Parlett, M. - Reflexiones Sobre La Teoría de Campo
Parlett, M. - Reflexiones Sobre La Teoría de Campo
Parlett, M. - Reflexiones Sobre La Teoría de Campo
Parlett, Malcom
The British Gestalt Journal, 1991.
Comentario: lo que sigue es una versión impresa de una conferencia
plenaria dada en la Cuarta Conferencia Británica de Gestalt en
Nottingham, en julio de 1990. En ella presento las características
básicas y la historia de la teoría de campo y sugiero que ésta
proporciona un fundamento para la teoría y práctica de la terapia
Gestalt. Exploro cinco principios básicos de la teoría de campo.
Después argumento que los modelos del conocimiento y del conocer
considerados desde la teoría de campo forman parte de la
epistemología emergente que caracteriza muchas de las nuevas áreas
de búsqueda, por ejemplo, la medicina holística y la ecología. En la
segunda parte de la conferencia aplico el pensamiento de la teoría de
campo al debate sobre el Self en terapia Gestalt y a los efectos
mutuos de una sobre otra cuando dos (o más) personas se
relacionan. Me centro en algunas nuevas formas de pensar sobre el
campo psicoterapéutico de terapeuta y paciente y finalizo hablando
sobre la importancia de la presencia.
Introducción
Ken Evans, el organizador de esta conferencia, me invitó a
hablar sobre la teoría de campo, y estoy contento de haber tenido la
oportunidad de revisar esta área. Como Gary Yontef ha dicho, la
teoría de campo es “el aspecto de la Terapia Gestalt menos discutido
adecuadamente y su ignorancia distorsiona seriamente la
comprensión conceptual básica”.
Mis intenciones hoy son, en primer lugar, presentar los
principios de la teoría de campo como yo los entiendo desde el punto
de vista de un terapeuta Gestalt. En segundo lugar, quiero sugerir
que pensar en la teoría de campo puede ser un aliado del movimiento
global del pensamiento que está teniendo lugar hoy, como se refleja,
por ejemplo, en la ecología, la medicina holística, y muchos otros
enfoques alternativos que han reaccionado contra los supuestos
predominantes de la ciencia convencional. En tercer lugar, elaboraré
el pensamiento de la teoría de campo como se aplica a una unidad
social simple: el sistema de dos personas y, específicamente, la
relación entre terapeuta y paciente.
“Mapas” gestálticos
Todos sabemos que “el mapa no es el territorio” y en el trabajo
gestáltico generalmente hay varios mapas aplicables a los que nos
podemos referir para dar sentido a lo que nos encontramos en el
territorio. Enfrentados, digamos, con los esfuerzos de una mujer
joven para aclarar su experiencia, o para librarse de nudos de una
confusión pasada, hay formas alternativas de caracterizar o de dar
sentido a su experiencia y al encuentro. Así, podemos estar pensando
en términos del equilibrio entre, por un lado, el apoyo y, por el otro,
el reto o contacto. [N. de los T.: el término con el que más
frecuentemente se ha traducido al castellano el opuesto a apoyo es
confrontación y frustración. Aquí Malcolm Parlett no utiliza ninguno de
éstos términos sino “challenge” que parece mejor traducido como
reto.] Éste era el mapa favorito de Laura Perls.
Un mapa alternativo, el ciclo gestáltico de la experiencia, fue
desarrollado originalmente en el Instituto Gestalt de Cleveland (p. ej.
Zinker 1977) y ha sido ampliado recientemente por Petruska
Clarkson (1989) en su útil y bienvenido libro nuevo. El mapa utilizado
aquí daría sentido al territorio describiendo lo que ocurre en la
experiencia de la mujer como una secuencia de pasos en la auto-
regulación organísmica, como una gestalt que se despliega en el
tiempo.
Hay muchos mapas así en terapia Gestalt, y como
abstracciones todos son potencialmente útiles. Y también pueden
atraparnos, si los usamos de forma demasiado exclusiva o sin
referencia a otros. (Y desde luego hay variación respecto a cuáles
utilizamos en momentos distintos. Por ejemplo, me he dado cuenta
de que en mi trabajo durante las semanas previas a esta conferencia
he tendido a llevar a mis encuentros terapéuticos puntos de vista que
se derivan de la teoría de campo).
