Estimacion de Tensiones Naturales en Tuneles-40-80

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Capítulo 3.

Las tensiones naturales

3. LAS TENSIONES NATURALES

3.1. TIPOS DE TENSIONES

Las tensiones actuantes en un macizo rocoso pueden ser debidas a las tensiones o
esfuerzos in-situ, y a las tensiones inducidas. A las primeras también se le denomina
tensiones naturales o primitivas y son los esfuerzos que existen en el macizo rocoso
previamente a alguna perturbación. En cambio las tensiones inducidas están asociadas a
los efectos producidos por las excavaciones, voladuras, cargas estructurales, etc., o a
cambios en las condiciones naturales, como los procesos de consolidación, desecación,
hinchamiento, etc. En general, las tensiones encontradas en un macizo rocoso se deben al
conjunto de los procesos actuantes a lo largo de su historia geológica.

Se han propuesto diferentes clasificaciones de los esfuerzos, destacando la realizada


por Bielenstein y Barron (1972), y que se muestra en la Fig. 3.1:

Fig. 3.1. Clasificación de los esfuerzos.

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Capítulo 3. Las tensiones naturales

Hay dos categorías principales de fuerzas responsables del estado de esfuerzos en la


parte más externa y elástica de la litosfera (10-35 Km). La primera se debe a los esfuerzos
tectónicos y la segunda a efectos locales de tipo topográfico, anisotropías en la resistencia o
en las propiedades elásticas de la litosfera, erosión, sobracargas o causas antrópicas. Esta
segunda categoría origina los denominados esfuerzos locales o inducidos, que no son los
mismos que los generados por la actividad humana.

Los modelos conceptuales sobre la tipología y el origen de las tensiones han sido
estudiados por distintos autores, entre los que se destacan Bott, Kusznir y Zoback. Esta
última autora, junto con otros colaboradores del proyecto del Mapa Mundial de Tensiones
(WSM), proponen diferentes modelos conceptuales de las tensiones, por lo que es
necesario referirse a cada uno de ellos. En un primer grupo se encuentra el modelo
propuesto por Bott y Kusznir; en un segundo grupo el propuesto por Zoback y colaboradores
del grupo del WSM.

3.2. ORIGEN DE LAS TENSIONES

Los principales modelos conceptuales propuestos para explicar la tipología y el origen de


las tensiones en la litosfera superior y elástica son los de Kusznir, Bott y Park y los de
Zoback y colaboradores del WSM, sintetizados en el Cuadro 3.1. En ambos modelos se
consideran dos categorías de fuerzas, una seria responsable de los esfuerzos tectónicos y
la otra de los esfuerzos locales.

Cuadro 3.1. Síntesis de los modelos conceptuales de tensiones.

Modelo de Bott y Kusznir Modelo de Zoback y Grupo del WSM

Fuerzas de borde de placa Fuerzas de borde de placa

Flexión de la litosfera por


cargas o cambios de
densidad
Tensiones renovables
Fuerzas asociadas Fuerzas de
(sufren efecto de Fuerzas termoelásticas
a cargas compensadas primer orden
amplificación)
Fuerzas de arrastre en la
isostáticamente
base de la litosfera

Fuerzas derivadas de la
geometría de las placas

Tensiones no Esfuerzos de flexión por


Esfuerzos de flexión
renovables carga
Fuerzas de
(no sufren efecto de Esfuerzos de membrana segundo orden
Fuerzas de flotación
amplificación)
Esfuerzos térmicos

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Capítulo 3. Las tensiones naturales

3.2.1. Modelo de Bott y Kusznir

Bott y Kusznir (1984) junto con Park (1988) en la década de los 80, formularon los
principios básicos del origen y tipo de tensiones, según los cuales el sistema de esfuerzos
que afecta a la litosfera se divide en dos tipos principales: las tensiones renovables y las
tensiones no renovables. Las renovables son aquellas cuya generación es permanente o
continua. Las tensiones no renovables pueden disiparse al cesar la fuerza o mecanismo que
las genera. Los esfuerzos en la litosfera son el resultado de la combinación de ambos tipos y
pueden sufrir cambios locales debido a variaciones en las propiedades de la litosfera.

 Tensiones renovables

- Fuerzas de borde de placa: Las placas litosféricas tienen un movimiento relativo en


respuesta a las fuerzas que se aplican sobre sus límites o bordes. Tanto las fuerzas
de empuje como las resistentes deben estar en equilibrio dinámico. La energía de
deformación acumulada se disipa sísmicamente, o por pérdida de energía friccional y
viscosa.

La distribución de los esfuerzos en las placas tectónicas depende del mecanismo


de desplazamiento de éstas. Dicho mecanismo puede deberse a fuerzas en los
bordes de placa o a corrientes de convección en el manto. Evidencias geológicas y
consideraciones termodinámicas indican que el movimiento de las placas se debe
principalmente a fuerzas de borde más que a corrientes de arrastre del manto.

Las fuerzas que actúan en los bordes de placa son las siguientes (Fig.3.2):

 Esfuerzos cortantes en la base de litosfera que puede favorecer o resistir el


movimiento, Fig. 3.2 (1).
 Fuerzas de empuje de la dorsal, resultantes de la elevación térmica de la
litosfera oceánica reciente. Actúan en dorsales oceánicas. El esfuerzo medio
generado a través de la litosfera es de 20-30 MPa, Fig. 3.2 (3).
 Fuerzas resistentes a la colisión continente-continente.
 Fuerzas de tracción de placa (slab pull) sobre la placa subducciente, Fig. 3.2
(2). Estas fuerzas representan un equilibrio entre la flexión de la litosfera
oceánica subducida, el arrastre viscoso en la placa que subduce y la resistencia
friccional existente al proceso de subducción a baja profundidad. Estas fuerzas
son potencialmente mayores que las fuerzas de empuje de la dorsal, pero
probablemente su efecto se vea reducido por la resistencia que produce el
hundimiento de la placa. Bott y Kusznir (1984), estiman una magnitud de 0 a 50
MPa para estos esfuerzos.
 Fuerzas de subducción-succión. Las fuerzas de succión causadas por la
subducción se aplican sobre la placa que no subduce y su magnitud se estima en
20 MPa, Fig.3.2 (4). Los esfuerzos cercanos a zonas de subducción son

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Capítulo 3. Las tensiones naturales

altamente variables debido a diferencias de resistencias a escala local, extensión


de la región subducida y velocidad de la placa de subducción.

Las fuerzas de borde de placa podrían alcanzar una magnitud máxima del orden
de 50 MPa en bordes de colisión y de 20 MPa en bordes de expansión.

- Fuerzas asociadas a cargas compensadas isostáticamente: Se deben a las cargas


producidas por grandes elevaciones topográficas (cordilleras) y a las variaciones
laterales de densidad. Las cordilleras son compensadas isostáticamente en la
litosfera por zonas de menor densidad, dando lugar a empujes ascendentes o
fuerzas de flotación, Fig. 3.2 (6), o a cambios en el espesor de la corteza.

Kusznir y Bott (1977) proponen el denominado efecto de amplificación de los esfuerzos


renovables. Este efecto es debido a que la parte inferior de la litosfera puede deformarse por
fluencia, a diferencia del comportamiento elástico asociado habitualmente a toda la litosfera.
El comportamiento dúctil de la litosfera inferior favorece la acumulación de esfuerzos en la
parte superior de la misma y debido al principio de la conservación de la energía, los
esfuerzos son transferidos de la parte inferior a la parte superior de la litosfera. La
amplificación de esfuerzos se hace más notable en zonas de borde de placa. Dependiendo
de las propiedades térmicas de la litosfera y de la magnitud de las fuerzas aplicadas, la
magnitud de amplificación es diferente. En escudos continentales fríos y estables, la
amplificación del esfuerzo en la parte superior de la litosfera puede llegar a ser el doble de
su magnitud, al cabo de 1 millón de años. En cambio, en una litosfera caliente, como en la
región Basin and Range de Estados Unidos, la amplificación puede llegar a ser de 6,5 veces
en el mismo periodo de tiempo. Esta gran diferencia de amplificación se debe al espesor de
capa elástica que forma la parte superior de la litosfera.

Fig. 3.2. Bloque diagrama donde se representan las diferentes fuerzas que
generan los esfuerzos tectónicos (Zoback et al., 1989).

