Remi's War - V.F Mason
Remi's War - V.F Mason
Remi's War - V.F Mason
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Corrección
Hada Aine
Lectura Final
Hada Aerwyna
Diseño
Hada Anjana
Érase una vez ella se convirtió en mía. Mía para casarse.
Soy un monstruo que busca venganza por la injusticia cometida contra él.
No lo hizo.
La vida es injusta.
Y yo también lo soy.
"Deberíamos tener cuidado con lo que deseamos.
La vida tiene tendencia a dárnoslo cuando ya no lo queremos".
Penelope
Penelope
Un soplo áspero de angustia se me escapa cuando la música de
órgano llena el espacio, haciendo vibrar las paredes a mi alrededor.
Me estremezco un poco, la piel se me pone de gallina, despertando
cada vello de mi cuerpo.
Nada más que lo mejor para los monstruos que deambulan por las
calles de Chicago y se consideran los reyes de este mundo mientras se
excitan con su poder absoluto que hace miserable a tanta gente a su
alrededor.
Porque no descansará hasta poner sus manos sobre mí, y Dios sabe
cuánta gente caerá cuando todos elijan el camino de la venganza.
Se endereza y dice:
Pase lo que pase, siempre estaré ahí. Solo tienes que decir la palabra, y yo
mataré a todos los dragones.
—Sí.
Remi
Chicago Illinois
Una semana antes
Dando dos palmadas, abro los brazos de par en par cuando las
luces del proyector que cuelgan del techo se encienden una a una con
fuertes chasquidos, iluminando todo el espacio en toda su majestuosa
y horrible gloria.
La zona está separada por cuatro paredes de cristal en las que hay
dos sofás de cuero, traídos directamente de Francia, y un pequeño bar
con innumerables botellas de whisky caro.
Aprieta los ojos bajo la dura luz, parpadea dos veces antes de
centrar su mirada en mí, y su cara se ilumina. Una emoción con la que
estoy demasiado familiarizado la cruza, ya que siempre despierta
nada más que rabia dentro de mi alma.
Esperanza.
Por desgracia para él, la esperanza tiene la tendencia a aplastarse
como el más fino de los cristales bajo la dura realidad que es la vida.
—Actúa como un hombre. —Antes que pueda decir nada más, tiro
de mi brazo hacia atrás y lo golpeo con el instrumento en la cara. El
aire se llena de crujidos y me río—. No llores como una pequeña
perra. —Su grito me envuelve de pies a cabeza, el sonido me inspira
un placer tan profundo que me pregunto si debería golpearle de
nuevo, pero lamentablemente su nariz ya está rota, derramando
sangre por todas partes, y se ahoga un poco, escupiendo de nuevo.
Porque una vez que la víctima está muerta, ya no tengo una salida
para la rabia que llena mi corazón cada día, dejándome vivir lo
suficiente para cumplir una promesa que me hice a mí mismo a los
dieciocho años.
Con esto, derramo sal sobre su pecho, sonriendo ante los fuertes
gritos y gemidos cuando la sal añade más dolor del que ya tiene. La
agonía le hará entrar en una espiral de locura de la que ningún
hombre sale vivo.
Oh, no.
—Para.
—El jefe. ¿Sabes lo del jefe? —Hago una pausa, y él se lame los
labios, elaborando, claramente pensando que ha encontrado una mina
de oro—. Él dio la orden. Nosotros solo la ejecutamos. La culpa es de
él. —Gime cuando le pongo el cuchillo en el ombligo, la punta se clava
con fuerza en la piel, casi perforándola—. Por favor, Remi.
—Por favor, Remi. —Tiro del brazo hacia atrás y le doy un golpe
en la boca, arrancándole algunos dientes.
Tras unos segundos más, James se queda quieto con la boca abierta
y Anguis se aleja siseando un poco antes de desaparecer entre los
árboles hasta la próxima vez.
El poder y su reputación.
Y para eso, debo tener una esposa.
La vida es injusta.
Y yo también lo soy.
"Todas las familias tienen sus oscuros secretos.
Algunos son sorprendentes.
Otros horribles.
Y algunos tan hirientes que desearías no haberlos conocido nunca"
Penelope
Me tiemblan las manos mientras escribo esta entrada del diario, con el
corazón aplastado dentro del pecho. El dolor es tan fuerte que envuelve mis
sentidos y hace difícil respirar.
Dejo que las lágrimas caigan sobre el papel blanco y emborronen la tinta
negra. La devastación me golpea una y otra vez, los sollozos se me atascan en
la garganta, mientras mi padre sigue golpeando la puerta, haciendo sonar la
madera.
Dice algo, pero sus palabras quedan amortiguadas por las paredes
insonorizadas, y tampoco me interesan sus explicaciones. Nada puede
justificar la ilusión que ha creado sobre mi existencia.
Las mentiras que he vivido toda mi vida.
Es como si se esforzara por fingir que la vida antes del accidente no existía
y me protegiera ferozmente.
Sin embargo, todo esto podría haberse perdonado. Incluso podría entender
por qué decidió protegerme de esta dolorosa verdad hasta que fuera lo
suficientemente madura como para manejarla adecuadamente.
Aunque no conozco a ese hombre más allá de las historias que me contaba
mi padre, la tristeza se cuela en cada grieta de mi corazón, echando sal sobre
las heridas ya sangrantes, haciéndome añorar a un hombre que nunca tuve la
oportunidad de conocer.
Mis padres no dieron a luz a una sola niña; tuvieron hijas gemelas.
Las hijas gemelas fueron separadas por los familiares de ambos lados.
Dividieron a las niñas, a mí y a mi gemela, por lo que mi hermana se fue a
vivir con la hermana de nuestra madre.
Aunque ahora, todas las intenciones de papá han quedado bastante claras
y por eso se instaló en Francia, negándose a volver nunca a su ciudad natal.
Chicago.
Una gemela.
Y yo no puedo hacer otra cosa que llorar, estando a kilómetros de ella, sin
poder alcanzarla.
Pero no dejaré que siga sola, porque a partir de hoy haré todo lo que esté
en mis manos para encontrarla.
Mira por encima del hombro, sus ojos se ensanchan al darse cuenta
del desastre que ha causado, y grita:
Él cree que alguien aquí tiene una recompensa por mi cabeza, así
que venir aquí solo era posible con una condición.
Lo que hace que mi misión sea aún más importante, ya que solo
tenemos el día de hoy, y el mañana nunca está prometido.
Por no hablar que mi hermana nació tres minutos antes que yo, lo
que significa que es heredera del trono de Theodore y de todos sus
bienes, junto con las cuentas bancarias, que le pertenecen. El imperio
se ha perdido para siempre, pero él seguía teniendo acciones en
diferentes empresas que ahora mismo valen millones.
<Yo> Touché.
No soy una criatura fría, incapaz de sentir nada físico hacia los
hombres como han afirmado varias citas fallidas, lo que significa que
algún día podría encontrar ese amor verdadero del que tanto hablan
los poemas, los mitos y los cuentos de hadas.
Bienvenida a Chicago.
Remi
Si el diablo quisiera enviar a la tierra una criatura capaz de atraer a
los hombres a su perdición porque estaban tan hipnotizados por el
bello espejismo que representaba cuando decía su nombre, tendría su
rostro.
Mía.
Sin embargo, ni una sola vez en todos estos años he sentido esa
atracción hacia ella o algún tipo de reacción de mi cuerpo queriendo
reclamar donde no debe.
Ella mira hacia la puerta una última vez y luego se sienta dentro
del auto, escondiéndose de mí, pero no por mucho tiempo.
Aunque nunca conocí una verdadera obsesión hasta que mis ojos
se posaron de verdad en ella; de lo contrario, no habría sido capaz de
sobrevivir un día sin estar con ella.
—Cambio de planes.
Las lágrimas que corren por mis mejillas caen sobre el papel, mezclándose
con la sangre que gotea de las yemas de mis dedos, donde hoy me he arañado
con tanta fuerza que no me quedan uñas.
Dicen que los padres son las personas que se supone que más te quieren.
Como casarse con un hombre que está más interesado en su hijastra que
en una esposa.
Dos años.
Veinticuatro meses.
Tanto, tanto.
Porque cada nuevo día me da otra oportunidad de encontrarla.
A mi gemela.
Ellos son mi única esperanza en este mundo, las únicas personas que me
mantienen viva durante la tortura. Porque cuando cierro los ojos, me los
imagino irrumpiendo en esta horrible casa y arrebatándome de las garras del
mal.
Tal vez en lugar de rezar para que todo el sufrimiento cese, debería rezar
para que alguien extraordinario venga a aplastar al monstruo, alguien que
sea tan poderoso y malvado que torture a Jonathan de las formas más
horribles.
No hay nada más que el vacío que rodea el lugar, la hierba que
antes era verde ahora está amarillenta con un poco de naranja. Varios
cubos de basura volcados están esparcidos por el lugar, con bolsas
negras medio abiertas llenas de comida podrida que se derraman en el
suelo. Las moscas revolotean por encima de ellas mientras un par de
gatos escarban en la comida, maullando ruidosamente.
Pasamos por una zona más amplia con un parque infantil con
columpios rotos, toboganes y un arenero lleno de más basura que
arena. En medio de todo esto, los niños corren de un lado a otro, se
ríen a carcajadas y siguen encontrando la alegría.
Qué interesante.
Y viceversa.
A veces, los monstruos más mortíferos llevan las máscaras más
hermosas, ocultando su verdadera naturaleza tras la fachada de la
perfección.
Con una sonrisa tensa, me saluda con la cabeza, saltando los dos
últimos escalones y llegando hasta mí en un tiempo récord.
—Podría decirse que sí. Pero por lo demás es una zanja. —Se
encoge de hombros—. Aunque sirve para algo.
—A veces hay gente horrible que vive en los castillos y que hace
insoportable vivir allí, así que creo que tienes suerte, teniendo en
cuenta todo esto.
Sin embargo, Isla es solo cuatro años mayor que yo, una de las
razones por las que decidí creerle y venir aquí. Estoy harta que me
traten como una niña mimada que debe dejar de buscar a mi gemela
solo porque todo el mundo me lo dice.
—Sí.
—¿Dónde está? Por favor, dímelo. —Abre la boca para decir algo,
pero me doy una palmada en la frente, resoplando por mi propia
estupidez—. Lo siento. Sé que tus servicios no son gratuitos. ¿Cuánto
quieres por esta información? Te pagaré cualquier cantidad. Solo di tu
precio. —Usaré todo mi fondo fiduciario si es necesario para conocer
el paradero de Amalia.
Porque todas las riquezas del mundo no importan si mi gemela no
está a mi lado.
Mis cejas se fruncen ante sus palabras junto con su tono frío, como
si la hubiera insultado.
¿Qué?
¿Qué demonios?
Me dejo caer de nuevo en el banco y la miro confusa, porque lo
que dice no tiene ningún sentido para mí. ¿Qué investigador privado
exige algo a cambio de sus servicios en lugar de dinero? Un cheque en
blanco, además.
—De acuerdo.
Ella niega con la cabeza. —No. Eso es todo. Por favor, Penelope,
haz esto por mí y no tendrás que volver a verme ni a hablarme.
Después de todo...
Ah, los dos sonidos más agradables del mundo para mí.
No es que importe.
Un error.
A veces, para ganar una guerra, hay que perder varias batallas.
No es nada comparado con el infierno que tuve que vivir y que fue
similar al infierno en la tierra, pagando las cuotas por los pecados que
mis padres cometieron.
Respira con dificultad, tragando saliva mientras tose cada dos por
tres. Se incorpora solo para caer de nuevo de espaldas. Agarro la silla
cercana y lo golpeo con fuerza con ella, cerrando los ojos para
empaparme de su grito que supera cualquier música del mundo para
mí.
No hay melodías más hermosas que las que emiten mis víctimas
en la agonía de su desesperación.
—Por favor, por favor, por favor. —Poniendo los ojos en blanco,
cojo la pistola del bolsillo trasero y le quito el seguro, lo que hace que
se paralice al instante.
Su mirada llena de dolor se centra en mí mientras sacude la
cabeza, apretando los ojos con fuerza en previsión de un disparo
posterior.
—Pistola.
Ah, sí.
La riqueza.
Y si no la tienes, no le interesas.
Robert asiente. —Se casó con ella, y el jefe estaba lívido. Theodore
se negó a devolverle sus acciones, porque para entonces ya había
descubierto sus negocios paralelos.
Correcto.
Burdeles ilegales con clientes ricos que pagarían lo que fuera con
tal que sus perversiones permanecieran ocultas en la oscuridad y no
mancharan su reputación.
—¿Lo chantajeó?
Todo lo que tenía que hacer era chantajear a Theodore para que
firmara los papeles.
Esa es la pregunta que me hago cada día cuando me duele el corazón por
mi gemela mientras estoy atrapada en otro país, jugando con las reglas que
me impusieron los adultos.
Pero papá me ha prohibido salir del país hasta que cumpla los veinte años,
alegando que correría menos peligro una vez que el testamento entre en vigor,
signifique lo que signifique, y ninguna cantidad de súplicas ayuda a mi
causa.
A veces me pregunto si mi padre también piensa que estoy loca y por eso
retrasa mis viajes. No entiende por qué tengo que ir en contra de los deseos de
mis padres biológicos y romper el statu quo.
