida
y la muerte, la clase de filosofía de Kendall, y MGK y Megan Fox.
—¿Estás contenta de haberlo hecho? —Le pregunto noventa minutos después cuando
salimos de la tienda de tinta de Boner con nuevos tatuajes.

—Dolió más de lo que pensaba, pero no me arrepiento —Ella camina a mi lado


mientras nos dirigimos a mi camioneta—. En absoluto —Me sonríe—. Me encanta,
Gracias.

—Me gusta que sea nuestro secreto, aunque esté a la vista.

Asiente, mientras abro la puerta y la ayudo a subir a mi camioneta. Me apresuro a


alrededor del capó y subo al interior, estirándome sobre la consola al segundo de cerrar
la puerta. Mis labios se funden con los suyos y la agarro por la cara mientras la beso. 232
Gracias a los cristales tintados, porque me habría vuelto loco si no hubiera podido hacer
esto ahora.

—Me moría por hacerlo —admito, repartiendo besos por toda su preciosa cara.

Me pone las manos detrás del cuello.

—Tenía tantas ganas de besarte allí. Cuando me explicabas lo de tu tatuaje —Ella


raspa sus uñas a lo largo de mi cuero cabelludo, sabiendo lo que me provoca.

—Si sigues así, te voy a follar —le advierto, mordiéndole el labio inferior mientras
le agarro las tetas a través del vestido.

—Ojalá tuviéramos tiempo. —Un brillo diabólico aparece en mis ojos mientras la
levanto por encima de la consola y la dejo en mi regazo.

—¿Quién dice que no lo tenemos? —Empujo mi asiento hacia atrás y lo reclino


mientras agarro el dobladillo de su vestido y lo recojo—. Bájame la cremallera, nena, y
empálate en mi polla. Ahora mismo.

Un bonito rubor sube por su pecho hasta su cuello.

—¿Qué me estás haciendo, Vander? —Se muerde el labio de una manera que es
increíblemente sexy antes de hacer un rápido trabajo con mis vaqueros y liberar mi
polla erecta—. ¿Se te pone dura constantemente?
Me encanta la forma en que mira mi polla como si quisiera devorarla. Mi polla
palpita, goteando precum, porque no puedo saciarme de ella. Tengo sexo con Kendall
en el cerebro las veinticuatro horas del día.

—Cuando estoy contigo o ¿pensando en ti? Absolutamente sí —Levanto mis


caderas para que ella pueda jalar mis vaqueros, y luego la levanto por la cintura,
colocándola sobre mí sobre mí mientras sostengo su vestido—. Desliza tus bragas a un
lado y súbete, nena.

Se ríe y se inclina para besarme mientras se pone en posición.

—Estás haciendo estallar mi cereza de sexo en el coche —ronronea contra mi boca


mientras mientras baja su coño sobre mi erección.

Siseo, con los dientes apretados, al sentir su cálida carne cubriendo la mía. El sexo
no puede ser mejor que esto.

—Me alegro que tu ex fuera un perezoso, poco imaginativo y poco aventurero —


digo, empujando dentro de ella mientras ella empieza a mecerse encima de mí— No
tardarás en borrar todos los recuerdos de él de tu mente.

—Ya estás haciendo un trabajo espectacular, Vander —gime ella, moviéndose sobre
de mi polla—. Y nunca quiero dejar de hacer esto contigo.
233
36
KENDALL

—Estuve investigando —digo, mientras remuevo la salsa de pimienta casera en la


sartén, la noche siguiente en el apartamento de Vander.

—¿Qué tipo de investigación? —pregunta, deslizando sus manos alrededor de mi


cintura desde atrás. Me aparta el pelo del cuello, presiona sus labios contra mi piel y me
besa con la boca abierta a lo largo de mi carne caliente. Cierro los ojos y me estremezco
mientras mi coño ansía su polla.

Todavía estoy hipnotizada por lo insaciable que me volví, ya que es algo


completamente nuevo. Incluso cuando empecé a tener sexo, nunca recuerdo haber
estado tan desesperada por Curtis ni haber sentido que moriría si no podía tener sus
manos sobre mí. Vander ya me folló sobre el sofá cuando llegué hace una hora, pero lo
quiero de nuevo. Mi necesidad carnal de él está en lo más alto, y soy como un
adolescente cachondo con el sexo constantemente en mi mente.
234
—¿Investigación del tipo pervertida? —Añade cuando no respondo. Baja la mano y
me toca el coño a través del vestido.

—Sabes que estoy feliz de dejar eso en tus manos. —Confío en Vander con mi
cuerpo al cien por cien, y siempre me hace sentir muy bien. Me encanta dejar mi placer
en sus mágicas manos, y nunca me decepciona. Tiene unas habilidades locas, y no puedo
tener suficiente. Soy una puta renacida y me encanta.

—Me encanta que estés dispuesta a probar cualquier cosa —murmura, frotándome
a través del vestido. De mala gana, retiro sus manos de mi cuerpo porque no planee esta
tardía cena de celebración sólo para quemarla. Reduciendo el calor de la cocina, me doy
la vuelta y le rodeo el cuello con los brazos—. Me encanta que saques un lado de mí que
no exploré. —Me muerdo el labio mientras contemplo cómo hacer mi siguiente
petición—. ¿Recuerdas que antes dijiste que querías que posara para ti? —Asiente con
la cabeza y sus ojos brillan al instante—. Pensé que podríamos hacerlo después de la
cena.

—Claro que sí. —Me agarra de las caderas y me atrae hacia su duro cuerpo,
besándome apasionadamente.

Nos separamos, sonriendo mientras seguimos pegados el uno al otro.

—Bien. —Mi sonrisa se ilumina al pensar en su cara cuando le cuento mi idea. Creo
que le encantará. Pero lo primero es lo primero—. La cena está lista. Ve a servir el
champán y siéntate.
—Esto tiene una pinta deliciosa —dice, salivando ante el filete a la parrilla, las
patatas dauphinoise 10, las judías verdes y la salsa de pimienta.

—Siento que no hayamos podido hacer esto el fin de semana pasado. —El maldito
Curtis arruinó mis planes en el último minuto. Está retrasando el divorcio y dando
marcha atrás en las cosas que me prometió, y se me está acabando la paciencia. No
puedo esperar a ser oficial y legalmente libre de él. No me impresiona su falta de
compromiso con nuestro acuerdo temporal ni la forma en que ahora parece impugnar
todo. Es casi como si estuviera resentido conmigo por no ser miserable ahora que
estamos separados. Como un castigo por atreverme a ser más feliz sin él, así que está
decidido a meterse conmigo y arruinar mi buen humor.

—No te disculpes. No es tu culpa que ese imbécil haya jodido nuestros planes. —
Corta un trozo de filete y se lo mete en la boca, gimiendo al instante—. Esto está muy
bueno. —Inclinándose sobre la mesa, planta su boca en la mía—. Gracias, cariño. Me
estás mimando.

—Me gusta mimarte, y tú lo haces bastante por mí. —Es increíblemente bueno
conmigo: me trae flores todos los domingos cuando viene a cenar, invoca enormes
cantidades de paciencia tratando de enseñarme defensa personal, me envía mensajes
de texto todas las mañanas y todas las noches para hacerme saber que está pensando
en mí, me ayuda con los deberes de filosofía, me prepara un baño cuando llego los
sábados agotada después de una semana ajetreada, e incluso volvió al centro de
jubilados conmigo algunas veces y ayudó. Pasamos todo el tiempo que podemos al aire
libre, sin tener que andar a escondidas, porque sabe lo difícil que es para mí. Ve la culpa 235
que tengo y cómo odio mentir a West y, a Stella sobre dónde me quedo a dormir cada
semana.

Pero es más que eso. Vander me hace reír. Me escucha y busca mis consejos.
Comparte mis creencias y alienta mis pasiones. Me adora y me hace sentir deseable. Me
está enseñando a pedir y dar placer en el dormitorio, y es la razón por la que tengo una
sonrisa permanente en mi cara y un resorte constante en mi paso. Me está devolviendo
la confianza, y eso no tiene precio.

—Nunca me hablaste de tu investigación —dice entre bocados de la cena.

—Busqué a Machine Gun Kelly y Megan Fox después de nuestra conversación con
Boner anoche, y tenía razón. Parece que tienen una relación muy espiritual, y creen
plenamente que son almas gemelas. —Tomo un sorbo de mi vino entre bocados del
suntuoso filete y las patatas que se derriten en la boca—. Al igual que nosotros,
sintieron la conexión enseguida. Ella dice que son llamas gemelas. Me gusta eso, y los
amo. Están tan calientes el uno por el otro, tan enamorados, y las cosas que publican
sobre el otro en Internet son simplemente hermosas. —Es posible que sea un poco
cursi, para algunas personas, pero pueden salirse con la suya. Están devolviendo el
entretenimiento y el glamour al rock and roll, y creo que el mundo lo necesita ahora.

—Lleva un collar con la sangre de ella —dice Vander con un pequeño brillo en los
ojos—. Para celebrar su reciente compromiso, bebieron la sangre del otro. —Parpadeo
cuando sus labios se curvan en las comisuras—. Cuando nos comprometamos,

10 Gratinadas.
deberíamos hacer eso también. —Me quedo con la boca abierta y él se ríe—. ¿Es
demasiado vampírico para ti? Se come un poco más de su cena.

—No creo que "vampiríco" sea una palabra, aunque podría estar equivocada, pero
no fue esa parte la que me dejó boquiabierta, aunque yo ponga el límite en llevar o beber
sangre. —Bebo otro trago de vino.

—Ah, ya veo. —Se echa hacia atrás en su silla, todo despreocupado, sonriendo con
confianza al otro lado de la mesa mientras se mete otro trozo de filete en la boca.
Mantiene el contacto visual mientras mastica, disfrutando de verme tan nerviosa. El
mocoso—. Es la parte del compromiso.

Asiento con la cabeza y bebo más vino. Se sienta más erguido y pierde la sonrisa
engreída, sustituyéndola por una mirada seria mientras desliza su mano por la mesa y
enhebra nuestros dedos.

—No quiero asustarte, pero tampoco voy a mentirte. Quiero casarme contigo algún
día, Kendall. Es una promesa. Ya te considero mi esposa, aquí dentro. —Golpea su puño
sobre su corazón—. En la única forma que cuenta.

Me levanto y camino hacia él, arrodillándome a sus pies. Me late el pulso y se me


acelera el corazón cuando le cojo las manos y le miro. Nunca habrá un momento más
perfecto para decirle lo que siento.

—Te adoro. —La emoción se agolpa en mi garganta mientras aprieto un beso a sus 236
nudillos—. Te anhelo. —Me pongo de pie y me arrastro hasta su regazo, inclinando su
cara hacia la mía porque necesito mirarlo a los ojos cuando diga esto—. Te amo.

La emoción brilla en sus ojos mientras me mira fijamente.

—Dilo otra vez —susurra, estrechando mi cara entre sus grandes manos.

—Te amo.

—Otra vez.

Me río mientras se me acumulan las lágrimas de felicidad en los ojos.

—Te amo, Vander. Te amo muchísimo. Es como si hubiera estado esperando a que
aparecieras y me infundieras vida.

Me besa suavemente, y la alegría que emana de su alma es como un faro de luz que
ilumina su cuerpo en un halo dorado.

—Te amo, Kendall. Me insuflaste vida y me diste una razón para la esperanza.

—Eres tan romántico. —Le besuqueo los labios mientras arrastro mis dedos por su
pelo—. Sexy también. —Sus pupilas se dilatan y sus manos se clavan en mis caderas.

—Te necesito —dice, con una voz cargada de lujuria que coincide con mi propia
necesidad—. Necesito sentir cada parte de ti fusionada con cada parte de mí.
Deslizándome fuera de su regazo, empujo los restos de nuestra cena a un lado de la
mesa antes de subirme. Me recuesto en la mesa mientras él se levanta, abriendo mis
piernas para que pueda colocarse en posición. Ni siquiera nos quitamos del todo la ropa,
sólo las partes que se interponen en su camino para enterrar su cuerpo en el mío.

—Voy a poner una nueva regla —dice Vander mientras nos sentamos en el suelo,
semidesnudos, dándonos de comer sobras frías—. La ropa está prohibida cuando
estamos juntos.

Me recuesto en su pecho y suelto una risita.

—Teniendo en cuenta que estamos desnudos la mayoría de las veces, creo que es
una buena regla. La apruebo. —Nunca pensé que me sentiría tan cómoda desnuda cerca
de un hombre, pero todo resulta tan natural con Vander que mi desnudez apenas se
registra ya.

Sus brazos musculosos me rodean la cintura mientras me acaricia el cuello.

—Yo también investigué.

Me inclino hacia atrás y le miro mientras le meto en la boca lo último de las patatas. 237
—¿Lo hiciste?

Asiente con la cabeza y espero a que termine de comer antes de responder.

—Quería saber si hay otras parejas como nosotros, y hay montones. —Retirando el
tenedor de mis dedos, lo deja caer sobre los platos vacíos y los aparta—. Es más común
de lo que crees.

—Lo sé. —Me doy la vuelta en ropa interior de cara a él—. ¿Leíste sobre Juliet Mills
y Maxwell Caulfield? —Leer sobre su amor me hizo llorar. Si alguna pareja me inspira y
ofrece esperanza, son ellos.

Me pellizca la nariz.

—Lo hice. Parecían muy parecidos a nosotros. Hay dieciocho años de diferencia
entre ellos, y se casaron unos meses después de conocerse en la gira estadounidense de
El hombre elefante. Él sólo tenía veintiún años y ella treinta y nueve, con dos
matrimonios fallidos a sus espaldas. Ella también tenía hijos. Desafiaron a todos los
críticos y llevan treinta y ocho años felizmente casados.

—Fue amor a primera vista, y ellos también creen en las almas gemelas —añado.

—Nada es imposible. —Me pasa los dedos por la cara y el cuello, me pasa las manos
por la clavícula y enciende un infierno a su paso.
—Ya no me preocupa nuestra diferencia de edad —explico con sinceridad—. No
importa. No cuando conectamos a este nivel. —Trazo los tatuajes de la parte superior
de su pecho con el dedo, con cuidado de no tocar su Ouroboros porque todavía está
levantado y con los ojos rojos, como mi propia tinta—. Ni siquiera me importa lo que
digan los demás. Que se jodan.

Se levanta, sonriendo mientras me pone de pie.

—Vamos a derribar esas barreras, una por una. —Me toma de la mano y me lleva a
su estudio.

—Lo único que importa son mis hijos y cómo reaccionarán. Especialmente West.
Eso es lo único que me preocupa ahora.

Vander enciende la luz de su estudio cuando entramos en ese lado del apartamento.

—Ya se darán cuenta con el tiempo —me dice, atrayéndome a sus brazos. Le rodeo
la cintura desnuda con los brazos y aprieto los labios contra su pecho. Me levanta la
barbilla con el dedo—. ¿Significa esto que estás en esto a largo plazo?

—Dijimos seis meses y luego volveríamos a evaluar. —Le recuerdo, pasando mis
dedos por su preciosa boca—. Pero no necesito esperar seis meses. Sé lo que quiero, y
eres tú. Siempre serás tú.

Me envuelve en sus brazos, casi abrazándome hasta la muerte. 238


—Me haces tan feliz, Kendall —susurra—. Quiero bailar bajo la lluvia contigo,
dormir bajo las estrellas y gritar mi amor desde la montaña más alta para que nadie
dude de la profundidad de mis sentimientos por ti.

—Tú también me haces feliz y quiero explorar el mundo contigo. Quiero visitar el
Partenón de Atenas, volver a Egipto y encontrar nuestro río, congelarnos el culo en
Irlanda y ver a los All Blacks hacer la haka en Nueva Zelanda. Quiero cogerte de la mano
mientras construyes tus sueños y pintas arcos iris en el cielo.

Me agarra la cara y me besa profunda y lentamente, y yo me desmayo contra él.


Cuando tomamos aire, nos miramos fijamente, comunicándonos con el corazón y la
mente, sin necesidad de palabras para transmitir todo lo que sentimos.

—Esto es una locura —susurro, posando mis labios en el interior de su muñeca—.


Pero la locura nunca se sintió tan normal.
37
VANDER

—Dibújame como una de tus chicas francesas —dice Kendall, de pie frente a mí, en
ropa interior blanca de encaje, colgando de su dedo un collar de plata con un gran
medallón de corazón azul.

—¿Y cómo es eso? —pregunto aunque tengo una idea de lo que quiere decir.

—¿Viste alguna vez la película Titanic?

Sacudo la cabeza. Me falta mucho en el frente de las películas de chicas porque


nunca tuve novia, rara vez salgo con alguien y no tengo hermanas.

—Blasfemia —bromea, caminando lentamente hacia mí, contoneando sus caderas


de una manera que hace que mi polla salte en mis pantalones de deporte—. Tenemos
que rectificar eso en algún momento, pero ahora mismo, significa que quiero que me
pintes llevando esto. —Agita el collar que aún cuelga de su dedo mientras me lanza las 239
pestañas—. Y sólo esto. —Enuncia las palabras, y es muy sexy. Estoy a dos segundos de
arrasar con ella en el suelo cuando da un paso atrás, moviéndome el dedo en la cara—.
No. Nada de sexo hasta que me dibujes desnuda.

—Nena. —Gimoteo, frotando mi polla palpitante—. No me tortures.

—Eres un artista torturado. Tienes que sufrir por tu arte —ronronea, señalando la
tumbona del fondo de mi estudio—. Ponla en el centro de la habitación.

Mientras cumplo con sus exigencias, se me ocurre algo.

—Me hiciste comprar esto a propósito.

Una sonrisa de satisfacción se curva en su boca.

—Lo hice. Supongo que debería confesar —dice, caminando hacia mí y dejando caer
unas monedas en mi mano. La miro confundido—. Por el retrato. —Se inclina y roza su
boca con la mía con una lentitud tentadora, dejándome jadeando como un perro. Se
desprende el sujetador y lo deja a un lado—. En el momento en que dijiste que querías
que posara para ti, pensé en la escena de Titanic. Es tan erótica y romántica, y cada vez
que veo esa película, desearía ser yo. —Sus mejillas se tiñen de un color rosado mientras
se baja las bragas por sus delgadas piernas. Se acerca a mí a grandes zancadas,
completamente desnuda, segura de sí misma y totalmente regia. Sus preciosos ojos
azules brillan de emoción cuando se acerca a mí y me pone la mano en el pecho—.
Nunca pensé que llegaría a hacer algo así. Nunca pensé que tendría las pelotas de
desnudarme delante de ningún hombre, bajo el resplandor de los focos, y mucho menos
posar para un dibujo, pero no me avergüenza hacer esto. —Me besa la comisura de la
boca—. Porque me estás devolviendo la confianza, Vander, y me haces sentir hermosa.

—Eres hermosa. —Recorro su cuerpo lentamente, amando lo que veo—. Eres


exquisita, Kendall. Como una delicada flor que florece y cobra vida ante mis ojos. No
puedo dejar de mirarte. Eres todo lo que veo.

—Te amo, pintor. —Me besa la otra comisura de la boca antes de darme una
palmada en el culo—. Ahora ponte a trabajar. —Veo cómo se arrastra hasta la tumbona
y se pone de lado con la cabeza en el reposabrazos, un brazo levantado por detrás y la
mano junto a la cara—. Ponme el collar —exige, y su tono mandón eleva mi excitación
al máximo. Será un milagro que consiga que mis manos dejen de temblar lo suficiente
como para atraerla.

Le coloco el collar en el cuello y lo sitúo en la hendidura entre sus bonitas tetas. Me


aparta la mano cuando la toco descaradamente, advirtiéndome que mantenga mis
manos en mí mismo. Cuando la tengo en la posición correcta, le pido permiso para hacer
unas cuantas fotos de referencia más tarde, cuando esté terminando el cuadro. Kendall
acepta y, tras hacer unas cuantas fotos, pongo música de fondo, acerco mi silla y me
pongo a dibujarla.

Pequeñas bocanadas de aire se deslizan desde sus regordetes labios y su pecho se


infla cuando empiezo a dibujarla.

—Relájate, cariño, —murmuro, mis ojos pasan de su cuerpo desnudo a mi bloc 240
mientras trazo su contorno con el lápiz, deseando que mis manos dejen de temblar—.
Quédate tan quieta como puedas.

—Como quieras, pintor. —Su cara está sonrojada, sus ojos brillantes mientras
intenta contener sus nervios. Sé que esto es muy importante para ella, y significa mucho
que confíe en mí para hacerlo. Mientras viva, nunca olvidaré este momento.

El silencio desciende mientras sigo dibujándola, rellenando las curvas de su cuerpo,


mientras el fuego arde en mis venas y mi piel chisporrotea. Nuestra química chispea en
la habitación, rebotando en las paredes, añadiendo un elemento extra con el que lidiar.
Mi mano vuelve a temblar y ella lo nota.

—Estás temblando.

Levanto los ojos, encontrando inmediatamente su mirada centrada en mí.

—Estoy nervioso. Estoy dibujando a la mujer que amo en un momento con el que
fantasee durante mucho tiempo. Es algo surrealista y quiero captar su belleza a la
perfección. No sólo lo que se ve por fuera, sino la belleza que irradia desde dentro.

Su rostro se suaviza.

—Te amo, Vander, y confío en ti. Tienes demasiado talento como para estar
nervioso. Sé que va a ser impresionante.
—Creo que el día en que no esté nervioso por mi talento será el día en que me volví
complaciente —admito, forzando mi mirada hacia mi bloc. Podría sentarme a mirarla
durante horas y no cansarme de la vista.

—Entonces, ¿los nervios son buenos? —La inflexión en su voz plantea la pregunta.

—Algunos lo son. Mientras no sea debilitante. —Levanto los ojos y la inmovilizo en


su sitio—. Ahora, cállate, mujer. Deja trabajar al maestro.

La música clásica flota en el aire mientras me concentro en mi trabajo,


perfeccionando su cuerpo en la página antes de centrarme en su rostro. Mis dedos
difuminan el lápiz, creando suaves sombras que marcan el tono y cálidos contornos que
presentan su cuerpo de forma casi etérea.

Inspecciono su cara mientras mi muñeca se inclina y dibujo sus rasgos,


maravillándome con la perfecta simetría, su bonita nariz de botón, su boca llena, la
delicada mancha de pecas en la parte superior de sus mejillas y “la pièce de résistance 11”
sus impresionantes ojos azules. Enmarcados por gruesas y largas pestañas negras, son
del color azul violáceo más singular que vi nunca. Los ojos de Kendall son realmente la
ventana de su alma, y cuando los miro, caigo instantáneamente en sus vibrantes
profundidades, y hace falta una fuerza de voluntad colosal para apartar la mirada.

—Sigue así, y vas a ser follado —murmura, recitando mis palabras hacia mí.

—¿Seguir con qué? —Fingí inocencia mientras terminaba de forrar su exuberante 241
boca.

—Mirándome así.

—No puedo evitarlo. Me hipnotizas.

—¿Ya terminaste?

Me río.

—¿Qué pasó con lo de mantener mis manos lejos de ti? —Me relamo los labios
mientras recorro su cuerpo con una mirada deliberadamente lenta.

Sus muslos se tensan visiblemente, y ella se retuerce, obligando a que toda la sangre
se dirija a mi polla, transformando la semi - erección que estuve luciendo esta última
hora en una erección completa.

—No pensé que esto tomaría tanto tiempo o que sería tan difícil mantenerse quieta.

Estoy orgulloso de lo bien que lo hizo. No es fácil posar para ningún artista,
especialmente desnudo y cuando hay una fuerte química sexual. Kendall no es el tipo
de mujer que se queda quieta mucho tiempo. Siempre está en movimiento. Siempre
activa, así que sé que fue un reto.

11 La pieza de resistencia de una colección o serie de cosas es lo más impresionante en ella.


—Lo hiciste de maravilla —digo, cerrando mi bloc de notas y dejándolo junto a mi
lápiz en la mesita de al lado. Me arrodillo y me arrastro hacia ella—. Y creo que te
mereces una recompensa.

Se muerde los labios cuando me acerco, y un bonito rubor florece en su pecho. Me


pongo de rodillas y me inclino para besarla.

—Te amo.

Sus dedos se enredan en mi pelo y me echa la cabeza hacia atrás, arqueando mi


cuello para poder llegar más fácilmente a mis labios. Su lengua sale y lame una línea a
lo largo de mi labio superior y luego el inferior, y mi polla intenta abrir un agujero en
mis pantalones.

—Yo también te amo. —Me da un fuerte beso en los labios—. Ese fue uno de los
momentos más eróticos de mi vida, y no puedo esperar a verlo.

La coloco en el centro de la tumbona, separo sus muslos y me meto entre ellos.

—Necesita más trabajo, y no quiero enseñártelo hasta que esté completo. —Le doy
un suave beso en el interior del muslo y se estremece.

—Por mí está bien —ronca, jadeando cuando levanto su pierna y la pongo sobre mi
hombro, permitiéndome un mejor acceso a su lugar más suave.
242
Separando sus pliegues con mis pulgares, miro fijamente su brillante coño rosa con
un hambre infinita.

—Aguanta, nena. Me muero de hambre y tú estás a punto de ser devorada. —


Kendall se agarra al respaldo de la tumbona y yo me zambullo en ella, dándome un
festín con su cálida y suave carne, usando mis dedos y mi lengua para llevarla al borde
del éxtasis, una y otra vez, hasta que me apiado de ella y termino el trabajo.

Verla derrumbarse, con mi boca en sus partes más íntimas, no deja de


sorprenderme. Nunca pensé que tendría esto con ella, y ahora que sé lo que se siente,
no quiero dejarla ir nunca.
38
VANDER

—Así está mejor —digo, viendo a Kendall inclinarse hacia delante en la cintura,
doblar el codo y girarlo hacia la cara de Crusher. Él se echa hacia atrás, por instinto, y
ella se libera.

—Así es como se sale de un agarre si alguien se acerca por detrás —les digo a Viola
y June. Se unieron a nuestras sesiones de defensa personal estas dos últimas semanas,
así que obligué a Crusher y Boner a ayudar. No es que hiciera falta mucha coacción.
Especialmente por parte de Boner, porque estoy bastante seguro que tiene una erección
de tamaño gigante por la amiga de la infancia de Kendall. Es un juego de palabras. Vi a
Viola mirándolo también, así que creo que la atracción es mutua. Qué pena que Kendall
y yo tengamos que llevar nuestra relación en secreto. Podríamos haber tenido una
doble cita.

Hombre, si West pudiera escuchar mis pensamientos, me daría una mierda.


243
—Entonces puedes desplegar otro movimiento —dice Boner, sacándome de mis
pensamientos— como una patada en la ingle o el golpe de talón-palma para incapacitar
a tu atacante y poder escapar.

—Señoras. —Jimmy da una zancada por el suelo como si fuera en serio—. Necesito
que vayan a mi oficina y cierren la puerta. Sin preguntas. Sólo háganlo.

Golpea sus llaves en la palma de la mano de Kendall.

—Crusher te acompañará y se quedará contigo —añade mientras los ojos de


Kendall revolotean hacia los míos.

Me suenan las alarmas en los oídos, pero mantengo la expresión tranquila y asiento
a mi amor, transmitiéndole en silencio que está bien. June y Viola intercambian miradas
de preocupación con Kendall, pero hacen lo que se les dice, siguiendo en silencio a
Crusher hasta el pequeño pasillo que lleva al despacho de Jimmy.

—¿Qué está pasando? —pregunto en el momento en que están fuera del alcance del
oído.

—Vi a alguien subiendo por la escalera de incendios hacia tu apartamento.

—¿Quién? —Pregunto, corriendo inmediatamente hacia la salida.


—Está demasiado oscuro para saberlo —dice Jimmy, corriendo detrás de mí con
Boner a cuestas. Los chicos que están en el ring dejan de entrenar para mirarnos, pero
los ignoro, abro la puerta de un tirón y salgo corriendo.

—Apuesto a que esto tiene que ver con mi padre —digo entre dientes apretados
mientras subo las escaleras que llevan a mi apartamento de dos en dos. Últimamente
está demasiado callado, y eso me pone nervioso. No es inconcebible considerar que se
enteró que recibí, y acepté, una oferta para asistir al programa de arte en Yale y que
presenté una solicitud de ayuda financiera.

Abriendo rápidamente la puerta de mi apartamento, irrumpo en el interior, justo


cuando veo una sombría figura negra escapar por la ventana. Tengo una fracción de
segundo para decidir si salgo por la escalera de incendios tras él o intento atraparlo en
el suelo. Elijo esta última opción, paso corriendo junto a Jimmy y Boner y vuelvo a bajar
las escaleras, trotando junto al club de boxeo y doblando la esquina hacia la parte
trasera de la propiedad y el aparcamiento. Llego a tiempo para ver al tipo subirse a una
moto y arrancar el motor. Frenético, miro a mi alrededor en busca de algo, lo que sea,
que pueda lanzarle para que se vaya, pero el estacionamiento está vacío salvo por unos
cuantos camiones y un par de contenedores.

El tipo acelera el motor y tengo que saltar para apartarme cuando se me echa
encima. Aterrizo de lado en el asfalto cubierto de grava y me salgo por poco del camino.

—¡Vander! —Grita Kendall, y levanto la cabeza para verla asomada a la ventana del
despacho de Jimmy—. ¿Estás bien? 244
Me pongo de pie, quitando la grava de mi camiseta de entrenamiento y de mi
sudadera.

—Estoy bien. —Me dirijo a la ventana—. Alguien estuvo en mi apartamento. Quiero


comprobarlo, y volveré por ti entonces.

Detrás de ella, Viola y June parecen preocupadas mientras Crusher tiene una
expresión de "qué demonios" en la cara.

Vuelvo a subir las escaleras, maldiciéndome en silencio por no haber seguido al tipo
por la escalera de incendios. Cuando entro en mi casa, Boner está colocando una larga
sábana sobre mi último óleo de Kendall. Terminé el dibujo y a Kendall le encantó.
Definitivamente es una de mis mejores piezas, pero ayuda cuando tengo un
conocimiento íntimo del tema. Me pareció un desperdicio confinar su belleza a una
página de un bloc de dibujo, así que la transferí a un lienzo grande, y estuve trabajando
en ella toda la semana.

—No se lo diré a nadie —dice Boner, asomándose frente a mí y sacándome de mi


cabeza—. Y no es exactamente un shock.

Mis cejas suben hasta la línea del cabello.

—Ayudé a limpiar tu antigua casa y vi los otros cuadros que tenías de ella. Cuando
estabas recibiendo tinta, me di cuenta que estaban muy unidos. Vi la forma en que se
miraban, y todo se acumulaba. —Me pone una mano en el hombro y sonríe—. Es dulce
y sexy. Bien por ti, hombre.

—Tenemos preocupaciones más urgentes —dice Jimmy, caminando desde el lado


del apartamento del espacio—. No veo nada fuera de lugar.

—No estuvo aquí lo suficiente como para causar daños —conjeturo, entrando en mi
apartamento y recorriendo con la mirada mi espacio vital—. Lo interrumpimos antes
que pudiera hacer lo que vino a hacer. —Dedico unos minutos a comprobar las cosas,
pero no parece que falte nada.

—Hubo algunos robos en la zona —dice Jimmy cuando se abre la puerta principal
y entra Kendall. La preocupación está grabada en su rostro mientras camina hacia mí,
su cabeza se desvía cuando pasa por mi estudio, y unas líneas arrugan su frente.

—No se quedaba quieta —dice Crusher, entrando por la puerta detrás de ella,
seguida por Viola y June—. Estaba asustada porque estuvieras herido.

—¿Qué está pasando? —pregunta Kendall, paseando su mirada por la habitación.

—Jimmy vio a alguien trepando por la escalera de incendios y vinimos a investigar.


El imbécil se escapó, pero no parece que se haya llevado nada —le explico, deseando
poder estrecharla entre mis brazos y besar sus preocupaciones.

—Instalaré un sistema de alarma y algunas cámaras de seguridad —dice Jimmy—. 245


Estuve pensando en hacerlo. Ahora parece un momento tan bueno como cualquier otro.

— Yo los pagaré —ofrezco.

Sacude la cabeza y me hace un gesto con la mano en la cara.

—Lo anotaré como un gasto de negocios.

Ahora no es el momento de discutir con él, así que dejo el tema. Pero me hizo pensar
y necesito tener una conversación privada con Kendall. Miro por encima de sus
hombros a sus dos amigas, que están asimilando todo en silencio.

—Tendremos que dar por terminada la noche, y necesito hablar con Kendall.

—Te veré mañana en la oficina —dice Kendall, dándose la vuelta y abrazando a


June.

—Nos vemos mañana en el almuerzo —dice Viola. Se abrazan rápidamente y todos


se van.