Al hablar sobre teoría de campo estoy llamando vuestra
atención no hacia un mapa específico sino hacia la sección completa
del atlas. Se puede argumentar que esta sección incluye todos los
mapas que se refieren a cómo el organismo se relaciona con el
entorno, de manera que el ciclo de necesidades, la autorregulación
organísmica, y la frontera-contacto y sus perturbaciones podrían
todas ser representados en términos de teoría de campo. Sin
embargo, aquí el foco va a ser solamente en llamar vuestra atención
sobre qué es la teoría de campo y en explorar un área específica de
aplicación. Mi esperanza es que reconozcáis que la teoría de campo
no es simplemente una abstracción, un conjunto de ideas que existe
en los libros y en las mentes de unos pocos teóricos, sino que es la
base de un modo de percibir, y de conocer y de entender que puede
ser asimilada, como lo fue, en nuestra visión y nuestras
sensibilidades como terapeutas gestálticos cuando trabajamos.
Formas de conocimiento
Los cinco principios expuestos más arriba se superponen y no
son individuales. Más bien son cinco ventanas a través de las cuales
podemos considerar la teoría de campo, explorando su relevancia en
la práctica. En cierto sentido, no debería haber sorpresas: los
principios son intrínsecos a la práctica de la Terapia Gestalt, incluso si
los profesionales no se han dado cuenta antes de que estos insights
podían ser descritos en términos de la teoría de campo.
Como una perspectiva general, una forma de hablar de la
experiencia humana y dotarla de sentido, la teoría de campo intenta
captar el flujo interrelacionado de la realidad humana sin desplegar,
impregnada como está con nuestros significados e importancias
personales. Ya que la mayoría de nosotros somos miembros de
familias, comunidades, grupos sociales, organizaciones, es también
un vehículo para explorarnos a nosotros mismos en relación. No hay
un punto de corte claro entre “interno” y “externo”; el campo
unificado es el lugar de encuentro de los dos.
La teoría de campo, como he dado a entender, aporta una
manera de apreciar la realidad. Como tal, como un sistema global de
conocimiento, puede decirse que es una “epistemología” (Bateson
1979, Berman 1981) que no concuerda con la epistemología general
o predominante de la ciencia normal, con la actual psicología
académica y clínica, y con muchas formas de psicoterapia distintas a
la Terapia Gestalt.
Nuevas direcciones
Pues bien, es justo reconocer que la epistemología dominante
es ahora atacada desde muchos frentes, no únicamente por los
teóricos del campo. Es admitido por todos, que lo que Donald Schon
(1988) llama “racionalidad técnica” ha tenido un éxito estupendo en
la promoción del mundo-máquina.
Aunque ahora es encontrada inadecuada por muchos,
incluyendo a los ecologistas, los físicos modernos (las consecuencias
de la relatividad y de la mecánica cuántica), los practicantes de
medicina holística, los arquitectos comunitarios, los economistas
alternativos y muchos otros, incluyendo a los terapeutas gestálticos.
De hecho, vivimos en un tiempo de una actividad e innovación
sin precedentes, en la que el nuevo pensamiento está siendo aplicado
a muchas áreas de la ciencia y del esfuerzo humano. Hay
movimientos hacia enfoques más holísticos, puntos de vista más
relativos, y hay más reflexividad en lo que se refiere al rol del
observador; las relaciones interdependientes son más ampliamente
reconocidas, y las limitaciones de aplicar el pensamiento tipo-
mecánico a áreas más allá de la ingeniería son también más
frecuentemente reconocidas (Ver Capra, 1982, para una temprana
discusión de lo que él llama “la cultura creciente”).
