Asisdiarioargentina
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ISSN: 0210-4547
Resumen Con su novela Flores robadas en los jardines de Quilmes, publicada en plena dictadura militar (1980), Jorge Ass pas a ser un best-seller. Este triunfo le puso en el punto de mira de algunos intelectuales exiliados. No se tard en acusarle de colaboracionista con el rgimen dominante. Sin duda, el bestsellerismo de Jorge Ass, reservado bajo dictadura a connotados escritores extranjeros, hizo que el debate y el enfrentamiento entre los que se exiliaron y los que permanecieron en el pas fueran ms agudos. En medio del enfrentamiento no faltaron los que defendieron al escritor, como por ejemplo Luis Grigorich. Las consecuencias de este triunfo han sido ms severas despus de acabada la dictadura militar, porque Jorge Ass sufri marginacin y discriminacin, y su prestigio como escritor declin notablemente, lo que le llev, a partir de 1990, a retirar sus libros de circulacin. Abstract Jorge Ass became a best-selling author with Flores robadas en los jardines de Quilmes (1980), a novel published during the military dictatorship. This triumph made him a prime target for certain intellectuals in exile, and before long he was being accused of collaborating with the regime. Undoubtedly, the commercial success of Ass, comparable in the dictatorship years only with that of well-known foreign authors, made the debate and the confrontation between those who were exiled and those who remained in Argentina all the more violent. In the midst of this confrontation, Ass was defended, among others, by Luis Grigorich. The consequences of this commercial success have been more serious in the aftermath of the military dictatorship, because Ass has suffered marginalisation and discrimination, and his prestige as a writer has declined notably, to such an extent that in 1990 he withdrew his books from circulation.
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1. Datos sobre la vida y creacin literaria de Jorge Ass Jorge Ass naci en Avellaneda, provincia de Buenos Aires, el 3 de marzo de 1946. Es hijo de la segunda generacin de hijos de sirios. Su condicin de descendiente de rabes est muy presente en casi toda su obra. Trabaj como redactor en el diario Clarn bajo el seudnimo de Oberdn Rocamora. Tambin ejerci varios cargos en el seno de la poltica; ha sido embajador ante la UNESCO, Secretario de Cultura de la Nacin y, ltimamente, embajador de Argentina en Portugal hasta el fin del gobierno de Menem. Ha sido traducido al portugus, al francs, al ruso y, en antologa, al alemn y al ingls. Diversa y numerosa ha sido la obra publicada por Jorge Ass, en donde se refleja, sobre todo, su agudeza en la observacin de la tumultuosa vida social. Se ha convertido en un fenmeno especial en la literatura argentina de su poca por su manera de tratar temas poco convencionales. Su literatura se caracteriza por ser portea y urbana. Hay que mencionar que ya a comienzos del ao 1977, cuando el diario la Opinin organiz una amplia encuesta sobre la literatura argentina, el aparato correspondiente a los escritores jvenes apareca encabezado, con holgura, por el nombre de Jorge Ass. Tres aos ms tarde, en 1980, y en plena dictadura militar, logr ser un best-seller. Jorge Ass empez a publicar sus libros desde los comienzos de la dcada del setenta. En 1970 apareci su inicial libro de poesa, titulado Seorita vida, y desde entonces no par de publicar libros. Al ao siguiente, en 1971, publica el libro de cuentos La manifestacin; en 1972 la novela Don Abdel Zalim, el burlador de Dominico; en 1974 las dos novelas La familia tipo y Los reventados; esta novela ltima gan la Primera Mencin del Premio Casa de las Amricas, La Habana. En 1976 publica el libro de cuentos Fe de ratas; en 1977 Cuaderno de Oberdn Rocamora, que est formado a base de cuadros de costumbres o aguafuertes, originalmente publicados en el diario Clarn de Buenos Aires, bajo seudnimo. En 1980 empieza el ciclo Canguros con cuatro novelas: Flores robadas en los jardines de Quilmes (1980); Carne Picada (1981); La calle de los caballos muertos (novela insert) (1982); y Canguros III (1983). Sobre este ciclo, y en concreto sobre la poca suerte que ha tenido la publicacin de la ltima novela, Canguros, dice Jorge Ass:
[...] Se trata de una novela que no le nunca ms, es de 1983 pero en realidad fue la primera del ciclo precisamente titulado as, Canguros. En un principio era un gigantesco noveln que presentaba tres andariveles unificados por el personaje conductor, Rodolfo Zalim. Un andarivel para El Polaco, otro para Luciano (Carne picada, 1981),
Anales de Literatura Hispanoamericana 2001, 30: 249-268
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y el otro para Samantha, que finalmente deriv en Flores robadas..., de 1980. Sin embargo el tercer andarivel, Canguros, es el que tuvo menos suerte, pero porque apareci cuando mi formidable coleccin de negadores haban ocupado la mayor parte del escenario y mi prestigio ciertamente declinaba. Aparte Canguros se public en octubre de 1983, y recuerde que fue el mes de las primeras elecciones democrticas que acababan con los siete aos de militarismo. De manera que el ambiente resultaba poco propicio para la aparicin de una novela del conflictivo y polmico Ass, y debo admitir que la publicacin fue una torpeza de mi parte, porque me aferraba a mitologas personales. Quera cerrar el ciclo novelesco Canguros antes del advenimiento de la democracia, para que quedara expresa constancia de mi literatura producida y publicada durante el proceso militar. Como si a alguien, en el fondo, le importara.1
Jorge Ass seal, ya en la primera novela del ciclo (Flores robadas...), a ese gigantesco noveln que pas a dividirse en tres partes para formar una triloga. Con estas palabras, casi parecidas a las que acabamos de citar de Jorge Ass, el personaje Rodolfo Zalim intenta explicar el porqu de la aparicin de esta gigantesca novela en tres partes. Las siguientes palabras indican, por otra parte, que estamos ante un dato autobiogrfico Rodolfo Zalim es el alter ego de Jorge Ass, casi todas las novelas del escritor son autobiogrficas:
Y ahora qu estas escribiendo? pregunt Renata. Canguros digo, una novela muy larga, un despolete, llena de afluentes, de brazos. Ya la terminas? insiste, y los que me conocen saben que no me cuesta hablar de m. No, hay que trabajarla mucho, es como... como interminable... Creo que la sacar en tres partes, es decir, ser una triloga, pero cada parte, al mismo tiempo, una novela independiente, entienden. Y las tres a la vez, forman una sola gran novela, por lo menos en tamao, unidas por el hilo conductor del personaje, el mismo en las tres, mi alter ego. Y no te conviene sacarla toda junta? y yo no s si a Renata le interesa tanto. Muy curiosa esta chica, me gusta. Digo que no s, digo la verdad. Que temo no me alcance el aire para hacer una sola, que temo sea cansadora. Y que, por acumula1
Carta de Jorge Ass dirigida al autor de este artculo (Lisboa, 8 de febrero de 1999).
