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Socialidades clandestinas

La Vanguardia Organizada del Pueblo (1968-1971):


de Alejandro Villarroel Rodríguez a Chicauma

Héctor Andrés Montero Lueiza

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SOCIALIDADES CLANDESTINAS.
La Vanguardia Organizada del Pueblo (1968-1971):
de Alejandro Villarroel Rodríguez a Chicauma

Héctor Andrés Montero Lueiza

Programa Doctorat Societat i Cultura: Història, Antropologia,


Arts, Patrimoni I Gestió Cultural
Línia de Recerca: Àmbit Antropologia Social I Cultural
Facultat de Geografia i Història
Universitat de Barcelona

Director - Tutor: Dr. Gerard Horta Calleja

Barcelona, septiembre de 2019


II
En cada cosa hay un fantasma oculto
nuestro trabajo, ¿no es un exorcismo,
una respuesta al desafío oscuro?

Enrique Lihn

Així és el viatge primordial i sense passatge


El viatge instructiu i secret
En els corredors del vent

Vicente Huidobro

III
IV
AGRADECIMIENTOS

Este trabajo de tesis es un esfuerzo al que han contribuido distintas personas de manera
directa e indirecta, con sus opiniones, correcciones, charlas, amistades y cariños. En el
presente apartado les expreso mi agradecimiento a todas, sobre todo por su infinita
generosidad y paciencia.

En primer lugar, agradezco a todas las personas que devinieron en informantes de la


investigación: a las vecinas de Chicauma, Curacaví, Santiago y Lampa, a la gente de la
VOP, a Alejandro Villarroel Rodríguez, de forma póstuma; y a las añosas e incansables
luchadoras sociales. A todas, les agradezco por compartir en este trabajo sus recuerdos,
reflexiones y esperanzas.

Al Dr. Gerard Horta, agradecimientos especiales por haber apoyado en todo momento el
proyecto de investigación, también por la oportuna y paciente guía ante mis continuos
extravíos metodológicos, y, en especial, por motivar la constante ampliación y
profundización de los senderos y perspectivas del estudio.

A mis padres, hermanos, sobrinos, tíos y primos, les agradezco el incondicional e


ininterrumpido aliento para llegar al final del proceso. Agradezco a mis hijos, que en la
cercanía y en la distancia son una inagotable fuente de inspiración para continuar la
búsqueda de las memorias que son parte primordial de nuestro presente y futuro.

No puedo olvidar en mis agradecimientos a las personas amigas de Catalunya, Euskal


Herria, Chile y de otros lugares, por impulsarme a continuar con la tarea y acompañarme
en ella. En especial, aquellas que siguen insistiendo en sus búsquedas con energéticas
y a veces mal comprendidas porfías. También a las que no están físicamente, pero cuya
presencia late en las razones y sinrazones de lo que somos y queremos ser.

También a FONDECYT.

A todas, mi reconocimiento y gratitud.

V
VI
ÍNDICE

1. UN MUNDO POR SUBVERTIR ................................................................................1


1.1. De guerrilleros y la VOP: un proyecto de investigación .....................................1
1.2. Un mundo por subvertir: contextualización autobiográfica ................................6
1.3. Autobiografía y Proyecto VOP .........................................................................13
1.4. Principales componentes teóricos y metodológicos ........................................18

2. LINEAMIENTOS TEÓRICOS .................................................................................25


2.1. De la socialidad a la cultura y la identidad .......................................................25
2.2. Ideas y pensamiento: Estado y movimientos revolucionarios..........................33
2.3. Clandestinidad, secreto y acción política .........................................................43
2.4. Lo popular y la acción directa revolucionaria ...................................................59
2.5. Historia y memoria colectiva ............................................................................62
2.6. Antropología y anarquismo: adscripción política y labor antropológica ...........69

3. ORIENTACIONES METODOLÓGICAS..................................................................81
3.1. Marco contextual del trabajo de campo ...........................................................90
3.1.1. Entrevistas en Curacaví y Santiago ..........................................................91
3.1.2. Entrevistas en Chicauma ........................................................................102
3.2. Algunas limitantes a la investigación: temáticas, políticas y judiciales .......... 115

4. CONTEXTUALIZACIÓN HISTÓRICA: EL CHILE DEL SIGLO XX ........................121


4.1. La sociedad chilena de 1900 .........................................................................122
4.2. Movimientos populares y política. Organización, huelga y negociación ........126
4.3. Organización popular y lucha política electoral. De 1925 a 1970 ..................141
4.4. Ley de Reforma Agraria .................................................................................164

5: CRÓNICAS DE ACCIÓN DIRECTA VOPISTA ......................................................169


5.1.- Fundación y organización.............................................................................173
5.2. Despliegue operativo .....................................................................................185
5.2.1. El atentado vopista a Edmundo Pérez Zujovic ........................................206

VII
6. RELATO DE VIDA DE ALEJANDRO VILLARROEL RODRÍGUEZ .......................219
6.1. Orígenes familiares .......................................................................................227
6.2. Ingreso a la vida política ................................................................................231
6.3. La VOP y Chicauma ......................................................................................255
6.4. La prisión política ...........................................................................................280
6.5. Exilio y retorno ...............................................................................................304

7. COMUNA CHICAUMA .........................................................................................315


7.1. Arribo a Chicauma .........................................................................................323
7.2. Junio de 1971: primera erradicación .............................................................335
7.3. Septiembre de 1973: segunda erradicación ..................................................340
7.4. Actualidad: entre el mercado, la memoria y el futuro .....................................345

8. CONCLUSIONES.................................................................................................355

ANEXOS ………………………….………………………………...………….………… 371

BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………………………….433
A. Libros, monografías y artículos científicos .......................................................433
B. Documentos .....................................................................................................452
C. Prensa .............................................................................................................455

VIII
ÍNDICE DE ANEXOS

ANEXO A. ESCRITOS COMPLEMENTARIOS ....................................................373


A.01. Panorámica histórica de un territorio sin Estado, luego colonizado. ........373
A.02. La antropología en Chile..........................................................................381
A.03. Represión armada a movimientos populares de protesta........................385

ANEXO B. PAUTAS DE ENTREVISTAS ..............................................................391


B.01. Pauta de temas a proponer en entrevistas a Alejandro Villarroel. ..........391
B.02. Pauta de entrevistas individuales a Roberto y Miguel. ...........................392
B.03. Pauta de entrevistas grupales Roberto - Miguel .....................................393
B.04. Pauta de entrevistas grupales Alejandro - Roberto - Miguel ...................394
B.05. Pauta genérica de entrevistas exploratorias ...........................................395
B.06. Pauta de entrevistas a Andrés ................................................................396
B.07. Pauta de entrevistas a Alejandra ............................................................397
B.08. Pauta de entrevista a Manuel Antonio Maldonado Gatica ......................398

ANEXO C: MAPAS ...............................................................................................399


C.01. Mapa de Chile en contexto subcontinental. .............................................399
C.02. Mapa físico y político administrativo Región Metropolitana de Santiago. 399
C.03. Mapa físico y político administrativo comunas de Curacaví y Lampa. ....400
C.04. Mapa límites urbanos comuna de Lampa. ...............................................400
C.05. Mapa físico-ambiental comuna de Lampa ...............................................401
C.06. Mapa actividades económicas y productivas comuna de Lampa. ...........401
C.07. Mapa físico comuna de Lampa (identifica sector de Chicauma). ............402
C.08. Mapa físico, hídrico y vial sector de Chicauma. ......................................402
C.09. Mapa erosión sector de Chicauma. .........................................................403
C.10. Mapa fraccionamiento predial sector Chicauma ......................................403
C.11. Mapa ex fundo Chicauma. .......................................................................404

ANEXO D: DOCUMENTOS..................................................................................405
D.01.i. Diario Oficial República de Chile, 27 de febrero de 1971 (portada). ....405
D.01.ii. Diario Oficial República de Chile, 27 de febrero de 1971 (pág. 2). ......406
D.01.iii. Diario Oficial República de Chile, 27 de febrero de 1971 (pág. 3) .......407

IX
ANEXO E: DATOS POBLACIONALES Y ELECTORALES ..................................408
E.01. Censo 2017: Población por área urbana y rural, y sexo ..........................408
E.02. Censo 1970: Población por área urbana y rural, y sexo. .........................408
E.03. Censo 1907: Población por área urbana y rural, y sexo ..........................408
E.04. Censo 1907: Propietarios por nacionalidad y sexo ..................................408
E.05. Censo 1970: Población por condición de alfabetismo, área urbana-rural409
E.06. Censo 1907: Población total por creencia religiosa ................................409
E.07. Censo 1907: Grado de instrucción, población urbana y rural ..................409
E.08. Esperanza de vida al nacer, 1910 ...........................................................409
E.09. Censo 2017: Población de 5 años y más, años de estudio aprobados ...409
E.10. Censo 1970. Población de 5 años y más, años de estudio aprobados ...409
E.11. Resultados de elecciones 2013, 2016 y 2017 .........................................410

ANEXO F: IMÁGENES DE PRENSA ................................................................... 411


F.01. Ronald Arturo Rivera Calderón, Manuel Campillay (1947-1971). ............. 411
F.02. Enrique Arturo Rivera Calderón, el Hippie (1951-1971) ........................... 411
F.03. Ismael Albino Villegas Pacheco, Francisco (1945-1970).......................... 411
F.04. Heriberto Salazar Bello, el Viejo (1925-1971) .......................................... 411
F.05. Alejandro Villarroel, Alonso (1933-2014) .................................................. 411
F.06. Hugo Romero Navarro, Chico Víctor (1950?- ) ........................................ 411
F.07. Juan Luís Marchant Berríos, Chandú (fl. 1970-1971) ..............................412
F.08. Bernardo Lejdermann (1943-1973), María Ávalos Castañeda (1949-1973) y
Ernesto Lejdermann Ávalos (1972- ) .......................................................412
F.09. Prisioneros de organizaciones revolucionarias, octubre de 1970 ............412
F.10. Manifestación de estudiantes y trabajadores. Santiago de Chile, 1970 ...412
F.11. Portada diario El Mercurio, 9 de junio de 1971 .........................................413
F.12. Portada diario Puro Chile, 9 de junio de 1971 ..........................................413
F.13. Casa de calle Coronel Alvarado n.º 2711, rodeada de policías ................413
F.14. Croquis del sitio y asalto a casa de calle Coronel Alvarado .....................413
F.15. Portada diario El Mercurio, lunes 14 de junio de 1971 .............................413
F.16. Portada (detalle 1) diario La Tercera, jueves 17 de junio de 1971 ...........414
F.17. Portada (detalle 2) diario La Tercera, jueves 17 de junio de 1971 ...........414
F.18. Entrevista a Alejandro Villarroel, La Nación (s/f [1968]) ...........................415
F.19. Transcripción entrevista a Alejandro Villarroel, La Nación (s/f [1968])......416

X
ANEXO G: FOTOGRAFÍAS..................................................................................420
G.01. Alejandro Villarroel Rodríguez (200-). .....................................................420
G.02. Manuel Antonio Maldonado Gatica (2013) ..............................................420
G.03. Microbús recorrido Santiago-Lampa, aprox. años setenta. .....................421
G.04. Plaza de Armas de Lampa, 1970. ...........................................................421
G.05. Campesinos de Lampa (s/f). ...................................................................422
G.06. Puente Chicauma sobre ruta G-16 o Camino Chicauma (1975-1985) ....422
G.07. Puente Chicauma sobre ruta G-16 o Camino Chicauma (2018) .............423
G.08. Casas a la orilla sureste del Puente Chicauma .......................................423
G.09. Sector de Chicauma (1) ..........................................................................424
G.10. Sector de Chicauma (2) ..........................................................................424
G.11. Sector de Chicauma (3) ...........................................................................425
G.12. Cruce de ruta G-16 / Camino El Taco del Valle .......................................425
G.13. Camino El Taco del Valle .........................................................................426
G.14. Lecho del estero Lampa, antiguo balneario El Taco (1). .........................426
G.15. Lecho del estero Lampa, antiguo balneario El Taco (2). .........................427
G.16. Lecho del estero Lampa, antiguo balneario El Taco (3). .........................427
G.17. Subsector El Taco, Chicauma (1) ............................................................428
G.18. Subsector El Taco, Chicauma (2) ............................................................428
G.19. Sector de Chicauma (4) ..........................................................................429
G.20. Sector de Lo Vargas ................................................................................429
G.21. Estero Lampa ..........................................................................................430
G.22. Sector Larapinta, Lampa. ........................................................................430
G.23. Plaza Pública, Lampa..............................................................................431
G.24. Población Isabel Riquelme, Lampa .........................................................431
G.25. Calle de Lampa .......................................................................................432
G.26. Plaza de Armas de Lampa, 2018 ............................................................432

XI
XII
RESUMEN

La investigación se propuso trazar un análisis comprensivo de las prácticas sociales


clandestinas de la Vanguardia Organizada del Pueblo (VOP) en la experiencia de
exmilitantes y excolaboradores de esta organización, en relación con el papel que esta
ejerció durante su existencia (1968-1971) en el marco sociopolítico chileno. Bajo la guía
de la antropología histórica los objetivos son abordados a partir del diseño de un marco
metodológico de enfoque cualitativo, y desarrollados en un estudio de carácter
exploratorio, con prescindencia de hipótesis de trabajo, de tipo etnográfico y uso del
enfoque biográfico o de relato de vida. Las tareas se realizaron en Chile y Catalunya, y
se dividieron en tres fases y cuatro etapas. La primera fase data del verano austral de
1996, momento en el cual surgió la idea de investigación. La segunda fase se extendió
de marzo de 2007 a marzo de 2008 y de diciembre de 2013 a enero de 2014, y en ella
se realizaron las dos primeras etapas del trabajo de campo, ambas en Curacaví y
Santiago. La tercera fase abarcó de junio de 2016 a septiembre de 2019, período en el
que se llevaron adelante actividades en Catalunya y se ejecutaron las etapas tercera y
cuarta del trabajo de campo en Chile, en Santiago, Lampa y, esencialmente, Chicauma,
este último un sector rural cercano a Santiago donde la VOP inauguró en diciembre de
1970 una comuna socialista denominada Comuna Chicauma (y que funcionó hasta junio
de 1971). En el estudio se revisan algunas teorías asociadas a los fundamentos de la
socialidad y la acción política de organizaciones clandestinas, al igual que se examinan
los principales hechos y procesos sociales y políticos ocurridos en Chile desde 1900
hasta 1970 y que impactaron en los movimientos populares chilenos del período, y se
exponen los relatos recabados en sesiones de entrevistas a exmilitantes de
organizaciones de izquierda contemporáneas a la VOP y que colaboraron con esta; al
exmilitante vopista Alejandro Villarroel Rodríguez, con el cual construimos su relato de
vida; y a residentes actuales del sector de Chicauma. Los resultados dan cuenta de
antecedentes contextuales y particulares en general desconocidos y secretos de la VOP,
a partir de los cuales nos adentramos en determinados hechos y procesos sociopolíticos
anteriores y posteriores al período de operatividad política vopista, en los que se van
revelando fragmentos de la memoria colectiva de los movimientos populares chilenos,
unos que en parte se habían convertido en secretos para sí mismos.

Palabras clave: Clandestinidad, Secreto, Violencia, VOP, Villarroel, Chicauma.

XIII
XIV
1. UN MUNDO POR SUBVERTIR

1.1. De guerrilleros y la VOP: un proyecto de investigación

Las organizaciones guerrilleras operativas en Chile durante la segunda mitad del siglo
XX, han sido abordadas en estudios historiográficos que aportan información relevante
respecto a los grupos y sus dirigentes, en el examen de sus idearios políticos, de las
dinámicas organizacionales internas y de las actividades partidistas que realizaban. Digo
realizaban, porque es común su asociación como parte de los movimientos sociales de
resistencia durante la dictadura militar (1973-1990) y como tal incorporados a la historia
de las instituciones políticas. Sin embargo, existe un vacío de investigaciones que
presten atención a organizaciones armadas de izquierda activas en los años
inmediatamente anteriores al golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 1 y que
exploren en las formas prácticas de la actividad política de sus protagonistas, en las
trayectorias políticas particulares y colectivas que trazaron y fundamentaron la definición
e implementación de tácticas clandestinas en su accionar.

Esta observación surgió en enero de 1996, un poco antes de comenzar mis estudios de
grado de antropología y después de llegar a mis manos un artículo anónimo que relataba
tres hechos de violencia política ocurridos en Santiago de Chile durante el mes de junio
de 1971 y que involucraban a una organización armada de izquierda de la que no había
oído hablar antes. Tres hechos que asemejaban una tragedia en tres actos. Una especie
de anticipo del final que dos años después tendría el proyecto de revolución socialista
con gusto a empanada y vino tinto de la Unidad Popular (UP) y Salvador Allende. El
primer acto de la tragedia acontecía el martes 8 de junio de 1971, con la irrupción de una
columna de dicha organización guerrillera ejecutando de forma exitosa una emboscada
al coche en el que se desplazaba uno de los principales líderes del Partido Demócrata
Cristiano (PDC) del período y ex ministro del Interior del gobierno anterior (1964-1970),
Edmundo Pérez Zujovic, al que dieron muerte con una ráfaga de ametralladora. El
segundo acto ocurría cinco días después, durante la madrugada del domingo 13, en el

1 El 11 de septiembre puede ser considerada una fecha icónica para el universo simbólico de la política
chilena, al concentrar tres hechos en los que el sector militar ha impuesto su posición al resto de la
sociedad. El primero de ellos es relatado en la obra Historia General de Chile (1884), por el historiador
Diego Barros Arana, y se desarrolla en 1541, momento en que la casi sietemesina aldea de Santiago de
la Nueva Extremadura fue casi destruida por el ataque de la población originaria liderada por el Cacique
Michimalonko, aunque salvada del total exterminio por el acto de la mujer del líder conquistador de
decapitar a siete nativos prisioneros y arrojar sus cabezas entre las filas atacantes, lo que habría provocado
el terror y posterior retirada de estos. Para el segundo hecho hay que avanzar en el calendario hasta 1924,
cuando el ejército llevó a cabo un golpe de Estado que refrenó el agitado ambiente de movilizaciones
populares y preparó el camino para la redacción de una nueva Constitución Política, promulgada en 1925
y vigente hasta 1973; fecha del tercer hecho y que tuvo como protagonista al golpe de Estado militar que
puso término al gobierno socialista de Salvador Allende Gossens y la Unidad Popular.

1
sitio y ataque que fuerzas combinadas de la policía y el ejército realizaron contra el
inmueble donde pernoctaban algunos militantes de esta agrupación, y en el que murieron
dos de sus líderes: los hermanos Ronald y Arturo Rivera Calderón. El tercer acto acaecía
el mediodía del miércoles 16 del mismo mes de junio, con el militante Heriberto Salazar
Bello apersonándose en el Cuartel Central de la Policía de Investigaciones de Chile para
desenfundar una ametralladora con la que dispara contra de los funcionarios policiales
y, en última instancia, en el frontis del cuartel detonar un cinturón de explosivos que
cargaba bajo sus ropas, en una acción en la que además fallecieron tres policías. La
secuencia de eventos quedó grabada en mi memoria. Así como el nombre de la
organización que las protagonizó: Vanguardia Organizada del Pueblo, la VOP.

El artículo en cuestión señalaba que los hechos reseñados habían sorprendido a una
sociedad chilena distinta a la actual. En efecto, el 3 de noviembre de 1970, siete meses
antes de los hechos violentos antes descritos, asumía la presidencia de la República el
militante del Partido Socialista (PS), Salvador Allende Gossens, al frente del pacto
electoral UP, guiado por un proyecto sociopolítico que se presentaba como la
capitalización de un siglo de luchas sociales, basado en el respeto al marco legal que
dictaba la Constitución Política vigente, y donde las organizaciones guerrilleras no
registraban acciones de violencia política con carácter de magnicidio. Las acciones
vopistas databan de 1971 y el momento de lectura del artículo era 1996, por lo que dos
décadas y media los separaban. Como dice el refrán: ‘harta agua había corrido bajo el
puente’.

Desde luego son hechos que impactaron en la vida pública y privada de esa mayoría
electoral que, en las elecciones presidenciales de 1970 y más tarde en las parlamentarias
de marzo de 1973, había apoyado el proyecto socialista de la UP; así como en la de
aquellos que propugnaron el socialismo desde otros frentes, al amparo o por fuera de la
legalidad y sobrevivieron a la represión de la dictadura. Entre ambas fechas había
ocurrido el golpe de Estado que las fuerzas armadas perpetraron contra el gobierno la
mañana del martes 11 de septiembre de 1973 y que dio inicio a una dictadura militar que
gobernó durante 17 años, tiempo en el que impuso un modelo económico neoliberal
como faro capital de comprensión humana e interacción social y medioambiental
(Mönckeberg, 2001) y dejó al menos 40 mil víctimas, entre ellas más de 3.000
asesinados2, de acuerdo a cifras oficiales que no contabilizan a exiliados ni a las familias
de todos los afectados3. También la experiencia de una lucha antidictatorial que desde la

2 Para más información del tema, ver: Gobierno de Chile. (2018). “Memoria”. Párr.5. (Recuperado de:
http://pdh.minjusticia.gob.cl/memoria/ [con acceso el 28/08/2018].
3 Para el caso de los desterrados, la cifra fluctúa entre los 400.000 y 600.000, para un total promedio de
12 millones de habitantes (Norambuena, Carmen. [2000]. “Exilio y retorno. Chile 1973-1994”. En: Garcés,
Mario; Milos, Pedro; Olguín, Myriam; Pinto, Julio; Rojas, María; Urrutia, Miguel. [Comp.]. [2000]. “Memorias
para un nuevo siglo. Chile, miradas a la segunda mitad del siglo XX”. Santiago: LOM. P. 186.

2
década de los ‘80 se expresó en movilizaciones sociales y en una actividad guerrillera
que, entre otras acciones, en septiembre de 1986 llevó a cabo un fallido atentado armado
contra el dictador4. Un resultado opuesto al obtenido en abril de 1991, cuando la misma
organización, el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), emboscó y dio muerte a
uno de los ideólogos de la Constitución de 1980 y en ese momento senador, Jaime
Guzmán Errázuriz5. En pocas palabras, entre 1971 y 1996, la capacidad de asombro de
la sociedad chilena ante hechos de violencia política, se había modificado.

La lectura del artículo que rememoraba la actividad de la VOP me hizo reflexionar en


torno a la posibilidad de estar frente a un estudio aún no realizado, uno que aportara a
la comprensión contextualizada de las luchas sociales que ocurrieron en ese tiempo y,
de forma indirecta, a las que se desarrollaban en ese momento. Por esos años
resonaban los ecos del movimiento social antidictadura y parecían fortalecerse los
movimientos anticapitalistas e indígenas, estos últimos a medio camino de
reivindicaciones autonomistas o, llanamente, partidarios de la autodeterminación. Y en
los ambientes de estudiantes de izquierda algunas reflexiones conducían con regularidad
a la conclusión, tal vez bastante obvia vista desde la actualidad, de que la dictadura
aparentaba partir en dos el continuo de las luchas políticas y que aquellas desarrolladas
de forma previa a esta se presentaban como dependientes de las iniciativas de los dos
partidos más representativos de la izquierda, PC y PS. En definitiva, se percibía una
desconexión política y social entre el presente, el pasado y, sin duda, el futuro que en
esos espacios estudiantiles comenzábamos a esbozar.

En este contexto, comenzar a conocer algo de la VOP y de sus prácticas me llevó a


pensar en la posibilidad de que esa organización dibujase una especie de puente entre
las luchas de principios de los años setenta y las que se observaban en los noventa,
entre dos tiempos diferentes que en ese momento me parecía que bien podían tener
similitudes profundas. De seguro me faltaba experiencia y agudeza política para definir
de mejor forma las sensaciones que me dominaban, así como muchas páginas por leer,
otras tantas por escribir, y algunas cuestiones por hacer; pero en ese momento y lugar
de 1996 me pareció una revelación vital. Hoy pienso en esto y me sorprendo con los
recuerdos acerca de la cantidad de preguntas que una y otra vez me asaltaban. No
dispongo de los apuntes originales por razones que ya expondré más adelante, pero
esas interrogantes eran del tipo: ¿Qué formas tomaba la acción política de las
organizaciones armadas de izquierda de fines de los ’60 y comienzo de los ’70?, ¿Cuál

4 Para más información, ver: Verdugo Patricia; Hertz, Carmen. (1990). “Operación Siglo XXI". Santiago:
Catalonia; Peña, Juan-Cristóbal. (2007). “Los Fusileros: crónica secreta de la guerrilla en Chile”. Santiago:
Debate.
5 Para más información, ver: Norambuena, Mauricio. (2016). Norambuena “Un paso al Frente: Habla el
Comandante Ramiro del FPMR”. Santiago: Ceibo.; Palma, Ricardo. (2014). “El gran rescate: desflorando
al viento”. Santiago: LOM.

3
fue la experiencia de la VOP?, ¿Cómo vivieron sus militantes el impacto de la represión
estatal antes del golpe de Estado?, ¿Qué ocurrió con ellos? Reflexiones y dudas
incipientes que pusieron sobre relieve las dificultades que, fui descubriendo, proponía
elaborar una investigación social y luego desarrollarla. En vista de ello, y confiando en
los conocimientos y experiencias futuras, tomé la decisión de no iniciar el estudio que
imaginaba.

Era el comienzo de 1996 y el centro de mis exploraciones se trasladaba hacia otros


frentes. Y de esta forma, la búsqueda de información acerca de grupos guerrilleros
predictadura y de la VOP en particular, quedaba guardado en un cajón pendiente de ser
abierto. No imaginaba que trece años pasarían antes de retomar el desafío, en 2007. En
el curso de aquél año el nombre de la VOP reapareció en mi horizonte y con ello se
actualizó el desafío de realizar una investigación de esta organización. Esta vez más
preparado, con un arsenal teórico y práctico más fogueado, con más aula y, tan
importante como esta última, con más calle. Por lo que comencé a hacer búsquedas en
bibliotecas y archivos y, lo más complejo de todo, me di a la tarea de encontrar a algunos
o algún exmilitante(s) vopista(s), para conocer de esta organización desde el punto de
vista de quienes le habían dado vida.

En estas búsquedas supe de un exmilitante VOP que vivía en Curacaví, un pueblo


cercano a Santiago. El sujeto se llamaba Alejandro Villarroel Rodríguez6 y su relato
precisaba que había militado en la VOP y, como tal, inscribía su participación en algunas
de las acciones protagonizadas por esta organización, como la fundación de una comuna
campesina socialista emplazada en un sector rural en las afueras de la ciudad de
Santiago, de nombre Chicauma, que habría estado activa entre 1970 y 1971, y de la cual
no existía información de investigaciones académicas de algún tipo. Era agosto de 2007
y pronto estaba visitándolo en su hogar. En los capítulos dedicados a las orientaciones
metodológicas y en la introducción a su relato de vida, comentaremos acerca del
contexto y especificidades de las sesiones de entrevistas en las que, justamente,
registramos su relato de vida. Asimismo, me presentó a dos de sus amigos del tiempo
de su militancia vopista, a un exmilitante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria
(MIR), que optó por ser identificado como Roberto; y a un exmilitante de la Juventud del
Partido Radical (JPR), que se decantó por el nombre de Miguel, con los que llevamos
adelante sesiones de entrevistas individuales y colectivas que fueron aportando datos
propios y muchas veces complementaron el relato de vida de Alejandro Villarroel.

La secuencia de hechos ocurridos entre los años 2008 y 2016 es explicada en el


apartado subsiguiente, que trata de la superposición entre lo que llamé ‘Proyecto VOP’

6 Los detalles acerca del encuentro y las posteriores reuniones con el informante, se desarrollan en el
capítulo dedicado a la metodología y en la introducción a su relato de vida.

4
y determinados hechos autobiográficos de naturaleza política a partir de los cuales decidí
postergar una vez más la tarea investigativa. Hasta 2016, cuando inicié lo que se
constituiría el tercer movimiento investigativo del tema en un período de veinte años.
Esta vez, de forma definitiva.

Durante los primeros meses de ese año, 2016, me acerqué al investigador y docente
Gerard Horta, motivado por las obras que le desatacan en la labor antropológica y
pensando en las orientaciones que buscaba para el proyecto. Fue receptivo a la
exposición de la propuesta de estudio, encontró un espacio entre sus actividades para
enriquecer con su guía académica las reflexiones y tareas del proyecto, y asumió la
dirección de este trazado investigativo. En este escenario, revisé algunas anotaciones
de años anteriores y bajo las nuevas orientaciones comencé por hacer tímidas
observaciones que pronto derivaron en profundas reformulaciones de lo que seguí
llamando ‘Proyecto VOP’, y que cristalizaron en la propuesta presentada en las
instancias académicas correspondientes a la postulación al programa de doctorado y
bajo la forma del plan de investigación. Posteriormente, este plan fue modificado con la
reescritura de algunas secciones y el proyecto de tesis tuvo una definición formal al final
del curso 2016-17. Para los cursos siguientes la estructura general del estudio se
mantuvo, no obstante identificar la necesidad de modificar y/o delimitar de forma más
precisa algunos de los planteamientos de la propuesta original, lo cual fue planteado en
los sucesivos informes de seguimiento del plan de investigación.

Las preguntas que antes me había hecho acerca de la VOP seguían sin respuestas, por
lo que las abordé y reformulé en cada revisión que hacía de mis apuntes y propuestas.
También sumé otras, que principalmente se focalizaban en el estado actual de la comuna
socialista que en 1970 había inaugurado la VOP en Chicauma y que había dejado de
funcionar después de los hechos de junio de 1971. ¿Qué sería de ella?, ¿seguiría de
alguna forma funcionando?, ¿habría residentes del sector que la recordaran?, ¿qué tipo
de recuerdos serían?, ¿habría exmilitantes vopistas o excomuneros entre ellos?, ¿cuál
sería el impacto que esta Comuna tuvo en las trayectorias individuales y sociales los
actuales residentes de este sector? Preguntas, incógnitas sin respuestas, silencios y
espacios vacíos sobre el papel. Las fui apuntando en notas que pegué en el pizarrón de
trabajo y en mis pensamientos, hasta condensarlas en una interrogante operativa que
marcara el punto de inicio de esta nueva aproximación a la VOP.

Finalmente, la investigación se preguntó por las prácticas de socialidades clandestinas


en la experiencia militante de la VOP en relación con el papel que esta organización
ejerció durante su existencia (1968-1971) en el marco sociopolítico chileno. Para
comenzar a responderla determinamos algunas cuestiones principales, lo esencial que

5
el estudio sería exploratorio y prescindiría del uso de hipótesis de trabajo. De la misma
forma que identificar los alcances temáticos del estudio.

El primer paso fue definir un objetivo general, el que se propuso trazar un análisis
comprensivo de las prácticas de socialidades clandestinas de la VOP en la experiencia
del exmilitante Alejandro Villarroel y la de otros exmilitantes y excolaboradores de esta
organización que pudieran identificarse.

A partir de esta meta investigativa se especificaron seis objetivos secundarios. El orden


de estos fue variando respecto a la inscripción inicial, en pos de lograr una continuidad
argumental del relato final. Pero el fondo de cada uno no cambió más allá de algunas
formas en su redacción, con la vista puesta en la claridad de la exposición.

El primero se propuso desarrollar un recorrido teórico acerca de las socialidades


clandestinas y sus mecanismos de producción y reproducción social. El segundo,
identificar y contextualizar los principales hechos y procesos sociopolíticos que
impactaron en los movimientos obreros y sociales de Chile desde 1900 hasta 1970. El
tercero, elaborar una crónica de los principales hechos de lo que acordaremos en definir
analíticamente como acción directa revolucionaria en los que intervino la VOP. El cuarto,
sistematizar el relato de vida del exmilitante de la VOP Alejandro Villarroel y registrar los
relatos de vida de otros exmilitantes y colaboradores de esta organización que puedan
identificarse. El quinto, describir el estado actual y lo que fue del asentamiento rural
realizado por la VOP en 1970, emplazado en la comuna de Lampa de la Región
Metropolitana de Chile y conocido como la toma del fundo Chicauma. El sexto, y último,
desarrollar una interpretación de los datos relevantes identificados en el estudio, en
relación con las prácticas y mecanismos de producción y reproducción social.

1.2. Un mundo por subvertir: contextualización autobiográfica

Podría parecer confuso leer siguiendo los cambios de tiempo. Tal vez suena a explicar
qué es la antropología al conductor que ha detenido su camión para adelantarnos
algunos kilómetros en la ruta, y que después de una enmarañada explicación nos resume
lo oído en una frase corta y sencilla, del tipo “o sea, entender a las personas y lo que
hacen o quieren hacer”. Es decir, que a pesar de todo se explica bien y el desenredo se
produce. Y es por eso que, justamente, en este trance resulta oportuno desandar algunos
episodios vitales en los párrafos siguientes, para sumar elementos contextuales y de
subtexto, utilizando la nomenclatura teatral, con los que aportar a la exposición del
presente estudio, en especial sobre su génesis, forma y sentido. Además, tal y como
señala Aniceto Hevia, protagonista de la novela Hijo de Ladrón (Rojas, 2000 [1951]), en
ocasiones los recuerdos pueden presentarse indisciplinados, presurosos y revueltos:

6
¿Cómo y por qué llegué hasta allí? Por los mismos motivos por los que he llegado a tantas
partes. Es una historia larga y, lo que es peor, confusa. La culpa es mía: nunca he podido
pensar como pudiera hacerlo un metro, línea tras línea, centímetro tras centímetro, hasta
llegar a ciento o a mil; y mi memoria no es mucho mejor: salta de un hecho a otro y toma a
veces los que aparecen primero, volviendo sobre sus pasos sólo cuando los otros, más
perezosos o más densos, empiezan a surgir a su vez desde el fondo de la vida pasada.
(Ibidem: 2)

Nací en diciembre de 1974 en un Santiago de Chile bajo toque de queda militar. Hijo de
un padre que estudió contabilidades en un colegio técnico de Santiago y que trabaja en
ello hasta la actualidad; y de una madre que no completó los estudios medios para
dedicarse a la tarea de administrar una familia a partir de los 20 años de edad. Ambos,
hijos de familias campesinas que se integraron a la migración del campo a la ciudad de
los años ’50 y`60, que de esa forma buscaron dejar atrás las relaciones de servidumbre
características del sistema agrario antes de la Reforma Agraria (1962-1973). Crecí en la
capital, en un barrio de la comuna de Ñuñoa construido en los años sesenta, en una
urbanización para empleados municipales, como lo era mi abuelo paterno. Era una casa
pequeña, que recién dejamos cuando nos cambiamos mis padres y sus dos hijos a la
comuna de La Florida, en la zona sur de la ciudad, cuando cumplía ocho años de edad.

Entre esas dos comunas cursé los 12 años de instrucción escolar, aunque repartidos en
ocho colegios, cuatro públicos y cuatro privados. En ellos fui desarrollando lo que ahora
defino como poca tolerancia frente a lo que consideraba injusticias de los profesores e
inspectores con los estudiantes, pero que resultaba un eficiente argumento para
impedirme continuar en el curso siguiente y tener que buscar otro colegio. Aunque al final
del antepenúltimo curso, año 1990 y contando con 16 años de edad, el profesor de
Historia, secreto militante comunista, me recomendó un colegio donde ni mi pelo largo ni
mis palabras se consideraban un atentado a la autoridad o al orden universal.

A esas alturas, la búsqueda de información acerca de movimientos sociales y en


particular de organizaciones armadas de izquierda se convertía en una distracción
pletórica de respuestas para lo que observaba alrededor, en el colegio, en el barrio, en
la ciudad, en el país y el mundo. También, fecunda en preguntas. En consecuencia, me
matriculé en ese alternativo colegio para el curso de 1991, y ahí me mantuve hasta el
año siguiente, momento en que egresé convertido en un empedernido lector.

Recuerdo a este propósito el año 1988, cuando contaba con 14 años de edad. A finales
de esa temporada la dictadura realizaba al plebiscito que decidía la permanencia o
término del régimen, de acuerdo a lo estipulado en la Constitución Política que los

7
militares habían promulgado en 1980 (y que se mantiene vigente en la actualidad). El
referéndum se presentó bajo la fórmula de una elección cerrada entre dos alternativas:
el ‘SÍ’, para que el dictador se mantuviera en el cargo de presidente de la República hasta
1996; y el ‘NO’, que obligaba a convocar elecciones presidenciales y parlamentarias para
el año siguiente. Aunque en este último escenario, el exdictador se reservaba el cargo
de comandante en jefe del ejército, mientras le esperaba, para 1996, el inédito cargo de
senador vitalicio7. Finalmente, el 5 de octubre de 1988 se realizaron los comicios, en los
que triunfó la opción del ‘NO’ con el 54,70% de los votos8. Y con ello, la dictadura recibía
un impacto que prometía la pronta elección del jefe de Estado y la reapertura del
Congreso Nacional. En este escenario, se hacía evidente que algo había cambiado y se
suponía que lo haría aún más, por lo que un clima de alegría se extendió por el país y se
filtró en las actividades más cotidianas de las personas.

Mis padres no estuvieron ajenos a ello y se animaron a hacer un original regalo al hogar
familiar: dos enciclopedias de tres tomos cada una, una dedicada a exponer biografías
de personajes históricos relevantes, y la otra con extractos de textos más extensos
acerca de hechos históricos de interés, en particular del siglo XX. Eran los primeros libros
que entraban al hogar familiar, y rápidamente los convertí en mis compañeros. Con ellos
supe de temas ausentes en los planes de estudio de la educación pública y que poco
interesaban a la mayoría de colegios privados de ese tiempo: de las luchas de
descolonización en África e Indochina; de las trayectorias y pensamiento de Sandino, del
Che Guevara y de Malcolm X; de la revolución del ’36 en Cataluña, narrada por George
Orwell; de la Revolución Cubana, a través de discursos de Fidel Castro; de la Reforma
Agraria en Chile y de la vida y muerte de Salvador Allende, entre otros temas que me
resultaron impactantes a la vez que propositivos. Cada relato me enseñaba las puertas
de entrada a mundos diferentes pero similares, en su mayoría ejemplos de las
posibilidades de solidaridad, justicia y libertad que la iniciativa individual y colectiva
habían levantado para beneficio de amplias mayorías explotadas y siempre postergadas.
Cada página leída aportaba al cambio que experimentaban mis percepciones y
pensamientos.

Mientras tanto, las elecciones generales derivadas del resultado plebiscitario de 1988 se
realizaron el 14 de diciembre de 1989. Presidente, senadores y diputados fueron elegidos
mediante votaciones que no se producían desde 1970, para la presidencial, y marzo de

7 Al respecto, recuerdo que en ese tiempo una asertiva broma se extendía entre los opositores al gobierno,
la que reproducía un imaginado soliloquio del dictador, y decía así: “el SÍ, es para que me quede; y el NO,
es para que no me vaya”.
8 Para más información, ver: Salazar, Gabriel. (1999). “Historia contemporánea de Chile: Estado,
legitimidad, ciudadanía”. Volumen I. Santiago: LOM; y del mismo autor: “Plebiscito y elecciones”. (1989).
Proposiciones, 16. Santiago: SUR. (Recuperado de: http://www.sitiosur.cl/r.php?id=65 [con acceso el
15/06/2018]).

8
1973, para las parlamentarias. Casi tres meses después, el 11 de marzo de 1990, los
canales de televisión transmitían en directo desde el reinaugurado Congreso Pleno la
ceremonia oficial de traspaso del mando al militante democristiano triunfante en las
elecciones. En la pantalla en blanco y negro muchos pudimos ver al dictador entregando
dos de los símbolos republicanos del poder presidencial: la banda tricolor y la piocha de
O´Higgins9. Era el fin formal de la dictadura y el inicio de la transición a la democracia10.
Pero los profundos cambios esperados no encabezaron la agenda de las nuevas
autoridades. El gobierno civil no solo parecía no tener intenciones de sustituir las políticas
implementadas por la dictadura, sino que, por el contrario, daba continuas muestras de
administrar de buena forma el legado militar, en especial aquellas que mantenían los
llamados equilibrios macroeconómicos (Moulián, 1997). En efecto, la arquitectura
neoliberal implantada por la dictadura se descubría como el estandarte de una promesa
de éxito individual sostenida sobre el egoísmo y una pretendida racionalidad (Hirschman,
2013 [1985]), encarnada en el homo economicus como representante del triunfo de la
separación entre la economía y la ética (Miedes y Flores, 2013); frente al reflejo cegador
de los nuevos escaparates y al compás de una cadenciosa y omnipresente
homogenización urbana de la sociedad (Lefebvre, 1971). Sin embargo, tanto las enseñas
como las vitrinas o la ubicuidad cívica no eran temas de fascinación para una diversidad
de movimientos sociales de resistencia que en las calles denunciaba los crímenes de la
dictadura, o rememoraba la lucha de los detenidos desaparecidos, o exigían la libertad
de los presos políticos que el nuevo gobierno comenzaba a contabilizar en su haber.
Iniciaba la última década del siglo y concluí que debía colaborar a cambiar en algo las
cosas. Primero desde el colegio, luego a partir del espacio intermedio entre este y mi
ingreso a la Universidad. Había mucho que hacer, un mundo por subvertir.

Me acerqué a los ideales anarquistas y con ello a núcleos de conversación donde se


debatía acerca del rol y las formas para aportar en la construcción de prácticas sociales
libertarias. Mientras me preparaba para egresar del colegio, concluí que era momento de
tomar decisiones con visión de futuro, o con la vista puesta en el presente para intentar
torcer el porvenir dictado por la nueva economía y la sociedad. A fines de 1993 rendí la

9 Se refiere a una estrella de cinco puntas que se coloca en el extremo inferior de la banda presidencial
chilena, usada por el Director Supremo, Bernardo O’Higgins Riquelme, primer gobernante tras la
independencia del reino de España. La piocha fue adoptada como tradición republicana a partir de 1871.
Pero, como documenta el escritor Jorge Baradit (2015), en su trilogía titulada Historia Secreta de Chile
(Santiago: Sudamericana / PRHG), en la actualidad se utiliza una réplica confeccionada en talleres del
ejército durante la dictadura militar, debido a que la original desapareció tras el bombardeo al Palacio de
La Moneda, el 11 de septiembre de 1973. Al igual que la espada de Bernardo O`Higgins, el Acta de la
Declaración de Independencia firmada por el Director Supremo el 12 de febrero de 1818 en Talca, cuadros
históricos, el fusil AK que Fidel Castro le regaló a Salvador Allende en 1971, e incluso el reloj pulsera que
portaba este último el día del golpe de Estado, entre otros objetos extraviados.
10 Para más información, ver: Moulián, Tomás. (1994). “Limitaciones de la transición a la democracia en
Chile”. Proposiciones (25), 25-33; Garretón, Manuel-Antonio. (1999). “Las revanchas de la democratización
incompleta”. Mensaje, (48), 7-12; y, Godoy-Arcaya, Óscar. (1999). “La transición chilena a la democracia
pactada”. Estudios Públicos, (74), 79-106.

9
prueba de selección universitaria y al año siguiente me matriculé en derecho, primero en
la Universidad de Valparaíso y dos cursos después me trasladé a la Universidad Austral
de Valdivia, donde hice un curso. Lo principal de este período se concentra en dos temas.
El primero, y ofrezco disculpas a los juristas honestos y abnegados, fue no haber
alcanzado a abrazar del todo un rotundo desencanto por la humanidad, a pesar de verme
obligado a sortear clases en su mayoría dictadas por profesores en ejercicio desde la
dictadura, para regocijo de muchos y desesperación de algunos pocos compañeros de
aula. El segundo, sin duda lo más importante, fue disponer de grandes bibliotecas
universitarias que me permitieron dedicar largas horas al estudio de dos temas que me
apasionaban: la política y la filosofía. De este modo desemboqué en la antropología,
seducido y desafiado por la propuesta de comprender a la humanidad a partir del estudio
del otro/a, de la diferencia, lo que coincidía con mis reflexiones y observaciones más
profundas. En consecuencia, decidí retirarme de derecho y comenzar el grado de
antropología. Claude Lévi-Strauss comentaba de forma anecdótica que encontró su
vocación por la etnología “un domingo de otoño de 1934, a las nueve de la mañana, con
una llamada telefónica. Era Célestin Bouglé, a la sazón director de la Escuela Normal
Superior" (Lévi-Strauss 1973 [1955]: 51) para proponerle que presentara su candidatura
a la cátedra de sociología en la Universidad de Sao Paulo, en Brasil. En mi caso, más
modesto, encontré mi vocación en Marvin Harris (2001 [1990]), en específico, en la
lectura del siguiente párrafo:

Para el antropólogo, el único modo de alcanzar un conocimiento profundo de la humanidad


consiste en estudiar tanto las tierras lejanas como las próximas, tanto las épocas remotas
como las actuales. Y adoptando esta visión amplia de la experiencia humana, quizá
logremos arrancarnos las anteojeras que nos imponen nuestros propios estilos de vida
para vernos a nosotros mismos como realmente somos. (Ibidem: 17-18)

Una visión amplia de la experiencia humana. Era lo que buscaba. El ingreso al programa
de antropología implicó el regreso a la capital, pero a la vez me permitió estudiar más a
fondo los movimientos indigenistas latinoamericanos. Era 1996 y en el campo de las
ciencias sociales aún resonaban los ecos de los debates surgidos en torno a la
conmemoración, hacía cuatro años, del quinto centenario del arribo de Cristóbal Colón a
las costas de lo que más tarde se llamó América11. Estos debates fueron intensos y de
ellos han llegado a nuestros días, bajo la forma de temas irresueltos, entre otros, temas

11 Sobre el tema, se menciona la tesis que identifica la palabra “América” con la voz del tronco lingüístico
lenca-maya Amerrique, traducida como: “la tierra donde sopla el viento” (Antón, Danilo. “Amerrique, los
huérfanos del paraíso”. [1998]. Montevideo: Piriguazú). En la toponimia precolombina de la actual
Nicaragua, es el nombre de una cadena montañosa que luego pasó a identificar al pueblo que habitó el
valle adyacente.

10
como el impacto del capitalismo neoliberal en los territorios de histórica ocupación
indígena y el derecho a la autonomía y/o independencia de los pueblos originarios. En
especial al interior de la comunidad de antropólogos en ejercicio y en formación. Puesto
que, cual marca de nacimiento, existe un amplio reconocimiento al hecho de que, desde
los orígenes de la labor antropológica en Chile, esta se desarrolló entrelazada a la
relación del Estado con los pueblos indígenas12.

El paso por las salas de clases de antropología significó un aporte para el camino que
recorría. En una escuela liderada por profesores críticos, comprometidos con los debates
antropológicos y en todo momento estimulando a sus alumnos a formular investigaciones
y realizar trabajos de campo, el aprendizaje era multidisciplinario y colaborativo. En esa
escuela comprendí a valorar la alteridad desde una perspectiva de equilibrio, de impacto
concreto en el cotidiano de la academia y aún más fuera de ella. El caso es que completé
la carrera en dos períodos, de 1996 a 1999 y de 2005 a 2007. Entre ambos se instaló
una pausa de cinco años, por un accidente con fuego que me afectó antes de terminar
el año lectivo de 1999. Lo que significó un intervalo quinquenal para mi formación de
antropólogo. En lo que fueron cinco años solo dedicados a un demandante y complejo
tratamiento médico. Todo lo demás quedó relegado para otro momento.

Hasta que comenzó 2005 y con él apareció ese nuevo momento: la decisión de continuar
con mis postergadas actividades. El primer paso fue declarar mi alta médica, de manera
unilateral e irrevocable. El segundo, volver a la vida pública, y de ella, regresar a la
Escuela de Antropología. (Retornar, reintegrarse, “parece una orden, una consigna, un
deseo, una ilusión y hasta una esperanza” [Rojas, 2000 (1951): 343]). El tercer paso, unir
los dos momentos con la mantención de las colaboraciones escritas que, de forma
regular, venía haciendo en algunas publicaciones ácratas.

En la academia aprobé las asignaturas finales y me dispuse a hacer la Práctica


Profesional, requisito previo para inscribir la tesis de grado, lo que decidí haría en el
territorio mapuche, en la comuna de Cholchol. Ahí donde los antropólogos Milan Stuchlik
y Jarka Stuchlíková habían etnografiado a los mapuche a fines de los ´60 y principios de
los ’70. Aun cuando en ese tiempo algunos antropólogos en formación planteábamos la
necesidad de expandir los campos de acción profesional, hacer etnografías a culturas
originarias en resistencia proponía actualizar algunas cuestiones antes tratadas. Y de
esta forma, el 2006 partía a Cholchol con la intención de hacer un estudio acerca del
impacto cultural provocado por el hecho de que el alcalde, electo en 2004, fuese de
ascendencia mapuche y reivindicara esta como una identidad cultural y política diferente
a la chilena. En una comuna nueva, creada en 2004, el trabajo se presentaba como un
gran desafío: los mapuches eran mayoría poblacional rural y el municipio comenzaba a

12 Para más información, ver anexo A.02: la antropología en Chile.

11
recibir mayor atención presupuestaria por parte del gobierno, en especial para la
construcción de caminos, puentes y electrificación domiciliaria rural, entre otras. En
resumen, un alcalde mapuche en un territorio con mayoría poblacional mapuche; todo
un hito para la política chilena, que hasta antes de la elección de alcaldes de 2004 no
registraba líderes municipales que reivindicaran la identidad étnica y cultural, inclusive
en comunas con mayoría poblacional indígena. Todo, en medio de un escenario donde
la autonomía e independencia de los pueblos originarios era materia de amplios debates,
en especial ante las alarmistas noticias de alguna prensa al informar sobre tomas de
predios que realizaban organizaciones mapuches bajo la demanda de recuperación de
tierras ancestrales. En principio, el trabajo de campo fue programado para extenderse
durante tres meses, pero finalmente completé casi dos años viviendo entre la región de
la Araucanía y Santiago. El resultado de ese trabajo fue la tesis de grado titulada
Identidad étnica y municipio: La nueva comuna de Cholchol dirigida por un alcalde
mapuche. El último día del primer mes de 2008, rendía el examen de grado.

Después de terminar el grado universitario el devenir laboral se ve más complejo de lo


que parecía antes, atestado de vicisitudes contextuales que forman parte de un cuadro
mayor, el de una sociedad marcada por la política económica neoliberal, una sociedad
dividida “en mundos diferenciados y escasamente articulados” (Infante y Sunkel, 2009:
147), y que encuentra su correlato en el mercado laboral. Sin embargo, para quien se
convertía en el primer profesional universitario de la familia, las normas y formas del
trabajo no eran desconocidas. Se podría decir que éramos viejos conocidos. El caso es
que, a esa altura, el currículo laboral propio registraba algunos trabajos en Santiago:
vendedor en una céntrica cristalería propiedad de un catalán emigrado, cosechador de
uva en un predio agrícola de la periferia santiaguina, encuestador de cuestiones varias,
ayudante de contable, ocasional profesor particular de ciencias sociales para estudiantes
secundarios, y colaborador del historiador Luís Moulián, entre otras actividades. Y hacia
el final de los estudios universitarios agregaba participación en equipos de investigación
dirigidos por el filósofo especializado en historia y antropología, José Bengoa; y el
antropólogo John Durston, en la etapa de trabajo de campo para el Informe de Desarrollo
Humano Rural del PNUD Chile 2006 y luego en un estudio sobre las relaciones
interétnicas entre mapuches y chilenos. En esos equipos compartí desafíos y
experiencias con noveles antropólogos, incansables prófugos de la inmovilidad. Mientras
tanto, iniciaba colaboraciones en equipos multidisciplinarios para la ejecución de
proyectos sociales dirigidos por ONG’s y supervisados por el Ministerio de Desarrollo
Social chileno13; además de seguir redactando escritos para algunas publicaciones
ácratas, como parte de un constante intercambio literario con diversas colectividades.

13 Sobre este punto, en Chile, uno de los frentes laborales donde suele ser habitual la presencia de
profesionales de las ciencias sociales es en la ejecución de proyectos financiados por el Estado y que
encarnan sus políticas sociales. En general son dirigidos por organismos privados, como ONG’s, después

12
1.3. Autobiografía y Proyecto VOP

Hace unos párrafos comenté que a principios de 2008 me vi empujado a postergar una
vez más la tarea investigativa de la VOP. Y que la retomé recién en 2016, con el ingreso
al programa que nos convoca. Me detendré por algunas páginas para explicar el porqué.
En estos hechos se entrecruzan la línea autobiográfica, el Proyecto VOP, y un tema que
de alguna forma es tratado en el capítulo dedicado a las orientaciones teóricas: la
relación entre antropología y anarquismo y de este con la presente investigación.

Comentaba con anterioridad que durante 2007 realizaba las tareas que me demandaba
registrar el relato de vida del exmilitante vopista Alejandro Villarroel, además de iniciar
diálogos y entrevistas con Roberto y Miguel, excompañeros de recorrido político de
Alejandro. A ello agrego que durante ese tiempo me encontraba en la etapa final de la
tesis de grado en antropología y visitaba de forma reiterada el territorio mapuche. El caso
es que gran parte de esta labor profesional fue trastocada cuando la actividad política
ácrata pasó a ser el foco de atención del Estado y de la prensa, con lo cual las
investigaciones y actuaciones policiales comenzaron impactar el cotidiano de algunos ya
‘añosos militantes’, entre los que, luego supe, se encontraba mi nombre.

Sin riesgo a exagerar, puedo afirmar que intentar ser anarquista en Chile era (es) una
actividad riesgosa. Como antes adelantaba, desde los estertores de la dictadura sentí
afinidad con sus principios, además de un cierto embelesamiento por las historias en las
que desbordan la integridad y deseos de justicia social de sus protagonistas. Por lo que,
a punta de reflexiones y actividades, buscaba instruirme en el anarquismo y aportar a su
desarrollo. En ese tránsito, también, pronto conocí en directo algunas de las opiniones
que de la acracia se podían encontrar entre determinados funcionarios de los cuerpos
policiales y judiciales.

A este propósito, quisiera recordar cuando la amiga y compañera de universidad Claudia


López Benaiges, “la primera persona muerta en democracia en un contexto de protesta,

de competir en concursos públicos para su adjudicación. De esta forma, los programas definidos por las
autoridades políticas focalizan intervenciones asistenciales en grupos poblacionales de acuerdo al grado
de acceso de estos al mercado (Waissbluth, Mario; Inostroza, José. [2007]. “Globalización y reforma del
Estado en Chile”. Iberoamericana – Nordic Journal of Latin American and Caribbean Studies, 37[1], 285-
310). Es decir, los recursos públicos son direccionados ahí donde las dinámicas del mercado no se han
producido o han fallado, para impulsarlas. Otros autores ven ello una fórmula que “instala valores
neoliberales y valida el modelo político subyacente” (Varas, Alejandro; Carrasco, Aníbal; Gutiérrez, Diego;
Bascuñán, Alejandra. (2018). “La explotación en el «área social». Una lectura de la precariedad laboral del
tercer sector en Chile desde El capital de Marx”. Izquierdas, [39], 273-298). En mi defensa debo observar
que las motivaciones para participar en este tipo de proyectos se asientan sobre dos posibilidades: la
primera, observar de forma directa las formas actuales que toman las dinámicas sociales en sectores
poblaciones distantes (y muchas veces en oposición) de las equilibradas cifras macroeconómicas
perseguidas por el Estado; la segunda, en el desarrollo temático que puede alcanzar la interacción con los
pobladores, al considerar la elección de contenidos que tienen los profesionales para cumplir con la
planificación formal de los proyectos.

13
autodenominada como anarquista” (Barría, 2012), fue asesinada la noche del 11 de
septiembre de 1998 en la santiaguina población La Pincoya, en una emboscada policial
a un grupo de pobladores que conmemoraba en las calles un año más del golpe de
Estado de 1973. Como corolario a este hecho que impactó profundamente más allá de
los espacios del anarquismo local, las pesquisas judiciales posteriores se propusieron
construir una escena que eliminaba la responsabilidad policial, para además endosársela
a los amigos de Claudia. Entre los cuales me encontraba, de acuerdo a dos detectives
de la Policía de Investigaciones que me hacían algunas preguntas en una solitaria sala
del hospital donde me recuperaba de un accidente de quemaduras, a fines de 1999.
Finalmente, la investigación judicial respecto a la muerte de Claudia fue cerrada sin
responsables ni culpables. “Más impunidad en este país policial”, comentaba José
López, padre de Claudia, en el acto público de homenaje a la lucha anarquista realizado
en una plaza de la población La Pincoya, en Santiago, el primero de septiembre de 2018.
Con el antecedente de esas pesquisas de 1998 y 1999, notar que ocasionalmente era
objeto de observación policial fue una constante en general silenciosa.

Pero que dejó de serlo al despuntar 2008. En medio de una amplia cobertura de prensa
a una seguidilla de atentados explosivos que desde mediados de la nueva década
afectaba con frecuencia a cuarteles policiales, sedes bancarias, oficinas de empresas
transnacionales, iglesias católicas, embajadas y ministerios, principalmente, y que eran
adjudicados por organizaciones insurreccionalistas. Una cobertura que más tarde se
reveló como antesala a la mediática judicialización de estos actos, lo que alguna prensa
llamó ‘caso bombas’14. Una de las consecuencias de este escenario fue la delimitación
criminal del anarquismo y la promoción del aislamiento político y aún personal de quienes
adscribían a esta corriente de pensamiento. ‘En las calles había como un estado de alerta
a todo lo que oliera a anarquismo, y los sospechosos eran todos los que iban a las
marchas y okupas”, comentaba un amigo hace poco tiempo en medio de una
conversación informal que recordaba el tema (Santiago, septiembre de 2018).

En 2008 ese ambiente me pareció que podía afectar al Proyecto VOP y, más que ello, a
la seguridad de los entrevistados, añosos exmilitantes de organizaciones que aún parte
de la prensa calificaba de ‘terroristas’. En ese momento me supe en parte responsable
de lo que pudiera ocurrir, por lo cual, en la penúltima entrevista grupal, en febrero de
2008, les comenté mis apreciaciones respecto a lo que consideraba era una situación
con probables efectos negativos y que recomendaba la suspensión de los encuentros;
pausar el proyecto de investigación hasta que todo se aclarara un poco. Recuerdo que
las reacciones de los tres entrevistados fue de absoluta calma, intercambio de miradas
cómplices y de forma unánime manifestaron su acuerdo. En el aire flotaba una mezcla

14Para más información, ver: Tamayo, Tania. (2012). “Caso Bombas: La explosión en la Fiscalía Sur”.
Santiago: LOM.

14
de sensaciones en las que dominaba la certidumbre acerca de lo correcto de la decisión
y el presentimiento de que pasaría mucho tiempo antes de volver a reunirnos. Con ello,
se cerraba la segunda fase de lo que para mí era el Proyecto VOP.

Finalmente, la decisión se reveló acertada cuando, a principios de diciembre de 2009,


tropas de la Dirección de Inteligencia Policial de Carabineros (DIPOLCAR) y del Grupo
de Operaciones Especiales de la misma policía (GOPE) realizaron una entrada y registro
al domicilio donde vivía, amparados en una orden judicial amplia que incluía ocho
allanamientos simultáneos en otras tantas viviendas de la ciudad de Santiago. Todos
dirigidos contra sospechosos de ser autores de los atentados. En el caso de mi hogar,
los funcionarios policiales se dedicaron durante toda la mañana a registrar las
habitaciones y cargar en cajas y bolsas todo lo que resultara de su interés. Y por lo visto,
este era bastante. Hasta a mí me llevaron. Después de regresar de la comisaría, ese
mismo día, sin cargos ni disculpas, pude comprobar que en aquellas cajas y bolsas
habían cargado todo el archivo personal y académico, analógico y digital, que acumulaba
desde hacía largos años: grabaciones de audio y vídeo, una colección casi museográfica
de fanzines anarquistas, varias libretas con apuntes y cuadernos de campo, fichas de
libros de ciencias sociales, transcripciones de entrevistas, y, por supuesto, literatura
clásica de antropología y de anarquismo. Resultaba que Bronislaw Malinowsky y Mijail
Bakunin, Alexander Berkman y Claude Lévi-Strauss, Clifford Geertz y Piotr Kropotkin,
entre otros tradicionales autores que convivían serenos en los anaqueles de mi librería,
habían sido arrestados bajo sospecha de complicidad con supuestos atentadores15.
Meses después envié una carta al Fiscal a cargo de las pesquisas reclamando la
inmediata devolución de todo lo sustraído. La respuesta llegó por correo postal e indicaba
que debía acreditar propiedad legal sobre lo solicitado y esperar el fin del proceso judicial
para iniciar el trámite. Pero como no guardaba las facturas de las anotaciones ni de las
grabaciones ni de los libros (en general regalados o comprados en ferias de ejemplares
usados), ni menos del viejo ordenador armado con piezas de otros equipos, todo ese
material incautado se extravió en los laberintos de un caso que fue cerrado en 2012, sin
condenados y con varias críticas de los jueces al trabajo policial por el bajo nivel técnico
y de formalidad procedimental que, señalaron, caracterizó a las pesquisas16.

Si la decisión de suspender el Proyecto VOP se reveló acertado, también fue la decisión


de guardar parte del material de estudios en los que participaba, sobre todo algunos
registros de entrevistas y notas de campo, en casa de algún amigo dedicado a otros

15 La palabra ‘atentador’ no se encuentra en el Diccionario de la lengua español, editado por la Real


Academia Española (versión electrónica 23.2., 2018). Para efectos del presente estudio, castellanizamos
la expresión alemana Attentäter, “[…] que significa autor de un atentado y que Emma Goldman utiliza para
diferenciarlo del terrorista”, como expone Osvaldo Bayer en su obra “Severino Di Giovanni: el idealista de
la violencia” (Sombraysén, 2009 [1970]: 350).
16 Más información en nota al pie n.º 14.

15
proyectos profesionales y personales, como aconsejaba el manual no escrito del
antropólogo, y que había aprendido de los compañeros de cursos superiores en los
primeros años de carrera. Gracias a esta decisión pude conservar parte del Proyecto
VOP, no todo, pero si las partes centrales, en especial lo concerniente al registro del
relato de vida de Alejandro Villarroel. Dentro de la tragedia que significaba la pérdida de
casi todo el material académico y personal acumulado durante años, el salvar parte de
este, además de evitar complicaciones a los entrevistados, me llenó de alegría. La
investigación encontraba un lugar en la profundidad de los secretos personales,
protegidos por la confianza antes señalada por Simmel (2014 [1908]), a la espera de
revelarse en otro momento, incluso otro lugar.

Lo que recién ocurrió en 2016, en Barcelona. Resultó que el inicio de 2011 estaba siendo
difícil, con una perspectiva laboral algo empañada por las circunstancias, a esta altura,
policiales, por lo que decidí poner en marcha un plan de pausa temporal contextual, como
le llamé, que se iniciaba con el reimpulso de mis estudios. En latitudes lejanas. Una
opción para concretarlo se presentó bajo la forma de un máster en la Universidad de
Barcelona, toda vez que en esta ciudad residía un tío paterno que vivía en Catalunya
desde 1978, y que de forma diligente ofreció recibirme. Sin fecha cercana de regreso y
con algunas deudas contraídas para financiar la expedición. Y así fue que, en medio de
un oportuno sigilo social, y con la correspondiente postulación aprobada, a finales de
septiembre de ese 2011 arribé a la capital catalana. Ya iniciado el curso todo transcurrió
con el ritmo propio de un itinerario universitario, y culminó en 2012 con la defensa de dos
tesis complementarias. En la primera realicé una revisión de las principales teorías
acerca de algunos contextos teóricos propuestos por el multiculturalismo. La segunda
consistió en abordar las directrices establecidas en la legislación internacional acordada
en el sistema de las Naciones Unidas para el análisis y sistematización del área de la
salud, en concreto el campo Factores Personales definido en The International
Classification of Functioning, Disability and Health, -ICF- (Clasificación Internacional del
Funcionamiento, la Discapacidad y la Salud, -CIF-, en castellano). Luego de ello, se me
propuso desarrollar la temática desde el programa de doctorado en Psicología Clínica,
en la misma Universidad, y examinar las bases psicológicas de la conducta humana en
relación a los procesos de configuración de las identidades culturales, a partir del estudio
descriptivo de los trastornos del espectro esquizofrénico. Y acepté.

La oportunidad de profundizar en estudios con sujetos diagnosticados de patologías del


espectro esquizofrénico, se agregaba a la costumbre de observar las relaciones que
ocurren en el cotidiano y a ellas sumé pensamientos originados en Chile. Recordé
algunas conversaciones con amigos, en Santiago, acerca del daño psicológico en
compañeros que han vivido algún período de prisión política y de otros por evitar esa
prisión. Sin proponérmelo, exploraba y evaluaba parte de lo que llamaba mi atención en

16
Chile y sentí que faltaba una parte de lo que en algún momento había creado en mis
escritos. Escritos que documentaban mis pasos como estudiante e investigador social,
además de otros de carácter personal que también eran lo anterior y a la vez no querían
serlo, en los que antes había volcado trasnoches reflexivos que, de pronto, ya
simplemente no existían. Lévi-Strauss (1988 [1955]), en medio del Mato Grosso, se
preguntaba: “¿Esto era, entonces, el viaje? ¿Una exploración de los desiertos de mi
memoria, más que de los que me rodeaban?” (Ibidem: 431). Experimenté la necesidad
de un cambio, de replantear algunas decisiones que vivía. Así que tracé un plan con un
solo punto: viajar a Santiago de Chile y cerrar allí algunos círculos, en esa ciudad de la
que antes había partido de forma abrupta. Y lo cumplí. Arribé en diciembre de 2013, y
volví a partir a finales de febrero de 2014.

Entre las actividades que contemplaba realizar en esta especie de plan de retorno, se
encontraba visitar a exmilitantes de organizaciones de izquierda que antes había
conocido y a algunos entrevistado. De casi todos desconocía sus nuevas coordenadas
telefónicas o telemáticas y las gestiones personales se vieron ralentizadas, por lo que
muchos de esos proyectados encuentros no se materializaron. Solo con Alejandro
Villarroel fue posible. En efecto, durante tres encuentros conversamos ya no solo del
Proyecto VOP, aunque fue importante dar por concluido su relato de manera oficial y en
directo, y señalar las directrices del texto que me comprometía a terminar. Meses
después, ya de regreso en Barcelona, supe de su fallecimiento, el 24 de julio de 2014.
Conmigo había traído las últimas entrevistas de su relato de vida y los párrafos que
habíamos construido en torno a interminables jarras de limonada y cuidados a su huerta
de lechugas. Pero el proyecto aún no tomaba forma definitiva, se mantenía en el esbozo
de lo que quería ser pero que aún no era.

Extraña cuestión, durante esos meses me afectó una molestia física que resultó en un
diagnóstico médico de cáncer, en abril de 2014, como me explicó el facultativo chileno
becario mientras me recuperaba de los análisis en una camilla de la sección de urgencias
del Hospital Clìnic de Barcelona. La sorpresa inicial derivó en reflexiones, primero
urgentes y luego aún más. Lévi-Strauss (1988 [1955]), respondió a la pregunta que se
hizo en la selva amazónica, comentada en párrafos anteriores, con la escritura de una
pieza de teatro que tituló La Apoteosis de Augusto (Ibidem: 431-432); en el caso
personal, las cavilaciones me llevaron a determinar una torna de decisiones vitales,
unas que abrirían las páginas impolutas de un nuevo cuaderno de campo. Primero,
sumergirme en el tratamiento de quimioterapia; segundo, regresar a la academia
antropológica; y, tercero, retomar y terminar el estudio de la VOP. Por tanto, di curso a
las gestiones de cada decisión: completar los ciclos médicos, contactar con la Escuela
de Doctorado de la UB para cambiar de programa en el curso 2016-17, e iniciar la tercera
aproximación a la VOP. La que en este momento nos convoca.

17
1.4. Principales componentes teóricos y metodológicos

Para abordar la investigación recurrimos a diversos autores cuyos planteamientos nos


permiten definir un marco general conceptual relevante. A lo largo de las diferentes fases
por las que transitó el estudio, o, mejor dicho, transité con el estudio (o transitamos, que
hemos visto que en esta historia hubo una mezcla de encuentros y desencuentros con
el material resultante), en gran parte de las obras que por diversas razones revisaba
extraía alguna selección de textos para el Proyecto VOP. La mayoría de ellos quedaron
fuera de la construcción final del capítulo teórico, aunque algunas se mantuvieron en
ocasiones en solitaria representación de la obra referenciada. Estas últimas se presentan
a manera de diálogos complementarios entre las ideas expuestas (Bayer, 2009 [1970];
Certeau, (2000 [1990]); Derrida, 1971, entre otras). Las demás obras se convirtieron en
‘lecturas de cabecera’ y algunas nos acompañaron inclusive en diversas jornadas del
trabajo de campo (Simmel, 2014 [1908]; Halbwachs, 2004 [1925], 2004 [1950]; Lévi-
Strauss, 1973 [1955], 1976 [1960]; Delgado et. al., 2012, y otras más). No podía llevar a
todos los referenciados en el texto, que la mochila era pequeña y además debía atender
a otras tareas, pero es un buen momento para destacar que la construcción teórica del
trabajo tuvo bastante similitud con el trabajo de campo, con días de abundante registro
de información y otros donde las divagaciones galopaban a mayor velocidad que lo
observado.

En el recorrido teórico que presentamos exploraremos desde los fundamentos de la


socialidad hasta la acción política de organizaciones clandestinas. Proponemos
desarrollar un trazado conceptual que nos aproximará a la significación del proceso de
socialización en la construcción de subjetividades, en relación con el medio social y con
agentes externos, con énfasis en las prácticas sociales en la vida cotidiana (Certeau,
2000 [1990]: 10) y las dinámicas sociales, hasta alcanzar la cultura y las identidades.
Para abordar el concepto de cultura haremos referencia a las propuestas de Barth (1976
[1969]), Llobera (1999), Geertz (1986 [1973]) y Havilland (1993), entre otros autores. El
concepto de identidad, por su parte, se propone indagar en torno a la percepción de los
sujetos acerca de su pertenencia cultural, en su proyección práctica en el medio social y
como contenedora de saberes transmitidos a través del tiempo que podrían presentarse
a modo de raíces de una estructura que da sentido a la existencia (Riveros, 1998).

A partir del panorama que propone la reflexión acerca de las identidades culturales
abordaremos el rol que las ideas, el pensamiento y la experiencia poseen en y para la
producción e interpretación de la realidad social (Godelier, 1989 [1984]; Bourdieu, 1992).
El paso siguiente será indagar en torno a algunas teorías que explicarían el origen del
Estado (Rousseau, 1999 [1762]; Weber, 2002; Marx y Engels, 2000 [1848]; Clastres,
2009 [1977]), su funcionamiento en relación con el poder (Foucault, 1996, 1999, 1980),

18
y la vida social más allá de las dinámicas del Estado (Gellner, 2000). Sobre este momento
nos detendremos de forme breve en parte de la propuesta discursiva de la VOP, la cual
desarrollaremos en los capítulos cinco y seis del estudio.

Esta detención será antesala al examen de algunos de los conceptos centrales de la


investigación: la clandestinidad, el secreto y la acción política. Y aquí la obra de Simmel
(2014 [1908]) se erige como eje central. El análisis de este texto nos facilita el
acercamiento a las prácticas clandestinas de la VOP, a partir de sus postulados
acerca de la sociedad, el secreto y las asociaciones secretas. De hecho, con su
lectura, la atracción personal por las diferencias entre lo evidente y lo oculto tuvo una
especie de apertura de las ‘puertas de la percepción’ de William Blake. De la misma
forma que leer acerca del secreto público (Taussig, 2010 [1999]) y de la clandestinidad
y el secreto en la lucha antifranquista en Catalunya (Delgado, Padullés y Horta, 2012;
Padullés, 2016), en especial por el entusiasmo que este último transmite en el trato a
prácticas políticas ocultas desde la perspectiva del relato vivo cuyas marcas están
alrededor, en el presente, a modo de vestigios muchas veces silenciosos, pero a la vez
elocuentes. En definitiva, la lectura de esta tríada me regresó a la reflexión acerca de lo
oculto en la trama social, de la importancia que en ella tiene el secreto.

Señala Simmel que la sociedad necesita de los secretos al punto de estos convertirse
en productores de sociabilidad, puesto que contribuyen a estructurar la sociedad a
partir de su circulación y/o reserva (Ibidem: 337). Simmel va más allá sobre sí mismo
y plantea que el secreto es una de las más grandes conquistas humanas (Ibidem: 346).
El aspecto central, destaca, se encuentra en la confianza mutua producida entre los que
participan del secreto, que de esta forma cumplen con la finalidad de este: la protección
(Ibidem: 358), cuestión de vital importancia para las asociaciones secretas. Otro autor
que trata de los secretos es Taussig (2010 [1999]), quien advierte la existencia de
cuestiones que debieran ser ocultas pero que a la vez son dominadas de forma pública,
es decir, un conocimiento acerca de lo que no se debiera conocer, a lo que llama
‘secretos públicos’. En suma, los secretos como parte de las relaciones sociales,
desplazándose entre luces y sombras que enseñan u ocultan paisajes no siempre
precisos, a la manera de lo que ocurre dentro de los límites de La Zona, en la película
dirigida por Tarkovski (Stalker, 1979).

Otro de los conceptos centrales del estudio se nos presentó al examinar la pertinencia
de abordar determinados aspectos de una organización extinta y aquella referida a la
decisión de incorporar el contexto histórico chileno previo a la fundación de la VOP más
allá de una inmediatez temporal que, a nuestro juicio, presentaba el riesgo de cercenar
de alguna forma la conexión de esta colectividad con procesos políticos y sociales de
larga data y de los cuales la VOP fue parte, en tanto entidad integrada por sujetos

19
insertos en una trama de relaciones sociales y con una lectura del presente que se
proyectó al futuro bajo la forma de lucha política. El hecho de que la VOP no se
presentara como un colectivo en funciones que ofreciera la posibilidad de lograr un
acercamiento más estrecho a sus prácticas, se enfrentaba al hecho, y con esto llegamos
al concepto al que nos referíamos al inicio del párrafo, de que las prácticas sociales
vopistas forman parte de lo que Halbwachs llamó ‘memoria colectiva’ (2004 [1950]; 2004
[1925]), que actualiza el pasado desde el presente desde una óptica grupal, a partir de
recuerdos que “siguen siendo colectivos” (2004 [1925]: 26). Señala:

Los recuerdos, en circunstancias que reproducen simples estados afectivos (son por lo
demás los más raros, y los menos nítidamente localizados), pero sobre todo cuando
reflejan los acontecimientos de nuestra vida, no nos ponen solamente en relación con
nuestro pasado, sino que nos relacionan con una época, nos reubican en un estado de la
sociedad en donde existen, alrededor de nosotros, muchos otros vestigios que aquellos
que descubrimos en nosotros mismos. (Halbwachs, 2004 [1925]: 35)

A diferencia de la historia, indica, que se iniciaría donde se apaga o descompone esta


memoria colectiva, esta memoria social. Desde la perspectiva de Halbwachs, el acto de
recordar acontecimientos vitales nos instala en un lugar de la sociedad adonde siguen
existiendo. Tal como señala la densa tradición antropológica de emprender
investigaciones de historias dinámicas, vivas, cambiantes, que atienden tanto al pasado
como a la experiencia (en el) presente del pasado. Porque, tal como señala Segalen
(citado en González-Alcantud, 1990), “los etnólogos que estudian un pueblo o una ciudad
o lo que sea tienen necesidad de comprender los elementos de la sociedad en una
continuidad histórica” (Ibidem: 20), en el sentido de restituir la ‘continuidad interrumpida’
a la que refería Halbwachs (2004 [1950]); en una clara diferencia con la perspectiva
académica antes dominante: “lo que los diferencia de los etnólogos exotistas que
estudian sociedades de las que se dijo que carecían de historia, o simplemente sobre
las que no había documentos inmediatos” (Segalen, citado en González-Alcantud, 1990:
20). Y es por ello que los “etnólogos de nuestras sociedades han utilizado
abundantemente la documentación histórica […] Así que por fuerza se hace uno
historiador en un cierto momento” (Ibidem). Porque, lo que se ha dicho ya es historia
(Lévi-Strauss, 1995 [1958]). Y, en nuestro caso particular, en este transitar por las etapas
del Proyecto VOP incluso haya fallecido el protagonista de nuestro relato, después de
legarnos el relato de su vida.

Al final del capítulo teórico expondremos un apartado en el que se discute acerca de la


relación entre antropología y anarquismo, en relación con el desarrollo global del estudio

20
y fundado sobre tres aspectos. El primero, en la adscripción política de quien escribe
estas palabras, lo que abordamos como elemento externo que en algún momento fue
argumento de un efecto negativo sobre el desarrollo de la investigación con la
incautación policial del material antropológico y personal del autor, lo que incluso planteó
asumir algunas dinámicas prácticas de la clandestinidad que alejaran la posibilidad de
perder la totalidad del material etnográfico, como las transcripciones de las entrevistas a
Alejandro Villarroel. Esta situación la he expuesto en párrafos anteriores, no pretendo ser
reiterativo; además, soy consciente de que ocurrió hace bastantes años. Pero sus
efectos siguen presentes. Y con ello, justamente, llegamos al segundo aspecto que
motiva la inclusión del apartado que indaga en la relación entre la antropología y el
anarquismo: la existencia de puntos de contacto en retroalimentación positiva entre
ambas materias en el ámbito de los estudios académicos (Graeber, 2011 [2004];
Morris, 2013; Roca, 2008), y en el reconocimiento explícito que algunos antropólogos
han hecho de su adscripción al anarquismo. El tercer aspecto de esta relación está
señalado por el tema de la objetividad en las investigaciones sociales. En esta que
desarrollamos, en particular. En síntesis, sostenemos que este elemento político
partidista que se reconoce no es utilizado para afectar el recorrido o los resultados del
estudio, sino que se pretende un aporte a la honestidad investigativa. Por lo demás,
también podría entenderse como un intento por equilibrar la balanza de la revelación de
secretos. El estudio en general tiene mucho de aquello, por lo que comentar las simpatías
políticas personales bien puede serlo en estas instancias académicas. Aunque mantengo
otros. Como todos.

En el aspecto metodológico, el estudio es abordado desde una perspectiva cualitativa.


La investigación tiene un carácter exploratorio y de tipo etnográfico, y en ella utilizamos
el enfoque biográfico o de relato de vida (Pujadas, 1992: 23). Las unidades de análisis
son determinadas a partir de la definición de criterios gráficos y experienciales: los
primeros se orientan a la identificación de material relevante para el estudio en fuentes
bibliográficas, audiovisuales (vídeos), documentales, visuales (fotografías y mapas), y
hemerográficas (prensa y revistas), en formato impreso (analógico) y digital; y se
componen de cuatro criterios (editorial, naturaleza temática, temporal, y pertinencia
aportativa). Por otra parte, los criterios experienciales fijan un marco que determina
algunas características de sujetos potencialmente significativos para al estudio, es decir:
exmilitantes de la VOP, o sujetos que hubiesen conocido o conocieran de forma directa
o indirecta a militantes o exmilitantes vopistas, en la actualidad residentes en Chile, en
general, y en Chicauma en particular, que en 1970 tuvieran cumplidos 10 años de edad,
y que manifiesten disponibilidad para exponer parte o la totalidad del relato de sus
experiencias; y se constituyen por seis criterios (operativo, político-organizacional,
temporal, geográfico, estratégico, y edad políticamente relevante).

21
En términos geográficos, la investigación se desarrolla en Chile y en Catalunya:
Santiago, Curacaví, Lampa y Chicauma, para el primero; Barcelona, principalmente, para
el segundo. Desde una perspectiva temporal general, el estudio se compone de tres
fases generales, en las que se desarrollan cuatro etapas de trabajo de campo en Chile.
La primera fase se identifica con el surgimiento de la idea de investigación, en el verano
austral de 1996, y el acercamiento a las primeras exploraciones documentales al tema.
La segunda fase comprende de marzo de 2007 a marzo de 2008 y de diciembre de 2013
a enero de 2014, y en ella se llevan adelante dos etapas de trabajo de campo, ambas en
Curacaví y Santiago: la primera de junio de 2007 a febrero de 2008, y la segunda de
diciembre de 2013 a enero de 2014. La tercera fase se extiende de junio de 2016 a
septiembre de 2019, tiempo en el que se realizan las otras dos etapas de trabajo de
campo, en Santiago, Lampa y, fundamentalmente, Chicauma: la tercera (para seguir con
la numeración del trabajo de campo de la fase anterior), de septiembre de 2017 a febrero
de 2018, y la cuarta, de mayo a septiembre de 2018. En total, 22 meses de trabajo de
campo en Chile.

Para la recolección de información se utilizan, principalmente, las tres herramientas


metodológicas definidas por Ruiz-Olabuénaga (2007: 122-123): la observación, la
entrevista, y la lectura. Las observaciones, en su gran mayoría, se plasmaron en notas y
diario de campo; la lectura, por su parte, en la identificación y extracción de datos
contenidos en las fuentes definidas a partir de la aplicación de los criterios gráficos
(bibliográfica, audiovisual, visual, documental, y hemerográfica), tanto en bibliotecas y
archivos presenciales, como en la red de internet. En el caso de las entrevistas, la técnica
más utilizada es una combinación de la entrevista semiestructurada y la ‘entrevista
antropológica’ (Guber, 2004 [1991]: 158). A lo que debemos agregar, como parte de esta
última, la predilección por el uso de la libre asociación de temas por parte del informante
(Ibidem: 139), de forma que las entrevistas se iniciaran de acuerdo a una pauta temática
propuesta por el entrevistador, con el objetivo de facilitar la introducción y/o desarrollo de
temas por parte del entrevistado.

La información extraída por medio de observaciones y entrevistas fue obtenida en las


etapas del trabajo de campo en Chile. En la primera etapa se efectuaron sesiones de
entrevistas al exmilitante de la VOP, Alejandro Villarroel Rodríguez, en las que se registró
la mayor parte de su relato de vida. También en esta etapa se realizaron sesiones de
entrevistas individuales y grupales a dos excolaboradores de la VOP que mencionamos
con anterioridad, Miguel y Roberto. En la segunda etapa llevamos a cabo tres encuentros
con Alejandro Villarroel, en los que completamos el registro de sus hechos vitales y
experiencias para la construcción de su relato de vida y en las que trazamos las
directrices finales de la edición de este relato. En la tercera etapa hicimos un
reconocimiento del sector de Chicauma, en el que obtuvimos información básica que

22
fuimos ampliando por medio de conversaciones informales con habitantes de este sector
y de la comuna de Lampa, en particular con Jeannette Garcés, Cecilia Contreras, Jazmín
Navarro y Nilda Vergara. En la cuarta etapa continuamos los encuentros informales con
las anteriores cuatro residentes de la comuna de Lampa y sumamos sesiones de
entrevistas individuales a tres sujetos del sector de Chicauma, en las que dos de ellos
decidieron utilizar seudónimos, Andrés y Alejandra, y el tercero su nombre real: Manuel
Maldonado, un exmilitante del MIR retornado del exilio hacía casi dos décadas. El detalle
de cada uno de los 10 informantes, junto a una breve contextualización del trabajo de
campo, se expone en el tercer capítulo, de lineamientos metodológicos.

El estudio se divide en ocho capítulos.

En el primero, el actual, planteamos el tema de análisis, la estructura formal de la tesis,


la pregunta y objetivos del estudio, algunos datos contextuales y otros autobiográficos
del autor, y finalizamos con una reseña de los lineamientos teóricos y de las orientaciones
metodológicas que guían la investigación.

En el segundo capítulo desarrollamos los lineamientos teóricos que enmarcan el estudio


y acompañan las conclusiones. La composición temática incorpora el primer objetivo
específico antes señalado, en lo que respecta a realizar un recorrido conceptual acerca
de las socialidades clandestinas y sus mecanismos de producción y reproducción social,
el que ampliamos con la incorporación de los conceptos de cultura, identidad,
pensamiento, secreto, acción política y memoria colectiva, entre otros; además de
destacar los retos de la relación entre antropología y anarquismo, desde la perspectiva
de la adscripción política del autor del estudio y la labor antropológica en general.

En el tercer capítulo presentamos las orientaciones metodológicas de la investigación, al


igual que descripciones de los marcos contextuales del trabajo de campo y reseñas de
los sujetos entrevistados en este. Igualmente, al final del capítulo se exponen algunas
limitantes al proceso investigativo.

En el cuarto capítulo realizamos una contextualización histórica del Chile del siglo XX,
en un recorrido por los principales hechos y procesos sociopolíticos que impactaron en
los movimientos populares desde 1900 hasta 1970.

En el quinto capítulo nos centramos en la VOP, desde su fundación hasta los hechos
violentos de junio de 1971. En este apartado hacemos una caracterización de esta
organización y elaboramos una crónica descriptiva de los principales hechos de acción
directa revolucionaria en los que esta organización intervino.

En el sexto capítulo exponemos el relato de vida del exmilitante vopista Alejandro


Villarroel Rodríguez (1933-2014). En un texto escrito en primera persona, en seguimiento

23
del estilo narrativo y las orientaciones generales señaladas por el protagonista, se
presenta la sistematización de las transcripciones de entrevistas realizadas entre los
años 2007-2008 y 2013-2014. En la presente edición hemos sumado información de
carácter contextual bajo la forma de referencias a pie de página, y de esta forma
profundizar determinados datos del relato sin interferir en el ritmo de su lectura.

El séptimo capítulo lo focalizamos en Chicauma, en una aproximación etnográfica al


sector rural donde la VOP fundó en 1970 la comuna socialista que se extendió hasta los
hechos de junio de 1971, y en la cual identificamos algunas memorias actuales sobre
este proyecto colectivo.

En el octavo capítulo entregamos las conclusiones del estudio, en una recopilación de


antecedentes en la que explicamos el recorrido realizado en términos de análisis y
contenido de los resultados alcanzados.

En el apartado siguiente presentamos información adicional complementaria al cuerpo


central de la tesis. Esta sección combina las habituales secciones de ‘apéndices’ y
‘anexos’, y en ella se encuentran escritos de autoría propia, las pautas de entrevistas
utilizadas en el trabajo de campo, mapas de las zonas geográficas visitadas, documentos
relevantes, algunos datos poblacionales y electorales de interés, imágenes de prensa de
militantes vopistas y de algunos hechos por ellos protagonizados, además de fotografías
antiguas y actuales de Chicauma y Lampa. Las fuentes de estos anexos se identifican al
pie de cada elemento.

Hemos dejado para el final la identificación de las fuentes bibliográficas, documentales,


y hemerográficas (prensa y revistas). La razón está en el hecho de que los textos de
autoría propia del apartado anterior contienen referencias bibliográficas que vuelven
pertinente esta alteración del formato habitual, además de aportar a la unidad del relato
y facilitar su lectura global.

A lo largo del estudio, el título de la investigación básicamente se mantuvo después de


cada corrección, aunque en la etapa de cierre de la redacción de la tesis, en los meses
previos a su depósito, procedimos a modificarlo bajo el argumento de hacerlo más
preciso y operativo. El resultado, creo, aportó claridad: Socialidades Clandestinas: La
Vanguardia Organizada del Pueblo (1968-1971), de Alejandro Villarroel a Chicauma.

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2. LINEAMIENTOS TEÓRICOS

Dado que la investigación se pregunta por las prácticas de socialidades clandestinas en


la experiencia militante de la VOP en relación con el papel que esta organización ejerció
durante su existencia en el marco sociopolítico chileno, en el presente capítulo
planteamos algunos conceptos centrales del estudio. En este sentido, hemos dividido el
capítulo en seis partes, guiados por una perspectiva temática de carácter procesual y
dialógica.

En la primera se señalan los conceptos de socialidad, cultura e identidad a partir de la


significación de las dinámicas sociales en la construcción de contextos socioculturales y
la conformación de identidades colectivas. En la segunda, se propone un diálogo
relacional entre las ideas, el pensamiento, el Estado, el poder y algunas las luchas
propuestas por determinados movimientos revolucionarios. En la tercera, se examinan
la clandestinidad, el secreto y la acción política, desde la consideración del elemento
político que encierra el secreto en la construcción social de los sujetos y su expresión en
organizaciones clandestinas. En la cuarta, se aborda la definición de lo popular en cuanto
a categoría en la historia de Chile, y la acción directa revolucionaria como violencia
política popular. En la quinta, se reflexiona en torno a la historia y el proceso de la
memoria colectiva, bajo la guía de la antropología histórica. En la sexta, se discute acerca
de la relación entre la antropología y el anarquismo, a partir del reconocimiento de la
adscripción del investigador al anarquismo, el desarrollo del estudio y la identificación
de algunos aportes del anarquismo en la labor de determinados antropólogos.

2.1. De la socialidad a la cultura y la identidad

“Nuestra socialidad es socializante, porque nuestras relaciones con nuestros cuidadores,


compañeros, parientes, amistados, colegas, nos informan, nos afectan, nos enseñan,
nos cambian. Especialmente en la infancia, juventud y adolescencia, pero a lo largo de
toda nuestra ontogenia”, señala Ramírez (2014 [2011]: 109), al presentar el proceso de
socialización como la entrega de herramientas para el despliegue de la socialidad, bajo
la forma de dinámicas de práctica/aprendizaje que, en sentido opuesto y recíproco, dan
vida a los contextos socioculturales en los que se desarrolla la vida social humana.

El concepto de socialidad ya se observa en la obra de Tarde (2011 [1890]), en la cual, a


partir de un símil con las reacciones químicas, el autor propone que los procesos de
reproducción de comportamientos y de formación de grupos y colectivos sociales se
basan en relaciones recíprocas psicológicas entre individuos, por repetición y diferencia:

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“Una sociedad es siempre, en distintos grados, una asociación, y una asociación es a la
socialidad, a la imitatividad, por decirlo así, lo que la organización es a la vitalidad, o
mejor, lo que la constitución molecular es a la elasticidad del éter” (Ibidem: 200). Una
vitalidad manifiesta en las competencias que posibilitarían a los sujetos la construcción
de una sociedad, es decir, en “el conjunto de capacidades que permiten a los seres
humanos constituir sociedad (alguno de los muy variados tipos de sociedad que somos
capaces de edificar los individuos de nuestra especie)” (Navarro, 2002: 66). En especial
si consideramos que la socialidad se funda y expresa sobre la base de la
interdependencia humana, como propone Butler (2006, 2009), cuando postula que la
comprensión de las subjetividades se verifica en la inteligibilidad de las dimensiones de
la vida social, de una “legibilidad en el espacio social y el tiempo” que permite la
interpretación en la relación con los otros (Ibidem, 2009: 333), y con ella, una
interdependencia creadora de configuraciones de la vida colectiva; tal y como se observa
en el estudio de Duclos (2017) sobre los mercados callejeros parisinos, en el cual la
autora propone entender a la socialidad “como el resultado múltiple y dinámico de
procesos, ellos también múltiples, de socialización”, para, a pie de página, aclarar que al
hablar de socialidad “se refiere al resultado de procesos múltiples, contingentes y
situados de socialización” (Ibidem: 201).

Pero referirnos a la socialidad y a la socialización nos plantea el desafío de adentrarnos


en la comprensión acerca de la multiplicidad de dimensiones de la vida en sociedad, más
allá de sus formas visibles o codificables, para atender al conjunto de representaciones
y prácticas que le otorgan sentido a la conducta, a partir de las cuales los sujetos articulan
sus relaciones con los otros y definen conceptos de mundo que permiten las acciones
colectivas de los movimientos sociales, a la lucha por la vida como lucha política
(Mannheim, 1936: 61-69). En una constante construcción que se sirve de elementos
objetivos y subjetivos, que la constituyen, a la vez, en referente y fuente de aprendizaje.
Ponemos el énfasis en las prácticas sociales en la vida cotidiana, en “su país de origen”,
como le llamó de Certeau (2000 [1990]: 10); en la cotidianidad que surge y se expresa
aún en lo que pudiera parecer humilde o desdeñable, porque acaso, como pregunta
Lefebvre (1972): “¿No es lo cotidiano la suma de las insignificancias?” (Ibidem: 39). Vida
cotidiana que entenderemos como el “ámbito concreto en el que se define el modo de
vida de los sujetos” (Caviglia, 2000: 55), a la vía de acceso a otras formas de socialidades
(León, 2001: 10), creadora de la posibilidad de reproducción social (Heller, 1994), “la cual
está indisociablemente vinculada con lo que en un momento específico y en una cultura
particular, se asume como legítimo, normal, necesario para garantizar la continuidad de
la cultura” (Orellana, 2009: 6). Es decir, a la continuidad de la cultura, una de las claves
del mundo social y la reproducción de las formas en las que se canaliza la socialidad. A
ella le dedicaremos algunos párrafos.

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Tratar el concepto de cultura nos conduce a delimitar un área de las ciencias sociales
donde podrían encontrarse tantas definiciones como autores les han tratado o que de
ellos hacen referencia, como podemos observar en las 164 definiciones convocadas por
Kluckhohn y Kroeber en 1952, pasando por las reformulaciones críticas de Leach (1976
[1964]) en su estudio sobre los kachin, y de los antropólogos escandinavos convocados
por Barth (1976 [1969]) unos años después, hasta más recientes miradas panorámicas
como las planteadas por Kuper (2001). Sin dejar de mencionar las diferencias acerca del
lenguaje utilizado, como por ejemplo aquella que se verifica entre las escuelas de
antropología norteamericana y británica, donde la primera refiere a cualquier sistema
humano total como ‘la cultura x’, mientras que la segunda tiende a referir a ‘la sociedad
x’. Y aún más, al considerar la significación política que estos conceptos tienen sobre los
sujetos y su acción, tanto en los supuestos epistemológicos como referenciales respecto
a la construcción social.

La comprensión propia y de la realidad externa enriquece y complejiza progresivas


interiorizaciones de conocimientos acumulados por la colectividad (parentesco, alianzas)
que acoge o donde los sujetos se integran, produciéndose procesos de identificación de
rasgos colectivos comunes que van dando cuenta de comprensiones particulares de
mundo. Llobera (1999: 20 y sig.), distingue dentro la antropología contemporánea dos
grandes concepciones del término cultura, la totalista (la cultura se entiende como la
totalidad, el conjunto de las formas de vida de los humanos: herramientas, acciones,
pensamientos, instituciones, procesos sociales, a través de los cuales las sociedades
viven, se transforman y se adaptan a los diversos contextos históricos y en la naturaleza),
y la mentalista (la cultura, aquí, se entiende como un sistema de ideas). Para Geertz
(1986 [1973]), la cultura es un intercambio de cosas (materiales e inmateriales) que
significan cosas. El comportamiento de los humanos, dice, también es simbólico; la
cultura es como el texto de un libro que ha de ser interpretado. En este contexto,
Havilland (1993) sintetiza el concepto de cultura de esta forma: 1) La cultura es
compartida. La cultura no es el fruto de una herencia genética, no la llevamos en los
genes: la cultura es el fruto del medio social en el que has sido educado y del medio en
el que vives. Idealmente, en una sociedad las personas comparten una cultura común,
así se pueden entender a ciertos niveles. Esto no significa que en una cultura no
encontremos muchas subculturas o ámbitos específicos, particulares, o personas que no
comparten todos los elementos de una cultura determinada. 2) La cultura se aprende: es
nuestra herencia social, la adquirimos a medida que crecemos y que vivimos en una
sociedad determinada. La cultura se transmite consciente e inconscientemente, directa
e indirectamente. Se aprende a través de la observación. El lenguaje es un elemento
fundamental, porque facilita la comunicación y la transmisión de ideas y emociones.3) La
cultura es simbólica. Abarca símbolos verbales y no verbales que representan algo. Y,
finalmente, 4) La cultura es integrada en el sentido de que las diversas dimensiones que

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abarca una cultura están interrelacionadas unas con otras. No podemos entender los
diversos aspectos de una cultura sin conocer qué elementos la conforman. Que estos
elementos estén interrelacionados no significa que no haya conflicto. Las
transformaciones en una parte de la sociedad a menudo generan cambios en el conjunto
de la sociedad.

Desde esta perspectiva, y para efectos de la presente exposición, acordaremos


considerar que la cultura resulta de la combinación de dimensiones que intervienen en
los procesos de identificación, interiorización y generación de conocimientos y conductas
que articulan singularidades colectivas; constructoras de visiones de mundo que se
despliegan bajo la forma de sistemas materiales y simbólicos que otorgan sentido a lo
propio, dotan de valor tanto al conocimiento como a las conductas aprendidas por el ser
humano, y que se validan en la interacción y práctica dentro de un grupo social (además
de incluir una variable potencial de ser reproducidas).

En este tránsito, se constata que las culturas desarrollan diferenciadores culturales. Al


respecto, Barth (1976 [1969]) declara que la cultura es una forma de describir la conducta
humana (Ibidem: 9), a manera de preámbulo para la exposición de un postulado
fundamental para el autor, aquel que conecta la producción de conjuntos de rasgos
culturales particulares de un grupo con la creación de criterios y señales de identificación,
y de diferenciación. En efecto, Barth sostiene que los límites resultan de la interacción
que se establece a partir de un autorreconocimiento grupal y la constatación y
entendimiento de un/os ‘otros’ diferente (en términos de comprensión de la/s diferencia/s
de pertenencia colectiva), en lo que llama establecimiento de fronteras étnicas. De lo que
se desprende la importancia del carácter relacional, y por lo tanto dinámico, cambiante,
que resulta de esta conceptualización, al considerar el estado esencial que adquiere la
interacción para los grupos humanos, en diversos niveles, formas y tipos de intercambios
(como lo son aquellos de naturaleza genética, productivos, religiosos, sociales, entre
otros). Tal como expresa Barth, cuando alude a la continuidad de las culturas, y sostiene
que “la persistencia de los grupos étnicos en contacto implica no solo criterios y señales
de identificación, sino también estructuras de identificación que permitan la persistencia
de las diferencias culturales” (Ibidem: 18), y que “su continuidad puede ser especificada
por los cambios en la unidad producidos por cambios en las diferencias culturales que
definen sus límites” (Ibidem: 48). En suma, dibuja un cuadro en el cual los sujetos,
conscientes de la posesión de rasgos culturales diferenciadores de otros grupos, se
categorizan a sí mismo y a los otros, para, de esta forma, diferenciarse e interactuar;
entendiendo que los grupos no se cierran ante la movilidad, contacto o información con
otros colectivos, ni a los cambios o modificaciones que pueden verificarse en las culturas
y sus límites, como lo hace notar cuando afirma que “gran parte del contenido cultural

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que en un momento dado es asociado con una comunidad humana no está restringido
por estos límites […]” (Ibidem: 48).

Llegados a este punto, se abre ante nuestro campo de visión la cuestión de la identidad,
de las identidades. Al respecto, Lévi-Strauss (1981 [1977]) señaló que este tema sitúa
encrucijadas que afectan a todas las disciplinas, a las sociedades y a la antropología en
particular (Ibidem: 7). En efecto, tanto la descripción y explicación de los fenómenos
como la interpretación de las culturas y los significados culturales tiene que ver con la
constatación de la existencia propia y de un ‘otro/a’, lo que implica posibilidades (o
necesidades) de interacción. De acuerdo con Taylor (1997), “la propia identidad emerge
del diálogo abierto e interno con los demás” (Ibidem: 55), lugar desde el cual el
reconocimiento adquiere importancia e intensidad, dado que la identidad propia
“depende, en forma crucial, de mis relaciones dialógicas con los demás” (Ibidem). Estas
relaciones darían cuenta de procesos que se verifican sustancialmente en el ámbito de
la cotidianidad social de los sujetos, en forma de diálogos que impulsan el curso de
disposiciones culturales profundas en torno a la creación, práctica y reproducción de la
propia identidad. Al respecto, Bengoa (2005) plantea que la identificación de objetivos
individuales en el ámbito de lo grupal, desde la perspectiva del compartir significados
colectivos, resulta fundamental en la percepción del sujeto de su pertenencia cultural y
en su proyección práctica en el medio social. En su construcción identitaria. En palabras
del autor:

La identidad, entendida como sentido de pertenencia del sujeto en relación a la cultura, es


leída a través de manifestaciones tales como los proyectos vitales o de emprendimiento
familiar, las formas reconocibles del poblamiento, las organizaciones comunitarias y
sociopolíticas, entre otras prácticas sociales que, para ser actualizadas (dejar su estado de
posibilidad) requieren de una unidad de sentido. Es decir, que un grupo comparta
efectivamente un conjunto importante de atribuciones de significado. (Ibidem: párr.18)

Esta unidad de sentido, que es una producción de sentido fragmentaria, ni homogénea


ni coherente, propone a los sujetos el emprendimiento de acciones de carácter colectivo
en contextos que tendrían como efecto la retroalimentación de la construcción identitaria.
Un ejemplo de ello lo encontramos en la identificación del autorreconocimiento grupal
articulado sobre la definición de emblemas identitarios, y que actuarían como símbolos
o íconos de refuerzo a las identidades culturales, tanto a nivel interno del grupo, como
externo; es decir, formas de representación de sí mismos que operan a modo de

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respuesta a la imagen externa que se tiene de ellos17. Por otro lado, fuera del grupo se
observa la ocurrencia de encuentros y desencuentros culturales en una especie de zonas
de interfaces, donde se producen intersecciones entre mundos o esferas de vida de
personas y grupos de personas, en aquellas "arenas en que las interacciones ocurren
en torno a oportunidades y desafíos de tender puentes, acomodarse, segregarse o dar
respuestas a posturas sociales, cognitivas y evaluativas de diversos actores
provenientes de diferentes mundos sociales y culturales” (Long, 2001, citado en Durston,
Duhart, Miranda y Monzó, 2005: 19). Sin perder de vista que en la experiencia individual
y colectiva no siempre se reconoce el carácter dinámico de la cultura y de los procesos
sociales de construcción identitaria, en las identificaciones jurídicas y políticas con que
se clasifican y etiquetan las representaciones sociales dominantes de estas experiencias
(Terradas, 2004). En razón a que las interacciones incluyen aquellas de naturaleza
política y en contextos, además, usualmente señalados por lineamientos sustentados
sobre visiones de mundo hegemónicas y expresados en la normativa estatal18.

Otra posible forma de entender a las identidades es a partir de la crítica de los discursos
postmodernos a los metarrelatos de la modernidad. Esta deconstrucción de muchos de
los supuestos epistemológicos y políticos sobre los que las sociedades modernas
instituyeron sus prácticas y discursos, parece haber abierto un renovado interés por la
diversidad de las subjetividades, una atención a las otras voces y de los hasta ese
momento considerados ‘pequeños relatos’ (Arfuch, 2002). Una lectura de la situación es
que la emergencia de nuevas corrientes y perspectivas dentro de las ciencias humanas
y la filosofía —tales como el postmarxismo, el feminismo teórico, el neopragmatismo, la
hermenéutica contemporánea y el postestructuralismo— ha abierto un espacio de crítica
a la dimensión fundacional y metafísica del proyecto de la modernidad, y ha mostrado la
violencia implícita en las concepciones metafísicas de razón (universal), verdad (como
adecuación), historia (teleológica), lenguaje (como representación del mundo) y sujeto
(como principio individual, presocial y racional de toda representación) que operaron
como matrices culturales en los proyectos de modernización y de construcción del orden
social de la modernidad organizada (Vattimo, 1995). Aunque, más allá de las enormes

17 Para el caso de los movimientos indígenas latinoamericanos, Álvaro Bello plantea que el uso de
símbolos “cumple con el cometido de comunicar los deseos de autodefinición y autorrepresentación. Los
símbolos, desde una perspectiva comunicacional, se constituyen en una red de significados sobre los que
opera la acción del grupo (véase, por ejemplo, Zárate, 1999; Botero, 2001)” (En: “Etnicidad y ciudadanía
en América Latina: la acción colectiva de los pueblos indígenas”. (2004). Santiago de Chile: CEPAL – GTZ.
P. 41).
18 Desde el punto de vista del concepto de ‘hegemonía’ desarrollado por Antonio Gramsci (1891–1937):
“para quién en las condiciones del estado moderno una clase mantiene su dominio no simplemente
mediante una organización especial de la fuerza, sino porque es capaz de ir más allá de sus intereses
estrechos y corporativos, de ejercer un liderazgo moral e intelectual y de realizar compromisos con una
variedad de aliados que se unifiquen en un bloque popular”. (Hidalgo, 2010-2017). “[…] en el sentido de
hegemonía política y cultural de un grupo social sobre la sociedad entera, como contenido ético del Estado”
(Gramsci, 1975 [1981]: 28).

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divergencias entre los distintos pensadores del horizonte postmetafísico de la filosofía
contemporánea, sus reflexiones han revelado la dificultad del pensamiento moderno para
pensar la alteridad sin excluirla o sin asimilarla a una identidad ya constituida y
hegemónica (Barcellona, 1996).

Porque, como lo hace notar Derrida (1971), la lógica de la identidad no implica


únicamente la asimilación de lo relativamente diferente a ‘lo mismo’, sino que supone la
construcción de categorías dicotómicas, en una operación que busca reducir lo particular
a una categoría universal pero que crea una categoría de pertenencia diferente, acaso
adentro o acaso afuera (Young, 2000). De lo que se derivaría en el establecimiento de
una dualidad opuesta, enemiga, en la cual un lado personificaría la universalidad, la
racionalidad y la superioridad, y el otro, lo particular, lo irracional y lo inferior, es decir,
aquello que debe ser apartado u ocultado para el buen desarrollo del proyecto
modernizador. Una lógica de la identidad que invisibiliza, excluye y esencializa las
diferencias (Scott, 2001), y que integra orientaciones antropocéntricas, etnocéntricas y
androcéntricas, que promueven el universalismo de una masculinidad y el ser hombre,
blanco, europeo, heterosexual, racional, con control sobre sus emociones y afectos, cuya
finalidad es ejercer el poder y control sobre los demás (Seidler, 2000; Amorós, 2000).
Una lógica de la identidad que necesita, para definirse a sí misma, de una exterioridad
que señala como radicalmente diferente, pero que a la vez la constituye relacionalmente
en su pretendida universalidad. Para construir una modernidad que se piensa a sí misma
en oposición a aquellos que define como i/a-rracionales: mujeres, niños, locos, pobres,
extranjeros, un ‘otros’ invadidos por las pasiones y en ausencia de control racional, en
definitiva, aquél (aquellos) que debiera(n) ser excluido(s) de la vida pública.

Este proceso ilustra claramente la operación de la lógica identitaria de la civilización


moderna, que construye una retórica de universalidad y neutralidad dirigida a no
reconocer las diferencias y exige que éstas se adapten al patrón cultural eurocéntrico que
se presenta como expresión de una racionalidad universal (Dussel, 2003). Como sostiene
Taylor (1997), la moderna sociedad liberal se convierte en “una especia de contradicción
pragmática, un particularismo enmascarado de universalismo” (Ibidem: 309). Que para
funcionar necesita de una permanente operación de identificación, clasificación,
jerarquización y exclusión, la cual se instala como parte de los procesos de organización
y control de los cuerpos y las poblaciones (biopolítica) del Estado moderno (Foucault,
(1999 [1972]). Desde lo cual el reconocimiento de la particularidad y la heterogeneidad
contendrían tanto elementos emancipadores como importantes riesgos de posibilidades
de expansión del imperialismo cultural, entendido como “el poder de universalizar los
particularismos vinculados a una tradición histórica singular haciendo que resulten
irreconocibles como tales particularismos” (Bourdieu y Wacquant, 2001: 7).

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Ahora, consideremos por un lado la especificidad y diferencia del `otro', y por otro lado
el carácter fragmentado, contingente, relacional y, para algunos autores opresivo,
presente en toda identidad (Larraín, 1996). En este sentido, el discurso postmoderno,
para el cual “el sujeto no es el origen preestablecido de los significados y discursos, sino
más bien es, en sí mismo, constituido por los discursos” (Ibidem: 3), asume una postura
antiesencialista comprometida con la deconstrucción de las identidades de grupo, tras el
supuesto de que todas las identidades y diferencias (incluso la de los nuevos colectivos)
son ficciones represivas, construidas discursivamente, que deben ser deconstruidas una
y otra vez, en la cual “la única práctica política `inocente' es negativa y deconstructiva e
implica desenmascarar la operación represiva y excluyente que permite toda
construcción de la identidad” (Fraser, 1997: 243). Para estas visiones, en definitiva, las
identidades se entenderían como efecto de ciertas estructuras discursivas, de ciertos
campos de poder, en tanto productos divididos, contingentes, contradictorios, que no
pueden ser unificados reflexivamente por una subjetividad personal o colectiva y que se
modifican constantemente en función de las distintas posiciones en que los sujetos
quedan ubicados en la trama de prácticas y discursos sociales (Mouffle, 1995).

Esta perspectiva deconstructiva plantea, por lo demás, que una política de la identidad no
debe buscar validar la particularidad de una identidad cultural específica, sino proponerse
deconstruir y desequilibrar las bases duales y jerárquicas sobre las que se constituye la
subordinación de una identidad (Scott, 2001). Toda vez que las identidades y diferencias
serían ficciones represivas construidas discursivamente, que necesariamente conllevan
el objetivo de ser superadas en virtud de una operación continua de deconstrucción,
realizada una y otra vez. Una deconstrucción de las identidades que revela la necesidad
de implicar a la práctica política, bajo la forma de una herramienta y con el objetivo de
desenmascarar la operación represiva y excluyente que permitiría toda construcción de
identidad. Para deconstruir, y poner en evidencia los procesos que dan forma a las
identidades y las normalizan; fijarlo como un objetivo político consciente que
desestabilice la realidad que crea y la sostiene (Fraser, 1997).

Lo anterior no quiere decir que no se formulen críticas a lo planteado. Por el contrario.


La contribución de estos postulados, así como de otros, es la de servir de referencia para
la presentación de algunas orientaciones críticas de la investigación. Por ejemplo,
observamos que la perspectiva identitaria antes expuesta cierne potenciales efectos
sobre la acción política de los actores sociales, al proponer impactos sobre los procesos
de validación intersubjetiva de conceptos clave para las dinámicas sociales, sobre todo
para la definición y construcción de la cotidianidad. Pensar las identidades como
desconectadas de las prácticas y discursos que les anteceden, podría incorporar la
latente consecuencia de disminuir o directamente bloquear las probabilidades de
levantar o continuar o profundizar proyectos de transformación colectiva y/o individual, y

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llevar a los sujetos a pensar en “no ser responsables de su estar en el mundo. El sentir
y creer que lo que está en juego no es el destino de uno sino de otros” (Piscoya, 1994:
16). Y en esta línea coincidimos con Riveros (1998), cuando se refiere a la identidad del
pueblo mapuche y la guía experiencial que supone la cultura como contenedora de
saberes transmitidos a través del tiempo y bajo la forma de simiente para la adquisición
de nuevos conocimientos, a modo de raíces de una estructura que da sentido a la
existencia: “Si se pierden las raíces, "ya no somos nada". Si se pierden las raíces, "me
pierdo yo", se pierde la identidad. Las raíces son los conocimientos adquiridos a través
de generaciones y que sirven para ir ganando un mayor conocimiento” (Ibidem: 10).

Por consiguiente, para el análisis que desarrollamos proponemos entender a las


identidades culturales como sistemas abiertos de significaciones que expresan intereses
sociales y construidos intersubjetivamente a través del tiempo, constituyen matrices de
interacción social que orientan y dan sentido a las acciones de los sujetos (Vergara, 2003;
Colom, 1999). Tal y como lo expresa Villoro (1998), al entender las identidades colectivas
como “Una manera de sentir, comprender y actuar en el mundo y en formas de vida
compartidas, que se expresan en instituciones, comportamientos regulados, artefactos,
objetos artísticos, conocimientos compartidos; en definitiva, lo que entendemos por
cultura” (Ibidem: 65-66). En definitiva, una visión acerca de las identidades que pone de
relevancia el carácter procesual, histórico, dinámico, conflictual, reflexivo y narrativo de
estas, bajo despliegue en campos de significación y acción de interacciones sociales y
simbólicas históricamente situadas.

2.2. Ideas y pensamiento: Estado y movimientos revolucionarios

Entre las encrucijadas que propone la reflexión acerca de las identidades desde una
perspectiva general de carácter procesual, partimos de la base de que nada en la
naturaleza funda un orden social discriminatorio (Beauvoir, 1949), sino que toda
segregación sería fundada en el orden humano; así como la posibilidad de ser
modificada. De modo que es aquí donde ponemos de relieve la importancia que las
ideas, el pensamiento y la experiencia poseen en y para la producción e interpretación
de la realidad social. Porque el alcance de las ideas no radica únicamente en lo que son,
sino en lo que hacen, mejor dicho, en lo que hacen hacer en la sociedad (Godelier, 1989
[1984]: 175); de forma que el pensamiento produce significaciones que dan sentido a las
formas de organización social y la relación con el medio natural. El mismo autor, señala:
“Todas las funciones del pensamiento confluyen, pues, hacia la producción de sentido
para organizar o reorganizar, a partir de las significaciones producidas, las relaciones de

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los hombres entre sí y con la naturaleza” (Ibidem: 183)19. Y es por ello que las identidades
colectivas, en tanto construcciones sociales desarrolladas a lo largo del tiempo,
naturalizadas a través de acervos culturales productores de creencias y disposiciones
profundas, validan (o invalidan) en el campo de la práctica tanto la comprensión de los
significados como las posibilidades de su reproducción. Es decir, de ese sentido que
organiza o reorganiza a la sociedad. En la experiencia de esa práctica.

De esta forma la experiencia se instala en el pensamiento como resultado de la relación


producida entre la formulación y práctica de este, tal y como destacó Thompson (1981)
al manifestar que la experiencia “[…] no surge sin pensamiento; surge porque los
hombres y las mujeres son racionales y piensan acerca de lo que les ocurre a ellos y a
su mundo” (Ibidem: 19). Porque los pensamientos incorporan la experiencia como parte
activa en los procesos que intervienen en la toma de decisiones, bajo formas que
incluyen la posibilidad de fijar la atención en las acciones realizadas y, a partir de allí,
determinar la pertinencia o efectividad de nuevas estrategias. Basado en las enseñanzas
de la práctica.

Bourdieu (1992), arroja más luces sobre el tema en la propuesta del concepto de habitus,
“[…] esa ley inmanente, lex insita inscrita en el cuerpo por las historias idénticas, que es
la condición no sólo de la concertación de las prácticas sino también de las prácticas de
concertación” (Ibidem: 96). Es decir, esquemas generativos de percepción del mundo y
acción en él (prácticas), que operan incorporando aspectos del pasado y actuando de
forma inconsciente sobre los sujetos. Y agrega:

[…] producto de la historia, el habitus produce prácticas [...] conformes a los esquemas
engendrados por la historia; asegura la presencia activa de las experiencias pasadas que,
depositadas en cada organismo bajo la forma de esquemas de percepción, de pensamiento
y de acción, tienden, de forma más segura que todas las reglas formales y todas las normas
explícitas, a garantizar la conformidad de las prácticas y su constancia en el tiempo.
(Ibidem: 91)

Sin embargo, de la misma forma se plantea la posibilidad de que la conexión entre el


pensamiento y la experiencia se vea interrumpida, lo que podría conducir a la pérdida de

19 El autor postula que las funciones del pensamiento serían cuatro: la primera expone que para los sujetos
existe una conexión entre las realidades externas e internas (materiales e inmateriales) y los
pensamientos, es decir, la función del pensamiento sería la de representar; la segunda función está
identificada con la interpretación de esa representación; la tercera refiere a la organización de las
relaciones entre los sujetos y de estos con la naturaleza, bajo la forma de reglas, principios, etc.; la cuarta,
y última función del pensamiento, versa sobre la (i)legitimidad de estas representaciones
(interpretaciones).

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lógicas propias de la comunidad. En este contexto, Bourdieu hace notar que en la
transmisión de todo orden e historia se pueden producir algunas diferencias y/o pérdidas
de las prácticas entre una generación y las siguientes. Una situación que conlleva la
posibilidad de conducir a la pérdida de lógicas de funcionamiento y visiones de mundo
propias del grupo, y al establecimiento de otras:

[…] los conflictos generacionales oponen no clases de edad separadas por propiedades
de naturaleza, sino habitus producidos según modos de generación diferentes, es decir por
condiciones de existencia que, oponiendo definiciones diferentes de lo imposible, de lo
posible y de lo probable, hace que los unos experimenten como natural o razonable unas
prácticas o aspiraciones que los otros sienten como impensables o escandalosas, y a la
inversa. (Ibidem: 96)

Conflictos que vuelven patente la práctica de otras ideas, pensamientos y experiencias,


de un nuevo habitus. Tal como de cierta forma se habría configurado un nuevo
entendimiento acerca de las perspectivas políticas de lo posible en el Chile que inició los
años sesenta del siglo XX, a partir de críticas a las prácticas de los partidos y
movimientos de izquierda realizadas por algunos de sus militantes y, en especial, desde
el triunfo de la Revolución Cubana, un cambio en el entender y vivir la política desde la
práctica de esta en lo cotidiano, en el día a día material e inmaterial; como podremos
observar en la historia de vida de Alejandro Villarroel, en el capítulo seis, y en las primeras
páginas del capítulo cinco, que trata de la organización y las acciones directas
protagonizadas por la VOP. Y que menciona, a modo de ejemplo, el exmilitante de una
organización guerrillera chilena de los años sesenta, cuando nos enseña determinadas
formas de entender y vivir la cotidianidad que se proponían redefinir la separación entre
la teoría y la práctica revolucionaria:

Teníamos hartos teóricos que iban a las poblaciones, que vivían allá, compañeros
universitarios que asumían más el rol, que renunciaban a la familia [de origen]; y otros que
iban de visita, pero después volvían y se bañaban con agüita caliente y todo. Nosotros nos
quedábamos, asumíamos el rol de proletarios, de luchar por la casa, por el sitio, con todo
lo que significaba. Parejas jóvenes todos, tener hijos en la miseria y seguir luchando por
ideales que nosotros creíamos que era la respuesta para conseguir, reivindicar o vivir
dignamente. […] estábamos dispuestos a echarle para adelante y construir nuestra historia.
Nosotros no necesitábamos leer un libro sobre explotación, nosotros sabíamos lo que era
la explotación, porque éramos pobres, porque éramos explotados. No teníamos que leer

35
del hambre, de la miseria, de los sin casa, porque éramos eso, éramos el pueblo. ¿Para
qué leer de nuestro vivir diario?, lo que necesitábamos nosotros con urgencia era el cambio.
Nosotros sabíamos, como trabajadores, que el pueblo necesitaba un cambio lo antes
posible. (Roberto, entrevista personal en Santiago, febrero de 2008)

Diferencias que se hacen patente en ese nivel práctico, como causa y efecto de
opiniones o discursos que se instalan más allá de los márgenes definidos por las políticas
hegemónicas. En las arenas del cuestionamiento a las relaciones de dominación, en
definitiva, a los mecanismos que permiten el funcionamiento del Estado. Porque, como
señala Wallerstein (1988), “hacer política es tratar de cambiar las relaciones de poder en
un sentido más favorable para los intereses de uno y de este modo reorientar los
procesos sociales” (Ibidem: 37), y agrega que para el capitalismo histórico “las palancas
de ajuste político más eficaces han sido las estructuras estatales” (Ibidem: 37).

El Estado. Para explicarlo, la filosofía política tradicional se ha centrado en esclarecer su


naturaleza y el rol de la soberanía. Al revisar algunos postulados de autores clásicos de
la teoría política, podemos encontrar tres concepciones principales de Estado. La
primera presenta al Estado tanto bajo la forma de una asociación originada en la
sociedad, fruto de un acuerdo de individuos por medio de un contrato social (Rousseau,
1999 [1762]); como producto de la imposición de un grupo social sobre los demás grupos,
que tiene el monopolio del uso de la fuerza sobre un territorio determinado (Weber, 2002
[1922]). La segunda propone al Estado como una dimensión abstracta que abarca a otras
dimensiones de la sociedad, y considera como elemento característico la diferenciación
entre Estado y sociedad civil (Hegel, 1999 [1821]). La tercera, presenta al Estado como
un aparato separado de la sociedad y que opera a través de sus instituciones
gubernamentales, administrativas y coercitivas; tal como manifiestan Marx y Engels
(2000 [1848]), cuando señalan que “El Gobierno moderno no es sino un Comité
administrativo de los negocios de la clase burguesa” (Ibidem: 29), y Mijail Bakunin (2017
[1869]) cuando expone que “El Estado ha sido siempre el patrimonio de alguna clase
privilegiada: clase sacerdotal, clase nobiliaria, clase burguesa; clase burocrática al fin
[…]” (Ibidem: párr.11).

Una variante en la definición del Estado que incorpora elementos de las dos primeras
concepciones antes expuestas, es la que señalan algunos estudios (Gellner, 2001;
Hobsbawm, 1995) que centran su atención en una visión liberal del Estado moderno,
capitalista y burocrático, desde la óptica de una pretendida representatividad de la
expresión política de una nación culturalmente homogénea (entendiendo a la nación
como sinónimo de cultura). Dos argumentos destacan en esta propuesta y que son de
interés para nuestra investigación. El primero, el argumento funcionalista, el que ve

36
necesario un alto nivel de homogeneidad cultural dentro del territorio administrado por el
Estado, para dar respuesta a objetivos concretos, como por ejemplo facilitar los
intercambios comerciales (Gellner, 2001). El segundo argumento se identifica con las
revoluciones políticas del siglo XVIII y tiene que ver con la idea de soberanía popular
como principio de legitimidad de la autoridad política (Villoro, 2002). El elemento común
de ambos argumentos radica en la importancia que le asignan a la homogenización de la
población en torno a pertenencias identitarias comunes (y naturalizando la relación entre
identidad cultural e identidad política), que, de acuerdo a la tercera concepción del
Estado, en la práctica representan la imposición de los intereses y tradiciones del grupo
dominante. Un ejemplo de ello lo encontramos en el rol asumido por los Estados
modernos desde el momento de su fundación, al dar inicio a procesos de construcción
nacional que implicaron el uso de múltiples formas de violencia allí donde existieron
colectivos que se opusieran a la imposición de normas culturales percibidas como
ajenas.

Una lógica de construcción homogeneizadora que excluyó e invisibilizó prácticas


culturales diferentes a los patrones definidos como ´normales’. También, debemos tenerlo
presente, en el sentido corporal, físico, contra quienes materializan o representan esas
diferencias con el proyecto hegemonizador, como Foucault propone en su análisis acerca
del poder disciplinario, que “es un poder discreto, repartido; es un poder que funciona en
red y cuya visibilidad sólo radica en la docilidad y la sumisión de aquellos sobre quienes
se ejerce en silencio” (Foucault, 2005 [2003]): 34), que explora los cuerpos, los analiza,
desarticula y recompone para hacerlos dóciles y útiles, hasta constituirse en condición
de posibilidad (no en consecuencia) del capitalismo industrial. Al respecto,
Subercaseaux (2002) analiza lo ocurrido en el proceso de independencia en
Latinoamérica, y declara que “las elites y los nacientes Estados se dieron a la tarea de
construir una nación de ciudadanos, vale decir, una nación cuyos miembros debían estar
unidos por un conjunto de creencias, valores y tradiciones y, a nivel de cada país, por
una sola cultura” (Ibidem: 190). Para el caso de Chile, vemos que en el naciente Estado
se identifican dos vías por las cuales el gobierno intentó homogeneizar cultural y aun
físicamente a los habitantes del país, en este caso referido a los integrantes de la cultura
mapuche. La primera por medio del Bando Supremo dictado el 4 de marzo de 1819 que
decretó la eliminación de toda particularidad mapuche, además de su administrativa
conversión en ‘chilenos’: “El sistema liberal que ha adoptado Chile no puede permitir que
esa porción preciosa de nuestra especie continúe en tal estado de abatimiento. Por tanto,
declaro que para lo sucesivo deben ser llamados ciudadanos chilenos y libres como los
demás habitantes del Estado” (citado en Valdez, 1846: 178). La segunda vía fue la
promoción de la colonización de regiones incorporadas al territorio estatal, por medio de

37
la facilitación de medios para favorecer la inmigración de europeos20, principalmente,
como antesala a operaciones militares llevadas adelante entre 1882-1883 y con las
cuales se finalizaría la incorporación del territorio mapuche al Estado chileno, en una
ocupación hecha literalmente a sangre y fuego (Bengoa, 1985)21.

Para Clastres (2009 [1977]b), el Estado, frente a lo desconocido y/o que no es propio,
pone en práctica un patrón general de respuesta que actúa como una especie de centro
de gravedad político y que se sostiene sobre la unificación violenta, etnocéntrica y
etnocida. Señala: “La violencia etnocida, como negación de la diferencia, pertenece a
la esencia del Estado, tanto en los imperios bárbaros como en las sociedades civilizadas
de Occidente: toda organización estatal es etnocida, el etnocidio es el modo normal de
existencia del Estado” (Ibidem: 62). Bajo la consideración del ‘otro’ como perfectible, de
la alteridad como un espacio a dominar de acuerdo a lo definido por la sociedad civilizada
que interviene. Por ello, ante la pregunta de ¿Qué es el Estado?, Clastres responde:

Es, esencialmente, la puesta en juego de una fuerza centrípeta que tiende, si las
circunstancias lo exigen, a aplastar las fuerzas centrífugas inversas. El estado se pretende
y se autoproclama centro de la sociedad, el todo del cuerpo social, el señor absoluto de los
diversos órganos de este cuerpo. Se descubre así, en el corazón mismo de la sustancia de
Estado, la potencia actuante de lo Uno, la vocación de negación de lo múltiple, el horror a
la diferencia” (Ibidem: 60)

En este ‘horror a la diferencia’ observamos la forma en que opera la lógica de unificación


de las sociedades occidentales, la cual se comportaría de igual forma tanto de manera
externa como interna en la sociedad. El autor plantea que el ser social de la sociedad
occidental es heterogéneo, pero que el Estado produce divisiones en la sociedad, porque
la separación produce un ser social fragmentado que carece de diferencia, y de esta
forma perpetúa la división. Es la figura del Estado como dinámica de ‘lo Uno’, como “el
signo consumado de la división en la sociedad, en tanto es el órgano separado del poder
político” (2009 [1977]a: 74). De esta manera, Clastres nos ofrece un enfoque político
antes que económico, al tema del poder y la sociedad. Plantea que la aparición del

20 El Agente de Colonización del gobierno de Chile, Vicente Pérez Rosales, describió este proceso de la
siguiente manera: “Entristece el recorrer la anterior lista, viendo cuán despacio, cuán de mala gana i con
cuántas interrupciones llega a fecundizar nuestros desiertos, ese riego de población i de riqueza que tantos
prodijios obra en todas partes; i que, como no debemos cansarnos nunca de repetirlo, es el único medio
que en nuestro actual estado, puede elevarnos pronto a una envidiable altura entre las naciones
civilizadas” (1880 [1886]. “Recuerdos del pasado”. P. 378. Edición web recuperada de:
http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-7973.html [con acceso el 10/05/2018]).
21 Más información del tema, ver anexo A.01. Panorámica histórica de un territorio sin Estado, luego
colonizado.

38
Estado no responde a una mecánica de división social entre explotados y explotadores
fundada sobre alguna modificación de las relaciones productivas en la sociedad primitiva,
sino que la esfera de lo político conlleva a lo económico: “La realización política del poder
precede y funda la relación económica de explotación. Antes de ser económica la
alienación es política, el poder está antes del trabajo, lo económico es un derivado de lo
político, la emergencia del Estado determina la aparición de las clases” (2010 [1974]):
169).

Lo que lleva a preguntarnos, entonces, ¿qué causa que el Estado funcione como lo
hace? Una de las respuestas más aclaratorias, a nuestro juicio, la encontramos en los
planteamientos de Foucault (1980), en su análisis acerca de las relaciones de poder.
Para el autor, el poder no se refiere en exclusivo al ámbito gubernamental o estatal o
económico, sino que se construye y funciona a partir del ejercicio de la diversidad de
otros poderes, de los efectos de estos. De modo que en la sociedad no existiría un solo
poder, sino múltiples; producto de complejas relaciones de autoridad que se sitúan en
distintos niveles y se desarrollan en dinámicas de interacciones múltiples. En relaciones
que se emplazan más allá de la soberanía, puesto que en las relaciones sociales existen
relaciones de autoridad que no son proyección directa del poder soberano, sino que
actúan a modo de condicionantes necesarias para que el poder funcione y se fortalezca.
Plantea que:

Entre cada punto del cuerpo social, entre un hombre y una mujer, en una familia, entre un
maestro y su alumno, entre el que sabe y el que no sabe, existen relaciones de poder que
no son la proyección pura y simple del gran poder del soberano sobre los individuos; son
más bien el suelo movedizo y concreto sobre el que ese poder se incardina, las condiciones
de posibilidad de su funcionamiento. (Ibidem: 157)

El poder ejercido a nivel cotidiano y a partir de los efectos de otros poderes. En la


cotidianidad de las relaciones sociales, como pueden ser las familiares, sexuales,
productivas o académicas; desde la especificidad de la relación hasta la interacción a
modo de condicionante y condicionado. Es la respuesta a la pregunta antes formulada.
“Para que el Estado funcione como funciona es necesario que haya del hombre a la
mujer o del adulto al niño relaciones de dominación bien específicas que tienen su
configuración propia y su relativa autonomía”. (Ibidem: 157). Señala que, si el dominio
de la política es el conjunto de relaciones de fuerza en una sociedad, y la política es una
estrategia más menos global que articula y da sentido a esas relaciones de fuerza, se
puede plantear que toda relación de fuerza implica una relación de poder, y esta reenvía

39
a un campo político del que forma parte, como efecto y condición de posibilidad (Ibidem:
169).

El autor desconfía de toda la temática de la representación política, que no sirve para


descubrir las relaciones de poder, pues el poder no se construye a partir de “voluntades”,
ni individuales ni colectivas. Ni el padre, marido o patrón representa al Estado, ni el
Estado representa los intereses de una clase. El poder se construye y funciona a partir
de poderes, de multitud de cuestiones y de efectos de poder. En una operación
permanente de identificación, clasificación, jerarquización y exclusión, que es parte de
los procesos de organización y control de los cuerpos (anátomo política) y las
poblaciones (biopolítica) del Estado moderno (Foucault, 1996 y 1999). Donde la verdad
es entendida no como “el conjunto de cosas verdaderas que hay que descubrir [...] sino
como aquellas reglas según los cuales se discrimina lo verdadero de lo falso, como un
conjunto de procedimientos reglados por la producción, la ley, la repartición, la puesta
en circulación, y el funcionamiento de los enunciados” (Foucault, 1999: 55), puesto que
ella “está ligada circularmente a los sistemas de poder que la producen y la mantienen,
y a los efectos de poder que inducen y que acompañan al régimen de verdad" (Ibidem).

En este mismo sentido, Gledhill (2000) refuerza la importancia de conocer y entender los
diversos niveles de la vida social, más allá de las dinámicas del Estado, cuando declara
que “comprender las relaciones de poder en la sociedad implica algo más que la
comprensión de las instituciones oficiales del estado” (Ibidem: 44), y propone fijar la
atención en las formas prácticas que adquiere el ejercicio de poder en la sociedad. En
las prácticas corrientes que ocurren en los diversos niveles de vida social, como
fundamento y difusión del poder, así como de oposición a este. “Debemos apreciar «la
complejidad de los múltiples estratos de la realidad política». Esto incluye la acción
política en la vida cotidiana y los símbolos y rituales asociados a dicha acción, la
concreción de la “cultura política” allí donde el poder se afirma y se cuestiona en la
práctica social (Abélès, 1992, p.17)” (Ibidem: 44).

Y Gledhill va más allá. El autor sostiene que “Ningún sistema de dominación civil, por
perfecto que sea técnicamente, puede suprimir todas las formas de resistencia” (Ibidem:
44). Porque la relación entre los actores y los movimientos sociales locales y populares
devela antecedentes prácticos que proponen comprender el antagonismo de algunos
colectivos frente a los regímenes estatales, frente a los que llama ‘el poder y sus
disfraces’. En particular aquellos que se verifican en el ámbito de las relaciones
personales, transformados en base y sostén para la construcción y reproducción de
resistencias frente a los sistemas de dominación:

40
La resistencia radical a la alienación provocada por la cultura de la civilización se enmarca
en la esfera del «parentesco»: el mundo de las relaciones personales íntimas, la
reciprocidad material y las redes de ayuda mutua, de la comunidad como representación
de una cultura compartida en la vida cotidiana de las clases inferiores. Todavía en el mundo
moderno, este nivel profundo de la vida social seguía constituyendo el fundamento de la
recreación de identidades por parte de las bases y de una creatividad cultural popular
resistente a los intentos, cada vez más poderosos, por parte de las estructuras civiles de
reprimir, controlar y definir un comportamiento social apropiado. (Ibidem: 48)

Se plantea la construcción de identidades culturales basadas en relaciones sociales


opuestas a los principios y objetivos propugnados por los sistemas de dominación, y que
ocurren en escenarios perfilados por cotidianidades que reflejan acciones y
representaciones como fundamento y proyección de la realidad. A partir de la resistencia.
Gledhill enfatiza en el tema cuando postula que las “«culturas de resistencia» resultan
ser históricamente duraderas, pese a experimentar el flujo y el reflujo de las
movilizaciones, aplastantes derrotas y períodos de calma transitoria” (Gledhill, 2000:
308). Aunque hace notar que los movimientos sociales son diversos, atraviesan por
períodos en los que no están ausentes las discordancias internas y que se instalan
dentro de contextos político culturales mayores: “no debemos […] transformar los
movimientos sociales en «actores» unitarios desprovistos de contradicciones
internas y de tendencias contradictorias, y aislarlos de los ámbitos sociales,
culturales y políticos, de mayor envergadura, en cuyo seno experimentan los
mencionados flujos y reflujos” (Ibidem). En los que se el poder se desplaza bajo
diferentes formas.

Foucault (1980), señaló que el poder se plantea a modo de posiciones en una batalla,
que se puede replegar, desplazar u ocupar otra posición, y que el adversario también se
mueve, con lo cual la lucha puede oscilar entre ofensivas y contraofensivas, efectos y
contraefectos, y volverse indefinida (Ibidem: 104-109). De manera que para cambiar la
sociedad sería necesario transformar los mecanismos de poder que funcionan por fuera,
por debajo, o por el lado de los aparatos del Estado, es decir, para que esa modificación
afecte a las relaciones o vuelva intolerables los efectos derivados de ese poder, y de esta
forma dificultar el funcionamiento de los aparatos de Estado (Ibidem: 108). Llevar la
crítica al nivel ínfimo para dificultar la réplica de la imagen del Estado al interior de los
movimientos revolucionarios (Ibidem). En definiciones y desplazamientos que se
establecen al interior de los movimientos que los protagonizan: “El proceso, las tácticas,
los objetivos deben proporcionárselos aquellos que luchan y forcejean por encontrarlos”.
(Ibidem: 109).

41
Así, por ejemplo, el 15 de junio de 2007 la organización Fuerzas Autónomas y
Destructivas León Czolgosz, después de detonar una carga explosiva en el frontis de la
embajada del Reino Unido en Santiago de Chile, publicaba un manifiesto en el que
solidarizaban con las resistencias antiimperialistas y hacía un llamado a “materializar en
ataques directos contra los intereses imperialistas todas las expresiones de rechazo que
los grupos conscientes manifiestan en sus escritos y diatribas” (CEDEMA: 2007, párr.16),
así como a “multiplicar los ataques” (Ibidem: párr.17), y a “destruir hasta los cimientos
todos los centros de poder, a sus representantes, defensores, y todas las relaciones que
les dan vida” (Ibidem: párr.18). El escrito lo firmaban con dos consignas: “La insurrección
es una fiesta - El ruido de su derrota nos divierte!!” (Ibidem: párr.19-20).

Treinta y siete años antes, en la misma ciudad, la Vanguardia Organizada del Pueblo
declaraba públicamente parte de sus objetivos y tácticas horas después de ser muerto
por funcionarios de la policía el militante vopista Ismael Villegas Pacheco, el 31 de enero
de 1970, nueve días después de la proclamación pública de Salvador Allende como
candidato de las fuerzas de izquierda parlamentaria para las elecciones presidenciales
del 4 de septiembre del mismo año. En el comunicado, además de homenajear a su
compañero, la colectividad presenta una lectura del escenario político a partir de la cual
manifiestan la adopción de una táctica armada como herramienta de lucha
revolucionaria. Parte del escrito dice así22:

6) Que, desde hoy, los que quieran verdaderamente cambiar la actual sociedad deben
dejarse de engañifas “democráticas” y tomar realmente el único camino posible de cambio:
la lucha armada popular y revolucionaria;

7) Que, desde hoy, el movimiento revolucionario no debe trepidar en ajusticiar a los que se
opongan a la revolución, quienes quieran que sean. A cualquiera que se oponga a las
tareas revolucionarias se le ajusticiará como se merece: como un esbirro y un criminal al
servicio de la burguesía. ¡Eliminar los obstáculos, esa es la consigna! (A los obreros, 1970:
15)

Del mismo modo, en el comunicado de la VOP firmado por el Comando Político Militar
Francisco Ismael Villegas Pacheco -encontrado en el lugar del atraco a un vehículo del
Banco Sudamericano que retiraba dinero desde el supermercado Montemar el 24 de
mayo de 1971, en la ciudad de Santiago, y que dejó a tres civiles heridos y a un
carabinero muerto-, los militantes vopistas ratificaban su compromiso militante con lo que

22 El comunicado íntegro en el capítulo cinco, que trata de las acciones directas de la VOP.

42
identifican como lucha revolucionaria, y agregaban una propuesta para la conformación
de células armadas operativas desde la clandestinidad. Un extracto de este, plantea23:

Por último afirmamos una vez más nuestro propósito y decisión de lucha revolucionaria y
a la vez te llamamos hermano de clase por los pisoteados y asesinados constantemente
con armas de guerra, para que te unas a nuestras filas y te organices clandestinamente y
formes muchas células guerrilleras que den golpes demoledores […] (Comunicado Público
VOP, citado en Se ufana, 1971: 9)

2.3. Clandestinidad, secreto y acción política

Las diversas dimensiones que conforman la realidad social, implican la puesta en


marcha de procesos que dan forma y sentido a una multiplicidad de niveles de
concreción que definen los tipos de relaciones de los individuos en sociedad. En el
estudio de Ward y Rana-Deuba (1999), que mide la aculturación de residentes
extranjeros en Nepal, encontramos un acercamiento a la temática en la identificación
de dos dimensiones, una psicológica y otra sociocultural, consideradas relevan tes
para la comprensión de la realidad social de los sujetos 24. Para los autores, la
dimensión psicológica daría cuenta de los mecanismos intervinientes en el proceso
de toma de decisiones, en particular los que refieren a las actitudes, emociones o
creencias. Por otra parte, la dimensión sociocultural pone el acento en la formulación
y despliegue de estrategias, por parte de los sujetos, para afrontar los contextos
sociales. Aunque ambas, de acuerdo a nuestro análisis, encierran la importancia de
la interacción multidimensional, en sus características externas e internas; tal como
podemos observar, por ejemplo, en la activación de mecanismos internos de
respuestas en lo sujetos producto del despliegue externo de la variable sociocultural
bajo la forma de señales normativas. Es decir, hacemos hincapié en que a partir de
esta interrelación de dimensiones los sujetos elaboran y ponen en práctica repuestas
que se despliegan tanto en lo individual como en lo social. Respuestas que se
expresan en lo manifiesto y en lo oculto, en lo que es visible y en lo que es velado,
en aquello que puede ser notorio y también encubierto, en eso que es patente o
podría llegar a no serlo.

23 El comunicado íntegro en el capítulo cinco, que trata de las acciones directas de la VOP.
24 Los autores identifican 21 ítems relevantes para el estudio que realizan: ropa, ritmo de vida,
conocimiento general, comida, creencias religiosas, comodidad del material, actividades recreativas,
identidad propia, vida familiar, alojamiento / residencia, valores, amistades, estilos de comunicación,
actividades culturales, idioma, actividades de empleo, percepciones de co-nacionales, percepciones de
los nepaleses / nacionales de acogida, ideología política, cosmovisión, costumbre social.

43
Porque las respuestas consideradas manifiestas, visibles, notorias o patentes,
incorporan significados heterogéneos acerca de contextos que remiten a subjetividades
acerca de lo que es o no podría ser de dominio público. Bajo riesgo latente de afectar
alguna área de lo conocido, y aún de lo desconocido. Y por ello suelen acampar en lo
oculto, en lo velado o lo encubierto, lejos de lo evidente, en las arenas del secreto y de
la clandestinidad. Porque lo clandestino nos remite a lo secreto, aunque el secreto no
necesariamente nos conduce a la clandestinidad. Lo clandestino suele relacionársele
a la transgresión de las leyes, a modo de intento o concreción, por lo que necesita
ser secreto para no exponer a sus protagonistas. En cambio, el secreto pareciera
ofrecer más posibilidades de acción: podemos saber algo o propio o de alguien y por
diversas razones no declararlo, ni confesarlo, ni proclamarlo, sin tener que ‘entrar’
en la clandestinidad. Aunque este último sea un término común de encontrar a modo
de complemento de vínculos, emociones y/o actividades diversas, como puede ser un
amor, una amistad, un vicio, un laboratorio, un trabajo, y hasta una existencia completa.
De clandestinidad.

En lo personal, la relación de la clandestinidad con la política es casi inevitable. Cada


vez que la escucho alcanzo un súbito estado de alerta categórica y la percepción se
aboca con rapidez al escrutinio de mi alrededor, con el objetivo consciente de registrar
algo diferente a lo que debiera ser, algo que no encaje en la aparente ‘normalidad’, una
falla en la matrix, para rememorar la película dirigida por las hermanas Wachowski (The
Matrix, 1999). También recuerdo un párrafo de la novela La oscura vida radiante, del
escritor Manuel Rojas (2009 [1971]), en la cual relata algunas formas del secreto en el
ámbito familiar: “Algunas familias chilenas conservan secretos, no muy importantes, pero
propios, por ejemplo, el secreto de una salsa, de un dulce, de un guiso, de un modo de
limpiar las corbatas o las alfombras, de hacer bebidas, mistelas, o guindados, de
conservar las medias las mujeres o de quitarse el hipo los hombres” (Ibidem: 262).
Mientras la tenue presencia de lecturas anteriores comienza a acrecentarse y crear otras
formas, de las que se define un poema que Pablo Neruda escribió mientras evadía la
orden de detención dictada en su contra tras ser ilegalizado el Partido Comunista25, al
cual estaba afiliado. La composición forma parte de su obra Canto General (1950), una
proclama política continental y registro vivencial de su participación en la lucha por el
socialismo del pueblo chileno en particular y americano en general, y cuya primera
edición fue publicada en la clandestinidad26. Los versos llevan por título El Fugitivo:

25 La ley 8.987, de ‘Defensa Permanente de la Democracia’, conocida popularmente como Ley Maldita,
proscribió al PC entre 1948 y 1958.
26 Una entrevista al ex ministro de Hacienda del gobierno de Salvador Allende, Américo Zorrilla (s/f),
expone algunos detalles de la empresa: “Efectivamente, a primera vista hay una contradicción flagrante
entre lo que debe ser una impresión clandestina y lo que fue este libro, grande y voluminoso y con una
portada con grandes letras. Cuando se hace un trabajo de imprenta clandestino, se procura habitualmente

44
Por la alta noche, por la vida entera,
de lágrima a papel, de ropa en ropa,
anduve en estos días abrumados.
Fui el fugitivo de la policía:
y en la hora de cristal, en la espesura
de estrellas solitarias,
crucé ciudades, bosques,
chacarerías, puertos,
de la puerta de un ser humano a otro,
de la mano de un ser a otro ser, a otro ser,
Grave es la noche, pero el hombre
ha dispuesto sus signos fraternales,
y a ciegas por caminos y por sombras
llegué a la puerta iluminada, al pequeño
punto de estrella que era mío,
al fragmento de pan que en el bosque los lobos
no habían devorado. (Ibidem: 1950: 337)

Versos prófugos de un clandestino, bien pudiera titularse a esta forma de hacer poesía.
Sin embargo, en este tránsito creemos que se hace necesaria una precisión etimológica

reducir y simplificar al máximo. Se prefiere el formato pequeño, de bolsillo; se eliminan elementos


exteriores que identifiquen con demasiada evidencia el contenido; se trata de aprovechar al máximo cada
página, llenándola de tipografía pequeña apretada. […]. (Ibidem: párr.13). No debía ser detectado el trabajo
que hacíamos durante el proceso de producción del libro y, una vez aparecido, la policía del dictador no
debía estar en condiciones de saber dónde se había hecho. Esto redujo necesariamente las opciones en
cuanto al tipo de papel a usar. No podían ser los papeles especiales que la Papelera producía según
pedidos directos sino aquellos más de "batalla", que era posible comprar en el comercio sin dificultades
que utilizaban todas las imprentas. […] (Ibidem: párr.17). Los aparatos represivos estudiaban atentamente
la propaganda clandestina impresa y, a través de la tipografía utilizada, podían localizar a menudo el lugar
donde se hizo. O, a lo menos, reducir el radio de la búsqueda. Afortunadamente, nuestro Partido tenía por
ahí arrumbada sin uso por 15 años o más, una colección de matrices de linotipia que pudo usarse para
componer el trabajo, sin mayor riesgo, la composición mecánica la hizo un solo linotipista. […] Cada etapa
se cumplió en un lugar diferente. Es decir, el metal de la composición fue retirado del lugar donde se hizo
el trabajo y trasladado hasta el otro punto, donde se efectuó la compaginación. Las páginas armadas
fueron llevadas después a la imprenta donde se hizo la impresión. Complicado y peligroso pero se logró
sin fallas. (Ibidem: párr.19). ¿En ningún momento olió la policía lo que se estaba haciendo? (Ibidem:
párr.20). Anduvo cerca. Neruda contó en una de las conferencias que dio en la Universidad de Chile lo que
ocurrió un día que allanaron la imprenta donde se estaba imprimiendo el Canto General. (Ibidem: párr.21).
Buscaban propaganda clandestina. Mientras los agentes revisaban por todo[s] los rincones, el oficial a
cargo de la pesquisa observaba atentamente, afirmado en los pliegos recién impresos del canto General,
hojas de 55 por 77 centímetros que deben haber formado un bloque de una altura de 1,40 metros más o
menos. Los compañeros habían tenido la precaución de colocar encima varios pliegos de una revista
hípica y el policía no tuvo la idea de mirar más abajo. (Ibidem: párr.22). De esta imprenta, se iban sacando
los pliegos uno tras otro, ya impresos y se escondían en otros lugares que nunca supe (y que no tenía por
qué saber)”. (Ibidem: párr.23). (Andrade-Bone, Eduardo. [2004]. “Neruda y los versos clandestinos”.
Recuperado de: Rebelion.org [con acceso el 05/01/20017]).

45
y de significado. En busca de ella nos encontramos con la vigesimotercera edición del
diccionario de la Real Academia Española (2014). Y para el caso, revisamos sus páginas.
Buscamos la palabra ‘clandestinidad’, y leemos que corresponde a una ‘cualidad de
clandestino’. Iniciamos la búsqueda de esta última palabra y anotamos que proviene de
la voz latina clandestīnus27, definida como un adjetivo que designa lo “secreto, oculto, y
especialmente hecho o dicho secretamente por temor a la ley o para eludirla”. Manuel
Rojas y Pablo Neruda tenían razón.

Ehreinreich (1996), en su estudio sobre los Coaiquer de Ecuador, junto con exponer
lo que denomina ‘falso comportamiento’ de los individuos de la cultura que observa,
plantea que la clandestinidad forma parte del comportamiento y la cultura, bajo la
forma de una básica respuesta de adaptación sociocultural y política presente en
todos los niveles de las relaciones sociales, desde las relaciones interpersonales
hasta aquellas que reúnen a los Estados; un silencio deliberado de actividades e
información para mediar y controlar los conflictos, para disminuir las presiones y las
expectativas sociales, para evadir obligaciones impuestas, es decir, como una
estrategia política para la protección de los individuos o los grupos (Tefft, citado en
Ehreinreich, 1996: 58-61). Bajo la forma del secreto, y una de sus tácticas: el
disimulo, al que define como “un vehículo con la intención de promover y proteger la
armonía de la vida, el orden social y los valores de los individuos y de los grupos. Es
posible que las personas sean honestas y puedan, sin embargo, emplear el disimulo,
el encubrimiento” (Ehreinreich, 1996: 60).

También observamos el uso del concepto de clandestinidad en estudios de las


prácticas religiosas prehispánicas desarrolladas en el área del desierto de Atacama,
en el norte de Chile y sus relaciones con las autoridades del gobierno colonial (y que
sugieren se extienden hasta la actualidad) (Núñez y Castro, 2011). Los autores
sostienen que frente a la condena y prohibición de la ritualidad local la población
puso en marcha mecanismos de ocultamiento a modo de respuestas estratégicas
orientadas a la supervivencia de su propia religiosidad, con lo cual los cultos
atacameños prehispánicos pasaron “a conformar una práctica clandestina,
perviviendo algunos remanentes hasta hoy” (Ibidem: 167). De manera semejante, la
literatura antropológica suma estudios descriptivos donde la clandestinidad toma
forma en sociedades secretas, como los realizados en la costa noroeste de América
del Norte (Boas, 1897); en África (Frobenius, 1894, citado en Izard, 1996); en los
análisis de procesos iniciáticos en contextos de sectas (La Fontaine, 1987 [1985]) y de
la conversión (Prat, 1997); en los estudios a organizaciones políticas de izquierda, en la

27 Derivada de la palabra clam, que quiere decir ‘a escondidas’, formada a partir de la raíz indoeuropea
kla-, que significa ‘ocultar’. (Soca, Ricardo. [2006]. “Nuevas fascinantes historias de las palabras”: Tomo II.
Montevideo: Asociación Cultural Antonio de Nebrija).

46
investigación acerca del proceso de construcción identitaria de un colectivo político
chileno al interior de la prisión (Solar, 2007); el estudio histórico, desarrollado con
abundante material etnográfico, que examina la subversión clandestina y la prisión
política en el Chile postdictadura (Rosas, 2010); en España, en el estudio sobre la
vida social de un poblado andaluz a comienzos de la década de 1950 (Pitt-
Rivers,1971 [1954]); y, en Catalunya, el registro de testimonios de prácticas
clandestinas en la lucha antifranquista (Delgado, Padullés y Horta, 2012; Padullés,
2016).

Estas dos últimas obras fueron desarrolladas en contextos culturales e históricos que
en parte se entrecruzan: Pitt-Rivers permaneció en Grazalema entre 1949 y 1952,
en momentos en que la dictadura franquista iniciaba su segunda década de gobierno;
y los trabajos de Delgado et. al. y Padullés, cubren testimonios de todo el período
dictatorial, de 1939 a 1977. En ambas, y considerando las perspectivas que les
separan28, cobran relevancia los postulados de Simmel (2014 [1908]), respecto al
intercambio y control de la información en la producción social del secreto; o cómo
el secreto actúa bajo la forma de un dispositivo facilitador del funcionamiento de las
sociedades29. Es decir, la consideración de la importancia del secreto para la vida
social. Señala Delgado (et. al., 2012):

Certament, no hem d’anar gaire lluny per a poder apreciar la importància del secret a fi de
mantenir una determinada manera de veure el món i la societat i ser-hi coherent a l’hora
d’orientar les actituds davant la vida, cosa que es fa des d’opcions que qui mana considera
inacceptables i perseguibles. (Ibidem: 25)

Estem descrivint dinàmiques i lògiques que segurament són consubstancials al


funcionament de totes les societats humanes i de les quals cada context cultural i històric
específic estaria en condicions d’oferir-nos il·lustracions. A tot arreu, i probablement
sempre, el secret ha estat un dispositiu encarregat de dotar de l’elasticitat necessària
l’estructura de tota societat. Aquesta és, al capdavall, la conclusió que es desprèn del text

28 Nos referimos a las críticas que ha recibido este trabajo de Pitt-Rivers, algunas de las cuales ponen de
manifiesto puntos de vista poco informados y parciales de su estudio. Por ejemplo, la relativización de la
importancia del movimiento anarquista en Grazalema (Hobsbawm, 1968 [1959]; Gutiérrez, 2005), la falta
de observación acerca de las complejidades de la organización social del poblado (Serrán Pagán, 1984),
y la visión de Andalucía como un territorio de pueblos aislados, ‘exótico y semiprimitivo’ (Prunés, 2000).
29 Al respecto, Taussig señala que la obra de Pitt-Rivers no explica etnográficamente el secreto, sino que
lo aborda desde la base de la reflexión acerca de los secretos e inventa uno de algo que en apariencia no
lo es (Taussig, 2010 [1999]: 86-87), al destacar que la revelación por parte del autor del nombre del pueblo
y de sus informantes ocurrió 17 años después de la primera edición de su trabajo (1954), aunque ya en
1959 lo había expuesto Eric Hobsbawm (1968 [1959]), y, de acuerdo a este último, esta información era
conocida en España.

47
de Simmel sobre l’ocultació, en la importància del qual no podem deixar d’insistir. (Ibidem:
24)

Y no tenemos que ir muy lejos porque, de acuerdo a estos planteamientos, las


dinámicas y lógicas del secreto están presente en toda construcción social de los
sujetos, en especial cuando tratamos de personas organizadas para realizar actividades
tipificadas por la autoridad de ilegales, tal como abordamos en la presente investigación.

Simmel señala que la “sociedad existe allí donde varios individuos entran en acción
recíproca” (2014 [1908]): 76), a la que seguiría un proceso de socialización como
respuesta a los intereses personales de los individuos, que a su vez son afectados por
el contexto social en el que se desenvuelve como una especie de unidad (Ibidem: 77).
Pero, agrega, este proceso de socialización necesita la incorporación de ‘una mezcla de
claridad y oscuridad’ para la comprensión de la realidad, puesto que “Estamos hechos
de tal manera, que no sólo necesitamos, como se indicó antes, una determinada
proporción de verdad y error como base de nuestra vida, sino también una mezcla
de claridad y oscuridad en la percepción de nuestros elementos vitales” (Ibidem: 345).

Según Simmel, toda relación se compone de un saber mutuo que es al mismo tiempo
limitado y distorsionado, al depender tanto de la relación concreta como de la propia
manera de ser y de las experiencias que se tiene con la otra persona. Porque lo que se
conoce de las personas, y lo que ellas conocen de uno mismo, “no son sino fragmentos
de nuestra vida real interior” (Ibidem: 334), una selección hecha con un propósito, en
relación con el oyente, una actitud modificada y proyectada hacia y para el otro. Un lugar
desde el cual la mentira, en tanto limitación del conocimiento de uno respecto del otro,
se consigue mediante el uso del ‘secreto y la ocultación’, las que tendrían como objetivo
la protección de la “propiedad espiritual privada, cuya violación afecta al yo en su centro
más íntimo” (Ibidem: 340). Simmel, agrega que cuando la intención de ocultar se enfrenta
a la intención de descubrir, se produce “esa disimulación y enmascaramiento
tendenciosos, esa defensa agresiva frente al tercero, que es lo que propiamente suele
llamarse el secreto” (Ibidem: 346). Y concluye señalando la vital importancia social de
este: “El secreto en este sentido, el disimulo de ciertas realidades, conseguido por
medios negativos o positivos, constituye una de las más grandes conquistas de la
humanidad” (Ibidem). El secreto entendido como una de las más grandes conquistas
humanas, como amplificador de los horizontes cotidianos de los sujetos, al punto de
ofrecer “la posibilidad de que surja un segundo mundo, junto al mundo patente y éste
sufre con fuerza la influencia de aquél” (Ibidem). La posibilidad de crear otro mundo,
paralelo y entrelazado con el mundo manifiesto. Así, por ejemplo, ocurría en los avatares
de las prácticas políticas clandestinas de militantes de organizaciones guerrilleras

48
chilenas de fines de los años sesenta, así como en las experiencias de militantes
antifranquistas en Barcelona:

En la militancia política era normal tener así como una ‘doble vida’. Estaban la familia, el
trabajo, los amigos de siempre, y por otro lado cosas que te podían llevar preso si se sabía
que tú las habías hecho. Aunque uno siempre tenía confianza con algunas personas, había
cuestiones que no se contaban a los que no estaban contigo. Porque pasaba que entre
más de izquierda eras, más reservado te ibas poniendo. Podías estar varios días con una
persona, comer [juntos] y conversar horas de horas y nunca llegabas a preguntar más de
lo que te contaban. (Miguel, entrevista personal en Santiago, diciembre de 2007)

Yo sabía que nadie conocía absolutamente nada de mí, sólo un nombre que no era el mío.
Generalmente no nos conocíamos, porque no éramos del mismo grupo. Tú sabías que
cada uno pertenecía a un grupo, pero tampoco interesaba saber, no preguntábamos.
(Roberto, entrevista personal en Santiago, febrero de 2008)

Una experiència particular és la dels germans Palmira i Ramón Domènech, que, entre el
192 i el 1970, van a ser responsables de l’aparello central de propaganda. El dispositiu era
ubicat a casa seva, molt a prop de la presó Model de Barcelona, al carrer Provença, número
39. Aquestes persones vivien sotmeses a una doble clandestinitat: la pròpia del partit i una
altra al seu si. Com explica Palmira Domènech: “[La normativa] era tan estricta que no
podies ni dir la professió que tenies, a part del nom de guerra, com tothom. No se sabia ni
que érem germans”. (Delgado et. al.: 101)

Por otro lado, a los secretos les afectan presiones para ser develados. Por lo que surge
la interrogante acerca del cómo se mantienen en su calidad oculta. Goffman (2001
[1959]), nos da una respuesta que hemos preferido anteponer a la de Simmel, porque a
partir de ella introduciremos lo que plantea este último autor. El primero plantea un
modelo teatral definido por condiciones que permiten la mantención del secreto y la
mentira. Para el autor ambos conceptos forman parte de una representación colaborativa
de los sujetos, con la finalidad de provocar una distinción basada en el conocimiento,
entre los que saben y los que desconocen, entre un estar adentro y un estar afuera; de
la misma forma que ocurre en una representación teatral con la división entre público y
actores; cada uno en sus posiciones exclusivas, separadas gracias a la disposición y
mantenimiento de barreras a la percepción (Ibidem: 58), que de esta forma minimizan
las posibilidades de transgresión a las ubicaciones y la consecuente detección de las
mentiras. Desde el punto de vista de Goffman, tanto las relaciones interpersonales como
sociales en general siguen una forma predeterminada por una división estructural que

49
separa aquello que constituye la personalidad pública de los sujetos y permite el
despliegue cotidiano de la sociedad, de lo que compone la información más íntima,
inconfesable y secreta de los sujetos, que en caso de ser revelada amenazaría con
afectar a las bases de la personalidad y la sociedad. Para evitarlo, se producirían
acuerdos tácitos que instalan las ya mencionadas barreras a la percepción. Tal como
expresa este autor, cuando sostiene que “Si consideramos a la percepción como una
forma de contacto y comunión, el control sobre lo que se percibe es control sobre el
contacto que se hace, y la limitación y regulación de lo que se muestra es una limitación
y regulación del contacto” (Ibidem: 37).

La propuesta de Simmel, en cambio, reduce las posibilidades de transgredir las barreras


al conocimiento de los secretos, al poner el acento en el “hábito gradual de la discreción”
(2014 [1908]): 362). Es decir, en la existencia de niveles de confidencialidad determinada
por la necesidad de cuidado de los secretos, mediante la práctica frecuente de una
prudencia proporcional al nivel de lo oculto, en especial al considerar el efecto relajante
que podría tener el paso del tiempo sobre la mantención del secreto. A juicio de Simmel,
la gradualidad de la discreción se produce en el paulatino despliegue de un mecanismo
táctico que conjuga la progresiva revelación del secreto con el desarrollo del hábito del
silencio, en un proceso de aprendizaje acerca del saber doblegar el impulso natural de
la revelación; tal como lo ejemplifica en su exposición sobre los druidas de las Galias, al
hacer notar que el acceso de estos al restringido saber de los cantos religiosos requería
hasta 20 años de progresiva instrucción, un tiempo en el cual el iniciado incorporaría el
control sobre la tentación a revelar los secretos que le eran conferidos, en directa relación
con el acceso a los niveles de profundidad que alcanzara de ese saber, lo que a su vez
fomentaría la cohesión de los miembros del grupo que mantiene el secreto y la de estos
con su comunidad (Ibidem: 361-362).

Porque para Simmel la existencia misma de la sociedad necesita de los secretos (Ibidem:
337), hasta el punto de convertirse en concretos productores de sociabilidad, en
creadores de relaciones que se entretejen a partir de su circulación y/o reserva. De
modo que, desde esta producción social del secreto, se hace evidente la importancia
del intercambio y control de la información. Y por ello la revelación del secreto encierra
una tensión que puede ser origen y final, ‘que se resuelve en el momento de la
revelación’. Una revelación que de forma interna es posibilidad y tentación de dejar
de ser oculta, así como de modo externo entraña el riesgo de ser descubierta. En
palabras de Simmel:

Si según hemos dicho anteriormente, las relaciones entre los hombres tienen una de sus
características en la cantidad de secreto que haya en ellas o en torno de ellas, su desarrollo

50
dependerá de la proporción en que se den las energías que tienden a guardar el secreto y
las que propenden a revelarlo. Aquéllas proceden del interés práctico y del encanto formal
que, como tal, tiene el secreto; éstas se apoyan en la incapacidad de resistir más tiempo
la tensión del secreto y, en esa superioridad, que, hallándose en estado latente en el
secreto, no se actualiza plenamente para el sentimiento hasta el momento de descubrirlo.
Por otra parte, interviene también el placer de la confesión que puede albergar aquel
sentimiento de poder en forma perversa y negativa, como una humillación de sí propio.
(Ibidem: 349)

Porque el poseedor del secreto lo realiza sobre los otros, pero también sobre sí
mismo. De forma que el secreto encarna el lugar donde lo individual se funde con lo
social y donde el protagonista, el que lo conoce, se instala en una instancia desde la
cual su conducta oscila entre guardar el secreto o revelarlo, y con lo último la
posibilidad de abrir un frente que conduciría a la humillación, individual y social, de
ocurrir una confesión en sentido negativo. Y por ello la confianza entre las personas
emerge como un valor de primer orden, porque permite anticipar las conductas del
otro, lo que resulta clave para alcanzar acuerdos asociativos. Como lo hizo notar
Simmel, cuando sostuvo que la confianza “es una hipótesis sobre la conducta futura
de otro, hipótesis que ofrece seguridad suficiente para fundar en ella una actividad
práctica (Ibidem: 338). Tal como lo manifestara Pitt-Rivers (1968, citado en Peristiany,
1968), respecto al honor:

“[…] honor es el valor de una persona a sus propios ojos, pero también a ojos de su
sociedad. Es su estimación de su propio valor o dignidad, su pretensión al orgullo, pero es
también el reconocimiento de esa pretensión, su excelencia reconocida por la sociedad, su
derecho al orgullo. Los estudiosos de los finos detalles de las relaciones personales han
observado que son del mayor interés los medios por los que las personas obtienen de los
demás la validación de la imagen que de sí mismos gustan formarse, y los dos aspectos
del honor pueden reconciliarse en esos términos. El honor, por lo tanto, proporciona un
nexo entre los ideales de una sociedad y la reproducción de esos mismos ideales en el
individuo, por la aspiración de éste a personificarlos. […] El que pretende honor debe
conseguir ser aceptado en su autovaloración, debe concedérsele reputación, porque de
otro modo su pretensión pasa a ser mera vanidad, objeto del ridículo o desprecio. (Ibidem:
22)

La confianza, el honor, en tanto precedentes que permitirían anticipar conductas, se


convierten en esenciales para alcanzar, y sostener, acuerdos asociativos, aún más

51
cuando esos pactos incluyen elementos secretos. El enlace se vuelve confianza mutua
y protección. Por ello, señala Simmel, en la constitución de una sociedad secreta la
confianza mutua adquiere el carácter de fundamental, “porque el fin del secreto es
ante todo la protección” (2014 [1908]: 358). Aplicado al estudio de organizaciones
políticas clandestinas, el testimonio de un militante del MIR, lo ilustra:

Teníamos montones de pautas para decir que era posible. Era mentira que la policía
siempre te pilla. Por el accionar, nosotros sabíamos que era mentira. Después salía en los
diarios: “están acorralados en Santiago los extremistas”, o “los delincuentes que asaltaron
tal cuestión”. Mentira. Pasaban los ratis por el lado de nosotros y nosotros estábamos
leyendo el diario. Era mentira eso de que éramos controlables, o que si cometías un delito
estabas pillado. Mentira. Se hacían asaltos a los bancos en todas partes, y tampoco los
pillaban altiro. No es que la policía no trabajara ni nada, sino que eran grupos que estaban
muy bien estructurados, compartimentados, con chapa falsa, con toda una escuela de
preparación para trabajar en la clandestinidad y toda esta historia, hacer asaltos, etc.
Entonces, eso tú la aplicabas, era como una escuela natural de todos. Cada uno de
nosotros teníamos nombre [falso]. Después de 30 años conocí el nombre de amigos, a uno
me lo encuentro después de 30 años en el centro y le digo por el nombre político y me mira
y se asusta. Era ese el cuidado: nunca entregar información de tu vida privada, si eras
casado o eras soltero, la historia era pasar lo más desapercibido posible, si te daban un
punto, siempre los teléfonos pueden estar intervenidos, toda esa información uno la pasaba
porque pasaba por una escuela de preparación. En el caso de nosotros que pasamos por
el MIR, por lo menos. Entonces eran grupos que se cuidaban. (Roberto, entrevista personal
en Santiago, febrero de 2008)

Pero esta protección mutua que se origina y fortalece en los valores personales, se
puede ver afectada por respuestas que implican el despliegue de la negación a modo
de táctica para evitar el tránsito del secreto a la clandestinidad. Ejemplo de esto
último lo encontramos en el mito bíblico acerca de la negación de Pedro, tras ser
acusado públicamente de tener cercanía con el líder del grupo que acababa de ser
apresado:

Entonces le prendieron, se lo llevaron y le hicieron entrar en la casa del Sumo Sacerdote;


Pedro le iba siguiendo de lejos. Habían encendido una hoguera en medio del patio y
estaban sentados alrededor; Pedro se sentó entre ellos. Una criada, al verle sentado junto
a la lumbre, se le quedó mirando y dijo: «Este también estaba con él». Pero él lo negó:

52
«¡Mujer, no le conozco!». Poco después, otro, viéndole, dijo: «Tú también eres uno de
ellos». Pedro dijo: «¡Hombre, no lo soy!». Pasada como una hora, otro aseguraba: «Cierto
que este también estaba con él, pues además es galileo». Le dijo Pedro: «¡Hombre, no sé
de qué hablas!» […] (Lucas 22:54-60 Versión de Bernardo Hurault y Ramón Ricciardi)

En este caso, la negación intenta salvaguardar el secreto propio y el de su grupo,


ante la cierta posibilidad de vivir alguna de las consecuencias de la acusación, como
podría ser la prisión inmediata o la posibilidad de evasión hacia los campos de la
clandestinidad. Pero negación en un sentido autodestructivo, en la cual el
protagonista opta por convertir en secreto su adhesión al grupo, negándola, incluso
de forma sucesiva y escalonada, llevándola hacia la humillación del sí propio que
planteaba Simmel (2014 [1908]: 349), al negar primero a su maestro, luego a su grupo
de pertenencia y finalmente a su lugar de origen; es decir, a su mundo y a sí mismo30.

El ejemplo anterior nos lleva a dos de las ideas centrales del secreto. Una es la
existencia de secretos conocidos que a la vez son irreconocibles ante los demás, es
decir, “aquello que generalmente se conoce pero no puede ser articulado”, un ‘secreto
público’, en palabras de Taussig (2010 [1999]: 18). Es decir, bajo la forma de un
conocimiento social acerca de aquello que no se debe conocer ni menos hablar, y donde
el desenmascaramiento, “se transforma en un descubrimiento transgresor de lo
‘secretamente familiar’” (Ibidem: 71), convertido en revelación de lo negativo como
positivo esencial, de la “labor de lo negativo”, como le llamó Hegel (2009 [1807]). Una
constatación de algo que en realidad es visible. Porque, como señala Taussig: ¿No son
los secretos compartidos la base de nuestras instituciones sociales, el lugar de trabajo,
el mercado, la familia, el estado? (Ibidem: 21), una base que, desde una perspectiva
social general, conforma una realidad donde los límites de lo conocido y lo desconocido
no se dibujan con líneas rectas, sino con trazos turgentes y hendidos que siguen las
cavidades de una especie de ondulaciones en revuelta permanente, “una realidad tipo
queso gruyere, ‘con formas imprevistas y agujeros irregulares en el medio de prolijas
superficies, paseos en montaña rusa a través de los carnavales del ocultamiento y la
revelación, que se alimentan de la intensa ambivalencia de la ceguera activa’” (Ibidem:
69, citado en Padullés, 2016: 96).

Un ejemplo de esto último lo encontramos en el trato público que habitualmente se les


otorga a algunos hechos ocurridos durante el gobierno de la Unidad Popular (1970-1973)

30 Ahora, son conocidos los hechos que afectaron al protagonista después de esta decisión: la sensación
de traición y remordimiento, al igual que su posterior importancia en el cristianismo. De este mito queremos
destacar la decisión del protagonista de convertir en secreto una adscripción pública, a como diera lugar,
para evitar escenarios negativos para sí mismo (en una historia que termina, años después, con Pedro
encarcelado y condenado a muerte por las autoridades del Imperio Romano).

53
y que para la sociedad chilena actual representan una suerte de declaración política
existencial acerca de la cercanía o distancia con el modelo neoliberal triunfante (y de la
opción socialista, igualmente): nos referimos al desabastecimiento de artículos de
primera necesidad en el comercio formal y a la toma de terrenos privados por parte de
campesinos sin tierra. Al respecto, el conocimiento positivo (que ha alcanzado ese
estatus de verdad conocida, explicable y enseñable), señala que ambos hechos deberían
su causa a la atribuida negligencia y mala intención de las políticas gubernamentales
implementadas por el gobierno de la UP, en el ámbito económico para la primera, y en la
indefensión jurídica de los grandes propietarios agrarios, en el caso de la segunda. Por
otro lado, el conocimiento negativo, el secreto público al que refiere Taussig, se presenta
como el testimonio que revela causas políticas externas fundadas en la desestabilización
del gobierno por medio de ataques que buscaban dañar la economía chilena y con ello
estimular el socavamiento de la base social de los partidos de gobierno. Manuel
Maldonado lo expone de esta forma:

Aquí siempre han existido dos grandes “verdades” que en el fondo la gente sabía que eran
mentira: que no había alimentos porque la UP escondía las cosas y lo otro es de los fundos:
“que ustedes, [los militantes de izquierda], les quitaron los fundos a los dueños” […]. Hasta
el día 11 [de septiembre de 1973] no había qué comer en este pueblo, pero nosotros [los
del asentamiento] teníamos porque estábamos organizados. Y me dicen: “claro, si ustedes
eran comunistas, ¿cómo no iban a tener?”, a lo que les digo: “lo que pasa es que nosotros
teníamos todo organizado”; y vuelven sobre lo mismo diciendo: “pero, y en Lampa, ¿por
qué no había cosas en los almacenes?”. Porque claro, en los últimos días todos estos
almaceneros escondieron las cosas, y era toda gente de derecha; vino el golpe y estaban
llenos de mercaderías. ¿Eran los comunistas los que estaban vendiendo?, ¿o era el viejo
Torrealba, del Partido Nacional, el que no las estaba vendiendo? Ellos tenían las cosas
escondidas y no las vendían. Después del golpe, el día 12, Lampa estaba llena de cosas
para comprar; y hasta el día 11 no había qué comer. Mientras nosotros, los comunistas,
andábamos todos arrancando para que no nos fueran a matar los milicos […]. Y eso de
que los fundos los quitábamos y los dueños perdían su tierra, sin más, eso no es así,
porque a cada dueño el fisco chileno les pagó el fundo, a lo mejor no todos los millones
que ellos hubieran querido por su tierra, pero se les pagó. El fisco nos entregó las parcelas
a nosotros y nosotros teníamos q ir pagando cuotas anuales por esa tierra. Vino Pinochet,
los recuperó y se los devolvió a los tipos; y ¿tú crees que Pinochet les pidió la plata de
vuelta de lo que les habían pagado por el fundo? La gente dice que nosotros llegamos,
tomamos el fundo y que corrimos poco menos que a patadas a los dueños del fundo, sin
haberlos indemnizado en nada. Eso dicen para afuera, pero en el fondo saben que no es
así. (Manuel Maldonado, entrevista personal en Chicauma, septiembre de 2018)

54
La segunda idea se encuentra en la propuesta de Simmel (2014 [1908]), en el hecho de
que la constitución de una sociedad secreta, de una organización que se funda y
articula en principios y finalidades ocultas, provoca que los poderes centrales le
asignen un nivel de amenaza en función de la potencialidad antagónica real o
aparente: “no puede saberse si una asociación particular no utilizará para fines
indeseables la fuerza que ha reunido para fines legales; de aquí la suspicacia que en
principio inspiran a los poderes centrales las uniones de súbditos” (Ibidem: 380). Porque
la posibilidad de distancia con los objetivos y control de la institucionalidad estatal
reviste a la asociación de una latente capacidad de conjura: “la sociedad secreta, sólo
por ser secreta, parece próxima a la conspiración contra los poderes existentes” (Ibidem:
381). En una suerte de reconocimiento al hecho de que la práctica clandestina facilita
el movimiento y seguridad de los sujetos; en especial si estos forman parte de las
luchas contra el poder. Más aún, el secreto se vuelve un aliado que interacciona con
otros secretos, que suma a los propios el conocimiento o la sospecha de conocer
algún nivel del secreto de los demás. Para instalar un hecho vivencial en la
experiencia del secreto, capaz de incidir en la realidad inmediata de la existencia
propia. Ambas propuestas, de Taussig y Simmel, se observan en lo que señala Delgado
(2012):

Cualquier forma de lucha contra el poder, básicamente, debe ser secreta, porque el poder
también es secreto. De hecho, es una lucha entre secretos. La experiencia clandestina era
cuando ibas por la calle, te dabas la vuelta y veías que la persona a la que mirabas también
se había dado la vuelta. Y sabías que era un policía secreto, del mismo modo que él sabía
que tú eras un militante clandestino. Había un entendimiento mutuo: «Ya sabemos quiénes
somos; a nuestro alrededor se desarrolla una vida cotidiana hecha de vulgaridades, de
gente que va y viene. Pero nosotros sabemos que tenemos una guerra particular». Eso,
básicamente, implica vivir el secreto. Y de una manera u otra implica que hay una especie
de guerra subterránea, de gente que parece normal, pero que no lo es. (Ibidem: párr.11)

Porque el secreto, recordemos, posee un pilar individual que se inspira en una reacción
instintiva, como táctica de afrontamiento que ve multiplicada su eficacia cuando forma
parte de un plan mayor, de una estrategia de clandestinidad. Al respecto, dos ejemplos:
en el primero, Miguel enfatiza en el aporte que significa este ‘instinto de seguridad’ como
complemento a la instrucción formal que recibió al incorporarse en dinámicas de la
clandestinidad. En el segundo, en dos experiencias de seguridad clandestina del
movimiento antifranquista:

55
[…] Estaban los legales, lo semilegales y los públicos, que eran los dirigentes universitarios,
los secundarios. Ahí nace la FER y todo lo que eran los grupos, eran los públicos, que no
tenían nada que ver con el trabajo clandestino. Los grupos operativos eran otra cosa, eran
cuadros político militares […]. Yo me creía cuadro político militar, más militar que político.
Había hecho toda la escuela de seguridad. Entonces, que a mí no me anduvieran
presentando hueones que no sabía quiénes eran, con el tiempo cuando los conociera, sí.
Y compartimenté la hueá, por instinto de seguridad y parte de la escuela que me sirvió
mucho. De hecho, salvé varias veces por eso […]. Recuerdo cuando llegó una película del
Che al cine Lido o Mayo, fui con barba, pelo largo, andaba de guerrillero, y queda la cagada
ahí. Creo que no estuve media hora adentro y me dije que no iba a estar viendo hueás, así
que me fui y me siguieron dos ratis o pacos de civil. Le digo a mi compadre que nos venían
siguiendo y yo me quedo ahí, porque yo era el que andaba posando como guerrillero. Así
que me despedí y me fui subiendo a una micro de carrera, cuando ya iba partiendo. Luego
bajarse y pasar por los pasajes y mirar si te van siguiendo, mirando algo donde se reflejara
la gente y tratar de memorizar las caras que veía ahí. En la otra vuelta te paras otra vez,
miras, y ahí te das cuenta que te van siguiendo, mucha coincidencia que alguien vaya justo
por los mismos lados que vas tú. (Miguel, entrevista personal en Santiago, diciembre de
2014)
La puerta de entrada daba directamente a la calle, por lo que no tenía portería ni el riesgo
de coincidir con otros vecinos al entrar o salir. Un pasaje no tiene, además, tránsito de
paso, lo que eliminaba la posibilidad de que un conocido nos viese entrar a la casa desde
un coche o un autobús. Era, por tanto, un lugar óptimo desde el punto de vista de la
seguridad. (Ramón Majó, entrevista citada en Delgado et. al., 2012: 103)

Yo utilizaba el sistema de filtro, consistente en fijar las citas en calles no demasiado largas
ni concurridas. Cada uno de los clandestinos entraba por una punta de la calle, por su
derecha, y el otro por la otra punta, también en su derecha, a la hora en punto. Cambiar de
acerca significaba que el encuentro no debía realizarse, por la razón que fuese. En tal caso
se acudía a una hora después a la cita de seguridad que siempre nos dábamos con las
mismas precauciones, y si no se encontraban se daba la voz de alerta a la organización.
(Miguel Núñez, 2002: 312-313, citado en Delgado et. al., 2012: 102-103)

En definitiva, la clandestinidad corresponde a un certero ejemplo de lo que Marcel Mauss


llamó “un hecho social total”, es decir, un atributo que congrega y combina diversos
aspectos que ponen en movimiento la totalidad de dimensiones de la vida personal y la
sociedad (Padullés, 2016). Porque, en el momento en que el secreto se muestra a un
sujeto, este se inicia en un estado nuevo que no puede desandar. Desde el punto de
vista simmeliano, se inicia gradualmente en el conocimiento de lo secreto, que no implica

56
necesariamente la obligación inicial de ser interiorizado en ese saber oculto. Sin
embargo, y por ello, las decisiones y acciones que tome repercutirán de modo directo o
indirecto bajo la forma de consecuencias hacia su persona y hacia quienes, ahora, como
él, comparten una parte (o todo) el secreto. Porque conocerlo es, en el caso de una
organización clandestina, oponerse a la ley; de forma que revelarlo podría implicar caer
en un acto de delación, con la negativa carga social que tal estado conlleva; en cambio
guardarlo, de acuerdo a Simmel, permitiría avanzar en el conocimiento del secreto y
socialmente otorgaría confianza a su guardador. En el relato de Alejandro Villarroel,
encontramos un ejemplo en el que se observa la relación entre el silencio y la confianza:

[…] sábado, siete de la tarde, voy tranquilamente por la vereda de mi calle cuando escucho:
―¡Alejandro!
Miro y pienso ¡increíble! Me llamaban desde un carromato absolutamente nuevo, enorme,
de un color metalizado brillante, lo menos ‘operativo’ posible: visible desde el infinito por la
policía.
―Oye viejo, tienes que ayudarnos, hay que guardar este auto hasta el lunes, en que lo
vamos a usar en un operativo.
Eran unos amigos miristas y querían que les guardara el vehículo un par de días (en tal
caso uno no pregunta para que lo expropiaron, ni menos quienes eran los dueños: la única
posibilidad de salvarse está, estaba, en no saber nada. Uno debe aprender cómo
manejarse, incluso si solo se trata, como en mi caso, de establecer relación para poder
‘pasar avisos’, exponer puntos de vista disidentes. (Alejandro Villarroel, relato de vida,
2014)

Porque la confianza también puede jugar en contra, con consecuencias personales y


grupales que pueden alcanzar a trastocar toda la existencia, de un tiempo y de otros
venideros. En especial cuando tanto el conocimiento como la protección de los niveles
más profundos del secreto conlleva la posibilidad de incorporar herramientas que se
determinen necesarias para tal empresa. Y una de ellas es el uso de la violencia. Es lo
que observamos en el relato que Osvaldo Bayer (2009 [1970]) hace de los últimos
momentos en libertad del anarquista Severino Di Giovanni, apresado en una calle de
Buenos Aires, el 31 de enero de 1931:

Severino Di Giovanni es avisado que Cortucci ha caído preso, pero confía plenamente en
su compañero. Está convencido de que pese a lo que le puedan hacer no va a delatar a

57
nadie, y sigue con su trabajo de todos los días. En eso comete un error garrafal para un
ilegalista y perseguido. (Ibidem: 273).
[…]
En la tarde del jueves 29 de enero de 1931, el anarquista terminará de corregir las pruebas
completas del tercer tomo de Escritos sociales [sic] de Reclus. Tiene prisa para ir hasta la
imprenta de Genaro Bontempo, en pleno centro, que es quien le ha hecho todos los
trabajos de linotipia. Bontempo sabe bien que se trata de Di Giovanni pero para él es un
señor italiano llamado Mario Vando. […]. (Ibidem: 275).
En sí es América la que hace ese trabajo de llevar originales y correcciones. Pero ese día
quiere ir Severino porque es un poco el nacimiento del tercer tomo y quiere dar las
instrucciones finales al imprentero. América lo reconviene: no sólo por lo ocurrido a Cortucci
sino porque los diarios del día informan que la policía vigila las imprentas para evitar la
impresión de volantes subversivos. Y justo él va a meterse en la boca del lobo. Pero
Severino no quiere escuchar. Tomar demasiadas precauciones sería como autoanularse,
condenarse a la inactividad. (Ibidem).
[…]
Di Giovanni terminó su trabajo y salió con el imprentero Bontempo a la calle. Hacía calor.
Por primera vez se sintió inseguro con su traje negro. Era como para llamar la atención.
Fue justo en ese momento cuando vio venir a alguien directamente hacia él que le gritó:
―¡Di Giovanni!
No había dudas, era un tira. En ese instante vio la muerte y se encaprichó como siempre,
dio media vuelta y echó a correr. Al llegar a Sarmiento se encontró con otro que le cerró el
paso y le gritó:
―¡Párate, Di Giovanni, estás listo!
Severino sacó su Colt 45. Empezaron a sonar los pitos y uno de los tiras gritó:
―¡Paren al ladrón, al ladrón, al ladrón!
La gente primero se arremolinó y luego empezaron las corridas. Iba a haber jaleo, sin
ninguna duda. Todos corrían a cualquier parte, y Di Giovanni también.
No se sabe quién tiró el primer tiro, pero de inmediato comenzó una cacería por las calles
céntricas y los techos de Buenos Aires. Según los testigos, durante la increíble persecución
de todos contra uno, se oyeron más de cien detonaciones. Luego, el defensor de Di
Giovanni demostró que su defendido había utilizado sólo 5 cápsulas. (Ibidem: 276)

La escena altera la ‘normalidad’ del barrio: una calle copada por un indeterminado
número de policías y uno de ellos intenta interceptar a un sujeto vestido de negro que
acaba de salir del portal de una imprenta. El sujeto es Severino Di Giovanni, inmigrante

58
italiano y activo militante anarquista, un prófugo que vive en la clandestinidad. Las
autoridades políticas y policiales le acusan públicamente de ser el responsable de
bullados atentados explosivos que han agitado el ambiente político argentino desde
1927, los más notorios en apoyo a la liberación de Sacco y Vanzetti y contra el avance
del movimiento fascista en Italia. El caso es que la policía lo ha detectado y en una calle
bonaerense le ha dado el alto. Pero Di Giovanni no obedece e inicia una fuga no
planificada, instintiva. La violencia se desata. La que utilizan los perseguidores deviene
de una atribución del Estado, del monopolio en el uso de la fuerza. La que utiliza el
perseguido no tiene amparo en la judicatura estatal, pero de algunas formas sí en lo
popular.

2.4. Lo popular y la acción directa revolucionaria

Salazar (1989, 2006, 2009), ha dedicado gran parte de su obra a investigar el rol que lo
‘popular’, en cuanto categoría, ha tenido y tiene en la historia de Chile. Argumenta en
clave historiográfica chilena, y sus propuestas conceptuales nos entregan algunas
herramientas necesarias para abordar nuestros objetivos. El autor plantea que lo
‘popular’ corresponde a un actor político colectivo, que refiere a los sectores
sistemáticamente discriminados por el sistema de dominación y que no se definen
estrictamente por su posición en el sistema de producción, como pudiera ser la clase
obrera, porque también incorpora a sectores marginados por la construcción de la
historia oficial (Ibidem, 1989). Tal como lo expresan sus palabras: “lo popular es un
concepto amplio, que incluye todas las identidades que de una u otra manera no están
integradas plenamente a la modernidad […] incluye a todos los trabajadores precaristas,
los autoempleados, los vendedores ambulantes, los artesanos, las compañeras
prostitutas y todos sus derivados, los ladrones…” (Salazar, citado en Camponovo y y
punto, 2012, párr.5). Palabras que también identifican la discriminación que este actor
popular vive y que se originan en el rol que le asigna el sistema dominante, que entraña
“también distintas situaciones de discriminación, de desprecio, de rechazo, de
inferioridad cultural en algunos casos” (Ibidem).

Este sujeto popular, de acuerdo a esta visión, no cree en el sistema y se le opone con
los medios que dispone en los momentos en que siente que puede. Tampoco le definiría
un proyecto político específico. Sin embargo, el rechazo a lo que mantiene y defiende la
arquitectura político económica converge en un movimiento popular que por ciclos se
expresa en las calles, con violencia, desde la calle. En el acto de arrojar piedras, de
romper cristales del comercio o de atracar un banco. Desde esta perspectiva, Salazar
(2006) propone entender a la violencia popular como un tipo de violencia colectiva o una
acción colectiva realizada de forma violenta, y le llama ‘violencia política popular’. Este

59
concepto de violencia política popular comprendería la expresión de un componente
político resultante de una formulación ideal, realizado estratégicamente por medio de una
práctica en forma de acción directa y/o violenta, entendida y orientada a la transformación
social y que resultaría potencial y/o pretendidamente revolucionaria o, por lo menos,
subversiva (Ibidem). El autor postula que la violencia ejercida por el movimiento popular
y sus aliados, desde una perspectiva histórica chilena, ha estado dirigida contra el Estado
y el sistema de dominación capitalista de turno. Y por ello su práctica ha apuntado a los
sujetos y a las representaciones materiales y simbólicas que lo encarnan y defienden
(patrones, FF.AA., políticos cómplices de la explotación, entre otros), con el objetivo
concreto de cambiar el estado de las cosas en función de una sociedad más justa e
igualitaria (Ibidem).

De la misma forma, utilizaremos el concepto de ‘acción directa revolucionaria’. Para


definirla recurriremos directamente a lo planteado por teóricos e integrantes de
organizaciones políticas autodenominadas como revolucionarias. Es el caso de los
militantes anarquistas Alberola y Gransac (2004 [1975]), que la entienden como una
estrategia de acción política que de firma y contenido se sitúa en el marco táctico y
finalista del activismo revolucionario en el rechazo total de todos los sistemas opresivos
(Ibidem: 20), una práctica que desarrolla la dimensión revolucionaria frente a la violencia
represiva del Estado (Ibidem: 252). Por su parte, Salvador (2015, [s/f]) hace hincapié en
el carácter político de la intervención, además del hecho de ser realizada desde fuera de
las instituciones del Estado (Ibidem: párr.15). Esta estrategia política agrega una
dimensión colectiva y ejemplificadora de los hechos considerados de carácter
revolucionario, es decir, que tienden a la realización del socialismo y donde el empleo de
la violencia se justifica por sus fines; en este caso, mediante el desarrollo de guerrillas
urbanas adaptadas a las diferentes posibilidades materiales y escenarios sociopolíticos,
desde el autoabastecimiento de los recursos y como fruto de su acción clandestina, por
lo que gran “parte de sus acciones van orientadas a la consecución de los medios
necesarios para el sostenimiento de la lucha, y la verdadera proyección revolucionaria
de ésta se encuentra en sus textos más que en sus actos” (Alberola y Gransac, 2004
[1975]: 274). En este sentido, sirven de ejemplo las palabras de la Facción del Ejército
Rojo (s/f), en las que la propuesta busca validar el contenido político en la acción que la
expresa: “[el] ejemplo revolucionario práctico es la única vía de «revolucionarización» de
las masas que encierra la posibilidad histórica de la realización del socialismo […]
Debemos pasar al ataque para despertar la conciencia revolucionaria […] Las bombas
que nosotros lanzamos contra el aparato de opresión, las lanzamos dentro de la
conciencia de las masas” (citado en Ibidem: 274). Así como lo observamos en la
reivindicación pública que la organización chilena Federación Revuelta 14F - Brigada
Gaetano Bresci, reveló después de atentar con explosivos un cuartel de reclutamiento

60
del ejército y otro de la Policía de Investigaciones, en Santiago de Chile, en el verano
septentrional de 2007:

Este comunicado está hecho de palabras, palabras conscientes y desafiantes que sólo
copan su contenido con la acción que las acompaña. Las palabras por sí solas nunca han
hecho ni harán ninguna revolución. Eso ya todos lo sabemos. Esta no es la revolución de
las palabras ni de la charlatanería, sino del pensamiento que se transforma en acción
insurrecta. ¡Viva la conspiración contra el estado! (citado en CEDEMA, 2007: párr.5 y 6)

Unir la acción violenta con las causas esgrimidas que le otorgarían sentido y valor, que
den cuenta de “la intensificación del accionar de las bandas radicales organizadas en la
acción”, en palabras de las Bandas Armadas y Desalmadas Jean Marc Rouillan (Ibidem,
2009: párr.9). Así como en el Comunicado n.º 6 de la Brigada de la Cólera: “Nuestro
ataque es violento [...]. Nuestra violencia está organizada. La cuestión no es si la
revolución será violenta […] Ninguna revolución ha triunfado jamás sin recurrir a la
violencia” (citado en Alberola y Gransac, 2004 [1975]: 275). Y, en tanto violencia política
popular, el objetivo es el Estado, como materialidad y/o representación del orden político,
económico y social que simboliza y promueve. Porque la acción directa revolucionaria
agrega un declarado fundamento político, como observamos en el comunicado público
de la Banda Dinamitera Efraín Plaza Olmedo (citado en CEDEMA, 2009) en el que
fundamentan el uso de la violencia política: “El Estado no posee una existencia mítica ni
épica, tampoco es fruto del consenso social, sino que ha nacido como el aparato de
poder absoluto en reemplazo del montado por las monarquías de su tiempo.” (Ibidem:
párr.8). Asimismo, que “la existencia de dominadores al interior de una sociedad, sean
burgueses o burócratas, tiene directa relación con la existencia del Estado. Son ellos
quienes lo conforman, los que lo reproducen y lo refuerzan, potenciando y extendiendo
las relaciones sociales basadas en el autoritarismo y la dominación” (Ibidem: párr.9), el
que finalizan declarando: “A estos seres atacamos con nuestra acción, a los explotadores
que mantienen vivo este Estado terrorista, gendarme que resguarda a burgueses y
burócratas, que, sin embargo, hoy no los logró proteger” (Ibidem: párr.11).

Rosas (2010), al referirse a los elementos constitutivos de una identidad política cultural
observable en algunas organizaciones rebeldes de comienzos de los años ’90, resume
un diseño político en el cual la violencia política popular constituiría un ‘factor mediático’
prescindible, o no, en función del “logro de un objetivo particular o sea para la defensa
de un logro específico alcanzado y en la generalidad del despliegue estratégico, ya no
como alcanzar, sino como proceso […]” (Ibidem: 80-81). De la misma forma señala que
“la acción directa, como expresión de violencia política popular, ha operado

61
preferentemente contra la propiedad, los símbolos materiales del poder, sus instituciones
y en mucho menor medida en contra de “fuerzas vivas” […] La acción rebelde operativa
y de masas ha devenido en estos límites” (Ibidem: 81). El caso de la VOP ejemplifica
estos límites, materializados en atracos a bancos y en particular en la acción directa
contra el ex ministro del Interior, Edmundo Pérez, como ejercicio de violencia política
popular contra símbolos materiales y ‘vivos’ del poder.

2.5. Historia y memoria colectiva

Una primera lectura del proyecto de investigación de alguna forma parecía remitir a
exclusivas búsquedas de información en archivos documentales. En efecto, la VOP no
era una organización activa y su rastro parecía estar contenido en algunos cajones de la
historia, a la espera de que sus especialistas, los historiadores, llegaran para abrirlos.
Sin embargo, en el trabajo de campo oía de la VOP y de las luchas sociales por la voz
de exmilitantes de organizaciones revolucionarias de fines de los años sesenta y
comienzos de los setenta, como el del exmilitante vopista, Alejandro Villarroel, además
de las entrevistas a exmilitantes cercanos a esta organización y aquellas pude hacer a
algunos de los actuales residentes del sector de Chicauma. Es decir, conocer, conversar
y entrevistar a personas que me transmitieron información que no estaba almacenada
en anaqueles o bóvedas de algún archivo. Eran personas vivas, que se desenvolvían en
un cotidiano construido de recuerdos, ideas, pasiones, proyectos, que se convertían en
presente en el acto de contarlo. Lejos de los especialistas del saber humano. En el centro
de sus propias existencias.

La antropología y la historia se nos presentan habitualmente como disciplinas


académicas formalmente diferenciadas, aunque desarrollen conocimientos sobre un
campo temático que las acerca: lo social. Es lo que destacan Coello y Mateo (2017),
cuando señalan que ambas materias pueden presentarse separadas, pero las
sociedades que estudian, no (Ibidem: 26). Los autores lo explican a la luz de una
propuesta que apunta a evidenciar los beneficios de la comprensión de los sujetos tanto
en su contexto social inmediato como en el de la propia sociedad, entendida esta como
un problema histórico. Es decir, en la incorporación de la historia social y política como
parte de los procesos sociales investigados; en una antropología histórica que “no
equivale a "sumar esfuerzos" entre dos disciplinas distintas, sino a formular la idea de
que las sociedades solo pueden comprenderse si las analizamos históricamente"
(Ibidem.14). En una suerte de llamado de atención que tiene de fondo el reconocimiento
práctico a la transformación constante de la cultura en el espacio y en el tiempo. A lo que
Coello plantea, en entrevista realizada por Paz y Bohn, que “el problema está en observar
como un antropólogo y mirar como un historiador” (Paz y Bohn, 2018: 188), y agrega:

62
“[para los antropólogos] lo relevante es ver la cultura en transformación y a mí me parece
que eso para la Antropología Histórica es lo más importante” (Ibidem).

Pero la clasificación de Antropología Histórica no recae en las obras de tantísimos


antropólogos a lo largo del tiempo, aunque sin duda se trata de un ámbito de estudio
completamente asociado al desarrollo de la disciplina antropológica (desde la escuela
francesa de los Annales a los estudios pioneros sobre etnohistorias en Centroamérica y
Suramérica, pasando por las investigaciones etnohistóricas de los pueblos
norteamericanos, los estudios en historia religiosa europea, los estudios coloniales
críticos iniciales, los enfoques sobre microhistoria desarrollados por autores italianos,
etc.) (Coello y Mateo, 2017: 259). Llobera (2009) señala a las reconstrucciones
especulativas y fabulosas realizadas por antropólogos de finales del siglo XIX
(ejemplificada en la obra de Frazer, The Golden Bough [1890-1915]), como parte de las
razones metodológicas y prácticas del descrédito de la historia en la antropología
(Ibidem: 24). El autor identifica tres tipos de investigaciones para las que el estudio de la
historia sería importante: la primera responde a una dimensión temporal, y se orienta a
la trascendencia de los límites de un sujeto o grupo determinado; la segunda, se asocia
al estudio de instituciones complejas, como los Estados; y la tercera, a cuestiones
particulares de larga data como pueden ser las sociedades nacionales (Ibidem). De
acuerdo a ello, nuestra investigación se acerca a lo planteado en el primer tipo de
investigación.

En este sentido, Sahlins (1988) consideró que era momento de “hacer estallar el
concepto de historia a partir de la experiencia antropológica de la cultura” (Ibidem: 78),
porque la cultura y la historia no pueden ser analizadas como elementos diferentes, y
porque la idea de la historia es culturalmente construida. En esta reflexión, desataca el
énfasis en el valor e importancia de ‘las historias’ más allá del pasado europeo, dentro
de una red que implica a la historia y el tiempo histórico. Coello, por otra parte, reflexiona
en torno a la reinvención de las culturas producto de la expansión colonial, a raíz de
hechos traumáticos como fueron las invasiones:

[…] cuando hablábamos en Perú que decíamos “…en 1533 cuando llega Pizarro”,
“…cuando llegan los españoles a Cajamarca la Historia empieza”. Claro que no empieza
pero es curioso lo que sucede. Hay allí como una especie de fractura que parece como
que lo que hubiese existido antes no es importante. Y claro, yo muchas veces pienso, los
españoles que llegaron a Marianas son otros de los muchos grupos que habían llegado
antes, porque no fueron los primeros, pero muchas veces la Historia Canónica, Oficial o
Imperial piensa aquello como un momento fundacional; la llegada de los españoles es el

63
momento culminante en la historia de “esos pobres salvajes” que eran salvajes hasta que
“llegamos nosotros”. Creo que ese es el gran problema […]. (Paz y Bohn, 2018: 188)

Por lo que no podemos desconocer que el trabajo etnográfico se enriquece al reconocer


la presencia del sujeto de la investigación (Coello y Mateo, 2017: 91-98). Porque prestar
especial atención tanto a los acontecimientos como a las prácticas significativas, en su
contexto y de forma histórica, propone la posibilidad de profundizar el conocimiento del
sujeto en la práctica antropológica; y de esta forma, aproximarnos a rememorar el pasado
para intentar reconstruir la cadencia de hechos e interpretaciones que contribuyen a dar
forma al presente cotidiano. Como experiencias pretéritas de ese presente, con el cual
es posible dialogar mientras se construye el ahora de este aquí, como parte de un
proceso colectivo, de una memoria colectiva en constante desarrollo.

Halbwachs (2004 [1950]), señaló que la memoria colectiva se distingue de la historia


porque esta última “comienza en el punto donde termina la tradición, momento en que
se apaga o se descompone la memoria social” (Ibidem: 80). Porque, de acuerdo a este
autor, al menos dos características las diferencia: la primera, que la memoria colectiva
refiere a “una corriente de pensamiento continua, con una continuidad que no tiene nada
de artificial, puesto que retiene del pasado sólo lo que aún está vivo o es capaz de vivir
en la conciencia del grupo que la mantiene” (Ibidem: 81) a diferencia de la historia, que
establece divisiones que responden a su “necesidad didáctica de esquematización”
(Ibidem: 82); la segunda, que existen “varias memorias colectivas” (Ibidem: 84), cuando
la historia versa sobre sólo ‘una historia’ (Ibidem). Halbwachs reflexiona y sostiene que
los recuerdos son un movimiento continuo que incorporan al presente en el pasado y a
la vez mantienen el pasado en el presente (Ibidem: 88). Porque “nuestros recuerdos
siguen siendo colectivos” (Ibidem: 26).

Y los recuerdos de los hechos tratados en la presente investigación se descubren como


actos vivos en la consciencia de quienes recuerdan desde la actualidad, como parte de
una instancia donde se entrecruzan otras memorias, una multiplicidad de memorias
colectivas que existen en la sociedad y que le dan forma y sentido al presente. A partir
de un pasado personal tejido en el ámbito colectivo, entrelazado en la experiencia (del)
presente del pasado. Construido por discursos, representaciones, prácticas e
interacciones sociales que explican el presente, que lo recrean en la trayectoria del hacer
y el decir de personas de carne y hueso. En nuestro estudio, en los relatos de vida de
aquellos que formaron parte de (o fueron cercanos a) la VOP; y de manera especial, en
el relato de Alejandro Villarroel, en las revelaciones de su andar cotidiano por los campos
de la política militante y la clandestinidad, acerca de sus vivencias en medio de hechos

64
políticos aún traumáticos para la sociedad chilena, y que a través del acto de compartirlas
en el relato de vida que aquí presentamos, contribuye a mantener esos recuerdos vivos.

Cuando la memoria de una serie de acontecimientos ya se apoye en el grupo, aquel que


estuvo implicado en ellos o experimentó sus consecuencias, que asistió o escuchó el relato
vivo de los primeros actores y espectadores, cuando se dispersa en varias mentes
individuales, perdidas en sociedades nuevas a las que ya no interesan estos hechos
porque les resultan totalmente ajenos, el único medio de salvarlos es fijarlos por escrito en
una narración continuada ya que, mientras que las palabras y los pensamientos mueren,
los escritos permanecen. (Ibidem: 80)

El estudio de un presente que mira al pasado. De un pasado que miró al futuro en una
proyección que traspasó al mundo material una parte de su formulación ideal, y que vive
en la memoria presente de quienes lo pensaron y proyectaron. Porque crear mundos a
partir de experiencias mentales, sobre la invención y manipulación de conceptos y
abstracciones, es, de acuerdo a Wolf (2001 [1998]), una facultad que distingue a los
seres humanos de las otras especies, una capacidad que nos permite “entender el
mundo y planear nuestra participación en él” (Ibidem: 368), en definitiva, producir
mundos, habitarlos y actuar en el futuro (Ibidem: 369). Otros autores han señalado a
esta capacidad para crear mundos a través de la práctica, a manera de uno de los temas
centrales para la antropología y el papel de la historia en tanto disciplina que estudia el
tiempo pasado, un tiempo que excede la vida de los sujetos y aún de sus tradiciones,
como señalaba Halbwachs (2004 [1950]). Tal como lo hacen notar los Comaroff (2012,
entrevista en Angosto-Ferrández, 2012), cuando señalan que la disciplina antropológica
define su campo a partir de un “principio epistemológico primario”, identificado en el
“extrañamiento [estrangement]: extrañamos el mundo, nos preguntamos qué constituye
el fenómeno que estudian las ciencias sociales, que significado tienen las practicas del
vivir diario” (Ibidem: 279)31; para, a través de los significados de esas prácticas, acceder
a las formas que toma ese ejercicio-construcción, para descubrir los procesos dialécticos
de ‘hacer-historia y construir significados’ (Ibidem: 281). En definitiva, a partir de ese
hacer-historia de los sujetos, analizar la significación de las acciones según la

31 La cita corresponde al extracto de una entrevista traducida por la revista que la publicó. La palabra entre
corchetes corresponde al concepto utilizado en la versión original en inglés (“Our primary epistemic
principle is estrangement: we estrange the world, we ask what it is that constitutes the phenomena that the
social sciences study, what they mean in the practices of everyday life” [Ibidem]). La voz inglesa
‘estrangement’, para el contexto, bien puede traducirse al castellano como ‘alejamiento’, esto es, referida
a la forma metodológica que caracterizaría a los estudios antropológicos (y no a los temas tratados). “We
estrange, we put things into spatial and temporal orbits, often along awkward spatial and temporal
coordinates, coordinates that other disciplines don’t tackle” (Ibidem).

65
experiencia y la interpretación, como material empírico presente en la vida de las
sociedades.

De manera semejante a lo que plantea Lévi-Strauss (1995 [1958]), respecto a la relación


que se produce entre el estudio de una sociedad y el período de tiempo en que este se
aborda, al señalar que en el momento en que una investigación se limita exclusivamente
al punto presente de una sociedad, “resultará en primer lugar víctima de una ilusión,
porque todo es historia: lo que se ha dicho ayer es historia, lo que se ha dicho hace un
minuto es historia” (Ibidem: 60). Lo cual incorpora en nuestro análisis un elemento de
continuidad: la consideración de la memoria más allá del inmediato encadenamiento
generacional, como elemento que permite alcanzar un entendimiento mayor de las
relaciones que ocurren en esa sociedad, para de esta forma ampliar la comprensión del
presente al que se accede: “porque sólo el desarrollo histórico permite sopesar los
elementos actuales y estimar sus relaciones respectivas” (Ibidem: 60). Desde este punto
de vista, el autor indica que la labor etnológica “no puede, pues, permanecer indiferente
a los procesos históricos ni a las más altas expresiones conscientes de los fenómenos
sociales” (Ibidem: 70), al afirmar que la historia y la etnología transitan por senderos
integrados. “En este sentido, la célebre fórmula de Marx: «los hombres hacen su propia
historia, pero no saben que la hacen» justifica, en su primer término, la historia, y en su
segundo término, la etnología. Al mismo tiempo, muestra que ambos caminos son
indisociables” (Ibidem).

El que ambos caminos no pueden ser separados, no quiere decir que la labor
antropológica recomiende una preferencia por la orientación histórica. Mintz (1996
[1985]), señala que “no acepto críticamente el mandato de que la antropología debe
convertirse en historia o no ser nada, creo que sin la historia su poder explicativo se ve
gravemente comprometido” (Ibidem: 28). Con ello, el autor destaca que los hechos
ocurridos en la vida social tienen un carácter histórico por naturaleza y que pasado y
futuro deben ser considerados en la relación de hechos que se investigan en un momento
determinado. También agrega que los significados y la creación de estructuras sociales
tienen raíces históricas que las explican, porque los hechos se desarrollan en medio de
panoramas pasados y presentes que relacionan a los acontecimientos y los dotan de
sentido:

Los argumentos sobre la naturaleza humana inmanente, sobre la capacidad humana


inherente de dotar al mundo con sus estructuras características, no están necesariamente
equivocados; pero cuando reemplazan o eluden a la historia, son inadecuados y conducen
a conclusiones erróneas. Es cierto que los seres humanos crean estructuras sociales y que

66
conceden significado a los acontecimientos; pero estas estructuras y significados poseen
orígenes históricos que conforman, delimitan y ayudan a explicar esa creatividad. (Ibidem)

En el mismo sentido, la propuesta de Roseberry (2014 [1992]) destaca la observancia


de la historia para la comprensión de la cultura, al señalar a esta última como desarrollo
de un proceso histórico que la moldea y al que, a su vez, moldea. Desde este punto de
vista se plantea una direccionalidad formativa de acción recíproca entre los ámbitos
fundamentales de una sociedad, como la que se evidencia en los alcances de la política
en contextos de poder desigual, en el cómo la política es moldeada por la cultura y cómo
la cultura es moldeada por la política, puesto que “si hasta cierto punto el poder es
moldeado por el significado, el significado también es moldeado, profundamente, por el
poder” (Ibidem: 41). Porque la cultura y la historia ejercen un mutuo orden, en el cual la
experimentación del presente se constituye sobre las experiencias del pasado, donde las
historias personales son influidas por los contextos en los que se generan, en acciones
individuales que actúan como conectores de hechos ocurridos en el presente con los
contextos históricos particulares, y que tienen la posibilidad real de modificar a la cultura
(Sahlins, 2017 [1988]). Porque “la acción es moldeada por los significados que los
individuos trasladan a sus acciones aun cuando los significados son moldeados por las
actividades de los individuos” (Roseberry, 2014 [1992]: 39).

Como también lo hace notar Amodio (2005) cuando sostiene que el pasado se construye
desde el presente, sobre la base de la incorporación una dimensión temporal al proceso
constructivo de las identidades, lo que “implica la subordinación del pasado a los
intereses presentes de los individuos y de los grupos sociales” (Ibidem: párr.7). A nivel
individual, a través de una reconstrucción de la historia personal de acuerdo al presente
vivido, “con fenómenos más o menos conscientes, de "invención" del sí mismo de los
presentes-pasados” (Ibidem: párr.8). Y para los grupos sociales¸ por medio de “"relatos"
históricos que dan sentido al presente del grupo productor, tanto que el "horizonte de los
eventos" se moldea según las necesidades del "horizonte de las representaciones"”
(Ibidem: párr.8). De la misma forma en la que Anderson (1993 [1983]), en su búsqueda
para entender las naciones y el nacionalismo, señaló la importancia de la imaginación
en la formación y mantención de una comunidad, en tanto producto de condiciones
sociales y materiales de la imaginación cultural, de los sistemas culturales de donde
surgen (Ibidem: 22-30); capaces de reorganizar las relaciones sociales en función de una
historia que produce memoria nacional y presenta, a modo de narrativas, recuerdos
concretos que la construyen; al igual que olvidos de aquello considerado atentatorio para
esa construcción (Ibidem: 267-283). En el sentido de lo que Hobsbawm y Ranger (1983:

67
6, citado en Amodio, 2005: párr.8) llamaron ‘invención de la tradición’32. Con mayor razón
cuando, en la propia labor antropológica, el tiempo en que se presentan los resultados
de una investigación se convierte en una unidad de medida que varía dependiendo del
enfoque, dado que presenta una actualidad ficticia basada en datos recolectados en lo
que ya es pasado. En palabras de Amodio: “la mirada antropológica comprime, por
razones metodológicas, la temporalidad del otro a un artificial presente, el como-si todo
pasara y funcionara al mismo tiempo, aunque se trata de datos recolectados durante
años de trabajo de campo” (2005: párr.42). Lo que presenta una situación que vuelve
evidente el aporte del cruce de métodos entre la antropología y la historia, una que
implica:

“[…] tener siempre en cuenta que las miradas de los actores, desde adentro, son igual de
importantes que las miradas desde afuera, sean estas de actores de otras culturas o, de
manera antropológica, de otros que delimitan espacios de observación tendencialmente
emancipados del “sentido común” de su sociedad, el “lugar del afuera”, como diría
Foucault”. (Amodio, 2010: 390)

Por tanto, si, siguiendo a Wolf (2001 [1998]) y a los Comaroff (1992; 2012, entrevista en
Angosto-Ferrández, 2012), los humanos crean los mundos en que habitan; si, siguiendo
a Lévi-Strauss (1995 [1958]), todas las sociedades son históricas al mismo tiempo; si,
siguiendo a Mintz (1996 [1985]), Roseberry (2014 [1992]) o Amodio (2005, 2010), la
historia y la temporalidad no son más que generadoras de nociones transculturales, y
una de las preocupaciones del presente etnográfico consiste en atender cómo la
diversidad de seres y sociedades humanas interpretan el tiempo y su división en pasado,
presente y futuro, entonces el tipo de antropología histórica que postulamos supera las
fronteras entre pasado, presente y futuro (Coello y Mateo, 2017). Porque, ¿qué hace
Frigolé (1997), sino unir el presente y el pasado a través de las entrevistas en que recoge
la memoria de Juan?, al igual que hace Griaule (1987 [1948]), al recopilar las entrevistas
que realiza a Ogotemmêli sobre los dogon, en Malí; Kroeber (2012 [1964]), al registrar
los recuerdos de Ishi, el último superviviente de los yahi; Vinyes, al relatar la vida del
militante histórico del PSUC, Sebastià Piera; Lewis (1965 [1961]), al enseñarnos la vida

32 “Por "tradición inventada" se entiende un conjunto de prácticas, generalmente reguladas por normas
abiertas o tácitamente aceptadas, y dotadas de una naturaleza ritual o simbólica, que se proponen inculcar
determinados valores o normas de comportamiento repetitivas en las cuales es automáticamente implícita
la continuidad con el pasado. De hecho, allí donde es posible, intentan generalmente afirmar su continuidad
con un pasado histórico oportunamente seleccionado”. (Hobsbawm y Ranger, 1983: 6, citado en Amodio,
2005: párr.8).

68
familiar de los Sánchez33; Terradas (1992), al recorrer la limitada biografía de Eliza
Kendall; Romaní (2015 [1983]), al inscribir las vivencias del Botas. Relatos que contienen
palabras de vida, basados en diálogos en los que el informante evoca su memoria en un
presente etnográfico, “un tiempo especial que se propone como objetivo concentrar el
pasado, el presente y el futuro en un presente continuo” (Douglas e Isherwood, 2008: 49,
citado en Frigolé, 2015: 38).

En mayor o menor medida, bajo formalizaciones mayores o menores, la investigación


que aquí se desarrolla se inscribe en esta densa tradición de la antropología decidida a
emprender unos estudios que atienden tanto al pasado como a la experiencia (en el)
presente del pasado, una historia dinámica, viva, cambiante, situada más hacia aquí de
lo que Malinowski adjetivaba como “el mapa mitológico de los occidentales”. El porqué
de ese “más aquí” reside sin duda en la relatividad de los parámetros dominantes a partir
de los cuales la fijación de las divisiones temporales acabó compartimentando
clasificaciones de disciplinas académicas en términos como “antropología” por un lado e
“historia” por otro.

Se pretende avanzar en un camino de estudio que combine la identificación, el


reconocimiento, la comprensión y el análisis de la acción social, y, a su vez, de relaciones
de poder estructurales que se perpetúan, cambian o transforman a lo largo del período
de estudio. Un período de estudio que, en realidad, supera el que se restringe a los años
de actividad de la VOP, en la medida que se abordan tanto sus antecedentes como la
explosión de la experiencia a través de la memoria del “pasado” convocada en el
“presente” de sus propios protagonistas. Aquí, las nociones de “tiempo”, sean las que
sean, tienen implicaciones respecto a los modos de pensar el mundo, dado que las
segregaciones, o no, entre “pasado” y “futuro” dependen de ello.

2.6. Antropología y anarquismo: adscripción política y labor antropológica

Puesto que el estudio tiene lugar propiamente en el ámbito académico, de algún modo
reivindica dos tipos de proximidades entre la antropología y el anarquismo. Una tiene
que ver con la afinidad electiva que Morris (2013: 10) traza entre antropología y
anarquismo –justamente por el énfasis antropológico en las diferenciaciones y
diferencias culturales– y, aunque sea de modo latente, en la relativización crítica de
la cosmovisión imperante del capitalismo. La otra, la adscripción al anarquismo del
investigador. Porque lo que tenemos entre manos, en definitiva, es la materialización
en una sociedad dada, en un momento dado, de un ‘proyecto colectivo’, como lo

33Esta obra etnográfica fue la base del guion de la película homónima de 1978, producida y dirigida por
Hall Bartlett, y protagonizada por Anthony Quinn.

69
define el antropólogo anarquista Graeber (2011 [2004]: 65), abordado por un
investigador que forma parte del medio social en el cual vive y que, como tal, integra
cuestiones particulares de las cuales la opción política aparece como un conocimiento
facilitador de la exploración empática hacia una organización política clandestina , en
sus dimensiones tanto expresivas como secretas. De la relación entre la antropología
y el anarquismo en el ámbito de los estudios académicos, trataremos algunos
párrafos más adelante. Antes nos referiremos a la adscripción política del investigador
y su relación con el desarrollo del estudio.

Podría parecer que este tema, que el investigador se pretenda anarquista, se aleje
algunos pasos del estudio o derechamente equivoque de lugar, e incluso que se
considere un impulso juvenil algo tardío; y, sin embargo, confieso que los títulos políticos
no son de mi total agrado, sobre todo por las probabilidades anquilosantes que entraña
una idea, un ideal, cuando en algún momento se presenta como forma unívoca del
pensamiento y la acción. Y es por ello que, antes de proseguir, especificamos que cuando
me refiero al anarquismo lo hago desde el amplio sentido de la definición que señala
Roca (2008), uno que básicamente se abre a los cambios y cuya práctica se plantea el
objetivo de eliminar las relaciones de dominación: “Desde mi punto de vista el
anarquismo no es un sistema ideológico cerrado y bien delimitado, sino un conjunto
abierto y en permanente cambio de ideas y, sobre todo, de prácticas cuyo objeto es
erradicar o limitar lo máximo posible las relaciones de dominación” (Ibidem, 2008: 5).

La política es lo público, lo colectivo, y cuando comportamientos individuales o grupales


afectan la libre determinación de grupos o individuos, como podemos observar en los
registros etnográficos de culturas extintas por la colonización (Kroeber, 2012 [1964];
Gusinde, 1951), o en los relatos de injusticias históricas (Arriagada, 2009; Bengoa, 1985;
Budinich, 2006; Cerda, 2014; Pávelic, 1996), o en el cotidiano más general, ese mismo
sentido social bidireccional y dialógico orienta mis conclusiones a la contribución propia
a superar la subordinación y la dominación. Y en este tránsito el anarquismo es lo más
cercano a las reflexiones y conclusiones particulares. Aun cuando algunos de los efectos
de esta adscripción tengan momentos negativos, de los que también alcanzaron el
desarrollo de la segunda fase de la presente investigación con el hecho de casi haber
perdido todo el material que permitió la construcción del relato de vida de Alejandro
Villarroel, tal como antes comenté en la contextualización autobiográfica del capítulo
introductorio. También significó disponer de algunos conocimientos acerca de dinámicas
de prácticas clandestinas en Chile y de redes sociales que en parte significativa
facilitaron tanto el acercamiento y comprensión de lo observado, como el acceso
progresivo a algunos de los secretos políticos de los entrevistados.

70
Pero esta relación entre el investigador y el anarquismo no solo se explica por lo anterior,
sino porque la labor antropológica no está al margen de las relaciones sociales, de las
que el anarquismo forma parte. En efecto, las cuestiones particulares se encuentran
presentes a lo largo de todas las fases y etapas del presente estudio. Guber (2004
[1991]) lo hace notar de esta forma: “[…] en la labor antropológica no sólo la teoría
permite al investigador problematizar lo real, sino también su bagaje de sentido común
propio de su sector social, de su grupo étnico, de su adhesión política, etcétera” (Ibidem:
35). En una construcción que no es predeterminada ni dada por directrices inmóviles,
sempiternas e inequívocas; y donde lo real, entendido como los datos requeridos por el
investigador, se presentaría mediatizado por la edificación teórica que previamente el
investigador ha levantado y a partir de la cual interroga al sujeto y donde datos y teoría
entablan un diálogo a reflejar en el resultado antropológico, en la etnografía (Guber, 2004
[1991]): 33-34). De la misma forma que este producto investigativo debe resolver de
forma previa el problema de qué puede ser revelado de las vidas de otras personas
(Taussig, 2010 [1999]: 59). Y desde aquí, la objetividad investigativa se revelaría como
una ilusión, en palabras de Vasco (1987), como un mecanismo de dominación que
operaría al interior de la sociedad del antropólogo, que en este proceso intenta objetivarlo
para desactivar sus intereses:

[…] cuando se prescribe que la objetividad es despojarse de la propia subjetividad del


investigador, del antropólogo, se le está queriendo aplicar una dosis de la misma medicina
que se aplica a los pueblos estudiados por él: reducirlo a la cualidad de un mero objeto de
su disciplina, la única con la cual puede comprometerse. Se trata de objetivar también al
investigador, hacerlo instrumento ciego de las fuerzas e intereses que dominan a la
sociedad misma y, con ella, a la ciencia que allí se desarrolla. (Ibidem: 2)

Se podría objetar que este planteamiento implica un reconocimiento a la posibilidad


de que la investigación sea abordada desde alguna perspectiva idílica, romántica,
mitificadora o melancólica de la organización vopista y/o de sus acciones polít icas,
sin embargo, manifestamos nuestra distancia de ello tanto como de los juicios
condenatorios y despectivos que hacia esta organización se han formulado (y que
trataremos en los capítulos siguientes). Porque el marco general del estudio se
asienta sobre la constatación de que la antropología, como ciencia social dialéctica
e histórica, se revela como una disciplina capaz de abordar empáticamente la
condición permanentemente dialéctica de la cultura política, de la propia y de
aquellas que son objeto de estudio. Además, como veremos al final de este apartado
respecto a la relación entre anarquismo e investigaciones sociales en Chile, este

71
reconocimiento a la adscripción política anarquista se pretende un aporte que
contribuya a estrechar la relación de esta con la labor antropológica en el campo de
la investigación.

En cuanto a la presencia de antropólogos que se adscriban al anarquismo, este no


es un hecho reciente ni aislado en la academia, sino que es parte de un diálogo
bidireccional que las enlaza desde el origen de ambas. No obstante, no es frecuente,
como observa Graeber (Ibidem), cuando comenta sobre la preferencia que el
anarquismo ha tenido y tiene por las formas prácticas de sus principios políticos, que
tienden a ser “un discurso ético sobre la práctica revolucionaria” (Ibidem: 25), en lugar
de la teoría que se desenvuelve en las formalidades de la academia. Preferencia que
instala una distancia entre ambos y que podemos explicar de acuerdo al planteamiento
de Ainsa (1999), cuando refiere a la existencia de utopías de reconstrucción y otras de
evasión. En el sentido de que la práctica política anarquista configuraría una propuesta
de acción externa que, en un nivel interno, grupal, entrañaría un proceso de
distanciamiento con aquello que critica, la academia entre ellas. De forma tal que en la
propuesta de acción externa se podría identificar lo que el autor llama utopías de
reconstrucción, cuya principal propiedad sería su carácter propositivo, es decir, la
capacidad de plantear lúcidamente una alternativa de sociedad contraria a la existente
(Ibidem: 46). En cambio, el nivel interno del grupo se asociaría a lo que Ainsa denomina
utopías de evasión, que se constituirían como refugio de la realidad imperante, la cual
es percibida como nefasta e inhumana. Sin embargo, el autor también señala que ambos
tipos de utopías se combinarían, en mayor o menor medida, porque la “evasión es, al
mismo tiempo, crítica y de reconstrucción en la medida en que se espera que el “nuevo
mundo” sea mejor” (Ibidem: 47).

Algunas de las características propias de los libertarios apuntan en esa dirección, a


saber: crítica a los modelos políticos fundados en la dominación y una propuesta de
sociedad basada en la organización horizontal de lo cotidiano, a partir de relaciones sin
jerarquías y redes sociales fuertes basadas en la confianza y el compañerismo,
cimentadas en el libre acuerdo y la autodisciplina. Es decir, en la materialización del
deseo de un ‘mundo nuevo’ que a la vez es una crítica al existente. Lo que se puede
apreciar en las obras del novelista Manuel Rojas (2009 [1971]; 2008 [1964]; 2000 [1951];
1958), en las que narra detalladamente la cotidianeidad de los ácratas chilenos de las
primeras décadas del siglo XX. En ellas se aprecia cómo todo el entorno del protagonista,
alter ego del autor, estaba relacionado con dicha corriente formando grupos cerrados de
sujetos solidarios entre sí. Todo se resolvía con los ´compañeros’, no solo lo concerniente
a los temas políticos sino en todo orden de cosas, ya sea necesidad de alimentación,
habitación, etc. Por lo tanto, el entorno ácrata suministraba un espacio alternativo al
sujeto libertario, quien se siente resguardado y protegido de las atrocidades del mundo

72
‘exterior’. Sobre todo, un espacio simbólico donde se comparte y se practica una misma
idea, la que en definitiva es el centro y la base de aquel resguardo. Tal como podemos
observar en una escena de la novela de Rojas (2009 [1971]), en la cual se pone sobre
relieve la autopercepción identitaria con la que el poeta y estudiante José Domingo
Gómez Rojas34 habría respondido a la pregunta del juez acerca de su militancia
anarquista, comentada por dos personajes, amigos libertarios del reo, que van a visitarlo
a la cárcel, y donde el autor nos enseña la resolución del nudo biográfico que para el
protagonista entraña un acto de demostración de la diferencia, sobre todo ética, que
separa al anarquista del mundo ‘externo’, violento y dictatorial, encarnado en la figura del
juez:

Un amigo común, Bernardo, un joven judío que estudiaba Medicina, le dio la idea de ir a
visitar a Daniel en la Penitenciaria. La tarde anterior habían comprado entre los dos algo
para llevar al poeta preso: cigarrillos, azúcar, café, té, y hoy, que era día domingo, día de
visita en ese lugar en que “acaban muchos guapos”, como dice la canción, irían a visitarlo.
Encontró a Bernardo en el centro, tomaron un tranvía y se fueron conversando. Era un día
espantoso, un domingo helado, nuboso, y unas ráfagas como de hielo lo dejaban a uno
tiritando.
—¿Qué has sabido de él?
—preguntó Aniceto.
—Malas cosas. Parece que se ha puesto a pelear con el Ministro en visita que ha nombrado
el Gobierno, un viejo carajo, y éste lo tiene entre ojos.
—¿Qué le ha dicho?
—Cuentan que el Ministro le preguntó si era anarquista. Daniel le respondió de una manera
que irritó al vejete: “No tengo, señor Ministro, suficiente disciplina moral para pretender ese
título, que no mereceré nunca.” ¿Te das cuenta? El viejo se enfureció y le contestó: “Usted
aparece complicado en uno de los más graves delitos que pueden cometerse en una
república: atentado contra la seguridad interior del Estado.” ¿Sabes lo que le contestó
Daniel?
—¡No! Dilo, por favor.
—Le dijo, encogiéndose de hombros: “¡No hagamos teatro, señor Ministro!” ¡Puchas! El
viejo casi se cagó de rabia; Lo mandó al calabozo, de vuelta. Está furioso con Daniel.

34 El caso fue real, el poeta Domingo Gómez Rojas fue apresado el 25 de julio de 1920 en el marco del
“Proceso a los subversivos’”, un montaje gubernamental centrado en el movimiento anarquista de aquél
período. El poeta fue acusado de integrar la I.W.W. (Industrial Workers of the World), procesado,
incomunicado en la Cárcel Pública y luego enviado a un manicomio, donde murió la mañana del 29 de
septiembre del mismo año, cuando contaba con 24 años de edad. Más información del caso, en el capítulo
dedicado al contexto histórico y en notas al pie n.os 76 y 77.

73
Aniceto hubiera podido reír, celebrando a su amigo, pero no tenía ganas de reír, peor aún,
temió por Daniel: algunos verdugos no perdonan al que es, delante de ellos, arrogante,
orgulloso, ni siquiera hermoso moralmente; buscarán aplastarlo, hundirlo, afearlo, para eso
han sido creados, para acabar con todos los que no son como ellos. (Ibidem: 308-309)

A lo planteado por Graeber (2011 [2004]), en relación al alejamiento de los anarquistas


de la academia, no podemos dejar de mencionar que esta también opera en sentido
contrario, es decir, en la distancia que los espacios académicos toman respecto a la
teoría y práctica anarquista. La que en ocasiones asemeja a un océano profundo, uno
compuesto por mares, por lo demás, tormentosos. Delhom (2014 [2009]), apunta a uno
de ellos cuando, al destacar la producción autobiográfica popular anarquista en España,
menciona el desprecio que sobre la temática ha existido por parte de las corrientes
historiográficas dominantes (Ibidem: 4). Más aun, en el caso de existir interés académico
sobre alguna investigación de orientación ácrata, se suma la consideración acerca de las
posibilidades de acceso a los marcos materiales para llevarla a cabo, es decir, a la
disponibilidad de financiamiento y colaboraciones que, en primera instancia, facilitan o
impiden determinadas exploraciones35. Porque tal y como afirma Roca (2008): “La
financiación estatal y empresarial a la investigación antropológica continúa estando
motivada por propósitos de dominación” (Ibidem: 8). Lo que finalmente nos lleva al
escenario de la validez que la academia pudiera otorgar a los contenidos de dicha
investigación, en caso de realizarse. Una cuestión no menor y que se puede representar
en las formalidades metodológicas que se establecen y definen, generalmente, para
guiar los procesos de investigación, “a las exigencias temáticas y formales que imponen
los criterios de eficiencia y calidad según los entienden los financiadores públicos y
privados de la investigación” (Al-Jende, 2008, en Roca, 2008: 35).

35 Exploraciones que, en casos extremos, se pueden ver afectadas cuando el anarquismo es objeto de
persecuciones tanto desde el ámbito gubernamental como el privado; y que en la práctica operan como
obstaculizadores a la labor antropológica. El caso del antropólogo chileno Francisco Solar es elocuente.
Tras ser absuelto en 2012, en Chile, de acusaciones que lo vinculaban a la colocación de artefactos
explosivos a bancos y oficinas estatales, viajó a Cataluña a finales de ese año a cursar un máster en la
Universidad de Barcelona. Sin embargo, en noviembre de 2013, fue detenido junto a su pareja en una
operación policial de entrada y registro a su hogar, en Barcelona, y encarcelados bajo acusación de haber
atentado en contra de una iglesia de Zaragoza. El caso tuvo amplio eco tanto en Chile como en Cataluña
y España, sobre todo por la mediática criminalización que alguna prensa hizo del anarquismo en general
y catalán en particular, y que se tradujo en actuaciones policiales de entrada y registro a algunos centros
sociales y otros domicilios en Catalunya y otras ciudades en España, en lo operaciones policiales que
llamaron Pandora I, Pandora II, Piñata e Ice. Para el caso de Francisco y su pareja, estos fueron
condenados por la Audiencia Nacional a pesar de las pruebas que daban cuenta de su no participación en
los hechos imputados. Finalmente, en marzo de 2017, ambos fueron expulsados a Chile bajo prohibición
de entrada a la Unión Europea durante cinco años. (Más información del tema en: https://red-
juridica.com/organizacion-terrorista-sin-terroristas/ [con acceso el 22/12/2018]).

74
Pero existen embarcaciones que han intentado la travesía por estos mares de la
distancia. Porque, como escribe Roca (2008): “A pesar de que son pocos de un lado y
de otro los que lo reconocen, la antropología y el anarquismo se deben mucho
mutuamente” (Ibidem: 9), puesto que finalmente “el anarquismo ha bebido de la
antropología” (de Castro, 2011: párr.5). Aunque sin dejar de reconocer la baja intensidad
de este aporte mutuo: “Al contrario que otros sistemas de pensamiento, el anarquismo
ha ocupado un lugar marginal dentro de los ámbitos científicos y académicos. El caso de
la antropología social no es una excepción […]” (Roca, 2008: 4). Aun así, como
decíamos, las conexiones entre la antropología que se desenvuelve en la academia y el
anarquismo han existido desde que los llamados clásicos anarquistas reflexionaron
acerca de los fundamentos políticos de las sociedades y la antropología se desarrollaba
como disciplina académica.

Es el caso de Mijail Bakunin, quien observó que las particularidades colectivas de los
pueblos se originaban en procesos sociales, materiales e históricos propios: “Cada
pueblo y hasta la más pequeña unidad étnica o tradicional tiene su propio carácter, su
específico modo de existencia, su propia manera de hablar, de sentir, de pensar y de
actuar”, y agregó “esta idiosincrasia constituye la esencia de la nacionalidad, resultado
de toda la vida histórica y suma total de las condiciones vitales de ese pueblo” (s/f: 2-
3)36. Aunque en sus escritos aclaró que la justicia humana universal debiera situarse
sobre los intereses nacionales (s/f: 3). Asimismo, sostuvo que entre todas las especies
animales el ser humano destacaba por tener “dos facultades preciosas: la facultad de
pensar y la facultad, la necesidad de rebelarse” (2011 [1882]: párr.3), a lo que agregó
que esas “dos facultades, combinando su acción progresiva en la historia, representan
propiamente el “factor”, el aspecto, la potencia negativa en el desenvolvimiento positivo
de la animalidad humana, y crean, por consiguiente, todo lo que constituye la humanidad
en los hombres.” (Ibidem: párr.4). Sin olvidar que otros anarquistas considerados
‘clásicos’ como Kropotkin y Reclus estudiaron a sociedades sin Estado (de Castro, 2011:

36 Para Bakunin, el eslavo tenía particularidades que detalla de esta forma: “Los eslavos, desde el punto
de vista político, son verdaderos niños, pero he encontrado entre ellos un increíble frescor e inteligencia
innata y energía incomparablemente mayores que en los alemanes. […] En París, me dejé arrastrar por la
exaltación democrática, por el heroísmo de la masa popular, pero aquí me vi seducido por la sinceridad y
el calor del sentimiento eslavo, ingenuo pero hondo. Sentí en mí latir un corazón eslavo, a punto tal que al
principio había olvidado todas las simpatías democráticas que me vinculaban con Europa Occidental”.
(Bakunin, Mijail. [1857]. “Mi vida”. P. 31-32. Recuperado de: https://docplayer.es/17166184-Mi-vida-
confesion-1857-mijail-bakunin.html [con acceso el 10/01/2019]). Esta descripción nos hace recordar las
palabras de Malinowski (1986 [1922]), cuando, al tratar sobre el trabajo de campo, refiere a un ‘carácter
eslavo’ diferente al del resto de Europa: “En esta clase de trabajo, a veces, conviene que el etnógrafo deje
de lado la cámara, el cuaderno y el lápiz, e intervenga él mismo en lo que está ocurriendo. Puede tomar
parte en los juegos de los indígenas, puede acompañarlos en sus visitas y paseos, o sentarse a escuchar
y compartir sus conversaciones. No estoy completamente seguro de que todo el mundo tenga la misma
facilidad para este tipo de trabajo —quizás el temperamento eslavo es más amoldable y salvaje de por sí
que el de los europeos occidentales—, pero, aunque los logros varíen, la tentativa está al alcance de todos”
(Ibidem: 38).

75
párr.5). Kropotkin (1902), realizó estudios naturalistas en Asia septentrional, y en su obra
señaló al apoyo mutuo como práctica fortalecedora de lo grupal por sobre lo individual,
al contrario de algunas de las ideas que fundamentaron el darwinismo social. Por otra
parte, el geógrafo Élisée Reclus (1909), investigó acerca del origen del Estado, al que
consideraba una forma de organización superpuesta a la de las sociedades unitarias, a
las que veía en peligro de desaparecer por la acción del colonialismo. Su hermano, Élie
(1907 [1885]), realizó estudios en América del norte con los aleutas, en la península de
Alaska, y los apaches, al este de Arizona.

Mientras tanto, desde la antropología se efectuaban descripciones de grupos


sociales clasificados como tribus, naciones, o grupos étnicos, en suma, de proyectos
colectivos materializados en una sociedad y momento dado (Graeber, 2011 [2004]:
65). Aunque a partir de un etnocentrismo denunciado por autores como Clastres (2010
[1974]), caracterizado por presentar a las sociedades occidentales en una posición de
superioridad evolutiva por contar con Estado, en contraposición a las sociedades que
carecían de él; también que esa arrogada supremacía cultural fijaba un esquema donde
lo político era entendido como el ejercicio del poder y la base de lo social, a la vez que
identificaba el poder con la violencia, con la subordinación y la coerción (Ibidem: 13).
Clastres, agregaba que las sociedades sin Estado dirigen parte de sus esfuerzos en la
creación y despliegue de mecanismos que intentan evitar la separación entre el poder y
la sociedad, es decir, con la finalidad de evitar el surgimiento de centros de poder
independientes, entre los que se encuentra el Estado37. Pero Clastres da algunos pasos
y sugiere la posibilidad de que la labor antropológica contribuya con sus investigaciones
a que las sociedades occidentales puedan, a su vez, destruir al Estado: “Y quizá la
solución del misterio sobre el nacimiento del Estado permita esclarecer también las
condiciones de posibilidad (realizables o no) de su muerte” (citado en Roca, 2010: 13)38.
En definitiva, los “anarquistas habían inventado una sociedad sin estado, pero resulta
que los etnólogos ya habían encontrado esas sociedades” (de Castro, 2011: párr.5).

Antes que Clastres, el antropólogo inglés Radcliffe-Brown, que de joven fue un declarado
anarquista y admirador de Kropotkin (Roca, 2008: 10), desplegó su interés profesional

37 Como se aprecia en la investigación que caracteriza a los mapuches anteriores a la invasión hispana
iniciada en el siglo XVI, con el despliegue de prácticas políticas que tenían como objetivo bloquear el
surgimiento de instancias centralizadas y coercitivas de poder (Bengoa, 2003).
38 De acuerdo a Ema Goldman (2010 [1910]), para el anarquismo “todos los gobiernos descansan sobre
la violencia y por lo tanto son equívocos y peligrosos, al igual que innecesarios” (Ibidem: párr.12); y agrega:
“Ningún cambio social ha venido sin una revolución. Las personas o no están familiarizadas con su historia,
o todavía no han aprendido, que la revolución es el pensamiento llevado a la acción” (Ibidem: párr.54). Al
respecto, Montseny (1976) agrega que para lograr la sociedad anarquista “se hace indispensable la
desaparición del Estado bajo todas sus formas; de la dictadura, aunque se llame transitoria; de todas las
instituciones autoritarias; del capitalismo; de la propiedad privada; de todas las formas y procedimientos
de explotación y de opresión del hombre por el hombre, de las clases sociales, rangos, jerarquías y
privilegios; del asalariado” (Ibidem: 27).

76
en estudios entre los insulares andamaneses y los aborígenes australianos, en
comunidades aun no desarticuladas por el impacto de la política colonialista de algunos
países europeos y EEUU, sociedades reguladas por el consenso más que por la
coerción, y desde las que contribuyó a los estudios del parentesco, el derecho primitivo,
el control social y el totemismo, así como participó en el inicio del estudio de los sistemas
políticos nuer, desarrollado por Evans-Pritchard (Bonte et al., 1996 [1991]: 621 - 622)39.
Similar al caso de Marcel Mauss, quien durante años fue “un socialista revolucionario
que dirigió una cooperativa de consumo en París” (Roca, 2008: 10), además de formar
parte temporalmente del movimiento socialista liderado por Georges Sorel (Bonte et al.,
1996: 472), y que se interesó por la etnografía con la finalidad de conocer la naturaleza
del mercado y sus alternativas después de la reintroducción del mercado en la Rusia
revolucionaria liderada por Lenin (Graeber, 2004: 12, citado en Roca, 2008: 10).

Desde otras perspectivas, algunos trabajos de antropólogos han impactado


propositivamente entre los militantes anarquistas y sus campos de acción. Uno de ellos
es Sahlins (2017 [1988], 1988), quien parte de la base de que las necesidades humanas
no son infinitas y que las economías primitivas, al no estar orientadas a la
sobreproducción, disfrutan de igualdad social y equilibrio ecológico, a las que llama
sociedades opulentas primitivas40. Al igual que los trabajos de Barclay, que, en sintonía
con la línea antes desarrollada por Clastres, expone ejemplos de sociedades que viven
sin Estado, en la anarquía, además de reflexionar sobre las condiciones en las que se
crea el Estado y las que podrían conducir a su eliminación (Barclay, 1982, 2005). Sin
dejar de mencionar las propuestas de investigadores que, sin ser antropólogos, han
tratado temas de interés central para el anarquismo, como podemos ver, por ejemplo, en
los planteamientos de Foucault (2005 [2003]; 1999 [1972]; 1996 [1970]; 1980) y Bourdieu
(2002; 2001; 1999 [1993]; 1992).

En estas rutas del contacto destacan algunas investigaciones antropológicas a


movimientos y organizaciones anarquistas. Ejemplo de ello es el artículo sobre el
anarquismo agrario andaluz, escrito por Isidoro Moreno, y publicado en 1993, y el trabajo
de Jerome Mintz, sobre los anarquistas de Casas Viejas, publicado en 1994. Además de
las obras de autores recientes que destacan por proponer una óptica investigativa que
sistematice la presencia y rol del anarquismo y los anarquistas dentro de la escena
académica antropológica internacional, además de exponer la importancia tanto del

39 Huelga recordar que tanto Radcliffe-Brown como Evans-Pritchard, en tanto representantes del
estructural funcionalismo, defendieron la incorporación del riguroso estudio de la documentación histórica
a los datos reunidos en el trabajo de campo, para combinarlos en una metodología y análisis sociohistórico
y cultural.
40 Planteamientos que han inspirado a diversos autores, entre los que cabe mencionar al filósofo John
Zerzan, y su propuesta de ‘anarco-primitivismo’, en la que relaciona la dominación en la sociedad a la
dominación de la naturaleza, razón por la cual plantea que la liberación social pasaría por el ‘regreso’ a un
equilibrio con la naturaleza (Zerzan, John. [2001]. “Futuro primitivo y otros ensayos”. Valencia: Numa).

77
proceso antropológico como de los resultados de este como posibilidad de contribución
a la realidad social de los ‘investigados’ (Graeber, 2011 [2004]; Morris, 2013; Roca,
2008). Como lo hace notar Graeber cuando señala que en el momento de realizar una
etnografía, es decir, observaciones que pretenden “[…] encontrar el sentido de los
hábitos y de las acciones de un grupo, un sentido del que el propio grupo muchas veces
no es completamente consciente” (Graeber, 2011 [2004]: 31), se plantea un escenario
en el cual el ‘intelectual radical’ podría asumir el rol de investigador propositivo que
entrega sus conclusiones a la sociedad estudiada, “devolver esas ideas no como
prescripciones, sino como contribuciones, posibilidades, como regalos (Ibidem).

Pero también encontramos escenarios en los que la distancia entre la antropología y el


anarquismo (y viceversa), es prácticamente total, y constante. En el caso de Chile,
coincidimos con Reyes (2016), cuando señala que el anarquismo, su dignidad, es
“obliterada deliberadamente por una academia epistemicida y el prejuicio generalizado
que procede de la ignorancia fabricada como dispositivo de la dominación” (Ibidem: 16).
También, cuando sostiene que en el ámbito de las investigaciones en Chile “no es posible
encontrar literatura publicada sobre subjetividades anarquistas del siglo XXI en centros
académicos ni entre las propias redes libertarias” (Ibidem: 11), y enfatiza: “No hay nada.
Ni en los campos de la sociología, de la antropología, de la psicología social, del derecho,
de la comunicación o de la ciencia política. Nada” (Ibidem). Aunque reconoce la
existencia de literatura histórica del anarquismo local, agregamos que esta se trata, en
general, de trabajos recientes y que concentran descripciones acerca del movimiento
anarquista de las primeras décadas del siglo XX (Goicovic, 2003; Grez, 2007; Heredia,
1981; Lagos, 2013; Muñoz, 2011, 2012, 2013; Pereira, 2008; Vitale, 2002). De ahí que
en estos trabajos históricos se encuentre abundante material de prensa libertaria del
período, que por características propias muchas veces retratan las dinámicas ácratas de
esos años. Pero, en definitiva, constatamos la ausencia de etnografías declaradas
abiertamente anarquistas 41.

No obstante, al buscar en capas más profundas podemos concluir que el diálogo e


interacciones entre la antropología y el anarquismo en Chile, existen. En efecto, tal y
como he observado en el transcurso de mis propias actividades en la academia, primero
como estudiante y luego como profesional, he tenido la oportunidad de compartir
reflexiones con diversos sujetos, investigadores sociales también, que desarrollan sus
actividades profesionales y cotidianas en general inspirados en ideales anarquistas. Pero
es posible aventurar que este diálogo, por lo general, no es visible, sino velado,
subterráneo, un secreto simmeliano que pocas veces se hace manifiesto, y que se erige
como parte de una estrategia orientada a intentar anular las probables consecuencias

41En el anexo que trata de la antropología en Chile, exponemos los senderos que ha seguido la disciplina
en este país.

78
negativas que pudiera significar, en este caso, el reconocimiento del ser ácrata, y aún
más si se realiza en contextos considerados ‘externos’, y, por ende, ‘hostiles’. En lo que
podría ser una línea de interés investigativo enmarcada en el trauma histórico (Brave-
Heart, 2003) y político (Montero, 1987), que operaría como secuela individual y social
producto de los procesos represivos que ha sufrido el movimiento popular chileno en su
historia, y que tiene como eje moderno el golpe de Estado de 1973.

79
80
3. ORIENTACIONES METODOLÓGICAS

El estudio se aborda desde la aplicación de un marco metodológico de enfoque


cualitativo. La importancia de esta metodología de investigación se encuentra en el
hecho de que basa su punto de partida en las observaciones de las cualidades de un
acontecimiento inmerso en la realidad, desde el cual la totalidad de elementos “son
objeto de estudio y su importancia se jerarquiza en función de su validez como clave de
interpretación” (Ruiz-Olabuénaga, 2007: 56); para, de esta forma, descubrir las
cualidades del acontecimiento y configurar un concepto del fenómeno estudiado (Mella,
1998). La investigación es de tipo etnográfica, etimológicamente entendida como “el
estudio descriptivo (graphos) de la cultura (ethnos) de una comunidad" (Aguirre-Baztán,
1995: 3), y definida conceptualmente bajo la forma de un “estudio descriptivo de la cultura
de un comunidad, o de alguno de sus aspectos fundamentales, bajo la perspectiva de
comprensión global de la misma” (Ibidem); en sintonía con lo planteado por uno de los
antecedentes y propulsores de la misma, para quien era una "observación profunda, lo
más completa y avanzada posible […]" (Mauss, 1995 [1971]: 19). En decir, una
metodología de investigación social caracterizada por ser “holística y contextual, lo cual
involucra que las observaciones etnográficas son puestas en una perspectiva amplia,
entendiéndose que la conducta de la gente sólo puede ser entendida en contexto” (Mella,
1998: 58), que así buscar “establecer, desde un enfoque holístico, la vida real de una
cultura, lo cual incluye lo informal, lo intersticial, lo no documentado, más que lo
establecido y lo formalizado (Rockwell, 1986: 16; Wolf, 1980)” (Guber, 2004: 37).

Para desarrollar el estudio hemos recurrido a diversas fuentes de información a partir del
conocimiento del cotidiano de los sujetos: “El etnógrafo, o la etnógrafa, participa,
abiertamente o de manera encubierta, de la vida cotidiana de personas durante un
tiempo relativamente extenso, viendo lo que pasa, escuchando lo que se dice,
preguntando cosas; o sea, recogiendo todo tipo de datos accesibles […]” (Hammersley
y Atkinson, 1994: 1). En el sentido que propone Geertz (1986 [1973]), cuando señala que
hacer etnografía es más que realizar las tareas señaladas en la formalidad del libro de
texto, es decir, transcribir textos, registrar observaciones en un diario, etc., sino en lo que
define como “cierto tipo de esfuerzo intelectual: una especulación elaborada en términos
de, para emplear el concepto de Gilbert Ryle, ‘descripción densa"” (Ibidem: 20), donde
el etnógrafo encara una multiplicidad de estructuras conceptuales complejas
superpuestas o entrelazadas, estructuras que son extrañas, irregulares, no explícitas,
para captarlas y explicarlas (Ibidem: 23).

Utilizamos el enfoque biográfico o de relato de vida, método que ofrece la posibilidad de


testimoniar aspectos secretos de las realidades socioculturales estudiadas, algo así

81
como el ‘retrato impresionista de la cultura’ (Pujadas, 1992: 23) En ella, en la práctica
empírica el investigador recoge la narración biográfica de un sujeto que lo sitúa en un
determinado marco conceptual, ético y epistemológico que, a su vez, propone un
recorrido por el conocimiento de las experiencias vitales del sujeto y de la sociedad
mayor y grupal por las que el sujeto vivió su existencia. En palabras de Pujadas (1992):

Su interés reside en que permite a los investigadores sociales situarse en ese punto crucial
de convergencia entre: 1. el testimonio subjetivo de un individuo a la luz de su trayectoria
vital, de sus experiencias, de su visión particular, y 2. la plasmación de una vida que es el
reflejo de una época, de unas normas sociales y de unos valores esencialmente
compartidos con la comunidad de la que el sujeto forma parte. (Ibidem: 44)

Este concepto puede presentarse controversial si atendemos a la distinción entre la


‘historia de vida’ y el ‘relato de vida’, a partir de la diferenciación entre life story y life
history propuesta por el sociólogo norteamericano Denzin (1970) y continuada por Daniel
Bertaux (1980). De acuerdo a ella, la primera (life story) refiere a “la narración oral que
alguien ofrece sobre su vida” (Aguirre-Baztán, 1995: 210); y para la segunda (life history)
se define que “comprenden no solo su propio relato de vida sino otros tipos de
documentos: informes médicos, informes judiciales, test psicológicos, etcétera” (Ibidem).
Misma distinción que recoge Pujadas (1992: 13-14), para quien la historia de vida
describe tanto la narrativa vital de una persona recogida por un investigador, como la
versión que el investigador elabora a partir de dicha narrativa, además de la suma de
registros y entrevistas a sujetos del entorno social del protagonista que permiten
completar y validar el texto biográfico inicial (Ibidem: 13). En cambio, el relato de vida se
refiere exclusivamente a la reconstrucción biográfica. Aguirre-Baztán aborda la temática
utilizando el concepto de ‘biografía etnográfica’, a la que define como “aquel documento,
generalmente oral, que alguien ofrece de su vida, producido dentro y desde la
investigación antropológica y el método etnográfico” (Ibidem: 210). A lo largo del estudio
utilizaremos el concepto de ‘relato de vida’ de acuerdo a la propuesta de Pujadas (1992),
en la cual, finalmente, lo particular y detallado de la narración biográfica devuelve el
protagonismo al sujeto individual y donde su análisis incorpore la “contextualización de
las trayectorias vitales dentro de la “matriz de las relaciones objetivas” en las que cada
sujeto está implicado” (Ibidem: 12).

Bajo estas guías metodológicas procedemos a construir una acotación física y temporal
de las unidades de análisis, a partir de la definición de criterios orientados a facilitar la
incorporación de relatos y situaciones significantes considerados relevantes para el
estudio de acuerdo a las particularidades de cada objetivo específico planteado. Para

82
ello, se determinó la conveniencia de establecer dos grandes áreas de criterios que
definieran, en correspondencia, dos tipos de unidades de análisis a las que hemos
llamado criterios experienciales y gráficos:

Los criterios gráficos refieren a la identificación de material en fuentes audiovisuales


(vídeos), visuales (fotografías y mapas), documentales, bibliográficas y hemerográficas
(prensa y revistas), en formato impreso (analógico) y digital. En total son cuatro: primero,
editorial: material publicado o en proceso de publicación; segundo, de naturaleza
temática: las obras deben desarrollar temáticas específicas consideradas relevantes
para el estudio, en general, y tratar de la VOP de forma directa o indirecta, en particular;
tercero, temporal: la información debe estar fechada entre 1900 y 2018; y cuarto,
pertinencia aportativa: las obras deben presentar datos originales.

Por otra parte, los criterios experienciales determinan algunas características de los
sujetos a identificar para ser contactados y entrevistados. Es decir, exmilitantes de la
VOP, o de otras organización legales o ilegales de la izquierda chilena (militantes
actuales inclusive) que colaboraran de forma directa o indirecta con militantes vopistas
entre los años 1968 a 1971, en la actualidad residentes en Chile, en general, y en
Chicauma en particular, y que manifiesten interés y disponibilidad para exponer parte o
la totalidad del relato de sus experiencias. En total son cinco: primero, operativo:
memorias discursivas de personalidades relevantes; segundo, político-organizacional:
exmilitantes vopistas, militantes o exmilitantes de organizaciones de izquierda chilenas
legales o ilegales que colaboraran de forma directa o indirecta con militantes vopistas
entre los años; tercero, temporal: la militancia, tanto en la VOP como en otras
organizaciones de izquierda chilena, comprende cualquier momento entre los años 1968
a 1971; cuarto: geográfico: en la actualidad residentes en Chile, en general, y Chicauma,
en particular; y quinto: estratégico: que se muestren interesados en participar y estén
dispuestos a compartir sus experiencias y memorias en función de los objetivos del
proyecto.

En la determinación de criterios se utilizó como principio general una flexibilidad operativa


que en las distintas fases de la investigación consideró la posibilidad de facilitar la
incorporación de discursos destacables y situaciones significantes que enriquecieran la
información del estudio. Así, por ejemplo, durante el trabajo de campo en Chicauma se
concluyó la pertinencia de identificar a potenciales entrevistados que residieran en este
sector rural y no tuvieran militancia política en el período señalado (1968 – 1971), pero
que por su edad actual pudieran haber conocido de forma directa o indirecta a quienes
constituyeron la comuna de Chicauma. La identificación se lograría a partir del análisis
de la base de datos poblacional de los programas sociales en ejecución en la comuna
de Lampa (que de forma habitual es la que se encuentra más actualizada, respecto de

83
los demás departamentos estatales), y para ello era necesario determinar la edad mínima
actual de los potenciales entrevistados. En vista de ello, los criterios experienciales
fueron redefinidos: el criterio político-organizacional abrió la posibilidad de incorporar al
estudio a sujetos que no tuvieran militancia política de izquierda (o de cualquier otra)
entre 1968 y 1971, pero que si hubiesen conocido a militantes o exmilitantes vopistas; y
agregó otro criterio, el sexto del listado, que delimitó la edad mínima de los actuales
residentes de Chicauma en 1970, a 10 años. A este nuevo criterio le llamé ‘edad
políticamente relevante’42. En definitiva, la síntesis de los criterios experienciales quedó
determinada de esta forma: exmilitantes de la VOP, o sujetos que conocieran de forma
directa o indirecta a militantes o exmilitantes vopistas entre los años 1968 a 1971, en la
actualidad residentes en Chile, en general, y en Chicauma en particular, que en 1970
tuvieran cumplidos 10 años de edad, y que manifiesten disponibilidad para exponer parte
o la totalidad del relato de sus experiencias.

