Expociencia
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Materiales: ciencia:
Brújula
Un corcho
Imán
Un clavo
Un recipiente de plástico
Agua
Procedimiento:
Explicación:
Al frotar la aguja con el imán conseguimos que el clavo se magnetizara temporalmente. Una vez
imantado, el clavo consiguió un polo norte y un polo sur, al igual que tienen todos los imanes.
El magnetismo que tienen los imanes hace que éstos se repelan o se atraigan entre sí, en función
de si la carga de los polos en contacto es positiva o negativa. Cuando magnetizamos el clavo,
creamos una brújula casera que interactúa con el campo magnético de la Tierra.
El corcho de nuestro experimento flota porque tiene una densidad diferente a la del agua. Esto
permitió que al poner el trozo de corcho con el clavo en el agua el corcho flotara en la
superficie. El clavo imantado puede girar libremente hasta que los polos norte y sur de la aguja
estén alineados con el magnetismo de la Tierra, definido por el Polo Norte y el Polo Sur.
Puedes intentar mover esta brújula casera, pero verás que rápidamente ésta vuelve a colocarse
mirando al norte. Si no ocurre, puede que el clavo haya perdido su magnetismo y tengamos que
repetir el experimento.
Estos instrumentos tan útiles para la navegación y la orientación, se basan en la propiedad física
del magnetismo, que hemos podido ver en este experimento. Gracias a que la Tierra tiene un
campo magnético delimitado por los polos, las brújulas nos ayudan a saber dónde está el norte o
el sur. Y, por ende, así podemos saber dónde está el resto de los puntos cardinales.
Las brújulas se basan en el magnetismo de los imanes para funcionar. Una de las primeras cosas
que notamos sobre los imanes es que los polos opuestos se atraen y los polos iguales se repelen.
De esta forma, nuestra brújula casera gira hacia el norte por el extremo del clavo que se ve
atraído por este punto cardinal.