Micro
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La causa principal del absceso dental es una mala higiene sumada a una caries dental
descontrolada. Esta se puede producir por: una muela erupcionada, amelogénesis imperfecta,
bruxismo, síndrome de Sjögren, irritantes químicos e inmunosupresión, producida tanto por
quimioterapéuticos como por enfermedades crónicas. El daño que se produce en el esmalte va
a provocar que las bacterias orofaríngeas penetren en la cavidad dental, causando una
infección local, que posteriormente evolucionará hacia el desarrollo de un absceso dental [7,
12, 13].
En este grupo de bacterias, los más comunes son los géneros Porphyromonas, Prevotella,
Fusobacterium y Treponema
Los anaerobios facultativos más comunes encontrados en los abscesos dentales son los
pertenecientes a los géneros: Streptococcus y Staphylococcus
5.4 . Tratamiento.
Actualmente, la terapia para el absceso dental consiste en tratar el conducto radicular del
diente afectado o la extracción de este, aunque también es indispensable el drenaje e incisión
del absceso, acompañado de un tratamiento antibiótico [7, 20]. El soporte antimicrobiano
abarca a todas las bacterias anaeróbicas, tanto estrictas como facultativas, pero existen ciertas
resistencias que causan dificultades a la hora de tratar al paciente, como en el género
Prevotella donde la producción de β-lactamasas, inhibe la acción de las penicilinas y en los
géneros Streptococcus y Fusobacterium, que presentan resistencias a los macrólidos [7, 8].
Como se observa en la tabla 3 y 4, algunos antibióticos aparecen en combinación con
otros, esto se debe a que son más eficaces frente a aquellas bacterias que presentan
El uso de macrólidos debe estar reservado a pacientes que tengan alergias a las
clindamicina. Esta tiene mejor cobertura de acción contra las bacterias anaerobias y
posee la capacidad de penetrar en el tejido óseo. Por otro lado, para pacientes con
meropenem, por su alta actividad contra los organismos anaerobios, incluidos los
resistentes [7].
https://riull.ull.es/xmlui/bitstream/handle/915/17523/Microbiologia%20de%20los
%20abscesos%20dentales.pdf?sequence=1&isAllowed=y
Para iniciar el tratamiento es importante en primer lugar realizar un correcto diagnóstico del
paciente, ya que de esta manera podremos determinar la localización e intensidad de la
infección odontogénica, esto solo es posible mediante la aplicación de una correcta historia
clínica o anamnesis junto a una correcta exploración detallada o diagnóstico clínico.
Es de suma importancia poder reconocer los diferentes signos y síntomas clínicos, debido a que
el correcto diagnóstico del paciente nos ayudara a determinar el alcance del proceso infeccioso
y a su vez poder establecer un tratamiento oportuno e ideal. 2.2.9.1.1 ANAMNESIS La
comunicación con el paciente es muy importante, para empezar a determinar el origen de la
infección y a su vez establecer un correcto tratamiento. Con la anamnesis indagaremos el
estado médico general del paciente para así conocer si el paciente presenta alguna
enfermedad sistémica que pueda interferir con el tratamiento como lo es la diabetes,
insuficiencia renal, tumores malignos, VIH; también podremos saber si presenta hábitos o
antecedentes médicos como son alcoholismo, drogadicción, cirugías producto de trasplantes
de órganos, endocarditis bacteriana, etc. (Garcés, 2015)
Examen físico: primero debemos realizar una correcta inspección con la finalidad de
encontrar zonas edematizadas, enrojecidas, fijación de la piel o de la mucosa al hueso y de la
existencia de fistulas intra o extraorales. Esto lo haremos observando el tamaño de la lesión y
las áreas anatómicas afectadas analizando que no estén comprometiendo las vías aéreas ya
que si esto ocurriera el paciente se lo va a ver agitado, y con el tórax y cabeza hacia delante
colocando los codos en la rodilla al momento de estar sentado. Generalmente al momento de
la inspección debemos tomar en cuenta el grado de trismus mandibular midiendo la apertura
bucal, las piezas dentarias involucradas, y sitios tratados quirúrgicamente con anticipación.
Seguido debemos realizar la palpación de la zona utilizando los dedos para determinar con
mayor cautela el tamaño, la suavidad, la dureza y la existencia de material fluctuante intra y
extraoral, además se realizara pruebas de vitalidad pulpar en piezas afectadas.
Exámenes Radiográficos: (fragiskos, 2007), citado por (Garcés, 2015), determina que las
radiografías más utilizadas para el diagnóstico de la infección odontogénica son:
Rx Periapicales: ayudan a precisar una infección pequeña como caries en un sitio especifico.
Pruebas de laboratorio: para (Garcés, 2015), las pruebas de laboratorio de rutina necesarios
para aclarar cuadros infecciosos son:
Biometría Hemática: (Raspall, 2006), indica que ésta prueba evidencia la elevación del
recuento de los leucocitos, mayor de 10.000 con aumento a la izquierda (leucocitosis y
aumento de granulocitos). (Kwon, 2003), citado por (Garcés, 2015), afirma que las plaquetas
suelen elevarse hasta 500000 por milímetro cubico en las etapas iniciales de la infección.
Pruebas de Cultivos y antibiograma: servirán para identificar con exactitud el agente patógeno
causal y a su vez poder determinar el antimicrobiano eficaz para el control y eliminación del
microorganismo. (Kwon, 2003), citado por (Garcés, 2015), explica que se utiliza estas pruebas
cuando el paciente es inmunodeprimido, infecciones que no ceden de manera favorable al
tratamiento antibiótico empírico.
Los antibióticos más utilizados empíricamente o antibióticos de elección son las penicilinas que
cuentan con una gran actividad ante agentes aerobios y anaerobios. Pero debido a la alta
incidencia de bacterias resistentes productoras de betalactamasas es recomendable el uso de
penicilinas asociadas con un inhibidor de betalactamasas para su mejor acción. El grupo más
usado es la unión de amoxicilina + ácido clavulánico, grupo que tiene gran actividad y efecto
hacia agentes patógenos aerobios y anaerobios.
(Lòpez & Granizo , 2012), indican una lista de los antibióticos más utilizados en el tratamiento
de las infecciones odontogénicas
Amoxicilina: dosis en adulto 1000 mg/cd 8-12h; dosis en niños 50mg/kg/día en 3 dosis.
Amoxicilina + ácido clavulánico: dosis en adulto 2000 mg + 125 mg/ 12 h o 875 mg + 125mg/
8h; dosis en niños 40-80 mg/kg/día en 3 dosis o 500 mg + 125mg/8h
Clindamicina: dosis en adulto 150 – 450 mg/6 h; dosis en niños 25mg/kg/día en 3 a 4 dosis
Azitromicina: dosis en adulto 500mg/día durante 3 días; dosis en niños 10mg/kg/día durante 3
días
Para los casos evolucionados con riesgo de complicaciones se pueden utilizarse diferentes
pautas. (Lòpez & Granizo , 2012)
Amoxicilina + ácido clavulánico (1-2 gr/8) + Metronidazol (500mg/8h) por vía intravenosa
Piperacilina/tazobactam (4g/0,5g/8h) por vía intravenosa
http://repositorio.ug.edu.ec/bitstream/redug/44295/1/CHANGOTASIGjonathan.pdf