El Martes de Carnaval Entre Los Nahuas D

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IXHUEHUETINI

EL MARTES DE CARNAVAL ENTRE LOS NAHUAS DE CUACUILA

René Esteban Trinidad1


[email protected]

En la presente ponencia abordo algunos señalamientos de la visión del mundo a partir del
discurso ritual, de las prácticas y de las representaciones nahuas sobre el carnaval. Me
interesa en particular exponer a partir de la descripción etnográfica aludiendo; el carnaval
de la década de 1980 y la revitalización de la comparsa del carnaval en el 2014.

Enclavada en la Sierra Norte de Puebla se halla la comunidad de Cuacuila, una de


las veintiséis juntas auxiliares pertenecientes al municipio de Huauchinango. Es conocida
por la eficacia de sus especialistas rituales y por sus habitantes que emigran a espacios
urbanos en la búsqueda de empleos para incrementar los ingresos económicos. Desde 1977
la emigración a espacios urbanos fue aumentando. Para 1990 a 2010 la emigración a los
Estados Unidos empezó a vaciar al pueblo de su población masculina.

La interacción con otras culturas ha desatado una inclusión de elementos culturales


dentro del sistema propio.

El carnaval en Cuacuila y Huauchinango empieza en el último sábado antes de la


cuaresma y finaliza, con la “descabezada”, en la tarde del martes del carnaval. Antaño las
celebraciones del carnaval en la cabecera municipal se llevaron a cabo en las colonias
habitadas por migrantes indígenas que se asientan en la periferia de la ciudad.

En Cuacuila y algunos barrios de Huauchinango (Zacamila, Santa Catarina, La


Cumbre, Chapultepec), los ixhuehuetini o “las caras de viejo” tenían que participar por siete
años seguidos: “si faltabas a uno o rompías tu promesa, de seguro que te pasaba algo fatal,
alguna enfermedad, algún accidente, algo malo. Dicen que en el carnaval el diablo anda
suelto” (Garrido Cruz, 2005:35). A partir de estos elementos que estructuran la
cosmovisión, se pactaba la participación en la danza de los ixhuehuetini o “las caras de
viejos”, formando un eje de continuidad cultural.

1
Licenciado en GID por la Universidad Veracruzana. Cursó la maestría en Antropología Social en la
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

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El Carnaval en Cuacuila

En el carnaval de Cuacuila se celebra a los yehyecame, término que se traduce como “aires o
vientos”. “El aire es un elemento masculino, invisible y casi inmaterial, que puede ser
caliente o frío. Es necesario para la vida, para la respiración”. Antaño, a Quetzalcóatl se le
decía simplemente ehécatl, “viento o aire”, y a Tezcatlipoca, yohual ehecatl, “el viento de la
noche” (Stresser-Péan, 2011:471-472).

Entre los nahuas de Cuacuila, los yehyecame son los aires que se impregnan en la ropa y se
introducen en la cabeza de los seres humanos alterando su conducta y transgrediendo las
normas colectivas.

Es interesante que los nahuas busquen una posible explicación del mal
comportamiento, de los accidentes, de los asesinatos durante la celebración del carnaval, a
partir de “un hecho histórico de producción de procesos mentales inmersos en decursos de
muy larga duración, cuyo resultado es un conjunto sistémico de coherencia relativa” (López
Austin, 2015:44).

Es decir, las causas de los contratiempos en el carnaval están relacionadas con las
transgresiones a las normas colectivas y la cosmovisión. Los nahuas señalan que “no
trabajar en el martes de carnaval, no tocar herramientas agrícolas, ni lavar en el río” es parte
de los acuerdos comunitarios. La explicación se sustenta en el entendido de una conducta
personal que puede afectar a la familia o a la comunidad liberando las enfermedades, los
malos temporales y las malas cosechas; por citar un ejemplo:

Cana inon onicnamicti queman onictlapaqui, onictlapaqui ahahuiltonalli,


yeyecatonalli. Bueno, yeh quipactoc pantalonten tlanepanco, neh tlacxitla. —
¿Tehuatl ticaqui tlen tzatzahtzitica? Ahmo naquineltocasque ipoxtla texcalli,
tzatzahtzitica yehyecatl. Xicaquican tlapipitzaltontli, zan caqui inon quipitza soyatl.
Entons, neh yonech momohuti, yonicquinchichi tzincuete. —Ayacmo
nitlasosohuas, yechohue. Maicihuihua san quiana pantalon, ihuan quiaquixtiya,
tihualaque. Mero martes las 12:00 huan quiitohua mach topilhua ahmo cualli
motlapaquiya inon ahahuiltonalli, inon yeyecatonalli, mach iquinon mococohua,
iquinon cualaxten, iquinon quisa temictiani.

