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Tetreault, D.; Ochoa-García, H. y Hernández-González E. Coords.

(2012) Conflictos
socioambientales y alternativas de la sociedad civil. Guadalajara: ITESO.

Deterioro y resistencias. Conflictos


socioambientales en México*

María Fernanda Paz Salinas

En agosto de 2008, cerca de 30 organizaciones y grupos de ciudadanos


de nueve entidades del país acordaron construir la Asamblea Nacional de
Afectados Ambientales (anaa).1 Todos venían de experiencias singulares,
de sitios distintos y con diferentes trayectorias organizativas, o incluso sin
antecedente alguno de organización. Todos coincidían, no obstante, en su
condición de agraviados ambientales: por despojo de recursos y territorios,
por destrucción o amenaza de destrucción de su entorno de vida, o por
afectación de la vida misma a causa de la contaminación del agua, el suelo
o el aire.
En septiembre de 2010, dos años más tarde, con la presencia de 1,135
personas de 16 estados del país y un total de 90 organizaciones y comu-

* El presente trabajo forma parte del proyecto “Conflictos socio ambientales y movilización social.
Tipificación y análisis”, papiit IN305310, financiado por la Dirección General de Asuntos del
Personal Académico (dgapa), de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam). Los
datos que se presentan son avances de dicha investigación.
1. La anaa es un espacio no partidista de encuentro de organizaciones, comunidades y grupos
de estudiantes y académicos que denuncian y luchan en contra de la afectación ambiental. Fue
creada de manera formal en septiembre de 2008, con el objetivo de compartir experiencias, dar
visibilidad a las luchas ambientales y proponer conjuntamente propuestas alternativas de sustenta-
bilidad. Con excepción del primer año, en el que llevó a cabo cuatro asambleas para consolidarse, a
partir de 2010 ha sesionado cada año. Desde 2009, cuenta con un Consejo Nacional de representantes
de las organizaciones y grupos que constituyen la Asamblea, como instancia que coordina y ejecuta
los acuerdos tomados en ella [véase de disponible en: http://www.afectadosambientales.org/].

Deterioro y resistencias. Conflictos socioambientales en México 27


nidades, la Asamblea se reunió por sexta ocasión, en Magdalena Ocotlán,
Oaxaca.2 En el trascurso de estos años, los conflictos sociales por afectación
ambiental se multiplicaron: de 12 casos de conflicto presentados en la pri-
mera asamblea,3 se pasó a 65 en la reunión de Oaxaca. Sobre ellos y otros
más se pretende llamar la atención aquí.
Los conflictos socioambientales no son un fenómeno reciente. Las dis-
putas por el uso, acceso y control de territorios y recursos naturales (agua,
bosques, tierras, minerales, etc.) han estado siempre presentes; no obstante,
la modalidad que ahora presentan es distinta. Hoy no solo hay una pugna por
recursos y territorios en los ámbitos rurales; en las zonas urbanas el ambiente
es asimismo objeto de disputa. Las causas de los enfrentamientos ya no se
centran exclusivamente en el uso, el acceso y el control de los recursos
sino también, y sobre todo, en la afectación o el riesgo de afectación so-
cioambiental que generan las modalidades de apropiación y explotación
en la era global–neoliberal.
¿Qué dicen los conflictos socioambientales del avance del capital en nues-
tro país? ¿qué referencias dan del estado y sus instituciones como garantes
de los derechos sociales? ¿cuáles son las causas profundas de los agravios
convertidos en conflictos? El presente trabajo busca presentar un primer
panorama general de la experiencia mexicana, con el fin de acercarnos a
estas interrogantes.

2. La segunda y tercera asambleas se llevaron a cabo en la ciudad de México; la cuarta se desarrolló


en el municipio de El Salto, Jalisco, y la quinta tuvo lugar en Chichicuautla, Puebla, comunidad
vecina al ejido La Gloria, de Perote, Veracruz, donde se asientan las granjas de puercos Carroll.
La elección del lugar donde se realiza la sesión de la Asamblea es votada de manera colectiva y
responde a la urgencia de la lucha que se desarrolla en el lugar elegido.
3. En la primera anaa, celebrada en la Facultad de Economía de la unam, se presentaron los casos de
conflicto por la construcción de la presa La Parota, en Guerrero; por la construcción de carreteras
y libramientos en Puebla, Tlaxcala y Distrito Federal; por la construcción de la línea 12 del metro
en el Distrito Federal; por la contaminación de los ríos Atoyac, en Puebla–Tlaxcala, y Santiago, en
Jalisco, debido a los impactos que ellos provoca en la salud de los habitantes que viven en las zo-
nas ribereñas; por la construcción de rellenos sanitarios y confinamientos tóxicos en Cuernavaca,
Morelos, Jilotzingo, estado de México y Temascalapa, también estado de México, y por último,
por la afectación al abasto de agua debido a los desarrollos inmobiliarios en Xoxocotla, Morelos,
y Tecámac, estado de México.

28 Conflictos socioambientales y alternativas de la sociedad civil


El mapa de conflictos que se presenta, y que servirá de guía y referencia
continua en esta discusión, se fue construyendo a partir de dos fuentes:
desde la propia anaa, que generosamente permitió hacer un registro de
casos en sus diferentes sesiones, y desde una sistematización de información
de prensa, realizada de manera cotidiana desde el 1 de enero de 2010 hasta
mayo de 2011. Todos los casos que se presentan han sido sistematizados en
una base de datos georreferenciada y están documentados con información
directa captada a través de entrevistas, y con información obtenida de forma
indirecta a través de la prensa o en red. Algunos de ellos, los menos, han
sido resueltos al momento de escribir estas líneas; otros más están en estado
latente; la gran mayoría está activa. Se incluyen todos para comprender la
expresión del fenómeno durante los últimos tres años.
El objetivo de estas líneas no es solo descriptivo. Desde un enfoque de
ecología política, interesa trazar algunas constantes y comenzar a buscar
explicaciones de este hecho social en el marco de procesos tanto de orden
estructural, como simbólico: la expansión del capital y su expresión am-
biental–territorial; la reconfiguración de la relación estado–sociedad en el
contexto neoliberal; el fortalecimiento de la sociedad civil, y los procesos
de significación a través de los cuales los sujetos agraviados construyen el
sentido del agravio para darle forma a su acción.
En la primera parte del trabajo se plantea la aproximación teórico con-
ceptual desde donde se acerca al tema de los conflictos socioambientales. La
argumentación de la hipótesis sobre sus causas se desarrolla en la segunda
parte de este documento, a partir de la referencia empírica. El qué, el por
qué, el dónde, el cuándo y el cómo son las preguntas que guían la discusión
en esta sección, en donde las preocupaciones principales giran en torno a la
explicación tanto de la emergencia de los conflictos como de la afectación
socioambiental que estos denuncian. Por último, en la tercera parte, se vuelve
a la anaa y a otras formas asociativas, y desde ahí se tejen los comentarios
finales alrededor de los procesos de resistencia frente al deterioro socioam-
biental en el México neoliberal.

Deterioro y resistencias. Conflictos socioambientales en México 29


Conflictos socioambientales: ¿Desde dónde abordarlos?

Muchos trabajos hoy día están enfocados al estudio de los conflictos re-
lacionados con aspectos ambientales. Para algunos, se trata de conflictos
sociales ambientalmente inducidos por procesos de deterioro o escasez en
contextos de presión poblacional. Desde un enfoque de seguridad ambien-
tal y algunos de los estudios de la paz, se busca explicar la emergencia y
el desarrollo de conflictos sociales de contenido ambiental como producto
de procesos de cambio ambiental y competencia por recursos escasos. Los
trabajos impulsados desde los años noventa por Thomas Homer–Dixon
(1994, y Percival y Homer–Dixon, 2001) y otros investigadores vinculados
al llamado Grupo de Toronto, buscan documentar con datos empíricos la
relación entre la escasez, el deterioro ambiental y los conflictos violentos.
Su tesis es simple: el deterioro ambiental produce escasez de recursos, y
esta es causa de confrontación social cuando además existen condiciones
de presión demográfica y desigualdad en la distribución de los recursos.
Sobrepoblación, pobreza y deterioro ambiental se convierten en las variables
que explican la emergencia de conflictos.
La pregunta que no se formula desde este enfoque es: ¿qué provoca el
deterioro y la pobreza? Con esa omisión se aborda el problema con argu-
mentos neomalthusianos, y los conflictos ambientales se construyen como
un asunto que sucede en los países pobres. La dimensión de poder también
está fuera de esta discusión. Además de la pobreza argumentativa de este
enfoque, valga decir aquí que ha sido también fuertemente criticado por
su falta de consistencia teórica y metodológica (Gleditsch, 2001; Dalby,
2002; Hagmann, 2005). No obstante, es muy común encontrar todavía el
argumento de la escasez y la competencia por los recursos como variables
explicativas de los conflictos.
Otra línea de explicación es la desarrollada en trabajos que se enfocan
a los aspectos institucionales y a los procesos de toma de decisiones, como
causales de las confrontaciones sociales en temas ambientales. Desde las
instancias de gobierno y las agencias de cooperación internacional, se plantea
a los conflictos como desencuentros entre actores e intereses, que pueden

30 Conflictos socioambientales y alternativas de la sociedad civil


ser subsanados a través de mecanismos de negociación y de construcción de
normatividades compartidas que permitan afrontar las fallas de gobierno
(Becerra Pérez, Sáinz Santamaría y Muñoz Piña, 2006; Caire Martínez,
2005; Aguilar Fernández, 2003; Correa y Rodríguez, 2005). Las diferencias
de poder de los actores involucrados y los aspectos de orden estructural no
son cuestionados desde este acercamiento, cuyas bases se pueden rastrear
en los postulados funcionalistas sobre el orden social.
Desde otra perspectiva, los conflictos ambientales son concebidos como
conflictos sociales que se generan en la relación sociedad–ambiente en el
marco del modelo económico dominante. Joan Martínez Alier (2006) les
llama conflictos ecológico–distributivos, para remarcar que se dan bajo
condiciones económicas y políticas en las que riesgos y beneficios de la
apropiación de bienes y servicios ambientales se distribuyen de forma bur-
damente desigual: mientras unos se llevan las ganancias, a otros les toca
asumir los impactos socioambientales del modelo de explotación. Los casos
de explotación minera son de los más ilustrativos al respecto.
A diferencia de los planteamientos de los estudios de seguridad ambiental
que dan por sentado al deterioro, desde la economía ecológica y la ecolo-
gía política, en la causa de este se ubica la causa del conflicto. El deterioro
ambiental y sus impactos socioculturales son resultado de las formas de
apropiación y explotación de recursos y territorios, de las estructuras so-
ciales que lo hacen posible y de los mecanismos de poder que lo legitiman.
Así, lo que se afecta no son recursos naturales en bruto o el ambiente en
abstracto sino medios de subsistencia, espacios de vida y, también, las formas
de organización societaria y los procesos culturales que las estructuran y
dan sentido; por eso, dice Arturo Escobar (2006), para explicarlos se debe
explicar la interacción entre economía, ecología y cultura. Yo agregaría aquí
también al poder, para destacar de manera explícita la dimensión política.
Los conflictos socioambientales son conflictos de poder. Son resistencias,
oposiciones, propuestas y respuestas contrahegemónicas. Surgen de un
agravio socioambiental que solo se comprende en el continuum cultura–
naturaleza, y en tiempos y espacios específicos. Los agravios de ayer no son
los de ahora, y en cada lugar construyen su especificidad, pero todos tienen

Deterioro y resistencias. Conflictos socioambientales en México 31


en común la afectación a la vida, a las formas de existencia y al entorno en
donde estas se producen y reproducen. Desde esta mirada, se verá en seguida
cómo se han presentado en México en los últimos años.

Conflictos socioambientales en México, 2009–2011:


una primera visión de conjunto

Los panoramas generales tienen desventajas y ventajas. Se pierde el detalle,


de manera involuntaria se omiten casos, nunca están todos, nunca son com-
pletos; sin embargo, acercan a la problemática, dan pauta de las principales
tendencias, muestran su dinámica, confirman hipótesis u obligan a refor-
mularlas y a plantear nuevas interrogantes. Eso es lo que se busca en este
trabajo. De entrada, por lo pronto, hay algo que queda claro en este esfuerzo
de sistematización, y es el hecho de que los conflictos socioambientales en
México son un fenómeno social que va en aumento, por eso es imposible
terminar de ponerse al día. Por otro lado, en tanto que los conflictos son
procesos dinámicos que presentan fases manifiestas, pero asimismo fases
de latencia, a ratos se desdibujan de la escena pública, lo que dificulta su re-
gistro. Aún así, su recuento permite atestiguar que no son hechos aislados y
coyunturales. Tampoco están sujetos a los tiempos políticos marcados por los
partidos. Los conflictos socioambientales de hoy son expresiones de procesos
sociales, políticos y ambientales que comenzaron hace más de dos décadas.
Otros, aquellos que refieren a viejas pugnas por el control de recursos y te-
rritorios, datan de tiempo atrás.
Como ya se mencionó, recursos y territorios siempre han sido objeto
de disputa: por su acceso, su control o su uso. Los conflictos agrarios que
dominaron casi todo el siglo xx en nuestro país dan buena cuenta de ello.
Los rasgos característicos de este tipo de confrontaciones son el despojo
violento, la exclusión, y el hecho de que se presentan entre individuos, entre
comunidades, o entre individuos y comunidades.
En los años ochenta y noventa, con la definición de la política ambiental
mexicana y de su marco legal, comenzaron a surgir otro tipo de conflictos
que aquí se denominarán: conflictos socioambientales de gestión. El eje

32 Conflictos socioambientales y alternativas de la sociedad civil


de la disputa está en las nuevas políticas y normatividades que afectan las
modalidades existentes de acceso y uso de recursos y territorios. La política
de conservación a través de la creación de áreas naturales protegidas en terri-
torios habitados y con derechos de posesión; la regulación de pesquerías, y
la gestión de cuencas hidrológicas son con seguridad los ámbitos en donde
esta clase de controversias ha sido más frecuente. Los conflictos ambienta-
les de gestión se presentan tanto por la imposición de normatividades, por
normatividades contrapuestas (tradicionales vs. oficiales), o por ausencia de
normatividad y de gestión. Los principales protagonistas son las autoridades
de gobierno (de los diversos órdenes y sectores), comunidades y propietarios
/ usuarios.
En la actualidad están todavía presentes viejos conflictos por el control
de recursos y territorios de escala local; existen otros más en los que el eje de
la disputa se articula en torno al uso del recurso (agua de uso agrícola vs.
agua de uso doméstico o industrial, por ejemplo), y que se presentan entre
usuarios o entre usuarios y administradores. Los conflictos por la gestión
ambiental o derivados de la falta de esta continúan. Pero los que dominan
de manera definitiva en el mapa nacional son aquellos que surgen por la
afectación o el riesgo de afectación socioambiental. Si bien no es la primera
vez que se presentan conflictos por afectación ambiental en la historia del
país, lo cierto es que se han generalizado a partir del avance del neolibera-
lismo. Están asociados a la desregulación comercial, la apertura y creación
de mercados, la mercantilización del ambiente, sus recursos y sus servicios,
y también de los espacios públicos. Los conflictos por afectación (o riesgo
de afectación) se presentan tanto en zonas rurales como urbanas e implican
a los actores más diversos; ya no solo campesinos, caciques y terratenientes
sino también al estado, las corporaciones nacionales y trasnacionales, los
habitantes de las ciudades, los académicos, los grupos ambientalistas y las
organizaciones sociales y de la sociedad civil. Lo que comparten con los
viejos conflictos por el control de recursos y territorios es el agravio del
despojo; la diferencia está dada por la variable extralocal en sus causas y
actores, y por la dimensión de deterioro social y ambiental que acompaña
al despojo y que plantea un punto de no–retorno.

