Unidad1.Contextualización de La Ética

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ÉTICA

ÉTICA

Á rea d e Co no cimi e nto | Ra zó n y Fe


Contextualización

TABLA DE CONTENIDOS

Esquema ........................................................................................................................... 3
Breve Descripción del Capítulo ......................................................................................... 4
Objetivos ........................................................................................................................... 4
Contextualización .............................................................................................................. 5
1.1. Problemática actual de la Ética. ......................................................................... 5
1.2. Fundamentación de la Ética. .............................................................................. 6
1.2.1. Conceptualizaciones. .................................................................................. 6
1.2.2. El Hecho o acción Moral. ............................................................................ 7
1.2.3. Fundamentación Antropológica.................................................................. 9
1.2.4. Fundamentación Filosófica. ...................................................................... 16
1.3. Ética de mínimos en una sociedad plural. ........................................................ 27
1.3.1. Ciudadanía y praxis ética. .......................................................................... 31
Bibliografía ...................................................................................................................... 35

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Esquema

Problemática actual de la ética

Contextualización de la Ética Definición de ética y moral.

Fundamentos de la ética.

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Breve Descripción del Capítulo

El autor del primer capítulo presenta la noción general de la Ética desde la

fundamentación conceptual y antropológica de la conciencia, el acto, el valor y la

valoración moral como aspectos del ser humano desarrolla en su formación como

persona en relación con los demás.

Luego, se planteará la fundamentación filosófica de la Ética, desde la virtud como tema

que ha sido desarrollado en la Filosofía Occidental, en relación a la moral teórica y fáctica

que permiten el desarrollo de principios morales como la libertad, responsabilidad,

tolerancia e igualdad. Que deben ser constituidos en principios sociales desde la

formación ética de la persona que busca su realización personal a partir de la felicidad en

la relación con los demás.

Objetivos

• Sustentar la dimensión ética del ser humano.

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1.1. Problemática actual de la Ética.

La revolución industrial 4.0 del Siglo XXI ha reafirmado la crisis relacionada al


individuo, la familia y sociedad. Especialmente en niños y jóvenes que no han sido
educados por sus progenitores sino más bien por los parientes cercanos a estos como
son: tíos, abuelos, primos, etc.; a consecuencia de que sus padres han migrado a países
desarrollados en busca de una mejor oferta de trabajo, dejando a sus hijos bajo una
escaza o permisiva educación en valores. Por otro lado, la realidad juvenil con el afán de
saber todo y sentirse adulta ha ocasionado la paternidad y maternidad precoz que ha
conllevado en la mayoría de casos, el alejarse de la formación de colegio y universidad
para dedicarse a la crianza del hijo y someterse a una baja remuneración.

Esta realidad ha generado nuevos modelos de familia como las monoparentales,


reconstituidas, nucleares, extensas, de abuelos y nietos. Evidenciando además la poca
estabilidad emocional que ha conducido a la separación o divorcio. Asumiendo la
potestad del hijo sea el padre o madre según la sentencia del juez. Esta realidad de la
familia actual, además se ha caracterizado por el bajo control de las acciones de los hijos
por la falta de permanencia en casa de los padres, quienes deben trabajar para mejorar
la calidad de vida de sus hijos, brindándoles una educación en todos sus niveles.

Sin embargo, la gran mayoría de instituciones educativas han relegado y


relativizado la formación ética en las mallas curriculares, lo que establece la escaza
formación axiológica y moral de los educandos. Situación que requiere docentes
formados a nivel integral para integrar desde la cátedra interdisciplinar la teoría,
práctica y vivencia de valores a nivel interno de los colegios.

Ante esta situación un poco crítica, es necesario afirmar que la formación ética
a nivel de la académica, contribuirá a ser el nexo moral que permitirá el análisis,
reflexión y gestión de decisiones correctas frente a un escenario permisivo y corrupto
en todas las esferas de la sociedad. Por eso, en referencia a la formación griega antigua
del siglo III a. C, planteamos la necesidad de educar a la persona en su proceso cognitivo

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de desarrollo moral según Peaget, para que los padres formen desde la más temprana
edad en sus hijos, la conciencia ética que les permita fortalecer y desarrollar principios
y valores necesarios que permitan el bien de la familia, la sociedad, la política y la
economía.

No queremos, con lo anteriormente dicho, desligar la responsabilidad que tiene


los padres, familiares y amigos de formar con el testimonio ético a sus parientes, a partir
de una ética de mínimos de aceptación, tolerancia, respeto, amor, que les pueda guiar
hacia una ética de máximos. En este sentido, la formación ética, en la práctica de valores
son el vector que orienta la vida de las personas hacia la felicidad duradera que genere
alegría, paz, bienestar personal, familiar y social hacia la práctica de la justicia.

Por ello, el siguiente capítulo presenta una fundamentación antropológica y


filosófica de la ética, a partir de la finalidad que tiene la moral en la formación axiológica
de la persona que está en interdependencia social, política, económica y ecológica como
quienes tiene la responsabilidad de cuidar, fortalecer y engrandecer la identidad social
desde el buen vivir que involucre el bienestar y la calidad de vida digna, tanto del ser
humano como del cuidado en sociedad y en relación con el medio ambiente.

1.2. Fundamentación de la Ética.

1.2.1. Conceptualizaciones.

El término ética proviene del griego “ethos” y significa “modo de vivir”,


costumbre” Vamos a utilizar el término “ética” para referirnos a la teoría, a la reflexión,
principios y normas que se hayan planteado acerca de las formas de vivir y las
costumbres (Lino Muñoz, 1999, pág. 31). Ética, que como filosofía de la moral, indaga,
cuestiona, reflexiona y conceptualiza sobre la misma; así, la precisan como la “teoría de
la moral”, o como la “ciencia filosófica” que se ocupa de los valores morales en sus
distintas manifestaciones sociales.

Mientras que el término moral, proviene del latín “mos, moris”, que significa
costumbre personal, adquirida por hábito en relación con las normas de

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comportamiento que establecen la distinción entre lo bueno y lo malo como criterio de


perfección humana.

De esta manera, avalados en García, es necesario se distinga entre ética y moral:

La Ética se referiría así al suelo firme, al fundamento de la praxis, a la raíz de donde


brotan todos los actos humanos. Es el desde donde de la acción. Ethos como
contraposición a pathos, es decir, hábito y costumbre frente a lo inmodificable por la
voluntad del ser humano… El término moral, por su parte, es el conjunto de reglas o
normas adquiridas por hábito y dirigidas a la formación de aquello que es más propio
de una persona, de su modo de actuar”. (García, 2014, p. 9).

La “ética” en relación al estudio de las costumbres y valores morales necesitan


ser aprehendidos y resignificados en las instituciones educativas que logren la
interiorización de principios y normas de comportamiento, ya sean éstos adquiridos en
la familia, la escuela, la iglesia, el Estado, los medios de comunicación; que a nivel
general se caracterizan por mantener en el contexto el “Statu quo”.

De esta manera, la ética promueve el lenguaje moral, es decir, diferenciamos las


personas éticas y morales con relación a lo bueno y lo malo, de acciones lícitas e Ilícitas,
de justo e injusto, de personas virtuosas y de personas viciosas. Igualmente, en la
concepción ética encontraremos la doble moral, es decir, que existe la incoherencia
entre el discurso ético y la práctica axiológica, en relación con el hecho moral a través
del cual se reconoce o no a una persona1 ética (Guardini, 2000, pág. 149).

1.2.2. El Hecho o acción Moral.

El ser humano en la vivencia y práctica de sus acciones se muestra como una


persona moral o inmoral, lo que exige ser consciente del valor y la norma que aplica en
relación consigo mismo y hacia los demás. Así en efecto, si “la Moral se refiere al conjunto
de normas de acuerdo con las cuales los hombres orientan sus vidas; los hechos morales son

1
Los diferentes elementos que componen la totalidad del hombre son, en primer lugar, de los actos en
los que se desarrolla: el conocimiento, la libertad, la acción, el sentimiento y la conciencia de la figura de
la vida en la memoria y la previsión. Y, finalmente, de su composición sustancial: cuerpo espiritualizado
(espíritu corporeizado).

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tanto los de la conducta y vida interior de cada ser humano individual, como los que se vinculan
a fines, normas y conductas de grupos e instituciones” (Colegio24hs, 2004, p. 5).

