Con Trotsky en El Exilio

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Con Trotsky en el

exilio:
De Prinkipo a
Coyoacn

Datos de publicacin: Apareci por vez primera con el

ttulo With Trostky in Exile: From Prinkipo to Coyoacan,


publicado en 1978 por Harvard University Press. Luego
apareci en frances.
Traduccin al castellano: Del frances, por Tununa
Mercado, 1979.
Versin digital: Editado de su versin original por
Valentina; publicado por el Centro de Estudios,
Investigaciones y Publicaciones "Leon Trotsky", por
cortesa de quien aparece aqu.
Esta edicin: Marxists Internet Archive, septiembre de
2013. Preparado para Marxists.org por Rodrigo Cisterna..

Nota introductoria
Los recuerdos del secretario, traductor y
guardaespaldas de Trotsky entre octubre de 1932 y
noviembre de 1939 recrean detalladamente la
atmsfera en que viva y trabajaba en esos aos de

exilio. El relato simple y preciso de esa cotidianeidad


trascendente permite, en no pocos casos, superar
errores involuntarios de otros autores, disipar
calumnias y despojar al personaje del aura mitolgica
que, como a todos los grandes hombres, suele
crersele. Este libro, lejos de basarse en la frgil
memoria, est minuciosamente verificado con un
archivo personal del autor que contiene 22 mil
documentos (entre ellos 4 mil cartas de Trotsky),
correspondientes al periodo que se extiende entre
1929 y 1940. El periodo del exilio en Mxico es
ampliamente considerado, aportando mucha -y
nueva- informacin, de quien fuera testigo de la
relacin con Diego Rivera, Frida Kahlo, Bretn y
gran cantidad de personalidades mexicanas.
Eludiendo la devocin incondicional tanto como la
hostilidad sistemtica, el relato de Heijenoort -que no
pretende ser un examen integral de la personalidad
de Trotsky, de sus ideas y de su carcter- contribuye
sin embargo a la visin crtica de una etapa histrica
que los sucesos posteriores actualizan hoy. Una
experiencia vivida no se transmite como un objeto.
Su transmisin es una reconstruccin, una
reconstruccin para quien escribe y otra, quizs
diferente, para quien lee. De eso se trata.

______________________________

Prlogo
Viv

junto a Len Trotsky, salvo algunas interrupciones, de


octubre de 1932 a noviembre de 1939. Era miembro de su
organizacin poltica y me convert en su secretario, traductor y
guardaespaldas. El pequeo libro que presento no es la historia

poltica de esos aos. Tampoco es un retrato de cuerpo entero


del hombre. Son recuerdos, mis recuerdos. Intento recrear la
atmsfera en la que viva y trabajaba Trotsky durante esos aos
de exilio. Me esforzar por no repetir aqu lo que ya se conoce
y lo har slo cuando sea necesario para apoyar mi relato. Pido
en consecuencia a mi lector cierto conocimiento de los
acontecimientos de que hablo. Le pido tambin que a veces
restablezca ciertas proporciones; mi relato, muy a menudo,
estar hecho de detalles puesto que soy el nico que los conoce
y no quiero que desaparezcan conmigo; el lector no deber
perder nunca de vista el contexto en el que todo eso debe
insertarse.
En el transcurso de mi relato suceder que a veces tenga que
dar un detalle que, a primera vista, podr parecer de un inters
menor. Es que s, por mi conocimiento del pasado y de los
archivos, que esa informacin quizs permitir que un
investigador pueda reconstituir un hecho, identificar un
documento.
Lo que se ha escrito sobre Len Trotsky despus de su
muerte, aun cuando sus autores hayan sido personas de buena
voluntad, contiene una buena dosis de errores materiales.
En un Apndice trato de corregir algunos de esos errores.
Pero a menudo mi propio texto, sin que yo seale
explcitamente un error, ha sido escrito como reaccin contra
algn fragmento de un trabajo que considero errneo. Sobre
aquellos episodios que peor se conocen es donde ms me
extiendo e intento dar todos los detalles que recuerdo. Ciertos
errores que se han vuelto tan frecuentes a menudo slo son
faltas debidas a distracciones, a veces a tonteras. Pero Trotsky
es un personaje que parece destinado a provocar actividades
mitognicas, contra las que creo que se debe reaccionar
presentando un relato lo ms preciso y concreto posible. Por
aadidura, las calumnias stalinistas contra Trotsky fueron tan
masivas, tan prolongadas, que seguramente quedan aqu y all
algunos restos de mal olor; la mejor manera de disiparlos es
contar simple y exactamente cmo viva.
Conozco demasiado bien las flaquezas de la memoria para
llegar a imaginar que no hay errores en mi relato. Pero haba
guardado algunas notas y tuve a mi disposicin los archivos,

archivos que yo mismo haba puesto en orden. Pude verificar


entonces bastantes cosas.
No he credo oportuno mezclar a estos recuerdos un examen
crtico de la personalidad de Len Trotsky, de sus ideas y de su
carcter. sa sera otra tarea. Los archivos contienen, tan slo
para el perodo de 1929 a 1940, cerca de 22 mil documentos.
En otras partes se descubrirn otros. Entre esos documentos
hay cerca de cuatro mil cartas de Trotsky, quien fue un gran
cultor de la epstola tanto por la cantidad como por el estilo.
Todo eso queda por explotar. Hasta ahora los escritos de
Trotsky han sido objeto, casi exclusivamente, ya sea de una
anatematizacin completa, o de una veneracin devota. Pero lo
que esos textos piden es una crtica. Crtica de las ideas y de
sus encadenamientos, de los argumentos empleados, de las
perspectivas y de sus cambios. Crtica literaria tambin, con un
examen del estilo, un estudio de las metforas que puedan
conducir a apreciaciones sobre la persona del autor. Todo eso
queda por hacer, pero no es lo que quise emprender en mi libro.
Lo que aporto en este pequeo volumen son, en cierta medida,
algunos materiales para ese trabajo.
Demasiadas veces me sucedi que al contar tal o cual
episodio de mi vida con Trotsky mi interlocutor sacara
conclusiones muy diferentes de las que yo pensaba obtener con
mi relato, como para no saber que el poder de las palabras tiene
sus lmites. He tratado de elegir bien las mas, pero sin
forjarme muchas ilusiones. Sin duda habr malentendidos. Una
experiencia vivida no se transmite como un objeto. Su
transmisin es una reconstruccin, reconstruccin para quien
escribe y reconstruccin, quizs diferente, para quien lee.
Dicho esto, he aqu mi relato.

I.
Prinkipo

Llegu a Prinkipo el 20 de octubre de 1932. Tena veinte aos.


Acababa de salir de nueve aos de internado y me senta un
rebelde total contra la sociedad.
Desde la edad de quince aos me consideraba comunista, al
principio con una coloracin rousseauniana y utopista, despus,
en medio de la gran crisis econmica y de sus repercusiones,
con una actitud ms directamente poltica y activista. A partir
de la primavera de 1932 era, de hecho, miembro de la Liga
Comunista, el grupo trotskista francs de entonces. En aquella
poca no haba carnets de afiliacin: ramos tan pocos, apenas
una veintena de personas verdaderamente activas en Pars. Yo
participaba en las actividades del grupo que consistan sobre
todo en tomar parte en las discusiones y en vender a viva voz
La Vrit por las tardes en las bocas de los metros, cuando los
obreros salan del trabajo, o el domingo por la maana en las
calles, en los barrios populares. Pegbamos carteles por la
noche, lo que a menudo terminaba en una delegacin policial,
pues nunca tenamos el dinero para ponerles a esos carteles los
timbres legalmente requeridos. Fui el primer adherente de la
Liga que no haba pasado por el Partido Comunista o la
Juventud Comunista; todos los que encontraba en la Liga
haban sido expulsados de una o la otra de esas organizaciones.
La Liga haba sido creada en 1930 y haba tenido una vida
agitada. En 1932, su direccin se encontraba en manos de dos
grupos, Raymond Molinier y Pierre Frank de un lado, Pierre
Naville y Grard Rosenthal, del otro. El primer grupo, seguro
de gozar de la confianza de Trotsky, era el que tena
preponderancia. Las diferencias de temperamento y de carcter
entre Molinier y Naville eran una fuente constante de
conflictos. En 1930 hubo una crisis que amenaz la existencia
misma de la nueva organizacin. La paz tuvo que ser impuesta
por Trotsky. Cuando adher a la Liga, no haba desacuerdos
profundos entre los dos grupos y la vida interna de la
organizacin era entonces relativamente calma. Pero el
antagonismo entre Molinier y Naville habra de dominar la
vida del grupo durante los aos que siguieron.
El grupo francs formaba parte del movimiento trotskista
internacional. Despus de 1923 Trotsky haba criticado la
direccin de la Internacional Comunista por lo que consideraba
desviaciones de la va revolucionaria. Sin embargo, incluso

luego de haber sido expulsado de Rusia por Stalin en 1929,


Trotsky siempre consider que su objetivo era reconducir a la
Internacional Comunista al camino de la "Revolucin", y no
crear una organizacin rival. Aunque formalmente excluidos de
las filas de la organizacin oficial, los trotskistas se
consideraban parte de una oposicin que por el momento
estaba afuera, pero que un da recuperara su lugar en las filas
de la Internacional Comunista. "Nuestras ideas sern vuestras
ideas y se expresarn en el programa de la Internacional
Comunista", haba escrito Trotsky unos aos antes.
A mediados de 1932, el principal tema de disputa entre los
trotskistas y los stalinistas era la situacin en Alemania. Hitler
ascenda en forma continua y los dos grandes partidos obreros,
el Partido Socialdemcrata y el Partido Comunista, con
millones de votos, permanecan desunidos e inertes. El Partido
Comunista alemn, por orden de Stalin rechazaba toda accin
comn con los socialistas, identificndolos con los nazis. A
principio de 1932, Stalin haba hecho el profundo
descubrimiento de que nazismo y socialdemocracia eran
"gemelos". La actividad del Partido Comunista alemn
descansaba sobre la teora de que los socialistas eran, en
realidad, "socialfascistas". Una publicacin comunista oficial
declaraba en julio de 1931: "Todas las fuerzas del Partido
(Comunista alemn) deben ser lanzadas a la lucha contra la
socialdemocracia". El peligro que representaba Hitler era
minimizado y varias veces la direccin del Partido Comunista
alemn anunci que el movimiento nazi estaba a punto de
descomponerse. Trotsky toc a rebato: denunci la poltica
absurda del Partido Comunista alemn en una catarata de
artculos y folletos, llenos de mordacidad y de inspiracin. Si
hoy echramos una mirada hacia atrs, esos escritos
apareceran como los ms brillantes de todos los que produjo
en el exilio.
En julio de 1932 la situacin empeor bruscamente en
Alemania, donde hubo un nuevo desplazamiento hacia la
derecha. El Partido Comunista francs convoc, para el 27 de
julio, a un gran mitin en Bullier, a fin de tratar de justificar la
injustificable poltica del Partido Comunista alemn y de la
Internacional Comunista. Bullier era un vasto saln de baile en
lo alto del Boulevard Saint-Michel, capaz de contener varios
miles de personas y se utilizaba de tanto en tanto para mtines

polticos. La Liga haba decidido hacerse or. Queramos


explicar una vez ms que las organizaciones socialistas y
comunistas deban formar un frente unido contra Hitler. La sala
estaba repleta. Y nosotros, apenas unos veinte, en medio de la
multitud. Despus de uno o dos discursos de oradores oficiales
del Partido Comunista, quienes repitieron que en Alemania el
enemigo principal era el Partido Socialdemcrata, nosotros
abrimos fuego. Raymond Molinier grit: "Pedimos la palabra
para una declaracin de cinco minutos!" Pudo agregar algunas
palabras sobre la gravedad de la situacin en Alemania y sobre
la necesidad de un frente unido contra Hitler, pero no logr ir
muy lejos. A una seal de Pierre Smard, uno de los dirigentes
del Partido Comunista francs y, sin duda, el que tena ya una
especialidad en perseguir a los trotskistas, los miembros del
servicio de orden que ya nos haban ubicado y tomado posicin
alrededor nuestro, se apoderaron de unas sillas y empezaron a
golpearnos. Yo fui uno de los que ms recibieron. Me sacaron
con la cabeza ensangrentada
Ya en el mes de junio Raymond Molinier me haba
preguntado si estaba dispuesto a partir a Prinkipo para ser
secretario de Trotsky. Se necesitaba alguien y una de las
razones que guiaron la eleccin de Molinier fue sin duda que
yo lea ruso, idioma que me haba puesto a aprender solo. Mi
partida haba sido demorada varias veces, pero el 13 de octubre
me embarcaba en Marsella, en el Lamartine y, despus de una
escala en Npoles y en el Pireo, desembarcaba en Estambul, el
20 por la maana. Supe ms tarde que Pierre Frank, que se
encontraba entonces en Prinkipo, haba venido a buscarme;
pero, en mi apresuramiento, descend tan rpido que nos
desencontramos.
Sin
abandonar
el
muelle,
tom
inmediatamente el barquito a labes para Prinkipo, donde
desembarqu al final de la maana, valija en mano. Al llegar a
la puerta de la casa, le di una nota al polica turco que all se
encontraba. Fue Jan Frankel quien sali a recibirme. Yo estaba
conversando con l en el vestbulo de la casa cuando Trotsky
descendi de su escritorio. Estaba vestido con un traje de lino
blanco. Volvindose hacia Jan, dijo, refirindose a m: "Se
parece a Otto". Otto era Otto Schssler, que viva entonces all;
como yo, es rubio, pero el parecido se detiene all: somos muy
diferentes por el tamao y la forma del rostro.

Len Trotsky se haba exiliado de Rusia a comienzos de


1929. Haba llegado a Estambul, proveniente de Odessa el 12
de febrero de 1929, con su segunda esposa, Natalia, y su hijo
mayor Liova que entonces tena 23 aos. Trotsky y Natalia
haban dejado en Rusia a su hijo menor Serguei, un ingeniero
que no se ocupaba de poltica. Dos meses despus de su
llegada, Trotsky, Natalia y Liova se instalaron en Prinkipo, una
isla en el mar de Mrmara. Zinaida, o Zina como le deca, la
hija mayor de Trotsky, de su primer matrimonio, haba dejado
Rusia a fines de 1930 y llegado a Prinkipo el 8 de enero de
1931, con su hijo Vsievolod o Sieva, diminutivo de su nombre.
Liova se fue de Prinkipo el 18 de febrero de 1931 para ir a
Berln, a fin de retomar sus estudios de ingeniera y tambin
para participar en la poltica revolucionaria. Zina, por su parte,
dej Turqua el 22 de octubre de 1931, tambin con destino a
Berln para seguir un tratamiento mdico, dejando a Sieva en
Prinkipo.
A mi llegada all encontr viviendo en la casa, como
secretarios y custodios, a Jan Frankel, de Praga; Pierre Frank,
de Pars y Otto Schssler, de Leipzig. Una dactilgrafa rusa,
Maria Ilinichna Pevsner, que tena un departamento en
Estambul, llegaba por las maanas y se iba al final de la tarde;
cuando el mar estaba peligroso, pasaba la noche en el hotelito
de Prinkipo, el Hotel Savoy.
Jan Frankel, que haba llegado a Prinkipo el 15 de abril de
1930 era, de alguna manera, el secretario titular. Su llegada
haba permitido que Liova pudiera partir a Berln. Otto
Schssler, llegado en mayo de 1932, era miembro de la
direccin del grupo trotskista alemn y Pierre Frank, llegado el
15 de julio de 1932, era miembro del grupo trotskista francs.
Los dos haban venido a Prinkipo ms bien como visitantes,
visitantes cuyas visitas se haban prolongado pues haba
muchas cosas que hacer. En la prctica, esas diferencias no
eran muy marcadas. En cuanto a m, deba ocupar el lugar de
Frankel, despus de un perodo de formacin.
Prinkipo es la ms importante de las islas de un pequeo
archipilago del mar de Mrmara. Este archipilago comprende
cuatro islas principales que estn habitadas y cinco ms
pequeas que no lo estn. De las islas habitadas Prinkipo es la
ms distante de Estambul. La distancia es de unos treinta

kilmetros y, en aquella poca, los barcos que salan del puente


de Glata al desembarcadero de Prinkipo tardaban, con escalas
en las otras islas, alrededor de una hora y media para hacer el
viaje.
La isla de Prinkipo tiene una quincena de kilmetros de
permetro, pero estaba en gran parte despoblada. La poblacin
se concentraba en una aldea, casi una pequea ciudad, cerca del
embarcadero; a continuacin algunas casas se escalonaban a lo
largo de la costa norte de la isla y luego se hacan ms raras
hacia el oeste. La parte sudoeste de la isla estaba deshabitada.
Alejndose de la costa hacia el interior de la isla, se ascenda
bastante rpidamente. El punto ms elevado estaba a unos 200
metros por encima del nivel del mar y cerca de all haba un
monasterio ortodoxo griego. El interior de la isla estaba
cubierto de pinos, cuyo fuerte perfume flotaba siempre en el
aire. El suelo era rojizo. El mar y el cielo, a diferentes horas del
da, tenan colores vivos y siempre cambiantes. Al amanecer o
en el crepsculo se vean unos violetas y malvas raramente
vistos en otra parte.
Al este de la isla, a pocos kilmetros, se encuentra la costa
asitica, al noroeste, mucho ms lejos, apenas visibles, la costa
de Europa. Halki, la isla habitada del archipilago ms cercana
de Prinkipo, se encuentra al noroeste, a uno o dos kilmetros.
El mar de Mrmara, con sus islas y la costa asitica, la
vegetacin de Prinkipo, el cielo, todo eso junto formaba el sitio
ms bello del mundo. Yo volv a ver Prinkipo en 1973. En la
isla hay muchas ms construcciones. La costa asitica, donde
en 1932 slo estaba el pueblito de Kartal, es hoy en da un
suburbio de Estambul, de casas apretadas. El mar de Mrmara
est contaminado y una fbrica de cemento despide, desde la
costa asitica, un constante penacho de humo hacia el cielo de
Prinkipo.
La base de la poblacin de Prinkipo en 1932 era griega,
aunque la administracin y la polica estuvieran,
evidentemente, en manos de los turcos. Todas las islas del
archipilago tienen un nombre griego y un nombre turco.
Prinkipo en turco es Byk Ada, la Gran Isla. En Prinkipo, Isla
de Prncipes, el emperador de Bizancio relegaba all a los
prncipes en desgracia, a menudo despus de haberles hecho
saltar los ojos.

La casa que ocupaba Trotsky se encontraba en la costa norte,


a un cuarto de hora de marcha a pie del desembarcadero, en el
sitio en que las viviendas comenzaban a hacerse raras. La casa,
que tena unos cuarenta o cincuenta aos, estaba slidamente
construida y haba sido sin duda la residencia de verano de
algn personaje importante de Estambul. Se encontraba en un
gran jardn rectangular, al que divida en dos partes, el lado de
la calle y el lado del mar. El jardn estaba rodeado de bardas de
unos dos metros de altura. Se acceda a la casa por una callecita
cerrada, Hamladji Sokagi, que descenda hacia el mar. Despus
de haber atravesado una pequea puerta de hierro a la entrada,
se encontraba a la derecha una dependencia, donde haba
permanentemente una reducida guarnicin de cuatro a seis
policas turcos. Al doblar hacia la izquierda, un sendero
conduca a la entrada principal de la casa. El jardn, bastante
abandonado, estaba lleno de arbustos y de flores y a la siesta
las lagartijas se calentaban al sol sobre las paredes. Se poda
atravesar la casa y salir del lado del mar. De ah el jardn
descenda bruscamente hacia ste y el camino zigzagueaba en
medio de una abundante vegetacin mediterrnea. Al final del
jardn se abra una puerta y se llegaba al desembarcadero
privado de la casa, slidamente construido con enormes
piedras.
La casa tena dos pisos principales. En la planta baja,
despus de un vestbulo, una gran habitacin central, con
ventanas amplias y una puerta vidriada que daba al mar, era
utilizada como comedor. A la izquierda haba, cerca de la
entrada, una habitacin que serva de sala de guardia, luego
vena otra pieza que era, a mi llegada, el cuarto de Pierre Frank
y de Otto Schssler. A la derecha, estaban la cocina y otra
pieza. El medio del primer piso formaba una galera amplia que
terminaba en un balcn del lado del mar. En los costados de
esta galera haban instalado contra la pared, estanteras, que
estaban llenas de libros y de legajos. A la izquierda de la
galera se encontraba el bao reservado a Trotsky y a Natalia,
luego su dormitorio. A la derecha haba, en primer lugar, una
pieza que era de Jan Frankel y ma, despus un pequeo
estudio al que llambamos la cancillera, donde trabajaba
Maria Ilinichna y donde se acomodaban los legajos de la
correspondencia y, finalmente, en esquina, el escritorio de
Trotsky, grande, con ventanas a ambos lados, bien iluminado.
En el segundo piso haba una mansarda, donde ordenbamos

las colecciones de diarios y de revistas y una pieza donde


dorma la cocinera. No haba telfono en la casa. En caso de
urgencia, se utilizaba el telfono del Hotel Savoy, a diez
minutos de marcha.
Toda la casa estaba escasamente amueblada. Ms que vivir,
pareca que acampbamos all. Las paredes estaban pintadas a
la cal. Pero la casa era espaciosa, seca y llena de luz.
Cuando Trotsky, Natalia y Liova llegaron de Estambul,
vivieron durante cerca de tres semanas en el consulado
sovitico. Estaban all en una situacin ambigua, a la vez
huspedes y prisioneros. Era una situacin transitoria que no
dur mucho tiempo. El 5 de marzo dejaron el consulado y se
instalaron en el Hotel Tokatliyan, en la calle principal de Pera.
El 6 de marzo, Trotsky envi a Maurice Paz, en Pars, el
siguiente telegrama: "Libres estamos hotel buscamos domicilio
salud Len". La primera palabra revela los sentimientos de
Trotsky durante su estada en el consulado sovitico. Despus
de pasar unos das en el Hotel Tokatliyan, los nuevos
emigrados se instalaron en un departamento amueblado que
encontr Liova, en el sector llamado Bomonti del barrio
Chichli de Estambul, en el nmero 29 de la calle Izzet Pash. A
fines de abril se instalaron en la casa Izzet Pash (la calle y la
casa tenan el mismo nombre, lo que enga a algunos
narradores), en Prinkipo. La casa, la cual yo conoc, se
encuentra sobre la costa norte de la isla como aqulla en que
viv, pero un poco ms cerca del desembarcadero. Fue daada
por un incendio, del que volver a hablar, en la noche del 28 de
febrero al primero de marzo de 1931, cerca de las dos de la
maana. La maana del incendio, Trotsky se fue a vivir durante
tres semanas al Hotel Savoy. A fines de marzo abandona
Prinkipo y se instala en una casa en la costa asitica, en Moda,
un barrio de la pequea ciudad de Kadiky, en el nmero 22 de
la calle Chifa. En enero de 1932 vuelve a vivir a Prinkipo, en la
casa a donde llegu y que he descrito.
Heme aqu entonces en la casa, rpidamente integrado a la
vida comn. Una actividad importante, a la que tengo que
adaptarme de inmediato, es la pesca. En el desembarcadero de
la casa, en la parte baja del jardn, hay dos botes de unos
diecisis pies de largo cada uno. Uno de ellos tiene un motor
fuera de borda. Un pescador griego, Kharalambos, un hombre

joven, simple y puro, se ocupa de los botes y de los


instrumentos de pesca. Partimos a la maana, hacia las .cuatro
y media. Todava es de noche. Trotsky desciende el sendero
que lleva al desembarcadero con paso firme. Algunas veces,
bastante raramente, Natalia nos acompaa en esas salidas de
pesca matutina. De los secretarios, uno o dos estamos all. Uno
de los policas turcos tambin viene. Abajo, Kharalambos tiene
todo preparado y partimos rpidamente. Muy pronto, el cielo
comienza a ponerse color malva. Es la pesca en pleno mar,
activa, a veces extenuante, con lneas o redes, con diferentes
tcnicas, la que entonces dirige Kharalambos como un amo, de
acuerdo a las estaciones y a las especies de peces. El mar de
Mrmara estaba en aquella poca lleno de peces y traamos
grandes cantidades de pescado; haba sobre todo rubios y
pescados enormes que llambamos palamouts y que son una
especie de bonito, con la forma y los colores de la caballa, pero
mucho ms grandes; haba muchos otros. Para el almuerzo
comamos muy a menudo pescado, pero eso apenas disminua
la cantidad que traamos. El excedente lo donbamos al
Hospital de Prinkipo.
A veces Kharalambos colocaba a la tarde nasas para pescar
langostas que bamos a levantar al da siguiente a la maana.
Un da volvimos con unas treinta piezas que Trotsky, muy
orgulloso, hizo alinear sobre el piso del comedor. Algunas
veces dejbamos las lneas con anzuelo durante la noche; pero
suceda que los tiburones venan a prenderse de esas lneas y
cuando tirbamos de alguna de ellas apareca un monstruo de
dos metros que haba que matar a tiros. En lo que se refiere a la
pesca, se haban producido cierto nmero de accidentes antes
de mi llegada que despus me contaron; era un aspecto de lo
que poda llamarse el folklore de Prinkipo. Un da, Jeanne, la
compaera de Liova, acompa a Trotsky a pescar. Jeanne
tena inclinaciones naturistas. Haban trado una red llena de
peces, que agonizaban en el fondo del bote. Jeanne se puso, a
brazos llenos, a arrojar los peces nuevamente al mar. Intil
decir que a Trotsky no le gustaban ese tipo de cosas. Otro
incidente que formaba parte del folklore, fue un desperfecto en
el motor durante una partida de pesca bastante lejos, del lado
de Yalova. Hubo que acampar sobre la costa asitica y pasar la
noche al aire libre.

De tanto en tanto, la pesca dejaba el lugar a la caza. bamos a


cazar a la costa asitica, cerca de Kartal. Dejbamos el bote en
la playa, con Kharalambos. Partamos con el perro a travs de
terrenos incultos, cubiertos de arbustos, una especie de selva.
La caza era exclusivamente de codornices; muy raramente, un
conejo. Trotsky tenan un tiro de escopeta rpido y preciso.
Pero era evidente que ese tipo de caza lo absorba mucho
menos que la pesca. La caza, por otro lado, era bastante poco
abundante. La cacera muy pronto se converta ms bien en un
ejercicio de marcha y Trotsky no dejaba de hacer preguntas
sobre el trabajo en la casa ("Respondi usted esa carta?", etc.),
que no haca durante la pesca. Tambin contaba historias de
caza. Por ejemplo, cmo se caza el lobo en Siberia: un
campesino corre muy velozmente, desenrollando un ovillo de
hilo embadurnado de grasa y describiendo un amplio
semicrculo que el lobo no poda atravesar.
Contaba as cmo Lenin llevaba a cazar a Zinoviev, que
detestaba esa actividad y se ocultaba, siempre que poda, en un
almiar de donde Lenin lo sacaba tirndolo de las botas. Hubo
tambin algunos picnics en el campo sobre la costa asitica. De
uno de ellos vine quemado por el sol y Natalia cur mis
quemaduras con yogurt, a la manera rusa. Despus de cuatro
aos de lucha contra Stalin en el interior del Partido Comunista
ruso, Trotsky haba sido excluido de ese partido a fin de 1927 y
despojado de todas sus funciones oficiales. A principio de
1928, Stalin lo haba deportado a Alma At, la ciudad principal
de Kazajstn, en la parte oriental de Asia central sovitica, a
ms de tres mil kilmetros de Mosc. Trotsky estuvo all con
Natalia y Liova. Era, por supuesto, estrechamente vigilado por
la GPU, pero tena an cierta libertad. Reciba y enviaba cartas.
Iba de caza. Trotsky me cont un da en Prinkipo que durante
la estada en Alma At, Liova y l haban estudiado de cerca,
en los mapas, el camino que haba que seguir para alcanzar la
frontera china, que se encontraba a unos 200 kilmetros, para
una eventual evasin en esa direccin. A fines de 1928, Stalin
haba llegado a la conclusin de que Trotsky no poda
permanecer en Alma At. Asesinar a Trotsky en ese momento
habra encontrado una oposicin por parte de ciertos miembros
del Politbur y habra podido enceguecer de rabia a algn
joven trotskista, hasta el punto de llevarlo a cometer un
atentado contra Stalin. Exiliar a Trotsky pareca la salida.
Stalin vacil largo tiempo. El tren que llevaba a Trotsky,

Natalia y Liova, de Alma At a Rusia occidental se qued


parado durante doce das y doce noches en una va muerta, a la
espera de rdenes. Stalin se decidi finalmente y Trotsky fue
enviado a Estambul. Probablemente Stalin pens que, una vez
en el extranjero, Trotsky permanecera aislado, sin amigos ni
dinero, y que sera fcil desacreditarlo a los ojos del pueblo
ruso si publicaba artculos en la prensa extranjera.
En 1932, Stalin habra de darse cuenta de que haba
cometido un error al dejar salir a Trotsky de Rusia. En el
extranjero, Trotsky encontr nuevos amigos, public el Boletn
de la Oposicin en ruso y derram una catarata de libros,
folletos y artculos. La posibilidad de que Stalin quisiera
"corregir" su error asesinando a Trotsky creci de ao en ao.
Haba tambin otro peligro. En esos aos Estambul estaba llena
de rusos blancos que haban combatido en la guerra civil y que
no estaban exactamente bien dispuestos respecto de Trotsky.
Adems, los dos peligros podan fcilmente combinarse:
mediante la GPU, Stalin poda manipular un ruso blanco para
preparar un atentado contra Trotsky.
En 1932 el problema de la seguridad se haba convertido en
una preocupacin constante en Prinkipo. La guardia nos
llevaba gran parte del tiempo. Estbamos, por supuesto,
siempre armados. En ese momento tenamos principalmente
parabellum alemanas. Trotsky mismo tena una curiosa y
pequea pistola automtica que no s de dnde haba salido.
Cuando Trotsky iba a la planta baja de la casa para comer,
cerrbamos una parte de las ventanas y de las puertas de vidrio
con postigos de hierro, y el que de nosotros estaba entonces de
guardia, haba comido ms temprano y realizaba su misin en
el jardn, alrededor de la casa. Por la noche, el que estaba de
guardia permaneca en la sala de guardia, cerca de la entrada, y
peridicamente haca rondas, a veces con uno de los policas
turcos. Nunca me hice demasiadas ilusiones acerca de la
eficacia de nuestra vigilancia. Cuando un gran Estado, que
dispone de medios financieros y tcnicos inmensos, quiere
eliminar a un individuo aislado, desprovisto de recursos,
rodeado solamente de algunos amigos jvenes, la partida es
demasiado desigual. Ese escepticismo no disminua nuestras
ansias y nuestra devocin. Hacamos lo que podamos,
dicindonos que tal vez podramos detener al menos el gesto de
un desequilibrado. Un agente de la GPU, Blumkin, que haba

formado parte del secretariado militar de Trotsky durante la


guerra civil, se encontr con Liova en una calle de Estambul y
visit clandestinamente a Trotsky en el verano de 1929. De
regreso a Mosc, fue traicionado y Stalin lo hizo fusilar. En
Prinkipo, Blumkin, que era un conocedor, haba dicho a
Trotsky que por lo menos haca falta una veintena de hombres
adiestrados para asegurar la guardia. Nosotros no ramos ms
que tres o cuatro y poco entrenados.
La guardia era fatigosa y probamos varios sistemas. De
acuerdo a uno de ellos, nos relevbamos cada cuatro horas; de
acuerdo a otro, uno de nosotros asuma la guardia por
veinticuatro horas corridas. Nunca se logr nada
verdaderamente satisfactorio. ramos demasiado pocos. Ser
despertado en pleno sueo a las dos de la maana para tomar
un turno de guardia es algo muy penoso cuando se repite
durante meses y meses, y la falta de sueo constituye uno de
mis recuerdos de Prinkipo. Cuando durante el da uno de
nosotros se tenda un rato en la cama para descansar leyendo
algo o para dormitar y, por una razn u otra, Trotsky entraba en
el cuarto, no dejaba de exclamar: Vean ustedes a 1a
emigracin rusa!
El cartero traa todas las maanas (salvo el viernes, en ese
tiempo da feriado en Turqua) un correo abundante. Cartas,
diarios, libros, paquetes de documentos afluan del mundo
entero. Abramos todos los paquetes antes de entregrselos a
Trotsky, pero las cartas se las dbamos sin abrir. La tcnica del
asesinato no permita todava en esa poca -pensbamos- meter
un artefacto mortfero dentro de un sobre delgado. Todos los
das haba algunas cartas excntricas; algunas citaban la Biblia,
otras proponan recetas para la salud o para la salvacin del
alma. Estaban tambin los coleccionistas de autgrafos.
El correo nos traa, con tres o cuatro das de atraso, los
diarios de Europa occidental. Trotsky lea entonces con
minucia Le Temps y la Deutsche Allgemeine Zeitung,
anotndolos con lpiz rojo o azul. Algunos artculos se
recortaban y archivaban. Por la maana, llegaban los
peridicos turcos del da, de los que por lo menos
alcanzbamos a leer los titulares. Despus del medioda,
bamos al desembarcadero a comprar un pequeo diario francs

y un pequeo diario alemn que se publicaban en Estambul,


que traan los cables de las agencias de prensa.
Nuestros contactos con el mundo exterior se haban reducido
al mnimo. Haba una cocinera griega que dorma en la casa. A
la maana vena una criada griega a hacer la limpieza. Cuando
fue la primera instalacin en Prinkipo, en 1929, se intent, por
razones de seguridad, prescindir de servicio domstico. Pero
muy pronto hubo que renunciar a ese plan. He aqu lo que me
escribi Jeanne Martin al respecto, en una carta fechada el 25
de febrero de 1959. "Cuando llegu a la casa, Raymond
(Molinier) me pregunt si aparte de cierto trabajo de secretaria,
de leer los diarios extranjeros (yo haba elegido ocuparme del
ingls), podra tambin cocinar para todo el mundo, con ayuda
de Natalia.
Me explic que no se poda, por razones de seguridad, buscar
ninguna ayuda mercenaria, sobre todo para la cocina, como
usted comprender. Acept. Mi papel fue un poco delicado,
difcil y muy pesado. Pues L. D. [1] exiga que los recortes le
fueran entregados en el ms breve plazo (usted recordar que
revisbamos todos los peridicos que venan de Europa); por
otro lado, yo tena que asumir casi totalmente la compra de
vveres en el mercado, la preparacin de la comida y, con el
rgimen estricto a que deba someterse L. D., haba que
preparar dos tipos de comida diferentes; todo eso con un
material primitivo. Las comidas deban servirse exactamente a
las horas fijadas porque el empleo del tiempo de L. D. era muy
estricto, como usted lo sabr. Un da subi de nuevo a su
escritorio y no quiso bajar porque no haba encontrado la
comida lista a la hora establecida; l no esperaba que lo
llamaran a la mesa, bajaba y todo tena que estar preparado. No
deca una palabra, no se quejaba. Pero Natalia y yo estbamos
desesperadas". El sistema, ciertamente, no poda marchar y fue
necesario recurrir al servicio domstico.
No tenamos, en el mundo turco, ni amigos ni conocidos.
Nuestros nicos contactos en Estambul eran con el propietario
de la casa, un armenio, al que todos los meses le pagbamos la
renta, y con algunos comerciantes menores para la compra de
papelera y los instrumentos de pesca. Durante mi estada en
Turqua, Trotsky fue una o dos veces a Estambul, a hacerse ver
por el dentista. Alquilbamos una lancha grande a motor que

vena a recogernos al desembarcadero mismo de la casa y nos


llevaba directamente a Estambul.
No hubo ninguna dificultad con las autoridades turcas
durante toda la estada de Trotsky en Turqua. En el momento
de su lucha por la independencia nacional en 1920, Kemal
Pash haba recibido armas de la Rusia sovitica y esas
entregas de armas se haban hecho por intermedio de Trotsky,
que entonces era comisario del pueblo en la guerra. Alguien
que vino a visitar a Trotsky en 1933 dio mucho ms tarde un
informe de sus conversaciones con l y puso en la boca de
Trotsky las siguientes palabras: "Cuando Turqua combata a
Grecia durante la guerra, yo ayud a Kemal Pash gracias al
Ejrcito Rojo. Entre compaeros de armas esas cosas no se
olvidan. Por eso Kemal Pash no me enjaul a pesar de la
presin de Stalin". Las palabras no son tal vez exactamente las
que emple Trotsky, pero los hechos son exactos. He odo
tambin decir que en los primeros aos de la revolucin rusa,
Lenin y Trotsky fueron designados miembros honorarios del
parlamento turco. En septiembre de 1965 Grard Rosenthal me
hizo el siguiente relato: se encontraba en Prinkipo desde
comienzos de 1930 (se qued alrededor de dos meses). Kemal
Pash vino a visitar a cierto alto dignatario turco, quizs un
ministro, que tena una residencia en Prinkipo, cerca de la
residencia Izzet Pash, donde viva entonces Trotsky. Envi un
ayuda de campo para que preguntara a Trotsky si poda
recibirlo. Este hizo responder que no se encontraba bien,
sustrayndose as a la visita. Por qu? No podra responder
nada con justeza.
Probablemente quera evitar todo contacto personal con
Kemal Pash que en ese momento persegua a los comunistas
turcos. Esa fue, segn mi conocimiento, la nica tentativa de
comunicacin entre las altas autoridades turcas y Trotsky.
Cuando se decidi el viaje a Copenhague, en noviembre de
1932, las autoridades turcas dieron a Trotsky y a Natalia
pasaportes turcos para extranjeros, sin ninguna dificultad. (Sus
pasaportes soviticos estaban vencidos y no podan ser
renovados porque, mediante un decreto del 20 de febrero de
1932, Trotsky y sus allegados haban sido desposedos de la
nacionalidad sovitica). Cuando regresamos de Copenhague,
nos volvimos a instalar en Prinkipo sin ningn problema y los
pasaportes turcos sirvieron de nuevo cuando partimos hacia

