Apoc Escatología

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El Libro del Apocalipsis y la Escatología

Kenneth L. Gentry, Jr., Th.D.

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El Libro de Apocalipsis y la Escatología
Por Kenneth L. Gentry, Jr., Th.D.

En esta presentación trataré con el Libro de Apocalipsis. Hablaré particularmente


de los asuntos relacionados con su fecha de composición y tema. Establecer el
tiempo de origen del Apocalipsis es un asunto crucial para la adecuada
interpretación del libro. Comenzaré con una breve presentación del caso a favor de
una fecha temprana para el Apocalipsis. Dado que entender la dinámica y propósito
del Apocalipsis debiese estar entre las metas destacadas del intérprete trataré con un
poco de mayor extensión el asunto del tema del libro. Una vez que esté resuelto el
asunto de cuándo fue escrito el Apocalipsis creo que el punto de qué es lo que trata
se torna más evidente.

La Fecha de Composición

Hay dos posiciones básicas sobre el fechado del Apocalipsis, aunque cada una
tiene algunas variaciones leves. La posición actual de la mayoría es la perspectiva de
una fecha tardía. Esta posición sostiene que Juan escribió el Apocalipsis hacia el fin
del reinado de César Domiciano – alrededor del año 95 ó 96 D.C. El punto de vista
de la minoría en la actualidad es la posición de la fecha temprana. Los defensores de
la fecha temprana sostienen que el Apocalipsis fue escrito por Juan antes de la
destrucción de Jerusalén y el Templo en el año 70 D.C.

Sostengo que el Apocalipsis fue producido antes de la muerte de Nerón en junio


del 68 D.C. e incluso antes del involucramiento formal en la Guerra Judía por parte
de Vespasiano en la primavera del año 67 D.C. Mi posición es que el Apocalipsis
fue escrito en los años 65 ó 66 D.C. Esto sería después del estallido de la
persecución bajo Nerón en noviembre de 64 y antes del involucramiento de las
fuerzas de Vespasiano en la primavera de 67 D.C.

Aunque actualmente la perspectiva de la fecha tardía es la posición de la mayoría,


este no ha sido siempre el caso. De hecho, es lo opuesto a lo que prevaleció entre
eruditos bíblicos destacados de poco menos de hace setenta y cinco años. El
defensor de la fecha tardía William Milligan reconoció en 1893 que “la erudición
reciente ha decidido, con pocas excepciones, a favor de la fecha temprana en lugar
de la tardía.”1 Dos décadas más tardes, en 1910, el defensor de la fecha temprana
Philip Schaff aún podía confirmar el reporte de Milligan: “La fecha temprana es

1
William Milligan, Discusiones sobre el Apocalipsis (Londres: Macmillan, 1893), p. 75.
3
aceptada ahora por quizás la mayoría de eruditos.”2

En los años 1800s y a principios de los 1900s la posición de la fecha temprana fue
sostenida por varios personajes honorables como Moses Stuart, Friederich
Düsterdieck, B. F. Westcott, F. J. A. Hort, Joseph B. Lightfoot, F. W. Farrar, Alfred
Edersheim, Philip Schaff, Milton Terry, Augustus Strong y otros. Aunque se halla
eclipsada al presente, la perspectiva de la fecha temprana no ha desaparecido
totalmente. Más defensores recientes de la fecha temprana incluyen a Albert A. Bell,
F. F. Bruce, Rudolf Bultmann, C. C. Torrey, J. A. T. Robinson, J. A. Fitzmeyer, J.
M. Ford, C. F. D. Moule, Cornelius Vanderwaal, y otros.

Pero, en lugar de cometer una falacia ad verecundiam avancemos más allá de


cualquier apelación a la autoridad para considerar muy brevemente el argumento a
favor de la fecha temprana del Apocalipsis. Debido a las restricciones de tiempo, me
dedicaré a tratar brevemente sólo con tres de los indicadores internos de la fecha de
composición. La evidencia interna debería establecer prioridad para el cristiano
evangélico en el hecho que es evidencia del auto-testimonio del Apocalipsis. Sólo
aludiré sumariamente a los argumentos a partir de la tradición antes de concluir esta
materia. Generalmente es la práctica de los defensores de la fecha tardía comenzar
con la evidencia a partir de la tradición mientras que los defensores de la fecha
temprana inician con la evidencia del auto-testimonio.

El Templo en Apocalipsis 11

En Apocalipsis 11: 1, 2 leemos:

Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me


dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en
él. Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas,
porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa
cuarenta y dos meses.

Aquí encontramos un Templo que se halla en pie en una ciudad llamada “la
ciudad santa.” Con toda seguridad, Juan, un judío cristiano, tiene en mente a la
Jerusalén histórica cuando habla de “la ciudad santa.” Esto parece necesario en el
hecho que Juan está escribiendo escritura y Jerusalén es llamada frecuentemente la
“ciudad santa” en la Biblia. Por ejemplo: Isaías 48:2; 52:1; Daniel 9:24; Nehemías
11:1-18; Mateo 4:5; 27:53. Además, el versículo 8 nos informa de que esta es la
ciudad donde “nuestro Señor fue crucificado.” Esta era la Jerusalén histórica de

2
Philip Schaff, Historia de la Iglesia Cristiana (3ª ed: (Grand Rapids: Eerdmans, 1950 [1910]),
1:834.
4
acuerdo al claro testimonio de la Escritura (Lucas 9:22; 13:32; 17:11; 19:28). Es
interesante notar que la Jerusalén histórica jamás es mencionada por nombre en
Apocalipsis. Esto puede deberse a que el nombre “Jerusalén” significa “ciudad de
paz.” En Apocalipsis son importantes los significados de los nombres específicos
para la imaginería dramática. De modo que sería inapropiado aplicarle el nombre
“Jerusalén” a la ciudad sobre la cual se descargan aflicciones y destrucción.

Ahora, ¿cuál Templo se hallaba en pie en Jerusalén? Obviamente el Templo judío


ordenado por Dios en el que se ofrecían los sacrificios judíos. En el primer siglo se
le conocía como el Templo de Herodes. Esta referencia al Templo debe ser esa
estructura histórica por cuatro razones:

(1) Estaba ubicado en Jerusalén, como el texto claramente lo declara en el


versículo 8. Esto puede referirse solamente al Templo herodiano que aparece una y
otra vez en el registro del Nuevo Testamento. Era el mismo Templo que fue incluso
sujeto de uno de los discursos proféticos más extensos de Cristo (Mat. 23:37 –
24:2ff).

