Tesario de Teología Natural
Tesario de Teología Natural
Tesario de Teología Natural
TEOLOGÍA
NATURAL
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Tesario de Teología natural
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iluminación que proviene de Dios. Malebranche parece olvidar que si bien
Dios sí es el primero ontológico, no es el primero conocido. Aunque el
intuicionismo sí admite la capacidad de conocer a Dios, hace imposible la
teología natural al negar la posibilidad de conocer a Dios por
conocimiento discursivo.
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Henri de Lubac. Según estos autores, la idea de un ser perfecto es fruto de una presencia y,
en este sentido, no habría el susodicho salto del orden lógico al ontológico.
La 4ª vía parte del hecho de que se dan diversos grados de perfecciones (puras) en
los seres. Sabemos que una perfección graduada o finitamente realizada en los seres no se
tiene por esencia sino por participación. Se llega así al término de la vía o a la afirmación
de Dios como Ser, Verdad, Bondad y Belleza supremas y causa del ser, verdad, bondad y
belleza que encontramos en las creaturas.
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La 5ª vía parte del hecho de que seres desprovistos de inteligencia obran por un fin.
Ahora bien, la ordenación hacia un fin que manifiestan los seres desprovistos de
inteligencia es causada por una inteligencia. Se llega así al término de la vía o a la
afirmación de Dios como inteligencia perfecta y absoluta, causa de la tendencia finalizada
que constatamos en el universo.
Téngase en cuenta del tercer paso en la estructura de las vías, a saber, aquél que
indica que es imposible ir al infinito en la serie de causas actual y esencialmente
subordinadas. La acentuación en cuanto a causas actual y esencialmente subordinadas
hace de la imposibilidad de ir al infinito no una cuestión o problema de prolongación
indefinida de la serie en el tiempo sino una cuestión de la necesidad de transcender la serie
por la causalidad transcendental.
Las primeras tres vías siguen la estructura presentada en los 4 pasos. Las últimas
dos vías no la siguen tal cual porque de golpe se colocan en un nivel de causalidad
transcendental y entonces no se hace necesario el paso de la posibilidad de ir al infinito en
la serie de causas esencialmente subordinadas.
Los nombres con los que expresamos las perfecciones puras de las creaturas deben
ser atribuidas a Dios en sentido análogo, y no en sentido unívoco ni equívoco. Decimos que
no en sentido unívoco porque se da una desproporción entre el poder de la causa agente y
el efecto, de modo que las perfecciones que se encuentran delimitadas y distinguidas en las
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creaturas, en Dios se hallan identificadas con la absoluta simplicidad de su esencia.
Decimos que no en sentido equívoco porque Dios es causa eficiente de las creaturas y entre
la causa y los efectos debe darse siempre cierta semejanza.
Las perfecciones divinas, las cuales se identifican con la misma esencia de Dios, se
encuentran participadas en las creaturas y, en cuanto participadas, no se identifican con la
esencia de la creatura. El hombre puede, a partir de las perfecciones puras de las creaturas,
y recorriendo la triple vía de afirmación, negación y eminencia, atribuir formalmente estas
perfecciones a Dios.
Los nombres que significan las diversas perfecciones en Dios son conocidos como
‘atributos’. Los atributos entitativos (o esenciales) son aquellos cuya realidad no sale del
mismo Dios. Entre ellos están:
Los atributos operativos inmanentes (ad intra) son aquellos cuyo término
permanece en el mismo Dios. La inteligencia divina es el conocimiento intuitivo y
exhaustivo que Dios tiene de sí mismo, así como el conocimiento causativo que tiene, en sí
mismo, de las creaturas. El mismo ser de Dios constituye el objeto primario e inmediato
del conocer divino, mientras que la infinita multitud de formas como puede ser imitado ad
extra constituyen las ideas ejemplares según las cuales Dios conoce a cada una de sus
creaturas en sí mismo. La voluntad divina es el amor que Dios tiene de sí mismo y, en sí
mismo, el amor de benevolencia hacia todas las creaturas. Es amor de benevolencia porque
Dios crea e infunde la bondad en las creaturas y, en cuanto este amor es fruto de una
elección libre, se puede llamar ‘dilección’. La omnipotencia divina es la acción divina,
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formalmente inmanente (ya que es el mismo entender divino unido al querer) y
virtualmente transitiva (debido al carácter difusivo de la bondad divina). La omnipotencia
divina es potencia activa (capacidad real de hacer) y, no distinguiéndose realmente de la
ciencia y voluntad divinas, comporta cierta razón de principio ejecutor de lo que la
voluntad divina manda y la ciencia divina dirige. Asimismo, la omnipotencia divina se
extiende a todo aquello que tiene razón de ente, es decir, a aquello que no implica
contradicción metafísica.
Al ser Dios la causa final de la creación, tiene un plan eterno sobre ella, para que
cada creatura llegue a su fin, plan que se llama providencia. Siendo la providencia una
razón de orden al fin, se encuentra en la misma inteligencia divina (providencia en cuanto
ratio ordinis). Asimismo, la ejecución del orden del plan divino en el tiempo se llama
gobierno (providencia en cuanto ejecución). La negación de la providencia divina,
negación propia del deísmo, es uno de los errores fundamentales en cuanto a la relación de
Dios con el mundo, y es un antecedente claro del ateísmo.
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V. La libertad humana, el problema del mal y formas de ateísmo
contemporáneo
BIBLIOGRAFÍA: