Examen Interciclo. PSICOSEXOLOGÍA.

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CARRERA DE PSICOLOGÍA CLÍNICA.

PSICOSEXOLOGÍA

6to. Ciclo.
Introducción al estudio de la Psicosexología.
Enfoque Integrativo de la Sexualidad.
La sexualidad y sus distintas manifestaciones constituyen una parte esencial en
nuestras vidas, tanto que nuestra existencia misma es producto de una
interacción sexual.
Desde el mismo momento en que nacemos, o aun antes, somos objeto de una
serie de categorizaciones sociales de acuerdo a nuestra pertenencia a uno u
otro sexo, la que seguirá siendo nuestro primer sello de identidad social durante
toda la vida.
De ahí que el desarrollo de la identidad sexual, el aprendizaje de los roles, las
normas de género y la formación de relaciones íntimas que sirvan de contexto a
las expresiones sexuales, constituyen tareas centrales en el desarrollo
individual.
Las diferentes sociedades y culturas le otorgan gran importancia a los diversos aspectos
relacionados con la sexualidad, pero muchas veces las actitudes y normas sociales al
respecto son contradictorias y conflictivas.

La cultura puede prescribir distintos estándares sexuales para diferentes grupos sociales,
como hombres y mujeres, adultos y ancianos, casados y solteros, etc.

Además se espera que las personas desarrollen armónicamente su sexualidad y logren una
vida de pareja y familiar satisfactorias, sin embargo no se hacen suficientes esfuerzos
sistemáticos e institucionalizados para favorecer una adecuada educación afectiva y sexual.

Las sociedades desarrollan un conjunto de normas para regular la expresión de la sexualidad


y canalizar las energías sexuales en modos socialmente aprobados, pero al mismo tiempo
existen diversas formas de comercio sexual y de explotación económica de las motivaciones e
intereses sexuales de los individuos.
Principales conceptos:

Sexo “Se refiere al conjunto de características biológicas que definen al


espectro de humanos como hembras y machos.
Sexualidad “Se refiere a una dimensión fundamental del hecho de ser un
humano: basada en el sexo, incluye al género, las identidades de sexo y
género, la orientación sexual, el erotismo, la vinculación afectiva y el amor, y
la reproducción.

Se experimenta o expresa en forma de pensamientos, fantasías, deseos,


creencias, actitudes, valores, actividades, prácticas, roles y relaciones.

La sexualidad es el resultado de la interacción de factores biológicos,


psicológicos, socioeconómicos, culturales, éticos y religiosos o espirituales.
Si bien la sexualidad puede abarcar todos estos aspectos, no es
indispensable que se experimenten y expresen todos; sin embargo, la
sexualidad se experimenta y expresa en todo lo que somos, sentimos,
pensamos y hacemos.
Salud sexual: “Es la experiencia del proceso de permanente consecución de
bienestar físico, psicológico y sociocultural relacionado con la sexualidad.”

Se la observa en las expresiones libres y responsables de las capacidades


sexuales que propician un armonioso bienestar personal y social, con lo que
enriquecen la vida individual y social.

No se trata tan solo de la ausencia de disfunción o enfermedad o de ambos.

Para que la salud sexual se logre es necesario que los derechos sexuales de
las personas sean reconocidos y garantizados.
Género: Es la suma de valores, actitudes, roles, prácticas o características culturales
basadas en el sexo.
El género, tal como ha existido de manera histórica, transcultural y en las sociedades
contemporáneas, refleja y perpetúa las relaciones particulares de poder entre el
hombre y la mujer.

Identidad de género: se la define el grado en que cada persona se identifica como


masculina o femenina o alguna combinación de ambos.
Es el marco de referencia interno, construido a través del tiempo, que permite a los
individuos organizar un autoconcepto y comportarse socialmente en relación con la
percepción de su propio sexo y género.
La identidad de género determina la forma en que las personas experimentan su
género y contribuye al sentido de identidad, singularidad y pertenencia.
Orientación sexual: Es la organización específica del erotismo y/o el vínculo
emocional de un individuo en relación al género de la pareja involucrada en la
actividad sexual.
La orientación sexual puede manifestarse en forma de comportamientos,
pensamientos, fantasías o deseos sexuales, o en una combinación de estos
elementos.