Específicamente, a medida que la vieja estructura
epistemológica de trabajo empieza a fallar, y la totalidad del clima
intelectual y cultural siga en movimiento, podemos esperar cambios
tanto en la práctica psiquiátrica convencional como en muchas
derivaciones de la terapia psicoanalítica. Me imagino que la tendencia
de algunos de re-inventar la terapia Gestalt continuará. Otros pueden
unirse al tren en el que los terapeutas gestálticos han estado viajando
durante muchos años. Lo que digo es que mucho de lo asumido y las
creencias de trabajo intrínsecas de la terapia Gestalt, como el holismo
y la auto-regulación organísmica y el centrarse-en-el-presente,
entrelazados todos juntos en el enfoque de la teoría de campo, están
siendo descubiertos independientemente y el pensamiento de gente
como Lewin reconocido por estar por delante de su tiempo. El
movimiento Gestalt tiene que desempeñar un papel importante en la
nueva era que emerge.9
El self
En Perls Hefferline y Goodman (1973), el self es “el sistema de
contactos en cualquier momento... el self es la frontera contacto en
actividad. Su actividad consiste en formar figuras y fondos” (p.15 de
la versión española). Joel Latner (1986) se refiere al self como
“nuestra esencia, (el self) es el proceso de evaluar las posibilidades
en el campo, integrándolas y llevándolas hasta su formación según
las necesidades del organismo… el self trabaja por su
completamiento....el self es nosotros-en-proceso (p. 38-39). Y para
citar a Goodman otra vez – el “self es el integrador… el artífice de la
vida” (Perls et al. p. 16 de la versión española). Quizás la mejor
descripción fenomenológica del self que he oído es atribuida a Sonia
Nevis: “El self es la masa vibrante de nuestro potencial”.
Hunter Beaumont (1990) ha sugerido que nos ayudaría
enormemente si adoptásemos la práctica alemana y usáramos la
palabra “Gestalt” no sólo como nombre y adjetivo sino también como
verbo. Así, gestaltear algo es crearlo o constelarlo en un patrón
global y comprenderlo dentro de una configuración. Intento seguir
esta práctica y utilizar Gestalt como verbo y como sustantivo.
Utilizando el lenguaje de la teoría de campo, y de nuevo estoy
en deuda con Hunter, podemos pensar en el self como el que
configura el campo. Ésta es una definición distinta del self, pero
compatible con las otras dadas aquí. ¿Cómo enmarco mi realidad en
un momento determinado? ¿Cómo organizo mi “espacio vital”?
¿Cómo organizo mi experiencia? Hago esto constelando u
organizando (o configurando) el campo de acuerdo con significados
específicos, un proceso personal en el que ciertas partes de mi
experiencia global se vuelven figuras y otras partes se organizan
alrededor de ellas, como fondo. Y este proceso puede ser
considerado como el self en acción o, en la frase de Latner,
“nosotros-en-proceso”. El self es por lo tanto (como en todas las
teorías gestálticas del self) definitivamente un proceso y no una
entidad mental abstracta y estática; nos da una forma de describir un
proceso en marcha, evolucionando y transformándose, en el que
estamos implicados continuamente, configurando el campo de la
experiencia, o eligiendo nuestra realidad.
Ignorando lo obvio
Antes de que volquemos todo nuestro criticismo fuera, hay una
tendencia similar entre algunos terapeutas y formadores gestálticos;
probablemente todos nosotros algunas veces no contamos con
algunos aspectos de la situación total en la que estamos metidos,
otra vez como si, o con el supuesto de que no importan. A veces,
cuando hacemos esto estamos ignorando lo que he llamado el
Principio de Posible Relevancia y muestra que no tenemos totalmente
asimilada la perspectiva de la teoría de campo.
En nuestra historia colectiva, hay muchos ejemplos de obviar
factores significativos en la situación total. En la década de los
sesenta no era extraño para algunos formadores el tener relaciones
sexuales con diferentes miembros del grupo durante la vida de un
grupo de formación, y esto lo sabían los miembros del grupo, aunque
no era comentado directamente, ni reconocido ni discutido en el
grupo mismo. Tampoco quiero minimizar los aspectos éticos, ni los
efectos potencialmente adversos que éstas prácticas conllevaban en
las mujeres implicadas. Pero por el momento quiero simplemente
señalar lo absurdo del creer que tales encuentros no reconocidos no
afectan al total, la realidad mutuamente creada, la vida del grupo, de
formas muy significativas. Lo que he oído, de miembros de ésos tipos
de grupos, y no es sorprendente, es que el grupo era sentido como
un entorno inseguro y estresante. (Vemos aquí el triunfo de la
individualidad sobre la comunidad, de hecho el clamoroso descuido de
los efectos más globales en la comunidad al seguir un plan privado.
