El Martes de Carnaval Entre Los Nahuas D
El Martes de Carnaval Entre Los Nahuas D
El Martes de Carnaval Entre Los Nahuas D
En la presente ponencia abordo algunos señalamientos de la visión del mundo a partir del
discurso ritual, de las prácticas y de las representaciones nahuas sobre el carnaval. Me
interesa en particular exponer a partir de la descripción etnográfica aludiendo; el carnaval
de la década de 1980 y la revitalización de la comparsa del carnaval en el 2014.
1
Licenciado en GID por la Universidad Veracruzana. Cursó la maestría en Antropología Social en la
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
1
El Carnaval en Cuacuila
En el carnaval de Cuacuila se celebra a los yehyecame, término que se traduce como “aires o
vientos”. “El aire es un elemento masculino, invisible y casi inmaterial, que puede ser
caliente o frío. Es necesario para la vida, para la respiración”. Antaño, a Quetzalcóatl se le
decía simplemente ehécatl, “viento o aire”, y a Tezcatlipoca, yohual ehecatl, “el viento de la
noche” (Stresser-Péan, 2011:471-472).
Entre los nahuas de Cuacuila, los yehyecame son los aires que se impregnan en la ropa y se
introducen en la cabeza de los seres humanos alterando su conducta y transgrediendo las
normas colectivas.
Es interesante que los nahuas busquen una posible explicación del mal
comportamiento, de los accidentes, de los asesinatos durante la celebración del carnaval, a
partir de “un hecho histórico de producción de procesos mentales inmersos en decursos de
muy larga duración, cuyo resultado es un conjunto sistémico de coherencia relativa” (López
Austin, 2015:44).
Es decir, las causas de los contratiempos en el carnaval están relacionadas con las
transgresiones a las normas colectivas y la cosmovisión. Los nahuas señalan que “no
trabajar en el martes de carnaval, no tocar herramientas agrícolas, ni lavar en el río” es parte
de los acuerdos comunitarios. La explicación se sustenta en el entendido de una conducta
personal que puede afectar a la familia o a la comunidad liberando las enfermedades, los
malos temporales y las malas cosechas; por citar un ejemplo:
Como eso lo encontré cuando le lavé su ropa. Le lavé su ropa en el día del juego, en
el día del aire. Bueno, ella estaba lavando los pantalones en medio, yo abajo [del
2
río]. — ¿Tú estás escuchando lo que está llorando? No lo van a creer, el aire a un
costado de la cueva, está llorando. Se escuchaba como un silbatito, solo escucha
cuando sopla la palma. Entonces yo, ya me espanté, ya acomodé mis trapos. —Ya
no voy a tenderlos, ya vámonos, apúrese. El mero martes a las 12 y dicen que a
nuestros hijos no es bueno lavarles la ropa en el día del juego, en el día del aire. Por
eso se enferman, por eso son enojones, por eso salen asesinos. (Doña Luz,
campesina. Cuacuila, Huauchinango, Puebla, febrero 2016).
Los aires causantes de las adversidades del carnaval habitan en las cuevas, en los
panteones, en las barrancas, en los cruceros, en los ríos y están integrados por una
colectividad de entidades anímicas como son las almas de los muertos, las almas de los
dueños de las cuevas, las almas de los dueños del agua y las almas de los antiguos
curanderos. “Se considera que su destino post mortem era transformarse en fenómenos
atmosféricos, es decir en personas-rayo, personas-relámpago, personas-nube, personas-
neblina” (Pérez Téllez, 2015:59).
En el carnaval, que dura cuatro días, los aires son libres de apropiarse de los
cuerpos de los seres humanos y de las herramientas agrícolas.
[…] Ese día se le festeja al aire, ese día [el aire] anda rondando las calles, para él ese
día está libre, puede hacer y deshacer en esos días de carnaval, pues, para esos días
él está libre, puede pasar un accidente, puede pasar un asesinato y no es, porque así
sea el destino de una persona, es porque el aire es su día, se tiene que llevar a
alguien. Se lo lleva de huarache o de zapato a fuerza tiene que pasar eso, porque a
eso viene en los días de carnaval (Domingo Garrido, curandero. Cuacuila,
Huauchinango, Puebla, febrero 2017).
3
Para evitar que los aires se apropien de los envoltorios corporales y causen contratiempos,
los nahuas hasta mediados de la década de los ochentas realizaban un depósito ritual
nombrado xopechtli un día antes del carnaval.