Estas normas de conducta dictaminan el proceder de las personas a nivel de una


ética de máximos y mínimos 2 (Cortina, 1998, pág. 120). Es decir, se toma en cuenta
aquellos valores interiorizados desde la niñez, donde se asimiló el aprendizaje de varios
valores compartidos en la familia como son: el respeto, la igualdad, el saludo a los
mayores. Principios que son interiorizados en la práctica de relación con los parientes.
Así, todo infante aprende a respetar a los padres y personas adultas, a partir de una
educación axiológica implementada en la familia, y luego puesta en práctica a nivel
social.

La formación moral nos lleva a distinguir la acción3 personal (Guardini, 2000, pág.
121) a partir de valores que se desarrollan en el proceso de crecimiento psicológico y
físico del ser humano. Por eso, existe el refrán “educa a un niño en valores para que, en
un futuro próximo, la justicia legal no justifique penalizar y encerrar a un adulto vicioso,
pervertido y corrupto”. Los valores, así aprehendidos en la práctica del ambiente familiar
se denomina ética de máximos, y éstos al ser expresados en sociedad constituye la ética
de mínimos donde se hace posible la experiencia axiológica de Occidente4.

Práctica moral que se constituye en “el conjunto de actos concretos efectuados


por el hombre de acuerdo con la moral dominante en una sociedad determinada”.
(Fregoso, 2008, p. 47), que a partir de esto se configura en una cultura de paz, de justicia
y solidaridad; o lo contrario, una cultura con violencia social, corrupción e
individualismo. Por lo que sigue, es necesario presentar la fundamentación

2
Las éticas de máximos invitan o dan consejos desde la experiencia vivida en primera persona o desde la
experiencia heredada de quienes merecen confianza. Por ello son importantes las aportaciones
científicas. (…). Una ética de mínimos propone los mínimos axiológicos y normativos compartidos por la
conciencia de una sociedad pluralista, desde cada quien en plena libertad hace su oferta de máximos y
desde los que los miembros de una sociedad pueden tomar decisiones morales compartidas en cuestiones
de ética aplicada.
3
Esquemáticamente: con el conocimiento atraigo la realidad al ámbito de la consciencia y me adueño de
su significado. Con el acto de voluntad libre tomo postura interiormente frente a eso ya conocido y me
decido por una conducta. El tercer acto es la acción, es decir: sobre la base del conocimiento y de la
decisión vuelvo a la realidad, la capto, dispongo de ella y le doy forma.
4
Occidente es la situación geográfica mundial que relaciona a toda persona que vive en Europa, y
América.

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antropológica de la ética, donde se explicará la génesis del por qué el ser humano es un
ser ético.

1.2.3. Fundamentación Antropológica.

El ser humano como parte del mundo y como consciencia reveladora del mismo,
es un ser que se dona en la interacción y encuentro5 (Guardini, 2000, pág. 187) con otros
seres humanos y la naturaleza. Y ha construido su propia existencia en relación con los
demás en sociedad, en la que ha dejado su huella como ser histórico. Expresando en su
origen evolutivo su situación nómada (13.000 y 11.000 años a. C 6 ), como errante
peregrino que buscó tierras fértiles, climas agradables para la recolección de frutas y
caza de animales que fueron indispensables para la sobrevivencia de su especie 7 .
Demostró, ante todo, que fue capaz de sobrevivir en relación con el cuidado de los
recursos naturales, la domesticación de cabras, ovejas y los primeros asentamientos
para la crianza de animales para el consumo alimenticio8; empero, se enfrentó a grupos
o ayllus que buscaban apoderarse de los recursos obtenidos armando el saqueo y la
destrucción del cultivo.

Así, la fabricación de herramientas para la defensa, la caza, la pesca le permitió


a nuestro antepasado humano, desarrollar costumbres sociales de alerta y protección
de los recursos disponibles y, que junto al cuidado de los árboles frutales y de animales
que habían sido idóneos domesticar como el perro, el caballo 9 fue volviéndose
sedentario. Época en la que se había configurado un sistema agrícola de cereales (el
trigo, la cebada), que los llevó a un nuevo estilo de aldea capaz de comercializar sus
productos con otros grupos sociales o clanes. A este intercambio de productos se unió
el poder de unos pueblos sobre otros, causando la guerra y sometimiento del más fuerte
sobre el más débil. Empezó la deportación de mujeres, niños y jóvenes con el fin de
esclavizarlos, generando nuevos conocimientos y formas de ver la realidad10 (Guardini,

5
Encuentro en sentido propio solo se da en la manera en que el hombre se encuentra con la realidad.
6
Enrique Mingo. Cuando el hombre dejó la cueva. 2007. 1
7
Llamado también Neolítico Precerámico: entre 11.000-10.000 años a. C. Pasa de nómada a sedentario y
con ellos empieza la agricultura con la siembra de vegetales.
8
Aparece la ganadería, en la época llamada Neolítico Precerámico: entre 10.000 – 9.000 años a. C.
9
Remedios Sala Galcerán, La domesticación de los animales en el Neolítico. 2014. 1
10
El hombre tiene el poder de conocer. La conducta ética solo puede surgir del conocimiento, de la
constatación de la verdad. (…) Al conocer lo que existe – una cosa, un suceso, una relación, - actúa sobre

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2000, pág. 115) a partir del mejoramiento de técnicas agrícolas, que mejoraron la
producción de alimentos.

Este sometimiento de pueblos constituidos en esclavos 11 logró imbricar


tradiciones, leyendas, mitos, y mezclar diversas razas que adoptaban nuevos lenguajes
que se perfeccionaron con el pasar del tiempo y el nacimiento de nuevas familias y
sociedades. De esta forma, la historia muestra cómo el ser humano tuvo que aprender
a sobrevivir y a enfrentarse con otros grupos bélicos, vencerlos y someterlos; lo que
condujo a la creación de clases sociales, siervos y señores, libres y esclavos 12 (Poole,
1993, pág. 180). Comienzan los privilegios para los afortunados en recursos económicos
y técnicos capaces de dominar a poblaciones que recibieron malos tratos, explotación
servil, marginación y esclavitud.

La historia antigua mostró que el desarrollo social del ser humano estuvo
evidenciado por la dualidad entre la guerra y la paz, el amor y el odio, la vida y la muerte,
la libertad y la esclavitud, la riqueza y la pobreza, la marginación y la explotación, la
abundancia y el hambre, la salud y la enfermedad, la sabiduría y la ignorancia, el poder
y la impotencia; es decir, desde un comienzo estuvo atravesado en su práctica por la
ambición de ser más que el otro, de someter con nuevas técnicas y estrategias de guerra,
a aquellos pueblos más pacíficos que se sometían a la autoridad del imperio.

Esta anarquía de grupos generó la necesidad de encontrar una mejor


organización social, y la urgencia de elegir un líder, un rey que los dirija y represente, los
guíe e instruya logrando seleccionar los mejores hombres y mujeres más dotados en
fuerza física, mental y espiritual para que representen al pueblo y promuevan el
florecimiento de este. A partir del poder monárquico se fueron gestando normas y reglas

mí haciéndose valer en mi interior. De modo que, siendo yo yo -mismo y perteneciendo en mí mismo, y


siendo lo que existente lo que es y permaneciendo en sí mismo, paso a tener lo existente en mí mismo,
en cuanto que lo percibo, lo capto, lo poseo en forma de verdad.
11
La esclavitud se remonta a la época antigua, utilizada para una economía basada en la fuerza de trabajo.
Y como ejemplo tenemos la esclavitud de los hebreos en Babilonia en el 559 a. C por Nabucodonosor.
12
La moral de esclavos es esencialmente reactiva. Se centra en el objeto de su temor, el señor, y designa
aquello que éste hace como malo; el esclavo es, por contraste bueno. Invierte de esta manera los valores
del señor. (…) No se trata de una simple inversión del contenido de los valores; también se invierte su
polaridad. Para el señor, el valor primario es el bien y lo que no es bueno es malo; para el esclavo, el valor
primario es el mal, y lo que no es malo es bueno.

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que evitaron el caos personal y social, donde aparecieron las leyes y se organizaron
comunidades políticas, económicas, religiosas, y educativas.

Surge una estructura social menguada de diferentes actores que se instruyeron


en el lenguaje, la escritura, la religión, las artes y la política. Fue la clase noble, pudiente
y privilegiada que dominó los saberes ancestrales, matemáticos, y religiosos que
estuvieron al frente de la creación de normas y leyes para el pueblo. En la mayoría de
los casos, los líderes políticos imponían las reglas sociales, económicas, religiosas y
políticas a las demás clases sociales, quienes estaban obligados al pago de impuestos y
tributos para solventar al rey y su ejército encargados del cuidado del imperio, caso
contrario se les arrebataba lo poco que poseían.

