Hermeneutica
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Introducción
El "pretribulacionismo" es una corriente de interpretación de la profecía que enseña que el
arrebatamiento de la iglesia, descrito en 1 Tes. 4:17, será un evento secreto y ocurrirá antes de la
gran tribulación anunciada en el Apocalipsis. Es uno de los postulados más conocidos del
dispensacionalismo, y ha dado pie a expresiones de la cultura popular como la novelesca película
Left Behind (2000), con sus consiguientes videojuegos y toda la parafernalia hollywoodense.
Para fundamentar esta idea, el dispensacionalismo explica que la profecía de las 70 semanas de
Daniel 9 no se ha cumplido completamente, sino que sólo se cumplieron las primeras 69 semanas en
el pasado, y que aun falta por cumplirse la última semana. Así, para los "pretribulacionistas", la
septuagésima semana de Daniel 9 es la materia pendiente de la profecía. Aseguran que las 70
semanas son sucesivas pero no continuas, y que entre las semanas 69 y 70 se produce una "brecha"
histórica que se cerrará en el futuro. Como consecuencia de esto, según esta misma línea de
interpretación, los últimos siete años corresponden a la gran tribulación, tras lo cual amanecerá la
aurora milenaria.
Desde luego, al proponer que el arrebatamiento llegará antes de la gran tribulación, el
dispensacionalismo se ve obligado a dividir la segunda venida de Cristo en dos fases: una invisible,
justo antes de la tribulación, cuando "raptará" a los escogidos secretamente y los llevará al cielo, y
otra visible, al término de los siete años.
Otro elemento no menos relevante es la enseñanza de que las profecías bíblicas se refieren al Israel
natural y no a la iglesia cristiana, y que Israel y la iglesia tendrán dos destinos paralelos, pero
diferentes. Así, cuando el dispensacionalismo lee en las profecías "Israel" y "remanente", reclama
que se refiere a los judíos naturales, excluyendo a los cristianos de esas profecías. Esta es la única
manera en que el dispensacionalismo entiende las profecías del AT relacionadas con la restauración
de Israel.
Todos estos aspectos serán evaluados en este trabajo.
El texto denominado "50 razones para creer en el Rapto Pretribulacional" que se distribuye
ampliamente por la red, y que aquí se analiza, es una traducción deficiente de un escrito del
dispensacionalista John F. Walvoord: 50 reasons for the pretribulation rapture.[1] Walvoord fue
durante muchos años presidente del Seminario Teológico de Dallas, y es reconocido por los
evangélicos como su mejor expositor de las profecías bíblicas en los últimos tiempos. En esta
institución, Walvoord hizo todo lo posible por darle validez a las premisas dispensacionalistas de
John Darby y a la interpretación "pretribulacionista" de la profecía.
Debido a las deficiencias en la traducción castellana de las 50 razones, fue necesario consultar el
texto original en inglés para corregir algunas frases confusas y de este modo garantizar el desarrollo
del trabajo.
Esa fue, sin embargo, tan sólo una dificultad técnica menor, si se la compara con las lagunas
conceptuales que deja Walvoord en su exposición. En ocasiones, Walvoord no es muy explícito. El
motivo de esto es que su trabajo no es una cartilla para alfabetizar a todo el mundo en la doctrina
dispensacionalista: va dirigido, por el contrario, a un público muy bien determinado: aquellos
evangélicos, incluyendo evangélicos dispensacionalistas, que no creen en el "rapto
pretribulacionista". A ellos se dirige Walvoord con el objeto de convencerlos de la legitimidad de la
teoría del "rapto secreto" antes de la gran tribulación. Este público sabe bien de lo que habla
Walvoord, y es por eso que él no se siente en la obligación de aclarar todos los puntos que ya da por
entendidos. Esta falta de claridad, sin embargo, podría causar confusión en un lector como yo, no
evangélico y no "pretribulacionista", por lo que se hizo necesaria una revisión de la obra teológica de
Walvoord, así como de otros autores dispensacionalistas, en busca de claridad.
Aunque no tengo a mi disposición ninguna obra impresa de Walvoord, el portal www.bible.org
contiene una colección bien nutrida de la producción de este teólogo, que fue de una ayuda
inestimable para llenar los vacíos de las "50 razones".
Siendo esta apenas una primera aproximación al estudio del "pretribulacionismo", presento el
resultado de mi investigación en la espera de que sea una herramienta útil para encontrar la verdad.
Naturaleza de la tribulación
5. El pretribulacionismo mantiene distinción en las escrituras entre la Gran Tribulación y en la
tribulación en general que le precede.
También lo hace el "postribulacionismo", pues la tribulación del cristiano es parte de su vida a causa
del Nombre (Juan 16:33). De modo que la distinción entre la "tribulación general" de siempre y la
futura "gran tribulación" ni es exclusiva del "pretribulacionsimo", ni le da mérito alguno a esa
doctrina.
6. Los pretribulacionistas interpretan apropiadamente la Gran Tribulación como el tiempo de
preparación para la restauración de Israel (Deut. 4:29-30; Jer. 30:4-11). El propósito de la
Tribulación no es preparar la iglesia para la gloria.
Cierto, esa es la interpretación del "pretribulacionismo" acerca de la gran tribulación. Pero el hecho
de que lo interprete así, no significa que lo haga "apropiadamente".
En la interpretación dispensacionalista de la gran tribulación y los eventos subsiguientes, surgen
elementos interesantes relacionados con el panorama profético que merecen nuestra atención.
Primero, detallemos el cuadro de la tierra al terminar la tribulación, de acuerdo con la interpretación
literal que el "pretribulacionismo" hace de la profecía: lo primero que señala son los siete sellos, que
traen guerras que provocan una "gran pérdida de vidas", según palabras de Walvoord.[15] Luego,
basándose en Apoc. 6:7,8 predice la muerte de la cuarta parte de la humanidad. Si tal mortandad
ocurriera en estos momentos, cuando somos más de seis mil millones de habitantes en todo el
planeta, la cuarta parte de los hombres representaría más de mil quinientos millones de muertos a un
mismo tiempo. Walvoord comenta al respecto que "…nunca antes desde los tiempos de Noé se ha
consumado un juicio tan devastador que destruya un cuarto de la población mundial de un solo
golpe".[16]
Pero, de acuerdo con los "pretribulacionistas", los que logren escapar de esta terrible mortandad, no
tendrán garantizada la supervivencia. Se nos introducen dos terremotos mortíferos en Apocalipsis,
que Walvoord interpreta como un solo terremoto descrito de dos maneras diferentes. En Apoc.
6:12-14 dice que mueve las islas y las montañas de su lugar. No hace falta mucha imaginación para
estimar la mortandad que semejante movimiento, de ser literal, pudiera provocar entre isleños y
montañeses en todo el mundo. Luego, en Apoc. 16:18, se dice que la séptima plaga trae "un gran
temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no lo hubo jamás desde que los hombres han estado
sobre la tierra" (vers. 18). El "pretribulacionismo" describe los efectos de este portentoso terremoto:
El movimiento de las islas y las montañas mencionado en [Apocalipsis] 6:14 como resultado del
sexto sello es llevado aquí [en Apocalipsis 16] a una conclusión más violenta, aparentemente con
toda la tierra cambiando radicalmente su apariencia. Tal juicio causa indudablemente una gran
pérdida de vidas y la interrupción de la organización mundial tal como pueda haber permanecido
hasta ese momento.[17]
No es para menos. Ante las proporciones globales de tan terrible movimiento tectónico nunca antes
ocurrido en toda la historia, no sólo es comprensible que toda la civilización se desmorone, sino que
apenas puede comprenderse que alguien sobreviva.
