Tema-8 LITERATURA S. XVII POESÍA

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LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA – 1º BACHILLERATO 1

LITERATURA: TEMA 8

TEMA 8:
LA LITERATURA DEL SIGLO XVII. LA POESÍA

1. LA POESÍA DEL BARROCO

2. LA OBRA POÉTICA DE LOPE DE VEGA

3. LA OBRA POÉTICA DE LUIS DE GÓNGORA

3.1. VIDA Y PERSONALIDAD


3.2. SU OBRA
3.2.1. La poesía de arte menor
3.2.2. La poesía de arte mayo
3.3. TEMAS Y ESTILO

4. LA OBRA POÉTICA DE FRANCISCO DE QUEVEDO

4.1. SU OBRA POÉTICA


4.2. TEMAS
4.3. ESTILO
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LITERATURA: TEMA 8

1. LA POESÍA DEL BARROCO

La poesía tiene en el siglo XVII un enorme desarrollo. No sólo se cultiva poesía lírica y épica, sino que
la poesía dramática los dramaturgos eran llamados poetas tiene ahora excepcional importancia. De
hecho, las obras teatrales, escritas en verso, sirvieron para la popularización de la poesía, que también se
difundió oralmente en universidades, academias, justas y certámenes poéticos, lecturas públicas en casa de
los mismos poetas, recitados de poesía popular en la calle, etc. Lógicamente, el desarrollo de la imprenta
contribuyó a la divulgación de los textos poéticos, muchas veces acompañados de grabados o ilustraciones.
Las últimas décadas del siglo son de claro decaimiento y no hay ya autores de relieve, hecho que se
prolongará durante el siglo siguiente, dando lugar a un largo periodo de decadencia no sólo de la poesía,
sino de la literatura española en general. Ello se debió tanto al declive general del país, como al
agotamiento de los recursos expresivos, que se utilizaban ya de forma repetitiva.
La poesía barroca refleja la conciencia de crisis, el pesimismo y el desengaño característicos de esta
etapa cultural. Presenta gran variedad de formas, estilos y temas. Se llevan al extremo los temas
renacentistas:
a) El amor es visto como pasión intensa, se resalta su fuerza y adquiere un sentido trascendente,
es decir, se aprecia que perviva más allá de la muerte.
b) La belleza de la mujer amada se aleja de la armonía renacentista y supera a la propia
naturaleza. Vinculada con el tópico del Carpe diem, se destaca el efecto demoledor del paso
del tiempo.
c) La naturaleza idílica del Renacimiento se transforma en naturaleza sensual, llena de colores y
sonidos.
d) La mitología continúa siendo un punto de referencia y génesis de asuntos que son tratados a
veces con tono noble y solemne y otras con efectos paródicos y burlescos.

La crisis despierta el interés por temas morales y filosóficos: la vanidad de las cosas, el engaño de las
apariencias, el paso del tiempo (presente en el tema del reloj, las ruinas, el Ubi sunt?, el Tempus fugit…) la
presencia de la muerte, el sueño como símbolo de vida y muerte, etc. Las circunstancias sociales de
corrupción desembocaron en una poesía satírica donde se criticaba tipos y costumbres de la época y se
hablaba del problema de España.

Los tres poetas barrocos más destacados son Lope de Vega, Góngora y Quevedo.

2. LA OBRA POÉTICA DE LOPE DE VEGA

Aparte de destacado prosista y gran dramaturgo, Lope de Vega es un excelente poeta. Su poesía es
muy variada, y además de las de tipo dramático, contenida en sus numerosísimas comedias, es muy
celebrada tanto su poesía lírica como su poesía épica

2.1. Poesía épica

Compuso dos textos inspirados en la épica italiana del Renacimiento: La hermosura de Angélica
(1602) , que parte del Orlando furioso de Ariosto, y Jerusalén conquistada (1609), imitación de la Jerusalén
libertada de Tasso. De carácter épico son también La Dragontea (1588), sobre el pirata inglés Francis
Drake, y El Isidro (1599) sobre el patrón de Madrid, san Isidro, con el que inaugura una nueva clase de
poema hagiográfico, lejos del tono heroico: se ocupa de la santidad de lo cotidiano y lo humilde.
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2.2. Poesía lírica