La investigación se desarrolló tanto en Catalunya como en Chile; en Barcelona, Olesa


de Montserrat y Vilanova i la Geltrú, en el primero; Santiago, Curacaví 43 y Chicauma en
el segundo. En todos esos lugares residí de forma temporal, a excepción de Curacaví y
Chicauma, zonas que visité con regularidad como parte de las jornadas del trabajo de
campo que organicé dejando a Santiago como centro de operaciones. El tiempo de
ejecución de todo el estudio, tal como expusimos en el capítulo introductorio, abarcó un
período de tiempo que hemos particionado en tres ‘fases’ y estas a su vez fraccionadas
en cuatro ‘etapas’ operativas de trabajo de campo. La división, originalmente, fue
involuntaria y respondió a la permanente flexibilidad con la que fue enfrentada la

42 El criterio fue determinado a partir de dos valoraciones: primero, la participación que niñas y niños
tienen, hacia 1970, en diversas actividades que laborales que hacen suponer su posicionamiento político
en torno a reivindicaciones sociales: “A pesar de las leyes y los reglamentos, en este mismo año, 1972,
innumerables niños de trece y catorce años, trabajan como mensajeros y aseadores de pequeñas oficinas
y negocios, con jornadas de hasta doce horas, reciben ínfimos salarios y no se les da tiempo para ir a la
escuela. “En 1970 y 1971, todavía hay niños de corta edad que trabajan en las faenas del salitre,
chancando caliche y limpiando bateas”, informa Remigio Albornoz, dirigente de la Federación Minera”
(Urrutia, Cecilia. [1971]. “Niños de Chile”. Santiago: Quimantú. P. 54). La segunda valoración surgió tras la
lectura del Informe de la Comisión Nacional de Prisión Política y Tortura (2005), que expone algunos datos
acerca de los menores de edad detenidos por agentes de la dictadura militar a partir de septiembre de
1973, y que señalan a un mayoritario rango etario 13-18 años como el más afectado (908 sobre un total
de 1.080) (Ibidem, 581-582).
43 La toponimia originaria incluye los nombres de localidades a las que nos referiremos a lo largo del
estudio. El significado de aquellas palabras que se mencionan en cada capítulo serán señaladas al
comienzo de los mismos, con carácter acumulativo. La palabra Curacaví se deriva del vocablo mapuche
curacahuín, que se traduce como ‘fiesta de la piedra’ (de kura [piedra] y kawín [junta, reunión festiva]);
Mauco, del vocablo mapuche mawünko, que se traduce como ‘agua de lluvia’ (de mawün [lluvia] y ko
[agua]) (“Diccionario Mapuche-Castellano”. [s/f]. Recuperado de:
http://www.lagunadeaculeo.com/pages/diccionario_mapuche.html [con acceso el 25/11/2018]; y,
“dictionary-A español-mapudungun”. [s/f]. Recuperado de:
http://www.mapuche.nl/espanol/idioma/index_idioma.htm [con acceso el 12/12/2018]). De la misma forma
que Cuyuncaví, palabra mapuche que significa ‘junta de arenas’ (cuyún [arena] y kawín [junta])
(“Localidades y Alrededores”. (1998). Párr.3. Recuperado de: https://www.curacavi.com/historia/item/62-
localidades-y-alrededores.html [con acceso el 06/03/2018]).

84
investigación desde el momento en que surgió como una idea, y progresó marcada por
hechos que he expuesto y expondré a lo largo del relato.

La primera de las tres fases la ubicamos en el verano austral de 1996, en Santiago de


Chile. Corresponde al momento en el que surge la idea de hacer una investigación
acerca de la VOP. Esta fase se caracteriza porque en ella se llevaron a cabo incipientes
búsquedas de material relevante dedicado o que hiciera referencia a esta organización.
De ella tratamos en el primero capítulo de la presente tesis.

La segunda fase abarca de marzo de 2007 a marzo de 2008 y de diciembre de 2013 a


enero de 2014, y se implementó en Chile y Catalunya. El tiempo empleado se explica en
la construcción de un plan básico de investigación y su desarrollo, con énfasis en la
búsqueda e identificación de exmilitantes de la VOP y de otras organizaciones chilenas
contemporáneas a esta que hubieran conocido o colaborado con vopistas. En esta fase
se hizo trabajo de campo en las localidades de Santiago y Curacaví, en las cuales se
desarrollaron la mayoría de sesiones de entrevistas a informantes seleccionados, entre
los que destaca Alejandro Villarroel Rodríguez, y se dio inicio a la revisión de fuentes
documentales y hemerográficas, junto al correspondiente vaciado de información.

La tercera y última fase se extiende de junio de 2016 a agosto de 2019 y se realizó tanto
en Catalunya como en Chile. Esta fase se constituyó a partir del acercamiento,
postulación y aceptación al programa de doctorado que nos convoca, en el primer
semestre de 2016, y se desarrolló con la matrícula de los cursos 2016-17, 2017-18 y
2018-19. Se inicia con la reformulación definitoria de la investigación bajo la guía
académica del Dr. Gerard Horta. La fase se caracteriza por delimitar y enriquecer la
propuesta investigativa a partir de la construcción definitiva del relato de vida de
Alejandro Villarroel, la apertura de un frente de trabajo de campo en el sector de
Chicauma, Chile, en la zona donde la VOP dio curso a la experiencia de comuna
campesina, y en la ampliación focalizada de las fuentes documentales, audiovisuales,
bibliográficas, visuales y hemerográficas especializadas, impresas y digitales, con los
correspondientes vaciados y sistematización de la información obtenida.

El trabajo de campo se ejecutó en tres localidades de Chile: en la ciudad de Santiago,


en el poblado de Curacaví y en el sector Chicauma de Lampa. En cuatro etapas: dos
para cada una de las fases segunda y tercera señaladas en el párrafo anterior. La primera
etapa abarcó los meses de junio de 2007 a febrero de 2008, y tuvo como escenarios a
Santiago y Curacaví. La segunda etapa se concentró en Santiago y comprendió los
meses de diciembre de 2013 y enero de 2014. La tercera se desplegó en Santiago,
Lampa y el sector Chicauma de esta última comuna, de septiembre de 2017 a febrero
de 2018. Mismos lugares por los que se extendió la cuarta etapa, y final, llevada adelante

85
de mayo a septiembre de 2018. Las cuatro etapas sumaron un total de 22 meses de
recolección de información en Chile.

El trabajo de campo etnográfico está guiado por el desarrollo de un retrato en el que


encajan de forma conjunta los diversos aspectos de una cultura, tal y como lo señala
Llobera (2004): “L'objectiu principal en investigar una comunitat és desenvolupar un retrat
de com encaixen conjuntament els diversos aspectes de la cultura” (Ibidem: 4). Este
trabajo de campo se llevó a cabo bajo un principio de plasticidad constante ante la
permanente reestructuración y problematización de las técnicas de investigación que
detallaremos en las secciones siguientes, es decir, a partir del reconocimiento de una
“flexibilidad en la etnografía” (Hammersley y Atkinson, 1994: 11) que resultó determinante
para la orientación del proceso investigador. Tal y como señala Guber (2004 [1991])
cuando propone comprender el proceso de obtención de información desde el
fortalecimiento de la flexibilidad operativa de la investigación y a partir del momento de
la concepción y despliegue de esta; de la importancia de consignar la esta característica
en las técnicas de investigación que se exponen, de manera que se no entiendan como
un cuerpo teórico de aplicabilidad mecánica, sino por el contrario, señalar la importancia
de las dinámicas surgidas en el desarrollo del proceso a modo de base de una
permanente propiedad (capacidad) de reestructuración que otorgue coherencia a la
investigación (Ibidem: 56). En definitiva, y antes de todo, lo que entenderemos por campo
será la fracción de lo real que queremos descubrir, lo que engloba tanto al escenario
natural como a los sujetos y las relaciones sociales que en él se verifican, construida en
la relación del investigador y los informantes; en palabras de Guber (2004 [1991]):

[…] la porción de lo real que se desea conocer, el mundo natural y social en el cual se
desenvuelven los grupos humanos que lo construyen […] una cierta conjunción entre un
ámbito físico, actores y actividades […] una decisión del investigador que abarca ámbitos
y actores; es continente de la materia prima, la información que el investigador transforma
en material utilizable para la investigación. (Ibidem: 47)

La recolección de información, si bien corresponde a un aspecto que en parte fue


considerado a partir de la primera fase del estudio y que estuvo presente en la segunda
de esta, no fue sino hasta la tercera fase de la investigación cuando se logró delimitar de
forma concreta su identificación y desarrollo local y global al seguir la propuesta de Ruiz-
Olabuénaga (2007) respecto al uso, básicamente, de tres herramientas metodológicas
características de la investigación cualitativa: la observación, la entrevista, y la lectura
(Ibidem: 122 y 123).

86
Para la formalización del uso de algunas de estas técnicas, señalamos que la
observación la entenderemos como “el proceso de contemplar sistemática y
detenidamente cómo se desarrolla la vida social, sin manipularla ni modificarla, tal cual
ella discurre por sí misma” (Ibidem: 125), en el sentido de que contribuyen a sentar las
bases para lograr la comprensión de las cotidianidades particulares del contexto a
describir y orientar la constante determinación de las demás técnicas para obtener
información en el trabajo de campo. Geertz (1986 [1973]), lo expone de esta forma:

Observar lo corriente en lugares en que esto asume formas no habituales muestra no,
como a menudo se ha pretendido, la arbitrariedad de la conducta humana (no hay nada
especialmente arbitrario en robar ovejas violentamente en Marruecos), sino la medida en
que su significación varía según el esquema de vida que lo informa. Comprender la cultura
de un pueblo supone captar su carácter normal sin reducir su particularidad. (Cuanto más
me esfuerzo por comprender lo que piensan y sienten los marroquíes, tanto más lógicos y
singulares me parecen.) Dicha comprensión los hace accesibles, los coloca en el marco de
sus propias trivialidades y disipa su opacidad. (Ibidem: 27)

También el uso de la observación participante, la cual “Implica la "inmersión" del


investigador entre aquellos que él/ella intenta estudiar, con el objetivo de obtener una
visión en profundidad acerca de lo que se está observando” (Mella, 1998: 5), pero en el
sentido de una participación fijada por los límites de una observación que se focalizó en
evocaciones de las memorias de los entrevistados acerca de hechos pasados, desde un
presente que se revelaba como la conjunción de las consecuencias de ese pasado y de
la construcción particular de un espacio personal, familiar y social en el que transcurrían
actividades cotidianas de las que fui participando de forma progresiva. Mella (Ibidem),
sostiene que la participación “es un continuo que va desde la total inmersión en el
escenario como un participante completo, hasta total separación del escenario siendo
sólo un espectador” (Ibidem: 20), de lo que deduce la distinción entre observación
participante y observación sistemática, donde la observación directa de los
acontecimientos es el sustrato común que se luego se separa de acuerdo a la
participación, o no, en los acontecimientos (Ibidem). “Por eso las técnicas antropológicas
de campo no se aplican ni de manera homogénea ni más o menos correctamente”,
señala Guber (2004 [1991]: 56) de manera general cuando se refiere a la dinámica de la
relación con los informantes y el campo.

Y por eso en el curso de la presente investigación hablaremos sólo de ‘observación’ para


la relación que implica la presencia directa del investigador que registra inmerso en una
dinámica de involucramiento en los distintos niveles de participación entre el observador

87
y el/los observado/s; y que, en este caso, caracterizado por indagaciones en torno a
actividades secretas, significan traspasar niveles de confianza simmeliana que operan
en ambas direcciones, de observador a observado. Porque “la observación para obtener
información significativa requiere algún grado siquiera mínimo de participación, esto es,
de incidencia en la conducta de los informantes y, por consiguiente, en la del
investigador; segundo, que la reciprocidad de la relación entre investigador e informantes
desempeña un importante papel en el suministro de información” (Guber, 2004 [1991]:
114).

La entrevista, por su parte, la entenderemos fundamentalmente como “una conversación


en la que y durante la que, se ejercita el arte de formular preguntas y escuchar
respuestas” (Ruiz-Olabuénaga, 2007: 165), “como relación social a través de la cual se
obtienen enunciados y verbalizaciones” (Guber, 2004 [1991]: 132), un proceso de
comunicación que constituye un intercambio social mediado por el contexto y las
actividades interaccionales (Mondada, 2001). Su uso nos permitirá acercarnos a la
generalidad de significaciones de los sujetos y a los hechos y acciones no testificadas
por el investigador. Dentro de las variantes que ofrece esta técnica identificamos el uso
de entrevistas en profundidad, semiestructuradas, formales, diálogos informales,
entrevistas grupales y la entrevista antropológica propuesta por Guber (2004 [1991]: 132-
165).

Las entrevistas en profundidad corresponden a una de las herramientas más extendidas


para la investigación cualitativa y plantea el establecimiento de una interacción personal
de carácter individual entre el investigador y el sujeto investigado (Ruiz-Olabuénaga,
2007: 247), a partir de un enfoque dinámico claramente interaccional, en la que el
entrevistado presenta su relato y significados particulares y se busca una comprensión
acordada a partir del encuentro, el diálogo y la discusión con el entrevistador (Mondada,
2001). Las entrevistas semiestructuradas adicionan la articulación sobre un guion
construido previamente por el investigador de acuerdo al interés temático requerido por
el estudio o por el momento en que este se realiza; o focalizadas en una temática, como
señala Guber (2004 [1991]: 132). Entrevistas formales, nacidas de un acuerdo previo y
que exige a los sujetos modificar sus actividades habituales (Guber, 2004 [1991]: 36 y
158). Diálogos informales, en las que se busca construir un espacio de expresión que
facilite la comunicación del sujeto y la adición de temáticas nuevas derivadas de su
relato. Y, entrevistas grupales, definidas como “aquella en la que un número de personas
son reunidas en un emplazamiento o lugar para que expresen sus opiniones, revelen sus
actitudes o manifiesten sus conductas. Las personas participan en la investigación bajo
la presión, la influencia y el condicionamiento del grupo” (Ruiz-Olabuénaga, 2007: 248).

88
En el estudio, la técnica mayormente utilizada es la que Guber (2004 [1991]) refiere como
‘entrevista antropológica’ (Ibidem: 158). De acuerdo a su propuesta, estas se generan en
el marco de la convivencia del investigador en el cotidiano del sujeto entrevistado y
facilitan la construcción de “los marcos de referencia de los actores a partir de la
verbalización asociada libremente” (Ibidem: 143), en las que se abren campos temáticos
y de relaciones sociales que permiten enriquecer la información recabada y extraer de
ellos las materias y preguntas significativas a utilizar en el momento siguiente del trabajo
de campo, el de la focalización y profundización (Ibidem). También se identifican las
‘instancias informales’, entendidas por Guber como encuentros fugaces y los
comentarios fuera de situaciones consideradas como típicas, integradas a otras
actividades desarrolladas en el trabajo de campo y que pueden presentarse de manera
transversal en todas las formas de entrevistas o diálogos, y aportar con significaciones
que se revelen en el momento en que se adviertan o de forma posterior (Ibidem: 158).
Como parte de esta técnica destacamos la libre asociación de temas por parte del
informante, en la cual su punto de vista se vuelve más relevante que el del entrevistador
al facilitarle la introducción de temas o conceptos o asociaciones de estos en función de
su universo cultural:

[…] la libre asociación permite introducir temas y conceptos desde la perspectiva del
informante más que desde la lógica del investigador. Al promover la libre asociación, ello
deriva en cierta asimetría parlante en la entrevista antropológica, con verbalizaciones más
prolongadas del informante, y mínimas o variables intervenciones e inducciones por parte
del investigador. (Guber, 2004 [1991]: 139)

Por otra parte, y como tercera herramienta metodológica para la recogida de datos,
identificamos la lectura de textos, a los que entenderemos como “todos los documentos
que contienen significado” (Ruiz-Olabuénaga, 2007: 74). En la presente investigación,
estos comprendieron material bibliográfico (literatura especializada y obras en general
señaladas como pertinentes), audiovisual (vídeos), visual (fotografías y mapas),
documental (archivos personales) y hemerográfico, principalmente. “A todos estos
«textos», en realidad, se les puede «entrevistar» mediante preguntas implícitas y se les
puede «observar» con la misma intensidad y emoción con la que se observa un rito
nupcial, una pelea callejera, una manifestación popular” (Ibidem). La mayor parte del
material utilizado quedó registrado en la bibliografía y en el capítulo de anexos del
presente estudio.

El examen de los artículos de prensa que registran la actividad vopista fue transversal a
las tres fases del estudio, aunque con algunas diferencias que obedecieron al lugar de

89
residencia particular. Las búsquedas hemerográficas de fuentes impresas fueron
abordadas en los períodos delimitados por las cuatro etapas del trabajo de campo llevado
adelante en Santiago, principalmente en la sección de hemeroteca del centenario edificio
de la Biblioteca Nacional de Chile; en cambio, la revisión de aquellas disponibles en la
red de internet se hizo, de preferencia, durante el tiempo de trabajo cumplido en
Catalunya.

Sin embargo, tal como adelantamos respecto a las diferencias que se pueden establecer
en el caso de la observación, no perdemos de vista que esta división de las técnicas para
recabar información no corresponde a una estandarización de contenido regida por
pautas fijas, sino lo contrario, puesto que su formulación y pertinencia se valida en tanto
guías subordinadas a la reflexibilidad constante de la relación con los sujetos del campo.
Al respecto, Guber (2004 [1991]) señala: “las técnicas antropológicas de campo no son
recetas, aunque puedan ser formalizadas; las técnicas antropológicas de campo no son
la aplicación mecánica de un corpus teórico” (Ibidem: 56). Por ejemplo, a lo largo del
trabajo de campo ocurrió algunas veces que las sesiones de entrevistas que empezaban
a ser grabadas (con la máquina de cinta o con el teléfono móvil, aunque mayormente
con este último) se veían afectadas en lo que respecta a la inmersión del entrevistado
en los niveles de profundidad de develación de los secretos de la clandestinidad propia
o ajena. Ante ello, el acto del entrevistador de apagar el dispositivo grabador y guardarlo
en un lugar alejado a la reunión o en las profundidades desenergizadas de la mochila
particular, por lo general tuvo un efecto positivo sobre el ánimo conversatorio del
entrevistado. Razón por la cual las notas y el diario de campo, “en el que se recoge la
historia natural de la observación con las dificultades encontradas y las soluciones
adoptadas” (Ruíz-Olabuénaga, 2007: 224), se convertían en una técnica para la recogida
de datos de primer orden, toda vez que sumaban a su objetivo tanto la observación como
el relato mismo de la entrevista.

3.1. Marco contextual del trabajo de campo

La identificación y extracción de datos comprendidos dentro de la lectura de textos


(bibliográfica, audiovisual, visual, documental, y hemerográfica), tanto en formatos
impresos y digitales, se realizó en bibliotecas de Catalunya y Chile. En Catalunya las
emplazadas en las facultades de Geografia i Història, Filologia y Psicologia de la
Universitat de Barcelona; Facultat de Filosofia y LLetres de la Universitat Autònoma de
Barcelona; y las pertenecientes a la red de bibliotecas públicas, en particular las de los
ayuntamientos de Olesa de Montserrat (Santa Oliva), Vilanova i la Geltrú (Joan Oliva), y
Barcelona (Ignasi Iglésias – Can Fabra, del barri de Sant Andreu; y, Zona Nord, del barri
de Torre Baró). En Chile, en la Región Metropolitana las bibliotecas de la sede central de

90
la Universidad Academia de Humanismo Cristiano; facultades de Ciencias Sociales, y de
Filosofía de la Universidad de Chile; Campus San Joaquín de la Universidad Católica de
Chile; y las dependientes de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos del gobierno
de Chile: la Biblioteca Nacional (hemeroteca), Archivo Nacional, y las de los poblados de
Curacaví, Lampa y Peralillo. En todas ellas, además de realizar búsquedas de material
pertinente para el estudio, se utilizaron sus dependencias como áreas de trabajo (para
realizar conversaciones informales, en algunas ocasiones) y como puntos de acceso a
la red de internet para explorar bases de datos virtuales de estas mismas instituciones y
de otras, así como de páginas web destacadas.

La información obtenida por medio del uso de las herramientas metodológicas de


observación y entrevistas antes señalado, y se realizó en función de las etapas en las
que se dividió el trabajo de campo. En la primera de ellas realizamos sesiones de
entrevistas al exmilitante de la VOP, Alejandro Villarroel Rodríguez, en las que
registramos el grueso de la información necesaria para la construcción de su relato de
vida. También durante esta primera etapa efectuamos sesiones de entrevistas
individuales y grupales a dos excolaboradores de la VOP que optaron por ser
identificados con un nombre ficticio el primero y nombre real el segundo: Miguel,
exmilitante de la Juventud del Partido Radical, y Roberto, exmilitante del MIR. En la
segunda etapa llevamos a cabo tres encuentros con Alejandro Villarroel, en las que
completamos el registro de sus hechos vitales y experiencias para la construcción de su
relato de vida y en las que trazamos las directrices finales de la edición de este. En la
tercera etapa llevamos adelante recorridos de reconocimiento en el sector de Chicauma,
en los que desarrollamos diálogos informales con habitantes de este sector, además de
otros en el poblado de Lampa y en la ciudad de Santiago, entre los que destacan los
llevados adelante en la comuna de Lampa con Jeannette Garcés, Cecilia Contreras,
Jazmín Navarro y Nilda Vergara. En la cuarta etapa del trabajo de campo continuamos
con los diálogos informales con las residentes anteriores, además de identificar a tres
vecinos de Chicauma con los que realizamos sesiones de entrevistas individuales en las
que los dos primeros decidieron utilizar nombres falsos y el tercero su nombre verídico:
Andrés, Alejandra, y Manuel Maldonado, respectivamente, este último exmilitante del
MIR. El detalle de cada uno de los 10 informantes, junto a breve contextualización del
trabajo de campo, se expone en los siguientes apartados.

3.1.1. Entrevistas en Curacaví y Santiago

Tal y como expusimos en el capítulo introductorio, en la segunda fase del estudio se inició
la definición de un diseño de investigación formal que recién concluiría en 2016. Era el
final del otoño meridional de 2007 y concluía la tesis del grado de antropología mientras

91
participaba en un estudio de la realidad interétnica en el territorio mapuche, cuando tomé
un lápiz y dibujé lo que en ese momento fue un básico borrador centrado en el cómo y
dónde acceder a información relevante acerca de la VOP. Lo primero fue mantener la
pertinencia y validez de las preguntas que en 1996 se habían erigido como punto de
partida para la delimitación de la idea de investigación. Como objetivos me propuse
comenzar una búsqueda que identificara todo el material disponible originado o
relacionado con esta organización, dada la escasez de estudios que seguía constatando
había acerca de la VOP o de las organizaciones guerrilleras de izquierda durante el
período 1968 – 1971, y aún más del período 1970 – 1971.

Observé que la exploración amenazaba convertirse en un básico y sin fin acopio de datos
de fuentes documentales, hemerográficas y bibliográficas, por lo que, en medio de una
fría mañana de finales de mayo de 2007, tracé una línea recta de color azul sobre la
palidez de un solitario folio. Una recta que dividía al mundo entre fuentes ‘de biblioteca’
y otras testimoniales, una frontera que, a diferencia del metal, no debía tener propiedades
maleables. De esta forma, de un lado se abría un campo de fuentes secundarias a la
espera de ser llenado con información que, principalmente, suponía disponible en la
literatura científica especializada, otra que sabía se encontraba en los registros de prensa
y alguna documental que debía buscar en lugares por precisar; del otro lado se abría un
espacio destinado a las anotaciones testimoniales, del que no tenía certezas de su
existencia pero que esperaba pronto integrar al proyecto de estudio. Al examinar desde
la distancia este elemental esquema constatamos que los accesos a fuentes secundarias
eran más sólidos que el objetivo de registrar relatos del pasado desde las experiencias
y hechos ocurridos en el presente. Pero ya llegaría el momento en que ese arreglo se
equilibraría. Por lo pronto, recuerdo haber contemplado la dividida hoja y experimentar
una sensación de satisfacción. Era el verdadero mapa del tesoro y estaba frente a mis
ojos, entre mis manos. Sentía que el personaje central de las novelas de Emilio Salgari,
Sandokán, revivía con un nuevo objetivo: ya no eran los barcos británicos sino el rescate
de una memoria popular viva que me parecía oculta en alguna isla remota, escondida
del ojo visible, secreta.

Sin embargo, el imaginario mapa tenía un gran problema: no contaba con un trazado que
llevara a la equis del tesoro. Ni siquiera existía tal equis. Y el tesoro no era muy común,
digamos. Solo contaba con una línea que dividía las aguas entre información de fuentes
secundarias y primarias, y en estas últimas el sosiego era inquietante. El esquema fijado
por esa solitaria línea se volvió evidentemente insuficiente. En solo dos hemisferios no
podría clasificar toda la información que comenzaba a acumular, aquella que tenía
proyectada alcanzar y aún menos prever las posibilidades de cruces, atracciones,
repulsiones, avenencias, distanciamientos, etc., que me proponía y podía ofrecer todo el
saber que comenzaba a descubrir. El problema de fondo era la necesidad de especificar

92
un diseño de investigación más acertado, una guía que delimitara y ordenara las
acciones y fines del estudio. Partí por el principio. Especifiqué cuestiones elementales:
las temáticas propuestas serían abordadas desde la aplicación de un marco
metodológico cualitativo, las unidades de análisis se seleccionarían a partir de criterios
que consideraran las particularidades de cada objetivo planteado. Un primer paso,
aunque la verdad nada muy concreto.

Como en este momento disponía de dos grandes áreas de búsquedas, mantuve los dos
grandes hemisferios en los que dividí el mapa, aunque conservando la especificidad de
cada uno bajo un cielo difuso, es decir, bajo un principio general ya no metálico, sino uno
que consideraba la importancia de la flexibilidad operativa. La información que
necesitaba sería obtenida con el uso de algunas clásicas técnicas de recolección de
datos. Por un lado, revisión de fuentes secundarias relevantes (obras generales y
especializadas, archivos de prensa y documentos varios), tanto en formato papel como
electrónico. Por el otro, técnicas para enfrentar y registrar entrevistas a personajes
relevantes de las áreas estudiadas, confiadas principalmente a la observación y
entrevistas. En los apartados siguientes del presente capítulo, ahondaré en las técnicas
de recolección de información utilizadas en el estudio.

Con este mapa guiando mis pasos, me lancé a navegar entre carpetas con archivos que
tenía guardados desde de lo que hemos llamado ‘fase uno’ del estudio. En ellas encontré
algunas ordenadas notas y apuntes, además de otros, los más, indescifrables borradores
de versiones incorregibles. En esos folios hallé las preguntas que antes me había hecho,
y en ese momento se hizo aún más evidente la ausencia de las voces de quienes vivieron
y alentaron el fervor revolucionario vopista de fines de los años ‘60 y comienzos de los
´70. Ellos eran los protagonistas de la memoria colectiva que buscaba. Así que me
propuse encontrarlos y con ellos conversar. Comencé haciendo un repaso mental de las
personas que consideré podían ayudarme en la búsqueda que reiniciaba. Identifiqué
algunos probables informantes y determinados amigos me llevaron a otros. Pero
después de un par de encuentros informales con ellos, no emergía información directa.

El registro de experiencias vopistas de primera fuente ya me había fallado hacía once


años, por lo que auguraba una larga búsqueda, aún más al considerar el entendimiento
que en ese momento tenía de algunas dinámicas habituales de la izquierda ilegal acerca
del secreto, de las dificultades para acceder a niveles más profundos de un conocimiento
que en ese momento aún no aprehendía. Tomaban fuerza las palabras de Simmel (2014
[1908]), cuando señaló que: “La intensidad y matiz de las relaciones personales
diferenciadas —con reservas que fácilmente se comprenden— es proporcional al grado
en que cada parte se revela a la otra por palabras y actos” (Ibidem: 331), en la confianza,
entendida como “una hipótesis sobre la conducta futura de otro, hipótesis que ofrece

93
seguridad suficiente para fundar en ella una actividad práctica” (Ibidem: 338), bajo la
forma de “un grado intermedio entre el saber acerca de otros hombres y la ignorancia
respecto de ellos” (Ibidem).

Horas sumido en reflexiones me condujeron al nombre de un militante de una


organización barrial de Santiago al que hacía poco tiempo había oído en un encuentro
entre estudiantes y pobladores en una universidad santiaguina. En mi reminiscencia se
presentaba como un eximio orador, que aparentaba haber cumplido entre 55 a 60 años
de edad. También que, si bien aquella vez no especificó su militancia política
predictadura, sí comentó que durante esta había integrado las filas del MIR. A partir de
este momento mi atención se focalizó en lo fructífero que sería entrevistarle. Pero, ¿cómo
comunicarme con él?, no tenía sus datos concretos y era consciente de lo importante
que era seguir el trazado regulado por algunas prácticas de la clandestinidad que, de
preferencia, seguían observando en su cotidianidad algunos exmilitantes de izquierda,
como era el caso de quien confiaba iluminaría mi búsqueda. Así que me aventuré por
ese camino. Nada de comunicaciones telefónicas, tampoco correos postales o
electrónicos; en su defecto, pensé que lo óptimo será contactarle por intermedio de algún
conocido de los organizadores del encuentro donde lo había escuchado. Y lo mejor es
que esa persona existía. Un amigo que, después de oír la intrincada historia que casi
improvisé y que trataba de la organización de un conversatorio acerca de luchas sociales
ochenteras, se mostró dispuesto a hacer la conexión. La cual funcionó.

Después de un par de semanas estaba conversando con el exmirista en un parque


público de Santiago, a modo de una cita clandestina. La pauta de preguntas que antes
había preparado era extensa y específica, y ya en los primeros minutos de la charla supe
que no me sería de utilidad. Ese listado de interrogantes hoy no existe, se extravió entre
el tiempo y los hechos que en él ocurrieron en el futuro. Sólo conservo la impresión que
me provocó la necesidad de favorecer la fluidez de un diálogo progresivo, sin
sobresaltos. Hablamos del amigo en común, del septiembre que se avecinaba, de temas
generales que generalmente filtran dimensiones más profundas, pero que no las develan
del todo (Simmel, 2014 [1908]). El tiempo de aquella conversación transcurrió tan de
prisa que escapó a las mediciones de nuestros relojes, por lo que de forma abrupta dimos
por concluida la reunión. Ahí acordamos una próxima, ya sin intermediarios. Las dos
reuniones que siguieron fueron en bares de sectores populares, los que elegimos a
petición del entrevistado y siguieron la costumbre popular de confiar algunas cuestiones
en espacios donde los parroquianos generalmente se conocen y donde los extraños son
rápidamente escudriñados sobre la base lo que Salazar (2006) señala a modo de tácticas
desplegadas para enfrentar una externalidad potencialmente dañina, como puede ser la
presencia de policías en sus espacios de reunión. El hecho es que los bares eran muy
acogedores y con muy buna comida, por lo demás. En esos dos espacios conversamos

94
al compás de una regresión temporal en torno a las luchas por el socialismo en Chile, en
la postdictadura, en la dictadura y en lo que fue en tiempo anterior a ella: de la Unidad
Popular y la revolución social, como la definió emocionado y orgulloso en medio de
recuerdos que daban cuenta de su participación en ella. Pero cuando le pregunté por la
VOP, su respuesta fue lapidaria: “no los conocí ni quise hacerlo. No eran nuestros
compañeros” (Manuel, entrevista personal en Santiago, julio de 2007). Al final de la
tercera reunión nos despedimos y cada uno enfiló a sus quehaceres. Caminé durante un
rato pensando en qué hacer ahora. Me había quedado sin opciones. La VOP parecía un
fantasma diluido en el tiempo. Un secreto al que me era prohibido el acceso.

Lo que sí arrojaba algunos resultados eran las búsquedas presenciales que realizaba
una vez cada dos semanas en alguna de las bibliotecas universitarias de Santiago
mencionadas con anterioridad y, principalmente, en la sección de hemeroteca de la
Biblioteca Nacional de Chile. También las exploraciones en la red de internet en bases
de datos electrónica, bibliotecas virtuales con acceso a material digitalizado de difícil
alcance físico y webs varias. De los resultados obtenidos destacaban comentarios e
informaciones de prensa de hechos violentos protagonizados por la VOP que remitían al
período 1969 - 1971. En estas notas, el trato común a los militantes vopistas era de
‘traidores’, ‘asesinos’, ‘delincuentes’, ‘locos’, ‘agentes de la CIA’ y un largo etc. de epítetos
que no dejaban espacio a interpretaciones ni dudas. El detalle de ese material
periodístico será la base del capítulo cinco, dedicado a relatar algunas acciones directas
vopistas.

Pero todo cambió cuando en el mes de agosto de ese 2007, en momentos en que estaba
imbuido en consultas a amigos y conocidos y haciendo continuas búsquedas en la red
de internet, justamente en una página web visitada encontré lo se convertiría en el
camino a un saber acerca de una memoria que hasta ese momento era esquiva. Lo que
estaba frente a mi vista era un artículo de prensa alojado en la web de un semanario de
nombre El Mauco (12 de julio de 2007), y que decía se publicaba en el poblado de
Curacaví. La publicación indicaba que su circulación regular era en formato papel y se
limitaba al pueblo en cuestión, por lo que pensé breves momentos acerca de las
probabilidades de haber dado con él si no fuera por contar con esa plataforma digital.
Aunque pronto reflexioné en torno al hecho de que no conocía ese pueblo, aun cuando
se ubica en el margen norte de la carretera que conecta a Valparaíso con Santiago (ruta
68), a 52 km al noroeste de esta última y a 71 km al sureste de la primera, y al que la
había recorrido en innumerables ocasiones al viajar entre las ciudades señaladas. Así
que este sería el momento de conocerlo.

El artículo se titulaba ‘Revolucionario entre revolucionarios’, y presentaba la reseña de


un vecino del pueblo, de nombre Alejandro Villarroel, al que presentaba como “el Eco-

95
Quijote que espera una nueva civilización basada en el pleno equilibrio con la naturaleza”
(Ibidem: párr.1). La nota periodística no estaba firmada, pero decía que el vecino en
cuestión había militado en la VOP y luego presentaba algunos hechos protagonizados
por esta organización. Después de leerlo, me quedé sin palabras por algunos minutos.
Un antiguo militante de la VOP viviendo cerca de Santiago. Era la señal que buscaba.
Tenía que comunicarme con ese semanario.

Pero la web no indicaba canales de contacto físico, ni dirección ni número de teléfono.


Sólo un formulario de contacto vía web al que escribí, pero no recibí respuesta. Tenía
que ir a Curacaví. Recuerdo que ya en ese tiempo eso llegar a un lugar y buscar la
información a golpe de caminatas y preguntas a extraños lo había asumido como parte
del estudio antropológico, y me atraía de sobremanera. Aventurarse a lo desconocido
montado sobre el estímulo armónico del canto de los argonautas malinowskianos parecía
actualizar la circulación de memorias que semejaban a mwalis valiosos, en un círculo
reservado a los ‘rotos alzados’ a los que refería Salazar y Pinto (1999), aunque aquel
que iba a buscar resultara mucho más valioso del que yo podía ofrecer. Así que confié la
suerte a las utópicas y leales deidades de mis vigilias y decidí ir a Curacaví. Así que
algunos días después abordé uno de los autobuses que partían, y parten, desde el
terminal de Pajaritos, en Santiago, a esta localidad. El objetivo inicial era encontrar las
dependencias del semanario en cuestión y entrevistar al anónimo articulista. Una misión
que, debo reconocer, me mantuvo nervioso hasta arribar a la plaza del pueblo, después
de 50 minutos aprox. de viaje. Había remontado un océano pétreo a bordo de una canoa
hecha de ansias e incertidumbres, y estaba ahí.

Miré el cielo y me sorprendió su intenso color azul. El aire estaba fresco. La plaza central
(como acostumbran los pueblos fundados en el colonial dibujo damero) estaba adornada
con árboles que me parecieron colosos de papel en su enorme flexibilidad. Observé los
márgenes de la escena y divisé una tienda de alimentos preparados. Pensé en el
conocimiento que de los clientes tendrían sus dependientes, así que me acerqué a hacer
mis preguntas. Una señora vestida de blanco me recibió y, después del diálogo de rigor,
acerca del tiempo y del buen clima local, le consulté por la existencia del Semanario.
Mientras preparaba el café que había pedido, me hizo un rápido resumen de la publicación
y me facilitó la dirección del periodista, porque, según me confidenció: “trabajaba en su
casa”. Así que, tras beber un gran vaso de café, partí con las coordenadas apuntadas en
un papel y pronto llegué a destino. Toqué el timbre y apareció un hombre joven, que resultó
ser el periodista. Al principio se sorprendió ante mis preguntas, pero después de unos
minutos me confirmó que efectivamente la historia era cierta y que Alejandro [Villarroel]
vivía cerca de ahí, ofreciendo llevarme en su auto para hacer las presentaciones
correspondientes. De esa forma, en el mediodía de un día primaveral llegué a las puertas

96
de una parcela emplazada en los márgenes del poblado, en un terreno de mil m2
aproximadamente. Al medio de este se erigía una casa de madera de unos 60 m2, a su
alrededor huertas de hortalizas y, en el espacio entre el portón de entrada y la casa, unos
20 limoneros cargados de frutos. Después de unos cinco minutos de llamados a viva voz
apareció un hombre pequeño, de gestos silenciosos pero que me parecieron decididos.
Nos observó desde lejos e inició la marcha hacia el portón de entrada. Al llegar se detuvo,
miró al periodista y lo saludó. Acto seguido abrió el candado de la puerta y me miró con
desconfianza. Pero de forma inmediata fui presentado y un apretón de manos distendió la
situación. El periodista le explicó que deseaba entrevistarlo, pero que él debía ir a hacer
unos trabajos y que me dejaba ahí, si acaso aceptaba. Alejandro dijo que no había
problema, que justo tenía que mover unas cajas y que podría ayudarle. Nos despedimos y
Alejandro me invitó a pasar a su casa. Caminé silencioso entre los limoneros, tratando de
hilar preguntas y reflexiones que sobrevolaban en desorden por mis remolinos cerebrales.
Entramos a su casa y me ofreció una silla y un vaso de la limonada que llenaba la jarra que
se sostenía en el centro de una mesa de madera. (Cuaderno de campo, Curacaví,
septiembre de 2007)

El hogar de Alejandro estaba en las cercanías del estadio municipal, en la zona noreste
del pueblo, al comienzo de la zona rural que se abría en la ribera oriental del estero
Cuyuncaví, límite urbano del levante de la capital comunal. Una zona de secano, de tierra
dura, al pie de montañas que se erigen como frontera entre este valle y los que se abren
hacia el este, y que se extienden hasta los pies de la cordillera andina. Más tarde sabría
que al otro lado de esas montañas, hacia el noreste, se encuentra Chicauma44. También,
que el terreno donde vivía Alejandro era arrendado y su costo, y todos los demás, se
financiaba con la jubilación que recibía del Estado noruego. Pero no nos adelantemos.

Alejandro vestía una camisa blanca con sus mangas arremangadas, un pantalón de
mezclilla ancho color celeste y unos zapatos de piel como de vestir formal, en color
negro. Era de baja altura y peso, 1.60 m y 55 kg aprox. respectivamente; pelo liso cano,
corto y peinado de izquierda a derecha. La piel de su rostro estaba señalada con arrugas,
que me parecieron pocas para los 74 años que había cumplido en enero de aquel año45.
Llamaba la atención su predisposición a reír con sus recuerdos o con sus continuas
conclusiones acerca del presente, por lo general centradas en todo lo que aún se debía
hacer para construir un mundo sin pobreza ni privilegiados, como le gustaba decir.
Cuando hablaba de ello su mirada adquiría un brillo rotundo, y su voz pasaba de un
cotidiano tono agudo a otro un par de tonos más bajo, las palabras que decía se

44 Para observar vecindad de ambas comunas, ver mapas anexos C.02 y C.03.
45 Fotografía de Alejandro Villarroel, ver anexo G.01.

97
distanciaban entre ellas y parecía que reflexiones silenciosas se tomaban por asalto sus
pensamientos. Era una especie de trance momentáneo del que salía con algún
comentario chistoso, con el que su risa llenaba el espacio de la reunión.

La conversación no contó con más pautas temáticas que aquellas preguntas que me
había formulado en el verano de 1996 y que recordaba casi de manera textual. Tanto
esta reunión como las que siguieron se realizaron en su hogar, en la sala-cocina de su
casa o en la huerta de hortalizas que se encontraba entre la casa y la plantación de
limoneros. Acordamos registrar su relato de vida y llevamos adelante sesiones de
entrevistas que se extendieron hasta finales de febrero de 2008 y que retomamos en

Para las reuniones y sesiones de entrevistas desarrolladas en 2007 y 2008, sí que utilicé
una pauta en la que identifiqué temas generales a proponer, como una especie de guion
estructurado que esperaba ser desestructurado por la libre asociación de los recuerdos
y propuestas temáticas de Alejandro, lo que generalmente ocurría incluso antes de
proponer alguna cuestión de esta guía. De esta forma, la pauta fue perdiendo importancia
frente a la claridad de ambos acerca del producto perseguido (registrar el relato de su
vida) y, en lo que respecta al entrevistador, de facilitar un ambiente donde la develación
de secretos de Alejandro siguiera la cadencia de la confianza simmeliana. Pero aquella
pauta temática adquiría importancia después de cada encuentro, para verificar en ella
de modo general el desarrollo narrativo de las áreas vitales de Alejandro, y ella ha llegado
hasta estos días46.

En el curso de las sesiones de entrevistas de 2007 y 2008, Alejandro me contó


experiencias de su vida tanto dentro como fuera de la VOP, de algunos pensamientos
acerca de la ecología y de sus actividades y reflexiones presentes. Me habló de las
organizaciones armadas de izquierda que existieron antes de la dictadura y que él había
conocido, con nombres como la sección chilena del Ejército de Liberación Nacional (ELN,
los ‘Elenos’) que había fundado el Ché Guevara en Bolivia, el Movimiento 3 de
Noviembre (M3N), el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), y la Vanguardia
Organizada del Pueblo, la VOP, de la que él había formado parte y con ella liderado la
experiencia de comuna campesina en Chicauma. El resultado de estas sesiones de
entrevistas concluyó en la construcción del relato de vida de Alejandro Villarroel, que se
expone en el capítulo seis del presente estudio.

Hacia el tercer mes de entrevistas a Alejandro, pasé a ser invitado a las reuniones
ocasionales que mantenía en su hogar con tres jóvenes de la población vecina al terreno
que alquilaba y donde vivía, como parte de un proyecto que se proponía la creación de
una cooperativa campesina de jóvenes. Las edades de los jóvenes eran 19, 20 y 22

46 Para conocer la pauta temática de entrevistas individuales a Alejandro Villarroel, ver anexo B.01.

98
años, con su etapa escolar completada hacía poco tiempo (regularmente, en Chile el
período escolar se cumple a los 18 años, si acaso no ocurren atrasos en la concatenación
de los cursos) y que desempeñaban trabajos remunerados ocasionales, principalmente
como vendedores callejeros de frutas y como ‘maestros constructores’, es decir,
dispuestos a realizar cualquier labor de reparación en los hogares que necesitaran sus
servicios, lo que, según comentaban, se restringían al barrio adonde vivían. Este barrio
era como cualquier población pobre chilena, de casas construidas de ladrillos, de unos
45 m², pareadas, sin áreas verdes ni espacios recreativos, mínima infraestructura, y
donde habitan, generalmente, personas de bajos o nulos ingresos.

Las sesiones de Alejandro y los tres jóvenes a las que asistí fueron tres, y mi estatus era
el de observador. Por lo general se extendían durante una hora y solían concluir en la
definición de acciones futuras para dar vida al proyecto de cooperativa, pero a la sesión
siguiente se revelaba el olvido de estas por parte de los tres jóvenes que se aparecían a
la hora que acordaban con Alejandro. Al final de las últimas dos reuniones conversé unos
momentos con los tres jóvenes sin la presencia de Alejandro y me comentaron,
básicamente, que iban atraídos por la falta de actividades en el poblado y por la
curiosidad de oír al “revolucionario que regalaba limones y lechugas a cambio de
comprometerse a ser buenas personas”, como me confidenció uno de ellos, en enero de
2008. Sin abordarlo de forma directa con Alejandro, él me hacía saber que era consciente
de que la producción de sus limoneros era fundamental para el éxito de las reuniones;
además de atender a las dificultades para materializar el proyecto de cooperativa. De
alguna manera, esos problemas ya los había vivido antes y no quería replicar la
experiencia de Chicauma.

“Si alguien tiene más de 30 años, déjenlo afuera, que ya está maleado”, comentaba en
modo de broma Alejandro cada vez que surgía el tema de la edad y la responsabilidad,
con un tono de voz pausado y reflexivo, acompañado de una mirada vivaz llena de
incredulidad. Una tarde le pregunté a Alejandro acerca de las probabilidades de éxito de
la cooperativa que proyecta constituir con aquellos tres jóvenes, recuerdo que me miró
un par de segundo y luego volvió a lo que estaba haciendo mientras me decía que era
importante que esos chicos valoraran la edad que tenían en función de las posibilidades
que podían inventar, pero que estaba consciente de la pobreza en la que ellos habían
crecido y los objetivos de éxito material rápido que parecían dominar a todos los chilenos.
Y que eso atentaba contra la cooperativa y cualquier proyecto de cambio social. En
diciembre de 2013, Alejandro me comentó que la cooperativa no había prosperado. Los
chicos habían dejado de visitarle y que su contacto con el resto del poblado se había
interrumpido con el fin del proyecto.

99
Hacia el cuarto mes de entrevistas, diciembre de 2007, Alejandro me presentó a dos de
sus amigos. No me avisó previamente de este hecho. Una tarde llegué a su domicilio y
ellos estaban ahí. Me recibieron con simpatía, pero bajo miradas escrutadoras. Después
de beber un gran vaso de limonada, a esta altura de rigor, les comenté de mi proyecto y
lo encontraron muy útil y necesario para que las nuevas generaciones conocieran uno
de los buenos momentos de la lucha por el socialismo en Chile. Antes de proponérselos,
me preguntaron por las posibilidades de incluir sus relatos en mis registros. Lo que
acepté. Más tarde supe que eran los únicos compañeros y amigos vivos que tenía
Alejandro, de fines de los años ‘60 y principios de los ’70, y con los que se reunía
ocasionalmente. Roberto, exmilitante del MIR; de 1,60 m de estatura y 55 kg de peso
aprox., pelo entrecano, liso, corto, de voz aguda y hablar rápido, mirada llena de viveza,
transmitía una sensación general de actividades por hacer, es decir, era motivado y
motivador. El segundo amigo era un exmilitante de la organización juvenil del Partido
Radical (PR), la Juventud Radical (JR), que prefirió no registrar su nombre, al que
llamaremos Miguel; de 1,70 m de estatura y 70 kg de peso aprox., pelo negro, rizado,
corto, con una voz grave y un hablar reflexivo, su mirada era apagada, sin brillo, parecía
estar siempre preocupado de otras actividades que llenaban su atención, por lo que
generalmente parecía ausente. Con ambos inicié sesiones de entrevistas en distintos
lugares de Santiago, por separado y en conjunto, a modo de reuniones clandestinas, por
lo general en bares y parques públicos. Estas se extendieron durante tres meses y
habitualmente duraban una hora.

A diciembre de 2018 intento reconstruir el orden y fechas de aquellas reuniones y, tras


consultar a algunos amigos de antaño, en febrero de 2019 una compañera de confianza
(¡la confianza simmeliana!) con la que intercambiábamos datos de las investigaciones en
curso de cada uno, me comentó que había encontrado unas notas sueltas de mi autoría
y que alguna vez le había pedido que las guardara (y aun lo hacía), entre las que al
parecer estaban las que creía que buscaba. Y lo eran, aunque incompletas. No supe si
alegrarme o dejar andar la preocupación ante el descubrimiento de esos documentos
que creía extraviados, pero preferí optar por la salud de lo primero. Aun así, con esa
información a modo de base, me di a la tarea de ordenar aquellos fragmentos y sumar
otros que quedaron grabados en mi memoria. Hasta que, finalmente, logré precisar el
calendario de esos encuentros. Con Roberto: 11 y 18 de diciembre de 2007, 9 de enero
de 2008 y 13 de febrero del mismo año; con Miguel: 14 de diciembre de 2007, 15 de
enero y primero de febrero de 2008; con Miguel y Roberto: 29 de diciembre de 2007 y
30 de enero de 2008. Todo un logro de orden informativo, aunque no por mérito propio.
Pero no eran todas las fechas en las que nos reunimos, porque entremedio hubo
conversaciones informales de las que no quedó registro, y estos sí que se extraviaron
bien. Para enfrentar las entrevistas elaboramos listados de temas a desarrollar: una para

100
los encuentros individuales, y otra para guiar las dos sesiones que me reunieron con
Roberto y Miguel. Estas pautas pude recuperarlas y llegan hasta este momento47.

En paralelo, acordamos realizar reuniones grupales entre Alejandro, Roberto, Miguel y


quien escribe, en fechas y horarios a determinar. El tema lo fuimos conversando en las
entrevistas individuales y grupales que ya se desarrollaban, aunque para lograr la
primera convenimos ratificarla en última instancia vía telefónica, como medida
precautoria ante la posibilidad de cambios horarios involuntarios para cada uno. El punto
de partida era la disponibilidad de Alejandro, puesto que las reuniones se harían en su
hogar, y ese era un tema zanjado entre los cuatro. Luego de la propuesta inicial me
comunicaría con Roberto, estableceríamos un lugar de encuentro y ahí le comentaría el
día y hora. Él transmitiría la información a Miguel y, finalmente, Roberto me informaría
acerca de la viabilidad o reparos a las fechas propuestas, para así llevarle la buena nueva
a Alejandro. Así resultó la primera entrevista colectiva, el 12 de enero de 2008. Y no hubo
necesidad de utilizar el teléfono. Las dos sesiones que le siguieron ya estaban
programadas a partir de la anterior: 9 y 23 de febrero del mismo año. Y todas se
realizaron en el hogar de Alejandro Villarroel. La pauta temática de aquellas sesiones de
entrevista colectiva se encuentra disponible48, al igual que la información de transcripción
que identifica el mes (y no el día) de cada entrevista citada.

Las tres reuniones colectivas fueron muy provechosas, en especial para comprender
algunas interpretaciones acerca de hechos protagonizados por la VOP y que en la
actualidad contenían una alta carga de emotividad. Por ejemplo, en la última reunión
grupal se tocó un tema que había estado ausente en los encuentros anteriores, aún en
los informales, la muerte del ex ministro del Interior, Edmundo Pérez. Cito de mis
registros de campo:

[…] un silencio incómodo llenó la habitación, hasta que Roberto y Miguel comentaron una
cuestión que parecía fundamental: los vopistas habían atentado en contra de un personaje
odiado por la izquierda. Recordaron que el ex ministro era responsable directo del
asesinato de 10 pobladores a manos de la policía. (Cuaderno de campo, Curacaví, febrero
de 2008)

Roberto hizo referencia directa a ello y recordó a los pobladores asesinados durante la
madrugada del 9 de marzo de 1969, en medio del desalojo policial a una toma de terrenos

47 Para conocer la pauta temática de entrevistas individuales a Roberto y Miguel, ver anexo B.02. Las
pautas de entrevistas grupales ‘Roberto – Miguel’, ver anexo B.03.
48 Para conocer la pauta temática de entrevistas colectivas ‘Alejandro - Roberto – Miguel’, ver anexo B.04.

101
hecha por familias sin casa, en un fundo puertomontino de la familia Irigoin: “[…] lo de
Pérez Zujovic fue aplaudible. De repente alguien hacía justicia al pueblo. ¿Quién
respondía por esto? Había que hacerlo, eran cosas concretas”, y agregó: “Habían
matado a 10 pobladores en Pampa Irigoin, en Puerto Montt. Matan a 10. Nosotros
hicimos un rayado en una huelga que decía: "10 más que vengar”. Pero asume el rol de
vengarlos verdaderamente la VOP” (Roberto, entrevista personal en Curacaví, febrero
de 2008). Y Miguel centró su comentario en el doble semblante que, de acuerdo a él,
había mostrado la izquierda con motivo de esa muerte: “Víctor Jara hizo una canción
acerca de Puerto Montt en que nombra a Pérez Zujovic, [la que decía] que el Ministro del
Interior era el culpable de la matanza. Y después todos los comunistas estaban llorando
en el cementerio” (Miguel, entrevista personal en Curacaví, febrero de 2008). Después
de oír atentamente todo, “Alejandro calló, solo por una fracción de segundo exteriorizó
gestos que mezclaban orgullo e incomodidad. Pero rápidamente el tema cambió”
(Cuaderno de campo, Curacaví, febrero de 2008). Finalmente, y como ya hemos
mencionado, el Proyecto VOP tuvo un receso medio forzoso hasta 2016, con una pausa
de trabajo en el verano austral de diciembre de 2013 y enero de 2014.

Con este regreso al Proyecto VOP se cerró la segunda fase del estudio, la de acordar
con Alejandro el fin del registro de su relato de vida. En efecto, en tres encuentros de dos
horas cada uno aprox. realizados en diciembre de 2013 (días 10 y 29) y enero de 2014
(día 17), nos encontramos en Santiago y conversamos informalmente sobre temas
generales, y revisamos tanto las transcripciones de las últimas entrevistas hechas antes
de suspender el proyecto, como la propuesta que había preparado para ordenar su relato
de vida. Finalmente, acordamos mantener como pauta general el criterio de seguir un
orden cronológico en su relato y con ello dimos por finalizado el registro de su relato de
vida. En aquellos últimos encuentros no preparé preguntas ni guías ni pautas de
entrevistas, y solo me dediqué a facilitar la libre asociación de temas a Alejando. Por otro
lado, era evidente que su salud decaía con rapidez, e incluso que algunos fragmentos
de su narración se detenían ante recuerdos incompletos, inmersos en un lento proceso
de desvanecimiento en el tiempo. Meses después, en momentos en que estaba de
regreso en Barcelona, una comunicación me avisó del fallecimiento de Alejandro, el 24
de julio de 2014.

3.1.2. Entrevistas en Chicauma

Después de la reformulación del Proyecto VOP y la aceptación del plan de investigación,


en 2016, dimos inicio a la tercera fase del estudio y con ella el desarrollo de las etapas
tres y cuatro del trabajo de campo en las localidades de Santiago, Lampa y,
principalmente, en Chicauma. El marco contextual del acceso al campo y características

102
del sector se desarrolla en el capítulo siete, que expone la información recabada en este
trabajo. En los párrafos siguientes se identifican los sujetos entrevistados en estas
etapas, así como algunas circunstancias y decisiones que fueron adoptadas en su
avance.

A partir del segundo mes de la tercera etapa del trabajo de campo (octubre de 2017), las
jornadas exploratorias en Chicauma fueron complementadas con el ofrecimiento, que
acepté, de prestar apoyo en terreno para la ejecución de un proyecto estatal de nombre
Programa Acción en Familia, financiado por el Ministerio de Desarrollo Social a través
del Fondo de Solidaridad e Inversión Social (FOSIS) y dirigido por una ONG en la que
trabajaba un colega asistente social. El proyecto se desarrollaría en las tres comunas de
la Provincia de Chacabuco (Colina, Tiltil y Lampa); y consistía en la entrega de asistencia
psicosocial a pobladores para propender a la resolución de problemáticas familiares. En
la práctica, las municipalidades enviabas listados con nombres de representantes de
familias previamente inscritos en la sección respectiva, que parte del equipo de trabajo
(compuesto por tres profesionales de las ciencias sociales) debía visitar, para, al cabo
de un par de meses, seleccionar a casi el 75% de los entrevistados de acuerdo a criterios
que reflejaran la necesidad de participar en el proyecto. Luego, las visitas domiciliarias
se harían una vez al mes, aproximadamente, concentradas en la aplicación de un
cuestionario semiestructurado que, en dos folios, registraría datos socioeconómicos,
demográficos y, vía preguntas abiertas, mediría el estado de la convivencia familiar. Para
finalizar, a los cuatro meses de la selección, el proyecto prometía a cada familia la
compra de algún producto de mercado que ayudara a superar la problemática familiar,
por el valor de 150 mil pesos chilenos49. Esto último, según apreciación personal, para
las familias se convertía en lo más esperado del proyecto.

Este escenario se fue descubriendo a medida que se sucedían las reuniones de


coordinación con los demás integrantes del equipo ejecutor del proyecto, por lo que, en
alguno de los momentos iniciales, en los que acepté integrarme, solicité hacerme cargo
de las visitas domiciliarias en Lampa. Era un trabajo de medio tiempo que, bien
planificado, podía completar sus requerimientos semanales en solo dos jornadas, incluso
una y media. Lo interesante es que prometía tener acceso rápido y directo a información
municipal, de Lampa en general y del sector de Chicauma en particular, y facilitar la
identificación de potenciales informantes para el Proyecto VOP, sobre todo al considerar
que otras vías no habían funcionado (consultas entre amigos y conocidos que tuvieran
algún contacto entre las organizaciones vecinales y/o políticas de izquierda en la
comuna). Además, proyectaba que podría facilitarme el acceso a información más

49 De acuerdo al cambio actual un peso chileno ($) se cotiza a 0,001256 euros (€), por lo que $150.000
equivale a 188,4€. (Fuente: Banco Central de Chile. Recuperado de:
https://si3.bcentral.cl/Bdemovil/BDE/IndicadoresDiarios [con acceso el 10/01/2019]).

103
restringida, como por ejemplo la base de datos poblacional de los programas sociales en
ejecución (que de forma habitual es la que se encuentra más actualizada, respecto de
los demás departamentos estatales), con la cual identificar a vecinos vivos que pudieran
haber conocido de forma directa el trabajo de la VOP en la comuna.

Pero esta adaptación al plan de investigación, pensado y definido como respuesta


interesada al ofrecimiento laboral, finalmente no resultó acertada. Lo oportuno fue saber
en poco tiempo que la información municipal y aquella que en principio asumí
almacenada en las instancias administrativas superiores, respecto al sector Chicauma,
estaban limitadas por su indisponibilidad pública y por su inexistencia en los temas
catastrales. La base de datos municipal de la población no era detallada ni estaba
actualizada, y los registros detallados de la propiedad raíz para el sector de Chicauma
se revelaron como información ausente o privada en los departamentos estatales
consultados (Servicio de Impuestos Internos –SII– y el Conservador de Bienes Raíces
de Santiago –CBRS–50), aun cuando logramos obtener un mapa que señala los límites
y número de roles de cada propiedad en la web de la Infraestructura de Datos
Geoespaciales de Chile - IDE Chile. (2018)51. Así mismo, constatamos la ausencia de
registros oficiales para las parcelaciones del fundo Chicauma fijadas por las instituciones
estatales a cargo de la Reforma Agraria y el desarrollo rural (Corporación de la Reforma
Agraria –CORA–, y el Instituto de Desarrollo Agropecuario –INDAP–). Tampoco se
encontraron estudios al respecto del ex fundo o del sector. En resumen, Chicauma se
encontraba al medio de una silenciosa laguna de informaciones oficiales y de estudios
académicos. Nada.

Sin embargo, “el hombre es el ser por el cual la nada adviene al mundo” (Sartre, 2011
[1943]: 30). La información debía estar entre las personas, en la memoria colectiva. Aun
cuando el camino abierto en el proyecto estatal no respondió a las expectativas que en
él habíamos fundado, en el marco de ejecución de este descubrimos que, en primer
lugar, casi la totalidad de personas a visitar eran residentes del núcleo urbano, Lampa,
sin vínculos de ningún tipo con el área rural; también, que estas personas integraban
familias nucleares provenientes de suburbios de la capital, llegados a Lampa hacía unos
diez años, en promedio, como parte de la aplicación de políticas habitacionales
gubernamentales de construcción de pisos de bajo coste en áreas periféricas de
Santiago. El resultado era que desconocían mayormente las particularidades locales y,
aún más, la memoria colectiva de los sectores rurales. Es decir, desconocían lo ocurrido
en el ex fundo Chicauma y/o la VOP. En segundo lugar, las visitas domiciliarias

50 Una funcionaria del CBRS me comentó que, en su opinión, la ausencia de información detallada y
actualizada acerca de los límites y dueños de los predios es parte de las razones que explican la ocurrencia
de tomas de terrenos individuales en los sectores rurales de Lampa.
51 Fraccionamiento predial en Chicauma, ver mapa en anexo C.10.

104
determinadas para Chicauma resultaron ser solo dos, pero las direcciones habían sido
mal registradas y verdaderamente no correspondían a ese sector, sino a uno anterior
ubicado en la salida norte del poblado de Lampa, en el tramo donde la ruta G-16 se llama
Isabel Riquelme. Ambas eran familias de segunda generación en la comuna,
desconocían gran parte de los hechos y/o características locales del sector o alguno
asociado a la VOP o a la política actual y eran dirigidas por dos chicas que pidieron no
registrar sus nombres. Las dos tenían en común que sus padres habían llegado a Lampa
mediados a comienzos del 2000, provenientes de sectores poblacionales de Santiago,
atraídos por la compra a bajo precio de casas subsidiadas por el Estado que se revelaron
demasiado pequeñas cuando sus hijas terminaron su ciclo escolar en el liceo público del
pueblo y junto a sus parejas comenzaron con los preparativos para esperar los
nacimientos de sus primeros hijos (los actuales, que tenían recién un año uno, casi dos
el de la otra pareja). Ambas chicas se conocían, tenían 20 y 21 años cuando conversé
con ellas y se dedicaban a cuidar a sus pequeños hijos. Sus parejas, 24 y 26 años,
respectivamente, uno era de Lampa (tercera generación de lampino) y el otro era de un
poblado del sur de Santiago; ambos se desempeñaban como trabajadores agrícolas
temporales en predios agroexportadores de la zona de acuerdo a la actividad que los
requiriera, la que de preferencia era la cosecha de uva en verano. Sus casas construidas
de madera con una superficie de 40 m2 aprox., sobre un trozo de terreno tomado de unos
200 m2 y compartido con otras dos familias en su misma situación52.

En tercer lugar, comprobé algo que sabía desde que acepté colaborar con el proyecto:
presentarse como representante de un proyecto estatal (que ofrece beneficios
materiales) propone la posibilidad de que el investigador sea recibido con disposiciones
alteradas que pudieran repercutir en la fiabilidad de la información obtenida. Es decir,
planteaba una situación que entrañaba el riesgo de estimular representaciones
colaborativas entre los miembros de la familia, y puede que hasta del entorno geográfico
y social, que, en palabras de Goffman (2001 [1959]), condujeran a la invención de una
realidad que satisficiera los objetivos del investigador y aumentara las probabilidades de
“aprobar” para el programa (y llegar a la compra final que ofrecía este), con la
consecuente merma en la credibilidad de los datos obtenidos. Tal y como lo expresa
Guber (2004 [1991]), cuando se refiere a la “Habilidad de un individuo, sus deseos de
agradar al investigador y su tendencia a la magnificación” (Ibidem: 161), al ejemplarizar
la conveniencia de hacer constantes críticas de fuentes, como criterio de ponderación.
Para reducir el impacto a mínimos concluí que en los encuentros exploratorios debía
evitar hacer preguntas iniciales de forma directa acerca de la VOP y explicar que era una
cuestión totalmente ajena al proyecto asistencialista del Estado. Aunque finalmente en
ningún momento me vi en la necesidad de dividir formalmente ambas tareas (programa

52 El tipo de vivienda es el que se observa en la fotografía del anexo G.08.

105
estatal e investigación VOP), puesto que ambas áreas de trabajo no se encontraron.
Pero, de todas formas, decidí incorporar las previsiones antes definidas a la dinámica
general del trabajo de campo. Y, en razón de ellas, pronto concluí que debía finalizar mi
participación en el programa estatal y lanzarme a recorrer el sector de Chicauma y sus
alrededores.

En esta dinámica, hacia el cuarto mes de esta tercera etapa, diciembre de 2017, surgió
un hilo de información en el sector de El Taco, al que una mañana visité para encontrarme
con María, esposa de un hombre que tenía dos tíos que se habían perfilado, de forma
indirecta, como potenciales informantes, y que finalmente resultaron fallidos. La
secuencia de hechos que me llevaron a María puede ser visto como descriptor del ritmo
que tomó el trabajo de campo en el sector. Resultó que, a falta de organizaciones
políticas locales que reivindicaran el discurso o accionar de la VOP en la comuna, o de
agrupaciones sociales que tuvieran presencia activa en el sector de Chicauma, la
identificación de sujetos que manejaran información relevante del tema de investigación
se transformó en una búsqueda diaria. Partió con conversaciones informales con algunos
funcionarios municipales y dirigentes de juntas de vecinos, pero, ante los nulos
resultados, pronto derivó en la decisión de fortalecer el inicio de charlas con aquellas
personas con las que interactuaba en mi cotidiano. Y con ellas logré acceder a alguna
información. Es lo que ocurrió con las circunstancias que habían llevado, ese mediodía
de diciembre, a las puertas del hogar familiar de María, en El Taco de Chicauma.

María era la hija de una señora que atendía una verdulería en la entrada sur del poblado
de Lampa, a la que llegué una tarde en busca de frutas y con la que iniciamos una
conversación que en algún momento derivé al tema de los años ‘70 y Chicauma. Era una
mujer de unos 55 años de edad, pelo negro rizado, con un andar cansado y una mirada
exhausta; casada con un hombre de la misma edad que nunca estuvo presente en las
seis o siete visitas que hice a la verdulería, a comprar fruta y a conversar con la señora.
Ninguno de ellos era de la zona, sino de una población de Santiago de la cual partieron
a Lampa a fines de los años ’90, a instalarse a una vivienda comprada con subsidio
estatal y que terminaron vendiendo para adquirir un terreno de unos 500 m2 en el que
construyeron la casa de madera donde vivían en la actualidad, en la parte de atrás de
una rancha donde funcionaba la verdulería y cuyo frontis daba al Camino Lo Echevers,
entrada sur al poblado. Tenían seis hijos, de los cuales una chica, que había terminado
su período escolar hacía un par de años y que a su vez tenía tres hijos pequeños, vivía
en El Taco casada con un hombre nacido en ese sector, el cual contaba con dos tíos que
vivían allí desde que los años ‘70, de acuerdo a lo que recordaba. La pregunté si su hija
podría presentarme a sus tíos políticos, a lo que respondió afirmativamente. Y agregó,
para que así ‘no anduviera caminando tanto y sin destino fijo’. Hacia el final de la
conversación llamó por teléfono a su hija y le avisó, sin dar posibilidad a una negativa,

106
que ‘el antropólogo’ la visitaría al mediodía día siguiente y que me presentara a sus tíos.
De esta forma, a las 12:00 h de ese día siguiente llegaba a la dirección del hogar de
María después de caminar 90 minutos desde Lampa, y pronto partimos a visitar a sus
tíos. Pero las entrevistas no pudieron realizarse: resultó que era una pareja de avanzada
edad con evidentes signos de estar afectados por alguna patología mental degenerativa,
lo que les impedía hilar algún recuerdo y aun mantener una conversación.

Recuerdo que después de despedirme salí a la calle y busqué una sombra adonde
guarecerme del luminoso sol que evidenciaba el pronto advenimiento del verano, y para
sentarme a registrar algunas notas en mi cuaderno de campo antes de caminar de
regreso a Lampa. La sombra la encontré afuera de una construcción de madera que
resultó ser una capilla católica, pero no tuve igual fortuna con el único bolígrafo que creía
llevar en la mochila. Al parecer se había caído en algún punto de la ruta. María se
despidió indicándome que debía ir a preparar su hogar que su marido regresaba por la
noche, puesto que trabajaba de chofer de camiones y ya llevaba dos semanas de viaje
al norte, pero que debía iniciar otro viaje en dos días más. Habría conversado de más
temas, pero no se podía. No estaba teniendo mucha suerte en las pláticas. Pero mi
fortuna cambió cuando, a los 10 minutos aprox., por el camino lateral emergió una chica
que llevaba un cochecito de bebé que se sorprendió ante mi presencia y aún más con la
expresión de mi rostro que justo en ese momento se debatía entre incredulidad y molestia
por la ausencia del lápiz. Al menos eso fue lo que pensé al quitar la vista de mi mochila,
mirarla y, casi en un acto reflejo, hacerle gestos con mis manos indicándole que
necesitaba algo con que escribir en mi cuaderno. Ella detuvo el carrito del bebé y buscó
entre los bolsillos de su chaqueta, pero no encontró nada. Lo que me comunicó en voz
alta, como preguntándome qué hacía por esos lados y a esa hora (hora de comer y de
esquivar el sol). Y justo ahí, sin acercarme, le conté que venía de una casa vecina pero
que buscaba a alguien que supiera la historia del sector. Sin más. Lo que fue aceptado
con bastante normalidad y, aún más, gentilmente me indicó que la gente mayor en la
zona era escasa en número y un poco reacia a hablar con desconocidos, pero que justo
unos metros más adelante vivía un señor de los primeros que habían llegado al sector;
además, me dijo que iba en la misma dirección, por lo que si quería me acompañaba
hasta allí. Acepté, guardé el cuaderno sin bolígrafo en la mochila y empezamos a
caminar. Y a poco andar me dijo que ya estábamos frente al terreno de la persona en
cuestión.

Guardo en mis recuerdos la imagen de estar de pie bajo una intensa luminosidad solar,
despedirme de la amable transeúnte y guía, mirar el suelo, sorprenderme con el polvo
que cubría mis zapatos, levantar la vista y no encontrar la casa a la que debía llamar. Al
menos la que imaginaba, una al pie del camino y pintada de color verde (aún no sé por
qué tenía esa figura en mis pensamientos, aunque podía ser que asocié la búsqueda

107
con el entorno natural del lugar, o lo que es lo mismo: que para este ser proveniente de
Santiago había primado de forma inconsciente el estereotipo de una ruralidad verde y
frondosa). El caso es que la imagen de una construcción de madera que me pareció una
bodega de artículos agrícolas, a unos 30 m de la entrada al terreno, me sacó del
desconcierto y ahí recién caí en cuenta de que a la derecha de esta especie de bodega
se levantaba una casa de madera de una planta de 50 m 2 aprox., separada de la anterior
por unos 10 m de pasillo de piso de tierra. Y que, en este, entre ambas construcciones,
se hallaba una persona sentada en una silla de ruedas totalmente ajena a mi presencia.
Grité el típico ‘alo’ para llamar su atención, me miró y con sus brazos hizo gestos de que
me acercara. Y lo hice sin demora. Era un hombre que parecía tener unos 65 años de
edad, la silla de ruedas no era automática por lo que sus desplazamientos en ella eran
lentos, llevaba el pelo rizado de color negro, sus facciones eran anchas y su voz gruesa.
Le faltaba las piernas, las que dijo perder en un accidente agrícola hacía ‘tantos años
que ni se acordaba’; sus ropas eran una mezcla de pantalón de mezclilla color azul
desteñido y un chaleco de lana de hebras color café y negro.

Después de presentarme y explicarle el porqué de mi visita a ese sector, iniciamos una


charla que se extendió por alrededor de media hora y en la cual me comentó, entre otras
cuestiones, que había llegado a vivir al sector a finales de 1971. Consideró que la
investigación que realizaba era una muy buena oportunidad para rescatar la historia del
sector, para que la conocieran los jóvenes, a los que veía ajenos a todo su alrededor.
Acordamos que en mis anotaciones y grabaciones le llamara con el nombre de ‘Andrés’,
que no era el suyo pero que así se sentiría más cómodo; también, que le podía hacer
una entrevista en su hogar en dos semanas más, para que así tuviese tiempo de ordenar
sus recuerdos, a petición de él. Con esos apuntes en mi memoria partí a Lampa, esta
vez a bordo de un camión que se detuvo ante mi ‘dedo’ carretero. Y tal y como habíamos
convenido, fui a su hogar al cabo de 15 días, pero ahí me dijo que no se encontraba bien
de salud y que pospusiéramos la entrevista.

No fue recién sino en la cuarta etapa del trabajo de campo que regresé a El Taco, el 20
mayo de 2018. Y fui a visitar a Andrés, ocasión en la que realizamos la primera entrevista.
Llevaba entre mis notas una pauta temática con la cual guiarme para instalar temas y
luego dejar que sus recuerdos emergieran por libre asociación; después de ella, si acaso
concertábamos otra entrevista, prepararía otra guía de temas relevantes53. Finalmente,
a la primera entrevista le siguieron tres más, una por mes, de junio a agosto de 2018,
que dieron cuenta de su relato como campesino de Chicauma arribado al sector en
septiembre de 1971. En cierta forma, conocer su relato me facilitó realizar otras
entrevistas a distintas personas en el sector.

53 Para conocer la guía temática de las sesiones de entrevistas a Andrés, ver anexo B.06.

108
Al día siguiente de la primera sesión de entrevista con Andrés, decidí ir nuevamente a El
Taco. Por dos razones. Una fue para observar si acaso la fecha, 21 de mayo, era motivo
de celebraciones públicas: resulta que en Chile esta jornada es festiva por la
conmemoración estatal de la muerte de un marino elevado a la categoría de ‘héroe
patrio’, de nombre Arturo Prat, en la llamada Guerra del Pacífico (1879-1883), y
generalmente las autoridades y personas adeptas a estas efemérides militares realizan
ceremonias colectivas. La otra razón para ir durante este día a El Taco, era visitar al
residente del que me había hablado Andrés el día anterior. Este me había comentado
que un vecino del sector, que contaba con 70 años de edad aproximada, había tenido
alguna relación con la familia de uno de los vopistas que antes vivía en El Taco y que tal
vez podría interesarse en compartir conmigo sus memorias. Pero también me comentó
que él ya no se relacionaba con este septuagenario vecino, por algún problema particular
que no quiso explicitar, y que no podía presentarnos.

Como anticipaba, me aventuré a ir en su busca, sin invitación ni acuerdo previo. Recorrí


en bicicleta el amplio sector durante toda la tarde y, primera observación, no advertí
ningún tipo de festejo público conmemorativo. La segunda nota fue sorpresiva, estaba
extraviado. Resultó que Andrés me había explicado cómo llegar a la casa de la persona
en cuestión, sobre la base de señas generales que identificaban un eucaliptus frondoso
como punto de referencia. Pero después de largo rato pedaleando bajo un sol abrasador,
identifiqué tres potenciales y boscosos hitos. Y con ello, al cansancio físico se unió la
confusión. Pensé en visitar a Andrés y pedirle que me orientara, pero insistí en el pedaleo
y decidí gritar el ‘alo’ correspondiente en una de las casas que cumplían con las
indicaciones. A la tercera voz salió una persona que resultó ser la hija mayor de aquella
que me había señalado Andrés. Finalmente, no estaba tan perdido como pensaba.

La señora era de estatura mediana y delgada: estimo que medía 1,65 m y pesaba 50 kg
aprox., su tez era blanca, tenía el pelo ondulado y canoso, aunque lo llevaba corto; tenía
ojos oscuros en los que destacaba un brillo incisivo; su voz resultaba una mezcla de
graves y agudos que la hacían agradable de oír, además de una dicción clara que
aceleraba el ritmo cuando se refería a temas que le preocupaban, como cuando hablaba
de la progresiva ausencia de agua en el estero Lampa; lo que reforzaba con suaves
gestos de sus manos finas y pálidas. En todas las visitas realizadas vestía pantalón,
camisa de tela oscura y zapatos negros cubiertos de polvo. Su nombre, acordamos en
llamarla Alejandra. En aquella primera ocasión, y en las que siguieron, conversamos en
la puerta de la reja de acceso a la propiedad, la cual se interponía entre los 70 metros
aprox. que separaban la orilla del camino de la casa familiar. La vivienda era de madera,
una planta que estimé en 80 m² construidos, ubicada al fondo de un terreno de unos 500
m² y que no contaba con más vegetación que un incipiente césped silvestre. Alejandra
nos contó que la casa pertenecía a sus ancianos padres y que momentáneamente vivía

109
con ellos para atender las necesidades de la mala salud que les afectaba. Lo que también
fue razón para que no pudieran atenderme, según indicó, para agregar que ella conocía
algo del sector y que podía responder a mis preguntas. En ese momento y lugar.

Conversamos durante 40 minutos aprox., guiados por una pauta temática que había
preparado la noche anterior y que estaba enfocada en la actualidad social, económica y
política del sector, aunque tratando de estar siempre atento a considerar la preeminencia
de sus recuerdos y propuestas de su interés. Al término de la entrevista acordamos
continuar con otra sesión en dos semanas más. Finalmente, realizamos tres entrevistas
en los meses de mayo y junio de 2018. El método elegido para las sesiones fue el mismo
que había utilizado en la sesión anterior y que practicaba con Andrés, es decir, una
combinación de entrevista en profundidad y libre asociación (Guber, 2004 [1991]: 139),
es decir, una guía con temas a proponer para luego dejar que los temas y conceptos
navegaran por sus recuerdos, cotidianos y proyecciones54. Lamentablemente, todas las
sesiones de entrevistas se realizaron en el lugar de la primera, en el frontis de la casa
familiar y a media tarde, cuando el sol comenzaba a bajar y refrescaba un poco la brisa,
porque, decía, no quería incomodarme con la presencia de sus ancianos padres. Hasta
el final de la última reunión mantuvimos un contacto cordial y agradable, pero las
conversaciones volvían sobre los mismos temas y la saturación se hacía evidente, así
que di por finalizadas las sesiones de entrevistas.

La misma metodología utilizada en las sesiones de entrevistas señaladas en el párrafo


anterior, fue empleada con cuatro habitantes de la comuna de Lampa con las que me
reuní ocasionalmente de forma individual de diciembre de 2017 a septiembre de 2018 y
que optaron por registrar sus nombres reales: Jeannette Garcés, Cecilia Contreras,
Jazmín Navarro, y Nilda Vergara. A ellas las conocí mientras trabajé en el proyecto
estatal y cada vez que me veían por los caminos de la comuna ofrecían llevarme en los
coches en los que habitualmente se desplazaban por esta. Puedo decir que tejimos una
amistad de vecinos que se expresaba en esporádicas conversaciones individuales en las
que compartían sus reflexiones vitales y sobre todo oían atentamente mis cavilaciones
respecto a cuestiones de la comuna que llamaban mi atención, como por ejemplo la
construcción de nuevas villas de viviendas sociales en el poblado de Lampa, y otras
referidas a la historia de la zona y de Chile en general; al punto de motivar la extensión
de los diálogos más allá de los breves momentos en los que me adelantaban en el
camino, hasta convertirse en sesiones de entrevistas grabadas ocurridas en diciembre
de 2017, para la primera, y junio de 2018 para las siguientes, de aprox. 50 minutos de
duración cada una55. Después de ellas, las charlas fueron informales.

54 Para conocer la guía temática de las sesiones de entrevistas a Alejandra, ver anexo B.07.
55 Para estas entrevistas fue utilizada la pauta genérica de entrevistas, anexo B.05.

110
Jeannette Garcés es una emigrada de la localidad rural de Bollenar, distante 75 km al
suroeste de Lampa; nacida en 1988, casada, dos hijos, de tres y un año; ella se dedica
al cuidado de sus hijos y su pareja a actividades no especializadas en los polígonos
industriales de la zona. Ambos llegaron a la comuna hace seis años a habitar una
vivienda pareada de material sólido (cemento y ladrillos) comprada con subsidio estatal,
de unos 65 m² de superficie total repartidos en dos plantas y sobre un terreno de 120 m²
aprox.; emplazada en una villa nueva del poblado de Lampa, en la cual todos los vecinos
provienen de zonas alejadas y diferentes, y en la que no se realizan actividades
colectivas que promuevan o faciliten el conocimiento mutuo de los residentes. Señala
Jeannette, que esta situación de desconexión con su entorno social provoca reiterados
problemas de convivencia con su pareja al activar en ella una constante sensación de
depresión, la que pareciera reflejarse en su andar desganado, caída prematura del
cabello, incremento de peso corporal que aparenta reducir su 1.50 m de estatura y
aumentar los pliegues de su sonrosada tez. Por otra parte, Cecilia Contreras cuenta con
46 años (a septiembre de 2018), posee cabello largo liso y oscuro, vivaces ojos negros,
1.55 m de estatura, y contextura media; casada, dos hijos, uno de 11 y otro de 21 años;
residen en el sector rural de Santa Inés, en el noreste de la comuna de Lampa, en una
casa de una planta de unos 75 m², construida de cemento, sobre un terreno de 250 m²
aprox.; la familia se dedica a desarrollar un emprendimiento de siembra y cosecha de
totora, entre otros productos agrícolas de autoconsumo, además de emplearse
ocasionalmente en los polígonos industriales de la comuna en labores no especializadas.
En cuanto a Jazmín Navarro, tiene cumplidos 20 años, lleva cabellos lisos largos y claros,
muestra una mirada risueña, contextura media y tez alba en la que contrastan coloridos
tatuajes en sus extremidades superiores; desde 2016 vive con su pareja, de 25 años, en
la toma de terrenos de la villa Sol de Septiembre, en el margen sur del poblado de Lampa;
ambos desarrollan actividades económicas informales, él como obrero no especializado
en los polígonos industriales de la zona, y ella como ayudanta en un puesto de venta de
flores en el cementerio municipal de Lampa, dirigido por su madre. En septiembre de
2018, se convirtieron en padres de su primer hijo. A su vez, Nilda Vergara, energética
mujer de largos cabellos oscuros y ondulados, locuaz y optimista del futuro, cumplió 48
años a finales de agosto de 2018 y está dedicada a administrar la convivencia familiar y
a llevar adelante un emprendimiento de elaboración de comida casera para su venta
callejera, además de participar en una iglesia evangélica del sector; casada con un
hombre que se desempeña como autónomo en el comercio informal. La pareja tiene tres
hijos, de 29, 19 y 11 años. Habitan una vivienda de 90 m² aprox. construida de madera
y cemento, sobre un terreno de 300 m², ubicada en el sector de Lo Vargas, en la comuna
de Lampa.

El décimo informante fue identificado y contactado gracias a los datos aportados por
Alejandra, en la última sesión de entrevista realizada. En esta, me habló de un lampino

111
exmilitante del MIR que había retornado hacía pocos años del exilio y que en la
actualidad vivía en un sector alejado de Chicauma pero que regentaba una librería en el
sector céntrico del pueblo de Lampa. Ni nombres ni más referencias, solo eso. Y que tal
vez él podría contribuir con más información acerca de las organizaciones de
ultraizquierda operativas en la comuna durante los primeros años de la década ’70 y de
la actualidad política. Chicauma y Lampa, me decidí por iniciar la búsqueda en este
último, trasladar el rastreo a la capital comunal para hacer un inventario de las librerías
y visitarlas. De esta forma, desde mediados de junio recorrí el poblado con esas
coordenadas en mi libreta de apuntes. Registré tres librerías, pero no me animaba a
entrar en ellas y preguntar por un exmirista del que me habían hablado en Chicauma. Se
supone que así no funcionan las identificaciones con base política, al menos no si se
busca entablar un conocimiento mutuo alejado de la desconfianza. Los postulados de
Simmel (2014 [1908]), acerca de los niveles de confianza alcanzaban una importancia
crítica.

Hasta que, debo reconocer, una cadena de casualidades hizo que traspasara las capas
de la distancia y llegara hasta él. Pasó que en una de las jornadas de búsqueda de
librerías en el poblado me encontré con una persona a la que antes conocía pero que no
veía hacía casi dos décadas. Una con la que compartíamos conocimiento común de
luchadores sociales de la década ’90, militantes de organizaciones clandestinas de
izquierda. Y uno de los temas que tocamos en ese reencuentro fue el de la investigación
que me llevaba a estar ahí y el rastreo de librerías en busca del exmirista. Lo que fue
emergiendo de la misma forma en que Simmel planteaba el acceso progresivo a los
niveles de profundidad de un saber, en la progresiva revelación del secreto y el hábito
del silencio (Simmel, 2014 [1908]: 361-362). El caso es que, efectivamente, la confianza
reveló un aspecto de utilidad práctica en ese momento. En la conversación, que ya se
había trasladado a un lugar más discreto, esta persona me confió que conocía al
exmilitante del MIR y que podía hacer de nexo entre él y yo. Fue una grata sorpresa, por
partida doble. Encontrarme con esta persona amiga y tener la posibilidad de acceder al
relato de un exdirigente campesino y exmilitante de una organización clandestina de
izquierda de los años ’70 de la comuna de Lampa y que en la actualidad vivía en
Chicauma.

El nexo me llevó a la librería en cuestión, pero resultó que desde ahí debía comenzar
otra travesía para lograr conocer y entrevistar al potencial informante. Una de indirectos
acuerdos previos. La persona buscada no trabajaba de forma presencial en la tienda,
por lo que tuve que esperar varias semanas antes de que me transmitieran la respuesta
a la solicitud de entrevista. Partí en agosto con las gestiones y recién a mediados de
septiembre llegó la favorable respuesta. Pero había condiciones. Me ofrecía sólo una
entrevista, a realizar en las primeras horas de la mañana de un determinado y pronto

112
día, con la posibilidad de extenderse durante la jornada. Esa era la propuesta, que en el
acto se convirtió en un trato. Además, especificaba que la sesión debía ser en su hogar,
en Chicauma, por lo que me dieron las indicaciones de cómo llegar al lugar el día en
cuestión. En vista de ello, antes del encuentro preparé una pauta temática para conducir
la sesión de entrevista, una guía semiestructurada que contemplaba momentos formales
y también de libre asociación56. El objetivo era que fuese dinámica y que el entrevistado
se sintiera cómodo, puesto que definitivamente no habría tiempo para otros encuentros.
Esto último me lo explicó después, al comienzo de la entrevista, como parte de un
conjunto de decisiones reflexionadas con el tiempo, y que fundamentó en su visión
respecto a la desconexión que observaba en la relación entre la política y las memorias
del sector, entre las personas y sus expresiones políticas y cotidianos sociales, que
aquello le molestaba y que producto de ello prefería no dar entrevistas. Que la que
iniciábamos era una excepción, para él importante.

El 24 de septiembre de 2018 partí de Santiago al hogar de Manuel Maldonado, en


Chicauma. Antes de que amaneciera salí de mi hogar y con los primeros rayos de sol
llegué a Lampa. Del poblado partí al campo, bajo un cielo que auguraba un día de calor
primaveral, sobre una bicicleta que amablemente me habían prestado y guiado por las
coordenadas que el día del acuerdo de entrevista me entregaran escritas en un papel.
Estas se limitaban a un dibujo que señalaba un portón de características específicas y a
su posición respecto a particularidades del entorno geográfico y de la carretera, tales
como una zona arbolada más cercana al Estero lampa, un hito en el camino y una
singularidad de la carretera, y todo después de recorrer una precisa cantidad de
kilómetros. Pero llegué, no sin dejar de sorprenderme por lo exacto del mapa que hasta
allí me había guiado. Grité el acostumbrado ‘alo’ y la persona salió en seguida. Era un
hombre de unos 65 años, 1,70 m de altura, 65 kg de peso, pelo cano semilargo y rizado,
una frente amplia, piel curtida por el sol, vestido con un ancho pantalón de mezclilla color
celeste, chaleco oscuro y zapatos de faena57. Vivía en compañía de su esposa, que en
ese momento no se encontraba en el hogar. Tras sortear la reja de acceso, conocimos
un terreno de 2000 m² aprox. en los que había una casa de una planta aun sin terminar
de construir, de madera y cemento, de unos 70 m². Después de esta, hacia el estero, se
abría un terreno en el que sembraba claveles para su venta, lo que se convertía en fuente
de ingresos al igual que su participación en la librería del poblado de Lampa.

En una jornada de entrevista dividida en dos bloques, que en total sumaron seis horas,
acordamos que registrara su verdadero nombre: Manuel Antonio Maldonado Gatica. En
la sesión nos relató diversos hechos de su vida como hijo de familia campesina y joven
militante del MIR en Lampa, de su detención después del golpe de Estado y de los dos

56 Para conocer la guía temática de la entrevista a Manuel Maldonado, ver anexo B.08.
57 Una fotografía de Manuel Maldonado, ver anexo G.02.

113
fusilamientos a los que sobrevivió58; también, de su experiencia del exilio en Bélgica y
de su retorno a Chile, a los campos lampinos en los que creció y que hoy lo tienen
ocupado en la construcción de su hogar familiar; y finalmente, de sus observaciones y
conclusiones respecto a la actualidad local. En este sentido, de la latencia del recuerdo
de su hermano Víctor Joaquín Maldonado Gatica59, también exmilitante del MIR; y de su
padre, Manuel Segundo Maldonado Miranda60, expresidente del Asentamiento El
Esfuerzo Campesino, ex fundo Santa Inés de Lampa, y exmilitante del Movimiento
Campesino Revolucionario (MCR)61; ambos asesinados por tropas militares el 17 y 20
de septiembre de 1973, respectivamente.

Con Manuel Maldonado se terminaba la identificación y entrevistas a sujetos que


respondieran a los criterios experienciales antes identificados. Hacer reuniones grupales
entre los entrevistados en Chicauma fue una posibilidad que todos rechazaron, aun
cuando fue propuesta a cada uno en diferentes momentos. Aunque se destaca que las
informaciones obtenidas en las entrevistas reseñadas fueron incrementadas con
múltiples conversaciones informales que ocurrieron en las largas caminatas y pedaleos
por los campos de Chicauma. Retomaremos los resultados de estas exploraciones en el
capítulo siete del presente estudio, cuando nos refiramos a Chicauma.

En el aspecto técnico, el registro de audio de las sesiones de entrevistas realizadas


durante la primera etapa del trabajo de campo se hizo con una grabadora SONY modelo
TCM-150, sobre casetes de 90 minutos marca TDK (D90); en las etapas siguientes se
sustituyó por la aplicación para teléfono móvil con sistema operativo Android: Grabadora,
de la empresa Digipom, versión 2.4.5. Los archivos generados por esta última se
registraron en formato MP3 a una velocidad de transferencia de 256 kbit/s, y fueron oídos
con el programa de ordenador VideoLAN versión 4.0.0. Las fotografías se obtuvieron con
la función de cámara de teléfono móvil Motorola Moto G1. Los archivos de libros digitales
en formato PDF fueron revisados con el programa de ordenador SumatraPDF versión
3.1.2 para 64 bits. Los archivos de texto generados y/o procesados utilizaron los
programas informáticos Office (versiones 2003, 2007 y 2010) y LibreOffice (versión 4.8
y 5.2). Los mapas originales se obtuvieron tanto del visor de mapas en línea como de la

58 Para más información, ver: Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. (2010). “Testimonio de
Manuel Antonio Maldonado Gatica”. Recuperado de:
http://www.archivomuseodelamemoria.cl/index.php/228345;isad (con acceso el 15/08/2018).
59 Para más información, ver: Centro de Estudios Miguel Enríquez. (S/f). “Víctor Joaquín”. Recuperado de:
https://www.archivochile.com/Memorial/caidos_mir/M/maldonado_gatica_victor.pdf (con acceso el
22/01/2018).
60 Para más información, ver: Centro de Estudios Miguel Enríquez. (S/f). “Maldonado Miranda, Manuel
Segundo”. Recuperado de:
https://www.archivochile.com/Memorial/caidos_mir/M/maldonado_miranda_manuel.pdf (con acceso el
23/01/201.
61 Para más información de esta organización, ver: Navarrete, Jaime. (2018). “Movimiento Campesino
Revolucionario (Cautín, 1970-1973)”. Santiago: Escaparate.

114
base de datos digital de la Infraestructura de Datos Geoespaciales de Chile-IDE Chile,
se editaron con la aplicación de 64 bits ArcGIS Desktop 10.5 y su información se
complementó por medio del programa de dibujo para ordenador Photoshop CS5
Extended 12.0. La navegación en internet se realizó, de forma preferente, sobre el
navegador Mozilla Firefox (distintas versiones, la última: 64.0). La información digital fue
almacenada y utilizada en ordenadores bajo sistema operativo Windows, en sus
versiones XP y 7.

3.2. Algunas limitantes a la investigación: temáticas, políticas y judiciales

Más allá de las tres fases en las que se desarrolló la investigación, en especial por las
dificultades que marcaron a cada una de ellas, y que en parte hemos comentado en los
capítulos anteriores, el estudio tuvo que hacer frente a algunas cuestiones que muchas
veces se presentaron como eventuales limitaciones. Parto por la relación entre los temas
que aborda la investigación y el contexto político chileno. En efecto, hablar hoy de
clandestinidad, de violencia política, de acción directa revolucionaria, de la VOP, o de
cualquier tema que involucra la posibilidad de develar opiniones políticas personales o
grupales, por lo general provoca reticencias o rechazos hacia el que pregunta. En ese
momento la sombra de una huella omnipresente se levanta y reactiva recuerdos de
violencia dictatorial en contra de las instituciones, cuerpos y representaciones que se
decretaron contrarias a su proyecto estatal. Una sombra que se percibe tanto en las
expresiones manifiestas como en aquellas tenues, advertidas por medio de la
observación. En el ámbito familiar, callejero o académico. Que irrumpe y se instala en la
memoria como un trauma lo hace sobre la vivencia individual, pero con una naturaleza
que trasciende del sujeto y se extiende por el grupo. Como un trauma histórico.

Brave-Heart (2003), en su estudio sobre el consumo de sustancias ilícitas por parte de


los lakota, plantea que el trauma histórico corresponde a una herida psicológica y
emocional que emana de experiencias masivas de trauma grupal, con carácter
acumulativo a lo largo de la vida y transmisible de generación en generación (Ibidem: 7).
Un trauma que actúa sobre personas que comparten una identidad o afiliación grupal
específica, es decir, como experiencia colectiva intergeneracional con carácter histórico
y cultural (Evans-Campbell, 2008). Para el caso de Chile, el trauma de hechos originados
en la dictadura militar que se instalaron en la memoria de las personas y que tuvieron
que aprender a ser vividas en silencio, de forma secreta, aunque en ocasiones supure
las emociones que provoca, también lo hace de forma velada. Recuerdo que cuando
arribé a Catalunya tuve ocasión de ver en la televisión pública varios programas
dedicados al golpe de Estado en Chile y me sorprendí con la exhibición de algunas
secuencias de vídeos del mismo 11 de septiembre. Imágenes que antes no había visto,

115
de la sede del gobierno en llamas y a militares tiroteando en las calles céntricas de
Santiago. Que la televisión chilena nunca mostró. Montero (1987), utiliza el concepto de
trauma político para comprender el impacto que en la sociedad chilena tuvo el golpe de
Estado y la dictadura militar, en particular por la introducción de la amenaza política de
violencia y terrorismo de Estado como factor en el desenvolvimiento de las relaciones
sociales62.

Godelier (1998 [1996]), señala la importancia existencial que para las sociedades
tiene el dominio de aquello que las distingue, bajo la forma de realidades que, a modo
de puntos de anclaje, remiten a un tiempo primordial, a partir del cual “se construyen
y se despliegan las identidades individuales y colectivas” (Ibidem: 285). Pero, como en
toda construcción, intervienen factores que también pueden incluir hechos e
interpretaciones que han afectado a la sociedad o a parte de ella, adjetivados de acuerdo
a ópticas e intereses particulares. Y en ello, los puntos de anclaje que existen en un
determinado momento pueden ser sustituidos, “sea poco a poco, socavándolos
lentamente, o bien de un solo golpe, cercenándolos con brutalidad” (Ibidem: 285-286).
En la brutalidad de un golpe que en Chile dejó una estela de consecuencias diversas,
muchas de ellas, dolorosas. Porque “para el futuro de una sociedad, no resulta
indiferente determinar si las fuerzas destructoras de sus puntos de sujeción han surgido
del interior mismo de los modos de vida y de pensamiento que había fijado, o si, por el
contrario, proceden del exterior, y las han impuesto las presiones, las agresiones
conscientes o involuntarias de sociedades ancladas en otros lugares” (Ibidem: 286). No
resulta indiferente y uno de sus efectos es el trauma, transformado en elocuente testigo
de su origen. El trauma histórico y político como punto de anclaje colectivo, que a su vez
destruyó los puntos de anclaje anteriores. Y dejó una herida psicológica y emocional, de
efectos transgeneracionales y transculturales.

Sobre este punto del recorrido, reconozco el impacto que me provocaron dos obras
que tratan de las luchas clandestinas antifranquistas en Catalunya (Delgado, Padullés
y Horta, 2012; Padullés, 2016). En especial por la naturalidad y, debo decir, por la belleza
lingüística con la que se rescatan relatos de las prácticas de personas que lucharon por
cambiar su presente. Sus lecturas me regresaron a la reflexión acerca del contexto que
envuelve a la elección de temas de investigación, en relación a la facilidad (o dificultad)
para desarrollarla. Cuando se quiere acceder a información que remite a un tiempo en
que hablar de cuestiones con raíz política partidista traía aparejada la posibilidad de
revelar simpatías políticas, que en última (o primera) instancia podían llevar a la muerte.
Pero las lecturas también me dieron luces sobre el esfuerzo que una obra de este tipo

62 Por otro lado, la literatura latinoamericana de psicología política denomina como trauma político a los
relatos que emergen del trabajo clínico o de investigaciones psicosociales y que refieren a situaciones de
violencia, como la tortura y el exilio.

116
requiere para ser concluida, y aportar a la sociedad. En un recorrido donde las
informaciones están, en un sinnúmero de ocasiones, ocultas en memorias que se
mueven en la clandestinidad.

En este contexto, el acceso a la información se vio dificultado en múltiples instancias y


situaciones. En las entrevistas en general (desde las observaciones en determinados
lugares, hasta el tipo, forma y profundidad de las preguntas puntuales a informantes), y
en el acceso a fuentes impresas, como escritos originales de la VOP, y documentales del
ámbito legal. Para las entrevistas y observaciones implicó desplegar máxima atención
en el cómo abordar las temáticas políticas, sin importunar al entrevistado ni dejar de lado
aquello que podía aportar información relevante para el estudio. Sobre ello, lo que resultó
efectivo, aunque no exclusivo, con los entrevistados que sugerían experiencias en
espacios de izquierdas o libertarios, consistía en romper el hielo con alguna anécdota
personal con trasfondo político, o realizar una rápida identificación de probables
conocidos o amistades en común con algún destacado militante de izquierda o afinidades
con este sector político. Aunque esto último era más efectivo en Santiago que en
Chicauma, donde las fuerzas de izquierda o libertaria no destacaba por su presencia. En
lo que respecta a las fuentes impresas, se debe dejar constancia que la naturaleza
clandestina de la VOP, en particular, y de los colaboradores que tuvo en un ámbito político
más amplio, de izquierda y/o libertarios, dificultó el acceso a la documentación original
de esta organización. Digo ‘dificultó’ donde tiene que leerse ‘impidió’, pero siempre queda
abierta la posibilidad de acceder a ella en alguna investigación venidera. Recordemos
que los vopistas tuvieron que eliminar registros ante la persecución policial desatada en
1971. Y luego toda la izquierda, a partir de 1973. Además de los documentos y literatura
destruidos por las fuerzas estatales. Tal como en el 2009 tuve ocasión de vivir. Alejandro
Villarroel, nos cuenta en su relato de la eliminación de registros vopistas:

El día del ajusticiamiento de Pérez Zujovic, el martes 8 de junio del 71, partí temprano
desde Chicauma para Santiago, a la casa en una población donde antes había llegado, a
ver que podíamos hacer, a conocer órdenes, a ver qué opinaban los compañeros, pero no
encontré a nadie. La casa estaba vacía, todos habían salido disparados, dejando
documentos nuestros a la vista. Intuía que la policía no tardaría mucho en llegar hasta la
casa, así me dediqué a quemar todos los papeles que nos identificaban, lo que me tomó
hasta como las dos de la tarde. Mientras por todos lados de la ciudad los pacos andaban
buscando a los vopistas, estaba en esa casa quemando documentos de la organización.
(Alejandro Villarroel, relato de vida, 2014)

117
En Chicauma, la VOP tuvo contacto con las instituciones del gobierno dedicadas a
profundizar la Reforma Agraria, vía departamentos estatales como el Instituto de
Desarrollo Agropecuario (INDAP), en el que, por consiguiente, trabajaban militant es
de la izquierda que, de acuerdo a Alejandro, también eliminaron toda la
documentación que les podía relacionar con este grupo que de pronto se convirtió
en un paria político, del cual no debía haber registros de su existencia:

El INDAP quemó todos los documentos que evidenciaban alguna relación con nosotros. El
pozo profundo que se construiría, no alcanzó a iniciar las obras (recuerdo que cuando me
llevaban detenido para Santiago, el camión inmenso iba para Chicauma). Pero esas cosas
nunca las mencioné ni en el juzgado, porque implicaba a funcionarios altos, directores del
Departamento de Hidráulica del Ministerio que querían colaborar. En esas circunstancias,
no se puede decir ‘mira, me estaba ayudando no sé cuánto’, hay que ser leal con la gente
que te trata de ayudar, no los puedes involucrar. (Alejandro Villarroel, relato de vida, 2014)

Ante estas dificultades en el acceso a fuentes documentales se resolvió utilizar aquellas


disponibles y cuya procedencia ofreciera credibilidad. Por ejemplo, las únicas palabras
impresas de la VOP nos llegan bajo la forma de comunicados públicos, en parte
reproducidos en la prensa de esos años, y por otra parte impresos en fanzines actuales,
como el momentáneo último eslabón de una larga secuencia de publicaciones ilegales
que han salvado la censura y persecución durante casi 50 años, aunque esto dificulta
determinar su punto inicial. Los comunicados públicos de la VOP se reproducen íntegros
en el capítulo cinco, referido a las acciones de esta organización.

Pero hubo un frente de informaciones del que prescindimos, después de largas


reflexiones que se remontan a la segunda fase de la investigación y que hoy ratificamos
con toda seguridad: el frente judicial, es decir, la no inclusión de los archivos judiciales
que registraron la investigación policial que afectó a la VOP, sobre todo después de la
muerte del ex ministro Pérez. Aclaro que esta decisión es en parte obligada y en parte
una elección. La parte obligada es la no disponibilidad de los legajos judiciales sobre el
proceso que fue llevado adelante en contra de la VOP, de acuerdo a la respuesta dada
en las tres consultas realizadas en la Fiscalía Militar de Santiago, en marzo de 2008,
septiembre de 2017 y agosto de 2018. También se realizaron consultas en el Archivo
Judicial de Santiago, institución mandatada por el Artículo 455 del Código Orgánico de
Tribunales para custodiar los documentos de la justicia civil, en febrero y julio de 2018,
con los mismos resultados. Misma respuesta recibida en enero de 2018 por el Colegio
de Abogados de Santiago, institución mandatada por tribunales para representar la

118
defensa legal de algunos vopistas. Frente a este silencio judicial y legal, se optó por
prescindir de esta información.

Lo que da pie para agregar una variable determinada por la dificultad que encierra la
credibilidad de lo que se registra en un proceso judicial cuando el tema es de naturaleza
política y está basado, principalmente, en las pesquisas policiales. Por experiencias en
otros casos, incluidas las investigaciones policiales de las que he sido objeto por mis
ideas, se observa la dificultad que encierra la ‘verdad judicial’ para dejar de ser entendida
como una construcción que encierra la lamentable posibilidad de alejarse de los criterios
de justicia que fundamentan la existencia de la institución dedicada a impartir justicia en
un Estado, en este caso, el de Chile. Vasco (1987), plantea la construcción de la ‘verdad’
en estos términos: “¿Acaso hay en la sociedad una sola verdad? Ya oímos a Malinowski:
fidelidad a nuestra verdad, a la de Occidente, a la de las sociedades que dominan sobre
los indios, a la de las clases que dominan sobre el resto de la sociedad” (Ibidem: párr.18).
El relato de Alejandro Villarroel nos expone su experiencia con la ‘verdad judicial’:

En diciembre de 1971 se nos reconoce la calidad de Presos Políticos al presentar el


gobierno una querella en contra nuestra, por intermedio del Intendente de Santiago, Julio
Stuardo, por transgresión a la Ley de Seguridad Interior del Estado. En este proceso soy
condenado por esa ley a 800 días de prisión. Durante un largo período, los implicados en
este proceso permanecemos sin abogado defensor: nadie acepta defendernos. El primero
que lo hace cobra E° 2.000.000! Con nosotros se comete toda clase de irregularidades,
como el que se nos procesa por un mismo delito en dos tribunales distintos.
[…]
En este período, tuve varios abogados: primero del Servicio de Asistencia Judicial del
Colegio de Abogados, luego, tres particulares, que tampoco logran nada. Posteriormente,
la Fiscalía asignó, por oficio, al Colegio de Abogados la tarea de contestar mi acusación,
trámite que se realizó a fines del año 1975. No hubo respuesta de la Fiscalía. Más adelante,
se me informó que la acusación era nula por no indicar fecha. La última semana de febrero
de 1976 fuimos citados a la Segunda Fiscalía. Allí se nos informó que existe preocupación
por nuestro atrasado proceso. Que está en estudio el desglose del proceso VOP. Algunos
de los implicados irían a Tribunales Comunes y otros quedarían en Fiscalía, pero que esto
tardaría. Al 2 de marzo de 1976, de mi último abogado no supe nada. (Alejandro Villarroel,
relato de vida, 2014)

119
120
4. CONTEXTUALIZACIÓN HISTÓRICA: EL CHILE DEL SIGLO XX

Adentrarnos en las memorias que refieren a la Vanguardia Organizada del Pueblo nos
planteó el reto de examinar el contexto sociopolítico local en el cual esta organización
fue constituida, con el propósito de identificar los principales hechos y procesos ocurridos
en Chile durante las primeras siete décadas del siglo veinte y que impactaron en los
movimientos populares chilenos del período. En esta tarea acudimos a la historia, en
tanto recopilación de hechos que ocupan la memoria de las personas de acuerdo a
necesidades particulares (Halbwachs, 2004 [1950]: 80), que nos permite ampliar el
acceso a la información y a la vez abrir la posibilidad de realizar comparaciones, como
sostiene Llobera (1999): “La historia permet que els científics socials puguin ampliar
considerablement el ventall de comparacions” (Ibidem: 4); más específicamente, a las
obras de historiadores que han realizado descripciones y reconstrucciones analíticas de
algunos hechos acaecidos en el espacio temporal seleccionado, tanto desde la óptica
del observador distante como del que ha formado parte de ellos63.

En el presente capítulo realizaremos un trazado por la historia y memoria chilena en un


contexto temporal que nos propuso fijar una base de inicio y otro de llegada. Este último
se decidió bajo una doble consideración, en el triunfo electoral en 1970 del candidato de
la coalición electoral Unidad Popular, Salvador Allende Gossens; y al ser este año el año
de consolidación de la operatividad violenta de la VOP, tema del que hablaremos en el
capítulo siguiente. Por el otro extremo, determinamos el 1900 como base de inicio porque
comúnmente la historiografía identifica el comienzo del siglo en Chile con el arranque de
un ciclo de huelgas de trabajadores de la industria salitrera que marcará el acontecer de
los movimientos populares del siglo. En resumen, a lo largo del capítulo expondremos
una selección de antecedentes con los que evocar las corrientes de pensamiento

63 En este sentido, en la bibliografía seleccionada destacamos los trabajos de los historiadores Luís Vitale,
Gabriel Salazar y Humberto Valenzuela, cuyas obras incorporan experiencias propias originadas tanto en
el campo sindical como en la militancia en organizaciones populares. A modo de ejemplo, en la obra de
Valenzuela, titulada “Historia del movimiento obrero chileno” (2011 [1979]), nos encontramos ante un relato
abundante en detalles acerca de la constitución de organizaciones anteriores a 1970, ubicadas en el
espectro político a la izquierda de la izquierda, de las cuales el autor en alguna militó. Esta obra la redactó
en 1972 y se publicó en 1979, pero en Chile fue prohibida. Una prohibición que tuvo como enemigos a las
redes de colaboración entre interesados en estos temas y a las máquinas fotocopiadoras, entre otras, que
contribuyeron a su circulación por los campos de la clandestinidad. En parte de la presentación de la
primera edición chilena de esta obra, en 2008, el secreto fue revelado: “Para el golpe militar de 1973 al
compañero Valenzuela hubo que sacarlo, urgentemente, fuera del país. Quedando sus escritos
abandonados en hojas de cuaderno sueltas. En los primeros meses del año 1975 se le hicieron llegar a
Argentina. Se alegró tanto y empezó a completarlos… es así como termina su obra. Posteriormente la
envió a Europa para su publicación, a Chile llegaron algunas fotocopias a ciertos compañeros. Desde esa
fecha que los interesados la siguen fotocopiando.” (Guzmán, Joaquín. [2008]. “Historia del Movimiento
Obrero Chileno”. En: web quimantu.cl. Recuperado de: http://www.quimantu.cl/libro/historia-del-
movimiento-obrero-chileno/ [con acceso el 21/10/10]). Sumo un detalle personal: este era un libro bastante
consultado en la universidad donde cursé el grado de antropología, una fotocopia a la cual era imposible
calcular a qué número de generación correspondía, dado lo deslavado de la impresión.

121
colectivo existentes en este pasado temporalmente acotado, y con ello emprender la
construcción de una especie de puente que rehabilite una ‘continuidad interrumpida’
(Ibidem) entre ese pasado y el ‘presente’ de 1970. Uno que en la actualidad ya es
pasado, y del que hablaremos en las estaciones ulteriores de este recorrido investigativo,
pero que observado en conjunto con el iniciado con el siglo XX se nos revela como
extensión y, sobre todo, continuidad de la memoria colectiva encarnada tanto en el relato
de vida de Alejandro Villarroel como en las demás memorias registradas a lo largo del
estudio.

4.1. La sociedad chilena de 1900

“Los dueños de Chile somos nosotros, los dueños del capital y del suelo; lo demás es
masa influenciable y vendible; ella no pesa ni como opinión ni como prestigio” (citado en
Salazar, 1993: 290). Con estas palabras resumía el orden social y político chileno el
militante del Partido Liberal y miembro de una de las familias aristocráticas afianzadas
en el país desde el período colonial, Eduardo Matte Pérez, desde las páginas del diario El
Pueblo, en su edición del 19 de marzo de 1892. Casi seis meses después del final de la
guerra civil que en 1891 enfrentó a facciones oligarcas opuestas y que culminó con la
derrota y muerte, por suicidio, del presidente de la República, José Balmaceda
Fernández. Hecho último que marcó el inicio de lo que la historiografía señala como la
‘República Parlamentaria’ (Biblioteca Nacional de Chile, 2018b), la cual se extiende hasta
que es promulgada la Constitución Política de 1925 y con ella el comienzo de un período
que fue llamado de ‘República Presidencial’ (Ibidem), y que se prolongó hasta el golpe
de Estado de septiembre de 1973.

Las declaraciones del militante liberal ponen de manifiesto algunas cuestiones cuya
atención crítica nos revela una visión general del Chile del siglo XX: la conformación
histórica de lo social como una trama que entrecruza a sujetos con horizontes y, de forma
creciente a largo del siglo, con proyectos sociopolíticos diferenciados (Garcés, 2004); la
concerniente a la historia particular de los movimientos populares, a sus expresiones,
estrategias de organización y demandas (Salazar, 1989 [1985]); y, las maneras en que
estos movimientos se han relacionado con la política (Salazar, 2013 [2011]). También,
desde una perspectiva temporal específica, nos propone abordar determinadas
características de la población que habita en el territorio estatal a principios de siglo,
después de un poco más de 80 años desde la independencia política y fundación del
Estado64.

64 Para más información acerca de los años anteriores a 1900, ver anexo A.01.

122
Con este propósito revisemos la información que para este momento existe. La principal
fuente se encuentra en los datos que arrojaron los resultados del primer Censo de
Población del siglo XX en Chile, realizado el 28 de noviembre de 190765. De acuerdo a
ellos, a mediados de este primer decenio la población total del país asciende a 3.249.279
habitantes (1.624.221 hombres y 1.625.058 mujeres), repartidos de manera desigual
entre las áreas urbanas y rurales, aunque a nivel estatal la que reside en estas últimas
es mayoritaria al alcanzar el 56,67% del total poblacional (en el departamento de
Santiago, que incluye a la capital del mismo nombre, solo el 15,98% corresponde a
población rural; en cambio, en la subdelegación 17ª de Lampa, de un total de 2.074
habitantes lo es el 100%; al igual que en el distrito de Chicauma con sus 538 habitantes
censados). También, que la tasa de natalidad alcanza el 39,23% al año por cada mil
personas (5,12% promedio de hijos por mujer), y la tasa de mortalidad anota el 30%
anual (INE, 1907). Por otro lado, las cifras muestran que el analfabetismo alcanza al 60%
de la población total, y que presenta cifras más bajas en las áreas urbanas que en las
áreas rurales (por ejemplo, en el departamento de Santiago registra el 42,6% y en la
subdelegación 17ª de Lampa el 69,9%). En resumen, en este primer decenio del siglo
XX Chile posee una población mayoritariamente rural y analfabeta, con altas tasas de
mortalidad y natalidad, y que, en 1910, tiene un promedio para la esperanza de vida de
26,4 años (hombres 26,0 y mujeres 26,6 años) (INE, 2018).

Además, como lo reconocía el militante liberal antes citado, esta población no era
socialmente homogénea, sino lo contrario. Garcés (2004), sobre la base de lo dicho por
Debray en la entrevista que este hizo a Salvador Allende en 1971 66, destaca una
observación que aún es válida para la sociedad chilena: la existencia de un clasismo
marcado por diferencias sociales que son señaladas a partir de pertenencias cuyos
significados se expresan en campos sociales como pueden ser los “barrios, modos de
vestir, lenguajes, color de la piel, status, redes, etc.” (Ibidem: 16), y que van más allá de
las diferencias formales hasta llegar a reflejar la conflictividad social derivada del
enfrentamiento entre dos proyectos sociales diferentes. El autor señala que por una parte
se puede identificar a “diversas fracciones de la clase dominante, la oligarquía en el siglo
XIX y la alianza entre la oligarquía y la burguesía en ascenso en el siglo XX, y la clase
obrera, por otra parte” (Ibidem), junto a la presencia de “actores que solían permanecer
en la penumbra, por ejemplo, las clases medias, los campesinos, los indígenas, los
pobres de la ciudad, todos quienes han sido protagonistas fundamentales en la historia
del siglo XX chileno” (Ibidem).

65 Los siguientes datos, entre otros poblacionales y electorales, se encuentran disponibles en los cuadros
anexos E.03, E.04, E.06, E.07 y E8.
66 Para más información acerca de esta entrevista, ver: Debray, Régis. (1971). “The Chilean Revolution”.
New York: Vintage Books.

123
Para el caso de las fracciones de la clase dominante, la guerra civil de 1891 y el nuevo
orden instaurado fueron determinantes. La muerte del jefe del poder ejecutivo, además
de poner término a sus proyectos de interrumpir la monopólica apropiación de los
recursos mineros por parte de capitales extranjeros, significó la revalidación del dominio
que sobre el Estado mantenía desde su fundación la tradicional aristocracia terrateniente
aunque ahora en alianza con una oligarquía comercial que acrecentaba la importancia
de la especulación financiera y de la industria extractora de recursos naturales, y con ello
la propagación de relaciones capitalistas de producción. Recordemos que, en torno a
esta explotación de recursos naturales, incrementada a partir de mediados del siglo XIX,
se habían gestado las primeras estructuras familiares que lograron concentrar fortuna y
dominar la producción; y que dieron forma a “la elegante oligarquía chilena” (Salazar,
2013 [2011]: 54), aunque dependiente política y económicamente de las potencias
europeas y de EEUU. Estos grupos familiares consolidaron su control sobre los
diferentes ámbitos del Estado, es decir, “el poder total y los destinos del país residían en
manos de un conjunto de familias de mentalidad burguesa y aristocrática” (Biblioteca
Nacional de Chile, 2018c: párr.3). Salazar (2013 [2011]), lo retrata de esta forma:

Eliminado el obstáculo [el presidente Balmaceda], la oligarquía se apropió del Estado en


altura y profundidad. Y lo defendió contra cualquiera que se opusiera a ello, sobre todo
contra los trabajadores y los rotos. Solícito, el ejército mercantil masacró a la clase popular
en 1890, 1903, 1905, 1906, 1907, 1919, 1921, 1924... Maniatada, expoliada e impotente,
la clase popular entró en putrefacción progresiva, hundida en la pocilga de los conventillos.
Alcoholizada, prostituida, raquítica, sifilítica, tísica. Y, claro, pronto se rompió el record
mundial de mortalidad infantil67. Y la Hacienda Pública, cargada de sanguijuelas por sus
cuatro costados, sin impuestos directos que la nutrieran, sin recursos en oro (el salitre entró
en crisis), entró en bancarrota en 1922. Y no pudo pagar los sueldos de los profesores, de
los empleados públicos y, sobre todo, de la oficialidad del Ejército... (Ibidem: 56)

El sector dominante tuvo como contrapartida a una mayoría poblacional identificada con
tradiciones sociales portadoras de discursos y prácticas propias (Garcés, 2004: 16),
muchas veces en pugna con la dominante. Y en ella encontramos a los integrantes de
las culturas originarias que padecían las consecuencias de las ofensivas militares y/o de
promoción estatal a la ocupación de sus territorios en clave colonizadora desde
mediados del siglo XIX, y que significaban el exterminio de unas (ejemplo: selk’nam,

67 En 1919, la tasa de mortalidad alcanzó el 37.5% anual. Para más información acerca de este indicador,
ver: “Chile: Tabla de vida por método de mortalidad óptima” (INE, 2016). Recuperado de:
https://www.cooperativa.cl/noticias/site/artic/20100506/asocfile/20100506231756/demografia.pdf (con
acceso el 28/03/2019).

124
yámanas, chonos y changos) y la asimilación forzada de otras (aymaraes, rapanuis y
mapuches68)69. También a los descendientes de poblaciones nativas antes aculturadas
y de aquellos sojuzgadas desde la era colonial, además de los proletarios que producía
el despliegue del modo de producción capitalista. Es decir, obreros, campesinos, indios,
pobres de la ciudad: “pueblo mestizo (rotos, peones, conventilleros, callamperos,
pobladores, etc.)” (Salazar, 2013 [2011]: 31).

La vida de una mayoría que “en el margen y en exclusión, generó una cultura-sujeto
popular extendida a todo lo largo del país, con variantes de región a región y de una
época a otra, pero henchida siempre de ‘carácter propio’” (Ibidem: 123). Y que se reunía
en una especie de interfaz de confluencia alejada de las instancias de discusión y
determinaciones estatales, un espacio referencial de encuentros y reconocimientos
mutuos en el que se conformó una “ciudadanía del margen” (Ibidem: 73), creadora de lo
que es definido como una “temible cultura rebelde del rotaje chileno” (Ibidem: 31). Sujetos
que desde finales del siglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX rechazaron las
primeras formas de proletarización y luego las nuevas formas de explotación,
““alzándose en la faena”, emigrando, trasgrediendo los métodos de control semiesclavos,
semicoloniales, todo lo cual contribuyó al desarrollo de esa imagen (y de esa identidad
en parte externa, en parte asumida) del “roto alzado”” (Salazar y Pinto, 1999: 146, citado
en Garcés, 2004: 18-19).

Con también se fue afianzando la organización de estos sujetos populares en torno a las
manifestaciones e influencias del nacimiento movimiento obrero. En la imbricación sobre
esquemas organizacionales que traspasaron los marcos laborales particulares para
denunciar de forma pública las pésimas condiciones materiales de existencia de la
mayoría de la sociedad y reclamar reivindicaciones gremiales que resultaban de
trascendencia social, apoyados en la práctica del apoyo mutuo y la protesta. Y que dieron
inicio a lo que la historiografía llamó la ‘cuestión social’, una categoría europea con la
que se identificó ‘el problema’ de la emergencia de la protesta social, el ‘problema obrero’
(Garcés, 2004: 17).

68 En el Censo de 1907 la población indígena, mapuche, fue contabilizada de forma diferenciada y registró
la cifra de 101.118 habitantes repartidos en la zona sur del país. (Fuente, INE, 1907).
69 Así como la implementación de mecanismos de resistencias, alianzas y resignificaciones indígenas.
Para más información, ver: Bengoa, José. (2007). “La Emergencia Indígena en América Latina”. Santiago
de Chile: FCE; Bengoa, José. (2009). “¿Una segunda etapa de la Emergencia Indígena en América
Latina?” Cuadernos de Antropología Social, (29), 7-22.

125
4.2. Movimientos populares y política. Organización, huelga y negociación

Desde esta perspectiva señalamos la relación entre la historia social chilena y la política,
entre los movimientos populares y sociales y su relación compleja y dinámica con la
práctica política; como campos donde se despliegan y entrelazan los modos de ver y
entender lo social y las luchas políticas. Grez (1998), lo plantea así:

En un país como Chile, en el que el Estado nacional se consolidó de manera relativamente


rápida y donde la hegemonía de la oligarquía se tradujo con similar celeridad en la adopción
de un sistema político, al menos formalmente "europeo" (partidos ideológicos, parlamento,
debilidad o ausencia de caudillismo militar, etc.), la historia del movimiento popular es
necesariamente política o, mejor dicho, esta historia está fuertemente marcada por los
vaivenes de las luchas políticas. (Ibidem: 46)

En efecto, los orígenes de los movimientos populares de carácter reivindicativo se funden


con discursos en las arenas de las luchas políticas. Un ejemplo de ello se encuentra en
los albores del proceso independentista70, en 1811, cuando el diputado por Concepción,
Antonio Orihucia, distribuye “a los vecinos de la ciudad, y en seguida a los miembros del
Congreso una violenta proclama, en la cual declamaba contra los aristócratas y
aconsejaba su exterminio” (Amunátegui, 1946: 6, citado en Vitale, 1967: 12), una
denuncia contra las desigualdades sociales y el entramado político, económico y social
que lo sustenta, y una arenga para poner fin a la situación por medio del reclamo y la
acción:

Pueblo de Chile: mucho tiempo hace que se abusa de vuestro nombre para fabricar vuestra
desdicha (...) El infame instrumento de esta servidumbre que os ha oprimido largo tiempo
es el dilatado rango de nobles, empleados y títulos que sostienen el lujo con vuestro sudor
y se alimentan de vuestra sangre (...) El remedio es violento pero necesario (...) Con
vosotros hablo, infelices, los que formais el bajo pueblo. Atended: Mientras vosotros sudáis
en vuestros talleres; mientras gastáis vuestro sudor y fuerzas sobre el arado; mientras
veláis con el fusil al hombro, al agua, al sol, y a todas las inclemencias del tiempo, esos

70 En 1810 se registraba una población total de 810.807 personas, 87% de habitantes analfabetos “y en,
lo medular, [había] dos grandes grupos sociales: propietarios y moradores; esto es, sin clase media”, se
estima un 95% de pobreza. Los porcentajes de población urbana y rural recién datan de la década sesenta
de ese siglo, y se estiman en 71% y 29% respectivamente. El Censo nacional de 1813 arrojó que el 34,2%
de los trabajadores eran labradores, 32,04% jornaleros, 11,5% criados libres, 7,06% mineros, 6,66%
artesanos, 6,21% esclavos, 2,24% comerciantes, y 0,07% profesores/literatos. (Datos extraídos de:
http://www.economiaynegocios.cl/noticias/noticias.asp?id=505135 [con acceso el 09/05/2019]).

126
señores condes, marqueses y cruzados duermen entre limpias sábanas y en mullidos
colchones, que les proporciona vuestro trabajo; se divierten en juegos y galanteos,
prodigando el dinero que os chupan con diferentes arbitrios, que no ignoráis; y que no
tienen otros cuidados que solicitar, con el fruto de vuestros sudores, mayores empleos y
rentas más pingües, que han de salir de vuestras miserables existencias, sin volveros
siquiera el menor agradecimiento, antes sí desprecio, ultrajes, baldones y opresión.
Despertad, pues, y reclamad vuestros derechos usurpados. Borrad, si es posible, del
número de los vivientes a esos seres malvados que se oponen a vuestra dicha, y levantad
sobre sus ruinas un monumento eterno a la igualdad. (Congreso de Chile, 1811, citado en
Vitale, 1967: 12)

Es en las luchas obreras de comienzos del siglo XX donde se despliegan nuevas


estrategias populares, y donde las principales fueron la huelga, motines populares y la
búsqueda de instancias negociadoras en las cuales poder acordar mejoras de las
condiciones laborales, y por extensión, sociales (Garcés, 2004: 18). Con estos
movimientos de protesta social se inauguró un ciclo delimitado por dos grandes huelgas,
la de trabajadores portuarios de Valparaíso, en 1903, y la de trabajadores del salitre, en
1907 (Ibidem: 17-18). En este ciclo, las negativas patronales a los petitorios obreros
fueron acompañadas, generalmente, por intervenciones del ejército que escribieron
capítulos de un drama que marcó al movimiento social chileno71. En un proceso donde
esas mismas tropas “alimentaron un profundo odio y desprecio por la clase obrera y sus
vanguardias políticas” (Goicovic, 2005: 18). En las huelgas de Valparaíso e Iquique nos
detendremos algunos párrafos.

La huelga de portuarios de Valparaíso de 1903 se inicia con un petitorio de los


trabajadores de las compañías portuarias, de lancheros y aduaneros por mejoras en las
condiciones de trabajo, entre ellas, aumentar el salario, limitar el peso de los bultos y
sacos, extender el tiempo de almuerzo a una hora y acortar la jornada laboral de 12 a
nueve horas. Los dueños ingleses de las empresas lo rechazan y los trabajadores
declaran la huelga el 17 de abril. El 27 de ese mes las compañías navieras contratan
rompehuelgas, escoltados por la policía, pero repelidos por los trabajadores. El primero
de mayo los obreros realizan un mitin y una marcha que termina en medio de incidentes
con la policía. El 12 de mayo la policía carga y los trabajadores responden con disturbios
callejeros e incendios en los edificios de la Compañía Sudamericana de Vapores, el
malecón del puerto, algunas oficinas estatales y otras de comercio. Al final de la jornada
arriban tropas militares provenientes de Santiago, las que dejan a más de cien
trabajadores asesinados y mil heridos. El 14 de mayo las compañías acogen algunas

71 Para más información acerca del tema, ver anexo A.03.

127
demandas de los trabajadores (Vitale, 1993). La investigación posterior es dirigida por el
fiscal militar Roberto Silva Renard, y concluye que los soldados acusados habían sido
las víctimas del movimiento obrero (Crónica, 2013: párr.8).

