Noesis - Cap. 6 - Filos y El Anhelo de Felicidad
Noesis - Cap. 6 - Filos y El Anhelo de Felicidad
Noesis - Cap. 6 - Filos y El Anhelo de Felicidad
Épocn HELENísrlcA a
LA F¡LosoFín Y EL
ANHELO DE FELICIDAD
l. Corlo o Meneceo .:
I NrnoDUCCróN
La orstPARtcróN DE LA PoLrs
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Aleiondro Mogno precipitó lo crisis En la ciudad-estado el filosofar, en lo que tiene de libre discusión, de
de lo polis griego y con sus conquis- crÍtica y reflefón sobre los problemas humanos fundamentales, era una
tos en 0riente fue el ortÍfice de un parte del ejercicio de la libertad del ciudadano griego.
proceso de combios que obriríon un
Para los griegos libres de esta época (no hay que olvidar que éstos coe-
nuevo copÍlulo en lo hilorio de lo ci-
vilizoción, el helenismo.
xistían con una masa de esclavos privados de todo derecho) no era posible
llegar a ser hombres en plenitud fuera de la polis. Los que fuera de las
fronteras de las ciudades-estado vivian sometidos a la voluntad tiránica de
sus monarcas eran considerados ntrárbar6s» por los ciudadanos libres de
Grecia.
Los filósofos habían ideado sistemas y planes de reforma para resolver
los problemas de la polis (In Republicay Ltts l-eges de PlaroN; L<t Políttca
de ArusrórBLES, por poner dos ejemplos ilustres) pero hasta entonces se
entendÍa que la perfección y la felicidad del hombre (ciudadano, no indivi-
duo aislado como aparecerá luego) era una y la misma cosa que la felici-
dad y la perfección de la ciudad-estado.
Sin embargo, las rivalidades entre las distintas póLeis pusieron en mar-
cha un proceso de destrucción irreversiLrle con las llamadas guerras del
Peloponeso. La derrota de Atenas en estas guerras marcó el ocaso del es-
plendor de la polis.
El gran artífice de este proceso de cambios fue Alejandro Magno. De
sus conquistas de Oriente nació un inmenso imperio en el que la cultura
griega se mezcló con la de los pueblos conquistados. A su muerte se esta-
blecieron tres grandes monarquÍas: los Lágidas (Egipto), los Seleúcidas
(Asia) y los Antigónidas (Macedonia). En el marco de las nLlevas monarquí-
as territoriales, las antiguas póLeís democráticas perdieron su independen-
cia y fueron subordinadas a los nllevos monarcas absolutos.
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FrLosorírs DE ta ÉpocA Hrr¡Nísncr: La FrLosoría y Er ANHELo DE á€
FEuctDAD ffi
210 a.C. Esta situación provocó una gran desconfianza eÍr el ejercicio de la polí-
Muerte de EPrcuBo. tica como marco norrnal de solución de los problemas sociales. En la nue-
215 a.C. va división social del trabajo, en la que se impuso una mayor especializa-
Muerte de Prnnóru (el «es- ción, los filósofos se centraron en la búsqueda de soluciones para el hom-
céptico»).
bre angustiado de la época. La filosofÍa dejó de ser la organización
98-50 a.G. cientÍfica de todo el saber humano, como ocurría en AzusrorBles, para
LucRrcro \60-65): De rerum
convertirse en una forrna de sabiduría moral preocupada esencialmente
natura.
por definir qué es la felicidad y cuál el mejor modo de conseguirla.
60 a.C.
Primer triunvirato: Pompe- La filosofía, sin abandonar la tradición racionalista griega, adoptó un
yo-Cra so -Cesa r. tono moralizante y casi religioso. El filósofo comenzó a aparecer ante sus
46-44 a.C. coetáneos no ya (o al menos no principalrriente) como teórico de la política
ücr¡.óN: De finibus. [a nmedicina, de la polis) o un sabio dedicado a la especulación pura, sino
4-55 como un modelo a imitar, maestro de ürtud y experto conocedor del difÍcil
SÉruEcn. arte de ser feliz (de la «medicina del alma,).
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Muerte de Augusto.
Si excluimos a cínicos y escépticos, el epicureÍsmo y el estoicismo fue-
ron las filosofÍas más notables nacidas al calor de la nueva situación his-
tórica.