—Ven aquí —le digo cuando se cierra la puerta principal. Cae en mis brazos y la
estrecho—. Estoy bien. No te preocupes.

Me aprieta la camiseta mientras le aliso una mano por el pelo.

—Pero me preocupa. ¿Fue tu padre?


Exhalo con fuerza mientras nos dirijo hacia el sofá.

—No lo sé. Podría ser, o fue un ladrón. Al parecer, hubo algunos robos en la zona.

—Las cámaras de seguridad son una buena idea, en cualquier caso.

—Estoy de acuerdo, por eso quiero instalar algunos en tu casa. También un sistema
de alarma. —La acomodo a mi lado en el sofá.

Se coloca el pelo detrás de las orejas antes de girarse para mirarme.

—Es una buena idea. Me ocuparé de ello esta semana.

Le doy un beso en el pelo.

—Déjame organizarlo. Tendré que hacerlo por aquí de todos modos, y


probablemente pueda conseguir un mejor trato para dos propiedades.

—Bien. Pero yo pago. —Ella estrecha los ojos, advirtiéndome que no estoy en
desacuerdo—. Curtis tendrá que pagar la mitad, y se enfadará.

—No debería —ladro, mi estado de ánimo se agria como siempre que ese idiota sale
en la conversación—. Debería querer pagarlo para garantizar la seguridad de su familia,
y debería haberlo sugerido antes de marcharse. —¿Qué hombre abandona a su familia
sin tomar todas las precauciones para garantizar su seguridad? Respiro lenta y 246
deliberadamente, calmándome—. No quiero correr ningún riesgo. Lo que pasó esta
noche podría no ser casualidad.

Ladea la cabeza.

—¿Pasó algo más con tu padre que no sé?

—Anoche hablé con mi madre. —No puedo evitar que la sonrisa se forme en mi
cara—. Se va a divorciar de él, Kendall. En cuanto salga de la rehabilitación, va a
preparar los papeles.

—Es una noticia maravillosa. Me alegro por los dos.

—Reconectar con Dana fue lo mejor para mamá. Parece que puede llegar a ella de
una forma que yo no conseguí. La rehabilitación va bien y saldrá en cinco semanas. —
Le recorro la cara con los dedos—. Me pidió que fuera a visitarla. Algo sobre una sesión
de terapia familiar, sin el imbécil, naturalmente.

—¿Vas a ir?

Muevo la cabeza.

—Sí. Creo que podría ser bueno. Doloroso, pero bueno. Estoy pensando en ir el mes
que viene, al comienzo de las vacaciones de primavera, y combinarlo con un viaje a Yale.
Me gustaría ver el campus y tal vez ver algunos apartamentos. —Mojándome los labios,
la miro a los ojos—. Esperaba que pudieras venir conmigo. —Se muerde el labio y
frunce el ceño—. Pero no pasa nada si no puedes. —Me apresuro a tranquilizarla
mientras mi corazón se hunde.

En realidad, no está bien. La quiero tanto conmigo. Quiero que se involucre en las
decisiones que estoy tomando sobre mi futuro porque eso también afecta a su futuro.
Además, quiero pasar tiempo con ella en público sin miedo a que nadie nos vea. Quiero
llevarla a cenar, y besarnos en el cine, y pasear de la mano por la playa sin preocuparnos
que nos pillen. Quiero probar lo que será amarla libremente, pero sin presionarla.

—Quiero ir contigo. —Sus dedos recorren el crecimiento de la barba en mi mentón


y mis mejillas—. Quiero explorar Yale contigo y ayudarte a encontrar un lugar donde
vivir. Quiero disfrutar del tiempo que pasamos juntos sin tener que mirar
constantemente por encima del hombro. —Nuestros pensamientos están siempre tan
sincronizados—. Déjalo conmigo. —Se inclina y me besa—. Intentaré encontrar algo.

247
39
KENDALL

—Para que conste, creo que es una muy mala idea —dice June mientras salimos de
Bentley Law a la acera—. Como muy, muy mala.

—Tengo que hacer algo —digo, aflojando la bufanda porque ya no hace tanto frío
como cuando llegué al trabajo esta mañana. Para ser principios de marzo, el tiempo fue
más suave de lo habitual—. No dejaré que Greg arruine todo lo que Vander estuvo
trabajando.

—Estás haciendo algo —dice mientras nos dirigimos en dirección al restaurante


donde quedamos con Viola para comer—. Ambos tienen nuevos sistemas de seguridad
y concertaron una reunión con un funcionario de ayuda financiera de Yale. Della le dijo
a Carly que está muy segura que Vander obtendrá toda la ayuda financiera. Dijo que la
política financiera de Yale se basa estrictamente en las necesidades y que apoyan las
necesidades de los estudiantes sin necesidad de préstamos.
248
—Me anima oír eso —admito con sinceridad—. Y confío en que recibirá todo el
apoyo financiero, pero no significará una mierda si su padre utiliza sus contactos para
rescindir su plaza en el programa de arte. Sé que crees que eso es poco probable, pero
no sabes de lo que es capaz ese hombre.

Se detiene de golpe, me tira del codo y me arrima a la pared, lejos de la concurrida


calle.

—Sé exactamente de lo que es capaz ese imbécil. Yo también trabajo con él y oí


todos los rumores. ¿Por qué crees que no quiero que sigas adelante con tu plan? Ponerle
un cebo es demasiado arriesgado, Kendall. Podrías perderlo todo y empeorar las cosas
para Vander. ¿Consideraste eso?

—Por supuesto que sí. —Me froto un punto tenso entre las cejas—. Pero no puedo
sentarme y dejar que esto se desarrolle como Gregory Henley espera que se desarrolle.
Él tiene una agenda, y yo no voy a ser un peón en cualquier juego enfermo que esté
planeando. No me está utilizando para vengarse de Vander, y no voy a dejar que ningún
hombre me manipule de nuevo.

Me tira del codo.

—Será mejor que nos pongamos en marcha. Viola nos romperá las pelotas si
llegamos tarde. —Reanudamos la marcha—. Entiendo de dónde vienes. Amas a Vander
y quieres protegerlo. Eso es noble, pero no si acabas sacrificando tu carrera por él.
¿Cómo vas a mantener a tus hijos si esto sale mal y te quedas sin trabajo?
—Hacer esto es la única manera de proteger a Vander y mi trabajo. Si me quedo de
brazos cruzados, puede que me despidan de todos modos. Mira lo que le pasó a Tania.
—La perforo con una mirada porque sabe que lo que digo tiene sentido.

Nos detenemos en la entrada del restaurante.

—Me preocupo por ti, Kendall, y no quiero que te hagan daño. Si no le dices a Vander
lo que está haciendo su padre, al menos tienes que sincerarte con Vi. Necesitas algo más
que mi opinión.

—¿Sincerarte con qué? —pregunta Viola desde detrás de nosotras, y chillamos


asustadas. Los nervios me invaden mientras me doy la vuelta para enfrentarme a mi
mejor amiga. Le estuve ocultando mi secreto porque soy una cobarde. Sé que no lo
aprobará, y no quiero que nadie rompa mi burbuja, pero no puedo seguir mintiéndole
ahora que June aludió a la verdad. No tengo más remedio que confesar.

—Te lo diré dentro —digo, abriendo la puerta y caminando hacia mi perdición.

—Conseguiste lo imposible, Ken —dice Viola, veinte minutos más tarde, después
que me haya desahogado.

Apenas toqué mi ensalada mientras mis dos amigas casi terminaron las suyas
porque fui yo la que hablé. Confesando mi relación con Vander y terminando con el
apuro en el que me encuentro.
249
—Me sorprendiste de verdad. —Deja los cubiertos y da un sorbo a su vaso de agua.

—¿Por qué no te lo dije?

—No. No me sorprende que hayas confiado en June y hayas elegido ocultármelo.


Acudiste a la persona que sabías que te animaría por encima de la que sabías que te
advertiría que te contuvieras.

—Espera aquí un segundo. —June aparta su plato y mira a Viola—. No hagas como
si hubiera empujado a Ken a sus brazos con ligereza, como si no tuviera en cuenta sus
mejores intereses, ni insinúes que hay algo malo en que lo ame. Tú misma dijiste lo feliz
que fue estos últimos tres meses. Vander es una gran parte de eso.

—No lo niego ni te niego tu felicidad, Ken. —Los rasgos de Vi se suavizan al


mirarme—. Me sorprende que hayas hecho algo tan imprudente.

Sus palabras duelen.

—Por eso no acudí a ti. —Empujo mi ensalada sin comer, perdiendo el apetito—.
Sabía que me juzgarías.

—¿Ahora quién está siendo injusta? —Viola se inclina sobre la mesa y toma mi
mano—. No estoy juzgando nada más que tu momento. Me sorprende que hayas hecho
esto a espaldas de West. Que no hayas esperado hasta que el divorcio estuviera
finalizado y Vander se hubiera graduado para hacer esto de la manera correcta. —Sus
ojos serios se clavan en los míos—. Vander es un buen tipo. Todos lo sabemos, y si te
hace feliz, me importa un carajo su edad. Pero la sociedad lo hará. Tu familia lo hará.
Tus compañeros de trabajo pueden mirarte de otra manera. Y ocultarlo desde el
principio es un espectáculo de mierda en ciernes. A eso me opongo, Kendall. Quiero que
seas feliz, pero ¿cómo vas a conservar esa felicidad cuando se descubra la mentira y te
arriesgues a perder todo y a todos los que te importan?

—Estás siendo demasiado dramática —dice June, y me doy cuenta, por la expresión
hostil de su cara, que se arrepiente de sus palabras en la puerta porque pusieron en
marcha todo esto.

—Crees que soy egoísta. —Retiro la mano y cruzo los brazos alrededor del pecho.

—Eres una de las personas más desinteresadas que conozco, pero creo que te
precipitaste en esta decisión y ahora estás pagando el precio. Estás atrapada en medio
de lo que sea que esté pasando con Vander y su padre, y estoy preocupada por ti. —
Inclina la cabeza, mirando a June. En eso, estamos de acuerdo.

—No tengo muchas opciones aquí, Vi, y lo amo. Es mi amor eterno. —La sorpresa
aparece en su cara, y me doy cuenta que no se lo cree. Pero no me importa. No estoy
aquí para convencerla que lo que compartimos es real. Si es mi amiga, me apoyará, pase
lo que pase—. No me quedaré al margen y veré cómo ese imbécil destruye su futuro.

—¿Dices que se te insinuó varias veces? —Me pregunta, y yo asiento—. Entonces


ve a recursos humanos. Presenta una queja. Hazlo de forma legal y con conocimiento de
causa. 250
—Eso es exactamente lo que pretendía hacer hasta que recordé haber oído los
rumores sobre una de las chicas que trabajaba en su equipo. Llamé a Tania y fue muy
sincera conmigo. Me dijo que la acosó sexualmente, en varias ocasiones, y lo llevó
inmediatamente a Recursos Humanos. Se negaron a creerle sin pruebas porque todo se
reducía a la palabra de ella contra la de él, y por supuesto, él lo negó. Luego hizo de su
vida un infierno hasta que se vio obligada a renunciar. Arruinó su reputación y se negó
a darle una carta de recomendación. Tuvo que mudarse de estado para conseguir otro
trabajo.

—Kendall sospecha que tiene algo sobre Paul Cummings, el vicepresidente de


RRHH, y que lo obligará a hacer la vista gorda a menos que ella tenga pruebas concretas
de lo que está haciendo —aporta June, levantando su taza para rellenarla cuando la
camarera aparece en nuestra mesa.

Le pido que empaque mi ensalada y se la lleva después de rellenar nuestros cafés.

—Tania dijo que dudaba de ser la primera o que yo fuera la última. Me dijo que ojalá
hubiera pensado en hacer lo que yo planeo. Está de acuerdo en que ponerle un cebo
para que haga algo y grabarlo es la única manera de ganarle en su propio juego, y a
menos que a alguna de ustedes se les ocurra un curso de acción mejor, eso es lo que voy
a hacer.
—Hola, pintor. —No puedo contener mi sonrisa al saludar a mi amante cuando
aparece frente a mí en el vestíbulo del hotel de Bridgeport.

—Nena. Te eché de menos. —Vander deja caer su bolsa de fin de semana y me


levanta, haciéndome girar, antes de plantar mis pies en el suelo y besarme
apasionadamente. Cuando rompe nuestro abrazo, me aparta el pelo de la cara y sonríe
mientras me tiene abrazada.

—¿Cómo fue el viaje? —pregunto, pasando mis dedos por su pelo.

— Sin problemas, y lo hice en menos de cuatro horas.

Vander condujo desde Vermont mientras yo volé directamente a Connecticut.

—¿Cómo fue la sesión con tu madre?

—Fue emotiva pero buena. —Me besa la punta de la nariz—. Realmente dio un giro,
y está decidida a mantenerse sobria y a cortar todos los lazos con mi padre. —Me abraza
más fuerte—. Se disculpó y prometió que va a estar ahí para mí ahora.

Realmente espero que mantenga el rumbo.

—Eso es genial, nene.

—Me encanta que me llames así. —Su sonrisa se amplía y me mira como si no 251
pudiera creer que estemos aquí. Es contagioso, y me aferro a sus brazos y me río en su
cuello mientras observo subrepticiamente a la gente que se arremolina en el vestíbulo
del hotel y en la zona de recepción, en busca de expresiones de horror. Pero casi nadie
nos presta atención. Están demasiado ocupados en su día a día como para darse cuenta
o preocuparse. Otra pareja pasa, se dirige a la salida y nos sonríe. No hay conmoción, ni
juicio, ni asco, y se siente tan liberador—. Me alegro mucho que hayas podido venir
conmigo este fin de semana.

—Yo también —digo, zafándome de su abrazo y tomando su mano—. Aunque odio


mentir a mi familia. —Creen que me fui tres noches por un viaje de trabajo.

Vander se echa el bolso al hombro y se inclina para besarme.

—Odio que hayas tenido que hacer eso también, pero no será por mucho tiempo.
Sólo faltan dos meses para la graduación.

—West sigue muy enfadado —admito mientras caminamos hacia el ascensor. Volé
a Hartford en el vuelo nocturno para poder asistir a mi reunión con el asesor financiero
de Yale a primera hora de la mañana. Luego conduje mi coche de alquiler los veinte
minutos que me separan de Bridgeport y deambulé durante unas horas antes de
registrarme en nuestro hotel—. Tengo miedo de cómo va a reaccionar. —La verdad es
que no sé si seremos capaces de confesarlo cuando se gradúen. Aunque sé que nunca
será un buen momento para admitir nuestra relación.

—Me dijo que no habló con Curtis en todo el tiempo que estuviste en la Universidad
de Oklahoma.
Pasé el fin de semana pasado en Oklahoma con Curtis y West, visitando el campus
donde mi hijo irá a la universidad en otoño. Sólo vi a Vander el lunes en nuestra clase
de defensa personal, y no pudimos hablar realmente con los demás allí. Voló a Vermont
el miércoles por la mañana para ver a su madre, así que no tuvimos ocasión de hablar
del pasado fin de semana.

—No lo hizo. Fue extremadamente incómodo, aunque a una parte de mí le encantó


el enfado de mi ex. —Todavía no estamos divorciados ni siquiera cerca de un acuerdo,
pero siempre me refiero a Curtis como mi ex porque ocupa firmemente ese espacio en
mi cabeza—. Sin embargo, no es bueno. No quiero que West odie a su padre. Es el único
que tiene.

Entramos en el ascensor con otra pareja y una familia. Vander me lleva a la parte de
atrás y me pasa el brazo por los hombros. Lo miro al mismo tiempo que él me mira a
mí, y sonreímos. Somos como dos niños sueltos en Disneylandia por primera vez, y eso
me hace reír. Entierro la cara en su pecho para reprimir la risa.

Seguimos sonriendo como locos cuando salimos a nuestro piso, y mi euforia se


expande cuando Vander me empuja contra la pared del pasillo y me besa hasta la
saciedad. Gimo en su boca y mi libido se dispara al instante.

—Te necesito —gimoteo contra sus labios—. Pero no aquí. —Yo también me limito
al exhibicionismo. Empujando sus hombros, lo obligo a retroceder.

—Te lo advierto ahora —dice, tomándome de la mano mientras nos dirigimos a 252
grandes zancadas hacia el final del pasillo donde está nuestra habitación—. No podré
quitarte las manos de encima este fin de semana. No sabemos cuándo podremos volver
a hacer esto, así que voy a exagerar para mantenerme hasta que esto se convierta en
nuestra norma.

—No tengo nada que objetar —digo, buscando en mi bolso la tarjeta de acceso.

Vander me aprisiona por detrás cuando nos ponemos delante de la puerta, y se


inclina para darme un beso en la parte inferior de la mandíbula.

—Gracias por estar aquí, Kendall. Significa todo para mí.

Me doy la vuelta y beso la comisura de sus labios.

—Quiero apoyarte. Lo eres todo para mí, y no siempre puedo demostrártelo como
me gustaría.

Los ojos de Vander arden de emoción cuando me quita la llave de los dedos, abre la
puerta y me mete en la habitación. Dos minutos más tarde, me mete la polla mientras
estoy de pie frente a la pared con las piernas abiertas y el vestido recogido en la cintura.

—Maldita sea, nena. —Vander me abraza con fuerza, con su pecho en mi espalda,
mientras bajamos de nuestro mutuo subidón—. El sexo contigo es cada vez mejor.

Inclino la cabeza, me inclino hacia atrás y lo beso.


—Es porque estamos enamorados y te tomas el tiempo de entender mi cuerpo y me
enseñas a entender el tuyo.

—Me encanta ser tu profesor —dice, moviéndonos para que estemos de cara a
nuestra habitación—. Joder, Kendall. ¿Qué hiciste? —Sus ojos están en ascuas mientras
observa la lujosa suite con dormitorio separado y un balcón exterior.

—Me ofrecieron una mejora al facturar que no pude rechazar.

—Quiero pagar la mitad —ofrece inmediatamente, como siempre. Vander es muy


generoso y se empeña en pagar lo suyo. Me encanta eso en un hombre, aunque me
gustaría que fuera un poco más egoísta. Necesita cada centavo para la universidad.

—No. —Lo tomo de la mano y le acerco a los grandes ventanales que dan al precioso
balcón—. Me dieron una bonificación en el trabajo, y yo invito. —No me siento mal por
mi pequeña mentira blanca. Sí que me dieron una bonificación, pero no es así como voy
a pagar nuestra mejora. Vander recibió la factura de los sistemas de seguridad a mi
nombre, así que pude sacar más dinero de nuestra cuenta de ahorros del que realmente
necesitaba. No estoy segura que Vander aprecie esa verdad, pero a mí me hace mucha
gracia saber que mi ex está pagando en parte mi fin de semana con mi nuevo amante.

¡Toma eso y métetelo en tu culo tramposo, Curtis!

—Me gustaría estar ya casado contigo —suelta—. Mierda. —Se ríe, haciéndome
girar en sus brazos y fijando mi vestido sobre mis caderas—. No pretendía ponerme 253
intenso. Sólo estoy emocionado por pasar tres días y noches contigo. —Roza su nariz
con la mía—. Así será el resto de nuestra vida.

Quédate con mi corazón. ¿Cómo es tan romántico? Me mata cada vez.

—No puedo esperar. —Aunque tendré que hacerlo porque Vander estará en la
universidad los próximos cuatro años, y no sé qué pasará después. Si querrá volver a
Colorado Springs o establecerse en otro lugar. No puedo irme hasta que Ridge se haya
graduado, así que eso limita nuestras opciones. Mis pensamientos quitan el brillo a mi
euforia actual, así que los hago a un lado. Habrá mucho tiempo para centrarse en el
futuro en las próximas semanas y meses. Ahora mismo, quiero permanecer firmemente
anclada en el presente porque no quiero que nada arruine este fin de semana.
40
KENDALL

—No quiero volver a casa mañana —me quejo mientras entramos en nuestra suite
después de una magnífica cena en un restaurante de Medio Oriente a poca distancia en
Uber de nuestro hotel.

—Yo tampoco —dice, rodeándome con sus brazos por detrás y tirando de mí hacia
su pecho—. Siento que podría llorar.

—Fue un viaje increíble. —Un viaje fructífero también, porque la asesora de ayuda
financiera confirmó, de forma oficial, que Vander obtendría una ayuda financiera
completa. Estoy muy emocionada y pensé en decírselo, pero no quiero darle esperanzas
hasta que reciba la confirmación por correo. Tampoco estoy segura que apruebe la
forma en que le expuse todo, explicándole en términos inequívocos la naturaleza de su
educación disfuncional y el control abusivo que ejerce su padre sobre él. Se muestra
sorprendido y comprensivo, asegurando que su solicitud se revisará en función de su
propia situación económica y no de la considerable riqueza de su padre. Me doy la 254
vuelta y le abrazo fuerte—. Me encantó pasar todo este tiempo contigo. —Además de
una visita oficial a Yale, exploramos la ciudad de Bridgeport a pie y en bicicleta, nos
besamos en el cine, nos tomamos de la mano caminando por la orilla de la playa de
Seaside Park, nos desmayamos en el Museo de Arte Housatonic y nos adulamos
mutuamente cada noche durante la cena como recién casados. Cuando no teníamos una
sobredosis de muestras públicas de afecto, nos enredábamos en las sábanas y, si es
posible, ahora estoy más enamorada de él. Vander me abraza mientras inclina mi
cabeza hacia atrás para poder mirarme. Me mira profundamente a los ojos cuando
presiona sus labios sobre mi muñeca, encendiendo una ráfaga de deliciosos temblores
por mi piel—. Me encantó irme a dormir a tu lado cada noche y despertarme contigo en
mis brazos.

—Me encanta nuestro sexo matutino. —Froto mi pulgar por su labio inferior.
Despertarme con las manos y la boca de Vander sobre mi piel es otra novedad, y me
parece lo más natural del mundo abrir las piernas y darle la bienvenida a mi cuerpo. Mi
núcleo se tensa al recordar las muchas formas diferentes en que me tomé este fin de
semana, y sé que pasará mucho tiempo antes que cualquier experiencia supere esta.

—Me encanta el sexo matutino, de todo el día y de toda la noche. —Agarrando mi


culo, mece su entrepierna contra mi estómago—. Y hablando de eso. —Me clava una
mirada sugerente mientras me levanta y me acuna contra su pecho.

Mis piernas y brazos se enroscan automáticamente alrededor de su cuerpo.

—Te amo. —Salpico de besos toda su preciosa cara mientras nos acompaña hacia
el dormitorio.
—Yo también te amo, y nunca me cansaré de oírte decir eso. —Me tumba en la cama
con mucho cariño—. Quédate quieta —me ordena cuando me muevo para bajar la
cremallera del vestido—. Quiero desnudarte.

Me apoyo en las almohadas mientras veo cómo me quita la ropa, una pieza
minuciosa cada vez. Sus ojos se pasean tranquilamente por mi cuerpo desnudo
mientras él se quita la ropa, su mirada arde intensamente mientras recorre cada
centímetro de mi piel desnuda.

—Abre las piernas y tócate —me dice mientras se quita el botón de los vaqueros—
. Quiero ver lo mojada que estás para mí.

Sin dudarlo ni avergonzarme, separo mis muslos y recorro mi raja con los dedos
antes de introducir dos en mi resbaladizo canal. Estoy empapada, pero él siempre tiene
ese efecto en mí. Sólo tengo que mirarlo y al instante me siento llena de necesidad.

—Muéstrame. —Se quita los vaqueros y los calzoncillos de una patada.

Extraigo mis dedos y los extiendo para que los inspeccione mientras él se arrastra
por la cama y se acerca a mi cuerpo. Me toma de la muñeca y me arrastra los dedos bajo
su nariz, inhalando profundamente mientras el calor líquido brota entre mis piernas.

Santo cielo.

Es tan sucio, y no puedo tener suficiente. 255


—Hueles como mía —ronronea antes de rodear mis dedos con su boca caliente y
chupar con fuerza. Mis caderas se arquean sobre la cama mientras él lame la esencia de
mis dedos y me embriaga con ojos oscuros cargados de lujuria—. Sabes a mía también.
—Se inclina y me da un beso largo, lento y profundo en los labios. Sus manos me
acarician la cara cuando rompe el beso y se arrodilla entre mis piernas—. Te amo,
Kendall, y no puedo esperar a hacerte oficialmente mía. —Me besa de nuevo, suave y
dulcemente, de una forma que casi me hace llorar, antes de deslizarse por mi cuerpo y
adorar mis otros labios.

Me lleva al límite en un nuevo tiempo récord, y mis miembros son como papilla en
el colchón mientras guía su palpitante polla hasta mi entrada.

—Sé mía para siempre, Kendall —susurra, introduciéndose con cuidado en mi


interior, centímetro a centímetro.

—Soy tuya, Vander. —Jadeo mientras me llena de ternura como si tuviéramos todo
el tiempo del mundo. Me abrazo a su espalda mientras me cubre con su hermoso
cuerpo, introduciéndose en mí con movimientos lánguidos y medidos que son lo
contrario de cómo suele follarme. Se acabaron las embestidas urgentes y los golpes
salvajes, ya que se toma su tiempo, explorando cada centímetro de mi carne caliente
con sus labios y sus manos mientras se mece dentro de mí con cuidado, conduciendo
lenta y profundamente, hasta que parece que no hay él y yo, sólo nosotros.

Mis piernas rodean su torneada cintura mientras él me hace el amor, y mis dedos
exploran las tonificadas curvas y las hondonadas de su cuerpo mientras mi boca
presiona con besos amorosos sus labios. Me encantaron todas las veces que tuve sexo
con Vander, pero este momento eleva la experiencia a un nivel trascendental.

Nos deslizamos el uno contra el otro con movimientos sensuales, lentos y


profundos, nuestros cuerpos alineados con la sincronización de nuestros corazones y
almas. El tiempo deja de tener sentido mientras nos acariciamos, nos besamos y
hacemos el amor, y mientras viva, nunca olvidaré lo amada y deseada que me siento
mientras Vander altera mi mundo y me muestra la luz.

Después, nos echamos el uno en brazos del otro, sudorosos y saciados, con el
corazón hinchado de amor y el alma repleta. Apoyando mi cabeza en su pecho, trazo sus
tatuajes con la punta del dedo mientras él lee extractos de Existencialistas y místicos,
un libro de escritos sobre filosofía y literatura de la aclamada escritora y filósofa Iris
Murdoch. Encontramos el libro en una librería local, y Vander insistió en comprármelo.
El último semestre de mi clase de filosofía se centra en las mujeres influyentes, y ya
tengo libros de Simone Weil, Hannah Arendt y Simone de Beauvoir apilados en la
mesilla de noche de mi casa.

Los tonos dulces de Vander me adormecen, y cuando me despierto, a primera hora


de la mañana, es con sus labios en mis labios y sus manos por todo mi cuerpo.

—¿Otra vez trabajando hasta tarde? —pregunta June, asomando la cabeza por mi
puerta mientras se abrocha el abrigo. 256
—Sí. Quiero tomarme unos días extra de vacaciones la semana que viene, así que
estoy trabajando horas extras. —La Semana Santa se retrasa este año, cayendo a
mediados de abril, y no puedo creer lo rápido que pasa el tiempo. Pasó casi un mes
desde que Vander y yo hicimos nuestro viaje a Connecticut, y estoy sufriendo
importantes síntomas de abstinencia, aunque nos las arreglamos para pasar todo el
tiempo que podemos juntos.

—De acuerdo, pero no te quedes hasta muy tarde. El imbécil todavía está en el
edificio. Asegúrate de salir con todos los demás.

No soy la única que está quemando el aceite de medianoche en el período previo a


las vacaciones.

—Lo haré —miento, forzando una sonrisa en mi cara—. Nos vemos mañana.

Mis amigas me van a matar cuando descubran que voy a seguir con mi plan después
de todo. Viola y June pensaron que me convencieron de no atrapar a Greg. Para ser
justos, lo hicieron. Hasta que las apuestas subieron, y él está listo para hacer su
movimiento. Sé que viene por mí, y no me quedaré sentada y dejaré que dé el primer
golpe. Tengo que tomar el control y desafiarlo a hacer algo que pueda usar para que lo
despidan y desacrediten. Es la única manera de ayudar a Vander y salvaguardar mi
trabajo.

Diana Henley le entregó los papeles del divorcio el lunes, y Greg se presentó en el
club de boxeo, gritando insultos y amenazas a su hijo, exigiéndole que le dijera dónde
está su mujer. Desde entonces, se presentó en su escuela y en el apartamento, exigiendo
que le dejen entrar. Vander se mantiene firme en su negativa a hablar con él, y ahora
que se concedió una orden de alejamiento temporal, Greg no puede acercarse a su hijo
sin arriesgarse a ser detenido. No va a poner en peligro su carrera o su reputación de
forma tan tonta, por lo que sé que está tramando otras formas de tomar represalias.

Con la ayuda de su amiga Dana, Diana contrató a un abogado en Colorado para que
se encargara del proceso en su nombre. Además de solicitar el divorcio, con pensión
alimenticia completa, inició un proceso civil para demandarlo por el robo ilegal de su
herencia, y presentó una orden de alejamiento por sus constantes abusos. Vander
documentó pruebas a lo largo de los años que corroboran su afirmación, y parece que
Greg no va a salirse con la suya. Esta vez, su mujer no se acobarda por miedo a sus
puños, y dice la verdad sobre lo que pasó en su matrimonio. No importará con la
petición de divorcio, pero tendrá un impacto en los otros procedimientos contra él.

Las pruebas son suficientes para sellar sus datos de contacto, por lo que toda la
correspondencia pasará por el abogado, y a Greg lo está matando no poder encontrar
dónde está.

Sinceramente, si yo fuera Diana Henley, temería por mi vida.

No pude dormir en toda la semana preocupada por lo que Greg planeó a


continuación. Si Diana tiene éxito, no necesitará más dinero de Vander, y ya le dijo que
cubrirá sus gastos universitarios. Greg no puede acercarse a su mujer ni a su hijo con la
orden de alejamiento, que se convertirá en permanente en diez días, a menos que la 257
impugne. Podría hacerlo, pero es lo suficientemente inteligente como para saber que
las pruebas refutarán cualquier excusa que pueda presentar, y no creo que pueda
arriesgarse a asistir a la audiencia. Ya hay rumores dentro de los círculos legales, y esto
no se ve bien para su carrera o su posición dentro de la comunidad legal.

Lo que significa que está desesperado por encontrar otras formas de forzar a
Vander y Diana a seguir la línea. Es decir, yo y Yale. Vander está cagado de miedo que
Greg vaya a joderle el sitio porque hizo esa amenaza cuando se presentó en el club de
boxeo, confirmando que sabe de su aceptación en el programa de arte. Llamé a Della y
al asesor de ayuda financiera con el que hablé en Yale y les expliqué la situación.
Intentaron asegurarme que su plaza está asegurada, pero ninguno de nosotros es
ingenuo. Sabemos cómo funcionan estas cosas. Greg Henley es un ex alumno respetado
y un gran donante de la universidad. Ninguna de las dos mujeres podía garantizar que
Greg no pudiera mover los hilos para estropear las cosas para su hijo.

Vander dijo una vez que para vencer a Greg hay que jugar con él en su propio juego,
así que eso es lo que voy a hacer. Si no hago nada, Greg volverá a atacarme, sólo que
esta vez no serán manoseos sutiles e insinuaciones sórdidas. Tiene la intención de
usarme para herir a su hijo, y no me extrañaría que me violara. No voy a sentarme y
esperar a que me ataque.

Voy a tomar el control, y tiene que ser ahora.

Esta noche.
Voy a atraerlo a la acción y a captarlo con la cámara porque necesito pruebas
irrefutables para que lo despidan y caiga en desgracia. Me aseguraré que la noticia se
difunda en todos los medios de comunicación y en Internet para que pierda toda la
influencia que tenga con el personal de alto nivel de Yale.

Vander estará a salvo.

Y lo que es más importante, libre.

258
41
KENDALL

Las palmas de mis manos están sudadas y mi ritmo cardíaco es elevado mientras
veo al último empleado salir por las puertas de Bentley Law. Son casi las nueve de la
noche y las dos únicas personas que quedan en el edificio somos Gregory Henley y yo.

Tengo todo preparado.

Mi móvil está completamente cargado y colocado en el soporte de mi teléfono en el


escritorio a un lado de mi bandeja de archivo, donde no es inmediatamente perceptible,
pero todavía en el ángulo perfecto para grabar la escena como espero que sea. Está
preparado para grabar con una copia de seguridad automática en la nube cada diez
segundos, por si algo sale mal. Mi escritorio está libre de desorden, con todos los
archivos y el papeleo a buen recaudo. Una lata de spray de pimienta y mis llaves están
en el fondo de mi bandeja de archivo por si las necesito. Me quité el traje de falda y me
puse un vestido rojo corto y ajustado, y me peiné y maquillé como si fuera a salir por la
noche. 259
Los nervios me invaden mientras bebo a sorbos una lata de vodka con arándanos e
intento calmarme. Repaso mentalmente mis recién aprendidas técnicas de defensa
personal mientras espero que el padre de Vander haga su aparición. Sé que lo hará. Me
propuse recorrer los pasillos de su despacho para que sepa que sigo aquí. No dejará
pasar esta oportunidad.

