Luis de Gongora
Luis de Gongora
Luis de Gongora
2. VIDA
Nació en Córdoba en el seno de una ilustre familia y estudió en la Universidad de
Salamanca. Recibió órdenes religiosas y en su juventud ya era bastante famoso
puesto que Cervantes habla de él cuando Góngora sólo tiene 24 años. Obtuvo un
cargo eclesiástico de poca importancia pero que le permitió viajar por España con
frecuencia y frecuentar la Corte en Madrid. Se establece en esta ciudad y consigue
que Felipe III le nombre su capellán. A diferencia de la mayoría de sus
contemporáneos, en Góngora, ni la religión ni el amor, pese a algunas aventuras
juveniles, ocupan un lugar importante en su vida o en su poesía. Parece que le domina
un solo sentimiento, el de la belleza, pues el amor y la naturaleza, asuntos de los que
trató con perfecto dominio, más que sentimientos en él aparecen como pretextos para
la creación poética. Al final de su vida, agobiado por la deudas, se traslada a Córdoba,
donde muere.
3. PERSONALIDAD CREADORA
Góngora tuvo en vida defensores apasionados y críticos implacables. El carácter
mismo de su poesía haría que esta división de opiniones continuara después de su
muerte y llegara aún a nuestros días. Los dos enemigos de más valer que tuvo fueron
Quevedo y Lope de Vega, aunque contó con famosos partidarios como el conde de
Villamediana o los humanistas Pedro de Valencia y fray Hortensio de Paravicino.
4. OBRA
Hasta hace poco la historia literaria separaba la obra poética de Góngora en dos
mitades claramente diferenciadas. Por un lado, las letrillas de inspiración popular y los
romances: moriscos, amorosos, pastoriles y caballerescos. De otro, su obra cultista
iniciada en 1610 con la Oda a la toma de Larache, y continuada con el incremento
constante de la oscuridad estilística en la fábula de Polifemo y Galatea (1613), las
Soledades (1613) y el Panegírico al duque de Lerma (1617). Equidistante entre ambos
aspectos, se podrían situar sus numerosos sonetos y canciones de estilo clásico, en
los que no se advierte tanto el cultismo.
Para el Góngora de la primera manera, la crítica, desde la de sus coetáneos, sólo tuvo
elogios. Incluso en los momentos de mayor antigongorismo nadie puso en duda la
belleza de letrillas como ‘Las flores del romero’, ‘Lloraba la niña’, ‘No son todo
ruiseñores’ ni de los romances: ‘En los pinares del rey’, ‘Amarrado al duro banco’,
‘Servía en Orán al rey’, entre otros. Otra vena poética que domina en Góngora es la
burlesca, como demuestran ‘Ande yo caliente’, ‘Ahora que estoy despacio’ o
‘Murmuraban los rocines’. Para algunos es el autor de los más bellos sonetos que se
han compuesto en lengua castellana.
Las Soledades (1613) es una obra de mayor aliento y de plan más madurado.
Góngora proyectaba cantar las soledades de los campos, de las riberas, de las selvas
y de los yermos. Sólo compuso la primera y parte de la segunda, que constituyen un
poema pictórico, panorámico, rico en color y matices. Escrito en silvas, y todavía
discutido hoy, constituye una de las cumbres de la lírica de todos los tiempos.
5. INFLUENCIAS POSTERIORES
El Góngora del Polifemo y las Soledades fue muy mal entendido por la crítica. Su
estilo suscitó inmediatamente la oposición. El humanista Francisco Calcals (1564-
1642) cuando leyó las Soledades afirmó que el príncipe de la luz —refiriéndose al
poeta de las letrillas— se había mutado en el príncipe de las tinieblas. Una actitud que
se prolongaría hasta finales del siglo XIX, cuando algunos simbolistas franceses, en
especial Verlaine, y los poetas modernistas de habla española, inician la valoración del
gongorismo. Una valoración que culmina en 1927, año del centenario de su muerte,
cuando una nueva generación de poetas españoles, Jorge Guillén, Pedro Salinas,
García Lorca, Alberti, le aclaman como a uno de sus maestros, y Dámaso Alonso,
poeta también, publica su edición crítica de las Soledades, a la que siguen algunos
estudios definitivos para la comprensión de Góngora. Véase también Generación del
27.
LUIS DE GONGORA
Don Luis de Góngora y Argote, nació en Córdoba (España) el 11 de julio de 1561. Era hijo
del abogado Don Francisco de Argote y de Doña Leonor de Góngora. Comenzó sus
trasposiciones por el nombre, al anteponer el apellido materno en atención a la eufonía,
como hará con el mundo de las palabras a través de todo su arte.
Miembro de una familia culta, alternó con grandes humanistas. Ingresó en la Universidad de
Salamanca para estudiar leyes. A los 24 años, abrazó el estado eclesiástico. Viajó por
Madrid, Granada, Cuenca, Burgos, Salvatierra, Pontevedra y Toledo.
Fue un poeta bivalente. Por un lado sus letrillas y romances populares de nítida expresión,
por otra, sus obras cultistas. No le preocuparon temas como la religión o el amor. Lo inspiró
la belleza.
Sus poesías populares son muy claras, por lo que se denominó a Góngora “ángel de luz”. En
sus composiciones sentimentales describe con fina maestría las reacciones anímicas.
El romancillo “Hermana Marica”, recrea un episodio infantil. En “Las flores del Romero” se
expresa un delicado sentimentalismo y en “Ande yo caliente y ríase la gente” expone su vena
satírico-jocosa.
Otros romances son de tema caballeresco, como “Romance de Angélica y Medoro”, otros,
descriptivos como “Granada” y otros, religiosos como “Al nacimiento de Cristo”.
Durante tres siglos, fue considerado, por estas últimas obras, “ángel de tinieblas”. Gracias al
esfuerzo genial de Dámaso Alonso, nos encontramos con una nueva valoración, positiva,
acerca de este poeta.
“Las Soledades”, según el plan del autor, serían cuatro: la de los campos, de las riberas, de
las selvas y del yermo, pero sólo desarrolló la primera y parte de la segunda.
“El Panegírico al Duque de Lerma”, es un alambicado poema laudatorio.
“El Polifemo”, es de inspiración mitológica.
En estas obras, bajo la oscuridad interpretativa, brilla la nitidez de una lengua en depurada
perfección y el esplendor de las imágenes radiantes.
Tras el aparente vacío argumental surge una plenitud colmada, un hervor de vida, de formas
y fuerzas. Realiza una ecuación magistral entre el plano real y el imaginario. Para leer e
interpretar estas obras, se requiere amplios conocimientos históricos y de mitología más un
profundo dominio de la gramática y del idioma.
Aunque Góngora no publicó sus obras (un intento suyo en 1623 no fructificó), sus obras
pasaron de mano en mano en copias manuscritas que se coleccionaron y recopilaron en
cancioneros, romanceros y antologías publicados con su permiso o sin él.
El manuscrito más autorizado, sin embargo, es el llamado Manuscrito Chacón, que contiene
aclaraciones del propio Góngora y la cronología de cada poema. El mismo año de su muerte,
sin embargo, Juan López Vicuña publicó ya unas Obras en verso del Homero español, edición
que fue recogida por la Inquisición y después superada por la de Gonzalo de Hoces en 1633.
Este poeta y dramaturgo español del Siglo de Oro, falleció en su ciudad natal, el 23 de mayo
de1627, a causa de una apoplejía.