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A I II III IV V VI VII Ω

"A vosotros os entrego el destino de la Fe, y llevareis su mensaje a todos los planetas de todas
las estrellas de los cielos: Avanzad, conquistad en mi Nombre, y reclamad lo que yo os he dado."

- Libro de la Reclamación, 22:13, Las Escrituras

"Y así aquellos que sobrevivimos vimos, mientras nuestro planeta ardía a lo lejos en llamas y las
legiones del mal marchaban a sus órdenes, a nuestra gente ser llevada como si fuese ganado a
bordo de los transportes. Una vida de esclavitud les esperaba a aquellas almas malditas; hubiese
sido mejor para ellos que nunca hubiesen nacido. ¿Cómo, Dios mío, ha sucedido esto? ¿No son
estos invasores de carne y hueso como nosotros? ¿Qué maldad es esta que obliga a los hombres
a cometer tales atrocidades los unos contra los otros?"

- Crónicas de la Tribu Sebiestor, Archivos Minmatar, "El camino de Krogan"

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POR DR4GONS
Región de Derelik - Constelación Aguh
Sistema Hahyil: Planetesimal de Diemnon
Complejo Minero de Diemnon
23216 AD
Un hombre normal hubiese gritado con la abrasadora agonía desatada por el látigo eléctrico. En
vez de ello, el esclavo simplemente recogió su láser minero del suelo y lo encendió otra vez,
continuando con su trabajo como si no hubiese pasado nada. El guardia Amarr, se quedó
mirando las heridas en la espalda del hombre, reflexionando sobre si debería volver a azotarle
por segunda vez. Un esclavo insensible al dolor era difícil de controlar, y además, los reemplazos
deberían estar a punto de llegar en caso de que este muriese. La Reclamación había conquistado
el planeta Eanna ayer, y cientos de miles de arrepentidos paganos habían sido tomados
prisioneros. Aquellos herejes que habían rechazado abrazar la Fe habían hecho frente a la rápida
justicia de los Sagrados Paladines del Emperador.

El guardia alzó de nuevo su brazo y golpeo otra vez. Los chispazos explotaron contra la espalda
del esclavo, y esta vez se desmoronó contra el suelo con un gemido. Las heridas cauterizadas se
cruzaban con cicatrices previas, creando la forma aproximada de El Signo. La belleza de la Fe,
pensó el guardia, ese es el camino que se les ofrece a los nonatos. El paraíso era un derecho de
nacimiento exclusivo para los purasangre Amarr, para el resto - incluyendo al Matari tirado a sus
pies - la salvación debía ganarse. Solo a través del sufrimiento puede un nonato alzarse desde la
sombra de la muerte y ganarse la bendición de la inmortalidad. Quizás camine junto a este
esclavo en los cielos, pensó el guardia. Su servidumbre decía mucho sobre su búsqueda del
perdón.

Justo cuando su brazo se alzaba para golpear por tercera vez, el auricular de su oreja sonó. Un
transporte de esclavos estaba a punto de aterrizar, tenía que ayudar en el procesamiento de los
nuevos. Había collares Glaive que colocar; lugares de trabajo que asignar, y equipo de minería
que entregar. Miró hacía el esclavo que estaba a sus pies, y que ahora se arrastraba a través de
la inmundicia y la grava. Sí, este verá el paraíso pronto. El guardia enfundó el látigo eléctrico, se
dio la vuelta y se dirigió hacia la sección de los ascensores.

Buscando la pared de la caverna para poder apoyarse, el esclavo luchó por ponerse de nuevo en
pie. Oleadas de dolor atroces palpitaron a través de su enjuta silueta. Cada una de ellas le
provocaba escalofríos - no por el tormento físico - sino por el cruel recordatorio que suponía
que la muerte siguiese eludiéndole. Si hubo un tiempo en la vida de aquel hombre que no
estuviera plagado de angustia, hacía mucho tiempo que su memoria lo había olvidado. Además
del dolor, solo sabía que estaba maldito por el crimen de no ser Amarr de nacimiento, y el equipo
que tenía ahora en sus manos era la llave para su salvación. La salida del infierno esta tras estas
paredes, le dijo el Paladín. Usa el láser para cavar a través de ellas, consigue la hemorfita que
contiene la caverna y ofrécesela a Dios. Puso en funcionamiento el aparato y clavó el láser en
las rocas que tenía ante sí, trabajó con el rayo de izquierda a derecha, buscando el precioso
mineral y rezando por su perdón...

Un calor abrasador surgió de un misterioso objeto que hasta ese momento permanecía dormido
dentro del estómago del esclavo. Un dolor le llenó de repente y estalló en todas direcciones al
mismo tiempo. El taladro se le cayó al suelo mientras el esclavo se agarraba el abdomen y caía
de rodillas. Entonces una segunda fuente de enorme calor surgió en las profundidades de su
cabeza, como si le hubieran inyectado metal fundido detrás de los ojos. Se retorció con

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convulsiones de dolor en la grava, y pudo sentir un ardiente líquido recorriendo su circulación
sanguínea, incinerándolo todo a su paso.

En el punto álgido de su agonía, un destello cegador lleno la visión del esclavo. Dio un gritó
ensordecedor y su febril tono retumbó a través de los pozos y las catacumbas de las minas. Pero
el eco que asaltó los tímpanos de incontables esclavos no fue el chillido de dolor de un hombre;
fue un furioso grito de guerra en un campo de batalla. El fuego que fluía a través de sus venas
se había convertido en una estimulante fuente de pura fuerza. Poniéndose en pie, el esclavo se
tocó la cabeza y el estómago buscando heridas, pero no encontró ninguna. Sabía que
simplemente se había convertido en algo inhumano, en algo más fuerte y poderoso de lo que
nunca hubiera sido capaz de imaginar. Agarró firmemente con sus manos el collar Glaive que
aprisionaba su cuello. Inmediatamente, pudo sentir como el aparato pinchaba su piel y le
inyectaba sus letales toxinas en las arterias. Pero los venenos que deberían haberle paralizado y
más tarde matado no le hicieron efecto.

Con un agudo y metálico crujido, el collar se hizo pedazos bajo la enorme fuerza de las manos
del hombre. Los esclavos se reunieron y observaron con asombro como se quitaba las agujas de
las jeringuillas del cuello y las desechaba inofensivas a un lado. En ese momento
entusiasmadamente consciente de sus poderes, oyó la voz de alguien que nunca había conocido,
pero que exigía su absoluta y devota obediencia.

¡Despierta, Minmatar! ¡Tienen a nuestros Ancianos!

El esclavo sacudió la cabeza con desesperación, agarrándose la cabeza como si estuviese a punto
de explotar. Entonces le llegó con inmediata claridad el propósito de su vida. La voz procedía de
dentro, y supo que había nacido con el propósito de realizar una sola misión.

¡Los han traído aquí, Minmatar! ¡Están escondidos entre aquellos que acaban de llegar!

Inmediatamente, sintió la presencia de los Ancianos cerca y supo que la voz decía la verdad. Su
memoria volvió hacia atrás hasta el momento exacto en el que el guardia Amarr estuvo ansioso
por golpearle por tercera vez, y hasta el momento en que la radio sonó en su auricular. La mente
del esclavo amplificó el sonido, procesó las palabras, y supo en ese momento que los Ancianos
estaban siendo retenidos en la bahía de atraque justo detrás de las minas.

¡Debes ir con ellos ahora!

La urgencia de la voz traicionó la presencia de la cola de un látigo eléctrico cargado sonando a


su espalda. El tiempo se deslizó más lentamente. Dio un paso lateral esquivando el látigo, pivotó
sobre un pie hacia su atacante y le golpeo con un único y borroso movimiento de su brazo
extendido. El esclavo sintió como su mano endurecida atravesaba la garganta de su agresor. El
guardia Amarr cayó, con su vida escapándose a través de la horrible herida de su cuello. No
perdió el tiempo saboreando el delicioso momento de la venganza; en vez de ello, el esclavo se
dio la vuelta y echó a correr. La inspirada multitud, reconociendo su oportunidad, estalló en un
frenesí y corrió tras él.

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¡Date prisa, Mimantar! ¡El tiempo se nos acaba!

Tres guardias más murieron de forma instantánea y violenta mientras intentaban detener al
esclavo rebelde. Tras él, la multitud creció hasta convertirse en una revuelta incontrolable.
Arrojando sus taladros y echando a correr hacia delante a ciegas, la turba busco sangre Amarr
que derramar pero solo encontraron los restos destrozados que había dejado el poderoso
hombre que iba a la cabeza. Al llegar a las grandes puertas de la bahía de atraque, el esclavo
aplastó el esternón de su siguiente víctima de un solo golpe. La radio del cadáver retransmitía
una brusca advertencia:

"¡No tiene collar Glaive; distribuid rifles entre los escuadrones y disparad a discreción!"

¡Abre las puertas, Minmatar!

En un torbellino de movimientos, presionó la palma de la mano muerta del guardia contra el


cristal de la consola y tecleó una secuencia de cinco dígitos. El esclavo no se detuvo en ningún
momento a considerar como era posible que conociese el código. Las poderosas puertas se
abrieron, y ante él aparecieron de pie cientos de Minmatars, hombres, mujeres y niños. ¡Y los
Ancianos estaban entre ellos!

¡Ven con nosotros, Minmatar!

Una bola de fuego estalló contra su pecho con una fuerza terrorífica. El sonido del disparo hizo
que la multitud gritase de pánico. Como no sintió ningún dolor, dio otro paso hacia delante. Una
vez más, un poderoso impacto lo empujó hacia atrás, pero en vez de caer al espacio abierto, fue
arrastrado hacia delante por una multitud furiosa de esclavos rebeldes que le pasaban
corriendo. Avanzó tambaleándose entre la lucha, el esclavo ignoró la locura de aquellos
momentos y buscó desesperadamente a los Ancianos que le habían despertado de su sueño. La
muerte estaba por todas partes, pero sus ojos se fijaron en la frágil figura de un hombre
encapuchado que se movía en un lento, y deslizante movimiento a través de la lucha.

Todo está en la balanza; el destino de los mundos depende del resultado que se obtenga durante
estos días. Advierte a los demás que los Ancianos que quedan no deben perecer. ¡Manda este
mensaje con rapidez! ¡La inmortalidad te aguarda, Minmatar! ¡Vete!

Y el esclavo pudo sentir el dolor otra vez, pero no el de las heridas de balas que había en su
pecho. La tortura abrasadora que salía de las profundidades de su estómago volvió, y el Anciano
despareció en medio del caos. De repente fue consciente de su propia mortalidad, el esclavo
escapó hacia los ascensores que le llevarían hasta los puestos de vigilancia en la superficie de las
minas. Corrió a través de multitudes de cuchillos centelleantes y sangre derramada; pasó a
través de hombres que se agarraban sus collares Glaive con una mano mientras golpeaban
Amarrs con la otra. Con el dolor abdominal intensificándose a cada paso, se lanzó hacia el
ascensor y cerró la puerta. El ascensor comenzó a ascender contra una lluvia de balas. Los
guardias se metieron en un segundo ascensor y le persiguieron.

El dolor se extendió hacia arriba hasta llegar al plexo solar, y espasmos de agonía comenzaron a
irradiar de las heridas abiertas en su pecho y espalda. Una voz computerizada anunció una
advertencia mientras el ascensor sobrepasaba la zona de gravedad. Después vinieron las
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náuseas, y con un violento esfuerzo y envuelta por gotas de sangre y bilis, una pequeña esfera
metálica fue expulsada enérgicamente de su boca mientras el ascensor se detenía. Reuniendo
tanta fuerza como pudo para hacer este esfuerzo final, el esclavo agarró el diminuto aparato y
salió fuera.

Las balas estallaron sobre su cabeza mientras saltaba hasta la entrada de la cámara estanca. Las
puertas internas se abrieron, y tras teclear varias veces, se aseguró de que no se cerrasen tras
él. Las alarmas de presión atmosférica resonaron a través de la caverna, luces ambarinas de
precaución brillaron, y las sirenas gimieron mientras esperaba el momento exacto para abrir el
sello externo.

El esclavo oyó un ensordecedor siseo, y después el silencio. Sus pulmones explotaron, la última
imagen que procesó su cerebro fue la visión de los guardianes Amarr saltando por una salida
bajo la superficie. El diminuto dispositivo, agarrado entre las manos muertas del esclavo sin
nombre, brilló durante un momento antes de convertir cada uno de los átomos de su masa en
un inmensamente potente pulso energético que atravesó una distancia de años luz en el
espacio-tiempo en un instante.

El evento celestial fue registrado por los instrumentos de exactamente cuatro naves espaciales.
En aquel preciso instante, el curso de la historia había sido alterado para siempre.

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A I II III IV V VI VII Ω

"No vacilaré cuando la Fe me ponga a prueba, pues solo la más fuerte de las convicciones me
abrirá las puertas del paraíso. Mi Fe en ti es absoluta; mi espada es Tuya, Mi Dios, y Tú voluntad
me guiará ahora y por toda la eternidad."

- El Profeta Kuria, "El Credo del Paladín"

"Se dice que la cobardía se esconde tras el poder; que todos los tiranos temen que sus súbditos
aprendan donde se encuentra el verdadero origen del poder. ¡Qué mejor modo para un
emperador que esconder esta verdad afirmando que es voluntad de los dioses, y amenazar a
aquellos que la cuestionan con el castigo divino!"

- "El Tomo de los Ancianos", Crónicas Matari

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Región de Delerik - Constelación Joas
Sistema Ubtes: Planeta IV

Un oscuro camino, iluminado por huesos chamuscados y ascuas brillantes, zigzagueaba a través
de los restos humeantes de un bosque muerto. La marca del mal estaba presente por doquier
en este lugar olvidado, y los susurros de los demonios tentaron a la solitaria visitante a darse la
vuelta. Reprimiendo su miedo, ella siguió hacia delante a través de los oscuros y destrozados
troncos de árboles y salió a un vasto campo. Solo un objeto rompía el vacío de aquella desolada
extensión: Una cripta de piedra con su pesada lápida descansando a un lado, esperando ser
sellada por toda la eternidad. En las alturas el cielo hervía con oscuras nubes densas que
anunciaban la apocalíptica tormenta que se avecinaba para destruir este mundo de una vez por
todas. Pero había llegado demasiado lejos para volverse atrás ahora, y después de inspirar
profundamente para tomar fuerzas, se atrevió a aventurarse un paso más allá.

Una inmensa pena se apoderó de ella instantáneamente, el tipo de miseria asfixiante que solo
podía ser provocada por la pérdida de un ser querido. Un gran héroe había descansado dentro
de aquella cripta, derribado cuando estaba a punto de vencer a la maldición de aquella tierra.
Se aproximó a la tumba del campeón desconocido, y entonces comprendió que no estaba sola.
A su lado caminaban incontables almas cuyo número llenaba el campo hasta donde llegaba la
vista. Ellas también estaban destrozadas por el dolor, y habían soportado todo aquel traicionero
terreno para intentar dar a este gran héroe una despedida.

Llegó hasta la cripta abierta, pero fue incapaz de mirar hacía el cuerpo que estaba tendido
dentro. Apartando la mirada hacía otro lugar, se dio cuenta de que la gente que la rodeaba no
tenía cara. Estaba de pie en silencio, hombro con hombro, como si estuviesen esperando a que
ella hablase. Pero fueron los demonios los primeros que hablaron, cuando sus siniestros
susurros atravesaron la desolada tierra y llegaron a sus oídos. Un relámpago brilló desde las
malvadas nubes en las alturas. De repente los espíritus se desvanecieron del campo sin dejar
rastro. Solo la cripta - y el peor de los miedos que ella hubiera conocido - permanecieron.

Sin previo aviso, el cuerpo se abalanzó sobre ella, con los brazos extendidos y gritó:

"¡Voila!"

Empujándole con firmeza hacia las profundidades, el cuerpo gritó otra vez mientras caían más y
más en las profundidades, y hacia el olvido:

"¡Voila! ¡Remonta!"

Con un jadeo, se despertó escuchando las alarmas de aviso y las luces parpadeantes de los
instrumentos. El cristal de la cabina mostraba las bandas nubosas marrón-rojizas revueltas de la
atmósfera superior de Ubtes IV. Voila tiró con fuerza hacia atrás de los controles y aceleró al
máximo. El enorme gigante gaseoso despareció bajo la línea de visión de la cabina y fue
reemplazado por la cegadora luz del sol del sistema solar. Los motores Allotek tras ella rugieron
de nuevo a la vida. Y el vehículo espacial comenzó a vibrar violentamente.

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El auricular dentro de su casco volvió a gritarle otra vez: "¡Has caído dentro de su pozo
gravitatorio, acelera más!"

Voila pulsó con el pulgar un botón del acelerador. Los afterburners rugieron, y la vibración se
calmó mientras la fragata clase Atron aceleró hasta alejarse a una distancia segura lejos de las
garras de Ubtes IV. Estos sueños te van a matar algún día, pensó ella. Apagó los motores, hizo
varias inspiraciones profundas de oxigeno e intentó calmarse.

"¡¿Qué demonios te pasa? Es la tercera vez este mes!"

Todavía temblando, se sacó la máscara y busco el frasco de analgésicos bajo el MPD (Pantalla
de Proyección Multifunción). Su cara estaba húmeda por el sudor y las lágrimas. Destapó el
frasco y dos pastillas rodaron hasta su boca.

"¡Voila!"

Después de tragar las píldoras, intento poner un tono duro a su voz. "¡Baer, cállate de una vez!"
gritó. "¿No puedes por una sola vez ocuparte de tus propios asuntos cuando estoy aquí fuera?"
Las drogas comenzaron a hacer su efecto. El colocon no fue tan potente como ella esperaba,
pero aun así celebró sus efectos.

La voz del auricular tuvo la misma dureza. "¡Te acabo de salvar la vida otra vez! ¡Maldita sea,
Voila! ¡Dame una buena razón por la que no deba apartarte de esa nave ahora mismo!"

A través de sus acuosos ojos fue enfocando el paisaje del espacio negro azulado del sistema
Ubtes una vez su nave se alejó del sol. "Porque has hecho carrera gracias al éxito de mi trabajo,
y no vas a hacer nada para arriesgarte a amenazarlo."

"Deberías recordarle eso a DIVCOM más a menudo," se mofó Baer. "Parece que siempre se les
olvida el éxito de tu trabajo."

Voila ignoró la velada amenaza. Si esos idiotas quieren mi renuncia, todo lo que tienen que hacer
es pedírmela. Pero no van a hacerlo ahora, no desde que el Sistema Hror fue tomado por el
Emperador Heideran, como había predicho.

"Escúchame," continuó Baer, con voz más sumisa. "Ahora te hablo como un amigo: Te estas
quemando, y eso va a llamar la atención de las personas equivocadas. Intervendrán las
grabaciones de vuelo, Voila. No puedo ocultar tus fallos para siempre."

Sobre todo si alguien encuentra estas píldoras. "Baer, esta nave es el único apoyo que tengo de
los políticos de la Federación," respondió ella. Se inclinó hacia delante contra el arnés de
seguridad, y abrió el MFD. Los instrumentos de la cabina bañaron su traje espacial de un color
verdoso mientras los datos pasaban por la pantalla. "¿Tienes las últimas cifras de bajas para
Eanna?"

Hubo una pausa. "Las últimas cifras son de sesenta y tres millones de muertos, la mayor parte
de ellos víctimas de los bombardeos orbitales dirigidos contra los centros de población. Un millón
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de muertos aproximadamente durante el aterrizaje; otro millón durante los combates terrestres
que siguieron. Al menos dos millones han sido capturados como esclavos, pero no conoceremos
las cifras exactas hasta pasado un tiempo."

Las almas sin rostro de su sueño volvieron a hacerse presentes en su memoria. Cerró los ojos e
intentó olvidarse de ellas. "¿Y los Ancianos?"

"Voila, por favor..."

"Los Ancianos, maldita sea," gritó ella, enfadada. "¿Has recogido alguna información sobre
ellos?"

"Nada," respondió Baer bruscamente. "Ni una palabra de tu misteriosa 'Orden', tampoco."

"Entonces asegúrate de que los técnicos ELINT son reasignados desde cualquier tarea local al
seguimiento de los transportes que abandonan la superficie," respondió ella, mientras buscaba
otra vez los analgésicos.

"Eso es una pérdida de tiempo y lo sabes," argumentó él. "Nunca sabremos las identidades de
nadie que estuviera allí abajo, deja que solo..."

Dos pastillas más rodaron hasta su boca. "No quiero oír tu opinión, Baer." Sintió como las drogas
hacían efecto sobre sus músculos, relajándolos. "Simplemente hazlo. ¿Tienes algo más para mí?"

"De hecho, sí, Voila," replicó él. "DIVCOM quiere un informe detallando tus estimaciones sobre
cuáles serán los siguientes sistemas que los Amarr atacaran."

La cripta del estéril campo le decía que debía avanzar, y los demonios comenzaron a susurrarle
otra vez. "Tienen que decirle a los políticos que Luminaire es el siguiente," resolló ella.

Voila cortó la comunicación antes de que a Baer le diese tiempo de protestar.

Región de Essence - Constelación Crux


Sistema Renyn: Planeta IX - Luna 4
Cuartel General de la Oficina Federal de Inteligencia

El Teniente Coronel Baer Gesdeneau golpeó con su puño el escritorio. Zorra miserable, pensó,
intentando contactar con ella otra vez con el comunicador. No hubo respuesta. Sus ojos
buscaron la pantalla que retransmitía en directo la telemetría de la fragata de Voila. El
conmutador para comunicaciones sub-espaciales había sido desconectado desde su interior. No
sé para qué me preocupo, se preguntó a sí mismo. Si quiere suicidarse, no puedo hacer nada
para detenerla.
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Con un suspiro, se echó hacía atrás en su silla y se quedó mirando la información holográfica
que bailaba ante él. Voila Antionnes había estado en la Oficina Federal de Inteligencia (FIO)
durante casi veinte años, y durante ese tiempo se había convertido en la principal experta de la
FIO sobre el conflicto Minmatar-Amarr. Su pericia era impulsada por su apasionada – y
extremadamente impopular - opinión que tenía sobre las responsabilidades morales de los
gobiernos. Los Amarr, con su afinidad a la esclavitud y sus ambiciones expansionistas, se
convirtieron en el blanco natural de su furia intelectual. La Federación Gallente todavía estaba
envuelta en una amarga guerra con el Estado Caldari, y aun así continuó presionando
incansablemente por la intervención militar inmediata de parte de los asediados Minmatars. Un
suicidio político, pensó Baer. Sea cual fuese la pureza moral de sus creencias, la Federación
estaba demasiado cansada de guerra para escucharla.

Voila arruinó su carrera cuando presentó a la FIO críticas con los diseñadores de las directrices
gubernamentales, acusándoles colectivamente de fracasar a la hora de sostener la "implícita
obligación" que tiene la Federación de salvaguardar los derechos humanos más allá de las
fronteras Gallente. No fue la opinión de Voila lo que enfureció a sus superiores en la Agencia y
la alejó de sus colegas - después de todo, se le pagaba para tener opiniones -. Fue la forma en la
que decidió hacerlo público.

Asignada por la FIO para redactar informes rutinarios de inteligencia para el Comité de Asuntos
Exteriores del Senado, Voila redactó en secreto dos informes por separado. En uno de aquellos
informes detallaba lo que la División de Mando pensaba que ella diría. La otra copia - de
contenido completamente diferente - fue la que al cabo de un tiempo a cabo en manos de los
Senadores Gallente.

Baer todavía ponía mala cara cada vez que pensaba en la reacción del Comité. En su informe,
Voila citaba "la completa falta de base en política exterior" haciéndoles parcialmente
responsables del agresivo empuje del Imperio Amarr hacia el espacio Minmatar. Censuró a
aquellos "compinches políticos" cuya "vasta incompetencia se hacía evidente por su creencia en
que un diálogo racional era posible con fanáticos religiosos" y el "fallo mortal de los imbéciles
públicamente elegidos a la hora de no ser capaces de reconocer la Reclamación tal y como era:
un genocidio patrocinado por un Estado, con diferencia la mayor amenaza a la que nunca había
hecho frente la humanidad, y no digamos la Federación". El estallido político resultante creó
tanta presión a la agencia que DIVCOM (División de Mando) contempló la posibilidad de
emprender acciones legales contra ella, exceptuando el hecho de que hacerlo les privaría de
valiosos recursos cuyas contribuciones a la Federación eran incomparables.

La FIO al final decidió que incurrir en la ira de los políticos merecía la pena con tal de conservar
a Voila, pero con la única condición de que su visibilidad - tanto pública como interna - fuese
reducida a la nada. A pesar de sus veinte años de experiencia profesional, fue degrada hasta un
rango en la jerarquía equivalente a la de un miembro de primer año. La vida de Voila era la
agencia; había invertido muy poco tiempo en su vida social, y no tenía amigos o familiares en los
que apoyarse. Fue machacada, pensó Baer. Y nunca ha vuelto a ser la misma desde entonces.

Baer encendió un cigarrillo y lentamente exhaló una nube de humo a través de la telemetría
visual que flotaba sobre su escritorio. La agencia la quería fuera de su vista, pero también quería
su talento; que mejor manera de reconciliar ambas necesidades sino dándole una nave. El
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sistema electrónico de la fragata clase Atron de Voila estaba modificado para retransmitir su
situación a la agencia en todo momento, y su acceso de seguridad había sido ajustado de manera
que solo podía acceder a información restringida si estaba físicamente dentro de la nave. En las
estaciones o en los planetas, su acceso estaba bloqueado. La División Directiva había tomado
todas las precauciones necesarias para evitar que se repitiese el fiasco del Comité de Asuntos
Exteriores del Senado además de conseguir algo productivo de ella, y no les importaba nada si
en el proceso aplastaban su ego.

Fue cruel, pensó Baer, pero todavía trabajaba... hasta que empezó a buscar fantasmas. A pesar
de la magnitud de la caída del planeta Eanna, Voila seguía investigando el sin sentido de una
"Orden" secreta y algunas figuras importantes escondidas entre las tribus Minmatar cuya
importancia para los intereses Gallente consideraba de vital importancia. Todavía no había
conseguido pruebas sobre su existencia, y aun así insistía en dedicar los preciosos recursos de
recogida de datos para inteligencia en investigar sus locas sospechas. La estoy perdiendo, y solo
es cuestión de tiempo que todo esto acabe mal, pensó Baer. El trabajo de inteligencia era muy
duro para la mente, pero era especialmente duro en aquellos que estaban asignados a los Amarr.
Voila no sería el primer analista que perdía la cabeza a causa de ello.

Apagó con el pie su cigarrillo y se alejó del escritorio, echándole un último vistazo a la telemetría:
El Sistema Ubtes, cuarto planeta, orbita geosincrónica, todos los sistemas en verde, todas las
señales ambientales a cero. Está completamente sola allí fuera, pensó Baer. Un apropiado
retrato de la vida que ha elegido. Alisándose el uniforme, Baer abandonó su oficina para
comparecer en una reunión con el resto de oficiales de operaciones.

Tan pronto como la puerta se cerró tras él, el gráfico telemétrico que representaba la fuerza de
las señales ambientales se puso de un rojo brillante y allí se quedó durante unos segundos antes
de volver a la normalidad.

Región de Metrópolis - Constelación Tiat


Sistema Hror, Planeta VI: "Eanna"
Battleship clase Armageddon "Impasible"

Observados desde la flota de naves que patrullaban las alturas, los cirros del planeta Eanna se
arremolinaban perezosos y alargados, con unas oscuras líneas nubosas extendiéndose a través
de los continentes.

“Háblame Dios.”

La pantalla fue cambiando a través de varias vistas del antiguo planeta Minmatar
proporcionadas por las naves Imperiales que lo rodeaban. Habían pasado aproximadamente
veintidós horas desde el último disparo, pero aun así incontrolables tormentas de fuego todavía

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rugían sobre el planeta. Ocasionales claros entre las nubes mostraban una superficie verde
salpicada por grandes cicatrices oscuras.

Dime que todos los millones de personas a los que maté ayer merecían morir.

El Comodoro Faus Akredon desconectó la consola, y las imágenes desaparecieron. Giró sobre su
silla para poder ver a través de la ventana que había en su alojamiento. El sol del Sistema Hror
brilló sobre una de las secciones del casco del Impasible, iluminando la oscura habitación con
una espeluznante aura dorada. Se puso la mano en la frente y cerró los ojos, combatiendo las
lágrimas que amenazaban revelar compasión hacía un enemigo de Dios.

"No...Vacilaré...cuando...la fe...me....ponga a prueba..."

Faus rompió a llorar mientras intentaba recitar la plegaria que, horas antes, le había obligado a
seguir las órdenes del Gran Almirante de bombardear el planeta Eanna desde el espacio. El
Impasible fue solo uno de los cientos de battleships de la Armada Imperial que se habían enviado
para tomar el control del planeta, y Faus era uno de los que probablemente recibiría honores
militares especiales por su papel durante el ataque. La flota bajo su mando fue una de las pocas
que se encontraron con una seria resistencia por parte de los Minmatar. En aquel momento el
Impasible estaba apuntando con sus letales rayos tychyon a las ciudades de abajo, y Faus
Akredon coordinó la destrucción sistemática de docenas de naves de guerra enemigas. Ni una
sola nave Imperial se perdió en la batalla. La decisiva victoria conllevaba implicaciones divinas
que inspiraron a su tripulación, afianzando aún más su creencia de que él era un verdadero
Paladín: Un ejecutor de la Voluntad de Dios.

¡Dios Mío, te lo suplico...háblame, por favor!

Faus se limpió las lágrimas y se pasó las manos por su cabeza rapada. Docenas de menciones
militares y artefactos religiosos se alineaban en las paredes de su alojamiento. La mayor parte
de las distinciones fueron otorgadas por el mismísimo Emperador Heideran durante fastuosas
ceremonias a las que asistieron las más poderosas personalidades del Imperio Amarr. El
Comodoro Akredon era ya una leyenda en la Armada Imperial, conocido por aplastar reductos
de resistencia Minmatar por todo el Imperio y pidiendo las misiones de combate más peligrosas
para su flota.

El Emperador trataba a Faus como a un hijo; ponía más fe en sus habilidades como comandante
de la Armada que en sus propios Almirantes. Era de conocimiento público que la Casa Akredon
compartía ascendencia con la familia real Kador, pero en realidad había poco contacto entre
ellas. El Emperador Heideran quería a Akredon no por sus ancestros, sino por su implacable
dedicación a la Reclamación y su profunda devoción en la fe. Ambos imaginaban el día en que
New Edén se convirtiese en el glorioso paraíso que debería ser, cuando la fidelidad de todos los
mundos en el cosmos elevasen su plegaría universal hasta Dios.

Pero ahora los cimientos de su fe se tambaleaban. El Gran Almirante Mekioth Sarum -


comandante supremo de todas las fuerzas militares Amarr – nunca le había ordenado a Faus
participar en un bombardeo de superficie antes de Eanna. Quizás simplemente fuese una
necesidad táctica; una necesidad militar a la hora de maximizar potencia de fuego contra un
objetivo vital. O, quizás fuera el Emperador sometiéndole a una prueba final de fe, la cual al final
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determinaría su ascenso al rango de Almirante. Faus era un hombre cuyo éxito en el combate
estaba impulsado por la divina justicia de sus acciones. Hasta el día de hoy, en que fue incapaz
de quitarse las imágenes de Eanna de la cabeza.

Esta carga es más pesada de lo que puedo soportar, Dios Mío... ¿No fue tu divina voluntad que
esos paganos ardiesen por sus pecados? ¿Entonces porque no me alegro por la matanza de mis
enemigos?

Un débil pitido rompió el silencio. Faus miró hacía su escritorio.

Me has escuchado, y ahora me hablas…

El pitido sonó por segunda vez.

"¿Qué sucede Teniente?"

La voz tenía un tono de disculpa. "Mi señor, siento molestarle, pero tenemos un problema."
"Continúe."

"Comunicaciones ha detectado una poderosa explosión de rayos-x y gamma que no tienen por
origen ningún objeto celeste. Cuando comprobaron las grabaciones, encontraron que la fuerza
de la señal subespacial tuvo su valor máximo al mismo tiempo, y... que había una estructura
lógica codificada en la transmisión. Era una señal de auxilio, pero enormemente amplificada."

"¿De quién?"

"De algunos de nuestros altos sacerdotes, mi señor. El mensaje esta distorsionado, pero podemos
confirmar la firma vocal del Apóstol Taj Rukon. Hay otras voces en la grabación, pero no hemos
podido identificarlas. Parece como si les hubiesen tendido una emboscada."

"¿Otra prueba de fe?" Las manos de Faus se convirtieron en puños. "¿Rebeldes?"

"Correcto, mi señor. El mensaje es explícito."

"¿Dónde se originó la explosión de energía?"

"Mi señor, esto puede sonar extraño, pero la fuente es Diemmon."

Una expresión de enfado se formó en el rostro de Faus. "¿El complejo minero en Hahyil?"