Como bien sabemos, las acciones individuales raramente carecen de
consecuencias más globales y efectos dominó que afectan a otros en
nuestras familias, grupos y comunidades).
Otro ejemplo de ignorar aspectos de la situación total se refiere
a la amplia y continua persecución, dentro de algunas partes de la
Terapia Gestalt, de un estilo de liderazgo de grupo en el que el
trabajo del proceso grupal es deliberadamente excluido. En su lugar,
el formador o terapeuta trabaja con los miembros individuales de
forma secuencial y no hay un tiempo dado para trabajar lo que está
ocurriendo de forma simultánea en la vida del grupo como una
totalidad. Hay formadores incluso que de forma abierta reconocen
que los temas de los procesos de grupo son importantes y aún así no
los trabajan.
De nuevo, en estas situaciones, es como si algo del campo
fuera considerado simplemente como “dado”, tomado por supuesto y
asumido como que es irrelevante o al menos no suficientemente
importante para gastar tiempo examinándolo. Me recuerda los
especialistas médicos que piensan que la forma del tratamiento
médico en sí misma es lo que importa mientras que otros aspectos de
la realidad del paciente, otras partes del campo total, como el
contexto del hospital, o la actitud de los médicos, o de los auxiliares,
son de poca relevancia para el progreso del paciente y no merece la
pena dedicarles mucha atención, alguna puede ser pero no mucha. Si
bien la teoría de campo nos recuerda, primero, que la gente es
afectada por la experiencia total, por el contexto global de la
actividad además de por la actividad en sí misma; y, segundo, que la
reacción global de la gente es a la realidad entera, no a aspectos
parciales de ella. El concepto de campo unificado significa que todas
las influencias interdependientes actúan juntas: la gente responde al
campo unificado, no a partes aisladas o a factores separados; éstos
son, por decir algo, solo conceptos.
Es así con los grupos, la publicidad, el método de selección, la
habitación en la que tiene lugar, las relaciones del líder con cada uno,
las fronteras establecidas, las consignas del comienzo, la historia
colectiva percibida por grupo, todo esto puede (y lo hace), algunas
veces, afectar las vidas completas de los grupos, no como una única
y sola influencia sino como parte de una totalidad interdependiente.
Si la perspectiva de la teoría de campo se ha entendido plenamente e
integrado en la práctica, entonces todos los aspectos de la situación
total están abiertos, por así decir, al escrutinio y a experimentar.
El campo terapéutico
Como individuos, entonces, quienes estamos también
inevitablemente en relaciones y comunidades de un tipo u otro,
experimentamos un doble proceso: tenemos efectos sobre nuestras
relaciones y comunidades y somos también afectados por ellas.
Ayudamos a crear u organizar la realidad mutua o el campo
compartido y a su vez somos creados y organizados por él. La
influencia recíproca de este tipo, como hemos visto, tiene
importantes implicaciones para la práctica profesional.
Para los terapeutas se deduce una idea especialmente
provocativa de la noción de influencia recíproca, es decir, que el
cambio en el cliente se puede conseguir por el cambio del terapeuta.
Dado que es un campo co-creado, una función de lo que el terapeuta
trae a él así como de lo que el cliente trae, un cambio en la forma en
la que el terapeuta actúa o siente hacia su cliente y se interrelaciona
con él afectará al campo mutuo y tendrá consecuencias para el
cliente. El alcance de lo que es posible a través de esta ruta es
obviamente difícil de medir. Pero apoya fuertemente la idea de que
en una práctica impecable de la terapia Gestalt tiene que haber un
lugar central para la supervisión continua, así como una atención
diaria a nuestra preparación-para-la-práctica.
Más generalmente, la implicación es que para volvernos
mejores terapeutas, necesitamos convertirnos en seres más
evolucionados, no simplemente siendo más conscientes, ni incluso
siendo más conscientes de nuestros patrones de no ser conscientes a
veces, sino permitiendo lo que Yontef (1988, p. 31) llama una
“actitud fundamental fenomenológica que impregne la vida
cotidiana”, efectivamente como una forma de estar-en-el-mundo.