Unos minutos más tarde, los pasos se acercan y sé que es la hora del espectáculo.
Me tiemblan las manos cuando pulso el botón de grabación del móvil y me inclino sobre
el escritorio, levantando el culo al aire mientras finjo buscar algo en el cajón. Una brisa
fresca recorre la parte posterior de mis muslos expuestos cuando él entra en mi
despacho, distorsionando el aire. Me agarra con las manos por las caderas y grito
cuando aprieta su cuerpo contra mí. La sangre me golpea en el cráneo y tiemblo por
todas partes cuando empuja su ingle contra mi culo.

Recordándome a mí misma que tengo el control y que así es como quería que fuera,
trago por encima de la bola de nervios que tengo en la garganta y hago mi parte. Mis
manos retroceden, y yo inclino la cabeza, volviéndome para mirarlo fijamente mientras
intento apartar sus manos de mis caderas.

—Quítame las manos de encima y aléjate.

Clavando sus uñas en mis caderas, me clava el principio de una erección en el culo,
y casi vomito.

—¿O qué? —Inclina todo su cuerpo sobre mí, hundiendo su nariz en mi cuello.
—¡Voy a gritar!

Se ríe antes de tirar del lóbulo de mi oreja con los dientes.

—Estamos solos aquí, cariño, así que hazlo. Lo único que hará es excitarme. —Gira
sus caderas contra mi culo y empieza a follar en seco. Su cuerpo me aprisiona contra el
escritorio, dejándome sin poder invocar ninguno de los movimientos que me enseñó
Vander, y tampoco puedo acceder al spray de pimienta o a mis llaves para atacarle
desde esta posición.

El pánico me sube por la garganta mientras me retuerzo debajo de él, intentando


zafarme, pero es demasiado pesado y me aplasta.

—Te denunciaré a Leland. No puedes hacer esto. No quiero esto. ¡Suéltame! —grito
mientras agarra el dobladillo de mi vestido con una mano y sus dedos suben por mi
muslo. ¡Oh, Dios mío! ¿En qué estaba pensando? No se suponía que fuera a bajar así, y
ahora estoy realmente aterrada que vaya a violarme.

—A Leland le importa un carajo. Lo único que le importa es el dinero. Pregúntale a


Leona Wallace y a Janine Rindell. Intentaron pasar por encima de mí y acabaron sin
trabajo y sin cartas de recomendación.

Toda la sangre se drena de mi cara. No tenía ni idea que intentó esta mierda con
alguien más que con Tania. Tal vez debamos asociarnos e ir tras él como grupo.
260
—Transmites tus pensamientos en voz alta. —Se ríe mientras sus dedos suben más
por mi muslo, mientras sigue empujando, y yo sigo intentando apartarlo—. Ambas
firmaron un acuerdo de confidencialidad a cambio de una pequeña suma en efectivo.
Ninguna de los dos hablará contigo. —En un movimiento inesperado, se echa hacia
atrás y me da la vuelta para que mi columna vertebral quede pegada al escritorio y yo
esté de cara a él. Antes que pueda luchar contra él, me clava el cañón de la pistola en el
muslo por debajo del vestido y me quedo rígida—. Así es como van las cosas. —
Manteniendo la pistola pegada a mi carne, me obliga a separar las piernas y se mete
entre ellas. Se inclina y me acerca los labios a la oreja mientras un escalofrío me recorre
todo el cuerpo—. Vas a hacer exactamente lo que te diga, o te mataré.

—No te saldrás con la tuya. —Proyecto mi voz, queriendo que la grabación me


escuche claramente.

—Ya lo dije —dice, mordisqueando mi cuello mientras me estremezco y


tiemblo—. Varias veces.

Quiero creer que es una mentira, pero escucho la verdad en su tono. Me levanta los
brazos por encima de la cabeza y me sujeta rápidamente las muñecas con unas esposas
de cuero, enganchándolas al borde del escritorio para que no pueda moverlas. Se
endereza y tira de mi cuerpo hacia el borde del escritorio, estirando mis brazos
dolorosamente y haciendo que mi falda se levante unos centímetros. El dobladillo
apenas me cubre la entrepierna, pero es suficiente para ocultar lo que está haciendo
con el arma de fuego bajo mi vestido.
Ahogo un sollozo mientras arrastra la boca de la pistola por mi coño cubierto de
encaje mientras se baja la cremallera de los pantalones y se saca los calzoncillos por las
piernas, y contemplo el peligro que corro. En este momento, ser violada es la menor de
mis preocupaciones. Me está apuntando con una pistola, y ya sé que es un bastardo
enfermo y psicótico con poca consideración por las mujeres o la vida humana.

Podría matarme.

Fui una estúpida al pensar que podía sacar ventaja a un hombre como Gregory
Henley. Está claro que se anticipó a esto, y estoy alimentando su agenda. Necesito salir
de este lío que hice. Me quedé sin amenazas, y lo único que puedo hacer es apelar a
cualquier resquicio de humanidad que pueda estar enterrado en su interior. Ignorando
cómo se tira de su asquerosa polla y me mira como si fuera su próxima comida, fijo una
expresión de súplica en mi cara mientras le miro.

—Por favor, no me mates. Mis hijos me necesitan. No es necesario que lo hagas. Por
favor, saca la pistola de debajo de mi vestido. —Quiero que quede constancia en el vídeo
que hay una pistola, porque en estos momentos está oculta a la vista.

Levanta una de mis piernas por encima de su hombro mientras transfiere la pistola
a la parte exterior de mi otro muslo. Moviendo las caderas, empieza a empujar en serio,
echando la cabeza hacia atrás y gimiendo. Cuando sus ojos bajan a los míos, juro que
estoy mirando a los ojos de la pura maldad.

—¿Y mi hijo, Kendall? ¿No te necesita él también? 261


El aire sale de mis pulmones al ver la expresión de suficiencia en su cara. Lo sabe.
Sabe lo de Vander y yo.

—Deja a Vander fuera de esto. —Odio lo débil que suena mi voz—. Y también dejas
a mis hijos fuera de esto. —La bilis se me acumula en el fondo de la garganta, pero fuerzo
las siguientes palabras—. Haz lo que quieras conmigo, pero déjalos en paz.

Me inmoviliza con una sonrisa retorcida y sigue empujando contra mi entrepierna,


y cada vez que su erección me empuja, me siento mal. No entiendo por qué me está
follando en seco a través de la ropa, pero da igual. Sigo siendo violada, y no puedo evitar
que las lágrimas broten de mis ojos. Me dominó con tanta facilidad que toda la confianza
que acababa de adquirir en mí misma se evapora en un soplo de aire. Sin embargo,
consigo retener las lágrimas porque sé que él disfrutará viéndolas y no le daré esa
satisfacción.

—No acepto las sobras de mi hijo —dice, pasando su mano derecha por mi pierna
elevada mientras el frío acero de la pistola puntea la parte exterior de mi otro muslo. Se
me eriza la piel al sentir las almohadillas rugosas de sus dedos, y las náuseas me suben
por la garganta.

—No mientas, Greg —dice Curtis, entrando en la habitación con una sonrisa
despreocupada como si su pronto ex mujer no estuviera siendo asaltada en la mesa de
su despacho—. Te la follarías en un santiamén si te dejara.
—¿Curtis? —Mis ojos se abren de par en par con horror mientras él lanza una
mirada burlona sobre mi cuerpo—. ¿Por qué estás aquí? ¿Qué está pasando?

262
42
KENDALL

—Pareces una zorra —dice Curtis, acercándose a Greg, que sigue empujando su
asquerosa polla contra mi vagina cubierta por las bragas—. Debería dejar que te folle
porque lo estás pidiendo con ese vestido.

Greg se ríe, la diversión bailando en sus ojos al ver la confusión y el horror en los
míos.

—No suelo aceptar las sobras de mi hijo, pero añadirá autenticidad al proceso, ¿no
crees? —Sonríe a Curtis mientras me suelta la pierna de repente y mueve la mano por
debajo de mi vestido.

—Tenemos suficiente —responde crípticamente Curtis—. Es creíble sin que te


folles a la perra. —Sacude la cabeza, clavándome una mirada llena de asco—. Y créeme,
es una pésima folladora. No desperdiciaría mi semen en ella.
263
—Vamos, Hawthorne. —Greg le lanza una mirada burlona—. Viste las imágenes del
apartamento de Vander. Ella está lejos de ser un pésimo polvo.

Oh, Dios mío. ¡Nos estuvieron espiando! Creía que se odiaban, pero está claro que
se asociaron.

—Hicieron que alguien entrara a la fuerza y colocara una cámara —digo mientras
encaja en su sitio. Sé que Vander y Jimmy buscaron cámaras en el apartamento y no
encontraron ninguna, así que no puedo saber si van de farol o si quien quiera que haya
contratado la escondió en algún lugar donde no se pueda encontrar.

—Ustedes dos lo hicieron jodidamente fácil. —Greg se ríe mientras sus dedos rozan
la parte delantera de mis bragas.

Curtis rodea con su mano la muñeca de Greg, deteniendo su trayectoria ascendente.

—Es suficiente. Tienes lo que necesitabas. Déjala ir.

—¿Por qué te importa? Quieres deshacerte de la perra. Estoy caliente ahora, y


necesito soltar mi carga. También podría llenar su agujero.

Es asqueroso y repulsivo, y si hace esto, no creo que me recupere nunca.

—Sigue siendo la madre de mis hijos. Si se enteran que dejé que te la follaras, los
perdería para siempre.
—Violación, Curtis.

—La palabra que buscas es violación, y tienes toda la razón. Te cortarían para
siempre si dejas que esto ocurra. —Lo cortarán cuando descubran que dejó que Greg
montara esto, por razones que aún desconozco. Tengo en la punta de la lengua la idea
de escupirle eso a mi ex, pero me retraigo, por miedo a que le dé luz verde a su amigo
para continuar.

Curtis toma la pistola de la mano de Greg y lo empuja lejos de mí.

—Yo no acepté esto. —Blande la pistola en la cara de Greg mientras el imbécil


vuelve a subirse los calzoncillos y los pantalones, y yo suelto un suspiro de alivio.

—Tuve que improvisar. Mi hijo le enseñó defensa personal. ¿Cómo iba a


asegurarme que se callaba y hacía su papel?

Curtis frunce el ceño, pero no responde mientras me baja el vestido, desengancha


las esposas del escritorio y me levanta. Quiero escupirle a la cara o golpearle las piernas,
pero aún tiene la pistola en la mano y, si está tan desesperado como para aliarse con su
enemigo, también lo está para dispararme. Sé que soy un peón en el juego enfermizo de
Greg, pero ¿cómo ayuda esto a Curtis? Si cree que esto me obligará a aceptar los
términos de su última propuesta de divorcio, que se lo piense mejor. Cuando termine
con él, estará languideciendo en una celda de la cárcel junto al padre de Vander.

—No sé qué crees que vas a ganar aquí, Curtis, pero lo jodiste todo. 264
Inclinándose hacia mí, Curtis saca mi móvil del soporte y pone en pausa la
grabación.

—Qué tonta puede ser una perra. —Me agarra la barbilla dolorosamente, sus uñas
se clavan en mi carne—. No soy yo quien lo jodió todo.

Me abalanzo sobre mi móvil, mientras él se lo pasa a Greg, olvidando que aún tengo
las muñecas atadas. Pierdo el equilibrio y me caigo del escritorio, pero Curtis me atrapa
antes que me caiga al suelo. Maldiciendo en voz baja, me sienta en la silla frente a mi
escritorio y utiliza su corbata para atar uno de mis tobillos a la pierna. Greg se afloja
distraídamente la corbata y se la entrega a Curtis mientras se ríe viendo la grabación en
mi teléfono.

—Gran trabajo de cámara, cariño.

Internamente, le doy un tirón de orejas.

—Envíate el archivo por correo electrónico y bórralo de su teléfono —instruye


Curtis mientras ata mi otra pierna con la corbata de Greg—. Quiero acabar con esto
antes que los de seguridad vengan a buscar.

—Te dije que me encargaba de eso —dice Greg, pulsando botones en mi móvil antes
de dejarlo caer sobre el escritorio—. Nadie se acercará a nosotros.

Curtis me agarra de las muñecas, frunciendo el ceño ante mi nuevo tatuaje.


—Esto no es tuyo. Es burdo. Estás dejando que te cambie.

Resoplo una risa amarga.

—Vander me está cambiando. Me está enseñando a apreciar mi valor, algo que tú


hiciste lo posible por destruir. —Pongo mi cara en la suya—. ¿Adivina qué? No lo hiciste.
Y no tienes nada que decir sobre lo que me pongo o lo que hay en mi cuerpo. Soy libre
de hacer lo que quiera y no puedes detenerme.

—¿Quieres apostar? —Sonríe, y yo anhelo clavar mis uñas en su cara y dejarle


cicatrices. Curtis se acerca a Greg y ambos apoyan sus culos en el borde de mi escritorio,
de cara a mí—. Por si no está claro, no estás precisamente en posición de hacer tales
afirmaciones cuando tenemos todas las cartas.

—No lo harás cuando te denuncie a la policía —digo bruscamente, frunciendo el


ceño hacia los dos.

Intercambian amplias sonrisas, y toda la sangre se drena de mi cuerpo.

—Si alguien va a denunciar algo a la policía, seré yo —replica Greg.

—No hice nada, y lo sabes.

—Los policías no lo verán así —dice Curtis—. Enséñale. —Mira a Greg mientras se
restriega una mano en la barbilla, haciendo gala de su carácter impaciente. 265
—Advertí a mi hijo, en varias ocasiones, lo que pasaría si no jugaba a la pelota a mi
manera —dice Greg, sacando su teléfono móvil del bolsillo de su pantalón.

—Como te advertí que no me llevaras la contraria —dice Curtis, estirando las


piernas y metiendo un tobillo sobre el otro—. Todo lo que tenías que hacer era jugar a
la familia feliz durante un par de años, y entonces podríamos habernos separado
amistosamente, y nada de esta mierda estaría ocurriendo.

—¡En qué planeta estarían West y Stella contentos con que me engañaras, porque
es imposible que les ocultaras esa verdad!

—Lo tenía todo planeado, pero tuviste que estropear mis planes. —Me señala con
el dedo en la cara mientras sus labios se convierten en una mueca—. Y luego vas y te
tiras a un niño. Me das asco.

Me río a carcajadas.

—Eres un hipócrita. ¿Qué edad tiene tu actual compañera de juerga? ¿Y qué edad
tenía Lydia cuando te la llevaste a la cama?

Me mira con una sonrisa arrogante, haciendo que se me ponga la piel de gallina a lo
largo de los brazos.

—No tenían dieciséis años.


Mi frente se frunce. ¿De qué demonios está hablando? Vander tiene dieciocho años.

—Pareces confundida, cariño —dice Greg—. Deja que te ponga al corriente. —


Desliza la pantalla de su móvil y me la pone en la cara—. Tú y Vander nos lo pusieron
fácil. Estaban demasiado ocupados follando como locos y haciendo sensibleras
declaraciones de amor como para darse cuenta de lo que pasaba a su alrededor.

Me quedo mirando con horror mientras él hojea las imágenes de su móvil,


mostrando fotos y vídeos de Vander y yo, en varias fases de intimidad. No sólo tienen
imágenes del apartamento de Vander. Greg se desplaza por toneladas de fotos tomadas
cuando estábamos en Bridgeport, y me alegro mucho que Dana y Diana huyeran a
Europa después que ella dejara la rehabilitación, porque debe haber tenido a alguien
siguiendo a Vander toda esa semana. ¿O tal vez la persona me estaba siguiendo a mí?

—Los mensajes fueron la guinda del pastel. —Greg pasa a un archivo que contiene
cientos de mensajes—. Deberías tener más cuidado con tu móvil en la oficina. —Sonríe,
y yo anhelo romperle la cara.

—¡Está protegido por contraseña!

Se burla.

—Todos los teléfonos se pueden hackear. Sólo necesitas que la gente adecuada te
enseñe cómo se hace.
266
Greg saca otro archivo y me lo pone en la cara.

—Este vídeo es mi favorito. Mi hijo realmente sacó tu lado pervertido, ¿verdad,


cariño?

Mis mejillas arden en una combinación de rabia y humillación mientras reproduce


el vídeo en el que aparezco posando desnuda para Vander.

—¡No tenías derecho a invadir nuestra intimidad, y es ilegal!

Curtis gruñe.

—¿Tienes el valor de llamar puta a Ingrid cuando haces eso? Incluso le dejas hacer
fotos, perra tonta.

—Vete a la mierda, Curtis. Sólo estás enojado porque Vander demostró lo mierda
que eres en la cama. Me dio más orgasmos en nuestra primera noche que tú en todo
nuestro matrimonio. —Greg se ríe, pareciendo muy divertido.

Las venas palpitan en el cuello de Curtis y parece que quiere estrangularme con sus
propias manos. Me mira fijamente y yo le devuelvo la mirada. Después de unos
segundos acalorados, dirige su veneno hacia Greg.

—Tu hijo es un sucio gamberro. Tiene suerte que tú y yo hayamos llegado a un


acuerdo, o podría estar tentado de meterle una de estas balas en el cráneo.
—Toca a mi hijo y será lo último que hagas —responde Greg, perdiendo
rápidamente la diversión. No le importa Vander más que como algo que le pertenece, y
nadie amenaza lo que es suyo.

—Tú no me quieres, pero nadie más puede tenerme. ¿Es eso, Curtis? —chasqueo.

—¡Es un maldito niño! Apuesto a que ni siquiera se le cayeron las pelotas. ¿Quién
carajo es él para tomar algo que todavía me pertenece?

Es un arrogante insufrible. ¿Cómo me casé con él? ¿En qué demonios estaba
pensando? Greg pone los ojos en blanco mientras vuelve a guardar su teléfono, sin
complacer la pequeña rabieta de Curtis.

—Vander es más hombre de lo que tú nunca serás, y te puedo asegurar que sus
pelotas están completamente crecidas. Junto con cualquier otra parte de él. —Recorro
a propósito el cuerpo de Curtis con la mirada, deteniéndome en su entrepierna mientras
me río sarcásticamente.

Mi cabeza se echa hacia atrás cuando me da una bofetada en la cara, mi cuello se


sacude torpemente.

—Te voy a matar, maldita sea. —Me agarra del pelo y lo enrosca en su puño, tirando
de mi cabeza hacia atrás—. No necesito mucho incentivo.

—Concéntrate —dice Greg, sonando aburrido—. Toda esta charla sobre pelotas me 267
recuerda que necesito echar un polvo. Terminemos esto para poder irnos.

Curtis me golpea con la boca desde arriba, y al instante le muerdo con fuerza el labio
inferior. Ruge, me suelta el pelo y me da otra bofetada en la cara. El dolor me atraviesa
el pómulo y las estrellas deslumbran momentáneamente mis ojos.

—Debería haber dejado que te follara —sisea Curtis, secándose una gota de sangre
en el labio—. Te mereces una lección.

—Ese barco zarpó, Hawthorne. Termina con esto —dice Greg en tono cortante.
Curtis se agacha frente a mí y le escupo a la cara. Se limpia la saliva de su mejilla con el
dorso de la manga y parece dispuesto a arrancarme la cabeza de los hombros. Sus
manos se hacen bolas y un músculo se aprieta en su mandíbula.

—Este es el trato, Kendall —dice en un tono letal—. Firmarás los nuevos papeles
del divorcio dándome la casa y la mitad del dinero de nuestra cuenta de ahorros.
Compartiremos la custodia según lo acordado, y yo pagaré la mitad de las tasas
universitarias.

Nuestra cuenta de ahorros está diezmada desde que nos separamos, y él sabe que
no gano lo suficiente como para conseguir una hipoteca para comprar una casa siquiera
remotamente parecida a la nuestra. Debe pensar que nací ayer. Crie a mis hijos en esa
casa, y no voy a renunciar a ella sin luchar.

—No hay trato. Los niños viven conmigo, así que nos quedamos en la casa, y los
únicos papeles de divorcio que voy a firmar son los originales.
—¡Necesito la casa! —grita, y yo entrecierro los ojos en señal de sospecha.

—¿Por qué?

Se levanta y se cierne sobre mí con una sonrisa malvada.

—Ingrid está embarazada y quiero que mi hijo crezca en la misma casa que mis
otros hijos.

Estoy aturdida en silencio porque esto va a devastar a West y Stella. ¿No lo ve él? ¿O
ya no le importa ahora que está formando una nueva familia?

—No me importa lo que quieras, y ningún juez fallará a tu favor cuando se trate de
la casa familiar. Los niños se quedan conmigo en esa casa. Búscate otro sitio para formar
tu nueva familia.

—No tienes nada que decir en esto —dice Greg, interrumpiendo porque
obviamente se le acabó la paciencia—. Firmarás los papeles del divorcio, pondrás fin a
tu relación con mi hijo y te comprometerás a mantenerte alejada de él y a dejar de
entrometerte en sus asuntos.

—¿Por qué demonios iba a aceptar eso?

Greg viene a ponerse al lado de Curtis, y se alzan sobre mí, sus piernas rozando mis
rodillas mientras sigo atrapada en la silla. 268
—Porque si no lo haces, te denunciaremos a la policía por violación de menores.
43
KENDALL

Lanzo una carcajada.

—¿Están colocados o algo así?

—Tienes razón —dice Greg, mirando a Curtis—. Es una perra tonta.

Curtis extiende la palma de la mano, clavando a Greg una mirada aguda. Parece que
está bien que Curtis me insulte, pero se ofende si Greg va por ahí, lo cual es interesante
y tal vez algo que pueda usar para enfrentarlos entre sí.

—Dame tu teléfono —exige Curtis.

Greg abre su teléfono y se lo entrega a su compañero de crimen. Curtis me lo pone


en la cara.
269
—Mira las marcas de tiempo —dice, desplazándose a través de los videos, fotos y
textos.

Entrecierro los ojos al ver las marcas de tiempo, y un escalofrío me recorre la


espalda al leer las fechas. Todas están marcadas hace dos o tres años. Poco a poco, las
piezas van encajando en el rompecabezas, y siento que voy a enfermar.

—¿Qué hiciste?

—Represento a algunos clientes con intereses muy particulares —dice Greg,


recuperando su teléfono y hojeándolo—. Yo les rasco la espalda, y ellos me rascan la
mía. Pueden hacer que cualquier cosa desaparezca o que cualquier cosa suceda, así que
les pedí un favor. Para ellos, el tratamiento de los expedientes es un juego de niños. Les
envié las grabaciones del apartamento de Vander, los textos de tu teléfono, y las fotos
que el investigador privado tomó el mes pasado en Connecticut. Me las devolvieron en
menos de cuarenta y ocho horas —Me lanza una a la cara—. Estos tipos son
profesionales. No sólo alteraron las marcas de tiempo. Se aseguraron que las fotos
fueran apropiadas para esa época —Se acerca a la imagen de Vander, señalando su
cuello y brazos.

—Le borraron los tatuajes —susurro cuando se hace evidente el verdadero alcance
de mi situación.

—También utilizaron un software de edad para retroceder el tiempo. Sólo tuvimos


que darles una imagen de los dos de hace un par de años, y trabajaron su magia.
Al volver a mirar las fotos, veo que también modificaron los ajustes.

Mientras que las imágenes de vídeo son del nuevo apartamento de Vander,
superpusieron para que parezca que tuvo lugar en la cochera.

—Vamos a la policía a decir la verdad y nadie te creerá. El hotel confirmará que nos
alojamos allí recientemente, y encontraré un experto que pueda probar que esas
imágenes fueron manipuladas.

Ambos hombres se ríen y mis mejillas se inflaman.

—Los registros del hotel ya fueron alterados, y por supuesto ambos lo negarán. La
policía estará esperando eso —dice Curtis.

—No consideres meter a Viola o a June o a esos matones del gimnasio de boxeo en
esto —advierte Greg—. No a menos que quieras ver a todos ellos encontrar una muerte
prematura —Cruza los brazos sobre el pecho y sonríe—. Y nadie se enfrentará a una de
las mayores organizaciones criminales de Colorado. Cualquiera que intente
desacreditar las pruebas recibirá un claro mensaje para que se eche atrás.

Dirijo mi mirada hacia Curtis.

—¿Qué haces alineándote con él? Acabarás en la cárcel, y tus hijos te odiarán de por
vida.
270
—Los niños te odiarán de por vida si esto sale a la luz —Curtis me pasa los dedos
por el costado de mi cara—. Imagina el bullying que sufrirán en la escuela si los niños
se enteran que la madre de West se folló a su mejor amigo durante años a sus espaldas.
Mira cómo reaccionó conmigo, y no me estoy follando a uno de sus amigos de la escuela.
Te sacará de su vida en un santiamén.

El dolor me aprieta el pecho, pero no puedo pensar en eso ahora. Tengo que
permanecer en el presente y tratar de encontrar una salida a esta pesadilla.

—No se lo va a creer —susurro, girando la cabeza de un lado a otro para librarme


de su vil contacto.

—Les diré lo que hiciste. Cómo nos tendiste una trampa.

—Les estuviste mintiendo, Kendall. Una parte de mí realmente quiere que te


niegues obstinadamente para que te arresten. Serás la nueva villana, y yo seré el héroe
que se abalance para rescatarlos. Sería un camino más fácil para mí de pisar. Incluso si
no te acusan o te libras, el daño estará hecho. Los niños no te querrán. Ningún tribunal
te dará la custodia o la casa si fuiste detenida por violar a un menor. Perderás tu trabajo,
y ningún bufete de abogados te contratará. Te escupirán por la calle y Vander no querrá
tener nada que ver contigo porque también habrás arruinado su vida. Yo podría hacer
eso, pero te estoy dando una salida porque eres la madre de mis hijos, y ambos sabemos
que te necesitan.

—¡No pretendas hacer esto por nadie más que por ti mismo! La nueva mamá del
bebé no quiere criar a mis hijos. Por eso no me vas a denunciar —Cerramos el círculo,
y llamé su atención No quieren denunciarme porque no sirve a sus objetivos. Esto es
una amenaza para hacerme hacer las cosas a su manera.

—West se va a Oklahoma en unos meses, y Stella sólo tiene un año más antes de
volar del nido también. Sólo queda Ridge. Ingrid amará a Ridge porque me ama.

La risa me sube a la garganta.

—A ella le encanta tu dinero, tonto de mierda, y tan pronto como te haya


desangrado, te dejará por un modelo más joven, y yo la estaré animando.

Curtis me abofetea de nuevo.

—No la conoces.

—Conozco lo suficiente para saber que no harás una denuncia falsa sobre mí. —
Ladeo la cabeza hacia un lado—. Sabes que eso es un delito, ¿verdad?

—Te denunciaré —dice Greg—. Si no aceptas nuestros términos, lo haré yo, y tengo
las conexiones para hacer que se mantenga. Esto sólo funciona para mí si rompes el
corazón de Vander. Iba a ir a Yale primero hasta que me di cuenta lo obsesionado que
está contigo. Se molestará si le quito su lugar en el programa de arte, pero lo superará.
Seguirá negándome mientras te tenga a ti.

Me roza los labios con el pulgar y lucho contra una nueva oleada de náuseas. 271
—Tú eres la clave de todo esto, Kendall. Eres la única que puede darme lo que
quiero. Vander nunca superará haberte perdido.

—Su alma gemela —Curtis hace un sonido de náuseas—. Ese chico diría cualquier
cosa para meterse en tus bragas.

—No espero que un filisteo lo entienda, o tal vez es tu menor nivel de inteligencia
que hace que todo pase por encima de tu cabeza. De cualquier manera, no podría
importarme menos lo que pienses o lo que creas. Lo que Vander y yo compartimos es
algo que ninguno de ustedes experimentará jamás.

—Lo que comparten Vander y tú está muerto en el agua, cariño —Greg pellizca mis
labios—. Vas a romper con él, voy a arrastrar a esa desleal zorra borracha desde Europa
y la encadenaré en mi sótano hasta que Vander abandone el programa de arte y acepte
una plaza en Derecho de Yale.

La sorpresa me salpica cuando me doy cuenta que debió saber dónde está Diana
todo el tiempo. Todo lo que hizo, incluso aparecer en el apartamento de Vander y las
amenazas, todo fue parte de su juego, y él estaba conteniéndose, esperando el momento
perfecto. No me sorprendería si él tiene a alguien alineado para anular las órdenes de
restricción, pero no veo cómo puede hacer que el asunto del abuso doméstico
desaparezca, no con las pruebas que Diana ya presentó. Si ella se retracta, seguramente
el estado puede seguir procesándolo. No sé lo suficiente para decirlo con confianza, sin
embargo, y si alguien sabe su camino alrededor de la ley, es Gregory Henley.
La presión se instala en mi pecho al ver la realidad de la situación. Vander nunca se
librará de este hombre. No a menos que lo matemos, que se está convirtiendo en una
opción viable. En este momento, tengo que comprarme algo de tiempo porque mi
cerebro está sobrecargado, y no puedo pensar con claridad.

—No puedes esperar que esté de acuerdo en el momento. Necesito tiempo para
pensarlo.

—Me alegro que lo veas como nosotros —dice Greg, sonriendo como el psicópata
que es. Retrocedo cuando me besa, retirando su repugnante boca antes que tenga
tiempo de morderle el labio como hice con Curtis.

—¿Te importa, maldita sea? —Curtis arrastra a Greg lejos de mí—. Las manos
jodidamente lejos.

En el fondo, esos dos siguen siendo enemigos y competitivos como siempre. Sólo
porque hayan encontrado un terreno común ahora, no significa que siempre será así.
Cualquier acuerdo que tengan es tentativo en el mejor de los casos, y me pregunto de
nuevo cómo podría usar eso a mi favor. Una cosa está clara como el agua. Necesito salir
de aquí para poder revisar mis opciones.

Curtis me quita las ataduras de los tobillos mientras Greg me quita las esposas
alrededor de mis muñecas.

—Tienes veinticuatro horas para romper con Vander y dar instrucciones a tu 272
abogado para que acepte los términos del acuerdo de tu marido —dice Greg, pasando
sus dedos por mi pelo. Le quito la mano, y él sonríe.

—Si dices una palabra de esto a alguien, iremos directamente a la policía y


publicaremos uno de esos vídeos en Internet —advierte Curtis, avanzando hacia la
puerta.

—Elige sabiamente, Kendall —dice Greg mientras salen de la habitación.


44
KENDALL

Me arrastro fuera de la cama a las cinco de la mañana, renunciando a la ilusión del


sueño. Mi cerebro va a cien kilómetros por hora, y no puedo apagarlo. Desde que salí de
la oficina anoche, lo único en lo que pude pensar es en el lío en el que estoy metida. No
quiero dejar que Greg y Curtis ganen, pero no puedo dejar que me denuncien a la policía.
Incluso si puedo alegar mi caso y conseguir que los cargos sean retirados, el daño ya
estará hecho. Eso devastaría a mis hijos, y Vander asesinaría a su padre y acabaría en la
cárcel de por vida.

No. No puedo dejar que eso ocurra. Pase lo que pase, necesito proteger a Vander y
a mis hijos.

Me gustaría tener a alguien con quien hablar de esto, pero me aterra involucrar a
nadie porque Greg parece tener ojos y oídos en todas partes, y demostró con creces lo
ingenioso que es.
273
Sinceramente, no creo que Curtis deje que llegue tan lejos. Por la forma en que
reaccionó ayer, sé que se pondría furioso si se supiera lo de Vander y yo porque lo haría
quedar mal. La historia tomaría una vida propia, y la narrativa sería que él no podía
aferrarse a su esposa y ella estaba follando con un chico de instituto porque él no podía
satisfacer sus necesidades. Él sería un hazmerreír, e Ingrid podría incluso echarlo a la
calle. Y es probable que lo haga si carga con sus hijos.

Independientemente de lo que dijo anoche, no quiere a los niños. No realmente. Está


formando una nueva familia, y eso es todo lo que le importa ahora.

No tiene ni idea de cómo cuidar de ellos de todos modos, ya que siempre me dejó la
mayor parte de la crianza, y está demasiado ocupado disfrutando de la vida para
contemplar la custodia completa. Todo es una pantalla. Un medio para un fin para
conseguir lo que quiere.

Curtis es sencillo de entender.

Quiere la casa, y quiere liberarse de mí y de los niños. Habiendo pensado en ello,


puedo concederle eso. Aunque tengo un montón de buenos recuerdos ligados a nuestra
casa, es donde vivimos con Curtis, y no quiero recordatorios de él después que nos
divorciemos.

