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Y ARQUEOLOGÍA DESDE EL
CARIBE COLOMBIANO
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-3958-3701
Correo electrónico: [email protected]
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-0551-1638
Correo electrónico: [email protected]
* Este artículo hace parte de un proyecto más amplio sobre infraestructura férrea y movilidad en el Caribe
colombiano.
El presente documento examina la conexión ferroviaria para el comercio internacional del país
por el puerto de Cartagena, en cuanto a su capacidad de situarlo como eje estructurador de la vida
económica, política y social, no solo en el departamento de Bolívar, sino, en general, en la región
Caribe en los siglos XIX y XX. Aborda el poco éxito del ferrocarril de Cartagena: las causas de este
fenómeno y los diferentes problemas que enfrentó, especialmente la rivalidad con otros proyectos
y alternativas similares. Se indaga, igualmente, por el papel que desempeñó el ferrocarril en la
configuración de los movimientos sociales impulsados por trabajadores calificados, y su alcance
e impacto en la historia regional y nacional. La investigación se apoyó principalmente en fuen-
tes hemerográficas, sobre todo, en las consultadas en la hemeroteca de la Biblioteca Nacional de
Bogotá, que proveyeron un rico archivo de prensa regional, particularmente de cartagenera, para
la comprensión del periodo 1860-1950.
Palabras claves: Ferrocarriles, inversión extranjera, canales, comercio exterior.
Abstract
This document examines railway connection for the country’s international trade through the
port of Cartagena, in terms of its ability to position it as the structuring axis of the economic,
political, and social life, not only in the department of Bolívar, but also, in general, in the
Caribbean region in the 19th and 20th centuries. It also investigates the role of the railroad in
shaping social movements promoted by skilled workers and its scope and impact on regional and
national history. From the methodological point of view, the inquiry relied mainly on newspaper
sources. The newspaper library of the National Library of Bogotá provided a rich archive of regio-
nal press, especially from Cartagena, for a better understanding of the period 1860-1950.
Keywords: Railways, foreign investment; channels; foreign trade.
Resumo
Este documento examina a conexão ferroviária para o comércio internacional do país através
do porto de Cartagena, quanto à sua capacidade de posicionara como eixo estruturante da vida
econômica, política e social, não só no estado de Bolívar, mas também, em geral, na região do
Caribe, nos séculos XIX e XX. Também investiga o papel que a ferrovia desempenhou na formação
de movimentos sociais promovidos por trabalhadores qualificados e sua abrangência e impacto
na história regional e nacional. Do ponto de vista metodológico, a investigação baseou-se prin-
cipalmente em fontes hemerográficas. A biblioteca de jornais da Biblioteca Nacional de Bogotá
forneceu um rico arquivo da imprensa regional, especialmente de Cartagena, para a compreensão
do período 1860-1950.
Palavras chave: Ferrovias, investimento estrangeiro, canais, comércio exterior.
Introducción
Una de las visiones históricas tradicionales acerca de la creación del ferrocarril de
Cartagena lo asocia a una tentativa hegemónica tendiente a evitar el desalojo de
la tradicional élite terrateniente de Bolívar por cuenta de una nueva élite econó-
mica comercial de Barranquilla1. Tradicionalmente, las dos principales ciudades
de la costa, Cartagena y Santa Marta, fueron fundadas durante la Conquista y la
Colonia, y desde entonces, debido a diferentes factores económicos y políticos,
existió entre ellas una rivalidad en la medida en que la primera tenía una bahía
con condiciones favorables para la construcción de un sistema de defensa, en
tanto la segunda tiene una bahía de aguas más profundas ideal para el fondeo de
barcos de mayor calado. Por la misma época, se evidencia el fortalecimiento de
centros urbanos en la región Andina, en el interior del país, con una intensa di-
námica de crecimiento poblacional y económico que se traduce en una temprana
ampliación de la red de caminos coloniales y republicanos, factor determinante
en la prosperidad económica de esa región,
1 Se entiende como una línea férrea de carácter hegemónico aquella que permite consolidar el dominio territorial
preexistente; por el contrario, las líneas de carácter contrahegemónico son aquellas que brindan condiciones para
fortalecer formas territoriales nuevas que retan las preexistentes.
