Tema 1. Constitución Española

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LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 1978: ESTRUCTURA. LOS


PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES: EL ESTADO SOCIAL Y
DEMOCRÁTICO DE DERECHO. LOS VALORES SUPERIORES.
DERECHOS Y DEBERES FUNDAMENTALES.

ESTRUCTURA
La Constitución Española de 27 de diciembre de 1978 está precedida de un preámbulo y consta de
ciento sesenta y nueve artículos, cuatro disposiciones adicionales, nueve disposiciones transitorias,
una disposición derogatoria y una disposición final. Los artículos se dividen en Títulos y algunos
Títulos se dividen en Capítulos. El Capítulo II del Título I, se divide además en dos secciones.

Los Títulos en los que se divide la Constitución son los siguientes:

- Preámbulo. - (sin fuerza jurídica)

- Título Preliminar. - Art. 1 al 9

- Título I- De los derechos y deberes fundamentales- Art. 10 a 55


o Capítulo I. De los españoles y los extranjeros. (11-13)
o Capítulo II. Derechos y libertades. (14-38)
 Sección I, De los Derechos Fundamentales y de las Libertades Públicas.
15-29)
 Sección II, De los Derechos y Deberes de los ciudadanos (30-38)
o Capítulo III. De los principios rectores de la política social y económica. (39-52)
o Capítulo IV. De las garantías de las libertades y derechos fundamentales. (53-54)
o Capítulo V. De la suspensión de los derechos y libertades. (55)

- Título II- De la Corona- Art, 56 a 65

- Título III- De las Cortes Generales- Art. 66 a 96


o Capítulo I. De las Cámaras. (66-80)
o Capítulo II. De la elaboración de las leyes (81-92)
o Capítulo III. De los Tratados internacionales. (93-96)

- Título IV- Del Gobierno y de la Administración- Art. 97 a 107

- Título V- De las relaciones entre el Gobierno y las Cortes- Art. 108 a 116

- Título VI - Del poder judicial- Art. 117 a 127

- Título VII-Economía y Hacienda- Art. 128 a 136

- Título VIII- De la Organización Territorial del Estado- Art. 137 a 158

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o Capítulo I. Principios generales. (137-139)


o Capítulo II. De la Administración local. (140-142)
o Capítulo III. De las Comunidades Autónomas. (143-158)

- Título IX- Del Tribunal Constitucional- Art. 159 a 165

- Título X- De la Reforma Constitucional- Art. 166 a 169

- 4 Disposiciones Adicionales

- 9 Disposiciones Transitorias

- 1 Disposición Derogatoria

- 1 Disposición final.

LOS PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES: EL ESTADO SOCIAL Y


DEMOCRÁTICO DE DERECHO. LOS VALORES SUPERIORES
Los principios constitucionales son los pilares sobre los que se asienta el sustrato político-ideológico
de la misma. Además de fundamentar los propios preceptos constitucionales, los principios
constitucionales tienen un especial valor hermenéutico e interpretativo. Precisamente por esta
posición privilegiada dentro de la Constitución, los requisitos para su modificación resultan
especialmente agravados.

La eficacia de estos principios ha desatado importantes polémicas entre la doctrina, que duda
ente su carácter normativo, o meramente programático. Lo primero supondría que estos principios
vincularían por si mismos a los poderes públicos. Por el contrario, la eficacia programática
implicaría una mera guía o recomendación

Los principios generales de la Constitución Española, aunque de una forma muy general y sin
valor normativo, ya vienen reflejados en su preámbulo, al establecer los objetivos que se pretende
alcanzar (tales como la libertad, la justicia, la seguridad, o el bienestar de todos), mediante
mecanismos de convivencia democrática, de consolidación del Estado de derecho, y de protección
de todos los españoles y todos los pueblos del España.

Por otra parte, a lo largo de su articulado la Constitución hace mención expresa a una serie de
principios, estos sí de carácter claramente normativo, que vinculan directamente a los poderes
públicos, como los específicamente recogidos en el art. 9, entre los que se encuentran los principios
de legalidad, de jerarquía normativa, de publicidad de las normas, de irretroactividad de las
disposiciones sancionatorias no favorables, de seguridad jurídica, etc.

