Siobhan Davis - Always Meant To Be
Siobhan Davis - Always Meant To Be
Siobhan Davis - Always Meant To Be
2
Créditos:
Moderadoras:
Traducción:
Anto Shooky
Bibi Amy
Kaju
3
Corrección:
Shooky Fassy
Lectura final:
Diseño:
Dark Queen
Índice
Créditos: ___________ 3 18 _______________ 120 38 ______________ 243
Sinopsis ____________ 5 19 _______________ 128 39 ______________ 248
Nota de la Autora ____ 7 20 _______________ 134 40 ______________ 254
1 ________________ 10 21 _______________ 142 41 ______________ 259
2 ________________ 17 22 _______________ 148 42 ______________ 263
3 ________________ 24 23 _______________ 153 43 ______________ 269
4 ________________ 29 24 _______________ 159 44 ______________ 273
5 ________________ 37 25 _______________ 164 45 ______________ 281
6 ________________ 43 26 _______________ 170 46 ______________ 289
7 ________________ 49 27 _______________ 177 47 ______________ 295 4
8 ________________ 56 28 _______________ 184 48 ______________ 301
9 ________________ 60 29 _______________ 191 49 ______________ 306
10 _______________ 66 30 _______________ 199 50 ______________ 311
11 _______________ 71 31 _______________ 205 51 ______________ 315
12 _______________ 79 32 _______________ 209 52 ______________ 321
13 _______________ 86 33 _______________ 213 53 ______________ 326
14 _______________ 93 34 _______________ 219 54 ______________ 332
15 _______________ 98 35 _______________ 228 55 ______________ 335
16 ______________ 103 36 _______________ 234 Epílogo __________ 340
17 ______________ 112 37 _______________ 239
Sinopsis
Un romance tabú independiente, emotivo y lleno de angustia.
Sin embargo, sus partes rotas hablan con las mias y, en medio de todo el caos, se
forma una verdadera conexión.
Lo que hay entre nosotros tiene desastre escrito por todas partes. 5
Pero soy incapaz de resistir la atracción magnética que nos acerca más y más.
Hasta que las líneas se cruzan, los límites se rompen y todo lo que creía saber sobre
mí misma se deshace.
6
Nota de la Autora
Este romance con diferencia de edad inversa contiene escenas maduras, algunos
temas oscuros y situaciones que pueden sobrepasar tus límites. Algunas escenas
pueden ser desencadenantes, y se recomienda precaución al lector. Si te preocupa algún
desencadenante en particular, puedes enviarme un correo electrónico:
[email protected]
7
"En los sueños y en el amor no hay imposibles".
János Arany
8
"El amor no etiqueta".
Marco Aurelio
9
1
KENDALL
—Tu turno —dice Shirley con ese tono de “no me jodas” que le gusta utilizar
siempre que está al mando de algo. El vino se me escapa de la boca y baja por la barbilla
cuando me echa la silla hacia atrás a la fuerza, y las patas de madera chirrían contra el
suelo de baldosas en señal de protesta. Shirley es muy rigurosa con nuestra noche
psíquica anual y se asegura que todo el mundo asista a su sesión a la hora exacta. En
lugar de dirigir un negocio de muebles con su marido, debería estar entrenando
reclutas en el ejército o algo así. Los tendría a todos temblando en sus botas.
Dejo la copa de vino sobre la mesa y me pongo de pie, alisando una mano por la
parte delantera del vestido.
—No estoy segura de estar de humor para esto esta noche —admito, mirando con
ansiedad a Mirabelle que solloza con fuerza en un rincón de la cocina estilo Shaker de
Shirley. 1 Algo que dijo la vidente la asustó mucho, y no sé si tengo el valor suficiente
para escuchar mis verdades esta noche. 10
—Sabes que no puedes dejarlo pasar —dice Viola, mirándome con preocupación.
Somos las mejores amigas desde la escuela secundaria, y ella sabe por qué me lo estoy
pensando. Lo que no es propio de mí, porque yo inicié nuestra tradición anual.
Me fascinan las cosas que no podemos explicar ni controlar. Era esa niña que
evitaba las atracciones en los carnavales y se dirigía directamente a la tienda de la
adivina, lleno de curiosidad y emoción. Cuando Curtis y yo nos mudamos por primera
vez a esta calle, cuando West y Stella eran niños pequeños y Ridge no era más que un
brillo en mis ojos, decidí organizar una noche psíquica en nuestra casa para romper el
hielo y conocer a mis nuevos vecinos. Rápidamente se convirtió en una reunión anual
para nosotras, y cada año alternamos las casas.
Solíamos contratar a diferentes videntes hasta que dimos con Dee hace tres años y
supimos que nos tocó el premio gordo. Hay muchos fraudes en el juego, pero creo
firmemente que hay gente con una capacidad genuina. Personas que tienen el don de
mirar al pasado y al futuro y que ven cosas que la mayoría de los mortales no vemos,
como Dee.
Me entusiasma la idea que alguien pueda guiarnos por las aguas turbias de la vida,
iluminando cosas que podrían interpretarse como preordenadas. Pero creo que
1 Es una forma de decoración que se basa en tres principios básicos: artesanía, simplicidad y
elegancia. A estos tres se le suman también la utilidad y la homogeneidad entre todas las piezas.
Este estilo no resta nada a la funcionalidad y al confort, de hecho aportan muchísimo.
seguimos teniendo libre albedrío. Seguimos teniendo opciones, y elegimos el camino
que recorremos.
—Creía que te agradaba Dee —dice mientras caminamos por el pasillo hasta el
pequeño estudio que hay a la izquierda, justo dentro de la puerta principal.
—Y sí. Me dio buenos consejos estos últimos años. —Me aterra lo que pueda
confirmar esta noche.
—Todo está bien —miento, ofreciéndole una sonrisa más robusta—. Sólo estoy
cansada. Llevo semanas haciendo turnos largos en el trabajo y estoy agotada—. No es
mentira. La oficina está muy ocupada. Últimamente, el trabajo nocturno y de fin de
semana se convirtió en algo demasiado habitual. Estoy a punto de estallar. El tiempo en
familia es muy valioso para mí, y mis hijos están creciendo demasiado rápido. No quiero
perderme tiempo con ellos, y me estoy hartando de tener que trabajar horas extras.
Esta semana pienso hablar con mi jefe sobre el tema.
—Sé que no estamos tan cerca como tú con Viola, pero también estoy aquí para ti.
Sólo quiero que lo sepas. —Sus rasgos se suavizan cuando me mira, y me pregunto si
sabe algo. No le confié nada hace tres años, pero no es inconcebible imaginar que se
enteró de algo a través de rumores. Si los escuchó, nunca los comentó conmigo. Eso es
algo con lo que puedes contar de Shirley. Es discreta.
Me encojo de hombros.
—Más o menos.
—Sí. Curtis consiguió un gran ascenso en el trabajo hace nueve meses y presenté
una solicitud para pasar a trabajar a tiempo parcial, pero me la denegaron. Está muy
ocupado en este momento. Ganamos algunas cuentas nuevas de alto perfil, y el
momento no es el adecuado. Soy la única encargada de la oficina y no hay nadie más
disponible para cubrir las necesidades. Espero volver a presentarme después de
Navidad, cuando las cosas deberían estar más tranquilas. 12
Su mirada sigue sondeando la mía, pero no es incómoda. Sentí una conexión con
Dee en el momento en que la conocí, y simplemente congeniamos. Me siento relajada
en su presencia, aunque me inquiete lo que pueda decir. Sus ideas fueron acertadas en
el pasado, y sé que es honesta. Pensé en organizar algunas lecturas privadas durante el
año, pero no encontré el tiempo para ponerlo en marcha.
Asiento con la cabeza y una sonrisa genuina se dibuja en mi boca. Mis hijos lo son
todo para mí. Me hacen seguir adelante en los días en que parece que no puedo
funcionar.
—Lo están haciendo muy bien. West está en el último año. Stella está en el primer
año y a Ridge le queda un año más antes de empezar la escuela secundaria. Están
creciendo muy rápido. Ojalá pudiera ralentizar el tiempo.
—Puedo decir que algo está jugando en tu mente. ¿Qué puedo hacer por ti, Kendall?
¿Qué te gustaría saber?
Respirando con valentía, me sujeto al borde de la silla mientras exhalo lentamente.
—Creo que está sucediendo de nuevo —admito, tragando sobre el enorme nudo
que obstruye mi garganta—. Creo que Curtis me está engañando. —Despego la lengua
del paladar de mi boca repentinamente seca—. ¿Lo hace?
—No veo nada en relación con tu marido, y presiento que ya sabes la respuesta a tu
pregunta.
—Lo sé. —Como si supiera que estuve retrasando la inevitable conversación. Pero
no voy a pasar por esto otra vez. No puedo. No voy a dejar que me tomen por tonta ni
que me traten como menos de lo que merezco.
—Pregúntame lo que realmente quieres saber. —Me clava esa mirada suya que
todo lo ve.
13
Su intensidad hace que su imagen pase al primer plano de mi mente, y mi corazón
se acelera detrás de mi caja torácica. Mi pecho se agita visiblemente, y las palmas de mis
manos se vuelven sudorosas.
—¿Lo ves? —susurro, temiendo decirlo en voz alta. Ni siquiera puedo obligarme a
pensar en ello, y mucho menos a articular el pensamiento.
Aspiro un grito de sorpresa ante su admisión. Vander se mudó a la zona con sus
padres sólo unos meses antes de nuestra primera sesión, y me negaba rotundamente a
pensar en él como algo más que el nuevo mejor amigo de mi hijo mayor. Entonces tenía
quince años. Quince años. Y… me quito esos pensamientos de la cabeza. Fue en la época
en que Curtis tuvo su aventura y mi mente era un desastre. Sólo así puedo explicar mi
extraña reacción ante alguien que entonces era sólo un niño. No pensé en él de esa
manera en el período transcurrido. No hasta hace poco, cuando la conexión parece ser
cada vez más fuerte.
Y Vander ya no es un niño.
Detengo esa línea de pensamiento. No saldrá nada bueno de ello. Es el mejor amigo
de West. Tiene dieciocho años y está en el último curso del instituto. No debería tener
pensamientos perversos sobre él. Es sólo porque mi matrimonio se está desmoronando
y él me presta más atención que mi marido.
Porque no lo permitiré.
—Está mal —susurro, y mis mejillas se sonrojan al reconocer que ella ve los
pensamientos inmorales que tuve.
—¿Por qué? —Se sienta completamente en su silla y sus ojos se suavizan al clavarse
en los míos.
—¿Cómo qué?
—¿Cómo te mira?
—Como si tuviera una línea directa con mi alma y mis pensamientos y sentimientos
más íntimos. Como si me viera.
Sacudo la cabeza.
—¿No es así?
Frunzo el ceño, preguntándome a qué quiere llegar.
—Yo no te digo lo que tienes que hacer ni te dirijo hacia ningún camino, Kendall. Ya
lo sabes. Sólo puedo decirte lo que veo.
—No estoy segura que estés preparada para escuchar esto todavía, pero voy a
decírtelo de todos modos. Creo que deberías tener la mente abierta.
—Soy más abierta de mente que la mayoría, pero incluso yo estoy luchando con
esto.
—Tal vez tengas que dejar de luchar contra ello y profundizar para descubrir la
verdad oculta.
—¿Qué crees?
—Creo que hay otra persona ahí fuera que comparte la mitad de mi alma, pero las
posibilidades de conocerla son más que escasas, e hice las paces con eso. Pensé que
encontré a alguien con quien conecté. Alguien con quien podría construir una vida y ser
feliz, pero ya no creo en eso. —Me estoy acercando peligrosamente a expresar la verdad
oculta en lo más profundo de mi corazón.
—¿Qué? —suelto, mirándola con los ojos muy abiertos. Seguro que no quiere decir...
—En cada vida, se encuentran el uno al otro porque el vínculo es tan fuerte que
nada puede separarlos. Ni los océanos ni las montañas ni el tiempo ni otras personas.
—Sus ojos se clavan en los míos—. Ni la edad.
Me quedo con la boca abierta y estoy segura que la sorpresa que siento está escrita
en mi cara.
—No importa nada más que la conexión que comparten. —Alcanzando la mesa,
toma mis manos entre las suyas—. Busca en tu corazón, Kendall. La verdad que buscas
está ahí. En cada vida, luchas contra los obstáculos y atraviesas un dolor y una confusión
considerables para volver a encontrarte. Pero encontrarlo ya lo hiciste.
—Vander es la otra mitad de tu alma, Kendall. Depende de ti lo que hagas con ese
conocimiento.
16
2
VANDER
—¿Se fue Hazel? —pregunto cuando mi amigo West se deja caer en el sofá a mi lado.
“God's Plan” de Drake sale de los altavoces portátiles, rebotando en las paredes de
piedra de la casa de carruajes, que es más mi hogar que la fastuosa mansión que hay al
frente de la propiedad de mis padres.
—La dejé en casa. Tiene un toque de queda. —Me quita el porro de los dedos y se lo
lleva a los labios. No me sorprende que haya vuelto sin su novia ni que tenga ganas de
fiesta. Todavía está pensando en lo que aprendió el fin de semana pasado. La verdad es
que yo también estoy enfadado. Aunque tengo menos derecho a estarlo.
Detrás de nosotros, una pequeña multitud de nuestros amigos habla, baila y bebe.
Las sesiones de los viernes por la noche son habituales porque soy el único de mis
amigos que tiene un espacio privado donde podemos salir de fiesta sin la interferencia
de los padres. Lo más probable es que mi madre esté sumida en una neblina de drogas
y alcohol de su propia cosecha, desmayada en la suite principal de la casa. Mi padre está 17
de viaje este fin de semana, lo que significa que está comiendo y cenando con sus
clientes y tirándose a cualquier compañera que sea su última amiga. Se van rotando tan
rápido como la cola de Chick-fil-A 2, y parece que hay un suministro interminable de
caza fortunas y putas dispuestas a montarse en su polla. Me da puto asco, pero lo odio
por mucho más que por sus engaños.
—Eso es lo que pasa cuando sales con estudiantes de secundaria —le digo a mi
mejor amigo antes de terminar mi cerveza y dejar la botella vacía en el suelo junto a mis
pies.
—La quiero— responde West sin dudar.
Sacudo la cabeza y lo veo dar una larga calada al porro antes de devolvérmelo.
—Ya me conoces. Me gustan las mujeres mayores y que sean sencillas. —Unos
deslumbrantes ojos azules y una larga melena rubia llenan los ojos de mi mente
mientras le doy dos caladas al porro. Cierro brevemente los ojos, saboreando la imagen
2 Es una cadena de restaurantes con sede en College Park, Georgia, que se especializa en pollo.
mental, antes de recordar lo imbécil que soy por pensar en Kendall mientras West está
sentado a mi lado.
—El sexo casual no es complicado, y eso es todo para lo que tengo tiempo. —Meter
a cualquiera en mi jodida vida no sería justo, y un hombre no puede aguantar mucho.
Es una de las razones por las que no me acuesto con chicas de la escuela, prefiriendo
encontrar a mis compañeras de sexo en la UCCS.
Las chicas del instituto son igual de dramáticas, y ya tengo bastante de eso en mi
vida. Las universitarias son más maduras y dan menos trabajo. El campus de la
Universidad de Colorado en Colorado Springs es un terreno de caza privilegiado, y suelo
ir a un par de bares universitarios los sábados por la noche con algunos de mis
compañeros mayores del club de boxeo. Sin embargo, hace meses que no me enrollo
con nadie, porque estoy demasiado obsesionado con la única mujer que quiero y no
puedo tener para intentar siquiera follar con alguien más.
Nos mudamos a esta ciudad hace algo más de tres años, cuando ese idiota al que
llamo papá cambió de trabajo. Si le preguntas, te dirá que fue un cambio de carrera
cuando en realidad fue para evitar un gran escándalo. En su momento no me gustó la
mudanza, pero la verdad es que me gusta estar aquí. Tengo buenos amigos, encontré un
deporte que me permite canalizar toda mi frustración acumulada y tomé la cochera en 18
nuestros terrenos como mi santuario-estudio personal.
Y la conocí.
Milana se escabulle junto a Bowie y se dirige a la puerta con la cabeza gacha, con
sus largos mechones rosas cubriendo su bonita cara. West se echa a reír cuando Bowie
se tumba en el sofá de enfrente.
—Sucio amigo. —West luce una sonrisa de comemierda, pero veo el dolor que hay
detrás. El engaño es un punto doloroso—. Abel te va a dar una patada en el culo cuando
descubra que te estás tirando a su chica a sus espaldas.
—¿Qué pasó con el código de hermanos? —pregunta Shepherd, con cara de asco,
pero me doy cuenta que es una fachada para ocultar su dolor. No sé cuánto tiempo lleva
Shep enamorado de Bowie porque me di cuenta hace poco.
No estoy seguro que ninguno de nuestros otros amigos se haya dado cuenta, y es
obvio que Bowie no tiene ni idea. Por lo que vi, es estrictamente hetero, pero ¿quién
sabe? Quizá también le gusten los chicos. Shep es orgullosamente bi, y tuvo aventuras
con chicos y chicas, así que no es un secreto su posición. Lo siento por el tipo. Sé lo que
es querer a alguien que probablemente nunca te querrá.
—Mi hermano es un idiota. —Bowie acepta el porro de Shep, dando un par de largas
y perezosas caladas.
—Le daría una patada en el culo a Ridge si alguna vez se le insinuara a mi chica —
dice West, cogiendo un par de cervezas de la cubitera que hay en la mesa de centro
situada entre ambos sofás.
En este nivel, hay una zona de estar de tamaño decente con una cocina americana
que ocupa la mayor parte del espacio. El dormitorio y el pequeño cuarto de baño con
inodoro y ducha están a la derecha. En el piso superior está mi estudio de arte, que
mantengo cerrado cuando tengo compañía. Normalmente duermo en la casa principal, 19
ya que prefiero no dejar a mamá sola por la noche, pero los fines de semana o cuando
pinto hasta altas horas de la noche, me quedo aquí. Está conectada a la electricidad, así
que tengo Wi-Fi, un televisor, un pequeño frigorífico, un microondas y una cocina
independiente, y compré unos calentadores de enchufe. La cochera tiene todo lo que
necesito para encerrarme lejos de mis padres, que están en guerra, cuando la mierda
golpea el ventilador, como sucede a menudo.
—Menos mal que Ridge sólo tiene nueve años y no tienes que preocuparte por eso
—dice Shep—. A diferencia de Abel. —Mira a Bowie con una mirada de complicidad—.
No me importa lo grande que sea la polla de tu hermano. No deberías tirarte a su novia.
—Shep tiene razón —Asiente West, bebiendo un trago de cerveza—. No puede salir
nada bueno de ello. Tienes que mantenerlo en tus pantalones.
Si Kendall fuera mía, adoraría el suelo que pisa. Pasaría horas mostrándole la reina
que es con mi boca, mis dedos, mi...
Mierda. Me paso una mano por el pelo. No puedo pensar esas cosas aquí. A menos
que me hagan una lobotomía, no sé cómo desalojar los pensamientos de Kendall de mi
mente. Y estoy bastante seguro que no quiero hacerlo.
Se revuelve, gimiendo, mientras acurruca las rodillas contra el pecho bajo las
sábanas.
Exhalo fuertemente, rezando en silencio para tener una fuerza que cada vez es
menor.
—Siéntate —digo en un tono más directo—. Come algo, y luego traeré tus medicinas
para la migraña. —Mis ojos recorren los frascos de pastillas que hay en su mesita de
noche, casi sin contenido. Una botella de vodka vacía yace en el suelo enmoquetado. El
vodka es su veneno preferido porque es inodoro y no se huele en el aliento. Me lo dijo
una vez, cuando me explicaba cómo se las arregla para funcionar en público cuando
asiste a uno de los eventos de papá. Le cuesta mucho emborracharse hoy en día, así que
tomarse media botella de vodka antes de salir de casa le quita los nervios y le permite
interpretar a la perfección el papel de la esposa del abogado rico.
No quiero perder los nervios ni arremeter contra ella. Ya tiene bastante con mi
padre, pero le cuesta mucho ser amable, cariñosa y paciente.
—Diana —Mi tono es firme y roza la agresividad cuando digo lo que tengo que
decir—. Siéntate de una puta vez y come o llamo a papá. —Nunca lo haría, y ella lo sabe,
sin embargo, jugamos nuestro juego habitual.
Ojalá lo fuera. Pero la única figura paterna por aquí soy yo. Lo cual es jodidamente
risible. Sólo cumplí dieciocho años durante el verano, pero a veces me siento mayor.
Como si hubiera vivido mil vidas en esos dieciocho años y estuviera cansado del
mundo.
—Tienes que comer, mamá. —La ayudo a sentarse contra la cabecera, odiando lo
frágil que se siente bajo mis grandes palmas—. Estás demasiado delgada. Tienes que
cuidarte más. —Sé que estoy predicando al vacío, pero nunca dejaré de intentarlo.
Sus padres están muertos, es hija única y no tiene verdaderas amistades. Sólo 21
conocidos. La mayoría son las esposas de los hombres con los que papá hace negocios
o las esposas de sus compañeros de golf en el club y el resort cercanos, y sólo la toleran
en el mejor de los casos. Su única amiga, una antigua compañera de la universidad, vive
en Europa con su marido y no la vio en años.
—Te quiero. —Suavemente, le doy un abrazo, apretando los ojos cuando sus
frágiles miembros se aferran a mí con desesperación.
—Yo también te quiero. —Cuando se retira, las lágrimas ruedan por su cara—.
Siento no haber sido una mejor madre. Siento ser tan débil.
Ya oí todo esto antes. Junto con promesas inútiles de cambiar. Ella lo intento.
Innumerables veces. Pero nunca es suficiente. Nunca soy suficiente. Y tuve que aceptar
nuestra relación unilateral porque seguir albergando esperanzas me estaba matando.
Me restriego las manos por la cara, y mis miembros se sienten cansados por el
cansancio mientras mi móvil vibra en el bolsillo. Es un mensaje de West, invitándome a
cenar el domingo. Es una invitación que viene de lejos. Una que Kendall cursó cuando
se dio cuenta de la clase de vida hogareña que estoy obligado a soportar. Hace meses
que no asisto porque intento alejarme de ella, la mujer que custodia mi corazón y mis
sueños.
Pero hoy estoy vulnerable. Con un poco de resaca de la noche anterior y con el
corazón dolorido porque mamá es un maldito desastre. Ver la cara de Kendall hará que
todo parezca mejor. Así que le devuelvo el mensaje a West, diciéndole que iré más tarde.
No es eso en absoluto.
22
Los sentimientos que tengo por ella no son maternales de ninguna forma o manera.
Es sólo ella.
Que soy demasiado joven para ella y para conocer mi propia mente.
Sé lo que siento.
23
3
KENDALL
—Yo voy —grita West desde el salón, al mismo tiempo que Stella deja el cuchillo de
cocinero y se aleja de la encimera de la cocina.
—No se mueva, señorita. —Le lanzo una mirada cómplice—. Deja que tu hermano
salude a su amigo. —Stella lo intenta todo para no tener que ayudar en la casa. Aunque
intenté transmitir mi amor por la cocina y la repostería a mi única hija, hace tiempo que
tiré la toalla.
Vivir con ella también es interesante. Si el caos desciende, puedes apostar que Stella
está en el centro y lo disfruta. Le gusta presionar los botones y poner a prueba los
límites, y en los últimos años llegamos al límite con ella en varias ocasiones, pero parece
haber superado esa fase de rebeldía destructiva. Su habitación parece una bomba y está
más desordenada que la de los chicos. Algo de lo que se burla West, que es un fanático
de la limpieza. Ya no me molesto en llamarle la atención. Simplemente cierro la puerta
e ignoro el caos. Tiene casi diecisiete años. Lo suficientemente mayor como para
ordenar su propia mierda.
—¿Por qué los chicos no tienen que ayudar? —se queja Stella, echando las
zanahorias cocidas en el colador.
—Los chicos limpiarán después de la cena. Ya sabes lo que hay que hacer —El que
cocina y prepara no tiene que limpiar y viceversa. Los niños conocen las reglas. Estoy a
favor de la igualdad en esta casa, e intenté inculcar los valores correctos a mis hijos. El
resto depende de ellos.
Estoy limpiando el barro del suelo cuando West y Vander entran en la cocina. Tengo
las palmas de las manos húmedas alrededor del mango de la fregona y la sangre se me
sube a la cabeza y me marea un poco. Tengo la sensación que me absorbieron todo el
oxígeno de la habitación y se me erizan todos los vellos del cuerpo. No estoy segura de
haber sentido nunca antes la presencia de alguien en cada molécula de mi ser de esta
manera. Es como si en el momento en que Vander entra en mi espacio yo fuera muy
consciente de ello. Como si estuviera en sintonía con su aura y pudiera reconocerla en 25
cuanto está cerca.
Es desconcertante, y me pone aún más nerviosa. Fui un poco un caso perdido desde
el viernes por la noche cuando Dee me hizo caer en picado.
—Mamá —La profunda voz de West me recuerda que tengo que ponerme las
pilas—. Vander está aquí.
Con una sonrisa en la cara, levanto la cabeza y miro fijamente al mejor amigo de mi
hijo. Es la primera vez que nos vemos en meses, y necesito toda mi fuerza de voluntad
para no jadear cuando mis ojos se fijan en los suyos.
No creía que fuera posible, pero es aún más magnético. Una carga invisible enciende
el espacio entre nosotros y siento un impulso casi insuperable de correr hacia él. Cada
parte de mí se esfuerza por llegar a él, como si me atrajera una fuerza mágica. Esto no
hace más que aumentar la confusión que siento.
Vander llama la atención cada vez que entra en una habitación. No es sólo porque
sea absolutamente guapo, alto y ancho, con unos abdominales marcados y unos bíceps
abultados que no se pueden ignorar. El creciente número de tatuajes que cubren su piel
muestra su obra de arte a la perfección. Sé, de hecho, que diseñó y dibujó cada pieza de
tinta que adorna su tentador cuerpo. Su ajustada camisa negra está remangada hasta
los codos, mostrando nuevas tintas en la parte inferior de sus brazos, y veo que hay más
que suben por su cuello desde el cuello de la camisa. Hoy también lleva aros en la nariz
y en las cejas, y sus penetrantes ojos verdes arden mientras me mira fijamente.
No, es más que lo llamativo que es su aspecto. Tiene una forma de comportarse que
llama la atención, lo quiera o no. Rezuma masculinidad de una manera que nunca antes
note en ningún hombre. Sólo tiene dieciocho años, pero definitivamente no es un niño.
Vander siempre pareció mayor, en apariencia y disposición. Su educación disfuncional
lo obligó a madurar a una edad temprana, y eso es una de las cosas que lo distingue de
sus compañeros.
—¿Te sientes bien, mamá? —pregunta Stella, entrecerrando los ojos hacia mí—.
Estás actuando raro.
El calor me sube por el cuello ante las palabras de mi hija, confirmando que estoy
siendo obvia en extremo.
—Sabes que siempre eres bienvenido en nuestra casa —Tomo las flores y una
sonrisa genuina se materializa en mi rostro—. Gracias. Sabes que no hace falta que
traigas nada, pero te lo agradezco. —Sobre todo cuando hace años que mi marido no
hace nada tan considerado. 26
Después de su aventura, Curtis hizo todo lo posible por compensarme. Me colmó de
afecto y regalos, pero todo parecía falso y forzado, y yo no me atrevía a apreciarlo. Para
cuando me descongelé, Curtis volvió a las andadas, y el afecto y los regalos eran cosa
del pasado.
Vander siempre trae flores o bombones cuando viene a la cena de los domingos, y
sé que es porque está agradecido de ser incluido y aprecia una comida casera. Su
sinceridad nunca está en duda. No sé de dónde sacó sus modales porque no es que haya
tenido ningún modelo a seguir. Creo que simplemente es bueno por naturaleza.
—Tienes suerte de tener una madre que cocine la cena del domingo. Tal vez
deberías ser más agradecido. —Sus ojos clavan a West en su sitio, y el significado es
claro.
—No quise decir nada con eso —West se vuelve hacia mí con una expresión
sombría—. Sabes que te aprecio, mamá, ¿verdad? No podría pedir una madre mejor, y
te quiero. Eres la mejor.
—Déjame tomar eso —dice Vander, acercándose a mí. Aunque tiene cuidado de no
presionarme, está tan cerca que puedo sentir el calor de su cuerpo y casi se me doblan
las rodillas. Contengo la respiración y me agarro al mostrador para estabilizarme
mientras mi corazón se acelera y se producen todo tipo de señales fisiológicas en mi
interior.
—¿Quieres que te lo llene? —me pregunta en ese tono grave y profundo que tiene,
y es un milagro que no me derrita en un charco de babas a sus pies.
—Nuevo día. La misma mierda. —Se frota la nuca y me duele el corazón por él
mientras lleno el jarrón de flores. No creo que Vander haya tenido nunca la oportunidad
de ser un niño normal porque sus padres están demasiado jodidos y son demasiado
egoístas para pensar en todas las formas en que están haciendo daño a su hijo. Me da
asco cada vez que pienso en la mierda que tuvo que soportar.
—¿Están tus padres en casa? —pregunto en voz baja, dejando el jarrón sobre el
mueble de la isla y sonriendo ante las gloriosas flores. El rosa es mi color favorito, y me
pregunto si Vander lo habrá deducido de algún modo. Si es por eso que sólo me regala
flores rosas.
—Así es. Olvidé que Greg estaba con Leland visitando a Einhorn este fin de semana.
Por mucho que odie al padre de Vander, y lo detesto con la intensidad de mil soles,,
tengo que admitir que Greg trajo un montón de nuevos negocios desde que se incorporó
a la empresa hace tres años.
—Guardaré un plato para Diana —le digo, queriendo cambiar de tema—. Sabes que
siempre hago demasiada comida. —Mi mantra es que es mejor tener demasiado que no
tener suficiente. Eso, y que rara vez uso utensilios para medir.
—Gracias, Kendall —Sus ojos se clavan en los míos, transmitiendo tanto con una
mirada, y me cuesta respirar.
Vander tiene esta forma de mirarme que es súper intensa, y es fácil olvidar que hay
alguien más en la habitación. Siempre tuvimos esta poderosa conexión, aunque me
esforcé por negarla a lo largo de los años. Las cosas llegaron a un punto álgido en su 28
fiesta de dieciocho años, durante el verano, y desde entonces estuve en caída libre.
Ahora, con las revelaciones de Dee, estoy cayendo en espiral de nuevo. Estoy llegando
rápidamente a un punto en el que soy incapaz de negar nada cuando se trata de él, y eso
es preocupante a otro nivel.
¿Cuándo se complicó tanto mi vida y qué voy a hacer con Vander y Curtis? Me
gustaría tener respuestas, pero no tengo ni idea y estoy luchando por mantener la
cabeza fuera del agua.
—Tú también estás actuando de forma extraña —Stella mira a Vander con las cejas
fruncidas—. Debe ser algo en el aire. Espero que no sea contagioso. Tengo una cita para
ir al cine esta noche, y si empiezo a actuar de forma extraña, puede que tenga que
abandonar y venir a pasar el rato contigo —Mueve las cejas y se relame los labios.
—No eres divertido desde que empezaste a salir con Hazel. Es como si ella te
hubiera chupado toda la vida. 29
La cara de West se ensombrece y yo me pongo en acción, interponiéndome entre
mis dos exaltados adolescentes. Sólo los separan trece meses y, aunque están muy
unidos, se pelean como perros y gatos la mayor parte del tiempo. El arbitraje es un
requisito habitual para mantener la paz. Coloco una mano de advertencia en el pecho
de West mientras miro a mi hija con una expresión castigadora.
—No habrías dicho eso si lo hubieras visto el viernes por la noche. —Vander se
apoya en el mostrador y le guiña un ojo a su amigo—. Aburrido no es una palabra que
usaría para describir a tu hermano.
—Creo que cuanto menos sepa, mejor —Me gusta involucrarme en la vida de mis
hijos, y me gusta que me hablen de las cosas que pasan, pero hay un límite a lo que
quiero, o necesito, saber.
Miro a Stella.
Pone los ojos en blanco mientras señala con el dedo en dirección a West.
—Eres un chismoso, y me las pagarás —Sus ojos azules revolotean hacia los míos
mientras se coloca las manos en las caderas y se echa el cabello largo y oscuro por
encima de un hombro—. No hay que preocuparse, mamá. Estoy segura que tú y papá lo
hacían mucho peor a mi edad.
Y no puedo decir que quiero más para ella de la vida sin sonar como un hipócrita o
como si me arrepintiera de las decisiones que tomé. Eso sería como admitir que soy
infeliz con la forma en que mi vida resultó, cuando nunca diría eso. Ni siquiera cuando
me siento miserable al pensar que mi matrimonio es insalvable y que lo más probable
es que me espere el divorcio en el futuro.
Mis hijos son mi mundo. Y punto. Aunque tuve que sacrificar mis sueños cuando
quedé embarazada a los diecisiete años, no cambiaría nada. West, Stella y Ridge son lo
mejor que me pasó, y nada cambiará eso. Sin embargo, eso no significa que quiera que
mi hija siga el mismo camino. Quiero que se despreocupe el mayor tiempo posible.
—Tu hermano sólo mira por ti, y prefiero que no me hagas abuela a los treinta y
cinco años.
—Oh, Dios mío. Jurarías que me estoy follando a todo el equipo de fútbol —Stella
lanza sus manos en el aire.
Curtis fija a nuestra hija con una mirada feroz, y yo necesito desviar esto y rápido.
Mi marido se lleva la palma en cuanto a padres sobreprotectores. No es que lo culpe por
ello. Stella siempre fue la niña de sus ojos, y estuvo completamente enamorado de ella
desde el momento en que respiró por primera vez. El año pasado, cuando su novio de
un año la dejó poco después de haberle quitado la virginidad, algo que sólo sé porque
escuché a Stella confesándoselo a su mejor amiga, pensé que necesitaría una orden de
alejamiento para evitar que West y Curtis le dieran una paliza.
—¿Qué está pasando? Por favor, dime que no acabo de oír lo que oí.
—Díselo a la cadena de corazones rotos que dejaste atrás hasta que Hazel te
domesticó —replica Stella mientras Ridge entra en la cocina, tarareando en voz baja. Se
queda quieto, su mirada observadora se dirige a sus hermanos, presintiendo que se
avecinan problemas.
Dejando a un lado el críptico comentario de West para pensarlo más tarde, digo—:
Bueno, ya está bien. Vamos a comer. —Quiero terminar este enfrentamiento antes que
estalle la Tercera Guerra Mundial—. Stella, dales a los chicos un plato a cada uno para
que lo lleven mientras yo corto la carne.
Agarro el cuchillo con más fuerza en la mano, odiando cómo sospecho al instante de
sus motivos.
32
—¿Sinceramente? Hace tanto tiempo que no te fijas en mí, Curtis, que cualquier tipo
de halago llama la atención.
—Actúas como si todo esto fuera culpa mía. —Cruzando los brazos sobre el pecho,
se enfurece mientras me mira fijamente—. Me disculpé, pero nunca me vas a perdonar,
¿verdad? Dijiste que lo dejaste atrás, pero nunca dejarás de castigarme por ello, y estoy
cansado de estupideces, Kendall. Cometí un error e intente compensarte, pero nada es
suficiente. —Se da la vuelta, haciendo una mueca cuando su mirada se posa en el jarrón
de flores—. No necesitas que te preste atención cuando tienes a Vander adulándote con
su pequeño enamoramiento escolar.
La sangre se me escapa de la cara y los nervios me disparan desde todos los ángulos.
Curtis resopla de forma burlona.
» No es que culpe al chico por sus problemas con su madre. Si yo tuviera a esa zorra
borracha por madre, también estaría babeando por la madre de mi mejor amigo. —Con
esas impresionantes palabras de despedida, mi marido sale de la cocina mientras yo
trato de ignorar la hiriente insinuación y corto el cordero con manos temblorosas.
—Estaba delicioso —proclama Vander, dejando los cubiertos sobre su plato vacío—
Gracias. —Levanta la cabeza para mirarme, y le ruego en silencio que mantenga su cara
de juego.
—De nada —Sonrío suavemente a Vander mientras alejo mi plato apenas comido.
—Claro que sí, amigo. —Acaricia el pelo rubio de Ridge y le besa la frente—. Ayuda
con la limpieza mientras me cambio la ropa de golf. Entonces saldremos. —Curtis se
levanta y deja la servilleta en la silla antes de salir de la habitación, sin dar las gracias ni
mirar en mi dirección.
Imbécil.
No es el único que trabaja duro toda la semana. Sin embargo, sus fines de semana
son para el ocio. Copas con los chicos los viernes por la noche. El golf con sus amigos en
el club. Caminatas y acampadas con los niños. No envidio que pase tiempo con los niños,
y es mucho mejor padre que marido, pero no lo mataría preparar la cena alguna vez o
prepararme un baño u ofrecerse a acompañarme cuando soy voluntaria en la residencia
de ancianos los sábados por la tarde.
Miro alrededor del comedor, notando que los chicos se fueron y que casi toda la
mesa está limpia.
—No somos estúpidos, mamá. Vi las miradas que te echaba, y metiste un par de
indirectas.
Traté de no dejar que las cosas se muestren delante de los niños, pero está llegando
a un punto en el que ninguno de los dos es capaz de mantenerlo atrapado dentro.
Tenemos que sacar esto adelante, de una vez por todas, y tomar algunas decisiones
difíciles. No quiero que nuestras acciones estropeen a los niños o los perjudiquen más
de lo que lo harán. No quiero enfadar a Stella ahora, pero tampoco voy a endulzarlo. No
voy a faltar al respeto a mi hija mintiéndole o fingiendo que sus observaciones son
erróneas.
—Hay algunas cosas que tu padre y yo tenemos que discutir. Siento que hayas
percibido la tensión en la mesa. No era mi intención.
—¿Está engañándote otra vez? — pregunta West, desde atrás, y yo me doy la vuelta. 34
Sus ojos arden de ira mientras aprieta los puños a los lados.
—¿Cómo? —pregunto.
El dolor se extiende por el rostro de West, y eso me cala hasta los huesos. No quiero
que mis hijos sufran por los pecados de su padre. Pensé que llevarlo de vuelta era lo
correcto. Para protegerlos de la verdad. Pero, últimamente, lo único que hago es
cuestionarme a mí misma.
—Dijo que me parecía a él, y luego se apretó contra mí y dijo que se preguntaba si
me parecía a él en todas partes mientras... —Sus labios se fruncen, y su mandíbula se
cierra con fuerza mientras deja de hablar deliberadamente.
—Ponte en la fila —Me inclino y abrazo a mi hija—. Te quiero —Le doy besos en su
cabello oscuro.
—Yo también te quiero, mamá —Me rodea con sus brazos, y entonces West está allí,
abrazándonos a las dos también.
Las lágrimas pinchan mis ojos mientras palmeo cada uno de sus rostros mientras
me envuelven en su reconfortante abrazo.
—Los amo mucho a los dos, y siento que se hayan enterado así.
—¿Por qué no nos lo dijiste? —grazna West, con los ojos sospechosamente
vidriosos—. Sabía que algo pasaba esa vez porque papá estuvo fuera mucho tiempo, y
nunca estuvo fuera por negocios tanto tiempo.
35
Eché a Curtis cuando descubrí que tuvo una aventura con su secretaria, que
entonces tenía veintitrés años, y sólo lo dejé volver después de cinco semanas por el
bien de los niños.
—Siento no haberles dicho la verdad, pero quería protegerlos a los dos. Ya estaban
en una edad sensible y pasando por muchas cosas. No quería que se preocuparan —
Tragándome mi orgullo y mi dolor, digo lo que hay que decir—. No quiero que ninguno
de los dos odie a su padre por esto. Lo que pasó es entre nosotros como marido y mujer.
Sigue siendo su padre. Lo que hizo no cambia eso.
—Al diablo con esa mierda —West quita sus brazos de alrededor mío y de su
hermana—. Te faltó el respeto, y eso no me parece bien.
—¿Cómo pudo hacerte eso? —Stella es dura como una roca, pero está al borde de
las lágrimas.
—Es un maldito idiota —West hace crujir sus nudillos—. Quiero decir, mírate —
Agita sus manos en mi dirección—. Eres jodidamente hermosa. Todos mis amigos se
empalman contigo y no pueden creer que seas mi madre porque pareces muy joven.
Siempre estás en la cima de las listas de MILF 4.
4 Normalmente una MILF hace referencia a cualquier mujer atractiva que, por su edad, podría ser
la madre de la persona que emplea el término.
—Es mucho más que el hecho que seas preciosa —añade Stella—. Eres inteligente
y divertida y tan jodidamente agradable. Te ocupas de esos viejos pervertidos
malolientes de la residencia de ancianos con una sonrisa en la cara. Eres la primera que
se ofrece a ayudar cuando alguno de nuestros vecinos o amigos tiene problemas. Asistes
a esas aburridas reuniones en los colegios, y siempre haces magdalenas y golosinas para
las ventas de pasteles cuando otros padres simplemente fingen que la basura comprada
en la tienda que suministran es casera. Ni siquiera te enfadas cuando cometo una
estupidez, sino que te tomas el tiempo de explicarme por qué debería ser más
considerada con mis acciones. Diablos, incluso tu extraña obsesión por la filosofía es
entrañable. —Se ahoga en un sollozo—. Es como dijo Vander. Somos afortunados. Papá
tiene suerte. ¿Qué clase de idiota no ve eso?
—Dios, los quiero. —Los abrazo más fuerte—. No puedo responder por su padre.
Necesitamos una reunión familiar para hablar de esto. Sólo nosotros cuatro. Ridge es
demasiado joven.
—No quiero hablar con el imbécil —dice West, saliendo de mis brazos—. No hay
nada que pueda decir que arregle esto.
—Cariño —Tomo sus manos, apretándolas—. No hagas esto por él. Hazlo por mí.
En primer lugar, necesito tener una conversación aparte con mi marido, y no puede
esperar más.
5
VANDER
Abro el grifo demasiado rápido, sin importarme que el agua me salpique la camisa
mientras aclaro con rabia los platos antes de cargarlos en el lavavajillas mientras West
y Stella hablan con su madre. Oí la mayor parte de la conversación, escondiéndome
detrás de la puerta del comedor, escuchando a Kendall poner excusas por ese patético
pedazo de mierda con el que está casada. Cuando ya oí suficiente, volví a la cocina antes
de hacer algo imprudente, como subir las escaleras y estrellar mis puños contra la cara
engreída de Curtis.
Nunca me agradó ese hombre, ya que veo al instante a través de él. Le encanta el
sonido de su propia voz y cree que el mundo gira a su alrededor. Vi cómo coquetea con
otras mujeres en los eventos, y es casi tan malo como mi padre. No pega a su mujer ni a
sus hijos, pero esa es la única diferencia entre él y Gregory Henley. En todo lo demás,
son dos guisantes en una vaina. Antes me sorprendía que no se llevaran bien hasta que
me di cuenta que es porque son demasiado parecidos y competitivos. Ahora que papá
lleva la cuenta del contratista de defensa para el que trabaja Curtis y que el padre de 37
West está ascendiendo en el escalafón, se ven obligados a pasar más tiempo juntos,
dentro y fuera del campo de golf, y apuesto a que las pullas vuelan.
Al cargar el último plato en el lavavajillas, saco una pastilla de la caja que hay bajo
el fregadero y la pongo en marcha. Luego lleno el fregadero con agua tibia y jabón y me
pongo a fregar las ollas. Necesito tener las manos ocupadas para no subir corriendo a
darle una paliza a ese idiota tramposo.
Mi odio hacia Curtis Hawthorne fue instantáneo e instintivo, por las razones ya
mencionadas. Pero era más que eso. El pensamiento predominante en mi cabeza la
primera vez que lo conocí fue: “Tienes algo que me pertenece”. Es como si una vocecita
estuviera en mi oído, cantando una y otra vez hasta que se alojó permanentemente en
mi cerebro. No hizo falta mucho para convencerme cuando la conocí.
Si mi reacción ante Curtis fue fuerte, mi reacción ante Kendall es algo que nunca
pude describir adecuadamente. Fue algo más que una reacción fugaz, un flechazo o un
deseo instantáneo. Fue como si algo hiciera clic dentro de mí. La oscuridad que me
acechaba se retiró al instante, cegada por la luz y la bondad que emanaban de ella como
un sol líquido. Era como si todas las piezas irregulares de mi corazón encajaran
perfectamente en su sitio y las grietas empezaran a unirse.
En cuanto la vi, me invadió una intensa sensación de alivio, como nunca antes sentí.
Pero también fue más allá. El vacío que siempre existió en mi interior se desvaneció, y
me sentí entero, completo, renacido, repuesto. Como cada vez que estoy en su
compañía.
Todavía no lo articulo correctamente, pero no necesito palabras. No cuando tengo
esta conexión con ella. Este vínculo que se siente como si nunca pudiera romperse,
incluso si Kendall todavía lo niega.
—No tenías que hacer todo eso tú solo —dice, entrando en la cocina, calmando
inmediatamente los bordes desgarrados de mi frustración y rabia.
—Necesitaba ocupar mis manos; si no, habría encontrado una forma mejor de
gastar esta energía inquieta —admito con sinceridad, colocando la última olla lavada
en el escurridor y sacando el tapón del fregadero. Me doy la vuelta para mirarla,
mientras saco la toalla de la encimera y me seco las manos. La taladro con una mirada
punzante para que entienda exactamente lo que estoy diciendo.
—Sí —digo entre dientes apretados—. Pero siempre supe qué clase de hombre es
tu marido —Me acerco a ella, echando una rápida mirada hacia la puerta de la cocina
para asegurarme que no hay nadie cerca. Mi corazón se acelera al mirar su hermoso
rostro—. No hagas eso. No te avergüences. No hiciste nada malo. Todo esto es culpa de
él, y no te merece. —Levantando mi mano, rozo con mis dedos su mejilla, disfrutando
de la sensación de su piel sedosa bajo mi tacto—. Nunca fue digno de ti.
West se escabulló a uno de los dormitorios con Hazel, así que es la primera
oportunidad real que tengo de observar a Kendall. Incluso cuando estoy borracho, sé
que es mejor no mirar a su madre en su presencia. West es el mejor amigo que tuve.
Estamos tan unidos como hermanos, así que sé que se sorprendería si supiera la
intensidad de mis sentimientos por su madre. Últimamente, mis pensamientos sucios y
mis fantasías perversas se dispararon, y no sé cuánto tiempo más podré contenerme y
no hacer o decir algo.
39
Ahora tengo dieciocho años. Legalmente un adulto. Así que, técnicamente, no hay
ninguna razón legal por la que no podamos estar juntos. Me parece ridículo que se me
permita votar, tener sexo y casarme, pero no beber. ¿Qué clase de imbécil ideó esa ley?
—¿Quieres salir de aquí? —pregunta Gayle, rodeando con su mano huesuda la parte
inferior de mi brazo y empujando su cara hacia la mía. Su vestido es tan bajo en la parte
delantera que prácticamente puedo ver sus pezones. No me atrae en absoluto.
—Ni aunque fueras la última mujer del planeta —le digo con crueldad, con la
esperanza que eso la haga entender. Llevo toda la noche rechazando amablemente sus
insinuaciones, pero ya no me hago el simpático.
—Eres un idiota.
—¿Por qué no estoy interesado en ti? —Me inclino con una mirada oscura—.
Noticia de última hora, cariño. Es mi cumpleaños. Mi casa. Mi cuerpo. Lo que haga en
ella, dentro de ella y con ella es asunto mío. Déjame en paz o lárgate. —Es muy grosero,
pero ya no me importa. Sin esperar una respuesta, me alejo en busca de mi presa.
La encuentro unos minutos más tarde, hablando con su vecina Shirley y con una
pelirroja menuda de grandes pechos. La conocí antes. También trabaja en Bentley Law.
June o algo así. Se encarga del marketing y sé que es la mejor amiga de Kendall en la
oficina.
Observo a Kendall desde la distancia durante unos instantes, simplemente
absorbiéndola. Siempre está muy guapa, pero maldita sea, esta noche está de muerte.
Su larga melena rubia cuelga en suaves ondas sobre los hombros, y lleva más maquillaje
que de costumbre. Sus labios son de un rojo intenso y quiero chupar, morder y lamer el
carmín hasta que su boca esté hinchada y amoratada por mis besos. Un vestido negro
ajustado y sin tirantes abraza sus hermosas curvas y se detiene justo por encima de la
rodilla. Sus esbeltas y torneadas piernas están enfundadas en un par de zapatos de
tacón negros y dorados, y la visión de tenerlas envueltas alrededor de mis hombros
mientras me la follo surge instantáneamente en mi mente. En mi cabeza, me la follé de
todas las maneras y en todos los lugares. La sangre corre hacia el sur, engrosando mi
polla detrás de los vaqueros, y mis dedos se agitan a mi lado, picando con el deseo de
tocarla.
Ninguna otra mujer tuvo una oportunidad conmigo. Desde el momento en que
conocí a Kendall, ella es todo lo que veo y todo lo que quiero.
Me cansé de esperar.
—No te vayas —susurro, rodeando con mis dedos su delgada muñeca. Acerco mi
boca a su oído—. Necesito hablar contigo. Podemos hacerlo en privado o aquí. Me da
igual. Gritaría con gusto mis verdades para que las oyera todo el mundo, pero no creo
que te guste.
Sus ojos se abren de par en par y su boca forma una O cuando June se detiene,
volviéndose para mirarnos con ojos curiosos.
Me río en voz baja mientras la tomo de la mano y la conduzco hacia la puerta del
pasillo.
—Culpable de los cargos —Sonrío mientras la dirijo hacia el pasillo. Hay algunas
personas fuera, pero las ignoro y paso por delante de las puertas cerradas hasta que el
pasillo se despeja y nos perdemos de vista. Agarrando a Kendall de la mano, tiro de ella
hacia la biblioteca, cerrando y asegurando la puerta tras nosotros.
Se apoya en la puerta, apoya las palmas de las manos en la madera y me mira con
ojos de pánico.
—¿Qué estás haciendo? —me pregunta con un tono sexy que me hace sentir cosas
raras por dentro. Sé que no es consciente de lo seductora que suena cuando baja la voz,
pero nunca deja de excitarme.
—Lo que debería haber hecho hace mucho tiempo —ronroneo, aprisionándola con
mis brazos e inclinándome para apretar mi cara contra su cuello. Inhalo su embriagador
aroma. Al principio, es un aroma floral delicado y ligero, hasta que notas más oscuras
de especias me hacen cosquillas en las fosas nasales, y gruño contra su suave piel. Es el
perfume perfecto para ella. Una bondad centelleante mezclada con un trasfondo de
deliciosa picardía. Igual que la mujer que lo lleva—. Dios, hueles divino. Como el sol y la
tentación. —Mi lengua sale y lame un lento camino por la columna de su elegante
cuello—. Eres perfecta.
—¿Por qué? —De mala gana, levanto la cabeza y doy un paso atrás. Sus manos se
desprenden de mi pecho, y al instante echo de menos su contacto. Nunca haré nada que
la haga sentir incómoda. No importa lo mucho que la desee y que pueda ver todo lo que
esconde de sí misma.
—¿Por qué? —Su cara refleja la incredulidad en su tono—. ¡Tú sabes porqué! Estoy
casada. Eres el mejor amigo de mi hijo, y soy demasiado mayor para ti.
Me doy cuenta que no niega nuestra conexión ni refuta mis sentimientos ni los
suyos. Puedo trabajar con eso.
—No puedes negar que te atraigo. Que sientes algo por mí. Sé que no soy el único
que lo siente. —Tomo su mano y la pongo sobre mi pecho, donde mi corazón late como
loco porque a los dos nos encanta estar así de cerca de ella. ¿Imagina lo que sería poder
tocarla a voluntad? La sensación más cercana a la euforia se instala en lo más profundo
de mi pecho, mi cuerpo palpita por la emoción y por ella—. Te veo, Kendall. Veo lo que
intentas ocultar de ti misma. Pero no puedes ocultármelo a mí. Lo sé. —La atravieso con
toda la intensidad de todo lo que siento por ella.
Levanta la cabeza y dirige sus ojos hacia los míos, con la sorpresa reflejada en su
rostro.
Sonrío, asintiendo.
—Gracias por el libro. Lo subrayé hasta la saciedad. —Mi cumpleaños real era el
lunes, y Kendall me regaló el libro cuando vine a pasar el rato con West esa noche.
También me hizo una tarta, y si no estuviera ya enamorado de ella, eso habría cerrado
el trato.
Sus rasgos se suavizan, sus ojos brillan y su boca se curva en una sonrisa, y yo me
quedo paralizado. Es la mujer más bella del mundo. Cuando me mira, nada más importa.
Sólo ella.
A la mierda. Ahora es todo o nada. Le pongo la mano sobre el corazón y bajo la cara
hacia la suya, dejando sólo un pequeño espacio entre nuestras bocas. Su pecho se agita
visiblemente y un tono rosado sube por su cuello hasta sus mejillas. Juraría que dejó de
respirar.
—Mi corazón late sólo por ti. —Aprieto su mano—. ¿Lo sientes? Tú lo mantienes. 42
Lo haces crecer. Lo llenas tan completamente que ninguna otra mierda en mi vida
importa. Lo único que importa eres tú. —Apoyé mi frente contra la suya, mirándola
profundamente a los ojos mientras admitía la última verdad—. Te amo, y no hay
absolutamente nada malo en ello.
6
KENDALL
Vander me mira fijamente, pero su mente está ausente, y sospecho que está
reviviendo la noche de su fiesta de dieciocho años, como acabo de hacer yo.
‘’Te quiero, y no hay absolutamente nada malo en ello’’. Sus palabras están grabadas
en mi cerebro, y pienso en ellas, y en él, a menudo. El recuerdo me reconforta y me
duele. Consuelo porque, cuando estoy en lo más bajo, pienso en la forma en que Vander
me miró cuando admitió sus sentimientos, y nunca me sentí más amada o apreciada
que en ese momento. Dolor porque no puede pasar, no importa cómo nos sintamos.
Puede que sea infeliz en mi relación, pero sigo casada, no soy infiel, y no voy a
incumplir mis votos matrimoniales porque no voy a ser responsable de destrozar a
nuestra familia. Nadie lo entendería, incluso si lo hiciera. Y mucho menos West, y mis
hijos son lo primero. Por eso hui de la casa de Vander después que pronunciara esas
palabras, sin responder por miedo a decir o hacer lo que no debía.
43
Porque estaba tentada.
Se pasa una mano por el pelo, desordenando el peinado, haciendo que ondas de
mechones oscuros caigan sobre su frente, y, oh, cómo deseo tocarlo. Ojalá supiera lo
que se siente al pasar los dedos por su pelo, al apretar los labios contra cada centímetro
de su cuerpo y al dejar que se mueva dentro de mí. Aprieto sutilmente los muslos
mientras la lujuria líquida llega a mi descuidado núcleo, recordándome que sigo siendo
un ser sexual. Debería avergonzarme por tener esos pensamientos, pero últimamente
encuentro cada vez menos razones para sentirme culpable por las fantasías traviesas
que tuve con Vander Henley.
Debería sentirse mal. Sólo tiene dieciocho años y es el mejor amigo de mi hijo.
Entonces, ¿por qué siempre se siente tan bien?
—No hace falta que lo digas para que lo sepa. No soy el único que roba miradas
furtivas o que disfruta pasando tiempo juntos, y te olvidas que te veo, Kendall. —Se
acerca, cerrando la brecha que acabo de crear, tomando mis manos entre las suyas—.
Sé quién eres, y veo las cosas que ni siquiera tú ves o te niegas a reconocer. —El calor
se filtra en mis manos y sube por mis brazos cuando sus callosas palmas cubren las
mías. Libera una mano y la lleva a mi nuca mientras sus dedos se enredan en mi pelo.
Inclinando mi cabeza hacia atrás, me mira fijamente a la boca como si quisiera
devorarla, y estoy a segundos de lanzar toda la precaución al viento y decirle que lo
haga.
Cuando me mira así, cuando me toca así, todo el pensamiento lógico y las
convicciones anteriores salen por la ventana.
—Nuestras almas están talladas en la misma entidad. Tú eres la otra parte de mí.
Estaba destinado a encontrarte, Kendall. Siempre estuvimos destinados a ello.
44
No puedo contener mi grito de sorpresa cuando se acerca inquietantemente a
confirmar la afirmación de Dee. No sé qué está pasando, pero siento que estoy
perdiendo el control. Que no puedo detener la fuerza que está en juego, por mucho que
lo intente.
Se inclina y acerca su boca a mi oído. Su cálido aliento pasa como un fantasma por
mi piel, provocando un delicioso escalofrío. Mi corazón palpita de necesidad, e
internamente, mi alma me grita que tome lo que es mío.
No importa lo que diga o lo que crea Dee; Vander tiene dieciocho años. Tiene toda
la vida por delante, y empezar algo no acabaría bien.
Soy consciente que soy especialmente vulnerable ahora, pero tengo que
mantenerme fuerte.
—¿Por qué haces esto ahora? Pensé que lo habías entendido. Por eso te alejaste. —
Se echa hacia atrás, aun sosteniendo mis manos. Debería apartarme, pero no lo hago.
Siento una paz interior cada vez que lo toco, y me aferro a ella como a un salvavidas.
—Me mantuve alejado a propósito porque no estabas preparada para admitir la
verdad, pero me cansé de esperar, Kendall. —Me suelta las manos y me estrecha la cara
entre sus grandes y cálidas palmas—. Voy a luchar por ti ahora porque me perteneces.
Ese imbécil nunca te apreció, y no eres feliz. West y Stella lo ven, y yo lo veo. Me
equivoqué al alejarme, pero no volveré a cometer ese error. —Una férrea
determinación le invade el rostro—. Déjalo. Quédate conmigo. Déjame amarte cómo te
mereces.
Vander se ríe, y sus ojos irradian amor y adoración. Dios, sería tan fácil perderse en
esas hipnotizantes profundidades esmeralda. Imaginar un mundo en el que no hubiera
barreras que nos separaran y a nadie le importara que estuviéramos juntos, un mundo
en el que pudiéramos ser felices. Puedo verlo. Fácilmente. Ese pensamiento por sí sólo
debería escandalizarme, pero siempre fui capaz de mirar más allá del exterior y ver la
verdad del hombre que tengo delante. A veces tengo que recordarme su edad porque,
cuando pasamos tiempo juntos, a menudo lo olvido.
Pero esa visión es sólo un sueño. La realidad es que hay demasiados obstáculos en
nuestro camino, y yo tengo una familia. Una familia a la que no puedo renunciar. Si
puedo arreglar las cosas con Curtis, y encontrar una manera de hacer que las cosas
funcionen y mantener nuestra familia intacta, eso es lo que debo hacer. Aunque eso 45
signifique sacrificar mi felicidad y el amor potencial de toda una vida con el chico que
está delante de mí, abriendo su corazón, y sin escudarse en nada.
—No puedo dejar a Curtis —digo finalmente, retirando sus manos de mi cara y
dando un paso al otro lado de la unidad de la isla, creando una barrera física entre
nosotros—. Es mi marido. El padre de mis hijos.
—Mi felicidad no entra en juego —Me tiemblan las manos mientras saco el Saran
Wrap 5 del cajón y cubro un plato de comida para Diana.
—Mentira —Golpea con el puño cerrado la encimera de mármol—. Puedes ser una
madre cariñosa y también ser feliz. Esas cosas no son mutuamente excluyentes.
—Lo entiendo más que la mayoría —se queja, y un músculo salta en su mandíbula—
Si mi madre hubiera dejado a mi padre cuando yo era un niño, cuando él empezó a
pegarle, habría tenido la oportunidad de ser feliz, y seguro que yo estaría mucho menos
marcado. No te engañes pensando que estás haciendo lo correcto por tus hijos al
quedarte con él.
—¿Lo amas?
Él sonríe.
—Ya me oíste —Sus ojos se clavan en los míos—. Te amo, y quiero oírte decirlo
también.
—Deja de desviar la atención, Kendall, cariño. —Me sujeta la barbilla con fuerza y
me levanta la cabeza—. Responde a la pregunta. ¿Me amas?
—No lo sé —susurro, y esa es la verdad. Sé que tengo fuertes sentimientos por él.