Sin embargo, sin dinero ni su apoyo, por ahora, tengo las manos atadas, y
lo odio con todo mi ser.
Así tendré dinero para usar, y papá no podrá colgar nada sobre mi cabeza.
Espero de todo corazón que el pánico no sirva para nada, y que Amalia
esté disfrutando felizmente de la vida, sin saber nada de nuestro pasado.
Otra mujer nos recibe aquí, detrás del mostrador, con la misma
sonrisa falsa, y leo una etiqueta con su nombre en el pecho.
Samantha.
Un trío.
—La zona VIP está en la segunda planta, que tiene varias salas
insonorizadas. Estará más cómoda allí.
Oh, Dios.
Nunca pensé que encontraría una persona más rara que yo, pero
Isla gana.
Florian Price.
Octavius Reed.
Santiago Cortez.
Todo en él grita que hay que huir lejos, muy lejos, y no mirar atrás,
porque este hombre lleva la caída y la miseria escritas por todas
partes, y sin embargo todas las mujeres acuden a él, incapaces de
resistir la atracción magnética que ejerce sobre ellas.
La sexualidad primitiva rezuma de él, enviando calor por todo mi
cuerpo y llenando mi mente de pensamientos perversos que deberían
estar prohibidos por lo insensatos que son. Porque este hombre debe
saber cómo tocar a una mujer para que estalle en llamas y deje de
pensar por un segundo.
Remi Reyes.
Hombres para los que las reglas y el orden no existen, porque los
aplastan bajo sus pulgares.
La vida es un juego sin fin, mientras que las mujeres no son más
que cuerpos intercambiables.
Dicen que no hay mujer viva que se les resista ni hombre que no se
incline ante ellos.
En el caos prosperamos.
Todo en este mundo tiene que ver con el poder, y quien te diga lo
contrario nunca lo ha tenido.
A pesar que nos dan beneficios todos los años, el dinero que
ganamos es cambio de bolsillo y apenas supone una diferencia en
nuestras cuentas bancarias. Pero el club es la tapadera perfecta para
usar en caso que la policía llame a nuestras puertas y pida coartadas.
Además, es un buen lugar para relajarse de vez en cuando, pero eso es
todo.
Sin embargo, tengo que decir que es muy divertido ver cómo la
gente especula con lo que ocurre detrás de las paredes de nuestro club
y sueña con entrar solo para echar un vistazo a nuestras vidas que
tanto codician.
Él renovó el suyo y nunca toca a su mujer allí, algo así como que
ella es especial y todo eso.
¿Y el resto de nosotros?
¿Invitación de un Cortez?
Somos dueños de este club desde hace años, pero nunca hemos
invitado personalmente a nadie a pesar de tener derecho a hacerlo.
¿Una invitada?
Y un enorme anillo.
Tal vez entonces la bestia que llevo dentro encuentre la paz, en
lugar de aferrarse a duras penas a su cordura, cuando la esconda en
algún lugar lejos, muy lejos, para que nadie le haga daño ni me la
arrebate.
Porque, ¿qué puede ser peor que estar casada con uno de
nosotros?
Sin embargo, las palabras son la única escapatoria que tengo en este lugar
que debería llamarse el infierno en la tierra, gobernado por el despiadado
diablo que no tiene piedad de nadie mientras tenga los bolsillos llenos.
¿O tal vez solo disfruta infligiendo la perdición eterna a los más débiles
que él mientras se excita con sus gritos de dolor?
El placer era tan fuerte que me inundaba en una oleada tras otra,
susurrándome que lo apuñalara de nuevo, pero antes que pudiera hacerlo,
Beatrice intervino y llamó a seguridad.
Los gritos de los demás reclusos -nadie está aquí por voluntad propia; lo
dijo el propio Elías, el dueño- llenan constantemente la noche, mientras que,
durante el día, los malvados que trabajan aquí utilizan su poder para
torturarnos.
A veces nos retienen la comida.
Creo que ya han pasado dos años en este nuevo infierno, y todavía no ha
aparecido nadie para rescatarme. Rezar para que un hombre poderoso venga a
romper este horrible círculo de abuso dibujado alrededor de mi vida también
ha resultado inútil.
Todos mis intentos de escapar han acabado siendo infructuosos; cada vez,
alguien me atrapaba y me daba más castigo.
Penelope.
Pero entonces, si eso fuera cierto, habría apreciado a los otros tres
Cuatro Oscuros, pero ellos no me inspiran esas ansias y me estremece
la idea de hacer algo con ellos.
—Lo siento, Penelope. Pero necesito hablar con uno de ellos sobre
mi pasado. —Se engancha un mechón marrón sobre la oreja—. He
estado esperando esto durante meses, lo creas o no —murmura la
última parte, entrecerrando los ojos mientras se pone de puntillas,
intentando mirar por encima de las cabezas de la gente hacia la
barra—. Creo que deberías irte a casa.
—¿Qué?
Es más que extraña y está claro que tiene algún problema sin
resolver con Octavius Reed, pero realmente me importa una mierda.
Una de las razones por las que encontré el sexo tan escaso y
aburrido era porque mi mente no podía dejar de pensar en mi entorno
o en lo incómodo de todo ello.
—Hola, señoras. No las había visto antes por aquí. —Su mirada
pasa entre nosotras antes de prestar toda su atención a Isla.
—Escucha...
Remi.
Mis cejas se fruncen. —¿Dos veces? —Este club debe ser un lugar
mágico en el que los dueños conocen a todo el mundo, porque
aparentemente me he cruzado con todos ellos, pero no lo recuerdo.
—Fuiste tú.
Amalia.
Gimo para mis adentros al ver que esto no hace más que aumentar
su sensualidad. Se me eriza la piel y me pica el dedo para recorrer el
tatuaje parcialmente visible y las afiladas venas de su musculoso
brazo.
La diversión baila en sus orbes ante esto, e incluso ladra una risa,
lo que me hace fruncir el ceño.
Abro la boca para negarme, pero luego pienso que esta noche ha
fracasado estrepitosamente y que este desconocido me ha traído aquí
para Dios sabe qué.
Durante los últimos ocho años, hablaba de ella con cualquiera que
quisiera escuchar, y solo quiero que una conversación sea sobre mí y
mis sentimientos y no sobre ella.
—Penelope.
—Sí.
Me mira fijamente durante varios segundos, y me gustaría saber
en qué está pensando ahí dentro, ya que sus ojos marrones brillan con
una luz peligrosa, y eso crea un fuego en la boca del estómago. Lo
escucho murmurar:
—¿No me crees?
De ninguna manera.
Una vez que muestra su naturaleza sádica, tienes que huir lejos,
muy lejos, y rezar para que el monstruo que te persigue muera o se
rinda; porque, de lo contrario, nunca te dejarán respirar libremente.
—Si tú lo dices, querida. Esta noche vamos a jugar con tus reglas.
—Un escalofrío recorre mi columna ante las notas sensuales que
recubren sus palabras mientras el calor me envuelve por completo,
haciéndome luchar por respirar mientras el propio aire se electriza
con algo perverso.
—¿Por qué decidieron abrir un club? —Ganan tanto dinero con sus
imperios; ¿no es esta pequeña empresa una pérdida de tiempo?
—Perdimos una apuesta con Florian. —Parpadeo ante esto, así que
se explaya—. Y su deseo era abrir un club donde gobernaran los vicios
humanos y que fuera tan elitista que la gente se peleara por entrar. El
resto es historia. —Termina su bebida y la deja sobre la mesa—. Con
nuestro poder, era un hecho que tendría éxito. —Habla de ello con
tanta despreocupación, pero ¿por qué no iba a hacerlo?
—Como el asesinato.
Y lo que es peor.
¿Es este el secreto del gran O del que todo el mundo habla pero
que yo nunca he experimentado?
2
Querida, en Frances.
dedo recorre mi abertura, y luego profundiza, entrando en mí. Gimo,
y resoplo entre los dientes.
—Por favor.
—Sí.
Pasa la lengua por mis labios y luego atrapa el inferior entre sus
dientes, tirando de él, y mis manos se mueven para rodear su cuello,
acercándolo aún más a mí, amando cada escozor mezclado con el
placer. Nos coloca en un capullo invisible de lujuria y necesidad,
donde solo nosotros existimos en este universo. Los deseos carnales
gobiernan aquí, amenazando con lanzarte al abismo del que no hay
escapatoria.
Y lo que es peor.
A mí.
Sus dedos rozan mis muslos antes de chupar el interior de uno de
ellos, y yo siseo al contacto, agarrándolo del cabello y empujándolo
más cerca de mi coño mientras su risita vibra en mi interior, solo para
aumentar la burbuja de lujuria que está a punto de estallar dentro de
mí. —Remi, por favor.
—Mira.
Sale y vuelve a entrar, con sus dedos agarrando con fuerza mis
nalgas mientras bebe hasta saciarse y sigue asolándome con su
lengua.
—¡Remi, por favor! —Le ruego con rabia, porque ¿cómo se atreve a
negarme el placer que me prometió en primer lugar?
—Espera.
Me penetra una y otra vez, mientras me lleva cada vez más alto,
construyendo algo dentro de mí que crece más y más con cada
impulso errático.
—Remi —digo asombrada, aún sin creer lo que acabo de hacer con
este hombre que parecía casi feroz en su necesidad de mí.
—Amalia.
Quería a mi gemela.
Sin embargo, no importa lo horrible que sea el pasado... la luz tiene que
brillar sobre él y descubrir sus secretos para que la gente pueda finalmente
seguir adelante.
No abandonaré mi búsqueda.
Remi
—Amalia. —La llamo por su nombre, empujando a través de los
cuerpos hacia la salida, mi sola mirada advirtiendo a todos los que
están cerca que abran paso.
Mataré a Lionel delante de sus ojos antes de dejar que eso ocurra.
—No tengo tiempo para esto. —Me doy la vuelta, lanzándome tras
Amalia, necesitando ponerle las manos encima antes que vuele,
cuando Octavius me detiene una vez más, maldición.
—¿Qué diablos es esto? —pregunto, cogiendo uno de los anillos con una
piedra negra, examinándolo de cerca.
—Estos son nuestros anillos. —Florian nos da el resto, cada uno de ellos
tiene una piedra preciosa de diferente color en el centro, a juego con nuestros
ojos, mientras que la forma general y el platino que lo rodea son idénticos—.
Con esto, formamos parte de los Cuatro Jinetes Oscuros, nuestra unidad.
Y por el juramento que todos hemos hecho hace unos segundos, firmando
juntos el pergamino con nuestras diez reglas.
Diez minutos.
Correcto.
Así que todo lo que quería hacer era tomarla prestada solo por un
tiempo, sin dañar ni tocar un pelo de su cuerpo, y luego devolverla
sana y salva a Lachlan.
Sin embargo, después de esta noche, cuando sentí lo que era que
una mujer así me perteneciera, follármela tan fuerte y profundamente
que lo único que podía hacer era corear mi nombre... no la dejaré
marchar ni se la devolveré a un puto violinista.
Sin embargo, nuestro valor neto es más o menos el mismo, así que
la mayoría de los días nos importan un carajo sus deseos o sus
estúpidas reglas. Sin embargo, tenemos que ser amables, porque no
queremos que aparezca en Chicago e intente reclamar nuestro
territorio. Por no mencionar que es varios años mayor que nosotros, y
su experiencia en la tortura podría ser admirada, o bien... sí.
Ninguno de sus protegidos tuvo una vida fácil, así que el hecho
que fuera protector con Amalia me impresionó, pero todos sabíamos
una cosa.
Nunca.
—Ella es mía.
—En cuanto vayas por ella ahora, empezarás una guerra. Lachlan
es despiadado. Ya ha robado a varios de nuestros empleados y les ha
ofrecido trabajo en su club. Arruinó el trato de Octavius. Las joyas de
Florian acaban de desaparecer de la última colección. Nos ha estado
advirtiendo todo el tiempo porque has pasado mucho tiempo en
Nueva York.
Cierto.
Todos mis rezos y deseos han caído en saco roto, seguidos de las
despreciables risas de la gente que no merece respirar.
Simplemente no lo entiende.
Porque ayer, Amalia era solo un medio para un fin. Nunca planeé
tocarla, solo utilizarla para consumar mi venganza.
Ah, claro.
—Así que nueve reglas en total, y tenemos que sellarlas con nuestra
sangre.
—¿Qué pasa con ellas? Puedes follar con quien quieras. Eso sí, mantenlo
cubierto, porque no necesitamos pequeños jinetes en nuestras vidas —dice
Santiago, estremeciéndose un poco ante la idea de traer un niño a este
mundo. Él ha sido el que más ha dicho que no quiere casarse nunca.
Es cierto.
Bueno, parece que una pelea a puñetazos será inevitable a estas alturas.
—Ella ni siquiera existe. Es un concepto mítico que crees que algún día
querrás tener. —Me golpea en el pecho, y yo me balanceo un poco antes de
encontrar el equilibrio rápidamente y asestar mi propio golpe, enviándome,
volando a la pared, mi espalda golpeando la piedra con fuerza.
—Lo siento, Remi. ¿Te parece suficiente una disculpa? —pregunta con
una amplia sonrisa en la boca.
Me lanzo hacia él, dándole mis propios golpes en la cara mientras caemos
hacia atrás. Me golpea en el estómago y me doblo en dos.