"Sí, mi señor. Los oficiales de comunicaciones lo han comprobado varias veces."

Soy tu humilde servidor, mi Dios, y no tendré piedad con los animales responsables de esta
atrocidad. "Teniente, detenga al resto de capitanes y de órdenes a navegación de poner rumbo
a Diemmon. Máxima velocidad. Estoy de camino al puente."

"Sí, mi señor."
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El castigado planeta Eanna desapareció de su vista tan pronto como el Imperturbable comenzó
a virar. Faus de pie ante la ventana captó su propio reflejo. “Soy tu humilde servidor...”

Inspirando profundamente, recobró la compostura y se dirigió hacia la puerta.

No hubo sueños esta vez, únicamente predominó la oscuridad.

Chirp.

Voila abrió poco a poco los ojos, preguntándose durante un momento por cuanto tiempo había
estado dormida y comprendiendo que en realidad apenas lo había estado. Se sentía tan
atontada que tenía problemas para enfocar lo que le rodeaba. El colocón aún le duraba tan
doloroso como lo era el alivio que le proporcionaba. Tanto como intentar saciar la sed con agua
de mar, meditó.

Parpadeó varias veces. Su mente trabajaba lentamente, arrastrándose a través de su confusa


mente intentando recordar cómo interpretar la miríada de lecturas e instrumentos del MFD. La
alarma que la había salvado de caer directamente en la atmósfera de Ubtes IV se dio cuenta de
que tenía un tono diferente. Esta era una señal.

Chirp.

Se inclinó hacia delante y dio un golpecito en la consola. Gamma y rayos-x, dijo en alto. La niebla
se evaporó súbitamente mientras comprendía el significado de aquel tipo de señal.

¡La Orden!

Comenzó a pulsar rápidamente en la pantalla, obligando a la sofisticada electrónica de la Atron


a encontrar el origen de la señal. Frunciendo el ceño tras la primera respuesta que le dio el
ordenador, volvió a realizar el análisis otra vez. Esta vez, apareció una respuesta muy diferente.
Voila abrió los ojos de par en par, y lentamente apartó las manos de los controles. En la pantalla
se podía leer:

VOILA ANTIONNES

TE HEMOS ESTADO VIGILANDO

VEN A DIEMNON

ANTES DE QUE GRUUL SHATAN GOLPEE

No estoy soñando, Voila sintió como un escalofrío le recorría por toda la espalda. La traducción
literal de "Diemmon" en lengua Amarr era "Roca del Demonio", y su situación estaba en las
profundidades del territorio controlado por la Armada Imperial. Conocido por ser un infame
campo de trabajo de esclavos Minmatar, Diemnon era un planetesimal - un titánico asteroide

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que podría considerarse un planeta fallido -. Con poco más de 1.300 km de diámetro, todavía
era geológicamente activo y en su superficie sucedían constantes erupciones volcánicas.

El peligro más importante en Diemnon era la alta excentricidad de su órbita. Su período era de
238 días estándar EVE, pero su órbita se encontraba con un denso cinturón de asteroides - los
restos de lo que debería ser el planeta Diemnon - que hacían caer sobre su superficie una lluvia
de destrucción de dimensiones épicas cada 119 días. Los Amarr llamaban a esta cataclismica
lluvia de meteoros "Gruul Shatan", y transformaba el espacio alrededor de Diemmon en una
zona letal para cualquier nave espacial.

Pero bajo las profundidades de la superficie de este mundo infernal había grandes depósitos de
hemorfita. Demasiado profunda para que la potencia de los láseres de corte mineros de una
nave llegasen hasta ella, los Amarr excavaron y volaron alrededor de 30 kilómetros a través de
la corteza para llegar hasta el precioso mineral. Para mantener los trabajos de minería, se
construyó un disperso complejo en las profundidades de la enorme cavidad. Billones de metros
cúbicos de material fueron excavados y expulsados, algunas veces para ser solo reemplazados
por las corrientes ascendentes de magma procedentes del manto o rellenadas desde arriba por
la ira de Grull Shatan.

Solo la arrogancia Amarr - y la mano de obra esclava - fue capaz de hacer que tal impracticable
empresa fuera posible, pensó Voila. Sin lugar a dudas, si había algo parecido al infierno en New
Edén, entonces sus puertas estaban en Diemnon. Y fueron los esclavos Minmatar los que
convirtieron este mundo subterráneo en una preciosa fuente de recursos para un Emperador
que se consideraba a sí mismo como un embajador de Dios. El pensamiento enfureció a Voila,
pero los escalofríos volvieron cuando comprendió que solo faltaban unas horas para que llegase
el 119º día de la órbita de Diemnon.

La Orden me ha eludido en cada esquina, pensó Voila, buscando más analgésicos. Una pista aquí,
algo inexplicable por allí... Y ahora esto – una oferta para encontrarme con ellos en una de las
regiones más peligrosas del espacio durante la época más terrible del año local. Masticó las
pastillas en vez de tragárselas, aunque apenas notó su sabor amargo.

"Antes de que Gruul Shatan golpee," Voila rememoró el mensaje mientras las drogas seguían su
maldito camino a través de sus venas.

¿Por qué no? La Atron se estremeció cuando los motores de salto se encendieron. Ya estoy
muerta.

Voila tenía razón. Otra vez.

La mente de Baer iba a toda velocidad mientras volvía deprisa a su oficina. Odiaba admitirlo,
pero la reunión con los oficiales de operaciones hizo referencia a todo lo que ella le había pedido
que hiciese. Todos los canales diplomáticos entre la Federación y las tribus Minmatar todavía
seguían rotos a causa de la invasión. Pero la información proveniente de los informadores y que
vigilaba los movimientos Amarr y Minmatar continuaba fluyendo, y las implicaciones de los
últimos datos recibidos eran extremadamente inquietantes para DIVCOM.

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La reunión se centró en una nave industrial en la que se creía que se llevaban a los primeros
prisioneros capturados en Eanna. Poco después de la llegada de la nave al complejo minero de
Diemnon, una revuelta estalló y se llevó la vida de varios guardias Paladines - una situación de
la cual hasta el momento no se había oído hablar debido a la brutal efectividad de los métodos
de control de esclavos que usaban los Amarr -. Lo más interesante de todo era que Diemon
estaba a punto de entrar directamente dentro de la órbita del mayor cinturón de asteroides del
Sistema Hahyil. Ninguna nave sería capaz de aproximarse al complejo hasta que la tormenta de
meteoros resultante pasase.

Había demasiadas coincidencias, pensó Baer, encogiéndose a causa de hedor proveniente de los
cigarrillos y el sudor cuando la puerta frente a su oficina se abrió. Los oficiales de operaciones
ELINT que había en la reunión empezaron con aquella cháchara sobre como las frecuencias
militares Minmatar se llenaron de información justo después de tuviera lugar la revuelta; la
intensidad de la discusión ya era intensa a causa de la invasión de Eanna. Voila había preguntado
sobre los ancianos varias veces, y esta serie de acontecimientos implicaba que alguien
extremadamente importante para los Minmatars - "los ancianos" o lo que fuese - había sido
llevado a Diemnon.

La consola del escritorio zumbó cuando llegaba hasta su asiento.

"Aquí Baer."

"Teniente Coronel, acabamos de aislar una intercepción de voz en un canal militar de la Tribu
Matari que es necesario que escuche," dijo la voz. Era uno de los analistas junior desde el ELINT.
"Es de hace una hora. Se han perdido algunas partes, pero la conversación contenía algunas
palabras clave que dispararon los avisos. Quédese a la espera."

Baer se aseguró de estar grabándolo todo antes de que empezase la reproducción.

"... llevados a Diemnon...ser cautelosos, no tenemos tiempo para...equipo de respuesta rápida


tenemos...Valklears...de vuelta de su actual...escuadrón Talon-...tan rápidamente...sentencia de
muerte...que opciones tenemos realmente..."

La grabación se detuvo bruscamente con la estática.

"Eso es todo," dijo el analista. "Estamos tratando de identificar la voz. Le llamaré si encuentro
alguna coincidencia."

"Bien, gracias." La comunicación se cortó.

Puta mierda, pensó Baer mientras se tanteaba buscando un cigarrillo. ¡Realmente van a intentar
sacarlos de allí! Los Valklears eran una legendaria fuerza de operaciones especiales compuesta
por los mejores guerreros de las tribus Minmatars, y su compromiso en esta misión hacía que
fuese casi seguro que el rescate estaba o bien en sus últimas etapas de planificación o ya en
marcha. Y esa misión fracasará con toda certeza, no importa lo buenos que piensen que sean
esos comandos Valklear, pensó Baer mientras recibía la telemetría de la fragata de Voila. Los
sustitutos de los guardias Amarr muertos durante la revuelta estarían probablemente ya de
camino, y...
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Baer detuvo sus pensamientos cuando vio el destino que se había fijado en el sistema de
navegación de la Atron. El cigarrillo aún sin encender de su boca se le cayó.

"Joder" murmuró mientras tecleaba en la consola la orden para desconectar remotamente los
motores de la Atron. Pero era demasiado tarde. La pantalla holográfica parpadeó cuando la
fragata de Voila entró por la puerta estelar que la llevaría dentro del Sistema Hahyil.

El oficial de inteligencia de la Federación se quedó mirando incrédulo. Como demonios podía


saberlo, se preguntó. Tenía formas más sutiles de buscar la muerte.

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A I II III IV V VI VII Ω

"Zakara vio el peligro que amenazaba a su hermano, y no vaciló; careciendo de armas y


armadura, se lanzó contra la bestia, atacándola con sus manos desnudas. Encolerizada, la bestia
se dio la vuelta y atacó a Zakara, abriéndole una terrible herida en un costado. Aprovechando el
momento, Garum clavó su espada en el corazón de la bestia, terminando la pelea de forma
victoriosa. Pero Zakara, mortalmente herido, gritaba de dolor. 'Te sacrificaste por mí,' dijo
Garum, tomándole de la mano. 'Somos hermanos,' respondió Zakara, justo antes de exhalar su
último aliento. 'Y ante Dios seremos hermanos por toda la eternidad...' ".

- Libro del Profeta Junip, 10:25 - 30, Las Escrituras

"Te diré como aparece la locura: Un hombre escudriña los bordes del caos, dentro del horizonte
de sucesos, donde la luz no puede escapar. Después se da la vuelta y observa los restos de su
destrozada vida, de todo aquello que le había sido arrebatado sin la menor vacilación o
remordimiento. El alma decide, pues el hombre en realidad ya está muerto, y esta ansía el caos
por una sola razón: Para matar al dios que le ha hecho esto."

- El Testamento Tukker, extracto del Volumen III


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Región de Derelik - Constelación Bedaleya
Sistema Irshah: Punto de reunión del Escuadrón Talon Valklear
Battleship clase Typhoon "Ira Infernal"

“Mi hijo...”

Décadas de incesable guerra de guerrillas habían esculpido duras líneas en el rostro del
Almirante Valklear conocido como Karth Mutana. La larga y escasa melena que le crecía desde
el centro de su cabeza estaba salpicada por grises canas, aun así el tono muscular de su cuerpo
todavía poseía el tamaño y la fuerza de un miembro de la tribu Krasual de la mitad de su edad.
Hoy sus ojos eran más oscuros de normal, y su expresión reflejaba ira y tristeza en vez de su
predominante fortaleza.

“Han matado a mi único hijo...”

La tripulación sentada en sus puestos de combate a lo largo del puente tomó nota de su lúgubre
humor, y sintió como la pesada carga que llevaban sobre sus hombros crecía hasta ser
insoportable. En realidad el hecho de que Eanna hubiese sido perdido a manos de los Amarr era
simplemente demasiado difícil de absorber, y muchos de ellos aún estaban recibiendo noticias
de seres queridos que se habían perdido - o peor aún, no recibían ninguna -. El Almirante era
una fuerza en la que apoyarse para ellos, pero verle así era amargamente desmoralizante a lo
que además había que añadir la profundidad de su propia tristeza.

“Mi odio hacía ellos es lo único que me queda ahora...”

Todos los oficiales del Ira Infernal estaban de pie al lado del Almirante, escuchando a los
planificadores Valklear explicar el papel que debía desempeñar cada escuadrón en la operación
de rescate. Una gran pantalla instalada en la parte alta de un mamparo sobre las ventanas del
puente estaba dividida en cuatro secciones, una para cada comandante que estaba informando.
Karth oyó como su nombre era mencionado varias veces mientras los planificadores hablaban,
pero su mente nunca paraba de rememorar los recuerdos sobre su hijo.

Antes de que él fuese soldado, vio como vertía sangre de hijos Amarrian... sangre de padres
Amarrian... y me decía, 'Eres todo lo que me gustaría llegar a ser...'

"¿Almirante?" El planificador le habló directamente a él sobre la misión, pero le ignoró una vez
más.

“Soy Karth Mutana, luchador por la libertad de la Tribu Krusual, guerrero Valklear del pueblo
Minmatar, padre destrozado de un hijo muerto...”

Todas las miradas se fijaron en el canoso veterano sentado en su puesto de capitán del poderoso
Ira Infernal. Las arrugas de su ceño fruncido se hicieron más profundas, pero siguió mirando
paralizado el espacio vacío directamente frente a él. Nadie osó llamar su atención. El planificador
de la misión se aclaró la garganta, y continuó.

“Esta será mi última batalla...”

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"...El Escuadrón Talon saltará hasta CZ en primer lugar para hacer frente a todas las fuerzas
Imperiales que haya... Las defensas de superficie deben ser neutralizadas antes de que pueda
confirmarse cualquier tipo de amenaza. Solo tendrán unos pocos segundos para confirmar 'luz
verde' para Omicrón, y desde cualquier lugar entre tres y cinco minutos desde CZ antes de que la
lluvia de meteoros lo pulverice todo en la zona..."

“Mi última vendetta...”

"...la zona de salto de llegada os pondrá directamente sobre Diemnon, igualando su velocidad
orbital y trayectoria alrededor del sol de Sistema Hahyil. Omicrón debe ser protegida a toda
costa. Si Omicrón no consigue entrar en la caverna de ventilación principal dos minutos después
de vuestra llegada, las posibilidades de que la misión tenga éxito..."

“La Historia me recordara como un asesino de dioses.”

"Omicrón alcanzará la caverna," interrumpió Karth, rompiendo súbitamente sus ensoñaciones.


"El Ira Infernal y los Talons se encargaran de ello. Yo y mi tripulación estamos preparados para
sacrificar nuestras vidas, por lo que Omicrón tendrá éxito. La pregunta es ¿qué posibilidades de
éxito le da usted a los Minmatar?

El planificador de la misión cambió de postura. "Lo siento Almirante, pero..."

"Los Valklears no pudieron ayudar a Eanna, Coronel. Todas las fuerzas que hemos reunido aquí
fueron incapaces de detener a los Paladines cuando arrasaron uno de los planetas más sagrados
para nuestra civilización. ¿No teníamos un plan para defender el mundo al que la mayor parte
de nosotros llamábamos 'hogar'?"

Los oficiales permanecieron firmes, cada uno de ellos esforzándose por esconder la conmoción
que les había causado las palabras del Almirante. El planificador de la misión, aturdido, intentó
responder a la pregunta cándidamente.

"Lo teníamos señor, pero la fuerza y tamaño de la invasión sobrepaso..."

"Coronel," interrumpió el Almirante otra vez, mientras las líneas de su rostro se hacían más
profundas. "Asesinaron a millones de los nuestros. ¡Decenas de millones! Por favor dígame que
el plan que tenían para defender a toda aquella gente era lo mejor que los Valklears podían
ofrecer. Dígame que el plan barajaba la posibilidad de hacer frente a una fuerza de mayor
tamaño de la que se esperaba." Su voz bajo hasta convertirse en un susurro. "O las posibilidades
a las que hizo frente mi hijo cuando los rayos tachyon le cayeron desde los cielos."

El planificador se quedó sin habla. Cada precioso segundo que pasaba hacía que la mortal
tormenta de meteoritos se acercase más a Diemnon, y la ventana para poder rescatar a los
Ancianos -si estos seguían vivos- se acercaba rápidamente.

"Almirante, mis más profundas condolencias por la pérdida de su noble hijo, pero los Amarr
deben haber afianzado su posición bajo la superficie en estos momentos, no detectaran a la

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entrada de Omicrón si atacamos justo en el mismo instante en el que los primeros meteoritos
impacten..."

Karth saltó de su silla furioso. Gruesas venas le palpitaban en el cuello y en las sienes mientras
rugía:

"Fracasamos en salvar Eanna debido a un fallo a la hora de calcular las 'posibilidades', Coronel.
Los Ancianos son todo lo que queda de ese mundo, quizás de toda nuestra cultura. ¿Y usted osa
hablar de 'posibilidades' como si esto fuese un juego? ¡Navegación!"

Uno de los oficiales junto a Karth taconeó sus botas y se puso firmes. "¡Sí, señor!"

"¡Ponga rumbo al Sistema Hahyil, y asegúrese de que el punto final de salto esta justo en el lado
opuesto a las coordenadas que nos ha dado el Coronel!"

La expresión del oficial emitía una total determinación. "Trazar rumbo hacía Diemnon, ¡Sí
señor!" Saltó a los puestos de combate y comenzó a ladrar órdenes a los hombres sentados en
sus puestos. Karth miró con odio hacía las cámaras sobre la pantalla.

"Omicron, tiene luz verde. Fije su rumbo y reúnase con nosotros en Diemnon."

El lider de vuelo de Omicron se quedó mirando burlonamente a la pantalla.

"¡Ahora!" gritó Karth. "¡Muévase!"

El planificador intentó hablar, pero el furioso Almirante Valklear le interrumpió otra vez.

"Si vuelve a mencionar la palabra 'posibilidades' una vez más, le juro, que le aplastaré el cráneo
si consigo sobrevivir para volver a verle. ¡No hay nada que pueda dejarse al azar! ¿Sabe usted
por lo que estamos luchando ahora, Coronel? Por el derecho a enterrar a nuestros niños. ¡Porque
gracias a las posibilidades, salvarlos ya no es una opción!"

El Ira Infernal comenzó a girar mientras docenas de naves de guerra Minmatar se posicionaban
a su lado. El escuadrón Omicrón - compuesto por dos fragatas clase Rifter con un escuadrón de
comandos Valklear cada uno - se alejó de la lota principal. El grupo estaba a siete saltos de
Hahyil, y aunque la mayor parte de la tripulación aún no conocía su destino, sentían que el
encarnizado combate era inminente.

Otro oficial del puente se acercó a Karth y le habló en voz baja. "Señor, tengo la información que
me pidió."

Karth se volvió hacía el oficial. "Cuénteme."

El hombre vaciló antes de responder. "Los Gallente nos han dado información en tiempo real
mientras la flota Imperial tomaba posiciones en torno a Eanna. Comparándola con los datos de
reconocimiento sobre los lugares que resultaron dañados en la superficie tenemos un alto grado
de confianza en que..."

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"Confió en su información, Teniente," interrumpió Karth. El suelo bajo los pies de ambos
hombres tembló cuando los motores de salto del Ira Infernal se encendieron. "Simplemente
déme un nombre."

"Sí, señor," El hombre había empezado a sudar. "La nave Imperial insignia posicionada sobre la
ciudad en la que se perdió a su hijo...era el Impasible, señor. Fue el Comodoro Faus Akredon."

Región Derelik - Constelación Bedaleya


Sistema Irshah: Punto de Reunión del Escuadrón Talon Valklear
Fragata clase Rifter "Omicrón Uno"

El capitán del escuadrón Valklear se concentró en el sonido de los motores de la Rifter, dejando
que su constante rumor ahogase el informe sobre la misión de la Operación Tempestad. Años
de experiencia en combate le habían enseñado a aprovechar aquellos preciosos momentos de
descanso tanto como pudiera. Se echó hacia atrás, cerró los ojos, y permitió que su mente
vagase hasta recordar los días sin esperanza de su juventud, y hacía un momento que con
frecuencia recordaba:

"Veo que usaste un Kri'tak para asesinarles. ¿Por qué usaste ese arma?"

"Porque es silenciosa"

"Cortar las gargantas a cuatro Nefantars es algo difícilmente silencioso."

"Acabe con ellos con tanto cuidado que difícilmente alguien les habría oído."

"No con el suficiente cuidado. Seguí todos tus movimientos. Lo vi todo. Y cuando su amo descubra
lo que les ha sucedido, los Paladines irán a por ti."

"Que vengan. No me cogeran vivo."

"¿Disfrutas matando, Vlad?"

"¿Cómo cojones sabes mi nombre?"

"Te he preguntado, qué si disfrutas matando, Vlad"

"Me es indiferente. ¿Quién eres?"

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"¿Sentías "indiferencia" cuando asesinaste a aquellos hombres?"

"Me es indiferente cuando mate a aquellos que nos traicionaron a los Amarr."

"Me lo creería si además no les hubieses robado."

"Aprieta el gatillo o deja de hacerme perder el tiempo."

"¿El arma que estoy apretando contra tu frente no te intimida?"

"La única cosa que me intimida es vivir lo suficiente como para poder convertirme en esclavo.
Ahora pulsa ese gatillo o sal de mi vista."

"Vas a ser un buen soldado, Vlad."

"¿Que estás haciendo...?"

"Vamos a convertirte en mejor asesino, Vlad. Por los Minmatar. Dulces sueños"

La excitada voz del piloto de la Rifter resonó por los altavoces, rompiendo el tan lejano recuerdo
doloroso que atesoraba el soldado de elite.

"Valklears, tenemos 'luz verde', repito, tenemos 'luz verde'. El tiempo estimado de llegada a CZ
es de nueve minutos, siete segundos...seis...cinco...listos. Ingeniero de vuelo, asegure el equipo y
revise los puestos de combate; esta entrada va a ser movidita."

Las luces de la cabina se pusieron rojas, el Capitán Vlad Kintred volvió al instante de sus
ensoñaciones. El ingeniero de vuelo entró y comenzó a trabajar a lo largo de los bancos donde
los soldados estaban sentados unos frente a otros, ayudándoles a abrocharse a cada uno los
arneses de cuatro agarres. Trabajó en silencio, consciente de la relativa paz de la que aquellos
hombres estaban disfrutando. Sabía que no sería por mucho tiempo.

Veinte años, pensó Vlad, repasando la lista del equipo que tenía atado por todo el cuerpo. Veinte
años desde que aquel loco reclutador Valklear me sacase de aquellos sucios callejones. Me
pregunto qué pensaría sobre esta misión suicida.

El ingeniero se aproximó y tiró firmemente de las correas sobre el equipo de combate sujeto
sobre sus hombros. El capitán Kintreb, junto con el resto de los miembros del comando Valklear,
estaba erizado de armamento. Cada uno de ellos estaba armado con un rifle de asalto, una
pistola, munición extra, granadas y un cuchillo de combate llamado "Kri'tak". Algunos llevaban
equipo adicional y armas de uso más especializado, pero esta misión - en la que el sigilo era más
importante que la fuerza bruta - ir ligero era fundamental. El ingeniero de vuelo comprobó que
el rifle estaba bien agarrado al pecho de Vlad, y después sacudió el resto del equipo agarrado a
sus brazos y piernas. Satisfecho de que todo se quedase en su lugar, el ingeniero fue hasta el
siguiente miembro del comando.

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Los soldados estaban callados, cada uno de ellos haciendo frente a la presión de maneras un
poco diferentes. Algunos estaban sentados serenamente con los ojos cerrados meditando; otros
se concentraban en el informe holográfico de la misión que flotaba ante ellos. ¿Cuantos de
nosotros volveremos a estar aquí en el viaje de vuelta?, se preguntó Vlad. Si es que hay viaje de
vuelta. El mapa tridimensional del complejo minero de Diemnon era proyectado en el suelo del
centro del compartimiento. A la caverna de ventilación de entrada dentro de la cual descendería
el escuadrón Omicrón le acompañaba el nombre de "Puerta del Infierno".

"Estudien el mapa," instruyó Vlad. "Conozcan cada uno de sus detalles. Hay copias en su equipo,
pero deberían memorizar los esquemas."

Uno de los soldados habló: "¿Algún cambio de última hora?"

"Negativo, Thumgar," respondió Vlad. "Hasta ahora, no hay cambios para Tempestad."

"¿Y sobre los Ancianos perdidos?" preguntó otro soldado. "¿Alguna noticia sobre su situación?"

"Negativo, Krughan," respondió Vlad. "Pero en estos momentos se supone aún siguen vivos."

Algunos soldados se intercambiaron miradas entre ellos, y Vlad tomo nota en su cabeza de
aquellos que lo habían hecho. Decidió abordar sus preocupaciones mentales antes de que se
pudiesen crear más dudas en su cabeza.

"Sé lo que estáis pensando, pero si existe la más remota posibilidad de que sigan respirando,
merecerá la pena sacrificar nuestras vidas con tal de encontrarlos," dijo Vlad. "Sin los Ancianos...
no creo que tenga que explicar cuáles serían las consecuencias."

Todos los soldados se mostraron de acuerdo, excepto Thumgar. Este va a ser un problema,
presintió Vlad. Debo tener cuidado con él mientras estén presentes los demás.

"Somos la espada de los Minmatar," comenzó Vlad. "Y los espíritus de Eanna están con nosotros.
Esta misión será difícil, pero Tempestad no es un esfuerzo desesperado. Venceremos."

Thumar todavía se mostraba desafiante. "¿Victoria incluso sin los Ancianos?"

Esas dudas le mataran con mayor rapidez que cualquier bala Amarrian. "El objetivo principal de
Tempestad es determinar si los Ancianos secuestrados de Eanna siguen vivos, Thumgar. Si lo
están, el objetivo secundario es traerlos a casa." Vlad hizo una pausa durante un momento y
después añadió: "¿Estas a la altura de la tarea?"

"Soy un Vlaklear," gruño Thumgar, reaccionando como si lo estuviese insultado. "Por supuesto
que estoy a la altura de esta tarea."

Los soldados sintieron una sacudida cuando la Rifter aceleró hasta velocidad de salto.

"Como yo," respondió Vlad, esta vez con más resolución en su voz. "Como lo están todos los
guerreros abordo de esta nave."

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~

Región de Derelik - Constelación Aguh


Sistema Hahyil: Planetesimal de Diemnon

Los planetas del Sistema Hahyil pasaron rápidamente ante el cristal de la cabina mientras la
Atron aceleraba hasta el último tramo de su viaje hasta Diemnon. La adrenalina superó al efecto
de las drogas que circulaban por las venas de Voila mientras ella pensaba en el riesgo
extraordinario de la situación. Todo esto merece la pena, pensó, mientras masticaba lentamente
en su boca otra píldora. Sobre todo si la caída de Eanna explica porque la Orden ha contactado
directamente con nosotros. Comprobó dos veces que las grabadoras estuviesen funcionando
correctamente, haciendo pruebas a lo largo de todas las frecuencias de los espectros
electromagnéticos y subespaciales. Voila no sabía que esperar, y por multitud de razones,
excepto la de probar la existencia de la Orden a la FIO o a quien fuera, deseaba tener la certeza
de que todos los detalles de aquel encuentro se conservasen.

Voila contuvo el aliento cuando los motores de salto empezaron a desacelerar. Un diminuto
punto rojo apareció en el centro de la zona de salto a la que se aproximaba y fue creciendo de
forma constante hasta que la horrible superficie de Diemnon llenó por completo el cristal de la
cabina. La Roca del Demonio, pensó, observando las corrientes de lava que se deslizaban
furiosamente a lo largo del alargado y destrozado planeta. De forma inmediata, los sensores de
la fragata le avisaron de que una tormenta de meteoritos se acercaba, y Voila se dio cuenta de
que en el espacio más allá de Diemnon brillaban esporádicos puntos de luz brillantes y definidos.
Gruul Shatan, pensó ella. La luz del sol reflejándose sobre las irregulares caras de incontables
rocas que viajaban a cientos de metros por segundo. Una de las luces del intercomunicador
parpadeaba sin parar, indicando los desesperados esfuerzos de Baer por encontrarla.
Contempló la posibilidad de responder, pero luego decidió no hacerlo. ¿Para qué preocuparse
con él?, se preguntó. Las grabaciones por si solas le responderán a todas sus preguntas.

De repente Voila sintió que flotaba dentro del arnés, y que todos los sistemas eléctricos de la
Atron se habían apagado sin previo aviso. Los paneles, las pantallas, y las luces indicadoras en la
cabina se habían apagado, además la temperatura dentro de la fragata comenzó a descender.
Temerosa por su vida, peleó por ponerse la máscara de oxígeno en la boca, después miró hacia
abajo y comprobó que todos los sellos de su traje de supervivencia estuviesen adecuadamente
asegurados. Un estallido de luz iluminó la nave, y sus ojos se volvieron instintivamente hacia el
exterior.

Un transporte de clase Bestower estaba a la deriva a una docena de metros frente a su Atron,
tan cerca que Voila era capaz de leer las inscripciones religiosas que estaban grabadas en el
casco de la nave. El vehículo parecía abandonado; las luces de vuelo estaban apagadas, ninguna
de sus ventanas estaba iluminada desde dentro, y la nave entera rotaba sobre si misma
lentamente a lo largo de su eje. “Hay dos naves muertas en este lugar”, pensó Voila, mientras
intentaba desesperadamente devolver a la vida a su fragata. “¿Qué demonios voy a hacer
ahora?”

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Súbitamente sintió una extraña sensación en las profundidades de su cabeza, que rápidamente
se extendió hasta la base de sus oídos. Soltando los controles, sus manos saltaron
instintivamente hacia el casco en el lugar donde estaban sus oídos.

"Dos muertes con un sublime propósito, Voila Antionnes."

El cuerpo de Voila se sacudió aterrorizado por la cruel voz que asaltó sus oídos. Sin energía
eléctrica, era imposible que nada dentro de su nave pudiese generar una señal de audio. Y aun
así la voz sonaba como si la voz le estuviese hablando desde sus adentros.

Sus ojos se volvieron hacía el bote de pastillas que flotaba contra el cristal de la cabina.

"Adicciones," siseó la voz. "Vosotros y las desesperadas adicciones de vuestra especie."

Voila intentó calmarse, convenciéndose de que la Orden tenía por completo el control. Pudo
sentir una cólera mordaz en aquella voz y decidió que no sería muy inteligente interrumpirla.

"Adicciones al poder, a la codicia, a la lujuria, a los dioses... a todo tipo de drogas que falsamente
satisfacen una necesidad. ¿Comprendes cuál es esa necesidad?

La temperatura dentro de la Atron continuaba cayendo en picado y no había nada que ella
pudiese hacer. Voila abandonó sus intentos de volver a arrancar los sistemas de la nave y se
quedó mirando a la Bestower que flotaba a la deriva en el exterior.

"La necesidad de librarse del miedo y de la incertidumbre, niña. Los Ancianos Minmatar
controlan su miedo a lo desconocido cultivando su paciencia en su búsqueda del conocimiento.
¡Esa búsqueda unió a todo un pueblo! Sus tribus actúan como si fuesen una, incluso sin un
concepto de nación que les defina. Ninguna otra raza estaba en un camino más adecuado para
conseguir lo que nosotros ya tenemos, que ellos. Pero los Amarr..."

Una inscripción grabada en el casco de la Bestower llegó a los ojos de Voila: "La Voluntad de
Dios: Amarr Invencible."

"Los Amarr y sus miedos, los Amarr y sus adicciones, ¡Los Amarr y su ignorancia! ¡Eanna era todo
lo que quedaba como ejemplo de que la humanidad necesitaba desesperadamente evolucionar,
sacudirse sus miedos de una vez por todas, y abrazar el conocimiento que nos ha protegido
durante milenios!"

Al principio sonó un golpeteo de granos de arena contra el metal, y al cabo de un rato algún
pedrusco ocasional era aplastado contra el cristal de la cabina. Esa tormenta está cerca, pensó
Voila, buscando más que nunca con ansia los analgésicos. Pudo ver como los destellos más allá
de Diemnon empezaban claramente a tomar forma de asteroides.

"Demasiadas veces. Demasiadas veces las adicciones de los hombres han destruido el progreso
de eras. La historia está a punto de fallarnos otra vez, y negarnos el derecho de volver a caminar
entre vosotros."

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El bote de pastillas golpeó súbitamente la consola y dispersó su contenido por todos lados
cuando la Atron volvió a la vida. Diminutas ondas de luz pulsaban a través del cristal de la cabina
a medida que los escudos absorbían el impacto de algunos restos provenientes de Gruul Shatan.

"¡Desde antes del colapso de la Puerta de Nuevo Edén no hemos visto tiempos tan oscuros como
estos! ¿Serás capaz de encontrar la fuerza necesaria para reestablecer aquello que se perdió en
Eanna?"

Con una estridente alarma, los sensores a bordo de la Atron registraron la llegada de siete naves
de guerra de la Armada Imperial. Voila observo con horror como cada una de ellas comenzaba
a apuntar hacía su nave.

"O este será el legado de la humanidad por siempre..."