Deterioro y resistencias. Conflictos socioambientales en México 33


En los últimos dos años, desde mayo de 2009, comencé a registrar los
casos de conflictos socioambiental que se presentaron en las diferentes
sesiones de la anaa, y de enero de 2010 a mayo de 2011, también los que
fueron reportados por la prensa nacional.4 La base de datos al momento de
escribir este artículo es de 95 casos distribuidos en 21 estados del país. No
son todos los casos que se han presentado en el país en ese periodo, pero
sí la mayoría de los más visibles, los que lograron traspasar los ámbitos lo-
cales y colocarse en la mirada pública. Son suficientes para dar una idea de
la situación sobre su localización, los recursos socioambientales afectados
o en disputa, el tipo de afectación y el origen de la misma, vista a partir de
procesos políticos, socioeconómicos o de gestión. En el mapa se ofrece la
localización geográfica de los casos (véase la gráfica 1.1).
De entrada, llama la atención la concentración de los casos en las regiones
centro–occidental, centro y sur del país, así como la falta de los mismos
en los estados de la península de Yucatán, Tabasco, Tamaulipas, Coahuila,
Zacatecas, Durango, Aguascalientes, Colima y Nayarit. En el caso de estos
últimos, la ausencia se debe más a un subregistro que a una falta, pues segu-
ramente existen, pero no han sido objeto de atención por parte de la prensa
nacional en el periodo revisado, y la anaa no ha logrado tener todavía un
alcance en todo el territorio. Por otro lado, en el caso de los estados donde
hay mayor presencia de conflictos, se puede considerar que en ellos juegan
factores tales como una importante presencia de recursos naturales (agua,
bosques y minerales) en terrenos de propiedad social (ejidos y comunidades
agrarias), así como una también importante capacidad de movilización social.
Los recursos socioambientales disputados o afectados (o en riesgo de ser-
lo) son diversos; en esta categoría se incluyen no solo los que generalmente
son clasificados como recursos naturales (agua, aire, suelo, bosques, humeda-
les, etc.) sino también aquellos otros espacios ambientales, territorialidades
o entornos de vida socialmente construidos y culturalmente significados, y
valorados asimismo en su dimensión ambiental: áreas protegidas, espacios

4. Se revisaron de manera sistemática los diarios La Jornada y Reforma y, de manera ocasional, Mileno y
El Universal. Las notas periodísticas fueron sistematizadas a través de una ficha de registro diseñada
para tal fin.

34 Conflictos socioambientales y alternativas de la sociedad civil


Gráfica 1.1 Mapa de conflictos socioambientales

Fuente: elaborado por Celia López Miguel.

urbanos, territorios, sitios sagrados, tierras de cultivo y pastoreo, zonas


costeras, entre otros.
Al considerar este amplio espectro de recursos socioambientales, que
comprende bienes naturales, espacios y territorios del ámbito rural y tam-
bién del urbano, se puede definir al ambiente desde sus aspectos bióticos
y abióticos como el entorno de vida, el ámbito donde esta se expresa, se
produce, se reproduce y se carga de sentido, por ello su afectación es motivo
de enfrentamientos.
En este primer recuento se detectaron diez recursos socioambientales
objeto de disputa.5 En cada caso puede estar siendo afectado más de uno,
pero en este trabajo se sistematizó solo aquel considerado por los propios
afectados como el principal. Así entonces, el agua es considerada como el

5. Los recursos socioambientales a los que se hace referencia son: agua; tierras de cultivo; territorio;
área natural protegida / zona de protección o reserva / parque ecológico; bosques; cerros; humedales;
entorno urbano; zona costera, y suelo. En esta presentación fueron agrupados en una sola categoría:
tierras de cultivo y territorio, así como bosques, cerros y humedales.

Deterioro y resistencias. Conflictos socioambientales en México 35


principal recurso afectado, en riesgo de ser afectado o en disputa, en 39%
de los casos (37 casos); le siguen las tierras de cultivo / territorio, en 25% de los
conflictos registrados (24 casos, de los cuales en seis se reivindica el territorio
indígena y en los 18 restantes es la afectación a las tierras de cultivo lo que
articula el conflicto); las áreas naturales protegidas / zonas de protección o
reserva y parques ecológicos son motivo de conflicto en 14 casos, lo que
corresponde a 15% de los 95 casos que comprenden el universo registrado;
nueve conflictos se articulan en contra de la destrucción de bosques, cerros
o humedales, lo que suma un 9% del total;6 en seis casos (6%) el entorno
urbano está en el eje del conflicto; la zona costera aparece en cuatro casos
de este recuento (4%) y por último, se registra un caso de conflicto por con-
taminación de suelo (1%). En el cuadro 1.1 se presenta un resumen de los
casos de conflicto en relación con los diferentes recursos socioambientales
y su localización por entidad federativa. El cuadro resume el número de
casos de conflictos registrados en cada entidad federativa según el principal
recurso socioambiental afectado o en disputa, según como fue reportado
en la entrevista o en la nota hemerográfica.
En la matriz presentada en el cuadro 1.2 se cruza el recurso afectado
con el tipo de afectación de que es objeto, tanto el recurso mismo como
su acceso o disposición, en los casos registrados. La relación entre esas dos
variables constituye la causa de conflicto en su dimensión ambiental.
Vale la pena detenerse un poco a comentar los datos que arroja esta
matriz, pues estos confirman sospechas, rompen viejos mitos y ponen al
descubierto grandes contradicciones. De entrada, impacta que 79% de los
casos (75) recaigan solo sobre tres recursos socioambientales: agua, tierras
de cultivo–territorio y áreas naturales protegidas–zonas de reserva–par-
ques ecológicos. El agua siempre ha sido considerada un elemento objeto
de conflicto, pero los datos muestran que no es la escasez la que se perfila
como causa de enfrentamiento sino la contaminación, lo que podría ser
perfectamente evitable.

6. Se registraron dos casos de conflicto por la destrucción de cerros por la actividad minera; dos por
destrucción de humedales, ambos por la construcción de centros comerciales, y por último cinco
por destrucción de bosques.