Como autor lírico recogió sus composiciones en Rimas (1602), Rimas sacras (1614) y Rimas
humanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos (1634). En estos libros Lope nos muestra sus diversas
facetas líricas: el poeta vitalista, el petrarquista, el imitador de Góngora, el poeta filosófico, el religioso. Es
especialmente interesante su capacidad para verter literariamente sus experiencias cotidianas, para
poetizar la circunstancia, preludiando con ello el espíritu del escritor moderno.
Lope se valió de todos los metros, pero destacó particularmente en el uso del romance y del soneto.
Sus romances fueron famosísimos. Es, desde luego, uno de los representantes más conspicuos 1 del llamado
Romancero nuevo o artístico. Fue también un fecundísimo escritor de sonetos, de los que compuso más de
un millar. Los sonetos constituyen la base de las Rimas de 1602. Estas Rimas parten de la tradición
petrarquista, pero la trascienden por la fuerza vital y emocional que transmiten.
Además de otras composiciones, cien sonetos son también el núcleo de sus Rimas sacras. Este libro
muestra la vertiente religiosa de Lope y algunos de sus poemas revelan una profunda espiritualidad, que
contrasta con el carácter netamente profano de otras muchas obras suyas. La estructura de las Rimas está
cuidadosamente pensada a partir de la idea clásica de variedad, muy adecuada para su finalidad didáctica,
según el doble objetivo de enseñar y agradar. Así, el libro es variado tanto estróficamente (sonetos,
canciones, romances…) como temáticamente y compositivamente. Esta variedad compositiva se refleja
también en la estructura interna de los textos que se ajusta a modelos artísticos o retóricos de carácter
religioso o profano.
Las Rimas de Burguillos y otras composiciones líricas como la Égloga a Amarilis y la Égloga a Claudio,
deben interpretarse, junto a otras obras del final de la vida de Lope, como producto de una época de
melancolía y decepción, que se transforma en ocasiones en ironía o burla. Son todas estas obras muy
interesantes porque nos descubren facetas insospechadas del siempre proteico 2 Lope, que, acuciado por la
necesidad y las desgracias y sintiendo cerca la muerte, encuentra nuevos registros poéticos en los que
verter su ácido desengaño. Debe notarse además que en las Rimas de Burguillos Lope de Vega se desdobla
en un personaje, Tomé de Burguillos, ficticio creador de los textos, peculiar individuo, irónico y enamorado,
que parece en ocasiones cobrar voz propia.

2.3. Estilo

A pesar del tono antigongorino de Burguillos, Lope siempre mantuvo la admiración por el virtuosismo
culterano. Por eso, en su obra conviven los más variados estilos. Aunque su poética parte del principio de la
claridad absoluta, no renuncia en absoluto ni al juego conceptual ni al adorno formal. De ahí la presencia en
sus poemas de paradojas, juegos de palabras, correlaciones, antítesis, sutilezas conceptuales, etc. Sin
embargo, son, al tiempo, justamente famosas sus composiciones líricas de tono popular, en las que imita
los procedimientos propios de la poesía tradicional: metros cortos, paralelismo, repeticiones, estribillos,
adjetivación colorista, sencillez léxica, etcétera.

