Novena VRB

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NOVENA

“Nuestra Señora del Rosario de


Río Blanco y Paypaya”
La Imagen

Mide 0,65 cm., su talla tiene características


hispanas y está pintada de negro y dorado. En la actua-
lidad esta vestida con túnica rosada y manto celeste.

La advocación completa es: NUESTRA SEÑORA


DEL ROSARIO DE RÍO BLANCO Y PAYPAYA.

Una leyenda afirma que la imagen había


sido obsequiada por el Pbro. Pedro Ortíz de Zárate
(16221683), a los indios Paypayas; de allí su denomi-
nación.

El epíteto de Río Blanco procede de la locali-


dad homónima situada a 9 km. de la ciudad, en cuyo
templo se la venera.

Historia

El primer documento histórico anota la fecha


de 1696, pero es probable que la imagen estuviera en
Jujuy a mediados del s. XVII, no antes.

Recibió la coronación pontificia por Decreto


del Papa Benedicto XV, con fecha del 25 de marzo de
1920 y la ceremonia tuvo lugar el 31 de octubre del
mismo año.

Su Santidad, Juan XXIII, a pedido del primer


Obispo de Jujuy, Monseñor Enrique Mühn, la declaró
patrona de la Diócesis de Jujuy, el 1 de julio de 1960.

¿Leyenda o historia?

Se dice que:

... La Virgen habría aparecido a los indios Pa-


ypayas en un pucara...

... Se habría aparecido en actitud de rechazo a


los indios tobas, perseguidores de los Paypayas.

El juramento de la Bandera de Belgrano, el 25


de mayo de 1812, se habría efectuado ante su ima-
gen.

El General Martín Miguel de Güemes, no atra-


vesaba Jujuy sin postrarse ante la protectora del nor-
te.

Cultos

En el Santuario de la Catedral: El novenario


que precede a la festividad del 7 de octubre y durante
todo el mes de octubre. Todos los sábados del año,
con la celebración de la misa a hs. 8 y el canto de la
Salve.

En el Santuario de Río Blanco: El novenario


previo a su fiesta (7 de octubre) y los cuatro domingos
del mes de octubre con las peregrinaciones de la ciu-
dad, del interior, de los enfermos y de los jóvenes.

(DE LA HISTORIA DE NUESTRA SEÑORA DE JUJUY DE


MONSEÑOR JOSÉ MIGUEL MEDINA, SEGUNDO OBIS-
PO DE JUJUY).

“Honrar a la Virgen de Río Blanco, es honrar a


Jujuy”

(Dr. Horacio Carrillo)


Himnos
“Oh María del Rosario de Río Blanco”

OH MARÍA DEL ROSARIO,

DE RÍO BLANCO, DULCE IMÁN

FLOR INTACTA, SUAVE HECHIZO,

DE NUESTRA TIERRA NATAL.

Entre cerros y quebradas,

por los llanos, hasta el mar

es la Virgen quien reclama

nuestro férvido cantar.

Virgen buena que llegaste

con tú manto maternal

y en Río Blanco te quedaste

como Reina tutelar.


Himno a la Virgen de Río Blanco

ERES DEL HOMBRE ESPERANZA

ERES DEL CIELO ESPLENDOR

SONRÍENOS DULCE MADRE

Y ABRÁZANOS EN TU AMOR. (BIS)

Del Paypaya a la margen un día,

una flor peregrina brotó

y exalando perfumes del cielo,

la montaña y el valle impregnó.

Esa flor eres Tú, Rosa Mística,

que dejando las cimas de Sión

a fijar descendías piadosa

en Jujuy tu sagrada mansión.

De este pueblo la hermosa epopeya

de tu amor es la historia también;


Tu velaste, cual madre, a su cuna;

fuiste siempre su amparo y sostén.

De baluarte y fosas circunde

el hispano a la nueva ciudad;

más ninguno su vida defiende

cual la asiste tu inmensa bondad.