Identidad sexual: Incluye la manera en que la persona se identifica como hombre


o mujer, o como una combinación de ambos, y la orientación sexual de la persona.

Es el marco de referencia interno que se forma con el correr de los años, que
permite a un individuo formular un concepto de sí mismo sobre la base de su sexo,
género y orientación sexual y desenvolverse en el ámbito social conforme a la
percepción que tiene de sus capacidades sexuales.
Erotismo: Es la capacidad humana de experimentar las respuestas
subjetivas que evocan los fenómenos físicos percibidos como deseo sexual,
excitación sexual y orgasmo, que por lo general, se identifican con placer
sexual.
El erotismo se construye tanto a nivel individual como social con significados
simbólicos y concretos que lo vinculan a otros aspectos del ser humano.
Vínculo afectivo: Es la capacidad humana de establecer lazos con otros seres
humanos que se construyen y mantienen mediante las emociones.

El vínculo afectivo se establece tanto en el plano personal como en el de la


sociedad mediante significados simbólicos y concretos que lo ligan a otros
aspectos del ser humano.

El amor representa una clase particularmente deseable de vínculo afectivo.


Actividad sexual: Es una expresión conductual de la sexualidad personal donde
el componente erótico de la sexualidad es el más evidente.

La actividad sexual se caracteriza por los comportamientos que buscan el


erotismo y es sinónimo de comportamiento sexual.

Prácticas sexuales: Son patrones de actividad sexual presentados por


individuos o comunidades con suficiente consistencia como para ser
predecibles.
Relaciones sexuales sin riesgo: Esta expresión se emplea para especificar las
prácticas y comportamientos sexuales que reducen el riesgo de contraer y transmitir
infecciones de transmisión sexual.

Comportamientos sexuales responsables: Es expresa en los planos personal,


interpersonal y comunitario.
Se caracteriza por autonomía, madurez, honestidad, respeto, consentimiento,
protección, búsqueda de placer y bienestar.

La persona que practica un comportamiento sexual responsable no pretende causar


daño y se abstiene de la explotación, acoso, manipulación y discriminación.

Una comunidad fomenta los comportamientos sexuales responsables al proporcionar


la información, recursos y derechos que las personas necesitan para participar en
dichas prácticas.
Modelo Holónico:
Los holones sexuales (Teoría del Sistema General plantea que todos los sistemas están
formados por elementos en interacción y que éstos elementos son partes constituyentes de un
sistema pero que tienen en sí mismos, un alto grado de complejidad e integración) o sea las
partes, elementos o subsistemas de la sexualidad, deberán ser conceptos que
puedan aplicarse a las diversas metodologías de estudios: antropológica,
sociológica, psicológica y biológica.
El desarrollo de estas ideas llevan a proponer que la sexualidad humana es el
resultado de la integración de cuatro potencialidades que dan origen a los cuatro
holones (o subsistemas) sexuales, a saber: la reproductividad, el género, el
erotismo y la vinculación afectiva interpersonal.
1er. Holón o Subsistema Sexual:
La Reproductividad:
Es el primer componente en nuestra sexualidad.
Se considera el término de reproductividad y no el de reproducción, porque los seres
humanos lo que siempre tenemos es la potencialidad; a veces ésta no se hace realidad,
por enfermedad, por decisión personal o porque no es congruente con el estilo de vida
que se desarrolla, pero la potencialidad persiste.
La reproductividad, no se limita al hecho biológico de poder embarazar y ser
embarazada, es de hecho una dimensión humana mucho más compleja: a los hijos
biológicos hay que darles mucho, antes de que en pleno derecho podamos ser sus
padres o madres. Hay muchos seres humanos que no se reproducen biológicamente,
pero son muy exitosos madres o padres y en esa acción, expresan su reproductividad.
Otros seres humanos no son ni padres ni madres biológicamente hablando, ni por
adopción, pero se ocupan del crecimiento de otros, tanto biológico como psicológico y en
esa acción también se expresa su reproductividad.
2do. Holón o Subsistema Sexual:
El Género:
Cuando una especie sexuada, es decir, que tiene dos formas: hombre y mujer se
reproduce, reúnen de hecho los códigos genéticos de cada una de sus formas y la
posibilidad de hacer cambios adaptativos exitosos, es decir, la posibilidad de
evolucionar aumenta considerablemente.
Por eso dicen los biólogos que la reproducción sexuada aumenta las posibilidades
de éxito evolutivo.