36 Conflictos socioambientales y alternativas de la sociedad civil


Cuadro 1.1 Matriz de número de casos de conflicto registrados por entidad
federativa según el principal recurso socioambiental afectado o en disputa

Entidad Recurso socioambiental afectado o en disputa


federativa
Tierras
Agua de Entorno Zona
* ** *** urbano costera Suelo Total
cultivo
Baja California 1 1
Baja California Sur 2 2
Chiapas 2 1 1 3 7
Chihuahua 2 2
Distrito Federal 2 1 2 5
Guanajuato 1 1 2
Guerrero 1 2 1 1 5
Hidalgo 2 2
Jalisco 2 2 3 1 8
México 7 1 1 9
Michoacán 1 1 1 1 4
Morelos 6 2 2 10
Nayarit 1 1
Nuevo León 1 1
Oaxaca 3 5 3 1 12
Puebla 4 3 7
Querétaro 1 1 2
San Luis Potosí 1 1 2
Sinaloa 1 1
Sonora 1 1 2
Tlaxcala 1 1 1 3
Veracruz 4 1 1 1 7
Total 37 18 6 14 9 6 4 1 95
* Territorio
** Área natural protegida / zona de protección o reserva / parque ecológico
*** Bosques / cerros / humedales

Deterioro y resistencias. Conflictos socioambientales en México 37


Cuadro 1.2 Matriz de afectación socioambiental en los casos de conflicto registrados
Tipo de Recurso socioambiental afectado o en disputa
afectación
Agua Tierras de * ** Entorno Zona Suelo Total
cultivo / urbano costera
territorio

Destrucción 11 12 9 2 1 35
Contaminación 26 2 1 29
Despojo 8 13 1 1 23
Deterioro 3 3
Escasez 6 3
Invasión 1 1
Desalojo 1 1
Total 37 24 14 9 6 4 1 95

* Área natural protegida / zona de protección o reserva / parque ecológico


** Bosques / cerros / humedales

En el caso de la afectación a tierras de cultivo y territorios indígenas,


se confirma esta tendencia de desmantelamiento del campo mexicano que
comenzó desde los años ochenta (Tetreault, 2009) y de embate contra las
comunidades campesinas e indígenas, por lo que estas presentan férreas
resistencias. Por último, llama la atención que en un país que presume de
tener una certera política de conservación se presenten casos de conflicto
porque las áreas protegidas y otros espacios de conservación están siendo
destruidos, o son amenazados de serlo,7 con la anuencia de la propia auto-
ridad ambiental, que otorga los permisos y aprueba las manifestaciones de
impacto ambiental.

7. En los casos registrados, se encontró como causa de conflicto la afectación o amenaza de afecta-
ción a diversas áreas naturales protegidas federales, estatales y municipales, a saber: la reserva de
biosfera Sierra de la Laguna, en Baja California Sur, amenazada por el proyecto minero Paredones
Amarillos, de la empresa canadiense Vista Goldcorp; el parque nacional Cabo Pulmo, también en
Baja California Sur, en donde la empresa española Hansa Urbana planea construir el desarrollo

38 Conflictos socioambientales y alternativas de la sociedad civil


La afectación al ambiente o a sus formas de acceso produce daños cuantifi-
cables e incuantificables que rebasan la dimensión meramente ambiental. Los
impactos de la destrucción ambiental sobre la salud, el patrimonio material
o las actividades productivas constituyen los argumentos de algunos de los
conflictos, pero en muchos otros el agravio está también en la destrucción
del patrimonio cultural, los bienes y lugares cargados de sentido, construidos
simbólicamente a través de prácticas y representaciones como soportes de
identidades culturales y formas de organización social. El agravio se ex-
tiende asimismo contra la dignidad a través de la impunidad, la exclusión,
la discriminación, el abuso y la negación de la diferencia. Por eso insisten
algunos autores en que los conflictos socioambientales se expresan a través
de distintos “lenguajes de valoración” (Martínez Alier, 2006; Escobar, 2006;
Baviskar, 2008).
¿Qué provoca la afectación socioambiental o la amenaza de que esta
ocurra en los casos de conflicto suscitados por ello? En este trabajo se distin-
guen dos vertientes: una económica, vinculada a los procesos de desarrollo,
expansión del capital y privatización de los bienes naturales, y otra política,
que se expresa a través de la imposición, la corrupción, el cambio en el rol
del estado y las luchas de poder que debilitan las capacidades políticas en
los ámbitos locales. Aunque las dos vertientes se implican mutuamente y a
ratos se confunden, vale bien la pena distinguirlas.
Los casos registrados dan cuenta de una serie de procesos socioeconó-
micos como la urbanización, la construcción de infraestructura carretera,
hidroeléctrica y de servicios, los proyectos ambientalmente amigables de

turístico denominado Cabo Cortés; el área de protección de recursos naturales Sierra Huichola, en
Jalisco, atravesada por la carretera interestatal Bolaños–Huejuquilla; el área municipal de protección
hidrológica Bosque de los Colomos, el área natural protegida municipal Bosque de Nixticuil, en
Jalisco, la zona ecológica El Texcal, en Morelos y la Reserva de Zoncuantla, en Veracruz, todas ellas
amenazadas por intereses de fraccionadores y complacencias de las autoridades locales; están también
el parque ecológico Los Dinamos, en el Distrito Federal, objeto de controversia en el proyecto
de construcción de la súper vía poniente, al igual que el Bosque La Pastora, en Monterrey, en
donde el gobierno estatal autorizó a la empresa femsa la construcción de un estadio de futbol.