El xopechtli, que se traduce como “cimiento”, “zapato” o “huarache”, era oficiado por el
especialista ritual. Se realizaba en el lugar donde se “descabezaban los gallos” el día de la
clausura del carnaval; comúnmente era en un árbol porque aseguran los nahuas que “el aire
se esconde, en las barrancas, en el monte y en los árboles”.
El curandero cada vez que colocaba los alimentos iniciaba un discurso ritual en el
que negociaba, suplicaba y ordenaba a la colectividad de entidades anímicas, produciendo
una barrera protectora a los nahuas, como en el siguiente ejemplo de un tlamatcatlahtolli:
Teh hueyi tiyehyecatl, teh hueyi titlacatl, teh hueyi titlacaxamaniani, titlacapoztequini
oncan teh ticanas, ticacocuis ipan inon monoras, ipan inin motonal. Nican
ticantehuas, ticacoctehuas, moregalo, mozapato, mohuarache.
En el ritual del xopechtli, la comida ritual para los yehyecame era preparada con cierta
delicadeza, ya que algún procedimiento mal aplicado provocaría el descontento de los aires
que rechazarían los depósitos alimenticios. Por ello, el especialista ritual solicitaba al capitán
de la danza que los tamales de salsa roja fueran envueltos con una hoja de mazorca morada,
que se condimentara sin probar el mole y que la cocinera tenía que ser una joven nahua que
no hubiera tenido ningún encuentro sexual.
4
Finalmente, al concluir el ritual de xopechtli se sepultaban vivos un pollito y un
guajolotito, siete ceras, siete copales vestidos con papel oropel que tenían una apariencia
antropomorfa y envueltos con papel de china en forma de un paquete sagrado. En este
sentido, los siete copales vestidos que contenía el paquete sagrado les otorgaban
temporalmente a los aires un envoltorio corporal en donde descansaban, así se impedía que
los aires se apropiaran de los envoltorios corporales de los seres humanos y de las
herramientas agrícolas.
Antaño, de manera estricta las normas colectivas de los nahuas eran respetadas y
temidas. Un viejo curandero alude que “el martes de carnaval no se trabajaba, no se gritaba,
no se salía a lavar la ropa, no se utilizaban las herramientas agrícolas”. Se tenía muy
presente que los aires andaban sueltos y a ciertas horas del día la colectividad de las
entidades anímicas se podía apropiar de los envoltorios corporales de los seres humanos y
de las herramientas de trabajo. Aseguran los nahuas que “el martes de carnaval a medio día,
los yehyecame hacen bailar a las herramientas, es por eso, que muchos sufren accidentes
cortándose con el machete y con el hacha, todo eso es provocado por los aires”.
Los ixhuehuetini o “las caras de viejos” eran un grupo de hombres nahuas que se
vestían de mujer utilizando la indumentaria cuacuilteca. Utilizaban una blusa o camixa
bordada, un quechquemitl, una nahua negra o cuetli y una faja roja o paxahtli; en cambio otros,
costales y trapos viejos. Para cubrirse la cabeza usaban un sombrero. Seguramente antes se
utilizaba la máscara de madera o cuhxayacatl ya que, en varios relatos, aluden que un hombre
no quiso quitarse la máscara de madera y se le encarnó. Quizá sea uno de los factores que
influyeron para que los ixhuehuetini a principios de los ochentas utilizaran pañuelos y trapos
viejos para cubrirse la cara. Una vez disfrazados podían salir a bailar, gritar y azotar sus
látigos por los aires. Los músicos entonaban con guitarra y violín los 28 sones del aire.
Los ixhuehuetini bailaban enfrente de las casas en donde les donaban comida, dinero
o aguardiente. En ocasiones “las caras de viejo” limpiaban la casa con un ramo de hierbas,
con un pollo, con un pato o con unos huevos. En ese sentido, las aves que iban a ser
5
ofrendadas absorbían los malos aires de los hogares y de las personas, las aves tenían el
papel de pararrayos o esponjas.