Este planteamiento da una respuesta más satisfactoria a la gran pregunta: ¿Por


qué somos dos, diferentes y necesarios? Mujeres y hombres, son dos formas que
dan origen al segundo de los componentes de nuestra sexualidad: el género.
El género se convierte en el ser humano en algo mucho más complejo que sus
orígenes; en las ventajas evolutivas adquiere desde los primeros años de la vida de
una dimensión psicológica muy compleja que los científicos llaman identidad genérica.

La identidad genérica (o identidad de género) es una especie de marco de ideas, de


conceptos que todos tenemos respecto a lo que somos (en tanto hombres y mujeres),
a lo que son los demás y lo que debemos (o deberíamos) ser en función de nuestro
sexo.
Como humanos nos comunicamos con nuestros semejantes y por eso los grupos
desarrollan ideas compartidas de lo que es ser hombre y ser mujer y de lo que no
debe ser, a estas ideas compartidas son los papeles o roles sexuales.

Como vivimos todos en un grupo social desde el momento en que podemos entender
lo que quieren los otros (empezando por los padres) nos formamos ideas propias a
partir de lo que el grupo piensa que debe ser el hombre ideal y la mujer ideal.
El género, segundo componente de nuestra sexualidad, termina conformándose
muchas veces con ideas que han resultado fatales: las mujeres no deben votar,
los hombres deben luchar por su patria, el honor de un hombre debe salvarse con
la vida, la mujer virgen es la única valiosa, etc.

La intensidad de nuestros sentimientos ante nuestra sexualidad está generalmente


asociada a sus otros componentes como: pasión, deseo, amor, amante, entrega,
posesión, compromiso, ruptura, impotencia, frigidez, fidelidad, infidelidad,
satisfacción, placer, dolor.
Todas son palabras con connotación sexual y que nos hablan de los otros dos
componentes de nuestra sexualidad: el erotismo y el amor.
3er. Holón o Subsistema Sexual:
El Erotismo.
Este término tiene su origen en la mitología griega Eros, dios de la pasión y la
fertilidad.
El erotismo es la dimensión humana que resulta de la potencialidad de
experimentar placer sexual.
Aquí nuevamente se trata de una potencialidad; el hecho de que todos los seres
humanos nacen con esa posibilidad es sumamente importante.
Los gran mayoría de los seres humanos la desarrollan, la viven y la gozan, pero no
todos.
Lo que es universal es que todos podemos y tenemos la potencialidad de
desarrollarlo.
Como todos podemos, todos estamos expuestos a las experiencias que regulan su
aparición, su desarrollo, su expresión y su disfunción.
El placer erótico no resulta solamente de que se realicen nuestras fantasías, sino
sobre todo de la reacción física de nuestro cuerpo, la cual resulta de que
aceptamos las experiencias que nos resultan estimulantes.

Todas las culturas han demostrado tener a la vida erótica en un lugar importante,
cuando un grupo humano se organiza, entre las primeras cosas que regula,
norma, prescribe y prohíbe están las experiencias eróticas.