Voila chilló cuando la Bestower explotó con un estallido cegador y sus restos chamuscados
llovieron sobre la Atron. Las alarmas de peligro sonaban con implacable urgencia mientras
ansiosamente buscaba los controles que activaban el motor de salto de la fragata.

La pálida silueta de ocho cuerpos flotando entre los restos de la Bestower la hicieron vacilar
durante unos segundos que resultaron ser demasiado largos.

Región de Derelik - Constelación Aguh


Sistema Hahyil: Planetesimal de Diemnon
Battleship clase Armageddon "Impasible"

Faus Akredon no podía creer lo que veían sus ojos. Los cuerpos de ocho altos sacerdotes
Amarrian era todo lo que quedaba de la Bestower que había venido para proteger. Uno de ellos
pertenecía al querido Apóstol Taj Rukon, el hombre que le había rogado por su ayuda en la
llamada de emergencia. Y la Federación Gallente es la responsable de esta traición, pensó él. ¡Oh
Dios mío, otro enemigo más que aniquilar en tu nombre!

El oficial de artillería habló con un matiz furioso en su voz. "Distancia al objetivo, cincuenta y
ocho kilómetros, cristales radio cargados, designación Noviembre-Uno. ¿Sus órdenes, mi señor?"

Antes de Faus pudiese contestar, el oficial táctico le interrumpió. “!Nuevos contactos en tres-
cinco-cero, zeta-mas 17.000 metros, rango 71 kilómetros! ¡Rebeldes Minmatar, mi señor!"

Faus observo la pantalla táctica y contó treinta naves enemigas. A pesar del contratiempo, tomó
la decisión de vengar a los hombres santos antes de sacar su flota de allí. Había tiempo para un
solo disparo.

"Oficial artillero, asigne torretas uno y dos, apunte a Noviembre-Uno y abra fuego."

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~

Región de Derelik - Constelación de Aguh


Sistema Hahyil: Planetesimal de Diemnon
Battleship clase Typhoon "Ira Infernal"

En el puente todos lo vieron al mismo tiempo: Dos rayos rojos deslizándose a través del espacio,
su impacto en la sección de popa de la Atron que le hizo dar vueltas de forma violenta. Sin ningún
tipo de provocación que hubiesen podido observar, los Amarr habían acabado con una nave
desarmada de la Federación Gallente.

Pero Karth no estaba interesado en la diminuta fragata que daba vueltas sin control hacía la
superficie de Diemnon. Estaba mirando fijamente los alargados y dorados contornos de la nave
de clase Armageddon que había en la pantalla táctica. El poderoso Impasible, pensó. Quizás el
destino no sea tan injusto como pensaba.

Región de Essence - Constelación de Crux


Sistema Renyn: Planeta IX - Luna 4
Cuartel General de la Oficina Federal de Inteligencia

Baer observó con horror como las lecturas de la telemetría predecían la muerte inminente de
Voila Antionnes. Los Amarr, pensó incrédulo, mientras alcanzaba con su mano el botón del
intercomunicador. ¡Los malditos Amarr la han atacado!

"Cuál es el problema," preguntó una voz cortante. Baer habló con rapidez mientras monitorizaba
la telemetría.

"Una flota de combate Amarrian acaba de atacar la nave de Voila sobre Diemnon, Coronel."

"¿Qué estaba haciendo allí?"

"Lo más probable es que estuviera investigando la misma teoría sobre la misión de rescate que
discutimos hace un rato." Su nave está en llamas, se dio cuenta Baer. Y dando vueltas con tal
rapidez que ya debe haber caído inconsciente.

"¿Lo más probable, Teniente Coronel?"

"Desconectó la comunicación antes de pudiera pregúntale," respondió él, mirando con horror
los datos. "Una fuerza de asalto Minmatar fue testigo del ataque a la nave de Voila. Han entrado
en combate con la flota de combate Imperial mientras hablamos."
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"¿Ahora mismo? ¿En Diemnon?"

"Correcto. Pero estamos a punto de perder la telemetría, la nave de Voila esta solo a unos
instantes de..."

Baer nunca terminó la frase pues los sensores de proximidad de la Atron registraron dos fragatas
Jovianas clase Wraith descamuflarse a pocos metros de la condenada fragata.

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A I II III IV V VI VII Ω

"La guerra no es el espantoso final de todas las cosas como teme la humanidad. El conflicto
permite a la naturaleza equilibrarse mientras se adapta, muta, y se transforma en algo más
fuerte que lo anterior. La humanidad es la dueña de la naturaleza porque es capaz de escoger
las mutaciones que le convienen. Podemos acelerar el inevitable dominio de una especie. A través
de la guerra, podemos hacernos más fuertes en el momento y el lugar que deseemos. La guerra
no es el infierno, ni mucho menos. La guerra es bella. La guerra es divina."

- Gran Almirante Mekioth Sarum, extracto del discurso de apertura durante una graduación de
Paladines en la Academia Imperial, 23215 AD

"Tuvo que ser la indiferente crueldad del collar Glaive la que nos hiciese olvidar de que tribu
proveníamos, y los horrores de la guerra lo que nos uniera a todos como Minmatars."

- Isinnur Urlbrald, Archivos Históricos del Consejo Vherokior, 23217 AD

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Región de Derelik - Constelación Aguh
Sistema Hahyil: Planetesimal de Diemnon

Un punto de luz atravesó el manto de oscuridad que había caído sobre los ojos inyectados en
sangre de Voila, y este lentamente se dilató hasta convertirse en un largo túnel. Cada uno de los
músculos de su cuerpo se había contraído con fuerza, luchando contra las altamente peligrosas
fuerzas centrífugas inducidas por los giros de la Atron. Un vertiginoso borrón de naranjas y negros
llenó la creciente lente que había al final del túnel mientras la fragata se escoraba hacía la
superficie de Diemnon; el estrépito de las alarmas y el olor del humo le advirtieron de la furiosa
muerte que le aguardaba.

Voila luchó contra aquella fuerza inmensa por llegar a su asiento, consiguió arrastrarse con
dificultad hasta agarrar la palanca del timón con su mano derecha y la movió de lado a lado. No
hubo respuesta de los sistemas de la fragata, y no había forma de eyectarse del condenado
vehículo, y mucho menos pedir ayuda. Soltando los controles, se preguntó si alguien se daría
cuenta de su muerte, y durante esos instantes finales notó que la intriga que le había despertado
la Orden había sido totalmente reemplazada por un odio furioso.

Pero en ese momento el borrón naranja y negro cambió a un blanco azulado, y el efecto túnel
de su vista comenzó a desvanecerse rápidamente a medida que las vueltas que daba la Atron se
ralentizaban. La vista cambiante entre Diemnon y el espacio se estabilizó hasta convertirse en
un claro horizonte, entonces los músculos de Voila comenzaron a relajarse. Las alarmas de la
nave continuaron emitiendo sus estridentes alarmas de sistemas dañados o inoperativos, y aun
así la fragata de alguna forma estaba volando derecha y nivelada en un descenso controlado
hacía la superficie del planetesimal.

En un esfuerzo final de consciencia que drenó sus últimas fuerzas, Voila volvió ligeramente su
cabeza y vio una Jovian Wraith volando a pocos metros del cristal de su cabina.

"¿Cómo han hecho eso?", murmuró la piloto de la Omicrón Uno, mientras pulsaba un botón en
el control de aceleración. Su corazón le latía tan rápido como si estuviera corriendo. "Mando
Talon, aquí líder Omicrón, le informo que los Jovianos han estabilizado la Atron y la están
remolcando."

Una voz envuelta en estática respondió en su auricular. "...repita, Omicrón, ¿ha dicho que...la
están remolcando?"

Un asteroide el tamaño de un contenedor de carga le pasó de largo. "¡Mierda!, quiero decir,


afirmativo, la vi solo de paso, pero todo el cuadrante posterior de la fragata había desaparecido,
y aun así mantenía la formación con los Wraiths. Omicrón Dos, ¿puede confirmarlo?"

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"Mando Talon, aquí Dos, confirmado...Atron...destrozada...los Jovianos están usando...algún
tipo de tecnología de rayo tractor...hacía la superficie...Malditos asteroides, esto es...borde de
ing...tormenta..."

La piloto de la Omicrón Uno hizo una mueca, comprendiendo que el piloto de la Omicrón Dos
estaba intentando informar a pesar de sus problemas. El borde exterior de Gruul Shatan estaba
sobre ellos, y su visión periférica vislumbraba las ondas de choque de los impactos de los
meteoros expandiéndose sobre la superficie de Diemnon, una docena de kilómetros más abajo.

Otro asteroide pasó a su lado, haciendo saltar la alarma de proximidad en la Rifter. La cabina
relucía con un aura rojiza a medida que miles de pequeños proyectiles rocosos impactaban en
los escudos de la fragata. La Puerta del Infierno aún estaba a 100 kilómetros, y la ruta de su
aproximación ponía la tormenta que se avecinaba en un ángulo tal que casi la dejaba
directamente frente a ellos. La idea, pensaron los planificadores de la misión, era alinear a
Omicrón de cara con los obstáculos para reducir así la posibilidad de ser flanqueados. Esa fue
una presunción muy optimista, pensó la piloto mientras empujaba el acelerador hacía arriba
para ganar velocidad. El pensar que al poder ver a estas hijas de puta de frente se podrían
esquivar mejor.

La radio volvió a romper la concentración de la piloto otra vez. "...uno, a sus seis, esos Jovianos..."

El piloto de la Omicrón se atrevió a echar un vistazo desde la vista frontal hasta la pantalla de
vista posterior. En sus denodados esfuerzos por evitar los asteroides que se le acercaban, había
perdido la pista del espacio que había tras su nave. En combate, aquello era casi siempre un
error fatal.

"Almirante, los Jovianos están directamente detrás de Omicrón Uno," informó el oficial táctico,
incrédulo. "¡Y la Atron está volando con ellos en formación cerrada!"

Karth caminaba con impaciencia por el puente. ¿Por qué demonios están aquí? Las Wraiths y la
Atron remolcada estaban al alcance de las armas de la flota, pero eso estaba cambiando con
cada segundo que pasaba. ¡No puede haber testigos de este intento de rescate!

"Órdenes para los cruceros Al Haquis y Sarkos: Apunten a todo el grupo, pero no abran fuego
hasta que dé la orden."

"Sí señor, designando a los objetivos Wraiths como Sigma Uno y Dos, designación para la Atron
Golfo Uno."

Malditos Jovianos, pensó Karth cabreado. ¿Si no están disparando entonces qué demonios están
haciendo aquí?
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"¡Navegación!"

"¡Sí, señor!"

"¡Acérquese al Impasible, máxima velocidad! ¡Tacklers!"

Otra respuesta rodeada de estática resonó por los altavoces del puente: "Escuadrón Tackler, a
la espera."

"Su objetivo primario es el battleship Impasible," siseó Karth. La pantalla táctica señalaba que la
tormenta estaba casi encima del grupo de combate Amarrian, y que su ventana de escape se
estaba estrechando rápidamente. Nunca había estado tan sediento de sangre en toda su vida
como en este preciso instante.

"Pónganse a rango de scrambler tan rápido como les sea posible. Nuestros artilleros
neutralizaran sus cruceros dentro de unos momentos. Quiero detener el movimiento de esa nave,
¿entendido?"

"Afirmativo. Nos dirigimos hacia allí."

Las seis fragatas clase Slasher que componían el escuadrón Tackler rompieron su formación con
el grupo principal, y se dirigieron directamente hacia el Impasible. Su progreso era marcado por
seis triángulos negros en la pantalla táctica.

"Almirante," interrumpió el oficial táctico. "El Sarkos y el Al Haquis informan que no tienen
ninguna solución de fuego para Sigma o Golfo, ¡los Jovianos están demasiado cerca de Omicrón
Uno!."

"Capitán de la Rifter, aquí la fragata Jove que se encuentra a sus seis," comenzó la voz. "No
puede realizar así la aproximación. Le pido permiso para tomar el mando de sus controles de
vuelo."

La piloto de la Omicrón Uno estaba tanto furiosa como aterrorizada. "¡Salga de la cola de mi
nave o abriré fuego!" chilló. La Atron remolcada volaba a su lado, y una Wraith Joviana estaba
al frente de la formación, igualando a la perfección la velocidad de la Rifter cuando su sección
de cola se posiciono sobre la cabina. La segunda Wraith se quedó directamente tras el grupo.
Cada una de las naves del conjunto estaban a más o menos separadas a unos diez metros o
menos las otras. Era, sin lugar a dudas, el mejor pilotaje que había visto nunca, pero ahora no
había tiempo para cumplidos.

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La voz habló otra vez, con un tono espeluznante y tranquilo. "Capitán de la Rifter, tenemos las
habilidades y la tecnología necesarias para pilotar su nave con seguridad a través de esta
tormenta y llevarla hasta el complejo Amarrian. Permítanos ayudarle."

"¡Os he dicho que os vayáis a tomar por el culo de aquí!" ordenó ella. "Vais a hacer que nos
maten a todos..." La pilotó jadeó y tiró hacia atrás de la palanca del timón cuando un asteroide
gigante surgió ante sus ojos. La Rifter lo evitó con dificultad, y mientras volvía a poner el morro
rumbo hacia el vector de dirección en la pantalla, la Atron y las Wraiths volvieron a tomar
exactamente la misma posición con respecto a su nave que antes.

La misma voz habló otra vez carente de cualquier tono de urgencia o emoción. "Capitán, no
puede conseguirlo, y no tiene otra opción que confiar en nosotros. Estamos tomando el mando
de sus controles exactamente...ahora."

Se volvió hacia los controles que activaban las torretas de su fragata, y entonces gritó cuando
vio que más asteroides aparecieron en el cristal de su cabina dirigiéndose hacia ella en rumbo
directo de colisión. La Rifter ignoró su frenético tirón hacía atrás del timón y en vez de ello esta
se inclinó hacia delante, dirigiéndose lentamente hacia la catástrofe.

Región de Domain - Constelación Throne Worlds


Sistema Amarr: Planeta Oris.
Estación de la Academia de la Familia Imperial: Centro de Mando Virtual de la Armada Imperial

El Gran Almirante Mekioth Sarum descansó sus manos sobre la mesa circular mientras
observaba en la pantalla táctica holográfica la situación sobre Diemnon y oía el informe del
Comodoro Akredon.

"...los Jovianos interfirieron en mi...justicia...salvaron al Gallente...el grupo de combate


Minmatar saltó...al mismo tiempo, mi señor."

Una oportunidad interesante se presenta por sí misma, pensó Mekioth, concentrando su mirada
en un pequeño grupo de puntos que se alejaban de la fuerza principal Minmatar. "¿A dónde se
dirigen esas fragatas, Comodoro?"

"Directamente hacía...el puerto principal del complejo. No podemos mandar a nadie al


interior...para avisarles debido a los impactos de los meteoritos en la superficie...Mi señor, mi
flota esta...en grave peligro a causa del Gruul Shatan...permiso para retirarnos...volveremos
cuando la tormenta pase."

Esta oportunidad no puede ser malgastada. "Permiso denegado, Comodoro. La nave Gallente
debe ser destruida, así como las fragatas Minmatar que se dirigen hacia la superficie de

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Diemnon." Mekioth meditó durante un momento. "Y los cuerpos de los sacerdotes deben ser
también recuperados, no importa el coste."

Un fuerte chisporroteo de estática resonó a través de la oscura habitación, la pantalla táctica


sobre la mesa parpadeó. Mekioth miró a su alrededor y se permitió una sonrisa. ¿Una protesta
divina quizás? No creo. "¿Me ha escuchado, Comodoro?"

"Sí, mi señor, pero ¿y las vidas de...mi tripulación?...debe comprender que lo que usted me está
pidiendo..."

Mekioth se enfureció. "¿Me está cuestionando, Comodoro?”

Hubo una pausa. "No, mi señor."

"Bien," respondió Mekioth. "Informaré al Emperador Heideran sobre la traición de la Federación,


y sobre su heroica promesa de devolver los cuerpos de nuestras tres sagradas personalidades
para un entierro apropiado."

La pantalla parpadeó otra vez. "Así será, mi señor."

Un grupo de círculos rojos en la pantalla señalaban que la concentración más densa de


asteroides del cinturón se acercaba hacia el grupo de combate de Akredon.

"Más vale que así sea, Comodoro."

Faus Akredon no pudo creer lo que oyeron sus oídos. Los oficiales en el puente estaban pálidos,
comprendiendo tan bien como él que el Gran Almirante Sarum simplemente había ordenado su
muerte. Faus se quedó mirando la pantalla táctica y en silencio reconocía la desesperanza de lo
que se le había pedido – o más bien ordenado - que hiciera. Ya no había tiempo suficiente para
saltar y evitar el peligro.

"Dios mio, pensó Faus, ¿he sido simplemente sacrificado o traicionado?"

"Navegación."

"¿Sí, mi señor?" El oficial - un hombre joven en los últimos años de su veintena cuyo nombre era
Derovan - se puso firme. Faus pudo notar el temor a la muerte que sentía, pero seguirá
comprometido con su deber hasta el final.

Ten fe, muchacho. El paraíso nos aguarda.

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"Gire cuarenta y cinco grados a babor y de lado respecto a los asteroides. Alarma de evacuación.
Todo el personal no esencial que abandone la nave inmediatamente." Faus hizo una pausa
durante un momento, observando las conmocionadas expresiones de sus oficiales. Ninguno de
ellos hubiese imaginado nunca que algún día recibiría tal orden de su bendito Almirante.
"Informe a la tripulación de que solo serán lanzadas las capsulas de escape y los botes salvavidas
de estribor. Tendrán muchas más posibilidades de salvarse si son lanzados hacia Diemnon que
hacia la tormenta de meteoritos." Los ojos del Teniente Derovan se volvieron llorosos. Después
comenzó a ladrar órdenes a sus propios subordinados.

Las alarmas de evacuación sonaron por todo el Impasible mientras la orden de 'abandonar la
nave' llegaba a todas las cubiertas. Miles de tripulantes abandonaron sus puestos de combate y
comenzaron unos procedimientos de evacuación que ninguno de ellos imaginó que llegarían a
usar realmente. Una serie de luces aparecieron a lo largo de la parte derecha del esquema que
detallaba el Impasible proyectado en la pantalla principal del puente. Los primeros botes
salvavidas - cada uno de ellos podía acomodar hasta cincuenta tripulantes - ya habían partido.

Faus hizo una mueca cuando vio una línea de asteroides del tamaño de un crucero dirigiéndose
hacia su flota. "¡Ingeniería!".

Una voz ronca respondió: "A la espera, mi señor."

Ah, Donuvus... te echare de menos. "Le voy a dar dos terceras partes de las reservas del capacitor
para que genere tanta capacidad de escudos como pueda. Cuanto más castigo puedan absorber,
más tiempo tendrá la gente para salir de la nave."

"Lo que sea por usted, mi señor."

Faus combatió las lágrimas. Cuantas más señales luminosas aparecían en el esquema, menos
tripulación en sus puestos de combate quedaba para la batalla final que tenía ante sí el
Impasible. Esos hombres están preparados para morir por mí ¡y allí es hacia donde los dirigiré!
Volvió su atención hacía las fragatas de ataque Minmatar que se dirigían rápidamente hacia su
grupo de combate. "Maller Uno, ¿me recibe?"

"...espera, mi señor."

"Mande a sus naves más rápidas a que recuperen los cuerpos de nuestros sacerdotes de entre
los restos. Después deben abandonar la batalla y volver inmediatamente hacia los Throne
Worlds. El resto de cruceros que intercepten a las fragatas de ataque Minmatar, ¡fuego a
discreción.!".

"Entendido...entrando en combate."

Faus observó en la pantalla al solitario crucero salir de la formación de la flota principal mientras
el resto de naves se dirigía hacia el grupo de combate Minmatar, llenando el espacio entre
ambos de misiles. "Artillería, ¡¿distancia a Noviembre Uno?!"

"¡Sesenta y ocho kilómetros, mi señor!"

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Demasiado lejos para un disparo directo, pensó Faus, mientras hacía cálculos mentales y se
concentraba en la pantalla táctica. A no ser que dirija el disparo hacia... "Asigne a Noviembre
Uno las torretas de la primera hasta la séptima, cristales de radio, solución de cálculo muerto
más tres segundos al frente. Solo un costado, ¿han comprendido?"

"Afirmativo, solución de cálculo muerto más 3 segundos, un solo costado..."

"Artillería, tan pronto como hayan hecho fuego, viren sus armas a babor, cambien a
multispectrals y apunten al mayor de los asteroides que se dirigen hacia nosotros. Disparen a
discreción después de este tiro, ¿entendido?"

"Sí señor, fuego a discreción después de disparar a Noviembre Uno..."

El oficial dirigió a los hombres y mujeres que había a sus pies mientras los enormes cañones
tachyon montados en el Impasible comenzaban lentamente a girar en la misma dirección.

"¡Apuntando, mi señor!"

"¡Fuego!"

La aterrada piloto de la Omicrón Uno vio como siete brillantes rayos rojos atravesaban el espacio
directamente ante la Wraith de cabeza. Cinco de ellos dieron en un asteroide del tamaño de un
crucero y lo rompieron en tres grandes trozos acompañados por una lluvia de restos. La Rifter
giró y remontó, evitando por los pelos la colisión con dos de los mayores fragmentos mientras
estos desaparecían por el cristal de la cabina. Después una brillante explosión iluminó los
asteroides frente a ella pues en ese momento aquellos mismos fragmentos impactaban con la
Omicrón Dos, destruyendo la fragata de forma instantánea.

"Almirante, Omicrón Dos ha sido destruida...." dijo el oficial del Ira Infernal.

"Ignórela," gruñó Karth. Estaba acabada antes de que ni siquiera hubiera empezado esto.
"¿Distancia hasta esos Mallers?"

"Cuarenta y cinco kilómetros, designadas Mike Uno a Cinco," respondió el oficial de artillería.

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"Asigne las torretas a la Mike Uno y las lanzaderas de misiles a Mike Dos. Deles dos salvas a
ambas y ocúpese de las demás si hace falta. ¡Todas al armas abran fuego, cruceros fuego a
discreción!"

"Sí, señor, entrando en combate..."

El suelo del puente se estremeció cuando los cañones de 1400 milímetros del Ira Infernal
dispararon sus proyectiles contra la primer Maller, sobrecargando fácilmente sus escudos y
pulverizando la nave Amarr con la primera salva. Mientras su oficial de artillería cambiaba de
objetivos, la atención de Karth se volvió de nuevo hacia el Impasible.

"Tacklers, ¿distancia al objetivo?"

"Activando stasis webs... Warp scramblers ahora, señor."

Desde su aventajado puesto en el puente, Karth pudo ver al Impasible brillar con un aura
blanquiazul. Todo el impulso del battleship fue rápidamente neutralizado caundo los stasis webs
actuaron, ralentizándola hasta detenerla por completo. Las torretas a lo largo de su costado de
babor escupían rayos blancos multispectral sobre los enormes asteroides que se abalanzaban
sobre él, mientras el contorno de sus escudos era claramente visible debido a los pequeños
meteoros y restos de aquellos que los rayos tachyon rompían, creando un espectáculo de fuegos
artificiales de proporciones épicas. El Impasible estaba en sus últimos momentos, y era solo
cuestión de tiempo que fuese víctima de un destino propio de las Escrituras Amarr: Literalmente
apedreado hasta la muerte.

Todo lo que Karth fue capaz de ver fue los mismos rayos tachyon que incineraron a su hijo en el
planeta Eanna. Apretó sus enormes manos hasta convertirlas en puños, se había enfurecido
hasta tal punto que había comenzado a temblar. La destrucción del Impasible podría no ocurrir
lo suficientemente rápido. Muere, Akredon, pensó. Muere de la horrible manera que mereces,
¡jodido cobarde Amarrian!

La voz de un piloto Tackler rompió su vengativa fijación en el Impasible:

"Señor, no podemos mantener esta órbita durante mucho más tiempo...los asteroides nos
matarán a todos..."

Karth mostró indiferencia hacia la súplica del piloto. "Usted está preparado para una buena
muerte como el resto de nosotros, Valklear. Mantenga su stasis web en su objetivo hasta que
ordene lo contrario."

Casi no había terminado de hablar cuando cuatro señales desaparecieron de la pantalla táctica.
Dos de ellas eran cruceros Amarrian, la última de las víctimas de la fantástica potencia de fuego
del Ira Inferal. Otras dos eran fragatas Tackler que fueron borradas del espacio por asteroides
del doble de tamaño que ellas. Pero Karth olvidó su pérdida. Sus estrechos ojos - con un sádico
placer reflejándose en ellos - estaban fijos esperando el golpe de gracia del Impasible, en estos
momentos a solo unos instantes del impacto.

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Faus vio el titánico asteroide - que estimó debía medir más de 3.000 metros de diámetro - y
comenzó a preparar a su alma para la otra vida. Los siete rayos tachyon convergiendo sobre su
superficie gris hicieron poco más que cráteres profundos y barrancos mientras el oficial de
artillería intentaba desesperadamente detener lo inevitable. Faus comprendió que aún le
quedaba tiempo para limpiar su conciencia.

"¡Sálvense! ¡Vayan a las cápsulas de escape, ahora mismo!"

Los oficiales - empapados en sudor y compartiendo una actitud desesperada - intercambiaron


miradas entre ellos que alarmaron a Faus. Ninguno de ellos se dirigió hacia la salida del puente.
El Teniente Derovan dio un paso hacia él.

Faus desenfundó su pistola. "¿No han oído lo que he dicho? ¡Por favor! ¡Sálvense! Tienen como
mucho treinta segundos...mi sitio está en esta nave..."

Todos los oficiales se abalanzaron sobre Faus, que quedó tan sorprendido por su reacción que
simplemente dejó caer el arma. Agarrándole firmemente por los brazos, lo sacaron corriendo
del puente.
Agarrando con firmeza sus manos contra las muñecas de Faus, el Teniente Derovan habló
primero. "Perdónenos, mi señor, pero debemos hacerlo..."

Faus luchó contra ellos, pero eran demasiado fuertes. "¡Basta! Ustedes son mi responsabilidad,
aún tienen una oportunidad de continuar..."

Donuvus les estaba esperando a la salida del puente, señalando las cápsulas de salvamento
situadas justo en la popa tras las puertas acorazadas. Otro oficial volvió con la pistola que Faus
había dejado caer, poniéndola con fuerza de nuevo en su funda.

"Así debe ser, mi señor," dijo Donuvus. "Esta orden procede directamente del Emperador. Si algo
le sucediese a usted durante su servicio, con toda certeza nos haría ejecutar. Usted es como un
hijo para él, y para nosotros ha sido como un padre."

Sus hombres le empujaron de cabeza al interior de la cápsula de escape y sellaron la salida.


Poniéndose de nuevo en pie, saltó hacia la puerta, golpeándola con los puños. "¡No! ¡Salvaos,
os lo suplico!"

Donovus pulsó el botón del intercomunicador. "Estamos cerca el puerto principal de Diemnon.
Su cápsula se dirigirá automáticamente hasta allí – que la mano de Dios limpie de asteroides el
camino ante usted -. Los guardias en el interior del complejo cuidaran de usted hasta que llegue
la ayuda, después de que pase el Gruul Shatan. Ha sido un honor servir con usted, Comodoro
Akredon. ¡Por Amarr, continúe viviendo!"

La oscuridad envolvió a Faus cuando el sello exterior se cerró.

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La Wraith de cabeza remontó bruscamente, esquivando un grupo de asteroides y giró sobre sí


misma para hacer un picado vertical dirigido hacia la superficie. La vista que ofrecía la cabina se
llenó con un enorme cráter de alrededor de veinte kilómetros de ancho, riscos rodeaban su
perímetro y sobresalían hasta una altura sobre la superficie de al menos unos tres kilómetros.
La piloto no pudo decir como era de profundo, pero muy por debajo de la superficie había
diminutos lagos de magma, y el grupo de fragatas descendía directamente hacia ellas. Al fin, La
Puerta del Infierno, pensó la piloto. Y solo hemos sobrevivido la mitad de nosotros.

"Mando Talon," dijo ella. "Aquí Omicrón Uno, estamos dentro, repito, estamos en el interior de
La Puerta del Infierno..."

De repente la piloto volvió a tener el control de la Rifter, pero entonces vio como las dos Wraiths
cambiaban bruscamente de dirección y se alejaban saliendo de la caverna. Luchando por
mantener sus ojos en la pantalla que ofrecía la vista posterior de la fragata mientras la pareja de
fragatas Jovianas se alejaban, estas se desvanecieron entre la tormenta de meteoritos.

Faus observó con horror como el ciclópeo asteroide golpeaba la sección anterior del Impasible,
aplastando su superestructura de proa y partiendo limpiamente el casco por la mitad. Durante
unos momentos, los dos segmentos de la nave estrellada vagaron alejándose el uno del otro,
esparciendo un rastro ardiente de restos en el espacio como si fuesen arterias chorreantes antes
de explotar con una luz cegadora. Faus, con los ojos escocidos a causa de la brillante explosión,
apartó la vista del desastre y se derrumbó de rodillas. Murmuró una plegaria por todas las almas
desvalidas que habían quedado abordo, y lamentándose a Dios de que el también debería haber
compartido el destino de su nave.

Un sonoro y metálico clank heló las venas de Faus. Volviendo a ponerse en pie con dificultad,
entrecerró los ojos a través de la ventanilla, esperando ver asteroides pero en vez de ellos se
encontró con el casco verde oscuro de una Wraith Joviana.

'Impasible', musitó Karth, escupiendo a las ventanas delanteras del puente mientras la explosión
se desvanecía. Mi trabajo aquí se ha terminado.

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POR DR4GONS
Dos fragatas Tackler más desaparecieron de la pantalla táctica mientras se intensificaba la
tormenta de meteoros. Pulsó un interruptor en el asiento del capitán. "Atención a todas las
naves, aquí Mando Talon. Salten hacia la quinta luna de Hahyil Cuatro. Reagrúpense allí y
esperen mis órdenes. ¡Táctica! ¿Alguna noticia del estado de Omicrón Uno?"

"Sí, señor, acaban de entrar en La Puerta del Infierno."

Un último detalle del que ocuparse antes de abandonar este maldito lugar. "Rápido,
pásemelos..."

Vlad no podía creer que siguiese con vida. Echando un vistazo por la cabina, podía decir por las
expresiones de los demás soldados que estos compartían su propia sorpresa. Pero sus ojos
también traicionaban la pena que sentían por los Valklears que habían sufrido el repentino
destino a bordo de la Omicrón Dos. Fue instantáneo, pensó. Qué trágico desperdicio, perderles
de esa forma. Guerreros como ellos merecían morir con un arma en sus manos, no atados contra
un asiento.

El auricular de su oreja zumbó. Era el Almirante Karth Mutana. La transmisión era casi
incomprensible debido a la estática, pero las instrucciones estaban claras.

"...crón Uno, aseguren...la zona de aterrizaje primero...Capitán Kintreb, quiero a los Jovianos
muertos...no debe haber testigos de esta operación...a su discreción con el piloto
Gallente...interfiere...autorizado a su terminación...también...Ancianos...máxima prioridad...me
he explicado con claridad?"

La transmisión se perdió antes de que Vlad fuese capaz de responder. La fragata se sacudió hacia
delante de forma brusca y las luces de la cabina se volvieron rojas mientras las correas de los
arneses que aseguraban a los soldados se soltaban. Objetivo Uno: Matar a los Jovianos, pensó
Vlad, mientras hacía movimientos rápidos con sus manos a los soldados indicándoles que
montasen los silenciadores a sus armas. Eso creo que es algo que no se ha hecho nunca.

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Región de Domain - Constelación de Throne Worlds
Sistema Amarr: Planeta Oris
Estación de la Academia de la Familia Imperial: Centro de Mando Virtual de la Armada Imperial

La pantalla táctica parpadeó y después bruscamente se desvaneció. Las palabras "Señal Pérdida"
flotaba sobre la consola, el Gran Almirante Mekioth Sarum contempló las consecuencias de sus
acciones. La muerte de un mártir para el querido Comodoro, pensó. Muerto mientras intentaba
rescatar a un Apóstol del Consejo, todo Amarr lo lamentara, pero con el tiempo su recuerdo
pasará. Las conexiones de Faus Akredon con la Familia Kador le convertían en candidato legítimo
para la sucesión del Emperador Heideran. Con una edad de más de cuatro siglos, la muerte del
Emperador podría suceder en cualquier momento, incluso las máquinas que lo mantenían con
vida solo serían capaces de hacerlo por otros cien años más. Con el tiempo llegaría el momento,
y cuando ocurra, Mekioth quería que la familia Sarum estuviera preparada para tomar el poder.