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Capítulo 3. Las tensiones naturales

 Tensiones no renovables

Son de magnitud elevada pero no son tectónicamente significativas al no mantenerse los


esfuerzos a largo plazo y se liberan con el tiempo a través de fracturas frágiles o por
procesos de fluencia (creep). Estas tensiones no se ven afectadas por el efecto de
amplificación anteriormente citado, por eso los grandes esfuerzos no se concentran en la
parte elástica más superior de la litosfera.

Los esfuerzos de origen no renovables son los siguientes:

- Esfuerzos de flexión en la litosfera como resultado de cargas no compensadas e


inflexiones en zonas de subducción. La compresión horizontal ocurre en la parte
cóncava de la flexura y la tracción en la parte convexa, Fig. 3.2 (7). El máximo
esfuerzo es proporcional a la curvatura y al espesor de la litosfera elástica
deformada. Los esfuerzos iniciales calculados usando un modelo elástico (Walcott,
1970a), son del orden de 500 MPa para una carga de unos 500 Km de ancho,
llegando a disminuir a la mitad en la parte superior de la litosfera y a desaparecer
totalmente en la parte inferior, si se tiene en cuenta el comportamiento visco-elástico
de la litosfera.
- Esfuerzos de membrana debidos a cambios en el radio de curvatura de una placa
cuando migra del ecuador hacia el polo o viceversa. El esfuerzo máximo que podría
alcanzarse sería de 100 MPa, pero nunca llegan a este valor al existir una relajación
viscosa y continua (Turcotte, 1974b).
- Esfuerzos térmicos provocados por cambios de temperatura en la litosfera. El
ejemplo más claro de este tipo de esfuerzos se localizan en la corteza oceánica, la
cual se enfría después de su formación y se vuelve a calentar en la subducción.
Turcotte (1974a) sugirió que la tensión ejercida por estos esfuerzos durante el
enfriamiento de la litosfera oceánica puede llegar a ser de una magnitud de 400 MPa
y de dirección paralela al eje de la dorsal. En la litosfera subducida, tanto los
esfuerzos compresivos como los de tracción alcanzarían los 600 MPa. Los esfuerzos
térmicos pueden tener una gran importancia en la deformación tectónica en bordes
de placa, pudiendo ser suficientes para generar terremotos en zonas de subducción,
aunque al ser un sistema no renovable, la deformación tectónica es limitada.
- Otro tipo de esfuerzos no renovables son los producidos por el cambio de volumen
asociado a la fase de transición mineralógica que se produce en el manto (paso de
olivino a espinela), los debidos a cargas de sedimentos o a la erosión, variaciones
laterales en la densidad o en las propiedades elásticas y por último, la deformación
por mareas terrestres que puede generar esfuerzos del orden de 10-3 MPa.

Un resumen de los principales mecanismos generadores de esfuerzos se presenta en el


Cuadro 3.2.

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Capítulo 3. Las tensiones naturales

Cuadro 3.2. Principales mecanismos generadores de esfuerzos (Bott y Kusznir, 1984).

Tipo de esfuerzo Diferencia Tectónica-


Mecanismo Efecto de
de esfuerzo mente
generador de amplificación
esfuerzo Renovable/ Compresión o (MPa) significativos
no renovable Tracción
Fuerza de la
placa de
subducción Tracción
Renovable 0-50a Sí Sí
(fuerza de (normalmente)
borde de
placa)
Succión de la
zona de
subducción Tracción
Renovable 0-30a Sí Sí
(fuerza de (normalmente)
borde de
placa)
Empuje de
dorsal (fuerza
Renovable Compresión 20-30 Sí Sí
de borde de
placa)
Convección
del manto o Probable-
Renovable Ambas 1-50 Sí
arrastre de la mente no
astenosfera
Carga de la Ambas
Posible
litosfera (sin Renovable (principalmente 35b No
localmente
compensar) tracciones)
Carga de la Ambas
litosfera Renovable (principalmente 50b Sí Sí
(compensada) tracciones)
Flexión de la
litosfera No renovable Ambas Hasta 500 No No (?)
(debido a
cargas)
Flexión de la No renovable
litosfera pero se genera Ambas Hasta 1000 No No (?)
(debido a
continuamente
subducción)
Efectos No renovable Ambas Hasta 500 No No (?)
térmicos
Efectos de No renovable Ambas Hasta 100 No No (?)
membrana
a: Altamente variable en el espacio y tiempo debido a las variaciones de resistencia, velocidad de
subducción, longitud de placa, etc.
b: Para una elevación de 2 Km

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Capítulo 3. Las tensiones naturales

3.2.2. Modelo de Zoback y WSM

Zoback y colaboradores participantes en el Mapa Mundial de Tensiones (WSM)


propusieron dos categorías de fuerzas como responsables de los estados de esfuerzos
(Zoback et al., 1989).

 Fuerzas de primer orden

Son las responsables de los denominados esfuerzos tectónicos, e incluyen:

- Fuerzas de borde de placa: dan lugar a un campo de esfuerzos de gran uniformidad


en orientación y magnitud a través de la capa frágil de la litosfera y abarcan amplias
regiones (hasta miles de kilómetros). Las principales fuerzas de borde de placa que
actúan en los esfuerzos de primer orden son las fuerzas de compresión generadas
por empuje de dorsales y las fuerzas derivadas de la colisión continental. Las
primeras son resultantes del contraste lateral de densidad asociado al enfriamiento y
engrosamiento de la litosfera oceánica con la edad. La magnitud estimada es del
orden de 20-30 MPa para una corteza de 100 Km de espesor.
- Fuerzas resultantes de procesos geodinámicos; incluyen la flexión de la litosfera a
gran escala debida a cargas y/o distribuciones heterogéneas de densidad.
- Fuerzas termoelásticas en la litosfera oceánica fría.
- Fuerzas de arrastre en la base de la litosfera, difíciles de evaluar pero según
estimaciones con modelos de elementos finitos parece que no son importantes en la
parte superior de la corteza.
- Fuerzas derivadas de la geometría de las placas.

 Fuerzas de segundo orden

Además de las fuerzas de primer orden coexisten las fuerzas de segundo orden, que se
deben a factores topográficos, anisotropías de la resistencia o de las propiedades elásticas
de la corteza, efectos de la erosión y a excavaciones antrópicas. Los esfuerzos generados
son de carácter local y las fuerzas causantes de los mismos son las siguientes:

- Fuerzas de flexión. Las cargas sobre una litosfera elástica causan esfuerzos
flexurales, que pueden llegar a ser importantes (varios centenares de MPa) y de un
gran alcanze, hasta 1000 Km, llegando a perturbar el campo de esfuerzos regional.
Estos se deben a cargas sedimentarias, particularmente a lo largo de márgenes
continentales, rebote glacial y abombamientos de la litosfera oceánica, sin embargo,
las cargas sedimentarias en los márgenes continentales son la principal fuente de los
esfuerzos en márgenes continentales pasivos. Cálculos de esfuerzos por dichas
cargas indican esfuerzos extensionales con magnitudes del orden de 100 MPa.

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Capítulo 3. Las tensiones naturales

- Fuerzas de flotación. Estas fuerzas pueden superar a las de borde de placa, aunque
de alcance local, y modificar el campo regional originando esfuerzos extensionales.
Estas fuerzas de flotación se generan en regiones elevadas topográficamente y se
producen por engrosamiento o adelgazamiento de la corteza. También pueden
deberse a adelgazamientos de la litosfera y ascensión de la astenosfera caliente.
La magnitud de los esfuerzos en la parte superior de la corteza depende de cómo se
distribuyan estas fuerzas. La naturaleza dúctil de la parte inferior de la litosfera
produce una redistribución de los esfuerzos, lo que da lugar a una amplificación de
las tensiones en la parte superior de dicha litosfera. Bott y Kusznir (1984) y Park
(1988) estiman un factor de amplificación de 2-3 para un flujo calorífico en superficie
de 60 mWm-2.
La magnitud de esfuerzos en la parte superior de la litosfera, inducida por las fuerzas
de flotación depende de la reología y del flujo de calor. Cuando la magnitud de las
fuerzas de flotación supera en 1,5-2 veces las tensiones de primer orden, se puede
producir una reorientación del estado tensional (ej.: Rift este africano, Meseta del
Colorado respecto a la región Basin and Range).

La magnitud del campo de esfuerzos inducido en la litosfera por las fuerzas de borde de
placa según Kusznir y Bott (1977) dependen principalmente del espesor de la litosfera que
soporta la carga. Según Zoback (1992), los esfuerzos debidos a las fuerzas de empuje de
placas deberían ser bajos en litosferas gruesas y frías (regiones cratonizadas). Sin embargo
dicho autor justifica la alta magnitud de las tensiones en zonas cratónicas por las
anisotropías de la litosfera (variación espacial de las propiedades elásticas). Por tanto, si la
magnitud de las tensiones en zonas de escudo y debidas a fuerzas de empuje de placas es
baja, los esfuerzos locales podrían ser los dominantes.
Esta discusión entre Zoback y Kusznir parte del trabajo de Kusznir y Bott (1977) donde
se dice que las tensiones son mayores, a igualdad de gradiente térmico, en zonas de mayor
espesor de corteza.

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Capítulo 3. Las tensiones naturales

3.3. MODELOS TECTÓNICOS

3.3.1. Relación de modelos

En función del régimen tectónico dominante, se describen a continuación diferentes


modelos tectónicos que pueden desarrollarse tanto en regiones de intraplaca como en
bordes de placa. Para cada uno de los modelos se pueden definir diferentes distribuciones
en superficie y en profundidad de los esfuerzos tectónicos.

Los esfuerzos extensionales en la litosfera se deben a las fuerzas de subducción y a los


cambios de densidad producidos por las dorsales oceánicas, márgenes continentales y
levantamientos de plataformas. El régimen tectónico extensional está asociado a los límites
de placa divergentes pero también pueden encontrarse dentro de placas, en zonas de rift y
cuencas extensionales, además de estar asociado a las zonas superiores de las placas de
zonas de subducción y a provincias extensionales de tipo “back-arc”. Los regímenes
extensionales son mucho más comunes que los compresionales, al ser la corteza
considerablemente más débil en extensión que en compresión.
Los modelos tectónicos extensionales son:
1. Dorsal oceánica:

Una sección típica de una dorsal oceánica tiene una extensión de 1000-2000 Km y una
altura de 2-3 Km. El exceso de masa topográfica en la dorsal es compensada por un
volumen de manto menos denso bajo la dorsal. Un ejemplo de este régimen es Islandia.

2. Rift continental

Estructuralmente un rift es un bloque elongado con fallas normales o graben. Los rift
presentan una corteza y un perfil de manto superior anómalo, que se interpreta como el
resultado del adelgazamiento y extensión litosférico o como un diapirismo astenosférico.
Estas dos formas de rifts son distinguibles en sus estadios iniciales. Los rifts generados por
pluma o diapirismo comienzan con un abombamiento y presentan abundante vulcanismo en
sus estadios iniciales. Los rifts con adelgazamiento y extensión litosférica comienzan con un
graben y cuencas de sedimentación, desarrollando el vulcanismo en etapas más tardías
(Fig. 3.3). Dos ejemplos de sistemas de rift activos intra-continental son el Rift del Rhine y el
Afro-Arábigo.

3. Zonas extensionales en bordes convergentes

Se presentan tanto en la parte superior de la corteza continental como en la oceánica


dentro de zonas de subducción. El ángulo de subducción es importante para determinar el
estado de esfuerzos en la parte superior de la placa. Así, las de bajo buzamiento se asocian
a compresiones y las de alto buzamiento a extensiones. Un ejemplo de régimen tectónico
extensional continental relacionado a un borde de placa convergente es la provincia Basin

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Capítulo 3. Las tensiones naturales

and Range del oeste de U.S.A. Esta provincia es un “back-arc” continental, en la que la
extensión se inica con dirección WSW-ENE y va rotado a su posición actual, WNW-ESE
(Fig. 3.4).

Fig. 3.3. Modelos que ilustran los dos tipos de mecanismos de generación de
rifts. (a) Adelgazamiento litosférico por la convección del manto, con resultado
de abombamiento de la corteza y abertura del rift. (b) Inyección pasiva de
material astenosférico en la base de la corteza, siguiendo la fracturación
extensional de la litosfera continental (Turcotte y Emerman en Park, 1988).

Fig. 3.4. Región Basin and Range, región extensional en un


modelo tectónico convergente (Tarbuck y Lutgens, 1999).

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Capítulo 3. Las tensiones naturales

4. Cuencas extensivas “back-arc”


Se sitúan por detrás del sistema de islas arco. Las cuencas se forman en la parte
superior de la placa de zonas de subducción, en la cara cóncava de los arcos y entre las
islas arco y el margen continental. Los modelos propuestos para explicar estas cuencas
marginales se muestran en la Fig. 3.5. Un ejemplo de estas cuencas marginales es la
cuenca de Shikoku (Japón).

Fig. 3.5. Modelos para explicar las cuencas marginales o back-arc. (A)
Modelo de Karig: extensión back-arc. (B) Modelo ‘trench roll-back’, en el cual
hay un desplazamiento de la fosa y una variación del ángulo de subducción
(Park, 1988).

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Capítulo 3. Las tensiones naturales

Los modelos de régimen tectónico convergente implican esfuerzos compresivos y se


generan en regiones de subducción y en áreas de colisión, y son los siguientes.

1. Subducción
El modelo de esfuerzos sobre regiones de subducción se caracteriza por desarrollar
algunas estructuras típicas y llevar sismicidad asociada (Fig.3.6).

Fig. 3.6. Corte esquemático de una región de subducción con las


diferentes estructuras tectónicas asociadas (Windley en Park,
1988).

Varios factores afectan a la geometría de las zonas de subducción, según Cross y Pilger
(1982) (Fig. 3.7):

- Tasa de convergencia relativa de la placa.


- Velocidad del movimiento absoluto de la placa superior hacia la fosa.
- Edad de la litosfera oceánica de la placa que subduce.
- Presencia o ausencia de “obstáculos” de intraplaca, como pueden ser cordilleras
marinas o mesetas oceánicas.

Las grandes tasas de convergencia están asociadas a bajos ángulos de subducción, a


isotermas deprimidas y a grandes regiones entre la fosa y el arco volcánico (150-600 Km).
Una importante consecuencia del bajo ángulo de subducción es el aumento de la longitud de
la zona de Wadati-Benioff. En cambio, tasas bajas de convergencia se asocian a
inclinaciones importantes de la placa y a pequeñas regiones entre la fosa y el arco.

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Capítulo 3. Las tensiones naturales

Fig. 3.7. Diagramas esquemáticos de los factores que


controlan la geometría de las zonas de subducción. Todos
ellos influyen en la inclinación de la placa y en el tamaño de la
región entre la fosa y el arco (Cross y Pilger en Park, 1988).

El movimiento absoluto de la placa superior es otro factor importante. Un movimiento


rápido puede anular la fosa y reducir la influencia gravitacional en el hundimiento de la
placa. El movimiento absoluto rápido hacia la fosa también produce un bajo ángulo de
subducción y una región grande entre arco y fosa. La posición del arco es propenso a
cambio, desarrollando un nuevo arco dentro del antiguo a 600-1000 Km (ej.: subducción en
Méjico). Un movimiento absoluto lento tiene el efecto opuesto y causa una migración de la
fosa hacia el mar (ej.: subducción de América central, donde Cocos desciende bajo la placa
caribeña).

La correlación entre la edad y la inclinación de la región que subduce se debe a que la


litosfera va sufriendo un enfriamiento gradual desde la dorsal hacia la zona de subducción,
de forma que la litosfera más antigua y próxima a la fosa es más densa y gruesa, por lo que
aumenta el ángulo de subducción y aumenta la extensión de la región entre la fosa y el arco.

Por último, la presencia de dorsales asísmicas, cadenas montañosas submarinas o


mesetas oceánicas en la placa de subducción implican regiones de densidad reducida, lo
cual aumenta la flotabilidad relativa de la placa que subduce y consecuentemente disminuye
el ángulo de subducción. Es común encontrarse ángulos muy bajos de subducción y los

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Capítulo 3. Las tensiones naturales

arcos volcánicos pueden estar completamente extinguidos. La dorsal de Nazca es un


ejemplo destacado porque es oblicua a la dirección de subducción y se produce un “hueco”
del vulcanismo en el norte y centro de Perú, que coincide con un ángulo muy bajo de
subducción (< 10º) (Barazangi e Isacks, 1976).