Deterioro y resistencias. Conflictos socioambientales en México 39


producción de energía, la disposición de los residuos, la explotación minera
y los desarrollos turísticos y recreativos, que aparecen como causas directas
de afectación en la gran mayoría de los conflictos registrados (véase el cua-
dro 1.3). Detrás de ellos, impulsándolos, están los procesos de expansión
del capital a través de la creación de mercados (de tierras, energía, agua,
servicios ambientales e incluso basura), y la privatización de los bienes co-
munes. Es la acumulación por desposesión de la que habla David Harvey
(2004) al explicar el proceso a través del cual el capitalismo hace frente
a la crisis de sobreacumulación (excedente de trabajo y de capital). Desde
la perspectiva de este autor, una forma de colocar los excedentes de ca-
pital es desplazarlos “a través de la apertura de nuevos mercados, nuevas
capacidades productivas y nuevas capacidades de recursos y de trabajo en
otros lugares” (Harvey, 2004: 101). Lo que se ve desde los conflictos so-
cioambientales son estos movimientos y embates del capital sobre espacios
y territorios que habían estado hasta hace poco tiempo fuera de su alcance,
así como una férrea resistencia de las comunidades y grupos de población
a los procesos de despojo (Navarro y Pineda, 2010). Se ve asimismo la
creación de nuevos mercados en ámbitos antaño impensables en México,
como el de la energía (presas hidroeléctricas y parques eólicos), la basura
(concesión de servicios de limpia y construcción de rellenos sanitarios) y
la vivienda popular. No son los mercados en sí mismos los que provocan
las afectaciones sino la forma como se instituyen, los espacios en que se
desarrollan y las regulaciones ambientales (o su falta) a las que se someten.
En este proceso de expansión, el capital no ha estado solo; el estado
ha sido su principal respaldo: modificó el artículo 27 de la Constitución
para liberar tierras y recursos naturales; reformó las leyes de agua y mine-
ría para abrir paso a la privatización y el despojo; con la ley de inversión
extranjera, facilitó la entrada y colocación de capitales; ha desmantelado la
producción campesina y las dependencias de gobierno se han convertido
en las principales promotoras de las inversiones privadas. Para muestra un
botón: la Procuraduría Agraria, interpretando los preceptos marcados en
los artículos 4° y 6° de la Ley Agraria, donde se subraya el papel promotor
del estado en el desarrollo integral, diseñó el Programa de Fomento a la

40 Conflictos socioambientales y alternativas de la sociedad civil


Inversión Pública y Privada en la Propiedad Rural 2007–2012, a través del
cual “detectó” 8,000 hectáreas de “tierras improductivas” en 20 entidades
del país, para promover en ellas inversiones de desarrollo urbano, indus-
trial, de servicios y desarrollo turístico (Santoyo García, 2008). El discurso
del desarrollo, de la creación de empleos y de la obtención de beneficios ha
sido circulado por las dependencias de gobierno para legitimar la mercan-
tilización del ambiente y los bienes públicos.
Otros procesos y condiciones sociopolíticas también han sido de gran
ayuda para apuntalar este proceso expansivo. Las condiciones de pobreza,
las divisiones y las luchas de poder internas, la falta de capacidades políticas
a nivel local, producto de una cultura política autoritaria muy arraigada, y
la corrupción de unos y otros han favorecido el despojo en muchos lugares.
Ahora bien, no todas las afectaciones socioambientales de las que dan
cuenta los casos de conflicto registrados responden al proceso de expansión
del capital y privatización descrito por Harvey. Hay otras, como las que
surgen de la contaminación del agua por presencia de actividad industrial,
que refieren de manera más directa a la impunidad, la corrupción, la in-
diferencia y la ineficiencia gubernamental. Lo mismo sucede con los otros
casos en que el recurso o la forma de acceder a él ha sido impactada por las
decisiones de política pública o, como se mencionó, por su falta.
Como se aprecia en el cuadro 1.3, los procesos de urbanización,8 la
presencia de la industria y los emprendimientos de minería a cielo abierto
están en la base del 51% de los conflictos socioambientales registrados.9
También están entre las causas de afectación socioambiental la construc-
ción de obras de infraestructura como carreteras y libramientos (9% de los
casos) y presas hidroeléctricas (6%). La actividad turística y eco turística (o

8. En esta categoría se incluye la urbanización a través de desarrollos inmobiliarios y fraccionamientos,


el crecimiento urbano no regulado, así como también otros procesos de desarrollo urbano como
la construcción de centros comerciales o deportivos, gasolineras, instalación de antenas de comu-
nicación o construcción de infraestructura de trasporte, en tanto que todas ellas aparecen como
causa de conflicto de contenido socioambiental.
9. Según la base de datos en construcción, la urbanización es causa de afectación socioambiental en
23% de los casos registrados; le sigue la industria, con 16%, y la minería, con un total de 12%.

Deterioro y resistencias. Conflictos socioambientales en México 41


Cuadro 1.3 Causas de afectación socioambiental en los casos de conflicto
registrados por entidad federativa
Entidad Total
federativa Causas de afectación socioambiental
(1) (2) (3) (4) (5) (6) (7) (8) (9) (10) (11)
Baja California 1 1
Baja California Sur 1 1 2
Chiapas 1 3 2 1 7
Chihuahua 1 1 2
Distrito Federal 3 1 1 5
Guanajuato 1 1 2
Guerrero 2 1 1 1 5
Hidalgo 1 1 2
Jalisco 2 1 1 2 1 1 8
México 1 2 3 3 9
Michoacán 1 1 1 1 4
Morelos 5 1 1 3 10
Nayarit 1 1
Nuevo León 1 1
Oaxaca 1 1 3 1 1 2 1 1 1 12
Puebla 2 3 2 7
Querétaro 1 1 2
San Luis Potosí 2 2
Sinaloa 1 1
Sonora 2 2
Tlaxcala 1 1 1 3
Veracruz 3 3 1 7
Total 21 15 11 9 11 6 4 7 7 3 1 95
(1) Urbanización, (2) Industria, (3) Minería, (4) Carreteras / libramientos, (5) Gestión
pública, (6) Presas, (7) Disputas locales, (8) Desarrollo turístico, (9) Disposición de
residuos, (10) Actividades ilegales, (11) Parques eólicos