En este sentido, quiero argumentar, que la terapia Gestalt no es
algo que utilizamos simplemente, como un conjunto de vestidos que
nos ponemos temporalmente y después nos quitamos. No es solo un
puñado de técnicas, ni es ninguna clase de equipamiento terapéutico
que empujamos hacia un propósito clínico específico y después lo
substituimos rápidamente por otro tipo de equipo para otra meta. Si
elegimos trabajar con la disciplina Gestalt, encontramos las formas de
pensar y de percibir que caracterizan el enfoque filtrándose a través
de y en nuestras vidas y relaciones. Si vamos a actuar congruente y
auténticamente como terapeutas, tenemos que reconocer que la
forma como somos, el modo en el que vivimos, no puede estar
separado, de ningún modo, de nuestro trabajo como terapeutas
gestálticos profesionales. Cualquier cosa en nuestro campo
fenomenológico se vuelve parte de la matriz desde la que nosotros
co-creamos campos con los otros. Y cuando hay claridad en nuestro
propio campo presente, un mínimo de asuntos inconclusos que
distraigan, y buen auto-apoyo, mayor será la posibilidad de que
nuestro bailar sea creativo y de estar centrado y disponible en
nuestras interacciones con otros.
La danza terapéutica
Otra implicación del pensamiento de la teoría de campo, ya
mencionada antes, se relaciona con cómo “la función de crear
gestalts” puede en sí misma volverse estereotipada: el campo de un
individuo o un grupo puede configurarse de una forma fijada,
familiar, incluso, a menudo, auto-punitiva.
Un ejemplo puede ser que un cliente individual pueda estar
intentando construir el campo compartido o la situación de forma tal
que el otro, el terapeuta, le encaje en sus expectativas
estereotipadas, es lo que necesita, que encaje en el rol diseñado que
el cliente quiere crear. Si yo soy el terapeuta, necesito, por lo tanto,
estar atento a lo que está ocurriendo, y reconocer en qué “baile”
estoy siendo invitado a participar. Si me doy cuenta de lo que está
ocurriendo, puedo elegir cómo respondo – ya sea doblegarme o
mantenerme firme en contra, comentar o no, declinar amablemente o
aceptar durante un tiempo el rol que me están pidiendo que juegue.
Naturalmente la realidad del cliente también cambia
constantemente: no hay una configuración del campo en oferta, por
decirlo así, el campo está siendo constantemente re-configurado.
Puede haber muchas danzas diferentes. En el curso del encuentro de
una hora la persona puede ser un joven, un niño quejicoso, un jefe
oprimido volviendo a recrear una situación de trabajo, un
adolescente resistente recordando el irse del hogar, o alguien
negociando con el terapeuta sobre días de vacaciones y honorarios.
Estas diferentes configuraciones del campo representan diferentes
estados del ser: implicando quizás cambios en la postura corporal, la
voz, los patrones de pensamiento y el modo de relacionarse conmigo
como terapeuta; todos éstos pueden cambiar con cada “secuencia de
baile” diferente. Y necesito reconocer éstos cambios y también el
hecho de que estoy observando diferentes “selfings” (o selves).
Estos diferentes estados del ser corresponden, de alguna forma,
a los estados del yo en Análisis Transaccional o a subpersonalidades
en Psicosíntesis (Rowan, 1990). La cuestión es que con cada clase de
danza, con cada forma de configurar el campo, la realidad que es
conformada por el individuo y que me incluye a mí como terapeuta,
está pidiéndome que adopte una parte diferente de mí (Beaumont,
1990). Así, puedo ser, como si dijéramos, creado como un
“perseguidor” por alguien que tiene una forma paranoide de
conformar su campo o (por otros) como un “ayudador potencial”, o
como un “experto que me dirá que hago”. Desde luego, si soy
consciente de lo que está ocurriendo, estoy más preparado para
evitar la confluencia en la constelación de mi campo en la forma en la
que se espera de mí.
Petruska Clarkson (1989) habló en la conferencia gestáltica
anterior sobre los diferentes patrones de relación que pueden darse
en terapia. Los describió en términos de arquetipos familiares. Por
ejemplo, como terapeuta, puedo ser como si fuera uno de los
abuelos, o me puedo relacionar con mi cliente como un hermano, o
como una forma maternal o paternal. Éstas son algunas de las formas
en las que puedo estar. La implicación que estoy perfilando es que
cada una de éstas representa constelaciones mutuas diferentes del
campo que, dentro o fuera del awareness, estoy co-creando con mi
cliente.