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cin puede llegar a la monotona. Adems cada libro mo es el testimonio de una capitulacin [...], es decir, la capitulacin de mis aspiraciones de escribir la gran novela, mi Rayuela, mi Gran Serton, Veredas, ojo que hablo de tamao, eh.2
En 1981 publica El Buenos Aires de Oberdn Rocamora; y en 1984 la novela Diario de la Argentina inicia la serie Rivarola, seguida por dos novelas: El pretexto de Pars/Rescate en Managua (1985), como serie Rivarola II, y Cuaderno del acostado (1988), como serie Rivarola III; en 1985 publica La ficcin privada (notas y ensayos); en el ao 1987 se publicaron dos libros: La leccin del maestro (relatos), y Partes de inteligencia (novela); en 1989 publica la novela El cineasta y la partera (y el socilogo marxista que muri de amor); ms tarde, en 1995, publica la novela La lnea Hamlet, o la tica de la traicin, novela en la que se juntan varios personajes rabes, pero no de los llamados turcos, es decir, de los que viven en Amrica Latina, sino de otras nacionalidades como la marroqu, la saud, la siria, la palestina, la iraqu, o la tunecina; al ao siguiente, en 1996, publica la novela Sandra la trapera. 2. La poca de Jorge Ass como escritor Jorge Ass se inicia como escritor en los ltimos aos de vida del fenmeno llamado el boom de la literatura latinoamericana. Despus de 1970 se produjo una ruptura con el proceso de desarrollo y expansin de la literatura iniciada hacia 1960. La situacin en la Argentina hizo que el auge y el esplendor que haba alcanzado la literatura en este pas sufriera una quiebra evidente. El cambio en la Argentina de la situacin poltico-social que motiv el exilio de muchos intelectuales, y que hizo tambin muy difcil el conocimiento de nuevas promociones de escritores, produjo un vaco llenado slo parcialmente. En la produccin literaria de los aos setenta en la Argentina podemos diferenciar dos lneas fundamentales: una que da importancia a la forma y elabora una cuidada reflexin sobre la estructura novelesca y sobre el dilogo intelectual. La obra literaria se convierte en algunos casos en metalenguaje de su propio lenguaje. Los representantes ms destacados de esta
2 Jorge Ass. Flores robadas en los jardines de Quilme, Canguros I. Buenos Aires. Losada. 1980, pgs. 279-280.
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lnea, segn la afirmacin de algunos crticos, son Leopoldo Garca, Luis Guzmn, Osvaldo Lamborghini y Hctor Libertella; a los que tambin es posible agregar a Ricardo Piglia, Juan Carlos Martini, entre otros. La otra lnea es la de los realistas. Es la que parte del contexto histrico-social para organizar su discurso de ficcin. Es en esta lnea, ms bien de neorrealismo, donde se incluye nuestro escritor Jorge Ass, al que tambin se puede agregar a Jorge Manzur, Enrique Medina, Hctor Lastra, etc. Jorge Ass, en una de sus novelas autobiogrficas, hace alusin a su juego con la realidad y ficcin, a travs de su personaje, o su alter ego, Rodolfo Zalim:
Hermanos, mi ambicin en definitiva es simple y mdica, quiero jugar con la verdad a la literatura, pero con la absoluta conviccin de que estoy haciendo literatura con la verdad, y simultneamente traicionndolas a ambas, si es pura fantasa. Que se lea entonces como una ficcin o como se les antoje, hermanos...3
Tambin en otra novela el personaje Rodolfo Zalim dice: Lstima que sta sea una novela real4. En una entrevista para la revista SOMOS, Jorge Ass dice al respecto:
Yo cuento a partir de la realidad. Aunque tambin hay fantasa, hay literatura, por eso tambin la gente me puede leer y comprender. Por eso tambin me critican.5
Ya desde los primeros aos del peronismo y hasta el golpe militar de 1966-73, y desde la represin que inicia el peronismo en 1974, y que contina el golpe militar de 1976-83, los tiempos de violencia y censura ideolgica del aparato del Estado parecan inducir una cancelacin del discurso narrativo realista, sobre todo en su vertiente crtica. Esta cancelacin se aprecia con ms claridad, como bien afirma Andrs Avellaneda6, no en
3 Jorge Ass. Cuaderno del acostado. (Serie Rivarola III). Buenos Aires. Planeta Argentina. 1988, pg. 154. 4 Jorge Ass. Flores robadas en los jardines de Quilmes, pgs. 57-58. 5 Entrevista realizada con Jorge Ass para la revista SOMOS (nm. 314, 24 septiembre, 1982, pg. 28). 6 Andrs Avellaneda, Marcos ochentistas en la historiografa latinoamericana. Un repaso en la cuestin en Revista de Crtica Literaria Latinoamericana, Lima, Ao XVII, 1991, nm. 33, pg. 74.