Una ruptura limpia es exactamente lo que se necesita, y ya idee un plan.

Greg es el verdadero villano.


Él es el único del que debo preocuparme. Curtis es sólo un peón en el juego de Greg.
Greg hará lo que sea necesario para salirse con la suya, y tiene las conexiones para
hacerlo realidad.

Tal y como yo lo veo, si no estoy de acuerdo y se lo digo a Vander, acabará en un


cargo de asesinato o ir directamente a su padre y prometerle todo lo que quiere a
cambio de dejarme libre. No dejaré que Vander arruine su futuro por mí. Sin embargo,
si acepto, no sólo significa romper el corazón de Vander, sino que su futuro sigue sin ser
suyo. Greg va a seguir acosándolo y usando a Diana para forzar a Vander a dejar la
escuela de arte y seguirlo en la de leyes. Será miserable, y nunca saldrá de las garras de
su padre. No voy a facilitar eso.

Lo que sólo deja otra opción. Tengo una moneda de cambio, y la intención de usarla
para negociar la libertad de Vander.

Después de despedir a los niños a la escuela, llamo por teléfono al trabajo,


explicando que necesito algo de tiempo personal esta mañana y que llegaré tarde.
Decidiendo abordar primero la conversación más fácil, me dirijo a Denver para hablar
con Curtis. Al menos, ir a su lugar de trabajo me asegura que no me encontraré con
Ingrid, y que la conversación sea civilizada. No pretendo que dure mucho.

Estoy sentada en una pequeña sala de reuniones al fondo de la recepción cuando


llega Curtis. Reclama el asiento de enfrente y se echa hacia atrás en su silla. 274
—Espero que hayas tomado la decisión correcta, Kendall. Realmente no quiero
hacerles daño a mis hijos, pero lo haré si es necesario.

—Déjate de tonterías, Curtis. Ambos sabemos que no irás allí. No quieres que se
sepa lo de Vander porque tu ego es demasiado frágil para soportarlo. También apostaría
que Ingrid no estaría contenta, especialmente si vas a la cárcel por fabricar pruebas.
Considerando que estás haciendo todo esto por ella, no vas a correr ese riesgo.

Abre la boca para protestar, pero levanto la palma de la mano.

—Ahórratelo. No voy a creer tus mentiras y te voy a dar lo que quieres, un divorcio
acelerado y la casa, pero tengo algunas condiciones.

Su boca se abre de nuevo y le taladro con la mirada. Sorprendentemente, se calla.

—Uno, me das mi parte de la casa de tu cartera de acciones o tu 401K y te


comprometes a pagar todos los gastos de la universidad —West recibió una beca
completa, pero lo más probable es que Stella no lo haga, y estará empezando la
universidad el próximo año. Puede que no esté en condiciones financieras de
mantenerla y, aunque puede pedir un préstamo para ir a la universidad, no veo por qué
debería hacerlo cuando su padre puede permitírselo. Es lo menos que puede hacer ya
que quiere dejarnos libres para centrarse en su nueva familia—. Dos, me das la custodia
total de los niños, y tres, aceptas que me mude fuera del estado.
No puedo quedarme aquí después que esto caiga. Será prácticamente imposible
alejarme de Vander después de haber roto con él, y no creo que mi corazón pueda
soportar el dolor de verlo, pero no poder estar con él o incluso hablar con él. También
lo hago para proteger a mis hijos, y creo que un nuevo comienzo en algún lugar nuevo
es lo mejor para todos nosotros. Mudarse de nuestra casa para acomodar a su padre y
a su amante embarazada los matará. Sé cómo la gente chismorrea, y será insoportable.

Ridge se enfadará porque quiere a su padre, y no lo entenderá, pero es joven y se


adaptará. West se va en un par de meses a Oklahoma, así que mi propuesta de mudanza
no le afectará. Es sobre todo Stella la que me preocupa. No quiero obligarla a mudarse
o forzarla a vivir con su padre como única forma de pasar el último año con sus amigos,
pero tengo opciones limitadas, y estoy trabajando en el panorama general. Odio la idea
de dejarla atrás, pero apoyaré cualquier decisión que tome.

—Sólo hay una advertencia. Si Stella quiere quedarse aquí, déjala vivir contigo
durante el último año.

Curtis golpea los dedos sobre la mesa, me mira fijamente mientras lo piensa. No
tarda mucho en decidirse, y casi deseo que me demuestre lo contrario.

—Estoy de acuerdo, con la condición que termines definitivamente con ese punk.

Es un imbécil. Estaba bien para él tener múltiples aventuras, pero tan pronto como
encuentro a alguien, se enfada, como si tuviera derecho a sentirse agraviado. No me
molesto en hacer ese punto, sin embargo, porque terminé con él. Estoy lista para poner 275
un límite a mi matrimonio y seguir adelante. Mi silla raspa en el suelo mientras me
pongo de pie.

—No hace falta que pongas esa condición, Curtis. Ya es una condición, ¿o es que no
escuchaste nada de lo que dijo Greg anoche?

—Sólo me aseguro que lo cumplas. —Se levanta y sonríe, como si no acabara de


tirar su propia carne y sangre a un lado.

Mirarlo ahora me pone enferma. ¿Qué fue lo que vi en él? Es una excusa lamentable
de un hombre, y casi compadezco a Ingrid. O tal vez ella lo escolarice y finalmente reciba
su merecido. Sólo puedo esperar que lo haga.

—Adiós, Curtis. —Doy una zancada hacia la puerta, deteniéndome con los dedos
enroscados alrededor del pomo de la puerta. Miro por encima de mi hombro, mirándolo
por última vez, sintiendo nada más que alivio por el fin de nuestra relación. Murmuro
en voz baja, demasiado baja para que él lo oiga.

—Un día, te vas a arrepentir de lo fácil que renunciaste a tus hijos. Espero que valga
la pena.

Sin perder un segundo más de mi tiempo o cualquier otro pensamiento sobre este
hombre, salgo de su vida para siempre.
Después de dejar a Curtis, me dirijo a la oficina de mi abogado para firmar el papeleo
del divorcio, sintiéndome aliviada por haber concluido esa parte. Luego conduzco hasta
Bentley Law y aparco por última vez en el estacionamiento para empleados. Esperaba
sentirme un poco triste mientras subía en el ascensor para mi reunión con el
vicepresidente de RRHH, pero no experimento ninguna de esas emociones. Oscila entre
la euforia por recuperar finalmente el control de mi vida y la desolación ante la
perspectiva de lo que tendré que hacer después, rezando por ser lo suficientemente
fuerte para ver esto a través.

Salgo del despacho de Paul Cummings inmediatamente después de presentar mi


renuncia, reprimiendo una sonrisa al ver la cara de indignación del vicepresidente de
RRHH cuando me negué a trabajar el período de mis dos semanas de preaviso y le dije
que me pagaría por ello junto con la bonificación que me corresponde y las vacaciones
pagadas por enfermedad que me debían. También solicité una carta de recomendación
y exigí una carta que confirmara que la cláusula de no competencia de mi contrato era
nula mientras no trabaje para ningún bufete de abogados en Colorado.

No tengo intención de volver a Colorado, y necesitaré esa carta para trabajar en la


práctica legal de Lynette cuando me mude a Oregón. Estoy tan contenta de haber
quedado con mi antigua compañera de instituto la última vez que estuvo en casa y que
Lynette haya intentado convencerme en broma que me mude a Portland y trabajar para
ella. Cuando la llamé anoche, no dudó en ofrecerme un trabajo junto con su ayuda para
encontrar un apartamento para alquilar temporalmente mientras busco casa.

Trabajaré en cerrar todas las asignaciones abiertas y documentar un archivo con 276
instrucciones para mi reemplazo desde casa mientras empaco mi casa.

Me niego rotundamente a pasar un minuto más en esta oficina, sabiendo que


Gregory Henley está al final del pasillo. Incluso si mi reunión con él no va como lo
planeado, no hay manera que pueda seguir trabajando para Bentley Law después de
todo lo que pasó. Paul estaba furioso cuando le dije que Leland estaría de acuerdo con
mis términos porque estoy segura que Greg no tendrá ningún problema para
convencerlo.

Me detengo brevemente fuera de la oficina de Greg y me doy una rápida y silenciosa


charla de ánimo recordándome que tengo influencia y prometiendo que no dejaré que
me intimide. Comprobando que la chaqueta de mi traje está bien abrochada, paso una
mano sobre la chaqueta y los pantalones, alisando las arrugas. Después de salir del
despacho de Paul, me detengo en el baño para cepillarme el pelo y arreglar mi
maquillaje. Creo firmemente en la importancia de lucir bien, y hoy tengo la intención de
patear su trasero. Sin llamar, abro la puerta y entro a grandes zancadas en la lujosa
oficina de Greg.

Levantando la cabeza, me mira mientras cierro la puerta, cuelga el teléfono.

—Era Paul —dice, señalando con la mano uno de los asientos vacíos frente a su
escritorio—. Está furioso —Me sonríe mientras me siento, colocando mi bolso en mi
regazo.

—Quiero que se cumplan mis condiciones —digo, esforzándome por mantener el


aplomo y la calma, pero el corazón me golpea contra la caja torácica y me sudan las
manos. Apenas puedo mirar a Greg sin recordar lo que me hizo anoche. Casi vomito
cada vez que pienso en lo cerca que estuve de ser violada.

Sutilmente, agarro la parte trasera del bolso y clavo las uñas en el suave cuero.

El movimiento me ayuda a calmarme.

—Todo depende de lo que hayas venido a decirme —Él rodea el escritorio, y me


obligo a no acobardarme mientras se acerca—. Dame tu teléfono.

Entorno los ojos hacia él.

—¿Por qué?

—Necesito saber que no estás grabando esta reunión.

—Yo también. —Arqueo una ceja.

—Enséñame el tuyo y yo te enseñaré el mío —Se ríe, y yo lo miro fijamente por


debajo de las pestañas mientras saco el celular del bolso. Realmente es un bastardo
enfermo y retorcido.

Después que examinamos los teléfonos del otro y estamos convencidos que nuestra
conversación no está siendo grabada, cojo mi teléfono y mi bolso y me pongo de pie.
277
—Cambio de planes —digo, paseando mi mirada por su habitación—. Vamos a
discutir esto fuera, en la acera —No confío en que no tenga una cámara aquí, y no voy a
correr ningún riesgo porque podría tratar de interpretar mis palabras y volver esto en
mi contra. Tengo que sacarnos de este agujero, no cavar uno más grande.

—No lo creo, cariño.

—Yo creo que sí. —Abriendo el vídeo en mi teléfono, se lo echo en cara.

—Tengo más copias de esto.

Para darle crédito, apenas reacciona. Me muevo para quitárselo de las manos, pero
me agarra de la muñeca, advirtiéndome con ojos oscuros que no lo empuje. Esperaba
poder improvisar y fingir que tenía la grabación completa en la nube, pero en el fondo,
sabía que Greg nunca se lo creería. Pensar en terminar las cosas con las lágrimas de
Vander me desgarra el corazón, y si pudiera encontrar una manera de arreglar esto sin
romper nuestros corazones, lo haría.

—Bien —dice, después de ver la grabación completa. Aunque se corta poco después
que Curtis llegue a la habitación, puede ver que hay suficiente para justificar su
preocupación—. Hablaremos fuera.

¡Esa rata bastarda tiene una cámara aquí!

—Deja tu celular aquí —le digo mientras apago el mío y lo levanto para que lo vea.
Sonríe.

—Quizá no seas tan tonta como pareces.

Ni siquiera me digno a responder a eso, caminando hacia la puerta sin pronunciar


una palabra. Agarrando su chaqueta del respaldo de la silla, me sigue fuera de su oficina
y afuera.

Me detengo en la esquina del edificio, comprobando que no hay cámaras callejeras


en los alrededores.

—Esa grabación es suficiente para ir a la policía y presentar cargos contra ti por


agresión sexual.

Sonríe.

—Estoy ligeramente impresionado, pero no te hagas la tonta ahora. Ambos


sabemos que puedo hacer que eso desaparezca —Saca un cigarro del bolsillo interior
de la chaqueta y lo enciende—. Si te acercas a la policía, te colgaré para que te seques.

—Eso ya lo sé —respondo tranquilamente—. Por eso no voy a ir a la policía —Le


clavo una mirada confiada, aunque estoy temblando por dentro—. Se lo enviaré por
correo electrónico a cada uno de tus clientes, lo subiré a las redes sociales y enviaré una
copia a todos los medios de comunicación importantes. Te arruinaré antes que tengas
la oportunidad de detenerlo. 278
—Te devolveré el favor y algo más —responde, dirigiéndome una mirada

—Algo que también sé.

—¿Cuál es tu punto?

—Ambos tenemos algo sobre el otro. Sólo uno es real, pero ambos tienen el
potencial de hacernos daño, así que hacemos un nuevo trato.

Da una calada a su cigarro, dando poco con su expresión.

—Continua.

—No usaré esto contra ti, y tú no usarás tus pruebas contra mí. Ambos nos
aferramos a nuestra ventaja, así que, si alguno de nosotros intenta usarla contra el otro,
cada uno tiene un medio para vengarse. Le estoy dando a Curtis lo que quiere, así que
ya no está involucrado en esto. El resto de sus términos son ahora nulos y sin efecto.
Dejas a Vander y Diana fuera, y no voy a destruirte. —En este escenario, yo soy
ganadora, y ya sé que él nunca estará de acuerdo con eso.

Se ríe a carcajadas.

—Buen intento, cariño, pero no hay trato —Me echa nubes de humo en mi cara, y
yo toso, agitando mis manos para alejar los humos—. No tienes tanta influencia.
Me lo esperaba y estoy preparada.

—Es realmente muy simple, Gregory. O te importa tu carrera, tu reputación y


mantener tu rico estilo de vida o sólo te importa ejercer poder sobre tu hijo, sin
importar las consecuencias. Eres un hombre inteligente. Trabajaste duro para construir
tu reputación como uno de los mejores abogados del estado. Sé que Leland te va a
vender el negocio cuando se retire.

Enarca una ceja.

—Soy directora de la oficina, Gregory. Mi equipo mecanizó el papeleo. Es un trato


hecho, y no necesitas que Vander lo ejecute contigo. Nunca lo hiciste, y sabes que nunca
va a ser lo que quieres que sea. Todo esto era sólo un juego.

Se encoge de hombros.

—Me gusta joderlo. Nunca entendió su lugar, y no terminé de enseñarle lecciones


de vida.

—Eres un bastardo enfermo —suelto, y él se ríe.

—Empiezo a ver la atracción. —Mueve su mano hacia mi cabeza, y le lanzo una


mirada de advertencia mientras doy un paso atrás.

—No me toques, o enviaré los correos electrónicos que ya preparé a cada uno de 279
tus clientes. Todo lo que se necesita es presionar un botón. —No estoy mintiendo. Los
tengo todos preparados.

Vuelve a encogerse de hombros, como si yo no supusiera ninguna amenaza.

—Deja que te eduque, Kendall. Para negociar un trato, tienes que ofrecer algo de
valor a la otra parte. Tú perderás muy poco en este trato mientras que yo perderé a mi
esposa e hijo y la adrenalina que me da joderles la cabeza. Tenemos que llegar a un
acuerdo —Apaga la colilla de su cigarro en la pared detrás de él—. Hazme la oferta que
viniste a hacerme.

—Terminaré las cosas con Vander y me alejaré de él si renuncias a tu control sobre


él. Te comprometes a no interferir con su lugar en el programa de arte de Yale y no usar
a su madre para obligarlo a hacer tu voluntad. Le dejarás llevar su vida sin
interferencias tuyas, y dejarás que Diana se divorcie de ti. Prometes no matarlos ni
herirlos de ninguna manera. No entregarás esas pruebas falsificadas a la policía ni a
ninguna figura de autoridad ni publicarás nada de eso en Internet ni lo compartirás en
la comunidad. No se la mostrarás a mis hijos ni a Vander.

—Eso sigue siendo pedir mucho.

—¿Lo es? —Entrecierro los ojos hasta convertirlos en rendijas—. Tú fuiste el que
dijo que yo era la clave de todo esto. Que Vander no sobrevivirá a perderme, así que
creo que esto es más que suficiente.

Reflexiona sobre mis palabras durante unos segundos antes de negar con la cabeza.
—Aceptaré con la condición que te alejes de él para siempre. Eso significa no hablar
con él. No visitarlo. Ningún contacto en absoluto, y no mencionas este acuerdo cuando
rompas con él, ni nunca. Este término no es negociable y basado en que termines la
relación esta noche. Si descubro que incumpliste este término, en cualquier momento,
yo personalmente entregaré la evidencia a la policía. No hay estatuto de limitaciones en
la violación de un menor en Colorado.

—¿Por qué lo odias tanto? ¿No es suficiente alejarme de él ahora? ¿Por qué iba a
importar que volviéramos a conectar en el futuro?

—Porque quiero romperlo por completo, y esta es la única opción que me queda.
¿De qué sirve separarte ahora si él puede encontrar el camino de vuelta a ti más tarde?
—Mete las manos en los bolsillos de sus pantalones—. Vander necesita aprender que
no siempre se consigue lo que se quiere en esta vida.

—Creo que ya aprendió esa lección, ¿y no lo rompiste lo suficiente? No tuvo una


infancia normal, y tú hiciste todo lo posible para romperlo a lo largo de los años. Ya
sufrió bastante.

—Nunca dejará de sufrir —Una mirada de pura malicia se extiende por su rostro—
. Si tengo que renunciar a mis planes y dejar que él y esa zorra se vayan, entonces así es
como debe ser. Vander nunca superará perderte. No importa lo mucho que lo intente,
siempre estará roto, y cada día sin ti en su vida será un recordatorio de eso.
280
45
KENDALL

Estoy tensa como un lazo mientras subo las escaleras al apartamento de Vander
más tarde esa noche. El corazón me pesa mientras contemplo lo que estoy a punto de
hacer. No tuve más remedio que aceptar las condiciones de Greg. Mis motivaciones al ir
a la reunión fueron para asegurar que Vander es libre, y lo es. Sé que preservar mi
relación con él era una apuesta arriesgada, y estaba preparada para sacrificarla porque
sabía que tenía que ofrecer algo a Greg, y eso es lo único que podía ofrecer. Puede que
piense que ganó, pero estoy decidida a derribarlo. Esto no es el final. Es sólo el principio.
Y cuando lo haya puesto entre rejas, vendré a por Vander y le explicaré todo. Confío en
nuestra conexión, y sé que estaremos juntos de nuevo cuando el momento sea correcto.

Tal vez estoy delirando, pero es la única manera de reconciliar esto dentro de mí
misma.

Después de alejarme de Greg antes, doblé la esquina y vacié el contenido de mi


estómago en la acera. Sé que mis acciones salvaron a Vander, y no me arrepiento de la 281
elección que hice, pero todavía se siente como la mayor traición. Ahora tendré que
hacer la actuación de mi vida para conseguir que crea que estoy terminando las cosas
con él para alejarme y centrarme en mis hijos. Si me presiona, como espero que haga,
tendré que mentir. Voy a tener que decirle que mis sentimientos cambiaron, y
realmente no quiero hacer eso. Romperá su corazón y verterá ácido en todos nuestros
recuerdos, así que rezo para poder evitarlo.

Estuve llamando y enviando mensajes de texto desde que terminó la escuela, pero
no contestó. Me metí en el gimnasio cuando venía hacia aquí, pero Jimmy dice que no
vino hoy, así que me imagino que debe estar en casa.

Cuando llego a la parte superior de la escalera, me paro frente a su puerta y presiono


mi cabeza contra la madera. Las lágrimas pinchan mis ojos, y apenas puedo tragar sobre
la bola de emociones que me obstruye la garganta.

Lo amo demasiado y esto me está matando.

Romper su corazón y alejarme sin saber cómo o cuándo lo volveré a ver me


devastará tanto como a él, pero no puedo abandonar ahora. Si hubiera habido otra
manera, la habría tomado. Al enderezarme, me enjuago las lágrimas que fluyen de mis
ojos y me recuerdo a mí misma por qué estoy haciendo esto. Estoy protegiendo a mis
hijos y protegiendo al amor de mi vida. Mis propios sentimientos no entran en juego.
Sacando la polvera de mi bolso, me maquillo y disimulo mi piel manchada. Luego
respiro profundamente y abro con mi llave la puerta del apartamento de Vander.
—¿Vander? —grito alarmada, en el instante en que pongo un pie en su lugar,
jadeando mientras observo la devastación a la que me enfrento. Su estudio de arte está
destrozado. La chaise longue que guarda tan buenos recuerdos fue destrozada, y el
relleno rezuma de los asientos rasgados en el suelo. Pero es la destrucción de sus
cuadros lo que más duele. Alguien arrastró un cuchillo a través de algunos de sus lienzos
y salpicado de pintura roja en otros.

Obligando a mis pies a moverse, lo llamo de nuevo mientras entro en el salón,


horrorizada al encontrarlo en un estado similar. El sofá está volcado, el televisor está
hecho añicos y alguien clavó un cuchillo en la cama grande de Vander. Restos destruidos
de cojines, almohadas, y ropa de cama cubren el suelo.

—Vander —Al verlo sentado con las piernas cruzadas en el suelo, frente a la
ventana, con los hombros encorvados, me apresuro a su lado—. ¿Qué pasó? ¿Estás
herido? —jadeo mientras me agacho a su lado, viendo sus nudillos destrozados. La piel
está desgarrada y rezuma sangre. A juzgar por eso y las salpicaduras de pintura en su
camisa, sé que Vander es el responsable de la devastación de su apartamento. Juro que,
si Greg me traicionó, asesinaré al hijo de puta. Con cautela, levanto su mano, pero él la
aparta, haciendo que pierda el equilibrio y caiga al suelo de culo.

—No me toques, maldita sea —suelta, levantando lentamente la cabeza. Sus ojos
están hinchados y rojos, y su piel está manchada.

Unas punzadas de aprensión bailan sobre mi piel, levantando todos los finos pelos
de la nuca. 282
—¿Qué pasa?

—Dímelo tú —dice con un tono de voz entrecortado, sollozando mientras me mira


fijamente con la expresión más desolada.

—¿Qué quieres decir? —Mi voz se quiebra mientras el miedo se desliza por mi
columna vertebral.

—¿Dónde estuviste anoche, Kendall?

Abrazo mis rodillas al pecho.

—Trabajando hasta tarde. Ya lo sabes. Te lo dije.

—También me dijiste que te pasarías después, pero no lo hiciste, y me dejaste de


lado hasta esta tarde. ¿Por qué?

¡Mierda! ¡Él sabe algo! ¿Cómo? Mi mente da vueltas, y no sé cómo responder. Vine
aquí con un propósito muy específico. Lo tenía todo planeado, y ahora estoy en espiral.

—Dime que no es verdad —Baja la voz mientras sus ojos suplican a los
míos—. Dime que no estuviste con mi padre.

Toda la sangre se drena de mi cara, y cada músculo de mi cuerpo se bloquea cuando


me doy cuenta de lo que Greg hizo.
—Oh, Dios mío —Vander deja caer la cabeza, mirando al suelo mientras sus
hombros tiemblan.

Me quedo congelada mientras lo miro fijamente, queriendo refutarlo y anhelando


consolarlo, pero estoy muda, y mi cerebro está confuso mientras voces contradictorias
me gritan que haga algo para arreglar esto.

—Sabía que te usaría para llegar a mí —dice un par de minutos después, rompiendo
el tenso silencio—. Sólo que nunca pensé que sería así —Las lágrimas brotan en sus
ojos, y el dolor se extiende por mi pecho dificultando la respiración.

Vander saca su teléfono del bolsillo, desliza la pantalla rota con el pulgar y me lo
pone en la cara.

—Me lo envió hoy. Enviado por correo electrónico desde un correo anónimo, pero
sé que era él.

Me quedo mirando aturdida mientras se reproduce el vídeo en su teléfono. Es la


escena de mi oficina anoche, pero fue manipulada, y parece una situación
completamente diferente. El sonido fue silenciado, por lo que la conversación no se
puede escuchar, y se ve muy mal. Parece que estamos follando consensuadamente.
Desde el ángulo, no puedes decir que mis manos están esposadas, sólo que están
estiradas sobre mi cabeza, como si él las hubiera puesto allí y yo estuviera obedeciendo.
No me di cuenta cuando estaba tratando de quitármelo de encima, de cómo podría verse
en la cámara. Mi espalda está arqueada, y mis tetas sobresalen con un amplio escote a 283
la vista, gracias al inusual vestido de corte bajo que estoy usando.

Y... mierda.

Me tapo la boca con una mano mientras miro mi cara en la pantalla con horror
creciente. Parece que lo estoy disfrutando porque ese cabrón superpuso mi cara con
imágenes de una de mis sesiones de sexo con Vander. Está muy bien hecho. Sólo sé que
es la verdad porque sé muy bien que la expresión de mi cara era de repulsión y terror.

Una lágrima se desliza por mis ojos antes que pueda detenerla. No puedo dejar de
temblar, y no puedo hablar por el nudo que tengo en la garganta. Estoy al borde de un
colapso, y no sé qué hacer. Entierro la cabeza en mis rodillas para ganar un poco de
tiempo antes de perderlo todo. Ese maldito traidor idiota. Voy a acabar con él. No sé
cómo, pero no descansaré hasta que ese hombre esté entre rejas o enterrado tres
metros bajo tierra.

¿Cómo pudo hacerle esto a su hijo? ¿No era suficiente que fuera a romper su corazón
al alejarme de él? Que se joda ese imbécil. Que se vaya a la mierda y de vuelta.

—Kendall —La voz de Vander me atraviesa como una flecha, y el impulso de


arrojarme a sus brazos y decirle que todo es una mentira me está golpeando con
fuerza—. Mírame —Su tono es más agudo y confiado. Lentamente, levanto la cabeza,
mirándole directamente a los ojos. Me abrazo a las rodillas con más fuerza mientras
intento mantener la calma—. Si hay algo más aquí, si hay algo que necesito saber, ahora
es el momento de decírmelo —Sus ojos se clavan en los míos, en esa intensa manera
suya, y sé lo que está haciendo. Está tratando de usar nuestra conexión para buscar la
verdad, y yo no puedo dársela. Sólo puedo darle la mentira. Si le digo lo que quiere que
le diga: que su padre me agredió sexualmente y que me está chantajeando con la
amenaza de denunciarme por estupro, saldrá de aquí como un loco y cometerá un
asesinato.

No le importarán las consecuencias. Sólo querrá a ese hombre muerto.

Lo amo lo suficiente como para sacrificar cualquier perspectiva de un nosotros si


eso significa que puedo mantenerlo a salvo y fuera de la cárcel. Me repongo, levanto mi
barbilla y lo apuñalo directamente en los ojos.

—Lo siento mucho, Vander. Nunca quise que pasara; simplemente pasó.

—¿Es eso cierto?

Asiento con la cabeza, y me mata mantener el contacto visual, pero lo hago.

Parpadea sucesivamente, mirándome conmocionado, y su fachada cae, mostrando


el verdadero alcance del dolor que estoy infligiendo. Quiero suicidarme por haber
puesto esa mirada en su cara, pero no puedo perder de vista el gran panorama.

—¿Te follaste a mi padre? —susurra—. ¿Te follaste voluntariamente a ese


psicópata?

Asiento con la cabeza. 284


—Venía a decirte que se acabó. No sabía que él te envió eso. No quería que te
enteraras así.

Se frota el pecho, y el dolor en sus ojos refleja el dolor en mi corazón.

—No puedo creerlo —Levanta sus ojos llenos de lágrimas hacia los míos—. ¿Cómo
pudiste hacerme esto? ¿Fue toda una mentira? ¿Todo lo que compartimos significaba
tan poco para ti? ¿Acaso yo no significaba nada para ti? —Su voz se eleva al final, y sus
rasgos se transforman de la tristeza a la rabia.

No sé cómo me salen estas palabras, pero de alguna manera lo hago.

—Nos divertimos, Vander, y me preocupo por ti, pero nunca iba a funcionar.
Siempre iba a ser temporal —Me encojo de hombros, como si mi corazón no se astillara
en millones de pedazos dentados dentro de mi pecho. Como si no sintiera que mi alma
estuviera muriendo.

—Vete —Hiere, clavando sus ojos oscuros y furiosos en mí—. Lárgate y no vuelvas
nunca.

Me pongo en pie torpemente, luchando por respirar por encima del dolor
agonizante que me desgarra por dentro.

—Lo siento mucho, Vander.


—¡Dije que te vayas! —ruge, y yo salto ante la hostilidad de su tono—. ¡Sal de una
puta vez, Kendall! No quiero volver a ver tu cara.

Salgo a trompicones de su apartamento con los miembros temblorosos,


golpeándome contra la pared mientras caigo por las escaleras con lágrimas en la cara.
Salgo a empujones por la puerta, me tambaleo por la acera como un borracho,
apretando los brazos alrededor de mi cuerpo como si eso me mantuviera unida. Mis
pies resbalan sobre la grava mientras me dirijo al estacionamiento detrás del club de
boxeo, y un sollozo sale de mi boca cuando ya no puedo mantener mi angustia dentro.

Chocando contra la esquina del edificio, caigo en pedazos, deslizándome al suelo de


culo, sin sentir el asfalto rugoso debajo de mí. Tengo frío y no puedo respirar. Me doblo,
me desahogo mientras mi estómago intenta expulsar su contenido. No sale nada más
que bilis y un aullido estrangulado que parece el de un animal sufriendo.

Enormes sollozos desgarradores nacen directamente de mi alma, y sé que necesito


salir de aquí, pero no puedo forzar mis miembros a moverse. Jadeo, lloro y grito
mientras todas las emociones reprimidas fluyen a través de mí. Mi entorno desaparece
mientras me rindo a la oscuridad que emana de mi interior mientras amenaza con
tragarme entera.

—Kendall, cariño. Mírame. —Una mano fría toca mi mejilla, y me sobresalto.

Me doy una vuelta por mis ojos borrosos y me concentro en la figura agachada
frente a mí. 285
—Me estás asustando, cariño —dice Jimmy—. ¿Debo llamar a Vander?

—¡No! —La palabra sale de mi boca mientras mis ojos se abren de par en par
alarmados.

—No —Sacudo la cabeza e intento serenarme.

Jimmy no dice nada mientras me da un pañuelo de papel y mira mientras yo me


froto los ojos y trato de parecer algo humana.

—¿Qué pasa? —pregunta, extendiendo su mano y tirando de mí para ponerme de


pie.

Retiro la mano y me rodeo el torso con los brazos, como si eso fuera a protegerme
del frío que penetra en cada molécula de mi cuerpo. Mi labio inferior tiembla mientras
me advierto a mí misma para que me controle.

—Me alegro de haberme topado contigo —digo, haciendo una mueca de dolor por
el sonido ronco de mi voz—. Necesito que hagas algo por mí.

Asiente con la cabeza, animándome a seguir con una expresión de preocupación en


su rostro.
—Vander y yo rompimos. —Las lágrimas se acumulan en mis ojos de nuevo, y
quiero poner un succionador en los conductos de mis ojos hasta que todas las lágrimas
sean succionadas.

—Sé que él no haría eso, y tú estás claramente angustiada, así que ¿por qué paso
esto, Kendall?

—No puedo decírtelo. —Mi cabeza gira, mis ojos exploran la zona en busca de
evidencia de cámaras o espías. No me extrañaría que ese idiota me haya puesto a su
investigador privado otra vez.

—¿Estás en problemas?

¿Lo estoy? Sinceramente, no lo sé. Lo que sí sé es que si le digo algo a Jimmy podría
morir. No voy a arriesgar su vida ni la de nadie.

—Vander nunca puede saber de esto. No me viste aquí.

—Deja que te ayude. Sólo dime...

Sacudo la cabeza.

—No puedo, pero puedes ayudar. Vander va a contarte lo que pasó, y vas a
simpatizar con él y apoyarlo, pero bajo ninguna circunstancia vas a decirle que luche
por mí, o que venga detrás de mí, o que indague más en esto. 286
Su ceño se frunce y yo extiendo la mano para agarrarla.

—¿Crees que amo a Vander? ¿Crees en la conexión que compartimos?

—Sin ninguna duda.

—Entonces confía en mí cuando digo que estoy haciendo esto porque lo amo tanto
que rompería su corazón, y el mío, si eso significa que puedo salvarlo.

Lentamente, asiente con la cabeza.

—¿Estás segura que no puedo ayudar?

Vuelvo a sacudir la cabeza.

—Hice lo mejor que pude, pero todo depende que Vander se mantenga alejado de
mí. Necesito que me prometas que harás todo lo que puedas para asegurarte que eso
ocurra. Prométemelo, Jimmy —Aprieto mi agarre en su mano.