Como eso lo encontré cuando le lavé su ropa. Le lavé su ropa en el día del juego, en
el día del aire. Bueno, ella estaba lavando los pantalones en medio, yo abajo [del

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río]. — ¿Tú estás escuchando lo que está llorando? No lo van a creer, el aire a un
costado de la cueva, está llorando. Se escuchaba como un silbatito, solo escucha
cuando sopla la palma. Entonces yo, ya me espanté, ya acomodé mis trapos. —Ya
no voy a tenderlos, ya vámonos, apúrese. El mero martes a las 12 y dicen que a
nuestros hijos no es bueno lavarles la ropa en el día del juego, en el día del aire. Por
eso se enferman, por eso son enojones, por eso salen asesinos. (Doña Luz,
campesina. Cuacuila, Huauchinango, Puebla, febrero 2016).

Los aires causantes de las adversidades del carnaval habitan en las cuevas, en los
panteones, en las barrancas, en los cruceros, en los ríos y están integrados por una
colectividad de entidades anímicas como son las almas de los muertos, las almas de los
dueños de las cuevas, las almas de los dueños del agua y las almas de los antiguos
curanderos. “Se considera que su destino post mortem era transformarse en fenómenos
atmosféricos, es decir en personas-rayo, personas-relámpago, personas-nube, personas-
neblina” (Pérez Téllez, 2015:59).

Todas estas entidades anímicas carecen de envoltorio corporal. Para interactuar


con los seres humanos, generalmente lo hacen a través de las revelaciones oníricas en las
que poseen aspecto de serpientes, de caballos, de aviones, de ixhuehuetini y de señores altos
y muy adinerados. Sin embargo, en el martes de carnaval se introducen en la cabeza de los
seres humanos para apropiarse temporalmente de sus cuerpos.

En el carnaval, que dura cuatro días, los aires son libres de apropiarse de los
cuerpos de los seres humanos y de las herramientas agrícolas.

Un curandero narra que:

[…] Ese día se le festeja al aire, ese día [el aire] anda rondando las calles, para él ese
día está libre, puede hacer y deshacer en esos días de carnaval, pues, para esos días
él está libre, puede pasar un accidente, puede pasar un asesinato y no es, porque así
sea el destino de una persona, es porque el aire es su día, se tiene que llevar a
alguien. Se lo lleva de huarache o de zapato a fuerza tiene que pasar eso, porque a
eso viene en los días de carnaval (Domingo Garrido, curandero. Cuacuila,
Huauchinango, Puebla, febrero 2017).

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Para evitar que los aires se apropien de los envoltorios corporales y causen contratiempos,
los nahuas hasta mediados de la década de los ochentas realizaban un depósito ritual
nombrado xopechtli un día antes del carnaval.

El xopechtli, que se traduce como “cimiento”, “zapato” o “huarache”, era oficiado por el
especialista ritual. Se realizaba en el lugar donde se “descabezaban los gallos” el día de la
clausura del carnaval; comúnmente era en un árbol porque aseguran los nahuas que “el aire
se esconde, en las barrancas, en el monte y en los árboles”.

En el ritual del xopechtli, los músicos tradicionales tenían un papel fundamental,


pues, al inicio y en episodios, a manera de marcadores rituales, tocaban los yehyecason o
“sones del aire”. Los danzantes del carnaval nombrados ixhuehuetini o “las caras de viejo”
asistían sin disfraz a la ceremonia que se realizaba debajo de un árbol. Allí el curandero
depositaba un pollo cocido para los siete aires de los cuatro puntos cardinales, consistía en
veintiocho tortillas, veintiocho cervezas, veintiocho platos de mole, veintiocho tamales y un
litro de aguardiente.

