Examen Interciclo. PSICOSEXOLOGÍA.
Examen Interciclo. PSICOSEXOLOGÍA.
Examen Interciclo. PSICOSEXOLOGÍA.
PSICOSEXOLOGÍA
6to. Ciclo.
Introducción al estudio de la Psicosexología.
Enfoque Integrativo de la Sexualidad.
La sexualidad y sus distintas manifestaciones constituyen una parte esencial en
nuestras vidas, tanto que nuestra existencia misma es producto de una
interacción sexual.
Desde el mismo momento en que nacemos, o aun antes, somos objeto de una
serie de categorizaciones sociales de acuerdo a nuestra pertenencia a uno u
otro sexo, la que seguirá siendo nuestro primer sello de identidad social durante
toda la vida.
De ahí que el desarrollo de la identidad sexual, el aprendizaje de los roles, las
normas de género y la formación de relaciones íntimas que sirvan de contexto a
las expresiones sexuales, constituyen tareas centrales en el desarrollo
individual.
Las diferentes sociedades y culturas le otorgan gran importancia a los diversos aspectos
relacionados con la sexualidad, pero muchas veces las actitudes y normas sociales al
respecto son contradictorias y conflictivas.
La cultura puede prescribir distintos estándares sexuales para diferentes grupos sociales,
como hombres y mujeres, adultos y ancianos, casados y solteros, etc.
Además se espera que las personas desarrollen armónicamente su sexualidad y logren una
vida de pareja y familiar satisfactorias, sin embargo no se hacen suficientes esfuerzos
sistemáticos e institucionalizados para favorecer una adecuada educación afectiva y sexual.
Para que la salud sexual se logre es necesario que los derechos sexuales de
las personas sean reconocidos y garantizados.
Género: Es la suma de valores, actitudes, roles, prácticas o características culturales
basadas en el sexo.
El género, tal como ha existido de manera histórica, transcultural y en las sociedades
contemporáneas, refleja y perpetúa las relaciones particulares de poder entre el
hombre y la mujer.
Es el marco de referencia interno que se forma con el correr de los años, que
permite a un individuo formular un concepto de sí mismo sobre la base de su sexo,
género y orientación sexual y desenvolverse en el ámbito social conforme a la
percepción que tiene de sus capacidades sexuales.
Erotismo: Es la capacidad humana de experimentar las respuestas
subjetivas que evocan los fenómenos físicos percibidos como deseo sexual,
excitación sexual y orgasmo, que por lo general, se identifican con placer
sexual.
El erotismo se construye tanto a nivel individual como social con significados
simbólicos y concretos que lo vinculan a otros aspectos del ser humano.
Vínculo afectivo: Es la capacidad humana de establecer lazos con otros seres
humanos que se construyen y mantienen mediante las emociones.
Como vivimos todos en un grupo social desde el momento en que podemos entender
lo que quieren los otros (empezando por los padres) nos formamos ideas propias a
partir de lo que el grupo piensa que debe ser el hombre ideal y la mujer ideal.
El género, segundo componente de nuestra sexualidad, termina conformándose
muchas veces con ideas que han resultado fatales: las mujeres no deben votar,
los hombres deben luchar por su patria, el honor de un hombre debe salvarse con
la vida, la mujer virgen es la única valiosa, etc.
Todas las culturas han demostrado tener a la vida erótica en un lugar importante,
cuando un grupo humano se organiza, entre las primeras cosas que regula,
norma, prescribe y prohíbe están las experiencias eróticas.
De los cambios que experimenta nuestro cuerpo se han ocupado los sexólogos
que se han dedicado a entender y atender esos cambios así como de encontrar
formas para ayudar a quienes tienen dificultades para vivirlos.
Los cambios que experimentamos son muchos, pero los más importantes son
tres:
experimentamos el deseo por el placer erótico, experimentamos la excitación al
recibir la estimulación deseada ( aunque a veces ésta sólo se recibe en nuestra
imaginación ) y nuestros genitales responden en forma más bien espectacular:
aparece la lubricación de la vagina y la erección peneana, en la mayoría de las
ocasiones; precedido por estos cambios, aparece la más característica de las
respuestas eróticas: el orgasmo, que se nota mucho en los genitales pero que
es sentido y ocurre de hecho en todo el cuerpo; la mayoría de las veces el
orgasmo se acompaña de una intensa sensación de placer.
La experiencia del placer erótico es única, aunque en esto, algunos de los más
respetables estudiosos de la sexualidad no están de acuerdo.
