Quiénes Son Los Herederos de John Le Carré

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Quiénes son los herederos de John Le

Carré
Tras la muerte del autor que dio altura literaria al
género, una buena nómina de escritores han llevado la
novela de espías a su máxima expresión

Philby, en una rueda de prensa en 1955 en la que convenció a propios y extraños de que
no era un espía soviético. El engaño duró todavía ocho años más.Bettmann / Bettmann
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Juan Carlos Galindo
Madrid - 16 Dec 2020 - 00:30 CET

En uno de estos magníficos cruces que ocurren entre la vida real y la ficción, John le
Carré fue traicionado por el mejor espía doble de la Guerra Fría, Kim Philby, un tipo
que se mantuvo años trabajando para los soviéticos desde la élite del espionaje
británico, un modelo que Le Carré perfeccionó en sus ficciones (el Bill Haydon de El
topo, por ejemplo) y que, como tantas cosas del autor que elevó la novela de espías a la
máxima altura literaria, ha creado escuela. La edad de oro que vive el género se
resentirá de la muerte de su mayor representante, pero la pléyade de autores que quedan
es más que notable. Estos son algunos de los mejores.
Abecedario John le Carré

Charles Mccarry, conexión CIA

Seguimos con los paralelismos, porque si Le Carré fue agente del espionaje británico
antes que escritor, algo similar ocurre con el otro autor considerado como el más grande
del género. Mccarry trabajó para la CIA antes de dar una altura poética hasta entonces
desconocida a las novelas de espionaje. Es un autor poco leído en España, donde ha sido
publicado de manera desordenada. Old Boys (2004) es quizás su obra cumbre, un canto
a un mundo desaparecido y un aviso de la potencia que está por venir, una China que ya
despliega todo su poder en The Shanghai Factor (2013). Mccarry murió a inicios de
2019, pero merece un sitio aquí.

Daniel Silva, el espectáculo

Si buscan escenarios internacionales, tramas cosidas al milímetro y fuegos artificiales,


este es su escritor. Solo nos creemos a su héroe imposible –– Gabriel Allon, espía
israelí, experto asesino, padre adorable, excelente pintor–– porque está creado y llevado
a través de 23 novelas por manos expertas. El elenco de secundarios creado por Silva
(Michigan, 59 años) es notable. Las tramas, tan pegadas a la actualidad, resultan
absorbentes. El espía inglés (decimoctava entrega, la primera publicada en español por
HarperCollins, que ha seguido a partir de ahí) es un punto de partida perfecto.
La edad de oro de las novelas de espionaje

Charles Cumming, la vuelta del gentleman

Tiene Cumming (Ayr, Escocia, 49 años) la elegancia de los educados en Eton y la


capacidad para llevarla a sus novelas, llenas de diálogos inteligentes, traiciones y buena
literatura. No está del todo claro su grado de implicación con los servicios secretos
británicos a mediados de los noventa, pero sí su amplio conocimiento de cómo
funcionan. El sexto hombre (2011) era una hábil intriga sobre la que planeaba la sombra
de Putin, pero es la serie protagonizada por Thomas Kell (de la que Salamandra ha
publicado las dos primeras entregas, En un país extraño y Complot en Estambul) la que
le ha colocado en el pelotón de cabeza de la nueva hornada de la ficción de espías.

DOA, misterio y ambición

Dead On Arrival (DOA) es el pseudónimo bajo el que se esconde la identidad de un


autor francés que en 2007 revolucionó el panorama francófono con Citoyens
clandestins, 700 páginas de vértigo, acción y conspiración. Con Pukthu (2015) confirmó
sus señas de identidad: novelas enormes, ambiciosas, llenas de bombazos y en las que
una crudeza al estilo James Ellroy se mezcla con su capacidad para contar los entresijos
del espionaje francés y de sus operaciones en medio mundo. Drogas, terroristas,
traficantes de armas y antihéroes para uno de los mejores autores del género.

Mick Herron, sarcasmo británico

Quien abra un libro de Herron (Newcastle, 59 años) se encontrará pronto con varias
cosas. Primero, un personaje camino de la leyenda literaria como es Jackson Lamb, jefe
de La Ciénaga, un reducto para agentes indeseables y perdedores. Lamb es un guarro,
un borracho, un desastre y un gran espía. Todo a la vez. Segundo, una desmitificación
del trabajo del espía por la vía de un humor inteligente y de situaciones muy bien
contadas en las que suelen primar las Leyes de Londres. Traducido al lenguaje común:
siempre paga alguien, asegúrate de no ser tú. Salamandra ha publicado las dos primeras
entregas de una serie que ya va por el décimo título en inglés.

Olen Steinhauer, los oscuros asesinos

Digamos para situarnos que Stephen King aseguró tras leer Una salida más cercana
(RBA, 2013) que era la mejor novela de espías no escrita por John le Carré que había
leído. Steinhauer (Baltimore, 51 años) es un nómada que llegó a la madurez literaria con
la serie de Milo Weaver, de la que la novela citada es la segunda entrega, una especie de
Jason Bourne pero más oscuro si cabe y que mata para sobrevivir, engaña, pasa por la
cárcel pero no es, ni de lejos, tan siniestro como quienes lo dirigen desde la CIA.

Espías como nosotros: John le Carré y Ben Macintyre

Dov Alfon, el algoritmo y el Mossad

La novela Una noche muy larga, (Salamandra) le ha bastado a este antiguo miembro de
la unidad de élite 8200 del ejército israelí para significarse. El mundo ha cambiado muy
rápido y la novela de espías, a pesar de que nunca se ha abordado desde una perspectiva
tan diversa, no lo había hecho del todo. El libro de Alfon es el primero que desnuda el
mundo del espionaje de comunicaciones, el que se desarrolla con algoritmos y
tecnología punta. La agente Oriana Talmor, de la que el autor promete más aventuras, es
el mejor personaje femenino de un mundo dominado por hombres.
Juan Pujol García, 'Garbo', agente doble español que cambió la historia al engañar a los
nazis acerca del desembarco de Normandía.CHEMA CONESA

Ben Mcintyre, la realidad como una novela

De todos los elogios que recibe Mcintyre (Oxford, 56 años) quizás el más repetido es
que sus ensayos sobre el mundo del espionaje se leen como auténticas ficciones
absorbentes. Philby, siempre Philby, en Un espía entre amigos (Crítica, como todos los
demás) Oleg Gordievski en Espía y traidor o Joan Pujol, Garbo, en La historia secreta
del Dia D, pueblan sus libros de investigación, construidos con tramas medidas y un
diseño de personajes que se quedan para siempre en el imaginario del lector. Fue amigo
de Le Carré, se admiraban mutuamente, y en algunos aspectos es su gran heredero.

La lista podría extenderse, pero no la cerremos sin incluir antes a algunos autores más
que notables que se han asomado alguna vez al género para dejar obras de buena
calidad. Así, tenemos el Ian McEwan de Operación dulce (Anagrama) en la que dialoga
y se ríe del propio proceso creativo y de las miserias del espionaje; o el Jean Echenoz de
la hilarante Enviada especial (Anagrama); o la Kate Atkinson de La mecanógrafa
(AdN) a vueltas con la traición en las filas británicas; o el Arturo Pérez-Reverte de la
trilogía de Falcó, personaje incómodo y necesario; o Tom Hayes, que se salió de su
ámbito tradicional para escribir la monumental Yo soy Pilgrim (Salamandra).

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