Existencia de Dios (Recuperado Automáticamente)

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¿EXISTE REALMENTE

DIOS?
[Hablemos sobre eso…]

26 DE MAYO DE 2022
INTEGRANTES: REIMY REYES, LUIS GOMEZ, SANTIAGO CARDENAS, KEINER CARDENAS, EDUARDO
SANTOS
El teísmo escéptico para empezar es la postura que sostiene que uno debe
permanecer escéptico con respecto a que sus percepciones de mal puedan ser
consideradas evidencia contra la existencia de un Dios bueno. La tesis central del
teísmo escéptico es que las razones para que un ser infinitamente inteligente
permita el mal podrían trascender la comprensión humana, es decir, lo que puede
parecer un mal gratuito puede en realidad ser necesario para obtener un bien
mayor o prevenir un mal igual o peor. Esta tesis central puede ser argumentada
desde una perspectiva teísta, pero también ha sido argumentada desde
perspectivas agnósticas.
En la filosofía de la religión, el teísmo escéptico no es un amplio escepticismo con
respecto al conocimiento humano de Dios, sino que es una respuesta a los
argumentos filosóficos ateos que buscan negar la existencia de Dios, como
el argumento del mal, el argumento del ocultamiento divino o el argumento de las
revelaciones inconsistentes. Mientras que el teísmo clásico piensa que Dios
es omnisciente, omnipotente y omnibenevolente, el argumento del mal asegura
que existen males gratuitos, injustificados e incomprensibles. El argumento lógico
afirma que la existencia de males gratuitos implica como consecuencia lógica que
Dios no exista y el argumento evidencial afirma que la cantidad, el tipo y la
distribución de males proveen una base evidencial para concluir que la existencia
de Dios es improbable.
El argumento lógico, en particular, es expresado como un modus ponens:

1. Si un Dios omnisciente, omnipotente y omnibenevolente existiera, no habría


males gratuitos.
2. Hay males gratuitos.
3. Por lo tanto, no existe un Dios omnisciente, omnipotente y
omnibenevolente.

En 1979, el filósofo William Rowe defendió la premisa menor, argumentando que,


como nada que se conozca justificaba moralmente que un ser omnipotente y
omnisciente permitiera ciertas instancias de sufrimiento horroroso, probablemente
no existía nada que lo justificara. En otras palabras, como nadie proveyó una
buena razón para justificar determinadas instancias de mal, es bastante
improbable pensar que exista tal razón y, al contrario, es bastante razonable
pensar que sencillamente son instancias injustificadas de mal y que, por lo tanto,
Dios no existe.

Ahora hablemos de San Anselmo el cual dedicó gran parte de su vida a encontrar
una demostración irrefutable de la existencia de Dios y pasó a la historia de la
filosofía por ser el primero en formular una prueba de la existencia de Dios a partir
de la idea misma de Dios, en lo que se ha sido llamado por filósofos posteriores
como el “argumento ontológico de la existencia de Dios”, argumento bastante
simple basado en la razón humana cuya gran originalidad consistió en que
estableció la existencia del Ser Absoluto a partir de la sola consideración de su
esencia divina, al encontrar en el concepto mismo de Dios la existencia como un
componente inseparable de su esencia.

El argumento ontológico de San Anselmo, entonces, podría resumirse del


siguiente modo:

1. Si pensamos en la cosa más grandiosa y perfecta que pudiera concebirse, lo


primero que se viene a la cabeza es la idea de Dios, pues parece más que
evidente que Dios es lo máximo pensable, ya que todos los hombres (incluso el
ateo que afirma que Dios no existe) tienen una idea o noción preconcebida de
Dios, entendiendo por “Dios” un único ser perfectísimo, un ser tal que es imposible
pensar en otro ser mayor que él.

Es decir, definió a Dios como «aquel del que nada más grande [que él] puede ser
pensado», y argumentó que este ser debe existir en la mente, incluso en la mente
de la persona que niega la existencia de Dios. Sugirió que, si el mayor ser posible
existe en la mente, también debe existir en la realidad. Si solo existe en la mente,
entonces un ser aún mayor debe ser posible: uno que existe tanto en la mente
como en la realidad. Por lo tanto, este ser más grande posible debe existir en la
realidad.