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la literatura escrita culta y genricamente tradicional, como la novela o el cuento impresos en libros, sino sobre todo en otras formas narrativas, como el relato cinematogrfico, radial o televisivo, o en el medio dialgico del escenario teatral. Pero es hacia el ao 1974 cuando el discurso realista comienza a ceder paulatinamente por causa de la presin de la censura. Se puede decir que el discurso narrativo realista sigui su cauce de una manera intermitente, como forma de expresin hasta que empezaron los brutales sucesos de los aos del autodenominado Proceso de Reorganizacin Nacional, cuando, por ejemplo, los libros de Enrique Medina fueron prohibidos, y Haroldo Conti fue torturado y hecho desaparecer. Cabe mencionar, tambin, que despus de acabados los aos del Proceso, surgi una corriente literaria opositora a la autoridad discursiva realista. Dice Avellaneda:
Lo que aparece con ms fuerza hacia 1982-83, cuando entra en crepsculo la orga represiva, es el embate contra el sistema de autoridad discursiva realista, cuya propuesta slo puede ser posible por entonces en las versiones degradadas del testimonio verista. 7
Surge una negacin a la hegemona del discurso nico realista, criticando su pretensin cognitiva y su insistencia en el valor de la verdad. En esta callada lucha entre el nuevo sistema de autoridad discursiva no realista, y el anterior sistema realista que domin la escena narrativa por casi cuatro dcadas, este ltimo sistema tendi a refugiarse, afirma Avellaneda,
en los territorios ocupados por el populismo cultural de larga tradicin en la Argentina contempornea. Ese populismo que, cuando se ocup de la literatura, se adhiri siempre al canon realista para realizar las propuestas experimentales o vanguardistas (cosmopolitas) a las que conden como no nacionales a partir de una nocin de una identidad cultural que implica la idea de un pas acosado que necesita extirpar de s lo no propio para sobrevivir y alcanzar su destino.8
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3. Jorge Ass durante y despus de la dictadura militar Los aos del Proceso han sido una etapa decisiva en la vida de Jorge Ass, cuyas consecuencias siguen afectando hasta hoy en da al escritor. De ello intentaremos hablar, en la medida que nos permite este espacio, de la forma ms aclaratoria posible. Jorge Ass como escritor vivi tres etapas que marcaron su obra literaria: las etapas antes, durante y despus de la dictadura militar. Sin embargo fue durante los aos del Proceso cuando se destac con la publicacin de su novela Flores robadas en los jardines de Quilmes (1980). Con la gran recepcin que tuvo esta novela pas a ser un best-seller. El escritor como presintiendo lo que iba a ocurrir con esta novela, y partiendo de la idea de que estamos ante una novela autobiogrfica, dijo en un dilogo entre Samantha y Rodolfo Zalim:
Conservs las mismas ganas de que se hable de vos, aunque sea mal, pero que hablen. Por supuesto, y no tengo ninguna duda de que se va a hablar de m mucho ms, yo voy a ser ms famoso que la coca cola en este pas.9
Aos ms tarde, en 1985, en su novela El pretexto de Pars,... el personaje-escritor vuelve a hablar de la novela Flores robadas, y de las circunstancias en que se public. Rodolfo Zalim trabajaba de periodista en el diario Clarn cuando public esa novela. Con estas palabras cuenta cmo aprovech un viaje de trabajo a Pars para salir del pas, as como sus temores ante lo que supona que podra ocurrirle a l y a su familia:
Llevaba en la mano un ejemplar de su ltima novela, la que le cambiara abruptamente la vida, publicada muy pocos das antes de que saliera y distribuida apenas cuatro das despus que sali de su pas, con lo cual se agravaba su desconcierto, era el primer libro que publicaba despus de 1976 y tema que las fuerzas oscuras del terrorismo de Estado reaccionaran mal y se la tomaran con su familia, desguarnecida hasta la desproteccin porque el cobarde aprovech un viaje que le tir Papito para desaparecer. Y si se la prohiban?, en todo caso era lo ms digno que poda pasarle, aunque al
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mirar el ejemplar flamante pensaba con un poco de culpa que poda ocurrir algo menos elegante; que pusieran una bomba en su casa, por ejemplo, o que lo fueron a buscar. Sin embargo nadie ira a buscarlo y por si no bastara tampoco la prohibiran.10
Esta novela Flores robadas..., adems de tener un gran pblico lector (segn los datos de 1982, se ha vendido ms de 90.000 ejemplares en Argentina y 10.000 en Espaa)11 y de adaptarse al cine, despert el inters de algunos crticos. Siempre que se habla de Jorge Ass se le relaciona con los aos del proceso, porque es de los que se quedaron en la Argentina en esos aos. En un pasaje de esta novela el escritor intenta justificar, a travs de su personaje Rodolfo Zalim, su permanencia en el pas:
Cada vez que vengo al puerto a decirle chau a alguien, imagino que me vienen a despedir a m. Y no es, eso seguro, ningn hallazgo, porque es indudable que todos los que estamos aqu pensamos en irnos, que envidiamos saludablemente a los que se van. E insisto, entonces, en preguntarme hasta cuando me quedar en Buenos Aires; s que tengo, an, mis sobrias excusas para persistir. Mis hijos por ejemplo, que an son chicos, demasiado. Mi obra, que tambin es muy chica, pero siento, intuyo, que puedo hacerla grande nada ms que aqu, desde aqu, a pesar de todo. Y por ltimo puedo resistir, no me va mal que digamos, cuento guita delante de los pobres. Aunque la verdad, me gustara picrmelas, lo confieso. 12
Esta clase de justificaciones se van repitiendo en otras novelas publicadas despus, como Carne picada, Diario de la Argentina y Cuaderno del acotado. Dice, por ejemplo, en la primera novela citada:
[...] Paradjicamente si se qued en este ex pas fue porque es torpe para hacer trmites y consideraba que hacer cola para sacar el pasaporte era mucho lo, porque era un sentimental de porquera al que le haba nacido ya una hija y haba embarazado otra vez a su mujer, porque tena a su abuelita rabe muy enferma y una hui10 Jorge Ass. El pretexto de Pars/Rescate en Managua. Serie Rivarola Internacional II. Buenos Aires. Sudamericana. 1985, pg. 20. 11 Julio Sierra, Un turquito de barrio en SOMOS, 1982, nm. 314. 12 Jorge Ass. Flores robadas..., pg. 235.