Además de estos principios del Art. 9, existen otra serie principios que podríamos denominar
constitucionales no básicos, incluidos también en el Título Preliminar, y son los incluidos en los
Arts. 3 a 8, leguas oficiales y su especial protección (Art.3), bandera (Art. 4), capitalidad (Art. 5)

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reconocimiento de partidos políticos como expresión del pluralismo político (Art. 6), reconocimiento
de los sindicatos de trabajadores y de las asociaciones empresariales, (Art. 7) y el papel de las
Fuerzas Armadas (Art. 8).

Pero cuando hablamos de principios constitucionales en sentido estricto, solo cabe


considerar, los consagrados en los dos primeros artículos de la Constitución, en los que nos
vamos a centrar:

“España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como


valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo
político”. (Art. 1.1)

“La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del
Estado” (Art. 1.2)

“La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria” (Art. 1.3)

“La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria


común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de
las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas” (Art. 2)

De estos preceptos extrae la doctrina los siguientes principios, estado social y democrático de
derecho; Monarquía parlamentaria y Estado de las Autonomías.

ESTADO SOCIAL Y DEMOCRÁTICO DE DERECHO. -

El artículo 1.1, que prácticamente es una copia de los que refleja la Constitución alemana
(Ley Fundamental de Bonn de 1949) implica la unidad e interdependencia de tres ideas o conceptos
de diferentes orígenes históricos, que fusiona.

-Estado social. - La Constitución reconoce el Estado social en el preámbulo, y en el artículo


1.1 de su título preliminar. Su desarrollo lo realiza a través de lo dispuesto en el capítulo III del título
I, y en el título VII. Y podemos definirlo como aquel que garantiza a los ciudadanos el ejercicio de
irrenunciables derechos sociales, como el derecho a la educación, al trabajo, a la vivienda o a la
sanidad pública.

No todos los derechos sociales son igualmente exigibles, y en muchos casos se limitan a
informar la actuación de los poderes públicos y la actividad judicial. En tal sentido es lo que algunos
autores han venido a denominar, el horizonte utópico de la Constitución.

No obstante, la consagración de este principio implica que los poderes públicos no solo
permiten la igualdad y la libertad, sino que han de intervenir activamente para promover dichos
valores y remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud. Junto a una serie de preceptos
donde se busca una redistribución de la renta más justa y equitativa, la Constitución también plantea

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un Estado intervencionista en la protección de determinados bienes (vivienda, salud, trabajo, cultura,


etc.)

-Estado democrático. - El Estado democrático tiene una doble vertiente. En primer lugar, el
Art. 1.2 reconoce que la soberanía nacional reside en el pueblo español, principio elemental para
sostener la convivencia democrática contenida en el preámbulo, y que es fuente de la legitimidad
democrática directa del poder legislativo. En segundo lugar, para conseguir esta democracia se
requiere un pluralismo político articulado en los partidos políticos, sindicatos, o asociaciones
empresariales, de estructuras democráticas.

En lo referente a la participación ciudadana en los asuntos públicos, el Art. 23 reconoce el


sufragio universal activo y pasivo y el acceso a la función pública en condiciones de igualdad.

La participación ciudadana en el Poder Judicial, se plasma en el Art. 125, que recoge el


derecho al ejercicio de la acción pública, y mediante la participación en la institución del jurado, en
la forma que se determine por las leyes.

-Estado de derecho. - La Constitución establece el imperio de la ley y garantiza la


supremacía del Derecho sobre los poderes públicos. Se recoge tal principio consagrando una
división de poderes, en la que el legislativo goza de legitimidad democrática directa, de donde
emanan leyes que gozan de superioridad jerárquica sobre el resto de producción normativa del
Estado. Por su parte el poder judicial goza de independencia jerárquica frente a los demás poderes,
que garantizan su imparcialidad.

Para completar este abanico, el Art. 9.1 establece el principio de legalidad administrativa,
según la cual la actuación de la administración pública se rige por el derecho, sin que pueda existir
acto que no esté amparado por cobertura normativa. Por otra parte, hay que añadir la interdicción de
los poderes públicos a que hace referencia el Art. 9.3, que a su vez proclama el principio de
publicidad de las normas, y el principio de irretroactividad de las disposiciones sancionadoras
no favorables o restrictivas de derechos individuales.

MONARQUÍA PARLAMENTARIA.

El artículo 1.3 de la Constitución Española proclama “La forma política del Estado español
es la Monarquía parlamentaria”. La forma de gobierno que se establece supone que la Jefatura del
Estado es ocupada por un Rey, que está sometido al control parlamentario, que no controla el poder
ejecutivo, y que es hereditaria.

El Rey, por tanto, simboliza la unidad del Estado, asume la más alta representación del
mismo, y tiene encomendada una labor de arbitraje y moderación entre el resto de poderes del
Estado. Se configura así una monarquía con un poder eminentemente simbólico y que no concede al
Rey una capacidad efectiva de decisión, donde habría que concluir que, el Rey reina, pero no
gobierna.

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La constitución dedica a la figura de la Corona el Titulo II, artículos 56 a 65, donde se regula,
no solo su valor simbólico, sino sus funciones, la sucesión al Trono (Art. 57), la Regencia, la tutela
durante la minoría de edad del rey, (Art. 60) y el refrendo de las decisiones del Rey. (Art. 64)

ESTADO DE LAS AUTONOMIAS Y UNIDAD DE LA NACION ESPAÑOLA.

La Constitución española, según se declara en su Art. 2, “se fundamenta en la indisoluble


unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles”, pero al mismo
tiempo pone en relación, reconociendo y garantizando “el derecho a la autonomía de las
nacionalidades y las regiones que la integran, y la solidaridad entre todas ellas”.

Frente a las dos concepciones clásicas de la organización territorial de un estado, estado


unitario o estado federal, la Constitución Española opta por una tercera vía, el estado de las
autonomías.

Este principio de autonomía, que no se contrapone con el principio de unidad de la Nación


española, preside todo el desarrollo de la configuración territorial del Estado que se recoge en el
Titulo VIII “de la Organización Territorial del Estado”, y que comprende los Art. 137 a 158.

Los principios generales de este Título, que vienen recogidos en los artículos 137 a 139,
establecen que El Estado se organiza en municipios, provincias y Comunidades Autónomas, a
quienes se les garantiza autonomía para la gestión de sus respectivos intereses. Hay que distinguir,
no obstante, la autonomía local (de municipios y provincias) de carácter marcadamente
administrativo, del amplio régimen de autonomía de las nacionalidades y regiones, de mayor calado
político-administrativo, que incluye la transferencia de importantes competencias (art. 148), la
formulación de órganos de gobierno propios (Art. 147) y la potestad de crear normas legislativas
propias (Art. 150)

No obstante, se refuerza de nuevo el principio de solidaridad recogido en el Art. 2,


garantizando su realización efectiva y remarcando que “Todos los españoles tienen los mismos
derechos y obligaciones en cualquier parte del territorio español” (Art. 139)

LOS VALORES SUPERIORES.


El Art. 1.1 tras proclamar que España se constituye como un Estado social y Democrático de
Derecho, propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la
igualdad y el pluralismo político.

Estos valores, notas definitorias del propio Estado, y que evidentemente son guía para los
legisladores y para los jueces a la hora de interpretar el derecho, son valores que encierran un ancho
margen de actuación, ya que se trata de conceptos abiertos, que pueden tener diversas lecturas y
donde la evolución social puede modular su interpretación a lo largo de la historia, pero siempre
dentro de su carácter teleológico, destinado a garantizarlos.

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El propio Tribunal Constitucional, que en numerosas sentencias se ha referido a la


Constitución como orden de valores, a los que los poderes públicos deben dirigir toda su actuación,
ha venido a estimar que la enumeración de valores superiores que contiene este artículo, no son un
numerus clausus y de hecho, ha concedido este rango al derecho a la vida.

LA LIBERTAD.

La libertad en cuanto a valor superior del ordenamiento jurídico, tiene su plasmación más
específica en el Capítulo II del Título I, bajo la denominación de “Derechos y libertades”.