De los cambios que experimenta nuestro cuerpo se han ocupado los sexólogos
que se han dedicado a entender y atender esos cambios así como de encontrar
formas para ayudar a quienes tienen dificultades para vivirlos.
Los cambios que experimentamos son muchos, pero los más importantes son
tres:
experimentamos el deseo por el placer erótico, experimentamos la excitación al
recibir la estimulación deseada ( aunque a veces ésta sólo se recibe en nuestra
imaginación ) y nuestros genitales responden en forma más bien espectacular:
aparece la lubricación de la vagina y la erección peneana, en la mayoría de las
ocasiones; precedido por estos cambios, aparece la más característica de las
respuestas eróticas: el orgasmo, que se nota mucho en los genitales pero que
es sentido y ocurre de hecho en todo el cuerpo; la mayoría de las veces el
orgasmo se acompaña de una intensa sensación de placer.
La experiencia del placer erótico es única, aunque en esto, algunos de los más
respetables estudiosos de la sexualidad no están de acuerdo.
Dada la importancia que los grupos humanos conceden a la experiencia erótica, la misma
adquiere muchísimos matices, y puede expresarse en una multitud de formas. Es
interesante preguntarse para qué; y la respuesta más aceptada está relacionada con los
estudios de la biología y la evolución de las especies: es una forma muy sofisticada y
desarrollada de incrementar la posibilidad de éxito evolutivo.
Ocurre que la mayoría de los animales dependen de los ciclos hormonales para que la
conducta reproductiva se presente; cuando la hembra entra en su fase reproductiva emite
señales a los machos de su especie que anuncian su "momento de reproductividad": Esas
señales son de varios tipos: algunas especies emiten señales visuales, en muchas otras,
la señal es química. Es decir, la hembra emite sustancias químicas que cuando entran en
contacto con el macho "activan" su deseo sexual. Algunas de esas sustancias químicas
también las producen los seres humanos; se llaman feromonas.
Nuestro erotismo no parece estar regulado, cuando menos en forma notoria, por estos
mecanismos que en los seres inferiores "anuncian" la ovulación, que al momento en el que el
apareamiento se da, tendría mayores posibilidades de resultar en la concepción de un nuevo
ser.
Por el contrario, la ovulación en el ser humano está "escondida“, no hay anuncios ni visuales,
ni químicos (olfativos), ni de ningún otro tipo sensorial que la anuncie, el único indicador de la
ovulación que tiene el cuerpo femenino es la viscosidad del moco cervical. Para contrarrestar
esta aparente desventaja reproductiva, la conducta copulatoria el humano desarrolló una
independencia notable del ciclo hormonal. Liberados de sus relojes hormonales, los actos
copulatorios reproductivos de los dos sexos necesarios para la supervivencia de la especie
podían ocurrir en cualquier momento, no necesariamente en el momento de la ovulación.
En esas condiciones, la especie correría el peligro de desaparecer porque la conducta de la
que depende su reproducción perdería su poder motivador; se necesitaba una nueva manera
para que los hombres y las mujeres siguieran con su actuar reproductivo, esa nueva manera
es el placer que se experimenta durante la cópula.
El placer no es solamente una experiencia de satisfacción por hacer lo que se
desea, en nuestro cerebro se liberan sustancias químicas que son muy
parecidas a la heroína, droga poderosa que con facilidad notable hace
dependiente de ella a quien la introduce en su organismo. Según esta
explicación, el erotismo es la garantía biológica de que los hombres y las
mujeres seguirán interesados en copular y, por esta vía, elevar las posibilidades
de éxito evolutivo.
La experiencia placentera erótica, al inicio es casi sólo producto de la
estimulación físico táctil, a medida que crecemos se hace más y más
dependiente de lo que significa para nosotros la realidad que percibimos.
El erotismo se convierte en una experiencia que depende casi por completo de lo
que significa para nosotros lo que vivimos, del significado simbólico que le
asignamos, de la realidad que percibimos (o que creamos en nuestra
imaginación) aunque muchas veces no nos percatemos de los significados
precisos (son inconscientes).
Los significados tienen que ver con lo que el placer mismo representa, desde
luego, pero de manera muy notable, del significado de individual de ser hombre y
mujer, y de lo que el otro sexo nos significa, de lo que reproducirnos representa
para nosotros y de lo que el otro amado, deseado, odiado o humillado nos
significa.
4to. Holón o Subsistema Sexual:
El vínculo afectivo:
La teoría de que el amor es el cuarto componente de nuestra sexualidad no todos la promulgan
debido a que no todas las formas de expresión de amor son expresiones eróticas.
La potencialidad humana para amar apareció en los seres humanos como resultado de una
necesidad de permanecer en el mundo.
Al tiempo que nuestra evolución como especie nos fue haciendo individuos más sofisticados, más
dependientes de la experiencia para completar nuestro desarrollo, también nos volvimos más
dependientes del grupo para subsistir.
Muchas especies que pueblan el planeta pueden empezar a vivir de manera independiente desde
que nacen; nosotros dependemos, y por un largo periodo, del cuidado de nuestros progenitores, o
por lo menos de algún sustituto de ellos. Muchos animales al nacer tienen un alto grado de
independencia; nacen pudiendo moverse y siendo capaces de proveerse de alimento muy
rápidamente, viven en casi completa soledad, encontrándose con el otro sexo solo para procrear,
nosotros no.
Vivimos todos en grupo, confiando en mayor o menor medida en lo que los otros van a hacer para
que podamos sobrevivir.
El aspecto más notable del amor es que lo hay de muchísimos tipos, sin contar con que cada
quien entiende cosas diferentes. Del amor se han ocupado casi todos los escritores en el mundo
occidental, aquí se lo va a analizar para entender cómo se conforma nuestra sexualidad.
Por amor entendemos tanto la necesidad imperiosa de contar con la presencia de alguien, al
punto que se siente indispensable para la vida: "yo sin ti no puedo vivir", como el supremo acto