[…] En mi casa lo sacaba yo, traíamos pollos, patos, huevos, me vestía de nahuas,
me ponía una camisa de mujer y me tapaba la cara con un pañuelo. Nomás el
sombrero de hombre, a veces cuando había dinero contratábamos a los músicos,
cuando no había dinero salíamos cargando nuestra grabadorita y poníamos
cualquier cassette, el chiste era bailar. Eso sí, salían como en cuatro partes, los más
desmadres eran los tianguistencos, con esos nos encontramos, a fuerza vamos a
hacer una pelea, a veces yo, o algún otro compañero se peleaba y así, calmábamos
el pleito, íbamos hasta Capulines. Cada quién tenía su cuadrilla. Una vez nos
topamos con los desmadrosos y nos agarramos a chingadazos, puros pinches
huevos nos aventamos. Yo le decía a tu difunta abuelita, aunque me regañes aquí
se van a vestir de ixhuehuetini, mis amigos, mis compañeros de cuadrilla, así
salíamos, la última vez [que] descabezamos fue allá en casa del difunto Tilo Rico,
hace ya 34 años, otros descabezaban enfrente de la casa de don Samuel Amixtlán
(José Trinidad, carpintero. Cuacuila, Huauchinango, Puebla, febrero 2017).
“La gran barrida” es una limpia colectiva para seres humanos, artefactos
domésticos y agrícolas, incluso en el interior de las casas se realiza una limpia para absorber
los aires que provocan las enfermedades del alma, las envidias y las malas cosechas.
Asegura un curandero que también el martes de carnaval es para provocar enfermedades y
ocasionar accidentes “ese día es muy bueno para hacer maldad, porque andan los aires,
entonces se les pide, para que una persona se muera, para que sufra un accidente, para que
lo maten, para que se caiga en un barranco o para que se vaya al monte y lo espante una
serpiente, ya que el mal aire es su fiesta el martes de carnaval”.
Siguiendo esta noción de que los aires visitan el pueblo de Cuacuila, el martes de
clausura y de “descabezada” del carnaval, se colgaban las aves domésticas que habían sido
utilizadas como pararrayos o esponjas en el ritual terapéutico.
6
Los músicos tenían que entonar 28 sones rituales y los ixhuehuetini tenían que danzar
en círculos, gritar y azotar sus látigos para llamar a los aires. Al concluir los primeros siete
sones del aire, los ixhuehuetini tenían que brincar y tratar de jalar con fuerza la cabeza de las
aves. El danzante que lograba decapitar alguna ave tenía que gritar y colocar la cabeza justo
encima del depósito ritual nombrado xopechtli.
En esa reciprocidad ritual que pactaban los seres humanos con la colectividad de entidades
anímicas, de ofrecer sangre en lugar de vida, estructuraban la salud y un buen temporal en
el ciclo ritual agrícola.
Al concluir “la descabezada” los ixhuehuetini bailaban y bebían del mismo recipiente
sorbos de aguardiente. Después de unos sones cada uno de los ixhuehuetini se descubría su
rostro para que fuera conocido por los asistentes al ritual de “la descabezada”.
Consecutivamente, las señoras de los danzantes, preparaban las aves sacrificadas para
compartir entre los asistentes y los danzantes de carnaval.
En un texto multicitado Alfredo López Austin señala que el núcleo duro es “el
organizador de los componentes del sistema, el que ajusta las innovaciones y el que va
recomponiendo el sistema tras el debilitamiento, la disolución o la perdida de elementos”;
asegura que es esa “parte de la red colectiva de actos mentales que cambian con
extraordinaria lentitud” (López Austin, 2016: 23). En ese sentido, la celebración del
carnaval en Cuacuila de ubicarse en el núcleo duro pasó a formar parte de la muy lábil al
7
paso del tiempo. A pesar de que cayó en el olvido durante aproximadamente 34 años, los
especialistas rituales, como parte del núcleo duro, siguieron realizando rituales terapéuticos
en el martes de carnaval. Los nahuas siguieron conservando la noción de que “el martes de
carnaval los aires visitan la comunidad de Cuacuila”.
Existen varios factores que influyeron para que el carnaval se dejara de celebrar;
uno de los principales es la migración, la apropiación de otras visiones del mundo y la
satanización de la descabezada por parte de las alternativas religiosas. Cabe mencionar que
en Cuacuila la mayoría de los habitantes son católicos aunque existen otras alternativas
religiosas, entre las que encontramos a Los Bautistas, La Luz del Mundo, Pentecostales,
Testigos de Jehová, Iglesia Católica Apostólica Romana Tradicional (conocidos localmente
como “puruaranes” porque la sede de su iglesia encuentra en Puruarán, Michoacán).