comentario entre amigos o de la lectura en voz alta para aquellos que no lo podían
hacer. El periódico define un escenario de sociabilidad que delimita un “espacio
público”. Allí, cada uno de los actores involucrados tiene una opinión que se hace
pública bien como una entidad abstracta, una tribuna de denuncia, una instan-
cia de juicio o una justificación, en la medida en que existen otras personas que
compiten por ser portadores —exclusivos— de dicha opinión (Cue, 2003).
La prensa le permite al lector percibir una frontera móvil entre los intereses pú-
blicos y privados. Es una propuesta colectiva de sectores que luchan por imponer
una visión de la sociedad. Si bien se puede discutir su capacidad de penetración
social y circulación (que se ampliaba con la reimpresión constante de los artículos
en periódicos de diversas ciudades o pueblos), los debates y polémicas allí suscita-
das estaban dirigidas, primero, a los grupos de poder en conflicto y, segundo, a la
población que controlaban o pretendían dominar.
2 Para una discusión más amplia del surgimiento de nuevos sectores de la élite en esta región del país Correa (2018),
donde analiza el surgimiento de la élite comercial y económica de Barranquilla, y el papel que desempeñó el
Ferrocarril de Bolívar en el proceso que condujo a la creación en 1905 de una subregión más dinámica y un polo de
desarrollo significativo en el Caribe: el departamento del Atlántico.
Meisel (1980) sostiene que Cartagena tuvo una notoria pérdida de dinamismo
político y económico (básicamente comercial y naviero) durante gran parte de la
segunda mitad del siglo XIX, sumada a una determinante contracción demográ-
fica, para más tarde atestiguar una reactivación de estos indicadores demográ-
ficos hacia 1894, durante los años de la Regeneración (figura 2). Sin embargo, el
estudio de Restrepo y Rodríguez (2013) expone cómo, pese a dichas dificultades y
la pérdida de impulso económico, los comerciantes cartageneros pudieron desple-
gar soluciones a los problemas de conectividad con el interior y diversificaron sus
inversiones en áreas económicas, atrayendo un flujo de inmigrantes extranjeros
(además de los empresarios locales) que invirtieron en el desarrollo de la banca, la
industria y el agro en ese sector costero (que se irradió desde Barranquilla), en las
tres últimas décadas del siglo XIX.
Ortiz Cassiani (2005), por su parte, plasma una reconstrucción fresca del ferroca-
rril partiendo de la tradición oral que todavía perdura, y examina los problemas
primordiales de su construcción, tales como la ausencia de ingenieros idóneos y
la falta de una industria siderúrgica, lo que implicó una subordinación hacia em-
presarios extranjeros con, según su opinión, insólitos privilegios y prerrogativas.
El factor sindical
De acuerdo con Santana (2016), en nuestro país la interpretación de la historia de
los movimientos sindicales de los trabajadores portuarios generó mayor interés
iniciando el siglo XIX, aunque advierte que su progreso aún era frágil. De igual
manera, el autor investiga exhaustivamente las organizaciones obreras de princi-
pios de 1930 en Cartagena, en especial, el surgimiento del movimiento sindical,
y particularmente el Sindicato Ferroviario de Cartagena. Examina, además, las
huelgas que se iniciaron como consecuencia de las condiciones de los trabajadores
sindicalizados, y los sistemáticos incumplimientos a los convenios pactados, los
cuales, incluso, desencadenaron en represión, mientras algunos llevaron a conci-
liaciones, y otros, al mejoramiento del entorno laboral de los trabajadores.
Por su parte, Preston Martelo (2013) concluye en sus estudios que, finalizando el
siglo XIX y comenzando el siglo XX, las conquistas que se dieron como consecuen-
cia de las huelgas del sector ferroviario en el Caribe colombiano fueron resultado,
en primera instancia, de la articulación político-económica del territorio y, poste-
riormente, del movimiento general sindical, que los condujo a asimilar que una
inmovilización de los trenes y los puertos produciría un detrimento irrecuperable
de las relaciones comerciales.