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Ftosoríls or rn Épocr HruNísrcr: Ln Frrosorín v + Axr¡rro oe Feucrolo
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FtosorÍns o¡ t-l Épocn Hruuisrtcn: La FlLosorÍl v ¡l ANHrlo or Frt¡cloeo
Falsas ideas sobre la ,§ 4 Según EPICURo, la verdad la conocemos a través de los sentidos.
E * E Las sensaciones son la fuente principal de conocimiento. La
nno-
divinidad
ción de 1o diüno, es común a muchos hombres. Luego debe edstir algo en
la realidad que produce en nosotros esa «prenociónr. Pero el razonamiento
y Ia memoria conducen a veces al error. De aquí la diferenci, s¡f¡s «pre-
nociones» (prolepsís) = idea general que se forma debido a las innumera-
bles percepciones de un objeto (en este caso nlos diosesr) Y *falsas suposi-
ciones» (hipoLepsis) = ideas erTóneas sotrre algo que no existe en la reali-
dad.
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Ftosoríls o¡ m Epocl H¡ut¡íslcn: Ln Fllosorin v el ANn¡to os F¡t-lcloao
por el contrario, opina todo 1o que sea susceptible de preservar, con su inco-
rruptibilidad, su felicidad. Los dioses ciertamente eisten, pues el conocimiento
que de ellos tenemos es eüdente. No son, sin embargo, tal como los considera
el r,rrlgo porque no los mantiene tal como los percibe. Y no es impío quien su-
prime los dioses del vulgo, sino quien atribuye a los dioses las opiniones del
l,ulgo, pues no son prenociones sino falsas suposiciones los juicios del vulgo
sobre los dioses. De ahí que de los dioses provengan los más grandes daños y
ventajas; en efecto, aquellos que en todo momento están familiarizados con slls
propias ürtudes acogen a los que les son semejantes, considerando como ex-
trano 1o que les es discorde.
EPICURO: Canfa a Meneceo
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ryísi19a: [e FrLoso¡Ír y ¡r Arunrro DE FELTCTDAD
diologor y comportir.
Y hay que considerar que de los deseos unos son naturales, otros vanos; y de
los naturales unos son necesarios, otros sólo naturales; )¡ de los necesarlos
unos lo son para la felicidad, otros para el bienestar del cuerpo, otros para la
vida misma.
un recto conocimiento de estos deseos sabe, en efecto, supeditar toda elec-
ción o rechazo a Ia salud del cuerpo y a la serenidad del alma, porque esto es la
culminación de la vida feliz. En razón d.e esto todo lo hacemos, para no tener
dolor en el cuerpo ni turbación en el alma. llna vez lo hayamos conseguido,
cualquier tempestad del alma amainará, no teniendo el ser viviente que enca-
minar sus pasos hacia alguna cosa de la que carece ni buscar ninguna otra co-
sa con la que colmar el bien del alma y del cuerpo. pues entonces tenemos ne-
cesidad del placer, cuando sufrimos por su ausencia, pero cuando no sufrimos
ya no necesitamos del placer. y por esto decimos que el placer es principio y
El placer es el bien prime- culminación de la vida feliz. Al placer, en efecto, reconocemos como el bien pri-
ro, pero no siempre debe mero. a nosotros connatural, de él partimos para toda elección y rechazo y a él
elegirse. A veces el dolor llegamos juzgando todo bien con la sensación como norna. y como éste es el
es preferible. bien primero y connatural, precisamente por ello no elegimos todos los place-
res, sino que hay ocasiones en que soslayamos muchos, cuando de ellos se si-
gue para nosotros una molestia mayor. También muchos dolores estimamos
preferibles a los placeres cuando, tras largo tiempo de sufrirlos, nos acompaña
mayor placer. ciertamente todo placer es un bien por su conformidad con la
naturaleza y, sin embargo, no todo placer es elegible; asi como también todo
dolor es un mal, pero no todo dolor siempre ha de evitarse. conviene juzgar to-
das estas cosas con el cálculo y la consideración de lo útil y de 1o inconvenien-
te, porque en algunas circunstancias nos servimos del bien como de un mal y,
viceversa, del mal como de un bien.