—Lo prometo, Kendall.

Una capa de estrés se levanta de mis hombros.


—Cuida de él, por favor. Recuérdale quién es, y asegúrate que no se pierda ni se
desenfoque de sus objetivos. No quiero que esto descarrile su futuro, o si no, todo habrá
sido en vano.

—Sabes que lo haré.

Le doy un beso en la mejilla.

—Eres un buen hombre, Jimmy. Gracias por preocuparte por él y por no hacer
preguntas a las que no puedo dar respuesta.

—No se lo tomará bien.

—Lo sé —Cómo consigo sonreír a través de mis lágrimas es insondable—. No sé


cómo puedo seguir sin él, pero así es como tiene que ser, por ahora.

—Ah, cariño. —Cuando me abraza, me derrumbo contra él, y me deshago en


lágrimas de nuevo mientras empapo su camisa. Cuando me relajo, me da un pañuelo de
papel nuevo.

Me sueno la nariz y me limpio la cara húmeda.

—Dos cosas más. Greg sabe dónde está Diana. Tienes que encontrar una forma de
decírselo a Vander para que pueda avisarle. Y hay una cámara en algún lugar de su
apartamento —Odio que Greg vea la devastación que provocó con su juego, pero es la 287
última vez que espía a su hijo—. No se lo digas a Vander. Sólo encuéntrala y destrúyela.

Mueve la cabeza.

—Considéralo hecho.

—Gracias, Jimmy. —Le doy un rápido abrazo antes de dirigirme a mi SUV.

—Kendall, ocúpate de ti misma, y confía en que cuidaré de nuestro chico.

—Gracias, Jimmy. Eso significa mucho para mí.

Me quedo aparcada a unas manzanas de mi casa durante horas, entregándome a mi


dolor y mi pérdida, hasta que estoy agotada y físicamente incapaz de derramar más
lágrimas. Entonces llamo a Greg y le grito abusador por teléfono.

—¿Terminaste? —me dice cuando hago una pausa para respirar.

—Ni por asomo —gruño, imaginando ya formas de acabar con el bastardo.

—Era necesario que esto ocurriera para asegurar que siguieras con ello.
—¡Y una mierda! Iba a ir allí para romper nuestra relación. ¡Tú no tenías que hacer
eso! Me mentiste. Ya renegaste de nuestro trato. ¿Cómo carajos voy a poder confiar en
ti?

—No puedes. Al igual que yo no puedo confiar en ti. Esa es la única manera que este
trato funciona, pero te doy mi palabra que no haré nada más. Cumpliré con mi parte del
trato siempre que hagas lo que dijiste y te mantengas alejada de mi hijo.

—Tu palabra significa una mierda después de lo que acabas de hacer.

—¡Deberías agradecerme! —grita—. Te lo puse fácil. Él te odia ahora, y no irá a


buscarte.

—No finjas que me estabas haciendo un favor. Lo hiciste por ti.

Se ríe, y tengo el impulso de golpear mi cara repetidamente contra el volante.

—Puede que lo haya hecho por el valor del entretenimiento, pero definitivamente
maté dos pájaros de un tiro. ¿Viste su cara cuando le dijiste que era verdad? —Su vil
risa me hizo reconsiderar mis planes, y estoy cerca de comprar una pistola y meterle
una bala en el cráneo—. Rompiste su pequeño corazón, y ahora está ahogando sus
penas en cerveza y hierba, y apuesto a que no tardará en hundir su polla en algún coño
joven.

Aprieto los ojos mientras la horrible imagen baila ante mis ojos en mi mente. 288
Supongo que esa era la intención.

—Curtis también se divirtió con ello.

Estoy segura que lo hizo, pero no podría importarme menos ahora.

—Eres un humano horrible, y un día tendrás lo que te corresponde. El karma te va


a morder el culo a lo grande.

—Deja de lloriquear, Kendall, y sé una mujer. Deja de meterte en mis asuntos. Vete
a casa, empaca tus cosas y deja esta maldita ciudad. Si hay una cosa en la que estoy de
acuerdo con mi hijo, es que no quiero volver a ver tu cara.
46
VANDER

Paso el fin de semana en un estado de aturdimiento, pero no hace nada para


disminuir la rabia que corre por mis venas como lava fundida. La única vez que duermo
es cuando me desmayo, drogado o borracho o una combinación de ambos. Cada vez que
cierro los ojos, todo lo que veo es a mi padre follando con Kendall, y quiero matarlo a
sangre fría.

West me hizo compañía la primera noche, y anoche organicé una fiesta que se
prolongó hasta el sábado por la mañana. Cuando Jimmy apareció en mi puerta hace
unas horas, esperé que estuviera aquí para hacerme una nueva, pero no dijo nada sobre
el estado del lugar o de los rezagados que roncan y gotean babas en el suelo.

Su única preocupación era yo.

No podía decírselo. No puedo forzar esas palabras de mi boca.


289
West quería saber qué estaba mal, y por unos segundos, estuve tentado de
decírselo, pero ya está sufriendo bastante y no voy a aumentar su dolor. No lo usaré
para herirla, aunque se lo merezca. Kendall se fue de mi vida, llevándose nuestro secreto
con ella.

—Gracias por tu ayuda —le digo a Hazel unas horas después, cuando mi casa está
arreglada. Estoy de pie fuera de mi estudio, mirando el único lienzo que queda intacto,
preguntándome por qué soy incapaz de destruirlo. Está escondido detrás de una capa
de plástico de burbujas y papel de embalar marrón porque no soporto mirarlo.

No puedo deshacerme de él.

Tampoco puedo tolerar mirarlo.

Pintar a Kendall esa noche fue la culminación de todas mis fantasías cobrando vida,
y sé que es mi mejor trabajo hasta la fecha. No podía tirarlo, así que ahora lo estoy
guardando, y tal vez algún día podré descubrirlo y recordar esa noche, y a ella, sin este
constante dolor punzante en mi corazón.

—No hay problema, Van. Tu amigo dijo que alguien estará aquí dentro de una hora
para retirar las cosas dañadas.

Jimmy hizo que un amigo suyo recogiera los muebles destrozados, y voy a dormir
en el sofá a partir de ahora. No tiene sentido comprar un nuevo colchón cuando me iré
en cinco semanas, y ya llamé a mamá para decirle que, después de todo, me reuniré con
ella la semana que viene para pasar la Semana Santa. Planee pasar las vacaciones y el
verano aquí, para pasar más tiempo con Kendall, pero ahora no puedo salir de Colorado
Springs lo suficientemente rápido.

Hazel me mira con ojos tristes y me aprieta la mano.

—Espero que lo que sea que esté mal se resuelva pronto.

No creo que haya cura para un corazón destrozado, pero aprecio el sentimiento y
su voluntad de ayudar. Es la chica de mi amigo, pero no somos cercanos, así que su
aparición con West hoy significó mucho. Asiento con la cabeza y fuerzo una sonrisa
antes que West se vaya para acompañarla a su coche.

Cuando vuelve unos minutos más tarde, estoy tirado en el sofá con los pies en la
mesa de café y una cerveza en la mano. West se hunde en el sofá junto a mí, se quita las
zapatillas y levanta las piernas. Se lleva la botella de cerveza a los labios, mirándome
con preocupación. Al menos, mi desmoronamiento lo distrajo de sus propios
problemas.

—¿Ya estás preparado para hablar de ello?

—No. —Engullo cerveza y miro por la ventana el oscuro cielo nocturno.

—Sé que esto tiene que ver con tu padre.

—Déjalo, West —digo con los dientes apretados. Ojalá pudiera decírselo. Quiero 290
desahogarme con mi amigo, pero no puedo. Ya es bastante malo que lo deje hacerme
compañía después de lo que hice y cuando él está en la oscuridad. Soy una mierda de
amigo, pero demasiado egoísta para obligarlo a irse.

El silencio tenso se extiende en el aire, y desearía no haber destrozado mi televisor.


Ver algún programa sin sentido o jugar al Call of Duty suena perfecto ahora mismo.

—Mis padres terminaron su divorcio —dice después de unos compases


incómodos—. Mamá le va a dar la casa y se va a mudar a Oregón. Consiguió un trabajo
con una vieja amiga suya del instituto.

Vaya. Debe haber estado planeando eso todo el tiempo, y no me mencionó nada. Me
tomó el pelo. La rabia arde en el fondo de mi garganta, y tomo el resto de mi cerveza.
Estoy tentado de tirar la botella a la pared, pero acabamos de limpiar el desastre. Sé que
debería decir algo, pero no me atrevo a hablar.

—Ridge está molesto. No quiere dejar al imbécil ni a sus amigos ni su equipo de la


liga infantil, pero tengo la sensación que papá no quiere estar encadenado con un niño
pequeño porque sólo le preguntó a Stella si quería quedarse con él.

Curtis es un puto idiota, y todavía le odio a muerte. Por supuesto, no quiere a Ridge.
Le estropearía sus planes. Está disfrutando de la vida de soltero, y un niño de diez años
cortaría su libertad y lo frenaría.
—Stella está en conflicto —continúa West, llevando en solitario la conversación—.
No quiere quedarse con papá, pero no está segura de querer completar su último año
en una nueva escuela.

—Stella irá con tu madre —digo, sin mirarle—. Ella no querrá separarse de Ridge
tampoco.

El aire sale de su boca.

—Creo que tienes razón.

—¿Y tú? —Me giro para mirarle—. ¿Cuáles son tus planes? No te vas a Oklahoma
hasta finales de junio —El equipo de fútbol comienza a entrenar antes que empiecen las
clases.

—Iré con mamá después de la graduación, para ayudarla a instalarse, pero volveré
entonces. Quiero pasar todo el tiempo posible con Hazel antes de tener que irme a la
universidad —Hazel está un año por debajo de nosotros, y me pregunto si su relación
sobrevivirá a la separación—. Sin embargo, no hay una puta manera de quedarme con
papá y su zorra —Se frota una mano sobre su espinosa mandíbula—. Iba a preguntar si
podía quedarme aquí, pero te vas directamente después de la graduación, así que eso
está fuera de discusión.

—Estoy seguro que Jimmy te dejaría quedarte aquí unas semanas. Le preguntaré.
291
—Eso sería genial. Gracias, hombre.

Asiento con la cabeza. Es lo menos que puedo hacer por él después de cómo estuve
con su madre a sus espaldas durante meses.

El dolor me atraviesa el pecho cuando la imagen de Kendall resurge en mi mente, y


atravieso la habitación a grandes zancadas hasta la nevera antes de haber procesado el
movimiento. Vuelvo con dos cervezas más y le doy una a mi amigo, aunque aún no
terminó la primera. Abro la tapa y bebo un buen trago. West me mira con preocupación.

—Sé que no quieres hablar de ello, pero ¿qué pasa con lo de anoche? —Sus cejas se
levantan—. ¿Quieres...?

—No. —Sacudo la cabeza mientras el ácido se revuelve en mis entrañas. No quiero


pensar en eso.

Mis puños golpean la bolsa, y el sudor gotea por mi frente, mientras voy a tope la
tarde siguiente en el gimnasio de abajo. Mañana es nuestro último día de clase antes de
las vacaciones, y estoy deseando salir de aquí. Mamá y Dana están en Canadá por
Pascua, en casa de unos amigos de Dana. Después de lo que me contó ayer Jimmy, me
alegro que se hayan ido de Europa. No sé cómo mi padre descubrió dónde se estaba
quedando, pero no estoy demasiado preocupado. Mamá telefoneó esta mañana,
confirmando que papá firmó los papeles del divorcio, y solté un suspiro de alivio hasta
que oí que insistía en que las órdenes de restricción fueron anuladas y ella retiró la
demanda civil como parte del acuerdo. Mamá me asegura que es sólo por el daño que
hará a su reputación. Accedió a devolverle la herencia más un millón extra si ella lo deja
pasar. También prometió mantenerse alejado de mí y no interferir en mis planes de
asistir a Yale Art.

Será mejor que se mantenga alejado de mí porque lo mataré si vuelve a aparecer en


mi puerta. Tuve la tentación de enfrentarme a él. De desatar toda esta rabia en su
cuerpo, pero sólo le gustaría eso. Me niego a darle la satisfacción de saber que logró lo
que se propuso, robó a la única mujer que me importa y me rompió en el proceso.

Misión cumplida, papá. Maldito depredador enfermo.

Golpeo con mis puños la bolsa, imaginando que es la cara de papá. No puedo
imaginarme que es Kendall, aunque estoy furioso y decepcionado con ella.

Las puertas delanteras se abren de golpe, golpeando contra la pared, y con una voz
alguien grita:

—¿Dónde está?

Agarro la bolsa, la sujeto mientras me quito los guantes y me dirijo hacia mi amigo.

—¿Qué pasa?

West cruza la habitación como un tornado mortal empeñado en la destrucción 292


masiva, y me golpea con su puño en la cara. Me tambaleo hacia atrás, sorprendido por
el puñetazo y la mirada de rabia en su cara. Sólo puede haber una razón para esa mirada,
así que no retrocedo cuando vuelve a golpearme.

—¡Maldito bastardo! ¿Cómo pudiste? Es mi madre, maldito enfermo.

Me quedo clavado en el sitio mientras me lanza varios puñetazos más a la cara y la


parte superior del cuerpo. Por el rabillo del ojo, veo a Crusher, Boner y Jimmy
acercándose, pero sacudo la cabeza, advirtiéndoles que se contengan.

No tomo represalias. Dejo que West descargue su ira en mi cara y mi cuerpo. Él no


es un luchador entrenado como yo, y aunque sus golpes carecen de fuerza, duelen.

—Vayamos a mi casa y hablemos de esto —le digo cuando dejó de utilizarme como
blanco de tiro.

Está de pie ante mí, jadeando y con la cara roja, apretando y soltando los puños.

—No voy a ir a ninguna parte contigo, estúpido. Vamos a hacer esto aquí —Me
empuja los hombros—. ¿Esto es por lo que estuviste alborotado estos últimos días?
¿Porque estás deprimido por mi madre? —Se agarra puñados de su pelo y deja escapar
un rugido estrangulado—. ¿Cómo pudiste dejarme consolarte? ¿Cómo pudiste follar a
mi madre? —Aterriza un robusto puñetazo en mi plexo solar, pero no hago ningún
ruido, casi agradeciendo el dolor, porque fue una mierda de mi parte—. Te follaste a mi
madre. Jesús, ¿te das cuenta de lo jodidamente malo que es eso? Es lo suficientemente
mayor como para ser tu madre —Me da un puñetazo en la nariz, y la sangre brota de
mis fosas nasales.

Jimmy se interpone entre nosotros.

—Creo que es suficiente. Lleva esto a mi oficina.

—Que te den, Jimmy. —Los orificios nasales de West se ensanchan, y parece que
está a punto de arremeter contra Jimmy también.

—Déjanos. Esto es entre él y yo.

Jimmy me mira fijamente.

—No tienes que aceptar esto.

—Lo sé —Nos comunicamos en silencio y él asiente, cogiendo a Crusher y a Boner


y saliendo de la sala principal, dejándonos a West y a mí solos.

—¿Cómo te enteraste? —pregunto.

Un lado de su boca se curva en un gruñido.

—Tuve una discusión con mi padre. Le pegué —Su risa seca suena más fuerte en la
habitación vacía—. Su manera de devolverme el golpe fue informarme que tenías una 293
aventura con mi madre. —Su nuez de Adán salta en su garganta, y la ira se retira por un
segundo, sustituida por un profundo dolor.

—No voy a disculparme por estar con ella, sólo por ir a tu espalda. No queríamos
hacerte daño. Es una de las razones por las que lo mantuvimos en secreto. El plan era
decírtelo después de la graduación. Ahora veo que deberíamos haber sido claros desde
el principio. Nos equivocamos al ocultarlo.

—¿Tú crees? —Me mira fijamente antes de dejarse caer al suelo con su espalda
contra el lateral del ring. Me siento a su lado, conteniendo una mueca de dolor que se
extiende por mis costillas y mi estómago mientras me bajo—. Te conté cosas sobre el
matrimonio de mis padres en confianza, y lo utilizaste para aprovecharte de mi madre
cuando era vulnerable —Se frota las sienes—. Sabía que estaban muy unidos, y a veces
me resultaba extraño, pero me imaginé que era la madre que nunca tuviste —El asco le
invade la cara—. Pero no era eso en absoluto. Te aprovechabas de ella, esperando a
abalanzarte a la primera oportunidad y complacer cualquier fantasía de madre
retorcida que albergas en esa cabeza enferma tuya.

—No es así como sucedió —respondo fríamente—. O cómo la veo. Yo la amo, West.
Ella lo es todo para mí —Duele admitirlo, pero sigue siendo cierto.

Lanza otra carcajada.

—Claro que sí. Por eso tenías los labios de Gayle alrededor de tu polla tan pronto
como mi madre entró en razón y dejó caer tu culo manipulador.
—Ese no es mi mejor momento. Estaba destrozado y me arrepentí al instante.

Me siento mal pensando en ello, pero estaba cegado por la rabia y mis sentidos
estaban dañados. En ese momento, sentí que me estaba vengando de Kendall porque
recuerdo lo celosa que estaba de Gayle en la fiesta de West. Pero fue una tontería, y todo
lo que hizo fue hacerme sentir peor. ¿Qué tan ridículo es que sienta que traicioné a
Kendall cuando fue ella la que me engañó? Estamos separados ahora, y soy libre de
joder con quien quiera. No tengo ninguna razón para sentirme culpable, así que ¿por
qué carajo lo hago?

Porque no puedo olvidar la conexión que compartimos, aunque ella lo haya hecho.

—Lo que sea —Se pone de pie y yo me pongo de pie—. No puedo creer que hayas
hecho esto. No puedo creer que haya confiado en ti y me hayas traicionado así. En un
momento cuando sabes que estuve luchando —Sacude la cabeza, y el dolor se mezcla
con la furia en su rostro—. Mis padres podrían haber salvado su matrimonio si tú no
hubieras interferido. ¿Alguna vez pensaste en eso?

Sé que no soy la razón por la que el matrimonio de Kendall terminó en divorcio.


West también lo sabe. Él sabe exactamente por qué se separaron, pero supongo que es
más fácil pintarme como el villano ahora. No digo nada, porque no voy a discutir con él.
La verdad es que le hice daño. Si las cosas fueran al revés, y él estuviera con mi madre
y me hubieran mentido durante meses, me pondría en su lugar, lanzando golpes y
arremetiendo con mis palabras.
294
—Me das asco —Me mira fijamente—. Aléjate de mi mamá, y aléjate de mí —Me
mete el dedo en el pecho—. Estás muerto para mí ahora, y no quiero tener nada más
que ver contigo.
47
VANDER

Pasé otra noche inquieto, dando vueltas en el sofá, preguntándome cómo una parte
de mi vida fue como yo quería, pero la otra se fue a la mierda. Supongo que debería
agradecer que papá esté fuera de nuestras vidas, que mamá se esté recuperando y que
yo pueda seguir una carrera artística. Pero todo se siente tan vacío porque perdí a mi
mejor amigo y a la mujer que amo de la peor manera posible.

Nunca superaré la traición de Kendall. Al igual que sé que nunca podré ser capaz de
desalojarla de mi corazón. Estoy destinado a vivir en este oscuro, espacio deprimente
por el resto de mi vida, y es difícil sentirse emocionado por nada.

No puedo quedarme aquí ahora. No queda nada para mí en Colorado. Quiero salir
de este ambiente tóxico, y no puede esperar hasta el próximo mes. Tengo suficientes
créditos para graduarme antes, así que hoy será mi último día de escuela secundaria.
Luego me iré a casa, empacaré mis cosas y me mudaré para estar con mamá hasta que
sea el momento de irme a Yale. 295
Llevo un poco de retraso al entrar en el edificio de la escuela, sorprendido de
encontrar el pasillo todavía tan ocupado. Normalmente, al menos algunos estudiantes
habrían empezado a dirigirse a sus clases. Las risas estridentes se van apagando a
medida que me dirijo hacia mi taquilla, consciente de los susurros y señalamientos a
mis espaldas.

—Hijo de perra —me grita un idiota al pasar, y suena un coro de risas.

Toda la sangre se drena de mi cara. ¿Qué carajo? ¿Contó West a la gente sobre
nosotros? Entiendo que quiera hacerme daño, pero ¿cómo pudo hacerle esto a Kendall
sabiendo que dañará su reputación y la hará objeto de chismes salaz?

Un músculo de mi mandíbula se mueve cuando la gente me lanza burlas y


acusaciones mientras me dirijo a mi taquilla.

—Hola, Van. Mi madre se acaba de divorciar, y está buscando un buen tiempo. ¿Le
paso tu número?

—Fóllame, mamá. ¡Oh, sí, justo así!

—Al menos ahora sabemos por qué ninguna de las chicas de la escuela fue nunca lo
suficientemente buena. Prefiere las tetas caídas, los neumáticos de repuesto y las
estrías.
—Kendall es una MILF. Ahora que terminó contigo, le daré mis nueve pulgadas y le
haré pasar un buen rato.

Me detengo en este último, golpeando al deportista cabeza de chorlito contra su


casillero y envolviendo mi mano alrededor de su garganta.

—¿Sabe West que estás soltando esa mierda sobre su madre?

El imbécil sonríe.

—Está demasiado ocupado arrancando todas las fotos de desnudos de tu casillero


para que le importe.

Mierda. Dejo caer al imbécil, corro hacia mi taquilla y la multitud se separa. Maldigo
en voz baja cuando veo el desastre que me espera. Fila tras fila de carteles pegados a las
taquillas y a las paredes adyacentes en este extremo del pasillo, y West, Hazel, Stella,
Shep, Bowie y un par de compañeros del equipo de fútbol los están arrancando
frenéticamente.

—Piérdete, Vander —sisea West, levantando la cabeza y chasqueando los dientes


cuando me ve—. Ya hiciste bastante daño.

Ignorándolo, dejo mi bolsa en el suelo y arranco un póster de la pared. Alguien


superpuso claramente mi cara y la de Kendall en un par de cuerpos desnudos de
estrellas del porno. Se me revuelve el estómago al ver cómo la mujer posa en la foto con 296
las piernas abiertas, con el coño a la vista de todos. El hombre está de pie detrás de ella,
acariciando sus grandes tetas.

Como si eso no fuera lo suficientemente malo, el número de teléfono móvil de


Kendall está escrito en la parte de abajo junto con: —Llama a Kendall Hawthorne para
pasar un buen rato. Los adolescentes son mis favoritos.

—Voy a matar a quienquiera que haya hecho esto. —Estoy furioso mientras rompo
más fotos, deseando estar destrozando al que hizo esto en su lugar.

—Ponte en la fila, imbécil —grita West—. Todo esto es culpa tuya.

—¡Vayan a clase! —grita la vicedirectora con voz estridente. Se dirige hacia aquí,
haciendo sonar un silbato y expulsando a los estudiantes del pasillo. El guardia de
seguridad de la escuela está con ella mientras avanzan hacia nosotros.

La sorpresa aparece en su rostro cuando se detiene junto a nosotros.

—¿Saben quién hizo esto? —pregunta, con la mirada rebotando entre todos
nosotros.

—No —dice Stella, dando un paso adelante—. Pero esa es nuestra madre. —Señala
la cara de Kendall, esforzándose por contener su emoción—. Y ese es su verdadero
número de teléfono. La están bombardeando con textos, mensajes y fotos groseras.
Las lágrimas se agolpan en sus ojos, y sus palabras me hacen sentir una simpatía
instantánea por Kendall. Las ganas de dejar la escuela para ir a consolarla me invaden
hasta que recuerdo lo que hizo.

—Nos encargaremos de esto —dice la subdirectora—. En la escuela y con tu madre.


Vayan a clase. Todos ustedes.

Mientras recojo mi bolsa y me la cuelgo al hombro, veo una cara familiar adelante,
asomando por la esquina que lleva al baño de las chicas. La mirada de regocijo infantil
se extiende a través de su amplia boca, y veo rojo.

Agarrando el codo de West, empujo sutilmente la cabeza en dirección a Gayle. Sus


ojos se estrechan hasta convertirse en rendijas cuando la ve, antes que se eche atrás,
dándose cuenta que la atraparon.

West asiente, y en este momento, acordamos en silencio dejar de lado nuestras


diferencias y manejar esto a nuestra manera. Nos alejamos en medio del grupo,
agachándonos por la esquina sin ser vistos un minuto después y entrando furiosamente
en el baño femenino. La puerta se golpea contra la pared antes que la cerremos, tirando
nuestras bolsas al suelo. El baño está vacío, pero sé que ella está aquí dentro. No puede
haber escapado sin que nos demos cuenta.

—Sal de aquí ahora mismo, Gayle —ruge West, abriendo de un empujón las puertas
de la caseta con rabia.
297
—Sabemos que lo hiciste tú —añado, esforzándome por mantener un tono calmado,
cuando quiero hacerla pedazos.

—No tienes pruebas —dice, saliendo del último puesto con los brazos cruzados
sobre el pecho y la barbilla levantada.

—Eres una perra rencorosa —West se acerca a ella. No sé qué expresión ve en su


cara, pero es suficiente para que ella pierda su valentía y retroceda hasta la pared.

—No tengo ningún problema contigo, West —dice, señalando por encima de su
hombro hacia mí—. Todo esto es culpa de Van. Sólo quería igualar el marcador. Esto no
tiene que ver contigo.

Está loca.

—Pegaste fotos falsas de su madre con su número de teléfono en la mitad del puto
pasillo —grito, perdiendo el tenue control de mis emociones—. ¡Claro que lo involucra!

West está de pie frente a ella, visiblemente tembloroso y furioso, pero sin tocarla.
Yo no tengo esos reparos. Me voy de aquí después de hoy, y ya no tengo nada que hacer.

—¡Ella también merece sufrir! Te robó de mí. ¡Ella me hizo ver como una tonta!

Agarrándola por el cuello, la levanto de sus pies y la empujo agresivamente contra


la pared.
—Kendall no tiene nada que ver con mi falta de interés en ti. No te soporto, Gayle.
Eres vacía, irritante, y tan jodidamente, fea por dentro. Mi mayor arrepentimiento es
dejarte cerca de mi porque eres la última mujer que me atraería. Sólo ocurrió porque
estaba destrozado y vulnerable cuando te abalanzaste —Tengo poco recuerdo de ello,
gracias a Dios, excepto que se acabó rápido—. Eres una tonta porque voy a ver cómo te
expulsan por esto.

Sus ojos se abren de par en par y su cara se vuelve azul mientras lucha por liberarse
de mi agarre. Su mano está agarrando mi brazo, tirando del mientras sus piernas se
retuercen en un intento infructuoso de escapar.

—Van. —La advertencia de West pasa por encima de mi cabeza.

Le aprieto más la garganta.

—Quizás estrangule a la perra y le haga un favor al mundo.

El pánico se enciende en sus ojos, y abre la boca para hablar, pero sólo salen sonidos
confusos.

West se mueve sobre sus pies.

—Van —Me envía otra mirada de advertencia mientras un sonido de goteo reclama
nuestra atención. West se echa a reír—. Oh, Dios mío. Se está meando encima.
298
Las lágrimas salen de sus ojos y la suelto antes de matarla accidentalmente. No
merece la pena cumplir una condena por ella. Se desploma en el suelo, llorando y
jadeando, cayendo en un charco de su propia orina. Saco mi teléfono y con calma hago
una foto. Me dirijo a West.

—Desnúdala. Vamos a hacer un póster propio. A ver si le gusta que su imagen


desnuda se difunda por toda la ciudad.

West sonríe y se agacha mientras Gayle se aleja, gimiendo y chillando, con mocos
saliendo de su nariz.

—Para —grazna, su voz agrietada y ronca—. Lo siento.

—¿Por qué? —exijo, pulsando grabar en mi teléfono—. Confiesa o voy a castigarte


a mi manera.

Ella confiesa todo, explicando cómo vino a mi casa anoche para pedirme que fuera
al baile con ella. Por casualidad vio a West irrumpiendo en el gimnasio y lo siguió.
Escuchó todo lo que pasó. Enfurecida, pasó la noche preparando un plan para vengarse
de mí y de Kendall por hacerla quedar en ridículo.

Como si alguno de nosotros le debiera algo.

Como si lo que pasara entre nosotros fuera de su incumbencia.


No se paró a pensar en lo perjudiciales que serían sus acciones. Ni siquiera se
trataba de vengarse de mí. Lo que debería haber sido. No la traté bien, y no la habría
culpado si se hubiera desquitado conmigo. Pero no lo hizo. Esto fue hecho para humillar
a Kendall porque Gayle no puede soportar la idea que yo la quería a ella en su lugar. Es
un desastre cuando termina, lloriqueando y quejándose, pero no me importa. Tenemos
la prueba que necesitamos.

—Eres patética —Me meto el celular en el bolsillo—. Simplemente no podías


dejarlo pasar, y ahora vas a pagar el precio.

—Se lo diré a mi padre. No dejará que me hagas esto.

Me río mientras recupero mi bolso.

—Esto te lo hiciste a ti. Yo no. Sólo te di un pequeño incentivo para que te sinceres.

—Casi me ahogas. —Se pone a llorar. Normalmente, me conmueven las lágrimas de


una mujer, pero sus lágrimas no tienen ningún impacto en mí. Independientemente de
lo que siento por Kendall ahora, nunca quise que las noticias sobre nosotros salieran a
la luz o que la verdad de nuestra relación la hiriera de alguna manera. Curtis y Gayle
arruinaron eso, pero voy a recuperarlo también. Sé dónde estaciona su Mercedes por la
noche, y pienso hacerle una visita antes de irme de la ciudad. Él ayudó a encender la
cerilla que quemó mi mundo, así que es justo devolverle el favor.

—No se lo dirás a nadie porque le diré a mi padre que te demande por calumnia si 299
lo haces —miento—. Si tu padre intenta venir por mí, por favor recuérdale quién es mi
padre. Estoy bastante seguro que Miles sabe que mi padre tiene afiliaciones criminales
y lo que eso significaría para cualquiera que se cruce con él o su familia. —Nadie fuera
de mi pequeño círculo íntimo sabe de mi jodida relación con mi padre, así que se lo
creerá. Desbloqueo la puerta mientras West coge su bolsa—. Demuestra que no eres
tan tonta como creemos —digo, abriendo la puerta—. Cierra la boca, acepta la
responsabilidad y vete.

West la perfora con una mirada.

—Esto se acaba ahora.

Lentamente, ella asiente y salimos del baño.

—Esto no cambia nada —dice West mientras caminamos hacia la oficina de la


vicedirectora para entregarle el vídeo.

—Lo sé —Me paso una mano por el pelo—. Me voy mañana. No tendrás que volver
a verme.

Su cara no muestra ningún indicio de sorpresa o alivio ni ninguna otra emoción.


Asiente con su cabeza tersamente.

—Bien.
Mientras salgo de la escuela por última vez una hora más tarde, no puedo esperar a
que me separen cientos de kilómetros de Colorado.

300
48
VANDER
8 años Después

Estoy de pie frente al cuadro con las manos metidas en los bolsillos de mis
pantalones, mirando fijamente a la mujer que tuvo un papel recurrente en mis sueños
desde que la conocí cuando tenía quince años.

—Es preciosa —dice Mara, materializándose a mi lado.

—Lo es.

Por el rabillo del ojo, la veo inclinar la cabeza y mirarme con ojos marrones tristes.

—Ella es la razón por la que no sales con nadie. La razón por la que no estás
interesado en mí.
301
Dios, otra vez esto no. Volviéndome hacia ella, asiento con la cabeza.

—Siempre fue ella. Ninguna otra mujer me interesó nunca. Kendall es la razón por
la que estoy aquí.

Se coloca unos mechones de su pelo negro azabache detrás de la oreja.

—Como en Portland o ¿estabas hablando metafóricamente?

—La respuesta es sí a las dos cosas.

No fue hasta mi último año que supe que Kendall visitó Yale a escondidas y organizó
para que yo recibiera apoyo financiero completo. Ese fue el año en que vendí mi primer
gran NFT 12 y me contacté con el responsable de la ayuda financiera para detener mi
financiación porque ya no la necesitaba. Ahora, mi negocio de arte digital es mi principal
fuente de ingresos, y abrí galerías en tres lugares diferentes por el mero placer de
exponer mis cuadros en mi propio espacio y dar oportunidades a nuevos artistas para
que presenten sus obras. Tengo ambiciosos planes de expansión en otros estados, y
estoy ocupado construyendo un equipo a mi alrededor que pueda ayudar a alcanzar ese
objetivo.

Mamá me dejó una herencia considerable cuando falleció de cáncer de pulmón hace
dos años. Hace un mes, el día en que mi padre fue condenado a cadena perpetua en
12Un token no fungible, o NFT por sus siglas en inglés, es un tipo especial de token criptográfico
que representa algo único. Los tókenes no fungibles no son, por tanto, intercambiables de forma
idéntica.
prisión, vendí mi última NFT por diez millones de dólares. Soy extremadamente
afortunado de no tener que preocuparme más por el dinero. Tengo más que suficiente
para durar varias vidas.

