Farrés Delgado - 2019 - Dialogar Con Quijano
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RESUMEN
Podría afirmarse que, con la noción colonialidad del poder, Aníbal Quijano abrió una perspectiva de
análisis sobre la realidad del sistema-mundo moderno cuyas potencialidades desbordan ampliamente
los límites de la reflexión por él esbozados. En ese sentido este ensayo argumenta la pertinencia de
aplicar tal perspectiva al entendimiento del ambiente construido moderno y contemporáneo. Para
ello, partiendo de una revisión de los conceptos iniciales del autor y otros posteriores, se expone una
teorización en curso, propuesta para dicho ámbito del conocimiento, centrada en la noción “colonia-
lidad territorial”. Posteriormente se expone un estado del arte de investigaciones en la misma línea.
1. Introducción
P
odría afirmarse que cuando Aníbal Quijano introdujo el concepto “coloniali-
dad del poder” para explicar el orden mundial contemporáneo, en “Coloniali-
dad y modernidad/racionalidad (1991)1, abrió una perspectiva de análisis de
la realidad histórico-social del sistema-mundo moderno cuyos límites de aplicación
se han visto ampliamente expandidos. Su argumento original, sobre la raza como
elemento fundante de la dominación, la explotación y los conflictos sociales a
escala global, se vio confirmado en sus trabajos posteriores, que ahondaron sobre
los nexos del racismo con otros ámbitos de la experiencia social humana. Ámbi-
tos que una década más tarde el autor habría clasificado en cinco grupos, según
expone Quintero (2010): 1) El trabajo, sus recursos y sus productos; 2) El sexo, sus
recursos y sus productos; 3) La subjetividad/intersubjetividad, sus recursos y sus
productos; 4) La autoridad colectiva (o pública), sus recursos y sus productos; 5)
Las relaciones con las demás formas de vida y con el resto del universo (naturaleza)
(Quijano, 2001; cit. en Quintero, 2010).
En línea con lo anterior, el presente ensayo expone nuevos horizontes de apli-
cación de la perspectiva de la modernidad/colonialidad: el entendimiento de la
evolución del ambiente construido en el sistema-mundo moderno. Por ambiente
construido se comprende aquí todo aquello que es resultado de la intervención
constructiva humana que modifica el ambiente natural, “lo construido” en sus
distintas escalas: desde los paisajes antropizados, pasando por los asentamientos
poblacionales (megaciudades, ciudades, pueblos, villas…) hasta los espacios ar-
quitectónicos. Como indica Fernández (2009):
Esta definición del “Built environment” nació de los debates y trabajos elaborados
en The Bartlett School of Architecture de Londres, en los años ochenta, en redes de
colaboración entre académicos europeos que estudiaban al sector construcciones.
El análisis avanzado del sector llevó a considerar que su producto es “lo construido”.
Esta discusión es paralela al debate ecológico y ambiental. La consolidación de
la noción de ambiente natural, paralelo al conocimiento de la complejidad de lo
ambiental, dio como resultado que ambas definiciones se integren, forjándose
entonces el concepto de ambiente construido.”
1 A los efectos de hacer una historia de las ideas lo más rigurosa posible, interesa destacar que, siguiendo
diversas referencias, se encuentra que este ensayo fue publicado originalmente en 1991 como capítulo del
libro Los conquistados: 1492 y la población indígena de las Américas, publicado en Bogotá por Tercer Mundo
Editores y compilado por Heraclio Bonilla, reimpreso un año más tarde en colaboración con FLACSO y Libri
Mundi. En ese mismo año (1992) fue publicado como artículo en la revista Perú Indígena. A esta última
versión corresponden las citas que en adelante se presentan.
Para ello se realizará primero una revisión de algunos de los conceptos funda-
cionales del autor peruano y otros aportes posteriores (suyos y de otras fuentes);
después se expondrá una teorización en curso que explicaría la actualidad del
ambiente construido desde la noción “colonialidad territorial”; y finalmente, rea-
lizará una aproximación al estado del arte de las experiencias investigativas que
apuntan en esa línea.
2. La colonialidad
Conviene iniciar indicando que para Quijano (1992) el colonialismo es “la relación de
dominación directa, política, social y cultural de los europeos sobre los conquistados
de todos los continentes” (p.11); una relación que en cuanto a su aspecto político,
“sobre todo formal y explícito” (p.11), ha terminado ya en la mayoría de los países
pero no así en cuanto a las demás dimensiones. Al respecto el autor explica que
ciertas “construcciones intersubjetivas discriminatorias” (p.12) impuestas por la
estructura colonial de poder fueron luego asumidas “como categorías (de preten-
sión “científica” y “objetiva”) de significación ahistórica, es decir como fenómenos
naturales y no de la historia del poder” (p.12), para lo cual fueron codificadas como
‘raciales’, ‘étnicas’, ‘antropológicas’ o ‘nacionales’ según los momentos, agentes y
poblaciones implicadas” (p.12).
Tal comprensión del rol del racismo y el etnicismo como organizadores de la estructura
social y epistémica del sistema-mundo moderno, quedó validada cuando Quijano y
Wallerstein suscriben Americanity as a concept, or the Americas in the modern world-
system (Quijano y Wallerstein, 1992), y fue reafirmada en trabajos posteriores del
sociólogo y teórico cultural estadounidense (cf. Wallerstein, 1997 y 2006).
Consciente de la persistencia de las relaciones de dominación racistas coloniales,
Quijano (1992) habla de la “colonialidad” como piedra angular del poder global y
marco principal de las formas de explotación y dominación en los últimos 500 años.
La clasifica como “el modo más general de dominación en el mundo actual, una vez
que el colonialismo como orden político explícito fue destruido”, pero reconoce que
no agota “las condiciones, ni las formas de explotación y de dominación existentes
entre las gentes” (p.14). Quiere decir, la colonialidad inició con el colonialismo eu-
ropeo en las Américas pero persiste más allá de la terminación de este.
Habría que reconocer, en cambio, que en ese texto Quijano (1992) no define
de forma muy precisa el concepto “colonialidad”, y más bien genera interrogantes.
Por ejemplo, cuando menciona “colonialidad cultural” (p.13), parece sugerir que
existen otros tipos de “colonialidades” pero no las hace explícitas; duda que se ve
acentuada con su alusión a la “colonialidad del poder” (p.19). Lo mismo cuando se
refiere al “colonialismo político” (p.12), que parece dejar abierta la posibilidad de
hablar también de un “colonialismo social” y un “colonialismo cultural” (atendiendo a
las otras dos dimensiones del colonialismo que señaló junto a la dimensión política),
lo que a su vez conduce a pensar cuáles serían las diferencias entre “colonialismo
cultural” y “colonialidad cultural”.
2 El texto original aparece en las memorias del encuentro “José Carlos Mariátegui y Europa: el otro aspecto
del descubrimiento”, publicado en Lima por la empresa editora Amauta en 1993. Este fue reproducido
íntegramente en 1995 como un artículo en la revista mexicana Estudios Latinoamericanos, 2(3): 3-19. A ella
corresponde la versión citada.
La colonialidad del poder es uno de los elementos constitutivos del patrón global
de poder capitalista. Se funda en la imposición de una clasificación racial/étnica de
la población del mundo como piedra angular de dicho patrón de poder, y opera
en cada uno de los planos, ámbitos y dimensiones, materiales y subjetivas de la
existencia cotidiana y a escala social. (p.93)
3 Maldonado-Torres cita a Fernando Coronil, Santiago Castro-Gómez, Oscar Guardiola, Edgardo Lander, Walter
Mig- nolo, Aníbal Quijano, Freya Schiwy, Catherine Walsh, entre otros.
Por ello Lander (2000) habla de “saberes coloniales” y “colonialidad del saber”.
Explica que con la organización colonial del mundo inicia también la constitución
colonial “de los saberes, de los lenguajes, de la memoria y de imaginario” (p.16),
y que hacia el siglo xix ya estará organizada “la totalidad del espacio y del tiempo
-todas las culturas, pueblos y territorios del planeta, presentes y pasados- en una
gran narrativa universal (Lander, 2000: 16).
(...) La idea era que si en adición a la colonialidad del poder también existía la colo-
nialidad del saber, entonces, muy bien podría haber una colonialidad específica del
ser. Y, si la colonialidad del poder se refiere a la interrelación entre formas modernas
de explotación y dominación, y la colonialidad del saber tiene que ver con el rol
de la epistemología y las tareas generales de la producción del conocimiento en
la reproducción de regímenes de pensamiento coloniales, la colonialidad del ser
se refiere, entonces, a la experiencia vivida de la colonización y su impacto en el
lenguaje (Maldonado Torres, 2007: 29-130).
Cabe precisar que Mignolo (1995) no hizo alusión directa al concepto “colonialidad”
pero su exposición, sobre las diferencias entre los locus de enunciación de la pos-
modernidad y la poscolonialidad, son afines con lo escrito por Quijano (1992). La
apropiación del término “colonialidad” y la precisión de conceptos como “diferencia
colonial”, “matriz colonial del poder” o “colonialidad del ser” son posteriores. Sobre
ello Mignolo (2009) reconoce que, si bien su libro de 1995 ya estaba redactado
cuando leyó a Quijano (1992), de quien no conocía, su lectura fue “una suerte
de epifanía” y motivación para escribir Local Histories/Global Designs: Coloniality,
Subaltern Knowledge and Border Thinking (2000).4
COLONIALIDAD
DEL SABER
COLONIALIDAD COLONIALIDAD
DEL SER DEL PODER
Figura 1. La estructura triangular de la colonialidad.