Pero si el cuadro que se nos presenta hasta ahora no luce lo suficientemente terrorífico, el
"pretribulacionismo" nos presenta otros asesinos globales que devastarán la civilización, como la
lluvia de granizo, fuego y sangre, que destruirá toda la hierba de la tierra y la tercera parte de los
árboles (Apoc. 8:7). Walvoord asegura que esta lluvia no sólo afectará la vegetación sino también a
los hombres y a las bestias.[18] Además, una montaña que cae en las aguas y las convierte en sangre
destruye la tercera parte de los animales acuáticos y la tercera parte de los barcos, indudablemente
con toda su tripulación y pasajeros (Apoc. 8:8,9). Un cometa que caerá en las aguas las convierte en
ajenjo, causando la muerte a "muchos hombres" (Apoc. 8:10,11). Luego se produce una mortandad
de "la tercera parte de los hombres" (Apoc. 9:18), evidentemente refiriéndose a la cantidad de
hombres que han sobrevivido a los juicios previos. Walvoord describe este juicio como un "atroz
derramamiento de sangre".[19] Retomando nuestro ejemplo con los más de mil quinientos millones
de muertos por el cuarto sello, este cometa provocaría una mortandad simultánea de otras mil
quinientos millones de personas adicionales.
Las aguas del mar se convierten como en sangre de muerto, matando a todo ser viviente (Apoc.
16:3). Walvoord asegura que no será solamente en el mar Mediterráneo que esto sucederá, sino en
"todas las grandes masas de agua",[20] con lo que extiende el radio de acción de esta plaga a todo el
planeta. Lo mismo sucederá con los ríos.
Y así, Walvoord predice que la humanidad será sacudida por estos juicios divinos que afligirán a los
seres humanos durante los siete años de la gran tribulación, dejando un saldo de destrucción sólo
comparable al que la generación del siglo XX imaginó durante la paranoia de la Guerra Fría.
En suma, más de la mitad de la población mundial será destruida por estas plagas, afectando
también el medio ambiente y las obras del hombre de manera irreversible.
Y justo cuando pensábamos que las cosas no podían ir peor, sobreviene Armagedón. Nuestro autor
pasa a describir el final de la batalla de Armagedón de acuerdo a su comprensión de Apocalipsis 16:
En adición al gran terremoto que es el principal medio de juicio divino en la séptima copa, el
versículo 21 registra una gran granizada en la que cada piedra pesa cerca de un talento… parece ser
que el peso de un talento son cien libras [45 kg] y representan todo lo que un hombre puede cargar
normalmente. Tal granizada del cielo cayendo sobre los hombres tendría un efecto devastador y
destruiría mucho de lo que quedó en pie tras el terremoto. Es un juicio comparado a la destrucción
de Sodoma y Gomorra, pero extendiéndose sobre la tierra entera.[21]
¿Qué quedó de Sodoma y Gomorra? Nada. Así sucederá con "la tierra entera" después de
Armagedón, justo antes del milenio, según explica la teoría "pretribulacionsita". Y así como en
Sodoma y Gomorra todo fue destruido, así quedará la tierra destruida, y todas las obras de los
hombres reducidas a polvo y cenizas. Por si fuera poco, a los inicuos que a duras penas logren
sobrevivir a esta hecatombe universal, todavía les aguarda una escena justo al término de los siete
años de tribulación: la "segunda" segunda venida del Señor, momento cuando todos los impíos
sobrevivientes serán destruidos con la espada de su boca. Y así, nada de lo que hoy conocemos
permanecerá.
En Apoc. 14:20 se describe la destrucción de los inicuos en los siguientes términos: "Y fue pisado el
lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta los frenos de los caballos, por mil seiscientos
estadios", esto es, por 300 kilómetros. La mortandad que dejará toda esta destrucción apenas si
podemos visualizarla hoy desde la comodidad de nuestro hogar.
Pedro incluso es lo suficientemente gráfico en su descripción del "día del Señor":
Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande
estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán
quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en
santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual
los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! (2 Pe.
3:10-12).
Todas las cosas serán "deshechas", quemadas, fundidas. Tanto los elementos naturales como las
obras del hombre: puentes, casas, industrias, rascacielos, acueductos, represas, carreteras, etc. Todo
quemado y reducido a cenizas. Es un cuadro muy bien pintado por la escatología evangélica.
Ahora bien, según nos explica Walvoord, después de toda esta terrible destrucción general, llega el
milenio. Asegura que en este periodo habrá "un suministro generoso de alimentos" y una "era
general de prosperidad como el mundo nunca la ha conocido",[22] y promete: "Los muchos factores
que producen pobreza, dolor, y desigual distribución de los bienes serán en gran parte inexistentes en
el milenio. Los problemas laborales que ahora acosan a todas las naciones se resolverán, y todos
recibirán una justa compensación por su trabajo".[23] Será, en definitiva, la edad de oro con la que
habían soñado todos los utopistas de la historia.
Pero es aquí donde se plantea el problema. ¿Cómo, en un mundo completamente destruido y
devastado podrá garantizarse semejante prosperidad? ¿Cómo se llegará a tal bonanza cuando el
mundo organizado hasta entonces ha desaparecido por completo? No hay infraestructura; no hay
medios de producción; no hay materias primas; no hay tecnología; no hay medios de transporte. ¡Ni
siquiera hay agua potable!
Lo primero que deberán afrontar los sobrevivientes es el problema de los miles de millones de
cadáveres que quedarán sobre la faz de la tierra y en las aguas, así como las megatoneladas de
escombros, fierros retorcidos y fundidos, y todas las ruinas de las grandes obras de ingeniería del
hombre que quedarán reducidas a chatarra. Si la tribulación ocurriera en este momento, unas seis mil
millones de personas muertas cubrirían la superficie terrestre, amontonados unos sobre otros, sin
mencionar los miles de millones de animales terrestres y acuáticos que también serán víctimas de la
hecatombe. Es cuestión de horas antes de que la escena empeore: el hedor de los cadáveres en
descomposición, las moscas, los gusanos. Es un cuadro demasiado desalentador para los
sobrevivientes. ¡Es una gran tribulación después de la gran tribulación! ¿Cómo resolverán semejante
caos? Walvoord no nos lo explica, ni ningún otro autor "pretribulacionista".
Luego vendrá el problema de la producción. Con todos los medios de producción del mundo
destruidos, con toda la tecnología del mundo reducida al polvo, sin medios de transporte, sin redes
comerciales, sin fuentes de agua potable, sin semilleros, ¿cómo se logrará la producción y
distribución de los bienes? ¿Cómo se logrará la seguridad alimentaria en un mundo cuya
infraestructura ha quedado completamente en ruinas? ¿Cuánto tiempo ha de transcurrir antes de que
llegue la primera cosecha? ¿Cuánto tiempo pasará antes de que las primeras plantas maduren y
rindan frutos? ¿De qué vivirán los hombres mientras ese momento llega?
¿Podemos imaginar siquiera la terrible situación que les aguarda a los judíos que sobrevivan al
Armagedón y a las plagas? Para ser francos, si a los judíos de la tribulación les toca heredar
semejante caos, teniendo que enterrar los restos de sus enemigos, y trabajar sin maquinarias ni
herramientas, sin alimentos, ni medicamentos, sin hospitales, sin cama, ni techo, podemos concluir
que los judíos estarán entonces en la situación más adversa y funesta que jamás les haya tocado
vivir, incluyendo la esclavitud en Egipto, la cautividad babilónica, la invasión romana, y el
holocausto nazi.
Otros elementos del milenio dispensacionalista no son menos inquietantes. Al hablar Walvoord del
fin de los problemas laborales y de la "justa compensación" para los trabajadores, ¿quiere decir que
habrá clases sociales como la clase trabajadora y la clase empresarial? ¿Quiere decir además que
habrá dinero para pagar salarios justos a los trabajadores? ¿Economía de mercado? ¿Bancos? Nada
de esto se nos aclara, pero se da a entender. Por otra parte, cuando Walvoord declara que el crimen
irá disminuyendo, ¿no implica esto que el crimen continuará? Y cuando dice que habrá protección de
las minorías, ¿no implica que continuará la segregación social, contra la cual deberá intervenir el
gobierno? ¡Y todo eso ocurrirá bajo el reino de Cristo!