—Todavía no abrimos —grita Mara mientras los pasos resuenan detrás de


nosotros.

—La exposición empieza a las ocho. Puedes volver entonces.

—Esperaba poder hablar con el artista en privado —dice alguien con una voz
familiar, y me doy la vuelta, encontrándome cara a cara con West por primera vez en
ocho largos años.

—Eso está fuera de discusión. —La voz espinosa de Mara confirma que está lista
para entrar en modo militar.

—Está bien —le digo a mi asistente—. Lo conozco.

La mirada de West se posa sobre mi cabeza mientras camina hacia mí. Se detiene a
mi lado, mirando el cuadro de Kendall y yo ambientado en tiempos antiguos.

—Eso es todo, Mara.

Frunce los labios y un ceño fruncido marca su frente. Mara es muy organizada, y me
ayudó a abrir tres galerías en el espacio de tres años, así que es muy buena en su trabajo. 302
Pero su personalidad deja mucho que desear a veces. No le gusta que la excluyan de las
cosas y no le gusta que le digan que no. Nunca le di ninguna indicación que estoy
interesado en ella, sin embargo, me persiguió hasta el punto que tuve que decirle que
parara o la despediría. Esta noche es la primera vez en seis meses que aborda el tema.
Realmente espero no tener que despedirla, pero lo haré si se interpone en el camino de
mis planes.

Sus tacones repiquetean en el suelo de baldosas mientras se aleja.

—¿Te la estás follando? —pregunta West fríamente mientras sus ojos permanecen
pegados a la pintura.

—No. Nunca la toqué. Es mi empleada y nada más.

Sus ojos se clavan en los míos mientras nos miramos fijamente. Parece el mismo,
pero cambió. No es sólo que su pelo rubio sea un poco más oscuro de lo que recuerdo,
o que está más delgado que antes. Es la mirada y el peso que le aprieta los hombros, lo
que le hacen parecer más viejo que sus veintiséis años.

—¿Es mi madre tu musa? —pregunta, rompiendo el contacto visual y volviendo su


atención a la pintura.

—Sí. Siempre lo fue.

—¿Incluso ahora? —Arquea una ceja—. ¿Después de todo este tiempo? ¿Después
de todo lo que pasó?
Tengo la sensación que Mara está escuchando, y realmente no quiero discutir esto
al aire libre. Muevo la cabeza hacia las escaleras que hay a un lado.

—Podemos hablar en mi oficina. Allí es más privado.

West me sigue por las escaleras hasta el gran segundo piso de planta abierta que
alberga mi oficina y mi estudio. Hasta que eche raíces permanentes aquí, este es mi
único estudio. Cierro la puerta tras él y enciendo la luz.

—Es bueno —dice mientras me dirijo a la pequeña zona de asientos que separa mi
despacho de la parte de la pintura.

Le miro por encima del hombro mientras me agacho para coger un par de cervezas
de la pequeña nevera de bebidas que tengo bien surtida.

—El cuadro —aclara, aceptando la cerveza que le ofrezco. Nos sentamos en el


sofá—. Lo hiciste bien, Vander. Estás viviendo tu sueño.

Sólo estoy viviendo la mitad de mi sueño, y la mitad de un sueño no significa nada


sin la mujer que lo inspiró, que ayudó a hacerlo realidad, a mi lado.

—Siento lo de tu carrera futbolística. Pensé en acercarme a ti en ese momento —


West tuvo un grave accidente de coche durante su tercer año de universidad. Se habló
que se presentaría al draft 13 antes de tiempo, pero las lesiones que sufrió en el accidente
arruinaron cualquier carrera en la NFL y destrozaron su sueño. Ahora es un agente 303
deportivo, o eso leí en Internet.

—¿Por qué no lo hiciste? —Se lleva la botella a los labios.

—No creí que quisieras saber de mí. Dejaste tus sentimientos muy claros antes que
me fuera.

—Estaba enfadado y herido. Primero papá, luego mamá y tú —Se afloja la corbata
y se quita el botón superior de la camisa—. Me sentí traicionado. Roto. Perdido —Se
encoge de hombros, cogiendo la etiqueta de la botella—. Lo hice durante mucho tiempo.

—Lamento escuchar eso. Sé lo que es sentir esas cosas.

Tamborilea con los dedos sobre su rodilla, mientras me clava una seria mirada.

—Ella no te engañó, Vander.

—Lo sé.

Sus cejas suben hasta la línea del cabello.

—Si lo sabes, ¿por qué no hiciste nada al respecto?

13 Un draft es un proceso utilizado en los Estados Unidos, Canadá, Australia y México para poder

asignar determinados jugadores a equipos deportivos


—Estoy haciendo algo ahora —No voy a entrar en nada con él hasta que haya
compartido todo con Kendall.

Parpadea repetidamente mientras me taladra con la mirada.

—¿Estás diciendo que estás en Portland por mamá?

Asiento con la cabeza.

—No pasó un día en el que no la haya echado de menos. En el que no me haya


despertado pensando en ella. Me duele el alma por ella, West. Sé que pasaron ocho años,
pero no pude venir por ella hasta que ese bastardo estuviera entre rejas.

Asiente con la cabeza mientras da un sorbo a su cerveza.

—Va a venir esta noche.

Mis ojos se abren de par en par.

—¿Sabe lo de mi exposición?

—No eras el único que vigilaba ni el único que suspiraba. Ella tampoco te olvidó,
Van.

Mi corazón se dispara ante esta revelación. Estaba planeando visitarla mañana, 304
pero debería haber sabido que el destino jugaría un papel.

—¿Por qué estás aquí?

Dejando su botella de cerveza medio vacía, se inclina hacia delante, apoyando los
codos sobre las rodillas.

—No quiero verla herida, más de lo que fue. Quería avisarte que iba a venir para
que accedieras a hablar con ella. Pensé que tendría que persuadirte, pero está claro que
me equivoqué en algunas cosas.

—Pensaste que la odiaba y que su devoción era unilateral.

—¿Puedes culparme?

Sacudo la cabeza antes de inclinarla hacia atrás y tragar más cerveza.

—¿Por qué viene a verme?

Se bebe el resto de su cerveza y se levanta.

—Eso te lo tiene que decir mamá.

Me pongo en pie.
—Me alegro de verte, West, y no tienes que preocuparte. Quiero ver a Kendall. Yo
también necesito hablar con ella. No estoy aquí para hacerle daño. Es lo contrario.

El aire sale de su boca y la tensión de su rostro se alivia un poco.

—Bien. Mantén la mente abierta y deja que te lo explique todo, ¿sí?

Su críptico comentario me tiene intrigado, y ahora no puedo esperar a que Kendall


aparezca.

—Van —West se da la vuelta cuando llega a mi puerta—. No es que lo necesites,


pero tienes mi permiso. No me interpondré en tu camino si mamá es a quien quieres.
Nunca lo habría hecho. Mi principal frustración en aquel entonces fue cómo ambos lo
mantuvieron en secreto. Eso me dolió mucho.

—Deberías saber que ella odiaba eso. Ella agonizaba por ello y cargaba con tanta
culpa. Yo también lo hice.

Inclina la cabeza.

—Lo sé. Hablamos de ello unos años después, cuando finalmente saqué la cabeza
del culo.

—Eras mi mejor amigo, y odiaba andar a escondidas a tus espaldas, pero ella es el
amor de mi vida. Sus necesidades eran lo primero. Antes que las mías. Antes que las 305
tuyas. No me disculparé por priorizarla.

—No lo querría de otra manera. Sólo quiero que sea feliz. Quiero que la traten bien.
Sé que ya no nos conocemos, pero sé que eres un buen hombre.

—Me gustaría rectificar eso —Camino hacia él—. Estoy planeando quedarme por la
ciudad. —Todo depende de cómo vayan las cosas con Kendall.

—Me gustaría, pero tienes que hablar con ella primero.

—Haría cualquier cosa por ella, y quiero lo mismo que tú. Te prometo que la trataré
como una reina, que es lo que se merece.

—Se lo merece, y procura hacerlo, Vander, porque si le haces daño, tendrás que
responder ante mí.
49
KENDALL

—Creo que voy a vomitar —Me detengo de golpe al lado del edificio donde se
encuentra la Galería Blue Morpho de Vander. Es la apertura oficial de su galería en
Portland, y yo estaba rezando que el caso judicial contra Gregory Henley hubiera
concluido antes de esta noche porque realmente quería asistir.

Fueron ocho largos años, y estuve en una cuenta regresiva para esta noche desde el
momento en que hui de Colorado a Oregón.

Afortunadamente, las cosas salieron como yo quería, y el bastardo se está


pudriendo tras las rejas. Se llevó a unos cuantos mafiosos con él, así que no creo que
haya nadie en el exterior para cumplir sus amenazas. Por primera vez en años, estoy a
salvo y libre para ver a Vander.

—Está bien, chica —dice June, apoyándome—. Puedes hacerlo. Estuviste esperando
tanto tiempo para hacer las cosas bien —Se vuelve hacia mí con lágrimas en los ojos— 306
. Esta noche es la noche en que reclamas tu vida. Es el momento.

La atraigo en un abrazo.

—Gracias por hacer esto conmigo —Ella me abraza con fuerza y me pasa la mano
por la espalda para calmar los temblores que sacuden mi cuerpo. Me relajo y tomo las
manos de mi amiga entre las mías—. No me refiero a ofrecerme apoyo esta noche. Me
refiero a todo lo que hiciste. Eres una verdadera amiga. Carly también.

Tomé a June en mi confianza antes de dejar Colorado Springs porque estaba


preocupada porque ella trabajaba en el mismo edificio que esa serpiente. Ella renunció
en el acto, y cuatro meses después que me mudara a Portland con Ridge y Stella, las
recién casadas June y Carly dieron el paso y se unieron a nosotros.

—Te quiero, Ken —Me aprieta las manos—. Pero no más desvíos. Es hora de
conseguir a tu hombre.

Estoy segura que la guapa joven de la puerta se da cuenta que estoy aterrorizada
porque no puedo dejar de temblar y me sudan las palmas de las manos mientras cojo el
folleto de ella. Sólo así puedo explicar la extraña mirada que me dirige.

—El recorrido de hoy es un primer vistazo exclusivo a la nueva colección de Vander


Henley —explica, mientras June y yo intercambiamos una mirada cómplice—. A partir
de la semana que viene, la galería expondrá una selección de obras de arte de nuevas y
futuros talentos. —Su mirada recorre mi cuerpo de arriba a abajo, y empiezo a sentirme
incómoda.
No puede ser lo que llevo puesto, porque me esforcé en estar lo mejor posible. Stella
me maquilló, me secó el pelo y me lo peinó con ondas suaves en la peluquería de camino
a casa desde el trabajo. Llevo mi suave abrigo de lana gris de tres cuartos sobre un
vestido rosa rubor con pequeños tirantes entrecruzados, un corpiño ajustado y una
falda estilo skate 14. Me llega justo por debajo de las rodillas. Unos tacones de aguja
plateados y negros y un bolso de rayas negras y grises completan el conjunto. Sé que
me veo bien, así su expresión altiva debe ser por alguna otra razón.

Tal vez no parezco lo suficientemente rica como para permitirme una de las
pinturas de Vander lo cual es probablemente cierto en este momento. Nuestro negocio
de panadería es próspero, y nos ganamos la vida cómodamente, pero no se extiende a
comprar obras de arte caras para colgar en las paredes de mi nueva casa de cinco
dormitorios. Utilicé casi todos mis ahorros para mudarnos a Southwest Hills, y el resto
será necesario para pagar la educación universitaria de Ridge ahora que mi ex- marido
está arruinado y no está en condiciones de cubrirla. Podría demandarlo, porque fue una
condición de nuestro divorcio, pero no me molestaré. Mientras pueda permitirme
enviar a nuestro hijo a la universidad, no importa quién pague. Dejé a Curtis Hawthorne
detrás de mí hace mucho tiempo, y quiero que permanezca permanentemente en el
pasado.

June me insta a quitarme el abrigo, y estoy un poco aturdida mientras me lo quito.


La mujer jadea, con la mirada fija en mi muñeca. Me dice algo, pero ya la ignoré. Me
hormiguea la piel y el corazón se desboca dentro de mi pecho. Mis dedos se mueven y
mis miembros arden, me instan a moverme.
307
June empuja nuestros abrigos hacia la mujer antes de agarrarme del codo y tirar de
mí hacia el interior de la habitación. Mi mejor amiga me lleva hasta un camarero que se
pasea por la sala con una bandeja con copas de champán. Coge dos, entregándome una
a mí.

—¿Ya lo ves? —me susurra al oído mientras mi mirada recorre el espacio.

—No, pero lo siento —La mayoría de la gente probablemente me habría


institucionalizado por la mierda rara que sale regularmente de mi boca, pero June lo
sabe todo. Ella sabe todos los sueños y visiones que tuve estos últimos años, y le cuento
todo lo que mi psíquica me transmite. Dejar a Dee fue difícil porque me encariñé con
ella, pero ella me recomendó a una colega en Portland, y estuve asistiendo a una lectura
con Tessa desde que nos mudamos aquí.

La sala es grande; mucho más grande de lo que parece desde el exterior, y está
dividida en secciones, separadas por tabiques hechos a mano con paneles cortados con
láser con el mismo diseño de mariposa del logotipo de Vander, el mismo que coincide
con la tinta de mi muñeca. El local está abarrotado, y yo me debato entre escudriñar a
la multitud en busca de Vander y contemplar sus cuadros. Tomo un sorbo del líquido
de color ámbar, ya que lo necesito para armarme de valor, mientras miro fijamente el
cuadro de un Ouroboros. Mi corazón late tan fuerte que estoy segura que todos deben
oírlo.

14 Falda ceñida a la cintura y que va tomando vuelo hasta encima de la rodilla.


—Tiene mucho talento.

—Lo tiene —June se traga el champán mientras paseamos por la habitación


inspeccionando sus obras de arte. Mi corazón se hincha cuando me doy cuenta de lo que
estoy mirando—. Toda esta exposición es un santuario para ti —susurra June,
enlazando su brazo en el mío.

—Él también los veía —digo, deteniéndome frente a un cuadro del Taj Mahal. La
pareja que se asoma a los estanques reflectantes, alimentados por el río Yamuna frente
al edificio, no se parecen en nada a nosotros, pero somos nosotros. Yo también vi esta
visión en mis sueños—. El agua es uno de los más tradicionales emblemas del
renacimiento —murmuro mientras seguimos caminando.

—Es todo muy inteligente. Nadie adivinaría que es tan íntimo. Esto es como una
carta de amor gigante para ti —Me aprieta el brazo—. Te estabas preocupando por
nada. Él también estuvo esperando su momento.

—Espero que tengas razón, pero a menos que haya estado soñando con Iris, estará
shockeado como el infierno, y eso podría cambiar sus sentimientos por mí para
siempre.

—Tonterías —Me empuja a la vuelta de la esquina, y me doy cuenta que algunas


personas están mirándome—. Ustedes dos están escritos en las estrellas. Es el último
obstáculo a superar, pero será el más fácil. Cuando se lo expliques, él entenderá que no
tenías opción y que hiciste lo mejor que pudiste. 308
Reduzco el paso, me detengo y observo a la pequeña multitud reunida al final de la
sala, rodeando al alto e impresionante hombre de hombros anchos de pie frente al
lienzo más grande de la exposición. Levanto una mano temblorosa a la boca mientras
todo mi ser se esfuerza por llegar a Vander. Incluso sin su imponente presencia, sabría
que es él porque la atracción entre nosotros es demasiado fuerte para ignorarla.
Sabiendo que pasamos más años separados que juntos, me impulsa a seguir adelante, y
estoy poniendo un pie delante del otro y camino hacia él antes de haber elegido
conscientemente moverme. June mantiene el ritmo a mi lado mientras me dirijo en su
dirección. Los hombros de Vander se tensan y su espalda se pone rígida, y sé que siente
que me acerco.

Los nervios se me disparan desde todos los ángulos a medida que me acerco a mi
destino. Pero, al mismo tiempo, una especie de paz serena me invade y mi ansiedad se
desvanece en el fondo. La gente que rodea a Vander se hace a un lado cuando me acerco
y me miran inquisitivamente. El corazón me da vueltas en la cavidad torácica, y la
sangre bombea ferozmente por mis venas cuando me detengo junto a Vander. El calor
se desprende de él en oleadas mientras estamos de pie, uno al lado del otro, mirando la
magnificencia del Templo de Hefesto. Es una réplica casi perfecta de la visión más
prominente que veo en mis sueños.

En la foto, Vander me persigue en el jardín que rodea el templo. Mi larga y ondulada


cabellera fluye detrás de mí mientras río, con mi rostro radiante de felicidad, mientras
el sol caliente nos baña con gloriosos rayos de luz. A mi alrededor, Vander pintó cientos
de mariposas azules. Es la pintura más intrincada que se exhibe y la más colorida.
También es la única en la que representó nuestras imágenes tal y como somos ahora.
Me aclaro la garganta e intento ignorar el revoloteo de mi vientre.

—El templo dedicado a Hefesto, el antiguo dios del fuego, y a Atenea, diosa de la
cerámica y la artesanía —Recito de memoria porque aprendí todo sobre la antigua
Atenas en el tiempo desde que las visiones comenzaron a venir a mí—. Se encuentra en
la cima de la colina Agoraios Kolonos, en el lado noroeste de la antigua Ágora de Atenas
—Me inclino a su lado, sintiendo una cabalgata de escalofríos que me recorren la piel—
. Creo que pasaste por alto un arbusto justo al lado de esa columna, pintor. —Mi voz
tiembla un poco mientras señalo el cuadro, pero no lo toco—. Me gusta el uso
imaginativo de una mariposa en el pelo, aunque no creo que llevara una en la realidad
—añado en un tono más bajo, consciente que tenemos algunos transeúntes
entrometidos.

Un sonido estrangulado escapa de la boca de Vander mientras se gira lentamente,


bajando la cabeza y mirándome fijamente. Nuestras miradas se conectan por primera
vez en ocho años, y la emoción se filtra en el aire. Las lágrimas brillan en mis ojos
mientras me la trago.

Está aún más guapo, si cabe. Vander era un adulto la última vez que lo vi, pero
todavía se aferraba a los vestigios de la juventud. Ahora, es todo un hombre, y su
imponente presencia se multiplicó por cien. Lleva un pantalón de vestir negro y una
camisa blanca brillante y bien planchada, remangada hasta los codos, mostrando los
fuertes brazos que siempre me hicieron sentir segura y su exquisita tinta. El botón
superior de su camisa está desabrochado, resaltando la nueva tinta en su pecho y
alrededor del cuello. Definitivamente se hizo más trabajos, pero mi fisgoneo en Google 309
a lo largo de los años ya lo confirmó.

Su mirada verde esmeralda baila sobre mi piel mientras me examina también. Tiene
el pelo más corto de lo que solía llevar, aunque sigue siendo largo en la parte superior,
con un ingenioso desvanecimiento de la piel a ambos lados. El aro de la ceja sigue
intacto, pero el de la nariz fue sustituido por un pendiente de diamante negro. Su fuerte
mandíbula y los pómulos altos son los mismos, pero la barba en su cara es más pesada
de la que llevaba en el instituto. Mis ojos se fijan en su boca, y siento unas punzadas de
deseo sobre mi piel mientras mi cuerpo zumba como no lo hacía desde hace mucho
tiempo.

Los murmullos y las conversaciones en voz baja se filtran a nuestro alrededor, pero
los ignoro, manteniendo mi mirada fija en la de Vander.

—Kendall —susurra, buscando mi mano—. No cambiaste en absoluto. Sigues


siendo tan hermosa como la última vez que te vi.

Nuestros dedos se enhebran, y juro que siento las fisuras de mi corazón unirse. Su
contacto hace que el calor suba por mis brazos y por todo mi cuerpo.

—Te eché tanto de menos, Vander —Las lágrimas salen de mis ojos y recorren mis
mejillas—. Pasó demasiado tiempo.

Sin dudarlo, me envuelve en sus brazos, colocando sus manos en mi espalda


mientras me abraza. Sus labios se mueven en mi pelo, y mi corazón está tan lleno que
parece que va a salirse de mi pecho.
—Yo también te eché de menos. Todos los días estuve en una cuenta atrás hasta que
nos reuniéramos.

No estoy segura de lo que esperaba, pero no era esto. No me atreví a soñar tanto.
Pasó años pensando que lo traicioné, y aunque yo esperaba que recordara todas las
promesas que nos hicimos y que no hubiera olvidado la poderosa conexión que
compartíamos, tuve miedo de esperar demasiado. Incluso con las predicciones y
garantías de Tessa. Hay tantas cosas que dependen de esto. Todavía no estoy fuera de
peligro, pero cuando miro su rostro sonriente y el amor que brota de sus ojos como un
sol líquido, me permito dejar ir mi miedo y esperar plenamente.

Creer y confiar en el destino.

Aceptar que este es nuestro momento.

310
50
KENDALL

—No puedo creer que estés sentada frente a mí y que por fin vuelva a ver tu
hermoso rostro. Parece como si hubiéramos estado separados desde siempre, pero
también parece que apenas pasó el tiempo —dice Vander después que el camarero haya
tomado nuestro pedido y se haya marchado.

Estamos metidos en una mesa de la esquina de uno de los restaurantes más caros
de Portland, y es muy romántico. Este lugar es famoso por su suculenta comida, sus
deliciosos cócteles y su anonimato, y es la primera vez que vengo.

—Sé lo que quieres decir. A mí también me lo parece. —Le doy la razón cuando
desliza su mano por la mesa y une nuestros dedos.

Su tacto me calienta la piel y me invade un profundo sentimiento de satisfacción.


Esto es todo lo que desee durante años. Vander no desaprovechó la oportunidad de
tocarme desde el momento en que volvimos a conectar en la galería, y siento una 311
emoción desmesurada por lo natural que resulta estar juntos de nuevo.

Pensé que sería incómodo, teniendo en cuenta cómo nos separamos, pero fue todo
lo contrario, y me encuentro pellizcándome regularmente.

—Todavía no puedo creer que hayas abandonado tu propia exposición.

Se encoge de hombros y me muestra una sonrisa infantil que me hace retroceder en


el tiempo.

—¿De qué sirve ser mi propio jefe si no puedo hacer lo que quiero? —Inclina la
cabeza y sonríe—. Tú eres más importante. —Me aprieta la mano—. Estuve esperando
mucho tiempo para volver a verte.

—Sabías que iba a venir —conjeturo, llevándome la copa de vino a los labios. Si no,
¿cómo sabía que tenía que hacer esta reserva con antelación?

Asiente con la cabeza.

—West vino a verme. Quería asegurarse que no hiciera nada que te molestara.

Una sonrisa automática adorna mis labios al escuchar el considerado gesto de mi


hijo.

—Últimamente estuvo muy protector conmigo. Le llevó tiempo superar nuestra


traición. No me habló en todo ese primer año, y le costó otro par más volver a estar bien.
Dejó de hablarle a Curtis por completo después de lo que hizo —El dolor me aprieta el
pecho al pensar en esos difíciles primeros años después de dejar Colorado—Su único
contacto era con Stella y Ridge.

—Eso debe haberte herido profundamente.

—Así fue, pero ese fue el riesgo que asumí cuando acepté andar a escondidas
contigo a sus espaldas.

—Ninguno de nosotros podía predecir cómo iba a resultar o que había otras fuerzas
trabajando entre bastidores para destruirnos.

Sus palabras insinúan cosas que aún no discutimos. Sé que tenemos que hablar de
las cosas pesadas, pero quiero disfrutar de estar aquí con él antes que todo implosione.

—Espero que tengas la oportunidad de arreglar las cosas con West. Le vendría bien
un buen amigo.

—Sentí mucho lo del accidente y cómo arruinó sus planes —Vander se inclina sobre
la mesa—. Quiero volver a conectar con él, pero no sé si volverá a ser lo mismo.

Un velo de tristeza me envuelve, y odio que sea cierto. Tengo remordimientos en la


vida, y una de ellas es haber arruinado la amistad entre mi hijo y su mejor amigo.

—No lo sabrás si no lo intentas. Las cosas fueron difíciles para él. Se mudó aquí 312
después del accidente. Estaba tan destrozado, física y mentalmente. Ver morir sus
sueños de la noche a la mañana le quitó la alegría de su vida. Hazel lo abandonó cuando
estaba en su punto más bajo, y nunca se lo perdonaré. —Tomo un trago de mi vino, y lo
siento amargo deslizándose por mi garganta—. Al menos abrió la puerta para que nos
reuniéramos por completo, y poco a poco reparamos nuestra relación ese año.

—Leí un artículo sobre él hace seis meses, y parece que hizo una buena carrera
como agente deportivo —dice Vander, desligando nuestros dedos cuando llega el
camarero con nuestros aperitivos. Deja los platos frente a nosotros y se va.

—Lo hizo, y le gusta, pero sé que aún le cuesta aceptar el camino que tomó su vida
—Corto un trozo de vieira—. Sin embargo, estoy muy orgullosa de él. Luchó mucho para
recuperarse después del accidente y reconstruir su vida. —Me meto la vieira en la boca
y me sonrojo cuando me doy cuenta que Vander no come y se limita a mirarme.

—Sigo teniendo debilidad por ese color de tus mejillas —dice, manteniendo el
contacto visual mientras coge el cuchillo y el tenedor—. No puedo dejar de mirarte. Esto
parece surrealista.

—Lo sé —digo cuando terminé de masticar—. Estás increíble, Vander, y yo también


estoy orgullosa de ti. Mira todo lo que conseguiste.

Charlamos mientras comemos, de manera informal. Me habla de la universidad, de


su arte digital y de sus ambiciosos planes de ampliar sus galerías para poder ofrecer
una plataforma a más aspirantes y nuevos artistas. Le explico cómo June y yo creamos
nuestro negocio JuKe Bakery, expandiéndonos a cinco tiendas en Oregón, y ahora que
Carly se unió a nosotras para ayudarnos a crear un negocio de franquicias, planeamos
abrir panaderías por todo Estados Unidos.

—No me sorprende que hayas acabado haciendo algo así. Siempre fuiste demasiado
buena en la cocina como para desperdiciar esos talentos y además inteligente. Leí sobre
tu éxito a lo largo de los años y me hizo sentir orgulloso.

—¿Me estabas vigilando?

Asiente con la cabeza y se acerca a la mesa para tomar mi mano de nuevo.

—Quería asegurarme que estuvieras bien.

Las lágrimas arden en mis ojos. Todos estos años, me preocupaba que me hubiera
olvidado. Aterrorizada que no pudiera superar mi supuesta traición, temía que me
odiara. No tenía ni idea que me vigilaba como yo lo vigilaba a él.

—Yo hice lo mismo —admito suavemente—. Siento mucho lo de tu madre. Quería


ir al funeral. Tenía tantas ganas de estar ahí para ti.

—Pero no pudiste. Por culpa de mi padre.

Mis cejas se alzan hasta la línea del cabello.

—¿Lo sabes? 313


Me levanta la mano y se la lleva a los labios, rozando su boca con mi piel, provocando
ardientes temblores que recorren mis nudillos y mi brazo. Su tacto me sigue
encantando.

—No conozco los detalles. Espero que por fin me los cuentes —Vuelve a dejar
nuestras manos unidas sobre la mesa—. Al principio estaba muy enfadado y no podía
entenderlo. Sabía la clase de persona que eras, y me costó aceptar que estuviste jugando
conmigo todo el tiempo. No podía creer que todo lo que compartimos, la conexión en la
que ambos creíamos, fuera una mentira. Pasé el tiempo antes de Yale en Canadá con
mamá. Me dio el espacio mental que necesitaba, y me di cuenta que no podía ser verdad
—Me aprieta la mano, y su pecho se infla mientras su rostro se inunda de emoción—.
Me desperté una mañana y supe que te chantajeó de alguna manera. Que no era lo que
parecía —Su rostro se inunda de sinceridad—. Lo siento, Kendall. Siento haber creído
la mentira tan fácilmente. Por no confiar en ti. Por no seguir mi instinto cuando me
susurraba que no era cierto y que papá estaba involucrado de alguna manera. Dejé que
mi dolor anulara el sentido común. Si hubiera reaccionado de otra manera, todo podría
haber sido diferente.

—No es tu culpa. Tampoco es la mía. Si te hace sentir mejor, no habría dejado que
vinieras por mí. No iba a dejar que tiraras tu sueño por la borda. No quería eso para ti.

—Se suponía que debía protegerte. Nunca debió ser al revés.

—Ambos hicimos cosas para proteger al otro, y así debe ser —No quiero que se
sienta culpable por nada de lo que pasó.
—Después de tener mi momento de ‘’La venida de Jesús’’15, llamé a Jimmy. No tenía
a nadie más con quien hablar que nos conociera. Le dije que iba a reservar un vuelo a
Oregón para ir a verte. Tenía la intención de exigir la verdad.

—Él te convenció de no hacerlo. —Es lo que le pedí que hiciera, y sé que Jimmy es
un hombre de palabra.

—Lo hizo.

—¿Cómo está Jimmy? Lo extrañé.

—Se está haciendo viejo. Boner finalmente lo convenció de retirarse y venderle el


club de boxeo.

—Viola me lo dijo.

—No puedo creer que se hayan casado, pero Jimmy dice que son muy felices.

—Lo son. Odié perderme su boda, pero no podía arriesgarme a asistir —Estaba
claro que Greg tenía los ojos y los oídos puestos en nosotros a lo largo de los años, y no
sabía lo que podría hacer si ponía un pie en Colorado Springs. Se lo confesé a Viola antes
de salir de la ciudad, así que ella entiende por qué no volví y por qué tuve que faltar a
su boda.

—Sacrificaste mucho por mí, Kendall. Nunca lo olvidaré —Los penetrantes ojos 314
verdes de Vander se clavan en los míos y apenas puedo respirar. La intensidad de su
mirada me deja sin aire y vuelvo al pasado, reviviendo todos los momentos íntimos que
compartimos. Sus labios se alzan y una gran sonrisa se dibuja en su boca mientras nos
señala—. Esto es, en última instancia, lo que me hizo seguir adelante. Sabía que
teníamos el tipo de amor que nunca moriría. Decidí confiar en él y en lo que aprendimos
juntos sobre nuestro pasado y lo que sospechábamos y esperábamos para nuestro
futuro.

Resoplo y me limpio las lágrimas que se me acumulan en los ojos.

—Esa fue la única forma de sobrevivir a nuestra separación, Vander. Saber que
siempre estuvimos destinados a estar juntos, pero sinceramente no sabía si renunciaste
a eso. A nosotros. No te habría culpado si lo hubieras hecho.

—Nunca, Kendall —Se estira a través de la mesa y barre sus labios contra los míos—
. Nunca renunciaría a ti ni a nosotros —Se acomoda en su asiento—. Cuéntame lo que
pasó realmente. Quiero saberlo.

Así que lo hago.

15 Un momento de realización, comprensión o reconocimiento súbito que suele precipitar un

cambio importante
51
KENDALL

El camarero nos trae los platos principales a la mesa mientras yo pongo al corriente
a Vander de todo lo que pasó en ese momento.

—Jesús, Kendall —Deja los cubiertos abajo y vuelve a tomarme la mano. El dolor
está grabado en su cara—. No puedo creer que hayas pasado por todo eso sola. Me
molesta mucho que te haya hecho eso, y me avergüenzo de cómo reaccioné. Debería
haberlo sabido. Debería haber confiado más en ti.

—No hagas eso. Te disculpaste, y no quiero que te culpes. Tenías dieciocho años, y
aunque siempre fuiste más maduro que tus compañeros, nuestra relación fue la
primera, y fue intensa. La mayoría de las veces lo olvidé porque estar contigo era muy
natural, pero era mucho para asimilar. Estabas a punto de cumplir tus sueños. Tratabas
de proteger a tu madre y a mí, y ese hombre te hizo pasar un infierno toda tu vida.
Pensaste que te engañé con él. No puedes evitar lo que sentiste o cómo reaccionaste. Me
mató dejarte creer eso, pero sabía que si te decía la verdad lo matarías o accederías a 315
cualquier exigencia que hiciera para protegerme de la acusación.

—Lo habría hecho —dice, apartando su cena al mismo tiempo que yo.

—No quería que lo tiraras todo por la borda. No quería que perdieras el futuro por
el que trabajaste tan duro.

—Un futuro que tuve gracias a ti. —Sus ojos brillan de amor y mi corazón se
derrite—. Sacrificaste tu felicidad para que yo pudiera perseguir mi sueño. Sé que me
aseguraste la ayuda financiera. Nunca podré pagarte todas las formas en que me
apoyaste a mí y a mis sueños. Aunque estoy deseando intentarlo.

