Filosofia Del Renacimiento. Maquiavelo y Utopías

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MIGUEL ANGEL GRANADA

LA FILOSOFfA .POLITICA EN EL RENACTMIENTO:


MAQUIAVELO Y LAS UTOP(AS

En cl iiltimo cunrto del siglo xv y en e1 prin1er cuar!o del


siglo XVI, per/odo en el que transcuncn las vidas de Nicolas Maguia-
velo (1469-1527) y de Tomas Mora (1478-1535), la socicdad europea
expedmenta una profunda 1I111tacion en todos los orc1cnes de la vida:
los dcscubrimientos geograficos abren Europa, de una manera ddini-
tiva desdc 1492, a una rcalidad espadat radical mente nueva con el
consiguiente dcsplazamicnto del ambito mediterraneo a In [mnia
athlntica; 1a realidnd polltica europea sc modifica scnsiblemente con
In apadcion de las nuevas monarqulas nacionales (Espana, Inglaterra,
sobre todo Francia), esto es, con In emcrgencia del Estado moderno
asentado sob1'e una base territorial amplia y marcado porIa concen-
ttilci6n del poder polftico y miIitm: en 1a figura de un soberano
impelido a una politica exterior de fncrza y expansiva, una realidad
estatal nueva heme a In cua1 formaciones politicas tradicionales
-como cl Imperio aleman y los l1umerosos estados italianos- cvi-
denciaban su inferioridad y hasta su impotencin; POt otrn parte,
durante esc medio siglo continua -ahorH ya a escab global euro-
pca- la transformacion de la cullum pot In Hecion del humanismo
y su recllperacion del conjunto de 1a cultura literaria antigua, incluso
Ia elaboracion del mito mismo de la Antigiiedad como estadia supre-
mo de civil izacion , nrquctipo 0 modela a imitar. Las expect<Hivas y
anhelos de corte milenarista experimentnn un notable auge, tanto
en SLlS representaciones de corte cristiano tradicional (pcnsemos, pot
ejemplo, en cl l11ovimiento centrado en Florencin en torno a Savo·
naraia, en ]a ultima decada del siglo xv) como en los motivos pwcc-
542 llrS'I'ORlA DE LA ETICA

dentes del mundo pagano -los motivos del retorno de la aetas am'eel
a los Satumia reg1tCl- que se armonizaban can el escatologismo cris-
tiano en Ia obm cOllcordista de los platonicos del Renacimiento, espe-
cialmente en Fidno; todo ello guardaba una estrecha reIadon con el
anhelo de una reforma religiosa, de una purificacion del cristianismo,
que se expresaba desde val"iados :lmbitos y perspectivas y que desdc
1517, desde In entrada en escena de Lutero, experimenta una infle-
xion decisiva que se expresanl con toda su fucrza en 1a decada
de 1520.
En este marco tremendumentc movil -y aunque no toclos los
hcchos senalados sc reflejen en su obra- las dos figuras mencionadas
-MaquiaveIo y Mora, figuras casi contemponineas- tienen una tra-
ycctoria biognHica similar: ambos naeen en una familia vincuIada con
el derecho y ambos se forman en la nueva edl1cacion humanistica, si
bien es Mora quien alcanza un nlvd mayor: realiza estudios de dere-
eho y adql1iere la solida fOfmacion hmnanistica tanto en el ambito del
griego como del latin que justifica Ia elevada consideraci6n en que
Ie tiene Erasmo, eI principe de los humanistas. Ambos ingresan tam-
bien en 1a administraci6n del Estac!o y en Ia politica: Maquiave10
sent canciUeI' de b republica florentina de 1498 a 1512, 10 que Ie
permitira decir que «quindici anni che io so no stato a studio all'arte
deHo stato, non gli ho ne dOl'miti ne giuocati»; Mora ingresa en e1
Parlamento en 1507 y desarrolla una brillante carrera polftica que
culminara en 1529 con su nombramiento de canciller del reino. Pero
tanto Maquiavelo como Mora cnen de Sl1 puesto: Maquiavelo en
1512, cuando 1a republica florentina se hunde ante las trapas de la
Liga Santa y los Medicis fccuperan cl dominio sobre la ciudad; Mora
en 1532 como eonsecllcncia de la conversi6n de Enrique VIII a Ia
Refotma. EI periodo de desgracia tienc un caractcf muy diferente en
ambos autores: en Maquiavclo son quince largos anos de odo fo1'-
zado, en los que se reclactan las gmndes obras de la madurez teo rica
-Ef Principe, los Discorsi, el Arte de fa guerra, la Historia de Flo-
renda-, en Mora son t1'es anos de p1'is16n en los que redacta obras
ascetico-religiosas Hntes de motir decapitado.
Por atm parte, su obm, mas concretamente aquella producci6n
suya que ha ejerdclo una honda influenda sobre el pensamiento y 1a
cuitum posteriores, es practicamente eontemp0rUnea: El Principe y
los Discorsi de Maquiavclo son obras de 1513, que en el caso de los
Discorsi se pralongan a 1515-1517; In Utopia de TanHls Mow es
LA FILOSOrlA POLlTlCA EN i:L f{ENACrM[FNTo'5-~)

una obra que, generada desde 1509 en conversaciot1es con Ernsmo,


queda redactada en 1515-1516. Y sin embargo SOI1 dos obras muy
diferentes, tanto par su contenido intdnseco Y SlI planteamiento me-
todo16gico-conceptual como pOl' Sll fmna posterior: pOl' un Jaclo Ma-
quiavelo, el propugnador del reaIismo poiftico, el maestro de 1" polf-
tica inmmal 0 amoral, del maquiavelismo como praxis polltica «dia-
bolica» caracterfstica de la l110dernjdad; pOl' otl'O TOl11lls Moro, cl
atItor de una condena radical (desde principlos morales, rcligiosos y
humanos) de la sodedad europea contempodnea y el formulaclor de
una alternativa global en total solud6n de continuidad con dieha
sociedad, el inidaclor en suma de un literario en el que iban
a encontrar expresion los anhe10s y sucfios de una justa ordenaci6n
del mundo humano. No se !rata de que no haya verdad en !Odo
ello, pew la realidad de las casas In obra de ambos autores-
se mnestra, como suele ocmrir frecuentcmente, mas compleja y ma-
tizada.

1. MAQUIAVELO

El Principe y los JoiJl'e Za


Discu1'SOS de Ti to U vio
son las dos obras fllndamemalcs de Maqlliavelo, Obms mayol'cs P05-
teriares como el Arte de fa guerra y la. Historia de F/01'CIJCifl rcitcran
y amplian la doctrina militar de Maquiavelo 0 bien aplican a In expo-
sieion hist6rica de los avatares de Florencia los principios politicos
asentados en las obras mayores. Por su pane, E'Z Prfncipe y los
Discorsi -obras gestaclas en Ia especial1sima eireunst;1l1cin de 1513-
representaban Ia cumplida y pwlija exposici6n de un entramado con-
ceptual, plenamente maduro ya y definitivo, que h~\bia ida elaboran-
dose a 10 largo de quince anos de eXj)crieneia dil'ecta de l::t politic((
y de continua lectura de las obras de los historiaclores antigllos Y
que habia venido expresandose de forma parcial, pew cada vez mas
madura, en escritos de difcrente eankter: opusculos, eorrespondencia
familiar y correspondencia intercambiada con cI gobierno florentino
en el curso de las diferentes Iegadones 11 que es cnviado, escritos
sabre 1a organizaci6n militar cle Florencia, poemns de contenido filo-
sonco-politico (d. Maquiavelo, 1987),
Segun una cierta imagen de MaquLlvclo, cl auto!: Horentino no
serfa tanto un leadeo de la politica como un leenico de la misma;
Il!S'I'ORII\ DE LA

SU obra -SUS dos ofreceda tanto una teoria


cohercnte y ebborada del su origcn, su estructUnl Y su
fUl1cion, conJO una t~Cl1ic:l de Ia acci6n poHtica, t1l1as normas cle h1
acdon po1ftica correcta, a partir principio de b conservacion y
ampliacion del poder. en gran con rcspccto a la
forma del Estado -monnrqufa 0 repuhlica- Maquiavelo reHexiona-
ria y ofreccrb en Sli obm los principios de In ncdoll correct:! en cada
C:lSO. AS1 en 1?1 Prillcipe --a tenor de 10 dicho en b famosa carta a
Francesco Vetlori del lOde dicicmbre de 15 J.3 en In que comuni-
cabn a Sll ;lmigo Ia rcdaccion de la obra-- «profundi%o en In medida
de mis posibilidadcs Cll 1;IS particuIcuidadcs de este tCI1M, discutiendo
que es un pri cu(jntas SOIl SliS como sc adquiercl1,
como sc conservnn, pOl' que se POI' SlJ pnl'te, los Discorsi
ver~arfan las rcpublicas, como parcce sin posibiljdad
de discllsi6n del capitulo II de «Dcjarc a un Jado .la
cuestion de las repuhlicas pOl' haber raZOI1Hdo extensamentc sobl'c
elIas en otro Jugal' res decir, CI1 los Dlscorsi] ».
Rt Principe y Discorsi sedan, segun estll vision, obl'as
EI ademlls, entre CSlllS dos obr~ls aumenta
Sl sc loman ell cOllsidcrnci()n otr05 fauores: el cndcter puramente
oportun!st,l dc Et PrIncipe, obra con la que el Maquiavclo tecnico
I'llro de hI polilica prclendido en las penosas circuI1stancias
.1.5 D most raJ', esc brevia rio gobcrnante
absoluto, 10 III il que SCI' SLl a un monarca dcseoso
de , pOl' OITa parte, ]a prolongncion, en los afios signiel1tes, de
In redaccion de los ])iscors; y pOl' tanto de Sll contacto cspiritual con
cl Estado repuhlicnno mostrnria 1a ddinltiva cOl1version 0 retorno
de ,11 icblrio rcpublicano, rcnegando as! del planteamicn-
to monarquico expresac!o en EI Principe.
Son <"stos 11110S sobre Mnqui:lvclo, su obm y su pensamien-
to que y han llegado basta nucstros
elias. quedar en cllos cmpcqucfiecida 1a figu-
obras fllndamcntales -y cI conjunto de sn
quedan profundamente distorsionados al negar la
intima conexlon genetica y conceptual existeute entre .El Principe
y ios Discorsi: en declO, ya no se trata s610 de qlle El Principe nace
y se escrlbe en un de tiempo ml1y breve (1a segunda mitad
de 1513) como consccucncia cswdo emocional y de In posicion
tcorica a que ha a 10 largo la corrcspondencia
LA 1.'1 LnSOr!A I'OLhlCA FN 1:1. I< ,!}'IlI'NTO