7. Ningún pasaje del Antiguo Testamento sobre la Tribulación menciona a la Iglesia. (Deut.
4:29-30; Jer. 30: 4-11; Dan. 8:24-27; 12:1-2).
Eso es porque Walvoord olvida que las promesas de la Biblia hechas al Israel natural, son heredadas
por el Israel espiritual compuesto por gentes de todas las naciones: "Ya no hay judío ni griego; no
hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si
vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa" (Gál.
3:28,29). Así, mientras el dispensacionalismo declara que hay distinción, la Biblia declara que no
hay distinción alguna.
8. Ninguno de los pasajes del Nuevo Testamento sobre la Tribulación menciona a la Iglesia.
(Mat. 13:30; 39-42, 48-50; 24:15-31; 1 Tes. 1:9-10; 5:4-9; 2 Tes. 2:1-11; Rev. 4-18).
Veamos si nuestro Señor apoya ese argumento:
Oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto
acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y
habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores.
Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por
causa de mi nombre... Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Y será predicado este
evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.
Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel
(el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los montes. El que esté en la azotea,
no descienda para tomar algo de su casa; y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su
capa. Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! Orad, pues, que vuestra
huida no sea en invierno ni en día de reposo; porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha
habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen
acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados (Mat.
24:6-9; 13-22)
¿Ignora Walvoord que Cristo está hablando a su iglesia, que en ese momento estaba conformada por
los discípulos? Como puede leerse en las palabras de nuestro Señor, los cristianos deberán huir de la
tribulación. Pero si deben huir, es porque estarán en medio de ella. Si en realidad han de estar en el
cielo, las palabras de Cristo pierden todo significado. Ellos estarán aquí para oír los rumores de
guerras, para ver las hambrunas y los terremotos, para ver a los falsos profetas, y para padecer
persecución. Es por eso que el Señor les insta a huir.
Para demostrar que Mateo 24:15-31 se refiere exclusivamente a los judíos, Walvoord argumenta que
"su contexto es definitivamente judío. La señal dada es la abominación desoladora conectada con la
profanación del templo judío de aquel tiempo. Se dan instrucciones para que los que estén en Judea
huyan a los montes, otra indicación de que se refiere a los israelitas".[24]
La falacia de esta aseveración se deja ver por el registro de la historia: quienes se salvaron de la
destrucción no fueron los judíos, sino los cristianos quienes, "recordando la admonición del Señor,
abandonaron la ciudad destruida a buen tiempo y huyeron al pueblo de Pella en Decápolis, más allá
del Jordán, al norte de Perea, donde el rey Herodes Agripa II, ante quien estuvo Pablo una vez, les
dio asilo seguro".[25] A diferencia de los cristianos, más de un millón de judíos murieron en el sitio,
y casi cien mil fueron llevados cautivos.[26]
Esto demuestra que aunque el marco de la profecía era Jerusalén, el anuncio fue dado a la iglesia y
no al Israel natural. Así, nuestro Señor desmiente la teoría "pretribulacionista".
Pero Walvoord intenta otro argumento para demostrar que Cristo en realidad se refería a los judíos:
"Se hace referencia al sábado, una institución judía (Mat. 24:20) y se les dice que oren para que su
huida no sea en sábado…".[27] Pero este es un argumento completamente artificial y falso. ¿Dónde
dice la Biblia que el sábado sea una institución judía? En ninguna parte, porque fue instituido en el
Edén, siglos antes de que existiera un solo judío (Gén. 2:1-3). De esta manera, la mención del sábado
sólo demuestra que los cristianos no deben huir en sábado, porque al igual que el resto del decálogo,
está todavía vigente, y aplicará a la última generación de cristianos, quienes evidentemente son los
que "guardan los mandamientos de Dios y tienen la fe de Jesús" (Apoc. 14:12).
En cuanto a los pasajes que él cita y que asegura no se refieren a la iglesia, podemos ver que:
• 1. En Mateo 13 no se plantea ninguna distinción entre Israel y la iglesia, pues allí sólo se
habla del reino de Dios, que evidentemente está compuesto por un solo pueblo, un solo
cuerpo, en que crecen por igual el trigo y la cizaña. En la explicación que hace Cristo en los
vers. 39-42, no habla de Israel y la iglesia como de dos grupos diferentes. La única distinción
que plantea Cristo es cuando habla de "los hijos del reino" y "los hijos del malo", que tienen
lógicamente dos destinos diferentes. En los versículos 48-50 también se hace distinción entre
"los malos y los justos", no entre "Israel" y "la iglesia".
• 2. En Mateo 24 y 25 tampoco se establece ninguna distinción entre Israel y la iglesia. La
única distinción planteada es nuevamente entre los justos que serán cosechados para el reino
(Mat. 25:31) y los malos que serán cortados (vers. 41). En este momento no hay espacio para
la tribulación, lo que demuestra que la tribulación es ya pasada, como el resto de los eventos
antes de la segunda venida. Así como en los tiempos de Noé, cuando unos fueron salvados y
otros fueron dejados afuera (vers. 37-42), así sucederá al final: los hijos de Dios serán
tomados para vida, y los hijos del malo serán dejados para muerte. ¿Dónde esperamos estar
nosotros?
• 3. En 1 Tesalonicenses 1:9,10 y 5:4-9, tampoco se menciona a la iglesia ni a Israel. Y Pablo,
que habla a cristianos, ¿no debió aclarar que estaba refiriéndose a judíos y no a cristianos? Si
la gran tribulación es sólo para judíos y no para cristianos, ¿qué sentido tenían todas las
amonestaciones de Pablo a los cristianos para el tiempo del fin? Dice allí que Dios nos libra
de la ira venidera, pero no dice nada de un "rapto secreto", ni dice que esa liberación sea
anterior a la segunda venida. Eso sólo lo infiere Walvoord sin ninguna prueba. Pablo
demuestra, por el contrario, que esa liberación ocurrirá cuando el Hijo venga "de los cielos",
es decir, en su segunda venida en gloria y majestad (1 Tes. 1:10). No antes.
• 4. En 1 Tes. 5:4-9 tampoco se menciona a la iglesia, ni a la nación de Israel, ni se hace
distinción entre uno y otro grupo, excepto para referir la persecución que los cristianos de
Judea estaban padeciendo de manos de los judíos (1 Tes. 2:14).
• 5. Finalmente, en Apocalipsis 7 se menciona a "Israel". Pero, ¿se trata del Israel natural? No,
del mismo modo que en ese libro las naciones de "Sodoma", "Egipto" y "Babilonia" no
tienen un significado literal.
Si fuera cierto lo que Walvoord pretende, ¿por qué en ninguno de estos pasajes se hace la distinción
entre "Israel" e "iglesia" que el dispensacionalismo tanto necesita?
9. En contraste con el midtribulacionismo, la visión pretribulacional provee una explicación
adecuada del principio de la Gran Tribulación en Apocalipsis 6…
Falta demostrar que la suya sea una "explicación adecuada" de Apocalipsis 6, en vista de que se trata
de una interpretación futurista, que desvía la atención del verdadero anticristo y de la verdadera raíz
del problema: la violación de la ley de Dios.
…El Midtribulacionismo queda refutado por la clara enseñanza de la Escritura de que la Gran
Tribulación comienza mucho antes de la séptima trompeta de Apocalipsis 11.