Entre las primeras normas y leyes de comportamiento tenemos el código de


Hammurabi, siglo XVIII a.C., “es el primer código escrito o libro de leyes que nos ha
llegado completo. Fue realizado en piedra durante el reinado de Hammurabi, rey de
Babilonia, y reproducido en muchas copias para que pudiera exhibirse en los templos y
los súbditos pudieran conocerlo” (Rossi, 2004, p. 24).

El código contiene 282 leyes, donde en el numeral 195 argumenta:

Si un hijo ha golpeado a su padre, se le amputará la mano. “En base a las Leyes de Talión,
ese conjunto de leyes establecía que todo criminal debería ser castigado de forma
proporcional al crimen que cometió. Sin embargo, las sanciones ocurrían de acuerdo
con la posición que el criminal ocupaba en la jerarquía social, resultando así en plumas
bastante variadas. (Hammurabi, 2018)

Igualmente, la historia hebrea narra a Moisés (3050 a.C) quién creció como
príncipe egipcio, y es el profeta más importante del judaísmo. A quien Dios le dio el
mandato de liberar a su pueblo del yugo del faraón: “yo soy el que soy”, salió a favor del
pueblo de Israel que estaba esclavizado en Egipto. Les proporcionó el código de la
alianza, los diez mandamientos, con la finalidad de obedecerlos y vivir como pueblo
libre, justo y en paz.

De los ejemplos anteriores del código de Hammurabi y los diez mandamientos


de Moisés, surge la conciencia moral de una sociedad que consideró su situación de
esclavitud y buscó la forma de ser libre y vivir en armonía evitando la barbarie y el

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conflicto. En el caso del pueblo de Israel, la ley de Moisés afianzó la fe en el Dios de la


Alianza fortaleciendo la identidad personal 13 (Guardini, 2000, pág. 173) y del pueblo
elegido que entró en competencia con otros pueblos, con el objetivo de demostrar que
el liderazgo moral establecido por Dios, fue necesario para regir a un pueblo.

No obstante, fue la Grecia antigua del siglo VI a.C que reflexionó sobre lo bello,
lo bueno, lo verdadero, lo noble, que existe en las personas, animales y en la naturaleza
fundamento de la armonía. A lo bello, fuerte, valeroso y bueno, lo llaman areté. Así
aparece el areté del caballo, del guerrero, de la naturaleza en su expresión de belleza,
majestuosidad y nobleza. Y se constituyó en la primera sociedad occidental que buscó
convertirse en sociedad virtuosa.

Los filósofos griegos fueron amantes de la verdad, reflexionaron, educaron y


lograron desde la mayéutica socrática grandes debates públicos sobre lo virtuoso. Así
Sócrates decía, cuando ya cansado de tantas preguntas y respuestas a sus seguidores,
“solo sé que no se nada” (Brugger, 2005, pág. 519). Argumento que se constituía en la
nueva palestra del saber, y convocaba al ser humano a seguir debatiendo,
argumentando y rescribiendo frases y anécdotas que sus sabios maestros discutían.

En la Grecia antigua apareció la palabra sophía o sabiduría desarrollada por


maestros y filósofos amantes de la Verdad que fueron seguidos, admirados y elogiados
por sus discípulos, así como perseguidos y desterrados cuando su pensamiento
cuestionaba la forma de poder autoritario e injusto de parte de reyes y emperadores.
Por lo que “se consideraba sabio a un hombre que ha aprendido a estar sobre las cosas,
y ha encontrado valores por los que vale la pena vivir y llegado al caso, morir, y construye
consecuentemente el camino de su vida sobre la base de aquello que ha comprendido”
(Schondorf, 2014, pág. 451).

Los filósofos griegos formaron al ciudadano noble, fuerte, valeroso y bello a


partir de la educación en las artes, la gimnasia y la ética, desde la cual educaron al niño
para fortalecer y desarrollar su conciencia moral hacia la distinción de lo permitido y

13
La identidad personal del hombre exige que él no puede ser objeto, sino sujeto. Y, en caso de que sea
objeto de una conducta, tendrá que intervenir en ella como un tú.

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prohibido realizar. Entonces, valoró su acción como buena o mala permitiéndose


corregir o enmendar su mal proceder a partir de la formación de la conciencia.

Aparece la ética, que define a la conciencia como la capacidad moral que posee
el ser humano para decidirse actuar bien o mal, correcta o incorrectamente. Es la
consejera o la voz interior que como ley natural, guía de manera inteligente la forma de
proceder responsablemente y no pasionalmente a la persona. Esta reconoce si un acto
es bueno o malo, si es voluntario o involuntario, o si ha sido realizado con autonomía y
libertad.

Al respecto Blanco plantea:

Que nuestro entendimiento se ve guiado e iluminado por la conciencia. Esta es la brújula


que se encarga de señalar el rumbo y distinguir el bien del mal; es la misma inteligencia
en cuanto es capaz de discernir el bien moral. No se trata de una voz misteriosa ni de un
oráculo profético; es, simplemente, la razón que juzga la bondad o maldad de nuestras
acciones. La conciencia se presenta como exigencia a nosotros mismos. No es una
imposición externa sino la clarividencia que resuenan en el ser. Confucio la define como:
“luz de la inteligencia para distinguir el bien y el mal”, y se encuentra en todos los
individuos y en todas las sociedades. Para los cristianos es el santuario del alma en
donde se escucha la voz de Dios”. (Blanco, 2013, p. 214).

Destacamos que la conciencia moral es muy necesaria al momento de actuar, de


lo contrario la persona tendría una deficiencia intelectual que conllevaría a la ausencia
de valores morales y, por ende, a la acción inmoral que corrompe y despersonaliza. Por
eso, es necesario ser consciente de nuestros actos, ante los cuales debemos asumir
responsablemente las consecuencias de los mismos.

Solamente la claridad del sentido y significado de la conciencia moral permitirá


analizar si el acto o acción ejecutada es moral o inmoral, es decir, si es lícito o ilícito. Por
consiguiente, el acto moral es la acción ejecutada de manera libre y voluntaria llevado a
cabo en la reflexión consciente y personal evitando el interés, deseo, pasión; y más bien
interviniendo con buena voluntad y de forma responsable en la actividad desarrollada.

De tal modo, toda acción moral tiene una intencionalidad, esto es, plena
conciencia del acto que debe ser voluntario y libre ante la finalidad respectiva. Por tal

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razón, Aristóteles en la Ética a Nicómaco señaló que existen medios para alcanzar un fin,
es decir una serie de “acciones rectas” (Aristóteles, 2014, p. 55) que llevan a un fin
correcto, lícito en relación a un bien: “Toda arte y toda investigación, igualmente toda
acción y libre elección parecen tender a algún bien; por esto se ha manifestado, con
razón que el bien es aquello hacia lo que todas las cosas tienden”. (Aristóteles, 2014, p.
23). Se escogen los medios para lograrlo y se buscan motivos para emprender esa
acción, cuyos resultados pueden o no coincidir con el fin propuesto.

Para evitar esta dicotomía en la acción, la ética afianza los medios morales hacia
un fin bueno, lícito, correcto. Igualmente se exige la reflexión y análisis ético de los
medios más adecuados para alcanzarlo. De esta forma,

Querer el fin es estar dispuesto a poner los medios. Por ejemplo, no diríamos de nadie
que intenta ayudar a alguien si no pone los medios para prestar tal ayuda. Esto sucede
porque, en primer lugar, es imposible querer ayudar a alguien sin estar dispuesto a
buscar los medios necesarios para hacerlo. En segundo lugar, porque resulta increíble
que alguien esté dispuesto a poner tales medios sin ponerlos, a no ser que tenga una
explicación satisfactoria (López, 1991, p. 353).

Poner los medios adecuados para alcanzar un fin correcto, según López, es de
gran ayuda, por lo que se convierte en un acto moral bueno, donde se implica el valor
de la solidaridad y la libertad14 (Guardini, 2000, pág. 119) como la capacidad que tiene
la persona de actuar de forma responsable, respetuosa y voluntaria. Solo así, la
conciencia moral discierne el sentido de la acción evaluando la misma como acto moral
correcto o incorrecto, lícito o ilícito, logrando en muchos de los casos desarrollar y
fortalecer el valor moral.