Sentimientos que no tengo que tener, pero no los etiqueté. No sé si es porque no puedo
descifrar lo que siento, porque mi situación con Curtis me está desordenando la cabeza
o porque soy demasiado cobarde para admitirlo.
Sus dedos aflojan su agarre en mi barbilla mientras me mira fijamente a los ojos.
—No te presionaré, pero esta vez no me echaré atrás. —Me suelta y da un paso
atrás, llevándose todo el calor con él—. Sabes dónde estoy si me necesitas. Estaré
esperando. —Coge el plato para su madre—. Gracias de nuevo por la cena —dice, y se
marcha sin volver a mirarme.
—Tenemos que hablar —le digo a Curtis más tarde esa noche, cuando Ridge está en
la cama. Mi marido salió unas horas después de volver de su paseo en bicicleta con 47
nuestro hijo, y no tengo ni idea de adónde fue. Cuando regresó a casa, se fue
directamente a su despacho, y desde entonces está encerrado aquí. Quiero sentarme
con Stella y West, por eso nos esperan en el salón. Pero primero necesito saber si está
pasando de nuevo. Me cruzo de brazos y dirijo a mi marido una mirada solemne—.
¿Estás teniendo otra aventura?
—No utilices ese tono conmigo. Hice todo lo que me pediste en los últimos tres años,
y nada es lo suficientemente bueno para la Pequeña Señorita Perfecta. —Se inclina hacia
delante en su silla y me mira fijamente—. Esto es tan típico de ti.
—Te estás desviando —Me froto el dolor que se extiende por mi pecho—. Supongo
que tengo mi respuesta.
Me mira fijamente a los ojos mientras dice—: No estoy teniendo una aventura.
No estoy segura de creerle, pero esta vez no tengo pruebas. Supongo que tendré que
aceptar su palabra. Por ahora. Mis hombros se desploman en señal de alivio y descruzo
los brazos, dejándolos colgar a los lados.
—¡No se los dije! —grito—. ¡Lo hizo esa estúpida zorra conspiradora!
Una mirada de trueno recorre el rostro de Curtis mientras West me dirige al sofá de
cuero del rincón.
48
—¿Es eso cierto, hijo? —pregunta, levantándose y caminando hacia nosotros. West
me sitúa entre él y su hermana, manteniendo su brazo alrededor de mí mientras Stella
se acerca, y nunca quise más a mis hijos que en este momento. Su apoyo me da el valor
para levantar la cabeza y recordar que yo no soy la culpable.
Curtis se deja caer en el sillón de cuero de respaldo alto, apoyándose en los codos,
incapaz de ocultar la mirada dolida de su rostro. Vaya. Realmente está jodido. West mira
con desprecio a su padre mientras me rodea con el brazo.
—Tu puta quería probar la versión más sexy y joven, pero le di una patada en el
culo. Como deberías haber hecho tú, patético pedazo de mierda.
7
KENDALL
—Eso es una puta mierda —dice Stella, sentándose más recta—. Los dos sabíamos
que pasaba algo. Te fuiste, papá. Mamá no tuvo que decirnos que te echó para que
supiéramos que no era normal.
—Y luego volviste, y ella se estremecía cada vez que te acercabas a ella —dice West,
alejándose de su padre. Le tiendo la mano y lo atraigo hacia mí.
Curtis parece inquieto mientras nos observa a los tres. Puede ver de qué lado están
nuestros hijos. La idea me alegra el corazón, pero al mismo tiempo tengo que intervenir.
No quiero que su relación con él se vea perjudicada por algo que me hizo a mí. Sigue
siendo su padre. Si no podemos arreglar esto y nos separamos, ellos necesitan tener
una relación con él, y les debo a mis hijos hacer lo que pueda para permitirlo.
—Al principio fue difícil para mí —admito, con la mirada rebotando entre mis
hijos—. La confianza se rompió y me sentí muy herida. Pero fuimos a terapia de pareja
y trabajamos duro para superarlo.
—Digan lo que tengan que decir —les digo—. Pongan todo sobre la mesa ahora y,
con suerte, podremos superar esto.
—No están contentos —dice Stella—. Ninguno de los dos. No estamos ciegos.
—Soy feliz —protesta Curtis, agarrando con fuerza los reposabrazos—. Quiero a mi
familia y estoy en un buen momento en mi carrera. Si algo captaste es el estrés de mi
nuevo trabajo. Tengo muchas responsabilidades adicionales, y estoy sintiendo la
presión.
—No digas tonterías, papá. —West envía dagas a Curtis—. No somos niños
pequeños. Ya no puedes tomarnos el pelo. —El enfado desaparece de su cara y es
sustituido por una expresión de lo más triste. Sus ojos se vuelven vidriosos—. No veo
ningún amor —susurra, apretando un beso feroz en la parte superior de mi cabeza—.
Era tan obvio en las vacaciones. Odié la forma en que le hablabas a mamá. Odio la forma
en que la tratas. No está bien.
—Es nuestra madre. —La voz de Stella ondea con emoción—. Tu mujer, y no se
merece esto. Ella siempre nos pone en primer lugar, y no es justo.
—Por supuesto que no. —Levanto la cabeza a tiempo para ver a Curtis negando
vehementemente con la cabeza. Se desliza hasta el suelo y se arrodilla ante nosotros,
tomando la mano libre de nuestra hija en la suya y llevándosela a los labios. Le besa el
dorso de la mano—. Siento haberle fallado a nuestra familia. —Soltando su mano, se
pone delante de mí—. Siento haberte fallado. —Las lágrimas se acumulan en sus ojos, y
quiero creerle, pero me resulta difícil—. Sé que no me esforcé lo suficiente últimamente,
pero te quiero, Kendall. Me encanta esta vida que construimos, y lo haré mejor. Te lo
prometo. No quiero el divorcio. Quiero arreglar las cosas.
Estoy algo adormecida mientras le escucho decir todas las cosas correctas. Miro a
mi hijo y a mi hija, y ambos me miran con esperanza, y sé que tengo que hacerlo.
—Yo también te quiero. —Las palabras se sienten huecas a mis oídos, y mi corazón
no reacciona en absoluto cuando se inclina y me besa. No recuerdo la última vez que me
besó, y siento una tristeza abrumadora cuando sus labios rozan los míos. El marcado
contraste con lo que sentí antes cuando Vander hizo lo mismo es revelador.
Entonces, sentí un cosquilleo por todas partes y tuve que librar una feroz batalla
interna para no agarrarle la cabeza y besarle hasta la saciedad.
Ahora, tengo que ocultar un escalofrío y reprimir las ganas de empujar a mi marido.
Me esfuerzo por esbozar la más brillante de las sonrisas mientras me dirijo a mis
hijos.
—Ustedes son todo para nosotros —dice Curtis, y es lo único en lo que seguimos
estando de acuerdo—. Siento haberlos defraudado. Me avergüenzo de mis actos, pero
tienen que dejarlo a un lado y dejar que mamá y yo lo solucionemos.
—No puedo prometer eso, papá. No dejaré que vuelvas a hacer daño a mamá.
Trátala bien y no hay nada de qué preocuparse.
—Puedo hacerlo, hijo. —Le da un abrazo—. Estoy orgulloso del hombre en el que
te estás convirtiendo y emocionado por tu futuro. —Se aparta, esbozando una sonrisa
de orgullo—. Concéntrate en la escuela y el fútbol, y deja que nosotros nos encarguemos
del resto.
51
—¿Seguro que estás bien, mamá? —pregunta Stella, inspeccionando mi cara con
atención.
—Estoy bien, cariño. Papá tiene razón. Sólo concéntrate en la escuela, y disfruta de
ser un joven. Las responsabilidades llegan más rápido de lo que crees. Disfruta de la
despreocupación y vive tu mejor vida.
—Intenta apartar esto de tu mente, y déjanos ser los adultos. —Le quito los
mechones oscuros de los ojos—. ¿De acuerdo?
—No, gracias. —Coloco las manos sobre mi regazo, observando cómo se prepara un
whisky. Vuelve a acercarse, reclamando la silla en lugar de sentarse a mi lado—. ¿Lo
decías en serio? —pregunto, mirándole fijamente a los ojos.
—¿Qué parte? —Mueve las cejas mientras agita el líquido de color ámbar en su vaso.
—Toda.
—Lo decía en serio cuando dije que West tiene que centrarse en la escuela y en el
fútbol. No podemos estropear esta oportunidad para él. Podría llegar a la NFL. Podría
tener la oportunidad que yo perdí cuando me rompí el brazo. Nada puede distraerlo de
eso.
Siempre supe que Curtis vive a través de nuestro hijo. Si no supiera que West vive
y respira fútbol, habría impedido que Curtis lo presionara tanto, pero la verdad es que
es lo que West quiere.
—Estoy de acuerdo. Es lo mismo para Stella. El año junior sigue siendo un año
importante. Tenemos que esforzarnos más. No tenía ni idea que se hubieran fijado
tanto.
—Son chicos inteligentes —Apura su bebida antes de levantar sus ojos hacia los
míos. Veo cero calidez o compasión allí—. Así que tenemos que montar el espectáculo
de nuestra vida. Al menos hasta que Stella se gradúe en el instituto, y entonces 52
podremos divorciarnos. —Aunque últimamente pensé mucho en el divorcio, sus
palabras siguen siendo un golpe. No estoy segura de qué expresión ve en mi cara, pero
se ríe, y es un sonido mezquino y rencoroso—. Dios, eres tan jodidamente crédula. —
Me chasquea los dedos en la cara—. Despierta y huele el café, Kendall. —Cruza un
tobillo sobre su rodilla—. Les dije lo que necesitaban oír. Por supuesto, no te quiero. No
lo hice durante mucho tiempo. ¿Por qué crees que me tiraba a Lydia?
—Porque eres un imbécil infiel —Me alegro que no me tiemble la voz, aunque esté
temblando por dentro.
—Nadie podría estar a la altura de tus expectativas, Kendall. Sólo tienes que ser la
esposa perfecta. La vecina perfecta. La empleada perfecta. Es jodidamente agotador, y
no dejaste tiempo para mí. Si quieres culpar a alguien por mis asuntos, cúlpate a ti
misma. Me abandonaste como una patata caliente en el momento en que llegaron los
niños. Y cuando mi sueño futbolístico terminó, no estuviste ahí para mí. Lo único que te
importaba era que consiguiera un buen trabajo para mantenernos.
—¡Eso no es justo! Sabes que estaba destrozada por ti, ¿y qué hay de mis sueños?
—Me golpeo una mano sobre el pecho—. Sabes que quería estudiar filosofía en la
universidad y seguir una carrera de investigación social. Las cosas tampoco fueron
exactamente como las planee, pero tenemos una buena vida. Unos hijos increíbles. ¿Por
qué no podría ser suficiente para ti?
Sus palabras atraviesan la piel y los huesos, pulverizando mi corazón, como si esa
fuera su intención. Quiero decirle que yo también estaba aburrida de nuestra vida
sexual; no es que tuvimos alguna durante meses. Estaba más que dispuesta a probar
cosas diferentes, y él lo sabe, diablos. Debería defenderme, pero no puedo hablar más
allá del doloroso nudo que me obstruye la garganta. Está claro que albergó
resentimiento durante mucho más tiempo del que yo creía.
—La última vez que lo comprobé, éramos dos, y yo elegí. Te elegí a ti.
—Tienes que trabajar en tu cara de póquer, mujer. Esto no servirá. —Me suelta con
un gruñido de disgusto—. Hay que convencer a los niños, y tú vas a hacer tu papel.
—Por supuesto que lo haré. Pediré el divorcio en cuanto ponga un pie en la oficina
mañana por la mañana.
—No, no lo harás. —Se traga su bebida—. Ni siquiera tengo que amenazarte para
que te pongas de acuerdo porque lo harás por los niños.
—Ahora mismo no lo es, y ambos lo sabemos. —Se mete las manos en los bolsillos
de los pantalones y sus rasgos se suavizan un poco al mirarme—. Eres una gran madre,
Kendall. Nunca, nunca, podría quitarte eso. Sé que no lo harás porque divorciarte ahora
alteraría a West y a Stella y desbarataría su futuro. Los amas desinteresadamente. Sé
que lo harás por ellos. —Odio que tenga razón—. Sólo tenemos que jugar a la pareja
amorosa en público hasta que Stella se gradúe —reconfirma. Obviamente le importa un
carajo molestar a Ridge—. Entonces nos divorciaremos. Puedes quedarte con la casa y
te daré una generosa indemnización en efectivo.
—¿Alguna vez me amaste? —pregunto tontamente.
Se encoge de hombros.
—Al principio sí, durante un tiempo. Pero todo el mundo sabe que el primer amor
nunca dura. En realidad, pensaba romper contigo antes de irme a la universidad, pero
te quedaste embarazada y no pude desconectar entonces —El dolor, como nunca antes
lo sentí, me desgarra las entrañas al contemplar cómo todo fue una mentira, y yo me la
creí como una ingenua—. Entonces iba a dejarte hace diez años, pero te quedaste
embarazada de Ridge.
Recuerdo las discusiones que tuvimos cuando revelé que estaba embarazada de
nuevo. Ridge fue un bebé sorpresa, y aunque no fue planeado, yo estaba encantada.
Curtis se volvió loco cuando se lo dije, incluso me exigió que abortara. Le dije que no, y
se marchó un par de días, aunque finalmente regresó, pero no fue un picnic. Tuvimos
una época difícil hasta que nació Ridge y el instinto paternal de Curtis se puso en
marcha, como yo esperaba.
Me llevo una mano temblorosa a la boca, luchando por mantener las lágrimas a raya.
No puedo creer que estuvo actuando todo este tiempo y yo no lo vi. Me siento como una
idiota crédula. Invertí tanto en mi matrimonio, pero estaba condenado desde el
principio porque mi marido no me quería. El dolor me destroza el corazón, y las ganas
de hacerme un ovillo y sollozar me invaden. Pero no le daré a este bastardo mentiroso
y tramposo más de mis lágrimas, así que las fuerzo a volver a entrar y me esfuerzo por
ocultar la emoción de mi rostro. 54
—Pensaba dejarte más o menos cuando empecé mi relación con Lydia. Ridge tenía
seis años y West y Stella eran adolescentes. Supuse que todos tenían una edad en la que
no les molestaría demasiado, pero esa estúpida zorra me plantó pruebas sabiendo que
las encontrarías y descubrirías nuestra aventura. La estúpida zorra pensó que te dejaría
por ella. Como si lo hiciera. —Se ríe y me da un escalofrío desagradable—. Ella sólo era
un bonito agujero para quitarme el aburrimiento. Cuando me echaste y amenazaste con
divorciarte, me mató estar lejos de los niños. Me hizo darme cuenta que no podía seguir
adelante hasta que West y Stella hubieran crecido al menos.
—Todas las promesas que hiciste en aquel momento eran mentira —digo.
No basta con arrancarme el corazón del pecho y destruir todos los recuerdos que
tengo desde los catorce años; ahora tiene que insultar también mi inteligencia.
—Nada que ver —digo, mirándole con creciente horror al recordar algo que dijo
hace unos minutos—. Antes dijiste ‘’nada que ver’’. No aventura.
Eso significa que me engañó incluso antes de casarnos y cada vez que estaba
embarazada de su hijo. Sin embargo, siguió manteniendo relaciones sexuales conmigo
mientras se tiraba a otras mujeres, poniendo en riesgo mi salud. Las náuseas se me
revuelven en las tripas y me suben por la garganta cuando se hace evidente el verdadero
alcance de su engaño.
Se encoge de hombros, dejando que mis palabras floten sin rumbo sobre su cabeza.
—Tus sentimientos son intrascendentes para mí. Sólo haz el papel de esposa y
madre obediente, y en menos de dos años, nos libraremos el uno del otro.
Excepto que nunca seremos realmente libres el uno del otro. Estaremos atados el
uno al otro de por vida a través de nuestros hijos. La idea me deprime y me destroza.
Me agarro al brazo del sofá mientras me balanceo, con las piernas amenazando con
salirse de debajo de mí.
Regreso a casa desde el club de boxeo, justo después de las diez, cuando veo a
Kendall caminando en dirección a mi casa. No lleva su ropa de paseo habitual. Lleva el
mismo vestido que usó antes para la cena, sin abrigo ni ropa que cubra sus brazos
desnudos. Sé que es más suave de lo habitual para principios de noviembre, pero sigue
haciendo un frío de cojones por la noche, y se pondrá enferma caminando así.
—¿Te hizo daño? —Mis ojos recorren rápidamente su cuerpo, buscando signos de
lesiones.
—Mierda, Kendall. Estás helada. —Le froto las manos por los brazos antes de
atraerla hacia mí y rodearla con mis brazos, esperando que absorba algo de mi calor
corporal. Soy consciente que apesto hasta los cielos y una fina capa de sudor cubre mi
piel. Pero eso me importa un bledo ahora. Lo único que importa ahora es calentarla y
cuidarla—. Ven conmigo.
—Ven a sentarte —le digo, dirigiéndola hacia uno de los sofás. La empujo
suavemente hacia abajo antes de girar para encender los dos calefactores al máximo—
No te muevas. —Corro al dormitorio, saco una de mis sudaderas de la barra
independiente junto a la pared y cojo el calefactor de esa habitación antes de volver con
Kendall.
—Ponte esto —Le doy la sudadera con capucha, odiando la expresión de desamparo
de su cara cuando la aprieta contra su pecho. Al menos dejó de llorar. Me agacho y la
miro a los ojos mientras le quito la humedad de las mejillas—. Tienes que entrar en
calor, cariño. Ponte esto y te prepararé un café —Me dirijo a la pequeña cocina.
—Necesito algo más fuerte —dice con una voz gutural que da fe de las lágrimas que
derramó—. Sé que tienen alcohol aquí. —Kendall sabe que bebemos y a veces nos
compra cerveza. Le dijo a West que prefería que no bebiéramos mierda barata que nos
quitara el revestimiento del estómago, pero tampoco aprueba abiertamente que nos
emborrachemos. A mis padres les importa un bledo. Sinceramente, sería hipócrita por
parte de mamá si lo hiciera. Nuestra casa es un paraíso para los alcohólicos. Papá tiene
un extenso gabinete de licores que mantiene completamente abastecido. Dios no
permita que mamá tenga la oportunidad de estar sobria. No siento ningún
remordimiento cuando asalto regularmente el alijo de papá. Él sabe que lo tomo, y no
podría importarle menos.
—No tengo Sancerre, pero puedo subir a la casa a buscarte un poco, si quieres.
—Como si eso no fuera espeluznante —dice ella, luchando contra una sonrisa que
apenas se dibuja.
—Quiero saber todo lo que hay que saber sobre ti. Dispárame si eso es un crimen.
Sus ojos se abren y maldigo en voz baja. Hago un movimiento hacia ella, pero
levanta una mano.
—Está bien. —Se seca con rabia las lágrimas que caen de sus ojos—. No puedo
controlar mis conductos lagrimales esta noche, y tú eres demasiado dulce. —Me ofrece
una sonrisa acuosa—. ¿Qué bebida tienes aquí?
—¿Vander?
Salgo de mi asombro y me froto la nuca con una mano. No puedo creer que esté en
mi casa. O que pareciera que venía a mí, buscando mi ayuda. No tiene ni idea de lo
mucho que esto significa para mí ni de la esperanza que me da. Odio que esté molesta,
pero no puedo lamentar que esté aquí.
—Tengo Bud o tequila. —No tuve la oportunidad de reponer mis provisiones desde
que West me dejó seco el viernes, y anoche hice una nueva mella en ellas.
—El tequila funciona —dice, sorprendiéndome. Nunca supe que sea una gran
bebedora.
—¿Qué tal si te hago un café por ahora, y después que me duche, compartimos el
tequila? —No quiero dejarla sola, pero apesto y tengo que cambiarme la ropa de
deporte.
Sus ojos recorren mi cuerpo, de la cabeza a los pies, y el calor atraviesa mi carne en
cada lugar donde se posa su mirada.
—¿Quieres comer algo? La oferta es escasa. Tengo algo de fruta picada, un par de
barritas de proteínas o unas patatas fritas que me sobraron del viernes, pero puede que
estén pasadas.
Una sonrisa genuina aparece en su boca mientras toma el café de mí. Nuestros
dedos se rozan en el intercambio, provocando un ardiente cosquilleo en mi brazo, pero
eso no es nada nuevo.
Quiero saber qué le hizo, pero tengo que ducharme y cambiarme para poder
dedicarle toda mi atención. Me agacho frente a ella y le acomodo un mechón de cabello
rubio detrás de la oreja.
Ella traga saliva visiblemente, pero vuelve a tener esa mirada lejana.
—¿Kendall? —Me mira por encima del hombro—. No te vayas. Vuelvo enseguida.
Mantengo el contacto visual con ella hasta que asiente, pero no estoy del todo
convencido que no se vaya cuando salga.
6 Cafetera
9
VANDER
Me doy la ducha más rápida de la historia de las duchas, y mi cuerpo apenas está
seco cuando me pongo un par de pantalones grises y una camiseta blanca de manga
larga. Meto los pies en unas zapatillas Nike. Después de pasarme la toalla por el pelo,
me paso los dedos por él y me echo un poco de colonia antes de salir del dormitorio.
Mis hombros se desploman de alivio cuando veo que Kendall sigue aquí. La
habitación está notablemente más cálida, gracias a Dios, y ella se deshizo de sus
bailarinas, enroscando las piernas debajo de ella, todavía envuelta bajo mi sudadera.
Sus zapatos no son lo único que abandonó. El café a medio beber está frío en la taza
sobre la mesita, y encontró el tequila. Junto con la carpeta de mis trabajos para la
universidad. Está sobre la mesa y lo hojea lentamente mientras bebe directamente de
la botella de tequila. Una mirada de feroz concentración se desliza por su hermoso
rostro mientras lo estudia detenidamente y bebe el tequila como si fuera limonada.
Hay algo tan dolorosamente bello en esta imagen que me detengo y miro fijamente, 60
aunque probablemente debería asustarme que esté revisando mis dibujos porque sé lo
que va a descubrir.
Pero a la mierda. Ya puse mis cartas sobre la mesa. Ella sabe lo que siento por ella.
Voy a asumirlo.
Verla vestida con mi ropa y con un aspecto acogedor en el sofá mientras bebe
tequila de la botella sin inmutarse, mientras hojea las manifestaciones físicas de mi
alma, es profundamente hermoso, y desearía poder congelar este momento y
capturarlo para la eternidad.
Si no estuviera tan vulnerable esta noche, le sugeriría que posara para mí. Pero no
puedo ser egoísta. No cuando está enfadada. Me tomo otros segundos para observarla
y memorizo la imagen para poder dibujarla cuando se vaya. De mala gana, me aclaro la
garganta, anunciando mi presencia.
Se queda mirando uno de los muchos retratos que dibujé de ella, con el dedo
recorriendo las líneas de su impresionante rostro.
—Fue al principio del verano. Estaba con West en su habitación y tú estabas sentada
en el sofá del patio trasero, meciéndote de un lado a otro mientras mirabas al espacio.
—Inclinando mi cuerpo, me giro para quedar frente a ella. Nuestras rodillas se rozan en
el proceso, y eso es todo lo que necesito para calentar cada parte de mí. Deseo acercarla,
depositarla en mi regazo y abrazarla.
Sus ojos se abren de par en par antes de volver a bajar la vista hacia el dibujo.
La mayoría de los dibujos y pinturas de ella los hice de memoria porque no podía
arriesgarme a hacer una foto. Quitando la mano de su cara, aprieto los dedos contra mi
cabeza.
—Por favor, no llores, cariño. —Le quito las lágrimas antes de darle un beso en la
cabeza. Aprieto los ojos durante un segundo, deseando poder absorber su dolor y
eliminarlo—. Me está matando verte así.
—Lo mataré —siseo, incapaz de contener la ira que siento hacia su marido—. Lo
enterraré por hacerte daño, joder.
Ella sacude la cabeza, enviando ondas de pelo rubio dorado en cascada sobre sus
hombros.
—No merece la pena. —Me quita la botella de las manos y bebe otro trago—. No
quiero pensar en ello ni hablar de ello. Sólo quiero pasar tiempo contigo. —
Tentativamente, extiende la mano y pasa sus dedos por mi cabello húmedo—. Tienes
un pelo precioso, Vander. —Deja el tequila en la mesa de café y se vuelve hacia mí. Sus
dedos recorren mi cara y no puedo moverme, no puedo respirar. Tengo miedo de mover
un músculo y romper este hechizo—. Una cara preciosa también. —Suavemente,
explora mi cara, sus dedos recorren mis ojos, mi nariz y mis mejillas. Arrastra su labio
inferior entre los dientes mientras sus dedos recorren el vello de mi barbilla y mis
mejillas. Las cosas se ponen interesantes en mis pantalones cuando sus dedos siguen
moviéndose, bajando por mi cuello, a lo largo de mi clavícula y hasta mi pecho. Mi polla
está dura como una piedra y ella apenas me toca; su tacto es adictivo y no me canso. Su
mano se detiene sobre mi corazón—. Pero esta es la parte más hermosa de ti. Tienes el
corazón más grande, Vander. Creo que eres increíble.
—Yo también creo que eres increíble. —Me inclino hacia ella, sin poder contenerme
más—. Y hermosa no se acerca a la descripción de lo absolutamente impresionante que 62
eres. —Agarro su cara con las manos, complacido por el calor de su piel, y bajo los ojos
a sus deliciosos labios.
—No podemos, Vander. —Sus ojos se inundan de compasión mientras deja caer las
manos sobre su regazo.
—¿Por qué no? —Aprieto los dientes hasta las muelas—. Tu marido no es leal, así
que ¿qué más da?
—¿Por qué no puedes tomar algo para ti? Te quiero, y tú me quieres a mí. ¿Cómo
puede eso estar mal?
—Te mereces más de lo que puedo ofrecer, y eres demasiado joven para ser
arrastrado a mi desastre.
La necesito. Como sé que ella me necesita. Nadie me convencerá jamás que eso tiene
algo de malo.
—Siento algo por ti, Vander. —Sus labios se separan y su lengua se asoma—.
Sentimientos que no debería tener, contra los que estoy luchando.
—No pienses, cariño. —Apoyo mi frente en la suya mientras mis manos se posan
con cuidado en su esbelta cintura—. Sólo siente. Sé egoísta por una vez y toma algo para
ti.
—Me importas demasiado para ser egoísta —me susurra al oído, todavía pegada a
mí—. Me importas lo suficiente como para no arruinar tu futuro. —Se retira y me mira
con lágrimas frescas en los ojos—. Ahora mismo soy un caso perdido, y no arrastraré a
nadie más conmigo.
—Tienes una meta, y sé que todo depende que te acepten en el programa de arte de
Yale. Tu padre no puede obligarte a seguir sus pasos, pero sí puede intentar impedir
que persigas tu sueño. —Se arrodilla frente a mí y toma mis manos entre las suyas—.
Tienes mucho talento y quiero esto para ti. Por eso no puedo distraerte. Tienes que
concentrarte en tu futuro.
—Nunca podrías ser una distracción. —Aprieto sus manos, amando lo pequeñas y
suaves que se sienten contra mis palmas más grandes y mi piel más áspera—. Eres una
de las pocas personas que apoyan mis sueños. Te necesito, Kendall —añado en un
susurro—. Tenerte a mi lado me ayudaría a mantener la concentración. Ahora mismo,
me vuelvo loco pensando en ti todo el tiempo. —Le paso el pulgar por el labio inferior,
mientras mi boca se curva en una sonrisa—. De verdad, cuando lo piensas, no puedes
no estar conmigo. —Muevo las cejas—. Eres una distracción mucho mayor cuando no 64
puedo tenerte.
—Buen intento, pero no me lo creo. —Su sonrisa se suaviza mientras retira su mano
de la mía y se pone de pie—. Vivo con dos adolescentes. No puedes manipular a esta
mujer.
—Eso no es lo que estoy haciendo. Hay una diferencia entre seducir y manipular.
Nunca te manipularía. No es mi estilo. —Coloco mis manos en sus caderas y me
acerco—. Sólo danos una oportunidad. Sin etiquetas. Sin compromisos. Hacemos esto y
vemos a dónde nos lleva.
Cruzo los brazos sobre el pecho mientras la irritación se me eriza en la piel. Ella ni
siquiera lo considera, y yo sigo sabiendo una mierda.
—No te vayas. Por favor, quédate. —No debería haberme puesto pesado con ella.
Fue egoísta por mi parte, y me gustaría poder rebobinar y dirigir la conversación por
otro camino.
—Quiero hacerlo. De verdad que sí. Pero es mejor que me vaya. Ahora mismo no
confío en mí, y no voy a estropear nuestras vidas haciendo algo de lo que ambos
acabaríamos arrepintiéndonos.
Habla por ti. No hay nada que pueda hacer con ella de lo que me arrepienta. Pero sé
cuándo cerrar la boca. Nada más que diga la convencerá, y es inútil intentarlo.
—Quédatela. Hace mucho frío. —Cojo las llaves del mostrador—. Y es tarde. Te
llevaré a casa.
—De acuerdo. —Mirando hacia abajo, enrosca sus dedos brevemente contra los
míos—. Gracias por esta noche. Sé que no debería haber venido aquí, pero no me
arrepiento de haberlo hecho.
10
VANDER
—Tal vez deberías follártela. Darle algo de lo que presumir, eso podría servir.
—¿Tú crees? —Arqueo una ceja—. A las chicas como Gayle les encantan los retos.
Si tuviera una novia, probablemente haría su misión de separarnos. Intentaría que le
fuera infiel o crearía la ilusión que lo era. —Llegamos primero a mi camioneta y abro
las puertas, arrojando mi bolso en la parte trasera antes de subir al volante.
—Mi padre admitió la aventura —dice finalmente, mirando por la ventana con una
mirada preocupada.
—No tenía muchas opciones —replico, esforzándome por evitar la ira en mi tono.
—Se disculpó con mamá y con nosotros, dijo que su familia era su prioridad y que
estaba estresado por su nuevo trabajo.
Una jodida historia probable. No me creo ni una palabra de la boca de ese imbécil,
pero no puedo compartir esos pensamientos con West. Tengo que dejar de lado mis
sentimientos por Kendall y estar aquí por mi mejor amigo.
—Dijo que es entre ella y papá y que se esforzarían por arreglar las cosas. Que
debería centrarme en la escuela y el fútbol.
67
—No puedo creer que lo aceptara de nuevo después que la engañara. Debería
haberle dado una patada en su culo desleal.
—Hay una gran parte de mí que está de acuerdo contigo, pero otra parte de mí está
jodidamente aliviada que no lo hiciera. —Se frota las sienes—. Eso me convierte en un
idiota egoísta, ¿verdad?
Las lágrimas pinchan sus ojos, pero rápidamente desvía la mirada. Pasan unos
instantes de tensión antes que levante la cabeza y me mire.
—Dijo todo lo correcto, y mamá también nos tranquilizó. Salí de la habitación
pensando que todo estaría bien, pero después de esta mañana... —El aire sale de su boca
mientras sacude la cabeza—. No lo sé, amigo. Realmente no lo sé.
Mis nervios se levantan al instante y me inclino hacia delante, apoyando los codos
en la mesa.
—En la mesa del desayuno se pusieron muy cariñosos —dice, justo cuando me
tragué un bocado de pasta. Casi me atraganto, agarro el agua y la trago de un golpe.
Me pregunto si es por eso por lo que Kendall estaba molesta anoche. Todo lo que 68
West dijo sobre su conversación no levantó ninguna bandera roja, así que podría estar
en algo. No es que pueda expresar esos pensamientos. A menos que tenga pruebas, no
puedo alentar la teoría. No sería justo para él. Tengo en la punta de la lengua sugerir
que sigamos a Curtis para averiguarlo de una vez por todas. Pero no puedo hacerle eso
a West. Si su padre la está engañando de nuevo, pillarlo en el acto lo destrozaría. Si
Kendall se está tomando todas estas molestias para mantener a sus hijos protegidos de
la verdad, no puedo sugerir la ruta del espía.
—No quiero que sea desgraciada, pero tampoco quiero que se divorcien. Demonios.
—Aparta su plato y se agarra el pelo a puñados.
Recé para que mis padres se divorciaran durante años, y aquí está el pobre West
rezando para que sus padres no lo hagan mientras yo espero en silencio que lo hagan.
Soy un puto amigo de mierda, y tengo que hacerlo mejor.
—Mira, amigo, no hay nada que puedas hacer, y preocuparte por algo que podría no
hacerse realidad es una pérdida de tiempo. Sé que estás preocupado. Odio eso por ti,
pero deberías hacer lo que dijeron tus padres. Concéntrate en tus notas y en ganar el
campeonato estatal. Jugar con los Sooners de Oklahoma es un éxito. Deja que ellos se
preocupen por su matrimonio.
—Definitivamente creo que es una buena idea solicitar varias escuelas de arte para
tener opciones. Pero si tu corazón está puesto en Yale, realmente deberías hablar con
tus padres, especialmente ahora que enviaste tu solicitud anticipada. Son antiguos
alumnos y estoy segura que pueden ayudarte —dice la señora Wills desde el otro lado
del escritorio.
—Muchos alumnos piensan que sus padres no les van a apoyar y se llevan una grata
sorpresa.
—Mi padre me hizo tragar Derecho de Yale desde que estaba en pañales. Tiene
planes de comprar el actual bufete de abogados en el que trabaja cuando el dueño se
jubile dentro de unos años. Cree que vamos a dirigirlo juntos, como padre e hijo, y no
hay nada que pueda decir, nada que haya dicho, que le haga cambiar de opinión —digo
con los dientes apretados. 69
—Pero seguro que quiere que su único hijo sea feliz —pregunta, haciendo girar el
collar de perlas alrededor de su cuello. No sé qué edad tiene la señora Wills, pero
siempre se viste como una abuela con chaquetas de punto, blusas de cuello alto y faldas
austeras que le llegan a las pantorrillas. Parece mucho mayor que Kendall, pero Kendall
parece súper joven para su edad, así que es difícil de calibrar. De todos modos, es lo
suficientemente mayor como para dar la vuelta al ruedo. No puede ser tan ingenua.
—¡Bueno, ahí lo tienes! —Ella sonríe, juntando las manos encima del escritorio—.
Tienes que enseñarle tu portafolio. Apuesto a que se quedará boquiabierto con tu
talento y se dará cuenta que tu futuro está en otra trayectoria.
Un músculo de la mandíbula estalla y rechino los dientes con tanta fuerza que es un
milagro que no me rompa un diente.
—Si te preocupa, puedo hablar con ellos en tu nombre —añade—. Estoy más que
feliz de organizar una reunión.
—Cuando tenía trece años, mi padre reunió todos mis blocs de dibujo, lienzos,
caballetes, pinturas y libros de arte, y encendió una hoguera con ellos en nuestro patio
trasero. Me dijo que ya estaba en camino de convertirme en un hombre y que el arte era
para niñas y maricas. Me obligó a echar la gasolina y a encender la cerilla. Luego me
hizo ver cómo mis sueños ardían en llamas.
Recogiendo mi bolsa del suelo, me pongo de pie, preparándome para salir, aunque
todavía quedan doce minutos en el reloj. Que me denuncie. Me importa un bledo.
—Sé que tienes buenas intenciones y aprecio todo lo que hiciste para ayudarme,
pero tienes que dejar esto. Tu responsabilidad es ayudarme. Ayudarme a conseguir mis
objetivos académicos. Mi padre no puede saberlo, lo que significa que mi madre
tampoco puede saberlo. Por favor, no te acerques a ellos. Créeme cuando digo que no
terminaría bien para ninguno de los dos. No es el tipo de hombre con el que quieres
cruzarte. —Dejo que esas palabras permanezcan en el aire tenso durante unos instantes
antes de abrir la puerta. Le lanzo una última mirada—. Tienen que permanecer en la
oscuridad.
11
KENDALL
—Tus dos mejores amigas —responde Viola, asomando la cabeza por encima del
hombro de June.
—No, no lo tienes. Son más de las cinco de la tarde de un viernes. Tu semana laboral
terminó, chica. —Viola agarra mi abrigo de la percha y se acerca a mí dando pisotones.
—Trabajaste hasta tarde todas las noches de esta semana y nos diste a las dos todas las
excusas bajo el sol para evitar hablar. Esto se acaba ahora. —Arroja mi abrigo de lana
rosa oscuro hacia mí.
—Te conocemos por dentro y por fuera, y sabemos que algo va mal —añade Viola,
poniendo las manos en sus bien formadas caderas.
—Está bien. Suficiente con el trabajo en grupo. —Echándome hacia atrás en mi silla,
dejo salir un pesado suspiro—. Siempre planeé contarles —admito sinceramente,
mirando a mis dos amigas a los ojos—. Sólo necesitaba algo de tiempo para procesar
todo primero, y esperaba poder contarles cuando tuviera control sobre los conductos
lagrimales. —La humedad me escuece los ojos, pero me los froto, haciendo retroceder
las lágrimas. Ya lloré bastante esta semana por culpa de ese imbécil. La ira va y viene,
pero los sentimientos predominantes son el dolor, la tristeza, la decepción, la vergüenza
y el arrepentimiento.
Viola observa sobre su hombro, asegurándose que no haya nadie afuera, antes de
volver su mirada a mí.
—Te está engañando de nuevo, ¿no es así? —pregunta suavemente. Compartí mis
sospechas con mi amiga un par de semanas atrás, así que no me sorprende que haya
hecho la suposición correcta.
—No puedo —digo, ordenando los papeles en mi escritorio—. Tengo que ir a casa
con Ridge. West tiene una cita con Hazel y Stella va a salir con sus amigas. —No
menciono que el idiota con el que estoy casada no estará en casa porque saldrá a follar 72
con su novia.
—Ruthie accedió a cuidar a Ridge y a los mellizos —dice Viola—. Hablé con ella
antes y me dijo que no tenía planes para esta noche. Le parece bien quedarse en casa
con Ridge y mis dos diablillos.
—Sí, claro. Creo que se alegró que se lo pidiera, y ya sabes que es de confianza. Los
niños estarán bien con ella. —Me pasa el brazo por los hombros—. Está cubierto. Eres
nuestra por esta noche. Vamos.
—Todo fue una mentira —admito antes de engullir un gran trago de vino blanco—
Cada puto momento de mi matrimonio fue un fraude —digo, mirando fijamente a Viola.
Ella estuvo allí durante todo el proceso, y necesito saber si cayó en la misma trampa que
yo.
—¿Qué significa eso exactamente? —Su ceño se arruga mientras sorbe su vino.
—Significa que me estuvo engañando desde que tenía diecisiete años. —Procedo a
contárselo todo a June y a Viola, que escuchan atentamente, bebiendo su vino, con el
rostro cada vez más enrojecido y con expresiones cada vez más enfadadas cuanto más
hablo, pero no me interrumpen. Dejan que me desahogue, y todo sale de mi boca como
un vómito en proyectil. No me había dado cuenta de lo mucho que necesitaba
confesarme con mis amigas hasta ahora.
—Dios mío, Kendall. —Viola se frota una mano sobre la boca y suspira—. No puedo
creer que haya hecho eso o lo que espera de ti ahora.
—Es un puto psicópata —arremete June—. ¡Cómo se atreve a tratarte así! —De las
dos, June es la más libre y exaltada, así que no me sorprende que reaccione con ira.
—Eso no es ni siquiera lo peor. La otra noche tuvo sexo telefónico con ella —admito,
clavando las uñas en las palmas de la mano. Todavía estoy sorprendida, enfurecida y
devastada cada vez que pienso en ello—. Sabía que yo estaba en el baño de la suite, y
aun así se masturbó mientras le hablaba sucio por teléfono.
—¡Ese puto infeliz, imbécil, idiota, cretino, mierda, estúpido, desgraciado, hijo de
puta, gusano del culo, aspirante a Tiger Woods, mentiroso, tramposo, pedazo de
mierda! —ruge, soltando una serie de coloridos insultos, que me impresionan. Se
detiene sólo para respirar profundamente—. Quiero matarlo con mis propias manos.
Quiero darle una paliza a esa basura tramposa e inservible. —Su cara parece asesina
mientras continúa—. No, no es suficiente tortura. Quiero cortarlo en pedacitos y
dárselos de comer a la zorra que se está tirando. Luego le prenderé fuego y me reiré a
carcajadas mientras los maldigo a ambos y les deseo una larga y dolorosa vida en el
infierno.
—Hizo agujeros en el envoltorio de cada condón y empapó cada uno de ellos en jugo
de chile habanero antes de volver a guardarlos en la caja. Al día siguiente, su marido se
fue diciendo que tenía que hacer un recado o algo así. Luego, unas horas más tarde,
recibió una llamada de su mejor amiga diciendo que acababa de tener sexo con su nuevo
hombre y que ahora estaba ardiendo allá abajo. ¿Puedes creerlo?
Viola se une a nosotras en el sofá y me aferro a mis amigas mientras sollozo sobre
sus hombros. Un tsunami de emociones me asalta por dentro y me rindo ante ellas
cuando todo se derrumba. Me duele el pecho cuando me desahogo, emitiendo
profundos sollozos que abarcan todo mi cuerpo, con las entrañas retorcidas por la
agonía, mientras descargo la emoción que me desgarra. Me sostienen, sin hablar,
dejando que lo expulse, mientras lloro con todas mis fuerzas.
Suena el timbre y Viola me besa la cabeza antes de salir a buscar nuestra cena. Eso
me obliga a recomponerme. Me desprendo del abrazo de June, moqueando y
secándome las lágrimas que me ensucian la cara. Me duele el cuerpo porque el estrés
se infiltra en todos los rincones de mi ser. June me da un par de pañuelos de papel y yo
me sueno la nariz y me seco los ojos mientras Viola vuelve a aparecer con la bolsa de
reparto. Estoy emocional y físicamente agotada, y no sé cuánto más puedo tolerar antes
de perder la cabeza.
—Al menos no tengo que preocuparme que ninguno de ustedes se folle a Curtis —
digo con aspereza, la garganta irritada y dolorida. Les ofrezco una sonrisa temblorosa—
. Sé que nunca harían eso. Imagina que te traicionan tu marido y tu mejor amiga. Eso sí
que sería un asco.
—Por supuesto —June me da otro rápido abrazo—. Vas a estar bien —dice antes
de entrar en la cocina.
—Esa es la cuestión —digo, cortándola—. Lo estoy, pero va y viene. Sólo siento una
tristeza abrumadora por todo lo que se perdió. Además del dolor y la humillación, me
preocupan los niños. Lo que esto les hará cuando se enteren.
—Sé que lo que dices es técnicamente correcto, pero no tengo ese lujo. No voy a
fallar a mis hijos como madre. Ellos son mi primera prioridad. Protegerlos es mi
objetivo principal. Me haré daño si eso significa mantenerlos protegidos todo el tiempo
que pueda.
—Siento que fracasé como esposa, pero no fracasaré como madre. —Ser madre es
la única razón por la que pude salir de la cama todos los días de esta semana. No puedo
descuidar a mis hijos ni mis responsabilidades, y mantenerme ocupada con mi vida
normal es tan vital como el oxígeno para mí en este momento.
—El fracaso no está en tu ADN —dice Viola—. El único que fracasó es ese mentiroso
con el que te casaste.
—No esperaría menos de ti, Kendall, porque eres una madre jodidamente increíble
—dice June, dejando los platos y los cubiertos en el suelo y abriendo la bolsa—. Pero
hablando como alguien cuyos padres se divorciaron cuando yo tenía diez años, tiendo
a estar de acuerdo con Viola. Tienes que considerar lo que es mejor para ti también —
añade—. Yo estaba súper molesta cuando mis padres me lo dijeron por primera vez, y
estuve callada y retraída un montón, pero con el tiempo me di cuenta que era lo mejor
para todos.
Coloca los cartones sobre la mesa, los abre y mete algunas cucharas.
—Siempre estaban peleando y las cosas eran bastante tensas. Después que se
separaron, papá se esforzó más conmigo, y realmente disfruté de pasar tiempo por
separado con ellos. Ambos acabaron conociendo nuevas parejas, y ahora son mucho
más felices —June coloca tres cojines en el suelo y nos sentamos con las piernas
cruzadas alrededor de la mesa de café—. Sé que tu situación no es la misma, y no intento
decirte lo que tienes que hacer, sólo que a veces lo correcto para los niños es el divorcio.
—Salvo que Curtis no se lo pondrá fácil hasta que le convenga —Los ojos de Viola
se estrechan hasta convertirse en pinchos mientras apuñala un langostino y se lo mete
en la boca.
Me sirvo un poco de arroz frito con pollo y fideos en el plato, pero sigo sin tener
mucho apetito.
—Piensa en esto prácticamente —dice Viola—. ¿Cómo diablos puedes hacer que
eso funcione sabiendo lo que sabes ahora?
—Esa es la pregunta del millón. Esta semana fue un infierno —admito, mientras
bebo mi vino–. No creo que pueda soportar dos años de apariencias. Apenas puedo
mirarlo sin querer apuñalarlo en el ojo. Sólo quiero que se vaya. —Mastico lentamente
un bocado de comida.
—Por favor, dime que no sigues durmiendo en la misma cama —dice Viola.
—Nos retiramos a la cama juntos por la noche, para guardar las apariencias, pero
en cuanto los niños se duermen, me voy al dormitorio de invitados y me levanto antes
que ninguno se despierte.
—Esa escoria tramposa debería ser la que durmiera en la cama de invitados. No tú.
—June hace rechinar los dientes mientras echa más comida en su plato.
—Tal vez deberías decírselo. Son niños que se adaptan bien a todo —dice Viola—.
Puede que lo lleven mejor de lo que crees —Me da un empujón con el tenedor,
animándome a comer con la mirada.
—No puedo correr ese riesgo. No voy a arruinar sus futuros porque su padre no
pudo mantener su polla en sus pantalones.
—No creo que debas tomar ninguna decisión definitiva todavía —dice Viola—.
Aunque nuestras situaciones son muy diferentes, recuerdo lo mucho que oscilaron mis
emociones durante ese tiempo. Es necesario que te hagas a la idea de cómo te sientes,
y sólo entonces podrás decidir qué hacer. Pero tienes que hacer un plan y empezar a
prepararte para el futuro. Eres inteligente. Lo suficientemente inteligente como para
aventajar a ese baboso. Tal vez deberías hablar con un terapeuta.
—No puedo involucrar a nadie del trabajo. Prefiero mantener lo que pasa en casa
separado de mi carrera profesional, y no confiaría en que Greg no le dijera algo a Curtis. 77
Aunque no son amigos, son compañeros de golf. Me imagino a Greg dándole palmaditas
en la espalda a Curtis si se entera. Conociéndole, haría todo lo posible para asegurarse
que Curtis me joda.
—De un imbécil tramposo a otro —dice Viola, con un claro asco en su tono.
—Lo consideré esta semana. No está de más hablar con alguien. Para explorar todas
las opciones.
—Puedo darte el número de la mujer con la que hablé durante mi divorcio. Ella fue
de gran ayuda.
—Gracias, Vi.
—Ese es un buen consejo, pero ahora mismo, estoy haciendo todo lo que puedo para
evadirlo fuera de poner una fachada con los niños.
—Decidas lo que decidas, debes saber que estamos aquí para ti —June se acerca
para apretar mi mano.
—Te apoyaremos en todo momento —asiente Viola.
78
12
VANDER
—Claro que sí. —Me da una palmada con la almohadilla—. Estás abierto. Puños
arriba.
Hago unos cuantos asaltos más con Crusher antes de dar por concluido mi trabajo 79
de almohadilla y dirigirme al otro lado del club de boxeo, donde se encuentran los
equipos y las colchonetas, para empezar mi entrenamiento de fuerza. Es viernes por la
noche y la mayoría de los chicos ya terminaron sus sesiones y se fueron, así que el lugar
está prácticamente desierto.
Hago unas cuantas series de flexiones, sentadillas y abdominales antes de hacer tres
rondas con el saco de balanceo, y luego doy por terminada la sesión. Quiero hablar con
Jimmy antes que cierre.
Me limpio la frente con una toalla, me la pongo alrededor del cuello y me dirijo a la
pequeña oficina que Jimmy utiliza para gestionar los negocios. Me trago media botella
de agua por la garganta reseca antes de acercarme a la puerta. Está entreabierta, así que
asomo la cabeza.
Levanta la vista de los papeles esparcidos por su escritorio con una sonrisa
instantánea.
—Para ti, chico, siempre. Entra y cierra la puerta. —Deja el bolígrafo sobre los
papeles y se pasa una mano por su espeso pelo canoso.
—¿Qué pasa, hijo? —Jimmy se quita las gafas de montura negra y se pellizca el
puente de la nariz. Coloca las gafas sobre el escritorio, apoya las manos frente a él y me
presta toda su atención—. Pareces preocupado, y me di cuenta que estuviste dedicando
tiempo extra toda la semana. ¿Qué tienes en la cabeza?
Me aclaro la garganta y me siento hacia delante, apoyando los codos en las rodillas.
—Necesito un consejo.
—Entonces viniste al lugar adecuado —Jimmy saca una botella de whisky y un vaso
del cajón de su escritorio—. Supongo que no quieres uno —dice, arqueando una ceja
mientras se sirve una generosa medida.
Sacudo la cabeza.
—Voy a conducir esta noche. —A veces corro hacia y desde el gimnasio, si me salté
mi corrida diaria de las cinco de la mañana. Soy consciente de mis antecedentes
familiares y, aunque me gusta la bebida tanto como a cualquier otro, no suelo
excederme. Estoy constantemente atento por si se convierte en una traba. Cuando me
mudé a la ciudad, abusé del alcohol y las drogas. Las usaba para adormecer mi dolor 80
hasta que encontré a West y el boxeo. Me pusieron en el camino correcto. Kendall
también ayudó. Me sugirió que necesitaba una salida física para descargar mi
frustración y mi estrés. Ella incluso encontró este lugar para mí.
—Escúpelo, hijo. —Jimmy se inclina hacia atrás en su silla, levantando el vaso a sus
labios curtidos.
—Te juro que los chicos son peores chismosos que las chicas del instituto.
—Es cierto. —Sus cálidos ojos marrones se arrugan en las esquinas mientras se ríe
de nuevo—. Continúa.
—Es complicado. —Me restriego una mano por la cara—. No tengo a nadie con
quien hablar, y sé que puedo contártelo y no me juzgarás ni traicionarás mi confianza.
—Estoy enamorado de ella —le digo—. La amo desde hace mucho tiempo, pero sólo
me permití admitirlo recientemente porque... —Hago una pausa para tomar un trago
de agua, con la boca repentinamente seca.
—¿Por qué…? —me dice Jimmy cuando vacío el agua y tiro la botella a la basura.
—Sé quién es. Nunca se olvida a una mujer así —Vuelve a reírse—. Todavía
recuerdo el día en que se presentó aquí. Bonita como un cuadro, pero claramente fuera
de lugar. Los chicos se tropezaron para ofrecerle ayuda.
—Seguro que sí. —Me froto una mano en la nuca—. Intenté verla simplemente
como la madre de West. Decirme a mí mismo que sólo era un estúpido enamoramiento 81
o las hormonas o el hecho que era amable y trataba de ayudarme. —Me encojo de
hombros, intentando aflojar los músculos tensos. Es más difícil de admitir de lo que
pensaba.
—Pero no lo es.
—No lo es. —Me lamo los labios, preparándome para admitir algo que me da miedo
incluso a mí mismo—. Esto va a hacer que suene como una niña, pero parece que el
destino me trajo aquí para encontrarla. En cuanto la conocí, sentí la conexión más
intensa, y no desapareció. Sólo empeoró, y... —Dejo de hablar, anudo las manos y miro
al suelo mientras me preparo para decir las palabras—. La veo en mis sueños. Nos veo,
pero es como si fuéramos de otra época.
—Es el mismo sueño que tengo desde hace años. Estamos en un río. Es de noche y
la luna proyecta sombras sobre las pirámides del fondo. Las palmeras se alinean a
ambos lados del río, y las rudimentarias casas de adobe están dispersas en la distancia
cercana. Estamos solos. Nos abrazamos y nos besamos. —El corazón me da vueltas en
el pecho mientras visualizo la imagen en mi mente. La vi tanto en mis sueños que puedo
recordarla al instante—. Yo soy mayor y ella es más joven. Nos vemos diferentes, pero
sigue siendo ella. Cuando la miro a los ojos, veo a través de su alma, y sé que es Kendall.
Aunque sólo es un sueño, la siento en mis brazos. Siento su corazón latiendo contra el
mío y su pulso retumbando en las yemas de mis dedos. Siento el ligero tacto de su mano
cuando la recorre por mi pecho y el calor de su aliento contra mi oído cuando susurra
lo mucho que me quiere.
Levanto la vista hacia el anciano. Me observa con gran intensidad. Jimmy asiente,
instándome a continuar.
Arrastro el labio entre los dientes mientras el dolor me atraviesa el pecho. Esta
parte siempre duele.
—Después de estar juntos, la ayudo a secarse en la orilla del río, y luego la tomo de
la mano y la conduzco lejos. Supongo que la llevo a casa, pero nos quedamos en las
sombras, corriendo bajo los árboles y agachados junto a los muros bajos. Hasta que un
grupo de hombres nos rodean. Son de piel oscura, llevan taparrabos y portan lanzas y
escudos. Me la quitan. Estoy luchando. Kendall grita y entonces... —Mis ojos se fijan en
los suyos—. Entonces todo se vuelve negro.
—Bueno, mierda.
—¿Seguro que no estás drogado, hijo? ¿Te diste demasiados golpes en la cabeza? — 82
Entrecierro los ojos y se ríe—. Sólo te estoy tomando el pelo —Bebe otro trago de
whisky—. Esto es muy intrigante.
Vuelve a reírse.
—El cerebro es un órgano fascinante. Lo estudié un poco, con los riesgos que
conlleva este negocio. Leí todo tipo de cosas inexplicables. No creo que lleguemos a
desentrañar el misterio de su funcionamiento.
Sacude la cabeza.
—No. En absoluto. Sólo digo que el cerebro es capaz de muchas cosas y que hay
mucho que no entendemos sobre él. ¿Quién sabe qué son nuestros sueños o por qué
algunas personas sueñan y otras no lo hacen nunca? ¿Por qué algunos recuerdan
vívidamente sus sueños y otros los olvidan al instante de despertar? ¿Son recuerdos del
pasado de una vida diferente? ¿Son visiones del futuro? ¿Son preocupaciones que se
manifiestan de forma extraña, como un rompecabezas que no podemos resolver? ¿O es
nuestro cerebro el que intenta decirnos algo o guiarnos por un determinado camino?
—Se encoge de hombros—. No lo sabemos. Nunca lo sabremos. Al menos no en nuestra
vida.
—¿Ella es la razón por la que llevas ese libro de bolsillo doblado a todas partes?
—Intenté leerlo una vez —dice—. Definitivamente hay algo de sabiduría entre
todas las divagaciones sin sentido.
No necesita ponerse las gafas para leer las grandes letras que están entintadas en
un arco curvo de izquierda a derecha en la parte posterior de mis omóplatos.
—Lo sé —El silencio desciende durante unos latidos—. No dijiste nada sobre su
edad o el hecho que es la madre de mi mejor amigo.
Se encoge de hombros.
—El amor es el amor. Soy viejo. Vi lo que ofrece esta vida. Experimenté mucho. Perdí
a mi Dolly demasiado joven. No pasa un día en el que no la eche de menos. El día que mi
esposa murió, una parte de mí también murió. Si no fuera por este lugar y por ustedes,
vándalos, que me mantienen cuerdo, creo que habría perdido las ganas de vivir hace
mucho tiempo. Si está destinado a ser, será. El verdadero amor siempre superará los
obstáculos en su camino.
Ojalá Jimmy fuera mi padre. Siempre sabe lo que hay que decir, y siempre escucha
de verdad. La emoción me obstruye la garganta y es difícil hablar.
—Sabía que había hice bien en acudir a ti. Ya me siento mejor, pero aún no sé qué
hacer.
—Tienes el resto de tu vida, y Kendall es todavía joven también. Tal vez no sea el
momento adecuado todavía.
—¿Cómo puedo hacer eso? No puedo pasar los próximos siete u ocho meses
andando de puntillas alrededor de ella sabiendo lo que sé y lo que siento. Ella también
siente algo por mí. Lo admitió — Trago fuerte—. Abrí mi corazón, y ella me rechazó, y
ahora no sé qué hacer o a dónde voy desde aquí. Olvidarla no es una posibilidad. Ella es
la estrella de mis putos sueños, y está incrustada aquí tan profundamente —añado,
dándome golpecitos en la cabeza— que no puedo sacarla. Parece que me estoy
volviendo loco.
—Ella no te rechazó sólo que no está dispuesta a permitirse la idea que tú estés
enamorado. Admitió que tiene sentimientos por ti. No importa lo inapropiados que
pueda creer que son, ella no está negando que existen. Eso es lo importante.
—No sé qué más hacer. Ella sabe que la quiero, pero no parece suficiente.
—Cometiste un error de novato, hijo.
Levanto la barbilla.
—Siempre quiero ser sincero con ella. ¿Cómo es que decirle que la quiero está mal?
Eso es más fácil de decir que de hacer, pero entiendo lo que está diciendo.
85
—Lo único que puedes hacer es estar ahí para ella, en cualquier papel que necesite.
Tuviste una especie de amistad a través de su hijo. Extiende una nueva mano de
amistad. Hazle saber que entiendes que ahora no puede pasar nada más, pero que estás
ahí para ella como amigo. Apuesto a que necesita todos los que pueda en este momento.
13
VANDER
—No puedo ir a TJ's al final. Mi puto padre me dijo que fuera a casa. —Me paso una
mano por el pelo húmedo mientras un suspiro frustrado sale de mis labios.
—Levántale el dedo del medio. Eso es lo que hago cuando mi viejo es un imbécil
exigente.
La mayoría de mis amigos saben que mi padre es un gran idiota, pero muy pocos
conocen el verdadero alcance de mi maldita vida familiar. Me encantaría mostrarle a
Greg Henley el dedo medio, pero no seré yo quien pague el precio si me niego a jugar a
la pelota. 86
Cuando papá se dio cuenta que ya no podía someterme a golpes, pasó a utilizar a
mamá como cebo. Ahora jugamos a este juego enfermizo, y es la misma razón por la que
no puedo dejar de lado la precaución y salir como estaba previsto. Si no aparezco, se
desquitará con mi madre.
—Eso no funcionará con mi padre —digo, abriendo la puerta del piloto del auto—.
Súbete, te daré un aventón. Te explicaré el favor que necesito en el camino.
Veinte minutos más tarde, aparco la camioneta frente a la casa y apago el motor. Me
tomo un minuto para prepararme antes de salir. Siempre tengo que mentalizarme para
una conversación con el psicópata.
Alimentado por una tonelada de frustración contenida y más que enfurecido por
esta situación, el apuro de Kendall y la inutilidad de mis sentimientos por ella, le doy un
puñetazo en la cara.
Las pupilas de papá se reducen y se oscurecen mientras se seca la sangre que sale
de su nariz.
—Está claro que quieres que le dé una paliza a tu madre —dice, clavándome el puño
en el estómago. 87
Duele, porque tiene mucha experiencia lanzando golpes, pero no tanta como le
gusta pensar. Mis abdominales son una sólida pared de músculos, y hará falta más que
eso para infligir un daño real.
Su puño sale disparado y yo podría agacharme, pero quiero sentir dolor. No llegué
lo suficientemente rápido y se desquitó con mamá. Su puño se desliza contra mi pómulo,
pero apenas lo siento. Le vuelvo a dar un puñetazo, disfrutando del hecho que tendrá
que presentarse en la oficina el lunes con la nariz hinchada y un ojo morado.
Los sollozos suplicantes de mamá y las posibles represalias son lo único que me
hacen entender. Inmovilizando a mi padre con una mirada de advertencia, doy un paso
atrás, protegiendo a mi mamá con mi cuerpo.
—Si vuelves a tocarla, llamaré a la policía —digo con una calma letal—. Estoy harto
de dejar que utilices a mamá para mantenerme a raya.
Mis brazos sujetan a mamá cuando siento que se mueve detrás de mí. En cuanto
deje la protección de mi cuerpo, irá por ella.