(2) Apocalipsis 11: 1, 2, escrito por el discípulo amado y quien escuchó


personalmente a Cristo, parece claramente tomar de la declaración de Jesús en el
Discurso del Monte de los Olivos. En Lucas 21: 5-7, los discípulos señalan
específicamente al Templo herodiano para inquirir sobre su futuro; en Apocalipsis
11:1 Juan habla específicamente del Templo de Dios. En Lucas 21:6 Jesús les dice a
Sus discípulos que el Templo será destruido pronto piedra sobre piedra. Una
comparación de Lucas 21:24 con Apocalipsis 11:2 sugiere con fuerza que la fuente
de la declaración del Apocalipsis es la palabra de Cristo en Lucas 21.

• Lucas 21:24b: “Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos
de los gentiles se cumplan.”
• Apocalipsis 11:2b: “porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán
la ciudad santa cuarenta y dos meses.”

Los dos pasajes hablan del mismo evento único e incluso emplean términos
prácticamente idénticos.

(3) De acuerdo a Apocalipsis 11:2 Jerusalén y el Templo habrían de estar bajo


ataque por un período de cuarenta y dos meses. Sabemos por la historia que la
Guerra Judía con Roma estalló formalmente en la primavera de 67 D.C., y fue
ganada con el colapso del Templo en agosto de 70 D.C. Este es un período de
cuarenta y dos meses, que se ajusta a la medida precisa de la profecía de Juan. La
profecía de Juan antecede al estallido de la Guerra Judía.

5
(4) Después de la referencia a la destrucción del “templo de Dios” en la “ciudad
santa,” Juan habla más tarde de una “nueva Jerusalén” que desciende del cielo, que
es llamada la “ciudad santa” (Apoc. 21:2) y que no necesita un templo (Apoc.
21:22). Esta nueva Jerusalén aparentemente tiene el propósito de suplantar a la vieja
Jerusalén con su sistema del templo. El viejo orden del Templo fue destruido en
agosto de 70 D.C.

De modo que, mientras Juan escribía, el Templo aún estaba en pie, esperando su
próxima condenación. Si Juan escribió esto veinticinco años después de la caída del
Templo sería terriblemente anacrónico. La referencia al Templo es una evidencia
arquitectónica de peso que nos retrotrae hacia una era anterior al 70 D.C.

Los Siete Reyes en Apocalipsis 17

En Apocalipsis 17:1-6 se registra una visión de una bestia con siete cabezas. En
esta visión descubrimos fuerte evidencia de que el Apocalipsis fue escrito antes de
la muerte de Nerón, que ocurrió el 8 de junio de 68 d.C.

Juan escribió para ser entendido. La primera de siete bendiciones aparece en su


introducción: "Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta
profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca" (Apoc.
1:3). Y justo después de que se da la visión en Apocalipsis 17:1-4, aparece un ángel
intérprete con el expreso propósito de explicar la visión: "Y el ángel me dijo: ¿Por
qué te asombras? Yo te diré el misterio de la mujer, y de la bestia que la trae, la cual
tiene las siete cabezas y los diez cuernos" (Apoc. 17:7). Luego, en los versículos 9 y
10 este ángel explica la visión: "Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete
cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer, y son siete reyes. Cinco
de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario
que dure breve tiempo."

La mayoría de eruditos evangélicos reconoce que los siete montes representan las
afamadas siete colinas de Roma. Los destinatarios del Apocalipsis vivieron bajo el
gobierno de Roma, que se distinguía universalmente por sus siete colinas. ¿Cómo
podían los destinatarios, viviendo en las siete iglesias históricas de Asia Menor y
bajo el gobierno de la Roma imperial, entender cualquier otra cosa sino esta
característica geográfica?

Pero hay una dificultad adicional involucrada. Las siete cabezas tienen un doble
referente. Aprendemos también que las siete cabezas representan una situación
política en la que cinco reyes han caído, el sexto es, y el séptimo aún está por llegar
y permanecerá por un breve período de tiempo. Ciertamente no es ningún accidente
que Nerón fuese el sexto emperador de Roma, quien reinó después de la muerte de
6
sus cinco predecesores y antes del breve gobierno del séptimo emperador.

Flavio Josefo, el judío contemporáneo de Juan, señala claramente que Julio César
fue el primer emperador de Roma y que fue seguido en sucesión por Augusto,
Tiberio, Cayo, Claudio y Nerón (Antigüedades 18; 19). Descubrimos esta
enumeración también en otros contemporáneos cercanos a Juan: 4 Esdras 11 y 12;
los Oráculos Sibilinos, libros 5 y 8; la Epístola de Bernabé 4; Suetonio, Vidas de los
Doce Césares; y la Historia Romana 5, de Dio Casio.

El texto del Apocalipsis dice de los siete reyes "cinco de ellos han caído." Los
primeros cinco emperadores están muertos para cuando Juan escribe. Pero el
versículo continúa diciendo "uno es." Es decir, el sexto está entonces reinando
incluso cuando Juan escribió. Ese sería Nerón César, quien asumió el poder imperial
a la muerte de Claudio en octubre de 54 d.C., y permaneció como emperador hasta
junio de 68 d.C.

Juan continúa: "y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure
breve tiempo." Cuando las Guerras Civiles Romanas estallaron en rebelión en su
contra, Nerón cometió suicidio el 8 de junio de 68 d.C. El séptimo rey "aún no ha
venido." Ese sería Galba, quien asumió el poder en junio de 68 d.C. Pero él habría
de continuar por un "breve tiempo." Su reinado duró tan sólo seis meses, hasta el 15
de enero de 69 d.C.

De modo que, vemos que mientras Juan escribía, Nerón estaba aún vivo y que
Galba se hallaba aún en el futuro cercano. El Apocalipsis no podia haber sido escrito
después de junio de 68 d.C., de acuerdo a la evidencia política interna.

Los Judíos en Apocalipsis

La evidencia final a partir del auto-testimonio del Apocalipsis que voy a


considerar es la relación de los judíos con el Cristianismo en Apocalipsis. Y aunque
hay muchos aspectos de esta evidencia vamos a presentarla de manera breve. Se
puede hacer referencia, de manera ilustrativa, a dos pasajes importantes y sus
implicaciones.

Primero, cuando Juan escribe el Apocalipsis, los cristianos se hallan


relacionados, con gran tensión, con los judíos. Se considera al Cristianismo el
verdadero Israel y a los cristianos como los verdaderos judíos. En Apocalipsis 2:9
leemos la palabra de Jesús a una de Sus iglesias de la época: "Yo conozco tus obras,
y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen
ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás."

7
¿Quién sino un judío se llamaría a sí mismo un judío? Pero en la historia
formativa inicial del Cristianismo, se presenta a los creyentes por todas partes en el
Nuevo Testamento como "simiente de Abraham," "la circuncisión," "el Israel de
Dios," los "verdaderos judíos," etc. Debemos recordar que incluso Pablo, el apóstol
a los gentiles, tomó votos judíos y que mandó a circuncidar a Timoteo. Pero después
de la destrucción del Templo (70 d.C.) ya no hubo más tendencia a entremezclarse.
De hecho, el afamado rabí judío Gamaliel II interpuso una maldición contra los
cristianos en la bendición diaria, que virtualmente prohibía la interrelación social.

En el Apocalipsis se representa a los judíos como llamándose a ellos mismos


"judíos" pero de una manera vacía. No son verdaderos judíos en el sentido
fundamental y espiritual, que fue el argumento de Pablo en Romanos 2. Esto
sugeriría una fecha anterior a la separación final entre el Judaísmo y el Cristianismo.
El Cristianismo fue una religión protegida bajo la legislación religio licita de Roma
en tanto se le considerara una secta del Judaísmo. La separación legal del
Cristianismo del Judaísmo sucedió en sus etapas iniciales, comenzando con la
persecución de Nerón a finales del 64 d.C. Finalizó tanto legal como culturalmente
con la destrucción del templo, como prácticamente concuerdan todos los eruditos
históricos y del Nuevo Testamento. Es interesante notar que, en los años 80s d.C., el
escritor cristiano Bernabé hace una división radical "nosotros/ellos" entre Israel y la
Iglesia (Epístola 13:1).

Segundo, al momento en que Juan escribe, todo se encuentra en las etapas


iniciales de un cambio fundamental. Apocalipsis 3:9 dice: "He aquí, yo entrego de la
sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he
aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado."

Juan señala a la humillación de los judíos que se aproxima, señalando que Dios
vindicará a Su Iglesia contra ellos. En efecto, Él haría que los judíos se postraran a
los pies de los cristianos. Esto no puede ser una referencia más que a la destrucción
de Israel y el Templo, que fue profetizado por Cristo. Después de ese horrible evento
los cristianos comenzaron a hacer referencia a la destrucción del Templo como una
vindicación apologética del Cristianismo. Ignacio (107 d.C.) es un ejemplo clásico
de esto en su obra Magnesios 10. Hay docenas de tales referencias en escritores
como Melito, Tertuliano, Clemente de Alejandría, Lactancio y otros.

Hay otros argumentos con respecto al carácter judío del Apocalipsis, tales como
su gramática, su referencia a las doce tribus, alusiones al sistema sacerdotal, la
adoración en el templo y así sucesivamente. El punto parece lo suficientemente
claro: Cuando Juan escribe el Apocalipsis el Cristianismo no se halla divorciado de
Israel. Después de 70 d.C. tal no sería el caso. Esta es una fuerte evidencia socio-
cultural para una composición anterior al 70 d.C.
8
Conclusión

He examinado la evidencia política con respecto a los Siete Reyes, la evidencia


arquitectónica del Templo que aún está en pie y la evidencia socio-cultural de la
precaria combinación judíos/cristianos. Estos sugieren que el Apocalipsis fue escrito
antes de la destrucción del Templo en agosto del año 70 d.C., e incluso antes de la
muerte de Nerón César, que ocurrió el 8 de junio de 68 d.C. Creo que incluso
podemos colocarla antes del estallido formal de la Guerra Judía en 67 d.C., aunque
no antes del inicio de la persecución bajo Nerón que comenzó en noviembre de 64
d.C.

Si hubiese tiempo consideraríamos la evidencia externa. Creo que se puede


elaborar un caso para la reconstrucción de la famosa declaración de Ireneo que es la
principal evidencia a partir de la tradición. Este permitiría el espacio para una
composición temprana para el Apocalipsis al aplicar su referencia acerca del reinado
de Domiciano al mismo Juan con respecto a su ministerio activo, en lugar de la
escritura del Apocalipsis por Juan.

Junto con un gran número de eruditos bíblicos, estoy convencido que el Pastor de
Hermas muestra una dependencia del Apocalipsis. También creo que hay evidencia
para ubicar la fecha de composición del Pastor a finales de los 80s. El Canon de
Muratori dice que Juan escribió las cartas a las siete iglesias antes que Pablo
terminara sus cartas a las iglesias, que fueron a siete congregaciones diferentes.
Tertuliano relata una tradición que parece indicar que Juan fue desterrado casi al
mismo tiempo en que Pedro y Pablo fueron martirizados. Clemente de Alejandría
nos informa que toda revelación cesó bajo el reinado de Nerón. Hace esta afirmación
mientras sostiene en otras partes que el Apocalipsis de Juan fue inspirado por Dios.
Epifanio fecha el Apocalipsis bajo el reinado de Claudio. Este es un error garrafal,
inexplicable y único, o es una referencia a Nerón por su otro nombre. El nombre
adoptivo completo de Nerón fue Nerón Claudio César. Varios manuscritos siriacos
asignan específicamente el destierro de Juan al reinado de César. Arethas interpreta
muchas de las profecías del Apocalipsis como cumpliéndose en la Guerra Judía y
Andreas tiene que combatir tales interpretaciones en su época.