La persona en su desarrollo biológico va desplegando desde la niñez la conciencia


moral en compañía de sus familiares y amigos. Y éstos son quienes determinan en la
persona la escala de valores, sean estos religiosos, sociales, vitales, o como Sheler
denomina la jerarquía del valor. Estos principios morales guiarán la responsabilidad de
las acciones personales en relación con otro ser humano a nivel social, que exige ser

14 La acción libre nace del inicio vital de mi interior; del movimiento autónomo de mi espíritu; de la
decisión por la que yo dispongo de mí mismo. De este modo, la acción libre me pertenece de forma
totalmente distinta a como me pertenece la que no es libre (…). De la acción libre, yo me sé responsable;
de la no libre, no.

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tratado como un fin y no como medio para alcanzar ese fin; caso contrario, la ley
promueve responsabilizarse de las consecuencias de los actos.

Así lo avala, la teoría de los Derechos Humanos declarados por la UNESCO, donde
la persona sin excepción alguna posee una inviolabilidad que brota de la justicia; por
tanto, se constituye en un valor y no en un objeto o cosa. De esta manera, la persona
desde la niñez, adolescencia, juventud y adultez va desarrollando y practicando los
valores adquiridos en etapas anteriores, con el único fin de alcanzar la felicidad tan
anhelada por la humanidad.

De esta forma, la finalidad de la ética es evaluar la acción realizada por la persona


y la sociedad a partir de la práctica de los valores, es decir, del comportamiento moral
contrastado con las normas y principios que rigen un grupo social. Y es en aquel contexto
donde se emiten juicios de valor como “eres infiel”, entendiendo esta premisa desde la
moral como “la infidelidad es mala”, por tanto, como un valor diríamos: “la fidelidad es
buena”; o desde un principio moral: “no desear la mujer, ni nada de tu prójimo”. Así las
normas, valores y principios se han establecido a nivel social para mantener un orden e
identidad cultural.

En la misma dirección vectorial, Rodríguez sostiene que:

Para ser una persona asocial que busca y lucha, la moralidad no puede ser más que un
constreñimiento necesario pero que no es bien recibido. Pero para los que valoran la
participación, la moralidad del acuerdo, a pesar de ser una fuente de constreñimiento,
hace que su actividad compartida sea mutuamente bienvenida y, por tanto, estable,
asegurando de este modo la ausencia de engaño (Rodriguez Lopez, 2006, p. 147).

Como vemos, es el sujeto quien tiene la capacidad y la voluntad de decidir y


aceptar o no lo que ha valorado. Al respecto,

La valoración de la participación no tiene en ningún sentido un carácter moral, ahora


bien, la cuestión fundamental es si esta valoración de la participación, que sin duda se
da, es una solución a las situaciones del dilema. Para saber esto antes es preciso saber
si la participación tiene valor como medio o como fin. (Rodriguez, 2006, p. 148).

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Todas las personas participamos dentro de una cultura y sociedad, la misma que
posee unas costumbres y de ellas se derivan unas “preferencias personales que son sus
preferencias reales, típicamente basadas en sus propios intereses personales y en los
intereses de aquellos que le son más cercanos; así, son sus preferencias en el sentido de
la palabra, las que cada individuo tiene realmente y que determinan su función de
utilidad” (Rodriguez Lopez, 2006, p. 170). Afirmamos entonces, que las culturas y
sociedades poseen diversas escalas de valores que le dan identidad y para las mismas se
constituye en un valor moral, es decir, que la participación promueve los cambios
sociales, culturales y económicos de un pueblo.

En definitiva, hemos argumentado antropológicamente la Ética a partir de la


conciencia y valoración moral desde el desarrollo biológico y construcción social que
necesariamente requiere de una fundamentación filosófica que será desarrollada, con
la finalidad de encontrar el sentido del ser humano que, desde la concepción ética,
buscó la verdad, la justicia, y la felicidad.

1.2.4. Fundamentación Filosófica.

La ética filosóficamente se desarrolló por pensadores de la Grecia antigua del


siglo VI al siglo II a.C, que reflexionaron sobre el ser humano y su sentido último. Fueron
los sabios Sócrates y Aristóteles, filósofos griegos que fundamentaron como fin último
del hombre la felicidad o Eudaimonia, a partir de la práctica de virtudes como medio
para alcanzar la realización personal. Al respecto, Márquez y Fernández sostienen:

Para Sócrates y Aristóteles, la praxis humana es virtuosa sólo si es capaz de valorar


éticamente el poder de la política a través de la frónesis. Es la “conciencia” de la virtud
de un buen obrar, acerca de la verdad y sus contradicciones o negaciones, lo que se
sobrepone a la “fuerza” de la pura racionalidad del poder. La ética, entonces, nace, como
la praxis, de una condición de vida a partir de un sujeto o colectivo social, que dota de
sentido universal y trascendente a tipos o clases de valores que están asociados con la
prudencia, la justicia, el bien, la igualdad, la libertad. Se resiste y se subleva frente a
cualquier tipo de “valores” con tendencias a la coacción o represión de la voluntad,
obediencia o consentimiento. En ese aspecto la ética, que versa sobre valores humanos,
de alguna forma busca su reconocimiento en las prácticas individuales y/o colectivas

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entre las personas que comparten y conviven esos valores, asumidos mediante normas
de vida donde los principios que legislan los valores éticos declaran el respeto a la
identidad y diversidad propias de la pluralidad de las conductas humanas” (Márquez-
Fernández, 2011, p. 2).

Práctica de virtudes que trasciende al aspecto social-político desde el encuentro


de la verdad, con el fin de conquistar la justicia social, la igualdad y libertad. Estos valores
humanos se convierten en principios colectivos que deben regir la conducta ética 15
(Guardini, 2000, pág. 112) gracias a la práctica de virtudes. La palabra virtud16 (Guardini,
2000, pág. 249) proviene del griego areté, y designa que un objeto es bueno, excelente,
adecuado, apto; es decir, se refiere a su función específica con relación a una tarea,
prestación o capacidad elevada que tenga una persona, animal, o cosa. Proviene,
igualmente, del latín virtus que representa lo viril, la fuerza de carácter, el dinamismo,
la valentía, entre otras relacionada a la esencia y cualidad, conducta, y comportamiento
de la persona que al obrar logra efectos benéficos en la sociedad por la práctica de
virtudes.

La ética entendida como filosofía práctica de la vida, denomina a las virtudes


como "criterios normativos para ejercer nuestras actividades y para el uso de nuestros
bienes, y aunque no son sólo eso, ya que, en cuanto hábitos, poseen además una
dimensión afectiva y otra disposicional” (Rodríguez, 2010, p. 100).

Según Rodríguez, el hombre virtuoso es bueno porque la facultad de su razón


(logos) se halla en una buena disposición y por eso utiliza bien su capacidad especifica
moral en los diversos ámbitos de la vida. Por tanto, la virtud peculiar del hombre es la
buena disposición de la facultad de la razón. Ya Platón resaltó la función de las cuatro
virtudes como la prudencia, la fortaleza, la templanza, y la justicia. Mientras que la
tradición cristiana hizo propia dicha doctrina (desde Ambrosio se dio el nombre de
virtudes cardinales), y añadió las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad.

15 La conducta ética abarca todo el ámbito de lo humano. Empieza por la orientación de la decisión interior
y llega hasta la acción exterior, el comportamiento espiritual-corporal concreto, la vida. Por eso el
fenómeno ético tiene muchos niveles. Su sentido básico es la elección entre el bien y el mal; pero luego
se realiza en los diferentes planos de la existencia humana.
16
Toda virtud cuenta con una actitud. Para que la virtud sea pura, plena y natural, tiene que existir una
propensión a practicarla. La auténtica actitud de la veracidad solo la logra el que ama la verdad; se realiza
no solo por un “tu debes” sino también porque se disfruta con ella, porque es hermosa; porque solo ella
hace la vida luminosa, ancha y digna de su nombre; porque una vida sin verdad resulta burda y miserable.

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Además, Tomás de Aquino concede mayor peso a la justicia por el hecho de desligarla
de la pregunta primaria por la vida feliz, planteada bajo la perspectiva de ética de la
virtud.

Así mismo, Aristóteles sobre la virtud expresa: “no basta con conocerla sino que
hemos de procurar tenerla y practicarla, o intentar llegar a ser buenos de alguna otra
manera” (Aristóteles, 2014, p. 294), e igualmente, “el hombre bueno y que vive
orientado hacia lo noble obedecerá a la razón, mientras que el hombre vil, que desea
los placeres debe ser castigado con el dolor, como un animal de yugo” (Aristóteles, 2014,
p. 296). Sin embargo, Kant argumenta que “contemplar la virtud en su verdadera figura
no significa otra cosa que representar la moralidad despojada de todo lo sensible y de
todo adorno, recompensa o egoísmo” (Kant, 2007, p. 40).