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Ftosorias or n Épocr HruNísncl: Ll Fllosoría y r¡- ANnruo or Frucloto
Porque ¿a quién estimas mejor que a aquel que sobre los dioses tiene opiniones
piadosas y ante la muerte es del todo impávido, que tiene en cuenta el fin de la
nat:uraleza y ha captado que el limite de los bienes es fácil de colmar y de obte-
ner y que el límite de los males üene corta duración o produce ligero pesar; que
se burla del destino por algunos considerado como señor supremo de todo di-
ciendo que algunas cosas suceden por necesidad, otras por uar y que otras de-
penden de nosotros, porque la necesidad es irresponsable, porque ve que el
azar es incierto y 1o que está en nuestras manos no tiene dueño, por lo cual le
acompaña la censura o \a alabanza? (Porque era mejor prestar oídos a los mi-
tos sobre los dioses que ser esclavos del destino de los fÍsicos. Aquéllos, en
efecto, esbozan una esperanza de aplacar a los dioses por medio de la venera-
ción, pero éste entraña una inexorable necesidad). Un hombre tal, que no cree
que el azar es un dios como considera el 'iulgo (pues nada desordenado hace la
diünidad) ni un principio causal indeterminado (pues sin creer que por él les es
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Fllosorils oe rl ÉpoCa HelrNísrtcn: Ln FltOsoría v rL ANH¡to or FrLlclolo
dado a los hombres el bien y el mal en relación con la üda feliz, piensa. sin em-
bargo, que proporciona los principios de los grandes bienes y males) estima
mejor ser desafortunado con sensatez que afortunado con insensatez; pero a su
vez es preferible que en nuestras acciones el buen juicio sea coronado por la
fortuna.
AsÍ pues, estas cosas y las que a ellas son afines meditalas día y noche con-
tigo mismo y con alguien semejante a ti y nunca, ni despierto ni en sueños, su-
frirás turbación, sino que üvirás como un dios entre los hombres. Pues en na-
da se asemeja a un ser mortal un hombre que üve entre bienes inmortales.»
EPICURo: Carta a Meneceo
Et rsrotctsMo. SÉNrcn
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El fundador del estoicismo, ZBNON, fue rigurosamente contemporáneo de
EeTCURO. Como éste, estableciÓ su escuela en Atenas, que se llamÓ la Stoa
(el Pórtico), por alusión a un tipo de construcción donde solían celebrar
sus reuniones los estoicos.
El estoicismo surgió, por tanto, en el mismo caldo de cultivo que el epi-
cureísmo. Sin embargo, 1o" estoicos combatieron el principio epicúreo de
que «el placer es prirrcipio y fin de la üda feliz». Efi su lugar pusieron la
ürtud:
Aunque hayan muerto unos buenos amigos, o me hayan sido arrebatados unos
hijos irreprensibles, conformes en todo a los deseos paternos, precisamente no
nos faltará la cosa que pueda substituirlos. ¿Me preguntas cuál? Aquella mis-
La virtud colma el alma ma que los habia hecho buenos: la virtud. Ella no deja ningún vacío en el alma,
por enteto. la colma por entero, aleja toda afrorarva ella sÓlo basta, pues la fuetza y el ori-
gendetodoslosbienesaciertanaestarcontenidosenlaürtud.
SÉupce: Carta LXXIV a Ltrcílio
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F¡ro_1-o¡Ía¡ o¡=ra Énoca H¡r¡¡!s1¡ca: La Flroso¡ir v rL Axu¡ro or Frucloao
un esclavo cogido en un hurto y como éste dijese que era destino suyo eI
hurtar, respondió: nY también el ser azotadoo.
trl sabÍo encuentra el camino de la felicidad cuando en la aceptación de
lo que ocurre como Destino, consiglle una perfecta indiferencia (apatía)
respecto a cualquier tipo de situaciones:
Larazón,el «arma»más Plazca al hombre todo lo que place a Dios; sienta admiración de sÍ mismo y de
poderosa. sus cosas, por cuanto no puede ser vencido y puede tener los males bajo su pie
y someter con Ia razón, la más fuerte de todas las cosas, e7 azar. el dolor y la
injuria. Ama la razÓny este amor te armará contra los ataques más terribles.
Sexoca: CartaLXXN
E§CUEIA§ E§TOICAS
Stoo ontiguo Stoo medis Stoo poslerior
(300-200 o.C) (s.llylo.C.) (s.ly lld.C)
IENON PANEcIO 5Ét'l¡cr
XV.
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Frrosorias or m Époct HrrrNislct: La Fllosoril y er Axn¡lo o¡ Fructoao
Filosofía: un arte no q C Este fragmento revela las preocupaciones soteriológicas del estoi-
especulativo ¿*E co. No póari. ser de otro modo, ya que la ética es el núcleo del filo-
sofar en esta escuela.