Renuentes a perder su posición en los mercados del exterior, la clase alta carta-
genera consiguió ejercer gran influencia para la suspensión de la ley por parte de
la Corte Suprema de Justicia. Las objeciones que se presentaron fueron la incons-
titucionalidad de la ley, puesto que transgredía los derechos adquiridos en la Ley
del 28 de mayo de 1864, que confería prebendas a Cartagena para enlazar con el río
Magdalena por la línea férrea. Esta Ley contemplaba conectar el río Magdalena
con Cartagena por medio de ferrocarril, junto con el compromiso del gobierno de
adecuar el puerto para buques de mayor tamaño. Al amparo de esta ley se firmó
un contrato el 10 de febrero de 1865, modificado el 21 de septiembre, con el inglés
William Francis Kelly, para adelantar el proyecto. El contratista debía conformar
una compañía cuyo capital fuera de $2,5 millones con una garantía sobre rendi-
mientos del 7% anual y el 15% de las aduanas. Esta compañía fue constituida por
Kelly y otros inversionistas en Londres con el nombre de la Magdalena Rail Road
of Colombia (Ferrocarriles de Cartajena i Barranquilla, 1866).
El empeño legal y político para conservar en pie el propósito fue fructífero, dado
que la Corte Suprema puso término a la Ley del 4 de mayo de 1865, lo que, sumado
al tratado firmado con Kelly para erigir un ferrocarril simultáneo al canal del Di-
que (el cual nunca se realizó), posibilitó, en febrero de 1868, la firma de un contra-
to nuevo con los beneficiarios iniciales (La República, 1866; Pérez, 2008).
A pesar de todo, Kelly no logró ejecutar con éxito los cometidos y esgrimió que el
comercio incipiente que se transportaba desde la región central hacia Cartagena
ocasionaba que la construcción no fuera lucrativa; por otra parte, anunció que los
banqueros internacionales contemplaban que este terminal era de una condición
menor que el de Santa Marta y de Barranquilla. El contrato fue declinado sin de-
mandar indemnización a Kelly por la falta de cumplimiento, considerando como
única secuela la demora de la obra del ferrocarril de Barranquilla (Correa, 2018;
En 1891, McConnico le compró a Vélez e Hijos, por $70.000 oro, la concesión que
tenía desde 1884 para la construcción del muelle antiguo de La Bodeguita. Las
obras de ampliación y ajuste iniciaron el 27 de abril de 1892, y finalizaron en 1893
en el llamado muelle de La Machina, donde se dispuso el final de la ruta. El mue-
lle tenía 220 m de largo y 14 m de ancho, de manera tal que los ferrocarriles entra-
ban hasta el extremo de la nave para el desembarque. Igualmente, el proveedor
dispuso la construcción de los edificios precisos para la aduana, el resguardo, el
embarque y el desembarque de pasajeros y carga (El Porvenir, 1892a; El Tiempo, 1938;
Foreign Office and the Board of Trade, 1910; Mogollón, 2012; Ortega, 1910; Orte-
ga, 1923; Poveda, 2010).
La línea fue inaugurada en tres fases, iniciando con la comprendida entre Carta-
gena y Turbaco (23 km), el 15 de junio de 1893; la segunda, de Turbaco a Arjona (15
km), el 2 de febrero de 1894, y la tercera, de Arjona hasta Calamar (67 km), el 1 de
agosto de 1894. El gobierno inglés estimó un costo de £2.720 por kilómetro cons-
truido, con un valor anual de mantenimiento entre £60 y 108 por kilómetro des-
de su inauguración hasta 1910 (El Anotador, 1894; Foreign Office and the Board of
Trade, 1910; El Porvenir, 1893a).