La Constitución, al proclamar el valor superior de la libertad está consagrando el


reconocimiento de la autonomía del individuo para elegir, y la proclama además como valor
anterior al propio ordenamiento constitucional y vinculado a la propia naturaleza humana.

Así se reconoce expresamente el derecho a la libertad ideológica y religiosa, a la libre


expresión, a la seguridad, a la residencia, y a la libre circulación

“Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la
igualdad del individuo y de los grupos en que se integre sean reales y efectivas”. (Art. 9.2)

El valor libertad tiene por tanto dos grandes dimensiones, una organizativa que se refleja en
la propia organización de las instituciones del Estado y, otra dimensión directamente vinculada al
status de las personas en esa organización social.

El Tribunal Constitucional ha conectado este valor superior con el antiguo principio liberal
de que a un ciudadano le está permitido todo lo que no está expresamente prohibido, cuando ha
afirmado que “este principio general de libertad autoriza a los ciudadanos a llevar a cabo todas
aquellas actividades que la ley no prohíba o cuyo ejercicio subordine a requisitos o condiciones
determinadas”.

Estas reglas profundas, que siguen siendo la base estructural de cualquier construcción de un
Estado de Derecho, quedaron plasmadas en la Declaración de derechos del hombre y del ciudadano
de 1789, que en su art. 4 establecía que “la libertad consiste en poder hacer todo lo que no perjudica
a otro; así los derechos naturales de cada hombre, no tienen otros límites que los que aseguran a los
demás miembros de la sociedad el goce de esos mismos derechos. Estos límites no pueden ser
determinados más que por la Ley”

LA JUSTICIA.

El valor justicia no es un valor claramente identificable en abstracto, para muchos se asimila


al derecho natural y puede entenderse, en cierto sentido, como un contrapunto imposible al derecho
positivo, pero también como el valor, el fin ideal, a que debe tender todo el ordenamiento jurídico.

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Algunos autores identifican el valor justicia con los contenidos de libertad del sistema
democrático.

La Constitución proclama que la justicia emana del pueblo y se administra en nombre del
Rey, por jueces y magistrados, y reconoce que todas las personas tienen derecho a la tutela
efectiva de jueces y tribunales, sin que en ningún caso pueda producirse indefensión.

El texto constitucional dedica el Titulo VI al Poder Judicial y el Título IX al Tribunal


Constitucional.

Aunque como hemos visto, el valor superior de justicia tiene manifestaciones en numerosos
preceptos constitucionales, en la práctica encierra enormes dificultades para, en base a ello,
pretender la declaración de inconstitucionalidad de leyes que se estimen injustas. No puede extrañar
por tanto que el propio Tribunal Constitucional haya eludido la aplicación directa de este valor,
excepto en su ámbito más estricto, es decir, que se refiere a la Administración de Justicia.

LA IGUALDAD.

La Constitución Española, al incluir junto con la libertad, la igualdad, como valor superior,
opta por entender que ambos valores, lejos de ser contrapuestos, han de ser necesariamente
armonizados de forma conjunta. Sin que el valor de la igualdad pueda ser perseguida en detrimento
del valor superior de la libertad, por tratarse ambos partes inherentes de la condición humana.

El valor igualdad tiene dos grandes dimensiones, la igualdad formal y la igualdad


material o real y efectiva.

La igualdad formal se plasma en la igualdad ante la ley que recoge el Art. 14, cuando afirma
que los españoles son iguales ante la ley sin que pueda haber discriminación por razón de
nacimiento, raza, seco, opinión, religión o cualquier otra condición o circunstancias personal o
social.

Por su parte, la igualdad material, pretende remediar la situación de escasez existente en la


sociedad mediante una justa distribución de los bienes, respecto al mayor número posible de
personas. El Estado debe permitir el ejercicio de sus derechos y libertades por los ciudadanos, pero
tutelando que no se produzcan explotaciones de los más débiles ni la potenciación de las
desigualdades existentes. Por imperativo del Art. 9.2, los poderes públicos deben promover las
condiciones para que la libertad y la igualdad, sean reales y efectivas, removiendo los obstáculos que
impidan o dificulten su plenitud.