Francia, en julio de 1933. De hecho, esos pasaportes turcos,


vencidos desde haca tiempo, fueron los nicos papeles de
identidad con los que luego Trotsky y Natalia entraron en
Noruega y posteriormente en Mxico.
Las autoridades turcas siempre acordaron sin dificultad las
visas, entonces necesarias para aquellas personas que deseaban
visitar a Trotsky en Turqua o que tenan incluso que quedarse
all algn tiempo (como yo, por ejemplo). Bastaba con decir
que se iba all por asuntos de edicin o de traduccin.
En Prinkipo, los extranjeros iban a registrarse a la polica
local. Para los habitantes de la casa todo era muy simple. Como
ya dije, haba una pequea guarnicin de policas turcos a la
puerta. Su jefe, Omer Effendi, hablaba ruso y tambin un poco
de francs y era seguramente por eso que haba sido elegido.
Era del Cucaso y, en un momento de confianza, una noche me
tarare, muy bajo para que no lo oyeran los otros policas, una
cancin que comenzaba as: la ni Rousski, la ni Turtski, la
Kavkavski. (No soy ruso, no soy turco, soy caucsico).
Las relaciones con las autoridades turcas fueron, entonces,
correctas, pero nada ms. No tenamos relaciones continuas
con algunos altos funcionarios a quienes habramos podido
recurrir para arreglar pequeos asuntos (como fue luego el caso
en Mxico). Cuando Arne Swabeck, un trotskista
norteamericano, lleg a Prinkipo en febrero de 1933, pas por
Berln y Liova le remiti, para que nos la trajera, una radio de
onda corta. En la frontera, el envo fue retenido por los
aduaneros. Pas dos das en la aduana de Estambul
debatindome con la burocracia turca, para finalmente salir con
la valija vaca, sin la radio.
Cuando Jeanne lleg a Prinkipo en 1929, le dijo a Trotsky:
"Usted se parece a sus retratos". A lo cual l respondi: "Qu
incmodo es! Como si uno fuera un mueble". Trotsky estaba
lejos de ser un mueble. La vivacidad de sus gestos y de su
discurso atraa inmediatamente la atencin. Lo que
impresionaba, ante todo, era la frente, muy alta, vertical pero
no agrandada a causa de la calvicie. Despus los ojos, azules,
profundos, la mirada fuerte y segura de su fuerza. Durante su
estada en Francia, Trotsky tuvo que viajar frecuentemente de
incgnito para simplificar los problemas de seguridad. Se

afeitaba entonces la barba, asentaba sus cabellos a los costados,


divididos por una raya al medio. Pero cuando se trataba de
dejar la casa y de mezclarse con el pblico, a m me daba
terror: "No, es imposible, el primero que pase va a reconocerlo,
no podr cambiar su mirada [...]" Luego, cuando Trotsky se
pona a hablar, era la boca lo que atraa la atencin. Ya sea que
hablara ruso o un idioma extranjero, los labios se aplicaban a
articular distintamente las palabras. Se irritaba cuando
escuchaba a otros hablar de manera confusa y precipitada y se
impona siempre a s mismo una elocucin perfectamente clara.
Solamente cuando se diriga a Natalia en ruso, su discurso se
volva ms apresurado y menos articulado hasta llegar a ser un
murmullo. Cuando conversaba con sus visitas en su escritorio,
las manos, al principio apoyadas sobre el borde de la mesa de
trabajo, pronto se agitaban en gestos amplios y firmes, como si
colaboraran con los labios a modelar la expresin del
pensamiento. El rostro aureolado de cabello, el porte de la
cabeza y toda la actitud del cuerpo eran orgullosos y altivos. Su
altura era superior a la media, el pecho fuerte, la espalda ancha
y robusta, pero la musculatura era fina y las piernas, en
comparacin con el tronco, parecan un poco delgadas. Un da,
en Mxico, por jugar, se midi conmigo. Me advirti que tena
un centmetro menos que yo. Pero este centmetro no haba
sido medido cientficamente y yo creo que es necesario
alargarlo. Trotsky deba medir entre un metro setenta y siete y
un metro setenta y ocho.
En el otoo de 1920, una inglesa, Clare Sheridan, escultora y
prima de Winston Churchill, vino a Mosc a modelar las
cabezas de varios dirigentes bolcheviques. En sus memorias,
que no dejan de tener inters, escribe que Trotsky "me indic
hasta qu punto su rostro era asimtrico. Abri la boca y
castaete los dientes para mostrarme que su mandbula
inferior estaba torcida". Esos defectos no eran aparentes. Clare
Sheridan observa asimismo: "Su nariz era tambin torcida y
pareca que alguna vez se la hubiera quebrado". Luego, a
continuacin: "Le ped que se quitara los quevedos porque me
molestaban. Detesta sacrselos; dice sentirse desarmado` y
absolutamente perdido sin sus quevedos. Quitrselos, para l es
como una especie de dolor fsico; forman parte de l y, sin
ellos su personalidad se transforma completamente. Es una
lstima, pues esos quevedos estropean una cabeza que, sin
ellos, sera clsica". A lo largo de todos los aos que estuve

cerca de l, slo vi a Trotsky sin sus lentes dos o tres veces;


casi nunca se los sacaba, salvo cuando estaba con Natalia a
solas. Esos lentes eran demasiado gruesos y, sin ellos, los ojos
parecan ms pequeos y ms cercanos uno de otro.
Lo que Trotsky escriba puede dividirse en tres partes: la
correspondencia, los artculos y folletos, los grandes libros.
Haba grupos trotskistas en una treintena de pases. Cada uno
de esos grupos estaba, la mayora de las veces, dividido en dos
o tres fracciones que libraban una dura lucha ideolgica y
organizativa. Desde el momento en que consideraba estar
suficientemente informado, Trotsky intervena directamente en
esas luchas. Eso constitua una parte importante de su
correspondencia. En casos menos crticos, escriba largas
cartas, llenas de consejos. Dictaba en francs a Frank y a m; en
alemn a Otto o a Jan; para algunos que lean ruso, dictaba
directamente a Maria Ilinichna. Cada dos o tres das dictaba
una larga carta para Liova, que estaba entonces en Berln. La
correspondencia era clasificada en los archivos que se
encontraban en la cancillera.
Los artculos eran suscitados por la actualidad poltica.
Trotsky raramente tena dos artculos en barbecho al mismo
tiempo. El artculo poda ser una nota corta o alargarse hasta el
punto de convertirse en un folleto o en un pequeo libro. Todos
esos artculos, excepto ms tarde algunos artculos cortos
redactados en circunstancias difciles, estaban escritos en ruso.
Muchos fueron publicados en el Boletn de la Oposicin. Una
vez traducidos, se publicaban en la prensa trotskista a travs
del mundo. De tanto en tanto, destinaba un artculo de carcter
ms general a la prensa "burguesa", en Alemania o en los
Estados Unidos, para conseguir un poco de dinero. Los grandes
libros fueron Mi vida, La Historia de la revolucin rusa, La
Revolucin traicionada y, posteriormente, el Lenin y el Stalin.
En esos casos, el trabajo se extenda varios meses, a veces
varios aos y se llevaba a cabo conjuntamente con los otros
escritos.
Esta divisin tripartita que acabo de esbozar no era, por
supuesto, absolutamente estricta. En ciertas ocasiones un texto
que haba sido comenzado como una carta, adquira un ttulo y
se converta en un artculo. Algunos folletos como Y ahora?

alcanzaban a ser libros. La divisin permite, no obstante,


introducir cierta organizacin en la masa de escritos dejados
por Trotsky. Corresponde tambin a sus mtodos de trabajo.
A mi llegada a Prinkipo partamos a pescar o de caza a las
cuatro y media de la maana. Regresbamos hacia las ocho.
Desayunbamos rpidamente y algo ligero. Maria Ilinichna
llegaba y Trotsky se pona a dictar. La cancillera, donde Maria
Ilinichna se sentaba frente a la mquina de escribir, tena una
puerta que daba al escritorio de Trotsky. Este se pona a andar
de un lado para el otro, de su escritorio a la cancillera y, sin
detenerse, dictaba, si no a plena voz, por lo menos en voz
bastante alta. Eso duraba a menudo hasta la una de la tarde. Si
y o estaba en mi cuarto, escuchaba esas frases martilleadas,
rtmicas y melodiosas.
Poda entreverse cul haba sido la potencia de esa laringe
ante una multitud, en una poca en que el arte de la oratoria
todava no tena a su disposicin la tcnica electrnica.
Las cartas en francs o en alemn, Trotsky nos las dictaba
sentado frente a su escritorio. Manejaba bien el francs pero
tena algunas dificultades, sobre todo con el subjuntivo y las
conjunciones. Lo hablaba, por cierto, con gran naturalidad. Por
momentos la voz tomaba en francs un tono agudo que no tena
en ruso, la u francesa se escuchaba como i y la e muda se
converta en cerrada. Por lo que yo pude juzgar, su sintaxis
alemana era mejor que su sintaxis francesa y tambin su
pronunciacin. Ms tarde habra de mejorar mucho su ingls;
pero cuando en 1933, Swabech y posteriormente Shachtman
estuvieron en Prinkipo, escribi con ellos las cartas en ingls.
Antes de mi llegada a Prinkipo, las traducciones del ruso al
francs eran hechas en Francia por diversas personas. Maurice
Parijanine tradujo al francs Moya Zhizn ("Mi vida"). Las
fiorituras con que haba adornado su traduccin y sus notas
personales que agreg al texto de Trotsky produjeron algunos
altercados que Grard Rosenthal cont en su libro sobre
Trotsky[2]. Las cosas llegaron a arreglarse un poco. En la
primavera de 1932, Raymond Molinier envi a Parijanine a
Prinkipo, donde se qued tres semanas. Trotsky le explic que
quera que las traducciones de sus escritos fueran precisas y

claras, sin aditamentos, y le confi la traduccin de la Historia


de la Revolucin Rusa.
Creo que Parijanine hizo incluso una parte de esa traduccin
en Turqua, bajo el control de Trotsky. En el mismo momento
de mi llegada a Prinkipo se estaban corrigiendo las pruebas del
segundo volumen. Trotsky encontraba que la traduccin de
Parijanine era todava demasiado verbosa. Una de mis primeras
tareas al llegar a Prinkipo fue recortar, con Frank, las volutas
con que Parijanine haba ornado la prosa de Trotsky. Despus
de mi llegada a Prinkipo me puse a traducir los artculos que
ste escriba. Al principio, una vez que la traduccin estaba
lista, le lea el texto en francs, en su escritorio, mientras l
segua el texto ruso. Luego de algunas semanas, abandon esa
prctica.
El desayuno que, como ya dije, se tomaba de regreso de la
pesca, cerca de las ocho y media, era simple y rpido,
bebamos t o comamos queso de cabra. Natalia se ocupaba
del t y lo serva a todo el mundo. Cuando el t estaba
demasiado caliente, Trotsky, a la manera rusa, lo volcaba de la
taza al platillo y lo beba aspirndolo. A m, que vena de
Francia, cuando sucedi aquello por primera vez, me pareci
que era algo que no deba hacerse.
El almuerzo era a la una, o un poco antes. Nunca duraba ms
de una media hora. Bebamos agua. Hubo una botella de vino
de los Dardanelos sobre la mesa el 7 de noviembre que, como
se sabe, es al mismo tiempo el aniversario de la insurreccin de
Octubre y el del nacimiento de Trotsky. Muy a menudo
comamos pescado. La carne era presentada en albndigas de
carne picada, en tomates o pimientos rellenos y casi nunca era
carne de carnicera. Trotsky no coma mucho. Adems, pareca
no prestar atencin a lo que coma. Durante los siete aos que
com tres veces por da, sentado a su derecha, nunca le o hacer
observacin cualquiera sobre un platillo. Poda hablar de las
diferencias entre las manzanas francesas y las manzanas
americanas, pero no se trataba de sus gustos personales, sino
que enunciaba observaciones sociolgicas. En el retiro de
Prinkipo, con ese grupo de personas que no variaba durante
meses, no siempre haca el gasto de una conversacin. Me
acuerdo de comidas, en periodos difciles, en las que no
pronunci ni una sola palabra. En general, eran observaciones

sobre el trabajo, una noticia que haba recibido en una carta o


ledo en un diario, observaciones polticas que volvamos a
encontrar, unos das ms tarde, en un artculo y que haba
ensayado con nosotros. Alguna vez surga algn recuerdo.
Recuerdos de juventud, como esa vez en que haba hecho el
ridculo en casa de su primo de Odesa poniendo mostaza a un
pollo. A veces, recuerdos del Kremlin, donde l vivi en un
departamento prximo al de Lenin. De cada poca de su vida,
en fin, salvo de una: la guerra civil. A menudo lo o comparar
tal o cual episodio de la guerra civil rusa con un episodio de la
guerra civil norteamericana o con la revolucin mexicana, en
particular ms tarde, cuando en Mxico encontr a hombres
que haban tomado parte en ella. Pero sas eran observaciones
polticas. Recuerdos de carcter personal referidos a esa poca
jams escuch ninguno. Sus comentarios sobre la gente eran
muy a menudo sarcsticos. Los que se referan a sus enemigos
y adversarios, por supuesto. Pero su sarcasmo era burla
amistosa cuando se ejerca, muy a menudo, sobre quienes lo
rodeaban. Por ejemplo, cuando Daladier era primer ministro,
sola decirme: "Su amigo Daladier [...]". Evidentemente, yo no
era de ningn modo responsable de Daladier. A un
norteamericano poda llegar a decirle: "Su amigo Roosevelt
[...]". Su conversacin tena frecuentemente ese tono mordaz.
En su viaje a Mxico, Bretn observ ese costado bromista de
Trotsky.
Despus del almuerzo, Trotsky tomaba una siesta y estaba
prohibido entonces molestarlo por cualquier cosa que fuera,
aun un telegrama Era en ese momento cuando lea cosas no
polticas, por lo general una novela rusa o francesa. Es as
como lleg a leer Los hombres de buena voluntad, de Jules
Romains, a quien llamaba "un artista incomparable". Despus
de haber ledo, dormitaba unos veinte minutos y la siesta
terminaba a las cuatro. La vida recomenzaba en la casa.
Cuando yo llegu a Prinkipo, tombamos el t todos juntos a
la tarde, en el comedor, y se producan entonces las mismas
conversaciones que durante el almuerzo. Ms tarde, esa
costumbre se perdi y Trotsky tomaba el t en su habitacin,
con Natalia. La cena era a las siete, ligera y breve. Despus de
ella Trotsky segua todava trabajando en su escritorio, luego se
retiraba a su dormitorio cerca de las nueve o nueve y media.
Dorma por lo general bastante mal y tomaba somnferos;

Natalia sola lamentarse al da siguiente ante nosotros: "L. D.


de nuevo tuvo que tomar nembutal anoche," Frankel me cont
que en 1931, en el momento de las encarnizadas luchas de
fracciones en el grupo trotskista francs, si al final del da
llegaba un telegrama anunciando una nueva peripecia de la
lucha, se pona de acuerdo con Natalia para que no fuera
entregado a Trotsky hasta el da siguiente, para no perturbarle
la noche. Trotsky no fumaba y no toleraba que se fumara en su
presencia.
Le gustaba poner nombres a la gente que lo rodeaba. Como a
m no me gustaba el t, logr, despus de algn tiempo, que me
dieran leche a la maana. A partir de ese instante me convert
en "Molokan", el bebedor de leche, nombre de una secta rusa
cuyos miembros se alimentaban de leche. Por haber logrado
poner en marcha la bomba de agua, fui bautizado "el
Tecncrata", en la primavera de 1933, cuando la Tecnocracia
haca su aparicin en la escena. Cuando tuve que hacer los
trmites por las visas ante el consulado francs en Estambul,
me convert en el "ministro de Relaciones Exteriores".
Mucho tiempo despus, en Mxico, cuando yo ya conoca
bien sus costumbres y saba adelantarme a sus exigencias, fui
"Uzh" (Uy), un sobre nombre que, al parecer, Lenin haba
dado a Sverdlov.
El primer visitante que lleg a Turqua luego del arribo de
Trotsky a Estambul, fue un abogado francs, Maurice Paz, que
lleg el 12 o 13 de marzo de 1929 y se qued unas semanas.
Era en Pars uno de los dirigentes del grupo de oposicin que
publicaba la revista Contre le courant. Las discusiones polticas
que tuvo con Trotsky rpidamente se volvieron agrias.
Por aadidura, Paz no pareca olvidarse de que era abogado.
He odo decir que le pidi a Trotsky que le reembolsara los
gastos del viaje. No era el tipo de gente que Trotsky buscaba.
Paz le recomend una marca de tinta; Trotsky, siempre
preocupado por su pluma y por todo lo que tuviera que ver con
el acto de escribir, encontr que la tinta era buena y la adopt.
"Es lo nico que hizo bien", deca Trotsky despus, al hablar de
Paz.

A fines de marzo lleg de Pars un joven desconocido que


rpidamente conquist a Trotsky. El 20 de abril, Trotsky
escribi a Maurice Paz lo siguiente: "Personalmente, Raymond
Molinier es uno de los hombres ms serviciales, prcticos y
enrgicos que se pueda imaginar. Fue l quien encontr un
alojamiento, l quien discuti las condiciones con la
propietaria, etc. Est muy decidido a quedarse con nosotros
unos meses, con su mujer". Trotsky ciertamente se haba
dejado conquistar por Raymond Molinier. Unos meses ms
tarde, declaraba a alguien que haba venido a visitarlo:
"Raymond Molinier es la prefiguracin del revolucionario
comunista futuro". Raymond regres a Pars en mayo; Jeanne,
su mujer, cuyo nombre de soltera era Martin des Pallires, se
qued unos meses ms en Prinkipo, cumpliendo las funciones
de secretaria francesa y, como ya hemos visto, de cocinera
improvisada.
Alfred y Marguerite Rosmer llegaron un poco antes de fines
de mayo. Eran viejos amigos de Trotsky. Rosmer y l se haban
conocido en Pars, durante la primera guerra mundial, y se
haban vuelto a encontrar en Rusia, en los primeros aos de la
revolucin. Marguerite se qued cuatro semanas, Alfred hasta
mediados de julio. A comienzo de julio llegaron Grard
Rosenthal, Pierre y Denise Naville, para tomar parte en las
discusiones que habran de desembocar en la formacin de un
grupo trotskista comn en Francia y en el lanzamiento de La
Vrit. A fines de mayo haba venido un lituano-austraco,
Jakob Frank (o Graef), que conoca el ruso y de quien hablar
de nuevo ms adelante; cumpli funciones de secretario hasta
fin de octubre. Robert Ranc, un francs elegido por Marguerite
Rosmer, lleg a principios de octubre y se qued algunos
meses. Grard Rosenthal vino de nuevo a fin de enero de 1930
y permaneci alrededor de dos meses.
De este modo, las idas y venidas prosiguieron. Jan Frankel
arrib de Praga el 15 de abril de 1930, recomendado por
Marguerite Rosmer. Se qued bastante ms tiempo que quienes
lo haban precedido y fue su presencia lo que permiti a Liova
partir a Berln el 18 de febrero de 1931.
Durante uno de sus viajes peridicos a Turqua, Raymond
Molinier vino con Jeanne y se volvi solo a Pars unas semanas
ms tarde, dejando a Jeanne en Prinkipo. En una de esas

noches clidas turcas, Jeanne y Liova se amaron. Jeanne


consideraba el episodio como una aventura de una noche y
pensaba regresar a Pars para reunirse con Raymond. Pero
Liova se tom el asunto mucho ms en serio y habl incluso de
suicidarse si Jeanne no se quedaba a vivir con l. Quedaron
finalmente juntos y ella se lig posteriormente mucho a l. Sus
cartas luego de la muerte de Liova, en 1938, muestran una
desesperacin desgarradora. Trotsky se irrit mucho con Liova
por su relacin con Jeanne; pero ya hablar ms adelante de las
relaciones de Trotsky con su hijo.
Unos das despus de la partida de Liova a Berln, en la
noche del 28 de febrero al primero de marzo, a las dos de la
maana, los habitantes de la residencia Izzet Pash fueron
despertados por un incendio. Trotsky, Natalia y Zina se
precipitaron al jardn. Frankel se qued en la casa en llamas
para arrojar los legajos del archivo por la ventana, hasta que los
bomberos lo obligaron a salir. El incendio era del tipo que en
ingls se llama un flash fire, es decir, un incendio que pasa
rpidamente y se consume solo. Cuando estuve en Prinkipo, vi
algunos libros con el lomo ennegrecido por el fuego, pero que
no se haban quemado y estaban casi intactos. El incendio
haba sido originado por un calefn instalado en el desvn que
haba sido dejado encendido durante la noche. El fuego slo
da el desvn y el primer piso no lleg a derrumbarse. En el
primer piso mismo, el incendio, al pasar tan rpidamente, no
lleg a tocar dos armarios cerrados, cuyo contenido fue
encontrado intacto. Se perdieron libros, una coleccin de
fotografas de la poca de la revolucin, carpetas de recortes de
diarios que haban sido ordenadas para un libro sobre la
situacin mundial, efectos personales, dos mquinas de escribir
rusas. Se salv el manuscrito del segundo tomo de la Historia,
en el que estaba trabajando Trotsky, los legajos de
correspondencia con los deportados de Siberia, en realidad
todos los documentos importantes. Trotsky mismo consigui
sacar al salir el cuaderno de direcciones siberianas. En una
conversacin que tuve con Natalia en 1958, ella me manifest
que slo se perdieron las cosas impresas, excepto tal vez unas
cartas que estaban sobre el escritorio de Trotsky y sobre el de
Maria Ilinichna, as como unas pginas de un manuscrito que
Trotsky estaba escribiendo sobre el affaire Oustric de Francia.
Unos aos ms tarde, en una carta, Trotsky declara que en el
incendio se destruy un manuscrito suyo sobre Marx y Engels.

Pero me inclino a pensar que, en ese punto, la memoria le fall.


Fue bastante despus, a principio de 1933, cuando tuvo durante
cierto tiempo el proyecto de escribir ese libro. En sus cartas de
los primeros meses de 1931, no menciona tal trabajo y, en
1958, en la conversacin que tuve con Natalia, ella neg que
un manuscrito de esa naturaleza se hubiera perdido en el
incendio.
Los sobrevivientes se fueron a instalar en el Hotel Savoy,
donde ocuparon un pequeo pabelln en el patio, compuesto de
tres habitaciones. Frankel habra de declarar ms tarde: "Nos
sentamos todos abatidos y estbamos muy apenados por las
prdidas irreparables que haba causado el incendio, todos,
menos el compaero Trotsky. Una vez que nos hubimos
instalado, despleg sus manuscritos sobre la mesa, hizo venir a
la dactilgrafa (que esa noche se haba quedado en el Hotel
Savoy) y se puso a dictarle captulos de su libro como si nada
hubiera pasado durante esa noche". Trotsky hizo exactamente
lo mismo en circunstancias parecidas, como por ejemplo, el
primer atentado en Coyoacn, la madrugada del 25 de mayo de
1940. Despus de haberse aguantado, en medio de la noche, los
disparos de los asesinos conducidos por Siqueiros y mientras
esperaba la llegada de la polica mexicana, Trotsky se sent a
la mesa y se puso a escribir. Dictar o empuar la pluma, eran
para l medios de conservar su equilibrio moral.
Unos das despus del incendio, Raymond y Henri Molinier
llegaron de Pars y comenz la bsqueda de una nueva
vivienda. Se encontr una casa en Moda, un barrio de Kadiky,
en la costa asitica de la que habl anteriormente; la instalacin
se realiz en los ltimos das de marzo.
Desde mayo de 1929, Alfred y Marguerite Rosmer haban
desempeado el papel de rganos de transmisin entre Trotsky
y el mundo exterior. Era en particular Marguerite la encargada
de las relaciones con los editores y la que guardaba las sumas
de dinero, nada extraordinarias, pero no obstante relativamente
significativas, que producan los contratos por la autobiografa
y la Historia. Luego se produjo la ruptura entre Trotsky y los
Rosmer y esas funciones pasaron a Raymond Molinier.
A mi llegada a Prinkipo, las personas que estaban ms cerca
de Trotsky en lo que se refiere a las decisiones prcticas, eran

Liova, entonces en Berln, Jan Frankel, en Prinkipo, y


Raymond Molinier, en Pars. Para algunas cuestiones bien
definidas, Henri Molinier desempeaba un papel importante.
El clima entre esa gente que rodeaba a Trotsky era
marcadamente antinavillista. Liova y Frankel, sin hablar de los
hermanos Molinier, en su apreciacin de Naville establecan
muchos menos matices que Trotsky quien, a pesar de los
desacuerdos con Naville y de que muy a menudo estaba
irritado contra l, conservaba respeto por sus cualidades
intelectuales. En la habitacin que yo comparta con l, Frankel
guardaba, arriba de un armario, dos ejemplares de La
Rvolution surraliste para mostrrselos a los recin llegados y
hacerles ver, de este modo, los horrores del pasado surrealista
de Naville.
Con los visitantes y recin llegados, Trotsky desplegaba toda
su amabilidad. Hablaba, explicaba haciendo gestos, haca
preguntas, era por momentos verdaderamente encantador. La
presencia de alguna mujer joven pareca animarlo an ms.
Pero, cuanto ms se haba trabajado con l, ms exigente era y
ms brusco sola ser su trato. La situacin en que vivamos
tena mucho que ver en eso. Tenamos que vivir meses juntos,
que pronto seran aos, da tras da, en un espacio restringido,
con constantes medidas de seguridad. Todo estaba previsto, las
visitas, las salidas. "Usted me trata como a un objeto", me dijo
un da.
En su tercera emigracin, de 1929 a 1940, las tres personas
con las que se permita ser ms brusco fueron Liova, Jan
Frankel y yo. Frankel me cont que en Prinkipo las relaciones
entre Liova y su padre llegaron en un momento dado a un
punto tal que Liova habl de ir al consulado sovitico en
Estambul para tramitar su regreso a Rusia. Frankel no me dijo
lo que hizo Liova, pero en una carta de ste a su madre,
fechada el 7 de julio de 1937, hay una frase misteriosa: "[...] si
me hubieran autorizado a volver a la URSS en 1929 [...]", lo
que parece indicar que Liova realmente fue a presentar una
solicitud al consulado sovitico y que ese pedido habra sido
rechazado. Trotsky colm toda medida cuando, el 15 de
febrero de 1937, a propsito de un retraso en el envo de
declaraciones sobre los procesos de Mosc, escribi a Liova,
que estaba entonces en Pars: "Me es difcil decir de dnde

recibo los peores golpes, si de Mosc o de Pars". En lo que a


m respecta, yo senta que en mis relaciones con Trotsky haba
una modulacin constante. Eran perodos de confianza alegre y
clida, seguidos, sin que se supiera muy bien por qu, de
momentos taciturnos, incluso tensos. Curiosamente, Trotsky
tuvo ms tarde en Mxico, con los norteamericanos, relaciones
en cierta manera ms simples, quizs un poco ms reservadas,
pero menos variables. Era ciertamente entonces ms viejo, pero
tal vez su impaciencia se debilitaba ante la placidez americana.
Para salir a pescar tenamos, como ya dije, un bote con motor
fuera de borda. Luego de cada salida al mar, lo retirbamos del
bote y lo hacamos marchar durante unos minutos en un barril
de agua dulce para purgar el sistema de enfriamiento del agua
de mar, muy corrosiva, que haba quedado en l. Un da de
junio de 1933, al regresar de la pesca a la maana, nos dimos
cuenta de que no tenamos ms aceite de la densidad requerida
y que slo nos quedaba un aceite de densidad diferente que se
utilizaba en el invierno; decidimos entonces no utilizar el
motor hasta que consiguiramos el aceite apropiado. A la tarde
me dispuse a enjuagar el motor en el barril; era urgente evacuar
el agua de mar, aun cuando para ello fuera necesario que el
motor marchara con un aceite de una densidad diferente. Puse
entonces el motor en marcha en el barril, en la parte baja del
jardn, cerca del desembarcadero. En el momento en que
escuch los traquidos del motor, Trotsky sali al balcn de la
casa y me grit, con todas sus fuerzas: "Pare eso
inmediatamente!" En esos instantes era intil intentar
explicarle las cosas.
Trotsky tena con los objetos relaciones limitadas y precisas.
Haba, en general, -cmo decirlo- cierta rigidez, cierta falta de
naturalidad y de sentido de la improvisacin en la manera
como los manejaba. Alrededor suyo haba cierto nmero de
objetos que le eran familiares: la estilogrfica, el motor del
bote, los instrumentos de pesca, la escopeta de caza. Ellos
tenan que ser tratados de acuerdo a ciertas reglas, difcilmente
modificables. La adaptacin a un nuevo objeto siempre era una
operacin relativamente complicada. La pluma contaba mucho.
La eleccin de una nueva pluma exiga muchos ensayos. Los
avos de pesca eran objeto de un gran cuidado. Apreciaba
mucho las lneas y los anzuelos que le traan o enviaban de los
Estados Unidos. Manejaba el motor fuera de borda de acuerdo

a las reglas que le haban indicado y sufra si alguien se


apartaba de ellas, aunque fuera un poco. Frankel me cont en
Prinkipo que, aun en Rusia, Trotsky haba querido tener un
automvil propio y aprender a conducir. Joffe, un diplomtico
sovitico amigo de Trotsky, le haba hecho traer un Mercedes
Benz, especialmente equipado con un motor muy poderoso.
Trotsky se puso al volante y, a los 400 metros, se meti con el
auto en una zanja. se fue el fin de su aprendizaje. En SaintPalais, en el verano de 1933, no haba en la casa, por razones
de seguridad, ms que trotskistas. Las tareas domsticas
recaan sobre Jeanne Martin y Vera Lanis, ayudadas por todos
los que entonces vivan alrededor de Trotsky. Sobre todo al
atardecer, nos quedaba la tarea desagradable de lavar la vajilla.
Una vez, Trotsky quiso ayudarnos. Empez a secar cada plato
y cada vaso con una minucia tal que la operacin se prolong
hasta tarde en la noche, dejndonos a todos ms cansados que
si no nos hubiera ayudado.
Trotsky no tena alrededor suyo ni adornos ni recuerdos.
Durante un tiempo conserv cerca de su cama una fotografa de
Rakovsky que haba sido, sin duda, su amigo personal ms
cercano en Rusia. La fotografa haba salido de Rusia en 1932,
en condiciones difciles. En abril de 1934, despus de la
capitulacin de Rakovsky, yo estaba quemando papeles sin
valor, viejos borradores, en el jardn de la residencia de
Barbizon, cuando Trotsky se acerc y me dijo, tendindome la
fotografa de Rakovsky: "Tenga, puede quemar esto tambin".
La mesa de su escritorio estaba siempre llena de papeles. Los
ordenaba a su manera y siempre saba perfectamente dnde se
encontraba cada cosa. Nadie poda tocar nada de esa mesa;
Natalia le quitaba el polvo muy por encima. En Prinkipo,
Trotsky tena en un escritorio un cofrecito de metal, que
llambamos el tesoro, y en el que guardaba las cartas ms
confidenciales. Posteriormente ya no guardaba nada en su
escritorio: todo entraba a los archivos, clasificados por los
secretarios. Las nicas cosas que no entraban en los legajos de
los archivos, eran las cartas de Serguei, que Natalia guardaba
en su cuarto.
Cuando llegu a Prinkipo, en Estambul se encontraba un
norteamericano, B. J. Field (cuyo verdadero nombre era Gould)
y su esposa, Esther. Ambos haban sido miembros del grupo

trotskista norteamericano, pero haban sido expulsados en una


de las luchas de fracciones. Field era economista de profesin y
haba trabajado para una firma de Wall Street. Era el momento
en que la gran crisis tocaba fondo, Trotsky se interesaba mucho
en la situacin econmica y apreciaba los conocimientos
concretos de Field. Hubo entonces, en las semanas que
siguieron a mi llegada, una serie de entrevistas. Nos reunamos
cerca de las cuatro y media de la tarde en el escritorio de
Trotsky. La conversacin era, si mal no recuerdo, en alemn.
Trotsky tena incluso el proyecto de escribir un libro en
colaboracin con Field sobre la situacin econmica mundial,
pero nada surgi de ese proyecto. Durante esas sesiones, Esther
Field, en un rincn, pintaba un retrato al leo de Trotsky. No s
qu fue de ese retrato.
La primera vez que Raymond Molinier me pidi que fuera a
Prinkipo fue en junio de 1933. Despus, mi partida se posterg
pues acababa de surgir la eventualidad de un viaje de Trotsky a
Checoslovaquia, para consultar a unos mdicos y pasar algn
tiempo en una estacin balnearia. Todo julio y agosto
estuvimos inseguros respecto de ese viaje; por momentos las
cosas parecan arreglarse pero luego el proyecto era puesto en
duda por las vacilaciones del gobierno checoslovaco. En
septiembre se hizo evidente que el viaje no se hara y fue
entonces que se decidi mi propio viaje a Prinkipo. Cuando
llegu all, un nuevo proyecto se esbozaba, el de un viaje de
Trotsky a Copenhague, para dar una conferencia, invitado por
un grupo de estudiantes daneses. Nada estaba an decidido en
el momento en que yo llegu, pero a comienzos de noviembre
todo se arregl bastante rpidamente. Tan rpidamente que
muchos asuntos quedaron pendientes. Alguien tena que
quedarse a resolverlos y la suerte cay sobre el que haba
llegado ltimo, es decir, yo. Trotsky y los dems habitantes de
la casa, excepto Sieva y yo, partieron el 14 de noviembre de
1932. Sieva tena que ir a Viena, donde su madre ira a
esperarlo; pero el cnsul austraco en Estambul se negaba a
conceder la visa, a ese muchachito de 6 aos, sin instrucciones
especiales, las que tardaban en llegar. Todo se arregl
finalmente y el 23 de noviembre me embarqu con Sieva hacia
Marsella. De ah tomamos el tren a Pars, donde yo permanec
mientras Trotsky estaba en Copenhague.

Trotsky acept la invitacin de los estudiantes daneses


porque le daba la oportunidad de defender sus ideas mediante
la palabra, encontrar un nmero relativamente grande de sus
camaradas de ideas y porque, quizs, podra presentrsele la
posibilidad de establecerse en un pas de Europa occidental.
Discretos esfuerzos ante el gobierno dans para obtener una
visa de estada permanente, o aunque fuera slo bastante
prolongada, no tuvieron resultado. Ningn otro pas ofreci
residencia. Hubo que retomar el camino de Prinkipo. El
gobierno francs ni siquiera permiti que Trotsky se detuviera
en Pars. El 6 de diciembre, llegado de Dunkerque a la Gare du
Nord a las 10 de la maana, tena que tomar a las 11 y 10 el
tren de Marsella en la Gare de Lyon.
Las fechas de salida de los barcos eran tales que haba que
esperar una decena de das al prximo barco para Estambul.
Las autoridades francesas se pusieron de acuerdo para permitir
a Trotsky que pasara ese lapso en un suburbio de Marsella,
alojado en una residencia que se rentara para la ocasin. Henri
Molinier fue entonces a Marsella para buscar una casa que
conviniera y ponerla en condiciones. El 4 de diciembre, yo
parta tambin de Pars a Marsella. El 5, con Henri trabajamos
para dar los ltimos toques al acomodo de la casa y el 6, tom
el tren hacia Avignon para esperar, all, aqul en que llegaba
Trotsky de Pars. En Avignon me encontr entonces con
Trotsky. Esa fue la primera vez que vi a Liova. Luego, durante
el viaje de Avignon a Marsella, viaj en el mismo
compartimiento con Trotsky y Liova. Me puse a hablar del
grupo trotskista de Pars, al que haba tenido la ocasin de ver
de cerca durante las anteriores semanas. Trotsky me par.
Estaba seguro -me dijo- de que la polica francesa haba
instalado micrfonos en el vagn. Trat de explicarle que era
bastante difcil (con la tcnica de ese momento), a causa del
ruido de fondo, valerse de un micrfono disimulado en un tren
en marcha, pero permaneci escptico.
El tren hizo una parada excepcional en una pequea estacin
de los alrededores de Marsella, Le Pas-des Lanciers. Era all
donde tenamos que encontrar a Henri Molinier quien nos
esperara con automviles para ir a la mencionada residencia.
Henri estaba efectivamente all con los automviles, pero haba
una contraorden. Las autoridades francesas haban decidido
que tenamos que dirigirnos directamente al puerto y

embarcarnos en un pequeo barco italiano, el Campidoglio,


que parta para Estambul al da siguiente (ya era de noche). Fue
una gran decepcin, pero nada poda hacerse. Tomamos
entonces el camino al muelle y llegamos al Campidoglio. Era
verdaderamente un barco muy pequeo, viejo, que, segn nos
dijeron, transportaba yeso. La pasarela era casi una simple
plancha, horizontal. Trotsky y Natalia subieron a bordo con
Raymond Molinier. Yo todava estaba en el muelle, arreglando
diversos asuntos, cuando Trotsky reapareci, avanzando con
pasos bruscos por la plancha que serva de pasarela. Pronto
estuvo junto al comisario especial que se encontraba en el
extremo de la misma, sobre el muelle. Trotsky agitaba su dedo
bajo la nariz del comisario y le deca: "No podemos viajar en
semejantes condiciones. El gobierno francs nos ha engaado".
Esa fue una de las veces en que lo vi absolutamente furioso.
"Cree usted tener el derecho de meterme por la fuerza de la
polica francesa en un barco italiano?" gritaba. El comisario le
respondi: "S", pero no tuvo la audacia de impedir fsicamente
que Trotsky pasara, aunque tena a su disposicin todos los
medios del Estado francs. Natalia vena detrs, con Raymond.
Era evidente que el barco de carga, un verdadero cascajo, no
llevaba pasajeros normalmente, que algo haba sido arreglado
de prisa, a pedido de las autoridades francesas que queran ver
a Trotsky lo ms pronto posible fuera del territorio. Adems de
que iba a tardar ms de 15 das para llegar a Estambul, el barco
tena que hacer escala varias veces, cargando y descargando
mercaderas, con un ruido espantoso a cualquier hora del da y
de la noche. Henos aqu, entonces, en el muelle, a la luz de
proyectores, junto al desdichado Campidoglio. Es medianoche.
Algunos de nosotros estn sentados sobre las maletas. Muchos
agentes de polica, de uniforme y de civil, nos rodean; pero no
hay periodistas: evidentemente la polica francesa no tiene
ningn inters en difundir sus planes.
Comienzan las discusiones. Llamadas telefnicas a Pars.
Trotsky me dicta el texto de un largo telegrama que enviar a
Herriot, entonces presidente del Consejo, a Chautemps,
ministro del Interior, y a Monzie, ministro de Educacin
Nacional y en el que protesta por la manera como la polica
francesa lo ha engaado. Alguien sugiere que podramos tomar
un barco italiano, un verdadero barco de pasajeros que llega a
Estambul, si Italia concede una visa de trnsito. Como el
Campidoglio no va a levar anclas antes de medioda, la polica

francesa permite a Trotsky y quienes lo acompaan puedan


pasar el resto de la noche en un hotel de Marsella, dejando
sentado que si a la maana siguiente Italia no acuerda la visa de
trnsito, Trotsky ser metido por la fuerza en el Campidoglio.
Hacia las tres y media de la madrugada vamos a instalarnos,
pues, en el Hotel Regina, en Marsella. El da para m no ha
terminado: tengo que montar guardia, sentado en una silla en el
pasillo del hotel, a la puerta de la habitacin de Trotsky y
Natalia.
Al da siguiente, el 7 de diciembre, Henri Molinier va a
primera hora al Consulado italiano. Llamada a Roma. La visa
de trnsito es acordada. En la mitad de la tarde tomamos el tren
para Vintimilla. Nosotros, es decir, Trotsky, Natalia, Jan
Frankel, Otto Schssler y yo. Trotsky y Natalia se han tenido
que separar de Liova, que regresar a Berln. En la frontera, un
comisario especial italiano nos atiende. Las relaciones francoitalianas no eran excelentes en aquella poca y, despus del
incidente de Marsella, el comisario italiano no puede
contenerse de hacer un comentario burln, indirectamente,
sobre Francia. "Aqu, seor Trotsky, usted est libre", declara.
Era evidentemente una exageracin. La travesa de Italia se
haca en condiciones perfectamente determinadas y bajo el
permanente control de la polica. De Vintimilla partimos hacia
Gnova y de Gnova a Miln, a donde arribamos el 8 por la
maana. Casi inmediatamente volvimos a salir hacia Venecia, a
la que llegamos poco despus de las tres de la tarde para tomar
all el barco para Estambul. Al llegar nos encontramos con que
el barco acababa de partir pero que, por tren, podamos
alcanzarlo en Brindisi, donde tena que hacer escala. Mientras
esperbamos la salida del tren, el comisario nos hizo visitar la
ciudad y recorrimos los canales en una lancha. Cerca de las
nueve de la noche tomamos el tren para Brindisi de donde al
da siguiente, el 9 de diciembre, inmediatamente nos
embarcamos en el vapor italiano Adria.
Mientras se sucedan todas estas tribulaciones, Trotsky
estaba melanclico y taciturno. Durante unas semanas haba
vivido una vida llena de encuentros nuevos y ahora tena que
abandonar Europa occidental y volverse a sumergir en el
aislamiento de Prinkipo. En la escala del Pireo, no descendi a
tierra. Llegamos a Estambul el 11 a la noche, bastante tarde.