Akredon hubiera sido el mejor campeón para los Kador, pensó Mekioth, poniendo un mapa de
la Constelación Aguh. Incluso muerto en martirio es peligroso. Varios grupos de combate
Imperiales estaban convergiendo en Hahyil, vigilando las puertas estelares que llevaban a él y
estableciendo bloqueos en los sistemas vecinos. La caza de la fuerza Minmatar responsable de
la muerte del mayor héroe Amarr había comenzado, y cuando pasase Gruul Shatan, un batallón
de Paladines asaltaría el centro minero y haría frente a los rebeldes.

Mártir o no, la familia Sarum reclamará el trono algún día, pensó Mekioth. El mapa se expandió,
y después se movió a través de la vasta extensión de estrellas más allá de la frontera Jove. Pasó
sus manos sobre la imagen, imaginando todas las riquezas que aguardaban ser explotadas allí.
Faus Akredon me ayudó a conquistar a los Minmatar. Muerto, también me ayudará a conquistar
a los Jove.

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A I II III IV V VI VII Ω

"¿Qué prueba revelará más sobre el alma? ¿La prueba que hará que un hombre demuestre su
fe, o aquella que descubra al hombre que había creído que su fe ya estaba demostrada? Si
conocéis la respuesta, entonces deberíais también saber que estos desafíos en sí mismos
acarrean el peor de los castigos si fracasáis. Las puertas del paraíso se abrirán para vosotros solo
una vez; pobre de aquella alma que ose llamar dos veces a ellas."

- Libro de las Misiones, 5:14, Las Escrituras

“A lo largo de la historia, los ejércitos de todas las civilizaciones han reclutado soldados para sus
ejércitos de entre los individuos más fuertes de sus sociedades. Los Minmatar, habiendo perdido
a los mejores candidatos debido a la esclavitud o la muerte, al intentar hacer lo mismo
encontraron que sus resultados no eran nada satisfactorios para sus especiales necesidades. En
vez de ello, reunieron a sus más notorios villanos - ladrones, conspiradores y asesinos - y los
convirtieron en soldados. Llamaron a estos hombres 'Valklears'."

- Archivos de la Oficina Federal de Inteligencia (clasificado), Documento NJ-F22, "Historia del


Desarrollo de la Infantería Minmatar"

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Región de Derelik - Constelación Aguh
Sistema Hahyil: Planetesimal de Diemnon
Complejo Minero de Diemnon: Bahía del Hangar Principal

Saltando desde la rampa, Vlad esprintó desde el tren de aterrizaje de la Rifter hacia los
afloramientos rocosos en los bordes de la pista de aterrizaje. Tras él, el resto de Valklears se
dividieron en grupos de dos, buscando lugares donde poder cubrirse y que tuvieran una clara
línea de visión del inmenso túnel que llevaba de vuelta al exterior del pozo de atraque. Algunos
se precipitaron hacia las escarpadas paredes rocosas del hangar, trepando rápidamente por sus
salientes y desapareciendo entre las sombras proyectadas por los focos del techo.

Vlad encontró un buen sitio detrás de algunas rocas bastante altas respecto a la pista, al otro
lado de las puertas del hangar que llevaban al complejo. La Rifter descansaba en la pista con la
rampa de aterrizaje abierta intencionadamente. Tenía la esperanza de así los Jovianos
supusieran que ellos ya habían entrado en el complejo, haciéndoles salir de la seguridad que le
proporcionaban sus naves y poniéndolos a tiro de los rifles Valklear. Varios clicks en el auricular
de su oído, le indicaron que cada uno de sus soldados había ocupado sus posiciones, y esperaban
sus órdenes.

Estaban a más de treinta kilómetros bajo la superficie, pero Vlad aún podía oír el callado rumor
que producían los impactos de los meteoritos. Para conservar sus recursos, los Amarr no
reemplazaron el aire que escapó a través de la compuerta exterior cuando entraba una nave.
Ahora mismo, una persona todavía podía respirar en el interior sin ayuda de una máscara, pero
cualquier esfuerzo le dejaría sin aliento. La próxima vez que las puertas se abriesen – lo cual
sucedería en el momento en que las fragatas Jove entrasen - el poco aire que quedaba escaparía.

Echando un vistazo a través de la mira telescópica de su rifle, Vlad escaneó la zona. El hangar
era una enorme caverna tallada en las profundidades del manto de Diemnon gracias a los
explosivos Amarr y las espaldas de los esclavos Minmatars. Había tres complejos de plataformas
separadas unos 700 metros entre ellas construidas en ambas paredes, en cada una de las cuales
podía atracar una nave industrial clase Bestower para descargar y volver a cargar el mineral sin
procesar. Las dimensiones del hangar estaban diseñadas para acomodar específicamente a esta
nave; era imposible que nada más grande pudiese entrar.

Mientras movía la mira de su rifle hacia la Rifter, Vlad se dio cuenta de los restos de sangre
repartidos por toda la pista. La revuelta de prisioneros debió acabar aquí, pensó, mientras se
fijaba en los diferentes tipos patrones que había dejado la sangre. Había charcos oscuros
marcando los lugares donde las víctimas mutiladas se habían desangrado hasta la muerte; las
trazas difusas de chorros delgados estaban causadas por heridas de disparos; trazas con gotas
de sangre más grandes indicaban golpes causados por puños u objetos contundentes. Sin duda,
este lugar había sido testigo de una horrible violencia que se había llevado la vida de docenas
de personas. Una buena muerte para esos esclavos, pensó Vlad, acoplando la mira telescópica
de nuevo al rifle. Encontrar la muerte mientras mataban Amarr era más de lo que podían aspirar
la mayor parte de ellos.

Una ráfaga de aire levantó algo de polvo del suelo y dos juegos de luces horadaron la oscuridad
del final del túnel. Vlad vio de reojo a Thumgar a poca distancia en uno de los salientes,

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preparando su CLAW (Arma Ligera de Combate de Asalto) y apoyarlo contra una roca. Será mejor
que consiga controlarse rápido, pensó Vlad. O si no, nos convertiremos en otra mancha del suelo.

"Hora de despertarse, Voila."

La voz provenía de una de las almas sin rostro que la rodeaban en el estéril campo. La cripta
estaba justo frente a ella, con el cuerpo del héroe desconocido aguardando en su interior. Una
mano de entre la multitud la alcanzó tocándola. Aterrorizada, Voila dio un paso atrás.

"Abre los ojos, lentamente..."

Se volvió en la dirección de la que había salido la mano, y mientras ella abría los ojos, un rostro
empezó a formarse sobre uno de los espíritus que había a su lado: Unos ojos negros como el
azabache rodeados por la blanca y pálida piel, recorrida por oscuras venas que surgían del cuero
cabelludo y se ramificaban hacia abajo hasta llegar a la mandíbula. Voila se sobresaltó y dio un
respingo. La mano de la criatura se movió con suavidad hacia la boca de ella.

"Tu primer encuentro con un Jove por lo que veo." Su voz tenía un tono sintético, además de ser
algo espeluznante y tranquilo. "Un difícil espectáculo de absorber para los de tu raza. Es
comprensible."

Voila se dio cuenta de que estaba tendida boca arriba, y que el Jove estaba de pie sobre ella.
Mientras retiraba la mano, noto como la piel de él no parecía tener un tacto orgánico. Cristal,
pensó. ¡Parece tener un tacto como de cristal húmedo!

"Mi nombre es Grious, y estoy aquí para protegerte y ayudar a los Minmatar en su misión de
rescate de los Ancianos."

¿Pero qué demonios...? pensó Voila. ¿Protegerme? Hizo un repaso a rápido a su estado físico y
sintió un ligero dolor en el pecho y en sus piernas. Pero los ojos eran sobre todo lo que más daño
le hacía.

"Has estado sometida a una cantidad enorme de fuerza G cuando tu nave perdió el control," dijo
Grious, mientras la ayudaba a levantarse de la mesa. "Algunos de los vasos capilares de tus ojos
estallaron, lo que explica tu aspecto. Carezco del equipo necesario aquí para poder repararlos,
pero fui capaz de reparar numerosas roturas de tejido muscular a lo largo de tu diafragma, pared
abdominal, y de los vasos sanguíneos de tus piernas."

"¿Qué le sucede a mi aspecto?" preguntó Voila, poniéndose de pie despacio. La habitación era
pequeña, pero equipada con aparatos que no se parecían a nada que hubiera visto antes. Grious
pasó una mano ante una pared, y en ella se materializó una pantalla. "Conozco la obsesión de
los vuestros por el aspecto. Ven por aquí, por favor."
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Voila dio unos pocos pasos vacilantes hacia delante. El Jove era delgado, y medía menos de 180
centímetros de alto. Su cuerpo al completo, excepto las manos y la cabeza, estaba cubierto por
un traje de combate. Estaba empezando a sentirse incómoda por la mirada de aquellos ojos sin
fondo la observaban atravesándola. Volviéndose hacia la pantalla, Voila jadeó cuando vio su
reflejo: El blanco de sus ojos estaba teñido de un rojo sangriento.

"Se curaran con el tiempo, y tu vista no debería resultar afectada," dijo Grious, cogiéndola de la
mano una vez más. "Tienes que agradecer al piloto de esta nave el haberte salvado la vida."

¿Estoy en una nave? se preguntó, resistiéndose a retirar la mano. "¿Quiere decir que usted no es
el piloto?" preguntó Voila, pasándose un dedo por los párpados.

"No, pero está escuchando," dijo Grious mientras varias puertas se deslizaban abriéndose ante
él. "Puedes hablarle si lo deseas."

Esto es una locura, pensó ella, mientras miraba hacia las luces de arriba. "¿Gracias?"

Una voz tan escalofriante como la de Grious resonó por toda la sala mientras la puerta tras ellos
se cerraba: "Bienvenida, Voila."

"¿Debería hablar con él en persona?" preguntó ella. "Siento como si debiese expresarle mi
gratitud en persona." Se abrió otra puerta, conduciéndolos hasta una habitación con luces en
un pasillo con el techo muy alto. Estaba iluminada con luces rojas y las paredes metálicas estaban
cubiertas con señales siniestras y de aparatos electrónicos.

"Me temo que no está aquí," dijo Grious, aflojando su presa ligeramente. "Pisa donde yo lo hago,
Voila. Esta cámara es un poco diferente a las otras."

Sintió un hormigueo en la nuca cuando atisbó algo raro. Las paredes, comprendió, están
distorsionadas. Aunque ahora estoy sobria, pensó, juraría que no somos los únicos que estamos
aquí.

La voz del piloto resonó por toda la habitación. "Prepárense para desembarcar."

Grious le dio un aparato con dos cilindros a los lados para ponerse en la boca. "Ponte esto en la
boca y respira con él. Evita coger aire a través de la nariz de ahora en adelante. Habla a través
de él como lo harías normalmente – se quedará en su sitio hasta que te lo quites con las manos."

"¿Dónde estamos?" preguntó Voila, temiendo la respuesta. Un destello de luz apareció al final
de la habitación que fue creciendo hasta que el color marrón grisáceo de la pista de aterrizaje
fue claramente visible. Grious la llevo con el hasta allí mientras Voila se colocaba el aparato.

"Diemnon," dijo él, dando un paso sobre la superficie. "Dentro del complejo minero Amarrian."

"¿Qué? Espera..." vaciló Voila, luego Grious la empujó con amabilidad hacía la pista. Estaba
dentro de una maldita Wraith, pensó, reconociendo en la silueta del casco sobre ella mientras
bajaba por la rampa de aterrizaje. ¡Nunca nadie había estado tan cerca de una de ellas, y mucho
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menos dentro! Doscientos metros frente a ellos había una Rifter Minmatar, descansando
también sobre la pista. Voila se dio cuenta de que su rampa de aterrizaje también había sido
bajada, pero no veía a nadie cerca. Sintió que el aire era muy tenue, y tuvo que coger varias
veces aire para ajustar el aparato de respiración.

"¿No necesitas uno de estos para respirar?" preguntó.

Grious, que estaba observando las paredes rocosas de la caverna que había más allá de la nave
Minmatar, inclinó la cabeza ligeramente a un lado. "Nuestra anatomía difiere de la vuestra en
más cosas que nuestra apariencia," respondió él. "Ven conmigo. Tengo otra cosa que
enseñarte."

Mientras rodeaban la sección de la rampa de aterrizaje del casco de la fragata, Voila vio los
restos de la Atron a unos cien metros. El segmento posterior había desaparecido, y el resto del
casco estaba negro. Algunas partes del refuerzo del casco se habían perdido; otras colgaban del
casco destrozado de la nave de unos pocos filamentos de metal retorcido. La única parte de la
maltratada fragata que parecía seguir intacta era la cabina.

"¿Cómo demonios sobreviví a esto?" La voz de Voila fue amplificada a través de un altavoz en el
aparato de respiración. Grious la estaba llevando a lo largo de la Wraith, lejos de la Rifter y en
dirección al túnel. De repente echó mucho de menos los analgésicos.

"Las probabilidades de sobrevivir al impacto directo de un rayo tachyon abordo de esa nave son
exactamente cero," respondió él. Voila pudo ver el fuselaje de una segunda Wraith a unos pocos
metros frente a ella. "Sobreviviste gracias a la falta de precisión de los artilleros Amarr."

¡Los Amarr me dispararon! Voila recordó la flota de la Armada Imperial que apareció justo
después de...
"Yo no maté a esa gente," soltó Voila, rememorando el horrible espectáculo de los cuerpos
flotando entre los restos de la Bestower. "Mi nave ni siquiera estaba armada..."

"Sabemos que no lo hiciste tú," interrumpió Grious. "Pero se diseñó para que pareciese así."

“La Orden,” pensó Voila. “Pero los Jove saben…”

Voila se paró de pronto cuando la Wraith se hizo completamente visible. Era como aquella de la
que habían emergido, y su rampa de aterrizaje también estaba abierta. Pero esperando en su
base había un hombre, con ambas manos a la espalda. Su cabeza y sus hombros estaban
cubiertos con una capucha y descansaba sobre sus rodillas.

"Grious, quien es..."

"No se le ha hecho dañó," dijo Grious, urgiéndola a seguir. "Dime, ¿Cómo les llamas? A los
hombres misteriosos que te trajeron aquí.”

Voila hizo una pausa. "La Orden. No estoy ni siquiera segura de cómo se llaman a sí mismos."

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"Los hemos estado persiguiendo durante un tiempo." dijo Grious. "Son escurridizos, y
extremadamente peligrosos. ¿Hay algo más que quieras contarme sobre ellos?" La pregunta le
produjo un escalofrío que recorrió toda la columna de Voila. Eso ha sido una orden, no una
petición.

"No hay más que decir," respondió ella, mirando al cautivo. Este no pareció darse cuenta de que
estaban de pie tan cerca de él. "El primero de ellos contactó conmigo hace años, dándome
información precisa sobre movimientos y operaciones en el espacio Minmatar." Voila oyó un
rumor distante que se parecía vagamente al de un rayo. "Desde entonces, contactaron conmigo
sin previo aviso dándome pistas que fueron muy importantes..."

"Importantes, ¿para quién?," Grious la miraba a la cara directamente, mirándola con aquellos
negros ojos desapasionados.

"Para los Minmatar," respondió ella nerviosa. Ya sabe las respuestas a sus preguntas. "Les pasé
todo aquello que supuse podría ayudarles a evitar esta debacle de 'Reclamación'"

Grious se volvió hacia la Rifter mientras más ruidos sordos resonaban en el hangar. "El hombre
arrodillado a tus pies es el que dio la orden de destruir tu nave. ¿Te gustaría conocer su nombre?"

La pregunta le cogió desprevenida a Voila. "¿Perdona?"

"Comodoro Faus Akredon de la Armada Imperial," dijo Grious. "Me imagino que sabes mucho de
él."

"¿Qué?" exclamó Voila, dando vueltas alrededor el hombre encapuchado. "¡Eso es imposible!
Como..."

"Los Ancianos también están aquí, en algún lugar bajo las catacumbas, y escondidos entre
aquellas rocas están los soldados Minmatar mandados para rescatarlos." Grious hizo una pausa.
"Mientras hablamos, sus armas nos están apuntando, y están esperando el momento adecuado
para matarnos a los dos."

Voila se puso pálida. "¿Matarnos?"

"No temas," dijo Grious, apretando las manos a su espalda. "No has estado en peligro bajo mi
cuidado en ningún momento desde que llegamos."

"¿Pero no deberíamos volver al interior de la nave?" preguntó Voila, tomando aire con suavidad
a través del aparato respiratorio. "¡Alguien tiene que decirles que estamos intentando
ayudarles!"

"Ese es el plan," respondió Grious. "Pero hará falta algo más que habilidades diplomáticas para
convencerles de nuestras buenas intenciones."

Voila miro hacia las rocas. No había nada en absoluto que obstruyese su línea de visión con la
Rifter o con las enormes paredes de roca que los rodeaban.

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"Bueno entonces ¿quién lo va a hacer? ¿Tú?"

"Voila," dijo Grious volviendo de nuevo sus ojos negros hacia ella. "Tú y yo no estábamos solos
cuando abandonamos la nave."

Vlad escuchó varios clicks en su auricular, cada uno de ellos una petición distinta para abrir
fuego. El Joviano y la mujer todavía seguían de pie en el exterior, caminando relajadamente y al
parecer ignorantes al peligro que les rodeaba. Pero quién demonios es ese prisionero, se
preguntó Vlad, mientras devolvía los clicks indicando a los soldados que esperasen. Unos
minutos antes, dos Jovianos descendieron por la rampa de aterrizaje de la segunda Wraith,
depositaron al prisionero en la superficie y volvieron a la nave. Debe haber más de ellos, pensó,
moviendo su mira de nuevo hacia la primera Wraith. La clave es la paciencia ¡pero tendremos
que entrar en el complejo pronto!

Mientras movía su mira por la rampa de aterrizaje, Vlad vio algo extraño que le hizo encogerse.
Saco su ojo de la mira telescópica y miro directamente hacia la pista, allí vio cuatro distorsiones
separadas entre sí que le recordaron al aspecto del aire cuando está sobre una superficie
caliente. Peligro, sintió Vlad, justo en el momento en que el CLAW de Thumgar disparaba varias
veces al suelo levantando una polvareda. El auricular se llenó de gritos mientras Vlad giraba
instantáneamente su rifle hacia la posición de Thumgar.

"¿A qué coño le está disparando?" exigió Krughan.

"¡Había algo dirigiéndose directamente hacia mí!" gritó Thumgar, mientras ponía el CLAW en
automático y comenzaba a disparar como un loco frente a él. Vlad apuntó con su rifle a la
derecha y hacia la izquierda, buscando desesperadamente un objetivo pero sin encontrarlo. Más
ráfagas de rifles automáticos iluminaron la pared de la caverna mientras los otros soldados
gritaban y disparaban sus armas equipadas con silenciador hacia las sombras. Justo cuando Vlad
cogía aire para hablar, vio el CLAW de Thumgar volar inexplicablemente disparado de sus manos.
El hombretón pareció quedarse congelado durante un momento, y después cayó - suavemente,
como si unas manos le estuviesen aguantando - de frente al suelo.

Después Vlad lo sintió - como una corriente de aire tras su nuca que no debería estar ahí - y
reaccionó por instinto. Con un movimiento fluido, lanzó un golpe hacia atrás con su rifle tan
fuerte como pudo, y sintió como el golpe impactaba en el cuerpo de un hombre. Ignorando el
extraño gruñido que oyó, Vlad giró 180 grados a su izquierda, desenvainando el Kri'Tak en medio
del giro con su mano derecha y abalanzándose luego hacia delante. No había nada ante él que
sus ojos pudieran percibir, pero los sentidos de Vlad le decían todo lo contrario. Su brazo
izquierdo cogió algo pesado en el aire que bloqueó un invisible contragolpe, pero su mano
derecha - que apretaba firmemente el cuchillo y mantenía la hoja paralela al suelo- continuó sin

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obstáculo haciendo un amplio arco hasta que pinchó algo grueso, justo donde deberían estar las
costillas de un hombre.

Un aullido penetrante lleno la caverna mientras un soldado Jove se materializaba en la


empuñadura de su cuchillo. Justo cuando Vlad ordenaba a su muñeca girar la hoja del cuchillo,
sintió como algo le golpeaba bajo la espalda, y después sintió como todos los músculos de su
cuerpo le fallaban. El pánico se apoderó de él mientras caía hacia atrás, completamente
paralizado. No sintió como golpeaba el suelo, pero vio la silueta de un segundo Joviano de pie
sobre él un segundo después.

Región de Domain - Constelación Throne Worlds


Sistema Amarr: Planeta Oris
Estación de la Academia de la Familia Imperial: Catedral del Santo Profeta Kuria

El Gran Almirante Mekioth Sarum pasó entre los Guardias Reales y entró en la gran catedral. Sus
techos abovedados estaban a más de cincuenta metros de alto, y eran soportados por docenas
de enormes columnas lujosamente talladas con escenas representadas en las Escrituras.
Sentado en el centro de la catedral estaba el Emperador Heideran, adornado con pompa
religiosa y fijado permanentemente a su trono. Numerosos aparatos cibernéticos eran visibles
en su cabeza, cuello y hombros, todos ellos indispensables para mantenerlo con vida. Más de
cuatro siglos de edad y todavía vive, pensó Mekioth, aproximándose al altar. De todas maneras,
Amarr no tendrá que sufrir bajo la incompetencia de su mando durante mucho tiempo más.

"Mi señor," dijo Mekioth, arrodillándose ante Heideran e inclinando la cabeza mientras unos
sacerdotes encapuchados le observaban.

"Levántate, Gran Almirante," dijo Heideran, haciendo un movimiento con su anciana mano. Los
sacerdotes se movieron silenciosamente hacia unas antecámaras que había en las esquinas.

"¿Me habéis convocado?" preguntó Mekioth, levantándose lentamente.

La voz de Heideran sonaba vieja, pero firme mientras hablaba. "He recibido noticias terribles
sobre el Impasible, Mekioth. ¿Por qué se le mando a aquel espantoso lugar?"

Mekioth inspiró aire profundamente antes de responder. "Mi señor, seguramente conozcáis la
desaparición de nuestro Apóstol Taj Rukon y sus discípulos"

"Por supuesto," respondió Heideran. "¿Los habéis encontrado?"

"Odio tener que traerle malas noticias, pero están muertos," replicó Mekioth, fingiendo
consternación. "El Comodoro Akredon recibió una señal de socorro de su nave, e inmediatamente
se puso en marcha para rescatarlos."

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"Ahh, Faus," suspiró Heideran. "¡Dime qué papel juega en todo esto!"

"Siguió la señal hasta Diemnon, donde fue testigo de primera mano de su asesinato."

"¿Qué?" dijo Heideran casi tosiendo. "¿Quién osó hacerlo? ¿Los rebeldes?"

“El acto es inconcebible, mi señor, pero esta salvajada fue cometida por la Federación Gallente."

Heideran hizo una pausa, sus ojos estaban completamente abiertos por la conmoción. "¿Tienes
pruebas de ello?"

"Tenemos las grabaciones tomadas desde el Impasible," dijo Mekioth, obligándose a expresar
tanto conmoción como enfado. "En ellas se muestra claramente a una fragata de la Federación
en posición de ataque justo en el momento en que la Bestower del Apóstol explotaba. Momentos
después, los rebeldes Minmatar aparecieron - su llamada flota 'Valklear' - escoltados por naves
Jovianas."

"¡Jovianos!" El trono de Heideran se desacopló de sus abrazaderas y flotó hacia los pies del altar.
"¿Estás seguro de eso?"

"Sí, mi señor. El Impasible atacó con éxito a la nave Gallente, pero los Jovianos intervinieron y
evitaron su justa destrucción. Ordené al Comodoro Akredon que se retirase inmediatamente,
pero él..."

"Él qué, Almirante. ¡Dígamelo!"

Mekioth bajó su mirada al suelo. "Insistió en recuperar los cuerpos de los sacerdotes, diciendo
que merecían un adecuado entierro para su preparación en su viaje a los cielos. Le sobrepasaban
desesperadamente en número, y la tormenta de Gruul Shatan estaba sobre él..."

"No," dijo Heideran. "No me digas..."

"Mi señor, el Impasible fue destruido, junto con todos sus escoltas. No podremos mandar una
misión de búsqueda y rescate hasta que la tormenta pase."

Heideran estaba destrozado. "Faus...mi hijo..."

"No hemos perdido todas esperanza, pero dada su naturaleza violenta y el número de naves
rebeldes implicadas, parece ser... que es improbable..."

Mekioth no tuvo que terminar la frase. El Emperador Heideran lloraba, jadeando y


convulsionándose intermitentemente. No hubo lágrimas, su anciano cuerpo ya no era capaz de
producirlas.

"Mi señor, lo siento. Fue un héroe de Amarr, y el mejor capitán que nunca he conocido. Debemos
vengar su muerte."

"¿Qué...crees que debe hacerse?"


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"Están tras la flota rebelde mientras hablamos, y el sistema Hahyil está en cuarentena. Pero debo
pedirle su permiso para hacer fuego contra cualquier nave Gallente o Jove que encontremos
alrededor de Diemnon."

El Emperador Heideran se encogió. "Me opongo a ello. El Gallente pudo haber sido un rebelde,
no debemos precipitarnos..."

"Mi señor, la Federación está en una guerra total contra el Estado Caldari que están ganando.
Este acto, rebelde o no, en sí mismo en un acto de guerra, y sus súbditos exigirán una reacción.
No podemos tolerar ese tipo de agresiones dentro de nuestras propias fronteras."

El trono se alejó de Mekioth y se enfrentó hacia una gran estatua del Profeta Kuria, rodeada de
ángeles y de una representación del paraíso. "¿Y los Jove? ¿Cómo sugieres que tratemos con
ellos?"

"Estoy preparando planes de batalla, y una vez determine por completo la relación de los
Jovianos con esta masacre, se lo haré saber."

El Emperador Heideran se volvió otra vez hacia Mekioth, recorriéndolo con su mirada
lentamente. "Muy bien, Gran Almirante. Tiene usted permiso para abrir fuego sobre las naves
Gallente, pero solo si están en proximidades de Diemnon, y solo contra cualquier nave que
intente saltarse el bloqueo."

Mekioth inclinó la cabeza. "Gracias, mi señor. No descansaré hasta que los asesinos sean
llevados ante la justicia."

"Encuéntrale, Mekitoh," susurró Heideran. "Tráeme su cuerpo de vuelta."

"Haré todo lo que pueda, mi señor."

Saltaron desde las paredes de la caverna, llevando consigo sin esfuerzo a los incapacitados
comandos Minmatar a través de la pista y sentándolos sobre sus rodillas en la base el primer
Wraith. Voila se quedó mirando a los Jovianos asombrada por su fuerza y condición física -
todavía no era capaz de llamarlos 'hombres' - mientras hacían viaje tras viaje arrastrando
cuerpos. En poco más de unos minutos después de que se hicieran los primeros disparos, ya
tenían a ocho comandos Minmatar hombro con hombro, con las manos a la espalda, y de rodillas
directamente frente al Amarr cautivo.

Grious había desaparecido con el Joviano herido en el interior de la Wraith. Voila miró a los
prisioneros, los cuales estaban recobrando poco a poco las sensaciones en sus extremidades.
Valklears, pensó Voila, observando sus caras y estudiando su aspecto: De constitución
musculosa, sin identificaciones o insignias de rango, y marcas tribales sobre los brazos, el cuello
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y la cara. Los mejores soldados Minmatar, cada uno de ellos un reconvertido sociópata o asesino.
La única mujer entre ellos era la piloto - varios años más joven que ella, de pelo oscuro, ojos
ligeramente maquillados, rasgos duros, y físicamente tan robusta como los demás. Estaba
respirando por uno de los aparatos de Grious como si fuera otro de los soldados. El resto todavía
llevaba sus propias máscaras.

"¿Qué le ha pasado a tu ojos?"

Aquella profunda voz la sobresaltó. El más fornido del grupo - el que de alguna forma había
conseguido apuñalar a un Joviano camuflado - le estaba mirando.

"Sufrieron daños cuando mi nave fue derribada," dijo Voila, volviéndose hacia el Valklear. Incluso
arrodillado su ca,beza estaba a la altura de la barbilla de ella. El tipo era enorme. "Los Jove me
salvaron la vida, y la tuya también."

El hombre gruñó. "Así que tú eres el piloto de la Atron," dijo, poniéndose más derecho. "Parece
ser que compartimos el mismo enemigo. ¿Cuál es tu nombre, Gallente?"

Voila miró al hombre antes de responder. "Voila Antionnes, estoy en la Oficina Federal de
Inteligencia. ¿Tienes...?"

"Conozco ese nombre," dijo él, estrechando los ojos. El resto de Valklears empezaron a
retorcerse contra sus ataduras. "Eres la que llaman 'Jaura Kil'tra'..."

Los ojos de Voila se abrieron un poco. Había entendido la traducción. "La Vidente de los
Horrores," jadeó ella. El soldado pareció sorprendido.

"Hablas nuestro idioma," dijo él. "Entonces lo que cuentan de ti es cierto."

"¿Va'nachr, kra tua chinak?" preguntó ella. ¿Cómo te llamas Valklear?"

El hombre hizo una pausa, y poco a poco se fue formando una sonrisa muy ligera en sus labios.
"Puedes llamarme Vlad. Todos estamos en deuda contigo."

Entonces es el momento de pasar a la ofensiva. "Me he pasado la mayor parte de mi vida


intentando ayudar a vuestra raza," dijo Voila, alzando un poco la voz. "Y hace unos minutos
estabais dispuestos a matarme. ¿Por qué?"

Algunos de los soldados miraron a Vlad. "No sabíamos dónde estabas, y no estaba seguro de tus
intenciones."

"Sé lo de los Ancianos," respondió al instante, sintiendo de repente otra vez aquel agudo dolor
producido por el mono de las drogas. Todos los soldados fijaron su mirada sobre ella. "Y también
los Jove. No es un secreto para nosotros lo importante que son para vosotros. Todos estamos
aquí por la misma razón, ayudarte a sacarlos de aquí."

La piloto de la Rifter habló. "No necesitamos tu ayuda, tan solo libéranos y sal de aquí..."

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"¡Ziara!" gritó Vlad, mientras volvía su mirada hacia la piloto. Ella se la devolvió, pero después
la bajo otra vez y se volvió con el ceño fruncido hacia Voila. "Por favor perdona su tenacidad,"
dijo él, bajando la voz. "No debió usar ese tono contigo, pero con el debido respeto, preferiríamos
continuar solos a partir de aquí."

"Que raza más arrogante," dijo Grious, mientras salía de la Wraith. Sostenía el Kri'tak de Vlad, y
le flanqueaban tres de los cuatro soldados Jove que habían sometido a los Vlaklears. "Ahora
comprendo porque los Ancianos son tan cruciales para supervivencia de los tuyos."

"Estamos aquí por lo que sucedió en Eanna," dijo Voila, volviéndose hacia el Amarr
encapuchado. Por ahora lo mejor será ocultar su identidad, pensó ella. Aunque sintiese la
tentación de dejarle solo con estos Vlaklears durante unos minutos. "Este es el fin de la partida
para los Minmatar, y los Ancianos son el nexo de unión necesario para reunir a todas la tribus en
una sola República. Ahora los necesitas más que nunca, ¡así que deja de ser tan terco y déjanos
ayudarte!"

"Voila, puedo hablar contigo en privado, por favor." Dijo Grious, indicándole que subiese por la
rampa. Confundida por su propio arranque de ira, acató la orden, y dejó a los sorprendidos
Vlaklears solos. Necesito una puta pastilla ahora mismo, pensó ella, contemplando la posibilidad
de pedirles algo a los Jovianos, lo que fuese, para saciar su necesidad. Grious le miraba a los ojos
mientras hablaba.

"Eres adicta a los analgésicos," dijo él con rotundidad. "¿Te has dado cuenta de cómo te tiemblan
las manos?"

Voila se miró las manos. Un visible temblor las recorría.

"Los Serpentis añaden a sus drogas compuestos químicos diseñados para acentuar sus
propiedades adictivas," dio Grious. "Generalmente, el síndrome de abstinencia dadas tus
características físicas no debería aparecer hasta dentro de varias horas. Pero en tu caso, debido
a tu repetida ingestión causada por el hábito, ya han comenzado."

Joder, mierda. "Mira, no tengo tiempo para esto, pero si tuvieseis algunas píldoras de esas..."

"No lo haremos, Voila. Ya has llegado al nivel de drogas máximo que podría administrarte con
seguridad para tratar tu dolor sin arriesgarnos a que quedes incapacitada, y no podemos
desintoxicar tu sangre aquí."

"¿Cuáles son mis opciones entonces?" preguntó ella.

"Es tu responsabilidad ahora, mientras tanto seguirás mostrando signos de agitación que
aumentaran hasta que alcances la psicosis - suponiendo que tu alta presión arterial y
temperatura corporal no te incapaciten antes -."

"En ese caso dejadme a solas con Akredon," respondió Voila. "Quiero decirle unas palabras."