El curandero cada vez que colocaba los alimentos iniciaba un discurso ritual en el
que negociaba, suplicaba y ordenaba a la colectividad de entidades anímicas, produciendo
una barrera protectora a los nahuas, como en el siguiente ejemplo de un tlamatcatlahtolli:

Teh hueyi tiyehyecatl, teh hueyi titlacatl, teh hueyi titlacaxamaniani, titlacapoztequini
oncan teh ticanas, ticacocuis ipan inon monoras, ipan inin motonal. Nican
ticantehuas, ticacoctehuas, moregalo, mozapato, mohuarache.

Tú gran aire, tú gran hombre, tú gran astillador de hombres, quebrador de hombres,


aquí tú tomarás, levantarás en estas horas, en este día. Aquí pasarás a traer, lo
levantarás, tu regalo, tu zapato, tu huarache (Domingo Garrido, curandero.
Cuacuila, Huauchinango, Puebla, febrero 2017).

En el ritual del xopechtli, la comida ritual para los yehyecame era preparada con cierta
delicadeza, ya que algún procedimiento mal aplicado provocaría el descontento de los aires
que rechazarían los depósitos alimenticios. Por ello, el especialista ritual solicitaba al capitán
de la danza que los tamales de salsa roja fueran envueltos con una hoja de mazorca morada,
que se condimentara sin probar el mole y que la cocinera tenía que ser una joven nahua que
no hubiera tenido ningún encuentro sexual.

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Finalmente, al concluir el ritual de xopechtli se sepultaban vivos un pollito y un
guajolotito, siete ceras, siete copales vestidos con papel oropel que tenían una apariencia
antropomorfa y envueltos con papel de china en forma de un paquete sagrado. En este
sentido, los siete copales vestidos que contenía el paquete sagrado les otorgaban
temporalmente a los aires un envoltorio corporal en donde descansaban, así se impedía que
los aires se apropiaran de los envoltorios corporales de los seres humanos y de las
herramientas agrícolas.

El martes de carnaval entre los nahuas de Cuacuila

El carnaval de los nahuas de Cuacuila finalizaba oficialmente con la descabezada en la tarde


del martes de carnaval. Entre los nahuas contemporáneos el martes y el viernes son días
emblemáticos y son considerados como yehyeca tonalli o “día de los aires”. También en estos
días los curanderos realizan consultas y limpias estructurando así los rituales terapéuticos.

Antaño, de manera estricta las normas colectivas de los nahuas eran respetadas y
temidas. Un viejo curandero alude que “el martes de carnaval no se trabajaba, no se gritaba,
no se salía a lavar la ropa, no se utilizaban las herramientas agrícolas”. Se tenía muy
presente que los aires andaban sueltos y a ciertas horas del día la colectividad de las
entidades anímicas se podía apropiar de los envoltorios corporales de los seres humanos y
de las herramientas de trabajo. Aseguran los nahuas que “el martes de carnaval a medio día,
los yehyecame hacen bailar a las herramientas, es por eso, que muchos sufren accidentes
cortándose con el machete y con el hacha, todo eso es provocado por los aires”.

Los ixhuehuetini o “las caras de viejos” eran un grupo de hombres nahuas que se
vestían de mujer utilizando la indumentaria cuacuilteca. Utilizaban una blusa o camixa
bordada, un quechquemitl, una nahua negra o cuetli y una faja roja o paxahtli; en cambio otros,
costales y trapos viejos. Para cubrirse la cabeza usaban un sombrero. Seguramente antes se
utilizaba la máscara de madera o cuhxayacatl ya que, en varios relatos, aluden que un hombre
no quiso quitarse la máscara de madera y se le encarnó. Quizá sea uno de los factores que
influyeron para que los ixhuehuetini a principios de los ochentas utilizaran pañuelos y trapos
viejos para cubrirse la cara. Una vez disfrazados podían salir a bailar, gritar y azotar sus
látigos por los aires. Los músicos entonaban con guitarra y violín los 28 sones del aire.