con VcHori de los mcscs anteriores y a 10


capltulos de los Discol'si, su
miento politico l1orentino italiaI10 y
de una regcncracion politic,l; sc trata I:ambh~n de la intima unkInd
conceptual existcnte entre ambas ohras' la unidad de SI1 concepcion
general del organismo estatal y de la politicH) Ia ul1idad de su con-
cepcion del hccho militar y b unid,ld de su
legislador y reformador poHtico, la tesis comun que en \-\lIIU!\.,)
de extrema corrupdon 1l0litica de un cuerpo soc1<11 no hay attn
bilidad de regeneracion politica que In reOl'denacioll institucional de
In mano de un «principe nuevo». Conceptualmentc, pues, Bl Prillcipe
y los Discorsi son solidarios y contienell una 1111S111a filosofia politica
que encuentra una formulation mudlo 111:15 arricuIada y complcta
en los Discor:;i, la obm fundamental de Maquiavdo.
JJay ql1e dccir, por 10 demas, ql1C b obra Maquiavclo es una
rdlexi6n sobre la polltica y d Estado. La moral en 1a
medida en que cs 1'1 aceion politica 0 rcsulta politicamclltc rc1evan-
tc- apenas es objeto de consideration por su parte. Como senalaba
en un opli5culo 11luy importante de 150.3 Maquiavdo, 1987)
«entre los particuJares Ins leyes, los documcntos escritos y los pnctos
haccn obscrvnr la palabm dadn, pew entre los estados solo la hacen
observ,lr las armas». Y son Ins rclaciolles entre los cstados y la del
Estado COll sus s6bditos 0 ciudadanos en cl mnrco dramatico dc la
ltalia y Florencia cOl1tcmporUncas 10 qm: constitl1ye el objcto III rc-
flexion maquiaveliana, una rcflexi6n que, a diferencia de 10 que ocu-
rrira un siglo mas tarde con autorcs como 0 Spinoza, no
se formula en conexi6n con una lilosofia y daborada, con
un sistema global. Los SOIl cualquier rosa menos una expo-
sici6n sistem{itico-deductiva de una teoria del Estado a partir de unos
principlos filos6Iicos gencrales; su canicter -tipico del humanis1l10
rcnacentista- de comentarios a In obm de Tito Livio Ie da un aspec-
to profundamente descstructurado, donde resulta diHcil allcctor
cenir un curso progresivo en cl tratmniento del tema, mientras que
Principe dene en gran 1l1edida d cankter de un opusculo en el
que los contenidos teorkos sc prcscntan con twa conC1516n extrema
y sin apcnas desarrollo ampiiado, muchas veces en Ia forma de
ces af01'1SmO$ de una gran carga provocativ<l, en una simbiosis no
siempre con la dimension relorica y propagan,<
distica 0 movilizadora de 1a obl'a (faetotes tados ell os
546 IllSTORIA DE LA ETleA

junto con 10 provocativo de sus tesis, de Sil fortuna historica).


Sin embargo, seria exagerado e incluso erroneo afirmar que Ia
teoria polftica maquiaveliana no esta conectada can una filosofia ge-
neraL Tal filosofia general se halla, en declO, implicita, y en l1Ul11e-
rasas ocasiones emerge y se pone de manifiesto de una forma directa
o indirecta como trasfondo conceptual de las consideraciones poli-
ticas particulares. Podemos decir que quizas el principia filosofico
ultimo del pensamiento politico maqulaveliano es el inmancntismo
cosmico del sujeto y del colectivo humana. En decto, en canexion
con las tesis de una cierta tradicion aristotclica (la representada, pOI'
ejemplo, pOl' Mm-silio de Padua y en aqucllos m1511105 anos por Pom-
ponazzi), Maquiavelo no nicga la existcncia de Dios, pera para 61
es una entidad trascendente ai cosmos en cuyo sena, en In region
inferIor del mundo sublunar sometido al gobiemo astr~ll, se halla
inmersa Ia humanidad, cuyo destino es inexorablemente inmanente
a esc cosmos permanente y etemo que presenta siempre el mismo
rostra y que en el fondo haee a Ia existencia hUl11ana siempre idcntica
tambicn en el tiempo, par eI carricrer reiterntivo y permanente de la
physis tanto universal como humana:

Suden decir los hombres prudentes -y no pOl' casualid:ld ni


sin 1'azon- que quien quiera vel' 10 que ha de ocurrir debe consi-
clemr 10 que ha ocur1'ido, pOl'que todas las cosas del mundo, en
cUlilquier tiempo, ticnen su justa replica en d !Jasado. Es csto dcbi-
do a que siendo dichas casas realizadas par los hombres, que tienen
y tuvieron sicmpre las mismas pasiones, convlcnc llecesariamente
que resulten siempre los mismos cfectos (Discorsi, III, 43).

El ser humano es siempre el mi51110 -C01110 es siempre identica


la naturaleza en general- y en consecuencia tambic11 10 son b histo-
ria y la politica. Pensar 10 conttatio -abandonar este principio na-
turalista que ve al hombre y al colectivo humano como datos de
una physis dotada de una Iegalidad siempre idcntica- seria suponer
el absul'do de que «el deio, el sol, los elementos, los hombres, ha-
bian variado de movil11iento, de orden y de poder can respecto a 10
que eran antiguamente» (Discorsi, I, proemio). Es este principio,
ademas, 10 que hace de Ia historia «Ia maestra de nuestras acciones
y espedalmente de los principes» y que funda el saber maquiaveliano
en las dos fuentes de «Ia experiencia de las cosas modernas y una
continua 1ectma de las antiguas» (dedicatoria de Ei Principe).
LA FlLOSOFiA POLlTICA EN EL RENACIIIlIENTO

En esta vision de Ia humanidad radicalmeme inmanente al mun-


do sublunar, la religion no puede ser por 10 demas un vinculo del
hombre can In divinidad en una perspc:ctiva ultraterrena y trascen-
dente, sino un vinculo del hombre con el hombre en el seno del
Estado; la religion es un ordine (una instituci6n) estatal fundamental
que elubora socialmente -con vistas a la armonla del Estado; con
vistas tambien a la utilidad del poder-- el timor Dei naturalmeme
inserto en la hU111anidad produciendo UB individuo eficazmcllte 1nte-
grado Cll cl Estado. Dios -cllyn existencia 110 se niega- viene a ser
~U1tes que el termll10 Linal del vinculo religioso, d mediulll que posibi-
lita la eLicnz interrelaci6n de los indivlduos en cl scno del Estado. Se
trata, obvin111ente, de una concepcion poHticn de la religio que hunde
sus rakes en 141 tradicioll iilosofica (platonismo, estoicisrno, tradicion
averrolsta), que result a muy cuincidente con el plantearniento con-
temporaneo de Pompon(l:lzi y que tipifica a la religion como un
imtrumelUtllll regilt dcllegislador y del Estado para feliz desarrollo
de sus fines, fines que 110 ticnen pOl' que ser antitetlcos COll los
del pueblo educado porIa religion. Prccisamente pOl' elaborar ese
sentimiento natural insito en el hombre cs porIa que la religion no
es - 0 no cs unicamente- un instrumento de gobierno de la mate-
ria social par parte del lcgislador y del po del' estataI, sino tambien
Ull factor edncativo y cohesionador -una fnellte de buenas cos tum-
bres- del que depende la buena salud del Estado: «Y tlSl como Ia
observancia del culto divino es causa de la grandeza de las republi-
cas, de la miS111a manera cl desprecio del 11115mo es causa de Sll
ruina» (Discorsi, 1, 11). Es natural, puc::;, que la evaluacion maquia-
veliana de las religiones se haga en funcion exclusivamente de !ill
eficacia poUtica y que pOI' clio evaille aitamente la religion Ia
al1tigua Roma republican a y no tenga mas que palabras de sarcaS1110
para la religion cristhma'
La religion antigua ademu5 no snntilicaba sino a hombl'es 11en05
de gloria mundana, como los capitanes ue los ejcrcitos y los prin-
dpes de las repiiblicas. Nuestra religion ha glorificado mas a los
hombres humildes y contemplativ0::; que a los activos. Ha puesto
adem.1s el sumo bien en la humi1dnd, en la abyecci6n y cl despre-
cio de las cosas htllllanaS; la otra 10 ponia cn In grandc;,::! ue amlllO,
en la fortaleza del euerpo y en todas las olras cosas capnces de haecr
a 105 hombres fortfsim05. Y 5i nueSlra religion exige que tu tengas
en ti fortaleza, quiere que seas mas capn de sufrir que ue hacer
541::\ IlISTOlUA DE LA i::'l'lCA

alguna cosa grande. Esta m~ll1era de vivir, pucs, parece babel' vllelto
al lIlundo debil y haberlo dado en botin a los malvados, los ClIales
10 pueden gobernar can toda tranquilidad al vcr como In mayoria
de los hombres, para ir al Pmafso, pknSill1 rm15 en sopor tar sus
golpes que en vengarse de ellos (Disconi, II, 2).

a la ellal considera -110 tanto pOl' S1 misma como par el grado cle
corrupcion al que ha llegado en Italia de 1a mana cle la Iglesia-
lin factor decisivo en e1 hundimienta pull lieo it.diano contempo-
n1neo:

Y dado que muchos son de Ia Opll1l0n de que cl bienestar de


haHn nace de Ia Iglesia romana, voy a examinar aquellas razoncs
que se me OCULTen en contra de ellos y alegnre dos rm:ones podc-
1'051S1111<1S que en 111i opinion son irrefutab!es. La primera es que
a causa de los malos ejcmpJos de aquclla corte [t.e. Roma] nues-
tro pals ha perdido toda devocion y toda religion, 10 clwl es la
causa de inlinit05 inconvenientcs e inlinitos desordenes, pues de
1a 111iSI11£\ mancra que donde hay religion se presupone todo bien,
alli elonde £alta liC Pl'CSUPOllC 10 contrado. 1'c11e111os, pOl' tanto, con
111 Iglesia Y Call los cmm; nosolrm; los italianos cSla primera dcuda:
hemos perdido la religion Y nos he1110s visto reducidos a la servi-
dumbre; pero tcnemos otm dcuda mayor todavla y es que ht Iglesia
ha mantenido y 11111l1tiel1e a este pais dividido. Y verchldcramcnte
ningt!ll pats estuvo jalJ1Lls Huido y feliZ, exccpto si vino todo entero
a 1a obedienda de una republic,l 0 de un principe, como 1m ocnrri-
do a Francia y Espana. Y la causa de que Italia 110 haya llcgado a
lu mislml condition, ni tenga una repl!blica a un principe que In
gobiernc, es lmicmllente In (Disco}'si, I, 12).

En csrc horizonte mundannl cerrado en el que ht religion cS


considerada una instituci6n estlltal, la pc/tria (Ia ciudad, el Estado)
se cOllvierte en valor absoluto y supremo:

Cnando de la decision que sc tome depende la snlvacion de la


patrht, no debe entrarse en considcmcion alguna 11i sobre 10 justo
ni sobre 10 injusto, 11i sobrc 10 piadoso ni 10 cruel, 11i sobrc 10 loable
ill 10 ignominioso, sino dejando a un lade clHllquier otm conside-
radon, seguir entcrnmcnte aquel partido que salve su vida y conser-
ve su libcttad.
LA I'ILOSOFIA EN l~L HENACIMIENTO

EI ESlado se nsf a Maquiavelo C0l110 b suprema construc··


cion de 1a humanidad.
~A que sc debe este alto valor Estado? n que
cJ es cl «ordem> , In liniea posibilidad de una convivencia paciflcl y
organizadn. Los hnmhrcs son sujetos de p:lsioncs y entre las pasiones
que naturalmente los constituvcn y los hncen enll'ar en rclacion figura
en primer ptmo 1:1 amhici6n:

Sicl11pre que los hombres se ven impec1lLlos de combntir par


l1ccesidad lu hacen pOI' amhicion, la eual es tan poc1erosa en los
pechos humanos Cjue j;lmas los abanduna pOl' muy altos que
habel' sllhido. La causa es quela l1al nralcza ha ercado a los hom-
hres de tal mnncra quc pllcdcl1 dC;;CflrlO Indo, pCI'D no consegllirlo.
As! que, sicndo sicmprc mayor d clcseo que ]a de
til', resu lin de clio e! descontcnto con 10 que se posee y la poca
satisfacclon. Dc aqul vienc In mut:lcion de Sll f,1l'tllna, porque
de5eHnc1o unos hombres tCl1er m:!s y tcmiendo Jos otros pcrder 10
cOl1segllido ~urgen Jas cnemistades y las gueITas y de cstas 1a ruina
de aqud pals y cI encumhramiento de Cole (Discorsi, I, 37),

HI Estaclo cs cl ol'dcnamicnlo que C<llwliZ,1 cl discunit de las \J<l-


5iones y cia un ClI1CC al b ambici6n, nrtielltando de
forma cons tnlcti va bs clos sociaks 0
«Immores» (nohles 0 y pueblo) gencrados POI' Ia ambicion;
c1 Estac10 Ol'c!ena V <lrticub pasionnl y dcspliega hacia
el una polftica h: mnbici6n violenta que no
Plr'l'('P!'<:P en Sll seno:

Cuando una region vIve salvaje / pOl' su naturakza y luego pOl'


accidentc I con bucnns Icycs sc vc inst1'l1ida y ordcnadn, / de
Ambiciol1 contra / lisa d furor, que entre S1 mis-
m:l mario / nl las s(>, 10 col1slente; / pOI' cso cl
mal propio (asi ccsa, mas sf, tutbal' el rediJ
njcno / dondc cst: su furor 1a cnscfia ha puesto (Clip/lido de fa Ill1lbi-
cion, 1509; en 1987).