Novena en honor a
Nuestra Señora del Rosario
de Río Blanco y Paypaya

1 - Acto de contrición:

Nos reunimos en el nombre del Padre y de


Hijo y del Espíritu Santo.

Señor Jesús:

En Tu nombre estamos reunidos como familia


de los hijos de Dios.

Lo hacemos en honor de tu madre y nuestra


madre.

Ella nos acompaña desde hace siglos. Es la


Madre de Jujuy.

Al iniciar nuestra celebración, queremos pe-


dirte perdón:
-Por nuestra falta de fe y de confianza en tu palabra.

TODOS: Perdónanos Señor.

-Por nuestra falta de esperanza y alegría.

-Por nuestra falta de amor hacia los hermanos.

-Por no atender a los más necesitados.

-Por ser injustos de palabra y de obra.

-Por nuestras malas intenciones.

-Por nuestro olvido de las obligaciones familiares.

-Por la falta de responsabilidad en nuestras tareas.

-Por olvidarnos de frecuentar la misa y los sacramen-


tos.

-Por nuestros pecados contra la vida y la honestidad.

-Por no haber hecho el bien que podíamos.

-Por todos nuestros pecados.

Que Dios, nuestro Padre, tenga misericordia


de nosotros, nos perdone y nos ayude a vivir el propó-
sito de corregirnos.
2 - Oración preparatoria para todos los
días:

Nuestra Señora del Rosario,

Virgen Madre de nuestro pueblo.

A Ti venimos,

para que nos muestres a Jesús.

En esta novena queremos escuchar

la Palabra del Señor.

Ayúdanos a aprovecharla

para ser mejores discípulos de Tu Hijo.

Estos días junto a ti,

son para nosotros una verdadera bendición.

La novena será una verdadera escuela

de vida cristiana.

Te ofrecemos nuestra vida:

luchas, penas, alegrías, éxitos y trabajos.


Que podamos renovarnos en la fe

que hemos recibido.

Que aprendamos a vivir la alegría de la esperanza.

Que vayamos creciendo en el amor y en el servicio.

Queremos resucitar,

morir al pecado y vivir para Dios.

Tu fiesta será nuestra fiesta,

porque celebraremos la vida nueva

en nuestro corazón.

Queremos ser personas renovadas por el amor.

Concédenos descubrirlo y llevarlo a la práctica,

contemplando los misterios de nuestra fe.

AMEN.
3 - Consideración para cada día:

PRIMER DÍA:
“La Inmaculada Concepción”

Leemos en la Palabra de Dios:

“Bendito sea Dios, Padre Nuestro Señor Jesu-


cristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase
de bienes espirituales en el cielo, y nos ha elegido en
él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos
santos e irreprochables en su presencia por el amor.

Él nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por


medio de Jesucristo, conforme al beneplácito de su vo-
luntad, para alabanza de la gloria de su gracia, que
nos dio en su Hijo muy querido.

En Él hemos sido redimidos por su sangre y


hemos recibido el perdón de los pecados, según la ri-
queza de su gracia, que Dios derramó sobre nosotros,
dándonos toda sabiduría y entendimiento.

Él nos hizo conocer el misterio de su voluntad,


conforme al designio misericordioso que estableció de
antemano en Cristo, para que se cumpliera en la pleni-
tud de los tiempos: reunir todas las cosas, las del cielo
y las de la tierra, bajo un solo jefe que es Cristo.

En Él hemos sido constituidos herederos, y des-


tinados de antemano -según previo designio del que
realiza todas las cocas conforme a su voluntad- a ser
aquellos que han puesto su esperanza en Cristo, para
alabanza de su gloria.

En Él ustedes, los que escucharon la Palabra


de la verdad, la Buena Noticia de la salvación, y cre-
yeron en ella, también han sido marcados con un sello
por el Espíritu Santo prometido.

Ese Espíritu es el anticipo de nuestra herencia


y prepara la redención del Pueblo que Dios, adquirió
para sí, para alabanza de su gloria.” (Ef 1, 3-14)

Reflexión: “MARÍA IMAGEN IDEAL DEL HOMBRE


NUEVO EN CRISTO”

Dios Creó al hombre a su imagen y semejanza.