Los ixhuehuetini bailaban enfrente de las casas en donde les donaban comida, dinero
o aguardiente. En ocasiones “las caras de viejo” limpiaban la casa con un ramo de hierbas,
con un pollo, con un pato o con unos huevos. En ese sentido, las aves que iban a ser

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ofrendadas absorbían los malos aires de los hogares y de las personas, las aves tenían el
papel de pararrayos o esponjas.

Un ixhuehuetini que participó en el carnaval hace 34 años, relata lo siguiente.

[…] En mi casa lo sacaba yo, traíamos pollos, patos, huevos, me vestía de nahuas,
me ponía una camisa de mujer y me tapaba la cara con un pañuelo. Nomás el
sombrero de hombre, a veces cuando había dinero contratábamos a los músicos,
cuando no había dinero salíamos cargando nuestra grabadorita y poníamos
cualquier cassette, el chiste era bailar. Eso sí, salían como en cuatro partes, los más
desmadres eran los tianguistencos, con esos nos encontramos, a fuerza vamos a
hacer una pelea, a veces yo, o algún otro compañero se peleaba y así, calmábamos
el pleito, íbamos hasta Capulines. Cada quién tenía su cuadrilla. Una vez nos
topamos con los desmadrosos y nos agarramos a chingadazos, puros pinches
huevos nos aventamos. Yo le decía a tu difunta abuelita, aunque me regañes aquí
se van a vestir de ixhuehuetini, mis amigos, mis compañeros de cuadrilla, así
salíamos, la última vez [que] descabezamos fue allá en casa del difunto Tilo Rico,
hace ya 34 años, otros descabezaban enfrente de la casa de don Samuel Amixtlán
(José Trinidad, carpintero. Cuacuila, Huauchinango, Puebla, febrero 2017).

Los especialistas rituales antaño y en tiempos contemporáneos señalan que el martes de


carnaval es un día chicahuac “fuerte” y realizan el hueyi tlachpanilizti “la gran barrida” o “la
gran limpia”.

“La gran barrida” es una limpia colectiva para seres humanos, artefactos
domésticos y agrícolas, incluso en el interior de las casas se realiza una limpia para absorber
los aires que provocan las enfermedades del alma, las envidias y las malas cosechas.
Asegura un curandero que también el martes de carnaval es para provocar enfermedades y
ocasionar accidentes “ese día es muy bueno para hacer maldad, porque andan los aires,
entonces se les pide, para que una persona se muera, para que sufra un accidente, para que
lo maten, para que se caiga en un barranco o para que se vaya al monte y lo espante una
serpiente, ya que el mal aire es su fiesta el martes de carnaval”.

Siguiendo esta noción de que los aires visitan el pueblo de Cuacuila, el martes de
clausura y de “descabezada” del carnaval, se colgaban las aves domésticas que habían sido
utilizadas como pararrayos o esponjas en el ritual terapéutico.

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Los músicos tenían que entonar 28 sones rituales y los ixhuehuetini tenían que danzar
en círculos, gritar y azotar sus látigos para llamar a los aires. Al concluir los primeros siete
sones del aire, los ixhuehuetini tenían que brincar y tratar de jalar con fuerza la cabeza de las
aves. El danzante que lograba decapitar alguna ave tenía que gritar y colocar la cabeza justo
encima del depósito ritual nombrado xopechtli.

Un curandero lo narra así:

El martes de carnaval es cuando termina, es cuando hacen “la descabezada” de los


pollos, eso lo hacen porque hay un motivo, en el momento que inicia el carnaval los
malos aires llegan y andan rondando por las calles. Después cuando se termina [el
carnaval], es cuando despiden [a los aires] porque ya cumplieron cuatro días aquí en
el pueblo. Cuatros días que andan bailando. Cuatro días que los ixhuehuetini, lo
andan siguiendo, entonces ese martes, lo despiden con “la descabezada” y le dan lo
que viene buscando. Lo que busca es la sangre con eso el aire se pone más fuerte y
es su comida principal: es la sangre y el alma de los animales, porque también los
gallos, los patos y todos los animales tienen alma, es por eso que se lleva el alma de
los animalitos. Por eso, se hace “la descabezada” para evitar que se lleve el alma de
las personas (Domingo Garrido, curandero. Cuacuila, Huauchinango, Puebla,
febrero 2017).