Todos los españoles tienen los mismos derechos y obligaciones en cualquier parte del
territorio del Estado. (Art. 139)

El Tribunal Constitucional, ha realzado la importancia de la constitucionalización del valor


de la igualdad, al que ha calificado de valor preeminente del ordenamiento jurídico español, al
que debe colocarse en un rango central. (SSTC 103/1983 y 8/1986).

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EL PLURALISMO POLÍTICO.

El pluralismo político es un concepto acuñado por el pensamiento liberal y, por supuesto,


incompatible con el régimen de partido único o con el dogmatismo en la esfera política. El
pluralismo político nos es un valor de alcance tan general como los anteriores, si bien su inclusión en
la Constitución se explica por el momento histórico en que la misma se produce y por el deseo de
poner punto y final al régimen político del franquismo.

Su reflejo más claro dentro del texto constitucional lo encontramos en el Art. 6 que afirma
que “los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y
manifestación de la voluntad popular... “. Sin embargo, en sentido más amplio, también se
reconoce el pluralismo en general al regular el derecho a la autonomía de las nacionalidades y
regiones, al regular el pluralismo lingüístico, al regular los sindicatos de trabajadores y las
asociaciones empresariales, y al regular por último el derecho de asociación.

El Tribunal Constitucional ha asumido como función propia “fijar los límites dentro de los
cuales pueden plantearse legítimamente las distintas opciones políticas, pues, en términos generales,
resulta claro que la existencia de una sola opción, es la negación del pluralismo”.

DERECHOS Y DEBERES FUNDAMENTALES.


INTRODUCCIÓN.

Siguiendo a Peces Barba, los derechos fundamentales pueden ser definidos como “facultad que la
norma atribuye a la persona en lo referente a su vida, su libertad, la igualdad, la participación política
o social o cualquier otro aspecto fundamental que afecte su desarrollo integral como persona, en una
comunidad de hombres libres, exigiendo el respeto de los demás hombres, de los grupos sociales y
del Estado y con posibilidad de poner en marcha el aparato coactivo del Estado en caso de
infracción”.

Las constituciones reconocen a los ciudadanos una serie de derechos fundamentales, que se dividen
por la Doctrina en tres grandes grupos:

1) derechos y libertades personales;

2) derechos cívico-políticos

3) derechos socio-económicos.

Frente a esta clasificación doctrinal, en nuestra Constitución se realiza una clasificación atendiendo
al distinto nivel de protección, que se estudia a continuación.

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BLOQUES DE DERECHOS Y GARANTÍA DE LOS MISMOS.

La Constitución española de 1978 regula los derechos fundamentales en su Título I “De los derechos
y deberes fundamentales”, artículos 10 a 55, distinguiendo tres bloques de derechos y libertades con
distinto nivel de protección, en función de su trascendencia, conforme al sistema de garantías
establecido en el artículo 53.

Primer bloque: derechos fundamentales y libertades públicas.

Se comprenden aquí los derechos más dignos de protección por su especial trascendencia para la
persona. Se incluyen en este bloque el principio de igualdad ante la ley, proclamado en el artículo
14; el derecho a la objeción de conciencia reconocido en el artículo 30, y los derechos regulados en
la Sección 1ª “De los derechos fundamentales y de las libertades públicas”, del Capítulo II, artículos
15 al 29:

- Art. 15: derecho a la vida y a la integridad física y moral.


- Art. 16: derecho a la libertad ideológica, religiosa y de culto.
- Art. 17: derecho a la libertad y seguridad.
- Art. 18: derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen.
- Art. 19: derecho a la libertad de circulación.
- Art. 20: libertad de expresión.
- Art. 21: derecho de reunión.
- Art. 22: derecho de asociación.
- Art. 23: derecho de participación política.
- Art. 24: derecho a la tutela judicial efectiva.
- Art. 27: derecho a la educación.
- Art. 28: derecho a la sindicación y a la huelga.
- Art. 29: derecho de petición.

De acuerdo con el artículo 53, estos derechos gozan de las siguientes Garantías:

 Vinculan a todos los poderes públicos.