42 Conflictos socioambientales y alternativas de la sociedad civil


la pretensión de que se lleve a cabo) en zonas ecológicamente valoradas,10
socioculturalmente significadas,11 o políticamente disputadas,12 constituye la
causa de afectación en 7% del total de casos. Otro 7% de los conflictos está
asociado a la disposición de residuos municipales (seis casos) o peligrosos
(uno), ya sea porque estén contaminando de facto o porque hay riesgo de
posible contaminación si se construyen los depósitos en los sitios propuestos
o si no existen medidas preventivas. Por último, hay un caso de conflicto, en
el Istmo de Tehuantepec, originado por la presencia de un parque eólico.
En todos los casos hasta aquí referidos, son procesos económicos los que
subyacen a las causas de afectación; sin embargo, no constituyen el total de
los registros. Están asimismo algunos (4%) que refieren a viejas disputas por
el control local de recursos (tierras y aguas); los que se derivan de la gestión
pública de recursos o territorios (9%) y 3% de los casos se vinculan con la
presencia de actividades ilegales; con ellos, se hace referencia a los casos de
la comunidad de Cherán, en Michoacán, el Valle de Etla, en Oaxaca, y la
Sierra de Petatlán, en Guerrero, en todos ellos los comuneros se encuentran
disputando sus recursos forestales con grupos de talamontes fuertemente
armados y violentos, otra modalidad del crimen organizado en nuestro país.
Se busca llamar la atención sobre estos tres casos de conflicto, pues son una
expresión emergente de pugna por el control de recursos y espacios que no
se debe perder de vista ni confundir con las otras, debido al carácter de los
actores con quienes disputan los comuneros y por las implicaciones que esto
conlleva en términos de las condiciones de seguridad en las regiones donde

10. Como sucede en Baja California Sur y en el sur de Sinaloa, donde sendos proyectos turísticos
amenazan un parque nacional, en el primer caso, y un sitio ramsar, en el segundo.
11. Es el caso del territorio rarámuri, en Chihuahua, y en la Bahía de Potosí, en Guerrero. En Chi-
huahua, los rarámuris han dado la lucha los últimos años en contra de un proyecto turístico en las
Barrancas del Cobre, que incluye instalaciones hoteleras y la construcción de un aeropuerto, y en
la Quinta Asamblea Nacional de Afectados Ambientales denunciaron la existencia de un proyecto
de construcción de una presa hidroeléctrica en Norogachi, al cual van a oponer también toda la
resistencia. En Guerrero, por su parte, pescadores de la Barra de Potosí, en el municipio de Coyuca,
se oponen a la construcción de un muelle para recibir cruceros, pues eso acabaría con la actividad
pesquera a la que se han dedicado siempre.
12. En concreto, el conflicto de Agua Azul, Chiapas, en donde el control del territorio es disputado
políticamente entre priistas y adherentes a La Otra Campaña.

Deterioro y resistencias. Conflictos socioambientales en México 43


se presentan. Algo dicen, sin duda, del papel del estado como garante de
la seguridad nacional.
El cuadro 1.3 muestra los procesos que subyacen a la afectación (real
o potencial) o a la disputa de los recursos socioambientales en los casos
registrados, lo que no quiere decir, empero, que todos los procesos de ur-
banización, de construcción de infraestructura, de presencia de la industria
o, incluso, de expansión de la minería, provoquen conflictos. Pueden pro-
vocar deterioro, pero no por fuerza conflictos. El conflicto surge cuando la
afectación es significada como agravio por los propios afectados, un agravio
que surge desde una dimensión ambiental, pero que alude, o puede aludir,
a diversas dimensiones de la vida social: la política, la social, la económica,
la cultural. Del agravio surge el conflicto, el agravio lo moviliza.
Se pueden tomar algunos ejemplos para explicar esto. En el caso del
conflicto por la construcción de la presa La Parota, en Guerrero, el Comité
de Ejidos y Comunidades Opositoras a la Presa La Parota (cecop) se opone
de manera rotunda a la construcción del embalse en sus tierras comunales
y ejidales por el daño ambiental que provocaría este tipo de obra de in-
fraestructura sobre 17,000 hectáreas de selva mediana y baja caducifolia, y
por el número de desplazados y afectados indirectos (calculados en 25,000
los primeros y 75,000 los segundos); pero el principal agravio es el abu-
so de autoridad del gobierno federal a través de la Comisión Federal de
Electricidad (cfe), que primero comenzó a realizar obras sin la consulta ni
autorización de los núcleos agrarios y, después, para obtener apoyo local,
llevó a cabo asambleas ilegales con lo que se generaron divisiones entre los
poblados (Chávez Galindo, 2009). Para los integrantes del cecop, el abuso
de autoridad se lee como violación a los derechos de los pueblos, y en torno
a ello han organizado su lucha y su resistencia.
Otra es la situación que se presenta en los casos de conflicto por la con-
taminación del río Atoyac, en Puebla y Tlaxcala, del río Santiago, en Jalisco,
o del río Lerma, en Guanajuato, en los que el agravio lo constituye la indi-
ferencia de las autoridades ante la enfermedad y la muerte de la población
expuesta, y la impunidad de que gozan las empresas contaminadoras. Así
lo viven los afectados.

44 Conflictos socioambientales y alternativas de la sociedad civil


En los conflictos por actividad minera, los agravios son múltiples y di-
versos. En algunos de ellos se construyen en torno al concepto de territorio,
como espacio apropiado y culturalmente significado y valorado; aun así,
los sentidos del agravio varían. De esta manera, mientras el pueblo wixá-
rika moviliza el sentido sagrado del territorio y ve en el proyecto minero
que se pretende llevar a cabo en Wirikuta, San Luis Potosí, una violación,
para la población zapoteca de Capulapan de Méndez, Oaxaca, el agravio
se vive como despojo e invasión del territorio comunal indígena. En Mez-
cala y Carrizalillo, Guerrero, por su parte, el principal agravio viene de la
indecencia de la riqueza generada en una región de fuerte marginalidad, y
por ello sus demandas están articuladas en torno a la obtención de mejores
precios por la renta de los terrenos en donde se lleva a cabo la explotación
por parte de la minera canadiense Gold Corp. El caso del conflicto en el
Istmo de Tehuantepec por la presencia de los parques eólicos se expresa en
términos muy parecidos.
El estudio de los conflictos desde una visión amplia permite, entonces, en-
contrar los procesos macro que están en su raíz y que les son comunes,
pero un acercamiento más fino es el que da la oportunidad de aproximarnos
a las formas culturales de significación y construcción del agravio, que son las
que movilizan el conflicto. Son estas las que marcan la diferencia entre los
casos y las que construyen los marcos de las resistencias (Snow et al, 1986).

