Danza de Las Tijeras

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Introducción

Son algunos los académicos y académicas que han planteado la posibilidad de entenderlas
manifestaciones rituales y festivas andinas contemporáneas como una forma de resistencia
cultural al haber permitido la continuidad de la identidad andina hasta nuestros días a través de
procesos de adaptación. El ejemplo que utilizaré para desarrollar el análisis sobre las danzas
tradicionales como herramienta de resistencia cultural es La Danza de Las Tijeras originaria de los
departamentos de Ayacucho, Apurímac y Huancavelica.

Como lo explica el etnomusicólogo Manuel Arce Sotelo en su libro Danza de las Tijeras y Violín de
Lucanas, ésta danza es un ritual propiciatorio para un buen inicio y desarrollo del año agrícola en
el que se les solicita protección y la intervención en la siembra y cosechas a las divinidades
tutelares andinas a través de una serie de ofrendas y rituales.

Esta danza está protagonizada por el bailarín o danzaq quien a su vez está acompañado por un
violinista y un arpista formando la denominada “cuadrilla”. Tradicionalmente el danzaq es
considerado un intermediario entre los wamanis (divinidades de las montañas) y los humanos, ya
que al danzar lo que se manifiesta es el wamani encarnado en el danzaq guiando sus
impresionantes movimientos y evidenciando el poder y esplendor de las divinidades.

A pesar de que aún existe debate respecto al origen de la Danza de las Tijeras, hay quienes afirman
que esta está directamente vinculada al movimiento de resistencia Inca denominado “Taki Onkoy”
surgido a mediados del siglo XVI que tenía como principio y motor el rechazo a todos los símbolos,
religión y costumbres españolas. Los actores principales de este movimiento promulgaban el
retorno de las huacas (lugares sagrados asociados a deidades) y el restablecimiento del antiguo
orden social, religioso, económico y político prehispánico. Este rechazo a la cultura impuesta y
esfuerzo reivindicativo de la cultura propia se manifestaba a través de la reencarnación de las
huacas en algunos indígenas quienes entraban en un estado de posesión frenética y predicaban el
rechazo de todo lo proveniente de la cultura conquistadora. De ahí, la relación que antropólogos,
como Lucy Núñez Rebaza, han establecido entre los Danzaq los protagonistas del Taki Onkoy.

También se cree que el origen del danzaq puede ser el personaje prehispánico del “Tusuq” (se
traduce como “el que baila”) que era considerado sacerdote, maestro, sabio, y tenía este papel de
intermediario entre wamanis y humanos. De una u otra manera, la presencia española persiguió y
castigó a todos quienes promulgaran el culto a las huacas ya que este era considerado herejía. A
pesar de ello, el danzaq sobrevivió, incorporándose en las festividades religiosas católicas, y su
capacidad de resistencia sigue evidenciándose hoy en día en contextos más contemporáneos que
sin embargo no dejan de representar retos a su continuidad.
DANZA DE LAS TIJERAS
La danza de las tijeras o danza de gala es una danza originaria de la región chanka en el Perú, cuyo
marco musical es provisto por violín y arpa, y que posteriormente fue difundida a las regiones de
Huancavelica, Ayacucho y Apurímac. En Apurímac la danza es denominada Saqras, en Ayacucho se
llama danzaq, mientras que en Huancavelica al danzante de tijeras se le denomina Gala.

Los campesinos los llamaban «Supaypa Wasin Tusuq»: el danzante en la casa del diablo [cita
requerida]. Se atribuye a José María Arguedas la generalización del término «danzante de tijeras»
por las tijeras que los danzantes llevan en la mano derecha y que las entrechocan mientras bailan.
[cita requerida] Según los sacerdotes de la colonia, su lado mágico obedece a un supuesto pacto
con el diablo, debido a las sorprendentes pastas o pruebas que ejecutan en la danza. Estas
pruebas se denominan Atipanakuy. El instrumento central de la danza son las tijeras elaboradas
con dos placas independientes de metal de aproximadamente 25cm de largo y que juntas tienen la
forma de un par de tijeras de punta roma. Actualmente las regiones de mayor difusión de esta
danza son: Ayacucho, Huancavelica, Arequipa, Apurímac y Lima. [cita requerida]

El Instituto Nacional de Cultura del Perú la reconoció como Patrimonio Cultural de la Nación en el
año 1995.

El 16 de noviembre de 2010 fue reconocida por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de
la Humanidad junto a la Huaconada por su antigüedad y valor simbólico.

Los danzantes de tijeras descienden de los "tusuq laykas" que eran sacerdotes, adivinos, brujos y
curanderos prehispánicos, quienes durante la época colonial fueron perseguidos; es ahí donde
comienzan a hacerse conocidos como "supaypa wawan" (hijo del diablo en quechua) y se refugian
en las zonas más altas. Con el paso del tiempo, los colonizadores aceptaron que volvieran, pero
condicionándolos a danzar a los santos y al Dios católico. Así, se iniciaría, supuesta mente, la
tradición de ejecutar la danza de las tijeras en las fiestas patronales. Durante la colonia la danza
está influenciada por los movimientos de la jota, contradanza y minués españoles, además de ser
influida por los trajes de luces españoles. Existen evidencias documentales de que en el año 1600
la danza de las tijeras ya era practicada extensamente.

La danza de tijeras puede ser de distintos tipos, por ejemplo, la danza mayor o de competencia, la
danza menor o «Qolla alva» que se baila por las noches; y zapateos, ejecutados en las festividades
navideñas. En la danza de competencia, dos bailarines (también llamados «danzaq») danzan por
turnos retándose el uno al otro a superar el riesgo de los pasos que realizan. A esta competencia
se conoce como «atipanakuy», «hapinakuy», «tupanakuy», entre otros.

Competencia entre una pareja de danzaq.

En la sierra, se baila entre abril y diciembre, en todas las fiestas agrícolas y religiosas importantes.
Cada melodía corresponde a unos pasos: Pasacalle, para marchar en las calles; Wallpa wajay,
cuando son las tres de la mañana y canta el gallo. Durante el día, se toca en tono mayor, por la
noche, en tono menor. El primer día (Anticipo), llegan al pueblo los músicos y danzantes. A las 12
de la noche, en secreto, hacen el pago en la plaza, la ofrenda al Huamani. El segundo día (Víspera),
desfilan por las calles y bailan en contrapunto desde las 6 de la mañana hasta las 8 de la noche. El
tercer día (Día Central), se hacen las pruebas: hacen números de magia, se traspasan con agujas y
espinas, suben a las torres de la iglesia (torre baja) donde realizan demostraciones de equilibrio y
acrobacia. El cuarto día (Cabildo), bailan otra vez hasta las 8 de la noche y el quinto día
(Despacho), regresan a su lugar de origen.

El «danzaq» es el danzante de tijeras. En las tradiciones orales de la zona chanca se considera al


«danzaq» como un ser mítico diabólico por recitar "taytachay juanikillo" que significa diablo, padre
mío. La danza lleva en sus manos, durante la danza, dos tijeras llamadas "hembra" y "macho", que
vienen de tiempos en que los danzantes eran explotados en la actividad minera por los
colonizadores españoles. Sobre estas tijeras, en la región ayacuchana existen leyendas que dicen
que las tijeras del danzante fueron hechas por los auquis y su sonido proviene de la laguna
Yauruviri. La enseñanza del danzaq se transmite de generación en generación, y por lo general se
inicia durante la infancia, equiparando la vocación del danzaq con la vocación de un sacerdote.

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