Su proyecto sobre el hombre es que el comparta su
vida y su amistad en perfecta comunión. Dios quiso
ser siempre amigo y Padre del hombre. Creó al hom-
bre en libertad a fin de que se realice libremente en
el bien.

Pero el hombre se abusó de su libertad, la usó


mal y estropeó el don y el Plan de Dios.

Cristo es el que ha venido a restituir ese plan


original del Padre y nos ha hecho, con su misterio Pas-
cual, hijos de Dios y hermanos entre nosotros.

María ya cumplió en sí misma ese Misterio


Pascual.

Al ser concebida sin pecado y al llamarla no-


sotros “La Inmaculada Concepción”, la contemplamos
como aquella que realiza en sí misma, de una manera
acabada, el Plan de Dios sobre el hombre.

Ella, exenta de pecado desde el momento mis-


mo de su concepción, nos muestra cómo ha de ser el
hombre redimido por Cristo.

Dios nos ha llamado a ser inmaculados y san-


tos por nuestra comunión con Él. Nuestra vida, pues,
ha de imitar a la de María, una vida llena de gracia y
de verdad.

El hombre nuevo en Cristo, vive alejado del


pecado y lleno de Dios.
(Se tiene un momento de silencio, para meditación
personal)

4 - Oración de los fieles

Presentemos al Señor las necesidades de


nuestra comunidad, respondiendo a cada intención:
“Por intercesión de María, te lo pedimos Señor”

 Por la Santa Iglesia de Dios, para que sea en


el mundo un signo permanente del amor y
de la unidad entre los hombres. Oremos…

 Por el Santo Padre, por nuestros obispos


y por todos los sacerdotes, para que sean
fieles administradores de los misterios de
Dios. Oremos…

 Por las necesidades de la diócesis de Jujuy,


para que en ella todos vayamos progresan-
do en la fe, en la esperanza y en el amor.
Oremos…

 Por nuestras familias, para que sean una


verdadera escuela de formación humana y
cristiana para todos. Oremos…

 Por los pobres, los enfermos y los más ne-


cesitados, para que sepamos comprender
sus necesidades y ayudarlos con nuestra
generosidad. Oremos…

 Por todos nosotros, para que el Señor nos


atienda según nuestras necesidades. Ore-
mos…

(Cada familia o cada comunidad puede añadir sus


intenciones)
5 - Recemos ahora la oración de los hijos
de Dios:
Padre nuestro...

6 - Oración final:

Madre del Rosario,

Virgen Madre de Jujuy.

A tu sombra nació nuestra fe,

nuestra esperanza y nuestro amor.

Eres parte de nuestra vida,

de nuestra cultura, de nuestro pueblo.

Hace ya siglos que caminas junto a Jujuy

los senderos de la Evangelización.

Por eso te saludamos,

te agradecemos y estamos junto a Tí.


Ayúdanos a no apartarnos

de las enseñanzas de tu Hijo, Jesús.

Ayúdanos a quitar de este mundo las injusticias,

las desigualdades y el hambre.

Te pedimos que nos animes

a dar buen ejemplo a los niños,

a trabajar por los ancianos,

por los que sufren, por los más pobres.

Que bajo tu protección y tu mirada de Madre

hagamos desaparecer los rencores,

las envidias, las mentiras, los vicios y pecados.

Que nuestras familias transmitan la fe,

el amor hecho servicio a los demás,

y que en todo pongamos la esperanza

que nos dejo la resurrección de tu Hijo, Jesús.

Que cada una de nuestras comunidades

trabaje por las vocaciones sacerdotales


y a la vida consagrada.

Protege cada rincón de Jujuy,

y ya que eres nuestra Madre,

que sigamos tus ejemplos y tus enseñanzas.

Nosotros procuraremos siempre no apartarnos de Tí,

para que nos lleves hasta Jesús,

AMEN.