Apocalipsis podrá refutar el "midtribulacionismo", pero no apoya en lo más mínimo tal idea como el
"pretribulacionismo". La refutación del "midtribulacionismo" no valida para nada el
"pretribulacionismo", interpretación igualmente errónea y antibíblica, porque ambas destruyen la
explicación angélica de la profecía de las 70 semanas de Daniel 9, arrancando la última semana
10. La distinción apropiada es mantenida entre las trompetas proféticas de la Escritura por el
Pretribulacionismo. No hay buena base para el argumento principal del midtribulacionismo de
que la séptima trompeta del Apocalipsis sea la última trompeta porque no hay conexión
establecida entre la séptima trompeta de Apocalipsis 11, la última trompeta de 1 Corintios
15:52, y la trompeta de Mateo 24:31. Son tres eventos distintos.
Aunque sea cierto que la séptima trompeta de Apocalipsis 11 no es la misma de Mateo 24:31 y 1
Cor. 15:52, definitivamente no es cierto que la trompeta de Mateo 24:31 no sea la misma de 1 Cor.
15:52, pues ambas describen el mismo acontecimiento: la cosecha de todos los redimidos.
Walvoord cree que la trompeta de 1 Corintios 15:52 "sonará" silenciosamente, y la ubica en la
"primera" segunda venida, es decir, siete años antes de la "segunda" segunda venida. Eso lo concluye
porque Pablo habla allí de la resurrección de los justos y la transformación de los cuerpos, eventos
que, según el "pretribulacionismo", ocurrirán al momento del "rapto secreto". En cambio, como la
trompeta de Mateo 24:31 anuncia el juicio de las naciones, Walvoord concluye que eso sucederá
después de los siete años de la gran tribulación.
Contrariando esta conclusión, Pablo dice que la trompeta de 1 Cor. 15:52 es la "final trompeta".
Final: (gr. e?´s?at??), última, postrera.
¿Qué argumentos bíblicos presenta Walvoord para asegurar que la "última trompeta" no será
realmente la "última"? Ninguno. Él se limita a sentenciar: "Sólo porque se haga mención de la última
trompeta en 1 Corintios 15 no significa que sea la última trompeta en todo el programa de Dios".[28]
Espera él que, aunque la Biblia declare que esa es la "última trompeta", si él dice que no lo es, le
creamos a él. Siguiendo su particular método especulativo, podríamos cuestionar casi cualquier
profecía, y así concluiríamos, por ejemplo, que sólo porque se diga que vendrá la mayor tribulación
de la historia, no significa que sea la mayor tribulación de la historia en todo el programa de Dios.
¡Absurdo!
En lugar de basarse en la Biblia, Walvoord cita un caso cotidiano del Seminario Teológico de Dallas,
donde dice él que suena una infinidad de timbres durante el día, y a veces los alumnos no saben con
certeza cuál es el timbre que anuncia el final de una clase. Argumenta que el timbre que anuncia el
final de una hora de clase precede al timbre que anuncia el inicio de la siguiente clase. Y así, el
timbre final de una clase no es de modo alguno el último timbre que vaya a sonar en el Seminario.
La lógica de Walvoord concluye, pues, que la "última trompeta" de la Biblia no puede ser la última
trompeta porque en el Seminario de Dallas suenan muchos timbres.
¿Pensará Walvoord acaso que en el "programa completo de Dios" habrá varios juicios finales
sucesivos, que deban ser anunciados cada uno con su respectiva "trompeta final"? Pues sólo si
hubiera una serie de juicios finales consecutivos, como son consecutivas las clases en el Seminario
de Dallas, tendría sentido su analogía. Pero como la Biblia enseña que en el juicio final Jehová "hará
consumación; no tomará venganza dos veces de sus enemigos" (Nah. 1:9), toda la analogía de
Walvoord se desbarata.
Así, pues, queda evidenciado que la resurrección de los justos no ocurrirá siete años antes de la
manifestación gloriosa del Hijo, sino justamente en ese momento, en la "final trompeta", y que esa
"final trompeta" que anunciará el único Juicio final de la historia, necesariamente tiene que ser
única.
11. Los pretribulacionsitas defienden la unidad de la septuagésima semana de Daniel. En
contraste, el postribulacionismo y el midtribulacionismo destruyen la unidad de la
septuagésima semana de Israel y confunden el plan de Israel con el de la Iglesia.
Interesantemente, Walvoord acusa a otros de romper la unidad de la última semana de la profecía,
como si él mismo no rompiera, de manera injustificada, la unidad y continuidad de las 70 semanas,
al separar la última semana de las 69 anteriores y catapultarla hacia el futuro, asegurando que,
mientras las primeras 69 semanas se cumplieron en la antigüedad, la semana septuagésima no se
cumplirá sino hasta final de los días. ¿Cómo justifica él esta medida? Veamos.
En Daniel 9:27 leemos: "Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana
hará cesar el sacrificio y la ofrenda…".
¿Quién es este personaje que haría "el pacto con muchos"? La Biblia no nos deja lugar a la duda:
"esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los
pecados" (Mat. 26:28).
Sin embargo, Walvoord objeta que Cristo no puede cumplir con esta profecía, porque su ministerio
no duró siete años: "no hay ningún periodo de siete años relacionado con Cristo que provea el
cumplimiento de todo el pasaje".[29]
En el diagrama profético adventista, la última semana se ubica entre los años 27 y 34 de nuestra era.
Puesto que Cristo no estaba en la tierra en el año 34, ¿podemos afirmar que el argumento de
Walvoord acerca de los siete años es válido? No, porque la profecía no dice que el personaje allí
mencionado deba hacer algo al final de esa semana: su obra es localizada específicamente "a la
mitad de la semana", lo que nos ubica en el año 31. Urías Smith explica al respecto:
Como [Cristo] inició su ministerio en el otoño del año 27, su primera Pascua ocurrió en la primavera
del 28; la segunda en 29; la tercera en el año 30; y la cuarta y última, en el 31. Esto nos da tres años
y medio para su ministerio público, y corresponde exactamente a la profecía que exige que sea
cortado a la mitad de la semana septuagésima. Como esa semana de años empezó en el otoño del
año 27, la mitad de la semana llegará tres años y medio más tarde, o sea en la primavera del 31,
cuando se produjo la crucifixión.[30]
Por lo tanto, Cristo satisface perfectamente el cumplimiento de esta profecía, y esta primera objeción
de Walvoord no aplica.
Pero Walvoord tiene otra carta bajo la manga: "los sacrificios no cesaron sino hasta el año 70 DC,
unos cuarenta años más tarde", y entonces concluye que Cristo realmente no hizo "cesar el sacrificio
y la ofrenda". Quiere decir él que, como los judíos siguieron con sus sacrificios en el templo hasta la
interrupción del año 70, eso demuestra que Cristo no hizo cesar el sacrificio y la ofrenda.
Contrario a esta pretensión, Pablo demuestra que Cristo sí hizo cesar los sacrificios y las ofrendas en
la cruz:
…entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; mas me preparaste cuerpo.
Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron. Entonces dije: He aquí que vengo, oh
Dios, para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro está escrito de mí. Diciendo primero:
Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las
cuales cosas se ofrecen según la ley), y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu
voluntad; quita lo primero, para establecer esto último (Heb. 10:5-9).
¿Cuándo fue que se decretó ese cambio en la ley? Pablo lo expresa a continuación: "mediante la
ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre" (vers. 10). Sí, fue exactamente en el
momento en que Cristo expiró. Por eso, cuando la mano invisible rasgó el velo que dividía el lugar
santo del santísimo, no hizo sino confirmar el terminus ad quem del sistema sacrificial judío y la
expiración de los servicios del templo terrenal en el plan de redención (Mat. 27:51).
Al comentar la profecía del "nuevo pacto" anunciada siglos atrás por Jeremías, Pablo concluye sin
mayores problemas: "Al llamar «nuevo» a ese pacto, ha declarado obsoleto al anterior; y lo que se
vuelve obsoleto y envejece ya está por desaparecer" (Heb. 8:13, NVI). En otras palabras, Pablo
explica que la caducidad del antiguo pacto anunciada por Jeremías, había tenido su cumplimiento en
la cruz. Se confirma de esta manera que Cristo sí hizo cesar el sacrificio y la ofrenda, al presentar un
mejor sacrificio que aquellos (Heb. 9:23). De modo que, aunque los judíos continuaron con sus
sacrificios, eran sacrificios completamente inútiles en el plan de salvación.