Pero d scI' mas 0 mcnos eGcaz en la conseCUClon


«\l1,llizaci6n de hs pasioncs cnfrcntadas y
en su cnpacidacl cnfrcmnmiento con otros
otgani:;mos natmalmcnlc, dt.: la
550 HISTORIA DE LA ETICA

que Ie ha sido dada, de 105 ardin! que han sido cstableddos, pOl' el
legislador otiginario, pues en opinion de Maquiavelo,

jamas 0 l'aramente sucede que una republica 0 relno se vea orde-


nado bien desde el principia 0 reformado completamente de nuevo
aI margen de los viejos 6rdenes, si no es ordenado por uno solo; es
necesario que sea uno solo quien de In pauta y de cuya mente
dependa una ordenaci6n de esas caracterfsticas. Por eso eI orelena-
dol' prudente de una republica, cuyn intend6n ndem:ls no sea servir
n sf mismo, sino al bien comun, no a 511 propia descendencia, sino
a la pattia comtin. debe ingeni<hselas para tener tocb Ia autoridad
e1 solo (Discot'si, I, 9).

El Estaclo as! forjndo puede set una monarqul:l, una aristocmcia,


un gobictno populnr 0 tcner In forma -caso de In Republica 1'0-
mana- de una constituci6n mixtfl, forma de gobierno mas estable
y duradera (cf. Discal'si, I, 2). La impol'tante, sin embargo, no es
tanto Ia forma de gobierno (y Maquiave10 siente, como florentino,
una inc1inaci6n hada eI Estado rcpublicano) como In capndclacl de
dural' del Estaclo. emnnacla de la <<nccesidacl mdenada pOl' las leyes»
y de Ia adaptabiIidad a las difcl'cntes cil'cunstancias: deliz pucde
llnmarse aqueIla republica que recibe en sneree un hombre tan j)l'U-
dente que Ie de un ordennmiento legal tal que, sin tener necesiclad
de conegirIo, puecln vivir en segmidad hajo eI» (Discor.'>;, I, 2).
Ya desde 1503 (descle un importantfsimo opusculo titulado Dis-
curso sabre la proIJisi61l dc di1lero, COlt till breuc fJl'oemio :v jtlslifi-
caci6n; vease Maquiavclo, 1987) Maquiavelo ha llegnclo al conven-
cimiento de qne 1a base parn b conservachSl1 de toclo Estado, con
independencia de su f01'm3, cs la comhinaci6n de prudencia y armas:

Tachs las eiudades que par sicmpl'e se han gobernado durante


nlg6n tiempo pOl' principe absoluto, pOl' los aristocratas a par el
pueblo, como se gohierna Plorenda, han tenido para su defensa
las fuerzas combinadas con 13 prudcncia, pOl'que csta pOl' si sola no
basta y aquellas no Bevan aclelante 105 asuntos a, acasa de hacerla,
no los mantienen. Son, pues, cstas dos casas el nervia de todos los
estados que hubo 0 que habt,'! jamas en el mundo y ql1ien haya
obscrvado mutaciones de 105 reinos, las tuinas de los palses y de
las ciudades, habra visto que no ticnen otm causa que Ia falta
de fll'maS 0 de buen senticlo.
LA nLosor:fJ\ l'OLlTlCA E,,; E HFN.'\Cl~lIl':NTO 55 J

DedI' Estndo es In mismo que dedI' seguridad Y ulltonOmln, es dedr,


dependencin exc1usivn de sf mismo, y ella comporta nccesariamenlc
1a posesi6n Ia fuer7:a a armas capnces de disl.wdir n otTos
y de nscgUl'ar In confianza de los propios subditos:

Yos rcpito cle nucvo qllC, ~in fucrzn, las Cllldades no se man! le-
nen, sino que se enemninnn n Sl1 fin ." va que toda cit1(bd, tmio
Estado, clehe tener pot encmigos nq!lel1~s qne pl1edan ahrigar 10.
esperanza de poder ocuparlo y de los cuales 110 pue<ie ddcnd(·t'se.
Jam:is hubo Senor 0 republicn snbia que quisiera tenet su tcrrito-
rio a discreci6n de otTOS a quc, teniendolo, Ie parecicm tenerlo
segl1l'O '" Os hallarCis desarmados, vercis a vncstros suhditos des-
kales v es razonablc que sea :ISI jiorque los homhres no pllcdcn
-ni dehen- SCI' siervos leales de un senor pOl' e1 que no pueden
sel" 111 clefenc1idos nl corrcgldos ... YD as he dicho que senln amip.os
VU('5troS aqllellos estados que no pncdan atacaros y os 10 digo una
vez m~ts, pot'que el1!TC los partict11ares las los documento:>
escritos y ios pactos hacen ohsel"val' 1a palabra c1nda, pe!'o entre los
estaclos s610 b haccn ohservar Jas armns '" y no siempre se ptlede
echar mano a In cspada de otros; pOl' eso 10 COl"rccto es tenerla al
Indo y env(linarln cuando e1 enemigo esUI lejos, pues de 10 contrario
deSptH~S ya no Be esui a tictnpo y no sc encuel1tra remedio.

Bahlnr dc Estac10 CS, pOl' t~mt(), hnhlar de armas y dc «armas pl"O-


pins»; no sc [rata solo de que cl Estado dche disponer armas,
sino de que cl cs el senor de estas armas y elIas cxpresion suva y de
SIl polftica. De ahf la polcmica mnquinvcliana -desarrollac1a en
Prlilci!)(', XIT-XIV- contra 1:Is armas mercenarias v allxiliares (1:1S
prestadas po!" otTO Estmlo) y b cxigencia de una directa articl1Iaciol1
y clependencia de In fucrza con rcspecto al \lode!" politico.
es 10 verdadel"amel1te novedoso v clnrividcnte en la doerrinn milita1"
de Maquiavelo, mas alU de SllS 'jllicios aeerea del valor de In inf:lll-
terra, nl"tillcrla 0 cnhallel'fll Y Heeren de b superioridacl l11ilitnr de Ins
tropas 111ercennrias 0 de I:t <<l11ijicia ciudadana». Con su exigencia de
.1a dirccta y completn suborc1inacion de las arl1las al poder sohemno
estatal, con la conciencia de que c1 podcr polftico y cl poc1cr militar
eran una sola cosa, M;1ql1lavdo teconoda uno de los impcrativos
b:isicos del Estado l11oderno y mosttaba c1 ddinitivo ocnso de ia
poHtica y In guerra medieval 0 feudal; cl que pOl' su vincu\;lcion
ideal y vital a unn ciudad-Estado (la Florenda republicHna de In
llISTORIA DE LA ETICA

que fue funcionario durante quince afios) y a la vieja Roma republi-


cana valotara sobremanera Ia «1l1iIicia dudadana» sin percatarse en-
teramente de. las contradicciones que i1l1plicaba Sl1 ptoyecto -un
ejercito de subditos y no de cindadanos dada ]a estructura mis1l1a
del Estado florentino- es secundario con respecto a Ia indagnci6n
fundamental de las re1aciones entre e1 poder polftico y el 1l1ilitar.
Lns armas y In guerra -l110mento decisivo en el que toda Ia
energia y soHdez del Estndo se pOl1bn a prueba- son pues compe-
tencia exdusiva del poeler estataI: «Un principe, pues, no debe te-
ner otre objcto, ni otra preocllpacion, ni considerar competcncia
suya cosa alguna, excepto 1a guerra y su organizadc5n y direcci6n
potquc cSle es un arle que corrcsponde cxcIusivamentc a quicn
manda» (Prllldpe, XII). Pero e1 otto «nervio» de cllalquier Estado
es Ia «pruclencin» 0 -como dira Maql1hwelo en los escritos concer-
nientes a hi «milicin florentinn»- la «justicia», esto es, el marco
constitucionnl que constituyc el Estado y el comportamiento 0 go-
blerno con respecto it los subclitos y a otras estados, A est a vel'-
tiente del ejel'cicio estatal dedica Mi1quinvelo -cn ntendon prefe-
rente al gobierno monarquico y mtis concreramentc nl «principe
nuevo», cs dedr, a Ins necesidades en que se cncuentra ql1ien estH-
bJecc un nuevo Estaclo mediante su nueva ordenaci6n poHtica- la
tCl'cera pnrte de El Principe (los capitulos XV-XXIII), aqllcl1a par-
te que pOl' su tono, SllS tesis y SllS fOrmulas, mas ha conttibuido a
consolidar 1a fama historica de Maquiave10 como postuladol' de una
poIiticn sin prindpios morales basada en Ia deslealtad, el engafio y
Ia c1'l1eldad.
Nuesti'o autol' es consciente de Ia novednd y ariginalic1ad de su
planteamiento, nSI como de In 1'alZ de elIo: In mirada raclicalmente
l'eaJista dirigida sobre el mundo de ]n poIitica cn 1a consciencia de
quc se trnta de n11 ,1mbito distinto del de bs relacioncs entre indivi-
duos, 1n considcrnci6n positiva de como son reaImente las cosas en
el mundo de las reladones interestatales frente a toda posible ten-
tadon de refugio en eI des eo In imaginacic5n 0 en el plano del
deber ser, La dura l'enIidad de In maId ad humana impone necesada-
mente una conclucta poHtica basada en la disposici6n a «entl'al' en 1a
vIa del mal» en caso de necesidad. La poHticn se configura asf como
un ambito gobernado y presic1ido par una necesidad intdnseca que
exige pam Ia propia pl'eservncic5n -se Irata de conservarse en el
SCI', de mantenel' y mantcncrse en el poeler, de Ia preservaci6n del
LA FILOSOFIA POLITICA EN I:L HENACH!lENTO 5.')3

Estado- una conducta en muchos casoe;; contradictotia con lus exi-


gendas de Ia moral:

Siendo m1 proposito escribit alga utn para quien 10 lea, me ha


pa1'eeiclo mils conveniente 11' direetamente a 1a verdad real de
Ia cosa que a 1a rep1'esentacion imaginaria de la 111i5ma. Muchos se
han imaginado republieas y principaclos que nadie ha visto jamas
ni se ha sahiclo que existieran l'ealmente; porque hay tanta dis-
tancia de como se vive a como se deheria vivir, que quien dej:! a
un Iado 10 que se hace pot 10 que dcherfa hacer, aprende antes Sll
tllina que su preservacion: pot'que un hombre que quieta haecr
en todos los puntos profesion de bueno, lnbrarll ncecsa1'iamente Sll
ruina elltre tantos que no 10 SOil. POl' todo ello es necesario a un
prfncipe, sl se quiere mantener, que aprenda a· poder no sel' bueno
y a usa1' 0 no usaI' de esta capacidad cn fUl1cil111 de la necesidad
(Principe, XV),

En cfccto, frente a Ia literatura humnnl'stica acerca de las virtuc1es


del gobernante -literatura que par aquel10s anos iba a enconttar
uno de sus hitos mllximos en Ia Institutio pdnciptr christi{mi (1516)
de Erasmo de Rotterdam y que ibn a pl'olongarse en el genera nuevo
de las «utopIas» abierto can la ob1'a de T0111~ls Mora redactada en
ese 1111S1110 ano-, Maquiave10 ptetende constarat que una cficaz
conduct'a poIfticn (eficaz no solo desde ,~1 punto de vista del interes
del gobemante, sino del conjut1to del cuerpo social) exige de hecho
en 111uchfsimas ocasiones In parsimonia frente a Ja libernlidad, In
cl'ueldad frente n In demencia; requiere ser temido antes que ama-
do -sin llegar nUl1ca a condtar el acHo del universal-, asf como 1a
deslealtad y perfidia hasta IIegar incluso a In traid6n; requierc obtar
en contra de los preceptos de Ia misma religi6n que se prafesa y
que debe constituir uno de los dmientos basicos del edificio estatal.
Es necesul'io asimismo ta simulad6n y disimuJad6n, es decir, e1 re-
vestimiento de una aparicncia de bondudes que vclc y oculte Ia rca·
lidad de una praxis necesariamente murcada por d mal en muchas
ocasiones:

ha de tener en enenta que Ul! principe -y especialmentc un


prIncipe nuevo-- no puecle obsetvar toclus aqucIlas cosas par las
cuales los hombres son tenidos pOl' buenos, pues a menlldo se ve
obligado, para conserval' su estado, a actUal' contra la contra 1a
caridad, contra In Immanidad, contra 1a rc1igi6n. POl' eso nccesila
554 HfSTORIA DE LA ETICA

tenet un animo dispuesto a moverse seglm 10 exigcn los vientos y


las variaciones de Ia fortuna y a no atejarse del bien si puede, pew
a saber entrar en el mal si se ve obIigado (PrIncipe, XVIII).

La innovaci6n maqulaveliana y la ra1Z de so [3m3 poster.ior re-


siden en esta constataci6n de Ia presencia del mal en Ia poHtica como
consecllencia de la reaIidad de la naturaleza humana, en esta consta-
taci6n de In imposibilidad de evitar cometer eI mal e incIuso -para-
cl6jicall1ente- en la bondad clel mal y en 1a maId ad de Ia presunta
ncci6n buena pm'aIda:

si se considera todo como cs dcbiclo se cncontrad alguna cosa que


pareccl':! virtud, pero si se In sigue traeria consigo Btl ruina y alguna
otra que parecel'a vicio y si se In siguc garantiza la seguridad y el
bienestar suyo (Principe, XV) ... Cesar Borgia era considcrado
cruel y sin embargo Stl cruelclad rcstableci6 el orden en la Romafia,
restmmS Ia uniclacl y Ia redujo a la paz y a la lealtad al sohemno.
Si se exam ina corrcctamcnte todo clIo, se vera que el duqlle habla
sido mucho mas clemente que el pueblo florentino, que POt evitar
In fama de cruel permiti6 en liltima instancia la clcstrucci6n de
Pistoya. Debe pOl' tanto un prfncipe no preocuparsc de la fama
de cruel si a cambia manticne a SllS subdiros 11l1idos y leaks
(Principe, XVIII).

Como yn sefialo Croce, todo ella era el descubrimiel1to pOl' Mn-


quiavelo de «Ia necesidacl y la autonomia de la po1itica, que esta
mas aHa - 0 mejor dicho mils ad- del bien y del mal moral, qne
ticne lcyes 11 las que es inuril rebc1arse, que no puede sel' exorcizada
ni expulsada del mundo can agua bendita». De ah1 1a decision ma-
quiaveliana de estud1ar Ia pol1tica can indepenclenda de toda cues-
ti6n moral, en Stl propia 16gka intetna de fuerza y poder. Pero esta
escisi6n entre etica y poUtica, estn presencia del mal en la polftica
que Maquiavelo con5tata renIfsticamente y a la que consiclera insen-
sato oponetse, no deja de produdr una fucrte clasis de nmargmn
-tanto mayor cuanto m6s clnramente se perdbe Sll 16giel nece-
saria e incIuso el tacito reconocimiento par todos- en el. As!,
pOl' ejemplo, ante 1a perfidia del nuevo papa Julio II con respecto
a Cesar Borgia, MaquiaveIo escribe en una carta oficial al gobiemo
florentino: «se ve de esta manera que estc Papa comienza a pagar
sus delldas de una forma bastante honorable y las tacha con Ia tinta
LA PILosoriA POLl'1'lCA EN EL RENACIMlEN'ro 555

del calamar; sin embargo, sus manos son bendeddas pOl' todos y 10
senln tanto mas cuanto mas adc1ante se pl'oceda». La necesidad po-
litica del mal no condon a el mal mismo: el fin puede hacer inevita-
bies los medios y estos pueden ser excusados pot el vulgo (Princi-
pe, XVIII) y par el mismo sabia (Disco!'si, I, 9), pero no se afirma
en Maquiavelo ninguna razon de Estado ni ninguna jerarquizacion
entre etica y poHtica que hagan del mal y del crimen un bien a esta-
blezcan una especie de suspensi6n provisional de la moral en ams
de la bondael ultima del fin propuesto; mal y crimen son 10 que
son y de hecha no hay mixtificaci6n posible. Maquiavelo constata,
pues, una ineductiblc escision entre la poHtica (el reino de krtlfOS,
de Ia fuerza) y las exigencias la moral, una escision que hunde sus
rakes en la constituci6n natural del hombre como sujeto de pasiones
entre las que OCl1pa un Iugar prefcrente la insaciable ambici6n.
En la situacion natural ele inevitable choque de las ambiciones
partic111ares el Estado representa el linico factor de estabiHdad, de
orden y de reglamentadon; en el chague tambien inevitable de Jas
mnbiciones estatales In buena ordenaci6n del propio Estado (y ella
incIuye la buena organizacion militar) constituye ]a linica garantfa
de scguridad, Y el Estado se aparece a Maquiavelo -como a derta
tradidon aristotelica represcntada en Sll tiempo par Pomponazzi-
como un organismo vivo (<<il COl'PO misto dell' umana genet'azionc»)
can sus bumores, su salud y su enfermcelad, su inevitable canup·
cion can el curso del tiempo y 1a neccsidad consecuente de regene·
rado pOl' retorno a los prindpios a par media de una reforma com-
pletamente nueva, El senticlo, pues, que Maquinve10 tiene del Estado
es vivisimo y no es extrafio que en los Discor:;i nos diga que «entt'e
todos los hombres que reciben alabanz,ls los mas alabados son quie-
nes han siela cabezas y ordenadores de las rcligiones. A continuacton
quienes han fl1ndaclo l'epliblicas a teinos... Son pot el contrada
infames y detestablcs los destructores de las rcligiancs, los dilapida·
dares de teinos y de republicas» (I, 10). Y it sabemos que esta fun-
dacion y reform a de un organismo estatal solo puecle scr ohm de
una personaHdad individual legislaclor 0 principe nuevo, figura
de Ia que se nos nombran como ejcmplos Moises, Ciro, Teseo, R6·
mulo, y en c1 momento contempotaneo Cesar Borgia- de virtit fne·
1'a de 10 comlin.
Pero, ,:cu61es son los componentes de la tJirti't paHtica? Es
dente que ella comporta una competenda tccnica, nna capacidad
556 lIISTORIA DE LA ETICA

para reconocer In opol'ttmiclClcl que Ia forttlt/a brinda, 1a au dada y el


usa dcddido de In fucrza, 1a eficacia en el empleo deddido y opor-
tuna de todos los l'eCl1l'SOS y expcdientes necesarlos para 1a conscr-
vadon del poder, inc1uso aquellos contradictorios con Ia moraL Sin
embargo, can clIo 5010 no basta y Maquiavelo se l'esiste a 1'eCOl1oce1'
In 11;rtli a usurpaclores afortllnados del pader como Julio Cesar a
Agatoc1es: «sin embargo, no es posible Hamar virtud a exterminar
a sus ciudadanos, traicionar a los amigos, carecer de palabra, de
respeto, de religion. Tales medias pueden hacer conseguir poder,
pel'O no gloria» (Principe, VIII).
Componente fundamental de 1a virtit es Ia aplicacion de esa ca-
pacidad tecnica de ac1quisicion y conservaci6n del poder a un pro-
yecto no egolsta (no tiranico), sino colectivo; su fusion en suma can
un ethos filantr6pico en una personaBdad que Maquiavelo denominu
«savio, buono e potente ci uadino», CllYO objetivo sea Ia construc-
cion de un organismo poHtico sano y cluraclero y para quien cl pacIer
solo cs dcseable si se cia vincuiado con Ia gloria ante In postcridad:

vcrdaderamcntc buscando un principe 1a gloria del mundo dcberfa


dcscar entrar en poses ion de una ciudad corrompida, no para
devastarIa totalmente como Cesar, sino para reordcnarla como R6-
mulo, Vct'daderamcnte los cic10s no pllcden dar a los hombres una
mayor oportuniclad dc gloria ni los hombrcs plIcden desear ningn-
na mayor, Y si para querer ordenar bien una ciudad, hubiera que
rcnunciar necesariamcnte at ptincipado, quicn no Ia ordcnara par
no fcnunciar a cse rango mcrcccrl'a una cicNa cxcusa, perc siendo
posible tcnct el principado y orclenarIa ya no hay cxcnsa alguna
posible. Consiclercn, pues, cn snma aqllellos a quienes los cic10s
dan lIna oportunidacl dc esa cbse que antc ellos se abren dos vIas:
una les haec vivir scguros y a su muertc los vuelvc gloriosos; 1<1
ot1'a les hflCC vivir en continuas angustias y a su muerte dcjan detnls
de sl una infancia scmpitcma (Disco!'si, I, 10).