Creo que la fecha temprana de composición del Apocalipsis puede ser


firmemente establecida en la séptima década del primer siglo, no en la última.
Habiendo llegado a esta conclusión, permítanme ahora pasar a considerar:

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El Tema del Apocalipsis

Cuando se interpreta cualquier libro de la Biblia es importante que entendamos la


audiencia a la cual fue originalmente dirigido. Existen al menos tres factores en
Apocalipsis que enfatizan la audiencia original y sus circunstancias históricas. Estas
comienzan a movernos hacia la posición preterista. Cuando éstas se combinan con el
tema de la expectativa del Apocalipsis (con lo cual trataré en un momento), se
justifica el enfoque preterista sobre la base de sólidos principios hermenéuticos.

La Relevancia de la Audiencia

En el Apocalipsis tenemos evidencia clara de que Juan está escribiendo a iglesias


particulares, históricas e individuales que existían en su época. Apocalipsis 1:4a
dice: “Juan, a las siete iglesias que están en Asia.” En el versículo 11 nombra
específicamente a las siete iglesias a las cuales habla. Sabemos que estas son
ciudades históricas que contenían iglesias históricas. Se trata con estas iglesias de
manera específica en términos de sus circunstancias histórica y culturalmente únicas
en los capítulos 2 y 3. Son abordados cristianos reales del primer siglo.

Segundo, como lo indiqué previamente, Juan le escribe a estas iglesias para ser
entendido. Apocalipsis 1:3 dice: “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las
palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está
cerca.” Se esperaba que cristianos reales del siglo primero entendieran y pusieran
atención al mensaje de Juan como algo de lo más relevante para ellos.

Tercero, en el Apocalipsis, Juan señala que él y las siete iglesias ya han entrado
en “la tribulación” (Apoc. 1:9a): “Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro
en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada
Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.” En
Apocalipsis 2 y 3 hay alusiones a mayores problemas que se maquinan en el
escenario mundial. Los cristianos reales del siglo primero habían de tener un interés
profundo y personal con respecto a la época en la cual vivían.

Expectativas Contemporáneas

Es extraordinariamente importante que el intérprete del Apocalipsis comience en


los primeros versículos del libro y dejar que ellos le dirijan al enfoque interpretativo
apropiado. La verdad del asunto es: Juan declara específicamente que las profecías
del Apocalipsis, que fueron escritas a siete iglesias históricas, comenzarían a
suceder en el lapso de un período de tiempo muy corto. Juan enfatizó esta verdad en
una variedad de maneras. Señalemos brevemente su expectativa contemporánea
desde dos ángulos.
10
Primero, debemos notar que él varía su manera de expresión, como para evitar
cualquier confusión potencial en cuanto a lo que quiere decir. El primero de estos
términos con el que nos encontramos en el Apocalipsis es la palabra griega tachos,
traducida “en breve.” Juan está explicando el propósito por el cual haber escrito en
Apocalipsis 1:1, que dice: “La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para
manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto [tachos]; y la declaró
enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan.” Este término también ocurre en
Apocalipsis 2:16; 3:11 y 22:6, 7, 12, 20.

Otro término que Juan usa es eggus, que significa “cercano.” Este término se
encuentra en Apocalipsis 1:3 y 22:10. En Apocalipsis 1:3 leemos: “Bienaventurado
el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella
escritas; porque el tiempo está cerca [eggus].” Apocalipsis 22:10 dice: “Y me dijo:
No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca
[eggus].” La importancia de eggus en nuestro contexto es claramente el de cercanía
temporal.

Segundo, Juan enfatiza su anticipación de la pronta ocurrencia de su profecía por


medio de la ubicación estratégica de estas referencias de tiempo. Él coloca sus
declaraciones de tiempo más vigorosas tanto en la introducción como en la
conclusión del Apocalipsis. La declaración de expectación se encuentra dos veces en
los primeros tres versículos: Apocalipsis 1:1 y 3. La misma idea se encuentra cuatro
veces en sus comentarios finales: Apocalipsis 22:6, 7, 12, 20. Es como si Juan
colocara cuidadosamente toda la obra entre corchetes para evitar cualquier
confusión. Es importante señalar que estas declaraciones ocurren en las secciones
más históricas y didácticas del Apocalipsis, antes y después de las grandes visiones
dramático-simbólicas.

Con la particularidad de la audiencia enfatizada en conjunción con su mensaje de


la inminente expectativa de la ocurrencia de los eventos, no veo cómo se pueda
escapar un preterismo de algún tipo.

Declaración del Tema

El tema del Apocalipsis se encuentra en Apocalipsis 1:7, “He aquí que viene con
las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra
harán lamentación por él. Sí, amén.”

Estoy convencido de que el lenguaje apocalíptico en este pasaje debe aplicarse a


la venida de juicio sobre Israel por parte de Cristo, en lugar de a la Segunda Venida
al final de la historia temporal. Los eventos del año 70 d.C. como aquellos asociados
11
con el colapso de Babilonia, Egipto y otras naciones, son prefiguraciones tipológicas
de la consumación de la Segunda Venida.

Llegadas en las nubes son emblemas proféticos frecuentes en el Antiguo


Testamento. Sirven como indicadores de visitas divinas de juicio sobre antiguas
naciones históricas. Dios “viene” en juicio judicial sobre los enemigos de Israel en
general (Salmo 18:7-15; 104:3), sobre Egipto (Isaías 19:1), sobre el desobediente
Israel en el Antiguo Testamento (Joel 2:1, 2), y así sucesivamente. Para citar un
ejemplo, Isaías 19:1 dice: “He aquí que Jehová monta sobre una ligera nube, y
entrará en Egipto; y los ídolos de Egipto temblarán delante de él, y desfallecerá el
corazón de los egipcios dentro de ellos.”

Una venida de Cristo en juicio sobre Israel se enseña claramente en forma


parabólica por Cristo en Mateo 21:40, 41, 23, 45:

Cuando venga, pues, el señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores?


Le dijeron: A los malos destruirá sin misericordia, y arrendará su viña a
otros labradores, que le paguen el fruto a su tiempo… Por tanto os digo,
que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que
produzca los frutos de él… Y oyendo sus parábolas los principales
sacerdotes y los fariseos, entendieron que hablaba de ellos.