Grious inclinó su cabeza hacia un lado. "¿Qué esperas conseguir haciéndolo? No eres una
interrogadora experta, y él solo repetirá su nombre, rango, y plegarias cuando le preguntes."
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Voila miro tras de sí hacia la derrumbada figura cubierta, y pudo también ver como los Valkears
empezaban a impacientarse. "No puedo explicar porque," dijo ella, frotándose la frente.
"Simplemente quiero entrar en la mente de este...fanático, e intentar comprender los
pensamientos que acompañaron a la decisión de bombardear el planeta."

El Jove se la quedó mirando un momento, pensando en lo que había dicho. "Así que esto también
es debido a sus designios - los que tu llamas 'La Orden' -. Una conjunción de acontecimientos
orquestados para producir un desenlace que les convenga." Hizo una pausa durante un
momento y miró hacia abajo, donde se encontraba Akredon. "Así que en el fondo no fue una
coincidencia que pudiésemos salvarlo. Tiene un papel que ocupar en su plan. Y tú también por lo
que parece."

"Grious, ¿de que estas hablando?" preguntó Voila, echando de menos la tranquilidad que le
proporcionaban los analgésicos. "Esto va sobre los Ancianos, de ayudar a los Minmatars. Todo
lo que me ha proporcionado La Orden fue con la intención de ayudarles."

"Solo porque sus intereses coinciden para que así sea," dijo Grious, mientras bajaba por la rampa.
"Al menos de momento."

"¿Qué quieres decir?" preguntó Voila. "¿La Orden está amenazada por el Imperio Amarr?"

Grious se detuvo. "La 'Orden' - nosotros los llamamos 'Enheduanni' – no combaten sus propias
guerras. Dejan que los Imperios luchen por ellos, lo cual consiguen controlando la influencia que
tienen sobre aquellos que llegan hasta el poder. Pero los Minmatar se suponía que no deberían
haberse derrumbado tan rápidamente, además parece ser que también subestimaron el
impacto de la religión Amarr en la sociedad. Así que han provocado con éxito que
interviniésemos para restaurar el equilibrio que les es más favorable para ellos."

Voila se enfadó. "¿Así que tu compasión por los Minmatar no es la razón por la que habéis
intervenido aquí?"

"Los Enheduanni son nuestro mayor enemigo, y eso les convierte también en vuestro mayor
enemigo. No podemos sentarnos ociosamente mientras de forma egoísta interfieren en una
historia que os corresponde a vosotros decidirla, no importa cuán destructiva sea, o cuantas
veces deseéis repetirla."

Grious y tres de sus compañeros bajaron la rampa mientras Voila miraba sus espaldas,
intentando ignorar los temblores que agitaban sus manos. Ha usado la palabra 'vuestra', pensó
ella. No ve diferencia alguna entre las razas, excepto la suya propia.

"Eh, Grious," llamó Voila. Los cuatro Jovianos se pararon y se dieron la vuelta. "¿Qué significa
'Enheduanni'?"

El Joviano se quedó pensativo un momento. "No existe traducción en vuestro idioma."

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"...tu eres un Dios misericordioso, la única devoción de mi vida, fiel a tus siervos más fieles en su
tiempo de necesidad. Amen."

Faus completo la plegaria por centésima vez, y se quedó esperando a que llegase su respuesta
desde los cielos. Al no haber escuchado ninguna, comenzó a recitar la oración otra vez, y
entonces se detuvo cuando las abrasadoras imágenes de Eanna le rompieron la concentración.
Cerró los ojos, y los abrió otra vez viendo la negra capucha que le cubría, aun así no podía
liberarse del tormento que asaltaba su alma.

“Este castigo debe ser merecido,” comprendió Faus, arqueando su espalda mientras intentaba
calmar el dolor procedente de sus rodillas. “La pérdida de mi nave, mi tripulación, y convertirme
en cautivo de este monstruo Joviano - todo ello es el justo castigo por...”

No podía pensar en nada más que le hiciese merecedor de este destino, excepto en no creer
realmente lo suficiente en las órdenes del Gran Almirante Mekioth Sarum al bombardear el
planeta Eanna. Sus acciones reflejaban meramente los deseos del Emperador Heideran, y él era
la voluntad de Dios. Esos pecadores merecían su destino, y no tengo derecho a cuestionarlo. Las
escrituras previenen a todos los paladines sobre esta prueba, que siempre llega cuando el
creyente menos se lo espera. Mi fe será recompensada, pensó él, buscando más fuerza espiritual
interior y encontrándola. Por eso esto es una prueba en la que no debo fracasar...

La capucha que cubría su cabeza fue retirada de repente, y gritó de horror ante la visión que le
ofrecieron sus ojos. Rebeldes Minmatar - ocho de ellos – estaban de pie frente a él a pocos
metros de él. En un abrir y cerrar de ojos, uno de ellos desenfundó un cuchillo y lo lanzó contra
él. Fue desviado por un destello brillante, repelido en el último momento por un campo
protector de energía. El hombre se liberó de los intentos de sus compañeros por contenerlo, y
cargó hacia él, golpeando con sus enormes puños la burbuja energética y gritando.

Faus no podía oírle, ni podía oír nada más. Simplemente miro a su atacante, hipnotizado por el
odio que irradiaba de él. ¿Quién puede reprochárselo?, pensó Faus, maldiciéndose por permitir
que el pensamiento entrara en su mente. Les observó mientras discutían entre ellos, y luego
rogaban a un esbelto Joviano que caminaba hacia ellos - el mismo que le había sacado de la
cápsula de escape y lo había dejado inconsciente -.

Esto es lo que no ves desde el espacio, pensó Faus, intentando leer sus expresiones. No puedes
esperar que esta gente crea en un dios capaz de incitar un odio tan profundo en los hombres.
Otra vez, Faus se maldijo a sí mismo - ¿LO pensó en voz alta? -. Cerró los ojos, intentando sacarse
a los rebeldes de la cabeza. Pero en lugar de encontrar una paz interna, encontró las imágenes
de ciudades incineradas que gritaban entre el espeso humo negro de carne y hueso ardiendo.

No debo perder mi fe, por eso es una prueba...

Faus se ordenó a sí mismo mantener la calma, consolándose en el escudo que lo rodeaba. Vio
cómo su captor le ofrecía a uno de los rebeldes un cuchillo de aspecto extraño, quien lo aceptó
y enfundó inmediatamente. Tres soldados Jovianos se aproximaron y comenzaron a distribuir
armas entre los Minmatar. Se intercambiaron algunas palabras en el grupo, pero después
volvieron su atención hacia algo que estaba directamente tras él. Algunos de ellos asintieron con
su cabeza; otros sacudieron las suyas con gesto de incredulidad. Seis de los rebeldes, ahora
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armados hasta los dientes y portado armaduras de protección, echaron a correr siguiendo a los
soldados Jove. Los otros dos rebeldes - pilotos, por su aspecto - le miraron por última vez antes
de volver corriendo hacia su nave.

Observó cómo las puertas blindadas en la distancia se abrían lentamente, y luego como el grupo
de rebeldes entraba uno por uno. El captor jove se quedó atrás, de pie con las manos
entrelazadas a la espalda y mirando con esos ojos negros de otro mundo. La agradable figura de
una mujer pasó caminando, desesperadamente tranquilizadora a sus ojos al principio, pero
nuevamente rechazó con fuerza el pensamiento como otra distracción secular. Los dos hablaron
brevemente, y luego la mujer se volvió. Faus notó que estaba sosteniendo algo en la mano y se
sintió abrumado por el horror una vez que reconoció lo que era:

Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?

Faus jadeó cuando la mujer, con su angelical rostro y sus demoníacos ojos, se aproximó y
arrodilló tan cerca de él que pudo sentir la calidez de su aliento. De repente, sintió como si se le
destaponasen los oídos, pudiendo oír una vez más.

"Comodoro Akredon", dijo la mujer, colocando el collar de Glaive alrededor de su cuello y


encendiéndolo. Las puntas de seis agujas presionaron ligeramente su piel. "Es hora de que
discutamos sobre tus pecados".

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A I II III IV V VI VII Ω

"Todo crimen, no importa cuán trivial sea, tiene sus raíces en la puñalada homicida de la
tentación. La herida dejada por este acto es sobretodo más devastadora cuando es usada como
preludio a la traición. Es la marca de lo profano; de los miserables; la corrupción de todas las
cosas buenas y justas en este universo. Dios está a mi lado, aquello que exuda traición es el
triunfo incontestable del demonio."

- Emperador Heideran, 23216 AD, "Discurso al Imperio", después de la batalla de Vak'Atioth

"Dudo que la historia recoja lo duramente que luchamos por nuestra libertad. No habrá crónicas
que detallen el coraje de los guerreros Minmatar o la unidad entre nuestras tribus durante la
Rebelión. En cambio los historiadores escribirán largos estudios para asegurarse de que el resto
de Imperios se lleven el crédito de haberse asegurado nuestra supervivencia, y de que antes de
ellos nosotros no fuimos nada; lo primero que fuimos fue esclavos. En este punto, las futuras
generaciones tendrán razón.”

- El paradigma Nefantar, Uniija Krur


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Región de Essence - Constelación Crux
Sistema Renyn: Planeta IX - Luna 4
Cuartel General de la Oficina Federal de Inteligencia

Los oficiales entraron a la habitación en silencio y tomaron asiento mientras las ventanas
polarizadas de la sala de conferencias se oscurecían. Baer se tomó un momento mientras
revisaba su datapad y echaba una ojeada a los asistentes: diez oficiales estaban presentes, todos
ellos con rango de coronel o superior. Ocho de ellos eran del Mando de la División, dos de ellos
ostentaban el puesto de consejeros e informaban directamente al Comité de Inteligencia del
Senado. Los dos últimos eran del Departamento de Guerra. Tienen aspecto de estar
especialmente enfadados, observó. Yo también lo estaría si me hubiesen sacado de la guerra
Caldari para esto. Todos compartían el mismo ojeroso aspecto debido a la falta de sueño lo que
provocaba que todos careciesen de paciencia. Baer era el oficial de menor rango en la
habitación; una respuesta incorrecta aquí le causaría daños irreparables a su carrera.

El superior de Baer, la coronel Tilda Siertro, estaba sentada a su derecha. Una mujer formidable
en la agencia, que estaba tranquilamente inspeccionando su datapad mientras esperaba a que
todo el mundo llegase. En el momento en que los representantes del Departamento de Guerra
tomaron asiento, ella hizo un gesto sin alzar la vista. Baer lo entendió y cogió aire
profundamente antes de hablar. Ella había sido muy clara sobre lo que se le permitiría decir.

"Gracias por venir en tan poco tiempo," comenzó él. "Hace aproximadamente 60 minutos, una
de nuestras fragatas de exploración fue derribada por la Armada Imperial en el Sistema Hahyil.
La nave estaba desarmada y viajaba a través de territorio sin restricciones, tal y como se acordó
en el Tratado de Libre Comercio Gallente-Amarr de 23210."

Los dos coroneles consejeros del Comité de Inteligencia del Senado se inclinaron hacia delante,
pero nadie más reaccionó ante la noticia. Baer continuó con su informe.

"En estos momentos, hemos clasificado el estado del piloto como MIA (Desaparecido En
Combate). Poseemos grabaciones telemétricas del ataque, el cual dañó la nave pero no consiguió
destruirla. El piloto estaba intentando aterrizar su nave sobre la superficie de Diemnon antes de
que perdiésemos contacto. No había más tripulación o pasajeros a bordo."

Los oficiales de la División de Guerra no parecían en absoluto interesados sobre lo que estaba
diciendo Baer. Uno de ellos - el General de Brigada Talin Falgenreau - de hecho bostezó.

"Además de la telemetría, sabemos que varias naves Minmatar fueron testigos de lo sucedido,
aunque todavía no hemos podido contactar con su gobierno desde el bombardeo de Eanna. La
razón por la que les hemos reunido aquí es por..."

"Ah, bien," interrumpió Talin. "Estaba empezando a preguntarme si llegaría usted a ese punto."

Baer sintió como la temperatura de su cara subía. La Coronel Siertro sacudió su cabeza justo lo
suficiente para darse cuenta, pero mantuvo su mirada en el datapad frente a ella.

"La razón por la que les hemos reunido a todos aquí," repitió Baer. "Es buscar consenso para
realizar una misión de búsqueda y rescate del piloto."

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"¿Quién era el piloto?" preguntó el otro oficial de la División de Guerra – el Comandante General
Silus Bruce.

Mierda, pensó Baer. Tilda fue muy específica sobre que no había que discutir sobre eso. "El piloto
estaba en Hahyil investigado una posible pista que podría llevarle hasta..."

"Eso no es lo que le he preguntado," gruñó Silus. "¿Quién era el piloto?"

Baer lanzó una mirada desesperada a Tilda. Ella alzó despreocupadamente su vista del escritorio
y habló en un tono monocorde. "Responda a la pregunta del General, Teniente Coronel."

"Voila Antionnes, señor."

"La conozco," se mofó Talin. "Era cuestión de tiempo."

“¿Perdone, General?” preguntó Baer, perdiendo la paciencia. "¿Exactamente que era cuestión
de tiempo?”

Talin estuvo a punto de dar rienda suelta a su furia verbal contra Baer, pero Silus le hizo un gesto
con la mano para que se tranquilizase. "Teniente Coronel, ¿sabe usted cuantas misiones de
búsqueda y rescate hay ahora mismo en marcha?"

“No, señor.”

"Veintiséis, todas ellas causadas por la guerra."

"Comprendo que existan restricciones en sus recursos, pero..."

Silus le cortó. "No hay limitaciones de recursos cuando se trata de rescatar a nuestros pilotos
caidos, Teniente Coronel. Todos los recursos de la Federación están comprometidos en la guerra.
Pero tampoco pondré en peligro equipos de rescate para recoger a una yonqui que se ha metido
en problemas."

A Baer se le revolvió el estómago. "Señor, no entiendo lo que..."

Talin sacó un datapad y lo deslizo sobre la mesa hasta él. "Una imagen vale más que mil palabras,
Baer," dijo sonriéndole con desprecio. "Por no mencionar una cadena perpetua."

Las imágenes eran tan nauseabundas como impactantes: Una grabación que captaba a Voila
recibiendo unos frascos de pastillas de un hombre cuya cara estaba registrada en la base de
datos criminal de la FIO como un miembro del cartel narcotraficante Serpentis. Relacionarse con
conocidos criminales y las organizaciones a las que pertenecían conllevaban penas que eran el
doble de duras en tiempos de guerra. El hecho de que además fuese una agente federal
significaba que técnicamente podía ser acusada de traición.

"Hay mucho más de donde vino esto," dijo Talin. "Vamos a ser indulgentes con esa escoria que
sale en la foto a cambio de su cooperación. No puedo decir lo mismo en el caso de su heroína."

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"Merece algo de respeto, señor," dijo Baer, temblando mientras hablaba. "Sus contribuciones a
esta agencia son profundas, y no permitiré que..."

"Siéntese, Baer," ordenó Silus. "Y no vuelva a abrir la boca hasta que se le pregunte."

“Maldita sea Voila,” pensó Baer, deslizándose en su silla. “¡Podría haberte ayudado! ¿Por qué
no me lo dijiste?"

Silus frunció el ceño mientras miraba las caras conmocionadas de los demás antes de volver a
dirigirse a Baer. "Ahora tengo buenas noticias para usted, y muchas más malas. Las buenas
noticias son que de alguna forma ha conseguido no joderla desde que empezamos a vigilarle - lo
cual, por si se lo está preguntando -, empezó tan pronto como supimos la adicción de Voila a las
drogas."

Baer se volvió hacia Tilda y la miro con una expresión que gritaba: "¿Sabías esto? Ella le devolvió
una mirada que le heló los huesos”.

"Las malas noticias," continuó Silus. "son que ahora tenemos pruebas suficientes para calificar
las 'contribuciones' de esa mujer como un montón de mierda. Y eso, Teniente Coronel, significa
que su valor para esta agencia es incluso menor que el de ella."

Silus se inclinó hacia delante, señalándole con el dedo mientras continuaba machacándolo.
"Para su información, esa puta yonqui bocazas iba a ser arrestada en el próximo puerto de la
Federación en el que atracase. Y cuando eso sucediese yo mismo iría a ver personalmente como
era arrojada a una celda por el resto de sus días. Ahora, voy a repetir esto una sola vez: No va a
haber misión de búsqueda y rescate para esa mujer. A los Amarr les dejaremos pasar esta, y me
importa una mierda lo que la GAFTA tenga que decir sobre esto, no había ninguna razón en
absoluto para que estuviese en las cercanías de Diemnon o en cualquier lugar de espacio Amarr,
y punto. ¿Está claro?".

Baer simplemente parpadeó: Medio conmocionado, medio furioso, y completamente incapaz


de hablar.

"Interpretare la estúpida expresión de su cara como un 'sí'. Entonces - ¿alguien más de los
presentes tiene algo más importante que decir o podemos volver a luchar contra los Caldari?"

Nadie respondió.

"Se levanta la sesión," dijo Silus, levantándose de la mesa. "Gracias por nada, Teniente Coronel."

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El temblor de las manos de Voila estaba empeorando, pero no sabía decir si era a causa de su
ira o del mono. Akredon no le había dicho nada; sus ojos seguían cerrados, incluso con el collar
Glaive pinchándole el cuello, y las únicas palabras que salían de su boca eran plegarias Amarr. El
sudor le bañaba el cuello y su cara, además tenía un poco de fiebre, tal y como Grious había
predicho. Ella se desgarró la parte superior de su traje de vuelo con rabia, después le siguió el
endoesqueleto de dermapreno que había debajo. Se quedó solo con la prenda básica sin mangas
cubriéndole el pecho y la espalda.

Grious se aproximó a ella con agua y un aparato para ponerse en la cabeza. "Bébete esto," dijo
él. "Y ponte esto también. La cámara ya está lista." Cogió el aparato y se lo puso en la cara. Una
lente de cristal salió desde la frente y le cubrió el ojo.

"La cámara ocular proyectará las imágenes directamente sobre tu retina," dijo Grious. "Puedes
ajustar el tamaño de la imagen usando los controles del lateral, además de cuanto es obstruido
tu cono de visión."

"No me digas que no necesitas uno de estos para ver lo que está sucediendo," murmuró ella.

"Nuestra anatomía ha sido genéticamente alterada para poder acomodar aparatos cibernéticos
que mejoran nuestros sentidos," respondió él. "Las futuras generaciones Jove no los necesitaran.
Tengo otra cámara para tu amigo Amarr. ¿Quieres que le dé una?"

Voila la alcanzó y se la quitó de las manos a Grious. "Por supuesto. Quizás pueda usarla para que
este bastardo abra los ojos."

"Nos vamos a dividir en dos equipos," susurró Vlad. "Krugar, coge a Velios y Makkar y
posicionaros para defender este pasillo. Quedaros de espaldas a las compuertas y poned cargas
cada quince metros desde este lugar hacia delante. Mantened esta posición hasta que os diga
que os marchéis o estemos los demás muertos. ¿Entendido?"

"Sí, señor," replicó Krugar.

"Thumgar y Dramis, vosotros venís conmigo. Seguiremos a los Jovianos hasta que se encuentren
con los guardias. No abráis fuego a no ser que tengáis que defenderos. Vamos."

"Entendido," respondieron ambos soldados.

Descendieron por el pasillo, moviéndose con rapidez sin hacer ruido alguno. Thumgar llevaba su
CLAW apuntado al frente; Vlad y Dramis avanzaban con sus armas a la altura de los ojos. El suelo
estaba pavimentado y tenía empotrado dos raíles de tren magnético que recorrían el centro del
pasillo; el techo y las paredes eran de pura roca.

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Hemos avanzado trescientos metros dentro del complejo y todavía no hemos visto ni un solo
guardia. Pensó Vlad, mientras observaba el progreso de los Jovianos a través de su cámara
ocular. Todas y cada una de las fibras de su cuerpo le gritaban que algo terrible iba a suceder.

Baer se sentó solo en su oficina con las cortinas dibujadas y las luces apagadas. El cenicero ardía
con los restos pútridos de un paquete completo de cigarrillos, el último de los cuales estaba a
segundos de quemarse en sus dedos. Un torrente de pensamientos corrió por la mente del
asediado oficial, todos marcados por la desesperación y la humillación. “Voila está muerta o en
serios problemas,” pensó, tomando la última bocanada. “Y no hay una maldita cosa que pueda
hacer al respecto.”

Todavía había suficiente iluminación en la oficina para identificar formas. Baer se acercó al
escritorio y encontró el marco que capturó el día en que fue ascendido a teniente coronel. Tilda
estaba clavando las insignias del nuevo rango en su uniforme, mientras que un general estaba
cerca para llamar la atención.

“Tilda...”

Baer aplastó la foto contra el escritorio, luego salto de su silla, y empezó a golpear el retrato con
el puño. Cuando rompió el cristal, arrojó todo lo que había sobre su escritorio al suelo con un
solo movimiento; después cogió de los bordes el mueble y lo volcó a un lado. Cayó al suelo con
tal estruendo que las dos sillas salieron volando. Resollando y ya sintiéndose algo mejor, Baer
se derrumbó en su asiento. Momentos después, llamaron a la puerta.

"¿Señor? ¿Va todo bien por ahí?" Era uno de los MPs (Policía Militar) que montaban guardia en
el vestíbulo.

"Sí, todo va bien," respondió Baer, "Estaba haciendo un poco de limpieza."

"Tiene que dejarme entrar, señor. Apártese de la puerta por favor."

Antes de que pudiera decirles que esperasen, la puerta se deslizó y se encendieron las luces. Dos
MP irrumpieron en su oficina, e inspeccionaron el revuelo de su interior.

"Gracias por pasar," dijo Baer, haciendo un gesto hacia el escritorio volcado. "¿Han venido
buscando drogas?"

Los MPs intercambiaron una seria mirada, después tomaron posiciones uno a cada lado de la
puerta. La actitud de Baer cambió cuando reconoció a las dos siguientes personas que entraron
en su oficina: los Coroneles Marc Beatrix y Liam Caille. Eran los dos consejeros que informaban
al Comité de Inteligencia del Senado que estuvieron presentes en su reunión. Tilda Siertro estaba
de pie tras ellos.
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"Teniente Coronel," empezó Marc, encogiéndose por la peste a cigarrillo. "¿Podría intercambiar
algunas palabras con usted?"

Baer alternó su mirada entre ambos oficiales. "¿Voy a necesitar consejo legal para esto?"

Liam habló. "No estamos aquí para arrestarle, además el General Bruce ya dijo que usted no
había hecho nada malo. Pero necesitamos hablar con usted de algunas cosas."

"Bueno, entonces cojan asiento," respondió Baer. Los oficiales caminaron sobre los restos y los
cristales rotos y cogieron dos sillas que pusieron enfrente del escritorio volcado. Cuando Tilda
les siguió, tanto Liam como Marc la miraron por encima del hombro.

"Coronel, por favor excúsenos," dijo Marc. "MPs, esperen fuera - no debemos ser molestados -."

"Sí, señor. Un MP hizo un gesto con su mano a Tilda, y esta les lanzó a ambos una mirada de
desprecio, después se escabulló fuera. “Zorra,” pensó Baer, todavía mirándola mientras la
puerta se cerraba.

"Antes de empezar," comenzó Marc. "Hay dos personas más con las que necesito conferenciar."

Liam se levantó de la silla. "Ayúdeme a levantar esto."

Baer parpadeó, mientras se ponía al otro lado. "¿Conferenciar sobre qué?" Los dos hombres
gruñeron mientras volvían a poner derecho el escritorio.

"El General Bruce estuvo fuera de lugar," dijo Marc. "No tendría por qué haberle humillado así.
Voila quizás fuera impopular, pero tuvo razón en un montón de cosas."

"La maquinaria de guerra ha cambiado la burocracia a peor," explicó Liam. "Toda esta
concentración en acabar con los separatistas Caldari nos está haciendo perder una perspectiva
mucho más amplia, además la población está interesada en lo que se perdió con Eanna."

Marc estaba tecleando órdenes en la consola del escritorio. La voz de una mujer resonó a través
de los altavoces.

"Centro GalNet."

"Soy el Coronel Beatrix. Con el Senador Desirou, por favor."

"Un momento."

"Pongamos las cartas sobre la mesa ahora mismo," dijo Liam. "Sabemos que se le han dado
algunos privilegios a la hora de reunir sus informes de inteligencia. Ahora vamos a ver qué es lo
que usted ha conseguido con esos privilegios."

"Teniente Coronel Gesdeneau," dijo una voz ronca. La arrugada cara del Senador fue proyectada
sobre el mueble. "Hoy ha perdido a alguien importante, y quiero conocer los detalles. Y quiero
decir todos los detalles."
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La voz de la mujer de antes interrumpió: "El Senador Garrett se está uniendo a la conferencia."

"Buenas tardes, caballeros. Teniente Coronel," dijo una voz más joven, mientras asentía. "Estoy
a bordo del crucero de la Federación Venture."

Baer se quedó pasmado al verse ante dos miembros importantes del Senado Gallente después
del desastre que hacía tan poco había sucedido en la sala de conferencias. El Senador Desirou
se dio cuenta de su aturdida expresión y se rió entre dientes.

"Relájese, Baer," dijo él. "Ya sabemos el día que lleva. Créame, vamos a tratar con el General
Bruce aparte. Mientras usted estaba sumido en sus pensamientos, déjeme contarle lo que ha
estado pasando con las masas. Por si usted aún no lo sabe, hay una enorme cantidad de
desplazados Minmatar viviendo en el espacio Gallente, y en nuestros dos distritos hay una
concentración significativa de ciudadanos de orígenes Minmatar. Si tenemos en cuenta que
estamos reclutando soldados de esos mismos ciudadanos para combatir en la Guerra Caldari,
usted podrá ver cuánto daño nos está haciendo aquí el negar apoyo directo a las tribus."

"Además también hay consecuencias económicas serias a las que nos tenemos que enfrentar,"
dijo el Senador Garret. "El Sistema Hror es un gran socio comercial para las regiones orientales
de la Federación. No sería capaz de decirle cuantas peticiones hemos recibido de personas
suplicando información sobre lo que había sucedido allí. El gobierno Minmatar ha estado
desaparecido durante días, y cientos de miles de personas han detenido su rutina diaria
simplemente para intentar personalmente enterarse de lo que está pasando. Los puertos de
embarque están llenos de productos que los deberían haber salido hace una semana, y los
comerciantes se están peleando por reemplazar inventarios que nunca han llegado a recibir, lo
cual está creando presiones inflacionistas en la región... Podría continuar, pero es suficiente para
demostrarle la magnitud de la ola de consecuencias económicas."

"Estamos ganando la Guerra Caldari," dijo el Senador Desirou. "Y la población ya se ha vuelto
complaciente sobre nuestro éxito. Los Amarr están llenando las páginas centrales de los medios
informativos en estos momentos, y por fin la gente finalmente está comenzando a comprender
cuál es la verdadera entidad de su amenaza."

"Queremos ayudar a los Minmatar directamente," dijo el Senador Garrett. “Y ahora, voy a definir
esa 'ayuda' como de todo menos tropas. El General Bruce solo tenía razón a medias cuando
afirmó que todos nuestros recursos estaban comprometidos con la guerra. Eso es
completamente cierto en el caso de nuestros suministros en el espacio, pero no con el
equipamiento planetario. Tenemos exceso de suministros debido al sobrepresupuesto, y
tenemos abundancia de nuevo equipamiento de última tecnología que las tribus podrían usar
para liberarse ellas mismas."

"¿Qué tipo de armamento?" Pregunto Baer.

"Armas pequeñas, artillería, armaduras corporales, tanques, aviones, simplemente nómbrelas,"


dio el Senador Desirou. "Y tenemos un montón de 'consejeros' que podemos prestarles para
enseñarles cómo usarlo con la máxima eficacia."

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El Senador hizo una pausa, después estrechó los ojos y miro a Baer. "Pero antes de que pase
nada de eso, necesitamos que nos lo cuente todo sobre el trabajo de Voila, empezando por lo
que estaba haciendo en Diemnon."

Baer miro a los hombres que estaban frente a él. “Los políticos siempre han sido el
enemigo...hasta ahora.” Tomó aire profundamente, desando tener más cigarrillos.

"Déjenme empezar diciéndoles que creo que Voila sigue viva," dijo él, tecleando en la consola
del escritorio. "Y esta grabación de su telemetría debería decirles el porqué."

"No va a soltar ni una puta palabra," dijo Voila. "¡Siempre está repitiendo las mismas jodidas
plegarias!" gritó ella, directamente al oído de Faus.

"Intenta mantenerte calmada," dijo Grious, mientras mantenía sus ojos fijos en las compuertas.
"Recuerda que ha sido entrenado para soportar interrogatorios muchos más severos que este."

"Bueno, ¿Por qué no lo intentas?" Voila se derrumbó en el suelo junto al Amarr encadenado
quien continuaba meciéndose adelante y atrás, canturreando las escrituras.

"No tengo deseos de hacerle tales cosas," replicó el Joviano. "No hasta que exista una razón que
me obligue a ello."

Voila deseaba arrancarse los ojos pues le daban punzadas cada vez que respiraba. Toda su
existencia física estaba siendo torturada a causa de la falta de los analgésicos. Apartando la
mirada de Faus, se fijó por primera vez en los rastros de sangre que había sobre el asfalto, y eso
le recordó los sangrientos acontecimientos con los que había empezado todo.

"Grious," jadeó ella. "Sabes algo sobre la revuelta que ocurrió aquí?"

El Jove se quedó quieto durante un momento, como si estuviera considerando si decírselo o no.
"Sé que fue creado por los Enheduanni."

Voila intentó mantener su voz constante a pesar de los temblores. "¿Cómo hicieron que
empezara? ¿Fue porque los ancianos fueron traídos aquí?"

"Activaron un agente durmiente," respondió Grious. "Se permitió que uno de ellos con genética
Matari fuera capturado y encerrado aquí hace años."

"¿Un agente durmiente?" Voila miró a Akredon, y se fijó en el collar Glaive que había entorno a
su cuello.

"Están situados en todos los imperios y nadie sabe que son agentes."
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"¿Cómo es eso posible?" exclamó Voila, irritada por todo lo que había dicho Grious.

"Su dominio de la ingeniería genética ha desentrañado con precisión el funcionamiento del


cerebro humano," respondió él, manipulando un datapad mientras volvía hacia la rampa.
"Pueden crear mentes con recuerdos y habilidades imprimidas en su lóbulo temporal medio, e
instalar aparatos mnemoticos para activarlos."

"Bueno, ¿Y quiénes son esos agentes? ¿Cómo podemos encontrarlos?"

"No puedes," respondió Grious. "No se les puede buscar. Nacen como adultos, en cubas de
clonación con recuerdos prefabricados dependiendo del imperio para el que hayan sido creados.
Esos agentes han sido criados con un propósito específico programado en sus mentes, y aunque
tardan años en alcanzar la talla o posición social para la que han sido creados, nunca han
fracasado."

"Invisibles," murmuró Voila. Justo ante nuestras narices durante todo este tiempo. "¿Y que hay
sobre la explosión subespacial? ¿Cómo un agente durmiente pudo hacer eso?"

"Implantes hiperavanzados," dijo Grious. "Muchos son autoconstruibles, así que no pueden ser
detectados físicamente hasta que el agente es activado. Están diseñados principalmente para
estimular la producción de adrenalina, matar los receptores del dolor, y acelerar los procesos
curativos, entre otras funciones. Pero antes también han sido usados como transmisores."

"¿El agente durmiente activó uno de esos transmisores aquí para contactar con nosotros?"

"No solo con nosotros." Respndió Grious.

"De acuerdo con Voila, los Ancianos son literalmente los miembros más sabios de las siete
tribus," continuó Baer. "Supuestamente poseen un conocimiento íntimo de todas las tribus
incluyendo la suya propia. Pero su existencia es negada oficialmente por los Minmatar. Por lo
que son tratados como leyendas, como seres mitológicos, todo con el único propósito de
mantener sus identidades reales en secreto."

"Pero alguien debe saber quiénes son," dijo el Senador Desirou. "!O de lo contrario no hubieran
mandado a sus Valklears a rescatarlos!"

"Les avisaron," replicó Baer, tecleando en su consola otra vez. "Por esto."

El hombre observó como la grabación de las señales ambientales grabadas detectadas por la
Atron de Voila llegaban a su máximo nivel en el subespacio, en las bandas gamma y de rayos-x,

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y como después volvían a niveles normales. "Mire la hora de la misión. Ese estallido que se
originó en Diemnon, ocurrió entre los dos minutos en que sucedieron otros dos sucesos: El
primero la revuelta en la prisión dentro del complejo minero, y el segundo el informe de la
desaparición del Apóstol Taj Rukon y siete de sus altos sacerdotes. ¿Es necesario que les diga
donde encontraron sus cuerpos transcurrido un tiempo?"

"No me lo diga...Diemnon..." dijo Marc.

"Correcto. Y aquí viene la peor parte..."

"Los Amarr creen que Voila es responsable de sus muertes," dijo el Senador Garrett, echándose
hacia atrás y frotándose las sienes.

