Deontología:teleología

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JAVIER ARIAS MIGUEZ

REFLEXIÓN SOBRE EL TELEOLOGISMO Y DEONTOLOGISMO

El siguiente escrito tiene como objetivo realizar una comparación entre el enfoque teleológico
y deontológico utilizados por la filosofía moral partiendo de la organización político-social de los
estados actuales.

En primer lugar, es de vital importancia hacer un acercamiento a ambos modos teóricos para,
posteriormente, comparar la influencia y aportes que ambos realizan en la organización político-
social. La deontología busca la regulación de nuestros deberes cómo individuos acotando estos en
principios o normas morales que rigen nuestras decisiones. Estos principios nos permiten saber si
las acciones que realizamos son justas o injustas porque las evaluamos dentro del marco moral que
rige nuestro contexto socio-cultural. Uno de los principales autores que cultivó la deontología fue
Kant con su propuesta del imperativo categórico que, a grandes rasgos, buscaba establecer un
mandamiento para regir el comportamiento del ser humano en todas las situaciones.

Por otro lado, se encuentra el enfoque teleológico; palabra cuyo origen etimológico proviene
del griego, concretamente de la palabra “teleo” que su significado es fin. El teleologismo
comprende qué es buena toda acción que genere buenas consecuencias. La teleología defiende que
el fin último del ser humano es alcanzar la felicidad, por tanto, todo aquello que produzca un
aumento de felicidad es correcto. Bajo este enfoque esta justificado no actuar, en ciertas situaciones,
según los principios morales que establece la deontología siempre y cuando la acción realizada
suponga un aumento de bienestar. Sin embargo, no hay que entender la teleología de forma extrema
ya que no todos los medios están justificados por el fin; el medio utilizado para alcanzar la felicidad
ha de estar sujeto a ciertos límites. El representante más significativo de este enfoque es Aristoteles
con su propuesta areoteológica aunque durante la historia hemos visto grandes pensadores donde
este modo teórico de la ética se ve representado como en Nicolás Maquiavelo o Stuart Mill con el
utilitarismo.

Una vez visto brevemente lo que es la deontología y teleología quiero pasar a definir lo que
entiendo como organización político-social de los estados actuales. Thomas Hobbes es el autor que,
a mi parecer, hace una definición más acertada de este concepto y que más útil nos va a resultar
para la realización de este ensayo. Como plantea Hobbes la creación del estado moderno esta
directamente relacionado con cómo comprende la naturaleza del hombre. Para Thomas Hobbes el

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derecho natural es “es la libertad que cada hombre tiene de usar su propio poder como quiera, para
la conservación de su propia naturaleza, es decir, de su propia vida; y por consiguiente, para hacer
todo aquello que su propio juicio y razón considere como los medios más aptos para lograr ese
fin.” (Hobbes, 1980:106). Dentro de este fragmento damos con el concepto de libertad que Hobbes
define como “la ausencia de impedimentos externos, impedimentos que con frecuencia reducen
parte del poder que un hombre tiene de hacer lo que quiere; pero no pueden impedirle que use el
poder que le resta, de acuerdo con lo que ~u juicio y razón le dicten.” (Hobbes, 1980: 106). Bajo
esta concepción que tiene Hobbes de la libertad del hombre en la naturaleza este tiene la posibilidad
de actuar como le plazca dentro de sus posibilidades y sin ningún factor externo que le impida
actuar. Dentro de los pocos límites que esta definición de libertad impone Hobbes considera que la
actuación del hombre “es una condición de guerra de todos contra todos, en la cual cada uno está
gobernado por su propia razón, no existiendo nada, de lo que pueda hacer uso, que no le sirva de
instrumento para proteger su vida contra sus enemigos.” (Hobbes, 1980:160). Como se puede
observar en estos fragmentos Thomas Hobbes comprende la naturaleza del hombre de forma muy
negativa; el hombre es malo por naturaleza y tiende a confrontarse con el resto de hombres.

Partiendo de esta concepción del hombre Hobbes señala que “un Estado ha sido instituido
cuando una multitud de hombres convienen y pactan, cada uno con cada uno, que a un cierto
hombre o asamblea de hombres se le otorgará, por mayoría, el derecho de representar a la persona
de todos (es decir, de ser su representante). Cada uno de ellos, tanto los que han votado en pro
como los que han votado en contra, debe autorizar todas las acciones y juicios de este hombre o
asamblea de hombres, lo mismo que si fueran suyos propios, al objeto de vivir apaciblemente entre
sí y ser protegidos contra otros hombres”(Hobbes, 1980:142). Como cada hombre tiene la libertad
de tomar las decisiones que más le convengan la organización político-social se pacta por medio de
una votación dandole el título de representante a una persona o ente que reciba un apoyo
mayoritario. La manera en la que Hobbes describe como se alcanza lo que formará la organización
político-social de un territorio tiene grandes similitudes con la democracia representativa que rige
los grandes estados actuales. Es cierto que los hombres no cuentan con tanta libertad como la
descrita por Hobbes pero ese egoísmo visceral que incluye en su descripción de la naturaleza del ser
y la forma en la que se forma el poder es una descripción bastante fiel de nuestro sistema.

Dentro de lo que hemos denominado organización político-social Jean-Jacques Rousseau trato


de implementar la ética deontológica para exterminar las disparidades del sistema por medio del
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contrato social. El objetivo de este es “Encontrar una forma de asociación que defienda y proteja
de toda fuerza común a la persona y a los bienes de cada asociado, y por virtud de la cual cada
uno, uniéndose a todos, no obedezca sino a sí mismo y quede tan libre como antes” (Rousseau,
2012:45). Esta asociación que trata de alcanzar el contrato social Rousseau la reduce a los términos
siguientes: “cada uno de nosotros pone en común su persona y todo su poder bajo la suprema
dirección de la voluntad general y nosotros recibimos además a cada miembro como parte
indivisible del todo” (Rousseau, 2012:46). Rousseau con la propuesta del contrato social trata de
establecer unos principios universales que rijan los comportamientos de los individuos. Estos
principios han de estar formados por la voluntad general de todos aquellos que forman parte del
pacto social para poder alcanzar una organización igualitaria entre los individuos.

El establecimiento de unas normas morales por medio de un pacto social como propone
Rousseau en nuestras sociedades es equivalente a los derechos inherentes a todo individuo que
universalizan la dignidad humana y permiten la realización de uno mismo. Los derechos, junto con
otros factores, forman el marco moral según el que nosotros regimos como veíamos en la definición
del método deontológico; estos son de gran aporte para las sociedades ya que más allá de la
actuación individual de cada miembro forman parte del marco legal y permiten que dentro de la
organización político-social el respeto de estos principios sean de obligado cumplimiento. Esta
premisa permite asegurar la dignidad de las personas dentro de una comunidad que, a su vez,
asegura la realización de una vida con unos mínimos vitales.

Sin embargo, la propuesta de Rousseau, al igual que los derechos humanos, para que sean
completamente aplicables requieren de una igualdad social que Rousseau señala que “respecto a la
igualdad (…), en cuanto concierne al poder, que éste quede por encima de toda violencia y nunca
que se ejerza sino en virtud de la categoría y de las leyes, y en cuanto a la riqueza, que ningún
ciudadano sea tan opulento como para poder comprar a otro, y ninguno tan pobre como para verse
obligado a venderse” (Rousseau, 2012:80). Volviendo al egoísmo intrínseco que Hobbes atribuye a
la naturaleza del ser humano esta igualdad que propone Rousseau es prácticamente inalcanzable y
así se ve reflejado en nuestras sociedades. Todas las sociedades de la historia han estado basadas en
el conflicto y han sido derrocadas por la lucha por la emancipación de un sujeto político como ya
señalaron Karl Marx y Friedrich Engels en el “Manifiesto comunista”: “La historia de todas las
sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases. (…) opresores
y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada unas veces y otras
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franca y abierta; lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda la
sociedad o el hundimiento de las clases beligerantes.” (Marx y Engels, 2016:22). Por tanto, aunque
la deontología haga grandes aportes a la organización político-social no resulta lo suficientemente
eficaz como para erradicar todas las injusticias que generalmente son sufridas por minorías menos
poderosas y marginadas.

La deontología dentro de la organización político-social deja problemas de significativa


importancia sin resolver por lo cual es necesario que la teleología forme parte de la ética que rige
nuestras sociedades. El modelo teleológico más radical que podamos encontrar en la organización
político-social probablemente sea el modelo ideal comunista donde la propia organización es un
medio; la figura del Estado es utilizada como periodo transitorio a la sociedad comunista. Esto lo
señala Lenin en “El Estado y la revolución” donde afirma que “Todas las revoluciones anteriores
perfeccionaron la maquina del Estado, y lo que hace falta es romperla, destruirla.” (Lenin,
2006:72). Sin embargo, frente a la visión anarquista que defiende que la destrucción del estado ha
de ser inmediata Lenin señala que “la transición de la sociedad capitalista, que se desenvuelve
hacia el comunismo, a la sociedad comunista, es imposible sin un "período político de transición",
y el Estado de este período no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado.”
(Lenin, 2006:150). Esto refleja la teleología dentro de la sociedad de la forma más radical posible
ya que el fin es lograr una sociedad superior, la sociedad comunista, y el medio para esto es la
propia sociedad y toda su organización político-social que es utilizada para autodestruirse y formar
una nueva organización superior. En cambio, esto no es lo que nos ocupa en este trabajo ya que no
guarda relación con la realidad.

Aunque Marx también dirija su teoría hacia la creación de la sociedad comunista por medios
revolucionarios podemos extraer ciertos fragmentos de su obra que nos pueden mostrar la
importancia de la teleología en la organización político-social de los territorios. Marx y Engels
señalan que “Las primeras tentativas directas del proletariado para hacer prevalecer sus propios
intereses de clase, hechas en tiempos de efervescencia general, en el período del derrumbamiento
de la sociedad feudal, fracasaron necesariamente, tanto por el estado embrionario del mismo
proletariado como por ausencia de las condiciones materiales de su emancipación, condiciones que
no podían ser producidas sino después del advenimiento de la burguesía. (…) Como el desarrollo
del antagonismo de las clases marcha al par con el desarrollo de la industria, no advierten de
antemano las condiciones materiales de la emancipación del proletariado, y se aventuran en busca
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de una ciencia social, de leyes sociales, con el fin de crear esas condiciones.” (Marx y Engels,
2016: 51). En este fragmento, aunque el objetivo sea una revolución, podemos ver de forma clara la
importancia que Marx y Engels daban a las condiciones materiales; en este caso, el proletariado no
pudo realizar una revolución por falta de condiciones materiales que le permitiesen llevarla acabo.
Pero, esta situación es trasladable a una gran cantidad de situaciones en nuestra sociedad donde
ciertos grupos no son capaces de realizar sus objetivos básicos por falta de condiciones materiales
básicas.

El estado de bienestar trata de dar solución a estas situaciones donde las personas no tienen
los medios para lograr una vida digna. Es un tipo de organización político-social que tiene como
objetivo proveer de los materiales y servicios necesarios a los habitantes de un país con el objetivo
de cumplir lo que dictan los derechos sociales. Sin embargo, es una política que genera cierta
controversia ya que, volviendo a la naturaleza humana de Hobbes, asegurar ciertas condiciones
materiales con el objetivo de brindar una vida digna a aquellos con el nivel adquisitivo más bajo
requiere que personas más poderosas cedan ciertos bienes y privilegios que no están dispuestos a
ceder.

Un estudio realizado en 2019 sobre la segregación social en el municipio de Bilbao concluyó


que durante las últimas décadas Bilbao a experimentado importantes transformaciones debido a
ciertas políticas dirigidas a mejorar la villa pero, la segregación social que esta de manifiesto desde
las primeras comunidades asentadas en Bilbao no ha disminuido, al contrario, la brecha entre los
diferentes grupos que conforman la ciudad es cada vez mayor. La razón principal de la segregación
social en el municipio son los niveles de renta que a su vez determinan las características del
domicilio del individuo. Además, no parece ser una característica con indicios de finalizar ya que el
distanciamiento entre ambos grupos es cada vez mayor porque la riqueza se genera en los barrios
con mayor nivel adquisitivo mientras que los barrios con bajo nivel adquisitivo se empobrecen cada
vez más. Como consecuencia directa del nivel de renta el precio o alquiler de la vivienda aporta a
este fenómeno al igual que la gentrificación ya que ciertos barrios van siendo considerados
céntricos y las personas con rentas más altas adquieren domicilios en estas dándoles mayor valor
del que cierta parte de los ciudadanos están dispuestos a pagar. Por último, otra de las causas del
nivel de segregación social en Bilbao es el país de procedencia; las crisis migratorias y la
globalización de los últimos años han contribuido a la diversidad cultural en la ciudad pero también
a segregar ciertas zonas como San Francisco, un barrio céntrico pero deteriorado.
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Este ejemplo nos muestra el gran problema al que se enfrenta la organización político-social
actual: ciertos principios rigen nuestra sociedad y nos aseguran ciertos derechos y deberes a todos
los individuos pero por distintas razones ciertos grupos sociales no son capaces de alcanzar un
mínimo para poder tener una vida digna. En este punto se encuentra el gran conflicto entre la
deontología y la teleología, ¿Los principios morales que proporciona el modo teórico deontológico
son justos y necesarios en la organización político social o, tal vez, haya que orientar la política
desde un punto de vista telelológico para asegura una vida digna a todos los individuos?

En términos de organización político-social no creo que sea posible posicionarse solo en la


teleología o la deontología, para organizar una sociedad correctamente son necesarios elementos de
ambos modos teóricos. Aunque, lo más presente en la organización político-social son los principios
morales que busca la deontología en orden a regular nuestros deberes como ciudadanos. En cambio,
desde que se trata de aplicar la ética en entornos políticos los principios morales han sido de gran
ayuda para superar ciertas disparidades pero han seguido presentes los grupos sociales marginados
y las situaciones precarias que cohiben la vida digna de ciertos grupos sociales. Con esto no
pretendo negar que la ética teleológica no este presente en la organización político-social ya que los
gobiernos tratan de implementar medidas para terminar con la precariedad pero, estas no resultan
ser las suficientes porque sigue siendo fácilmente observables estas situaciones incluso en el
entorno más cercano. Por tanto, se debería empezar a tomar medidas más drásticas con el objetivo
de asegurar a todos los ciudadanos un nivel de vida mínimo que les permita desarrollarse como
personas aunque suponga el incumplimiento de ciertas normas morales.

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Referencias bibliográficas

Aguado-Moralejo, I., Echebarría, C., & Legarreta, J. M. (2019). Aplicación de un análisis clúster
para el estudio de la segregación social en el municipio de Bilbao. Boletín de la Asociación de
Geógrafos Españoles, 81, 2763, 1–35. http://dx.doi.org/10.21138/bage.2763

Hobbes, T. (1980). Leviatán (Fondo de Cultura Económica).

Lenin. (2006). El Estado y la revolución. Alianza editorial.

Marx, K., & Engels, F. (2016). OBRAS ESCOGIDAS (Vol. 1). Akai.

Rousseau, J. J. (2012). Contrato Social. Austral.

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