—¿Qué pasa, Remi? ¿Quieres una mujer propia para que compense tu
infancia?
Por supuesto.
Por supuesto que usa mi infancia contra mí, pero entonces, ¿qué hay de
nuevo? Después del infierno que ha soportado, Santiago siempre arremete de
la manera más despiadada.
—¡Cállate!
—Por favor, déjame ir. Estoy bien. No voy a hacer nada. —Octavius
espera un segundo como si contemplara mis palabras y asiente, dando un
paso atrás, y yo me ajusto la camisa, limpiando la sangre, y apunto con un
dedo a Santiago—. Tienes problemas.
—Sí, lo sé.
—Si uno de los Cuatro Jinetes Oscuros reclama a una mujer como su
novia, ella se convierte en uno de nosotros. —La pluma se rasca contra el
papel mientras continúo—. Ella tiene nuestra lealtad y protección.
Ah, Florian, siempre el pesimista que nunca confía en las mujeres a pesar
de tener la intención de follarse a todo Chicago.
Si eso es una locura, que así sea, porque para empezar no estaba
cuerdo.
Excepto Octavius.
¿Dónde estoy?
¿Sedante?
¡Alguien me ha secuestrado!
Pero las apariencias engañan, así que hasta que no me diga qué
quiere de mí, no excluiré la posibilidad que sea un psicópata.
Y con él, todas las preocupaciones, mientras que nada más que el
placer existía para mí por primera vez en mi vida.
Y la idiota que soy creyó que realmente sentía esas emociones por
mí.
Tonta ingenua.
Es mío.
Sí, de acuerdo.
Estoy loca.
Giro las piernas hacia un lado, mis pies descalzos tocan el frío
suelo, mientras mi torso se balancea hacia delante. —¿Amalia?
¿Conoces a Amalia?
—Isla tiene suerte que su mejor amiga esté casada con uno de los
nuestros. —Sujeta el vaso con más fuerza—. No apreciamos que los
extraños creen informes sobre nosotros.
Cinco palabras.
He encontrado a mi gemela.
Tienes que rezar para que otro monstruo venga a matar al que está
destruyendo tu vida si quieres seguir viviendo.
La cegadora luz del sol se cuela por la enorme ventana del hospital,
iluminando el espacioso lugar y mostrando su magnífica gloria. Los pájaros
gorjean en la distancia, anunciando la llegada de un nuevo día y disfrutando
del clima primaveral. Uno de ellos picotea el cristal, con la mirada puesta en
mí mientras sigue golpeando varias veces y vuelve a piar.
El olor a rosas y orquídeas me hace cosquillas en la nariz, atrayendo mi
atención hacia las diversas flores repartidas por la habitación. También me
fijo en el sofá que hay a varios metros de distancia y en una mesa redonda,
frente al televisor de pantalla plana que cuelga de la pared.
Las voces del exterior son amortiguadas, con médicos y enfermeras que
entran periódicamente, comprueban mis constantes vitales y me ponen al día
sobre mis diversas lesiones, que se están curando bien, y debería estar bien en
unas semanas.
Por suerte, no tuvieron que hacer nada con mis brazos, así que puedo
escribir estas entradas, porque los sentimientos que luchan dentro de mí
necesitan una salida; de lo contrario, podrían abrumarme. No confío en que
nadie aquí pueda manejar mis histerias.
Al menos no todavía.
Además, la vida me enseñó una cosa... nunca actúes según tus emociones,
y estudia primero tu entorno antes de tomar cualquier decisión precipitada.
Entre esos libros, encontré un diario vacío, que por primera vez me dio
tanta felicidad que rompí a llorar, llorando tanto y durante tanto tiempo que
una enfermera tuvo que darme un sedante.
Según ella, era normal experimentarlo todo bajo un fuerte estrés, pero,
aun así, me limité a asentir y me negué a ver a un psiquiatra.
Esa gente aún podía hacerme daño, y yo no iba a darles ningún arma para
que la usaran contra mí.
Al cabo de dos semanas, apareció un hombre cuya aura de dominio y
poder llenaba el espacio circundante, lo que me hizo sentarme y observar cada
uno de sus movimientos con cautela, sabiendo que, si este hombre desataba su
ira contra mí, no sobreviviría.
También había un informe sobre Beatrice, que luchaba por encontrar otro
tonto que se casara con ella y necesitaba desesperadamente dinero para seguir
con su vida.
—Por supuesto. —Con esto, se dio la vuelta, listo para irse, pero mi
siguiente pregunta detuvo sus movimientos.
—Lachlan Scott.
Penelope.
Espera.
¿Has pensado alguna vez que tal vez Amalia vive una vida tranquila y no
necesita que la perturbes con la verdad o con viejos recuerdos?
Boda.
A duras penas contengo la risa histérica que está a punto de brotar
de mí ante esto y aprieto los puños con fuerza, dejando que las uñas se
me claven en las palmas y casi me hagan sangre. El dolor me pega al
presente.
—Sí.
—Tú.
Me invaden unos celos irracionales ante la idea que ella -con toda
su belleza- esté en el mismo espacio que él. Mi interior me exige que
se lo impida, porque él es...
¿Qué?
—Déjame hablar con él. Después que le explique, estoy segura que
no volverá a molestarte. —Me esfuerzo por decir las palabras que
saben a veneno en mi lengua—. Entonces compraré un billete en el
primer vuelo y no tendrás que volver a verme.
Amalia me coge por el codo y me tira hacia atrás con tanta fuerza
que tropiezo un poco. —Ya has hecho bastante. —Nos ponemos cara a
cara, y me horroriza ver el brillo cruel en sus ojos—. Ahora no nos has
dejado otra opción que declarar la guerra.
—Somos gemelas —digo, y eso me hace ganar otra risa, esta vez
más despiadada y fría que la anterior.
En cambio, acepto.
Puede que sea el rey de Nueva York, pero Chicago nos pertenece.
Después de todo, todos están en deuda con él, y esto crea el tipo de
lealtad que dura toda la vida.
Sus cejas se levantan. —¿Lo es? —Se frota la barbilla con la punta
del bastón—. Ella huyó de ti. —Chasquea la lengua—. Debe haber
encontrado que tus encantos son escasos.
Contando hasta diez y con toda mi paciencia en el puño, aún
mantengo la calma cuando digo:
¡En mi ciudad!
Ah, claro.
Esos dos no necesitan más estímulo para luchar del que ya tienen.
Pero antes que nadie pueda decir nada más, una voz fuerte
atraviesa la niebla de rabia que nos envuelve.
—¡Alto!
Penelope
Tirando del vestido, muerdo mi labio inferior mientras el vehículo
atraviesa el estrecho camino.
Una lluvia torrencial cae desde lo alto, y las gotas que golpean el
techo del auto son el único sonido en el ensordecedor silencio que
irrita mis oídos en el espacioso auto, mientras Amalia conduce en
línea recta.
—Una vez que me case con Lionel, Remi perderá el interés. Le encanta
ganar, así que ahora mismo, conseguirme significa la victoria para él. No me
querrá después que tenga un anillo en mi dedo. Ellos nunca van por las
casadas.
¿Qué he hecho?
Por no hablar que aún no estoy segura de lo que hacen que tienen
tal problema con Lachlan.
Qué extraño.
Veneno.
Todas y cada una de ellas.
¿Es por esto por lo que me ordenaron venir aquí? ¿Para saber con
quién estoy tratando?
Víctimas.
¿Soy la siguiente?
¿Fue por eso por lo que ordenaron traerme aquí? ¿Mentimos, así
que mi castigo es ser picada como un trozo de carne?
El sombrío futuro que me espera pintado en mi asustada mente me
saca por fin de mi estupor.
Remi.
—No —grito entre los dientes, lo que lo hace reír de nuevo, y otra
voz a varios metros de distancia habla, más grave y divertida,
haciéndome odiar al instante a la persona a la que pertenece.
Santiago y el resto de los cuatro oscuros ocupan los sofás que hay
en medio de esta... mazmorra, a falta de una palabra mejor, con una
mesita llena de botellas medio vacías y un bol con hielo.
Todo en mí grita que les diga algo, o que me lance a la mesa de las
armas y coja una pistola, y que amenace con disparar hasta que me
dejen ir.
Tiempo.
No.
Sin embargo, al ser una niña que perdió a sus padres muy joven,
no le deseo tal dolor a nadie, y mucho menos a niños inocentes que
probablemente no tienen ni idea de lo que hacen sus padres.
Me susurra al oído:
Pero la otra parte... la que fue criada por un padre que se pasaba
los días ayudando a los menos afortunados, el padre que me acogió
cuando no tenía que hacerlo, el padre que siempre predicaba sobre
hacer lo correcto, ya que es lo único que nos hace destacar entre la
crueldad de este mundo...
Aprieto las manos con tanta fuerza que siento una puñalada de
dolor me invade, aunque es incomparable con el que me sacude el
alma ahora mismo.
—Matrimonio.
¿Qué?
Una serpiente.
Debo haber dicho algo muy malo, pero por mi vida, no sé qué es.
—Amigo...
—Vamos, Amalia.
Arrepentimiento.
No importa.
Ella será mi esposa esta noche.
Hace tres días viajé por fin a Francia para conocer a Penelope. Los
médicos me dieron el "visto bueno" hace meses, pero Lachlan me mantuvo en
Nueva York durante un tiempo hasta que las cosas se asentaran y para
permitir que algunas personas me enseñaran las cosas que me perdí durante
mi cautiverio.
Incluso contrató a una dama de etiqueta especial que me enseñó a
comportarme en diferentes reuniones y a elegir adecuadamente mi ropa,
mientras me aconsejaba que pensara en mi futura profesión. Creó un diploma
falso para la escuela, pero aun así me hizo estudiar con ahínco todas las
asignaturas. Mi tutor era muy optimista en cuanto a la posibilidad que fuera
a la universidad en un año.
Intenté decirle a Lachlan que no tenía por qué hacerlo, porque la carpeta
que me trajo sobre Penelope demostraba que mi hermana tenía una buena
vida, por no hablar de mi herencia. Por el amor y la añoranza desconocidos en
mi pecho, sabía que mi gemela también quería verme, así que planeé
quedarme en Francia a su lado.
Llegó mucha gente con vestidos y trajes largos, y Arson me dijo que
tuviera cuidado, pero lo ignoré. Frenéticamente, busqué entre la gente para
encontrar a mi gemela, y entonces la divisé junto a un enorme arco.
Un ángel bajado del cielo que no conoce la pena y que probablemente creía
en los cuentos de hadas porque todo el mundo la adoraba.
Toda mi vida he soñado con el momento en que estaría con ella, porque
entonces significaría el fin de mi pesadilla. Una gemela que se suponía que
era mi persona, alguien que estaría a mi lado a pesar de todo.
Pero, aunque soñara conmigo... ¿esperaba que fuera una carga que nunca
funcionaría normalmente?
¿Cuánto tiempo pasará hasta que haga algo tan malo que ella no sea
capaz de mirarme? O peor aún... ¿le destrozaría el mundo, y la gente que
ama podría darle la espalda, porque su gemela es una psicópata incapaz de
controlar sus impulsos?
Elíjah.
Toda la gente que trabajaba allí, abusando de mi carne una y otra vez,
tratándome como si fuera tierra bajo sus uñas y no un ser humano.
Y entonces sucedió.
Lachlan.
Sacó su pañuelo y lo envolvió alrededor de mi mano sangrante mientras
Arson se mantenía a varios metros de distancia, estudiándome atentamente.
—¿Y si no puedo?
La gente experimenta cosas peores que las que yo viví y aun así se las
arregla para encontrar la paz y el amor, porque el amor lo supera todo en su
corazón. Así es como debería ser. El pasado no debería dictar el presente y el
futuro.
¿Y ahora?
—¿Mi ropa?
—Oh. Gracias.
Al menos tomé una pequeña siesta, que no hizo más que aumentar
mi dolor de cabeza. Lo único que quería era correr a Francia y
encontrar consuelo en los brazos de mi padre.
Aunque ahora mismo soy casi una copia de Amalia, sin el cabello.
¿Por qué entonces tengo la sensación que todo lo que tengo que
hacer es golpear el dedo en el espejo, y la imagen se romperá,
mostrando mi verdadero reflejo?
Remi decidió que debían ser mi algo azul, así que me encontró
unos zapatos de diseño con un bonito cristal en la punta.
Sería la novia más feliz del planeta si el hombre de mis sueños que
despertó mi cuerpo a todos sus placeres me conociera tan bien como
para elegir este vestido para mí.
Un velo.
Sacudo la cabeza.
¿Otra más?
Tal vez porque es once años menor que ellos, por lo que todos se
sienten protectores con ella, especialmente su hermano mayor
Santiago.
¿Es por esto por lo que aman a los cuatro oscuros? Es imposible
que no sepan de sus actos, y, además, la invitaron a la boda.
Así que ella debe saber que todo es una gran estratagema en la que
un hombre obliga a una mujer a casarse con él, o de lo contrario, la
gente morirá.
Como esta mujer no tiene nada que ver con las acciones de mi
prometido, respondo:
—Ya he escuchado eso antes —dice otra voz suave, y veo entrar a
una mujer. Más suave y con más curvas que Jimena, y aunque no se
puede decir que sea guapa, tiene una presencia magnética.
Oh.
—Sí.