3. LA OBRA POÉTICA DE LUIS DE GÓNGORA

3.1. VIDA Y PERSONALIDAD

Luis de Góngora y Argote nació en Córdoba en 1561 en el seno de una familia acomodada y culta.
Estudió Leyes en Salamanca y allí parece que se inició en las tareas poéticas al tiempo que llevaba una vida
alegre y desahogada. De vuelta a Córdoba, comienza su carrera dentro de la Iglesia, propiciada por la
herencia de unos beneficios eclesiásticos de un tío suyo. No obstante, su vida sigue siendo un tanto
disipada y continúa con sus aficiones literarias. Tras una denuncia del arzobispado, se recata, aunque no
renuncia a sus actividades literarias. Viaja mucho en misiones encomendadas por el cabildo. Sus poemas
empiezan a granjearle cierta fama y cuando se instala en Madrid en 1617, es ya considerado el mejor poeta
1
conspicuo: ilustre, visible, sobresaliente.
2
proteico: que cambia de formas o de ideas.
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de su tiempo. Sin embargo, su vida en la corte no le resulta fácil, aunque haya obtenido el cargo de capellán
real. Mueren sus poderosos protectores y sus pretensiones cortesanas se ven frustradas. Amante de la vida
lujosa y muy aficionado al juego, se ve acosado por las deudas. Ya enfermo, regresa a Córdoba, donde
muere en 1627.
Curiosamente, pese al supuesto alejamiento de la realidad característico de la obra poética gongorina,
la influencia de su vida en sus textos es muy visible. A pesar del alegre Góngora juvenil, la imagen que de él
ha perdurado es la de un hombre adusto, sombrío y orgulloso. Famosas son sus enemistades personales y
literarias. Con Quevedo, tan agresivo como él y que lo acusaba de judío, cruzó graves insultos y alusiones
mordaces. También atacó a Lope de Vega, quien respondió a su vez, pero dejando entrever en muchas
ocasiones su admiración por el escritor. Por el contrario, contó con fervientes defensores y numerosos
seguidores, que imitaron su estilo, hasta bien entrado el siglo XVIII. De hecho, como había ocurrido con
Garcilaso, su obra se publicó enseguida tras su muerte acompañada de doctos comentarios, como si de un
autor clásico se tratara.

3.2. SU OBRA

Góngora es exclusivamente un poeta lírico, excepción hecha de la composición de dos comedias: El


doctor Carlino (inconclusa) y Las firmezas de Isabela, obras en las que se aparta del modelo del teatro de
Lope de Vega. Se conserva también más de un centenar de cartas, casi todas de la época madrileña, que
contienen interesantes datos biográficos y algunos juicios literarios.
La obra lírica de Góngora circuló de forma oral y manuscrita durante su vida. Sus versos se editaron
póstumamente, algunas ediciones con comentarios eruditos, como si se tratara de un clásico. Se conserva
además un lujoso manuscrito donde se pueden leer los poemas de Góngora acompañados de su fecha de
composición, lo que permite trazar con bastante seguridad una cronología de sus poemas.
Estos datos cronológicos han permitido descartar la existencia de dos épocas diferentes en la poesía
gongorina, la del poeta fácil, sencillo y popular, y la del escritor oscuro y complejo, puesto que los
procedimientos expresivos de su poesía más culta se pueden encontrar en textos muy tempranos de
Góngora.
Sin embargo, desde 1609, su intención explícita es la de crear un nuevo lenguaje poético mediante la
acumulación e intensificación de recursos retóricos utilizados anteriormente y el uso de otros nuevos. Va a
ser a partir de esta voluntad de forjar una nueva poesía cuando componga sus obras mayores: Fábula de
Polifemo y Galatea (1612), Soledades (1613-4) y Fábula de Píramo y Tisbe (1618). El resto de su
producción poética consta de más de doscientos romances y letrillas al modo popular, unos dos centenares
de sonetos, algunas composiciones diversas y un poema inconcluso en octavas reales, el Panegírico al
duque de Lerma (1617).

3.2.1. La poesía de arte menor

Los poemas en versos cortos de Góngora fueron ya muy populares en su época y continuaron
siéndolo después. Este extenso grupo de poemas no está exento de artificios y dificultades y siempre se
nota, pese a la inspiración popular, la mano del poeta culto.
Las letrillas y otras composiciones de arte menor a veces tienen un tono serio y tratan de temas
graves, son muy frecuentes los textos de carácter humorístico o satírico, en los que se utilizan chistes,
alusiones desvergonzadas, expresiones escatológicas, etc.
Pese a estos rasgos, no se trata de una literatura intrascendente, puesto que en toda esta poesía
satírica se critican muchos de los valores establecidos (el amor, los sentimientos caballerescos, el
sentimiento patriótico…)
Sus romances son muy notables y con ellos el Romancero nuevo alcanza sus mayores cimas.
También en ellos se alterna e incluso se mezcla lo serio y lo burlesco. Tratan de los más diversos temas:
caballerescos, moriscos, de cautivos, pastoriles, amorosos, mitológicos, satíricos…
Entre los romances merece especial atención la Fábula de Píramo y Tisbe, larga composición de más
de quinientos versos, escrita en 1618, que resume a la perfección los rasgos más sobresalientes de la poesía
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gongorina: su tendencia al cultismo junto a su gusto por lo popular, la visión burlesca de la realidad y la
reflexión seria, el refinamiento exquisito al lado de la expresión chocarrera. Este poema heroico-cómico
narra grotescamente un tema mitológico grave y serio. Con ello, el poeta barroco está burlándose, con
actitud distanciada de sus propios mitos.