Dada la importancia que los grupos humanos conceden a la experiencia erótica, la misma
adquiere muchísimos matices, y puede expresarse en una multitud de formas. Es
interesante preguntarse para qué; y la respuesta más aceptada está relacionada con los
estudios de la biología y la evolución de las especies: es una forma muy sofisticada y
desarrollada de incrementar la posibilidad de éxito evolutivo.
Ocurre que la mayoría de los animales dependen de los ciclos hormonales para que la
conducta reproductiva se presente; cuando la hembra entra en su fase reproductiva emite
señales a los machos de su especie que anuncian su "momento de reproductividad": Esas
señales son de varios tipos: algunas especies emiten señales visuales, en muchas otras,
la señal es química. Es decir, la hembra emite sustancias químicas que cuando entran en
contacto con el macho "activan" su deseo sexual. Algunas de esas sustancias químicas
también las producen los seres humanos; se llaman feromonas.
Nuestro erotismo no parece estar regulado, cuando menos en forma notoria, por estos
mecanismos que en los seres inferiores "anuncian" la ovulación, que al momento en el que el
apareamiento se da, tendría mayores posibilidades de resultar en la concepción de un nuevo
ser.
Por el contrario, la ovulación en el ser humano está "escondida“, no hay anuncios ni visuales,
ni químicos (olfativos), ni de ningún otro tipo sensorial que la anuncie, el único indicador de la
ovulación que tiene el cuerpo femenino es la viscosidad del moco cervical. Para contrarrestar
esta aparente desventaja reproductiva, la conducta copulatoria el humano desarrolló una
independencia notable del ciclo hormonal. Liberados de sus relojes hormonales, los actos
copulatorios reproductivos de los dos sexos necesarios para la supervivencia de la especie
podían ocurrir en cualquier momento, no necesariamente en el momento de la ovulación.
En esas condiciones, la especie correría el peligro de desaparecer porque la conducta de la
que depende su reproducción perdería su poder motivador; se necesitaba una nueva manera
para que los hombres y las mujeres siguieran con su actuar reproductivo, esa nueva manera
es el placer que se experimenta durante la cópula.
El placer no es solamente una experiencia de satisfacción por hacer lo que se
desea, en nuestro cerebro se liberan sustancias químicas que son muy
parecidas a la heroína, droga poderosa que con facilidad notable hace
dependiente de ella a quien la introduce en su organismo. Según esta
explicación, el erotismo es la garantía biológica de que los hombres y las
mujeres seguirán interesados en copular y, por esta vía, elevar las posibilidades
de éxito evolutivo.
La experiencia placentera erótica, al inicio es casi sólo producto de la
estimulación físico táctil, a medida que crecemos se hace más y más
dependiente de lo que significa para nosotros la realidad que percibimos.
El erotismo se convierte en una experiencia que depende casi por completo de lo
que significa para nosotros lo que vivimos, del significado simbólico que le
asignamos, de la realidad que percibimos (o que creamos en nuestra
imaginación) aunque muchas veces no nos percatemos de los significados
precisos (son inconscientes).
Los significados tienen que ver con lo que el placer mismo representa, desde
luego, pero de manera muy notable, del significado de individual de ser hombre y
mujer, y de lo que el otro sexo nos significa, de lo que reproducirnos representa
para nosotros y de lo que el otro amado, deseado, odiado o humillado nos
significa.
4to. Holón o Subsistema Sexual:
El vínculo afectivo:
La teoría de que el amor es el cuarto componente de nuestra sexualidad no todos la promulgan
debido a que no todas las formas de expresión de amor son expresiones eróticas.
La potencialidad humana para amar apareció en los seres humanos como resultado de una
necesidad de permanecer en el mundo.
Al tiempo que nuestra evolución como especie nos fue haciendo individuos más sofisticados, más
dependientes de la experiencia para completar nuestro desarrollo, también nos volvimos más
dependientes del grupo para subsistir.
Muchas especies que pueblan el planeta pueden empezar a vivir de manera independiente desde
que nacen; nosotros dependemos, y por un largo periodo, del cuidado de nuestros progenitores, o
por lo menos de algún sustituto de ellos. Muchos animales al nacer tienen un alto grado de
independencia; nacen pudiendo moverse y siendo capaces de proveerse de alimento muy
rápidamente, viven en casi completa soledad, encontrándose con el otro sexo solo para procrear,
nosotros no.
Vivimos todos en grupo, confiando en mayor o menor medida en lo que los otros van a hacer para
que podamos sobrevivir.
El aspecto más notable del amor es que lo hay de muchísimos tipos, sin contar con que cada
quien entiende cosas diferentes. Del amor se han ocupado casi todos los escritores en el mundo
occidental, aquí se lo va a analizar para entender cómo se conforma nuestra sexualidad.