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da hubiera sido una manera de matarla, y por tantas tonteras que ni dignifican ni enaltecen.13
Vuelve en Diario de la Argentina a reiterar los motivos familiares por los que se qued en el pas. Dice:
1976, una hija que gateaba y otro hijo en el vientre de su mujer. Cierta desesperacin. Rodolfo Zalim est tambin por irse del pas pero no era muy fcil.14
Estas justificaciones, el autor las ha planteado ampliamente en su novela Cuaderno del acostado, en donde habla, sobre todo, de su situacin despus de pasada la dictadura militar. Muchos son los escritores que se quedaron en la Argentina en los aos del Proceso, por eso solamente citaremos algunos de ellos. Adems de los mayores de edad como Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Manuel Mjica Linez, Ernesto Sbato, Arturo Cerretani, Jos Bianco, Juan Filloy, Roger Pl, Bernardo Kordon, o Juan Jos Manata, citaremos, adems de Jorge Ass, a algunos otros como Syria Politti, Marco Denevi, Julio Ardiles Gray, Beatriz Guido, Elvira Orphe, Ricardo Piglia, Liliana Heker, Enrique Medina, Hector Lastra, Hebe Uhart, Marcos Aguinis, Andrs Rivera, Dalmiro Senz, Jorge Riestro, Marta Lynch, Isidoro Blaisten, Mara Ester de Miguel, Juan Jos Hernndez, Abelardo Castillo, Eduardo Gudio Kieffer y Miguel Briante. Entre los que se exiliaron, por diferentes motivos, podemos citar, entre otros, a Manuel Puig, David Vias, Juan Carlos Martini, Humberto Costantini, Hector Tizn, Daniel Moyano, Osvaldo Soriano, Antonio Di Benedetto, Vicente Battista, Mempo Giardinelli, Fedrico Moreira, No Jitrik y a Tomas Eloy Martnez. Estos dos ltimos ejercieron ocasionalmente la narracin, ya que, hay que mencionarlo, nos referimos aqu solamente a los escritores que se dedicaron a la narrativa, porque es en este gnero donde se registr con mayor agudeza la desaparicin o emigracin de sus representantes. La mayora de estos escritores fueron duramente censurados en los medios de difusin. Sus libros no pudieron venderse o se vendieron con dificultad.
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Jorge Ass. Carne picada. (Canguros II). Madrid. Legasa. 1981, pg. 234. Jorge Ass. Diario de la Argentina. Buenos Aires. Sudamericana. 1985, pg. 35.
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Como hemos dicho, la lista de los que se quedaron en el pas, o los llamados los de adentro, podra ser ms larga; y en comparacin con los que se exiliaron, o los de afuera, stos representaban un nmero mucho ms reducido. Es que en un pas como Argentina abundan los escritores, En este pas hay ms gente que escribe que la que lee15, dijo Jorge Ass en su primer libro, y esto en cierta medida beneficia al rgimen militar. El hecho de que se hayan ido algunos del pas, esto no quiere decir que la literatura argentina haya muerto, sino que estaba all, quiz con menos productividad, pero persista. Ernesto Sbato afirma que la inmensa mayora de sus escritores, de sus pintores, de sus msicos, de sus hombres de ciencia, de sus pensadores, estn en el pas y trabajan16. El rgimen militar hizo lo imposible para que la literatura de adentro siguiera funcionando. Una visin panormica sobre la produccin literaria durante los aos setenta, arroja, sin duda, un balance positivo en cuanto a las dimensiones de lo editado, y esto a pesar de la crisis econmica, a la que no es ajena la industria del libro. Los libros, por ejemplo, de Borges, de Bernardo Verbitsky, o de Beatriz Guido, podran, dice Sal Sosnowski, darle al lector parcial (izado) la pauta de un marco apacible en que la literatura goza de buena salud a orillas del Plata; luego, hablando de otros escritores entre los que tambin figura Jorge Ass, dice:
Tal lector omitira posiblemente, la lectura de Walsh, cuyos textos recortaron peligrosamente la crnica histrica y el filo de un gnero y una profesin que acab con su denuncia e impugnacin de la barbarie. Tambin omitira la revisin de las propuestas de Conti, cuya trgica desaparicin ha dificultado una lectura que prescindiera de las etapas previas a las aventuras de su Mascar [Mascar el cazador americano (La Habana: Premio Casa de las Amricas, 1975)]. La lectura general optara por el plcido refugio de los personajes de Gudio Kieffer. Observara con inters el desarrollo de la literatura policial y se regocijara con las peripecias de Ass, Martelli, Soriano, Tizziani, Urbanyi. O seguira la presencia de Sbato.17
Jorge Ass. La manifestacin. 3. ed., Buenos Aires. Galerna. 1982, pg. 98. Osvaldo Bayer, Pequeo recordatorio para un pas sin memoria en Sal Sosnowski, Represin y reconstruccin de una cultura: el caso argentino. Buenos Aires. Editorial Universitaria de Buenos Aires. 1988, pg. 221. 17 Sal Sosnowski, La dispersin de las palabras: novelas y novelistas argentinos en la dcada del setenta en Revista Iberoamericana, vol. XLIX, 1983, nm. 125, pgs. 957-958.
