Guia Antropologia
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Definición de antropología
"La Antropología apunta a un conocimiento global del hombre y abarca el objeto en toda su
extensión geográfica e histórica; aspira a un conocimiento aplicable al conjunto de la
evolución del hombre, desde los homínidos hasta las razas modernas y tiende a conclusiones,
positivas o negativas, pero válidas para todas las sociedades humanas, desde la gran ciudad
moderna hasta la más pequeña tribu melanesia" (Léü -Strauss, C., Antropologia estructural )
Podemos precisar que el campo de intereses de la Antropología es vasto. Cubre todas las
épocas -incluyendo el recorte del campo arqueológico-, todos los espacios, incorporando en
las últimas décadas estudios en sociedades complejas, todos los problemas política,
-Antropología económica, estudios de parentesco etc.-. Cubre tanto la dimensión biológica
-estudio de hominización, clasificación de las variedades raciales- como la dimensión
cultural. Pretende explicar tanto las diferencias como las semejanzas entre los distintos
grupos humanos. Pretende dar, también, razón tanto de la continuidad como del cambio de la
sociedades.
Hay muchas preguntas antropológicas, si esto significa: preguntas acerca del ser humano o
sobre lo humano.: la pregunta por la igualdad en la diversidad y de la diversidad en la
De hecho hay una pregunta antropológica, que ha sido formulada una y otra vez de nuevo
desde el inicio de la vida humana en este planeta. igualdad. Abundando un poco, este
problema de identidad y diferencia humana también podría expresarse así: es la pregunta por
los aspectos singulares y por la totalidad de los fenómenos humanos afectados por esta
relación, que implica tanto la alteridad experimentada como lo propio que le es familiar a
uno; es la pregunta por condiciones de posibilidad y límites, por causas y significado de esta
alteridad, por sus formas y sus transformaciones, lo que implica a su vez la pregunta por su
futuro y su sentido; finalmente es también siempre la pregunta por la posibilidad de la
inteligibilidad y de la comunicabilidad de la alteridad y por los criterios para la acción que
deben ser derivados de ella. Una forma del contacto cultural como lugar de la pregunta
antropológica que se da en términos cronológico y de historia civilizatoria mucho más tarde,
es el viaje. Estos viajeros proporcionaban en las regiones, que atravesaban y en los pueblos,
donde permanecían, toda clase de impresiones sobre las culturas de las que provenían.
El viaje como forma, como marco del encuentro entre culturas, implica también siempre la
posibilidad del acostumbramiento a lo que primero resulta completamente desacostumbrado y
de la aceptación de lo hasta entonces desconocido; incluso puede darse el caso de estar
finalmente extrañado ante lo que alguna vez había sido familiar. Empero, a causa de que
tantos viajes tienen un objetivo claramente definido no puede ocasionar sorpresa que la
experiencia del hecho del encuentro a veces se desvanece en la conciencia del viajero,
mientras que esta sorpresa es experimentada de modo más intenso por quienes sólo tienen
acceso a otras formas de convivencia humana a través de la narración de aquel.
El nuevo encuentro de los europeos con otras culturas distintas dio origen a lo que sería la
pregunta fundante de la Antropología: ¿por qué estos hombres son distintos? La primera
teoría científica sobre la diferencia fue el evolucionismo que contestó esta pregunta a través
del concepto de evolución. La teoría de la evolución se constituyó como tal en función de la
aplicación del método comparativo y sobre la base de una concepción precisa de su objeto: el
hombre. Este objeto era concebido con una particularidad: su dualidad; el hombre era tanto
cuerpo como espíritu. Como cuerpo pertenecía al mundo de la naturaleza, en tanto “espíritu”
pertenecía a otro mundo, al de la cultura. Siguiendo esta dualidad, la Antropología se
constituyó en dos ramas: la Antropología física y la antropología cultural. Pero, no obstante,
las diferencias entre los hombres fueron pensadas por estos evolucionistas, básicamente,
como “diferencias” culturales.
Un segundo momento, ubicado cronológicamente entre las dos guerras mundiales, se
caracterizó por “un cierre de las fronteras nacionales” y por la consolidación de la presencia
europea en sus colonias. En la Antropología europea y norteamericana se producen dos
hechos importantes: la crisis del evolucionismo como paradigma único y la separación de la
ciencia en escuelas nacionales; aparecen así el estructuralismo y funcionalismo inglés, el
particularismo histórico en Estados Unidos, la escuela histórico-cultural en Alemania y la
escuela sociológica francesa. Cada una elaboró teorías alternativas, muchas veces sin
contacto entre ellas, pero todas tuvieron en común la crítica al evolucionismo. Criticaron, en
primer lugar, las técnicas que utilizaron los evolucionistas, postulando que los datos con que
la Antropología se debía manejar debían ser obtenidos de primera mano, es decir que es el
antropólogo, particularmente el etnólogo, el que tiene que buscar en las otras culturas los
datos con los cuales se construyen las teorías. De este modo, se introduce, se inventa, la
observación participante como técnica privilegiada de la Antropología, lo que implica el
traslado del investigador a otras sociedades. La idea era que estudiando en su totalidad a una
cultura de modo muy extenso, muy específico, se podría dar cuenta de las diferencias y
semejanzas culturales.
La segunda crítica fue respecto al método comparativo, principalmente porque fue aplicado
teniendo como referente de la comparación los valores de la sociedad occidental. Es decir, los
evolucionistas fueron acusados de etnocéntricos. Pero la crítica al método también fue
resultado de aplicar la técnica de la observación participante ya que al observar una cultura
como totalidad, como un conjunto de partes indisolublemente unidas, en la cual cada parte
tiene relación con el todo, se tornaba imposible
la operación evolucionista de abstraer una parte para compararla con otra de otra cultura. Y
segundo, porque en la medida en que se estudiaban de modo muy detallado las distintas
culturas, menos elementos en común se encontraban. Así, el método comparativo fue puesto
entre paréntesis y se lo sustituyó por el relativismo cuyo postulado extremo implicaba la
imposibilidad de comparar, ya que cada cultura es una configuración distinta y entendible
sólo en sus propios términos. Es decir que estas escuelas nacionales tuvieron en común el
haber elaborado teorías “relativistas”. Las teorías relativistas intentan mostrar que todas las
culturas son diferentes entre sí pero equivalentes, por lo tanto, son diversas. El enfoque
holista y relativista llevó a la Antropología a trabajar sobre las diferencias para terminar
dando cuenta de la diversidad cultural.
Lévi-Strauss plantea tres niveles del quehacer antropológico:
• un primer nivel en el cual el antropólogo pretende
“aislar y describir los modelos que un pueblo usa para percibir, relacionar e interpretar sus
experiencias”. Es el momento en que el antropólogo realiza la etnografía;
• un segundo nivel donde el antropólogo compara el contenido y la organización de los
sistemas culturales para analizar, interpretar y explicar la diversidad.
Es el momento de la etnología, del estudio comparado de las distintas culturas;
• un tercer nivel, el de la Antropología estructural, en el cual el antropólogo llega, a través de
la construcción de modelos formales a los axiomas básicos, a las estructuras constantes y
comunes a todas las cultura.
3. Kottak. Antropología cultural. Concepto de Antropología cultural y. métodos.
Etnografía. Antropología y Psicología: el vínculo entre las disciplinas.
Antropología
La antropología explora la diversidad humana en el tiempo y el espacio;estudia toda la
condición humana, su pasado, presente y futuro; su biología, sociedad, el lenguaje y la
cultura. De particular interés es la diversidad que proviene de la adaptabilidad humana.
Con frecuencia, los alumnos se sorprenden por la amplitud de la antropología, que es el
estudio de la especie humana y sus ancestros inmediatos. La antropología es una ciencia
excepcionalmente comparativa y holística. El holismo se refiere al estudio de toda la
condición humana: su pasado, presente y futuro; la biología, la sociedad, el lenguaje y la
cultura. La mayoría de las personas piensa que los antropólogos estudian fósiles y culturas no
industriales, no occidentales, y muchos lo hacen. Pero la antropología es mucho más que el
estudio de las poblaciones no industriales: es un campo comparativo que examina todas las
sociedades, antiguas y modernas, simples y complejas. Las otras ciencias sociales tienden a
enfocarse sobre una sola sociedad, por lo general una nación industrial como Estados Unidos
o Canadá. Sin embargo, la antropología ofrece una perspectiva transcultural única, al
comparar constantemente las costumbres de una sociedad con las de otras.
Antropologia y Psicologia
Como los sociólogos, la mayoría de los psicólogos realizan investigación en su propia
sociedad. Pero las afirmaciones acerca de la psicología “humana” no se pueden basar
exclusivamente en las observaciones realizadas en una sociedad o en un solo tipo de
sociedad. El área de la antropología cultural conocida como antropología psicológica estudia
la variación transcultural de los rasgos psicológicos. Las sociedades inculcan diferentes
valores al educar a los niños de manera diferente. Las personalidades adultas reflejan las
prácticas de crianza infantil de una cultura.
ningún antropólogo contemporáneo discutiría la argumentación de Malinowski de que la
psicología individual se moldea en un contexto cultural específico. Los antropólogos siguen
ofreciendo perspectivas transculturales acerca de proposiciones psicoanalíticas (Paul, 1989),
así como sobre temas de la psicología del desarrollo y la cognitiva.
La antropología psicológica estudia la psicología humana en el contexto de la variación social
y cultural
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%20cultura.pdf
El sociocentrismo se presenta bajo diversas formas, según la naturaleza del grupo que se
tome como referencia. Se considerarán en particular tres casos: la etnia (en tanto grupo
definido por su cultura), la Nación y la clase social, para hablar sucesivamente del
etnocentrismo, del nacionalismo y del sociocentrismo de clase.