Pasamos la noche a bordo y desembarcamos a la maana


siguiente. Pierre Frank, que haba venido de Pars por tren,
lleg antes que nosotros a Estambul y verific, antes de nuestra
llegada, que todo estaba en orden en la casa. se fue el fin del
viaje a Copenhague.
La vida retom su curso como antes en Prinkipo. Trotsky se
puso a trabajar nuevamente. Pareca tener energas renovadas.
Estaba decepcionado, ciertamente, por el rechazo que se le
opuso a su intencin de quedarse en Europa occidental, pero tal
vez nunca crey verdaderamente que habran de autorizarlo. Su
atencin se concentr en dos temas, la situacin econmica en
Rusia, extremadamente grave en ese momento, y la
consolidacin organizativa del movimiento trotskista
internacional que comenzaba a hacer relativos progresos.
Respecto de la economa rusa, tuve con l una conversacin
sobre las tasas de desarrollo; me procur una tabla de
logaritmos en la librera francesa de Pera y le trac cierto
nmero de curvas, basadas sobre diferentes tasas de
crecimiento. Puso las hojas en su escritorio, pero no las utiliz.
Tengo la impresin de que un argumento matemtico no le era
transparente, no le transmita confianza.
La noche de Navidad hubo una gran tempestad. El mar
estaba tan desencadenado que aun en el pequeo estanque
interno del desembarcadero de la casa, los dos botes no estaban
seguros; las olas pasaban por encima del muelle. Tuvimos que
sacar, en plena noche, los botes del agua slo con los brazos y
llevarlos al jardn. Trotsky estaba junto a nosotros, lleno de
vigor.
Cuando Trotsky dej el consulado sovitico de Estambul, el
gobierno sovitico le haba dado una suma de 1 500 dlares,
como "derechos de autor".Trotsky recibi tambin un
pasaporte sovitico. Profesin? "Escritor!" Reportajes que le
hicieron en la prensa mundial le significaron modestas sumas
de dinero que le permitieron instalarse en Turqua. Los
contratos editoriales, sobre todo por la autobiografa y la
Historia, produjeron sumas ms importantes. Una parte de ese
dinero sirvi para financiar la publicacin del Boletn de la
Oposicin y ayud a que saliera cierta cantidad de
publicaciones trotskistas, como La Vrit. Se enviaba tambin
un poco de dinero a los deportados de Siberia. En la penuria en

que se debatan en esa poca todos los revolucionarios, los


contratos literarios haban producido un relativo desahogo.
Pero cuando yo llegu a Prinkipo, en octubre de 1932, el final
de ese desahogo estaba cerca. El viaje a Copenhague, con los
desplazamientos de un nmero bastante grande de personas,
tuvo como saldo un importante dficit financiero, a pesar de las
sumas que pagaron los organizadores dinamarqueses y la radio
norteamericana. En los meses siguientes las dificultades
recrudecieron. Pero de todo eso hablar despus. Jan Frankel
dej Prinkipo el 5 de enero para irse a Pars. All tena que
tomar parte en el trabajo del Secretariado Internacional, que
pronto habra de ser transferido de Berln a Pars.
El 5 de enero, Zina se suicid con gas en Berln. Fue
encontrada muerta a las dos de la tarde. Liova envi a Natalia
un telegrama que lleg el 6, apenas nos levantbamos de la
mesa, despus del almuerzo. Si mal no recuerdo, fue Pierre
Frank el que estaba entonces de guardia y llev el telegrama a
Natalia, cuando ella alcanzaba el primer piso. Trotsky y Natalia
se encerraron inmediatamente en su habitacin, sin decirnos
nada. Nos dimos cuenta de que algo grave haba pasado, no
sabamos qu. Nos enteramos de la noticia por los diarios de la
tarde. En los das que siguieron, Trotsky entreabra de tanto en
tanto la puerta de su habitacin para pedir una taza de t.
Cuando, unos das ms tarde, sali para ponerse de nuevo a
trabajar, tena los rasgos devastados. Dos profundas arrugas se
le haban formado a cada lado de la nariz y le enmarcaban la
boca. Su primer trabajo fue dictar una carta pblica dirigida al
Comit Central del Partido Comunista ruso en la que haca
recaer la responsabilidad de la muerte de su hija sobre Stalin.
Yo no conoc a Zina. Fueron Jan Frankel y Jeanne Martin
quienes me hablaron de ella. De los cuatro hijos de Trotsky,
ella era la que ms se pareca fsicamente a l y, en cierta
manera, moralmente tambin. Las cartas que escriba a su
padre eran llenas de pasin. Haba salido de Rusia a fines
de1930, con su hijo Vsievolod, nacido en 1926. El padre del
nio, Platn Volkov, haba sido deportado a Siberia. De la
familia de Trotsky, ella fue la ltima en salir de Rusia. Haba
llegado a Prinkipo con su hijo el 8 de enero de 1931. De su
estada en Turqua s muy poco. Parti hacia Berln el 22 de
octubre de 1931, dejando a Sieva. En Berln se iba a encontrar
con Liova y Jeanne Martin; tena la intencin de seguir un

tratamiento psicoanaltico. Trotsky se irrit porque ella haba


dejado a Sieva en Prinkipo. El 30 de junio de 1932, escriba a
Liova: "Mam (Natalia) tiene los pies y manos absolutamente
atados por Sieva, hay que apresurar lo ms que se pueda el
asunto Sieva". Esta ltima frase se refera a la partida eventual
de Sieva a Alemania, donde se encontrara con su madre.
Cuando yo llegu a Prinkipo, en octubre de 1932, Sieva todava
estaba all. Era una muchachito dulce y tranquilo, iba todas las
maanas a la escuela y apenas se haca notar en la casa. Natalia
estaba lejos de tener pies y manos "absolutamente" atados por
l.
En Berln, Zina encontr un mdico judo que hablaba
fluidamente el ruso y empez a hacerse tratar por l. Jeanne la
vea mucho. Como ya cont antes, Sieva viaj de Prinkipo a
Pars en noviembre de 1932. El 14 de diciembre parti de Pars
a Berln, donde se encontr con su madre a mediados de
diciembre de 1932. He aqu lo que Jeanne Martin me escribi
en una carta de fecha 27 de marzo de 1959:
"Usted sabe, Zina en definitiva se haba olvidado
un poco de Platn. Haca tanto tiempo que se haban
separado que no se le podra verdaderamente
reprochar nada. Se estaba curando de su tuberculosis.
No quera en absoluto regresar a Rusia, muy por el
contrario. Era L. D. el que quera que ella pensara en
regresar, pues haba comenzado a comportarse de
manera no muy razonable, desde varios puntos de
vista. Tema sobre todo verse algn da obligada a
regresar a Rusia. Tuvo realmente accesos de delirio y
fue internada para que la trataran en una clnica, pero
jams lleg a perder su espritu y todo eso, por otro
lado, no dur mucho. El doctor, consultado una vez
por nosotros sobre la cuestin Sieva, nos aconsej
dejarlo junto a ella; no vea ningn peligro para l en
estar cerca de Zina. Vea usted, ella pens alejarlo de
su lado en el momento fatal. Su ltimo pensamiento
fue para l. Estaba tambin muy acomplejada y en
realidad eso parece bastante natural, si puede decirse,
cuando se conoce su vida anterior a la llegada a
Berln. Pero no pienso que haya sido solamente la
inminencia, que ella senta, de un regreso de su

enfermedad mental, de la que la creamos curada,


puesto que haba salido de la clnica y regresado a
vivir libremente a su pensin, con Sieva, lo que la
haya empujado a eliminarse. Estaba desesperada,
pero de su desesperacin yo solamente podra
hablarle, no escribirle. Su desesperacin debe
haberse desplegado a lo largo de todos esos papeles
que dej en su casa, sin intentar destruirlos, sin
siquiera haber pensado en hacerlo. Me pregunto por
qu no destruimos todo eso, pero no era yo quien
tena que tomarla iniciativa. Y si Len (Liova) crey
que haba que conservarlos [...]. Lo cierto es que la
polica se los llev en dos allanamientos que hizo en
mi casa (en Pars, calle Lacretelle), cuando la muerte
de Len y es terrible pensar que la polica puso sus
sucias manos en esas cosas tan delicadas y dolorosas.
Nunca pudieron ser recuperadas ni encontradas la
huella, cuando despus de la guerra se los reclam
oficialmente, con todos los papeles que se llevaron
de casa. Haba desaparecido todo, se nos dijo
finalmente".

En una conversacin que tuve con ella en septiembre de


1959, Jeanne mencion todava tres hechos. El primero, que en
Berln Zina no se confiaba a Liova. Incluso antes de suicidarse,
slo dej a Jeanne una carta breve. Era una nota perfectamente
lcida en la que deca: "Ocpense de Sieva, l es bueno". El
segundo hecho, es que en el momento de su muerte, Zina
estaba embarazada; Jeanne no hizo ningn comentario al
respecto y yo no puedo decir ms nada de eso. El tercer hecho
es que durante el tratamiento psicoanaltico de Zina, Trotsky
haba mandado al psiquiatra las cartas que ella le haba
enviado; Trotsky pens sin duda ayudar de este modo al
mdico; pero Zina lo supo y qued profundamente herida. Las
ltimas cartas de Zina a su padre revelan que ella se senta
abandonada. El 14 de diciembre de 1932, le escribi: "Querido
pap, slo espero de ti siquiera unas pocas lneas". La tragedia
personal que fue para Trotsky la muerte de su hija muy pronto
desapareci en la tragedia poltica que se abati sobre Europa.
El 30 de enero de 1933, Hindenburg llamaba a Hitler a la
cancillera del Reich. Se estableci, por entonces, en Alemania
una situacin bastarda. Los dos grandes partidos obreros y los

sindicatos todava estaban intactos, mientras que el partido nazi


tena el gobierno entre sus manos. El 2 de marzo, en una de
esas reuniones de la tarde en su estudio, Trotsky nos dijo: "Se
deben explotar todas las posibilidades a fondo. Es como si
tuvieran ustedes que escalar una montaa abrupta que -creen
ustedes- slo les ofrece una pared lisa. Cuando se encuentran
frente a ella, les parece imposible treparla. Pero si se valen de
cada falla, de cada escaln natural, de cada intersticio, para
aferrarse con las manos o para apoyar el pie, entonces pueden
escalar el pen ms alto, en las condiciones ms difciles. Hay
que tener valenta, y tambin prudencia y perspicacia". Las
organizaciones obreras nada hicieron. Hitler se enardeci. La
farsa del incendio del Reichstag le permiti barrer, a comienzos
de marzo, los sindicatos y los partidos obreros y establecer su
rgimen totalitario.
La reaccin de Trotsky no se hizo esperar. El 14 de marzo
termin su artculo titulado La tragdie du proltariat allemand
("La tragedia del proletariado alemn") con un subttulo: "Les
ouvriers allemands se relveront, le stalinisme Jamais!" ("Los
obreros alemanes se reincorporarn, el stalinismo Jams!").
Hay que recordar, una vez ms que hasta entonces la actitud de
Trotsky hacia las organizaciones comunistas oficiales haba
sido la de la reforma. El movimiento trotskista se presentaba
como una oposicin en el marco de la Tercera Internacional,
aun cuando hubiese sido formalmente excluido de ella. Aqu y
all, al margen de la organizacin trotskista, algunos pequeos
grupos o individuos haban hablado de una nueva
Internacional, pero Trotsky siempre haba rechazado
decididamente la idea. El abandono de la poltica de la reforma
indicaba, por lo tanto, una ruptura. Toda la actividad cotidiana
de los grupos trotskistas haba sido hasta ese momento tratar de
hacerse or por los miembros de las organizaciones comunistas
oficiales. El cambio de poltica se hizo, por otro lado, en varias
etapas.
Ya en esa reunin del 2 de marzo, Trotsky nos haba dicho:
"Estoy seguro de que si Hitler se queda con el timn en
Alemania y el Partido (Comunista) se hunde, habr que edificar
entonces un nuevo partido. Pero la parte constitutiva ms
importante de ese partido vendr del antiguo". No era sa,
entonces, ms que una opinin hipottica. Despus de la
catstrofe del 5 de marzo, el artculo del 14 de marzo rechazaba

como fenecida la poltica de la reforma del Partido Comunista


alemn, pero mantena esa poltica para los otros partidos de la
Internacional Comunista, en particular para el partido ruso. No
obstante, el problema de la Internacional en su conjunto no
poda dejar de plantearse. En abril, el Comit ejecutivo de la
Internacional Comunista haba adoptado, por unanimidad, una
resolucin que declaraba que la poltica seguida por el Partido
Comunista alemn "haba sido enteramente correcta hasta el
momento del golpe de Estado de Hilter inclusive". El Comit
ejecutivo, bajo la orden de Stalin, cubra a Stalin. Hubo aqu y
all reacciones episdicas en las filas de los partidos
comunistas; pero, como organizacin, la Internacional
permaneca en el puo de Stalin. La poltica de la reforma
perda toda razn de ser.
El 15 de julio de 1933, Trotsky, bajo el pseudnimo de G.
Gourov, diriga a los grupos trotskistas un artculo titulado: "Es
necesario construir de nuevo partidos comunistas y una
Internacional comunista". En ese artculo, la poltica de la
reforma haba sido abandonada para el conjunto de las
organizaciones comunistas dominadas por Stalin. Esta poltica
-deca el artculo- se haba vuelto ahora "utpica y
reaccionaria". En ese renunciamiento a la poltica de la reforma
el partido ruso planteaba un problema muy particular. Poco
tiempo antes de su artculo del 15 de julio, Trotsky nos haba
dicho en Prinkipo, durante una junta: "Desde abril estamos por
la reforma en todos los pases, excepto Alemania, donde
estamos por un partido nuevo. Podemos ahora asumir una
posicin simtrica, es decir, estar por un nuevo partido en todos
los pases, excepto la URSS, donde tenemos que estar por la
reforma del partido bolchevique". Esta posicin jams fue
formulada por escrito. Salvo, quizs, en una carta a Liova, pero
ni de eso podra estar yo seguro. En todo caso, fue rpidamente
abandonada.
El giro poltico coincidi, por azar, con un cambio de
residencia. El 17 de julio, Trotsky dejaba Turqua para ir a
instalarse a Francia. Cuando desembarc, el 24 de julio, las
traducciones del artculo del 15 de julio apenas haban llegado
a las manos de los dirigentes de los diversos grupos trotskistas.
Durante las semanas que siguieron, las primeras en Francia, la
nueva poltica provoc abundantes discusiones. Pero de todo
eso hablar ms adelante.

En esa primavera de 1933, igualmente cambiaron las


comunicaciones con Rusia o, mejor dicho, cesaron. Cuando los
jefes de la oposicin de izquierda fueron deportados a Siberia,
a fines de 1927 y comienzo de 1928, pudieron, durante los seis
primeros meses del ao 1928, escribirse libremente. Eran
hombres que haban ocupado posiciones importantes en el
aparato estatal, en puestos polticos, econmicos o
diplomticos. La correspondencia que se intercambi entre los
diversos lugares de deportacin de Siberia contiene estudios en
profundidad sobre los problemas polticos y econmicos del
momento. Algunas cartas son verdaderos pequeos tratados de
teora marxista. En la segunda mitad de 1928 la censura se
volvi ms severa, pero los deportados se comunicaban todava
entre ellos, muy frecuentemente a travs de postales o
telegramas. En Alma At, como ms tarde me cont Natalia,
Trotsky y el grupo de opositores que se haba quedado en
Mosc, an se comunicaban. Cuando un vaso con flores
apareca en cierta ventana, era seal de que acababa de llegar
un correo de Mosc. Era Liova el que se ocupaba de esos
contactos.
Despus de su llegada a Turqua, Trotsky sigui en relacin
con cierto nmero de deportados siberianos, quizs con una
veintena. No escriban a Prinkipo sino a diferentes direcciones
en Francia y Alemania. Muy a menudo eran postales; no se
daban ms que noticias personales, pero eso solo era ya
importante. Con los aos, las comunicaciones se hicieron cada
vez ms intermitentes; en 1932, sin embargo, todava llegaron
a pasar noticias; incluso lleg esa fotografa de Rakovsky de la
que ya he hablado. Liova, primero en Prinkipo y luego en
Berln, era el centro de esos intercambios. De tanto en tanto se
enviaba una pequea suma de dinero.
Las comunicaciones con los opositores de Mosc o
Leningrado haban cesado. nica excepcin, la madre de Zina,
Alexandra Lvovna Bronstein, que viva en Leningrado. Zina se
escriba con ella. A la muerte de Zina, Trotsky recibi una
carta de Alexandra Lvovna y le respondi. Escribi la carta a
mano y me entreg el sobre cerrado, sobre el cual haba escrito
la direccin con su letra de imprenta. Me pidi que enviara la
carta certificada, con aviso de recepcin. El aviso de recepcin
no lleg nunca.

En ese momento, en los primeros meses de 1933, las


comunicaciones con Rusia haban cesado completamente.
Hubo que esperar varios aos hasta que llegaran noticias
directas de Rusia, a travs de los sobrevivientes: Tarov, Ciliga,
Vctor Serge, Reiss, Krivistky. Las relaciones con los grupos
opositores de Siberia haban cesado entonces completamente
desde haca mucho tiempo.
En mayo de 1933 supimos por los diarios que Mximo Gorki
regresaba de Italia a Rusia a bordo de un barco sovitico, el
Jean Jaurs, que hara escala en Estambul. Trotsky nos
aconsej, a Pierre Frank y a m, que tratramos de ver a Gorki
para obtener informaciones sobre los deportados trotskistas en
Siberia. El da indicado por los diarios, encontramos el Jean
Jaurs amarrado a un muelle de Estambul y subimos a bordo.
Se nos pregunt quines ramos y qu queramos. "Somos
comunistas franceses y queremos ver a Gorki". Cuatro o cinco
mocetones bien robustos vinieron inmediatamente y tomaron
posicin en torno nuestro. Pronto se present Pechkov, el hijo
adoptivo de Gorki. Le dijimos quines ramos exactamente. No
dio muestras de ninguna hostilidad hacia nosotros. Su padre
adoptivo no estaba bien, nos dijo, y no nos poda atender; nos
pregunt que poda hacer l por nosotros. Le hablamos de
Rakovsky, sobre el que recientemente haban llegado noticias
inquietantes de Rusia. Uno o dos ngeles de la guarda paraban
la oreja. Pechkov nos prometi que hablara de ello a Gorki y
abandonamos el barco. Naturalmente, nunca nos lleg ninguna
noticia de ese lado.
Los primeros seis meses de 1933 marcaron igualmente un
gran cambio fsico en Trotsky. Ya he relatado como a la muerte
de Zina dos arrugas se le haban formado en el rostro. La vida
recomenz su curso, pero las arrugas no desaparecieron y poco
a poco se profundizaron. Cuando yo llegu a Prinkipo en
octubre de 1932 Trotsky tena, ciertamente, canas, pero todava
tena algunos cabellos negros. El rostro y la cabeza an no eran
tan diferentes de los que presentan las fotografas de 1924 o
1925. En esos primeros meses de 1933, los cabellos se
volvieron blancos. A menudo, en lugar de tirrselos
exageradamente hacia atrs, se los peinaba lacios, al costado.
En unos meses, casi en unas semanas, adquiri la fisonoma
que habra de tener, aproximadamente, hasta su muerte.
Quienes conocieron a Trotsky en el transcurso de su vida

frecuentemente han advertido el cuidado que pona en la ropa.


Yo mismo, al llegar a Prinkipo, lo vi vestido todo de lino
blanco. Fue en esa primavera de 1933 cuando comenz a
mostrar menos cuidado por la ropa. El tiempo tambin aportaba
su cuota: febrero fue un mes muy fro, vientos helados
soplaban del mar Negro. La casa no tena calefaccin, sino
apenas unas especies de braseros. El viento azotaba como una
tempestad y la pesca se volva impracticable durante das y
das. Un da, despus de almorzar, no habiendo podido pescar
durante una semana, nos consultamos mutuamente Natalia,
Frank, Otto y yo. Nos tena inquietos esa falta de actividad
fsica para Trotsky y yo fui entonces encargado de proponerle
ir a cazar unos conejos en la Pequea Isla, Ktchk Ada, un
islote deshabitado al sudoeste de Prinkipo. Golpe a la puerta
de su estudio. "S!". Entr y le expuse el proyecto. "Bah!
Cazar conejos!", dijo con desdn. No le interesaba.
Poco a poco las grandes salidas a pescar de la maana fueron
abandonadas. Salamos ahora hacia las cuatro y media de la
tarde, despus de la siesta, y no bamos lejos. A menudo nos
quedbamos muy cerca, sin perder de vista la casa. Hacamos
algunos intentos y si eran infructuosos, Trotsky se alzaba de
hombros y deca "Niet rybi!" (No hay pescado) y
regresbamos.
Fue en una de esas pequeas salidas a pescar de la tarde que
casi encontramos la muerte. Deba ser por mayo. Habamos
partido cerca de las cuatro y media, Trotsky, Kharalambos y
yo. No pensbamos ir muy lejos, no habamos llevado siquiera
al polica turco como era la costumbre, lo cual probablemente,
como ya veremos, sirvi para salvarnos la vida. El cielo estaba
gris, pero el tiempo pareca calmo y Kharalambos haba dado
su autorizacin.
Ya no se vea la casa, pero estbamos todava entre Prinkipo
y Halki, cuando un viento norte se levant. En unos minutos
fue una tempestad. Kharalambos, quien vio inmediatamente el
peligro, detuvo el motor. Nos dijo que nos acostramos en el
piso del bote para bajar el centro de gravedad, y se puso a
maniobrar la espadilla. Trotsky y yo estbamos tirados en el
fondo del bote, semicubiertos de agua. A cada ola, el bote suba
y volva a caer con un ruido sordo. Con una mano
Kharalambos maniobraba el remo; con la otra, achicaba. Eso

dur quizs una media hora. Empujado por el viento y aunque


apenas guiado por Kharalambos, el bote poco a poco pudo ser
conducido hacia el lado sur de la isla, donde encontr aguas
ms calmas. Pudimos abordar e hicimos fuego para secarnos.
Yo volv a pie con Trotsky, mientras Kharalambos esperaba
con el bote que mejorara un poco el tiempo. Entretanto,
Natalia, que haba visto el peligro desde la casa, sali con
Pierre Frank en un coche tirado por caballos para ver qu haba
sucedido y, eventualmente, venir en nuestra ayuda. Pero en la
parte oeste de la isla, donde nos encontrbamos, el camino se
aparta mucho de la costa y se dirige hacia los bosques de pinos,
por eso ella y Frank no haban podido vernos. Fue una felicidad
volvernos a encontrar todos en la casa. Pierre Naville y Grard
Rosenthal han sealado, cada uno por su lado, en sus
recuerdos, cmo, de 1929 a 1931, Trotsky emple la palabra
"fusilar" en la conversacin. Yo mismo, cuando llegu a
Prinkipo, ms de una vez lo o decir, a propsito de adversarios
que lo irritaban: "Ah! Habra que fusilarlos! [...]" En aquella
primavera de 1933, la palabra desapareci de su vocabulario.
Dej de permitirse ese tipo de irona.
Fue tambin en ese momento cuando las dificultades
financieras se agravaron. Despus de la llegada de Hitler al
poder dejaron de llegar los derechos de autor que venan de
Alemania. Los derechos de autor en los Estados Unidos, que
eran los ingresos ms claros y que se depositaban en una
cuenta bancaria en Nueva York, se depreciaron cuando
Roosevelt devalu el dlar en abril de 1933. Al regreso de
Copenhague, Trotsky no tenia en cierne ningn libro. Pens en
un momento dado escribir un libro sobre la situacin
econmica y poltica mundial, luego, un relato de las relaciones
entre Marx y Engels (La novela de una gran amistad), una
historia del Ejrcito Rojo, retratos de diplomticos soviticos
(Rakovsky, Joffe, Vorovsky y Krassin). Todo eso qued en
proyectos. No firm ningn contrato, por lo tanto, no hubo
tampoco derechos de autor. Los artculos que pagaba la prensa
mundial se hicieron espordicos: Trotsky estaba absorbido por
preocupaciones polticas y, por otra parte, los directores de
peridicos y de revistas apenas disponan de recursos. El 27 de
abril de 1933 escrib a Liova que nos quedaba en total y para
todo 1780 dlares y que las perspectivas de obtener algo en un
futuro ms o menos cercano eran sombras. Natalia y yo
hacamos cuentas tratando de reducir los gastos de todos lados.

Una norteamericana, Sara Jacobs, que conoca el ruso y era


miembro de la organizacin trotskista norteamericana, se haba
ofrecido para venir a Prinkipo como dactilgrafa. Eso
significaba economizar el sueldo de Maria Ilinichna. Sara lleg
en junio y el 18 Maria Ilinichna dej su trabajo.
Se haban producido, por otro lado, desde el regreso de
Copenhague, algunas llegadas y partidas. Jan Frankel se haba
ido, como ya dije, el 5 de enero. Ame Swabeck, entonces uno
de los dirigentes del grupo trotskista norteamericano, lleg en
febrero y se qued unas semanas. El 10 de abril, Otto Schssler
se fue para ir a establecerse en Praga y trabajar en la
publicacin de un nuevo diario trotskista alemn en el exilio, el
Unser Wort. Como secretario alemn habra de ser
reemplazado por Rudolf Klement, un joven estudiante de
Hamburgo, quien lleg el 27 de abril. Max Shachtman, uno de
los dirigentes del grupo trotskista norteamericano lleg el 23 de
mayo y se fue de Turqua con nosotros, cuando en julio
partimos a Francia. Pierre Frank dej Prinkipo el 22 de junio,
para regresar a Pars. Erwin Ackerknecht (Eugen Bauer), en
ese entonces el principal dirigente del grupo trotskista alemn,
lleg el 7 de julio, pero su estada fue breve, pues tenamos que
salir para Francia pocos das ms tarde. Esas llegadas, que se
escalonaban a intervalos de dos o tres meses, siempre eran un
pequeo acontecimiento en la vida de la casa.
En 1933 todava haba malaria en Prinkipo. En la casa todos
tombamos quinina, lo que nos dejaba un poco sordos. A pesar
de la quinina, yo tuve en mayo de 1933 accesos de fiebre cada
vez ms frecuentes y hubo que decidir mi internacin en el
hospital francs de Estambul. El mdico principal del hospital
era francs, el profesor Gassin. Durante las pocas semanas que
Trotsky estuvo en el Consulado sovitico de Estambul,
Minsky, el agente principal de la GPU, le dio informacin
acerca de los agentes secretos de las grandes potencias en
Turqua. Le haba indicado, en particular, que el doctor Gassin
era uno de los jefes del espionaje francs en esa parte del
mundo. Trotsky, o alguien de la casa, hizo, creo, ms tarde una
consulta mdica al doctor. El 25 de mayo por la maana, poco
antes de mi partida hacia el hospital, cuando me encontraba en
cama con fiebre, Trotsky vino a verme a mi habitacin. Me
revel las actividades del doctor Gassin y luego me dijo: "Oh!
usted sabe, el hospital, no se est mal all; se est casi tan bien

como en la crcel; se puede leer en paz". Pas una decena de


das en el hospital.
A comienzos de junio, Georges Simenon estuvo de paso en
Estambul y envi a Trotsky una carta pidindole una entrevista
para Paris-Soir. Trotsky lo recibi el 6 de junio y le entreg
una declaracin bastante larga, que fue publicada. Se pueden
citar las siguientes lneas: "El fascismo y, sobre todo, el
nacionalsocialismo alemn significan para Europa un peligro
incuestionable de sacudimientos blicos. Al estar al margen, tal
vez yo me equivoque, pero me parece que no nos damos lo
suficientemente cuenta de toda la amplitud de ese peligro. Si se
tiene en vista una perspectiva, no de meses, sino de aos -pero
no de decenas de aos, en todo caso- , considero como
absolutamente inevitable una explosin guerrera por parte de la
Alemania fascista. Esa es precisamente una cuestin que puede
ser decisiva para la suerte de Europa". Hoy en da, esas
palabras pueden parecer triviales, justamente porque la historia
las ha confirmado con una exactitud tan tremenda. Pero si
echamos un vistazo sobre lo que los polticos y periodistas
decan en ese momento, entonces, cuando todava la gente se
haca tantas ilusiones sobre el papel del fhrer, se verifica su
fuerza proftica. En la conversacin, Simenon pregunt a
Trotsky si estaba listo para "retomar el servicio activo en
Rusia"; Trotsky dijo s con un movimiento de cabeza. Simenon
le dej a Trotsky una de sus novelas. La accin se desarrollaba
en frica. Trotsky ley el libro y lo elogi: haba encontrado
que la explotacin de los negros estaba muy bien descrita.
Fue Maurice Parijanine quien emprendi, despus de la
formacin del gobierno de Daladier, a comienzos de 1983, una
campaa para que se autorizara a Trotsky residir en Francia. Se
dirigi a cierto nmero de parlamentarios y personalidades
polticas. Llev adelante su campaa con vigor y habilidad.
Trotsky haba dado su acuerdo, haba incluso escrito las cartas
que le haba pedido Parijanine que escribiera, pero alimentaba
pocas esperanzas. Todava estaba bajo el decreto de expulsin
dictado contra l por el gobierno francs en 1916. Mucha agua
haba corrido bajo los puentes desde aquel entonces. Pero la
administracin segua siendo la misma. El 4 de julio Parijanine
pudo escribir a Trotsky dicindole que el decreto de expulsin
haba sido revocado. En Prinkipo, sa fue una buena sorpresa.
El 12 de julio yo me diriga al consulado francs de Estambul

para hacer visar los pasaportes de Trotsky y de Natalia. Todo


se hizo muy simplemente. Las visas fueron concedidas sin
restricciones explcitas.
Haba que organizar ahora la mudanza. Ya no se trataba de
un viaje de ida y vuelta, como cuando se realiz la partida
hacia Copenhague. Los archivos y los libros fueron embalados
en grandes cajones. El 15 de julio, Frankel lleg de Pars.
Habra de quedarse hasta despus de nuestra partida para
arreglar la cuestin de la casa con el propietario, vender los
botes y otras pertenencias. El 17 de julio nos embarcamos en la
nave italiana Bulgaria, con destino a Marsella, Trotsky,
Natalia, Max Shachtman, Sara Jacobs, Rudolf Klement y yo.
Una chalana fue trada hasta el desembarcadero de la casa para
recoger los cajones y llevarlos directamente al barco. A ltimo
momento, una chalupa vino a recogernos. El barco solt
amarras al final de la tarde. Cuando el sol se ocultaba,
estbamos ya en el mar de Mrmara y, sobre el puente, Trotsky
miraba cmo Estambul desapareca en el horizonte.

II.
Francia
En la escala del Pireo, Trotsky y Natalia se quedaron a bordo.
En Catania, yo descend a tierra con Natalia. Quizs tambin en
Npoles. Trotsky permaneci a bordo durante todo el viaje.
Sufra de lumbago. Pas, por as decir, todo el viaje en su
cabina y la mayor parte del tiempo acostado. Escribi un breve
artculo sobre el libro de Ignazio Silone, Fontamara. Agreg
un toque de irona al artculo fechndolo as: "A bordo
del Bulgaria, 19 de julio de1933", pues era un libro contra el
fascismo y nosotros estbamos en un barco italiano.

El 24 de julio por la maana nos acercbamos a Marsella.


El capitn nos inform que haba recibido instrucciones por
radio segn las cuales el barco deba detenerse en un
determinado lugar en alta mar, a la altura de Marsella, y
esperar all una lancha de la polica. Pensamos que bamos a
bajar todo sen esa lancha y, en consecuencia, nos preparamos.
De pronto, la lancha apareci y abord el barco. La nica
persona que subi al buque fue Liova. Me entreg una carta
que contena instrucciones sobre lo que tena que hacer y
descendi rpidamente en la lancha con su padre y su madre,
con algunas maletas de mano solamente. La lancha, donde
tambin haba policas franceses, desapareci rpidamente. El
barco reanud su marcha hacia el puerto. Todo sucedi tan
velozmente que nos habamos quedado con las pistolas, lo cual
me ocasion luego dificultades con la aduana francesa. Segn
las instrucciones de Liova yo deba partir de Marsella a Lyon
por tren, con algunas valijas; de Lyon, despus de haberme
asegurado que ningn periodista segua mis pasos, deba
atravesar Francia y reunirme con Liova en la estacin de
Saintes, cerca de la costa atlntica, dos das despus a una
determinada hora de la maana. Los otros miembros de
nuestro grupo deban partir a Pars con la totalidad del
equipaje y quedarse all hasta nueva orden. Las medidas
estaban destinadas a despistar a los periodistas y, en lo posible
a la GPU. El 26 por la maana me encontr entonces con
Liova en la estacin de Saintes y llegamos enseguida a la
residencia donde estaba Trotsky. Era cerca de Saint-Palais, a
unos diez kilmetros al norte de Royan. La casa se encontraba
junto al mar, en un lugar donde la costa era rocosa y
escarpada, a uno o dos kilmetros al norte del centro de SaintPalais, no lejos de una playa llamada la Grande Cote. La
residencia, Les Embruns (Las Brumas) estaba rodeada de un
gran jardn y no haba vecinos cercanos. Raymond Molinier la
haba descubierto y fue bien elegida. Adems, eran las
vacaciones; toda la costa era un lugar de veraneo y en las
semanas siguientes nadie habra de prestar una particular
atencin a los habitantes de la casa, aun cuando su manera de
vivir saliera un poco de lo comn.
Me contaron el viaje de Marsella a Saint-Palais. La lancha
haba llegado a Cassis. All, un comisario especial de la
Seguridad haba hecho firmar a Trotsky una notificacin que le
acordaba el permiso de residir en Francia en las mismas

condiciones que cualquier otro extranjero, sin ninguna


restriccin particular. De Cassis salieron en automvil por Aixen-Provence, Montpellier, Albi y Montauban. Pasaron la noche
en Tonneins, un pueblito de Aquitania, y llegaron a SaintPalais el 25 por la tarde. En el momento mismo en que
llegaban, un incendio en unas malezas cerca de la casa retras
un poco la instalacin. En un momento dado se temi que, por
la presencia de los bomberos y la multitud de curiosos, Trotsky
hubiera podido ser reconocido. Pero no sucedi nada de eso.
Trotsky se qued en el automvil, con su pauelo en la parte
inferior del rostro, como si estuviera resfriado, hasta que se
pudo finalmente entrar en la casa. El viaje, en suma, haba
transcurrido bien.
El nico punto negro era la salud de Trotsky. Sufra todava
de su lumbago y durante el viaje cada sacudida haba sido muy
penosa para l. Entre tanto, la prensa anunci que Trotsky se
haba dirigido a Royat, pequea estacin veraniega cerca de
Clermont-Ferrand, a ms de 300 kilmetros de Royan. Nunca
supe cul haba sido la fuente de esa falsa noticia Hubo acaso
una verdadera filtracin, seguida de una deformacin del
nombre? La polica francesa, dio a algn periodista amigo un
nombre de consonancia parecida pero falso para confundir?
Durante la permanencia en Saint-Palais hubo, como habremos
de ver, innumerables visitas. No obstante, el secreto de la casa
de Las Brumas fue perfectamente mantenido.
Poco despus de nuestra llegada fui a ver al prefecto en La
Rochelle. Haba sido informado, por supuesto, del arribo de
Trotsky al departamento a su cargo. Los detalles de la estada
haban sido arreglados en Pars, entre los altos funcionarios de
la Seguridad y Henry Molinier. Di al prefecto nuestra direccin
exacta y me asegur que nadie ms la conocera en el
departamento. Luego, la conversacin tom un giro menos
oficial y me cont que haba conocido a Rakovsky en
Montpellier, donde los dos haban seguido sus estudios.
Fui tambin a ver al propietario de la casa, que viva a pocos
kilmetros de ah. Era un coleccionista. Me habl largamente
de las chimeneas Enrique IV. Durante nuestra permanencia en
su casa, nunca vino y slo supo, mucho ms tarde, quin haba
vivido all. La atmsfera de vacaciones facilitaba las cosas.

El 3 de agosto lleg Rudolf Klement de Pars. Pronto llegara


tambin Sara Jacobs. Las mquinas de escribir se pusieron a
resonar en toda la casa. Ninguna persona ajena a nuestro grupo
poda entrar. Jeanne Martin y Vera Lanis se encargaban de
cocinar y de hacerla limpieza. Vera Lanis, de origen rumano,
era entonces la compaera de Raymond Molinier. Jvenes
trotskistas de Pars vinieron para ayudarnos a mantener la
guardia. Como en Prinkipo, durante la noche alguien montaba
la guardia y haca las rondas. Vinieron as, cada uno slo por
unas semanas, Yvan Craipeau, Jean Beaussier y Lastrade.
En toda nuestra estada en Saint-Palais, Trotsky slo sali de
la casa para hacer espordicos y breves paseos en automvil, al
anochecer, por el campo cubierto de vias.
Pasaba en cambio mucho tiempo en el jardn que rodeaba la
casa. Raymond Molinier haba trado de Pars a dos pastores
alemanes, Benno y Stella, el macho y la hembra, y Trotsky
jugaba a menudo con ellos, lanzndoles palos que los perros le
traan de vuelta.
A principio de agosto, Raymond trajo de Pars, en automvil,
a Andr Malraux. Deba ser el 7 de agosto. Los viajeros
llegaron al final de la tarde. Despus de una primera
conversacin con Trotsky, Malraux fue a pasar la noche en
Saint-Palais o en Royan. A la maana siguiente regres. Hubo
dos encuentros, a solas, entre Malraux y Trotsky, en el
escritorio, y Malraux public en abril de 1934, un relato
bastante detallado de esos encuentros. Los dos interlocutores
hablaron del arte en Rusia despus de la revolucin, del
problema del individualismo y del comunismo, de las causas de
la derrota del Ejrcito Rojo en Polonia en 1920, de la estrategia
de una guerra futura entre el Japn y Rusia. Hubo tambin
conversaciones en el jardn, a las que nosotros nos mezclamos.
En la primavera de ese ao, en Prinkipo, Trotsky haba
ledo Viaje al fin de la noche de Cline, y haba escrito un
artculo sobre el libro. Trotsky y Malraux se pusieron a hablar
de Cline, Trotsky en la escalinata de la casa, Malraux un poco
ms abajo. Malraux, que conoca a Cline, se puso a remedarlo,
imitando sus gestos y su manera de hablar.
A la noche, antes de despedirse, Trotsky y Malraux se fueron
a caminar al campo. Yo los acompa. Llegamos a un

promontorio que dominaba el ocano. El sol acababa de


ocultarse. Los gestos vivaces de Malraux se perfilaban en el
cielo que se iba cubriendo de sombras. Trotsky tena los gestos
precisos, controlados, didcticos de alguien que explica. Al pie
del promontorio, el mar castigaba las rocas. El ltimo tema de
conversacin fue el de la muerte. "Hay algo que el comunismo
nunca podr vencer: la muerte" dijo en sustancia Malraux.
Trotsky le contest: "Cuando un hombre ha cumplido la tarea
que se le ha dado, cuando ha hecho lo que quera hacer, la
muerte es sencilla".
Despus de la partida de Malraux, Trotsky no hizo a su
respecto, en la conversacin, ninguna observacin que yo
recuerde. Hay que decir que en esos das las preocupaciones
polticas, e incluso organizativas, no faltaban. Ya he contado
cmo Trotsky acababa de dirigir la proa hacia una nueva
Internacional. Era un gran cambio para el movimiento
trotskista. El 27 de julio, justo despus de nuestra llegada a
Saint-Palais, todos los habitantes de la casa participaron de una
reunin sobre la nueva perspectiva. Para dar una idea del clima
poltico de esos das, he aqu algunas frases de Trotsky durante
esa entrevista: "Est tambin la cuestin secundaria y
subordinada del nombre. Cuarta Internacional? No es muy
agradable. Cuando se rompi con la Segunda Internacional, se
cambiaron los fundamentos tericos. Aqu no; nosotros
seguiremos sobre la base de los cuatro primeros congresos (de
la Internacional Comunista). Podramos tambin proclamar: La
Internacional Comunista somos nosotros! Y llamarnos
Internacional Comunista (bolcheviques-leninistas). Hay
argumentos en favor y en contra. El ttulo de Cuarta
Internacional es ms claro. Esa es tal vez una ventaja para las
grandes masas. Si se trata de la seleccin ms lenta de cuadros,
probablemente la ventaja est en el otro: Internacional
Comunista (bolcheviques-leninistas)".
He descrito ya las etapas que vivi Trotsky para pasar de la
poltica de la reforma a la de la nueva Internacional. Vemos
ahora sus ltimas vacilaciones. No duraron mucho. Aunque la
nueva organizacin habra de permanecer lejos de las "grandes
masas" y ocuparse de "la seleccin ms lenta de cuadros", muy
pronto adopt el ttulo de Cuarta Internacional.