—Te hice una pregunta —sisea papá, mirando por encima de mi hombro a su
destrozada esposa.
—Siéntate de una puta vez, Diana. —Papá se acerca a nosotros, con las fosas nasales
aleteando y los ojos tan negros como el cielo nocturno. Deja una botella de vodka sin
abrir sobre su escritorio y le gruñe a mamá—. Esto te mantendrá contenta mientras
hablo con nuestro hijo.
Mamá se desliza por detrás de mí antes que pueda detenerla. Papá se gira y le da un
puñetazo. Su puño aterriza en un lado de su mandíbula, y ella se derrumba como un
saco de patatas.
Voy de nuevo a por él, y me apunta con una pistola, presionando la boca del cañón
contra mi estómago.
—¡Suficiente! —me grita—. Parece que olvidaste quién manda aquí. Siéntate y
cállate hasta que te pida que hables. Si quieres proteger a tu madre, ya sabes lo que
tienes que hacer.
Aprieto los dientes hasta las muelas y un músculo hace tictac en mi mandíbula
mientras nos enfrentamos. Mamá está llorando mientras se pone en pie, agitando la
botella de vodka y desenroscando el tapón. La cara de papá muestra su asco mientras
bebe directamente de la botella.
Mamá grita cuando papá la agarra por el pelo y la arroja a la silla junto a mí. Pero
no deja caer el vodka, sino que lo aferra protectoramente contra su pecho, como si fuera
un bebé. La frustración me invade. Siento toda una serie de emociones cuando
contemplo la vida que lleva mi madre. La ira es un sentimiento recurrente, junto con la
exasperación y la sensación de impotencia, pero la tristeza abrumadora es el
sentimiento más habitual. Ella es un cascarón de persona, que existe de una botella a
otra. No sé si tiene muchos momentos de lucidez. Casi todo lo que conoció en estos
últimos veinte años es el dolor y el autodesprecio.
A veces me pregunto si estaría mejor muerta. A veces pienso que me haría un gran
favor si se tomara demasiadas pastillas y las tragara con Grey Goose. La soga que nos
rodea a los dos moriría con su cuerpo, y tal vez sería lo mejor, porque esta no es forma
de vivir.
Te salvaste a ti mismo.
—Llevarás a Gayle Turner a una cita mañana por la noche —dice papá, sacándome
de la cabeza.
—¿Qué? —balbuceo porque eso es literalmente lo último que esperaba que saliera
de su boca.
Mis tatuajes y piercings pueden hacer que parezca un matón, para algunas
personas, pero sólo hay un mafioso en esta familia, y no soy yo.
—Te dije, una y otra vez, que dejes la tinta. No me hagas desquitarme con tu madre.
Esta es tu última advertencia. Corrige tus actos, Vander, o te obligaré.
—Te importaba cuando te casaste con mamá por las conexiones de su padre —
escupo.
Papá sólo se casó con mamá porque su padre era juez y utilizó su influencia para
conseguirle a mi padre un prestigioso trabajo en un importante bufete de abogados en
cuanto se graduó en Derecho en Yale. Mis abuelos ya están muertos y no están aquí para
ver cómo nos fueron las cosas a mamá y a mí. Dudo que hubieran apoyado tanto el
matrimonio si hubieran sabido cómo engañó, mintió, sobornó y robó para llegar a
donde está. Incluso estafó a mamá con su herencia, asegurándose que no tenga un
patrimonio independiente al que recurrir para estar eternamente atada a él.
Apuesto a que lo mata no haber podido evitar que reclamara la herencia que me
dejaron. Recibí el dinero el día que cumplí los dieciocho años, y él no pudo hacer nada
al respecto. Ese dinero es todo lo que tengo para usar como palanca cuando intente
convencer a mamá que lo deje. Tengo lo justo para instalarla en un apartamento, libre
de sus garras, y para pagar mis dos primeros años en Yale.
Me río a carcajadas.
—Ya somos dos. Qué pena que sólo dispares balas de fogueo. —Una sonrisa de
suficiencia se extiende por mi boca mientras sus dedos se enroscan alrededor del gatillo
de la pistola, y apuesto a que ahora desearía poder meterme una bala en el cráneo.
Sí, pero pasaron años y muchos abortos antes que mamá le diera un hijo.
—Es posible que sea hereditario. Deberías tener cuidado antes de criticar.
—No me interesa lo que hayas preparado. No voy a salir con Gayle Turner. Ella es
un dolor de cabeza.
—Me importa una mierda lo que pienses. —Vuelve a meter la pistola en el cajón de
su escritorio y me pregunto por qué se molesta en seguir agitando esa cosa. Es una
amenaza vana y ambos lo sabemos—. Su padre es un nuevo cliente potencial. Ganar la
cuenta de Turner Media mejorará mi cartera y mi reputación y garantizará que Leland
firme los papeles aceptando venderme Bentley Law cuando se jubile.
—¿Qué demonios tiene que ver que yo salga con Gayle con todo esto?
—Su padre me lo pidió. Al parecer, lleva meses intentando llamar tu atención, pero
la ignoras. Está dolida y le pidió a su papi que le solucione el problema.
—Por supuesto, lo hizo. La pequeña perra confabuladora. —Le clavo una mirada
afilada—. No voy a dejar que me uses. No lo haré.
—Sí, lo harás. —Se levanta y sonríe—. No veo el problema. La conocí y está pidiendo
a gritos una polla. Es un pedazo de culo caliente con grandes tetas para follar. Toma una
por el equipo. No es que sea una dificultad.
—Ella quiere tu polla. Sólo Dios sabe por qué. —Se acerca a la mesa–. Cuando te
eche a la calle, la sacaré a pasear con mucho gusto. —Su sonrisa se expande—. Le
enseñaré lo que es que te folle un hombre de verdad.
—Basta. Está bien —resoplo, haciendo una mueca de dolor mientras me esfuerzo
por respirar—. Lo haré. Saldré con Gayle mañana, pero es una cita y sólo una cita.
Papá golpea a mamá contra el escritorio una última vez antes de soltarla. Su cuerpo
cae al suelo mientras se desmaya, su cara ensangrentada aterriza en el charco de vodka
que se acumula en el suelo.
—La sacarás tantas veces como sea necesario hasta que firme Turner Media —
Entierra su dedo en mi pecho—. Recuerda tu lugar. Eres mi marioneta. Haces lo que yo
diga. Sigue provocándome y tu madre pagará el precio.
14
KENDALL
—Pareces un poco cansado, Van —dice West, sonriendo a su mejor amigo al otro
lado de la mesa del comedor—. ¿Te acostaste tarde anoche? —Le sonríe, mostrando la
perfecta sonrisa blanca por la que pagamos una pequeña fortuna, antes de meterse en
la boca un bocado de carne asada. Es el segundo domingo consecutivo que Vander se
une a nosotros para cenar, y estoy dividida. Una parte de mí se alegra que esté aquí,
mientras que otra quiere mantener las distancias para evitar la tentación.
—Oh, esto es bueno. Ahora, estoy intrigada. —Stella mueve las cejas—. Dime con
quién estabas.
—No fue nada —dice Van—. A West le encanta hacer un puto alboroto.
—Es suficiente —dice Curtis, su tono es tan mordaz como la mirada que lanza a
Vander—. Eres un invitado en nuestra casa, Vander, y no se permite decir palabrotas
en la mesa. Tenemos oídos inocentes.
Asiento y sonrío brevemente antes de desviar la mirada. Estoy nerviosa con él aquí.
Temo que uno de nosotros dé a conocer algo sin quererlo. Lo cual es ridículo, porque
no es que hayamos hecho nada.
—West dice mierda y puto todo el tiempo —aporta Ridge, sin ayuda—. Y Stella
siempre dice polla por teléfono con sus amigos.
Me esfuerzo por no poner los ojos en blanco. Curtis es conocido por soltar
improperios con regularidad, y me parece ridículo que intente hacer de padre.
Normalmente él es el divertido y temerario, mientras que yo soy la aburrida
disciplinadora. Lo taladro con la mirada.
—Ahora, deja de cambiar el tema, Van. ¿Con quién saliste anoche? —Stella mueve
las cejas.
—Tuvo una cita con Gayle Turner —afirma West cuando está claro que Vander no
va a decir nada.
El dolor se extiende por mi pecho y me clavo las uñas en los muslos. Sé quién es ella.
Se le echó encima en su fiesta de cumpleaños, poniéndole sus grandes tetas en la cara
cada vez que podía. Él no parecía interesado, pero tal vez me equivoqué.
¿Por qué la idea que estén juntos hace que se me revuelva el estómago y que las
náuseas me suban por la garganta? Él es joven, libre y soltero, y yo no tengo ningún
derecho sobre él ni sobre la envidia celosa que me retuerce las entrañas. Me levanto de
un salto.
—Voy por el postre. —Me llevo el plato y me dirijo a la cocina para tranquilizarme.
—No quise salir con ella —dice Vander, y un chillido sale de mi garganta ante su
inesperada presencia. Camina hacia mí—. Mi padre me obligó a hacerlo.
—¿Qué? —Levanto la cabeza y me alejo de la encimera mientras él deja un montón
de platos sucios sobre el mueble de la isla—. ¿Qué quieres decir?
—Está intentando conseguir la cuenta de Turner Media. Su padre le pidió al mío que
lo hiciera. —Se acerca y las puntas de sus zapatillas rozan mis bailarinas—. No significó
nada. —Se inclina, y las notas de sándalo y naranja me hacen cosquillas en la nariz
mientras su colonia se arremolina a mi alrededor. Me acerca la boca a la oreja y el
corazón se me acelera detrás del pecho—. Ni siquiera la besé, aunque no fue por falta
de intento por su parte.
Ya lo creo. Conocí a chicas como Gayle en el instituto. Si se fijó en Vander, será difícil
quitársela de encima. La idea se me instala en las tripas como una roca y tengo que
recordarme, de nuevo, que no es mío. Es un hombre libre. Puede salir con quien quiera.
No importa si sentimos algo por el otro. No puede pasar nada, y es mejor que salga con
alguien porque así dejará de lado toda idea de un nosotros.
—Me gusta que te pongas celosa —dice, con los labios levantados en las
comisuras—. Demuestra que te importa.
—No preguntes. —Se mira los pies mientras la tensión le aprieta la mandíbula.
—¿Te pegó? —Cerrando la brecha entre nosotros, inclino su barbilla hacia arriba,
forzando sus ojos hacia los míos. A veces, cuando miro a los ojos de Vander, parece tan
viejo. Siempre llevó el peso del mundo sobre sus hombros, pero mirarlo a los ojos es
como mirar un alma antigua y cansada de la batalla, y odio eso para él—. Pensé que el
boxeo había puesto fin a eso.
Una vez llamé a los servicios infantiles después que se presentara en mi casa con la
cara cortada y magullada. El imbécil de Gregory lo hizo desaparecer, y utilizó sus puños
para aplicar un castigo brutal a su mujer y a su hijo. Fue una lección aprendida a las
malas, y no me molesté en volver a denunciarlo. En cambio, encontré el club de boxeo
y Vander aprendió a defenderse.
—Lo hizo —dice, envolviendo sus dedos alrededor de mi muñeca—. Pero eso no
significa que las cosas estén bien.
Yo lo sé. Hice todo lo posible por estar ahí para él, y sé que West lo apoya, pero no
debería tener que vivir así. Ya sé la respuesta a esta pregunta, pero voy a hacerla de
todos modos.
—Ya tienes dieciocho años, Vander, y tienes todo tu futuro planeado. ¿Por qué
sigues ahí? Tienes la herencia de tus abuelos y vas a entrar en Yale para estudiar arte,
así que ¿por qué no te vas? —Si mi vida doméstica no fuera un desastre y no tuviera
sentimientos tan confusos hacia él, le ofrecería una de las habitaciones de invitados.
Pero eso está fuera de discusión.
—No podemos hablar de esto aquí. —Mira por encima del hombro—. Necesitamos 96
privacidad, y hay algo que necesito decirte. Conozco un lugar al que podemos ir. Nos
vemos allí dentro de un rato.
—Sabes que no puedo —susurro. Dejo el crocante encima del horno antes de
dirigirme a la nevera en busca de la crema batida.
No tendré que decirle nada a Curtis porque, al parecer, va a jugar al golf después de
la cena. Una excusa probable.
—Sólo quiero hablar. A las cuatro. Te mandaré un mensaje con las coordenadas.
97
15
KENDALL
—Lo siento. —Esta vez, su disculpa es sincera. Sin pedirlo, toma mi mano, moviendo
la cabeza hacia un lado—. Mi escondite está a la vuelta de la esquina. Vamos. Me muero
por enseñártelo. 98
En lugar de apartar mi mano, mis dedos se entrelazan con los suyos, y un calor
relajante se hunde bajo mi piel.
—Me alegro que te hayas abrigado —añade mientras guía el camino—. En esta
época del año puede hacer mucho frío aquí. —Me agarra con fuerza de la mano mientras
avanzamos por un terreno irregular y lleno de baches, rodeando una gran roca y
descendiendo unos metros por la superficie rocosa. Al rodear unos cuantos árboles,
suelto un grito ahogado cuando nos detenemos junto a una pequeña zona aislada. Está
situada a unos metros de la orilla, bordeada a ambos lados por arena de color canela.
Una manta a cuadros se extiende por el espacio con dos cojines. La mochila negra de
Vander se apoya en un costado—. No se ve este lugar desde el camino, así que nadie
sabrá que estamos aquí.
—¿Es aquí donde traes a todas tus chicas? —suelto estúpidamente antes de poner
en marcha mi cerebro—. Olvida lo que dije —murmuro, sentándome en uno de los
cojines. Estiro las piernas y me limpio la suciedad de los pantalones de yoga.
Él se deja caer sin esfuerzo a mi lado a pesar de su cuerpo ancho y sus largas piernas.
Sus ojos bailan divertidos mientras me mira fijamente.
—No llevo a las chicas a ningún sitio. Tú eres la primera persona que traigo aquí.
—Aquí es donde vengo cuando necesito estar solo —Mantiene mi mirada cautiva
mientras añade—: Nunca sentí la necesidad de compartirlo con nadie hasta ahora.
El aire cambia con la gravedad de esa confesión. Este tipo de gestos son los que más
poder tienen sobre mí.
Se encoge de hombros.
—Lo intento.
—También es uno de mis lugares favoritos para dibujar. —Me ofrece una manzana.
Sus ojos se clavan en los míos y vuelvo a no respirar. El viento le revuelve el pelo,
agitando los mechones oscuros sobre su frente y hacia sus ojos. Su rostro se ahoga en
emociones, y lo veo todo porque no se esconde de mí, y eso me encanta.
—Gracias por creer en mí, Kendall. No estoy seguro que entiendas del todo lo que
significa para mí.
—Es fácil creer en ti porque tienes mucho talento y eres muy buena persona. —
Suelta una dura carcajada, y percibo la agonía que la subyace. Un dolor punzante se
extiende por mi pecho y me duele por él—. No te merecen.
—Lo sé. —Recoge una piedra suelta y la deja volar. Se eleva sobre el borde,
desapareciendo en el abismo—. Pero no puedo irme. —Se gira para mirarme—. Al
menos, todavía no —Le aprieto la mano—. Tengo que poner en marcha mi plan de Yale
y luego intentar convencer a mamá que lo deje.
—Entonces se acabó. —Echa la cabeza hacia atrás y cierra los ojos, agarrando mi
mano con más fuerza.
—¿No crees que West iría hasta el fin del mundo por ti? —Arquea una ceja—.
Porque te lo digo ahora —añade, sin esperar a que responda—, lo haría. Haría todo lo 100
que yo hice y más.
—Como yo lo haría por él. Stella y Ridge también. Son lo más preciado para mí en
este mundo, y haría cualquier cosa por ellos.
—¿Por qué no quieres hablar conmigo? Sé que hay más de lo que dijiste. Puedes
confiar en mí. No se lo diré a nadie.
—Y es exactamente por eso que no puedo. Eres el mejor amigo de West, Vander. No
quiero que le guardes secretos. Esto ya se siente como uno grande.
—Quiero a West como a un hermano. Estuvo ahí para mí, y haría cualquier cosa por
él. —Su lengua sale, mojando sus labios, y mis ojos siguen el movimiento por sí mismos.
La tensión se destila en el aire, y su cara arde contra mi palma mientras el calor se filtra
en mi pierna, a través de la manta, desde su mano—. Pero lo que siento por ti supera
eso. Me siento malditamente culpable por haberlo expresado, pero es la verdad.
—No hagas esto. —Bajo mi mano de su cara y doblo mis rodillas para que su mano
caiga—. No conviertas esto en una elección.
—No es eso lo que estoy diciendo —Se arrodilla ante mí, clavándome una expresión
de súplica. No esconde absolutamente nada, y percibo las mismas emociones en
conflicto que fluyen por sus venas—. Odio no poder pasar tiempo contigo, y tiempo con
él, y ser abierto al respecto. Pero no soy estúpido. Sé lo que la gente pensaría.
—¿Por qué, Kendall? ¿Por qué sigues con él? No es digno de ser tu marido.
Su rostro se llena de férrea determinación cuando sus ojos vuelven a clavarse en los
míos.
—No estoy eligiendo, pero no veo por qué no puedo ser amigo de West y amigo
tuyo, y mantenemos las cosas separadas, como hago con mis compañeros de boxeo y
mis amigos del instituto.
—Puede serlo.
—Empezar una amistad cuando admitimos que tenemos sentimientos el uno por el
otro es un desastre en desarrollo.
—No estaríamos empezando nada, Kendall. —Sus ojos brillan con tenacidad—.
Fuimos amigos todo el tiempo. Quizá no sea convencional, pero eso es lo que éramos el
uno para el otro hasta que lo arruiné todo en la fiesta. Quiero recuperar eso. Te necesito
en mi vida.
En este momento, parece tener toda su edad, y bien podría haber alargado la mano
para rodear mi corazón. Nunca fui capaz de abandonarlo cuando me necesitó, y no creo
que pueda hacerlo ahora. ¿Pero cómo lo hacemos? ¿Cómo lo mantenemos platónico y no
cruzamos la línea? ¿Y puedo pasar tiempo con él manteniéndolo en secreto porque nadie
lo entendería?
No tengo ninguna respuesta, pero desafiaría a cualquiera a mirar su precioso y
suplicante rostro y a escuchar su sincero tono, y a rechazarlo. No sé si soy capaz de
hacerlo.
—Me equivoqué antes —dice–. No debería haber presionado por más. Debería
haber sido más comprensivo con tu situación, pero ahora lo entiendo. No preguntaré
por él. No voy a entrometerme, pero por favor, por favor, no me dejes de lado. Te
necesito como amiga, y creo que tú también me necesitas como el tuyo.
102
16
VANDER
—Bowie dice que no vamos a pasar el rato en tu casa esta noche —dice West cuando
nos encontramos en nuestros casilleros al final de una jodidamente larga semana
escolar—. ¿Qué pasa con eso? Los viernes por la noche en tu casa son prácticamente
legendarios.
—Te dije ayer que tengo planes con Crusher esta noche. —Tomo los libros que
necesitaré para estudiar durante el fin de semana de mi casillero y los meto en mi
bolso—. E hice algo de trabajo esta semana, el lugar es un desastre.
—Debería haberlo sabido mejor antes de hablar contigo entonces. —Él sonríe—.
No voy a disculparme por dejar que mi mujer me distraiga, Hazel es la mejor distracción
que existe.
West cuelga su bolsa de deporte sobre su hombro, haciendo una mueca detrás de
mí, antes de mirarme
—Entrando.
Cierro mi casillero y lentamente me doy la vuelta justo cuando una chica con una
voz enfermizamente dulce dice:
—Hola, sexy
Cierro los ojos por un nanosegundo, rezando por la paciencia que escasea estos días.
Enseñando mis rasgos con una expresión neutral, miro a Gayle, preguntándome qué
diablos quiere ahora. La chica está realmente volviéndome loco.
Sus manos aterrizan en mi pecho, sin invitación, mientras se presiona contra mí.
—¿Quieres salir? —Mueve las pestañas y se lame los labios, y estoy seguro que
piensa que es seductora, pero todo lo que hace es irritarme muchísimo. Quiero decirle
que se pierda, pero la cara maltratada de mamá resucita en mi mente y me guardo las
palabras.
Sin alterar mi expresión, quito sus manos de mi pecho y digo: —Tengo planes.
—No es asunto tuyo —digo, señalando a West con una mirada mientras me muevo
a su alrededor
—¡Vas a compensarme por esto! —grita mientras West y yo nos alejamos de ella.
Me froto las sienes palpitantes, rezando para que papá firme la cuenta pronto. No
puedo aguantar esto por mucho más tiempo.
—¿Qué pasa con eso? —pregunta mi amigo mientras avanzamos por el pasillo hacia
el gimnasio y los vestuarios.
104
—Te dije que mi papá me obligó a sacarla. Tengo cero interés. O sea nada. Tuve un
maldito dolor de cabeza después de nuestra última cita porque la chica no para de
hablar.
Hago todo lo posible para evitar pasar tiempo en su presencia, así que me escabullo
por las puertas traseras y camino por el costado del campo de fútbol, tomando el camino
largo hacia el estacionamiento.
—Ni siquiera me hagas empezar con cómo ella seguía tratando de agarrar mi polla
debajo de la mesa.
—Empieza a salir con otras chicas en la escuela. Una diferente cada noche. Déjale
ver que no significa nada para ti, y ella captará el mensaje.
— Si hiciera eso, correría hacia su papá y le diría que le estoy faltando el respeto o
algo así. —Paso una mano por mi cabello, suspiro de frustración—. No tengo más
remedio que llevar esto hasta el final.
—Justo cuando creo que no podría odiar a tu padre más de lo que ya lo hago —West
niega con la cabeza, deteniéndose frente a la entrada del vestuario masculino. La voz
atronadora del entrenador se puede escuchar a través de la puerta, incluso si no
podemos entender lo que está diciendo.
105
Unas horas más tarde, estoy estacionado un par de casas más abajo de la casa de
Kendall, con la esperanza que no me vea cuando regrese del trabajo. Debe estar
trabajando hasta tarde ya que son casi las ocho y todavía no está en casa. El coche del
imbécil está aparcado en la entrada, y supongo que está esperando a que vuelva su
mujer antes de salir. Sé que no hay pruebas, pero mi instinto me dice que tiene una
nueva amiga para follar.
La puerta del pasajero se abre y Crusher arroja una bolsa de papel en mi regazo
antes de subirse a mi camioneta. Está vestido de negro de pies a cabeza y tiene una
gorra de béisbol bajada sobre su rostro.
—Amigo, tengo vidrios polarizados. Nadie sabrá que somos nosotros y mucho
menos verá lo que llevamos puesto.
—Llegas tarde.
—Lo siento —Él sonríe, agitando la bolsa mientras hurga en ella—. Me encontré
con una chica al salir. Me la chupó en el callejón detrás de mi edificio de apartamentos
y perdí la noción del tiempo. Sacando una caja de papel, me la entrega. Ofrenda de paz.
Tengo cuidado con lo que como y trabajo duro para mantener un cierto nivel de
condición física. Un cuerpo sano ayuda a alimentar una mente sana. Hay muchas cosas
que no puedo controlar en mi vida, pero puedo controlar esto.
— El coño no cuenta. —Me lanza una sonrisa antes de tomar un gran trozo de su
hamburguesa.
—No podemos llevar a cabo una vigilancia sin café desagradable y hamburguesas
grasientas. Siempre ves policías haciendo eso en los programas.
—Eres un idiota. —No hay rabia en mi tono porque Crusher es uno de los buenos,
incluso si a veces es un poco payaso.
—¿Recuérdame otra vez por qué te pedí que hicieras esto conmigo?
Le doy un golpe con el codo en las costillas y casi se ahoga a mitad de la mordida.
—De ninguna manera —Sus ojos casi se salen de su cabeza mientras se inclina hacia
adelante en su asiento—. ¿Esa es la mujer a la que el tipo está engañando?
Asiento concisamente.
—¿Está ciego o loco? ¿Quién en su sano juicio engañaría a una mujer así?
—¿West sabe que estamos haciendo esto? —él pregunta después que Kendall
desapareció por la puerta principal de su casa.
Miro por encima del hombro hacia el asiento trasero, donde descansa mi cámara
Nikon.
No estoy seguro de adónde ir desde allí. Recién conseguí que Kendall aceptara que
fuéramos amigos y le prometí que no interferiría ni mencionaría su matrimonio.
Entonces, no puedo darme la vuelta y explicar cómo espié a su esposo y encontré la
confirmación que la está engañando. Sospecho que ella ya lo sabe.
Si lo hace, entonces no estoy seguro que haga alguna diferencia, pero tengo que
intentarlo. Ella no aprobaría que hiciera esto, pero tengo que hacer algo. Tal vez mirar
la prueba física de su traición la impulse a actuar. Pensar en que ella seguirá casada con
ese imbécil enciende una ola de ira que normalmente sólo siento por mi padre.
—¿Es ese el idiota? —pregunta Crusher, pateando sus pies en el tablero, mientras
Curtis sale de la casa.
—Ese es él —gruño, apretando los puños. Arranco el motor mientras sube detrás
del volante de su Merc.
—Siempre lo vi así.
Tirando de mi gorra más abajo sobre mi cabeza, más por costumbre que por
necesidad, espero unos segundos antes de salir a la carretera detrás del padre de West.
—¿Cuál? —pregunto, arrebatando mi cámara del asiento trasero mientras Curtis 108
sale del coche y se dirige hacia las mujeres.
—La chica de atrás con el cabello más corto. Podría haberla follado una vez en el
baño de TJ's.
—¿Podrías haberlo hecho? —Arqueo una ceja mientras quito la tapa de la lente de
mi cámara.
Él sonríe
—Que encantador. Apuesto a que a las chicas les encantaría escuchar eso.
—Ella es linda —dice Crusher— es como si se esforzara por encontrar a alguien que
se viera completamente opuesto a su esposa.
Yo acababa de pensar lo mismo. La chica tiene el cabello largo, negro y lacio, y su
piel se ve pálida contra sus labios de color rojo brillante. Ella se vierte en un diminuto
vestido negro, que deja poco a la imaginación.
—Esta es tierra de estudiantes. Si viven aquí, deben ir a UCCS, lo cual significa que
lo más probable es que tenga poco más de veinte años.
Los seguimos hasta TJ's Sports Bar & Grill, uno de nuestros lugares favoritos, y
entramos. Está muy concurrido esta noche, y todas las cabinas y taburetes están
ocupados.
Curtis conduce a las damas a través de la multitud y encuentra una mesa alta vacía
con un taburete, que reclama para la morena de labios rojos. Señala a una camarera y
pide bebidas mientras nos quedamos atrás, fuera de la vista.
–¿Quieres una cerveza? —pregunta Crusher mientras fijo mis ojos en Curtis y la
chica con sus cabezas juntas, inmersos en una conversación.
No quiero que me vea, pero necesito pruebas. Un beso en la mejilla y una mano
alrededor de su espalda no es mucho para seguir, incluso si está claro por su mirada
lasciva que son más que amigos.
La chica arroja sus brazos alrededor de Curtis, tirando de su rostro hacia el de ella
y aplastando sus labios contra los de él. Sus manos gravitan hacia sus caderas y ella abre
las piernas, dejando espacio para que él se interponga entre ellas. Joder, gracias que hay
una cámara decente en mi teléfono porque acabo de ganar el premio gordo.
Agarrando puñados de su cabello, ella se presiona contra él mientras él le devora la
boca, como si no estuviera en público. Sus piernas se envuelven alrededor de su cintura,
mientras él empuja contra ella, a ninguno de los dos les importa llamar la atención.
Una parte de mí se regocija con ese pensamiento hasta que pienso en la devastación
que esto le causará a Kendall. Curtis es un idiota egoísta y no me extrañaría que siguiera
casado con ella mientras continúa jodiendo a sus espaldas.
Estoy tan contento de no traer a West conmigo, ver a su padre así lo mataría. Y
Kendall estaría tan dolida si fuera testigo de esto. Ya es bastante malo que la esté
engañando, pero hacerlo en la puerta de su casa, de una manera tan irrespetuosa, indica
lo poco que piensa en ella.
Capturo todo en video y tomo algunas fotos, ya tuve suficiente. No puedo ver esto
otro segundo antes de hacer algo de lo que me pueda arrepentir. El impulso de arrastrar
al imbécil afuera y golpearlo hasta que sangre me está volviendo loco. Si bien me
encantaría abofetearlo, no estoy convencido de poder detenerme antes de matar al
idiota, y no vale la pena arriesgarse a ir a la cárcel.
110
—Me voy —Tomo el resto de mi agua— ¿Vienes o te quedas?
—Un par de chicos de mi clase están aquí. ¿Por qué no me quedo y consigo más
material? Él no me conoce de Adam y seré discreto.
—Gracias hombre.
Él es tan cursi. A veces me pregunto cómo consigue tantas mujeres, hasta que veo
la forma en que observan sus músculos y sus tatuajes. A todas las mujeres les gusta
pensar que pueden domar al chico malo por excelencia, y Crusher lo aprovecha al
máximo.
Antes de salir esta noche, pensé si debía confrontar a Curtis o dejar que me viera
para que sepa que lo sé. Decidí que eso no funcionaría a mi favor.
El conocimiento es poder y está información me da algo de influencia. No estoy
seguro cómo la usaré, pero tenerla en mi bolsillo trasero para usarla en cuanto la
necesite es de más valor.
Asegurarme que no sepa que estoy detrás de él, funciona mejor para mí por ahora.
No le contaré una palabra a nadie y me aseguraré que nadie vea lo que estoy
haciendo.
111
17
KENDALL
—Necesito decirte algo —dice Shirley mientras caminamos a toda velocidad por
uno de los senderos menos concurridos del parque.
Por lo general, ayudo en la casa de retiro los sábados por la tarde, pero hoy me
pidieron que viniera a las ocho de la mañana y terminé al mediodía, así que estaba en
casa cuando Shirley llamó a mi puerta hace treinta minutos y me preguntó si estaba
dispuesta a ir a caminar.
—Está bien.
Los nervios pinchan la parte de atrás de mi cuello cuando tomo asiento al lado de 112
mi vecina. Desenrosco la tapa de mi botella de agua y bebo un poco. Shirley aprieta las
manos sobre su regazo y traga saliva audiblemente.
—No hay una manera fácil de decir esto, y lo último que quiero hacer es lastimarte,
pero no puedo guardarme esto por más tiempo.
—¿Lo sabes?
—¿Cómo lo supiste?
—¿Él te vio?
Adrian y Shirley son trece años mayores que nosotros y estuvieron casados por
veinticinco años. No tienen hijos, por elección, y están completamente dedicados el uno
al otro. Puedo decir, con total confianza, que Adrian nunca engañaría a su esposa.
—¿Cómo lo descubriste?
—No habría creído que Curtis era capaz de tal traición y engaño si no lo hubiera
visto yo misma.
—No tengo ese lujo. Necesito mantener la calma para los niños.
—Tienes tanta fuerza interior.
—No estoy segura, en ambos aspectos, pero saber que lo sabes me reconforta.
—Estoy aquí para ti. Lo que sea que necesites. Sólo tienes que preguntar.
—¡No puedo creer que esté siendo tan imprudente! Especialmente cuando él es
quien insistió en que jugáramos esta farsa hasta que Stella se graduara.
114
—Es un cerdo. No es posible que estés considerando seguirle la corriente en sus
planes —Ella niega con la cabeza.
Suspiro
—Solo acepté por los niños, pero no voy a aguantar esto. Cree que tiene el control,
pero va a tener un duro despertar.
—No voy a sentarme y dejar que me tome por tonta. Tengo algunas formas en las
que puedo recuperar el control. Esta semana me reuní con una gran abogada de
divorcios y me dio algo en que pensar. Hay cosas que puedo hacer para ser lista. Para
cubrirme cuando llegue el momento del divorcio, y tengo la intención de protegerme a
mí y a los niños tanto como pueda.
—Ella es joven. En edad universitaria si tuviera que adivinar, cabello oscuro, ojos
grandes.
—Ella no es tan hermosa como tú. Y él es un tonto —se burla— ningún hombre
mayor engancha a una jovencita hermosa a menos que ella esté detrás de su dinero.
—Curtis es llamativo, pero tiene mucho menos dinero de lo que ella piensa.
—Aún menos después que te divorcies —Ella sonríe— Espero que lo dejes limpio.
115
—Tengo un trabajo de tiempo completo, por lo que las finanzas se dividirán en
consecuencia. Me quedaré con la casa como cuidador principal y no habrá ningún
problema con la custodia compartida. La abogada dijo que puede negociar como parte
del acuerdo que Curtis tenga que pagar la universidad de los niños. Esas son mis
prioridades.
—Tal vez deberías renunciar a tu trabajo para que él tenga que mantenerte después
de divorciarte. Aprieta sus finanzas para que no tenga dinero para beber y cenar con
sus fulanas.
—Necesito mi trabajo ahora más que nunca. Quiero a Curtis fuera de mi vida y
quiero ser capaz de mantenerme de forma independiente. No quiero estar en deuda con
él más de lo que debo estar. Ya me resigné al hecho que no podré volver a solicitar el
horario de medio tiempo después de Navidad. Incluso si obtengo un acuerdo generoso
en el divorcio, parte del cual será una compensación por los años que me quedé en casa
con los niños para que él pudiera avanzar en el trabajo, y Curtis tendrá que pagar la
manutención de sus hijos, lo más probable es que no sea suficiente para mantener el
nivel de vida al que estoy acostumbrada a menos que siga trabajando. Además, disfruto
de la confianza que obtengo de mi trabajo y la sensación de satisfacción personal que
obtengo al trabajar fuera del hogar. Sé que soy una buena madre. Amo a mis hijos, y
cuidarlos es algo natural, y es algo que me da un enorme placer. Ver a mis hijos crecer
y convertirse en los maravillosos seres humanos que son es una de las mayores
recompensas de la vida. Son mi mayor logro, y nada de lo que Curtis pueda hacer me lo
quitará. Pero es más que eso. Para mí, tener intereses externos me mantiene estimulada
y feliz y me permite canalizarlo en mi vida hogareña. Mis hijos están en la escuela y me
frustraría rápidamente si estuviera en casa todo el día sin un trabajo que me mantuviera
ocupada. No estoy hablando mal, y disfruté el tiempo que pasé con los niños cuando
eran pequeños y no estaba trabajando, pero ahora es diferente. Discutí las opciones con
mi abogada, y aunque podría obtener más pensión alimenticia si no estuviera
trabajando y dependiera únicamente económicamente de Curtis, no quiero perder mi
independencia.
—Necesito regresar.
—Gracias por decírmelo —digo, mientras caminamos hacia la salida del parque en
un lugar más tranquilo.
—Solo puedo imaginar por lo que estás pasando, Kendall, y mi corazón se rompe
por ti, pero sé lo que haría si estuviera en tu lugar.
Arqueo una ceja, instándola a continuar, mientras cruzamos las puertas del parque.
116
—Me encontraría un amante joven y caliente. ¿Por qué Curtis debería ser el único
que se divierte?
Todavía estoy reflexionando sobre las palabras de Shirley mientras camino hacia la
casa de Vander unas horas más tarde.
Curtis y Ridge se fueron a acampar durante la noche. Stella tiene una fiesta de
pijamas en casa de una amiga y West fue a cenar y al cine con Hazel. Viola me preguntó
si quería ir a su casa, pero Vander ya me envió un mensaje de texto pidiéndome que
fuera a cenar y no lo rechacé.
Estoy emocionada de pasar la noche con él, y eso está muy mal. Lo que me lleva de
vuelta a la declaración de despedida de Shirley. Una aventura con un chico joven y sexy
podría ser justo lo que necesito para darme un impulso de confianza y superar estos
próximos años.
Tal vez debería dejar de lado la precaución y tomar un amante joven. Me dijeron en
muchas ocasiones que parezco joven para mi edad, y no me faltaron admiradores
cuando estaba en la escuela a pesar que todos sabían que tenía una relación estable con
Curtis. Sé que me veo bien para mi edad, y si me expongo, estoy segura que encontraré
a alguien con quien divertirme. Pero la perspectiva es desalentadora. Las citas en línea
son la norma en estos días y no tendría ni idea de por dónde empezar. La idea de eso
me pone la piel de gallina.
Vander parecería la opción obvia, excepto que es el mejor amigo de West y tiene sus
propios problemas de los que preocuparse. Y decidimos ser amigos.
Le envío un mensaje de texto rápido, haciéndole saber que estoy afuera, y la puerta
se abre unos segundos después.
—Hola —Vander está de pie junto a la puerta, esperándome con una gran sonrisa
en su rostro—. Estaba medio esperando que te acobardases.
—Yo también —admito sinceramente, entregándole la bolsa con el postre que hice. 117
— Me alegro que no lo hayas hecho —Su mano se mueve a mi espalda baja mientras
caminamos hacia la puerta abierta. La puerta se cierra detrás de nosotros—. Después
de ti. —Vander da un paso atrás, dejándome entrar a la casa primero.
—Me alegro que te guste. Quería hacerlo más hogareño para que te sintieras
cómoda cuando estés aquí.
Pero es el enorme lienzo que cuelga en la pared trasera, sobre el sofá, lo que
realmente hace la habitación.
Después de dejar mi abrigo y mi bolso en el sofá, camino hacia su pintura con una
mirada de asombro en mi rostro.
—Es a la vez intrincado y simple —digo con voz áspera mientras mi mirada se pasea 118
por la miríada de líneas coloridas. Se arremolinan en el lienzo en diferentes direcciones
y formas y a primera vista, parecería tener un diseño desordenado. Hasta que miras
más de cerca y ves lo excepcionalmente brillante que es—. No sólo tienes talento. Eres
inteligente con tu don. —susurro mientras mi dedo traza la forma de una cara
incrustada en las líneas.
Dentro del rostro más grande hay más rostros, todos hábilmente incorporados a la
pintura. Doy vueltas con lágrimas en los ojos
—Estoy sin palabras. Esto me roba el aliento, Vander. Y sé que esto es sólo una
fracción de lo que puedes hacer.
Su rostro brilla ante mis elogios, y en silencio les grito a sus padres por no darse
cuenta de lo asombroso que es.
Asiento vigorosamente.
No soy una experta en arte, pero Vander piensa en todo lo que hace.
—Quería capturar cómo todos usamos caras diferentes y tenemos diferentes lados
para nuestras personalidades. Cuántas partes diferentes intervienen en hacer que una
persona sea completa.
Se acerca a mí y lo miro fijamente con mis ojos brillando de emoción. Hay tanto
sentimiento detrás de esas palabras y ese dibujo. Él es magnífico, un dios entre los
dioses. Nunca se paró más alto o apareció más luminoso de lo que me parece ahora
mismo.
Curtis nunca desentrañó la esencia de lo que soy por dentro, ni mostró interés en
las cosas que me hacen ser la persona que soy o la parte de mí que desafía mi impulso
por la comprensión y la iluminación. No podía entender por qué me gusta cuestionar y
analizar las cosas que no podemos explicar en nuestro mundo.
Siempre vi eso en él. Sé por qué también lo cuestionó, pero tiene la capacidad de
mirar más allá de su búsqueda personal, y eso lo coloca a años luz de Curtis en madurez.
En este momento, creo cada palabra que Dee me dijo. Creo que nuestras almas están 119
armoniosamente alineadas, existen en perfecta sincronización y bailan al mismo ritmo.
Los ojos verdes esmeralda de Vander me miran a la cara con tanta intensidad que
casi me tiran al suelo.
Vander abre y cierra la boca en rápida sucesión, y sé lo que estaba a punto de decir.
Sus ojos esmeralda bajan a mi boca, y apenas recuerdo respirar.
—La cena está casi lista. Ve a sentarte y te traeré una copa de vino —dice.
—No te vayas —Pasa una mano por su desordenado cabello húmedo mientras el
aire sale de su boca—. Tuvimos un momento, pero no tiene por qué arruinar nuestra
noche.
— Está bien.
—Bien.
Tomo asiento en el nuevo sillón de cuero mientras la música se filtra a través de los
parlantes en volumen bajo. Afortunadamente, no es rap o ese heavy metal ruidoso que
West escucha a veces.
—Estoy bien aquí. Viola y yo tenemos lo de comer en una mesa de café controlado
a este punto.
Quitándome los zapatos, agarro dos cojines y los coloco sobre la alfombra en el
suelo.
— Ahí, perfecto.
Sacude la cabeza, así que tomo dos revistas del estante debajo de la mesa para
usarlas en su lugar. No tiene sentido arriesgarse a dañar su nueva mesa.
Me inclino sobre el tazón lleno de pollo y pasta con chorizo, y mi estómago ruge
apreciativamente.
Muevo la cabeza.
—Genial. Gracias.
Se encoge de hombros, como si no fuera una de las personas más resistentes que
conocí.
—Todavía no es suficiente.
Nos sonreímos y quito la mano antes que mis dedos tengan ideas.
—Hablando de comida, ¿qué vas a hacer para el Día de Acción de Gracias? —Solo
faltan cinco días y dudo que su madre haya organizado algo.
—Sólo seremos mamá y yo. Papá lo pasará en la ciudad. —Una mirada oscura cruza
su cara, pero no da más detalles. Él no necesita hacerlo—. Voy a cocinar.
123
—Deberían venir a nuestra casa. Ustedes dos. Habrá comida más que suficiente.
Es una oferta espontánea, pero no puedo arrepentirme, aunque haga que el día sea
más tortuoso para mí. Pretender jugar a la pareja feliz con Curtis frente a los niños y sus
padres será horrendo. Tener a Vander ahí sólo aumentará mi miseria, pero de otra
manera, su presencia me calmará. Y no soporto pensar en él solo, vagando por esa casa
grande con su madre semi comatosa.
Es otra razón por la que desprecio a Diana Henley, pero una parte de mí también lo
siente por ella. Puede activar el encanto en público y aparecer como un ser humano
funcional cuando surge la necesidad. Sin embargo, ella no puede hacer eso por su hijo.
En casa, ella le deja ver el verdadero alcance de su adicción. Lo obliga a cuidar de ella, y
no tengo ningún respeto por ella por eso.
Vander regresa, balanceando sus piernas sobre el sofá. Hago lo mismo, meto las
piernas debajo de mí y me cubro las rodillas con el vestido para asegurarme de no
mostrar nada que no debería.
—¿Cuál es el tema esta vez? —pregunta, entregándome una copa de vino fresco.
—Um... reencarnación.
Mis mejillas se calientan cuando tropiezo con la palabra. Desde que Dee dijo las 124
cosas que dijo, estuve luchando para entenderlo. Una cosa es tener la mente abierta y
creer en lo abstracto y otra muy distinta cuando potencialmente se convierte en
realidad. ¿Sinceramente? No sé qué pensar.
—¿Cuál es la tuya?
—Respondes a una pregunta con otra pregunta, mmm… —Juega con sus labios, y
mis ojos son como misiles buscadores de calor que se clavan en un objetivo mientras lo
veo jalar los labios carnosos con dedos largos y delgados— Maniobra de desviación
clásica allí. Sus labios se curvan en las esquinas de una manera burlona.
No está equivocado, pero estoy reconsiderando todo en este momento, así que opté
por otra técnica de desvío probada y comprobada.
—Lo siento —Se levanta contra el reposabrazos para que sus pies ya no me toquen.
—Es el alma la que se reencarna, no el cuerpo físico. Aunque leí algunas de las
enseñanzas de la creencia lamaísta y es un caso convincente para la reencarnación del
cuerpo.
—También hablamos sobre el Dalai Lama. Cada Dalai Lama cree que su espíritu se
reencarna en el cuerpo de su sucesor y esa persona nace en el momento de su muerte.
Es interesante, pero ¿cómo es convincente? —Estoy en lo alto en este momento,
emocionada de poder tener este tipo de conversaciones con él, sabiendo que no sólo
está hablando por hablar cuando dice que comparte mi pasión por la filosofía. Él la lee
y la estudia también. ¿Cuántos chicos de dieciocho años hacen eso?
—¿Cómo qué? —Me siento más cerca y me inclino hacia él, tomando un trago de mi
vino mientras espero ansiosamente que responda. Recién comenzamos este tema al
final de la clase la semana pasada, así que esto es nuevo para mí y tal vez sea algo que
pueda plantear en nuestra próxima sesión.
—Como si hubiera un arco iris sobre la casa donde nació el bebé. Su nacimiento fue
indicado en una visión. El niño podía distinguir las identidades de los santos visitantes
incluso cuando trataban de disfrazarlo. Algunos reconocieron pertenencias anteriores
como rosarios, y otros fueron fácilmente capaces de repetir el mantra budista. Todo
esto mientras era sólo un niño pequeño. Eso no se puede fingir. ¿Cómo…?
—¡Van! ¡abre! —grita West, sus golpes impacientes cada vez más insistentes.
—Mierda —Vander maldice por lo bajo mientras entro en modo de pánico total.
Tira mi bolso y mis zapatos sobre la cama y deja mi copa de vino en su mesita de
noche.
—No puede saber que estoy aquí —Empuño su camisa cuando los golpes
comienzan de nuevo en la puerta.
Ambos nos estremecemos ante sus palabras. Asiento con la cabeza y él se va,
cerrando la puerta detrás de él.
126
La necesidad de tirar de mi cabello y caminar por el suelo me está atormentando,
pero no puedo arriesgarme a que West me escuche. Sólo una pared y una puerta
delgada separan las habitaciones, y el ruido podría transmitirse.
—Acabo de tener la mayor discusión con Hazel. Creo que podríamos haber roto.
Ugh
Sentada en el borde de la cama, me pongo mis AirPods y abro una de mis listas de
reproducción, ahogando sus voces antes de escuchar algo que no debería. Tomo un
gran trago de vino mientras espero que saque lo que sea que haya pasado entre West y
Hazel. Me gusta su novia. Es dulce y leal, y sacó a relucir un lado diferente de mi hijo.
Necesitando más distracción, tomo la copia maltratada de Meditaciones
descansando encima de una pila de libros junto a la cama de Vander, sonriendo a pesar
de mi situación. Lo hojeo, mi sonrisa se expande cuando veo los puntos destacados y
las notas. Disfruto tanto de saber que tenemos un interés común y que él no sólo lo hace
para impresionarme. Vander está genuinamente interesado y me da una sensación
cálida y acogedora. Dejo abajo Meditaciones y cojo el siguiente libro Las 48 leyes de la
energía, de Robert Greene. Traté de leerlo una vez, pero lo encontré pesado. Vander
tiene un marcador en el medio del libro, por lo que está progresando más que yo. Lo
estoy guardando cuando un sobre se desliza por debajo de la tapa trasera.
Alcanzando el suelo para recuperarlo, casi tengo un infarto cuando veo la foto que
se asoma desde la parte superior del sobre abierto. El perfil lateral de Curtis despertó
con creces mi curiosidad, así que no me siento mal cuando saco las fotos y las extiendo
sobre la cama.
Todo mi cuerpo tiembla mientras paso mis ojos por encima de cada imagen. Una
cosa es saber que mi esposo me está engañando y otra muy distinta ver la evidencia de
ello expuesta ante mí. El creciente horror me consume mientras lucho por aceptar lo
que tengo delante. Las lágrimas brotan de mis ojos y el dolor atraviesa mi pecho
mientras miro las fotos de él con su novia.
Ella es joven y hermosa. Como dijo Shirley. A ninguno de ellos le importa que estén
en un lugar público lleno de gente, ya que prácticamente se follan en seco. Me tapo la
boca con una mano mientras las náuseas me suben por la garganta y el peor dolor
imaginable me está desgarrando por dentro. Ya no amo a mi esposo infiel. No lo hice 127
durante mucho tiempo.
Mi dolor disminuye un poco para dar paso a la ira, pero esta no sólo está reservada
para la escoria de mi marido mentiroso. ¿Por qué diablos Vander tiene estas fotos? Le
dije que no interfiriera, entonces ¿Por qué se involucró?
19
KENDALL
—Es seguro salir ahora —dice Vander, abriendo la puerta veinte minutos después.
Su mirada baja a las fotos antes que sus cejas suban hasta la línea del cabello.
Levantando la cabeza, me fija con una mirada sin disculpas.
—¡Estas enloqueciendo!
—¡No jodas, Sherlock! Loca no comienza a cubrir lo que estoy sintiendo en este
momento.
—Sabía que había más que no estabas diciendo, y tenía que saber.
— ¡No te lo dije por una razón! —grito, perdiendo el control de mis tenues
emociones.
—No quería que le guardaras secretos a West y ahora tendrás que hacerlo. —
Empujo sus hombros y las fotos caen al suelo, rodeándonos—. Ahora eres un cómplice.
Y que Dios me ayude, Vander, si le dices una sola palabra de esto a mi hijo, nunca volveré
a hablar contigo.
—¿Crees que le mostraría esto? ¿Crees que querría lastimarlo así? —Cruza los
brazos frente a su pecho y me mira. La incredulidad sangra en su tono y su expresión—
. ¿Qué clase de maldito amigo crees que soy?
Agarrando mis cosas, lo empujo, necesito salir de aquí antes de decir algo de lo que
me arrepienta.
Estoy enojada con Vander por ir a mis espaldas y hacer algo que le pedí que no
hiciera, pero sé muy bien que la persona con la que estoy furiosa es Curtis, y no quiero
desahogar esa ira con nadie más que con él. También estoy muy avergonzada que
Vander haya sido testigo de eso.
—No voy a disculparme por mis acciones —dice, mientras camino hacia la puerta—
. Nunca me disculparé por tratar de protegerte.
—¿Protegerme? —Me giro, luchando por mantener mis emociones bajo control—.
¿Cómo me protege eso? —Señalo en dirección a su dormitorio mientras mi voz se
quiebra—. ¿Tienes alguna idea de lo que me hace ver esas imágenes? —Hay lágrimas
en mis ojos, y son una mezcla de ira y dolor.
—Nunca tuve la intención que las vieras —Se mueve con cautela hacia mí. El dolor
y la simpatía brillan en sus ojos— Lamento que las hayas encontrado.
Levanta su brazo, sus dedos apuntan a mi cabello, pero me tiro hacia atrás, fuera de
su alcance. Las bengalas de dolor cruzan su rostro.
—¿Que pretendías hacer con ellas? —pregunto mientras me pongo el abrigo y me 129
cuelgo el bolso al hombro.
—No estaba seguro, pero no está de más tener evidencia que podría ser útil más
adelante.
—No tenías derecho, Vander —Toda la ira huye de mi tono cuando el agotamiento
se instala, filtrándose profundamente en mis huesos y mi psiquis—. Sé que tus
intenciones vienen de un buen lugar, pero no puedes ignorar mis deseos y volver a ir a
mis espaldas. Esto no te involucra a ti y debes mantenerte al margen antes de lastimarte.
Estoy cargando con el peso de tanta responsabilidad sobre mis hombros en este
momento, y no quiero agregarte a eso.
— En este momento eres una debilidad y no puedo manejar eso además de todo lo
demás —Me giro para irme, odiando cómo una noche tan maravillosa se volvió tan fea.
Con mis dedos enroscados alrededor de la manija de la puerta, lo miro por encima del
hombro —Gracias por la cena. Fue una noche agradable hasta que dejó de serlo.
—¡Mamá! —Ridge irrumpe por la puerta, con una sonrisa y bostezando—. Tuve el
mejor viaje ¡Fue increíble!
—Eso es genial, cariño —Me inclino y lo abrazo, apretándolo más cerca— Me alegro
que hayas disfrutado. ¿Dónde está papá?
—Está poniendo el equipo de campamento en el garaje. Luego dijo que tenía que
salir.
Sobre mi cadáver se marchará antes que haya dicho lo que tengo que decir.
—Hice galletas con chispas de chocolate. Todavía deben estar calientes. Hay un
plato en la cocina y un vaso de leche con tu nombre —Sé que ese es todo el incentivo
que necesita.
—¡Estoy hambriento! Gracias mamá —Besa mi mejilla antes de correr por el pasillo. 130
Una sonrisa aparece en mi boca mientras observo a mi hijo menor, pero se
desvanece rápidamente. Lo que va a tener que pasar lo molestará, y odio eso por todos
mis hijos. A la mierda Curtis, todo esto es su culpa.
—¿A dónde crees que vas? —Me apresuro cuando Curtis sale del garaje hacia su
Mercedes. Tomó la camioneta de West para acampar anoche, pero claramente eso no
es lo suficientemente bueno para su puta.
Sacando la foto que guardé del escondite de Vander del bolsillo trasero de mis jeans,
lo golpeo contra la ventana del lado del conductor antes que pueda arrancar.
Sus fosas nasales se ensanchan mientras mira la imagen, pero funciona. Apagando
el motor, sale.
—¿De dónde diablos sacaste eso? —gruñe, sin disculpas No hay excusas. No hay
consideración de cómo se debe haber sentido ver eso.
—No voy a hacer esto aquí —digo, mirando alrededor. Un par de nuestros vecinos
están cortando el césped delantero, y algunos están caminando y andando en bicicleta
con sus hijos. Todavía no nos están prestando atención, y me gustaría que siguiera
siendo así —. Tu estudio. Ahora.
—Acepté esta farsa por los niños porque pensé que decidimos que West y Stella se
descarrilarían al descubrir la verdad cuando se encuentran en momentos tan cruciales
en sus vidas —Le tiro la foto en la cara—. ¿Esto es proteger a nuestros hijos? —Trabajo
duro para mantener mi voz baja. No es fácil cuando quiero gritar y abofetear su rostro
sin remordimientos.
Idiota arrogante. La verdad es que nunca les mostraré a mis hijos esas fotos. Los
devastaría, pero Curtis no necesita saber eso.
—Les haré daño si es por su propio bien. No permitiré que me pongas en ridículo a
mí o a ellos haciendo alarde de tu actual compañera de mierda por la ciudad frente a
todos. —Empujo mi dedo en su pecho—. Así es como esto va a ir. Seguiremos con esta
farsa para el Día de Acción de Gracias y el cumpleaños de West, y luego les diremos que
nos estamos divorciando. Puedes mudarte la mañana después de la fiesta de West.
—Tú eres el que quería esperar para divorciarse. Estuve de acuerdo porque pensé
que estábamos en la misma página. Esto no es aceptable para mí y no lo toleraré. O
haces lo que te pido o les diré la verdad a West y Stella. Los niños no querrán tener nada
que ver contigo si ven estas fotos. Oíste lo que dijeron. —Agito la foto arrugada frente a
su rostro, sabiendo que lo irritará—. Tengo más de dónde vino esto, y se los mostraré a
los niños si intentas desafiarme.
—Te odiarán de por vida, y no moveré un maldito dedo para hacerlos cambiar de
opinión —añado.
—Esto no tiene nada que ver con Ingrid, y no voy a terminar las cosas. Es en serio.
Sus palabras me hirieron, lo cual estoy segura era la intención. Todo lo que hace es
fortalecer mi resolución.
—No hay manera que pueda fingir cuando odio tus jodidas agallas. Ni siquiera
puedo mirarte y tu toque me pone la piel de gallina. No podemos montar un
espectáculo. No funcionará. Los niños verán a través de esto, y eso sólo les hará más
daño a largo plazo.
Estuve pensando en las cosas que dijo June y tiene razón. Quedarse con Curtis, e
intentar vivir una mentira, sólo los lastimará más. Creo firmemente que este es el mejor
camino a seguir. No importa de qué manera lo hagamos, nunca habrá un momento
adecuado para decirles a nuestros hijos que nos vamos a divorciar.
—Me niego a mentirles –continúo—. sólo pasaremos la próxima semana y luego les
diremos.
—No estoy de acuerdo con esto. —Me frunce el ceño.
Él tiene razón, lo estoy haciendo. Moriría antes de dejar que los niños vieran esas
fotos. Por mucho que odie a Curtis, sigue siendo su padre y no interferiré en su relación
con él.
Hay muchos desafíos por delante, pero ese es uno de los mayores: mantener mis
opiniones personales para mí y no dejar que lo que siento por él influya en la forma en
que mis hijos manejan las cosas.
— ¡Eres una maldita perra! Cómo logré permanecer casado contigo tanto tiempo es
un puto milagro.
Estoy segura que le gustaría poder hacer eso, pero no es así como funciona la ley.
Se aleja, deteniéndose en la puerta para mirarme de nuevo.
—Estaré de viaje de negocios el lunes y el martes, pero creo que voy a empezar
temprano.
—¡Qué súper idea! —digo, dejando que mi sonrisa corra libremente—. ¡Buen viaje!
—agrego cuando él forcejea para abrir la puerta, casi arrancándola de las bisagras. Dile
a tu amiguita que le deseo buena suerte porque la va a necesitar.
20
KENDALL
Mi nueva cama con dosel tiene finas cortinas blancas y sabanas de algodón egipcio
de seiscientos hilos. Las sábanas y las fundas de las almohadas, de un blanco
deslumbrante, tienen un ribete gris delgado que recorre el borde, y es nítido, fresco y
sofisticado. Una miríada de cojines rosas, grises y blancos adornan la cama,
contrastando maravillosamente con las cortinas grises que cubren la ventana.
Tengo planes para remodelar el armario y quiero instalar un tocador con un espejo
LED, pero eso tendrá que esperar hasta después de las vacaciones porque no pude
encontrar contratistas disponibles para completar el trabajo en tan poco tiempo, no
importa cuánto del dinero de Curtis les ofrecí.
Cuando Stella preguntó qué estaba pasando, mentí y dije que los ronquidos de su
papá me mantenían despierta por la noche y que es mejor si dormimos separados por
ahora. No estoy segura de si ella se lo creyó, y odio mentirle, pero mis amigos tienen
razón: no hay manera que pueda continuar compartiendo la cama con un hombre al que
desprecio. Puedo estrangularlo mientras duerme, y prefiero no pasar el resto de mi vida
tras las rejas porque Curtis Hawthorne no vale la pena.
Una sonrisa maligna se dibuja en mi boca cada vez que pienso en la reacción de
Curtis cuando regrese a casa y vea lo que hice. Ahora me aferro a mi ira y la uso para
impulsarme a la acción. Mi despreciable marido ya no juega conmigo y es hora de
restablecer el equilibrio.
Llegaron los resultados de mi examen médico y, afortunadamente, estoy limpia. Fue
muy humillante completar el formulario de la consulta de mi ginecólogo, especialmente
porque el Dr. Leo es el médico al que fui cuando estaba embarazada de Ridge. Pero tenía
que dejar de lado mi vergüenza y recordar que no soy yo quien se ve como un pedazo
de mierda en este escenario. No correré ningún riesgo con mi salud, punto, y necesitaba
saber si Curtis me pasó alguna enfermedad. Al menos eso es una cosa menos de qué
preocuparse.
Al ver la bolsa de lona tirada en el pasillo, confirmo que es mi hijo. Estuvo de mal
humor toda la semana y yo me sentí culpable por lo del sábado por la noche. Este es
exactamente el escenario que estaba tratando de evitar.
Las cosas no quedaron en los mejores términos entre nosotros, y lamento haber 135
estado tan enojada con él. No debería haber ido a mis espaldas, y tenía razón en
enojarme con él por ignorar mis deseos descaradamente, pero las fotos cambiaron las
reglas del juego. Me dieron algo de poder de negociación, y él es la razón por la que pude
ordenarle a mi abogado que redactara los papeles del divorcio el lunes.
Dejando a un lado los pensamientos sobre Vander, por ahora, subo las escaleras
para hablar con mi hijo mayor.
—Toc, toc —digo, asomando la cabeza a través de su puerta. West está tirado en su
cama, boca abajo, con una almohada sobre la cabeza. Entro a su habitación, cierro la
puerta y me acerco a él. Se quita la almohada de la cabeza mientras me siento en el
borde de la cama. Alboroto su cabello mientras él gira sobre su costado, mirándome con
una expresión de impotencia—. Sabes que estoy aquí si quieres hablar, y un problema
compartido…
—Es un problema reducido a la mitad —Termina por mí— La abuela Reed fue una
mujer inteligente. Ojalá hubiera tenido la oportunidad de haberla conocido.
—Las mujeres son tan confusas —West suspira, se tira de espaldas y mira al techo.
—Dime lo que te preocupa —Subo mis piernas a la cama y apoyo mi espalda contra
el reposacabezas.