Enfermedad
Desde la perspectiva biomédica las enfermedades son entendidas como anomalías biológicas
o psicobiológicas que afectan a funciones o estructuras del organismo humano y que se
expresan mediante signos y síntomas. Los signos son, según el propio aparato conceptual
biomédico, aquellas evidencias objetivas de la enfermedad que son perceptibles por el
profesional de la salud: eczemas, abultamiento del abdomen, tos, etc., o las representaciones
producidas tecnológicamente mediante analíticas o técnicas de imaginería (Tomografía Axial
Computerizada o TAC, Resonancia Magnética Nuclear o RMN, etc.). Los síntomas, por su
lado, consisten en aquellas expresiones del paciente que revelan, mediante su existencia,
algún tipo de disconfort o malestar físico o psíquico. El objeto de la biomedicina es resolver
los problemas de estas anomalías restituyendo el equilibrio biológico del organismo o
paliando, al menos, algunas de sus expresiones. En tanto que la enfermedad, habitualmente
denominada patología, es definida como una variación anormal en la estructura o función de
alguna parte del cuerpo, el quehacer biomédico se convierte en un ejercicio cada vez más
especializado.
El campo de la antropología médica puede percibirse como un proyecto antideterminista
junto a otros saberes y subdisciplinas (demografía histórica, sociología médica, geografía
médica, economía de la salud, ecología médica, etc.) que han permitido una crítica
argumentada del modelo biomédico de las enfermedades y una confluencia con los
presupuestos de paradigmas subalternos de la medicina occidental como son la epidemiología
social, la psiquiatría social, la psiquiatría cultural o la medicina social, entre otros.
Desde una perspectiva antropológica, la enfermedad, la salud, la aflicción y la muerte se
entienden como fenómenos dependientes de la cultura y de la vida social. Evidentemente, la
posición epistémica del antropólogo en este ámbito es muy diferente a la del profesional de la
salud, ya que el primero no está vinculado a ningún tipo de rol terapéutico. Más bien, la
antropología ejerce, al modo de gran parte de la biología, como una especie de ciencia básica
cuyo conocimiento, no obstante, puede aplicarse a ámbitos concretos, como al desarrollo de
un programa de salud pública, a la relación médico–paciente o al diseño de campañas de
promoción de la salud. Al margen de estas diferencias de rol, el planteamiento antropológico
introduce una serie de principios y enfoques que entran en contradicción con el modelo
biomédico de las enfermedades.
los procesos de morbilidad y mortalidad no pueden comprehenderse en toda su extensión sin
tener en cuenta el papel de la cultura y las relaciones sociales. Como ha indicado Seppilli
(1996), uno de los problemas de la biomedicina no es precisamente su exceso de
cientificidad, sino su defecto. Este defecto se materializa en la ausencia de una investigación
sistemática sobre el papel de los factores sociales y culturales en el desarrollo de la
enfermedad, en su historia natural, su evolución y pronóstico. Y ello a pesar de que es un
lugar común que factores como las representaciones culturales, las formas de vida, los
hábitos dietéticos, las percepciones sociales, los estigmas o etiquetamientos, las redes
sociales, la pobreza, las migraciones, el desarrollo del capitalismo, las conductas sexuales o
las condiciones sociales de existencia son variables que se asocian con los procesos de
morbimortalidad en todas las sociedades y que definen el acceso a los tratamientos médicos y
biomédicos y la resolución de las enfermedades.
La sociedad y la cultura afectan por lo menos de tres formas a las condiciones biológicas de
la enfermedad:
a) La primera de ellas mediante eso que podríamos llamar, parafraseando a Berger y
Luckman, la “construcción social de la enfermedad”. Piénsese que toda sociedad define las
condiciones de normalidad y anormalidad.
b) La segunda vía es la mediación del orden sociocultural en las prácticas, hábitos y
comportamientos asociados a la causación de enfermedades, como es la relación existente
entre pautas higiénicas y exposición a microorganismos que producen patologías como el
cólera, la disentería, la difteria o determinadas enfermedades degenerativas como el clásico
kuru.
c) En último lugar, pero sin ocupar por ello un espacio menor, debemos tener en cuenta el
potencial productor de los factores sociales y culturales en la forma de constreñimientos que
generan un impacto en la salud de las poblaciones. Como indicaba Dubos hace ya un tiempo,
la exposición al mycobacterium tuberculosis no es la tuberculosis. La causa de la tuberculosis
no es únicamente la exposición a este microorganismo, sino también la conjunción de otros
factores como la pobreza, la edad, el estado nutricional, el hacinamiento o la presencia de
otras enfermedades previas como la diabetes o el alcoholismo.
Desde la biomedicina se llega a reconocer el papel mediador de los factores socioculturales
en la enfermedad (punto b), ya que puede interpretarse que aquí la cultura guarda una
posición secundaria o de simple predisposición. La construcción social de la enfermedad
(punto a), por su lado, requiere generalmente poca atención, ya que se vincula a las creencias,
la ignorancia o a posiciones anticientíficas. Finalmente, la producción (punto c) es la
auténtica vía negada por el determinismo biomédico, ya que introduce la idea de que la
cultura puede afectar a las dimensiones biológicas de la enfermedad.