Según Cross y Pilger (1982), hay dos efectos adicionales que influyen en la geometría
de las zonas de subducción. El primer efecto se debe a que la acreción de sedimentos en
las fosas tiende a “allanar” la inclinación de la losa que subduce a profundidades
superficiales, ya que el peso del prisma acrecionario deprime la zona de placa anterior a la
subducción (Karig et al., 1976). El segundo efecto se debe a que una subducción larga y
continuada puede engrosar la placa superior debido al efecto acumulativo de la acreción y
depresión de las isotermas (James, 1972).

Los factores descritos anteriormente influyen en el estado tensional, ya que una


subducción moderada o excesivamente inclinada está asociada a esfuerzos extensionales
en la parte más superficial de la placa, y subducciones superficiales están asociadas a
compresiones. Estas relaciones son consecuencia del grado de contribución del
levantamiento isostático, inducido térmicamente en la parte superior de las placas por la
fuerza de subducción-succión (produciendo tracciones) y por el esfuerzo de corte producido
a lo largo del contacto con la placa (produciendo compresión). Subducciones de bajo ángulo
aumentan el área de contacto mecánico entre las dos placas y conlleva esfuerzos de corte
con una gran componente de compresión horizontal que se transmite a las partes superiores
de la placa. Una subducción inclinada minimiza este efecto y maximiza la influencia de las
fuerzas extensionales. En la Fig. 3.8 se muestran diferentes perfiles de zonas de
subducción.

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Capítulo 3. Las tensiones naturales

Fig. 3.8. Perfiles de descenso de la litosfera en diferentes zonas de subducción, basada


en la distribución de terremotos. NH: New Hebrides, CA: América central, ALT: Aleutian,
ALK: Alaska, M: Mariana, IB: Izu-Bonin, KER: Kermadec, NZ: Nueva Zelanda, T: Tonga,
KK: Kurile-Kamchatka, NC: Norte de Chile y P: Perú. Las localizaciones de las líneas
volcánicas se representan con triángulos negros. Las localizaciones de las fosas se
representan con líneas verticales y con líneas horizontales si la separación entre la fosa
y la alineación volcánica es variable (Isacks y Barazangi en Turcotte y Schubert, 2002).

2. Colisión

Es otro de los procesos generados en regímenes compresivos. La colisión de dos zonas


de la corteza continental es consecuencia de la subducción continuada de la litosfera
oceánica (ej.: orogenia de Asia central) (Fig. 3.9). Dewey y Bird (1970), reconocen dos tipos
de colisión, continente-arco isla y continente-continente.

La subducción precede a la colisión, por tanto la orogenia creada por la subducción


estará incorporada al cinturón orogénico formado por la colisión. Se puede llegar a entender
la colisión como un solapamiento de la litosfera de las placas que están convergiendo,
resultando un engrosamiento progresivo de la litosfera. Además las geotermas descienden y
los flujos de calor superficiales disminuyen, sin embargo, en un largo periodo de tiempo, la
geoterma se restaura hacia un gradiente normal, la corteza engrosará y la parte inferior
evolucionará a un grado de metamorfismo y posible fusión. Estos procesos están
acompañados por levantamientos progresivos de la corteza para poder restaurar el equilibrio
isostático.

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Capítulo 3. Las tensiones naturales

Fig. 3.9. Secuencia de los diferentes estadios de la


transformación de una zona de subducción a una
zona de colisión continental por el acercamiento de
dos continentes y cierre del océano (Dewey y Bird
en Park, 1988).

Los modelos tectónicos de régimen direccional son modelos simples de borde de


placa constituidos por dos placas que deslizan en la horizontal y conservan todo el área de
la placa, sin producirse convergencia ni divergencia. Algunas de las grandes zonas de
fractura oceánica tienen hasta 50 Km de ancho. Reading (1980), señala que un régimen
tectónico de este tipo crea un relieve orogénico especial, caracterizado por una intensa
actividad sísmica, deformación importante, movimientos verticales diferenciales acusados,
sedimentación rápida y variada y una débil actividad mágmática y metamórfica.

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Capítulo 3. Las tensiones naturales

3.3.2. Modelos tectónicos regionales y orientación de tensiones

Park (1988) define dos tipos principales de modelos tectónicos de tipo regional, regiones
de borde de placa y regiones intraplaca.

1. Regiones de borde de placa:

En regiones de borde de placa los modelos de esfuerzos según Park (1988), son los
siguientes:

 Bordes de placa destructivos o compresivos: En zonas de subducción se


producen esfuerzos paralelos a la inclinación de la placa que subduce,
generando esfuerzos extensionales en las zonas menos profundas de la placa
que subduce y esfuerzos compresivos en las regiones más profundas. Este
proceso se debe a la resistencia relativa de la placa subducida frente a la fuerza
“slab pull”. La orientación de H en zonas de subducción es paralela a la dirección
de convergencia.

 Bordes de placa constructivos o divergentes: Estos bordes están formados por


las dorsales oceánicas y zonas de rift continental. En ellos predominan los
regímenes extensivos, con esfuerzos paralelos a la dirección de movimiento de la
placa. Estos esfuerzos extensivos son rápidamente reemplazados en el otro
extremo de la placa por esfuerzos compresivos de intraplaca.

 Bordes conservativos: En ellos predominan las fallas transformantes, con campos


de esfuerzos oblicuos a las fallas.

2. Regiones de intraplaca:

En regiones intraplaca se considera que los esfuerzos tectónicos se deben a las fuerzas
de empuje de la dorsal y fuerzas de colisión (slab-pull), sin considerar las fuerzas de
subducción-succión y las fuerzas resistentes al movimiento. Estos esfuerzos son muy
homogéneos a escala regional (1.000-5.000 Km).

Los esfuerzos en zonas de intraplaca han sido explicados por simple interacción de las
fuerzas de atracción de la placa que subduce y las fuerzas de empuje de la dorsal oceánica
o bien, por variaciones laterales de densidad en la litosfera.

Según la teoría de la tectónica de placas, las regiones intraplaca son esencialmente


estables en su interior y los empujes tectónicos se concentran en sus bordes. Sin embargo,
existe actividad tectónica en el interior de las placas debida a movimientos verticales,
cuestión comprobada por medidas geodésicas y por la distribución de terremotos dentro de
la placa. Dichos movimientos verticales crean sistemas de cuencas y elevaciones

45
Capítulo 3. Las tensiones naturales

intermedias que conforman la estructura característica de las regiones de intraplaca


continental.

Los movimientos verticales se producen por la distorsión horizontal del interior de la


placa, bien sea por extensión o acortamiento de la misma o por compensación isostática,
debida a cambios en la estructura de la densidad de la litosfera o astenósfera. Por ejemplo,
descargas debidas a la erosión o al deshielo o bien por puntos calientes de intraplaca.
Dichos desplazamientos han dado valores entre 0-5 mm/año, con una media de 0,2
mm/año. Además se establece que los movimientos cratónicos son episódicos u oscilatorios
en periodos de alrededor de 104 años o más.

Dentro de las regiones intraplacas se han descrito varias regiones de gran extensión que
responden a modelos de esfuerzos intraplaca: Norteamérica, Europa occidental,
Sudamérica e Indo-Australia. En las tres primeras de estas regiones, el esfuerzo horizontal
máximo compresivo es muy uniforme. En Norteamérica la dirección predominante es NNE,
en el Oeste de Europa la dirección es NNW y en Sudamérica la dirección del esfuerzo es E-
W, excepto en la cuenca amazónica y en los Andes. Las fuerzas de empuje de dorsales son
buenos indicadores de las direcciones de los máximos esfuerzos horizontales en estas tres
regiones (Fig 3.10). En la placa Indo-Australiana los esfuerzos tienen una orientación
variable, la compresión en India es próxima a N-S, rotando a NW en el océano Indico y
llegando a ser próxima a E-W en el oeste de Australia (Fig. 3.10).

46
Capítulo 3. Las tensiones naturales

Fig. 3.10. Mapa de orientaciones de H en Norteamérica, placa Indo-Australiana, Europa y


Sudamérica (Heidbach et al., 2008).

47
Capítulo 3. Las tensiones naturales

Dentro de una región intraplaca se desarrollan cuencas y plataformas. Las cuencas


intraplaca se caracterizan por tener unas dimensiones aproximadas de 500-1000 Km de un
extremo a otro y representan depresiones del basamento, en algunos casos de más de 5
Km. Ejemplos de estas cuencas intraplaca son las cuencas de París, Michigan y la cuenca
de Taoudeni (África occidental).