(Antes de la oración final y en lugar del Padre Nuestro


se puede rezar un misterio del Rosario o el Santo Ro-
sario completo -las cinco decenas)
SEGUNDO DÍA:
“El anuncio del Nacimiento de Jesús”

Leemos en la Palabra de Dios:

“En el sexto mes, el Ángel Gabriel fue enviado


por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a
una virgen que estaba comprometida con un hombre
perteneciente a la familia de David, llamado José. El
nombre de la virgen era María. El Ángel entró en su
casa y la saludo, diciendo: “¡Alégrate!, llena de gracia,
el Señor está contigo”. Al oír estas palabras, ella que-
do desconcertada y se preguntaba que podía significar
este saludo. Pero el Ángel le dijo: “No temas, María,
porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz
un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, el será grande
y se lo llamará Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará
el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de
Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”. María
dijo al Ángel: “¿Como puede ser eso si yo no tengo re-
laciones con ningún hombre?”. El Ángel le respondió:
“El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del
Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será
Santo y se lo llamará Hijo de Dios. También tu parienta
Isabel concibió un hijo, a pesar de su vejez, y la que era
considerada estéril ya se encuentra en su sexto mes,
porque no hay nada imposible para Dios”. María dijo
entonces: “Yo soy la servidora del Señor, que se cum-
pla en mí lo que has dicho”. Y el Ángel se alejó.” (Lc.
1,26-38)

Reflexión: “MARÍA OYENTE DE LA PALABRA”

El Ángel anuncio a María la encarnación del


Hijo de Dios. María, atenta siempre a la Palabra de
Dios, supo encarnar en sí misma esa Palabra. Por eso
se dice que María engendró a Cristo antes en su cora-
zón que en su seno.

Encarnar la Palabra de Dios significa, hacer-


la vida, hacerla realidad, hacerla carne y sangre de sí
mismo.

El cristiano que verdaderamente escucha la


Palabra, es el cristiano que cumple lo que escucha,
que lo vive, que lo difunde con el ejemplo de su propio
convencimiento en todas las circunstancias de la vida.

María nos da el ejemplo de lo que debe ser el


verdadero cristiano.

Sepamos imitarla siendo perseverantes en es-


cuchar la Palabra de Dios y en la forma de llevarla a la
práctica en toda circunstancia.

TERCER DÍA:
“La Visitación”

Leemos en la Palabra de Dios:

“En aquellos días, María partió y fue sin de-


mora a un pueblo de la montana de Judá. Entró en la
casa de Zacarías y saludo a Isabel. Apenas esta oyó el
saludo de María, el niño salto de alegría en su seno,
e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: “¡Tú eres
bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto
de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la Madre de mi
Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño
salto de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído
que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del
Señor”. María dijo entonces:

“Mi alma canta la grandeza del Señor,mi espí-


ritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque
Él miro con bondad la pequeñez de su servidora.
En adelante todas las generaciones me llamarán feliz,
porque el Todopoderoso ha hecho en mi grandes co-
sas; ¡Su nombre es Santo!

Su misericordia se extiende de generación en genera-


ción sobre aquellos que le temen.

Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los sober-


bios de corazón.

Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los hu-


mildes.

Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ri-


cos con las manos vacías.

Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su mise-


ricordia, cómo lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abraham y de su descendencia para siem-
pre “.

María permaneció con Isabel unos tres meses y luego


regreso a su casa.” (Lc 1, 34-56)

Reflexión: “MARÍA PORTADORA DE LA PALABRA”

María visita a su prima, Santa Isabel.


Isabel era la madre de Juan el Bautista, el pre-
cursor de Jesús, el que le preparo el camino.

María al llegar, es saludada por Isabel, con el


saludo que nosotros también pronunciamos: el Ave
María.

María lleva a Jesús, ella, es portadora de la Pa-


labra.

La presencia de Jesús en el vientre de María,


hace saltar de gozo al niño en el seno de Isabel. Cristo
purifica con su presencia a Juan el Bautista y alegra el
corazón de Isabel.

Nosotros, como María, hemos de saber llevar


a Cristo en nosotros para purificar nuestro ambiente y
alegrar el corazón de todos los hombres.