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En esos aos del Proceso, como era de esperar, surgi un enfrentamiento entre los escritores que se exiliaron y los que permanecieron en el pas. Hubo recriminaciones mutuas, y acusaciones de colaboracin con el rgimen militar. Tambin hubo declaraciones que afirmaban que la nica cultura argentina vlida es la que se produce en el exilio; pero otras afirmaban que lo que se deba tomar en cuenta es la cultura creada desde dentro del pas, porque una palabra escrita en el pas equivala a ros de tinta corridos en el extranjero18. Las razones por las cuales algunos intelectuales permanecieron en la Argentina han sido diversas: personales, ideolgicas o polticas. Ya hemos visto cmo Jorge Ass afirma estos motivos, o justificaciones por los cuales el personaje escritor, Rodolfo Zalim, se qued en la Argentina. En las declaraciones de otros intelectuales veremos, tambin, cmo stos intentan justificar el porqu de su permanencia, y la permanencia de otros, en el pas. Luis Grigorich, por ejemplo, como defendiendo a los de adentro dice:
[...] Es injusto exigirles, por tanto, que abandonen el aire mismo en que florece su vocacin: el contexto inmediato con su lengua y su gente. Por otra parte, lo que decide es una situacin de hecho: familia, trabajo, edad, races que no pueden arrancarse.19
Beatriz Sarlo, por su parte, justificndose, y coincidiendo con algunas palabras de Grigorich, as como con otras de Jorge Ass en lo que se refiere a que el triunfo slo puede ser desde Buenos Aires, dice:
Estaba por un lado una ciudad, Buenos Aires, que segua siendo para m ese mbito concreto donde poda reconocerme como intelectual y donde, quizs en un acto de ensoacin poltica, apostaba a que mi discurso fuera nuevamente escuchado. Estaba tambin una lengua sobre cuyo desgarramiento me han hablado largamente los exiliados.20
18 Beatriz Sarlo, El campo intelectual: un espacio doblemente fracturado en Sal Sosnowski, Represin y reconstruccin de una cultura: el caso argentino, op. cit., pg. 102. 19 Luis Grigorich, La literatura dividida (Texto originalmente publicado en el diario Clarn de Buenos Aires, el 29/1/1981) en Sal Sosnowski, Represin y reconstruccin..., ibd., pgs. 121-122. 20 Beatriz Sarlo, op. cit., pgs. 102-103.
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Ms adelante, contando las experiencias vividas durante los aos del Proceso, dice:
Los que vivimos los aos del proceso militar en la Argentina estamos todava marcados por un conjunto de experiencias: soportar la presin fsica del autoritarismo supuso mutilaciones, que recin hoy podemos evaluar; supuso tambin el aprendizaje de la astucia y la firmeza, de la paciencia y de las razones.21
El ya citado Ernesto Sbato, quien tampoco se qued ajeno a este mundo de enfrentamientos, dice para justificar que en el pas no se haba parado la creatividad, no slo literaria sino tambin en otros campos:
Cometen una grave injusticia los que estn fuera del pas pensando que aqu no pasa nada y que todo es un tremendo cementerio.23
Jorge Lafforgue, manifestando la sensacin de miedo que muchos pudieron tener, dice:
Para quienes durante la dictadura, autodenominada Proceso..., pudimos quedarnos en el pas y sobrevivir con relativa entrega, el miedo fue un compaero de presencia persistente, ruin e insoslayable. Como observador o protagonista, cada uno de nosotros par-
Ibd., pgs. 106-107. Liliana Heker, Los intelectuales ante la instancia de exilio: Militancia y creacin en Represin y reconstruccin..., dem, pg. 199. 23 Osvaldo Bayer, op. cit., pg. 221.
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ticip de no pocos episodios signados por ese aire a veces difuso, otras fuertemente sofocante, nunca ausente.24
Luis Grigorich, tomando una posicin intermedia, intent poner fin a esas discusiones, o antinomias segn su expresin, entre los residentes en el pas y los desterrados. Aleg que hubo un desconocimiento de la situacin por parte de los dos bandos, as como una falta de un esfuerzo serio para conocer todos los datos que constituyen el contexto de la literatura argentina que se escribi fuera y dentro del pas. Dice que cuando los datos reales no se manejan, aparecen en la escena otros personajes ms perturbadores25. En cuanto a la antinomia de los de adentro y los de fuera, para Grigorich este fantasma no existe. Dice:
Lo que s hubo y seguir habiendo pero no confundamos esto con una antinomia filosfica e ideolgica! es oposicin o enemistad o resentimiento entre individuos, entre escritores o intelectuales o periodistas concretos, con nombre y apellido que compiten por recuperar o conservar un lugar pblico que, a menudo, es la nica seal de identidad y la nica, o mejor, posibilidad de ganarse la vida.26
Sin duda, el bestsellirismo reservado bajo dictadura a connotados escritores extranjeros de Jorge Ass con su novela Flores robadas en los jardines de Quilmes, publicada en 1980, hizo que el debate y el enfrentamiento entre los residentes y los exiliados fuera ms agudo. Ass pas a ser el blanco de las crticas por parte de los exiliados, o los autoexiliados en el caso algunos. Lo acusaron de colaborar con el rgimen. Luis Grigorich defendiendo a Jorge Ass, y aplicando su opinin arriba citada, dice:
En general, no hubo en estos cuestionamientos ni un solo anlisis serio de textos; los crticos prefirieron deducir de la narrativa de Ass los prejuicios que ya guardaban respecto de su autor, y que
24 Jorge Lafforgue, La narrativa argentina (Estos diez aos: 1975-1984) en Represin y reconstruccin..., dem, pg. 157. 25 Luis Grigorich, Literatura. Una descripcin del campo: narrativa, periodismo, ideologa en Represin y reconstruccin..., ibd., pg. 109. 26 Ibd., pg. 110.