En el norte salitrero, el martes 10 de diciembre de 1907, obreros de la Oficina Salitrera


San Lorenzo declaran una huelga en respuesta al rechazo del petitorio de mínimas
mejoras en las condiciones laborales (aumento de salarios de acuerdo al alza del costo
de la vida; cambio a la par de las fichas con las que se les cancela el jornal; fin a los
abusos de las pulperías –libre ingreso a la oficina de vendedores particulares, colocación
de una balanza y una vara fuera de los locales para controlar pesos y medidas, entre
otros-; medidas de seguridad para las chancadoras -donde se tritura el caliche-, y los
cachuchos -donde se hierve este a altas temperaturas-; cesión gratuita de un local
destinado a escuela nocturna; entre otras demandas) (Ljubetic, 2011). Con la huelga
declarada, en los días siguientes el movimiento se extiende a las demás Oficinas de la
pampa de Tarapacá y otras de la colindante región de Antofagasta (en ese momento, la
región de Tarapacá cuenta con 84 oficinas salitreras donde se desempeñan 43.440
obreros, sumándose a la huelga 37.141 trabajadores de 76 yacimientos [Ibidem:
párr.15]). El 13 los obreros y sus familias marchan rumbo al puerto de Iquique, centro
administrativo de la región. El mismo día ancla en el puerto de Iquique la embarcación
militar Blanco Encalada. El sábado 14 el ministro del Interior telegrafía al intendente
subrogante de Tarapacá, ordenándole: “Si huelga originare desórdenes proceda sin
pérdida de tiempo contra los promotores o instigadores de la huelga; en todos los casos,
debe prestar amparo a personas y propiedades” (Ibidem: párr.20). Por su parte, el alcalde
de Iquique decreta la suspensión de espectáculos públicos y clausura de cantinas.

El domingo 15 las columnas de pampinos comienzan a arribar a Iquique, hasta alcanzar,


en los días siguientes, un total aproximado de 15.000 personas (Ibidem: párr.30). Los
recién llegados son alojados en la Escuela Santa María, en la Plaza Manuel Montt, en el
Hipódromo y otros sitios dispuestos por la solidaridad de las sociedades obreras, los
Veteranos del ‘79, la Gran Unión Marítima y algunos propietarios de hoteles. Por su parte,
los gremios obreros de Iquique se suman al movimiento y se integran al Comité Directivo
de la huelga. El lunes 16 el ministro del Interior telegrafía en dos ocasiones, en el primero
determina: “Para adoptar medidas preventivas, proceda como en estado de sitio. Fuerza
pública debe hacer respetar orden cueste lo que cueste. Esmeralda va en camino y se
alista más tropa” (Ibidem: párr.33); en el segundo, ordena: “Suspenda censores en los
cables. Mantención censores obligaría a cables comunicar censura oficina internacional
Berna, lo que debe evitarse para no producir alarma en el extranjero” (Ibidem, párr.34).
El martes 17, proveniente de Arica, fondea en Iquique una embarcación militar con tropas
del regimiento Rancagua. El miércoles 18 ancla en la bahía el crucero Esmeralda,
cargado con tropas del regimiento de Artillería de Costa, de Valparaíso. Ese mismo día,

128
el ministro del Interior autoriza al Intendente el aumento del número de policías y, en caso
necesario, armar al cuerpo de bomberos. El jueves 19 atraca en Iquique un cuarto barco
de guerra, el crucero Zenteno, que traslada a los encargados de las negociaciones: el
intendente titular de la provincia de Tarapacá y tropas del regimiento O’Higgins.

El viernes 20, a las 14:30 h, los cónsules en Iquique de Argentina, Bolivia y Perú visitan
a sus connacionales alojados en la Escuela Santa María, instándoles a abandonar el
movimiento y salir la Escuela, advirtiendo que, en caso contrario, no podrían responder
por lo que sucediese; pero los obreros responden negándose a salir, y agregando los
trabajadores bolivianos: “Con los chilenos vinimos, con los chilenos morimos” (Ibidem,
párr.64). Este día se conoce en Iquique la noticia del asesinato de ocho trabajadores de
la Oficina Salitrera Buenaventura, a manos de un pelotón militar que les impedía el
avance a Iquique (Ibidem, párr.68). En tanto, en Londres, personeros de la Casa Gibbs,
uno de los principales consorcios involucrados en la industria del salitre y del yodo,
presionan al ministerio de Relaciones Exteriores británico para que envíe buques de
guerra al norte de Chile, para proteger sus intereses comerciales: “[…] queremos
recordarle que existe una numerosa colonia británica en Iquique y que se ha invertido un
capital británico de millones en esa ciudad y en los distritos salitreros de los cuales
Iquique es el puerto principal” (Ibidem, párr.49).

El 21 de diciembre el puerto de Iquique amanece con la declaración de Estado de Sitio


y sus calles patrulladas por soldados y marineros. A las 15:30 h el grueso de huelguistas
es concentrado en la Escuela Santa María y en sus alrededores. La zona es
inmediatamente rodeada por tropas armadas de fusiles y ametralladoras. El general a
cargo ordena abrir fuego. En la Escuela y calles de alrededor quedaron una no precisada
cantidad de muertos y heridos72:

72 La Batalla […] porque batalla se le llamó ese día y aún sigue llamándosela hasta hoy, y como una victoria
guerrera se la celebró en los clubs chileno e inglés, bebiendo abundante champagne por el éxito de la
jornada. Sigan creyendo y propalando los ingleses de Iquique, organizadores de la campaña, que han
muerto a ladrones vulgares refugiados con sus familias en la Escuela Sta. María. Yo me llevo la convicción
de haber asistido al espectáculo más dramático e imponente de energía varonil que es dado presenciar:
había terminado el plazo concedido a los huelguistas para rendirse; se ordenó retirarse a las personas que
aún insistían en aconsejarles sumisión; se mandó preparar armas y apuntar […]
En el balcón central del edificio permanecían de pie, serenos, unos treinta hombres en la plenitud de la
vida, cobijados por una gran bandera chilena, y rodeados de otras de diferentes naciones. Era el Comité
de los huelguistas; eran los cabecillas, los condenados a muerte desde el día antes. Todas las miradas
estaban fijas en ellos, hacia ellos se dirigían todas las bocas de fuego. De pie, serenos, recibieron la
descarga. Como heridos del rayo cayeron todos, y sobre ellos se desplomó la gran bandera. La muerte de
los jefes de la huelga y las banderas blancas y los pañuelos que se agitaban..., nos hicieron creer a los
espectadores imparciales que el acto había terminado, ilusión que duró solo un instante: El fuego graneado
que de todas partes siguió a la descarga cerrada fue tan vivo como el de una gran batalla. Las
ametralladoras (servidas sólo por individuos de tropa) producían un ruido de trueno ensordecedor y
continuado. Hubo un momento de silencio mientras se modificaba el alza de las ametralladoras bajándola
en dirección al vestíbulo y patio del edificio, ocupados por una masa compacta e hirviente de hombres que
rebalsaba a la plaza y de más de cuarenta metros de espesor; y luego el trueno continuó. La fusilería
entretanto disparaba sobre el pueblo asilado en las carpas de la plaza y a los que huían desatentados del

129
(140 muertos según el informe oficial; 195, según el doctor Palacios; 900 según un militar
que recibió los muertos en un primer turno; 2000 según estimaciones de algunos
historiadores; 3600 según una conocida Cantata, Advis y Quilapayún, 1970). Tal vez no
sea posible conocer la cifra real (Garcés, 1991: 212; Devés, 2002). (Garcés, 2004: 18)

Este ciclo de huelgas hunde sus raíces en la etapa anterior, y en ellas nos detendremos
para luego continuar con el desarrollo de la organización gremial, social y política de los
sectores populares y de trabajadores en el siglo XX. Desde la organización de los
artesanos y las actuaciones de una intelectualidad altamente influida por las ideas
socialistas provenientes de Europa, a partir de la medianía del siglo XIX, hasta la
fundación de sociedades de socorros mutuos, sociedades de resistencia,
mancomunales, partidos políticos obreros y movimientos sociales con objetivos
reivindicatorios, en el siglo XX. Y donde el movimiento popular “tendió a moverse en una
doble dirección: “hacia adentro” en el sentido de la organización, la solidaridad, la
educación popular, y “hacia afuera”, en el sentido de la protesta social […]” (Ibidem: 19).

En efecto, es a partir de un sector intelectual altamente influido por los movimientos


revolucionarios que ocurren en Europa que se extienden las ideas de organización
popular con objetivos gremiales, sociales y políticos. En este sentido, Valenzuela (2011
[1979]), refiere que la primera organización de la que se tiene registro, corresponde a la
que constituyó el gremio de artesanos, en 1828, aunque fue pronto aplastado por el
gobierno (Ibidem: 11). Luego, en 1831, los artesanos requirieron del gobierno medidas
de protección para salvaguardar su incipiente industria, las que fueron desestimadas por
las autoridades (Ibidem). Por otro lado, en abril de 1850 es fundada la Sociedad de la
Igualdad por los intelectuales Francisco Bilbao y Santiago Arcos, inspirada en los

centro del combate... Callaron las ametralladoras y los fusiles, para dar lugar a que la infantería penetrase
por las puertas laterales de la Escuela, descargando sus armas sobre los grupos aterrados de hombres y
mujeres que huían en todas direcciones.
La derrota se pronunció en toda la línea (para seguir hablando como aquí lo hacen los partidarios del
inglés), los huelguistas huían despavoridos por las puertas de los cuatro costados del edificio, ganando las
calles por entre las patas de los caballos, arrostrando las lanzadas de los Granaderos encargados de
impedirlo y buscando un asilo en las casas inmediatas.
Cesado el fuego, empezó la emigración o más bien huida en masa de los huelguistas hacia el Hipódromo.
Penosa debió ser la fuga de aquellos derrotados que llevaban consigo a sus mujeres y niños; y en brazos
o a la espalda a muchos de los heridos, que iban marcando su camino con rastros de sangre. Uno de
éstos, que marchaba por sus pies, sintiéndose desfallecer y temiendo ser atropellado por la caballería
encargada de picar a la retaguardia al enemigo, trató de desviar el camino y dando traspiés agónicos, se
apartaba a un lado del camino cuando fue visto por un soldado de caballería, quien, enristrando su lanza
con bandera chilena, corrió hacia él y se la hundió en las espaldas.
Entre el crujir de dientes de los hombres, los sollozos de las mujeres y el llanto de los niños, llegó por fin
aquella gente al lugar de su destino. Luego tomó colocación estratégica el ejército vencedor, asestando a
su frente las temibles ametralladoras. (Palacios, Nicolás. [16 de agosto de 1916]. “’El Mercurio’ defiende
la matanza de Iquique”. Diario La Opinión, Santiago de Chile).

130
postulados de las revoluciones europeas de 1848, pero es liquidada por el gobierno el 7
de noviembre del mismo año; aunque algunos de sus integrantes participan en el
movimiento insurreccional del 20 de abril de 185173. El 18 de septiembre de 1853, en
Santiago, se funda la Sociedad Tipográfica de Socorros Mutuos, dirigida por el peruano
Vicente Laynez. En 1855, en Valparaíso, es creada la Sociedad de artesanos. El 12 de
enero de 1862, también en Santiago, se constituye la Unión de Artesanos de Santiago
(además de otra similar en La Serena).

Al comenzar la última década del siglo XIX las organizaciones obreras declaran una
huelga que resultará un antecedente para el ciclo que se iniciará con la huelga de 1903.
El movimiento obrero se levanta como respuesta al rechazo patronal a los pedidos de
aumentos salariales y el pago de este en moneda de plata en lugar de papel moneda, y
“que se inscribe en la historia social de Chile y de América Latina como la primera huelga
de carácter general” (Vitale, 1993: 140). Arranca el 2 de julio de 1890 entre los lancheros
del puerto de Iquique, luego se extiende a Tarapacá y el 11 de julio se suman los
trabajadores del puerto de Antofagasta, lugar donde 3.000 huelguistas son reprimidos
por tropas del ejército que dejan un indeterminado número de muertos y heridos. El 21
de julio del mismo año declaran la huelga los trabajadores de la Compañía Sudamericana
de Vapores, en Valparaíso, quienes durante tres días ocupan la ciudad con el apoyo de
porteños de los barrios populares. La actuación del ejército en esta ciudad deja 12
muertos y 500 heridos (Bañados, 1894, citado en Ibidem: 59).

Hacia fines del siglo XIX comienzan a ser fundadas Sociedades de Resistencia,
caracterizadas por tener un perfil más político. En octubre de 1897, en Santiago,
Alejandro Escobar Carvallo, Luis Olea y Magno Espinoza, de orientación anarquista,
fundan la Unión Socialista; la cual se mantendrá activa por dos años. En 1898, los
obreros de la Maestranza de los Ferrocarriles de Santiago forman la primera Asociación
en Resistencia del movimiento obrero chileno (Valenzuela, 2011 [1979]: 12). Estos
últimos obreros destacan, entre otros aspectos, “por el atentado contra uno de los jefes,
llevado a cabo por Luis A. Morales” (Ibidem: 13). En 1901 los trabajadores marítimos
fundan la Asociación de Tripulantes de Vapores. Por estos años se organiza la
Federación de Obreros de Imprenta, de orientación anarquista. En 1904 núcleos de
estudiantes universitarios fundan el grupo ‘Libertario’, que luego pasa a llamarse ‘La
Revuelta’. En este período, el carpintero de nacionalidad italiana, Luís Cuadri, funda la
Unión de Resistencia de Carpinteros. En 1906, en Santiago, se constituye la Federación

73 En esta jornada se produjo un movimiento insurreccional en las calles de Santiago, liderado por la
oposición liberal al gobierno conservador del general Manuel Bulnes. Hubo barricadas callejeras en el
centro de la ciudad, pero fueron sofocadas. El movimiento se trasladó a la ciudad de La Serena el 7 de
septiembre del mismo año. Finalmente, la insurrección fue derrotada por tropas del gobierno. (Para más
información, ver: https://www.museovicunamackenna.gob.cl/647/w3-article-25573.html?_noredirect=1
[con acceso el 21/01/2019]).

131
de Oficios Varios. Para el 1900 existen más de 200 organizaciones mutuales (Ibidem:
12), y en 1910 este número crece hasta registrar más de 400 (Biblioteca Nacional de
Chile, 2018d: párr.5).

El 1º de mayo de 1900 los obreros portuarios de Iquique dan vida a la Mancomunal


Obrera, “la primera Central Sindical de los trabajadores chilenos y una de las más
poderosas y combativa” (Valenzuela, 2011 [1979]: 14). Esta organización edita un
periódico que llama Trabajo, y registra 2.300 afiliados al final de 1902, y 6.000 en 1903
(Ibidem). Se organiza en todo el país, hasta alcanzar la ciudad de Punta Arenas, en 1909.
Del 15 al 18 de mayo de 1904 esta organización realiza la Primera Convención Nacional
de Mancomunales Obreras en la ciudad de Santiago, que convoca a 15 organizaciones
con más de 20.000 afiliados, y finaliza con un petitorio que es entregado al presidente
de la República, en el que solicitan: “Abolición de la pena de azote en el Ejército y
Armada; instrucción Primaria Obligatoria; indemnización por los patrones a los
trabajadores en caso de accidente de trabajo” (Ibidem: 15), además del “nombramiento
de inspectores del trabajo que vigilen el cumplimiento de las disposiciones relacionadas
con las faenas industriales e informen de las quejas de los obreros” (Ibidem). A fines de
1913 se da por terminada la organización, en medio de disputas internas.

La manifestación pública de conmemoración del 1º de mayo de 1907 celebrada en las


calles de Santiago registra a más de 30 mil asistentes. Asimismo, para el período 1902
y 1908 se cuentan alrededor de doscientas huelgas a lo largo de todo el país. Después
de 1917 los sindicatos obreros crecen rápidamente, y se contabilizan unas ciento treinta
huelgas entre ese año y 1920 (Biblioteca Nacional de Chile, 2018d: párr.9).

El 16 de septiembre de 1909 se funda la Gran Federación Obrera de Chile, “con fines de


asistencia social y de mejoramiento económico y perfeccionamiento moral e intelectual
de sus Integrantes” (Valenzuela, 2011 [1979]: 22). En la Tercera Convención de esta
organización, celebrada en la ciudad de Concepción, sus objetivos son reorientados
hacia posiciones de lucha revolucionaria (Ibidem). El 25 de diciembre de 1921, aún con
el impacto de las informaciones acerca de la Revolución Rusa, se realiza la Cuarta
Convención, en la ciudad de Rancagua, en la que se acuerda acortar el nombre a
Federación Obrera de Chile (FOCH) y su afiliación a la Internacional Sindical Roja. La
Declaración de Principios nos deja testimonio del principio de lucha contra el sistema
capitalista:

Conquistar la libertad efectiva, económica y moral, política y social de la clase trabajadora,


obreros y empleados de ambos sexos, aboliendo el régimen capitalista con su inaceptable

132
sistema de organización industrial y comercial, que reduce a la esclavitud a la mayoría de
la población.
Abolido el sistema capitalista, será reemplazado por la Federación Obrera de Chile que se
hará cargo de la administración y de sus consecuencias. (FOCH, citado en Valenzuela,
2011 [1979]: 23)

El paso de las organizaciones obreras a posiciones políticas más a la izquierda fue parte
de las estrategias populares para enfrentar la represión del primer ciclo de las luchas del
movimiento obrero, así como la amalgama de las tradiciones organizativas en la
fundación de un partido político propio: el Partido Obrero Socialista (POS) (Garcés, 2004:
18). Esta nueva organización es constituida el 6 de junio de 1912, y “sería un partido de “la
clase obrera” y desde este posicionamiento entraría a la lucha política institucional,
proclamando que buscaba realizar la democracia no sólo en lo político, sino que en lo
económico y lo social” (Barría, 1971: 44, citado en Garcés, 2004: 19). En 1922, el POS
pasa a llamarse Partido Comunista de Chile (PC), adherido a la III Internacional
Comunista. La Declaración de Principios del nuevo partido, anota: “Que para la supresión
de la explotación del hombre por el hombre instaurando en su efecto una sociedad
comunista, es indispensable organizar sus fuerzas, capacitándose para la implantación
de su dictadura en el período de transición” (citado en Valenzuela, 2011 [1979]: 54), y a
modo de resolución declara: “Desenvolverse paralelamente, en perfecta inteligencia con
la organización sindical revolucionaria a fin de constituir un lazo indestructible en la lucha
final contra el capitalismo” (Ibidem). Más tarde, en la década del ’30, se constituirán otros
partidos políticos que reivindicarán las demandas del movimiento popular, como el
Partido Socialista de Chile (PS) y otros a los que llamaremos ‘a la izquierda de la
izquierda’. De ellos hablaremos más adelante.

Sobre este momento destacamos la figura del obrero y dirigente sindical Luís Emilio
Recabarren, fundador del POS y activo impulsor del movimiento obrero y de las luchas
políticas de este por el socialismo. Su participación en la política se inicia como afiliado
al Partido Democrático (PD) en la región salitrera de Antofagasta, el primer partido
político que en parte representa los intereses de los trabajadores (Valenzuela, 2011
[1979]: 54), y del que llega a ser director de su periódico, La Democracia. Este partido
había sido fundado en 1887 por el abogado Malaquías Concha, y desde su origen se
convirtió en el difusor de las ideas del gremio de los artesanos, en el que confluían
comunistas y anarquistas. Parte de su Declaración de Principios decía lo siguiente:

La emancipación social y económica es inseparable de la emancipación política. Por


consiguiente, los obreros, artesanos, empleados y proletarios, y en general todos los

133
hombres que viven de su propio trabajo, que desean mejorar de condición, alcanzar el
bienestar de su familia y hacer práctica la igualdad de derechos que establece la
constitución, tienen el deber de ejercitar su soberanía, so pena de abdicar de su
responsabilidad, renegar de la libertad y someterse a la esclavitud y servidumbre de los
más audaces o de los menos escrupulosos. (PD, citado en Valenzuela, 2011 [1979]: 54-
55)

En 1896, desavenencias originadas en torno a la estrategia política del PD desembocan


en su división; un grupo se organiza en El Centro Social Obrero, dirigido por Alejandro
Escobar, y otro que funda la agrupación Fraternal Obrera, entre los que destacan el poeta
Luis Olea y Magno Espinosa, ambos anarquistas. Al año siguiente, 1897, ambos grupos
se reunifican y organizan la Unión Socialista, que se mantiene en funciones durante dos
años. Por otra parte, un grupo mantuvo la denominación de PD y como tal se integra
como un partido más al parlamentarismo, extinguiéndose en 1941.

El ingreso del movimiento de protesta social a la lucha política institucional se concreta,


justamente, con la experiencia de Luís Emilio Recabarren. En 1906 se convierte en el
primer representante de una organización obrera en obtener un cargo dentro de las
estructuras del Estado, al triunfar su candidatura a diputado por la provincia salitrera de
Tocopilla. Sin embargo, la Cámara de Diputados desconoce el triunfo y ordena repetir las
elecciones; estas se vuelven a realizar y nuevamente son ganadas por Recabarren, pero
finalmente es impedido de asumir el cargo por negarse a jurar por dios. En las elecciones
a diputados de 1915, Recabarren repite la apuesta y postula por Antofagasta, pero es
derrotado. En esa misma ciudad funda el diario El Despertar de los Trabajadores, que
circuló entre 1912 y 1926. En 1917 es elegido presidente de la Federación Obrera de
Chile (FOCH), cargo que desempeña hasta 1921. En 1918 participa en la fundación del
Partido Comunista de Argentina (inicialmente nombrado Partido Socialista Internacional),
e integra su primera Dirección Nacional. En las elecciones parlamentarias de 1921 triunfa
como candidato por Antofagasta y pasa a integrar la Cámara de Diputados. En 1922, ya
con el POS trasformado en el Partido Comunista de Chile, inicia un periplo por la URSS
que lo lleva a participar en encuentros sindicales y partidistas, del que regresa a Chile a
principios de 1923. Al año siguiente declina postular a la reelección como diputado. A
finales de ese año muere por suicidio. El historiador Humberto Valenzuela, relata en su
obra cómo conoció a Recabarren, en 1924:

[…] conocí a Recabarren el año 1917, en el barrio San Pablo de Santiago; era de noche y
Recabarren se aprestaba a hablar en una esquina donde había un almacén; me acuerdo
muy bien que el almacenero le prestó un cajón de velas, sobre el cuál se subió Recabarren.

134
Al término de su discurso expresó: "la burguesía dice que el pueblo es un carnero y yo les
digo que tengan cuidado, que al carnero le están saliendo cachos y el topón va a ser muy
fuerte. (Ibidem: 24)

Tras la muerte de Recabarren, el PC vive un período de fraccionamiento. En 1931, la


facción liderada por Elías Lafferte expulsa del partido a su oposición interna. A partir de
este momento dos PC se disputan la representación oficial de la sección chilena de la
Tercera Internacional. El 19 de marzo de 1933 se realiza el Congreso de Unificación
Comunista, pero no se logra un acuerdo y los opositores a Lafferte constituyen la
Izquierda Comunista, que adhirió a La Liga Comunista Internacional, precursora de la IV
Internacional.

La lucha política de los movimientos de protesta social también contó con sectores
contrarios a la participación en las estructuras del Estado, principalmente en el
movimiento anarquista. El escritor José Santos González Vera, futuro Premio Nacional
de Literatura de Chile (1954), señala en la edición del 10 de marzo de 1919 del periódico
Verba Roja: “Aspiramos, pues, a una organización que contemple el libre desarrollo de
cada personalidad y asegure la igualdad económica de todos los seres humanos […]
Nuestro ideal marcará siempre el ritmo de nuestras acciones” (José Santos González
Vera, citado en Navarro, 2009: 7). Y en agosto del mismo año declama que las
perspectivas de cambios legislativos no significarán un mejoramiento de la situación
social, puesto que la oligarquía gobernante tenía más potestad que la ley: “La voluntad
oligárquica es más poderosa que la ley. La ley sólo es ley cuando el humilde la resiste.
La oligarquía la vence siempre y sus atribuciones y derechos sobre los demás hombres
son tantos como fueron los caballeros feudales” (Ibidem: 9).

Durante este año, 1919, sectores ácratas dan vida a la sección chilena de la Industrial
Workers of the World –IWW- (Trabajadores Industriales del Mundo, en castellano). Esta
organización contó con la afiliación de los gremios de Lancheros, Jornaleros de Cabotaje,
Federación de Tripulantes de Vapores, Federación de Estibadores, Unión de obreros de
Maestranza, Jornaleros de Mar, Gremio de Panificadores, Gremio de Albañiles y
Estucadores, Unión Febril de Ambos Sexos y Federación de Zapateros (Valenzuela, 2011
[1979]: 27). Su primera convención es celebrada el 24 de diciembre de 1919 y en ella se
proclama como una organización revolucionaria, en lucha contra el capital, y reivindica
como herramienta de lucha la huelga, el boicot y el sabotaje. Muñoz (2013), revela que
en 1920 la IWW cuenta con 10 mil miembros; en julio de 1921, luego de la Segunda
Convención Regional, cerca de 13 mil; a fines de 1922, después de un período de
represión, 3 mil; y en 1924 tiene 1.240 afiliados con sus cuotas al día (Ibidem: 268). En
1925 la IWW se divide por diferencias internas, el sector disidente crea la Federación

135
Obrera Regional de Chile, con filiales en Talca, Concepción, Santiago, Valparaíso e
Iquique; aunque la IWW seguirá en funcionamiento.

Al finalizar la segunda década del siglo XX, el movimiento obrero cuenta con experiencia
organizativa y de movilización popular con la que impactar en las luchas políticas y
propiciar reformas legales. Y lo concreta utilizando una estrategia distinta a la del ciclo
de principios de siglo. En esta ocasión pone en práctica una política de alianzas más
amplia, formaliza las demandas y recurre a la manifestación masiva en el centro de la
ciudad. Garcés (2004), lo señala de esta manera: “Lo que no consiguió la represión del
primer ciclo de protestas de principios de siglo, volvió por sus fueros en los años veinte.
La organización obrera se movilizó para enfrentar ahora, en alianza con las clases
medias, la cuestión de la “alimentación obrera”” (Ibidem: 20).

El punto de unión es la Asamblea Obrera de Alimentación Nacional (AOAN), creada en


1918 a instancias de la FOCH, y a la que se integran la Federación de Estudiantes de
Chile (FECH), la Federación de la Clase Media (autodefinida como apolítica), el
Congreso Social Obrero (expresión de los artesanos), el POS, y grupos políticos como
la Agrupación Demócrata de Santiago, el Centro de Propaganda Radical, el Centro
Liberal y la Asamblea de Propaganda Conservadora (Ibidem). El petitorio que elaboran
exige modificar las políticas económicas y es acompañado de convocatorias a realizar
‘marchas del hambre’. Ante ello, las autoridades gubernamentales suspenden
temporalmente el impuesto al ganado argentino (clave para el precio de la carne),
aprueban la creación de almacenes fiscales y la instalación de ferias libres en los barrios,
entre otros resultados (de Diego et al., 2002: 79, citado en Garcés, 2004: 20). La AOAN
se mantiene operativa hasta 1920.

Pero la protesta social no se detuvo con los logros de la AOAN, que se revelan
insuficientes para resolver la coyuntura económica y dar respuestas a las necesidades
de reformar el sistema político y económico. Entre los factores a considerar se
encuentran la progresión de la educación pública, el crecimiento de una clase media al
compás del fortalecimiento del Estado, la falta de canales formales de expresión de esta,
la inexistencia de una legislación laboral que recoja las demandas del movimiento obrero,
y una situación social que no mejora respecto a los años anteriores (y que incluso se
agrava producto de circunstancias que desnudan la generalización de la miseria, como
las epidemias de influenza de 1918-1920 que afectan notoriamente hasta alrededor de
1923 [y que provocan tasas de mortalidad del 33% para estos años, con un pico de
37,5% en 191974). Un escenario al que se añaden nuevos episodios de represión estatal

74 Para más información, ver: “Chile: Tabla de vida por método de mortalidad óptima”. (INE, 2016).
Recuperado de:
https://www.cooperativa.cl/noticias/site/artic/20100506/asocfile/20100506231756/demografia.pdf (con
acceso el 28/03/2019).

136
contra los movimientos populares, tanto desde la vereda legislativa como de la militar.
La primera toma cuerpo con la Ley n.º 3446, Ley de Residencia, promulgada el 12 de
diciembre de 1918; una norma que obliga a todo habitante del país a inscribir un
domicilio, por primera vez, y que en la práctica sirve de excusa para expulsar del país a
obreros extranjeros que forman parte de las organizaciones populares.

Así fueron expulsados por "subversivos y violentistas" varios anarquistas que habían
llegado a Chile a colaborar por la emancipación de la clase obrera, como los españoles
Casimiro Barrios y Manuel Peña, los italianos Lorenzo Logia y Tomasso Peppi y el zapatero
francés Aquiles Lemire, el argentino Ribas y otros. El peruano Julio Rebosio, que había
fundado en Chile el periódico "Verba Roja", se vio obligado a peregrinar por los Andes
hasta llegar a México. De regreso a Chile volvió a publicar "Verba Roja". Detenido y
torturado otra vez, fue defendido por el solidario y generoso abogado y escritor Carlos
Vicuña Fuentes. No obstante, murió flagelado. A su entierro, asistieron miles de obreros.
(Vitale, 1994: 100)

La segunda, la represión militar, ocurre en la casi antártica ciudad portuaria de Punta


Arenas, y es dirigida en contra de un movimiento huelguístico de obreros portuarios, de
estancias ovejeras, instalaciones frigoríficas y oficios asociados organizados en la
Federación Obrera de Magallanes (FOM). Los hechos se suceden de la siguiente forma.
El 30 de diciembre de 1918 una manifestación obrera culmina con un trabajador muerto
y treinta heridos tras la intervención de la policía. El 20 de enero de 1919 los obreros
frigoríficos declaran la huelga en el cercano Puerto Natales. El 22, las partes resuelven
acordar un convenio pero este es incumplido por el administrador de un frigorífico de
Puerto Bories. Al día siguiente se reúnen una comisión de la FOM y el administrador de
la empresa que infringió el acuerdo, pero el encuentro termina abruptamente cuando el
director patronal extrae un arma, dispara sobre el obrero Carlos Viveros y huye en busca
de protección entre los policías presentes, quienes le acogen y asesinan a dos
trabajadores más. Los obreros replican disparando algunos revólveres que portan y
hieren de muerte a un policía. La noticia llega a Natales. Los obreros parten a socorrer a
sus compañeros en Bories, pero los policías les interceptan a tiros en las inmediaciones
de su cuartel. Como respuesta, los obreros de la ciudad avanzan armados sobre el
cuartel policial, rodeándolo e instando a sus atrincherados moradores a rendirse. Se
produce un intercambio de disparos que se prolonga por seis horas. El asedio concluye
con la rendición policial, tras la muerte de cuatro carabineros y tres obreros. A partir de
ese momento, los trabajadores toman el control de la ciudad y proclaman la Comuna de
Puerto Natales. (Arriagada, 2009; Ljubetic, 2003a).

137
El gobierno argentino se inquieta y, temeroso del avance de los insurrectos a la ciudad
de Río Gallegos, anuncia el envío de un buque de guerra. El gobierno chileno hace lo
propio y ocupa la bahía de Natales con embarcaciones cargadas con fuerzas del ejército,
de la marina y un juez, a la vez que ofrece negociar con los líderes insurgentes.
Finalmente, los obreros resuelven entregar el control de la ciudad a la militarizada
comisión negociadora y el juez procede a tomar declaraciones en su barcaza. Pero cada
declarante queda arrestado, incluidos los representantes de la FOM que habían viajado
en la nave del juez. En total, 27 trabajadores son detenidos (Ljubetic, 2003a: 3). El
periódico El Trabajo, de la FOM, escribe el 2 de febrero de 1919: “Las leyes, la justicia,
no han sido hecha para el trabajador, han sido hechas para los burgueses. De manera
que en todos los sumarios que se instruyan para las responsabilidades, el obrero se
llevará la peor parte. ¡Basta ya de pisotear el derecho del pueblo!” (citado en Ibidem). El
15 de febrero fondea en Punta Arenas el buque que carga a los obreros. En la capital
regional se inicia un proceso judicial en su contra que se prolonga por casi diez meses,
en el que finalmente 21 acusados son puestos en libertad y seis condenados a prisión.
El 2 de marzo se publica en el diario El Trabajo: “¿Por qué en el famoso proceso
aparecen culpables nuestros compañeros, no más? ¿Y los asesinos de nuestros
camaradas: Viveros, Espinoza, Therán, Saldivia, Mancilla etc., dónde están detenidos,
esos asesinos?” (citado en Ibidem: 4)75.

En este ambiente, el 21 de julio de 1920 una turba de jóvenes aristócratas saquea e


incendia la sede de la anarquista FECH y el local de la imprenta anarquista Numen en
Santiago, bajo la pasividad de la policía (Grez, 2011). En paralelo, son allanadas las
sedes de la IWW por la policía, las que dicen encontrar, en el local del puerto de
Valparaíso, varios cartuchos de dinamita. Esta información es seguida de detenciones y
el inicio del ‘Proceso a los subversivos’76. Entre estos se encuentra el poeta José Gómez
Rojas, apresado el 25 de julio, torturado, enviado a la Cárcel Pública en calidad de
incomunicado y luego trasladado al manicomio de Santiago, donde muere la mañana del
29 de septiembre del mismo año, cuando contaba con 24 años77. Mientras tanto, en el
juicio a los IWW se establece que los explosivos habían sido colocados por dos
mercenarios contratados por un capitán de la policía, por lo que todos los acusados son
absueltos (Muñoz, 2011: 89-94). El 27 de julio del mismo año el local de la FOM de Punta

75 En el cementerio viejo de Puerto Natales, en la tumba donde están sus restos hay una lápida que lleva
inscrito: “Sucumbieron en la acción por la idea y el pensamiento libre […] Pensamiento y acción es la
divisa”.
76 Para más información del proceso judicial, ver: Araya, Mario. (2007). “El proceso a los subversivos:
persecución, montaje y encierro contra el proletariado anarquista de los años veinte”. Acción Directa, (3),
19-23.
77 Lleva su nombre la plaza ubicada frente a la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, en
Santiago. Hace unos años, un proyecto para instalar en ella una estatua de Juan Pablo II dio inicio a un
debate público que concluyó con el rechazo a dicha iniciativa. (Para más información del tema, ver:
http://www.elsitiodeyungay.cl/index.php/9-sin-categoria/615- [con acceso el 31/01/2019]).

138
Arenas es incendiado por tropas del ejército y grupos de civiles armados mientras en su
interior pernoctan obreros, y donde aquellos “que no murieron quemados e intentaron
ponerse a salvo fueron liquidados a tiros” (Valenzuela, 2011 [1979]: 25) El testimonio del
bombero Félix Herrera, auxiliar de la Segunda Compañía, es elocuente:

[…] como a las 3 y media de la mañana acudimos con el gallo al edificio de la Federación.
Habíamos comenzado a extender las mangueras yo y los bomberos Dadas y Olivares
cuando el teniente Jeremías Campos, revólver en mano, nos prohibió que siguiéramos con
la tarea. A mí me estrelló contra el gallo, diciéndome que si desobedecía me pegaría un
tiro. A Dadas y Olivares los amenazó de igual forma el Subprefecto de Policía, Ignacio
Guzmán, rompiéndole la Cabeza a Olivares con un arma. Después que los agresores se
retiraron volvimos a extender las mangueras, pero, cuando quisimos trabajar vimos que no
había agua, que solo llegó un cuarto de Hora más tarde... cuando el incendio ya había
hecho su obra. (citado en Cárdenas y Vega, 2006: 4)

En medio de este escenario, con un discurso cargado de promesas reivindicatorias para


los obreros, gana las elecciones presidenciales de 1920 el caudillo liberal Arturo
Alessandri. Para este último, “como le indicó a uno de sus ministros, años más tarde,
“había llegado la hora siempre incomprendida por los grandes afortunados […] que no
comprenden que la evolución oportuna es el único remedio eficaz para evitar la
revolución y el desplome” (Poblete, 1945: 20, citado en Garcés, 2004: 20-21). Entre sus
esfuerzos se encuentra la creación de un sindicalismo estatal, a lo que agrega el envío
al parlamento de un Proyecto de Código del Trabajo, en junio de 1921, que hacía algunas
concesiones al movimiento sindical, entre ellas, el reparto de parte de las utilidades de
las industrias entre los trabajadores de los sindicatos legales y la inmovilidad de los
dirigentes sindicales. En la iniciativa legislativa Alessandri argumenta de esta forma la
necesidad de fomentar la sindicalización legal:

Como lo demuestra una experiencia muchas veces secular, las medidas represivas han
resultado siempre impotentes o absolutamente ineficaces. Más aún, han tenido
invariablemente una consecuencia funesta: la de convertir asociaciones políticas, que viven
a la luz del día y sujetas directa o indirectamente a la vigilancia del Estado, en
organizaciones secretas que viven en la sombra y en el misterio, al margen de las leyes
comunes y que tarde o temprano, se hacen conspiradores permanentes en contra del
orden público y social. (citado en Valenzuela, 2011 [1979]: 28)

139
El 11 de septiembre de 1924 los militares dan un golpe de Estado que termina con el
presidente asilado en la embajada de EEUU. El 8 de septiembre de 1924 se promulga la
Ley de Sindicalización legal78. En 1925 se produce otro golpe de Estado, que esta vez
pide el regreso del presidente. Una vez que reasume en el cargo inicia negociaciones
que culminan con la redacción de una nueva constitución política, promulgada el mismo
año. La nueva Constitución revela los contenidos “del “proyecto democrático popular”
chileno, que por una parte recogía viejas tradiciones liberales y artesanales del siglo XIX,
así como las orientaciones socialistas que ganaban terreno entre los obreros
organizados en el inicio del siglo XX” (Garcés, 2004: 21). El texto intenta descomprimir
el ambiente social al incluir las primeras leyes sociales (habla del ‘derecho al trabajo’,
crea mecanismos legales para resolver problemas obrero-patrón, entre otras) y reformó
el sistema electoral79. Sin embargo, estas reformas no tienen el efecto democratizador
ni reorientan el desarrollo económico, que empeora con la crisis capitalista mundial que
tiene como punto crítico la ‘crisis del ’29’.

El país se enfrenta a la necesidad de mejorar las condiciones de vida de la mayoría de


los habitantes, absorbidos por la venta de su fuerza de trabajo en relaciones desiguales
marcadas por altos niveles de explotación. A esto se suma un factor externo: el inicio de
la devaluación del precio del salitre y su menor volumen de venta. La economía entra en
crisis. Se produce el cierre de oficinas salitreras, y con ello una gran cantidad de obreros
desempleados que junto a sus familias se desplazan a las ciudades en busca de trabajo
y vivienda. Miles de obreros cesantes arriban a Valparaíso y Santiago, principalmente,
donde las autoridades no se hacen cargo de su situación. Meller (1996), señala que

78 El Código del Trabajo fue promulgado el 13 de mayo de 1931.


79 El sistema electoral tuvo diversos cambios desde la creación del Estado. En 1818, para tener derecho
a voto ere necesario certificar: “verdadero patriotismo, integridad, talento, desinterés, opinión pública y
buenas costumbres”. La constitución de 1833 estableció el voto censitario. En 1874 se otorgó el derecho
a voto para los ciudadanos que supieran leer y escribir, además de poseer una renta necesaria para ser
inscrito. En 1884 se impuso el voto secreto y se derogaron los requisitos patrimoniales. En 1888 se define
que podían votar “quienes hubieren cumplido 21 años, supieran leer y escribir y estén inscritos en los
registros electorales”. En 1915, el sistema electoral pasó a ser competencia de la Junta Especial de
Contribuyentes, con lo que el universo electoral cambió de 593 mil electores, en 1912, a 184 mil en 1915.
La constitución de 1925 estableció el principio de representación proporcional y el requisito de mayoría
absoluta para las presidenciales (de no producirse, el Congreso Pleno decidía entre las dos primeras
mayorías). En 1934 se otorgó el derecho a voto a la mujer para las elecciones municipales, ampliándose
a las elecciones presidenciales y parlamentarias en 1949. En 1958, se creó la cédula única y numerada.
En 1962 se decretó la obligatoriedad de la inscripción electoral, sin cuya certificación no podían realizarse
trámites como pagar contribuciones, postular a empleos públicos, entre otros. En 1970, se establecieron
los 18 años como edad mínima para votar y se eliminó el requisito de saber leer y escribir. Con el golpe de
Estado de 1973 se suprimieron las inscripciones electorales. A partir de las elecciones de 1989 rige un
sistema que incluye formatos diferentes para elegir los cargos sometidos a elección (voto universal,
mayores de 18 años): la elección del presidente se resuelve por medio de un sistema directo de mayoría
absoluta con segunda vuelta, las elecciones parlamentarias (Congreso bicameral) utilizan un sistema
binominal (cada división electoral –distritos y circunscripciones- posee dos cupos parlamentarios cubiertos
por el candidato más votado de las dos listas mayoritarias, solo pudiendo ser elegidos dos candidatos de
la misma lista si ésta tuviese el doble de votos que los obtenidos por la segunda lista con mayor votación);
las elecciones de alcalde utilizan un sistema mayoritario uninominal sin segunda vuelta; las elecciones a
concejales el sistema electoral de representación proporcional.

140
Chile, que dependía fundamentalmente de sus exportaciones de nitrato de salitre y
cobre, fue el país más golpeado a nivel mundial. Cademartori (1968), agrega:

[…] las exportaciones bajaron en 84% en pocos años. Las reservas metálicas del Banco
Central disminuyeron de 448 millones de pesos oro en 1929 a 166 millones en 1932. Vino
una ola de quiebras y liquidaciones. Disminuyeron las ventas del comercio y la producción
fabril. Se produjo una cesantía como no la había conocido el país en su historia. (Ibidem:
310)

En medio de este escenario de crisis económica, se realizan las elecciones


presidenciales de 1925. Las primeras bajo la nueva Constitución que da inicio al período
‘presidencial’. También las primeras en las cuales los movimientos populares participan
con un candidato propio. Por ello, tanto para esta esta elección presidencial como para
las siguientes, y hasta la realizada en 1970, dedicaremos parte de nuestra atención a las
principales alianzas políticas que levantan candidatos y a los resultados de cada acto
electoral. Con esto no se pretende privilegiar la lucha política institucional en desmedro
del registro de la lucha social que ocurre en el cotidiano de las personas y sus
organizaciones, sino, como anticipábamos en la relación que seguimos entre la lucha
política y la lucha social en Chile, el devenir de la participación popular tanto en las
organizaciones políticas como en las elecciones presidenciales se vuelve relevante para
el estudio al considerar la canalización de las demandas sociales que realizan los
partidos y movimientos de izquierda sumado al progresivo aumento de la votación que
muchas de estas organizaciones van experimentando en cada cita electoral y que
culmina, para nuestra investigación, con el triunfo de su candidato en las elecciones de
1970. En consecuencia, de aquí en adelante se incluirán algunos datos que dan cuenta
de esta participación.

4.3. Organización popular y lucha política electoral. De 1925 a 1970

En las elecciones presidenciales de 1925 solo se presentaron dos candidatos: el activista


José Salas Morales, apoyado por el PC y la Unión Social Republicana de Asalariados de
Chile (alianza electoral formada en octubre de 1925 por organizaciones sindicales,
obreras y sociales; disuelta en 1927); y el militante del Partido Liberal Democrático,
Emiliano Figueroa Larraín, respaldado por su partido y por conservadores y radicales. El
primero obtuvo el 28,40% y el segundo el 71,36% de los votos (Gomien, 1997: 125). El
ganador renuncia a la presidencia en abril de 1927. El cargo es ocupado por el ministro
del Interior, el exmilitar Carlos Ibáñez del Campo, quien convoca a elecciones para fines

141
de mayo del mismo año y donde se presenta como candidato único. En los comicios el
exgeneral obtiene un inédito 96,70% de los sufragios (Ibidem). Ya en su gobierno,
despliega una férrea dictadura con tintes populistas; ilegaliza al PC y crea el cuerpo de
Carabineros de Chile80.

La injerencia de los militares en la escena política marca el endurecimiento de la


persecución contra sindicalistas y partidos obreros y movimientos sociales. En 1927 la
FOCH es objeto de la represión, lo que provoca un receso obligado de sus actividades.
Por su parte, “el anarquismo será duramente reprimido, desarticulado, muchos de sus
activistas serán encarcelados, relegados, fusilados, torturados y exiliados” (Orígenes,
2011: párr.25).

A fines de julio de 1931, en medio de huelgas de estudiantes universitarios y de gremios


profesionales (médicos y profesores, entre otros), el dictador Ibáñez renuncia a su cargo
y huye a Argentina. El militar en fuga trasandina es reemplazado, mediante decreto, por
el militante del Partido Radical (PR) Juan Montero Rodríguez. El 3 de septiembre de
1931 es relevado por el PR Manuel Trucco Franzani, quien gobierna hasta el 15 de
noviembre, cuando repone en la testera estatal a Juan Montero, el que reasume como
presidente electo el 4 de diciembre de ese año. En medio de estos cambios, el 4 de
octubre se realizaron elecciones presidenciales, en las que se enfrentaron el candidato
ganador (63.8% de los votos), contra el liberal Arturo Alessandri Palma (34,6%), y los
militantes PC Elías Lafferte (0,5%) y Manuel Hidalgo Plaza (0,8%) (Gomien, 1997: 126).

Durante octubre vuelven a la actividad política algunos sindicatos, como ocurre con los
grupos de la IWW divididos en 1925. Estos se reúnen en la Convención de octubre de
1931, y dan vida a la Confederación General de Trabajadores (CGT), aunque la IWW
seguirá teniendo presencia autónoma. Mientras tanto, el sindicalismo estatal sufre un
revés al dejar de funcionar la Confederación Republicana de Acción Cívica (CRAC),
fundada en noviembre de 1929, y su sede social, bautizada como La Casa del Pueblo,
ser incendiada por trabajadores: “Después de la caída de Ibáñez, dicha organización se
disolvió como la espuma y su local fue incendiado por los trabajadores” (Ibidem, 29);
aunque al mes siguiente, en noviembre de 1931, fue constituida la Confederación de
Sindicatos Industriales de Santiago, representante del sindicalismo legalista, al igual que
la Federación Nacional Sindical y la Organización del Trabajo de Chile (en marzo de
1934 estas organizaciones se unificarán en la Confederación de Sindicatos Legales).

80 Este instituto armado fue creado al ser fusionadas las policías dependientes de la Dirección General de
Policías (policías fiscales, municipales, regimiento de carabineros del ejército, sección de seguridad, entre
otras), dividiéndola en las secciones de Orden (Carabineros) y de Seguridad (Investigaciones), y
dotándolas de fuero militar.

142
Durante estos agitados meses, las pugnas al interior de las cúpulas de los partidos
políticos se trasladan a las jefaturas militares, y ahí se intensificaron. El 4 de junio de
1932 el general del ejército Arturo Puga Osorio, junto a Eugenio Matte Hurtado (uno de
los futuros fundadores del PS), Marmaduke Grove Vallejo (Comandante en Jefe de la
Fuerza Aérea) y Carlos Dávila Espinoza destituyen al presidente, proclaman la
‘República Socialista’ y establecen una Junta de Gobierno encabezada por Arturo Puga.
Sin embargo, en su interior se desatan diferencias entre dos sectores que Vitale (1994)
llama proimperialista y burgués – antimperialista y antioligárquico (Ibidem: 161), culminan
el 16 del mismo mes con el golpe contrarrevolucionario liderado por Carlos Dávila. Este
es relevado el 13 de septiembre de 1932 por otro golpe de Estado liderado por el general
de ejército Bartolomé Blanche Espejo, quien asume el cargo de Presidente Provisional
de la ‘República Socialista’, hasta el 2 de octubre, cuando renuncia y entrega la jefatura
del gobierno al presidente de la Corte Suprema, el que gobierna como vicepresidente
para convocar a elecciones generales (a realizar el 30 de octubre) y entregar el mando
del Estado al candidato electo, el 24 de diciembre de 1932.

Un mes después de la caída de la ‘República Socialista’ son nuevamente clausurados


los locales de la FOCH y sus dirigentes deportados. Con ello, “se cerraba un "ciclo
histórico (1920-1932) de esperanzas y desilusiones", dice Marcelo Segall en su
"Biografía de la Ficha Salario"” (Vitale, 1994: 161). En las elecciones presidenciales de
ese año se presentan cinco candidaturas, de las que destacan los resultados obtenidos
por Marmaduke Grove (17,7%) y el PC Elías Lafferte (1,2%), pero que fueron ganadas
por el representante de los partidos Liberal y Radical, el expresidente Arturo Alessandri
Palma, con el 54,6% de los votos (Gomien, 1997: 127).

El 19 de abril de 1933 múltiples organizaciones socialistas, entre ellas La Orden


Socialista, La Nueva Acción Pública, el Partido Radical Socialista, El Partido Socialista
Marxista, El Partido Socialista Unificado y El Partido Socialista Internacional, se unifican
para constituir el Partido Socialista (PS). Valenzuela (2011 [1979]), indica que las bases
del nuevo partido eran “la pequeña burguesía y sus militantes obreros se encontraban
en la industria media y de transformación” (Ibidem: 86), pero los últimos aumentaron en
número e importancia con el ingreso de la Izquierda Comunista, escindida del PC en
1933, lo que además dotó al PS de militancia campesina y cuadros directivos, y
contribuyó a su posicionamiento dentro del movimiento obrero. Vitale (1998) destaca que
la existencia de dos sectores en pugna constante, uno socialdemócrata y el otro
revolucionario, que estarían presentes desde el nacimiento del partido, caracterizan la
vida política de este partido (Ibidem: 155).

Por otro parte, los militantes de la Izquierda Comunista que se negaron a ingresar al PS
fundan en 1936 el Partido Obrero Revolucionario (POR), de tendencia trotskista. Dos

143
años después este partido forma parte del Congreso Constituyente de la Cuarta
Internacional, efectuado en Suiza, y pasa a ser la Sección Chilena de esta. El POR se
mantendrá en actividades hasta 1964.

Los días 18 y 19 de septiembre de 1937 la IWW realizó su Sexta Convención Nacional


en Viña del Mar. En la reunión ratificaron sus principios anarquistas y reafirmaron su no
colaboración con otras organizaciones obreras, por lo que fue censurada por la otra
organización libertaria, la CGT, que la criticó de ‘vivir de recuerdos’, aunque no se
excluyeron de colaborar en algunas campañas o en las conmemoraciones del 1º de
Mayo (Muñoz, 2013: 116-117). En la década del cuarenta, de acuerdo a Muñoz (2013),
la IWW había sido desplazada de casi todos sus espacios. “La última noticia que se tiene
de la IWW es la edición en 1951 de una nueva versión de su clásico periódico Acción
Directa” (Ibidem: 117).

Con este hecho nos adelantamos al nuevo ciclo que se abre para las fuerzas sindicales
y de partidos y movimientos sociales con motivo de la elección presidencial de 1938, en
las que resulta triunfador Pedro Aguirre Cerda, con el 50,1% de los sufragios (superando
al candidato de liberales y conservadores, Gustavo Ross Santa María, que obtuvo el
49,2%; y al militar Carlos Ibáñez del Campo, que contó con el 0.0% de las preferencias)
(Gomien, 1997: 127). Y los debates que este hecho inspiró.

El candidato triunfador, Pedro Aguirre Cerda, militaba en el Partido Radical (PR), una
colectividad creada el 27 de diciembre de 1863 a partir de una escisión de militantes
descontentos del Partido Liberal, el apoyo de parte de las familias oligarcas enriquecidas
con el comercio y las actividades relacionadas a la minería, como lo fueron sus
fundadores Manuel Antonio Matta y Pedro León Gallo, y las influencias del movimiento
de jóvenes intelectuales oligarcas seguidores de los ideales de la Revolución Francesa.
En la definición de sus principios resultó fundamental la vinculación de sus militantes con
la masonería y la creación de los primeros cuerpos de bomberos, espacios de
sociabilidad donde se forjó la unidad de sus militantes81. Sus ejes doctrinarios apuntaron
a reformar la Constitución de 1833 (de inspiración conservadora); defensa de las
libertades “de pensamiento, de conciencia, de enseñanza, de reunión, de asociación, de
sufragio, etc.” (Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, s.f.a: párr.34), además de “la
tolerancia, el laicismo, su preocupación por la educación y la situación legal de las
mujeres, y su interés por las clases asalariadas” (Ibidem). El partido se estructuró bajo
un programa y dirección única en la Primera Convención, celebrada el 19 de noviembre
de 1888. A partir de 1891, y hasta 1925, formó parte de uno de los dos conglomerados
electorales que hegemonizaron el control de las instituciones estatales, la Alianza Liberal,

81 Más información acerca del tema, ver: Gazmuri, Cristián. (1999). “El ‘48’ chileno: igualitarios, reformistas
radicales, masones y bomberos”. Santiago: Universitaria.

144
junto al Partido Demócrata y otros grupos liberales (el otro pacto electoral lo constituyó
la Coalición Conservadora, que tuvo como eje al Partido Conservador, y representó los
ideales más tradicionales de la oligarquía en la protección de los intereses del clero y de
los terratenientes). Pero que perdió influencia después de 1925 y el auge de los partidos
obreros, al punto de que en 1931 algunos militantes se retiran y constituyen el Partido
Radical Socialista (activo entre 1931 – 1941), que en 1932 se integra a la Federación de
Izquierda que apoyó la candidatura presidencial de Arturo Alessandri y tras su triunfo
formó parte del gabinete (Biblioteca del Congreso, s.f.a; Vitale, 1998: 177-219).

Para enfrentar la elección de 1938, el 6 de mayo de 1936 se constituye el Frente Popular,


coalición electoral que aglutinó a los partidos Radical, Democrático (activo entre 1932 –
1960, escindido del derechista Partido Demócrata –que tuvo una historia marcada por
sus facciones, reunificaciones y participación ocasional con los gobiernos de turno-),
Radical Socialista, Socialista y Comunista. Para el caso del PC, Garcés (2004) lo expone
de la siguiente forma: “En la segunda mitad de los años treinta, el viraje histórico de los
comunistas, que provino del VII Congreso de la Tercera Internacional (1935), encontró
eco en Chile: cabía unir las fuerzas democráticas frente al avance del fascismo” (Ibidem:
22). Las huelgas ferroviarias del verano de 1936, en las que participaron las diferentes
organizaciones obreras (inclusive la Confederación de Sindicatos Legales), acercaron a
socialistas, radicales y comunistas y provocaron la convocatoria a un Congreso de
Unidad Sindical, con participación de la FOCH, a realizar en diciembre de 1936.

La asamblea sindical finalizó en la constitución de “la segunda central obrera más


importante del siglo XX: la Confederación de Trabajadores de Chile (CTCH) (Garcés y
Milos, 1988: 48, citado en Garcés, 2004: 22), de la que se restó la CGT. Con este hecho
quedaba constituida la unidad del Frente Popular. “Como indicó entonces un delegado
comunista: aceptaban la nueva Central porque reconocía “la lucha de clases” y “a las
masas obreras tenemos que tomarlas tales como son y no como nosotros quisiéramos
que fueran, por lo tanto hay que hacer la unidad de los obreros revolucionarios con los
obreros legalistas” (Garcés, 1985: 175, citado en Garcés, 2004: 22). La CTCH se
mantuvo en funciones hasta 1946, aunque marcada por las pugnas entre los sectores
comunistas y socialistas; y por aceptar el convenio entre el Frente Popular (presidido por
el militante PS, Marmaduque Grove) y la patronal agraria Sociedad Nacional de
Agricultura (SNA) que suspendía durante cinco años la tramitación del proyecto de ley
sobre sindicalización campesina (Valenzuela, 2011 [1979]): 31 y 87), denunciado como
‘una de las más grandes traiciones al pueblo’ por el militante del PS Emilio Zapata (Vitale,
1998: 5).

En total fueron tres las presidencias de militantes del Partido Radical, de los años 1938
a 1952. Estos se caracterizaron por implementar un proyecto de desarrollo capitalista

145
que fue continuado por los gobiernos posteriores, hasta caer en crisis en los años ’60.
Las nuevas políticas económicas buscaron incentivar el despliegue de la industria
nacional para suplir en parte la carencia de productos para el consumo interno derivado
de la crisis económica de fines de la década del ‘20, como textiles, cuero, papel y vidrios,
entre otros. El Estado asumió la tarea de desarrollar la industrialización como eje
estratégico de la economía del país, bajo el concepto de Industrialización por Sustitución
de Importaciones (ISI). La burguesía comercial, que se encontraba estrechamente
vinculada a los consorcios internacionales, se mostró contraria al proceso de
industrialización, sin embargo, la crisis del comercio mundial afectó sus posibilidades de
comercialización y provocó una reorientación de la producción hacia el mercado interno,
aunque continuó dependiendo de abastecimientos importados, es decir, mantuvo una
forma de subordinación al capital extranjero. En suma:

[…] el proceso de sustitución completó la fase de producción de artículos de consumo,


pero, en la forma realizada, aumentó la dependencia de materias primas, maquinarias y
repuestos. La producción de medios de producción no logró hasta ahora desarrollarse
debido a los obstáculos opuestos por los monopolios internacionales que dominan con sus
importaciones en el mercado interno. (Geografía Económica de Chile, 1965: 446, citado
por Cademartori, 1968: 160)

En esta tarea, en 1939 el Estado funda la Corporación de Fomento (CORFO), organismo


que concreta estas políticas y que significan el cambio de modelo de desarrollo, pasando
de uno orientado “hacia afuera” a otro orientado “hacia adentro” (Meller, 1996: 50). De
acuerdo a esta política, el Estado crea las empresas Compañía Acerera del Pacífico
(CAP), en 1946; Empresa Nacional de Petróleo (ENAP), en 1950; Industria Azucarera
Nacional S.A. (IANSA), en 1953; y, Empresa Nacional de Minería (ENAMI), en 1960.
Para los obreros este cambio de política económica significó, fundamentalmente, la
apertura de posibilidades de trabajo estables (Cademartori, 1968: 160-161) y la
ampliación de las capas medias.

Para el proletariado que formaba parte del Frente Popular, las empresas estatales
significaban una oportunidad de impulsar el desarrollo industrial independiente, el
aprovechamiento de los recursos naturales del país, la creación de fuentes de trabajo
estables y atenuar la deformación de la economía por el dominio del capital extranjero.
(Cademartori, 1968: 160)

146
Sin embargo, a pesar del relativo éxito en la industrialización, no se lograron alcanzar los
objetivos finales del modelo, y sólo se logró una industrialización de bajo nivel
tecnológico, producto de la escasez de divisas y de la maquinaria necesaria, que sólo
pudo importarse después de la Segunda Guerra Mundial (Meller, 1968: 53). Por lo que
no se logró sustituir las importaciones relacionadas a los insumos industriales y bienes
de capital. Por otra parte, el apoyo a la industria se hizo sin considerar una adecuada
planificación que potenciara las ventajas comparativas del país, lo que significó la
generación de una estructura diversificada pero poco eficiente (Ibidem: 86). De esta
forma, el modelo implementado permitió que los industriales ampliaran su poder en un
contexto de poca competencia y excesivas ventajas, que propició la formación de
oligopolios y monopolios dirigidos por unas pocas familias que dominaban la economía,
despreocupándose de temas como la inflación, la cual era utilizada para formar capital,
así como la escasa competitividad y baja inversión para aumentar la producción; en
definitiva, una estructura económica que también se le llamó de “Capitalismo Patrimonial”
(Ibidem: 105-108). Esta ineficiencia económica, altamente concentrada en unos pocos
actores y caracterizada por su baja competitividad, comenzó a ser especialmente
criticada en los años ‘60.

En el aspecto político, durante los gobiernos radicales los partidos comunista y socialista
enfrentan debates internos. El PC ratifica su política de alianzas partidistas y de
participación en la vida política electoral en el XII Congreso Nacional, realizado a fines
de 1941; y lo corrobora en el XIII Congreso, efectuado en 1945. El PS, por su parte,
después de protagonizar el acuerdo que suspendió por cinco años la tramitación de la
ley sobre sindicalización campesina (1938) vio el surgimiento de grupos opositores a la
dirección política del Comité Central, en especial dentro de la juventud del partido. La
tendencia opositora moderada fue encabezada por Ricardo Latcham Alfaro, hijo de uno
de los pioneros de la etnografía mapuche, Ricardo Latcham Cartwright. En 1941, el
sector llamado ‘Inconformista’, liderado por César Godoy Urrutia, creó el PS de los
Trabajadores (PST), el que se mantuvo hasta junio de 1944, cuando su militancia decidió
ingresar al PC. Tres años más tarde, en 1944, el antiguo líder de la ‘República Socialista’,
Marmaduque Grove, forma el Partido Socialista Auténtico. En 1946 una nueva división
da lugar al PS de Chile, encabezado por Salvador Allende, y el PS Popular, liderado por
Raúl Ampuero.

La relación de los gobiernos radicales con ambos partidos fue de apoyo inconstante. El
punto de máxima tensión ocurre en 1947, cuando el último presidente radical, Gabriel
González Videla, expulsa del gobierno al PC y el 3 de septiembre de 1948 lo ilegaliza
con la Ley Permanente de la Democracia (conocida popularmente como ‘Ley Maldita’),
que proscribió a sindicatos y partidos políticos obreros. El campo sindical, golpeado y
fraccionado por efecto de esta ley, realiza intentos unitarios en el Comité de Unidad

147
Sindical (CUS), luego con el Movimiento de Unidad Sindical (MUS) y, finalmente, la
Comisión de los 15, donde una Comisión del MUS y las dos CTCH acuerdan realizar un
Congreso de Unidad. En febrero de 1953, este Congreso dio vida a la Central Única de
Trabajadores de Chile (CUT). Parte de su Declaración de Principios establece que “tiene
como finalidad primordial la organización de todos los trabajadores de la ciudad y del
campo sin distinciones de credos políticos, religiosos, nacionalidad, color, sexo o edad
para la lucha contra la explotación del hombre por el hombre, hasta llegar al socialismo
integral” (citado en Valenzuela, 2011 [1979]: 33). En el Primer Congreso Extraordinario,
efectuado en agosto de 1957, es eliminada la parte final de la cita, la que habla de
‘socialismo’, ante presiones de radicales y democristianos (Ibidem). En el Segundo
Congreso, realizado en diciembre de 1959, la Declaración original es sustituida por una
nueva, que en su punto número dos plantea: “La irreductible oposición al sistema
capitalista” (Rodríguez, 2010, párr.5), a la vez que se propone “como objetivos
inaplazables, la Reforma Agraria y la defensa de las riquezas naturales del país como
patrimonio del Estado chileno, y luchará por la recuperación de todas aquellas que han
sido arrebatadas a su control o usufructo” (Ibidem: párr.6).

Mientras tanto, para enfrentar las elecciones presidenciales de 1952, el PC y el PS de


Chile constituyen el Frente del Pueblo, que proclama la candidatura de Salvador Allende.
Por otro lado, el PS Popular apoya al aspirante Carlos Ibáñez del Campo. Este candidato
fue secundado, además, por los partidos Agrario-Laborista, y Femenino de Chile (surgido
en 1946 y activo hasta 1954; liderado por sectores ibañistas y fortalecido por el
otorgamiento del derecho a voto a las mujeres, en 1949), y resultó vencedor con el 46,8%
de los sufragios; con lo que superó a los candidatos Arturo Matte Larraín, representante
de los partidos Liberal y Conservador, que obtuvo el 27.8% de los votos; Pedro Alfonso
Barrios, PR, 19.9%; y Salvador Allende Gossens, 5.4% de las preferencias (Gomien,
1997: 129). El mandatario electo, al no obtener una mayoría absoluta, es ratificado por
el Congreso Pleno.

Durante los dos primeros años el PS Popular dirige los ministerios del Trabajo y Minería
(liderados por Clodomiro Almeyda Medina), pero al cabo de este tiempo le quita su apoyo
al gobierno. Bajo esta administración se promulga la Ley n.º 12927, de Seguridad Interior
del Estado, publicada en el Diario Oficial de Chile el 6 de noviembre de 1958. Al final del
período (1958), se constituye un acuerdo partidista entre democristianos, socialistas,
radicales, agrario-laboristas y nacional-populares (nombre que adoptó el PC bajo este
gobierno) bajo el título de Bloque de Saneamiento Democrático, que deroga la ley que
proscribía al PC desde 1948 y establece el voto impreso único para las elecciones (hasta
ese momento, cada candidato imprimía sus votos, generalmente con marcas particulares
que facilitaban el cohecho).

148
Previo a las elecciones presidenciales de 1958, el PC y los dos grupos socialistas
(Socialista Popular y Socialista de Chile), fundan el Frente de Acción Popular (FRAP), en
1956. En el XVII Congreso General Ordinario del PS, celebrado en Santiago en julio de
1957, se reunifican los dos bandos socialistas. En 1957 el FRAP designa al militante PS
Salvador Allende como candidato a la presidencia de la República. La novedad de estas
elecciones es la presentación de un postulante por parte de una recién fundada
organización política: el Partido Demócrata Cristiano (PDC). Sus raíces se hunden en
escisiones del terrateniente Partido Conservador: en 1935 un grupo de sus militantes se
retira y crea la Falange Nacional; en 1948 se retira otro grupo conservador para dar vida
al Partido Conservador Social Cristiano; en 1952 antiguos militantes del Partido
Conservador forman el Partido Nacional Cristiano. Estos grupos se unifican el 28 de julio
de 1957 para constituir la Democracia Cristiana (Biblioteca del Congreso, s.f.b). En sus
orígenes el PDC dice sostener una propuesta socialcristiana que sigue las ideas de
Jacques Maritain. En su aspecto programático, los estatutos del partido son emitidos en
junio de 1960 en una Junta Nacional en la que se declara como ““una organización
política popular, no confesional, de inspiración cristiana, que por los medios democráticos
lucha por implantar una sociedad comunitaria en la que imperen la libertad y la justicia y
que en el plano internacional promueve la paz y cooperación entre todas las naciones y
la unidad de los pueblos latinoamericanos”” (PDC, 1960: 5, citada en Biblioteca del
Congreso, s.f.b: párr.84). Entre los años 1969 y 1973 este partido será objeto de
escisiones de grupos que fundan partidos de izquierda (Biblioteca del Congreso, s.f.b).

Finalmente, en las elecciones de 1958 resulta vencedor el candidato de los partidos


Liberal y Conservador, Jorge Alessandri Rodríguez, con el 31,2% de los votos
(superando a los candidatos Salvador Allende, que obtuvo el 28,5%; Eduardo Frei
Montalva, DC, el 20,5%; Luís Bosay Leiva, PR, el 15,4%; y Antonio Zamorano,
independiente de izquierda, el 3,3% de sufragios) (Gomien, 1997: 130). Al no alcanzar la
mayoría absoluta es ratificado por el Congreso Pleno, con apoyo del PR.

Bajo esta administración se ahondan las directrices económicas del período iniciado con
los gobiernos radicales. A lo que se agregó el que a partir de 1956 la ofensiva de los
monopolios internacionales en contra de las empresas estatales se hizo notar. Endesa
fue convertida en abastecedora de la Compañía Chilena de Electricidad en condiciones
muy convenientes para esta; ENAP fue obligada a entregar a las compañías particulares,
bencinas y subproductos, además de la administración de los oleoductos y el transporte
marítimo; CAP fue traspasada a accionistas ajenos a su constitución.

Sectores de la burguesía monopolista, junto con elementos allegados a las esferas


gobernantes, se adueñaron en definitiva de las empresas estatales que resultaron

149
lucrativas. Este objetivo se operó mediante el traspaso de las acciones en poder de la
Corporación de Fomento a los socios particulares de esas empresas. (Geografía
Económica de Chile, 1965: 446, citado por Cademartori, 1968: 161)

Grupos privados administran en su beneficio empresas en las que la Corporación de


Fomento posee más del 50% de las acciones. Tal ocurre con las Compañías Minera Cerro
Negro, Sociedad Chilena de Fertilizantes, Compañía Carbonera de Colico Sur, Sociedad
Pesquera Cavancha. Todas éstas, y aun aquellas donde el Estado tiene el 100% o poco
menos, se administran como si fueran empresas capitalistas privadas. Los trabajadores de
esas empresas no tienen ninguna influencia en su política general. (Cademartori, 1968:
161-162)

Los monopolios nacionales, además de poner a su servicio las empresas estatales,


orientaron los recursos de la CORFO y del Banco del Estado (fundado en 1953) al
financiamiento de sus propios negocios. Por citar un ejemplo: entre los monopolios
favorecidos se cuenta la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones, que obtuvo
el aval del Estado para un préstamo de 20 millones de dólares con el cual construyó una
Planta de Celulosa y Papel (Ibidem: 162). En definitiva:

el capitalismo industrial impulsado por el Estado que, en un comienzo, iba enfilado a reducir
el poder del capital extranjero y de los monopolios nacionales, cedió el lugar a una política
de supeditación en interés de los propios monopolios, en instrumento suyo para provecho
de los clanes oligárquicos. (Ibidem)

La oligarquía desempeña el papel principal en la vida económica y son sus intereses los
que se reflejan de manera determinante en la gestión económica y social del Estado. No
obstante lo anterior, la oligarquía no maneja en forma absoluta el aparato estatal, pues
hay que recordar que la oligarquía representada en los partidos Liberal y Conservador,
fue desalojada del poder en 1938 y sólo vino a recuperarlo entre 1958 y 1964 bajo la
presidencia de Jorge Alessandri.

Esta oligarquía no es suficientemente fuerte para gobernar por sí misma y se ve obligada


a efectuar concesiones con la burguesía media, la cual puede así instalar sus
representantes en cargos claves del Estado y participar en los órganos del Poder, en
diversas formas de coalición con la oligarquía. (Ibidem: 223)

150
En la relación económica del Estado con los EEUU, para este último país el desarrollo
del capitalismo industrial del Estado chileno se presentaba como una amenaza. Pero,
tan pronto las clases gobernantes cedieron a las exigencias norteamericanas, Wall Street
comenzó a intervenir activamente en el planteamiento, administración y beneficios de las
nuevas empresas (Ibidem: 162).

Los consorcios estadounidenses lograron convertir la Corporación de Fomento en un


colaborador para el desarrollo de los negocios norteamericanos en el país, financiando
empresas mixtas [de capitales chilenos y norteamericanos] como la RCA Víctor, Industria
Nacional de Neumáticos, Electromat, Empresa Minera Mantos Blancos y muchas otras.
(Ibidem: 163)

La explotación que lleva a cabo el capital norteamericano estuvo protegida con privilegios
legales exclusivos, establecidos en el entonces D.F.L. 258 de 1960 sobre inversión
extranjera. Las principales actividades que interesaron al capital extranjero fueron la
extracción de minerales metálicos, fabricación de papel y productos de papel, pesca,
sustancias y productos químicos. En definitiva, tal y como señaló Cademartori (Ibidem):

El Estado no es un aparato neutral, por encima o al margen de la lucha de clases. Por el


contrario, es un Estado parcial colocado al servicio de las clases dominantes,
particularmente al servicio de la gran burguesía, de los terratenientes y la oligarquía
norteamericana: este tipo de Estado y no otro es que se encuentra en crisis. (Ibidem: 246)

En 1955 comenzó la injerencia norteamericana en la elaboración de los planes de


inversión de los fondos provenientes de los excedentes agrícolas. Poco antes, bajo el
Pacto Militar, había comenzado la intervención en materias de asistencia técnico-militar;
así como en 1951 con los primeros programas de industria agraria. Luego, se pone en
marcha el programa de reconstrucción de las ciudades afectadas por el terremoto y
maremoto de 1960. Al año siguiente, y en plena euforia de la Alianza para el Progreso
(creada por EEUU en 1961), visitó el país la Misión Goodwin-Moscoso y con ella
comenzó la intervención global en la determinación y control por parte de la AID (Agencia
Internacional de Desarrollo, a través del cual EEUU administra y fiscaliza la inversión de
los fondos de la ayuda exterior) y de la política económica y social del gobierno (Ibidem:
246-247). Es este escenario, los préstamos de EEUU para con Chile, y las exigencias

151
que lleva asociadas, no sólo responden a temas de carácter económico y social, sino
también a razones políticas. Tal y como lo señaló el senador norteamericano Ernest
Gruening: “Claramente, la asistencia financiera en 1964 se fundó únicamente en
consideraciones políticas: mantener los niveles normales de actividad económica en
Chile y sostener la balanza de pagos de modo de evitar el deterioro financiero y el
desempleo en un año de elecciones” (citado en Ibidem). En otras palabras, se trató de
prevenir “el aumento del descontento y, presumiblemente, la inclinación electoral hacia
la extrema izquierda” (Ibidem).

En el plano local, el gobierno intenta disminuir la intensidad de las demandas sociales


cediendo en parte a las reivindicaciones levantadas por estos sectores. En este contexto
comienza la implementación de disposiciones legales que abren el camino para la
Reforma Agraria, la cual se potenciará en los dos gobiernos siguientes.

Las elecciones de 1964 se realizan en circunstancias políticas más intensas que las
anteriores, sobre todo por el debate en torno a las luchas revolucionarias. Los
tradicionales partidos de la derecha terrateniente y de la burguesía industrial y financiera,
conservadores y liberales, renuncian a levantar una candidatura propia y entregan su
apoyo al candidato democristiano Eduardo Frei Montalva, para, de esta forma, juntos
impedir un triunfo de la izquierda, escenario inminente de acuerdo a los datos de la
elección anterior y la constatación del avance de los movimientos populares por el
socialismo. La campaña electoral del DC es cimentada sobre un discurso populista
coronado con el eslogan de ‘Revolución en Libertad’, tendiente a capitalizar el ambiente
social proclive a las demandas de revolución socialista. Finalmente, el 4 de septiembre
de 1964 triunfa el DC Eduardo Frei con el 55,6% de los sufragios, en desmedro del
candidato del Frente de Acción Popular (FRAP) el socialista Salvador Allende Gossens,
que alcanza el 38,6% de los votos; y el candidato radical Julio Durán Neumann, que
registra el 4,9% del total (Gomien, 1997: 132).

El nuevo gobierno (1964 - 1970) se caracteriza, en líneas generales, por sus decisiones
económicas, otras referidas a la política social y, sobre todo al final de su mandato, por
la violencia al momento de reprimir manifestaciones populares. En materia económica
mantiene los lineamientos de las políticas de los gobiernos anteriores, que tienden a
fortalecer las bases del sistema político capitalista dependiente del capital extranjero
(principalmente norteamericano). La concentración del poder económico a manos de la
oligarquía se refleja en el hecho de que para 1966, si bien existen 24 bancos privados
chilenos y cuatro sucursales de bancos extranjeros, el grueso de los recursos sigue
concentrado en cinco bancos (de Chile, Sudamericano, de Crédito, Español-Chile y
Edwards) que controlan más del 60% de las colocaciones (Cademartori, 1968: 194); y
de ellos, el Banco de Chile es el más importante de los bancos privados nacionales. De

152
acuerdo a datos expuestos por Cademartori (1968), a comienzos de 1966 este banco
tiene 13.594 accionistas, de los que destacan: la Bolsa de Comercio, la Compañía
Industrial y Comercial del Pacífico Sur, y el Banco Español-Chile; además de la iglesia
católica, a través de numerosas instituciones religiosas. El Banco del Estado, por su
parte, a diferencia de los bancos privados, se convierte en instrumento para el
enriquecimiento de la parte de la burguesía que se encuentra en el gobierno ocupando
cargos ministeriales y parlamentarios (Cademartori, 1968: 194). Y en este escenario, la
oligarquía utiliza los depósitos bancarios de decenas de miles de chilenos para su
exclusivo beneficio. Menos del 1% del total de deudores bancarios (unos 260 individuos
y empresas) se apoderan de un 33% de los créditos de los bancos. La mayor parte del
crédito se reparte entre los accionistas que, por lo general, son los directores de los
bancos. De este modo, el crédito refuerza la acumulación del capital y sirve para acentuar
la concentración de la riqueza en pocas manos (Cademartori, 1968: 197).

En materia social, el gobierno impulsa un proceso de organización social reflejado en el


estímulo al cooperativismo82 y de organización campesina derivada de la intensificación
de la Reforma Agraria (Vitale, 1998: 63) (de esta última hablaremos algunos párrafos
más adelante). Por otra parte, también potencia la construcción de viviendas populares
en los sectores urbanos ante el incremento de las tomas de terrenos83 por parte de
pobladores sin casa, a través de “políticas de vivienda y de ‘promoción popular’ que
buscaban validar y orientar a las organizaciones de pobladores” (Garcés, 2004: 24), esto
último favorecido con la ley de Juntas de Vecinos, promulgada en 1968. Pero,
justamente, hacia el final del gobierno DC, una toma de terrenos en la sureña ciudad de
Puerto Montt termina con la intervención de tropas de carabineros que deja un total de
diez pobladores muertos. Este hecho provoca la crítica de los partidos y movimientos de
izquierdas, y más tarde resultará relevante para algunos de los hechos protagonizados
por la VOP. Revisemos su desarrollo por algunos párrafos.

En Puerto Montt, en el sector conocido como Pampa Irigoin, propiedad de una de las
familias terratenientes más poderosas de la región (los Irigoin), 91 familias sin casa
inician una toma de terrenos durante la madrugada del 4 de marzo de 1969. El domingo
9 del mismo mes, a las 07:00 horas, alrededor de doscientos cincuenta carabineros
asaltan el lugar a punta de disparos de ametralladoras, bombas lacrimógenas y fuego
para las construcciones de emergencia. El ataque deja a diez pobladores asesinados:
Rosamel Santana Chacón, 64 años, cinco hijos; José Flores Silva, 19 años, soltero,
cesante; Wilibaldo Vargas Vargas, 31 años, cuatro hijos; Luís Alderete Oyarce, 19 años;

82 Para más información acerca del cooperativismo, ver: Pérez, Ernesto; Radrigán, Mario; Martini,
Gabriela. (2003). “Situación actual del cooperativismo en Chile”. Universidad de Chile.
83 “Toma”, es el término usado en Chile para designar la ocupación ilegal de un terreno, generalmente
baldío, en el cual los ocupantes construirán sus viviendas familiares. Responde a las necesidades
causadas por el déficit habitacional y el acaparamiento privado del suelo urbano.

153
Arnoldo González Flores, 34 años, seis hijos; Jovino Cárdenas Gómez, 29 años, cuatro
hijos; Federico Cabrera Reyes, 24 años; José Aros Vera, 27 años; David Montiel
Valderas, 34 años; y Robinson Montiel Santana, de nueve meses de edad, muerto por
inhalación de gases lacrimógenos. Al hecho se le llamó ‘Masacre de Pampa Irigoin’
(Ljubetic, 2004).

La noticia recorre el territorio. Los acontecimientos refieren a una toma de terrenos,


policías, balas, fuego y muertes. Con el paso de las horas se informa que el
Intendente Jorge Pérez Sánchez, reemplazado a las horas de sucedida la masacre por
el Jefe de la Plaza coronel de aviación Antonio Espinace, transmitió la orden de desalojo
a los policías, y que la decisión había sido ordenada por el Subsecretario del
ministerio del Interior: Juan Achurra Larraín (primo del dirigente DC Andrés Zaldívar
Larraín); en momentos en que el titular del ministerio del Interior, el democristiano
Edmundo Pérez Zujovic, se encontraba junto a su familia y el parlamentario DC, José
Musalem, en el balneario de Algarrobo, sin comunicación directa con autoridades del
gobierno (Ministro Edmundo Pérez, 1969: 1). Pero la indignación crece, al punto de
que la propia juventud del partido de gobierno, la JDC, dirigida por Enrique Correa,
declara: “Este nuevo acto represivo del gobierno no es sino la consecuencia de una
política cada vez más alejada y contraria a los intereses populares, que necesita, para
imponerse, una cuota cada vez mayor de autoritarismo” (Ibidem). Por otra parte, el
derechista Partido Nacional señala que “responsabiliza de estos hechos, en primer lugar,
a los agitadores políticos [...] responsabiliza también al gobierno democratacristiano que
ha ilusionado al pueblo” (citado en Loveman y Lira, 2000: 297).

En tanto, el opositor PC, por intermedio de la senadora Julieta Campusano, manifiesta:


“Las balas asesinas se llaman Frei, Pérez Zujovic. Ellos han dicho que no tolerarán
ocupaciones ilegales. Pero, para ellos, el hambre, la miseria, la vivienda insalubre y la
condición de allegados, eso es legal” (citada en Ljubetic, 2004: párr.18). En este
ambiente, el popular cantautor Víctor Jara crea una canción que denuncia la masacre,
en la que culpa directamente al ministro del Interior Pérez Zujovic. La estrena de forma
pública en el acto que estudiantes y trabajadores realizan en calle Bulnes, en Santiago,
el mismo día que se realizan en el sur los funerales de los asesinados. La canción se
titula ‘Preguntas por Puerto Montt’, y algunos de sus versos indican:

Muy bien, voy a preguntar / por ti, por ti, por aquel, / por ti que quedaste solo / y el que
murió sin saber. Murió sin saber por qué / le acribillaban el pecho / luchando por el derecho
/ y un suelo para vivir. ¡Ay! Qué ser más infeliz / el que mandó disparar / sabiendo cómo
evitar / una matanza tan vil. Puerto Montt, oh, Puerto Montt, / Puerto Montt, oh, Puerto
Montt. Usted debe responder / señor Pérez Zujovic / porqué al pueblo indefenso /

154
contestaron con fusil. Señor Pérez su conciencia / la enterró en un ataúd / y no limpiarán
sus manos / toda la lluvia del sur / toda la lluvia del sur. (Jara, 1969, pista A5)

Centro de los hechos, el cuestionado ministro Pérez explica lo sucedido en la noche


del 14 de marzo, cuando declara por cadena de radio y televisión: “[…] una de las
funciones ineludibles del gobierno es la de conservar el orden público y la paz social
[…] Esa es la misión específica que debe cumplir el Ministerio del Interior por encima
de cualquier consideración” (Ministro Edmundo Pérez, 1969: 1). El 4 de junio, diez
diputados del PC presentan una acusación constitucional en contra del ministro, que
le obliga a declarar personalmente en la sala de la Cámara. En la sesión 7ª, el
ministro reitera la, según él, correcta actuación de la institucionalidad que él
representa; expresa crudamente que las formas fueron respetadas en vista del bien
superior del Estado, y que siempre ha sido así y así es, dice: “Cualquier persona que
ocupe el cargo de Ministro del Interior, tendrá que asegurar a las fuerzas policiales o
a los Intendentes y Gobernadores, que nadie ni nada, en ninguna situación política,
hará que ellos sean sancionados por cumplir con su deber” (Cámara de Diputados,
Sesión 7ª, 1969: 418, citado en Loveman y Lira, 2000: 300). Tras ello, las fuerzas
políticas parlamentarias dictan su resolución: por 78 contra 54 votos (3 abstenciones)
la acusación constitucional es rechazada (Loveman y Lira, 2000: 302). De esta forma,
al término de la jornada, el constitucionalmente inocente ministro del Interior se
despedía de la sede del poder legislativo.

Se debe agregar también el descrédito de las fuerzas de Carabineros debido, entre otras
razones, a sus actuaciones frente a las movilizaciones populares. En la década ’60
agrega que sus funcionarios son dotados con innovaciones técnicas que fortalecen su
capacidad operacional. En esta tarea, el gobierno de Alessandri había implementado un
plan de militarización de las policías que, en 1962, incorporó cascos de guerra en la
vestimenta reglamentaria de Carabineros para su uso en las jornadas de represión de
mítines populares. Esta tendencia da un paso definitivo en febrero de 1963, cuando es
creada dentro de la estructura de esta policía una unidad especializada en la represión
de las manifestaciones públicas: el Grupo Móvil de Carabineros84.

84 Según Águila y Maldonado (1996), durante el gobierno de la Unidad Popular el Grupo móvil habría sido
disuelto: “La impopularidad de las medidas represivas que llevó a cabo el Grupo Móvil de Carabineros,
motivó que una de las primeras medidas del gobierno de Salvador Allende fuera la de disolver este
destacamento. Incluso, la Junta de Gobierno que recompuso el Grupo casi inmediatamente después del
golpe militar, debió rebautizarlo con el nuevo nombre de Fuerzas Especiales” (Ibidem: 91). Pero a la luz
de otros antecedentes podemos decir que esta información es incorrecta. Si bien la UP no recurrió a este
para reprimir movilizaciones populares durante el primer año de su mandato, ese momento llegó el viernes
20 de mayo de 1972. Este día el Intendente de Concepción, Vladimir Chávez, miembro del Comité Central
del PC, envió al Grupo Móvil de Carabineros a reprimir una manifestación de estudiantes y obreros de
izquierda, en Concepción. La intervención del Grupo Móvil tuvo como consecuencia el asesinato del

155
El paso siguiente, ya en el gobierno democristiano de Eduardo Frei, fue amplificar la
capacidad de fuego de las tropas de Carabineros, dotándolas de maquinaria de guerra
moderna y altamente efectiva, con lo cual el Grupo Móvil obtuvo decisivas ventajas
tecnológicas en vista de las dinámicas callejeras de las movilizaciones populares.

De acuerdo a la nueva orientación represiva, Carabineros incorporó a sus servicios desde


mayo de 1966 carros livianos blindados marca Mowag de fabricación suiza y patente
alemana. En 1969 se denunció que la policía había comenzado a utilizar armas de guerra
como fusiles automáticos Sig SG 510-4, pistolas ametralladoras Parabellum, escopetas de
repetición Winchester y fusiles livianos FAL 7,62 mm. (Águila y Maldonado, 1996: 90-91)

También se agregó el adiestramiento ideológico y técnico del personal policial, impartido


por agencias de EEUU tanto en Chile como en instalaciones en territorio norteamericano
y de Panamá. Los objetivos se desprenden del tipo de cursos al que son sometidos los
carabineros y que se pueden resumir en la formación de un cuerpo armado dedicado a
enfrentar a la izquierda y a los movimientos revolucionarios:

La ayuda norteamericana para la policía chilena fue masiva. Entre 1961 y 1970
Carabineros recibió de parte del Programa de Seguridad Pública 2,4 millones de dólares
para adquisición de pertrechos. Además, a partir de la administración de Eduardo Frei
trabajaron en el país varios asesores de la International Police Academy de Washington,
dependiente de la AID, y casi un centenar de jefes policiales chilenos asistieron a cursillos
en los Estados Unidos y la zona del Canal de Panamá -en la Escuela de las Américas de
Fort Gulick y en Fort Bragg, el Centro de Guerra Especial donde también se adiestra a
policías-. Algunos cursos que impartía la Academia eran, entre otros: "Policía y seguridad
nacional", "Inteligencia policial", "Introducción a la seguridad interna", “Aspectos
operacionales de contrainsurgencia", "Desórdenes civiles", "Seguridad interna e
información", "Usos de la fotografía en desórdenes callejeros", "Usos del bastón policial" y
"Comunismo: Amenaza contra América Latina”. (Ibidem: 89-90)

estudiante Eladio Caamaño Sobarzo, 40 heridos (algunos graves) y numerosos detenidos. Todos militantes
de partidos de izquierda. En los días siguientes, estudiantes y obreros de izquierda realizaron una
manifestación de repudio por las calles de Santiago, con un lienzo extendido que decía: “Aún el pueblo de
duelo. ¡Fin al Grupo Móvil! El reformismo abre la puerta al fascismo” (Cabieses, Manuel. [23 de mayo de
1972]. “Trágico resultado de una línea errónea”. Punto Final, (158), 2-5). El descrédito al que nos referimos
se multiplicó en amplios sectores de la sociedad después de las actuaciones de esta policía y las fuerzas
armadas en general, durante la dictadura militar.

156
Al comenzar la década ’60, el campo de la movilización social acusó el impacto del triunfo
de la Revolución Cubana, ocurrida el 1º de enero de 1959. En efecto, la CUT convocó a
una concentración para el 3 de noviembre de 1960, en la Plaza Artesanos, de Santiago.
Clotario Blest, presidente de la central sindical, regresaba de visitar Cuba para
interiorizarse de la triunfante revolución, y este era un momento para transmitir lo
observado y reflexionado. Asisten 30 mil personas a la convocatoria (Vitale, 1998: 215),
en la cual Clotario declara:

La clase trabajadora debe despertar de este letargo, los obreros, empleados y campesinos
deben despertar de este sueño soporífero para levantarse en armas y derribar al
Gobierno... La mayoría de este país, los asalariados, obreros y campesinos que forman el
75% de la población de Chile, somos capaces de derribar este Gobierno reaccionario... El
pueblo empieza a darse cuenta que es necesario que con los puños crispados estemos
dispuestos al sacrificio y a lucha callejera que dé el triunfo a la clase trabajadora chilena.
Hoy día miles de trabajadores han sido capaces romper las filas de los carabineros. Hoy
día los trabajadores han podido demostrar que tienen valor para enfrentarse a la fuerza,
bruta al servicio de un Gobierno espurio, de un Gobierno repudiado por todo el pueblo
chileno […]
El heroico pueblo de Cuba ha sido capaz de enfrentar al imperialismo norteamericano...
Nosotros los chilenos debe responder a este llamado y ser capaces detener nuestra Sierra
Maestra. Debemos desde este instante luchar con nuestras armas, con nuestros puños,
con nuestro esfuerzo y valentía. Cuando el pueblo se lanza a la calle nadie lo detiene.
(citado en Vitale, 2004 [1961]: 10)

Al finalizar su discurso, Blest encabeza a los obreros en su avance por las calles del
centro de Santiago. La policía carga y golpea a Clotario. El historiador Luís Vitale, en su
calidad de dirigente de la CUT, es testigo de los hechos, y, en 3ra persona, los relata de
esta forma: “junto a otros trabajadores salió en defensa de Blest, aislando al coronel que
dirigía el apaleo. La columna del desfile quedó cortada. Los carabineros, parapetados
detrás de sus camiones en la calle Rosas con 21 de mayo, dispararon sus metralletas,
cayendo 35 heridos y dos muertos: Tobar y Valenzuela” (Vitale, 1998: 216). El Consejo
de Federaciones de la CUT convoca una huelga general para el 7 de noviembre, la que
resulta exitosa. En tanto, en las afueras del Cementerio General de Santiago se realiza
una multitudinaria despedida a los obreros muertos. De acuerdo a Vitale (Ibidem), el “plan
de Clotario -y de otros que estábamos en el secreto- era quedarse dentro del cementerio
hasta que el gobierno contestara el pliego de peticiones exigido por los trabajadores”,
pero durante la jornada no existe acuerdo como los demás directivos de las

157
organizaciones participantes: “Los dirigentes de los partidos de izquierda se opusieron y
la concentración se disolvió después de varios enfrentamientos parciales con las fuerzas
represivas” (Ibidem). El gobierno ordenó apresar al presidente de la CUT. El 2 de
diciembre de 1960, desde prisión envía una nota a la III Conferencia Nacional de la CUT,
en la que manifiesta: “Desde la cárcel os aseguro mi inquebrantable voluntad de lucha y
mi esperanza de que definitivamente tomemos el único camino que debe conducir al
triunfo a nuestro pueblo, la acción directa, tajante y sin claudicaciones en demanda de la
transformación revolucionaria que exige el pueblo y la clase trabajadora chilena” (Vitale,
2004 [1961]: 23).

Tras salir de la cárcel, Blest convoca a algunos dirigentes sindicales a un encuentro


reservado, de la que nace el Movimiento 3 de Noviembre (M3N), “organización
clandestina, integrada por militantes socialistas, anarquistas, trotskistas y sindicalistas
independientes de izquierda” (Vitale, 1998: 217), “organizado en círculos de a cinco,
responsablemente compartimentados” (Ibidem). Por otro lado, en el Ampliado Nacional
de la CUT realizado el 19 de marzo de 1961, se resuelve crear una plataforma
reivindicativa de trabajadores y la preparación de reuniones de base para desarrollar una
huelga general indefinida en agosto del mismo año. Pero dirigentes sindicales del PC
reunieron a 11 de 32 federaciones de la CUT y acordaron suspender la huelga. Clotario
presentó su renuncia inmediata. En septiembre de 1962, en el Tercer Congreso Nacional
de la CUT, Blest pronuncia una defensa de su posición cuando “insólitamente fue
interrumpido por los delegados del PC que arrojaron monedas y huevos podridos al
hombre que había dirigido la CUT durante nueve años, sufriendo más de 10 carcelazos
y relegaciones” (Vitale, Ibidem).

El líder sindical no cejó en impulsar la organización popular, desde la izquierda de la


izquierda. En octubre de 1962 crea el Movimiento de Fuerzas Revolucionarias (MFR),
que agrupa a trotskistas, maoístas, socialistas y comunistas marginados de sus partidos,
con carácter de frente único, y es integrado por el POR, algunos dirigentes anarquistas
de la construcción, del cuero y calzado (como el Movimiento Libertario 7 de Julio,
vinculado al dirigente del calzado Ernesto Miranda, y cuyo nombre evoca a una huelga
general de 1955 dirigida por la CUT), sindicalistas de la izquierda socialista, militantes
del Partido Social Progresista (escindido del PR y liderado por Julio Stuardo), el
Movimiento de Resistencia Antiimperialista (-MRA-, dirigido por Luis Reinoso,
exsecretario de organización del PC y expulsado por ‘desviaciones militaristas’), la
Oposición Socialista de Izquierda (-OSI-, liderada por Gonzalo Villalón y Oscar Waiss), y
la Vanguardia Revolucionaria Marxista (formada por exmilitantes del PC y de la Juventud
Socialista) (Muñoz, 2013: 79; Vitale, 1998: 217, 1999: 29-30).

158
En 1964, las organizaciones a la izquierda de la izquierda van dando forma a dos grandes
corrientes. La primera funda el Partido Socialista Popular (PSP), el 1º de mayo de 1964,
integrado por el Movimiento de Independientes de Izquierda (MIDI), el Movimiento
Revolucionario Comunista –MRC-, en principio pro chino), el grupo de la revista Polémica
(dirigido por Tito Stefoni), un sector de pobladores liderados por Víctor Toro y Herminia
Concha, el POR, y militantes socialistas de Coquimbo, Talca, Santiago, Concepción y
Puerto Montt. El historiador Humberto Valenzuela fue nombrado su Secretario General
(Vitale, 1998: 217; Valenzuela, 2011 [1979]: 103). La segunda corriente corresponde a la
Vanguardia Revolucionaria Marxista, a la que se incorporaron el grupo trotskista Partido
Revolucionario de los Trabajadores (PRT), exmiembros de la Juventud Comunista (como
Gabriel Smirnow, provenientes del grupo pro-chino ‘Espartaco’ que habían fundado el
Movimiento Revolucionario Comunista –MRC- en 1963), y el Ejército Revolucionario de
Trabajadores y Estudiantes (-ERTE-, donde militaba Miguel Enríquez y Bautista Van
Schouwen, escindidos de la Juventud Socialista y futuras figuras clave de este amplio
sector político) (Vitale, 1999: 30).

El 15 de agosto de 1965 se realiza el Congreso de la Unidad Revolucionaria, encabezado


por Clotario Blest, donde se unifican la Vanguardia Revolucionaria Marxista y el Partido
Socialista Popular y dan vida al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) (Vitale,
1998: 217)85. Y agrega Roberto: “con la Guardia Marxista, con los trotskos, con el Frente
de Trabajadores Revolucionarios; con los Espartacos, que habían salido del PC,
conforman lo que es el MIR, el movimiento de toda la izquierda revolucionaria” (Roberto,
entrevista personal en Santiago, diciembre de 2007). A lo que se agrega el detalle de
una militancia formada “[…] por estudiantes intelectuales que construyen presencia en
Universidades, poblaciones, fábricas y el campo, participando y gestionando las tomas
de estos mismos lugares” (La VOP, 2012: 13). Nos detendremos algunos párrafos aquí.

La fundación del MIR se produce en el local de la Federación Obrera Nacional del Cuero
y del Calzado (FONACC), “central sindicalista revolucionaria con influencia orgánica de
anarcosindicalistas” (Muñoz, 2013: 163), ubicado en calle San Francisco n.° 268 de la
ciudad de Santiago. Se constituye un Comité Central de 21 miembros, y como Secretario
General se designa al médico trotskista Enrique Sepúlveda. La Declaración de Principios
del MIR, en su primer punto, señala lo siguiente:

El MIR se organiza para ser la vanguardia marxista-leninista de la clase obrera y capas


oprimidas de Chile que buscan la emancipación nacional y social. El MIR se considera el
auténtico heredero de las tradiciones revolucionarias chilenas y el continuador de la

85Para más información del MIR, ver: Palieraki, Eugenia. (2014). “¡La revolución ya viene! El MIR chileno
en los años sesenta”. Santiago: LOM; y, Pérez, Cristián. (2003). “Historia del MIR”. Estudios Públicos, (91).

159
trayectoria socialista de Luis Emilio Recabarren, el líder del proletariado chileno. La
finalidad del MIR es el derrocamiento del sistema capitalista y su reemplazo por un gobierno
de obreros y campesinos, dirigido por los órganos del poder proletario, cuya tarea será
construir el socialismo y extinguir gradualmente el Estado hasta llegar a la sociedad sin
clases. La destrucción del capitalismo implica un enfrentamiento revolucionario de las
clases antagónicas. (Instituto de Ciencias, 2012 [1965]): párr.1)

En el punto siete se crítica la estrategia política de la izquierda representada por el PS y


el PC:

Las directivas burocráticas de los partidos tradicionales de la izquierda chilena defraudan


las esperanzas de los trabajadores; en vez de luchar por el derrocamiento de la burguesía
se limitan a plantear reformas al régimen capitalista, en el terreno de la colaboración de
clases, engañan a los trabajadores con una danza electoral permanente, olvidando la
acción directa y la tradición revolucionaria del proletariado chileno. Incluso, sostiene que
se puede alcanzar el socialismo por la "vía pacífica y parlamentaria", como si alguna vez
en la historia de las clases dominantes hubieran entregado voluntariamente el poder.
El MIR rechaza la teoría de la "vía pacífica" porque desarma políticamente el proletariado
y por resultar inaplicable ya que la propia burguesía es la que resistirá, incluso con la
dictadura totalitaria y la guerra civil, antes de entregar pacíficamente el poder. Reafirmamos
el principio marxista-leninista de que el único camino para derrocar el régimen capitalista
es la insurrección popular armada. (Ibidem: párr.7-8)

En agosto de 1966 el MIR realiza su II Congreso, en el que prácticamente ratifica el


Comité Central del año anterior: Enrique Sepúlveda se mantiene en la Dirección Nacional
y la Secretaría Nacional sigue integrada por Humberto Valenzuela, Luís Vitale, Gabriel
Smirnow, Jorge Cereceda, entre otros. En esta reunión habría ingresado Luciano Cruz
(Valdés, 2006: 129). En 1967 se incorporan el Grupo Avanzada Marxista (GRAMA), de
Concepción, y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), de Santiago (Ibidem: 162).
Hacia noviembre de 1968 su militancia sobrepasa los dos mil miembros, y “era
compuesta mayoritariamente por jóvenes no sólo estudiantes sino también obreros,
empleados y profesionales, pobladores y algunos campesinos, junto a la generación
anterior experimentada en la lucha social” (Vitale, 1999: 31).

En diciembre de este año se celebra el III Congreso. El número de delegados aumenta


de 90, para el anterior, a 130, y la militancia bordea a 1.500 (Valdés, 2006: 129: 148).
Hubo cambios en la directiva: se elige a Miguel Enríquez como Secretario General y la

160
Dirección Nacional queda integrada por el Secretario General, Luciano Cruz, Bautista
Van Schouwen, Sergio Pérez y Sergio Zorrilla. El Comité Central, por su parte, se
compone de los anteriores más Edgardo Enríquez, Jorge Grez, Patricio Figueroa,
Winston Alarcón, Nahuel Figueroa, Norman Gamboa, Washington Figueroa, Genaro (no
existen más antecedentes acerca de este nombre), Carlos Jara (Valdés, señala que
también lo habrían integrado Humberto Sotomayor, Ricardo Ruz, Víctor Toro o Lumi
Videla y Manuel Vergara) (Ibidem: 150). El grupo liderado por Miguel Enríquez reorienta
el trabajo político hacia estudiantes, pobladores, y a la acción directa. A las
expropiaciones a bancos que la organización comenzó a realizar, junto al secuestro por
algunas horas del periodista del diario Las Últimas Noticias de la Tarde, Hernán Osses,
en mayo de 1969, siguió la persecución policial de sus militantes, y el paso a la
clandestinidad de algunos de sus militantes y dirigentes, incluido su Secretario General.
Este último, en vista de las próximas elecciones, en septiembre de 1969 declara: “[…] no
creemos en el camino electoral para la conquista del poder por obreros y campesinos”
(Jefe del MIR, 1969: 31), y agrega: “menos todavía creemos en una candidatura
seudoizquierdista que agrupa a los promulgadores de la Ley de Defensa de la
Democracia y a otras fuerzas tecnocráticas y reformistas burguesas” (Ibidem).

De acuerdo a Valenzuela (2011 [1979]), el sector mayoritario del nuevo Comité Central
que elige a Miguel Enríquez, convierte el MIR en una elite: “no había un solo obrero ni
siquiera para muestra; y esto no era casual, era la resultante de toda una política
pequeño‑ burguesa, que no quería saber nada con el movimiento obrero, que
reemplazaba a las masas por el partido, y al partido, por la élite” (Ibidem: 112). El cambio
en la directiva había significado el desplazamiento de los sectores trotskistas, libertarios
y de otras corrientes políticas revolucionarias: “La división del cc [Comité Central] fue por
convivencia, la mayoría decidió...ya se habían formado los aparatos en forma vertical.
Eso molestó al grupo trotskista” (Patricio Figueroa, entrevista en El Quisco, mayo de
2006, citado en Valdés, 2006: 185). El IV Congreso Nacional del MIR debía realizarse el
20 de agosto de 1969, pero no ocurrió (Valenzuela, 2011 [1979]: 6 y 113; Vitale, 1999:
31). El 27 de julio de 1969, los nueve miembros del Comité Central que apoyan a
Enríquez expulsan a los otros seis miembros, “dividiéndose así burocráticamente el MIR”
(Valenzuela, 2011 [1979]: 113). El grupo expulsado comienza a llamarse MIR-FR y
respalda la candidatura de Allende, aunque sin integrarse en la UP. El MIR oficial, si bien
no apoya a Salvador Allende, días antes de las elecciones presidenciales firma un
artículo publicado en la revista Punto Final del primero de septiembre de 1970, en el que
llama a defender el posible triunfo electoral del candidato del PS y “desde ahí luchar por
la conquista del poder, trabajar en conjunto, eliminar los sectarismos y reagruparse en la
tarea de los revolucionarios” (El MIR frente, 1970: 27). Roberto, exmilitante mirista,
recuerda de esta forma el momento de la división de esta organización:

161
[…] de repente, gente universitaria, de excelente condición moral y ética, intachable, que
pudieron haberse dedicado a hacer su profesión, pero prefirieron irse a luchar codo a codo
con los pobladores, armaban una casta de dirigentes. Pero nosotros éramos críticos a esas
castas que de repente se montaban sobre el poder, sobre cúpulas, y que terminaban con
eso de ser horizontales como se planteaba al principio, porque empezaban a hacer la
política ellos y cometían el mismo error que hacían los partidos políticos. Como hoy día,
por ejemplo, que las cúpulas hacen la política y no las bases. Nosotros teníamos una visión
distinta y por eso es que cuando se empezó a cuestionar a estos grupos, empezamos a
salirnos del MIR. Y mira que el MIR era de lo más extremista que había. Entonces salen
los grupos anarcos primero, porque veían que se estaba construyendo una nueva
estructura de poder, y luego salen los trotskos. Salen los más evolucionados: trotskos y
anarquistas. De estos grupos que se divorcian del MIR, se construyen pequeños grupos.
(Roberto, entrevista personal en Curacaví, enero de 2008)

Las críticas se dirigen a la estructura de esta organización: “los que lo dirigían eran de la
élite, eran jóvenes universitarios, elegantes, guapos, luego estaban los demás militantes,
pero esos eran más del pueblo, aunque esos no se codeaban con sus dirigentes”
(Alejandro Villarroel, entrevista personal en Santiago, diciembre de 2007). Por otro lado,
Miguel señala que los militantes más orientados al desarrollo teórico deciden marginarse
de la organización: “yo creo que la parte teórica termina por el año 68 o 69; los trotskistas
que se van del MIR serían los últimos teóricos de izquierda que existieron en Chile”
(Miguel, entrevista personal en Santiago, enero de 2008).

Mientras tanto, desde finales de la década sesenta son fundados otros núcleos
clandestinos de acción directa, como el ELN (‘Elenos’). Esta organización se originó en
un sector del PS Iiderado por el dirigente Arnoldo Camú Veloso, como una rama chilena
del Ejército de Liberación Nacional (ELN) boliviano fundado por Ernesto Che Guevara.
Así como la Vanguardia Organizada del Pueblo (VOP), en octubre de 1968. Estas
organizaciones, junto a otras, impulsaron el trabajo político de base, promovieron y
participaron activamente en las tomas de terrenos urbanas y rurales, ejecutaron
recuperaciones de dinero y de armamento, atentaron contra agencias de EEUU y, de
forma indirecta, estimularon la multiplicación de acciones políticas espontáneas
(Roberto, entrevista personal en Curacaví, diciembre de 2007).

Una de estas acciones directas la encontramos en el primer caso chileno de piratería


aérea. La secuencia de hechos que hemos reconstruido es la siguiente: el 12 de
noviembre de 1969 despega desde Santiago con destino a Puerto Montt el avión
Caravelle n.º 502 LAN Chile. En pleno vuelo es tomado por asalto por dos jóvenes

162
armados de revólveres que obligan a los pilotos a desviar su ruta y poner rumbo a Cuba.
A las horas, la aeronave aterriza para repostar combustible en el aeropuerto de la ciudad
de Antofagasta, a cambio de liberar a 12 pasajeros. Tras reemprender el vuelo se ven
obligados a regresar a esta última ciudad por supuestas fallas técnicas, por lo que
negocian trasladarse a otro avión a cambio de liberar al resto de los viajeros. Al volver a
despegar, ya en el aire, personal de la aerolínea reduce a los secuestradores y les
detiene (El Mercurio, 1969a: 1 y 22). Los secuestradores son Pedro José Varas, que
cuenta con 16 años de edad, y Patricio Dagach Rabie, de 15. Este último, al poco tiempo,
se integrará a una de las columnas de la VOP.

Por otra parte, el PS radicaliza sus posiciones políticas. En el XXII Congreso General
Ordinario, realizado en Chillán entre el 24 y el 26 de noviembre de 1967, este partido
pasa a definirse abiertamente marxista-leninista y declara que: “[…] plantea la toma del
poder como objetivo estratégico a cumplir por esta generación, para instaurar un Estado
Revolucionario que libere a Chile de la dependencia y del retraso económico y cultural e
inicie la construcción del Socialismo” (citado en Jobet, 1971: 130). Asimismo, apoya la
vía armada para la conquista del poder: “La violencia revolucionaria es inevitable y
legítima. Resulta necesariamente del carácter represivo y armado del estado de clase.
[…] Sólo destruyendo el aparato burocrático y militar del estado burgués, puede
consolidarse la revolución socialista” (Ibidem). Y agrega: “Las formas pacíficas o legales
de lucha (reivindicativas, ideológicas, electorales, etc.) no conducen por sí mismas al
poder. El Partido Socialista las considera como instrumentos limitados de acción,
incorporados al proceso político que nos lleva a la lucha armada” (Ibidem).

En este escenario, se producen las elecciones presidenciales de 1970. Para la cita


electoral se presentan tres candidatos: el democristiano Radomiro Tomic, en
representación del PDC; el expresidente Jorge Alessandri (período 1958 – 1964), como
carta del derechista Partido Nacional (PN) y apoyado por un grupo llamado Democracia
Radical (grupo de derechas escindido del PR en 1969); y el militante socialista Salvador
Allende como figura de la Unidad Popular (UP), coalición electoral integrada por los
partidos Socialista, Comunista, Radical, Movimiento de Acción Popular Unitaria -MAPU-
(originado en un sector del PDC más vinculado a la izquierda que se retira de ella en
1969; así como en marzo de 1973 otro grupo más radical se retira para crear el partido
MAPU Obrero Campesino), y la Acción Popular Independiente -API- (más tarde se
integra la Izquierda Cristiana -IC-, partido formado en octubre de 1971 por un grupo de
militantes que renuncian al PDC).

La campaña electoral se centró en la división entre partidarios y detractores del


socialismo y se caracterizó por las constantes confrontaciones entre los seguidores de
los tres candidatos. El PDC se presentó como el centro político, aunque esa condición

163
se desdibujaba por el explícito apoyo que la derecha le entregó al candidato
democristiano en las elecciones de 1964, por la política económica que había fortalecido
tanto a la burguesía comercial local como la dependencia a las importaciones, y los
hechos de violencia represiva protagonizados por Carabineros en algunas
movilizaciones populares. En definitiva, flotaba en el ambiente la sensación de una
definición electoral entre el capitalismo norteamericano encarnado por la derecha y el
‘socialismo a la chilena’ prometido por los partidos de izquierda (Roberto, entrevista
personal en Santiago, diciembre de 2008).

El resultado de las elecciones da como triunfador al candidato de la Unidad Popular,


Salvador Allende Gossens, que obtiene el 36,6% de los sufragios; seguido por el
candidato de la derecha, con el 34,9% de los votos; y más atrás el representante de la
DC, que sumó el 27,8% de las papeletas (Gomien, 1997: 132). Al no alcanzar la mayoría
absoluta, el Congreso Pleno ratifica el triunfo de Allende el 24 de octubre de 1970, tras
acuerdo alcanzado con la DC (la votación se resolvió por 153 votos a favor de Allende,
35 por Alessandri y siete en blanco). De esta forma, el 4 de noviembre de 1970, Salvador
Allende Gossens asume como presidente de la República. Se daba inicio a la ‘vía chilena
al socialismo’86.

4.4. Ley de Reforma Agraria

“Fue otra tarea democrático-burguesa -como así fue calificada la realizada por la
Revolución Francesa de 1789- del gobierno DC, largamente esperada por los
campesinos” (Vitale, 1999: 17). Demandada por los movimientos sociales y partidos de
izquierda, propuesta por la ‘República Socialista’ de 1932 y comentada por los gobiernos
sucesivos, no fue sino hasta principios de los años ’60 que se le dio inicio, cuando
millones de hectáreas de propiedad de latifundistas estaban sin cultivar (Ibidem). La
primera ley de Reforma Agraria (Ley 15.020) fue dictada en 1962, y dispuso la
parcelación y entrega al campesinado de algunas propiedades agrarias estatales (1962),
por lo que fue popularmente conocida como “reforma de macetero” (Ibidem: 213). El
Censo Agrario realizado en 1965 arrojó que los predios mayores a 1.000 ha acumulaban
más del 72% de la propiedad territorial (Ibidem: 17), por lo que, en 1967, bajo el gobierno
DC, se profundizaron los objetivos de la Reforma vía reforma constitucional (Ley 16.640).
Estos se propusieron dar acceso a la propiedad de la tierra a quienes la trabajaban,
mejorar los niveles de vida de la población campesina y aumentar la producción

86Esta frase remite al proyecto sociopolítico de la UP para la consecución del socialismo en Chile dentro
de los marcos legales, a diferencia de aquella inspirada en la Revolución Cubana, que propiciaba la toma
del poder por medio de la lucha armada.

164
agropecuaria y la productividad, para poner fin a la dependencia de los alimentos
importados y dar forma a un sector exportador (Widmyer, 2015: 6).

Fue así como se crearon organismos estatales que favorecieron directa o indirectamente
el desarrollo de estas organizaciones, como la Corporación de Reforma Agraria (CORA)
y el Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP). La ley dotó la CORA de amplias
facultades para expropiar las propiedades de más de 80 ha y organizarlas bajo la figura
del ‘asentamiento’. Para explotar el fundo expropiado se creaba una sociedad entre los
campesinos y la CORA, y al cabo de tres años los asentados decidirían si mantener la
forma cooperativa (asignaciones en sociedad o en cooperativas campesinas) o dividir el
asentamiento en parcelas individuales (Salinas, 2017: párr.6). Cada asentado tendría un
terreno particular donde levantar su vivienda y el resto de la propiedad seguiría siendo
estatal, aunque trabajada por los asentados de forma cooperativa. Junto con ello el
Estado impulsó, vía INDAP, la capacitación y ayuda técnica para desarrollar empresas
agroindustriales en estos campos (Ibidem: 7). Los sindicatos campesinos, legalizados
antes de ley de Reforma Agraria, se multiplicaron con esta política de fomento al trabajo
campesino. De acuerdo a datos señalados por Widmyer (2015), en 1964 se registraban
1.647 campesinos sindicalizados, cifra que aumentó a 83.255 en 1968, y alcanzó a
207.910 en 1973 (Ibidem: 7). Las causales para la expropiación de las propiedades
fueron un 46% por abandono o en explotación, 30% ofrecidas a la CORA por sus
propietarios (lo que garantizaba una compensación adicional para este), 13% por superar
el límite de 80 ha, y el 11% restante por causas diversas como los conflictos laborales
(Bengoa, 1983, 37, citado en Widmyer, 2015: 8).

Por otra parte, los dueños de la gran propiedad agraria, representados por La Sociedad
Nacional de Agricultores (SNA) y el Partido Nacional (PN), defendieron la inviolabilidad
de la propiedad privada, a la que llamaron fuente "de la libertad y la dignidad humana",
a la vez que acusaban a la Reforma Agraria de ser “provocadora del temor y la
inseguridad” Avendaño, 2014: 101, citado en Widmyer, 2015: 7). También recurrieron a
triquiñuelas legales para reducir el impacto en sus haciendas, como subdividirlas en
propiedades de 80 ha que inscribían a nombre de familiares (Vitale, 1999: 18). Las tierras
expropiadas eran indemnizadas por el Estado de acuerdo a la tasación fiscal, con un
pago inicial al contado y la diferencia en bonos de la Reforma Agraria a largo plazo
(Salinas, 2017: párr.4).

Hacia el final del gobierno democristiano el 18% de la tierra cultivable había sido
expropiada (1.408 fundos), lo que favoreció a 21.000 familias de los 100.000
beneficiarios que había prometido al comenzar su período. Pero a partir de dos hechos
ocurridos en 1970, la Reforma se profundiza. El primero de ellos es el asesinato de un
funcionario de la CORA fuera de la finca La Piedad en la región del Maule mientras

165
realizaba una expropiación, lo que provocó una huelga nacional campesina que reunió a
150.000 afiliados de las diferentes organizaciones existentes. El segundo hecho fue el
triunfo de la UP, cuyos partidos impulsaban el proceso de reforma. Si en 1969 el número
de tomas fue de 148, en 1970 subió a 456, en 1971 llegó a 1.278 (Widmyer, 2015: 11), y
para todo el período de gobierno (1970-1973) se alcanzó la cifra de 4.401 fundos
expropiados (Salinas, 2017: párr.8).

En 1973, el total de la superficie de los predios expropiados sumaba 9.896.868 ha, lo


que representaba el 40 % de la tierra agrícola y en las que se incorporó a 76.565 familias
campesinas que sumaba una población aproximada de 380.00 personas. Asimismo, a
1973 los títulos de dominio entregados a familias de forma definitiva ascendían a 9.918,
y en conjunto sumaban 1.087.143 ha. El resto de las hectáreas expropiadas, 8.809.725,
aún formaban parte de los asentamientos en calidad de unidades productivas
transitorias, organizados en Sociedades Agrícolas de Reforma Agraria (SARA), Centros
de Reforma Agraria (CERA) o Centros de Producción (CEPRO). (Ibidem: párr.8-9).

El resultado al que apuntan los testimonios es que la vida de los campesinos mejoró con
la Reforma Agraria. El relato de Laureano Nano Aburto lo confirma: “antes del 73 el
trabajo no fallaba...era mejor porque en ese tiempo yo trabajaba por temporadas y lo
pasaba mejor...tenía derecho a participar en la ganancia!” (citado en Widmyer, 2015:13).
Junto con participar desde una posición beneficiosa en la economía, intervenir en la
escena política desde organizaciones propias y formar parte de un proyecto político de
mejoramiento de la sociedad le entregó al campesinado un orgullo que su estado anterior
de inquilino bloqueaba.

En síntesis, esta reforma agraria, recomendada por la "Alianza para el Progreso", fue
importante por el proceso social que abrió en el agro, pero limitada en cuanto a transformar
radicalmente la estructura agraria. En el fondo, el reparto de tierras incultivadas tuvo como
finalidad promover un desarrollo del capitalismo agrario y un aumento de la producción
agropecuaria, tratando de ampliar el mercado interno de la industria de bienes de consumo,
además de canalizar el ascenso del movimiento campesino creando una especie de
"colchón social" con los pequeños propietarios favorecidos por la entrega de tierras. (Vitale,
1999: 20)

El golpe de Estado de septiembre de 1973 impulsó la represión y eliminación de los


movimientos de transformación popular; y pronto implantó políticas económicas que no
sólo buscaron revocar aquellas implementadas durante el gobierno de la UP, y las
conquistas sociales adquiridas, sino que más aún, se dedicó a experimentar con la

166
instauración de un modelo económico neoliberal, contrario a la lógica económica
estatista e industrializadora aplicada en las cuatro décadas anteriores. También significó
un estancamiento del proceso de Reforma Agraria. Y la represión violenta se desató en
los campos ensañándose con los que habían sido partidarios o simpatizantes de la UP.
La propiedad de la tierra antes expropiada pasó por el filtro de las nuevas autoridades y
los cambios de propietarios se sucedieron. Algunos predios fueron regresados a sus
anteriores dueños, otros fueron rematados por el Estado en el mercado privado, otros
fueron apropiados por el Estado y el resto fue sometido a parcelación y entregada a
particulares meritorios. De acuerdo a Bengoa (1983: 45, citado en Widmyer, 2015: 18),
los predios devueltos a sus anteriores dueños representaron el 28,4% de los casi 10
millones de ha expropiadas por la reforma, de cuales 1.512 propiedades fueron devueltas
de forma íntegra y 2.160 de forma parcial (el dueño anterior podía reclamar hasta 80 ha
de superficie). El 30% del total de tierras expropiadas (de secano o laderas con potencial
agropecuario) fue vendida por la CORA en remates públicos. El 7% pasó al Estado, en
general a manos de las fuerzas armadas. Por lo que un tercio del total de tierras fue
sometido a un proceso de subdivisión individual, y benefició a 40.000 familias. Si solo se
consideran los terrenos con riego y calidad, la tierra que se mantuvo en manos
campesinas se eleva hasta mitad (Bengoa, 1983: 9, citado en Widmyer, 2015: 19).

Llegaron a entregar las parcelas. ¡Ni nos avisaron y vinieron un día como a las diez de
mañana! Ahí nos llamaron a todos: era un día lunes…, paramos el trabajo; estábamos
reunidos, cuando en eso vemos llegar a don Gonzalo, al Muñoz, a otro gallo de allá...era
por orden, ‘¡Primero!’ ‘¡Segundo!’ ‘¡Tercero!’ ‘¡Cuarto!’; nombraban la persona, ‘Fulano de
tal, ¿Qué parcela le gusta?’ y un mapa grande con todas las parcelas con el número,
número de casa, rol, todo… ‘¿Qué parcela le gusta?’ ‘Escogió eso, listo!’...Después otro,
el ministro del patrón aquí...y por ahí siguió la cuestión. Y al último quedaron los asentados,
al último. (Don Prudencio, Cruz, Vol. 2: 57, citado en Widmyer, 2015: 19-20)

El testimonio de este asentado recuerda el momento cuando los funcionarios de la CORA


y de Carabineros llegaron a subdividir el asentamiento. Las injusticias estaban a la orden
del día y los reclamos y protestas no eran una opción recomendable. No era requisito
ser campesino para recibir tierras y un sistema de puntaje resultaba clave para ubicarse
entre los primeros lugares de los listados de postulantes a obtener una parcela. En ello,
los militares estipularon que ser profesional o técnico o administrador significaba mayor
puntaje y que tener sobre 65 años de edad suponía no conseguir puntos por este ítem.
También por el Decreto Ley 208, promulgado en diciembre de 1973, que instaló como
base para el proceso de asignación de tierras ya expropiadas la prohibición para los

167
dirigentes y todos los campesinos que hubieran participado en la toma de fundos para
pedir su expropiación: “No podrán postular a la destinación de tierras expropiadas por la
CORA los que hubieran ocupado con violencia el predio objeto de la destinación” (citado
en Mesa, 1976: 375, citado en Widmyer, 2015: 20-21). Finalmente, hasta el “50% de los
asentados y campesinos se encontraron sin tierra al final del proceso” (Justiniano y
Suazo, 1977: 752, citado en Widmyer, 2015: 20). De los que lograron obtener parcelas,
a finales de los años ’80 algo más del 40% había vendido su propiedad y el 50% de esos
compradores eran agricultores de la región o los dueños anteriores, un 30% fueron
profesionales urbanos y el 10% otros campesinos (Gómez y Echenique, 1988: 9, citado
en Widmyer, 2015: 24).

En testimonio, Don Prudencio dijo, “son muy pocos los parceleros que quedan. El patrón
de allá... tuvo un año la parcela y la vendió a otro caballero de afuera, gente de billete...total
que se han vendido siete de las 20 parcelas que se dieron” (Cruz, Vol. 2, 61). Rigoberto
Belisario dice lo mismo, sacudiendo la cabeza,
La derecha sabía que no entregando la asistencia técnica y dándole la pega sin exigirle,
trabajar individual el gallo...después iba a entregar las tierras en un bajo, baja venta... hasta
bicicletas, televisores, les daban a los viejos por la venta de la parcela... Porque mucha
gente como no les costó na’ muchos no se daban cuenta todo el correr de sangre que hubo
por la Reforma Agraria, la gente no sentía eso... los viejos que estaban organizados y les
entregaron la parcela, a esos viejos sabían que les había costado; pero gente que no
estaba organizada y le entregaban parcela era como que me entregaban y yo tenía que
recibirla no más. (citado en Widmyer, 2015: 25)

El paso de la dictadura militar a los gobiernos democráticos mantuvo la preeminencia del


mercado y la productividad económica respecto al régimen de la propiedad de la tierra.
Y las diferencias económicas entre los sujetos construyeron una brecha que segmenta
a la sociedad, como señalan Infante y Sunkel: “El primero, de alta productividad, es el
que impulsa a la economía y paga buenos salarios, mientras que los restantes, de
mediana y baja productividad, no influyen mayormente en el crecimiento por mucho que
absorben la mayor parte del empleo” (Ibidem: 2009: 147). Finalmente, “el enorme
esfuerzo […] para incorporar al desarrollo del país al sector del campesinado que se
encontraba marginado de la vida nacional y que este pudiese asumir un rol
preponderante en la producción agropecuaria, queda así desvirtuado e inconcluso”
(Salinas, 2017: 16).

168
5: CRÓNICAS DE ACCIÓN DIRECTA VOPISTA

En el capítulo anterior hemos realizado un recorrido por los principales hechos y


procesos ocurridos en Chile durante las siete primeras décadas del siglo veinte y que
impactaron en los movimientos populares chilenos del período. En la presente sección
nos situaremos en el último decenio de ese período como punto de partida para abordar
el siguiente tramo de esta travesía investigativa: conocer los principales hechos de
acción directa revolucionaria en los que intervino la Vanguardia Organizada del Pueblo.

Para lograrlo, abordaremos el marco contextual de su constitución y seguiremos con la


exposición de los lineamientos organizacionales y características de algunos de sus
militantes, para luego sumergirnos en el despliegue operativo de las acciones que
ejecutaron y terminar con la muerte y el encarcelamiento de la mayoría de sus militantes.
En este tránsito nos guiaremos por las fuentes identificadas en la aplicación de los
criterios expuestos en el capítulo tres, dedicado a la metodología, experienciales y
gráficos. De los primeros, los testimonios de los exmilitantes del MIR, Roberto y Manuel
Maldonado; de la Juventud Radical, Miguel; y de la VOP, Alejandro Villarroel Rodríguez
(aunque la mayor cantidad de información de este último se expone en el capítulo
siguiente, su relato de vida). De los segundos, las obras especializadas que tratan de
esta organización y, fundamentalmente, en los artículos de prensa que refieren a las
acciones directas protagonizadas por la VOP.

Bernedo y Porath (2011) proponen que hacia 1970 la prensa de circulación estatal puede
ser dividida en dos grandes grupos, de acuerdo a un criterio basado en el tipo de
propietarios: empresas familiares y de partidos políticos; división a la que habría que
agregar la orientación política de cada uno, e incluir el diario de propiedad estatal La
Nación, de mínima circulación e influencia (Ibidem: 2). El primer grupo lo componen los
diarios pertenecientes a la familia Edwards: El Mercurio de Santiago, histórico portavoz
de la derecha latifundista y conservadora; Las Últimas Noticias y La Segunda, ambos
portavoces de la derecha populista; además de La Tercera, perteneciente a la familia
Picó, cercana al Partido Radical; y Clarín, del empresario Darío Saint-Marie (hasta 1972),
próximo a la izquierda. El segundo grupo (propiedad de partidos políticos) está
conformado por los diarios La Prensa, del Partido Demócrata Cristiano (DC); El Siglo,
del Partido Comunista (PC); Noticias de Última Hora, del Partido Socialista (PS), y El
Clarín, vinculado al PS desde 1972. También existen diarios cercanos a partidos
políticos: Diario Tribuna, creado en marzo de 1971 bajo el alero del derechista Partido
Nacional; revistas Qué Pasa y Sepa, ambas de 1971, además de PEC, todas
representantes de la derecha; Diario Puro Chile, orientado a la izquierda, fundado en

169
abril de 1970; revista Ercilla, en esos momentos cercana a la DC. Y dentro de este último
grupo la revista Punto Final, ubicada a la izquierda del espectro político.