Bally (1980 y 1982), clasifica las cuencas intraplaca en dos categorías:

a. Cuencas oceánicas relacionadas a la formación de corteza oceánica.


- Rifts
- Cuencas oceánicas asociadas a falla
- Llanura abisal oceánica
- Margen pasivo tipo Atlántico que se extiende a corteza continental y corteza
oceánica.
I. Sistemas de rift tempranos
II. Sistemas transformantes tempranos
III. Cuencas “back-arc” tempranas

b. Cuencas cratónicas localizadas en litosfera continental pre-mesozoica.


- Localizada sobre un graben abortado
- Localizada sobre cuencas antiguas tipo “back-arc”

Las cuencas de tipo rift se han descrito anteriormente y responden a esfuerzos


extensivos. Las cuencas oceánicas asociadas a falla suelen responder a esfuerzos de
desgarre, en cambio, las de llanura abisal que constituyen la mayoría de las regiones
oceánicas, no se conservan en la memoria geológica pre-Mesozoica. Las cuencas de
margen pasivo suelen acumular grandes volúmenes de sedimentos terrígenos que llegan a
unirse con la corteza continental.

Las cuencas cratónicas están relacionadas a esfuerzos extensivos, con adelgazamiento


de la corteza y de la superficie. La mayoría de las cuencas son el resultado de fuerzas de
compensación isostática, resultado de diferencias de densidad en la litosfera.

Se puede resumir que los levantamientos en regiones de intraplaca responde a dos


mecanismos: fuerzas de compensación isostática y fuerzas debidas a la flexión de la
litosfera.

48
Capítulo 3. Las tensiones naturales

Por otro lado, Zoback et al. (1989) propone dos tipos de modelos de esfuerzos en
función del régimen tectónico predominante:

1. Regiones intraplaca
2. Áreas continentales con elevaciones anómalas

Las regiones intraplaca se caracterizan por presentar esfuerzos compresivos dando


fallas inversas o combinadas de inversas y direccionales. Son regiones de gran uniformidad
en la orientación de los esfuerzos y muy extensas en superficie.

En las áreas continentales con elevaciones anómalas, predominan las fallas normales o
combinadas con direccionales y se dan en gran variedad de escenarios tectónicos, como
son:
a. Amplias zonas de cizalla (Oeste de Norte América).
b. Regiones de intraplaca (rift de Baikal y rift africano).
c. Zona de colisión continental (Himalaya).
d. Región sobre una zona de subducción (Andes).
e. Región “back-arc” (cuenca de las Marianas y cuencas del oeste del Pacífico).

En los escenarios “c” y “d”, las tracciones son perpendiculares a la dirección de


compresión y en el escenario “e” los esfuerzos extensionales son perpendiculares al borde
del arco, siendo frecuente que la extensión sea subparalela a la dirección de convergencia.

En algunos casos, los cambios bruscos en la dirección de extensión pueden relacionarse


con cambios laterales en el espesor de la litosfera y en el régimen térmico.
La orientación del campo de esfuerzos compresivo en regiones de intraplaca puede ser
explicada en función de los siguientes factores: fuerzas de borde de placa compresivas, del
empuje de la dorsal, de la colisión continental, y de la geometría de los bordes de placa
sobre los que actúan. Los efectos de las fuerzas son sentidos a miles de kilómetros desde el
borde actual de la placa, lo que probablemente se deba, en parte, a las variaciones laterales
en la estructura y en la densidad litosférica asociada a dichos bordes. En resumen y según
los anteriores autores, la orientación actual del campo de esfuerzos en regiones intraplaca
depende del equilibrio de las fuerzas actuantes en la placa y de la geometría de la misma.
Por otro lado, los esfuerzos extensionales horizontales inducidos por las fuerzas de
levantamiento o flotación en regiones de alta elevación topográfica dominan a los esfuerzos
de compresión intraplaca generados por fuerzas de borde de placa.
En el proyecto del WSM se ha presentado un mapa global con las direcciones
principales de los esfuerzos (Fig. 3.11), lo que ha permitido desarrollar varios modelos de
esfuerzos intraplaca y estimar la importancia de las fuerzas tectónicas que intervienen en
cada modelo.

49
Capítulo 3. Las tensiones naturales

Fig. 3.11. Mapa de esfuerzos global, se muestran las principales direcciones de los esfuerzos
basándose en la base de datos global. Las líneas delgadas y continuas indican las trayectorias de
velocidad absoluta de las placas. Las regiones compresivas están indicadas por las flechas
convergentes y las regiones extensivas por las flechas divergentes, en cambio las regiones de
fallas en dirección se muestran con dos pares de flechas (Zoback, 1992).

50
Capítulo 3. Las tensiones naturales

3.3.3. Distribución de la magnitud de las tensiones con la profundidad a escala


litosférica

En la litosfera la relación esfuerzo-profundidad está básicamente controlada por el


comportamiento reológico, que depende del gradiente geotérmico, de la composición y del
espesor de la corteza. La variación de los esfuerzos horizontales in-situ está condicionada a
la resistencia de la roca, por tanto los esfuerzos en la corteza pueden ir aumentando hasta
que se alcanza la rotura (Amadei y Stephansson, 1997). Brudy et al. (1995) basándose en
medidas de esfuerzos a 9 Km de profundidad, puso de manifiesto que las magnitudes de los
esfuerzos están limitadas al equilibrio friccional de fallas preexistentes.

En la parte superior de la litosfera predomina el comportamiento frágil, aumentando la


resistencia con la presión de confinamiento y la profundidad, mientras que en las zonas más
profundas y calientes de la litosfera el mecanismo de deformación es básicamente plástico,
siendo decreciente el gradiente de esfuerzos con la profundidad.

La zona de fracturación frágil en la litosfera superior está separada de la zona de


deformación plástica de la litosfera inferior, por un núcleo de deformación puramente
elástico (Fig. 3.12). El esfuerzo es máximo dentro de este núcleo. Además, si la fuerza
tectónica aplicada o el gradiente geotérmico aumentan, se permite que la fracturación frágil
penetre a mayor profundidad. Finalmente, las zonas de fracturación frágil y de deformación
plástica intersectan en la zona de rotura total (punto WLF), produciendo un aumento de la
rotura en toda la litosfera.

Fig. 3.12. Representación esquemática de la variación de los


esfuerzos con la profundidad para un modelo de fuerza constante,
mostrando un núcleo elástico antes de producirse la rotura total
(WLF), y su desaparición tras la rotura (Kusznir, 1991).

En la Fig. 3.13, se muestra esquemáticamente la relación esfuerzo-profundidad en la


litosfera. La deformación plástica experimenta gran variabilidad y determina la relación
esfuerzo-profundidad de la litosfera. La tasa de deformación aumenta en todos los minerales
con el aumento de la temperatura. La deformación plástica del manto está controlada por el
olivino, mientras que la deformación plástica en la corteza está asociada al cuarzo (corteza

51
Capítulo 3. Las tensiones naturales

superior) o a la plagioclasa (corteza inferior). La magnitud de los esfuerzos en el manto


litosférico puede estimarse a partir del análisis del tamaño de grano del olivino y la densidad
de dislocación de mantos peridotíticos que se encuentran en superficie. En la Fig. 3.14 se
representa el tamaño de grano del olivino en relación a la profundidad. Se identifica la
existencia de una discontinuidad en el tamaño del olivino a una profundidad crítica. En la
Fig. 3.15 se muestra como el estudio del tamaño del grano de un “piezómetro” como el
olivino se puede utilizar en términos de esfuerzos.

Hay una diferencia significativa entre el perfil esfuerzo-profundidad para un escudo


continental relativamente frío (Sur África) y una litosfera caliente (Basin and Range, suroeste
de U.S.A). En la Fig. 3.15 se observa que en el escudo, los esfuerzos horizontales
predominan sobre los verticales, hasta una profundidad de 120 Km y en la región de Basin
and Range los esfuerzos horizontales predominan sobre los verticales hasta una
profundidad de 55 Km. En la región de Basin and Range los esfuerzos son de mayor
magnitud.

Los esfuerzos estimados en el manto infracratónico situado bajo Suráfrica varían de 15


MPa a 80 Km de profundidad, a 5 MPa a 140 Km, disminuyendo progresivamente con la
profundidad con 4 MPa a 240 Km, la base de la litosfera se sitúa a unos 140 Km. Los bajos
esfuerzos en la astenosfera confirman la escasa importancia de las fuerzas de arrastre del
manto en la dinámica de placas. En la región Basin and Range, típicamente extensiva y con
adelgazamiento litosférico, los esfuerzos estimados son extremadamente altos para las
zonas más superficiales (> 70 MPa), llegando a producirse una gran deformación cerca de
los 56 Km de profundidad.