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se vieron reforzados por un xito de venta que, ilgicamente, se convirti en sntoma de complicidad con los militares. 27
Efectivamente, quien lee Flores robadas..., o algunas otras novelas, de Ass, descubrir que Grigorich, al menos con Jorge Ass, acierta en sus afirmaciones. Hay muchos ejemplos en la obra del escritor que pueden testificar lo contrario de lo que apostaron algunos crticos. Ya al principio del libro, se puede notar la audacia del escritor al dedicarlo a Haroldo Conti, quien se consideraba aniquilado por las fuerzas represivas. Este gesto escribe William Karta gan para Ass el apodo en algunos crculos de Escritor de la resistencia28. Adems la novela se caracteriza por su discurso realista. Ass narra la historia reciente del pas. Se habla de los militares, del exilio, de un joven ingresado polticamente en la izquierda, etc.; y en plena dictadura militar el personaje se pregunta si todava queda espacio para la militancia. A todo esto, tambin hay que aadir el aspecto inmoral de la novela. Casi se la puede caracterizar de pornogrfica, lo cual atenta a la moral cristiana. Todos estos ejemplos, y otros ms, podran haber sido suficientes para que Jorge Ass fuera duramente censurado, de una parte, y de otra, para que los crticos pasasen a su favor, o al menos acallarlos. Tambin, y al margen de su novela, hay que aadir que Jorge Ass es de una clara tendencia izquierdista. Segn algunas fuentes nunca tuvo relacin alguna de colaboracin con los militares, sino, al contrario, apoy todas las manifestaciones en la Argentina a favor de los derechos humanos, y por el esclarecimiento de la situacin de los secuestrados-desaparecidos. Jos Maristany intenta demostrar en un artculo, el desafo de Flores robadas... al sistema:
Ass emploie le ralisme mimtique bien quil y ait des changements dans les voix narratives que alternent entre la premire et la troisime personnes et le texte semble exhiber une contestation ostentatoire qui dfie courageusement les limites et les contrles du sistme.29
Luis Grigiorich, op. cit., pg. 116. William Karta, Novelizando el proceso argentino: La calle de los caballos muertos, de Jorge Ass en Revista de Crtica Literaria Latinoamericana, 1992, nm. 35, Lima, 1. semestre, pg. 148. 29 Jos Maristany, Contestation ostentatoire et adhsion: Flores robadas en los jardines de Quilmes de Jorge Ass en Imprvue, Universit Paul-Valry, Montpellier-France, 19951, pg. 52.
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El ao 1980 conoci la aparicin de tres novelas importantes. Adems de Flores robadas..., se public Respiracin artificial, de Ricardo Piglia, y Juanamanuela mucha mujer, de Marta Mercader. A travs de estas tres novelas reapareci el debate sobre los temas nacionales. Respecto de las novelas de Ass y de Mercader, Jorge Lafforgue afirma:
En 1980 Flores robadas en los jardines de Quilmes, junto con Juanamanuela mucha mujer de Marta Mercader, quebr una constante cultural instalada al calor de la poltica econmica promovida por Martnez de Hoz.30
En cuanto al libro Respiracin artificial, algunos crticos lo utilizaron para enfrentarlo a Flores robadas...; pero no es esa la opinin de Luis Grigorich. l considera que las dos novelas son complementarias:
La misma intencin empobrecedora estuvo, en mi opinin, en la estril oposicin que enfrent a las novelas de Ass con una novela de Ricardo Piglia, Respiracin artificial, un interesante texto ms ensaystico que narrativo, que en realidad complementa y no enfrenta a libros como Flores robadas en la multiforme produccin literaria nacional.31
Pero despus de esas defensas a Jorge Ass, las cuales nos parecen lgicas, probablemente podra surgir la pregunta de por qu, entonces, los militares no se interesaron por l al publicar Flores robadas que, como ya hemos sealado, contiene, implcitamente, temas que podran haber sido motivo de provocacin al rgimen. La respuesta, creemos, podra estar en la fecha de la publicacin del libro.Por qu Jorge Ass public la novela en 1980 y no antes, teniendo en cuenta que el autor termin de escribirla dos aos antes de su publicacin, es decir en 1978, como bien anota l mismo en el final del libro? Probablemente Ass estaba esperando el momento oportuno para publicarla, y el ao 1980 era ese momento. Ocurre que a comienzos del ochenta se empez a notar brotes del cansancio, o ms bien del fracaso, del rgimen militar, y como consecuencia de ello, dos aos ms tarde, en 1982, el rgimen intent sanear la situacin y ganar la simpata del pue-
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Jorge Lafforgue, op. cit., pg. 153. Luis Grigorich, op. cit., pg. 117.