En las bibliotecas consultadas se efectuaron reconocimientos de fuentes tanto en


formato de papel como en el microfilmado, como ocurre con publicaciones de alta
demanda como El Mercurio de Santiago de los años del comienzo de la década setenta.
Sobre este punto, en el curso del trabajo de campo observé que no todos los títulos de
la prensa se encuentran disponibles o el que algunas colecciones están
discontinuadas87. Un ejemplo de esto último lo encontramos en el caso de la revista de
izquierda Punto Final. Fundada en 1965, hacia 1970 tenía una periodicidad de aparición
quincenal y, cuestión importante para el estudio y de lo que me enteré solo después de
encontrarla, en algunos de sus números se reproduce la voz directa de militantes
vopistas, vía entrevistas y mediante la publicación de determinados comunicados
públicos de esta organización. El caso es que varios de sus números no se encontraban
disponibles en formato papel y con ello la revisión quedaba incompleta. En este caso la
situación se solucionó después de buscar en la red de internet y encontrar la totalidad
de los números digitalizados y publicados en la web de la revista, pero con el detalle
técnico de que la visualización y descarga de los números solo era posible mediante el
uso del navegador Mozilla Firefox, algo que recién supe después de recibir respuesta de
su webmaster a mi angustiada pregunta (y claro, desde ahí este navegador pasó a
engrosar la categoría de ‘instrumento oficial de la tesis’).

Respecto a las obras especializadas que tratan de la VOP, la revisión me condujo a


estudios que de forma preferente corresponden a (o se basan en) informaciones que la
prensa del período registró acerca de las acciones directas que esta organización ejecutó
y que, en general, se refieren a esta desde la sección policial y desde el uso de un
lenguaje en tono de alarma y condena pública. Es lo que se puede observar en la
selección de artículos de prensa que se concentran en los hechos de junio de 1971 y
que forman parte la obra de Fontaine y González (1997: 61-62, 64-66, 127-133, 347-355,
377-379). Elementos periodísticos de una línea argumental que encuentra su
antecedente en una de los primeros estudios dedicados íntegramente a la VOP: una
tesis de grado de periodismo centrada en la muerte del exministro Edmundo Pérez
(Cofré, Larena, Otaegui y Romero, 2000).

87 La conclusión más recurrente señala que afecta principalmente a publicaciones que de forma abierta
manifestaron posicionamientos políticos contrarios a los gubernamentales durante la dictadura
pinochetista, e incluso antes de esta. Aunque siempre está latente el sesgo personal que se apoya en el
hecho de que mi atención estaba sobre este tipo de prensa y el recuerdo de todas las publicaciones,
además de circulación ‘secreta’, que perdí en el allanamiento policial de fines de 2009. Tema último que
abre una línea reflexiva en torno a las publicaciones no registradas oficialmente y, por lo tanto, excluidas
del patrimonio periodístico estatal y su conservación. Desde aquí, la imagen de militares quemando libros
y prensa en las calles se presenta tan anacrónico como actual. Espero poder profundizar en el tema en
alguna próxima investigación.

170
También, la ponencia celebrada en Santiago de Compostela (Pomar, 2010), que
desarrolla una breve reseña histórica y descriptiva acerca de la VOP y algunos de sus
integrantes, y en la que, de modo general, priman los ecos de juicios negativos que
comúnmente se han formulado hacia esta organización. En esta se incluye la
transcripción de uno de los comunicados públicos vopistas más conocidos (y que se
entrega en los apartados siguientes del presente capítulo), previo reconocimiento a la
dificultad para obtener datos de fuentes primarias del ideal de la VOP “[…] dado la
enorme heterogeneidad de sus integrantes y la manera concisa y demasiado simple en
que estos se expresaban […]” (Ibidem: 1503), y que finaliza señalando que “Mientras el
MIR protagoniza asaltos a Bancos dignos de un guion de cine, el VOP lo hace a
almacenes, distribuidoras y pequeños abarrotes, ensañándose con los dueños,
«aquellos diminutos burgueses»” (Ibidem: 1504). Una línea argumental que sigue el
artículo de Bonnassiolle (2014), que postula que la operatividad de la VOP, en particular
la muerte del exministro Edmundo Pérez, “marcó el inicio del fin del gobierno de la Unidad
Popular” (Ibidem: 156), mediante un análisis histórico acerca del surgimiento de la VOP
al que adiciona una selección de comunicados públicos de esta, junto a una reseña de
algunas acciones directas vopistas a las que el autor llama “operaciones político-
delictivas” (Ibidem: 127).

Distinto es el caso del estudio de Solar y Pérez (2008), que trata del anarquismo en Chile.
En este se presenta a la VOP, junto a MIR, como organizaciones “donde presuntamente
existió cierta tendencia libertaria dentro de sus filas o algunas individualidades” (Ibidem:
69); realiza una relación de hechos de violencia política vopista en la que menciona que
la prensa del período les llamó ‘terroristas’, ‘agentes de la CIA’ y ‘reaccionarios’, y tiene
la particularidad de agregar testimonios indirectos. En la misma línea se encuentra un
artículo (Palma, 2013) que tiene la particularidad de sumar al análisis elementos teórico
historiográficos y es parte de una obra que se propone actualizar el estudio de los
procesos históricos que coloca el acento en el uso de la violencia dentro de los conflictos
sociales y políticos. Así como una obra anónima (La VOP, 2012), en la cual su/s
autor/es/as reconstruyen una relación de las acciones directas vopistas desde una
perspectiva que en cierto modo se distancia de los escritos mencionados con
anterioridad, sobre todo en lo que se refiere a la incorporación de algunos registros
escritos de esta organización como parte de una exposición de antecedentes, y en los
que se mencionan datos básicos acerca del proyecto vopista en Chicauma.

Para el final de este listado de publicaciones que refieren a la VOP hemos dejado una
novela (Marín, 2002) que tiene por actor principal al comando vopista que atentó en
contra del ex ministro del Interior. La narrativa es en clave ficticia, pero en su tratamiento
propone una profundización de la singularidad de la conciencia privada de los
personajes. En ella, el escenario psicológico y contextual se tornan elementos donde los

171
vopistas se revelan como parte de una historia que se escribe, de una memoria que se
resuelve en el presente. Es inevitable no pasar por alto que esta es una obra que recrea
de forma libre hechos que ocurrieron, pero también el considerar que la literatura puede
ser entendida como una fuente que expresa intereses de la conducta humana (Sánchez,
2013), y que en este caso particular nos invita a prestar atención a las formas en las
cuales los militantes vopistas pensaron y vivieron la actividad operativa, entendida como
una expresión que funde el cotidiano social y el cotidiano político de los involucrados.

Para cumplir con el propósito del capítulo, a continuación exploraremos el quehacer


político y social vopista a través de la lectura de testimonios, literatura especializada y
artículos de prensa, con los cuales construiremos algunos relatos que en cierta manera
evocan la manera en que Lévi-Strauss (1976 [1960]) refirió a la red de vínculos entre los
elementos de la existencia social del ser humano y que tienen su hipocentro en su
realidad: “Los hechos sociales no se reducen a fragmentos dispersos, son vividos por
hombres y esta conciencia subjetiva, al igual que sus caracteres objetivos, es una forma
de su realidad” (Ibidem: 11). Un realidad en la que se entrelazan testimonios (relatos de
entrevistas) y artículos de prensa que, en tanto documentos que contienen significados,
propone lecturas e interpretaciones en diferentes niveles a modo de respuestas a
entrevistas y observaciones, como indica Ruiz-Olabuénaga (2007): “[…] la captación del
significado de un escrito, lo mismo que el de la observación de una situación o el de una
entrevista a un sujeto cualquiera, pueden efectuarse mediante la lectura directa o a
través de una lectura soterrada […]” (Ibidem: 74). En especial cuando tratamos de
acciones de una organización ilegal, cubierta por el manto y la leyenda de secretos
comprometidos y comprometedores, que son a la vez compartidos y ocultados por sus
militantes. Es lo que expone Padullés (2016), cuando indica que:

Para estos activistas, la parte secreta de su existencia -a veces toda ella- debía ser
mantenida oculta. En pocos procesos la trascendencia de la acción es tan grande como
cuando el secreto compartido y compartimentado debe circular y debe ser protegido a
expensas de la libertad propia o, en determinados momentos, de la vida de uno mismo y
la del resto de los poseedores del secreto. Este fue el caso de miles de personas militantes
antifranquistas en Catalunya: catalanistas, comunistas, anarquistas, socialistas,
republicanos... (Ibidem: 40)

Finalmente, secretos vividos por activistas que forman parte de grupos distintos pero que
se pueden identificar de forma mínima con la pertenencia a una familia de origen y a una
afiliación a determinada asociación política, en la que cada una encarna un marco
colectivo que es considerado desde el punto de vista del otro: el primero lícito, permitido,

172
y el segundo ilícito, prohibido; y donde la frontera entre ambos grupos es a la vez de
convergencia y se construye por una relación dialógica entre la memoria colectiva y el
recuerdo de los miembros del grupo (Halbwachs, 2004 [1950]: 50).

5.1.- Fundación y organización

Señala Lévi-Strauss que “es imposible concebir las relaciones sociales fuera de un
ambiente común que les sirva de sistema de referencia. El espacio y el tiempo son los
dos sistemas de referencia que permiten pensar las relaciones sociales, tomadas en
conjunto o en forma aislada” (Ibidem: 1995 [1958], 310). Para el presente estudio, el
espacio es Chile y el tiempo la década sesenta. Ubicados en estas coordenadas, nos
encaminamos al momento de la fundación de la VOP. Las fuentes consultadas
(Bonnassiolle, 2014; Cofré et al., 2000; La VOP, 2012; Palma, 2013; Pávelic, 1996;
Pomar, 2010; Solar y Pérez, 2008) y la evidencia testimonial nos permiten delimitar
inicialmente el origen de esta organización como parte de un contexto social y político
que acusa influencias de determinados hechos y procesos que ocurren tanto en el
contexto local como en el internacional. En el marco de una lucha social que es
proyectada como el continuo de prácticas sociales secretas de lucha inauguradas por las
generaciones precedentes, tal como lo señala un joven de ese tiempo:

Recuerdo que de chico acompañaba a mi papá a reuniones que tenía con otros viejos en
el campo, de noche. Ahí los viejos se reunían y a mí me dejaban afuera de la casa, con un
tarro que tenía piedras y que tenía que hacer sonar si venía el patrón. De grande supe que
eran reuniones sindicales que hacían los campesinos para organizar el campo, a las que
llegaban también los campesinos de los fundos de los alrededores. Por eso me dejaban
afuera a mí y a otros niños con tarros con piedras. Que no podía saberlo el patrón, o si no
nos echaba a todos y nosotros vivíamos ahí. De chico veía a mi papá haciendo eso,
reuniéndose de noche y sin luz ni nada para que no los vieran. […] Fue un avance, pero
ya después había que hacer más, ir más rápido. (Manuel Maldonado, entrevista personal
en Chicauma, septiembre de 2018)

De lo externo, en los relatos surge el recuerdo de un contexto mundial caracterizado por


escenarios en los que se verifican luchas sociales direccionados a la adopción o
instauración de sistemas basados en el socialismo, y donde la Revolución Cubana es
apuntada como un hecho referencial:

173
Creo que la Revolución Cubana marca un antes y un después. Porque toda esa influencia
[…] no solo fue en Chile, era en Colombia, era Uruguay, Argentina, era Latinoamérica,
parte de África. Entonces, eso hace ver que es posible, por lo menos para los marxistas,
para los trotskos, era posible hacer una revolución. Porque en Cuba se había hecho.
(Roberto, entrevista grupal Roberto-Miguel en Santiago, diciembre de 2007)

Veíamos lo que estaba pasando en el mundo, veíamos la influencia de los cubanos,


veíamos la influencia de otros grupos que eran poderosos como los Tupamaros o los
Montoneros. Nos llegaba bastante información de toda Latinoamérica: teníamos a la
Prensa Latina, que era una editorial de los cubanos en Chile; la Punto Final; revistas de
China en castellano. Teníamos literatura, películas, etc. Montones de cosas que te daban
pautas para entender que estabas dentro de lo correcto. (Miguel, entrevista grupal Roberto-
Miguel en Santiago, diciembre de 2007)

Por eso la importancia de la Revolución Cubana, dentro de cómo marcó una diferencia con
la etapa anterior, con la construcción de partidos tradicionales, masificados, con cúpulas
directivas, que podían congeniar o no con el poder existente en esa época. Después de la
Revolución surgió una juventud más exigente, y donde cada vez más las cúpulas de los
partidos fueron siendo menos representativas de la masa, de las bases. (Roberto,
entrevista grupal Roberto-Miguel en Santiago, diciembre de 2007)

Por otro lado, los relatos se detienen a destacar procesos internos que identifican en la
emergencia de sectores juveniles críticos, ‘exigentes’, como señala Roberto desde el
párrafo anterior, frente al estado social y las dinámicas de la política estatal. En especial
por parte de algunos militantes del PC y PS disconformes con las estrategias que definen
las líneas políticas de ambas colectividades. Tal como lo expresan tres sujetos que
formaron parte de esos debates y que, destacan, centraron su reprobación hacia estos
partidos en la política legalista y de coexistencia con sectores contrarios al cambio social
que perseguían:

Los partidos no identificaban la inquietud que tenía la juventud en esa época, de plantearse
distinto, más antisistémicos. Porque el Partido Socialista estaba en lo que era la
"coexistencia pacífica", era un partido que no tenía nada que ver con la Internacional
Socialista, que era más bien nacionalista, y tenía mucho peso en la clase trabajadora. Pero
no era así como se iba a conquistar el poder, no era así como se iba a construir la nueva
sociedad. (Miguel, entrevista grupal Miguel-Roberto en Santiago, enero de 2008)

174
El Partido Comunista era una buena escuela, era la primaria, era el ‘kínder'. Porque ahí
leías el Manifiesto, leías a Marx; leías el Estado y la Revolución de Lenin. Era como el
primer año. Pero ya después veías que los partidos era pura conversación, eran más
discurso que la consecuencia de Lenin o de Trotski. Y empezaban a aplicar una visión muy
propia, porque estaban en la “coexistencia pacífica”, y la destrucción del Estado burgués
no tenía nada que ver con lo que estaban planteando ellos. (Roberto, entrevista grupal
Miguel-Roberto en Santiago, enero de 2008)

Y junto a las críticas, la creación de nuevos grupos, nuevas organizaciones, secretas,


clandestinas. Tanto al interior de estos partidos, como fuera de ellos:

Pero la revolución no pasaba. Se iba preparando uno y te hacías adulto y después tenías
una guagua y ahora no podías hacer la revolución […] El problema de la década del ‘60 en
Chile es que los comunistas habían pasado toda la década del ‘50 organizándose para un
cambio, y nunca fue. La gente empezó a crear nuevos partidos, nuevos movimientos […].
(Miguel, entrevista personal en Curacaví, enero de 2008)

Se crea dentro de los partidos de izquierda de Chile, una tendencia pro revolución cubana.
Nace del Partido Comunista un movimiento que se llama Espartaco, ultra izquierdista y que
consideraba que la lucha armada era la lucha legítima.
A principios de los ‘60 comienza en el Partido Socialista una tendencia llamada los Helenos,
también pensaban que la lucha armada era la única solución para alcanzar el poder […].
(Juan Ceoane, 2000, entrevista citada en Cofré et al., 2000: 140)

Organizaciones secretas inspiradas en ideales libertarios, maoístas, trotskistas y


comunistas. Tal como como podemos leer en el siguiente relato:

Yo me involucro en el año 60 con el viejo Clotario [Blest] y ahí conozco a Alejandro


[Villarroel], porque mi hermano tenía vínculos con los grupos y las tendencias que venían
saliendo del rock and roll, de la casaca de cuero y el blue jeans, con influencia
norteamericana, y empiezan a aparecer grupos influenciados por la revolución cubana,
como los trotskos que ya se planteaban en la lucha armada. Yo me acuerdo del M3N, que
era un grupo que crea el viejito Clotario Blest cuando hay una manifestación de la clase
obrera en la plaza Artesanos en Mapocho. Él, que no era de ningún partido, inicia ese
movimiento con lo que era la vieja guardia trotskista, que tenía una suerte de identidad
nacional ese trostkismo, no pertenecían a la cuarta internacional, que aquí la cosa se

175
aplicaba dentro del contexto nacional, era muy nacionalista la cosa, eran bien
independientes de la internacional Socialista […]. (Roberto, entrevista personal en
Santiago, diciembre de 2007)

Yo comencé en los años 60, en el M3N [Movimiento 3 de Noviembre], que tenía una
avanzada guerrillera en el año 62 en Curicó, y que es donde Alejandro [Villarroel] iba con
medicinas que llevaba para los campesinos. Yo subí con mi hermano para allá. Teníamos
una avanzada, entre comillas, en la que había una pistola del ‘22 creo que era. Eran los
viejos trotskos, liderados por Gonzalo Toro, que hoy está desaparecido, y varios trotskistas
de esa época. Por otro lado, había una escisión del Partido Comunista, llamado Espartaco,
que era un grupo aparte, que eran más guerreros. También las tendencias Maoístas. De
ahí venía la influencia de todos los planteamientos de Lenin, y del Libro Rojo: “Una chispa
puede incendiar una pradera", un concepto que apuntaba a que había que darle justo para
que esto explotara; y tenías esto de que “El poder nace del fusil”. Estaban los
cheguevaristas, aunque el Che era foquista, quería imitar lo hecho en Cuba, decía que
había que irse un grupo a la montaña e iniciar de ahí, de la práctica; planteaba la
construcción del hombre nuevo y toda la historia, empezar a construir el ejército a través
del foco guerrillero, que después se divide en columnas. Entonces, había varias visiones
de cómo íbamos a construir la nueva sociedad, el Estado socialista. Pero aquellos que eran
de los partidos nunca lo planteaban así. Entonces los jóvenes se salían. Conejo88 decía:
“los partidos políticos nos enseñan cómo no hay que hacer la revolución”. (Roberto,
entrevista personal en Santiago, diciembre de 2007)

En este contexto es fundado el MIR, en 1965 y como resultado de la propuesta unitaria


de grupos que pretenden la pronta revolución social (Vitale, 1998: 217). Sin embargo,
como mencionábamos en el capítulo anterior, a partir del III Congreso de esta
organización, realizado en diciembre de 1967, se producen cambios directivos basados
en la incorporación de algunos dirigentes universitarios, lo que origina críticas y la
posterior salida y expulsión de determinados militantes, libertarios y trotskistas
principalmente. Entre los sectores retirados se encontrarían los antecedentes directos de
los fundadores de la VOP (Vitale y Ortiz, 2001, citado en del Solar y Pérez, 2008: 70).
Como lo confirma Miguel, cuando afirma que “[…] de ahí para adelante se empezaron a
juntar grupos chicos que después se juntaban con otros; ya no era la teoría, sino hacer

88 Jorge Arturo Grez Aburto (1945). Militante del MIR y uno de sus líderes, se retiró de esta organización
tras al apoyo expresado por Miguel Enríquez a Salvador Allende con ocasión de las elecciones
presidenciales de 1970. En 1972 ingresó al PS. Tras el golpe de Estado fue apresado por agentes de la
DINA el 23 de mayo de 1974. En la actualidad su nombre engrosa las listas de detenidos desaparecidos
de la dictadura militar.

176
cosas. Y ahí nace la VOP, y otros cabros; así como antes fue el MIR, que fue muy fuerte”
(Miguel, entrevista personal en Santiago, enero de 2008). Y agrega:

[…] entonces nace la VOP y dicen: “¿hasta cuándo vamos a esperar?, hemos esperado,
bueno, yo veinte años; mi papá tiene 50, así que cincuenta años”, y así vas tirando historia
para atrás". Como decía un viejo el ‘73: “todavía estoy esperando que suceda la famosa
libertad, la igualdad y la fraternidad de la revolución francesa”. (Miguel, entrevista personal
en Santiago, enero de 2008)

En cuanto a la fecha exacta de fundación de la VOP, no existen documentos vopistas ni


testimonios directos que fijen coordenadas espaciales y temporales precisas. Sin
embargo, diversos autores señalan que ocurrió en 1968 por “un grupo de jóvenes
libertarios del sector Ñuñoa” (Pávelic, 1996: 29), a mediados de 1968 (La VOP, 2012: 15)
y en específico durante el mes de agosto de aquél año (Bonnassiolle, 2014: 130; Cofré
et al., 2000: 71; Pomar, 2010: 1502-1503; Solar y Pérez, 2008: 70; Vida y muerte: 2001).
Sus fundadores habrían sido nueve (Cofré et al., 2000: 71; Solar y Pérez, 2008: 70; Vida
y muerte: 2001), y existe concordancia en mencionar los nombres de los hermanos
Ronald Arturo y Enrique Arturo Rivera Calderón, Ismael Albino Villegas Pacheco y
Heriberto Salazar Bello. Nos detendremos algunos párrafos en ellos.

Los hermanos Ronald Arturo89 y Enrique Arturo90, ambos de apellidos Rivera Calderón,
son descritos como los principales líderes de la VOP. De acuerdo a Cofré et al. (2000:
72-73), ambos fueron hijos del matrimonio entre Alicia Calderón Torres y Arturo Rivera
Rivera (el padre, militante del PC y obrero de la Compañía Chilena de Electricidad,
despedido por razones políticas, se desempeñó como gásfiter y mecánico hasta su
fallecimiento, en 1970, en el hogar familiar ubicado en calle Manuel Montt n.º 2219 casa
12, en Santiago). De acuerdo a estos antecedentes, Ronald Rivera Calderón nació en
Valparaíso el 23 de septiembre de 1947; tras concluir sus estudios secundarios ingresó
a la carrera de Pedagogía en la Universidad Técnica del Estado en Santiago, en la que
se desempeñó como profesor ayudante; asimismo, trabajó en una fábrica de corchos y
luego como mueblista; su apodo, o nombre de guerra: Manuel Campillay91; Arturo Rivera
Calderón, por otra parte, nació en agosto de 1951 en Santiago; primero estudió
Humanidades en un liceo nocturno y después en la Escuela Experimental Artística; su

89 Una fotografía de prensa de Ronald Rivera Calderón, en anexo F.01.


90 Una fotografía de prensa de Arturo Rivera Calderón, en anexo F.02.
91 El apellido corresponde a uno tradicional de la cultura diaguita (identificada en la actualidad en las
regiones de Copiapó y Coquimbo, Chile). Se traduce como "de muy buena cosecha" (en el sentido de la
calidad humana). (En: Huyhua, Guillermo; Arroyo, Rosa-Luz. [2007]. “Apellidos Peruanos”. (Recuperado
de: https://apellidosperuanos.wordpress.com/2007/05/14/apellidos-peruanos [con acceso el 23/11/2016]).

177
nombre de guerra: el Hippie. Ambos militaron en el PC, pero, como antes había hecho
su padre, renunciaron “porque veían que las cosas no marchaban de acuerdo con los
principios”, como declaró su hermana Nilda Rivera a la revista Punto Final (García, 1970:
7). Después se acercarían al MIR, aunque de esta organización fueron expulsados (La
VOP, 2012: 15).

Con respecto a Ismael Albino Villegas Pacheco92, las fuentes consultadas (Cofré et al.,
2000: 71; La VOP, 2012: 15; La policía: 1970: 4) registran que nació en 1945; que trabajó
como obrero tipográfico en la Editorial Nascimento y más tarde como gásfiter en el
mineral El Teniente, ubicado la localidad de Coya, región de O’Higgins. Militó en las
juventudes del PC (JJCC) y en su interior organizó un grupo armado de nombre Arauco,
por lo que, tras ser descubierto, fue expulsado del partido junto a otros militantes; luego
se integró al MIR, del que se desvinculó para fundar y participar en la VOP. En este
período cambió su domicilio a la población La Faena, en Santiago, donde vivió con su
esposa Mariana Amalia Torcuato Fuentes, hija de un dirigente sindical socialista. En la
región metropolitana participó con frecuencia en las movilizaciones estudiantiles del
Instituto Pedagógico; también en la realización de algunas tomas de terrenos, como la
registrada el 30 de junio de 1968 en el fundo San Miguel, en la provincia de Aconcagua,
y desalojada por fuerzas del Grupo Móvil de Carabineros. En la defensa de esta toma
habría incendiado una tanqueta policial con un cóctel molotov. Su nombre de guerra:
Francisco (La policía: 1970: 4).

En cuanto a Heriberto Salazar Bello93, la información acerca de su vida es escasa94. De


acuerdo a La VOP (2012: 161), nació en 1925, se desempeñó como funcionario de
Carabineros hasta ser dado de baja en 1968, producto de la agresión a un superior, y
que tras este episodio trabajó como dependiente en un expendio de alcohol. A pesar de
su historial policial, habría cultivado el ideario anarquista que desplegó en la VOP desde
su fundación y hasta su muerte. Su nombre de guerra: el Viejo. “Un paco jubilado que se
hizo anarquista y vopista después. Espectacular" (Roberto, entrevista personal en
Santiago, diciembre de 2007). Por otra parte, en la novela Carne de Perro (Marín,
2002), es retratado de la siguiente manera:

92 Una fotografía de prensa de Ismael Villegas Pacheco, en anexo F.03.


93 Una fotografía de prensa de Heriberto Salazar Bello, en anexo F.04.
94 En conversaciones informales con exmilitantes del MIR realizadas en el marco de la investigación, nos
enteramos de que a mediados de la década de los ‘90 una mujer, que se identificó como nieta de Heriberto
Salazar, se habría acercado a exmilitantes de izquierda en busca de información para escribir una biografía
de este, pero el contacto no habría prosperado. A pesar de buscar a esta persona por diferentes canales,
al igual que los resultados de aquella investigación, no di con ninguna de ellas. En caso de existir tal
estudio, sin duda sería un aporte para la memoria colectiva de las luchas revolucionarias en Chile. De un
capítulo del anarquismo, en particular.

178
Heriberto Salazar Bello había nacido en Temuco y, tras una juventud anarquista vivida en
Valparaíso, sin dioses ni amos, había ingresado al Cuerpo de Carabineros a fin de superar
su indigencia y, por otra parte, conocer por dentro al odiado enemigo. Sólo había soportado
cuatro años, tocado de tisis cuando colgó el uniforme. El Viejo rechazaba el papel que el
marxismo-leninismo asignaba a la clase obrera como vanguardia de la lucha social, muy al
contrario, tenía volcada su fe en aquellos desesperados que, al margen de cualquier
compromiso, creían en la rebelión a través de la violencia espontánea. Los sumergidos de
la historia no obedecían a nadie. De ahí nacía un poco el motivo de su acercamiento a los
hermanos Rivera, ya que, aparte de coincidir políticamente al respecto a la situación
general, le gustaba de ellos que apostaran sus vidas en cada acto. (Citado en La VOP,
2012: 114-115)

De acuerdo a Pávelic (1996), en el grupo se distinguían dos visiones políticas: “la


marxista anti-autoritaria, que se definía como Panekoísta o partícipe de los principios
antiautoritarios que motivaron a Rosa Luxemburgo; la segunda era de corte libertario, y
fundamentaba sus principios en la Revolución Social” (Ibidem: 29). Los objetivos de la
organización se irán detallando en la exposición de los comunicados públicos de esta,
emitidos después de protagonizar episodios de acciones directas a modo de manifiestos
referenciales. De hecho, la primera referencia directa a la VOP la encontramos en las
declaraciones de un anónimo militante vopista publicadas por la prensa inicios de 1970
a raíz de la muerte de uno de sus integrantes, en las que en parte se revelan los objetivos
operativos y la estructura organizacional del colectivo: “Nos propusimos
fundamentalmente crear cuadros político militares que en el momento adecuado
pudieran responder plenamente a la problemática técnica de la revolución, es decir, la
preparación de cuadros capacitados para enfrentar con eficiencia a las fuerzas
represivas” (La policía: 4).

Señaló Simmel (2014 [1908]), que una de las bases internas de las sociedades secretas
es la confianza mutua entre sus miembros, dado que el fin del secreto es la protección y
que la medida de protección más extrema es la hacerse invisible, pasar inadvertidos;
algo que los individuos podrían logar en determinados momentos, pero que una
organización secreta está en condiciones de mantener este ocultamiento de su
existencia y a la vez que sus integrantes puedan conservar el trato frecuente entre ellos,
en decir, que el grupo está en condiciones de “mantenerse secreto de un modo
permanente” (Ibidem: 358). Y agrega: “[…] las épocas en que surgen nuevas ideas contra
los poderes existentes, parecen como predestinadas para el florecimiento de las
sociedades secretas” señala Simmel (2014 [1908]: 359), cuando refiere a la protección
interna de los miembros del grupo y en especial durante el primer período de desarrollo
de estas para evitar su eliminación como posible consecuencia de la posibilidad de ser

179
descubiertos, de dejar de ser secreto. Protección que se procuran los integrantes de la
sociedad secreta y que encuentra en las formas que adquiere la organización el respaldo
relacional de este secreto: “cuando un grupo, como tal, toma el secreto como forma de
existencia, el sentido sociológico del secreto se convierte en interno y determina las
relaciones de los que lo poseen en común (Ibidem: 358).

En este sentido, los testimonios recabados dan a conocer que la VOP, en tanto
organización clandestina, adopta una estructura de columnas operativas
compartimentadas, cada una de ellas integrada por cinco o seis militantes que a su vez
cuentan con colaboradores de su propia confianza en los entornos políticos y sociales
de cada integrante (Alejandro Villarroel, entrevista grupal Roberto-Miguel-Alejandro en
Curacaví, enero de 2008). Tres de estas columnas habrían operado de manera
constante, una dirigida por Ronald Rivera Calderón, otra por Arturo Rivera Calderón, y la
tercera por Heriberto Salazar Bello (Ibidem); y coordinadas por Ronald Rivera (Ibidem).
Cada columna operativa, a manera de subgrupo, mantiene contactos con grupos
políticos de naturaleza análoga a la VOP, constituidos o que se agrupan para ejecutar
alguna acción directa determinada (Ibidem). Sobre este punto, destaca la importancia
dada por los informantes a desmentir la existencia de jefaturas rígidas o liderazgos
impositivos al interior de la VOP; en lo que plantean como una amplia red de colectivos
ejecutores enlazados por el despliegue operativo de cada uno, y donde las relaciones
internas se habrían articulado desde el comienzo en la validación colectiva de la práctica
de cada militante y el buen trato entre ellos, en retroalimentación permanente:

El que era más práctico y operativo era el más seguible, el que era más puntudo, el que
era capaz de dar el combo, ese empezaba la mocha, pero estaban todos detrás. La cosa
era quién, y ese era Manuel. Estaba en primera línea, en todos los operativos estuvo
Manuel. Nunca mandó a hacer a alguien o a algún grupo, o que dijera algo así como que
"nosotros somos del Comité Central, por tanto, las bases tienen que acatar", no, nunca. No
era un tipo que buscara poder, era un militante más, solo que era súper activo, dinámico y
capaz. Creo que, si hubiese existido gente más puntuda que Manuel, habrían pasado
delante de él. Si Manuel se hubiera quedado un momentito, si hubiera tirado pa' la cola, lo
habría pasado Matasanos, o el Hippie, o las hermanas a lo mejor. Pero Manuel, recuerdo,
tenía un carácter y una moralidad bien alta, con los compañeros, sobre todo, era muy
afectuoso, paternal, por ejemplo, retaba a un compañero cuando no trataba bien a la
compañera, porque decía que un combatiente no podía tener una mala actitud frente a su
compañera. También era muy consciente de las necesidades de cada cual, 'plata para
zapatos compadre', 'plata para ropa', si ibas a hacer una movida y todo eso, para que no
fueras a caer por sospecha si andabas mal vestido. (Miguel, entrevista personal en
Santiago, enero de 2008)

180
En este sentido, en palabras de Simmel (2014 [1908]), la mantención del secreto eleva
la confianza a un valor moral que contiene la correspondencia a dicha confianza, y que
se asemeja a un ‘regalo’ cuya reciprocidad es intrínseca (Ibidem: 360). De la
personalidad al grupo y viceversa y por donde circula el regalo de la confianza. En la
recreación de un sistema maussiano del vínculo social, en un hecho social total.
Confianzas que toman formas diversas (por convicciones varias, amor, honradez, entre
otras), pero que en la sociedad secreta se añade la confianza en la idoneidad para
mantener el secreto. “En último término, esta confianza viene a ser la fe en la
personalidad; pero una fe que tiene un carácter más sociológico y abstracto que ninguna
otra, pues bajo su concepto pueden colocarse todos los contenidos de vida común que
se quiera” (Ibidem). Una vida común que plantea el potencial de una igualdad fraternal
como recreación de las relaciones sociales fijadas en el horizonte de la organización
secreta: “Dentro de la sociedad secreta existe a menudo entre sus miembros una
igualdad fraternal, que se opone clara y tendenciosamente a las diferencias que puedan
separarles en las demás situaciones de la vida” (Ibidem: 379). Lo que provocaría,
siempre de acuerdo a Simmel, un impacto en el número de participantes del grupo como
resultado de la ampliación de relaciones contenidas en lo que llama ‘círculos de
asociación’ y en el progresivo cruce de estos (Ibidem: 382). Y respecto a ello, los
testimonios recogidos que tratan de la VOP revelan un incremento en el número inicial
de sus militantes y de sus círculos de contacto:

Uno no se metía por inercia, sino había un análisis detrás de esto: ¿es posible hacer o
tomar este camino? sabiendo que te podían matar, podías caer preso, podías perder
familia, etc. Yo creo que era como un fenómeno, una corriente. (Roberto, entrevista
personal en Santiago, diciembre de 2007)

[…] conocí como a 20 vopistas activos, que fueron, que hicieron acciones. Legitimaron el
accionar y aparecieron un montón de simpatizantes y un entorno de cercanos. Se fueron
agrupando alrededor de ellos y después pueden haber sido unas 100 personas más,
además de muchos otros que estaban conversando de "tú a tú” con otros grupos. La idea
era agrupar a todos los que estaban fuera del MIR, porque este movimiento manejaba todo,
así como más arriba estaba el PC que manejaba todo Chile, era una especie de puente.
Era un grupo legitimado que tenía simpatía en los sectores más activos, más directos, de
la ciudad. Y así van apareciendo grupitos que tenían la capacidad de ir y hacer alguna
acción, sumando a dos o tres más. En este sentido, la VOP aglutinaba a los capaces de ir
adelante. (Roberto, entrevista personal en Santiago, diciembre de 2007)

181
[…] fueron capaces de hacer cosas que todos los otros no eran capaces, como pegarle un
balazo a un paco o a algún otro que fuese enemigo. No tenían problemas de disparar. El
punto era si se hace la revolución ahora, o se enciende la mecha o cuándo cresta […] Eso
era, entonces, ¿hasta cuándo? Un grupo de cabros dijo ¡vamos!, y fueron capaces de ir,
con una consecuencia y un compromiso del 100%. Toda la izquierda, aparte de toda la
derecha, y todo el país se les fue encima, una represión grande. Pero ellos siguieron
adelante y como siguieron adelante y no le tuvieron miedo a nadie, siendo poquitos,
rápidamente muchos dijeron "ahí está la cosa". Estaban todos tratando de meterse adentro.
Ya después la VOP pasa a ser un peligro nacional. (Miguel, entrevista personal en
Santiago, diciembre de 2007)

El aumento de la militancia vopista trae aparejada la incorporación de sujetos populares


asociados a círculos comúnmente considerados alejados de la ‘escena política’ y
adjetivados como ‘bandidos’ o ‘criminales’, y que fue utilizado por alguna prensa y
dirigentes políticos para menospreciar a los vopistas, llamándoles, por ejemplo,
“delincuentes de muy baja categoría” (Raveau, 2001, citado en Cofré et al., 2000: 107),
y “corrientes cogoteros y asaltantes de población” (El Mercurio, 1971, citado en Cofré et
al., 2000: 84), así como antes mencionamos el tildar a sus acciones directas de
“operaciones político-delictuales” (Bonnassiolle, 2014: 132). El tema fue abordado en las
sesiones de entrevistas por los exmilitantes Roberto y Miguel, en un alegato político
experiencial:

Cuando tienes un movimiento revolucionario con el que vas a cambiar la situación de un


país, o tienes la esperanza de que la vas a cambiar, los primeros que se te acercan son
los famosos "delincuentes", se van a plegar solos y después van a llegar otros, el amigo
del amigo. Van a ser los primeros que van a pelear, no va a ser ningún burgués el que lo
va a hacer. Además, que en forma más analítica la delincuencia no existe, en la realidad
"el delincuente" no existe, es un personaje creado por el Estado, por la sociedad. Son
personas excluidas que se pueden ir involucrando y aprendiendo en la Revolución. (Miguel,
entrevista grupal Miguel-Roberto en Santiago, diciembre de 2007)

[…] es importante el problema de como tú incorporas al compañero que quiere, que puede
ser un delincuente o también puede ser un excluido. Nosotros canalizábamos socialmente
esta exclusión. Yo conocí a compadres que participaban y que fueron delincuentes, que
eran rateros, pero nosotros nos entendíamos perfectamente. Tuve harta experiencia allá
en el campamento, todos andaban enfierrados y el lumperío y todo, pero se iba canalizando
ese lumpen y se iba involucrando, e iba aprendiendo. El concepto es como la clase de
abajo sube culturalmente y la de arriba baja manualmente […] El fenómeno es que hay una

182
delincuencia que no está canalizada. Nosotros, los jóvenes de esa época, habíamos
logrado canalizar esa rebeldía natural de quienes lo único que habían aprendido era que
había que sobrevivir de cualquier manera, saliendo a ganársela, buscando choreo,
rastrojeando. (Roberto, entrevista grupal Miguel-Roberto en Santiago, diciembre de 2007)

Defensa que también encontramos en las palabras de Ronald Rivera Calderón: “La
subversión debe hacerse con delincuentes, porque son los únicos no comprometidos con
el sistema: los obreros luchan solamente por aumentos de sueldo y los estudiantes son
pequeños burgueses jugando a la política; en el hampa está la cuna de la revolución”
(La VOP, 2012: 132).

La consideración del aumento en la militancia se observa en las posibilidades de unidad


entre esta organización y otras que reivindican la lucha de la izquierda revolucionaria y
que son abordadas por un militante vopista en una entrevista publicada en la revista
Punto Final (La Policía, 1970). En esta, el militante expresa un reconocimiento a la
ausencia de una política unitaria que impulse la revolución; la cual, a su juicio, se haría
efectiva en tres niveles resumibles en la trilogía ejecutiva ‘existencia operativa - acción
directa - colaboración técnica’; y sobre una idea central que gire alrededor del
reconocimiento de la necesidad de clarificar el proyecto revolucionario, sobre la base de
la acción directa revolucionaria. Un extracto del artículo señala:

[…] “la unidad dependerá en gran parte de la concreción de una verdadera vanguardia del
pueblo”. Agregan que hay tres posibles tipos de unidad: una entendida como la suma de
las organizaciones existentes; otra como “la unidad en la acción, que ya es un hecho y si
no tiene mayor resonancia política es por la falta de coordinación de ésta y su falta de
relación con la lucha de clases en que cae a veces”; y una tercera entendida como la
colaboración técnica de los diferentes grupos. […] “toda unión de la izquierda revolucionaria
debe estar basada en la aplicación de un método marxistaleninista [sic] de análisis y una
consecuente honestidad revolucionaria para proclamar como objetivo último el
derrocamiento de las clases explotadoras, la transformación profunda en las relaciones
económicas existentes y la creación del hombre nuevo, desechando todo lo que signifique
retórica, conciliábulos innecesarios, palabrería inútil”. (Ibidem: 4-5)

Las informaciones obtenidas nos enseñan que el despliegue social y político de los
vopistas se desarrolló en dos frentes. El primero, en el apoyo directo a la ejecución y
defensa de tomas de terrenos hechas por grupos de pobladores sin casa de Santiago:
en los sectores de La Bandera, Nuevo Amanecer, Santa Julia, El Pinar, 26 de Enero y La

183
Legua; y en las ciudades de Arica y Valparaíso (Roberto, entrevista grupal Alejandro-
Miguel-Roberto en Curacaví, febrero de 2008). El segundo, en la toma del fundo
Chicauma, ubicado en las afueras de Santiago, en colaboración con un grupo escindido
del MIR liderado por Jorge Grez Aburto, el Conejo. En esta toma de terrenos la VOP
fundaría la Comunidad de Chicauma, una experiencia de comuna rural socialista95.

La toma la hizo un grupo de la VOP con gente que sale del MIR, al cual yo pertenecía (el
grupo del Conejo, que venía del aparato armado del MIR). Al grupo de la VOP yo lo había
conocido antes en Arica, en la época que andaba por allá. En ese tiempo había todo un
proceso de tomas y reivindicaciones, de tomas de terrenos, de fundos, en las vísperas de
la Unidad Popular. Un amigo, Chandú96, que era un poblador del campamento Nueva La
Habana, plantea que un pariente de él, que era de Lampa, quería hacer una toma de
terrenos, como pidiendo ayuda a un grupo de amigos; se lo plantea al Conejo y a Manuel
[Campillay] también. (Roberto, entrevista personal en Curacaví, diciembre de 2007)

Ahí se hizo una experiencia medio socialista verdadero, en que se hace la toma y los
compañeros empiezan a bancar la toma. Había 12 niños ahí. Alejandro se va a vivir allá,
vende su casa en Santiago, compra un jeep. Manuel [Campillay] llevaba delantales. Eso
fue en diciembre [1970] más o menos; y para marzo [1971], cuando empezaban las clases,
los niños no tenían ropa ni zapatos ni delantal blanco; entonces Ronald, con el dinero
expropiado, llega un día como ‘viejito pascuero’, con delantales y zapatos nuevos. Los
cabros chicos estaban felices. Y como tenían que caminar como tres o cinco kilómetros
para llegar al pueblito, donde estaba la escuela, Alejandro llevaba a todos los niños en el
jeep, un Land Rover al que le había escrito “Comunidad de Chicauma”, porque el fundo se
llamaba Chicauma, y en él los iba a dejar y los iba a buscar. Ahí había todo un compromiso
de verdad. Ahí fue gente del MAPU, gente de la Democracia Cristiana, pero los que
bancaban eso era la VOP. Se intentó hacer una escuela de campesinos ahí y se iba a
comprar maquinarias; pero de ahí yo no supe porque después nosotros nos retiramos
(Roberto, entrevista personal en Santiago, diciembre de 2007)

Este despliegue social y político de los vopistas es visto por algunos como una opción
para la implementación del proyecto de revolución socialista. Así lo expresa Miguel y lo
ejemplifica en la atracción que, dice, sentía parte de una juventud de la que él formaba

95 Como adelantáramos, de Chicauma no existen estudios. En el desarrollo de la presente investigación


registramos el relato de vida del exmilitante vopista que formó parte de esta comuna y el resultado de un
trabajo de campo en este sector llevado adelante en 2017 y 2018.
96 Se refiere al militante vopista Juan Luís Marchant Berríos.

184
parte y que buscó sumarse a los objetivos de esta organización; su evaluación es que la
VOP se convirtió en un movimiento en ascenso:

No había cómo parar a la VOP. Los revolucionarios del '70 para atrás nos habíamos
quedado todos parados sin saber qué hacer. La Unidad Popular no había hecho el cambio
que prometía, la gente había mal interpretado las reformas de Allende y se habían tomado
todo el país. La derecha estaba en la calle haciendo cosas y ni el MIR ni el PC
reaccionaban. Entonces, la última alternativa que estaba quedando eran los grupos más
chicos, por lo que muchos sectores estaban en conversaciones con la VOP, estaban todos
como en torno a la VOP. La VOP no era un montón de gente, no era un tremendo ejército,
eran poquitos, pero metían harta bulla, y esa bulla era buena a nivel nacional, te daba la
alternativa y esa era la alternativa que todos queríamos: una Revolución. (Miguel,
entrevista personal en Santiago, enero de 2008)

5.2. Despliegue operativo

La actividad política y social de la VOP fue financiada principalmente por la vía de las
‘recuperaciones’. Este concepto lo utilizamos en el sentido propuesto por Rosas (2010),
quien lo define como “la obtención bajo compulsión armada de diversos elementos y
recursos considerados necesarios para el desarrollo de la lucha rebelde o para su
distribución en la población” (Ibidem: 151). Entre las que, el mismo autor, considera los
“Asaltos a entidades bancarias y financieras. -Extracción de armamento a fuerzas
policiales, de seguridad privada, armerías y civiles. […] -Sustracción de vehículos,
equipos de comunicaciones y otros” (Ibidem). En este sentido, concordamos con
Órdenes (2007), cuando plantea, para el caso del Mapu-Lautaro, que las recuperaciones
tienen un significado condensable en el concepto de “‘política de las cosas concretas y
útiles’” (Ibidem: 177), es decir, como parte de una rebelión política dirigida a impactar en
el cotidiano de “las necesidades comunes y corrientes de la gente” (Ibidem). En este
caso, obtener dinero para contribuir a financiar los frentes políticos y sociales, en
particular la que inauguraron en Chicauma. De estas operaciones hablaremos en las
páginas siguientes, en clave de relato reconstruido sobre las fuentes consultadas, tal y
como comentamos en la introducción del presente capítulo.

El viernes 17 de octubre de 1969 un desconocido número de militantes de la VOP irrumpe


en la sucursal Santa Rosa del Banco Nacional del Trabajo ubicada en la calle Santa
Rosa, de Santiago. Parte del grupo se aposta en las inmediaciones mientras el resto
ingresa a la oficina bancaria; este último exhibe armas de fuego y exige el dinero
almacenado en las arcas, lo que los cajeros realizan al instante. Cumplido el objetivo, los

185
atracadores se retiran y dejan atrás el lugar de la acción (Las Noticias de Última Hora,
1969: 1 y 16: El Mercurio, 1969b: 20).

Mañana del 26 de diciembre de 1969. Una columna vopista se desplaza al interior del
automóvil marca Chevrolet, sustraído seis días antes desde el domicilio ubicado en calle
Marchant Pereira n.º 3263, comuna de Ñuñoa. En las cercanías del barrio universitario
de las calles Macul y Grecia, en Santiago, sus ocupantes atracan una a una, dos
distribuidoras de alimentos, el Banco de Osorno y el Banco de la Unión. Más tarde, el
automóvil es encontrado abandonado en la esquina de las calles Macul y Las Encinas
(Delincuentes se llevan, 1969: 1 y 12; La VOP, 2012: 149-150).

Madrugada del último día de enero de 1970. Un automóvil marca Fiat, robado días antes,
transita por las calles de Santiago conducido por el militante vopista Ismael Villegas
Pacheco, acompañado por un sujeto no identificado. A llegar a la esquina de la av.
Manuel Antonio Matta y calle Santa Elena impactan contra otro vehículo, un taxi. Un
carabinero se encuentra en el lugar y se acerca al sitio del choque. Los ocupantes del
Fiat intentan encender el motor del coche y huir, pero este no responde, por lo que
descienden del vehículo y corren por calle San Camilo. El policía inicia la persecución.
Tras avanzar unos metros el policía detiene un taxi y a bordo de él intercepta a los
perseguidos en la esquina de las calles Portugal y Copiapó. Se inicia un intercambio de
disparos con Ismael Villegas parapetado detrás de un automóvil mientras su compañero
lo hace atrás un poste de alumbrado público. En este escenario, Villegas agota las balas
de su Smith & Wesson calibre ’38, mientras su compañero trata de desencasquillar su
arma. El policía avanza y uno de sus disparos impacta en la zona posterior de la cabeza
de Ismael Villegas. El acompañante de este último huye del lugar, con una herida en el
tórax (Se investiga, 1970: 33 y 36; La policía, 1970: 4-5).

La noticia de la muerte del vopista es portada de la edición n.º 98 de la revista Punto


Final, junto a la información de un militante socialista que pretendió secuestrar un avión,
pero que fue muerto por funcionarios de Carabineros97. Bajo el título de: ¿Vía pacífica
para Chile? La Policía ya Empezó a Matar Revolucionarios; en la contraportada señala:
“Ismael ‘Francisco’ Villegas, el primer revolucionario chileno que cae bajo las balas de la
policía”, en letras impresas sobre una fotografía del cuerpo de Ismael al lado de un coche,

97 El artículo se refiere a Pedro Lenin Valenzuela Bravo, de 19 años, quien, junto a Omar Marcelo Vásquez,
de 20 años, ambos obreros y militantes de la Federación Juvenil Socialista, secuestraron un avión
comercial el 6 de febrero de 1970 con la finalidad de alcanzar Cuba. El avión Caravelle fue abordado por
los dos jóvenes socialistas en la ciudad de Puerto Montt e hizo escala en la capital chilena para cargar
combustible, liberar a algunos pasajeros y hacer una inspección técnica de la aeronave. Pero, en la tercera
de estas, dos de los mecánicos que subieron al avión eran policías de civil que llevaban armas adentro de
un maletín de herramientas y en algún momento abrieron fuego sobre los secuestradores. En el hecho
murió Pedro Valenzuela y resultó herida la azafata Scarlett Burgos. Omar Vásquez, en tanto, fue apresado.
El artículo agrega que el cadáver de Pedro Valenzuela habría sido pateado y golpeado por carabineros del
Grupo Móvil, en el mismo aeropuerto (La policía. [1970]. Punto Final, [98]. 5-7).

186
rodeado de sangre. Al interior de la publicación se desarrolla un reportaje que trata del
accionar policial sobre militantes de grupos revolucionarios. El artículo inicia con las
siguientes líneas: “La primera sangre derramada por la revolución chilena corresponde
a dos jóvenes de la clase obrera: Ismael Villegas Pacheco, caído el 31 de enero en una
calle de Santiago”, y agrega: “La sangre generosa de Villegas y Valenzuela demuestra
el error de quienes creen que el ánimo revolucionario es una deformación política de
sectores pequeñoburgueses desesperados” (La policía, 1970; 4).

Frente a este hecho la VOP emite dos comunicados públicos en los que expresan de
forma directa sus principios y objetivos políticos y sociales. En el primero exponen las
circunstancias de la muerte de Ismael Villegas, Francisco, además de dar a conocer el
significado que para la organización tiene la muerte de uno de sus fundadores. El
Comunicado es el siguiente:

A los Obreros, Campesinos y Estudiantes Revolucionarios de Chile:


Compañeros:
Ante el asesinato a mansalva de nuestro camarada Ismael Villegas Pacheco (“Francisco”),
ocurrido la madrugada del sábado 31 del presente, en las esquinas de Copiapó con
Portugal, después de una valiente y encarnizada lucha con los representantes de la ley
burguesa, que no trepidaron en dispararle a quemarropa y por la espalda, como lo han
hecho, desde que el imperialismo y la burguesía dominan y estrangulan a nuestro país,
con la clase obrera y campesina y con los estudiantes revolucionarios, nosotros, Grupo
Liberación, declaramos:
1) Que estamos conscientes que la muerte de nuestro compañero "Francisco" no es el
primer crimen, ni el último, que la policía, instrumento de las clases adineradas, comet e
contra el movimiento revolucionario socialista de América Latina; antes hubo muchos
otros que murieron de igual forma, luchando por la liberación de sus pueblos;
2) Que no ignoramos la magnitud de nuestra responsabilidad frente al pueblo de Chile y de
América sojuzgada;
3) Que comprendemos, y queremos que los demás hermanos de lucha comprendan, lo
que significa para el movimiento revolucionario de Chile, el crimen alevoso de nuestro
camarada "Francisco": la burguesía y el imperialismo siempre han actuado así frente a
quienes exponen sus vidas por liberar al pueblo y frenar a quienes se oponen
resueltamente, con las armas en la mano, al poder reaccionario del crimen;
4) Que la muerte de "Francisco" es para nosotros un golpe rudo y doloroso, pero su ejemplo
de heroísmo revolucionario nos guiará en la lucha por la revolución socialista y debe
también guiar a los revolucionarios de Chile;

187
5) Que el crimen de "Francisco" no es sino una muestra más de cómo el poder burgués
actúa y actuará en contra de la clase obrera y campesina de Chile y de los revolucionarios:
¡la izquierda no se debe engañar más!
6) Que, desde hoy, los que quieran verdaderamente cambiar la actual sociedad deben
dejarse de engañifas “democráticas” y tomar realmente el único camino posible de cambio:
la lucha armada popular y revolucionaria;
7) Que, desde hoy, el movimiento revolucionario no debe trepidar en ajusticiar a los que se
opongan a la revolución, quienes quieran que sean. A cualquiera que se oponga a las
tareas revolucionarias se le ajusticiará como se merece: como un esbirro y un criminal al
servicio de la burguesía. ¡Eliminar los obstáculos, esa es la consigna!
8) Que a aquellos que ya lo han hecho la justicia revolucionaria los juzgará como
corresponde a un contrarrevolucionario, quién quiera que sea y a quiénes abarque en su
crimen: civiles o uniformados.
Con los hechos ocurridos está claro que la lucha revolucionaria en Chile tomará
definitivamente otro cariz, un cariz más consecuente y más decidido y que no admitirá
“inocentes”. La guerra ha comenzado: la vida de un revolucionario es más valiosa que diez,
cien, mil vidas de policías y cerdos de terno. La vida de “Francisco”, que se destacó como
un revolucionario consecuente y tenaz, nos guiará en la lucha por la liberación de América
y de Chile, y en la creación de la sociedad socialista futura.
¡Por la Razón y la Fuerza!
¡Venceremos!
Grupo Liberación
Vanguardia Organizada del Pueblo. (A los obreros, 1970: 15)

El segundo comunicado está especialmente dedicado a los familiares, amigos y


compañeros de Ismael Villegas. En este, la VOP presenta sus excusas por no asistir a
las exequias, y rinden su público homenaje al militante asesinado, del que destacan su
compromiso en la lucha por el socialismo y su consecuencia familiar y revolucionaria:

A los Familiares, Amigos y Compañeros de “Francisco”, Ismael Villegas Pacheco:


Por razones demás conocidas por ustedes, no podemos presentarnos a despedir a nuestro
camarada y amigo Ismael Villegas Pacheco, conocido por "Francisco", su nombre político
revolucionario: con ese nombre fue asesinado por la policía burguesa y con ese nombre lo
recordaremos; con Ismael quedara entre ustedes, sus familiares y amigos y así lo
recordaran; pero una cosa es clara: "Francisco" murió luchando por la revolución socialista,
es decir, murió luchando por el pueblo. Así es que su nombre verdadero quedará. como

188
Ismael "Francisco" Albino Villegas Pacheco, para siempre. No podemos separar al padre
de familia y al revolucionario: en él era una misma cosa.
"Francisco" no murió como delincuente, como afirman los diarios al servicio de los
explotadores del pueblo Chileno, para nublar la mente de los explotados.
"Francisco" es un revolucionario, porque como revolucionario no ha muerto: vivirá para
siempre en las páginas de la historia de la revolución. Un hombre honesto y consecuente,
porque comprendió que la única manera de acabar con la explotación y la miseria es
luchando con las armas en la mano, y murió con las armas en la mano. Habrá muchos
como él, pues es un ejemplo de verdadero heroísmo revolucionario: no dejó de disparar
hasta que la bala mortífera llego a él.
Aún más, fue un revolucionario hasta las últimas consecuencias, como hay pocos. Ofrendó
su vida varias veces guardando la retaguardia del camarada que lo acompañaba. A la
compañera que estuvo junto a él durante un largo tiempo y que hoy estará junto a él por
última vez, le decimos que debe mantenerse orgullosa de su esposo, que murió luchando
por la revolución, por el pueblo, por sus amigos, por ella y por sus hijos.
Ustedes y nosotros debemos recordarle como lo que verdaderamente fue y no como
pretenden los diarios burgueses que sea. "Francisco" Ismael fue un revolucionario y no un
delincuente común. "Francisco" fue, es y será un revolucionario para siempre.
Por último, queremos decir que nuestra responsabilidad y nuestra lucha por la revolución,
que debe ser la responsabilidad y la lucha de los explotados, se acentuará en muchos
grados más: un revolucionario como "Francisco" vale diez, cien, mil veces más que la vida
de un policía.
Un abrazo revolucionario para todos.
¡Hasta la Victoria Siempre!
Grupo Liberación
Vanguardia Organizada del Pueblo. (A los Familiares, 1970: 32)

El mismo artículo registra las palabras de la viuda de Ismael Francisco Villegas, Mariana
Torcuato Fuentes, estudiante de un Liceo nocturno, madre de Mariana Tamara Villegas
(hija de ella e Ismael Villegas) y en ese momento embarazada de su segundo hijo, quien
declara:

Me siento orgullosa […]; mi marido era un hombre de gran inteligencia por la manera cómo
realizó sus actividades. Se dio por entero a la tarea revolucionaria. Prefirió la muerte y
quién sabe qué secretos se llevó. En su actitud yo veo una entrega total en beneficio de la

189
seguridad de su organización y de la preservación de sus ideales. […] Si hubiera sabido lo
que hacía Ismael […], como madre de familia pienso que lo habría ayudado, aunque
probablemente se me habrían presentado muchas dudas. A lo mejor yo habría aflojado,
pero creo que cuando a uno se le mete un ideal en la cabeza, no hay quien se lo saque.
Por eso creo, que yo habría ayudado a mi marido. Ahora que él está muerto pienso en
muchas cosas. Por ejemplo, que hoy fue uno, Ismael; mañana serán cien, si es que no los
derrotan, los chilenos que saldrán a pelear. Esta es una pelea que recién comienza.
Quisiera decirle a las mujeres chilenas que son compañeras de revolucionarios que están
en la lucha, como estaba mi marido, que no los dejen de apoyar; que ellos se sientan
respaldados por sus compañeras; que no les coarten la libertad para hacer lo que es su
deber y que entiendan que la única manera de mejorar la suerte de los pobres de nuestra
patria es con las armas en la mano. Quisiera que esas compañeras –novias o esposas-
den apoyo a los revolucionarios y que aprendan de ellos en el sentido de que sólo queda
el camino de las armas. (Ibidem: 5)

Ocho días después, el 8 de febrero de 1970, el local de la empresa Loncoleche ubicado


en calle Diez de Julio, en Santiago, es atracado por una columna vopista. El grupo
armado controla el sector, ingresa a la oficina empresarial, toma el dinero disponible y se
retira (Ayer fue asaltado, 1970: 33).

Es la jornada del 11 de febrero y, por un lado, la Brigada de Servicios Especiales de la


Policía de Investigaciones realiza controles vehiculares en la calle Macul, en Santiago.
Por otro, una camioneta con cuatro jóvenes estudiantes en su interior circula por esta
arteria capitalina en dirección al punto de control. El encuentro entre ambos grupos deriva
en un tiroteo que termina con la detención de los pasajeros del vehículo, a los que la
policía incauta dos armas de fuego. Los apresados son trasladados al cuartel policial de
calle Zañartu, en la misma comuna, para ser sometidos a los procedimientos de rigor.
Tras ello, los agentes declaran que los arrestados reconocieron su militancia en la VOP
y sus complicidades con Ismael Villegas. En total les acusan de 17 delitos, principalmente
asaltos, robos de automóviles y dos intentos de homicidio (contra el policía que dio
muerte a Francisco, y contra un transeúnte). Las acusaciones dan inicio a un proceso en
el 8º Juzgado del Crimen, el que dicta el encarcelamiento de los detenidos en galerías
comunes de la Cárcel Pública de Santiago. Los militantes capturados son: Arturo Rivera
Calderón, 19 años de edad, estudiante de sexto año de Humanidades del Liceo Nocturno
de San Diego; Leonardo Farfán Guerra98, 23 años, estudiante de tercer año de Ingeniería
Civil de la Universidad de Chile; Edmundo José Magaña Torres, de 19 años, y Juan
Gabriel Carvajal Barrios, 18 años, ambos estudiantes secundarios licenciados que

98 Una fotografía de prensa de Leonardo Farfán Guerra, en anexo F.09.

190
habían rendido hacía pocas semanas las pruebas de ingreso a la Universidad (García,
1970: 6-7; La VOP, 2012: 23-24).

Después de la cuádruple detención, los tribunales lo caratulan de ‘simple delincuencia’.


Tal y como expresó el Ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago, José Cánovas
Robles, juez titular del caso contra el MIR, cuando se negó a juzgarles, tras argumentar
que “son más bien delincuentes comunes, puesto que entre ellos hay hasta obreros que
no están en el grupo que comprende mi visita extraordinaria” (García, 1970: 6). Por otra
parte, los familiares de los encarcelados manifestaron expresaron sus puntos de vista a
través de la edición n.º 99 de la revista Punto Final. En esta, Nilda Rivera Calderón,
describió de esta forma a su hermano Arturo Rivera:

Es un muchacho de gran corazón y de una inquietud tremenda. Fuera del trabajo y del
estudio nocturno se daba tiempo para realizar sus actividades políticas. No me asombra
que luche para construir una sociedad nueva. En casa hemos sido siempre izquierdistas y
el ejemplo que nos dio nuestro padre ha sido la mejor guía […] Que no vengan a decir que
es un delincuente, que derrochaba dinero a manos llenas. A mi casa llegaban muchos de
sus compañeros y debíamos hacer los pesos para que pudieran comer y movilizarse. Lo
que dicen los diarios es una canallada. Arturo tenía ideales muy firmes. Para él era un
compromiso arriesgar su juventud y su vida para lograr un mundo mejor. Hablaba siempre
de la calidad moral y el espíritu de sacrificio que debían caracterizar a un revolucionario.
(Ibidem: 6-7)

En la misma publicación, el padre de Leonardo Farfán, declaró: “Si bien yo no sabía de


sus actividades políticas no me avergüenzo que haya sido detenido por ser consecuente
con sus ideas. Y no acepto que se le tilde de delincuente. Leonardo jamás estuvo
detenido. Es un muchacho de una conducta ejemplar, tanto en la casa como fuera de
ella” (Ibidem: 7).

Igualmente, la madre de Edmundo Magaña, Eliana Torres de Magaña, sostuvo: “No me


avergüenza su detención, porque su actitud es consecuente con sus ideales, pero sí me
repugna el sensacionalismo informativo que cierta prensa ha empleado contra él. En el
barrio todos los vecinos, que lo conocen bastante bien, me han ofrecido su apoyo”
(Ibidem: 6).

Angélica Barrios de Carvajal, madre de Juan Carvajal, por su parte, expresó:

191
Muy responsable, muy buen alumno y muy buen hijo, estoy orgullosa de él y no me
sorprende que esté participando en actividades políticas con la dedicación y
convencimiento que pone siempre en todas sus cosas. Por lo demás somos una familia
progresista en cuanto a ideas políticas y en casa es habitual que los problemas sociales
se analicen desde un punto de vista de izquierda. (Ibidem: 7)

En días posteriores, desde la Cárcel Pública de Santiago los cuatro prisioneros vopistas
hacen público un comunicado, firmado por Arturo Rivera Calderón y en nombre de la
organización. En este denuncian y describen las torturas policiales a las que habrían sido
sometidos tras su detención, además de reivindicar el carácter proletario, armado y en
ofensiva de la organización:

Las Torturas en Chile


Se nos ha tachado de delincuentes comunes. Esta afirmación ya nadie la cree.
El gobierno pretende cerrar los ojos ante una fría realidad. Esa realidad indica que el
obrero, el trabajador y el estudiante, ya se cansaron de escuchar patrañas, mentiras,
promesas que no se cumplen. Han dicho: ¡basta!, y se han incorporado de lleno a la lucha
clandestina.
La intachable conducta de los actuales militantes de la VOP procesados por el Código
Penal, demuestra la estupidez y ceguera de quienes hacen ese tipo de afirmaciones.
La VOP está orgullosa de contar entre sus filas a los mejores hombres de la clase
proletaria; porque su presencia en nuestra organización es reflejo del despertar de la clase
obrera, que por primera vez en Chile se incorpora de hecho a la lucha armada por el
socialismo. Por lo cual, exigimos el trato de reos políticos que merecemos.
La policía chilena pretende suplir su falta de inteligencia con las brutalidades. Hemos de
decirle que las redes clandestinas no se rompen con torturas; tampoco pueden con torturas
apagar la llama revolucionaria que está encendiéndose en el corazón de los oprimidos.
Con nuestra detención, en febrero, la policía afirmó que la VOP había dejado de existir,
pero nuevos camaradas a los cuales personalmente no conocemos, han sido detenidos y
la policía, luego de "cargarle" los mismos delitos que a nosotros —aun sabiendo que no
han participado en ninguno de ellos- vuelve a decir que la VOP "ha dejado de existir",
escudándose tras el sumario secreto. La falta de conocimiento respecto a la VOP los lleva
a inventar delitos con el solo objeto de tapar con publicidad su incapacidad, corrupción y
cobardía, haciéndose "cartel" de héroes que se matan trabajando "científicamente" contra
los "extremistas".

192
El cinismo de los jefes policiales llega a extremos cuando desmienten el que se aplique
torturas a toda clase de detenidos (entre ellos nosotros).
Los revolucionarios hemos sentido en carne propia estas torturas:
Ser tendidos en un camastro de fierro, luego de ser amarrados de pies y manos;
Introducción de un palo envuelto en trapos sucios y malolientes en la boca para evitar
gritos.
Bajada de pantalones y aplicación de descargas eléctricas en los testículos, pene, boca,
sienes, oídos, estómago, piernas, manos, etc.
Se pisan las manos haciendo girar el taco de la bota sobre ellas.
Se echa agua caliente por nariz y boca.
Patadas en riñones y pulmones hasta provocar hemorragias. Y así innumerables torturas
que dejan por los suelos nuestra falsa democracia. Una tortura muy usada por carabineros
es la de hacer comer excrementos al detenido.
A los mercenarios del "Escuadrón de la Muerte", grupo represivo formado por el gobierno
de turno, les decimos que seguirán encontrándose con la VOP, continuarán las
expropiaciones a entidades creadas para el robo y la explotación; seguirán las
expropiaciones de elementos para la revolución, mal que les pese.
Es muy posible que por esta declaración mis familiares sufran las consecuencias (por ser
mujeres solas). Pero yo les digo que nosotros no hemos buscado el enfrentamiento y
cuando lo busquemos será en las condiciones y en el lugar que nosotros fijemos. Y ahí
verán los "héroes", "valientes", etc., pero no para combatir mano a mano con
revolucionarios que dan su vida por un ideal.
La VOP está formada por camaradas de diferente extracción social.
Al ver a un obrero luchando por sus ideales, sienten desprecio por él, desprecio que no es
más que producto de “complejos de clase”, sienten vergüenza de sentirse explotados y aun
así convertirse en verdugos y asesinos de su propia clase.
La VOP es algo más que una organización armada, es un grito de libertad del pueblo,
porque la VOP la forma puro pueblo.
Arturo Rivera Calderón.
Vanguardia Organizada del Pueblo, "VOP".
Cárcel Pública. (Rivera-Calderón, 1970: 32)

Ronald Rivera Calderón, por su parte, por estos días se habría dirigido a la ciudad de
Arica para esquivar la búsqueda policial que afecta al entorno familiar y social de los
publicitados detenidos; en la que además contacta a algunos jóvenes de izquierda, de
los que algunos pasarán a integrar la organización (Roberto, entrevista personal en

193
Santiago, enero de 2008). En esta ciudad, en abril de 1970, desconocidos vopistas
ejecutan un exitoso asalto a la Caja de Retiro de los Ferrocarriles del Estado de Arica
(La VOP, 2012: 150). A finales de abril, el grupo viaja desde Arica a Santiago; en él se
encuentra Wilfredo Pávelic Sanhueza, de 21 años, quien fallece el 3 de mayo tras
disparársele un arma de fuego en una sesión instructiva de estas (Ibidem).

Volvamos a Santiago. El lunes 15 de junio de 1970 dos militantes de la VOP fuerzan la


cerradura de un automóvil marca Fiat modelo 600 que está estacionado en la Villa Frei,
comuna de Ñuñoa, pero al intentar encender el motor descubren que este no inicia y
comienzan a empujarlo. En ese momento entra en escena una patrulla de la Policía de
Investigaciones, y se inicia un tiroteo que termina con los dos jóvenes apresados: René
Gaspar Vargas Yáñez, estudiante del Liceo n.º 1 de Santiago, de 19 años; y Raúl Enrique
Estroz Cifuentes, obrero textil de 26 años, encontrándole la policía a este último un arma
calibre 22 cargada con nueve tiros. Acto seguido, fuerzas policiales efectúan controles y
allanamientos en diferentes sectores de la capital. En uno de ellos, en el domicilio de
calle Rengo n.º 770, comuna de Ñuñoa, detienen a Álvaro Plaza Fernandois, electricista
de 28 años, acusado de ser militante vopista y de guardar en su casa un automóvil marca
Simca modelo 1000 robado, que, según la información entregada por Investigaciones a
la prensa, serviría para asaltar el Supermercado Loncoleche de la comuna de
Providencia. A los tres arrestados durante la jornada se les acusa de ser responsables
de siete delitos, entre los que están el robo de vehículos y el asalto a la sucursal Santa
Rosa del Banco Nacional del Trabajo ocurrido el 17 de octubre del año anterior. Los tres
pasan a disposición del 8º Juzgado del Crimen de Santiago, que ordena su prisión (El
Mercurio, 1970a: 21 y 27).

En julio del mismo año ocurren otras dos acciones directas protagonizadas por militantes
de la VOP. La primera de ellas se produce el 4 de julio, cuando una columna vopista
atraca el Supermercado Cordillera, ubicado en calle Tomás Moro n.º 749, y se lleva
Eº40.000.- (La VOP, 2012: 150). La segunda el 10 del mismo mes, cuando el Comando
Pedro Lenin Valenzuela asalta la Armería Italiana de calle Arturo Prat n.º 142, en
Santiago, y obtiene “[…] armas por un valor cercano a los 250 mil escudos, entre ellas
40 fusiles, 34 revólveres, 25 pistolas, 20 puñales y más de siete mil balas y tiros para
escopeta” (Salazar, 1995: 85).

En el mes siguiente la VOP protagoniza otra acción de obtención de armamento. El relato


policial (Las Últimas Noticias, 1970: 11) informa que en la madrugada del martes 11 de
agosto el Carabinero Luís Fuentes Pineda, 41 años, efectúa labores de vigilancia
callejera en la residencia privada del Gobernador del Departamento Pedro Aguirre Cerda,
Eduardo Gariazzado Barría, ubicada en calle Ramón Carvallo Orrego n.º 61, en la
comuna de La Cisterna, Santiago. También, que el policía empuña una subametralladora

194
Karl Gustav99. El caso es que en algún momento una persona se acerca a su posición,
se abalanza sobre él para arrebatarle el arma. En la refriega, cuatro tiros dan muerte al
Carabinero. En tanto, el atacante se aleja rápidamente del lugar con el armamento
policial (La VOP, 2012: 27).

Doce días después la subametralladora es utilizada en una acción directa. En la jornada,


una columna de la VOP compuesta por cuatro hombres y liderada por la vopista apodada
Natacha, atracan el Supermercado Brusoni Hnos. y se llevan Eº50.000.-. El lugar está
ubicado en calle José Miguel Infante n.º 1232, comuna de Providencia, en las cercanías
de la residencia particular del presidente de la República, Eduardo Frei Montalva (La
VOP, 2012: 151).

Hacemos una pausa en las acciones directas vopistas porque antes de cumplirse dos
semanas del último atraco de esta organización, el 4 de septiembre se realizan
elecciones presidenciales en las que triunfa el candidato de la izquierda, Salvador
Allende Gossens. Este hecho, de acuerdo al testimonio del exmilitante mirista, Roberto,
profundiza los debates entre los militantes de la izquierda ilegal respecto a los cauces
que debía tomar la revolución socialista, si acaso dentro de la legalidad que enmarcaría
la gestión del presidente de la República o desde las arenas de la acción directa
(Roberto, entrevista personal en Santiago, diciembre de 2007). El MIR, por ejemplo,
como comentábamos en el capítulo dedicado al marco histórico, oficialmente no formaba
parte de la UP, pero tras el triunfo electoral declaró su apoyo al nuevo gobierno y decretó
el inmediato cese de sus acciones directas; lo cual habría en parte mermado su militancia
operativa:

Varios grupos empiezan a salirse cuando Miguel [Enríquez] hace una transacción con
Allende. Entonces ahí sale mucha gente, el 70, con las elecciones. Porque el tema era si
apoyábamos las elecciones o no, y los dirigentes deciden apoyarla. Entonces ahí nosotros
nos retiramos. Porque claro, eso también le permitía a Miguel salir de la clandestinidad. Y
ya antes de las elecciones habíamos dejado de hacer acciones, porque nos metimos dentro
de la legalidad que nosotros considerábamos que era una legalidad burguesa, donde
estaba el ejército que no había sido destruido, el poder económico que seguía latente, los
empresarios, los curas. (Roberto, entrevista personal en Santiago, enero de 2008)

[…] nosotros éramos antiallendistas, porque decíamos que Allende era un populista. Igual
a todas esas tendencias que se dieron mucho en varios personajes, como Perón, que para
amortiguar las contradicciones y para evitar que se generara una situación explosiva

99 Arma de fabricación sueca, calibre 9mm, 36 tiros, con modalidad ráfaga o un tiro por segundo; un arma
de guerra de alrededor de cuatro kilos de peso.

195
hacían Frentes; y ahí aparecían los Frentes en toda esta historia. Pero nosotros
pensábamos que si agudizábamos ciertas contradicciones sociales íbamos a demostrar
que esta sociedad es injusta, y que quiere parchar lo imparchable: la pobreza. Además,
veíamos que con cierto accionar se iba a generar represión, por lo tanto, también tenías
que prepararte para lo que vendría, para la revolución. (Roberto, entrevista personal en
Santiago, diciembre de 2007)

Por parte de la VOP, las palabras de Alejandro Villarroel respecto a Allende nos
señalan un punto de vista en la dirección antes expuesta. Si bien el párrafo es parte
del relato de vida que se expone en el capítulo siguiente, consideramos que su
pertinencia respalda su inclusión. En el escrito, sostiene:

Allende era un burgués, un hombre ambicioso, miembro de la clase política (que funciona
como una clase más) […] Era imposible algo más penoso y más ridículo que el esfuerzo
del doctor Allende. Ya habían ocurrido varias barbaridades dentro del mundo socialista y
él nunca opinó, nunca hizo nada. Conoció China, Yugoslavia, en Rusia estuvo varias veces,
en Cuba otras más, y nunca vio nada malo. O sea, un politiquero de última categoría.
Cuando los obreros chilenos no tenían la posibilidad de ir a ver en qué consistía el mundo
socialista. Allende los estaba empujando hacia un mundo desconocido, porque la simple
pregunta acerca del ¿cómo se va a vivir cuando tome el poder la clase obrera?, no se sabía
su respuesta, nunca los chilenos supieron eso, y nunca Allende criticó el socialismo, para
nada. Por lo menos hubo algunos gallos con un poco más de dignidad, como el Dr.
Barros100, que se hizo chinista, maoísta. Allende era un equilibrista, estaba bien con dios y
con el diablo. La gente hasta el día de hoy cree que Allende era un hombre de izquierda,
incluso algunos creen que era un revolucionario, no es cierto, es falso, ese es mito.
(Alejandro Villarroel, relato de vida, 2014)

La VOP retoma las acciones directas antes de que termine el mes, el lunes 21 de
septiembre. El lugar es la sede del Banco Panamericano, ubicado en av. Irarrázaval n.º
725, Santiago. A las 13:00 h, un grupo compuesto por una mujer, Isabel Garrido Ossa
(La VOP, 2012: 151), y tres hombres armados de revólveres arriban a la sede bancaria
a bordo de un taxi robado hacía una hora. Uno de los asaltantes avanza hasta el cajero

100 Se refiere a Jaime Barros Pérez-Cotapos (1911-2004), senador de la República en el período 1961 -
1969. Militante PC, al interior de este partido lideró un grupo de nombre ‘Espartaco’. Fue expulsado del
partido tras señalar que “sólo la acción directa, a través de la insurrección armada, puede implementar el
proceso revolucionario que llevará el pueblo al poder” (Archivo Chile, 2005: 88). En 1963, junto a la Unión
Rebelde Comunista, también escindido del PC, funda el Partido Comunista Revolucionario (PCR), de línea
prochina.

196
y le conmina a entregar el dinero, mientras sus compañeros vigilan a los empleados y
clientes que a esa hora están el recinto. La acción se ve frustrada cuando ingresa al
banco el Carabinero Armando Cofré López, y comienza un tiroteo que termina con el
policía muerto, el militante vopista Alfredo Vargas González, el Julio, herido y
posteriormente detenido, y el resto de la columna en fuga (Revista Ercilla, 1970: 17; El
Mercurio, 1970b: 1 y 8; El Mercurio, 1970c: 17).

En tanto, el 26 de octubre, el aún presidente Eduardo Frei nombró al General Carlos Prat
en el puesto de Comandante en Jefe del Ejército 101, el que es ratificado por el gobierno
de Salvador Allende tras asumir la Presidencia de la República, el 4 de noviembre de
1970. El nuevo jefe de Estado designó al general de ejército (r) Emilio Cheyre Toutin, en
el cargo de Director de la Policía de Investigaciones, y al militante del PS, Eduardo
Paredes Barrientos, alias Coco Paredes, como Subdirector de esta policía.

El viernes 18 de diciembre de 1970, vía Decreto Supremo Presidencial n.º 2071, son
indultados 43 militantes de movimientos de izquierda condenados o prófugos por
transgresión a la Ley de Seguridad Interior del Estado. El Decreto, si bien es rechazado
por la Contraloría, es repuesto a través del Decreto de Insistencia n.º 2092 del 28 de
diciembre, firmado por el Presidente Salvador Allende y catorce ministros de Estado.
Entre los indultados se encuentran siete militantes vopistas, los seis primeros
procesados en la Causa n.º 1264 del 8º Juzgado del Crimen de Mayor Cuantía de
Santiago, y el séptimo en la Causa n.º 1986-70 de la Fiscalía Militar de Santiago (Primera
Fiscalía). El listado es el siguiente:

a) Arturo Rivera Calderón, reo preso, procesado por los delitos de robo y hurto;
b) Juan Carvajal Barrios, reo excarcelado, procesado como autor del delito de hurto;
c) René Gaspar Vargas Yáñez, reo excarcelado como autor de hurtos;
d) Leonardo Farfán Guerra, reo excarcelado, procesado como autor del delito de robo con
intimidación;
e) Edmundo Magaña Torres, reo excarcelado, procesado como autor de robo con
intimidación y hurto;
f) Raúl Estroz Cifuentes, reo preso, sometido a proceso como autor de los delitos de robo
con intimidación y hurto.

101 El anterior Comandante en Jefe del Ejército, René Schneider Chereau, había sido víctima de un
atentado mortal el 22 de octubre de 1970. Las investigaciones posteriores revelaron una trama orquestada
por la CIA, dirigida por dos generales chilenos: el retirado Roberto Viaux Marambio y el activo Camilo
Valenzuela, y ejecutada por un grupo de derecha. El objetivo era culpar a la izquierda y estimular a la
oficialidad militar a dar un golpe de Estado que impidiera la investidura de Salvador Allende como
presidente. Igualmente, a raíz del atentado, el Director de la Policía de Investigaciones, Jaspard da
Fonseca, fue destituido de su cargo.

197
[…]
Luís Orlando Moreno Flores se encuentra sometido a proceso por los delitos de maltrato
de obra a carabinero de servicio y falsedad documentaria. La causa está en sumario y el
reo, excarcelado102. (Cámara de Diputados, 1971: 1022)

Para Roberto, el exmilitante mirista, excolaborador vopista y amigo de Alejandro


Villarroel, el indulto a prisioneros procesados por cargos de violencia política se une a la
creación de una escolta armada al servicio del presidente: el Grupo de Amigos
Personales (GAP), al que se integran algunos militantes de izquierda, en lo que ve como
el despliegue de redes gubernamentales para la obtención de información entre las
organizaciones a la izquierda de la izquierda:

[…] en el gobierno de Allende los sueltan a todos, y casi todos esos pasan a ser los
servicios de información del gobierno; y esto no es supuesto, la información es concreta.
También sabemos que a Arturo ya Ronald les ofrecieron integrarse al GAP, pero no
quisieron, no quisieron […] El GAP era del MIR, después del PS. Asumen el rol de amigos
personales de Allende, pero también asumieron el manejo de los servicios de información
del gobierno, al margen de los oficiales, de los servicios de inteligencia de los milicos, de
los pacos, etc. También en este contexto los Elenos [del ELN], del Partido Socialista, fueron
activos represores del gobierno de Allende. Entonces tú veías que aquellos que eran
nuestros compañeros, que luchábamos codo a codo en las poblaciones y todo eso, de
repente empezaban a tener cierto poder por ser obedientes militantes del partido, y este
los iba poniendo en lugares estratégicos, y eran los que persiguieron después a la VOP.
[…] Te decían: “renuncia a nosotros y métete con ellos, para traer información”, y se
empieza a hacer un trabajo de espionaje entre los mismos compañeros; exceptuando a los
que estaban en el gobierno de la Unidad Popular, que ellos hacían represión de Estado,
los otros se paseaban por todos los grupitos obteniendo información. (Roberto, entrevista
personal en Santiago, enero de 2008)

Aquellos que fueron compañeros en un momento dado, eran los que estaban en el
gobierno y te empiezan a perseguir. Como el caso del Partido Comunista, ellos hacen la
repre contra la VOP, porque Carlos Toro, que era el Subdirector de la Policía [de
Investigaciones], era comunista estalinista; y el Director, Coco Paredes, que era MIR-

102 “Erróneamente en el Decreto de Indulto se citó respecto de este reo el proceso n.º 1264, del 8º Juzgado
del Crimen de Mayor Cuantía de Santiago”. (Cámara de Diputados, 1971: 1022). En esta sesión, la Cámara
discute la acusación constitucional en contra del ministro de Justicia, Lisandro Cruz Ponce, a raíz de los
indultos presidenciales, por lo que rectifica y amplía la información de los indultados (finalmente, la
acusación es declarada no admisible).

198
Socialista, tenía doble militancia. Pero la repre la manejaba él [Carlos Toro]. ¿Con qué
sectores?, con sectores de los Elenos que estaban en el gobierno, por la misma militancia,
que se vinculaban al PS. (Roberto, entrevista personal en Santiago, febrero de 2008)

Los primeros días de febrero de 1971 la VOP retorna a los noticieros. Un artículo de
prensa (¿Serán indultados?, 1971: 1) indica que durante el último día de enero, cinco
jóvenes pintan consignas en los muros de la esquina de Ramón Carnicer con
Bustamante, en la comuna de Ñuñoa, Santiago, cuando una patrulla de la Policía de
Investigaciones les detecta. Los jóvenes emprenden la retirada a bordo de un vehículo y
en algún momento se inicia un intercambio de disparos que termina en la población Santa
Julia con el vehículo perseguido detenido por un desperfecto mecánico y sus ocupantes
apresados: Fernando Gutiérrez, Guillermo González, Patricio Dagach, David Alcayaga y
Jorge Farfán; además, los dos primeros resultaron con heridas de bala. El mismo artículo
señala que “Confesaron que eran disidentes del MIR y que, a juicio de ellos, el único
camino para lograr transformaciones profundas en las estructuras del país es la vía
armada” (Ibidem). Se les acusará de robo de autos, intento de homicidio frustrado y porte
ilegal de armas. La VOP responderá por medio de un comunicado público:

A los Compañeros Trabajadores:


Ante los sucesos acaecidos el domingo 31 de enero, la Vanguardia Organizada del Pueblo
(VOP) informa lo siguiente:
Encontrándose en funciones de propaganda revolucionaria el comando "Ismael Villegas
Pacheco" (Francisco) fueron baleados por los perros guardianes de la burguesía, los "tiras".
La prensa los ha acusado de delincuentes por haber encontrado en su poder unos
vehículos expropiados.
La comandancia se hace responsable de la expropiación de esos vehículos y deja en claro
que los compañeros revolucionarios detenidos pertenecen a la Vanguardia Organizada del
Pueblo, y que están dispuestos a dar su vida si es preciso por una causa en favor de la
clase proletaria. Así lo demuestra su frente limpia y su brazo rebelde en alto sin traiciones
a la clase obrera ni pactos con la burguesía.
Advertimos que responderemos golpe por golpe, muerto por muerto.
¡Hasta la victoria siempre y hasta el último hombre!
Vanguardia Organizada del Pueblo (VOP).
Comandancia Nacional. (A los compañeros, 1971: 9)

199
Algunos días después, el sábado 6 de febrero de 1971, cinco militantes de la VOP se
apoderan de Eº100.000.- de las cajas de la Ferretería Santo Domingo, ubicada en el
centro de la capital chilena; en un atraco que es informado por la prensa como “un
espectacular asalto a mano armada” (Asaltantes, 1971: 8; Revista Ercilla, 1971a: 16), y
con el cual la “VOP le ha quitado al MIR la preponderancia en la organización de la
guerrilla urbana” (La VOP, 2012: 35 y 152). El 8 de febrero la acción vopista se traslada
al norte del país, a la ciudad de Arica; en la madrugada de este día un grupo de esta
organización efectúa un atraco a la Ganadera Portales que les reporta la suma de
Eº180.000.- (Asesinado, 1971: 25).

De regreso a Santiago, el 15 de febrero de 1971 una columna vopista atracó el domicilio


situado en la av. Alameda n.º 1435, depto. 18, residencia particular de Sultana Benmayor,
de 55 años, y obtuvo Eº1.000.000, además de dólares y joyas (La VOP, 2012: 35). En
palabras de la VOP: “300 mil escudos en dinero efectivo; 4.700 dólares en billetes; 220
dólares en cheques; 200 dólares en bonos; 400 mil escudos en cheques; y el resto en
joyas” (El paredón: 1971: 8). Alejandro Villarroel expone en su relato de vida que la
tenencia de dinero y joyas por parte de la asaltada era parte de una práctica que por ese
tiempo se extendió entre algunas familias pudientes que se anticipaban al advenimiento
de una revolución socialista: la compraventa de dólares y la conversión de bienes en
joyas de reducido volumen. También, que la VOP decidió que una parte del botín se
enviara a la guerrilla boliviana fundada por el Che Guevara, la cual, muerto este,
intentaba mantenerse operativa:

Como algunos arrancaban de Chile porque pensaban que venía el comunismo, se había
vuelto un buen negocio el comprar y vender dólares, y eso justificaba totalmente el
expropiarlos; como ya habíamos visto con el asalto a Sultana Benmayor, una gringa
traficante de dinero y joyas que vino a Chile a hacer negociado, que tenía cerros de dólares,
joyas de platino y brillantes, recursos que se decidió enviar a la guerrilla del Che Guevara
que intentaba sobrevivir en Bolivia. (Alejandro Villarroel, relato de vida, 2014)

Las causas y detalles de la acción son aportadas por la VOP, por medio de un
comunicado público firmado por el Comando Arnoldo Ríos103:

103 El nombre del grupo hacía referencia a Oscar Arnoldo Ríos Maldonado, 23 años, estudiante de
periodismo y militante del MIR, asesinado por integrantes de la Brigada Ramona Parra (BRP) del PC, el 2
de diciembre de 1970 en la Universidad de Concepción, tras una disputa por propaganda partidista.
(Editorial, 1970: 1).

200
La VOP comunica a los compañeros trabajadores y a los perros guardianes de los
capitalistas, el escuadrón de la muerte y sus compinches, lo siguiente:
1.-Que la VOP se hace responsable de la acción revolucionaria en contra de la delincuente
burguesa Susana “La Sultana” Benmayor Almaleck. Comunicamos esta acción nuestra una
vez que los organismos correspondientes han completado la investigación basándose en
la documentación capturada a esa traficante.
2.- Hemos actuado en contra de La Sultana por dedicarse al tráfico ilegal de dólares
teniendo como base de sus operaciones delictivas en contra del pueblo el local comercial
de su propiedad “El Samurái”. El comando Arnoldo Ríos Maldonado rescató la suma de un
millón de escudos aproximadamente, distribuidos en la siguiente forma: 300 mil escudos
en dinero efectivo; 4.700 dólares en billetes; 220 dólares en cheques; 200 dólares en
bonos; 400 mil escudos en cheques; y el resto en joyas.
3.- Una parte de esta suma será entregada a nuestros hermanos de clase, ya que a ellos
realmente pertenece; el resto del dinero será para fortalecer nuestra organización. PARA
APLICAR EN EL FUTURO EL PAREDÓN REVOLUCIONARIO en contra de los asesinos
del 23 de noviembre de 1967, en contra de los masacradores de la Población José María
Caro, en contra de los responsables de la muerte del revolucionario Ismael Villegas
Pacheco (Francisco), en contra de los asesinos del pueblo; y por la conquista total y
definitiva del poder político y económico para el pueblo
4.- Mientras “La Sultana” trafica con dólares la “justicia” del viejo drogadicto y homosexual
de Ramiro Méndez Brañas104, que persigue a los explotados, a los compañeros obreros
de Saba, a los compañeros campesinos que se levantan legítimamente exigiendo sus
tierras, a los revolucionarios; y que deja libre a los que complotan contra el pueblo. Este
vejete a sueldo de la burguesía y del imperialismo que desde la prensa reaccionaria
defiende la “justicia” de los ricos; este viejo momio, miserable, cobarde y corrompido,
amparado en sus códigos del pasado, nada dice y nada hace por procesar y encarcelar a
ésta y a otros traficantes de alto vuelo que se esconden tras el momiaje y sus amigos de
turno: la Democracia Radical y Cristiana.
Comando Arnoldo Ríos.

104 Se refiere a Luis Ramiro Méndez Brañas (1902-1993), abogado y presidente de la Corte Suprema de
Chile entre 1969 y 1972. Respecto al trato de ‘drogadicto y homosexual’ que le otorga el comunicado, los
antecedentes recopilados a lo largo de la investigación indican que estos dos términos eran de uso común
en la sociedad chilena de aquellos años para expresar desprecio hacia el acusado, aunque más de forma
que de fondo. En conversaciones sostenidas con Alejandro Villarroel, y corroboradas por exmilitantes de
la izquierda chilena de ese período, este indicó que en los ambientes cotidianos de los militantes de
izquierda tanto el consumo de drogas (marihuana, principalmente) como las preferencias sexuales, eran
prácticas privadas que por lo general no se convertían en temas de conversación pública, sino que
formaban parte de un área personal en la que se evitaba entrar en debates, disputas o discriminaciones.
Aun así, Alejandro tildó de ‘lamentable’ esa acusación en el comunicado público vopista, y lo achacó a la
rapidez del momento y a la aun no consolidada base política de determinados militantes (Alejandro
Villarroel, entrevista personal en Curacaví, febrero de 2008).

201
Vanguardia Organizada del Pueblo.
Organización Revolucionaria y Socialista Dirigida por Proletarios Armados. (El paredón:
1971: 8)

En el mes de marzo de 1971, los vopistas realizan dos atracos: el 4 asaltan el domicilio
de Federico Salzberger Strauss, y el 12 hacen lo propio en la Academia de Humanidades,
ubicada en calle Compañía n.º 1891, Santiago. Las acciones les reportan la suma de 75
mil escudos (La VOP, 2012: 153). Además, durante esta jornada del 12 de marzo, la
policía detiene a Víctor Toro, militante del MIR y dirigente de la población 26 de Enero,
bajo acusación de ser responsable de nueve asaltos bancarios. Frente a esta
encarcelación, la VOP emite un comunicado en el cual declara su compromiso fraterno
con el prisionero y hace un llamado a la práctica violenta revolucionaria a los militantes
del MIR y del PS:

Compañeros trabajadores:
La Vanguardia Organizada del Pueblo declara que solidariza revolucionariamente con el
camarada Víctor Toro, detenido por las fuerzas represivas que aún permanecen en manos
de la burguesía y del imperialismo.
Llamamos a una amplia y combativa movilización de masas para exigir la libertad del
dirigente de la Población 26 de Enero y militante del MIR. Asimismo, declara que esta
solidaridad se hace extensiva a otros compañeros de otras organizaciones que no han sido
reivindicados como corresponde a revolucionarios y que están en las cárceles burguesas.
Hacemos un llamado a los sectores revolucionarios del MIR, del Partido Socialista, a
responder con la violencia revolucionaria a la violencia reaccionaria, que se manifiesta no
solo en el encarcelamiento de estos compañeros, sino en general en la mantención del
sistema capitalista
¡A romper los esquemas legalistas y burgueses!
¡Al poder proletario por las armas!
Vanguardia Organizada del Pueblo. (citado en La VOP, 2012: 128-129)

Abril de 1971 es mes de elecciones municipales: los resultados favorecieron al gobierno


de la UP con el 49,73% de los votos, en tanto la oposición de democristianos y
derechistas contabilizó el 48,05% de los sufragios105. También es mes de cambios en el

105 Para conocer más detalles de esta elección y del gobierno de la UP, ver: González, Luís. (2005).
“Allende y la vía chilena al socialismo”. (Recuperado de:

202
gobierno: en la jornada del 17 el gobierno fuerza la salida del Director General de la
Policía de Investigaciones y nombra en su reemplazo al, hasta entonces, subdirector de
esta policía y militante del PS, Eduardo Coco Paredes106; y en el cargo de este designa
al militante del PC, Carlos Toro107.

Por otro lado, para los vopistas abril fue un mes de acciones directas. Un comando de
cinco militantes atracó el Supermercado Egas, ubicado en la intersección de las calles
San Joaquín y Gran Avenida, en la zona sur de Santiago (Bonnassiolle, 2014: 140; La
VOP, 2012: 153). En tanto el 24 fue el turno de la Confitería Don Raúl, emplazada en
calle Salvador Sanfuentes n.º 2972 de la capital (Ibidem). En la jornada señalada, un
grupo de vopistas armados, entre los que habrían participado los beneficiados con el
indulto presidencial de diciembre de 1970, Raúl Estroz y René Vargas (Son asesinos,
1971: 1), atraca el lugar y dan muerte al propietario, Raúl Méndez, y dejan herido al tío
de este, Víctor Calaf, llevándose Eº38.000.- (La VOP, 2012: 153). Alejandro Villarroel,
partícipe de esta acción de recuperación, nos señala en su relato de vida:

El caso es que luego llegamos a la Confitería Don Raúl, unos entraron y bajaron la cortina.
Ni el Negro Jorge, ni Gato, ni yo, que quedamos en la vereda, pudimos evitar lo que ocurrió
dentro del local asaltado. Escuché disparos, los compañeros salieron y todos nos fuimos,
yo hacia el fundo en la última micro a Lampa y sin dinero ni para movilizarme. (Alejandro
Villarroel, relato de vida, 2014)

También, Alejandro nos señala que los informes previos de los vopistas indicaban que el
dueño de este negocio, además de las actividades propias del giro comercial, se
dedicaba a la compraventa ilegal de dólares, al tráfico de drogas y a la explotación sexual
de menores de edad (Ibidem). Por otra parte, el gobierno declara que el atraco es obra

https://www.archivochile.com/S_Allende_UP/doc_sobre_sallende/SAsobre0033.pdf [con acceso el


03/12/2016]).
106 Eduardo Paredes Barrientos (1938-1973), médico, militante del PS y Director de la Policía de
Investigaciones bajo el gobierno de Salvador Allende. Destituido temporalmente el 6 de agosto de 1972
tras liderar, junto con Carlos Toro, subdirector de la misma policía, un ataque armado nocturno de 400
efectivos de investigaciones y carabineros contra la población Lo Hermida, en Santiago, que dejó un saldo
de tres pobladores asesinados. Detenido por tropas militares tras el golpe de Estado del 11 de septiembre
de 1973, fue asesinado y su cuerpo desaparecido.
107 Carlos Toro Sepúlveda (1938-2004). Militante del PC y Subdirector de la Policía de Investigaciones
bajo el gobierno de Salvador Allende. En 1966 dirigió la creación de una unidad de inteligencia dependiente
de la Comisión Militar del PC, que ya a inicios de 1968 asumió las relaciones con la inteligencia soviética,
el KGB. En octubre de 1968 viajó a Moscú para hacer cursos de inteligencia en el ejército soviético”
(Salazar, Manuel. [28 de octubre de 2016]. Punto Final, [863]. Santiago). Después de su muerte, el PC
publicó el libro “La guardia muere, pero no se rinde, mierda: memorias de Carlos Toro” (Santiago de Chile:
Partido Comunista de Chile, 2007).

203
de “delincuentes comunes, sin vinculaciones con la política” (Miembros de la VOP, 1971:
43).

El 24 de mayo una columna de la VOP arriba a la avenida Santa Rosa n.º 2692, en
Santiago, donde se ubica el Supermercado Montemar, embosca a una camioneta del
Banco SudAmericano que recauda los dineros de las ventas de los comercios del sector
en momentos en que sus empleados retiran los valores desde el Supermercado, acción
que es repelida por el Carabinero Tomás Gutiérrez Urrutia, que realiza tareas de
vigilancia en el sector, y que da inicio a un tiroteo que culmina con el policía muerto y con
los vopistas huyendo en el vehículo bancario con cien mil escudos en dinero efectivo y
el arma del Carabinero, una subametralladora Karl Gustav; la policía había encontrado
la camioneta bancaria quince minutos después del atraco, abandonada y cargada con
copias mimeografiadas del siguiente comunicado público (El VOP, 1971: 1):

Aclaramos
Aclaramos, los sectores pobres de la policía debieran ser nuestros amigos de clase:
nuestra lucha es contra vuestros jefes. Es a aquellos a quienes vamos a ajusticiar. Son
ellos los que constantemente no te permiten estar con tu mujer e hijos; son ellos los que te
quitan las franquicias, son ellos los que te califican mal, son ellos los que te mantienen con
bajos sueldos, humillados y con la bota encima. Por cualquier mugre te arrestan y
perjudican tu carrera. Si ustedes quieren seguir de rodillas lamiendo el culo a sus jefatos,
sepan que serán considerados nuestros enemigos. Si quieren dejar de ser los perros
atados a los designios y mandatos del amo, bienvenida su acción compañeros por la gran
revolución de los pobres, por la revolución de ustedes, porque la camarada metralleta tenga
la palabra clara.
Vanguardia Organizada del Pueblo. (citado en La VOP, 2012: 131)

El 30 de mayo, la Policía de Investigaciones informa a la prensa del arresto de un vopista


implicado en la muerte del Carabinero Tomás Gutiérrez, Manuel Espinoza Fuica, 26
años, poseedor de un extenso prontuario policial como ‘delincuente común’; pero la
versión policial finalmente es descartada, tras no ser respaldada por ningún tipo de
vínculo concreto entre el joven apresado y la VOP (La VOP, 2012: 154). El primero de
junio, El Director de Investigaciones señalaba “que en el servicio casi el 90% de los
funcionarios se encontraban dedicados al caso del asalto a Montemar y que, a pesar de
las intensas redadas, hasta el momento no existían pistas claras que permitieran la
aprehensión de los asesinos” (Detenido herido, 1971: 18).

204
El primero de junio los vopistas encarcelados, Patricio Dagach, David Alcayaga, Adrián
Farfán y Fernando Gutiérrez, inicia una huelga de hambre para rechazar el traslado de
castigo desde el Anexo Cárcel Capuchinos hasta la Cárcel Pública, denunciar el
hostigamiento recibido por ellos y sus familiares, exigir el aceleramiento de los procesos
judiciales, y protestar en contra de las desinformaciones que la prensa lanza hacia su
organización (La VOP, 2012: 37, 154, 163, 164). En tanto, los compañeros de los
encarcelados continúan con las acciones directas. El 3 de junio, dos grupos de vopistas
armados toman por asalto dos salas de cines ubicados en pleno centro de Santiago,
Toesca y Metro, en plena exhibición de filmes (VOP reconoce, 1971: 7). En un
comunicado público la VOP reivindican la autoría de la acción realizada el 24 de mayo
frente al Supermercado Montemar:

La Comandancia de la Vanguardia Organizada del Pueblo (VOP) informa a sus


compañeros de clase:
Que el comando guerrillero “Francisco” Ismael Villegas Pacheco, de nuestra organización,
ha recuperado parte del dinero robado a ustedes, esta vez desde una camioneta bancaria,
en la cual los cómplices de los amos del dinero, “contadores”, recogen sistemáticamente
de diversos centros de explotación: Fábricas, bodegas y supermercados. Estos lugares
han sido creados por los amos del sistema capitalista (sistema de explotación) para
estrujarnos hasta la última gota de sangre:
1.- Crearon fábricas, donde somos día a día pisoteados y humillados, y se nos paga solo
lo justo para no morirnos de hambre y con esto seguir explotándonos.
2.- Crearon supermercados y almacenes en los cuales nos dan escasos alimentos por el
valor del dinero que nos tienen asignados (tarifas por capacidad de producción asignadas
por el Estado) y que estamos obligados a gastar allí o en su defecto, para comprar ropa de
mala calidad (desechos de los ricos) para mal abrigarnos.
3.- También crearon bodegas que son utilizadas para esconder mercadería y así poder
subir los precios y con esto estrujar aún más nuestros escuálidos bolsillos.
4.- Los únicos que tienen todo y son los dueños de los bancos son los malditos ricos. A
nosotros no nos alcanza la plata...
Garantizamos a ustedes que iremos aplicando la justicia de los obreros a quienes nos han
tenido humillados por largo tiempo, previo quitarles su capital que será devuelto a nuestros
hermanos de clase, en parte, y también ayudar a perfeccionar aún más nuestra potencia
de fuego.
Demás está decir que estos ladrones legalizados no entregaran por las buenas lo robado
a los obreros, tal es el caso del explotador y degenerado Raúl Méndez Espinoza, quien

205
defendió con su vida parte del dinero obtenido mediante la estafa reiterada de los niños
con sus cagadas de dulces.
Este fue el primer ajusticiamiento público y vendrán muchos más, tu patrón, los dueños de
los supermercados y de las tiendas mayoristas, también están en la lista los que ayudan a
mantener el sistema de la prensa, que publican solo los que les conviene a sus amos de
turno y que jamás le dicen la verdad a los trabajadores, también caerán los perros
guardianes de los intereses de la burguesía, los tiras y los pacos, quienes serán ejecutados
por la guerra revolucionaria de los vopistas.
Por último afirmamos una vez más nuestro propósito y decisión de lucha revolucionaria y
a la vez te llamamos hermano de clase por los pisoteados y asesinados constantemente
con armas de guerra, para que te unas a nuestras filas y te organices clandestinamente y
formes muchas células guerrilleras que den golpes demoledores a todos estos perros
desgraciados, causantes de todo nuestro sufrimiento hasta el día, hermanos que seamos
los dueños del poder político y económico y poder dejar de ser explotados, ser libres
verdaderamente sin la tutela de los ricos ni de intereses extranjeros o ajenos a nosotros.
Hasta el Último Hombre y Hasta la Victoria Siempre.
Comando Político Militar “Francisco” Ismael Villegas Pacheco.
Vanguardia Organizada del Pueblo (VOP).
Organización Socialista y Revolucionaria, dirigida por Proletarios Armados. (Comunicado
Público VOP, citado en Se ufana, 1971: 9)

Las policías realizan más de diez allanamientos simultáneos en domicilios de supuestos


vopistas durante la madrugada del 4 de junio, pero el despliegue concluye sin detenidos;
al día siguiente Investigaciones anuncia que ha resuelto el caso del asalto al
Supermercado Montemar, al declarar que disponen de información que acreditaría la
responsabilidad de cuatro integrantes de la VOP, a los que identifican por los apodos de
‘Matasanos’, ‘Oso’, ‘Hippie’, y ‘Campillay’ (Tenaz cacería, 1971: 1, 13 y 21). El mismo
día, el subsecretario del ministerio del Interior, Daniel Vergara, informa por medio de un
comunicado de prensa que la detención es cuestión de horas (La VOP, 2012: 154).

5.2.1. El atentado vopista a Edmundo Pérez Zujovic

La siguiente acción directa de la VOP corresponde al atentado mortal en contra del ex


ministro del Interior, Edmundo Pérez Zujovic, en la mañana del martes 8 de junio de
1971. Aquí nos detendremos algunos párrafos. Las informaciones de prensa (Asesinado,
1971: 1, 16, 19-21 y 25; Los enemigos, 1971: 2 y 4; Asesinato, 1971: 24) son coincidentes

206
en la conformación de un relato que señala que en las primeras horas de esta jornada,
en el sector oriente de la ciudad de Santiago, dos de los hombres más buscados por las
policías, Ronald Rivera Calderón y Arturo Rivera Calderón, acompañados por Heriberto
Salazar Bello, conforman el comando vopista que se desplaza por las calles de la
comuna de Providencia a bordo del automóvil que días antes han sustraído, un Acadian
Beaumont color rojo, modelo 1967, patente DW-570, con registro en la comuna de Las
Condes. El objetivo del grupo vopista es interceptar el vehículo marca Mercedes Benz,
modelo W108, patente FSN-1, registrado en la costeña comuna de Algarrobo, que a
diario conduce Edmundo Pérez Zujovic desde su casa familiar de calle La Bravanza,
comuna de Las Condes, hasta su oficina en el centro de la ciudad. Obstruir su
desplazamiento y dar muerte al conductor.

Continuo con relato de la prensa. A las 10:45 h, el automóvil Mercedes Benz con el ex
ministro al volante inicia su habitual recorrido. A diferencia de otras jornadas, en esta le
acompaña su hija, María Pérez, de 30 años, estudiante de la Universidad Católica de
Chile. El coche enfila por calle Hernando de Aguirre y cruza calle Carlos Antúnez. Antes
de atravesar la siguiente calle perpendicular, frente al n.º 733, el Acadian color rojo les
sobrepasa y hace un sorpresivo giro con el que cierra la calle. El reloj marca las 10:50 h.
Del interior del vehículo vopista descienden dos jóvenes, mientras un tercero queda
controlando el volante con el motor encendido. Uno de los que ha bajado es Ronald
Rivera Calderón, lleva un bigote falso, viste un chaleco amarillo y en sus manos porta la
subametralladora Karl Gustav n.º 280.992 arrebatada a la policía hacía menos de un
mes. Y avanza hasta llegar al vehículo donde está el exministro y exvicepresidente. Con
la culata de la subametralladora impacta el vidrio lateral al volante y lo quiebra. Gira el
arma, apunta el cañón hacia su objetivo y aprieta el gatillo. Al instante brota una ráfaga
de balas de las que 12 impactan en el cuerpo de Edmundo Pérez. Al lado de este, su hija
asiste al hecho sin sufrir ningún tipo de heridas. Ronald Rivera retorna sobre sus pasos
al vehículo donde le esperan sus dos compañeros. Antes de alcanzarlo, nota la presencia
de un automóvil marca Volkswagen que ha arribado al lugar, por lo que se acerca rápido
a este y le ordena al conductor detener el motor y entregarle las llaves del coche. Enfila
al Acadian que aguarda con el motor encendido y la puerta abierta, entra en él y los tres
vopistas emprenden la retirada por calle Hernando de Aguirre para más adelante girar
por calle Lota. Más tarde, abandonarán el automóvil 108.

El mundo político parlamentario, de manera unánime, repudió la acción vopista. El


Presidente Salvador Allende, declaró durante la misma tarde del 8 de junio, por cadena
nacional de radio: “[…] denuncio ante el pueblo de mi patria que este odioso crimen
representa una deliberada provocación destinada a alterar la marcha institucional de

108Una fotografía de las portadas de las ediciones del 9 de junio de 1971 de los diarios El Mercurio y Puro
Chile, en anexos F.11 y F.12.

207
nuestro país […] es un atentado contra Chile, el pueblo y su Gobierno” (Senado, 1971:
5). Acto seguido, el presidente igualó las circunstancias de la muerte de Edmundo Pérez
con las del general Schneider: “En ambos hechos se advierte la introducción en nuestro
país de prácticas absolutamente ajenas a su tradición” (Ibidem). Una acusación que
horas antes ya había sido formulada por el ministro de Hacienda, el militante PC, Américo
Zorrilla: “Este es un crimen planeado por elementos que no se detienen ante nada. Es la
misma mano que asesinó al general Schneider y mató al carabinero Gutiérrez”
(Asesinado, 1971: 21). En esta línea, la senadora del PS, María Elena Carrera, acusó
directamente una intervención de la CIA en los hechos (Ibidem), al igual que el PC: “el
Partido Comunista mete mucho la idea que ese era un grupo que trabajaba para la CIA,
que era financiado por la CIA para ir en contra del gobierno popular” (Roberto, entrevista
personal en Santiago, febrero de 2008).

Por otro lado, la Dirección del MIR, encabezada por su Secretario General, Miguel
Enríquez, se entrevista con Salvador Allende y, tras la reunión, fija su posición por medio
de una Declaración Pública, cuyo primer punto expresa: “El MIR, ante el asesinato de
Edmundo Pérez Zujovic, establece que desde hace cuatro años ha repudiado en forma
categórica y pública el atentado personal y el terrorismo como forma de lucha del pueblo,
hoy en Chile” (El MIR condena, 1971: 19); en el segundo punto esgrimen que en los
momentos en que sí utilizaron la violencia política no provocaron muertes: “Durante dos
años fuimos perseguidos por toda la policía del país y realizamos acciones armadas
como formas tácticas de lucha y también por años luchamos en las calles y en los
campos de todo el país. A pesar de todo ello, jamás el MIR mató a nadie” (Ibidem). El
tercer punto declara que reprueban el crimen político como método de lucha: “El MIR
categóricamente establece que repudia el asesinato de Pérez Zujovic, por considerarlo
un crimen político que como método es repudiable […]” (Ibidem).

En este clima, el Director de la policía civil declara a la prensa que desde la muerte del
propietario de la Confitería Don Raúl, “sus hombres han trabajado casi un promedio de
20 horas diarias, realizando cientos de allanamientos, detenciones e interrogatorios”
(Asesinado, 1971: 20), para encontrar a Ronald Rivera Calderón y a sus compañeros.

En la alocución radial del 8 de junio el presidente involucra al ejército en la búsqueda de


los tres vopistas, al declarar Zona de Emergencia a la provincia de Santiago. Moviliza al
Servicio de Inteligencia del Ejército y le entrega el control de la ciudad al General de
División y Jefe de la Guarnición de Santiago, Augusto Pinochet Ugarte. A continuación,
el futuro dictador toma el control de la urbe y dicta el Bando n.º 1, el que decreta Toque
de Queda entre las 01:00 y 06:00 h para la provincia, censura militar para las
informaciones y mando sobre el tránsito terrestre y aéreo; además, ordena el
acuartelamiento en primer grado de todo el personal de las fuerzas armadas, carabineros

208
e Investigaciones de la provincia. Para el resto de las tropas militares y policiales del
país, establece que permanezcan en ‘Estado de alerta’ (Asesinado, 1971: 16).

En la mañana del jueves 10 de junio, en el paradero 14 de la av. Vicuña Mackenna,


población Villa Unidas, pasaje D, casa n.º 7917, la policía acordona la zona y rodea el
domicilio. La prensa (Espectacular cacería, 1971: 1) informa que las diligencias indicaban
que en esta dirección se ocultaba Ronald Rivera Calderón, pero que tras el rutinario
allanamiento las fuerzas policiales solo encontraron escritos que indicaban que el
hombre más buscado del país habría estado en el lugar hasta hacía pocas horas y que
interrogatorios practicados a los vecinos del domicilio arrojaban que Ronald Rivera se
desplazaba en un vehículo marca Fiat, modelo 600, de color rojo, robado.

Horas más tarde la policía obtiene información que ubica a Ronald Rivera en una zona
próxima a la del fallido allanamiento matinal, en la población El Pinar, sector Villa
Esmeralda, por lo que tienden un cerco perimetral hasta confirmar la presencia del
automóvil Fiat de color rojo, estacionado frente a un domicilio, con dos personas en su
interior (Ibidem). Los policías, asomados desde la esquina más cercana, deducen que
los ocupantes del móvil son Ronald Rivera y un acompañante no identificado, por lo que
se acercan y abren fuego sobre el automóvil. Sin embargo, el prófugo chófer emprende
la huida empuñando el volante “prácticamente tendido sobre el asiento, dejando al
descubierto solo parte de su cabello” (Asesinato, 1971: 24). El relato de un testigo detalla
el instante de la evasión:

[…] cuando ocurrió el baleo, me encontraba tomando desayuno. De pronto sentí que el
automóvil que estaba afuera salía a gran velocidad. Cuando me asomé a la puerta, pude
ver cómo iba manejando un joven. Detrás del auto, tres detectives disparaban sus armas.
El que lo guiaba se salvó milagrosamente. Aún más, casi volcó y chocó contra un árbol.
Las calles aquí son muy estrechas. No sé cómo logró escapar. (Ibidem)

El coche es encontrado en la población La Legua, entre las calles Toro y Zambrano y


Leal, frente al n.º 421 de esta última, pero abandonado y sin rastros de sangre en su
interior. A los pocos minutos, más de 20 vehículos de Investigaciones, apoyados por dos
helicópteros de Carabineros, inician la búsqueda entre los paraderos 2 y 15 de la avenida
Santa Rosa, aunque concentrando patrullajes y allanamientos en las poblaciones La
Legua, Aníbal Pinto, El Pinar, Villa Esmeralda, Villa Santa Elena, La Granja, San Gregorio
y 26 de Enero. En la incursión policial la prensa registró más de setenta allanamientos,
todos fallidos; y apuntó parte de las explicaciones oficiales: “el sujeto desapareció
misteriosamente” (Ibidem).

209
En la misma jornada del 10 de junio, en la ciudad de Arica, la policía detiene a José
Valledona, acusado de ser miembro de la VOP (La VOP, 2012: 155); en tanto, en
Santiago, Julio Carreño Hernández, Miguel, es apresado bajo el mismo cargo (Ibidem).
Al despuntar el viernes 11 es arrestado Alejandro Villarroel Rodríguez, Alonso, en el
Fundo Chicauma de la comuna de Lampa, y trasladado por integrantes del GAP, entre
los que reconoce a un amigo y exmilitante del ELN, al Cuartel Central de la Policía de
Investigaciones, donde, de acuerdo a su relato, es sometido a torturas (Alejandro
Villarroel, relato de vida, 2014). Roberto, señala de este último hecho:

[…] surge entre la información que había un fundo, que tenía gente que era de la VOP.
Pero por supuesto que Ronald no estaba ahí, por seguridad, todo el mundo sabía. Ellos
estaban con los grupos de cabeza en casas de seguridad. Y cuando se viene la repre,
allanan allá y ahí cae Alejandro, que estaba con algunos campesinos que no habían
participado en el caso Pérez Zujovic. Entre ellos el amigo Jochi, compañero de otros
grupos, que se hace pasar por campesino y se escapa […] Entonces veías que jugaba el
Renner109, cuando fueron a Chicauma. Renner era un socialista [ELN], un trotsko de la
época, que estuvo en los pequeños grupos de los años ’60. Él fue uno de los ratis que
fueron a buscar a Alejandro a Chicauma; armado con una metralleta, lo detiene, le pega y
lo tortura. Al amigo que incluso le había dado alojamiento en su casa, comida y todo, que
era Villarroel. Entonces, te encuentras con que empieza a ser verdad eso de la KGB, la
represión. No importaba que fueras pariente o amigo. (Roberto, entrevista personal en
Santiago, febrero de 2008)

En la misma jornada del viernes 11, en acción paralela a la ejecutada en Chicauma, en


la ciudad de Antofagasta es detenido el trabajador de la Sociedad Química y Minera de
Chile, en la Oficina Salitrera Alemania, Luís Moreno Flores, Iván, acusado de militar en
la VOP, y trasladado a Santiago (Asesinato, 1971: 24).

En la madrugada del domingo 13 de junio, las pesquisas policiales se trasladan a la zona


norte de la ciudad de Santiago, comuna de Independencia, sector de Vivaceta e
Hipódromo Chile, calle Coronel Alvarado n.º 2711110. En esta dirección se encuentran
algunos vopistas, entre los que destacan Ronald Rivera Calderón, Arturo Rivera
Calderón y supuestamente Heriberto Salazar Bello (En espectacular baleo, 1971: 1 y
28). La prensa registrará la presencia de alrededor de 200 detectives al mando del
Director y Subdirector de Investigaciones, más de 100 efectivos de la Prefectura de

109 Se refiere a Hernán Renner Monasterio (1937), examigo de Alejandro Villarroel. Más información
en el relato de vida de este último.
110 Una fotografía de prensa esta casa y otra de un dibujo del sector, en anexos F.13 y F.14.

210
Servicios Especiales de Carabineros, 50 soldados del Regimiento Buin, tres tanquetas,
dos helicópteros de la Fuerza Aérea y uno de carabineros (Ibidem). Alejandro Villarroel,
agrega en su relato de vida:

Allá llegaron, en la madrugada del domingo 13 de junio, tanquetas, dos helicópteros, tropas
de pacos, Investigaciones, el GAP (supongo que además un lote de socialistas), el MIR, el
ELN, y el Regimiento Buin con Pinochet a la cabeza coordinando el ataque. Todo el mundo
contra los vopistas, meta bala contra la VOP. Primero salieron de la casa la compañera de
Ronald, una hermana de Ronald, otra mujer más y otro que se entregó junto con las
mujeres. Después empezó la balacera. Por la mañana, como a las ocho, un milico del
ejército mató a Ronald con una bala de esas ametralladoras punto 30, unas máquinas con
trípode que pesan como 40 kilos, desde adentro de la casa tiró un balazo para arriba que
atravesó 2 techos, le entró por la pierna, la rompió por dentro, la bala salió, entró de nuevo
y le voló la tapa de los sesos. 23 años tenía Ronald cuando fue asesinado. Su hermano
Arturo, se despidió de todos los compañeros, le dio un beso a cada uno y se pegó un balazo
en la cabeza, eso lo sé porque me lo contaron los que estaban con él y lo vieron suicidarse.
(Alejandro Villarroel, relato de vida, 2014)

La prensa informa que la balacera se extiende entre las 03:30 y 08:30 h (En espectacular
baleo, 1971: 1)111, también que los vopistas suman posiciones en las casas adyacentes,
a las que han arribado por medio de rutas abiertas en los entretechos. Es justo desde el
tejado de la vivienda vecina, n.º 2655 de calle Coronel Alvarado, donde Ronald Rivera
“gritaba toda clase de improperios a los detectives y con dos pistolas ametralladoras
marca Luger y varias bombas caseras de Trotyl enfrentaba a los efectivos del orden [...]”
(Ibidem). En tanto, el general Pinochet, “desde el techo de una vivienda, maneja el
desenlace de la batida” (Eje de la tragedia, 2003: 2). En medio de las acciones se
produce un alto al fuego en el que cuatro militantes abandonan la casa asaltada: Luís
Oscar Pérez Azócar112, Carlota Vallebona Krause, Carmen Silva Ahumada y su hija de

111 Una fotografía de la portada de prensa que informa de estos hechos, en anexo F.15.
112 A mediados de los ’90 alguna prensa volvió a hablar de este exmilitante de la VOP, a raíz de la emisión
en el canal de televisión estatal (Televisión Nacional de Chile, TVN) de un capítulo del programa titulado
Mea Culpa, que habitualmente presentaba casos policiales en clave de misterio y sordidez, en el cual se
presentó una recreación dramática de las dinámicas internas de esta organización armada y en la que
participó con su testimonio Luís Oscar Pérez Azócar (recurso actual en línea en URL:
https://www.youtube.com/watch?v=O5V9A9Qh7HY [con acceso el 27/11/2014]). En el capítulo televisivo
el exvopista manifestaba haber formado parte del grupo que atentó contra el ex ministro del Interior,
Edmundo Pérez, como ‘cuarto integrante’ del comando. Agregaba que se ‘sentía arrepentido’ de haber
participado de esta operación y exponía su actual militancia en el culto evangélico en un indeterminado
lugar de la zona central de Chile. La emisión de este capítulo ocurrió antes de iniciar la primera parte de
las sesiones de entrevistas correspondientes a la fase dos del Proyecto (2007-2008), por lo que las
declaraciones de Pérez Azócar fueron comentadas por los entrevistados exmilitantes de organizaciones

211
12 años, Marina Silva Silva. Los demás, continúan con la resistencia (En espectacular
baleo, 1971: 1). Horas más tarde la prensa informa de la muerte de Ronald Rivera y de
Arturo Rivera, con el agregado de que el último se habría suicidado; mientras tanto,
Carlos Rojas Bustamante, Daniel Vergara Buffan y Arnoldo Carvajal García, resultan
heridos y son trasladados a la Posta Central de la Asistencia Pública, para después ser
llevados a la cárcel (Ibidem). Dos vopistas habrían escapado del asalto, entre ellos
Heriberto Salazar Bello, y luego abordado un microbús, incluso el chófer de este habría
señalado que pudo ver en uno de ellos parte de una ametralladora (Ibidem).

Con el tiroteo finalizado, la casa de calle Coronel Alvarado n.º 2711 es registrada a fondo.
La Policía de Investigaciones declara haber encontrado la subametralladora Karl Gustav
n.º 280.992 utilizada para dar muerte al dirigente DC, junto a un sinnúmero de
documentos que validarían todas las tesis oficialistas respecto a la vinculación de la VOP
con grupos de derecha (Espectacular acción, 1971: 27; En espectacular baleo, 1971: 1
y 28). La jornada del domingo 13 de junio culmina con el general Augusto Pinochet
clausurando la emisora radial Balmaceda, proclive al gobierno, acusándole de romper la
prohibición de informar (La VOP, 2012: 48).

En tanto, el gobierno convoca a una gran manifestación de apoyo al gobierno para el


martes 16 de junio, respaldada por la Central Única de Trabajadores (CUT) y bajo el
eslogan “Contra la Sedición y el Terrorismo”. El martes 15, las autoridades
gubernamentales dan por concluido el Toque de Queda; además, en este día es detenido
Juan Luís Marchant Berríos, Chandú113, acusado de ser militante de la VOP (Ibidem:
156).

revolucionarias, en especial por los exmiristas que colaboraron con la VOP y en particular por Alejandro
Villarroel, exmilitante vopista. En todas ellas, este relato fue unánimemente invalidado y señalado como
una muestra de desinformación periodística dirigida a denostar la memoria de la VOP y las dinámicas de
funcionamiento tanto de la izquierda de esos años como de la actual. Alejandro Villarroel fue más allá y,
en lo que decidió que quedara fuera de su relato de vida, manifestó que el exmilitante faltaba a la verdad
en todo lo que decía, y argumentaba que aquella persona desconocía los detalles de la organización
vopista al nunca haber formado parte de los círculos de confianza de las columnas operativas; además,
señaló que, si bien al comienzo de la prisión política (junio de 1971) integró el grupo de vopista
encarcelados afines al gobierno, luego fue apartado de los dos grupos y que en los ‘90 no había vuelto a
saber de él hasta la emisión del capítulo del programa policial. También aportó un dato interno de los
exmilitantes vopistas, que en prisión habrían acusado a Pérez Azócar de haber entregado información a
la policía sobre los movimientos de los líderes de las columnas vopistas y la presencia de estos al interior
de la casa de calle Coronel Alvarado en el asalto y enfrentamiento en el que murieron los hermanos Rivera
Calderón (junio de 1971), así como del poder de fuego y vías de escape de los sitiados (las informaciones
de prensa ubican a Luís Pérez Azócar en el grupo de personas que salió durante el alto al fuego de aquella
jornada, momento en el que fue detenido por la policía). En el curso de la investigación, todos los intentos
por encontrar a este exvopista fueron infructuosos, tanto en los espacios de exmilitantes de organizaciones
de izquierda como en las redes de iglesias evangélicas consultadas. La respuesta común de quienes le
habían conocido fue un cuestionamiento a la verosimilitud de sus relatos a partir de la opinión generalizada
de que su salud mental se había deteriorado con los años producto de las experiencias vividas.
113 Una fotografía de prensa de Juan Luís Marchant, en anexo F.07.

212
El miércoles 16 de junio, el centro cívico de la ciudad de Santiago es preparado para
recibir en horas de la tarde a la multitudinaria manifestación convocada para respaldar
al gobierno. Pero la jornada es antecedida por hechos que ocurrirán en el Cuartel
General de la Policía de Investigaciones, en calle General Mackenna n.º 1314. Las
informaciones de prensa construyen el relato (Asalto suicida, 1971: 1; Tres muertos,
1971: 1,5,10,12-14 y 17; Revista Ercilla, 1971b: 8-11). Cuando el reloj marca las 13:40
h, una persona llega hasta el cuartel en el mismo momento en que un pelotón de policías
allana su casa familiar y arrestan a su esposa. Viste un pantalón largo y un chaleco sin
mangas sobre lo que parece ser una camisa de mangas largas, un atuendo ad hoc con
el frío invierno. Sin embargo, bajo estas prendas porta un cinturón de explosivos con sus
detonadores listos y una subametralladora Karl Gustav, cargada. Es el tercer integrante
del comando vopista que dio muerte a Edmundo Pérez y que habría logrado evadir el
cerco y ataque a la casa de calle Coronel Alvarado, Heriberto Salazar Bello, el Viejo. Al
traspasar el umbral del cuartel unos policías fijan su atención en él y lo interceptan. El
Viejo descubre su arma y dispara, con lo que se inicia una balacera que continua en las
afueras del edificio. En este lapso de tiempo dos policías caen sin vida y un tercero queda
malherido, que en los días siguientes morirá. Acto seguido, se activan los explosivos que
Heriberto Salazar carga y estalla114. De acuerdo a Cofré et al. (2000: 83-84), la
investigación posterior, fijada en el expediente de la Causa 1986-70, Tomo IV, de la
Segunda Fiscalía Militar, resolvió que el disparo de un policía activó el cinturón de
explosivos; también, que los detectives habrían encontrado en un bolsillo de su pantalón
un papel con el siguiente mensaje115:

Si el tonto de Allende hubiera sido más inteligente se habría evitado estas muertes de
parásitos malditos. Allende pudo evitarlo si no hubiera hecho tanta alharaca por la muerte
del asesino de tantos trabajadores. Es un traidor. Por último, mi mujer no tiene nada que
ver, solamente me siguió para no estar solo. (Ibidem)

Mientras ocurren estos hechos en el Cuartel Policial, a unas cuadras de allí, se inicia el
acto gubernamental antes convocado. El primero en hablar es el presidente de la CUT,
el militante PC Luís Figueroa Mazuela, que en parte de su alocución señala: “Hemos
venido aquí a expresar nuestra más firme condenación al asesinato como arma política

114 Dos fotografías de prensa del momento de la explosión, en anexos F.16 y F.17.
115 Este es la única información que utilizamos del proceso judicial a los vopistas. A la luz de lo que
comentábamos en el capítulo dedicado a la metodología, acerca de la ‘verdad judicial’, la autenticidad de
este mensaje (así como de otros), creemos está por ser corroborada con peritajes actuales si acaso esta
prueba ha sido conservada (lo que no pudimos corroborar en el presente estudio). Será materia de otras
investigaciones dilucidarlo.