Dichas instituciones religiosas califican de idolatría y de paganismo las prácticas rituales de
los nahuas contemporáneos.
8
En ese mismo año se realizó la primera “descabezada” después de 34 años, en la
que participó un especialista ritual sahumando y colocando un depósito ritual.
Habría que mencionar los factores que influyeron para que se prohibiera “la
descabezada” y para que las autoridades municipales utilizaran un común denominador
ignorando las cosmovisiones de las juntas auxiliares. Por un lado, la denominación de la
cabecera municipal como Pueblo Mágico, un programa desarrollado por la Secretaría de
Turismo (Sectur) de México en conjunto con diversas instancias gubernamentales, que
reconoce a quienes habitan estas ciudades y el trabajo que han desarrollado para proteger y
guardar su riqueza cultural. En Huauchinango, como en otros municipios de la Sierra
Norte de Pueblo lo han mal interpretado, ya que han difundido el folclorismo cultural
mirando a los indígenas como piezas de museos, elogiando las prácticas rituales y
eliminando los elementos culturales que a juicio de las autoridades y desde una apreciación
etnocéntrica son prácticas inhumanas como “las descabezadas” de carnaval.
9
pero sería mejor evitarlo y prohibir esas prácticas que nada aportan a nadie ni cultural, ni
humanamente (Radio Expresión, 2010).
2
https://www.change.org/p/lic-rafael-moreno-valle-rosas-prohibir-descabezada-en-el-carnaval-de-
huauchinango-puebla
10
gradientes de aceptación de unas culturas a otras, el asunto es que “todos nos creemos
poseedores de la verdad única, de la medida justa, del justo más depurado; pero esto no
puede sostenerse cuando el conocimiento histórico y antropológico nos enseñan que cada
tradición cultural tiene sus propias verdades, y que en cualquier tradición las verdades van
cambiando con el tiempo” (López Austin,2016:33).
Por una parte, los nahuas aseguran que el martes de carnaval los aires andan
rondado las calles, “son seres sumamente reales para los nahuas, no se cuestiona su
existencia “real” y su poder. Incluso, desde la perspectiva nahua, cualquier tipo de
enfermedad puede tener como causa última la intervención de las potencias” (Pérez Téllez,
2015:32). Por otra, los derechos de los animales y las apreciaciones estéticas del apartado
dominante, sin duda, crean un choque de cosmovisiones.
Más que plantear la descripción del martes de carnaval entre los nahuas de Cuacuila,
es necesario implementar trabajos académicos que dibujen estas problemáticas para que el
sistema jurídico observe e integre las cosmovisiones indígenas, más allá de los peritajes
antropológicos a los que suele recurrir.
Cabe señalar, que en el año 2017, los jóvenes nahuas integrantes de la danza de los
ixhuehuetini decidieron no participar en la celebración del carnaval, aquí podemos enumerar
varios factores, entre los que resaltan la economía y la prohibición de “la descabezada”.
Para entender “la descabezada ritual” del martes de carnaval, habría que recurrir a
las cosmovisiones que “permiten comprender y relacionarse con tres “mundos”, distintos
para los observadores occidentales, pero que conforman una realidad interdependiente y
unificada para los pueblos” (Good, 2015:142).
11
Las cosmovisiones de los pueblos indígenas se han etiquetado como folclor o se
han consignado al ámbito de curiosidades exóticas. “Referirse a una tradición intelectual
indígena sacude las suposiciones del mundo moderno y permite cambiar la perspectiva de
los sectores de la ciencia occidental que autoproclama la única “ciencia” posible” (Good,
2015: 141).
Finalmente, las celebraciones del martes de carnaval, como he descrito, poseen una
gran coherencia interna basada en una lógica cultural muy propia de la visión del mundo de
los nahuas de Cuacuila.
Bibliografía
12
PÉREZ, TÉLLEZ, Iván. 2015. “La obscuridad necesaria en el chamanismo nahua”.
México, Artes de México. 118, pp. 54-61.
STRESSER, PÉAN, Guy. 2011. El Sol-Dios y Cristo, La Cristianización de los Indios de México
vista desde la Sierra Norte de Puebla. México: Fondo de Cultura Económica, Consejo Nacional
para la Cultura y las Artes, Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos.
13