—¿Y?
—¿No puedo?
—¿Quién lo dice?
—¿Tienen reglas?
—Sí.
—No.
Si Remi cree que voy a seguir sus retorcidas reglas, tiene otra idea.
—¿Cómo te llamas?
Sí.
De ahí que a lo largo de los años muestre más respeto a los que me
rodean que mis amigos, y controlo mi temperamento, haciendo lo
posible por no entrar en peleas inútiles a menos que alguien cruce una
línea que no pueda dejar pasar.
Sin girarme hacia él, le hago un gesto con el dedo corazón, lo que
me hace ganar más risas. Aprieto los dientes con fastidio ante la
negativa del padre Paul.
—Eres mi hijo, Remi. Así que limpia mi puto desorden y deja de llorar a
no ser que quieras que te rompa el cráneo.
—Te saliste de control y casi haces que nos maten a todos con tu
mal genio. —La voz de Santiago nos hace girar la cabeza hacia él
cuando sale de la iglesia y se engancha los pulgares en los
pantalones—. Podríamos entenderlo después que la reclamaras. Y sin
embargo...
Los Cuatro Jinetes Oscuros nunca se mienten entre sí, pero mentir
es lo que he hecho casi toda mi vida.
El pavor me invade, derramando más veneno en mi organismo, a
la espera de su reacción que podría cambiar el equilibrio de nuestra
amistad.
—Por supuesto.
El viento sopla a nuestro alrededor y los búhos ululan con fuerza en una
noche que, de otro modo, sería silenciosa, mientras nos encontramos frente a
la casa de Octavius.
—¿Qué trato?
O si una mujer lo hace. Creo que, entre todos nosotros, él será el único
que no tendrá piedad con su mujer si esta comete un acto imperdonable a sus
ojos.
—Querida, ven aquí. —Ella pone los ojos en blanco ante su orden,
pero se precipita hacia él, riendo cuando la rodea con su brazo y la
abraza con fuerza, ya está pegando su boca a la de ella.
Nunca he visto una mujer más hermosa que ella, una criatura
seductora que atraerá a todos los hombres lo suficientemente
desafortunados como para conocerla.
Mis cejas se alzan ante tal petición. La esperanza brilla en sus ojos
junto con una profunda necesidad mientras sus dedos hurgan en la
caja.
Penelope
Una respiración áspera se me escapa, mientras la música del
órgano llena la iglesia, haciendo vibrar las paredes a mi alrededor. Me
sacudo un poco y se me pone la piel de gallina.
Nada más que lo mejor para los monstruos que vagan por las
calles de Chicago.
Una sola lágrima corre por mi mejilla y cae sobre mi falda blanca.
—Tenemos que irnos ya. Todos están esperando. —Una pausa y luego
añade—: Siento mucho que tenga que ser de esta forma.
Mirando en su dirección, noto que la culpa marca sus rasgos, sus
ojos llenos de pena y compasión, haciéndolos enormes en su rostro.
Se endereza, dice:
—Sí.
Penelope.
Él lo sabe.
Remi
Penelope me pertenece ahora.
Cada pelo de su cuerpo, cada aliento que toma, cada emoción que
experimenta me pertenece ahora.
¿Pero mi mujer?
Es cálida como el sol que brilla sobre el océano. Sus ojos llevan sus
emociones para que todos la vean, la calidez que tienta a la bestia y le
promete la paz eterna del dolor y el sufrimiento que soportó durante
tanto tiempo.
Después de todo...
Chicago, Illinois
Papá lo encontró en la basura el otro día y proclamó que era su regalo por
mi quinto cumpleaños, aplastando mi sueño de una comida completa. Hace
días que no tengo comida sólida en la boca. Papá se ha gastado todo el dinero
en alcohol y en el chocolate favorito de mamá.
Por eso siempre lo presiona para que empiece un nuevo trabajo hasta que
él deja de ir por su histeria.
Aunque eso explica por qué mi madre está tan agitada. Apuesto a que ya
está contando el dinero que podría gastarse en un vestido nuevo.
Podemos pasar hambre durante días, porque ellos sobreviven solo con
alcohol durante sus días de fiesta, pero Dios no quiera que mi madre tenga
que dejar de comprar.
Una vez, mi profesora dijo que a mis padres les encantaba vivir por
encima de sus posibilidades. No entendí lo que significaba, pero supongo que
puede significar que tus necesidades son más importantes que las de un niño.
Sin embargo, dirijo mis oraciones a Dios que, según los sacerdotes de
nuestra iglesia, vela por nosotros y siempre escucha nuestras súplicas.
Por favor, Dios. Haz que se calle. Por favor. Haz que mamá se
duerma para que papá pueda ver su partido en paz.
Sin embargo, todas mis esperanzas se rompen cuando el silencio cae sobre
la pequeña habitación del motel. —¿Qué has hecho, zorra? —sisea papá, y
miro rápidamente hacia allí, viendo cómo mamá apaga la televisión y papá se
levanta, dispuesto a reanudar su juego—. Te lo advierto, Judith.
Yo.
Una risa hueca se escapa de los labios de mamá, que se pone la mano en la
cadera y le sisea.
He leído mucho, sobre todo en las noches en que me dejan solo o en las que
hacen mucho ruido en su habitación. A veces, me ordenan que me quede fuera
de la habitación del motel y que no les moleste hasta la mañana, así que
siempre tengo que buscar un lugar donde esconderme.
Llamé a la puerta para volver rápido con mis padres, no quería darle a
este hombre la oportunidad de intentar algo más, pero mamá se limitó a reírse
y me dijo:
Tengo unas cuantas cicatrices en el cuerpo por sus mordeduras, que pican
mucho porque mamá no compró ninguna medicina para ellas.
—Roland, necesitamos este trabajo. Deja de beber. —El dinero debe hacer
realmente feliz a mi madre si está dispuesta a llegar a tales extremos y seguir
insistiendo en el tema.
Molestarlo es peor que el hecho que ella le niegue el sexo, algo que ocurre
varias veces al mes.
—¡Para, Roland! —le suplica ella, con las uñas rozando la pared
mientras gime de dolor—. Para. —Ella forcejea, tratando de liberarse, pero él
solo se ríe, apretando su cuello con fuerza, y por los sonidos familiares de sus
tragos, sé que está luchando por cada respiración.
—Suéltala. —Le doy varias palmadas en las caderas. Gira la cabeza hacia
mí, con sus ojos negros brillando—. ¡Suéltala, papá!
—El bastardo está aquí. —Me sacude con tanta fuerza que mis dientes
chocan entre sí—. Me arrepiento del día en que naciste. —Me escupe esto en
la cara antes de tirarme. Gimo cuando mi espalda choca con el suelo y el dolor
me recorre todo el cuerpo.
Estos flashes son tan intensos que nunca se los cuento a nadie; todo el
mundo ya piensa que soy estúpido o raro.
—Todo cambió por tu culpa. —Papá me señala con un dedo, su voz
atraviesa la niebla, y luego le da una patada a mamá en el estómago. Ella tose
con fuerza y se hace a un lado para evitar otro golpe—. Querías tanto un bebé
que estabas dispuesta a poner en juego nuestras vidas. Yo era un contable con
una casa, ¿y ahora? ¡Tengo que ser jodidamente amable para que me
consideren siquiera jardinero! —Le da una última patada antes de volver al
sofá y dejarse caer en él, colocando los pies sobre la mesa—. Los dos, cállense
y déjenme ver la tele. —Con esto, vuelve a encender el juego y nos ignora
mientras la voz del locutor resuena por los altavoces.
Porque son los únicos padres que tengo, y se supone que debemos
quererlos, pase lo que pase, ya que nos mantienen. No me abandonaron ni me
hicieron vivir en la calle como hace tanta gente.
Pero a veces... sobre todo en estos momentos... los odio tanto que casi
puedo saborear la amargura en mi lengua y anhelo huir de ellos, o peor...
verlos sufrir y lamentar cada insulto que me han lanzado.
Mi muerte.
En cambio, yo sobreviví.
Y tengo la intención de manchar su dinastía de tierra y sangre
hasta que no quede nada de su reinado. Su solo apellido inspirará
vergüenza y asco a todos los que lo rodean.
Solo entonces el niño que llevo dentro -que escuchó 2562 veces lo
mucho que todos deseaban que muriera- encontrará la paz.
Penelope
—Lo sabes —susurro, aún conmocionada por la noticia. Su boca se
levanta en una media sonrisa, y sus orbes marrones brillan con un
destello ilegible.
Y la gente tiende a superar sus juguetes, así que ¿qué hará cuando
le pase a él?
Oh, Dios.
Remi desliza sus manos desde mis mejillas hasta mi cuello, mi piel
arde con el contacto, y me balanceo hacia él, agarrando su camisa con
más fuerza entre mis dedos. Justo cuando abro la boca para protestar
por el hecho que la verdad, en el gran esquema de las cosas, no
cambia absolutamente nada de lo nuestro, se produce un destello en
la iglesia que nos ciega a los dos.
Una combinación que pensé que no era posible que una tuviera, y
sin embargo me demuestra que estaba equivocada.
Parece que incluso las princesas que viven en castillos y que son
adoradas por todo el mundo también conocen las penas y las
dificultades, y de alguna manera este conocimiento me deprime
enormemente.
Espera.
¿Pequeños?
¿Está loca?
—Oh, sí. Iría muy bien, junto con la historia de cómo la chantajeó
para que se casara con él —habla Florian mientras se levanta del
banco y se acerca a nosotros—. A los pequeños les encantaría. —No se
me escapa cómo Jimena se pone la palma de la mano extendida sobre
el estómago y se acerca a Remi como buscando su protección, y le
lanza una dura mirada a Florian sin que Santiago lo note, que
murmura algo a su mujer, y ella se sonroja con fuerza.
Dios mío.
¿Qué harán sus familias cuando se enteren? Pero, por otra parte.
La chica no tiene un anillo en el dedo, así que está claro que Florian no
ha reclamado su derecho, lo que lo convierte en un imbécil aun más
grande de lo que pensaba.
Cretino.
Como Amalia, que me envió a los lobos con tal que su verdadera
familia estuviera a salvo.
—Felicidades.
—Ya verás.
Gimiendo de frustración y deseando arañarle la cara por ser tan
indiferente con todo esto, me muerdo la lengua y suspiro con
resignación cuando la pantalla se levanta, bloqueando nuestra
conversación al conductor.
Sin embargo, Remi se casó conmigo, se casó de verdad, así que tiene
sus expectativas. El miedo me invade solo de pensarlo.
Mi padre.
Dios mío.
En cuanto los medios de comunicación se enteren que uno de los
jinetes se ha casado, la noticia se extenderá al instante, lo que significa
que mi padre se enterará de este matrimonio que no es más que una
farsa. Se pondrá furioso y dolido.
—Te estás haciendo daño. —La voz ronca de Remi me saca de los
pensamientos sobre mi deprimente futuro. Coloca la palma de la
mano sobre la mía, frotando mi carne magullada. —No vuelvas a
hacer eso. —Me sostiene la mirada, sus ojos marrones llenos de una
expresión que no puedo nombrar—. No hagas daño a lo que es mío.
No reacciono bien.
—Te follé con tanta fuerza que gritaste hasta que tu voz se volvió
ronca y tu coño envuelto alrededor de mi polla, sacándome el semen.
—Sus palabras lujuriosas pronunciadas en voz baja me provocan un
calor abrasador en el cuerpo, quemándome por dentro, mientras sus
labios se desplazan hasta la parte inferior de mi barbilla, donde su
lengua deja huellas en mí.
Cicatrices.
El villano lo hizo.
Poco sabe que no tendrá que forzar nada, porque mi moral es muy
escasa. Incluso estoy dispuesta a acostarme con un monstruo con tal
que me prometa placer.
—En tus sueños, Remi. —Lo cual suena idiota, teniendo en cuenta
que estaba a punto de acostarme con él hace un momento—. Solo me
casé contigo para que dejaras de acosar a mi hermana. —Hace una
mueca de dolor por alguna razón. ¿Es culpa en su mirada?
¿Siente ya remordimientos por sus actos?
¿Qué?
Antes que pueda hacer más preguntas, sale del auto y Van me abre
la puerta. Remi me alcanza en segundos, abriendo su mano. Coloco la
mía en la suya, saliendo mientras toda la gasa flota a mi alrededor, y
resoplo con exasperación.
Mis ojos viajan hacia arriba. El rascacielos es tan alto que mi cuello
se arquea para mirar hacia arriba, y luego vuelvo a bajar la mirada
hacia la entrada. —¿Tienes un apartamento aquí?
—Sra. Reyes. Acabo de escuchar las noticias. —Los ojos del portero
se dirigen a mí—. Felicidades.
No me sorprende.
Hay ricos, y luego hay ricos. Está claro que Remi y sus amigos
residen en la última parte del espectro.
Está claro que sus padres no eran geniales, porque la ira cubre su
voz cuando habla de ellos.
—Remi, por favor. —El poder y el deseo que desprende son casi
mi perdición, ya que me congelan en el sitio mientras la piel se me
pone de gallina a la espera de su próximo movimiento.
—¡Eso es una locura! ¿Por qué matas a la gente? ¿Por qué haces lo
que haces? —Tal vez si me da más respuestas, una visión de su
pasado, lo veré bajo una luz diferente.