No hay vacilación en su tono ni en su expresión, y quiero tanto eso para nosotros.


Sólo espero que él sienta lo mismo cuando lo sepa todo.

—Eso es lo que haces por la persona que amas más que la vida misma. Te amé lo
suficiente como para alejarme, pero no fue fácil, Vander. Me destruyó. Nada fue fácil.

—Lo sé, cariño —Me pasa el pulgar por el dorso de la mano, y es maravillosamente
relajante—. Jimmy acabó hablándome de aquella noche. Fue en mi primer año, justo
después de saber que hablaste por mí en Yale. Lo llamé. Le dije que iba a recuperarte.
Ninguno de sus razonamientos habituales me aplacó. Estaba decidido a hablar contigo
y a aclarar las cosas de una vez por todas, hasta que me contó lo que hiciste, y la
gravedad de la situación se hizo patente. Supe entonces, de forma concluyente, que mi
padre estaba detrás de todo esto. Me enfrenté a él, pero lo negó. Siguió diciendo la
mentira. La única forma de salir de allí sin estrangularlo con mis propias manos fue
saber que sacrificaste nuestra felicidad y te alejaste de nuestro amor porque sentías que
no tenías otra opción.

—Nunca me dejó olvidar el trato. Cada año me enviaba una imagen de su archivo
de pruebas. Me recordaba que aún podía hacer que me enviaran a la cárcel, y me clavaba
más el cuchillo en el corazón. Siempre elegía una foto o un vídeo que era uno de
nuestros momentos más preciados. Cada año, amenazaba con destruir los progresos
que hice, pero la ira y la retribución también son motivadores poderosos, y eso sólo me
hacía estar más decidida a verlo arrodillado.

—A mí también me amenazó —dice Vander, llenando nuestras copas de vino y


vaciando la botella. El camarero se acerca y él pide otra—. Decidí que tuve suficiente el
año siguiente a mi graduación. No podía seguir sin ti. Tomé un vuelo a Oregón, y cuando
salí del edificio de la terminal, me emboscaron hombres armados y me llevaron en una
furgoneta con una bolsa negra sobre la cabeza.

El shock me atraviesa y lo miro con la boca abierta.

—¡Podría haberte matado!

—No —Sigue frotando círculos en el dorso de mi mano mientras se detiene a tomar


un trago de su bebida—. Para entonces ya era bastante famoso por mi arte digital. Había
abierto una galería y estaba en proceso de abrir una segunda. No podría haberme
eliminado sin una investigación. Si me hubiera pasado algo, él sería la primera persona
a la que mirarían. Sabía que no me mataría. ¿Golpearme hasta dejarme desangrado y 316
amenazar tu vida si me acercaba a ti? Sí. Pero no me asesinaría.

—¿Te amenazó para que te alejaras de mí?

—Dijo que mataría a tu familia y a ti, y me asustó lo suficiente como para no volver
a intentar visitarte. Nos enfrentaba a los dos. No sabía lo que tenía sobre ti, y nunca
aludió a ello. Hizo que pareciera que se trataba que yo no conseguía lo que quería de la
vida. Su forma de una lección de vida retorcida. Realmente es un enfermo hijo de puta.

—Nunca odié a nadie tanto como a tu padre.

—Conozco la sensación, aunque Curtis le sigue de cerca —Sonríe—. Veo que el


karma le dio una patada en el culo.

—Lo hizo. Sólo defraudó a su empleador porque Ingrid le exigió tanto. Luego se
divorció de él en cuanto lo arrestaron. Cuando él salió de la cárcel, ella ya se había vuelto
a casar y entregó a su hijo a los padres de Curtis. Tiene cuarenta y cuatro años y vuelve
a vivir en casa porque está arruinado y nadie le contrata. Lo perdió todo, incluidos sus
otros tres hijos.

—¿West, Stella y Ridge no le hablan?

Sacudo la cabeza y enrosco mis dedos alrededor de los suyos, necesitando sentirlos
más cerca.
—Básicamente los apartó de su vida después que nos mudáramos. Organicé
algunas visitas para Ridge y Curtis siempre las cancelaba en el último momento. Culpo
a Ingrid, pero él nunca se enfrentó a ella. Nunca luchó por ellos. West lo odiaba por el
engaño, y después de contarle mi relación contigo, se separó de él para siempre. Curtis
dijo eso para herir a West. Claro que también lo hizo para herirme a mí, pero en última
instancia perjudicó a nuestros hijos. Una parte de mí siente lástima por mis hijos porque
les hizo perder la cabeza. West y Ridge en particular. Pero otra parte de mí está aliviada
que esté fuera de sus vidas para que no pueda volver a hacerles daño.

—Me alegro que mi padre esté por fin fuera de nuestras vidas para que no pueda
interferir más —Bajando la voz, lanza una rápida mirada a su alrededor—. Después de
la vez que intenté visitarte, cuando me dejó ensangrentado y magullado, estuve a punto
de contratar a un sicario para que lo matara.

—¿Por qué no lo hiciste? Y, por cierto, no me escandaliza porque tuve pensamientos


similares.

—No seguí adelante porque entonces no sería mejor que él. No quería que mi alma
llevara una marca negra, y desconfiaba de sus contactos criminales. Tampoco quería
arriesgarme a que me atraparan y pasar mi vida en la cárcel. Mi objetivo era encontrar
una forma de volver a tu lado, no acabar entre rejas. Sabía que la única manera de
vencerle era encontrar pruebas de sus crímenes y conseguir que le encerraran por ello.
Estaba trabajando en ese aspecto cuando oí rumores que se estaba construyendo un
caso contra él —Toma mi otra mano entre las suyas y me mira profundamente a los
ojos—. Tú estabas detrás de eso, ¿verdad? 317
Asiento con la cabeza.

—Llegué a esa conclusión mucho antes que tú. Estuve trabajando en ese ángulo
desde que dejé Colorado. Cuando me mudé aquí por primera vez, trabajé con mi amiga
Lynette en su bufete de abogados. Ella me ayudó a preparar las cosas para que yo
moviera los hilos anónimamente en el fondo. Una chica llamada Tania, con la que solía
trabajar en Bentley Law, llevaba la batuta, pero yo hacía todo el trabajo de campo entre
bastidores. Identificamos a más mujeres a las que acosó y agredió en otros bufetes de
abogados en los que trabajó tu padre a lo largo de los años y poco a poco empezamos a
construir un caso, pero fue un trabajo lento y minucioso. Muchas de ellas no querían
hablar con nosotras; algunas no podían porque firmaron acuerdos de confidencialidad.

Hago una pausa para tomar un sorbo de agua antes de continuar.

—Teníamos suficientes pruebas para ir tras él, pero luego no pudimos conseguir
que nadie se hiciera cargo del caso. Todos a los que nos dirigimos se negaron. La
reputación de Gregory lo precedía, y la mayoría de los bufetes tenían demasiado miedo
de enfrentarse a él porque sus vínculos criminales eran bastante conocidos. En ese
momento me deprimí mucho —admito—. Pasaron seis años y te echaba mucho de
menos. Todo me parecía una batalla muy dura. Empecé a preguntarme si alguna vez
podría vencerlo. Si volvería a verte —Las lágrimas pinchan mis ojos—. Estuve a punto
de rendirme, y entonces ocurrió un milagro.

Una enorme sonrisa ilumina su rostro, y ahora me doy cuenta que no fue suerte ni
casualidad.
—¡Fuiste tú! —Me aferro a sus manos para salvar la vida—. Encontraste a Jenna
Layton.

Mueve la cabeza.

—Cuando descubrí que había un grupo que trabajaba diligentemente y en privado


para acabar con mi padre, contraté a un detective privado para que encontrara a Jenna.
Sabía de ella. Ella fue la razón por la que tuvimos que mudarnos a Colorado. Greg estaba
obsesionado con ella hasta el punto que asesinó a su prometido cuando ella no aceptó
dejarlo y empezar una aventura con él en su lugar. Luego la violó y la dejó medio muerta.
Ella acudió a la policía y él fue interrogado, pero no pudieron probar nada porque sus
amigos de la mafia lo ayudaron a cometer el crimen y a deshacerse del cadáver. Nadie
le creyó a Jenna, o si lo hicieron, se negaron a ayudarla. Desapareció en el extranjero,
asumió una nueva identidad y trató de seguir adelante con su vida. Hasta que la
encontré y le rogué que me ayudara.

—Jenna era el punto de inflexión que necesitábamos —confirmo—. Ella tenía una
historia personal, pero también tenía pruebas de sus conexiones con la mafia. Pudimos
relacionarlo con varios asesinatos y otras perversiones de la justicia. Las cosas dieron
un giro completo después que uniéramos nuestras fuerzas. Entonces los bufetes de
abogados no podían esperar para tomar nuestro caso. Prácticamente nos tiraron la
puerta abajo. Todo el mundo quería ir por él y por una de las mayores organizaciones
criminales de Estados Unidos. Todo se puso en su sitio después de eso.

—Me alegro que esté encerrado sin posibilidad de libertad condicional. Sólo 318
lamento que haya tardado tanto.

—No estés triste —Paso mis dedos de un lado a otro de su mano—. Las cosas
suceden por una razón, y tal vez esto tenía que suceder para que alcanzaras tus sueños.

—¿De verdad crees eso?

—Sí, lo sé. Sabíamos que nos íbamos a enfrentar a obstáculos como en todas las
vidas. Confío en el destino. Puede que haya perdido la fe algunas veces, pero en última
instancia creo que estamos aquí ahora porque así tenía que ser —Me muerdo el labio
mientras intento armarme de valor para dirigir esta conversación hacia donde debe
ir—. Estuve soñando contigo. Reviviendo los recuerdos de nuestro pasado en mis
sueños, y eso me dio la fuerza para seguir adelante cuando las cosas parecían
imposibles.

—Yo también.

—Reconocí todos tus cuadros, Vander. Yo también veía esas visiones.

—Planee visitarte mañana. Iba a hacerte una demostración privada. Quería que
vieras lo inexplicablemente entretejida que estás en mi vida y cómo estuviste siempre
conmigo, incluso cuando estábamos separados.

—Sigues siendo un poeta —Alargo la mano y le toco el pelo porque me estuve


muriendo de ganas toda la noche—. Y tu talento es asombroso, Vander. Estás realmente
dotado —Su sonrisa coincide con la calidad soñadora de sus ojos mientras le paso los
dedos por el pelo—. Tengo el cuadro que pintaste de mí enmarcado y colgado en el
armario de mi nueva casa —Aunque estoy increíblemente orgullosa de ese dibujo, no
lo pondré a la vista porque los niños nunca deberían ver a su madre así. También fue
uno de los momentos más íntimos y eróticos de mi vida, y no deseo compartirlo con
nadie más que con Vander—. Y el cuadro que me dejaste en casa de Jimmy, el de las
líneas y las caras ocultas, ocupa un espacio orgulloso en mi salón. Siempre que Ridge
trae citas a casa, le gusta presumir que tenemos un original de Vander Henley en
nuestras paredes.

Vander se ríe.

—¿Cómo está Ridge? Supongo que ya tiene unos dieciocho años.

—Tiene casi dieciocho años y está en su último año de instituto.

—¿Y qué pasa con Stella? ¿Cómo está ella?

—Stella es enfermera y tiene una relación con Amanda desde hace dos años.

—Bien, vaya, no lo vi venir.

Me encojo de hombros.

—Salió del armario como pansexual en su primer año de universidad. Salió con
hombres y mujeres a lo largo de los años, pero Amanda parece ser la elegida. Tienen 319
una gran relación y nunca vi a Stella tan feliz. Amanda es genial. Te gustaría. Es
tatuadora de día y canta en una banda de rock por la noche.

—¿Y la hija de Stella? —pregunta, y mi corazón casi se detiene en mi pecho.

Esperaba que pudiéramos volver a su casa y hablar de esto en privado, pero no voy
a mentirle. Me juré a mí misma que no volvería a mentirle a Vander. Tragándome los
nervios, levanto la barbilla y lo miro fijamente a los ojos.

—Stella no tiene una hija, Vander.

Su ceño se frunce.

—¿Pero vi un par de fotos de ellas en internet? —Voy a matar a Stella. Esta es la


razón por la que prohibí compartir fotos de Iris en las redes sociales—. Se parecen
mucho. Tiene el pelo largo y oscuro de Stella y sus grandes ojos azules.

Me humedezco los labios secos mientras la sangre se me sube a la cabeza. No quiero


tener esta conversación aquí.

—¿Podemos ir a un lugar más privado para hablar de esto?

Vander me mira fijamente, sus ojos penetran en los míos de esa forma tan
penetrante que tiene, y sé que está buscando la verdad. Su pecho se agita mientras retira
las manos. Coge su copa de vino y se lleva la mitad de un golpe, y noto que le tiembla la
mano. Cuando la deja, me mira con seriedad.
—Estamos hablando de esto ahora, Kendall —La nuez de Adán le salta en la
garganta—. ¿Quién es la niña? Si no es la hija de Stella, ¿de quién es hija?

Puedo decir que ya lo sabe. Lo calculó, pero necesita que se lo confirme.

—Iris no es la hija de Stella, Vander. Es tuya. Tuya y mía.

320
52
VANDER

—¿Es mía? —murmuro mientras todo tipo de pensamientos y emociones pasan por
mi cabeza.

Kendall asiente con lágrimas silenciosas en su rostro.

—Descubrí que estaba embarazada unas semanas después de mudarme a Portland.


Mi primer instinto fue decírtelo, pero ¿cómo iba a hacerlo?

—Esto cambió todo, Kendall.

—Lo sé —susurra.

—¿Lo haces? —Odio verla llorar, pero maldita sea, debería habérmelo dicho.
Debería haber sido la primera persona a la que se lo contara. Sé que había riesgos. Sé
que mi padre no amenazaba en vano. Pero podríamos haber resuelto algo juntos. Es 321
todo un lío. Apoyando los codos en la mesa, entierro la cabeza entre las manos. No
quiero enfadarme con ella, pero ¡mierda!

Estaba embarazada de mi bebé.

Mi bebé que ahora es una niña.

Una niña de la que no sé nada porque me ocultó ese conocimiento.

Me escuecen los ojos mientras levanto la cabeza y la miro fijamente.

—¿Cómo pudiste ocultarme esto? Pasaron ocho años.

Desliza su mano por la mesa, tratando de alcanzarme, pero niego con la cabeza y
ella la retira.

—Tenía miedo, Vander. Temía que nos hiciera daño a ti, a mí o a Iris.

Es un nombre tan bonito. Es una pena que no haya tenido nada que ver con su
nombre.

—Podríamos haber solucionado algo —digo, dirigiendo la mirada al camarero y


pidiéndole la cuenta. Estoy a punto de perder la cabeza, y no lo haré en público ni
delante de Kendall. Sé que ella no me habría ocultado a mi hija si hubiera creído que
había otra manera, ¡pero eso no hace que nada de esto esté bien! Necesito tiempo para
asimilar esta bomba que soltó, y no quiero arremeter contra Kendall y decir algo de lo
que me arrepentiré hasta que haya tenido tiempo de procesarlo—. Perdí ocho años con
mi hija.

Siento un impulso instantáneo de protección y una necesidad insaciable de


conocerla, pero tengo que ponerme las pilas antes de planteármelo.

Vaya.

Soy padre.

Mi mente está bien y verdaderamente sorprendida.

—Siete —dice Kendall suavemente, sacándome de mi monólogo interior—. Iris no


cumplirá ocho hasta diciembre. Su cumpleaños es dos semanas antes de Navidad.

—Algo que ya debería saber —digo con los dientes apretados, entregando mi
tarjeta de platino al camarero sin siquiera mirar la cuenta.

—¿Crees que no lo sé? —El dolor está grabado en cada hermosa curva de su
rostro—. ¿Crees que no me mató alejarla de ti y a ti de ella? ¿Que no lloré hasta
quedarme dormida cada año porque te perdías tantos momentos especiales? —Se
golpea el pecho—. Me destrozó, Vander.

—Por mucho que esto me destroce —Añado una propina y meto mi código en el
lector de tarjetas, manteniendo los labios cerrados hasta que la transacción está hecha 322
y el camarero se alejó de la mesa—. Necesito estar solo. —Me pongo de pie y cojo mi
chaqueta del respaldo de la silla—. No quiero decir algo que te haga daño, Kendall,
porque sé que en el fondo hiciste lo que creías correcto, pero me cuesta aceptarlo. Lo
único en lo que puedo concentrarme es en lo mucho que me perdí. No pude ver crecer
a Iris en tu vientre. No estuve allí para sostener tu mano cuando la trajiste al mundo. Y
no estuve para ayudar a criarla —Me ahogo en un sollozo mientras retiro su silla y la
ayudo a levantarse. Le quito la humedad de las mejillas—. Eso duele mucho.

—Lo siento, Vander —dice en tono derrotado mientras la acompaño fuera del
restaurante.

—Lo sé —Abro la puerta y la dejo salir primero.

Se da la vuelta, mirándome con la tensión en la cara.

—Sé que estás conmocionado y molesto, pero tenemos que hablar de esto como es
debido —Busca en su bolso, saca una tarjeta de visita y me la da—. Llámame cuando
estés preparado para escuchar lo que tengo que decir.

Asiento con la cabeza, llamo a un taxi y la cojo de la mano mientras el coche se


detiene en la acera.

—No me imaginaba que esta noche terminaría así —le digo, y la atraigo para darle
un breve abrazo.

Huele tan bien.


También se siente muy bien en mis brazos.

Y está más guapa que un cuadro con su precioso vestido rosa y su pelo peinado con
suaves ondas, como siempre me gustó.

No envejeció ni un día. Sigue siendo joven y hermosa, y cuando la vi por primera


vez esta noche, me moría de ganas de besarla y abrazarla y decirle lo mucho que la sigo
queriendo. Pensaba arrodillarme y pedirle perdón por haberle fallado cuando más me
necesitaba. Imaginaba que la noche terminaría con nosotros firmemente unidos y
rodando por mi cama. Ahora todo se fue a la mierda, y no puedo desenredar el lío en mi
cabeza.

—Me gustaría decir que yo tampoco, pero sabía algo que tú no sabías.

Me clava los ojos más tristes y no puedo dejar que se vaya así.

—Esto no cambia mis sentimientos por ti, pero es mucho para procesar, Kendall.
Esto se siente como la última traición.

Me coge la cara mientras el taxi está parado en la acera.

—Lo entiendo, pero tienes que darme la oportunidad de explicarte.

—Dame un poco de tiempo. —La meto en el asiento trasero antes de entregarle un


billete de 50 al conductor y pedirle que la llevara a casa. 323
Kendall baja la ventanilla y se asoma a mí.

—No tardes mucho, Vander —Me coge la mano y me pone una foto en la palma—.
Tengo una niña emocionada en casa que lleva mucho tiempo esperando conocer a su
papá.

Estaciono el coche a unas manzanas de la panadería insignia de Kendall la tarde


siguiente, haciendo el resto del trayecto a pie. Mi cabeza sigue desordenada y no pienso
en otra cosa que en mi hija y en las circunstancias del embarazo de Kendall desde que
soltó la bomba anoche.

Me quedé mirando la foto de Iris durante horas cuando estaba tumbado en la cama,
sin poder dormir. Es preciosa, como su madre. Tiene mi pelo oscuro y los ojos azules de
Kendall. Con una gran sonrisa, parece una niña feliz, y el hecho que esté bien cuidada
me reconforta. Conozco el tipo de madre que es Kendall, y sé que se habrá desvivido
por compensar mi pérdida en la vida de nuestra hija.

El dolor me atraviesa el pecho como cada vez que pienso en todo lo que perdí. Pero
es como dijo Jimmy por teléfono antes. No puedo cambiar el pasado, pero puedo
moldear el presente e influir en el futuro. En lugar de mirar todo lo que perdí, tengo que
centrarme en lo que puedo ganar. Reprender a Kendall por tomar las decisiones que
tomó no me devolverá el tiempo perdido con ella o con mi hija. Ella trató de protegerme,
y no dudo que hizo todo lo posible para proteger a nuestra hija. Las amenazas de papá
no eran frívolas. Debía saber lo de Iris. El hecho que llegara a tales extremos para
mantenernos a Kendall y a mí alejados demuestra que estaba decidido a negarme la
familia que siempre quise con la única mujer que amo. Su necesidad de poder y control
nunca habría terminado si Kendall no hubiera trabajado incansablemente para ponerlo
entre rejas.

Seguir aferrándome a mi ira y a mi frustración no conseguirá nada. Lo único que


hace es darle a ese psicópata más poder sobre nuestro futuro, y me niego a hacerlo.
Podría pasarme semanas dándole vueltas a todo en mi cabeza, intentando hacer las
paces con él, o podría elegir perdonar a Kendall y seguir adelante con nuestras vidas.

No quiero perder ni un segundo más con mi hija. Quiero conocerla y que tenga a su
padre en su vida.

Estuve muy tentado de llamar a West, conseguir la dirección de Kendall y


presentarme en su casa porque me muero por conocer a Iris. Pero no sé qué le contó
Kendall sobre mí, así que no puedo presentarme en su puerta y exigir ver a mi hija.
Tenemos que hablarlo y elaborar un plan, pero no me voy a contener. Quiero estar en
su vida.

En la vida de ambas.

Me mudé a Portland con la intención de hacer de Kendall mi esposa, y eso no


cambió. Sí, tenemos mucho que superar, pero ella es la otra mitad de mi corazón y de
mi alma, y somos el uno para el otro. 324
Iris es la guinda del pastel, y en lugar de agonizar por el tiempo perdido, voy a
compensarla. Voy a asegurarme que el resto de su vida esté tan lleno de mi amor que
no recuerde los años que pasó sin mí.

Estuve tan ensimismado que ni siquiera me di cuenta del camino hasta que estoy
en la puerta de la panadería JuKe, y llegó el momento de la verdad. Respirando con
valentía, atravieso las puertas y me acerco al mostrador. Las dos mujeres que trabajan
allí dejan de hablar y abren los ojos cuando me acerco a ellas.

—Estoy buscando a Kendall. ¿Está aquí? —Los dos asienten, mirándome como si
fuera una aparición. Mis labios se inclinan en señal de diversión—. ¿Podrían traerla por
mí?

Vuelven a asentir con la cabeza y la mujer mayor le da un codazo a la más joven.

—Vamos. Ve por Kendall —Se va corriendo mientras la otra mujer se queda


embobada mirando mis tatuajes y mis piercings—. ¿Puedo ofrecerte algo mientras
esperas? —ofrece tras unos instantes de incómodo silencio.

—Está bien —dice Kendall, apareciendo en la puerta detrás de ella—. Yo me


encargo —Camina hacia mí y levanta un panel lateral del mostrador para dejarme pasar
al fondo—. Hola —Su suave sonrisa transmite un alivio teñido de esperanza—. No
esperaba verte tan pronto, pero me alegro que estés aquí.
—Yo también —Estar en su presencia alivia algo dentro de mí, y sé que tomé la
decisión correcta al elegir dejar el pasado en el pasado y centrarme en el futuro.

325
53
VANDER

Kendall nos prepara un café y yo la sigo por unas estrechas escaleras hasta un largo
pasillo.

—Esta es nuestra oficina principal. Esos son los despachos de June y Carly —dice,
señalando dos puertas al pasar—. Pero ninguna de las dos está aquí hoy. Carly organizó
una reunión fuera del estado con nuestro primer franquiciado potencial, y June se fue
con ella. —Está balbuceando un poco, y sé que eso son los nervios.

Deslizo mi mano entre las suyas mientras nos dirigimos a la puerta que hay al final
del pasillo.

—No te pongas nerviosa, cariño. Estoy aquí porque quiero arreglar todo.

Me aprieta la mano antes de soltarla para abrir la puerta de su despacho. Entro en


el amplio y cálido espacio abierto y ella cierra la puerta tras nosotros. 326
—Sentémonos aquí.

Kendall me acompaña a una zona de asientos en la esquina en lugar de llevarme a


su escritorio o a la mesa redonda de reuniones en el centro de la sala. Mis ojos se dirigen
al pequeño escritorio y a la silla pegada a la pared.

—Iris viene aquí después de la escuela algunos días, y hace sus deberes mientras yo
termino —explica, notando por dónde se desviaron mis ojos.

Me acerco a la pared que hay sobre el escritorio y examino la miríada de fotos


familiares que cubren el espacio.

—Es preciosa —digo, pasando los dedos por una preciosa foto de Kendall con Stella
e Iris—. Y parece feliz.

—Lo es. En ambos casos —Kendall sonríe, y yo vuelvo a deslizar mi mano entre las
suyas mientras permanecemos en silencio, uno al lado del otro, mientras examino cada
foto—. Le encanta dibujar —me dice Kendall, señalando la pared lateral donde un
montón de dibujos de colores adornan cada centímetro de espacio—.Conservé todos
los dibujos de cuando era pequeña. Los tengo en casa para ti. Documenté cada hito, y
tengo cajas y cajas de fotos. Las imprimí todas porque no quería arriesgarme a perder
una sola foto ni dejar de capturar un solo momento.
Mi corazón está lleno hasta los topes mientras escucho a Kendall hablar mientras
inspecciono las obras de arte de mi hija y me tomo el café. Me complace enormemente
que comparta mi pasión y mi don.

—Tiene mucho talento —digo, con la voz inundada de emoción.

—Es una persona polifacética —explica Kendall, dando un sorbo a su café—.


También le gusta la repostería y es una ávida lectora. Le encanta el cine y las actividades
al aire libre, West y Ridge le enseñaron a jugar al fútbol. Hay un gran parque cerca de
nuestra nueva casa, y vamos en bicicleta, a pie y de excursión.

Me separo de la pared y le tomo la mano mientras nos acercamos al pequeño sofá


de cuero y nos sentamos. Nos quedamos en silencio durante unos segundos mientras
bebemos nuestro café, perdidos en nuestros pensamientos.

—Nunca quise hacer esto sin ti, Vander. Tienes que creerme. —Se le llenan los ojos
de lágrimas mientras me mira fijamente y deja el vaso de papel en la mesita.

Escurro mi bebida y tiro el vaso vacío a la papelera.

Apretando su mano con más fuerza, le digo: —Lo sé, Kendall. Lo entiendo y te
perdono, aunque realmente no hay nada que perdonar —le digo estas palabras porque
sé que, de lo contrario, se llevará esta culpa a cuestas, y eso es lo último que quiero.

Parpadea sorprendida. 327


—¿De verdad?

Le pongo un mechón de pelo detrás de la oreja.

—No quiero jugar al juego de la culpa. Quiero saber qué pasó y quiero saberlo todo
sobre ella, pero no quiero insistir en el pasado porque eso sólo prolongará nuestra
agonía y retrasará lo inevitable —Le doy una palmadita en la mejilla y ella se inclina
hacia mi contacto—. El hecho es que hubo errores y equivocaciones por ambas partes.
No te protegí de mi padre como te prometí. Tú cargaste con todo el peso, y no voy a ser
el imbécil que te critique por ello. Sé que me lo habrías contado si no hubiera sido
peligroso hacerlo.

—Intenté decírtelo —dice, sin ocultar nada mientras me mira profundamente a los
ojos—. Estaba embarazada de seis meses y no podía soportar más. Te quería a mi lado.
Me sentí tan sola durante el embarazo. Sí, tenía a Stella, June y Carly, pero no era lo
mismo que tenerte a ti —Ella presiona su palma contra la mía sobre su mejilla—.
Reservé un vuelo a Connecticut. Iba a decírtelo. Pensé que podríamos intentar
solucionar algo y, al menos, si Greg hacía una denuncia falsa a la policía y me arrestaban,
tú estarías allí para cuidar de nuestra bebé. Me sentía culpable sabiendo que lo más
probable es que tuvieras que abandonar tu sueño, pero sabía que querrías saberlo.
Sabía que preferirías correr ese riesgo a no saberlo.

—¿Qué pasó? —pregunto porque sé que mi padre hizo algo para detenerla.

Deja caer su mano en su regazo y yo dejo que la mía caiga a mi lado.


—Estaba preparando mi bolsa de fin de semana a la mañana siguiente cuando recibí
un mensaje de texto. Era de un número desconocido, pero sabía que era Greg —Se lleva
el labio inferior entre los dientes y sus cejas se fruncen—. Era una foto de una mujer
embarazada tirada en el suelo en un charco de sangre con un agujero de bala en el
cráneo —Su labio inferior tiembla y yo la atraigo hacia mis brazos, incapaz de reprimir
el impulso de consolarla—. Estaba aterrorizada, Vander. Vomité repetidamente y no
podía dejar de temblar y llorar.

Le subo y bajo la mano por la espalda, amando su sensación contra mi pecho, pero
odiando el dolor que emana de cada uno de sus poros. Incluso ahora, después de todo
este tiempo, con la amenaza pasada, siento su angustia.

» No podía subir al avión, Vander. No podía correr ese riesgo —Me clava los ojos
preocupados—. Quería decírtelo, pero no a costa de mi vida y la de nuestra hija no
nacida. Sabía que Greg era lo suficientemente psicótico como para llevarlo a cabo. El
hecho que incluso me enviara esa foto confirmó que no le importaba su nieta. Nada le
importaba más que hacerle daño. Nunca entenderé por qué estaba empeñado en
hacerte daño o cómo alguien puede ser tan malvado.

—Ninguna persona cuerda puede entender la mente de un psicópata. No hay forma


de comprender cómo la gente puede hacer cosas tan malas. Viví mucho tiempo con él,
y pasé la mayor parte de mis años universitarios en terapia tratando de entender por
qué me odiaba tanto, pero nunca tendremos las respuestas porque no somos malvados.
No estamos desprovistos de empatía o de emociones humanas normales. Nunca
podremos relacionarnos con un monstruo como él. 328
—Lo único bueno que hizo fue traerte al mundo —Desliza sus manos por mi pecho
y me rodea el cuello. Su aroma floral y especiado permanece en el aire, y yo aprieto mis
brazos alrededor de ella y cierro los ojos.

Esto, nosotros, es lo único que importa.

Mi padre intentó negarme una vida con Kendall y mi hija, pero no lo consiguió.

—West también lo intentó —añade, rozando sus labios contra mi mejilla—. Fue
hace tres años. Voló a Nueva York para la inauguración de tu galería allí. Al igual que tu
experiencia, fue emboscado, secuestrado y golpeado a una manzana de tu estudio —Se
echa hacia atrás para mirarme a los ojos—. Esperaba que se hubiera olvidado de mí,
pero no fue así. Me sentí tan culpable por aceptar que West lo intentara.

—Lo siento, Kendall.

—No es tu culpa. Nunca te disculpes por lo que ese hombre nos hizo.

—No es por eso por lo que me estoy disculpando. Me estoy disculpando por lo de
anoche. Por dudar de tus acciones. Todo lo que hiciste es proteger a tus seres queridos
—Sostengo su cara entre mis manos—. No podrías haber hecho otra cosa. Lo intentaste,
y no puedo culparte por priorizar tu seguridad y la de Iris —Aprieto mis labios contra
su frente—. Te amo —digo contra su suave piel—. Nunca dejé de hacerlo.

Se echa hacia atrás, inclina la barbilla hacia arriba y me mira con ojos vidriosos.
—Yo también te amo, Vander. Yo tampoco dejé de hacerlo. Te estuve esperando.
Estuve contando los días hasta que pudiéramos volver a estar juntos. Incluso durante
mis días más oscuros, seguía creyendo en nosotros.

Mis ojos bajan hasta su exuberante boca y no puedo esperar ni un segundo más para
probarla. Beso una de las comisuras de su boca y golpeo silenciosamente el aire con el
puño cuando ella se estremece visiblemente. Mi corazón late con fuerza contra mi caja
torácica mientras le beso la otra comisura de la boca. Gime y se derrite contra mí
mientras deslizo mis labios contra los suyos, justo cuando la puerta del despacho se
abre de golpe.

—¡Mamá! ¡Conseguí ser la alumna de la semana! —dice una niña con una linda
vocecita.

Una bola de emoción se aloja en mi garganta mientras alejo mis labios y mis brazos
de Kendall y miro a mi hija.

Stella se encuentra detrás de Iris con la boca abierta y los ojos en shock.

Iris me mira fijamente, y yo me quedo clavado en el sitio mientras miro a mi hija


por primera vez. El corazón me late con fuerza y la vena del cuello me palpita con fuerza.
Iris es aún más bonita en carne y hueso, e irradia bondad y luz y todo lo bueno del
mundo. Sus ojos azules se agrandan mientras me mira fijamente, sin que ninguno de los
dos rompa el contacto visual. Kendall no se movió de mi lado, esperando a ver cómo
reacciona Iris antes de hacer un movimiento, supongo. 329
—¿Papá? —dice Iris mientras una enorme sonrisa se dibuja en su rostro—. ¡Viniste
a casa! —Apenas tengo tiempo de registrar mi sorpresa ante sus palabras antes que
corra hacia mí y me eche sus delgados brazos al cuello.