Por amor entendemos tanto la necesidad imperiosa de contar con la presencia de alguien, al
punto que se siente indispensable para la vida: "yo sin ti no puedo vivir", como el supremo acto
de ofrecer la vida por otro: "me muero por ti".
Por amor entendemos tanto el gozo de ver al ser querido feliz, como el dolor que
experimentamos cuando el ser querido nos abandona por haber encontrado su felicidad. Si
observamos cómo desarrollamos nuestra capacidad para amar, las aparentes contradicciones
humanas adquieren otra dimensión.
Lo que casi todos los seres humanos lo experimentamos, es algo que podemos denominar
mejor como vínculo afectivo. Un vínculo es un lazo, una unión.
El primer vínculo de los seres humanos con alguna otra persona es físico, se llama cordón
umbilical y lo tenemos durante más o menos ocho meses; nos une a la mujer que nos lleva en
su vientre. Este vínculo (que por cierto es más complejo que solo un cordón), se rompe de
manera más bien brusca al nacer. El ser humano nace en tales condiciones que necesita el
cuidado de otros seres humanos durante mucho tiempo a riesgo de morir. Entre las dos
personas, la madre y el bebé, aparece muy pronto otro vínculo, pero este ya no es físico, ya no
está compuesto de tejidos y células, sino que está compuesto de lo que cada uno siente: la
presencia de ese otro ser no nos es indiferente, sino que nos provoca sentimientos muy
intensos, que llamamos respuestas afectivas.
Lo que cada uno de los dos involucrados siente respecto de la presencia o de la ausencia de
ese otro ser, no de cualquier ser humano, sino de ese en especial, es el tejido con el que se
construye el vínculo afectivo.
El vínculo tiene siempre dos lados cuando menos, hay por lo menos dos seres humanos
conformándolo.
En esta primera forma de vínculo, la madre experimenta respuestas afectivas que son el
producto de su madurez y que son muy complejas, pues expresan casi todos los
componentes de su persona. El vínculo del lado del bebé es mucho más simple, por lo
que sabemos hoy en día del desarrollo humano aparece de manera muy clara hacia los
cuatro/seis meses después del nacimiento: el bebé empieza a reaccionar con angustia
ante la ausencia y la separación de la madre. La angustia de separación es el primer
componente afectivo de la vinculación humana.
Los adultos sentimos a veces esa angustia intensa cuando nuestros amores se tambalean,
cuando nuestro ser amado nos abandona o creemos que se aleja.
Lo que sucede con los afectos alrededor de las otras personas importantes en la vida determina
el tipo de vínculos que vamos estableciendo con los otros y con el otro o la otra que se convierte
en el ser amado.
Como se necesita que la capacidad de vincularse se desarrolle, al igual que los otros
componentes de la sexualidad, de ese desarrollo dependerá su forma durante la vida adulta. Es
una desgracia humana el que muchas personas desarrollen formas de vincularse afectivamente
con los otros que son destructivas, o infantiles, y por eso mismo generadoras de sufrimiento.
A todas esas formas de desear intensamente la presencia y disponibilidad del otro se les ha
llamado amor. No a todas las formas de vinculación se las puede llamar amor; ya que este
concepto depende de muchos factores.
Se debería llamar amor al tipo de vínculo afectivo que favorece la plenitud de vida de la pareja.
A los amores tormentosos que están llenos de rabia, resentimiento y dolor se las puede llamar
vinculaciones afectivas infortunadas.
Variables psicológicas relacionadas a la sexualidad
Personalidad y sexualidad.
Actitudes hacia la sexualidad.
Habilidades sociales y sexualidad.
La conducta sexual, como cualquiera otra conducta humana compleja, es un reflejo o una
manifestación de la naturaleza biopsicosocial del individuo y no un patrón instintivo
determinado genéticamente, por lo que podemos encontrar grandes variaciones en los
distintos aspectos de la sexualidad entre diferentes personas.
Si los individuos varían en muchas conductas sociales que se ejecutan públicamente y por
lo tanto reciben una fuerte influencia de las normas y presiones sociales, esta variabilidad
debería ser mayor en conductas como la sexual que tienen en general un carácter más
privado y personal. Parece algo evidente que la conducta sexual de las personas debiera
estar altamente relacionada con sus características personales y consecuentemente
mostrar mucha variabilidad, a menos que tal conducta sexual está determinada
principalmente con factores instintivos comunes a la especie.