La nueva orientacin fue rpidamente aceptada por los


trotskistas en el mundo entero. La poltica de la reforma
verdaderamente haba agotado todas sus posibilidades. Pero
haba ms an. De golpe se planteaba la cuestin de entrar en
relacin con numerosos grupos independientes. La llegada de
Hitler al poder, la parlisis de las grandes organizaciones
obreras, el cretinismo de los stalinistas alemanes, todo eso
haba, pese a todo, sacudido a la gente. Existan, a travs de
toda Europa occidental, grupos socialistas y comunistas que,
durante mucho tiempo al margen de las dos grandes
Internacionales o separados de ellas recientemente, buscaban
caminos nuevos. El Independent Labour Party en Inglaterra, el
partido de Sneevliet y el de Kadt en Holanda, el SAP en la
emigracin alemana y varias otras organizaciones aqu y all
estaban dispuestas de ahora en adelante a escuchar las ideas
trotskistas. Trotsky mismo ya no estaba en Prinkipo, a miles de
kilmetros; estaba ahora en Francia, listo para encontrarse con
los jefes de esos grupos y discutir con ellos. Los visitantes
llegaban a Pars y, de all, Raymond Molinier los llevaba en
automvil a Saint-Palais, dos, tres o cuatro a la vez. O bien
Liova les daba en Pars instrucciones confidenciales y yo iba a
recibirlos a la estacin de Saintes.
El encuentro con Sneevliet fue particularmente clido.
Trotsky y l se haban conocido en Mosc, volvindose a ver
en Copenhague en noviembre de 1932, cuando el viaje de
Trotsky a Dinamarca. Hablaban en alemn y se tuteaban.
Caso nico entre quienes no eran rusos. Entre los rusos, por
lo que yo s, Trotsky solamente tuteaba a Rakovsky. Fue
durante la permanencia de Trotsky en Saint-Palais cuando se
produjo la primera fisura en sus relaciones con Raymond
Molinier. Ya he dicho cunta confianza Trotsky depositaba en
l. En agosto de 1933 pudo observar, en el transcurso de
diversas discusiones y negociaciones polticas, las maneras de
actuar de Raymond Molinier ms de cerca que en las
condiciones un poco artificiales de Prinkipo. A fines de agosto,
me dictaba casi cotidianamente, a la tarde, una pequea
esquela; ms tarde, me iba a Royan para leerle por telfono la
nota a Raymond Molinier. Esas notas eran despus destruidas.
Una lucha de fracciones haba estallado en el grupo trotskista
francs. La oposicin a la direccin, en la que Molinier
desempeaba el papel principal, emanaba del "grupo judo",

fraccin compuesta de obreros peleteros del quatrime


arrondisemertt (distrito cuarto de Pars) al que se haban unido
algunos estudiantes. Esta oposicin habra de formar ms tarde,
despus de la escisin, un nuevo grupo que tom el nombre de
Unin Comunista Unificada. En agosto, no estbamos todava
en eso. Raymond Molinier evidenciaba mucha impaciencia
respecto de la oposicin y quera deshacerse de ella lo ms
pronto posible. El contenido de las notas de Trotsky para
Raymond era, en su conjunto, que haba que llevar adelante la
lucha en el plano de la discusin poltica, responder a los
argumentos de la oposicin, aclarar las divergencias, pero no
precipitar medidas organizativas de escisin.
En Saint-Palais, en contacto con muchas personas, Trotsky
no poda tampoco no darse cuenta de hasta qu punto los
procedimientos de Raymond Molinier en las cuestiones
financieras provocaban hostilidad y sospecha. Raymond y
Henri Molinier estaban "en los negocios". Compraban a precio
vil pagars que no haban sido pagados y trataban luego de
cubrirlos por medios que, tal vez sin sobrepasar los lmites de
la legalidad, comportaban la brutalidad y el chantaje. Su firma
se llamaba Institu Frangais de Recouvrement, y eran
conocidos en el mundo de los negocios de Pars por sus
mtodos. Recuerdo que ms tarde, en la primavera de 1936,
tuve que buscar trabajo. Respond a un pequeo aviso y fui a
entrevistarme con mi empleador eventual. Me pidi
referencias. Evidentemente, yo no poda dar el nombre de
Trotsky. Tomado de sorpresa, dije que haba trabajado para
Raymond Molinier. Al or ese nombre, el rostro de mi
interlocutor se llen de terror y me grit "Salga de aqu!" Por
los medios que empleaban, Raymond y Henri Molinier se
hacan de sumas que no eran enormes pero que, no obstante, en
el estado de indigencia en que se encontraba la mayora de los
militantes trotskistas, parecan importantes.
En septiembre, Natalia fue a Pars y se qued all unas
semanas para ver a algunos amigos. Era la primera vez que,
desde Mosc, Trotsky y ella se separaban. La corriente de
visitantes se agotaba. Las lneas de demarcacin poltica
comenzaban ahora a dibujarse. Apareca claro que despus de
un perodo de curiosidad y aun de entusiasmo, cierto nmero
de grupos queran conservar sus distancias con el trotskismo.

El Independent Labour Party ingls y el SAP alemn, no


iban a formar parte del movimiento trotskista. En los primeros
das de septiembre, Trotsky tuvo entrevistas bastante largas con
Fritz Sternberg, un economista alemn al que Trotsky pensaba
convencer de que escribiera la parte econmica del programa
de la nueva Internacional. Nada se hizo pues Sternberg muy
pronto se alej del trotskismo. Cabe sealar que las tres
oportunidades en que Trotsky pens requerir una colaboracin
literaria, fue con economistas: Field en Prinkipo, Sternberg en
Saint- Palais y, posteriormente, Otto Rhle en Mxico. Tal vez
haya que ver all el signo de cierta falta de seguridad en
Trotsky en el campo de la economa poltica.
El 10 de septiembre Trotsky recibi la visita de un trotskista
francs, Louis Saufrignon, de Poitiers. La conversacin gir en
torno de la nueva orientacin hacia la Cuarta Internacional.
"En definitiva, usted propone recomenzar todo?" dijo
Saufrignon a Trotsky, quien le respondi: "Eso mismo". Al
final de la entrevista, ya los dos de pie, Saufrignon pregunt a
Trotsky a quemarropa: "Camarada Trotsky qu piensa usted
de Stalin?" Pregunta propia de un visitante. La respuesta de
Trotsky, textual, fue: "Es un hombre de una voluntad
prodigiosa".
En el viaje de Estambul a Marsella Trotsky haba tenido un
ataque de lumbago. En Saint-Palais se haba repuesto y en las
tres primeras semanas de agosto, llenas de visitas y de
conversaciones, se senta con bastante buena salud. Hacia fines
de agosto, tuvo una fiebre bastante fuerte, la misma que lo
haba atacado en diferentes pocas de su vida y que los
mdicos, para ocultar su ignorancia mediante el griego,
llamaban fiebre criptogentica. Despus, en las semanas
siguientes, tuvo altas y bajas.
A mediados de septiembre el tiempo cambi. El viento
soplaba tempestuosamente sobre el Atlntico. Ya no eran los
das soleados del verano, sino das sombros y nublados. La
casa mereci su nombre, Las Brumas. El mar ruga al pie del
acantilado rocoso que bordeaba el jardn. Trotsky sola pasar
das enteros en cama. Yo le llevaba los diarios. Tena los
rasgos descompuestos y los cabellos en desorden. No obstante,
si bien es cierto que haba das malos, tambin los haba
buenos, en los que Trotsky escriba y reciba visitas.

Durante su estada en Las Brumas, vinieron a verlo unas 45


personas para discutir con l de poltica. Gran parte de esos
visitantes eran extranjeros. Henry Molinier no registr en Pars
ninguna recriminacin por parte de la Seguridad, lo cual parece
indicar que, tal como lo haba asegurado el prefecto de
Charente-Infrieure, no haba vigilancia policial alrededor de la
casa. Pero nosotros, en cambio, s habamos organizado nuestra
vigilancia en los alrededores. Habamos reparado en algunos
grupos de rusos blancos. Eran veraneantes, inofensivos. El
secretario de la clula de Royan del Partido Comunista,
Gourbil, tena una pequea bicicletera en Saint-Palais.
Supimos que era opositor y que podamos confiar en l. A
partir de la segunda mitad de agosto, vino a la casa y tuvo
algunos encuentros con Trotsky que lo pusieron muy contento.
Gourbil me indic que un miembro del Partido Comunista,
Marcel Cureaudau, tena ideas opositoras, pero que no saba
hasta dnde llegaban. Llevarlo a la casa significaba algn
riesgo. Poda llegar a hablar. Esperamos entonces hasta los
ltimos das de nuestra estada en Saint-Palais, cuando el
secreto de la residencia iba a dejar de ser importante.
Cureaudau era chofer de taxi en Royan. Un da de octubre, me
aproxim a su taxi y le pregunt si quera ver a Trotsky.
Estupefaccin. La entrevista fue de lo mejor. A Trotsky lo
ponan muy contento esos contactos con trabajadores franceses.
Al final del encuentro, Cureaudau tuvo inevitablemente que
preguntar a Trotsky: "Camarada Trotsky cmo perdi usted el
poder?" "Ah, camarada Cureaudau, usted sabe, el poder no se
pierde tan fcilmente como se pierde el portamonedas!" Y se
lanz a una descripcin de todo lo que haba sucedido en Rusia
despus de la muerte de Lenin. (Si se me permite, slo por esta
vez hacer un parntesis, yo dira que tal vez en cierto sentido,
se pierde el poder como se pierde el portamonedas; se cree
tenerlo; de pronto, uno tantea alrededor suyo, se pierde un voto
en el Politbur, desaparece y ya no se lo puede volver a
encontrar; habra que examinar tambin en qu sentido Trotsky
tuvo alguna vez el poder.)
Natalia volvi de Pars el 8 de octubre con Henri y Raymond
Molinier. Se decidi preparar un viaje de vacaciones: Trotsky
tena necesidad de descanso. El 9 de octubre, a las 11 de la
maana, Trotsky y Natalia partieron en automvil de SaintPalais, con Henri Molinier y Jean Meichler. Trotsky se haba

afeitado la barba para evitar ser reconocido. Por Burdeos y


Mont-de-Marsan, llegaron a Bagnres-de-Bigorre, en los
Pirineos, donde se instalaron en un hotel. Los otros habitantes
de la casa partieron a Pars. Fin del episodio Saint-Palais.
Trotsky y Natalia, tomando como centro a Bagnres-deBigorre, hicieron excursiones en diversas direcciones. Fue as
como llegaron a visitar Lourdes. Trotsky mismo dio ms tarde
sus impresiones sobre esa visita en su diario (en la fecha del 29
de abril): "Una feria de los milagros, un centro donde se
venden gracias divinas [...] En verdad, el pensamiento humano
est empantanado en sus propios excrementos." Henry
Molinier haba dejado el grupo para regresar a Pars a fin de
encontrar una nueva residencia para Trotsky. Creo que Jeanne
Martin vino a pasar unos das con los "vacacionistas". Fueron
tres semanas de reposo, durante las cuales Trotsky no escribi
una sola lnea, contentndose con leer los diarios.
El 31 de octubre a las cinco de la tarde, los viajeros tomaron,
de Bagnres-et-Bigorre, el autobs para Tarbes y all, a las
once de la noche, el tren para Orlans. Al da siguiente, en
Orlans, Raymond Molinier los esperaba en un automvil.
Meichler regres a Pars. Raymond condujo a Trotsky y a
Natalia a Barbizon. Yo haba llegado ese mismo da, el lo de
noviembre, a Barbizon con Henry Molinier, de Pars.
Barbizon es una pequea ciudad del departamento Seine- etMarne, a unos cincuenta kilmetros al sudeste de Pars, a
orillas del bosque de Fontainebleau. Algunos pintores haban
hecho que se conociera, pero todava era entonces un lugar
extremadamente tranquilo. Henri Molinier haba rentado una
casa que se encontraba sobre un caminito que bordeaba el
bosque. La casa Ker Moniquetena dos pisos; las habitaciones
eran pequeas, las escaleras y los pasillos estrechos. Nos
sentamos amontonados en esa casa, ya no era el espacio de
Prinkipo o de Saint-Palais. La habitacin y escritorio de
Trotsky estaban en el primer piso. El jardn no era grande. La
casa no era ms que un chalet suburbano, pero el sitio era
calmo. Volv a Barbizon en1973. El camino a orillas del
bosque no ha cambiado, pero Ker Monique ha sido demolida y
ha dado lugar a una residencia ms espaciosa.

La instalacin se hizo en pocos das. Adems de Trotsky y


Natalia, los habitantes permanentes de la casa eran Rudolf
Kleinent, Sara Jacobs, Gabrielle Brausch, que era mi
compaera y yo. Gaby y Natalia se ocupaban de la cocina
Liova, Jeanne y Henri Molinier venan frecuentemente en
automvil. La mujer del trotskista italiano Blasco (Tresso) a
quien llambamos la Blascotte, vena una vez por semana a
ayudar a Gaby y a Natalia aponer la casa en orden. Nadie ms
entraba all. Aun en Pars, los trotskistas franceses, salvo raras
excepciones, ignoraban dnde resida Trotsky. Barbizon, por
otro lado, est ms cerca de Pars que Saint-Palais. Como ya
dije, la visa francesa de Trotsky no contena ninguna
restriccin explcita; pero su lugar de residencia tena que ser,
naturalmente, aprobado por las autoridades. No creo que
hubieran permitido a Trotsky vivir en Pars. Las cosas haban
andado tan bien en Saint- Palais, que Henry Molinier corri el
riesgo de presentar a las autoridades francesas el plan de una
instalacin en Barbizon, el cual fue aceptado. Barbizon pareca
un compromiso razonable; no era Pars, pero no estbamos
muy lejos de ella.
En Barbizon, las autoridades locales, en particular el alcalde,
ignoraban la presencia de Trotsky. No hubo vigilancia policial
directa y constante de Ker Monique durante mucho tiempo. Por
nuestra parte, no hacamos guardia nocturna porque solamente
ramos dos hombres, Rudolf Klement y yo y, teniendo en
cuenta las otras tareas, habra sido fsicamente imposible.
Confibamos en el incgnito, en los perros y en la disposicin
de las habitaciones de la casa. Yo dorma muy cerca de la
puerta.
He relatado ya cmo vacilaba Trotsky, en la primavera de
1933, entre diferentes proyectos de libros. En Saint-Palais,
siempre pensaba en escribir uno sobre el Ejrcito Rojo. A fin
de agosto, en una carta, describi su contenido a un
representante editorial norteamericano. Pero, unos das
despus, un agente literario ingls le sugiri escribir un libro
sobre Lenin. Despus de algunos titubeos, el libro de Lenin fue
el que gan la partida.
Una vez instalado en Barbizon, Trotsky se puso a trabajar en
ese libro. Liova le traa material de Pars, sobre todo libros
rusos. Creo que era Boris Nikolaievsky quien ayudaba a Liova

a conseguirlos. Al leerlos, Trotsky marcaba al margen algunos


pasajes, con una ligera raya de lpiz. Esos pasajes eran pasados
a continuacin a mquina, en Pars. En Barbizon, los extractos
eran clasificados en legajos, con los recortes de peridicos y
documentos diversos. Durante el invierno, el trabajo avanz
regularmente y algunos captulos del libro fueron escritos.
Trotsky y Natalia daban paseos a pie en el bosque de
Fontainebleau, que empezaba justo enfrente de la casa. Pero
pronto, con la llegada del invierno, el bosque dej de ser
acogedor. Las tardes de invierno Trotsky y yo salamos para
dar cortos paseos por las calles de Barbizon. Los habitantes de
la pequea ciudad que detrs de sus ventanas nos vean pasar,
no imaginaban que ese hombre de edad, pero con el paso
todava firme, era Trotsky. "Vestirse, comer, todas esas
miserables pequeas cosas que hay que repetir todos los das",
me dijo un da que caminbamos por la calle principal de
Barbizon. Otro da: "La poltica es la ciencia de las
perspectivas. Es lo que los franceses quieren decir cuando
hablan de la ciencia de la medida. Pero, para ellos, la medida es
la pequea medida." Fue igualmente durante uno de esos
paseos por las calles de Barbizon que me habl de su
autobiografa. Rieder, el editor francs, le haba propuesto
publicar una edicin abreviada de su autobiografa, alrededor
de un tercio del texto original. Trotsky haba reledo su libro y
marcado con lpiz, al margen, los pasajes que deberan
constituir esa edicin abreviada. Esa haba sido para l una
ocasin de releerse, algo que jams haca. Se quej mucho de
su libro. "Est mal escrito, hay muchas cosas que habra que
haber dicho y que no estn. Por otro lado, hay cosas que no
deberan estar".
Trotsky se quejaba siempre mucho de las erratas. Las
publicaciones trotskistas, impresas en condiciones muy
difciles, hormigueaban de erratas. Trotsky enviaba cartas de
reproche a los responsables, y se era un punto que a menudo
se repeta en sus conversaciones. Pero l mismo no relea las
pruebas de sus escritos, libros o artculos, que se impriman en
ruso. Liova era el encargado de hacerlo. Es as que algunas
indicaciones para la dactilgrafa rusa, escritas por Trotsky con
lpiz fino en el manuscrito final de la Historia, fueron
incorporadas al texto impreso. Trotsky me habl de ello en uno
de esos paseos por Barbizon y se mostr muy irritado. Pero la

Historia segua siendo evidentemente, la obra que l pona por


encima de todas las dems y, aparte de ciertas observaciones de
impresin, no le achacaba crtica alguna.
Benno y Stella haban sido instalados en dos casillas en el
jardn de la casa. Trotsky se dedic a cuidarlos. Les llevaba la
comida. Una noche, Benno se puso a aullar sin fin y sin razn
aparente, como a veces suelen hacer los perros. Sal a calmarlo,
pero sin xito. Los vecinos llamaron por telfono para quejarse
del ruido, amenazando con llamar a la polica. La situacin se
volvi engorrosa. Sbitamente, en medio de la noche, Trotsky
baj de su cuarto, tom una correa de cuero, sali afuera y
avanz hacia Benno, gritando y golpeando con la cuerda. El
perro se refugi en su casa. Durante un buen momento, Trotsky
sigui golpeando sobre la casilla con la correa, lanzando a
Benno insultos en ruso. El ladrido ces.
Pronto se organizaron viajes a Pars. Eso suceda el domingo,
cada dos o tres semanas, en algunos momentos todas las
semanas. Al comienzo, Liova y Henry Molinier venan a
buscar a Trotsky en automvil el domingo por la maana. Pero
pronto, la salida se simplific. Yo me iba con l, caminbamos
hasta la carretera principal de Fontainebleau y all tombamos
el autobs que iba a Pars. En l, Trotsky se pona un pauelo
en la boca, como si estuviera resfriado, para disimular su
barbita, que se haba vuelto a dejar crecer de regreso de su
viaje a Los Pirineos. Al cabo de un tiempo, alternamos Rudolf
Klement y yo. En Pars, unos amigos haban puesto a
disposicin de Liova cinco o seis departamentos que
utilizbamos uno tras otro. Entre las personas que Trotsky vea
de este modo, haba dirigentes trotskistas, franceses o
extranjeros, que vivan en Pars o que venan especialmente
para verlo. Durante un tiempo Trotsky particip incluso, ms o
menos regularmente, de las sesiones del Secretariado
Internacional. Pudo encontrarse as con refugiados polticos
alemanes o austracos, Willi Schlamm, en particular. Fue
entonces cuando reanud las relaciones personales y polticas
con Ruth Fischer y Maslov. Se reuni con Simone Weil, con
quien tuvo una viva discusin sobre la naturaleza del Estado
sovitico.
A la noche, cuando terminaban las conversaciones, Trotsky a
veces paseaba un poco por las calles de Pars antes de regresar

a Barbizon. Me acuerdo de haber descendido con l por el


boulevard Saint-Michel. Liova iba a su derecha, yo a su
izquierda. Llevaba el pauelo en el mentn. Se detena en los
escaparates de las libreras.
El 7 de noviembre de 1933, Liova y Jeanne vinieron a cenar
a Barbizon. Hubo una botella de vino, esta vez francs, en la
mesa. Estbamos en el pequeo comedor de esa casona de
extramuros, con muebles de un gusto espantoso, pero Trotsky y
Natalia, con su hijo cerca, con amigos en Pars, se sentan
menos aislados que en Turqua y vivan sin duda, en ese
momento, las horas menos difciles de su exilio.
A fines de enero, Sara Jacobs decidi bastante bruscamente
volver a Nueva York, donde viva su marido. Parti antes de
que hubiera sido posible encontrar una solucin para
reemplazarla. El 20 de febrero, tres semanas despus de que
Sara haba dejado de trabajar, Trotsky todava escriba a Liova
(en alemn): "Meine Arbeit ist sehr desorgariisiert." [3]
Luego de los desrdenes provocados por la derecha contra el
gobierno Daladier el 6 de febrero en la Plaza de la Concordia y
de la respuesta de la izquierda el 12 de febrero, Francia se
polariz polticamente. En Pars, el grupo trotskista intentaba ir
ms all de la simple propaganda; se abran ante l algunas
posibilidades de accin. Se decidi que yo fuera a militar a
Pars pero que vendra a Barbizon uno o dos das por semana,
para ocuparme de la correspondencia en francs. Gaby se vino
a vivir conmigo y fue reemplazada por Trude, la mujer de Otto
Schssler, que entonces viva en Pars. Rudolf Klement se
qued en Barbizon. Max Gawenski (Segrave), un trotskista
polaco cuyo ruso estaba lejos de ser perfecto, vena por
momentos a Barbizon a escribir a mquina en ese idioma. La
situacin no era nada satisfactoria desde el punto de vista del
trabajo para Trotsky. No dur, por otro lado, mucho tiempo,
como veremos pronto.
Haba en Trotsky cierto tono didctico, a veces un poco
pedante y yo dira casi conservador. Desconfiaba de cualquier
innovacin en el campo de la teora marxista. Tena una
expresin para esas innovaciones: "Recortarle la barba a
Marx." En febrero de 1933, en Prinkipo, nos haba pedido a
Pierre Frank y a m, que reuniramos todas las tesis y

resoluciones adoptadas por los cuatro primeros congresos de la


Internacional Comunista. Quera juntarlos tal como eran y
hacer de ellos una especie de carta de la organizacin trotskista
internacional. Cuando los textos estuvieron reunidos,
percibimos que trataban, junto a las grandes perspectivas
polticas, una gran cantidad de problemas episdicos y caducos
que era imposible revivirlos tal cual para hacer con ellos un
programa. El proyecto tuvo que ser abandonado. El 13 de
marzo de 1934, Trotsky termin un artculo sobre las
cuestiones militares y la guerra futura, en el cual deca: "No
obstante, a pesar de la motorizacin de los transportes y de los
artefactos militares, la necesidad de tener caballos para el
ejrcito casi no ha cambiado: como en tiempos de Napolen,
hace falta un caballo para cada tres soldados." En el mismo
momento en que Trotsky escriba esas lneas, un comandante
francs predeca el papel de los tanques en la guerra futura.
La Seguridad no haba informado a ninguna autoridad local
sobre la presencia de Trotsky en Barbizon. Sin embargo,
quienes vivan en la residencia Ker Monique eran algo tan
diferente a una familia francesa como para haber atrado, a
partir de febrero, la atencin de la gendarmera de Ponthierry,
alertada sin duda por los chismes de Barbizon. Ms tarde supe,
por ejemplo, que algunos pobladores del lugar haban
sospechado que la residencia albergaba un equipo de
monederos falsos. Por qu? Porque comprbamos mucha
leche: al parecer, los impresores clandestinos de moneda beben
mucha leche para prevenir los efectos txicos del plomo. En
Barbizon, por lo tanto, las malas lenguas marchaban a buen
ritmo. Los gendarmes no haban encontrado nada preciso que
reprochar a los habitantes de la casa, pero no dejaban de
preguntarse quines eran y qu hacan.
El 12 de abril de 1934, a las 11 de la noche, Rudolf Klement
regresaba a Barbizon en una bicicleta a motor. Haba ido a
pasar el da a Pars, haba visto a Liova y ahora traa el correo.
Dos gendarmes lo interpelaron bajo el pretexto de que sus luces
no estaban en regla. Le pidieron la licencia de circulacin de la
bicicleta a motor. No estaba a su nombre, sino, me parece, al
mo. Lo acusaron de andar en una bicicleta robada. Klement
transportaba cartas venidas de todo el mundo, peridicos en
lenguas extranjeras. No pudo explicar claramente quin era y a
dnde iba y adems hablaba francs con acento alemn. Todo

eso era ms que suficiente para volverlo sospechoso; los


gendarmes lo detuvieron. El 13, el procurador de Melun y el
prefecto de Seine-et- Marne se pusieron de acuerdo sobre el
trmite a seguir. Estaba claro, por las cartas interceptadas, que
el asunto concerna a Trotsky. Antes de ir ms lejos, el
procurador de Melun pregunt, por telfono, al Ministerio del
Interior cules eran las condiciones de la estada de Trotsky en
Francia. Le respondieron que su visa era perfectamente legal,
pero que en ese momento debera encontrarse en Crcega. Por
qu? Es difcil decirlo. Despus de los acontecimientos de
febrero, el gobierno Daladier haba dejado el lugar al gobierno
de Doumergue, mucho ms a la derecha. Con el cambio de
gobierno, muchos altos funcionarios haban sido trasladados,
cosa que ocurri sobre todo en el Ministerio del Interior. Es
posible que un funcionario nuevo, que jams haba tenido el
expediente de Trotsky en sus manos, tomado de sorpresa por la
llamada telefnica y teniendo presentes los artculos de la
prensa de julio de 1933, hubiera podido responder que Trotsky
tena que encontrarse en Crcega. Henry Molinier slo trataba
en la Seguridad con un restringido nmero de personas y el
lugar de residencia de Trotsky no era una informacin que
circulaba por muchos expedientes. Uno o dos altos
funcionarios lo conocan y, seguramente, un tercero era el que
haba respondido a la llamada telefnica. El 14 de abril, a la
maana, el procurador de Melun lleg a la residencia Ker
Monique, acompaado por gendarmes, con Klement esposado
y con un escribano, para interrogar a Trotsky sobre el asunto de
la bicicleta a motor. La acusacin de robo evidentemente no se
sostena. Trotsky mismo ha contado esa visita en su diario, en
las fechas 18 y 21 de marzo de 1935. Cualesquiera hubieran
podido ser los mviles exactos del funcionario que haba
respondido a la llamada telefnica, el gobierno francs se
aprovech de la ocasin. Se vali de ese incidente local, que
quizs hubiera preferido que no se produjera, pero que ahora le
vena muy bien aprovechar para modificar las condiciones de
la estada de Trotsky en Francia. El gobierno de Daladier,
despus que le concedi la visa a Trotsky, pareci no haberse
inquietado por l. Con el ministerio Doumergue, mucho ms a
la derecha, esa actitud se volva anacrnica. Una campaa de
prensa se desencaden: los diarios pedan que Trotsky
"volviera" a Crcega, donde jams haba estado, o que en su
defecto se tomaran medidas ms severas contra l.

Mucho antes del asunto de Barbizon, Liova haba arrendado


en Lagny, en Seine-et-Marne, a unos 25 kilmetros al este de
Pars, una casa a la que iba raramente y que tena en reserva.
Slo dos o tres personas de su proximidad conocan su
existencia. El 15 por la noche, Henri Molinier y l llevaron
rpidamente a Trotsky y a Natalia de Barbizon a Lagny. Yo me
instal en Ker Monique. Los periodistas llegaron. Pronto hubo
una buena docena que durante el da montaba guardia
alrededor de la casa. Se alojaban en un hotel de Barbizon.
Tambin venan curiosos y la pequea ciudad goz de una
animacin desacostumbrada. Yo haca teatro, fingiendo que
Trotsky y Natalia estaban todava en la casa. Por la maana,
abra los postigos de las habitaciones del primer piso, donde
haban vivido; por la noche las cerraba. Para mi gran sorpresa,
la farsa result.
Los periodistas nunca vieron a nadie, salvo a m, salir de la
casa, lo cual deba parecerles un poco extrao; pero como
nadie haba sealado la presencia de Trotsky en otra parte,
nada poda conmover su certeza de que Trotsky segua estando
en Ker Monique. Al leer en los diarios de la maana ciertos
detalles que yo haba dado telefnicamente a Liova o a
Raymond Molinier la vspera, me di cuenta de que los
periodistas haban conectado, a cierta distancia de la casa, un
telfono de campaa a nuestra lnea telefnica. Era entonces
muy fcil engaarlos. Simplemente daba por telfono, en un
tono falsamente confidencial, detalles ficticios. Haba adoptado
el nombre de Marcel y la prensa pronto hablaba de hechos y
gestos de Marcel.
En la semana slo estaban alrededor de la casa los
periodistas. Pero el domingo se juntaba una multitud. Creo
recordar que alguien haba organizado en Pars viajes
especiales en autobs. Un domingo por la tarde lleg a
formarse una masa de varios centenares de personas alrededor
de la casa.
El bosque de atrs haba sido invadido. Se oan gritos,
insultos, una verdadera muchedumbre de ociosos de domingo
por la tarde, dispuestos a todo. Yo estaba solo en la casa, con
Benno y Stella. Los dos gendarmes presentes no hubieran
podido hacer gran cosa contra una multitud semejante. Un
mocetn se puso a subir la barda. Me acerqu con Benno. Me

grit que estaba en su casa, en Francia, en su pas, y que poda


hacer lo que se le diera la gana. Le respond que yo tambin
estaba en el mo. Se sorprendi de orme hablar sin acento,
esperaba seguramente encontrarse con un extranjero y se
detuvo, desconcertado, a caballo sobre la barda. Al ver a Benno
que grua junto a m, probablemente recuper el juicio y baj
del otro lado.
Durante todos los aos que pas junto a Trotsky, solamente
en esos das supe lo que era el miedo. La prensa sostena una
campaa desenfrenada contra Trotsky. Las pasiones se
encendan. Todo el mundo crea todava que estaba en Ker
Monique y tuve que pasar las noches, solo, en esa casa.
Despus de un sitio de una docena de das, una maana me
aproxim al grupo de periodistas y les anunci que Trotsky
estaba lejos de Barbizon. No me odiaron demasiado por
haberlos engaado. Haba sido en buena ley. Entre tanto,
despus de pasar unos das en Lagny, Trotsky parti a
Chamonix con Meichler. All vivi en un hotel, sin saber muy
bien qu iba a pasar al da siguiente. Natalia se qued en Pars.
Henri Molinier continuaba sus tratos con las autoridades
francesas. Se hablaba de enviar a Trotsky a Madagascar o a la
Reunin. El gobierno turco, al que se sonde discretamente,
hizo saber que no permitira el regreso de Trotsky a Turqua.
Era el planeta sin visa. A comienzos de mayo, partimos de
Pars en automvil, una maana, Natalia, Raymond Molinier y
yo. Nos reunimos con Trotsky y Meichler en Chamonix.
Siguieron unos das bastante confusos. Como no estbamos
lejos de la frontera, la Seguridad imagin que intentaramos
pasar a Suiza. Entreg el nmero de nuestro automvil a un
periodista, que lo public. Era una advertencia para que
respetramos ciertas condiciones, una de las cuales era no
aproximarnos demasiado a las fronteras. Finalmente, el 10 de
mayo, con el acuerdo de la Seguridad, nos instalamos, Trotsky,
Natalia y yo, en una pensin familiar, la pensin Gombault, en
La Tronche, pequea ciudad cerca de Grenoble. Di mi nombre
a la duea. Trotsky y Natalia eran mis tos. Mi nombre era lo
bastante extranjero como para explicar el acento y las maneras
de Trotsky y Natalia. Para evitar las comidas en comn en la
mesa con los dems huspedes, Trotsky y Natalia simulaban un
duelo reciente. Natalia se vesta de negro y haba cosido un
brazalete del mismo color en la manga de la chaqueta de

Trotsky. Los dos coman en su habitacin y, cuando salan, los


habitantes de la casa guardaban a su alrededor un silencio
conmovedor. Era verdaderamente una pequea pensin,
bastante ms familiar que un hotel, y sin ese tipo de astucias
hubiera sido muy difcil no verse arrastrado por conversaciones
siempre susceptibles de despertar sospechas.
Yo coma en la mesa del comedor comn, observando lo
mejor que poda lo que suceda a mi alrededor. Casi al mismo
tiempo que nosotros haba llegado a la pensin un "agente de
seguros". Era, en realidad, un inspector de la polica, Gagneux.
Habamos sido informados oficialmente de su presencia. La
Seguridad estaba en ese momento tambin interesada en que no
se descubriera el incgnito. Gagneux y yo fingimos hacernos
amigos. As podamos encontrarnos en cualquier momento sin
despertar sospechas. En su mayora, los pensionistas eran
jvenes de Amrica Latina que estudiaban en la Universidad de
Grenoble y no se metan en lo que no les interesaba
directamente. El peligro estaba en otra parte, como pronto
veremos.
El tiempo era bueno. Trotsky y Natalia se sentaban a veces,
separados de los dems, en el parque de la casa. Trotsky lea
los diarios y me dictaba un poco en francs. A la tarde a
menudo dbamos un paseo por el campo, entonces
relativamente poco edificado y muy bello. Un da, en uno de
esos paseos, nos encontramos, de pronto, en medio de un
cementerio. Era un cementerio de emigrados rusos. Las
lpidas, en ruso, tenan nombres de coroneles, de generales.
Trotsky pas rpidamente, sin decir nada.
Pronto descubrimos que la propietaria de la pensin era
catlica practicante y, adems, monrquica. Gagneux cumpla
su oficio de polica y reuna informaciones que luego me
comunicaba. Se plante la cuestin de la misa del domingo.
Cuando llegaba el domingo, Gagneux, que era masn, sala
como si fuera a la misa; todo eso para proteger el incgnito de
Len Trotsky en una pensin de familia monrquica. Una
comedia a lo Feydeau. Nosotros, por nuestra parte, juzgbamos
ms prudente dar un paseo el domingo por la maana, a la hora
de la misa. Un domingo por la maana, entramos incluso en
una iglesia; era, creo, la iglesia Saint-Andr, cerca de la plaza
Grenette, muy conocida por Stendhal. Era el momento del

sermn. Trotsky se qued unos minutos a escuchar al


sacerdote. Cuando sali me pregunt: "Usted cree que habla
tan bien como Grard?" Grard Rosenthal era, de los trotskistas
parisinos, uno de los que tena ms dotes oratorias.
En la sala de la pensin haba diarios y revistas a disposicin
de todos. Un buen da descubr, recientemente llegado, un
nmero de L'Illustration con un hermoso grabado: un retrato de
Trotsky y de Natalia. El tema era de actualidad. En el grabado
Trotsky tena su barbita y sus cabellos estaban peinados hacia
atrs, mientras que en la pensin se haba afeitado y peinado al
costado. Natalia era ms o menos la misma en el grabado y en
la realidad. Aun cuando se tuvieran dudas sobre uno y otro, la
proximidad confirmaba la certeza. Alert a Gagneux. Sustrajo
la revista. Creo que la duea se la reclam. La conserv hasta
que nos fuimos, pretextando que lea un artculo. Trotsky da un
cuadro vivo de la estada en esa pensin en su diario, con fecha
8 de mayo de 1935. Dejamos La Tronche el 28 de mayo.
Raymond Molinier haba alquilado una casa en Saint-Pierrede-Chartreuse, un pueblo perdido de los Alpes, a unos treinta
kilmetros al norte de Grenoble. Yo regres a Pars para volver
a ocupar mi lugar en el grupo trotskista. Trotsky y Natalia se
instalaron en Saint-Pierre, con Raymond Molinier y Vera
Lanis. La nica persona que estuvo con ellos cierto tiempo fue
Max Gawenski, que escriba a mquina en ruso. Esa iba a ser,
pensbamos, una residencia de una duracin indefinida.
Hice un viaje de Pars a Saint-Pierre a mediados de junio,
para llevar el correo. No tuve una buena impresin de la
instalacin. El pueblo era verdaderamente muy pequeo y una
casa habitada por desconocidos, recin llegados al pueblo, no
poda dejar de llamar la atencin. Por aadidura, las cualidades
de Raymond Molinier no eran de aqullas que hubieran
permitido adaptarse a la vida cotidiana con Trotsky, en una
casa pequea. Gawenski no era un excelente dactilgrafo en
ruso y tena ms bien mal carcter. De todos modos este
arreglo no dur mucho.
Mientras Trotsky estaba en Saint-Pierre-de-Chartreuse, yo
hice un viaje a Holanda y otro a Blgica. En las inmediaciones
de Trotsky haba dos planes que se llamaban, en cdigo, el plan
Parijanine y el plan Marguerite. El primero era que Trotsky
pasara a otro pas de una manera perfectamente legal. El

segundo, era hacer la misma operacin, pero ilegalmente. En


junio de 1934, con las dificultades que presentaba la
permanencia de Trotsky en Francia y los peligros de toda clase
que entraaba, Liova se puso de acuerdo conmigo para poner
en marcha el plan Marguerite. Me fui a Holanda a ver a
Sneevliet. Se trataba de encontrar, en el partido de Sneevliet,
un holands del tamao y de la edad de Trotsky que se le
pareciera ms o menos vagamente, hacerlo venir a Francia y
que luego saliera ilegalmente, para que la polica francesa no
marcara esa salida en su pasaporte. Toda la operacin se hizo
sin dificultades, y dispusimos entonces de un pasaporte en
reserva, en Pars. Al poco tiempo, fui a ver a Henri Spaak, en
Bruselas. Era el jefe de una oposicin en el Partido Socialista y
manifestaba simpatas por el trotskismo, simpatas que, por
otro lado, no habran de durar (Trotsky habla de l en su diario,
con fecha 26 de marzo de 1935). Georges Vereeken, uno de los
dirigentes del grupo trotskista belga, me acompa y Spaak nos
recibi en su despacho. Nos habl en primer lugar, en trminos
groseros de los jefes del Partido Socialista: "Yo, en principio,
me cago en ellos". La frase me pareci pobre, polticamente.
Le hice entonces la pregunta acerca de cmo Trotsky podra
pasar la frontera franco-belga en caso de necesidad. "Ningn
problema -respondi-, ir a buscarlo en mi automvil y, en la
frontera, mostrar mi credencial de diputado".
Cuando viva en Saint-Pierre Trotsky sugiri que el grupo
trotskista francs entrara en el Partido Socialista. Despus de la
llegada de Hitler al poder, las calumnias stalinistas contra los
trotskistas se haban vuelto cada vez ms violentas. Los
miembros del Partido Comunista francs o de la Juventud
Comunista estaban entonces tan intoxicados de propaganda
antitrotskista que era imposible tener una discusin con ellos.
Se iban inmediatamente a las manos. Trotsky pensaba que si
los trotskistas entraban en el Partido y en las juventudes
socialistas, encontraran all un medio en el que podran
trabajar. La sugerencia, que muy pronto llamaramos "el giro
francs", provoc una viva discusin en el grupo trotskista
francs y tambin en todo el movimiento trotskista a travs del
mundo. No haca todava demasiado tiempo que los trotskistas
se haban considerado como parte de la Internacional
Comunista. Entrar en el Partido Socialista era, para muchos de
ellos, un choque psicolgico. Raymond Molinier y Naville se
separaron por esa cuestin: Molinier estaba por el ingreso,