3.2.2. La poesía de arte mayor

3.2.2.1. Los sonetos

Góngora fue un gran sonetista. Sus sonetos normalmente siguen el modelo clásico de cuartetos
expositivos y tercetos conclusivos, aunque a veces utiliza fórmulas distintas.
Abordó en ellos variados temas: amorosos, satírico-burlescos, morales, mitológicos, de
circunstancias, etc.:
a) Los sonetos amorosos, más frecuentes al principio de su producción, son de hechura petrarquista,
muy literarios y estilizados, y carecen de la pasión vital que transmiten los de Lope o Quevedo.
b) Los sonetos satírico-burlescos prolongan esta vena típica de otros poemas de Góngora. En ellos, sin
renunciar a la perfección formal y a los recursos retóricos de la tradición culta, incorpora elementos
de la poesía popular y no evita el léxico coloquial e incluso vulgar.
c) Los sonetos de tema moral reflejan la situación vital del poeta y, en tono serio o burlón, expresan
sus inquietudes, sobre todo los escritos en su última estancia en Madrid, en los que es manifiesto
su desengaño, y que entroncarían con el tópico clásico del “menosprecio de corte”

3.2.2.2. Fábula de Polifemo y Galatea. Soledades.

Con estos dos grandes poemas lleva Góngora a su culminación el estilo culterano. En ellos, las
dificultades se acumulan de tal forma que sólo resultan comprensibles para un lector extremadamente
culto. Son concebidos como un reto a la inteligencia. Por eso, concitaron desde el primer momento la
adhesión o el rechazo absolutos.
La Fábula de Polifemo y Galatea consta de 504 versos en octavas reales y desarrolla el mito clásico
del cíclope Polifemo enamorado de la ninfa Galatea. Si el tema es ya de por sí hiperbólico, el arte de
Góngora se centra en intensificar la exageración y llevar al límite la hipérbole. El lenguaje es enormemente
complejo, pero la sintaxis no alcanza todavía la complicación a la que llegará la lengua poética gongorina en
las Soledades.
Góngora compone las Soledades inmediatamente después del Polifemo. La idea original es que las
Soledades fueran cuatro, pero finalmente Góngora sólo compuso la primera y parte de la segunda. En total,
unos dos mil versos agrupados en silvas. Esta forma métrica le permite al poeta, con sus largos periodos,
mayor libertad sintáctica y, dada la tendencia gongorina en estos poemas culteranos, ello tiene como fruto
una lengua complicadísima en la que la poética cultista llega al límite. Curiosamente, el tema es muy
sencillo : el canto de la vida natural, el desdén de las ambiciones cortesanas. Con un tenue hilo argumental,
las Soledades son tan solo una sucesión de escenas pastoriles y rurales, siempre en el entorno de una
Naturaleza literariamente estilizada. Se recrea la belleza de una naturaleza pródiga y benefactora que
remite al ideal bucólico clásico de la Edad de Oro.
Muchos de los motivos y rasgos formales de estos dos grandes poemas están ya presentes en otros
textos previos de Góngora. El universo poético del escritor cordobés es, por tanto, coherente y se va
gestando durante muchos años para cristalizar en su forma más acabada a principios de la segunda década
del siglo XVII.