—¿Cuándo me enojé contigo? —Trabajo duro para nunca perder mi cordura con los
niños o alguna vez levantar la voz. No digo que sea una santa. Hubo ocasiones en las que
lo perdí, pero no es la norma. 136
—Te volviste loca esa vez que estaba golpeando pelotas de golf en el patio trasero
y rompí la ventana de la cocina.
—Si necesitas discutir algo serio, podemos discutirlo como adultos. —Froto su
mejilla antes de dejar caer mi mano en mi regazo—. Vas a cumplir dieciocho la semana
que viene. —Las lágrimas acuchillan mis ojos, pero esta vez son lágrimas de felicidad y
nostalgia—. No puedo creer que hayas crecido. —Inclinándome, beso su frente—.
Espero que sepas lo orgullosa que estoy de ti. Todos los días me siento bendecida por
tenerte como hijo.
—Yo también, mamá —Envuelve sus brazos alrededor de mí—. Siempre supe que
eras la mejor, pero cuando miro con lo que Van tiene que lidiar, lo sé con certeza.
—Oh, por cierto, me dijo que te dijera que estarán aquí mañana, él y Diana.
Supuse que cuando no escuché nada significaba que no vendrían. Tendré comida
más que suficiente, así que no es gran cosa, pero no quiero que las cosas sean
incómodas. Las cosas ya van a estar tensas como el infierno sin agregar otra fuente de
tensión. Decido ir a verlo esta noche para hacer las paces. Oh Dios.
—Gracias por invitarlos —West apoya la cabeza hacia atrás y toma mi mano entre
las suyas—. Veo cómo trataste de ayudarlo a lo largo de los años, y eso dice mucho sobre
el tipo de persona que eres. Me mira con un brillo en los ojos. ¿Papá sabe que Diana se
unirá a nosotros?
—Le diré cuando llegue a casa más tarde —No estará del mejor humor después que
le entreguen los papeles de divorcio hoy y luego descubra que moví todas sus cosas a
una de las habitaciones libres. No puede soportar a Diana Henley, y no puedo esperar
para enterrar el cuchillo más profundo—. Ahora, dime qué está pasando. ¿Está todo
bien contigo y Hazel?
Mi corazón se tambalea hasta los dedos de mis pies y vuelve a subir a mi cabeza
antes de dar otro giro. No estoy segura de lo que ve en mi rostro, pero es suficiente para
garantizar que me tranquilice.
Estoy aliviada. Ella sólo tiene diecisiete años y West está por cumplir dieciocho. No
quiero que la historia se repita, aunque suene hipócrita. Sé que Hazel quiere ser
veterinaria y West tiene su sueño futbolístico. Quiero que puedan perseguir sus sueños,
que no se vean obligados a abandonarlos.
Él asiente
—Podría haber maldecido un poco y luego dije que me alegraba que no hubiera
arruinado mi carrera futbolística antes que comenzara.
—Que el fútbol era todo lo que me importaba y fui egoísta al no considerar cómo
habría impactado sus planes. También dijo que no se habría sentido infeliz si la prueba
hubiera sido positiva, pero, claramente, yo lo habría hecho. Según ella, eso demuestra
lo temporales que considero que somos. —Su ceño se frunce mientras me mira— Traté
de retroceder, pero ella no quería escucharlo, y ahora está ignorando mis mensajes de
texto y no me habla en clase. Fui a su casa después de la escuela y ella se negó a verme.
Sé que me equivoqué en esto, pero ella está exagerando por completo.
—Te contaré un secreto. Toda mujer ama las flores. Cualquier chica que diga que
no, miente. Nunca puedes equivocarte con las flores. Creo que Van sabe lo que está
haciendo. 138
—Eh… —West agarra su celular de su mesita de noche—. Extraño para un tipo que
no tiene relaciones. Extraño de verdad.
—¡Kendall, espera!
Me detengo de golpe cuando la profunda voz de Vander me cubre como una manta
de seguridad. Meto las manos en los bolsillos de mi rompevientos y me doy la vuelta,
apartándome del camino hacia un lado para no estorbar a nadie. El parque está más
tranquilo que de costumbre esta tarde con sólo un puñado de corredores y gente
caminando.
Espero que la mayoría de las familias estén en casa preparándose para mañana.
Salto sobre mis pies para mantener el calor mientras veo a Van acercarse con su paso
de piernas largas y su feroz determinación grabada en su rostro.
—Sé que estabas enojada, y tenías todo el derecho de estarlo, pero sólo estaba
tratando de ayudar.
No sé qué esperaba lograr con el truco, pero no puedo estar enojada con él por más
tiempo.
—Sé que lo hacías, y yo fui demasiado dura. No debí haber dicho algunas de las
cosas que dije. Lo siento si herí tus sentimientos —Lo miro— estaba enojada y
avergonzada, pero eso no es culpa tuya.
No creo que Curtis alguna vez se haya sentido así, pero eso no es ni aquí ni allá, y
terminé de hablar de mi marido.
—Las cosas van a ser difíciles durante los próximos meses, y necesito que me 139
prometas que no interferirás. También necesito que me prometas que nunca le dirás a
West lo que viste. Ya va a ser bastante difícil para los niños. No necesitan saber todos
los detalles sórdidos.
—No quiero decírselo, pero no quiero que lo descubra de la manera más dura o que
descubra que yo sabía y no dije nada. Si se cambiaran las tornas, me gustaría que me lo
dijera.
—Estoy de acuerdo con todo eso, pero necesito que confíes en que lo estoy
manejando de la mejor manera que puedo.
—Sin ofender, Kendall, pero esa es mi decisión, no la tuya. No planeo decirle nada a
West sobre su padre, pero no puedo prometer que siempre será así. ¿No pasamos ya
por esto? ¿Qué sentido tiene repetirlo?
Me detengo de golpe.
—No deberíamos. Lo que sucedió el sábado por la noche demuestra que pasar el
rato es arriesgado.
Creo que el incidente de West fue una señal que continuar esta amistad sólo
terminará en un desastre. Pero, por razones que ni yo entiendo, no puedo dejarlo ir.
Debería, pero no puedo.
—Lo hicimos —admito a regañadientes— pero West casi nos atrapa ¿qué le dirías
si nos descubre juntos?
140
—La verdad. —Mete un mechón suelto de mi cabello en mi cola de caballo— que
no pasó nada. Te preparé la cena y hablamos de filosofía con una copa de vino y una
cerveza. Mete la mano en el bolsillo de su sudadera. No habría leído nada más. Su
cerebro nunca iría allí. Estás haciendo que esto sea algo más de lo que es.
Arqueo una ceja porque vamos, Él sabe que yo sé que todavía quiere más que una
amistad, y admitimos que nuestros sentimientos son más fuertes que eso.
Honestamente, no sé lo que estoy haciendo o por qué no puedo cerrar esto, lo que sea
que es.
Rozar sus labios contra los míos no fue nada inocente, aunque no llegó a ser un beso.
—No nos engañemos. Ambos sabemos que nuestros sentimientos el uno por el otro
está lejos de ser inocentes.
141
21
VANDER
—¿Ya saliste de la casa del perro? —le pregunto a West mientras nos sentamos en
la gran terraza que rodea la parte trasera de su casa, bebiendo cerveza, mientras Stella,
Kendall, mi mamá y la abuela de West dan los toques finales a nuestra cena de Acción
de Gracias. Ridge está viendo la televisión en la sala de juegos y Curtis está con su padre
en el estudio, fumando puros y bebiendo bourbon. Será un milagro si supero esta cena
sin darle un puñetazo en la cara, pero le prometí a Kendall que no interferiría y estoy
decidido a cumplir la promesa esta vez.
—No del todo, pero creo que estará bien. —Toma un trago de su botella—. Tenías
razón, las flores ayudaron —Sonrío—. Te lo dije. — Hice todo lo posible y le di a Kendall
el ramo más grande de flores rosadas y moradas. Es Acción de Gracias, así que puedo
salirme con la mía. La mirada en el rostro de Curtis no tenía precio, pero tuvo que
aguantarse mientras sus padres lo miraban. Le pedí a mamá que le pasara a Kendall el
champán y los chocolates para que no pareciera demasiado obvio.
142
—Las mujeres aman las flores.
—Eso es lo que dijo mamá. De todos modos, Hazel llamó para agradecerme por
ellas. Ella dijo que me amaba y que estaba llena de sentimientos. Saldremos mañana.
Me golpea en el brazo.
—La extrañaba como loco. Me mata pasar más de unas pocas horas sin verla,
abrazarla o hablar con ella. Honestamente, la semana pasada, sentí que me faltaba una
parte de mi corazón.
—¿Lo conoces?
Maldita sea, Vander. Soy un maldito idiota. No puedo retroceder, así que tendré que
hacer una broma en su lugar.
—¡Por supuesto que no! —Le doy un puñetazo en el brazo—. Sólo estoy jugando
contigo. ¿Qué diablos iba a saber sobre extrañar a una chica?
Desearía poder confirmar que lo hizo, pero no puedo involucrarme sin perder a
Kendall. Y quise decir lo que dije: tampoco podría lastimar a mi amigo de esa manera. A
menos que no haya otra opción. West se enterará con el tiempo, y cuando lo haga, estaré
allí para apoyarlo. Todavía no entiendo por qué Kendall no pateó el trasero infiel de
Curtis a la acera porque ella no es fácil de convencer. Pero sé que tiene una agenda y
necesito ser paciente.
—No estoy seguro, pero Stella cree que es porque lo echó de la habitación y trasladó
todas sus cosas a la habitación de invitados.
Muevo el aire con el puño en silencio y animo a Kendall. No sé lo que planeó, pero
rezo para que lo ejecute rápido porque significará un obstáculo menos para 143
convencerla que me pertenece.
No es la primera vez que conozco a sus padres, los abuelos de West y los suegros de
Kendall, y son buenas personas. Siempre son agradables y se toman el tiempo para
hablar conmigo. No tengo idea de cómo lograron producir una descendencia tan
decepcionante. Apuesto a que se disgustarán cuando descubran lo que hizo.
Según las reglas de la casa, West, Ridge y yo hacemos la limpieza. Su abuelo ayuda
a limpiar la mesa, pero Curtis no mueve un dedo, lo cual es típico.
Estoy solo en la cocina, fregando la última olla, cuando Kendall entra. Supongo que
enviar vibraciones juju al universo funcionó después de todo. Termino de lavar la olla
y la coloco en el escurridor, antes de darme la vuelta.
—Esperaba encontrarte a solas —dice, sonriendo mientras saca algo de uno de los
cajones—. Esto es para ti. —Me entrega un paquete envuelto en oro.
—¿Qué es?
—Ábrelo y mira. —Su risa tintineante es música para mis oídos. Arranco
ansiosamente el papel, extrayendo los dos libros de cocina—. Iba a prestarte el mío,
pero pensé que podrías usar tu propio equipo. Esos son los dos lanzamientos más
recientes de Keaton Kennedy. Los hojeé y hay algunas recetas geniales allí.
Apenas puedo hablar por encima de la desordenada bola de emoción que obstruye
mi garganta.
—Oye. —Lanza una mirada rápida por encima del hombro a la puerta cerrada antes
de acercarse a mí. Sus dedos rozan mi mejilla—. ¿Qué ocurre?
—Lo que más cuenta es la idea detrás de la compra. —Dios, quiero besarla tanto en
este momento. No tiene idea de cuánto significa para mí porque no existen las palabras
para describirlo adecuadamente.
144
—Escúchame. Me ves. Apoyas mis pasiones. Tú haces mi vida mejor.
—Vander. —Su tono entrecortado envía toda la sangre corriendo hacia el sur de mi
cuerpo, y ya estoy semi-duro. Las lágrimas brillan en sus ojos—. Podría decir lo mismo
de ti.
Nos miramos el uno al otro, transmitiendo todo lo que no podemos decir con
nuestros ojos. El deseo de abrazarla es casi más de lo que puedo soportar. Cada parte
de mí se esfuerza por conectarse con ella. No sé cuánto tiempo más podré contenerme.
No cuando cada célula de mi cuerpo grita por su toque.
—Me perteneces —susurro, apretando su mano contra mi cara, sin querer dejarla
ir.
—Mi lugar feliz eres tú. —La atraigo hacia mi cuerpo, sujetando mis manos en su
espalda baja para evitar que se libere—. Me haces feliz. No quiero a ninguna otra chica.
Nunca lo hice, y nunca lo haré. Sólo te quiero a ti.
—Vander, por favor. —Levantando la barbilla, me mira con lágrimas en los ojos—.
Por favor, olvídate de mí y encuentra a alguien más.
—Ojalá las cosas fueran diferentes —susurra mientras una lágrima rueda por su
rostro—. Ojalá pudiera ser todo lo que quieres que sea, pero no veo cómo es posible. —
Ella se suelta de mi agarre, rodeando sus brazos alrededor de sí misma.
—No establezcamos ningún parámetro. Veamos a dónde nos llevan las cosas. Estoy
aquí para ti. Como tu amigo o más. Tú tomas las decisiones, y yo estoy aquí. —Saco el
llavero de mi bolsillo—. Tengo algo para ti también. —Tomando su mano, coloco el
llavero en su palma y enrollo sus dedos alrededor de él. Es un llavero para abrir la
puerta trasera y una llave de la cochera—. Quiero que puedas entrar y salir libremente.
Si necesitas un lugar al que escapar, ven a mí.
Me mira fijamente, mordiéndose el labio inferior entre los dientes antes de soltarlo.
Abre la boca para decir algo cuando la puerta se abre e instantáneamente quito mi mano
de la suya. Curtis entra en la habitación, su mirada entrecerrándose sospechosamente
mientras mira de mí a ella.
—Me encanta este nuevo sentido del humor. —Él golpea su trasero, y estoy a
segundos de apagarle las luces. Presionando su boca contra su oído, dice en un tono que
es claramente audible—: Me excita como no tienes una idea.
—¡Curtis! —El shock se mezcla con la rabia cuando sale de debajo del brazo de su
esposo—. Tenemos compañía. Pórtate bien.
No puedo ver esta mierda caer. Necesito salir de aquí. Ignorando a Curtis, le sonrío
a su esposa mientras agarro los libros de cocina del mostrador.
—Gracias por los libros y por la cena, Kendall. Estaba delicioso, como siempre.
—Es lo menos que podíamos hacer después de todo el esfuerzo que hiciste. —Miro
fijamente a Curtis, que todavía tiene que ofrecer una palabra de gratitud a su esposa
por todo lo que hizo para asegurarse que todos tuviéramos un gran Día de Acción de
Gracias. Voy a buscar a mamá y nos pondremos en camino.
—Te ofrecería darte una botella de vino para llevar a casa —dice Curtis—, pero tu
mamá nos bebió hasta dejarlos secos. —Una risa burlona acompaña sus palabras
rencorosas, pero lo ignoro y salgo de la cocina, necesitando poner tanta distancia entre
nosotros antes de hacer algo de lo que me arrepienta.
—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunto más tarde esa noche cuando la puerta de
mi dormitorio se abre y mi padre entra en mi habitación. Dijo que estaba pasando las
vacaciones en Denver, así que no esperábamos verlo en absoluto este fin de semana.
Planeaba dormir en la casa principal, para vigilar a mamá, y ahora me alegro de haberlo
hecho. No confío en mi padre en la misma casa que mi madre. No es como si tuviera un
incentivo real para mantenerla con vida. ¿Por qué otra razón él apoya su adicción al
mantener un gabinete de licores completamente abastecido y un médico de guardia
para surtir recetas repetidas cuando sea necesario? Es como si él quisiera que ella
bebiera hasta una muerte prematura o una sobredosis con medicamentos recetados.
—¿Necesito recordarte que vivo aquí cada vez que pongo un pie en mi propia
maldita casa? —grita.
Dejando mi bloc de dibujo a un lado, me pongo de pie y me levanto, amando que soy
unos centímetros más alto que él. Siempre me hace sentir superior mirarlo desde
arriba, y sé que lo irrita muchísimo que yo sea más alto, más ancho, más fuerte y más
sexy.
146
—¿Qué quieres?
—Miles Turner llamó para invitarnos a cenar en su casa mañana por la noche. Le
dije que estaríamos allí a las ocho.
—Yo no voy. —Preferiría quitarme todos los dientes con pinzas que someterme a
Gayle Turner y sus pomposos padres.
Y ahí está el recordatorio de por qué mantiene viva a mamá. Si ella muere o él se
divorcia de ella, él no tiene nada que retener sobre mí. La impotencia familiar truena a
través de mis venas. Necesito desesperadamente golpear algo o alguien. Parece que
realmente estoy siendo probado hoy.
—Bien —gruño—Iré.
Me dirijo a las calles oscuras y golpeo los caminos, sólo regreso después de haber
gastado todas mis molestias reprimidas y mis piernas están a punto de colapsar. Estoy
chorreando sudor mientras me subo a la ducha e intento quitarme las frustraciones del
día. Después de ponerme un chándal limpio, me pongo las zapatillas y voy en busca de
mamá.
La encuentro en la sala de cine, desmayada en una de las sillas reclinables con los
dedos todavía agarrados a una botella de vodka casi vacía. Sacándola de sus garras, la
dejo en el suelo y tomo su teléfono celular antes de tomarla en mis brazos. La llevo a su
dormitorio, odiando lo ligera que se siente en mis brazos. Al menos hoy tuvo una buena
comida casera y la observé para asegurarme que comiera una cantidad decente.
La deslizo debajo del edredón con su vestido y pantimedias, metiendo las cobijas
alrededor de ella, antes de bajar las escaleras para traerle un vaso de agua y algunas
pastillas para el dolor.
—Hola, Van. Me alegro que hayas respondido. Llevo días llamando a tu madre.
—Por favor, hazlo. Quería hacerle saber que me divorcié y estoy de regreso en los
Estados Unidos. Compré una casa en Vermont y esperaba que ella viniera a visitarme.
Tenemos que ponernos al día.
Una idea se forma en mi mente. Si puedo alejar a mamá de papá por un tiempo, él
no puede obligarme a salir con Gayle Turner mientras él trabaja para ganar la cuenta
de su padre.
—Eso suena como una gran idea, Dana —le digo—. A mamá le vendría bien unas
vacaciones. Envíame los detalles y yo lo organizo todo. Te enviaré un mensaje con la
hora en que aterrice su avión.
22
VANDER
—¿Por qué no estás vestido? —pregunta papá, con las fosas nasales dilatadas
mientras entra a mi habitación la noche siguiente. Estoy sentado en mi escritorio con
jeans y una sudadera con capucha, anticipando el momento en que vendría a buscarme.
—Mamá está de vacaciones —le digo, sofocando una sonrisa mientras me pongo de
pie—. Y no voy a ir. Puedes decirle a Miles Turner que se vaya a la mierda. —Enderezo
la corbata de papá antes que pueda detenerme—. Deberías traer a tu última puta.
Entrégasela como ofrenda de paz al padre de Gayle. Estoy seguro que eso calmará sus
plumas erizadas.
—¿Qué hiciste, pequeño revoltoso? —Sus manos se estiran para envolverse 148
alrededor de mi cuello, pero lo agarro por las muñecas con una mano mientras le doy
un sólido puñetazo en el plexo solar con la otra. Un sonido estrangulado sale de su
garganta mientras se dobla, agarrándose el estómago.
—Te juro que es como si quisieras que te dejara otro ojo morado —me burlo—. Tu
ojo acaba de sanar.
—En algún lugar donde no la encuentres. —Me aseguré de ello. Recluté a Jimmy
para alquilar el avión privado a su nombre, y West lo pagó con fondos que transferí a
su cuenta bancaria. Tuve que recurrir a mi herencia para cubrir el costo del avión y
transferir dinero a Dana para que mamá tenga suficiente para vivir. Corté todas las
tarjetas de mamá y le hice prometer que no se acercaría a su cuenta bancaria normal.
Dana le va a abrir una nueva el lunes.
—No podrás localizarla a través de su celular. Ella lo dejó atrás. —Lo hice añicos y
le di un celular desechable en su lugar porque siempre sospeché que papá tenía un
dispositivo de rastreo en él. También me compré un quemador, sólo para poder usarlo
para llamar a mamá. Lo tengo escondido debajo de una de las tablas del suelo en la
cochera. Proteger la ubicación de mamá es de suma importancia porque no confío en
que papá no la matará por esto, aunque yo sea quien la obligó a irse.
Si las miradas pudieran matar, ya estaría muerto cien veces. Mi padre está erizado
de rabia. Su cuerpo entero está temblando de ira mientras me mira. Sabe que no puede
hacer nada al respecto. Si viene hacia mí, le sacaré la mierda de su trasero abusivo. Si
trata de tomar represalias, sabe que me alejará para siempre y todos sus planes futuros
para la práctica legal se desmoronarán. Tal vez no sea aconsejable presionarlo así
cuando aún no tengo una oferta de Yale, pero se presentó la oportunidad de sacar a
mamá del estado y la aproveché.
Tengo seis meses hasta que me gradúe, así que sólo necesito aguantar hasta
entonces.
149
—Te arrepentirás de esto, muchacho —dice papá, agitando su dedo hacia mí—.
Nadie saca lo mejor de Gregory Henley, especialmente mi propia carne y sangre. —Sale
de mi habitación, y lo veo irse diez minutos después, desde la sala de estar, contento
que mamá esté fuera de su alcance pero asustado de haber pinchado a una bestia que
no tengo posibilidad de enjaular.
Regreso del club de boxeo tarde el sábado por la noche y estaciono mi camioneta
junto a la cochera, mirando las luces brillantes en mi estudio del piso superior con un
nudo en la garganta. Sé que no dejé las luces encendidas antes de salir, lo que significa
que tengo un intruso. Podría ser Kendall. Le di una llave para que pudiera venir en
cualquier momento, y no tendría ningún problema con que ella estuviera en mi estudio,
pero no creo que entrara sola. Lo que significa que es mi padre.
Después que nos mudamos aquí y descubrí este lugar, lo reclamé como propio y
convertí todo el segundo piso en un gran espacio de trabajo donde puedo pintar y
dibujar a mi antojo.
Al escuchar mis pasos, me mira. Sus ojos están llenos de emoción, y mi corazón se
ralentiza cuando me doy cuenta que no hay amenaza y se acelera cuando reconozco lo
que ella ahora sabe.
—Vander —dice con voz áspera, con la garganta obstruida por la emoción—. ¿Por
qué no me dijiste?
Me dejo caer en el suelo a su lado, reflejando su posición con las piernas cruzadas.
Trago saliva por encima de mis nervios.
—Son todos de mí —susurra, como si fuera un secreto. Y supongo que lo es. Sólo
que ahora es nuestro secreto.
—Pero es más que eso —continúo—. Eres todo lo que veo. —Mis dedos se mueven
de su cabello a su rostro mientras ahueco su mejilla—. Cada vez que saco un nuevo
lienzo, tu rostro es la primera imagen que me viene a la mente. —Lanzo una risa
profunda—. Si no necesitara un portafolio diverso y expandir mi conjunto de
habilidades para Yale, cada pintura en esta sala sería tuya.
—Nadie. —Sé por qué preguntó—. Mantengo mi estudio cerrado la mayoría de las
veces. Incluso cuando lo estoy usando, y nunca dejo que ninguno de mis amigos suba
aquí. —Para ser justos, rara vez preguntan. West es la única excepción. Él se preocupa
por mí y sabe cuánto depende de mí aceptación en Yale, por lo que pidió ver mi trabajo
varias veces, pero siempre lo desanimo—. Eres la única otra persona que tiene una
llave.
—Lo siento mucho, Vander. No debería haber venido aquí sin preguntarte primero.
Es sólo que esperaba comprar uno de tus cuadros para colgarlo en la pared de mi
dormitorio, y la tentación se apoderó de mí cuando estaba esperando que llegaras a
casa.
—No necesitas disculparte. Esa regla no se aplica a ti. Le acaricio la mejilla con el
pulgar. —No quiero que haya ningún secreto entre nosotros.
—Yo tampoco. —Luchando por ponerse de pie, toma mi mano y me levanta—. Por
eso quiero saber sobre este —dice, arrastrándome hacia la imagen que replica la visión
que veo en mis sueños. Sus dedos se entrelazan con los míos mientras ambos miramos
el dibujo. Es el lienzo más grande que pinté nunca, uno largo y rectangular que me dio
el alcance suficiente para representar el río egipcio, la pirámide en el fondo y la ciudad
construida a lo largo de un lado de la orilla del río.
Con su mano libre, extiende la mano, siguiendo a la pareja que se abraza en el agua.
—Esto va a parecer una locura —admite en voz baja, con la mirada pegada a la
pintura mientras habla—. Pero esta escena parece familiar. —Sus palabras envían una
sacudida directamente a mi corazón, animada por una nueva capa de esperanza. Su
ceño se arruga en concentración mientras sus dedos se mueven sobre la imagen en un
movimiento lento—. Mi corazón latió como loco cuando lo vi por primera vez, y juro
que las imágenes destellaron en mi mente. —Ella me mira, mostrando un ligero rubor
en sus mejillas.
Sus ojos examinan los míos durante unos segundos, y espero con gran expectación
a que me revele lo que descubrí en los últimos meses.
—¿Qué está pasando, Vander? —Su puño se aprieta en mi camisa, y estamos tan
cerca que debe sentir mi erección empujando su estómago.
—Nunca llegamos a terminar nuestra conversación sobre la reencarnación la otra
noche, pero creo en eso. Creo en eso porque estuve soñando con ese río y con nosotros
durante años sin entender lo que significaba hasta hace poco.
Arrugo la frente.
—¿Qué?
—En la noche psíquica en casa de Shirley, ella me dijo que te vio. Que te vio desde
el primer momento en que me conoció. Dee dijo que en cada vida nos encontramos
porque el vínculo es muy fuerte. Aparentemente, siempre tenemos que superar
obstáculos para estar juntos. —Una risa sorprendida brota de sus labios mientras una
lágrima solitaria se escapa de un ojo—. Esto es una locura, Vander. Soy una persona de
mente abierta. Estoy fascinada por las cosas que no podemos explicar, pero esto está en
otro nivel. No puede ser cierto, ¿verdad?
—¿Es una locura? —susurro sobre sus labios mientras nos miramos fijamente a los
ojos—. ¿Es realmente tan difícil de creer? Lo siento, Kendall. Siento esta inmensa 152
atracción hacia ti. Siempre la tengo. No podía entenderlo cuando era niño, pero ahora
lo hago.
Su aliento flota sobre mis labios, y paso poco a poco más allá del punto de no
retorno.
—Te dije que siempre estábamos destinados a serlo —le recuerdo—. Es lo que creo
con todo lo que soy.
—Tengo esta paz interior cuando estoy contigo que está ausente en todos los demás
aspectos de mi vida. Confío en ese sentimiento. Sé que suena loco, pero me lo creo todo.
Eres mía, y yo soy tuyo, y ni el tiempo podrá separarnos.
—Sé una forma en que podemos determinar esto —dice, acercando mi rostro al
suyo. Sus ojos azules brillan con calor e intensidad mientras su mirada va de mis ojos a
mis labios y vuelve a subir—. Bésame, Vander. Bésame y demuestra que eres mi alma
gemela.
23
VANDER
Cada vez más impaciente, Kendall toma el asunto en sus propias manos, tirando de
mí hacia abajo mientras se pone de puntillas para presionar sus labios contra los míos.
En el instante en que sus labios se deslizan contra los míos, algo enterrado muy, muy
dentro de mí cobra vida, como un volcán inactivo que entró en erupción
repentinamente, arrojando lava a borbotones con jubiloso entusiasmo después de
siglos de ser contenido. Es como si se hubiera accionado un interruptor interno y todo
lo que ocurrió antes no tiene consecuencias. Nada más importa en mi mundo, sólo la
mujer que me besa con la misma necesidad y devoción que siento.
Usando mi cuerpo para mantenerla al ras de la pared, muevo una mano más abajo,
rozando las suaves curvas y depresiones de su hermoso cuerpo. Me regocijo
internamente por la forma en que se estremece y gime cuando la toco. Todo el tiempo,
nos besamos y besamos como si no tuviéramos suficiente. Sé que no puedo. Tengo
miedo de detenerme en caso que todo haya sido un sueño y me despierte y llore.
Deslizando mi mano bajo el dobladillo de su vestido, trazo un camino a lo largo de su
muslo, casi deshaciéndome al sentir su piel suave como la seda contra mis ásperas
yemas de los dedos. Mis dedos rozan sus bragas y ella sigue rígidamente debajo de mí.
—No puedo hacer esto —Las lágrimas brotan de sus ojos mientras se agacha y se
desliza debajo de mí—. Necesito ir a casa —Ella corre hacia las escaleras y yo la persigo.
—No puedo hacer esto ahora, Vander —grita, sobre un sollozo, mientras baja las
escaleras.
—Kendall, por favor. Cariño, por favor no te vayas así —digo, pisándole los talones.
—No puedo entender nada de esto —solloza, y me está matando que no me deje
consolarla—. Necesito tiempo. Espacio para procesar todo. —Se limpia las lágrimas que
le caen por la cara mientras abre la puerta de un tirón—. Por favor, dame eso.
Darle tiempo para convencerse que lo que acabábamos de compartir no era real no
es el mejor curso de acción, pero me prometí que no la presionaría, y lo decía en serio.
—Bien. Tómate el tiempo que necesites, pero sabes que lo que hay en tu corazón es
la verdad. No puedes seguir huyendo de eso. —No puedo dejarla ir sin confirmar lo que
significa para mí. Necesito que ella no tenga dudas en relación a mi posición. Dando un
paso hacia ella, tomo su rostro entre mis manos antes que pueda detenerme. No puede
seguir huyendo de mí—. Te amo, Kendall. Te amo jodidamente mucho. Eres todo mi
mundo, y nunca me rendiré contigo. —Presiono un beso feroz en sus labios antes de
dar un paso atrás a pesar que físicamente me duele hacerlo—. Si me necesitas, ya sabes
dónde encontrarme. Estaré esperando.
Pasó una semana desde que Kendall y yo nos besamos y ella me abandonó, y no oí
ni pío de ella. Mantenerme fiel a mi palabra fue una tortura, pero le estoy dando el
espacio que pidió y rezo para que no niegue lo que compartimos ni encuentre otras
razones para no seguir adelante con nuestra relación.
Ahora que la probé, no hay vuelta atrás.
Kendall también debe estar sintiéndolo porque sé que no estoy solo en esto.
Hablé con Jimmy, lo actualicé sobre lo último con Kendall, y me advirtió que
esperara mi momento. Para darle el espacio que necesita para aceptar todo. Pero eso es
más fácil decirlo que hacerlo. 155
La necesito.
La necesito.
La necesito.
La amo.
La amo.
La amo.
Las mariposas vuelan alrededor de mi pecho mientras camino hacia la casa de West
para asistir a su fiesta de cumpleaños número dieciocho. Estoy emocionado de ver a
Kendall, pero también estoy nervioso porque sé que Curtis estará aquí, y apenas estoy
aguantando las cosas como están. Mis manos se contraen a mis costados, y no sé cómo
me detendré de alcanzarla cuando cada parte de mí se muere por tocarla.
Aquí no pasa nada, pienso mientras llamo a la puerta principal. Se abre al instante y
trato de no decepcionarme cuando veo quién me saluda.
—¡Lo hiciste! —Stella se lanza hacia mí, envolviendo sus brazos alrededor de mi
cuello y plantando un sonoro beso en mi mejilla—. West estaba a punto de enviar un
grupo de búsqueda —agrega, retrocediendo y dejándome espacio para que salga al
pasillo—. Eres el último en llegar.
—Me quedé atrapado en mi estudio —admito sinceramente. Toda la semana,
estuve pintando una tormenta y aumentando mi considerable colección de Kendall—.
Perdí la noción del tiempo.
—Estás aquí ahora. El festejado estará feliz. —Pasa su brazo por el mío y me
arrastra por la casa hasta el patio trasero.
Kendall alquiló una gran carpa para la noche y la fiesta ya está en pleno apogeo.
Varios calentadores están repartidos por el espacio, y hace calor. Una banda está
entreteniendo a la multitud, y la pista de baile está repleta de niños y niñas de la escuela
que lanzan movimientos cuestionables. Mesas y sillas circulares ocupan la mayor parte
del resto del espacio. A la izquierda, un buffet caliente se extiende a lo largo de una mesa
rectangular, y la gente se sirve comida y bebida.
La miro como si le hubiera crecido una cabeza extra. ¿Está hablando enserio?
—Lo encontré —dice Stella, empujándome hacia una silla vacía al lado de mi mejor
amigo. Hazel está encaramada en el regazo de West, con los brazos alrededor de su
cuello, luciendo toda amada.
—Ya era hora, hombre. —West levanta su brazo para un toque de nudillos—. No es
propio de ti llegar tarde.
—Gayle sólo nos preguntó unos diez millones de veces cuándo llegarías aquí —
agrega Hazel, y yo gimo, tragando un buen trago de cerveza. Lo necesitaré para tratar
con ella esta noche.
—Tu madre es definitivamente una MILF —dice Bowie, Kendall indiferente está al
alcance del oído—. ¿Cuántos años tenía cuando te tuvo? ¿Cómo diez o algo así? —Por la
mirada vidriosa de sus ojos, puedo decir que ya está borracho. De lo contrario, sabría
mantener su estúpida boca cerrada—. Ella no parece lo suficientemente mayor para
tener un hijo de dieciocho años.
—Cierra la puta boca —espeta West, señalando con el dedo en la cara de nuestro
amigo. —Muestra algo de respeto.
—Dirías cosas peores si escucharas lo que dijo Bowie —se queja West.
—Es bueno verte Vander —Se inclina sobre el respaldo de mi silla, y se necesita una
fuerza de voluntad colosal para no mirar la parte delantera de su vestido—. A West le
preocupaba que no te presentaras.
157
Puedo decir por la mirada en sus ojos que ella también estaba preocupada por eso.
Aterrorizada de lo que pasó la semana pasada me alejó de mi mejor amigo.
—Espera hasta que veas el pastel —dice Hazel—. Es jodidamente increíble. —Ella
sonríe sobre mi cabeza a Kendall—. Todavía no puedo creer que lo hayas horneado.
Eres muy talentosa. Deberías abrir una panadería.
—Me encanta hornear y cocinar, pero no tengo ningún deseo de abrir mi propio
lugar. No creo que pudiera manejar el estrés de eso. Estoy contenta con que sea un
pasatiempo.
—La gente sigue comiendo. Deberíamos esperar otra media hora. —Su voz es
entrecortada, la tensión apuntala su tono.
—Bien. —Él me mira fijamente mientras aparta un poco de su cabello para besar su
cuello. Quiero cortarle los labios de la cara para que nunca más la toque con la boca.
West observa a sus padres con ojos curiosos mientras me enojo silenciosamente
cuando Kendall pone sus manos sobre las de Curtis a la altura de la cintura y se aferra
a él. Ella evita mirarme, y eso sólo me enoja aún más. Agarro el borde de mi silla y cuento
hasta diez en mi cabeza. Cualquier cosa para evitar abalanzarme sobre él y arrancarle a
la mujer que es mía.
158
24
KENDALL
No sé a qué está jugando Curtis, pero voy a matarlo por esto. Si bien se niega a
acelerar el divorcio, acordó hablar con los niños mañana para decirles que nos estamos
separando y que él se mudará. Quiere que se hagan a la idea que nos separemos antes
de formalizar el divorcio. Sé por mi abogado y por lo que vi de los casos en el trabajo
que tomará meses finalizar todo, pero si él cree que voy a dejar que se demore
indefinidamente, no tiene otra oportunidad.
Pensé que querría liberarse de mí lo más rápido posible para poder estar con su
novia “seria” Quizás ella no está tan interesada en el equipaje que él trae a la relación y
él quiere más tiempo para atraparla antes de lanzar la bomba sobre el divorcio. No sé.
Ya no tengo ni idea de lo que pasa por su cerebro, y no tengo ningún deseo de
descifrarlo. No me importa él. Sólo lo quiero fuera de mi vida. Lograr que mis hijos y yo
lo superemos es mi prioridad, además de averiguar qué hacer con mis sentimientos por
Vander.
159
Fui un completo desastre toda la semana. Incapaz de dormir, apenas capaz de comer
y apenas funcionando en la oficina. No puedo sacarlo de mi cabeza, y todavía estoy
luchando por procesar las cosas que me dijo. El sueño. Las afirmaciones de Dee. Mis
creencias sobre la reencarnación y los recuerdos que pasan por mi mente. Ver la pintura
de Vander abrió algo dentro de mí, y ahora estoy siendo inundada con imágenes de una
vida anterior, y estoy tan confundida. También da bastante miedo. Ojalá pudiera hablar
con alguien sobre esto. Estuve tentada de confiar en June, pero me aterroriza que piense
que estoy loca y me recomiende un viaje al manicomio. Así que le dejé un mensaje a Dee
y espero que pronto me pueda programar una sesión privada.
—¿Qué estás haciendo? —siseo, forzando a mis labios a sonreír en lugar de gruñir
a mi futuro ex esposo.
Estrecho mi mirada mientras lo miro, ansiosa por quitar su mano de mi cadera, pero
tenemos varios ojos en nosotros, y no quiero que se note que detesto a mi esposo con
la intensidad de mil soles. Y su toque me pica la piel.
—No sé a qué juego estás jugando, Curtis, pero tienes que dejarlo. Este es el
decimoctavo cumpleaños de West. Una noche que recordará para siempre. No quiero
que mire hacia atrás y crea que toda la noche fue inventada. Acordamos ser amables el
uno con el otro y sonreír. No estuvimos de acuerdo con las manos agarradas y muestras
de cariño falsas.
Es una locura, pero estar aquí así, sabiendo que Vander está mirando, se siente
como la mayor traición. Los recuerdos de nuestra sesión de besos acalorados se
estuvieron reproduciendo en un bucle en mi mente durante toda la semana, y mi
pequeño amigo eléctrico estuvo haciendo un entrenamiento vigoroso después de meses
de uso mínimo. Mi cuerpo hormiguea cada vez que recuerdo lo increíble que se siente
tener el toque de Vander sobre mí.
Entré en pánico cuando sus dedos rozaron mis bragas porque sabía que si dejaba
que me tocara allí no nos detendríamos, y no podía dejar que llegara tan lejos. No
mientras siga oficialmente casada con Curtis y no hasta que haya tenido tiempo de
pensar en todo y si estoy lista para dar un gran paso y empezar algo con el amigo de
dieciocho años de mi hijo. Sabiendo lo que sé ahora, es difícil pensar en él como si
tuviera dieciocho años. Si su alma es la otra mitad de la mía, entonces la edad realmente
no importa.
Cuando nos besamos, era a la vez familiar y nuevo, pero no se sentía mal. Nunca
nada se sintió mejor, y me aterroriza. Estoy en la cúspide de algo que cambiará mi vida
y no sé si soy lo suficientemente valiente como para dar ese salto de fe.
160
—Tienes que aprender a relajarte —dice Curtis, apretando mi cadera mientras les
hace un gesto a West, Stella y Ridge para que se acerquen—. O necesitas echar un polvo.
—Antes que pueda detenerlo, se precipita y planta un fuerte beso en mi boca—. Puedo
tomar uno para el equipo esta noche, por los viejos tiempos. ¿Qué dices?
—Digo que estás jodidamente loco y el infierno se congelará antes que vuelva a
tener sexo contigo.
—Sé que debes tener arcadas —dice, sonriendo mientras nuestros hijos se
acercan—. Considéralo mi último acto como tu esposo.
Hundo mis dedos en su mano, sin importarme en este punto si los niños ven.
—A menos que quieras que te apuñale con el cuchillo del pastel, quita tus putas
manos de mí y guárdate tu repugnante oferta para ti.
—Mamá. —Las cejas de West se arrugan cuando da un paso frente a mí—. ¿Estás
bien?
—Estoy bien cariño. —Enlazo mi brazo con el suyo y lo sostengo cerca mientras
Ridge se acerca sigilosamente a mí, y lo acomodo en mi otro lado. Mi hijo menor bosteza,
y me agacho, besando su mejilla. Está exhausto, pero sé que lo más probable es que
tenga una pelea en mis manos cuando llegue el momento de irme. Curtis envuelve su
brazo alrededor de Stella, sonriendo a la multitud mientras se reúnen a nuestro
alrededor, como si él no fuera el hijo de Satanás.
El dolor aprieta mi pecho cuando mi mirada se fija en la de Vander. Sus fríos ojos
verdes están carentes de emoción mientras me mira y él acuna a Gayle contra su frente,
su espalda contra su pecho. Sus brazos rodean su cintura, y ella se aferra a sus
musculosos antebrazos y sonríe como si acabara de ganar un Oscar.
Aparto la mirada, enfocándome en West mientras agradece a todos por venir antes
de agradecerme a mí y a Curtis por organizar la fiesta. Llama a Hazel para que se
acerque y doy un paso a un lado para dejarlo abrazar a su novia. Ella le sonríe cuando
él pide un deseo y apaga las velas. Después, apenas si corto el pastel y lo coloco en los
platos para no tener que ver a Gayle adulando a Vander desde su nuevo asiento en su
regazo. Cuanto más tiempo pasa, más me enfado. Pensé que Vander era más maduro,
pero si esto es algún tipo de juego, puede jugarlo solo.
Viola, Shirley y June ayudan a distribuir el pastel, pero yo insisto en servir la mesa
de mi hijo porque quiero dejar claro un punto.
—Pastel para el cumpleañero y su novia —digo, deslizando los platos frente a West
y Hazel.
161
—Gracias mamá.
—Es un modismo —le explico con calma, aunque Vander entiende exactamente lo
que estoy diciendo—. ¿Puedo traerte un poco de pastel, Gayle?
8 Puede utilizarse para decir que no se pueden tener dos cosas incompatibles, o que no se debe intentar tener
más de lo razonable. El significado del proverbio es similar a las frases "no se puede tener las dos cosas" y
"no se puede tener lo mejor de los dos mundos".
—Oh, Dios, no. —Ella mira a Hazel con horror. Hazel está demasiado ocupada
paleando pastel en su boca para notar su burla. Gayle palmea su estómago plano—.
Tengo cuidado con lo que como, y esa cosa —señala el plato de mi hijo— es la peor
pesadilla de una persona que hace dieta. —Se estremece como si mi pastel la hubiera
ofendido personalmente. Estoy tentada de agarrar la rebanada a medio comer de West
y aplastarla en su cara quejumbrosa.
Pero eso sería malicioso e inmaduro, y yo soy una mujer adulta que nunca recurriría
a un comportamiento tan infantil.
—Eso eres tú, Gayle. —Paso una mano por la parte delantera de mi vestido y
entrego mi sonrisa más serena.
—Creo que Bowie bebió demasiado —digo en voz baja—. ¿Puedes organizar un
viaje a casa para él y calmar a West? Voy a llevar a Ridge a la cama.
Curtis asiente.
Me alejo sin mirar atrás, complacida cuando mi somnoliento hijo de nueve años no
protesta y toma mi mano de buena gana. Estoy lista para que esta noche termine.
163
25
KENDALL
Cuando entro en mi habitación, casi grito de miedo cuando Vander sale frente a mí.
—No puedes estar aquí. Tienes que irte —digo cuando mi presión arterial se reguló.
—Necesitamos hablar.
—No hay nada que decir. Vuelve a tu cita. —Me complace sonar tranquila y no como
la arpía celosa que se esconde dentro de mí, esperando para mostrar sus garras.
164
No sé en qué estaba pensando, creyendo que él podría estar interesado en mí.
Es tan estúpido imaginar que mantendría su atención cuando está rodeado por las
Gayle de este mundo. Crie a tres bebés en mi vientre y tengo las estrías para probarlo.
Mi cuerpo no es un lienzo en blanco para pintar con la boca y las manos. Mi cuerpo
refleja mis experiencias de vida, y no me comparo favorablemente con las chicas de su
misma edad con sus rostros impecables, piel suave y cuerpos deseables. Lo que sucedió
esta noche es inevitable, y es mejor que me dé cuenta ahora antes que me involucre aún
más.
—Ella no es mi cita. Ella sólo es… —El aire sale como un silbido de su boca mientras
pasa una mano por su hermoso cabello oscuro desordenado. Se ve bien esta noche, pero
traté de no notarlo. Los jeans oscuros abrazan sus musculosos muslos y piernas, y su
camisa negra ajustada se adhiere a sus anchos hombros, pecho tenso y bíceps esculpido.
Lleva la camiseta arremangada hasta los codos, destacando la impresionante tinta en
sus brazos.
—¿Funcionó?
—Oh, funcionó a las mil maravillas, Vander. —Cruzo los brazos sobre mi pecho y lo
fijo con una mirada aguda—. Demostró que te pareces más a mi marido de lo que te
gustaría admitir. Me demostraste que eres manipulador y mucho menos maduro de lo
que te creía. —¿Duro? Tal vez, pero estoy enojada y confundida, y odio sentirme así.
Como si fuera una adolescente otra vez compitiendo con perras desagradables en la
escuela por un hombre. Dejé todo eso atrás y no haré esto. Pensé que Vander era
diferente, pero parece que estaba equivocada—. Hay muchos obstáculos en nuestro
camino sin agregar juegos inmaduros a la mezcla, así que gracias por hacer esto más
fácil para mí. —Señalo entre nosotros—. Esto termina ahora.
La ira me quema y me aferro a mi cordura con las uñas. ¿Cómo se atreve a tratar de
darme la vuelta a esto? Cuento hasta diez en mi cabeza antes de estar lo suficientemente
compuesta para responder.
—Si estás sugiriendo que estuve usando a Curtis, un hombre que es mi esposo, por
cierto, para ponerte celoso, estás muy equivocado. 165
Él gruñe, y yo rechino los dientes, queriendo gritar de pura frustración.
—¡Porque no quería hacer una escena en la fiesta de mi hijo quitando a la fuerza las
manos de mi descarriado esposo! Si crees que lo disfruté, piénsalo de nuevo. Esta noche
fue un ejercicio de moderación y estoy a punto de explotar, así que te sugiero que te
alejes de mí, Vander, antes que me desquite contigo.
—Se supone que debes confiar en mí —digo, esforzándome por bajar el tono. No
quiero reaccionar con ira, pero él lo está poniendo difícil—. Me dijiste que lo haces, pero
claramente no es cierto.
—Lo hago —Da un paso hacia mí y niego con la cabeza a modo de advertencia, pero
me ignora, me agarra por la cintura y me empuja contra su cuerpo—. Confío en ti,
Kendall. Acabo de ver rojo. Sus manos estaban sobre ti y yo quería matarlo.
—Está bien —Sus ojos parpadean abiertos—. Estaba tan jodidamente celoso, y no
me detuve a pensar. Lo siento. Sabes que ella no significa nada para mí. Sólo la estaba
usando para vengarme de ti.
—Eso estuvo mal, Vander. Sé que no te gusta, pero a ella le gustas tú, y es una
manera bastante mala de pagar su devoción. No me importa si es una perra llorona. Ella
no se merece eso. Nadie se lo merece.
—Me disculparé con ella, pero en este momento no quiero hablar de Gayle. Quiero
hablar de nosotros.
—Bueno, yo no, y tienes que irte antes que alguien suba aquí y te encuentre en mi
habitación. —Camino hacia la puerta mientras envuelve su mano alrededor de mi codo,
atrayéndome hacia su pecho.
—Lo siento por ser un imbécil. Te juro que no soy así. Me estuviste volviendo loco
toda la semana —dice mientras su fuerte brazo rodea mi cintura por detrás. Mi espalda 166
está presionada contra su frente, y el calor sale de él en oleadas—. Parece que me estoy
volviendo loco. No puedo vivir así, Kendall. No puedo vivir sin una parte de mi alma. No
saber cómo te sientes me está volviendo literalmente loco. Estoy privado de sueño y
privado de Kendall, y no puedo funcionar cuando me estoy quedando sin humo. Me
equivoqué al hacer lo que hice, y prometo que no volverá a suceder.
—Sé que esto es difícil para ti —le digo, dándome la vuelta en sus brazos para estar
frente a él—. También es difícil para mí, pero estoy tratando de hacer lo correcto y tú
no lo estás poniendo fácil.
—No puedo soportar la idea que vivas con él. No soporto pensar en él poniendo sus
manos sobre ti. Nunca sentí la intensidad de los sentimientos que tengo por ti y estoy
luchando para lidiar con toda la incertidumbre.
Me puedo identificar con eso. Un suspiro escapa de mis labios mientras apoyo mi
cabeza en su pecho.
—Yo también soy un adulto, Kendall, y no tienes que asumirlo sola. Pero no sé cómo
manejar esto cuando Curtis está en medio.
—Me estoy divorciando de Curtis, Vander —admito porque no parece tener mucho
sentido mantenerlo en secreto por unas pocas horas—. Se lo diremos a West, Stella y
Ridge mañana, y estaba planeando decírtelo entonces. Se va a mudar mañana por la
noche.
Sus ojos se iluminan y prácticamente puedo ver una capa de estrés desaparecer de
sus hombros. Agarra mi rostro entre sus manos.
—Sé que esto debe ser difícil para ti, y sé que West se va a enojar, pero no mentiré
y diré que esto no me hace feliz, porque lo hace.
—Está bien.
—La mía también. —Su boca se desliza contra la mía de nuevo, y agarro su camisa—
. Podemos resolverlo a medida que avanzamos.
—Vander, yo... —Me interrumpe con un largo, lento y apasionado beso, y dejo de
protestar, cediendo a él mientras me rodea con sus brazos y me mantiene cerca. Inclina
mi cabeza para que pueda tomar el beso más profundo, y me abro de buena gana para
él cuando su lengua se desliza a lo largo de la comisura de mi boca. Gimo en su boca
mientras su lengua se sumerge dentro, acariciando la mía y aumentando mi deseo. Su
erección se clava en mi estómago mientras nos mueve hacia atrás hasta que mi columna
golpea la pared. Agarrando mi muslo, tira de mi pierna alrededor de su cintura, y jadeo
cuando su dura longitud presiona contra mi coño a través de mi vestido endeble. Mis
bragas están mojadas, mi núcleo late con una necesidad despreciable cuando el beso se
calienta y nos frotamos uno contra el otro, tanteando y acariciando a través de nuestra
ropa, y estoy perdiendo el control lentamente.
Casi me derrumbo contra la pared mientras miro la puerta, notando que Vander la
cerró con llave. Mierda, gracias, tengo un cerrojo nuevo. Si Stella hubiera entrado, no sé
cómo lo habría explicado.
Señalo el baño y empujo a Vander en esa dirección mientras llevo un dedo a mis
labios para instarle a que guarde silencio. Bajando la cabeza, planta un rápido y suave
beso en mis labios mientras lo abofeteo y lo empujó hacia el baño, cerrando la puerta
en silencio. No hay tiempo para comprobar si estoy presentable, así que rápidamente
me arreglo la ropa y me froto los labios para atrapar cualquier lápiz labial errante antes
de alisar mi cabello hacia atrás y caminar hacia la puerta.
—¿Estuviste bebiendo?
Ella se ríe.
—Un poquito.
—Maldita sea, Stella. Tus abuelos están aquí. Si ven que estás borracha, les dará un 168
ataque. —Los padres de Curtis son encantadores, pero un poco mojigatos.
—Los abuelos se fueron. —Stella bosteza y se deja caer en mi cama—. Vine a ver si
estabas bien. West y Bowie tuvieron una gran discusión frente a todos. —Por el amor
de Dios. Le dije a Curtis que se encargara de eso. Honestamente, no se puede confiar en
él para hacer una maldita cosa—. Y luego Shepherd golpeó a Bowie —continúa Stella—
, cuando Gayle reveló que Bowie siente algo por las mujeres mayores y, aparentemente,
se folló a la madre de Shep el año pasado.
Me pregunto si eso es lo que esto significa para Vander. Un deseo de probar a una
mujer mayor antes de sacarlo de su sistema y volver a salir con chicas de su misma
edad. Dejando a un lado esos pensamientos perturbadores, vuelvo a concentrarme en
mi hija ebria.
—Bueno, no sería una fiesta sin algo de drama, supongo —digo, tomando la mano
de Stella y tirando de ella hacia arriba. Necesito sacarla de aquí para poder sacar a
Vander de mi habitación antes que alguien vea. Esconderlo en mi baño me tiene de los
nervios.
—¿Te sientes bien? Te ves sonrojada y tienes un sarpullido en todo el pecho. —Se
ríe mientras juega con mi cabello—. ¿Estabas dando vueltas en el jardín o algo así? Tu
cabello está todo desordenado.
—Yo no soy por quien deberías preocuparte, señorita. Te tambaleas sobre tus pies.
—Estoy bi... —Sus ojos se sobresaltan cuando se tapa la boca con una mano.
Solo puedo mirar con horror mientras corre hacia la puerta del baño y la abre de un
tirón. El pánico me golpea, las náuseas me suben por la garganta y mis rodillas casi se
salen de debajo de mí. Los sonidos de los vómitos llegan a mis oídos y fuerzo a mis
miembros temblorosos a moverse. Cuando entro al baño, mi hija está inclinada sobre la
taza del inodoro, vomitando, pero no hay señales de Vander. Una brisa ligera levanta
mechones de mi cabello y miro hacia la ventana, notando que está abierta.
Ay Dios mío. Debe estar afuera, escondido en el árbol que se apoya contra este lado
de la casa. Espero que esté bien porque no hay nada que pueda hacer hasta que Stella
deje de vomitar. Necesitando hacer algo para distraer mis nervios, humedezco un paño
húmedo y atiendo a mi hija, secándole la frente y apartándole el pelo de los ojos
mientras ella expulsa el contenido de su estómago.
—No tuve elección. No había otro lugar donde esconderme y no podía arriesgarme
a que Stella me encontrara. —Salta hacia abajo y se endereza—. Eso estuvo cerca — 169
agrega, sonriendo y visiblemente temblando.
Froto mis manos arriba y abajo de sus brazos y sobre su cuerpo para ayudarlo a
entrar en calor.
—Demasiado cerca —Primero West, y ahora Stella. No estoy hecha para esto, en
absoluto, y me siento tan culpable por esconder algo tan grande como esto de mis hijos.
—No le des importancia —dice como si tuviera una línea directa a mis
pensamientos.
—No podemos hablar de esto ahora. Tienes que irte para que pueda volver con
Stella.
—No puedo prometer nada, Vander, pero haré lo mejor que pueda.
26
VANDER
Cuando vuelvo de correr la tarde siguiente, West me está esperando. Está sentado
con el culo en el suelo sucio de la puerta de la casa, con las piernas dobladas y la cara
hundida en las rodillas.
—Oye, amigo. —Abro las puertas y le pongo una mano en el hombro—. Pasa.
Sin decir una palabra, se pone en pie y me sigue al interior. Sé por qué está aquí, y
necesito un par de minutos para recomponerme y poder ser el amigo que necesita en
este momento.
—Voy a darme una ducha rápida. Tengo cerveza o hay tequila en la alacena. Sírvete
tú mismo.
Asiente con la cabeza y se dirige a la nevera. Tiene los hombros tensos, la espalda
rígida y no se comporta con la confianza habitual. Lo siento por él, de verdad, pero 170
también me alegro que lo haya hecho. Apenas dormí en toda la noche preocupado por
si Kendall cambiaba de opinión o Curtis intentaba disuadirla. La culpa salta y me
muerde mientras pienso en estas cosas, y me siento como el peor amigo del planeta.
Dejando a West con su cerveza, me dirijo a la ducha para aclarar mis ideas.
Compartimentar mis sentimientos es algo que se me da bien, y necesito hacerlo ahora.
No puedo pensar en Kendall ni pensar egoístamente en mí cuando mi amigo me
necesita.
—¿Qué pasa?
Le aprieto el hombro.
—Mi padre es un idiota. Lo odio. —Se bebe la mitad de su cerveza, y una mirada
confusa le invade la cara—. Todo lo que dijo son mentiras apiladas. —Se gira para
mirarme con los ojos enrojecidos—. Está teniendo otra aventura, y ni siquiera iba a
decírnoslo. —Bebe más cerveza de un trago—. Mamá tuvo que obligarlo a admitirlo,
aunque está de acuerdo en que se distanciaron durante los últimos años y que la
separación era inevitable. —Agarrando uno de mis cojines nuevos, lo lanza contra la
pared—. Es una mierda, y ahora todo está cambiando.
—Distraerme. —Se pasa los dedos temblorosos por el pelo—. Hazel está en casa de
sus abuelos toda la tarde, y luego tiene que ir a una noche del equipo de voleibol. No
quiero volver a casa hasta que ese imbécil se haya mudado.
Por el bien de West, espero que esté equivocado. Odio a Curtis Hawthorne, pero
sigue siendo su padre, y apoya a su hijo de una manera que mi padre nunca hizo.
—Stella está enfadada, como yo. Ridge estalló en llanto y se abrazó a papá rogándole 171
que no se fuera.
—Mierda. — Me froto una mano en la nuca—. Debe haber sido difícil de ver.
—Lo fue. Es demasiado joven para entender que papá es un pedazo de mierda que
traicionó a mamá. — Se bebe el resto de la cerveza y echa la cabeza hacia atrás, cerrando
los ojos.
—¿Quieres ir al club y hacer unas rondas en el ring? —Se lo propongo, aunque acabo
de ducharme y los domingos es mi día libre. West necesita expresar físicamente sus
emociones, y no hay mejor lugar.
Asiente lentamente.
Esa misma noche le envié un mensaje a Kendall para decirle que West estaba
conmigo y que no viniera. Tras un par de horas en el ring, volvemos a mi casa y pedimos
refuerzos. Es un asunto sombrío con algunos de nuestros amigos más cercanos, unas
cuantas cervezas y copiosas partidas de Call of Duty. Creo que West se imagina a su
padre cada vez que aniquila al enemigo. Lo sé porque yo lo hago. Odio verlo tan
disgustado, y estoy un poco enojado con Hazel. Podría haber abandonado sus planes
para esta noche para consolar a su novio, porque creo que realmente la necesita.
—¿Qué diablos, amigo? No puedes estar aquí. —Lleva un feo moratón en una mejilla
y un corte en el labio—. Lo último que necesita West es verte, y Shep tampoco es
precisamente tu mayor fan. — Escuché lo que Stella le dijo a Kendall anoche, y la noticia
que su madre se acostó con su enamorado debe estar matando a Shepherd. Está tan
melancólico como West esta noche.
Está nervioso y se esfuerza por mantener el contacto visual, y estoy bastante seguro
que está en algo.
172
—Ve a casa, Bowie. Deja que esto se calme.
—Oí que West no es el único que necesita consuelo. Quizás le haga una visita a la
Sra. H. A Stella también, si está dispuesta a hacer un trío.
—Sáquenlo de aquí antes que mate al hijo de puta. —No es un juego de palabras.
Sacudo el puño dolorido, hirviendo por dentro.
—Que te jodan, imbécil. —Bowie se pone de pie, usando sus dedos para limpiar la
sangre que brota de su nariz.
—Me fui a casa —digo, metiendo un par de libros en mi bolsa y cerrando mi taquilla.
—No eres divertido. —Pone mala cara y me pasa las manos por el pecho—.
Esperaba recibir una invitación a tu casa. —Se aprieta contra mí y me rodea el cuello
con las manos. Se lame los labios y baja los ojos hacia mi boca—. También puedo
quedarme a dormir. Sé que a mi padre no le importará.
Esto es lo que obtengo por usarla para vengarme de Kendall. Algo por lo que me
estuve castigando continuamente desde el sábado por la noche. Kendall tenía razón
cuando me llamó la atención sobre mi comportamiento, y me avergüenza haber caído
tan bajo y dejar que los celos se apoderen de mí. Kendall ya tiene bastante en su plato
sin tener que lidiar con mi mierda insignificante. Todavía no sé a qué atenerme, y puede
que haya arruinado las cosas antes que hayan empezado.
Retirando los brazos de Gayle de mi cuello, doy un paso atrás, creando cierta
distancia entre nosotros.
173
—Lo siento si te engañé, Gayle, pero ya no me interesa salir contigo.
—¿Qué? —Se ríe, cerrando la brecha entre nosotros—. Eres un tipo divertido.
Eh, lo hiciste. Cuando corriste hacia tu papá para obligarme a salir. Estoy tentado de
decirlo, pero sólo quiero llevar mi punto a casa y terminar con esto.
