Reivindicación de Los Romanoff
Reivindicación de Los Romanoff
Reivindicación de Los Romanoff
Durante el siglo XIX la corriente ilustrada hacía pensar en el cambio de la monarquía absoluta en Rusia
por una constitucional. Aunque ésta siempre era aplacada por las armas de los zares, nunca murió y
más bien retomó gran popularidad a finales de ese siglo. Sin embargo al asumir Nicolás II el trono de la
nación más grande del mundo, pasó totalmente por alto la voluntad de su pueblo y por el contrario,
subestimó el poder de éste.
El nuevo zar quería seguir con las costumbres conquistadoras de sus antepasados, e inició una campaña
para tomar las tierras al este de China y Corea; pero chocó contra los intereses de Japón, imperio de
reciente creación y cuya influencia en el mundo duró casi medio siglo. Ambas potencias entraron en
guerra. La deficiente preparación rusa cobró frutos: miles de soldados eran aniquilados causando aún
más conmoción en el pueblo.
La posterior derrota de la marina rusa determinó la firma de la paz, desmoronó el prestigio y el poder
divino que Nicolás II debía ejercer en Rusia. En 1904 nació el zarevich Alexei, condenado a vivir con
hemofilia, por lo cual se trató de buscar cualquier medio para mantenerlo con vida. A finales de ese año,
la crisis social y económica en Rusia era insostenible.
Luego de la dura represión a una manifestación pacífica en enero de 1905, Rusia estalla en una
revolución llegando a punto estallar en una guerra civil, lo que obligó a Nicolás II a aceptar en octubre
una constitución y una asamblea llamada Duma; asamblea que el zar disolvió y volvió a abrirla al año
siguiente, pero con sus leales como integrantes.
Solucionado provisionalmente ese problema, la familia real volvió la mirada exclusivamente hacia el
zarevich, acrecentando aún más el distanciamiento entre el zar y el pueblo que estaba padeciendo de
hambre. Su ceguera ante la crisis social, y el escándalo de Rasputín, colmó la paciencia de toda Rusia.
Pero el estallido de la Primera Guerra Mundial y el peligro inminente que corría el país volvió a unir a la
nación, pero por poco tiempo.
Grigori Yefímovich
Rasputín (1869-
1816), místico ruso
con gran influencia en
la familia Romanov
Desde los primeros meses de la guerra el ejército ruso estaba siendo despedazado con millones de bajas
en manos de los alemanes. Nicolás II fue al frente a dirigir a las tropas, arrastrándolas a de desastres
aún mayores. Para 1916, el pueblo quería terminar con la guerra, y la posibilidad de una Revolución era
cada vez mayor.
El fracaso en el frente confirmó que el zarismo ya era obsoleto. Para comienzos de 1917, el país estaba
en la ruina. La Revolución no esperó más y estalló. La policía y el ejército abandonaron al zar y se
unieron al pueblo. El 27 de febrero Nicolás II tomó el tren hacia Moscú para buscar una solución pero fue
detenido en las afueras de San Petersburgo. Le fue entregado un ultimátum de la Duma para abdicar al
poder y dejarles el rumbo del país a los revolucionarios. El zar no aceptó.
Trató de cederle el trono a su hijo, el zarevich, una locura al entregarle tremenda responsabilidad a un
niño. Luego le ofreció la corona a su hermano, pero éste no aceptó por temor a ser asesinado. Nicolás II
no tuvo otra alternativa de firmar la abdicación, poniéndole punto final a la dinastía Romanov que
gobernó Rusia por más de 300 años, y a la era de los zares.
Por otro lado, bolcheviques y los sectores más moderados se enfrascaron en una guerra civil para
decidir quién se quedaba en el poder. Mientras tanto, Nicolás II y su familia se refugiaron en palacio,
para luego ser enviados a Siberia como prisioneros. Cuando Lenin tomó el poder, los mandó asesinar a
todos tal vez temeroso que alguna otra fuerza pudiera reponer al zar. Luego de ser fusilados, sus
cuerpos fueron quemados y literalmente "desaparecidos". Una nueva era en Rusia había empezado…
Noventa años después de que hayan sido, sin previo juicio, sumariamente ejecutados el Zar Nicolás II
de Rusia, su esposa la Zarina Alexandra Feodorovna, sus cuatro hijas las Grandes Duquesas Olga,
Tatiana, María y Anastasia, así como el Zarevich Alexis, en el sótano de la Villa Ipatiev de la localidad
rusa de Yekaterinburg (en la región de los Montes Urales), el 17 de julio de 1918, el Tribunal Supremo
Ruso rehabilita a todos y cada uno de los componentes de la asesinada Familia Imperial.
Recordemos que, en 1979, se descubrieron los restos de los zares con tres de sus hijos, enterrados en
una mina cercana al bosque de Yekaterinburg. Identificados, gracias a los análisis comparativos del ADN
con miembros cercanos de la Familia Imperial (entre ellos el Príncipe Felipe, duque de Edimburgo,
consorte de la reina Elizabeth II de Gran-Bretaña), los cuerpos fueron oficialmente sepultados con todos
los honores en la iglesia de la Fortaleza de los Santos Pedro y Pablo de San Petersburgo, en 1998.
El año pasado, en 2007, se pudo dar con los restos de otros dos cadáveres a unos 70 m. de distancia de
donde se encontraron a los primeros en 1979; fueron identificados este mismo año, siendo éstos los
restos del zarevich Alexis y de su hermana la gran duquesa María.
De la sentencia se deriva que los parientes supervivientes de la Familia Imperial pueden reclamar una
irrisoria indemnización de 10.000 rublos (poco más de 3.000 €) en el caso de pérdida de propiedades
inmobiliarias durante el período soviético.
Por otro lado, también se rehabilitan históricamente a unas 700.000 víctimas de la Revolución Rusa y del
período Soviético, no así a los que lucharon contra el régimen comunista totalitario como tampoco a los
que estuvieron en el bando del Ejército Blanco.
El proceso de rehabilitación se inició con Krushev y prosiguió con Mikhail Gorbachov, bajo cuyo mandato
se interrumpió momentáneamente al caer el régimen soviético, para luego reanudarse bajo la
presidencia de Boris Yeltsin y de su sucesor Vladimir Putin. Se trata, sin duda alguna, de recuperar la
memoria histórica del pasado pre-soviético y de poner las cosas en su sitio, desautorizando en cierto
modo toda la mentira oficial construida bajo Lenin y Stalin