Dicen que las mujeres nunca olvidan sus primeras veces, y quizá
sea cierto.
—En el momento en que te vi salir del auto con este vestido, quise
abrirlo y follarte allí mismo, reclamando mi derecho sobre ti de nuevo.
Para que todos los hombres que dudaban de este matrimonio
supieran a quién perteneces. —Me atrae hacia él, sus dedos se ciernen
sobre los botones de mi espalda—. Cubierta de pies a cabeza, y nadie
podía ver mis marcas en ti. —Me roza la barbilla con los labios,
mordiéndola suavemente antes de echarme la cabeza hacia atrás y
dejar al descubierto la poca piel desnuda que permite mi diseño de
cuello alto.
—Remi.
—No.
—Fóllame ya, Remi. —Me aprieto los pechos, sin miedo a caer con
él sujetándome tan fuerte—. Estoy ardiendo, cariño. Ardiendo por ti.
Se congela, sus dedos se clavan en mis nalgas con tanta fuerza que
gimo y me muerdo el labio inferior ante su posesión, emocionada por
el efecto que mis palabras tienen en él y por lo mucho que este
magnífico y poderoso hombre está, de hecho, a mi merced.
Coloco mis pies sobre sus hombros, abriéndome más para él,
mientras arqueo la espalda y gimoteo:
Nunca un príncipe.
Y ahora, con ella en mis brazos, anhelo más que nunca terminar mi
venganza, destruir a mi enemigo para siempre.
Remi, 5 años
Las enormes puertas de hierro se abren mientras uno de los guardias
grita:
—Es uno de los hombres más ricos del país. ¿Qué esperabas? —Ella da
una palmada mientras la excitación adorna su tono—. ¿Imaginas cómo será
nuestra casa? En la descripción del trabajo, decía que se proporciona
vivienda. —Se echa el cabello hacia atrás—. No más moteles baratos.
Uno de nuestros vecinos era jardinero y me prestó los libros para que no
me aburriera.
Las ramas de los grandes árboles están cargadas de hojas que rozan el
suelo cada vez que el viento las golpea y las balancea en diferentes
direcciones. Los pájaros posados en las ramas gorjean con fuerza a la luz del
sol.
Nunca he visto nada tan hermoso, y mi alma se eleva solo con mirarlo. Es
un contraste tan grande con el vertedero interminable que me ha rodeado toda
mi vida.
Las rosas suben por las paredes y realzan el ambiente de cuento de hadas
del lugar, donde probablemente todos se quieren y viven en paz sin que nadie
resulte herido.
La casa tiene tres niveles, e intento contar todas las habitaciones por
ventanas. Pero no consigo captarlas todas. ¡No puedo ni imaginar tener tanto
espacio para una sola familia!
Unos pocos pasos conducen a las puertas dobles marrones que se abren, y
un hombre emerge con un traje perfectamente confeccionado. Vuelvo a jadear,
al sentir una avalancha de poder procedente de él.
Es muy inusual.
Lleva un largo vestido azul, sus pies descalzos asoman por debajo,
mientras sus manos están manchadas de pintura. Su cabello morado cae por
la espalda en forma de ondas, brillando a la luz del sol. Sus ojos azules y
cristalinos parecen casi irreales en su rostro. Se ríe de algo que dice su esposo
antes de ponerse de puntillas para besarlo en la mejilla.
Es tan hermosa.
—Qué bicho raro —dice mamá, los celos cubren su grosero comentario
mientras papá se lame los labios, y mis hombros se hunden.
Y por la forma en que el hombre frunce el ceño y luego una expresión fría
se instala en sus rasgos, sé que ha notado la atención no deseada.
—Hola, Remi.
—Cinco.
—Tiene cuatro años. Solo que aún no se sabe muy bien los números.
Pagaré por este desliz; esto lo sé. Mi padre acabará ordenando a mi madre
que me dé una paliza con el cinturón, y Dios sabe cuándo comeré.
¿Por qué iba a hacer alguien algo por mí, especialmente una pareja tan
rica como ellos, cuando ni siquiera mis padres lo hacen?
Observo a los tres chicos, tan diferentes a los demás niños que he visto
hasta ahora en mi vida.
—¡Socorro! ¡Guardias!
El guardia responde:
—No mientras yo esté vivo. —Y sus espadas chocan mientras luchan
entre sí, dando varios pasos hacia atrás y luego hacia adelante, mientras el
rubio los anima.
—Tú serás el que muera hoy, pirata. —Hace un gesto hacia la casa—.
¡Yo ganaré esta guerra! —Y con un grito de guerra, supongo, se lanza por el
pirata, moviendo cada uno sus espadas en diferentes direcciones hasta que el
chico de cabello oscuro cae al suelo y los dos acaban encima de él, estallando
todos en una risa incontrolable.
Sus amigos fruncen el ceño y luego cambian su atención hacia mí, todos
me miran fijamente mientras se levantan y se quitan tierra de las rodillas.
Estos chicos, con todo lo que tienen, no tienen que ser amables.
—Así que vivirás aquí. —Santiago frunce aún más el ceño—. ¿No hablas
español? —Sacudo la cabeza—. Todos en nuestra casa hablan español.
Sin embargo, antes que nadie pueda comentar nada, mi estómago se queja
con fuerza y mis mejillas se calientan de humillación, aterrorizado por el
hecho de que se burlen de mí ahora.
Sin saber qué hacer con eso, muerdo el pan y gimoteo ante la primera
comida en tanto tiempo, masticando cuidadosamente cada bocado mientras
ellos siguen observándome.
¿Quién sabe?
Puede que se trate de algún truco para hacerme daño más adelante, pero
estoy demasiado hambriento como para preocuparme ahora mismo y no
aceptar la comida cuando me la ofrecen. Los desconocidos nunca me habían
dado de comer. Una vez rogué a alguien en el patio de recreo que me diera un
palito de zanahoria, y su madre me dijo que debería avergonzarme.
No sé cómo avergonzarse cuando el hambre te consume, pero aprendí a no
volver a mendigar nada.
—No, no lo eres.
—¡Lo soy!
Demasiado confundido con esto, miro a Octavius, que se echa una nuez a
la boca y se encoge de hombros.
Qué extraño.
—Imagino que cambiarás de opinión una vez que tenga la oportunidad de
ganar —refunfuña Santiago y traga su bocado antes de preguntar—: ¿A qué
quieres jugar?
—¡Así que cada uno de nosotros elige un jinete y llegamos a esta tierra
para causar el caos! —Florian grita y se levanta de un salto, alzando los
brazos, mientras sus amigos se limitan a negar con la cabeza.
Entre los tres, él parece ser el más alegre. Y las yemas de sus dedos están
manchadas de gris, así que también debe pintar mucho.
—Loco.
—Oh.
Los príncipes no son amigos de los plebeyos. ¿Por qué querrían ser mis
amigos de todos modos?
—¡Gran idea! —grita Florian, echando el brazo por encima del hombro de
Santiago mientras se balancean al ritmo de la música, con la cámara colgando
del cuello—. Así es justo.
—¿Justo?
—Sí. Si alguna vez nos peleamos dentro del grupo, siempre habrá una
persona que nos proteja. —Aprieta a Santiago—. Los mejores amigos, pase lo
que pase. ¿Estás de acuerdo?
—Sí.
Le pregunta:
—Dulce.
Y luego, durante el resto del día, fingimos ser los Cuatro Jinetes, cada uno
de nosotros escogiendo un jinete y actuando en consecuencia hasta que
Florian y Octavius tienen que irse a casa.
Porque tres chicos que nunca deberían haber mirado hacia mí,
contra todo pronóstico, se convirtieron realmente en mis mejores
amigos, dispuestos a hacer cualquier cosa por mí.
Lo que era de ellos era mío, y lo que era mío era de ellos.
Remi.
Mi esposo.
¿Y lo peor?
Dios, Penelope, por favor, deja de ser tan puta para este hombre. Él mata
literariamente a la gente y te obligó a este matrimonio. La gente te llamaría a
un psiquiatra si lo supiera.
Y lo haré.
Porque por mucho que diga que fue mi decisión casarme con él, no
lo fue. Acepté casarme con un desconocido que estaba obsesionado
con mi gemela para salvarla de un problema que mi presencia había
creado.
Tiene una bañera en la que caben hasta tres personas, una ducha a
varios metros de distancia y dos lavabos con dos espejos que
muestran mi reflejo menos que estelar.
—Dios mío.
Ropa.
¿Evento?
Me enfurece que Remi decida lo que tengo que llevar, y aprieto los
dientes para no gritar de frustración.
Señala la pequeña mesa que hay junto al sofá. —Tu té está listo. —
Abro la boca para decirle que no lo quiero, pero sería una mentira.
Si estos hombres son tan delirantes como para vivir según algún
tipo de código que les excusa su comportamiento, quizá crean en los
mitos por los que intentan vivir.
Odisseus nunca hizo daño a Penelope; la amaba mucho. Con
suerte, estoy a salvo de su rabia, y nunca la volcará sobre mí.
Jadeo cuando veo la funda azul con una pequeña cadena dorada
atada a ella y me doy cuenta que, efectivamente, es mío.
Vuelvo a dejar la taza sobre la mesa, lo cojo y gimo al ver las casi
cien llamadas y mensajes perdidos de varias personas.
—Papá.
—Te casaste —dice, con la voz ronca, y oigo los cubitos de hielo
chocar entre sí. Debe de estar bebiendo, porque ya es de noche. Mi
padre nunca bebe sin una razón, pero, por otra parte, el hecho que su
propia hija se haya casado en su primer día en Chicago es
probablemente una razón suficientemente grande—. Con un hombre
que ni siquiera conozco.
—Papá...
—No eres nada para mí, chico, hasta que demuestres lo contrario.
—La afirmación de papá está impregnada de furia y frialdad, pero
Remi se limita a sonreír, encontrándolo divertido.
—Tener una hija amada que camina hacia el altar sin ti. —La
respuesta de papá se encuentra con la risa de Remi—. No hay otra
cosa que hacer.
—Intentaré entonces tener una hija con los ojos de Penelope. Una
cosita bonita.
—¿Sí?
—¿Misión?
Si esperaba que fuera una heredera que fuera una mariposa social,
se sentirá muy decepcionado. Aunque me mezclo en el mundo del
arte y no se me puede llamar reclusa, prefiero los lugares tranquilos y
soy súper torpe con la gente nueva.
—Ahí estaremos.
¿Así que ese es el evento al que tenemos que ir? He oído hablar de
él, por supuesto. Llevan un año planeando la celebración. Toda la élite
está planeando asistir al cumpleaños del patriarca. A pesar de haber
cedido las riendas del negocio a su hijo hace mucho tiempo, sigue
diseñando sus piezas de joyería junto con Florian. Incluso mi padre
recibió una invitación, porque creó una de las esculturas de su
mansión, pero la rechazó. Lo cual no fue bien recibido.
—Amalia estará allí para cederte las acciones. —Se ríe—. Creo que
casi le da un ataque al corazón al abogado cuando irrumpió en su
oficina y exigió acceso a su herencia.
¿Qué?
¿Por dinero?
—¿Manosearme?
—Ven aquí.
Agarro sus hombros con más fuerza y vuelvo a susurrar, casi con
frenesí:
—Por favor.
Mis súplicas, sin embargo, tienen poco o ningún efecto sobre él. —
Mira qué mojado está este coño. —Pasa dos dedos por mi carne,
deslizándose arriba y abajo, recogiendo la humedad en su camino, y
mi coño se aprieta, deseando que entre en mí, en lugar de
torturarme—. Suplicando ser lamido y chupado. —Muerde mis labios
inferiores, haciendo que me sacuda en sus brazos, y los dedos de mis
pies se curvan—. Entonces déjame complacerlo.
Esa es toda la advertencia que recibo cuando introduce su lengua
profundamente en mí, mi gemido reverbera en el espacio mientras mi
esposo ensancha su boca sobre mí, sujetando mis caderas con fuerza.
Uno. Dos. Tres veces entra en mí, y entonces sus dedos se deslizan,
pero los sustituye una vez más por su lengua, vagando entre mis
pliegues, comiéndome como si fuera su comida favorita.
Las palabras suenan tan sucias en mis labios, pero por cómo gruñe
contra mí, sé que las aprecia.
—Remi, por favor. —Me relamo los labios, deseando limpiar con la
boca el pre-semen que gotea de la punta, pero él chasquea la lengua.
Especial.
—Lo hago.
—Mi esposo. —Me penetra con más fuerza y dureza que la vez
anterior, con poderosas olas que me atraviesan una y otra vez
mientras él mantiene el ritmo, entrando y saliendo de mí mientras el
sudor nos pega y gotea por mi espalda. Y entonces se me escapa una
palabra que no esperaba—. Mío. —La sola idea que otra mujer
disfrute así de él me hace entrar en una espiral de rabia mientras la
posesividad me corroe.
Remi, 15 años
Poniendo el pie sobre la pala, presiono con fuerza, recogiendo la tierra y
tirándola a un lado, preparando el terreno para los nuevos rosales.
El sol brilla por encima de mí, enviando sofocos por todo el cuerpo
mientras el sudor me resbala por la espalda y me pega la camiseta al cuerpo.
Deseo herirlos a todos de tal manera que se callen para siempre y dejen de
existir en este mundo para vomitar odio a cualquiera que sea mínimamente
diferente a ellos.