Naville en contra. Cuando lleg el otoo, la mayor parte del


grupo trotskista francs estaba dentro del Partido Socialista.
La instalacin en Saint Pierre-de-Chartreuse se hizo con el
acuerdo de la Seguridad. De hecho, las autoridades francesas
haban dado a Trotsky y a Natalia papeles de identidad
ficticios. Su nombre, de ahora en adelante, era Lanis y eran de
nacionalidad rumana. Trotsky era profesor. "Lanis" era el
nombre verdadero de la compaera de Raymond Molinier,
Vera. Pero el prefecto de Isre tena sus razones para no estar
satisfecho con la presencia de Trotsky en su departamento y
sobre todo en Saint-Pierre, un pueblo cuyo alcalde, catlico
ferviente, era enemigo personal del prefecto. Si se descubra la
presencia de Trotsky, se producira un escndalo que recaera
sobre el prefecto. Se las arregl entonces para difundir el
secreto. La prensa local public informaciones que, sin dar la
direccin exacta del refugio, indicaban bastante bien la regin.
Era una especie de chantaje. Si no se ceda a l, las
informaciones seran ms precisas.
A fines de junio, por consiguiente, fue necesario abandonar
bruscamente Saint-Pierre. Trotsky, Natalia y Raymond
Molinier partieron a Grenoble, donde yo, que vena de Pars,
me reun con ellos. No tenamos ningn plan para una nueva
instalacin y la situacin pareca sin salida. Haba que empezar
de nuevo desde cero. Raymond se fue a Pars para encontrar
una solucin. A fin de hacer menos difciles los problemas del
incgnito, Natalia parti con l. Trotsky y yo tomamos el
autobs para Lyon, donde nos instalamos en un hotel.
Comamos en el restaurante. Durante el da, Trotsky lea los
diarios y nos pasebamos por la ciudad. Compramos algunos
libros. Trotsky tom la costumbre de ir por las noches al cine.
Una tarde entramos en una biblioteca pblica. Trotsky pidi un
libro de Fourier. Nos quedamos dos o tres horas leyendo.
Tiempo despus, en Nueva York, durante la guerra, cont ese
episodio a Andr Bretn. Se interes mucho por el relato de esa
lectura de Trotsky, que quizs contribuy a que escribiera
su Oda a Fourier. Un da, cuando pasebamos Trotsky y yo
por las calles de Lyon, un mendigo nos tendi la mano. "Dle
algo", me dijo. Le di una moneda de dos francos (de entonces).
"Dle ms", me dijo Trotsky. Entonces le di un billete de cinco
francos. Trotsky nunca llevaba dinero consigo. Vivi en varios
pases sin saber de qu color era su dinero. Nos sentbamos a

menudo en los bancos de los parques. Un da, en uno de ellos,


estbamos mirando jugar a los nios. Una madre dio una
bofetada a su hijo. "La dialctica del amor y del odio", dijo
Trotsky. Posteriormente, en Mxico, cuando salamos un da
del dentista, me dijo: "Debera haber, una manera sinttica de
curar un diente". Eran esas sus maneras de reencontrar la
dialctica marxista en la vida cotidiana. En los parques de
Lyon, Trotsky me dict algunas cartas y notas. Raymond vino
a vernos, trayndonos un paquete de cartas. Haba que
responderlas, el trabajo continuaba. Pero, en general, Trotsky
estaba, en esos das, taciturno e inquieto. La inseguridad de su
situacin comenzaba a pesarle.
Mientras Trotsky y yo estbamos en Lyon, Henry y
Raymond Molinier se afanaban: Henry tratando de negociar
con las autoridades francesas, Raymond buscando un lugar
conveniente.
Pronto se dibuj una solucin. Despus del problema de
Barbizon, yo haba ido a ver a Maurice Dommanget, uno de los
lderes del sindicato de docentes, en el pequeo pueblo de Oise,
donde era maestro. Al igual que cierto nmero de colegas
suyos en el sindicato docente, aunque no era trotskista, tena
simpata por Trotsky. Yo le haba preguntado si no poda
encontrar un maestro que tuviera una casa lo suficientemente
grande en una aldea o en una pequea ciudad lejos de Pars,
que pudiera albergar a Trotsky, mediante el pago de una renta.
Dommanget dijo que iba a buscar. Es as como, a comienzos de
julio, vino a proponerme la casa de Laurent Beau, maestro en
Domee, pequea ciudad a una decena de kilmetros al este de
Grenoble. Raymond Molinier fue a ver el lugar. Todo estaba
bien. La casa de Beau, de tres pisos, rodeada de un gran jardn,
se encontraba en la carretera de Savoie, un poco apartada de la
ruta, quizs a unos dos kilmetros del centro de Domne. Beau
no era trotskista; era un maestro de izquierda, y estaba decidido
a alquilar una parte de su casa a Trotsky.
Llegamos a Domne Trotsky, Natalia y yo, justo antes de
mediados de julio de 1934. Henri Molinier nos llev en
automvil. Los primeros arreglos de la casa se hicieron un
poco al azar. Trotsky se instal, creo, en la pieza de trabajo de
Beau, en la planta baja. No era cuestin de tener una
dactilgrafa rusa y Trotsky se puso a escribir a mano. Despus

de un perodo en el cual comamos con los Beau, Natalia


comenz a preparar algunos platillos, para Trotsky y ella,
ayudada un poco por la seora Beau. Yo coma muy seguido
fuera. Tena una bicicleta y era fcil ir al centro de Domne.
Gagneux, el inspector judicial, se haba instalado en Domne y
vigilaba la casa. Era una vigilancia de doble filo; por un lado,
velaba para que nadie viniera a perturbar la clandestinidad de
Trotsky; por el otro, observaba quin vena a ver a Trotsky.
La casa no tena vecinos cerca. En la parte de atrs, el jardn
suba en pendiente directamente al contrafuerte de los Alpes.
Trotsky y Natalia podan ir a pasear en esa direccin, seguros
de que no encontraran a nadie. A veces, por la noche, Beau
nos llevaba en su autito a hacer un paseo de una media hora o
una hora al campo, sin paradas. Trotsky y Natalia se sentaban
detrs, yo al lado de Beau. La conversacin con Beau era ms
bien pobre.
Haba en Grenoble un joven profesor, Alexis Bardin, cuyos
dos hermanos eran miembros del grupo trotskista en Pars; uno
de ellos (Boitel) desempeaba incluso un papel importante.
Alexis Bardin y su mujer, Violette, fueron autorizados por el
prefecto de Isre a visitar a Trotsky y a Natalia. Bardin era
miembro del Partido Socialista y participaba en la vida poltica
y sindical. Las conversaciones entre Trotsky y l pronto giraron
en torno a la poltica local de Grenoble. Trotsky se interesaba
por los menores detalles: le gustaba volver a sumergirse en una
actividad concreta y cotidiana. Bardin era un trotskista
ferviente y desplegaba una actividad cada vez mayor. Algunos
de sus discursos, en los congresos sindicales, fueron escritos
por Trotsky. Unos aos antes, previamente a la llegada de
Hitler al poder en Alemania, Trotsky haba escrito tambin los
discursos que pronunciaba en el Landtag de Prusia un trotskista
alemn, Oskar Seipold.
La situacin poltica en Francia era cada vez ms febril y
haba mucho que hacer en el grupo trotskista de Pars. Pronto
se decidi que yo dividira mi tiempo entre Domne y Pars.
Pasaba tres o cuatro semanas en Pars, luego me iba a Domne
por dos o tres semanas, y as regularmente. Todo eso careca de
estabilidad y dependa ms que nada de las necesidades del
momento. Estuve en Domne en octubre, para traducir la
primera parte de A dnde va Francia?. Traduca el manuscrito

a medida que Trotsky escriba. El folleto era un anlisis de la


situacin poltica en Francia y, por supuesto, no poda ser
publicado con el nombre de Trotsky sin comprometer ms su
situacin ante las autoridades francesas. Mi traduccin tena
algunos arreglos como para que no se advirtieran las marcas
ms notorias de su estilo. El texto fue publicado en La Vrit
como si hubiera sido escrito colectivamente por un grupo de
trotskistas franceses. No obstante, el manuscrito ruso deba ser
puesto en un sitio seguro. Natalia lo cosi en la valenciana de
mi chaqueta cuando tuve que volver a Pars. En Domne estuve
todo el mes de enero de 1935. El primero de diciembre de
1934, Kirov, secretario del Partido Comunista en Leningrado,
haba sido asesinado, en circunstancias bastante misteriosas,
por un joven terrorista, Nikolaiev, cuyos mviles eran todava
desconocidos. Stalin lanz una nueva campaa de calumnias
contra los trotskistas y se entreg a sangrientas represiones e
incluso hizo fusilar a docenas de funcionarios de la GPU.
Trotsky trataba de demostrar, con las informaciones que
entonces tena a su disposicin, el mecanismo del asunto. Yo
traduca al francs lo que l escriba, que se public finalmente
poco despus en Pars, en forma de un folleto sobre el asunto
Kirov. En la conversacin, Trotsky me esboz una teora de lo
que l llamaba "el socialismo coronado". "Ya ver usted, Stalin
se va hacer coronar". Pensaba que despus del asesinato de
Kirov, Stalin habra de adoptar un ttulo majestuoso, a la
manera de Bonaparte cuando se convirti en Napolen. En
cierto modo, eso fue lo que ocurri. Stalin se convirti en el
Padre de los pueblos y se rode de esa aureola de adulacin
bizantina que ms tarde habra de llamarse el "culto a la
personalidad". El asesinato de Kirov y sus secuelas marcaron
una etapa importante en la construccin del mito. Trotsky tal
vez esperaba un regreso a algo ms tradicional, ms formal. Yo
estaba en Domne cuando naci mi hijo, a fin de enero.
Raymond Molinier me dio la noticia en una de esas
conversaciones telefnicas que yo tena con l desde Grenoble
casi todos los das. Crey que me haca una buena broma
anuncindome que haban nacido gemelos. Yo no tena por qu
no creerle y le pas la noticia a Trotsky. "La mezcla de razas
siempre es muy frtil", dijo inmediatamente. Gaby era pequea
y morena, yo soy alto y rubio. Trotsky no necesit ms para
construir una teora.

Yo estaba de nuevo en Domne en febrero, cuando Trotsky


escribi la segunda parte de Ou va la France?. El 7 de febrero
empez a escribir su diario. Ese diario, muy conocido hoy en
da, es un documento precioso para el estudio de su
personalidad y quiero decir sobre l algunas palabras. Fue
escrito durante un perodo particularmente difcil del exilio y
sera tal vez abusivo extrapolar, sin reservas ni modificaciones,
la atmsfera que evoca ese diario y proyectarla a todo el exilio
de Trotsky. Adems, las proporciones entre los diferentes
intereses de Trotsky se encuentran, en el diario, deformadas. El
saba que ese diario poda caer en manos de las autoridades
francesas si se produca de nuevo cualquier otro incidente. El
texto, en consecuencia, est lleno de pequeas astucias. Con
fecha de abril, Trotsky escribe que "no sabe" quin
escribi Ou va la France?. Tengo incluso la impresin de que
Trotsky, que unos meses antes, cuando el asunto de Barbizon,
se haba calificado a s mismo de "viejo conspirador", escribi
en alguna medida su diario para tener algo que mostrar a la
polica francesa. "Miren ustedes de lo que me ocupo!". Por lo
tanto toda una parte de su actividad poltica no aparece. Sus
constantes intervenciones en las luchas de fracciones de los
diferentes grupos trotskistas, su correspondencia poltica, las
visitas mismas que reciba, de todo eso no quedan huellas.
Liova, Jeanne, Raymond Molinier a menudo iban de Pars a
Domne. Aparte de ellos, hubo varios visitantes que vinieron
para mantener discusiones polticas con Trotsky. Vinieron, por
ejemplo, Henryk Sneevliet, Pierre Naville, Jean Rous y
Marceau Pivert. A fin de escapar de la vigilancia de Gagneux,
Raymond Molinier ocult a Yvan Craipeau en la cajuela
posterior de su automvil mientras atravesaban el pueblo.
Dos o tres meses despus de la llegada de Trotsky a Domne,
se pens en organizar un poco mejor el interior de la casa.
Beau puso a disposicin de Trotsky y de Natalia todo un piso.
Una habitacin serva de dormitorio, otra de estudio. En un
pasillo se instalaron estantes que se llenaron de libros. Cuando
yo estaba, trabajaba y dorma en un cuarto pequeo, en el
mismo piso. Hubo que instalar en ese piso un bao. Eso
signific un gasto muy importante. Ni Beau ni Trotsky tenan
mucho dinero. En realidad, Trotsky atravesaba entonces por
una situacin financiera muy difcil. En medio de sus
tribulaciones no poda escribir artculos para que se los
pagaran. Se regate la parte que cada uno tena que pagar.

Durante cierto tiempo las relaciones fueron muy tensas.


Trotsky y Beau no se hablaban. Posteriormente, un poco antes
de su partida, las cosas se arreglaron en alguna medida. El
episodio llev a Trotsky a escribir en su diario, con fecha 12 de
febrero de 1935: "No hay criatura ms repugnante que un
pequeoburgus comprometido en la acumulacin primitiva.
Nunca haba tenido la ocasin de observar un tipo semejante
tan de cerca como ahora". La clera se adivina en el texto.
Hablar de acumulacin primitiva es abusar de una categora de
la economa marxista. Beau ciertamente no iba a transformarse
en capitalista en virtud de la renta que le pagaba Trotsky.
Natalia hace sonar la campana de otro modo cuando habla en
sus recuerdos de los Beau como de "gente excelente". En mayo
tom en Pars el tren de Grenoble, para ir a Domne. El viaje
era largo, la tarde era calurosa. Me dirig al vagn restaurante a
beber una botellita de soda Perrier. El mesero me trajo un
recibo que deslic entre las pginas del libro que estaba
leyendo, uno de los que tena que entregar a Trotsky. Al da
siguiente de mi llegada, yo estaba en el jardn, cerca de la casa.
Trotsky apareci en la ventana de su estudio y, blandiendo el
pedacito de papel, me grit: "Eh! Eh! As que tirando la casa
por la ventana en el restaurante del tren!" Saba algunas
expresiones del argot y le gustaba usarlas. Felizmente yo no
haba bebido ms que agua mineral!
En Noruega se haba formado un gobierno socialista. Un
trotskista alemn refugiado all, Walter Held, moviliz a unos
amigos noruegos para que solicitaran al gobierno una visa para
Trotsky. El 8 de junio de 1935 llegaba yo a Domene, de Pars,
con la noticia de que el gobierno noruego haba concedido a
Trotsky un permiso de residencia. Las visas no haban sido
materialmente asentadas en los pasaportes de Trotsky y de
Natalia, pues sus documentos estaban en Domene, pero la
autorizacin haba sido otorgada. Haba que partir a Pars lo
antes posible. En dos das, Natalia y yo empaquetamos la ropa,
manuscritos, algunos libros. La despedida de los Beau fue
breve. El 10 por la noche tomamos el tren hacia Pars en la
estacin de Grenoble. El director de la Seguridad de Grenoble
nos acompaaba. Cuando bamos a subir al tren me hizo notar
que el prefecto de Isre se encontraba en el otro andn,
vigilando de lejos la partida de Trotsky. Trotsky y Natalia
ocuparon un compartimiento ellos solos y durmieron en los
asientos. Yo me qued toda la noche junto a la puerta, en el

pasillo, y llegamos a Pars a la madrugada. Liova nos esperaba


en la estacin. Trotsky y Natalia se dirigieron inmediatamente
al departamento de Grard Rosenthal o, mejor dicho, de su
padre, un mdico parisino muy conocido.
Se supo entonces que el gobierno noruego vacilaba y hubo
varias jornadas de negociaciones febriles. Las autoridades
francesas queran que Trotsky abandonara el pas lo ms pronto
posible y ciertamente no estaban dispuestas a permitir un
retorno a Domene. Por otra parte, en ese momento se llevaba a
cabo el Congreso Nacional del Partido Socialista, en
Mulhouse; los trotskistas franceses estaban a punto de ser
excluidos de ese partido. Gran cantidad de cuestiones de tctica
poltica se planteaban. Miembros del grupo trotskista de Pars
venan a menudo a ver a Trotsky. Esos das han sido descritos
en detalle por Trotsky en su diario, con fecha 20 de junio de
1935, en pginas escritas por lo tanto poco tiempo despus de
los acontecimientos. El 13 de junio todo se arregl finalmente.
La visa noruega fue acordada por seis meses. Estbamos listos
para partir.

III.
Noruega
En

la noche del 13 al 14 de junio de 1935 tomamos en la


Estacin del Norte el tren de las 12 y cuarto para Amberes,
Trotsky, Natalia, Jean Rous y yo. Rous, que era entonces uno
de los dirigentes del grupo trotskista francs, vena con
nosotros hasta Amberes para que yo no estuviera solo de
custodia; Trotsky quera tambin discutir con l sobre los
problemas del grupo trotskista francs. Llegamos a Amberes
por la maana y encontramos all a Jan Frankel, que haba

venido de Checoslovaquia. Nos instalamos en el Hotel


Exclsior.
En noviembre de 1932, en esa misma ciudad de Amberes, la
polica belga haba organizado un verdadero sitio alrededor del
barco que conduca a Trotsky a Dinamarca, mientras que en
1935 nos dej tranquilos. La polica francesa, igualmente, en la
Estacin del Norte, haba sido extremadamente discreta. El
viaje se realiz mucho ms sencillamente que los anteriores
desplazamientos de Trotsky.
A comienzos de junio de 1934, la prefectura de Isre entreg
a Trotsky y a Natalia "verdaderos" falsos documentos de
identidad, a nombre de Lanis. He aqu una pgina de cada uno
de esos documentos.
Durante los das 14 y 15, Trotsky tuvo en Amberes
conversaciones con varios trotskistas belgas y tambin con los
miembros de un grupo socialista flamenco, la Liga. El 15, a las
8 de la noche, partimos hacia Oslo a bordo del barco noruego
Pars, Trotsky, Natalia, Frankel y yo. Rous se volvi a Pars.
En el barco todo anduvo bien. Los pasajeros, su mayora
noruegos, no parecan prestarnos atencin. El 18 por la
maana, el barco costeaba el fiordo de Oslo. Las formalidades
de inmigracin fueron rpidas, el desembarco muy sencillo;
descendimos al muelle mezclados con los dems pasajeros. Si
haba periodistas presentes, no se mostraron. Partimos
inmediatamente en automvil hacia Jevnaker, una pequea
ciudad a unos cincuenta kilmetros al noroeste de Oslo, y nos
instalamos en un hotelito muy limpio por algunos das.
Para guiarnos en ese mundo nuevo estaba Walter Held, cuyo
verdadero nombre era Heinz Epe, un trotskista alemn
refugiado en Noruega desde haca un tiempo y casado con una
noruega. Alrededor de l, algunos amigos noruegos; en
particular Olav Scheflo, un periodista que haba hecho mucho
por la obtencin de la visa y Kjell Ottesen, un estudiante.
El 23 de junio Trotsky y Natalia se instalaron en la casa de
los esposos Knudsen. Konrad Knudsen era diputado en el
Parlamento noruego. El arreglo haba sido hecho por
intermedio de Scheflo, amigo de los Knudsen. La casa, sin ser
lujosa, era grande y cmoda, en medio del csped, sin bardas,

cerca de un pequeo bosque. El lugar, que reuna varias casas,


se llamaba Wexhall y estaba unido a la pequea ciudad de
Honefoss a unos sesenta kilmetros (a vuelo de pjaro) al norte
de Oslo. Como los Knudsen slo podan dar a Trotsky una
parte de su casa, se decidi que all se vivira con un reducido
nmero de secretarios y sin guardia regular. Jan Frankel sera
el nico secretario. El 25 regres a Francia por tren y tuve la
ocasin de atravesar la Alemania de Hitler. En Domene
habamos dejado libros y archivos. Fueron enviados a
Honefoss a fin de julio. Tambin se envi una mquina de
escribir en ruso. Se haba encontrado una secretaria rusa y el
trabajo regular recomenzaba.
Durante la manifestacin del 12 de febrero de 1934 en Pars,
Jan Frankel haba sido descubierto como extranjero por un
polica de civil. Detenido, fue posteriormente expulsado de
Francia. De regreso a Praga, hizo borrar de su pasaporte, por un
falsificador profesional de papeles, la notificacin de
expulsin. Con ese pasaporte, autntico pero adulterado, haba
entrado en Noruega. En octubre de 1935, por ser extranjero,
tuvo que presentarse ante la polica noruega. La adulteracin
del pasaporte poda ser descubierta, lo cual habra provocado
un pequeo escndalo en torno a Trotsky. Se juzg conveniente
que regresara a Checoslovaquia. De regreso en Praga se ocup
de buscar un reemplazante. Eligi a un trotskista checoslovaco,
Erwin Wolf, que lleg a Honefoss el 15 de noviembre. Frankel
haba pasado varios aos con Trotsky, Wolf evidentemente no
tena esa experiencia. Tampoco tena mucha aficin por las
tareas propias de secretario y en los meses siguientes la
correspondencia y los manuscritos de Trotsky habran de
conocer cierto desorden. De regreso a Pars me puse de nuevo a
militar en el grupo trotskista francs. Se desarrollaba entonces
una viva lucha en la organizacin de las juventudes socialistas.
All, ms que en el partido adulto, los trotskistas haban
logrado algn xito luego de su ingreso a la organizacin
socialista. Haban reclutado adherentes. Adems, el grupo de
Fred Zeller, que tena en sus manos la conduccin de la Entente
del Sena, se haba aproximado bastante a ellos. A fines de julio,
en Lille, el Congreso Nacional de la organizacin de la
juventud socialista excluy a los trotskistas y a sus aliados. El
30 de julio, desde Lille, envi a Trotsky el siguiente telegrama:
"Congreso Nacional juventud nos excluye y a izquierda
Zeller." El 8 de agosto, varios representantes de los excluidos,

Fred Zeller, David Rousset, Yvan Craipeau y yo nos reunimos


en la calle Feydeau con una comisin compuesta por dirigentes
del Partido Socialista, entre los que estaba Len Blum. Nuestra
expulsin haba sido urdida por la derecha del Partido, alentada
por pro-stalinistas. La comisin desempeaba un papel
conciliador y no haba perdido la esperanza de que
permaneciramos en la organizacin socialista aunque
sometidos, por supuesto, a condiciones bastante duras.
Estbamos sentados en torno de una mesa angosta y larga.
Blum estaba casi en frente de m. Con voz meliflua pero no sin
encanto y con cierta fuerza de argumentacin, nos presentaba
las posiciones socialistas tradicionales. Pero las cosas haban
ido demasiado lejos y no haba ya retorno posible. El grupo
Zeller se uni a los trotskistas para formar una organizacin
juvenil independiente. A fines de octubre, Zeller viaj a
Noruega para ver a Trotsky y se qued alrededor de tres
semanas. Por cierto, pregunt a Trotsky cmo haba podido
perder el poder. "Porqu no se vali usted del formidable
aparato que tena entre las manos para resistir?" Trotsky
calific la pregunta de "ingenua", pero escribi un artculo
bastante largo titulado "Por qu Stalin venci a la oposicin?"
con fecha 12 de noviembre, que quizs sea la presentacin ms
completa y ms coherente de sus opiniones sobre el problema,
con sus puntos fuertes y tambin con sus costados dbiles. En
particular declaraba: "No hay ninguna duda de que un golpe de
Estado militar contra la fraccin de Zinoviev, Kamenev, Stalin
y los otros no presentaba en esos das ninguna dificultad y que
no habra ni siquiera costado un derramamiento de sangre; pero
el resultado de ese golpe de Estado habra sido una marcha
acelerada hacia esa burocratizacin y esa bonapartizacin
contra las que la oposicin de izquierda haba decidido luchar".
Todo el artculo aporta elementos para ser estudiados. En su
entusiasmo de nefito, Zeller envi desde Noruega a un amigo
stalinista, a Pars, una postal en la que le deca: "Muera Stalin!
Viva Trotsky!" El amigo no encontr nada mejor que remitir
la postal a la direccin del Partido Comunista. Pequeo
escndalo: los stalinistas presentaron la tarjeta como un
llamado al terrorismo individual. Hacia fines de 1935, Trotsky
entr en negociaciones, por intermedio de Liova, con el
Instituto Internacional de Historia Social en Amsterdam para
venderle sus cartas de los aos 1917-1922: cerca de 900
documentos. Se trataba, por cierto, de copias, dactilografiadas

o fotogrficas, pues los originales, por decisin del Politbur,


haban sido depositados en Mosc. El contrato de venta fue
firmado el 28 de diciembre de 1935. El 26 de enero de 1936,
Liova envi a su padre una nota manuscrita en ruso sobre la
entrega de la correspondencia al Instituto de Amsterdam en
laque deca: "Retir (de los documentos enviados al Instituto)
en total tres documentos de Lenin (y dos fotografas de esos
tres documentos, no haba fotografa del tercero). En el primer
telegrama se lee: Acten a la vez por la corrupcin y por la
amenaza de un exterminio general. En el segundo: Les
cortaremos el pescuezo a todos si prenden fuego al petrleo. En
el tercero: la exigencia de fusilar a los obreros de Ijevsk por
sabotaje. Mientras tanto, guardo los documentos". Es el nico
caso de ocultamiento voluntario de textos que yo haya
conocido en la intimidad de Trotsky. Y en este caso se trataba
de proteger la memoria de Lenin. Qu fue de esos documentos
que retir Liova? No lo s. No he podido encontrarlos en el
libro de Jan M. Meijer, The Trotsky papers 1917-1922. Lo
nico que encontr fue, en la pgina 545, el texto de un
telegrama enviado por Lenin a Skliansky, con fecha 8 de junio
de 1919, a propsito de los obreros de Ijevsk; "Enve un
telegrama (con mi firma) a Melnitchansky dicindole que sera
una desgracia vacilar y dejar sin castigar las ausencias con
ejecuciones", lo que parece corresponde al tercer documento
descrito por Liova. Cuando Trotsky propuso el ingreso del
grupo trotskista francs al Partido Socialista, Naville manifest
su desacuerdo, se separ de la organizacin, y form un
pequeo grupo aparte. Una vez que se produjo el ingreso,
decidi entrar tambin al Partido Socialista. En este partido,
cada vez ms los grupos se vieron obligados a trabajar en
comn y cuando los trotskistas fueron excluidos, en agosto de
1935, y hubo que reconstituir un grupo trotskista
independiente, Naville form parte de la direccin del grupo,
con Raymond Molinier, Frank, Bous, Bardin (Boitel) y algunos
otros. Hacia septiembre u octubre, Molinier comenz a
manifestar signos de impaciencia hacia sus colaboradores. El
grupo se desarrollaba demasiado lentamente para su gusto; el
diario del grupo, La Vrit, era segn l demasiado abstracto y
no consegua penetrar en las capas obreras. Se dibuj una lnea
de demarcacin y la organizacin se escindi en dos
fracciones. Yo me qued junto a Raymond Molinier. Desde mi
adhesin al movimiento trotskista haba estado ligado

polticamente a l, en los diversos vaivenes de la vida interna


del grupo trotskista francs. Haba sido el hombre de confianza
de Trotsky. Nadie tena tanta energa como l. Cuando los
acontecimientos sbitamente reclamaban una accin, Raymond
Molinier estaba all para encontrar el dinero, imprimir un
cartel, organizar un mitin. En una especie de bravata que era
habitual en l, Raymond Molinier envi a Trotsky una carta en
la que descargaba todas sus bateras. Le describa sus
proyectos, con precisiones que todava no haba comunicado a
la gente que lo rodeaba o por lo menos a m. En esos mismos
das escrib a Trotsky describindole la situacin tal como yo la
vea. Como no le hablaba de los planes precisos que Molinier
le haba hecho llegar, por la simple razn de que los ignoraba,
se imagin que yo quera engaarlo. Yo era, sin embargo, uno
de los mejor situados para saber que eso era imposible. De
todos lados le llegaban informaciones, de Liova y de muchos
otros corresponsales regulares que le escriban frecuentemente.
La fractura se produjo a comienzos de diciembre. El grupo
Molinier-Frank, en el que yo estaba, comenz a publicar un
diario nuevo, La Commune. Jeanne Martin tambin formaba
parte de ese grupo. Eso habra de crear ms tarde una situacin
entre Liova y ella que, con los aos, se convertira en muy
penosa. En esas semanas la escisin no iba ms all de esas
luchas de fracciones que nunca haban faltado. Las
negociaciones entre los dos grupos continuaban. En cuanto a
m, las relaciones con Trotsky se haban cortado. Por supuesto,
eso me afect mucho. La Commune no progresaba ms que La
Vrit. Nos enfrentbamos a las mismas dificultades y no haba
ninguna frmula mgica. Antes de mediados de enero de 1936
yo abandonaba lo que haba ya comenzado a parecerme una
aventura. Durante unas semanas, flot, a distancia de ambos
grupos. Entr al grupo trotskista oficial hacia mediados de
febrero. Gaby que, como yo, haba estado en el grupo de
Molinier en momentos de la escisin, se qued en l, lo cual
cre entre ella y yo una situacin bastante parecida a la que
exista entre Jeanne y Liova.
Mis tribulaciones polticas haban tenido repercusiones en mi
vida personal. Lejos de ambos grupos, tuve que buscar un
empleo. Con la ayuda de Andr Thirion, a quien haba
conocido en la seccin socialista del dcimo noveno distrito,
ingres a la "Francia mutualista", para trabajar como actuario.
Era una sociedad quedaba pensiones vitalicias a ex

combatientes de la guerra de 1914-1918 y en la que trabajaban


unos 200 empleados. Thirion, sin pertenecer a la direccin,
ocupaba un puesto bastante importante y haba conseguido
trabajo para algunos jvenes surrealistas. Reinici mi
correspondencia con Trotsky. Le envi, apenas aparecido, el
librito que Andr Gide haba escrito luego de su viaje a
Rusia, Retour de URSS (Regreso de la URSS).
En la segunda mitad de mayo se lanz en Francia una ola de
huelgas, con ocupaciones de fbricas. Una noche de comienzos
de junio, se sinti que planeaba sobre Pars una extraa
atmsfera. La polica no apareca. Las calles estaban desiertas,
slo unos grupos de obreros se dirigan de una fbrica ocupada
a otra. Pero eso no dur mucho. Las negociaciones
recomenzaron y la ciudad recuper un rostro ms familiar. El 7
fueron concluidos lo que se llam los acuerdos Matignon, entre
el gobierno de Blum, el sector patronal y los sindicatos.
El lunes 8 de junio, "Francia mutualista" se pona en huelga.
Ocupamos los locales. En el da, las mujeres hacan la comida
para todos. De noche, nos acostbamos en el piso. Las cosas se
hacan con mucho buen humor y una gran disciplina. Yo era
secretario del comit de huelga; el comit se instal en el
despacho del director. Dos agentes de polica vinieron
amablemente a la puerta a preguntar, a los efectos de un censo,
cuntos eran los huelguistas, uno de ellos escribi la cantidad
en un cuaderno. Esta huelga no era, por cierto, ms que una
gota de agua en la ola de huelgas que se haba desatado en el
pas. En el microcosmos de "Francia mutualista", las
negociaciones tomaban la forma de interminables reuniones
entre el director y sus adjuntos por un lado, y el comit de
huelga, por el otro, en torno a una inmensa mesa. La huelga
tuvo como saldo importantes aumentos de salarios, vacaciones
pagas y otras ventajas. Desde Noruega, Trotsky segua de muy
cerca la situacin en Francia. El 10 de junio, me escribi: "Le
adjunto un nuevo artculo que me parece muy URGENTE. Le
ruego hacer lo posible de lo imposible para que llegue cuanto
antes a los camaradas y aparezca en el diario. El mejor nombre
para el diario sera Le Soviet Eso nos dar la posibilidad de
penetrar en las filas de los obreros comunistas y, por otro lado,
el nombre corresponde totalmente a la situacin. Como cintillo:
"Los soviets en todas partes? De acuerdo! Pero empecemos
por Francia".

El artculo cuyo texto ruso me enviaba Trotsky con la carta


fue La revolucin francesa ha comenzado, con fecha 10 de
junio, que era la continuacin de un primer artculo sobre la
situacin en Francia, La etapa decisiva, con fecha 3 de junio
que me haba enviado unos das antes. En cuanto a la
exclamacin "Los soviets en todas partes!" era entonces la
consigna ms corriente en las manifestaciones organizadas por
el Partido Comunista. En la noche traduje el artculo de
Trotsky, sentado en el escritorio del director de la "Francia
mutualista".
El grupo trotskista francs acababa de reorganizarse. El 1 de
junio se haba logrado una reconciliacin (que slo habra de
durar unos meses) con el grupo Molinier; nos habamos puesto
otro nombre, Partido Obrero Internacionalista y buscbamos un
ttulo para el peridico. Por eso Trotsky haca la propuesta. Se
ve su preocupacin por el detalle; no solamente piensa en un
ttulo para el peridico, sino que tambin prev los titulares. El
nombre propuesto no fue aceptado y Trotsky comenz a
mostrar una impaciencia creciente hacia la direccin del grupo
francs. Pensaba que ste no trabajaba con la urgencia que le
pareca exigir la situacin. El 12 de junio me escribi:
"Recibida su cartita (donde yo le anunciaba la huelga de
Francia mutualista) y felicito al seor secretario del Comit de
huelga. Espero que usted haya transmitido mi segundo artculo
a la redaccin (era el enviado el 10 de junio). Si sta no asume
la obligacin que yo exijo (es decir, publicar inmediatamente
los artculos de Trotsky, sin modificaciones), har una
declaracin pblica desentendindome de toda responsabilidad
especial respecto del rgano de la seccin francesa (del
movimiento trotskista internacional) y quedar en relacin con
los camaradas para un boletn semanal de pocas pginas en las
que podr hablar con plena libertad". (En esta carta y en la
anterior a ella, ambas dictadas a alguien que no era francs,
Erwin Wolf, corrijo la ortografa pero mantengo el giro de las
frases).
Cuando se conoce el precio que pona Trotsky en todo lo que
se haba edificado en el plano de la organizacin en el
movimiento trotskista, los cuidados con que haba incubado la
formacin de estos grupos, se puede medir el aspecto
extraordinario de ese proyecto de boletn. Fue an ms lejos
por esa va. Al poco tiempo recib una carta a mano, de la que

no hay copia y cuyo original desgraciadamente se perdi, en la


que me propona lo siguiente: publicar en Pars un diario que se
llamara Le Soviet para el que Trotsky me enviara de Noruega
casi todo el contenido de cada nmero, yo traducira los textos
y me ocupara de su impresin. Habra que mantener respecto
de la conduccin del grupo trotskista francs una especie de
neutralidad. Toda la empresa era, evidentemente, quimrica.
Trotsky me haba elegido para ese proyecto por las siguientes
razones: poda traducir rpidamente sus artculos del ruso al
francs; tena alguna experiencia en cuestiones de imprenta;
finalmente, luego de mi pertenencia temporaria al grupo
Molinier y, posteriormente, mi ruptura con ese grupo, no tena
una solidaridad poltica particular con el equipo Rous-BardinNaville, ni con el equipo Molinier-Frank, que constituan
entonces la direccin del grupo trotskista francs. El proyecto
de diario independiente naci muerto. Los acontecimientos
evolucionaron rpidamente. La ola de huelgas tuvo un reflujo.
Las relaciones de Trotsky con la direccin del grupo francs
mejoraron un poco.
El 19 de julio estall la guerra civil espaola. Hacia fin de
mes, Trotsky comunic a Liova su intencin de ir
clandestinamente a Catalua. Liova y yo hicimos algunos
planes. Pensbamos en un barco pesquero que iba de Noruega
a Espaa, pero nada, fuera de algunas conversaciones.
El 5 de agosto Trotsky termin el manuscrito del libro en el
que trabajaba haca algn tiempo, La Revolucin traicionada y
lo envi a sus traductores. Sali de Wexhall para hacer una
excursin con Xonrad Knudsen, hacia Christiansand. Durante
la noche del 5 al 6, miembros del pequeo grupo pro-nazi
noruego invadieron la casa de los Knudsen y se apoderaron de
cartas y documentos que pertenecan a Trotsky. En Pars, Liova
estaba inquieto y me pidi que fuera a Noruega. Me embarqu
en Amberes y llegu a Oslo el 25 de agosto por la maana.
Todava el barco se deslizaba por las aguas del fiordo de Oslo
cuando trajeron a bordo los diarios de la maana. Pude
descifrar los titulares: anunciaban la ejecucin de Zinoviev y
de Kamenev. Llegu a Wexhall, donde encontr a Trotsky,
Natalia y Erwin Wolf, as como a la familia Knudsen. Los
periodistas llamaban por telfono a cualquier hora para obtener
declaraciones de Trotsky sobre el proceso de Mosc. Trotsky
estaba preocupado, en primer lugar, a causa del proceso, luego,

porque en razn de aqul, el gobierno noruego endureca su


actitud hacia l. Mosc ejerca una presin cada vez ms fuerte
sobre el gobierno, reclamando medidas contra Trotsky y
amenazando, si no se tomaban, con suspender la compra de
arenques noruegos.
El 28 de agosto Trotsky fue a Oslo con Erwin Wolf para
testimoniar en el juicio contra los nazis noruegos que haban
invadido la casa de los Knudsen. Los procesos contra los
fascistas se transformaban en una accin contra Trotsky. De
testigo se converta en acusado. A la tarde, en la gran sala de la
casa de los Knudsen yo acababa de colgar el telfono despus
de hablar con un periodista, cuando dos policas noruegos
irrumpieron en la habitacin, me agarraron y me llevaron. Un
automvil haba trado a Trotsky de Oslo con unos policas.
Trotsky descendi del automvil. No pudimos decirnos nada.
Wolf estaba en otro automvil, al que me hicieron subir. Un
polica fue rpidamente a buscar mi valija con mis pocas
pertenencias personales y partimos hacia Oslo. Todo eso sin
ninguna explicacin. Nos llevaron, a Erwin y a m, al gran
edificio central de la polica en Oslo. All nos hicieron firmar
una declaracin en la que decamos que abandonbamos
Noruega por nuestra voluntad. La palabra era freiwillig, pues
nos hablaban en alemn. De lo contrario, nos dijeron, los
deportaremos a Alemania, a la Alemania de Hitler. Nos
negamos. Wolf tena un poco de dinero con l. Yo no tena un
centavo. En la celda me pas un billete que yo escond en uno
de mis calcetines. No sabamos en absoluto lo que iba a ser de
nosotros ni cual era la suerte de Trotsky. Al da siguiente, sin
explicaciones, nos metieron en un tren, entre dos policas. En la
frontera sueca esos dos policas noruegos nos entregaron a dos
policas suecos, quienes nos acompaaron hasta Dinamarca,
donde nos entregaron a dos policas daneses. Llegamos a
Copenhague el 30 de agosto, custodiados no ya por dos sino
por seis policas daneses. No sabamos todava a dnde bamos,
ni lo que suceda en el mundo. En la estacin de Copenhague,
un personaje importante de la polica nos dijo, muy
amablemente, que bamos a ser conducidos al hotel. Partimos
en automvil, flanqueados por policas. El automvil recorra,
a gran velocidad, las avenidas exteriores y penetr en un
edificio. El "hotel" era una crcel. Era incluso una crcel para
criminales peligrosos. A la noche nos pusieron a cada uno en
una celda completamente desnuda, salvo una tarima empotrada

en la pared y una cobija. A la noche nos quitaron toda la ropa y


objetos personales, sin siquiera dejarnos un pauelo. Al da
siguiente nos llevaron, siempre sin la menor explicacin.
Llegamos a los muelles y nos obligaron a subir a una pequea
embarcacin, el Algarve. El barco solt inmediatamente las
amarras. No haba policas a bordo y el capitn era cordial.
Supimos que la embarcacin, un barco de carga muy pequeo,
iba a Marruecos a comprar aceite de copra, que hara escala en
Amberes, donde podamos desembarcar. Ms tarde, en alta
mar, nos enteramos, por la radio, que Trotsky y Natalia seran
internados por el gobierno noruego. Tuvimos mal tiempo; el
barco, vaco, danzaba sobre las olas.
Llegamos a Amberes el 2 de septiembre. Dos policas belgas
nos esperaban en el muelle. Tomamos el tren con ellos a Pars.
En la frontera francesa los policas belgas evitaron a los
policas franceses: teman que la polica francesa rechazara a
Wolf, ciudadano checoslovaco, y lo hiciera regresar a Blgica.
Llegamos finalmente a Pars. La actitud de los pases
escandinavos hacia nosotros haba sido provocada por
presiones diplomticas rusas. El 2 de septiembre, Trotsky y
Natalia fueron internados por el gobierno noruego en Sundby,
una aldea a 36 kilmetros al sudoeste de Oslo, cerca del pueblo
de Storsand. Los alojaron en el primer piso de una casita cuya
planta baja estaba ocupada por unos veinte policas. Trotsky no
poda recibir visitas, las nicas excepciones eran su abogado
noruego que vino a verlo algunas veces y Grard Rosenthal, su
abogado parisino, que fue autorizado a visitarlo. Su
correspondencia era vigilada de cerca. Las cartas que escriba
eran enviadas ya sea con un gran retraso o bien devueltas. No
poda recibir ms que breves y escasas comunicaciones.
Para tratar de refutar las falsas acusaciones lanzadas por
Mosc, Trotsky se propuso, a travs de sus abogados, intentar
aqu y all, en dos o tres pases de Europa, procesos a las
publicaciones comunistas oficiales que reproducan esas
calumnias. El 29 de octubre, un decreto especial del gobierno
noruego prohiba a un "extranjero internado" emprender
cualquier accin jurdica. Incluso se prohibi a Trotsky pasear
bajo vigilancia, en la puerta misma de la casa. Era un rgimen
carcelario, de prisin severa. En su conducta hacia Trotsky, el
gobierno "socialista" de Noruega descendi a cometer