Esto habla con toda seguridad de la destrucción de Jerusalén, de los principales


sacerdotes y de los Fariseos de la época de Jesús. Y ocurrirá “cuando venga el señor
de la viña.” Este es el juicio-venida de Cristo en el año 70 d.C.

Por muchas razones estoy convencido de que Apocalipsis 1:7 también se refiere a
Su venida en juicio sobre Israel.

Primero, esta venida es un juicio-venida sobre “aquellos que le traspasaron.” El


Nuevo Testamento señala enfáticamente al Israel del primer siglo como responsable
por la crucifixión de Cristo. Israel torció la mano del procurador romano, Poncio
Pilato, cuando los judíos gritaron en Juan 19:15: “¡Fuera, fuera, crucifícale! Pilato
les dijo: ¿A vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes:
No tenemos más rey que César.” Ver también Hechos 2:22-23, 36; 3:13-15; 5:30;
7:52; 1 Tes. 2:14-15.

Segundo. Apocalipsis 1:7 declara que como consecuencia de este juicio “todos los
linajes (phule) de la Tierra (he ge) harán lamentación.” “La Tierra” es una
designación familiar para la Tierra Prometida de Israel. Y como es bien sabido,
Israel se dividía en doce tribus. De hecho, Apocalipsis 7 nos narra sobre la
señalización de 144,000 de entre las doce tribus específicamente designadas de
12
Israel antes que los vientos de destrucción golpeen contra la “tierra.” Cuando
Apocalipsis amplía la definición de “tribus” para incorporar a no-judíos ya no habla
de “la tierra” (he ge), sino de “las naciones” (ethnoi).

Tercero, Jesús incluso les dijo a los líderes judíos del primer siglo que serían
testigos de esta venida en juicio. En Mateo 26:63-64 leemos: “Mas Jesús callaba.
Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si
eres tú el Cristo, el Hijo de Dios. Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo,
que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y
viniendo en las nubes del cielo.”

Esta venida, que se trata de manera extensa en Mateo 24:1-34 iba a ocurrir en Su
generación. Mateo 24:30 y 34 dicen: “Entonces aparecerá la señal del Hijo del
Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al
Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria… De
cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.”

Combinando toda esta información, junto con los hechos históricos de la época,
aprendemos que:

La Guerra Judía con Roma del año 67 al 70 produjo la muerte de decenas de


miles de judíos en Judea, y la esclavización de miles y miles más. El historiador
judío Flavio Josefo, quien fue un testigo ocular, registra que 1.1 millones de judíos
perecieron en la ocupación de Jerusalén.

Pero a pesar de lo espantosa que fue la pérdida de vidas judías, la total


devastación de Jerusalén, la destrucción final del templo y el cese concluyente del
sistema sacrificial fueron lamentados todavía más. El significado pactal de la
pérdida del templo sigue siendo el resultado más dramático de la Guerra. Fue una
pérdida irrepetible, pues el templo jamás ha sido reconstruido. La era del antiguo
pacto se cerró para siempre. De ahí que, cualquier calamidad judía después del año
70 d.C. palidecería en comparación con el significado histórico-redentivo de la
pérdida del templo.

Carácter Temático

Antes de poder desarrollar en realidad el flujo de pensamiento del Apocalipsis,


necesitamos establecer la identidad de un personaje principal e el drama presentado:
¿Quién es la ramera identificada en Apocalipsis 17?

Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una


bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y
13
diez cuernos… y en su frente un nombre escrito, un misterio:
BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE
LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA (Apoc. 17:3, 5).

Algunos han pensado que la ramera representa a la ciudad de Roma porque es


aquí vista reposando sobre las siete colinas y es llamada “Babilonia.” Pero, puesto
que la Bestia misma es quien representa a Roma, parecería redundante hacer que la
mujer representara lo mismo. Tampoco el nombre “Babilonia” le ha pertenecido
históricamente ya sea a Roma o a Jerusalén, y esto no puede ser prueba que la
ciudad es Roma en lugar de Jerusalén. Estoy convencido, más allá de toda duda, que
esta ramera es Jerusalén.

Primero, en Apocalipsis 14:8 “Babilonia” es llamada “la gran ciudad.” La


primera mención de “la gran ciudad” en Apocalipsis 11:8, indiscutiblemente señala
a Jerusalén. Ahí leemos que es el lugar “donde también nuestro Señor fue
crucificado” (cp. Lucas 9:31; 13:33-34; 18:31; 24:18-20).

Su grandeza es con relación a su estatus pactal en el Antiguo Testamento.


“Jerusalén” aparece en la Escritura en 623 ocasiones. Es llamada “la ciudad del gran
rey” (Sal 48:2; Mat 5:35), “la ciudad de Dios” (Sal 46:4; 48:1; 87:3), “el gozo de
toda la tierra” (Sal 48:2; Lam 2:15), y con otros nombres igualmente loables. Incluso
es llamada “la gran ciudad” en otras partes de la Escritura: “Y muchas gentes
pasarán junto a esta ciudad, y dirán cada uno a su compañero: ¿Por qué hizo así
Jehová con esta gran ciudad?” (Jer. 22:8). “¡Cómo ha quedado sola la ciudad
populosa! La grande entre las naciones se ha vuelto como viuda, La señora de
provincias ha sido hecha tributaria” (Lam. 1:1).

Aún escritores paganos hablan en términos elevados de Jerusalén. Tácito la


llamada “una ciudad famosa” (Historias 5:2). Plinio el Viejo escribe que Jerusalén
era “por mucho la ciudad más famosa del antiguo Oriente” (Historia Natural
5:14:70). Apiano, un abogado romano, y escritor (ca. 160 d.C.), la llama “la gran
ciudad de Jerusalén” (Las Guerras Sirias 50).

Segundo, la ramera babilónica está llena de la sangre de los santos, según


Apocalipsis 16:6; 17:6; 18:21, 24. Por ejemplo, Apocalipsis 18:24 dice: “Y en ella
se halló la sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que han sido muertos
en la tierra.” Por supuesto que con el estallido de la persecución de Nerón, que
recientemente había iniciado su marcha, Roma se manchó con la sangre de los
santos. Sin embargo, Roma había entrado sólo recientemente en la fila de los
enemigos de Dios. A lo largo de los Hechos Jerusalén es descrita como la

14
perseguidora y Roma como la protectora del Cristianismo.3 Además, Roma no era
culpable de matar a ninguno de los profetas del Antiguo Testamento, como lo era
Jerusalén.4 Antes de su apedreamiento, Esteban reprende a Jerusalén: “¡Duros de
cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu
Santo; como vuestros padres, así también vosotros. ¿A cuál de los profetas no
persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la
venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores”
(Hechos 7:51-52).