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Ftosorím or u Épocl H¡uruísncn: Ll Fllosoril v tL A¡¡nrlo o¡ F¡llclolo
ta sabiduría estoica r! t con la §uÍa se§ura de la filosofia, el sabio estoico setá capaz de so-
Ar& brellevar el destino, tanto si es un dios el árbitro del universo como
si es el azar quien 1o gobierna.
La filosofia se convierte asÍ, en el marco del estoicismo como en el de
otras filosofias helenÍsticas, en una forma de sabiduría para la vida. Y el
«sabio,, más que instrucción teÓrica, dispensa sus consejos al discípulo en
cuanto que encarna y representa un modelo viüente de esa forma de satli-
duría. Viene a ser una especie de ndirector espiritual, frente a un discipulo
con el que mantiene una relación de confianza y simpatía mutua en el
marco de una particular relaciÓn de amistad.
Misión de la filosofía. Alguien podrá decir: ¿De qué me sirve la filosofía, si existe algo como el desti-
no? ¿Para qué, si es un dios el que gobierna, si todo está sometido al azar?
Pues no podemos modificar lo que ya está fijado de antemano, ni hacer nada
contra lo impreüsible; porque, o el dios se anticipÓ a mi decisión y determinó lo
que habría que hacer, o la suerte cierra toda posibilidad de juego a mi libre de-
cisión. En cualquiera de estos casos, o aunque todas esas hipÓtesis fueran cier-
tas, debemos acudir a la filosofÍa: sea que el destino nos tenga cogidos en una
red de la que no podamos escapar, o que un dios, árbitro del universo, 1o haya
decidido todo, o que el azar empuje y agite sin orden los asuntos humanos, la
filosofía está para protegernos. Nos dirá que obedezcamos al dios de buen gra-
do, que resistamos duramente a la fortuna. Te enseñará cómo seguir al dios,
cómo sobrelleva¡ al destino.
Pero no se trata ahora de que pasemos a discutir qué es lo que depende de
nosotros, ya sea que nos gobierrre una proüdencia, o que nos arrastre una Ca-
dena de acontecimientos fatales, o que sea lo súbito o 1o impreüsto lo que rija
al mundo: yo, volviendo a mi tema, te aüso y exhorto para que no decaiga ni se
enfrÍe tu entusiasmo. No lo dejes escapar y afirmalo para que este entusiasmo
se convierta en un hábito.
Spuoce: Carta XVI a LucíLio
El dominio de Ias
q rl El deseo de Lrienes, riquezas y honores es ajeno al estoico y le apar-
¿ . J ta de la senda de la ürtud, del orden natural.
pas¡ones
Nada más abrirla, si te conozco bien, habrás mirado qué regalo te llega con esta
carta: examínala y lo encontrarás. No se trata de que admires mi actitud. Soy ge-
neroso a costa de lo ajeno. Pero ¿por qué digo nde lo ajeno»? Cualquier pensa-
miento bello, venga de quien venga, lo hago mío. También éste de Epicuro: nsi ü-
ves conforme a la naturaleza, nunca serás pobre; si vives según las opiniones de
Vivir conforme a la
unos y otros nunca serás ricor. La naturaleza se conforma con poco, la opinión
naturaleza.
no encuentra límite: que acumules el patrimonio de muchas ricas familias, que
la suerte te eleve hasta un grado de riqueza fuera de 1o normal, que te cubra de
oro, te üsta de púrpura, que te lleve a tal punto de refinamiento y de riqueza,
que puedas recubrir el suelo con mármoles, que no sólo puedas tener riquezas
sino pisarlas; añade estatuas y pinturas y cuanto para el lujo inventaron las ar-
tes: aprenderás a desear más todavía; los deseos naturales tienen su medida; los
que nacen de una falsa opiniÓn, no. Lo falso no encuentra lÍmite. El que sigue un
camino llega al final. La senda del que yerra no se acaba nunca. Apártate de las
necesidades y cuando quieras saber si tus deseos son naturales o proceden de
una codicia ciega, mira si pueden detenerse en algún punto. Si, hatriendo llegado
lejos, el límite se desplaza más y más, que sepas que esto no es natural. salud,.
SPtqPce: Carta XVI a Lttcitío
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FllOso¡íns o¡ rl Épocn HruNislcl: Ln Fllosoria y el ANnrto oe Fruclolo
1.
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¿Qué lugar ocupa en la filosofía de Eplcuno la
ieflexión sobre qué es la felicidad y cómo al-
9.
de Eplcuno según la cual nel placer es principio
y culminación de la vida feliz,?
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que ahí se defiende).
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