El pobre niño.
Paleo con más fuerza, deseando poder golpear a David con ella y
arrancarle los dientes, pero su padre es rico.
Así que me quedo callado, sin participar en todos los golpes, mientras la
furia dentro de mí crece y crece, lo que hace que rompa cosas por la casa y
saque mi frustración durante mi tiempo de boxeo.
No es que ayude.
Escupiendo en mi comida.
¿Serían tan valientes una vez que los tuviera encadenados en algún lugar
y les diera una paliza?
Santiago.
La gente podría decir que no se puede construir una amistad para toda la
vida a una edad tan temprana, y yo les diré que se equivocan.
Él me entendía como nadie, y nada más que la soledad me llena desde que
lo secuestraron a los siete años.
Ocho años.
Ocho largos años sin él, preguntándome dónde está y si volverá algún
día. La policía dijo a sus padres que se rindieran; la posibilidad que un niño
sobreviva después de las primeras cuarenta y ocho horas es escasa. Además,
tampoco han encontrado ninguna pista en el caso y sospechan que está
enterrado en algún lugar.
Se queda helado cuando lo aprieto tan fuerte que grita de dolor. Entonces
lo empujo hacia atrás y cae de culo con un fuerte golpe, rompiendo a llorar.
¿Respeto?
A la mierda.
Sin embargo, por primera vez en mi vida, no creo que esté mintiendo,
porque muestra demasiada alegría al darme esta información.
Todo este tiempo, mientras aguantaba toda esta mierda de mis padres, ¿ni
siquiera eran mis padres?
—¡Respóndeme!
Una sonrisa perfila su boca y se ríe. —No soy estúpido, chico. Solo te lo
diré cuando cumplas dieciocho años. O me dejarás antes. —Se lame los
labios—. Trabajarás mientras yo disfruto de mi vida. —Su grito ahogado
reverbera por toda la casa cuando mi puño conecta con su nariz. El sonido de
la rotura llena el aire y la sangre brota al instante de su nariz.
La veo de pie junto al enorme roble en el que todos solíamos pasar el rato
cuando éramos niños, pasando suavemente los dedos por él mientras el viento
hace ondear su cabello rubio natural hacia atrás y su vestido blanco se pega
contra sus piernas.
Durante cuatro años, el tío Jacob dirigió el imperio de tal manera que no
solo sobrevivió a la ausencia del rey, sino que prosperó y creció aún más.
El tío Lucian acabó volviendo a una vida semi normal; aunque seguía
desapareciendo una semana cada mes y volvía con una herida de bala o con
moretones en el cuerpo.
Una cosita de cuatro años que se fija en mí mientras juega con su muñeca
sobre la manta, y sus ojos azul marino se iluminan.
Eso es lo que mejor que hace Jimena, derrochar cariño a todo el mundo y
hacernos sonreír, aunque no nos apetezca.
—¡Florian! —Con esto, se aleja por detrás de mí, y me giro para ver a mis
dos amigos caminando uno al lado del otro junto con Estella, que va delante
de ellos.
—Muy bien. ¡Estás aquí! —La chica adora a Florian, pero creo que está
destinado a ser amado por las mujeres, independientemente de su edad.
Hace un año hizo un juramento de no casarse ni tener hijos; por eso sigue
siendo virgen y tiene la intención de mantenerlo así durante Dios sabe cuánto
tiempo.
—Bájame, por favor. —Lo hace y ella enlaza sus dedos con los de
Estella—. ¡Vamos a comer más tarta! —Las dos se lanzan a la mesa y todos
perdemos la sonrisa, la seriedad del momento nos invade.
—Sí —digo.
—Le dimos una paliza a esos tipos que escupieron tonterías sobre ti
durante la primera hora.
Florian suelta una carcajada. —Deberías haber visto sus caras; uno de
ellos incluso lloró. —Se señala los nudillos magullados—. Valió la pena cada
momento. Ahora se irán por otro lado cuando te vean.
Soy más alto para mi edad y más voluminoso, así que puedo participar en
peleas clandestinas fingiendo mi edad. Aunque el dueño del club lo supiera,
no le importaría, ya que mis combates son los que más dinero le reportan.
Pagan generosamente, y me da tanta puta satisfacción herir a alguien que
debería asustarme, y sin embargo me apunto a más peleas, haciéndome adicto
a todo ello.
Florian se agacha para dejar que Jimena acaricie la paloma, y ella jadea
asombrada cuando el pájaro mueve la cabeza.
Te robaron de ella.
¿Existe alguna mujer en esta tierra que llore a su hijo tanto como la
familia Cortez al suyo, enviando palomas al cielo con su corazón dolido y
rogando que vuelva?
¿Hay alguna madre que desee que su hijo entre en su casa y le diga que
está vivo?
Porque la sola idea es tan devastadora que no estoy seguro que mi psique
pueda soportar la cantidad de dolor que me costaría.
Tal vez entonces la verdad me resulte más fácil de afrontar con mi mejor
amigo a mi lado.
Suficiente.
Incluso hay nichos con rosas blancas trepando por las paredes, que
casi invitan a entregarse al pecado y a los antojos más básicos en su
interior.
Poder y estatus.
¿Lo haré?
Genial.
Y risas.
—Sí.
—No me iba a reír —me asegura y luego choca su vaso con el mío,
y es entonces cuando me doy cuenta que cuatro pares de ojos nos
estudian desde el otro lado de la sala.
Ella parece mucho más joven que él; sin embargo, él sigue siendo
impresionante para un hombre de su edad, mientras que ella es
demasiado sencilla. Su relación causó un gran escándalo en su día, ya
que ella era diecisiete años más joven que él y era la niñera de su hijo
de seis años. Su padre lo amenazó con quitarle sus derechos sobre el
imperio, pero él ignoró la advertencia y se casó con ella de todos
modos.
Oh, Dios.
Aunque, ¿importa?
Puede que ni siquiera seamos pareja durante mucho tiempo. No
debo olvidar que todo esto es solo una ilusión diseñada para la
diversión del monstruo.
Sin embargo, si tuvo tanto amor mientras crecía con todos ellos,
¿por qué se convirtió en un monstruo en primer lugar?
¿Qué le ocurrió?
—Sí.
¿Cuál es su excusa?
Más de una.
—Amalia.
—No.
—No es lo mismo.
Hace girar el vaso entre sus dedos. —¿No lo es? Estás dispuesta a
largarte de aquí cuando todo esto termine, y sin embargo él te ha
tratado como una reina todo este tiempo.
—Sí.
¿Sería tan malo por una vez elegir lo que mi corazón desea,
aunque nadie lo entienda?
Penelope.
Santiago coge los papeles, pasando los ojos por encima, y asiente
satisfecho. —Voy a enviar esto ahora para que podamos empezar el
proceso. —Apenas le dedica una mirada a Amalia—. Haznos un favor
a todos y mantén a tu familia lejos de nuestra ciudad. La próxima vez,
no reaccionaremos con tanta amabilidad si rompen las reglas y nos
engañan. —Con esta nota, me deja a solas con la mujer que es casi la
viva imagen de mi esposa y, sin embargo, no causa absolutamente
nada en mí.
La gente que lo tenía todo nunca entendería a los que tuvieron que
vivir sin ello.
Ella se preocupa.
A pesar que hace todo lo posible por no hacerlo, se preocupa por
su gemela, y eso es un arma en sí misma, ya que siempre puedo usarla
en su contra.
—Apártate, Price.
—Nada.
Y lo que es peor.
Florian incluso tuvo que volar hasta allá cuando el director llamó
con el informe que su hermano estaba acosando tanto a una chica que
ella tenía miedo de asomar la nariz en el colegio.
—Creo que...
—No lo hagas. —Su dura palabra se interpone entre nosotros,
haciéndome saber que no profundice, ya que las cicatrices de Florian
siempre estuvieron fuera de los límites.
—Hay una razón por la que vine. —Lo miro, esperando que se
explaye, y cuando lo hace, el mundo a mi alrededor se detiene al
despertar la furia—. Los Carrington están aquí.
Y, sin embargo, no hace otra cosa que enviar la rabia a cada uno de
mis poros, empapándolos de tanta oscuridad que olvido cómo
respirar.
Penelope.
No pueden tocarla.
"Su oscuridad tiene muchas capas.
Debajo de ellas se encuentra su alma y su corazón.
Y yo anhelo poseer ambos.
Pero...
¿Entonces su oscuridad me reclamaría a mí también?
Porque, ¿cómo pueden coexistir el bien y el mal?"
Penelope
Remi, 18 años
Agarrando la pesada bolsa de tierra, la levanto y la tiro sobre la mesa del
interior del invernadero, haciendo sonar las macetas a mi alrededor.
Ya he regado las plantas y cortado la hierba, así que, una vez hecho esto,
puedo volver a hacer la tarea que nos encomendó el director.
Un gruñido se me escapa al pensar en ello, y la maceta se aplasta en mi
mano, haciéndome maldecir. —Por el amor de Dios. —Tiro la maceta rota a
la basura y hago una nota mental para comprar una nueva.
Los Cortez nunca me echarían, pero una vez que Roland no sea capaz de
fastidiar las solicitudes por mí, el tío Lucian lo echará seguro. Un hijo de un
viudo que trabaja como jardinero para mantener a su hijo queda mejor en las
solicitudes que un hijo distanciado con un padre borracho.
Así que Roland está vivo por ahora, no es que no reparta algún golpe aquí
y allá cuando se le va la boca por no traerle alcohol.
Pisoteo mis botas sucias mientras el sudor que gotea por mi espalda
humedece mi camisa, pero no tengo tiempo de ducharme.
Volvió con nosotros hace tres años, todo magullado y con muchas
cicatrices. Lo llevaron al hospital de inmediato. No podía esperar a verlo; mi
felicidad no tenía límites.
Pero mi felicidad duró poco, ya que se negó a vernos. El tío Lucian y la tía
Rebecca intentaron razonar con él, pero gritó rotundamente "no" y tuvieron
que respetar su decisión.
Estudió con tutores los dos primeros años, poniéndose al día con el
material que había perdido. Así que tiene suerte de estar solo un año por
detrás de nosotros, pero era difícil hablar con él.
Las únicas personas con las que se mostraba amable y semi-cálido eran la
tía Rebeca y Jimena. Incluso el tío Lucian recibía mierda de él.
Sin embargo, él también los ignora, aunque ellos son más tranquilos al
respecto, por supuesto.
Todavía veo rastros del niño que fue cuando es respetuoso con el personal
o controla su ira lo suficiente como para no gritar delante de Jimena, que lo
quiere mucho.
¿Cree que su familia me quiere más que a él o algo así? ¿O peor aún, que
está resentido conmigo por estar aquí con ellos mientras él no pudo?
Él sabe mejor que nadie lo mucho que me dolían estas cosas hasta que
aprendí a que no me importara una mierda.
Doy un paso atrás, con la incredulidad cruzando mi cara, y luego sacudo
la cabeza antes de reír, aunque carece de cualquier humor.
Florian está cerca del auto de Santiago mientras el suyo está aparcado en
la distancia. Nos guiña un ojo, con un traje.
Además, nunca me acosté con ella, así que al menos está eso. En realidad,
planeé tratar a alguien como mi chica por una vez, porque una novia estable
funciona mejor para la imagen que ser un prostituto.
—Estoy aquí para terminar la tarea, para luego seguir con mis planes de
hacer un trío esta noche —dice, sacándome de mis pensamientos.
¿Otro trío?
Me froto la barbilla. —La escuela seguía diciendo que lo habían hecho los
cuatro oscuros, empezaron los cuatro oscuros y esa mierda, ya sabes que nos
llamaban así en su día. De todos modos, el director simplemente asumió que
estabas allí, así que eres culpable por asociación.
Con esto, se dirige a su auto. Está a punto de entrar cuando las palabras
de Florian detienen sus movimientos.
Cruzando los brazos detrás de la cabeza, inclino la cara hacia el sol y
escucho su conversación, sin atreverme a acercarme. Mi amigo saldría
corriendo hacia las colinas.
Sin embargo, pase lo que pase, no lamento el dolor de David. Ese bastardo
ha suplicado mi puño desde el primer grado, y ya me había contenido lo
suficiente. Más vale que nunca se cruce conmigo en el futuro. Nada me
impedirá entonces infligirle dolor por cada insulto que me ha lanzado.
—¡Remi! —me llama por primera vez desde que regresó, y yo muevo la
cabeza en su dirección, sorprendido de escuchar mi nombre de él después de
todos estos años. Me hace un gesto para que me acerque a ellos.
O más bien tiene miedo de tocarlo con los chicos presentes, porque se lo
dirán a sus padres.
Es inevitable.
Penelope
Mientras la gente baila y conversa a mi alrededor y yo me quedo
sola como una idiota, cojo un plato vacío cercano y le pongo unas
cuantas fresas junto con el chocolate, con toda la intención de
dirigirme a la terraza, lejos de todas estas miradas indiscretas.
¿Qué demonios?
Comparto una mirada con Briseis, sin saber muy bien qué hacer
con esto.
Quien lo haya pintado debe de ser un genio, ya que los colores del
óleo son tan precisos y realistas que casi parece que está sucediendo
en la vida real y que puedes ver este fascinante y aterrador
acontecimiento en directo.