Conflictos socioambientales: entre la ruptura y la asociación

Los conflictos socioambientales, como todo conflicto social, marcan puntos


de quiebre, diferencias no solo de interés sino de posición, de objetivos, como
dice John Rex (1985), de proyectos. La oposición a la construcción de presas,
de carreteras y libramientos sobre tierras de cultivo, y de supermercados, así
como a la privatización de los espacios públicos en las ciudades, a la cons-
trucción de mega proyectos turísticos o el desarrollo de emprendimientos
mineros va mucho más allá del mero rechazo. Marcan claras posiciones sobre
cómo usar el territorio y los recursos, y dejan también claros los proyectos
de historicidad que no quieren desaparecer: los campesinos no quieren dejar

Deterioro y resistencias. Conflictos socioambientales en México 45


de ser campesinos, los pescadores tampoco, ni los indígenas están dispuestos
a aceptar la ruptura sociedad–naturaleza que impone el modelo hegemónico.
Aunque sean marginales sus tierras y sus ganancias desde la óptica del mer-
cado, están dispuestos a dar la lucha por mantener sus formas de vida. En las
ciudades también hay resistencia a estos cambios que se imponen y afectan
el entorno de vida, la calidad de la misma y los patrones de sociabilidad.
Los supermercados han roto formas de convivencia barrial que se tejían
en torno a las pequeñas tiendas de abarrotes y los parques públicos; en
su rechazo está también, entre otras cosas, el rechazo a convertir el super-
mercado en el espacio de paseo dominical para las familias, y al consumo
como el único punto de horizonte en la vida cotidiana.
Estas son algunas de las historias de resistencia que se cuentan desde los
conflictos socioambientales, pero también se cuentan otras que hablan del
avance de la ciudadanía que demanda sus derechos. Los conflictos han au-
mentado porque está duro el embate del capital sobre los bienes naturales,
con todo el apoyo del estado, pero también porque hay una ciudadanía
más activa y organizada, dispuesta a luchar por aquello que considera su
derecho: ambiental, social, cultural o político. Aunque, una vez más, esto
hay que verlo con detenimiento para captar su dimensión y su importancia.
Así como no toda afectación socioambiental genera conflicto, tampoco
todo conflicto genera movilización social y esta, cuando se presenta, tiene
diferentes magnitudes e intensidades. No se pretende hacer un análisis de
la movilización social que se ha generado a partir de los conflictos socioam-
bientales; el tema amerita un tratamiento aparte que rebasa, con mucho, los
objetivos de este trabajo. Sin embargo, se busca llamar la atención sobre las
formas organizativas que se han generado en torno a muchos de los casos,
pues esto ayuda a pensar en la dimensión asociativa de los conflictos de la
que habla Georg Simmel (1964). Para este autor, las oposiciones generan
estructuras para sostenerlas, es decir, nuevas formas de asociación. Esto es
algo que se puede observar a través de los conflictos socioambientales en
México, muchos de ellos respaldados hoy por asociaciones, frentes de pue-

46 Conflictos socioambientales y alternativas de la sociedad civil


blos, consejos de pueblos, coordinadoras13 o redes que aglutinan diversos
grupos en lucha por la misma causa, como son la Red Mexicana de Acción
contra la Minería (rema) o el Movimiento Mexicano de Afectados por las
Presas y en Defensa de los Ríos (mapder). Ambas redes forman hoy parte
de sendos movimientos a nivel internacional.
En los últimos años, se han venido generando asimismo espacios de
encuentro y discusión a nivel regional (en forma de foros y asambleas re-
gionales) y nacional, como es la anaa, a la que se hizo referencia al inicio
de este trabajo. Todavía falta poder conjugar las luchas impulsadas por las
asociaciones ambientalistas en ámbitos urbanos, o no tan urbanos, como es
el caso de Baja California Sur, con aquellas que se impulsan desde las comuni-
dades campesinas e indígenas. A nivel regional se han dado pasos importantes
en ello, con la creación de asambleas regionales de afectados ambientales,
como sucede en Jalisco, Puebla y Veracruz, lo que sin duda marca nuevas
tendencias en las luchas socioambientales.
Visto de esta forma, los conflictos socioambientales se presentan no como
un problema de la sociedad contemporánea sino como una oportunidad
para detener el deterioro, ofrecerle resistencia y generar (o regenerar) for-
mas asociativas que expresen e impulsen proyectos contra hegemónicos.
Bien decía Simmel (1964) que el contrario del conflicto no es la paz sino la
indiferencia, así que ¡bienvenidos sean!

13. El Frente de Pueblos en defensa de la Tierra y el Agua de Puebla y Tlaxcala; a la Coordinadora de


Pueblos Unidos por la Defensa del Agua, en el Valle de Ocotlán, Oaxaca; al Consejo de Pueblos
Unidos por la Defensa del Río Verde; al Frente Ecologista por el Agua San Felipe; al Consejo de
Pueblos en Defensa de la Tierra, el Agua y el Aire de Morelos; al Consejo de Ejidos y Comunidades
en contra de la Presa La Parota, en Guerrero; el Consejo de Pueblos de Tierra Caliente, y el Consejo
de Pueblos de Tierra Caliente, entre otros.

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