"Exacto," dijo Baer. "La nave de Voila ni si quiera estaba armada. Pero el estallido la había
atraído hasta Diemon, pensando probablemente que era una pista sobre la localización de los
Ancianos. Parece ser que también la misma explosión fue detectada por los Amarr y los
Minmatar, pero con mensajes completamente diferentes."

"¿Pero quién los envió?” suplicó el Senador Garret. “!Además todavía no me ha contado quién
sabía también de la existencia de los Ancianos!"

"Ahí," respondió Baer. "Es donde la teoría de Voila sobre la 'Orden' adquiere relevancia."

"¿La Orden?" preguntó el Senador Desirou. "¿Quién demonios son?"

"Como controlaron mi nave," preguntó Voila que estaba temblando de frío, aunque el sudor
brillaba sobre su cuerpo. "Y esas voces en mi cabeza, cuando me hablaban...me siento violada
por ellas..."

"Nosotros también tenemos tecnología para controlar naves," respondió Grious, poniendo su
mano en la frente de Voila. "Las naves del imperio - como la Rifter Minmatar por ejemplo -
todavía no están equipadas para poder defenderse de esos ataques. En cambio la habilidad de
los Ehnheduanni para estimular remotamente ciertas áreas neuronales asignadas a las funciones
auditivas de un cerebro humano...esos conocimientos están más allá de nuestra comprensión, al
menos por ahora."

"¿Más allá de vuestra comprensión?" preguntó Voila. "!Se supone que los Jove sois los malditos
genios técnicos de nuestra era!"

"La tecnología de los Enheduanni es mucho más avanzada que la nuestra, Voila. Poseen un
dominio absoluto de la física cuántica y de la de partículas, y un indicio de su presencia es la
teletransportación no lineal."
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"¿El qué?" preguntó Voila.

"Transportar materia instantáneamente a través del espacio sin usar agujeros de gusano,
puertas estelares, o motores de salto," respondió Grious. "Puede hacerse, pero no por nosotros."

"No me importa lo que vosotros podáis hacer o no," suplicó Voila, estaba volviéndose
desesperada. "Simplemente quiero comprender lo de esas voces, Grious. ¿Qué tipo de ciencia les
ha proporcionado la habilidad de invadir mi consciencia de esa manera?"

Él hizo una pausa antes de contestar. "Una mutación."

Voila pensó la respuesta durante un momento, después se encontró con los ojos
completamente negros de Grious mirándola fijamente. "Grious... ¿los Enheduanni son
humanos?"

"Ya no." Respondió.

"¿Y qué hay sobre los Jove?" preguntó Liam. "La telemetría indica claramente que dos Wraiths
salieron de camuflaje justo antes de la grabación se detuviese."

"Si Voila ha estado en contacto con ellos, nunca me lo contó," respondió Baer. "Pero no me
sorprende que estén involucrados en esto."

"¿Tenemos algún canal diplomático con los Jove?" preguntó Liam.

"Nuestros contactos con ellos siempre fueron tenues, pero desaparecieron completamente
cuando comenzó la Guerra Caldari," dijo el Senador Desirou. "Ninguno de nosotros sabe el
porqué."

"Búsquelos entonces," dijo el Senador Garrett. "Acudieron en ayuda de Voila, así que quizás
deseen responder a nuestras preguntas."

"Si ese es el caso," dijo Baer. "Entonces no tenemos que preocuparnos sobre como contactar con
ellos. Acudirán a nosotros cuando les convenga, es decir cuando consigan lo que sea que quieran
de Voila."

"He oído suficiente," dijo el Senador Garrett. "Voy hacía Diemnon ahora mismo, y no me voy a
marchar de allí hasta que sepa que lo le ha sucedido a Voila."

"Eso es una mala idea," dijo Baer. "El sistema Hahyil está bloqueado por naves de guerra Amarr,
y están persiguiendo los restos de la flota Valklear. Estará en medio de fuego cruzado. No lo
haga."
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"Estoy de acuerdo," dijo el Senador Desirou. "Tenga razón o no, Voila es una criminal buscada
allí, y cualquier nave Gallente en las inmediaciones será considerada hostil."

"No me importa," dijo el Senador Garrett. "La información que posee no tiene precio para la
Federación, y tenemos que hacer todo lo que podamos para protegerla. Y seamos sinceros en
esto - los Amarr no van a abrir fuego sobre un Senador Gallente -."

"Senador, con todos los respetos, creo que se equivoca," dijo Baer. "Voila está acusada de
asesinar sacerdotes, por no mencionar a uno de sus sagrados Apóstoles. No hay ningún acto más
despreciable en su cultura que ese, y su presencia en Diemnon implicaría a la Federación, en el
caso de que no nos adjudicasen el hecho. Es una mala idea no importa desde el punto de vista
en que se mire."

"¿A diferencia de la solución del General Bruce de simplemente dejarlo pasar?" preguntó el
Senador Garrett. "Creo que no Baer. Voy a hacer frente a los Amarr y obtener respuestas."

"No intente hacerse el héroe," gruñó el Senador Desirou. "Dejemos que los embajadores traten
con ellos, son los que..."

"Ni hablar," replicó el Senador Garrett. "Simplemente no tenemos el tiempo suficiente que
necesita todo el proceso. Ya estoy de camino a Diemnon. Aunque haya solo una pequeña
posibilidad de que Voila siga viva, tenemos la obligación de hacer todo lo que podamos en
nuestra mano por traerla de vuelta. En lo que a mi concierne, su supervivencia es una asunto de
seguridad nacional."

"Está en su mano, Senador," dijo Baer. "Ahora las apuestas son mucho más altas con usted
comprometido."

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A I II III IV V VI VII Ω

"La manera en que la violencia ha marcado la historia de la humanidad es la prueba del hecho
de que todos los hombres nacen esclavos de diferentes amos. La fuerza del Imperio fluye del
reconocimiento absoluto de que solo existe un verdadero amo; la paz siempre evitará a aquellos
que le nieguen a Él."

- Embajador Amarrian Oturus Feinz, Cumbre de Caille, 23220

“La religión es una enfermedad terminal cuyos síntomas incluyen, falta de sentido común,
humildad, pensamiento racional, y en su caso, decencia moral."

- Embajador Gallente Jacques Allirou, Cumbre de Caille 23220

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Región de Derelik - Constelación Aguh
Sistema Hahyil: Posición desconocida en el espacio profundo

El Ira Infernal deceleró tras el salto, dejando tras de sí un rastro de largos chorros de plasma que
explotaron en forma de ardientes esferas escarlatas mientras el destrozado batteship se detenía
hasta pararse. Momentos antes, un misil de crucero Amarr detonó contra la estructura que
había bajo el puente, lanzando hombres y equipo por todo el mando central como si fuesen
insectos en medio de una tormenta. Karth, conmocionado y confundido, se encontró tirado en
el suelo metálico. Los quejidos de los heridos y los tripulantes moribundos le devolvieron el
sentido.

El puente estaba lleno de una densa humareda de olor acre provocada por los cables eléctricos
ardiendo, y estaba cubierto por los restos de los mamparos. Lentamente Karth se levantó del
suelo, ignorando las punzadas de dolor que surgían detrás de su cabeza y la sensación húmeda
que tenía por el cuello y los hombros. Desde la primera batalla en Diemnon, el Ira Infernal había
sobrevivido a cinco encuentros por separado contra la Armada Imperial. Cientos de naves de
guerra estaban dando caza a la fuerza de combate Valklear, derrotándoles en lugares del
espacio profundo con una furia implacable. De las treinta naves Minmatar que entraron por
primera vez en el sistema Hahyil horas antes, la única que quedaba era el Ira Infernal.

"Ingeniería..." balbuceó Karth. Varios hombres comenzaron a toser mientras se tambaleaban


por el puente para ocupar sus puestos nuevamente.

Hubo una pausa antes de que una voz envuelta en estática respondiese. "Sí, señor..."

"¿Cuantos hombres se quedaron fuera cuando saltamos?"

"Cuarenta y siete," dijo la voz crepitando. "Los generadores de salto probablemente los mataron
antes de que acelerásemos hasta velocidades FLT (Velocidad Superior a la de la Luz)".

Karth recordó lo cruel que fue la decisión de saltar, obligado por un ataque Amarr a elegir entre
las vidas de los hombres que realizaban reparaciones en el exterior y las miles de vidas de los
que todavía seguían a bordo. "¿Reparón las antenas de comunicación a tiempo?"

Otra pausa. "No."

"¿Y los fuegos?"

"Han sido contenidos, pero muchas cubiertas son inaccesibles en estos momentos." El oficial de
ingeniería inspiró profundamente y con dificultad. "No se pueden reparar los motores principales
y he tenido que apagarlos. Intentar volver a ponerlos en marcha destruirá la nave."

Karth sintió que se desmayaba, pero resistió la tentación de derrumbarse. "¿Y los motores de
salto?"

"Operacionales, pero al quedarse sin blindaje que los proteja, un disparo directo..."

"Entendido. Gracias, Teniente."


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"Almirante, está usted sangrando," dijo el oficial de navegación, aproximándose a él.

“¿No lo estamos todos?,” pensó Karth. "Me ocupare de eso más tarde. ¡Estado de las armas!"

"Una torreta esta operacional; el resto están dañadas o han sido destruidas," respondió el oficial
artillero. "Los lanzadores del dos al cuatro funcionan, pero expulsamos la munición como
precaución cuando se incendiaron los motores en caso de que apareciesen más fuegos.”

"Señor, esa brecha en su cabeza parece seria," interrumpió el oficial de navegación otra vez.
"Deje que los médicos le echen un vistazo."

"¡He dicho que me ocuparé de ello más tarde!" contestó bruscamente Karth, en ese momento
le fallaron las rodillas e intentó sin éxito apoyarse en la destrozada consola. Varios hombres
fueron corriendo en su ayuda.

"El Ira Infernal se mantendrá unido," dijo el oficial, mientras corría al lado de Karth y los médicos
entraban en el puente. "Pero solo si su capitán permanece de una pieza."

Sin comunicaciones, sin armas, sin motores, sin escapatoria... "Mantengan la nave en el
hiperespacio tanto tiempo como puedan," murmuró Karth mientras su vista comenzaba a
nublarse. "Nuestra oportunidad para escapar se presentará tarde o temprano..."

Saben tan bien como yo que vamos a morir aquí, pensó él. Los Ancianos han muerto, y de la
misma forma los Minmatar. Vio como los médicos se arrodillaban para levantarlo por los
hombros desde el suelo metálico.

Tengo lo que había venido a buscar, pensó Karth antes de perder el conocimiento otra vez. El
asesino de mi hijo está muerto. Nada más importa.

Región de Derelik - Constelación Aguh


Sistema Aranir: Punto en la ruta hacia el Sistema Hahyil
Crucero clase Celestis "G.F.S. Venture"

El Senador Garrett sabía cuál era la fuente de su apasionado deseo por enfrentarse a los Amarr.
El temerario acto que estaba a punto de realizar estaba impulsado por una vergüenza moral que
sobrepasaba a todo lo demás, incluyendo la seguridad de la tripulación de la Venture. “Los
Amarr no se atreverán a atacar a un Senador Gallente,” se recordó. El hecho le era inconcebible,
por lo que tenía la conciencia tranquila, y sabía que el riesgo era insignificante.

Estaba de pie impaciente en el puente, viendo como el túnel de salto se disipaba mientras sus
oficiales miraban nerviosos la pantalla táctica. Había exactamente cincuenta naves de la Armada
Imperial en el sistema Aranir, y cuando los motores de salto del Venture se apagaron, la mitad

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de ellas eran claramente visibles a través de las ventanas del puente. Varias fragatas Amarr
abandonaron inmediatamente su órbita alrededor de la puerta de Hahyil y se volvieron hacia la
Venture.

"Están llamando," dijo el oficial de navegación. "Activando el intercomunicador."

"Aquí el Vice-Comodoro Armenus Teides de la Armada Imperial. El Sistema Hahyil ha sido cerrado
por orden del Santo Emperador. Pare los motores y prepárense para ser escaneados."

"Aquí el Senador Vale Garret de la Federación Gallente, no voy a parar los motores. No tienen
jurisdicción sobre esta nave y no me pueden negar el paso por..."

"Senador Garrett, si se aproxima a menos de diez kilómetros de esta puerta, estoy autorizado
para destruir su nave y capturar a cualquier superviviente. Detenga los motores y prepárese para
ser escaneado..."

Las fragatas Amarr volaron directamente detrás de la Ventrue. "Navegación," dijo enfadado el
Senador Garrett. "Ponga rumbo hacia la puerta estelar de Hahyil, avance dos tercios."

El oficial vaciló. "Señor, creo que..."

"¡He dicho que avance dos tercios!"

La voz del Senador Desirou resonó a través del intercomunicador. "Vale, es suficiente. Has
llevado este asunto demasiado lejos, y tiene que acabar."

El Senador Garrett seguía desafiante. "¿Es que no ha oído nada de lo que han dicho? ¡Nos han
amenazado con el uso de fuerza letal! ¡A nosotros! ¡Y eso después de haber derribado a un piloto
desarmado de la Federación! No nos rendiremos ni cederemos a sus viles exigencias.
Navegación, ¡póngase a dos tercios de la velocidad máxima o yo mismo iré allí y lo haré por mí
mismo!”

"Vale, esto es una locura..."

"Es mi nave, ¡y yo estoy al mando!" Interrumpió el Senador Garret, justo cuando la nave
empezaba a acelerar. Una a una, las cuatro fragatas Amarr comenzaron a apuntarles. El resto de
las naves de la Armada Imperial – la mayor parte de ellas battleships y cruceros - hicieron lo
mismo.

"Senador Garrett, esta es mi última advertencia. Pare lo motores y prepárese para ser
abordado."

"¿Abordado? Ahora escúcheme usted con mucha, mucha, mucha atención," gruñó el Senador
Garrett, mientras observaba como el medidor de distancia de la pantalla principal descendía.
"Soy un Senador de la Federación Gallente, y estoy aquí para recuperar al piloto de la Federación
que sus fuerzas derribaron sobre Diemnon. Aquello fue un acto de guerra sin provocación previa,
y esta es su última oportunidad de salvaguardar las pacíficas relaciones que existen entre

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nuestras dos naciones. Ahora déjenme pasar,¡y ayúdenme a buscar a la piloto que intentaron
asesinar en el Sistema Hahyil!"

Todos los miembros abordo de la Venture contuvieron el aliento, esperando durante una
eternidad mientras el medidor de distancia descendía hasta la marca de los diez kilómetros, y
continuaba hasta los nueve.

Las cuatro fragatas que perseguían a la Venture activaron de repente sus stasis webs, forzándola
de forma instantánea a detenerse y estrellando a sus ocupantes contra su parte delantera. Una
nueva voz habló por el intercomunicador.

"¿Ostenta usted el título de 'Senador'?"

"¿Quién es usted?" gritó Vale, poniéndose de nuevo en pie.

"Su presencia aquí es la prueba de la complicidad del gobierno de la Federación en el asesinato


del Apóstol Taj Rukon y sus discípulos. Por ese crimen atroz, Su Santidad El Emperador Heideran
les condena a muerte."

La última acción en la vida del Senador Vale Garret fue la de abrir su boca para objetar. Él, junto
con los trescientos cuarenta y dos miembros de la tripulación del G.F.S. Venture, murieron en
segundos cuando la Armada Imperial ejecutó la condena a muerte del Emperador Heideran.

Cuando su cuerpo fue mutilado por las mismas fuerzas que estaban destrozando el crucero, un
pequeño dispositivo incrustado en el estómago del difunto senador detonó una fracción de
segundo antes de que explotara el reactor del Venture.

Voila se giró rápidamente hacia su izquierda, jurándose otra vez que alguien o algo había pasado
corriendo cerca de ella. Pero no había nada allí excepto las paredes de la caverna muy lejos a
través de la pista. Temblando de manera incontrolable, continuó meciéndose de atrás hacia
delante, sentada en el suelo enfrente de Faus Akredon con los brazos alrededor de las rodillas.
Entonces volvió a sentir el movimiento otra vez, esta vez a su derecha, y gritó cuando vio el fugaz
atisbo de su acechador: Una de las almas sin rostro de sus sueños.

"¡Grious!" gritó entre jadeos. "¿Hay alguno de tus tipos invisibles por aquí?"

"Estas teniendo una alucinación," respondió él. "Además de que tus síntomas a causa de la
abstinencia están empeorando mucho más rápido de lo que pensaba."

"No, Grious, estás equivocado... ¡juraría que aquí abajo hay alguien más!"

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"Solo estamos nosotros tres, Voila," respondió él. "Los pilotos Minmatar están en su nave, y el
Jove herido sigue en éxtasis médico abordo de mi nave. El resto están en las profundidades del
complejo."

El rumor que corría muy por encima de ella le recordó a un trueno. Justo como en mi sueño,
justo antes de que el cuerpo me agarrase y me llevase adentro con él. Miró a Faus, y brotaron
lágrimas de sus ojos. El hombre seguía aún de rodillas y derrumbado hacia delante, casi incapaz
de soportar el peso de la parte superior de su cuerpo. Siento pena por este monstruo, pensó
ella. Lo he atormentado de todas las maneras que puedo imaginar, y al final todo lo que siento
es remordimiento.

Voila se acercó más a él, y bajó la voz a hasta convertirla en un susurro estremecedor. "Ya no te
reprocho lo que has hecho, y me odio a mí misma por ello. No podemos elegir nuestro origen, o
las experiencias que definen quienes somos..."

"Contacto," dijo de repente Grious. "Acabamos de sobrepasar a varios guardias Amarr sin ser
detectados y se están moviendo hacia una serie de cavernas. Nuestra búsqueda de los Ancianos
comenzará allí."

Voila alcanzó el mando a distancia que abría el collar Glaive que tenía Faus entorno al cuello.
"Te he puesto este collar, y lamentaré lo que hice durante el resto de mi vida." El objeto siseó e
hizo un click. Faus suspiró, pero mantuvo los ojos cerrados. Voila se inclinó hacia delante y le
sacó el collar, tirándolo a un lado. "No maté a esos sacerdotes," dijo ella, mientras temblaba aún
más y más fantasmas pasaban rápidamente por los bordes sus ojos. "No puedo hacerte más
daño, simplemente ya no puedo..." Se dejó caer al suelo, acurrucada fuertemente. "Te perdono,
Faus...por todo lo que has hecho, por todo aquello que eres...yo te perdono."

Faus siguió en silencio, pero su respiración era más fuerte que antes.

"Grious," lloró Voila. "Déjale...marchar. Sácale las esposas y déjalo marchar."

El Jove no respondió.

"¿Grious?" preguntó Voila, volviéndose con dificultad. "Por favor, libérale de sus..."

La mirada de Grious la asustó. Era como si estuviera congelado, su cara estaba retorcida en una
expresión de horror que no supo cómo interpretar.

Entonces pulsó el botón que activaba la cámara ocular.

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"¿Por qué han dejado de hacernos señales?" susurró Thumgar, aproximándose en silencio hacia
Vlad. Los guardias Amarr estaban charlando cerca de la entrada a una cueva doscientos metros
más abajo, sin saber que tres rifles Valklear les estaban apuntando. El líder del escuadrón Jove
les había estado señalando con lo que se encontrarían cada pocos metros para mantener a Vlad
informado sobre lo que iban a encontrarse más adelante. Pero desde que habían pasado a los
guardias, las señales habían cesado.

"No lo sé," respondió Vlad, poniéndose el arma al hombro y encendiendo la cámara óptica que
le había dado Grious. "No voy a llamarles sin haber echado un vistazo antes."

"Entendido," respondió Thumgar, mientras se echaba en el suelo y alineaba su mira contra los
guardias.

Vlad se quitó el casco y encendió la cámara. Sintió un ligero tintineo en su ojo derecho mientras
el aparato se ponía en funcionamiento, y luego otra vez mientras las imágenes se superponían
sobre los guardias a los que estaba mirando en ese momento. Resistiendo el impulso de intentar
tocar la imagen, Vlad ajustó los controles del aparato, sin estar muy seguro de que estaba
viendo. La imagen se parecía a una serie de dunas de arenas vistas desde muy arriba, como si
alternasen bandas de luz y sombra que estuviesen paralelas las unas a las otras.

"¿Qué ves?," preguntó Thumgar.

"No estoy seguro," respondió Vlad, mientras jugueteaba un poco más con los controles. "Parece
como si..."

Sus dedos encontraron los controles del zoom y la imagen se amplió.

"¿Como si...?"

Las bandas sombrías que estaba mirando se fueron convirtiendo en la imagen del descarnado
costillar de un niño Minmatar famélico, cuyos ojos hundidos le miraban directamente.

"¡No!"

Voila exhaló un jadeo de horror y cerró los ojos, deseando con todas sus fuerzas que todo
aquello solo fuese otra de sus pesadillas. Pero su experiencia con la cruel realidad de la guerra,
y habiendo ya visto muchas veces escenas de muerte y destrucción a lo largo de toda su carrera,
le dijo que esto era real, tan real como las lágrimas que recorrían su rostro. Los cuerpos de
docenas - quizás cientos - de niños y ancianos Minmatar muertos por las enfermedades y el
hambre cubrían toda la cueva. Algunas de aquellas carcasas todavía vivían, reptando entre la
mugre y el hedor buscando un sitio apropiado donde morir. Grious parecía completamente

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paralizado, como si hubiese sido golpeado por algo muy duramente y no estuviera preparado
para hacerle frente.

Voila se puso de pie lentamente.

"Grious", preguntó ella, mientras se tambaleaba hasta él.

El Joviano abrió la boca y movió la mandíbula como si fuese a hablar, pero no surgió ningún
sonido de su garganta. “Pensaba que tenía todas las respuestas,” pensó Voila. Hasta que ha visto
esto.

"Por favor di algo," dijo ella, mientras alcanzaba a tocar con su mano temblorosa su rostro
petrificado.

Le costó varios intentos, pero al fin Grious fue capaz de exhalar una palabra desde sus pulmones.

"...por qué..."

"Los esclavos existen para un propósito, Grious," dijo ella, intentando ignorar los susurros de los
fantasmas en sus oídos. "Si no pueden desempeñar ese propósito, por la razón que sea - falta de
fuerza, enfermedad, y cosas así - entonces se les desecha."

Grious convulsionó varias veces hasta que consiguió decir otra palabra.

"...niños..."

Voila frunció los labios, resistiendo el impulso de sollozar. "Sí," susurró ella. "Son demasiado
pequeños para ayudar en los campos de trabajo, y solo a los Minmatar saludables se les permite
criar fuera de ellos." Recordó haber oído que los embriones Jove crecían en probetas para fetos,
y que los embriones eran en su sociedad lo más próximo a una divinidad. Las probetas
representaban el corazón de su raza, sin ellas no podían reproducirse. Ver a niños
intencionadamente abandonados en ese estado, desnutridos y moribundos, era algo que los
Jove no habían visto en toda su historia.

"¿Lo entiendes ahora, Grious? ¿Entiendes por qué quiero que abra los ojos?"

Grious miró hacia Faus.

"No quiere hacer frente a lo que su alma ya sabe que es parcialmente responsable," continuó
ella. "Es lo que intentado hacer que vean los demás durante toda mi vida por sí mismos."

Con un temblor, el Joviano alzó su cabeza amenazadoramente, y se quedó mirando durante un


momento al cielo antes de dirigirse directamente hacía el collar Glaive que descansaba sobre el
asfalto.

~
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"Dos de ellos han empezado a moverse otra vez," dijo Vlad, esperando que las lágrimas que
descansaban en sus párpados permaneciesen allí."

Dramis y Thumgar continuaron en silencio. De todas las indecencias y crueldad a la que había
sido sometida la raza de los Minmatar, esta era de lejos la escena más terrorífica de la que
aquellos hombres habían sido testigos. Vlad al fin vio como dos de los soldados Jove salían de la
cueva, evitando con cuidado los cuerpos en descomposición y moviéndose en silencio alrededor
de los guardias enmascarados que aguardan de pie afuera.

El tercer soldado Jove se quedó en cambio donde estaba.

Las manos de Grious se movieron con rápida precisión, cerrando el collar Glaive de vuelta en
torno al cuello de Faus y ajustando los controles en la cámara óptica que llevaba también en la
cabeza. El Amarr respiraba rápidamente por la nariz, como si estuviera preparándose para un
dolor que percibía como inminente.

"Vas a abrir los ojos," dijo Grious, mientras manipulaba los controles del transmisor de radio.
"Tanto si quieres como si no."

Faus gritó cuando las seis agujas del collar penetraron la piel alrededor de su cuello.

"El collar Glaive puede administrar seis diferentes compuestos químicos, ninguno de los cuales
necesita ser inyectado de verdad," dio Grious. "Los Amarr todavía prefieren el uso de la amenaza
del dolor como su fuente principal de intimidación."

Faus comenzó de nuevo a rezar, en ese momento Voila oyó como las agujas se retiraban,
rotaban silenciosamente, y después volvían a pinchar su cuello. Gotas de sangre surgieron en el
lugar de los viejos pinchazos mientras otro grito resonaba a través del hangar.

Grious continuó como si nada hubiera pasado. "Los guardias Amarr llevan estos transmisores,
con los cuales pueden administrar cualquier combinación de drogas dependiendo de la distancia.
Si un esclavo está demasiado cerca de un guardia, entonces esta aguja..." Una aguja se retiró del
cuello de Faus y le pinchó rápidamente tres veces. "...inyectará una toxina que matará al
portador del collar instantáneamente."

Voila empezó a tener mucho miedo del animal que se había desatado en Grious, por lo que su
maltrecho corazón comenzó a latir más deprisa.

"El collar es primitivo pero efectivo en su propósito," continuó Grious, repitiendo el horrible
proceso con cada aguja. "Por ejemplo, esta aguja inyecta un antibiótico genérico que refrena el
contagio de cualquier enfermedad en las minas. Esta inyecta una sustancia para soportar el dolor
para acallar rápidamente los gritos de aquellos que han sido mutilados en un accidente o por los
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golpes. Esta es un suero de la verdad con el cual se puede sonsacar cualquier secreto, y esta es
un suero que induce euforia, y que hace que el esclavo sea más complaciente a los deseos de su
amo."

Los gritos de Faus se convirtieron en sollozos, pero todavía se resistía a abrir los ojos.

"Solo queda una aguja, Voila. ¿Sabes cuál es?"

Sintiéndose mareada y temblando de forma incontrolable, Voila se sentó al lado de Faus y


comenzó a mecerse hacia adelante y hacia atrás otra vez. Voy a morir aquí abajo, pensó ella.
Enterrada en el cementerio de un manicomio.

"Miedo," dijo Grious. "La sexta aguja inyecta una sustancia que induce el miedo. Se usa antes de
la aplicación de un estímulo doloroso como el de por ejemplo un látigo eléctrico, además esta
sustancia paraliza rápidamente los músculos e hipersensibiliza la terminaciones nerviosas,
haciendo a la víctima especialmente vulnerable a - y temerosa de - el dolor."

Voila se inclinó hacia Faus, quien gemía entre rápidos jadeos en busca de aire.

"Dime, Faus... ¿Dónde está tu Dios ahora?"

El suave sonido de su voz, acompañado de la blasfemia de sus palabras, se combinaban en una


diabólica contradicción que parecía sádicamente apropiada para el malvado infierno de su
existencia. En realidad, quería abrir los ojos para poder mirar a la única cosa bella que quedaba
en su vida mortal. Pero hacerlo le condenaría a fallar en la prueba más importante de su alma.

Las agujas que pinchaban su cuello provocaban relámpagos que cruzaban la oscuridad tras sus
párpados, recordándole a las apocalípticas explosiones que emergían durante un bombardeo
bajo los rayos tachyon. “Miles de plegarias,” pensó Faus. “Y todavía no puedo olvidar lo que hice,
¡de lo que se me ordenó hacer! Un acto de crueldad brutal tras otro, ¡provocando y recibiendo
un dolor atroz, solo para demostrarte mi eterna devoción a ti! Niégale agua a un hombre durante
tres días y el agua más sucia sabrá como al más dulce de los licores; ¡satúranos de muerte y
destrucción y una simple existencia sin dolor se convertirá en un paraíso de ensueño! ¿Es esta la
promesa que nos haces, Padre? ¿Es tu gran plan simplemente sádico para reducir nuestras
expectativas lo suficiente para que el final de la vida parezca el mayor de tus regalos? ¿Es esto
lo que tengo que adorar? ¿La muerte y el sufrimiento? ¿Es eso, Padre?”

Faus rompió a llorar, mientras se golpeaba la cabeza contra el asfalto. “Ese que habla es el diablo,
tentándome a abandonarle a Él. ¡No me rendiré! Perdóname Padre, ¡lo superaré!”

"Si no abres los ojos," dijo la voz del demonio. "Entonces el miedo lo hará por ti."

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“Oh Dios mío no, no se lo permitas...”

Faus sintió como la aguja penetraba profundamente tras su cuello y le inyectaba un líquido
caliente en sus venas. Un pánico absoluto lo envolvió, y sus ojos se abrieron de par en par por
el horror. Todavía miraba al asfalto cuando una imagen horrible empezó a materializarse en la
roca bajo sus ojos.

Voila observó como Faus luchaba contra sus ataduras y se echaba al suelo de lado, intentando
desesperadamente escapar de la escena apocalíptica que era proyectada en su retina.

"Míralo,” Faus," dijo ella. "Maldito seas, ¡Míralo!"

Sus párpados se abrieron del todo, su boca se abrió con una mueca de terror y su aparato
respiratorio jadeaba buscando aire para sus pulmones los cuales se lo negaban. Voila pudo ver
como las extremidades de Faus le temblaban, además de débiles gorgojos provenientes de su
garganta. Era una escena de como un hombre se hacía pedazos, un hombre aterrorizado por sus
pensamientos, un hombre que acababa de hacer frente a una amarga realidad que nunca esperó
descubrir.

"¡No!" dijo él, sus ojos iban de un lado a otro.

Dos esclavos Minmatar terriblemente desnutridos apilaban cuerpos de niños sobre una
vagoneta del tren magnético mientras los guardias Amarr les observaban con sus látigos
colgando y listos a su lado.

"Allí están tus sagrados Paladines," dijo Voila. "Defendiendo la voluntad de Dios."

"No...No, ¡No!" dijo Faus, dándose la vuelta de espaldas.

"Esto es a lo que has dedicado tu vida a defender", dijo ella, rompiendo a sollozar cuando uno
de los esclavos se derrumbó por el cansancio. Las chispas de dos latigazos se estrellaron contra
la carne desnuda. "Entonces míralo, maldito seas… ¡Mira y acepta al monstruo en el que te has
convertido!”

"¡No! ¡No! ¡No!" Faus gritó con más fuerza de lo que nunca lo había hecho hasta ahora, mientras
se movía hacia delante y hacia atrás como si alguien le estuviera atacando. Voila miró al suelo al
contemplarlo, mientras Grious seguía de pie imperturbable, con sus fríos y oscuros ojos sin
mostrar ningún tipo de piedad o remordimiento.

Entonces Faus se puso de pie, se hecho hacia atrás y arqueó su cuello en dirección al cielo.

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"¡Renuncio a ti!" rugió. "¡Renuncio a ti y a tu miserable reino! ¡Para mis estas muerto! ¿Me oyes?
¡Muerto!"

El collar siseó cuando Grious se acercó a Faus y lo retiró, después lo aplastó contra el suelo con
una fuerza terrorífica. Mientras se hacía pedazos, Faus empezó a mutilarse la cara golpeándosela
y arañándosela contra el asfalto. Voila lo agarró con sus manos, mientras se esforzaba por volver
a ponerlo de espaldas.

"Que es lo que he hecho," sollozaba Faus, repitiéndose la misma pregunta una y otra vez
mientras la sangre que salía por los cortes y los arañazos bañaba su rostro. "Por el amor a todas
las cosas buenas, que es lo que he hecho..."

"Voila," dijo Grious de repente. "Cambia el canal de tu cámara ocular."

Vlad observó como las imágenes de varios equipos de esclavos que destrozaban las paredes de
la caverna del camino principal con sus laser iban pasando hasta convertirse en un laberinto de
estructuras metálicas a medio completar. Las estalagmitas colgaban del techo rocoso en esta
parte del complejo, y cables sin terminar de instalar colgaban en las paredes. Los Jovianos se
movían en completa oscuridad, ayudados por sus equipos de visión nocturna que mostraban
unas imágenes con una claridad mucho mejor que cualquiera que nunca hubiesen usado los
Valklears.

El movimiento se ralentizo de repente, y el soldado Jove que iba al frente con la cámara dio unos
pasos hacia atrás. La imagen tomó una panorámica de una de las estructuras a la izquierda, y
después se detuvo.

Once figuras inmóviles estaban de pie dentro ella, pero la imagen no se acercó más. El soldado
encendió una luz ultravioleta y apuntó con ella hacia las figuras. Vlad comprendió que eran
cuerpos que estaban atados contra los postes de acero.