Por lo tanto si soy seleccionado en el rol de, o juego parte de,
uno que escucha paciente, o un confrontador y establecedor de
límites o, una presencia apoyadora, soy inextricablemente parte del
baile, parte del campo co-creado, la tierra común interpersonal.
Comentarios finales
Hoy he examinado con vosotros algunos de los mapas que se
relacionan con la teoría de campo, y he intentado mostraros que la
terapia Gestalt está enraizada en las perspectivas específicas que
caracterizan la teoría de campo. Cuanto más se realiza esta conexión,
más se verá la terapia Gestalt como una terapia verdaderamente
contextual. Específicamente me he concentrado en cómo atender al
“entre” en las relaciones, y el co-influenciar, la naturaleza interactiva
de la danza entre la gente, puede hacernos ver el trabajo terapéutico
con una luz nueva.
En esta sección final, quiero concentrarme en algunos temas
que van incluso más allá del tema de cómo podemos afectar a otros y
ser afectados por ellos. Al hacerlo voy a tocar temas que raramente
son tratados en terapia Gestalt pero según mi opinión necesitan
serlo. Algunos pueden ser fácilmente integrados en el pensamiento
de la teoría de campo como la he descrito antes. Otros, sin embargo,
como tratan con el “entre dos”, van más allá de las esferas del
pensamiento convencional, y abarcan preocupaciones “periféricas” del
tipo de las que, normalmente y por casualidad, son descartadas por
la clase médica y científica. Creo que los gestálticos necesitan estar
abiertos a áreas de búsqueda que indaguen dentro de fenómenos que
han sido, a menudo, notados y se ha informado de ellos de forma
anecdótica pero que lo que sucede es que caen fuera de la realidad
de la ciencia “respetable” o al menos no parecen tener una
explicación sencilla.
Permitidme dar algunos ejemplos.
Primero, estoy a menudo sorprendido por cómo llegan a
establecerse realidades y procesos paralelos. Por ejemplo, en
supervisión, muy fácilmente puede ocurrir y frecuentemente ocurre,
que lo que está pasando en la sesión de terapia que se discute resulte
re-hecho y representado en la misma sesión de supervisión. Así, el
terapeuta/supervisado puede ser excesivamente pasivo en el vis-a-
vis con el paciente y de pronto, el supervisor se da cuenta de su
propia respuesta pasiva al supervisado. Este fenómeno es bien
conocido, y a menudo es atribuido a “procesos inconscientes” por
aquellos que hablan de inconsciente. Pero, ¿cómo trata la terapia
Gestalt dichos paralelismos? Bien, parece posible pensar en el campo
co-producido que está siendo configurado en un determinado patrón,
y esto estar siendo transferido a otra localización/período de tiempo,
quizás (en la supervisión) porque están dándose características
comunes en las dos situaciones. Ésta es, naturalmente, nada más
que una explicación como la que se refiere al inconsciente, pero
puede ser un punto de partida descriptivo más fructífero. Y podemos
ver aquí, en miniatura, el mismo proceso, que implica transferencias
masivas de configuraciones-de-campo, como puede ocurrir cuando se
extienden por todo el globo habilidades, actitudes y modas, o cuando
una “atmósfera” se comunica rápidamente por toda una organización
(Ver nota 1).