de ofrecer la vida por otro: "me muero por ti".
Por amor entendemos tanto el gozo de ver al ser querido feliz, como el dolor que
experimentamos cuando el ser querido nos abandona por haber encontrado su felicidad. Si
observamos cómo desarrollamos nuestra capacidad para amar, las aparentes contradicciones
humanas adquieren otra dimensión.
Lo que casi todos los seres humanos lo experimentamos, es algo que podemos denominar
mejor como vínculo afectivo. Un vínculo es un lazo, una unión.
El primer vínculo de los seres humanos con alguna otra persona es físico, se llama cordón
umbilical y lo tenemos durante más o menos ocho meses; nos une a la mujer que nos lleva en
su vientre. Este vínculo (que por cierto es más complejo que solo un cordón), se rompe de
manera más bien brusca al nacer. El ser humano nace en tales condiciones que necesita el
cuidado de otros seres humanos durante mucho tiempo a riesgo de morir. Entre las dos
personas, la madre y el bebé, aparece muy pronto otro vínculo, pero este ya no es físico, ya no
está compuesto de tejidos y células, sino que está compuesto de lo que cada uno siente: la
presencia de ese otro ser no nos es indiferente, sino que nos provoca sentimientos muy
intensos, que llamamos respuestas afectivas.
Lo que cada uno de los dos involucrados siente respecto de la presencia o de la ausencia de
ese otro ser, no de cualquier ser humano, sino de ese en especial, es el tejido con el que se
construye el vínculo afectivo.
El vínculo tiene siempre dos lados cuando menos, hay por lo menos dos seres humanos
conformándolo.
En esta primera forma de vínculo, la madre experimenta respuestas afectivas que son el
producto de su madurez y que son muy complejas, pues expresan casi todos los
componentes de su persona. El vínculo del lado del bebé es mucho más simple, por lo
que sabemos hoy en día del desarrollo humano aparece de manera muy clara hacia los
cuatro/seis meses después del nacimiento: el bebé empieza a reaccionar con angustia
ante la ausencia y la separación de la madre. La angustia de separación es el primer
componente afectivo de la vinculación humana.
Los adultos sentimos a veces esa angustia intensa cuando nuestros amores se tambalean,
cuando nuestro ser amado nos abandona o creemos que se aleja.
Lo que sucede con los afectos alrededor de las otras personas importantes en la vida determina
el tipo de vínculos que vamos estableciendo con los otros y con el otro o la otra que se convierte
en el ser amado.
Como se necesita que la capacidad de vincularse se desarrolle, al igual que los otros
componentes de la sexualidad, de ese desarrollo dependerá su forma durante la vida adulta. Es
una desgracia humana el que muchas personas desarrollen formas de vincularse afectivamente
con los otros que son destructivas, o infantiles, y por eso mismo generadoras de sufrimiento.
A todas esas formas de desear intensamente la presencia y disponibilidad del otro se les ha
llamado amor. No a todas las formas de vinculación se las puede llamar amor; ya que este
concepto depende de muchos factores.
Se debería llamar amor al tipo de vínculo afectivo que favorece la plenitud de vida de la pareja.
A los amores tormentosos que están llenos de rabia, resentimiento y dolor se las puede llamar
vinculaciones afectivas infortunadas.
Variables psicológicas relacionadas a la sexualidad
Personalidad y sexualidad.
Actitudes hacia la sexualidad.
Habilidades sociales y sexualidad.
La conducta sexual, como cualquiera otra conducta humana compleja, es un reflejo o una
manifestación de la naturaleza biopsicosocial del individuo y no un patrón instintivo
determinado genéticamente, por lo que podemos encontrar grandes variaciones en los
distintos aspectos de la sexualidad entre diferentes personas.
Si los individuos varían en muchas conductas sociales que se ejecutan públicamente y por
lo tanto reciben una fuerte influencia de las normas y presiones sociales, esta variabilidad
debería ser mayor en conductas como la sexual que tienen en general un carácter más
privado y personal. Parece algo evidente que la conducta sexual de las personas debiera
estar altamente relacionada con sus características personales y consecuentemente
mostrar mucha variabilidad, a menos que tal conducta sexual está determinada
principalmente con factores instintivos comunes a la especie.
Es relativamente escaso el conocimiento preciso que se tiene acerca de la relación
entre conducta sexual y determinadas características de personalidad, esto se explica
por las evidentes dificultades que plantea siempre el obtener información confiable
sobre la conducta sexual de las personas, además se agrega la gran complejidad y
dificultad que tiene el identificar y medir características de personalidad de una manera
válida y confiable.
A nivel general, es difícil poder relacionar características de personalidad con cualquier
conducta social, tanto por la complejidad mencionada como por la fuerte influencia que
tienen los factores situacionales sobre cualquier conducta.
La conducta sexual, como toda conducta puede servir a muy diversas funciones
psicológicas. Desde una perspectiva funcional, se puede pensar que las personas se
involucran en actividades sexuales para satisfacer diferentes necesidades psicológicas,
que la naturaleza de las experiencias sexuales difiere en función de las motivaciones
subyacentes y que los factores que controlan o promueven la conducta sexual serán
distintos entre individuos que tienen diferentes motivaciones para su conducta sexual.
Sin embargo, es complejo identificar de manera precisa las funciones y necesidades
psicológicas que puede cumplir la conducta sexual en las personas y a comprender las
implicaciones que pueden derivar del tener sexo, además, el conocer las razones o las
funciones que puede tener el sexo, es un aspecto básico para cualquier intento bien
fundamentado de prevención o modificación de patrones de conducta sexual
problemática.
En la aplicación de un cuestionario a estudiantes universitarios para investigar las
funciones que puede tener la conducta sexual para los individuos se obtuvieron los
siguientes resultados (Malamuth, 1988):