John F. Walvoord asegura que el cese de los sacrificios en realidad será en el futuro, durante la
septuagésima semana, cuando los judíos reconstruirán el templo y restituirán el sistema de
sacrificios, al tiempo que pactarán con un gobernante mundial, quien después de tres años y medio
los traicionará, y suspenderá los sacrificios como en el pasado lo hiciera Antíoco Epífanes. Para
justificar esta historieta, Walvoord niega que Cristo satisfaga los requerimientos de la profecía, y
asegura que la septuagésima semana no se ha cumplido todavía. Entonces decide que lo que hay que
hacer con ella es despegarla de las 69 semanas precedentes, y lanzarla hasta el final de los tiempos.
A esto se conoce como la "teoría de la brecha", que quiere decir que entre la semana 69 y la 70 se
produce una brecha histórica que llega hasta la segunda venida de Cristo a la tierra. No obstante,
¿qué argumentos bíblicos presenta Walvoord para justificar esta amputación sui generis del tiempo
profético? ¿Qué evidencia, modelo o paralelismo bíblico ofrece para validarla? Ninguno. En toda la
Biblia nunca se da cabida a una "brecha" para los periodos proféticos, que son siempre
matemáticamente exactos, continuos y completos. Cercenar las 70 semanas para ubicar las primera
69 en el pasado, y catapultar la última hacia el futuro, dejando una "brecha" de por medio, es una
medida arbitraria y sin fundamento, que destruye la uniformidad y claridad de la profecía.
Por otro lado, ¿cómo se explica que la mencionada "brecha" no se trate de una simple rendija de
algunos años, sino de milenios? En realidad, esta pretendida "brecha" ¡cuadriplica en duración a las
setenta semanas completas! No se trata de una mera "brecha": ¡es todo un abismo histórico!
La única "brecha" aquí la tiene el sistema dispensacionalista, que está evidentemente perforado con
hoyos epistemológicos por donde se le escapan la lógica y el buen sentido.
Naturaleza de la Iglesia
12. La transposición de la Iglesia nunca se menciona en ningún pasaje que hable de la segunda
venida de Cristo después de la Tribulación.
¿Y dónde dice que será antes?
Cuando Cristo habla de su segunda venida dice claramente: "vendré otra vez, y os tomaré a mí
mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis" (Juan 14:3). Esto demuestra que la
trasposición de los santos se efectuará en la segunda venida de Cristo, no antes de la tribulación. El
problema es que Walvoord, prejuiciado con la hipótesis de la "brecha" de siete años, producto de
pura especulación, cree que habrá dos segundas venidas de Cristo, lo que desde luego es un adefesio
hermenéutico sin fundamentación.
13. La iglesia no está para la ira. (Rom. 5:9: 1 Tes. 1:9-10; 5:9) La Iglesia por lo tanto no puede
entrar "el gran día de su ira" (Apocalipsis 6:17)
¿Estuvieron para la ira los israelitas en Egipto? No, porque Jehová no dejó entrar al heridor en las
casas de los hebreos (Éxodo 12:23). No tuvieron que ser raptados para escapar de los juicios de
Dios. Del mismo modo, la última generación de cristianos será protegida de las plagas al final de los
días. Aunque el mundo inicuo desfallezca de hambre y sed, no será así con el cristiano: "fortaleza de
rocas será su lugar de refugio; se le dará su pan, y sus aguas serán seguras" (Is. 33:16).
En cuanto a Romanos 5:9 ("por él seremos salvos de la ira"), Walvoord razona que esto demuestra
que los cristianos deberán ser evacuados antes de la tribulación.[31] Sin embargo, es evidente que
está forzando el pasaje, pues no hay nada allí que demuestre ni sugiera un "rapto secreto". Todo lo
que dice Pablo es que Dios protegerá a su pueblo para que no sea tocado por las plagas.
Cuando Pedro declara "sabe el Señor librar de tentación a los piadosos" (2 Pe. 2:9), Walvoord vuelve
a concluir que se refiere al mencionado "rapto secreto". No obstante, para empezar, allí no está
hablando de las plagas, sino de la tentación general a que son sometidos los hijos de Dios (comp. 1
Cor. 10:13). Por otro lado, el verbo griego empleado allí para "librar" es ???´?µa?, que Pablo
emplea en 2 Tim. 4:17 para decir que fue "librado de la boca del león", no queriendo decir con esto
que haya sido raptado, sino simplemente que el tribunal falló en su favor y salvó la vida. Sí, Pablo
fue librado, incluso estando en medio de sus captores, sin necesidad de ser raptado.
La razón de que el pueblo remanente no pasará por la ira de Dios no es porque haya de estar ausente,
sino porque, estando presente, se cumplirá la promesa divina:
Él te librará del lazo del cazador,
de la peste destructora.
Con sus plumas te cubrirá,
y debajo de sus alas estarás seguro;
escudo y adarga es su verdad.
No temerás el terror nocturno,
ni saeta que vuele de día,
ni pestilencia que ande en oscuridad,
ni mortandad que en medio del día destruya.
Caerán a tu lado mil,
y diez mil a tu diestra;
mas a ti no llegará.
Ciertamente con tus ojos mirarás
y verás la recompensa de los impíos (Sal. 91:3-8)
No hay ningún "rapto secreto" mencionado allí, ni en ninguna otra parte. La promesa es protección
en medio de las plagas, tal como ocurrió en Egipto. Y esa es la promesa que anida en el corazón del
creyente, la misma que han guardado todos los hijos de Dios en todos los tiempos.
En cuanto a la ira mencionada en Romanos 5 y 1 Tesalonicenses, evidentemente se refiere al castigo
final de los enemigos de Dios (Rom. 2:8), ya que se habla de la salvación de los hijos de Dios,
cuando los inicuos serán echados en el lagar de la ira de Dios y serán aniquilados para siempre (Sal.
21:9; Sal. 34:16; Apoc. 19:15).
14. La iglesia no será tomada por sorpresa en el día del Señor (1 Tes. 5:1-9), el cual incluye la
Tribulación
¿Por qué la iglesia no será tomada por sorpresa? ¿Será acaso porque estará en el cielo y verá de lejos
lo que está ocurriendo abajo en la tierra, como pretende Walvoord? Pablo nos da la respuesta: "Mas
vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os coja como ladrón" (1 Tes. 5:4). O
como lo vierte la versión La Palabra de Dios para Todos: "Pero ustedes, hermanos, no están
viviendo en la oscuridad como para que ese día los tome por sorpresa como un ladrón". En otras
palabras, la iglesia no será tomada por sorpresa porque estará atenta a las señales y se preparará para
recibir al Señor en el aire.
Esto demuestra que la última generación de cristianos presenciará la tribulación. Es por eso que
Cristo oró: "No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal" (Juan 17:15). La
oración de Cristo es, pues, que su iglesia sea preservada del mal mientras está aun en la tierra, no
que sea sacada del mundo mientras llega el mal a los infieles. Interesantemente, Walvoord no hace
un solo comentario acerca de este pasaje.
Al contrario de lo que pretende el "pretribulacionismo", lo que realmente refutan las palabras de
Pablo en 1 Tes. 5:4 es precisamente la teoría del "rapto secreto", ya que esta idea dice que el
arrebatamiento será un evento repentino, simultáneo e inesperado. Pero Pablo dice claramente que
no lo será, porque los hijos de Dios estarán atentos a las señales de los tiempos.