En esa reciprocidad ritual que pactaban los seres humanos con la colectividad de entidades
anímicas, de ofrecer sangre en lugar de vida, estructuraban la salud y un buen temporal en
el ciclo ritual agrícola.

Al concluir “la descabezada” los ixhuehuetini bailaban y bebían del mismo recipiente
sorbos de aguardiente. Después de unos sones cada uno de los ixhuehuetini se descubría su
rostro para que fuera conocido por los asistentes al ritual de “la descabezada”.
Consecutivamente, las señoras de los danzantes, preparaban las aves sacrificadas para
compartir entre los asistentes y los danzantes de carnaval.

En un texto multicitado Alfredo López Austin señala que el núcleo duro es “el
organizador de los componentes del sistema, el que ajusta las innovaciones y el que va
recomponiendo el sistema tras el debilitamiento, la disolución o la perdida de elementos”;
asegura que es esa “parte de la red colectiva de actos mentales que cambian con
extraordinaria lentitud” (López Austin, 2016: 23). En ese sentido, la celebración del
carnaval en Cuacuila de ubicarse en el núcleo duro pasó a formar parte de la muy lábil al

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paso del tiempo. A pesar de que cayó en el olvido durante aproximadamente 34 años, los
especialistas rituales, como parte del núcleo duro, siguieron realizando rituales terapéuticos
en el martes de carnaval. Los nahuas siguieron conservando la noción de que “el martes de
carnaval los aires visitan la comunidad de Cuacuila”.

Existen varios factores que influyeron para que el carnaval se dejara de celebrar;
uno de los principales es la migración, la apropiación de otras visiones del mundo y la
satanización de la descabezada por parte de las alternativas religiosas. Cabe mencionar que
en Cuacuila la mayoría de los habitantes son católicos aunque existen otras alternativas
religiosas, entre las que encontramos a Los Bautistas, La Luz del Mundo, Pentecostales,
Testigos de Jehová, Iglesia Católica Apostólica Romana Tradicional (conocidos localmente
como “puruaranes” porque la sede de su iglesia encuentra en Puruarán, Michoacán).
Dichas instituciones religiosas califican de idolatría y de paganismo las prácticas rituales de
los nahuas contemporáneos.

En el municipio de Huauchinango el carnaval se siguió celebrando y adquirió


nuevas fisionomías: se dejaron de escuchar los sones de los aires y se apropiaron de las
música de banda de viento; se dejaron de utilizar los disfraces de costal y los pintados de
tizne de carbón, empezando “a vestirse de muchos personajes: enfermera, catrín, ancianita,
cura. Podían salir del Santo, o de Blue demon, a muchos les gustaba salir de luchadores”
(Garrido Cruz, 2005:36). La apropiación de diablos y de caballeros negros fue aumentando,
hasta que finalmente todos empezaron a utilizar disfraces diseñados y confeccionados en
boutiques.

En la actualidad, en la cabecera municipal los danzantes de carnaval son nombrados


como huehue, que en náhuatl significa “viejo”. Una comparsa de un barrio puede estar
formada por hombres y mujeres (niños, jóvenes y adultos) que ascienden hasta los 300
integrantes. En el 2017, las autoridades informaron que hubo 28 comparsas y 3500 huehues.

Es muy probable que después de participar en varias comparsas de huehues en la


ciudad de Huauchinango, los jóvenes nahuas de Cuacuila optaran por revitalizar en su
propia comunidad la danza del carnaval en el 2014, nombrado a la comparsa de Cuacuila
como “la princesa de todas las bandas”. Cabe señalar que no sé retomó ningún disfraz que
se utilizaba en la década de los años 80 y optaron por diseñar y elaborar trajes de carnaval
muy similares a las comparsas de la cabecera municipal, que fueron inspirados en la manera
de vestirse de las bandas gruperas musicales como Bronco.

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En ese mismo año se realizó la primera “descabezada” después de 34 años, en la
que participó un especialista ritual sahumando y colocando un depósito ritual.

En los años 2015 y 2016 la comparsa de Cuacuila siguió participando en las


celebraciones del carnaval sin realizar “la descabezada ritual”, ya que, las autoridades
municipales obligaron a todas las danzas del carnaval a realizar una “descabezada”
colgando globos repletos de harina y agua.