2. Ahora bien, si Dios existe en nuestra mente o entendimiento, ya que podemos


pensar en él, sería un contenido mental de nuestra inteligencia; pero si Dios
existiese además fuera de ese contenido mental, en la realidad sería aún más
grandioso o perfecto. Así, si tenemos dos objetos, uno que existe y otro que no,
parece bastante lógico afirmar que el que existe es más perfecto que el que no
existe. Y la perfección es la característica que resume los atributos esenciales de
Dios (omnipotente, omnisciente y omnipresente).

3. Finalmente, si Dios sólo existiera en nuestra mente, se podría pensar en otro


ser superior a él que existiera también en la realidad. Pero como Dios es lo
máximamente pensable (lo más perfecto que la mente humana puede concebir),
ha de existir también en la realidad, ya que en caso contrario se caería en una
contradicción patente y no sería lo máximamente pensable. Por ello, Dios
necesariamente ha de existir.

Y para intentar entender el argumento ontológico de San Anselmo, que detalló en


su obra “Proslogio”, hay que partir de la base de que el ser humano no puede
concebir plenamente la perfección, ya que vivimos en un mundo de suma
imperfección, donde ocurren diariamente continuas fallas, aunque sí podemos
suponer, soñar o interpretar esta perfección. De ese modo, si Dios no fuera
perfecto, no podía existir, y si Él no existiera, Él no sería Dios (o, para el caso,
perfecto), ya que según explica el mismo San Anselmo, Dios es “un ser tal, que
nada mayor puede ser concebido”. Así, puesto que la existencia es posible, y la
existencia es más grande y perfecta que la no existencia, entonces Dios debe
existir.
Es entonces que Anselmo definió a Dios como «aquel del que nada más grande
[que él] puede ser pensado», y argumentó que este ser debe existir en la mente,
incluso en la mente de la persona que niega la existencia de Dios. Sugirió que, si
el mayor ser posible existe en la mente, también debe existir en la realidad. Si solo
existe en la mente, entonces un ser aún mayor debe ser posible: uno que existe
tanto en la mente como en la realidad. Por lo tanto, este ser más grande posible
debe existir en la realidad.

El concepto de existencia es fundamental para Tomás de Aquino. Toda la filosofía


antigua se había preocupado por entender por qué la realidad es como es:
buscaba la esencia de cada cosa, su auténtico ser. Nadie se había preocupado
del problema de la existencia. ¿Por qué existe esta silla o esta mariposa? Su
existencia no es necesaria, podría no existir como un unicornio. La existencia tiene
que ser explicada: todos los seres existen porque algo o alguien les ha dado la
existencia, menos Dios que es el único ser que su esencia coincide con su
existencia, cuyo ser consiste en existir necesariamente.
Santo Tomás aborda el tema de la existencia de Dios en varias perspectivas,
desde la polémica escolástica de las relaciones entre fe y razón; Filosofía y
Teología, desde la Antropología, desde la Ontología, y, naturalmente desde la
Teología Natural. Su obra cumbre la Suma Teológica se ha considerado como la
mejor catedral gótica del pensamiento cristiano.