—Te deseo, y veo la forma en que me miras. Sé que tú también lo sientes. Podemos
olvidarnos de las citas por el momento. Mientras estemos follando, no me importa. —
Me desprendo de su abrazo, sin poder disimular el escalofrío que me invade. Gayle,
como es Gayle, lo malinterpreta completamente—. Mira, estás literalmente temblando
por mi contacto. —Se regodea visiblemente, y no es atractivo.
—Sabes una mierda, Gayle. —Terminé de ser el Sr. Buen Tipo. La única manera de
llegar a alguien tan delirante como ella es sin rodeos—. Sólo salí contigo porque mi
padre me obligó a hacerlo. No tengo ningún interés en ti, Gayle. Cero, cero, nada. No te
quiero. Preferiría hervir mis pelotas antes que llevarte a la cama. No habrá citas, ni sexo,
ni nada. — Me agarro a la correa de mi bolso—. No vuelvas a acercarte a mí, joder. No
quiero hablar contigo, ni siquiera ver tu cara. ¿Está claro?
174
—¿Qué demonios, hombre? —dice West, acercándose a mí en el aparcamiento de
estudiantes. Es el final de un largo día y me vendría muy bien esta mierda—. Eso va a
costar mucho para arreglar —añade, trazando con el dedo los rasguños dentados
grabados en mi camión a ambos lados.
—Es la única persona a la que enfadé que haría algo así. —Bowie actualmente me
odia a muerte, pero no soy el único. Algo pasa con él, pero esta no es la manera de
manejarlo. No se sentó en la mesa de los deportistas en el almuerzo, y no entiendo por
qué parece querer condenar a todos al ostracismo. Aun así, sé que este no es su estilo.
Si quiere vengarse de mí, lo hará a la antigua usanza: con los puños.
—Mi padre estuvo pasando desapercibido, y así lo prefiero. Ya hice suficiente para
empañar el acuerdo con Turner Media. Si lo saboteo deliberadamente, podría matarme
o dedicar más esfuerzos a buscar a mamá. Por muy tentador que sea, creo que es mejor
dejarlo estar. Gayle parece haber captado el mensaje, y si este es el precio que tengo
que pagar, me parece bien. —Además, aquí no hay cámaras y no tengo pruebas. La
policía no podría hacer mucho y dudo que les importe—. ¿Quieres salir esta noche? —
pregunto, queriendo ofrecerle todo el apoyo posible.
—No puedo. Mamá quiere que cenemos juntos y veamos una película. Estaba muy
emocionada esta mañana. Está disgustada porque todos estamos disgustados. No pensé
que mi acto de desaparición de ayer la lastimaría. Necesito pasar algo de tiempo con mi
familia ahora mismo.
No veo a Kendall el resto de la semana, y sólo hablo con West en la escuela, porque
se están atrincherando como familia y tratando de encarrilar sus vidas. Casi todo el
mundo se enteró ya de la noticia, y los amigos de Kendall se están uniendo a ella. Quiero
ser yo quien la apoye, pero mis necesidades deben pasar a un segundo plano. Nos
enviamos mensajes de texto todos los días, pero aún no sé a qué atenerme con ella ni si
tiene espacio en su vida para mí.
—Te crees muy inteligente. Crees que puedes hacer lo que quieras y que no habrá
un precio que pagar, pero yo no me inclino ante nadie, y menos ante mi carne y mi
sangre. Me quitaste algo, y ahora yo también te voy a quitar algo. —Una risa amenazante
se filtra a través del teléfono, enviando escalofríos por mi espina dorsal.
—Si esto es por mamá, supéralo ya. —Sé que intentó encontrarla, pero está a salvo
y fuera de su alcance. Dana convenció a mamá de dar una oportunidad a la
rehabilitación, y está en un centro privado remoto, inscrita con un nombre falso, y él
nunca la encontrará. Me está costando una pequeña fortuna, pero si salva a mamá,
valdrá la pena.
—¡Mama! —El grito urgente de West me llega a la cocina donde estoy limpiando
después de la cena—. ¡Necesito tu ayuda!
—¿Qué está pasando? —Escucho preguntar a Stella mientras corro por la cocina
hacia el pasillo—. ¿Qué te pasó en la cara? —pregunta.
Salgo corriendo al pasillo con el corazón en la boca, pero nada podría prepararme
para la escena que me espera. West tiene su brazo alrededor de la espalda de Vander, y
Vander se apoya en mi hijo, claramente herido y a punto de desmayarse.
—Deberías ver al otro tipo. —Vander intenta aligerar el tono, pero no me hace 177
gracia.
—Vamos a llevarlo al baño —le digo a West antes de dirigir mi atención a mi hija—
. Coge el botiquín de la cocina y tráemelo.
—Mis cuadros —jadea mientras West y yo compartimos una mirada—. Tengo que
volver a por ellos. —Se levanta, pero yo niego con la cabeza.
—Por favor. —Los ojos llenos de dolor se fijan en los míos—. Quemó al menos la
mitad de ellos antes que lo detuviera. No quiero que termine el trabajo.
—Van, tu padre estaba desmayado cuando nos fuimos. Dudo que se levante pronto.
—¿Tu padre hizo esto? —Sé que le pegó en el pasado y que se pelearon cuando
Vander creció, aumentó de volumen y aprendió a usar los puños, pero esto está en otro
nivel—. ¿Cómo tuvo la oportunidad de hacerlo? Sé que eres más fuerte y capaz de
dominarlo.
Los ojos de Vander se oscurecen de rabia.
—Llegué a casa del gimnasio y él estaba en el jardín quemando mis obras de arte.
— Una risa amarga le sube a la garganta—. Fue como si volviera a tener trece años. —
Su nuez de Adán se balancea en su garganta—. Estaba en pánico, tratando de salvar mis
cuadros, por lo que no vi que se acercaba con un bate de béisbol. Estaba como loco,
incluso más que de costumbre, y se abalanzó sobre mí, me pilló desprevenido. Me dio
unos cuantos golpes antes que yo me impusiera y le devolviera el golpe y algo más.
—Es un imbécil —sisea West—. Todos los padres son unos idiotas —añade,
gruñendo.
West se niega a hablar con Curtis, proclamando que no quiere saber nada más de él.
Aunque me sentí aliviada cuando Curtis se mudó, eso significa que soy yo la que tiene
que recoger los pedazos. Sin embargo, lo prefiero así porque no confío en Curtis con las
frágiles emociones de mis hijos. Es demasiado egoísta para ponerlos en primer lugar.
Mis hijos están sufriendo y yo hago todo lo posible para apoyarlos mientras lidian con
sus sentimientos.
—¿Por qué hizo esto ahora? —pregunto, sintiéndome culpable por no haber tenido
mucho tiempo para Vander últimamente.
—Van tiene razón, mamá — dice West—. Es un maldito psicópata y no quiero que
te acerques a él.
—No puedo creer que tu padre te haya hecho esto. —Stella me entrega el botiquín
mientras clava sus ojos compasivos en Vander—. Hay que encerrarlo.
Debería, pero ya intenté esa ruta antes y me topé con un muro sólido.
—Si quieres ganar a Gregory Henley, tienes que jugar contra él en su propio juego
—dice Vander.
—¿Cómo se hace eso? —pregunta West.
—Cogeré a algunos de los chicos y me dirigiré a la cochera para recoger tus cosas
—ofrece West.
—Tú mismo dijiste que Greg es un psicópata. — Puse el kit en la repisa de la ventana
a mi lado—. No te quiero cerca de ahí. Organizaré algo. Por ahora, sólo limpia el garaje,
por favor.
—Muy bien. —West roza con la mirada a su mejor amigo—. Tal vez no debería
haberte sacado de él. Tal vez debería haberte dejado terminar el trabajo.
—Me alegro que hayas llegado cuando lo hiciste. —Mi mirada se desvía hacia
Vander—. ¿Deberíamos preocuparnos que tu padre presente cargos? Tal vez deberías
denunciar esto.
—Deberíamos al menos tomar fotos —digo—. Así, si intenta hacer algo, tenemos
pruebas de tus heridas.
—Ahora cuidaré de ti. Estás a salvo aquí, pero no puedes quedarte mucho tiempo.
—La tentación será demasiado grande.
—Se curará. —Se encoge de hombros, como si no fuera gran cosa, y odio que
probablemente no lo sea para él.
Antes de curarle, hago varias fotos con mi móvil, asegurándome de capturar todas
las marcas, moratones y cortes. Extiende sus muslos para que pueda pasar entre ellos
mientras le atiendo primero la cara. West vuelve con compresas de hielo, que Vander
se sujeta en las costillas mientras yo le limpio la cara y le aplico crema de árnica en los
moratones y crema antiséptica en el labio cortado. Vander le pide a West que coja su
bolsa de deporte y su móvil de la camioneta para poder llamar a Jimmy.
—Puede que necesites una radiografía de esas costillas —digo, temiendo incluso
tocarlas.
—¿Estás seguro?
—Lo odio —suelto—. Tal vez debería empezar a poner veneno en su café en el
trabajo.
—Lo haría —respondo sin dudar—. Si creyera que puedo salirme con la mía.
—Deberías tener noticias de Yale a principios de enero. Mientras tengas una oferta,
no te la puede quitar.
Mirando por encima de mi hombro, compruebo que no hay moros en la costa antes
de enhebrar mis dedos en su pelo.
—Lo sé. — El aire sale de su boca—. ¿Por qué crees que quiero que te alejes de él?
Las pinturas y los dibujos no prueban nada, salvo que estoy un poco obsesionado
contigo. No le dará más importancia a menos que empieces a meterte en sus asuntos, y
entonces sospechará que es algo más que un enamoramiento unilateral. No quiero que
te utilice para vengarse de mí.
Greg intentará utilizarme para hacer daño a su hijo. De eso, no tengo ninguna duda.
Pero que se joda. Puede intentarlo, pero no lo conseguirá. Estoy harta que los imbéciles
intenten mangonearme y subestimarme. No sé cómo puedo rescatar el futuro de
Vander, pero lo voy a intentar.
—Me alegro que mamá esté en rehabilitación y no pueda usarla como saco de
boxeo.
—Yo también.
Nos hundimos en el silencio porque no hay nada más que decir. Cojo una de las
bolsas de hielo y se la pongo en el ojo hinchado mientras nos miramos fijamente, con la
tensión creciendo en el pequeño cuarto de baño hasta que parece que va a explotar. Con
la mano que tengo libre, le acaricio el brazo, arriba y abajo, en lo que espero que sea un 182
gesto reconfortante. La mano de Vander se desplaza hacia la parte posterior de mi
pierna y me inclino un poco más, con cuidado de no presionar sus costillas doloridas.
Nos separamos cuando oímos pasos acercándose. Stella confirma que la habitación
de invitados está preparada y ayudamos a Vander a subir las escaleras para que se
acomode en la cama. Vander llama por teléfono a Jimmy mientras yo voy a la cocina a
por agua y pastillas para el dolor y a calentar un plato de lasaña porque estoy bastante
segura que no comió.
—No hay prisa. Tenemos un espacio vacío en el garaje ahora que Curtis se fue,
llevándose su auto y sus herramientas. — Despliego las patas de la bandeja y la coloco
sobre el regazo de Vander.
—Estoy bien. Sólo estoy preocupada por los niños. —Estoy pasando por un montón
de emociones, pero no lamento que Curtis se haya ido. Estoy aliviada que se haya hecho.
Sus padres están devastados y decepcionados con su hijo, pero se apresuraron a
ofrecerme su apoyo, lo que significa mucho. Mis amigas también se unieron a mí, y
aunque me cuesta dormir y comer, y me preocupa el futuro, sé que esto es sólo una fase
de transición. Mi vida cambió casi de la noche a la mañana y tengo que replantearme
todo lo que creía que planee para el futuro. La incertidumbre es inquietante, pero sé
que con el tiempo estaré bien.
—West se lo está tomando mal —admite Vander, confirmando algo que ya sabía.
—Stella también, pero es mejor para mantener la fachada. Ridge llora hasta
quedarse dormido todas las noches y es desgarrador.
—Quiero estar aquí para ti, pero no sé cómo —dice cogiendo un tenedor.
—Sólo sigue estando ahí para West. Esa es la mejor manera en que puedes
ayudarme ahora.
183
28
VANDER
Paso una noche incómoda en casa de Kendall. Cada vez que me doy la vuelta
mientras duermo, el dolor me apuñala a lo largo del costado, aplastando mis pulmones
y dificultando la respiración. Me despierto jadeando y con el sudor pegado a la frente.
No hay manera que asista a la escuela, aunque odio la ausencia en mi expediente.
—No quiero que nadie se tome tiempo del trabajo o de la escuela. Puedo cuidar de
mí mismo. No es que esté completamente incapacitado.
—Mierda, pero lo entiendo. Odio lesionarme y tener que limitar lo que puedo hacer.
—Se acabó contigo. — Kendall aparece en el pasillo detrás de West—. Vas a llegar
tarde si no te vas ahora.
—Me voy. — West tira de su madre para abrazarla—. Gracias por cuidar de Vander.
Eres una entre un millón, mamá.
—No quiero que hagas eso. —Le cojo la mano y se sienta en el borde de la cama—.
No quiero ser una carga o una responsabilidad. No soy uno de tus hijos. —Se estremece,
y probablemente no sea la mejor elección de palabras, pero necesito desahogarme—.
Quiero ser tu mejor amigo, tu confidente, tu amante, tu todo. Pero nunca una carga.
—Vander. —Me acaricia suavemente la mejilla—. Nunca podrías ser una carga, y no
es así. En absoluto. Sería más fácil si te considerara como uno de mis hijos, pero mis
pensamientos sobre ti son todo lo contrario. —Su mano baja de mi mejilla, y su cara se
contorsiona—. Sinceramente, que digas eso me da asco.
—Te estoy cuidando porque eso es lo que haces cuando alguien que te importa
necesita ayuda.
No voy a mentir. Su uso de la palabra cuidado en lugar de amor duele, pero no puedo
hacer que esto se trate de mí más de lo que ya es. Y estoy agradecido por todo lo que
está haciendo para ayudarme.
—Gracias.
—Comí con los niños. Voy a limpiar y luego volveré para ver cómo estás. —
Tentativamente, se inclina, presionando un beso persistente en mi frente—. Me alegro
que estés bien, Vander. Estaba muy preocupada.
Kendall vuelve cuando me terminé todos los bocados del plato y me tragué los
analgésicos. Me ayuda a entrar en el baño principal, donde la bañera ya está llena y
preparada para mí. Puede que haya exagerado mi incapacidad para caminar sin ayuda
para poder sentir su cuerpo ágil contra el mío y el contacto de su brazo alrededor de mi
espalda desnuda.
—¿Necesitas ayuda para desvestirte? —pregunta, con las mejillas teñidas de rubor
de nuevo.
Probablemente podría hacerlo, apretando los dientes por el dolor, pero es una
oportunidad demasiado buena para desperdiciarla.
—Sí. No creo que pueda bajarme los pantalones cortos sin que me duela. —West
me ayudó a quitarme el chándal anoche, dándome un par de sus pantalones cortos de
entrenamiento para que me los pusiera, ya que eran más cómodos para dormir.
—¿Yo? como así. —Mi sonrisa se amplía, y casi puedo oír su corazón latiendo
furiosamente en su pecho.
—Ese es un gran tatuaje. —Me recorre con los dedos la columna vertebral hasta
llegar a las palabras grabadas en una curva a lo largo de la parte superior de mi espalda,
de un omóplato al otro—. Te conviertes en lo que amas. —Las puntas de sus dedos
recorren las palabras mientras las lee, y su contacto tiene el efecto habitual en mí. Siento
un cosquilleo por todo el cuerpo, apenas siento dolor, excepto en la polla, que está dura 186
como una piedra y palpita—. ¿Es ese Marco Aurelio?
—Me encanta eso, y me encanta esta cita. Es perfecta. ¿Te dolió? —Continúa
pasando los dedos ligeramente por el tatuaje.
—Vaya, eso fue muy elocuente. —Su cálido aliento se abanica sobre la parte
superior de mi espalda mientras sus dedos se mueven—. Nunca lo pensé así. Solía
hablar de hacerme un tatuaje, pero Curtis no lo aprobaba, así que olvidé la idea. Pero
ahora. —Se mueve hacia mi lado, sus dedos rozan mi brazo mientras examina la tinta
allí—. Ahora, puede que lo reconsidere.
—Deberías. —Giro la cabeza para mirarla—. Déjame diseñar algo para ti.
Sus ojos se dirigen a los míos y una carga magnética familiar llena el espacio entre
nosotros. Nos miramos fijamente, y es como si nos miráramos en el espejo del alma. Sus
dedos están inmóviles en mi brazo, y su toque se siente como una marca permanente
en mi carne.
—No. Sorpréndeme.
—Lo haré. —Nos sonreímos, y el aire chispea con esa misma corriente eléctrica.
—Son increíbles, Vander —dice, inspeccionando cada diseño con atención—. Cada
pieza es ejemplar. Se nota que se pensó y se hizo un gran esfuerzo.
—Nunca soy frívolo con lo que pongo en mi cuerpo. Mi piel es el lienzo por
excelencia y no quiero tratarla con nada menos que el respeto que se merece. Me tomo
muy en serio cada diseño. Cada tatuaje tiene un significado para mí.
La anticipación flota en el aire y me muero por besarla, pero no puedo ser yo quien
lo haga. Estamos en su casa, y no voy a sobrepasar los límites. ¿Desafiarlos? Claro que
sí, pero no daré ese último paso. El aire sale silbando de su boca mientras se mantiene
muy quieta, sus ojos bajando hacia mis labios. Contengo la respiración, preguntándome
qué hará. Retrocediendo, retira sus manos de mi cara, llevándose todo el calor con ella.
Un rubor rojo le sube por el pecho hasta el cuello, y me alegro de ver que se pone tan
cachonda como yo.
—Entiendo.
El desánimo se cuela en mis venas, y no estoy seguro de lo que ella ve, pero es
suficiente para que me tranquilice.
—Yo también te deseo, pero me aterra. Los dos sabemos que si cruzamos esa línea
no hay vuelta atrás.
—¿Siempre eres tan intenso con las chicas? —pregunta, acercándose a mi espalda.
—Nunca antes.
—Me haces sentir especial —susurra, y sus dedos vuelven a la cintura de mis
pantalones.
—Eres especial, Kendall, y odio que no puedas verlo. —Ese imbécil le hizo mucho
daño. Su confianza en sí misma es bastante baja, y me comprometo a hacer todo lo que
esté en mi mano para ayudarla a recuperarla.
—Tienes que meterte en la bañera antes que se enfríe el agua. —Ella termina a
propósito la conversación, y eso está bien. Tengo un poco más de paciencia. Puedo
esperar un poco más.
—Tú eres quien me entretiene —me burlo—. Deshazte de mis pantalones cortos.
—Hay que estar desnudo para bañarse —me burlo mientras mi polla la saluda.
—No seas tímida, cariño. Mira hasta hartarte porque esta bestia es toda tuya. —Con
cuidado, le quito los dedos de la cara y le rozo el labio inferior con el pulgar—. Mira —
le ordeno—. Mira lo que me haces.
Sin vacilar, baja la mirada por mi cuerpo, sobre mi amplio pecho y mis curvados
abdominales, y a lo largo de la curvatura en V de mis caderas, antes de dar con el premio
gordo. Sus cejas suben hasta la línea del cabello y su boca se abre en forma de O.
—Si te metiera los dedos ahora, ¿qué tan mojada estarías? —Ella estira el brazo,
agarrándose al lado del lavabo para mantenerse erguida. Tiene las mejillas enrojecidas,
la respiración agitada y sus duros pezones se asoman a la parte delantera de su endeble
blusa. Sé que está tan excitada como yo, y la lujuria líquida es una bestia desbocada que
corre por mis venas exigiendo que tome lo que es mío. Quiero enterrarme hasta las
pelotas dentro de ella y estampar mi marca por todo su cuerpo. Quiero borrar a todos
los hombres que me precedieron para que lo único que vea sea a mí. Necesito que sepa
que estamos destinados a estar juntos y que nunca me alejaré, porque ella es mi destino
y yo el suyo.
Una gota preseminal sale de la punta de mi polla mientras ella sigue deleitándome
con sus grandes ojos azules. Quiero ponerla de rodillas y hacer que me pruebe, pero
nunca forzaré ninguna parte de mí en ella. Tiene que hacerlo por voluntad propia, y este
no es el momento ni el lugar.
—No necesito que me respondas, cariño, porque ya lo sé. —Me inclino y le doy un
ligero beso en el cuello. Ella se estremece y cierra los ojos, mordiéndose el labio, y yo
me siento tan enamorado de ella—. Abre los ojos —susurro, deslizando mi boca por su
cuello antes de dar un paso atrás. Agarro mi pene y le doy unos cuantos golpes lentos.
Su mano vuela hacia su pecho mientras me mira, como aturdida—. Cuando estés
preparada para tomar lo que te pertenece, no habrá vuelta atrás. A menos que ese
momento sea ahora, te sugiero que te vayas antes que pierda el control y haga algo a lo
que no podrás resistirte.
Sus ojos se dirigen a mi cara y, sin decir una palabra, sale corriendo del cuarto de
baño, dejándome solo con mi baño frío.
190
29
KENDALL
—¡Cuidado con eso! —llamo mientras Crusher y West luchan por maniobrar el
gran sofá a través de la estrecha puerta principal del nuevo apartamento de Vander.
—Deja que te ayude —Vander se acerca a ellos, pero le lanzo una mirada de
advertencia que lo detiene a mitad de camino.
—Ni siquiera lo pienses. Todavía te estás curando —Señalo el banco que corre a
lo largo de la pared en el interior de su nueva mesa de comedor—. Sienta tu culo y deja
el trabajo pesado a otra persona para variar.
Mis palabras tienen un doble sentido, y sé que él lo entiende. Fue difícil para
Vander pasar a un segundo plano mientras todos los demás se dejaron la piel para tener
su nuevo apartamento listo para que se mude antes de Navidad. Es directamente
encima del club de boxeo, y fue un regalo de Jimmy. El gran espacio de tipo industrial
comprende dos áreas principales. Un lado se mantiene para el nuevo estudio de arte de 191
Vander, y el otro lado es su espacio de vida. No se utilizó como apartamento en mucho
tiempo, pero todavía tenía una pequeña cocina y un cuarto de baño separados, que
necesitan urgentemente una renovación.
Pasamos los últimos diez días desmontando el lugar y preparándolo para que
Vander se mude. Encontré un contratista para reemplazar la vieja cocina y baño por
otros nuevos y un tipo para lijar y barnizar los suelos de madera originales. Stella, West,
Ridge y yo veníamos todas las noches después de cenar para pintar las paredes, y en
realidad fue un tiempo de unión divertido. Nos permite a todos olvidar nuestros
problemas y simplemente disfrutar de hacer algo para ayudar a Vander.
Vander estuvo de mal humor y molesto toda la semana porque no lo dejé ayudar.
Todavía le duelen las costillas y necesita curarse. Sospecho que parte de su mal humor
proviene de la frustración sexual. Algo con lo que me identifico. Desde que me mostró
su cuerpo desnudo, no pude olvidar lo jodidamente sexy que es. Su culo tonificado. Ese
paquete de seis tallados que casi parece pintado. Su tentadora y enorme polla. Mi
pequeño amigo eléctrico estaba recibiendo tanto que murió, y ahora dependo de mis
dedos para excitarme cada noche. Se está volviendo problemático porque no puedo
sacarlo de mi cabeza. Cada noche, cuando me acuesto en la cama y cierro los ojos, él es
todo lo que veo.
La polla de Vander es hermosa. Nunca pensé que diría eso de cualquier polla de
un hombre, pero es la verdad. Es larga y gruesa y recta con una suave cabeza púrpura y
un vello púbico cuidado. No es que sea una experta. Sólo tengo a Curtis para compararlo,
pero no hay comparación. Me siento como si hubiera sido atascada con una polla barata
y de calidad inferior durante años, mientras que ahora me ofrecen la experiencia de
Whole Foods Market que tiene un costo considerable, pero vale la pena pagar el extra
por el aumento de la calidad y el servicio.
—Estoy bien —Agito las manos en el aire—. Es que hace calor aquí —miento.
Vander luce la mayor de las sonrisas en su cara, y juro que siempre parece saber
a dónde fue a parar mi mente.
—Deben ser tus hormonas —bromea Stella—. Aunque eres demasiado joven
para tener sofocos.
192
—¡Stella! —grito, absolutamente mortificada por el giro de esta
conversación—. Para —siseo, y ella se ríe.
Dejando a los chicos para que muevan el resto de los muebles y cajas de la mudanza,
me dirijo a la cocina para preparar algo para la cena. Cualquier cosa para distraerme de
esa embarazosa conversación. Pasé por la tienda de comestibles de camino a casa desde
el trabajo y vine directamente aquí para guardar todo. Stella llevó a Ridge en coche
mientras West y Vander conducían el alquiler de U-Haul, y Crusher vino en el camión
de Vander.
Saqué el pollo y las verduras de la nevera, las puse en la encimera. Me estire hacia
el armario superior cuando Vander aparece detrás de mí.
Su mandíbula se tensa.
—No quería que te preocuparas. Además, tienes una cocina flamante, y se merece
todo lo nuevo.
Discretamente, engancha su meñique alrededor del mío. Sus ojos brillan con
emoción cuando me mira
—No puedo agradecerte lo suficiente por todo lo que hiciste por mí.
—La gente se preocupa por ti, y todos queremos mantenerte a salvo. 193
La sonrisa se le escapa de la cara
—No apareció en toda la semana. Al parecer, tiene una infección viral que es
contagiosa, así que canceló todas sus reuniones cara a cara con los clientes y trabajó
desde casa.
Asiente.
—No voy a dejar que me haga nada a mí. Intenta no preocuparte —le digo mientras
coloco las pechugas de pollo en la fuente de horno.
—Dame algo que hacer —dice mientras los chicos llevan su televisor al interior.
Me pongo a trabajar para picar la cebolla roja, los pimientos, el brócoli, el ajo, y los
tomates mientras hablamos.
—Lo haré —confirmo mientras trabajamos codo con codo—. Aprender defensa
personal es una obviedad, y Jimmy me aseguró que no tenía problema con que me
enseñes en el gimnasio.
—Buena idea, pero vuelve en treinta minutos para ayudar a poner la mesa para la
cena.
—Sí, sí, capitán —Ella me saluda antes de agarrar a Ridge en un momento y sacarlo
por la puerta.
Vander se ríe.
194
—Stella es una fiera. Los chicos de la escuela están locos por ella. Todos compiten
por su atención.
Gimoteo.
—Por favor, no me digas eso. —Stella es la más fuerte de mis hijos desde la
separación, pero eso no significa que no esté sintiendo la agitación emocional. Sólo que
lo oculta mejor, lo que me preocupa. Preferiría que lo dejara salir, pero sospecho que
está tratando de poner una cara valiente por mí. West es un loco emocional y está súper
enfadado todo el tiempo. Ridge está triste a veces cuando no está distraído por la
escuela o los deportes o sus amigos.
—No tienes que preocuparte por Stella, Kendall —Vander me quita algunos
tomates de mi tabla cuando termina de cortar sus verduras—. Ella sabe cómo
manejarse. Puede que sea un poco salvaje, pero es inteligente. Además, West los tiene a
todos aterrorizados. Si a alguien se le ocurre hacerle mal, tendrá que responder ante
nosotros.
Eso me reconforta. A menudo me pregunto si hubiera tenido un hermano mayor,
¿habría advertido a Curtis que me tratara bien o me habría advertido que no saliera con
él?
—Me alegro que Stella tenga gente que se preocupe por su bienestar.
—Tú también —Mira por encima de su hombro, comprobando que no hay moros
en la costa antes de inclinar su cara hacia la mía—. Por favor, di que vendrás mañana
en la noche. Realmente necesitamos hablar. Curtis tiene a Ridge, y yo usé mi lesión para
salir de la fiesta… en la fiesta a la que West y Stella asistirán en casa de Shep.
—Oigámoslo.
—Estamos organizando una fiesta de Navidad para los ancianos, y uno de los
voluntarios renunció en el último momento. 195
Se encoge de hombros.
Su sonrisa de lobo me revuelve las entrañas, y sus ojos se calientan con promesa
oscura. Quiero ceder a la increíble química que compartimos, pero no estoy preparada
para precipitarme. Me encantó que Vander se quede con nosotros, pero también fue
tortuoso porque tenía que mantenerlo estrictamente PG, y la tentación era casi
demasiado para soportar.
—Podemos pasar tiempo juntos, pero yo me voy a casa —Aprieto sutilmente mis
muslos mientras mi núcleo palpita, y el diablo en mi oído me grita por ser una
cobarde—. Voy a venir a hablar, Vander. Nada más.
—¿Qué? —Su sonrisa se amplía mientras levanta las manos en el aire—. Sólo vamos
a hablar. No es que estés caliente por mi cuerpo y tengas miedo de admitirlo o algo así.
Antes que pueda replicar, West asoma la cabeza por la puerta y el momento se
acaba.
—Tienes que estar bromeando —resopla Vander, entornando los ojos en mi
dirección—. ¡Cuando me pediste que te ayudara, no mencionaste esto! —Sostiene el
disfraz rojo y blanco de Papá Noel y frunce el ceño.
—¿Dónde está tu espíritu navideño? —Lucho por contener la risa que quiero
soltar—. Es por una buena causa, y creo que serás un excelente Papá Noel.
—Creo que esto merece una recompensa —Mueve las cejas y se lame los labios
sugestivamente—. Lo haré si me dejas deleitarme con tu coño después —Sus ojos
brillan con oscura intención, y mis pezones se endurecen al instante mientras el deseo
se enrosca en mi vientre—. O siempre puedes ponerte de rodillas —Su sonrisa es
francamente excitante y yo palpito por debajo, mi descuidado coño se regocija ante la
promesa de algo de acción real.
Jesús. Estoy tan fuera de mi alcance con Vander. Curtis nunca me habló así, y no
pensé que me gustaría. Pero me gusta. Realmente me gusta. Todavía no estoy cediendo,
sin embargo.
—Di que sí, cariño, y tienes un trato —Él me acaricia con la nariz el cuello, y lo
empujo antes de hacer algo imprudente, como aceptar.
—Ya tenemos un trato, y sé que eres un hombre de palabra, así que demuéstralo —
Le clavo la barriga falsa en el pecho—. Vas a necesitar eso, y no te olvides de llevar la 196
barba —añado, saliendo de la habitación.
—Lo menos que podrías hacer es ayudarme a vestirme —Se agarra el costado y se
inclina—. Todavía estoy dolorido.
—Estuviste vistiéndote para la escuela toda la semana. Creo que te las arreglarás —
Los moretones de su cara son apenas perceptibles ahora, y su ojo negro está
desapareciendo. No es nada que un poco de maquillaje no pueda ocultar hoy. Sé que sus
costillas estarán doloridas durante semanas, pero se las arregla con una almohadilla
térmica, gel antiinflamatorio y medicamentos para el dolor, así que no puede engañar a
esta chica.
Sus ojos brillan con intención mientras camina hacia mí y me atrae hacia su pecho.
—Sé que estuviste soñando despierta con mi polla. ¿No quieres verla de nuevo? —
Me empuja con sus caderas, confirmando que está duro, y mis piernas casi se salen de
debajo de mí—. ¿Tocarla? —ronronea, agarrando mi culo y tirando firmemente de mí
hacia su erección.
—Oh, Dios —Una voz temblorosa acompaña a las palabras, y me sacudo de Vander
como si me hubiera electrocutado, mirándolo con rabia por ponerme en tal situación—
. ¿No eres un buen partido? —La mujer mayor en la puerta se desmaya ante Vander
mientras lo recorre deliberadamente de pies a cabeza—. Eres una mujer afortunada,
Kendall —Ella mueve sus cejas hacia mí, y es un momento surrealista—. Dime, preciosa.
¿Cómo puedo conseguir uno de esos? —Ella señala a Vander y sonríe.
—Beverly —Me paso una mano por la parte delantera del vestido y me aclaro la
garganta—. No te vi allí.
—Yo tampoco me habría dado cuenta si tuviera la atención de este joven semental.
—Tienes las manos muy grandes —Ella mira sus pies—. Pies grandes también —
La picardía baila en sus ojos—. Ya sabes lo que dicen de los hombres con pies y manos
grandes, ¿no? —Su mirada juguetona baila de Vander a mí y viceversa.
—Que también tienen polla grande —suelta, y siento otra risita en el fondo de mi
garganta. Por fin suelta la mano de Vander, y se da la vuelta en su silla para mirarme—
Entonces, ¿es cierto? ¿Tiene un gran schlong9?
9 Pene
—No es por su falta de intento —murmuro, sin esperar que Beverly tenga un oído
agudo también.
198
30
VANDER
—No puedo creer que hayas enviado fotos a West. Las compartió con todo el
mundo, y esta tarde vivirá para la eternidad ahora. Muchas gracias —Hay cero calores
en mi tono porque no estoy ni un poco enojado, pero me gusta burlarme de ella.
Asegurándome que nadie está mirando, le doy una palmada en el culo mientras me
inclino y le mordisqueo la oreja.
Grita y vuelve a reírse a carcajadas. Valió la pena sudar bajo el pesado traje y
soportar la forma en que los pantalones demasiado ajustados me estrangulaban mis
bolas sólo para escuchar a Kendall reír. Toda la tarde, tuvo la mayor sonrisa en su cara,
y me encanta. Caminaría descalzo sobre las brasas si eso significará que ella olvidara 199
sus problemas y se divirtiera un poco.
—No pasa nada. Me lo vas a compensar —Dejo escapar una sonrisa lobuna.
—Lo hago, ¿verdad? —Ella arquea una ceja mientras sube la apuesta.
—Lo sabes, nena —Me inclino para besarla, pero ella gira la cabeza hacia un lado,
así que mis labios rozan su mejilla en lugar de alcanzar el objetivo previsto.
—¿Qué estás haciendo? Cualquiera podría ver —Su tono roza la histeria.
—Relájate, cariño. Este lugar está desierto y está oscuro —Sin darle una salida más,
aprieto mis labios contra los suyos y la beso como me estuve muriendo por hacerlo toda
la tarde. Ella cede al instante, rodeando mi cuello con sus brazos y apretando su cuerpo
caliente y apretado contra mí. Eso es todo lo que se necesita para elevar mi deseo al
máximo. Gruño en su boca mientras me doy un festín devorando sus labios mientras
meses de necesidad reprimida se liberan. Ella gime contra mis labios mientras la agarro
por el culo y la atraigo hacia mí, sin dejarle duda de lo mucho que me excita.
—Tu boca debería estar prohibida, Vander. Me hace perder toda apariencia de
control —admite en un tono áspero, arqueando la cabeza hacia atrás y gimiendo.
—Imagina lo que te hará mi polla —De mala gana, arranco mis labios de su cuerpo.
Aunque el aparcamiento está vacío, no voy a tomar riesgos no calculados con ella. Se
sonroja, y es demasiado bonita para las palabras—. Tengo debilidad por este color en
tus mejillas —Paso mis dedos por su piel cremosa.
—Me haces sentir como una adolescente cachonda sin experiencia —Me mira 200
fijamente profundamente en mis ojos—. Es desconcertante y excitante.
Sugiero que pidamos comida para llevar porque la quiero para mí sola esta noche.
Apagando el motor, me giro para mirarla.
—No es mentira —Enrollo mis dedos en su pelo—. Soy adicto a ti, Kendall. Cada
minuto que no estoy contigo lo paso anhelando. Nuestro tiempo juntos es limitado, así
que siempre quiero aprovecharlo al máximo.
—¿No te importa?
La sigo por la tienda mientras mira todo, sus ojos se iluminan cuando se inclina para
oler una vela o cuando pasa sus dedos por una de las suaves mantas.
—Esta tienda tiene las cosas más bonitas —dice, sonriendo a la mujer detrás de la
caja registradora.
—Deja que te compre algo —Me meto las manos en los bolsillos de mis vaqueros
para evitar coger su mano. Aunque mi apartamento está en las afueras de la ciudad y es
poco probable que nos encontremos con alguien que conozca, automáticamente
entiendo que no quiere ser vista en ningún tipo de posición romántica o
comprometedora conmigo en público. Es una mierda, pero mientras pueda tocarla en
privado, puedo vivir con ello.
—No necesitas hacer eso. Me gano mi propio dinero. Puedo permitirme comprar
cosas para mí.
—Sé que puedes —dije, cogiendo la vela de su mano y recogiendo la manta rosa que
está mirando con cariño—. Pero quiero comprarte algo para tu nuevo dormitorio.
Hiciste mucho por mí, y quiero mostrar mi agradecimiento. —Arriesgándome, me
inclino y le susurro al oído—: Pero principalmente es porque te quiero. Quiero mimarte
y cuidarte. Eso es lo que hacen las almas gemelas.
—Oh, Vander —La emoción se acumula en sus ojos mientras me mira fijamente con
total adoración. Congelo el momento porque no quiero olvidarlo nunca.
—Te quiero muchísimo, Kendall. Ojalá pudiera gritarlo desde los tejados.
Su risa tintineante se arremolina a mi alrededor, y creo que nunca me sentí tan feliz.
—Deberíamos hablar —dice Kendall después que comimos, pusimos las sobras en
el refrigerador y apilamos los platos sucios en el lavavajillas.
202
—Deberíamos besarnos —respondo con frialdad, guiñándole un ojo mientras le
tiendo una copa de Sancerre. Me quito las zapatillas y me tumbo en el sofá junto a ella,
le paso el brazo por los hombros y la atraigo hacia mí mientras bebo un sorbo de
cerveza.
—Eres incorregible —Pone los ojos en blanco, pero sonríe mientras se acurruca en
mí.
Se endereza un poco y se gira para que estemos frente a frente. con mi brazo suelto
sobre sus hombros.
—Vengo con mucho equipaje, Vander —Ella toma un sorbo de su vino mientras
mantiene el contacto visual conmigo—. Soy un desastre. Mi vida es un desastre. Y no
quiero arrastrarte a mi mierda.
—Dices eso ahora, pero todavía eres joven. ¿Cómo sabes que lo que sientes ahora 203
es lo que sentirás dentro de un año? ¿Dentro de diez años?
—Me sentí así durante cientos, quizás miles, de años, Kendall —Le doy un beso en
la frente mientras mis dedos se enredan en su pelo—. Conozco mi corazón. Sé que lo
que siento nunca, nunca cambiará. Tú eres la única a la que le cuesta aceptarlo.
—Eso es un imposible, y todavía puedo lograr mis objetivos mientras estoy en una
relación contigo.
Le doy besos por toda la cara para ganar tiempo antes de responder.
—Nos odiará por ir a sus espaldas. Puede que nunca nos perdone por eso.
—Como dije, sé lo que quiero, y quiero una vida contigo. Nunca estuve más seguro
de nada.
—Son los mejores años de tu vida, Vander. No quieres estar atado a una mujer
divorciada con tres hijos y un camión lleno de dudas.
Tengo poco menos de seis meses para demostrarle que soy sincero y convencerla
que debe estar conmigo.
Reto aceptado.
31
KENDALL
—¿Qué hace ahí? —Su voz es apagada mientras entierra su cara en mi pelo—. Te la 205
di para que pudieras entrar y salir a tu antojo
—Sabes lo que siento por ti, y no va a cambiar. La clave es tanto simbólica como
práctica —dice, tirando de mí hacia el sofá. El lugar es muy cálido, y tiene una botella
de champán en una cubitera sobre la mesa, junto con dos copas y un bol de fresas con
chocolate.
—Una celebración para marcar nuestro comienzo —Él sonríe mientras alcanzo el
último botón de mi abrigo—. ¿Cómo es eso de presuntuoso?
Cierro los ojos mientras él me planta una serie de besos drogantes de arriba a abajo
en mi cuello. Los escalofríos recorren mi piel y mis piernas casi se doblan. Su tacto me
hace las cosas más increíbles. Sus manos se amoldan a mi culo mientras me acerca a la
dura longitud de su erección. Incluso si no hubiera decidido darle una oportunidad a su
propuesta de seis meses, me costaría mucho negarle nada en este momento. Es un juego
de palabras. Me excita como no creerías, y soy como un perro en celo. Es tan
embarazoso, pero es la verdad.
—Te llevaré como sea —dice, sonando aturdido—. Oh mierda, Kendall —Me
envuelve en un gran abrazo—. No pensé que estarías de acuerdo.
—June.
—No creo que Viola lo entendiera —Paso mis dedos por la sombra de su mandíbula,
amando la sensación de cosquilleo de su pelo contra mi piel.
Lentamente, asiento con la cabeza, sin sorprenderme que lo entienda. Vander tiene
un alto nivel de inteligencia emocional.
—Sólo quería que alguien me dijera que estaba bien tomar algo para mí.
—Para alguien a quien no le gustan las pollas, seguro que se emocionó por mí —
risa al recordar nuestra conversación—. Apenas sacó las palabras de mi boca cuando
ella estaba bailando alrededor de la habitación, gritando y diciéndome que lo hiciera —
Me contengo para decirle exactamente lo que dijo. Se sonroja, y sólo acaricia el ego de
Vander.
A June le gustan las mujeres y está felizmente comprometida con Carly, pero no se
contuvo en su entusiasmo por Vander. Parece que no soy la única mujer mayor que se
dio cuenta de lo atractivo que es.
—¿Miedo de qué, cariño? —Me frota la nariz por el cuello y sus manos se posan en
mi espalda—. Sabes que te cuidaré. 207
—Miedo de todo —Quiero decir esto último y luego seguir adelante con mi
decisión—. Miedo a que mis hijos me odien si se enteran. Miedo de arruinar tu vida
cuando tienes todo tu futuro por delante. Miedo de perderte cuando descubras que no
soy todo lo que crees que soy —Jugueteo con sus pelos de la nuca—. Miedo de amarte
tanto que me olvide de mí misma otra vez. Miedo de desnudarme con un tipo tan
perfecto como tú, sabiendo que no me compararé con las chicas que estuvieron antes.
Me guardo el pensamiento porque esa inseguridad es mejor no hablarla.
—No valdría la pena el riesgo a menos que hubiera algo que perder, y es
completamente comprensible tener miedo —Me levanta la mano y me besa suavemente
en la parte inferior de mi muñeca—. Tengo miedo de conseguir todo lo que mi corazón
desea y no ser capaz de retenerlo.
—No es demasiado tarde para echarse atrás —digo, odiando cómo esas palabras se
sienten como una daga que me atraviesa el corazón. Ya invertí tanto en él. En lo más
profundo, estuve negando lo que siento, escondiéndome detrás de todos los obstáculos
y aferrándome a ellos en lugar de afrontar mi realidad. Ya estoy medio enamorada de
Vander, y no creo que tarde mucho en darle el resto de mi corazón.
—Los dos sabemos que es así —Me roza un suave beso en la comisura de la boca—
. No hay nada que tú o yo podamos hacer para luchar contra esto. Estamos destinados
a estar juntos —Él besa la otra comisura de mi boca.
—Soy tan egoísta —susurro—. Solía pensar que era una buena madre, pero una
buena madre no anda a escondidas con el mejor amigo de su hijo a sus espaldas,
especialmente conociendo los riesgos.
—Que estés conmigo no te convierte en una mala madre, Kendall. No hay nada malo
en buscar la felicidad para ti —Sus labios se deslizan brevemente contra los míos, y un
gemido de satisfacción sale de mi boca—. Esto se siente bien, se siente bien, porque tú
y yo estamos escritos en las estrellas, nena —Él me envuelve en un gran abrazo con su
cara enterrada contra mi pecho— No te sientas culpable por estar conmigo cuando
siempre fue nuestro destino. —Su cálido aliento sobre la piel expuesta de mi escote,
endureciendo mis pezones en puntas afiladas.
—Lo intentaré —digo sinceramente, porque no es que esta culpa vaya a evaporarse
en un soplo de aire.
—Me comprometo contigo —digo sin dudar—. Eso no va a cambiar. Sólo te explico
que tendré periodos en los que tendré dudas y me iré consumido por el autodesprecio
y la culpa. Tienes que prepararte para eso.
—Rodea mi cintura con tus piernas y agárrate fuerte —me pide cuando hace una
pausa para respirar. Hago lo que me dice, aferrándome a él mientras se levanta y camina
hacia la habitación. Sigue besándome, y eso me ayuda a calmar mis nervios.
Con mucho cuidado, me baja al centro de la cama sobre mi espalda antes de subir
sobre mí. Manteniéndose apoyado en los codos, me mira a los ojos, con una expresión
seria y llena de anhelo.
—Por favor, dime que quieres esto —Me pasa la punta del dedo por la clavícula,
provocando un escalofrío ardiente a lo largo de mi piel.
—Quiero esto —digo con voz ronca—. Pero estoy nerviosa —Él está acostumbrado
a cuerpos núbiles e impecables, y esa no soy yo. Sé que estoy en buena forma para mi
edad, y no soy inmune a la forma en que los hombres me miran, pero no soy una bonita
joven con una bolsa de trucos sexuales bajo la manga.
—No te pongas nerviosa. Cuidaré bien de ti —Me besa suavemente, lo que está en
gran desacuerdo con la forma en que me estaba devorando en el sofá—. Sé cómo
hacerlo bien para ti, pero no voy a mentir. Estoy preparado para explotar, y no puedo
ser suave la primera vez. Necesito follarte, Kendall. Necesito follarte fuerte para que tu
cuerpo entienda que ahora eres mía.
Dios mío. Realmente estoy fuera de mi alcance con él, pero estoy deseando que me
enseñe.
Mis palabras encienden algo dentro de los dos, y es como una carrera para
despojarse de nuestra ropa.
Cada arrastre de su lengua hace que mi núcleo palpite de necesidad, y paso mis
dedos sobre sus hombros, explorando los tonificados músculos de su espalda mientras
él adora mi cuerpo con una reverencia a la que no estoy acostumbrada. Vuelve a subir
por mi cuerpo, plantando un beso apasionado en mis labios, y prácticamente me derrito
en la cama. Se acerca y me desabrocha el sujetador mientras me mira fijamente a los
ojos.
—Te quiero —Me quita el sujetador y deja al descubierto mis pechos por primera 210
vez. Tengo que luchar contra el impulso de cubrirme, y estoy segura que él puede ver
cómo tiemblo.
Tumbado de lado, recorre con sus dedos mi cuerpo mientras sus ojos se fijan en mi
pecho, y bebe hasta la saciedad.
—No te pongas nerviosa. Eres tan jodidamente preciosa —Acaricia uno de mis
pechos. Baja su boca hasta mi otro pecho y pasa su lengua por el duro pico de mi
pezón—. Estos son perfectos —Me acaricia los dos pechos con su boca y sus dedos,
alternando entre ellos hasta que me retuerzo en la cama. Cada vez que me chupa el
pezón o me aprieta la carne, lo siento abajo y mis bragas se empapan, tal es mi necesidad
de él.
Estoy a punto de correrme antes que me haya tocado el coño. Su erección está
caliente y pesada a través de sus calzoncillos contra mi pierna mientras desvía su
atención de mi pecho y se mueve hacia abajo. Deja un camino ardiente a su paso
mientras besos y caricias por mi cuerpo hasta que su boca se cierne sobre mi montículo
cubierto de encaje.
Separando mis piernas, se coloca entre mis muslos y baja la cabeza hasta que está a
la altura de mi vagina. Estoy ardiendo. jadeando, sudando y hormigueando de
necesidad. Todo rastro de nervios se evapora cuando presiona su boca sobre mi núcleo
y me mira.
Estoy agradecida por mi reciente viaje al spa y por la impecable franja de aterrizaje
que ahora luzco. Hacía tiempo que no tenía que molestarme en arreglarme ahí abajo, y
me alegro de haber tenido la precaución de depilarme por todas partes. También me
hice una manicura, una pedicura y un tratamiento facial porque quería estar lo mejor
posible sabiendo que se acercaba este momento.
Casi me caigo de la cama con el primer golpe de su lengua contra mi raja. Mis manos
se enroscan en el edredón mientras él separa mis pliegues y procede a comerme con
sus labios y su lengua.
—Oh, Dios —gimo, cerrando los ojos y me entrego a la nueva sensación. Grito
cuando su lengua penetra en mi interior y sus dedos comienzan a rodear mi clítoris.
Aplica la presión adecuada presión en mi punto sensible provocándome un manojo de
nervios mientras sus dedos aceleran su ritmo, frotándome más y más rápido.
—Oh, Dios, Vander —Empujo mi coño en su cara cuando siento que estoy
demasiado excitada como para avergonzarme de cómo me estoy frotando sobre él—
No pares. Por favor, no pares —Abro los ojos cuando me pellizca el clítoris, y subo más,
casi alcanzando un pico. Estoy sacudiendo mis caderas hacia su cara mientras sus ojos
se clavan en los míos mientras me come viva.
Mantenemos el contacto visual, y es uno de los momentos más calientes de mi vida. 211
Se frota con más fuerza, metiendo su lengua más profundamente, y estallo en un millón
de luces brillantes cuando me pellizca el clítoris por segunda vez, y mi orgasmo se
dispara como un poderoso tornado.
Cuando vuelvo a enfocar mi visión, está arrodillado entre mis muslos agotados, con
su erección dura y tensa y completamente enfundada.
—¿Lista, nena? —me pregunta, se inclina para besarme. Me pruebo en sus labios
por primera vez. Parece tan sucio, pero eleva mi excitación a alturas vertiginosas y
sobrecarga mi valentía.
Sujetando su polla, la guía hacia mi abertura, pegando sus ojos a los míos mientras
me roza la entrada antes de clavarse en mí de un solo golpe. Grito, y al instante le rodeo
la cintura con las piernas mientras él empieza a bombear dentro y fuera como un
hombre con una misión. Tirando de mis caderas hacia arriba, me empuja con las piernas
para que se aferren más. Inclino mi pelvis, aferrándome a su cuerpo mientras él penetra
en el mío, golpeando lugares dentro de mí que nunca sentí antes. Se inclina para
besarme mientras me acaricia el pecho. Me aferro a sus hombros y a su espalda,
arqueando la cabeza y permitiéndole el acceso a mi cuello mientras él me saquea el
cuerpo como un instrumento afinado, evocando una serie de sensaciones que son
totalmente nuevas.
Mis brazos se enrollan alrededor de su cuello mientras su boca cubre mis pechos,
su lengua sale para acariciar mis pezones sobre-sensibilizados mientras subo y bajo
sobre su polla, y él me penetra. Me agarro a su pelo, gimiendo mientras él me palmea el
culo, me adora los pechos y me clava su enorme polla.
Los gruñidos que salen de su boca son primarios y crudos, y estoy en la cresta de la
ola de otro orgasmo mientras él me golpea, y yo le devuelvo el golpe mientras creamos
un ritmo natural. El único sonido en la habitación es el de la piel contra piel y nuestros
gemidos mutuos.
—Joder, Kendall. Te sientes tan bien —jadea entre los empujones—. No voy a durar 212
mucho más —Cubriéndome con su cuerpo, sus dedos encuentran mi clítoris de nuevo,
y me frota en sincronía con los movimientos de sus caderas mientras ambos
perseguimos nuestro clímax. La presión aumenta dentro de mí, más rápido de lo que
creía posible después de mi último orgasmo, y lágrimas de alegría pinchan mis ojos
cuando caigo y segundos después, él se une a mí.
Rompo a llorar mientras me aferro a sus brazos, preguntándome cómo tuve tanta
suerte y rezando por ser lo suficientemente fuerte como para aferrarme a él. Porque
ahora que sé lo que es estar con él, no quiero dejarlo ir nunca.
33
VANDER
—¿Qué pasa? ¿Por qué lloras? —Le doy la vuelta en mis brazos. Tiene la cara
manchada y su labio inferior se tambalea mientras las lágrimas se pegan a sus pestañas.
Tiene el pelo hecho un lío por mis manos y los labios hinchados por mis besos, pero
nunca me pareció más hermosa—. ¿Te hice daño? —Ese fue el mejor sexo de mi vida,
y pensar que podría no haber sido lo mismo para ella es agonizante.
—¿Qué? —Ella sacude la cabeza mientras sus ojos se abren de par en par—. No.
Claro que no —Ella traga audiblemente mientras se esfuerza por componer sus
emociones. Me coge la mejilla mientras me mira cariñosamente a los ojos—. El sexo
nunca fue así para mí, Vander. Nunca tuve un orgasmo por penetración. No sabía que
podía ser tan bueno. Estoy un poco abrumada —Dos puntos rojos florecen en sus
mejillas antes de enterrar su cabeza en mi pecho.
213
El shock me deja sin palabras durante unos segundos antes de aclararme la
garganta.
—Kendall —Con delicadeza, inclino su cabeza para que estemos frente a frente—.
¿Estás bien de verdad ahora mismo?
Ella asiente.
Es arriesgado preguntar esto, pero necesito saber con qué estoy tratando.
—Sólo con mi marido —susurra mientras dibuja círculos en mi pecho con su dedo.
Una pequeña risa sale de sus labios—. Patético, ¿verdad?
—El único patético es Curtis —La ira arde en mi interior mientras considero todas
las formas en que descuidó a su esposa—. Qué jodido idiota egoísta.
—Nunca tuve a nadie con quien compararlo, pero tienes razón. Era perezoso y
completamente egoísta en la cama. Siempre se trataba de sus necesidades.
Quiero estrangular la vida de ese imbécil, ahora más que nunca. En el lado positivo,
significa que puedo reclamar un montón de primeras veces que pensé que eran
pérdidas para mí.
—No puedo creer que nunca te haya hecho correr durante el sexo.
La beso suavemente.
—Fue increíble, y me muero por volver a hacerlo —Tomando sus dedos, los enrosco
alrededor de mi polla para que sienta lo preparado que estoy para la segunda ronda. La
beso de nuevo, más fuerte esta vez, antes de retirarme a propósito. Hay algo que me
muero por mostrarle, y no puede esperar ni un segundo más—. Pero primero, quiero 214
darte un regalo.
—Ya me hiciste un regalo —Sus dedos se cierran alrededor de la cadena que cuelga
de su cuello.
—Tengo algo más para ti. Algo que no pude darte en Navidad —Quitando sus dedos
de mi polla, salgo de la cama. Ella hace un mohín, y es adorable. Riéndome, me inclino
para besarla—. No te preocupes, nena. La noche es joven, y estoy lejos de haber
terminado contigo —Le doy un rápido apretón de tetas—. Déjame coger mi bloc de
dibujo.
Corro hacia la mesa del comedor y cojo el bloc antes de volver a la cama. Kendall
está sentada contra el reposacabezas con las mantas subidas bajo los brazos. Me pongo
a su lado y coloco el bloc en mi regazo. Volviéndome para mirarla, le bajo las sábanas
hasta la cintura.
—Vamos a dejar una cosa clara, cariño. Cuando estés en mi cama, no te taparás.
Estarás desnuda y orgullosa —Dejo que mi mirada acalorada recorra su cuerpo
mientras fuerzo su mano hacia mi polla para que sienta cómo se sacude y se retuerce
mientras mis ojos se deleitan con su magnífico cuerpo.
—Buena chica —Aprieto su cara entre mis manos—. Sé que estás nerviosa y
sufriendo con las dudas, así que lo seguiré repitiendo hasta que lo entiendas. Te quiero.
Te deseo. Eres hermosa. Eres perfecta. Nunca tienes que esconderte de mí. ¿De
acuerdo?
—Soy bueno para ti. Y punto —Le clavo una mirada arrogante mientras bajo las
manos a mi cuaderno de dibujo.
—Lo eres —Apoya su cabeza en mi hombro, mirando hacia abajo mientras yo hojeo
las páginas hasta que llego a la que quiero.
—¿Es eso...?
—Tu tatuaje —confirmo, moviendo el cuaderno de dibujo sobre su regazo para que
pueda inspeccionar el dibujo de la mariposa con más detalle.
215
—Oh, Vander. Es impresionante —Pasa los dedos por encima del diseño con una
expresión de asombro en su rostro. Las alas de la mariposa están abiertas, como en
vuelo, y las coloreé de un azul vibrante con las puntas de color marrón. Una mirada de
luces blancas parpadeantes se extiende sobre las alas y por encima, dándole una
cualidad etérea—. Me encantan estas luces, y es muy bonito. Esta cita es perfecta
también —Sus ojos bailan cuando los levanta hacia los míos—. ¿Aurelio?
—Encontré un par de citas que podrían servir, pero esta es la que mejor encaja
—Es una mariposa morpho azul —le explico—. Las mariposas tienen muchos
significados dentro de las diferentes culturas, generalmente simbolizan la vida, el amor,
el cambio y el renacimiento —Mientras hablo, recorro su brazo con la punta del dedo
mientras hablo—. Muchos creen que las mariposas representan la esencia o el alma de
una persona, y el color azul representa la alegría o un cambio de suerte. Algunos dicen
que la mariposa morpho es la que concede los deseos —Miro profundamente sus
grandes ojos azules— Quería diseñar un tatuaje que tuviera un significado para
nosotros y que fuera algo que representara quién eres como persona también. Quería
algo femenino y bonito, como tú. Y me encanta que vaya a juego con el color de tus ojos.
—Créelo, cariño —Me acerco, abro el cajón de la mesita de noche y cojo algunos
condones antes de tirarlos sobre la cama—. Porque soy tuyo, ahora y siempre.
Sus ojos están llenos de amor, y no necesita decirlo para que yo lo sepa. Tal vez ella
no se dio cuenta todavía, pero yo lo veo, y eso es suficiente por ahora.
Me río.
—Probablemente no. Es uno de mis amigos del club de boxeo. Es el que me hizo la
tinta, y es un verdadero artista. Sinceramente, yo no confiaría en nadie más.
—Me preguntaba cómo te las arreglaste para hacértelo antes de cumplir los
dieciocho años, porque sé que tu padre no lo habría consentido.
—No es opcional —Un gemido se escapa de mis labios mientras ella se mueve sobre
mi erección. Las estrellas estallan detrás de mis ojos cuando su coño desnudo se desliza
a lo largo de mi polla. Maldita sea. Realmente quiero follarla sin ninguna barrera—.
Nena —Aprieto mis manos en sus caderas, deteniendo su movimiento para poder
mirarla a los ojos—. ¿Tomas anticonceptivos?
—Siempre usé condones, pero no quiero hacerlo contigo. Quiero sentir todo de ti.
—De acuerdo —Estoy de acuerdo con casi todo, mientras ella frota su coño de un
lado a otro a lo largo de mi polla.
—Móntame, nena —Tiro de su labio inferior, arrastrándolo suavemente entre mis
dientes—. Reclama tu polla y haz con ella lo que quieras.
Ese seductor rubor sube por su cuello y llega a sus mejillas mientras se echa hacia
atrás, agarra mi polla y la mantiene firme mientras se coloca sobre mí. Veo cómo su
pecho se agita mientras baja lentamente sobre mi polla, hasta que estoy completamente
situado, y me pregunto si es otra vez la primera vez. Sus ojos se fijan en los míos
mientras se mantiene quieta, dejando que ambos nos aclimatemos. Agarrando su cara,
acerco sus labios a los míos y le devoró la boca mientras mi polla palpita dentro de sus
cálidas paredes interiores.
Ella sube y baja sobre mí, y el placer me recorre la espina dorsal cuando su canal
me aprieta con cada empuje de sus caderas. Sus tetas se agitan cuando aumenta la
velocidad, y entierro mi cara en su pecho mientras agarro su culo. La masturbo sobre
mí mientras chupo, lamo y muerdo sus tetas y sus pezones. Se retuerce y gime encima
de mí, y nunca estuvo más caliente. Llevo mis manos a sus caderas y controlo sus
movimientos, golpeándola hacia arriba y hacia abajo en mi polla, pero no es suficiente.
Necesito más. Necesito empalarme dentro de ella para dejar una marca indeleble.
Sin previo aviso, balanceo mis piernas sobre el lado de la cama y me pongo de pie,
manteniéndola pegada a mi polla, hasta que nos colocó en el borde de la cama. La pongo 217
de espaldas y le paso las piernas por encima de los hombros antes de doblar las rodillas
hasta alcanzar el ángulo correcto para penetrarla. Me abalanzo sobre ella como un lobo,
empujando hasta el fondo y sacando. Mantengo un ritmo de castigo porque no puedo
controlar mis hormonas ni la necesidad posesiva de poseerla por completo. Su cuerpo
se agita en la cama mientras yo la penetro, inclinando sus caderas hacia arriba para que
pueda penetrarla aún más. Pero aún no es lo suficientemente profundo.