Aprendamos de María a ser servidores de to-


dos, sembrando el amor el gozo en todos los ambien-
tes que frecuentamos.

CUARTO DÍA:
“El nacimiento”

Leemos en la Palabra de Dios:


“En aquella época apareció un decreto del em-
perador Augusto, ordenando que se realizara un censo
en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar, cuando
Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse
a su ciudad de origen. José, que pertenecía a la familia
de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se di-
rigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscri-
birse con María, su esposa, que estaba embarazada.
Mientras se encontraba en Belén, le llego el tiempo de
ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo
envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque
no había lugar para ellos en el albergue.

En esa región acampaban unos pastores, que


vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. De
pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del
Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran
temor, pero el Ángel les dijo: No teman porque les trai-
go una buena noticia, una gran alegría para todo el
pueblo. Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un
Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá
de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuel-
to en pañales y acostado en un pesebre”. Y junto con
el Ángel, apareció de pronto una multitud del ejercito
celestial, que alababa a Dios diciendo: “¡Gloria a Dios
en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados
por El!”.
Después que los Ángeles volvieron al cielo, los
pastores se decían unos a otros: “Vayamos a Belén, y
veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha anun-
ciado. Fueron rápidamente y encontraron a José y al
niño recién nacido acostado en el pesebre. Al verlo,
contaron lo que oyeron decir sobre este niño. Y todos
los que los escuchaban quedaron admirados de lo que
decían los pastores.

Mientras tanto, María conservaba estas cosas


y las meditaba en su corazón. Y los pastores volvieron,
alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían
visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido.”
(Lc 2,1-20)

Reflexión: “MARÍA DADORA DE LA PALABRA”

Y Jesús nació de María. Ella es la Madre.

Ella lo dio al mundo.

María nos entrego a Jesús, nos entrego nues-


tra salvación, nuestra paz y nuestra esperanza.

Navidad, es también de algún modo, la fiesta


de María, porque el nacimiento de un niño, es tam-
bién día de alegría para felicitar a la madre y alegrarse
con ella.

María supo entregarnos la Palabra. La Palabra


que ella había escuchado nos la dio, nos la regalo el
día de navidad.

¡Cuánta falta hace Dios en el corazón de los


hombres!

¡Cuántos hombres necesitan sentir el amor de


Dios!

Nosotros, como María, hemos de saber hacer


nacer a Cristo en el corazón de los hombres.

Poner el amor en el mundo, es poner a Cristo,


darlo a luz, entregarlo como María.

Con Ella, tratemos hoy de que los que están


con nosotros conozcan a través nuestro, algo de Dios.

QUINTO DÍA:
“La Presentación”

Leemos en la Palabra de Dios:


“Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés
para la purificación, llevaron al niño de Jerusalén para:
presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: Todo
varón primogénito será consagrado al Señor. También
debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pi-
chones de paloma, como ordena la Ley del Señor.” (Lc
2, 22-24)

Reflexión: “MARÍA OFERENTE DE LA PALABRA”

Era costumbre que las madres llevaran a sus


hijos al Templo, y se lo presentaran al sacerdote, con-
sagrándolo de esa manera a Dios.

María cumplió con las prescripciones de la


Ley.

Al presentar a Jesús en el Templo de Jerusalén


nos enseña como las madres deben también presen-
tar a sus hijos a Dios, deben consagrarlos a Él, pues de
Dios viene la vida y a Él tenemos que consagrarnos.

Llevar los hijos a bautizar a poco de haber na-


cido es hoy para nosotros lo que vivió María al presen-
tar a Jesús en el Templo.

Pidamos hoy por todas nuestras familias, para


que en ellas los hijos crezcan en la fe, como verdade-
ros hijos de Dios.

Los hijos son como la palabra de amor que los


esposos se dan a sí mismo y deben ser, por lo tanto,
la palabra de adoración y acción de gracias que ellos
mismos presentan a Dios después del nacimiento.