En esta obra, estudia el tema de Dios desde dos puntos de vista: la teología
existencial y la teología esencial. Es decir, en primer lugar, se ocupa del tema de
la existencia de Dios y en segundo lugar de sus propiedades o características.
Según Santo Tomás la existencia de Dios es un conocimiento natural en el ser
humano, al que puede llegar con el uso adecuado y lógico de su razón, incluso sin
haber conocido la Revelación cristiana, ni haber realizado un acto de fe. La razón,
dirigida lógica y científicamente puede alcanzar la certeza de la existencia de Dios,
e incluso de la inmortalidad y espiritualidad del alma. A estas dos afirmaciones las
llama, los preámbulos de la fe. La razón precede a la fe y la filosofía a la Teología.
Sin embargo, Santo Tomás rechaza el argumento ontológico de San Anselmo,
según el cual, y como también afirma San Buenaventura, podemos conocer a Dios
directamente a priori en el interior de nuestra conciencia.
La argumentación tomista se funda en la noción de evidencia y en la distinción
metafísica entre la esencia y la existencia que había realizado con anterioridad en
su opúsculo De ente et essentia (Sobre el ser y la esencia). Esta distinción, nueva
en la historia de la filosofía, afirma que la esencia es el conjunto de notas o
propiedades constituyentes del ser en cuestión, es decir la respuesta a la
pregunta, ¿qué es?, mientras que la existencia supone la realización efectiva de la
esencia en un individuo, y comienza en el momento de su aparición o nacimiento.
En Dios no se da tal distinción, porque su esencia consiste en la plena existencia,
en existir por sí mismo. Su existencia es eterna y es la causa de todas las demás
existencias. Sin embargo, a los seres humanos nos cuesta mucho formarnos el
concepto de Dios, y esta es la razón por la que existen ateos, e incluso algunas
personas lo conciben con forma de animal, de hombre o de fuerza de la
naturaleza.
Por estos motivos Santo Tomás entiende que la proposición Dios existe, es
evidente en sí misma, pero no para nosotros que somos seres limitados.
Ahora, hay cinco vías para demostrar la existencia de Dios:
Las cinco vías de Santo Tomás de Aquino que demuestran la existencia de Dios
son: 1) la simplicidad de la divina esencial, 2) la perfección de la divina esencial, 3)
la infinidad de Dios, 4) la inmutabilidad de Dios y 5) la unidad de Dios. Estas vías
han sido explicadas de una forma más propia para nuestra época, de la siguiente
manera: 1.- Por la observación del movimiento de todas las cosas en el universo.
2.- Por la necesidad de una causa para todo lo que existe, porque nada puede
darse (el «ser») sin haber sido. 3.- Por el orden que maravillosamente rige a todos
los seres del universo. 4.- La vida, que no puede brotar de la materia muestra
primitiva, necesita forzosamente de un vivificador. A partir de esto, se desprende
la ley moral. Esta actúa dentro de la conciencia de cada individuo, y no se puede
evadir. Además, está el hecho de la contingencia, o la necesidad de todos los
seres. Así, para demostrar la existencia de Dios se dice que es: 1) por efecto a la
causa; 2) porque el universo no pudo hacerse a sí mismo; 3) porque el universo no
tuvo principio, ya que todo indica que no existió siempre; 4) porque existe un motor
primero que lo impulsa; y 5) porque el movimiento, el orden y la vida que hay en el
universo, exige la presencia de un primer motor. De esto se colige que las
cualidades de los seres están en relación con un ser primigenio que da origen a
dichas cualidades. Así, la cualidad de los seres creados tiene por origen a un
Creador (Motor inmóvil) que posee esas mismas cualidades, pero, en grado
superior. En suma: las criaturas reciben las perfecciones que poseen. Ahora bien,
el ser que da origen a tales cualidades es el que tiene la suma (totalidad) de ellas.
Y ese ser necesario es Dios, Causa de todo lo que existe; anterior a cuanto existe;
infinito en tamaño, poder, bondad y sabiduría; capaz de poner en movimiento el
universo entero; de darle orden y destino. Es, pues, autor de la vida y donador de
toda cualidad y bondad a sus criaturas. Hay que considerar que Dios es persona,
en tanto tiene características que lo definen en un sentido propio. Ese Ser, distinto
y superior a sus criaturas, tiene que ser inteligente y libre, poseedor de
entendimiento y voluntad. Así, Santo Tomás de Aquino, a través de sus cinco vías,
no sólo va a demostrar a Dios, sino —inclusive— traza las líneas que permiten
conocerlo y, por consecuencia, admirar, valorar y agradecer sus obras.
En opinión a esto, La existencia de Dios es un argumento que plantea cuestiones
filosóficas fundamentales en relación con la ontología, e implica un debate entre
diferentes ideas, cuya expresión habitualmente no se limita al mundo de la
racionalidad, sino que se extiende al de las creencias. El teísmo y el ateísmo son
las posturas teóricas favorables y contrarias a la existencia de Dios o divinidad
alguna, respectivamente. Por su parte, el agnosticismo niega la posibilidad de
conocer la existencia de Dios.
El debate en torno a este tema ha sido objeto de argumentos a favor y en contra,
propuestos por filósofos, teólogos y otros pensadores. Los argumentos a favor de
la existencia de Dios suelen incluir cuestiones metafísicas, empíricas,
antropológicas y gnoseológicas. Las alegaciones en contra suelen incluir
cuestiones empíricas y razonamientos deductivos o inductivos. Sin embargo, no
existe una definición universalmente aceptada de Dios. Algunas definiciones sobre
Dios no son tan específicas como para permitir llegar a probar que exista una
realidad que se ajuste a tales definiciones, y por lo tanto existen diferentes líneas
de debate.

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