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blo argentino, emprendiendo la guerra en la Malvinas contra los colonos ingleses; pero por desgracia, o por fortuna, la guerra, como se sabe, acab con su derrota, y as los militares fracasaron en unir a ellos al pueblo, con el grito de la victoria, bajo la bandera, como bien lo han logrado cuatro aos antes, cuando aprovecharon el suceso del triunfo de la seleccin argentina en el Mundial de ftbol en 1978. Luis Grigorich, hablando de los aos en los que se pudo notar los primeros lanzamientos para la libre expresin, dice:
A partir de 1979, quiz de 1980, el periodismo escrito comenz gradualmente a descomprimirse y ya pudo empezar a detectarse aqu y all, voces opositoras que no apelaban a metforas o rodeos para criticar al gobierno.32
Por otra parte, y partiendo de la idea de que ninguna censura es infalible, segn las palabras de Liliana Heker, hay que aadir la astucia con que el autor narra sus historias. Hay que ver cmo introduce el tema de los militares en otros temas que aparentemente aparecen como los principales, pero en el fondo no es ms que una manera para esquivar a los censores y hablar de la situacin psima en la que vive el pas. La mejor manera para descubrir esta astucia, a la vez que audacia, del escritor, es leer la novela. Como referencia podemos citar el ejemplo que hay entre las pginas 31 y 33, donde los personajes, Samantha y Rodolfo, mantienen un dilogo de dos historias paralelas; una, la que parece la historia principal, la que el personaje insiste en contar, aunque en el fondo se trata de una broma, es la historia de un secreto ancestral. Es decir la historia de los antepasados rabes de Rodolfo Zalim y sus relaciones con Lawrence en el desierto de Arabia (Rodolfo Zalim que es de la segunda generacin de hijos de rabes en la Argentina, pretende comparar los ojos de Samantha con los de las beduinas que acompaaban a Lawrence de Arbia para guiarse en el desierto, porque los ojos de stas, segn dice, iluminaban las noches; y Rodolfo, confindole el secreto a Samantha, le dijo que Lawrence
[...] las bautiz [a las beduinas] en una ceremonia Mahometana, con el nombre de Samanthas [...], yo me enter por las actas histricas de mi familia, que son verbales, pasan de generacin en generacin,
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mi abuelo Salvador se lo dijo a mi padre Abdel, y Abdel orgullosamente me lo dijo a m. Consta con claridad, porque mi antepasado, el bufarrn, el Mohammed, estuvo en la ceremonia [...].33
Paralelamente a esta historia aparece otra en la que el autor cuenta la psima situacin en que vive el pas; encontramos frases como Buenos Aires est insoportable, cada da ms imposible, o ya no somos carne que pueda comercializarse en esta carnicera, etc. Estas alusiones, entre otras, a la insoportable situacin del pas vienen camufladas en un dilogo que el escritor supo tejer con sumo cuidado. Al final se puede descubrir que la historia principal del libro es esta ltima, que vena delinendose desde las primera pginas, y que seguira hasta el final; en cuanto a la otra historia, la del secreto ancestral, es una historia secundaria que viene a adornar y complementar la historia general del libro. Incluso a veces, y siempre con el mismo juego de la narracin, se pueden percibir alusiones claras a la dictadura militar, como bien podemos notar en la pgina 41 en donde habla del exilio, o en las pginas 47 y 48 donde, en un monlogo, habla de la dictadura y del proletariado; o en la pgina 77 donde habla de la militancia; etc. Cruel ha sido el destino de Jorge Ass despus de acabada la dictadura militar. Su prestigio declin notablemente como escritor. Adems de las acusaciones de los enemigos durante la dictadura, lleg el momento de la marginacin despus. Esta situacin de declinacin y de marginacin en la que viva Jorge Ass como escritor acab siendo tema de su libro Cuaderno del acostado. Ms an, esta desagradable situacin llev al escritor a retirar sus libros de circulacin, como l mismo lo explica:
En 1990, y desde Pars, fue que comenc a tratar de recuperar los derechos de mis libros. Y en 1992 ya estaban todos, los diecisiete, fuera de circulacin, aunque en la prctica estaban fuera de circulacin de por s, porque tenan un destino previsible de mesa de saldos. Para colmo, el espacio poltico que yo representaba el menemismo era diabolizado por los intelectuales, de manera que ya no tena retorno, pero entonces me importaba menos porque estaba en Pars [de embajador ante la UNESCO], sin la menor angustia econmica y sumergido en las sorpresas de una nueva existencia.34
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Jorge Ass. Flores robadas..., pg. 33. Carta de Jorge Ass dirigida al autor de este artculo (Lisboa, 11 de marzo de 1999).