En el contexto del Discurso en el Monte de los Olivos, Jesús reprende a Jerusalén.


Mateo 23:34-35 dice: “Por tanto, he aquí yo os envío profetas y sabios y escribas; y
de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas, y
perseguiréis de ciudad en ciudad; para que venga sobre vosotros toda la sangre justa
que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre
de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el templo y el altar.”

A lo largo del Apocalipsis es el Cordero inmolado quien actúa en juicio contra


Sus verdugos, los judíos. “Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres
vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que
tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados
por toda la tierra” (Apoc. 5:6; cp. 5:12; 13:8). Este Cordero es mencionado
veintisiete veces en el Apocalipsis.5 Y Jerusalén literalmente clamó que el juicio
cayera sobre ella por matar al Cordero de Dios: “Y respondiendo todo el pueblo,
dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos” (Mat. 27:25).

Tercero, la ramera está ataviada con los colores sacerdotales judíos de escarlata,
púrpura y oro descritos en Éxodo 28.6 Estos colores también se encontraban en el
Templo: Josefo describe cuidadosamente la tapicería del Templo de Jerusalén como
“tapicería babilónica en la que se mezclaban el azul, púrpura, escarlata y lino”
(Guerras 5:5:4). Hace esto mientras le da al color de la decoración del Templo
mucho énfasis y elaboración.

La ramera incluso tiene una inscripción blasfema en su frente que da una


representación negativa de la inscripción santa que el sumo sacerdote judío usaba.
En la frente del sumo sacerdote leemos: “Santidad a Jehová” (Éxo. 28:36-38). En la

3
Ver, por ejemplo: Hechos 4:3; 5:18-33; 6:12; 7:54-60; 8:1ff; 9:1-4, 13, 23; 11:19; 12:1-3; 13:45-
50; 14:2-5, 19; 16:23; 17:5-13; 18:12; 20:3, 19; 21:11, 27; 22:30; 23:12, 20, 27, 30; 24:5-9; 25:2-15;
25:24; 26:21. Ver también 2 Cor. 11:24; 1 Tes. 2:14-15; Heb. 10:32-34; Apoc 2:9; 3:9; etc.
4
Jer. 2:30; Mat. 5:12; 23:34, 35; Hechos 7:52; 1 Tes. 2:15.
5
Ver Apoc. 5:6, 8, 12-13; 6:1, 16; 7:9-10, 14, 17; 12:11; 13:8, 11; 14:1, 4, 10; 15:3; 17:14; 19:7, 9;
21:14, 22-23; 22:1, 3.
6
Cp. Apoc. 17:4-5 con Éxo. 25:2, 4; 26:1, 31, 36; 27:16; 28:1-2, 5-12, 15, 17-23, 33.
15
frente de la ramera leemos: “un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE
DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA” (Apoc.
17:5). Y tiene una copa de oro en su mano, como lo hacía el sumo sacerdote el Día
de la Expiación, de acuerdo al Talmud judío.7 Es interesante señalar que la puerta
principal del Templo tenía en ella viñas doradas con grandes racimos de uvas (de los
que se deriva el vino). Los racimos dorados de uvas en la viña eran muy
prominentes, siendo del tamaño de un hombre (Josefo, Guerras 5:5:4). Estos hacen
pensar en la copa de oro que será llena con sangre.

Cuarto. Hay un obvio contraste literario entre la ramera y la novia casta. Esta
yuxtaposición sugiere un contraste intencional entre la Jerusalén de abajo (Apoc.
11:8) y la Jerusalén de arriba (Apoc. 21:2). Esto no es desconocido para los
escritores de la Escritura (cp. Gál. 4:24ff; Heb. 12:18ff.). Cuando comparas
Apocalipsis 17:2-5 con Apocalipsis 21:1ff el contraste provee una destacada imagen
negativa y positiva. Y debemos recordar que la novia es llamada específicamente la
“Nueva Jerusalén” del cielo (Apoc. 21:1-2). Considere:

A Juan se le presentan tanto la ramera como la novia de modos similares:

Apocalipsis 17:1: “Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete
copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la
gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas.”

Apocalipsis 21:9: “Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las
siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven
acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero.”

Se contrasta a las dos mujeres en carácter.

Apocalipsis 17:1: “Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la


que está sentada sobre muchas aguas.”

Apocalipsis 21:9: “Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero.”

Las dos mujeres son vistas en ambientes contrastantes a los que Juan es llevado
por el ángel.

Apocalipsis 17:3: “Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada


sobre una bestia escarlata.”

7
Tazones de oro se usaban en muchas partes en los servicios levíticos. Ver: Éxo. 25:29; 37:16, 17.
16
Apocalipsis 21:10: “Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me
mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios.”

El vestido de cada una es detallado y se presentan en contraste:

Apocalipsis 17:4: “Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada


de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno
de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación.”

Apocalipsis 19:8; 21:11: “Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino,


limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos...
teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra
preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal.”

Quinto. Jerusalén había sido anteriormente llamada con nombres paganos


bastante compatibles con la designación “Babilonia.” En Apocalipsis 11:8 es
llamada “espiritualmente Sodoma y Egipto.” Isaías hizo lo mismo con ella en Isaías
1 donde llamó a Jerusalén “Sodoma y Gomorra” (Isaías 1:9). La idea es que en lugar
de conducirse como la esposa de Dios, se había convertido en uno de Sus enemigos,
como Sodoma, Egipto y Babilonia.