Virtudes que se contemplan en la formación ética y moral dentro del ámbito


familiar donde se educa a seres humanos virtuosos, por ende, felices. Este éxito familiar
de construir valores trasciende a la sociedad desde la vivencia y práctica de valores en
la educación a partir del respeto al otro; por ejemplo, en el bus cediendo el asiento a los
menos favorecidos, etc.

Esta práctica de virtudes está en contra posición a los vicios, o malos hábitos, y
evita a toda costa realizar el mal y permanecer en él y se impide la degradación
antropológica del ser humano en su pensamiento y acción. Aristóteles al respecto
sostiene:

El hombre que ha de ser bueno debe ser bien educado y adquirir los hábitos apropiados,
de tal manera que pueda vivir en buenas ocupaciones, y no hacer voluntaria ni
involuntariamente lo que es malo, esto será alcanzado por aquellos que viven de
acuerdo con cierta inteligencia y orden recto y que tengan fuerza. (Aristóteles, 2014, p.
297).

Inteligencia, fuerza de voluntad y buen obrar según Aristóteles son lo que


constituyen el ser íntimo del ser humano virtuoso que debe pensar, razonar, analizar,
interpretar y decidirse actuar de forma moral o inmoral, y para ello, la ética se constituye
en el vector que orienta la acción del ser humano.

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1.2.4.1. LA ÉTICA Y LA FILOSOFÍA DE LA MORAL.

Como decíamos en la conceptualización, la ética estudia a la moral a nivel


teórico, y a nivel práctico como moralidad visualizando los preceptos y valores que se
afirman en el discurso moral que deben estar en sintonía y coherencia con el
comportamiento del grupo social. Caso contrario, si no coincide el discurso con la praxis
moral aparece la doble moral17, que permea en la construcción del ser humano corrupto
y de una sociedad anarquista. Por tanto, el acto moral necesita del motivo, del fin
determinado, del medio utilizado; y, además que el acto sea consumado; entonces, se
debe determinar si las consecuencias de tal acto, son a favor o en contra de la persona
que ejecuta la acción, y desde ahí, se evalúan las consecuencias de la acción ya sea de
persona o de la sociedad en sí.

De esta forma, el ser humano debe comprender el porqué de las acciones de los
demás y reflexionar sobre aquellos actos que no permiten la realización de la persona y
su felicidad, como por ejemplo, el maltrato a los demás, la destrucción del medio
ambiente, el aborto, etc. Intensiones, necesidades o intereses a partir del cual se genera
la acción y sus respectivas consecuencias. Al respecto García, manifiesta:

Los motivos, aquello que nos impulsa a actuar o a perseguir un determinado fin, como
las intenciones, la conciencia del fin de la acción y la decisión de alcanzarlo, son
elementos constitutivos del acto moral, al igual que lo es la deliberación y posterior
elección que tal decisión suele suponer. Solo cuando se han tenido en cuenta estos
factores es cuando alcanzan calidad moral los factores objetivos, esto es, el empleo de
los medios y los resultados o las consecuencias (García, 2014, p. 14)

Esta fundamentación de la ética hacia el estudio de la moral practicada de


manera coherente es la moralidad convertida en hecho moral18 (Celia Amorós, 1989,
pág. 485), es decir, cuando se actúa desde valores y normas de comportamiento resulta
el acto moral libre, voluntario y responsable que genera la formación ética, a partir de

17
La doble moral es la incapacidad del ser humano de no aplicar en la práctica familiar o social la filosofía
moral que expone a un grupo de personas dentro de una institución o empresa.
18
Para Piaget: toda moral consiste en un sistema de reglas y la esencia de cualquier moralidad hay que
buscarla en el respeto que el individuo adquiere hacia estas reglas. (…) Y en el estudio de la estructura de
la moralidad en el niño, pone en claro el papel del influjo del adulto sobre el niño, el efecto de la
cooperación entre iguales y la incidencia del desarrollo intelectual sobre el juicio moral, poniendo de
relieve la interacción de los tres factores entre sí.

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los principios morales que se encargan de guiar el comportamiento de las personas para
fortalecer la formación integral del ser humano, y que se fundamenta en el siguiente
apartado.

1.2.4.2. LOS PRINCIPIOS MORALES

La ética en relación con los principios morales los conceptualiza como “normas
de conducta propias que la misma persona ha asumido y por las cuales rige sus actos”
(Vidal y Pérez, 2016, p. 1). Principios y normas que tienen su fundamento en la familia,
y luego se práctica en la sociedad para beneficiar a la alteridad con quien se
interrelaciona, desde la práctica de valores como la libertad, la voluntad y la autonomía
de la persona en la toma de decisiones. Por tal motivo, Kant resalta que “la autonomía
del ser que por estar dotado de razón y libertad le es decente inclinar su voluntad sólo
a principios originados en su racionalidad y libertad, y hacerlo desinteresadamente, sin
desear ningún premio o temer algún castigo” (Sierra, 2006, p. 59).

La autonomía del sujeto, según Sierra, guiado por la razón práctica logra la
competencia y apego a la ley moral universal que se fundamenta en el ámbito de las
reglas y normas sociales que la cultura ha reglamentado por medio de las leyes jurídicas
del Estado. Leyes y derechos que un Estado promulga con el fin de regular, desde la
autoridad vigente, su cumplimiento por la vía correctiva de la sanción a quienes lo
incumplan logrando que la convivencia social sea justa, democrática y en paz; donde
“toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y expresión. Este derecho
comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole”
(Liponezky, 2014, p. 9).

Las leyes jurídicas construyen un Estado de Derecho, donde

Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este derecho


comprende la libertad de buscar, recibir y difundir información de toda índole, sin
consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística,
o por cualquier otro procedimiento de su elección (Liponezky, 2014, p. 9).

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Avalados en la autonomía y libertad de la persona, la ética promueve la elección


y decisión responsable del ciudadano que debe afianzarse en algunos principios éticos
sociales como son: el principio de libertad, responsabilidad, bien común, de respeto,
tolerancia, justicia e igualdad; que serán profundizados como una forma de asimilarlos
con el único objetivo de ser trabajados en la educación, la familia y la sociedad en
general.

1.2.4.2.1. PRINCIPIO DE LIBERTAD.

La ética sostiene que el principio de libertad se constituye en la capacidad del ser


humano de decidirse a favor o en contra de una determinada acción o conducta por
medio de la voluntad. Entonces, la libertad se construye de manera efectiva a partir del
desarrollo cerebral y psíquico de la persona, quien logra desde sus primeros años
experimentar que, a mayor libertad, mayor responsabilidad para una mayor capacidad
de amar y ser amado.

De esta manera, la libertad está fundamentada en la responsabilidad, es decir, la


capacidad de atribuirse acciones correctas, lícitas y buenas. Así, la esencia de la libertad
se capta en la creación del bien, la justicia y la paz; entonces, mientras más libre es la
persona, mejor ciudadano se experimenta.

Este sentido de libertad se argumenta como

Sin querer no hay nada querido, y sin algo querido no hay querer. Conocer y querer son
las dos formas de realización de la persona. En su raíz ambas se compenetran
recíprocamente. Solo una cosa conocida como buena puede ser querida; y son formas
previas del querer humano los impulsos, las añoranzas, y las aspiraciones. A partir de ahí
se forman deseos concretos. Sin esta base de libertad no se produce ningún querer. Pero
el mero deseo no es todavía un querer; media entre ambos la decisión libre, la libertad,
por la que escojo alguno de los deseos que quiero realizar o no. Acción que puede tener
dos formas, la de proporcionar realidad a nuestros deseos o bien por la propia acción, o
bien mediante la incitación a otras personas para que las realicen. Por consiguiente, los
hombres libres llegan a ser liberales, y éstos son quizá los más amados, porque son útiles
y lo son en el dar. (Aristóteles, 2014, p. 103)

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El querer y ser querido, según Aristóteles, nos permite conocer la esencia de la


libertad de ser útiles y recíprocos en el dar, amar y servir, valores al que todos estamos
llamados. Además, “la libertad humana a partir de, la libertad como estructura, tiene su
adonde, tiene su quehacer, tiene un norte al que orientar su navegación; es decir, tiene
una ética como contenido a cumplir” (Garate, 1995, p. 16). Libertad humana que orienta
el accionar ético de la persona, que se siente responsable de sí mismo, del alter, del
medio ambiente, y de la sociedad muy necesaria e indispensable para la realización
personal y social.