SEXTO DÍA:
“Jesús se manifiesta a María”

Leemos en la Palabra de Dios

“Sus padres iban todos los años a Jerusalén


en la fiesta de Pascua. Cuando el niño cumplió doce
años, subieron como de costumbre, y acabada la fies-
ta, María y José regresaron, pero Jesús permaneció
en Jerusalén sin que ellos se dieran cuenta. Creyendo
que estaba en la caravana, caminaron todo un día y
después comenzaron a buscarlo entre los parientes y
conocidos. Como no lo encontraron, volvieron a Jeru-
salén en busca de Él.

Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio


de los Doctores de la Ley, escuchándoles y haciéndoles
preguntas. Y todos los que lo oían estaban asombra-
dos de su inteligencia y sus respuestas. Al verlo, sus
padres quedaron maravillados y su madre dijo: “Hijo
mío, ¿Por qué nos has hecho esto? piensa que tu padre
y yo te buscábamos angustiados”. Jesús les respondió:
“¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocu-
parme de los asuntos de mi Padre?” Ellos no entendie-
ron lo que les decía.

El regresó con sus padres a Nazaret y vivía su-


jete a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su
corazón. Jesús iba creciendo en sabiduría en estatura
y en gracia delante de Dios y de los hombres.” (Lc 2,
41-52).

Reflexión: “MARÍA TESTIGO DE LA PALABRA”

Cuando Jesús fue un poco más grande, fueron


María, José y el niño a Jerusalén. Era la peregrinación
anual al templo.

Jesús se queda en el templo y cuando después


de tres días sus padres lo encuentran se manifiesta a
ellos haciéndoles ver que Él era muy consciente de su
misión divina.

También en las bodas de Caná, María puede


descubrir quién es Jesús y ser testigo de su primer mi-
lagro: Cristo es el Hijo de Dios hecho hombre, que ha
venido para redimir al hombre y restituirle su dignidad
original.

María es testigo de la Palabra, testigo de Cris-


to.

Su fe es la comprensión cabal de su misión y


de su ser: Él es Hijo de Dios.

Nuestro testimonio ha de ser también así.


Creemos que Cristo es el Hijo de Dios hecho hombre.
Creemos que Cristo es la manifestación más hermosa
del amor que Dios siente por el hombre.

Hemos de testimoniar a todos esta experien-


cia de Dios como Padre que nos ha mostrado su amor
en Jesús.

SÉPTIMO DÍA:
“La cruz y la Pascua”
Leemos en la Palabra de Dios:

“Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre, con


su hermana, María, mujer de Cleofás, y María Mag-
dalena. Al ver a su madre y cerca de ella al discípulo
a quien Él amaba, Jesús le dijo: “Aquí tiene a tu hijo”.
Luego dijo al discípulo: “Aquí tienes a tu madre”. Y des-
de aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.”
(Jn 19, 25-27).

Reflexión: “MARÍA PARTÍCIPE DE LA REDENCIÓN”

EL centro de la vida y de la obra de Cristo, es su


Misterio Pascual. Cristo murió y resucitó mostrándo-
nos así que es lo que quiere Dios del hombre: quiere
transformarlo de tal manera que superando el pecado
y la muerte, pueda vivir para siempre en Dios, como
persona verdaderamente nueva.

Para participar de la Pascua de Cristo, hay que


participar también de su muerte, muriendo al pecado
y renaciendo por la gracia a una vida nueva.

María estuvo al pie de la cruz. Allí participó de


la muerte de Cristo. Y María también participó de la
alegría de la Pascua.

Nosotros, como María, hemos de saber ofre-


cer nuestra vida junto a la de Cristo, para, poder así,
como Él, resucitar un día a la vida nueva.

El mundo será salvado por la cruz, por el sacri-


ficio de muchos que deben ofrecer su vida.

Como María, sepamos estar al pie de la Cruz y


ser ante los demás, testigos de Cristo, que ha resucita-
do de entre los muertos.