Al delincamicnto de esta figu1'a -como unica soIndon posible al


hundimiento y a In cortllpcion polftica, militar y re1igiosa de Italia-
tiencle El Principe y los primcros capltt110s de los Discol'si (el la-
menta pOl' sn ausencia marca induso buena parte de In Historia de
Florcllcitl) , La ohm de MaquiaveIo, redactada en los dias del infol:-
tunio personal y del clcsastre florentino e italiano, estaba as! impul-
sada par un fllene alien to rcformador e inc1uso <wtopicol>, un alien-
LA FILOSOFiA POLlTrCA EN EL RENACIlllIENTO 557

to que sin embargo se mantenfa siempre estrechamente unido a1


diagnostico realista de la situacion italiana y a Ia correeta determi-
nacion tearica de los principios rectores de la poHtica en general y
del establecimiento de nuevos orgnnismos estatales en particular.
Est!! insercion teo rica profundamente l'calista da, pOl' otm parte, a
Ia obm maquiaveliana, a Sll elaboraci6n de Ia flgum del principe
nuevo «l'edentor» de ltalia (cf. Et Principe, XXVI), el tono t1'<lgica-
mente ambiguo que la camcteriza: radical es el remedio necesario
y excepcional cl petsonaje que la situacion histol'ica exige; de uhi
In lucida constatacion tearica de que diHcilmente podra ttiunfar so-
bre la fortuna, sobre Ia condicion de los tiempos, pew de abi tam-
bien la exigencia voluntarista que se afirma (<<vale mas sel' impe-
woso que precavido porque la fortuna es mujer y es necesario, S1
se quiere teneda, sumisa, castigarb y golpcarlm>, Ei PrinCipe, XXV) y
elmanifiesto propagandistn con que finaliza In obra (capitulo XXVI).
En vida de Maquiavelo solo hnhia visto Ia luz, de las grandes
obms, el Arte de la guerra, publicado en 1521. Tras Sll muerte en
1527 se publica run los Disco1'Si (1531) El Principe y 1a HistOJ'ia de
1'lorellcia (ml1bas en 1532). La Jdinitiva cOl1solidacion del dominio
exttanjero en la peninsula italiana y d oeaso de Ins estructuras poli-
tic as republicanas frente a las formaciones estatales de tipo sefiorial
y 1110narquico tmenlll consigo cl olvklu del ideario republicano de
Maquiavelo y de su petspectiva regeneradora ante la crisis italiana.
A 10 largo de los siglos slguientcs, pnh::tical11el1te hasta el momento
de la Revoluciol1 francesa y la revitalizacioll del iclcario republicnno,
Maquinvelo sed el autor de HI Principe, ohm en In que no se vc
el delineamiento de lafigura del «principe nuevo», sino un breviario
y una guia poHtica para monarCHS absolutos en la que £rente a la
tradicional preceptistica cristiana sobre las virtl1des que deben omar
a un pdncipc cristiano se presenta, cspecialmente en los capftl1-
los XV-XV III, los prindpios de una politica sin escl'llPulos basnda
en cl engafio, In traicion y el crimen. S1ll'gid. asi la asociacion de Ma-
quinve10 con el diablo (El Principe sen!. <\Opus digito Sathanae
scriptum») que, en el marco de llna Elil:opa sacudida par las guerras
de l'cligi6n y In controvcrsia religiosa, sent juicio generalizado y usa-
do como denuncia del bando enemigo, cat6Ueo 0 protestante. En In
segunda mitad del siglo XVI se desarrolla toda una publidstiea anti-
maquiaveliana tcnclente a restaurar Ia unidad entre poHtica y
que en 1a obi'a del secreta rio florentino habia quedado
558 IIISTORIA DE LA ETICA

HI mismo tiempo, en cl ~lmbito de In Contrancforma catalica (Botero,


Zuccolo), se asistia al curioso {enameno de ]a elaboradan de 1a
doctrina de la ragiom! eli sttlto, en 1a eual -can un silcncio pnkti-
camente absoluto sobre MaquiaveIo, incluido en el Index en 1559-
se legitimaba de hecho Ia praxis del principe maquiaveliano en uras
del valor supremo del in teres estatal, u Ia vez que se estableda
una re1acion de subordinacion oca510nal de Ia eticH a In poUtica que
permitfa tanto Ia condena general de Maquiavelo como Ia perdida
-en un movimiento espiritual intimtl111ente vinculado con cl casuis-
mo jesultico- del senrido tnigieo de la eSc1si6n irreparable entre
moralidad y neccsidacl poUtica presente en 1a obm de Maquiavelo.
Pero, pOl' otta parte, un ,mtor como Campanella (desde su vision
utopico-mesianica) pcrmanecerii obstinado en la radical condena mo-
ral de Maquiavclo y en el rechazo de la componenda aristotelico-
jesuitica manifiesta en la nocion de «razon de Estado», mientras que
con Bacon se expresa el reconocimiento de Maquiavelo como «his-
toriador» de la naturaleza humana y de Ins construcciones politicas,
reconocimiento que se desarrollani en el libertlnismo del siglo XVII
y en aquellos autores que, como Hobbes 0 Spinoza, representan la
elaboracion de una teoda puramente natural del poder y del Estado
en el marco del utillaje conceptual de 1a nueva filosofia y de 1a nueva
ciencia.

2. TOMAS MORO Y LA UTopiA

Las prensas de Lovaina publicaban ell 1516 -en una edicion


que se agota rapidamcllte e iba a dejar paso a nuevas cdiciones en
Paris (1517) y Busilea (ma1'zo y l10viembre de 1518)- una obra
destinada a iniciar y dar nombre a un nuevo genero litcml'io-filos6-
fico: In De optimo rcpublic{lc statu dcqlle il1JuLa Utopia de Tomas
Moro, amigo personal y muy estimado de Erasmo (quicn Ie habia de-
dicado su Blogio de 1C/ toct/ra, impreso en 1511) Y figura destncada
en el movimiento humanlstico inglcs. Abundantes erun las fuentes y
corl'ientes en las que 1a obra de Mora encontraba alimento e inspi-
racion: Ia apertura del munclo conocido gracias a los descubrimien-
tos geograficos, que venfan a aiiadir un «orbe nuevo» £11 viejo can
todo tipo de noticillS sorprcndentes y mnravillosas; In literaturH de
viajcs floreciente en la epOCH hdcnfstica gricga (un momenta
LA FILOSOl:iA POLiTfCA EN EL RENACIMIENTO 559

apertura geognHiea similar a1 eul'OpCO de comienzos siglo XVI),


cuyas obras se habfal1 eonscrvado parcial mente en los l:cs(lll1enes de
Diodora Skulo y Luciano Samosata; las obras saddens de autores
como el 1111S1110 Luciano 0 Aristafnnes (cstimadlsimos ambos par
Mora y Erasmo, que hablan tradueido buena parle de la obra del
primero) y Ia obra scria y magistral de autores como P1aton Oa Re-
pttblica especiahnentc) y Plutareo, cuyos retratos biografieos 1c-
gisladores miticos como Licutgo y personajes blstoricos mitifieados
como Agis de Esparta y Solon de Atenas prestaran Imls de un fasgo
al legislador originario de Utopia, cl fey Utopos. Cahrin afiadir a
toelo clio, en un sutH juego a la vez de adhesion y de it'anieo escep-
ticismo, las expeetativas europcas contempodneas de una mutacian
en e1 estado de las casas bumanas, expeetativas alimcntadas tanto
desele el ~lmbito de la restllurad6n clasicista (c1 retorno de la aetas
tmreCl) como desde el eseatologismo cristiano, expectativas en este
ultimo easo que rebwtarian en In dceada siguiente con las corriell-
tes de la reforma radical (MLll1tzer, anabapdstas) para sostener en el
futuro (sigh; XVI Y XVII) una osdlante rclacion con cl genera uto-
pica.
A la Utopia, y en general a 1a literatura utopica, resulta plena-
mente pettinente 1a obscrvacion de Maquiavclo en cl capitulo XV
de El Prim:ipe: «Muchos se han imaginadu republicas y pdncipados
que nadie ha vista janHls ni sc ha snbldo que existieran realmente;
porque hay tanta distancia de como se vive a como se debeda vi·
vir ... ». La Utopia coincide con retratos de sociedades perfeetas como
In Reptibtica de Platon yean retratos humanistieos de las virtudes del
principe cristiano en trazar un cuadra de una sociedad human a a
partir de las exigendas de la n1Z0n y de Ia religion cristiana, a par-
tir en suma de imperativos cticos y religiosos (d ser), vol-
vienelo In espnIcla a la tcalidad a la tozlldcz de los heehos.
A diferencia, sin embargo, de las «imaginaeiones» tradicionales la
Utopia de Moro sustituye 1a mitien ubicacion en cl pasaclo 0 la cs-
catologiea loealizacion en un futuro tocbvIH pOl' llegar 0 inclllso
b nbstraecion de las condicioncs espl1ciotcmporales, pOl' una ubica-
cion del ideal en cl prescnte actual: la sociedad feliz y bien ordcnada
es coexistente a nosouos en el esp<lCio, pew dl1usuracla y sc-
euestrada pOl' una bnrrera geogrMlca des! tnada a mantencda incon-
taminada de asaltos exteriores. Con el artificio que
la haec literalmente posible y Ie buena parte de Sl! fascina-
560 lIISTORIA DE LA ETICA

don, la priva de realidad y fa tipifiea como un punto de referencitl


a In vez presente y ausente. E1 mismo lcnguaje de Tomas Mow,
ellya tcrminologia toponimica de Utopia subraya su irrealidad y
euyo c8ti10 ambigllo e ironico ere a llna ambivalcncia similar a la
eonseguida pOI' Erasmo en el Elogio, contribuye eficadsimamcnte a
e8ta doble dimension de Utopia. No es esta predsamcntc una de las
ultimas razones que expliean la frescura y 10zaoia de la obm de
Mow frente a la mayor parte de 141 literatura utopica posterior en
ella iospirada.
POl'que, en decto, uno de los rasgos sobresalientes de la litera-
tura utopica es su gran diversidad, 1<lS profundas diferendas exis-
tentes en las sociedades perfectas retratadas. Ello es debiclo, obvia-
mente, no solo a las drcunstancias historicas en las que se redactll
Ia utopia, sino tambicn a las representaciones pwpias de caela autor
ace rca de la 80ciedad justa y a aquellos rasgos que Ie Intere8a poner
de manifiesto como especialmente constitutivos del Estado bien 01'-
denaclo. Asi, la Utopia de Mora debe buena parte de sus rasgos al
momento en que fue escrita, 1516, y representa el ideal poHtico-
social del hUl11Hllisl110 cristiano antes de la entrada en escena de
Lutera (1517) y la cruenta escisi6n consiguiente del orbe cristiano
en dos banclos ineconciliables. No se trata tan solo de que la Uto-
pia moreana encarna una serie de principios e ideales del humanismo
cristiano que iban a quedar definitivamcme arrinconados con la
intolerancia y cl sectarismo religiosos triunfantes en cl siglo XVI,
sino tambien de que la misma obra moreana iba a experimental' un
decisivo cambio de rumbo como eonsecuencia de la rcforma lutera-
na; es l11ucho mas que probable que, de haber esperaclo un05 pocos
an as m<ls, la Utopia nunca hublera sido escrita a bien hubiera red-
bldo un rostra muy diferellte del que Ie otorgo Ia optimism confianza
del humanismo erasmiano anterior a 1517. Cuando el discurso uto-
pico vuelve a reanudarse en la segunda mitad del siglo XVI en la
Italia contrarreformada, Ia atmosfera espidtual de la Contrarrcforma
tridentina deja sen til' sus dectos en obms como Ia Reppublica imma-
ginaria de Ludovico Agostini (publicada en 1591, pera escrita entre
1575 y 1580) 0 Ia Reppublica eli Evtllulria de Ludovico Zuecolo
(1625), obras de eseaslsima inf1uencia, pero plenamente indicativas
de Ia uniformizacion mental impuesta porIa autoridad catolica. Las
dos utopias mas caractedsticas del Renadmiento tardio (La ciudad
del sol de Campanella y La Nueva iltlfmtida de Bacon, ambas re-
J~A FILOSOFlA POLlT1CA EN EL RENAClillLENTo'i61