1.2.4.2.2. EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD.

La responsabilidad es la capacidad que tiene la persona de ser consciente de las


consecuencias de sus actos, reconociendo al otro como igual en dignidad y merecedora
de respeto. Desde esta perspectiva, nuestros actos y decisiones tendrán como finalidad
el cumplimiento de los compromisos asumidos y de los acuerdos establecidos, buscando
siempre el bienestar de los demás.

La responsabilidad además incluye ser “corresponsable con”, el cuidado de la


vida del otro, de los demás, de la naturaleza como bien común de todos; espacio donde
nacemos, vivimos, crecemos, nos alimentamos, reproducimos y morimos; de quien nos
beneficiamos con sus productos y materia prima.

Corresponsabilidad que conlleva a todos sentirnos responsables de nuestras


acciones y decisiones, ante las cuales se debe asumir las consecuencias de nuestros
actos. Así como la persona tiene una responsabilidad moral compartida y reciproca en
relación con los demás y con el medio ambiente. También encontramos el ser
irresponsable por no cumplir con las normas y principios que deben guiar la acción, la
misma que es asumida con ligereza y permisividad que llevan a consecuencias nefastas
para la familia, comunidad y sociedad19 (Guardini, 2000, pág. 263).

19
La exigencia ética no tiene límites. Afecta al conjunto de la existencia, a todos los ámbitos y niveles de
la misma. Por consiguiente, abarca también, las diferentes formas de comunidad y sociedad. (…).
Sociedades así son: la empresa de la que uno forma parte, el municipio donde se habita, del Estado en el

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De este modo, la responsabilidad asumida debe estar justificada en el ámbito


moral práctico, ante lo cual se demuestra o no ser responsable, donde tus acciones te
dirán quién eres. Por ejemplo, la responsabilidad social está en relación con la
participación ciudadana desde donde “participo con responsabilidad política en la
elección del representante de gobierno” (Asamblea Nacional, 2008) (Artículo 83).

Ahora bien, en la aplicación de los valores tenemos la responsabilidad ecológica


de cuidar y proteger a nuestro planeta Tierra antes de que sea demasiado tarde, y la
humanidad perezca y toda la vida que nos rodea; por eso Hans Jonas presentó el
principio responsabilidad donde argumentó que:
La frontera entre «Estado» (polis) y «Naturaleza» ha quedado abolida. La ciudad del
hombre, que antaño constituía un enclave dentro del mundo no humano, se extiende
ahora sobre toda la naturaleza terrenal y usurpa su lugar. La diferencia entre lo artificial
y lo natural ha desaparecido, lo natural ha sido devorado por la esfera de lo artificial, y,
al mismo tiempo, el artefacto total —las obras del hombre convertidas en mundo, que
actúan sobre él y a través de él— está engendrando una nueva clase de «naturaleza»,
esto es, una necesidad dinámica propia, con la que la libertad humana se confronta en
un sentido totalmente nuevo. En otros tiempos podía decirse fiat iustitia, pereat
mundus, «hágase la justicia y perezca el mundo», donde «mundo» significaba,
naturalmente, el enclave renovable situado en un Todo que nunca sucumbiría.
Habiéndose convertido ahora en una posibilidad real la destrucción del Todo por actos
del hombre —sean esos actos justos o injustos—, tales palabras no pueden ya ser
pronunciadas ni siquiera en sentido retórico. Cuestiones que nunca fueron materia de
legislación penetran en el campo de las leyes de que ha de dotarse la «ciudad» a fin de
que haya un mundo para las generaciones humanas venideras (Hans, 2014, p. 54).

Principio de responsabilidad que, según Honas, permitirá la permanencia del ser


humano y la vida en el planeta, a quien debemos cuidar, proteger, conservar para
trascender en el tiempo y en el espacio como humanidad que debe buscar el bien común
de todos.

que se ha nacido ciudadano. Unidades que deben estar prendidas por lo ético; también ellas deben ser
buenas.

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1.2.4.2.3. PRINCIPIO DE BIEN COMÚN.


El principio de Bien común es la intensión clara y justa de utilizar, cuidar, proteger
y compartir voluntariamente los recursos humanos y ecológicos que son patrimonio
cultural, social y de sobrevivencia para las futuras generaciones y que no pueden ser
usurpados por la avaricia personal o para beneficio particular de un grupo.

De esta manera, desde la Ética Social, la finalidad del Bien Común permite “vivir
bien” porque se respeta y promueve el valor de la persona procurando su bienestar y
felicidad como si fuera el bien propio y el bien social constituido en “mi bien es que usted
realice y promueva su propio bien y felicidad”, o “mi felicidad está en que usted
construya su propia felicidad y la de los demás”. Así, “no se honra, en efecto, al que no
proporciona ningún bien a la comunidad, pues el bien común se otorga al que favorece
a la comunidad, y el honor es un bien común” (Aristóteles, 2014, p. 244). Bien común
que debe trascender a la conservación del ecosistema y convertirse, por tanto, en un
bien supremo que beneficia y protege la vida de las futuras generaciones demostrando
así el respeto por aquellos que todavía no han nacido. Por tanto, debemos dejar este
mundo mejor que lo encontramos.

1.2.4.2.4. PRINCIPIO DE RESPETO A LA LIBERTAD DEL OTRO.


Respetar la libertad de la persona es comprender que la libertad personal
termina cuando comienza la libertad del otro, es decir, que no se puede imponer,
manipular o chantajear a otro a realizar o ejecutar alguna acción que no sea permitida,
consentida y consensuada por la persona. Consenso que conlleva la realización de la
vida virtuosa que exige ser atendida como buena y elegida como tal y no impuesta,
porque lo forzado no realizará al sujeto que la realiza. “Nadie es feliz involuntariamente”
(Aristóteles, Ética a Nicomáquea III, p. 5).

Así en relación con los actos, cada uno debe ser autónomo y responsable de los
mismos demostrando total respeto a la dignidad del otro en su libertad. Ante esto,
valorar al otro significa respetar su libertad, y contribuir a su desarrollo integral
aplicando la tolerancia como forma de aceptar, aprender y concienciar con la diferencia
del otro.

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1.2.4.2.5. PRINCIPIO DE TOLERANCIA.

El principio de tolerancia se constituye en la apertura y aceptación de la alteridad


que se caracteriza por ser diferente, y contribuye al bienestar y madurez de la persona.
Así, la tolerancia se establece en el respeto a la libertad y diferencia de los demás para
no interferir en su desarrollo emocional y social. Esto significa que se deben tolerar
aquellas acciones, siempre y cuando se presenten como justas, equilibradas y
contribuyan al cuidado del valor de la dignidad de los demás. Caso contrario, al no
aplicarse el principio de tolerancia generaría conflictos y dilemas éticos de xenofobia,
rechazo y persecución al interior de las sociedades haciendo difícil la realización del bien
vivir. Por tanto, es necesario a partir de Álvarez, reconocer que:

El principio de la tolerancia se enmarca dentro de la libertad de conciencia y los limites


basados en el interés común en el orden y la seguridad que ella tiene, esto, porque el
Estado no se puede preocupar de doctrinas filosóficas y religiosas, sino que regula la
búsqueda que hacen los individuos de sus intereses conforme a principios elegidos en
una situación inicial de igualdad y esta limitación es escogida en la posición original
(Álvarez, 2016, p. 35).

Tolerancia humana que no implica indiferencia ante los problemas y crisis


sociales que se presentan en la sociedad y en los diversos imaginarios políticos, donde
surge el desafío y el deber moral de tratar a los demás con justicia e igualdad, de lo
contrario se convulsiona y deteriora el valor del ser humano.

1.2.4.2.6. PRINCIPIOS DE JUSTICIA E IGUALDAD.

La justicia es el deber moral de tratar al otro por igual, y en la máxima ética


universal se invita “a tratar al otro como nos gustaría que nos traten a nosotros mismos”.
Este tratamiento significa encontrar el principio de igualdad a partir del cual, tomo
conciencia de no sentirse superior ni inferior a otro ser humano. De esta forma, se
asumen compromisos de respetar al otro en sus diferencias físicas, psicológicas,
morales, existenciales, evitando discriminar al otro por su condición social, religiosa,
sexual, o de alguna índole o tendencia política. Estos principios has sido consolidados en
las cartas magnas de algunos países, como un deber social. Por lo cual, en la Constitución

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Política del Ecuador, del 2008 en la Sección primera sobre los Principios de la
participación, en el Art. 95 expresa lo siguiente:

Las ciudadanas y ciudadanos, en forma individual y colectiva, participarán de manera


protagónica en la toma de decisiones, planificación y gestión de los asuntos públicos, y
en el control popular de las instituciones del Estado y la sociedad, y de sus
representantes, en un proceso permanente de construcción del poder ciudadano. La
participación se orientará por los principios de igualdad, autonomía, deliberación
pública, respeto a la diferencia, control popular, solidaridad e interculturalidad.
(Asamblea Nacional, 2008).