¿Es esto por lo que tuvo que pasar Remi mientras crecía?
Se congela, los dedos apretando su collar con tanta fuerza que los
nudillos se vuelven blancos y el aire se le atasca en la garganta.
Oh.
—Asher Walsh.
Oh, mierda.
—Está bien.
—¿Casado?
Ella sonríe. —Eso suena mucho a él. —Ella abre la boca, queriendo
decir algo, pero la voz áspera de Remi nos interrumpe.
—Penelope.
¿Quién es esta mujer para que tenga tal efecto sobre mi esposo?
—¿Por qué has sido tan grosero con ella? —Él permanece en
silencio, todavía mirando el lugar donde ella estaba parada, y yo le
agarro el codo, sacudiéndolo un poco—. ¿Remi?
—No. Te quedarás.
¿Me está tomando el pelo ahora mismo? ¿Me arrastró a este lugar
y ahora quiere salir corriendo de aquí para que los buitres se
pregunten por qué mi propio esposo me abandonó el primer día de
nuestro matrimonio?
—Amigo...
—Penelope...
—Octavius, síguelo.
—¿Cómo qué?
Carrington.
Es un Carrington de nacimiento.
Remi, 18 años
George detiene el auto junto a la mansión de Octavius y Florian sale
volando, con el teléfono aún pegado a la oreja. Lo ha estado llamando sin cesar
durante todo el trayecto de veinte minutos hasta aquí.
Bueno, aparte de la música rock que se hace más fuerte cuanto más nos
adentramos, música que está prohibida en esta casa, porque el padrastro de
Octavius ordena que todos escuchen solo música clásica.
—Tal vez exageramos. Tal vez aún no está en casa. —Rompo el silencio,
aunque no sueno convencido ni siquiera para mis propios oídos, mirando
hacia el interior del salón—. ¿Hay alguien aquí? —Nadie responde, lo que en
circunstancias normales no habría sido tan sorprendente, ya que en la casa
solo está Antonio, un chófer y dos criadas, porque sus padres creen en un
enfoque minimalista de la vida.
Sin embargo, ahora que la música suena tan fuerte en el vacío, el silencio
es extraño y alarmante.
Esta vez, sin embargo, otro sonido se une a él, un fuerte gemido, seguido
de un grito de dolor que eclipsa la música.
¡Joder!
¿Qué demonios le pasa? Debe estar en estado de shock; si no, nunca nos
trataría así.
Florian cae sobre su culo una vez más. Y es entonces cuando Santiago
llega desde un ángulo diferente, atrapando la muñeca de Octavius mientras
la levanta, el cuchillo goteando sangre entre ellos. Su mirada es vidriosa de
furia.
Ningún pensamiento racional reside allí, y lo que sea que haya hecho su
padrastro esta vez ha borrado su humanidad, porque él solo quiere venganza.
Florian quiere lanzarse hacia ellos, pero lo rodeo con los brazos,
manteniéndolo firme en mi agarre. —¡Suéltame! —grita, pero me limito a
estrechar mis brazos en torno a él.
Cuando una persona está en la zona, bajo el efecto de esta rabia, hablarle
no sirve de nada. No pueden escucharte.
—No eres el único que tiene secretos, amigo. —Tal vez si se hubiera
fijado bien, habría visto cómo hemos cambiado todos.
Y cómo llevamos nuestra propia marca de oscuridad. Dejamos de ser
santos hace mucho tiempo.
—Todavía le darían años tras las rejas. Así que, de cualquier manera,
acabará en la cárcel. —Santiago apoya el punto de vista de Florian—. Ni
siquiera los años de maltrato y un psiquiatra que diga que no estaba en sus
cabales lo salvarán.
—Cállate. Cállate. Cállate —una y otra vez, con sus pies descalzos
golpeando el suelo y manchando más sangre en su piel.
De hecho, todo el mundo creerá que él planeó esta mierda y nos involucró,
ya que somos considerados los cuatro inseparables.
Con la cantidad de enemigos que tienen el tío Lucian y el tío Jacob, es
muy posible que mucha gente haga lo posible por intentar meternos en más
problemas.
Jodidamente increíble.
Octavius creció con él; de hecho, el viejo lo cuidaba y atendía sus heridas
ya que solía trabajar para su difunto padre. Sin embargo, las lealtades son
algo voluble.
Varias emociones aparecen, ola tras ola, en su cara antes que finalmente
se enderece, se ajuste su chaqueta de mayordomo y se dirija a mí, de entre
todas las personas. Tal vez porque Santiago es un desconocido para él, y a
Florian le desagrada de plano y no lo oculta. Según él, el mayordomo debería
haber protegido mejor a Octavius, y estoy de acuerdo con él. Pero, de nuevo,
no es como si pudiéramos descargar nuestras frustraciones en un hombre
mayor que era demasiado débil para hacer algo con el cabrón.
—El chofer llevó a Estella a visitar a su amiga, y las criadas tienen el día
libre hoy. —Su voz tranquila es apenas audible—. La grabación de la cámara
está abajo, en el sótano. —Mira entre nosotros—. ¿Qué debo hacer?
¡Es nuestro mejor amigo! Secuestrado o no, no ha dejado de ser uno de los
nuestros. Cuando uno de nosotros se mete en problemas, ¡lo manejamos todos
juntos!
Aprieto las manos. —Hay sangre por todas partes, su ADN y sus huellas
dactilares. No podemos simplemente esconderlo. Lo buscarán; es uno de los
tipos más ricos del país. Además, ¿cómo piensas deshacerte de él de todos
modos? —Por no mencionar que no tenemos el equipo profesional ni las
habilidades para hacer la mierda que la gente suele hacer en situaciones como
esta.
—No lo sé, Remi. ¿Qué soy yo? ¿Un asesino en serie a la puta caza? —
escupe Florian. Nos miramos con rabia y luego miramos a Santiago cuando
chasquea los dedos, manteniendo nuestra atención.
Pensó que esta asignación que requiere que estemos todos juntos pondría
fin a nuestra amistad de una vez por todas, destruyendo nuestro vínculo.
Nuestro mejor amigo se muestra reacio, pero hace lo que le pedimos, y así
es como nos volvemos invencibles.
Poco a poco, no al instante, nos convertimos en una unidad
inquebrantable, que destruye todo lo que se interpone en nuestro camino.
Solo nuestro nombre inspira miedo y temor por igual en quienes nos
rodean.
Ella.
Estaba tan enojado, tan, tan furioso con todos, que ese tipo de ira
necesita una salida.
Sofía Carrington.
Mi... Madre.
La palabra tiene un sabor amargo en mi lengua, y recojo un poco
de agua en la palma de la mano y la bebo, deseando lavarla, pero el
sabor se queda conmigo.
Soy un monstruo.
No puede ser peor que lo que he visto en las fotos del calabozo,
¿verdad?
—Son asquerosos.
Tres pasos más y llegamos a un callejón sin salida, por lo que mis
cejas se fruncen en confusión.
¿Y ahora qué?
¿Peleas sin reglas? Es decir... ¿hasta que uno de ellos esté muerto o
demasiado débil para levantarse, con la posibilidad de repercusiones
de por vida?
El público aquí dentro está aún más lleno de gente de pie junto a
los bancos mientras beben y agitan su dinero, gritando "Odisseus" o
"Bellamy" y luego lo lanzan en las bolsas que sostienen los servidores,
que recogen el dinero como si tuvieran el culo en llamas.
Especialmente el dolor.
Poniendo mis dedos en mis labios, entiendo con claridad por qué
todos ellos se entregan a todos sus horribles crímenes, sintiéndose
vivos haciendo todas esas horribles acciones y nunca pidiendo perdón
por ellas.
Pero no tienen esa fe, así que cuando ven a una mujer que
quieren... la obligan a estar con ellos, ya que ¿quién se apuntaría
voluntariamente a una vida así?
Octavius habla:
No tengo ni idea de adónde me lleva, pero hay una cosa que sé con
seguridad.
Penelope
El ascensor suena anunciando nuestra llegada y, en cuanto se
abren las puertas, Remi sale y se dirige directamente a nuestra
habitación mientras yo resoplo de frustración.
—¿Traer qué?
—No quiero hacer eso. —Se queda quieto, con el ceño fruncido, y
puedo leer en su cara que no me cree—. Lo único que necesito es
entender.
—¿Entender qué?
No apruebo la matanza, pero ¿es tan malo destruir a los que hieren
a los inocentes? En un mundo ideal, nuestro pasado no nos atenazaría,
y seríamos capaces de seguir adelante pase lo que pase.
Cuando en realidad algunos de nosotros nunca nos curamos de
nuestras experiencias. De cualquier manera, las únicas personas que
realmente logran esas tareas son aquellas que vivieron un infierno,
obtuvieron ayuda y terapia, y viven su mejor vida para darle un dedo
medio gigante a sus abusadores hasta que ya no les importan.
¿O ayudaría a soportarlo?
Briseis ama a Santiago a pesar de su pasado y su presente, y ese
hombre la adora a su manera, imagino.
Colocando las palmas de las manos sobre su piel, las deslizo hacia
arriba hasta rodear su cuello y lo acerco a mí, nuestras bocas a
centímetros de distancia la una de la otra, y un temblor lo recorre al
ver mi adoración y aceptación en mi rostro.
Sí.
¡Y él es todo mío!
Remi
Gime cuando busco su lengua con la mía, chocando en un beso
caliente que la hace apretarme con tanta fuerza que la piel se le pone
de gallina mientras echa la cabeza hacia atrás, dándome un mejor
acceso a su boca.
Por primera vez desde que conocí a los cuatro oscuros, alguien me
quiere por mí con todos mis defectos, dándome algo que nunca conocí
en este mundo.
Ella está ligada a mí, para siempre, porque nunca la dejaría ir. Su
aceptación alivia la parte rota de mí, pero eso no cambiará el
resultado.
Ah, sí.
Control.
—Remi, por favor —susurra mientras levanta los ojos hacia mí,
completamente a mi merced, pero ambos sabemos que en el momento
en que envuelva esos labios a mi alrededor, seré yo el que ruegue y
suplique—. Yo... Yo… —Ella busca las palabras y luego toma una
profunda bocanada de coraje—. Quiero mostrarte mi deseo. —Evita la
palabra amor, porque es demasiado pronto para nosotros.
Pero por esta acción, sé que ella lo codiciará y, peor aún, me lo
exigirá, ¿y qué pasa si estoy demasiado jodido para dárselo?
—Chupa, chérie.
Un día la pintaré con mi semen y le haré una foto solo para mí.
Solo con imaginarlo me excita al límite, y aprieto la polla para
controlar mi deseo y no correrme ahora mismo.
—Remi. ¡Oh, Dios. Fóllame ya, por favor! —Me suplica, medio
grita, y rozando con mis labios su estómago hasta llegar a sus pechos,
atraigo sus pezones a mi boca uno a uno hasta que los apretados
capullos se cubren de saliva y se endurecen, frunciendo la piel.
Ella se lleva las manos a los pechos, jugando con sus pezones
mientras su coño se aprieta más contra mí, y el cosquilleo que me
recorre la columna me hace saber que mi liberación está cerca.
Nuestras miradas se cruzan y ella susurra roncamente: —Remi —
rompiéndome y luego uniéndome con la emoción que mi nombre
encierra en sus labios.
Penelope
Envolviendo mis manos alrededor de la taza humeante, bebo un
gran sorbo, agradeciendo las cálidas sensaciones en mi garganta
mientras el viento sopla sobre mí, ondulando mi cabello hacia atrás.
Ahora mismo, Duke pide todos los favores para mantenerse a flote
lo suficiente como para que algún banco le dé una oportunidad, pero
eso no sucederá. Me aseguré que todos supieran que ayudarlo
significaría ir en contra de los Cuatro Jinetes Oscuros, y nadie lo hará.
Cada día que pasa, me vuelvo más obsesivo y posesivo con ella,
necesitándola como el aire que todos respiramos y queriendo estar en
su compañía constantemente. Ella es mi calma en cualquier tormenta,
domando temporalmente al monstruo que se desboca dentro de mí y
que ansía sangre y venganza.
Como el destino ha sido tan cruel con nosotros, rara vez tenemos
esas oportunidades.
—Sr. Reyes, hay una mujer aquí. No está agendada, pero insiste en
verlo.
—Remi.
¿Qué demonios?
Esta mujer puede ser mi madre biológica, pero no me crio, así que
no le debo una mierda. De hecho, mi madre adoptiva tampoco hizo
mucho por mí. La tía Rebecca ha sido más madre para mí que
cualquier otra persona.
Ella asiente con la cabeza. —Lo haré, señor. —Con esto, cierra la
puerta, dejándome a solas con la mujer que tiene todas mis entrañas
revueltas. Me sudan las manos mientras me invade un nerviosismo
desconocido, que casi me hace reír.
Soy un hombre adulto que ha visto tanta mierda, que este pequeño
encuentro no debería inquietarme en absoluto.
¿Quién sabe?
Tal vez se alegre una vez que descubra lo que él hizo. Ella
consiguió su libertad, y nadie se enteró de su vergüenza en aquel
entonces. Ahora puede soltar verdades durante las cenas cuando
apenas afecta a su reputación.
Mira qué respeto le tengo a una mujer que me olvidó tan pronto y
que incluso ahora viene a mí para salvar el culo de su padre.