Funciones:
 Amor y afecto: grado en el cual la conducta sexual de una persona está motivada por la
necesidad de recibir y compartir afecto e intimidad con otra persona.
 Hedonismo: grado en el cual la conducta sexual de una persona está motivada por la
necesidad de estimulación placentera.
 Reconocimiento: grado en el cual la conducta sexual de una persona está motivada por
la necesidad de ser considerada competente o experta.
 Dominio: grado en el cual la conducta sexual de una persona está motivada por la
necesidad de controlar o imponer la propia voluntad.
 Sumisión: grado en el cual la conducta sexual de una persona está motivada por el
deseo de ceder el control o poder y de ser protegida.
 Conformidad: grado en el cual la conducta sexual de una persona está motivada por el
deseo de cumplir con las expectativas de los otros para obtener aprobación social.
 Novedad: grado en el cual la conducta sexual de una persona está motivada por la
necesidad de excitación y de alivio del tedio.

Los resultados indicaron que a nivel de la muestra total las funciones consideradas más
importantes fueron amor y afecto (24%) y conformidad (18%), mientras que la función
menos elegida fue dominio (9%).
Existieron interesantes diferencias entre hombres y mujeres:
 En los hombres las cuatro funciones más elegidas fueron conformidad (21 %),
novedad (18%), hedonismo (17%) y amor y afecto (16%), y la menos elegida fue
sumisión (6%).
 En las mujeres se destacaba claramente amor y afecto (31 %), seguida por sumisión
(18%) y conformidad (15%), y la menos elegida era dominio (8%).
Algunas conclusiones relevantes de este estudio son:
El hecho de que amor y afecto esté entre las funciones más importantes parece algo
totalmente predecible a partir tanto de la influencia sociocultural como de las importantes
dimensiones emocionales de la conducta sexual. Era esperable que esta función sea más
relevante aún para las mujeres. Algo no tan predecible es el hecho que conformidad esté
entre las funciones más importantes para ambos sexos, aunque, este factor social o
normativo ha sido destacado en varios modelos explicativos de la conducta sexual.
Esto constituye un elemento muy importante a tener en cuenta en cualquier intento de
influir sobre este tipo de conducta, como por ejemplo programas de prevención del
embarazo adolescente o de enfermedades de transmisión sexual.
Y un aspecto relevante es el hecho que la función de sumisión sea por una parte la
segunda más elegida por las mujeres y por otra parte sea la función donde se
aprecia una mayor diferencia entre ambos sexos (relación de 3:1 entre mujeres y
hombres).
Estos datos son consistentes con algunas perspectivas teóricas acerca de las
diferencias de género en sexualidad, como con algunas evidencias acerca de una
incidencia significativa de fantasías sexuales de sumisión en muchas mujeres.
Un análisis más sistemático de las motivaciones que subyacen la conducta sexual plantea
que:
La primera distinción es buscar experiencias positivas o placenteras versus evitar o escapar
de experiencias negativas o aversivas. Aplicada a la conducta social, esta distinción implica
que las personas pueden tener sexo para buscar resultados placenteros, tal como
gratificación física, o para evitar resultados negativos, tal como el rechazo de una pareja.