La Carta Magna como orden social, invita a la ciudadanía a participar de manera


activa tenido en cuenta los principios mencionados para enriquecer el aspecto social
como responsabilidad de todos en los asuntos de interés público. Este derecho lo
ejercemos a través de los diversos mecanismos de la democracia representativa, directa
y comunitaria. Por otro lado, como reza la Constitución 2008, los principios de igualdad,
autonomía, respeto a la diferencia, y solidaridad entre personas nos adentra en lo justo
donde “lo equitativo, si bien es mejor que una cierta clase de justicia, es justo, y no es
mejor que lo justo, como si se tratara de otro género..., así lo justo, y lo equitativo son
lo mismo, y aunque ambos son buenos, es mejor lo equitativo” (Aristóteles, 2014, p.
157).

Principios personales que constituyen la ética de máximos y que al ser una


referencia hacia los principios éticos sociales, se concretan en éticas de mínimos, que
deben ser reflejados en cada una de las profesiones para que contribuyan a la excelencia
social, empresarial y, por consiguiente, por el trabajo bien realizado se favorezca de
manera satisfactoria al buen vivir de la sociedad. Desde esta continuidad dados en la
conceptualización y fundamentación antropológica y filosófica de la ética, es necesario
ampliar la ética de mínimos con la finalidad de complementar la filosofía práctica de la
ética y su razón de ser a nivel social.

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1.3. Ética de mínimos en una sociedad plural.

La importancia de la ética a nivel social fundamenta los principios sociales o


axiología social que faciliten el desarrollo integral de la persona hacia el desarrollo moral
de la ciudadanía, desde la formación del buen y honrado ciudadano. Desde esta
tentativa, los principios morales no resultan de un proceso deductivo o subjetivo, sino
una actividad objetiva del juicio práctico reflexivo ético; esto con la finalidad de orientar
y normar la conducta de una sociedad concreta a partir de los valores.

Todo valor, es el vector que guía la sociedad hacia la práctica de: la honradez, la
bondad, la solidaridad, la lealtad, la templanza, la fortaleza, la puntualidad, la justicia, la
igualdad, y todos los demás valores que podemos agregar a partir de la necesidad de los
contextos. Por tal razón, la sociedad aplica las normas que regulan el comportamiento y
la conducta personal hacia la sinergia grupal en la búsqueda del bien común y la justicia
social.

De esta forma es la sociedad que apela por la construcción de un buen


ciudadano, lo que implica formar la razón moral teórica y práctica de la persona dados
en la niñez, etapa humana donde se interiorizan muchas normas y conductas morales
como, por ejemplo, el saludo a partir de la premisa: “el que ingresa por la puerta,
saluda”; confrontando aquellas mentiras como: “dile al vecino que no estoy”; es decir,
debemos aprender a decir la verdad, bajo la insigne de que: “la mentira a largo plazo,
trae consecuencias negativas, corroe el éxito y bienestar de la persona y por tanto,
conlleva a la corrupción social”.

Igualmente, el adulto tiene la responsabilidad de formar al niño, adolescente y


joven a partir de los principios morales de: respeto al otro; de ser tolerante ante la
diferencia y actuar con cordialidad en las relaciones personales; a ser agradecido ante
los favores; a pedir un favor con humildad no con prepotencia y, por último, formar la
razón moral implica educar en pensamientos positivos como ¡sí puedo, soy capaz, lo
lograré, soy feliz, y felicitar al otro por los logros obtenidos.! Esto con la finalidad de
gestar una persona segura de sí misma, con alta autoestima y confianza frente a sí
mismo porque valora sus capacidades, habilidades y destrezas.

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De esta forma, el adulto y el joven tienen el deber y la responsabilidad de formar,


educar y cuidar a la niñez en coherencia entre lo que se “habla y se hace”, no enseñar a
mentir, y corregir para que sus intereses no sean contrarios al bien de la familia y, más
tarde en relación a lo socio-cultural, a la política y económica; donde deberá ejercer los
principios y valores aprendidos para fortalecer el diagrama ético-social que se ha
construido con la finalidad de comprender que somos uno, y a la vez tenemos la
responsabilidad del todo que nos rodea.

El diagrama Ético - Social permite comprender la importancia de asimilar los


valores que nos proporcionan los diversos estamentos de la sociedad. Cuya intersección
moral axiológica describe que los valores se fortalecen de forma sintética en la sociedad
de la revolución industrial 4.0 del siglo XXI 20 . Así, por ejemplo, encontramos en los
diversos contextos sociales, variedad de valores axiológicos que se interrelacionan y

20
Para profundizar este tema de la revolución industrial 4.0 a nivel de la ética y tecnociencia, pueden
apoyarse de la tesis doctoral del autor de este artículo, en su segundo capítulo.

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fundamentan una escala de valores proporcionando una filosofía ética praxiológica.

ILUSTRACIÓN 1: ÉTICA Y AXIOLOGÍA APLICADA FUENTE: JUMBO ÍTALO

La ética aplicada al primer nivel ético religioso, particulariza los valores de la fe,
la esperanza y el amor. Estos tienen como finalidad llevar a la práctica la tolerancia
religiosa que conlleva el respeto por la dignidad del ser humano por encima de su credo
o increencia. Aplicación de estos valores morales que proyectará la realización del
proyecto de vida, según la fundamentación cristiana del amor a Dios que pasa por el
amor al prójimo.

El nivel segundo, relacionado al ético social, implica asumir el valor de la


puntualidad para evitar contratiempos con los demás. Por otro lado, se pone en juego
los valores de tolerancia, verdad y el bien común que contribuyen a la relación fraterna
con la alteridad en contextos del trabajo, la política y la economía. De esta manera,
construir la justicia social implica la capacidad de “un hombre que actúa justamente por
elección, y obra justamente si solo obra voluntariamente” (Aristóteles, 2014, p. 152).

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Sumado a esto, el aspecto tecnológico requiere del valor del ahorro para evitar gastos
indebidos y superfluos del dinero, y por bienestar personal no caer en el círculo vicioso
de consumo y endeudamiento por vivir a la moda con las innovaciones tecno- científicas.

En el tercer nivel, ético-político se establecen los valores de libertad, igualdad y


paz que junto a los valores de participación, caridad, verdad y justicia se logrará una
sociedad del buen vivir que logra establecer una cultura de paz. Desafío ético que
obligan ubicar leyes a nivel político hacia la vivencia de deberes y derechos dados entre
las personas y el Estado. El mismo que debe reglamentar a través de leyes jurídicas la
penalización, sanción, y obligatoriedad de cuidar del alter evitando la inoperancia y
violación de las normas que concurrirían en la anarquía y corrupción de la sociedad y, al
mismo tiempo, la indebida explotación del medio ambiente.

Por último, en el nivel ético ecológico se debe fortalecer el principio de


responsabilidad en relación con el cuidado y respeto del medio ambiente, como casa y
bien común que todos debemos proteger, conservar y usar los recursos naturales no
renovables de manera responsable para el uso y bienestar de las futuras generaciones.
En lo posible aplicando el deber ético de “dejar el mundo mejor de lo encontrado”.

Solo entonces el diagrama ético y axiológico integral en su cumplimiento moral


permitirá a los ciudadanos asumir deberes y derechos que deben cumplir por medio de
los códigos de ética, que en la actualidad han tomado importancia y relevancia
institucional y de Estado; los mismos que han sido desarrollados en los próximos
capítulos como éticas aplicadas, en relación con las instituciones que las representan en
la pluralidad de profesiones representadas en la ética del comunicador, del ingeniero,
del educador; de la religión, etc. De esta manera, se obliga a la actualización de normas
y deberes en torno a la reflexión y análisis del hecho moral de las personas en la
sociedad, que al no cumplirlas pueden ser sancionadas por los colegios respectivos.

Por consiguiente, solamente en la sociedad el ciudadano se constituye en un ser


político, que tiene el deber y obligación de integrar diversas formas de participación
ciudadana que lo desafía a crecer como persona y, por tanto, a desarrollar códigos de
ética que le permitirán desde “el deber ser” evaluar el ejercicio de la ciudadanía en su
praxis ética.