Inclinándome sobre ella, con sus piernas aun colgando de mis hombros, pongo mis
manos a cada lado de su cabeza mientras la follo en la cama, gruñendo mientras me
empujo más y más, alimentado por esta implacable necesidad de enterrarme
profundamente. Mi boca choca con la suya en una desesperada unión de labios, dientes
y lengua, y me trago sus gritos mientras siento un cosquilleo familiar en la base de mi
columna vertebral y mis pelotas se tensan. Sé que no puedo contenerme por mucho
tiempo, así que me levanto de la cama y nos movemos hasta que estamos tumbados
verticalmente en el centro.
Me pongo de rodillas, le rodeo la cintura con las piernas y muevo los dedos hacia su
clítoris mientras entro y salgo de ella.
—Ya casi estoy —jadeo mientras una línea de sudor se desliza por mi columna
vertebral. Pequeñas gotas de sudor humedecen su frente, pegando mechones de pelo
dorado a su frente—. Córrete conmigo. —Le doy un golpecito en el nódulo mientras la
penetro con mi polla, reteniendo un poco en un intento de retrasar lo inevitable. No la
soltaré hasta que ella esté lista para volar conmigo. Con mi mano libre, exploro su
cuerpo, pasando mis dedos sobre sus caderas, su estómago y hasta sus tetas.
Cuando le toco los pezones, suelta un gemido primitivo y su espalda se levanta de
la cama. Sus caderas se agitan, su respiración se acelera, y un rubor se extiende por su
bonita piel, y sé que está cerca. Presionando su clítoris, la penetro más fuerte y más
rápido, y no puedo detener mi orgasmo.
Me derrumbo sobre ella antes de rodar hacia un lado y llevarla conmigo. Le quito el
pelo de los ojos y examino cuidadosamente su rostro. Esta vez no hay lágrimas, sólo una
gran sonrisa. Se ríe y me pasa los dedos por el pelo de una manera que me hace
ronronear como un gato.
—Tengo la sensación que vas a agotarme, Vander —Se inclina y me besa—. ¿El sexo
contigo es siempre un ejercicio de cuerpo entero? —se burla, dejando caer besos en mi
pecho mientras regulo mi respiración.
—Alguien parece feliz —dice June, asomando la cabeza por la puerta de mi oficina
el lunes.
—Es una forma de decirlo —Le sonrío como una loca y es que no puedo evitar
sonreír. Llevo flotando en una nube desde el sábado por la noche hasta el domingo por
la mañana—. ¿Quieres salir a comer?
219
—Vale, escúpelo, chica. Por favor, dime que la razón por la que andas un poco rara
es porque recibiste la mejor cogida de tu vida durante el fin de semana —dice June,
ocupando uno de los asientos en la mesa de la esquina de la cafetería a la vuelta de la
manzana de la oficina.
Me quedo mirando a mi amiga con la boca abierta mientras deposito la bandeja con
nuestros envoltorios y cafés sobre la mesa.
—Lo digo como lo veo —Ella coge su envoltorio y toma un sorbo de su café mientras
yo reclamo el asiento frente a ella.
—¿Realmente estoy caminando raro? —No voy a negar que estoy adolorida o que
cada vez que me siento sigo sintiendo a Vander dentro de mí, pero no creo que se note.
—Vale, bien, porque no puedo dejar que la gente se dé cuenta lo que está pasando.
—¿Qué pasó? —Me mira con ojos ansiosos mientras muerde su envoltorio.
—Eso es increíble, y no necesito preguntar si fue bueno porque nadie folla durante
horas si no lo es.
—Es un puto dios en la cama. Me dejó boquiabierta. No sabía que el sexo podía ser
tan increíble. No fui capaz de dejar de pensar en ello, y estoy en una cuenta atrás hasta
que podamos volver a hacerlo —Dejo escapar una amplia sonrisa—. Creo que soy adicta
al sexo con él —Me encojo de hombros, sin dejar de sonreír—. Creo que soy adicta a él,
y punto —Muerdo mi envoltura, disfrutando del resplandor y dejando que mi excitación
salga a la superficie—. Es increíble, June. Tan considerado y atento, y me encanta pasar
tiempo con él.
—No estoy preparada para admitirlo ante mí misma —respondo con sinceridad 220
porque soy la reina de la negación últimamente—. Me dice que me ama todo el tiempo,
pero no sé si decirlo hasta estar segura que lo que siento es amor.
—Sabes lo que sientes. Sólo te aterra admitirlo, y eso está bien, Ken. Debes ir a tu
propio ritmo, y no te sientas presionado a hacer o decir algo que no quieras.
—¡Me dio cinco orgasmos! Cinco en una noche —Una risita sale de mi boca—. Curtis
nunca me dio uno, y estuve casada con él durante más de diecisiete años.
—Lo sé —Doy otro mordisco a mi envoltorio—. No puedo creer que haya sido tan
complaciente. Que lo aceptara y no exigiera más —Tomo un sorbo de mi café—. Vander
realmente me abrió los ojos. Me conformé totalmente con Curtis, en todos los aspectos
de nuestra vida en común. ¿Por qué lo hice?
—Eras joven cuando te conociste, y luego estabas ocupada con los niños y tu
carrera. Pusiste tus propias necesidades en un segundo plano. Ahora te das cuenta
porque no tuviste más remedio que enfrentarte a ello.
—Siento que estuve desperdiciando mi vida. No mis hijos, obviamente. Ellos son mi
mundo. ¿Pero por qué no me divorcié de Curtis hace años? ¿Incluso antes que su
primera aventura saliera a la luz? —Sacudo la cabeza—. Estoy enfadada conmigo
misma por dejarme que me traten así durante años. Por engañarme a mí misma
pensando que tenía un matrimonio feliz y una pareja amorosa —Arranco un gran trozo
de mi envoltorio, masticando lentamente mientras June espera que continúe—. Vander
sólo tiene dieciocho años. —susurro—. No hicimos más que empezar, y ya me hace
sentir querida y adorada de una manera que Curtis nunca hizo. Fui tan estúpida.
—Ahora estás haciendo algo al respecto, y estás exactamente donde deberías estar
en la vida. No mires atrás y te arrepientas de lo que pasó antes porque podrías no haber
encontrado a Vander si las cosas hubieran sido diferentes. Creo que esa es la única
manera de verlo.
No protesto cuando me sube la falda hasta las caderas, me aparta las bragas a un
lado y me mete dos dedos.
—Joder, nena. Estás tan húmeda —murmura contra mi cuello mientras sus labios
se deslizan por mi piel acalorada—. ¿Te duele? —pregunta, metiendo y sacando sus
dedos con ternura de mí.
—No —dije con una semi mentira—. Te deseo, y no necesitas ser gentil.
—Gracias, joder —Usando su mano libre, empuja sus pantalones de deporte por sus
muslos, y su polla sale, larga, gruesa, dura, y toda mía.
Me relamo los labios y paso el pulgar por el precum que cubre la punta de su polla
mientras sonrío.
Me guiña un ojo y yo me reiría, pero elige ese momento para presionar con fuerza
en mi clítoris y mis piernas se convierten en gelatina. Ya siento que mi clímax se está
gestando, y me sorprende la rapidez con la que me lleva hasta allí.
—No tenemos mucho tiempo —dice retirando sus dedos y levantando mi pierna.
La sujeta alrededor de su cadera—. Esto será duro y rápido, nena, así que agárrate
fuerte.
—Bien —Me besa la punta de la nariz—. Porque hay mucho más de donde vino eso
—Me envuelve en un abrazo, abrazándome con fuerza—. No puedo dejar de pensar en
ti ni de revivir el fin de semana pasado. Mi cama se siente vacía al despertarme sin ti en
ella.
—No todas las drogas son malas —susurra él, succionando sus labios en mi cuello—
. Algunas son vitales.
—Lo son —Espolvoreo besos por todo su hermoso rostro antes de apartarlo
suavemente—. Le dije a Stella que estaría en casa a las ocho —Odio que no tengamos
muchas oportunidades de estar juntos, pero él no se queja.
—De acuerdo —Se sube el chándal y me baja la falda por las caderas—. Cámbiate y
bajaremos juntos las escaleras.
—Ignóralos —Él empuja su dedo medio hacia arriba a un tipo que está mirando
descaradamente mi culo—. Son unos cabrones entrometidos.
Pongo los ojos en blanco y muevo el cuello de un lado a otro para aflojar la tensión.
Vander deja caer mi bolsa al suelo, junto a las colchonetas, mientras Jimmy se acerca.
—No hay problema. De hecho, me preguntaba si no deberíamos hacer esto una cosa
regular. Invitar a otras mujeres a apuntarse.
—Deja de maltratarla.
—A menos que quieras que todos sepan que tienes una erección por la madre de tu
amigo, probablemente sea mejor que no te pongas tan territorial.
Toda la sangre se drena de mi cara y giro la cabeza hacia la de Vander. Prometió
que mantendríamos esto en secreto, y perderé la cabeza si no mantuvo su palabra.
—Es cierto.
Para cuando salgo una hora después, estoy sudando profusamente, me duele todo,
y me doy cuenta que sería completamente inútil si alguien viniera hacia mí. No fui capaz
de bloquear ninguno de los movimientos de Vander, y él me dominó cada vez. También
era difícil concentrarse con él tocándome tanto. ¿Pero? no puedo negar que lo necesito,
y tengo la intención de hablar con Viola y June para sugerirles que reciban algo de
entrenamiento también
—Necesito un favor.
—¿Qué pasa?
—¿La amiga de Carly sigue trabajando en la oficina de administración de Yale?
—¿Crees que podrías organizar una llamada telefónica? Quiero hablar con ella
sobre la ayuda financiera para Vander.
—¿Entró?
Sonrío.
—Lo aceptaron pronto —No me sorprende. Sabía que le ofrecerían una plaza—.
West también entró en la OU con una beca de fútbol.
—Lo estoy, pero me preocupa Vander. Sus finanzas no son grandes, pero las
opciones de ayuda financiera en Yale se basan en la capacidad de pago, y la riqueza de
su padre podría ser un gran problema. Quiero averiguar cómo podemos presentar un 225
caso especial para él —Vander no sabe que estoy haciendo esto o que vi los papeles
extendidos en su mesa de café durante el fin de semana. No estaba fisgoneando, pero
sé, porque el cálculo de su presupuesto estaba a la vista. Él está pagando por la
rehabilitación de su madre, y no es barato. Tendrá suerte si puede pagar un año de Yale.
Vi solicitudes de préstamos estudiantiles, pero si puede obtener ayuda financiera de la
universidad, le ahorrará acumular una tonelada de deuda estudiantil. Quiero ayudar si
puedo.
—Hablaré con Carly esta noche y veré si puede llamar a Della. Estoy seguro que ella
estaría dispuesta a hablar contigo.
—Estupendo, gracias.
Mi ritmo cardíaco se acelera cuando veo a Greg caminando hacia mí, del rabillo del
ojo. Pasando por encima de mí, se agacha justo detrás de mí, buscando algo en el estante
de suministros. Me tiemblan las manos al coger mi segundo archivo, introduciendo más
papel en el alimentador de documentos mientras me inclino y recojo las copias del
primer archivo junto con los originales.
Me dirige una sonrisa cegadora mientras agita un fajo de sobres hacia mí.
—¿De verdad crees que a Paul Cummings le importaría una mierda? —Me hace
retroceder, contra la impresora, atrapándome en la esquina sin salida. Ojalá pudiera
recordar alguno de los movimientos que Vander me enseñó la semana pasada, pero mi
cerebro está hecho papilla mientras el terror hace un número en mí.
—Facturo millones de dólares cada año, cariño —Pasa sus dedos por mi mejilla y
me muevo para apartar su mano cuando me agarra la muñeca y la aprieta—. Podría
inclinarte sobre esta fotocopiadora y follarte los sesos, y a nadie le importaría —Empuja
su pelvis contra mí, y el ácido se revuelve en mis entrañas al sentir la evidencia de su
excitación presionando contra mi estómago. Sus dedos recorren mi cuello—.
Deberíamos probarlo alguna vez —Inclinándose, me lame el cuello y es un milagro que
no le vomite encima—. Ahora que ambos estamos sin pareja y libres como un pájaro.
—Esto va a ser divertido. Realmente voy a disfrutarlo —Me lanza un beso mientras
retrocede hacia la puerta—. Hasta la próxima vez, sexy.
227
35
VANDER
—El último año es una mierda —refunfuña Shep mientras salimos de la escuela el
viernes por la tarde.
—Lo estoy. Sólo pensé que este año sería más divertido. Es nuestro último año
juntos antes que todo cambie. Deberíamos disfrutarlo, pero no podemos pasar el rato
en tu casa, West es un hijo de puta gruñón, y Bowie sigue siendo un imbécil. Es una
mierda.
—Podemos pasar el rato en mi nueva casa a veces, pero no podemos salir de fiesta
como antes. Le prometí a Jimmy que no molestaría a los vecinos —Hay apartamentos
sobre la mayoría de los locales comerciales adyacentes al club de boxeo, y no quiero 228
causar problemas a Jimmy cuando me ayudó tanto.
Además, quiero tener los fines de semana libres para poder ver a Kendall. No
tenemos mucho tiempo juntos, y con Curtis siendo un capullo con el divorcio y
cambiando constantemente los días que se lleva a Ridge, necesito ser fluido con mi
planificación del fin de semana.
Llego a mi camión justo cuando Gayle Turner se pone al volante de su BMW a unos
cuantos coches más abajo. Acelera el motor y frunce el ceño mientras me mira por la
ventanilla.
Shep se ríe.
—Hola, Van —Stella me saluda en la puerta de la casa de Kendall unas horas más
tarde—. El Ogro está en su habitación.
—¿El Ogro? —Enarco una ceja mientras entro en el pasillo.
—Se ajusta a West en este momento. Está de muy mal humor todo el tiempo.
No estoy en desacuerdo.
—Parece que lo aceptó —digo mientras ella cierra la puerta detrás de mí.
Se encoge de hombros.
—No hay mucho que podamos hacer. Está sucediendo nos guste o no, y
sinceramente, mamá es mucho más feliz ahora que papá se fue. Según Ridge, papá
también es más feliz. Quizá sea lo mejor.
Stella es trece meses más pequeña que West, pero en muchos aspectos, ella actúa
como la hermana mayor. No es que envidie los sentimientos de mi amigo. Él tiene
derecho a ellos, pero Stella está adoptando un enfoque más pragmático mientras que
West está sucumbiendo a la ira, y no puede ver mucho más en este momento. Kendall
está preocupada, y yo también. Se saltó algunas clases y se metió en problemas con el 229
entrenador por llegar tarde al entrenamiento, y parece estar constantemente
discutiendo con Hazel estos días.
Me gusta escuchar que Kendall es más feliz, y me gustaría pensar que parte de eso
se debe a mí.
Stella frunce el ceño, antes que sus rasgos se suavicen al darse cuenta.
—Ah, claro. Estás aquí por mamá —Se ríe—. No puedo creer que se haga un tatuaje,
pero me alegro por ella.
Kendall y yo acordamos que seremos tan honestos como podamos con la gente en
nuestras vidas. Sé que odia mentir a sus hijos sobre dónde está en esas noches de fin de
semana cuando está conmigo. Ridge no se entera porque está con Curtis, pero Stella y
West creen que se queda con June, y sé que la culpa está matando a mi amor.
—Hacerse un tatuaje.
Kendall está guapísima con un vestido vaporoso de color rojo que le cae
seductoramente por los hombros, y se amolda a su escote, y fluye hacia fuera desde las
tetas hasta los tobillos. Mi polla lo aprueba, endureciéndose al instante detrás de la
cremallera de mis vaqueros. Gracias a la mierda, tengo una sudadera con capucha, y
cubre la evidencia de mi necesidad omnipresente de ella.
—Di a luz a tres bebés, Stella. Creo que puedo soportar un pequeño tatuaje.
—Joder —Kendall agarra mi brazo con su mano libre mientras Boner trabaja en su
tinta en el interior de su muñeca— Esto duele más de lo que esperaba.
—La muñeca es una zona sensible —explica Boner, sin levantar la vista del diseño—
La piel es más fina, por lo que se siente más.
—Por eso sugerí la parte superior del brazo —Le recuerdo la conversación que
tuvimos en el camión de camino aquí.
—Creo que quedará bien aquí —Boner levanta la cabeza, mostrándole una boca
llena de dientes de oro. Es un hijo de puta de aspecto aterrador. Más de dos metros de
altura. Más de 150 kilos de puro músculo con bíceps abultados y muslos gruesos. Su
cabeza es calva, contrastando fuertemente con su larga, barba marrón desaliñada.
Añade la tinta que cubre casi toda la piel expuesta y los numerosos piercings, y hace que
algunas mujeres corran en dirección opuesta. Pero el tipo tiene el corazón más grande.
Él haría cualquier cosa por cualquiera y es un tatuador de primera—. Es una buena
elección.
Boner se ríe.
—Eso ya lo dijiste.
—Al menos cuatro veces en los veinte minutos que llevamos aquí.
—Nunca está de más ser amable —responde, entrecerrando los ojos hacia mí.
—Sí, señora —Boner le sonríe afectuosamente, y puedo decir que le gusta. Es difícil
no hacerlo. Después de dos segundos en compañía de Kendall, cualquiera puede ver la
clase de mujer que es. Buena. Dulce. Amable. Compasiva. Cariñosa. Inteligente.
Reflexiva. Podría seguir—. Los buenos modales están infravalorados hoy en día y son
difíciles de conseguir —dice.
—Eso es muy cierto —dice Kendall antes de sisear y agarrar mi brazo más fuerte.
231
—¿Quieres ver mi tatuaje? —pregunto, sabiendo que necesita una distracción.
—Sí —Saco mi pequeño cuaderno de dibujo del bolsillo trasero de mis vaqueros y
acerco el taburete a su silla. Hojeo el bloc hasta que llego a la página que quiero—. Voy
a hacer esto sobre mi pecho —Su ceño se arruga en señal de concentración mientras
inspecciona mi dibujo de la serpiente circular que se come su propia cola. La dibujé con
el mismo azul que tu mariposa con algunos elementos dorados de contraste— Es un
Ouroboros —le explico—. Es de la antigua mitología griega y egipcia, y simboliza la
muerte y el renacimiento —Sus ojos se dirigen a los míos—. En los siglos XVII y XVIII, a
menudo se tallaban en las lápidas como un símbolo de la reencarnación.
—Me encanta —Sus ojos se llenan de emoción, y me alegro que Boner esté ocupado
con su tatuaje para que no pueda ver cómo nos miramos. No hay forma de disimular
nuestros sentimientos cuando no podemos apartar los ojos el uno del otro de esta
manera—. Es perfecto —Ella roza su mano contra mis dedos, y siento su tacto hasta los
dedos de mis pies—. El camino hacia tu futuro está enterrado en lo más profundo de tu
pasado —Ella lee la cita que me están entintado bajo la serpiente, y está estrechamente
alineada con la que está siendo grabada en su piel. Me gusta la idea que tengamos
diferentes tatuajes que signifiquen lo mismo y un recordatorio permanente del vínculo
que compartimos.
—Lo encuentro fascinante —dice, y entramos en una profunda conversación sobre la vida
y la muerte, la clase de filosofía de Kendall, y MGK y Megan Fox.
—¿Estás contenta de haberlo hecho? —Le pregunto noventa minutos después cuando
salimos de la tienda de tinta de Boner con nuevos tatuajes.
—Me moría por hacerlo —admito, repartiendo besos por toda su preciosa cara.
—Si sigues así, te voy a follar —le advierto, mordiéndole el labio inferior mientras
le agarro las tetas a través del vestido.
—Ojalá tuviéramos tiempo. —Un brillo diabólico aparece en mis ojos mientras la
levanto por encima de la consola y la dejo en mi regazo.
—¿Qué me estás haciendo, Vander? —Se muerde el labio de una manera que es
increíblemente sexy antes de hacer un rápido trabajo con mis vaqueros y liberar mi
polla erecta—. ¿Se te pone dura constantemente?
Me encanta la forma en que mira mi polla como si quisiera devorarla. Mi polla
palpita, goteando precum, porque no puedo saciarme de ella. Tengo sexo con Kendall
en el cerebro las veinticuatro horas del día.
Siseo, con los dientes apretados, al sentir su cálida carne cubriendo la mía. El sexo
no puede ser mejor que esto.
—Ya estás haciendo un trabajo espectacular, Vander —gime ella, moviéndose sobre
de mi polla—. Y nunca quiero dejar de hacer esto contigo.
233
36
KENDALL
—Sabes que estoy feliz de dejar eso en tus manos. —Confío en Vander con mi
cuerpo al cien por cien, y siempre me hace sentir muy bien. Me encanta dejar mi placer
en sus mágicas manos, y nunca me decepciona. Tiene unas habilidades locas, y no puedo
tener suficiente. Soy una puta renacida y me encanta.
—Me encanta que estés dispuesta a probar cualquier cosa —murmura, frotándome
a través del vestido. De mala gana, retiro sus manos de mi cuerpo porque no planee esta
tardía cena de celebración sólo para quemarla. Reduciendo el calor de la cocina, me doy
la vuelta y le rodeo el cuello con los brazos—. Me encanta que saques un lado de mí que
no exploré. —Me muerdo el labio mientras contemplo cómo hacer mi siguiente
petición—. ¿Recuerdas que antes dijiste que querías que posara para ti? —Asiente con
la cabeza y sus ojos brillan al instante—. Pensé que podríamos hacerlo después de la
cena.
—Claro que sí. —Me agarra de las caderas y me atrae hacia su duro cuerpo,
besándome apasionadamente.
—Bien. —Mi sonrisa se ilumina al pensar en su cara cuando le cuento mi idea. Creo
que le encantará. Pero lo primero es lo primero—. La cena está lista. Ve a servir el
champán y siéntate.
—Esto tiene una pinta deliciosa —dice, salivando ante el filete a la parrilla, las
patatas dauphinoise 10, las judías verdes y la salsa de pimienta.
—Siento que no hayamos podido hacer esto el fin de semana pasado. —El maldito
Curtis arruinó mis planes en el último minuto. Está retrasando el divorcio y dando
marcha atrás en las cosas que me prometió, y se me está acabando la paciencia. No
puedo esperar a ser oficial y legalmente libre de él. No me impresiona su falta de
compromiso con nuestro acuerdo temporal ni la forma en que ahora parece impugnar
todo. Es casi como si estuviera resentido conmigo por no ser miserable ahora que
estamos separados. Como un castigo por atreverme a ser más feliz sin él, así que está
decidido a meterse conmigo y arruinar mi buen humor.
—No te disculpes. No es tu culpa que ese imbécil haya jodido nuestros planes. —
Corta un trozo de filete y se lo mete en la boca, gimiendo al instante—. Esto está muy
bueno. —Inclinándose sobre la mesa, planta su boca en la mía—. Gracias, cariño. Me
estás mimando.
—Me gusta mimarte, y tú lo haces bastante por mí. —Es increíblemente bueno
conmigo: me trae flores todos los domingos cuando viene a cenar, invoca enormes
cantidades de paciencia tratando de enseñarme defensa personal, me envía mensajes
de texto todas las mañanas y todas las noches para hacerme saber que está pensando
en mí, me ayuda con los deberes de filosofía, me prepara un baño cuando llego los
sábados agotada después de una semana ajetreada, e incluso volvió al centro de
jubilados conmigo algunas veces y ayudó. Pasamos todo el tiempo que podemos al aire
libre, sin tener que andar a escondidas, porque sabe lo difícil que es para mí. Ve la culpa 235
que tengo y cómo odio mentir a West y, a Stella sobre dónde me quedo a dormir cada
semana.
Pero es más que eso. Vander me hace reír. Me escucha y busca mis consejos.
Comparte mis creencias y alienta mis pasiones. Me adora y me hace sentir deseable. Me
está enseñando a pedir y dar placer en el dormitorio, y es la razón por la que tengo una
sonrisa permanente en mi cara y un resorte constante en mi paso. Me está devolviendo
la confianza, y eso no tiene precio.
—Busqué a Machine Gun Kelly y Megan Fox después de nuestra conversación con
Boner anoche, y tenía razón. Parece que tienen una relación muy espiritual, y creen
plenamente que son almas gemelas. —Tomo un sorbo de mi vino entre bocados del
suntuoso filete y las patatas que se derriten en la boca—. Al igual que nosotros,
sintieron la conexión enseguida. Ella dice que son llamas gemelas. Me gusta eso, y los
amo. Están tan calientes el uno por el otro, tan enamorados, y las cosas que publican
sobre el otro en Internet son simplemente hermosas. —Es posible que sea un poco
cursi, para algunas personas, pero pueden salirse con la suya. Están devolviendo el
entretenimiento y el glamour al rock and roll, y creo que el mundo lo necesita ahora.
—Lleva un collar con la sangre de ella —dice Vander con un pequeño brillo en los
ojos—. Para celebrar su reciente compromiso, bebieron la sangre del otro. —Parpadeo
cuando sus labios se curvan en las comisuras—. Cuando nos comprometamos,
10 Gratinadas.
deberíamos hacer eso también. —Me quedo con la boca abierta y él se ríe—. ¿Es
demasiado vampírico para ti? Se come un poco más de su cena.
—No creo que "vampiríco" sea una palabra, aunque podría estar equivocada, pero
no fue esa parte la que me dejó boquiabierta, aunque yo ponga el límite en llevar o beber
sangre. —Bebo otro trago de vino.
—Ah, ya veo. —Se echa hacia atrás en su silla, todo despreocupado, sonriendo con
confianza al otro lado de la mesa mientras se mete otro trozo de filete en la boca.
Mantiene el contacto visual mientras mastica, disfrutando de verme tan nerviosa. El
mocoso—. Es la parte del compromiso.
Asiento con la cabeza y bebo más vino. Se sienta más erguido y pierde la sonrisa
engreída, sustituyéndola por una mirada seria mientras desliza su mano por la mesa y
enhebra nuestros dedos.
—No quiero asustarte, pero tampoco voy a mentirte. Quiero casarme contigo algún
día, Kendall. Es una promesa. Ya te considero mi esposa, aquí dentro. —Golpea su puño
sobre su corazón—. En la única forma que cuenta.
—Te adoro. —La emoción se agolpa en mi garganta mientras aprieto un beso a sus 236
nudillos—. Te anhelo. —Me pongo de pie y me arrastro hasta su regazo, inclinando su
cara hacia la mía porque necesito mirarlo a los ojos cuando diga esto—. Te amo.
—Dilo otra vez —susurra, estrechando mi cara entre sus grandes manos.
—Te amo.
—Otra vez.
—Te amo, Vander. Te amo muchísimo. Es como si hubiera estado esperando a que
aparecieras y me infundieras vida.
Me besa suavemente, y la alegría que emana de su alma es como un faro de luz que
ilumina su cuerpo en un halo dorado.
—Te amo, Kendall. Me insuflaste vida y me diste una razón para la esperanza.
—Eres tan romántico. —Le besuqueo los labios mientras arrastro mis dedos por su
pelo—. Sexy también. —Sus pupilas se dilatan y sus manos se clavan en mis caderas.
—Te necesito —dice, con una voz cargada de lujuria que coincide con mi propia
necesidad—. Necesito sentir cada parte de ti fusionada con cada parte de mí.
Deslizándome fuera de su regazo, empujo los restos de nuestra cena a un lado de la
mesa antes de subirme. Me recuesto en la mesa mientras él se levanta, abriendo mis
piernas para que pueda colocarse en posición. Ni siquiera nos quitamos del todo la ropa,
sólo las partes que se interponen en su camino para enterrar su cuerpo en el mío.
—Voy a poner una nueva regla —dice Vander mientras nos sentamos en el suelo,
semidesnudos, dándonos de comer sobras frías—. La ropa está prohibida cuando
estamos juntos.
—Teniendo en cuenta que estamos desnudos la mayoría de las veces, creo que es
una buena regla. La apruebo. —Nunca pensé que me sentiría tan cómoda desnuda cerca
de un hombre, pero todo resulta tan natural con Vander que mi desnudez apenas se
registra ya.
Me inclino hacia atrás y le miro mientras le meto en la boca lo último de las patatas. 237
—¿Lo hiciste?
—Quería saber si hay otras parejas como nosotros, y hay montones. —Retirando el
tenedor de mis dedos, lo deja caer sobre los platos vacíos y los aparta—. Es más común
de lo que crees.
—Lo sé. —Me doy la vuelta en ropa interior de cara a él—. ¿Leíste sobre Juliet Mills
y Maxwell Caulfield? —Leer sobre su amor me hizo llorar. Si alguna pareja me inspira y
ofrece esperanza, son ellos.
Me pellizca la nariz.
—Lo hice. Parecían muy parecidos a nosotros. Hay dieciocho años de diferencia
entre ellos, y se casaron unos meses después de conocerse en la gira estadounidense de
El hombre elefante. Él sólo tenía veintiún años y ella treinta y nueve, con dos
matrimonios fallidos a sus espaldas. Ella también tenía hijos. Desafiaron a todos los
críticos y llevan treinta y ocho años felizmente casados.
—Fue amor a primera vista, y ellos también creen en las almas gemelas —añado.
—Nada es imposible. —Me pasa los dedos por la cara y el cuello, me pasa las manos
por la clavícula y enciende un infierno a su paso.
—Ya no me preocupa nuestra diferencia de edad —explico con sinceridad—. No
importa. No cuando conectamos a este nivel. —Trazo los tatuajes de la parte superior
de su pecho con el dedo, con cuidado de no tocar su Ouroboros porque todavía está
levantado y con los ojos rojos, como mi propia tinta—. Ni siquiera me importa lo que
digan los demás. Que se jodan.
—Vamos a derribar esas barreras, una por una. —Me toma de la mano y me lleva a
su estudio.
—Lo único que importa son mis hijos y cómo reaccionarán. Especialmente West.
Eso es lo único que me preocupa ahora.
Vander enciende la luz de su estudio cuando entramos en ese lado del apartamento.
—Ya se darán cuenta con el tiempo —me dice, atrayéndome a sus brazos. Le rodeo
la cintura desnuda con los brazos y aprieto los labios contra su pecho. Me levanta la
barbilla con el dedo—. ¿Significa esto que estás en esto a largo plazo?
—Dijimos seis meses y luego volveríamos a evaluar. —Le recuerdo, pasando mis
dedos por su preciosa boca—. Pero no necesito esperar seis meses. Sé lo que quiero, y
eres tú. Siempre serás tú.
—Tú también me haces feliz y quiero explorar el mundo contigo. Quiero visitar el
Partenón de Atenas, volver a Egipto y encontrar nuestro río, congelarnos el culo en
Irlanda y ver a los All Blacks hacer la haka en Nueva Zelanda. Quiero cogerte de la mano
mientras construyes tus sueños y pintas arcos iris en el cielo.
—Dibújame como una de tus chicas francesas —dice Kendall, de pie frente a mí, en
ropa interior blanca de encaje, colgando de su dedo un collar de plata con un gran
medallón de corazón azul.
—¿Y cómo es eso? —pregunto aunque tengo una idea de lo que quiere decir.
—Eres un artista torturado. Tienes que sufrir por tu arte —ronronea, señalando la
tumbona del fondo de mi estudio—. Ponla en el centro de la habitación.
—Lo hice. Supongo que debería confesar —dice, caminando hacia mí y dejando caer
unas monedas en mi mano. La miro confundido—. Por el retrato. —Se inclina y roza su
boca con la mía con una lentitud tentadora, dejándome jadeando como un perro. Se
desprende el sujetador y lo deja a un lado—. En el momento en que dijiste que querías
que posara para ti, pensé en la escena de Titanic. Es tan erótica y romántica, y cada vez
que veo esa película, desearía ser yo. —Sus mejillas se tiñen de un color rosado mientras
se baja las bragas por sus delgadas piernas. Se acerca a mí a grandes zancadas,
completamente desnuda, segura de sí misma y totalmente regia. Sus preciosos ojos
azules brillan de emoción cuando se acerca a mí y me pone la mano en el pecho—.
Nunca pensé que llegaría a hacer algo así. Nunca pensé que tendría las pelotas de
desnudarme delante de ningún hombre, bajo el resplandor de los focos, y mucho menos
posar para un dibujo, pero no me avergüenza hacer esto. —Me besa la comisura de la
boca—. Porque me estás devolviendo la confianza, Vander, y me haces sentir hermosa.
—Te amo, pintor. —Me besa la otra comisura de la boca antes de darme una
palmada en el culo—. Ahora ponte a trabajar. —Veo cómo se arrastra hasta la tumbona
y se pone de lado con la cabeza en el reposabrazos, un brazo levantado por detrás y la
mano junto a la cara—. Ponme el collar —exige, y su tono mandón eleva mi excitación
al máximo. Será un milagro que consiga que mis manos dejen de temblar lo suficiente
como para atraerla.
—Relájate, cariño, —murmuro, mis ojos pasan de su cuerpo desnudo a mi bloc 240
mientras trazo su contorno con el lápiz, deseando que mis manos dejen de temblar—.
Quédate tan quieta como puedas.
—Como quieras, pintor. —Su cara está sonrojada, sus ojos brillantes mientras
intenta contener sus nervios. Sé que esto es muy importante para ella, y significa mucho
que confíe en mí para hacerlo. Mientras viva, nunca olvidaré este momento.
—Estás temblando.
—Estoy nervioso. Estoy dibujando a la mujer que amo en un momento con el que
fantasee durante mucho tiempo. Es algo surrealista y quiero captar su belleza a la
perfección. No sólo lo que se ve por fuera, sino la belleza que irradia desde dentro.
Su rostro se suaviza.
—Te amo, Vander, y confío en ti. Tienes demasiado talento como para estar
nervioso. Sé que va a ser impresionante.
—Creo que el día en que no esté nervioso por mi talento será el día en que me volví
complaciente —admito, forzando mi mirada hacia mi bloc. Podría sentarme a mirarla
durante horas y no cansarme de la vista.
—Entonces, ¿los nervios son buenos? —La inflexión en su voz plantea la pregunta.
—Sigue así, y vas a ser follado —murmura, recitando mis palabras hacia mí.
—¿Seguir con qué? —Fingí inocencia mientras terminaba de forrar su exuberante 241
boca.
—Mirándome así.
—¿Ya terminaste?
Me río.
—¿Qué pasó con lo de mantener mis manos lejos de ti? —Me relamo los labios
mientras recorro su cuerpo con una mirada deliberadamente lenta.
Sus muslos se tensan visiblemente, y ella se retuerce, obligando a que toda la sangre
se dirija a mi polla, transformando la semi - erección que estuve luciendo esta última
hora en una erección completa.
—No pensé que esto tomaría tanto tiempo o que sería tan difícil mantenerse quieta.
Estoy orgulloso de lo bien que lo hizo. No es fácil posar para ningún artista,
especialmente desnudo y cuando hay una fuerte química sexual. Kendall no es el tipo
de mujer que se queda quieta mucho tiempo. Siempre está en movimiento. Siempre
activa, así que sé que fue un reto.
—Te amo.
—Yo también te amo. —Me da un fuerte beso en los labios—. Ese fue uno de los
momentos más eróticos de mi vida, y no puedo esperar a verlo.
—Necesita más trabajo, y no quiero enseñártelo hasta que esté completo. —Le doy
un suave beso en el interior del muslo y se estremece.
—Por mí está bien —ronca, jadeando cuando levanto su pierna y la pongo sobre mi
hombro, permitiéndome un mejor acceso a su lugar más suave.
242
Separando sus pliegues con mis pulgares, miro fijamente su brillante coño rosa con
un hambre infinita.
—Así está mejor —digo, viendo a Kendall inclinarse hacia delante en la cintura,
doblar el codo y girarlo hacia la cara de Crusher. Él se echa hacia atrás, por instinto, y
ella se libera.
—Así es como se sale de un agarre si alguien se acerca por detrás —les digo a Viola
y June. Se unieron a nuestras sesiones de defensa personal estas dos últimas semanas,
así que obligué a Crusher y Boner a ayudar. No es que hiciera falta mucha coacción.
Especialmente por parte de Boner, porque estoy bastante seguro que tiene una erección
de tamaño gigante por la amiga de la infancia de Kendall. Es un juego de palabras. Vi a
Viola mirándolo también, así que creo que la atracción es mutua. Qué pena que Kendall
y yo tengamos que llevar nuestra relación en secreto. Podríamos haber tenido una
doble cita.
—Señoras. —Jimmy da una zancada por el suelo como si fuera en serio—. Necesito
que vayan a mi oficina y cierren la puerta. Sin preguntas. Sólo háganlo.
Me suenan las alarmas en los oídos, pero mantengo la expresión tranquila y asiento
a mi amor, transmitiéndole en silencio que está bien. June y Viola intercambian miradas
de preocupación con Kendall, pero hacen lo que se les dice, siguiendo en silencio a
Crusher hasta el pequeño pasillo que lleva al despacho de Jimmy.
—¿Qué está pasando? —pregunto en el momento en que están fuera del alcance del
oído.
—Apuesto a que esto tiene que ver con mi padre —digo entre dientes apretados
mientras subo las escaleras que llevan a mi apartamento de dos en dos. Últimamente
está demasiado callado, y eso me pone nervioso. No es inconcebible considerar que se
enteró que recibí, y acepté, una oferta para asistir al programa de arte en Yale y que
presenté una solicitud de ayuda financiera.
El tipo acelera el motor y tengo que saltar para apartarme cuando se me echa
encima. Aterrizo de lado en el asfalto cubierto de grava y me salgo por poco del camino.
—¡Vander! —Grita Kendall, y levanto la cabeza para verla asomada a la ventana del
despacho de Jimmy—. ¿Estás bien? 244
Me pongo de pie, quitando la grava de mi camiseta de entrenamiento y de mi
sudadera.
Detrás de ella, Viola y June parecen preocupadas mientras Crusher tiene una
expresión de "qué demonios" en la cara.
Vuelvo a subir las escaleras, maldiciéndome en silencio por no haber seguido al tipo
por la escalera de incendios. Cuando entro en mi casa, Boner está colocando una larga
sábana sobre mi último óleo de Kendall. Terminé el dibujo y a Kendall le encantó.
Definitivamente es una de mis mejores piezas, pero ayuda cuando tengo un
conocimiento íntimo del tema. Me pareció un desperdicio confinar su belleza a una
página de un bloc de dibujo, así que la transferí a un lienzo grande, y estuve trabajando
en ella toda la semana.
—Ayudé a limpiar tu antigua casa y vi los otros cuadros que tenías de ella. Cuando
estabas recibiendo tinta, me di cuenta que estaban muy unidos. Vi la forma en que se
miraban, y todo se acumulaba. —Me pone una mano en el hombro y sonríe—. Es dulce
y sexy. Bien por ti, hombre.
—No estuvo aquí lo suficiente como para causar daños —conjeturo, entrando en mi
apartamento y recorriendo con la mirada mi espacio vital—. Lo interrumpimos antes
que pudiera hacer lo que vino a hacer. —Dedico unos minutos a comprobar las cosas,
pero no parece que falte nada.
—Hubo algunos robos en la zona —dice Jimmy cuando se abre la puerta principal
y entra Kendall. La preocupación está grabada en su rostro mientras camina hacia mí,
su cabeza se desvía cuando pasa por mi estudio, y unas líneas arrugan su frente.
—No se quedaba quieta —dice Crusher, entrando por la puerta detrás de ella,
seguida por Viola y June—. Estaba asustada porque estuvieras herido.
Ahora no es el momento de discutir con él, así que dejo el tema. Pero me hizo pensar
y necesito tener una conversación privada con Kendall. Miro por encima de sus
hombros a sus dos amigas, que están asimilando todo en silencio.
—Tendremos que dar por terminada la noche, y necesito hablar con Kendall.
—Ven aquí —le digo cuando se cierra la puerta principal. Cae en mis brazos y la
estrecho—. Estoy bien. No te preocupes.
—No lo sé. Podría ser, o fue un ladrón. Al parecer, hubo algunos robos en la zona.
—Estoy de acuerdo, por eso quiero instalar algunos en tu casa. También un sistema
de alarma. —La acomodo a mi lado en el sofá.
—Bien. Pero yo pago. —Ella estrecha los ojos, advirtiéndome que no estoy en
desacuerdo—. Curtis tendrá que pagar la mitad, y se enfadará.
—No debería —ladro, mi estado de ánimo se agria como siempre que ese idiota sale
en la conversación—. Debería querer pagarlo para garantizar la seguridad de su familia,
y debería haberlo sugerido antes de marcharse. —¿Qué hombre abandona a su familia
sin tomar todas las precauciones para garantizar su seguridad? Respiro lenta y 246
deliberadamente, calmándome—. No quiero correr ningún riesgo. Lo que pasó esta
noche podría no ser casualidad.
Ladea la cabeza.
—Anoche hablé con mi madre. —No puedo evitar que la sonrisa se forme en mi
cara—. Se va a divorciar de él, Kendall. En cuanto salga de la rehabilitación, va a
preparar los papeles.
—Reconectar con Dana fue lo mejor para mamá. Parece que puede llegar a ella de
una forma que yo no conseguí. La rehabilitación va bien y saldrá en cinco semanas. —
Le recorro la cara con los dedos—. Me pidió que fuera a visitarla. Algo sobre una sesión
de terapia familiar, sin el imbécil, naturalmente.
—¿Vas a ir?
Muevo la cabeza.
—Sí. Creo que podría ser bueno. Doloroso, pero bueno. Estoy pensando en ir el mes
que viene, al comienzo de las vacaciones de primavera, y combinarlo con un viaje a Yale.
Me gustaría ver el campus y tal vez ver algunos apartamentos. —Mojándome los labios,
la miro a los ojos—. Esperaba que pudieras venir conmigo. —Se muerde el labio y
frunce el ceño—. Pero no pasa nada si no puedes. —Me apresuro a tranquilizarla
mientras mi corazón se hunde.
En realidad, no está bien. La quiero tanto conmigo. Quiero que se involucre en las
decisiones que estoy tomando sobre mi futuro porque eso también afecta a su futuro.
Además, quiero pasar tiempo con ella en público sin miedo a que nadie nos vea. Quiero
llevarla a cenar, y besarnos en el cine, y pasear de la mano por la playa sin preocuparnos
que nos pillen. Quiero probar lo que será amarla libremente, pero sin presionarla.
247
39
KENDALL
—Para que conste, creo que es una muy mala idea —dice June mientras salimos de
Bentley Law a la acera—. Como muy, muy mala.
—Tengo que hacer algo —digo, aflojando la bufanda porque ya no hace tanto frío
como cuando llegué al trabajo esta mañana. Para ser principios de marzo, el tiempo fue
más suave de lo habitual—. No dejaré que Greg arruine todo lo que Vander estuvo
trabajando.
—Por supuesto que sí. —Me froto un punto tenso entre las cejas—. Pero no puedo
sentarme y dejar que esto se desarrolle como Gregory Henley espera que se desarrolle.
Él tiene una agenda, y yo no voy a ser un peón en cualquier juego enfermo que esté
planeando. No me está utilizando para vengarse de Vander, y no voy a dejar que ningún
hombre me manipule de nuevo.
—Será mejor que nos pongamos en marcha. Viola nos romperá las pelotas si
llegamos tarde. —Reanudamos la marcha—. Entiendo de dónde vienes. Amas a Vander
y quieres protegerlo. Eso es noble, pero no si acabas sacrificando tu carrera por él.
¿Cómo vas a mantener a tus hijos si esto sale mal y te quedas sin trabajo?
—Hacer esto es la única manera de proteger a Vander y mi trabajo. Si me quedo de
brazos cruzados, puede que me despidan de todos modos. Mira lo que le pasó a Tania.
—La perforo con una mirada porque sabe que lo que digo tiene sentido.
—Me preocupo por ti, Kendall, y no quiero que te hagan daño. Si no le dices a Vander
lo que está haciendo su padre, al menos tienes que sincerarte con Vi. Necesitas algo más
que mi opinión.
—Conseguiste lo imposible, Ken —dice Viola, veinte minutos más tarde, después
que me haya desahogado.
Apenas toqué mi ensalada mientras mis dos amigas casi terminaron las suyas
porque fui yo la que hablé. Confesando mi relación con Vander y terminando con el
apuro en el que me encuentro.
249
—Me sorprendiste de verdad. —Deja los cubiertos y da un sorbo a su vaso de agua.
—Espera aquí un segundo. —June aparta su plato y mira a Viola—. No hagas como
si hubiera empujado a Ken a sus brazos con ligereza, como si no tuviera en cuenta sus
mejores intereses, ni insinúes que hay algo malo en que lo ame. Tú misma dijiste lo feliz
que fue estos últimos tres meses. Vander es una gran parte de eso.
—Por eso no acudí a ti. —Empujo mi ensalada sin comer, perdiendo el apetito—.
Sabía que me juzgarías.
—¿Ahora quién está siendo injusta? —Viola se inclina sobre la mesa y toma mi
mano—. No estoy juzgando nada más que tu momento. Me sorprende que hayas hecho
esto a espaldas de West. Que no hayas esperado hasta que el divorcio estuviera
finalizado y Vander se hubiera graduado para hacer esto de la manera correcta. —Sus
ojos serios se clavan en los míos—. Vander es un buen tipo. Todos lo sabemos, y si te
hace feliz, me importa un carajo su edad. Pero la sociedad lo hará. Tu familia lo hará.
Tus compañeros de trabajo pueden mirarte de otra manera. Y ocultarlo desde el
principio es un espectáculo de mierda en ciernes. A eso me opongo, Kendall. Quiero que
seas feliz, pero ¿cómo vas a conservar esa felicidad cuando se descubra la mentira y te
arriesgues a perder todo y a todos los que te importan?
—Estás siendo demasiado dramática —dice June, y me doy cuenta, por la expresión
hostil de su cara, que se arrepiente de sus palabras en la puerta porque pusieron en
marcha todo esto.
—Crees que soy egoísta. —Retiro la mano y cruzo los brazos alrededor del pecho.
—Eres una de las personas más desinteresadas que conozco, pero creo que te
precipitaste en esta decisión y ahora estás pagando el precio. Estás atrapada en medio
de lo que sea que esté pasando con Vander y su padre, y estoy preocupada por ti. —
Inclina la cabeza, mirando a June. En eso, estamos de acuerdo.
—No tengo muchas opciones aquí, Vi, y lo amo. Es mi amor eterno. —La sorpresa
aparece en su cara, y me doy cuenta que no se lo cree. Pero no me importa. No estoy
aquí para convencerla que lo que compartimos es real. Si es mi amiga, me apoyará, pase
lo que pase—. No me quedaré al margen y veré cómo ese imbécil destruye su futuro.
—Tania dijo que dudaba de ser la primera o que yo fuera la última. Me dijo que ojalá
hubiera pensado en hacer lo que yo planeo. Está de acuerdo en que ponerle un cebo
para que haga algo y grabarlo es la única manera de ganarle en su propio juego, y a
menos que a alguna de ustedes se les ocurra un curso de acción mejor, eso es lo que voy
a hacer.
—Hola, pintor. —No puedo contener mi sonrisa al saludar a mi amante cuando
aparece frente a mí en el vestíbulo del hotel de Bridgeport.
—Fue emotiva pero buena. —Me besa la punta de la nariz—. Realmente dio un giro,
y está decidida a mantenerse sobria y a cortar todos los lazos con mi padre. —Me abraza
más fuerte—. Se disculpó y prometió que va a estar ahí para mí ahora.
—Me encanta que me llames así. —Su sonrisa se amplía y me mira como si no 251
pudiera creer que estemos aquí. Es contagioso, y me aferro a sus brazos y me río en su
cuello mientras observo subrepticiamente a la gente que se arremolina en el vestíbulo
del hotel y en la zona de recepción, en busca de expresiones de horror. Pero casi nadie
nos presta atención. Están demasiado ocupados en su día a día como para darse cuenta
o preocuparse. Otra pareja pasa, se dirige a la salida y nos sonríe. No hay conmoción, ni
juicio, ni asco, y se siente tan liberador—. Me alegro mucho que hayas podido venir
conmigo este fin de semana.
—Odio que hayas tenido que hacer eso también, pero no será por mucho tiempo.
Sólo faltan dos meses para la graduación.
—West sigue muy enfadado —admito mientras caminamos hacia el ascensor. Volé
a Hartford en el vuelo nocturno para poder asistir a mi reunión con el asesor financiero
de Yale a primera hora de la mañana. Luego conduje mi coche de alquiler los veinte
minutos que me separan de Bridgeport y deambulé durante unas horas antes de
registrarme en nuestro hotel—. Tengo miedo de cómo va a reaccionar. —La verdad es
que no sé si seremos capaces de confesarlo cuando se gradúen. Aunque sé que nunca
será un buen momento para admitir nuestra relación.
—Me dijo que no habló con Curtis en todo el tiempo que estuviste en la Universidad
de Oklahoma.
Pasé el fin de semana pasado en Oklahoma con Curtis y West, visitando el campus
donde mi hijo irá a la universidad en otoño. Sólo vi a Vander el lunes en nuestra clase
de defensa personal, y no pudimos hablar realmente con los demás allí. Voló a Vermont
el miércoles por la mañana para ver a su madre, así que no tuvimos ocasión de hablar
del pasado fin de semana.
Entramos en el ascensor con otra pareja y una familia. Vander me lleva a la parte de
atrás y me pasa el brazo por los hombros. Lo miro al mismo tiempo que él me mira a
mí, y sonreímos. Somos como dos niños sueltos en Disneylandia por primera vez, y eso
me hace reír. Entierro la cara en su pecho para reprimir la risa.
—Te necesito —gimoteo contra sus labios—. Pero no aquí. —Yo también me limito
al exhibicionismo. Empujando sus hombros, lo obligo a retroceder.
—Te lo advierto ahora —dice, tomándome de la mano mientras nos dirigimos a 252
grandes zancadas hacia el final del pasillo donde está nuestra habitación—. No podré
quitarte las manos de encima este fin de semana. No sabemos cuándo podremos volver
a hacer esto, así que voy a exagerar para mantenerme hasta que esto se convierta en
nuestra norma.
—No tengo nada que objetar —digo, buscando en mi bolso la tarjeta de acceso.
—Quiero apoyarte. Lo eres todo para mí, y no siempre puedo demostrártelo como
me gustaría.
Los ojos de Vander arden de emoción cuando me quita la llave de los dedos, abre la
puerta y me mete en la habitación. Dos minutos más tarde, me mete la polla mientras
estoy de pie frente a la pared con las piernas abiertas y el vestido recogido en la cintura.
—Maldita sea, nena. —Vander me abraza con fuerza, con su pecho en mi espalda,
mientras bajamos de nuestro mutuo subidón—. El sexo contigo es cada vez mejor.
—Me encanta ser tu profesor —dice, moviéndonos para que estemos de cara a
nuestra habitación—. Joder, Kendall. ¿Qué hiciste? —Sus ojos están en ascuas mientras
observa la lujosa suite con dormitorio separado y un balcón exterior.
—No. —Lo tomo de la mano y le acerco a los grandes ventanales que dan al precioso
balcón—. Me dieron una bonificación en el trabajo, y yo invito. —No me siento mal por
mi pequeña mentira blanca. Sí que me dieron una bonificación, pero no es así como voy
a pagar nuestra mejora. Vander recibió la factura de los sistemas de seguridad a mi
nombre, así que pude sacar más dinero de nuestra cuenta de ahorros del que realmente
necesitaba. No estoy segura que Vander aprecie esa verdad, pero a mí me hace mucha
gracia saber que mi ex está pagando en parte mi fin de semana con mi nuevo amante.
—Me gustaría estar ya casado contigo —suelta—. Mierda. —Se ríe, haciéndome
girar en sus brazos y fijando mi vestido sobre mis caderas—. No pretendía ponerme 253
intenso. Sólo estoy emocionado por pasar tres días y noches contigo. —Roza su nariz
con la mía—. Así será el resto de nuestra vida.
—No puedo esperar. —Aunque tendré que hacerlo porque Vander estará en la
universidad los próximos cuatro años, y no sé qué pasará después. Si querrá volver a
Colorado Springs o establecerse en otro lugar. No puedo irme hasta que Ridge se haya
graduado, así que eso limita nuestras opciones. Mis pensamientos quitan el brillo a mi
euforia actual, así que los hago a un lado. Habrá mucho tiempo para centrarse en el
futuro en las próximas semanas y meses. Ahora mismo, quiero permanecer firmemente
anclada en el presente porque no quiero que nada arruine este fin de semana.
40
KENDALL
—No quiero volver a casa mañana —me quejo mientras entramos en nuestra suite
después de una magnífica cena en un restaurante de Medio Oriente a poca distancia en
Uber de nuestro hotel.
—Yo tampoco —dice, rodeándome con sus brazos por detrás y tirando de mí hacia
su pecho—. Siento que podría llorar.
—Fue un viaje increíble. —Un viaje fructífero también, porque la asesora de ayuda
financiera confirmó, de forma oficial, que Vander obtendría una ayuda financiera
completa. Estoy muy emocionada y pensé en decírselo, pero no quiero darle esperanzas
hasta que reciba la confirmación por correo. Tampoco estoy segura que apruebe la
forma en que le expuse todo, explicándole en términos inequívocos la naturaleza de su
educación disfuncional y el control abusivo que ejerce su padre sobre él. Se muestra
sorprendido y comprensivo, asegurando que su solicitud se revisará en función de su
propia situación económica y no de la considerable riqueza de su padre. Me doy la 254
vuelta y le abrazo fuerte—. Me encantó pasar todo este tiempo contigo. —Además de
una visita oficial a Yale, exploramos la ciudad de Bridgeport a pie y en bicicleta, nos
besamos en el cine, nos tomamos de la mano caminando por la orilla de la playa de
Seaside Park, nos desmayamos en el Museo de Arte Housatonic y nos adulamos
mutuamente cada noche durante la cena como recién casados. Cuando no teníamos una
sobredosis de muestras públicas de afecto, nos enredábamos en las sábanas y, si es
posible, ahora estoy más enamorada de él. Vander me abraza mientras inclina mi
cabeza hacia atrás para poder mirarme. Me mira profundamente a los ojos cuando
presiona sus labios sobre mi muñeca, encendiendo una ráfaga de deliciosos temblores
por mi piel—. Me encantó irme a dormir a tu lado cada noche y despertarme contigo en
mis brazos.
—Me encanta nuestro sexo matutino. —Froto mi pulgar por su labio inferior.
Despertarme con las manos y la boca de Vander sobre mi piel es otra novedad, y me
parece lo más natural del mundo abrir las piernas y darle la bienvenida a mi cuerpo. Mi
núcleo se tensa al recordar las muchas formas diferentes en que me tomé este fin de
semana, y sé que pasará mucho tiempo antes que cualquier experiencia supere esta.
—Te amo. —Salpico de besos toda su preciosa cara mientras nos acompaña hacia
el dormitorio.
—Yo también te amo, y nunca me cansaré de oírte decir eso. —Me tumba en la cama
con mucho cariño—. Quédate quieta —me ordena cuando me muevo para bajar la
cremallera del vestido—. Quiero desnudarte.
Me apoyo en las almohadas mientras veo cómo me quita la ropa, una pieza
minuciosa cada vez. Sus ojos se pasean tranquilamente por mi cuerpo desnudo
mientras él se quita la ropa, su mirada arde intensamente mientras recorre cada
centímetro de mi piel desnuda.
—Abre las piernas y tócate —me dice mientras se quita el botón de los vaqueros—
. Quiero ver lo mojada que estás para mí.
Sin dudarlo ni avergonzarme, separo mis muslos y recorro mi raja con los dedos
antes de introducir dos en mi resbaladizo canal. Estoy empapada, pero él siempre tiene
ese efecto en mí. Sólo tengo que mirarlo y al instante me siento llena de necesidad.
Extraigo mis dedos y los extiendo para que los inspeccione mientras él se arrastra
por la cama y se acerca a mi cuerpo. Me toma de la muñeca y me arrastra los dedos bajo
su nariz, inhalando profundamente mientras el calor líquido brota entre mis piernas.
Santo cielo.
Me lleva al límite en un nuevo tiempo récord, y mis miembros son como papilla en
el colchón mientras guía su palpitante polla hasta mi entrada.
—Soy tuya, Vander. —Jadeo mientras me llena de ternura como si tuviéramos todo
el tiempo del mundo. Me abrazo a su espalda mientras me cubre con su hermoso
cuerpo, introduciéndose en mí con movimientos lánguidos y medidos que son lo
contrario de cómo suele follarme. Se acabaron las embestidas urgentes y los golpes
salvajes, ya que se toma su tiempo, explorando cada centímetro de mi carne caliente
con sus labios y sus manos mientras se mece dentro de mí con cuidado, conduciendo
lenta y profundamente, hasta que parece que no hay él y yo, sólo nosotros.
Mis piernas rodean su torneada cintura mientras él me hace el amor, y mis dedos
exploran las tonificadas curvas y las hondonadas de su cuerpo mientras mi boca
presiona con besos amorosos sus labios. Me encantaron todas las veces que tuve sexo
con Vander, pero este momento eleva la experiencia a un nivel trascendental.
Después, nos echamos el uno en brazos del otro, sudorosos y saciados, con el
corazón hinchado de amor y el alma repleta. Apoyando mi cabeza en su pecho, trazo sus
tatuajes con la punta del dedo mientras él lee extractos de Existencialistas y místicos,
un libro de escritos sobre filosofía y literatura de la aclamada escritora y filósofa Iris
Murdoch. Encontramos el libro en una librería local, y Vander insistió en comprármelo.
El último semestre de mi clase de filosofía se centra en las mujeres influyentes, y ya
tengo libros de Simone Weil, Hannah Arendt y Simone de Beauvoir apilados en la
mesilla de noche de mi casa.
—¿Otra vez trabajando hasta tarde? —pregunta June, asomando la cabeza por mi
puerta mientras se abrocha el abrigo. 256
—Sí. Quiero tomarme unos días extra de vacaciones la semana que viene, así que
estoy trabajando horas extras. —La Semana Santa se retrasa este año, cayendo a
mediados de abril, y no puedo creer lo rápido que pasa el tiempo. Pasó casi un mes
desde que Vander y yo hicimos nuestro viaje a Connecticut, y estoy sufriendo
importantes síntomas de abstinencia, aunque nos las arreglamos para pasar todo el
tiempo que podemos juntos.
—De acuerdo, pero no te quedes hasta muy tarde. El imbécil todavía está en el
edificio. Asegúrate de salir con todos los demás.
—Lo haré —miento, forzando una sonrisa en mi cara—. Nos vemos mañana.
Mis amigas me van a matar cuando descubran que voy a seguir con mi plan después
de todo. Viola y June pensaron que me convencieron de no atrapar a Greg. Para ser
justos, lo hicieron. Hasta que las apuestas subieron, y él está listo para hacer su
movimiento. Sé que viene por mí, y no me quedaré sentada y dejaré que dé el primer
golpe. Tengo que tomar el control y desafiarlo a hacer algo que pueda usar para que lo
despidan y desacrediten. Es la única manera de ayudar a Vander y salvaguardar mi
trabajo.
Diana Henley le entregó los papeles del divorcio el lunes, y Greg se presentó en el
club de boxeo, gritando insultos y amenazas a su hijo, exigiéndole que le dijera dónde
está su mujer. Desde entonces, se presentó en su escuela y en el apartamento, exigiendo
que le dejen entrar. Vander se mantiene firme en su negativa a hablar con él, y ahora
que se concedió una orden de alejamiento temporal, Greg no puede acercarse a su hijo
sin arriesgarse a ser detenido. No va a poner en peligro su carrera o su reputación de
forma tan tonta, por lo que sé que está tramando otras formas de tomar represalias.
Con la ayuda de su amiga Dana, Diana contrató a un abogado en Colorado para que
se encargara del proceso en su nombre. Además de solicitar el divorcio, con pensión
alimenticia completa, inició un proceso civil para demandarlo por el robo ilegal de su
herencia, y presentó una orden de alejamiento por sus constantes abusos. Vander
documentó pruebas a lo largo de los años que corroboran su afirmación, y parece que
Greg no va a salirse con la suya. Esta vez, su mujer no se acobarda por miedo a sus
puños, y dice la verdad sobre lo que pasó en su matrimonio. No importará con la
petición de divorcio, pero tendrá un impacto en los otros procedimientos contra él.