"Ilumina sus rostros y haz zoom," susurró él.

El corazón de Vlad se paró cuando reconoció las caras descompuestas de los Ancianos de las
tribus Nefantar, Starkmanir, y Thukker.

"Son ellos," dijo él. "¿Puedes inspeccionar los cuerpos?"

"Negativo," replicó el soldado Jove. "Saca a tu equipo de aquí ahora mismo."

"¿Puedes repetir eso?"

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"La entrada de esta sala está llena de bombas trampa. Los Amarr saben que estamos aquí. Si
queréis vivir, mueve a tu equipo de vuelta al hangar inmediatamente."

Vlad estaba a punto de preguntar por qué, cuando los lejanos aullidos de los esclavistas - unas
bestias caninas y carnívoras entrenadas por los Amarr para vigilar a los esclavos Minmatar - le
congelaron la sangre.

"Capitán, ¡Mire!" dijo Dramis. Dos de los guardias que había más abajo se encogieron de repente
y corrieron hacia el interior de la entrada de la cueva.

"Atrás," dijo Vlad, mientras empujaba la mochila de Thumgar. "¡Los Ancianos están muertos, de
vuelta a la nave inmediatamente, moveos, moveos, moveos! ¿Krugar, me recibes?"

Vlad pudo ver como breves destellos de luz iluminaban la caverna con la cámara ocular mientras
los Jovianos luchaban por su vida contra los poderosos depredadores cuadrúpedos que
cargaban contra ellos en todas direcciones.

"A la espera."

"Volvemos arriba, ¡preparaos para hacer estallar las cargas!"

"Entendido."

A través de la cámara ocular, Vlad vio como las bestias desgarraban el brazo del soldado Jove
como si fuese el suyo propio. La última imagen que vio fue como una serie de dientes afilados
como cuchillas descendían hacia la cámara.

"¡Corred!" gritó él, mientras se ponía en pie y disparaba dos granadas del lanzador instalado en
su rifle hacia la entrada de la cueva que estaba más abajo. Los tres Valklear se dieron la vuelta y
corrieron hacia arriba a toda velocidad mientras oían un apagado zump... zump al que siguió el
sonido de un desprendimiento de rocas tras ellos.

Le siguieron unos gritos, disparos y rugidos de bestias. Vlad suponía que tendrían menos de un
minuto antes de que la primera manada de esclavistas consiguiera superar los restos y les
cogiese.

Grious murmuró una palabra en idioma Jove que sonó como una maldición.

"¿Qué sucede?" preguntó Voila.

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"Acabo de decir traicionados. Los Enheduanni nos han traicionado a los Amarr," respondió él,
mientras se movían hacia la rampa de la Wraith más cercana. "Y la tormenta de meteoritos del
exterior acabará pronto. ¡Capitán Kintreb!"

Voila reconoció la voz del capitán Valklear que surgía del aparato que tenía en la mano Grious.

"Ahora no, Grious," jadeó él.

"Ordene a la tripulación de su Rifter que aborde mi nave inmediatamente si quieres salvarlos."


dijo Grious, deteniéndose en la rampa de la Wraith.

"Omicrón-Uno, abandonen la nave y vayan con Grious," dijo Vlad. "¡Abandonen la Rifter ahora
mismo!"

"Sí señor, abandonando la nave," respondió el piloto Valklear. Voila observo al otro lado de la
pista como dos figuras diminutas descendían por la rampa de la fragata.

"¡Cuidado!" gritó una voz, a la que siguió el ruido de una ráfaga de fusil automático. Grious
cambió el canal del aparato y comenzó a avanzar hacia arriba rápidamente, mientras hablaba
bruscamente en Joviano. Voila pudo oír otras dos voces en la conversación, presumiblemente
dos de los pilotos de la Wraith.

"Quédate aquí," dijo Grious desde el interior de la nave. "No me voy. Volveré dentro un
momento."

Antes de que ella pudiera contestar, la rampa se cerró de repente, quedándose a solas con Faus.
El Comodoro de la Armada Imperial no había hablado desde hacía un rato.

Thumgar estaba acribillando esclavistas con el CLAW cuando los primeros guardias Amarr se
acercaron lo suficiente como para poder devolver los disparos con precisión. Vlad cargó sus
últimas tres granadas en el lanzador de su rifle.

"¡Vosotros dos preparaos para marcharos!" gritó él, mientras las balas rebotaban contra las
rocas sobre su cabeza. Vlad se apoyó sobre una rodilla y disparó sus granadas rápidamente,
apuntando contra tres lugares separados en el techo de la cueva más abajo. En el momento en
que la primera detonó, Dramis y Thumgar saltaron y echaron a correr.

Vlad solo contó dos detonaciones mientras se volvía para correr hacia arriba. Un guardia Amarr
directamente detrás del lugar donde la granada que quedaba debería haber explotado lanzó su
propia serie de granadas.

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"¡Al suelo!" gritó Vlad, tirándose de frente al suelo en el mismo instante en que tres explosiones
ensordecedoras le enterraban entre rocas y restos. Intentando ignorar el pitido de sus oídos y
el dolor en sus piernas y espalda, se dio la vuelta y disparó varias ráfagas con el rifle.

"¡Me han dado!" gritó Thumgar, mientras disparaba una lluvia torrencial de balas de fuego
automático contra los Amarr. "Joder, me han dado..."

Se puso en pie de nuevo con dificultad y se dirigió cojeando hacia el sonido atronador del CLAW
de Thumgar que seguía disparando. Se quedó algo confundido cuando vio que estaba sentado
en el suelo, Vlad se echó al suelo a su lado y le ayudó a devolver el fuego.

"Tenemos que seguir moviéndonos," dijo él. "Te cubro, vamos."

"No voy a ningún sitio, Capitán," dijo Thumgar, mientras cambiaba su mirada a sus piernas.

Vlad se dio por fin cuenta de que Thumgar estaba sentado sobre un charco de su propia sangre,
y de que tenía sus dos piernas amputadas. Más balas rebotaron sobre sus cabezas mientras el
Valklear se sacaba todas las granadas de su cinturón y las ponía frente a él.

"Creo que le han dado también a Dramis," murmuró mientras le salía sangre por la boca.
Entonces sacó la hebilla de una de las granadas.

"Corra, Capitán. Corra como el demonio."

Vlad se puso de pie de un salto y esprintó tanto como fue capaz, tropezando casi con los restos
destrozados de Dramis. Cuando vio a Krugar saludándole desde la cima de la colina, ahora a solo
100 metros, saltó de nuevo al suelo.

El CLAW de Thumgar dejó de disparar durante solo un momento, y Vlad creyó oír el gruñido de
más esclavistas cuando las granadas finalmente detonaron.

La explosión asustó a Voila, y las puertas blindadas de la pista se abrieron. Pudo ver como tres
Valklears de cuclillas salían por la puerta mientras sus rifles escupían balas.

"No puedo ayudarte hasta que los vea," dijo Faus de repente. Voila estaba empezando a sentir
un dolor agudo en el pecho. "¿De qué estás hablando?"

"Quiero ayudarte," dijo él, mirándola a los ojos por primera vez. "A ti y a los Minmatar. ¡Pero no
puedo hacerlo hasta que pueda contactar con los guardias!"

Otra explosión - mucho más grande que la anterior - asustó a ambos.

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"No puedo hacer nada," dijo ella. "Grious quizás pueda, pero..."

"Voila, escúchame," dio Faus. "Sea lo que sea que suceda aquí, te juro por mi vida que haré todo
lo pueda para protegerte. ¡Se lo que tengo que hacer, y quiero agradecértelo!"

La rampa de la Wraith descendió de repente hasta la pista. Grious bajó por la rampa
tambaleándose, para después derrumbarse en el suelo, luego se puso rápidamente de nuevo en
pie. El Joviano estaba desnudo de cintura para arriba, y el color de su piel había cambiado de un
aspecto pálido hasta un confuso tono grisáceo que a Voila le recordaba al de la carne putrefacta.

"¿Qué demonios te ha pasado?" preguntó ella, justo en el momento en que otra explosión
sacudía el hangar. Voila se dio la vuelta y vio a cuatro Valklears corriendo hacia ellos desde las
puertas blindadas. Uno de ellos tenía una severa cojera.

"No lo conseguirán," balbuceó Grious, ignorando la pregunta de Voila. "Y tampoco los pilotos de
la Rifter."

Rugió el fuego de los disparos cuando los seis Minmatar se echaron al suelo para devolver el
fuego hacia las puertas. Varios grupos de esclavistas sanguinarios corrieron por la abertura.

Las esposas alrededor de las piernas y las muñecas de Faus cayeron de repente, y Grious cogió
al Amarr agachado de su uniforme y tiró de él hasta ponerlo en pie. Después le tendió a Faus su
pistola de reglamentaria de la Armada Imperial.

"Grious!" Grito Voila.

La rampa de la Wraith se retrayó, y los motores de las dos fragatas Jove rugieron volviendo de
nuevo a la vida.

"Voila...Antionnes," dijo Grious, agarrándola por los hombros y hablándole a solo unos
centímetros de su rostro. "Si lo que te ha dicho Faus es cierto, entonces te volveré a ver. Cuando
llegue ese día, no me digas como morí. ¿Has entendido? ¡No me digas como morí!"

Las Wraiths se alzaron desde la pista y volaron hacia el túnel, despareciendo en segundos. Voila
estaba demasiado conmocionada para poder responder.

"Mátame," dijo Grious mientras se volvía hacia el confundido Faus. "A la vista de los guardias,
rápido. ¡Hazlo!"

Algunas balas arrancaron trozos de asfalto de la pista a su alrededor, además se oían los gritos
de los soldados Valkelar siendo hechos pedazos por los esclavistas que llenaban el hangar.

Antes de que Faus fuese capaz de reaccionar, el Joviano le cogió de la muñeca y se puso la pistola
en el pecho. "¡Puedes salvar la vida de al menos alguno de ellos si actúas ahora!"

Faus apretó el gatillo una vez, y Grious se tambaleó hacia atrás cuando la bala le atravesó.

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"¡Kil nat tra fahule!" gritó Faus. Todos los esclavistas se detuvieron - algunos de ellos con trozos
de carne humana colgándoles aún de la boca – cuando reconocieron la orden procedente de un
amo Amarr. Entonces Faus extendió su brazo, apuntó la pistola directamente contra el esternón
de Grious, y disparó seis veces más.

"¡No!" lloró Voila, mientras el Jove caía muerto al suelo. Un grupo de esclavistas corretearon
sobre el cuerpo, gruñendo mientras olisqueaban los restos de Grious, antes de gruñirle también
a Voila.

Un grupo de guardias armados se aproximó, y tras reconocer el uniforme y el rango que


adornaba su manga, se pusieron firmes.

"¿Está usted bien, señor?"

"Estoy bien," dijo Faus. "¿Hay algún superviviente entre los rebeldes?"

"Uno con seguridad," dijo el guardia. "Aunque no parece que vaya a ser por mucho tiempo."

Faus entornó sus ojos hacia el hombre. "¿Sabe quién soy, Paladín?"

"¡Sí, señor!"

"Entonces escuche atentamente mis órdenes: A cualquier superviviente Minmatar, incluida esta
mujer Gallente, se les dará el mejor tratamiento médico que tengan disponible aquí. Son mis
prisioneros, y serán tratados como mi propiedad personal, y debe mantenérseles con vida a toda
costa hasta que llegue la ayuda. ¿Lo ha entendido?"

La escena de Faus dando órdenes a los guardias Amarr, junto a los feroces esclavistas sentados
obedientemente a su lado, se desvaneció de repente. Voila volvía a estar rodeada por almas sin
rostro, pero esta vez los demonios que normalmente le susurraban, aquella vez no le hablaban.

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A I II III IV V VI VII Ω

"Nada podría habernos preparado para aquella batalla. Ninguna profecía nos pronosticó aquel
destino, y ningún sabio o sacerdote fue capaz de interpretar su maldito desenlace. Desde que
sucedió aquel suceso terrible, un poderoso demonio llegó para atormentar a los fieles Amarr; su
nombre será por siempre Vak'Atioth."

- Contralmirante Galvrek Konst, ret., "La Debilidad", 23270 AD

"En mis sueños fui visitado por el espíritu de un guerrero, quien no dijo palabra pero que señalaba
hacia la puerta, en la cual vi la luz del día donde debería haber habido oscuridad. A la mañana
siguiente el eslavista que vigilaba los barracones donde vivíamos estaba tendido en el suelo de
la entrada muerto, y los collares Glaive alrededor de nuestros cuellos habían desaparecido
misteriosamente. Entonces nos dimos cuenta que había armas dispersadas por entre la suciedad
sobre la que dormíamos, y que nos suplicaban que derramásemos la sangre de aquellos que nos
habían obligado a llamarles 'amos'".

- Anónimo, "Las Guerras Glaive", Archivos Krusual

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Región de Domain - Constelación Throne Worlds
Sistema Amarr: Planeta Oris
Estación de la Familia de la Academia Imperial

Desde la oscuridad de su cámara personal, el Gran Almirante Mekioth Sarum observaba el


desfile de naves de guerra de la Armada Imperial mientras se acercaban al hangar. Contra todo
pronóstico, Faus Akredon había sobrevivido tanto a la emboscada de los rebeldes Minmatar en
Diemnon como a la tormenta de meteoritos que debería haber acabado con él. El retorno
triunfante de Akredon a los mundos del trono en tan poco tiempo tras la destrucción del
Impasible fue recibido por la Armada como un milagro, y el Emperador Heideran estaba ansioso
por escuchar la terrible experiencia de su primera mano.

Como un hombre que había hecho frente al peligro en incontables ocasiones, Mekioth Sarum
no estaba acostumbrado a sentir miedo, especialmente cuando tenía en cuenta las
consecuencias de sus decisiones. Por primera vez desde que era capaz de recordar, el miedo
apuñalaba su corazón, penetrando más y más con cada nave que desaparecía en el interior de
la estación. Fue un riesgo calculado, seguía recordándose a sí mismo. Mereció la pena
aprovechar aquella oportunidad para asegurarme el poder de mi linaje para siempre.

Pero la cruda realidad era que Faus todavía vivía, y parecía ser inevitable que la verdad de lo que
ocurrió en la órbita de Diemnon fuese revelado. El peligro real era que tanto como si las dos
versiones llegaban a oídos de la opinión pública como si no, tendría que oponerse contra
Akredon, quien era mucho más popular. El Consejo de los Apóstoles sin duda se pondría del lado
de Akredon por su conocida piedad y devoción hacia la Reclamación. En el mejor de los casos,
ese escenario aumentaría la preocupación sobre las aspiraciones de la Casa de Sarum al
Emperador, y tentaría al resto de familias reales a conspirar contra él.

"Mi señor, el Emperador le espera."

Las palabras del Paladín le helaron la sangre. Sin darse cuenta, se volvió y pasó junto a los
guardias para dirigirse hacia la catedral. Tras él, la última nave de la procesión se colocaba en
posición de atraque fuera de la entrada del hangar. La nave espacial, muy oportunamente, era
un crucero clase Omen*.

Región de Essence - Constelación Crux


Sistema Renyn: Planeta IX - Luna 4
Cuartel General de la Oficina Federal de Inteligencia

Baer tomó una larga calada a su cigarrillo mientras, con un horrible dolor de cabeza, tanto
hombres como mujeres en la sala de conferencias miraban con atención pasmados los
monitores instalados en la parte alta de las paredes curvas. Momentos antes, la escena era un
hervidero de apasionadas y caldeadas charlas entre políticos y oficiales militares mientras
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discutían agriamente como hacer frente a los Amarr. Solo había un punto en el cual los
participantes habían alcanzado el consenso: Bajo ningún concepto se divulgarían novedades
sobre el ataque hasta que llegaran a un acuerdo sobre la respuesta adecuada que debía darse.
La Federación no podía permitirse el lujo de parecer débil o desorganizada en tiempos de guerra,
ante sus propios ciudadanos y sobre todo ante el Estado Caldari.

Había ocho grandes pantallas en la sala de conferencias, cada una ellas mostraba las noticias de
cada una de las diferentes agencias de prensa de la Federación. Todas ellas estaban
retransmitiendo una grabación en la que se veía la destrucción de la Venture, tomada desde la
perspectiva de una nave que había estado allí cuando ocurrió el ataque. A excepción de Baer y
el Senador Desirou, no debería haber testigos presenciales no Amarr del suceso que todavía
estuviera vivos. Aun así la grabación - que incluía una grabación de audio completa de la
discusión entre el Senador Garret y la Armada Imperial – estaba ahora en manos de la opinión
pública para que todos los ciudadanos pudiesen juzgarla.

Uno de los presentadores de noticias estaba en medio de una dura crítica sobre el " bárbaro
asesinato sin previa provocación del Senador Garret" cuando el receptor de mensajes de Baer
zumbó. Casi se atragantó cuando vio quien era. Se disculpó abruptamente de la habitación, salió
fuera y echó a correr tan rápido como pudo por el vestíbulo. Entró rápidamente en su oficina, y
cerró la puerta tras él, ignorando a la Coronel Sierto que le gritaba exigiéndole explicaciones.

Tomándose un segundo para recuperar la compostura, Baer tomó asiento e insertó el receptor
de mensajes en la consola de su escritorio. El rostro más famoso de la Federación Gallente
apareció en un holograma frente a él.

"¿Sí, Señor Presidente?" preguntó Baer.

Región de Domain - Constelación Throne Worlds


Sistema Amarr: Planeta Oris
Estación de la Academia de la Familia Imperial: Catedral del Santo Profeta Kuria

"¡Como has podido ser tan idiota!" exigió el Emperador Heideran, flanqueado a ambos lados por
sus consejeros militares y arzobispos encapuchados. "¿Eres consciente de lo que has hecho?"

Mekioth se obligó a reprimir el completo desprecio que sentía hacia Heideran. Nadie nunca
había osado usar ese tono con el Gran Almirante de la Armada Imperial. "Mi señor, actué
estrictamente de acuerdo a las instrucciones que usted me dio."

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"¡Has asesinado a un Senador Gallente!" resolló el Emperador. "¡Una sola nave, inmovilizada y
con una desventaja de cincuenta a uno no presentaba ninguna amenaza contra su bloqueo,
Almirante!"

La sangre que circulaba por las venas de Mekioth se convirtió en fuego, y lentamente iba
perdiendo la batalla por controlar su ira. "Se le ordeno que detuviese sus motores varias veces,
y..."

"¡Necesitábamos tiempo, maldito loco! ¡Tiempo para consolidar nuestras ganancias y convertir
a las masas de los nuevos territorios a nuestra fe! ¡En vez de eso has atraído a un formidable
adversario que interferirá directamente con la Reclamación!"

Mekioth estaba a punto de ponerse a gritar, cuando oyó tras él una voz familiar.

"La Reclamación crece cada vez más fuerte a cada instante que pasa, Su Santidad," dijo Faus,
mientras pasaba por entre las enormes columnas. "En todo acaso, el Gran Almirante Sarum ha
demostrado que la fuerza de nuestra convicción en Dios no será disuadida por esos carniceros."

"¡Faus, hijo mío!” exclamo jadeando el Emperador Heideran, mientras su trono pasaba flotando
rozando a Mekioth de camino al encuentro con el Comodoro. El anciano lo alcanzó con sus dos
temblorosos brazos.

Faus se inclinó hacia delante para devolverle un delicado abrazo. "Me alegro de volver a verle,
Padre."

"Qué es lo que te han hecho, hijo," preguntó el Emperador, haciendo una mueca cuando vio su
cara mutilada. "¿Quién es el responsable de esta abominación?"

Faus tomó la frágil mano del anciano, y llevó su trono de vuelta por la sala hacia el altar mientras
Mekioth lo observaba todo impasible.

"Los Gallente," respondió Faus. "Con apoyo directo de los Jove. Asesinaron a nuestros sacerdotes
y me torturaron, en un intento estúpido para forzarme a renegar de mi fe...en muchos aspectos,
esas dos despreciables razas hacen que los Minmatar parezcan más civilizados."

Faus se alejó del Emperador y se aproximó hacia Mekioth, quedándose firme frente a él. "Y a
usted, Gran Almirante Sarum, mis más profundas disculpas. Mi insubordinación me ha costado
mi nave, las vidas de mi tripulación, y la totalidad de mi flota. Si hubiese obedecido sus órdenes
de retirarme de Diemnon, el Impasible seguiría intacto. Soy completamente responsable de mis
acciones, y estoy preparado para hacer frente a sus consecuencias."

Mekioth fue cogido por sorpresa, y no pudo encontrar las palabras adecuadas para responderle.
“¿Qué estás haciendo, Faus? ¿Por qué no estás aprovechando esta oportunidad para acabar
conmigo?”

"Perdonado," dijo el Emperador Heideran, mientras ascendía hasta el altar. "Decreto que no
haya ninguna acción disciplinaria contra ti. ¿Lo ha entendido, Almirante?"

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Mekioth decidió seguir la corriente en este inesperado cambio de los acontecimientos. "Mi
señor, si nunca ha habido una prueba de fe tan angustiosa y cruel como por la que este hombre
acaba de pasar, ¿Quién soy yo para cuestionarle?"

"Bien dicho, Gran Almirante," dijo el Emperador Heideran, mientras su trono volvía a fijarse en
la cima del altar. "Dime, Faus, que piensas de la decisión que tomó el Almirante de ejecutar al
Senador Gallente?"

"Fue la justa respuesta al asesinato de un Apóstol," respondió Faus. "Son animales, Padre.
Bárbaros animales carroñeros que cazan a los indefensos. ¡Y los Jovianos! Apenas son humanos,
y ni siquiera tan poderosos como nos han hecho creer."

El comentario sorprendió al Emperador Heideran. "¿Es verdad eso? ¿Qué es lo que te hace
afirmar eso?"

"Durante mi cautiverio, siguieron poniendo a prueba mi fe, insultando todo en lo que creía," dijo
Faus, mientras dirigía su mirada al suelo. "Son criaturas sin dios, Padre, como los
Gallente...ciegos ante las creaciones de Dios aunque estas los rodean. Además son débiles, tanto
que yo mismo fui capaz de matar a uno de mis captores con sorprendente facilidad."

"¿Mataste a un Jove?" preguntó Mekioth. "¿Cómo lo hiciste?"

"Sangran como cualquier otra criatura. Cuando se me presento la oportunidad, una bala fue más
que suficiente para acabar con mi captor Joviano."

"Eso es lo que he oído yo también, Faus," dijo el Emperador Heideran. "Los guardias en Diemnon
informaron de la facilidad con que los esclavistas fueron capaces de hacer pedazos a los Jove, a
pesar de su tecnología de camuflaje."

"Los guardias también informaron que estabas reteniendo algunos prisioneros," dijo Mekioth,
estrechando los ojos. "¿Qué estás haciendo con ellos?"

"Purificarlos," respondió Faus. "Purgándolos de sus demonios y limpiando sus almas, para
prepararles en su eterno servicio a Amarr."

El Emperador Heideran rió entre dientes. "¡Excelente! Faus, verte aquí ahora y escuchar tus
palabras revigoriza mi fe. ¡Gran Almirante Sarum, comparta con nosotros sus planes para
reclamar a los Jove!"

Mekioth vaciló. "Mi Señor, han sido completados hace poco, está seguro de que..."

"¿Es que no has oído nada de lo que ha dicho este hombre?" interrumpió el Emperador Heideran.
"¡Los Jovians son mucho más débiles de lo que pensábamos! Durante semanas el Consejo ha
estado proclamando la urgencia de purgar las regiones a lo largo de nuestras fronteras de los
paganos Jove y sus diabólicas costumbres. ¡Al fin tenemos el aplomo suficiente para rejuvenecer
a la Reclamación librando a la humanidad de ellos de una vez por todas!"

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"Gran Almirante, no ha habido nunca un mejor momento que este," dijo Faus. "Tenemos fe en
que vuestros planes harán pedazos el mito del poder de los Jove de una vez por todas."

La influencia de este hombre sobre el Emperador me deja boquiabierto, pensó Mekioth.” ¡Hace
un momento Amarr debía consolidar sus ganancias, y al siguiente debe expandir sus fronteras!”

"Se muestra usted muy seguro," dijo Mekitoh, mientras estudiaba los ojos hinchados de Faus y
las laceraciones de su cara. "Durante años, los Jove han evitado el contacto directo con nosotros,
mostrándonos poco de sí mismos y de sus capacidades. Aun así, usted está de pie aquí ante
nosotros, ante este altar, afirmando con una fe incuestionable que cree - que sabe que en el
interior de su alma - ¿que poseemos las fuerza para reclamarlos?"

Faus puso una rodilla en el suelo y posó su mirada sobre una gran estatua del Profeta Kuria que
había detrás del altar en el cual se sentaba el Emperador Heideran. "Mekioth, hermano, mi fe
nunca había sido tan fuerte. Los Jove caerán ante el poder de Amarr, abrazarán la Señoría de
nuestro Padre, o serán aplastados por Su ira inmisericordemente."

Vlad se obligó a abrir los ojos, incluso esa acción tan simple le requirió una alarmarte cantidad
de esfuerzo. Momentos después, el soldado se dio cuenta de que no era capaz de hacer casi
nada más. El más ligero movimiento le producía un dolor insoportable por todas partes de
cintura para arriba, lo que de hecho agradecía. Lo que le aterrorizó fue que no era capaz de
sentir nada en sus piernas, no tenía la más mínima sensación que le indicase que todavía seguían
en su sitio. Las marcas en el techo que había sobre él eran Amarr, lo que le recordó la terrible
experiencia de cómo había sido reducido hasta su actual estado físico.

El débil sonido del llanto de una mujer le llegó a sus oídos, seguido de débiles suspiros.
Reuniendo todas sus fuerzas, Vlad habló.

"¿Quién hay ahí?"

Hubo una pausa cuando los suspiros cesaron. "No eres real," respondió una voz temblorosa. "Los
susurros acabaron hace horas."

El corazón de Vlad se paró cuando reconoció la voz de Voila. "Soy yo, Vlad...nos encontramos en
Diemnon..."

"Sí...sí, ahora me acuerdo. Sobreviviste..."

"¿Dónde estamos? ¿Qué sitio es este?"

"Los mataron a todos, excepto a ti y a mí...y entonces Faus nos llevó hasta aquí...no sé dónde
estamos."
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Un relámpago de dolor le atravesó su abdomen. "¿Akredon? ¿El Amarr?"

"Sí," respondió Voila. "Él nos esta...cuidando, intentando hacernos pasar ocultos, para que
nos...Ayuden."

Vlad tomó aire tan profundamente como los pinchazos de sus pulmones se lo permitieron. “La
mayor indignidad del fracaso,” pensó él. “Qué tragedia que aquellos esclavistas no encontrasen
la yugular de mi cuello.”

"Los Ancianos han muerto," graznó él, mientras miraba fijamente las marcas en el techo hechas
por su enemigo mortal. "Qué hemos ganado con todo esto..."

"Un final," respondió ella débilmente. "Y un comienzo, todo al mismo tiempo."

La Coronel Sierto seguía gritando desde el exterior de la oficina de Baer, rugiendo variadas
formas de castigo producto de su abrupta ausencia y su descarada insubordinación cuando la
puerta se deslizó de repente.

"De vuelta a la sala de conferencias," dijo Baer. "Ahora."

"Si estas ocultándome algún tipo de información," comenzó la Coronel Siertro. "Será mejor que
consideres contármela ahora..."

"Tilda, cierra la puta boca y haz lo que yo te diga por una vez," gruñó Baer. "Y hasta que me
saque el cuchillo que tengo clavado en la espalda, será mejor que comiences a vigilar la tuya.
Mantén la boca cerrada cuando volvamos a la sala de conferencias. ¿Lo pillas?"

Baer se alejó de su atónita jefa, caminó rápidamente hasta el vestíbulo y abrió las puertas de
cristal de golpe. Mientras todo el mundo en el interior volvía su atención hacia él, Baer se dio
cuenta de que todas menos dos de las grandes pantallas estaban apagadas. Dos de los monitores
que seguían encendidos, el Presidente de la Federación Gallente era visible en uno de ellos, y en
el otro había un Jove. La Coronel Siertro entró caminando tras Baer, vio las imágenes en las
pantallas, y se puso pálida. Sin decir una palabra, tomó asiento.

"Bienvenido otra vez, Teniente Coronel," comenzó el Presidente. "Iré directamente al grano: Los
Jove han acudido a nosotros con un plan de 'castigo' contra los Amarr. El Senador Desirou y
fallecido Senador Garrett han estado apoyando un plan similar, creo que encontraran que el
curso de la acción que recomiendan es muy apropiado. Después de usted, Señor Grious."

"Gracias, Señor Presidente," comenzó el Joviano. "Como usted nos indicó anteriormente, su
Comité de Asignaciones de Defensa esta sobrepresupuestado en la guerra que actualmente
sostienen contra el Estado Caldari. El Senador Desirou y el fallecido Senador Garrett propusieron
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en su momento que el equipamiento militar sobrante debía ser dado a los Minmatar. En nombre
de la Dirección Jove, les ofrezco los servicios de nuestras fuerzas armadas para entregar ese
equipamiento a los rebeldes. Creo que sabrán con exactitud qué hacer con él. No debería ser
necesario ningún otro tipo intervención por nuestra parte."

"Perdóneme," interrumpió el Mayor General Silus Bruce. "Pero el Senador Desirou estuvo fuera
de lugar cuando le comentó cualquier tipo de asunto concerniente al esfuerzo en la guerra, y no
existe ningún tipo de excedentes de equipamiento al menos que yo sepa. Este es un asunto
interno, y creo que somos nosotros los que deberíamos discutirlo."

El Presidente frunció el ceño. "General, esta no es la sala de guerra, y los Jove están aquí a
petición personal."

"Señor Presidente, con el debido respeto, me opongo con firmeza a permitir que los Jove
participen en estas discusiones, y considero que la idea de llevar a cabo una operación conjunta
con ellos es absurda."

"General Bruce, un comentario más en ese sentido y se le pedirá que se marche," gruñó el
Presidente.

"Señor Presidente, los Jove han estado completamente ausentes durante esta guerra y se han
apartado totalmente de la política. ¿Y todavía es usted receptivo a que nos lleven directamente
hacia una segunda? ¿Se ha vuelto loco?"

"Largo. ¡MPs, escolten al General fuera de la sala ahora mismo!"

"Disculparme," dijo el General Bruce, levantándose de su asiento. "No voy a participar en esta
estupidez. Todos ustedes han perdido de vista el panorama general, y este volverá para
atormentarles."

"Siento diferir," dijo Grious, con sus ojos negros mirando al General Bruce a través de la pantalla.
"El panorama general nunca ha sido más claro."

"Se están muriendo, mi señor," susurró el médico Nefantar, mientras miraba nervioso de un lado
a otro. "Los capilares que rodean el corazón y el cerebro de la mujer están tan constreñidos que
es inminente que en cualquier momento se rompan; ¡necesita medicación para controlar su
presión sanguínea y los síntomas de abstinencia, y eso es solo posible en una instalación
médica!"

Faus inspiró profundamente, mirando a su alrededor asegurándose de que nadie les estuviera
escuchando. "¿Qué tal está el Brutor?"

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"Nunca he visto a ningún hombre verse sometido a tal castigo y sobrevivir," dijo el médico. "He
retirado tanta metralla como he podido de su espalda y piernas, pero no he sido capaz de llegar
a los fragmentos más profundos. Tiene ambos pulmones parcialmente aplastados, y está
paralizado de cintura para abajo debido a los mordiscos que los esclavistas le dieron en la parte
baja de la columna. Todo lo que he podido darle ha sido medicación para detener la infección,
anestésicos, fluidos, pero todo eso tan solo prolonga su sufrimiento..."

"Te lo agradezco, Lucian," dijo Faus, mientras le tomaba por los hombros y le miraba
directamente a los ojos. "¿Tienes familia en Kazna?"

El Nefantar pareció confundido ante la pregunta. "Mis disculpas, señor, pero no entiendo..."

"Lucian, viejo amigo, has sido mi médico durante cuánto tiempo...veinte, quizás treinta años?"

"Sí, pero..."

"¿Quieres volver a ver a tu familia otra vez?" dijo Faus apretando más fuerte los hombros del
hombre, y sacudiéndolo ligeramente. "¡Sí o no, Lucian! ¡Respóndeme con sinceridad!"

"Por supuesto que quiero," respondió él, temblando. "Que Dios me ayude, les echo tanto de
menos..."

"Escúchame," dijo Faus. "El Emperador me ha concedido una nueva nave – una Apocalypse Navy
Issue - y perdí a mi último oficial médico en el Impasible. Te he asignado a ti como su sustituto."

Faus sacó una tarjeta con el emblema de la Armada Imperial estampado y la puso sobre la mano
del hombre. "Toma esta tarjeta y ve con ella hasta el Puerto 43 Este, donde la presentaras en la
Oficina de Armamento Naval. Dales la tarjeta, y te darán un uniforme y acceso sin restricciones
a cualquier parte de la nave. El nombre de la nave es Redención, y ahora mismo la están
preparando para su partida."