213
[…]”, para agregar que: “En toda la historia del movimiento obrero chileno e internacional
no hay un solo caso en que la clase de los explotados haya utilizado el asesinato como
instrumento de lucha contra sus opresores de clase […]” (Asalto suicida, 1971: 1).
Minutos después, Salvador Allende se dirige a la audiencia. El presidente parte por
reafirmar el vínculo de compromiso entre los partidos de la UP y la Policía de
Investigaciones, y anuncia el decreto de tres días de Duelo Nacional por la muerte de los
policías (Allende, 1971)116. Después del anuncio, el discurso presidencial acomete en
contra de la muerte del dirigente democristiano Edmundo Pérez y retoma lo dicho por el
presidente de la CUT hacía algunos minutos, acerca del uso de la violencia política por
parte de los movimientos obreros en la historia de Chile y del mundo, a lo que agrega
una particular visión acerca de la histórica relación de los partidos Socialista y Comunista
con la violencia política:

[…] frente al asesinato del señor Edmundo Pérez Zujovic, los sectores reaccionarios han
acusado al marxismo de ser responsable de ese hecho. Pues bien, yo digo lo siguiente: el
Partido Comunista de Chile va a cumplir 50 años de existencia, el Partido Socialista tiene
38 años de vida [...] y a lo largo de cincuenta años, y a lo largo de 38 años, jamás, ninguno
de los militantes de ambos partidos ha actuado, ni directa ni indirectamente, vinculado a un
atentado político, a un asesinato político. (Ibidem: 10)

A continuación, el discurso presidencial entra de lleno a cuestionar los principios políticos


de la VOP, y luego se refiere a la actuación del ejército en los hechos de calle Coronel
Alvarado:

Y surgieron entonces distintas hipótesis: ¿Quién podía, quiénes podían ser? ¿Por qué
actuaban? Y de los antecedentes entregados por Investigaciones llegamos a la conclusión
de que se trataba de falsos revolucionarios o sicópatas sanguinarios. Falsos
revolucionarios aliados con delincuentes, y falsos revolucionarios, seguramente infiltrados
por sectores ultra-reaccionarios.
¿Por qué digo que la gente del VOP eran falsos revolucionarios? Porque los
revolucionarios, y sobre todo los que tienen como pensamiento filosófico el marxismo como

116 Al respecto, el 8 de mayo de 1995, bajo la presidencia del militante DC, Eduardo Freí Ruiz-Tagle, y la
dirección de la Policía de Investigaciones de Nelson Mery Figueroa (más tarde destituido tras ser acusado
de torturas en contra de prisioneros políticos después del golpe de Estado de septiembre de 1973), se
decretó que el 16 de junio pasara a ser el “Día del Mártir” para los policías. En vista de ello, todos los años,
a las 13:40 h, funcionarios de esta policía realizan un acto oficial en el frontis del Cuartel General de la
Policía de Investigaciones.

214
método para interpretar la Historia, sabemos perfectamente bien que la revolución la hacen
las masas organizadas y disciplinadas, con un alto nivel político; y no los hechos
esporádicos de un atentado determinado. (Ibidem)
El señor Jefe de la Zona de Emergencia, General Pinochet, con ejemplar actitud, junto con
cumplir con sus serias responsabilidades, ha dicho que el Ejército no intervino en el
combate, porque si el Ejército hubiera disparado con las armas y la fuerza de potencia de
esas armas, habrían podido producirse muchas víctimas. (Ibidem: 14)

En la segunda mitad del junio y primera quincena de julio prosiguen los allanamientos
policiales y detenciones a sospechosos de ser vopistas. El miércoles 17 de junio,
producto de las torturas policiales, Carlota Vallebona Krause, pareja de Ronald Rivera,
aborta su embarazo de cuatro meses (La VOP, 2012: 162). El mismo día se entregan a
la policía Sonia Rivera Calderón y José Aguilera Pavés, el Francisco (Ibidem: 157). El
sábado 19 es detenido en la ciudad de Arica, José Larrocha (Ibidem). El sábado 26, son
sepultados en un nicho familiar del Cementerio General de Santiago los cuerpos de
Ronald y Arturo Rivera Calderón, bajo la atenta mirada de la policía (Ibidem: 158). El
lunes 5 de julio son sepultados en el mismo cementerio capitalino los restos de Heriberto
Salazar (Ibidem: 159). El jueves 15 de julio, en la ciudad de Concepción, es detenido
José Caro Acuña, al que se le descubren entre sus pertenencias una bomba y escritos
que atacaban al gobierno y saludaban la memoria de los hermanos Rivera Calderón
(Ibidem: 166).

El primero de julio de 1971, a las 16:00 h, una bomba estalla frente a la Casa Central de
la Pontificia Universidad Católica de Chile, en la ciudad de Santiago. El artefacto,
instalado dentro de un contenedor de basura, solo causó daños materiales. En las
inmediaciones, las fuerzas policiales encontraron copias de un comunicado público que,
en líneas generales, expresa el repudio al accionar gubernamental y respalda el atentado
en contra del ex ministro democristiano (Revista Ercilla, 1971c: 33-34). El escrito es el
siguiente:

Ante el Ajusticiamiento Revolucionario del Masacrador E. Pérez Z.


Declaramos que:
1.0.- Constituye un acto de justicia que llena de alegría el corazón de nuestro pueblo
2.0.- Rendimos un homenaje a los revolucionarios asesinados por el “grave delito” de
ejecutar a un miserable
3.0.-El juego al imperialismo, se lo hacen quienes tienen a los trabajadores desorganizados
y sumidos en la más grande ignorancia política

215
4.0.-Agentes de la CIA son los que denuncian, reprimen y asesinan a los revolucionarios.
5.0.-La reacción ha avanzado lo que la burócrata UP y su ala “izquierdista revolucionaria”
han retrocedido
6.0.-La burguesía gobierna hoy a través de la UP y la CIA reprime a través del aparato de
investigación “popular”.
7.0.-El proyecto de leyes represivas ya lo conocen los revolucionarios de Argentina,
Uruguay y Brasil.
8.0.-Chile vive hoy un golpe militar disfrazado
¡Los Combatientes no se lloran... Se Reemplazan!
Como ellos... ¡Hasta el último hombre!
¡O hacer de Chile libre o Morir por la Revolución! (citado en La VOP, 2012: 131)

A esta altura, gran parte de los vopistas están encarcelados (Alejandro Villarroel, relato
de vida, 2014), y aquellos cuya militancia no es conocida públicamente regresan a sus
organizaciones de origen: “Las bases prácticamente quedaron como desamparadas,
muchos de los que participaban y simpatizaban se reintegraron a sus organizaciones de
origen, como el MIR o a los socialistas” (Miguel, entrevista personal en Santiago, febrero
de 2008). Por otro lado, algunos miembros intentan eludir la persecución. Uno de ellos
es Hugo Romero Navarro, el Chico Víctor117, acusado por la policía de ser el Tesorero
de la golpeada organización (Bonnassiolle, 2014: 150). Sin embargo, no consiguen
apresarlo. En algunas de las sesiones de entrevistas a Alejandro Villarroel y a Roberto
pudimos acceder a conocer parte de las vivencias de este militante antes de junio de
1971 y de otros posteriores, a la revelación del secreto y superación de su tensión a la
que refería Simmel (2014 [1908]: 349). Alejandro Villarroel señala en su relato de vida:
“El gobierno lo andaba buscando por todos lados y, me enteré luego, lo tenía
escondido la señora Laura, Laura Garrido, la mamá de mi cuñada, una mujer de
temer, y después le ayudó Roberto”, y Roberto continúa:

Me entregaron al Chico Víctor, y lo dejamos en una casa que teníamos en Plaza Egaña
hacía arriba, que era de un joven que era médico, un colombiano. Después de un par de
meses, un día el Conejo me dice:
- Tenemos que sacar al Chico Víctor de ahí.

117 Una fotografía de prensa de Hugo Romero Navarro, en anexo F.06.

216
Resultó que como se llevaba encerrado no tomaba sol y comía poco. Lo vieron los médicos
y dijeron que había que llevarlo adonde hubiera más espacio, más sol. Me comuniqué con
otro amigo, del grupo del Hippie de San Miguel, y le dije:
- Tenemos que sacar a un compadre, está urgido, pero está medio enfermo, hay que
sacarlo.
- ¿Cuándo?
- El día sábado a las 9 de la noche, en el 25 de la Gran Avenida.
El día fijado, nos subimos a un auto y nos fuimos a San Bernardo, metiéndonos por La
Portada de San Bernardo. Yo no sabía hacia dónde íbamos. Llegamos a una cancha y ahí
nos estaba esperando otro amigo, le entregarnos al Chico Víctor y nos despedimos. Ahí
fue la última vez que lo vi.
Recuerdo que una vez él me pasó a ver con Alejandro [Villarroel] cuando yo estaba
enfermo, estaba remal y tenía mucha hambre. Alejandro me llevó hartas cosas y el Chico
sacó plata y me la dejó debajo de la almohada. Esas cosas las tengo tan claras, esa
humanidad que existía. Entonces, correspondía también jugármela por el amigo. (Roberto,
entrevista grupal Alejandro-Miguel-Roberto en Curacaví, febrero de 2008)

Los vopistas encarcelados son procesados por tribunales militares y, producto de


diferencias acerca de la evaluación del momento político en relación al gobierno y al rol
propio, el colectivo de prisioneros se divide. De acuerdo con Alejandro Villarroel, se
forman dos facciones, una que critica la actuación anterior de la VOP en función de su
adhesión a los lineamientos gubernamentales y otra que rechaza los juicios negativos
de este sobre la base de la desconfianza a la dirección estatal del proceso al socialismo.
En este contexto, en 1972 la revista Punto Final entrevista a algunos prisioneros de
organizaciones de izquierda entre los que se encuentran seis exmilitantes vopistas más
cercanos al gobierno (José Aguilera Pavez, Luís Oscar Pérez Azócar, Julio Carreño
Hernández, Juan Zalá Farías, Luís Moreno Flores, y Sonia Rivera Calderón). El discurso
transversal es una crítica a la estrategia antes seguida por la VOP, a la que llaman de
‘anarco-terrorismo’ (Luís Oscar Pérez Azócar, entrevista en Lucha de masas, 1972: 16-
17), y de actual confianza en la lucha ‘de masas’: “aquellos que han comprendido que
en las masas está el camino correcto se unifiquen, la actual división solo debilita y
permite avanzar a los conciliadores y a la burguesía” (Luís Moreno Flores señala,
entrevista en Lucha de masas, 1972: 18). Alejandro Villarroel señala que en julio de 1973
las diferencias dan forma a dos bandos: “la VOP-UP y la VOP-Buberiana, o, dicho de
otra forma, los vopistas pro-Allende y los vopistas anti-Allende” (Alejandro Villarroel,
relato de vida, 2014).

217
A partir de este punto en el tiempo la información acerca de la VOP remite a determinadas
alusiones en textos que hemos comentado. Sin embargo, el relato del militante vopista
Alejandro Villarroel Rodríguez nos permite avanzar otro tramo de esta travesía
investigativa, en el que accedemos a la revelación de algunos secretos de la VOP
anteriores y posteriores a este punto temporal. Secretos de memorias vivas que luchan
por mantenerse en la memoria colectiva. Porque, tal como se plantea en el ‘estar aquí’:
“En antropología, como en el sur de Faulkner, el pasado no solo no está muerto, sino
que ni siquiera es pasado” (Geertz, 1989: 145). Pasemos a vivirlo…

218
6. RELATO DE VIDA DE ALEJANDRO VILLARROEL RODRÍGUEZ

Reordeno los momentos de aquel mediodía de septiembre de 2007 en el que arribé a


las puertas del hogar de Alejandro Villarroel y de mis recuerdos emerge la secuencia de
escenas de aquella jornada. El aire primaveral que ondeaba las copas de los grandes
árboles de la Plaza de Armas de Curacaví, centro geográfico y social del poblado; el
contacto con el autor del artículo de prensa que motivaba mi presencia en aquel lugar y
su acompañamiento al inesperado visitante. Parte de las impresiones de esa coyuntura
las plasmé en una especie de breve crónica de mis escritos de transcripción reordenados
de las notas de campo, que se encuentran en el tercer capítulo del presente estudio;
aunque tal vez lo que más recuerdo de aquella jornada sea el intenso brillo solar, de
seguro sobredimensionado por un estado de nerviosismo que trataba de disimular
observando la sequedad del suelo. Hasta que me encontré de frente con el exmilitante
de la Vanguardia Organizada del Pueblo, la organización que atrapaba mi atención
investigativa y política desde hacía once años.

La presentación fue oficiada por el periodista y, luego de ella, este se marchó a otros
quehaceres. Alejandro me invitó a entrar a la parcela y a su hogar, primero a beber un
refrescante vaso de limonada y luego para ayudarle a mover unas cajas apiladas en la
parte frontal de la casa. Después de ello, en la sala de su hogar iniciamos una
conversación franca y directa. Lo primero fue exponerle un resumen de mis búsquedas,
el porqué estaba ahí; le conté del proyecto de conocer acerca de la VOP y las acciones
que esta había protagonizado. También le comenté que hacía pocas semanas había
leído un artículo en el semanario del poblado que hablaba de él y una comuna campesina
socialista que la VOP habría impulsado en un ex fundo llamado Chicauma, pero de la
que no había encontrado información al respecto: ni artículos, ni tesis universitarias, ni
escritos en fanzines, nada. Y que hasta ese momento él era la primera persona que
conocía de esta, para mí, enigmática organización y la, ahora más misteriosa, Comuna
de Chicauma.

Recuerdo que en ese momento me dominaba la emoción, de hecho, aún siento ese
nerviosismo al escribir estas palabras. Mientras hablaba movía mis manos y notaba que
estas no recibían atención de Alejandro, que se mantenía atento en mi mirada, desde la
silla de madera sobre la que estaba sentado, a unos cuatro metros de distancia desde el
escaño que, a petición de él, había ocupado.

Al final de mi monólogo, Alejandro caviló unos segundos y estalló en una risa que en ese
momento no supe cómo interpretar. Pero notó mi turbación y fue rápido en señalar que

219
le parecía como ‘caído del cielo’, porque, indicó, llevaba un tiempo pensando en escribir
lo que había vivido pero que no le estaba resultando ‘eso de sentarse frente al ordenador’
que se acababa de comprar y que no dominaba del todo. Me contó que sus grandes
amigos de los tiempos de la VOP y de antes estaban muertos y que él sentía que pronto
lo estaría. Semejaba al relato de Ishi. El último de su tribu (Kroeber, 2012 [1964]), aunque
una versión en la cual la fuerza de su existencia era una pertenencia basada en ideales
que él mismo definía como ‘simples’, y que, decía, estaban presentes ‘en todos lados
donde hubiera personas que lucharan por la libertad y comida de todos y para todos’,
como pronto advertí que le agradaba decir, con esas palabras. Agregaba que ‘morir no
le quitaba el sueño, sólo contar con agua para regar la huerta y fuerzas para hacerlo’. En
mi exposición le propuse que todo lo que conversáramos quedaría sólo entre nosotros y
que cualquier comentario a un tercero sería discutido antes por ambos, lo que le pareció
acertado. Mi interpretación es que desde el comienzo hubo una especie de confianza
mutua. Tal vez la misma confianza que nos llevó, varios meses más adelante, a
suspender las entrevistas y el contacto.

En ese primer encuentro, exploratorio para ambos, decidimos seguir conversando en


una reunión siguiente. La semana venidera le pareció bien y acordamos que sólo habría
de llegar a su casa durante la tarde del viernes. Para contactarnos de forma remota, y a
pesar de las características de los temas que conversaríamos, en ningún momento
establecimos reservas a la posibilidad de comunicarnos vía telefónica. A pesar de ello,
nunca tuvimos necesidad de recurrir a ese canal, al preferir el acuerdo directo, sin
intermediarios. También me confió el significado del orden de algunas herramientas que
generalmente se veían en la entrada de su casa desde la reja de acceso al terreno, las
que básicamente señalaban que estaba presente y que esperara si acaso tardaba en
salir a abrir el candado del portón.

En la siguiente reunión le propuse de manera formal registrar su relato en entrevistas


que grabaría en mi máquina de cintas de audio, las que me comprometía a transcribir de
acuerdo al tiempo que tuviese disponible para más tarde revisar en conjunto y agregar o
profundizar o eliminar aquello que considerara pertinente. Alejandro aceptó con
distinguida seriedad y, acto seguido, propuso dos cuestiones iniciales. La primera fue
que el lugar de las entrevistas sería su hogar, dada la tranquilidad que le ofrecía vivir solo
y lejos de la ciudad; la segunda era una aclaración respecto a la fiabilidad de dos artículos
de prensa que hablaban de él y su relación con la VOP, uno era aquél que me había
llevado hasta su hogar y el otro una entrevista que le habían hecho hacía unos años, por

220
lo que solicitó desestimar ambas para la construcción de su relato118. No ahondó más en
el tema. Tras ello, un apretón de manos rubricó el acuerdo.

Para realizar las entrevistas, el método elegido fue abrir el discurso de Alejandro con
preguntas descriptivas centradas en alguna experiencia, ámbito de vida, o hecho
concreto, y dejar que avanzara por libre asociación (Guber, 2004 [1991]: 145). Aunque
finalmente construimos una pauta para guiar las conversaciones, que antes hemos
comentado en el capítulo metodológico119. De todas formas, el relato de Alejandro por sí
solo era ordenado cronológicamente y detallado, naturalista podríamos decir. Algunas
reuniones eran grabadas y otras no, aproximadamente un poco menos de la mitad
tuvieron la grabadora registrando nuestras voces y en las demás solo el cuaderno de
notas recibía frenéticas anotaciones.

En principio planificamos sesiones de entrevistas de dos horas, cada dos semanas y de


preferencia los viernes, durante todo el tiempo que necesitáramos. Pero pronto las
sesiones de entrevistas comenzaron a tener un ritmo dictado por la necesidad de tiempo
de Alejandro para reordenar mentalmente sus recuerdos, como me lo dijo una tarde, y
por la disponibilidad de tiempo libre de ambos dadas sus peticiones de que su
entrevistador colaborase en algunas tareas en las que necesitaba ciertas ayudas, como
por ejemplo en el riego de su huerta o para que compartiera con él algunas instrucciones
de uso del sistema operativo Windows XP instalado en su ordenador.

Por lo general partía de Santiago a las 14.30 h y llegaba a la casa de Alejandro pasadas
las 16.00 h, una hora que me parecía prudente al ofrecer la posibilidad de conversar
durante toda la tarde y hasta antes del último autobús a Santiago, que pasaba por la
población vecina al hogar de Alejandro entre las 20.00 y 20.30 h. Después de reponer el
aliento del viaje con una refrescante jarra de limonada que infaltable descansaba sobre
una pequeña mesa de madera en la entrada de la casa, entrábamos en esta para
instalarnos en torno a una mesa de madera cuadrada de un metro por lado, en dos de
las cuatro sillas también de madera que tenía. Las dimensiones de la sala-cocina eran
de aprox. 25 m2, de una casa de madera de unos 60 m2 de construcción total que además
disponía de una habitación y un baño. En este espacio se creaba una atmósfera de
tranquilidad en la cual ambos iniciábamos una especie de viaje guiados por su memoria,
en ocasiones estimulada por mis preguntas respecto a algún tema que se nos escapara

118 La entrevista en cuestión me era desconocida en ese momento, pero databa de 1995 y básicamente
era desaprobada por Alejandro, indicó, por contener datos que ahora consideraba imprecisos acerca de
nombres y lugares de los que sólo el relato que presentaría pasaría a constituir la versión más fehaciente
de sus vivencias y reflexiones. (El artículo puede encontrarse en la URL:
http://periodistaautonomo.blogspot.com/1995/12/alejandro-villarroel-idelogo-de-la-vop.html [con acceso el
29/09/2007]).
119 Para conocer la guía temática de los encuentros con Alejandro Villarroel, ver anexo B.01.

221
o del cual nos hubiésemos desviado. Y al rato salíamos a observar la huerta de lechugas,
sobre todo cuando el relato versaba sobre experiencias emotivas para Alejandro, como
cuando hablaba de Ronald Rivera y parecía ser dominado por la tristeza e impotencia.
Al caer la tarde emprendía el viaje de regreso a Santiago, aunque en algunas ocasiones
me quedé a dormir en la sala de su hogar, sobre todo cuando el relato se activaba con
la llegada de la noche o cuando estaban presentes los amigos de Alejandro, Miguel y
Roberto, y la charla se extendía más allá del horario de los autobuses a Santiago.

En algunas ocasiones nos reunimos dos veces por semana y en otras una vez al mes.
El ritmo de las entrevistas era constante aunque a veces el registro de las vivencias no
avanzaba todo lo rápido que ambos queríamos, en especial cuando el tema de fondo se
transformaba en un animado debate acerca de la actualidad política chilena. Lo que era
bastante habitual. Al igual que los momentos en que el relato de Alejandro se
concentraba en exponer acerca de nuevas variedades de lechugas de las que había
leído en alguna revista de Noruega, y de ese tema se pasaba a reflexionar en torno a las
innumerables deficiencias técnicas que, decía, habían afectado al proyecto agrícola en
Chicauma, cuyo suelo era similar al que tenía Curacaví, seco, erosionado y empobrecido.
En efecto, la similitud física se debía a la cercanía geográfica. Desde Curacaví, en línea
recta dirección noreste, 30 km separaban a ambos sectores e incluían un cordón
montañoso latitudinal que no disponía de caminos, por lo que el viaje debía hacerse en
dos tramos, primero 32 km hacia el este por la ruta 68 y luego 34 km hacia el norte por
el Camino El Noviciado. En total, 66 km. Cuando reparé en la casi vecindad de ambos
valles le propuse revisitar el ex fundo Chicauma, y aún más cuando me contó que no
había vuelto a ese lugar desde el abrupto término de la comuna socialista en junio de
1971. Pero no se decidió a hacerlo. Cada vez que le comentaba mi plan de conseguir un
vehículo y a algún amigo conductor, su voz se llenaba de silencios y emprendía alguna
actividad con sus manos, como ordenar papeles de una carpeta en la que guardaba
algunos documentos personales, presa de un nerviosismo que pronto derivaba en la
apertura de un tema de conversación diferente. Pero en cada sesión de entrevista nunca
dejó de hablar de Chicauma. Me contó que inclusive después de la toma del ex fundo su
sobrenombre, o nombre de guerra, pasó de Alonso a Chicauma.

En algún momento de noviembre comencé a hacer transcripciones de las cintas de audio


y a complementar el resultado con los escritos que acumulaba. También a abordar el
texto resultante para ordenarlo de forma temática y temporal. El objetivo era construir un
relato secuencial en primera persona, que abarcara el máximo de recuerdos que
Alejandro quisiera hacer públicos. Iría presentando a Alejandro capítulos del relato y este
los revisaría con total autoridad para indicar y hacer los cambios que determinara. Varias
veces conversamos acerca de qué hacer con el relato revisado, aprobado y terminado,

222
pero Alejandro siempre esquivó una respuesta definitiva. En algunas ocasiones me daba
la impresión de que no quería llegar a ese momento, porque parecía que su ánimo
aumentaba y sus cualidades conversatorias se multiplicaban al punto de no avanzar en
sus vivencias. Por lo demás, y tal como le comentaba apenas tenía ocasión, mi objetivo
del trabajo era entregárselo terminado y yo contentarme con saber qué había ocurrido
con esa organización que me intrigaba hacía más de diez años. Era una especie de
trueque, que consideramos justo.

La construcción del relato de vida demandó, además de las observaciones, entrevistas


(y transcripciones) y lecturas, la comprobación de la información en lo que respecta,
principalmente, a nombres, fechas y hechos verificables en fuentes abiertas, tanto
formales como en aquellos contrastables en los relatos de Miguel y Roberto y los
diálogos informales con personas conocidas de espacios políticos contemporáneos a los
vopistas. Pero un artículo del extinto diario La Nación presentó complicaciones. Ocurrió
que, en algún momento de las sesiones de entrevistas, y en un acto de confianza
fundacional, Alejandro compartió uno de los escasos documentos que guardaba en una
carpeta privada: dos deslavadas fotocopias de una entrevista que le habían hecho para
el diario antes mencionado, en la cual exponía sus ideas de comunas agrarias sobre la
experiencia del kibutz en Palestina. El artículo no incluía la fecha de la entrevista ni de la
publicación, además, los folios no reproducían los márgenes originales, en los que
habitualmente se ubica la fecha. Al respecto, Alejandro comentó con seguridad que
correspondía al año 1968, pero sin recordar el mes o día. Es decir, antes de su
participación en la toma de Chicauma. Lo que convertía al artículo en una especie de
antecedente de la comuna vopista. En aquella jornada tomé fotografías de las dos
fotocopias mientras pensaba en pronto ir a por el artículo original a la Biblioteca Nacional
o al archivo propio del diario. Pero al hacerlo, solo encontré que el archivo de esta
publicación no se encontraba disponible120. Con posterioridad, procesé esos dos
archivos digitales y los fundí en un solo archivo de imagen, además de transcribirlo a un
archivo de texto121. Era lo único material que guardaba de su pasado y le llenaba de
alegría y satisfacción, todo lo demás lo había perdido entre los traslados forzosos y
voluntarios que habían marcado su vida.

120 Esta publicación, de propiedad estatal, en 2010 terminó su circulación y en 2012 fue cerrado
definitivamente y sus bienes liquidados; aunque continúa publicándose solo en su edición digital
(http://lanacion.cl). Además, a comienzos de 2014 el archivo histórico del periódico fue vendido a la
Universidad Diego Portales y gran parte de este aún no se encuentra disponible (para más información,
ver: https://www.theclinic.cl/2014/01/21/el-director-del-museo-historico-nacional-lamento-la-venta-del-
archivo-de-la-nacion-a-la-udp/ [con acceso el 27/06/2018]).
121 Una fotografía del artículo y su transcripción, en anexos F.18 y F.19.

223
Recién a mediados de enero de 2008 le presenté a Alejandro la propuesta narrativa que
había preparado de lo que hasta ese momento era la primera parte de su relato de vida,
y que abarcaba desde sus primeros recuerdos hasta el viaje a Cuba. Se lo presenté en
dos formatos: un archivo de texto para ordenador y otro impreso en folios de papel roneo
tamaño carta, unos 20 aprox. Recuerdo que sus ojos brillaron cuando le enseñé la
versión impresa y comenzó a leerlo rápidamente. Tras ojear algunas páginas las dejó
sobre la mesa de la sala y me miró sonriente, creí ver alegría y orgullo mezclados. Lo
primero que dijo fue que el estilo de escritura le hacía recordar a él hablando. Lo demás,
agradecimientos y anécdotas de las veces que había intentado escribir sus memorias en
el ordenador, pero no había podido. Luego nos sentamos a revisar el texto, en realidad
a explicarle algunas decisiones que había tomado, por ejemplo, utilizar una mezcla de
partes textuales de las transcripciones en las que explicaba de forma detallada alguna
experiencia, como su renuncia a la DC, y otras que reconstruí a partir de una mezcla de
su relato oral, mis registros de campo e informaciones de fuentes externas, como los
hechos de calle Humboldt n.º 7, en Cuba. Esta versión fue aprobada por Alejandro sin
apenas indicaciones, aunque insistió en que mantuviéramos el estilo en primera persona
y que los datos que me faltaran o que él no pudiera recordar, como los apellidos de sus
profesores de la universidad, que los buscáramos en fuentes externas. La sensación
general que creí percibir era que íbamos por buen camino.

Mientras tanto, a finales de 2007 hechos externos comenzaron a enturbiar mis


actividades académicas y laborales. Tal como expuse en el primer capítulo, en ese
tiempo las informaciones de prensa no dejaban de referirse a la seguidilla de atentados
explosivos en Santiago reivindicados por organizaciones insurreccionalistas, y flotaba en
el ambiente la conclusión de que las operaciones policiales pronto se desplegarían sobre
los espacios libertarios. En ese contexto, comencé a experimentar repetitivos cruces con
sujetos que no se correspondían con los tipos habituales que transitaban por lugares
públicos y horarios que marcaban algunas de mis jornadas. Por ejemplo, un viaje desde
Santiago a Temuco en autobús tarda aproximadamente ocho horas y, aunque se hayan
vendido todos los boletos, no es habitual que se siente atrás de uno o adelante, menos
al lado, la misma persona que el día anterior se ha visto observando con insistencia hacia
el lugar donde uno comparte con sus compañeros en el casino de estudiantes de la
universidad, en la que definitivamente no estudia ni trabaja. Y aún más cuando en la
tarde temuquense se reitera la presencia de ese desconocido en el café donde conversas
con un par de amigos.

Esos cruces con desconocidos que a fuerza de verlos ya me parecían conocidos, hasta
el día de hoy estoy seguro que no se presentaron en las cercanías del hogar de
Alejandro. Cada vez que viajaba a Curacaví tomaba algunas precauciones que casi

224
duplicaban los 110 minutos habituales de viaje (60 min de mi hogar al terminal de buses,
más otros 50 min a Curacaví), y por precauciones me refiero a abordar hasta cinco
autobuses para hacer el recorrido completo, en vez de los dos de siempre. Pero nada
más llegar a Santiago y retomar las tareas que me demandaba la tesis de grado y ya
pronto reaparecían esos conocidos desconocidos en las inmediaciones. Después de un
tiempo concluí todo aquello se debía a que era parte de los sospechosos de ser
anarquistas, y lo que resultara de seguro afectaría de forma directa la continuidad de los
trabajos que desarrollaba. Y lo más complicado se veía venir desde el campo de
investigación de la VOP. Una vista de la situación en el lenguaje periodístico normalizado
de esos años no auguraba nada bueno: en una parcela de las afueras de la capital se
reunían un exmilitante de la VOP, un excolaborador de esta, un exmilitante mirista y un
sospechoso de violencia anarquista que hacía su tesis de grado de antropología con
mapuches. Visto así, parecía uno de esos malos chistes donde interactúan distintos
sujetos y un final pretendidamente gracioso cierra la historia. Pero nada divertido
resultaba de esa relación de hechos si acaso se hacía pública de forma alarmista y
malintencionada. Por lo que resolví proponer a los entrevistados una pausa en el estudio.
Se los comuniqué durante las dos últimas sesiones grupales. Ahí me contaron que ellos
no habían visto nada extraño en sus cotidianos ni en sus traslados a la casa de Alejandro
Villarroel, aunque con la salvedad de que lo que para mí eran excepcionales ‘medidas
de seguridad’, para aquellos tres exmilitantes al parecer eran parte de lo usual. Pero
coincidieron conmigo en lo complejo de la situación, sobre todo al considerar que los
atentados continuaban y la prensa informaba de los hechos casi a diario. De esta forma,
la propuesta de pausa fue aprobada por unanimidad en lo que fue la última reunión
colectiva, a finales de febrero de 2008.

En ese momento Alejandro rechazó quedarse con la versión impresa del primer capítulo
de su relato de su vida, así como el archivo de texto para ordenador, las cintas de audio
y las transcripciones de entrevistas, todo lo que había llevado a la última reunión con el
propósito de entregárselo y que dispusiese de ese material si acaso no volvíamos a
vernos. Eran los registros del relato de su vida y le pertenecían. Pero no los recibió, y
argumentó que mejor seguía mi trabajo con ellos el tiempo en que no nos viésemos y así
evitábamos tener documentos duplicados. Le agradecí la confianza, además quería
seguir en la tarea de construir el relato de vida. Pero resolví mantener el material a
distancia por un tiempo prudente, hasta que pudiera seguir trabajando con esos archivos
con la tranquilidad necesaria. Pero como esa calma no llegaba decidí volver a reunirme
con esos archivos. En este plan, a partir de la segunda mitad de 2009 me dediqué a
transcribir entrevistas, revisar el cuaderno de campo, verificar datos, ordenar la
información y continuar con el relato de vida detenido en el viaje a Cuba. Los folios que

225
resultaban de ese trabajo, ante la imposibilidad de presentárselos a Alejandro, los hacía
llegar a un amigo para que los guardara. Mientras tanto, la presencia de vigilantes en
mis actividades cotidianas se había convertido en una parte más del paisaje diario.

Como expuse en el primer capítulo del estudio, en diciembre de 2009 mi hogar fue
registrado por fuerzas policiales como parte de una operación contra sospechosos de la
oleada de atentados anarquistas en contra de edificios gubernamentales y comerciales
en Santiago de Chile, con lo que todo el material original referido al relato de vida de
Alejandro y del Proyecto VOP fue requisado y nunca devuelto. Casi todo. La excepción
fueron los folios impresos que un amigo gentilmente había guardado en secreto. En 2011,
antes de viajar a Barcelona, los recuperé y los digitalicé. Luego, ya en esta ciudad, tomé
esos archivos de imagen y los convertí en un archivo de texto con ayuda del programa
de ordenador de reconocimiento óptico de caracteres Nuance OmniPage 16. De aquí en
adelante dediqué parte de mi tiempo a corregir el texto, a comprobar la información que
podía en la red de internet, en lo que respecta a completar nombres principalmente. Y a
continuar con la redacción del relato de acuerdo a los criterios que habíamos definido
con Alejandro en la corrección del primer capítulo, en enero de 2008, lo que completé
hasta alrededor del 75% del relato. Esa versión fue la que le presenté a Alejandro a
finales de 2013, en reuniones donde su salud solo permitió que pudiera oír las lecturas
de la narrativa que en la distancia habíamos construido, y que aceptó, emocionado de
saber que su relato estaba casi concluido. Le comenté lo que me faltaba, conversamos
de algunas experiencias de su regreso a Chile después del exilio y me pidió que ya no
agregáramos ni quitáramos ni cambiáramos nada más. Que el resultado era como lo
había imaginado. Que ya pronto nos veríamos y decidiríamos qué hacer con el relato.

Alejandro falleció a las 17:25 horas del 24 de julio de 2014, en el Hospital San Juan de
Dios, Santiago de Chile. Un correo-e me trajo la noticia a Barcelona. Había muerto quizás
el último militante vopista. Como antes ocurrió con Lola Kiepja e Ischi. Y, al igual que
señala el autor de esta última obra: “Este libro trata de rememorar la vida de Ishi, el viejo
Mundo de los Yahi y el mundo del hombre blanco, visto por los ojos de Ishi” (Kroeber,
2012 [1964]: 220), podemos decir que en las páginas siguientes se encuentra una
memoria de parte del siglo XX en Chile; también, de alguna manera, del mundo que pudo
ser y que vivió en los ojos de Alejandro, aquel que es este momento nos transmite con
sus palabras y su voz.

226
6.1. Orígenes familiares

Como sucedió en casi todo el continente americano, mis antepasados, los Villarroel y los
Rodríguez, llegaron con los españoles a instalarse a lo que sería Chile, repartiéndose
las regiones como si estuvieran desocupadas, con las comunidades originarias adentro,
como si les pertenecieran.

Mi familia paterna es originaria del pueblo de Illapel, en el norte de Chile, al medio de


regiones predesérticas cruzadas por el río Choapa, que baja de la Cordillera de Los
Andes hasta alcanzar el Océano Pacífico. El abuelo, Camilo Villarroel Rodríguez, era un
loco del diablo. Hijo natural, Boticario en Illapel, recetaba y hacía curaciones mientras en
sus ratos libres se dedicaba a activista de ultraizquierda. Publicaba un periódico obrero
y actuaba en una célula del Partido Comunista que hacía reuniones en el restaurant La
Bahía, cumpliendo tareas del Frente Popular, el camino que Stalin había decidido para
la revolución mundial y chilena por extensión. Era un comunista tan revoltoso, que tuvo
que pasar varios años de exilio en Bolivia. Todo esto hizo que su hijo mayor, mi padre,
también fuera un hombre de izquierda. Mi papá, como todos los anteriores Villarroel,
nació en Illapel. Su nombre era Zaide, igual que mi hermano, un nombre sacado del libro
Las Mil y una Noches por el loco de mi abuelo. Hijo mayor de un miembro del Partido
Comunista, tomó las ideas de izquierda de su padre, por supuesto, y se hizo comunista.
Era un hombre sonriente, resimpático y sin la menor duda, muy inteligente. Cuando joven
se fue a estudiar joyería y a trabajar a la ciudad de Antofagasta, y ahí se casó con Ana
Luisa Rodríguez, mi madre.

La familia de la mamá era gente de Melipilla, de los del Pardo, el apellido de mi bisabuelo.
Gente de dinero, conservadora, ultracatólica. El papá de mi mamá, al igual que mi abuelo
paterno, también tenía apellido Rodríguez, el abuelo Rodríguez; pero a diferencia del de
Illapel, este era de ultraderecha, de esos que van a misa todos los domingos y se
confiesan. La abuelita, Leonor, era una mujer maravillosa, muy buena persona, muy
simpática. Una señora muy particular, terriblemente burguesa. Recuerdo que a las
fotografías de artistas que aparecían en las revistas, con un pincel y tinta china les tapaba
el cuello para ocultárselos, y cuando aparecían con manga corta, ella les ponía manga
larga negra. Se horrorizaba cuando los niños nos bañamos desnudos, a los seis años,
cuando a esa edad uno no tiene ninguna preocupación sobre el sexo, ni el pecado ni
nada. También tenía la costumbre de hablar de la gente ‘decente’ y de ‘los rotos’, para
ella dos tipos de seres humanos completamente diferentes. Mi papá se reía, era un
comunacho inteligente, no lo discutía en absoluto. Él quería mucho a mi abuelita y le
decía a la mamá, en broma, ‘Tú, debieras ser como tu madre’. La mamá, por su parte,
era profesora, ultra católica y conservadora, como es lógico. Recuerdo que gustaba del
canto y fue miembro de un coro famoso en su época, un coro de profesores. Conoció a

227
mi padre, se casaron y después pasaron a vivir a Santiago, donde tuvieron dos hijos, a
mi hermano mayor, Zaide Villarroel Rodríguez, y a quién relata estas líneas.

Nací en Santiago de Chile, el 29 de enero de 1933, en el Hospital Barros Luco122. Desde


ese momento vivo con mis padres y mi hermano en el barrio Lo Ovalle de la comuna de
San Miguel, en Santiago, en el Paradero 18 de la Gran Avenida José Miguel Carrera, en
una quinta de calle Carvajal n.º 266. En esa época ese sector era diferente a como lo es
hoy, no había casas en hileras ni tanta gente, todo era fundos, quintas, chacras y viñas,
donde corría agua limpia. Santiago solo se extendía hasta calle Franklin, de ahí al sur
comenzaba esa apariencia de campo, casas solamente había por calle Gran Avenida y
entremedio viñas. Se reproducía la ciudad allá por San Bernardo, que era totalmente
distinto a Santiago, sin conexión; y Espejo, que era otro pueblo. Ahora están conectados
con Santiago, las casas ubicadas una al lado de otra, hasta formar una sola e inmensa
ciudad. El barrio era un muestrario de contrastes: propiedades y casas muy grandes y
buenas, vecinas con conventillos, incluso algunas ‘muro a muro’. La propia casa nuestra
tenía conventillos a la vuelta de la calle, aunque como vecinos teníamos a la Chacra La
Blanca, con una casona de tres pisos, inmensa. Dos casas más allá de la nuestra había
una quinta grandísima, de propiedad del historiador Luís Galdames123, que en su casa
tenía una biblioteca que era como una torre, y en su terreno había paltos enormes y dos
parrones de cien metros cada uno, todo rodeado de un murallón de ladrillos y portones.
Cuando Galdames se fue, o se murió, un señor Gainza trajo caballos y unas vacas, e
instaló una lechería. Pero siempre hubo pobreza presente en el Barrio: recuerdo que por
la calle pasaba diariamente el Jote, un hombre cubierto por sacos que se decía había
tenido buena situación. Y pasaba la vieja Sandalia, una anciana pobre cuyo nombre era
Natalia, y que no nos quería a causa de nuestras burlas. Es que se comentaba que era
bruja, y la verdad es que para los niños que éramos no lucía muy hermosa. Ahí crecí, en
un barrio de contrastes, donde había casas obreras y al lado ricachones, con gente muy
rica y gente pobrísima.

Nuestra familia tenía una buena situación económica. La mamá era profesora, había
heredado dinero y la casa de una tía medio aristocrática, y el tío Enríquez le había
regalado veinte mil pesos cuando un auto valía diez mil. Pero a mi padre, la realidad del
barrio le preocupaba mucho. El papá salía por una puerta del fondo, los días domingo
en la mañana, con un canasto con frutas para regalar; también salía los sábado a vender
el diario a unas poblaciones lejanas, y a veces me llevaba a mí.

122 Hospital Público Barros Luco Trudeau, se emplaza en el centro de la ciudad de Santiago, comuna de
San Miguel. Inaugurado en 1917, continúa en funciones hasta la actualidad.
123 Luís Galdames Galdames (1881-1941). Abogado y profesor de historia y geografía. Rector del Liceo
Miguel Luís Amunátegui (1913) y cofundador del Partido Nacional (1914). Participó en la comisión que
elaboró la Constitución Política de 1925. Desde 1928 fue profesor del departamento de historia y geografía
del Instituto Pedagógico, de la Universidad de Chile; más tarde fue nombrado decano de la Facultad de
Filosofía y Ciencias de la Educación de la misma universidad.

228
Mi papá quería que yo fuera un hombre de izquierda, categórico, clarísimo en mis ideas.
Mi mamá, en cambio, odiaba las peleas y quería que yo no me metiera jamás en nada
que tuviera que ver con la política, nada, ni en broma. En el conservadurismo suyo y de
su época, no era aceptable que un hombre antes de los 24 años tuviera pololeo con una
niña. Solo después de tener su título universitario, ahí recién podía pololear, y corno
‘gente decente’, es decir: presenta a sus papás o se presenta a los papás de la niña, la
pide formalmente y la va a visitar en las horas que corresponde, porque las visitas no se
podían hacer a cualquier hora. Inconcebible era, por ejemplo, que alguna amiga mía
tocaba el timbre de la casa y preguntaba por mí; la mamá se ponía furiosa, porque no
era correcto que una mujer anduviera buscando a un hombre, no importaba para qué.
Que fuese compañera de la Escuela de Bellas Artes, y que hubiéramos acordado ir a ver
una obra de teatro, para la mamá no tenía importancia. Para ella, una mujer no podía ir
a golpear una casa preguntando por un hombre, no podía, eso le estaba prohibido.

Mi padre, consecuente con el machismo de los chilenos del norte chico, tierra de mineros
explotados, cabras y erosión, sin considerar para nada el parecer de la mamá, católica y
conservadora, me matriculó en la Escuela Fiscal de Lo Ovalle, la Escuela Pública n.º
259, como ya lo había hecho con mi hermano, en 1939. Su objetivo era que me
contactara con la pobreza concreta, con la pobreza real. Ahí aprendí mucho de las
diferencias que existen en este mundo. Recuerdo que en mi escuela había niños sin
zapatos, en pleno invierno, sin abrigo, solo con unas chaquetitas; y los niños tiritaban y
de repente se desmayaban porque no habían tomado desayuno. Jamás se me ha
olvidado el niño que se sentaba a mi lado: pálido, flaquito, de chaleco de lana raído, sin
zapatos en pleno invierno, y con un olor bien especial: una mezcla de orines y humo, el
olor de la pobreza extrema. Un día el niño se desmayó, y la profesora, la señora Celsa
Cancino, se puso a llorar.

Estuve en esa escuela hasta que mi papá murió de cáncer, en septiembre de 1941. Tenía
ocho años cuando pasó. Murió al poco tiempo que la lana roja, sujeta con alfileres en el
mapa de España y que marcaba el frente de combate de la revolución, se saliera del
país y los revolucionarios sobrevivientes se exiliaran. No supo que el presidente Aguirre
Cerda iba a morir antes de terminar su período y sin concretar sus promesas.

Tras la muerte del papá, vivo en casa de Lo Ovalle con mi mamá y mi hermano mayor.
De allí en adelante, la formación se volvió de tipo conservador y católica. La mamá me
sacó del colegio público y me cambió inmediatamente a un colegio privado, el Instituto
Diego Portales, en el que estuve hasta 1944. Era un colegio de clase media, media alta,
que estaba metido en San Miguel. Ahí había que tener uniforme y corbatita y todo lo
demás; aplicaban una modalidad rara que juntaban a dos cursos en uno, una confusión
tonta, un colegio bastante desorganizado. Después me cambiaron a Los Salesianos, los
curas Salesianos, donde conocí al Cardenal Silva Henríquez, que fue mi profesor. Aquí

229
los curas pretendieron que me pasara al Seminario, pero no quise. Estuve en ese colegio
hasta 1946. Después de Los Salesianos paso por los liceos n.º 10, n.º 4 y nocturno
Manuel Montt, en San Miguel, todos fiscales. En paralelo inicio trabajos de relojería de
forma autodidacta, lo que me servirá toda la vida. Tenía capacidad y buen ojo para hacer
esos trabajos. Eso lo saqué de mi padre, él era un artista.

En 1950 ingreso a la Escuela Bellas Artes. En ese tiempo la Facultad de Artes era
dependiente de la Universidad de Chile e incluía el Conservatorio, Artes Aplicadas y
Bellas Artes. En esta escuela no importaba en qué año estuvieras de la educación
secundaria, lo que se debía hacer era una prueba, donde te pedían que dibujaras algo
que te indicaban dentro de un tiempo establecido, y si dibujabas bien te aceptaban.
También existía el Instituto de Humanidades de la Facultad, para que los niños
continuaran sus estudios, algo así como ocurre con la Escuela de Ballet, donde los niños
entran de 7 u 8 años; es de la universidad, pero continúan estudiando. El caso es que
compré papel y carbón y me puse a dibujar, tras lo cual fui aceptado en Bellas Artes.
Tenía 17 años. Ingreso como alumno libre, lo que fue un error, porque era mucho más
razonable inscribirse como alumno regular, donde tuviera obligación de asistir a las
clases de los ramos. En el primer año curso escultura y pintura, ambas asignaturas; en
el segundo debo elegir entre ambas, así que opto por la pintura. Funcionábamos en la
Escuela ubicada en el Parque Forestal, una belleza de edificio, un palacio, con un lote
de talleres enormes, con todas las facilidades del mundo; con un casino excelente,
además. Estudio escultura con Marta Colvin124 y Raúl Vargas125; dibujo con Balmes126;
historia del arte con Alberto Pérez127; pintura con Jorge Letelier128 y Jorge Caballero129;
mural con Gregorio de la Fuente130; y fotografía con Bob Borowicz131. En esta interesante
escuela estuve un tiempo largo, hasta regresar de un viaje a Cuba que se extendió por
dos meses, desde mediados de abril hasta mediados de junio de 1961.

124 Marta Colvin Andrade (Chillán, 1907-Santiago, 1995). Escultora.


125 Raúl Vargas Madariaga (Santiago, 1908-1990). Escultor, y director de la Escuela de Bellas Artes (1963-
1966).
126 José Balmes Parramón (Montesquiu, Catalunya, 1927-Santiago, Chile, 2016). Pintor. Arribó a Chile en
1939 a bordo del barco Winnipeg en compañía de sus padres, como refugiados de la Revolución Española.
Se desempeñó como académico en la Universidad de Chile (1950-1973) y decano de la Facultad de Artes
(1972-1973). Premio Nacional de Artes Plásticas de Chile (1999).
127 Alberto Pérez Martínez (Santiago, 1926-1999). Pintor, historiador del arte y escritor. Integró el Grupo
Signo, de la Generación de 1960, junto a Gracia Barrios, José Balmes y Eduardo Bonatti.
128 Jorge Letelier Núñez (Antofagasta, 1887-1966). Pintor, y profesor del curso de iniciación de la Escuela
de Bellas Artes de la Universidad de Chile. Destacó en la promoción de movimientos de vanguardia.
129 Jorge Caballero Cristi (Santiago, 1902-1992). Pintor impresionista. El gobierno francés le concedió la
Orden a las Artes y las Letras (1988).
130 Gregorio de la Fuente Rojas (Santiago, 1910-1999). Pintor, muralista, profesor de la cátedra de pintura
mural de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Chile (1957 a 1971), y miembro de la comisión
docente de la Escuela de Bellas Artes.
131 Bob Borowicz (Poznań, Polonia, 1922-Santiago, Chile, 2009). Fotógrafo. Tras ser apresado durante
cinco años por tropas alemanas en la II Guerra Mundial, viajó a Chile y desplegó su interés por la fotografía.

230
6.2. Ingreso a la vida política

En la época del colegio desarrollo mis primeras actividades sociables, como dirigente de
clubes de barrio y, en un liceo, como presidente del Centro de Alumnos. Aún sin una
posición política definida, mi tendencia es progresista y cristiana. Planteo como solución
a todos los problemas, la integración total de América Latina. Más adelante, guiado por
dicha posición e interesado en luchar por tales ideales, en la comuna de La Cisterna
ingreso a la Falange Nacional, que luego pasa a ser el Partido Demócrata Cristiano
(PDC), un partido chico, de élite, puros intelectuales, alguna gente jesuita; todos de
colegios católicos, y donde entremedio había varios burgueses; un revoltijo.

Pero el ingreso había seguido una línea natural: criado en una casa donde se rezaba el
mes de María, se respetaba la semana santa sin risas ni bullas, y se asistía a misa
dominical; más mi paso por el Liceo Salesiano, toda la adolescencia leyendo la revista
Selecciones del Reader's Digest, además de escuchar cada quince días al tío Enrique
(admirador de los yanquis y anticomunista) y los elogios de la tía Raquel sobre Radomiro
Tomic132 (que había conocido en el Liceo de Antofagasta y al que describía como alguien
muy inteligente), fue lógico que se convirtieran en determinantes para mí al momento de
entrar en política. Así que en este partido milito durante tres años.

Ya ingresado en este partido, como ‘camarada’, me intereso por las ideas de Tomic
acerca de la necesidad de integrar a Latinoamérica social, política y económicamente.
En este ambiente, me resulta muy fácil hablar de las ventajas de unificación continental,
basado en democracia verdadera, eliminación de clasismos y xenofobias, apertura de
posibilidades de desarrollo gracias a un mercado enorme, supresión de los ejércitos y,
por ende, del despilfarro de dineros en compras de armas (que solo beneficiaban a sus
fabricantes), y algo importante: poner fin a las guerras entre naciones vecinas por
asuntos de límites fronterizos. Me fue tan bien con el discurso que se juntó gente joven
en cantidad alarmante, al punto que los socialistas llevaron a un teórico desde Santiago
para mí, que me explicó lo de las clases sociales, la explotación del hombre por el
hombre, y supongo que me habló de la alienación y ni me acuerdo de que más. Lo
importante es que no detuvo mis ímpetus. Pero, como había que viajar hasta La Cisterna
para las reuniones del partido, resultó lógico proponer crear un Subcentro en Lo Ovalle.
Primera pelea: se dijo que yo quería dividir al partido. En realidad, nunca fue mi idea,
más bien era la de armar una organización celular que tuviese grupos por todos lados.
En el barrio había gente excelente, y mi jefe directo era también un hombre sano, en
realidad un buen cómplice, porque con él nos dedicamos a armar Centros de la Juventud

132 Radomiro Tomic Romero (Calama, 1914-Santiago, 1992). Abogado. Junto a Eduardo Frei Montalva,
Bernardo Leighton, Manuel Garretón y otros, fundó la Falange Nacional, posterior PDC (presidente de este
partido entre 1946 y 1952), diputado (1941-1945 y 1945-1949), senador (1950-1953, 1953-1961 y 1961-
1965). Candidato de su partido en las elecciones de 1970, en las que resultó vencedor Salvador Allende.

231
por todo el Tercer Distrito de Santiago. Finalmente, formamos en mi barrio a un numeroso
núcleo juvenil DC, lo que me transformó en vicepresidente de la Juventud Demócrata
Cristiana (JDC) del Tercer Distrito.

En 1958 viajo a Lima, Perú, como parte de la delegación chilena de la JDC al Primer
Congreso Latinoamericano de la Democracia Cristiana. Voy como experto en el tema de
integración latinoamericana. Allí me encargaron redactar la declaración de la Juventud
DC Internacional, acerca del tema de la integración. De ser conocedor de teorías
políticas, quería arreglar el mundo mediante la integración, eliminaba a los ejércitos y el
despilfarro de plata en armas, construíamos un gran país federado donde se borraban
las nacionalidades y entre todos nos fortalecíamos. Eran mis sueños cuando bien joven.
Recuerdo que en el Congreso me pagaron el alojamiento, porque me estimaban mucho,
así que me sobró plata para comparar sombreros, algo de ropa, chocolates y esas cosas.
En esa época los aviones aterrizaban en Cerrillos, no existía el actual aeropuerto de
Pudahuel, así que de regreso pasé por una oficina donde cambiaban dinero extranjero y
puse arriba del mesón todas las monedas que me quedaban, monedas peruanas, la
mujer que atendía las miró y me dijo:

―Esas monedas, en este país son muy poca plata.

―No importa, cámbiemela no más ―respondí.

La encargada las cambió, no recuerdo cuanto era en plata chilena, era poco, pero
alcanzaba para la micro. Entonces bajo por las escalinatas con la maleta en la mano,
recorro hasta el Camino a Melipilla, abordo una micro vieja que tiene todas las latas
sueltas, llego a Estación Central y ahí me bajo. Recuerdo que vestía un sombrero y
usaba una pipa. Tomo un taxi y le pido por favor que me lleve hasta el Paradero 18 de la
Gran Avenida, y que allí le pagarían. Porque no tenía un cinco, iba completamente pobre,
así que en mi casa pagaron el taxi. Pero me fue bien.

¿Lo más interesante logrado? Había andado meses para arriba y para abajo
convenciendo gente con el tema de la integración, y de todos los que andábamos en el
Congreso era el que más sabía del tema. Pero también me había pegado algunos
estrellones: un tontón, que era universitario, en una reunión me descalificó tratándome
de ser ‘solo un comunero’, y agregó:

―Nosotros, los universitarios, estamos destinados a gobernar este país.

Acompañado por una mirada de profundo desprecio. Recuerdo que era alto, rubio y solo
quería gobernar apelando a su calidad de estudiante universitario. Fue decepcionante
oírlo y constatar que no era una opinión aislada. Además, en ese momento yo estudiaba
Arte en la Universidad de Chile, pero decidí no usarlo como argumento, porque no podía

232
ser un escalón que validara o invalidara a alguien, los temas eran otros: la integración y
liberación continentales.

Otro punto decepcionante fue enterarme que mi jefe en el partido, en realidad lo que
quería era ser diputado. Mala cosa. Además, allá en La Granja, un par de jóvenes obreros
no fueron bien recibidos en el partido. No me gustaba lo que veía. Cada vez me
convencía que había llegado a organizar clubes sociales y no un partido revolucionario.
Se lo comenté a un amigo del barrio y este me dijo:

―Entré al partido porque había buenas minas.

No le interesaba la revolución ni el mundo comunitario, le interesaban las lolitas que eran


bonitas, sólo eso.

Para coronar mi decepción, dos meses antes de las elecciones presidenciales de 1958,
en el Partido me propusieron al cargo de vicepresidente del Centro de La Cisterna, ya
como adulto, para seguir con esa gente. Se reunió toda la Asamblea del Partido de la
comuna de La Cisterna en un local ubicado en el Paradero 24 de Gran Avenida, un día
domingo a las dos y media o tres de la tarde. Mientras se debatía, levantaba la mano
para que me dieran la palabra, pero no me dejaban hablar, cuando en medio de eso me
dicen:

―Camarada Villarroel, vamos a hacer una excepción. La elección no va a ser sometida


a votación. Lo nombramos como único candidato a la vicepresidencia del partido en La
Cisterna.

Hubo aplausos y ¡bravos! Pero seguían sin dejarme hablar. Así que cuando pararon de
aplaudir, recién pude decir mis palabras, y recuerdo que ahí dije:

―Perdónenme, pero hace rato que estoy levantando la mano para pedir la palabra, para
que me dejen hablar. Yo quería decirles que en realidad vine a presentar mi renuncia,
indeclinable, a todo cargo y al propio partido.

Se produjo un silencio que parecía no volaba una mosca. Me levanté y me fui. Caminé
por la vereda del Paradero 24 de Gran Avenida hasta el Paradero 18, para reencontrarme
con mis estructuras mentales, porque se me había armado una confusión en la cabeza.
Pasó que renunciaba porque el día anterior había asistido, y lamentablemente
participado, en una monstruosidad que confirmaba lo que era el partido: me habían
convidado a una campaña de captación de votos para las elecciones presidenciales que
resultó una experiencia demoledora: recorrimos un sector de la población San Ramón
repartiendo tarjetas de cartulina rajadas por la mitad y diciendo:

233
―Tome señora, si en su mesa gana Frei133, le entregamos esta otra parte y usted cobra
la máquina de coser.

Una máquina de coser, marca Singer, que había sido comprada por Cáritas. Eso nos
obligaron a hacer, con gente pobre. Y tal vez peor, otra cosa triste que sucedió es que
ese día hicimos una pausa en el local del líder del partido en San Ramón, que se llamaba
Cacharro Muñoz, dueño de un restaurant en una población que era famosa por los
balazos y las puñaladas, antes que existieran San Gregorio y otras. Cuando entramos al
local (que en realidad era de venta de trago como las había en todo Chile: un pequeño
mesón, sillas y mesas de álamo y totora, y un chuico en una mesa), lo primero que veo
en la vitrina, de madera pintada celeste con vidrio adentro, son tarros de salmón y un
queso de Cáritas, un queso de color naranjo con sabor a pimentón, que sabía
maravilloso, pero que era queso regalado por los yanquis para parar la revolución. No
podía ser que un comerciante lo pusiera en venta para los borrachitos proletarios, a
beneficio del líder DC de la población.

Frente a estas evidencias, era claro que tras todo el quehacer político del PDC se
escondían grupos de poder, intereses mezquinos y ambiciones personales subalternas.
Entonces, estando metido en la directiva de un partido que al más alto nivel tenía puros
sinvergüenzas, me pregunté para adonde íbamos, así que me mandé cambiar. Andaba
convenciendo a gente joven de que íbamos a cambiar el mundo, y ¿para eso? Como se
reirían de lo ingenuo que era. Andaba consiguiendo gente, organizando reuniones,
armando campañas de recolección de dineros, rayados murales y tantas cosas, mientras
arriba había puros ladrones. Así que pensé ‘váyanse al diablo’. ¿Qué hacía en tal
partido? Me aburrí de la casta continencia inconducente, cansado de formar centros que
se transformaban en círculos sociales, con bajo nivel de responsabilidad y estudio. De
un día para otro, pasé de ser el ‘querido camarada’, a ser un ‘infiltrado marxista’ y, por
ende, ‘traidor’.

Las publicaciones acerca de la Revolución Cubana134 volcaron a mucha gente hacia la


izquierda. Junto a algunos amigos nos pasábamos noches leyendo y conversando en el
Café El Trópico acerca de este evento que remecía a toda la política latinoamericana,
principalmente a los jóvenes. En ese tiempo, a fines de 1959, mientras seguía por la
prensa el proceso revolucionario cubano, me encontraba a punto de ingresar al Partido
Comunista (PC). A principios de 1960, me vi invitado, pues no se podía postular, a entrar

133 Eduardo Frei Montalva (Santiago, 1911-1982). Abogado, candidato del PDC en las elecciones
presidenciales de 1958, en las que resultó vencedor el candidato de la derecha Jorge Alessandri
Rodríguez.
134 El 1 de enero de 1959, el dictador cubano Fulgencio Batista es derrotado por un movimiento popular
revolucionario del que destaca el Ejército Rebelde del Movimiento 26 de Julio, liderado, entre otros, por
Fidel Castro, Camilo Cienfuegos y Ernesto Che Guevara.

234
al núcleo de las Juventudes Comunistas (JJCC) de la Escuela de Bellas Artes. Antes de
lo imaginable, en octubre de ese año, resulto elegido en el cargo de vicepresidente del
Centro de Alumnos de Bellas Artes, mientras que el cargo de presidente eligen a Gregorio
Berchenko hijo, por lo que me encuentro siendo activo miembro de un grupo de gente
que tiene a Juan Capra135 como líder. Juan, estudiante comunista de pintura, además de
ser muy buen dibujante, era un pintor extraordinario y de facha notable: gran melena,
cuando todos los tontos tratábamos de parecer yanquis, y fino bastón, para ayudarse
con su hemofilia, una excelente persona, uno de los hombres más inteligentes que he
conocido.

Fue en el taller de Juan, al otro lado del río Mapocho, frente a la Escuela de Bellas Artes,
donde se realizó una reunión para conocer acerca de la revolución cubana. Con Gregorio
Berchenko padre, un abogado judío muy inteligente, miembro del Comité Central del
Partido Comunista, como orador. En una charla genial, de esas en que no vuela una
mosca y está toda la gente ahí atenta escuchando. Es notable lo que sucede cuando una
claridad expositiva se combina con gente realmente interesada en no perderse una sola
palabra, el ambiente que se produce es admirable. Fue una de las cosas más
extraordinarias que he escuchado en mi vida. ¿Cómo fue que en las propias narices de
los yanquis ocurriera una revolución social, que después derivó en socialista?, ¿cómo
fue que Fidel triunfó estando a ciento cincuenta km de Estados Unidos, contra un dictador
que era un asesino de mierda que disponía de todos los millones necesarios?, y ¿cómo
transformó a un pueblo que estaba dedicado a bailar, al trago y al sexo, en un pueblo
revolucionario? Extraordinario. Eso lo tengo grabado en la memoria.

Gregorio nos contó de la larga lucha que comienza en el ataque al Cuartel Moncada, de
la serie de accidentes y causalidades que dan con la mayoría de los rebeldes en el
cementerio y otros en la cárcel. Nos habló de Fidel, del cómo sin acceso a libros ni
documentos, encerrado en una celda, escribió La Historia me absolverá136. Fidel, joven
abogado que no ejerció o lo hizo muy poco, y que se dio el lujo de citar en su autodefensa
a una serie de autores, luego fue amnistiado137 y marchó a México con unos ochenta
revolucionarios y algunos instructores experimentados, entre ellos un exgeneral de la
Guerra Civil española. Nos habló del cómo el grupo estuvo capacitándose durante un
año en una hacienda que arrendaron, para así aprender a vivir en la selva, alimentándose
de alimañas y aprendiendo a ubicar agua, a reconocer el norte cuando no se tiene una
brújula, aprender sistemas de primeros auxilios, conocer a cabalidad el armado y
desarme de armas, saber cuáles son las armas que disponía el enemigo, manejar

135 Juan Capra (1958-1996). Poeta, cineasta, pintor, músico (algunas de sus canciones serían cantadas
por el grupo Quilapayún, como "Canción Fúnebre para el Che Guevara").
136 "Condenadme, no importa, La historia me absolverá". Discurso pronunciado por Fidel Castro en el
juicio posterior al asalto al Cuartel Moncada, el 16 de octubre de 1953.
137 La amnistía se produjo en mayo de 1955.

235
sistemas de propaganda mediante papeles y radios, saber utilizar y cómo conseguir
radios de corto alcance, en fin, todo lo necesario para sobrevivir y vencer. Del viaje en
un yate, el Granma138, que los embarcó a Cuba y luego el tránsito a la Sierra Maestra.
Supongo que nos comentó que ya estaban el Che y Camilo Cienfuegos en la isla de
Cuba. Recuerdo que me impactó mucho saber cómo Fidel impuso desde la partida
honradez absoluta, en el ejemplo de lo sucedido al encontrar un tarro de sardina botado
entre algunos arbustos y preguntar a los integrantes del grupo:

¿Quién se comió esto?

―¡Fui yo! ―respondió un integrante de la tropa.

―Bueno, ¡arrodíllate! ―ordenó Fidel.

Un balazo en la nuca selló el primer y último gesto mezquino durante la guerrilla.


Después se habló del cómo fue posible desmoronar la moral de un ejército profesional,
avituallado y armado a todo dar. Muy fácil: el talón de Aquiles de los ejércitos y de las
fuerzas de orden es que están formados por jefes de clase media alta y alta venida a
menos, y la tropa, la fuerza de choque, son siempre proletarios o clase media baja.
Jamás Fidel aceptó ofender a un ‘soldadito’, se les retiraba el arma, municiones y zapatos
y se iban después de un discurso. A los jefes, en cambio, se les botaban las insignias,
se les dejaba en calzoncillos y se les mandaba para la casa después de una filípica.
Cada vez que fue apresado un torturador, fue fusilado, y eso le dio argumento a gente
de derecha para hablar contra la revolución. Pero en la conversación quedó muy claro
cómo logró Fidel, a partir de muy poca gente, crecer hasta ser miles de revolucionarios,
cómo integró al pueblo. Y fue en base a respeto, bondad, generosidad y corrección
(jamás robar a un campesino, menos aún violaciones) que el triunfo fue posible. En la
guerra, pasado el enfrentamiento, la primera atención médica era para los enemigos
heridos, después los revolucionarios. Así fue como Fidel consiguió que miles de soldados
y policías se pasaran, con armas y vehículos, colocando el gorro al revés, a apoyar la
lucha.

Berchenko terminó la charla informando que había gestionado con el gobierno cubano
una invitación para que una delegación de estudiantes chilenos de Bellas Artes fuera a
Cuba a pintar un mural en Sierra Maestra.

A Cuba fuimos seis o siete personas, entre ellas, Juan Capra. Partimos en vuelo Braniff139
en abril de 1961, por casualidad el día anterior de la invasión a Bahía Cochinos y Playa

138 El desembarco se llevó a cabo el 2 de diciembre de 1956.


139 Aerolíneas Braniff, operó hasta 1982.

236
Girón140. Llegamos, nos agarró la contrarrevolución, las movilizaciones, los
fusilamientos, todo, así que el gobierno nos llevó a recorrer el país. Recorrimos Cuba
entero, desde una punta a la otra, y puedo decir que vi todo y pregunté mil cosas. Estuve
dos meses en la isla y nos trataron de lo mejor: comidas, transportes y alojamiento fueron
asumidos por el Estado. Nos trasladaban en los autos más caros que pudiesen existir,
los que no podían ser ocupados por cubanos porque ‘son para nuestros compañeros
invitados’. Y en los mejores hoteles, hoteles de primera, esos que usaban los ricos y que
habían sido expropiados, al igual que los autos. Además, nos regalaba Fidel cinco
dólares para el bolsillo, para tomar un cafecito o para comprar cigarrillos.

En la isla conocí a gente muy interesante, a Enrique París, al que después los milicos
chilenos mataron quemándolo estando vivo, en torturas141; conocí al senador Jaime
Barros, del Partido Comunista chileno, que después se hizo pro chino, un hombre
increíblemente culto. Recuerdo que junto a los ‘gusanos’142 capturados venían dos curas
jesuitas metidos entremedio, a los que Jaime Barros les echó en cara todos los papas
corruptos y todos los asesinatos de la Inquisición, y los curas jesuitas, que son muy
distinguidos, muy intelectuales, no decían nada, estaban acabados, derrotados.

Fueron dos meses interesantísimos, donde pregunté mucho, porque también quería
escuchar gente que tuviera posiciones críticas y que opinara. Nos habían advertido:

―No vayan para este barrio, porque ahí hay putas y maricones.

Pero yo fui pues, obvio, quería conversar con las putas, a ver qué opinaban. También
sabía que cuando te cortan el pelo, el peluquero no para nunca la lengua, así que me fui
a meter en un barrio pobre a una peluquería. Ahí me corté el pelo, aunque en el hotel
teníamos peluquero gratis sin duda sería un hombre de la revolución que no haría
ninguna crítica a esta. Logré incluso conversar una noche entera con revolucionarios
exguerrilleros abiertamente anti PC143.

Observé y pregunté, así que aprendí muchas cosas. Había cosas magníficas: conciencia
revolucionaria, medicina y remedios gratis para todos; educación gratuita, limitada solo
por la propia capacidad personal. Calculé entonces un 80% de la población

140 Fallida invasión de cubanos contrarrevolucionarios en el sur de la isla de Cuba, el 17 de abril de 1961.
141 Enrique París Roa (1933-1973), casado, 3 hijos, médico, miembro del Comité Central del PC, asesor
del presidente Salvador Allende. Detenido el 11 de septiembre de 1973, trasladado al regimiento Tacna y
desaparecido por estas tropas el 13 de septiembre. Sus restos recién fueron identificados en 2010.
(Memoria Viva. [2014]. “Proyecto Internacional de Derechos Humanos”. Recuperado de:
http://www.memoriaviva.com/Desaparecidos/D-P/egidio_enrique_paris_roa.htm [con acceso el
19/06/2014]).
142 Cubanos anticastristas pronorteamericanos, capturados en la invasión a Bahía Cochinos y Playa Girón.
143 Partido Comunista Cubano, fundado en agosto de 1925. En enero de 1944 tomó el nombre de Partido
Socialista Popular (PSP). Hacia fines de 1958 se mostró favorable a la revolución del Movimiento 26 de
Julio. En 1965 adopta el nombre definitivo de Partido Comunista de Cuba.

237
incondicionalmente fidelista (a la cual no le preocupaban el nombre ni los apellidos que
la revolución pudiera tener), un 10% de desinteresados y un 10% de furiosos anti
fidelistas o anti marxistas. Pero también hubo cosas que no me convencieron: el control
que el PC imponía, ciertos dogmas, un clima de delaciones. También el papel que jugó
el PC antes y después de la revolución, y un cierto desorden nacional. Lo que más me
afectó fue una conversación que tuve con Enrique París, en el Hotel Rosita de Hornedo,
en La Habana. De acuerdo a lo que me dijo Enrique (esto no lo supo), en la Unión
Soviética yo estaría probablemente recluido en un manicomio. En relación al actuar del
PC cubano, antes del triunfo de la revolución todos los políticos cubanos, incluidos los
comunistas (que tuvieron un par de ministros con Batista dentro de su período de 1940
a 1944), estaban espantados. El PC cubano atacó a los revolucionarios durante más de
un año y medio antes de su triunfo, acusándoles de ser ‘instrumento del imperialismo’,
‘agentes provocadores’, ‘financiados por la CIA’. Sólo cuando los revolucionarios se
afianzaron en Sierra Maestra y comenzaron a crecer, el partido se sumó y abrió un nuevo
frente con militantes propios, pero recién al año y medio después. Su actitud anterior
había sido el dedicarse a denunciar a los revolucionarios.

Conocí la historia sucedida en una calle de La Habana llamada Humboldt, número 7,


donde producto de una delación, la policía sorprendió a cuatro revolucionarios y los fusiló
a todos144. El punto es que la delación la había hecho un militante del Partido
Comunista145, al que después del triunfo de la revolución el partido acusó de haber
actuado por iniciativa propia, sin consultar a la dirección central, y declarando que el
hecho había sido una barbaridad porque habían muerto compañeros revolucionarios;
además, dijeron, que lo había hecho porque era maricón, porque era un homosexual, un
estudiante de arte con conflictos sicológicos. Sus compañeros del partido lo enviaron a
Europa Oriental, y estando en Checoslovaquia lo regresaron. Al llegar a Cuba venía
baboso, venía completamente sin cerebro. En el juicio que le hicieron, le preguntaron si
se consideraba un traidor a la Revolución, respondiendo que, efectivamente, había
traicionado a la revolución. Por lo tanto, lo fusilaron. Pero le hicieron primero un
tratamiento de lavado de cerebro, lo habían destrozado mentalmente y lo convencieron
de su culpabilidad para limpiar la imagen del partido:

―Compañero, es importantes que usted reconozca que fue un traidor, es la forma como
usted puede apoyar la revolución de los proletarios cubanos.

144 Calle Humboldt n.º 7. Los


hechos señalados ocurrieron el 20 de abril de 1957, cuando la policía ingresó
a un departamento en esta dirección y dio muerte a cuatro presuntos participantes del fallido asalto al
Palacio Presidencial Cubano, realizado el 13 de marzo de 1957.
145 Se refiere a Marcos Rodríguez Alfonso, Marquitos, militante del PSP cubano, acusado por las
autoridades de haber delatado a los muertos de calle Humboldt N.º 7, por lo que fue fusilado el 10 de abril
de 1964.

238
Fue asesinado y el partido expuso públicamente su imagen de compromiso con la
revolución.

Pero, en realidad, en un Partido Comunista está prohibido arrancarse con los tarros,
como se dice aquí. Si tú quieres hacer una cosa tienes que consultar con la Dirección
del partido, si ellos te autorizan, bueno, ahí puedes ir a la policía a delatar, a sapear. Pero
nunca un comunista hace cosas por su cuenta, jamás, no está autorizado. Es una
interesante experiencia estar en el partido, y creo que hoy día sigue siendo igual, porque
no han cambiado la visión.

En Cuba supe que Camilo Cienfuegos era muy admirado, porque era una especie de ser
muy especial, un hombre increíblemente hermoso, de una transparencia, de una limpieza
moral, impresionante. Un anarcosindicalista, sastre, obrero, no era un burgués. Fidel en
cambio, era un burgués, hijo natural de un millonario, que actuó por odio contra la alta
sociedad cubana, motivado por destrozar a los millonarios, que siempre lo miraron en
menos por ser hijo natural. Lo que también le pasó a mi abuelo. Entonces, eso los
convierte en revolucionarios y quieren cambiar la sociedad. Abogado, cuyo texto ‘La
Historia me absolverá’, vox populi, no es un documento marxista, sino una visión no
marxista del mundo y de la vida. Fidel hizo una revolución y después no supo qué hacer
con ella, lo que es una tragedia horrible. Una persona tan inteligente, tan cojonudo, pero
que fue atrapado por el partido. Eso nunca lo han dicho, nadie lo quiere decir. Fidel
consiguió, al final, algo de lo que no está de acuerdo en el fondo de su alma, él quería
otra cosa. Así todo, la gente en Cuba adoraba a Fidel, cualquier sistema social y
económico que hubiera propuesto la gente quedaba encantada, le tenían adoración.

Pero Fidel no tenía idea de un lote de cosas, nada. Estuve en una fábrica de tabaco, de
puros, que es como un estadio con graderías en medialuna, una herradura, y enfrentando
la herradura está un escritorio, en el escritorio está el jefe, el jefe los observa y ve que
todos estén están trabajando; si alguien no hace el trabajo va para allá y le pregunta qué
sucede. Cuando eran las fábricas propiedad de un millonario, se comprendía que
colocaran un capataz que obligara a todos a estar trabajando, pero cuando llega la
revolución el trabajo debiera ser más humano, con pausitas. Puede ser que el trabajador
quiera rascarse, tal vez tomar un cafecito, estirar las piernas, o quisiera ir a ver a su mujer
que está enferma; pero no se podía, ahí debía estar trabajando. Antes, la fábrica era del
millonario y con la revolución el millonario arrancó para Estados Unidos, ahora la fábrica
era propiedad del pueblo. Pero eso era mentira, en realidad era propiedad del Estado,
del partido, que es otro cuento, cosa diferente, no es del pueblo. Estábamos ahí
observando como los trabajadores hacían sus labores, cuando de repente llegó una
comisión en un jeep, tres compañeros con unas pistolas fenomenales, tras bajarse,
dijeron:

239
―Buenas tardes compañeros, yo soy el Comandante (no recuerdo su nombre), vengo
de parte del compañero Fidel, a solicitarles que, en vista de esta invasión criminal que
nos han hecho los gusanos de Miami financiados por la CIA y por el Pentágono y por el
gobierno y por los capitalistas, les demos una demostración de la fuerza que tiene la
Revolución. Nos atacan, y con mayor razón estamos obligados a tener éxito. Así que
propongo que en vez de trabajar ocho horas como se está haciendo ahora, trabajemos
nueve horas, y la novena hora sin pago, gratis, regalo de los trabajadores cubanos a la
Revolución.

Nadie se atrevió a levantar la mano para decir que no estaba de acuerdo. Porque el tipo
que da el discurso es un Comandante, lleva una pistola calibre 45 automática y los otros
dos que vienen con él son también milicianos. Y lo que propone es que para golpear a
los yanquis hay que romperse el lomo trabajando. Pero cuál es el resultado real: el
resultado concreto es que gente que trabajaba ocho horas con el capitalismo de mierda,
ahora con la revolución trabaja nueve. Eso se llama alienación, porque es un trabajo
idéntico, repetitivo, cualquier ser humano se revienta con eso. Pero si alguien levanta la
mano y dice que no está de acuerdo, queda marcado, le quitan la casa, se queda en la
calle, a los niños le cortan los estudios, porque sería hijo de un ‘gusano traidor
contrarrevolucionario enemigo boicoteador de la Revolución’, lo acaban.

También vi cosas fantásticas: los elefantes blancos del socialismo. Un afán de construir
cosas inmensas, como le ocurrió a Allende al echar a andar un hospital inmenso ahí en
Ochagavía, un hospital gigantesco sin preguntarle nada a nadie. En eso consiste el tema:
construir cosas inmensas sin preguntarle nada a nadie. Como actualmente en Chile
sucede con el Transantiago: típico estalinismo, una situación en que, habiendo empresas
de buses, alcaldes y Juntas de Vecinos, no les preguntaron nada, ni a los vecinos, ni a
los alcaldes, ni a las empresas, jamás; igualmente pasa con la transformación de los
planes de educación que se están haciendo, pero sin la participación de los profesores
ni de los estudiantes, eso es estalinismo puro, la cosa manejada desde arriba. Eso lo vi
en Cuba, las embarradas que se mandaban. Por ejemplo, le expropiaban la hacienda a
un multimillonario, de 200.000 ha, y los agrónomos se decían:

―Compañeros, esta tierra es excelente para algodón.

Entonces realizaban un proyecto. Se juntaban todos los ingenieros y planificaban:


analizaban el clima, hidrología, las costumbres ancestrales de los pueblos originarios,
las experiencias de cultivo a través de los años, los promedios de producción, todo lo
imaginable. Todo lo metían en un libro fenomenal, que correspondía al proyecto, que al
final cuesta 4 millones de dólares. Y montan un desbarajuste descomunal porque
deciden que el sistema de riego más fantástico es el que están usando los gringos, y
colocan unos monstruos inmensos con motores diésel que giran tirando agua, uno más

240
allá y otro más acá, una cosa inmensa. Pero para poder alimentarlos de agua debieron
hacer un tranque de ciento y tantos metros de altura, detener un río y sacar pueblos
chicos porque quedarían bajo el agua. O sea, armando unos proyectos absolutamente
demenciales, sin preguntarle nada a nadie. También vi cosas que son absolutamente
absurdas: dos granjas monoproductoras de kilómetros y kilómetros de la misma cosa,
donde no había casas, no había seres humanos, no había nada, solo plantas para
fabricar sacos, unas matas con las hojas largas. ¿Cómo hacían para levantar lo
producido?, tenían que llevar gente de la ciudad a cortar cuando venía la época de la
cosecha de la hoja, debiendo llevar 200 mil personas de la ciudad, arriba de camiones;
pero, ¿adónde los alojas?, ¿cómo se protegen por las noches de los zancudos?, porque
los zancudos cubanos andaban con pistolas, eran asesinos; la gente se enfermaba de
insolación porque eran empleados de banco, eran profesores, que eran trasladados un
mes a cortar esas hojas a la hacienda estatal, hacienda del gobierno, ‘porque hay que
producir sacos, compañeros, para poder vender y nosotros vamos a poder echar a andar
la Revolución siempre y cuando tengamos éxito económico, así que usted está muy bien
que nos colabore acá con el trabajo de recolectar esta fibra’, esa era la motivación.
Después vi una granja hidropónica de tomates, donde había un cerro de tomates de más
de dos metros cincuenta de altura, un cerro, un cono, por lo que ante esa visión les
pregunté:

―Oye, ¿y estos tomates?

―Mira chico, no tenemos qué hacer con esto, ¿adónde lo metemos?

―Pero entonces, para que plantaron tanto tomate, pues.

Millones de tomates producidos hidropónicamente, grave error porque las tierras no eran
malas y se podía perfectamente cultivar en el suelo. El problema era que si producías
tomates hidropónicos tenías que comprarle los productos químicos a Alemania
comunista, porque no se producían ni en Checoslovaquia ni en Hungría ni en Lituania,
compras que evidentemente condicionan el apoyo político del bloque oriental al Estado
cubano, y de pasada contaminan todo, las aguas, la tierra y el aire. Después no sabían
qué hacer con tanto tomate, ni como trasladarlos, por lo que ahí se podrían. Una
estupidez. Entonces, se está ante la existencia de un socialismo completamente
absurdo. Es mucho más inteligente lo que propone Buber146: pequeños núcleos humanos
por todos lados que se autoabastezcan. Entonces el traslado es como aquí en mi casa,
¿cuánto me demoro en traer una lechuga desde el patio hasta dentro de la casa?, ahí
están las lechugas, 20 metros más allá, frescas, tiernecitas, no es necesario envasarlas

146 Martín Mordechai Buber (Austria, 1878-Israel, 1965). Filósofo, religioso y escritor.

241
en bolsas de nylon ni meterlas al frío, no, viene recién cortada. Eso es optimizar y cultivar
la relación de equilibrio entre el ser humano y la naturaleza.

Resultado de toda esta experiencia, fue que llegué a Chile, a Santiago, y lo primero que
hice fue renunciar al partido. En Cuba no podía renunciar porque quizás qué me sucedía;
primero me tenían que traer de vuelta. Aquí pedí renunciar. Pero oficialmente me
echaron:

―La renuncia en el Partido no es posible. No se puede, a los traidores se les expulsa.

Una chifladura, porque no me salía por traicionar a la clase obrera, me salía porque era
evidente que lo que estábamos haciendo era una equivocación. También tuve que
abandonar la Escuela de Bellas Artes. La Escuela estaba controlada por la derecha, y el
profesor de Escultura, que era momio, nos había autorizado un mes para realizar el viaje
a Cuba, pero me retrasé porque se habían cortaron los vuelos de regreso y como no
pude volver en el tiempo pactado, me echaron, diciendo:

―Usted no tiene derecho a examen.

También tuve que dejar la Escuela porque me avisaron que los compañeros del partido
me iban a golpear por la decisión que había tomado. Siniestro.

En esa época de militancia PC me había encontrado con la novedad de que todas las
otras formas de pensamiento y los demás partidos políticos estaban equivocados.
Nosotros éramos los únicos que interpretábamos científicamente los procesos sociales,
porque éramos poseedores del instrumento intelectual del marxismo leninismo, que nos
permitía anunciar el futuro, porque nosotros estábamos destinados a gobernar el planeta.
Algo realmente demencial, absurdo.

Tras renunciar al PC, leo a Jean Valtin, Koestler, Russel, Fromm y a cuanto autor que
cae en mis manos, en relación al socialismo desde un punto de vista crítico constructivo.
Se me aclaran una serie de dudas, confirmo ideas y se me ocurren otras. Algunas de
ellas son147:

1) Fidel hizo la revolución porque jamás mencionó la palabra ‘socialismo’ ni mucho


menos ‘marxismo-leninismo’.

2) La revolución, es posible hacer la revolución: basta que en un período de crisis (que


puede no ser económica) un grupo elite (no partido de masas) plantee las ideas precisas
esperadas por la gente y una rígida moral renovadora.

147 Lossiguientes seis puntos son una transcripción textual de un manuscrito de Alejandro, fechado en
marzo de 1976.

242
3) El Partido Comunista Cubano no hizo la revolución. La atacó durante un año y medio.
Después se suma a ella y la controla, trasladando a la revolución todos sus esquemas,
vicios y dependencia con la Unión Soviética.

4) En Cuba la gente más ‘clara’ es precisamente la que menos socialismo ha estudiado.


El pueblo decía: ‘mientras menos ciencia, más claridad’.

5) El control del Partido Comunista con la revolución cubana terminó toda posibilidad de
crítica. Acabó con la libertad.

6) En Chile será imposible repetir el caso cubano. Además, es obligatorio averiguar cómo
impedir el control del Partido Comunista en una eventual revolución socialista.

Mientras militaba en el PC no me metí con los trotskos mayormente, sólo los miraba.
Personalmente no era muy convencido de sus posiciones políticas, pero tenía amigos
trotskistas, aunque eso estaba prohibido porque el partido decía que eran ‘agentes de la
CIA’, que eran ‘contrarrevolucionarios’. Recuerdo que antes de renunciar al partido, una
vez me llevaron a la Comisión de Control de Cuadros por ser amigo de un trotskista, y
me dijeron:

―Compañero, usted no puede tener amigos trotskistas, porque sabemos que el


trotskismo está al servicio del imperialismo y funciona con dinero de la CIA y del
Pentágono, así que usted no puede ser amigo de él.

Eso era, y es, francamente demencial. Te tienen abrazado y te quieren más que tu madre,
sientes cómo te adoran, pero querían que terminara con esa amistad porque mi amigo
era trotskista. Mi amigo se llamaba Renner. Y sabía perfectamente que él era trotsko.
Era un amigo muy pobre; conversábamos noches enteras en su casa y para tomar café
él tenía que esperar a que la tía con la que vivía se quedase dormida para a sacarle
cafecito, porque lo manejaba dentro del ropero, así que entraba sin zapatos al dormitorio,
abría el ropero, sacaba el cafecito y tomábamos un café a las dos o tres de la mañana.
Si hubiera sido agente de la CIA habría tenido dinero para comprar café. También fumaba
colillas de cigarro con un alfiler, cuando el cenicero estaba lleno de colillas las sacaba y
las encendía de nuevo y las fumaba. Una pobreza de horror. Pero en el partido había
una opinión catastrófica con respecto a los trotskos.

Al poco tiempo tomo contacto con Clotario Blest, quien aparece como líder de un grupo
revolucionario: el M3N, Movimiento 3 de Noviembre, y me puse a trabajar con él, con los
locos de la ultra izquierda. Clotario era hombre extraordinario, un anarquista católico, un
anarquista no ateo (de ellos, los anarquistas, siempre hubo grupos, en esos años –‘60 a
'70- tenían presencia urbana, no tenían actividad campesina y más que nada estaban

243
allegados a Clotario). Había sido empleado de la Tía Rica148 cuando joven y lo fue hasta
jubilar, pero era el dirigente de los trabajadores chilenos, reconocido por todos. Por su
trabajo sindical estuvo 19 veces preso, eso da una idea de quién era Clotario.

Con Clotario comencé a meterme en las ligas mayores. Aunque en el M3N participé muy
poco. Conocía a alguna gente que trabajaba con Clotario, a los trotskistas Dr. Sepúlveda
y al Negro Ramos, el ‘Doctor Insólito’, de un metro noventa, bien moreno y médico, quien
era un genio, más loco que una cabra, más loco que yo. Recuerdo que una vez el Negro
hizo una barbaridad y tenía que esconderse, por lo que lo escondí en mi casa y se lo
presenté a mi mamá. No me dijo nada. Pero al otro día lo detuvo la policía por andar
payaseando, y la mamá vio la foto de él en el diario, sorprendiéndose. Resultaba que la
policía lo andaba buscando porque había puesto una bomba a la embajada de Estados
Unidos149. De ese calibre era el angelito, un loco consecuente.

Dentro de los trotskistas que acompañaban a Clotario, también conocí a Gonzalo Toro
Garland, el que proponía las ideas en el mundo trotsko, un espécimen muy extraño.
Alguna gente lo estimaba. Era un hombre muy pintoso, alto, arrogante. Cuando lo conocí
me dijo que pertenecía a la antigua aristocracia. Resulta que era descendiente de Toro y
Zambrano, descendiente directo de Mateo Toro y Zambrano, Conde de la Conquista, de
la vieja aristocracia. Era un intelectual, músico, profesor del Conservatorio de la
Universidad de Chile150.

Pero el M3N no tenía una concepción clara respecto al Estado descentralista, lo que
corresponde a una utopía inteligente. Aunque Clotario estaba perfectamente consciente
de lo que significaba el estalinismo para la clase obrera. Por este motivo lo boicotearon
y abuchearon en un encuentro en el Teatro Caupolicán, donde no lo dejaron hablar los

148 Dirección General de Crédito Prendario (DICREP), conocida como la ‘Tía Rica’. Institución estatal
creada en 1920 para otorgar servicios de crédito (de bajo valor) a cambio de una prenda, a modo de
empeño.
149 “Una bomba ha destruido hoy prácticamente un cuarto de baño del segundo piso del Consulado
norteamericano en esta capital, pero no ha habido víctimas. Según la Policía, el atentado es obra de grupos
comunistas pro-chinos. En el mes pasado, sendas bombas hicieron explosión en la sede del periódico de
gran circulación “El Mercurio” y en el Instituto Cultural chileno-norteamericano. –Efe-Reuter”. (Atentado en
el Consulado americano en Santiago de Chile. [13 de marzo de 1958]. Diario ABC de España. 41.
Recuperado de: http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1968/03/13/041.html
[con acceso el 12/03/2018]).
150 Gonzalo Marcial Toro Garland (1927-1974). Docente e investigador de la Facultad de Ciencias y Artes
Musicales de la Universidad de Chile, y militante del MIR. El 4 de abril de 1974 fue apresado por agentes
de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINA) frente a la Casa Central de la Universidad de Chile, y
baleado por la espalda, según constancia médica del Hospital Militar, hasta donde fue trasladado por sus
aprehensores. Luz Arce Sandoval, exdetenida y posterior colaboradora de la DINA, declaró ante la
Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación que en su paso por el Hospital Militar vio a Gonzalo Toro:
“[…] ahí fue cuando llegó Toro Garland, detenido, que estaba herido con un balazo […] Tenía como 5
balazos; lo único que yo le pregunté era si quería que le mojara los labios y me dijo que sí; le pregunté si
podía hacer algo más por él y me dijo 'nunca te olvides de mi nombre'”. (Memoria Viva. [2010]. Proyecto
Internacional de Derechos Humanos. Recuperado de: http://www.memoriaviva.com/Desaparecidos/D-
T/gonzalo_marcial_toro_garland.htm [con acceso el 12/03/2014]).

244
militantes de la Juventud Comunista, insultándolo, tirándole monedas y gritándole ‘cállate
viejo loco’. Insultaban al más fantástico y famoso dirigente obrero chileno.
Desgraciadamente el partido decidió eliminarlo y le hicieron la vida imposible. Después
lo utilizó Miguel Enríquez para fundar el MIR, porque Clotario trabajaba con un lote de
gente joven revolucionaria, pero como no era marxista leninista y el resto eran todos
trotskos, los mandaron a todos para su casa. Enríquez los echó, los expulsó del MIR por
no ser marxista-leninista151. Esa es la visión que tenía Miguel Enríquez comparado con
la visión que tenía Clotario y la que tengo yo, descentralista, que son cosas
completamente diferentes.

Después de confirmar que Clotario está siento utilizado debido a su prestigio, sumado al
que su posición revolución - cristiana - socialista no está claramente dibujada, me
margino de ese grupo.

En esa época un amigo me regaló el libro Caminos de Utopía, la excelente obra de Martín
Buber. Lo encontró en la vereda de una Feria Libre y pensó que ese libro iba a gustarme.
Así que lo compró y lo llevó. Por otro lado, una prima política, judía, encantadora, me
regala una completa biblioteca en español que heredó de sus hermanos cuando ellos
partieron a Israel. En ella encuentro innumerables libros, folletos, revistas, etc., sobre la
experiencia socialista en Israel: el kibutz, cómo funciona la cocina, la economía, la
contabilidad, la planificación agraria. Con lo que se aclaran dudas persistentes.

Con la visión que traía del partido democristiano, del viaje a Cuba y de todas las lecturas
que había tenido, entendí que Buber propone el asentamiento rural judío en Palestina
basado en los kibutz como alternativa al capitalismo y me dije que era una visión
descentralista clarísima. Ahí había un pensamiento inteligente, y visualicé la posibilidad
de una revolución socialista descentralista. Al fin pude contar con una ideología
plenamente satisfactoria: humanista, libertaria, nueva, proletaria. De aquí en adelante
me dediqué a transmitir las ideas de Buber y promover el conocimiento del kibutz a todo
nivel a mis amigos de la Escuela de Bellas Artes.

Lo que plantea Buber es que el destino de la humanidad es una comunidad de


comunidades, donde el país se transforma el día de mañana en una enorme red de
relaciones libres entre asentamientos humanos comunitarios, sin un Estado burocrático
centralista, sin planes quinquenales de desarrollo, con mucho intercambio, trueque y
mucha generosidad, donde se regala sin esperar nada a cambio. Entonces, en un mundo
así, el país se convierte en una comunidad de comunidades libres, en algo medio
anarquista, dicho sea de paso, sin Estado, sin impuestos, sin funcionarios. Cada

151Se refiere al Congreso del MIR realizado en 1967, momento en el que pasa a dirigirlo Miguel Enríquez,
quien le imprime una orientación marxista-leninista.

245
comunidad, cada kibutz, internamente es una minidemocracia: existe una Asamblea
General donde las decisiones de la comunidad se discuten entre todos, por ejemplo, lo
que se va a sembrar durante el año; en la que la directiva dura un año y al siguiente se
cambian todos los que están en los puestos. En el ámbito doméstico, propone la
existencia de un comedor común donde se colectiviza, se comparte, y se hacen las
reuniones de Asamblea. El kibutz decide que se va a hacer. No es el Estado. Una
diferencia clarísima. En esta experiencia Buber participó directamente: en los kibutz
hacía aseo y trabajaba la tierra; de hecho, estando anciano, murió en uno de ellos.

Buber tiene la teoría de que las crisis generan una elite genuina revolucionaria. Esa es
una de las ideas más interesantes de Buber: que la propia crisis genera revolucionarios.
Menciona Buber que hay una elite genuina y hay una elite usurpatoria, que esta última
serían los seudorevolucionarios: tipos que andan con gorras del Che Guevara, con una
estrella roja, con bototos, con ropa de combate, gestos de macho recio, etc., pero que
en el fondo son gente que lo único que ambiciona es pasarlo bien. Se meten a la
revolución con el objeto del día de mañana dirigir, andar de comandante con un pistolón
grande entre las ropas, con guardaespaldas, un jeep, mujeres; las famosas ‘visitas’,
llegan por miles las mujeres a buscar comandantes porque les parece maravilloso tener
amor con un hombre que está en los cerros peleando a balazos, sueñan con algún día
acostarse con un Comandante. Eso sucedía en los ambientes de la revolución, y estoy
seguro que sigue pasando. Cero creer en un proyecto, solo pasarlo bien y ya está.

Con los primeros kibutzianos llegados a Palestina sucedió que los palestinos los vieron
como gente rara, eran judíos, enemigos, pero Buber desde el inicio propone una
convivencia comunitaria entre palestinos y judíos. Las primeras tierras los kibutzianos las
compraron y se instalaron ahí, en tierras pobrísimas, a fines del siglo XIX. Hay cosas
notables en esa época. Lamentablemente, hoy el Estado judío es calcado al Estado
norteamericano, la misma mierda con distintas moscas solamente. Hoy a mí no me
importa eso, yo no soy judío. Quiero ver qué cosas son interesantes y valiosas de las
que han hecho los primeros judíos en tierra mala, eso me parece fantástico, eso es válido
en cualquier parte del mundo. Después de la Segunda Guerra Mundial llegó una gran
cantidad de judíos a Palestina, de Estados Unidos especialmente, y ahora último,
después de la caída del Muro de Berlín, y toda esa historia, han estado migrando rusos
que se van a Israel con una experiencia de horror de lo que fue ese ‘socialismo’, en
realidad un socialismo de mierda. No son idealistas buscando construir un mundo nuevo,
son personas que abandonan una situación desagradable para vivir otra que se supone
de mejor nivel, no son gente generosa que va allá a construir el paraíso futuro, no, son
gente que conoce el fracaso del primer intento grande de cambiar la situación del planeta,
entonces es gente terriblemente pesimista e individualista. Entiendo que hay una gran
cantidad de judíos metidos hasta el cuello en tráfico de drogas, reflejo de un nivel de

246
corrupción que en la Unión Soviética era impresionante. Lo que demuestra que el hombre
del Estado Soviético no cambió: después de 60 años de socialismo el ser humano seguía
siendo el mismo miserable de siempre: sometido a la ambición, el egoísmo, la vanidad,
sumido en su afán de robar, de acumular.

En síntesis, la proposición de Buber conduce hacia una sociedad de socialismo


descentralista y no estatal, conduce a un poder efectivo de los medios de producción por
cuenta de los trabajadores organizados en cooperativas, de mayor o menor tipo de
calidad comunitaria, pero no el Estado. La visión de Buber es que el Estado es una
catástrofe como organizador de sociedades, en lo que estoy completamente de acuerdo,
porque de esta forma se crea una nueva clase privilegiada: la burocracia, que después
controla todo. Esa historia ya la ha padecido la humanidad.

Uno de los momentos más interesante de mi vida fue cuando en Santiago fui al Instituto
Nacional a hablar de Buber y los kibutz. Me invitaron a hablar el año ‘69, poco antes de
la crisis. Lo malo es que los chicos querían que nos reuniéramos otra vez y mi casa era
un despelote. Vivía en una comunidad al 3 y al 4, sin ingresos regulares, estaba todo sin
encerar, los vidrios sucios, el refrigerador pelado, entonces no quise darles mi teléfono
ni la posibilidad que nos encontráramos de nuevo.

Con todo lo que había leído y con la certeza del querer hacer, termino medio en serio
y medio producto de las circunstancias formando una experiencia de Comunidad
Urbana en mi casa de Gran Avenida.

El nacimiento de ella fue el resultado de una combinación de las ideas de Buber, el


tema de las comunidades y una serie de problemas que había que resolver: parejas
que necesitaban alojamiento, amigos de las conversaciones del café para alargar la
convivencia y otros temas más. En ese tiempo estaba de moda eso de las
comunidades, en Estados Unidos había más de 1.500, en Europa otras tantas y en
Israel existía la experiencia socialista del kibutz. Además, un par hechos personales
me habían afectado directamente: la muerte de la mamá y la partida de mi hermano
a Arica. En 1968, la mamá, rentista y financista de quijoterías, estudios y viajes,
murió; y mi hermano se había casado y se fue a vivir a Arica, por lo que me quedé
de repente viviendo solo en la casa de Lo Ovalle, en crisis económica. Mi hermano
trabajaba con el mejor relojero de Santiago, en el taller de Hugo Klein 152, y hasta
antes de irse para el norte me traía relojes para la casa, yo los arreglaba y me los
pagaba altiro; arreglaba un reloj al día para financiar mis cafés y las conversaciones
de noches enteras.

152 Reconocido relojero del período, en la ciudad de Santiago.

247
Asimismo, para la creación de la comunidad, sin duda influyó la Revolución Cubana:
nos habíamos pasado años informándonos acerca de la guerra, leyendo y
discutiendo los discursos de Fidel, había viajado a Cuba por dos meses y el Negro
Moreira junto con Víctor Vaccaro estaban trabajando en Prensa Latina, la agencia
cubana de noticias. En el Café El Trópico nos pasábamos noche tras noche hablando
de cómo cambiar el Mundo. Eso, hasta que llegó un tira de la Policía Política a
informarse (un vecino, detective, nos advirtió que el señor ese, que se pasaba horas
en la puerta, era funcionario de la Policía Política). Como era tiempo medio frío, hubo
acuerdo en invitarlo a la mesa, y así pudo escuchar con comodidad. Hay que decir
que al Café llegaba toda clase de gente de izquierda, incluso uno de marcada
tendencia derechista, tan amigo y tan buen cantante que terminó viviendo en la
comunidad. El café no era peligroso, lo que era subversivo, o que tenía esa intención,
ocurría en el domicilio.

Mi casa, de la mamá en realidad, había sido, y sería, lugar de ocultamientos y


reuniones. Alojamiento para dos uruguayos, después para el Negro Ramos cuando
hubo de esconderse tras poner una bomba a la embajada de EEUU, reuniones
políticas entreveradas con otras reuniones más. Esto último fue constante, teníamos
la casa convertida en un lugar de encuentro de varias organizaciones: el MIR, la
gente de Clotario, el M3N, el POR (Partido Obrero Revolucionario, de tendencia
trotskista), después la VOP, y hasta el MAPU (Movimiento de Acción Popular Unitaria),
que al llegar las elecciones de 1970 habían terminado instalando una Secretaría en
el living de la casa. Lo que era bien poco inteligente. Es absolutamente irracional
solo juntarse en una casa.

En el caso del MIR, en mi casa funcionó el Comando Sur, con dos carabinas viejas,
una escopeta, un rifle pajero del 22 y 2 granadas de guerra. Armas que estaban
guardadas en la pieza que había sido de la mamá, bajo llave, porque eran armas de
todas maneras peligrosas, una granada tú le sacas el pasador y si le sueltas el gatillo
en ocho segundos explota; así es que todas esas armas estuvieron bajo llave. La
Dirección del MIR se reunió en mi casa dos veces, cuando todavía estaba vivo
Luciano Cruz. Y cuando se reunían me mandaba a cambiar, les dejaba la casa a
ellos. Recuerdo que en una ocasión les dije que me dejaran la llave de la casa en un
negocio que estaba al frente, una carnicería atendida por un hombre lla mado
Humberto, así que cuando volví a mi casa, como a las una, y vi que se habían ido,
fui a buscar la llave de la casa adonde el carnicero. Le dije:

―Oiga don Humberto, ¿no dejaron una llave para mí?

―Sí, aquí estuvieron los miristas, tome.

248
Y me pasó la llave. ‘Aquí estuvieron los miristas’. ¿Cómo supo que eran los del MIR?
¡Claro que eran los del MIR! Eran jóvenes burgueses, elegantosos, profesionales,
totalmente reconocibles. Eran tres médicos y un ingeniero, y me parece que un
abogado. Estaban todos, estaba Miguel Henríquez, un hermano de Miguel, Bautista
Van Schouwen, Luciano Cruz, toda la Dirección.

A la comunidad que creamos en mi casa nunca se le puso un nombre, pero yo la


llamaría ‘Carvajal’, ‘Lo Ovalle’ o la ‘Comuna de Consumos’, porque no se logró
autofinanciar. No obstante dos o tres intentos de producir muebles y juguetes, nunca
llegamos a ser una cooperativa de producción. Diecisiete personas, todos alojados
en la casa, excepto dos que dormían fuera (no todos se mudaron con camas y
petacas: también hubo comuneros afuerinos), logramos sobrevivir seis meses en
forma comunitaria, principalmente gracias a la generosidad de la mamá de una amiga
a la que le decíamos La Chica, que llegaban con su auto blanco cargado de
condumios. ‘Comuna de Consumos’, ¿gracias a la generosidad de la mamá de La
Chica? o ¿es que desde el más allá protegen a las comunidades?, porque jamás
faltó un plato de comida, ni nos cortaron la luz, teléfono o agua. Para los vecinos
significó un nuevo misterio: ‘una comunidad urbana, que cosa rara’; para mí, un aire
renovado: la casa llena de gente, en las noches guitarreos revolucionistas, algunas
canciones realmente buenas, y de nuevo sopa de repollo con avena a medianoche.
Ocurrieron momentos notables, el más cuando nació el primer comunero en el
hospital Barros Luco, y antes del alta, mamá y bebé fueron raptados y llevados a la
casa que había sido aspirada, encerada y adornada con flores. Todo me lo contaron,
porque yo andaba en Arica.

La experiencia de la comunidad termina en noviembre de 1970. En sí misma no había


tenido alguna significación política y era evidente que se venía una crisis en la ya
larga crisis; y la casa estaba cada vez más quemada: lugar de toda suerte de
actividades medio clandestinas cuando no abiertamente peligrosas. No importa que
las armas del Comando Sur del MIR fueran pocas y viejas, eran armas de fuego; y
la granada, sin duda capaz de explotar y proyectar esquirlas mortales para todos
lados. ¿Cómo podía yo explicar por qué todo eso estaba en el dormitorio de mi
madre? La ingenua, o imbécil, explicación mía: he sido ayudista para poder
convencer gente de las ventajas del descentralismo, o de los errores de la
planificación propios del capitalismo de Estado. Solo por eso y ante cualquier
problema la policía me habría matado. Había que buscar rumbos más concretos.

Además, había que terminar con los bailes o asados tan especiales. Puede haber
sido más decisiva la necesidad de parar eso de las fiestas, o bailoteos, o asados tan
raros. O terminar con eso de las reuniones políticas de diversos grupos ultras, que

249
el día de mañana iban a resultar peligrosas cuando nos vimos en bandos contrarios.
Todo el mundo sabía que íbamos hacia un conflicto, crisis en la crisis, para mí,
buberiano, hacia una posible ‘hora plástica’.

De esos grupos que habían pasado por la casa fueron quedando cosas, aunque
algunas medio comprometedoras: un mimeógrafo sin duda expropiado, del grupo de
Clotario, y unos tiros de dinamita que guardaban los Elenos 153, que escondí bajo los
muebles de la cocina y encontré al vender la casa. También una anécdota impagable,
pero que no puede justificarse:

―¡Aló!, ¿Alejandro?

―¡Si!

―Oye, te tenemos que pedir un favor: que nos permitas controlar desde tu casa un
operativo, el día sábado, es decir en dos días.

―¡Oye, lo lamento!, ese día no puede ser, vienen varios amigos, van a hacer un
asado.

―No importa, nosotros no los molestaríamos en nada, nos mantendríamos al lado


del teléfono.

(El teléfono estaba en la galería, adelante, y se supone que el asado sería en el patio
de la cocina y en el comedor, y si había baile, en lo que fue mi dormitorio).

―El problema es que se trata de una fiesta medio rara, no sé, no me tinca.

―¡Puchas viejo, no importa!.

No hubo caso de impedir tan extraño encuentro entre mis amigas y los
revolucionarios. El día sábado, a la hora en que se toma té, en vez de tal, se estaban
varios metidos en la cocina preparando un ponche enorme de vino blanco y duraznos
en conserva. Los vi probando el revoltijo repetidas veces, así es que no fue raro el
encuentro rumbo al baño de una amiga, bien cocida, y un muchacho muy joven y
muy serio, como suelen ser los universitarios idealistas y sanos. Había ocurrido
exactamente lo que yo me temía. No supe si el operativo tuvo éxito, ni en qué paró
la fiesta de mi casa. Como de costumbre, me fui al Café El Trópico, el café de diez
años de trasnochadas.

153ELN, Ejército de Liberación Nacional, conocidos corno Elenos. Liderados por el dirigente PS Arnoldo
Camú Veloso (Santiago, 1937-1973). En el período de la UP (1970-1973), algunos de sus miembros fueron
encarcelados y otros participaron activamente en el gobierno, como escolta de Salvador Allende (Grupo
de Amigos del Presidente, GAP), entre otras reparticiones estatales.

250
Llenar la casa de gente común y corriente terminó con todo. Aunque clave fue el
hecho que no había agua de riego para poder hacer cultivos (el agua desapareció
junto con el nuevo presidente de la Comunidad de Riego, cuyo hígado, ya muy
maltratado, no soportó los fondos comunitarios transformados en vino), más aún: el
asunto era retornar al campo desde la ciudad. Así, semejante colectivo ni
remotamente podía servir de ‘modelo de lo que debiera ser’ buberiano para la ‘ hora
plástica’ que se veía venir tras el triunfo de Allende. Fueron seis meses en que nos
faltó agua y más tierra. Eso fue lo importante, que quedó clara la necesidad de suelo
y agua para cultivos. Así fue cómo surgió la idea de conseguir un campo grande,
tierra cultivable fuera de la ciudad, ojalá un fundo, o una chacra, incluso una parcela
grande. Seguir con la comuna no tenía sentido, al menos para mí, que me significaba
haber cambiado la vida medio caótica, sin destino, por un celibato agnóstico también
sin destino ni heroísmo posible. Debíamos acordar no continuar con la curiosa
experiencia comunitaria de la calle Carvajal. La Comuna Urbana, nacida de las
interminables conversas en el Café El Trópico, de varias crisis, de dos o tres casos
de amor sin techo, y una casa prácticamente desocupada y disponible cuyo buen
nombre había que recuperar.

Propuse que concluyéramos con la comunidad, pero nadie se dio por enterado. Sólo
los comuneros que alojaban en sus casas, y que llegaban a participar en el colectivo
durante el día, no tuvieron problemas con eso del término de la comunidad. La casa
seguía ocupada, pero ya sin compartir, al menos al desayuno, en que alguien a las
siete de la mañana, sin saber que yo podía aparecer y sorprenderlo, inocentemente
sacó de su bolsillo un par de huevos... para una paila privada. Nadie tenía adónde
irse.

Hasta que ocurrió lo inesperado, al parecer una imprudencia que hizo que los
residentes se fueran, algo absolutamente impensable: sábado, siete de la tarde, voy
tranquilamente por la vereda de mi calle cuando escucho:

―¡Alejandro!

Miro y pienso ¡increíble! Me llamaban desde un carromato absolutamente nuevo,


enorme, de un color metalizado brillante, lo menos ‘operativo’ posible: visible desde
el infinito por la policía.

―Oye viejo, tienes que ayudarnos, hay que guardar este auto hasta el lunes, en que
lo vamos a usar en un operativo.

Eran unos amigos miristas y querían que les guardara el vehículo un par de días (en
tal caso uno no pregunta para que lo expropiaron, ni menos quienes eran los dueños:

251
la única posibilidad de salvarse está, estaba, en no saber nada. Uno debe aprender
cómo manejarse, incluso si solo se trata, como en mi caso, de establecer relación
para poder ‘pasar avisos’, exponer puntos de vista disidentes. ¡Qué modestia la mía...
gracias a que no soy científico!).

Lo primero fue intentar meterlo en el garaje de mi casa. Sacamos una Citroneta e


intentamos meter el otro vehículo, el monstruo, ¡imposible!, quedó con más de un
metro de cola afuera, tapando la vereda. No servía. Pero mis amigos ya se habían
ido, aliviados, porque según dijeron era de una embajada. Me fui para la Plaza Lo
Ovalle, a un bar donde a esa hora con seguridad estaban algunos amigos, y allí había
varios. Les inventé un cuento absolutamente creíble:

―Andaba con unos amigos en las Rocas de Santo Domingo, estábamos de fiesta y
esta gente está dedicada a puro tomar, y se les ocurrió salir a payasear a Cartagena,
curados. Era un riesgo enorme, así es que opté por quitarles el auto antes de que se
maten o maten a alguien, pero no tengo dónde guardarlo.

Creíble, porque efectivamente algunas veces había ido para allá. Salieron a verlo, y
un vecino que yo no conocía me invitó a que lo dejáramos en el patio de su casa,
que tenía entrada de auto. Fue muy atento, me prestó plásticos y trapos para taparlo
y me fui para mi casa. Así que quedó ahí, en el patio del vecino. Pero como tal vez
puse demasiado cuidado en tapar solo la parte posterior del auto, para que no se
viera nada desde la calle, supuso algo. Al día siguiente había que sacar el auto antes
de que llegara la gente de la feria con sus puestos. Llegué a las siete, toqué el timbre
y ya estaba el dueño de casa en pie, salió en el acto, con la cara como cera verdosa,
hierático, sin duda furioso. Parado bajo el umbral de la puerta ni se movió, ni me
respondió el saludo, ni menos me ayudó a recoger las bombas de tarro, con mecha
y todo, que estaban desparramadas por el piso, después de que, sin duda, él abriera
la guantera. Había pasado que me puse a retirar las cubiertas del automóvil con
tranquilidad y parsimonia, lo más natural posible, y cuando abrí la puerta del auto
comprendí por qué no me saludó. Lo primero que vi fue la enorme guantera abierta
y adentro dos o tres bombas de tarro, con mecha y todo, y otras sembradas por el
piso. Era evidente que el dueño de casa se había puesto a intrusear el vehículo. ¿¡Y
a este señor, quién lo manda a intrusear!? Tenía que conservar la calma, hacer partir
el motor con los alambres sueltos de lo que fue la chapa de contacto. Apenas partió,
agravando la situación, en el acto se ponen a funcionar varias cosas, los
limpiaparabrisas, enormes, comenzaron a moverse y a saltar chorros de agua contra
el vidrio haciendo un ruido que me pareció infernal.

―¿Y cuál será la perilla para parar el lío?. ¿Cómo se parará esta mierda? ¡Calma!
Esta no, esta tampoco.... ¡Tanta perilla...! ¡Calma! ¡Calma!

252
En tales casos hay que controlar los nervios, mantener la calma. Pero cuando al fin
logré parar el desbarajuste, el lío era dedicarse a descubrir cómo se metía marcha
atrás en un coche ¡sin embrague!, un auto automático, cuando afuera, en la calle, se
están instalando los puestos de la Feria Libre. ¡Uf! ¡Hacía calor a las ocho de la
mañana...! Al fin me fui, sin ni siquiera despedirme o dar las gracias. Guardé el station
wagon en otro lado y me fui a casa. Sin duda este no era un coche ‘operativo’, como
sí lo era ese otro que perdí, de la misma organización, allá en Las Condes o Vitacura,
en la Villa El Sol, donde las calles son iguales y las numeraciones se repiten, de
modo que para meter un auto en casa equivocada basta con equivocar la calle, y
hacer a un lado la ropa colgada en el patio...

Bueno, lo extraño fue que después de esconder el carromato automático en otro lado,
me fui a la casa y... ¡qué raro! no había nadie, todas las piezas estaban vacías, la
gente del colectivo había desaparecido sin dejar huella. Habían encontrado
movilización y alojo, ¡notable! Ese día domingo de octubre, a las tres de la tarde, me
senté en el comedor sobre un baúl, que ya no quedaban sillas, en medio de un
silencio que se podía escuchar, el silencio más grande desde hacía mucho tiempo.
De otro modo no se explica que desde una hendija que siempre hubo en el suelo
entre el comedor y lo que llamábamos el ‘jolcito’, comenzaran a salir tres o cuatro
ratoncitos gris-azul que recorrieron toda la pieza muy tranquilos y caminaron los
muebles por bordes imposibles. Curioso, porque en casa no había nada que comer.

Mi situación personal se volvió muy mala. Me cortaron el teléfono varias veces, me


cortaron la luz, y hubo un día en que no iba almorzar nada, nunca me había ocurrido
eso. Por casualidad del otro mundo, ese mismo día tocan a la puerta de la casa y vi
que era un señor que me pregunta si tenía cosas antiguas que vender. Y en la casa
las había. Me compró 260 mil pesos en lámparas, figuras de porcelana, jarrones,
floreros y cuanta mugre había. Entonces partí inmediatamente a comprar pan,
mantequilla, té y café. Pero seguía estando en la ruina. Algo debía cambiar.

En septiembre de 1970 se había producido el triunfo de Salvador Allende. Recuerdo


que los trotskistas de mi barrio, cuando lo supieron, llegaron a vernos a la Comuna
Urbana de Carvajal. Renner estaba más pálido y desencajado que de costumbre, al
informar que a corto plazo tendríamos una KGB, cuyo director seria Carlos Toro, un
hombre siniestro, especialmente capacitado para esa tarea en Alemania Oriental.
Pero no compartía el susto por Carlos Toro, porque veía venir algo peor: una guerra
civil apocalíptica. Según mis cálculos, nos dirigíamos hacia lo que Buber llama ‘hora
plástica’.

Allende era un burgués, un hombre ambicioso, miembro de la clase política (que


funciona como una clase más). En Chile tenemos lumpen, clase obrera, clase media,

253
media alta, burguesía y aristocracia, además de los militares (a ellos los veo como
una clase totalmente aparte del resto) y los políticos (a quienes veo como una clase
compuesta por compadres, amigos entre sí). Por ejemplo, Allende era amigo con
Frei, estaban en la misma frecuencia, eso que aparecían como enemigos era falso.
Allende era un vividor, amigo de los lujos y de la buena vida. Allende nunca jamás
mencionó cómo íbamos a hacer para lograr el ‘hombre nuevo’, nunca dijo una palabra
respecto a qué tipo de socialismo íbamos a tener, solamente decía que iba a ser
diferente a los otros socialismos, que iba a ser con ‘chicha y empanadas’, pero eso
no le aclara ni aclaraba nada a nadie. Además, Allende no sé en qué mundo vivía,
porque cuando yo estaba en el Partido Comunista, veíamos a los socialistas como
gente que nos estaba colaborando para que algún día hiciéramos la revolución que
a nosotros nos correspondía controlar. El partido jamás le ha concedido a otro partido
revolucionario el derecho a ser ellos los que deciden qué revolución se establece en
Chile; en eso son partidos categóricos, nunca un militante duda de que su partido es
la vanguardia, los demás no son la vanguardia, los demás son ‘progresistas’, son
‘partidos amigos’. Pero si esos partidos tienen alguna personalidad relevante que
llegue al poder, no es esa persona la que decidirá, si es demasiado influyente y
propone otra cosa va a aparecer muerta misteriosamente, nunca se va a saber quién
la mató y si no es influyente la mandan para afuera, si es muy interesante la ponen
de embajadora no sé dónde, lejos, donde no joda.

Era imposible algo más penoso y más ridículo que el esfuerzo del doctor Allende. Ya
habían ocurrido varias barbaridades dentro del mundo socialista y él nunca opinó,
nunca hizo nada. Conoció China, Yugoslavia, en Rusia estuvo varias veces, en Cuba
otras más, y nunca vio nada malo. O sea, un politiquero de última categoría. Cuando
los obreros chilenos no tenían la posibilidad de ir a ver en qué consistía el mundo
socialista. Allende los estaba empujando hacia un mundo desconocido, porque la
simple pregunta acerca del ¿cómo se va a vivir cuando tome el poder la clase
obrera?, no se sabía su respuesta, nunca los chilenos supieron eso, y nunca Allende
criticó el socialismo, para nada. Por lo menos hubo algunos gallos con un poco más
de dignidad, como el Dr. Barros, que se hizo chinista, maoísta. Allende era un
equilibrista, estaba bien con dios y con el diablo. La gente hasta el día de hoy cree
que Allende era un hombre de izquierda, incluso algunos creen que era un
revolucionario, no es cierto, es falso, ese es mito.

254
6.3. La VOP y Chicauma

Días después del fin de la comuna, en diciembre de 1970, tipo cuatro de una calurosa
tarde de un día de fines de primavera, en que la apatía y la desesperanza flotaban
en el ambiente, en la casa en crisis, en el barrio del país en crisis, suena el timbre.
Como de costumbre, miro por el hoyito hecho en el papel que cubría todos los vidrios
de la galería y veo que es Roberto (Dante), con otra persona, un hombre de gesto
serio, diferente a todos los hombres que alguna vez llegaran a mi casa. Y alguna vez
habían llegado entes tales que, antes de abrir, colocaban el Smith & Wesson detrás
de un cuadro en el living, esa gente de los grupúsculos ultras, enviados por quizás
quien, a averiguar quién era yo, o tal vez a indagar el contenido reaccionario o tal
vez fascista de esas ideas utópicas. Algo había en su mirada, o era el gesto decidido.
Imposible saberlo, pero era evidente que no andaba payaseando o perdiendo el
tiempo. Los hice pasar al living, que ya en la galería casi no quedaban muebles. No
fumaba, pero no puso reparo en que yo lo hiciera. Se llamaba Manuel, Manuel
Campillay.

Iban para que yo le aclarara eso del kibutz, de las ideas de Buber y para conversar
sobre el asunto de tomar un fundo para hacer una comuna, un colectivo rural. Como
desconocía al nuevo amigo, era lógico referirse a ciertas ideas que medio mundo
acepta o fácilmente hace suya: el mundo entero está en crisis, tomado de ‘la crisis
lo abarca todo’, de Buber. El discurso me lo sabía al dedillo. Además,
afortunadamente, siempre me había sido posible pensar con mayor claridad si la
circunstancia lo exigía. Le expuse en síntesis cuál era la idea de Buber: para la ‘hora
plástica’ había que tener un modelo de cómo debiera ser una alternativa al socialismo
centralista, una célula inicial para un tejido social nuevo. El triunfo de la UP,
fatalmente conduciría a un enfrentamiento que difícilmente ganarían los partidos de
izquierda (no dije ‘la clase trabajadora’ o ‘los pobres’, porque me parecía que había
que diferenciar entre ellos y las supuestas vanguardias; herejía pura), porque esos
partidos cargaban con el peso abrumador de los errores cometidos en nombre del
socialismo. También cité el problema de la nueva clase burocrática. Le facilité un
montón de libros y folletos sobre el kibutz, sobre Buber y sobre el socialismo utópico.
Ya ni me acuerdo, pero lo más probable es que agregué el artículo del diario La
Nación, dedicado a los miristas, y escrito con colaboración de Víctor Moreira 154. Creo
que, en ese momento, en Chile, tal vez era yo uno de los que más sabía sobre el
tema. Además, me había comprado varios libros sobre los utopistas y sobre las
comunas, un tema muy actual por esa época.

154 Una fotografía del artículo y su transcripción, en anexos F.18 y F.19.

255
Le propuse que se tomaran una semana para estudiar el asunto. Se fueron. Me
quedé impresionado: era un hombre joven, serio, un gesto que reflejaba decisión.
Me mencionó que tenían una organización, la VOP: Vanguardia Organizada del
Pueblo. Yo no la había oído nombrar, pese a haber estado desde hacía años en
relación con gente que llaman de ultra izquierda. Si ellos asumían la tarea buberiana,
éstos eran la posible elite. Antes, Miguel Enríquez, de nombre político Viriato, el líder
del MIR, le había comentado a uno de mis amigos miristas que la idea del artículo
era muy inteligente, pero que la tarea era primero tomarse el poder, que después me
buscarían para montar comunidades. Grave error, gravísimo como se vería después.
Pero en ese momento, por fin una esperanza, cuando mi situación se había tornado
insostenible. Estando pobre, enfermo y ya medio viejo, mi última salida razonable
era unirme a gente también en mala situación y en conjunto ver como podíamos
salvarnos.

Tras nuestra interacción, supe que esta organización, la VOP, Vanguardia


Organizada del Pueblo, había surgido de una célula del Partido Comunista que se
había radicalizado. En los rayados murales que el Partido hacía en los primeros años
de la década de los años ‘60, algunos jóvenes empezaron a expresarse de manera
más insolente, orientándose más hacia el lado izquierdo. El Partido los expulsó. Los
hermanos Rivera Calderón, Ronald y Arturo, fueron parte de estos militantes
expulsados. Eran hijos de un muy correcto militante del PC, un caballero obrero de
una dedicación ciento por ciento a la revolución, en ese tiempo ya fallecido. Y los
hijos le salieron demasiado consecuentes, curiosamente por influencia de la madre,
Alicia Calderón. Tras conocerla, aprendí a decirle, como todos los compañeros, la
Mami. Ella, por ningún motivo quería tener hijos mediocres, y resultaron ser unos
hijos extraordinarios. Después de conocerlos, puedo decir que ambos eran
extraordinarios, de una calidad humana increíble, de otro planeta. Ronald tenía el
nombre político de Manuel, Manuel Campillay; y a Arturo le decíamos el Hippie. En
esta organización participó otra gente también, que se iba sumando al ímpetu de sus
militantes; una de ellas, la hermana de los fundadores, Sonia Rivera Calderón.
Crearon una organización comprometida con la revolución que no dependía de nadie,
solo de lo que sus militantes hicieran.

No pasó una semana. Fue al día siguiente que llegaron de nuevo, y después del
saludo, Manuel me dijo:

―Lo vamos a hacer.

Tomar un fundo para montar una experiencia de kibutz a la chilena, como alternativa
capaz de resolver una hecatombe. Tal nos pareció a los vopistas y a mí el destino
del proceso de la Unidad Popular. Junto con Manuel, además, venía un compadre de

256
donde funcionaba la VOP, el campamento Nueva Habana, sitio en el que los vopistas
tenían un ranchito, una toma, una mediagua: Chandú155. Sabía de un fundo que
estaba abandonado: Chicauma, entremedio de los cerros a cinco kilómetros al norte
del pueblo de Lampa, exactamente siguiendo el cauce del estero de Lampa, que
ahora está seco y hay puras piedras, pero que antes pasaba agua cuando estaban
los mapuche. Él había nacido allí y tenía parientes que vivían en ese lugar: su primo
Pablo, sus abuelos, y conocía a otros campesinos. Un lugar que yo no conocía, a
pesar de que cuando niño había recorrido toda la provincia de Santiago en bicicleta,
y por esa zona había pasado pedaleando hasta Tiltil, pero hasta ese momento no
sabía dónde quedaba ese fundo.

Nos enteramos que, a esa fecha, el fundo Chicauma, hijuela 3, cumplía ya dos años
de paralización de labores. Sus dueños eran una Sociedad formada por tres
personas que estaban lejos: dos ganaderos yugoslavos en Punta Arenas y el tercero
dueño de la única empresa de pozos profundos y fábrica de bombas de agua que
estaba en crisis tras su muerte, y su viuda vivía en Puente Alto. En el fundo se habían
robado los tendidos eléctricos de alta tensión y las bombas de agua; así, a más de
tierras erosionadas, ahora sin agua. El predio de 1.800 ha de monte y bosque nativo
estaba abandonado, sin cultivos, al extremo de que ni Alessandri, ni Frei, ni Allende
lo habían considerado en sus planes de Reforma Agraria. La Sociedad había tratado
infructuosamente de pasar el fundo al proceso de Reforma Agraria y, por otro lado,
los campesinos habían elegido una directiva con el mismo objeto; sin embargo, la
Corporación de Reforma Agraria (CORA) no había aceptado incluir el fundo en su
proyecto para la 4 a zona, alegando el alto costo de explotación del predio de secano
y la fuerte inversión que exigía reponer los tendidos eléctricos, las bombas de pozo
profundo y los ductos de agua.

En el fundo vivían en una miseria espantosa quince familias campesinas que se


negaban a abandonar la tierra. Los niños carecían de escolaridad, de ropa y por
supuesto de una alimentación adecuada. Imposible un campo más interesante para
intentar una recuperación de suelos, reforestación, integración social entre gente del
campo y la ciudad, agriculturas y crianzas modernas. Y lo más importante: una
comunidad, una utopía, en momentos en que íbamos hacia una forma de socialismo
que nadie sabía en qué consistiría. Por lo que nos pusimos de acuerdo en echar a
andar una experiencia de aldea rural comunitaria. Teníamos que ir a conocer el
campo y a conversar con la gente, exponer nuestro proyecto con argumentos
verdaderos y correctos. A raíz de esto, la VOP partió a Chicauma.

155 Nombre de guerra de Juan Heriberto Marchant Berríos.

257
Tuve que elegir un nombre y apellidos: fácil, un Quijote ha de llamarse Alonso, y para
apellidos, fácil de recordar, el segundo de mis padres: Carvajal y del Pardo. En un
par de días nos volveríamos a reunir. Pablo iba a citarnos.

Al día siguiente ya estábamos en el bus rumbo a Lampa. Era 21 de diciembre 156.