Fig. 3.13. Representación esquemática


de las distintas zonas en la litosfera y
distribución de los esfuerzos con la
profundidad (Kusznir, 1991).

52
Capítulo 3. Las tensiones naturales

Fig. 3.14. A; variación del tamaño de grano del olivino en función de la


profundidad para los xenolitos de las kimberlitas de Suráfrica. B; variación del
tamaño de grano del olivino en función de la profundidad, para los xenolitos de
Basin and Range. En ambas representaciones, el tamaño de grano y su posible
intervalo de variación se muestran con símbolos y barras (Mercier, 1980).

Fig. 3.15. Magnitud y variación de los esfuerzos A; distribución de esfuerzos en


una zona intracratónica, los esfuerzos horizontales predominan hasta una
profundidad de 120 Km. B; distribución de esfuerzos en una zona continental
extensiva, los esfuerzos horizontales predominan hasta una profundidad de 55
Km. La distribución está basada en la utilización del tamaño de grano del
“piezómetro” olivino (Mercier, 1980).

53
Capítulo 3. Las tensiones naturales

El gradiente geotérmico constituye un factor dominante en la distribución de los


esfuerzos con la profundidad en la litosfera, debido a la dependencia del grado de
deformación plástica con la temperatura (Fig. 3.16). En esta figura se observa que la
fracturación frágil aparece principalmente en la zona más superior de la litosfera y en medios
con altos flujos de calor. Cuando dichos flujos son elevados, se produce una amplificación
de esfuerzos en la parte superior de la litosfera (Kusznir, 1991). Sin embargo, ante medios
de igual temperatura, el espesor de la corteza influye destacadamente en la distribución de
los esfuerzos en profundidad, debido a que el cuarzo y el feldespato son mucho más débiles
que el olivino del manto. Así, para una corteza de escaso espesor los esfuerzos se
transfieren a mayor profundidad, a zonas inferiores de la litosfera, dando como resultado
que en las zonas superficiales o superiores de la corteza los esfuerzos sean menores. En
cambio, para una corteza de gran espesor, el comportamiento dúctil de las zonas inferiores
de la litosfera aumenta, dando lugar a una relajación de esfuerzos de dichas zonas inferiores
y una mayor amplificación y concentración de esfuerzos en las zonas superiores de la
corteza (Kusznir, 1991).

Fig. 3.16. a) Variación de los esfuerzos con la profundidad para una litosfera continental de 35 Km de
espesor y después de 1 m.a. desde la aplicación de una fuerza tectónica tensional de 1012 N/m2, con
gradiente geotérmico frío, medio y caliente. b) Variación de los esfuerzos con la profundidad para (i)
una corteza delgada (20 Km), (ii) corteza media (35 Km) y (iii) corteza gruesa (60 Km) después de 1
M.a. y un gradiente geotérmico medio (Kusznir, 1991).

La resistencia de la litosfera está controlada por la reología del cuarzo y feldespato para
una litosfera térmicamente joven, y por la reología del olivino para una litosfera antigua. Por
tanto la resistencia de la litosfera se encuentra influenciada por el espesor de corteza y
disminuye con el aumento de espesor (Kusznir y Park, 1986) (Figs. 3.17 y 3.18).

El grado de amplificación de los esfuerzos definido por Kusznir y Bott depende del
espesor de corteza, de su comportamiento tensodeformacional y de la magnitud de las
fuerza actuantes en la litosfera. En zonas cratonizadas el efecto del empuje de las placas
tectónicas por si mismo no justificaría las altas tensiones medidas en dichas zonas (Kusznir
y Park, 1986). Sin embargo, debido al mayor espesor de corteza y al efecto de amplificación

54
Capítulo 3. Las tensiones naturales

y transferencia tensional asociado, se produce una concentración de tensiones en la parte


más alta de la corteza (Kuznir, 1991). Así en condiciones tectónicas similares y a igualdad
de flujo térmico, en las regiones de alto espesor de corteza se produce el efecto de
amplificación o de transferencia tensional, lo que da lugar a una mayor concentración de
tensiones en las zonas superiores frente a las inferiores (Kusznir, 1991). No obstante,
Zoback (1992) atribuye a los efectos de anisotropía locales los valores elevados de
tensiones de las zonas cratónicas.
Por otro lado en regiones cratonizadas con alto espesor de corteza y bajo flujo térmico el
efecto de amplificación es menor que en regiones con bajo espesor de corteza pero con alto
flujo térmico (Bott y Kusznir, 1984) (Fig. 3.19).

Dentro de la litosfera oceánica los esfuerzos horizontales, debidos a la fuerza de empuje


de la dorsal, muestran que el esfuerzo máximo compresivo se produce en superficie, con
una disminución casi lineal con la profundidad, llegando a cero alrededor de la isoterma de
650º C (Kusznir, 1991).

55
Capítulo 3. Las tensiones naturales

Fig. 3.17. Profundidad de la discontinuidad


Mohorovicic (Km), obtenida de la integración de
datos geofísicos (Cloetingh et al., 2007).

Fig. 3.18. Mapa de resistencia de la intraplaca


europea mostrando las principales estructuras
tectónicas. Se atribuye una composición de
cuarzo para la corteza superior, diorita para la
corteza inferior y olivino para el manto (Cloetingh
et al., 2007).

56
Capítulo 3. Las tensiones naturales

Fig. 3.19. Esfuerzos horizontales en zona de escudo y en la región Basin and Range (USA).
Se muestra como en función del tiempo, un esfuerzo uniforme de 10 MPa va disminuyendo por
un proceso de fluencia, en la parte inferior de la litosfera, con un aumento progresivo de los
esfuerzos hacia la litosfera superior (Bott y Kusznir, 1984).

57
Capítulo 3. Las tensiones naturales

58
CAPÍTULO 4. FACTORES INFLUYENTES EN EL ESTADO DE ESFUERZOS

4.1. Espesor de corteza y gradiente geotérmico

4.2. Composición y comportamiento geomecánico de la roca

4.3. Estructuras tectónicas

4.4. Influencia del tiempo y efecto Kaiser

4.5. Efectos locales influyentes en las tensiones

4.6. Efecto escala sobre los esfuerzos in-situ


Capítulo 4. Factores influyentes

4. FACTORES INFLUYENTES EN EL ESTADO DE ESFUERZOS

En este capítulo se exponen los diferentes conceptos desarrollados anteriormente sobre


los principales factores que contribuyen al estado de esfuerzos. Bajo el punto de vista de la
magnitud de las tensiones destacan el espesor de la corteza, que está relacionado con el
gradiente geotérmico, la edad y composición de la corteza y a sus heterogeneidades. En la
orientación de los esfuerzos destacan la geometría de las placas y la distribución de los
diferentes bordes de placa. A continuación se describen las características más importantes
de dichos factores y su influencia en el estado tensional.

4.1. ESPESOR DE CORTEZA Y GRADIENTE GEOTÉRMICO

El espesor de corteza junto con el gradiente geotérmico y la edad de las rocas, permiten
establecer o diferenciar distintos medios geodinámicos. A igualdad de espesor de corteza, el
factor dominante es el gradiente geotérmico, por lo que en regiones de gran espesor de
corteza, como cratones y cadenas montañosas de gran espesor, los esfuerzos serían más
elevados en las regiones montañosas dado que el gradiente geotérmico es superior. Los
gradientes geotérmicos suelen estar asociados a la edad de la corteza, siendo mucho más
fríos los cratones (con edades de hasta 3600 m.a.), que en zonas de corteza más joven,
como las situadas en las proximidades a bordes de placa.
Cuando los gradientes geotérmicos son semejantes, el espesor de corteza es el factor
dominante en el estado de esfuerzos. Según Kusznir y Park (1986), si solo actuaran las
fuerzas de empuje de las placas tectónicas, a mayor espesor de corteza, los esfuerzos
horizontales serían menores que para regiones con bajos espesores de corteza. Sin
embargo, en algunas regiones de escudo no se dan estas condiciones, encontrándose
tensiones horizontales elevadas, debido a amplificaciones locales (Zoback, 1992).

