De La Amistad Como Forma de Vida
De La Amistad Como Forma de Vida
De La Amistad Como Forma de Vida
Esta entrevista al filsofo francs Michel Foucault est incluida en el libro Qu hacen
los hombres juntos?, publicado en el 2015 por Cermi y Ediciones Cinca, con traduccin
de Luis Cayo Prez Bueno. El artculo original se titula De lamiti comme mode de vie
(entrevista con R. de Ceccaty, J. Danet y J. Le Bitoux), publicado en Gai Pied, n 25, abril
1981.
- Desde hace dos aos publicamos nuestra revista, de la que Usted, que pasa de los
cincuenta aos, es lector. Qu juicio le merece esta trayectoria?
- Su misma existencia es algo positivo e importante. Lo que yo poda pedirle es que
leyndola no se me planteara la cuestin de mi edad. Ahora bien, su lectura me obliga a
plantermela y no me agrada la manera en que me veo llevado a hacerlo. Dicho lisa y
llanamente, mi sitio no est ah.
- Podra decirse que el deseo, el placer y las relaciones posibles dependen de la edad?
- S, en gran medida. Entre un seor y una mujer ms joven, la institucin mitiga las
diferencias de edad, las admite y las hace operar. Dos varones de edad notoriamente
distinta, qu cdigo tienen para comunicarse? Helos el uno frente al otro, sin las palabras
oportunas, sin nada que les tranquilice acerca de la atraccin que sienten. Tienen que
inventar de punta a cabo una relacin indefinida, la amistad, la suma de todos los elementos
por medio de los cuales mutuamente se hacen querer.
Presentar la homosexualidad como un placer perentorio es una transaccin indebida. Dos
muchachos se tropiezan en la calle, quedan prendados con solo mirarse, se echan mano a
las nalgas, se aplican a la faena y todo sin pasar de quince minutos contados. He ah una
imagen mutilada de la homosexualidad, inefectiva para crear inquietud, por dos motivos:
porque es vicaria de un ideal que debilita la belleza y porque suprime cualquier elemento
turbador presente en el afecto, la ternura, la amistad, la fidelidad, el compaerismo, la
camaradera que una sociedad remisa no puede acoger sin temor a que se armen alianzas, a
que se anuden lneas de fuerza imprevisibles. Lo inquietante de la homosexualidad es el
modo de vida homosexual ms que el acto sexual mismo.
Imaginarse un acto sexual en desacuerdo con la ley o con la naturaleza no perturba a
la gente, lo desconcertante es que unas personas comiencen a quererse, eso es lo
problemtico.
La institucin se ve comprometida por una maraa de intensos lazos afectivos que al mismo
tiempo la sostienen y la conmueven. Basta fijarse en el ejrcito, donde el amor
masculino continuamente es invocado y denigrado. Las normas institucionales no
pueden revalidar esas relaciones de intensidades mltiples, de tonos cambiantes, de
movimientos imperceptibles, de formas mudables, relaciones que, adems de causar
trastornos, introducen el amor donde solo debera imperar la ley, la regla o la costumbre.
- Usted ha sostenido siempre esto: Ms que lamentarse por los placeres perdidos, me
preocupa lo que podemos hacer con nosotros mismos. Puede ser ms preciso?
- A mi juicio, debemos no tanto liberar nuestros deseos como convertirnos en individuos
infinitamente ms capaces de placeres. Antes que nada, conviene zafarse de dos lugares
comunes: el del simple encuentro sexual y el de la fusin amorosa de las identidades.
- Puede que las mujeres formulen la siguiente objecin: Qu sacan los varones de las
relaciones intermasculinas que no se obtenga de las relaciones entre hombre y mujer o
entre dos mujeres?
- Acaba de aparecer un libro en los Estados Unidos de Amrica sobre los vnculos
amistosos entre mujeres compuesto con base en testimonios de amores y de pasiones entre
mujeres.
Ya en el prlogo, la autora afirma que parti guiada por el propsito de registrar relaciones
homosexuales y que pronto advirti que no solo muchas veces esas relaciones no existan,
sino que otras tantas carecera de inters saber siquiera si podan ser calificadas como
homosexualidad o no. Y que si dejamos desplegarse la relacin tal y como se muestra a
travs de las palabras y los gestos, se manifiestan otras cosas que cuentan muchsimo ms:
amores, carios plenos, pasmosos, deslumbrantes o, al contrario, rematadamente tristes,
oscuros.
El libro expone tambin el destacado papel del cuerpo de la mujer y de los contactos
corporales entre mujeres: una mujer peina a otra, la ayuda a maquillarse, a vestirse. Las
mujeres tienen conferido derecho sobre los cuerpos de las dems mujeres: se agarran por la
cintura, se besan. El cuerpo del varn est vedado al hombre de modo mucho ms
terminante.
Mientras que la vida entre mujeres ha sido tolerada, la vida entre hombres, desde el siglo
XIX y en determinados perodos no solamente fue tolerada sino de todo punto forzosa: por
ejemplo, durante las guerras.
Otro tanto ocurri en los campos de prisioneros, en los que convivieron meses y hasta aos,
soldados, jvenes oficiales.
En la primera guerra mundial, multitud de hombres hubieron de compartir sus vidas, sin
que esa convivencia representase nada de particular en la medida en que la muerte los
rondaba, en que, en fin, el fervor mutuo, el servicio prestado corran el albur de la vida o la
muerte. Fuera de algunas protestas de camaradera, de hermandad, de testimonios de parte,
qu sabemos de los afectos encendidos, de las revoluciones amorosas que pudieron
desencadenarse en esos momentos?
Despus de todo, es lcito preguntarse qu ha sostenido, en esas guerras sin sentido,
ridculas a ms no poder, en esas matanzas tremendas, a esos hombres. Nada ms que una
tupida red de afectos. No quiero decir que continuaban combatiendo porque se amaban, no;
pero s digo que el honor, la gallarda, mantener alta la cabeza, el sacrificio, salir de la
trinchera con el compaero, delante del compaero, todo eso comportaba un tupido tejido
afectivo. Y no para concluir: He ah la homosexualidad. Me repugna ese tipo de
razonamientos.
Sin duda alguna, esa es una de las circunstancias, no la nica, que hacen soportable el
infierno de vida que durante semanas se ven obligados a llevar unos individuos enfangados
en lodo, cadveres, mierda, hambrientos y dispuestos, con todo, al asalto a la maana
siguiente.
Deseara agregar, por ltimo, que toda publicacin, cuyo fin es inducir a la reflexin y a la
accin, debera estimular una cultura homosexual, es decir, un conjunto de instrumentos
para desarrollar relaciones multiformes, distintas entre s, a la medida de cada cual. Pero
pensar en un programa y en propuestas entraa peligros. Basta proponer un programa para
reglamentar, para atenazar la invencin. En nuestra situacin actual, necesitamos una
inventiva propia que haga patente o comming out, como dicen los norteamericanos. El
programa ha de estar en blanco. Hay que ahondar para ver cmo las cosas han sido
histricamente contingentes, por tal o cual razn inteligible, nunca necesaria. Hay que
mostrar lo inteligible sobre el fondo del vaco y negar la necesidad, y convencerse de que la
realidad no abarca todos los espacios posibles. Dar respuesta a los desafos de esta
pregunta: cmo conducirse y cmo inventar una forma de conducta?