"¿Es esto una prueba de fe, mi señor?"

"¡No, hombre, no!" dijo Faus casi gritando, mientras apretaba y volvía a susurrar enérgicamente.
"¡El dios que te convirtió en mi sirviente ahora está muerto para mí! ¡Lo que estoy pidiéndote lo
hago por propia voluntad, y no porque una vieja escritura me obligue a hacerlo!"

El hombre le devolvió una mirada que era tanto de horror como de asombro. Ahora el médico
comprendía con claridad las consecuencias de lo que el Comodoro Akredon estaba haciendo.
"¿Por qué está haciendo todo esto?"

"Porque todo lo que he hecho en mi vida ha sido una mentira," respondió Faus. "Y el haber
fracasado en reconocerlo antes es algo de lo que me arrepentiré durante toda mi vida. Un solo
acto no expiara el hecho de que haya abrazado voluntariamente al demonio. He estado
equivocado en todo, Lucian. En todo."

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El Nefantar estuvo a punto de responder, pero Faus le puso rápidamente la mano sobre la boca.
"Es necesario que comprendas que ya no hay marcha atrás. Si intentas traicionarme, te destruiré.
La palabra de un esclavo jamás tendrá más valor que la mía, Lucian. Jamás."

Faus retiró su mano. Lucian recapituló todo con rapidez, como todo buen médico hace siempre
antes de tomar una decisión que tendrá drásticas consecuencias, a pesar de su resultado."

"Dime lo que tengo que hacer para volver a ver a mi familia."

"Entonces está decidido," dijo el Presidente. "Les comunicaremos una lista con todas las
estaciones con el equipamiento en una hora."

"Bien," respondió Grious. "Naves Jove industriales ya se están aproximando a las fronteras de su
nación se quedarán allí hasta que reciban de ustedes los puntos finales de destino."

"Al Control del Puerto en cada estación se les dirá que hagan pasar sus industriales como si
fueran nuestros Iterions," dijo Baer, repasando sus notas. "Los ingenieros de los almacenes
cargarán el equipamiento en las industriales reasignadas y darán permiso para que partan tan
pronto como terminen. Después..." suspiró Baer, tirando su datapad sobre la mesa y
recostándose sobre su asiento. "...el resto es cosa suya."

"Quisiera tener una palabras en privado con el Presidente, el Senador Desirou, y el Teniente
Coronel Gesdenau, por favor," pidió Grious, mientras el resto de los asistentes en la habitación
intercambiaban miradas. "Tenemos algunos asuntos personales que tratar y que no le incumben
a nadie más."

"Por supuesto," respondió el Presidente. "Si su nombre no ha sido mencionado por el Señor
Grious, por favor márchense ahora y vuelvan al trabajo que se les ha asignado."

Baer vio como los miembros del grupo pensaban lo que tenían que hacer - algunos con urgencia,
otros con reluctancia - y se dirigían hacia las salidas. Al cabo de unos momentos, Baer estaba
solo con el Senador Desirou.

"Voila Antionnes estaba viva hace dos horas," comenzó Grious. "Pero sus condición física era
grave, y no hemos sido capaces de determinar que le ha sucedido desde entonces. Ustedes tres
deben saber que fueron sus esfuerzos los que nos convencieron para intervenir del lado de los
Minmatar, y a pesar de sus imperfecciones, es con mucho una de las personas más
impresionantes con las que hemos tenido nunca el placer de trabajar de entre todas las razas.
Ella ha... Restablecido algunas creencias que hacía tiempo teníamos sobre la humanidad.
Nuestro interés por su bienestar es tan sincero como el suyo, y haremos todo lo posible por
devolvérsela sana y salva."

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Baer sintió una mezcla de emociones que le asaltaron mientras el Jove hablaba: alivio, asombro,
admiración y sobre todas ellas, justificación.

"Además deben saber que los Ancianos capturados en Diemnon están muertos, y que una
República Minmatar que agrupe a las siete tribus es imposible. Todos los Ancianos que
representaban a las tribus Starkmanir, Nefantar y Thukker han desaparecido. Hemos estado en
contacto directo con el resto de Ancianos, y hemos discutido con ellos la forma en que las armas
que ustedes les proporcionaran serán distribuidas. Comparten nuestra opinión sobre Voila
Antionnes, y me han pedido transmitirles su agradecimiento a la Federación Gallente por la
dedicación de su talento a su causa."

"¿Quién los mató?" preguntó el Senador Desirou. "¿Los guardias de la prisión?"

"Parece ser que los Ancianos fueron asesinados durante o inmediatamente después de que la
revuelta fuera sofocada, pero no por los guardias de la prisión. No descubrieron los cuerpos hasta
que operación de la fuerza de rescate Vaklear fue descubierta."

"¿Pero quién avisó a los guardias de su presencia?" preguntó Baer, comprendiendo cual era la
respuesta justo después de terminar la pregunta.

"La Orden," respondió Grious. "De la misma forma en que los sacerdotes Amarr fueron
asesinados solo para incriminar a Voila, los Ancianos en Diemnon fueron asesinados por La
Orden, a pesar de que todas las indicaciones visibles señalasen que les estaban intentando
ayudar."

"Espere un minuto, ¿De qué va todo eso de la 'Orden'? preguntó el Presidente.

"Le informare sobre ellos después," dijo el Senador Desirou. "Es uno de los mayores secretos de
estado y del que después usted deseará no haber conocido nunca."

Baer estaba conmocionado. "¿Por qué querrían hacer eso?"

"Para arrastrar a la Federación Gallente a una guerra contra el Imperio Amarr," respondió
Grious. "El inmenso poder de La Orden es una amenaza incluso para nosotros, aunque la
expansión del Imperio Amarr parece haberse convertido en una amenaza directa..."

Grious se paró en medio de la frase, e inclinó la cabeza a un lado.

"Por favor perdónenme," dijo el Jove. "Hemos localizado a Voila."

Faus dio un salto hacia atrás desde la pantalla, retrocediendo ante una imagen que su alma
rehusaba aceptar.
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"Deberías estar muerto, Grious," tartamudeó. "Vi tu..."

"Detente. No me cuentes como morí, Faus." Le advirtió Grious. "Con el tiempo, la tecnología de
la reanimación se presentará por si misma a las demás razas. Pero hasta entonces, seríamos
vistos como demonios para aquellos que creen que la religión es la única responsable de la
inmortalidad."

Esas creencias están muertas para mí, se recordó Faus. "Tengo a Voila Antionnes, y al soldado
Valklear conocido como 'Vlad'," empezó.

"Mis notas señalan que tu intención era ayudarles," dijo Grious. "¿Eso ha cambiado?"

La cabeza le empezó a dar vueltas a Faus mientras combatía con la realidad de estar teniendo
una conversación con alguien a quien había ejecutado hacía apenas unas horas.

"¿Faus?"

"No... No, Grious, estoy intentando ayudarles. Pero no les está yendo bien, y no puedo conseguir
la atención médica que necesitan sin revelar a todos los Amarr lo que estoy intentando hacer."

Faus sacó un disco diminuto y lo insertó en la consola. Haciendo una pausa durante un
momento, sus dedos flotaron sobre los controles que mandarían todos los planes de batalla del
Gran Almirante Sarum para la Reclamación de la Dirección Jove a Grious. El horizonte de sucesos,
pensó él. Las palabras que él mismo dijo a Lucian le vinieron a la mente: “No hay marcha atrás.”
Estudió su reflejó en la pantalla solamente durante un momento.

Amarr está muerto para mí. Los datos cifrados fueron transmitidos.

"Lee eso."

Grious parecía estar leyéndolo todo rápidamente, mientras su pálido rostro iba hacia delante y
hacia atrás con movimientos nerviosos.

"¿Vak'Atiok?" preguntó el Jove. "¿Cuando?"

“Ya ha empezado. Las naves de guerra ya se dirigen hacia los puntos de reunión a lo largo de
nuestro lado de la frontera de Geminate. El mismísimo Emperador me ha pedido que lidere el
ataque. En estos momentos, están retirando las rampas de atraque de mi nave. Una vez que
llegue al punto de reunión en Odebeinn, mis órdenes son saltar al sistema Atioth y destruir todo
a nuestro paso... Vuestros puestos de avanzada, estaciones, asentamientos planetarios,
absolutamente todo."

La mirada de los ojos negros de Grious pareció atravesarle durante un momento antes de que
este volviera a hablar. "¿Cómo te salvaras cuanto llegue el momento?"

"Abordo hay un médico Nefantar que ha estado haciendo todo lo poco que podía hacer por
intentar mantener a Vlad y a Voila vivos. Todo lo que le pido a tu flota es que deje mi nave para
casi el final, para poder maximizar la ilusión de liderazgo divino. Cuando veáis un contenedor de
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carga eyectado desde mi nave nosotros estaremos dentro él.” Faus tomó otra vez aire
profundamente. "Entonces nuestras vidas estarán en vuestras manos."

Grious continuó mostrando su fría y taimada mirada. "Mis socios me acaban de confirmar que
hay movimiento de naves de guerra de la Armada Imperial en el lugar preciso que indican los
planes que nos has remitido. Estamos convencidos de que eres de fiar."

"Ya no sé lo que eso significa en realidad," dijo Faus, mientras las arrugas de su ceño se hacían
más profundas. "Vas a aceptar lo que te he dado porque te conviene. Estaré en Vak'Atiok en una
hora."

"Yo también, Faus. Para darte las gracias en nombre de los Jove en persona una vez que estés a
salvo."

"Hay una cosa más que necesito."

"Dime, amigo."

"Hay un battleship Minmatar solitario en el sistema Hahyil. Su nombre es 'Ira Infernal'. Sé que
aún lo están persiguiendo, y que solo es cuestión de tiempo que la Armada lo destruya."

Faus recordó el implacable ataque que desató aquella nave, como la determinación de la Fuerza
Valklear era la de destruir el Impervious sin importar cual fuera el coste. Fue personal,
comprendió. El capitán de una nave no pone en peligro a su tripulación a no ser que sea algo
personal.

"Por favor, Grious...haz lo que puedas por ellos."

Muy por debajo de la entrada a la catedral del Emperador Heideran, unos poderosos rayos de
luz atravesaron el espacio de las puertas del hangar y agujerearon el velo oscuro que había tras
este. Tras aquellos rayos, la enorme nave de guerra Redención - con más de 1600 metros de
largo de proa a popa - comenzó lentamente a emerger de la estación. Desde el balcón de su
centro de mando personal, el Gran Almirante Mekioth Sarum admiró la majestuosa nave
durante un momento, y después volvió su atención de vuelta al mapa estelar holográfico. La
situación de 200 naves - el número total de naves con el que contaba su plan de batalla de Atioth
- eran representadas como una miríada de puntos dorados esparcidos por todo el centro de
mando. Uno por uno, los puntos iban convergiendo en un lugar situado directamente en la
frontera Joviana de Metrópolis.

“Desde aquí,” pensó él, “me aseguraré de que mi familia esté al frente de todas las mesas.”

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Mekiot era incapaz de recordar ninguna situación previa en la que no estuviera más seguro del
resultado de una batalla. La exuberancia de las tripulaciones, las bendiciones de la Iglesia, y la
emoción de la población Amarr habían sido desbordantes. Y por supuesto, quedaba la ironía de
que el hombre que había intentado destruir era el que ahora le ofrecía la llave del Imperio.

Quizás le juzgue mal, pensó él. O tal vez su fe lo ciegue hasta tal punto que es incapaz de
considerar el resto de posibilidades, incluyendo las impensables.

Después de abandonar la estructura principal de la estación, la Redención comenzó su viaje


hacia la historia.

Baer vagaba a través de los grandes vestíbulos de la estación, paseando sin rumbo fijo por toda
aquella sección por la que su permiso de acceso le permitía pasar. Habían pasado más de 26
horas desde la última vez que había dormido. Considerando la magnitud de los acontecimientos
que había conseguido poner en marcha, dormir era lo que menos tenía en mente en aquellos
momentos.

Ya había informes de "naves no identificadas" que habían llegado a varias estaciones por toda
la Federación, todos ellos convenientemente desmentidos por los oficiales del gobierno como
fantasías de borrachos. No podía hacerse otra cosa más que esperar a saber si la culminación de
tantos años de lucha – Para demostrar a la Federación como de peligroso era ignorar a los
demonios de la humanidad - finalmente había demostrado merecer la pena.

Se paró en un gran pasillo lleno de ventanas, en el cual disfrutó de la magnífica vista que le
ofrecía el planeta azul-verdoso de Renyn Nueve y su celestial trasfondo en el que se veían una
distante nebulosa e incontables estrellas. Sus pensamientos seguían divagando hasta llegar de
vuelta a Voila, hacia el tumultuoso pasado que habían compartido y las diferencias entre ellos
que habían sido incapaces de superar hasta este momento, cuando todo en lo que creían
colgaba de la balanza.

Lamento haber dudado nunca de ti, pensó él.

Un relámpago cruzó la oscuridad otra vez, y Vlad pudo sentir como los músculos de su cara se
doblaban por el dolor que le había despertado. Peleando contra la neblina provocada por las
drogas en su conciencia, Vlad consiguió abrir los ojos.

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La imagen borrosa se fue enfocando hasta convertirse en la inconfundible silueta de un viejo
Nefantar que estaba de pie sobre él. El hombre notó su turbia mirada, y le puso la mano
delicadamente sobre la frente.

"Estate tranquilo, Vlad. Estoy cambiándote las vendas de tus heridas. Vamos a poder ayudarte
muy pronto."

El guerrero Valklear recordó que se suponía que debía odiar a los colaboradores Amarr.
"¿Ne...Nefantar?"

El anciano alzó la mirada durante un momento, y después continuó con su trabajo. "Sí."

"Una vez...una vez maté...traidores Nefantar..." Vlad recordaba la escena, de cómo su cuchillo
traspasaba limpiamente las gargantas de aquellos hombres que habían traicionado a su tribu
con los Paladines.

El hombre alzó un vendaje ensangrentado, y lo tiró a un lado, después se puso a examinar las
heridas con un aparato electrónico que tenía en el ojo.

"Traidores..." Vlad estaba empezando a comprender que el odio era la única cosa que le quedaba
de la que podía extraer fuerzas.

Con sus delicadas manos, Lucian comenzó a poner tiras de nuevas nano-gasas sobre las heridas
que el esclavista le había dejado en el abdomen a Vlad. Después hizo una simple pregunta:

"¿Tienes hijos?"

Las imágenes de los cuerpos en las minas de Diemnon volvieron a su mente, y Vlad sintió como
la tristeza del remordimiento hacía mella en su corazón.

"...traidor..."

Lucian paró de trabajar un momento. "Si los tuvieras, entonces entenderías que como padre,
estarías preparado para hacer cualquier cosa con tal de asegurarte de que ellos te
sobrevivieran."

Vlad apenas podía seguir consciente mientras Lucian desechaba el exceso de tiras del vendaje.
"Aunque ello significase una vida de servidumbre. Venderías tu alma, Brutor. Como padre, lo
entenderías. Lo harías."

Los ojos del Valklear se cerraron otra vez. "No... De esta...forma..."

Lucian comprobó el ritmo cardíaco del soldado. Era débil, pero constante.

~
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"Atención Ira Infernal, este es el crucero Jove Listhos retransmitiendo desde la frecuencia diez-
cincuenta-nueve megahercios. ¿Nos reciben?, cambio."

Karth levantó la vista de su bruma, miró el puente destrozado y se preguntó si estaba


escuchando cosas.

“Hellwraith, vemos que tus matrices de comunicaciones subespaciales están deshabilitadas. Por
favor, reconozca sobre diez cincuenta y nueve megahercios, más.”

El oficial de navegación se puso en pie de un salto. "Almirante, ¡es una transmisión de radio!
¡Mire!"

Justo a pocos metros donde Karth se había desplomado, cuatro cruceros clase Phantom se había
descamuflado directamente enfrente el puente principal.

"Ira Inferanal, estamos aquí para evacuar a su tripulación. Por favor respondan."

El oficial de navegación tomó la decisión consciente de sobrepasar los bien definidos límites del
reglamento naval de mando. Karth vio como el oficial alcanzaba la consola del receptor de radio
y se puso furioso. Abrió la boca para llamar la atención al hombre, pero fue demasiado tarde.

"Listhos, aquí el Ira Infernal," dijo el oficial. "¡Preparados para recibir su ayuda, cambio!"

"Lucian," sonó el intercomunicador. "Voy para allá."

El sello de la puerta de carga siseó, y Faus entró a zancadas en la oscuridad de su interior.

"¿Cómo están?" preguntó él.

El médico estaba a punto de contestar cuando Voila se despertó con un grito. "¡No! ¡Tengo que
avisarle!"

Lucian se dirigió rápidamente hacia Voila que estaba luchando contra las ataduras que la
mantenían agarrada a la camilla. Apretó sus dedos contra su muñeca, buscándole el pulso.
"Tranquila, Voila...no te excedas."

"Tengo que verle," jadeó ella. "¿Dónde está? ¡Sé que Faus está aquí!"

Faus se aproximó a ella, poniendo sus manos en las de ella. "Estoy aquí, Voila. Todo va a ir bien..."

"¡No, no!" jadeó ella, histérica. "Ahora ya sé quién es, el que aparece en las pesadillas que tengo!
¡Sé quién es el que yace dentro de la cripta!"
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Le estaba costando mucho a Faus recobrar la compostura, viendo en el estado en que estaba
ahora ella. "Voila, necesitas descansar, todo ira..."

"¡Escúchame!" gritó ella. "¡Durante todo este tiempo pensé que la persona que estaba dentro
era yo, todas aquellas veces cuando me empujaban al interior, pero ahora sé que en fondo no
era yo, y estoy asustada por lo que ellos harán cuando se lo diga!"

"Shhh... Tranquilízate, Voila," dijo Faus, sintiendo una compasión tan fuerte por ella que era casi
insoportable. "Todo acabará pronto, y te vamos a conseguir ayuda..."

"¡Los demonios! ¿No puedes oírlos? Me están susurrando otra vez, Faus, no quieren que sepas..."

"No quieren que sepa el qué, Voila"

"No quieren que sepas que eras tú. Durante todo este tiempo eras...tú."

Faus estaba de pie en el puente del Redención, observando la perfecta formación de naves de
guerra Imperiales distribuidas en una línea escalonada de casi sesenta kilómetros de largo. En el
puente los oficiales estaban de pie firmes en sus puestos, mientras que los oficiales de menor
rango estaban debajo de ellos en sus puestos con su atención fija en las pantallas que había
delante de ellos. “Este es su gran momento,” pensó Faus. “Estos hombres han estado soñado
con el día en que servirían bajo el mando del mayor héroe de la Armada y de toda la historia
Amarr. Paladines cuya fe en Dios les ciega ante el hecho de que en realidad están siguiendo las
órdenes de un ángel caído, de un traidor cuya traición eclipsara a cualquier otra en la historia de
nuestra raza.”

Aunque sobrepasados dos a uno, la flota Joviana se reunió directamente frente a ellos y
permaneció allí sin hacer movimiento alguno. Desafiantes, pensó Faus, reprimiendo el reflejo
de sonreír. Desafiándonos a que abramos fuego primero. Estos Jovianos poseen muchas más
emociones y corazón de las que los Imperios creen que tienen.

"¡Armas!" ordenó Faus. “En este día, Dios abandonará el lado de Amarr...”

"¡Sí, mi señor!"

“...y permanecerá firme con los Minmatar.”

"¡Asigne torretas de la uno a la siete, cristales de radio, fijen objetivo OmegaUno!"

"¡Objetivo Omega-Uno fijado!"

Faus se permitió sonreír. "¡Por el Emperador!"


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Todo el puente respondió en unísono envalentonado. "¡Por el Emperador!"

Por Voila, pensó Faus. Por devolverme la vista.

"¡Fuego!"

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A I II III IV V VI VII Ω

"Algunos vuelven la mirada hacia atrás, a los mundos que hemos perdido, a todos los lugares
donde una vez se alzaban grandes catedrales, y se lamentan por la gloria perdida que podríamos
haber conseguido. A ellos les digo: ¡Reclamad vuestra fe! ¡Dios es mi testigo, aquellos mundos
que nos fueron arrebatados volverán a ser nuestros de nuevo, y sobre suelo sagrado alzare
catedrales que ningún pagano será capaz de derribar!"

- Jamyl Sarum, Pruebas de la Sucesión Amarr, 23342 AD

"La civilización mira hacia otro lado mientras desplegamos nuestras naves para vigilar unas
fronteras más allá de las cuales todavía hay esclavos Minmatar trabajando duramente para sus
amos Amarr. ¿Cómo podemos no interpretar esta complacencia sino como indiferencia?
¿Durante cuánto tiempo tendremos que controlarnos, de acuerdo con su definición de decencia,
mientras a ese demonio se le permite seguir existiendo?"

- Karvour Thorel, Representante Brutor al Consejo de la República Minmatar, Asamblea


CONCORD, 23343 AD

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Región de Essence - Constelación Crux
Sistema Renyn
Situación desconocida en el espacio profundo

Baer emergió de la rampa del shuttle a un mundo alienígena que le inspiraba tanto miedo como
respeto. La enorme caverna era el refugio de docenas de naves de guerra Jovianas, suspendidas
o colgadas en puertos de atraque que le recordaban a larvas dentro de una colmena de insectos
enormes. Todas las estructuras tenían una apariencia orgánica diferente; no había ángulos
rectos o bordes definidos en ninguna de las superficies que fue capaz de ver. Si no fuese por las
balizas de navegación situadas con precisión y por el débil brillo que emitían los motores iónicos
ahora parados, la vista se le perdería en un laberinto oscuro y verduzco de curvas y crestas en
espiral. Toda la base parecía respirar como si fuese un único organismo viviente.

“Casi,” pensó Baer, “como una bestia de ensueño.”

"Por aquí, por favor," dijo uno de los guardias Jove que le esperaban más abajo en la rampa.

Baer se dio prisa en bajar la rampa hasta alcanzarles. Los dos guardias le estudiaron durante un
momento antes de darse la vuelta hacia la estructura principal.

"¿Qué estación es esta?" preguntó Baer, mientras estiraba el cuello para seguir a una fragata
que estaba atracando sobre él en esos momentos. "El shuttle no saltó a través de ninguna puerta
estelar..."

"Esto no es una estación," dijo Grious, emergiendo desde el lado opuesto de la pasarela. "Es una
mothership. Esta acaba de volver de Vak'Atioth para recoger al resto de industriales que hay en
el espacio Gallente. Después partirá hacia territorio Amarr para ayudar con la entrega de
armamento a los rebeldes Minmatar."

Baer parpadeó. “¿Esto es el hangar de una nave?”

"Tenemos que darnos prisa." dijo el Jove, haciendo un gesto con el brazo. "Los comandantes
quieren irse tan pronto como las baterías de los motores de salto estén completamente
cargadas."

Baer siguió a Grious hasta el interior de una estructura mientras una puerta se sellaba tras ellos.
Estaba esforzándose mucho por no mirar directamente a los ojos completamente negros del
Joviano.

"¿Cómo esta Voila?"

"Viva," respondió el Jove. "Y en proceso de ser transferida al personal médico de la base de la
FIO en Renyn, bajo supervisión directa del Senador Desirou."

"¿Cuál es su estado?"

Grious hizo una pausa durante un momento mientras la puerta volvía a abrirse para mostrar una
estancia oscura con varias vistas hacia el espacio. Baer ni siquiera se había dado cuenta de que

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se había estado moviendo. "Físicamente, hemos hecho lo que hemos podido. Pero sospecho que
sus heridas emocionales tardarán mucho más en cicatrizar."

El corazón de Baer se detuvo. "¿Cree que alguna vez se recuperará?"

"Por ahora, vamos a concentrarnos en aquello que sabemos con certeza," respondió Grious,
mientras caminaba hasta el centro de la estancia. La imagen holográfica de una formación de
batalla en línea de la Armada Imperial lleno la habitación por completo. Baer pudo ver cientos
de naves doradas de guerra Amarr haciendo frente a un grupo mucho más pequeño de naves
Jove. Un battleship clase Apocalypse Imperial Issue estaba abriendo fuego con sus rayos tachyon
contra ellos.

"Así es como empezó," dijo Grious. La imagen congelada hizo una panorámica y así Baer pudo
ver como los rayos impactaban sobre un crucero Jove. "El nombre de la nave que está
disparando esos tachyons es Redención, al mando del Comodoro Faus Akredon. Estos son los
primeros disparos del combate, y la señal para que nuestras fuerzas comiencen su ataque."

La imagen de la batalla se movió rápidamente, reproduciendo la batalla cinco veces más rápido
de lo normal. Baer se encogió cuando vio como un enorme rayo verde brillante atravesaba toda
la habitación, pasando directamente enfrente de donde estaba él de pie y estrellándose contra
una Apocalypse. Se le encogió el estómago cuando el rayo - que estimaba tendría al menos 80
metros de diámetro - atravesó limpiamente la enorme battleship.

Grious paró la imagen e hizo zoom sobre la nave sentenciada. Un fuego verde salía de las brechas
por las que el rayo se había abierto paso a través del casco. "Observe, Teniente Coronel, que el
uso de este arma no era necesario para conseguir la superioridad en el campo de batalla.
Queremos que conserve estas imágenes en caso de que el Emperador Heideran intente ocultar
la verdad sobre lo que sucedió en realidad en Vak'Atiok."

La imagen volvió a hacer una panorámica y siguió su curso. Baer tuvo que taparse los ojos
mientras el fantástico poder destructivo de la superarma Jove provocaba explosión tras
explosión.

"Comprendo," dijo Baer. "¿Y qué hay de Faus Akredon? ¿Está bien?"

"No lo sabemos con certeza, pero nos tememos lo peor," respondió Grious. "Observe la siguiente
secuencia de acontecimientos."

Baer pudo ver como la formación Amarr se deshacía. Mientras los restos en llamas de los
battleships destruidos iban a la deriva alejándose de la línea principal, muchas de las naves
restantes estaban dando la vuelta e intentaban escapar.

"Fíjese en la Redención," dijo Grious mientras la imagen se enfocaba en el Apocalypse Imperial


Issue. Las torretas del poderoso battleship estaban abriendo fuego sobre las naves Jove cuando
de repente fue alcanzado por varios rayos blancos.

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"Oh, no..." resolló Baer. "¿Fueron los Amarr los que hicieron esos disparos?"

Grious siguió en silencio mientras la imagen hacia una panorámica. Baer vio con horror como
varias naves de guerra Amarr se habían vuelto contra la Redención, y le disparaban a corta
distancia con fuego láser multiespectral.

"Sabemos que justo antes de que ocurriese ese ataque, hubo algún tipo de desacuerdo entre el
Emperador Heideran y el Gran Almirante Sarum," dio Grious. "Parece ser que esa conversación
hizo estallar un motín a bordo del Redención."

La imagen se congeló e hizo zoom hasta tener una vista muy cercana de la superestructura
central de la Redención. Las siluetas de las ventanas de varias cubiertas eran claramente visibles.
"Céntrese en los portones mientras reproduzco la grabación a velocidad normal," indicó Grious.

Estallidos de luz que se alternaban iluminaban las ventanas de varias cubiertas. Baer estiró el
cuello, e inmediatamente comprendió que lo que estaba viendo era un combate con armas de
fuego abordo de la Redención. De repente, una explosión en el interior de la nave voló por los
aires varios portones. Docenas de cuerpos salían disparados a través de los huecos al espacio.

"Dios mío," murmuró Baer, mientras apartaba la mirada de la imagen. "Les dijo que no..."

"Eso, o fue traicionado por la Orden," respondió Grious. "Quizás nunca lo sabremos."

La imagen hizo una panorámica otra vez, y Baer vio como un contenedor era expulsado por una
de las bahías de carga del battleship.

"Justo después de la explosión, fue expulsado ese contenedor. Entonces tuvimos que tomar una
decisión difícil: Faus nos indicó que no destruyésemos la Redención hasta este momento exacto,
suponiendo que él estaría dentro del contenedor. Pero después de ver el motín ya no podíamos
estar seguros de su seguridad. Entonces los Amarr tomaron la decisión por nosotros."

Las torretas de la Redención se volvieron abruptamente hacia el diminuto contenedor y abrieron


fuego, fallando por poco. Tres Phantoms salieron de camuflaje, y blindaron la frágil estructura
del torrente de fuego de pulsos multiespectrales dirigidos desde los cruceros Amarr cercanos.

Un brillante rayo verde empaló a la Redención, y las Phantoms y el contenedor desaparecieron.

"Faus Akredon no estaba dentro," dijo Grious. "Solo estaban abordo Voila, el último
superviviente de la incursión a Diemnon, y un médico Nefantar. Es muy probable que Faus ya
estuviera muerto antes de que las armas de la Redención intentaran destruirlos."

Baer se estremeció cuando la Redención explotó con un estallido de luz cegador, mientras sus
restos destrozados se dirigían hacia la turbia atmósfera del planeta que había más abajo.

"¿Quién era el Nefantar que iba abordo?"

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"Un médico practicante llamado Lucian, uno de los sirvientes de confianza de Faus. Vamos a
honrar su deseo de ser llevado hasta el Sistema Kazna. Pidió que le dieran información sobre su
paradero, con la condición de que no se compartiera con nadie."

"¿Y el Valklear?"

"Ahora mismo están operándolo para que pueda volver a usar las piernas," respondió Grious.
"Estamos impresionados por su estado físico. No hay nada que explique cómo ha sobrevivido,
tengo intención de seguir su recuperación de cerca."

Baer vio las explosiones finales de la épica batalla, y no pudo reprimir un sentimiento de lástima
por las tripulaciones Amarr mientras se acercaba el final de la brutal carnicería. La flota Jove
volvió de vuelta hacia su letal mothership, dejando tras ella un cementerio de chatarra
chamuscada cuyo telón de fondo era una lejana y amenazadora nebulosa teñida de un color
sangre. Mientras los restos ardientes del dominio Imperial caían hacia la tormentosa atmósfera
de Vak'Atiok I, Baer comprendió que el recuerdo de este fatídico suceso - un milagro para
algunos, una pesadilla para otros – se convertiría en una leyenda que nunca se olvidaría.

"Les mantendremos informados del progreso de la operación de armamento," dijo Grious


mientras las imágenes holográficas desaparecían. "Las primeras rebeliones tienen como
intención atraer a la mayor parte de las fuerzas de invasión Paladin lejos del Sistema Hror y
diseminar sus divisiones por todo el Imperio. Entonces, los Minmatar estarán listos para volver a
reconquistar Eanna de manos de los Amarr, y les prestaremos ayuda en el proceso de
reconstrucción si el resto de Ancianos así lo desea."

Baer observó al misterioso Joviano y estudió sus rasgos alienígenas, mientras se preguntaba que
secretos conocía aquel hombre. "¿Algún día los Jove mandarán representantes oficiales a algún
gobierno?"

"No," dijo Grious, tendiéndole un pequeño disco. "La guerra contra la Orden requiere todos
nuestros esfuerzos. Y para restringir la manipulación del poder que hacen sobre las demás razas,
nos vamos a retirar de las regiones de Geminate y de Vale of Silent. Después destruiremos todas
las puertas estelares que conectan el espacio de las facciones con el nuestro."

Baer se quedó conmocionado. "¿Van a retirarse y destruir las puertas?"

"La sed por el poder que tiene Amarr es muy fácil de aprovechar por la Orden. Esta es la única
manera de negarles esa opción, y asegurarnos de que ya no podrán usarnos a nosotros en sus
planes contra vosotros."

"¿Pero cuáles son sus motivos?" preguntó Baer. "¿Qué quieren de nosotros?"

Grious se lo pensó durante un momento antes de responder. "Sus intereses se centran en


rehacer el rumbo de la humanidad de acuerdo a sus propios propósitos."

"¿Sus propósitos?" dijo Baer, enfadado. "¿Por qué simplemente no nos conquistan directamente
por la fuerza?"

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"Porque desean que vosotros los aceptéis por voluntad propia," replicó Grious.

"¿Y esperan conseguirlo forzándonos a entrar en guerras entre nosotros?" preguntó Baer en
tono de burla.
"Si es necesario, sí," respondió Grious.

Baer estaba muy preocupado por las respuestas que le había dado Grious. "Pero hacer la guerra
contra algo tan poderoso..."

"Ellos no carecen de debilidades," dijo Grious. "Pero por ahora, todo lo que podemos hacer es
trabajar para frustrar sus operaciones en los imperios tanto como podamos."

Baer volvió su cansada mirada hacia uno de los portales y se quedó mirando hacia la infinita
extensión del espacio que rodeaba a la colosal mothership Joviana.

"Un demonio sin límites," murmuró él. "Consistente e inexistente, en todos sitios y en ningún
lugar. ¿Cómo podremos hacer frente a este enemigo sin vuestra ayuda?"

"Encontrando la fuerza para enfrentar vuestro mal interior primero," respondió Grious.

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