Es relativamente escaso el conocimiento preciso que se tiene acerca de la relación
entre conducta sexual y determinadas características de personalidad, esto se explica
por las evidentes dificultades que plantea siempre el obtener información confiable
sobre la conducta sexual de las personas, además se agrega la gran complejidad y
dificultad que tiene el identificar y medir características de personalidad de una manera
válida y confiable.
A nivel general, es difícil poder relacionar características de personalidad con cualquier
conducta social, tanto por la complejidad mencionada como por la fuerte influencia que
tienen los factores situacionales sobre cualquier conducta.
La conducta sexual, como toda conducta puede servir a muy diversas funciones
psicológicas. Desde una perspectiva funcional, se puede pensar que las personas se
involucran en actividades sexuales para satisfacer diferentes necesidades psicológicas,
que la naturaleza de las experiencias sexuales difiere en función de las motivaciones
subyacentes y que los factores que controlan o promueven la conducta sexual serán
distintos entre individuos que tienen diferentes motivaciones para su conducta sexual.
Sin embargo, es complejo identificar de manera precisa las funciones y necesidades
psicológicas que puede cumplir la conducta sexual en las personas y a comprender las
implicaciones que pueden derivar del tener sexo, además, el conocer las razones o las
funciones que puede tener el sexo, es un aspecto básico para cualquier intento bien
fundamentado de prevención o modificación de patrones de conducta sexual
problemática.
En la aplicación de un cuestionario a estudiantes universitarios para investigar las
funciones que puede tener la conducta sexual para los individuos se obtuvieron los
siguientes resultados (Malamuth, 1988):
Funciones:
Amor y afecto: grado en el cual la conducta sexual de una persona está motivada por la
necesidad de recibir y compartir afecto e intimidad con otra persona.
Hedonismo: grado en el cual la conducta sexual de una persona está motivada por la
necesidad de estimulación placentera.
Reconocimiento: grado en el cual la conducta sexual de una persona está motivada por
la necesidad de ser considerada competente o experta.
Dominio: grado en el cual la conducta sexual de una persona está motivada por la
necesidad de controlar o imponer la propia voluntad.
Sumisión: grado en el cual la conducta sexual de una persona está motivada por el
deseo de ceder el control o poder y de ser protegida.
Conformidad: grado en el cual la conducta sexual de una persona está motivada por el
deseo de cumplir con las expectativas de los otros para obtener aprobación social.
Novedad: grado en el cual la conducta sexual de una persona está motivada por la
necesidad de excitación y de alivio del tedio.
Los resultados indicaron que a nivel de la muestra total las funciones consideradas más
importantes fueron amor y afecto (24%) y conformidad (18%), mientras que la función
menos elegida fue dominio (9%).
Existieron interesantes diferencias entre hombres y mujeres:
En los hombres las cuatro funciones más elegidas fueron conformidad (21 %),
novedad (18%), hedonismo (17%) y amor y afecto (16%), y la menos elegida fue
sumisión (6%).
En las mujeres se destacaba claramente amor y afecto (31 %), seguida por sumisión
(18%) y conformidad (15%), y la menos elegida era dominio (8%).
Algunas conclusiones relevantes de este estudio son:
El hecho de que amor y afecto esté entre las funciones más importantes parece algo
totalmente predecible a partir tanto de la influencia sociocultural como de las importantes
dimensiones emocionales de la conducta sexual. Era esperable que esta función sea más
relevante aún para las mujeres. Algo no tan predecible es el hecho que conformidad esté
entre las funciones más importantes para ambos sexos, aunque, este factor social o
normativo ha sido destacado en varios modelos explicativos de la conducta sexual.
Esto constituye un elemento muy importante a tener en cuenta en cualquier intento de
influir sobre este tipo de conducta, como por ejemplo programas de prevención del
embarazo adolescente o de enfermedades de transmisión sexual.
Y un aspecto relevante es el hecho que la función de sumisión sea por una parte la
segunda más elegida por las mujeres y por otra parte sea la función donde se
aprecia una mayor diferencia entre ambos sexos (relación de 3:1 entre mujeres y
hombres).
Estos datos son consistentes con algunas perspectivas teóricas acerca de las
diferencias de género en sexualidad, como con algunas evidencias acerca de una
incidencia significativa de fantasías sexuales de sumisión en muchas mujeres.
Un análisis más sistemático de las motivaciones que subyacen la conducta sexual plantea
que:
La primera distinción es buscar experiencias positivas o placenteras versus evitar o escapar
de experiencias negativas o aversivas. Aplicada a la conducta social, esta distinción implica
que las personas pueden tener sexo para buscar resultados placenteros, tal como
gratificación física, o para evitar resultados negativos, tal como el rechazo de una pareja.