dnctadns en el primer cunrto del siglo xvn) mucstran I sus


rasgos profunc1amente difercnc:indos, debidos tnnto al monH.:nto his-
t6rico de su redaccion como n los idcJles y pensamiento filos6flco
general de Sli autor respectivo.
Rasgo cOI11t:in de todas las utopias renacentistas es, como yH he-
mos indicncio; su aislnmicnto y clausum frente a1 exterior. Tal rasgo
es una exigencia Eteraria para hacer posiblc y plausible la cxistencia
real de la socicdad perfecta en el momento contemponlneo. Lo per-
fecto y ejemplar s610 puedc cxistir realmcnte a condiciol1 de eslal'
clausurado pnnl nosotros y ser practicmnentc imposiblc el acceso y
el contaclo cultural con nuestras sociedades imperfectas c injuslns,
contacto que solo tend ria como rcsultado In corrupdon
y destrllccion de 1:1 perfccm socieclacl utoplca sin que nucstras soeic-
dades hubieran mejorado ostensiblcmcnte. EI :lislamicl1to y In e1.111-
sura frente al exterior son datos consustanciales a 1a sodcdad ut6pica
y pOl' tanto a las uropfns renaccntistas; el conocimicnto de elhls y
de SLl organizaei6n social se establece siempre pm medio de nave-
gantes europeos que han accediclo a clb de accidentnl C Im-
prevista y que hnn regresado a nosotw5 para darnos cuenta este
perfecto Estado, 10 rodo afro con rcspecto n nuestras socicdades
destinado a funcionar como punto de referenda apenas alcanzablc.
Como sei1ala IJorkheimer (<<Los comienzos de In filosoHa burgllcsa de
la hist01'ia», en Max FIorkbeimct, Historia, mctafisica y cscepticislllo,
Alianza Editorial, Madrid, 1982, p. 92): «In Utopia del Renacimicnto
es In scculadzacion del Cielo de la Edad Medin».
El nislamiento y In clausura de Ia sodedacl ut6pica dcstinados a
mantcner incontaminadn c incolume esa sociedad pOl" Sl1 scgregacion
del mundo exterior, del mundo europco, evidencian otTO rasgo COll-
sustancial de la misma: su inmovilisl11o. La socicdad utopica es una
sociedad estaticn, inmovil, abierta unicnmente a In Gel reproducci6n
de Sl mismn, a ]a permnnente reiteraci6n de su perfeccion y de su
felicidad. Si uno de los factores generndores de In in movilidad es cl
nislnmiento heme a1 exterior (las sociedades ut6picas est an ubicadas
en is las y en el caso mismo de Ja Utopia de Mol'O Ia isla cs artificial
por In destrucci6n de In pdmitivn lengua de tierra que In unlH al
continente), el otro es In f(!iTea reg[amentacion que reina en 3U
intedor: todo esui regulado y previsto; hasta 1a fclicidnd y e1 goce
vital est<ln sometidos a una reglamentad6n y organizacion social.
es debido, naturalmcntc) H la necesidlld de mantener {ijas y cstanca-
562 JlIS'j'ORJA DE LA E'flCA

das las relaciones sodales en Ia perfeccion ptesente; Ia libre iniciati-


va individual serfa un factor distorsionador, generaclor de profundas
transfonnaciones sociales y un factor disolvente de las tradicionales
y perfectas formas de rdaci6n y de producci6n; era exactamente 10
que ocurria en 1a Europa del siglo XVI, donde Ia libre ell1presa incli-
vidual esraba clestruyendo fo1'111as de vida scculares y COll1unll1entc
aceptadas hasta elmomcnto. Ellibra primero de 1a Utopia de Mora
--escrito can posterioridad al segundo, esto es, a Ia descripci6n de
]a sociedad ut6pica- describe en paginas elocuentes que sedan te-
nidas en cuenta pOl' cl mismo Marx en su reconstrucci6n de la
acumulaci6n primitiva del capital (secci6n octava del primer libro
de El Capillll) el proceso de constitucion del proletariado Ingles me-
diante Ia privatization de los bienes comunales y la conversion en
pastos de vastos terri tori os hasta entonces empleados en 1a agri-
cultura:
Para que uno de estos gardunos -inexplicable y atroz peste
del pueblo- pueda cercar una setie de tierras unificadas con varios
miles de yugadas, ha teniclo que forzar a sus colonos a que Ie
vendan sus tierras. Para clIo, unas veces se ha adelantado a cercar-
las con engano, otras les ha cm:gado de injurias, y otras los ha
acorralado con pleitos y vejadoncs. Y asi tienen que marcharse
como pueden hombres, mujercs, maridos, esposas, hucrfanos, viu-
das, padres COIl hijos pcqueiios, familias mas numerosas que ficas,
pUeS la tierra necesita ml1chos brazos.
Emigran de sus lugares conocidos y acostumbrados si11 encon-
trar d6nde asentarse. Ante Ia necesidad de dcjar sus enseres, ya de
pOl' sf de escaso valor, ticncn que venderlos al mas bajo predo.
Y luego de ago tar en Stl ir y venit· el pOCO dinero que tenian, (que
otl'o camino les queda mas que robar y exponerse a que les ahor-
quen con todo derecho 0 irse pOl' esos caminos pidiendo limosna?
En tal caso, pueden acabat tambien en Ia carcel como maleantes,
vagos, por mas que ellos se empefien en trabajar, 51 no hay nadie
que quiera dades trabajo. POl' ot1'a parte, (como dades trabajo s1
en las £aenas del Cflmpo que era 10 suyo ya no hay nada que hacer?
Ya no se siembra. Y para las benas del pastoreo, can un pastor 0
boyero sobra para guiar los rebanos en tierras que labradas neccsi-
taban muchos m~ls brazos (T. Mora, UtopIa, Alianza Editorial, Ma-
drid, 1984, p. 81).

Esta realista descripci6n de 1£1 formacion de las condiciones de


posibilid£1d del capitnIismo recibe Ia mas fllene candena mornl en
LA FILOSOFIA POLlTlCA EN J:L RENACIMIENTO 563

el primer libra de Utopia pOl' parte de Rafael Hitlodeu (el nave-


game portugues que ha residiclo durante cinco afios en Utopia) a
panir de las exigencbs de la justicia y de la moral, a partir del
~<deber sen>, en suma. No cs solo esc CfUel proccso de concentra-
cion de la riqueza cn pocas manos 10 que es el objeto de la radical
condena de Hitlodcu, sino tam bien rasgos m1smos consustanciales aI
Estado moderno y ya sefialados pOl' Maquiavelo: Ia poHtica expan-
sionista y conquistadora de los estados europeos, la preparacion de
Ia guerra y en general la ambicion, 1a sed de poseer. Todo eUo lleva
a Hitlodeu a la total ruptura con cl cst ado contemponlneo de Ia
sociedad curopea y a la maximalista formulacion de un principio de
organizacion social en completa disyuncion con las sociedades eum-
peas -actitud que, conviene decido, rccibe serias objeciones criticas
pOl' parte de Moro, person,lje rambien del diiilogo, que sefiala la
conveniencia de una reform a gradual Y pHulatina de Ia sociedad
clesde 10 clado-: Ia abolicion de Ia propleclad privada y del dinero
o en paIabras del propio Hitlodell: «he lIegado a la conclusion de
que s1 no se suprime Ja propiedad privada, es casi imposible arbitrar
un metodo de justicia distributiva, nl administrar acertadamente las
casas hum~mas. Mienttas aquella subsista, continuara pesando sobre
las espaldas de Ia mayor y mejor parte la humanidad, ci angustio-
so e inevitable azote de la pobreza y de la miseI'la» (p. 104). La
Utopia de Moro debe baswnte su fascinacion y de su influencia a
esta vivicla clescripckin de ]a m1se1'ia social inglesa de comicnzos
del siglo XVI, a su toma decidida de posici6n al ludo de los debiles
y ai marcado contrnste entre el munclo de Ia 1'ealidad contempo1',i-
nea y esa sociedad justa que sin embargo se ptesenta como existente
en uIgun Iugar de la Tierra, al tiempo que la ironia de su dhHogo y
ei matizado escepticismo de Mora ante e1 entnsiasmo y radicalismo
de Hitlodeu permiten evitar a aI menos mitiga1' lIno de los rasgos
mas frcctlentes y m~ls tediosos las construcdones ut6picas: su
rigido esquematismo formal, su doctl'inndsmo monocorde, Ia rotun-
didad dogmatlca can que sc afil'ma 1a existendn empl'rica de ttl jus-
ticia.
La descripcion de In sociedad de UtopIa, confiada a1 libra segun-
do, scuaIn una serle de rasgos hisicos, algunos de enos nost.ilgicos
de un estadio de la vida europca ya definitivamente superado: la
organizad6n de Ia vida social sobre Ia base del igualitarismo (aunque
se reCOl1oce unn ciertn esc1avitud y una liberacion del trabnjo para
564 I1ISTORIA DE LA ETICA

los inteleetuales, que eonstituyen Ia clase dirigente) yeI reparto equi-


tativo del trabajo obligatorio, 10 cllal pcrmite una jornada de tra-
bajo universal de seis horas; una concepcion del trabajo como prcs-
tadon social encaminada a la satisfaccion de las pocas y verdadel'as
necesidades humanHs; 1a agricultura como actividad economica fun-
damental: «una actividad COI11Ull a todos, hombres y mujeres, de
In que nadie qucda exento» (p. 121) junto a Ia cual cacla uno apren-
de y ejerce otro oLicio 0 profesi.6n; Ia proscdpci6n del dinero, In
cducnci6n l'nlsica para tocla Ia pobIaci6n Y llna fortlsima uniformiza-
cion Y regbmentaci6n de 1£1 vida cotidiana (vestidos, casas, viajcs).
Mora nos disefia una soeiedad rigurosnmente estl'ucturada y orga-
nizacla en un sIstema patriarcaI en el que Ia autoridad goza de un
universal reconocimiento, una sociedacl cclosa de cvitar cl ocio y Ia
pereza y de garantizar qne «todos se apliquen de una forma asidlla
ai trabajo», con vistas a conseguir un fin eseneinl: «rescatal' el ma-
yor tiempo posible en la medicla que las neeesidades publicas y ]n
libel'acion del propio cuerpo 10 permiten, a fin de que todos los
eiudadanos tengan garantizados su libertad interior y el cnltivo de
su espiritu. En esto consiste, en decto, segun eHos, In vcrdadcra
felieidad» (p. 127).
Ciertamente, 1a Utopia de Moro, como en general la literatura
ut6pica, lleva a cabo un esfuerzo par pensat las condiciones sociaies
que plleden proemar a todos los individuos Ia felicidad. Ello no
parecc posible sino a traves de una comp1eta detetminacion previa
de Ia actividad social, donck nada es fruto de In improvisacion, pues
hasta el ejel'cic1o individual de 1a libel' tad personal y de 1a propia
iniciatlva sc des an-alIa segun los cuuccs prcvistos pOl' el sistema, que
son los cauces mismos de In organizaci6n raeional, justa e igualatoria
de Ia existencia colectiva.
Pot ot1'a parte SOl1 111uchoslos l'usgos de Ia soeiedad utopiana
que 111uestran cl esfuerzo del humanismo cristiano (en aquellos mo-
mentos, 1516, en sn maximo apogeo bajo la gura de Emsmo, antes
de que 1a reforma luterana hidera senti1' sus efectos) pOl' dignificar
1a existencia humana. La sociedad de Utopia muestra en cjercicio
muchos de los motivos eticos y religiosos en los que el humanismo
venia insistiendo desde hada dccadas: el techazo del ascetisl110 ex a-
gcrado, de la mortiucaci6n y del dolor como mcrito para h obten-
ci6n de un bien, 10 cuaIlleva u In aceptacion de Ia eutanasia (al tiem-
po que se condena cnergicamentc el suicidio); y en cstrecha re1aci6n
LA FILOSOFIA POLlnCA EN EL RENACIMIENTO 565

con todo clIo Ia adopcion de una edca social de corte hedonista que
evidencia Ia influencia del epicurefsmo a travcs de ValIa y del propio
Erasmo. En efecto, los utopianos «parecen estar inclinados a aceptar
Ia opinion de los que dcfienden el placer como la Fuente uniOl y
principal de 1a felicidad humana» (p. 145). Naturalmentc, cste
donismo va unido a llna sllblimaci6n cf.istiana y espiritual destinncla
a impecUr todo atisbo de una busqueda compulsiva del placer desor-
denado del cuerpo; la pruc1encia y Ia recta razon gohiernan la c1ecdon
y fuga de los placeres sobre Ia base de Ia prim ada de 10 espiritual
sobre 10 corporal y de In subordinacion del pIncer a la salud:

Pem la fe1iddad, aUtman, no estu en toda clase de placercs.