Las pruebas son suficientes para sellar sus datos de contacto, por lo que toda la
correspondencia pasará por el abogado, y a Greg lo está matando no poder encontrar
dónde está.
Lo que significa que está desesperado por encontrar otras formas de forzar a
Vander y Diana a seguir la línea. Es decir, yo y Yale. Vander está cagado de miedo que
Greg vaya a joderle el sitio porque hizo esa amenaza cuando se presentó en el club de
boxeo, confirmando que sabe de su aceptación en el programa de arte. Llamé a Della y
al asesor de ayuda financiera con el que hablé en Yale y les expliqué la situación.
Intentaron asegurarme que su plaza está asegurada, pero ninguno de nosotros es
ingenuo. Sabemos cómo funcionan estas cosas. Greg Henley es un ex alumno respetado
y un gran donante de la universidad. Ninguna de las dos mujeres podía garantizar que
Greg no pudiera mover los hilos para estropear las cosas para su hijo.
Vander dijo una vez que para vencer a Greg hay que jugar con él en su propio juego,
así que eso es lo que voy a hacer. Si no hago nada, Greg volverá a atacarme, sólo que
esta vez no serán manoseos sutiles e insinuaciones sórdidas. Tiene la intención de
usarme para herir a su hijo, y no me extrañaría que me violara. No voy a sentarme y
esperar a que me ataque.
Esta noche.
Voy a atraerlo a la acción y a captarlo con la cámara porque necesito pruebas
irrefutables para que lo despidan y caiga en desgracia. Me aseguraré que la noticia se
difunda en todos los medios de comunicación y en Internet para que pierda toda la
influencia que tenga con el personal de alto nivel de Yale.
258
41
KENDALL
Las palmas de mis manos están sudadas y mi ritmo cardíaco es elevado mientras
veo al último empleado salir por las puertas de Bentley Law. Son casi las nueve de la
noche y las dos únicas personas que quedan en el edificio somos Gregory Henley y yo.
Unos minutos más tarde, los pasos se acercan y sé que es la hora del espectáculo.
Me tiemblan las manos cuando pulso el botón de grabación del móvil y me inclino sobre
el escritorio, levantando el culo al aire mientras finjo buscar algo en el cajón. Una brisa
fresca recorre la parte posterior de mis muslos expuestos cuando él entra en mi
despacho, distorsionando el aire. Me agarra con las manos por las caderas y grito
cuando aprieta su cuerpo contra mí. La sangre me golpea en el cráneo y tiemblo por
todas partes cuando empuja su ingle contra mi culo.
Recordándome a mí misma que tengo el control y que así es como quería que fuera,
trago por encima de la bola de nervios que tengo en la garganta y hago mi parte. Mis
manos retroceden, y yo inclino la cabeza, volviéndome para mirarlo fijamente mientras
intento apartar sus manos de mis caderas.
Clavando sus uñas en mis caderas, me clava el principio de una erección en el culo,
y casi vomito.
—¿O qué? —Inclina todo su cuerpo sobre mí, hundiendo su nariz en mi cuello.
—¡Voy a gritar!
—Estamos solos aquí, cariño, así que hazlo. Lo único que hará es excitarme. —Gira
sus caderas contra mi culo y empieza a follar en seco. Su cuerpo me aprisiona contra el
escritorio, dejándome sin poder invocar ninguno de los movimientos que me enseñó
Vander, y tampoco puedo acceder al spray de pimienta o a mis llaves para atacarle
desde esta posición.
—Te denunciaré a Leland. No puedes hacer esto. No quiero esto. ¡Suéltame! —grito
mientras agarra el dobladillo de mi vestido con una mano y sus dedos suben por mi
muslo. ¡Oh, Dios mío! ¿En qué estaba pensando? No se suponía que fuera a bajar así, y
ahora estoy realmente aterrada que vaya a violarme.
Toda la sangre se drena de mi cara. No tenía ni idea que intentó esta mierda con
alguien más que con Tania. Tal vez debamos asociarnos e ir tras él como grupo.
260
—Transmites tus pensamientos en voz alta. —Se ríe mientras sus dedos suben más
por mi muslo, mientras sigue empujando, y yo sigo intentando apartarlo—. Ambas
firmaron un acuerdo de confidencialidad a cambio de una pequeña suma en efectivo.
Ninguna de los dos hablará contigo. —En un movimiento inesperado, se echa hacia
atrás y me da la vuelta para que mi columna vertebral quede pegada al escritorio y yo
esté de cara a él. Antes que pueda luchar contra él, me clava el cañón de la pistola en el
muslo por debajo del vestido y me quedo rígida—. Así es como van las cosas. —
Manteniendo la pistola pegada a mi carne, me obliga a separar las piernas y se mete
entre ellas. Se inclina y me acerca los labios a la oreja mientras un escalofrío me recorre
todo el cuerpo—. Vas a hacer exactamente lo que te diga, o te mataré.
Quiero creer que es una mentira, pero escucho la verdad en su tono. Me levanta los
brazos por encima de la cabeza y me sujeta rápidamente las muñecas con unas esposas
de cuero, enganchándolas al borde del escritorio para que no pueda moverlas. Se
endereza y tira de mi cuerpo hacia el borde del escritorio, estirando mis brazos
dolorosamente y haciendo que mi falda se levante unos centímetros. El dobladillo
apenas me cubre la entrepierna, pero es suficiente para ocultar lo que está haciendo
con el arma de fuego bajo mi vestido.
Ahogo un sollozo mientras arrastra la boca de la pistola por mi coño cubierto de
encaje mientras se baja la cremallera de los pantalones y se saca los calzoncillos por las
piernas, y contemplo el peligro que corro. En este momento, ser violada es la menor de
mis preocupaciones. Me está apuntando con una pistola, y ya sé que es un bastardo
enfermo y psicótico con poca consideración por las mujeres o la vida humana.
Podría matarme.
Fui una estúpida al pensar que podía sacar ventaja a un hombre como Gregory
Henley. Está claro que se anticipó a esto, y estoy alimentando su agenda. Necesito salir
de este lío que hice. Me quedé sin amenazas, y lo único que puedo hacer es apelar a
cualquier resquicio de humanidad que pueda estar enterrado en su interior. Ignorando
cómo se tira de su asquerosa polla y me mira como si fuera su próxima comida, fijo una
expresión de súplica en mi cara mientras le miro.
—Por favor, no me mates. Mis hijos me necesitan. No es necesario que lo hagas. Por
favor, saca la pistola de debajo de mi vestido. —Quiero que quede constancia en el vídeo
que hay una pistola, porque en estos momentos está oculta a la vista.
Levanta una de mis piernas por encima de su hombro mientras transfiere la pistola
a la parte exterior de mi otro muslo. Moviendo las caderas, empieza a empujar en serio,
echando la cabeza hacia atrás y gimiendo. Cuando sus ojos bajan a los míos, juro que
estoy mirando a los ojos de la pura maldad.
—Deja a Vander fuera de esto. —Odio lo débil que suena mi voz—. Y también dejas
a mis hijos fuera de esto. —La bilis se me acumula en el fondo de la garganta, pero fuerzo
las siguientes palabras—. Haz lo que quieras conmigo, pero déjalos en paz.
—No acepto las sobras de mi hijo —dice, pasando su mano derecha por mi pierna
elevada mientras el frío acero de la pistola puntea la parte exterior de mi otro muslo. Se
me eriza la piel al sentir las almohadillas rugosas de sus dedos, y las náuseas me suben
por la garganta.
—No mientas, Greg —dice Curtis, entrando en la habitación con una sonrisa
despreocupada como si su pronto ex mujer no estuviera siendo asaltada en la mesa de
su despacho—. Te la follarías en un santiamén si te dejara.
—¿Curtis? —Mis ojos se abren de par en par con horror mientras él lanza una
mirada burlona sobre mi cuerpo—. ¿Por qué estás aquí? ¿Qué está pasando?
262
42
KENDALL
—Pareces una zorra —dice Curtis, acercándose a Greg, que sigue empujando su
asquerosa polla contra mi vagina cubierta por las bragas—. Debería dejar que te folle
porque lo estás pidiendo con ese vestido.
Greg se ríe, la diversión bailando en sus ojos al ver la confusión y el horror en los
míos.
—No suelo aceptar las sobras de mi hijo, pero añadirá autenticidad al proceso, ¿no
crees? —Sonríe a Curtis mientras me suelta la pierna de repente y mueve la mano por
debajo de mi vestido.
Oh, Dios mío. ¡Nos estuvieron espiando! Creía que se odiaban, pero está claro que
se asociaron.
—Hicieron que alguien entrara a la fuerza y colocara una cámara —digo mientras
encaja en su sitio. Sé que Vander y Jimmy buscaron cámaras en el apartamento y no
encontraron ninguna, así que no puedo saber si van de farol o si quien quiera que haya
contratado la escondió en algún lugar donde no se pueda encontrar.
—Ustedes dos lo hicieron jodidamente fácil. —Greg se ríe mientras sus dedos rozan
la parte delantera de mis bragas.
—Sigue siendo la madre de mis hijos. Si se enteran que dejé que te la follaras, los
perdería para siempre.
—Violación, Curtis.
—La palabra que buscas es violación, y tienes toda la razón. Te cortarían para
siempre si dejas que esto ocurra. —Lo cortarán cuando descubran que dejó que Greg
montara esto, por razones que aún desconozco. Tengo en la punta de la lengua la idea
de escupirle eso a mi ex, pero me retraigo, por miedo a que le dé luz verde a su amigo
para continuar.
—No sé qué crees que vas a ganar aquí, Curtis, pero lo jodiste todo. 264
Inclinándose hacia mí, Curtis saca mi móvil del soporte y pone en pausa la
grabación.
—Qué tonta puede ser una perra. —Me agarra la barbilla dolorosamente, sus uñas
se clavan en mi carne—. No soy yo quien lo jodió todo.
Me abalanzo sobre mi móvil, mientras él se lo pasa a Greg, olvidando que aún tengo
las muñecas atadas. Pierdo el equilibrio y me caigo del escritorio, pero Curtis me atrapa
antes que me caiga al suelo. Maldiciendo en voz baja, me sienta en la silla frente a mi
escritorio y utiliza su corbata para atar uno de mis tobillos a la pierna. Greg se afloja
distraídamente la corbata y se la entrega a Curtis mientras se ríe viendo la grabación en
mi teléfono.
—Te dije que me encargaba de eso —dice Greg, pulsando botones en mi móvil antes
de dejarlo caer sobre el escritorio—. Nadie se acercará a nosotros.
—Los policías no lo verán así —dice Curtis—. Enséñale. —Mira a Greg mientras se
restriega una mano en la barbilla, haciendo gala de su carácter impaciente. 265
—Advertí a mi hijo, en varias ocasiones, lo que pasaría si no jugaba a la pelota a mi
manera —dice Greg, sacando su teléfono móvil del bolsillo de su pantalón.
—¡En qué planeta estarían West y Stella contentos con que me engañaras, porque
es imposible que les ocultaras esa verdad!
—Lo tenía todo planeado, pero tuviste que estropear mis planes. —Me señala con
el dedo en la cara mientras sus labios se convierten en una mueca—. Y luego vas y te
tiras a un niño. Me das asco.
Me río a carcajadas.
—Eres un hipócrita. ¿Qué edad tiene tu actual compañera de juerga? ¿Y qué edad
tenía Lydia cuando te la llevaste a la cama?
Me mira con una sonrisa arrogante, haciendo que se me ponga la piel de gallina a lo
largo de los brazos.
—Los mensajes fueron la guinda del pastel. —Greg pasa a un archivo que contiene
cientos de mensajes—. Deberías tener más cuidado con tu móvil en la oficina. —Sonríe,
y yo anhelo romperle la cara.
Se burla.
—Todos los teléfonos se pueden hackear. Sólo necesitas que la gente adecuada te
enseñe cómo se hace.
266
Greg saca otro archivo y me lo pone en la cara.
Curtis gruñe.
—¿Tienes el valor de llamar puta a Ingrid cuando haces eso? Incluso le dejas hacer
fotos, perra tonta.
—Vete a la mierda, Curtis. Sólo estás enojado porque Vander demostró lo mierda
que eres en la cama. Me dio más orgasmos en nuestra primera noche que tú en todo
nuestro matrimonio. —Greg se ríe, pareciendo muy divertido.
Las venas palpitan en el cuello de Curtis y parece que quiere estrangularme con sus
propias manos. Me mira fijamente y yo le devuelvo la mirada. Después de unos
segundos acalorados, dirige su veneno hacia Greg.
—Tú no me quieres, pero nadie más puede tenerme. ¿Es eso, Curtis? —chasqueo.
—¡Es un maldito niño! Apuesto a que ni siquiera se le cayeron las pelotas. ¿Quién
carajo es él para tomar algo que todavía me pertenece?
Es un arrogante insufrible. ¿Cómo me casé con él? ¿En qué demonios estaba
pensando? Greg pone los ojos en blanco mientras vuelve a guardar su teléfono, sin
complacer la pequeña rabieta de Curtis.
—Vander es más hombre de lo que tú nunca serás, y te puedo asegurar que sus
pelotas están completamente crecidas. Junto con cualquier otra parte de él. —Recorro
a propósito el cuerpo de Curtis con la mirada, deteniéndome en su entrepierna mientras
me río sarcásticamente.
—Te voy a matar, maldita sea. —Me agarra del pelo y lo enrosca en su puño, tirando
de mi cabeza hacia atrás—. No necesito mucho incentivo.
—Concéntrate —dice Greg, sonando aburrido—. Toda esta charla sobre pelotas me 267
recuerda que necesito echar un polvo. Terminemos esto para poder irnos.
Curtis me golpea con la boca desde arriba, y al instante le muerdo con fuerza el labio
inferior. Ruge, me suelta el pelo y me da otra bofetada en la cara. El dolor me atraviesa
el pómulo y las estrellas deslumbran momentáneamente mis ojos.
—Debería haber dejado que te follara —sisea Curtis, secándose una gota de sangre
en el labio—. Te mereces una lección.
—Ese barco zarpó, Hawthorne. Termina con esto —dice Greg en tono cortante.
Curtis se agacha frente a mí y le escupo a la cara. Se limpia la saliva de su mejilla con el
dorso de la manga y parece dispuesto a arrancarme la cabeza de los hombros. Sus
manos se hacen bolas y un músculo se aprieta en su mandíbula.
—Este es el trato, Kendall —dice en un tono letal—. Firmarás los nuevos papeles
del divorcio dándome la casa y la mitad del dinero de nuestra cuenta de ahorros.
Compartiremos la custodia según lo acordado, y yo pagaré la mitad de las tasas
universitarias.
Nuestra cuenta de ahorros está diezmada desde que nos separamos, y él sabe que
no gano lo suficiente como para conseguir una hipoteca para comprar una casa siquiera
remotamente parecida a la nuestra. Debe pensar que nací ayer. Crie a mis hijos en esa
casa, y no voy a renunciar a ella sin luchar.
—No hay trato. Los niños viven conmigo, así que nos quedamos en la casa, y los
únicos papeles de divorcio que voy a firmar son los originales.
—¡Necesito la casa! —grita, y yo entrecierro los ojos en señal de sospecha.
—¿Por qué?
—Ingrid está embarazada y quiero que mi hijo crezca en la misma casa que mis
otros hijos.
Estoy aturdida en silencio porque esto va a devastar a West y Stella. ¿No lo ve él? ¿O
ya no le importa ahora que está formando una nueva familia?
—No me importa lo que quieras, y ningún juez fallará a tu favor cuando se trate de
la casa familiar. Los niños se quedan conmigo en esa casa. Búscate otro sitio para formar
tu nueva familia.
—No tienes nada que decir en esto —dice Greg, interrumpiendo porque
obviamente se le acabó la paciencia—. Firmarás los papeles del divorcio, pondrás fin a
tu relación con mi hijo y te comprometerás a mantenerte alejada de él y a dejar de
entrometerte en sus asuntos.
Greg viene a ponerse al lado de Curtis, y se alzan sobre mí, sus piernas rozando mis
rodillas mientras sigo atrapada en la silla. 268
—Porque si no lo haces, te denunciaremos a la policía por violación de menores.
43
KENDALL
Curtis extiende la palma de la mano, clavando a Greg una mirada aguda. Parece que
está bien que Curtis me insulte, pero se ofende si Greg va por ahí, lo cual es interesante
y tal vez algo que pueda usar para enfrentarlos entre sí.
—¿Qué hiciste?
—Le borraron los tatuajes —susurro cuando se hace evidente el verdadero alcance
de mi situación.
Mientras que las imágenes de vídeo son del nuevo apartamento de Vander,
superpusieron para que parezca que tuvo lugar en la cochera.
—Vamos a la policía a decir la verdad y nadie te creerá. El hotel confirmará que nos
alojamos allí recientemente, y encontraré un experto que pueda probar que esas
imágenes fueron manipuladas.
—Los registros del hotel ya fueron alterados, y por supuesto ambos lo negarán. La
policía estará esperando eso —dice Curtis.
—No consideres meter a Viola o a June o a esos matones del gimnasio de boxeo en
esto —advierte Greg—. No a menos que quieras ver a todos ellos encontrar una muerte
prematura —Cruza los brazos sobre el pecho y sonríe—. Y nadie se enfrentará a una de
las mayores organizaciones criminales de Colorado. Cualquiera que intente
desacreditar las pruebas recibirá un claro mensaje para que se eche atrás.
—¿Qué haces alineándote con él? Acabarás en la cárcel, y tus hijos te odiarán de por
vida.
270
—Los niños te odiarán de por vida si esto sale a la luz —Curtis me pasa los dedos
por el costado de mi cara—. Imagina el bullying que sufrirán en la escuela si los niños
se enteran que la madre de West se folló a su mejor amigo durante años a sus espaldas.
Mira cómo reaccionó conmigo, y no me estoy follando a uno de sus amigos de la escuela.
Te sacará de su vida en un santiamén.
El dolor me aprieta el pecho, pero no puedo pensar en eso ahora. Tengo que
permanecer en el presente y tratar de encontrar una salida a esta pesadilla.
—¡No pretendas hacer esto por nadie más que por ti mismo! La nueva mamá del
bebé no quiere criar a mis hijos. Por eso no me vas a denunciar —Cerramos el círculo,
y llamé su atención No quieren denunciarme porque no sirve a sus objetivos. Esto es
una amenaza para hacerme hacer las cosas a su manera.
—West se va a Oklahoma en unos meses, y Stella sólo tiene un año más antes de
volar del nido también. Sólo queda Ridge. Ingrid amará a Ridge porque me ama.
—No la conoces.
—Conozco lo suficiente para saber que no harás una denuncia falsa sobre mí. —
Ladeo la cabeza hacia un lado—. Sabes que eso es un delito, ¿verdad?
—Te denunciaré —dice Greg—. Si no aceptas nuestros términos, lo haré yo, y tengo
las conexiones para hacer que se mantenga. Esto sólo funciona para mí si rompes el
corazón de Vander. Iba a ir a Yale primero hasta que me di cuenta lo obsesionado que
está contigo. Se molestará si le quito su lugar en el programa de arte, pero lo superará.
Seguirá negándome mientras te tenga a ti.
Me roza los labios con el pulgar y lucho contra una nueva oleada de náuseas. 271
—Tú eres la clave de todo esto, Kendall. Eres la única que puede darme lo que
quiero. Vander nunca superará haberte perdido.
—Su alma gemela —Curtis hace un sonido de náuseas—. Ese chico diría cualquier
cosa para meterse en tus bragas.
—No espero que un filisteo lo entienda, o tal vez es tu menor nivel de inteligencia
que hace que todo pase por encima de tu cabeza. De cualquier manera, no podría
importarme menos lo que pienses o lo que creas. Lo que Vander y yo compartimos es
algo que ninguno de ustedes experimentará jamás.
—Lo que comparten Vander y tú está muerto en el agua, cariño —Greg pellizca mis
labios—. Vas a romper con él, voy a arrastrar a esa desleal zorra borracha desde Europa
y la encadenaré en mi sótano hasta que Vander abandone el programa de arte y acepte
una plaza en Derecho de Yale.
La sorpresa me salpica cuando me doy cuenta que debió saber dónde está Diana
todo el tiempo. Todo lo que hizo, incluso aparecer en el apartamento de Vander y las
amenazas, todo fue parte de su juego, y él estaba conteniéndose, esperando el momento
perfecto. No me sorprendería si él tiene a alguien alineado para anular las órdenes de
restricción, pero no veo cómo puede hacer que el asunto del abuso doméstico
desaparezca, no con las pruebas que Diana ya presentó. Si ella se retracta, seguramente
el estado puede seguir procesándolo. No sé lo suficiente para decirlo con confianza, sin
embargo, y si alguien sabe su camino alrededor de la ley, es Gregory Henley.
La presión se instala en mi pecho al ver la realidad de la situación. Vander nunca se
librará de este hombre. No a menos que lo matemos, que se está convirtiendo en una
opción viable. En este momento, tengo que comprarme algo de tiempo porque mi
cerebro está sobrecargado, y no puedo pensar con claridad.
—No puedes esperar que esté de acuerdo en el momento. Necesito tiempo para
pensarlo.
—Me alegro que lo veas como nosotros —dice Greg, sonriendo como el psicópata
que es. Retrocedo cuando me besa, retirando su repugnante boca antes que tenga
tiempo de morderle el labio como hice con Curtis.
—¿Te importa, maldita sea? —Curtis arrastra a Greg lejos de mí—. Las manos
jodidamente lejos.
En el fondo, esos dos siguen siendo enemigos y competitivos como siempre. Sólo
porque hayan encontrado un terreno común ahora, no significa que siempre será así.
Cualquier acuerdo que tengan es tentativo en el mejor de los casos, y me pregunto de
nuevo cómo podría usar eso a mi favor. Una cosa está clara como el agua. Necesito salir
de aquí para poder revisar mis opciones.
Curtis me quita las ataduras de los tobillos mientras Greg me quita las esposas
alrededor de mis muñecas.
—Tienes veinticuatro horas para romper con Vander y dar instrucciones a tu 272
abogado para que acepte los términos del acuerdo de tu marido —dice Greg, pasando
sus dedos por mi pelo. Le quito la mano, y él sonríe.
No. No puedo dejar que eso ocurra. Pase lo que pase, necesito proteger a Vander y
a mis hijos.
Me gustaría tener a alguien con quien hablar de esto, pero me aterra involucrar a
nadie porque Greg parece tener ojos y oídos en todas partes, y demostró con creces lo
ingenioso que es.
273
Sinceramente, no creo que Curtis deje que llegue tan lejos. Por la forma en que
reaccionó ayer, sé que se pondría furioso si se supiera lo de Vander y yo porque lo haría
quedar mal. La historia tomaría una vida propia, y la narrativa sería que él no podía
aferrarse a su esposa y ella estaba follando con un chico de instituto porque él no podía
satisfacer sus necesidades. Él sería un hazmerreír, e Ingrid podría incluso echarlo a la
calle. Y es probable que lo haga si carga con sus hijos.
No tiene ni idea de cómo cuidar de ellos de todos modos, ya que siempre me dejó la
mayor parte de la crianza, y está demasiado ocupado disfrutando de la vida para
contemplar la custodia completa. Todo es una pantalla. Un medio para un fin para
conseguir lo que quiere.
Lo que sólo deja otra opción. Tengo una moneda de cambio, y la intención de usarla
para negociar la libertad de Vander.
—Déjate de tonterías, Curtis. Ambos sabemos que no irás allí. No quieres que se
sepa lo de Vander porque tu ego es demasiado frágil para soportarlo. También apostaría
que Ingrid no estaría contenta, especialmente si vas a la cárcel por fabricar pruebas.
Considerando que estás haciendo todo esto por ella, no vas a correr ese riesgo.
—Ahórratelo. No voy a creer tus mentiras y te voy a dar lo que quieres, un divorcio
acelerado y la casa, pero tengo algunas condiciones.
—Sólo hay una advertencia. Si Stella quiere quedarse aquí, déjala vivir contigo
durante el último año.
Curtis golpea los dedos sobre la mesa, me mira fijamente mientras lo piensa. No
tarda mucho en decidirse, y casi deseo que me demuestre lo contrario.
—Estoy de acuerdo, con la condición que termines definitivamente con ese punk.
Es un imbécil. Estaba bien para él tener múltiples aventuras, pero tan pronto como
encuentro a alguien, se enfada, como si tuviera derecho a sentirse agraviado. No me
molesto en hacer ese punto, sin embargo, porque terminé con él. Estoy lista para poner 275
un límite a mi matrimonio y seguir adelante. Mi silla raspa en el suelo mientras me
pongo de pie.
—No hace falta que pongas esa condición, Curtis. Ya es una condición, ¿o es que no
escuchaste nada de lo que dijo Greg anoche?
Mirarlo ahora me pone enferma. ¿Qué fue lo que vi en él? Es una excusa lamentable
de un hombre, y casi compadezco a Ingrid. O tal vez ella lo escolarice y finalmente reciba
su merecido. Sólo puedo esperar que lo haga.
—Adiós, Curtis. —Doy una zancada hacia la puerta, deteniéndome con los dedos
enroscados alrededor del pomo de la puerta. Miro por encima de mi hombro, mirándolo
por última vez, sintiendo nada más que alivio por el fin de nuestra relación. Murmuro
en voz baja, demasiado baja para que él lo oiga.
—Un día, te vas a arrepentir de lo fácil que renunciaste a tus hijos. Espero que valga
la pena.
Sin perder un segundo más de mi tiempo o cualquier otro pensamiento sobre este
hombre, salgo de su vida para siempre.
Después de dejar a Curtis, me dirijo a la oficina de mi abogado para firmar el papeleo
del divorcio, sintiéndome aliviada por haber concluido esa parte. Luego conduzco hasta
Bentley Law y aparco por última vez en el estacionamiento para empleados. Esperaba
sentirme un poco triste mientras subía en el ascensor para mi reunión con el
vicepresidente de RRHH, pero no experimento ninguna de esas emociones. Oscila entre
la euforia por recuperar finalmente el control de mi vida y la desolación ante la
perspectiva de lo que tendré que hacer después, rezando por ser lo suficientemente
fuerte para ver esto a través.
Trabajaré en cerrar todas las asignaciones abiertas y documentar un archivo con 276
instrucciones para mi reemplazo desde casa mientras empaco mi casa.
—Era Paul —dice, señalando con la mano uno de los asientos vacíos frente a su
escritorio—. Está furioso —Me sonríe mientras me siento, colocando mi bolso en mi
regazo.
Sutilmente, agarro la parte trasera del bolso y clavo las uñas en el suave cuero.
—¿Por qué?
Después que examinamos los teléfonos del otro y estamos convencidos que nuestra
conversación no está siendo grabada, cojo mi teléfono y mi bolso y me pongo de pie.
277
—Cambio de planes —digo, paseando mi mirada por su habitación—. Vamos a
discutir esto fuera, en la acera —No confío en que no tenga una cámara aquí, y no voy a
correr ningún riesgo porque podría tratar de interpretar mis palabras y volver esto en
mi contra. Tengo que sacarnos de este agujero, no cavar uno más grande.
Para darle crédito, apenas reacciona. Me muevo para quitárselo de las manos, pero
me agarra de la muñeca, advirtiéndome con ojos oscuros que no lo empuje. Esperaba
poder improvisar y fingir que tenía la grabación completa en la nube, pero en el fondo,
sabía que Greg nunca se lo creería. Pensar en terminar las cosas con las lágrimas de
Vander me desgarra el corazón, y si pudiera encontrar una manera de arreglar esto sin
romper nuestros corazones, lo haría.
—Bien —dice, después de ver la grabación completa. Aunque se corta poco después
que Curtis llegue a la habitación, puede ver que hay suficiente para justificar su
preocupación—. Hablaremos fuera.
—Deja tu celular aquí —le digo mientras apago el mío y lo levanto para que lo vea.
Sonríe.
Sonríe.
—¿Cuál es tu punto?
—Ambos tenemos algo sobre el otro. Sólo uno es real, pero ambos tienen el
potencial de hacernos daño, así que hacemos un nuevo trato.
—Continua.
—No usaré esto contra ti, y tú no usarás tus pruebas contra mí. Ambos nos
aferramos a nuestra ventaja, así que, si alguno de nosotros intenta usarla contra el otro,
cada uno tiene un medio para vengarse. Le estoy dando a Curtis lo que quiere, así que
ya no está involucrado en esto. El resto de sus términos son ahora nulos y sin efecto.
Dejas a Vander y Diana fuera, y no voy a destruirte. —En este escenario, yo soy
ganadora, y ya sé que él nunca estará de acuerdo con eso.
Se ríe a carcajadas.
—Buen intento, cariño, pero no hay trato —Me echa nubes de humo en mi cara, y
yo toso, agitando mis manos para alejar los humos—. No tienes tanta influencia.
Me lo esperaba y estoy preparada.
Se encoge de hombros.
—No me toques, o enviaré los correos electrónicos que ya preparé a cada uno de 279
tus clientes. Todo lo que se necesita es presionar un botón. —No estoy mintiendo. Los
tengo todos preparados.
—Deja que te eduque, Kendall. Para negociar un trato, tienes que ofrecer algo de
valor a la otra parte. Tú perderás muy poco en este trato mientras que yo perderé a mi
esposa e hijo y la adrenalina que me da joderles la cabeza. Tenemos que llegar a un
acuerdo —Apaga la colilla de su cigarro en la pared detrás de él—. Hazme la oferta que
viniste a hacerme.
—¿Lo es? —Entrecierro los ojos hasta convertirlos en rendijas—. Tú fuiste el que
dijo que yo era la clave de todo esto. Que Vander no sobrevivirá a perderme, así que
creo que esto es más que suficiente.
Reflexiona sobre mis palabras durante unos segundos antes de negar con la cabeza.
—Aceptaré con la condición que te alejes de él para siempre. Eso significa no hablar
con él. No visitarlo. Ningún contacto en absoluto, y no mencionas este acuerdo cuando
rompas con él, ni nunca. Este término no es negociable y basado en que termines la
relación esta noche. Si descubro que incumpliste este término, en cualquier momento,
yo personalmente entregaré la evidencia a la policía. No hay estatuto de limitaciones en
la violación de un menor en Colorado.
—¿Por qué lo odias tanto? ¿No es suficiente alejarme de él ahora? ¿Por qué iba a
importar que volviéramos a conectar en el futuro?
—Porque quiero romperlo por completo, y esta es la única opción que me queda.
¿De qué sirve separarte ahora si él puede encontrar el camino de vuelta a ti más tarde?
—Mete las manos en los bolsillos de sus pantalones—. Vander necesita aprender que
no siempre se consigue lo que se quiere en esta vida.
—Nunca dejará de sufrir —Una mirada de pura malicia se extiende por su rostro—
. Si tengo que renunciar a mis planes y dejar que él y esa zorra se vayan, entonces así es
como debe ser. Vander nunca superará perderte. No importa lo mucho que lo intente,
siempre estará roto, y cada día sin ti en su vida será un recordatorio de eso.
280
45
KENDALL
Estoy tensa como un lazo mientras subo las escaleras al apartamento de Vander
más tarde esa noche. El corazón me pesa mientras contemplo lo que estoy a punto de
hacer. No tuve más remedio que aceptar las condiciones de Greg. Mis motivaciones al ir
a la reunión fueron para asegurar que Vander es libre, y lo es. Sé que preservar mi
relación con él era una apuesta arriesgada, y estaba preparada para sacrificarla porque
sabía que tenía que ofrecer algo a Greg, y eso es lo único que podía ofrecer. Puede que
piense que ganó, pero estoy decidida a derribarlo. Esto no es el final. Es sólo el principio.
Y cuando lo haya puesto entre rejas, vendré a por Vander y le explicaré todo. Confío en
nuestra conexión, y sé que estaremos juntos de nuevo cuando el momento sea correcto.
Tal vez estoy delirando, pero es la única manera de reconciliar esto dentro de mí
misma.
Estuve llamando y enviando mensajes de texto desde que terminó la escuela, pero
no contestó. Me metí en el gimnasio cuando venía hacia aquí, pero Jimmy dice que no
vino hoy, así que me imagino que debe estar en casa.
—Vander —Al verlo sentado con las piernas cruzadas en el suelo, frente a la
ventana, con los hombros encorvados, me apresuro a su lado—. ¿Qué pasó? ¿Estás
herido? —jadeo mientras me agacho a su lado, viendo sus nudillos destrozados. La piel
está desgarrada y rezuma sangre. A juzgar por eso y las salpicaduras de pintura en su
camisa, sé que Vander es el responsable de la devastación de su apartamento. Juro que,
si Greg me traicionó, asesinaré al hijo de puta. Con cautela, levanto su mano, pero él la
aparta, haciendo que pierda el equilibrio y caiga al suelo de culo.
—No me toques, maldita sea —suelta, levantando lentamente la cabeza. Sus ojos
están hinchados y rojos, y su piel está manchada.
Unas punzadas de aprensión bailan sobre mi piel, levantando todos los finos pelos
de la nuca. 282
—¿Qué pasa?
—¿Qué quieres decir? —Mi voz se quiebra mientras el miedo se desliza por mi
columna vertebral.
¡Mierda! ¡Él sabe algo! ¿Cómo? Mi mente da vueltas, y no sé cómo responder. Vine
aquí con un propósito muy específico. Lo tenía todo planeado, y ahora estoy en espiral.
—Dime que no es verdad —Baja la voz mientras sus ojos suplican a los
míos—. Dime que no estuviste con mi padre.
—Sabía que te usaría para llegar a mí —dice un par de minutos después, rompiendo
el tenso silencio—. Sólo que nunca pensé que sería así —Las lágrimas brotan en sus
ojos, y el dolor se extiende por mi pecho dificultando la respiración.
Vander saca su teléfono del bolsillo, desliza la pantalla rota con el pulgar y me lo
pone en la cara.
—Me lo envió hoy. Enviado por correo electrónico desde un correo anónimo, pero
sé que era él.
Y... mierda.
Me tapo la boca con una mano mientras miro mi cara en la pantalla con horror
creciente. Parece que lo estoy disfrutando porque ese cabrón superpuso mi cara con
imágenes de una de mis sesiones de sexo con Vander. Está muy bien hecho. Sólo sé que
es la verdad porque sé muy bien que la expresión de mi cara era de repulsión y terror.
Una lágrima se desliza por mis ojos antes que pueda detenerla. No puedo dejar de
temblar, y no puedo hablar por el nudo que tengo en la garganta. Estoy al borde de un
colapso, y no sé qué hacer. Entierro la cabeza en mis rodillas para ganar un poco de
tiempo antes de perderlo todo. Ese maldito traidor idiota. Voy a acabar con él. No sé
cómo, pero no descansaré hasta que ese hombre esté entre rejas o enterrado tres
metros bajo tierra.
¿Cómo pudo hacerle esto a su hijo? ¿No era suficiente que fuera a romper su corazón
al alejarme de él? Que se joda ese imbécil. Que se vaya a la mierda y de vuelta.
—Lo siento mucho, Vander. Nunca quise que pasara; simplemente pasó.
—No puedo creerlo —Levanta sus ojos llenos de lágrimas hacia los míos—. ¿Cómo
pudiste hacerme esto? ¿Fue toda una mentira? ¿Todo lo que compartimos significaba
tan poco para ti? ¿Acaso yo no significaba nada para ti? —Su voz se eleva al final, y sus
rasgos se transforman de la tristeza a la rabia.
—Nos divertimos, Vander, y me preocupo por ti, pero nunca iba a funcionar.
Siempre iba a ser temporal —Me encojo de hombros, como si mi corazón no se astillara
en millones de pedazos dentados dentro de mi pecho. Como si no sintiera que mi alma
estuviera muriendo.
—Vete —Hiere, clavando sus ojos oscuros y furiosos en mí—. Lárgate y no vuelvas
nunca.
Me pongo en pie torpemente, luchando por respirar por encima del dolor
agonizante que me desgarra por dentro.
Me doy una vuelta por mis ojos borrosos y me concentro en la figura agachada
frente a mí. 285
—Me estás asustando, cariño —dice Jimmy—. ¿Debo llamar a Vander?
—¡No! —La palabra sale de mi boca mientras mis ojos se abren de par en par
alarmados.
Retiro la mano y me rodeo el torso con los brazos, como si eso fuera a protegerme
del frío que penetra en cada molécula de mi cuerpo. Mi labio inferior tiembla mientras
me advierto a mí misma para que me controle.
—Me alegro de haberme topado contigo —digo, haciendo una mueca de dolor por
el sonido ronco de mi voz—. Necesito que hagas algo por mí.
—Sé que él no haría eso, y tú estás claramente angustiada, así que ¿por qué paso
esto, Kendall?
—No puedo decírtelo. —Mi cabeza gira, mis ojos exploran la zona en busca de
evidencia de cámaras o espías. No me extrañaría que ese idiota me haya puesto a su
investigador privado otra vez.
—¿Estás en problemas?
¿Lo estoy? Sinceramente, no lo sé. Lo que sí sé es que si le digo algo a Jimmy podría
morir. No voy a arriesgar su vida ni la de nadie.
Sacudo la cabeza.
—No puedo, pero puedes ayudar. Vander va a contarte lo que pasó, y vas a
simpatizar con él y apoyarlo, pero bajo ninguna circunstancia vas a decirle que luche
por mí, o que venga detrás de mí, o que indague más en esto. 286
Su ceño se frunce y yo extiendo la mano para agarrarla.
—Entonces confía en mí cuando digo que estoy haciendo esto porque lo amo tanto
que rompería su corazón, y el mío, si eso significa que puedo salvarlo.
—Hice lo mejor que pude, pero todo depende que Vander se mantenga alejado de
mí. Necesito que me prometas que harás todo lo que puedas para asegurarte que eso
ocurra. Prométemelo, Jimmy —Aprieto mi agarre en su mano.
—Eres un buen hombre, Jimmy. Gracias por preocuparte por él y por no hacer
preguntas a las que no puedo dar respuesta.
—Dos cosas más. Greg sabe dónde está Diana. Tienes que encontrar una forma de
decírselo a Vander para que pueda avisarle. Y hay una cámara en algún lugar de su
apartamento —Odio que Greg vea la devastación que provocó con su juego, pero es la 287
última vez que espía a su hijo—. No se lo digas a Vander. Sólo encuéntrala y destrúyela.
Mueve la cabeza.
—Considéralo hecho.
—Era necesario que esto ocurriera para asegurar que siguieras con ello.
—¡Y una mierda! Iba a ir allí para romper nuestra relación. ¡Tú no tenías que hacer
eso! Me mentiste. Ya renegaste de nuestro trato. ¿Cómo carajos voy a poder confiar en
ti?
—No puedes. Al igual que yo no puedo confiar en ti. Esa es la única manera que este
trato funciona, pero te doy mi palabra que no haré nada más. Cumpliré con mi parte del
trato siempre que hagas lo que dijiste y te mantengas alejada de mi hijo.
—Puede que lo haya hecho por el valor del entretenimiento, pero definitivamente
maté dos pájaros de un tiro. ¿Viste su cara cuando le dijiste que era verdad? —Su vil
risa me hizo reconsiderar mis planes, y estoy cerca de comprar una pistola y meterle
una bala en el cráneo—. Rompiste su pequeño corazón, y ahora está ahogando sus
penas en cerveza y hierba, y apuesto a que no tardará en hundir su polla en algún coño
joven.
Aprieto los ojos mientras la horrible imagen baila ante mis ojos en mi mente. 288
Supongo que esa era la intención.
—Deja de lloriquear, Kendall, y sé una mujer. Deja de meterte en mis asuntos. Vete
a casa, empaca tus cosas y deja esta maldita ciudad. Si hay una cosa en la que estoy de
acuerdo con mi hijo, es que no quiero volver a ver tu cara.
46
VANDER
West me hizo compañía la primera noche, y anoche organicé una fiesta que se
prolongó hasta el sábado por la mañana. Cuando Jimmy apareció en mi puerta hace
unas horas, esperé que estuviera aquí para hacerme una nueva, pero no dijo nada sobre
el estado del lugar o de los rezagados que roncan y gotean babas en el suelo.
—Gracias por tu ayuda —le digo a Hazel unas horas después, cuando mi casa está
arreglada. Estoy de pie fuera de mi estudio, mirando el único lienzo que queda intacto,
preguntándome por qué soy incapaz de destruirlo. Está escondido detrás de una capa
de plástico de burbujas y papel de embalar marrón porque no soporto mirarlo.
Pintar a Kendall esa noche fue la culminación de todas mis fantasías cobrando vida,
y sé que es mi mejor trabajo hasta la fecha. No podía tirarlo, así que ahora lo estoy
guardando, y tal vez algún día podré descubrirlo y recordar esa noche, y a ella, sin este
constante dolor punzante en mi corazón.
—No hay problema, Van. Tu amigo dijo que alguien estará aquí dentro de una hora
para retirar las cosas dañadas.
Jimmy hizo que un amigo suyo recogiera los muebles destrozados, y voy a dormir
en el sofá a partir de ahora. No tiene sentido comprar un nuevo colchón cuando me iré
en cinco semanas, y ya llamé a mamá para decirle que, después de todo, me reuniré con
ella la semana que viene para pasar la Semana Santa. Planee pasar las vacaciones y el
verano aquí, para pasar más tiempo con Kendall, pero ahora no puedo salir de Colorado
Springs lo suficientemente rápido.
No creo que haya cura para un corazón destrozado, pero aprecio el sentimiento y
su voluntad de ayudar. Es la chica de mi amigo, pero no somos cercanos, así que su
aparición con West hoy significó mucho. Asiento con la cabeza y fuerzo una sonrisa
antes que West se vaya para acompañarla a su coche.
Cuando vuelve unos minutos más tarde, estoy tirado en el sofá con los pies en la
mesa de café y una cerveza en la mano. West se hunde en el sofá junto a mí, se quita las
zapatillas y levanta las piernas. Se lleva la botella de cerveza a los labios, mirándome
con preocupación. Al menos, mi desmoronamiento lo distrajo de sus propios
problemas.
—Déjalo, West —digo con los dientes apretados. Ojalá pudiera decírselo. Quiero 290
desahogarme con mi amigo, pero no puedo. Ya es bastante malo que lo deje hacerme
compañía después de lo que hice y cuando él está en la oscuridad. Soy una mierda de
amigo, pero demasiado egoísta para obligarlo a irse.
Vaya. Debe haber estado planeando eso todo el tiempo, y no me mencionó nada. Me
tomó el pelo. La rabia arde en el fondo de mi garganta, y tomo el resto de mi cerveza.
Estoy tentado de tirar la botella a la pared, pero acabamos de limpiar el desastre. Sé que
debería decir algo, pero no me atrevo a hablar.
Curtis es un puto idiota, y todavía le odio a muerte. Por supuesto, no quiere a Ridge.
Le estropearía sus planes. Está disfrutando de la vida de soltero, y un niño de diez años
cortaría su libertad y lo frenaría.
—Stella está en conflicto —continúa West, llevando en solitario la conversación—.
No quiere quedarse con papá, pero no está segura de querer completar su último año
en una nueva escuela.
—Stella irá con tu madre —digo, sin mirarle—. Ella no querrá separarse de Ridge
tampoco.
—¿Y tú? —Me giro para mirarle—. ¿Cuáles son tus planes? No te vas a Oklahoma
hasta finales de junio —El equipo de fútbol comienza a entrenar antes que empiecen las
clases.
—Iré con mamá después de la graduación, para ayudarla a instalarse, pero volveré
entonces. Quiero pasar todo el tiempo posible con Hazel antes de tener que irme a la
universidad —Hazel está un año por debajo de nosotros, y me pregunto si su relación
sobrevivirá a la separación—. Sin embargo, no hay una puta manera de quedarme con
papá y su zorra —Se frota una mano sobre su espinosa mandíbula—. Iba a preguntar si
podía quedarme aquí, pero te vas directamente después de la graduación, así que eso
está fuera de discusión.
—Estoy seguro que Jimmy te dejaría quedarte aquí unas semanas. Le preguntaré.
291
—Eso sería genial. Gracias, hombre.
Asiento con la cabeza. Es lo menos que puedo hacer por él después de cómo estuve
con su madre a sus espaldas durante meses.
—Sé que no quieres hablar de ello, pero ¿qué pasa con lo de anoche? —Sus cejas se
levantan—. ¿Quieres...?
Mis puños golpean la bolsa, y el sudor gotea por mi frente, mientras voy a tope la
tarde siguiente en el gimnasio de abajo. Mañana es nuestro último día de clase antes de
las vacaciones, y estoy deseando salir de aquí. Mamá y Dana están en Canadá por
Pascua, en casa de unos amigos de Dana. Después de lo que me contó ayer Jimmy, me
alegro que se hayan ido de Europa. No sé cómo mi padre descubrió dónde se estaba
quedando, pero no estoy demasiado preocupado. Mamá telefoneó esta mañana,
confirmando que papá firmó los papeles del divorcio, y solté un suspiro de alivio hasta
que oí que insistía en que las órdenes de restricción fueron anuladas y ella retiró la
demanda civil como parte del acuerdo. Mamá me asegura que es sólo por el daño que
hará a su reputación. Accedió a devolverle la herencia más un millón extra si ella lo deja
pasar. También prometió mantenerse alejado de mí y no interferir en mis planes de
asistir a Yale Art.
Golpeo con mis puños la bolsa, imaginando que es la cara de papá. No puedo
imaginarme que es Kendall, aunque estoy furioso y decepcionado con ella.
Las puertas delanteras se abren de golpe, golpeando contra la pared, y con una voz
alguien grita:
—¿Dónde está?
Agarro la bolsa, la sujeto mientras me quito los guantes y me dirijo hacia mi amigo.
—¿Qué pasa?
—Vayamos a mi casa y hablemos de esto —le digo cuando dejó de utilizarme como
blanco de tiro.
Está de pie ante mí, jadeando y con la cara roja, apretando y soltando los puños.
—No voy a ir a ninguna parte contigo, estúpido. Vamos a hacer esto aquí —Me
empuja los hombros—. ¿Esto es por lo que estuviste alborotado estos últimos días?
¿Porque estás deprimido por mi madre? —Se agarra puñados de su pelo y deja escapar
un rugido estrangulado—. ¿Cómo pudiste dejarme consolarte? ¿Cómo pudiste follar a
mi madre? —Aterriza un robusto puñetazo en mi plexo solar, pero no hago ningún
ruido, casi agradeciendo el dolor, porque fue una mierda de mi parte—. Te follaste a mi
madre. Jesús, ¿te das cuenta de lo jodidamente malo que es eso? Es lo suficientemente
mayor como para ser tu madre —Me da un puñetazo en la nariz, y la sangre brota de
mis fosas nasales.
—Que te den, Jimmy. —Los orificios nasales de West se ensanchan, y parece que
está a punto de arremeter contra Jimmy también.
—Tuve una discusión con mi padre. Le pegué —Su risa seca suena más fuerte en la
habitación vacía—. Su manera de devolverme el golpe fue informarme que tenías una 293
aventura con mi madre. —Su nuez de Adán salta en su garganta, y la ira se retira por un
segundo, sustituida por un profundo dolor.
—No voy a disculparme por estar con ella, sólo por ir a tu espalda. No queríamos
hacerte daño. Es una de las razones por las que lo mantuvimos en secreto. El plan era
decírtelo después de la graduación. Ahora veo que deberíamos haber sido claros desde
el principio. Nos equivocamos al ocultarlo.
—¿Tú crees? —Me mira fijamente antes de dejarse caer al suelo con su espalda
contra el lateral del ring. Me siento a su lado, conteniendo una mueca de dolor que se
extiende por mis costillas y mi estómago mientras me bajo—. Te conté cosas sobre el
matrimonio de mis padres en confianza, y lo utilizaste para aprovecharte de mi madre
cuando era vulnerable —Se frota las sienes—. Sabía que estaban muy unidos, y a veces
me resultaba extraño, pero me imaginé que era la madre que nunca tuviste —El asco le
invade la cara—. Pero no era eso en absoluto. Te aprovechabas de ella, esperando a
abalanzarte a la primera oportunidad y complacer cualquier fantasía de madre
retorcida que albergas en esa cabeza enferma tuya.
—No es así como sucedió —respondo fríamente—. O cómo la veo. Yo la amo, West.
Ella lo es todo para mí —Duele admitirlo, pero sigue siendo cierto.
—Claro que sí. Por eso tenías los labios de Gayle alrededor de tu polla tan pronto
como mi madre entró en razón y dejó caer tu culo manipulador.
—Ese no es mi mejor momento. Estaba destrozado y me arrepentí al instante.
Me siento mal pensando en ello, pero estaba cegado por la rabia y mis sentidos
estaban dañados. En ese momento, sentí que me estaba vengando de Kendall porque
recuerdo lo celosa que estaba de Gayle en la fiesta de West. Pero fue una tontería, y todo
lo que hizo fue hacerme sentir peor. ¿Qué tan ridículo es que sienta que traicioné a
Kendall cuando fue ella la que me engañó? Estamos separados ahora, y soy libre de
joder con quien quiera. No tengo ninguna razón para sentirme culpable, así que ¿por
qué carajo lo hago?
Porque no puedo olvidar la conexión que compartimos, aunque ella lo haya hecho.
—Lo que sea —Se pone de pie y yo me pongo de pie—. No puedo creer que hayas
hecho esto. No puedo creer que haya confiado en ti y me hayas traicionado así. En un
momento cuando sabes que estuve luchando —Sacude la cabeza, y el dolor se mezcla
con la furia en su rostro—. Mis padres podrían haber salvado su matrimonio si tú no
hubieras interferido. ¿Alguna vez pensaste en eso?
Pasé otra noche inquieto, dando vueltas en el sofá, preguntándome cómo una parte
de mi vida fue como yo quería, pero la otra se fue a la mierda. Supongo que debería
agradecer que papá esté fuera de nuestras vidas, que mamá se esté recuperando y que
yo pueda seguir una carrera artística. Pero todo se siente tan vacío porque perdí a mi
mejor amigo y a la mujer que amo de la peor manera posible.
Nunca superaré la traición de Kendall. Al igual que sé que nunca podré ser capaz de
desalojarla de mi corazón. Estoy destinado a vivir en este oscuro, espacio deprimente
por el resto de mi vida, y es difícil sentirse emocionado por nada.
No puedo quedarme aquí ahora. No queda nada para mí en Colorado. Quiero salir
de este ambiente tóxico, y no puede esperar hasta el próximo mes. Tengo suficientes
créditos para graduarme antes, así que hoy será mi último día de escuela secundaria.
Luego me iré a casa, empacaré mis cosas y me mudaré para estar con mamá hasta que
sea el momento de irme a Yale. 295
Llevo un poco de retraso al entrar en el edificio de la escuela, sorprendido de
encontrar el pasillo todavía tan ocupado. Normalmente, al menos algunos estudiantes
habrían empezado a dirigirse a sus clases. Las risas estridentes se van apagando a
medida que me dirijo hacia mi taquilla, consciente de los susurros y señalamientos a
mis espaldas.
Toda la sangre se drena de mi cara. ¿Qué carajo? ¿Contó West a la gente sobre
nosotros? Entiendo que quiera hacerme daño, pero ¿cómo pudo hacerle esto a Kendall
sabiendo que dañará su reputación y la hará objeto de chismes salaz?
—Hola, Van. Mi madre se acaba de divorciar, y está buscando un buen tiempo. ¿Le
paso tu número?
—Al menos ahora sabemos por qué ninguna de las chicas de la escuela fue nunca lo
suficientemente buena. Prefiere las tetas caídas, los neumáticos de repuesto y las
estrías.
—Kendall es una MILF. Ahora que terminó contigo, le daré mis nueve pulgadas y le
haré pasar un buen rato.
El imbécil sonríe.
Mierda. Dejo caer al imbécil, corro hacia mi taquilla y la multitud se separa. Maldigo
en voz baja cuando veo el desastre que me espera. Fila tras fila de carteles pegados a las
taquillas y a las paredes adyacentes en este extremo del pasillo, y West, Hazel, Stella,
Shep, Bowie y un par de compañeros del equipo de fútbol los están arrancando
frenéticamente.
—Voy a matar a quienquiera que haya hecho esto. —Estoy furioso mientras rompo
más fotos, deseando estar destrozando al que hizo esto en su lugar.
—¡Vayan a clase! —grita la vicedirectora con voz estridente. Se dirige hacia aquí,
haciendo sonar un silbato y expulsando a los estudiantes del pasillo. El guardia de
seguridad de la escuela está con ella mientras avanzan hacia nosotros.
—¿Saben quién hizo esto? —pregunta, con la mirada rebotando entre todos
nosotros.
—No —dice Stella, dando un paso adelante—. Pero esa es nuestra madre. —Señala
la cara de Kendall, esforzándose por contener su emoción—. Y ese es su verdadero
número de teléfono. La están bombardeando con textos, mensajes y fotos groseras.
Las lágrimas se agolpan en sus ojos, y sus palabras me hacen sentir una simpatía
instantánea por Kendall. Las ganas de dejar la escuela para ir a consolarla me invaden
hasta que recuerdo lo que hizo.
Mientras recojo mi bolsa y me la cuelgo al hombro, veo una cara familiar adelante,
asomando por la esquina que lleva al baño de las chicas. La mirada de regocijo infantil
se extiende a través de su amplia boca, y veo rojo.
—Sal de aquí ahora mismo, Gayle —ruge West, abriendo de un empujón las puertas
de la caseta con rabia.
297
—Sabemos que lo hiciste tú —añado, esforzándome por mantener un tono calmado,
cuando quiero hacerla pedazos.
—No tienes pruebas —dice, saliendo del último puesto con los brazos cruzados
sobre el pecho y la barbilla levantada.
—No tengo ningún problema contigo, West —dice, señalando por encima de su
hombro hacia mí—. Todo esto es culpa de Van. Sólo quería igualar el marcador. Esto no
tiene que ver contigo.
Está loca.
—Pegaste fotos falsas de su madre con su número de teléfono en la mitad del puto
pasillo —grito, perdiendo el tenue control de mis emociones—. ¡Claro que lo involucra!
West está de pie frente a ella, visiblemente tembloroso y furioso, pero sin tocarla.
Yo no tengo esos reparos. Me voy de aquí después de hoy, y ya no tengo nada que hacer.
—¡Ella también merece sufrir! Te robó de mí. ¡Ella me hizo ver como una tonta!
Sus ojos se abren de par en par y su cara se vuelve azul mientras lucha por liberarse
de mi agarre. Su mano está agarrando mi brazo, tirando del mientras sus piernas se
retuercen en un intento infructuoso de escapar.
El pánico se enciende en sus ojos, y abre la boca para hablar, pero sólo salen sonidos
confusos.
—Van —Me envía otra mirada de advertencia mientras un sonido de goteo reclama
nuestra atención. West se echa a reír—. Oh, Dios mío. Se está meando encima.
298
Las lágrimas salen de sus ojos y la suelto antes de matarla accidentalmente. No
merece la pena cumplir una condena por ella. Se desploma en el suelo, llorando y
jadeando, cayendo en un charco de su propia orina. Saco mi teléfono y con calma hago
una foto. Me dirijo a West.
West sonríe y se agacha mientras Gayle se aleja, gimiendo y chillando, con mocos
saliendo de su nariz.
Ella confiesa todo, explicando cómo vino a mi casa anoche para pedirme que fuera
al baile con ella. Por casualidad vio a West irrumpiendo en el gimnasio y lo siguió.
Escuchó todo lo que pasó. Enfurecida, pasó la noche preparando un plan para vengarse
de mí y de Kendall por hacerla quedar en ridículo.
—Esto te lo hiciste a ti. Yo no. Sólo te di un pequeño incentivo para que te sinceres.
—No se lo dirás a nadie porque le diré a mi padre que te demande por calumnia si 299
lo haces —miento—. Si tu padre intenta venir por mí, por favor recuérdale quién es mi
padre. Estoy bastante seguro que Miles sabe que mi padre tiene afiliaciones criminales
y lo que eso significaría para cualquiera que se cruce con él o su familia. —Nadie fuera
de mi pequeño círculo íntimo sabe de mi jodida relación con mi padre, así que se lo
creerá. Desbloqueo la puerta mientras West coge su bolsa—. Demuestra que no eres
tan tonta como creemos —digo, abriendo la puerta—. Cierra la boca, acepta la
responsabilidad y vete.
—Lo sé —Me paso una mano por el pelo—. Me voy mañana. No tendrás que volver
a verme.
—Bien.
Mientras salgo de la escuela por última vez una hora más tarde, no puedo esperar a
que me separen cientos de kilómetros de Colorado.
300
48
VANDER
8 años Después
Estoy de pie frente al cuadro con las manos metidas en los bolsillos de mis
pantalones, mirando fijamente a la mujer que tuvo un papel recurrente en mis sueños
desde que la conocí cuando tenía quince años.
—Lo es.
Por el rabillo del ojo, la veo inclinar la cabeza y mirarme con ojos marrones tristes.
—Ella es la razón por la que no sales con nadie. La razón por la que no estás
interesado en mí.
301
Dios, otra vez esto no. Volviéndome hacia ella, asiento con la cabeza.
—Siempre fue ella. Ninguna otra mujer me interesó nunca. Kendall es la razón por
la que estoy aquí.
No fue hasta mi último año que supe que Kendall visitó Yale a escondidas y organizó
para que yo recibiera apoyo financiero completo. Ese fue el año en que vendí mi primer
gran NFT 12 y me contacté con el responsable de la ayuda financiera para detener mi
financiación porque ya no la necesitaba. Ahora, mi negocio de arte digital es mi principal
fuente de ingresos, y abrí galerías en tres lugares diferentes por el mero placer de
exponer mis cuadros en mi propio espacio y dar oportunidades a nuevos artistas para
que presenten sus obras. Tengo ambiciosos planes de expansión en otros estados, y
estoy ocupado construyendo un equipo a mi alrededor que pueda ayudar a alcanzar ese
objetivo.
Mamá me dejó una herencia considerable cuando falleció de cáncer de pulmón hace
dos años. Hace un mes, el día en que mi padre fue condenado a cadena perpetua en
12Un token no fungible, o NFT por sus siglas en inglés, es un tipo especial de token criptográfico
que representa algo único. Los tókenes no fungibles no son, por tanto, intercambiables de forma
idéntica.
prisión, vendí mi última NFT por diez millones de dólares. Soy extremadamente
afortunado de no tener que preocuparme más por el dinero. Tengo más que suficiente
para durar varias vidas.
—Esperaba poder hablar con el artista en privado —dice alguien con una voz
familiar, y me doy la vuelta, encontrándome cara a cara con West por primera vez en
ocho largos años.
—Eso está fuera de discusión. —La voz espinosa de Mara confirma que está lista
para entrar en modo militar.
La mirada de West se posa sobre mi cabeza mientras camina hacia mí. Se detiene a
mi lado, mirando el cuadro de Kendall y yo ambientado en tiempos antiguos.
Frunce los labios y un ceño fruncido marca su frente. Mara es muy organizada, y me
ayudó a abrir tres galerías en el espacio de tres años, así que es muy buena en su trabajo. 302
Pero su personalidad deja mucho que desear a veces. No le gusta que la excluyan de las
cosas y no le gusta que le digan que no. Nunca le di ninguna indicación que estoy
interesado en ella, sin embargo, me persiguió hasta el punto que tuve que decirle que
parara o la despediría. Esta noche es la primera vez en seis meses que aborda el tema.
Realmente espero no tener que despedirla, pero lo haré si se interpone en el camino de
mis planes.
—¿Te la estás follando? —pregunta West fríamente mientras sus ojos permanecen
pegados a la pintura.
Sus ojos se clavan en los míos mientras nos miramos fijamente. Parece el mismo,
pero cambió. No es sólo que su pelo rubio sea un poco más oscuro de lo que recuerdo,
o que está más delgado que antes. Es la mirada y el peso que le aprieta los hombros, lo
que le hacen parecer más viejo que sus veintiséis años.
—¿Incluso ahora? —Arquea una ceja—. ¿Después de todo este tiempo? ¿Después
de todo lo que pasó?
Tengo la sensación que Mara está escuchando, y realmente no quiero discutir esto
al aire libre. Muevo la cabeza hacia las escaleras que hay a un lado.