Al inicio, la operación del tren produjo algunos problemas para los habitantes de
las regiones, ya que implicó una separación con los senderos y los hábitos comu-
nes de las poblaciones y con el trasteo de ganado. Incluso, se contabilizaron algu-
nas muertes de seres humanos y ganado como consecuencia de la operación en
los meses iniciales, lo que impulsó la instauración de una comisión conformada
por autoridades del ferrocarril, alcaldes y autoridades departamentales de varias
poblaciones por donde pasaba el ferrocarril. El desenlace de la visita de expertos
incorporó la construcción de cercados y el desmontaje de matorrales en algunas
franjas de la vía, se garantizaron pasos acordonados para el ganado y se impu-
La compañía inglesa Cartagena Railway Company, parte del grupo Jenks de Lon-
dres, adquirió el ferrocarril y el terminal marítimo el 24 de marzo de 1906. Entre
las exigencias legales de los ingleses, el secretario de la compañía, Herbert E. Ta-
ylor, y su presidente, G. W. Forbes, realizaron una asamblea general de socios en
Londres e indicaron que el capital suscrito y pagado era de £750.000 (The Observer,
1906). Posteriormente, en 1914, la Cartagena Railway Company se fusionó con la
Colombian Navigation Co., a fin de conformar The Colombian Railway and Navi-
gation Co., con sede en Londres (Ortega, 1910; Ortega, 1923).
Hacia 1912, el Ministerio de Obras Públicas hizo saber que el material rodante de
la empresa era insuficiente para atender la demanda de transporte de mercancía
de importación, especialmente de maquinaria industrial, y había sido urgente
incorporar material rodante adicional y servicio de trenes extraordinarios para
atender las obligaciones de la operación (Ministerio de Obras Públicas, 1913).
lez, operaron una compañía de transporte fluvial en esta ruta hasta la gran debacle
de 1929. Ambas compañías aprovecharon la prosperidad de la década y opusieron
un significativo desafío a la operación ferroviaria (Ortiz Cassiani, 2005).
Factores de decadencia
Con el incendio que, terminando 1930, arrasó el muelle de La Machina, se afectó
dramáticamente toda la operación marítima y ferroviaria de la ciudad, ya que
las empresas marítimas mudaron toda su actividad a Puerto Colombia, donde se
ofreció trabajo a los braceros y empleados de La Machina con miras a atender la
mayor operación (Diario de la Costa, 1930a; Diario de la Costa, 1930b; Diario de la Costa,
1930c).
En 1931, debido a su inviabilidad motivada por los costos, los bajos ingresos, las
tarifas reducidas, la inauguración de la carretera que iba hasta Arjona y el pro-
bable efecto de la crisis económica, el ferrocarril suspendió el servicio de trenes
turísticos que eran utilizados con frecuencia los fines de semana para visitar los
pueblos que recorría la línea (Diario de la Costa, 1931).
Si bien para los años 1930 faltan cifras del desempeño económico de la empresa
(último lapso en ser administrada por una compañía privada antes de su traspaso
a la nación en 1940), en líneas generales, se puede afirmar que la rentabilidad de
todas las ferrovías colombianas se vio reducida por diversas razones, entre ellas,
por la expansión del sistema de carreteras, más competitivas frente a los ferroca-
rriles, y por el decreciente interés en la navegación por el río Magdalena (Meisel,
2011). En suma, la operación durante todos los años desde la década de 1920 de-
cayó cada vez más, tanto en el transporte de pasajeros como en el de carga, espe-
cialmente, por la competencia del puerto de Barranquilla y la movilización por
carreteras.
Con todo, la ruta siguió operando hasta las postrimerías de los años 1940 cuando
se resolvió reabrir el canal del Dique para la navegación mediante un proceso de
dragado, lo que desató una nueva competencia con los barcos. Igualmente, dos
años antes, se había puesto en servicio en Barranquilla el terminal marítimo jun-
to al fluvial, con lo cual los barcos hacían el transbordo de mercancías de borda a
borda, lo que ponía al puerto de Cartagena en situación de desventaja competitiva
(El Tiempo, 1942; Lincoln Harrison, 1967; Poveda, 2010).