15. En Lucas 21:36 se menciona la posibilidad de que escape el creyente.
¿Cuál creyente? ¿El judío o el cristiano? Walvoord es inconsecuente, pues después de declarar que
las palabras de Cristo en Mateo 24 y Lucas 21 se refieren a los judíos que pasarán por la tribulación,
[32] ahora pretende que Lucas 21:36 se refiere a los cristianos, porque dice que "escaparán", y ese
escape lo interpreta él como el "rapto secreto". ¿Querrá decir él que los judíos no escaparán?
Lógicamente, si el escape de Lucas 21:36 es sólo para la iglesia, entonces eso significa que los
judíos no escaparán de la ira. Pero si Lucas 21:36 se aplica también a los judíos, entonces se cae la
tesis de Walvoord, pues cristianos y judíos escaparán igualmente, y eso significaría que los judíos
también han de ser raptados. Ahora bien, si el escape realmente no significa "rapto" sino
simplemente "huida", entonces no hay cabida para la idea del "rapto secreto" en todo el mensaje de
Cristo. Como se le mire, el argumento de Walvoord es contradictorio.
Pero en todo Mateo 24 y Lucas 21 Cristo habla a un solo grupo de hombres: sus seguidores, los
cristianos, sean de origen gentil o judío. A todos ellos les advierte acerca de las señales que vendrán.
A todos ellos les pide que oren para que su huida no sea en sábado. A todos ellos les indica que
deben estar atentos porque las señales que verán les dirán que su salvación está cerca. El discurso de
nuestro Señor es inequívoco. Cristo no hace distinción alguna entre sus seguidores, como si
estuvieran divididos entre "Israel" y la "iglesia" por separado. Esa distinción la introduce Walvoord
de manera arbitraria y sin ninguna justificación alguna en el texto.
En cuanto a la palabra "escapar", de ningún modo significa "rapto". La palabra griega e??fe?´??,
traduce "escapar", "huir" o "fugarse" (Hec. 16:27; 19:16; 2 Cor. 11:33). Esto concuerda
perfectamente con lo que aconseja nuestro Señor: "huyan a los montes" (Luc. 21:21). El contexto
demuestra, pues, que el escape mencionado por Cristo se refiere a las montañas, y no al cielo.
En todo el NT la palabra e??fe?´?? nunca implica "rapto", ni mucho menos "rapto secreto". Darle
ese significado es violentarla a martillazos para que se acomode a una idea preconcebida. Es
evidente que la exégesis de Walvoord es arbitraria y se dedica a acomodar las palabras y los textos
como mejor le convengan. Pero esta es una manera muy poco productiva de armar una doctrina.
16. A la iglesia de Filadelfia se le prometió que sería librada "de la hora de la prueba que ha de
venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra" (Apocalipsis 3:10)
Apocalipsis dice que será "guardada", y hasta podemos aceptar que sea "librada". Pero no dice que
vaya a ser "raptada". El verbo empleado en Apocalipsis 3:10 es t??e´?, que significa "cuidar",
"proteger", "echar el ojo". No implica rescate ni huida. La palabra sugiere un acto de vigilancia,
como cuando los soldados vigilaban el cuerpo de Jesús (Mat. 27:36,54); o como cuando Pablo fue
custodiado por la guardia romana (Hec. 24:23). Es por esto que versiones como Dios Habla Hoy,
Biblia Latinoamericana y La Palabra de Dios para Todos traducen en Apoc. 3:10: "yo te protegeré".
Ninguna traducción de la Biblia en ningún idioma traduce "yo te raptaré", ni se da a entender el
significado de un "rapto secreto".
De hecho, Cristo mismo demuestra que el verbo t??e´? es muy diferente de un "rapto" cuando dice:
"No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes [t??e´?] del mal" (Juan 17:15), con lo que
demuestra que guardarnos o librarnos es una idea contraria a sacarnos del mundo.
Puesto que la palabra t??e´? no le sirve de gran ayuda, Walvoord apela a la palabra que le sigue en
Apocalipsis 3:10: la preposición e?? ["de"]. Su explicación procede así:
"Muchos han observado también que la preposición «de» (Gr., ek) debe entenderse como «fuera de»
más bien que simplemente «de». Otras instancias del uso del mismo verbo ["guardar"] y la
preposición ["de"], indicarían que tal vez es hacer mucha presión para que signifique liberación
absoluta. En vista del contexto del libro de Apocalipsis, sin embargo, como en él se despliegan los
horrores de este periodo de tribulación, es evidente que la promesa aquí a la iglesia de Filadelfia es
una liberación de este tiempo de angustia".[33]
En otras palabras, Walvoord cree que la frase "te guardaré de" debe entenderse "te sacaré de", lo que
daría un apoyo a la teoría del "rapto secreto". Pero lo cierto es que la preposición ek la emplea Cristo
en Juan 17:15 para decir: "No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del [ek] mal", lo
que demuestra que de ninguna manera ese "guardarnos" implica "raptarnos".
Así, Apocalipsis 3:10 no apoya la idea de ningún "rapto secreto", a menos que se tergiverse el
sentido de las palabras.
17. Es característica divina librar a los creyentes antes de que un juicio divino sea infligido en
el mundo, como es ilustrado con Noé, Lot, Rahab, etc. (2 Pedro 2:5-9)
Y así como Noé, Lot y Rahab fueron librados de los juicios divinos sin ser raptados del planeta, así
sucederá en los últimos tiempos. Todos estos santos de la antigüedad huyeron, y es lo mismo que
harán los cristianos durante la gran tribulación. Así, los ejemplos a que apela Walvoord combaten su
doctrina en vez de ayudarla.
La profecía declara expresa y claramente cuándo serán recogidos los santos para ser llevados al
cielo:
E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará
su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas.
Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus
de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y
enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos,
desde un extremo del cielo hasta el otro (Mat. 24:29-31).
Será una cosecha después de la gran tribulación, no antes de ella. En una palabra:
"postribulacionismo".
18. En el tiempo de la transposición (1) de la iglesia, todos los creyentes van a la casa del Padre
en el cielo (Juan 14:3) no regresan inmediatamente a la tierra luego de ver a Cristo en el aire
como enseña el postribulacionismo.
_________________
(1) Transposición se refiere a la acción de ser movido de un lugar a otro. Trans es un prefijo
que indica transferencia. Es referente a lo que ocurrió con Enoc cuando fue transpuesto de la
tierra al cielo por Dios y con Felipe con el etíope.
Eso lo enseñarán los evangélicos "postribulacionistas" a quienes Walvoord se dirige. Pero no es lo
que enseña la Biblia. Los santos son arrebatados para recibir al Señor en el aire, no para regresar.
Obviamente los santos deberán regresar a la tierra, para que se cumpla la promesa (Sal. 37:11; Mat.
5:5), pero esto no ocurrirá sino después del milenio, cuando desaparezca todo vestigio de mal y el
fuego purificador borre las últimas manchas de la rebelión (Mal. 3:2; Apoc. 21:1,2).
19. El pretribulacionismo no divide el cuerpo de Cristo en el rapto bajo un principio de obras.
La enseñanza de un rapto parcial se basa en la falsa doctrina de que la traslación de la iglesia
es una recompensa por buenas obras. Es más bien un aspecto culminante de la salvación por
gracia.
La salvación por la gracia ni es negada por el "postribulacionismo", ni hace falta la interpretación
"pretribulacionista" para apoyarla. La salvación nunca ha sido por obras, ni siquiera en el Antiguo
Testamento.
El dispensacionalismo divide la historia de la redención en varias dispensaciones, en las que
entiende la salvación se consigue por medios diferentes. Scofield define una dispensación como "un
período de tiempo durante el cual el hombre es probado con respecto a la obediencia a alguna
revelación específica de la voluntad de Dios".[34] Según esta teoría, el Antiguo Testamento fue una
dispensación para los judíos, en tanto en el Nuevo Testamento es una dispensación para la iglesia:
dos pactos diferentes, dos medios diferentes de salvación, y dos destinos diferentes. Es en base a esta
pretendida diferencia que el "pretribulacionismo" fundamenta su interpretación de la profecía,
entendiendo que Israel y la iglesia son dos realidades distintas y dos programas distintos en los
planes de Dios. Si tals premisas fueran alteradas de alguna manera, todo el andamiaje profético del
"pretribulacionismo" se vendría al suelo. Lamentablemente para Walvoord, esto es precisamente lo
que ha sucedido.