ignominias tales que ni en las sombras horas de Domne, el


gobierno de Doumergue jams se haba permitido.
De regreso a Pars, volv a ocupar mi lugar en el grupo
trotskista francs, pero mi actividad cotidiana pronto fue
colaborar con Liova en la refutacin de las falsas alegaciones
del proceso Zinoviev-Kamenev. Trotsky haba sido reducido al
silencio. Liova se puso a escribir un largo texto que poco a
poco fue tomando forma. Yo lo traduca al francs y me
ocupaba de su impresin. El texto, finalmente, vio la luz, era el
Libro rojo, primera refutacin sistemtica de las falsificaciones
del proceso Zinoviev-Kamenev.
Una comisin investigadora sobre el proceso de Mosc se
haba formado en Pars. Grard Rosenthal, como abogado,
tena un papel muy activo en ella. Yo trabajaba con l. Fue en
las sesiones de esta comisin donde pude ver de cerca a Alfred
y Marguerite Rosmer, a Andr Bretn, a Victor Serge. Bretn
era muy asiduo y siempre lleno de buena voluntad. Al fin de
una reunin, por ejemplo, haba a menudo que firmar un texto
sobre el que todos se haban puesto de acuerdo. Cada uno se
levantaba y vena a poner su firma. Bretn pona la suya, con
tinta verde, y debajo de su nombre escriba, en letra pequea,
"escritor", lo cual me sorprendi en un surrealista.
Durante ese otoo de 1936 vea a Liova casi diariamente y
aprend a conocerlo mejor. Trabajaba en condiciones difciles:
las persecuciones que venan de Mosc, las dificultades con las
autoridades francesas, la falta de dinero, sus relaciones con
Jeanne.
Liova manifestaba frecuentemente una especie de testarudez
taciturna que ms tena que ver con la obstinacin silenciosa de
su madre que con la voluntad elocuente de su padre. Un da
hablbamos en su departamento de la calle Lacretelle cuando
yo saqu la cuestin de las medidas de excepcin tomadas
contra los homosexuales en los primeros tiempos del poder
bolchevique. "Eran todos espas", me dijo con un tono
perentorio.
Liova manifestaba hacia la direccin del grupo trotskista
francs una constante desconfianza. No sin desprecio, deca
casi todo el tiempo al hablar de ellos "los franceses". No

vacilaba en decir, en la conversacin, "nosotros, los rusos". En


1934 alababa al stalinista Dimitrov diciendo que tena la "tripa
bolchevique".
Su falta de confianza en los trotskistas franceses, por otro
lado, tal vez le cost la vida. Cuando se sinti enfermo, en
febrero de 1938, hubiera podido dirigirse a alguno de los
dirigentes del grupo trotskista francs Rous, Naville o Grard,
que conocan a excelentes mdicos. El padre de Grard, en
particular, era un gran mdico parisino, poda dar los mejores
consejos y abrir todas las puertas. En su departamento haba
parado Trotsky durante su estada en Pars, en junio de 1935.
Liova prefiri meterse en una clnica rusa que en Pars, en
1938, no poda sino estar infestada de rusos blancos y de
agentes stalinistas. Se present como que era un ingeniero
francs. En dos minutos los otros rusos no pudieron dejar de
darse cuenta de que era ruso. La direccin del grupo trotskista
francs se enter de su ingreso a la clnica y de su operacin
muy tarde. En los momentos en que tom su decisin estaba,
junto a l, Jeanne, cuya honestidad evidentemente no se
cuestiona pero que estaba animada por una hostilidad violenta
y apasionada contra la conduccin del grupo francs, y Mark
Zborowski, de quien ahora se sabe que era un espa stalinista.
Liova, en ese momento decisivo, no se puso en relacin con
ninguno de los dirigentes trotskistas franceses. Cuando tom la
decisin de internarse en esa clnica rusa estaba todava
perfectamente consciente, pero Zborowski probablemente no
debe haber dejado de consolidarlo en su resolucin.
Era noviembre de 1936. Trotsky estaba internado en
Noruega. Unas semanas antes, Grard, su abogado, haba
podido visitarlo en el lugar de su internacin. Era casi el nico
a quien la censura noruega autorizaba, dentro de lmites
bastante estrechos, a escribirse con Trotsky. Nosotros, Liova,
Grard y yo, nos encontrbamos frecuentemente para arreglar
los asuntos corrientes, que no dejaban de presentarse: las
comunicaciones con Trotsky, la bsqueda de una salida al
impasse noruego, el desarrollo de los procesos que Trotsky
intentaba seguir aqu y all para hacerse or, la refutacin de las
calumnias lanzadas desde Mosc, la situacin misma de Liova
que haba publicado bajo su nombre el Libro rojo, a pesar de
haberse comprometido con las autoridades francesas abstenerse
de cualquier acto poltico. Los problemas no faltaban y haba

de semana en semana, casi de da en da, decisiones


importantes que tomar. Una maana estbamos los tres
sentados alrededor de una mesa, en la terraza cerrada de un
caf de boulevard Montparnasse. En la conversacin, a Grard
se le ocurri emplear el nombre "Jeanne Molinier". No veo
muy bien de qu otra manera hubiera podido expresarse. El
nombre "Martin", que era el apellido de soltera de Jeanne,
nunca era utilizado en la organizacin. Cuando escuch el
nombre pronunciado por Grard, Liova se levant bruscamente
y haciendo casi caerla mesa grit: "No puedo trabajar en
semejantes condiciones". Se fue. En las semanas siguientes
tuve que servir de intermediario entre Grard y l. Todo eso no
haca muy fcil el trabajo.
Durante los aos que Liova vivi en Pars, su colaborador
ms cercano era Mark Zborowski que muchos aos despus
fue pblicamente desenmascarado como agente de la GPU.
Desde la llegada de Trotsky a Estambul, cierto nmero de
agentes stalinistas haba penetrado en las filas de la
organizacin trotskista. Sin mencionar aqu los espas locales,
reclutados en el lugar y cuyas actividades no salan del marco
de una seccin nacional, haba una buena media docena de
agentes internacionales, es decir, agentes que se encontraban
mezclados en la vida de varias secciones, en el trabajo del
Secretariado Internacional, en la difusin del Boletn de la
Oposicin, que trabajaban con Liova, que se escriban con
Trotsky y que incluso iban a verlo. Los tres principales de esos
agentes eran los hermanos Sobolevicius y Mark Zborowski.
Sus maneras de actuar mereceran todo un libro. Hubo otros
individuos respecto de quienes no siempre es fcil decidir si
fueron agentes de la GPU colocados en la organizacin
trotskista o vacilantes que en un determinado momento
capitularon ante Stalin.
Jakob Frank, o Graef, lleg a Prinkipo el 29 de mayo de
1929 y se qued alrededor de cinco meses como secretario de
Trotsky. Vena recomendado por Raissa Adler quien,
aparentemente, era de buena fe. Era la mujer de Alfred Adler,
el psicoanalista viens. De origen ruso, Raissa Timofeievna
haba conocido a Trotsky durante la permanencia de ste en
Viena, antes de la primera guerra mundial. A la llegada de
Trotsky a Turqua, ella le envi, el 13 de febrero, un telegrama
para saludarlo y pronto entr en correspondencia con l. Frank

era un judo lituano. En la primavera de 1929, cuando Raissa


Adler lo recomend a Trotsky, l era miembro del Partido
Comunista austraco y haba trabajado, hasta el otoo de 1927,
como economista en la representacin comercial sovitica en
Viena. No ocult nada de esto a Trotsky quien, por otro lado,
en ese momento, vio en esa actividad pasada una
recomendacin ms que una razn para desconfiar. Frank se
fue de Prinkipo hacia fines de octubre de 1929. Cul fue
exactamente su papel? De la gente que viva en Prinkipo en esa
poca o que pas por all y yo conoc, Liova, Jeanne, Alfred y
Marguerite Rosmer, nadie dijo nunca nada preciso sobre l.
Jeanne, a quien interrogu en 1958, se acordaba de Frank. No
le haba cado simptico. Lo haba encontrado charlatn y
presumido; pero, naturalmente, no haba sospechado nada.
Trotsky, en todo caso, confi en Frank. El 27 de enero de 1930,
tres meses despus de su partida, Trotsky escriba a un
trotskista checoslovaco: "El camarada Frank fue durante varios
meses mi secretario en Prinkipo. Usted le puede tener absoluta
confianza" (subrayado por Trotsky). En 1930 Frank escribi un
artculo sobre la situacin econmica rusa que fue publicado en
el nmero 11 del Boletn de la Oposicin. Pronto manifest
simpatas cada vez ms abiertas por el stalinismo y se alej de
la oposicin. Fue uno de los capituladores que en la poca no
faltaban? Es posible. Al menos, as fue como lo juzg Trotsky.
Pero es tambin posible que haya sido desde el comienzo un
agente formado y manipulado por la GPU. Cierto nmero de
indicios permiten sostener esa versin. En efecto, era una
costumbre bastante establecida de la GPU reclutar sus agentes
para Europa occidental entre los judos que hablaban ruso y
salan de las regiones limtrofes de Rusia. se fue el caso de los
hermanos Sobolevicius. se fue el caso de Zborowski. Pues
bien, Frank entra tambin en esa categora. Pero hay ms an:
se puede encontrar en las cartas de la poca cierta cantidad de
indicios. Raymond Molinier escriba a Liova el 13 de enero de
1930: "Un llamado Romn Well (Ruvin Sobolevicius), que
dice estar en contacto con Frank, pide encargarse directamente
de la difusin del Boletn en Alemania." Well, ahora se sabe,
era en esa poca un agente a sueldo de la GPU. Se vale, como
vemos, del nombre de Frank para ofrecer sus servicios a Liova.
Well mismo escribi a Trotsky, el 30 de agosto de 1930,
cuando ya haba penetrado profundamente en el grupo
trotskista alemn: "Ya le escrib a usted dicindole que hice la

propuesta de que el camarada Frank fuera cooptado en la


direccin nacional (del grupo trotskista alemn)". Frank, luego
de su partida de Prinkipo, escribi a Trotsky el 17 de diciembre
de 1929: "Romn Well de Leipzig da buena impresin. Trabaja
como un toro". Toda una red de recomendaciones recprocas
comienza a urdirse.
Kharin, empleado de la embajada sovitica en Pars, haba
manifestado tener simpatas por el trotskismo. Creo que haba
servido de intermediario entre Trotsky y trotkistas de Mosc.
Trotsky le envi de Prinkipo, hacia julio de 1929, todo el texto
dactilografiado del primer nmero del Boletn de la Oposicin;
Kharin se iba a encargar de la impresin. Ahora bien, entreg
el texto a la GPU. Haba, por supuesto, una copia, pero eso
retras la aparicin del primer nmero del Boletn. Lo que es
ms grave es que me parece que se envi a Kharin documentos
originales, trados de Rusia por Trotsky, para que fueran
reproducidos en facsmil en el Boletn. Los documentos se
perdieron irremediablemente. Creo que o hablar de ello a
Liova o a Raymond Molinier, y una carta de Trotsky parece
confirmarlo. El 28 de julio de 1937 escriba a Liova: "La
comisin (Dewey) quiere tener el original o una copia
certificada de la carta que Krpskaya me envi luego de la
muerte de Lenin. Por lo que me acuerdo, el original de esa
carta de Krpskaya, as como otros documentos preciosos, se
perdieron en vinculacin con el trabajo del Boletn de la
Oposicin (sospecho que fueron robados por agentes de la
GPU)". Trotsky denunci a Kharin como provocador en la
carta que envi a Blumkin. Kharin es, sin duda, ese tal Joseph,
denunciado como agente stalinista a mediados de 1929, pero no
estoy seguro de ello. El 18 de junio de 1930, Raymond
Molinier escriba, de Pars, a Liova, por entonces en Prinkipo:
"Para el trabajo en Byk Ada y tu reemplazo, tendras que
pensar seriamente en Obin. El sabe bien el alemn, el francs y,
como t, el ruso. Sera uno de los ms entregados; es activo e
inteligente. Su mujer tambin escribe a mquina. Por otro lado,
no es obligatorio que ella vaya; l no impondr ninguna
condicin en ese sentido". Paul Okun (u Obin) era un judo de
Ucrania, refugiado en Bruselas, que haba demostrado
simpatas trotskistas. Su instalacin en Prinkipo no se produjo,
pero pronto estuvo ntimamente mezclado en el trabajo del
Secretariado Internacional. Raymond Molinier lo haba hecho
venir a Pars a comienzos de diciembre de 1930.Tom el

nombre de Mili. Era originario de Ucrania meridional. Ese


nombre de Mili le haba sido sugerido, si lo que me contaron es
exacto, por el nombre del pueblo donde haba nacido,
Milovoy. Este pueblo se encontraba a unos 200 kilmetros al
este de Yanovka, el lugar de nacimiento de Trotsky. Si bien
Obin no fue a instalarse en Prinkipo como secretario de
Trotsky, Raymond Molinier al menos lo envi all para una
visita de unas semanas. He odo decir que Trotsky se
complaca en intercambiar con Mili, en ruso, recuerdos de
infancia. Hacia mediados de 1932, Obin hizo transacciones con
la embajada sovitica en Pars. Recibi la autorizacin de
volver a Rusia y se fue a instalar a Kharkov, donde tena
familiares. Qu fue de l? Capitulador o agente?
Los hermanos Sobolevicius, Abraham y Ruvin, conocidos en
la organizacin trotskista con los nombres de Senin y Romn
Well, hicieron su aparicin en el grupo de Leipzig de la
organizacin trotskista alemana en 1929. Eran entonces, como
ahora se sabe, agentes reclutados y entrenados por la GPU
desde haca dos aos. Eran judos lituanos. El 26 de abril de
1930, Senin escriba a Trotsky: "Le sorprender quizs que le
enve esta carta desde Berln. Eso se explica porque estoy
pasando mis dos semanas de vacaciones con mi mujer, que es
ciudadana ruso sovitica, miembro del partido y trabaja en la
representacin comercial (sovitica) de aqu. En los medios
(comunistas) oficiales de aqu no se la conoce como mi mujer y
ha sido nicamente por eso que no ha perdido su puesto". Los
hechos mismos y el candor fingido con que son presentados,
crean un sorprendente paralelismo con Jakob Frank.
Los dos hermanos Sobolevicius hicieron un ascenso rpido
en la organizacin internacional. Hemos visto cmo Well se
ofreci a Raymond Molinier para la difusin del Boletn de la
Oposicin en Alemania. Liova pronto confi en Well para esta
difusin en Rusia misma y en los pases limtrofes, lo que era
bastante ms grave. Los dos hermanos participaron en el
trabajo de la direccin del grupo trotskista alemn y en el del
Secretariado Internacional. Saban adems explotar las luchas
de fracciones para facilitar su ascenso. Ya dije hasta qu punto
eran antinavillistas los que rodeaban a Trotsky.Well y Senin
fueron entonces antinavillistas a fondo. El 2 de diciembre de
1930 Raymond Molinier escriba a Liova: "Romn Well tiene

un odio terrible contra Naville. Mili ahora tambin tiene contra


l un odio muy grande".
En agosto de 1931, Well y Senin fueron a Prinkipo a visitar a
Trotsky. Estaban, entonces, bien instalados en el corazn
mismo de la organizacin trotskista. Cuando a fines de 1932
Trotsky fue a Copenhague, Senin lleg a verlo desde Berln.
Un poco antes, haba hecho un viaje a Rusia y trajo a Trotsky
noticias extremadamente pesimistas sobre la situacin
econmica de all. Ahora que se conoce su papel es todava
difcil decidirse acerca de cul era su juego. La situacin
econmica en Rusia, despus de la aventura stalinista de la
colectivizacin forzada en el campo, era realmente muy
sombra. Tal vez Senin slo daba a Trotsky detalles sobre una
situacin que ste poda muy bien juzgar con otros criterios y
buscaba as fortalecer suposicin en la organizacin trotskista.
Tal vez era, para emplear la jerga de hoy, una maniobra de
intoxicacin, destinada a empujar a Trotsky en cierta direccin.
En diciembre de 1932 los desacuerdos y las discusiones se
multiplicaron en el grupo trotskista alemn. Well y Senin
consiguieron llevarse tras de s a cierto sector de la
organizacin. El diario del grupo trotskista alemn era Die
permanente Revolution.
En enero de 1933 Well y Senin publicaron un nmero falso
del diario, imitando el ttulo y la disposicin tipogrfica. El
nmero falso reclamaba el retorno al stalinismo y fue
reproducido, con los comentarios apropiados, en el diario
principal del Partido Comunista alemn, Die rote Fahne. En
vsperas de la llegada de Hitler al poder, el grupo trotskista
alemn se encontraba hecho aicos. Era asombroso, por otro
lado, que en la atmsfera poltica sobrecalentada de los aos
1931 y 1932, el grupo trotskista alemn hubiera progresado tan
poco. Nada de parecido al progreso, aunque relativo, de los
trotskistas franceses, tambin en una situacin poltica
abrasadora, de 1934 a 1936. En Alemania el estancamiento
haba sido completo y justo antes de la llegada de Hitler al
poder, la desintegracin. Se pueden dar muchas razones de
estos hechos, pero uno se puede preguntar tambin si las
maquinaciones solapadas de los hermanos Sobolevicius no
constituyeron un factor importante de la parlisis del grupo

trotskista alemn. Es as, en todo caso, como Trotsky interpret


las cosas.
El 5 de enero de 1933, escriba a Raymond Molinier: "Fue
Well quien fren los progresos de la oposicin alemana,
introduciendo la confusin en cada consigna, en cada artculo,
en cada accin. Era muy difcil luchar contra l, puesto que
nunca pona los puntos sobre las es". Descripcin notable.
Tanto ms notable cuanto que Trotsky no pensaba entonces
que Well fuera un agente profesional y lo tomaba por un
capitulador. Su descripcin, no obstante, de los mtodos de
Well corresponde exactamente a la manera de actuar que un
agente profesional hubiera adoptado en parecidas
circunstancias. Trotsky hace una descripcin exacta, pero no
extrae ninguna conclusin. El 14 de enero escriba a la
direccin del grupo trotskista alemn: "Que los xitos de la
oposicin de izquierda en Alemania no correspondan a la
situacin, no se explica ni mnimamente por la influencia
paralizante que tendran las ideas confusas y los mtodos de
sabotaje de Well y compaa". El 26 de septiembre de 1933
Trotsky escriba a Vitte, un trotskista griego al que enfrentaba
en una lucha de fracciones: "[...] su coalicin con elementos
wellistas-seninistas [...]" Nunca deja de estar en el plano de la
tendencia poltica, sin ver el del espionaje profesional.
Los
hermanos
Sobolevicius
desparecieron
momentneamente de la escena. Pero en 1936, cuando el
primer proceso de Mosc, Trotsky tuvo la ocasin de
interesarse en ellos. Uno de los acusados del juicio, Valentin
Olberg, haba estado cerca de algunos grupos trotskistas en
Alemania unos aos antes. Trotsky se refiri a la cuestin en
una carta a Liova del 22 de agosto de 1936: "Este ejemplo (de
Olberg) confirma la hiptesis de que todos los otros testigos de
cargo fueron reclutados por la GPU entre esos elementos que
en el extranjero se mezclaron a la oposicin de izquierda o que
al menos intentaron hacerlo. Esa gente era ya entonces agentes
directos de la GPU o bien jvenes arribistas que esperaban
hacer carrera en la oposicin de izquierda y que luego se
valieron de su traicin a esa misma oposicin de izquierda para
hacer carrera, etc. Hay varios elementos de esa especie (Mili,
por ejemplo, en Pars, los hermanos Well y Senin, Grf, etc.)".
En otra carta, fechada el mismo da, escriba tambin a Liova:
"Lo que hay que esclarecer es si esos seores que nosotros

conocemos bien, Mili, Well, Senin y Grf, no se ocultan detrs


de los nombres desconocidos que aparecen en el acta de
acusacin. En ese caso todos seran desenmascarados como
simples informadores y provocadores". Senin, hacia 1935, pas
cierto tiempo en Rusia y ayud a la PU en la represin en
contra de trotskistas deportados. Durante los primeros tiempos
de la guerra civil espaola, se supo que Well haca
frecuentemente el trayecto de ida y vuelta entre Toulouse y
Barcelona. Se podra escribir un libro entero sobre esa gente.
En 1937, en Pars, Raymond Molinier, que haba tenido que
abandonar los negocios, trabajaba como chofer de taxi. Un da
vio a Well, a quien conoca perfectamente, tomar un taxi
delante del suyo. Well iba acompaado por cuatro o cinco
mocetones bien robustos. Molinier sigui el taxi que haba
tomado Well por las calles de Pars. Ese taxi se detuvo ante el
edificio en el que viva Liova, en la calle Lacretelle. Well
descendi con sus acompaantes. Molinier se dio cuenta de que
entraban a un departamento bastante cercano al de Liova. Se
precipit entonces al departamento de Liova para comunicarle
la noticia. Pero fue Zborowski quien le abri la puerta y le dijo:
"Nosotros nos ocuparemos de eso, es asunto nuestro". El
episodio es transparente!
Sobre Mark Zborowski se han publicado ya muchas
informaciones por lo que slo dar algunos recuerdos
personales. Encontr a Zborowski instalado como miembro del
grupo trotskista francs y como colaborador de Liova en uno
de mis regresos a Pars. Deba ser entre 1934 y 1936, pero no
tengo un recuerdo preciso de mis primeros encuentros con l.
Las relaciones entre los miembros de la organizacin trotskista
tenan, por supuesto, sus ribetes personales. Con algunos, uno
se entenda bien y era amigo; con otros, simplemente se
trabajaba en comn. Mis relaciones con Zborowski nunca
fueron cordiales. Su cara hosca y su aspecto insignificante no
me atraan nada. Pero jams tuve sospechas particulares acerca
de l. Liova le tena confianza, lo vea casi a diario, trabajaba
con l, hablaba con l en ruso, es decir, su comn lengua
materna.
Zborowski haba llegado hasta Liova a travs del grupo
trotskista francs. Se haba presentado como un estudiante que
tena simpatas trotskistas y haba entrado en el grupo. Jeanne

se enter que saba el ruso y se lo present a Liova. Zborowski


utiliz una tcnica bastante diferente de la de Well. ste se
presentaba como dirigente poltico. Tomaba posiciones,
organizaba una fraccin, intentaba maniobras, todo eso con
fines de desorganizacin. Esa ese aspecto al que aluda Trotsky
cuando, el 21 de diciembre escriba a Raymond Molinier:
"Well tiene astucia y buenos puos, ha sabido apoyarse en
algunos elementos obreros; por eso bast que se
desenmascarara para que la crisis estallara abiertamente".
Zborowski actuaba de un modo muy diferente en la
organizacin francesa. Era ms bien rata. No llamaba por nada
la atencin. Votaba siempre con la mayora. Apenas se adverta
su existencia.
Cules fueron exactamente sus relaciones con Liova? Yo no
pude observarlas sino a cierta distancia. Encontraba a Liova sin
Zborowski, a Zborowskisin Liova. Slo los vi juntos una o dos
veces. Mi impresin bien definida es que Zborowski nunca
planteaba a Liova una cuestin que hubiera podido provocar
una discusin poltica cualquiera o al menos una conversacin
seria sobre un problema serio. Era servicial, siempre dispuesto
a cumplir las tareas que Liova le encargaba. Nada resaltaba en
l, salvo su insignificancia.
Well y Senin se haban desenmascarado la vspera misma de
la llegada de Hitler al poder. En el torbellino poltico que
sigui despus, pronto se los olvid. La orientacin hacia la
nueva Internacional abra una nueva perspectiva. Se miraba al
futuro, no al pasado. Despus del asunto Obin-Mill, Trotsky, el
10 de octubre de 1932, haba reconocido que hubo, de su parte
y de la de Liova, un "error" al haber confiado grandes
responsabilidades a alguien cuya calificacin casi nica haba
sido que hablaba ruso. Este reconocimiento de un error segua
siendo abstracto. Con Well y Senin ni siquiera hubo eso. Se dio
simplemente la espalda al pasado y, un ao o dos ms tarde, se
repiti con Zborowski lo que se haba hecho con ellos; alguien
que habla ruso se presenta, se lo integra y pronto tiene en sus
manos las direcciones del Boletn, se le otorga confianza en
todo.
Por cierto que Trotsky no dejaba de multiplicar las
recomendaciones. Me acuerdo que a mediados de 1932 yo
haba prestado a Molinier mi pasaporte. Se lo llev a Berln y

lo entreg a Liova para que pudiera salir de Alemania en caso


de necesidad. Cuando llegu a Prinkipo cont la historia a
Trotsky. Se enoj. "Imagine usted que yo me enferme. Me
llevan al hospital de Estambul. Me duermen. Y yo me pongo a
hablar." El 10 de octubre de 1935, Trotsky escriba a Liova:
"La GPU har cualquier cosa para apoderarse de mis archivos",
anticipndose as al robo de la calle Michelet. Pero todas esas
recomendaciones seguan siendo abstractas. Como ya dije,
Trotsky vociferaba contra las erratas pero dejaba a otros el
cuidado de corregir las pruebas de sus libros. Lo mismo
suceda con otros detalles. Era demasiado gran seor para
ocuparse de cerca de algunas cosas.
Trotsky me cont un da que, incluso en el poder, Lenin
escriba l mismo, a mano, las direcciones de los sobres de las
cartas que enviaba. Eso revela una preocupacin por el detalle
que era ajena a Trotsky, siempre dispuesto a valerse de
secretarios. Pero, a pesar de su desconfianza, Lenin se haba
dejado engaar por Malinovsky. Hay que ser prudente, en
consecuencia, cuando se alegan rasgos personales para
iluminar estas cuestiones. Una vez hechas estas reservas, haba
en Trotsky no solamente una impaciencia respecto a los
detalles, sino tambin una tal confianza en sus ideas, una tal
pasin intelectual que lo llevaban a creer que en las
condiciones requeridas uno no poda sino ser conquistado por
sus ideas. En la primavera del 38 buscbamos una dactilgrafa
rusa. Rita nos haba dejado para casarse. Sara Jacobs haba
venido por un tiempo, pero no poda quedarse demasiado.
Escribimos a diferentes pases para tratar de conseguir a
alguien. De Checoslovaquia nos contestaron que haba una
joven checa que hablaba ruso perfectamente, escriba a
mquina en ruso y estaba decidida a ir a Mxico. El nico
punto negro: que tal vez era stalinista. Entro al estudio de
Trotsky y le doy estas informaciones. Hace un gran gesto con
el brazo y dice: "Que venga! La convenceremos!" El 14 de
mayo de 1938 escriba a Jan Frankel (quien se encontraba
entonces en Nueva York), a propsito de esa persona: "Se trata
de una muchacha muy joven, de 18 aos. No creo que pueda
ser un terrible agente de la GPU. Pero si viene con simpatas
por los stalinistas y con alguna mala idea contra nosotros (cosa
que doy por excluida, pues nadie podra confiar combinaciones
diablicas a una muchachita sin experiencia), aun en ese caso
nos sentimos bastante fuertes para vigilarla, controlarla y

reeducarla". El 18 de junio de 1938, Trotsky escriba de nuevo


a J. Frankel: "If the Czech girl is a good typist, I would be
ready to accept her inmediately. The political apprehensions
are in this case not very serious. A girl of eighteen years
carinot make conspiracies in our home: we are stronger. In
two or three months she would be totally assimilated " [4].
Cunta seguridad en sus ideas! Pero, sabiendo lo que sabemos
hoy, uno se estremece al leer estas lneas. Podra agregarse que
Trotsky tena acerca de la psicologa de las jovencitas de 18
aos una visin un poco corta. Baudelaire vea ms en
profundidad.
A Naville, quien le manifest sus sospechas sobre
Zborowski, Trotsky le respondi un da: "Usted quiere
privarme de mis colaboradores!" Lo cual era una manera ms
bien extraa de considerar las cosas. Cuando Blumkin lo visit
en Prinkipo en 1929, Trotsky le entreg una carta manuscrita
para los opositores de Mosc. Esa carta era realmente
oportuna?
En el momento del asunto de Barbizn, Trotsky se calific a
s mismo, en una declaracin a la prensa, de "viejo
conspirador". Pero, dos semanas ms tarde, infringa las reglas
de la conspiracin. A fin de abril de 1934 viva, como ya lo he
contado, en un hotel, en Chamonix. Era entonces el momento
ms crtico en las relaciones con las autoridades francesas; el
gobierno francs iba a decidir sobre su suerte. Trotsky se puso
a trabajar en un proyecto de tesis sobre la lucha contra la
guerra, tesis que habran de publicarse en nombre del
Secretariado Internacional. Si haba un documento propiamente
de la clandestinidad, era se. Trotsky tir en el cesto de papeles
de su habitacin del hotel una hoja de su borrador, que hizo el
camino hasta llegar a manos de un inspector de la Seguridad.
Fue necesaria toda la habilidad de Henri Molinier para
minimizar el asunto.
En cuanto a Liova, ya he referido cmo se senta de
inmediato cmodo con un ruso. Hay que agregar que haba, en
sus relaciones con su padre, cierto matiz de diplomacia. Le
comunicaba algunas cosas, pero callaba otras. En la noche del
6 al 7 de noviembre de 1936, la GPU rob en Pars una parte
de los archivos de Trotsky. Haban sido depositados en un
departamento de la calle Michelet. La polica francesa

comprob que el atentado haba sido efectuado con una notable


tcnica profesional. Naturalmente, a travs de Zborowski, la
GPU saba por adelantado lo que habra de encontrar en la calle
Michelet. Despus del robo, Liova escribi a su padre que los
materiales robados consistan "en su mayor parte" de
colecciones de peridicos de tendencias trotskistas en diversos
idiomas. Cuesta creer que la GPU hiciera venir de Mosc a un
equipo de ladrones profesionales para robar peridicos,
sabiendo de antemano lo que all se encontraba.
Cuando se sabe todo, no puede dejar de sorprender la
ceguera de Liova respecto de Zborowski. Durante varios aos
se vio casi diariamente con l. No haba entre ellos el obstculo
del idioma. Lo menos que puede decirse es que Zborowski no
tena un temperamento revolucionario muy manifiesto. Se
pegaba a Liova sin ninguna idea que pudiera interesar.
Esas son las informaciones que puedo dar y las
observaciones que puedo formular sobre el problema de los
espas stalinistas en el movimiento trotskista. Lo cual est
lejos, sin embargo, de agotar la cuestin. En diciembre de 1936
Liova y yo slo tenamos sobre los planes del gobierno
noruego concernientes a Trotsky noticias confusas y tardas. En
un viejo pasaporte descubro la huella de una visa de trnsito
alemana, que nunca utilic y que me fue acordada el 22 de
diciembre. Tal vez la haba solicitado unos das antes, cuando
Liova me pidi que partiera inmediatamente a Noruega para
encontrarme con Trotsky en Oslo y acompaarlo a Mxico.
Supimos, por fin, que Trotsky y Natalia se haban embarcado el
19 de diciembre. Cuando la situacin estuvo clara, Liova me
pidi que me preparara para partir a Mxico. Los funcionarios
del consulado mexicano en Pars, que haban recibido
instrucciones enviadas por iniciativa de Crdenas, se mostraron
muy amables y me entregaron inmediatamente todos los
papeles necesarios para entrar a Mxico. Yo no saba mucho
sobre ese pas. Me acuerdo que la vspera de mi viaje fui a leer
en la biblioteca Sainte-Genevive el artculo sobre Mxico en
una vieja enciclopedia.

IV.
Coyoacn
Me embarqu en Cherburgo, el 28 de diciembre de 1936, en
el Empress of Australia para Nueva York. Era invierno y el
barco, bastante grande, estaba casi vaco. A bordo haba un
grupo de estudiantes norteamericanos que volvan a su pas
despus de una estada de varios meses en Europa. Ese fue mi
primer contacto con la juventud norteamericana, cuya vitalidad
y espontaneidad pude sentir.
Pas unos das en Nueva York, donde me reun con
trotskistas norteamericanos. Me acuerdo de una cena iluminada
con velas en casa de James Burnham que me sorprendi
mucho. Me aloj en casa de Harold Isaacs. Tom el avin para
Mxico en Newark, en medio de una tormenta de nieve. El
avin no fue ms all de Memphis. Una ventisca cubra todo el
sudeste de los Estados Unidos y tuve que atravesar en tren las
llanuras heladas. Por fin llegu a Laredo, donde tom el avin
para Mxico. Aterric en Mxico el 11 de enero, al medioda.
Desde el aeropuerto tom un taxi hacia Coyoacn. En la casa
azul de la avenida Londres, rodeada de policas, me encontr
con Trotsky y Natalia que haban llegado de Tampico una hora
antes. Les di las noticias de Pars.
Escapado de la trampa noruega, Trotsky estaba lleno de
entusiasmo. Haba que organizar el secretariado lo ms
rpidamente posible, en un pas nuevo, con una lengua nueva.
Encontr una dactilgrafa rusa, muy competente, Rita
Jakolevna, que empez a trabajar el 16 de enero.
Se desarrollaba entonces el segundo proceso de Mosc, el de
Rdek, Piatakov, Murlov, Soklnikov y una docena ms.
Cada da, a los despachos de prensa que detallaban los puntos
de acusacin fabricados en Mosc, Trotsky responda con un
artculo, demostrando el mecanismo de la fabricacin. Haba
que traducir ese artculo en el momento al ingls y al espaol,
distribuirlo a las agencias de prensa internacionales y

entregarlo a los diarios mexicanos. Por la noche, yo haca la


ronda de las redacciones de los peridicos de Mxico.
Una de las falsas acusaciones del proceso de Mosc era que
Piatakov haba llegado en avin a Noruega en diciembre de
1935 para encontrarse con Trotsky. Se pudo establecer que en
esa fecha el aeropuerto de Oslo estaba cerrado, a causa del mal
tiempo. El 29 de enero Trotsky me dijo: "As como un cuervo
puede provocar una avalancha, la historia del avin de Piatakov
puede ser el comienzo de la cada de Stalin". Y el 31, despus
de la ejecucin de Piatakov: "Eso costar mucho a Stalin". Era
esa una perspectiva demasiado estrecha. Sin duda pensaba l en
Stalin cuando el 31 de enero me dijo: "La astucia, cualidad
inferior de la inteligencia".
Diego Rivera haba ofrecido a Trotsky la casa azul de
Coyoacn, en la avenida Londres[5]. l viva entonces con
Frida en San ngel, a tres o cuatro kilmetros. Los dos tenan
grandes atenciones con Trotsky. Conocimos a los miembros
ms activos del grupo trotskista mexicano. Eran jvenes
maestros o jvenes obreros. Pronto empezaron a venir de
noche, a la vez, dos o tres para montar guardia hasta la maana,
lo cual me permita descansar del trabajo del da. Un alto
funcionario mexicano, Antonio Hidalgo, aseguraba la relacin
con el gobierno y pronto se convirti en un amigo personal. Era
un hombre derecho, de carcter fuerte, que haba participado en
la revolucin mexicana. Trotsky y Natalia le cobraron afecto.
En cuanto a m, corra a su despacho cuando haba algn
problema que arreglar con cualquier administracin y siempre
nos auxiliaba.
A comienzos de febrero pasamos con Hidalgo dos o tres
semanas en la casa de campo de Bojrquez cerca de
Cuernavaca. Era tambin un alto funcionario, amigo de
Hidalgo, pero que guardaba cierta distancia respecto de
nosotros. Las relaciones entre Trotsky y l eran corteses, pero
nada ms. Durante esa estada en la residencia de Bojrquez
fuimos a pasar el da a casa de Mjica, quien tena un rancho
muy cerca. Mjica era secretario de Comunicaciones y Obras
Pblicas; de hecho, era el amigo y colaborador ms cercano de
Crdenas. Un encuentro entre Trotsky y Crdenas, jefe del
Estado, era imposible, pero no as una reunin con Mjica, que
de cierta manera se hizo en lugar de la reunin con Crdenas.

Era un hombre de una gran inteligencia. La frente amplia y los


ojos vivaces le daban una cierta semejanza con Trotsky, un
parecido que tal vez l cultivaba. La conversacin fue amistosa
y animada. Se habl de Mxico, sobre todo de sus problemas
econmicos y sociales, pero sin tocar temas polticos
inmediatos. Los trotskistas norteamericanos haban organizado,
para el 16 de febrero, un mitin en una gran sala de Nueva York,
el Hipdromo. Trotsky deba hablar por telfono desde
Mxico, en ruso y en ingls. Al final de la tarde estbamos,
Trotsky, Natalia y yo, en una piecita del edificio de la
compaa de telfonos de Mxico. Un micrfono haba sido
instalado en el medio de la pieza y un ingeniero haba dado
instrucciones a Trotsky sobre la forma de hablar. Nos
quedamos all varias horas. Por momentos, la comunicacin
con Nueva York pareca establecerse, pero luego
inmediatamente se cortaba. Finalmente hubo que abandonar la
idea. Yo todava conoca bastante poco el medio mexicano. Si
hubiera tenido entonces la experiencia que a continuacin
adquir, tal vez habramos podido encontrar una solucin de
reemplazo. En Nueva York, Max Shachtman sac de su
bolsillo el texto en ingls del discurso de Trotsky enviado
como medida de precaucin unos das antes y lo ley al
auditorio. Las comunicaciones telefnicas, evidentemente, no
tenan en 1937 la calidad que tienen hoy en da. Pero
estbamos, despus de todo, en la central de telfonos misma,
rodeados de ingenieros. No hay en mi espritu la menor duda
de que la comunicacin fue saboteada en alguna parte, ya sea
por agentes rusos, o por las autoridades norteamericanas.
Jan Frankel lleg de Checoslovaquia el 19 de febrero. Un
miembro del grupo trotskista norteamericano, Bernard Wolfe,
viva en la casa y se ocupaba de la correspondencia en ingls.
Haca mucho tiempo que Trotsky no tena un secretario tan
completo. Trabajaba mucho.
En febrero se encontraba en Mxico un escritor
norteamericano, Waldo Frank. Tena lazos personales con los
stalinistas de los Estados Unidos y de Amrica Latina, pero los
procesos de Mosc lo haban dejado perplejo. Vino a ver a
Trotsky una o dos veces. Las conversaciones fueron animadas,
pero quedaron en el aire. De Nueva York, John Dewey invit a
Frank a quedarse en Mxico para participar en los trabajos de
la comisin de investigacin cuando sus representantes

llegaran a Mxico. Frank encontr un pretexto para zafarse.


Tena una gran vanidad. Haba escrito a Trotsky pidindole una
entrevista. Antes de decidirse, Trotsky me pidi que fuera a ver
a Frank a la ciudad para tantear el terreno. Lo encontr en el
vestbulo de su hotel. Lo primero que me dijo para presentarse,
sabiendo que yo era francs, fue: "Yo, sabe usted, soy el Andr
Gide de las Amricas".
Desde el mes de febrero Trotsky haba reclamado la
formacin de una comisin investigadora internacional para
examinar las acusaciones lanzadas contra l y su hijo en los
procesos de Mosc. El proyecto dio un gran paso adelante
cuando John Dewey, el filsofo norteamericano, acept formar
parte de esa comisin e incluso ser su presidente. Adems de
seis norteamericanos, la comisin comprenda un francs
(Alfred Rosmer), dos alemanes (OttoRhle y Wendelin
Thomas), un italiano (Cario Tresca) y un mexicano (Francisco
Zamora). Suzanne La Follette fue extremadamente activa y
diligente como secretaria de la comisin...
Una subcomisin vino a Mxico a or la declaracin de
Trotsky y a interrogarlo. Las audiencias de esta subcomisin se
realizaron del 10 al 17 de abril, en el saln de la casa de
avenida Londres, arreglado para la ocasin. Haba unos
cuarenta asientos para los periodistas y el pblico y todo eso
planteaba grandes problemas de seguridad.
Las audiencias de la subcomisin significaron, para quienes
estaban alrededor de Trotsky, largas jornadas de trabajo.
Legajos que haban pasado por Alma-At y Prinkipo fueron
abiertos por primera vez desde la partida de Mosc. Haba que
leer todo para encontrar, aqu y all, un documento til.
Docenas de declaraciones, reunidas a travs del mundo,
concernan a los puntos del proceso cuya falsedad se poda
demostrar. A menudo haba que obtener declaraciones de
personas que haban sido siempre, o se haban vuelto
adversarios polticos de Trotsky; haba que traducirlas, hacerlas
comprensibles al pblico y en particular a los miembros de la
comisin. Haba que aclarar, explicar, coordinar innumerables
puntos de detalle. Intil decir que no hubo, en todo este trabajo,
ninguna adulteracin, ningn disimulo, ni el menor dedazo a la
balanza.