El hecho que la ramera está sentada en la Bestia de siete cabezas (obviamente


representativa de Roma) indica no identidad con Roma, sino alianza con Roma en
contra del Cristianismo. Los judíos exigieron la crucifixión de Cristo y
constantemente realizaron agitaciones contra los cristianos para hacer que los
romanos se involucraran en su persecución (cp. Mat. 23:37ff.; Juan 19:12-16;
Hechos 17:7). (Todavía no he terminado mi investigación, pero creo que el estar
sentada sobre la bestia en un estado de borrachera representa la posición superior de
la mujer en el acto sexual. Es una ramera borracha llevando la iniciativa en su
inmoralidad. En el drama de Apocalipsis no sólo está enredada en un simple
adulterio, sino también en la bestialidad.)

Flujo Temático

Ahora estamos listos para bosquejar brevemente la idea temática del Apocalipsis.
La destrucción de Israel no sólo es el foco del Apocalipsis, sino que se presenta su
juicio de una forma pactal interesante y significativa.

Israel como la esposa de Dios. Debemos recordar que en el Antiguo Testamento


Israel fue tomada misericordiosamente por Dios para ser Su esposa de pacto. A
menudo los profetas mencionan la relación matrimonial de pacto entre Dios e Israel.

17
Jeremías 3:14: “Convertíos, hijos rebeldes, dice Jehová, porque yo soy vuestro
esposo.”

Ezequiel 16 describe en una hermosa imaginería poética, el amor conyugal de


Dios por Israel.

Ezequiel 16:8: “Y pasé yo otra vez junto a ti, y te miré, y he aquí que tu tiempo
era tiempo de amores; y extendí mi manto sobre ti, y cubrí tu desnudez; y te di
juramento y entré en pacto contigo, dice Jehová el Señor, y fuiste mía.”

Otros pasajes que aluden al pacto matrimonial entre Dios e Israel incluyen: Isaías
50:1; 54:5; 62:4; Jeremías 3:20; 31:32; y Ezequiel 16:31-32.

Como acción pactal, el matrimonio de Israel fue formalmente establecido con


testigos apropiados. Deuteronomio 31:28 dice: “Congregad a mí todos los ancianos
de vuestras tribus, y a vuestros oficiales, y hablaré en sus oídos estas palabras, y
llamaré por testigos contra ellos a los cielos y a la tierra.” Ver también:
Deuteronomio 4:26; 30:19.

Pero, como una esposa infiel Israel corrió tras dioses extranjeros, cometiendo
adulterio espiritual contra el Señor. Esta infidelidad adúltera es descrita en muchos
pasajes del Antiguo Testamento.8 Los profetas del antiguo pacto sirvieron como
abogados de Dios. Como VanGemeren lo expresa: “Los profetas habían hablado
como abogados acusadores del pacto de Dios, presentando la acusación de Dios y
declarando el veredicto de Dios.”9 Sobre la base de la Ley de Dios y ante testigos,
legalmente llamaban a Israel a regresar a su esposo de pacto, el Señor Dios. Con
frecuencia presentaban un “caso” (Heb.: ribh) contra Israel, invocando al cielo y a la
tierra como testigos en este drama en el tribunal celestial y según la confirmación
pública del pacto.

Isaías 1:2: “Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crié
hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí.” Isaías se lamenta:
“¿Cómo te has convertido en ramera, oh ciudad fiel? Llena estuvo de
justicia, en ella habitó la equidad; pero ahora, los homicidas” (Isaías
1:21a).

Oseas 4:1: “Oíd palabra de Jehová, hijos de Israel, porque Jehová


contiende con los moradores de la tierra; porque no hay verdad, ni
8
Ver Isaías 1:21; 50:1; 57:8; Jeremías 2:2, 20; 3:1-20; 4:30; 11:15; 13:27; Ezequiel 6:9; 16:32;
Oseas 1:2; 2:5, 7; 3:3; 4:15; Malaquías 2:7.
9
Willem VanGemeren, The Progress of Redemption: The Story of Salvation from Creation to the
New Jerusalem (Grand Rapids: Zondervan, 1988), p. 290.
18
misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra.”

Miqueas 6:2: “Oíd, montes, y fuertes cimientos de la tierra, el pleito de


Jehová; porque Jehová tiene pleito con su pueblo, y altercará con Israel.”
Ver también Oseas 12:2.

En última instancia, su labor fue en vano en el hecho que Israel, finalmente,


demandó la crucifixión del Hijo de Dios, gritando: “¡No tenemos más rey que
César!”

El Decreto de Divorcio contra Israel

Las visiones dramáticas del Apocalipsis están enmarcadas de tal manera que
representan el decreto de divorcio judicial de Dios contra Israel. Lo que sigue, y de
lo cual somos testigos, es su castigo capital por toda clase de pecados, el que se
derivó de su adulterio espiritual.

En Apocalipsis 4 Dios es visto sentado en Su trono judicial. Es interesante notar


que el trono de Dios se menciona en dieciocho de los veintidós capítulos del
Apocalipsis. De hecho, de las sesenta y dos ocasiones en que aparece la palabra
“trono” en el Nuevo Testamento, cuarenta y siete de estas se encuentran en el
Apocalipsis. El elemento judicial es fuerte en este libro, incluyendo referencias a
juicios, testigos y cosas similares.

En Apocalipsis 5 se ve un rollo sellado en la mano de Dios, mientras Él está


sentado sobre Su trono de justicia. El rollo con siete sellos parece representar el
“acta de divorcio” de Dios pasado por el Juez en el trono en contra de Israel. Se
conoce que los decretos de divorcio eran escritos entre los judíos en la era bíblica:
Deuteronomio 24:1, 3; Isaías 50:1; Jeremías 3:8; Mateo 5:31; 19:7; y Marcos 10:4.
Es igualmente cierto que el matrimonio era entendido en términos de un contrato de
pacto: Proverbios 2:17; Ezequiel 16:8; y Malaquías 2:14. Que el rollo en
Apocalipsis 5-8 sería un acta de divorcio se sugiere por las siguientes
consideraciones.

