La Psyche para Freud.

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Universidad Autónoma de Querétaro.

Facultad de psicología
Introducción al psicoanálisis.
Regina Guevara Durán.

La Primera concepción del psiquismo en Freud.


Dentro de esta explicación que nos da Freud en la carta 52, al ser su primer
acercamiento a este este tema psíquico, sus hipótesis son dichas desde un punto
de vista muy neurológico. Freud comienza a hablar de la psique como un aparato
en el que hay entrada y salida de información y que este aparato psíquico se
genera por medio de estratificación sucesiva, lo que quiere decir que con el paso
del tiempo estas “huellas mnémicas”, como llama él al proceso de percepción y
registro de información, sufrirá un reordenamiento, una retranscripción (Umschrift).
Sugiere que la memoria no es simple sino múltiple y que se registra o transcribe
en diferentes instancias después de entrar, confirmando 3, pero aún con la
afirmación de que probablemente existen más. Este proceso de reordenamiento lo
ilustra en un esquema:

P: siendo las neuronas perceptivas, donde llega la información, pero sin memoria,
aquí aún no hay transcripción.

Ps: (signos de percepción) Aquí se realiza la primera transcripción de


percepciones que son insusceptible de conciencia.

1
Ic (inconciencia): Es la segunda transcripción, las huellas Ic quizá correspondan a
recuerdos de conceptos, de igual manera sin conciencia.

Prc (preconciencia): Es la tercera retrascripción, ligada a las representaciones-


palabra, correspondiente a nuestro Yo oficial.

Todo el material que llega a la preconciencia puede acceder a la conciencia, si


respeta las leyes de esta instancia, como no generar displacer al individuo. Las
trascripciones representan distintas etapas de la vida y cada una de estas
reescripciones se moldead de acuerdo con las leyes y reglas de cada una de las
ya mencionadas instancias; como ya había mencionado estas producen
excitaciones y con cada reescritura cada una de estas inhibe la excitación del
sistema o instancia anterior; cada reescripción pasa de un sistema a otro, se
modifica y desvía la excitación que genero en el sistema anterior. En el caso de no
desviarse o no cumplir con las reglas de la siguiente instancia habrá una defensa
patológica por parte de este aparato a lo que Freud llama denegación (Versagung)
o como se llama clínicamente, represión.

“Dentro de la misma fase psíquica, y entre transcripciones de la misma variedad, se pone


en vigencia una defensa “normal” a causa de un desarrollo de displacer: una defensa
patológica, en cambio, solo existe contra una huella mnémica todavía no traducida de una
fase anterior.” (Freud 1896)1

Para que pueda generarse una represión es necesario que haya un sentimiento de
displacer dentro del sujeto, como si se tratara de una perturbación. Y para que
esta defensa termine en represión no depende de la magnitud de desprendimiento
de displacer, aunque a menudo nos empeñamos en vano contra unos recuerdos
de displacer; esto porque, aunque se trate de reprimir un suceso que era actual, la
transcripción I y II de estos recuerdos contienen un medio para inhibir/reprimir el
desprendimiento de displacer en caso de aparecer nuevamente. Cuanto más se
recuerde este suceso, más reprimida estará esa sensación de displacer.

1
Cfr., F-OC, Carta 52, 1896, T.I, pp: 276

2
Pero hay un caso en especifico según Freud donde la inhibición no es suficiente,
cuando un suceso que fue actual desprende displacer, y al despertar desprende
un displacer nuevo entonces este no se puede reprimir. Y este se comienza a
tomar como algo actual, esto solo es posible en los sucesos sexuales debido a
que la magnitud de excitaciones que estas desprenden crece con el tiempo, quiero
pensar que es como cuando dejas caer una gota de agua en un charco y estas
ondas se van volviendo más grandes a tal magnitud donde no puedes no verlas.
Este suceso produce entonces el efecto de que es un suceso que ocurre en el
tiempo presente, haciendo imposible que sea inhibido o bloqueado por la fase
siguiente.

“La condición de la defensa patológica (represión) es, entonces, la naturaleza sexual del
suceso y su ocurrencia dentro de la fase anterior” (Freud 1896).2

Cuando una de estas vivencias sexuales es recordada con diferente fase a la


anterior, que había desprendido placer, entonces se genera una compulsión o un
impulso intenso, mientras que, si se desprende displacer, generará represión.
Pero en ambos casos la trascripción a la nueva fase parece quedar inhibida.

De acuerdo con la lectura, la clínica nos muestra que hay 3 grupos de


psiconeurosis: histeria, neurosis obsesiva y paranoia, después comienza a
plantear que los recuerdos reprimidos fueron actuales y se dividen por edades; en
la histeria en la edad de un año y medio a cuatro años, en la neurosis obsesiva, a
la edad de cuatro a ocho años, y en la paranoia, a la edad de ocho a catorce años.
A los cuatro años todavía no ha represión alguna, por lo tanto, los periodos de
desarrollo psíquico y las fases sexuales no coinciden.

Luego Freud nos plantea que otra de las consecuencias de las vivencias sexuales
prematuras es la perversión, la hipótesis del por qué esto ocurre parece ser que la
defensa no sobrevenga antes que el aparato psíquico, o que de plano no haya
ninguna defensa. La razón del por qué algunas vivencias sexuales que fueron
actuales, produjeron placer, y recordadas con diferencia de fase, producen
displacer y en otras producen compulsión deriva de las diversas épocas, tanto las
2
Cfr., F-OC, Carta 52, 1896, T.I, pp. 277

3
psicológicas como las sexuales. Como tengo entendido también depende mucho
del sexo, Freud relata que en un ser masculino para elucidar la decisión entre
perversión o neurosis habría sin duda un desprendimiento de ambas barreras, por
lo que se generaría placer y a consecuencia de esto un perversión; mientras que
del lado femenino hay un excedente de sustancia causante de displacer en estas
épocas; y en este caso el desprendimiento de ambas sustancias sería paralelo,
por lo que desprendería un excedente normal de placer sin llegar a la perversión.

Bibliografía:
Freud, Sigmund, Obras completas, Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 1976, 1 T Carta
52 (1896), T. I.

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