Fuente: Farrés y Matarán (2012) siguiendo la idea de Castro-Gómez (2007)
4 Precisamente Mignolo (2000) propone una definición muy sintética del concepto “colonialidad del poder”,
que entiende como el ámbito de la intersubjetividad en que cierto grupo de gentes define qué es lo correcto
y, por lo tanto, sustentan el poder de enunciación.
perpetuada por la mirada colonial del mundo que profesa la ciencia moderna, que
obedece “a un modelo epistémico desplegado por la modernidad occidental” (p. 79)
y se caracteriza por “la hybris del punto cero”, esto es, la pretensión de “hacerse un
punto de vista sobre todos los demás puntos de vista, pero sin que de ese punto
de vista pueda tenerse un punto de vista” (p. 83).
5 En línea con la perspectiva teórica de Magnaghi (2011), se entiende “territorio” como un “neoecosistema”,
esto es, el fruto de las relaciones coevolutivas entre las personas y el ambiente; un producto histórico «de
largos procesos de coevolución entre el poblamiento humano y el ambiente, la naturaleza y la cultura; (...) el
éxito de la transformación del ambiente a través de sucesivos ciclos de civilización estratificados» (Magnaghi,
2011: 47-54)
rían a partir de la estructura triangular entre “la colonialidad del saber territorial”,
la “colonialidad del poder territorial”, y “la colonialidad del ser territorial” (Figura 2).
Figura 2.
Fuente: Farrés y Matarán (2012)
La colonialidad del ser territorial está dada por la hegemonía que el ser-urbano
tiene sobre el resto de las formas de existencia humana no-urbana (ser no-urbano).
Por su parte, la colonialidad del saber territorial ha sido establecida en las propias
prácticas profesionales donde ciertos saberes dominan en las decisiones respecto
a cómo concebir y habitar el territorio, la ciudad y la arquitectura. En cuanto a la
colonialidad del poder territorial, puede definirse como el “ámbito de la intersub-
jetividad en que cierto grupo de gentes define qué es territorialmente correcto
y, por lo tanto, sustentan el poder de enunciación” (Farrés y Matarán, 2012: 152).
En Farrés y Matarán (2012) se parte de constatar los límites de las visiones
críticas actuales para explicar el fenómeno de reproducción global de tipos y tipo-
logías arquitectónicas, urbanas y territoriales que tienen mucha relación entre sí
pero poca con los territorios e historias locales (p.145); fenómeno que ven como
un componente de la desterritorialización de la metrópoli, referida por Magnaghi
(2012). Exponen que la crítica a tal reproducción suele tratarse desde perspectivas
económicas de raíces marxistas que hacen énfasis en aspectos económicos (ven el
proceso como inherente al capitalismo) pero observan que el fenómeno también
ocurre en países socialistas (como el caso de Cuba), por tanto tales visiones serían
insuficientes. Siendo así, encuentran otra explicación al considerar que la praxis
En línea con la construcción teórica iniciada, Farrés (2016) precisa que si se consi-
deran “la arquitectura, la ciudad y el territorio como manifestaciones, a distintas
escalas, de una categoría de mayor generalidad (el ambiente construido)”, es posible
hablar de modo análogo sobre “colonialidad urbana” y “colonialidad arquitectónica”,
entendidas como especificidades de la colonialidad territorial, y relacionar estos
conceptos en una estructura triangular (Figura 3). En ese sentido, el autor explora
los valores de una obra arquitectónica que considera próxima a una praxis deco-
lonial en Arquitectura, en tanto que representaría una ruptura con la colonialidad
del saber arquitectónico.
Colonialidad
del saber territorial
Colonialidad
del saber urbano
Colonialidad del
saber arquitectónico
Colonialidad Colonialidad
del poder del ser
arquitectónico arquitectónico
Colonialidad Colonialidad
del poder territorial del ser territorial
Figura 3. Aproximación a la estructura de la colonialidad territorial/urbano/arquitectónica.
Fuente: Farrés (2016).
(…) los órdenes espaciales hegemónicos (...) hoy defendidos por la “necesidad
del desarrollo” y la “superación de la pobreza” (que) vienen produciendo hambre,
exclusión, dominación, producción masiva de pobreza y desigualdad, racismo
cultural, exclusión, devastación social y ambiental, entre otros múltiples males
(López y Almendra, 2016).7
7 López Flores, P. C y Almendra Quiguanás, V.R (coord.). (2016). Justificación del grupo de trabajo “Territoria-
lidades en disputa”. Convocatoria de Grupos de Trabajo CLACSO. https://www.clacso.org.ar/grupos_trabajo/
detalle_gt.php?ficha=1239&s=5&idioma=
5. Conclusiones
6. Referencias
Yasser Farrés Delgado. Arquitecto por el Instituto Superior Politécnico “José Antonio Echeve-rría”
(CUJAE), Cuba. Doctor en Urbanismo, Ordenación del Territorio y Medioambiente por la Universidad
de Granada, España. Docente de la Universidad Santo Tomás, Colombia; y la Universidad de Zaragoza,
España. Correo electrónico: [email protected]