Se encuentra solamente en cl placer bueno y honesto. Nuestra
naturaleza ticncle, irresistiblemente ntralda pOl' la virtud, hada cl,
como al bien supremo ... ,:Pl1ede In natllra1c?a invitarte n ser
bueno con los del11<ls y cruel y despiadado contigo. mismo? Par
tanto, concluycn, Ia naturalc?a misl1la nos imponc una vida feliz,
es dedr, placentern, como fin de nuestro actos. Para elIos, la virtud
es vivir segun las presctipdones de Ja natumlcza ... Llaman placer
a todD movimiento y estado del ctlerpo 0 del alma, en los que el
hombre experimenta llll dcldte natural ... pem en todo placer man-
tienen c5ta pauta: un c1c1dte l11enOl: no debe set obstaculo a uno
superior. Un placer no debe originar l1unca un dolor (pp. 146-156).

Las actitudcs y Ia vida rdigiosa en UtoPla son otro problema


fundamental de In epoca en CLlyO tratamiento Mow sigue deddida-
mente las palltns del hllmanismo erasmiano c incluso -podemos
dedr tambicl1- del platonismo rcnHcentista de Ficino y Pico della
Mi1'anc1ob. Es cste uno de los rasgos de 1n socicdHd utopil1na dOl1Clc
Mora se 11111estra a la vez mas avanzado con respecto a In rcalidad
contcmporiincn y 111;IS enraizado en las exigendns de corrientes es-
pirituales de In epoca. Lo que era de hecho los anhelos y reivindi-
cadoncs cfrculos inteleclUalcs restdngidos apmece pIasmac10 como
situacion social factica en la isla de Utopia, antes de que las conse-
cllencias de Ia Refottna protestante evidenciaran en mcdida nun
mayor su cankler «utopico», esto cs, no encarnHb1e en Ia sociccbd
real. En cfecto, tras 1'eC011oce1' 1n insercion racional y natural del
postulado de Ia existencia de Dios en cl hombre («la 1'<12011 inspira
a toelos los morta1cs el a1110r y ]a adoraci6n a Ia Majestad divina, a 1a
que debemos nucs!:ra cxistcnci;\ )' nuest!";l capaddad fclicidacl»,
566 lIISTORIA DE LA ETICt\

p. 147), Mora constata Ia plumlidad de reIigiones en Ia isla de Uto-


pIa y Ia coincidcncin de la mayotta de eUus en un elios primero,
creador del munelo y providentc:

creen en una especie de nnmen desconocido, eterno, inmenso e


inexplicable, muy pOl' encima de Ia comprension humana y difnmi-
nado pOl' todo 10 creado, 110 tanto como una masa sino mas bien
como una fuerza. Lo lIaman padre. Considcran que es e1 origen,
fuetza, providenda y fin de taclas las casas. Solo a cl Ie tributnn
honores de Dios (p. 183).

Moro presel1ta a los utopienses como a el (al humanismo) Ie gus-


taria que procedicran las distintas sociedades contemponineas, en un
proceso de depuracian de la cteencia religiosa y de la nocian de
divinidclcl, rebasando Ia plurlllidad de credos positivos con una creen-
cia unitaria, mas profunda y racionaI: «Me parece que los utopianos
estan en camino de lr clejando tocbs estas stlpersticiones para cen-
trarse en un credo unico qne les parece el m~ls racional y que stlpera
los cliferentes credos» (ibid.). Los l1topienses no son cristianos, pero,
aparte de las creencias scfiabdas, su sociedad se camcteriza porIa
tolerancia reIigiosa y par 1a proscripcion del fanntismo, todo ello:

par imperntivo de la paz. Esta qnecbrfa tatalmente destmida can


discnsiones continwlS y los imp1ncables adios que otiginan. [El rey
Utopos, legislacler de Utopia] penso adetmls que esta medicla tedun-
daba en beneficia de In m/sma religion. No se ntrevi6 a dogmatizar
a la ligem sabre asuntos mn 5eri05. No estaba segmo de que Dios
no quCdH un culto varia y multiple al inspirar a unos uno y a otras
otto (p. 185).

Con estos pbntemnientos religiosos Moro no estu ran s610 anti-


cipando, par enciml1 de las discordias religiosas que iban a ensal1-
grentar Europa n 10 largo de los 51g10s XVI y XVII, futlll"as posiciones
filos6ficas e ilustradas de COI·te clcista y npo!ogetas de 1a tolerancia
l'cligiosa. Mora reflejaba -cn buena medicla en contraste con su pro-
pia conducta inquisitorial contra los reformados ingleses; en carta
a Erasmo deda en 1533: «Encl1entro odiosa a lmla esta laya de
hombres [los hcrejes refontwdos], tanto que, como no recuperen eI
seso perdido, estoy decidiclo a set tan implacable con CUDS como
sea posible: pues 111i caela vez mayor experiencin de estos hombres
LA FlLOSOFlA POLlnCA EN EL RENACIMIENTO 567

me ator1l1et1ta can 1a idea de 10 mucho que el l11undo sufrirfa si cayera


en sus manos», opinicSI1 que l110straha su viskln de 1<1 Reforma como
subversion poHtica- los planteamientos de In corriente platonica (Fi-
dna, Pico) y del erasmismo, para quiencs Dios prcfcda set 1'ecol1o-
cido (en las diferentes £orma5 de culto) a set despreciado y para
quienes Ins diferentes rcligionc5 e1'al1 manifestaciones cliversas -to-
clas elIas positivas y hasla huto de In revelation divina- del natural
impulso humano hacia Dios, coincidentes en SIl fondo ultimo de
verdacl.
La impresion de Ia sociedad utopiana concluye, sin embargo,
con el escepticisl110 de Mow ante ella 'J SII posible incorporaci\.)!1 al
munclo europeo:

Al terminal' de hablar Rafael, me vinie1'011 a la mente no pocas


ref1e:xiones sobre cosas que me plltednn nbsurdas en. sus leycs e ins-
titlldones, Par ejetnplo, su modo de cntender In guena, sus crecn-
cias y religi<:in y ott'os much os ritos, Pew sobre todo, 10 que csd
en la base de toclo ello, es decir, su vida y gastos comunes sin inter-
vend<:in alguna del dinero. Con clIo se destl'llye ia rafz de la noble-
za, la magnificcncia y cl luja, y Ia grandezH, cosas que en cI comun
sendr constituyen e1 decoro y cl csplendor de un Estado .,. Tengo
que confesat que 110 pucdo asentir a todo CHanto me expuso este
docto varon, entendido en cstHS mnterias y buen conocedor de los
hombres. Tambicn din~ que existen en In republica de los utopia-
nos l11uchas casas que ql1isiern ver impuestas el1 l1uestras ciudades.
Pero que 110 espero 10 scan (pp. 200-201),

De esta manel'H, cl empleo de dos portavoccs (Hitlodcu y el m!s-


mo) pctmite a Moro dotal' a Sll obm de un halo de ambigiiednd c in-
certidumbre, de un caractet honico y ludico comparable en mtlS de un
aspecto al Elogio de 1(1 lOCt/fll de Erasmo. Mota podrfn haeer suyo
cl clicho erasmiano de que «en el Elogio de Za looml exprese his
mismas ideas que en cI Encbiriclio1J, perc en broma». Como c1 Elogio
ernsmiano, In U topfa de Morn era una ohm literal'iamcnte muy con-
seguida con rodo el cankter de una provocacion, de una incitacion
n la rel1exion v n In c1iscLlsion sobre Im~ cl1estiones mas candentes de
In actualidad,' a 1a ve7. que una obm autocontenida quc podIa SCI'
abandonada, tras la ]ecturn, con una so111'isa displicentc en In que
a(,;1SO asomara vngamcnte 1111 aSomo de prcocllpaci6n,
568 lIlSTORIA DE LA liTICA

3. CAMPANELLA Y BACON

Tommaso Campanella 0568-1639) y francis Bacon (1561-1626)


redactaran a comicnzos del siglo XVII senda;; utopias en las que el
genero literario inmlgur,1do con Mora alnl117.aba expresiones de gnll1
influencia posterior. L(I cludcld del sol de Campanella (recbctacla en
italiano en las drceles de la Inquisicion napolitana en 1602, pubIi-
cada en latIn en 1623 en Frankfmt) y La Nlfeva Jitl(I!1/it!(/ de Bacon
(escr!ta en los ultimos anos de ]a vida del clIl1cillcr y publicada, sin
terminar, postumame11te en 1627) son dos obras pIennmente nrtit'u-
bdas con el pensamiento general de su autor men05 en eI caso
de Bacon- en Ins que Ia sociedad perfecta recibia una formulacion
marcadamente diferente entre sf yean respccto al modeIo moreano.
Ln utopia campanelliana, m~ls ptolija y completa que In baco-
niana en SLl descripci6n global del Estado bien organizado, nos rd-
tem toda una serie de rasgos t6picos: 1:1 propiec1ad colectiva y la
distribuci6n equitativa de los bienes, el trabajo general que permite
Ia satisfaeci6n plena de las necesidades can una jornacla de cn:ltt'O
botas, Ia agricultura como activielacl economica fundamental, la prnc-
tica inexistencia del comercio y del dinero; en suma, la rciteraci6n
del ideal de una sociedad autarquica y comunistl1 clausurada a los
factmes disolventes del comercio, del dinero y de 1a propiednd
privada. EI Gmkter comunitario de 1a vida cotidi:ma aclquierc en
la obra campancl1iana un cameter aun mas rigido y clominante que
en Tomas Moro, eviclenciando una atmosfera marcadumcnte con-
ventual:

Utilizan vivicndas, dormitorios, camas y todo 10 que es necesa-


rio colectivamente. Ahora bien: cada scis meses designan los supe-
dones quicnes han de dormir en tal 0 coal cfrculo, quicnes han de
ocupar tal 0 cual estancia ... Tanto los hombres como Ins mujeres
marchan siempre en formaci6n, no viendosc1es jamas solos, y siem-
pre tambien bajo las 6rdenes del que les manda, aI que obedecen
de buen grado, pues Ie considcran como un padre 0 un hem1ano
mayor (La ciudad del sol, Aguilar, Madrid, 1972, pp. 23 y 53).