Habría que mencionar los factores que influyeron para que se prohibiera “la
descabezada” y para que las autoridades municipales utilizaran un común denominador
ignorando las cosmovisiones de las juntas auxiliares. Por un lado, la denominación de la
cabecera municipal como Pueblo Mágico, un programa desarrollado por la Secretaría de
Turismo (Sectur) de México en conjunto con diversas instancias gubernamentales, que
reconoce a quienes habitan estas ciudades y el trabajo que han desarrollado para proteger y
guardar su riqueza cultural. En Huauchinango, como en otros municipios de la Sierra
Norte de Pueblo lo han mal interpretado, ya que han difundido el folclorismo cultural
mirando a los indígenas como piezas de museos, elogiando las prácticas rituales y
eliminando los elementos culturales que a juicio de las autoridades y desde una apreciación
etnocéntrica son prácticas inhumanas como “las descabezadas” de carnaval.

Por el otro lado, desde el 2010, un grupo de huauchinanguenses defensores de los


derechos de los animales hicieron llegar un escrito a las autoridades y al periódico local
“Radio Expresión”, en el que señalan, el fin al “martirio de las aves de corral” mencionado
que desde 1982, en la entidad está vigente la Ley que protege a los animales contra los
tratos de crueldad inútil, como “la descabezada” a la que por más que se le quiera justificar
como una tradición no tiene nada “de rescatable ni que deba enorgullecernos”. Aseguraron
en el escrito que el martes de carnaval cada comparsa de huehues en los barrios de
Huauchinango convoca a una “descabezada”. En el acto cada danzante al pasar bailando
jala el pescuezo de un pollo, que previamente ha sido colgado de las patas en el centro del
lugar, hasta darle muerte. El escrito afirma que, de acuerdo con los artículos 3, 4, y 5 de la
Ley citada, este tipo de actos “como es la muerte de un animal utilizando medios que
prolonguen su agonía y causándole sufrimiento innecesario”, deben sancionarse y los
encargados de hacerla cumplir son las autoridades municipales, así que nadie puede evadir
esa responsabilidad. Ejemplificaron que en una población tlaxcalteca se acostumbraba
hacer “la descabezada” hasta que fueron exhibidos por las cámaras de las televisoras
nacionales “como unos salvajes, no sabemos si acá estamos esperando a que eso suceda,

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pero sería mejor evitarlo y prohibir esas prácticas que nada aportan a nadie ni cultural, ni
humanamente (Radio Expresión, 2010).

Posteriormente, en el 2015, a través de una página electrónica,2 se recopilaron 370


firmas, con el principal objetivo de prohibir “la descabezada” en el carnaval de
Huauchinango.

En la página electrónica se lee un escrito principal, cito literal:

¿Tradición? Colgar a un pollo/gallina de sus patitas y jalarle la cabeza en repetidas


ocasiones hasta arrancarla de su cuerpo, eso a mi manera de ver las cosas no es una
tradición puedo apostar a que quien participa en este tipo de actos inhumanos no
tiene ni la mínima idea de el por que lo hace ni el origen de esta tradición, en el
carnaval de Huauchinango, Puebla esto se lleva acabo por que cuenta la leyenda que
se le brinda un culto al díablo que en esos días está en la tierra, seamos razonables
no menosprecio las tradiciones de mi pueblo pero desde un principio los tan
conocidos "huehues" han perdido mucho de lo que en un principio eran, es por eso
que hoy a unos días de que este acto inhumano y en mi punto de vista innecesario
pase hago una petición para que esto se detenga es una forma cruel de matar a un
ser vivo solo por el morbo y adrenalina que viven en ese momento.

También se lee algunos comentarios y sólo por citar algunos:

“Ninguna tradición por encima de la razón”, “POR SER UNA TRADICIÓN


RETROGRADA E INHUMANA ALTO A ESTOS ACTOS DE
VIOLENCIA”. “Que mal que tradidiciones perdon pero estupidas comoesta
sigan existiendo que ignoracia la verdad las personas que hacen esto estan muy
mal mira que hacerle culto a diablo? que tonteria mejor rindanle tributos al
creador con buenas acciones en vez de hacer tonterias y sadicas como estas
deverian de prohibir esta crueldad”, “POR QUE ESTO YA NO ES UNA
TRADICIÓN ,A ESTO SE LE LLAMA PAGANISMO Y SATANISMO, NO
MAS DIVERSIÓN A COSTA DE LA VIDA DE UN ANIMAL”.