4.2. COMPOSICIÓN Y COMPORTAMIENTO GEOMECÁNICO DE LA


ROCA

La composición de la roca es otro factor importante a considerar en el estudio de los


estados de esfuerzos. También la existencia de planos de debilidad, anisotropías,
estratificación, influyen en la magnitud de los esfuerzos. Un plano de debilidad reduce la
resistencia al corte, reduciendo a su vez el posible rango de valores de la relación de
esfuerzos K.

La alta resistencia de las rocas suele estar relacionada a una elevada elasticidad. Las
propiedades elásticas junto con la resistencia, son las que permiten establecer un
comportamiento frágil o dúctil de las rocas. Los macizos rocosos formados por materiales

61
Capítulo 4. Factores influyentes

resistentes y elásticos soportan mayores esfuerzos, antes de llegar a su rotura, que rocas de
comportamiento dúctil, cuya deformación se libera de forma elastoplástica e incluso fluencia.

Martin (2008) determinó que las fracturas se inician cuando la magnitud de los esfuerzos
son del orden del 40 al 50% del valor de la resistencia a compresión simple de rocas de alta
resistencia (Fig. 4.1). La extensión de una fractura producida por la aplicación de esfuerzos
es mayor según sea mayor la relación entre σmáximo y σc de la roca intacta (Hoek y Marinos,
2009).

En general las anisotropías litológicas y microestructurales pueden crear


concentraciones de esfuerzos. Se ha observado que el contraste entre rocas de
comportamiento elástico muy diferente influye en las magnitudes de las tensiones
horizontales y su variación con la profundidad (Evans et al., 1989 y Cornet y Burlet, 1992).

Gunzburger y Cornet (2007) determinaron que los macizos con altos coeficientes de
Poisson, como consecuencia de las anisotropías geológicas del macizo, producían un
aumento del valor de K.

Fig. 4.1. Relación entre el esfuerzo de inicio de fracturación frágil y


la resistencia a compresión simple de la roca intacta (Martin, 2008
en Hoek y Marinos, 2009).

4.3. ESTRUCTURAS TECTÓNICAS

En numerosos estudios se ha comprobado que además de las heterogeneidades


litológicas, la estructura geológica también influye en la magnitud de las tensiones. En la
Fig. 4.2 se muestra un ejemplo de la variación tensional con la anisotropía geológica

62
Capítulo 4. Factores influyentes

(Goodman, 1980). En este ejemplo se consideran dos formaciones rocosas, una rígida y
competente (areniscas) y otra más blanda que la rodea (esquistos) y se analizan dos perfiles
de un túnel a diferente profundidad.
A lo largo del perfil AA’ (Fig. 4.2) los anticlinales situados a ambos lados desvían los
esfuerzos hacia el centro del sinclinal, de manera que los esfuerzos verticales casi
desaparecen bajo las estructuras de anticlinales y aumenta el valor medio en los sinclinales.
En el perfil BB’ el esfuerzo vertical a través del sinclinal es aún mayor que en el caso AA’,
debido a la mayor competencia y peso adicional de la capa de arenisca.
En la Figura 4.3 se observa la variación de la magnitud del esfuerzo vertical a lo largo de
los perfiles AA’ y BB’. En esta gráfica se muestra que en rocas plegadas el campo de
esfuerzos a una profundidad determinada no es uniforme.

Fig. 4.2. Influencia del plegamiento y la litología en las tensiones a lo largo de un


túnel (Goodman, 1980).

Fig. 4.3. Variación de la magnitud de los esfuerzos verticales a lo largo del perfil de
un túnel a dos profundidades diferentes. Los perfiles AA’ y BB’ atraviesan una
formación sedimentaria plegada constituida por una unidad resistente intercalada
sobre dos unidades más débiles (Goodman, 1980).

63
Capítulo 4. Factores influyentes

Otras estructuras tectónicas que influyen en la magnitud y orientación de los esfuerzos


son las fallas.

En las proximidades de la falla de San Andrés se han realizado 8 sondeos con ensayos
de hidrofracturación, alcanzándose profundidades de hasta 849 m y situados a diferentes
distancias de la falla. Los sondeos permitieron obtener dos perfiles tensionales, uno a cada
lado de la falla. La distancia respecto a la falla está entre 2 y 34 Km. De dichos perfiles se
han conseguido varias conclusiones relacionadas con el efecto tensional en la proximidad
de una falla (Fig. 4.4) (Zoback et al., 1980):

1. Los esfuerzos horizontales (σH y σh) a profundidades superficiales (< 300 m)


superan al esfuerzo vertical.
2. La magnitud de ambos esfuerzos horizontales principales aumenta con la
profundidad.
3. La magnitud y la tasa de las tensiones aumentan con la profundidad siendo
mayores según aumenta la distancia a la falla.
4. En todas las profundidades medidas se comprueba que la diferencia entre los
esfuerzos horizontales principales aumenta con la distancia a la falla.
5. El esfuerzo cortante aumenta con la profundidad siendo su aumento mayor para
las zonas más alejadas de la falla.
Estas conclusiones no pueden ser extrapoladas a grandes profundidades.

Fig. 4.4. Distribución de los esfuerzos horizontales compresivos máximo y mínimo


principales (H y h) en sondeos al oeste de la falla de San Andrés. La barra pequeña
representa h y la grande H. La distribución se muestra a 2, 4, 22 y 34 Km de distancia de
la falla de San Andrés. La recta representa el esfuerzo vertical (Zoback et al., 1980).

64
Capítulo 4. Factores influyentes

4.4. INFLUENCIA DEL TIEMPO Y EFECTO KAISER

Por otro lado, también hay que tener en cuenta la evolución del comportamiento de las
rocas ante grandes tensiones, o ante tensiones de magnitud moderada pero aplicadas
durante largo tiempo y de forma constante. Los esfuerzos máximos alcanzados por la roca
dependen de la duración del intervalo de tiempo entre la precarga y la recarga de la roca y
de la duración de la aplicación de la carga (Lavrov, 2003). Estos procesos se analizan en el
denominado efecto Kaiser, a partir del cual se pueden medir tensiones aunque las fuerzas
generadoras hayan cesado.

El efecto Kaiser es el fenómeno que se observa durante el ensayo de emisión acústica


(AE) y se refiere a la ausencia de la misma. La emisión acústica no se producirá mientras el
esfuerzo que se aplica sobre la roca sea inferior al máximo esfuerzo al que ha estado
previamente expuesto dicha roca. Este fenómeno indica que las rocas conservan o tienen
“memoria” de los esfuerzos a los que previamente habían sido sometidos (Montoto y Hardy,
1991). El método instrumental AE se expone detalladamente en el Apéndice II.

Las rocas sometidas a esfuerzos constantes a lo largo del tiempo presentan


comportamientos viscoelásticos, relajándose los esfuerzos con el tiempo en las partes
dúctiles de la corteza cuando estas estén sujetas a niveles constantes de deformación.
Savage, Swolfs y Amadei (1992) modelizaron este proceso. Encontraron que el σv es igual a
z y que el σh depende del tiempo y es igual a:
 0
σh = (2ηE0  + z)(1- e-τ ) + z e-τ (4.1)
1  0

donde:  tasa de deformación constante
η: tasa de tiempo de relajación
τ: es igual a t/(2η(1-υ0 )) y es un tiempo adimensional.
De manera que, para largos periodos de tiempo, la componente gravitacional del campo
de esfuerzos llega a ser hidrostática y la componente dependiente de la tasa de esfuerzo
llega a ser constante.
En la superficie de la Tierra, la variación de los esfuerzos horizontales con el tiempo se
obtiene tomando z=0 en la ecuación (4.1) de forma que se obtiene la siguiente expresión:

σh = 2ηE0  (1- e-τ ) (4.2)

En consecuencia para largos periodos de tiempo, los esfuerzos horizontales se



aproximan a un valor constante igual a 2ηE0  , en contraste con el comportamiento elástico,
por el cual los esfuerzos aumentan linealmente con el tiempo.

Por otro lado, Goodman (1980) afirma que el esfuerzo residual puede llegar a ser
constante y se vuelve asintótico con respecto al tiempo (Fig. 4.5).

65
Capítulo 4. Factores influyentes

Fig. 4.5. Comportamiento de un material sometido a un esfuerzo constante


en función del tiempo transcurrido (Goodman, 1980).