OCTAVO DÍA:
“Pentecostés”

Leemos en la Palabra de Dios:

“Los apóstoles regresaron entonces del mon-


te de los Olivos a Jerusalén: la distancia entre ambos
sitios es la que está permitida recorrer en día sábado.
Cuando llegaron a la ciudad, subieron a la sala donde
solían reunirse. Eran Pedro, Juan, Santiago, Andrés,
Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago, hijo de Al-
feo, Simón el Zelote y Judas, hijo de Santiago. Todos
ellos íntimamente unidos, se dedicaban a la oración,
en compañía de algunas mujeres, de María, la madre
de Jesús, y de sus hermanos.” (Hch 1,12-14)

Reflexión: “MARÍA, MADRE DE LA IGLESIA”

Después de la resurrección de Cristo, los após-


toles esperaron al Espíritu Santo prometido.

María estaba con ello; como Madre de la Igle-


sia rezaba con aquella primitiva comunidad, invocan-
do al Espíritu de Dios.

Ella estuvo en el nacimiento de la Iglesia.

Ella está también ahora y ha estado siempre


en el momento en que la Iglesia se ha ido extendiendo
en distintas partes del mundo.

En nuestra patria, en todos los lugares hay al-


guna devoción, alguna imagen de María. Esto es signo
de que Ella ha ido impregnando nuestra cultura, nues-
tras costumbres, nuestras vidas.

Pidámosle a María que siempre este con no-


sotros, que siempre nos proteja como Madre de la
Iglesia.

Pidámosle que interceda por el Papa, por


nuestro Obispo y por todos los pastores del Pueblo de
Dios en el mundo.

Pidámosle, sobre todo, que esté presente en


los países de misión, donde en estos tiempos se está
fundando la iglesia.

Que ella interceda junto con nosotros, con


toda la Iglesia, pidiendo el don del Espíritu para ser
fieles a nuestra vocación cristiana de transformar el
mundo por el amor.

NOVENO DÍA:
“La Asunción”

Leemos en la Palabra de Dios:

“No queremos, hermanos, que vivan en la ig-


norancia acerca de los que ya han muerto, para que no
estén tristes como los otros, que no tienen esperanza.
Porque nosotros creemos que Jesús murió y resucitó:
de la misma manera, Dios llevará con Jesús a los que
murieron con Él. Queremos decirles algo, fundados en
la Palabra del Señor: Los que vivamos, los que quede-
mos cuando venga el Señor, no precederemos a los que
hayan muerto. Porque a la señal dada por la voz del
Arcángel y al toque de la trompeta de Dios, el mismo
Señor descenderá del cielo. Entonces primero resucita-
rán los que murieron en Cristo. Después nosotros, los
que aún vivamos, los que quedemos, seremos llevados
con ellos al cielo, sobre las nubes, al encuentro de Cris-
to y así permaneceremos con el Señor para siempre.
Consuélense mutuamente con estos pensamientos.” (1
Ts 4, 13-18)

Reflexión: “MARÍA PARTICIPE DE LA GLORIA DE


CRISTO”

María está con Cristo, ya ha participado de la


Pascua.

Ella ya ha sido transformada.

La Iglesia cree en la Asunción, es decir, en la


glorificación de María, que ya participa de la gloria de
los hijos de Dios, junto a Cristo con toda su persona.

Toda Ella ha sido transformada, como Cristo,


en la resurrección.
Por ello, es nuestra Reina, nuestra Madre,
nuestro modelo.

En Ella ya hizo Dios todo lo que tenía planeado


sobre el hombre.

Nosotros, como Ella, si perseveramos en la fe,


también seremos transformados un día para la gloria.

Caminamos en el mundo con la esperanza


puesta en el Señor.

Ahora, como dice San Pablo, vemos como en


un espejo. Luego, como María, veremos a Dios tal cual
es, cara a cara.

Esto es misterioso. Lo sabemos por la fe. Así


lo creemos: es la resurrección de los muertos y la vida
perdurable.

Que María sea siempre nuestro modelo para


realizar plenamente un día, sobre nosotros, el primi-
tivo Plan de Dios.

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