Primero, en Apocalipsis tenemos un énfasis prominente sobre dos mujeres


particulares, dos mujeres que obviamente se corresponden como opuestas la una a la
otra. Las dos mujeres son la malvada ramera de la Bestia (Apoc. 17-18) y la novia
pura de Cristo (Apoc. 21). Como he mostrado, ellas se corresponden con la
Jerusalén terrenal que fue el escenario de la crucifixión de Cristo (Apoc. 11:8) y la
Jerusalén celestial que es santa (Apoc. 21:10). El flujo y sentido del libro es la
revelación y ejecución del juicio legal (Apoc. 15:3; 16:5-7) contra la ramera
fornicaria.
19
Luego de esto somos testigos de la llegada de una novia virginal (Apoc. 21),
obviamente para tomar su lugar después de una cena matrimonial (Apoc. 19). Esto
se ajusta bien con la imaginería paulina en Gálatas 4:24ss, donde habla de la
despedida de una esposa (Agar, quien es representativa de la Jerusalén de abajo) y la
toma de otra esposa (Sara, quien es representativa de la Jerusalén de arriba).

Segundo, el aparente trasfondo antiguotestamentario para esta imaginería se


encuentra en Ezequiel y Levítico. En Ezequiel 2:9-10 se describe el juicio de Israel
como escrito en un rollo por el frente y en la parte posterior y dado a Ezequiel. Esto
se corresponde perfectamente con el rollo en Apocalipsis 5:1. En Ezequiel 2ff se
esboza la devastación de Israel, que se corresponde con Apocalipsis 6ff. En Ezequiel
16 se ve a Israel como la esposa pactal de Dios que se convirtió en una ramera que
confió en su belleza y cometió fornicación (Eze. 16:15). Este es el caso con
Jerusalén-Babilonia en Apocalipsis (Apoc. 18:7). Es derribada y juzgada por su
conducta malvada.

La razón para siete sellos se encuentra también en la imaginería pactal. Los siete
sellos en el rollo de Apocalipsis reflejan el séptuple juicio pactal sobre el cual Dios
le advirtió de antemano a Israel en Levítico 26:14-33. Estos juicios sirven como
amenazas contra Israel si abandonaba a Dios. Los juicios séptuples Levítico tienen
una fuerte influencia en el lenguaje de juicio del Apocalipsis. Cuando estos sellos
son abiertos, comienzan los juicios preliminares.

Tercero, luego del “divorcio” y de los juicios asociados con éste, Juan se vuelve
para ver la llegada de una nueva “novia” desde el cielo (Apoc. 21-22). Pareciera que
la nueva novia no puede ser tomada hasta que se trate primero legalmente con la
esposa fornicaria. Juan importa la imaginería de la ramera, la novia y la festividad
matrimonial; esto no se le está imponiendo al texto desde afuera. De modo que, la
imaginería del divorcio se ajusta bien al flujo dramático de la obra.

La Ejecución de los Juicios

El castigo en la Ley de Dios para el adulterio es la muerte (Lev. 20:10), que en la


ley bíblica era por apedreamiento. De modo que descubrimos enormes trozos de
granizo lloviendo sobre Jerusalén en Apocalipsis 16:21: “Y cayó del cielo sobre los
hombres un enorme granizo como del peso de un talento; y los hombres blasfemaron
contra Dios por la plaga del granizo; porque su plaga fue sobremanera grande.” Esto
fue llevado a cabo históricamente por la décima legión de los ejércitos romanos.

La maquinaria [i.e., las catapultas] que todas las legiones tenían ya


preparadas para ellas estaban admirablemente dispuestas; pero aún más
20
extraordinaria era la que pertenecía a la décima legión; las que lanzaban
dardos y las que lanzaban piedras eran más contundentes y grandes que
el resto, con las cuales no sólo repelieron las excursiones de los judíos,
sino que también vencieron los esfuerzos que se hacían desde la muralla.
Ahora, las rocas que se lanzaban tenían el peso de un talento y tenían un
alcance de dos estadios10 y aún más. El golpe que asestaban no se podía
soportar de ninguna manera, no sólo por aquellos que se hallaban
primero en su trayectoria, sino también por aquellos que estaban más allá
de ellos por un gran espacio. En cuanto a los judíos, al principio
observaban la llegada de la piedra, pues eran de color blanco. (Guerras
5:6:3)

Ahora, Israel no es sólo la esposa de Jehová en el Antiguo Testamento, sino que


su propósito es servirle a Él como un reino de sacerdotes ministrando a las naciones.
De modo que Israel es representado como una ramera con vestiduras sacerdotales.
Siendo tal, hay otra Ley del Antiguo Testamento que sale a colación. Levítico 21:9
advierte, “Y la hija del sacerdote, si comenzare a fornicar, a su padre deshonra;
quemada será al fuego.” Por consiguiente, vemos referencia a que Israel es quemado
con fuego en Apocalipsis 17:16: “Y los diez cuernos que viste en la bestia, éstos
aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y
la quemarán con fuego.”

Luego, habiendo dispuesto legalmente de Israel como una esposa sacerdotal


fornicaria, Apocalipsis vuelve su mirada para considerar una nueva novia. En
Apocalipsis 21 vemos una ciudad descendiendo del cielo como una novia virgen sin
mancha para su esposo. Esta nueva ciudad es una Nueva Jerusalén. Esta “Nueva
Jerusalén” es la Iglesia, de acuerdo a Gálatas 4:21ff. y Hebreos 12:18ff.

Así pues, el tema del Apocalipsis es la ejecución del decreto de divorcio de Dios
contra Israel, su posterior castigo capital y cremación, seguido por Su acción de
tomar una nueva novia, la Iglesia.

Conclusión

En conclusión, creo que el Apocalipsis fue escrito alrededor del año 65 d.C. Creo
además que le habla a la audiencia cristiana original con respecto a las dificultades
que estaban enfrentando y como explicación de la llegada de la separación final de
Jerusalén por la ira de Dios.

10
Un estadio tiene una longitud de 201,2 mts. – N. del T.
21
El libro ha de entenderse de manera preterista, antes que futurísticamente.
Aprendemos esto no sólo a partir de la inminente expectación en el libro, sino
también a partir de su tema (que implica el juicio de los judíos) y debido a sus
personajes más importantes: Jerusalén (como una ramera) y Roma (como una
Bestia).

Traducción de Donald Herrera Terán, para www.contra-mundum.org

Tomado del libro The Book of Revelation and Eschatology por el Dr. Kenneth L.
Gentry, Jr., Th.D.

Se traduce y se publica en Contramundum con el permiso expreso del autor.

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