A pesar del arduo y largo trabajo que durante décadas dedicara John F. Walvoord a la validación del
dispensacionalismo, este tema ha sido objeto de revisión interna en los últimos años, en busca de un
aggiornamento que lucía necesario, en razón de las contradicciones entre los postulados
dispensacionalistas y el discurso bíblico. Basta con leer una exposición del dispensacionalismo para
de inmediato notar que no se logra un discurso soteriológico coherente. De hecho, los mismos
autores dispensacionalistas se confiesan confundidos en este respecto. El teólogo dispensacionalista
Glenn Peoples, en su trabajo de Maestría en Teología (Universidad de Otago, 2003), comenta al
autor Charles Ryrie, también dispensacionalista, y señala un evidente vació conceptual en relación
con la salvación demasiado evidente como para ignorarlo:
¿Qué significado tiene decir que el contenido de nuestra fe es la gracia, a diferencia del contenido de
la fe de Moisés, que era la observación de la ley? ¿Quizás signifique que nosotros, a diferencia de
los Israelitas, tenemos la fe de que Dios nos salvará por Su gracia, mientras que ellos tenían fe de
que Dios los salvaría debido a su adherencia a la ley, aún cuando en realidad eran salvos por gracia?
Si hay otro significado para estas palabras, Ryrie no da aquí ninguna otra explicación adicional.[35]
Es obvio que los postulados contradictorios del dispensacionalismo requerían de una revisión. Y este
revisionismo se ha hecho, no desde afuera, desde sus opositores, sino desde adentro, desde el
corazón del dispensacionalismo: el Seminario Teológico de Dallas.
Nace así el "dispensacionalismo progresivo", sustentado en la idea de que "no hay tanta
discontinuidad entre el Antiguo Testamento y el Nuevo", sino que ambos testamentos son
complementarios y armoniosos.[36] En este sentido, se reconoce que "los temas de Israel encuentran
cumplimiento y continuidad en la Iglesia". Así, "no se trata, pues, de un pueblo terrenal que recibirá
bendiciones terrenales, y de otro pueblo celestial que recibirá solamente bendiciones celestiales.
Ambos pueblos son coherederos de las promesas de Dios".[37]
Esta nueva manera de interpretar la historia luce más ajustada a la enseñanza bíblica. Representa, sin
embargo, una negación de los postulados que la escuela dispensacionalista ha estado defendiendo
con ahínco por más de cien años. Se la define como "una modificación radical del
Dispensacionalismo de Darby".[38] Pero al cambiar de raíz el dispensacionalismo, lo que hace es
fracturar toda la interpretación "pretribulacionista", pues niega su premisa fundamental de la división
entre "Israel" e "iglesia".
20. Las Escrituras claramente enseñan que toda, no parte, de la Iglesia será arrebatada en la
venida de Cristo por la Iglesia (1 Cor. 15:51-52; 1 Tes. 4:17).
Sea que vaya completa toda la iglesia a recibir al Señor, o sólo una parte de ella, eso no añade ni un
gramo de validez a la teoría del rapto secreto.
No hay una "primera" segunda venida antes de la gran tribulación, y otra "segunda" segunda venida
siete años después. Hay una sola segunda venida, la cual será no sólo para la iglesia, sino para todas
las naciones (Mat. 25:31,32; Apoc. 1:7). En Apocalipsis 11:18 se demuestra que después de la
tribulación es cuando todos los santos, profetas y siervos de Dios recibirán el galardón; no antes de
la tribulación. Por lo tanto, es evidente que no podrán estar en el cielo antes de la gran tribulación.
21. Opuesto a la visión de un rapto parcial, el pretribulacionismo se funda en la enseñanza
definitiva de la Escritura que la muerte de Cristo libra de toda condenación.
Tanto el "rapto parcial" como el "rapto total" y cualquier otro tipo de "rapto secreto" son igualmente
erróneos y antibíblicos. La teoría del "rapto parcial" se fundamenta en el principio del
"pretribulacionismo", que es negado por las Escrituras.
22. El remanente de la Tribulación es descrito como Israelitas, no como miembros de la Iglesia,
tal como sostienen los postribulacionistas.
¿Y qué es el Israel bíblico después de Cristo sino toda la iglesia cristiana? Pablo nos aclara que "no
es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne;
sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en
letra" (Rom. 2:8,9). Y además: "no todos los que descienden de Israel son israelitas, ni por ser
descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia. Esto es: No
los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa
son contados como descendientes" (Rom. 9:6-8).
De donde se entiende que los cristianos sinceros son los verdaderos judíos, sin importar su linaje.
Pablo se refiere así al "Israel de Dios" (Gál. 6:16), que no es otra cosa que "todos los cristianos
sinceros, sean judíos o gentiles, que son todos israelitas en verdad, quienes, aunque no lo sean
naturalmente, se convierten en la simiente espiritual de Abrahán" (Henry); "La verdadera iglesia de
Dios; todos sus verdaderos adoradores" (Barnes); "Los verdaderos cristianos, llamados aquí el Israel
de Dios para distinguirlos del Israel según la carne" (Clarke); "el Israel espiritual, para distinguirlo
del Israel según la carne" (Gill); "no el Israel según la carne… sino la simiente espiritual de Abrahán
por fe" (Jamieson, Fausset & Brown); "Israel, esto es, la iglesia de Dios, constituida solamente por
toda nación y pueblo que anda según su norma" (Wesley).
Es por eso que Jacobo escribe su carta "a las doce tribus que están en la dispersión", (Sant. 1:1),
aunque al leer su carta se entiende que se refiere a la congregación cristiana en toda la geografía del
mundo antiguo conformada por judíos y gentiles por igual.
Es por eso también que Pablo, al referirse al pueblo judío en 1 Cor. 10:18, lo llama "Israel según la
carne" (Reina-Valera); "Israel carnal" (Nácar-Colunga); "Mirad a Israel, al que lo es según la
carne" (Versión Moderna). ¿Qué necesidad tenía de aclarar que está refiriéndose al Israel carnal,
como si hubiera otro Israel no carnal? Pablo demuestra así que hay otro Israel que va más allá de lo
meramente sanguíneo.
Cuando el profeta Joel describió los últimos acontecimientos previos al "gran día de Jehová",
menciona entre esos eventos del derramamiento del Espíritu Santo y la repartición de los dones
espirituales, y la conmoción de los elementos. Al leer el contexto, veremos que el profeta está
hablando de "Israel" (Joel 2:27). Sin embargo, Pedro explica que esa profecía se cumplió en la
iglesia cristiana, no en el Israel natural (Hec. 2:17-20).
Pablo, también, en Hebreos 10:16,17 cita la profecía de Jeremías 31:33,34, profecía que iba dirigida
a "la casa de Israel". Pero Pablo declara que esa promesa del nuevo pacto se refiere a "los
santificados" (Heb. 10:14), es decir, a los "santificados en Jesús", los que son "llamados a ser santos
con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y
nuestro" (1 Cor. 1:2).
Queda así demostrado que cuando los cristianos primitivos leían las profecías mesiánicas, entendían
por "Israel" no a la nación natural, sino al cuerpo de cristianos de todas las razas que compartían la
fe en Cristo y guardaban la misma esperanza. De modo que el argumento de Walvoord no se sustenta
en las evidencias bíblicas.
23. La postura pretribulacional, al contrario que el postribulacionismo, no confunde términos
generales como elegidos y santos, que se aplican a los salvados de todos los tiempos, con
términos específicos como iglesia y los que están en Cristo, que se refieren a los creyentes de
este tiempo solamente.