4.5. EFECTOS LOCALES INFLUYENTES EN LAS TENSIONES

En mecánica de rocas se plantea un problema de escala dado que el estudio tensional


llevado a cabo por geólogos se refiere a escala continental y regional pero en obras de
ingeniería se trata de escasos centenares de metros, y las variaciones locales del estado
tensional son demasiado pequeñas para ser representadas a escala global (Hoek y Marinos,
2009).

Los macizos rocosos son anisótropos y heterogéneos, siendo habitual que se


encuentren fracturados con una distribución inhomogénea de los esfuerzos.

Juntas, fracturas y fallas inciden disminuyendo los esfuerzos necesarios para alcanzar la
rotura frágil en la roca (Griggs et al., 1960). Este aspecto se observó en las medidas in-situ
de esfuerzos. En un macizo muy fracturado, las tensiones esperables son generalmente
más bajas que en regiones próximas a fallas o con muy pocas discontinuidades. El aumento
o disminución de la magnitud de los esfuerzos se debe en muchos casos a la influencia local
de discontinuidades, diques, fallas, heterogeneidades, cuerpos intrusivos y pliegues, así se
muestra en casos donde las fallas inducen medidas de esfuerzos asimétricas (Judd, 1964),
con variaciones de hasta decenas de MPa en zonas de fallas y zonas de cizalla en
Escandinavia (Stephansson, 1993).

Además de los anteriores factores geodinámicos, geofísicos y tectónicos hay otros


factores que influyen localmente en los esfuerzos: cargas sedimentarias, efectos

66
Capítulo 4. Factores influyentes

topográficos o del relieve, rebote glacial, cargas producidas por montañas submarinas o el
abombamiento de la litosfera oceánica.

Las cargas sedimentarias sobre una litosfera elástica causan una desviación importante
de las tensiones e inducen esfuerzos de tipo flexural que pueden alcanzar varios centenares
de MPa, llegando a perturbar el campo de esfuerzos regional a distancias de hasta 1000
Km. En los márgenes continentales pasivos estas cargas son la principal fuente de
esfuerzos.

Los relieves muy altos y su compensación en profundidad pueden generar esfuerzos


importantes. En general, el engrosamiento cortical o el adelgazamiento de la litosfera,
producen anomalías de densidad negativas y por tanto esfuerzos extensionales, mientras
que el adelgazamiento cortical o engrosamiento litosférico, producen anomalías de densidad
positiva y generan esfuerzos compresivos.
El relieve puede ejercer una considerable influencia en los esfuerzos, en las
proximidades a la superficie. Cuando la superficie del terreno no es horizontal los esfuerzos
cercanos a dicha superficie son más difíciles de determinar y es necesario utilizar métodos
de elementos finitos. Para la estimación de dichos esfuerzos se adopta un modelo
topográfico simétrico de valles y montañas, asumiendo que la masa es isotrópica y elástica,
con unas propiedades determinadas de densidad y constantes elásticas. En el modelo se
reconoce un esfuerzo normal máximo paralelo a la pendiente en la superficie o próxima a la
superficie. Solo a una distancia considerable de la pendiente o a grandes profundidades, el
esfuerzo actúa en la vertical y aumenta con la profundidad (Fig. 4.6), otra de las tensiones
principales es normal al talud y vale cero.

Fig. 4.6. Distribución de esfuerzos debidos a la


carga litostática (Wittke, 1990).

67
Capítulo 4. Factores influyentes

En túneles localizados en zonas cercanas a valles profundos donde a priori la magnitud


de σH es estimada como dos veces σv, la tensión horizontal σH perpendicular al eje del valle
puede variar en realidad desde la mitad hasta dos veces el valor de σv. Los esfuerzos
paralelos al valle podrían variar desde un valor igual a σv, a un valor máximo de tres veces σv
(Hoek y Marinos, 2009).

Un ejemplo del efecto del relieve sobre las tensiones se observa en el Himalaya y Tíbet,
considerando que la superficie se comporta elásticamente y asumiendo que el efecto de la
carga vertical es proporcional a la elevación en cada punto. Burchfiel et al. (1985), suponen
que los esfuerzos extensionales subhorizontales pueden interpretarse como un resultado
directo de la acción de la gravedad, debida a que la diferencia de elevación topográfica entre
el antepaís que forma India y el borde sur de Tíbet va aumentando. Este aumento puede
llegar al punto de que los esfuerzos generados son tan elevados que superan la resistencia
de la corteza superior y se produce el colapso gravitacional.

Otro factor influyente en el estado tensional son los procesos de erosión y denudación,
que pueden ser responsables de altos esfuerzos horizontales a profundidades superficiales
Voight (1966b). En una región en la que se produzca variaciones tensionales debidas a la
erosión se da lugar a un nuevo estado de esfuerzos horizontales, definido por la expresión
(4.3):

    1
H= K· v , siendo K= K0+  K 0  Z · (4.3)
 1     Z

Haxby y Turcotte (1976) afirman que el estado de esfuerzos inducido por erosión está
compuesto por tres componentes, una es debida a la reducción de la carga sedimentaria,
otra está asociada al reajuste por el levantamiento isostático y la última componente es de
tipo térmico, debido al descenso térmico que se produce.

La sobreconsolidación de los sedimentos es otro de los fenómenos propuesto por Voight


(1966a) capaz de crear altos esfuerzos horizontales.

4.6. EFECTO ESCALA SOBRE LOS ESFUERZOS IN-SITU

Otro concepto a tener en cuenta en la estimación e interpretación de las medidas de


esfuerzos in-situ es el denominado efecto escala.
Se llama efecto escala a la dependencia que existe de las propiedades de la roca ante
las dimensiones geométricas de la muestra o área ensayada. En general, grandes
volúmenes de rocas representan valores medios del campo de esfuerzos y tienden a
eliminar el efecto producido por irregularidades locales de la roca. En cambio, medidas en
muestras de pequeño volumen representan valores más específicos de los esfuerzos.

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Capítulo 4. Factores influyentes

En el estudio de los esfuerzos in-situ hay que tener en cuenta tres tipos de efectos
escala:
- Efecto escala en los esfuerzos: Se debe a la propia definición de esfuerzo, ya que es
un concepto limitado a un punto. Además, los esfuerzos están definidos a partir de
una mecánica continua, de forma que el material considerado está distribuido de
forma continua y homogénea a través de su volumen y rellena completamente el
espacio. Debido a la compleja naturaleza de la roca, los esfuerzos in-situ tanto a
microescala como a escala regional son intrínsecamente no uniformes, por tanto, la
propia no uniformidad de los esfuerzos genera efectos a escala local. Este tipo de
efecto escala está relacionado con la geología y las condiciones de borde aplicados
en el estudio.
- Efecto escala sobre las medidas instrumentales de esfuerzos: Las medidas abarcan
diferente volumen de roca y las propiedades de la roca cambian con el volumen. Con
esta afirmación cabría esperar que las medidas tomadas a partir de diferentes
métodos no fueran comparables, pero hay estudios donde se demuestra que no es
así y que los resultados obtenidos son comparables, a pesar de las diferencias de
volumen de roca ensayada. También se han observado mayores variaciones de
tensiones cuando los métodos de medida comprenden pequeños volúmenes, ya que
si se ensayan grandes volúmenes los efectos producidos por las irregularidades se
anulan.
Existe un volumen elementalmente representativo (REV) en el cual la dispersión de
las medidas es mínima. El REV en el estudio de los esfuerzos debe cumplir las
siguientes características: el REV ensayado debe ser más pequeño que el REV de la
variable que se va a medir, el material perteneciente al REV debe ser continuo y
homogéneo y por último, el REV no puede utilizarse para modelar fenómenos que
ocurren a escala menor que el propio REV (Amadei y Stephansson, 1997).
El efecto escala sobre las medidas de esfuerzos tiene importancia sobre esfuerzos
residuales. Hyett, Dyke y Hudson (1986) observaron que los esfuerzos residuales
aumentan cuando el volumen de roca disminuye de macro a microescala, debido a
que al aumentar el volumen, el número de discontinuidades es mayor y dichas
discontinuidades no transmiten los esfuerzos residuales.
- Efecto escala en las propiedades de la roca ensayada: Los esfuerzos in-situ no
pueden ser medidos directamente pero pueden ser deducidos a partir de la
respuesta tenso-deformacional de la roca. Por tanto, para calcular los esfuerzos in-
situ se debe conocer las propiedades tenso-deformacionales de las rocas (módulo de
Young, módulo de Poisson, σt, σc), siendo dichas propiedades dependientes de la
escala.

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