3.3. TEMAS Y ESTILO


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Gran parte de los temas de los poemas de Góngora son los propios de un poeta que bebe
directamente en la tradición poética previa: el amor, con todos los tópicos de la literatura petrarquista, la
mitología, como fuente inagotable de motivos, la naturaleza como marco estilizado y como referente
bucólico ideal.
Estos temas tan conocidos son reelaborados con el sello personal del poeta, siempre deseoso de
dejar constancia de su nota distintiva y original. Muchas de las composiciones del poeta están basadas en
sus propias experiencias vitales, convenientemente literaturizadas. Y, por supuesto, no cabe olvidar la
vertiente satírica y burlesca de Góngora, tanto en poemas populares como cultos.
En su personal reelaboración de los principios estéticos de la lírica del siglo XVI y en su búsqueda de
una lengua poética nueva y específica, radican quizá las claves de la originalidad poética de Góngora como
escritor. Góngora se aleja de los modelos renacentistas, complicando y distorsionando al máximo la lengua
poética renacentista. El lenguaje gongorino se caracteriza por su ambigüedad y multiplicidad de
significados, que lo alejan de la lengua natural. Hay una tendencia constante en su poesía a la expresión
metafórica y perifrástica que evita presentar las cosas directamente. Esta concepción de la poesía le lleva a
una peculiar y originalísima poética en la que la oscuridad es un factor estético de primer orden.
Y es que, aunque la poesía de Góngora parte de los principios estéticos clásicos, progresivamente
rompe con ellos como resultado lógico de su tendencia a los contrastes, a la exageración, a lo diverso, de su
deseo de huida de la realidad, que se manifiesta tanto en su visión idealizada del mundo como en la huida
del mismo a través de la burla y la chocarrería.

4. LA OBRA POÉTICA DE FRANCISCO DE QUEVEDO

4.1. SU OBRA POÉTICA

Fue en su época poeta conocidísimo desde muy joven. Sin embargo, no llegó a ver publicadas sus
obras poéticas en vida, aunque muchas de ellas circularon de forma manuscrita. En 1648, su amigo
González de Salas publicó buena parte de ellas en El Parnaso español. Un sobrino del escritor publicó en
1670 otra parte de sus textos poéticos, pero también con alteraciones diversas. Todo ello hace que la
poesía de Quevedo haya llegado hasta hoy con numerosos problemas textuales.
La abundantísima obra poética de Quevedo (unas mil composiciones) suele agruparse atendiendo a
sus temas: poemas filosóficos, morales, religiosos, amorosos, satírico-burlescos y de circunstancias.

a) Poemas de tema grave (filosóficos, morales, religiosos):


Abordan temas típicamente barrocos como la muerte, la brevedad de la vida, la fugacidad del
tiempo, la censura de vicios diversos o el desengaño, habitualmente desde una perspectiva en la que se
funden el cristianismo y el neoestoicismo senequista.

b) Poemas amorosos:
Están impregnados de petrarquismo y neoplatonismo, aunque muchas veces el ideal amoroso se ve
enturbiado por la presencia destructora de la muerte. Al lado de esta poesía amorosa sublime, cuya voz
lírica suele ser la del propio poeta, son frecuentes también las composiciones en las que aborda el amor en
clave satírica, irónica, paródica, cómica o abiertamente erótica. Muy frecuentemente, el sujeto enamorado
no es entonces el propio poeta.

c) Poemas satírico-burlescos:
Predomina el verso octosílabo. Son los que más claramente ponen de manifiesto la capacidad para la
agudeza y el ingenio lingüístico de Quevedo. Los objetos de su sátira son muy variados: mujeres, maridos
burlados, judíos, médicos, boticarios, abogados, jueces, escritores (Góngora en particular), las modas, el
poder del dinero, etcétera.
4.2. TEMAS
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La clasificación de su poesía da una idea resumida de los temas característicos de la obra poética de
Quevedo. Gran parte de estos temas son tópicos literarios, pero Quevedo imprime siempre en ellos su sello
personal.
a) El amor:

Sus poemas amorosos de tono serio son claramente deudores de la tradición cortesana. En el siglo
XVII el petrarquismo estaba agotado. Su lenguaje, lastrado de tópicos, resultaba incapaz de expresar la
ideología y las emociones que originalmente lo habían inspirado. Sin embargo, como poesía de análisis del
pensamiento y del sentimiento, y como repertorio de vocabulario e imágenes aptas para plasmar la
experiencia amorosa, el petrarquismo y la lírica cortesana se convirtieron en manos de Quevedo en
excelente vehículo para la expresión de las preocupaciones metafísicas y el desengaño barroco.
Cuando Quevedo expresa en la lírica amorosa sus preocupaciones metafísicas, la mujer desaparece.
En cambio, pasa a primer plano una resistencia angustiada a la mortalidad final del cuerpo. En el centro
mismo de su poesía amorosa y de sus meditaciones líricas sobre la muerte se encuentra la angustia de la
soledad.

b) La muerte, la vida, el tiempo:

La muerte es una preocupación permanente en la poesía de Quevedo, que manifiesta siempre su


horror al no-ser. Su poesía es un constante meditar sobre la brevedad de la vida, sobre la fugacidad del
tiempo, que nadie es capaz de detener.
La vida es una loca carrera hacia la muerte. El tiempo destructor todo lo puede, pero es a la vez
inaprensible, no para un momento y, entre tanto, angustiosamente, la vida se escapa de modo
irremediable.

c) La realidad como apariencia: el pesimismo barroco.

Como todo está en constante movimiento, la realidad es, en consecuencia, cambiante y


contradictoria. Lo que se ve no es más que apariencia engañosa, empezando por el amor mismo. Y de ahí el
desengaño típicamente barroco y la actitud desconfiada propia de quien no advierte seguridad alguna.

d) La decadencia española: el desengaño.

Este hondo pesimismo quevedesco, esta visión desolada del hombre y del mundo es indisociable de
su percepción de la decadencia española. Todos los valores que defiende (amor, honor, etc.) son los viejos
ideales nobiliarios que a su alrededor se desmoronan. Ello explica sus sátiras crueles de todo tipo de
novedades, ya sean literarias (Góngora, el culteranismo) , ya científicas, de costumbres, modas, etc. y
explica su añoranza de la sociedad estamental donde todo hombre tenía un lugar predeterminado en el
mundo, en la que el dinero no trastocaba valores ni condiciones sociales. Este desengaño quevedesco
trasciende las circunstancias específicas de su persona y su entorno histórico-social para alcanzar, gracias a
su ingenio de escritor, inigualables honduras meditativas sobre la condición humana.

4.3. ESTILO

Los rasgos del conceptismo son aplicables a la poesía de Quevedo: son constantes en ella juegos de
palabras, equívocos, dilogías, polisemias, paronomasias, hipérboles, antítesis, paradojas, deformaciones
grotescas, etcétera.
Quevedo domina la lengua en su más variados registros (culto, coloquial, vulgar), al tiempo que
conoce a la perfección los recursos retóricos propios de la lírica renacentista, incluidos los de carácter
métrico. Por ello, se advierte en sus poemas un consumado dominio de las formas que utiliza, lo que es
particularmente significativo en sus más de quinientos sonetos. Consigue en ellos unas creaciones geniales
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tanto por su uso magistral de la lengua como por su perfección formal, al obligarse a condensar al máximo
la expresión. Llega con ello a la culminación del principio conceptista de decir mucho con pocas palabras,
obligado como viene por la limitación de sílabas, versos, rimas o acentos. El soneto es, sin duda, el ejemplo
máximo de esta perfección poética.
Conviene indicar, en fin, una característica muy peculiar de la lengua poética de Quevedo: su
intensidad afectiva. El apasionamiento del poeta se vierte en sus textos mediante la abundancia de
oraciones interrogativas, exclamativas y apelativas, mediante llamadas directas al lector (apóstrofes,
vocativos, imperativos, pronombres y verbos en segunda persona, etc.) o mediante el frecuente uso de
diminutivos y aumentativos de carácter afectivo.
El temperamento de Quevedo, inquieto, violento y atormentado, brota esporádica y abruptamente
en su poesía, quebrando la armonía y equilibrio renacentistas consustanciales a los motivos y formas
tradicionales de los que parte el escritor. Por eso, su poesía es profundamente original, porque, como en
Lope de Vega, pero de otro modo, la vivencia personal del poeta inunda sus poemas.

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