Al final de la calle polvorienta, después de haber cruzado el pueblo de Lampa, el bus


se detuvo y bajamos. Sol, una brisa caliente afortunadamente seca. Había sido una
mala experiencia el viaje: apretujados entre gentes, bolsas y canastos, humedad y
calor. Lo peor: en silencio, simulando no conocemos. No me acuerdo a quién se le
ocurrió esto último, pero la razón era evitar que se supiera que teníamos el acuerdo
de tomarnos un fundo: la toma no debería ser conocida por la gente de los partidos
políticos (más de alguno se siente y define como la única vanguardia de la clase
obrera y por tanto son los que deben y pueden decidir las acciones que conducen a
la revolución), ni por el gobierno (ya era de la UP y Allende) y menos por la policía.
Nada más ingenuo: nos andábamos persiguiendo antes de tiempo, después nos
enteraríamos que sin objeto alguno, que todo se sabía.

Hacía años que venía pensando en que algún día me iría a vivir al campo, incluso
había imaginado el paisaje, y ahora iba a salir de la curiosidad. Chandú, nacido en
ese campo, hacía de guía. Había que caminar cinco kilómetros hacia el norte si no
lográbamos que nos llevara algún vehículo. Una cuadra más allá, en la última casa
del pueblo, había una quinta de recreo o algo así, dónde habríamos de esperar.
Mesas y sillas de totora, mesón repintado, las típicas hileras de botellas y la infaltable
vitrina con tarros de salmón. Me llamó la atención que Manuel pidiera una bebida, a
lo visto, a más de no fumar, tampoco bebía alcohol. Baldosas rojas y moscas
revoloteando completaban el ambiente en que la niña que nos atendió, medio
ruborizada, contestaba las preguntas de nuestro relacionador Chandú. Es común que
campesinos que se fueron a vivir a la capital hablen de su nuevo mundo, pero yo
estaba ausente, tratando de ordenas ideas. Chile estaba en crisis, la ‘Revolución en
Libertad’ había fracasado. Y ahora con Allende nos dirigíamos hacia el abismo. El lío
es que además yo mismo estaba en medio de una crisis fenomenal, solo que no se
lo había confidenciado a nadie: mi hermano allá en el Norte que no me podía das
más trabajos de relojería del taller de don Hugo, la mamá financista enterrada en el
patio-basural del Cementerio Católico, por mi parte enfermo y en realidad cesante, y
lo que es más grave: sin ánimo de salir a buscar trabajo, menos aún pedir ayuda, a
quién, y por qué razón.... Crisis. Qué extraño era que gente fuese capaz de asumir
la tarea salvadora (o algo así); yo no podía catalogarme de hombre de élite, ni mucho

156 Una fotografía del microbús de recorrido Santiago–Lampa, de la década ’70, en anexo G.03. Otra, de
la plaza Armas de Lampa en 1970, en anexo G.04.

258
menos, pero esta gente tenía que serlo. A lo visto no se trataba de universitarios ni
profesionales jóvenes, sino de obreros. Vanguardia Organizada del Pueblo. Estaba
con ellos ahora.

Al fin apareció gente que iba en camión para El Taco, un balneario ubicado en una
cercana ribera del río o estero Lampa, y que aceptaron llevarnos. El viaje fue brincar
ruidosamente por un camino de tierra, serpenteante entre los cerros y el cauce seco
de lo que era el estero. Rocas y piedras filudas en los faldeos erosionados, litres
entierrados, guayacanes vueltos mancha arbustosa a punta de dientes
ramoneadores. Arriba, senderos y alguna mina abandonada. Por fin una explanada,
un ensancharse del valle entre cerros: Chicauma. (Me costó aprender tal nombre,
que después reemplazó eso de Alonso). El camión tomó un desvío hacía el río y se
detuvo frente a un rancho. Allí vivían los abuelos de Chandú y su primo Pablo. Como
se dice, era campo campo. El plano, suelo erosionado, que después quedó en claro
que se debía principalmente a remolinos o tornados; cercos de alambre oxidado, un
par de corrales, frente a la casa un patio y perros ladrando furiosos; afirmada a la
muralla una rueda antigua, al lado una bala de cañón, enorme, disparada, a juzgar
por las marcas del ánima, y una ramada bajo un árbol frondoso. Allí nos presentaron.
Camilo157, Dante, Manuel 158 y Alonso 159. Y la casa de Pablo, Don Pedro y sus
mujeres. Les contamos a que íbamos: un proyecto, tomar el fundo y organizar allí un
colectivo, una comunidad, diferente al asentamiento (en que el proceso estaba
orientado a hacer pequeños propietarios).

Pablo nos informó que la tierra estaba varios años sin trabajo, pero no sabían cómo
se hacía una toma. Ellos, que vivían ahí, estaban sin trabajo y más de alguna familia
en una situación de miseria increíble: los niños no habían ido jamás a la escuela, e
incluso había alguno que se cubría con ropas de sus hermanitas. Principalmente
vivían de la caza de conejos, del escaso rendimiento de las erosionadas tierras, de
la ayuda que daban del fundo vecino y de trabajos ocasionales que alguien cercano
podía ofrecer. Todo escaseaba. Y eran mil ochocientos hectáreas de terreno.

Mil ochocientas hectáreas. Me parecía estar soñando. Habría que reunir a todos los
campesinos para proponerles el proyecto. Había dos cabreros arriba, lejos, gente
que se había venido con sus rebaños de cabras hacia el sur a causa de la sequía, y
otra gente que luego conoceríamos. Nos invitaron onces con pan y queso hechos en
casa. Era todo humilde, todo amistoso.

157 Owen Segundo Salinas Cabello, militante vopista y ex secretario de la Juventud Socialista de Arica. No
se encontraron más datos de él.
158 Ronald Rivera Calderón.
159 Alejandro Villarroel Rodríguez.

259
En la casa de Don Pedro, rodeada la mesa del comedor por campesinos, bajo un
frondoso árbol nativo, hube de hablar con los presentes para que, con la colaboración
de gente de Santiago, nos tomáramos el fundo, obligando a incluirlo en el proceso
de Reforma Agraria e iniciar en él un proyecto de comuna, un colectivo, una aldea
rural integralmente cooperativa, una comunidad a la chilena, tomando como model o
el kibutz, donde existiese la propiedad común de la tierra, de máquinas,
instalaciones, talleres, etc., donde no existieran salarios, donde la comunidad diese
a cada cual según sus necesidades y recibiera de cada cual según sus capacidades.

Finalmente, en una prolija exposición se explicó el funcionamiento que tendría la


comuna. Se elegiría una directiva formada por los propios comuneros; cada un año
se haría un cambio de directiva. Los acuerdos serían siempre tomados en común,
en una Asamblea General. La comuna tendría una configuración física distinta a las
otras formas de explotación agraria circundantes; aquí, el comedor común sería el
centro geográfico y espiritual de la comunidad; ese mismo local sería el lugar
adecuado para realizar las Asambleas Generales. El trabajo estaría organizado en
un plan anual y a su vez subdividido en metas parciales o tareas agrícolas
estacionales. El interés a futuro: instalar alguna fábrica relacionada con los productos
de la zona y que fuese capaz de absorber mano de obra temporalmente disponible.
En cuanto a los cultivos, la idea sería sembrar en potreros, ojalá radiales, todo lo
necesario para la cocina; en la zona exterior, cultivos destinados a trueque o venta
para la fábrica. La relación de la comuna con el medio habría de ser solidaria y
transformadora, atendiendo gratis a los vecinos en educación y medicina. La tarea
prioritaria sería reponer el monte (el bosque virgen había sido talado o quemado en
las cercanías), tendríamos que hacer un criadero de boldos, litres, quillayes,
guayacanes y robles.

Se detalló, en fin, cada una de las características de una genuina comunidad. Se


dejó en claro que ello se iría procesando progresivamente y en relación con los
funcionarios del gobierno. Yo me comprometía a enajenar todo mi patrimonio
personal, y aportar ese dinero a la comuna. La gente de Santiago que nos
acompañaba se comprometía a ayudar en la medida de sus posibilidades.

Creo que nunca he sido más elocuente, o nunca había estado más asustado, o es
que ya me conocía de memoria el discurso. La extrema necesidad y la franca
exposición determinaron un acuerdo total. Incluso se tomaron acuerdos acerca de la
toma. Muy fácil, los vopistas tenían experiencia: una bandera, levantar una ramada,
cartas a la intendencia, a la policía y a los tribunales.

Era un primer y mínimo intento de iniciar una corriente migratoria del hombre desde
la ciudad hacia el campo, inverso a lo que hasta ese momento venía ocurriendo.

260
Relacionar gente de la ciudad con campesinos, dejando de lado la mentalidad
individualista.

Dos días después de la conversación con los campesinos, el 23 de diciembre de


1970, nos tomamos el fundo Chicauma de Lampa, hijuela 3. Con la ayuda del grupo
de Conejo, los vopistas nos pusimos manos a la obra. Nos instalamos a la entrada
del fundo, donde había unos túmulos de tierra, que en realidad eran parte de un
antiguo cementerio mapuche; ahí colocamos unas piedras grandes y troncos en el
medio del camino público, parando el tráfico en ambos sentidos. No pasó mucho
antes de que llegaran vehículos y tuvieran que devolverse. Luego oscureció y se nos
produjo la primera baja: Chandú, corto de vista a pleno día, de noche se nos cayó en
un hoyo. A la espalda lo trajeron hasta la casa de Pablo, con el tobillo hinchado, y
como solución cama y compresas. Esa noche, bajo la ramada que levantamos al
borde de lo que había sido el cementerio mapuche, compartimos té, pan y queso
fresco de Chicauma. Ese choquero160, que luego se tiznó, sería el inicio de la cocina
común; y esa mesa de patas empotradas, sería el origen del comedor.

Habíamos pensado que la policía nos iba a sacar a balazos, y llegaron al día
siguiente en un vehículo. El jefe, un sargento, en vez de retarnos y amenazarnos nos
dijo:

―Esto había que haberlo hecho hace tiempo.

Se metió la mano al bolsillo, sacó un billete de 5.000 escudos (E°) y lo colocó en la


caja de cartón-alcancía, diciendo:

―Para la olla común.

El Tiburón, que así le decían, se despidió y se fue con sus funcionarios. Luego, se
retiró del fundo la gente que había ido a colaborar ante algún posible enfrentamiento
con Carabineros. Ese día Carabineros de Chile tuvo un gesto fantástico con la VOP,
y la organización ya tenía varios pacos muertos; pero eso el Carabinero no lo sabía.
Incluso en otra ocasión este policía acarreó a Manuel desde el fundo hasta Lampa,
los cinco km. Después supe que a ese paco lo trasladaron, tenía a los vopistas
metidos encima y no sabía. Luego lo dieron de baja del servicio y terminó trabajando
en un puesto de diarios en Rancagua.

160 De la expresión ‘tomar choca’: beber una infusión acompañada de un emparedado de pan a media
tarde. Costumbre popular chilena que resignifica la copia que la aristocracia colonial hacía de la tradición
inglesa ‘del té de las cinco’. Más extendida es la expresión ‘tomar once’, originalmente propia del
campesinado, hacía referencia a la pausa de media tarde en la jornada de trabajo e incluía una secreta
alusión a beber aguardiente en secreto de los patrones. ‘Aguardiente’ es una palabra que tiene once letras
y llamarle de esta forma significó el uso de una táctica de encubrimiento práctica.

261
No sé qué hubiera pasado si el gobierno ordenaba desalojar la toma, sin duda nos
habrían aventado y la UP llamado ‘contrarrevolucionarios’. De todas maneras, unos
días después, hube de ir con el presidente de la toma a hablar con el Intendente.
Estaba furioso. Después de mi explicación, dijo:

―¡Bueno, entonces hagan ustedes la revolución!

Yo no podía entrar en mayores explicaciones. Nada habíamos mencionado acerca


de hacer una comunidad en los documentos redactados, sólo nos referíamos a la
extrema miseria de los campesinos. Mi idea era que yo ni remotamente podía
pretender dirigir semejante proceso. Pero si la idea era correcta se sumaría más
gente, entre los cuales habría muchos capaces de dirigir, además de los vopistas
que estábamos.

La toma contó con la aprobación de toda la zona. Inmediatamente que la hicimos, se


desató una solidaridad que nos sorprendió. Del fundo del lado nos llevaron un saco
de papas, del fundo de más allá llegaron con tomates, y por acá nos regalaron leña.
Después se afianzaron las relaciones e hicimos intercambios, por ejemplo, a los del
asentamiento O’Higgins les dábamos leña y ellos nos regalaban cajones de tomates.
También ocurrió algo interesante: de un fundo vecino, Lo Vargas, llegó la directiva
interesada en que les ayudáramos también a ellos, tenían un asentamiento rumbo a
parcelación y al parecer alguien les había hablado de trabajar en comunidad.

Esta solidaridad de parte de gente externa se aunaba con la ayuda directa que
entregaba VOP, que destinaba parte de los dineros de las recuperaciones a financiar
los costos de la experiencia de comuna. La VOP financió la adquisición de ropa y
útiles escolares para los niños del fundo, así como otros hechos que nos llevaban a
la comunidad que queríamos construir, al ejemplo que queríamos multiplicar. Los
propios campesinos nuestros solicitaron ayuda para trabajar, por lo que la VOP
costeó la adquisición de herramientas, y con ello se iniciaron trabajos de arreglo de
cierres, explotación del monte, trámites diversos. No podía oponerme a explotar el
entorno, aunque ya en esa época la idea era reforestar y cubrir de bosques los cerros.
Había sólo como 20 ha planas al lado del río, el resto eran puros cerros y bosque,
una selva en los montes; del estero de Lampa, no quedaba más que El Taco, una
represa llena de agua por milagro, porque ya no había más que un hilito encausado
hondo, y lo demás un arenal y piedras rodadas, todo reseco ya en noviembre. Los
campesinos nos pidieron hachas para producir leña; Manuel compró tres hachas
nuevas, españolas, buenas, y empezamos a echar abajo árboles. Esto era
completamente contrario a las intenciones ecologistas de lo que queríamos hacer,
pero los campesinos necesitaban dinero, querían tener un buen billetito, porque ese
es el modelo que imperaba e impera: en el campo un hombre no puede andar sin

262
plata en el bolsillo, es un asunto de machismo. Entonces se comenzaron a botar
árboles. Esa es una de las cosas ridículas que ocurrieron en mi vida, en mi vida de
revolucionista: llegar al campo con la intención de reconstruir la naturaleza y empe zar
a destruirla. Pero no había ninguna posibilidad de decir que se detuviera esa práctica,
y si se decía, automáticamente no les interesaría continuar con nosotros: ellos
necesitaban ayuda, y eso era conseguir dinero, y para conseguir dinero había que
fabricar carbón, vender leña, y ahí estaba el cerro, lleno de árboles. Empezamos a
destruir en vez de construir. Esas son cosas negativas de Chicauma.

La municipalidad nos dio ayuda: nos entregó los ingresos provenientes d el cobro de
peaje al Balneario El Taco, que vimos estaba ubicado en el río dentro del fundo.
También logramos ser incluidos en el proyecto de Reforma Agraria. El Instituto de
Desarrollo Agropecuario (INDAP), dependiente del Ministerio de Agricultura, designó
a un funcionario para el fundo Chicauma, un Interventor, y este se mostró de acuerdo
con la idea de hacer una comuna. Ingresamos contratados como campesinos al
INDAP, y nos otorgaron la condición de obreros de la Reforma Agraria, donde los
campesinos recibirían un pequeño sueldo mensual, de 10 mil pesos. El Interventor
duró hasta cuando, en el mes de marzo, me sorprende en medio de un reparto de
ropa nueva, zapatos y útiles escolares para todos los niños del fundo: se dio cuenta
que el dinero de esas compras no podía provenir sino de la VOP o del MIR, nos dijo:

―Ustedes son del MIR o de la VOP. Renuncio.

Pero fue reemplazado por otro más audaz. El nuevo Interventor no preguntó nada,
estuvo de acuerdo con todo, al igual que la totalidad de ingenieros y funcionarios de
la Corporación de la Reforma Agraria (CORA), INDAP y el Servicio Agrícola
Ganadero (SAG). También llegó asesoría espontánea de ingenieros agrónomos de
otras zonas de la provincia, que les interesó la experiencia y luego planeamos la
siembra de trigo y cebada. La idea era aplicar allí las más modernas técnicas de
cultivo de la época. Además, llegaron a trabajar y colaborar en el proyecto un curso
completo de estudiantes de la escuela de Servicio Social de la Universidad Católica,
que decidieron hacer allí en el fundo su Práctica Profesional.

La organización de la toma fue una cosa curiosa, elegimos una directiva: presidente,
secretario, tesorero, típico de todas las organizaciones chilenas. Presidente de la
experiencia utópica de Chicauma fue elegido un campesino de nombre Carmelo
Jabre, quien por pura casualidad había sido el presidente de la Juventud
Democristiana de Lampa, pero que resultó una excelente persona que funcionó muy
correctamente. Las asambleas no fueron muchas, la idea era lo menos posible ‘bla
bla bla’. Lo que hacíamos era prepararnos todos los días para ir al cerro, los hombres
se lavaban la nariz y partían a trabajar. Después me dediqué a acarrear desayunos,

263
a esa gente que se iba a trabajar amaneciendo, tras una lavadura mínima, y
enrollados en bufandas y gorros. Colaboré más en la cocina, que por milagro jamás
pasó apreturas.

En los seis meses que duró la comunidad ocurrieron algunas cosas interesantes. De
partida, hay que decir que los campesinos eran más trabajadores, mejores para
caminar, tenían mejor puntería, y para remate eran más honrados que nosotros los
revolucionarios de Santiago. Gente de afuera se llevó bolsas de ropa que habíamos
comprado para los campesinos, y enredada entre los trapos se fue mi bombilla de
plata hecha por mi padre (para tomar mate). Los trabajos colectivos eran un éxito y
prosperaban más allá de toda previsión. Los campesinos trabajaban y trabajaban y
todo el dinero iba a un fondo común que se colocaba en una caja de zapatos que
estaba bajo mi cama. Jamás se perdió un cinco, lo que es notable. De ahí salía n
parte de los medios para adquirir lo necesario.

Al llegar a Chicauma les había dicho a los campesinos que aportaría todo mi
patrimonio, es decir, lo que aún restaba de los bienes de los papás: la casa de
Carvajal. Y para allá llevé a los campesinos a tomar té. Después vendí mi casa y con
la parte que me correspondía, más dinero aportado por la VOP, compramos un jeep
Land Rover. Acero y aluminio de segunda mano, al que le pinté en la puerta la
leyenda ‘Comuna Chicauma Lampa’ con letras amarillas sobre el vehículo color
verde, y en cada tapabarro una bandera roja y negra, dividida en horizontal. Un
vehículo grandote, a prueba de cualquier accidente o atentado. Era para llevar a la
gente menuda a la escuela, que nunca nadie había ido, jamás, porque el fundo
quedaba a cinco km de la escuela. Y fue todo un éxito: matriculé a los niños y me
convertí en apoderado de todos. Había que ir a buscarlos cada día. Inclusive en el
colegio de Lampa una de las profesoras resultó ser amiga.

Nos parecía que la comuna Chicauma debía tener la mejor relación posible con los
vecinos, especialmente asentamientos y cooperativas. Estábamos montando un
modelo, una muestra de cómo sería posible un mundo un poco mejor que este, una
cuestión concreta, y la idea era que el modelo del mundo feliz se pudiera extender.
Por ello importante era la relación con el medio, eso no está en los libros de Buber,
pero es una cuestión de lógica absoluta: si quieres echar a andar un modelo de este
tipo tienes que tener relaciones de tipo generoso con todo alrededor pobre, con todos
los que necesitan que esta sociedad cambie. Además, era una forma de retribuir la
solidaridad que el vecindario nos hizo sentir en los inicios de la toma, afianzar las
relaciones solidarias, establecer una relación estable de ayuda e intercambio con
otros sectores. Así que de partida me dediqué a establecer buena relación con el
fundo de al lado, con el de allá, el de acá: Todos los fundos estaban tomados; por lo

264
que me dediqué a establecer relaciones de trueque con todos los vecinos y funcionó
fantástico, carbón o leña por hortalizas o frutas. Incluso los campesinos de Chicauma
estaban asustados.

―Oiga, usted está conversando con la señora Ana.

―Sí, es resimpática.

―Oiga, pero los hermanos son rebandidos, si lo pillan conversando con ella lo van a
matar.

Ella era viuda, democristiana y tenía a un hijo estudiando agronomía. Pero a mí no


me importaba que fuese DC, lo importante era que le llevaba leña y ella me entregaba
cajones de tomates; además, teníamos una relación personal muy buena. Si no te
relacionas con el vecindario, estás acabado, estás desprendido del contexto social,
de la sociedad humana, estás en el aire. Lo plantee y lo planteo: una comunidad, si
no establece relaciones con el rededor, no sirve, no funciona.

Con las poblaciones de Lampa había que relacionarse. Un fin de semana que estuve
ausente ocurrieron una serie de cosas: el arriendo de la sala de cine de Lampa (para
proyectar películas con mensaje o contenido) que se hizo con dineros de las
expropiaciones de la VOP, y donde en la boletería, atrás, recuerdo que había un
lienzo que decía VOP. Se habló con la gente de la panadería antigua, hace tiempo
abandonada en medio de una arboleda, para ponerla a funcionar de nuevo y ahora
con harina que Chicauma habría de producir. Esa no fue idea mía, y de seguro
tampoco de los campesinos, fue de mis compañeros vopistas. Interesante. A lo visto
bastaba que yo me ausentara para que las cosas caminasen. Si hubiéramos sido
más gente, y si hubiéramos llegado a aclarar ideas, Lampa se pudo transformar en
territorio influido, o cambiado, o como dicen: liberado.

Desde el principio, el número de compañeros en la comuna fue muy variable, tal vez
12 o 14 personas. Estaba la VOP y además 2 pequeños grupos ultra, uno de ellos el
grupo de Conejo, que después se fueron. De la gente de Santiago, fueron quedando
muy pocos, de la Comunidad de Consumos, sólo yo. Muchos habían ido a la toma
porque se suponía que iba a haber un conflicto a balazos con los pacos, pero como
era un fundo pobre, abandonado, y como los vopistas estaban metidos, se fueron.
Hasta hoy ignoro si a la gente le gusta vivir en la ciudad por comodidad o porque
otorgue estatus, o será que hay un rechazo a vivir con gente que veíamos como
pobres, o fue siempre miedo a meterse en asuntos políticos, aunque la comuna no
puede ser más pacífica si buberiana.

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Al comienzo de la toma, los que veníamos de afuera nos alojamos en la ramada que
habíamos hecho. Pablo me pasó una cama que había debajo de otra ramada y en
ella estuve alojando en Chicauma, junto a los otros compañeros. Como yo era flaco
y viejo, me dieron siempre alguna preferencia; desgraciadamente, los campesinos
me vieron como el jefe y me trataban con algún beneficio que siempre evitaba.
Después nos trasladamos a las casas del fundo, a una bodega con habitaciones de
ladrillo y techo de pizarreño, una construcción sólida que no estaba terminada, pero
tenía ventana y puerta. El objetivo era que el comedor común fuese el centro
geográfico de la experiencia, que los campesinos trasladaran sus casas cerca. Pero
nunca quise hablar de la conveniencia de nuclear las casas familiares alrededor del
comedor común. Curiosamente, sin pedirlo, empezaron a trasladar sus ranchos para
no caminar dos km al venir a tomar desayuno y almorzar en la olla común. Fue
fantástico eso, espontáneo. Empezaron a nuclearse, sin que yo jamás hablara de
Buber, nunca, nunca jamás. No tenía objeto que me pusiera a hablar de Buber y de
su visión dialógica, era absurdo que me hubiera puesto a hablar de esos temas . Lo
importante era que por fin entre todos podíamos hacer algo.

La mayoría de los integrantes de las familias campesinas no tenían idea de política


partidista, nunca habían leído nada, algunos de ellos incluso eran analfabetos. Más
tarde supimos que entre los campesinos del fundo, curiosamente, vivía un
exdirigente comunista y un militante comunista activo, nacidos ahí. También estaba
quien había sido el Presidente de la Juventud Democristiana de Lampa y por
casualidad presidente de la Comuna Chicauma (una excelente persona que funcionó
correctamente). También había un campesino de derecha, un antiguo mediero del
fundo Chicauma cuando estaban los patrones, momio recalcitrante que era miembro
del Partido Nacional, dueño de lo que quedó de un tractor Ford, relativamente nuevo,
pero arruinado a raíz de un volcamiento tras una tomatera por manejar curado, de la
que se salvó por milagro de ser aplastado. Ese señor, que escuchó la inicial perorata
comunera e integracionista de campesinos con santiaguinos, dijo que la gente de la
ciudad nunca podría irse a vivir al campo a trabajar, que no teníamos idea de lo difícil
que era trabajar la tierra, con el lomo doblado horas de horas bajo un sol feroz o
levantarse de madrugada para poder regar, que no era chacota. Nos pronosticó un
fracaso. Pero no fregó en absoluto, y una vez que lo alcancé en el vehículo rumbo al
fundo con un saco de algo al hombro, por supuesto me detuve y lo invité a subir. No
hablamos nada, pero ha de haber quedado intrigado.

Obviamente, en los partidos a los que pertenecían les preguntaban, con seguridad
absoluta, qué era lo que estábamos haciendo en el fundo. Para los partidos esto era
un conflicto fenomenal, estábamos trabajando, teníamos olla común, un montón de

266
cosas que les debe haber molestado mucho. Así que, por esta vía, todo lo que
hacíamos en el fundo era sabido por los partidos políticos y por el gobierno.

Incluso teníamos un personaje del mundo de las tinieblas: un campesino al cual los
demás temían, que no apareció nunca, que jamás fue a una reunión, que vivía solo
y no conversaba con nadie; del que se contaban escalofriantes barbaridades, como
el que había matado a su mujer y muerto a un hombre en una riña a puñaladas:

―Fíjese compañero, que en su casa no sale ni pasto.

Y era cierto, o es que sus pocas ovejas y cabras, de las que vivía en un rancho, no
dejaban brizna parada. Pero lo cierto es que nunca nos trajo problemas.

El personaje que nos aproblemó fue un compañero de la VOP, que después


conocimos muy bien (en la cárcel y paseos se conoce a la gente). Un hombre de muy
mala facha, muy moreno, entierrado y transpirado, que una tarde de enero llegó a la
comuna preguntando por mí. Tal lucia la visita, que eché mi revólver al bolsillo.

―Aquí me manda Manuel. Soy baqueano de esta zona, me conozco todos estos
cerros, vengo para encargarme de la capacitación militar. Mi nombre es Alex.

―Es raro que no me hayan avisado que usted venía.

―Voy a ir a conversar con los campesinos.

Desapareció, sin que yo supiera si iba a volver, ni a qué hora, ni menos dónde iba a
dormir. Un par de días después, apareció de nuevo, esta vez con su mujer, una mujer
joven y buenamoza. En realidad, el Guatón Ale, que así comenzamos a llamarlo,
nunca dio clases de guerrilla ni capacitación alguna, su afán militar se limitó a sacar
las armas y municiones que Manuel me pasaba, y a dispararle a algún tarro. Un día,
al llegar al fundo, los campesinos me dicen:

―Oiga compañero Alonso: el Alex se fue al pueblo, a apoyar una toma que le hicieron
unos momios a don no sé cuánto, un viejito de más de 80 años, frente a la Plaza y a
la Escuela. Fíjese que están metidos los dos dueños de las Quintas de Recreo, el
dueño de los buses Santiago-Lampa, y un abogado del Partido Nacional.

(Creo que me falta el o la dueña de un Restaurante y el dueño de los camiones de


las hortalizas que se vendían en La Vega).

―Lo vinieron a buscar para que les diera apoyo militar.

―¡Puchas el lío!

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¿Cómo se podía arreglar? Fui a la toma en cuestión: una ramada, una bandera
chilena, carpas y casuchas de latas y tablas. Al lado del mesón, bajo la ramada, un
fogón con una enorme parrilla y sobre esa, una olla grandota con un cocimiento (ante
eso, era fácil comprender que Alex hubiese aceptado defender semejante toma).
Solo cabía meter gente obrera, pobladores, cambiar el contenido de algo que fue
premeditadamente pensado para fregar al gobierno y convertirla en una expresión
de gente pobre, para sacar a los derechistas. Así lo hicimos. Salvamos la situación.

Digo ‘hicimos’, porque me acompañaba el Chico Víctor, un personaje, un santo


exseminarista, de un buen nivel intelectual, muy agradable conversar con él, uno de
los hombres más bondadosos que he conocido, y uno de los más peligrosos: fanático
de moral revolucionaria, un cura de la revolución, más peligroso que Ayatolá Jomeini.
En algunos asaltos, encañonando al jefe, le preguntaba a Manuel:

―¿Lo mato?

―No.

―Ya. ―y guardaba el arma―.

Recuerdo un diálogo que tuvimos, al llegar un día a Santiago. Le dije:

―Oye Chico, tenemos que almorzar algo, mira que son las dos de la tarde.

―No, no podernos gastar dinero de los campesinos.

―Oye, pero no es posible pensar, ni arrancar, ni convencer, ni luchar, si te estás


cayendo de hambre. Hay que alimentarse bien y sano.

―Tienes razón.

Y ahí, en el Barrio Mapocho, pasamos a comer pescada frita con ensalada chilena,
en el Rey del Pescado Frito 161. Bueno y barato. Después, hube de decirle que se
comprara un ternito, que se le veía la piel por los portillos que tenía su ropa:

―Fíjate que tú eres la única persona que anda con la ropa rota. Estás llamando la
atención.

Me hizo caso. Al otro día fue a Franklin y se compró un temo usado. (Hoy lo recuerdo
y era el abismo entre él y yo, que cuando vendí la casa me compré ropa especial
para lo que venía, para la revolución: un blue jeans de trevira (lave y use), un abrigo

161Restaurante ubicado en calle Bandera n.º 848, Santiago. En la actualidad, en el lugar funciona un
cabaret.

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tres cuartos (que permite correr), un par de botines Jarman con cierre éclair (rápido,
nada de cordones, que los quitan en la ‘pesca’ y, después supe, también en la
incomunicación), y una casaca Jantzen, excelente, también lavable, de secado
rápido y resistente (ya preso, prontuariado y en la Guardia Interna, me hacían
preguntas mientras inútilmente trataba de romperme la casaca a tirones. En ésa
época Falabella vendía ropa buena).

Fue en esa toma, que radicalizáramos con el Chico Víctor, que el Guatón Ale llegó a
sobrepasar todos los posibles récords de miseria humana, dando balazos contra el
suelo hacia su mujer, para que volviera luego del baño a servirle el desayuno... y
estando embarazada. Otro día, una mañana soleada, bajo la ramada y sentados a la
mesa para tomar desayuno, mientras había un montón de gente menuda (ya estaban
en vacaciones), vimos cómo llegó la mujer de Alex desde la panadería y le pasó dos
hermosas marraquetas, un paquete de mantequilla y un octavo de jamón, él todo lo
metió dentro del pan armando un enorme sándwich, crujiente, y se lo comió sin
convidar a nadie. Ni a su propia mujer.

No sé qué clase de revolución íbamos a hacer. ¿Cómo llegó semejante personaje a


la VOP?, ¿por qué no lo eliminamos? No me acuerdo si trabajó, lo que recuerdo es
cómo se fue: le pedí que se fuera. Cuando esto sucedió, se llevó ropa nueva que
habíamos llevado para los campesinos, y yo no me di cuenta. Los campesinos me
dijeron.

―Oiga, cuando llegó este matrimonio, venían con lo puesto y se fueron para
Santiago con un lote de bolsas.

Las bolsas era pura ropa robada, ropa nueva. Como Manuel nos pasaba dinero de
las expropiaciones para nuestra comuna, compraba ropa buena, cara, porque los
niños pobres tienen derecho a tener ropa buena, aunque fuese cara. Me acuerdo de
ese tiempo, de aquella de marca Opaline. Esa ropa fue la que se robó esa familia.
Aquellos que van a una comunidad campesina a robar no son revolucionarios.
Desgraciadamente, Manuel, con una generosidad enorme y con una decisión de
echarle para adelante, le pasaba armas a cualquier pelusón, que no era
revolucionarios. Menos mal que dejé de verlo cuando se fue para Santiago el
‘comandante’ ese, ‘instructor de guerrillas’. Después, en la cárcel hizo tales
barbaridades que lo declaramos ‘no político’ e hicimos una huelga para que lo
sacaran de la galería de los Presos Políticos.

En esa huelga ocurrió una anécdota: como las huelgas están prohibidas, llegaron los
pacos antimotines, esa vez dirigidos por el capitán Pozo, que sacaba a la gente de
cada celda y les gritaba:

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―¡Tu nombre!... ¿Estay en la huelga?

―¡Si mi capitán!

―¡Las manos en la nuca y corriendo fuera!

Otra celda, y lo mismo con cada uno. Cuando llegaron a la celda de Alex, le
preguntaron:

―¿Y vos también estay en huelga?

―¡Si mi capitán!

―¡Tonto gueón, si es contra vos la huelga!

Luego fue borrado de todos los organismos e instituciones que atendían a los Presos
Políticos. Tampoco recibió extradición, ni asilo, ni visa, ni nada. Fue el fin del
aprovechamiento que de la política hizo esta persona que sólo buscaba su
satisfacción personal, que no quiso aprender ni retribuir la confianza total que otros
compañeros de la organización le ofrecimos. Solo me quedo con la certeza de que
debimos haber cortado antes la relación con un personaje como él).

En otro momento, Manuel mandó a Chicauma a un teórico trotsko, con cara de


trotsko, flaco, judío y aficionado a comer cebolla cruda. Mientras las comía, hablaba
de Trotsky a los campesinos y estos se aburrían queriendo sólo dormir. Los sábado
por la tarde, los campesinos tenían que tragarse las charlas del amigo. Él era
argentino, de nombre Bernardo, Bernardo Lejderman, casado con una niña mexicana
bien simpática, que también era trotska. Era marzo del ‘71. Estuvieron mucho tiempo
conmigo allá, viviendo en la comunidad. Pero él estaba solamente tratando de
convencer a la gente de otra cosa, con seguridad absoluta quería echar a andar el
trotskismo en Chile. Después del golpe de Estado, los milicos son tan brutos que, sin
considerar que Bernardo era un teórico, lo mataron, a él y a su esposa 162.

En la comuna, al tiempo me enteré de que Gonzalo Toro Garland, el líder trotskista


burgués aristocrático, profesor de música en el Conservatorio, le había dicho a

162 Bernardo Mario Lejdermann Konujowska (Argentina, 1943 - Chile, 1973) y María del Rosario Ávalos
Castañeda (México, 1949 – Chile, 1973). Después del golpe de Estado ambos se habrían refugiado en
unas cuevas de la Quebrada de Angostura, sector de Gualliguaica, comuna de Vicuña, donde fueron
asesinados por una patrulla militar del regimiento Arica de La Serena, en la madrugada del 8 de diciembre
de 1973. El hijo de ambos, Ernesto Lejdermann Ávalos, de menos de dos años al momento del asesinato
de sus padres, fue llevado a la Casa de la Providencia de La Serena, y luego entregado a sus abuelos
paternos, en Buenos Aires, Argentina, el 8 de enero de 1974. (Memoria Viva. [2010]. Proyecto Internacional
de Derechos Humanos. Recuperado de:
https://www.memoriaviva.com/Ejecutados/Ejecutados_A/maria_del_rosario_avalos_castane.htm [con
acceso el 12/03/2017]). Una fotografía de los tres, en anexo F.08.

270
Manuel que la cuestión de Buber eran puros errores, que era un disparate lo que
estaba haciendo, que estábamos tonteando ahí en el campo, que era una visión
equivocada de la problemática social y de la lucha de clases. Entonces Manuel quedó
desorientado, porque me estimaba mucho como persona, pero lamentablemente no
tenía una claridad teórica absoluta respecto a lo que estábamos haciendo. Y no
estábamos tonteando, estábamos haciendo algo extraordinariamente interesante:
una gran experiencia que podía superar el despeñadero al que nos conducía el
gobierno. Personalmente, después de conocer durante largos años el trotskismo,
tenía una visión formada acerca de sus teorías y su accionar. Los trotskos son muy
teóricos, muy aficionados a leer, la mitad de ellos anda con anteojos gruesos por la
abundancia de lecturas. Todo trotskista quiere aplicar su teoría; recuerdo que desde
antes les llamaban ‘canutos del marxismo’, que es la misma teoría, la misma visión
filosófica, pero más purista, más ultra. Tienen diferencias con respecto al PC, por lo
menos teóricamente son antiestalinistas; pero, en mi opinión, un trotskista instalaría
un modelo idéntico al marxista leninista, solo sería una pequeña variación sobre el
mismo tema. Es como la diferencia que existe entre el socialismo chino y el
socialismo soviético, en el fondo es un Estado centralista, es un sistema de
capitalismo de Estado. El partido, desgraciadamente, es verticalista, es como la
iglesia católica, con Papa, santos, mártires y dogmas, un verticalismo absoluto.

En el caso de los miristas, ellos habían hecho reuniones en mi casa de Gran Avenida
y los había ayudado muchas veces antes de incorporarme a la VOP, pero cuando
esto pasó, no les había parecido mi integración al núcleo vopista ni que pusiéramos
en práctica un socialismo descentralista en Chicauma. Ya en la comunidad, los
miristas se dedicaron, todo el tiempo, a hurgar en lo que hacíamos, intentando
controlarnos. Cada quince días llegaba al fundo un joven con el argumento de que
iba como funcionario de Impuestos Internos a ver la experiencia de la VOP en
Chicauma. En parte era cierto: iba a mirar cómo funcionaba la comuna, pero para el
control del MIR. Miguel Henríquez, que era un tipo estalinista, centralista furibundo,
quería controlar lo que estaba haciendo la VOP.

Por ese tiempo escuché un comentario, no me consta, de que Manuel estaba en


conversaciones con Luciano Cruz para unir la VOP con un sector del MIR, gente que
estaría en una posición de izquierda radicalmente opuesta al camino que llevaba el
doctor Allende y sus muchachos. Siempre pensé que por eso mataron a Luciano, y
posteriormente mataron a Manuel. A Manuel no costaba nada tomarlo preso, aunque
de seguro no habría permitido que lo encarcelaran vivo; tenía una personalidad que
no habría aceptado jamás irse preso, por dignidad, por orgullo.

271
Cuando compramos el vehículo, estaba seguro de que me iban a tratar de matar.
Eso era obvio, por eso preferí un Land Rover grandote. Y lo intentaron. Resulta
extraño que se considere a las utopías como disparates no científicos, condenados
al fracaso, pero que se le sabotee el vehículo a un buberiano soltando las tuercas de
la barra de la dirección, para que en carretera se mate y tal vez junto a los niños si
eran transportados en ese momento. Pero a veces las barras de la dirección
criminalmente saboteadas no se caen en la carretera, sino se caen al doblar una
esquina de la Plaza de Armas de Lampa, con velocidad cero, y el problema se
resuelve consiguiendo tuercas (con castillo, imperdibles, indestornillables). Y dar
gracias a Dios porque habría muerto, a más del suscrito, uno de mis más queridos
amigos: el Chico Comunista (que de PC no tenía nada, sino una calidad humana de
excepción). Eso fue un intento de matarme. Los que lo hicieron fueron gente
convencida de que eran quienes estaban destinados a controlar la revolución y eran
los que estaban destinados a dirigir el país. No tengo la menor duda que fue gente
de izquierda, las gentes de derecha estaban preocupados de arrancar con su dinero
para Estados Unidos, en eso andaba la gente de derecha, a esa gente no le interesan
las utopías buberianas.

En el fundo hacíamos prácticas de tiro, en las que participaban los campesinos. En


este sentido, recuerdo un error que cometí: como el fundo era inmenso y con selva,
le propuse a los GAP que iban, que eran socialistas que conocía de antes, que fueran
a la comuna caracterizados como futbolistas, en carpa, y que a las cinco de la
mañana partieran para arriba de los montes, para la selva, a aprender a usar armas,
a aprender guerrilla en la selva. Afortunadamente nunca fueron. Si hubieran ido a
entrenar militarmente, tras el golpe de Estado los milicos habrían fusilado a toda la
gente del fundo, matando a los campesinos bajo la acusación de cómplices, de ser
responsables de montar un ‘campo de entrenamiento militar de los comunistas’. A
mí, me habrían sacado de la cárcel para fusilarme; o si quedaba vivo, no hubiese
tenido un día de tranquilidad, porque la culpa por el asesinato de 15 familias de
campesinos es el castigo de tu conciencia por el resto de tu vida. Hoy lo pienso y veo
que fue una imbecilidad, porque antes debí preguntar a los campesinos si estaban
de acuerdo con eso, mínima obligación de quien declara creer en el derecho de los
campesinos a decidir su futuro.

En mi caso, respecto a las armas, las conocía desde pequeño. Había sido socio de
un Club de Tiro cuando tenía 17 años, se llamaba Defensores de Chile, en el que
probaba fusiles alemanes. Los campeones del Club usaban Steyr 163, armas
alemanas de una calidad impresionante, buenísimas y hermosas además. Cuando

163 Armas de la firma Steyr Mannlicher, originaria de la ciudad de Steyr, Austria.

272
uno llegaba al Club tenía que esperar turno, pero cuando llegaba uno de estos
campeones, él no hacía fila, les decían ‘adelante, adelante’. Eran un espectáculo los
tipos. Luego, tuve armas propias. Manuel me pasaba algunas y municiones para que
las guardara en Chicauma, y una era mía. Pero mi personalidad no era de andar a
balazos. En cambio, Manuel tenía una puntería increíble, a quince metros le pegaba
a una moneda de aluminio pequeña. Usaba una Luger 164. Le apuntaba por un breve
instante, disparaba y la moneda saltaba. Y era un hombre totalmente ajeno a la
milicia, no le interesaba para nada la milicia, la carrera militar. Pero tenía una puntería
increíble, porque no fumaba, no tomaba, no trasnochaba, un hombre correcto, un
santo laico.

La necesidad de medios en la comuna de Chicauma se hizo crítica, especialmente


cuando cambiamos de productores de leña a fabricantes de carbón, y comenzó a
verse el cerro medio pelado. Mayor fue mi crisis cuando la comunidad decidió vender
tierra de hoja de litre, abundante en la montaña. El humus, el compost natural que
cubre el suelo de todo bosque, que alimenta la vegetación, permite su renovación y,
más importante, retiene el agua lluvia y permite que se filtre en el cerro, allá arriba,
para bajar lentamente por aguadas y vertientes todo el verano. Vendimos tierras de
litre, para que el dueño del camión se enriqueciera y para que gente con mucho
dinero creara jardines y parques de lujo. Venta de leña, carbón y después tierra de
hoja de litre, una explotación para la venta que, vistos desde hoy, en realidad son
una barbaridad imperdonable desde el punto de vista de la ecología, porque si le
quitas la tierra de hoja a la montaña, después no vas a poder reforestarla, porque los
árboles no pueden desarrollar sus raíces en la roca, necesitan suelo.

No recuerdo exactamente la fecha, pero hay que decir que intenté conseguir
financiamiento o ayuda en forma legal. Fui a visitar gente que había conocido en el
PDC, y que ahora estaban convertidos en funcionarios del gobierno. Pero no obtuve
nada, sólo franquear dos secretarias, de esas expertas en decir ‘voy a ver si está’.
La posibilidad de ayuda incluyó la visita a un cura italiano, director de un hogar de
niños de Lampa, que me negó un proyector de cine (había conseguido una película
sobre el kibutz, pero no tenía la maquinaria para exhibirlo). Continúo y pido mayor
colaboración del INDAP, el que aportó un par de sacos de almendras amargas, a fin
de hacer patrones injertables (debo decir que eso de preparar árboles frutales
resistentes a la sequía no fue aprobado en asamblea, sino en acuerdo con mi
almohada y tal vez con Carmelo). Con el material que nos entregaron, preparamos
un vivero de árboles frutales y forestales para poblar los cerros.

164 Parabellun-Pistole Modell 1908, 9 mm, conocida corno Luger.

273
También probamos otras ayudas. Tenía unos parientes ubicados en cargos altos del
Ministerio de Obras Públicas, por lo que el papá de los primos de un primo ofreció
colaborar haciendo un pozo profundo, un pozo de 120 metros de profundidad. Para
hacer el pozo, era necesario contar con una máquina inmensa que costaba varios
millones de pesos, pero el papá del primo lejano podía cargar su costo en el ítem de
investigaciones del Ministerio, según investigación de napas subterráneas, para
averiguar la cantidad de agua y abandonarlo después; por lo que podría quedar para
nosotros y así usarlo a la pinta nuestra, o sea, le colocábamos una bomba de agua
y tendríamos agua en el fundo. Luego, desde INDAP nos informaron que estaba listo
un plan de siembra del plano (120 ha), con una variedad de trigo de rulo recién
lograda, que haríamos según un modo de cultivo nuevo, indicado para suelos pobres.

También estuve cerca de involucrar en Chicauma a gente que era completamente


ajena a la política. Un día partí a ver a un funcionario del ejército que manejaba el
Regimiento del Trabajo (el ejército tenía un Departamento que se encargaba de
capacitar conscriptos en manejo de tractores y arado de tierra, se llamaba ‘Servicio
Militar del Trabajo’), y le pedí que por favor me araran la tierra porque necesitábamos
sembrar trigo. El milico estuvo revisando su libro de planificación, pero ya tenía todo
el tiempo comprometido. Era un coronel de ejército (es decir: estuve a punto de meter
a un coronel en el proyecto de la VOP).

Desde INDAP nos señalaron la disponibilidad de la semilla de trigo para las 120 ha,
pero se las arreglaron para que no pudiéramos sembrar, no facilitándonos tractor ni
bueyes para arar la tierra. Ya estábamos en mayo y había caído la primera lluvia, en
el momento justo para arar, especialmente cuando se trataba de suelos que habían
estado años sin cultivos, tierra dura, erosionada y compactada, en la que no se puede
sembrar a mano. Pero no fue posible conseguir dinero para hacerlo, para adquirir un
tractor Fergusson, cuyo valor ascendía a E° 53.000. ¿Qué había pasado?, ¿boicot o
burocracia? En el INDAP y la CORA, los funcionarios mayoritariamente eran DC o ex
DC y sus superiores eran militantes de la UP. Obviamente allí hubo un bloqueo por
parte de todos estos partidos políticos, para obligar al fracaso de Chicauma. Al no
sembrar la tierra, no tendríamos cultivo, no tendríamos semillas, no tendríamos éxito,
sólo nos esperaba el fracaso económico. De eso no tengo duda.

A esa altura, la necesidad de dinero se acentuó de forma extrema. El criadero de


árboles necesitaba de forma urgente una motobomba, para elevar agua del estero
hasta el vivero. En este momento, rechazo la sugerencia del Interventor de pedir
dinero a alguna embajada.

274
Faltaban recursos en la Comuna Chicauma. Pero, por un asunto de moral
revolucionaria, no podía exigirles a los compañeros dinero proveniente de expropias
si no me involucraba en los operativos.

Un día me van a buscar para operar y no dudo en hacerlo. Participar en


expropiaciones nos permitiría avanzar. Nada de raro tiene entonces que haya viajado
para Santiago el día y hora que me informaron. Sería el 24 de abril de 1971, en la
Confitería Don Raúl, ubicada en calle Salvador Sanfuentes n.º 2972, de Santiago.

―Te toca operar. A las 6:00 frente al Teatro Metro.

Ese día me levanté, me bañé y me puse ropa lo más decente posible. A las seis, ya
frente al Teatro Metro, paró un automóvil Peugeot de color rojo, me subí, hubo
saludos y después unas pocas indicaciones:

―Esto es una bomba, aquí tienes un encendedor, un revólver y un puñado de balas.

La bomba venía en un tarro de Nescafé de 200 gr, con mecha, empaquetada con
papel de diario medio arrugado, sin amarras. (Hasta hoy, es un misterio cómo fue
que puse la bomba en el mesón de una Fuente de Soda de calle Alameda, pedí un
café, y en eso llegó al lado mío un carabinero. Creo que, si no hubiese sido riguroso
con la pinta, el vecino me pide que abra el paquetito y me voy preso antes de tiempo).
El caso es que luego llegamos a la Confitería Don Raúl, unos entraron y bajaron la
cortina. Ni el Negro Jorge, ni Gato, ni yo, que quedamos en la vereda, pudimos evitar
lo que ocurrió dentro del local asaltado. Escuché disparos, los compañeros salieron
y todos nos fuimos, yo hacia el fundo en la última micro a Lampa y sin dinero ni para
movilizarme (los tiras y GAP se podrían haber ahorrado el trabajo de molerme y
electrocutarme -hay que dar vueltas a la manija de un magneto- preguntándome
donde nos habíamos repartido el dinero después del asalto. No pueden entender que
haya gente que cometa asaltos, con todos sus riesgos, para financiar quijoterías).
Un panfleto que quedó botado nos identificaba. ¿Para qué?, si el gobierno estaba
informado, y por supuesto su policía; aunque eso lo sabría después.

Al día siguiente me enteré por los diarios del detalle de lo ocurrido. Y en la cárcel del
error cometido, por boca de los propios obreros y empleados del comerciante que
resultó muerto; de acuerdo a ellos, no era un bellaco traficante de dólares y drogas,
sino una buena persona. Había sucedido que los empleados de Don Raúl empezaron
a robar y la viuda los metió presos; así que nos encontramos dentro de la cárcel y
ellos nos contaron. Pero antes de conocemos tenían miedo de que los vopistas los
fuéramos a matar; entonces fuimos a conversar con ellos y al final nos invitaron a
almorzar. Nos contaron que Don Raúl era una persona excelente, que lo querían

275
mucho, que había sido muy generoso: todos los obreros tenían una semana de
vacaciones con la esposa e hijos en una propiedad que él había comprado para sus
obreros en Algarrobo, y que cuando se casaba uno de los jóvenes le regalaba una
casa amoblada; y eso no lo hace ningún patrón. Además, nos contaron que Don Raúl
había nacido pobre, que cuando niño chico andaba sin zapatos. Y resultaba que a
ese hombre habíamos asaltado. Un error. Habiendo tanto ricachón sinvergüenza y
asesino. Si hubiese sabido que iba a quedar Don Raúl muerto, si hubiese sabido
antes quién era Don Raúl, no hubiese participado, por ningún motivo, y lo más
probable es que me las arreglaba para que no lo matasen, sin delatar obviamente:
No sé cómo lo habría hecho, pero lo habría hecho; creo que sólo conversando con
Manuel.

No sé cómo se eligió el objetivo, aunque creo que alguien intervino en forma negativa
para nosotros. Como después supe, había una decisión política de los partidos de
izquierda de liquidar a la VOP. Estoy seguro de que una persona le fijó a Ronald la
idea de que Don Raúl era un traficante de drogas, que estaba intoxicando y
corrompiendo sexualmente a los niños del barrio, y que era un tipo que hacía tráfico
de dólares, por lo que merecía que le expropiaran. Como algunos arrancaban de
Chile porque pensaban que venía el comunismo, se había vuelto un buen negocio el
comprar y vender dólares, y eso justificaba totalmente el expropiarlos; como ya
habíamos visto con el asalto a Sultana Benmayor 165, una gringa traficante de dinero
y joyas que vino a Chile a hacer negociado, que tenía cerros de dólares, joyas de
platino y brillantes, recursos que se decidió enviar a la guerrilla del Che Guevara que
intentaba sobrevivir en Bolivia. Pero, con el caso de Don Raúl, me parece que la
intención de liquidar a la VOP fue por la vía de forzar una descomposición interna y
que nos afectaran los juicios negativos de la gente y de los simpatizantes, y una
forma de liquidarla era que hiciésemos asaltos criminales, inexplicables e
injustificables.

En esa época tenía una moral medio pragmática, o más bien eso de que ‘el fin
justifica los medios’, pero siempre que no hubiese muertos. Creía, y creo, que no se
puede construir un mundo nuevo sobre cadáveres, como tampoco se puede resolver
una situación de crisis con torturas, fusilamientos y desaparecidos. Pensaba que, en
el momento en que vivíamos, se trataba de hacer la revolución y especialmente evitar
una posible guerra civil. Logrado el cambio, habría que dedicarse a ver a quién, o a
quiénes, correspondería devolver su dinero. Es obvio que no todos los capitalistas
son ladrones y, como está demostrado, hay ‘revolucionarios’ que sí lo son.

165 Asalto ocurrido el 15 de febrero de 1971.

276
La muerte de Pérez Zujovic me la mencionó Manuel antes de realizarla. Me preguntó
directamente qué opinaba de ajusticiar a Pérez Zujovic, y recuerdo que le dije:

―Mira, Pérez Zujovic es un hombre de derecha, es lejos el democristiano más


fascista de todos los que existen.

Porque había unos democristianos que eran honestos: Velasco 166, Gumucio167,
Leighton168, caballeros correctísimos, cristianos que van a misa todos los domingos,
incluso algunos de ellos iban a diario, gente absolutamente católica, beatos, que
creen en el pecado y en el infierno. En cambio, Pérez Zujovic era un asesino de
mierda, el democristiano más peligroso que existía en ese momento, aún peor que
otros seres desagradables, como Carmona 169 y Thayer170, ambos pinochetistas
después. Edmundo Pérez era un democristiano ambicioso que se hizo millonario
pavimentando la carretera panamericana norte–sur, porque su amigo íntimo era el
presidente de la República, Eduardo Frei Montalva (1964-1970), y curiosamente a él
le concedían la ejecución de las obras. Pérez Zujovic era un típico hijo de yugoslavo,
que ha llegado a Chile y se han dedicado a acumular dinero, como hoy hacen los
Luksic171. No les interesa un ajo el país y menos les interesa la clase trabajadora
chilena. Que nadie me venga a convencer de eso de los ‘millonarios chilenos’. Es
cosa de ver el diario El Mercurio, ahí están todos los millonarios, y son alemanes o
italianos o yugoslavos o judíos. Acumulan miles de millones de millones de pesos y
siguen acumulando. Instalan sucursales en el extranjero, meten capitales en el Perú,

166 Jaime Castillo Velasco (1914-2003). Abogado, cofundador de la Falange Nacional (1935), y del PDC
(1957), del que fue su presidente y vicepresidente (1966-1986). Exiliado a Venezuela por la dictadura
militar, fundó la Comisión Chilena de DDHH de la ONU (1978) y la presidió entre 1981 y 1983. En 1990
integró la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, y en 2000 participó de la Mesa de Diálogo.
167 Rafael Agustín Gumucio (1909-1996). Abogado; vicepresidente (1954-1957) y presidente (1957-1958)
de la de la Falange Nacional. Presidió el PDC (1968), del que renunció (1969) para inscribirse en el MAPU.
En 1971 dejó el MAPU y se afilió al Movimiento de Izquierda Cristiana (IC). Exiliado por la dictadura militar,
regresó a Chile en 1983.
168 Bernardo Leighton (1909-1995). Abogado. Cofundador de la Falange Nacional, ministro del Interior en
el gobierno de Eduardo Frei. Diputado por Santiago (1969-1973). Exiliado por la dictadura militar. El 5 de
octubre de 1975, él y su esposa Anita Fresno sobrevivieron a un atentado en Roma, ordenado por la DINA.
169 Juan de Dios Carmona Peralta (1916-2009), senador PDC (1969-1973). En el gobierno de Eduardo
Frei, encabezó los ministerios de Defensa, Economía, Interior, y Educación subrogante. El 21 de octubre
de 1972 es aceptada su moción de Ley n.º 17.798 sobre Seguridad Interior del Estado, y Ley n.º 12.927
que modificó el control de armas. Expulsado del PDC en 1973 por colaborar con la dictadura, integró el
Consejo de Estado (presidido por Pinochet), participó de la Comisión Ortúzar (que creó la Constitución de
1980), en 1981 fue nombrado embajador de Chile en España, y luego militó en el partido de derecha
Renovación Nacional (RN).
170 William Thayer Arteaga (1918-2018). Abogado. En 1973 fue expulsado de la DC por colaborar con la
dictadura militar. Integró el Consejo de Estado de la dictadura. En 1987 participó en la fundación del partido
de derecha RN. De 1990 a 1998 se desempeñó como ‘senador designado’, nombrado por Pinochet. Desde
1997, vicerrector y luego rector de la Universidad de Las Condes, además profesor de la Universidad Finis
Terrae, ambas en Chile.
171 Se refiere a la familia Luksic, un millonario consorcio empresarial chileno.

277
en Argentina, andan buscando dinero. Es una enfermedad, es un trastorno mental
eso de acumular, acumular y acumular indefinidamente el dinero y todo lo material.

En esa conversación que sostuve con Manuel, reconocí que Pérez Zujovic no se
encontraba en Santiago cuando ocurrió el asesinato de pobladores en Puerto
Montt172. No estaba en el edificio del Ministerio del Interior; desde ahí no dio la orden
por teléfono diciendo ‘mátenlos a todos’, no lo hizo, no estaba. Más que ese acto
asesino, que de todas formas era una orden que dependía del Ministerio que dirigía,
la gran culpa de él fue haber comprado a los pacos ametralladoras de fabricación
sueca, Karl Gustav, unas armas mortíferas, con unas balas gordas, que matan tal
vez a 20 personas en fila con solo una bala. Armas que no tenía por qué entregarlas
a carabineros. Carabineros era el típico defensor de los intereses del Chile agrario,
para perseguir bandidos por los cerros, y para eso usaban carabinas, que son un
poco más chicas que los fusiles, con un poder de fuego similar, de balas idénticas,
pero con el cañón más corto, armas tiro a tiro. Diferente a una ametralladora. La
ametralladora es para usar contra una población, contra avalanchas humanas que
se vienen encima. Frei compró armas absolutamente contrarrevolucionarias y se las
entregó a carabineros. Armas para matar rotos, porque él odiaba a los pobres
(recordemos que solo consiguió ingresar a la alta sociedad chilena casándose con
una señora de apellido Ruiz Tagle, así como Tomic se casó con una señora de
apellido Errázuriz; lo que es típico, extranjeros que quieren ingresar a la llamada ‘alta
sociedad chilena’ buscan mujeres de ahí; como los aristócratas chilenos que
perdieron la hacienda o el fundo y se casan con extranjeros estudiosos que les
prometen recuperar su status, su situación económica; o sea, en el fondo son
matrimonios por negociado). Y compraron ametralladoras para que carabineros de
Chile asesinara a trabajadores y proletarios. Eso era inaceptable. Hizo eso Frei y su
ministro del Interior, Edmundo Pérez Zujovic. Esa era culpa de ellos. Irónicamente
para el exministro, con una ráfaga de estas mismas metralletas fue que Manuel lo
ajustició adentro de su Mercedes Benz.

Es completamente cierto que Manuel estaba decidido a impedir el acuerdo entre la


Democracia Cristiana y el Partido Socialista. Esa era la salida que veía Allende,
quería conquistar a los democristianos. Pero los democristianos no eran tarados, son
gente bastante preparada, son abogados, son intelectuales, habrían tomado el
control del gobierno. Para entrar en acuerdo con Allende, le habrían exigido mandar
al carajo todo viso de izquierdismo. Y eso había que impedirlo, mandar al tarro de la
basura todas esas conversaciones de Allende y despertar a todos lo que queríamos

172 Se refiere a la Masacre de Pampa Irigoin, ocurrida el 9 de marzo de 1969.

278
cambiar todo. Porque Allende no era un revolucionario y su gobierno no iba a hacer
la revolución.

Manuel estaba completamente ajeno al miedo, no lo conocía ni de nombre. Aunque


le hubieran dicho que lo que hacía le significaría morir, estoy seguro que habría
respondido:

―Ah, mala pata. Debemos hacerlo.

Tras la operación no teníamos donde escondernos y no quisimos arrancar, en


realidad. Escuché decir que el gobierno nos quería echar del país. No sé con quién
hablaron directamente, ofreciéndonos pasaportes y dólares para todos los vopistas
para que nos fuéramos de Chile, toda la VOP para afuera. Pero sé que Manuel dijo
‘no, no nos vamos, no se va nadie’. Éramos gente honesta. Por mi parte, estaba
planteando un socialismo diferente y Manuel desarrollaba la posibilidad de
prepararse militarmente. Igualmente, se nos vino encima toda la clase política y toda
la izquierda allendista. Completamente toda. Nos acusaron de ser ‘traidores’, de ser
‘pagados por la CIA’, ‘unos locos’, ‘una mierda’. Inclusive hubo, y hay aún, gentes
que dijeron eso que ‘el fracaso de la Unidad Popular había sido culpa de la VOP’.
Nos culparon a nosotros. Se supone que el proyecto de Allende era muy correcto,
muy bueno, muy inteligente. Pero estos tales por cuales, enemigos de la clase
trabajadora, espero miren alguna vez el desastre que se mandaron. La VOP no era
financiada por ningún grupo o gobierno, ni extranjero ni nada. Es falso que
recibíamos dinero de otros lados, incluso de lo que la izquierda se preocupó de decir:
que recibíamos dineros de la CIA. Si hubiésemos sido gente de la CIA, no habríamos
tenido ninguna necesidad de andar haciendo asaltos, no habríamos hecho el asalto
a la Confitería Don Raúl, por ejemplo. Es una cuestión obvia. La VOP realizó varios
asaltos y si hubiésemos estado financiados por algún Estado, o por Japón o por
China o por Rusia, como se dijo, no hubiésemos tenido la necesidad de realizar
expropiaciones. Esa es una cuestión elemental. Tenemos compañeros muertos en
asaltos, el primer muerto de la VOP ocurrió en la expropiación de un vehículo. Por
mi parte, una vez anduve arrancando a las cuatro de la tarde con un auto quitado a
una doctora en Quilicura, un coche inglés muy raro, que tenía el vidrio posterior para
el otro lado, al contrario de todos los demás automóviles; la policía lo veía a un
kilómetro de distancia; ahí me tocó arrancar, atravesando esquinas con luces rojas,
con la posibilidad cierta de matarte haciéndolo o a manos de la policía si te descubre.
Un grupo financiado desde afuera se compra un auto legalmente, lo paga con su
dinero, lo anotan y lo inscriben, todo legal. No, la VOP andaba robando vehículos, a
riesgo de morir quienes lo hacían. Entonces, esas acusaciones totalmente
malintencionadas, no aceptan el más mínimo análisis. Todo el dinero que utilizaba el

279
grupo era producto de las operaciones de expropiación, así se mantenía la
organización. Incluso Manuel en una ocasión le mandó dinero a la guerrilla guevarista
en Bolivia, y yo creo que no llegó, porque en la izquierda es común que los dineros
que van de un lado para otro se pierdan en el camino.

6.4. La prisión política

El día del ajusticiamiento de Pérez Zujovic, el martes 8 de junio del ‘71, partí
temprano desde Chicauma para Santiago, a la casa en una población donde antes
había llegado, a ver que podíamos hacer, a conocer órdenes, a ver qué opinaban los
compañeros, pero no encontré a nadie. La casa estaba vacía, todos habían salido
disparados, dejando documentos nuestros a la vista. Intuía que la policía no tardaría
mucho en llegar hasta la casa, así me dediqué a quemar todos los papeles que nos
identificaban, lo que me tomó hasta como las dos de la tarde. Mientras p or todos
lados de la ciudad los pacos andaban buscando a los vopistas, estaba en esa casa
quemando documentos de la organización. Una vez terminada la limpieza, me fui
para el campo, a Chicauma. Subí a un microbús que iba para el norte de la ciudad,
en el camino atravesamos cordones de carabineros vestidos con ropa de combate,
blindaje antibalas y casco de guerra. Bajé del micro antes del pueblo de Lampa y me
fui caminando por el camino del estero, hasta llegar a la casa del primer campesino
del trayecto, el que me avisó que, por la zona, sin saberlo él, me buscaba la policía:

―Oiga compañero Alonso, anda un lote de gente buscando a un Alejandro Villarroel.


Ahí están.

En su casa me quedé por un par de días, dos días en los que no pude tener
comunicación con ningún compañero. Los noticieros radiales estaban censurados
por el gobierno, imperaba un toque de queda nocturno y los milicos mandaban en
toda la provincia. En la madrugada del viernes 11 de junio emprendí el camino hacía
el fundo Chicauma. Debía saber qué estaba pasando con todos los de la Comuna,
no podía salir arrancando (cuando te juntas con campesinos y estos aceptan las
cosas que les propones, si sucede algo complicado no puedes abandonarlos, tienes
que apechugar, tienes que presentarte, no puedes irte, correr). Llegué por el río, me
metí por atrás de la casa y los vi buscándome, eran aproximadamente 40, entre
funcionarios de Investigaciones y socialistas del GAP. Si antes Manuel me hubiera
pasado alguna de las ametralladoras que teníamos, en ese momento la busco y dejo
la embarrada, porque había 40 perseguidores parados en un peladero, con seguridad
los barría a todos (aunque me habría faltado ponerlos en fila, porque el cargador de
la Karl Gustav es para 36 balas y no alcanzaba a matarlos a todos, aunque lo habría

280
intentado). Pero no tenía arma alguna, así que finalmente me apresaron en el fundo,
a las siete de la mañana. Me subieron a un automóvil y me llevaron esposado a
Santiago, con dos socialistas del GAP armados con ametralladoras, uno a cada lado,
y a los dos los conocía: uno era mi amigo trotsko Hernán Renner Monasterio y el otro
su cuñado, de nombre Guillermo.

De Lampa me llevaron al Cuartel General de Investigaciones, en la avenida General


Mackenna173, a la calle de Los Suspiros, que mejor llamaría ‘calle de Los Alaridos’.
Llegamos como a las nueve de la mañana y ya había otros compañeros en los
calabozos. Adentro me golpearon hasta que se cansaron, y me pusieron corriente
eléctrica. No fueron 220v, eran como 2.000 voltios. Nos torturaron hasta como las
una o dos de la tarde, no me acuerdo muy bien. Estuve en el cuartel ese viernes, el
sábado, el domingo, y el lunes me pasaron para la cárcel. Tres días en el cuartel de
la policía. Esto nunca lo hemos denunciado, por no perjudicar más a la izquierda,
porque la derecha hubiese estado encantada de que nosotros contáramos los
detalles de la tortura, en qué consistía y quiénes nos la hacían. Los pacos y los ratis
toda la vida han torturado, eso no era novedad; la novedad era que te torturaran los
socialistas, miembros del Grupo de Amigos Personales del Presidente Allende , los
GAP. Y, con ellos, un amigo de antes, que se suponía era un convencido trotskista.

Cuando en los interrogatorios nos torturaban, la pregunta repetitiva era el lugar


donde estaba Manuel:

―¿Dónde está la Casa de Seguridad?, ¡conchetumadre!

―No tengo idea. No sé.

Realmente no sabía. Y me alegro de que no sabía, porque hay un límite hasta donde
puedes resistir, un punto que tu cuerpo no puede pasar y que ellos buscan con afán
y placer, después te destruyen y hablas hasta por los codos. Alguna gente ha logrado
resistir la tortura, pero a continuación se mueren y ahí dejan de torturarlos. Conocía
narraciones de lo que le hacían los nazis a los líderes obreros y comunistas en los
años 1938, 1940, y son cosas de horror, mujeres a las que les quitaron los senos con
cuchillos, sin anestesia; pero estar en el lugar del torturado es algo que antes no
conoces, que sobrepasa la imaginación. Cuando los socialistas nos torturaban, nos
decían:

―¡Tenemos orden del compañero Allende de matarte si es necesario,


conchetumadre...!

173 Avenida General Mackenna n.º 1314, comuna de Santiago. En la actualidad, el cuartel se mantiene en
funciones.

281
Estaban muy enojados. Estaban convencidos de que nosotros éramos unos
traidores. Y yo no me sentía ni me siento un traidor. Era completamente lógico que
yo, buberiano, interpretara el momento histórico que estábamos viviendo como el
advenimiento de la hora cero, la ‘hora plástica’ de Buber. Era lógico. Pero no era lo
que querían escuchar. El Director de la Policía de Investigaciones, el militante
socialista Coco Paredes, mandó que me llevaran a su oficina; quería saber quién era
yo. No lo conocía, nunca había estado con él. Me recibió y yo ahí lleno de moretones,
herido, destrozado por la tortura con corriente eléctrica, respondiendo lo más
decentemente que podía, porque me dolían hasta las muelas. Le conté quien era mi
padre, le conté del barrio en el que nací, le conté de mis andanzas como miembro
del Partido Democristiano, mi viaje a Lima, la pelea que di adentro del partido para
que adoptara una estructura celular, del fundo abandonado en Chicauma que
quisimos transformar en comuna. A medida que hablaba, él se iba hundiendo para
atrás en su cómodo sillón, se iba poniendo gris, verde y después me daba pena verlo,
estaba completamente hundido y no me dijo nada. En su oficina había también un
siquiatra y un médico psicólogo, dos especialistas que querían saber qué clase de
loco era yo. Cuando terminé de hablar, el psicólogo y el siquiatra fueron los que
hablaron y me dijeron:

―Pucha cabro, que pena haberte conocido en estas circunstancias, es tan


interesante lo que estabas haciendo.

Dijeron estar maravillados con la historia de Chicauma, todo eso le pareció fantástico
a ese par que estaba ahí. Pero todo eso ya lo sabía Coco Paredes, por supuesto, a
él llegaban los informes de miristas, Elenos, socialistas, los GAP y comunistas. Creo
que por eso no habló, porque al final el loco era él. Y mientras, en el Cuartel, los
golpes y las torturas continuaban. En las torturas, también querían saber del dinero
que la VOP había obtenido en las expropiaciones. La policía no podía entender que,
estando metido en un asalto, no recibí ni siquiera diez pesos, y me tuve que ir a las
12 de la noche en el último bus a Lampa, pagando de mi bolsillo el pasaje.

―No conchetumadre, en que restorán se metieron a repartir la plata.

Y activaban los corrientazos. Me destrozaban. No podían entender cómo es posible


que haya hombres que van a un asalto, corren el riesgo de que los maten y después
no reciben ni un cinco. No les alcanza para comprender, no, se les quiebran los
esquemas mentales.

Querían saber del Chico Víctor, al que la policía tildaba de ser el tesorero de la VOP.
Estaban convencidos de que andaba con cientos de millones, decían que andaba
huyendo con, tal vez, entre 300 y 600 millones de pesos. El gobierno lo andaba

282
buscando por todos lados y, me enteré luego, lo tenía escondido la señora Laura,
Laura Garrido, la mamá de mi cuñada, una mujer de temer, y después le ayudó
Roberto. Pero, al tiempo, nunca supimos que fue de él, dónde estaba metido, aunque
parece que fue a parar a Rumania, no lo sé, lo más probable es que lo mataran. Me
gustaría volver a verlo. El Chico Víctor era un gallo extraordinario, fantástico, que
estuvo seis meses en la Comuna de Chicauma. Él me acompañaba cuando
radicalizamos la toma de derecha en la que participó el Guatón Alex. Conversamos
mucho, era inteligente, peligroso y decidido. A él le anuncié lo que iba a ocurrir con
el socialismo. Los dos lo sabíamos. Y al gobierno se le escapó, no lo pillaron nunca.

Al tiempo, con todo el dinero que se decía tenían los vopistas, incluso los pacos de
la cárcel nos hacían toda clase de proposiciones:

―Porque ustedes tienen mucha plata, podemos llegar a unos acuerdos.

Los pacos ofrecían ponernos de acuerdo en algo, una fuga con seguridad absoluta,
a cambio de que les pasáramos unos 20 o 30 millones. Pero con ellos no puede
haber trato, no lo hay y no lo hubo.

Por suerte, después de torturarme hasta que se cansaron, se convencieron de que


no sabía nada. Pero alguien dio el dato de la ubicación de la casa de seguridad donde
estaba Manuel con el Hippie y el Viejo, y para allá fueron a asesinarlos. Cuando
sucedió, los tiras me dijeron:

―Oye, matamos a tu jefe, gueón. Se murieron tus amigos, poh' gueón. Oye poh'
cabro, se murió tu compañero.

De los detalles me enteré ya estando en la cárcel, cuando llegaron los compañeros


que estuvieron en la balacera 174. La casa de seguridad quedaba en la comuna de
Independencia, en calle Coronel Alvarado. Allá llegaron, en la madrugada del
domingo 13 de junio, tanquetas, dos helicópteros, tropas de pacos, Investigaciones,
el GAP (supongo que además un lote de socialistas), el MIR, el ELN, y el Regimiento
Buin con Pinochet a la cabeza coordinando el ataque. Todo el mundo contra los
vopistas, meta bala contra la VOP. Primero salieron de la casa la compañera de
Ronald, una hermana de Ronald, otra mujer más y otro que se entregó junto con las
mujeres. Después empezó la balacera. Por la mañana, como a las ocho, un milico
del ejército mató a Ronald con una bala de esas ametralladoras punto 30, unas
máquinas con trípode que pesan como 40 kilos, desde adentro de la casa tiró un

174 Esta versión de los hechos sucedidos en la casa de calle Coronel Alvarado es la única que difiere de
las versiones de prensa expuestas en el capítulo cinco del presente estudio: “Crónicas de acción directa
vopista”.

283
balazo para arriba que atravesó 2 techos, le entró por la pierna, la rompió por dentro,
la bala salió, entró de nuevo y le voló la tapa de los sesos. 23 años tenía Ronald
cuando fue asesinado. Su hermano Arturo, se despidió de todos los compañeros, le
dio un beso a cada uno y se pegó un balazo en la cabeza, eso lo sé porque me lo
contaron los que estaban con él y lo vieron suicidarse. Ahí fueron muertos dos
hombres jóvenes que estaban convencidos de sus ideas. Eso es notable. Es raro
que un hombre joven entregue su vida. Después me enteré de que fueron enterrados
junto a su padre, los tres juntos, a la entradita del Cementerio General, en un nicho
de restos.

Los vopistas no mataron a nadie en ese ataque que les hicieron, porque Ronald no
quería que hubiese muertes. Ronald tenía una puntería increíble y una frialdad
impresionante. No estaba nervioso ni asustado en ese momento. Si hubiera querido
matar al jefe, le pega un balazo en la frente, pero no quiso matar a nadie, por lo que
los vopistas solo tiraban balazos al aire. Después intentaron hacer creer que los
vopistas eran criminales desalmados y que los militares no los habían matado. Pero
fueron balas militares las que mataron a Ronald, aunque digan que no. Eso lo hacen
para no demostrar que la policía y la izquierda allendista fueron incapaces de matarlo
y tuvieron que llamar a los milicos para que vinieran a dar con ellos. Ronald no quiso
matar a nadie, y eso lo sé porque el Guatón Matasanos175 personalmente me contó
que él estaba arriba de una muralla en una casa del vecindario, no en la casa de
seguridad, sino en la casa de al lado y le estaba apuntando a la cabeza a un paco, a
dos metros de distancia, y Ronald le dijo ‘no, no, no, no’. El Guatón podría haber
muerto al paco, que estaba escondido detrás de un poste de la luz, convencido de
que en la otra casa estaban los revolucionarios, no dándose cuenta de que estaban
encima de él, por detrás, que se habían movido por los techos para las casas vecinas.
Y Ronald no quiso que matara al paco, no era el ánimo de Ronald seguir haciendo
muertes, no tenía sentido.

La casa de seguridad esa, habría que llamarla ‘casa de inseguridad’, era una
ratonera. La rodeaban por la manzana con vehículos militares, tanquetas de
carabineros y estabas acabado; te podían cortar la luz, el agua y a los cuatro o cinco
días salen todos mal. Sin comida puedes estar 10, 12, 15 días, pero sin agua a los
tres días estás muerto. No los mataron a todos porque no quisieron y los vopistas no
mataron a nadie porque Ronald no tenía ese proyecto. Los vopistas estaban
escondidos pensando que nadie sabía que estaban ahí; y estoy seguro de que el que
salió antes de la balacera junto con las mujeres, fue el que informó a la policía 176.

175 Nombre de guerra de Carlos Rojas Bustamante.


176 Alude a Luís Oscar Pérez Azócar (más información en nota al pie n.º 112).

284
La experiencia de la Comuna Utópica de Chicauma duró hasta junio de 1971, cuando
muere Pérez Zujovic y todos los vopistas nos vamos para la cárcel y otros para el
cementerio.

Mientras la prensa y la izquierda trataba a los vopistas como lo peor del mundo, y
éramos buscados, detenidos y torturados (además de asesinados), en los fundos de
alrededor de Chicauma quedaban todos desconcertados. Los campesinos que
pertenecían a la directiva de la comunidad, gente pobrísima realmente proletaria,
fueron acusados de ser cómplices de la VOP, ‘contrarrevolucionarios’, por
consiguiente, los echaron para la calle, con camas y petacas. Las 1.800 ha del fundo
las convirtieron en parcelas y se las entregaron a gente de la ciudad que estaba
cesante y a gente del PS, toda gente de la UP en el fondo. Desgraciadamente,
también borraron el cementerio mapuche pasándole maquinaria por encima.
Quisieron acabar con todo.

El INDAP quemó todos los documentos que evidenciaban alguna relación con
nosotros. El pozo profundo que se construiría, no alcanzó a iniciar las obras
(recuerdo que cuando me llevaban detenido para Santiago, el camión inmenso iba
para Chicauma). Pero esas cosas nunca las mencioné ni en el juzgado, porque
implicaba a funcionarios altos, directores del departamento de hidráulica del
ministerio que querían colaborar. En esas circunstancias, no se puede decir ‘mira,
me estaba ayudando no sé cuánto’, hay que ser leal con la gente que te trata de
ayudar, no los puedes involucrar.

El gobierno optó por ocultar la experiencia de la comunidad utópica. Nunca se dijo


qué fue Chicauma, cuál era la intención. Por esto es importante destacar que siempre
se dijo la verdad respecto al proyecto de Comuna y acerca de quiénes habían
colaborado para iniciar los trabajos. Nadie que tuvo algo que ver con Chicauma fue
engañado. Era un trabajo abierto, destinado precisamente a ser mostrado. Pero el
gobierno de la UP prefirió ocultar todo. Ese fue Allende.

El lunes 14 de junio me trasladaron a la Cárcel Pública de Santiago, un edificio


grande ubicado frente al Cuartel Central de la Policía de Investigaciones. Me iniciaron
proceso en el Sexto Juzgado del Crimen de Santiago, acusado de autor en el asalto
con homicidio en la persona de Raúl Méndez y encubridor del asalto a doña Sultana
Benmayor. En el tribunal, el Juez no te ponía corriente, en esa época por lo menos,
pero te incomunicaba.

En la cárcel, cuando estás incomunicado es jodido, porque te quitan los cordones de


los zapatos, te quitan el cinturón, te quitan el pañuelo y te meten en una pieza pelada,
donde hay un catre de fierro con una colchoneta tan delgada que es imposible dormir,

285
te duele la espalda en forma terrible. También hay una bacinica y un tiestesito de
aluminio donde ponen el desayuno, el almuerzo, el agua, todo. No tienes nada más,
no tienes papel confort, no tienes ninguna posibilidad de lavarte las manos ni nada,
además que el baño era una asquerosidad. Era junio, época en que hace un frío del
demonio, sumado a que había nevado en Santiago por esos días y los días después
de una nieve son terribles. Pero era desesperante la mugre, te pasaban frazadas que
poco menos que se paraban solas, tiesas como cartón, porque los ladrones
torturados segregan hormonas y la hormona se pega en los trapos, entonces la ropa
de la cárcel tiene olor a miedo, mezclado con orina, porque a la gente en la tortura
se sale el cuerpo, se orina y defeca, entonces es una mezcla de hormonas, con orina,
fecas y otras mugres. Es horrible. En esas condiciones, hay que tener mucha fuerza
interior para resistir. Afortunadamente, la suegra de mi hermano, la señora Laura, me
mandó ropa, un slip y una camiseta, y me pude cambiar. Además, cuando tienes que
interactuar con el paco, te está esperando, te obliga a andar al trote, a la carrerita, y
repite:

―Ya poh', ya poh', no se demore.

Y parece que se les olvidó que estaba incomunicado, hasta que cumplí 18 días
encerrado ahí, solo.

Estaba en esta sección de la cárcel cuando sentí un bombazo de horrores y después


otro, dos bombazos de horror que movieron todo, como un terremoto. El edificio de
la cárcel, que era un monstruo de murallones gruesos, se remeció por completo por
la fuerza del estruendo. En ese momento, yo no sabía que había sucedido. Era
miércoles 16 de junio de 1971. Después me enteré por la radio, que abajo había
zapateros que tenían la radio puesta y por ellos escuchaba las noticias, y ahí supe
que había sido un compañero mío el de la bomba. Una sola persona, dos
explosiones, pero de horror.

Era Heriberto Salazar Bello, mi compañero. Él participaba con nosotros, en todo en


el grupo. Habíamos estado juntos en lo de Don Raúl, había estado en mi casa un
montón de veces cuando nos reuníamos los vopistas. Había participado en la muerte
de Pérez Zujovic, junto al Hippie y Manuel. De eso no tengo dudas. Los tres gallos
más extraordinarios que había en la VOP.

Era un hombre bajito, canoso, le decíamos el Viejo, era el mayor de todos, yo tenía
37 años, él cincuenta y tantos. Era simpático, sonriente, agradable, una excelente
persona, al que jamás vi asustado. El Viejo era anarquista, y era excarabinero, que
se hizo anarquista, anarco. Notable. E hizo un gesto tremendo. El gesto más
característico de los vopistas.

286
El Viejo llevaba un montón de explosivos en su cuerpo, no sé si TNT o dinamita,
cuando se detonó. Después de la explosión, solo encontraron las piernas, lo demás
desapareció, se convirtió en partículas, se deshizo. Llegaron los bomberos a lavar el
cadáver de las paredes del Cuartel, ahí fue manguereado el cadáver de mi
compañero.

Es la primera vez que alguien asalta el Cuartel Central de la policía. Eso en Chile no
había ocurrido jamás. En otros lugares, como en Asia, donde hay atentados suicidas,
sucede con frecuencia, pero en Chile no, y no ha vuelto a suceder. Hay que tener
cojones para eso.

El Actuario del Sexto Juzgado del Crimen, después me dijo:

―Oiga, sus compañeros casi echan abajo este edificio. Venía llegando al tribunal
cuando me sorprendió el bombazo.

Me contó que la onda expansiva lo tomó, lo levantó y lo metió debajo de un auto. Ahí
fue a parar el Actuario. No quedó con heridas en la cara, pero el porrazo que se pegó
fue terrible, porque voló.

Harta gente fue detenida. Fuimos 19 la primera vez. Más adelante metieron a toda la
VOP para adentro, habíamos veintitantos vopistas. Pero también encarcelaron a
gente que nunca habían participado en asaltos, gente que no tenía que estar presa,
que después fueron saliendo, tras estar con nosotros un día, dos días. Después
quedamos 10 o 12 personas. Pero fue reinteresante el período que estuvimos presos,
porque los vopistas seguimos dando una pelea fenomenal dentro de la cárcel,
seguimos revolviendo el gallinero.

Al principio nos escapamos jabonados eso sí, porque si pasas solo a la cárcel los
otros presos te roban todo, y si eres joven y ligeramente buen mozo esa noche te
violan. Nos salvamos porque éramos un lote. Después de las incomunicaciones nos
metieron en la Galería de los Locos, donde corrías riesgo porque en cualquier
momento te podían dar una puñalada, y como son locos de verdad, no les sale ni por
curados.

Después de una tremenda lucha que dimos al interior nos cambiaron a la Galería
Dos, una galería un poco más decente. Pero rompieron las cañerías del water de
arriba, entonces cuando estabas tomando una ducha de repente te caían
excrementos encima, y eso lo hicieron adrede. Cuando reclamamos que estaban
cayendo excrementos en la ducha, nos dijeron:

―No, si para eso los tenemos aquí, para que se pudran ustedes.

287
Littré Quiroga nos dijo eso, el militante del PC y Director de Prisiones de Allende 177.
Así, imposible un trato más vejatorio, más antihumano y brutal; y torpe, además, con
eso lo que consiguen es que uno se ponga más duro, más furioso.

También nos encontramos con otros grupos políticos presos, los Faristas (Fuerzas
Armadas Revolucionarias, FAR), una parte de los Elenos (ELN) y después el grupo
de derecha Patria y Libertad 178. Estos últimos eran un grupo preocupante, porque
eran unos locos de mierda, que no se daban cuenta de que eran sirvientes de los
millonarios, que se creían el cuento de estar contra el comunismo porque afectaba
la libertad del hombre. Unos tipos enfermos, con cara de enfermos. Sus líderes eran
Pablo Rodríguez 179, Roberto Thieme 180 y otros, con la salvedad de que a algunos
nunca los pillaron en un operativo, porque mandaban a sus soldados a hacer las
embarradas, como matar gente y hacer puras tonteras. Los jefes se quedaban en la
casa, tomando café y viendo televisión. Con estos seres extraños estábamos en el
mismo patio, pero con ellos no tuve ninguna relación. En la Galería Dos, donde
estábamos todos los políticos, el gobierno envió a parte del grupo que mató a
Schneider181. Pero esos eran playboys, gente de ultraderecha, burgueses; había un
milico, el capitán Fernández; los demás eran todos civiles, Carlos Silva 182 se llamaba
uno; también un intelectual que escribía a máquina todos los días, horas de horas,
ese era el ideólogo del grupo. A estos ultraderechistas fanáticos y trastornados los
liberaron el mismo día del golpe militar de Pinochet.

Los Elenos estaban divididos. Me hice amigo de algunos, como González Calquin 183,
que era el jefe operativo, y empezamos a planificar una fuga. Queríamos arrancarnos
de la cárcel, pero como había gente allendista entremedio nos delataron. Lógico, los
allendistas no querían que ocurriera en la Cárcel de Santiago una fuga de presos de
izquierda, porque Allende quería aparecer frente al mundo como un líder que estaba
procesando una revolución, entonces no podía tener presos de izquierda. Así que la

177 Littré Quiroga Carvajal (1940-1973). Abogado, militante del PC y Director Nacional de Prisiones del
gobierno de Salvador Allende. Detenido el 11 de septiembre de 1973, fue encontrado muerto el 16 de ese
mes.
178 Grupo de ultraderecha, fundado en 1970. Se caracterizaron por realizar actos de violencia contra el
gobierno de Salvador Allende. Después del golpe de Estado, el movimiento se diluyó y varios de sus
miembros pasaron a integrar la DINA.
179 Pablo Rodríguez Grez (1937). Abogado. Defendió a Pinochet en los múltiples procesos judiciales
abiertos en su contra, tras regresar de su prisión en Londres y hasta su muerte en 2006.
180 Secretario General de Patria y Libertad. Tras el golpe se alejó de la política pública.
181 René Schneider Chereau (1913-1970). Comandante en Jefe del Ejército (1969-1970). Murió asesinado
por un comando derechista.
182 Carlos Silva Donoso, comerciante. Condenado corno autor de los disparos a Schneider.
183 Fernando González Calquin, miembro del GAP, militante del PS. Para el golpe de Estado contaba con
32 años de edad. En el mes de octubre de 1973 se perdió su rastro, por lo que “no ha sido posible a esta
Comisión formarse convicción sobre su calidad de víctima” (Informe de la Comisión Nacional de Verdad y
Reconciliación, Volumen I, 4-III-1991).

288
solución que encontró el gobierno fue la libertad para los Faristas y los Elenos, ellos
para afuera, y como los vopistas no eran políticos, para la población común. Y ahí
nos echaron para la galería de los ladrones. (Pero tampoco teníamos infraestructura
para hacer la fuga, no teníamos dónde escondernos al salir. Si te fugas de la cárcel
debes tener un lugar para llegar, necesitas dormir en algún lado y resolve r la forma
de financiar tu vida, hay que comer todos los días, estás obligado a tener un ingreso
económico. Entonces, sólo una organización grande puede esconder a su gente,
como hacen los de ETA, en Europa, o hicieron los Tupamaros, en Uruguay, durante
algún tiempo).

En diciembre de 1971 se nos reconoce la calidad de Presos Políticos al presentar el


gobierno una querella en contra nuestra, por intermedio del Intendente de Santiago,
Julio Stuardo184, por transgresión a la Ley de Seguridad Interior del Estado. En este
proceso soy condenado por esa ley a 800 días de prisión. Durante un largo período,
los implicados en este proceso permanecemos sin abogado defensor: nadie acepta
defendernos. El primero que lo hace cobra E° 2.000.000!. Con nosotros se comete
toda clase de irregularidades, como el que se nos procesa por un mismo delito en
dos tribunales distintos. El Fiscal Carlos Leyton me pide diez años y un día de
presidio por el asunto Don Raúl, y dos años y medio de prisión por el encubrimiento
del asunto Benmayor. Pero mantengo una posición intransigente de crítica a toda
forma de abuso, atropello y arbitrariedad. Termino sancionado en julio de 1973 a raíz
de una carta abierta que enviamos los integrantes de la Asociación Arellano Lobos
de la Cárcel Pública -de la cual soy secretario - a un ministro.

La experiencia de la cárcel tuvo aspectos interesantísimos, desde el punto de vista


de que podíamos y pudimos analizar todos los errores que habíamos tenido, todas
las embarradas que habíamos cometido.

Manuel era el líder natural de la VOP, y en nuestro trato llegamos a ser buenos
amigos. Él era un hombre realmente serio, idealista y consecuente, a la vez que muy
realista. Recuerdo que una vez nos dijo:

―Nosotros no vamos a hacer la revolución, pero vamos a colaborar.

Quería que en Chile hubiera una revolución, mandar a la mierda a todos los ricos, a
la policía y a los asesinos. Estaba dispuesto a morir por ello. Tenía claro que en su
búsqueda se moría, pero no le preocupaba.

184Julio Stuardo González (1933-2015). Militante del PR y posterior militante del PS. Fue Intendente de
Santiago bajo el gobierno de Salvador Allende. Integró el Comité Central Clandestino del PS de 1976 a
1981.

289
Hubo muchos temas que no alcancé a discutir con Manuel. Recuerdo que, en una
oportunidad, en Chicauma, conversamos acerca de la diferencia de pensamiento
entre la utopía buberiana y la visión marxista de la sociedad, una serie de cosas que
son claves y en ese momento no pude expresarme bien. Esa vez hablábamos dentro
de una carpa con 30 grados de temperatura y eran las 11 de la mañana, y así no
funciono, no pude. Pero, antes me di cuenta que Manuel, en un momento, quiso que
dirigiera la VOP; pero yo no tengo cojones para hacer eso, conduje autos robados y
escondí cosas, pero soy un imaginativo, no soy un operativo de andar a balazos y
dirigir un asalto. Y las operaciones eran importantes. Manuel quería dinero para
comprar más ametralladoras, organizar a los pobres, pasarles armas y echarle para
adelante. Tenía el convencimiento de que la forma en que la gente pobre lograría
cambiar algo era conseguir armas y usarlas, cambiarlo todo a balazos, que el único
camino que el pueblo tenía para poder algún día liberarse, salir de la situación en la
que estábamos metidos, era a balazos. No les ponía inconvenientes a los que
quisieran ingresar, bastaba que fuera pobre no más y quisiera combatir.

―Tome compañero, aquí tiene un ‘38.

El problema es que se hacía sin un trabajo previo de capacitación militar, de aprender


antes lo que es necesario. Porque no es llegar y andar con un revólver en el cuerpo
o en la cintura, tienes que saber manejarlo, tienes que saber limpiarlo y conocer
cuáles son las limitaciones que impone el asunto; si te para un paco en la noche,
¿qué vas a hacer?, tienes que tener claro todo eso. Esos fueron errores que se
cometieron, graves, gravísimos.

Frente a esto pensaba, y pienso, que es obvio que la gente rica jamás va a regal ar
sus bienes (aunque hay excepciones, gente rica que regala sus cosas, pero uno cada
diez mil), lo normal es que la gente lo único que quiera es aumentar su fortuna. Pero
ese no es el problema de fondo. Planteaba un socialismo diferente, con la visión
buberiana veía que el único camino posible era montar un modelo, un asentamiento
humano lo más inteligente y lo más agradable posible, y reproducirlo. Con respecto
a la guerra, tenía y tengo el convencimiento de que es muy difícil, y en determinadas
situaciones, imposible destruir a las Fuerzas Armadas en Chile. Son gente elegida,
con un armamento excelente, y formación aún medio prusiana. Lo que me parecía
es que, proponiendo cosas realmente inteligentes, y con una feroz dosis de moral (la
cojera mayor en Chile), uno podía volcar lo más sano e idealista de los uniformados
en apoyo de la revolución, y en el ejército obviamente había gente inteligente, no
todos eran asesinos y tarados.

El punto es que había más de una visión dentro de la VOP y nunca nos pusimos de
acuerdo. Cuando me di cuenta de eso ya estábamos en marzo o abril [de 1971] y

290
mandé un documento para Santiago, solicitando un Congreso con los campesinos
de Chicauma, un encuentro, una conversación, para que viéramos dónde estábamos,
cuál había sido la propuesta original, qué cosas habíamos hecho y hacia dónde nos
dirigíamos. Desgraciadamente, los demás integrantes de la VOP no mandaron ni
siquiera un papel diciéndome que no. Hubiera sido bueno que me mandaran un
documento opinando que estaba equivocado, que no era oportuno que en la
revolución se planteen esas cosas, o qué se yo.

En el trabajo poblacional que llevaba la VOP en Santiago, también se evidenciaba la


falta de una mayor claridad política, para el momento histórico en el que nos
encontrábamos. Recuerdo que en poblaciones creadas por tomas hechas por la VOP
con el MIR, como la 26 de Enero185, fui a dar una charla sobre Buber y a la gente le
dije que en vez de una casita chiquitita, que les iban a dar ahí en la toma, deberíamos
dejar la ciudad e irnos al campo a vivir en forma comunitaria. Después de oírme, la
gente se quedó confundida. Y claro, eran todas personas allegadas, y el allegado lo
único que siempre ha escuchado es eso de tener su casa propia, no existiendo en
su inmediatez lo del retomo a la naturaleza, abandonar la megaurbe y vivir en forma
comunitaria en vez de malvivir en una familia unicelular individualista. La gente no
está en condiciones de participar en una historia si llegas a proponerle participar de
una experiencia de asentamiento humano alternativo, porque lo que ellos quieren lo
antes posible es salir de la casa, porque el papá está cansado con los llantos de la
guagua y le molesta el yerno, no le gusta la suegra, en fin.

Otro ejemplo de la ausencia y necesidad de profundizar puntos de vista, se dio una


vez en la que, ya estando preso, surgió este diálogo con un paco:

―Oiga maestro, me dijeron que usted es de la VOP.

―Sí, bueno, en realidad nunca firmé un documento ingresando a la VOP. Pero fuimos
a tomar un fundo y después colaboré en unos operativos para tratar de conseguir
dinero. Se necesitaban dineros para el fundo.

―Y ustedes, ¿eran de izquierda o de derecha?

―¡¿Cómo me pregunta eso?!. ¡¿Cómo se le ocurre hacerme esa pregunta?!

185 “La toma que dio origen al Campamento 26 de Enero, se realizó el día 22 de enero de 1970, cuando
un grupo de 575 familias ocupó terrenos adyacentes a la población La Bandera, a la altura del paradero
28 de Gran Avenida. El día 25, Carabineros desalojó a los pobladores, pero estos se reagruparon, y al día
siguiente, no sin enfrentamiento con la policía, lograron tomar posesión nuevamente de los terrenos antes
ocupados” (MemoriaMir. Recuperado de: http://www.memoriamir.cl [con acceso el 02/03/2018]).

291
―Si pues. Porque ustedes mataban pacos, y los pacos somos proletarios. Si ustedes
hubieran muerto oficiales, entonces puede ser que sean de izquierda, pero mataban
pacos y los pacos son proletarios.

En ese momento me dejó pensando. No tuve ningún argumento que darle. Podía
haberle dicho que desde que alguien se convierte en policía, sea en el rango que
sea, su misión es asesinar gente y desde ahí puede ser considerado un enemigo del
pueblo y ya no un proletario. Pero quedé reflexionando.

Temas como estos nunca pudimos discutirlos dentro de la VOP, ni nunca hicimos un
Congreso respecto a cuál era la orientación correcta de la guerra urbana en l a que
estábamos metidos. Fue un tema grave, porque la diferencia de enfoques nos
condujo a la catástrofe. Si la VOP hubiera sido buberiana, nos conseguimos dinero
haciendo asaltos en Argentina o en Bolivia o en Perú, dineros que no implicaran daño
al trabajo que se estaba realizando. Eso es importante.

La VOP era un grupo que había andado a balazos desde que partió. Estaba
compartimentada, había tres columnas coordinadas por Manuel. Entonces, hubo
compañeros que vine a conocer recién en la cárcel, que afuera nunca los había
topado y cuando los conocí ahí recién comprendí muchas cosas. Otras, ya las sabía
de antes, como el que había elementos muy proletarios en la VOP y nuestros
proletarios eran terriblemente valientes, ferozmente agresivos y no soportaban
ninguna clase de estalinismo, ni de derecha ni de izquierda. Gente admirable, pese
a todos los defectos que pudieran tener. Igualmente, hay que decir que, aunque
predominaba en gran parte de los militantes VOP la visión cheguevarista, de crear
focos, muchos de ellos tampoco tenían ganas de hacer un entrenamiento militar
severo. En la charla sobre Cuba a la que había asistido cuando estudiaba en Bellas
Artes, dictada por Gregorio Berchenko en el taller de Juan Capra, me había quedado
claro la forma en que una revolución puede realizarse. Si hubiera adherido el
foquismo cheguevarista, a los demás vopistas les habría propuesto eso, que por lo
menos le copiáramos a Fidel las cosas que hizo, lo de imponer una moral interna de
rigidez de honor. Pero la VOP no imponía una moralidad rígida, incluso alguna vez
me quedé escandalizado de algunos compañeros, de jóvenes que estaban viviendo
en la revolución y a cuyas novias no les interesaba para nada ni la sociedad humana,
ni el futuro de la humanidad, ni las teorías políticas, ni los combates a balazos, nada.
Definitivamente, había gente que no tenía por qué estar metida en la VOP. Esa
excesiva bondad de Manuel no siempre era positiva, sino que a veces era negativa;
aceptar a medio mundo como combatiente, no puede ser, siempre se cuelan algunos
individuos mediocres que andan buscando la forma de vivir sin trabajar, cuenteros
de la revolución. Lo que trae consecuencias, pues esta forma de actuar provocó que,

292
aparte de los campesinos de Chicauma cercanos a partidos políticos a los que les
pasaban información de lo que hacíamos en el fundo, también estábamos infiltrados
por gente que militaba en partidos políticos de izquierda y le pasaba información al
gobierno, como por ejemplo pasaba con el Partido Socialista. No sé si Manuel se dio
cuenta de que nos estaban delatando, no lo sé. Pero la rigurosidad debió haberse
aplicado completamente. Por ejemplo, después de la muerte de Pérez Zujovic, la
policía y el gobierno supieron inmediatamente que había sido la VOP, pues
estábamos infiltrados absolutamente por la izquierda, incluso por vopistas que tenían
doble militancia. A lo mejor teníamos dos o tres, pero fueran el número que fuera,
eran gente de partidos y movimientos de izquierda, verticalistas, obedientes con sus
jefes.

El asunto es que todo terminó en una verdadera catástrofe para mis compañeros y
de paso para mi experiencia. Hay que tener absolutamente claro de que un grupo
como la VOP tiene, y siempre tendrá, como enemigos furibundos a la izquierda
(encarnada en el Partido Comunista) y a la derecha. Al PC no le gustaba, ni le gusta,
ninguna utopía donde ellos no tengan el control de la gente y lo que ella hace; si lo
que quería Allende y compañía era el poder, el poder total. La derecha, ellos no
gustan de absolutamente ninguna de las utopías habidas y por haber, no hay ningún
mundo hermoso que les llene el paladar a los millonarios, nada, nada les interesa.

Entre tantas conversaciones dentro de la cárcel, también supe de algunas historias,


que incluso son anecdóticas. Por ejemplo: unos compañeros están durante una
semana observando el movimiento de un Supermercado y descubren que todos los
días se van los obreros y los empleados a una hora ‘x’, y el último en cerrar las
puertas es un hombre con aspecto de ser el gerente o el jefe, llevando un paquete
envuelto en papel y amarrado con cordel. Entonces, los compañeros suponen que
en ese paquete estaba el dinero, la recaudación del día. Por lo que determinan
asaltarlo un día determinado. Llegado el momento, estaban tan pobres que tuvieron
que trasladarse caminando porque no tenían más dinero para pasajes que el
destinado a usar en el regreso: tomaron desde Manuel Montt caminando por la
Alameda y llegaron al local elegido. Cuando se van todos los obreros y queda el
fulano con el paquete, aparecen los compañeros con los revólveres, le quitan el
paquete y arrancan. Tras cerciorarse de que no son seguidos, hacen parar un
microbús, una liebre, se suben, pagan, se sientan y uno de los hombres coloca el
paquete expropiado sobre sus piernas. En eso están, cuando el hombre que lleva el
paquete empieza a sentir humedad en las piernas y le comenta a su socio vecino lo
extraño de la situación. Ambos se miran y se ven obligados a dejar el paquete en el
suelo, que suponían eran puros billetes, hasta arribar al paradero donde les
correspondía bajar. Cuando llegan a la casa, abren el paquete y miran... ¡eran puros

293
huevos!, el paquete que habían obtenido del asalto eran huevos. Hacer un asalto con
un lote de gente y resulta que el paquete eran huevos; el asalto más ridículo que se
podían imaginar. Pero esas cosas ocurrieron.

También, el que, otro día, este mismo personaje, con el Loco Miguel, que era otro
vopista, un enfermo en realidad, estaban en una población y se fueron a meter a
unos Juegos Diana186. Se pararon frente al juego de Tiro al Blanco, que disponía de
rifles menores y patos falsos como objetivos, para demostrar sus habilidades con las
armas. Esperaron por largo rato su turno, hasta que se desocupa un rifle y ven como
se lo pasan a otra persona, que acababa de llegar. Reclaman al dependiente, pero
este no les hace caso. Entonces el Loco se enoja, saca un revólver grandote que
portaba y dispara a los patos, destrozándolos a balazos. La gente de alrededor
desapareció y las balas también, quizás hasta donde llegaron.

Como organización, los vopistas tenemos diferencias y peleas entre nosotros. Por
ejemplo, cuando caímos presos reuní material de Buber y Luís Moreno lo quemó e
hizo desaparecer. Una estupidez, es como que yo me ponga a quemar la Bib lia, y
tengo hartas que quemar. No se puede demoler una idea o una religión quemando
libros, es un disparate, un absurdo. Curiosamente, cuando después nadie se
preocupaba por los vopistas, cuando nadie nos quería apoyar ni ningún sector de
izquierda nos reconocía como Presos Políticos, cuando ya estábamos en la cárcel
hacía varios años, año '75 o '76, entonces Luís Moreno tuvo que pedirle a la mamá
que fuera al diario La Nación a buscar el artículo sobre el kibutz, para probar que sí
éramos políticos. Lo que me daba mucha risa. Antes había quemado, estúpidamente,
mi articulito y después tuvo que encargarle a la mamá que se lo fuera a buscar. Que
ridículo.

En este clima, un par de meses antes del golpe de Estado, la VOP se divide. La
situación política fue evaluada en forma diferente y quedó claro que había dos
bandos, la VOP-UP y la VOP-Buberiana, o, dicho de otra forma, los vopistas pro-
Allende y los vopistas anti-Allende. Los partidarios de Allende decían que él nos iba
a salvar, que nos iba a sacar de la cárcel para combatir a la reacción (que ya
controlaba todo). Eso lo escuchaba y me daba ataque de risa. Allende no tenía
ninguna intención de combatir, así que no nos iba a sacar. Cuando nos habían
apresado, nos trataron de traidores, nos torturaron, a Manuel lo mataron, por lo que
era una ingenuidad pensar que Allende nos iba a sacar para combatir junto a sus
amigos.

186 Nombre de un clásico local de juegos mecánicos ubicado en la ciudad de Santiago. Por extensión, a
los juegos barriales suele llamárseles de esta forma.

294
―No hay ninguna intención del gobierno de pelear.

―No, si el compañero Allende nos va a sacar, para sumarnos a las fuerzas de la


revolución.

―No, eso no va a pasar, Allende no ha tenido nunca intención de pelear.

En consecuencia, nos peleamos ambos grupos. Luís Moreno, que era el teórico del
bando pro-allendista, y pegaba buenos golpes, me dio un combo que me dejó un ojo
en tinta. (Después nos hicimos amigos y seguimos como amigos; pero me acuerdo
de esas cosas y me da risa el combo que me pegó, una velocidad increíble, no lo vi
venir). Pero resultó que tenía la razón. Allende no tenía ninguna intención de pelar,
nunca. Empezó a tomarse fotos con ametralladoras, pero nada. Si hubiera tenido
determinación de combatir, para el golpe de Estado no se va a meter a La Moneda,
porque el edificio de gobierno es una trampa, no hay por donde escapar, es como la
casa de seguridad de calle Coronel Alvarado, una ratonera, te ponen un tanque en
cada esquina y capitulaste. Si de verdad tenía el propósito de enfrentar la violencia
de los milicos derechistas, tendría que haberse ido a los cerros o a una población, y
desde ahí levantar la pelear. Pero no tenía la más mínima intención.

Con la VOP peleada y dividida, los pacos (y el gobierno) nos separaron. Una mitad
fue enviada a la Penitenciaría, y la otra mitad a la población penal de la Cárcel
Pública. A los vopistas que llevaron para la Penitenciaría, que eran como seis o siete,
les hicieron simulacro de fusilamiento a raíz del golpe de Estado. Los cabros no
tenían prestigio como persona, eran de poca personalidad, poco respaldo, tipos
mediocres. En la cárcel, los pacos te reconocen por el espejo y eso que los pacos
que les hicieron el simulacro de fusilamiento no eran de la Penitenciaria, eran de
afuera. Los sacaron a las dos de la mañana, diciéndoles que no preguntaran ni
llevaran nada, que para donde iban no necesitarían nada, ni ropa ni herramientas.
Resultó que sólo los cambiaron de Galería y los metieron en celdas sin camas, sin
frazadas, sin colchón, cero. Pero el susto que se llevaron fue mayúsculo. A los que
nos quedamos en la Cárcel Pública, nos dijeron:

―Son puros ladrones ustedes, son delincuentes comunes, ¡para adentro!

Por lo que me quedé con los ladrones, claro. Nosotros éramos los anti-Allende, la
ultraizquierda de la VOP, cuatro compinches muy amigos: Guatón Matasanos, el
Negro Jorge, Chamelo y yo. Le dimos qué hacer a medio mundo adentro, jodido. De
ellos tal vez yo era el más teórico, a los otros no les interesaba la teoría, pero éramos
muy bandidos.

295
Chamelo, Matasanos y el Negro Jorge eran muy pobres, nacidos en poblaciones de
barrios bravos. Chamelo era un joven pelusita, pero el Negro Jorge y Matasanos eran
cosa seria, buenos para los combos, las patadas y los cuchillazos. Eran proletarios
de verdad. Entonces, éramos amigos de los prisioneros comunes, de los ladrones,
teníamos una excelente relación con los ladrones, un muy buen contacto con la
población penal común.

El Negro Jorge había nacido y crecido en el Zanjón de la Aguada, una zona de


campamentos en los que las casas son de un metro cincuenta de altura, hechas con
puros cartones, latas viejas y sacos. Había tenido una vida dura, en la qu e conoció
la fruta porque le quedaba cerca la comuna de Ñuñoa, adonde iba con sus amigos a
revisar los tarros de la basura y en los que aprendió que había frutas que se llamaban
pera, manzana, durazno y palta; porque la gente rica bota frutas por tener esta una
parte malita, y claro, los cabros botaban esa parte y se comían el resto.

El Negro Jorge era un hombre extraordinario. Las circunstancias en que se hizo


vopista son muy particulares, increíbles. Porque él era alguien ajeno a la política, era
el típico chileno que es obrero de la construcción y los días sábados se dedica a
conversar con los amigos después del partido de fútbol con unas cervecitas. Era tan
choro que toda la gente del barrio sabía que lo era. Cuando hubo una toma de
terrenos por ahí en San Ramón, los vecinos escucharon:

―Se tomaron las tierras ahí, más arriba hay una toma.

Entonces se dijeron:

―Oye, ¿por qué no hacemos una nosotros también?, porque quedó un pedazo de
suelo que está solo, está desocupado.

―Ya, vamos para allá.

Juntaron 15 personas, echaron las cosas arriba de un carretón de dos ruedas y


carretillas y partieron.

―¿Y cómo se hace una toma?.

―Necesitamos alguien que nos dirija.

―¿Quién puede dirigirnos?.

―Yo conozco un cabro aquí, uno bien choro.

Entonces fueron para la casa del Negro, en patota.

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―¡Oiga don Jorge, oiga!. Necesitamos que usted nos ayude. Mire, hay una tierra que
está botada ahí y necesitamos tomarla. ¿Por qué no nos dirige usted?

―Pero yo no sé nada de tomas.

―Es que necesitamos alguien que sea joven y que tenga personalidad para ir a hacer
la toma.

―Ya, bueno.

Y partieron para allá. Llegaron a la toma, hecha de carpas y ranchucos de latas y


una bandera chilena, y efectivamente había un triángulo de terreno desocupado. No
había nadie y se instalaron ahí. Entonces sale gente de la toma y les dice:

―¡Oiga!, ¿qué están haciendo ustedes ahí?.

―Venimos a sumarnos a la toma.

―¡No!, si esa es la plaza!.

La gente que había hecho la toma había dejado ese triángulo de terreno para hacer
una placita. Entonces, como esa toma la organizaba y dirigía el PC, a los que se
sumaron los vieron como saboteadores, o sea, la gente que venía a tomarse esa
placita era para provocar, eran agentes provocadores del enemigo, ‘que anda a saber
quién anda detrás de estos pelusones que vienen a tomarnos la plaza’.

Y está Jorge ahí cuando mandan a buscar a los pacos y estos llegan en gran cantidad
(algo así como los GOPE de ahora), una montonera de pacos. Y está Jorge ahí frente
a los pacos, y toda la gente recién llegada asustada.

Entonces el Cojo, que era el dirigente de esa toma, y que estaba echando garabatos
diciendo:

―Tales por cuales y ‘bla bla bla’.

Al Negro lo fichó corno el dirigente de los ‘enemigos del proletariado’, los enemigos
de la toma que había organizado el partido. No sé si le tomaron fotos, además, el
hecho es que para el PC quedó fichado como un ‘enemigo de la revolución’. Y el
Negro no sabía nada de política, no tenía idea qué era la revolución.

Entonces, cuando estaba el Negro ahí, enfrentando insultos y al lote de pacos que
se acercaban a golpearlos y echarlos, un hombre joven se acerca a su lado y le dice:

297
―Compañero, esto es una bomba. En ocho segundos revienta. Aquí tiene el
encendedor.

Era una bomba, ‘de tarro’ se llaman, con una mecha por arriba que se enciende y
luego se arroja todo el artefacto.

―Y tome esto.

Le pasa un revólver y le echa un lote de balas al bolsillo. Entonces, el Negro les grita
a todos los que estaban frente a él:

―Vengan pa' acá chuchasdesumadre…

Y los pacos hasta ahí no más llegaron.

Ese hombre joven que se acercó al Negro y le pasó las armas era Ronald Rivera.
Ronald Rivera le pasó a un obrero chileno una bomba y un revólver del 45, grande,
inmenso. El Negro no tenía idea cómo se manejaba un revólver, pero era cojonudo:

―Vengan ahora...

La bomba en una mano y el revólver en la otra.

Así se hizo vopista. Fantástico. Notable.

Cuando apresaron al Negro Jorge, casi lo mataron, lo torturaron en una forma


increíble, una tortura de horror, mucho peor de la que me hicieron a mí. Lo tuvieron
dos días de pie, esposado, totalmente desnudo, con las manos a través de una
puerta metálica, sin poder dormir, sin poder acurrucarse. Además, por esos días de
junio de 1971 nevó en Santiago, y en los subterráneos del Cuartel de la Policía de
Investigaciones lo tenían sin zapatos, sin camiseta, sin darle agua, ni comida, ni
nada. En esas condiciones, le aplicaron corriente eléctrica, lo golpearon, se orinó,
defecó, lo obligaron a limpiar la mesa con la lengua. A él lo torturó Carlos Toro, el
subdirector de Investigaciones y militante del PC. Esos fueron los comunistas,
convencidos de que el Negro era un agente de la CIA. Los ‘compañeros comunistas’.
Y se suponía que ellos eran parte importante de los ‘revolucionarios’ de Allende; esa
gente, sólo alimañas. Esto nadie lo sabe, el Negro no quiso contar su experiencia
como revolucionario para no perjudicar a la izquierda, y lo torturaron en forma brutal.
No me he topado nunca con un hombre tan extraordinario como el Negro Jorge, hasta
el día de hoy.

298
Recuerdo que cuando estábamos en la cárcel, agarró a garabatos a Urrutia Manzano
en su visita anual de cárceles, al presidente de la Corte Suprema, al tercer personaje
más importante de Chile. Esa vez le dijo:

―¡Viejo chuchesumadre!, que andai haciendo acá, ¡ándate pa' la cama viejo tal por
cual!

Los ladrones se desataban riéndose, pero los periodistas, oficiales de gendarmería


y un lote de jueces que andaban con él, les daba risa, pero no podían hacerlo. Y el
viejo Urrutia Manzano, que era un tipo flaco, negro, alto, no podía hablar, se le
trancaba la lengua, mientras los pacos tironeaban al Negro. Lo tironeaban y el Negro
enredó los pies en el estrado donde estaba el gran Juez, y para no caer se agarró
del estrado, entonces pasó que con tanto paco tirando se cayó el estrado, se cayó
todo. Notable el Negro, más choro que el Guatón Matasanos.

Estuvo sólo un par de años en la cárcel, después salió libre por milagro. Un día
cualquiera, le dijeron en la mañana:

―¿Por qué no presentas una solicitud de Libertad Bajo Fianza?

―Pero voy a perder tiempo.

―Hazlo, total, si te dicen que no, no nomás.

Así que fue a la oficina de los que les decíamos ‘cuicos’ (en esa época, esa palabra
no significaba ‘aristócrata o ‘adinerado’, como hoy, sino que era el estudiante de
leyes que está haciendo la práctica en el servicio gratuito de abogados). Allí, le tocó
un ‘cuico’ inteligente, que presentó la solicitud y se la concedieron, por lo que quedó
en libertad. Así que, a Jorge, el golpe de Estado del ’73 lo pilló en libertad.

Para el golpe, la población donde vivía el Negro la cerraron con camiones del ejército,
de los que se bajaron un sinnúmero de soldados con ametralladora y casco de
guerra, para ir casa por casa revisando. A todos los pobladores que tenían cortes en
el cuerpo, tajos, los fusilaron. Como eran cabros ladrones, nadie reclamó, son
desaparecidos que no existen, que quedaron botados ahí en la plaza y luego la gente
se los llevaban para sus casas para después enterrarlos. Estando los milicos en la
casa del Negro, se acercó una vieja de mierda que lo odiaba y decía en voz alta,
indicándolo:

―¡Ese es comunista, ése es comunista!

Por suerte, como era tan choro, vio que entre todos los que andaban con ropa de
combate había uno que era capitán, y le dijo:

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―Oiga, esa señora que está ahí, me indicó como que yo fuera comunista y yo no soy
comunista.

―Ah ya, pásate pa' acá'!

Y se salvó jabonado, porque lo iban a fusilar. Además, era cierto, realmente el Negro
no fue en su vida comunista. Tras salvarse de la muerte, anduvo escondido por
Santiago, lo ayudaron los curas, lo ayudaron las monjas (incluso se comentó que
tuvo relaciones con una monja, cosa que no me extrañaría en absoluto, a lo mejor
es cierto, no tengo idea).

El 11 de septiembre de 1973 me sorprende preso en la Cárcel Pública, si estoy afuera


me fusilan. Irónicamente me salvé por ese motivo. Antes pensaba que cuando los
milicos supieran que era buberiano no me iban a matar, pero no. Los milicos no saben
quién es Buber, no lo han oído nombrar jamás. Ningún oficial de ejército es capaz de
entender qué diferencia hay entre un socialista utópico y un socialista marxista-
leninista, no saben, es simplemente ignorancia. Por lo que me habrían fusilado igual.
Me habrían matado por pertenecer a la VOP y por ser ayudista con un lote de gente
a la que le prestaba la casa.

A la semana siguiente y subsiguiente al golpe, llegaban a la cárcel las visitas de los


ladrones, y los cabros regresaban a las celdas llorando, porque se enteraban que a
sus hermanos ladrones los habían fusilados los milicos en la población. El que estaba
en la cárcel se salvaba porque estaba preso, pero si lo pillaban afuera y tenía marcas
de cortes en la guatita, ahí mismo lo mataban. Me daba pena verlos llorar, hombres
a los que les habían matado a un hermano, sin juicio, sin que tuviera nada que ver
con política, ni con el golpe, ni nada con ninguna cosa. Sólo porque eran ladrones.
Fue una eliminación masiva en la que los pacos y tiras, que viven quitándoles el
dinero a los ladrones, participaban de la matanza. Una ‘operación limpieza’ como las
que periódicamente hace el gobierno brasileño, matando pelusitas. Y también los
pacos nos contaban cosas escalofriantes: los superiores les ordenaban sacar de la
cárcel a cabros jóvenes para llevarlos al tribunal, ahí los entregaban y luego sólo les
devolvían las esposas, pues les pegaban un balazo en la cabeza. Esos pacos volvían
a la cárcel llorosos, porque eran papás de jóvenes como los que llevaban a
tribunales, de poco más de 18 años de edad. Así que cuando me llevaron a un
Tribunal Militar, y sin saber para donde me llevaban, pensé que me iban a matar.
Pero no lo hicieron, sino que me pusieron delante de un lote de jueces y me
ordenaron no hablar, sólo escuchar la lectura de cargos en mi contra, una cantidad
de cosas absolutamente increíbles: me acusaron de ser ideólogo de la ‘organización
internacional terrorista ELN’ (¡ideólogo de los Elenos!), entre otras barbaridades. Me

300
pusieron 20 años. Más los 18 que ya tenía por ser de la VOP, eso sumaba 38 años
de cárcel. Ese día, cuando volví a la cárcel, encontré mi cama con el colchón roto y
el taller de relojería todo tirado por el suelo. Había sido la DINA.

En octubre del ‘73, durante la visita de ministros, junto a dos compañeros entregamos
una Carta Abierta dirigida al Cardenal, pidiendo clemencia, por su intermedio, para
los delincuentes comunes. De esa carta, además, se entregaron copias a varios
periodistas, pero nunca hubo respuesta ni rastro de haberla entregado. En julio de
1975 redacto, a pedido de una persona que conocí en la cárcel como revolucionario
preso en la Galería Dos y con quien junto a otros formamos una grupo que tenía en
común ideas utópicas de diversas experiencias revolucionarias, un documento
conteniendo un análisis crítico de la crisis del socialismo mundial, un análisis de la
situación chilena en función de ideas socialistas descentralistas y una serie de
sugerencias acerca de la necesidad de crear un movimiento nuevo, de hacer un
estudio profundo y objetivo de ideas y prácticas revolucionarias, de quienes deben
integrarlo, tareas, etc. El documento, de 33 páginas, cayó en manos de la DINA y
claro, fue hecho desaparecer.

En este período, tuve varios abogados: primero del Servicio de Asistencia Judicial
del Colegio de Abogados, luego, tres particulares, que tampoco logran nada.
Posteriormente, la Fiscalía asignó, por oficio, al Colegio de Abogados la tarea de
contestar mi acusación, trámite que se realizó a fines de 1975. No hubo respuesta
de la Fiscalía. Más adelante, se me informó que la acusación era nula por no indicar
fecha. La última semana de febrero de 1976 fuimos citados a la Segunda Fiscalía.
Allí se nos informó que existe preocupación por nuestro atrasado proceso. Que está
en estudio el desglose del proceso VOP. Algunos de los implicados irían a Tribunales
Comunes y otros quedarían en Fiscalía, pero que esto tardaría. Al 2 de marzo de
1976, de mi último abogado no supe nada.

A fines de 1977, después de seis y medio años de cárcel, aún quedaba el recuerdo
melancólico de la pequeña comunidad liquidada y un sentimiento de culpabilidad por
haber defraudado a gente humilde que depositó en nosotros toda su confianza.

En la población penal de la Cárcel Pública, los ladrones eran excelente gente,


decididos, más valientes que nosotros. Cuando nos hacían cantar la canción nacional
(con el último versito ese, de sus ‘gloriosos soldados’ y no sé qué cosa más) en el
patio, eran los presos comunes los que se negaban a abrir la boca; nosotros los
políticos hacíamos la mímica, movíamos la boca, mirando al montón de pacos que
vigilaban desde arriba con ametralladoras, apuntando, amenazando que al más

301
mínimo gesto de rebelión disparaban las balas. En esas condiciones, los ladrones se
negaban a cantar.

Recuerdo a dos hombres morenos muy delgados, bajos y de pelo negro duro, que
se negaron a cantar y los molieron a palos a la vista y presencia de nosotros. No
eran presos políticos, mientras todos los políticos hacíamos la mímica y
desgraciadamente había varios amigos míos que estaban cantando. En realidad,
éramos una tropa de cobardes, los ladrones eran mucho más valientes que nosotros;
eso lo tenemos sumamente claro. Hoy, lamento no haberles dicho a los pacos:

―Yo tampoco canté, estaba abriendo la boca no más, golpéenme a mí también .

Debí hacerlo. Habría vivido el resto de la vida con una profunda satisfacción íntima.
Qué triste no poder retroceder la historia.

En la cárcel tienes que tener buenas relaciones con los presos comunes. Era amigo
de los dos más feroces ladrones que había: el Negro Ramírez y el Pate’ Loro. Si
quería podía pasearme desnudo por todos lados y no me pasaba nada. El Negro
Ramírez era el único preso al que los pacos le tenían miedo. Un tipo impecable,
siempre con corbata y camisa intachables, pero que no trabajaba un día, por ningún
motivo. Él, jamás cogoteó a alguien, aunque sí estafaba a gente dentro de la cárcel,
a los que se conoce como ‘giles’, esto es, gente con mucho dinero que es
encarcelada por cuestiones de tráfico, cheques falsos o sin fondos o qué se yo, los
engañaba vendiéndoles relojes que se suponía eran de platino, pero en realidad eran
falsos.

El Pate’ Loro, era una excelente persona, un líder dentro de la cárcel, que jamás
participó de una violación, por ejemplo. Pero tampoco lavó un plato, nunca, tampoco
pasaba la escoba, nunca. Los ladrones de alto nivel no trabajan en la cárcel, les
llevan el almuerzo hecho desde la casa, o tienen dinero y compran dentro de la
cárcel; tienen empleados, muchachos que les hacen aseo en sus celdas, les cocinan,
les hacen las compras y les lavan la ropa. A Pate’ Loro después lo mataron, se le
hizo una misa y fui. Esta buena relación con los presos comunes la mantuve hasta
que salí de la cárcel, inclusive después me mandaban saludos para afuera.

Pero, adentro, los ladrones también querían saber quiénes eran los famosos
vopistas. Les llamaba la atención el que hubieran muerto pacos y como se suponía
que habíamos robado millones de millones de millones, nos preguntaban:

―¿Y qué hacían con la plata?, ¿no se la tomaban nunca?

302
Hacia el año ‘75 o ‘76, ninguna organización nos quería ayudar. A los otros presos
políticos, a los reconocidos ‘oficialmente’, les regalaban toallas, jabón llegado de no
sé dónde; todas cositas ‘para los Presos Políticos chilenos’. Pero a los vopistas no
nos daban nada. Recuerdo que dos veces logré un paquetito de té ruso, pero porque
gente amiga me los regaló. Tampoco nos daban trabajo, a los otros políticos les
pedían que hicieran artesanía, palomas de lana o hueso tallado, joyitas hechas con
semillas, y esas cosas las vendían en Inglaterra y repartían después los dólares entre
todos los presos políticos, pero los vopistas no. En esta situación, logré contar con
algunos recursos porque era relojero y de vez en cuando arreglaba relojes de los
demás; pero los otros compañeros míos, para poder conseguir dinero hacían
artesanías de figuras de palomas y se las pasaban a un mirista para que él las
enviara a Inglaterra y después les llegaban algunos pesos. No fue fácil para nosotros.

Los presos políticos de izquierda eran de mate cuadrado, querían disciplina, hacer
cursos de marxismo, ser ordenados, prudentes. Ahora, mirando para atrás, me doy
cuenta de que muchas veces fui muy ingenuo: la gente no anda buscando que la
convenzan, todos los revolucionarios quieren gente que acepten sus postulados,
gente que esté de acuerdo y que les corrobore que están en lo correcto. Es normal
que el revolucionario sea un dogmático, cabeza cuadrada, con un esquema mental
fijo; por ejemplo, Miguel Enríquez, Viriato, no andaba buscando ideología, ÉL era el
filósofo que tenía LA visión científica correcta. A lo que se sumaba el que
generalmente eran burgueses que nunca habían vivido la realidad de la pobreza, de
la necesidad de hacer un mundo diferente, de verdad diferente. Recuerdo que los
Elenos tenían un signo, por payasear, que decía ‘ELN, una organización burguesa al
servicio de los rotos’, con dibujos de un sombrero colero, un par de guante blancos
y un bastón. Era para bromear, pero algo de cierto había, por supuesto.

Después que salí, el ’78, se armó una pelea a combos, palos, fierrazos y puñales
entre los miristas, pero estaban todos más locos que una cabra. Fue una cuestión
interesante para un sociólogo o un psicólogo social, fue una locura colectiva. Los
miristas, que llevaban años presos, entraron en un fenómeno colectivo de paranoia
en la que se autodesignaban como los únicos revolucionarios y donde los demás
eran seudorevolucionarios, agarrándose a golpes con todos los de la Galería. Uno
de mis amigos, Jefecito, me contó que tomó una lima, le sacó filo a una pala y partió
a pegarles. Jefecito era medio loco, no había sido vopista ni había pertenecido a
ningún grupo de izquierda, estaba preso porque le había pegado a su mujer, que
para él no había sido muy inteligente. Resultó que antes de caer preso le habían
entregado un departamento nuevo en un edificio nuevo y lo mantenía muy limpio,
pero no le había comprado cortinas de acuerdo a la moda ni una alfombra como
debían tener todas las familias burguesas; y la mujer que conoció, que se fue a vivir

303
con él después, lo primero que hizo fue ir a comprar cortinas y una alfombra, si n
preguntarle nada. Entonces cuando Jefecito llegó a su casa se enojó, porque el
dinero era de él, y le pegó, por lo que lo metieron preso. Y luego, en medio de esta
locura colectiva, con los miristas menospreciando y amenazando a todos los demás,
le sacó filo a una pala para matar miristas. Al final no corrió sangre, pero eso grafica
la locura que había adentro.