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Alejarse de la activa vida literaria, por un tiempo, era la alternativa ms adecuada que haba encontrado Jorge Ass para poder salir de ese aprieto; de este modo, quiz, el tiempo ayudara a que el entorno se olvidara de las acusaciones dirigidas hacia l. En realidad Jorge Ass no tena otra eleccin, y los libros publicados despus de los aos del Proceso lo pudieron justificar, porque no tuvieron ninguna consideracin, y pasaron casi inadvertidos. El escritor mismo nos cuenta detalladamente esta amarga situacin, que ha sido motivo para que tomara la poltica como actividad:
De todos modos, el alejamiento era inevitable, ya que precisamente a partir de las ediciones aquellas de la serie Canguros mi presencia como escritor entr en un perodo de declinacin, cuyos lineamientos usted los puede percibir en el Cuaderno del acostado. El desmoronamiento puede explicarse a partir de la irresponsabilidad de haber escrito, y publicado, el Diario de la Argentina 35 , pero en realidad ya tena varias confrontaciones mltiples. El Diario entonces justific el aislamiento y a partir de entonces mis prximos libros (Pretexto de Pars, Leccin del maestro, Partes de inteligencia) caeran como un balde en el vaco. No existiran ya crticas ni consideraciones, ocurra que el poder me haba aplastado y por lo tanto para sobrevivir y proyectarme no tena otra alternativa que tomar a la poltica como actividad, para generar a mi vez otro polo de poder personal. Pero exagero, porque fue simplemente la alternativa que encontr en mi camino. De manera que en 1988 precisamente el ao de Cuaderno del acostado sal a apoyar a mi amigo y paisano Menem en su aspiracin presidencial, y a mediados de 1989 publiqu mi novela El cineasta y partera, y el socilogo marxista que muri de amor, que por supuesto pas inadvertida. Sin embargo triunf Menem en las elecciones presidenciales y de ser un periodista desocupado y un escritor con la suerte cambiada pas a ser embajador, ante la UNESCO, que es el tema principal de una de mis novelas inditas, titulada Place Fontenoy, y temo que, en caso de publicarla, reitere el procedimiento literario del Diario de la Argentina. 36
35 Novela en la que Jorge Ass critica a mucha gente poderosa. Despus de publicarla, tuvo que abandonar su profesin de periodista en el diario, en este caso Clarn, ya que la novela es autobiogrfica y hace alusin al mismo. 36 Carta de Jorge Ass... (Lisboa 11 de marzo de 1999).
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Sin embargo, a pesar de todo lo ocurrido, Jorge Ass no piensa abandonar definitivamente la literatura. Actualmente se est organizando para poder volver a la activa vida literaria. Dice: Y tambin que sigilosamente tramito una reinstalacin literaria [...]. Tambin afirma en una de sus cartas recibidas37, que est pensando tomar un necesario tiempo sabtico para poner en orden sus papeles, y terminar muchos textos que tiene redactados a mano en varios cuadernos. Con estas palabras, algo nostlgicas, Jorge Ass habla de su biblioteca que est en su antiguo apartamento, situado en el barrio de Once38:
[...], para acudir, de pronto, a encerrarme al imn de mi antigua departamento de Hiplito Yrigoyen, que lo conservo exactamente igual que en la poca del acostado, con una biblioteca colmada de libros que hace un cuarto de siglo nadie saca de sus anaqueles. En ese lugar reducido de un edificio ordinario del barrio de Once he sido feliz, con las palabras y tantas otras pasiones explicablemente secretas. Siento entonces que en el fondo no pudo haber pasado nada demasiado importante en mi vida, y que estoy perfectamente preparado para iniciar, a los 53 aos, una nueva existencia. De todas maneras, el horrible divn azul de Yrigoyen, siempre como petrificado me espera.39
Jorge Ass tiene dividida su vida en, lo que l mismo llama, tres existencias. Su primera existencia es la de su infancia y adolescencia; es la que se narra en su novela Don Abdel Zalim...; su segunda existencia es durante la cual escribi la novela citada; dice de esta novela: Curiosamente, ese libro lo escrib inmediatamente despus de dejar Villa Domnico, el barrio de mi infancia, donde viv entre 1949 y principios de 1970. Su tercera existencia es la que vive ahora; y incluso tiene un cuento, todava indito, titulado as, Tercera existencia, del cual dice el escritor que se identifica con su personaje. As habla el escritor de estas tres existencias:
En realidad, a los 53 aos me siento en esta tercera etapa clave de mi vida, y por ejemplo me recuerdo en un caf del Boulevard
Lisboa 29 de abril de 1999. Cuando Jorge Ass nos escribi est carta estaba en los ltimos meses de su carrera como embajador en Lisboa. 39 Lisboa 29 de abril de 1999.
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Saint Michel, enfrascado en la lectura de las pruebas de pgina de la edicin francesa de Don Abdel Zalim. Era extrao: senta que desde mi tercera existencia lea un libro escrito durante mi segunda existencia y donde se recreaban algunas peripecias autobiogrficas de la primera.40
Notamos, pues, que el escritor se est preparando para volver a la activa vida literaria, pero no sin mostrar su preocupacin. Afirma que le cuesta reinstalarse literariamente: [...] siento que me resulta muy difcil mi reinstalacin pblica en la literatura41. Parece que Jorge Ass anda con mucha cautela para volver a publicar, porque quiz piensa que la tormenta no ha amainado del todo, y que todava no ha llegado el momento oportuno. Pero a pesar de todo, y como desafindose a s mismo, Jorge Ass piensa reiniciar pronto su carrera literaria. Ya tiene por lo menos dos novelas escritas: Dandy del sur y Place Fontenoy, y que estn esperando su momento para salir al mercado, y tambin nos escribi que estaba en los tramos finales de una nueva novela, de la que dice nada tiene que ver con su obra anterior. En un encuentro con Jorge Ass en Madrid el 28 de octubre de 1999, nos comunic que l nunca dej de escribir. Su aficin por la escritura lo acompa, tambin, durante su carrera poltica, y su vuelta a la activa vida literaria, segn l, slo puede realizarse si sus libros obtienen un inters por parte de los crticos como antes, y es por eso, sobre todo, que el escritor est luchando. Para intentar conseguirlo, tuvo la idea de publicar sus libros desde fuera de la Argentina, pues quiere buscar el xito desde el exterior. Su presencia en Madrid, en ese da, fue precisamente por este motivo.
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Carta de Jorge Ass... (Lisboa, 6 de marzo de 1999). Carta de Jorge Ass... (Lisboa, 11 de marzo de 1999).
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