Junto a todo cUo In obm campanelliana muestra aspectos SOJ:-


prenclentes para eI lector 111ode1'11o: enlazando con la l"epresentaci6n
de In ciuclad ideal en la Iitetatura urbanfstic:l iraliana del Renaci-
micnto, la ciudad campanelliann se presenta como microcosmos,
LA FILOSor:iA pOLinCA EN EL RENACIMIENTO 569

como compendio del universo, con St1 plantu circular, can su disposi-
cion intertm segun siete circulos conccntricos y su templo circular
central que resume en su altar esta vinculacion cosmlcl de Ia cill-
dad y esta apropiacion benefica de las it1Huencias celestes:

En e1 altar no hay mas que llIW esfem celeste de regular tamano,


en la que est:! representndo todo el firmamento, y un globo ten',!·
queo, Ademas, en la cupula del templo estan tambien pintadas las
principales esttellas, cada una con su nOl11bre respectivo, y un tel"
ceto en que se resume 1a influencia que ejerce sobre las casas de
este mundo. Tambien est'an figmados los meridiallns y paralelos,
mmque no completos, pues que en ]a parte de abajo se ncnba In
pat'eeL Sin embargo, se aprechi que se hallan en perfecta cotrespon·
dencia con los dos globos del altar. Y de continuo estan encendidas
siete lampams, denominadas confol'mc a las designaciones de los
siete pbnetas (ibid., p. 7).

La astrologla pfesicle ciet'tamcnte ]a vida en 1a ciudad perfecta,


que 10 es en bucna medicb gracias a influcncins astrales beneficas
que presidieron su fundaci6n, gracias al conocimicnto de las influcn-
cias cclcstes que actuan sabre eJla y :1 sn usa en beneficia del colcc-
tivo humano. La astrologfa preside cksde la actividad econornica (los
trabajos agrlcolas y la crta de ganado) hasta Ia oricntnci6n profesional
de Ia pobbcion y los encuentros sexllales entre hombres y 111ujeres
con una £1nalidad eugenesica. La ciudtld del sol mucstra, en suma,
presidiendo y aetnando en la vida social el saber eampanelliano pIe.
namente insetto en 1a tradicion magieo-naturalista. Ejemplo de ello
es tam bien Ia utilizacion de 1a imagen, como efieaz l'eeurso pec1ago·
gieo, en los mnros de 105 siete cfrculos de Ia ciudad, en los wales
se recoge toda la variedacl del universo natural y humano quedando
la ciudad configurada como un espejo del cosmos. Tambien se inser-
ta en esta tl'adicion de pensamiento, tan inl1uyente en el Renad·
miento y que eneuentra en Campanella a eotnienzos del siglo XVII
uno de sus ultimos grancies portavoces) la identidad personal de las
funciones polfticas, sacerdotales y £110sofica5. No se trata solo de In
tesis plntonica -presente tambien en la utopia moreana y en gene·
ral en el disct1l'sO utopico- del fil6sofo-rey, sino tnmbien de 1a
figul'a mftica de J:.-Iertnes Trismegisto en 1a que eonilulan las fundo·
nes del sabio teologo, del sneerdote y del rey legislador. As!, 1(lm
bien en 111 ciudad solar est(l en mH110S del «Metaflsicm> In autoriclad
570 lIlSTORIA DE LA E:rICA

suprema: «Tienen un sumo sncerdote, ai que 1Iaman Sol, quc en


l1Uestl'f1 lengua significa Meta/fsico. £1 es 1a suprema autoridad, tanto
en 10 espiritual como en 10 temporal; ell tocla materia 0 asunto, su
decision es In definitiva» (p. 8).
Esta unkInd de In autotidad espiritunl y temporal en la flgura
de un gobernante sabio cllyn sucesi6n no es hereditarin, sino dec-
tiva, posee un profundo significado en el pensamicnto politico de
Campanella. La ciudnd del so], ubicada literalmcnte en la isla de
Ceilan, es el trasunto literario de un l110de10 polItico-social destina-
do, en opinion del visionado dominico, a extenderse pOl' tocla la
Tierra en una monarql1la universal, sigllienclo cl incxorable decrcto
de la providencia divina. Desde sus pdmeras obras de 1593 (De
mOJJ(frchia Christicmomm y De regimille Ecclesitle) basta sus ultimas
obras (Ia Molttlrchia Messitle de 1633 y e1 De mOllat"cbia Hispanica
disctll"Stls, Pllblicaclo en 1640) Campanella ex pone Ia idea de 1111a
humanidad llnificacla bajo el gobierno y In gUla de un poder sabia,
a 1a vez poHtico y religioso, que en su opinion no puede set otro
que cl papaclo romano, una vez depurado y renovado el catolicismo
de todas sus impurezas. En esta vision escato16gica de Ia historia
universal Campanella se enfrentaba decicliclamente a las tests de Dan-
te de los dos sales (Purgatoria, XVI), cs decir, de la indepcndencia
redproca de los poderes espiritual y temporal, para vel' cI proce-
so de llniftcad6n poHtica del mundo bajo In 1110nal'qula hispilnica
como un proceso determinaclo pOl' 1a proviclenda divina, que se ser-
via de Ia pasion humana como instrllmento para e1 desarrollo de sus
propios fines snperiores. La universal monarqula hispanica y ]a pax
que con ella aclvendda serfa el prologo al reinaclo de Cristo, ellya
Ilegada se produciria en c1 momento inevitable en que se transfiricra
al papa cl poder temporal. La cit/dad del sol se insertaba aSl, con su
original ces[lropapismo, en las expectativas escatol6gicas con tempo-
dneas de una general renovaci6n politko-religiosa del mundo huma-
no como cumplimiento de los designios de Ia providencia divina
actualizaclos mediante las novedndes acaecidas en los dcIos 0 que
cstaban a punto de acaecer·

La ley verclaclera es Ia cristiana, y una vez suprimidos los abu-


sos actuales, se had dueria y senom en toeIas partes. Pues si los
espafioles descubrieron todo 10 que quedaba del mundo no conoddo
(punque el primer descubriclor ba sido en verclacl vuestro compa-
LA FILOSOFiA I'OLl'l'fCA EN EL RENAC!1\UENT0571

triota ColOn), {ne para unifical'lo todo bajo una mism:1 ley, y estos
flJosofos de la Ciudad del Sol deben sel' testigos de In verdad,
elegidos par Dios. Plles yo estay en que no sabel110s que es 10 que
hacel11os, pero actuamos como instrumentos de Dios. Y aunque los
espanoles vayan en busca de nlIevas tietras y palses porIa codicia
del dinero, en realidad est~ln sirviendo on'os fines mas altos que
Dios se propane ... [Los de la Giudad del Sol] dicen tambicn que
cuando entre d upside de Saturno en Capticomio, el de Mercurio
en Sagitario, c1 de Marte en Virgo, y las conjuncioncs magnas vue!-
van a Ia tripliciclad primcra, tras habet aparccido la nova en 1:1
orbita de Casiopea, aelvendl':1 una gran monarquia nueva, con refor-
ma de las leyes y de las artes. Surgil':1n nuevas profetas y habra una
gran renovacion en toelas Jas casas. P,lta los cristianos todo esto
resuItad l11uy provcchoso, pero hay que empezar pOl' del'ruh- y des-
brozar antes de edificar y plantar de nuevo (ibid., pp. 78 Y 55.).

La utopIa baconiana se inserta tambien en estas expectativas


milenaristas y escatalogicas, como porIa dClmts el conjul1to de In
obra baconiana. el proyccto baconiano de una Insfauratio
magna scient/arum et ([ftlum perseguin 1:1 recupcraci6n par Ia huma-
nidad dd saber, y COllsccuentemente del poc1er, sabre Ia natumleza
de que gOZQ Achll1 en cl pm-aiso y que perdia como consecuencia de
In caleb. Esta restauracian del «podcl' humano sobre cl universo» a
ttaves de 1(\ clencia em paralela aln recollciliaci6n espiritual con
Dios y Bacon sefiala constantemcnte a 10 largo de su obm que cl
cllmplimiento de esas expcctativas en la epoca contemporanea cstaba
profetizado en cI pasaje de Daniel scgun cl cual «mnchos pasaran
[Bacon picnsa en In ampliaci6n del ll1undo conociclo mediante los
clescubril11ientos geogl'aficos] y crecera la ciencia» (12, 4). Lo nove-
doso del plantcmniento baconiano e!; precisal11cnte In tesis de que
Ia l'ccuperacion de 1a condicion edenica de llna existencin felb: y Ji-
bCl'ada solo se podia llevar a cabo a traves de l.1 ciencia y de Sll
vertiente operacional sobre In natura1cZH, con 10 cllal In ciencia mis-
ma ql1eclaha exculpada de toda s05pccha de impiedad y recibia un:,
poderosfsima sancion dcsde 1a religkin misl11:1.
Este icleario baconiano ejerccra una podcroslsimH influcncia 80-
bre In cultura inglesn del siglo XVII colorcando cientihcisll1n los
nnhcIos y l'epresentaciones tan extcnclido5 en la socic-
dad inglesa. La A tlfmt ida un cIemento muy imporUlnlc
cn Ia propagacion cst-os pl:mtcamicntos 1;nconianos pOl' 511
572 mSl'ORIA DE LA nTlCA

tel' de obnl conscicl1tcl11cl1te propagandistica del pragrnma baconiano


mediante Ia utilizacion del gencra ut6pico. Elaboracla cn los uItimos
anos de 1a vida del cancillcr Y pllblicada sin terminal' cn 1627, un
ano despucs de la l11tlerte dc su autol', La Nueva Atllllltida posce
todn una serlc dc rasgos brisicos de las socicdadcs ut6picas: su ais-
lnmiento del extcrior, su perfecta paz y fclicidad inremas, la minu-
dosn reglamcntaci6n de In vida cotidiana. Sin cmbargo, Bacon ape-
nas presta ;ltenci6n -y creemos que ello es indepencliente del ca-
dcter no terminado de In obra- n los ponnenorcs (tan minuciosa-
mente descritos pOl' Morc y Campanella) de In estl'Llctl1l'a social y
polltica y de 1a organizad6n ecol1omica. El fin de La Nt/ev{/ Atllw-
tidtl cs precisamcntc eI cle cxponer, mcdhmte el rccurso a un genel'O
litcrat'io en boga, como existcl1te una socieclad profundamentc l'cli-
giosa, cristlana 1mls concretamente, CllyO centro nCl1nllgico es 1a
investigacion cicntffica reulizacla a traves de una institucion estatal
Casu de Salomon 0 Colegio de las Obras de los Seis Dfas-
que, de forma colegiada y mediante una division del trabajo cien-
tineo, dene como objctivo «el eonocimiento de las Causas y de los
movil11ientos ocuItos cle las cosas y Ia ampliacion cle los Hmites del
poeler humano para 1:1 realizacion de toclas las cosas posibles».
La utopia baconiana resulta asi scIectiva. La organizacion ceo-
nomico-politica de la socieclad no resulta l11UY diferente dc In rcalidad
inglesa contempot<lnea tal como podia imaginarsela un miembl'o dc
Ia clasc dirigente. Todo ello da mayor fuerza al punta exclusivo que
Bacon pretende imponel': la implantaci6n de Ia ciencia y de sus posi-
bilidades tecnologicas y dominadoras de la natnmleza en el ccntro
miS1110 de la sociedad cl'istiana y del Estado que la administra. Itt
Nueva Alllmtida venla a SCl' ast Ia formulaci6n literario-ret6rica del
progral11a baconiano expuesto en la Instaurafio Magna de 1620, un
programa religioso-politico-cicntffieo a aplicar en cI flltl1to inmediato.
A 1a luz de In fortuna de la obm y en general del baeonismo en In
Inglutena del siglo XVII, a ]a luz de Ia institucionalizaci6n de la
nueva ciencia y tecl101og1a en Ia socicdad europea modema, no cabe
duda aIguna de que Ia utopia hacaniana es la unica utopia rcr.acen-
tista l'ealiz~\(ia en e1 cursa de In histol'ia.

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