La Crisis de 1929
La Crisis de 1929
La Crisis de 1929
Durante 1928, las acciones de las principales compañías americanas, como General Motors,
United States Steel y Radio Corporation of America habían subido rápidamente su valor, esto
constituyó una fuente de inversión que permitió lanzar al mercado cifras récord de millones de
títulos. Circulaban rumores sobre las fortunas adquiridas en la Bolsa y parecía imposible perder
dinero con estas operaciones. Surgieron entonces historias sobre limpiabotas inversionistas
(compradores de paquetes de acciones) que eran pura fantasía. Pero algunos inversionistas
habían comprado acciones a crédito (con dinero prestado) especulando con su reventa cuando
subían los valores. Los bancos también especulaban y extendieron sucursales por todos los
Estados.
El 24 de Octubre de 1929, «el jueves negro», se produjo un pánico financiero en la Bolsa de
Nueva York, que para esa fecha tenía unos cien años de existencia. Comenzaron a caer las
cotizaciones y los poseedores de acciones intentaron venderlas desesperadamente antes de
que siguieran perdiendo su valor.
En torno al derrumbe financiero de Wall Street, también se tejieron numerosas historias de
suicidios, y de peatones que esquivaban en las calles los cuerpos de especuladores que se
habían arrojado por la ventana. Pero esta ola de suicidios realmente no ocurrió.
Sí sabemos que los efectos del crack de la Bolsa se propagaron rápidamente y convirtieron en
una grave y prolongada crisis, conocida como la Gran Depresión, que se extendió durante toda
la década de 1930.
La crisis de 1929 provocó una desarticulación del sistema económico internacional, la
recuperación no fue general hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial (1939) y las
economías capitalistas tuvieron que buscar soluciones alternativas al liberalismo para salir de
la crisis.
¿Por qué esta crisis paralizó al país más rico y productivo del mundo? Luego del colapso de la
Bolsa de Nueva York siguió una ola de quiebras de bancos en todo el país, los depositantes
hacían colas interminables para retirar sus ahorros y miles de sucursales tuvieron que cerrar
(de 25 mil bancos, en 1933 se redujeron a 15 mil). Los agricultores endeudados no pudieron
pagar sus hipotecas, perdieron las tierras o sus casas fueron a remate.
También la industria automotriz sufrió las consecuencias de la reducción de los ingresos, las
ventas de automóviles cayeron y comenzaron a despedir empleados. De modo
que se generalizó el desempleo masivo. Esto destrozó la confianza de la gente en el sueño
americano de prosperidad.
La crisis llegó a Europa y a Latinoamérica debido a los lazos económicos y financieros tendidos
por Estados Unidos después de la primera guerra. La gran confianza en los negocios y la euforia
inversionista había permitido una gran oferta de préstamos en el exterior. Pero al
desencadenarse la crisis, los estadounidenses que habían realizado préstamos a los países
europeos, por ejemplo a Alemania, reclamaron su devolución. Estados Unidos sufrió el impacto
de la Gran Depresión y el presidente Herbert Hoover tuvo que tomar medidas intervencionistas:
construyó obras públicas, refinanció hipotecas sobre viviendas, otorgó préstamos de grandes
sumas a los bancos, los ferrocarriles y los Estados.