Solo fui por sus bienes y su legado; los diversos edificios antiguos
repartidos por el país con su rica historia no tienen ningún interés
para mí.
—¿Quién?
—Mi hijo.
Me congelo. Mi corazón deja de latir durante una fracción de
segundo cuando ella levanta su mirada, cubierta de lágrimas, hacia
mí. Sus ojos están tan llenos de dolor que casi puedo tocarlos.
—Sra. Carrington...
Ella levanta una palma extendida para detener lo que quiera decir.
—Por favor, no lo haga. —Se pone la mano en el pecho—. Mi hijo está
vivo. Lo siento aquí. Fui impotente para impedir que mi padre se lo
llevara y no pude encontrarlo por más que lo busqué. Pero que me
maldigan si voy a renunciar de buena gana a mi última esperanza de
reunirme con él. —En su rostro aparece la determinación junto con el
dolor—. Lo que significa que no soy demasiado orgullosa para rogarle
que por favor detenga su venganza. O hágalo de tal manera que mi
padre no piense en vender la mansión.
No.
Un miedo distinto a todo lo que he sentido antes me envuelve, me
estrangula, mientras la bestia que llevo dentro ruge tan fuerte que su
furia me quema por dentro.
¿Dónde?
Puede que esté sano, pero su reputación y todo lo demás está por
los suelos, así que no tiene nada que perder. No me sorprendería que
el maldito planeara suicidarse una vez que ejecute su plan.
No me quitará a mi esposa.
Penelope
Aterrizo en el suelo con un ruido sordo y el dolor me atraviesa.
Mis manos abiertas agarran la tierra mientras intento mantener el
equilibrio.
Ahora mismo, sin embargo, espero ver a alguien cuerdo por aquí
que pueda detener esta locura o encontrar mi huida, pero todas mis
esperanzas son infructuosas.
No hay nada más que vacío a la vista, solo interrumpido por los
pocos guardias que trajo consigo.
Mi príncipe oscuro.
Cobardes.
—Tiene miedo que Sofía se entere. —Se queda quieto ante esto,
girando la cabeza hacia mí—. Le dirá la verdad y entonces su hija, a la
que tanto quiere, sabrá el monstruo que realmente es. —Su cara se
pone roja mientras su boca se abre y se cierra. Es un bastardo egoísta,
pero siente debilidad por Sofía y no quiere perderla. Sin embargo,
Remi lo amenaza. Duke sabe que ella quiere más a Remi que a él, su
propio padre.
Un corazón.
—Eres una idiota. Igual que tu padre, que se cruzó conmigo. —
Parpadeo, la inquietud me recorre, y él se ríe—. Se enamoró y se
olvidó de todo. Por eso los dos tuvieron que pagar por ello.
No.
—Usted…
—Pagar a Beatrice para que fuera más cruel con su sobrina fue una
gran idea. Mientras estuviera mentalmente inestable, no podría
reclamar las acciones, y por eso mi imperio estaba a salvo. —Hace una
mueca, escupiendo en el suelo—. Sin embargo, todos ustedes
sobrevivieron. Tres chicos a los que quería muertos, y ninguno de
ustedes están en la tumba. Ya he tenido suficiente. —Me arrastra hacia
delante mientras lucho por sujetarme, pero mi esfuerzo es inútil
contra su fuerza. Mis rodillas rozan la hierba mientras me arrastra tras
él—. Pensé durante mucho tiempo en cómo hacerles daño a todos.
Hasta que mis ojos se posaron en ti. —Tardo un segundo en darme
cuenta que me ha llevado a la gran piscina rectangular vacía—. Verás,
Penelope, los dos te quieren y te necesitan más. Eres el pegamento que
mantiene todo unido para ellos. Matarte les traerá tanto dolor que
ninguna tortura podría competir con ello. ¡Bill!
—¡Más rápido!
—Estoy conduciendo tan rápido como el auto puede ir, amigo. Con
la cabeza despejada, siempre con la cabeza despejada.
—No me llames así. Por lo que a mí respecta, no eres nada para mí.
—Le apunto con la pistola—. ¿Dónde está mi esposa?
—No te lo diré a menos que me des lo que quiero. Pero cuanto más
tiempo estemos aquí, menos posibilidades tiene de sobrevivir. —Sus
palabras me hacen sentir un escalofrío, el miedo lucha por dominar.
La frialdad hace lo posible por ignorar sus amenazas y mantener la
calma—. Los dos. —Mira por detrás de mi hombro, y sé que Amalia
está a mi lado, apuntándole con su arma, mientras el odio destella en
su rostro.
Amalia dispara una bala junto a sus pies, haciéndolo saltar y dejar
caer la botella de whisky, y maldice en voz baja. —Dime dónde está
mi gemela, o voy a disparar a esa maldita boca para que te calles de
una vez.
Así es como sé con certeza que Duke está dispuesto a morir antes
que vivir en una sociedad que lo rechaza.
Penelope
Malestar.
Sin embargo, lo que tiene toda mi atención son las personas que
ocupan los muebles.
Que yo sepa, nadie más que ella puede tocar su cicatriz. Tal vez
por eso le dio ese collar de diamantes en lugar de un anillo; él tiene la
llave en una cadena alrededor del cuello.
Estos hombres son aquellos de los que la sociedad nos dice que
nos mantengamos alejados, y sin embargo... me han mostrado tanta
lealtad aceptándome en su círculo y arriesgando sus vidas para
salvarme. Y a través de los años venideros, lo volverán a hacer en un
santiamén, porque una vez que un jinete te reclama, te consideran
familia por defecto.
Suspiro suavemente:
—Remi. —Mi garganta está tan seca que toso, y eso hace que se
despierte al instante, sus orbes marrones chocan con los míos y se
iluminan.
No puedo juzgarlos.
—Dicen que solo con los años somos capaces de ver cómo el
destino nos da exactamente lo que necesitamos, y algún día podremos
agradecerlo, por muy duro que haya sido. —Coloca un beso de
mariposa en mi cuello—. Nací como un bastardo que se vio obligado a
vivir en el exilio entre los príncipes. Y aunque nunca deseé lo que ellos
tenían, solo trabajé para ser mejor. A pesar que mis padres me
lastimaban todos los días, y me preguntaba qué había hecho para
merecer ese trato. Cuando descubrí la verdad... odié mi vida con
pasión. Que te nieguen tu derecho de nacimiento, tu verdadero
nombre, tu familia. Ser rechazado por el simple hecho de estar vivo.
Es el tipo de dolor que nadie debería experimentar.
Mi alma llora por el niño solitario que una vez estuvo perdido en
este mundo, que nunca entendió por qué todos lo rechazaban.
Atrapa mis labios en otro beso que te encrespa los dedos de los
pies y que dura más que el anterior. —Todavía te encontraría. Eres mi
recompensa. —Mientras nos miramos el uno al otro, estoy realmente
agradecida por cada cosa que me ha llevado a este momento.
3
Parental Guidance Suggested (guía parental sugerida). El contenido puede no ser apto para niños.
Remi me ajusta la almohada por detrás y me ayuda a sentarme.
Aunque tengo la cabeza un poco mareada, esta posición vertical alivia
algunos de los dolores.
—¡Gracias! —llamo tras ellos, y solo Santiago mira por encima del
hombro, guiñando un ojo.
—Yo nunca habría hecho eso. Todo lo que quería era encontrarte.
—A veces parece que mi misión de toda la vida era reunirnos.
Sonrío.
Es una cosa tan hermana para decir. Una cosa pequeña, pero que
significa mucho en este momento.
Remi
Apago el motor del auto, respiro profundamente y miro a
Penelope, que pone su mano sobre la mía en el volante.
Y, sin embargo, los rastros de sol se abren paso entre las nubes,
indicando que tal vez este día siga siendo soleado a pesar de la lluvia
que se avecina.
Siempre.
¿Santiago?
Suerte.
4
Español en el original.
Como está tan lejos, no tiene idea de los visitantes y, para mi
asombro, ningún guardia vigila la propiedad.
Sofía Carrington.
Creo que tomó mis palabras como un rechazo hacia ella y sumó
dos y dos para construir un cuadro bastante deprimente para sí
misma.
Donde su hijo sabía quién era y nunca se puso en contacto con ella.
—Mamá.
Ella se detiene cortando a mitad de camino, quedándose quieta en
su sitio antes de volverse lentamente hacia mí, con la sorpresa
grabada en sus rasgos mientras su boca se abre y se cierra.
Susurra algo en voz baja, aprieta los ojos varias veces y sacude la
cabeza, negándose a creer que estoy delante de ella.
Así que repito las palabras, esta vez más fácilmente, dirigidas a
esta mujer que debería haber formado parte de mi vida desde el
principio.
—Odiseo —susurra ella y levanta sus ojos oscuros hacia mí, con
tanta esperanza y amor llenándolos que casi me siento indigno de
ellos—. ¿Mi Odiseo? ¿Estás realmente aquí? —Ella palmea su
cabeza—. ¿No estoy imaginando cosas?
Porque nos ha costado treinta y un años poder hacer esto por fin.
Un paso.
Dos pasos.
Tres pasos.
—Mi niño. Todo crecido —dice y luego se ríe felizmente antes que
grandes sollozos sacudan todo su cuerpo. Recorre mi cara con sus
dedos, sus ojos estudian cada detalle, y fluyen más lágrimas—.
Odiseo.
—Mamá.
Cierra los ojos cuando la llamo así, sus labios tiemblan mientras
intenta controlar sus sollozos, pero no lo consigue.
—¿Me has encontrado?
—Sí.
—No.
Remi
Chicago, Illinois
Diez años después
—¡Y azúcar!
—¡No lo hago!
—¡Que sí!
Una sonrisa curva mis labios al escuchar a mis hijos de siete años
discutiendo. Arrojando mi chaqueta sobre el sofá, atravieso el pasillo
hasta la cocina, donde mi madre está de pie junto a la encimera y
espolvorea un poco de chocolate en el bol antes de mezclarlo todo,
creando una masa marrón.
Cabello rubio y ojos verdes que parecen saber más de lo que dicen,
sus rasgos destacan entre los de nuestra familia de cabello oscuro, y a
la gente le encanta bromear diciendo que se parecen a Florian.
Es una palabra que nunca con la que nunca esperé que nadie me
llamara, porque me consideraba indigno de ese título. Y pensaba que
era imposible formar una familia.
Para ella, es el nombre que me puso la gente que me robó. Así que,
para ella, es un recordatorio constante que no me crió. Me alegro que
al menos haya dejado de lado el tema de cambiar mi apellido por el de
Carrington para mantener la dinastía.
Fusión, claro.
Así que hice lo correcto. Tiré todos los libros sobre bebés e
infertilidad, redecoré la habitación infantil vacía y me la llevé durante
todo un año para que viajara por el mundo con todos los recursos a
nuestro alcance.
5
Pequeños en aleman.
Se pone en cuclillas, dejando que los dos lo abracen, y luego se
levanta con ellos en brazos.
—Asher.
Asher todavía me hace pasar un mal rato por haberme casado con
su hija sin contar con él y nunca me deja olvidarlo. Aunque es el mejor
suegro que uno podría pedir y vuela con frecuencia hacia nosotros,
viviendo entre los dos países... el hombre tiene una vena viciosa. Lo
que no le impide llamarme hijo, apoyarme y abrazarme cada puta
oportunidad que tiene.
—Hola, amor.
—Voy a ver cómo está Penelope —digo mientras los niños saltan a
su alrededor y mamá asiente. Así que, merodeando por el pasillo, me
dirijo a la terraza, donde la puerta abierta de par en par da paso al sol
cegador y al magnífico jardín.
Mi esposa.
Y sin embargo...
Ella.
Remi
Chicago, Illinois
Mis gemelos nunca han mostrado interés por mi trabajo una sola
vez en todo este tiempo, si no incluía que ellos me acompañaran en un
viaje de negocios o en alguna salida con mis amigos. Les encantaban y
siempre se subían a bordo para pasar un rato con sus tíos favoritos.
Mis hijos, sin embargo, tienen todo lo que quieren, desde una
escuela privada hasta el respeto de sus compañeros de clase; nadie les
haría la vida imposible por ser el caso de caridad de alguien.
¿Qué demonios han hecho en el salón para necesitar una hora para
arreglar su desorden?
—Bueno...
—¡Bien! Tú ganas.
Nunca imaginé que tendría una estatua del dios griego que me
disgustaba, pero mi suegro la hizo, y ambos sabemos por qué.
Penelope.
—Creo que ella puede notar la nariz. —Me burlo un poco de ellos
y sonríen, aunque la tensión sigue brotando de ellos. Contemplo si
decirles lo mucho que ambos odiamos esa estatua y que solo la
conservamos por el bien de su padre.
—¿Complicado cómo?
Ni que decir tiene que a Asher le hizo mucha gracia, mientras que
yo me preguntaba cómo era posible que mi propia hija estuviera
apoyando al héroe equivocado.
—¡De verdad!
—Si voy a llevar una corona rosa y hacerme una foto que colgará
en la pared para la eternidad, quiero verme bien. —Aegeus se
endereza y se ajusta la chaqueta—. Más vale comprometerse con todo
esto.
Hacemos lo que nos dice y ella saca unas cuantas fotos. —Estas
van a ir al álbum familiar, y tal vez a las tarjetas de Navidad.
Vaya si lo hace.