4 Esta sociedad de artesanos obtuvo el primer reconocimiento jurídico como asociación sindical en Colombia el 30
de agosto de 1909. Por esta razón, se considera como el inicio del sindicalismo moderno en el país. Aunque com-
parten la denominación con las sociedades de artesanos que surgieron en el siglo XIX, no corresponden al mismo
tipo de organización jurídica.
Semejante situación generó que, pasadas dos semanas, los trabajadores portua-
rios de Barranquilla suspendieran operaciones en apoyo a los de Calamar y, un
poco más adelante, cesarían sus trabajos los operarios del ferrocarril de Bolívar
también. El argumento era que los esquiroles estaban ganando más que ellos en
Barranquilla, pues sumaban el valor de la alimentación a sus ingresos y, en con-
secuencia, debían equilibrarse los salarios en ambos puertos (Preston Martelo,
2013). Esta primera movilización indicó una organización incipiente de trabaja-
dores calificados con un potencial de articulación entre sectores o industrias y,
aunque no afectó por mucho tiempo la operación, evidenció los primeros signos
de lo que había de suceder en las décadas siguientes.
El 18 de enero de 1937, se inició una huelga que movilizó cerca de 200 brequeros,
maquinistas, fogoneros, conductores, mecánicos y peones de cuadrillas que inte-
graban el Sindicato Ferroviario de Cartagena. El pliego de peticiones se concentró
en el aumento diferencial de salario dependiendo de los ingresos (que podía ir des-
de el 25 hasta el 300 % de incremento para quienes percibían ingresos más bajos),
el restablecimiento de la jornada semanal de trabajo a 48 horas, de acuerdo con
lo indicado en el Decreto 895 de 1934, y el descanso dominical remunerado. Así
mismo, exigía el cumplimiento de la legislación laboral, en particular con respec-
to a las vacaciones remuneradas, las cesantías, la jubilación y el seguro colectivo,
entre otras (Santana, 2016; Diario de la Costa, 1937a).
Durante las etapas iniciales de la huelga, la empresa declaró que, debido a sus
condiciones, le era imposible aceptar inmediatamente todos los puntos del pliego
Durante los días de cese de actividades, dicho apoyo tuvo el potencial de convertir-
se en una movilización general de los demás sindicatos afiliados en la Federación
Local de Trabajadores, en especial porque la empresa intentó contratar esquiroles
en Barranquilla e, incluso, entre los trabajadores en huelga. Con la llegada del
inspector Posada Zárate, la vocería de los huelguistas fue asumida por Florencio
Mercado (Diario de la Costa, 1937a; Diario de la Costa, 1937b; Diario de la Costa, 1937c; Dia-
rio de la Costa, 1937d; De la Espriella, 1937).
5 Durante la huelga, Manuel Verhelst fue atacado con cuchillo por el trabajador Juan Salcedo, quien le reclamaba el
pago de su salario. Las heridas fueron muy leves, gracias a que los compañeros de Salcedo lograron contenerlo (El
Heraldo, 1939c, pp. 1 y 6).
■■ Vicente Gallo
■■ Lequerica Hermanos
■■ Luis C. Bustamante
El aporte fue distribuido en $500 para los tres últimos y $1.000 para cada uno de
los demás, con la obligación adicional de pagar las facturas con el ferrocarril a su
presentación. Los aportes realizados por el comercio a la empresa se hacían en
calidad de préstamo, en aras de poder iniciar operaciones y cubrir las obligaciones
con los empleados (Diario de la Costa, 1939b).
Consideraciones finales
A pesar de contar con un puerto de ubicación estratégica en el mar Caribe desde la
Colonia, Cartagena presentaba dificultades de conexión con el interior del país,
por lo que fue un proyecto estratégico la construcción del ferrocarril de Cartagena
como intento de recuperar el impulso de la ciudad, y para competir con algunas
regiones del mismo departamento de Bolívar que rivalizaban por un lugar de lide-
razgo en la vida económica, política y social del Caribe colombiano.
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