Walvoord intenta asumir el tema como un problema semántico. Sin embargo, que el término de
"iglesia" se aplica al Israel antiguo se comprueba por la Septuaginta, que emplea "iglesia" para
referirse a la congregación de Israel (ej. ?????s?? ?s?a??, 1 Crón. 13:2). La Vulgata emplea
también el término "iglesia" para referirse a la congregación de Israel (ej. ecclesiæ Israhel, 1 Re.
8:14).
Es por eso que autores como John Wesley, Albert Barnes, Adam Clarke, John Gill, Matthew Henry,
Jamieson, Fausset & Brown, Isaac Newton y muchos otros no dudan en hablar de la "iglesia judía"
para referirse al Israel del antiguo pacto.
No hay ninguna confusión aquí: el pueblo de Dios, tanto en tiempos de Noé, como en tiempos de
Moisés y en tiempos de Pablo, es aquel que tiene la ley de Dios escrita en su corazón (Jer. 31:33;
Heb. 8:10). Observemos bien que Pablo demuestra que la profecía dada por Jeremías se aplica a la
iglesia cristiana, precisamente el pueblo del nuevo pacto. Pero Jeremías no habla de "iglesia", sino
de "la casa de Israel". ¿Cómo podría la iglesia suscribir el nuevo pacto, si Jeremías no habla de la
iglesia sino de Israel? Sin duda el concepto de "Israel" que Pablo tenía es muy diferente del que tiene
Walvoord.
Doctrina de la Inminencia
24. La interpretación pretribulacional enseña que la venida de Cristo es de por sí inminente.
El hecho de que lo enseñe, no significa que sea cierto. Lo que hace Walvoord aquí es una falacia del
tipo circular, petitio principii, circulus in probando, non-sequitur: "esta doctrina es verdadera,
porque nosotros creemos en ella" (!). ¡Pero eso que dice creer, es precisamente lo que debe probar!
Por el contario, Pablo les indica a los tesalonicenses: "Os rogamos, hermanos, que no os dejéis
alterar tan fácilmente en vuestro ánimo, ni os alarméis por alguna manifestación del Espíritu, por
algunas palabras o por alguna carta presentada como nuestra, que os haga suponer que está
inminente el Día del Señor" (2 Tes. 2:1,2, Biblia de Jerusalén).
La segunda venida de Cristo, aunque está cerca, no es inmediata. Es una venida mediata, pues será
precedida por otros eventos que la anunciarán como heraldos del nuevo día. Cristo es claro al indicar
que habrá señales previas al día del Señor y que anunciarán su cercanía: "De la higuera aprended la
parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así
también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas" (Mat.
24:32,33). Antes de la llegada del verano en Judea, se observan los renuevos en las higueras que
anuncian la proximidad del estío. Del mismo modo, antes de la llegada del día del Señor, deben
ocurrir las señales descritas en Mateo 24 y Lucas 21.
La interpretación "postribulacionista" no desvirtúa en lo más mínimo la cercanía de la segunda
venida, simplemente reconoce que, antes de que suceda, deben producirse las señales de los tiempos
que anunciarán la gloriosa manifestación de nuestro Señor.
La idea de la inminencia ha llevado a muchos evangélicos pretribulacionistas a sufrir de una
verdadera pre-pretribulación, esto es, una angustia anterior al tiempo de angustia, ante la
incertidumbre de que el "rapto secreto" pueda estar ocurriendo en cualquier momento sin que ellos
estén preparados y deban ser "dejados atrás". La alarma de esta paranoia se ha disparado, por
ejemplo, ante noticias de personas desaparecidas. La escritora evangélica Emma Moore Weston,
siendo testigo de los efectos de la teoría del "pretribulacionismo" en la comunidad evangélica,
denuncia: "Millones de cristianos sinceros han aceptado estas ingenuas teorías como verdad, sin
saber ni dónde se originaron ni qué propósito tenían. Han lisiado a la iglesia y la manía de establecer
fechas ha sido desastrosa".[39]
La doctrina de la "inminencia" dice que el arrebatamiento no será precedido de ninguna señal, sino
que será repentino y cuando nadie se lo espere. Ante esta incertidumbre, es comprensible que los
"pretriubulacionistas" estén "preatribulados" por no saber lo que ha de suceder, ni cuándo. No es de
extrañar, pues, que se esfuercen por establecer fechas para el "rapto secreto", en la búsqueda de
algún alivio para su incertidumbre.
Afortunadamente, no es así con el Israel de Dios, al que se le envían estas poderosas palabras de
aliento y esperanza:
Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas,
para que aquel día os sorprenda como ladrón.
Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día;
no somos de la noche ni de las tinieblas.
Por tanto, no durmamos como los demás,
sino velemos y seamos sobrios.(1 Tes. 5:4-6).
25. La exhortación de consolarse con la venida del Señor (1 Tes. 4:18) es muy significativa en la
visión pretribulacional y especialmente contradicha por la mayoría de los postribulacionistas.
Falso. Walvoord descontextualiza las palabras de Pablo sin justificación. Pablo no les dice a los
cristianos que se consuelen porque han de ser raptados, sino porque sus seres queridos han de
resucitar. "Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os
entristezcáis como los otros que no tienen esperanza", demostrando con esto que se refiere a los
cristianos afligidos por parientes fallecidos (1 Tes. 4:13). Pablo les aclara que, aunque los incrédulos
no tengan esperanza de resurrección, no es así con los cristianos, "Porque si creemos que Jesús
murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él", explica Pablo y, tras
resumir los eventos de la segunda venida y la resurrección, llega a su lógica conclusión: "Por tanto,
alentaos los unos a los otros con estas palabras" (vers. 17). Dicho de otro modo: "No os aflijáis por
vuestros muertos, porque Dios los resucitará; consolaos con estas palabras".
En ninguna parte dice Pablo que se consuelen con el "rapto secreto".
26. La exhortación de aguardar "la manifestación gloriosa" de Cristo (Tito 2:13) pierde su
significado si la Tribulación debe intervenir primero. En ese caso los creyentes deben
aguardar las señales.
Falso. Pedro dice que "nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los
cuales mora la justicia" (2 Pe. 3:13). El hecho de que esperemos los cielos nuevos y la tierra nueva,
no significa que su cumplimiento sea inminente. Es más, el propio dispensacionalismo también
aguarda los cielos nuevos y la tierra nueva, y sin embargo cree que primero deben venir la gran
tribulación y el milenio. De modo que Tito 2:13 no establece ninguna "inminencia".
27. La exhortación de santificarnos en vista del regreso del Señor tiene más significado si Su
venida es inminente (1 Juan 3:2-3).
Falso. Cristo enseña que antes de su segunda venida vendrá la gran tribulación, y que ante esta
tribulación, los cristianos deben erguir sus cabezas y esperar la salvación que vendrá en las nubes del
cielo. Nada de esto podría hacerse si los cristianos hubieran de ser raptados de manera sorpresiva y
trasladados al cielo antes de la tribulación.
28. La iglesia es exhortada uniformemente a buscar la venida del Señor, mientras que a los
creyentes en la Tribulación se les instruye a buscar las señales. Corrección: la Biblia nos exhorta
a que busquemos las señales de la venida del Señor, porque no sabemos el día ni la hora de esa
venida. "Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las
puertas" (Mat. 24:33). "Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por
vosotros mismos que el verano está ya cerca. Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas
cosas, sabed que está cerca el reino de Dios" (Luc. 21:29-31). Se nos manda a mirar las señales,
porque no sabemos el día y la hora de su venida, pero las señales nos indicarán que está cercano, a
las puertas. La inminencia de la segunda venida será cuando las señales así lo indiquen.
Obviamente, si los cristianos están en el cielo para el momento en que ocurren las señales, las
advertencias de Cristo pierden todo significado.