Segundo, hay un fenómeno a lo largo de un período de tiempo
específico, digamos que en el curso de una semana, en el que todos
los pacientes parecen estar comentado temas similares que les
ocurren y que son similares a los que le preocupan al terapeuta en su
propia vida, actualmente. En el tiempo en el que un familiar mío
estaba muriendo de cáncer, había tantas referencias al cáncer por
parte de mis pacientes que perdí cualquier sensación de sorpresa,
casi llegué a esperar que los pacientes mencionaran el cáncer, o que
dijeran conocer a alguien que lo tuviera, y lo hacían, mucho más de
lo que podría haber esperado por casualidad, y sin sugerencia alguna
por mi parte en absoluto. Pero ¿les “sugerí” yo de alguna otra forma
que hablaran de cáncer? ¿Había algún proceso de configuración
mutuo y sutil del campo compartido en el que yo mismo estaba
implicado, que llevaba a una mayor posibilidad de que ciertos temas
fueran evocados? ¿Influimos a los que nos rodean con lo que estamos
pensando? Aunque estos problemas son difíciles para ser
investigados, merecen ser examinados cuidadosamente, si es
necesario por otros métodos de investigación distintos a los
normales (p. ej. investigación co-operativa, Reason 1989)
Tercero, a menudo hay referencias informales de cómo niños
pequeños, especialmente en la etapa pre-verbal, pueden ”captar” el
tono emocional y los sentimientos no hablados de sus padres y de la
vida del hogar. Seguramente lo que debe estar ocurriendo aquí es
algún tipo de reacción general sensorio/afectiva al todo, a la cualidad
holística del campo total (ver nota 2). Hasta ahora, ha habido sobre
este tipo de fenómenos una escasa investigación, especialmente
debida a los gestálticos. De igual forma, echando la red más lejos,
hay numerosas referencias anecdóticas de animales que anticipan el
peligro antes de que llegue. Estos fenómenos no se pueden entender,
no lo son, al menos de forma importante, salvo reconociendo el pleno
alcance de la interacción organismo/entorno, y el extraordinario
número de formas en que somos influidos por lo que nos rodea,
quizás deberíamos, como teóricos del campo prácticos, al menos
mostrar curiosidad y estar más abiertos a examinar tales fenómenos.
Los escritos de Jung, por ejemplo, sobre sincronicidad (p. Ej. Jung,
1952) examinan estas diversas clases de experiencia, y sin dejar la
sólida fundamentación de la tradición gestáltica, los terapeutas
gestálticos bien podrían volverse más abiertos para hablar sobre, y
documentar, algunos de estos fenómenos.
Cuarto, más directamente evocativas de la teoría de campo,
con la metáfora científica del “campo de fuerzas”, están las
sugerencias de que existen realmente campos electromagnéticos
alrededor y entre los humanos; hay quienes se atribuyen que pueden
ver auras; y los acupuntores, los especialistas de shiatsu, y quienes
practican medicinas alternativas de muchos tipos se toman, muy
seriamente, las nociones de flujo de energía y la capacidad de sanar
de otras personas. No me voy a perder en las controversias que esto
hace surgir entre la medicina complementaria y ortodoxa (Fulder,
1988; Staeker y Gilmour, 1989) pero simplemente digo que estas
cuestiones sobre los efectos de los seres humanos sobre otro forman
una parte del debate.
Siguiendo con esto, sospecho que muchos de nosotros podemos
haber tenido la experiencia de haber sido afectados marcadamente
solo por estar en presencia de alguien con una conciencia altamente
desarrollada. Quizás un maestro espiritual o incluso alguien que
simplemente medita mucho. Y esto hace surgir la pregunta sobre
nuestra propia presencia como terapeutas. Algunas veces pienso que
la función más importante que podemos tener como terapeutas es
estar plenamente presentes, para ser claro, estar “todo ahí”, estar
presente totalmente, con una consciencia limpia. Incluso si la clienta
no está en contacto conmigo ni con su propio proceso, puedo, al
menos, permanecer con ella y con mis necesidades, sentimientos y
pensamientos. Podría decirse que, simplemente por estar plenamente
presente, ya estamos ayudando a conformar el campo mutuo de una
forma más vital. Y estando "plenamente presente" es, desde luego,
otra forma de hablar de “presencia”.
Joseph Zinker (1987) ha escrito sobre presencia y estoy
impresionado por lo que dice. Por lo tanto voy a acabar citándole de
una forma extensa.
Presencia, (escribe), sugiere un estado especial de estar
plenamente aquí con todo uno mismo, el propio cuerpo y el alma. Es
una forma de estar con, sin hacer a. La presencia implica estar
plenamente aquí, abierto a todas las posibilidades. La presencia del
terapeuta es fondo contra el que la figura de otro self (o selves)
puede florecer, brillar, distinguirse completa y claramente.