Mis brazos la rodean automáticamente y la abrazo con fuerza, aspirando el aroma


a fresas y melocotones de su pelo y disfrutando del calor de su pequeño cuerpo pegado
al mío. Mis ojos se encuentran con los de Kendall por encima de la cabeza de nuestra
hija, y no me sorprende ver que está llorando. Con mucho cuidado, subo a Iris a mi
regazo para poder deslizar un brazo alrededor de su madre. Stella sale discretamente
de la habitación y cierra la puerta.

—¿Te duele? —dice Iris, tirando con no demasiada delicadeza del aro de mi ceja.

—Cariño, ten cuidado —dice Kendall—. Sólo le dolerá si tiras de él.

—Uy —Se ríe, y es el mejor sonido del mundo. Sus pequeñas manos se posan en mis
mejillas y sonríe—. Hola.

Apenas puedo hacer funcionar mis cuerdas vocales. Mi hija me está avergonzando.

—Hola, Iris —Le doy un beso en el pelo y, cuando apoya la cabeza en mi pecho,
tengo unas ganas inusitadas de echarme a llorar como un adolescente. Kendall apenas
se está conteniendo.
—Papi —dice Iris, y a estas alturas soy prácticamente un charco de mucosidad en
el suelo.

—Sí, princesa —Espolvoreo más besos en su pelo mientras Kendall apoya su cabeza
en mi hombro, y aprieto mi brazo alrededor de ella.

—Tengo un estudio de arte en mi nueva casa, como el que dice mamá que tenías tú
—Levanta la cabeza, mirándome fijamente con tanta confianza y seguridad en sus ojos
que me quedo completamente sorprendido—. ¿Podemos pintar juntos cuando vayamos
a casa?

Kendall abre la boca para decir algo, pero yo llego antes.

—Por supuesto. Siempre que a mamá le parezca bien.

Salta sobre mi regazo y se gira para mirar a su madre.

—¿Podemos, mamá? Por favor —Sus ojos bailan de emoción mientras junta sus
pequeñas manos y clava sus ojos suplicantes en su madre.

—Claro.

—¡Sí! —Iris abraza a Kendall—. Eres la mejor mamá de todo el mundo —Se vuelve
hacia mí, me echa los brazos al cuello y me planta un beso húmedo en la mejilla—. Y tú
eres el mejor papá del mundo. Ahora que estás aquí, ¿significa que no volverás a viajar 330
por trabajo?

No sé qué le habrá contado Kendall, pero el hecho que mi hija sepa cosas sobre mí
me alegra el corazón. No debería haber dudado que Kendall le contara quién soy.

—Cariño —Kendall interviene antes que pueda hablar esta vez—. No


bombardeemos a papá con preguntas hasta que hayas hecho los deberes. Papá y yo
vamos a dar un paseo, y Stella te ayudará.

Ella frunce el ceño.

—Sin embargo, mi papá viene con nosotros, ¿verdad, mamá?

—Claro —digo porque esto no es de ninguna manera negociable. Ni los caballos


salvajes podrían arrastrarme.

Kendall me mira con ojos de advertencia, pero yo le devuelvo la mirada, dejándole


ver todo lo que siento. Iris balbucea mientras saca los libros de su bolsa mientras
Kendall llama a Stella. No puedo dejar de mirar a mi niña, brillante, hermosa y segura
de sí misma, maravillada por esta pequeña y perfecta creación hecha con un amor
inquebrantable que sobrevivió a sucesivas vidas. Si hay algo que hice bien en este
mundo, es contribuir a su existencia.

Diez minutos en su compañía y ya sé que es lo mejor que me pasó, además de su


madre.
—Hola, Van —Stella se desliza en la habitación, envolviéndome inmediatamente en
un abrazo—. Es tan bueno verte. Todos te extrañamos.

—Se llama Vander Henley —corrige Iris, mirando desde su asiento a su hermana.

—Sé su nombre, tonta —dice Stella, pellizcando su nariz—. Sabes que tu padre era
el mejor amigo de West y también el mío cuando vivíamos en Colorado.

—Bueno, es mi papá —Iris hincha el pecho y yo me agacho frente a ella, sin poder
resistirme a abrazarla de nuevo. Puede ser territorial todo lo que quiera, durante todo
el tiempo que quiera, y nunca me cansaré de ello. Mi corazón está tan hinchado detrás
de mi pecho que parece que va a estallar.

—Y tú eres mi princesa. —Le doy besos por todas las mejillas y se ríe. El sonido es
contagioso, y prometo en silencio hacerla reír tan a menudo como pueda.

—Te quiero, papá —dice con una gran sonrisa en la cara, como si fuera lo más
natural del mundo decírselo a un hombre que es prácticamente un desconocido. Los
niños son tan adaptables, y me encanta que sea tan segura, cariñosa y confiada. Todos
los niños deberían crecer en un entorno en el que se sientan seguros y cómodos
expresando sus sentimientos. Kendall hizo un trabajo increíble con ella, y hay que
erradicar cualquier sentimiento de culpa que tenga.

—Yo también te quiero, Iris —Mi voz está llena de emoción—. Te prometo que a
partir de ahora te veré siempre —Paso mis dedos por su mejilla. 331
—Papá tonto —Me pellizca la nariz—. Ya te veo todas las noches en mis sueños.
54
KENDALL

—Y tienes que darme algunas respuestas —dice Vander mientras caminamos por
uno de los senderos del Parque Holladay, de la mano—. ¿Cómo sabe ella quién soy, y
qué quiso decir con lo de los sueños?

—Me enfrenté a algunas decisiones imposibles —empiezo a explicar—. Tuve que


tomar decisiones que ningún padre debería tomar —Me acerco un poco más a él. El mes
de abril en Portland sigue siendo bastante frío, y agradezco el calor de su mano en la
mía y el calor que emana de su cuerpo—. Cuando supe que no podía decírtelo, decidí
que Iris iba a saber quién eras —Me inclino a su lado porque ansío estar cerca de él.

Anoche estaba desolada, llorando contra la almohada, temiendo haber arruinado


todo con las decisiones que me obligaron a tomar. Siempre supe que Vander haría lo
correcto por Iris. Teniendo en cuenta la infancia que tuvo, sé que nunca descuidaría a
su carne y su sangre. Mis lágrimas eran lágrimas egoístas, y sollozaba por un amor que
creía haber perdido para siempre. 332
El hecho que Vander haya aparecido hoy reforzó mi creencia en el destino y en la
fuerza del amor que nos une. No mentía cuando dije que nunca dejé de amarlo. Nadie
más se comparó con Vander, y sé que nunca lo hará.

—Te escucho —dice, presionando un beso suave como una pluma en la punta de mi
nariz—. Continúa.

No lo culpo por estar ávido de cada detalle. Verlos juntos fue probablemente el
momento más emotivo de mi vida, junto al nacimiento de mis bebés.

—Decidí hablarle de ti, pero no podía decirle la verdad sobre por qué no vivías con
nosotros y por qué nunca te conoció en persona. No me gusta mentirle, pero no había
otra opción.

—Lo entiendo, Kendall, y no tienes que disculparte. Ya lo superamos.

Vander me aparta del camino cuando un hombre en bicicleta se acerca a nosotros a


toda velocidad. Aprovecho la oportunidad para pasarle el brazo por la espalda, y él hace
lo mismo. Me gusta estar pegada a él mientras hablamos de nuestra hija. Esperé tanto
tiempo para decirle lo increíble que es.

—Es una niña increíble, Vander. Trae tanta alegría a mi vida, y además de nuestro
vínculo, Iris es la que más me ayudó —Mis otros hijos y mis amigos también lo hicieron,
pero cada vez que la miro, veo a su padre, y eso me ayudó a recordar por qué tenía que
seguir luchando la buena batalla. Eso, y la positividad sin esfuerzo y la alegría constante
de Iris me hicieron superar algunos de mis días más oscuros. Tener hijos a los que
cuidar me impidió hundirme en una profunda depresión en muchas ocasiones en las
que sentía que no podía seguir sola.

Detengo esos pensamientos antes de estropear lo que es una ocasión feliz.

—Iris tiene una foto tuya enmarcada junto a su cama y, desde que era pequeña, la
señalaba y le hablaba de ti. Sabe que eres pintor. Conoce tu arte digital y tus galerías. Le
leí artículos y le enseñé fotos en Internet. West y Stella compartieron historias con ella,
y le expliqué cómo estamos enamorados, pero no podíamos estar juntos porque estabas
ocupado estudiando y trabajando para mantenernos. —Lo miro—. Lo aceptó de buen
grado, Vander. Nunca lo cuestionó ni lo puso en duda. Les habla a los niños de ti en el
colegio y todos sus amigos saben que el famoso artista Vander Henley es su padre. Me
dice que te extraña y que te quiere todo el tiempo, pero nunca llora ni se queja ni grita
ni me dice que es injusto. Lleva una foto tuya en todo momento y el collar que me
compraste por Navidad lo lleva todos los días. Se niega a quitárselo incluso para
ducharse.

—Es especial —dice, entendiendo inmediatamente lo que digo.

—Iris me dijo que te vio en sus sueños por primera vez cuando tenía cuatro años.
No estoy segura que te viera durante más tiempo, pero le parecía perfectamente normal
que su padre la visitara en sus sueños. Al principio, ni siquiera consideré que estaba
teniendo visiones o premoniciones o lo que sea. Pensé que era lo que estaba conjurando
para sobrellevar la situación sin tenerte físicamente en su vida, pero ella sabe cosas, 333
Vander. Cosas que no debería saber. Como que el hombre que me tatuó la mariposa en
la muñeca tenía dientes de oro, y ella dice que yo era un gato asustado porque no dejaba
de aferrarme a tu brazo. Casi me caigo de la silla la mañana que me dijo eso.

La sorpresa se dibuja en su rostro cuando me acerca a un banco y me arrastra junto


a él. Me envuelve en sus brazos, abrazándome.

—Después de eso, me pregunté si eras consciente. Si la visitabas conscientemente


mientras dormía, pero sé que ahora no es así —Habría sabido que no era la hija de
Stella.

—Estoy asombrado. Si de alguna manera lo estaba haciendo, era completamente


inconsciente porque no tuve sueños con ella —Vander presiona un persistente beso en
mi frente—. Sólo sueños sobre ti.

Dios, es tan romántico como siempre, y no quiero volver a estar sin él. Me acurruco
en su abrazo y cierro los ojos, grabando en mi memoria la sensación de estar en sus
brazos en caso que todo se vaya al garete y no funcione como yo quiero.

—Cariño —Me quita el pelo de la frente y me levanta la barbilla—. No voy a ninguna


parte —Mis ojos se abren y lo miro con asombro—. Normalmente puedo saber lo que
estás pensando. Te aferras a mí como un koala. Como si temieras no volver a hacerlo, y
creo que tenemos que dejarlo todo al descubierto —Me aprieta el rostro con las palmas
de las manos—. Prefiero mostrarte primero.
Antes que pueda hacer o decir nada, sus labios descienden sobre los míos y me besa.
En el momento en que nuestras bocas se encuentran, se produce un cambio intrínseco
en lo más profundo de mi ser, como un interruptor que se acciona después de años de
estar roto. Mis manos se agarran a su nuca y me aferro a él, inclinando la cabeza y
abriendo los labios para recibir su lengua diabólica. Explora mi boca con una reverencia
que es a la vez paciente y urgente, casual y necesitada. El pulso me palpita en el cuello
y las partes de mí que permanecieron dormidas, esperando el regreso de mi amante, se
reinician con una ferocidad que me sobresalta.

Nuestros besos se vuelven más frenéticos, más hambrientos, hasta que recordamos
que estamos en un parque de la ciudad y que todavía hay suficiente luz para ser vistos.
Lentamente, nos separamos al darnos cuenta que no podemos hacer esto aquí. Vander
aprieta su frente contra la mía.

—Te amo, Kendall. Te amo demasiado.

Un sollozo se acumula en la base de mi garganta, pero es uno feliz.

—Yo también te quiero, Vander. Eres mi mundo. Tú, Iris, Ridge, Stella y West.

Mis hijos me dieron la mayor alegría de mi vida, sólo rivalizada por el tiempo que
pasé con este hombre abrazándome como si fuera un precioso tesoro.

Vander me mira fijamente con tanto amor en sus ojos que es imposible negarlo.
334
—Anoche te dije que vine a Portland con el plan de mudarme definitivamente aquí
y hacerte mi esposa —El corazón me da un vuelco en el pecho ante sus emocionantes
palabras—. Nada cambió, Kendall. En todo caso, la línea de tiempo se adelantó. Ya amo
a Iris. Es imposible no enamorarse de esa increíble niña —Me roza los labios—. Hicimos
un pequeño y precioso humano. Una combinación perfecta mía y tuya, y no puedo
esperar a conocerla por completo. No quiero desperdiciar otro momento de nuestra
vida juntos. Ya esperamos bastante. Quiero que seamos una familia, y lo quiero ahora.

Está diciendo todas las cosas correctas, pero necesito estar segura que está
totalmente comprometido.

—Lo deseo tanto, Vander, pero acabas de enterarte de lo de Iris. ¿Estás seguro que
no necesitas más tiempo para pensarlo? Porque está bien si lo haces. Esta decisión no
puede ser apresurada. Ya no somos sólo nosotros. Cada decisión que tomemos juntos a
partir de ahora afectará a nuestra hija. No podemos precipitarnos si tienes la más
mínima duda sobre nosotros. Siempre estarás en su vida, Vander. Ahora que está a salvo
de Gregory, nunca podría alejarla de ti. Pero no tenemos que ser un paquete.

—Tonta Kendall —Me pellizca la nariz—. No hay tú sin ella ni ella sin ti —Pega sus
labios a los míos y me besa apasionadamente—. Estoy totalmente dentro, Kendall. Lo
hice desde que tenía quince años. No necesito más tiempo. Conozco mi mente. Sé lo que
quiero, y son mi hija y tú.
55
KENDALL

—Quiero que me leas esta noche —le dice Iris a Vander después de ponerse el
pijama y estar lista para acostarse.

No perdió de vista a su papá desde el momento en que regresamos de nuestro


paseo. Fuimos a mi casa y pintaron mientras yo preparaba la cena. Luego Vander me
ayudó a bañar a Iris mientras ella charlaba sobre sus hermanos, sus amigos, su escuela
y su maestra. Es como si tuviera la misión de informar a Vander de todos los aspectos
de su vida en las primeras veinticuatro horas.

Es adorable, y mi corazón está lleno de amor por mi hija menor.

Stella dispuso que Ridge se quedara en su apartamento para darnos algo de


intimidad, aunque no era necesario, pero agradezco su disposición a apoyarme. Ridge
y West me llamaron antes para asegurarse que estaba bien y que Vander nos estaba
tratando bien a los dos. 335
—Mami —Me tira de la mano y me mira con su cara de confianza y sus ojos
jubilosos—. ¿Puede papá leerme Iris Murdoch?

Me inclino y beso su suave mejilla.

—Por supuesto, cariño. Ve a buscarlo a mi habitación.

Vander se posa en el borde de su cama, estirando las piernas hacia delante.

—¿Le pusiste el nombre de Iris Murdoch? —conjetura, tomando mi mano y tirando


de mí a su lado.

—Sí —Paso mis dedos por el crecimiento de su barbilla y mejillas, amando lo


aterciopelado que se siente contra mi piel.

—Es el libro preferido de mamá —dice Iris, entrando en la habitación con el libro
con las orejas dobladas en la mano—. Lo encontraste en una librería de Bridgeport el
fin de semana que visitaste Yale —añade, subiéndose a su regazo como si lo hiciera
siempre. Los brazos de Vander rodean instantáneamente su pequeño cuerpo,
envolviéndola en la seguridad de su abrazo—. Mamá se quedó dormida escuchando
cómo leías el libro —dice con naturalidad, como si hubiera estado allí.

—Nunca se lo dije —le digo a Vander mientras él arquea una ceja. Vaya. Me
pregunto qué más habrá visto en sus sueños. Espero que quien se los dé, los mantenga
en un nivel aceptable.
—Buenas noches, mamá —Iris se lanza hacia mí y yo la levanto, abrazándola con
fuerza.

—Buenas noches, mi pequeño ángel.

Vander retira las sábanas y la acomodo en su colchón. Iris se mueve para coger la
foto de Vander que hay junto a su cama antes de desplomarse en un ataque de risa. Me
entierra la cara en el cuello.

—Iba a darle un beso de buenas noches a la foto de papá, pero ya no necesito


hacerlo. Ahora que está en casa puedo besarlo de verdad.

El rostro de Vander se suaviza mientras la emoción se agolpa en sus ojos.

—Ven aquí, princesa —Abre los brazos y nuestra hija se arrastra de nuevo a su
regazo—. Dame uno a mí —Le señala su rostro.

Iris se ríe en su cuello esta vez.

—Papá tonto. Te beso cuando me voy a dormir después que me leas.

—Soy codicioso —Vander le acaricia la nariz en el cuello y ella grita—. Soy el


monstruo del beso, y voy a reclamar todos tus besos —Le hace cosquillas y ella se
retuerce, chillando y riendo, y juro que mi corazón está a punto de salirse del pecho.
Esto es todo lo que quise para ella durante toda su vida. Verlos vincularse al instante, 336
conectarse como si siempre hubieran estado en la vida del otro, es más de lo que me
atreví a desear.

—Estás loco, papá, pero te quiero.

—Yo también te quiero, princesa. Tanto, tanto.

Salgo de la habitación viendo cómo Iris reparte suaves besos por toda la cara de su
papá, rebosante de tanta alegría que parece que podría reventar.

La cocina está limpia y yo estoy sentada junto al fuego en el salón cuando, media
hora después, aparece Vander.

—Se desmayó —me confirma mientras me sirvo una copa de vino tinto y se la doy.

—La agotaste, y la dejé quedarse hasta tarde porque era una ocasión especial.

—Ya estoy muy enamorado de ella —Su rostro irradia felicidad mientras se sienta
a mi lado, pasando automáticamente su brazo por mis hombros y atrayéndome a su
lado—. Sucedió en un abrir y cerrar de ojos, como con su madre.

Inclino la cabeza hacia atrás y contemplo su boca. En sus ojos brilla la adoración
cuando se inclina y me besa. Es suave y tierno y está impregnado de una gran emoción.
—Este es mi sueño hecho realidad —admito.

Vander deja su copa antes de quitarme la mía de los dedos y colocarla en la mesita
con la suya. Luego me sube a su regazo para que esté a horcajadas sobre él.

—El mío también. No me atrevía a esperar una familia, pero ahora que tengo a mis
dos chicas en mi vida, nunca las dejaré ir —Me planta tiernos besos por toda la cara
mientras me abrazo a sus hombros y acuesto mis muslos contra su creciente erección.
Levanta su rostro hacia el mío, sin ocultar nada, transmitiendo la fuerza de sus
sentimientos, y es como disfrutar del brillo del arco iris más glorioso—. Perdimos
mucho tiempo, y no quiero perder ni un minuto más. Sabemos lo que queremos, y yo
digo que vayamos a por ello.

—Entonces, ¿no es demasiado pronto para pedirte que te mudes?

Me muestra una sonrisa cegadora.

—Definitivamente no. Organizaré un camión de mudanzas mañana.

—No puedo esperar a empezar a vivir mi vida contigo. —Le picoteo los labios y mi
corazón se desborda. Todo el sufrimiento mereció la pena porque nos llevó a este
momento.

—Entonces, ¿no es demasiado pronto para pedirte que te cases conmigo? —dice,
sacando una pequeña caja negra de su bolsillo. 337
Me quedo sin aliento cuando abre la tapa y revela un precioso anillo de esmeraldas
y diamantes en forma de mariposa, que descansa sobre una banda de platino.

—La esmeralda es tu piedra de nacimiento, pero también se dice que simboliza el


renacimiento. Vi esto en el escaparate de una tienda el día que cumplí veintiún años y
supe que tenía que comprártelo.

El corazón me martillea contra la caja torácica y las mariposas se agolpan en mi


vientre.

—Es impresionante y absolutamente perfecto.

Lo veo deslizarlo en mi dedo anular con manos temblorosas mientras mi corazón


da saltos de emoción.

—Te quiero, Kendall —Me coge la mano y se la lleva a la boca—. Te amé en todas
las vidas anteriores. Te amaré en esta y en todas las vidas que vengan después —Me
besa el anillo en el dedo antes de poner mi mano en su pecho, sobre el lugar donde late
su corazón—. Ya te considero mi mujer. Siempre lo hice, pero creo que deberíamos
hacer esto oficial. Quiero ser tu marido. Quiero ser el padre de Iris, y quiero tener la
familia que siempre desee. —Él barre sus labios contra los míos en un breve pero tierno
beso—. Contigo.

Me envuelvo en él y lo abrazo mientras espolvoreo besos por todo su precioso.


—Yo también quiero todo eso contigo, y me muero de ganas de hacerlo oficial.
Quiero ser tu esposa, pero siempre te consideré mío, Vander. Nuestra separación
forzada nunca alteró lo que siento por ti.

Se levanta y me acuna contra su cuerpo, y mis piernas rodean su tonificada cintura


mientras me lleva al dormitorio principal.

Vander me tumba en la cama antes de volver a cerrar la puerta. Se quita los zapatos
y se tumba a mi lado. Me pongo de lado, arqueo el cuello y mis labios buscan los suyos,
mientras mis manos se agarran a sus caderas. Nos abrazamos mientras nos besamos, y
es un reencuentro lento, profundo y apasionado. Nuestras caderas se mueven juntas y
nuestras manos exploran a medida que nuestros besos se vuelven más acalorados,
hasta que necesitamos más, porque no es suficiente. Necesito sentirlo moverse sobre
mí y dentro de mí, y no puedo esperar ni un minuto más.

Vander besa cada centímetro de mi cuerpo mientras me quita lentamente la ropa.


Sus ojos arden de emoción mientras traza el contorno de su nombre sobre mi corazón.
También tengo los nombres de mis hijos grabados allí, manteniendo a todos mis seres
queridos cerca. Con gran reverencia, pasa sus labios por los nombres, con una sonrisa
cómplice que le hace alzar las comisuras de la boca.

Nuestra única comunicación es con los labios, la lengua y las manos, porque las
palabras sobran. No necesitamos hablar para transmitir lo mucho que significamos el
uno para el otro.
338
Lo desvisto hasta que ambos estamos desnudos, apretados piel con piel. La tinta
adorna ahora casi toda la parte superior del cuerpo de Vander, y nuestra historia está
grabada permanentemente en su carne. Mi nombre está tatuado sobre su corazón, justo
por encima del Ouroboros Boner tatuado hace tantos años.

Compartimos una sonrisa secreta mientras apreciamos lo sincronizados que


seguimos estando.

Incluso cuando estábamos separados, seguíamos llevándonos por encima y en el


corazón.

Vander me besa la boca antes de deslizarse por mi cuerpo para reclamar lo que
siempre fue suyo. Separo mis muslos y me sujeto a su pelo oscuro mientras se deleita
con mi coño, y es como si no hubiera pasado el tiempo. Se acuerda de cómo hacer que
mi deseo llegue a su punto álgido en un tiempo récord, y yo entierro mi cara en la
almohada, amortiguando mis gritos de placer, mientras un potente orgasmo me recorre
el cuerpo.

Vander recorre con sus labios mi carne caliente antes de volver a plantar su boca
en la mía. Lo atraigo hacia mí, necesitando sentir su piel contra la mía, y puedo sentir
literalmente todos los pedazos arruinados y rotos dentro de mí uniéndose hasta que me
siento completa.

Se coloca entre mis rodillas, tirando de su longitud tensa mientras hace una
pregunta con los ojos. Le respondo con una pregunta propia, y entonces volvemos a
sonreír, con la mente en calma, el corazón curado y el alma entera.
Manteniendo el contacto visual, Vander se desliza cuidadosamente dentro de mí, un
delicioso centímetro cada vez. La emoción se me agolpa en los ojos, se me atasca la
garganta y se me dispara en el pecho cuando me llena tanto que olvido que alguna vez
estuvimos separados.

—Te amo—susurra, inclinándose para besarme mientras mantiene su cuerpo


inmóvil dentro del mío—. Te amaré por la eternidad.

—Te amaré por siempre y hasta el fin de los tiempos —le respondo mientras
empieza a moverse lentamente, haciéndome el amor con una intensidad y una
profundidad que superan cualquier intimidad que hayamos compartido antes. Mientras
miro sus preciosos ojos verdes, sosteniendo su cuerpo contra el mío, mientras nos
arqueamos y empujamos a un ritmo perfecto, sé que nunca se dijeron palabras más
verdaderas.

339
Epílogo
VANDER

—Papi, ¡vamos! —dice Iris, corriendo por el camino empedrado delante de Kendall
y de mí—. ¡Son unos lentos!

Kendall se ríe, acurrucándose a mi lado mientras yo le paso el brazo por los


hombros.

—Creo que su impaciencia viene de ti.

—Ni hablar —Le doy una palmada juguetona en el culo mientras el cálido sol griego
nos golpea—. Tengo la paciencia de un santo, ¿o tengo que recordarte cómo, en cada
vida, tengo que esperar años para reunirme con la otra mitad de mi corazón y mi alma?

—Nunca lo olvido —Se estira y me besa los labios—. Aprecio cada segundo contigo, 340
pintor. Los sacrificios que hicimos valieron la pena para llegar a este punto. Estoy
viviendo mi mejor vida contigo —dice mi mujer, sonriendo, antes de darme un beso en
el corazón a través de la camisa.

Hace poco más de tres años que nos casamos, y nunca me sentí más contento ni más
vivo. Mi mujer y mi hija inyectaron vida a todas las partes congeladas de mí, y no
recuerdo los años perdidos porque llenamos cada día de alegría, recuperando el tiempo
perdido. West y yo reanudamos nuestra amistad, y también soy cercano a Ridge y Stella.

—Me completas, Kendall. En cada vida, eres la esencia misma de mi alma.

Suspira satisfecha y nunca me siento tan feliz como cuando me enfrento a la


evidencia de nuestra mutua euforia. Nos adaptamos a una vida en común tan fácilmente
como respirar. Desde el momento en que nos reconectamos, no pasamos ni una sola
noche separados. Sé lo que es estar sin esta mujer, y no quiero volver a experimentarlo.

—Creo que deberíamos comprar una casa de vacaciones en Atenas —dice mientras
aceleramos el paso para alcanzar a nuestra emocionada hija. Iris se disparó este último
año y es la más alta de su clase. También parece mucho mayor de diez años. Algo de lo
que parecen haberse dado cuenta los chicos adolescentes, y yo me pasé la mitad de las
vacaciones echando miradas a los chicos por atreverse a mirar a mi hermosa princesa—
. Me siento tan a gusto aquí —La felicidad llena la voz de Kendall.

—Yo también, y estoy de acuerdo. Reservemos otra semana en el hotel y


organicemos una visita a unos cuantos agentes inmobiliarios —Lo bueno de ser
empresarios autónomos es que podemos delegar el trabajo en otros y tomarnos
vacaciones cuando nos apetezca. Trabajamos mucho, y tomarnos vacaciones
regularmente es esencial para nuestra salud y nuestra cordura. Pasamos todos los
veranos en el extranjero, y disfrutamos explorando el mundo y visitando lugares que
vimos en nuestros sueños.

—Es un trato. Sólo puedes celebrar tu trigésimo cumpleaños una vez.

Le pido a Iris que espere mientras aprieto la cadera de Kendall.

—Esta fue la mejor sorpresa de cumpleaños.

—Vamos, mamá —dice Iris, corriendo hacia nosotros, saltando sobre sus pies,
físicamente incapaz de contener su emoción—. La entrada está justo ahí —Se da la
vuelta y señala la pequeña entrada de piedra con puertas de hierro forjado abiertas,
donde una fila de turistas espera ser admitida.

De todos los lugares que visitamos, a Iris es a quien más le gustó Atenas. Es justo
decir que es cierto para todos nosotros. Pensaba que la visita a Egipto sería el momento
más importante, debido a nuestro sueño egipcio, pero no tiene nada que ver con lo que
sentimos los dos en cuanto pisamos la mágica Atenas. Tal vez sea el ambiente
profundamente espiritual o los fuertes lazos filosóficos que existen aquí, pero el aire se
siente diferente, y mi piel hormiguea, como si estuviera repleta de conocimientos
ocultos que se mueren por ser liberados.

El aire está impregnado de la historia del país, y no importa por dónde viajamos 341
dentro de la ciudad, nos encontramos con la evidencia de la Atenas de antaño. Todavía
se realizan excavaciones, y no es raro tropezar con una antigua cámara de baño o una
antigua biblioteca o iglesia, cuidadosamente conservada y protegida, entre las vibrantes
tiendas, restaurantes y bares que conforman la Atenas actual.

Visitamos el infame Partenón, un lugar histórico elevado que domina la bulliciosa


ciudad de abajo, y el Museo de la Acrópolis que lo acompaña. Nos quedamos
completamente cautivados paseando por la excavación de un antiguo barrio ateniense,
que se remonta al cuarto milenio antes de Cristo. La exposición se encuentra debajo del
impresionante edificio del museo, y es una de las cosas más increíbles que vi nunca.

Hoy vamos a visitar el Ágora, que es esencialmente un antiguo mercado, y que en


su día fue el centro de la comunidad local. El Templo de Hefesto domina el Ágora, y
estamos emocionados por verlo en carne y hueso y con la esperanza que nos evoque
algún recuerdo del pasado, del mismo modo que esperábamos que lo hicieran las
pirámides. Ahora que estamos juntos, Kendall y yo no soñamos tanto con nuestro
pasado.

Pasamos una hora explorando el nivel inferior del Ágora antes de iniciar el ascenso
al templo. Es un día impresionante. No hay ni una nube en el cielo azul, y los rayos de
sol iluminan el templo mejor conservado de Grecia, que se alza orgulloso sobre una
colina en lo alto del Ágora. La emoción de Kendall aumenta a medida que subimos los
escalones de piedra, luchando por seguir el ritmo de nuestra enérgica hija mientras Iris
casi corre hacia el antiguo monumento.
Kendall se aferra a mí cuando llegamos al sendero de la cima y caminamos de la
mano hacia la estructura de piedra de color crema que se mantiene prácticamente
intacta. La zona que rodea el templo está muy bien cuidada, con árboles y arbustos altos
y hierba cortada. Iris grita, canta, salta y da vueltas mientras se dirige al templo.

—Dios mío, Vander —Kendall se detiene al lado del templo, mirándome con una
expresión de asombro—. ¿Lo sientes? —Agarra mis dos manos entre las suyas mientras
una sonrisa beatífica se dibuja en su rostro.

—Lo siento —Una oleada de calor y satisfacción me recorre, y un cosquilleo me


recorre la piel.

—Este era el lugar —Kendall mira a su alrededor mientras las lágrimas llenan sus
ojos—. Este fue el comienzo. Aquí es donde nuestras almas se unieron por primera vez
en la Tierra —Nos acercamos el uno al otro al mismo tiempo, nuestros labios se funden
en un beso electrizante que siento en cada parte de mi cuerpo. El entorno exterior se
desvanece en el fondo mientras una miríada de imágenes parpadea detrás de mis ojos
mientras beso a mi mujer—. Vander —susurra Kendall, con lágrimas de felicidad
rodando por su cara—. ¿Lo viste?

—Sí, agapi mou 16 —La envuelvo en mis brazos, mirando hacia delante, donde Iris
está arrodillada en la hierba, mirando al cielo y cantando—. Mira a Iris —Giro a mi
mujer en mis brazos para que esté frente a nuestra hija. Vemos cómo Iris levanta la
mano y una hermosa mariposa baja flotando y se posa en su palma.
342
—Mira hacia arriba —dice Kendall, moviéndose entre mis brazos e inclinando la
cabeza hacia atrás. Una ligera risa se filtra de sus labios mientras vemos descender
sobre nosotros, de la nada, un grupo de mariposas morfo azules. Siguen llegando,
enjambres de ellas, hasta que estamos rodeados en una burbuja de colores que atrae la
atención de otras personas en los alrededores—. Esto es una locura —susurra Kendall,
sonriendo entre lágrimas mientras extiende la palma de la mano, dejando que las
mariposas se aferren a su mano y a su brazo.

—Esto es el destino —La aprieto más contra mí—. No importa dónde acabemos o
cuántos obstáculos bloqueen nuestro camino, siempre estaremos juntos porque
nuestro destino se selló en este mismo lugar, y no hay nada ni nadie que pueda
separarnos.

Fin

16
Que significa 'amor mío' en griego
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Esperamos que hayas disfrutado el libro…

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