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1.3.1. Ciudadanía y praxis ética.

La ciudadanía se forma en la célula social, la familia, donde se aprende los


principios y valores que darán origen a una nueva persona y ciudadano que respeta la
alteridad y cuida su identidad personal que trasciende hacia lo social, cultural,
económico y político. Ante esta situación, y necesidad formativa axiológica, es
importante integrarla a la formación académica universitaria que tiene el deber de
formar al ciudadano, futuro profesional, en el aprendizaje que plantea la UNESCO en
relación con: aprender a conocer, aprender a convivir, aprender a ser y aprender a
actuar.

Estos aprendizajes implican el fortalecer las habilidades y destrezas pero,


además, se debe aprender a replantearse las actitudes para mejorarlas. Situación que
lleva a plantearnos en primer lugar sobre el cómo formar hacia un pensamiento más
positivo. Ante esta situación, presentamos el diagrama “Desarrollo integral ético de la
persona” que representa el proceso ético que se debería asumir para constituirse en un
buen ciudadano. Y para esto, tomaremos como referencia a Duque Linares.

El Filósofo Jorge Duque Linares, en su libro actitud positiva, (Duque Linares, 2011,
pp. 30-35), plantea que todos los seres humanos generamos pensamientos e ideas
positivas y negativas, lo cual conlleva a un sentimiento a partir del pensamiento dado.
Igualmente, este sentimiento positivo o negativo conllevaría a una decisión correcta o
incorrecta, la misma que se expresa en la realización o no de la acción lícita o ilícita. Con
el pasar del tiempo, pensamientos, sentimientos y acciones, contribuyen a construir una
habilidad, que se va potenciando repetidamente como un hábito o costumbre. Una vez
generado el hábito, se logrará una actitud positiva o negativa dependiente del proceso
antes encausado en la formación de la persona. Lo cual significa que todo este proceso
cognitivo, psicológico y experiencial que ha vivido el ser humano la ha permitido
construir su identidad, aportar en la construcción de la cultura, y en muchos de los casos
aportar a nivel político. A partir de allí, el ciudadano ejerce ser bueno o malo
dependiendo de su comportamiento y conducta, en relación con los demás y en la
posibilidad activa o pasiva de participación política y ciudadana.

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Gráficamente presentamos lo expuesto sobre el pensamiento, sentimientos21


(Guardini, 2000, pág. 127), decisiones, acciones, hábitos, costumbres, actitudes, cultura,
Estado y política, que al ser asumidos conllevará a deberes y derechos a partir de
compromisos éticos de la ciudadanía. Esto se lo demuestra en siguiente diagrama:

1.-Pensamiento: Inquietud

10.-Política: y Leyes según el pueblo 2.-Sentimientos: Emociones

9.-Estado: Avalado por el ciudadano 3.-Decisión: Racional o Pasional

4.-Acción: Razonada o Emocional


8.-Cultura: de Paz o de Guerra

7.-Actitud: Positiva o Negativa 5.-Hábito: Positivo o Negativo

6.-Costumbre: Personal y Social

ILUSTRACIÓN 2:DESARROLLO INTEGRAL ÉTICO DE LA PERSONA FUENTE: ÍTALO JIMBO

21
En todo el conjunto del hombre, y, consiguientemente, también de la conducta ética, tienen una
importancia especial la memoria (…) Además, el sentimiento significa notar o, dicho más exactamente,
notar un objeto. Todo este uso está relacionado con el fenómeno de los sentidos.

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Desde esta perspectiva ética de formar en pensamientos positivos, la educación


en todos los niveles educativos tiene la obligación y el deber de educar a personas
morales y éticas a nivel curricular22; por tanto, toda institución académica debe plasmar
en su misión y visión el grado axiológico que desea forjar en el futuro egresado y
graduado, que se constituye en honesto y buen ciudadano. Así lo argumenta Bolívar,
quien manifiesta:

Las instituciones de educación superior deben contribuir a que los futuros profesionales
desarrollen una visión y sentido moral, que pueda guiar su práctica y refleje en sus
acciones un conjunto de valores (responsabilidad, solidaridad, sentido de la justicia,
servicio a otros). Ello obliga a preparar a los profesionales, y especialmente a los
educadores, a comprender las complejidades éticas y morales de su función, que
influirán en la toma de decisiones en la práctica profesional (Bolívar, 2006, p. 120).

Esta responsabilidad ética asumida en la formación académica en relación con la


aplicación del Código de ética contribuirá a corto, mediano y largo plazo, superar las
actitudes de injusticia, pobreza y corrupción; con el fin de permear una sociedad más
inclusiva, libre, fraterna y en paz por lo que cada institución debe revisar o reestructurar
su sentido ético en bien de la sociedad. Por lo que es necesario, retomar el
planteamiento del autor:

La reestructuración de las carreras universitarias y de la misión de la universidad del siglo


XXI ofrece una oportunidad institucional para rediseñar los planes de estudio,
configurando esta institución como una experiencia de vida que contribuye,
decididamente, al desarrollo moral de los estudiantes. Si las competencias son recursos
personales, en el núcleo de esos recursos están los valores, aun cuando sea una
competencia que se sitúa en un orden diferente. (Bolívar, 2006, p. 119)

22
Pondré un ejemplo negativo para que se entienda mejor la gráfica realizada. Si la persona menor de
edad, joven o en su adultez, tiene la idea de que no sirve para nada, o mejor no haber nacido, vivirá con
un sentimiento de no valía, inseguridad y pérdida del sentido de la vida. Esto le llevará a tomar decisiones
como quitarse la vida o superarse a sí mismo. Si toma la segunda opción, realizará acciones como la
búsqueda de ayuda profesional para superar estos obstáculos. Y cuando se sienta mal, buscará
desahogarse con algún familiar, o terapeuta que le permita encontrar su equilibrio emocional. Hábito que
generará la costumbre de sentirse bien a pesar de las circunstancias. Entonces, tomará la actitud positiva
de sentirse bien consigo mismo y con los demás. Bienestar personal hacia la construcción de una cultura
de paz, y de ambiente familiar y de buenas relaciones con los demás. Este aspecto trascenderá hacia el
Estado como muestra de ser un buen y honrado ciudadano que participará en la construcción de leyes
jurídicas que beneficien la sociedad desde el bien común y la justicia social.

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Desde el argumento de Bolívar, un profesional competente que se gradúa en una


institución con identidad y principios éticos, fortalecerá la construcción y vivencia de
una sociedad más inclusiva, justa y fraterna. De esta forma, la formación axiológica, ética
y la moral23 (Lino Muñoz, 1999, pág. 111) son la brújula que guían el timonel del barco,
constituida en luz que encausa y orienta al ser humano, que se diferencia del animal por
estar siempre en constante desarrollo cognitivo y moral, y es quien decide configurarse
como buena o mala persona dentro de la familia, la sociedad y la empresa.

Así, la fundamentación ética y su sentido axiológico nos llevan al argumento de


que solo la práctica de las virtudes, desde la vivencia de valores, nos darán el pasaporte
hacia el éxito y la realización personal, profesional y ciudadana que contemplará una
vida feliz y una paz duradera porque hemos nacido para amar, ser amados y realizarnos
como personas desde la felicidad. No obstante, tenemos la obligación y el deber ético
de amarnos y amar, de dar felicidad a quienes están en relación con nosotros. Así, la
sociedad espera nos constituyamos en seres humanos virtuosos y excelentes
profesionales con el agregado de buenos y honrados ciudadanos.

De esta manera, una vez trabajada la argumentación conceptual, antropológica


y filosófica de la ética y la importancia de fortalecer la formación académica desde la
axiología a partir de los valores como son: la libertad, la responsabilidad, el bien común,
el respecto, la tolerancia, la justicia e igualdad necesarios para la construcción de
personas éticas que promuevan, gestionen y proyecten a nivel social, económico y
político la paz y justicia social. Proseguimos en la siguiente unidad a tratar sobre el
estudio de las diversas corrientes éticas que han surgido durante la historia del ser
humano, y han contribuido al desarrollo social, científico y tecnológico con claras
consecuencias hacia el medio ambiente.

23
La ética y la moral son una construcción personal que debe tener proyección social. En consecuencia,
no es lo mejor estar pendientes de los errores ajenos, sino más bien de la rectitud personal en todos los
momentos de nuestra existencia. Se recoge lo que se siembra. (…). La ética tiende al bien que produce
felicidad y el camino más seguro es la libertad.

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