Fueron semanas de actividad febril en la casa de Coyoacn.


Cada maana, toda la gente de la casa se reuna en el estudio de
Trotsky, donde se repartan las tareas. Se senta revivir en
Trotsky al organizador que haba sido en los aos de la
revolucin.
Jan Frankel se ocupaba de las relaciones con los miembros
de la comisin y los trotskistas norteamericanos, bastante
numerosos, que haban venido a Mxico. Tena que pasar por
lo tanto mucho tiempo en la ciudad. Un da, Trotsky fue a la
habitacin de Frankel para reclamarle un documento. El
documento no estaba listo. Trotsky regres a su despacho
dando un portazo, la puerta era de vidrio dividido en cinco o
seis cristales. Las lluvias mexicanas haban gastado desde haca
tiempo la masilla de los vidrios. Con el golpe, los cristales
cayeron uno tras otro y el estruendo cristalino de cada cada
repercuti por toda la casa.
Hacia el final de los trabajos, durante un alto en la sesin,
Trotsky y Dewey se encontraban en el patio. "Si todos los
marxistas fueran como usted, seor Trotsky, yo sera marxista",
dijo Dewey. A lo que retruc Trotsky: "Si todos los liberales
fueran como usted, seor Dewey, yo sera liberal". La
vivacidad del intercambio fue notable, pero no poda dejar de
encubrir cierta dosis de diplomacia. Trotsky tena en ese
momento respeto por el empuje y la fuerza del carcter de
Dewey. Pero cuando unos meses ms tarde, luego de or por la
radio el veredicto de la comisin de investigacin, Dewey
agreg algunas palabras personales sobre el bolcheviquismo,
Trotsky se puso furioso. Haba en el cuarto de bao de la casa,
colgado encima de la tina, un cuadro al leo, puesto all sin
duda por Frida cuando haba arreglado la casa. Era un desnudo
espaol del siglo XIX, cubierto de una espesa capa de barniz
oscuro, el desnudo menos desnudo que se pueda imaginar.
Durante las sesiones de la comisin, todo el mundo, miembros
de la comisin y periodistas tena que utilizar ese bao. En
vsperas de la primera sesin, el cuadro desapareci; Natalia lo
quit a pedido de Trotsky. Una vez terminadas las sesiones, el
cuadro fue nuevamente colgado en su sitio. Qu significa este
menudo incidente? Una desconfianza extrema hacia los
periodistas, el deseo de no dar el menor motivo a la malicia. En
este caso, era ir bastante lejos. Cuesta imaginar que un

periodista norteamericano, aun el peor intencionado, pudiera


fabricar un escndalo a propsito de aquel cuadro borroso.
Frida era una mujer notable por su belleza, temperamento e
inteligencia. Muy pronto, en sus relaciones con Trotsky,
comenz a tener maneras bastantes libres. Su francs era pobre,
pero hablaba bien ingls, pues haba vivido largo tiempo en los
Estados Unidos, cuando Diego pintaba all sus murales. Con
Trotsky, por lo tanto, hablaba muy a menudo en ingls y
Natalia, que no entenda para nada ese idioma, se vea as
excluida de la conversacin. Frida no vacilaba, un poco a la
manera norteamericana, en esgrimir la palabra "love". "All my
love" deca a Trotsky cuando se despeda de l. Trotsky,
aparentemente, cay en el juego. Empez a escribirle cartas.
Deslizaba la carta en un libro y se lo daba a Frida, a menudo
delante de otras personas, incluso frente a Natalia o Diego,
recomendndole que lo leyera. Yo no saba nada, por supuesto,
de esas astucias en ese momento, fue Frida quien me las cont
tiempo despus.
Todo esto suceda unas semanas despus del final de las
audiencias de la comisin Dewey. A fines de junio, la situacin
fue tal que los que se encontraban ms cerca de Trotsky
comenzaron a inquietarse. Natalia sufra. En cuanto a Diego,
no se daba cuenta de nada. Era un hombre de unos celos
enfermizos y la menor sospecha de su parte hubiera provocado
una explosin. Uno puede imaginarse el escndalo y sus graves
repercusiones polticas. Jan Frankel, si mis recuerdos no me
engaan, se atrevi a hablar a Trotsky de los peligros que
presentaba la situacin. A comienzos de julio, para aplacar la
tensin que creca entre ellos, Trotsky y Natalia decidieron
separarse por algn tiempo. Trotsky se instal en la hacienda
de un terrateniente, Landero, que Antonio Hidalgo y Diego
Rivera conocan. Era cerca de San Miguel Regla, a unos 130
kilmetros al noreste de Mxico, un poco ms all de Pachuca.
Trotsky viva all con Jess Casas, el oficial de polica que
comandaba la pequea guarnicin de la avenida Londres y con
Sixto, uno de los dos choferes de Diego Rivera. Poda pescar y
andar a caballo. Lleg all el 7 de julio. Natalia se qued en
Coyoacn.
El 11 de julio Frida fue a ver a Trotsky a la hacienda. Tengo
buenas razones para creer que luego de esa visita Trotsky y

Frida decidieron poner fin a sus relaciones amorosas. Hasta ese


momento se haban dejado deslizar por la pendiente resbaladiza
del flirt. De ahora en adelante no se poda seguir ms lejos sin
comprometerse a fondo. El desafo era demasiado grande. Los
dos dieron marcha atrs. Frida estaba muy ligada a Diego y
Trotsky a Natalia. Por otro lado, las consecuencias de un
escndalo podran ir demasiado lejos.
Natalia, que se haba enterado del viaje de Frida a la
hacienda, escribi a Trotsky para pedirle explicaciones.
Trotsky, quien acababa de cumplir con lo que consideraba su
deber rompiendo con Frida, respondi a Natalia llamndola
"mi vctima" y declaraba que derramaba lgrimas "de piedad,
de arrepentimiento y de [...] tormento". Algunas de las cartas
que intercambiaron Trotsky y Natalia en esas tres semanas de
su separacin se han conservado. Despus de su ruptura con
Frida, Trotsky sinti que recuperaba toda su ternura por
Natalia, y las cartas que le escribi entonces testimonian su
cario. Como contraparte, pronto apareci sin embargo un
tema ms oscuro. Es el "tormento". Por un mecanismo
psicolgico bastante conocido, Trotsky se puso a reprochar a
Natalia, para aligerar su sentimiento de culpa hacia ella, una
pretendida infidelidad. Tal vez pensaba tambin, que la mejor
defensa es el ataque. El motivo se hizo or primero con
vacilacin. "Con vergenza, con odio hacia m mismo te
escribo esto [...]" Luego, la voz se hizo ms fuerte. Trotsky
plante a Natalia preguntas sobre las relaciones que haba
tenido con un joven asistente, cuando ella trabajaba en el
Comisariado del Pueblo de la Instruccin Pblica, en los
primersimos tiempos del gobierno bolchevique, es decir, haca
un poco menos de veinte aos. El asistente se haba enamorado
de Natalia, pero ella nunca haba respondido a sus demandas.
El estallido ms intenso, por otro lado, no se produjo por carta,
sino por telfono. El 21 de julio por la maana, Trotsky llam
desde Pachuca a Natalia para hacerle una escena de celos:
Trotsky aullando en ruso en un telfono mexicano que andaba
mal, para reprochar a Natalia una infidelidad ficticia, que se
habra producido hacia casi veinte aos! Natalia jadeaba. "Mi
pequeo Len no confa en m. Me ha perdido la confianza. Es
tu orgullo". Despus de la llamada, Trotsky se sinti aliviado.
"Me parece que me he calmado. Puedo, en todo caso, esperar a
que nos veamos".

Esta crisis de celos no fue, al parecer, un accidente aislado.


Trotsky mismo, en sus cartas, habla de "recidiva" y considera
su "tormento" como una especie de fiebre cuyos accesos se
produciran peridicamente. Cuando Trotsky y Natalia se
conocieron en Pars, en 1903, ella tena un amante y tuvo, antes
de dejarlo, alguna vacilacin. Despus de la muerte de Trotsky,
confiaba a una amiga: "Nunca me lo perdon. Siempre volva a
lo mismo".
Durante esas semanas de julio de 1937, Natalia, por su lado,
dio a Trotsky un golpe muy duro. El 18 de julio le escriba:
"Todos, en el fondo, estamos terriblemente solos", lo que era,
como Natalia misma lo haca notar, una observacin bastante
trivial. Trotsky qued muy sacudido por la frase. "Esa frase ha
sido para m como una cuchillada en el corazn". Puede haber
dos razones que expliquen ese sacudimiento. En primer lugar,
la frase traduca, por parte de Natalia, el sentimiento de su
soledad. Pero era tambin para Trotsky una ofensa a su
concepcin del hombre comunista.
En medio de los tormentos del corazn aparece, en las cartas,
el deseo sexual. El 19 de julio Trotsky informa a Natalia sobre
el estado de su pene (empleando una palabra rusa popular) y
describe, utilizando los trminos ms crudos, la mecnica de
los retozos sexuales que suea poder gozar con ella. Trotsky
regres a Coyoacn el 26 o el 27 de julio. Yo haba ingresado
al Hospital Francs de Mxico el 17 de julio, para una
operacin de apndice. No estaba por lo tanto en la avenida
Londres cuando volvi Trotsky o si estaba ya me haba
acostado.
La vida en la casa recuper su ritmo habitual. Para un
observador exterior, las relaciones entre esas cuatro personas,
Trotsky y Natalia, Diego y Frida, slo estuvieron marcadas por
diferencias sutiles. Se estableci cierta distancia entre Trotsky
y Frida. Ya no se oy ms la palabra "love". El cambio ms
sensible se produjo, tal vez, en la actitud de Natalia hacia
Frida: haba momentos de frialdad que alternaban con
efusiones sbitas. Trotsky pidi a Frida que le devolviera las
cartas que le haba escrito. "Podran caer en manos de la GPU",
le dijo. Frida se las devolvi y, al parecer l las destruy. Fue
entonces cuando Frida me habl un poco de lo que haba
pasado.

Estoy convencido de que la aventura amorosa que Trotsky


tuvo con Frida fue la primera en su gnero, desde su salida de
Rusia. En Turqua, en Francia, en Noruega, las circunstancias
no se prestaban para ese tipo de cosas. Poco despus del final
de su aventura con Frida, Trotsky intent entablar relaciones
amorosas de otro carcter, con una mujer joven. Ya hablar
enseguida de ello. A la luz de lo que pude ver en Mxico, por
la manera como Trotsky se conduca ante Frida y esta otra
joven mujer, por cierta audacia y soltura que pona en esas
maniobras, tiendo a creer que tuvo, a lo largo de toda su vida,
cierto nmero de aventuras. Cuando Clara Sheridan esculpa en
barro la cabeza de Trotsky en el despacho de ste en el
Kremlin, en 1920, haba en la conversacin de Trotsky con ella
y en toda su actitud hacia ella un elemento de flirt.
He odo decir (pero a alguien que no estaba en la cercana
inmediata de Trotsky) que en el momento mismo de la
insurreccin de octubre Trotsky mantena relaciones con una
joven inglesa rubia. Pero se es un rumor sobre el que nunca
pude saber nada preciso.
Bernard Wolfe haba regresado a los Estados Unidos en
agosto. A fines de septiembre lleg un nuevo norteamericano,
Joseph Hansen. Al da siguiente, o quizs el da mismo de su
llegada, tenamos que ir de visita a casa de la familia
Fernndez, que viva en un suburbio de Mxico. Era una
familia mexicana cuyos tres hijos eran miembros del grupo
trotskista mexicano. Todos los miembros de la familia tenan
mucho afecto a Trotsky y a Natalia. A Trotsky le gustaba estar
con ellos. Y nos marchamos en automvil. Joe conduca, yo iba
a su lado, Trotsky y Natalia detrs. Joe evidentemente no
conoca la ciudad de Mxico. Yo lo guiaba. A cada cruce de
calles, yo le deca left, right o straight ahead. Al da siguiente
de esa visita, no s por qu razn, fue necesario que
volviramos a casa de Fernndez. Dos visitas en dos das, era
ms bien extraordinario, pero en fin eso fue lo que sucedi. El
trayecto era largo y complicado y era impensable que Joe
pudiera acordarse del itinerario. Por lo tanto, igual que en la
vspera, yo lo guiaba: left, right, straight ahead. De regreso a
Coyoacn, Trotsky me hizo llamar a su escritorio. "No cree
usted que habra que hacer que Joe se volviera a los Estados
Unidos?" Yo estaba muy sorprendido. "Nunca aprender!"
exclam Trotsky. Sal en defensa de Joe, tratando de explicarle

las cosas. Sin quedar muy convencido, Trotsky me dijo: "Ya


veremos". Joe, de hecho, se convirti, de todos los
norteamericanos que vinieron a vivir a Coyoacn, en el que
mejor se entendi con Trotsky y por el que Trotsky tuvo ms
estima.
A fin de octubre Jan Frankel se fue a vivir a los Estados
Unidos. A comienzos de noviembre, Gaby lleg de Francia con
mi hijo. En Francia, como ya cont ms arriba, ella estaba en el
grupo Molinier. Cuando se decidi que tena que venir a
Mxico, ella haba aceptado no tener ninguna actividad
poltica. Haba vivido varios meses en la casa de Barbizon y
una vez instalada en Coyoacn se puso a ayudar a Natalia en
las tareas domsticas.
Unas semanas despus de su llegada, Gaby se encontraba un
da en la cocina, preparando el almuerzo, con Natalia y una
joven criada mexicana. En esa poca Natalia todava hablaba
muy mal espaol; en realidad slo conoca unas pocas palabras.
Trataba de hacerse entender por las criadas mediante gestos o
palabras aisladas. A veces llegaba a agarrar por el brazo a una
muchacha para hacerle ver algo. En un momento dado, no s
por qu razn, Gaby pens que Natalia trataba a la joven
mexicana muy duramente y se lo dijo. Gaby tena la manera
franca de hablar de las bellevillenses (del barrio de Pars donde
naci). Ciertamente tambin su pertenencia al grupo de
Molinier haba dejado en ella cierta dosis de animosidad que en
ese momento resurgi. Se produjo, en suma, lo que sucede a
menudo cuando dos personas se encuentran en la cocina. El
tono subi de una y otra parte. En ese mismo instante, Trotsky,
al ir de su escritorio al bao, pas cerca de la cocina. Escuch
voces airadas, entr a la cocina y grit. "Ahora mismo llamo a
la polica!" No lo hizo, por supuesto, pero las terribles palabras
ya haban sido pronunciadas.
Un poco ms tarde yo estaba clasificando papeles cuando
Trotsky vino a verme. "No deb haber dicho eso", me dijo con
un aire confuso, casi avergonzado. Es la nica vez que lo vi
turbado. De todos modos, Gaby no poda quedarse. Volvi a
Francia con mi hijo, pasando por Nueva York.
El 12 de noviembre de 1937, Trotsky me hizo enviar el
siguiente telegrama: "Chautemps presidente Consejo Pars. El

asunto asesinato Ignaz Reiss robo mis archivos y crmenes


anlogos me permito insistir necesidad someter interrogatorio
al menos como testigo Jacques Duelos vicepresidente Cmara
de diputados viejo agente por. Trotsky". La palabra "viejo"
significaba evidentemente que haba tenido conocimiento de la
pertenencia de Duclos a la GPU cuando todava Trotsky
formaba parte del gobierno sovitico. Era revelar un secreto de
Estado. El telegrama provoc algunas olas en los medios
trotskistas. Liova, en particular, pens que su padre haba dado
un paso en falso al enviar ese telegrama.
Varias veces, en el transcurso del ao 1937, Naville nos
haba escrito de Pars que Andr Gide tena la intencin de
venir a Mxico; pero cada vez pospona el viaje. En noviembre,
el proyecto de Gide pareci precisarse. Trotsky trat de vencer
sus titubeos. En un momento pens escribirle para decirle todo
lo que Mxico poda ofrecerle; pero, finalmente, se abstuvo,
pensando que Gide poda ver en su carta una tentativa de
control. Decidi proceder de una manera menos directa y
redact un proyecto de carta que comenzaba por "Querido
maestro" y detallaba todo lo que poda incitar a Gide a venir.
La carta iba a ser firmada por varios artistas y escritores
mexicanos, entre otros Diego Rivera, Salvador Novo y Carlos
Pellicer. No me acuerdo si verdaderamente fue enviada; pero
aun cuando lo hubiera sido, la carta no sirvi para nada, pues,
como pronto lo supimos, Gide haba cambiado bruscamente
sus planes y haba partido para frica.
La casa de la avenida Londres, con su patio, sus jardines y
sus dependencias, formaba un rectngulo exacto. Dos de los
lados de ese rectngulo se encontraban sobre dos calles
paralelas, avenida Londres y avenida Berln. Un tercer lado se
encontraba sobre una calle perpendicular a las mencionadas, la
calle Allende. Las ventanas que daban a esas calles haban sido
clausuradas; las haban obturado con grandes bloques de adobe
mexicano. En cuanto al cuarto lado, colindaba con otra
propiedad. A lo largo de todo ese costado haba un muro
bastante alto. Pero eso era ms bien un inconveniente porque
no podamos observar lo que pasaba del otro lado de ese muro,
por lo dems bastante cercano al dormitorio de Trotsky y
Natalia. se era un motivo constante de inquietud para Diego
Rivera y para m. Hablbamos con frecuencia de l.

La inquietud de Trotsky se inclinaba hacia otra direccin. A


fin de 1937, la campaa de injurias y de amenazas que los
stalinistas mexicanos haban organizado contra l se haca cada
vez ms virulenta. Trotsky tema un ataque contra la casa, de
frente, por la esquina de la avenida Londres y la calle Allende,
llevado a cabo por cientos de asaltantes. El ataque se
disfrazara de manifestacin poltica y terminara en un
atentado contra l. Un da, me present su plan. Haba que
dejar permanentemente una escala apoyada contra el muro, en
el extremo derecho del segundo patio, sobre la avenida Berln.
En aquella poca esa calle no era ms que un prado. Por la
noche, estaba mal iluminada o, quizs, ni siquiera iluminada.
No se vea, desde afuera, que nuestra casa se extenda hasta
all. En caso de ataque, Trotsky apoyara esa escala contra el
muro, saldra solo y sin que lo vieran, e ira rpidamente a pie a
refugiarse en la casa de una joven mexicana que conocamos.
Separada de su marido, viva en una casa de su propiedad, a
pocas cuadras. El plan de escalar el muro tena sus mritos. Era
un plan astuto que me gust. Un da, Trotsky me propuso un
ensayo general. Apoyara una noche la escalera al muro e ira a
casa de la joven mexicana. Entre tanto yo haba sabido por
sta, que en los dos o tres ltimos meses, Trotsky le haba
hecho, cuatro o cinco veces, proposiciones directas y
apremiantes. Ella las haba ignorado, sin hacer ningn
escndalo. Trotsky le haba comunicado especialmente el plan
de la escala y el proyecto de ensayo. El asunto cobraba un giro
nuevo. Esta combinacin de problemas de seguridad con una
aventura amorosa no me gust nada. No dije nada a Trotsky.
Tal vez advirti mi falta de entusiasmo. No apresur el asunto
del ensayo. Por otro lado, los acontecimientos se precipitaron y
la situacin cambi rpidamente.
Algunos indicios de idas y venidas hicieron que Diego
Rivera y yo viramos como cada vez ms sospechosa la casa
de al lado. Rivera, dando prueba de una gran generosidad,
decidi comprarla, pero las formalidades iban a durar algunas
semanas. Esas semanas eran peligrosas, pues si realmente haba
en preparacin un atentado, los agentes iban a apresurarse a
ejecutarlo antes de que se les escapara la casa de las manos.
Finalmente nos quedamos con el siguiente plan: hasta que no
nos entregaran la casa vecina, Trotsky ira a vivir a casa de
Antonio Hidalgo, en las Lomas de Chapultepec, uno de los
barrios ms hermosos de Mxico. Haramos, adems, todo lo

posible por disimular la ausencia de Trotsky de la casa de


Coyoacn.
El 13 de febrero de 1938 Trotsky se desliz en el automvil
estacionado en el patio. Se acost en el piso. Yo tom el
volante y la puerta de la cochera se abri a nuestro paso.
Rpidamente pas frente a la garita de los policas, hacindoles
un gesto familiar con la mano, como cuando sala solo y de
prisa. Trotsky se irgui y se sent en el asiento trasero.
Llegamos a la casa de Hidalgo que era muy confortable. No
haba nios. Hidalgo y su mujer llenaban de atenciones a
Trotsky. En Coyoacn, Natalia haba puesto en la cama algunas
almohadas que simulaban el cuerpo de Trotsky; Alexandra
Sokolvskaya haba recurrido a la misma astucia 35 aos antes,
cuando Trotsky haba huido de Siberia. Las criadas eran
mantenidas lejos de la habitacin y Natalia iba de tanto en
tanto a buscar t a la cocina para un Trotsky presuntamente
enfermo. En casa de Hidalgo, Trotsky lea y escriba. El
contacto entre Coyoacn y Chapultepec se haca ya a travs de
Hidalgo o de m.
Esa era nuestra vida cuando nos lleg la noticia de la muerte
de Liova, el 16 de febrero. Con la diferencia horaria, la noticia
lleg a Coyoacn cuando terminaba el almuerzo. Creo que fue
el representante de una de las grandes agencias de prensa
norteamericanas quien nos la dio por telfono. Joe Hansen y
Rae Spiegel estaban conmigo en la casa. Decidimos no decir
nada a Natalia, no dejarle ver los diarios de la tarde y no dejar
que atendiera el telfono. Part a buscar a Rivera a su casa de
San ngel. Es posible que entonces hayamos tenido una
conversacin telefnica con alguien en Pars, Grard Rosenthal
o Jean Rous, pero no tengo un recuerdo preciso en ese sentido.
Partimos, Rivera y yo, a Chapultepec. Cuando entramos a la
pieza en la que estaba Trotsky, Rivera se adelant y le anunci
la noticia. Trotsky, con el rostro endurecido, pregunt.
"Natalia lo sabe?". "No", dijo Rivera. Trotsky replic "Yo
mismo se lo dir". Salimos rpidamente. Yo conduca, Rivera
iba a mi lado. Trotsky, sentado detrs, se mantena en silencio.
En Coyoacn se encerr inmediatamente con Natalia en su
habitacin. De nuevo fue la reclusin que yo haba conocido en
Prinkipo, cuando la muerte de Zina. Por la puerta ligeramente
entreabierta les pasbamos t. El 18, a la una de la tarde,
Trotsky me entreg unas hojas, escritas con su letra en ruso,

que me pidi hiciera pasar a mquina, traducir y distribuir a los


periodistas. En esas lneas reclamaba una investigacin sobre
las circunstancias de la muerte de su hijo. Cuando das despus
de su reclusin Trotsky volvi a su despacho, se puso a escribir
el folleto bien conocido sobre Len Sedov. Poco antes de irse a
la casa de Hidalgo, haba terminado el manuscrito de su largo
artculo, Su moral y la nuestra, y le haba puesto la fecha, 10 de
febrero. Cambi esa fecha al 16 y le agreg una postdata.
Jeanne escribi a Trotsky y a Natalia cartas desesperadas. Se
haba ligado mucho a Liova. Trotsky le envi un telegrama:
"S, pequea Jeanne, hay que vivir". Pero la situacin cambi
rpidamente. Liova haba dejado, al morir, gran cantidad de
papeles en su departamento de la calle Lacretelle. Dos o tres
semanas despus de su muerte, se hizo evidente que Jeanne,
quien perteneca al grupo Molinier, no estaba dispuesta a
entregar esos papeles a Trotsky por intermedio de Grard
Rosenthal, el abogado de Trotsky en Pars, miembro del grupo
trotskista oficial. Trotsky se puso furioso. Los papeles le
correspondan de derecho, por todos los derechos, escritos o
morales. Tuvo la impresin de que Jeanne jugaba con fuego.
La polica francesa, pensaba, slo buscaba la ocasin de poder
meter la nariz en esos papeles; la GPU tambin, por otro lado.
Estaba fuera de s. Comenzaron una serie de altercados acerbos
y dolorosos. Entre tanto, Natalia segua escribindose con
Jeanne. Dos mujeres destrozadas intercambiaban cartas llenas
de afliccin. Aproximadamente seis semanas despus de la
muerte de Liova, a fines de marzo o comienzos de abril, yo
estaba en mi habitacin despus del almuerzo. Trotsky dorma
la siesta. En ese momento del da era cuando Natalia vena a
menudo a verme para hablarme de los pequeos problemas de
la casa o para hacer cuentas. Ese da, cuando entr en mi
habitacin, estaba muy agitada. Le corran lgrimas por las
mejillas. Exclam: "Van, Van sabe usted lo que me ha dicho?
T ests con mis enemigos!" Me repiti la frase en ruso, tal
como Trotsky la haba pronunciado. No haba dicho
"adversarios", sino "enemigos". Y sus enemigos empezaban
entonces con Jeanne y Raymond Molinier, pero la lista era
todava mucho ms larga. La frase, por supuesto, poda
interpretarse de este modo: "T te conduces como si estuvieras
de parte de mis enemigos" o "T haces el juego a mis
enemigos". Pero lo cierto es que seis semanas despus de la
muerte de Liova, cuando Natalia estaba todava desgarrada por

el dolor, Trotsky haba elegido, para expresarse, la frase ms


incisiva y ms brutal.
Fue en esa poca cuando supimos que Andr Bretn iba a
venir a Mxico a dar unas conferencias, enviado por el
Ministerio de Relaciones Exteriores. Trotsky me pidi que le
procurara libros de Bretn; no haba ledo nada suyo. Como el
tiempo urga, decid hacerlos traer de Nueva York, en lugar de
pedirlos a Pars. A fin de abril llegaron el Manifiesto del
surrealismo, Nadja, Los vasos comunicantes y una o dos obras
ms. Abr las pginas de los que estaban nuevos y se los llev a
Trotsky. Los apil lejos, en una esquina de su escritorio, donde
quedaron algunas semanas. Tengo la impresin de que los
hoje, pero que no los ley ciertamente de punta a punta.
Cuando Bretn y Jacqueline llegaron a Mxico, en la
segunda mitad de abril, los fui a ver. Almorzamos en un
restaurante mexicano tradicional. Bretn pareca muy contento
de estar en Mxico, todo lo maravillaba. Conmigo se mostraba
muy afectuoso. El 29 de abril de 1938, yo escrib a Pierre
Naville: "Bretn est aqu desde hace algn tiempo,
maravillado por el pas, por las pinturas de Diego y por todo lo
que hay de magnfico en este pas. La contraparte es que asiste
a banquetes en recepciones oficiales, qu est asediado por una
enorme multitud de personas [...]" Unos das despus, es decir
en los primeros das de mayo, fui a buscar en automvil a
Mxico a Bretn y a Jacqueline para llevarlos a Coyoacn. El
propio Bretn ha descrito ese primer encuentro con Trotsky y
Natalia. Se habl del trabajo de la comisin investigadora sobre
los procesos de Mosc en Pars, de la actitud de Gide, de la de
Malraux. Se intercambiaron noticias, pero no se abordaron
temas importantes. La segunda entrevista tuvo lugar el 20 de
mayo. He conservado algunas notas de ella, escritas
inmediatamente despus del encuentro para mi uso personal.
Estn lejos de constituir un acta, pero dan algunas indicaciones
sobre lo que sucedi. Apenas nos habamos instalado en el
estudio de Trotsky (estaban Bretn, Jacqueline, Natalia y yo),
Trotsky se lanz bastante rpidamente, y sin mayores
miramientos, como si se hubiera preparado, en una defensa de
Zola. Pretenda considerar al surrealismo como una reaccin
ante el realismo, en el sentido estrecho y especfico de la
concepcin que haba tenido Zola de la literatura. Dijo:
"Cuando leo a Zola, descubro cosas nuevas que no conoca,

penetro en una realidad ms vasta. Lo fantstico, es lo


desconocido". Bretn, bastante sorprendido, se puso tenso.
Erguido, apoyado en el respaldo de su silla, dijo: "S, s, s,
estoy perfectamente de acuerdo, hay poesa en Zola". Trotsky
continu: "Usted invoca a Freud pero no es para una tarea
contraria? Freud hace surgir al inconsciente en lo consciente.
No quiere usted ahogar lo consciente por el inconsciente?"
Bretn respondi. "No, no, evidentemente que no". Luego hizo
la inevitable pregunta: "Freud os compatible con Marx?"
Trotsky respondi: "Oh! usted sabe...Esas son cuestiones que
Marx no haba estudiado. Para Freud, la sociedad es un
absoluto, excepto quizs en El porvenir de una ilusin; ella
asume la forma abstracta de la coaccin. Hay que penetrar en el
anlisis de esa sociedad"
La reunin se distendi. Natalia sirvi el t. Se habl de las
relaciones entre el arte y la poltica. Trotsky emiti la idea de
crear una federacin internacional de artistas y escritores
revolucionarios, que contra balanceara las organizaciones
stalinistas. Estaba claro: l tena un plan en la cabeza desde que
se haba anunciado la venida de Bretn a Mxico. Se empez a
hablar de un manifiesto, Bretn declar estar de acuerdo para
presentar el proyecto. Luego, los encuentros ya no fueron en el
despacho de Trotsky sino excursiones en comn, picnics en el
campo mexicano. Bretn y Jacqueline estaban en relacin
cotidiana con Rivera y Frida. Vivieron incluso cierto tiempo en
la casa de stos, en San ngel (a su llegada al pas haban sido
alojados en su departamento de Mxico por Guadalupe Marn,
la ex mujer de Diego Rivera). Con Trotsky tal vez hubo en
total ocho o diez encuentros.
En Pars, en otoo de 1936, con motivo del trabajo de la
comisin investigadora, yo haba encontrado varias veces a
Bretn en el caf donde al final de la tarde se reuna con sus
amigos. All haba visto a Bretn actuando como jefe de
escuela. En Mxico me encontr con un Bretn bastante
diferente, haba abandonado su tono magistral, todo le
provocaba curiosidad, estaba deseoso de ver y de aprender. A
veces llegaba incluso a las confidencias. "Si usted supiera
cmo me siento lejos por momentos de todo, aun de
Jacqueline", me dijo un da. Trotsky, el hombre, le haba
causado una impresin fuerte. "Un prncipe de la Iglesia -decay de qu Iglesia!"

El viaje de Bretn a Mxico haba provocado reacciones de


odio por parte de los stalinistas. Bretn mismo habla de las
maquinaciones dirigidas contra l en su discurso del 11 de
noviembre de 1938. Su primera conferencia deba tener lugar
en el Palacio de Bellas Artes. Trotsky estaba inquieto; pensaba
que un grupo de stalinistas mexicanos poda perfectamente
sabotearla. Me pidi que organizara un servicio de orden
discreto. Me puse de acuerdo con los miembros del grupo
trotskista mexicano para que, sin hacerse notar, se situaran en
lugares estratgicos. No ocurri nada enojoso. Pero el hecho
deque Trotsky no hubiera vacilado en apelar a los miembros de
un grupo poltico para asegurar la proteccin de una
conferencia literaria de Bretn, muestra toda su buena voluntad
hacia l.
Una tarde, en una de esas excursiones con Bretn y
Jacqueline, nos detuvimos en una aldea para visitar una iglesia:
Era del lado de Puebla, tal vez Cholula, no recuerdo
exactamente. Ni Rivera ni Frida estaban con nosotros. La
iglesia era, en el interior, baja y sombra. A la izquierda, el
muro y los pilares estaban cubiertos de retablos, muy
conocidos en Mxico. Son pequeas placas de metal, cuyo
origen a menudo son latas viejas, en las cuales artistas
populares pintan escenas de sucesos dramticos, generalmente
accidentes graves de consecuencias funestas de los que quien
presenta el retablo ha podido escapar, gracias a la divina
providencia. Como esos retablos se acumulan, hay algunos que
se remontan a 50 u 80 aos. En mi opinin, es la forma de arte
popular ms notable de Mxico. Bretn estaba maravillado.
Tan maravillado que comenz a deslizar cierta cantidad de esos
retablos bajo su chaqueta, tal vez una media docena. No tena
muchos escrpulos por cuanto se encontraba en una iglesia y
consideraba sin duda su acto como una forma de lucha
anticlerical. Trotsky estaba muy irritado, lo percib
inmediatamente en su cara. No era se el tipo de su
anticlericalismo. Adems, la situacin no dejaba de ser
peligrosa para l. En Mxico, todos los bienes eclesisticos
pertenecen al Estado. Si las autoridades locales se hubieran
dado cuenta del robo podra haberse producido un escndalo
del que los stalinistas, entonces tan furiosamente encarnizados
por comprometer la estada de Trotsky, se habran podido valer
y haciendo vibrar la cuerda del patriotismo mexicano, acusar a
Trotsky y a sus amigos de atentar contra del patrimonio

nacional. Las consecuencias de todo eso podan ir muy lejos.


Trotsky sali de la iglesia sin decir una palabra. Debo decir que
en esa ocasin dio prueba de un gran control de s mismo.
Poco despus Trotsky comenz a apurar a Bretn para que le
presentara el proyecto de manifiesto. Bretn, con el aliento
encendido de Trotsky en la nuca, se senta paralizado y no
poda escribir. "Tiene usted algo para mostrarme?" preguntaba
Trotsky cuando se encontraban. Se cre as una situacin en la
que Trotsky vena a desempear el papel de maestro de escuela
ante un Bretn alumno recalcitrante que no haba hecho su
tarea. Bretn estaba acongojado. La situacin se arrastraba, y l
se senta completamente paralizado. Un da, en casa de Diego
Rivera, en el jardn, me llam aparte y me dijo: "No escribira
usted ese manifiesto?" Yo me negu para no hacer todava ms
confuso el asunto. En junio tuvo lugar un viaje a Guadalajara.
Diego Rivera estaba all, pintando, y nosotros debamos ir a
encontrarnos con l. Partimos por la carretera de Guadalajara
en dos automviles. En el primero, conducido, si mal no
recuerdo, por Joe Hansen, atrs iban Trotsky y Natalia y al lado
del conductor, Bretn, a quien Trotsky haba pedido que fuera
con l para conversar. Yo estaba en el segundo automvil, con
Jacqueline y creo que con Frida. Era un norteamericano o un
mexicano quien conduca. Despus de alrededor de dos horas
de camino, en una viaje que era entonces de aproximadamente
ocho horas, el primer automvil se detuvo. Nos detuvimos
igualmente, a treinta o cuarenta metros del otro, me adelant
hacia el primer automvil para saber qu ocurra. Joe vino a mi
encuentro y me dijo: "The old man wants you". Bretn
descendi tambin y se acerc al segundo automvil. Nos
cruzamos. Sin decirme nada, hizo un gesto de asombro, como
de alguien que no comprende lo que sucede. Me ubiqu en el
primer automvil, que volvi a partir. Trotsky estaba sentado
atrs, erguido y silencioso. No me dio ninguna explicacin
sobre lo que haba pasado. Llegamos a Guadalajara y
descendimos en un hotel, sin ocupamos del grupo BretnRivera. Yo estaba muy perplejo. Joe, que no hablaba francs,
no haba podido seguir la conversacin entre Trotsky y Bretn,
y no poda informarme. Natalia me dijo algunas palabras
bastante vagas. Una vez que estuvimos instalados, lo primero
que Trotsky me pidi fue que arreglara una entrevista con
Orozco, quien entonces viva en Guadalajara. Rivera y Orozco
eran en esa poca los pintores ms clebres de Mxico. No eran

enemigos; no obstante, por su carcter, sus gustos, su modo de


vida, el estilo de pintura, se situaban en dos polos opuestos.
Orozco era un introvertido atormentado mientras que Rivera
era un extrovertido jovial. E1 hecho mismo de ser los dos ms
grandes pintores del pas no poda sino crear entre ellos una
especie de rivalidad, tenan entre s pocas relaciones
personales, o ninguna. Lo que Trotsky me peda tena un
sentido bien claro: quera establecer cierta distancia respecto
del grupo Rivera-Bretn. Fui entonces a ver a Orozco, quien
me recibi en su estudio y arregl la cita. Lo vimos al da
siguiente o a los dos das, Trotsky, Natalia y yo. La
conversacin fue agradable, pero no tuvo la vivacidad ni la
calidez que tenan frecuentemente los encuentros entre Trotsky
y Rivera. Al salir, Trotsky nos dijo, a Natalia y a m: "Es un
Dostoievsky!"
Entretanto, Rivera y Bretn recorran Guadalajara, en busca
de cuadros y de objetos antiguos, como cuenta Bretn en su
artculo "Souvenir du Mexique", reproducido en La Ci des
champs. Volvimos a tomar el camino de Mxico sin que
Trotsky viera de nuevo a Bretn. Haba sido el retraso
persistente de Bretn en presentarle el proyecto de manifiesto
lo que en el camino a Guadalajara provoc su clera. Sin
embargo, aparentemente, a Trotsky se le haba pasado el enojo
y no quera la ruptura. Cuando todo el mundo hubo regresado
de Guadalajara, las relaciones, poco a poco, se restablecieron.
Bretn nunca me cont en detalle lo que haba pasado en el
automvil y yo tampoco le pregunt nada.
A principio de julio se decidi ir a pasar unos das a
Ptzcuaro, en el Estado de Michoacn. Bretn, Jacqueline y yo
partimos antes. Yo tena que encontrar un hotel conveniente
para Trotsky; Bretn y Jacqueline queran ver la regin. Diego
Rivera tena en su casa de San Angel una coleccin bastante
importante de figuras precolombinas de Chupcuaro.
Campesinos del Estado de Guanajuato se las haban trado
poco a poco. Esas estatuillas de barro, de apenas unos diez
centmetros, representan mujeres desnudas, engalanadas y
voluptuosas. Sus ojos almendrados y su sexo estaban
moldeados con pequeas tiras de barro adheridas. Bretn haba
admirado mucho esas damas de Chupcuaro. Un poco antes de
Morelia me pregunt sino podamos hacer un desvo para tratar
de encontrar esas figuras. Era una improvisacin. No tenamos

informaciones precisas. Partimos, por lo tanto un poco a la


aventura. Nos metimos en un camino de terracera. La estacin
de las lluvias haba comenzado ya. Pronto, el automvil se
empantan. Hubo que llamar a unos campesinos para que nos
ayudaran a salir del mal paso. Abandonamos las damas de
Chupcuaro y retomamos el camino a Ptzcuaro. Cuando ya
habamos logrado ponernos en marcha, Bretn me dijo: "Para
m es muy simple, yo habra dejado todo y habra seguido a
pie". Eso me pareci extrao: Dnde habra ido en ese campo
mexicano?
En Ptzcuaro tomamos una lancha en el lago y fuimos, al
caer la noche, a comer pescado blanco en la islita de Janitzio.
Bretn cuenta todo esto en sus recuerdos de Mxico.
La pequea ciudad de Ptzcuaro era entonces apacible y
encantadora. Al deambular por sus calles de piedra y por sus
plazas silenciosas, uno se creera en el siglo XVII. El hotel que
elegimos era en realidad una gran casa antigua con una decena
de habitaciones y un jardn cubierto de flores. Dos das ms
tarde, Trotsky lleg con Natalia y dos norteamericanos; creo
que uno de ellos era Joe Hansen. Tambin llegaron Diego
Rivera y Frida. Se hicieron planes. Despus de las excursiones
del da, por la noche habra plticas sobre arte y poltica. Se
habl incluso de publicar esas conversaciones con el ttulo Las
charlas de Ptzcuaro, firmadas por Bretn, Rivera y Trotsky.
En la primera velada fue sobre todo Trotsky el que habl. La
tesis que desarroll era que en la futura sociedad comunista el
arte se disolvera en la vida. No habra ms danza, ni bailarines,
ni bailarinas, sino que todos los seres se desplazaran de una
manera armoniosa. No habra ms cuadros: las habitaciones
seran decoradas. La discusin fue remitida a la siguiente
velada y Trotsky se retir bastante temprano, segn su
costumbre. Yo me qued a charlar con Bretn en el jardn."No
cree usted que siempre habr gente que querr pintar sobre un
cuadradito de tela?" me dijo.
No hubo segunda sesin. Bretn se enferm. Tuvo fiebre y
se le produjo una crisis de afasia. Jacqueline lo cuidaba con
mucha dedicacin. Estbamos inquietos, pero ella nos dijo que
eso ya se haba producido antes.

