En este libro, Aristóteles distingue entre las virtudes intelectuales y las virtudes morales. Las primeras se adquieren a través de la enseñanza, mientras que las virtudes morales dependen de la práctica constante. Aristóteles argumenta que las virtudes se desarrollan a partir de potencialidades dadas por naturaleza mediante la repetición de acciones justas y moderadas. Sin embargo, también se requiere conocer la naturaleza de la virtud para desarrollarla. La virtud reside en los hábitos, no en
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En este libro, Aristóteles distingue entre las virtudes intelectuales y las virtudes morales. Las primeras se adquieren a través de la enseñanza, mientras que las virtudes morales dependen de la práctica constante. Aristóteles argumenta que las virtudes se desarrollan a partir de potencialidades dadas por naturaleza mediante la repetición de acciones justas y moderadas. Sin embargo, también se requiere conocer la naturaleza de la virtud para desarrollarla. La virtud reside en los hábitos, no en
En este libro, Aristóteles distingue entre las virtudes intelectuales y las virtudes morales. Las primeras se adquieren a través de la enseñanza, mientras que las virtudes morales dependen de la práctica constante. Aristóteles argumenta que las virtudes se desarrollan a partir de potencialidades dadas por naturaleza mediante la repetición de acciones justas y moderadas. Sin embargo, también se requiere conocer la naturaleza de la virtud para desarrollarla. La virtud reside en los hábitos, no en
En este libro, Aristóteles distingue entre las virtudes intelectuales y las virtudes morales. Las primeras se adquieren a través de la enseñanza, mientras que las virtudes morales dependen de la práctica constante. Aristóteles argumenta que las virtudes se desarrollan a partir de potencialidades dadas por naturaleza mediante la repetición de acciones justas y moderadas. Sin embargo, también se requiere conocer la naturaleza de la virtud para desarrollarla. La virtud reside en los hábitos, no en
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SÍNTESIS: LIBRO II
En este segundo libro Aristóteles hablará de los principales fundamentos de la esencia de la
virtud. Primeramente, se hace una distinción entre las virtudes del entendimiento y las virtudes morales. Las primeras pueden alcanzarse mediante la doctrina, las virtudes morales están relacionadas con la parte sensible y afectiva del ser humano, es decir, mediante el ejercicio de la práctica constante y la enseñanza, estas virtudes son propias de la razón humana (la costumbre). Para Aristóteles estas virtudes son producidas o dadas por naturaleza y en relación a ello afirmara: Todo lo que nos da la naturaleza lo recibimos primero como potencialidades, que luego nosotros traducimos a actos. En esta línea, ninguna cosa puede por costumbre modificarse de modo que, las virtudes las recibimos obrando primero, por ejemplo: practicando la justicia nos hacemos justo y practicando la moderación nos hacemos moderados. Pero, así como se alcanza la virtud, también puede alcanzarse los vicios en cuanto la práctica de malos hábitos, es por ello que, el estudio de la virtud es también un estudio práctico que nos lleve a la acción moderada del bien obrar. Ante lo anterior, también se demostrará que no basta con hacer acciones justas y moderadas para alcanzar la virtud, porque para ello es necesario que quien realice las acciones conozca en base a qué las está realizando, es decir, tener conocimiento de la virtud misma. Para ello, en cierto sentido se hablará de tres modelos: quien obra bien pero no tiene conocimiento de la virtud, quien conoce la virtud pero no obra bien y quien obra bien y conoce la virtud. Existe otra confusión acerca de dónde se encuentra la virtud, ya que esta es encontrada en el alma y como en lo que se da en el alma son las pasiones, las potencias y los hábitos, la virtud debe de estar o pertenecer de algunas de las tres. Se examinará que no puede identificarse en las pasiones ni en las potencias sino, en los hábitos. Pues es por medio de ellos que Aristóteles los considera como las disposiciones que conducen sea al bien o mal respecto a las paciones. Una vez disponiendo el anterior argumento queda a consideración saber con precisión a cuál hábito corresponde la virtud. Si bien, queda claro que la virtud es una perfección de la buena disposición moderada, entonces el hábito del cual se ubica la virtud es el medio entre el exceso y el defecto, con esto, también es señalado su esencia misma: término medio que es orientado por la capacidad humana de raciocinio; Sobre su orientación racional, es referente no al término medio de las cosas, sino al término medio del hombre. Pues es un hábito selectivo, una cuestión de selección entre el mayor exceso y el mayor defecto que deberá deliberarse por la prudencia del hombre. Pienso que este segundo libro de la ética tiene gran relevancia en la demostración de la virtud como principio que sustenta el mejor obrar, pues es porque el objetivo de todo principio es la utilidad en el particular que se llega a través de su misma generalidad como lo manifiesta Aristóteles, un estudio que implica la dirección de la acción.