Para el cliente, para el otro, “el intrínseco-estar-aquí del
terapeuta conmueve las partes más profundas del propio ser”. Sigue:
Cuando experimento la presencia de otro, me siento libre de expresarme,
de ser yo mismo, de revelar ternura, alguna parte vulnerable, confiar en
que seré recibido sin juicio o evaluación. La presencia de mi terapeuta me
permite afrontar mis propios conflictos internos, contradicciones, temas
problemáticos, paradojas; sin sentirme distraído por directrices o preguntas
demasiado determinadas. La presencia de mi terapeuta me permite
confrontarme a mí mismo, sabiendo que tengo un sabio testigo.
Zinker sigue para decir lo que no es presencia:
Presencia no es una forma de poner posturas o un posar auto-consciente o
luciéndose ante otro. La presencia no es estilo. La presencia no es carisma.
El carisma pide atención, admiración. El carisma se llama a sí mismo
mientras que la presencia “llama al otro”. El carisma es una figura
compitiendo con otra figura, mientras que la presencia es fondo, “pidiendo
que se escriba sobre”. La presencia no es una humildad religiosa que posa
(que es en realidad una forma secreta de orgullo). La presencia no es
polémica, no toma partido, ve totalidades. La presencia no compite. La
presencia no es recargada o dramática.
Y para acabar, Zinker examina el desarrollo de la presencia.
“Algunas veces”, escribe:
Los terapeutas han aparecido como quienes, simplemente, siempre tienen
presencia. Parecen haber nacido de esta forma. (Sin embargo) la mayoría
de la gente adquiere presencia por el continuo pasar del tiempo, tiempo que
les recuerda, una y otra vez, cuánto hay que aprender y qué poco saben.
Presencia es el estado de admiración conseguido frente a un universo
infinitamente complejo y maravilloso.
Agradecimientos
Me gustaría agradecer a Hunter Beaumont, Marianne Fry, Peter
Hawkins, Gary Yontef, Ray Edwards, Judith Hemming y Pat Levitsky
por sus comentarios y ánimo.
Notas
1. Para los lectores familiarizados con las revolucionarias ideas
sobre biología de Rupert Sheldrake (1987), en relación con
“resonancia mórfica”, hay algunos solapamientos interesantes
con el pensamiento de la teoría de campo, incluyendo el
fenómeno mencionado aquí de la transferencia de patrones
complejos de comportamiento y experiencia.
2. En un proyecto de investigación a pequeña escala, dirigido por el
autor, están surgiendo algunas evidencias de que los bebés muy
pequeños responden a las cualidades globales del campo total.
Dicho proyecto está investigando los efectos a largo plazo de
haber participado como niño en la Segunda Guerra Mundial.
Parece que mientras unos pocos, recuerdos ‘conscientes’, si es
que hay alguno, pueden estar disponibles en el adulto, puede
haber recuerdos ‘presconscientes’ de las experiencias originales
del tiempo de guerra en la forma de difusos y no específicos
estados de sentimiento. Bien pudiera ser que ambos, la madre y
el niño, pudieran haber tenido parecidas reacciones globales, a
nivel de sentimiento a las condiciones del campo compartidas en
aquella época, incluyendo la atmósfera y el estado de ánimo
popular en aquel momento de la historia, pero, mientras la
madre, podría haber tenido todo tipo de formas de manejo y
auto-gestión, el niño no las tenía, y simplemente respondió al
clima reinante, el ethos o atmósfera de guerra en la que estaba
inmerso/a. Hallazgos recientes sugieren que las reacciones
sentidas de los nacidos en circunstancias extremas similares (por
ej., en Londres, en 1940-1944), pueden ser sorprendentemente
similares, junto con los efectos a largo plazo.
Referencias
Bateson, G. (1979). Mind and Nature, A Necessary Unity. Bantam
Books, New York.
Beaumont. H. (1990). Personal Communication.
Berman. M. (1981). The Reenchantment of the World. Cornell
University Press, Ithaca.
Capra. F. (1982). The Turning Point - Science, Society, and the
Rising Culture. Bantam Books, New York.
Clarkson. P. (1988). Variations on I and Thou - the Role of Love
in Gestalt Therapy. Plenary lecture at the 3rd British Gestalt
Conference. Nottingham.
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