En este tenor, se trata de un “verdadero choque cultural que se da en términos bastante


más complejos y radicales, pues se trata finalmente, de un choque de cosmologías” (Pérez
Téllez, 2015:29); en ese sentido, los valores estéticos, como los éticos, varían en sus

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https://www.change.org/p/lic-rafael-moreno-valle-rosas-prohibir-descabezada-en-el-carnaval-de-
huauchinango-puebla

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gradientes de aceptación de unas culturas a otras, el asunto es que “todos nos creemos
poseedores de la verdad única, de la medida justa, del justo más depurado; pero esto no
puede sostenerse cuando el conocimiento histórico y antropológico nos enseñan que cada
tradición cultural tiene sus propias verdades, y que en cualquier tradición las verdades van
cambiando con el tiempo” (López Austin,2016:33).

Por una parte, los nahuas aseguran que el martes de carnaval los aires andan
rondado las calles, “son seres sumamente reales para los nahuas, no se cuestiona su
existencia “real” y su poder. Incluso, desde la perspectiva nahua, cualquier tipo de
enfermedad puede tener como causa última la intervención de las potencias” (Pérez Téllez,
2015:32). Por otra, los derechos de los animales y las apreciaciones estéticas del apartado
dominante, sin duda, crean un choque de cosmovisiones.

Más que plantear la descripción del martes de carnaval entre los nahuas de Cuacuila,
es necesario implementar trabajos académicos que dibujen estas problemáticas para que el
sistema jurídico observe e integre las cosmovisiones indígenas, más allá de los peritajes
antropológicos a los que suele recurrir.

Cabe señalar, que en el año 2017, los jóvenes nahuas integrantes de la danza de los
ixhuehuetini decidieron no participar en la celebración del carnaval, aquí podemos enumerar
varios factores, entre los que resaltan la economía y la prohibición de “la descabezada”.

La prohibición de “la descabezada ritual” es un epistemicidio mismo que se define


como “la vastísima destrucción de conocimientos propios de los pueblos” desde una visión
eurocéntrica y etnocéntrica (Boaventura de Sousa, 2010:8). Hoy día, es un problema de
injusticia cognitiva, es un problema de destrucción de las visiones del mundo.

Para entender “la descabezada ritual” del martes de carnaval, habría que recurrir a
las cosmovisiones que “permiten comprender y relacionarse con tres “mundos”, distintos
para los observadores occidentales, pero que conforman una realidad interdependiente y
unificada para los pueblos” (Good, 2015:142).

En ese tenor, se comprende de una forma profunda “la descabezada ritual” y su


relación con las entidades anímicas, siguiendo el modelo que provee la cosmovisión “de un
mundo natural, animado y vivo; del mundo humano, social, y de un mundo sobrenatural
densamente poblado; guía y explica cómo los hombres y mujeres deben actuar dentro de
cada una de estas esferas, y también cómo interactuar con los demás”(Good, 2015:142).

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Las cosmovisiones de los pueblos indígenas se han etiquetado como folclor o se
han consignado al ámbito de curiosidades exóticas. “Referirse a una tradición intelectual
indígena sacude las suposiciones del mundo moderno y permite cambiar la perspectiva de
los sectores de la ciencia occidental que autoproclama la única “ciencia” posible” (Good,
2015: 141).

Finalmente, las celebraciones del martes de carnaval, como he descrito, poseen una
gran coherencia interna basada en una lógica cultural muy propia de la visión del mundo de
los nahuas de Cuacuila.

Bibliografía

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12
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Recuperado de http://radioexpresion.org/index.php/hemeroteca/32864-
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STRESSER, PÉAN, Guy. 2011. El Sol-Dios y Cristo, La Cristianización de los Indios de México
vista desde la Sierra Norte de Puebla. México: Fondo de Cultura Económica, Consejo Nacional
para la Cultura y las Artes, Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos.

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