 Están sometidos a reserva de ley, que en el caso de los derechos comprendidos en la Sección
1ª del Capítulo II será ley orgánica (conforme a los artículos 53.1 y 81.1).
 Se protegen mediante los siguientes procedimientos judiciales especiales:

a) Procedimiento basado en los principios de preferencia y sumariedad ante los Tribunales


ordinarios.
b) Recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional.
c) Recurso de inconstitucionalidad. Por otro lado, la reforma de los derechos regulados en la
Sección 1ª del Capítulo II se equipara a una reforma total de la Constitución, debiendo
ajustarse al procedimiento reforzado del artículo 168.

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Segundo bloque: Derechos y deberes de los ciudadanos.

Este segundo bloque comprende aquellos derechos que tienen indudable trascendencia, pero a los
que la Constitución les otorga un grado de protección menor.

Son los regulados en la Sección 2ª “De los derechos y deberes de los ciudadanos” del Capítulo II,
artículos 30 al 38:  Art. 30: derecho y deber de defender a España.

- Art. 31: deber de contribución a los gastos públicos de acuerdo con la capacidad
económica.
- Art. 32: derecho al matrimonio.
- Art. 33: derecho a la propiedad privada y a la herencia.
- Art. 34: derecho de fundación.
- Art. 35: derecho y deber de trabajar.
- Art. 37: derecho de negociación colectiva y a la adopción de medidas de conflicto
colectivo.
- Art. 38: derecho a la libertad de empresa.

De acuerdo con el artículo 53, este bloque de derechos goza de las siguientes Garantías:

- Vinculan a todos los poderes públicos.


- Están sometidos a reserva de ley ordinaria.
- Se protegen mediante el recurso de inconstitucionalidad.

Tercer bloque: Principios rectores de la política social y económica.

Se incluyen aquí aquellos derechos que, si bien son normas de obligado cumplimiento para el
legislador, no poseen tanta importancia como los anteriores y por tanto gozan del menor nivel de
protección.

Son los regulados en el Capítulo III “De los principios rectores de la política social y económica”,
artículos 39 al 52:

- Art. 39: protección de la familia.


- Art. 40: obligación de promover el progreso económico y social, así como el pleno
empleo.
- Art. 41: obligación de mantener un régimen público de seguridad social.
- Art. 42: protección de los emigrantes.
- Art. 43: derecho a la protección de la salud.
- Art. 44: derecho al acceso a la cultura.
- Art. 45: derecho a disfrutar del medio ambiente.
- Art. 46: protección del patrimonio histórico, cultural y artístico.
- Art. 47: derecho a una vivienda digna.
- Art. 48: participación de la juventud.
- Art. 49: protección de las personas con discapacidad.
- Art. 50: protección de la tercera edad.

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- Art. 51: protección de los consumidores y usuarios.

De acuerdo con el artículo 53.3, este bloque de derechos goza de las siguientes Garantías:

 Informarán la legislación positiva, la práctica judicial y la actuación de los poderes públicos.


 Sólo podrán ser alegados ante la Jurisdicción ordinaria de acuerdo con lo que dispongan las
leyes que los desarrollen.
 Las leyes que los desarrollen pueden ser declaradas inconstitucionales en el supuesto de que
los vulneren.

El defensor del Pueblo.

El anterior sistema de garantías se completa con la institución del defensor del Pueblo, que será
regulada por una ley orgánica, como alto comisionado de las Cortes Generales, designado por éstas
para la defensa de los derechos comprendidos en el Título I, a cuyo efecto podrá supervisar la
actividad de la Administración, dando cuenta a las Cortes Generales (artículo 54). 2

Suspensión de los derechos y libertades.

La Constitución, en su artículo 55, establece la posibilidad de suspender determinados derechos y


libertades en dos tipos de supuestos:

- Declaración de los estados de excepción o de sitio en los términos previstos en la


Constitución.
- Sin necesidad de declarar los anteriores estados, en la forma y los casos que determine
una ley orgánica, de forma individual y con la necesaria intervención judicial y el
adecuado control parlamentario, en relación con las investigaciones correspondientes a la
actuación de bandas armadas o elementos terroristas.

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