West me sigue por las escaleras hasta el gran segundo piso de planta abierta que
alberga mi oficina y mi estudio. Hasta que eche raíces permanentes aquí, este es mi
único estudio. Cierro la puerta tras él y enciendo la luz.
—Es bueno —dice mientras me dirijo a la pequeña zona de asientos que separa mi
despacho de la parte de la pintura.
Le miro por encima del hombro mientras me agacho para coger un par de cervezas
de la pequeña nevera de bebidas que tengo bien surtida.
—No creí que quisieras saber de mí. Dejaste tus sentimientos muy claros antes que
me fuera.
—Estaba enfadado y herido. Primero papá, luego mamá y tú —Se afloja la corbata
y se quita el botón superior de la camisa—. Me sentí traicionado. Roto. Perdido —Se
encoge de hombros, cogiendo la etiqueta de la botella—. Lo hice durante mucho tiempo.
Tamborilea con los dedos sobre su rodilla, mientras me clava una seria mirada.
—Lo sé.
13 Un draft es un proceso utilizado en los Estados Unidos, Canadá, Australia y México para poder
—¿Sabe lo de mi exposición?
—No eras el único que vigilaba ni el único que suspiraba. Ella tampoco te olvidó,
Van.
Mi corazón se dispara ante esta revelación. Estaba planeando visitarla mañana, 304
pero debería haber sabido que el destino jugaría un papel.
Dejando su botella de cerveza medio vacía, se inclina hacia delante, apoyando los
codos sobre las rodillas.
—No quiero verla herida, más de lo que fue. Quería avisarte que iba a venir para
que accedieras a hablar con ella. Pensé que tendría que persuadirte, pero está claro que
me equivoqué en algunas cosas.
—¿Puedes culparme?
Me pongo en pie.
—Me alegro de verte, West, y no tienes que preocuparte. Quiero ver a Kendall. Yo
también necesito hablar con ella. No estoy aquí para hacerle daño. Es lo contrario.
—Deberías saber que ella odiaba eso. Ella agonizaba por ello y cargaba con tanta
culpa. Yo también lo hice.
Inclina la cabeza.
—Lo sé. Hablamos de ello unos años después, cuando finalmente saqué la cabeza
del culo.
—Eras mi mejor amigo, y odiaba andar a escondidas a tus espaldas, pero ella es el
amor de mi vida. Sus necesidades eran lo primero. Antes que las mías. Antes que las 305
tuyas. No me disculparé por priorizarla.
—No lo querría de otra manera. Sólo quiero que sea feliz. Quiero que la traten bien.
Sé que ya no nos conocemos, pero sé que eres un buen hombre.
—Me gustaría rectificar eso —Camino hacia él—. Estoy planeando quedarme por la
ciudad. —Todo depende de cómo vayan las cosas con Kendall.
—Haría cualquier cosa por ella, y quiero lo mismo que tú. Te prometo que la trataré
como una reina, que es lo que se merece.
—Se lo merece, y procura hacerlo, Vander, porque si le haces daño, tendrás que
responder ante mí.
49
KENDALL
—Creo que voy a vomitar —Me detengo de golpe al lado del edificio donde se
encuentra la Galería Blue Morpho de Vander. Es la apertura oficial de su galería en
Portland, y yo estaba rezando que el caso judicial contra Gregory Henley hubiera
concluido antes de esta noche porque realmente quería asistir.
Fueron ocho largos años, y estuve en una cuenta regresiva para esta noche desde el
momento en que hui de Colorado a Oregón.
—Está bien, chica —dice June, apoyándome—. Puedes hacerlo. Estuviste esperando
tanto tiempo para hacer las cosas bien —Se vuelve hacia mí con lágrimas en los ojos— 306
. Esta noche es la noche en que reclamas tu vida. Es el momento.
La atraigo en un abrazo.
—Gracias por hacer esto conmigo —Ella me abraza con fuerza y me pasa la mano
por la espalda para calmar los temblores que sacuden mi cuerpo. Me relajo y tomo las
manos de mi amiga entre las mías—. No me refiero a ofrecerme apoyo esta noche. Me
refiero a todo lo que hiciste. Eres una verdadera amiga. Carly también.
—Te quiero, Ken —Me aprieta las manos—. Pero no más desvíos. Es hora de
conseguir a tu hombre.
Estoy segura que la guapa joven de la puerta se da cuenta que estoy aterrorizada
porque no puedo dejar de temblar y me sudan las palmas de las manos mientras cojo el
folleto de ella. Sólo así puedo explicar la extraña mirada que me dirige.
Tal vez no parezco lo suficientemente rica como para permitirme una de las
pinturas de Vander lo cual es probablemente cierto en este momento. Nuestro negocio
de panadería es próspero, y nos ganamos la vida cómodamente, pero no se extiende a
comprar obras de arte caras para colgar en las paredes de mi nueva casa de cinco
dormitorios. Utilicé casi todos mis ahorros para mudarnos a Southwest Hills, y el resto
será necesario para pagar la educación universitaria de Ridge ahora que mi ex- marido
está arruinado y no está en condiciones de cubrirla. Podría demandarlo, porque fue una
condición de nuestro divorcio, pero no me molestaré. Mientras pueda permitirme
enviar a nuestro hijo a la universidad, no importa quién pague. Dejé a Curtis Hawthorne
detrás de mí hace mucho tiempo, y quiero que permanezca permanentemente en el
pasado.
La sala es grande; mucho más grande de lo que parece desde el exterior, y está
dividida en secciones, separadas por tabiques hechos a mano con paneles cortados con
láser con el mismo diseño de mariposa del logotipo de Vander, el mismo que coincide
con la tinta de mi muñeca. El local está abarrotado, y yo me debato entre escudriñar a
la multitud en busca de Vander y contemplar sus cuadros. Tomo un sorbo del líquido
de color ámbar, ya que lo necesito para armarme de valor, mientras miro fijamente el
cuadro de un Ouroboros. Mi corazón late tan fuerte que estoy segura que todos deben
oírlo.
—Él también los veía —digo, deteniéndome frente a un cuadro del Taj Mahal. La
pareja que se asoma a los estanques reflectantes, alimentados por el río Yamuna frente
al edificio, no se parecen en nada a nosotros, pero somos nosotros. Yo también vi esta
visión en mis sueños—. El agua es uno de los más tradicionales emblemas del
renacimiento —murmuro mientras seguimos caminando.
—Es todo muy inteligente. Nadie adivinaría que es tan íntimo. Esto es como una
carta de amor gigante para ti —Me aprieta el brazo—. Te estabas preocupando por
nada. Él también estuvo esperando su momento.
—Espero que tengas razón, pero a menos que haya estado soñando con Iris, estará
shockeado como el infierno, y eso podría cambiar sus sentimientos por mí para
siempre.
Los nervios se me disparan desde todos los ángulos a medida que me acerco a mi
destino. Pero, al mismo tiempo, una especie de paz serena me invade y mi ansiedad se
desvanece en el fondo. La gente que rodea a Vander se hace a un lado cuando me acerco
y me miran inquisitivamente. El corazón me da vueltas en la cavidad torácica, y la
sangre bombea ferozmente por mis venas cuando me detengo junto a Vander. El calor
se desprende de él en oleadas mientras estamos de pie, uno al lado del otro, mirando la
magnificencia del Templo de Hefesto. Es una réplica casi perfecta de la visión más
prominente que veo en mis sueños.
—El templo dedicado a Hefesto, el antiguo dios del fuego, y a Atenea, diosa de la
cerámica y la artesanía —Recito de memoria porque aprendí todo sobre la antigua
Atenas en el tiempo desde que las visiones comenzaron a venir a mí—. Se encuentra en
la cima de la colina Agoraios Kolonos, en el lado noroeste de la antigua Ágora de Atenas
—Me inclino a su lado, sintiendo una cabalgata de escalofríos que me recorren la piel—
. Creo que pasaste por alto un arbusto justo al lado de esa columna, pintor. —Mi voz
tiembla un poco mientras señalo el cuadro, pero no lo toco—. Me gusta el uso
imaginativo de una mariposa en el pelo, aunque no creo que llevara una en la realidad
—añado en un tono más bajo, consciente que tenemos algunos transeúntes
entrometidos.
Está aún más guapo, si cabe. Vander era un adulto la última vez que lo vi, pero
todavía se aferraba a los vestigios de la juventud. Ahora, es todo un hombre, y su
imponente presencia se multiplicó por cien. Lleva un pantalón de vestir negro y una
camisa blanca brillante y bien planchada, remangada hasta los codos, mostrando los
fuertes brazos que siempre me hicieron sentir segura y su exquisita tinta. El botón
superior de su camisa está desabrochado, resaltando la nueva tinta en su pecho y
alrededor del cuello. Definitivamente se hizo más trabajos, pero mi fisgoneo en Google 309
a lo largo de los años ya lo confirmó.
Su mirada verde esmeralda baila sobre mi piel mientras me examina también. Tiene
el pelo más corto de lo que solía llevar, aunque sigue siendo largo en la parte superior,
con un ingenioso desvanecimiento de la piel a ambos lados. El aro de la ceja sigue
intacto, pero el de la nariz fue sustituido por un pendiente de diamante negro. Su fuerte
mandíbula y los pómulos altos son los mismos, pero la barba en su cara es más pesada
de la que llevaba en el instituto. Mis ojos se fijan en su boca, y siento unas punzadas de
deseo sobre mi piel mientras mi cuerpo zumba como no lo hacía desde hace mucho
tiempo.
Los murmullos y las conversaciones en voz baja se filtran a nuestro alrededor, pero
los ignoro, manteniendo mi mirada fija en la de Vander.
Nuestros dedos se enhebran, y juro que siento las fisuras de mi corazón unirse. Su
contacto hace que el calor suba por mis brazos y por todo mi cuerpo.
—Te eché tanto de menos, Vander —Las lágrimas salen de mis ojos y recorren mis
mejillas—. Pasó demasiado tiempo.
No estoy segura de lo que esperaba, pero no era esto. No me atreví a soñar tanto.
Pasó años pensando que lo traicioné, y aunque yo esperaba que recordara todas las
promesas que nos hicimos y que no hubiera olvidado la poderosa conexión que
compartíamos, tuve miedo de esperar demasiado. Incluso con las predicciones y
garantías de Tessa. Hay tantas cosas que dependen de esto. Todavía no estoy fuera de
peligro, pero cuando miro su rostro sonriente y el amor que brota de sus ojos como un
sol líquido, me permito dejar ir mi miedo y esperar plenamente.
310
50
KENDALL
—No puedo creer que estés sentada frente a mí y que por fin vuelva a ver tu
hermoso rostro. Parece como si hubiéramos estado separados desde siempre, pero
también parece que apenas pasó el tiempo —dice Vander después que el camarero haya
tomado nuestro pedido y se haya marchado.
Estamos metidos en una mesa de la esquina de uno de los restaurantes más caros
de Portland, y es muy romántico. Este lugar es famoso por su suculenta comida, sus
deliciosos cócteles y su anonimato, y es la primera vez que vengo.
—Sé lo que quieres decir. A mí también me lo parece. —Le doy la razón cuando
desliza su mano por la mesa y une nuestros dedos.
Pensé que sería incómodo, teniendo en cuenta cómo nos separamos, pero fue todo
lo contrario, y me encuentro pellizcándome regularmente.
—¿De qué sirve ser mi propio jefe si no puedo hacer lo que quiero? —Inclina la
cabeza y sonríe—. Tú eres más importante. —Me aprieta la mano—. Estuve esperando
mucho tiempo para volver a verte.
—Sabías que iba a venir —conjeturo, llevándome la copa de vino a los labios. Si no,
¿cómo sabía que tenía que hacer esta reserva con antelación?
—West vino a verme. Quería asegurarse que no hiciera nada que te molestara.
—Así fue, pero ese fue el riesgo que asumí cuando acepté andar a escondidas
contigo a sus espaldas.
—Ninguno de nosotros podía predecir cómo iba a resultar o que había otras fuerzas
trabajando entre bastidores para destruirnos.
Sus palabras insinúan cosas que aún no discutimos. Sé que tenemos que hablar de
las cosas pesadas, pero quiero disfrutar de estar aquí con él antes que todo implosione.
—Espero que tengas la oportunidad de arreglar las cosas con West. Le vendría bien
un buen amigo.
—Sentí mucho lo del accidente y cómo arruinó sus planes —Vander se inclina sobre
la mesa—. Quiero volver a conectar con él, pero no sé si volverá a ser lo mismo.
—No lo sabrás si no lo intentas. Las cosas fueron difíciles para él. Se mudó aquí 312
después del accidente. Estaba tan destrozado, física y mentalmente. Ver morir sus
sueños de la noche a la mañana le quitó la alegría de su vida. Hazel lo abandonó cuando
estaba en su punto más bajo, y nunca se lo perdonaré. —Tomo un trago de mi vino, y lo
siento amargo deslizándose por mi garganta—. Al menos abrió la puerta para que nos
reuniéramos por completo, y poco a poco reparamos nuestra relación ese año.
—Leí un artículo sobre él hace seis meses, y parece que hizo una buena carrera
como agente deportivo —dice Vander, desligando nuestros dedos cuando llega el
camarero con nuestros aperitivos. Deja los platos frente a nosotros y se va.
—Lo hizo, y le gusta, pero sé que aún le cuesta aceptar el camino que tomó su vida
—Corto un trozo de vieira—. Sin embargo, estoy muy orgullosa de él. Luchó mucho para
recuperarse después del accidente y reconstruir su vida. —Me meto la vieira en la boca
y me sonrojo cuando me doy cuenta que Vander no come y se limita a mirarme.
—Sigo teniendo debilidad por ese color de tus mejillas —dice, manteniendo el
contacto visual mientras coge el cuchillo y el tenedor—. No puedo dejar de mirarte. Esto
parece surrealista.
—No me sorprende que hayas acabado haciendo algo así. Siempre fuiste demasiado
buena en la cocina como para desperdiciar esos talentos y además inteligente. Leí sobre
tu éxito a lo largo de los años y me hizo sentir orgulloso.
Las lágrimas arden en mis ojos. Todos estos años, me preocupaba que me hubiera
olvidado. Aterrorizada que no pudiera superar mi supuesta traición, temía que me
odiara. No tenía ni idea que me vigilaba como yo lo vigilaba a él.
—No conozco los detalles. Espero que por fin me los cuentes —Vuelve a dejar
nuestras manos unidas sobre la mesa—. Al principio estaba muy enfadado y no podía
entenderlo. Sabía la clase de persona que eras, y me costó aceptar que estuviste jugando
conmigo todo el tiempo. No podía creer que todo lo que compartimos, la conexión en la
que ambos creíamos, fuera una mentira. Pasé el tiempo antes de Yale en Canadá con
mamá. Me dio el espacio mental que necesitaba, y me di cuenta que no podía ser verdad
—Me aprieta la mano, y su pecho se infla mientras su rostro se inunda de emoción—.
Me desperté una mañana y supe que te chantajeó de alguna manera. Que no era lo que
parecía —Su rostro se inunda de sinceridad—. Lo siento, Kendall. Siento haber creído
la mentira tan fácilmente. Por no confiar en ti. Por no seguir mi instinto cuando me
susurraba que no era cierto y que papá estaba involucrado de alguna manera. Dejé que
mi dolor anulara el sentido común. Si hubiera reaccionado de otra manera, todo podría
haber sido diferente.
—No es tu culpa. Tampoco es la mía. Si te hace sentir mejor, no habría dejado que
vinieras por mí. No iba a dejar que tiraras tu sueño por la borda. No quería eso para ti.
—Ambos hicimos cosas para proteger al otro, y así debe ser —No quiero que se
sienta culpable por nada de lo que pasó.
—Después de tener mi momento de ‘’La venida de Jesús’’15, llamé a Jimmy. No tenía
a nadie más con quien hablar que nos conociera. Le dije que iba a reservar un vuelo a
Oregón para ir a verte. Tenía la intención de exigir la verdad.
—Él te convenció de no hacerlo. —Es lo que le pedí que hiciera, y sé que Jimmy es
un hombre de palabra.
—Lo hizo.
—Viola me lo dijo.
—No puedo creer que se hayan casado, pero Jimmy dice que son muy felices.
—Lo son. Odié perderme su boda, pero no podía arriesgarme a asistir —Estaba
claro que Greg tenía los ojos y los oídos puestos en nosotros a lo largo de los años, y no
sabía lo que podría hacer si ponía un pie en Colorado Springs. Se lo confesé a Viola antes
de salir de la ciudad, así que ella entiende por qué no volví y por qué tuve que faltar a
su boda.
—Sacrificaste mucho por mí, Kendall. Nunca lo olvidaré —Los penetrantes ojos 314
verdes de Vander se clavan en los míos y apenas puedo respirar. La intensidad de su
mirada me deja sin aire y vuelvo al pasado, reviviendo todos los momentos íntimos que
compartimos. Sus labios se alzan y una gran sonrisa se dibuja en su boca mientras nos
señala—. Esto es, en última instancia, lo que me hizo seguir adelante. Sabía que
teníamos el tipo de amor que nunca moriría. Decidí confiar en él y en lo que aprendimos
juntos sobre nuestro pasado y lo que sospechábamos y esperábamos para nuestro
futuro.
—Esa fue la única forma de sobrevivir a nuestra separación, Vander. Saber que
siempre estuvimos destinados a estar juntos, pero sinceramente no sabía si renunciaste
a eso. A nosotros. No te habría culpado si lo hubieras hecho.
—Nunca, Kendall —Se estira a través de la mesa y barre sus labios contra los míos—
. Nunca renunciaría a ti ni a nosotros —Se acomoda en su asiento—. Cuéntame lo que
pasó realmente. Quiero saberlo.
cambio importante
51
KENDALL
El camarero nos trae los platos principales a la mesa mientras yo pongo al corriente
a Vander de todo lo que pasó en ese momento.
—Jesús, Kendall —Deja los cubiertos abajo y vuelve a tomarme la mano. El dolor
está grabado en su cara—. No puedo creer que hayas pasado por todo eso sola. Me
molesta mucho que te haya hecho eso, y me avergüenzo de cómo reaccioné. Debería
haberlo sabido. Debería haber confiado más en ti.
—No hagas eso. Te disculpaste, y no quiero que te culpes. Tenías dieciocho años, y
aunque siempre fuiste más maduro que tus compañeros, nuestra relación fue la
primera, y fue intensa. La mayoría de las veces lo olvidé porque estar contigo era muy
natural, pero era mucho para asimilar. Estabas a punto de cumplir tus sueños. Tratabas
de proteger a tu madre y a mí, y ese hombre te hizo pasar un infierno toda tu vida.
Pensaste que te engañé con él. No puedes evitar lo que sentiste o cómo reaccionaste. Me
mató dejarte creer eso, pero sabía que si te decía la verdad lo matarías o accederías a 315
cualquier exigencia que hiciera para protegerme de la acusación.
—Lo habría hecho —dice, apartando su cena al mismo tiempo que yo.
—No quería que lo tiraras todo por la borda. No quería que perdieras el futuro por
el que trabajaste tan duro.
—Un futuro que tuve gracias a ti. —Sus ojos brillan de amor y mi corazón se
derrite—. Sacrificaste tu felicidad para que yo pudiera perseguir mi sueño. Sé que me
aseguraste la ayuda financiera. Nunca podré pagarte todas las formas en que me
apoyaste a mí y a mis sueños. Aunque estoy deseando intentarlo.
—Eso es lo que haces por la persona que amas más que la vida misma. Te amé lo
suficiente como para alejarme, pero no fue fácil, Vander. Me destruyó. Nada fue fácil.
—Lo sé, cariño —Me pasa el pulgar por el dorso de la mano, y es maravillosamente
relajante—. Jimmy acabó hablándome de aquella noche. Fue en mi primer año, justo
después de saber que hablaste por mí en Yale. Lo llamé. Le dije que iba a recuperarte.
Ninguno de sus razonamientos habituales me aplacó. Estaba decidido a hablar contigo
y a aclarar las cosas de una vez por todas, hasta que me contó lo que hiciste, y la
gravedad de la situación se hizo patente. Supe entonces, de forma concluyente, que mi
padre estaba detrás de todo esto. Me enfrenté a él, pero lo negó. Siguió diciendo la
mentira. La única forma de salir de allí sin estrangularlo con mis propias manos fue
saber que sacrificaste nuestra felicidad y te alejaste de nuestro amor porque sentías que
no tenías otra opción.
—Nunca me dejó olvidar el trato. Cada año me enviaba una imagen de su archivo
de pruebas. Me recordaba que aún podía hacer que me enviaran a la cárcel, y me clavaba
más el cuchillo en el corazón. Siempre elegía una foto o un vídeo que era uno de
nuestros momentos más preciados. Cada año, amenazaba con destruir los progresos
que hice, pero la ira y la retribución también son motivadores poderosos, y eso sólo me
hacía estar más decidida a verlo arrodillado.
—Dijo que mataría a tu familia y a ti, y me asustó lo suficiente como para no volver
a intentar visitarte. Nos enfrentaba a los dos. No sabía lo que tenía sobre ti, y nunca
aludió a ello. Hizo que pareciera que se trataba que yo no conseguía lo que quería de la
vida. Su forma de una lección de vida retorcida. Realmente es un enfermo hijo de puta.
—Lo hizo. Sólo defraudó a su empleador porque Ingrid le exigió tanto. Luego se
divorció de él en cuanto lo arrestaron. Cuando él salió de la cárcel, ella ya se había vuelto
a casar y entregó a su hijo a los padres de Curtis. Tiene cuarenta y cuatro años y vuelve
a vivir en casa porque está arruinado y nadie le contrata. Lo perdió todo, incluidos sus
otros tres hijos.
Sacudo la cabeza y enrosco mis dedos alrededor de los suyos, necesitando sentirlos
más cerca.
—Básicamente los apartó de su vida después que nos mudáramos. Organicé
algunas visitas para Ridge y Curtis siempre las cancelaba en el último momento. Culpo
a Ingrid, pero él nunca se enfrentó a ella. Nunca luchó por ellos. West lo odiaba por el
engaño, y después de contarle mi relación contigo, se separó de él para siempre. Curtis
dijo eso para herir a West. Claro que también lo hizo para herirme a mí, pero en última
instancia perjudicó a nuestros hijos. Una parte de mí siente lástima por mis hijos porque
les hizo perder la cabeza. West y Ridge en particular. Pero otra parte de mí está aliviada
que esté fuera de sus vidas para que no pueda volver a hacerles daño.
—Me alegro que mi padre esté por fin fuera de nuestras vidas para que no pueda
interferir más —Bajando la voz, lanza una rápida mirada a su alrededor—. Después de
la vez que intenté visitarte, cuando me dejó ensangrentado y magullado, estuve a punto
de contratar a un sicario para que lo matara.
—No seguí adelante porque entonces no sería mejor que él. No quería que mi alma
llevara una marca negra, y desconfiaba de sus contactos criminales. Tampoco quería
arriesgarme a que me atraparan y pasar mi vida en la cárcel. Mi objetivo era encontrar
una forma de volver a tu lado, no acabar entre rejas. Sabía que la única manera de
vencerle era encontrar pruebas de sus crímenes y conseguir que le encerraran por ello.
Estaba trabajando en ese aspecto cuando oí rumores que se estaba construyendo un
caso contra él —Toma mi otra mano entre las suyas y me mira profundamente a los
ojos—. Tú estabas detrás de eso, ¿verdad? 317
Asiento con la cabeza.
—Llegué a esa conclusión mucho antes que tú. Estuve trabajando en ese ángulo
desde que dejé Colorado. Cuando me mudé aquí por primera vez, trabajé con mi amiga
Lynette en su bufete de abogados. Ella me ayudó a preparar las cosas para que yo
moviera los hilos anónimamente en el fondo. Una chica llamada Tania, con la que solía
trabajar en Bentley Law, llevaba la batuta, pero yo hacía todo el trabajo de campo entre
bastidores. Identificamos a más mujeres a las que acosó y agredió en otros bufetes de
abogados en los que trabajó tu padre a lo largo de los años y poco a poco empezamos a
construir un caso, pero fue un trabajo lento y minucioso. Muchas de ellas no querían
hablar con nosotras; algunas no podían porque firmaron acuerdos de confidencialidad.
—Teníamos suficientes pruebas para ir tras él, pero luego no pudimos conseguir
que nadie se hiciera cargo del caso. Todos a los que nos dirigimos se negaron. La
reputación de Gregory lo precedía, y la mayoría de los bufetes tenían demasiado miedo
de enfrentarse a él porque sus vínculos criminales eran bastante conocidos. En ese
momento me deprimí mucho —admito—. Pasaron seis años y te echaba mucho de
menos. Todo me parecía una batalla muy dura. Empecé a preguntarme si alguna vez
podría vencerlo. Si volvería a verte —Las lágrimas pinchan mis ojos—. Estuve a punto
de rendirme, y entonces ocurrió un milagro.
Una enorme sonrisa ilumina su rostro, y ahora me doy cuenta que no fue suerte ni
casualidad.
—¡Fuiste tú! —Me aferro a sus manos para salvar la vida—. Encontraste a Jenna
Layton.
Mueve la cabeza.
—Jenna era el punto de inflexión que necesitábamos —confirmo—. Ella tenía una
historia personal, pero también tenía pruebas de sus conexiones con la mafia. Pudimos
relacionarlo con varios asesinatos y otras perversiones de la justicia. Las cosas dieron
un giro completo después que uniéramos nuestras fuerzas. Entonces los bufetes de
abogados no podían esperar para tomar nuestro caso. Prácticamente nos tiraron la
puerta abajo. Todo el mundo quería ir por él y por una de las mayores organizaciones
criminales de Estados Unidos. Todo se puso en su sitio después de eso.
—Me alegro que esté encerrado sin posibilidad de libertad condicional. Sólo 318
lamento que haya tardado tanto.
—No estés triste —Paso mis dedos de un lado a otro de su mano—. Las cosas
suceden por una razón, y tal vez esto tenía que suceder para que alcanzaras tus sueños.
—Sí, lo sé. Sabíamos que nos íbamos a enfrentar a obstáculos como en todas las
vidas. Confío en el destino. Puede que haya perdido la fe algunas veces, pero en última
instancia creo que estamos aquí ahora porque así tenía que ser —Me muerdo el labio
mientras intento armarme de valor para dirigir esta conversación hacia donde debe
ir—. Estuve soñando contigo. Reviviendo los recuerdos de nuestro pasado en mis
sueños, y eso me dio la fuerza para seguir adelante cuando las cosas parecían
imposibles.
—Yo también.
—Planee visitarte mañana. Iba a hacerte una demostración privada. Quería que
vieras lo inexplicablemente entretejida que estás en mi vida y cómo estuviste siempre
conmigo, incluso cuando estábamos separados.
Vander se ríe.
—Stella es enfermera y tiene una relación con Amanda desde hace dos años.
Me encojo de hombros.
—Salió del armario como pansexual en su primer año de universidad. Salió con
hombres y mujeres a lo largo de los años, pero Amanda parece ser la elegida. Tienen 319
una gran relación y nunca vi a Stella tan feliz. Amanda es genial. Te gustaría. Es
tatuadora de día y canta en una banda de rock por la noche.
Esperaba que pudiéramos volver a su casa y hablar de esto en privado, pero no voy
a mentirle. Me juré a mí misma que no volvería a mentirle a Vander. Tragándome los
nervios, levanto la barbilla y lo miro fijamente a los ojos.
Su ceño se frunce.
Vander me mira fijamente, sus ojos penetran en los míos de esa forma tan
penetrante que tiene, y sé que está buscando la verdad. Su pecho se agita mientras retira
las manos. Coge su copa de vino y se lleva la mitad de un golpe, y noto que le tiembla la
mano. Cuando la deja, me mira con seriedad.
—Estamos hablando de esto ahora, Kendall —La nuez de Adán le salta en la
garganta—. ¿Quién es la niña? Si no es la hija de Stella, ¿de quién es hija?
320
52
VANDER
—¿Es mía? —murmuro mientras todo tipo de pensamientos y emociones pasan por
mi cabeza.
—Lo sé —susurra.
—¿Lo haces? —Odio verla llorar, pero maldita sea, debería habérmelo dicho.
Debería haber sido la primera persona a la que se lo contara. Sé que había riesgos. Sé
que mi padre no amenazaba en vano. Pero podríamos haber resuelto algo juntos. Es 321
todo un lío. Apoyando los codos en la mesa, entierro la cabeza entre las manos. No
quiero enfadarme con ella, pero ¡mierda!
Desliza su mano por la mesa, tratando de alcanzarme, pero niego con la cabeza y
ella la retira.
—Tenía miedo, Vander. Temía que nos hiciera daño a ti, a mí o a Iris.
Es un nombre tan bonito. Es una pena que no haya tenido nada que ver con su
nombre.
Vaya.
Soy padre.
—Algo que ya debería saber —digo con los dientes apretados, entregando mi
tarjeta de platino al camarero sin siquiera mirar la cuenta.
—¿Crees que no lo sé? —El dolor está grabado en cada hermosa curva de su
rostro—. ¿Crees que no me mató alejarla de ti y a ti de ella? ¿Que no lloré hasta
quedarme dormida cada año porque te perdías tantos momentos especiales? —Se
golpea el pecho—. Me destrozó, Vander.
—Por mucho que esto me destroce —Añado una propina y meto mi código en el
lector de tarjetas, manteniendo los labios cerrados hasta que la transacción está hecha 322
y el camarero se alejó de la mesa—. Necesito estar solo. —Me pongo de pie y cojo mi
chaqueta del respaldo de la silla—. No quiero decir algo que te haga daño, Kendall,
porque sé que en el fondo hiciste lo que creías correcto, pero me cuesta aceptarlo. Lo
único en lo que puedo concentrarme es en lo mucho que me perdí. No pude ver crecer
a Iris en tu vientre. No estuve allí para sostener tu mano cuando la trajiste al mundo. Y
no estuve para ayudar a criarla —Me ahogo en un sollozo mientras retiro su silla y la
ayudo a levantarse. Le quito la humedad de las mejillas—. Eso duele mucho.
—Lo siento, Vander —dice en tono derrotado mientras la acompaño fuera del
restaurante.
—Sé que estás conmocionado y molesto, pero tenemos que hablar de esto como es
debido —Busca en su bolso, saca una tarjeta de visita y me la da—. Llámame cuando
estés preparado para escuchar lo que tengo que decir.
—No me imaginaba que esta noche terminaría así —le digo, y la atraigo para darle
un breve abrazo.
Y está más guapa que un cuadro con su precioso vestido rosa y su pelo peinado con
suaves ondas, como siempre me gustó.
—Me gustaría decir que yo tampoco, pero sabía algo que tú no sabías.
Me clava los ojos más tristes y no puedo dejar que se vaya así.
—Esto no cambia mis sentimientos por ti, pero es mucho para procesar, Kendall.
Esto se siente como la última traición.
—No tardes mucho, Vander —Me coge la mano y me pone una foto en la palma—.
Tengo una niña emocionada en casa que lleva mucho tiempo esperando conocer a su
papá.
Me quedé mirando la foto de Iris durante horas cuando estaba tumbado en la cama,
sin poder dormir. Es preciosa, como su madre. Tiene mi pelo oscuro y los ojos azules de
Kendall. Con una gran sonrisa, parece una niña feliz, y el hecho que esté bien cuidada
me reconforta. Conozco el tipo de madre que es Kendall, y sé que se habrá desvivido
por compensar mi pérdida en la vida de nuestra hija.
El dolor me atraviesa el pecho como cada vez que pienso en todo lo que perdí. Pero
es como dijo Jimmy por teléfono antes. No puedo cambiar el pasado, pero puedo
moldear el presente e influir en el futuro. En lugar de mirar todo lo que perdí, tengo que
centrarme en lo que puedo ganar. Reprender a Kendall por tomar las decisiones que
tomó no me devolverá el tiempo perdido con ella o con mi hija. Ella trató de protegerme,
y no dudo que hizo todo lo posible para proteger a nuestra hija. Las amenazas de papá
no eran frívolas. Debía saber lo de Iris. El hecho que llegara a tales extremos para
mantenernos a Kendall y a mí alejados demuestra que estaba decidido a negarme la
familia que siempre quise con la única mujer que amo. Su necesidad de poder y control
nunca habría terminado si Kendall no hubiera trabajado incansablemente para ponerlo
entre rejas.
No quiero perder ni un segundo más con mi hija. Quiero conocerla y que tenga a su
padre en su vida.
En la vida de ambas.
Estuve tan ensimismado que ni siquiera me di cuenta del camino hasta que estoy
en la puerta de la panadería JuKe, y llegó el momento de la verdad. Respirando con
valentía, atravieso las puertas y me acerco al mostrador. Las dos mujeres que trabajan
allí dejan de hablar y abren los ojos cuando me acerco a ellas.
—Estoy buscando a Kendall. ¿Está aquí? —Los dos asienten, mirándome como si
fuera una aparición. Mis labios se inclinan en señal de diversión—. ¿Podrían traerla por
mí?
325
53
VANDER
Kendall nos prepara un café y yo la sigo por unas estrechas escaleras hasta un largo
pasillo.
—Esta es nuestra oficina principal. Esos son los despachos de June y Carly —dice,
señalando dos puertas al pasar—. Pero ninguna de las dos está aquí hoy. Carly organizó
una reunión fuera del estado con nuestro primer franquiciado potencial, y June se fue
con ella. —Está balbuceando un poco, y sé que eso son los nervios.
Deslizo mi mano entre las suyas mientras nos dirigimos a la puerta que hay al final
del pasillo.
—No te pongas nerviosa, cariño. Estoy aquí porque quiero arreglar todo.
—Iris viene aquí después de la escuela algunos días, y hace sus deberes mientras yo
termino —explica, notando por dónde se desviaron mis ojos.
—Es preciosa —digo, pasando los dedos por una preciosa foto de Kendall con Stella
e Iris—. Y parece feliz.
—Lo es. En ambos casos —Kendall sonríe, y yo vuelvo a deslizar mi mano entre las
suyas mientras permanecemos en silencio, uno al lado del otro, mientras examino cada
foto—. Le encanta dibujar —me dice Kendall, señalando la pared lateral donde un
montón de dibujos de colores adornan cada centímetro de espacio—.Conservé todos
los dibujos de cuando era pequeña. Los tengo en casa para ti. Documenté cada hito, y
tengo cajas y cajas de fotos. Las imprimí todas porque no quería arriesgarme a perder
una sola foto ni dejar de capturar un solo momento.
Mi corazón está lleno hasta los topes mientras escucho a Kendall hablar mientras
inspecciono las obras de arte de mi hija y me tomo el café. Me complace enormemente
que comparta mi pasión y mi don.
—Nunca quise hacer esto sin ti, Vander. Tienes que creerme. —Se le llenan los ojos
de lágrimas mientras me mira fijamente y deja el vaso de papel en la mesita.
Apretando su mano con más fuerza, le digo: —Lo sé, Kendall. Lo entiendo y te
perdono, aunque realmente no hay nada que perdonar —le digo estas palabras porque
sé que, de lo contrario, se llevará esta culpa a cuestas, y eso es lo último que quiero.
—No quiero jugar al juego de la culpa. Quiero saber qué pasó y quiero saberlo todo
sobre ella, pero no quiero insistir en el pasado porque eso sólo prolongará nuestra
agonía y retrasará lo inevitable —Le doy una palmadita en la mejilla y ella se inclina
hacia mi contacto—. El hecho es que hubo errores y equivocaciones por ambas partes.
No te protegí de mi padre como te prometí. Tú cargaste con todo el peso, y no voy a ser
el imbécil que te critique por ello. Sé que me lo habrías contado si no hubiera sido
peligroso hacerlo.
—Intenté decírtelo —dice, sin ocultar nada mientras me mira profundamente a los
ojos—. Estaba embarazada de seis meses y no podía soportar más. Te quería a mi lado.
Me sentí tan sola durante el embarazo. Sí, tenía a Stella, June y Carly, pero no era lo
mismo que tenerte a ti —Ella presiona su palma contra la mía sobre su mejilla—.
Reservé un vuelo a Connecticut. Iba a decírtelo. Pensé que podríamos intentar
solucionar algo y, al menos, si Greg hacía una denuncia falsa a la policía y me arrestaban,
tú estarías allí para cuidar de nuestra bebé. Me sentía culpable sabiendo que lo más
probable es que tuvieras que abandonar tu sueño, pero sabía que querrías saberlo.
Sabía que preferirías correr ese riesgo a no saberlo.
—¿Qué pasó? —pregunto porque sé que mi padre hizo algo para detenerla.
Le subo y bajo la mano por la espalda, amando su sensación contra mi pecho, pero
odiando el dolor que emana de cada uno de sus poros. Incluso ahora, después de todo
este tiempo, con la amenaza pasada, siento su angustia.
» No podía subir al avión, Vander. No podía correr ese riesgo —Me clava los ojos
preocupados—. Quería decírtelo, pero no a costa de mi vida y la de nuestra hija no
nacida. Sabía que Greg era lo suficientemente psicótico como para llevarlo a cabo. El
hecho que incluso me enviara esa foto confirmó que no le importaba su nieta. Nada le
importaba más que hacerle daño. Nunca entenderé por qué estaba empeñado en
hacerte daño o cómo alguien puede ser tan malvado.
Mi padre intentó negarme una vida con Kendall y mi hija, pero no lo consiguió.
—West también lo intentó —añade, rozando sus labios contra mi mejilla—. Fue
hace tres años. Voló a Nueva York para la inauguración de tu galería allí. Al igual que tu
experiencia, fue emboscado, secuestrado y golpeado a una manzana de tu estudio —Se
echa hacia atrás para mirarme a los ojos—. Esperaba que se hubiera olvidado de mí,
pero no fue así. Me sentí tan culpable por aceptar que West lo intentara.
—No es tu culpa. Nunca te disculpes por lo que ese hombre nos hizo.
—No es por eso por lo que me estoy disculpando. Me estoy disculpando por lo de
anoche. Por dudar de tus acciones. Todo lo que hiciste es proteger a tus seres queridos
—Sostengo su cara entre mis manos—. No podrías haber hecho otra cosa. Lo intentaste,
y no puedo culparte por priorizar tu seguridad y la de Iris —Aprieto mis labios contra
su frente—. Te amo —digo contra su suave piel—. Nunca dejé de hacerlo.
Se echa hacia atrás, inclina la barbilla hacia arriba y me mira con ojos vidriosos.
—Yo también te amo, Vander. Yo tampoco dejé de hacerlo. Te estuve esperando.
Estuve contando los días hasta que pudiéramos volver a estar juntos. Incluso durante
mis días más oscuros, seguía creyendo en nosotros.
Mis ojos bajan hasta su exuberante boca y no puedo esperar ni un segundo más para
probarla. Beso una de las comisuras de su boca y golpeo silenciosamente el aire con el
puño cuando ella se estremece visiblemente. Mi corazón late con fuerza contra mi caja
torácica mientras le beso la otra comisura de la boca. Gime y se derrite contra mí
mientras deslizo mis labios contra los suyos, justo cuando la puerta del despacho se
abre de golpe.
—¡Mamá! ¡Conseguí ser la alumna de la semana! —dice una niña con una linda
vocecita.
Una bola de emoción se aloja en mi garganta mientras alejo mis labios y mis brazos
de Kendall y miro a mi hija.
Stella se encuentra detrás de Iris con la boca abierta y los ojos en shock.
—¿Te duele? —dice Iris, tirando con no demasiada delicadeza del aro de mi ceja.
—Uy —Se ríe, y es el mejor sonido del mundo. Sus pequeñas manos se posan en mis
mejillas y sonríe—. Hola.
Apenas puedo hacer funcionar mis cuerdas vocales. Mi hija me está avergonzando.
—Hola, Iris —Le doy un beso en el pelo y, cuando apoya la cabeza en mi pecho,
tengo unas ganas inusitadas de echarme a llorar como un adolescente. Kendall apenas
se está conteniendo.
—Papi —dice Iris, y a estas alturas soy prácticamente un charco de mucosidad en
el suelo.
—Sí, princesa —Espolvoreo más besos en su pelo mientras Kendall apoya su cabeza
en mi hombro, y aprieto mi brazo alrededor de ella.
—Tengo un estudio de arte en mi nueva casa, como el que dice mamá que tenías tú
—Levanta la cabeza, mirándome fijamente con tanta confianza y seguridad en sus ojos
que me quedo completamente sorprendido—. ¿Podemos pintar juntos cuando vayamos
a casa?
—¿Podemos, mamá? Por favor —Sus ojos bailan de emoción mientras junta sus
pequeñas manos y clava sus ojos suplicantes en su madre.
—Claro.
—¡Sí! —Iris abraza a Kendall—. Eres la mejor mamá de todo el mundo —Se vuelve
hacia mí, me echa los brazos al cuello y me planta un beso húmedo en la mejilla—. Y tú
eres el mejor papá del mundo. Ahora que estás aquí, ¿significa que no volverás a viajar 330
por trabajo?
No sé qué le habrá contado Kendall, pero el hecho que mi hija sepa cosas sobre mí
me alegra el corazón. No debería haber dudado que Kendall le contara quién soy.
—Se llama Vander Henley —corrige Iris, mirando desde su asiento a su hermana.
—Sé su nombre, tonta —dice Stella, pellizcando su nariz—. Sabes que tu padre era
el mejor amigo de West y también el mío cuando vivíamos en Colorado.
—Bueno, es mi papá —Iris hincha el pecho y yo me agacho frente a ella, sin poder
resistirme a abrazarla de nuevo. Puede ser territorial todo lo que quiera, durante todo
el tiempo que quiera, y nunca me cansaré de ello. Mi corazón está tan hinchado detrás
de mi pecho que parece que va a estallar.
—Y tú eres mi princesa. —Le doy besos por todas las mejillas y se ríe. El sonido es
contagioso, y prometo en silencio hacerla reír tan a menudo como pueda.
—Te quiero, papá —dice con una gran sonrisa en la cara, como si fuera lo más
natural del mundo decírselo a un hombre que es prácticamente un desconocido. Los
niños son tan adaptables, y me encanta que sea tan segura, cariñosa y confiada. Todos
los niños deberían crecer en un entorno en el que se sientan seguros y cómodos
expresando sus sentimientos. Kendall hizo un trabajo increíble con ella, y hay que
erradicar cualquier sentimiento de culpa que tenga.
—Yo también te quiero, Iris —Mi voz está llena de emoción—. Te prometo que a
partir de ahora te veré siempre —Paso mis dedos por su mejilla. 331
—Papá tonto —Me pellizca la nariz—. Ya te veo todas las noches en mis sueños.
54
KENDALL
—Y tienes que darme algunas respuestas —dice Vander mientras caminamos por
uno de los senderos del Parque Holladay, de la mano—. ¿Cómo sabe ella quién soy, y
qué quiso decir con lo de los sueños?
—Te escucho —dice, presionando un beso suave como una pluma en la punta de mi
nariz—. Continúa.
No lo culpo por estar ávido de cada detalle. Verlos juntos fue probablemente el
momento más emotivo de mi vida, junto al nacimiento de mis bebés.
—Decidí hablarle de ti, pero no podía decirle la verdad sobre por qué no vivías con
nosotros y por qué nunca te conoció en persona. No me gusta mentirle, pero no había
otra opción.
—Es una niña increíble, Vander. Trae tanta alegría a mi vida, y además de nuestro
vínculo, Iris es la que más me ayudó —Mis otros hijos y mis amigos también lo hicieron,
pero cada vez que la miro, veo a su padre, y eso me ayudó a recordar por qué tenía que
seguir luchando la buena batalla. Eso, y la positividad sin esfuerzo y la alegría constante
de Iris me hicieron superar algunos de mis días más oscuros. Tener hijos a los que
cuidar me impidió hundirme en una profunda depresión en muchas ocasiones en las
que sentía que no podía seguir sola.
—Iris tiene una foto tuya enmarcada junto a su cama y, desde que era pequeña, la
señalaba y le hablaba de ti. Sabe que eres pintor. Conoce tu arte digital y tus galerías. Le
leí artículos y le enseñé fotos en Internet. West y Stella compartieron historias con ella,
y le expliqué cómo estamos enamorados, pero no podíamos estar juntos porque estabas
ocupado estudiando y trabajando para mantenernos. —Lo miro—. Lo aceptó de buen
grado, Vander. Nunca lo cuestionó ni lo puso en duda. Les habla a los niños de ti en el
colegio y todos sus amigos saben que el famoso artista Vander Henley es su padre. Me
dice que te extraña y que te quiere todo el tiempo, pero nunca llora ni se queja ni grita
ni me dice que es injusto. Lleva una foto tuya en todo momento y el collar que me
compraste por Navidad lo lleva todos los días. Se niega a quitárselo incluso para
ducharse.
—Iris me dijo que te vio en sus sueños por primera vez cuando tenía cuatro años.
No estoy segura que te viera durante más tiempo, pero le parecía perfectamente normal
que su padre la visitara en sus sueños. Al principio, ni siquiera consideré que estaba
teniendo visiones o premoniciones o lo que sea. Pensé que era lo que estaba conjurando
para sobrellevar la situación sin tenerte físicamente en su vida, pero ella sabe cosas, 333
Vander. Cosas que no debería saber. Como que el hombre que me tatuó la mariposa en
la muñeca tenía dientes de oro, y ella dice que yo era un gato asustado porque no dejaba
de aferrarme a tu brazo. Casi me caigo de la silla la mañana que me dijo eso.
Dios, es tan romántico como siempre, y no quiero volver a estar sin él. Me acurruco
en su abrazo y cierro los ojos, grabando en mi memoria la sensación de estar en sus
brazos en caso que todo se vaya al garete y no funcione como yo quiero.
Nuestros besos se vuelven más frenéticos, más hambrientos, hasta que recordamos
que estamos en un parque de la ciudad y que todavía hay suficiente luz para ser vistos.
Lentamente, nos separamos al darnos cuenta que no podemos hacer esto aquí. Vander
aprieta su frente contra la mía.
—Yo también te quiero, Vander. Eres mi mundo. Tú, Iris, Ridge, Stella y West.
Mis hijos me dieron la mayor alegría de mi vida, sólo rivalizada por el tiempo que
pasé con este hombre abrazándome como si fuera un precioso tesoro.
Vander me mira fijamente con tanto amor en sus ojos que es imposible negarlo.
334
—Anoche te dije que vine a Portland con el plan de mudarme definitivamente aquí
y hacerte mi esposa —El corazón me da un vuelco en el pecho ante sus emocionantes
palabras—. Nada cambió, Kendall. En todo caso, la línea de tiempo se adelantó. Ya amo
a Iris. Es imposible no enamorarse de esa increíble niña —Me roza los labios—. Hicimos
un pequeño y precioso humano. Una combinación perfecta mía y tuya, y no puedo
esperar a conocerla por completo. No quiero desperdiciar otro momento de nuestra
vida juntos. Ya esperamos bastante. Quiero que seamos una familia, y lo quiero ahora.
Está diciendo todas las cosas correctas, pero necesito estar segura que está
totalmente comprometido.
—Lo deseo tanto, Vander, pero acabas de enterarte de lo de Iris. ¿Estás seguro que
no necesitas más tiempo para pensarlo? Porque está bien si lo haces. Esta decisión no
puede ser apresurada. Ya no somos sólo nosotros. Cada decisión que tomemos juntos a
partir de ahora afectará a nuestra hija. No podemos precipitarnos si tienes la más
mínima duda sobre nosotros. Siempre estarás en su vida, Vander. Ahora que está a salvo
de Gregory, nunca podría alejarla de ti. Pero no tenemos que ser un paquete.
—Tonta Kendall —Me pellizca la nariz—. No hay tú sin ella ni ella sin ti —Pega sus
labios a los míos y me besa apasionadamente—. Estoy totalmente dentro, Kendall. Lo
hice desde que tenía quince años. No necesito más tiempo. Conozco mi mente. Sé lo que
quiero, y son mi hija y tú.
55
KENDALL
—Quiero que me leas esta noche —le dice Iris a Vander después de ponerse el
pijama y estar lista para acostarse.
—Es el libro preferido de mamá —dice Iris, entrando en la habitación con el libro
con las orejas dobladas en la mano—. Lo encontraste en una librería de Bridgeport el
fin de semana que visitaste Yale —añade, subiéndose a su regazo como si lo hiciera
siempre. Los brazos de Vander rodean instantáneamente su pequeño cuerpo,
envolviéndola en la seguridad de su abrazo—. Mamá se quedó dormida escuchando
cómo leías el libro —dice con naturalidad, como si hubiera estado allí.
—Nunca se lo dije —le digo a Vander mientras él arquea una ceja. Vaya. Me
pregunto qué más habrá visto en sus sueños. Espero que quien se los dé, los mantenga
en un nivel aceptable.
—Buenas noches, mamá —Iris se lanza hacia mí y yo la levanto, abrazándola con
fuerza.
Vander retira las sábanas y la acomodo en su colchón. Iris se mueve para coger la
foto de Vander que hay junto a su cama antes de desplomarse en un ataque de risa. Me
entierra la cara en el cuello.
—Ven aquí, princesa —Abre los brazos y nuestra hija se arrastra de nuevo a su
regazo—. Dame uno a mí —Le señala su rostro.
Salgo de la habitación viendo cómo Iris reparte suaves besos por toda la cara de su
papá, rebosante de tanta alegría que parece que podría reventar.
La cocina está limpia y yo estoy sentada junto al fuego en el salón cuando, media
hora después, aparece Vander.
—Se desmayó —me confirma mientras me sirvo una copa de vino tinto y se la doy.
—La agotaste, y la dejé quedarse hasta tarde porque era una ocasión especial.
—Ya estoy muy enamorado de ella —Su rostro irradia felicidad mientras se sienta
a mi lado, pasando automáticamente su brazo por mis hombros y atrayéndome a su
lado—. Sucedió en un abrir y cerrar de ojos, como con su madre.
Inclino la cabeza hacia atrás y contemplo su boca. En sus ojos brilla la adoración
cuando se inclina y me besa. Es suave y tierno y está impregnado de una gran emoción.
—Este es mi sueño hecho realidad —admito.
Vander deja su copa antes de quitarme la mía de los dedos y colocarla en la mesita
con la suya. Luego me sube a su regazo para que esté a horcajadas sobre él.
—El mío también. No me atrevía a esperar una familia, pero ahora que tengo a mis
dos chicas en mi vida, nunca las dejaré ir —Me planta tiernos besos por toda la cara
mientras me abrazo a sus hombros y acuesto mis muslos contra su creciente erección.
Levanta su rostro hacia el mío, sin ocultar nada, transmitiendo la fuerza de sus
sentimientos, y es como disfrutar del brillo del arco iris más glorioso—. Perdimos
mucho tiempo, y no quiero perder ni un minuto más. Sabemos lo que queremos, y yo
digo que vayamos a por ello.
—No puedo esperar a empezar a vivir mi vida contigo. —Le picoteo los labios y mi
corazón se desborda. Todo el sufrimiento mereció la pena porque nos llevó a este
momento.
—Entonces, ¿no es demasiado pronto para pedirte que te cases conmigo? —dice,
sacando una pequeña caja negra de su bolsillo. 337
Me quedo sin aliento cuando abre la tapa y revela un precioso anillo de esmeraldas
y diamantes en forma de mariposa, que descansa sobre una banda de platino.
—Te quiero, Kendall —Me coge la mano y se la lleva a la boca—. Te amé en todas
las vidas anteriores. Te amaré en esta y en todas las vidas que vengan después —Me
besa el anillo en el dedo antes de poner mi mano en su pecho, sobre el lugar donde late
su corazón—. Ya te considero mi mujer. Siempre lo hice, pero creo que deberíamos
hacer esto oficial. Quiero ser tu marido. Quiero ser el padre de Iris, y quiero tener la
familia que siempre desee. —Él barre sus labios contra los míos en un breve pero tierno
beso—. Contigo.
Vander me tumba en la cama antes de volver a cerrar la puerta. Se quita los zapatos
y se tumba a mi lado. Me pongo de lado, arqueo el cuello y mis labios buscan los suyos,
mientras mis manos se agarran a sus caderas. Nos abrazamos mientras nos besamos, y
es un reencuentro lento, profundo y apasionado. Nuestras caderas se mueven juntas y
nuestras manos exploran a medida que nuestros besos se vuelven más acalorados,
hasta que necesitamos más, porque no es suficiente. Necesito sentirlo moverse sobre
mí y dentro de mí, y no puedo esperar ni un minuto más.
Nuestra única comunicación es con los labios, la lengua y las manos, porque las
palabras sobran. No necesitamos hablar para transmitir lo mucho que significamos el
uno para el otro.
338
Lo desvisto hasta que ambos estamos desnudos, apretados piel con piel. La tinta
adorna ahora casi toda la parte superior del cuerpo de Vander, y nuestra historia está
grabada permanentemente en su carne. Mi nombre está tatuado sobre su corazón, justo
por encima del Ouroboros Boner tatuado hace tantos años.
Vander me besa la boca antes de deslizarse por mi cuerpo para reclamar lo que
siempre fue suyo. Separo mis muslos y me sujeto a su pelo oscuro mientras se deleita
con mi coño, y es como si no hubiera pasado el tiempo. Se acuerda de cómo hacer que
mi deseo llegue a su punto álgido en un tiempo récord, y yo entierro mi cara en la
almohada, amortiguando mis gritos de placer, mientras un potente orgasmo me recorre
el cuerpo.
Vander recorre con sus labios mi carne caliente antes de volver a plantar su boca
en la mía. Lo atraigo hacia mí, necesitando sentir su piel contra la mía, y puedo sentir
literalmente todos los pedazos arruinados y rotos dentro de mí uniéndose hasta que me
siento completa.
Se coloca entre mis rodillas, tirando de su longitud tensa mientras hace una
pregunta con los ojos. Le respondo con una pregunta propia, y entonces volvemos a
sonreír, con la mente en calma, el corazón curado y el alma entera.
Manteniendo el contacto visual, Vander se desliza cuidadosamente dentro de mí, un
delicioso centímetro cada vez. La emoción se me agolpa en los ojos, se me atasca la
garganta y se me dispara en el pecho cuando me llena tanto que olvido que alguna vez
estuvimos separados.
—Te amaré por siempre y hasta el fin de los tiempos —le respondo mientras
empieza a moverse lentamente, haciéndome el amor con una intensidad y una
profundidad que superan cualquier intimidad que hayamos compartido antes. Mientras
miro sus preciosos ojos verdes, sosteniendo su cuerpo contra el mío, mientras nos
arqueamos y empujamos a un ritmo perfecto, sé que nunca se dijeron palabras más
verdaderas.
339
Epílogo
VANDER
—Papi, ¡vamos! —dice Iris, corriendo por el camino empedrado delante de Kendall
y de mí—. ¡Son unos lentos!
—Ni hablar —Le doy una palmada juguetona en el culo mientras el cálido sol griego
nos golpea—. Tengo la paciencia de un santo, ¿o tengo que recordarte cómo, en cada
vida, tengo que esperar años para reunirme con la otra mitad de mi corazón y mi alma?
—Nunca lo olvido —Se estira y me besa los labios—. Aprecio cada segundo contigo, 340
pintor. Los sacrificios que hicimos valieron la pena para llegar a este punto. Estoy
viviendo mi mejor vida contigo —dice mi mujer, sonriendo, antes de darme un beso en
el corazón a través de la camisa.
Hace poco más de tres años que nos casamos, y nunca me sentí más contento ni más
vivo. Mi mujer y mi hija inyectaron vida a todas las partes congeladas de mí, y no
recuerdo los años perdidos porque llenamos cada día de alegría, recuperando el tiempo
perdido. West y yo reanudamos nuestra amistad, y también soy cercano a Ridge y Stella.
—Creo que deberíamos comprar una casa de vacaciones en Atenas —dice mientras
aceleramos el paso para alcanzar a nuestra emocionada hija. Iris se disparó este último
año y es la más alta de su clase. También parece mucho mayor de diez años. Algo de lo
que parecen haberse dado cuenta los chicos adolescentes, y yo me pasé la mitad de las
vacaciones echando miradas a los chicos por atreverse a mirar a mi hermosa princesa—
. Me siento tan a gusto aquí —La felicidad llena la voz de Kendall.
—Vamos, mamá —dice Iris, corriendo hacia nosotros, saltando sobre sus pies,
físicamente incapaz de contener su emoción—. La entrada está justo ahí —Se da la
vuelta y señala la pequeña entrada de piedra con puertas de hierro forjado abiertas,
donde una fila de turistas espera ser admitida.
De todos los lugares que visitamos, a Iris es a quien más le gustó Atenas. Es justo
decir que es cierto para todos nosotros. Pensaba que la visita a Egipto sería el momento
más importante, debido a nuestro sueño egipcio, pero no tiene nada que ver con lo que
sentimos los dos en cuanto pisamos la mágica Atenas. Tal vez sea el ambiente
profundamente espiritual o los fuertes lazos filosóficos que existen aquí, pero el aire se
siente diferente, y mi piel hormiguea, como si estuviera repleta de conocimientos
ocultos que se mueren por ser liberados.
El aire está impregnado de la historia del país, y no importa por dónde viajamos 341
dentro de la ciudad, nos encontramos con la evidencia de la Atenas de antaño. Todavía
se realizan excavaciones, y no es raro tropezar con una antigua cámara de baño o una
antigua biblioteca o iglesia, cuidadosamente conservada y protegida, entre las vibrantes
tiendas, restaurantes y bares que conforman la Atenas actual.
Pasamos una hora explorando el nivel inferior del Ágora antes de iniciar el ascenso
al templo. Es un día impresionante. No hay ni una nube en el cielo azul, y los rayos de
sol iluminan el templo mejor conservado de Grecia, que se alza orgulloso sobre una
colina en lo alto del Ágora. La emoción de Kendall aumenta a medida que subimos los
escalones de piedra, luchando por seguir el ritmo de nuestra enérgica hija mientras Iris
casi corre hacia el antiguo monumento.
Kendall se aferra a mí cuando llegamos al sendero de la cima y caminamos de la
mano hacia la estructura de piedra de color crema que se mantiene prácticamente
intacta. La zona que rodea el templo está muy bien cuidada, con árboles y arbustos altos
y hierba cortada. Iris grita, canta, salta y da vueltas mientras se dirige al templo.
—Dios mío, Vander —Kendall se detiene al lado del templo, mirándome con una
expresión de asombro—. ¿Lo sientes? —Agarra mis dos manos entre las suyas mientras
una sonrisa beatífica se dibuja en su rostro.
—Este era el lugar —Kendall mira a su alrededor mientras las lágrimas llenan sus
ojos—. Este fue el comienzo. Aquí es donde nuestras almas se unieron por primera vez
en la Tierra —Nos acercamos el uno al otro al mismo tiempo, nuestros labios se funden
en un beso electrizante que siento en cada parte de mi cuerpo. El entorno exterior se
desvanece en el fondo mientras una miríada de imágenes parpadea detrás de mis ojos
mientras beso a mi mujer—. Vander —susurra Kendall, con lágrimas de felicidad
rodando por su cara—. ¿Lo viste?
—Sí, agapi mou 16 —La envuelvo en mis brazos, mirando hacia delante, donde Iris
está arrodillada en la hierba, mirando al cielo y cantando—. Mira a Iris —Giro a mi
mujer en mis brazos para que esté frente a nuestra hija. Vemos cómo Iris levanta la
mano y una hermosa mariposa baja flotando y se posa en su palma.
342
—Mira hacia arriba —dice Kendall, moviéndose entre mis brazos e inclinando la
cabeza hacia atrás. Una ligera risa se filtra de sus labios mientras vemos descender
sobre nosotros, de la nada, un grupo de mariposas morfo azules. Siguen llegando,
enjambres de ellas, hasta que estamos rodeados en una burbuja de colores que atrae la
atención de otras personas en los alrededores—. Esto es una locura —susurra Kendall,
sonriendo entre lágrimas mientras extiende la palma de la mano, dejando que las
mariposas se aferren a su mano y a su brazo.
—Esto es el destino —La aprieto más contra mí—. No importa dónde acabemos o
cuántos obstáculos bloqueen nuestro camino, siempre estaremos juntos porque
nuestro destino se selló en este mismo lugar, y no hay nada ni nadie que pueda
separarnos.
Fin
16
Que significa 'amor mío' en griego
343
Esperamos que hayas disfrutado el libro…
344