El 10 de julio Trotsky recibi la visita de un grupo de


maestros de los alrededores. Se haban enterado que l estaba
all y haban venido a conversar. Se habl de las tareas y de los
problemas del maestro rural. Trotsky compar Mxico con
Rusia. Al final de esa conversacin escribi a lpiz una nota
breve en ruso sobre ese tema. La traduje al espaol y el texto
fue enviado a los visitantes, que la publicaran en un pequeo
peridico, Vida, rgano de los maestros de Michoacn.
Dejamos a Bretn al cuidado de Jacqueline y nosotros,
Trotsky, Natalia, los norteamericanos y yo, regresamos a
Coyoacn. Unos das despus, Bretn y Jacqueline
reaparecieron. Bretn se haba repuesto bastante rpidamente.
Salimos, finalmente, del impasse a propsito del manifiesto. Si
no recuerdo mal, fue Bretn el que dio el primer paso. Entreg
a Trotsky algunas pginas escritas a mano, con su letra
apretada. Trotsky dict unas pginas en ruso, yo las traduje al
francs y se las mostr a Bretn. Despus de nuevas
conversaciones, Trotsky tom el conjunto de los textos, los
recort, agreg palabras aqu y all y peg todo en un rollo
bastante largo. Pas a mquina el texto final en francs,
traduciendo el ruso de Trotsky y respetando la prosa de Bretn.
Sobre ese texto se pusieron de acuerdo. Cualquiera que lo lea
puede, por el vocabulario, reconocer con seguridad los prrafos
escritos por Trotsky y los que son de Bretn. El primero
escribi un poco menos de la mitad del texto, el segundo un
poco ms. Dirigido a los artistas, el manifiesto fue publicado
con las firmas de Bretn y Rivera, aunque ste no hubiera
participado en su redaccin. El manifiesto llamaba a la
creacin de una Federacin Internacional de artistas
revolucionarios independientes (FIARI). Fue traducido a varios
idiomas y es bien conocido.
El ltimo encuentro entre Trotsky y Bretn, justo antes de la
partida de ste para Francia, fue muy clido. La guerra
amenazaba y Bretn iba tal vez a ser movilizado a su regreso a
Francia. Eran los ltimos das de julio. Estbamos en el patio
lleno de sol de la casa azul de Coyoacn, en medio de los
cactos, naranjos, buganvillas e dolos, a punto de separarse,
cuando Trotsky fue a buscar a su escritorio, el manuscrito
comn del manifiesto y se lo entreg a Bretn. ste estaba muy
emocionado. Era, por parte de Trotsky, un gesto inusitado,
nico inclusive en todo el perodo en que me toc vivir con l.

Hay un facsmil de uno de los pasajes del manuscrito en el


libro de Bretn, La Ci des champs, entre las pginas 40 y 41,
el manuscrito original debe encontrarse entre los papeles
dejados por l. De regreso a Francia, Bretn fue movilizado,
como se haba temido, pero solamente durante unas semanas.
El 11 de noviembre de 1938 pronunci un vibrante discurso en
el que describa su estada en Mxico. Ese discurso ha sido
publicado. Quisiera que se me permitiera aqu una observacin
personal. En ese discurso, Bretn declara que yo era "muy
pobre". Las categoras de "pobre" o de "rico" no eran en las que
yo hubiera pensado situarme durante mi vida con Trotsky.
Evidentemente, disponamos de muy poco dinero en la casa, yo
no tena lo que podra llamarse un salario y los pequeos gastos
personales se arreglaban de la manera ms simple entre Natalia
y yo. Cuando llev a Trotsky a su escritorio el texto impreso
del discurso de Bretn, yo me senta sin embargo turbado;
tema que l pensara que la observacin de Bretn haba sido
suscitada por alguna queja de mi parte. No me dijo nada, yo
tampoco le dije nada y nunca hubo ningn malentendido entre
nosotros al respecto. Lo que la observacin de Bretn no
obstante indica es que surrealistas y trotskistas vivan en
mundos diferentes.
La visita de Bretn no haba interrumpido la poltica
revolucionaria. Se preparaba entonces la conferencia de la
fundacin de la Cuarta Internacional. El 18 de julio nos lleg la
noticia de la desaparicin de Rudolf Klement. Su cuerpo
decapitado fue encontrado en el Sena unos das ms tarde. Era
l quien tena entre sus manos todo el trabajo administrativo
del Secretariado Internacional. Por Zborowski, la GPU conoca
exactamente el papel de Klement y haba golpeado cuando
comenzaba a prepararse la mencionada conferencia. Esta deba
tener lugar en septiembre, en Pars. Siguiendo el ejemplo de
Marx que ante las propuestas inesperadas de algunos de sus
discpulos haba declarado no ser "marxista", Trotsky deca a
veces que l no era "trotskista". De hecho, era "trotskista" en
todo, si se entiende por eso que tena una preocupacin
constante por los problemas internos de los diferentes grupos
trotskistas. En la mayor parte de los casos, cada uno de esos
grupos estaba dividido en dos o tres fracciones. Las luchas
entre esas fracciones, sus alianzas y sus rupturas en el interior
de un grupo o de un grupo al otro, todo eso le llevaba mucho

tiempo. Consagraba a esas luchas de fracciones gran parte de


su vida, de su energa y de su paciencia.
El reproche que incansablemente Trotsky haca a los grupos
trotskistas era su composicin social: demasiados intelectuales,
no los suficientes obreros. "Pequeoburgueses", sa es una
acusacin que aparece constantemente en sus escritos contra
las personas y contra los grupos. Los dos nicos grupos sobre
los que le escuch expresar una admiracin sin reservas eran el
de Charleroi, en Blgica, compuesto por mineros, y el de
Minnepolis, en los Estados Unidos, formado por camioneros.
Reconstruir el desarrollo de todas las luchas intestinas en las
diversas secciones nacionales de la organizacin trotskista,
constituira un trabajo complejo y arduo. Sin embargo, slo un
estudio detallado y concreto que recreara las condiciones
propias de cada situacin, permitira emitir un juicio sobre las
decisiones de Trotsky en esas materias. Es demasiado fcil, en
ese campo, dejarse llevar por apreciaciones superficiales. Sin
duda, el resultado aparente de los enormes esfuerzos que
Trotsky despleg en las cuestiones organizativas fue ms bien
pobre. Para no citar mis que un ejemplo, Trotsky escribi sobre
Espaa pginas y pginas llenas de pasin revolucionaria,
cuando, durante la guerra civil, el grupo trotskista de Barcelona
contaba apenas con una decena de miembros, por lo general
jvenes sin experiencia. A la muerte de Trotsky, los grupos
trotskistas no eran, cuantitativamente, tan diferentes de los
diversos grupos de oposicin que haba encontrado al salir de
Rusia. Una gran cantidad de hombres valiosos se haban
declarado trotskistas en un momento u otro de su vida pero
luego se haban alejado de las organizaciones trotskistas. No
hay que olvidar las dificultades de esos aos terribles. Cmo
revivir, para quienes no los conocieron, los aos treinta? Las
calumnias y las persecuciones stalinistas arreciaban. El dinero
faltaba en un grado difcilmente imaginable y la falta de
medios financieros paralizaba las tareas ms simples.
Sin duda fue al desarrollo del trotskismo en Francia a lo que
Trotsky dedic los mayores esfuerzos, linos meses despus de
su llegada a Turqua prest una gran atencin a La Vrit, que
entonces se fundaba. De 1929 a 1931, los conflictos entre
Raymond Molinier, Pierre Naville y Alfred Rosmer le tomaron
mucho tiempo. De 1935 hasta su muerte, la querella, cada vez

ms acerba, con Raymond Molinier se convirti en una


pesadilla. Ya cont cul haba sido la actitud de Trotsky
durante las grandes huelgas de junio de 1936. "La revolucin
francesa ha comenzado", haba escrito. A continuacin, con el
repliegue de los obreros franceses y su instalacin en Mxico,
comenz a ver los problemas del trotskismo en Francia un poco
lejos. Distancia muy relativa, por cierto. Segua siempre lo que
pasaba, tanto en la escena poltica francesa como en el interior
del grupo trotskista francs, pero ya no con la misma tensin.
En Coyoacn, las novedades sobre la vida interna del grupo
francs y, en particular, sobre el funcionamiento de su
conduccin nos llegaban, sobretodo, a travs de Jean Rous,
quien escriba bastante regularmente largas cartas que, aunque
destinadas a Trotsky, estaban dirigidas a m. Rous tena una
letra muy mala y Trotsky no poda leer sus cartas sin dificultad.
Tom entonces la costumbre de hacer una copia a mquina de
cada carta que entregaba luego a Trotsky. Un da, deba ser ya
a mediados de 1939, acababa de llegar una carta de Rous. En
pocas palabras inform a Trotsky su contenido y agregu: "Voy
a pasrsela a mquina". Trotsky me respondi: "No vale la
pena, usted tiene otras cosas que hacer". Una actitud semejante
hubiera sido impensable unos aos antes.
Un universitario norteamericano, Hubert Herring, organizaba
seminarios de estudio en Mxico. Una o dos veces por ao,
llevaba su pequeo grupo, de unas treinta personas, a
Coyoacn. Durante una o dos horas, Trotsky responda a sus
preguntas. A cambio de eso, Herring haba puesto a disposicin
de Trotsky una casa que tena en Taxco. Cada dos o tres meses
bamos all a pasar una semana o dos. La primera estada de
este tipo se hizo poco tiempo despus de las sesiones de la
comisin Dewey. Ms tarde, ya en 1938, en una de esas
permanencias en Taxco, alquilamos caballos para hacer un
paseo por los cerros que enmarcan la ciudad. Estaban con
nosotros unos trotskistas norteamericanos, entre los que haba
varias mujeres, que haban venido a pasar dos o tres semanas a
Mxico y a ver a Trotsky. ramos ms de doce. bamos al paso
y no pareca que furamos a marchar ms velozmente. De
pronto sin decir nada a nadie, ni siquiera a Natalia, Trotsky
empez a fustigar a su caballo, lanz gritos en ruso y parti al
galope. Yo estaba lejos de ser un jinete experimentado, pero no
caba ninguna vacilacin: fustigu a mi caballo. Heme aqu

galopando, sostenindome ms mal que bien en la montura. Mi


revlver se bamboleaba a mi costado. Si sal del paso sin
incidentes, sin duda fue porque la montura era buena. Trotsky y
yo galopamos as, yo siguindolo con esfuerzo, hasta
reencontrarnos luego de cierto tiempo en la carretera de
Mxico a Taxco. All galopamos a gran velocidad, hasta la
entrada a Taxco. Este tipo de acto inesperado era muy raro en
Trotsky.
El da de los muertos en Mxico es una fiesta popular y en
los aos treinta se celebraba todava con ms estruendo que en
la actualidad. Ese da se desfilaba en las calles, en medio de los
petardos, con esqueletos de cartn articula dos. Los nios
mordisqueaban dulces macabros, calaveras de azcar rosa,
tibias de malvavisco. El 2 de noviembre de 1938, a la tarde,
Diego Rivera lleg a la casa de Coyoacn. Jocoso como un
aprendiz que acaba de hacer una broma, traa a Trotsky una
enorme calavera de dulce color violeta, en cuya frente haba
escrito, en letras de azcar blanca, "Stalin". Trotsky no dijo
nada, hizo como si el objeto no estuviera all. Cuando Rivera se
fue, me pidi que la destruyera.
Diego Rivera posea grandes cualidades. Una imaginacin
muy viva que le permita hacer observaciones penetrantes
sobre la gente. Pero en su actitud hacia las personas,
precisamente, apareca con ms claridad el costado errtico de
su carcter. Poda fijar su mirada sobre tal aspecto de una
persona, luego sobre tal otro y llegar de ese modo, a pocos das
de distancia, a conclusiones opuestas en cuanto a su conducta
respecto a esa persona. De all la gran versatilidad en sus
relaciones con los dems. Una maana yo tomaba mi desayuno
con Rivera y Frida en su casa de San ngel, cuando trajeron el
correo. Haba una carta de un escritor norteamericano. Rivera
mir el nombre del remitente, rompi la carta sin abrirla y la
arroj a la otra punta de la habitacin gritando: "Ah, ese
canalla! No se anim a tomar una porcin clara sobre los
procesos". Unos das despus, al llegar a casa de Rivera, lo
encontr conversando amistosamente con el remitente de la
carta, quien le haba escrito precisamente para anunciarle que
vena. En Rivera, esos cambios bruscos en las relaciones
personales se producan constantemente.

El grupo trotskista mexicano contaba con veinte o treinta


miembros verdaderamente activos. A pesar de esa pequea
cantidad estaba dividido en fracciones. Una se reuna en torno
a Octavio Fernndez, otra, de Galicia. Rivera por lo general
haca bando aparte. Era tambin un miembro bastante
particular. Mientras que los otros miembros de la organizacin
eran jvenes, maestros u obreros, con medios econmicos muy
reducidos, Rivera era una gloria nacional, la venta de sus
cuadros le reportaba sumas bastante altas y era l quien a
menudo subvena a las necesidades financieras del grupo.
Cuando se planteaba la cuestin de una accin cualquiera, por
ejemplo la impresin de un cartel o la organizacin de un
mitin, poda ya sea contribuir inmediatamente y de manera
suficiente si estaba de acuerdo, y en el caso contrario,
rezongando, imponer su voluntad. Una situacin semejante
conduca inevitablemente a tensiones en el interior del grupo.
Hubiera sido preferible que Rivera se mantuviera al margen de
la actividad cotidiana y slo fuera un generoso simpatizante.
Pero no, insista mucho en participar en la vida interna del
grupo.
La presencia de Trotsky en Mxico no simplificaba las cosas.
Los miembros activos del grupo, de cualquier fraccin que
fueran, nos ayudaban a asegurar la guardia durante la noche.
Cada noche, dos o tres llegaban a la casa y se iban por la
maana. Trotsky conversaba con ellos cuando llegaban.
Intervena en las luchas de fracciones mediante consejos. Los
militantes sentan esa presin constante sobre ellos. La
situacin en el interior del grupo era por lo tanto bastante
catica. El Secretariado Internacional y luego la Conferencia
de fundacin de la Cuarta Internacional haban tenido que
tomar decisiones a propsito de la seccin mexicana. En dicha
conferencia, se vot una resolucin que ordenaba la
reorganizacin de dicha seccin. Se lea all: "En lo que se
refiere al camarada Diego Rivera, la Conferencia declara
asimismo que teniendo en cuenta las dificultades surgidas en el
pasado con este camarada en las relaciones internas de la
seccin mexicana, no formar parte la organizacin
reconstituida; pero su trabajo y su actividad en relacin con la
Cuarta Internacional quedarn bajo el control directo del
Subsecretariado Internacional". Rivera no era hombre que
aceptara sin protestar las decisiones tomadas de lejos, sin su

participacin directa. Los choques no podan sino ser


constantes e inevitables.
Trotsky tena con Rivera conversaciones frecuentes sobre la
actividad del grupo mexicano. Los consejos que le daba
variaban con el tiempo. En el otoo de 1938, Trotsky sin duda
haba llegado a la conclusin de que Rivera deba mantenerse a
cierta distancia de la actividad cotidiana del grupo. Qu le dijo
exactamente? No lo s. De esas conversaciones entre Trotsky y
Rivera yo me mantena voluntariamente al margen. De todos
modos, esos consejos no podan sino irritar a Rivera, cuya
ambicin era precisamente ser tambin un militante poltico.
Hay que agregar que el trotskismo de Rivera era bastante
relativo. Durante el transcurso de nuestras relaciones, muy a
menudo declar: "Yo, usted sabe, soy un poco anarquista".
Contaba, acerca de los bastidores de la Internacional
Comunista, que haba visto de muy cerca, que aun en la poca
de Lenin ocurran all cosas bastante sucias. De todo eso,
evidentemente, no deca nada a Trotsky. Mostraba otra
fachada. En 1938 escribi algunas tesis sobre los pases de
Amrica Latina; en ellas analizaba la situacin y el papel de las
"sus burguesas", como las llamaba, de esos pases con mucha
penetracin y vivacidad.
Cules fueron exactamente los sentimientos de Trotsky
respecto de Rivera? Slo puedo aportar algunos elementos de
respuesta a esta pregunta. Despus de las ignominias del
gobierno noruego, Trotsky evidentemente reconoca los
esfuerzos que haba hecho Rivera para conseguirle la visa
mexicana (Rivera, enfermo, haba hecho un largo viaje a travs
de Mxico para ir a hablar directamente con Crdenas, por
entonces de gira). Estaba muy agradecido igualmente por la
hospitalidad que Rivera le ofreca en su casa azul de Coyoacn.
Pero haba ms. De todas las personas que yo conoc en tomo a
Trotsky de 1932 a 1939, Rivera fue con el que ms
calurosamente y con la mayor entrega lleg a hablar. Por
cierto, haba con Trotsky lmites que la conversacin no
franqueaba jams, pero esos encuentros con Rivera tenan una
confianza, una naturalidad, una soltura que no se daba con
ninguna otra persona. Que un artista de fama mundial se
hubiera unido a la Cuarta Internacional era algo que haca feliz
a Trotsky. Un da en que a m se me haba deslizado en mis
observaciones una nota de escepticismo sobre la estabilidad

poltica de Rivera, me dijo, no sin cierto tono de reproche:


"Diego, es bueno que lo sepa, es un revolucionario". Ese era un
ttulo que l no discerna muy fcilmente. Debo agregar, sin
embargo, que esa declaracin se produjo en un momento en el
que quizs l mismo necesitaba confirmarse.
El malestar, con su entrecruzamiento de factores polticos y
personales, comenz a dibujarse en octubre de 1938, dos o tres
meses despus del regreso de Bretn a Francia. A todas las
circunstancias que he intentado describir, quizs haya que
agregar, como una de las causas subyacentes, el hecho deque
apareca la firma de Rivera en un documento del que no haba
escrito una lnea. Por supuesto, l haba declarado estar de
acuerdo, e incluso calurosamente de acuerdo. Pero acaso es
posible saber siempre lo que pasa en el corazn de un hombre?
Esta no es ms que una conjetura y no hay ningn otro episodio
que pueda aportar para apoyarla. Hay que agregar tambin que,
hacia mediados de octubre, Frida parti a Francia, donde iba a
pasar varios meses, invitada por Bretn y Jacqueline, y Rivera
no poda dejar de sentirse un poco desamparado.
En esas semanas, oscilaba entre actitudes opuestas. Un da
quera ser secretario del grupo trotskista mexicano, l, el
hombre menos dotado del mundo para ser secretario de lo que
fuera. Al da siguiente, hablaba de renunciar al grupo e incluso
a la Cuarta Internacional y de consagrarse nicamente a la
pintura. A mediados de diciembre, Trotsky vino a verlo a San
ngel. Al final de la entrevista, Rivera manifest estar de
acuerdo en no hablar de renuncia y se separaron aparentemente
en buenos trminos.
El incidente que encendi la plvora fue una carta de Rivera
a Bretn, a fin de diciembre. Cuando tena que escribir una
carta en francs, Rivera sola pedirme que lo ayudara. Me
dictaba la carta y yo la escriba a mquina. Es as como en los
ltimos das de diciembre de 1938 me pidi que fuera a su casa
de San ngel para escribir una carta a Bretn. Comenz a
dictarme. Enseguida vino una frase en la que cuestionaba los
"mtodos" de Trotsky. Inmediatamente dej de escribir.
"Escriba, escriba, yo mismo mostrar la carta a L.D.", me dijo
Rivera. Tena que decidirme. Con cualquier otra persona, me
habra ido. Pero las relaciones entre Trotsky y Rivera eran
excepcionales. Rivera era la nica persona que poda venir a la

casa a cualquier hora sin hacerse anunciar y Trotsky siempre lo


reciba calurosamente. Con las otras visitas, haba siempre un
tercero presente que muy frecuentemente era yo; pero con
Rivera ese contacto constante entre Trotsky y yo poda
aflojarse y deliberadamente yo tena el cuidado de mantenerme
al margen de sus conversaciones. Trotsky me haba dicho una
vez, como puede recordarse: "Usted me trata como un objeto".
Las relaciones entre Rivera y Trotsky constituan, en alguna
medida, un campo reservado que escapaba al sistema. Acept
entonces la declaracin de Rivera y me remit a l para que se
explicara directamente con Trotsky, sin mi intervencin.
Rivera termin su dictado. Antes de que me fuera, me repiti
que mostrara l mismo la carta a Trotsky. "Nos explicaremos",
agreg. Regres a Coyoacn y pas la carta a mquina, dejando
una copia en mi mesa. Estuviera yo o no, Natalia vena a
menudo a mi habitacin, sobre todo cuando Trotsky dorma la
siesta, para leer las cartas y documentos que Trotsky me haba
dictado y que yo haba pasado a mquina. Encontr la copia de
la carta de Rivera a Bretn, la ley y fue a mostrrsela a
Trotsky. Se produjo una explosin.
Las quejas de Rivera contra los "mtodos" de Trotsky se
referan a dos pequeos hechos recientes. Despus de la
publicacin del manifiesto Bretn-Rivera se haba formado en
Mxico un ncleo minsculo de la FIARI que publicaba una
revista, Clave. En una sesin de la redaccin de esta revista, un
joven mexicano, Jos Farrel, fue nombrado secretario. Rivera,
que haba asistido a la reunin, no objet nada. En la carta a
Bretn calificaba este nombramiento de golpe de Estado,
"amistoso y tierno" de Trotsky. Segundo punto, un artculo de
Rivera, por decisin de ltima hora en la imprenta y sin que
Trotsky lo supiera, haba sido presentado como una carta a la
redaccin. Rivera atribua la responsabilidad de este acto a
Trotsky.
Trotsky pidi a Rivera, por intermedio mo, que escribiera
una nueva carta a Bretn para rectificar los dos puntos. Rivera
acept e hizo cita conmigo para dictarme la carta. A ltimo
momento la suspendi. Me fij una nueva cita que anul
igualmente. Era visible que atravesaba por una crisis
emocional. Las palabras "amistoso y tierno", en la carta a
Bretn, muestran perfectamente que estaba todava ligado por
el afecto a Trotsky.

Ante la negativa de Rivera a escribir una nueva carta a


Bretn, el tono se elev. Se atraves rpidamente las etapas
sucesivas que, en una ruptura, van de la familiaridad a la
hostilidad. No hubo ms encuentros entre Trotsky y Rivera.
Charles Curtiss, representante en Mxico del Bur
panamericano de la Cuarta Internacional, y yo, servamos de
intermediarios. El 12 de enero, Trotsky escribi a Frida, quien
entonces se encontraba en Pars, una carta en la que le
presentaba su manera de ver la ruptura. Frida, naturalmente, se
puso del lado de Rivera.
No teniendo ms que rendir cuentas polticas a Trotsky,
Rivera se lanz a una serie de combinaciones con diversos
grupitos obreros, polticos o sindicales, que eran ms o menos
hostiles al trotskismo. Trotsky atac con furia. Los puentes
estaban cortados.
En ese momento comenz la campaa electoral presidencial.
Constitucionalmente, Crdenas no poda volver a presentarse.
Pero tampoco logr ni siquiera hacer aceptar un candidato de
su eleccin. El ejrcito y los medios empresarios le impusieron
la candidatura a vila Camacho, quien habra de ser elegido.
Mjica, el amigo y colaborador ms cercano de Crdenas,
decidi presentarse como candidato. Presentaba una imagen,
con relacin a Camacho, de candidato de la oposicin de
izquierda. Un tercer candidato, el general Almazn, estaba
fuera del partido gubernamental y su imagen era de candidato
de derecha. Pero la situacin, por el hecho de que vila
Camacho hubiera sido impuesto a Crdenas, se volvi tan
confusa que, al parecer, muchos cardenistas votaron por
Almazn. En febrero, Rivera se lanz, bastante activamente, en
la campaa electoral de Mjica. Trotsky calific este paso
como traicin poltica. Ms tarde, Mjica retir su candidatura
y, al parecer, Rivera dio su apoyo a Almazn. Por entonces ya
no tenamos ninguna relacin con l.
Despus de la ruptura con Rivera, Trotsky no poda
permanecer en la casa azul de Coyoacn. Cmo encontrar, tan
rpidamente, una nueva casa de renta mdica y que satisficiera
cierto nmero de condiciones bien precisas? Desde fines de
febrero, Trotsky propuso a Rivera, por mi intermedio, pagarle
una renta mientras yo buscaba una nueva casa. Rivera rechaz,
luego acept, finalmente rechaz. Todo eso vino a sumarse a la

acrimonia de la ltima fase de la ruptura. En marzo encontr


una casa, en Coyoacn, de alquiler muy bajo, pero en muy mal
estado. Esa casa, que se encontraba en la avenida Viena,
bastante cerca de la que bamos a dejar, no estaba habitada.
Perteneca a una familia de comerciantes de Mxico, los Turati,
a quienes les haba servido de casa de campo. Los propietarios
estuvieron contentos de alquilarla, aun a Trotsky. Tena sus
aspectos positivos: un nmero bastante grande de piezas, un
jardn grande, bardas, alrededores fciles de vigilar pues el
barrio estaba por entonces bastante despoblado. Pero haba que
hacer algunos arreglos para ponerla en condiciones, tena
incluso algunos pisos hundidos. Era necesario tambin
amueblarla. Un joven trotskista mexicano, Melquades,
ayudado por otros, puso manos a la obra. Apenas en los
primeros das de mayo pudimos mudarnos de la avenida
Londres a la avenida Viena. El 5 Trotsky pas de una casa a la
otra. En el momento de abandonar la casa azul, Trotsky dej
sobre su escritorio vaco dos o tres pequeos objetos que
Rivera y Frida, en das ms serenos, le haban regalado, en
particular la pluma que Frida le haba dado y que haba usado
mucho tiempo.
Trotsky se sinti bien en la nueva morada. Una vez puesta en
condiciones, no dejaba de tener atractivo. Haba espacio. La
disposicin de las habitaciones era tal que la parte de la casa en
la que vivan Trotsky y Natalia estaba bien separada y podan
tener intimidad. Trotsky comenz aplantar cactos, se instalaron
conejeras y era l quien se encargaba todas las tardes de cuidar
los conejos.
Qu papel desempe en la ruptura la aventura de 1937
entre Trotsky y Frida? A menudo me han hecho esa pregunta.
Y muchos interlocutores, con aire entendido, me han querido
convencer de que ellos saben perfectamente que sa fue la
causa verdadera de la ruptura. Yo dira que, directamente, ese
papel fue nulo. He presentado ms arriba en detalle el
mecanismo de la ruptura. Agregar dos observaciones. La
primera, es que s por Frida que Rivera ignoraba todo lo que
haba pasado entre Trotsky y ella. La segunda, es que se puede
hacer un razonamiento indirecto: si las viejas relaciones
amorosas entre Trotsky y Frida hubieran desempeado algn
papel en la ruptura, sta habra tomado formas diferentes, pues
Rivera era de unos celos enfermizos. Por todo lo que s, puedo

decir que no hubo en Rivera ninguna sospecha particular.


Naturalmente, poda perfectamente tener un sentimiento de
incomodidad ante la superioridad intelectual de Trotsky, pero
esos efluvios de rivalidad no emanaban de un conocimiento
preciso de lo que haba pasado entre Trotsky y Frida, ni aun de
vagas sospechas en ese sentido.
Alrededor de un ao despus de la ruptura entre Trotsky y
Rivera, ste y Frida se divorciaron y luego volvieron a juntarse
unos meses ms tarde. Es posible que esta crisis conyugal haya
sido provocada por lo que Rivera supo, de una manera u otra,
sobre el pasado. Sus celos eran extremos, aunque l mismo
engaara a Frida en todo momento (o tal vez a causa de ello).
Eso explicara tal vez tambin su extraa evolucin poltica. En
el momento de la ruptura con Trotsky, las tendencias
antitrotskistas de Rivera tomaban cada vez ms coloraciones
anarquistas y liberales, pero ciertamente jams stalinistas. En
realidad, era l quien acusaba a Trotsky de stalinismo. Es
posible que su adhesin al stalinismo, que no se produjo sino
mucho despus de la ruptura con Trotsky, haya sido provocada
por una explosin de odio feroz cuando se enter de lo que
haba sucedido entre Trotsky y Frida. Pero sas son slo
conjeturas mas. Yo ya no estaba entonces en Mxico y
solamente trato de relacionar algunos hechos notorios con mi
conocimiento ntimo del perodo anterior.
En junio o julio de 1939, Trotsky me pidi que fuera a
investigar a la biblioteca nacin de Mxico a fin de encontrar
textos sobre el siglo xvi y sus guerras de religin, as como
sobre el fin del Imperio romano. Segn l, con esas pocas de
quiebra histrica tenamos que comparar la nuestra. Me vuelvo
a ver todava, de pie ante su escritorio, l tambin de pie, cerca
de m. Le hice algunas objeciones, le habl de las atrocidades
de las guerra de religin, de gente arrojada desde lo alto ci las
torres sobre las lanzas de los soldados, al pie de esas torres. Me
mir con una extraa tristeza y me dijo: "Ya ver usted". Se
vio.
Durante esas investigaciones, encontr una cita de Tcito que
califica a Locusta, la envenenadora al servicio de Nern,
de regni instrumentum, un instrumento del poder. Trotsky
utiliz esa cita a propsito de Yagoda y de Iejov. Se puede
encontrar un eco de estas preocupaciones de Trotsky en los

ltimos artculos que escribi, cuando se produjo la polmica


en el grupo trotskista de los Estados Unidos, y en los que toca
el tema de socialismo o barbarie. Tengo, no obstante, la
impresin de que sus pensamientos iban ms lejos de lo que
entonces estaba dispuesto a poner sobre el papel.
Un tema volva bastante a menudo en la conversacin, o aun
en los escritos de Trotsky: haba que desconfiar de los "viejos"
y apostar a los jvenes. En el segundo artculo que haba
escrito sobre la capitulacin de Rakovsky, el 27 de marzo de
1934, declaraba: "Que el viejo luchador de sesenta aos sea
reemplazado por tres jvenes de veinte aos!". Un da, deba
ser en junio de 1939, invent durante el almuerzo una especie
de juego que consista en evocar a todos los "viejos" que nos
haban abandonado. Trotsky los contaba con los dedos. A cada
nuevo nombre, lanzaba su antebrazo izquierdo hacia adelante y
separaba un dedo. As habamos desgranado algunos nombres:
Treint, Rakovsky, Van Overstraeten. Yo suger entonces, con
un tono bastante tmido, pues no saba cmo iba a tomar la
cosa, "Rosmer?". Continu, con un tono enrgico, apartando
otro dedo, "Rosmer!".
Alfred y Marguerite Rosmer llegaron de Francia el 8 de
agosto de 1939. Traan a Sieva. Fueron calurosamente
recibidos. Era la primera vez que se vean desde 1929, en
Prinkipo. En 1930 se haba producido la ruptura poltica entre
Trotsky y Rosmer, cuando Trotsky decidi apostar a Raymond
Molinier. Durante toda la estada de Trotsky y Natalia en
Francia, de 1933 a 1935, no haba habido contacto de ningn
tipo con los Rosmer. Alfred y Marguerite se instalaron en la
casa de Coyoacn y coman con nosotros. En las
conversaciones, Trotsky y Rosmer hablaban de poltica, pero
sin salir delas generalidades. Haba una lnea muy precisa que
nunca se atravesaba. No se hablaba del pasado, tampoco de los
problemas del grupo trotskista francs. Me acuerdo de un
incidente que se produjo a fin de agosto. Trotsky haba
concebido la idea de una especie de comit directivo de la
Cuarta Internacional, comit ms bien honorfico y formado
por personas que tuvieran un nombre conocido, aun cuando se
encontraran en la periferia de los grupos trotskistas oficiales.
Trotsky mencion a Chen Tu-hsiu como miembro eventual de
ese comit. Era un comunista chino muy conocido que se haba
hecho trotskista pero que haba permanecido al margen de las

luchas fraccinales que dividan a los diversos grupos


trotskistas chinos. El proyecto de Trotsky era vago y no estoy
seguro de que hayan subsistido de l huellas escritas. Una
tarde, Trotsky me hizo llamar a su escritorio. Me habl de su
proyecto y luego me dijo: "Usted podra preguntar a Rosmer
si l querra formar parte de este comit?". Me qued muy
sorprendido. Era una pregunta extraordinaria. Trotsky y
Rosmer se vean varias veces al da. Estaban ligados por la
edad y por un pasado muy lejano. Yo era de una generacin
absolutamente diferente. Adems Rosmer no poda no darse
cuenta de que mi pregunta era hecha a pedido de Trotsky. Y
Trotsky no poda no darse cuenta que Rosmer se dara cuenta.
Habl a Rosmer de ese proyecto de comit. Declar estar de
acuerdo, pero sin entusiasmo. El proyecto por otro lado muri
antes de nacer. La declaracin de la guerra se produjo en
septiembre. Recuerdo haber escuchado, con Trotsky, en una
radio de onda corta, la noticia del primer ataque de un barco
ingls por un submarino alemn. Todo eso tena el aire de algo
ya sabido. Despus fue "la guerra boba". Se adverta en
Trotsky el cansancio de ver que se repeta una catstrofe de la
que ya haba sido testigo en 1914, pero tambin la fe de que en
unos pocos aos la guerra llevara a la revolucin socialista. En
octubre, a propsito de Einstein, cuyo nombre haba surgido en
una conversacin entre los dos, Trotsky me dijo: "Oh! es
ante todo un matemtico". Es inexacto, por supuesto. La
manera de pensar de Einstein es, fundamentalmente, la de un
fsico que ha tomado, absolutamente elaborados en los
matemticos mismos, los instrumentos matemticos que
necesitaba. La observacin de Trotsky era un eco de las
discusiones que se haban producido en Rusia, hacia 1922,
cuando se intent demostrar que las teoras de Einstein no
amenazaban para nada el materialismo marxista porque no
eran, en alguna manera, ms que ficciones matemticas.
En octubre se decidi mi partida a los Estados Unidos. Haba
vivido tantos aos a la sombra de Trotsky que era necesario
que viviera un poco por m mismo. Ira a pasar unos meses a
los Estados Unidos. Despus se vera. Dej la casa de
Coyoacn el 5 de noviembre a la madrugada. La vspera, por la
noche, tuve mi ltimo encuentro con Trotsky. Hablamos de la
situacin en el grupo trotskista norteamericano. Ese grupo
atravesaba por una crisis profunda; estaba dividido entre una
mayora, agrupada en tomo a Cannon, y una oposicin dirigida

por Shachtman y Burnham. Trotsky tema que Cannon, del que


era solidario polticamente, tuviera tendencia a reemplazar el
esclarecimiento de desacuerdos polticos por medidas
organizativas, forzando la expulsin de la minora. "Hay que
contener a Cannon en el plano organizativo y empujarlo en el
plano ideolgico", me dijo. Un poco lo que me haba pedido
que comunicara a Raymond Molinier en agosto de1933.Es esa
ltima conversacin Trotsky no me daba ciertamente
"directivas", que mi situacin de recin llegado a Nueva York
de ninguna manera me hubiera permitido aplicar. Me explicaba
cmo vea l la situacin y en qu direccin deba actuar, segn
mis medios. Todo eso, por otro lado, haba sido desbordado por
los acontecimientos. Cuando llegu a Nueva York, la escisin
ya era un hecho.
Sobre los meses que pasaron desde mi partida de Coyoacn
hasta el asesinato de Trotsky, no tengo mucho que decir aparte
de lo que fue publicado y es bien conocido. Yo mantena una
correspondencia regular con Trotsky, le daba informaciones
sobre lo que vea en el grupo norteamericano despus de la
escisin. El futuro asesino, Ramn Mercader, teledirigdo por la
GPU, se lig en Pars con una joven trotskista norteamericana,
Sylvia Ageloff, y se convirti en su amante. sta haba sido
bien elegida, pues tena una hermana, Ruth Ageloff, por quien
Trotsky tena mucha simpata. Ruth haba estado en Mxico en
el momento de las sesiones de la comisin Dewey. Nos haba
ayudado mucho, traduciendo, escribiendo a mquina, buscando
documentos. No haba vivido en la casa pero durante varias
semanas haba venido casi diariamente a compartir nuestra vida
y nuestro trabajo. Trotsky conservaba de ella un excelente
recuerdo y una hermana de Ruth no poda sino ser bien
recibida por l y por Natalia. Un segundo eslabn en la cadena
de circunstancias que condujeron al asesino al escritorio de
Trotsky, fue el papel de los Rosmer. Adolfo Zamora, quien en
1940 frecuentaba bastante asiduamente la casa de Coyoacn,
me cont en 1972 que hubo, por parte de los Rosmer, y sobre
todo de Marguerite, una verdadera pasin por Ramn
Mercader. Le pedan constantemente pequeos servicios que,
por cierto, l estaba siempre dispuesto a prestar. En Mxico y
en sus suburbios, los desplazamientos son difciles. Mercader
estaba siempre all con su automvil para llevar a los Rosmer
de un lado para el otro. Hacan tambin excursiones, iban de
picnic y solan llevarse a Sieva. Como Marguerite era muy

amiga de Natalia, esa familiaridad de los Rosmer con Mercader


no poda dejar de dar a ste cierto crdito ante Natalia y, por lo
tanto, ante Trotsky.
Hay un punto que siempre me ha preocupado: por qu el
lenguaje de Ramn Mercader no despert ninguna sospecha en
el espritu de los Rosmer? Mercader se pretenda belga. Ahora
bien, como lo muestran los documentos conservados por la
justicia mexicana, su francs estaba salpicado de hispanismos.
Un belga y un espaol que hablan francs no se diferencian de
la misma manera de un parisino. Rosmer era francs y conoca,
evidentemente, el francs a fondo; manejaba incluso muy bien
la pluma. Cmo pudo no ser sensible a la manera de hablar de
Mercader? Agosto de 1940. Vivo en Baltimore, donde enseo
francs. El 21 por la maana estoy en la calle. La pila de New
York Times est all, sobre la acera. Desde arriba echo un
vistazo a los titulares. Est all, en medio de la
pgina: "Trotsky, wounded by 'friend' in home, is believeddying
" [6]. Deambulo por las calles, luego, espero las noticias de la
radio. Una voz anuncia: "Len Trotsky died today in Mxico
City." [7] Todo se confunde.
Despus de la muerte de Trotsky milit durante
siete aos en el movimiento trotskista. En 1948, las
concepciones marxistas-leninistas sobre el papel del
proletariado y su capacidad poltica me parecieron
cada vez ms en desacuerdo con la realidad. Fue
tambin en ese momento cuando conocieron, quienes
no queran cerrar los ojos ni taparse los odos, toda
la amplitud del universo concentracionario
stalinista. Bajo esa impresin, me puse a examinar el
pasado y llegu a preguntarme si los bolcheviques,
al establecer un rgimen policial irreversible, al
anular toda opinin pblica, no haban preparado el
terreno sobre el que habra de salir el enorme hongo
venenoso del stalinismo. Rumi mis dudas. Durante
varios aos, slo el estudio de las matemticas me
permiti conservar mi equilibrio interior La
ideologa bolchevique estaba, para m, en ruinas.
Tuve que construir otra vida.

__________________________________
[1] Lev Davidovich (Trotsky), a menudo llamado as por sus amigos
polticos.
[2] Robert Laffont, Avavaunt de Trotsky, 1975.
[3] "Mi trabajo es muy desorganizado".
[4] "Si la joven checa es una buena dactilgrafa, estara dispuesto a
aceptarla inmediatamente. Las aprensiones polticas no son en este
caso serias. Una chica de dieciocho aos no puede realizar
conspiraciones en nuestra casa: somos ms fuertes. En dos o tres
meses ella estara totalmente asimilada".
[5] Hoy "Museo Frida Khalo".
[6] Trotsky, herido por un 'amigo' en su casa, se cree que agoniza.
[7] Len Trotsky muri hoy en la ciudad de Mxico.

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