La segunda distinción es buscar metas individuales versus metas sociales.


Las metas individuales están motivadas primariamente por necesidades de identidad,
autonomía o competencia, tales como tener sexo para afirmar el propio sentido de
identidad o de atractivo o para contrarrestar ciertos estados emocionales.
Las metas sociales están motivadas por necesidades comunales o de vinculación, tales
como tener sexo para reafirmar la intimidad en una relación o por el deseo de obtener o
mantener la aprobación de una pareja o de un grupo socialmente significativo (ejemplo,
tener sexo para impresionar a los pares).
La interacción de estas dos dimensiones resulta en 4 categorías de motivos para la
conducta sexual:
1) Motivaciones positivas individuales: tener sexo para lograr resultados positivos, tales
como placer físico o emocional (motivos de reforzamiento).
2) Motivaciones aversivas individuales: tener sexo para escapar, evitar o minimizar
emociones negativas o amenazas a la autoestima (motivos de afrontamiento).
3) Motivaciones positivas sociales: tener sexo para reforzar la intimidad y vinculación
social con otro (motivos de intimidad).
4) Motivaciones aversivas sociales: tener sexo para escapar, evitar o minimizar la
desaprobación social, o para obtener la aprobación de otro (motivos de aprobación).
Los motivos de reforzamiento y de intimidad eran las razones más comunes para tener
sexo. Así, las mujeres aparecían mucho más motivadas que los hombres por
necesidades de intimidad, mientras que los hombres estaban mucho más motivados
que las mujeres por motivos de reforzamiento, afrontamiento, afirmación y aprobación
de los pares.
Respecto a los motivos de aprobación de los pares, se observa una declinación con la
edad, pero sólo en los hombres, ya que en las mujeres este tipo de motivo era
igualmente bajo en todas las edades. Se plantea que al parecer "tener sexo para
impresionar a los amigos es en gran medida un fenómeno adolescente masculino“.
En la búsqueda de los orígenes de las diferencias individuales en estas motivaciones
sexuales, se propone considerar la posible influencia de los estilos de apego y los
autoesquemas sexuales.
Respecto al apego, se puede esperar que los individuos que tienen un estilo de apego
seguro -quienes se sienten cómodos con la cercanía interpersonal y la buscan- estén
motivados primariamente por motivos de intimidad.
Los individuos ansiosos/ambivalentes -quienes también desean cercanía pero
simultáneamente temen el abandono- estén más fuertemente motivados por motivos de
aprobación de la pareja.
Y los individuos evitadores - quienes niegan sus necesidades de intimidad- estén más
fuertemente originados por motivos de afrontamiento.
En relación con los autoesquemas, se puede pensar que las personas que tienen
autoesquemas sexuales positivos están motivadas hacia el sexo primariamente por
motivos de reforzamiento e intimidad. En cambio, aquellas personas con
autoesquemas sexuales negativos es más probable que tengan sexo para complacer
o buscar la aprobación de su pareja.
Esto es importante, ya que tal vez la clave para una adecuada comprensión de las
causas y naturaleza de la conducta sexual humana reside en el análisis más a fondo
de esta vinculación entre los aspectos cognitivos o autodefinitorios de la sexualidad y
sus correspondientes aspectos motivacionales y emocionales.

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