6.5. Exilio y retorno

El exilio se fue gestando mientras estaba preso. Los integrantes de la VOP teníamos
condenas horribles, incluso algunos estaban condenados a dos perpetuas, 20 años
más una perpetua, qué se yo, condenas ridículas. Necesitábamos salir de otra forma,
pero no había condiciones para una fuga y no estábamos todos juntos. Salir a otro
país era una opción, pero nadie nos quería dar visa, porque la VOP era considerada
como un grupo de locos, proletarios muy dañinos. Pero en esas condiciones, el
embajador de Noruega en Chile, Frode Nilsen, fue a la cárcel a conversar con
nosotros, justamente por eso, porque éramos el grupo más mal mirado de todos.
Entonces los noruegos, que son excéntricos y les gusta hacer cosas extrañas como
ayudar a los que nadie quiere o se atreve a ayudar (al menos en ese tiempo),
ofrecieron darnos visa a todos los vopistas.

Para lograr que la dictadura permitiera nuestra salida, el embajador noruego hizo un
trabajo de joyería a Mónica Madariaga 187, Ministra de Justicia y sobrina del dictador.
Le dijo que había revisado los casos de unos jóvenes que estaban en situación de
abandono y desolación absoluta y que ella era la única persona que podía ayudar.
Que la VOP había actuado bajo el gobierno de Allende y no en la dictadura militar.
Se hizo amigo de ella, invitándola a fiestas en la embajada, enviándole ramos de
flores en su cumpleaños y atendiéndola de forma tan exquisita que la Madariaga lo
adoraba. Hasta que Madariaga accedió. Así que el año '78 hicimos la lista de los que
nos iríamos, y por supuesto que inscribí al Negro Jorge también; aunque algunos no
querían, le tenían resentimiento porque era un rebelde, porque adentro de la cárcel
había mandado al carajo a todo el que le dio motivos para ello. Finalmente, firmaron
el Decreto de Expulsión y todos los vopista, en realidad exvopistas, pudimos partir a
Noruega.

Pero mi situación personal fue diferente. Antes, había tenido un proceso judicial por
el que me habían condenado a 20 años, pero donde sólo yo había sido encausado,

187Mónica Madariaga Gutiérrez. Abogada, Ministra de Justicia de la dictadura (1977-1983), autora de la


Ley de Amnistía de 1978.

304
mis compañeros no. Ironías de la vida, debido a que los milicos me pusieron ese
proceso, salí por la Ley de Amnistía del '78. Pinochet había inventado lo de la
Amnistía para sacar de problemas judiciales, promulgando una ley que anulaba toda
responsabilidad penal para las personas que hubiesen cometido delitos después del
golpe, entre los años `73 y `78, todos para afuera, a la calle. Por esa Ley, pude dejar
la cárcel el año '78, antes que todos mis compañeros, que recién salieron dos o tres
años después. Aunque en realidad salí en libertad por equivocación, pues no me no
me correspondía salir libre antes de 38 años. Pero una vez estando afuera, me
ayudaron cuatro organizaciones, Vicaría de la Solidaridad, Amnistía Internacional,
Cruz Roja y ACNUR; me compraron ropa, me dieron atención dental y me dieron
alojamiento por cuatro meses en la residencia particular de un funcionario de ACNUR
en Santiago, donde la DINA no podía meterse.

En esa casa tenía que estar escondido, no podía salir a la calle, porque en mi
situación de liberado aún con condena por cumplir, podían detenerme y regresar a la
cárcel. Pero no hacía nada en todo el día, me aburría como ostra, así que empecé a
salir. Salí a recorrer la ciudad, entré al metro (que no estaba terminado cuando me
encarcelaron), fui a tomar café al Haití (lo que era un pecado mortal, porque ese lugar
estaba lleno de gente de la DINA; se decía que todo el centro de Santiago estaba
lleno de esos agentes) y empecé a ir los días sábado al Bar Restaurante
Quitapenas188 (se ubicaba a dos cuadras de la casa donde alojaba y al lado del
Cementerio General) a escuchar música mexicana, a tomarme una cervecita y
comprar cigarrillos Hilton. Recuerdo que en una ocasión me senté en una mesa, pedí
una cañita de un vinito bueno, y en eso estaba, tomando mi vinito y escuchando la
música que los clientes sacaban de una máquina wurlitzer, cuando un señor que
estaba en el mesón se me acerca y dice:

―Caballero, perdone que me meta, perdone que sea imprudente, pero he estado
observándolo y me parece usted una persona interesante no sé por qué, ¿me permite
sentarme con usted?

―Claro, no hay inconveniente.

Empezamos a conversar, llegamos al tema político y le cuento que había estado


preso siete años por política. Le conté del asunto de Chicauma y la gente de
alrededor comenzó a escuchar y se empezaron a juntar alrededor de nosotros. Eso
era 1978, año en que la gente desaparecía sin dar aviso, por lo que el dueño del Bar
cerró todo y nos echó para afuera; así que continuamos la conversación en la vereda,
ya sin vino por supuesto. Lo interesante era el hecho que, como estábamos al lado

188 Bar-restaurante Quitapenas, ubicado en calle Recoleta n.º 1485, comuna de Recoleta, Santiago.

305
del Cementerio, mis interlocutores vivían en las cercanías y recordaban los balazos
de la madrugada del domingo 13 de junio de 1971, cuando el gobierno atacó a los
vopistas.

A los cuatro meses de estar fuera de la cárcel me entregaron la visa para


embarcarme a Noruega y las organizaciones que me ayudaban me pagaron un
pasaje rumbo a Argentina como turista. En esta ciudad compraría el boleto para viajar
a Noruega. Salí el 11 de septiembre en un vuelo Santiago — Buenos Aires y llegué
a Argentina dispuesto a tomar rumbo a Noruega, pero todos los vuelos estaban
copados, así que tuve que esperar durante un mes. En la capital argentina me
encontré con Roberto Muñoz y otros amigos, con los que solía conversar muchísimo.
Aproveché de comprar algunos muy buenos libros para llevarme y música de Violeta
Parra, aunque esta última me la vendieron en secreto porque en esa época estaba
estrictamente prohibida su música. En Argentina llevaban dos años de dictadura
militar e iban tantos muertos como en Chile, con los milicos tirando a las personas al
Río de la Plata y en Chile al Océano Pacífico.

Después de un mes, por fin pude subir a un avión rumbo a Noruega. Llegué al
aeropuerto y me estaban esperando representantes del gobierno noruego. Me
trasladaron a la ciudad de Oslo a bordo de un automóvil Mercedes Benz. En esa
ciudad se encontraba viviendo la mamá de Ronald y Arturo Rivera Calderón, Alicia
Calderón, la Mami, y en su casa alojé durante dos meses. Ella había viajado antes,
a raíz de la muerte de sus hijos, el golpe de Estado y porque el embajador noruego
se preocupó de la VOP; pero su hija, Sonia Rivera Calderón, sólo después pudo
llegar junto a su madre, porque aún estaba encarcelada en Chile. Todos los demás
compañeros vopistas, alrededor de 10, llegaron después de unos dos años y se
establecieron en Oslo (excluyendo al que partió para Bergen, para nunca más
volverlo a ver) y dos que se fueron para Bélgica.

Después de dos meses de estar viviendo en casa de Alicia Calderón, el Estado


Noruego me facilitó un departamento para que me instalase. Me encontré con que la
situación para un refugiado político era privilegiada, además de pasarte un
departamento, te pagaban todos los servicios básicos, como el agua y la luz eléctrica
(que en ese país se usa mucha electricidad, para el calefón y estufas que se usan
prácticamente todo el año); contabas con médico y dentista gratis, ropa adecuada
para un país helado y te daban 300 coronas para que compraras lo necesario (sal,
pimienta, sémola, leche, vasos, ollas, sartenes, tenedores, cuchillos, cucharas, una
botella de vino, lo que necesitases). La situación mía era privilegiada absolutamente.

Durante los primeros seis meses me dieron todas las regalías para poder estudiar.
La Agencia Noruega Para los Refugiados me financió cursos de idioma noruego y

306
como antes había trabajado como ocasional relojero, me llevaron a dar un examen
de relojería a la Escuela de Relojería de Oslo, donde aprobé y me dieron un título de
Relojero. De ahí me fui a buscar trabajo y lo conseguí como relojero en Enger, una
agencia de relojes para gente rica, lugar donde trabajé cuatro años.

También me saqué la mugre estudiando, para poder borrar esa idea que tenían que
los vopistas éramos basura. Primero tuve que dar un examen, equivalente al
Bachillerato en Chile y entré a una Escuela Técnica a estudiar Mecánica, una escuela
inmensa, la más grande del norte de Europa. Estuve dos años ahí y estudié como
loco. Antes, en mi vida había estudiado algo formal, jamás, además ya era viejo, pero
afortunadamente allá te permiten estudiar, aunque tengas 60 años. Cuando me
matriculé, habíamos tres extranjeros viejos, así que éramos tres los ancianos
extraños, pero después de un mes el único que quedaba era yo, los otros se fueron
para su casa. Me tocó estudiar con adolescentes noruegos, que eran racistas
furiosos; yo tenía el pelo negro, era flaco, chico y negro, pecados mortales en un
país racista, además era refugiado, de todas maneras, un hombre de izquierda,
aunque fuese utopista. Con todo eso, optaron por no hablarme. Estuve dos años
estudiando con personas que jamás me dijeron ni siquiera ‘buenos días’. La única
forma de salvarme era estudiar mucho y tener muy buenas notas, lo que hice, e
incluso llegué a ser ayudante de profesor.

Pero en general, a los noruegos no les interesa estudiar. Es un país rico, donde si
no estás trabajando te dan un sueldo, te pagan los servicios básicos, medicinas,
alimentos, etc. El sistema político es curioso, una monarquía con un capitalismo
furioso, destructivo del medioambiente, un capitalismo moderno donde mediante
impuestos emparejan los ingresos y no se produce el abismo socioeconómico que
existe en Chile. Por ejemplo, casi la mitad del sueldo lo pagaba en impuestos, el 43%
sobre mis ingresos. Tributos que financian a los ancianos, a los enfermos, a los
inválidos, la educación y la salud (que son gratuitas), entre otros. Un modelo
inaplicable en Chile, primero, porque los ricos no lo aceptarían jamás y, segundo,
porque mantener ese sistema económico provoca un desastre ambiental tremendo,
como el que produce el negocio energético; por lo que, si ese modelo se extendiera,
el planeta estaría peor a como lo está hoy.

En ese país, seguimos peleando los compañeros más próximos que había tenido en
la cárcel, el Matasanos y el Negro Jorge. Ellos me respaldaron en la pelea que dimos
contra los exiliados chilenos en Europa, en Oslo, que rechazaban a los chilenos que
llegaban y no lo hacían por motivaciones políticas, sino que eran refugiados
económicos. Era gente pobre a la que le habían dicho que en Europa estaban
recibiendo refugiados y que en cuanto llegaran allá, les iban a dar los beneficios del

307
estatus de refugiado político, así que la gente partió para Europa con dinero de la
hipoteca de sus casas, por lo que si no pagaban ese dinero prestado les remataban
la casa. A algunos no les permitieron entrar a Noruega, del aeropuerto los metieron
a una cárcel, de la cárcel a otro avión y de vuelta para Chile. Entonces, teníamos
una pelea contra la colonia chilena que se autodefinía como ‘nosotros somos los
políticos’. A muchos los escondí en mi casa para que no los echaran para Chile,
durante un año estuvieron escondidos en Oslo y los tres amigos vopistas los
financiábamos. Ellos se salvaron y pudieron quedarse, porque si los expulsaban no
podían pagar las deudas del viaje y al llegar a Chile les remataban la casa al volver
sin dinero, eso es gravísimo. Eran gente pobre, nuestra gente, ¿qué si eran
pelusones?, claro que eran pelusones, pero ¿quién es culpable de que en Chile haya
pelusones?: los chilenos y su injusticia racista. Esto era, y es, irritante y si nosotros
nos ponemos de parte de los racistas en Europa, entonces somos una mierda; había
que dar la pelea contra los racistas. Porque la gente que llegó a Europa era gente
pobre y no puedes darle la espalda a la gente pobre. No eran teóricos y no toda la
gente tiene visión o cojones para dar la pelea a balazos contra los fascistas, pero no
los puedes dejar abandonados, no te puedes poner de parte de la policía en un país
desarrollado.

Recuerdo que una vez Ricardo Lagos fue a una reunión en un local donde había
unos 50 chilenos y, creyendo que eran todos refugiados políticos, dijo:

―Ustedes tienen obligación de colaborar con la policía noruega para rechazar a toda
esta gente que se está viniendo para acá, engañando a los noruegos con el tema del
exilio, porque quedan muchos presos políticos en las cárceles todavía, entonces esta
gente está ocupando los cupos posibles que debieran ser para los políticos.

El error fue que al menos la mitad de la gente que estaba ahí eran Solicitantes de
Asilo. Hubo gente que lo encaró e incluso lo insultaron a garabatos. Un escándalo
fantástico. Una muy buena metida de pata de Ricardo Lagos. Ahora, los culpables
obviamente fueron los chilenos tontos que no le avisaron que en ese local la mitad
de los presentes solicitaban asilo. ¿Cómo se le ocurre salir con el cuento de pedir la
colaboración con la policía noruega, para rechazar a toda esta gente que se iba por
razones económicas? Frente a ese tipo de injusticias, nosotros, la ultraizquierda de
la VOP, estuvimos permanentemente dando la pelea.

Hubo una única organización de ecologistas chilenos en Oslo, se llamó Sol y Luna,
y la armaron los Solicitantes de Asilo. Funcionó por más de 15 años, en un excelente
local, con biblioteca, con computadores, asistieron a seminarios a distintos países en
Europa, fue una experiencia interesante. Los conocía porque habían estado
escondidos en mi casa durante un año, con mi biblioteca a disposición, dos estantes

308
grandes llenos de libros de todas las utopías imaginables, todos los utopistas habidos
y por haber. Pero no participé: les propuse que no aceptaran viejos, que sólo tuvieran
integrantes hasta los 30 años, porque los viejos cargamos con trancas que los
dañarían, estamos todos podridos. Lo bueno fue que acogieron mis palabras, aunque
a veces me invitaban, lo que no aceptaba. Ahora, pasó que toda la gente estaba en
contra de los jóvenes estos, todos los chilenitos estaban en contra de los Sol y Luna,
decían que ‘eran pelusones, no políticos’. Pero ellos armaron una organización que
funcionó fantástico. Convirtieron a Noruega en el único país donde se organizó el
ecologismo fuera de Chile. Notable.

Hacia fines de los años ‘80 me presenté a la Agencia Noruega para el Desarrollo,
NORAD, y postulé para trabajar en Nicaragua. Me aceptaron porque hablo español,
porque tenía muy buenas notas como estudiante de Mecánica y porque la trayectoria
que tenía como utopista les pareció interesantísima. Como en Nicaragua estaba
fracasando el marxismo, mandar para allá a un buberiano era interesante. Mis
compañeros vopistas Matasanos y Negro Jorge no fueron conmigo, ellos se
quedaron en Noruega, además, no era prudente llevarlos para allá. Sí convidé al más
interesante de los jóvenes que armaron Sol y Luna.

En 1988 fui enviado por NORAD a trabajar a Nicaragua y me quedé hasta 1990. En
ese país llegué específicamente a Chagüitillo 189, ahí me instalé en la Escuela, en la
que realizaría clases a diario, y donde me pasaba preparando las clases para el día
siguiente, traduciendo documentos del noruego al español. NORAD puso a mi
disposición un vehículo marca Toyota doble cabina con tracción en las 4 ruedas. La
Escuela quedaba muy cerca de los combates que libraban los Sandinistas con la
Contra, los derechistas pagados por Estados Unidos para aterrorizar a la población
e intentar derribar al gobierno. Y como a veces me quedaba solo en la Escuela por
la noche, a la semana de haber llegado tenía en mi casa un Aka-47 ruso, dos
cargadores llenos de balas y dos granadas militares, que mis alumnos me llevaron
como préstamo, para al menos tener como defenderme si los criminales gringos se
animaban a conocerme. Pero nunca las usé.

De lo que veía, reflexionaba siempre. Había armas en todas las casas de Nicaragua,
no había necesidad de armas, todos los campesinos, todo el mundo tenía en su casa
una ametralladora. En el país había armas por millones. Ahí pude comprobar que el
problema social no es ése; no son armas las que necesitas para cambiar una
sociedad, lo que más se necesita es que cambie el ser humano. ¿Cómo hacer eso?,
esa es una tarea interesante para los jóvenes de hoy en día: ¿cómo hacer para que
la gente cambie?, porque somos nacidos en sociedades enfermas y se nos mete por

189 Comunidad emplazada en la carretera que lleva a Matagalpa, zona norte de Nicaragua.

309
todos los poros su asquerosidad. Por ejemplo, Fidel Castro estuvo durante tres años
tirando balas en los cerros después que desembarcó en el Granma, pero si el hombre
no cambia, la revolución se te va a la mierda; el desafío es lograr un cambio cultural,
pero verificado en la cotidianidad. No sirve de nada aprender combate, aprender
sistemas de defensa o de comunicación, o las mejores técnicas para matarse a
balazos, si después de estar años luchando la revolución se va a la punta del cerro
y termina de nuevo en el capitalismo. Si no cambia el ser humano, no te salvas, se
te va al demonio la revolución, el esfuerzo se perdió. Eso lo entiende la gente o no
lo entiende. Creo que los jóvenes no se plantean ese asunto y es terriblemente grave.

En Nicaragua me encontré con una revolución que llevaba nueve años y donde la
gente seguía imponiendo estereotipos, seguía obligando a los demás, seguía
robando, seguía bebiendo alcohol con liviandad, seguía siendo lo mismo que bajo el
capitalismo. ¿Qué Revolución era esa? A las pocas semanas de haber llegado a
Chagüitillo, una niñita de catorce años se suicidó porque el padrastro la violaba
desde los siete años mientras su mamá andaba trabajando; es decir,
aprovechándose de que la mamá salía a trabajar, el padrastro obligaba a la niña
chica a tener relaciones sexuales, al final se aburrió la niña y se mató tomando
pastillas. En otra ocasión, en una casa de madera ubicada a unos 50 m de la que yo
habitaba, en la que vivían dos o tres personas de las que nunca supe sus nombres,
por mera distracción, uno era un hombre joven, soltero, que al parecer nunca alguien
lo habían visto con una mujer, por lo que las señoras de la cocina decían que era
maricón y le hacían la vida imposible, se reían de él, se burlaban, y pasó que un día
de madrugada, sábado en la noche, se suicidó tomando una botella de cloro. A 50
metros de mi casa. Después de nueve años de revolución se mata un hombre que a
lo mejor era potencialmente un buen artista, o un buen escultor, o un buen médico,
o algo que nunca se sabría, porque unas mujeres imbéciles le echaban en cara su
condición de homosexual. A mí no me consta que lo fuese, pero sí lo era a quién le
importa, era un tema sólo de él. Entonces, ¿qué Revolución era esa? También la
cantidad de veces que me avisaron que no fuera al Mercado porque me iban a robar;
pero claro, fui igual, en la camioneta y con un destornillador me abrieron la puerta,
me robaron ropa y una radio. Y así, varios ejemplos para, lamentablemente, ver que
en esa Revolución el ser humano no cambió. Advertir, con tristeza, por qué se les fue
a la mierda la Revolución. 50.000 muertos, ¿para qué?, ¿de qué sirven 50 mil
muertos si terminas de nuevo en el capitalismo?

Otro tema interesante, que refleja los problemas de este socialismo centralista, es el
cómo se instala la burocracia para decidir por todos y la gente acepta ese estado de
no pensar. Cuando llegué a la Escuela de Chagüitillo, lo primero que me llamó la
atención fue que las casas no tenían número y las calles no tenían nombre. Se lo

310
comenté al director de la escuela, que era el dirigente del partido en Matagalpa, y
agregué que podíamos hacer un proyecto para ponerle nombres a las calles y
números a las casas. Su respuesta fue mirarme asustado y luego decir que no se
podían hacer porque nosotros no estábamos autorizados a estar haciendo ese tipo
de cosas, porque eso solo podía hacerlo el gobierno. Increíble. Un funcionario del
partido no aceptó que echáramos a andar un proyecto de transformación que era
reinteresante, porque las calles se llamaban ‘segunda calle oriente a poniente’, ‘a
partir del puente tal’ o ‘donde estuvo la fábrica de tabaco para el poniente’, y después
la casa se identificaba por algo así como ‘la tercera desde la esquina nororiente’, y
tirando para adelante un proyecto para colocar nombres y números, integrábamos a
población local a la esfera de las decisiones, además con sus palabras, su cultura,
para renombrar su entorno. Pero eso no era aceptado por las autoridades y la gente
tampoco lo pedía. Con todo ello, era fácil reconocer cómo la burocracia se instala,
en parte, porque les interesa manejar todo y, por otra parte, porque hay gente tonta
que acepta no pensar.

En materia ecológica, vi hectáreas de suelo erosionado por una agricultura que


arruinó a muchos países. Los niños nicaragüenses querían a toda costa que su país
fuese como los países desarrollados, o sea, que tuviese una agricultura de alto nivel
de tecnologización, con empleo de máquinas automáticas o semiautomáticas de gran
rendimiento. Y yo les decía que eso es un disparate, que la agricultura basada en
agroquímicos y en mecanización no es sostenible, porque cuando se acaba el
petróleo no puedes seguir usando máquinas en el campo; que había que recuperar
sistemas agrícolas de las culturas originarias, que son mucho más inteligentes, por
ejemplo, el de Labranza Cero, o sea, en vez de voltear la tierra, hacer la siembra
directa, sin labranza, algo de lo que nunca habían oído. Además, traté de dejar en la
Escuela otros conceptos e ideas como el control biológico de plagas, agricultura en
armonía con el medioambiente y alimentación sana; mandando al carajo todas esas
cosas que arruinan el medio ambiente y la alimentación de los seres vivos. Por eso
me querían tanto mis alumnos, querían que trabajara otro año más con ellos y los
noruegos estaban felices.

Pero los que debían resolver estos temas no lo hacían. Recuerdo que estuve en
reunión con un montón de gente en Sébaco 190, y les pregunté por qué razón no se
había impulsado en Nicaragua la Labranza Cero. Varios ingenieros presentes se
miraban extrañados, pues no sabían que existe un sistema milenario que funciona
en determinados suelos, en el que no rompes la tierra, sino simplemente siembras
en forma directa; pero esas personas no tenían idea de eso.

190 Sébaco, ciudad ubicada en el valle del mismo nombre, a 30 km al oeste de Matagalpa. Nicaragua.

311
Para mí era fantástico colaborar con los nicaragüenses, al margen de que estaba en
absoluto desacuerdo con la visión teórica oficial del gobierno. Lo preponderante era
ayudar al pueblo nicaragüense, y hablar de ecología en un país que estaba hasta el
cuello de tóxicos soviéticos, era realmente importante. Me tocó ver animales muertos
en los caminos, porque tomaban agua del suelo. También me tocó conducir durante
horas por territorios en los que se metía dentro del auto el olor de los agroquímicos;
porque los campesinos nicaragüenses, al no disponer de toda la información, si veían
que los bichos no se morían altiro con una fumigación, aumentaban la cantidad de
venenos y dejaban el descalabro. En este sentido, los soviéticos estaban encantados
con la Revolución Nicaragüense, porque les compraba químicos y máquinas
horribles de malas. Gran parte de la ayuda internacional que consiguió Nicaragua,
fue invertida en agroquímicos y en maquinaria soviética, malísima. Había unos
parques inmensos llenos de tractores, cosechadoras, arados, maquinaria agrícola
toda oxidada y cubierta de enredaderas y culebras, todo botado por inservible. Para
los soviéticos era fantástico el asunto, además de que el gobierno nicaragüense las
compraba en efectivo o la intercambiaba por azúcar o algodón. Nada de
colaboración, nada gratis.

Las embarradas eran una tras otra y descomunales. En un sector del campo ib an a
producir tomates, suficientes para abastecer el mercado mundial de salsa de
tomates; y cuando ya tenían todo hecho, se acordaron de que en realidad ellos no
producían ni latas ni vidrio y no disponían de dinero para comprarlos a los países
productores de envases. Proyectos demenciales, dirigidos desde la oficina central de
planificación, donde no le preguntan nada a nadie y como sobraban los ingenieros
europeos simpatizantes con el socialismo, iban a ayudar con la más sana intención,
pero no se podía con esa burocracia que se instaló.

Cuando me fui de Nicaragua, en la Escuela de Chagüitillo me agradecieron mucho


la ayuda que pude entregar y me obsequiaron unos diplomas en los que hacían un
reconocimiento a mi colaboración con la Revolución. La que lamentablemente no
pudo impedir que volviera el capitalismo a reinar sobre ese país.

Regresé a Chile el año 1991, proveniente de Noruega. Había estudiado, trabajado y


peleado en ese país, había intentado colaborar en la Nicaragua Sandinista y ahora
volvía al Chile post-dictadura militar. Curiosamente, al llegar, todavía me podían
meter preso, pero me salvé de que me encarcelaran de nuevo. Ahora, con los años
que han pasado ya estoy libre de todo, pero tengo un Certificado de Antecedentes
que dice que soy asesino y ladrón, y la verdad es que no soy ni una ni otra cosa, sino
todo lo contrario. Sólo luché por hacer una revolución.

312
Al llegar, no me impacté mucho con los cambios que había tenido este país.
Recuerdo que estando en la cárcel los ladrones me contaban que cuando uno sale
después de estar muchos años adentro te sientes muy desconectado y te domina la
sensación de mareo, pero a mí no me pasó nada de eso. Llegué como si hubiera
andado toda la vida por aquí, no me maree ni me andaba persiguiendo. Sólo me
extrañaron las carreteras que han hecho por todos lados.

No había tenido familia propia, por lo que tampoco me esperaba muchos


reencuentros. (No sé hasta qué punto tiene que ver mi situación personal con el
quehacer político, es probable que haya alguna relación, sin duda, porque la
situación personal, espiritual o anímica te lleva a formar o no formar familia, te lleva
a ser papá o a ser un ente solitario, no lo sé). Así que llegué a Santiago al
departamento de mi hermano, que vivía en el Parque Bustamante. Pero ahí no había
ninguna posibilidad de invitar amigos para armar conversaciones.

Por suerte había quedado con una jubilación noruega, de la que vivo (nunca he
obtenido algún dinero del Estado chileno por todo lo que he pasado), por lo que
después arrendé a unos evangélicos una oficina en el centro de Santiago, en calle
Huérfanos esquina de Mac Iver, segundo piso, una oficina bastante grande donde
acomodé un dormitorio invisible con un catre desarmable, catre-sofá; un lugar que
no era muy cómodo, pero me costaba cien mil pesos mensuales y estaba con
teléfono. Mi hermano tenía una relojería en la calle de abajo, entonces algo trabajé.
Pero no funcionó, el smog es espantoso, el ruido muy molesto, además en ese edifico
se instalaron varios prostíbulos, así que no era una ubicación agradable ni
interesante, por lo que preferí irme.

Después me fui a la población Yarur, para vivir solo en un mini departamentito, con
kitchener, una cocina que está escondida detrás de un mueble, y un bañito. De ahí
me fui a un departamento en la casa de una amiga pintora de nombre Adriana, que
ahora está muerta, que era cooperante de los miristas y que en la dictadura se salvó
por milagro de que no la mataran. Ella me lo arrendó por 20 mil pesos mensuales,
de 100 mil que les pagaba a los evangélicos, era harta diferencia. De ese
departamentillo en casa de la Adriana, me vine a arrendar a Curacaví, a las afueras
de Santiago, con mejor aire, además que es una zona que tiene el suelo erosionado
y me permite hacer experimentos de mejoramiento de suelos. Mi hermano viene por
varios días a la semana y tiene todo arreglado el terreno, todo limpio. Y a la dueña
del terreno le parece maravilloso. Pero a mí me interesa contactarme con gente
joven, para armar una cooperativa de metalmecánica, una fábrica de algo, y
experimentar con el tema agrícola, mejorar los suelos y hacer cultivos, poner en
práctica el riego gota a gota, por ejemplo.

313
Me viene a visitar gente joven y los amigos vivos que me quedan. Pero mis grandes
compañeros están fallecidos, los vopistas más rebeldes: Matasanos y el Negro
Jorge. Matasanos murió hace como diez años, aquí en Chile; el Negro Jorge falleció
hace ocho temporadas. Él había estado dos meses viviendo conmigo en Curacaví,
después de que llegué a vivir allí; murió de un infarto, era muy tenso, le tocó vivir una
vida permanentemente tensa. Acompañado por ellos estuvimos todo el tiempo
peleando, peleando con medio mundo. Pero fantástico: la ultraizquierda de la VOP.

314
7. COMUNA CHICAUMA

Chicauma, como hemos leído a lo largo de la investigación, es el nombre que designó a


la comuna que campesinos y militantes de la VOP, principalmente, inauguraron con la
toma de la hijuela 3 del fundo Chicauma de Lampa 191; en el encuentro asambleario
efectuado la tarde del 21 de diciembre de 1970 en el patio del hogar familiar de una
familia campesina del sector, y en el acto formal de su constitución el 23 del mismo mes.
En un primer momento fue reconocida por el gobierno como parte del proceso de
Reforma Agraria, a través del Decreto n.º 47 publicado en la edición del sábado 27 de
febrero de 1971 del Diario Oficial de la República de Chile192; y liquidada a partir de junio
del mismo año, por la vía de hechos a los que nos referiremos en el presente capítulo,
después de la muerte del ex ministro del Interior, Edmundo Pérez, en junio de 1971. Una
toma de terrenos que se declaró fundamentada sobre principios socialistas y que
Alejandro Villarroel, en el relato de su vida, nos enseña cómo campesinos y vopistas
llamaron, indistintamente, ‘Comuna Utópica de Chicauma’ o ‘Comuna Chicauma Lampa’.
E incluso, que en última instancia sustituyó con su nombra al alias clandestino que
Alejandro Villarroel se había dado, por lo que pasó de llamarse Alonso a ser Chicauma.

Pero el nombre no es sólo de un fundo, de una comuna socialista, de un excomunero o


de una empresa turística193. Sino que es la denominación que designa al sector rural
donde se han desarrollado los hechos que aquí nos convocan. Uno que revela parte
de los estratos culturales del territorio194, en este caso como parte activa en la
composición del léxico toponímico que mapuches e incas desplegaron con anterioridad
a la colonia hispana, y que se mantiene en uso en la actualidad. Y donde la palabra
Chicauma se constituye por la conjunción de dos vocablos del mapudungún: chukau
(chucao, ave del monte195) y mawida (montaña), para significar ‘montaña de los

191 Mapa del fundo Chicauma, ver anexo C.11.


192 Decreto publicado en el Diario Oficial de la República de Chile, ver anexo documentos D.01.i. a D.01.iii.
193 Chicauma, es también la marca comercial de una empresa turística chilena (registro N°815295, clase
39, del Instituto Nacional de Propiedad Industrial [INAPI]). (Recuperado de:
https://ion.inapi.cl/NotificacionesDiarias/Marcas/Estado%20Diario%20Detallado/2017-10-04.pdf [con
acceso el 12/05/2019]).
194 Para más información, ver: Sánchez, Rodrigo; Massone, Mauricio. (1995). “Cultura Aconcagua”.
DIBAM: Santiago; y, Durán, Alejandro. (1979). “Estudio arqueológico de un cementerio de túmulos
“Aconcagua Salmón” del sitio El Valle-Chicauma de Lampa, Chile Central”. (Tesis para optar a la
Licenciatura en Arqueología y Prehistoria). Universidad de Chile, Santiago.
195 El chucao (Scelorchilus rubecula) es un ave del orden Paseriformes y de la familia Rinocryptidae, habita
el sotobosque del sur de Chile y Argentina y se caracteriza por tener ojos rojizos, el área del vientre cruzada
por líneas negras y blancas, una cola corta y levantada, y una longitud entre 18 y 19 cm. Respecto al canto
de esta ave, la tradición popular indica que augura la suerte que tendrá la jornada para quien lo escucha:
si es fluido y armónico o proviene del lado derecho o por delante, vaticina éxito; por el contrario, si el canto
es como atorado o se produce a la izquierda o por atrás, significa que no irá del todo bien ese día.

315
chucaos’196. De la misma forma que el nombre de la municipalidad que administra el
territorio, Lampa, proviene del quechua y significa ‘azada’, es decir, que identifica la
herramienta para excavar utilizada por los mineros (Ibidem: párr.50)197.

El sector de Chicauma corresponde al estrecho valle latitudinal que serpentea entre


montañas del distrito del Cordón Costero Oriental Norte, subsector de la Cordillera de la
Costa198. Sus límites geográficos naturales se definen a partir de esta cordillera costera,
en específico por el macizo montañoso Altos de Chicauma, que registra una altura
máxima de 2.050 msnm en el sector norte (-33.172º, -70.954º), y su línea de cumbre que
se extiende al sur hasta tocar con el sector de Lipangue (-33.280º, -70.963º). De forma
tal que el flanco oeste se corresponde con el punto más hacia el poniente donde inicia la
falda de sotavento de esta montaña (-33.214º, -71.001º), y hacia el oriente hasta alcanzar
la base de la elevación que marca el comienzo del sector de Lo Vargas (-33.227º,
70.910º).

En el linde septentrional se configura una angostura entre el macizo montañoso de


Chicauma y la línea de montañas laterales que delimitan el margen este de la cuenca
local y que se proyectan al sur hasta caer en altura y dar comienzo al valle de Lampa y
al pueblo del mismo nombre. Por este pasaje norte ingresan los esteros Tiltil y
Chacabuco para unirse y dar vida al estero Lampa, que desagua la cuenca siguiendo la
línea del estrecho cajón por 12 km hacia el sur y hasta penetrar en el valle donde se
encuentra el pueblo de Lampa. En paralelo a la sinuosa y asfaltada vía de calzada única
con 2 carriles que lleva por nombre Camino Chicauma o ruta G16, y que comunica al
pueblo de Lampa con la carretera que une a los pueblos de Polpaico y Tiltil 199.

Respecto a los centros urbanos más cercanos, el centro del sector de Chicauma (-
33.217, -70.921) se ubica a 9 km al norte del pueblo de Lampa (sector Medialuna), 8 km
al sur del poblado de Polpaico (Plazuela de Polpaico esquina Camino a Tiltil), a 17 km

196 La toponimia mapuche incluye los nombres de localidades a las que nos referimos en el presente
capítulo: Batuco (significa ‘agua de la totora’, de batu o vathu [totora] y ko [agua]); Chacabuco (‘estero del
chacay’, de chakaywa [arbusto con espinas] y ko); Colina (‘rojizo’, de kolün [pardo, rojizo] y el morfema de
género /a); Lipangue (‘puma blanco’, de liq [blanco] y pangi [puma]); Peldehue (‘lugar de moscas’, de
pülüwe: pülü, pëlü [mosca] y we [lugar]); Polpaico (‘agua que llega sucia’, de por [sucio], küpai [llegó] y ko);
Pudahuel (‘las lagunas’, de pu (pluralizador de ‘las’) y dawüll [poza, laguna]); Quilicura (1- ‘piedra colorada’,
de kelü [rojo] y kura [piedra]; 2- ‘tres piedras’, de küla [tres] y kura); Tiltil (1- ‘dos veces estéril’, de tril
[desnudo, estéril]; 2- onomatopeya del canto del Trile, ave que habita de la 3ª a la 10ª regiones de Chile)
(Romero, Daniela. (2017). “Topónimos provincia de Chacabuco (Mapocho norte)”. Recuperado de:
https://colinapaisaje.cl/2017/03/22/toponimia-provincia-de-chacabuco-cuenca-mapocho-norte/#more-
4565 [con acceso el 05/03/2018]. Párr.16, 11, 14, 20, 27, 32-33, 35, 36, 39-40, 43-44).
197 En consonancia con el carácter de centro extractor de oro que los incas le asignaron a la zona. Para
más información, ver: Sotomayor, Gonzalo; Stehberg, Rubén; Cerda, Juan-Carlos. (2016). “Mapocho
incaico norte”. Boletín del Museo Nacional de Historia Natural, Chile, (65). 109-135.
198 Mapa físico de la comuna de Lampa, ver anexo C.07.
199 Mapa físico, hídrico y vial Chicauma, ver anexo C.08. Fotografías del sector, ver anexos G.07 a G.19.

316
de Tiltil (Edificio Municipal), a 40 km de Colina (intersección de las calles General San
Martín y La Inmaculada Concepción) y a 45 km del centro de Santiago (Plaza de Armas).

El sector de Chicauma se encuentra dentro de los límites administrativos de la


municipalidad de Lampa, en específico en la zona norponiente de esta. Esta comuna, a
su vez, delimita la zona nornoroccidental de la cuenca de Santiago y es parte de las tres
comunas que constituyen la Provincia de Chacabuco, junto a las de Tiltil y Colina, como
parte de la Región Metropolitana de Santiago. Por el norte limita con la comuna de Tiltil,
por el sur con las comunas de Pudahuel y Quilicura, al este con la comuna de Colina y
al oeste con la comuna de Curacaví200.

La comuna de Lampa abarca una superficie de 451,9 km2 (45.190 ha) y su


emplazamiento tiene como punto central las coordenadas -33.286º y -70.873º (Plaza de
Armas del pueblo de Lampa). Se ubica en el margen oriental de la Cordillera de la Costa,
cordón montañoso formado por rocas del batolito costero de Chile central y que separa
a la depresión de Santiago de las planicies del litoral central, alineada de norte a sur a
partir del Cordón de Chacabuco y hasta el río Maipo, con alturas que decrecen desde
los 2.200 metros en la zona norte (cerro El Roble) hasta menos de 700 en su tramo sur
(Jiménez, 2014: 24), las que en su vertiente oriental se caracterizan por una topografía
abrupta de la que se desprenden formaciones montañosas y por la presencia de hondas
quebradas que canalizan aguas superficiales que mantienen abundante vegetación 201.

El clima comunal corresponde a uno templado cálido del tipo continental con
características semiáridas, el que explica veranos cálidos y secos con temperaturas
sobre 30°C e inviernos fríos y secos (con mínimas registradas inferiores a -8°C). A su
vez, las precipitaciones son inferiores a los 300 mm al año, aproximadamente, y se
concentran en los meses de otoño e invierno. El “período de receso vegetativo es de tres
meses, el período libre de heladas de 7,5 meses y la acumulación de frío varía
aproximadamente de 1.270 a 1.400 horas anuales al ascender hacia la cumbre”
(Jiménez, 2014: 24), además, “el déficit hídrico octubre-marzo es levemente inferior en
la cumbre respecto a las laderas y los períodos seco y húmedo son de 8 y 4 meses
respectivamente, igual que en el cordón occidental (Santibáñez, 1990)” (Ibidem: 24-25).
El régimen térmico y pluviométrico comunal determina temperaturas medias anuales de
18°C, casi 1°C promedio más bajo que en otros cordones costeros de la Región
Metropolitana; lo que en parte se explica por el hecho de que la comuna se ubica en la
zona más baja de la cuenca de Santiago y las masas de aire frío se desplazan desde los
sectores de menor altura hasta aquellos de cotas más altas; y, por otra, que las montañas

200 Mapa Región Metropolitana de Santiago, ver anexo C.02. Mapa Curacaví y Lampa, ver anexo C.03.
201 Mapa físico, hídrico y vial sector de Chicauma, ver anexo C.08.

317
laterales que caen del Cordón de Chacabuco actúan de barrera para la dispersión
horizontal de las masas de aire frío (Jiménez, 2014: 24).

La cubierta vegetal se compone de especies típicas del bosque esclerófilo nativo y


adaptado: matorral arborescente, matorral con suculentas, matorrales de espino,
además de contar con humedales y vegas, y amplias superficies para cultivos 202. Estas
variaciones responden, entre otros factores que incluyen las diferencias relacionadas a
sus características orográficas, hídricas y climáticas, a la heterogeneidad de los tipos de
suelos que posee la comuna. Estas diferencias proponen el registro de dos zonas
edafológicas bien definidas. Una con influencias de la ladera oriental de Cordillera de la
Costa, el material coluvial y las terrazas del estero Lampa, en las que se observa el
predomino de suelos franco arcillosos y franco arenosos y bien drenados. La otra en los
terrenos de pendientes casi planas y uniformes del río Colina, lo que determina suelos
franco arcillosos a arcillo limosos con un drenaje imperfecto a muy pobre203.

De estas dos amplias zonas centraremos nuestra atención en la primera, en la cual se


encuentra el sector de Chicauma. El sector se caracteriza por contar con “tres unidades
de vegetación: bosque esclerófilo pre-cordillerano, bosque caducifolio montano y estepa
altoandina mediterránea” (Gajardo, 1994, citado en García, 2010: 67), tres niveles
conformados por “bosque esclerófilo interior de Quillaja saponaria y Lithrea caustica,
bosque caducifolio costero de Nothofagus macrocarpa y Ribes punctatum, y por último,
matorral bajo costero de Chuquiraga oppositifolia y Mulinum spinosum” (Luebert y
Pliscoff, 2006, citado en García, 2010: 67). De esta vegetación destaca el bosque
caducifolio de roble de Santiago (Nothofagus macrocarpa), presente en las quebradas
que bajan de los Altos de Chicauma, uno de los dos sectores prioritarios para la
conservación de la biodiversidad en la región (el otro es el humedal Laguna de Batuco,
en el sector nororiente de la comuna), definido como área de preservación ecológica por
el Plan Regulador Metropolitano Santiago, en los que habita una gran diversidad de
especies de fauna y flora. Sin embargo, se observa una alta degradación de los suelos
por erosión, en particular en las laderas de montaña, situación que en Chicauma es
clasificada como moderada, severa y muy severa 204.

Gran parte de las características físico-ambientales que enseñan los mapas acerca de
Lampa, en particular las orográficas, hidrológicas, edafológicas y vegetacionales, se
evidencian al ir y venir por la comuna y durante las diferentes estaciones del año. Aunque
la impresión más reflexiva, en el caso personal, fue observar la actualidad de la relación

202 Mapa físico-ambiental comuna de Lampa, ver anexo C.05.


203 Para más información, ver: Castro, Carmen. (2005). “Impacto de la dispersión urbana de la ciudad de
Santiago en la calidad del suelo en la periferia norte: Colina y Lampa”. Scripta Nova, IX, 194(37).
(Recuperado de: http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-194-37.htm [con acceso el 29/02/2019]).
204 Mapa de erosión sector de Chicauma, ver anexo C.09.

318
urbano – rural, y recrear la información acerca de las características poblacionales de
1970, año de la toma del fundo Chicauma.

Recorrer los 34 km que separan el centro de la capital estatal, Santiago, con el centro
comunal, Lampa, fue algo así como el tránsito de una urbe consolidada y en expansión,
a una ruralidad manifiesta pero que concentra su población en lo urbano. En efecto, el
grueso de la población lampina se reparte entre los cinco núcleos urbanos de la comuna:
Lampa (pueblo), Batuco, Estación Colina, Valle Grande y Sol de Septiembre205. Y para
apreciarlo recurrimos a algunos datos: del total de la superficie comunal el 86,5%
corresponde a áreas rurales (Municipalidad de Lampa, 2018: 6), en las que vive el 20,8%
del total poblacional comunal (21.223 de 102.034 habitantes, de acuerdo al Censo
Nacional 2017)206, a diferencia de la distribución regional que corresponde a un 96,3%
urbana y un 3,7% rural (Dirección de Salud de Lampa, 2018: 9). Aunque estas cifras
incorporan un incremento poblacional producido a partir de la medianía de la primera
década del nuevo siglo. El censo efectuado en 2002 arrojó una población comunal total
de 40.224 habitantes (dentro de un total estatal de 15.116.435 personas), de los cuales
el 33% residía en áreas rurales (Diagnóstico comunal de Salud, 2015: 19 y 23); por lo
que, respecto al total comunal del censo de 2017, se observa un aumento del 153,7%
de la población, y una disminución del 12,2% de la que habita en sectores rurales.

El aumento de población comunal y urbana ocurrido en este período se explica,


principalmente, por nuevos vecinos que llegan a habitar viviendas sociales construidas
en el pueblo de Lampa. Estas son, por lo general, casas pareadas de dos plantas (dos
dormitorios arriba, living-comedor-cocina-baño abajo, 45 m2 en total)207, habitualmente
asignadas a familias pobres provenientes de barrios marginales de la ciudad de Santiago
o de sitios cercanos a ella. A juicio de las autoridades municipales, esta situación ha
“combinado población rural nacida en la localidad con otra que ha migrado desde otros
sectores, produciendo un choque cultural con los antiguos lampinos, gente de tradiciones
rurales, generando el desafío de una integración social armónica para todos sus
habitantes” (Dirección de Salud de Lampa, 2018: 7). De las conversaciones que sostuve
con personas que habían llegado a vivir hacia algunos años al pueblo de Lampa, uno de
los efectos del cambio de domicilio es el desconocimiento de la memoria local y la propia
constatación de una melancolía constante causada por la pérdida de la red de vínculos
familiares y barriales del lugar de residencia anterior. Es el caso de Jeannette Garcés,
originaria de Bollenar, cuyo relato se centraba en el pasado y en sus deseos futuros de
regresar a su lugar de origen:

205 Límites urbanos comuna de Lampa, ver anexo C.04.


206 Algunos datos del censo de población 2017, ver anexo E.01.
207 Fotografías de calles del pueblo de Lampa, ver anexos G.22 a G.25.

319
Cuando llegué aquí estaba ilusionada con la ‘casa nueva’. Al principio me venían a visitar
los familiares y algunos amigos de la población, pero ahora llevo seis años viviendo aquí y
ya no viene nadie; además que no puedo salir mucho porque por aquí roban mucho y no
puedo dejar la casa sola. Extraño a mi familia y lo único que quiero es volver a Bollenar,
aunque allá no hay trabajo ni nada está la familia, al menos cuando no se tiene para comer
siempre está la familia, y aquí no tengo a nadie. Además, estamos separándonos con mi
esposo y tengo que pedir hora para ir a la psicóloga de aquí. (Jeannette Garcés, entrevista
personal en Lampa, diciembre de 2017)208

Su relato, en general, se centraba en el pasado y en sus deseos futuros de regresar a


su lugar de origen, Bollenar; de Lampa, decía desconocer su memoria y su historia y
tampoco la quería conocer.

Por otro lado, la instalación de parques industriales en el margen oriental de la comuna,


por donde pasa la carretera Panamericana, principal vía de comunicación del país, se
suma a los existentes en la zona de la entrada norte a la ciudad, lo que en conjunto
ofrecen al lampino, comúnmente empleos no cualificados, de bajos salarios y de
prestación de servicios temporales. Este cuadro se observa en la preeminencia que en
la economía comunal tienen las actividades secundarias y terciarias de la economía
(12% de los trabajadores se desempeñan en el sector secundario, y el 81% en el
terciario, de acuerdo al censo INE 2017)209. Los mismos datos indican que el restante
7% de trabajadores se desempeña en labores agrícolas, ganaderas o silvícolas, bajo una
estructura mayoritaria de minifundio y de características estacionales y complementada
con actividades asalariadas externas y ocasionales: “Aquí en [el sector rural de] Santa
Inés sembramos poca cosa en el terrenito, algo de tomates, alfalfa, zapallos, y poca cosa
más. Para lo demás hay que buscarse un trabajo en las industrias que hay afuera.
Aunque pagan poco, algo es algo” (Cecilia Contreras, entrevista personal en Lampa,
junio de 2018).

Esto último es quizás lo que más llama la atención al observador: paisajes dominados
por labores agrícolas poco intensivas y altos niveles de pobreza urbana que se acentúan
en la ruralidad. Según los últimos datos de la Encuesta de Caracterización
Socioeconómica Nacional (CASEN, 2003-2011), la comuna registra un 24,4% de

208 Este caso, entre otros, motivaron la búsqueda de información acerca de estudios o programas
focalizados en la salud mental de la población recién llegada a la comuna, sobre todo al considerar que
los últimos años suman el arribo de población migrante, en especial de haitianos jóvenes, pero no existen
estudios ni planes especializados para dicho segmento poblacional.
209 Mapa actividades económicas y productivas comuna de Lampa, ver anexo C.06.

320
pobreza (ocupa el lugar 47 entre las 52 comunas de la región metropolitana), por sobre
la cifra regional (11,5%) y la nacional (14,4 %) (Plan de Desarrollo Comunal [PLADECO],
2013: 25). Se suma a ello un nivel de analfabetismo del 6,4% (2,7% en la región) y bajos
niveles de educación (es la cuarta peor comuna en resultados de la prueba SIMCE en la
región210) (Corporación Lampa, 2015: 3). Y la evaluación municipal al respecto es
elocuente, al señalar que en la comuna “existe una sensación de pobreza crónica y falta
de oportunidades, carencia de visión del futuro de la comuna, abandono por parte de la
institucionalidad y falta de oportunidades” (Plan de Desarrollo Comunal [PLADECO],
2013: 25).

En vista de estos datos, en especial aquellos que nos enseñan el marco demográfico
actual de la comuna, resultaba de primer orden conocer las características poblacionales
para el momento en que se produjo la toma del fundo Chicauma. Fue esclarecedor
descubrir que el 22 de abril del mismo año de este último hecho, 1970, se realizó un
censo nacional de población (INE, 1970211) cuyos resultados nos muestran un país con
8.884.768 de habitantes (un poco más de la mitad que la actual, de 17.547.003
habitantes según el censo INE 2017), con tasas de natalidad del 24,5% (13,6 para 2017),
de mortalidad general de 7,5% (5,7% en 2017), de mortalidad infantil de 57,5% (6,9% en
2017), y de una esperanza de vida para ambos sexos de 64 años (79,5 años en 2017).
Para el caso local muestra a una comuna de mayoría poblacional rural (sobre un total de
12.190 habitantes comunales, 5.800 residían en las áreas urbanas y 6.390 las rurales),
de mayoría alfabeta (7.081 alfabetos, de los cuales 3.528 habitaban las áreas urbanas y
3.553 las áreas rurales), y donde los analfabetos rurales casi duplicaban a los que
residían en las áreas urbanas (de un total de 1.328 analfabetos, 478 residían en las áreas
urbanas y 850 en las áreas rurales).

Respecto a la ocupación laboral de los habitantes de Lampa en torno a 1970, los


resultados del censo nos enseñan el detalle del número de trabajadores divididos por
rama de actividad económica (INE, 1993). En suma, vemos que las actividades primarias
ocupaban al 55,30% de la población mayor de 15 años con trabajo, las secundarias el
12,25%, y las terciarias el 32,44% (Ibidem: 227). Sin embargo, más allá de los datos
numéricos surge en los relatos de lampinos la memoria de una pobreza material
constante, de naturaleza sistémica. De pobreza e injusticias, como rememora Manuel
Maldonado Gatica, exmilitante del MIR e hijo del expresidente del Asentamiento El
Esfuerzo Campesino, ex fundo Santa Inés de Lampa, sector de Lo Vargas, Manuel
Segundo Maldonado Miranda, asesinado el 21 de septiembre de 1973 por tropas del

210 El Sistema Nacional de Evaluación de Resultados de Aprendizaje (SIMCE), fue creado en 1988 y en
la actualidad mide aprendizajes en las asignaturas de Matemática; Lenguaje y Comunicación
(Comprensión de Lectura y Escritura); Historia, Geografía y Ciencias Sociales; inglés; y Ciencias
Naturales. Se aplica a estudiantes de 2°, 4°, 6°, 8° básico, II y III medio.
211 Algunos datos del censo de población de 1970, ver anexos E.02, E.05. y E.10.

321
ejército en el Regimiento Peldehue, de la comuna de Colina. Nos habla de su niñez y
juventud en el fundo donde vivía con su familia; en clave antesala de hechos que se
presentan marcados por emociones antagónicas: odio a la representación de la
autoridad patronal y las esperanzas de cambio en el significado del acto de tomarse el
fundo y de contribuir a construir nuevas formas de relación:

Eran tantas las injusticias que pasamos en el fundo [Lo Vargas] con el viejo ese
[Marticorena, dueño del fundo]. A ese viejo yo lo odio por un montón de cosas. Yo me
acuerdo, el viejo era tan malo que una vez se le murió un animal y todos los perros iban a
comer ahí, y el viejo envenenó toda la carne. Y en un momento mi taita, como nosotros
vivíamos lejos para adentro, como a dos km de donde estaban las casas del fundo, mi taita
dice “vayan a ver los perros, no vayan a ir a comer esa carne también, que se están
muriendo cantidad de perros”, así que yo corrí para llegar hasta allá. Esto es cuando debo
haber tenido catorce años, y tenía un perro grande que en ese momento no estaba en la
casa, y que seguramente se había ido a comer de esa carne. Y corrí y corrí y cuando llegué
para allá el perro estaba muriendo envenenado; y el viejo estaba afirmado así, en unas
varas en un corral, muerto de la risa, mientras veía como los perros iban muriendo. Y yo le
gritaba “conchetumade, cuando sea grande te voy a matar”. Y el viejo se moría de la risa.
Y además mi taita era muy trabajador, todos los días, todos los días, no tomaba, no fumaba,
era trabajo y trabajo. Tenía 11 hijos […], y se iba a pagar el día..., cada 15 días el viejo le
pasaba plata, pero no le pasaba nunca. Nosotros, yo me acuerdo de chicos, desde que
tengo razón, cinco años, seis años, muertos de hambre. Mi taita iba a pagarse y volvía con
las manos vacías, porque el patrón no tenía plata. Y había que esperarse otras dos
semanas, y sin tener que comer. Pero al viejo le daba lo mismo. Y gracias a que mi madre
criaba por ahí algunas aves o hacía algún conejo, comíamos. Yo me crie comiendo conejos;
en el fundo menos mal que había eso. Salíamos chicos a cazar conejos y comíamos conejo
casi todos los días, casi todos los días ese era el plato. Entonces todas esas cosas a mí
me hacían querer cambiar esa situación. Sobre todo, cuando me fui a Santiago y comencé
a conversar con la gente en las fábricas. Yo trabajaba medio día repartiendo en las
ferreterías y la otra mitad del día en la fábrica y conversando con más gente vi que la única
forma de salir de esa pobreza era sacando a los patrones. Entonces después cuando les
expropiábamos los fundos, yo andaba metido en todas esas cosas con mi taita.
Con lo que mi taita ganaba [por su trabajo en el fundo] alcanzaba apenas para comer. El
viejo le pagaba una miseria. Es más, cuando a él lo fusilan, y mi madre tenía la libreta del
Seguro Social de él, le dan la pensión y ahí ella se da cuenta que el viejo, el dueño del
fundo, le imponía, pero la nada misma. Le hacía creer a él que le imponía por mucho más
dinero. Entonces, ahí te das cuenta como el viejo engañaba a sus trabajadores no

322
imponiéndoles el monto que él les descontaba. En el fondo les robaba el dinero. (Manuel
Maldonado, entrevista personal en Chicauma, septiembre de 2018)

Pobreza material que también es parte fundamental de la descripción que Alejandro


Villarroel hace del momento en que conoce a los campesinos del fundo Chicauma: “En
el fundo vivían en una miseria espantosa quince familias campesinas que se negaban
a abandonar la tierra. Los niños carecían de escolaridad, de ropa y por supuesto de
una alimentación adecuada” (Alejandro Villarroel, relato de vida, 2014), y agrega:

Ellos, que vivían ahí, estaban sin trabajo y más de alguna familia en una situación de
miseria increíble: los niños no habían ido jamás a la escuela, e incluso había alguno que
se cubría con ropas de sus hermanitas. Principalmente vivían de la caza de conejos, del
escaso rendimiento de las erosionadas tierras, de la ayuda que daban del fundo vecino y
de trabajos ocasionales que alguien cercano podía ofrecer. Todo escaseaba. (Ibidem)

7.1. Arribo a Chicauma

Algunas de las características comunales, y de Chicauma en particular, fui


descubriéndolas a medida que me interiorizaba en las informaciones documentales y en
especial en los relatos de quienes allí vivieron y viven. Aunque en cierta medida, de forma
indirecta, algo del entorno físico y medio social conocía desde antes de iniciar el trabajo
de campo en la comuna. Esto no lo relato en la sección metodológica, porque consideré
que su lugar era en el desarrollo de mis descripciones etnográficas. Como una irrupción
que emule parte de la cadencia de remembranzas personales que se completan en este
acto.

El caso es que desde mi niñez había visitado regularmente el pueblo de Tiltil, en


transporte público y por la ruta que cruza con el final del Camino Chicauma, pero nunca
me aventuré por esa carretera ni menos por sus memorias, ni por obligación ni por
curiosidad, nunca. Aun así, recuerdo que siempre llamó mi atención el que esa angosta
vía fuese de tierra (no así por la que nos desplazábamos, con una cubierta de asfalto
que parecía estar incrustada al piso desde hacía milenios) y, seguro por ello, poco
transitada por vehículos. Lo pienso desde la distancia del tiempo calendarizado y creo
comprender que para ese niño el polvoriento camino representaba la crudeza de unas
condiciones materiales de existencia en las que, de forma inconsciente, no quería
profundizar. Porque sí llamaba mi atención la preeminencia de una pobreza material que
a mí ya me parecía vergonzosa. Eran los años ochenta y esta situación material, en el

323
caso local, parecía dominar lo observable tanto en Tiltil como en los poblados de la zona,
casi como una especie de característica endémica que hacía concluir que llevaba ahí
desde el inicio de los tiempos.

El recuerdo de estas sensaciones, que años más tarde inspiraron reflexiones, sin duda
se sumaron como alicientes al momento de tomar la decisión de proseguir con el estudio
en Chicauma, algo de lo que ya comentaba en los capítulos introductorio y metodológico.
Por ello es honesto (con el lector y con la zona) reconocer que estaban presentes en mis
emociones y pensamientos el día en que llegué al pueblo de Lampa y luego al sector de
Chicauma.

A Chicauma no llega el transporte público, el que sólo alcanza las cabeceras de la ruta
G16, Camino Chicauma, a 9 km. desde Lampa y 8 km. a partir de Polpaico. Los tiempos
de traslado eran los siguientes: el microbús que cubre la ruta Santiago – Lampa recorre
los 38 km que separan a ambas localidades en 50 minutos aproximadamente (Buses
Lampa); en cambio, el que se desplaza entre Santiago y el cruce del Camino Chicauma
y el Camino a Tiltil, remonta los 52 km de distancia en cerca de 60 minutos (Buses JNS).
Ambos partiendo desde el Terminal de Buses de Avenida La Paz. Igualmente, otras dos
líneas regulares de autobuses se desplazan entre Santiago y Lampa, una que parte
desde el Terminal de Buses San Borja, en el sector de Estación Central (Royal Bus); y
otra que lo hace desde el Terminal Tarapacá, en Santiago Centro (Buses Larapinta);
además de una línea de taxis colectivos que inicia su recorrido en la esquina de las calles
Morandé con Balmaceda, al costado de la Estación Mapocho (Colectivos Lampa
Mapocho). A Tiltil, además de la línea de autobuses mencionada, cuenta con otras dos
empresas que conectan con la capital, una lo hace desde la Estación Intermodal
Vespucio Norte (Cobrexpress) y la otra en el Terminal de Buses Tur-Bus (Pullman Bus
Costa Central, ruta Santiago – Limache). El precio del billete, a septiembre de 2018, para
la ruta Santiago – Lampa es de $1.100.- pesos chilenos (microbús) y $1.700.- (taxi
colectivo); y para la ruta Santiago – Tiltil, $1.600.- (Buses JNS), $1.500.- (Pullman Bus
Costa Central) y $1.000 (Cobrexpress)212.

Habitualmente las exploraciones y visitas a entrevistados a Chicauma siguieron esta


secuencia rutera: en el Terminal de buses de Avenida La Paz, (av. La Paz n.º 302,
comuna de Independencia, Santiago), abordaba el microbús con destino al núcleo cívico
y comercial de Lampa. A partir de ese punto me dirigía a Chicauma, distante 12 km., ya

212 De acuerdo al cambio actual un peso chileno ($) se cotiza a 0,001256 euros (€), por lo que $1.000
equivale a 1,26€, $1.100 a 1,38€, $1.500 a 1,88€, $1.600 a 2,01€, y $1.700 a 2,14€. (Fuente: Banco Central
de Chile. Recuperado de: https://si3.bcentral.cl/Bdemovil/BDE/IndicadoresDiarios [con acceso el
10/01/2019]).

324
sea caminando, en autostop (‘hacer dedo’), en bicicleta o en vehículo privado213. Las
jornadas de caminata o de pedaleo eran las más productivas, aunque también las más
agotadoras. En ellas tenía la oportunidad de detenerme en cada casa que encontraba a
los laterales del único camino pavimentado y de los secundarios, de tierra, para preguntar
acerca de cuestiones menores que dieran pie a conversaciones informales, y además
para mantener controlada mi localización geográfica. El regreso seguía la misma
secuencia, alcanzar el Camino Chicauma, llegar a Lampa antes de que anocheciera y
partir a Santiago. El último microbús partía a las 21.00 h, aproximadamente, y a las 06.00
h reiniciaban la jornada de desplazamientos a la capital. Alguna vez no alcancé a llegar
a tiempo a la parada, cuando alguna entrevista se alargó demasiado o comenzó muy
tarde, pero en ese momento recurría a los taxis colectivos, cuyo horario de
funcionamiento se extendía hasta las 23.00 h aproximadamente.

Llegué a Chicauma el martes 5 de septiembre de 2017, lo recuerdo bien. Exactamente


46 años, 8 meses, y 12 días después de que el grupo de vopistas conformado por
Manuel, Alonso y Camilo, junto al exmilitante del MIR y colaborador de la VOP, Dante,
abordaran el microbús que los llevaría de Santiago a Lampa y desde ahí a Chicauma. El
lunes 21 de diciembre de 1970. El relato del arribo del grupo, que tenía como proyecto
inaugurar una comuna socialista en un fundo abandonado, lo encontramos en el
capítulo la narración de la vida de Alejandro Villarroel Rodríguez, Alonso. El propio,
es el siguiente:

Abordo el microbús a Lampa en el terminal de la av. La Paz, de Santiago. La máquina luce


un oscuro color verde, y por dentro está semivacía de pasajeros. Es una mañana
primaveral, soleada pero fría. Hacia las 11:00 h iniciamos el recorrido, el que terminará en
el centro cívico de Lampa, frente al edificio central de la municipalidad, de acuerdo a lo que
me ha dicho el conductor. El microbús enfila al norte por calles secundarias de la ciudad,
hasta que pronto desemboca en la carretera Panamericana. Al cabo de unos 30 minutos
se cruza con la calle Cacique Colin y por ella se encamina hacia el oeste, por alrededor de
15 minutos, hasta alcanzar el pueblo de Lampa.
Bajo del autobús frente a la municipalidad y miro el mapa del pueblo en la aplicación de
mapas de Google que llevo cargada en el teléfono móvil. En él ubico la medialuna y me
lanzo a su encuentro por las asfaltadas calles. Desde ahí buscaré la forma de llegar al
sector de Chicauma. Mientras camino observo la configuración del poblado y, como una

213Ocasionalmente un amigo me llevó a Chicauma en su automóvil, puesto que no se conducir coches.


La bicicleta era de uso ocasional y me la facilitaba una prima, hija de un hermano de mi padre, que vivía
hacía un par de años en el Lampa (de lo que me enteré a mediados de trabajo de campo mientras esperaba
el microbús en la plaza de Armas de Lampa con destino a Santiago). Lo más frecuente fueron las
caminatas y ‘hacer dedo’, hacia y desde Chicauma.

325
capa sobrepuesta a la manera del programa de ordenador ArcGIS, repaso mentalmente
los mapas de Chicauma que antes he revisado. Estos últimos en su gran mayoría son
vistas satelitales que enseñan un estrecho valle fluvial flanqueado por montañas salpicadas
de espinos secos y dividido por el estero y la serpenteante ruta G16, cuyo inicio está
justamente en el sector de la medialuna.
Después de llegar a este última le pregunto a un transeúnte acerca de las posibilidades de
trasladarme en transporte público al sector Chicauma, pero me confirma que esa forma no
existe. Solo me queda caminar o ‘hacer dedo’ o autostop, es decir, pedir a algún vehículo
que me lleve. Opto por lo segundo, aunque mientras eso ocurre comienzo a caminar por la
ruta. Si bien son los últimos días del invierno, el sol ha desterrado la fría brisa matinal y
comienza a hacerse sentir con intensidad. Recuerdo el relato de Alejandro y las diferencias
empiezan a aflorar: la última casa del pueblo ya no es una Quinta de Recreo, sino viviendas
a la orilla del camino que disminuyen en número y calidad constructiva a medida que se
sale del poblado. En este lugar espero unos minutos a que algún automóvil o camión me
lleve, pero no hay suerte. Decido seguir caminando, hasta volver a encontrar casas.
El sector es silencioso, rodeado de montañas con laderas erosionadas y donde crecen casi
solo arbustos de espino. No se observan pasto fresco ni animales, tampoco sembradíos.
Solo los vehículos que se desplazan a alta velocidad por el camino rompen la quietud que
me rodea. A esa altura, ya no hago señas a los vehículos para que me lleven, las vistas y
los pensamientos llenan mis pasos.
Finalmente, tras una hora de marcha alcanzo un camino secundario que se abre a la
derecha, sin marcas o señales que indiquen su nombre. El mapa tampoco lo aclara, aunque
el sol y la caminata vuelven altamente probable que el enredo en la orientación sea un
aporte propio. Me detengo a descansar y recién noto la presencia de un campesino que
corta leña de espino a la vera del camino. Me acerco a su posición, noto que aparenta unos
40 años de edad, y le pregunto por el sector de Chicauma. Con una calma inicial que me
hizo cuestionar si acaso me había escuchado, y justo antes de repetir mi pregunta, con una
voz tenue me cuenta que no es de la zona pero que por lo que sabe ya estoy en el sector
que buscaba; también, que el camino que se abre lleva hasta el sector de El Taco. Pero
que, del fundo o una antigua toma, no tenía ni idea.
Decido, por esta vez, no entrar por el desvío y continuar la caminata por la inexistente
berma de la ruta. Por dos horas más y hasta llegar al final (o comienzo) de Chicauma, en
lo que se transformó en la meta de la jornada. En el trayecto apenas si se divisan casas, a
las orillas del camino o en las explanadas del valle. Destaca que el lado izquierdo del
camino corresponde a la ladera de la montaña de Chicauma, prácticamente solo monte
con espinos y huellas de quebradas secas. Al final del valle este reverdece y con ello
reaparecen las casas y las marcas de sembradíos en las breves llanuras que se abre desde
la carretera hasta el estero Lampa. Pero antes de llegar a la meta del día, en una zona de
curvas alcanzo las ruinas de un caserón de adobe situado a la izquierda de la carretera.

326
Mis apuntes indican que estoy frente a lo que queda de la casa patronal del fundo
Chicauma, abandonada.
Justo al lado derecho de lo que parece ser el límite de la derruida construcción, hacia el
final de unos 100 m de camino, se alza una casa de madera antecedida por los
movimientos de una señora que guarda cabras en un pequeño corral. A ella le pregunto
por la construcción vecina y me comenta que vive en el sector hace pocos años y que
desconoce el origen de los vestigios o algo del fundo que menciono, que eso estaba fuera
de los límites de su parcela. También pregunté en la propiedad ubicada frente a la antigua
casa patronal, pero resultó ser un predio de explotación agroindustrial desde hacía menos
de dos décadas y cuyos dominios se extendían hasta el estero. A primera vista, de la
comuna vopista no hay rastro. (Cuaderno de campo, Lampa, septiembre de 2017)

El área en la que se emplazaba el fundo Chicauma corresponde a la parte noreste de la


subcuenca del mismo nombre, y en la actualidad comprende predios privados menores
y el actual fundo Chicauma, que se extiende desde la falda de la montaña hasta la línea
de cumbres de los Altos de Chicauma y es de propiedad del latifundista y empresario
minero Víctor Petermann Fernández. En los hechos prácticos, la casi totalidad de la falda
de la montaña, y gran parte del lado este de la ruta G-16 no registra edificaciones ni
evidencias de ocupación. En el lado de la montaña, por la línea del Camino Chicauma,
se observa la erosionada superficie de esta y los matorrales secos que la cubren, aunque
el ingreso está cercado con alambre de espinos. Esta franja de terrenos loteados no
posee alambradas o marcas que señalen los límites individuales214. Pero sortear esta
franja es la única forma para acceder a los Altos de Chicauma, un lugar que en los últimos
años se ha convertido en un punto de atracción turística que exalta el descubrimiento de
la vegetación autóctona de sus quebradas, en especial de roble blanco, y de una
pequeña laguna que corona al macizo montañoso, llamada Laguna del Inca. Llama la
atención el que no existan señaléticas en terreno que identifiquen su ubicación, al igual
que casi nula información acerca de su carácter turístico entre las personas entrevistadas
del sector, solo comentarios en páginas web dedicadas al turismo aventura que reseñan
el lugar como parte de un sitio natural cercano a la capital y que tendría bajas dificultades
técnicas de escalada. Además de advertir que la montaña es privada y, por lo tanto,
recordar que su acceso a ella depende de la voluntad del propietario o del administrador
(a los que no fue posible entrevistar durante la investigación, al primero porque no
respondió los correos-e enviados a su empresa y al segundo porque no fue ubicado en
el terreno). Una web turística lo dice con claridad:

214 Mapa de fraccionamiento predial sector Chicauma, ver anexo C.10.

327
No se permite el ingreso (reiteramos), pero existe una pequeña pasada para quienes
deseen ir a caminar, pero no pernoctar. No son amigables con los intrusos, debido al daño
y perjuicio de algunos así que si los encuentra el administrador del fundo los van a echar.
Recuerden siempre de solicitar autorización para entrar (Chicauma: el desconocido parque,
S/f: párr.7)

El lugar es una maravilla de la naturaleza, y está - valga la redundancia - naturalmente


protegido, pese a ser un lugar privado […] Si bien ello no es un obstáculo para quien desee
caminar por su tupido bosque, prefiero dejar muy en claro que es un recinto privado, pero
la buena voluntad del dueño más el cuidado del visitante logran que se pueda seguir
recorriendo estos senderos de forma que no sea intensiva. (Los majestuosos, 2018: 11)

Era septiembre de 2017, 46 años después de que campesinos y vopistas acordaran la


toma del fundo y comenzaran a levantar el proyecto de comuna socialista, y para poder
ingresar al terreno era necesario pedir permiso a un dueño que no vivía ahí y que resultó
inubicable. Tampoco existía información acerca de los propietarios de los lotes
demarcados en el mapa al que hacía referencia párrafos atrás. Y de los pocos terrenos
habitados, sus propietarios eran recientes, a excepción de aquellos del subsector El
Taco, del que hablaremos más adelante.

Por otro lado, de las organizaciones sindicales, campesinas o políticas que habían tenido
relación de algún tipo con la Comuna Chicauma, o que habían existido hacia 1970, no
quedaba nada. En efecto, la mayoría correspondía a las directivas constituidas en los
fundos tomados al final de la década sesenta e inicios de los setenta y a las secciones
locales de organizaciones, preferentemente, de izquierda, legales e ilegales, las cuales
fueron objetivo preferente de los primeros años de la dictadura militar y, como tal,
eliminadas.

De la VOP y de la Comuna Chicauma, el relato de Alejandro Villarroel antes nos enseñó


la suerte de algunos de sus militantes y aún de sus simpatizantes locales. De algunos
de los primeros supimos que fueron muertos, otros tuvieron que partir al exilio y muchos
de ellos han fallecido al parecer alejados de la actividad política, dada la ausencia de
información pública al respecto; como ocurrió con el mismo Alejandro Villarroel antes de
terminar la presente investigación. De los campesinos que habían formado parte o
conocieron de aquella Comuna, tampoco surgían testimonios. Por ello, al principio solo
manejábamos lo que antes nos adelantaba Alejandro, acerca de la expulsión del sector
de los campesinos participantes de la Comuna, a partir de junio de 1971. Hasta que los
recorridos por los campos del valle me llevaron a El Taco, en busca de una entrevista
que en la práctica abrió las puertas de la información.

328
Las circunstancias que me llevaron de forma directa a intentar realizar una entrevista
concertada a El Taco, bajo una casualidad dictada por la constante insistencia de buscar
entablar conversaciones con sujetos residentes de la comuna de Lampa, las señalo en
el capítulo dedicado a la metodología. El caso es que estaba en sus límites, y en lo que
conforma un subsector de las vegas ribereñas del estero Lampa. Su principal
característica, y que explica su nombre, está dada por la amplitud y profundidad que en
este punto tuvo su caudal, y que en la década setenta daba forma a un popular balneario
fluvial que funcionó en tanto mantuvo niveles de agua pertinentes para ello. Un residente
del lugar nos comenta al respecto:

Esta cuestión era antes como una playa de pobres. Se llenaba de micros, autos, carpas,
por todos lados. Y todos pagaban para entrar. Todas las gentes de los barrios de Santiago,
por ejemplo: Conchalí, Recoleta, Puente Alto, de todas esas partes de donde no había
balnearios, venían para acá. Y aquí era especial, el agua clarita, era hondo; había sauces,
árboles. Los viejos se tiraban piqueros de los sauces a la poza. (Andrés, entrevista personal
en El Taco, mayo de 2018)

En la actualidad el balneario no existe. De acuerdo a la unanimidad de testimonios


recogidos en terreno, la progresiva disminución del caudal del estero se acrecentó a
contar de mediados de los años ’90 al punto actual de tener escurrimiento superficial de
aguas sólo durante los meses de inviernos lluviosos, para el resto del año se presentarse
seco. Lo que provoca tres consecuencias observables, una es que su lecho arenoso
quedó expuesto y es explotado por empresas que lo extraen y venden, principalmente,
como insumo de empresas constructoras; la segunda, es que las propiedades lindantes
con este tramo del río han movido sus cercos hacia el cauce seco, con lo que han
incorporado a sus predios lo que antes fue el balneario215: “así que ahora, como el río
está seco han cerrado sus predios ocupando parte del balneario, unos 100 o 150 metros”
(Andrés, entrevista personal en El Taco, agosto de 2018). La tercera consecuencia es la
baja productividad agrícola por falta de riego: “Aquí ya se siembra poco, los pozos
también se secan y hay sectores en los que recién a los 115 metros para abajo se llega
al agua, y eso es muy caro para uno, solo pueden hacerlo las empresas grandes como
el fundo vecino” (Andrés, entrevista personal en El Taco, junio de 2018).

El estero, asediado por camiones areneros y por los nuevos lindes de las parcelas, no
es muy visible desde el camino principal (El Taco del Valle)216. Entre ellos se levanta una

215 Fotografías del lecho del estero Lampa, antiguo balneario El Taco, ver anexos G.14 a G.16.
216 Fotografía del Camino El Taco del Valle, ver anexo G.13.

329
franja de casas de autoconstrucción familiar que evidencian un actual proceso de
subdivisión de las propiedades, y que ha conformado un pequeño núcleo urbano. “Estas
casas que están aquí abajo están hace un año y medio no más. Primero una casita,
luego otra casita y otras más y ahora ya hay una población entera ahí” (Andrés, entrevista
personal en El Taco, mayo de 2018). Esta franja de casas se encuentra inmediatamente
limitada por grandes terrenos privados dedicados a la agroindustria y al turismo, y que
se extienden desde este punto hasta la carretera G16.

Este sector formaba parte del Fundo Chicauma y, como tal, fue ocupado por los
campesinos de la zona y por los vopistas e integrado al proceso de Reforma Agraria.
Entre aquellos labradores se encontraban los integrantes de la familia de apellido
Monasterio, quienes tuvieron su hogar familiar en una casa ubicada en el tramo inicial
del camino de acceso a El Taco. En esa casa, hoy derruida y en propiedad de otra familia
del sector, vivían los abuelos de Pablo, primo de Chandú, el militante vopista que invitó
a la VOP a impulsar el proyecto de algunos campesinos de la zona de tomarse el fundo
Chicauma:

[Chandú] Sabía de un fundo que estaba abandonado: Chicauma, […] Él había nacido allí
y tenía parientes que vivían en ese lugar: su primo Pablo, sus abuelos, y conocía a otros
campesinos.
[…]
En la casa de Don Pedro, rodeada la mesa del comedor por campesinos, bajo un frondoso
árbol nativo, hube de hablar con los presentes […]
Creo que nunca he sido más elocuente, o nunca había estado más asustado, o es que ya
me conocía de memoria el discurso. La extrema necesidad y la franca exposición
determinaron un acuerdo total. Incluso se tomaron acuerdos acerca de la toma. Muy fácil,
los vopistas tenían experiencia: una bandera, levantar una ramada, cartas a la intendencia,
a la policía y a los tribunales. (Alejandro Villarroel, relato de vida, 2014)

El nombre Chandú y el de su familia resurge con regularidad en algunos pasajes de los


relatos de los entrevistados, como referente de un tiempo que se inició con el arribo
habitacional al lugar, en reemplazo de los campesinos de la Comuna Chicauma. Y que
emergía, en general, como parte de una actitud perceptible de secretismo en el momento
en que, durante las conversaciones, asomaba alguna referencia política vinculada a la
izquierda o la VOP. En ese instante el tono de voz de los entrevistados disminuía, la
mirada se declaraba en alerta y la rigidez corporal recién se relajaba después de rápidos
cambios de tema por la parte entrevistada. Una opción validada con el uso fue la

330
constante transmisión de seguridad y confianza mutua entre entrevistador y entrevistado;
al fin y al cabo, en los relatos emergían memorias de clandestinidad, de personas y
hechos ilegales cuyos principios políticos, a partir del golpe de Estado, encarnaron al
enemigo que la dictadura se propuso exterminar. Por lo que ampliar las temáticas de las
conversaciones a las tomas de fundos ocurridas en la zona al final de los ’60 y comienzo
de los ’70, se transformó en una puerta de acceso a información contextual que en
ocasiones se volvía específica para el caso de Chicauma. A partir de ahí se constataba
que el recuerdo de la Reforma Agraria seguía vivo, en la memoria, en el relato.

Es el caso de Manuel Maldonado. Su relato irrumpe con el recuerdo de 1970, su voz


toma la palabra y su memoria apunta a un sentimiento que dice percibía en el ambiente:
alegría. Alegría de las personas ante la posibilidad concreta de acelerar los cambios que
encarnaban el proyecto de revolución socialista. Una alegría que se traducía en
entusiasmo, del que se sentía parte:

Yo recuerdo esa época, yo trabajaba en Santiago, cuando empezó toda la onda de Allende
y el MIR y todos esos movimientos. Yo me acuerdo, la gente, en los buses, en las micros,
la gente cantaba. Tú te subías a una micro y todo el mundo cantaba canciones, contra los
yanquis, contra todo el sistema. Todo era júbilo. Íbamos a llegar a una sociedad casi
perfecta. Era la impresión q te daba el escuchar a los jóvenes cantando en las micros…,
por una nueva sociedad. (Manuel Maldonado, entrevista personal en Chicauma,
septiembre de 2018)

Las últimas cuatro palabras fueron dichas después de un largo silencio y desde una
profunda emoción. Por un lado, la definición sintética de un presente en el que late la
conclusión de un pasado que pudo ser, por otro, una percepción del ahora visto como la
torcedura de lo que debió ser. Recuerda a su familia, con sentido identitario, de una
historia local que de la que forma parte:

Mis abuelos eran de Lo Vargas; de hecho, yo nací en Lo Vargas, en el ‘51. Hay un sector
ahí, donde si vas a Estación Colina, hay un camino que va a Estación Colina y otro que
sale para ir a Batuco, justo ahí había una casita, todavía existe esa casita, justo ahí nací
yo, en esa casita. Mi madre también nació ahí […] Mi taita, aparte del trabajo que hacía
para el dueño del fundo, tenía que cuidar también en las noches […] Yo nunca trabajé para
el fundo, en cambio mi hermano más chico, al que fusilaron, sí […] El administrador del

331
fundo donde nosotros vivíamos era el jefe de la CORA217 del área norte. Él ayudó a
expropiar, con las organizaciones como la que trabajaba mi padre, prometiéndoles que ya
cuando tuvieran la experiencia de todos los demás asentamientos, él entregaba el fundo
de él también. Pero esa promesa nunca, nunca, se cumplió. Llegó el gobierno de Allende
y el viejo seguía diciendo: “no, no estamos preparados para yo entregarles mi fundo”. Y mi
taita se lo tomó. (Manuel Maldonado, entrevista personal en Chicauma, septiembre de
2018)

También afloran los recuerdos acerca de la organización que se dieron los campesinos
en las tomas, en los asentamientos. Es aquí donde algunos lugares comunes centrados
en exponer la situación de desabastecimiento de alimentos que afectó al comercio
durante el gobierno de la Unidad Popular, se complementa con memorias que nos
enseñan el éxito de la red de distribución de alimentos básicos que implementó el
gobierno, en este caso focalizado en los asentamientos campesinos de la zona:

Recuerdo que se repartían los alimentos que llegaban de un organismo que era DINAC218,
que implementaba la Unidad Popular. Por eso que nosotros nunca tuvimos problemas acá,
porque como estaba tan bien organizado, los alimentos llegaban a mediados de mes para
el mes siguiente, llegaba de todo: arroz, azúcar, y ahí nos repartíamos nosotros entre todos
los asentamientos. Cada día tenía que ir un par de asentamientos a buscar la mercadería
y eso se repartía según el número de integrantes que tuviera la familia. Nosotros los
solteros recibíamos un cuarto de kilo de arroz, un cuarto de azúcar, poquito, en cambio las
familias con cinco o seis hijos, un par de kilos de arroz o de azúcar. Todo eso estaba muy
bien organizado, por mi padre en el fondo. (Manuel Maldonado, entrevista personal en
Chicauma, septiembre de 2018)

En el sentido de la implementación de un entramado local de relaciones


socioeconómicas basadas en la solidaridad mutua, como se desprende del relato que
nos enseñó la integración de la Comuna Chicauma a este movimiento:

217 Corporación de Reforma Agraria.


218 Dirección Nacional de Abastecimiento y Comercialización (DINAC), organismo creado por el gobierno
de la Unidad Popular para terminar con el mercado negro y el acaparamiento de alimentos. En su dirección
fue designado el general de la Fuerza Aérea, Alberto Bachelet (asesinado por sus compañeros de armas
tras el golpe de Estado), padre de la ex presidenta de la República, Michelle Bachelet.

332
La toma contó con la aprobación de toda la zona. Inmediatamente que la hicimos, se desató
una solidaridad que nos sorprendió. Del fundo del lado nos llevaron un saco de papas, del
fundo de más allá llegaron con tomates, y por acá nos regalaron leña. Después, se
afianzaron las relaciones e hicimos intercambios, por ejemplo, a los del asentamiento
O’Higgins les dábamos leña y ellos nos regalaban cajones de tomates. También ocurrió
algo interesante: de un fundo vecino, Lo Vargas, llegó la directiva interesada en que les
ayudáramos también a ellos, tenían un asentamiento rumbo a parcelación y al parecer
alguien les había hablado de trabajar en comunidad. (Alejandro Villarroel, relato de vida,
2014)

La directiva a la que refiere el relato de Alejandro Villarroel no pudo ser identificada de


forma rotunda con aquella que encabezaba el padre de nuestro entrevistado, Manuel
Maldonado. Pero es dable colegir que sí lo fue, dada la vecindad entre los fundos, el
hecho de que la toma del fundo Lo Vargas había ocurrido en 1966 y a que la idea de la
propiedad colectiva, es decir, no individual, como se proponía en Chicauma, era parte
de una corriente dirigida contra la implementación del capitalismo agrario y que ya estaba
en marcha en la comuna. Así lo atestiguan las declaraciones de dirigentes de la toma del
fundo Peralillo, emplazado en el sector sur de la comuna de Lampa, también expropiado
en 1966, pero nuevamente tomado en mayo de 1970 por nuevas familias de la comuna,
registradas en un artículo aparecido en la revista Punto Final (PF): “Moisés Morales
explica a PF que el movimiento actúa sobre tres bases fundamentales: la explotación y
la propiedad colectiva de la tierra; conservar el grupo unido, para mantener la continuidad
de la comunidad, y formar una cooperativa independiente de los organismos
gubernamentales” (Carmona, 1970: 7).

En esta misma publicación se denunciaban dos elementos que volverán a aparecer en


los campos de la Reforma Agraria postdictadura y en Chicauma antes de ella:
movimientos forzosos de campesinos y la predilección por asentar a familias de otras
zonas, en desmedro de los lampinos. En carta enviada a la CORA, firmada por Moisés
Morales, José Yáñez y Bonifacio Arancibia, se señala: “2.- Damos a conocer la traída de
campesinos de otros lugares, existiendo en Lampa campesinos que han trabajado toda
la vida en este lugar y según lo conocemos de la Ley, tienen sobrados motivos para llegar
a las tierras” (Ibidem: 6), y agregan: “3.- Damos a conocer la expulsión de campesinos
asentados sin darles razones de tal medida, ni entregarles sus libretas ni liquidaciones
de balances” (Ibidem).

Las memorias acerca de la presencia de la VOP en la comuna o de la Comuna


Chicauma, son tangenciales. Manuel recuerda que en esos años la actividad política en
los campos era abundante y que por ello no estaba al tanto de todo lo que ocurría en la

333
zona: “Hay muchas cosas que uno viviendo acá no se daba cuenta lo q estaba
ocurriendo, acaso había movimiento de otros organismos” (entrevista personal en
Chicauma, septiembre de 2018). Pero si recuerda un jeep que llegaba al pueblo de Lampa
y llevaba marcas de la Comuna Chicauma en sus costados, tal y como nos contara
Alejandro Villarroel en su relato. Al recuerdo de este automóvil, Manuel agrega las
conclusiones que saca del proyecto comunitario vopista:

La gente del VOP tenía un grupo aquí en Chicauma, donde practicaban guerrillas y todo
ese cuento. Yo en ese tiempo, antes de estar en el asentamiento, yo tenía una peluquería
en Lampa. Hice el servicio militar el año ’70, desde fines del `70 hasta abril del ’71; salí y
me instalé con una peluquería, pero no me gustó, así que ahí me integré al asentamiento.
Pero cuando tenía la peluquería veía siempre un vehículo, un jeep nuevo, que tenía un
logo, así como fiscal, que decía algo de una “Hacienda Chicauma”. Un cuento raro, así.
Todo el mundo se preguntaba si era un asentamiento o algo así. Y después supimos que
era la VOP la que estaba metida ahí. Es más, en la tortura [después del golpe de Estado]
a mí me preguntaban por eso, si gente del MIR venía entrenar con los vopistas por acá,
pero yo no tenía idea. Y creo yo que por las cosas que me preguntaban en el Estadio
Nacional, mi hermano si sabía un poquito de la gente de la VOP. Ser de afuera les jugó un
poco en contra, porque quedaron un poco aislados. Ellos nunca lograron meterse en los
asentamientos. (Manuel Maldonado, entrevista personal en Chicauma, septiembre de
2018)

Igualmente nos comenta que, a pesar de no conocer directamente a los integrantes de


la VOP ni la experiencia de la Comuna Chicauma, si supo del militante vopista que vivía
en el sector de El Taco, Chandú:

El Chandú era un tipo de aquí de Lampa. Yo la verdad es que al Chandú lo conocí poquito.
Sé que vivía donde está la entrada de El Taco, un poquito para adentro no más, para este
lado. Yo lo conocía muy poquito. Yo recuerdo que el Chandú una vez fue [al asentamiento
en Lo Vargas], estando la VOP acá. Pero yo no tenía idea tampoco que eran de la VOP
esa gente. (Manuel Maldonado, entrevista personal en Chicauma, septiembre de 2018)

Por otro lado, Andrés centra su relato en la presencia del exmilitante VOP, Chandú, y
desde ahí formula una opinión crítica hacia los vopistas. Deja en claro que no tuvo

334
amistad ni cercanía con esta organización, porque reprobaba lo que consideró fue la
estrategia política de esta organización:

Yo conocí a Chandú antes del golpe. La casa de su familia estaba a la entrada del camino
que entra para aquí, pero se fueron después […] Con Chandú no fuimos amigos; porque
yo siempre he sido, más o menos, sin ser un gran político ni nada, siempre he sido de la
tendencia de que, si entre 10 o 15 personas se pueden ayudar y forman un sindicato, yo
estoy de acuerdo con eso, porque no se va a pedir nada a nadie, y lo que le tocó al sindicato
puede que alguien pueda aprovecharlo. Pero ellos no querían sindicato, no querían nada.
Querían una gueá violenta, salir y matar y llegar y tomar todo lo del Estado. Y así no poh’.
Porque que eran muy poquitos también. (Andrés, entrevista personal en El Taco, agosto
de 2018)

7.2. Junio de 1971: primera erradicación

El fin de la Comuna Chicauma se sitúa en los días siguientes a la muerte del ex ministro
del Interior, Edmundo Pérez, el 8 de junio de 1971. A partir de este hecho, la Comuna
pasó de ser uno de los fundos privados improductivos tomados por campesinos y
tutelados por las instituciones que implementaban la Reforma Agraria, a enemigos
públicos del Estado y de la mayoría de organizaciones legales e ilegales de izquierda.
De las medidas gubernamentales que materializaron este nuevo estatus no se encontró
registro documental, ni en la prensa ni en los departamentos estatales encargados de
inventariar la propiedad de la tierra ni aquellos que implementaban o supervisaban la
aplicación de la Reforma Agraria.

En una noche de enero de 2008, Alejandro se explayó en la secuencia de estos


recuerdos que luego ordenamos en el relato de su vida, sentado sobre una de las sillas
ubicadas alrededor de la mesa de la sala de su hogar, en Curacaví. Era verano y ese día
el último microbús a Santiago se iría sin mí, tras decidir aceptar la invitación a continuar
la conversación sin observar el reloj y con la grabadora apagada. La emoción fue
protagonista en las dos horas aproximadamente en las que sus recuerdos nos
trasladaron a los días en que supo del exitoso atentado al exministro hasta que fue
apresado en Chicauma. Lo primero, intentar proteger la clandestinidad propia y la de sus
compañeros; lo demás, ir a Chicauma, el epicentro del secreto que dejaba de serlo. El
que sigue es parte del relato que plasmamos en su relato de vida:

335
El día del ajusticiamiento de Pérez Zujovic, el martes 8 de junio del 71, partí temprano
desde Chicauma para Santiago, a la casa en una población donde antes había llegado, a
ver que podíamos hacer, a conocer órdenes, a ver qué opinaban los compañeros, pero no
encontré a nadie. La casa está vacía, todos habían salido disparados, dejando documentos
nuestros a la vista. Intuía que la policía no tardaría mucho en llegar hasta la casa, así me
dediqué a quemar todos los papeles que nos identificaban, lo que me tomó hasta como las
dos de la tarde. Mientras por todos lados de la ciudad los pacos andaban buscando a los
vopistas, estaba en esa casa quemando documentos de la organización. Una vez
terminada la limpieza, me fui para el campo, a Chicauma. Subí a un microbús que iba para
el norte de la ciudad, en el camino atravesamos cordones de carabineros vestidos con ropa
de combate, blindaje antibalas y casco de guerra. Bajé del micro antes del pueblo de Lampa
y me fui caminando por el camino del estero, hasta llegar a la casa del primer campesino
del trayecto, el que me avisó que, por la zona, sin saberlo él, me buscaba la policía:
―Oiga compañero Alonso, anda un lote de gente buscando a un Alejandro Villarroel. Ahí
están.
En su casa me quedé por un par de días, dos días en los que no pude tener comunicación
con ningún compañero. Los noticieros radiales estaban censurados por el gobierno,
imperaba un toque de queda nocturno y los milicos mandaban en toda la provincia. En la
madrugada del viernes 11 de junio emprendí el camino hacía el fundo Chicauma. Debía
saber qué estaba pasando con todos los de la Comuna, no podía salir arrancando (cuando
te juntas con campesinos y estos aceptan las cosas que les propones, si sucede algo
complicado no puedes abandonarlos, tienes que apechugar, tienes que presentarte, no
puedes irte, correr). Llegué por el río, me metí por atrás de la casa y los vi buscándome,
eran aproximadamente 40, entre funcionarios de Investigaciones y socialistas del GAP.
(Alejandro Villarroel, relato de vida, 2014)

En este contexto, es dable suponer que entre los campesinos de los fundos vecinos a
Chicauma las definiciones respecto a los campesinos de la Comuna no tuvieron un ritmo
paralelo a las que realizaban los partidos políticos y movimientos de izquierda, aunque
las informaciones de prensa no dejaban espacio para la duda acerca de la unánime
condena pública a la VOP. Alejandro Villarroel, en su relato, sintetiza el ambiente que
surgió tanto en la Comuna como en los alrededores, con la palabra ‘desconcierto’.
Desconcierto entre los campesinos de la zona; pero también desconcierto en él, en el
impacto de ver una ciudad sitiada por militares, policías y compañeros de ideal socialista,
para los cuales él se había transformado en enemigo. Los relatos de informantes y
entrevistados en general indican que lo sucedido en Chicauma fueron acciones
gubernamentales de nivel local endientes a desmantelar lo allí obrado por los vopistas.

336
Como afirma Alejandro Villarroel, la forma fue expulsar a los comuneros y a sus familias,
parcelar los terrenos habitables y reasignarlos a familias traídas de otras zonas:

Mientras la prensa y la izquierda trataba a los vopistas como lo peor del mundo, y éramos
buscados, detenidos y torturados (además de asesinados), en los fundos de alrededor de
Chicauma quedaban todos desconcertados. Los campesinos que pertenecían a la directiva
de la comunidad, gente pobrísima realmente proletaria, fueron acusados de ser cómplices
de la VOP, ‘contrarrevolucionarios’, por consiguiente, los echaron para la calle, con camas
y petacas. Las 1.800 ha del fundo las convirtieron en parcelas y se las entregaron a gente
de la ciudad que estaba cesante y a gente del PS, toda gente de la UP en el fondo.
Desgraciadamente, también borraron el cementerio mapuche pasándole maquinaria por
encima. Quisieron acabar con todo. (Alejandro Villarroel, relato de vida, 2014)

La secuencia completa de estos hechos la hemos podido leer en el relato de vida de


Alejandro Villarroel. Y debo reconocer que resultaba difícil no evocar sus párrafos al
recorrer las mismas coordenadas geográficas en las que parte de esos hechos habían
ocurrido. Como el acto de trazar la carta geográfica de una memoria oculta, en cierta
forma similar a la topografía mítica que propuso Walter Benjamin en su Libro de los
Pasajes, aunque una de campo y de vida, en las fronteras de una transformación
continua. En el presente de un pasado cóncavo, de raíces profundas en un pasado visible
y también, en este caso, clandestino. De una memoria grupal que parecía extraviado tal
y como el antiguo cauce del estero. Sin embargo, las búsquedas nos permitieron
encontrar esa información, porque, como antes reflexionó Halbwachs (2004 [1950]), “es
difícil decir en qué momento ha desaparecido un recuerdo colectivo, y si ha salido del
todo de la conciencia del grupo, porque precisamente basta con que se conserve en una
parte limitada del cuerpo social para que podamos volver a encontrarlo en cualquier
momento” (Ibidem: 84).

Nilda Vergara, hija de un asentado del ex fundo Lo Vargas y en la actualidad residente


de este mismo sector, recuerda de forma breve la expulsión de aquellos que habitaban
el fundo Chicauma, en un contexto de tomas de terrenos, antes del golpe de Estado de
septiembre de 1973, además del desconocimiento del destino de aquellos campesinos:
“En ese tiempo estaban todos los campos siendo tomados por los campesinos […] Del
fundo de Chicauma no me acuerdo mucho porque yo era chica en ese tiempo, pero creo
que a ellos se los llevaron antes. No sé para donde” (Nilda Vergara, entrevista personal
en Lo Vargas, junio de 2018).

337
En este sentido, dos de nuestros informantes, Andrés y Alejandra, iniciaron sus relatos
con recuerdos acerca de lo que observaron del lugar en el que sus familias levantaron
sus viviendas, en El Taco, de Chicauma, en relación a los anteriores habitantes de este.
Iniciaba septiembre de 1971 y ambos grupos eran parte de las familias llevadas al sector
por autoridades de gobierno para reemplazar a los campesinos participantes de la
Comuna Chicauma, que a esta altura del año ya habían sido prácticamente expulsados
en su totalidad:

Llegamos aquí porque estuvo la VOP. Nosotros llegamos después de que se terminó de
organizar todo esto. Somos los nuevos que se organizaron después […] Cuando nos
vinimos llegamos a parar las casas y justo en la noche llegó un camión con Carabineros.
Se bajaron, nos pararon a nosotros y menos mal que ya habían llegado las asistentes
sociales. Ellas venían preparadas para todo lo que pasara, así que les dijeron:
—Mire, este es un campo que ya es del Estado, así que Uds. no tienen nada más que
hacer aquí.
Y echaron a los pacos. Y con buenas palabras:
—Esto es del Estado y el fundo se lo entrega a los campesinos, Uds. están de más aquí,
jefe. (Andrés, entrevista personal en El Taco, agosto de 2018)

Más específico es el relato de Alejandra. En las sesiones de entrevistas me comentó que


sus padres campesinos habían llegado al sector en septiembre de 1971, junto a ella, la
hija pequeña de ambos, y que contaba con 11 años en ese momento. Compartió con
nosotros su relato acerca de la memoria del sector, marcado en su origen, señaló, por
los esfuerzos de las autoridades gubernamentales para repoblar la zona con nuevos
parceleros mientras expulsaba a las familias que tenían (o habían tenido) algún nexo con
la VOP. Recuerda que el día del arribo a estas nuevas tierras, para ellos, fue el 11 de
septiembre de 1971:

Nosotros llegamos en tiempos de Reforma Agraria, que nos designó estas parcelas. A mis
padres y a mis tíos les dieron parcela aquí […] Nosotros llegamos el 11 de septiembre de
1971 y los vopistas se estaban yendo. Se los llevaron a distintos países. A ellos los
buscaban y al que encontraron nunca más regresó. Los habrán desaparecido también. De
hecho, los que quedaron del grupo se tuvieron que ir cuando llegamos, en septiembre. En
esa fecha había como cuatro personas no más por acá, pero cuando nosotros llegamos
ellos se fueron. De hecho, ‘decían’, porque nosotros jamás vimos a nadie. Y nosotros

338
llegamos aquí mismo [a El Taco]. El galpón donde se juntaban ellos estaba por allá, pero
ya no está. (entrevista personal en El Taco, junio de 2018)

Los comentarios sobre los últimos campesinos relacionados a los vopistas, presentes en
el sector al momento del arribo de las familias llegadas a reemplazarles, nos enseña
parte de los rumores que de los comuneros de Chicauma habrían circulado entre los
asentados en los fundos de alrededor. Algunos meses después de lo que Alejandro
Villarroel llamó ‘desconcierto’. Alejandra profundiza en las murmuraciones que en ese
momento escuchó acerca de los labradores vopistas, negativas según la militancia
política que el entorno les achacaba, pero positivas de acuerdo a algunas opiniones de
otros campesinos. Esto último, fundamentalmente por la experiencia personal con parte
de la familia Monasterio, de los que guarda gratos recuerdos:

La gente que vivía en esos años por alrededor nos metía miedo y nos decía que no
fuéramos para allá porque eran miristas. Pero nunca los vi, para que le voy a mentir.
Nosotros llegamos aquí en carpa, torranteando, y jamás nos hicieron daño, jamás una mala
palabra, o nosotros que supiéramos de ellos, nada. Pero de boca de otras personas yo
escuche que eran muy buenas personas, pero de boca de otras personas. Nunca escuché
nada malo de ellos.
Los de esa toma tenían familiares que quedaron. Uno vivía aquí, uno de ellos, Juan
Palmiro, que era casado con una niña, con la Irene Monasterios, y vivían en la entrada del
Taco, un terreno que ahora es mío, de la parcela 8. Cuando yo llegué, los viejitos
Monasterios que yo conocí eran unos abuelitos que murieron como en el ‘80, que eran muy
viejitos. Y ahí ya no hubo contacto con ellos. Pero los jóvenes se tuvieron que ir, después
del golpe los buscaban por extremistas. Aunque no me acuerdo de mucho que por esa
época yo tenía once años […] Cuando llegué aquí, Pablo [Monasterio], tío de la Irene, me
puso ‘gitana’, porque yo usaba el pelo largo y pollera larga (no sabía usar pollera porque
como hija mayor mi papá me crio a pantalón), entonces cuando me ponía pollera me
parecía que andaba desnuda y me ponía vestidos de mi mamá, y ahí me puso ‘gitana’.
(entrevista personal en El Taco, junio de 2018)

Andrés, en cambio, recuerda que la experiencia de la comuna vopista significó para el


sector de Chicauma una suerte de registro de malos antecedentes políticos, que
convirtieron a los nuevos residentes en potenciales seguidores de las características
negativas que fueron asignadas a los vopistas. De sus evocaciones resalta un hecho del
que no hubo más registro que el de su memoria:

339
A los días de haber llegado aquí, aparecieron la cachada de pacos. Hasta el ministro de
Agricultura de Allende llegó para saber qué pasaba219. Vino después de que hubo un aviso
de bomba en una máquina que estaba acá. Pasaba que era una máquina para amontonar
material, un buldócer de esos grandes, que estaba sacando material [del estero] para
rellenar el aeropuerto de Pudahuel, y no le habían pedido permiso a nadie para hacerlo. Mi
hermano era el que se le ocurrió lo de la bomba; y, a última hora, sacamos la caja vacía
(que la bomba era de mentira). Se arregló el problema, pero vimos que no había sido una
buena idea reclamar de esa forma. (Andrés, entrevista personal en El Taco, junio de 2018)

Finalmente, los juicios acerca de la VOP se mezclan con lo ocurrido a partir del golpe de
Estado de septiembre de 1973. En un contexto de represión militar, Andrés agrega la
evidente ausencia de los militantes vopistas ante los hechos violentos que imponía el
nuevo régimen:

Muchos de los que estaban metidos en ese grupo arrancaron para otros países y después
imagino que volvieron como grandes héroes, aunque nunca sintieron ni un petardo. Aquí
nosotros sentíamos en los cerros cómo sonaban las metralletas después del golpe. Los
milicos hicieron lo que quisieron. Nosotros en el día dormíamos, porque en la noche
teníamos que arrancarnos. Cuando ya le cae el sereno a la mata [del sembradío], la mata
se aprieta y ahí uno aprovechaba de arrancar toda la noche. Y por el día había que hacer
tuto. (Andrés, entrevista personal en El Taco, agosto de 2018)

7.3. Septiembre de 1973: segunda erradicación

Parte de las medidas implementadas por la dictadura militar tuvieron como fin la
desarticulación del movimiento político y social y, en particular, la reversión de algunas
de las conquistas sociales identificadas con el impulso político del gobierno derrocado y
de la izquierda en general. La Reforma Agraria fue una de ellas. Esto dio inicio a
movimientos forzosos de población que vivía en los asentamientos que se habían
apoyado en la política redistributiva de la gran propiedad rural. En Lampa, al igual que
ocurría en el resto del país, el desplazamiento afectó a aquellos acusados, y a sus
familias, de integrar, o aún simpatizar, con los partidos y/o movimientos de izquierda. En
el sector de Chicauma, Alejandra nos comenta sobre lo ocurrido: “Después del golpe les

219 Se refiere a Jacques Chonchol Chait, ministro de Agricultura del 3 de noviembre de 1970 al 2 de
noviembre de 1972.

340
quitaron las parcelas a harta gente que decían que eran comunistas. Aquí no queda
nadie de esa gente, nadie, nadie, nadie” (entrevista personal en El Taco, agosto de 2018).
Militancia o afinidad real o ficticia, la acusación de afiliación comunista incluso fue
utilizada por algunos para sacar provechos personales o ajustar cuentas con algún
vecino:

Después del golpe de Estado hubo mucho, como se dice, mucho mariconeo. Si a usted un
gueón le tenía mala no tenía nada más q decir “fulano de tal es comunista”, y partían los
milicos y se lo llevaban, no le preguntaban nada. Ya total ellos tenían a un comunista.
Entonces, cuando vino el golpe no faltó quien dijera que era el presidente del Sindicato, y
se lo llevaron y lo mataron. Su nombre era Manuel Maldonado [Miranda]. Un dirigente de
trabajo […]. (Andrés, entrevista personal en El Taco, julio de 2018)

El relato refiere al padre de Manuel Maldonado, asesinado el 20 de septiembre en el


regimiento Peldehue. Su hijo recuerda así este hecho: “Torturaron a mi padre y a mí, y
al otro día nos pasaron para el Estadio [Nacional] y a mi padre lo dejaron en Peldehue.
A mi padre lo fusilan ahí, y después lo botan en el camino hacia Santiago” (entrevista
personal en Chicauma, septiembre de 2018). Un testimonio que destaca porque por lo
general no se habla de forma abierta de los impactos personales y/o familiares que tuvo
el golpe de Estado y la dictadura militar. Manuel es una de esas excepciones y en su
relato se evidencia el objetivo de la dictadura de corroer la base social del movimiento
popular recurriendo a la delación de los partidarios de la vía chilena al socialismo:

Llegaron el día 17 con un encapuchado para que reconociera gente porque el tipo decía
que en ese asentamiento, en Santa Inés, que era El Esfuerzo Campesino, él había
conocido a unos miristas. Y ese era yo. Y yo ya a esa altura me había cortado la barba y
todo el cuento. Pero yo no lo vi en el momento en que lo trajeron al asentamiento […] Y ahí
toman a una persona que era del asentamiento y participaba en todo ahí […] y a él lo llevan
a Lampa [pueblo] a entregar o a decir adonde vivía el jefe de los miristas en Lampa, que
era Ramiro Zapata, un ingeniero agrónomo que trabajaba en la CORA, en la Reforma
Agraria, que ya había estado detenido días antes en El Polvorín, en Batuco, que ahí hay
un regimiento, y ahí él logró salir, estuvo dos o tres días, lo torturaron, no le sacaron nada
y lo soltó el Comandante (a ese Comandante después de repente murió, lo tienen que
haber matado también los de la dictadura, Comandante Acuña). Ramiro cayó el 12 y como
el 14 o 15 lo soltaron. El 17 llegaron con el encapuchado, que era del pueblo de Colina, de
otro asentamiento por allá, que alguna vez en una reunión de los Concejos Comunales

341
Campesinos estuvimos y también en alguna reunión del MIR yo creo y ahí él me conoció.
Él fue fusilado con mi hermano en la rotonda Grecia. Entonces, a esta persona del
asentamiento de donde yo era lo tomaron los milicos y lo llevaron a Lampa adonde vivía el
ingeniero agrónomo de la CORA que era el jefe de los miristas aquí en Lampa […] La cosa
es que lo llevaron y al Ramiro lo tomaron. Pero Ramiro escapó en ese momento, escapó
de la casa cuando los vio llegar, escapó por atrás, y lo siguieron. Y creo que lo pillaron por
aquí muy cerca [en Chicauma], aquí adonde está el puente, por ahí lograron alcanzarlo los
milicos y se lo llevaron para Lampa. Y como no quería hablar de quienes eran los otros
integrantes, dicen que lo desnudaron por el camino, y le dijeron que lo iban a pasear
desnudo por el pueblo y eso lo quebró, y empezó a dar nombres. Y dio el de mi hermano,
el más chico, que en ese tiempo tenía 17 años y estudiaba en Santiago. Se lo llevan a él y
pasan por la casa de mi padre, con el Ramiro, y además llevaban a un socialista que
trabajaba con los del MIR. Y justo mi otro hermano, el que fue fusilado, llegó en una micro
desde Lampa y mi padre, porque los milicos le dijeron que a mi hermano, al que tenían, lo
llevaban para preguntarle algunas cosas pero que lo devolvían inmediatamente a la casa,
mi padre como ve que llega el otro hijo, le pide que acompañe a su hermano al Regimiento
y que se vengan juntos después. Nunca, nunca los soltaron. Los torturaron toda la noche,
con otra gente del MIR. Por eso que hay gente también que dice que “tu padre entregó a
tu hermano, él lo mandó a la muerte”. Y eso no es así. Él, con todo el cariño que nos tenía
a todos le dice: “acompañe a su hermano y se vienen juntos después”, creyendo en la
palabra de los milicos que le dicen “los llevamos para un interrogatorio, les preguntamos
algunas cosas y ellos pueden volver a la casa”. Y en ese momento a mi padre le llevan
todos los libros de contabilidad del asentamiento, del sindicato. Pero no lo arrestaron a él
ese día. Se llevaron una escopeta que había en la casa, que era una de esas que se
cargaban por el cañón antes, que era mía, me la había regalado un tío, pero nunca la usé
porque estaba mala, saltaba una llamarada por el lado del gatillo; esto encontraron en la
casa, y lo que sí, que estaba en condiciones, pero no tenía balas, era una carabina
Winchester, que era del dueño del fundo y que se la había pasado a mi papá para cuidar
el campo antes […] Y como era difícil conseguir las balas, mi taita le limó el cuento y le
metió unos cartuchos del ’22. Y eso se llevaron. Fueron las dos cosas que le encontraron
a mi padre. Y a mis hermanos, y al Ramiro, y al socialista, los torturaron toda la noche. Y
al otro día nos vinieron a buscar, por la mañana del 18. Y nosotros andábamos trabajando,
aunque era feriado, como el asentamiento era tan nuevito. (Manuel Maldonado, entrevista
personal en Chicauma, septiembre de 2018)

Se suma el testimonio de Rigoberto Belisario Orellana, expresidente de una federación


campesina y parte del asentamiento de Santa Sara en Lampa, que engrosó las listas de
campesinos arrestados y torturados tras el golpe de Estado:

342
Estaba en la casa, en la noche, cuando me golpearon la puerta y ahí me sacaron los milicos
a mí….me sacaron los zapatos y me llevaron a Peldehue. Ahí estuve tres días adentro en
Peldehue. Ahí le pegaban toda la noche a uno y le hacían hacer cuestión militar...Entonces
ellos buscaban a la persona que tenía que ganarlo, de punta y codo y la cuestión y ahí
donde uno no hacía nada lo levantaban a patadas, lo paraban y lo golpeaban y toda la
cuestión, y le volvían a pegar otra vez. Así es que siempre pegándole ahí, toda la
noche...En la mañana me sacaron a mí….-Te vamos a ir a dejar a tu casa huevón- me
dijeron -pero si te andai metiendo de nuevo – así las balas que andaban trayendo (hace el
gesto del tamaño)- estas te vamos a ponerte. (Rigoberto Belisario, entrevista citada en
Widmyer, 2015: 15)

La política de eliminación de militantes o simpatizantes de partidos o movimientos de


izquierda, vía expulsión o asesinato, significó una ola erradicatoria de aquellos que
habían participado del movimiento reivindicatorio campesino. Para los campos de
Lampa:

A todos lo que se tomaron los fundos obviamente quedaron después fuera de los
asentamientos, porque los milicos a todos los que participaron de las tomas los sacaron. Y
trajeron gente nueva, gente del sector, pero de otros asentamientos. Los milicos fueron
muy inteligentes en eso, mezclaron gente; y muchas veces gente que no se llevaba bien
unos con otros, los juntaban, para que se pelearan y se dividieran. Trajeron gente de La
Pintana, trajeron gente de varios lados un poco, para mezclar a la gente, confundirla, me
imagino. (Manuel Maldonado, entrevista personal en Chicauma, septiembre de 2018)

Esto era un asentamiento de la Reforma Agraria. Esta parcela era de Armando Espinoza,
pero le aplicaron esa maldita ley y lo dejaron sin parcela. Y se la vendieron a un señor que
no tengo idea de donde era […] Esa parcela de allá arriba también se la quitaron al hijo de
Armando, que era Luís, [a él] le aplicaron la misma ley y [la parcela] se la dieron a un señor
que nunca había venido por aquí. Ellos estuvieron como dos meses y se la vendieron a
otra persona que luego también la vendió. Después del golpe. (Alejandra, entrevista
personal en El Taco, julio de 2018)

Movimientos forzosos de población que, en el sector de El Taco, de Chicauma, fueron


legalizados por las autoridades dictatoriales a finales de 1977. Las familias de Alejandra
y de Andrés son parte de quienes pudieron quedarse.

343
Estas parcelas las entregaron el ‘77, los títulos, en noviembre o a mediados de diciembre
de 1977. A los que quedaron en las parcelas. Y de aquí fueron los hermanos García, mis
hermanos. De todos los que había fueron los únicos que quedaron con parcelas. A los
demás los sacaron a todos. (Alejandra, entrevista personal en El Taco, julio de 2018)

Manuel lo resume de esta forma: “En los asentamientos los fueron cambiando, o los
mezclaban para crear confusión. Lo que pensaba la dictadura era volver a recuperar los
fundos y devolvérselo a los ricos, aunque al final la propiedad quedara para otros
campesinos” (Manuel Maldonado, entrevista personal en Chicauma, septiembre de
2018). Porque esta recuperación patronal no siempre confió en la devolución de los
fundos a sus antiguos dueños; tal y como apunta Widmyer (2015), al sostener que el
cambio de las relaciones productivas en el campo chileno no necesitó hacerse a partir
de la propiedad de la tierra, sino que muchas veces se centró en el control financiero y
técnico de la producción (Ibidem: 27-28): “Muchas de estas empresas son propiedad de
los miembros de la antigua clase terrateniente, lo que significa que la contrarreforma
chilena tomó una forma nueva y más clandestina” (Ibidem: 27).

El subsector de El Taco y aquél donde se encuentra el hogar familiar de Manuel (cercano


al límite norte del sector de Chicauma, y de la ex casa patronal del fundo), justamente,
se encuentran próximos a predios agrícolas caracterizados por una producción variable
y estacional dependiente de los requerimientos particulares de empresas exportadoras.
Durante el desarrollo del trabajo de campo se consideró relevante contar con la opinión
de alguno de los propietarios de estos terrenos acerca de la historia predial local, por lo
que de forma reiterada fueron visitados cuatro predios agroexportadores220, pero todos
los intentos resultaron infructuosos. Resultó que ningún propietario residía en los
terrenos y los empleados consultados no ofrecieron información específica de ellos. De
hecho, la sola referencia a la propiedad provocaba incomodidad y desconfianza en sus
respuestas. Una posible respuesta la encontramos en lo que nos contó nuestro último
informante:

Los terrenos agroexportadores son todos de gente de Santiago, gente con estudios, sobre
todo de universidades privadas y toda esa gente. Muchos de ellos no trabajan en un solo
rubro; trabajan por épocas, una época en un packing para exportar peras, duraznos,
ciruelas, y después andan metidos en otro negocio, y en otro negocio. Si les va mal en uno,

220Las empresas consultadas fueron: Nativa Foods, Parcela Santa Teresa, Agripor y una última sin
nombre (ubicada frente a la ex casa patronal del fundo Chicauma).

344
agarran por otro lado. Y así diversifican mucho su accionar diario. (Manuel Maldonado,
entrevista personal en Chicauma, septiembre de 2018)

Dueños originarios de la ciudad de Santiago, profesionales universitarios que explotan


el modelo agroexportador. También trabajadores, provenientes de diversas zonas,
disponibles bajo las condiciones laborales que ofrezcan los cambiantes patrones:

Aquí lo que se acostumbra es ser temporero: trabajar en el verano y ganar 500 lucas por
mes, pero luego tienen que estirarlo todo el invierno. Tienen que comer en la tierra, hacer
sus necesidades en la tierra, todo con pesticidas. Y claro, luego no los reciben en las
mismas empresas, los van cambiando. (Manuel Maldonado, entrevista personal en
Chicauma, septiembre de 2018)

7.4. Actualidad: entre el mercado, la memoria y el futuro

En la actualidad, los movimientos de población en la comuna responden a las


necesidades derivadas del mercado (como es el caso de los trabajadores temporeros),
y de forma más estable y duradera por la implementación de políticas de construcción
de viviendas sociales destinadas a los habitantes de barrios periféricos de Santiago y de
comunas rurales cercanas, y que han significado un explosivo aumento de la población
urbana, como mencionábamos al principio del presente capítulo. Aunque las tomas de
terrenos, como acto de ocupación de un sitio baldío para en él construir la vivienda
familiar, no es una práctica erradicada. En el curso de mis caminatas por la comuna pude
identificar dos sectores en los que se desarrollan tomas de terreno. Una de ellas se ubica
en la periferia sur del poblado de Lampa, en el sector oeste de la villa Sol de Septiembre,
un despoblado rural de unos dos km cuadrados en los que unas 60 familias del pueblo
de Lampa, principalmente, desde 2016 construyen sus casas con materiales ligeros
entre los que destacan la madera y las planchas de zinc. La otra toma de terrenos es la
que se desarrolla en el subsector de El Taco, en un espacio y con un número de familias
que es aproximadamente la mitad que la anterior. No existen estadísticas municipales
respecto a esta población, así como reconocimiento formal acerca de la titularidad de los
predios. En la práctica las familias cercan terrenos de aproximadamente 150 m 2 cada
uno, mientras la municipalidad reconoce el acceso de sus moradores a los servicios

345
disponibles para los residentes de la comuna, como salud y educación principalmente,
en tanto la situación legal de la ocupación se resuelve221.

En ambas tomas de terrenos sus residentes se dividen, principalmente, en familias


biparentales, como matrimonios o parejas de hechos, y familias monoparentales
compuestas por mujeres separadas a cargo de uno a tres hijos. La edad promedio es de
25 a 35 años, y la de los niños de uno a ocho años; el trabajo más recurrente es el empleo
temporal en las industrias del sector oriente de la comuna o en Santiago o en los predios
agrícolas de la región. Como antes indicábamos, el grueso de esta población es
originaria de la comuna de Lampa, de las áreas urbanas y de la capital comunal en
particular; aunque también se observa que es frecuente el arribo de familiares de
segundo o tercer grado provenientes de otras zonas u otras regiones, pero sin perder de
vista que la periferia de Santiago es un lugar de origen reiterado.

El origen de las dos tomas de terrenos se encuentra en la organización de un grupo de


vecinos a los que se fueron sumando otros una vez iniciada la ocupación de los terrenos;
aunque, tal y como ocurre en los demás sectores de la comuna, la participación de los
habitantes en organizaciones vecinales no surge como tema relevante al momento de
consultar sobre estas ni se advierten actividades colectivas que remitan a una identidad
grupal. Por ejemplo, en la toma de la villa Sol de Septiembre no se observa actividad
vecinal organizada, lo cual es explicado por una vecina de esta forma: “Al principio
funcionó bien la organización, pero después cada uno se preocupa de lo suyo y llegan
más familiares a vivir y ya a muchos no los conozco; y la idea nuestra es estar un tiempo
aquí mientras conseguimos otra cosa” (Jazmín Navarro, entrevista personal en Lampa,
junio de 2018). Esa ‘otra cosa’ es obtener un subsidio habitacional del gobierno para
trasladarse a vivir a un sector urbano, a una casa más amplia y construida de material
sólido. En el caso de esta vecina, y que se replica en el 90% aprox. del sector, la casa
en la que vive junto a su familia corresponde a una mediagua, construcción de madera
de unos 20 m² de superficie en una planta, y que comúnmente se distribuye en una
habitación, un baño y una sala-cocina. Al no ser una urbanización legal, quienes habitan
en esta toma de terrenos no tienen reconocimiento de las instituciones del Estado que
otorgan asistencia social, ni disponen de servicio de agua potable, aunque sí de
electricidad, puesto que la empresa de distribución eléctrica construyó la red de acceso
y registro del consumo: “para la luz no hay problema; total, para ellos, mientras
paguemos la cuenta mensual, está todo bien. Pero el agua es complicada, aunque viene
un camión semanal a vendérnosla y así llenamos los tambores que usamos” (Jazmín
Navarro, entrevista personal en Lampa, junio de 2018).

221Para más información acerca de las tomas de terrenos en Chile en la actualidad, ver la web del
Movimiento de Pobladoras y Pobladores en Lucha (MPL): http://mpl-chile.cl/ (con acceso el 10/05/2019).

346
El caso de la toma de terrenos del sector de El Taco es similar. No existe catastro ni
estadísticas municipales de su conformación, disponen de electricidad y el acceso al
agua potables se resuelve por la vía de pozos profundos o la compra de agua a camiones
aljibes. Como nos comentaba con anterioridad Andrés, la toma de terrenos comenzó a
finales de 2017 aproximadamente y sus integrantes, en su mayoría, no son originarios
del sector. De la Unidad Vecinal del sector de Chicauma, si bien se encuentran
constituida legalmente, no fue posible constatar actividades. Andrés lo explica de esta
forma: “Ahora se están formando Juntas de Vecinos; en realidad las hay hace varios
años, pero nadie quiere meterse por lo que pasó [en la dictadura], meterse en los puestos
grandes, que dependan de los demás. Y luego la alcaldesa es buena, comparte con
todos” (entrevista personal en El Taco, junio de 2018).

El caso de la actual alcaldesa expone el actual escenario político lampino. En la comuna


se observa actividad política de todos los partidos o movimientos con representación
parlamentaria, incluidos los partidos comunista y socialista para el caso de la izquierda,
bajo la forma de propaganda proselitista de candidatos a elecciones inmediatamente
anteriores (alcaldes y concejales, 2016; presidente y diputados, 2017) pintada en las
paredes y en carteles que cuelgan de los cables del tendido eléctrico, principalmente, y
que en su mayoría son firmadas por partidos de derecha. Lo que se corresponde con los
resultados de las últimas elecciones de alcalde, en las que resultó triunfadora por tercera
elección consecutiva (desde 2008) la militante del partido de derecha Renovación
Nacional (RN), Graciela Ortúzar Novoa; y, en las presidenciales, con la obtención de la
mayoría absoluta comunal por parte del candidato del bloque electoral de este sector
político, a la postre ganador a nivel estatal222.

Por otro lado, en el escenario político comunal no se observa actividad de organizaciones


clandestinas de izquierda que pudieran caracterizarse como iguales, similares o
cercanas a lo que realizó y representó la VOP. Tanto en términos de propuesta como de
acción política pública. Aunque la naturaleza misma de la clandestinidad y la ausencia
de organizaciones que reivindiquen este carácter en la actualidad política chilena hagan
que esta descripción pueda parecer redundante, el tema que nos convoca creemos que
vuelve pertinente prestar atención a este aspecto, y decirlo de forma concreta. Aun
cuando el objetivo de la investigación se haya centrado en las memorias del exmilitante
vopista Alejandro Villarroel, y en la situación actual de lo que fue la Comuna Chicauma,
al recorrer las carreteras y pasajes de la comuna y conversé con parte de sus habitantes
era difícil no preguntarse si existía algún tipo de organización local que reivindicara algún
aspecto de la VOP o de la Comuna. Por ello, la aclaración en este párrafo.

222 Resultados de elecciones 2013 (senadores), 2016 (alcalde y concejales), y 2017 (presidente y
diputados), comuna de Lampa, ver anexo E.11.

347
Ahora, lo anterior es una más de las observaciones registradas en la presente
investigación con las que se puede caracterizar el estado de la organización social local.
Regresemos a lo reseñado por Andrés respecto a la baja participación vecinal en las
instancias de organización colectiva local, donde apuntaba al miedo como un hecho
social instalado por la dictadura militar y cuyos efectos se mantienen hasta la actualidad.
En una de las consecuencias del impacto que significó el golpe de Estado para la
generación que protagonizó la Reforma Agraria, y también la de sus hijos y sus nietos.
Otra propuesta de consecuencia es la constatación de un individualismo alejado de la
acción política y que, en el caso de lo planteado por la hija de un asentado en Lo Vargas,
se desarrolla en una organización religiosa:

En la época de mi papá había harta actividad política y todos se conocían. […] Pero
después del golpe de Estado todo cambió y ahora nadie se mete en política. Ahora hay
que salvarse solita o ayudarse de otras formas, como yo que participo en una iglesia
evangélica. (Nilda Vergara, entrevista personal en Lo Vargas, junio de 2018)

Miedo e individualismo que se agrega a lo que Manuel identifica como el abandono de


posiciones de izquierda por parte de antiguos asentados y el giro a la derecha de sus
descendientes:

La gente tiene miedo. La gente no se organiza, no hace sindicatos para pelear por sus
derechos. Ahora solamente la gente reacciona y se organiza cuando el interés propio se
ve afectado, y ahí dicen que necesitan el sindicato, porque lo echaron y no le pagaron, o
porque perdió esto o perdió lo otro. Yo, la verdad, como persona, ya me cansó […] Algunos
asentados eran iguales. La mayoría eran socialistas, esa gente eran todos socialistas, y
ahora los hijos son todos de derecha. Tu vez que, para las elecciones, antes estaba todo
lleno de palomas y afiches de los candidatos de izquierda, y ahora es todo de derecha. Y
los hijos de esa gente ¿qué ganan con eso?, si viven en la misma miseria, porque no han
avanzado nada. (Manuel Maldonado, entrevista personal en Chicauma, septiembre de
2018)

Elementos que, de acuerdo al relato, configuran un escenario social que incorpora el


origen de la propiedad de la tierra, las adscripciones políticas y aquellas memorias sobre
hechos de violencia dictatorial ocurridos en el sector.

348
El papá de una chica de derechas que vive por aquí pero que era de allá de Lo Vargas, el
único pecado, la única falta que cometió durante la Unidad Popular, fue prestar su casa y
un pedazo de patio para cuando llegaba el pan de la panadería de Lampa. Ahí íbamos
todos los campesinos a buscar nuestro pan, que también era dividido según las familias.
El viejo nos aseguraba tantos kilos de pan y eso nos lo repartíamos en los asentamientos.
Nunca fue militante. Él era simpatizante socialista. Pero su problema, cuando le quitaron la
parcela, porque le quitaron la parcela a cada campesino, es que a él lo tomaron como el
encargado [de la distribución del pan]. Alguien de los mismos compañeros habló con los
milicos de que en ese sitio había dejado su casa donde se repartía el pan del gobierno de
la UP. Y por ese hecho lo tiraron a la calle, a la calle y con 15 hijos. Se lo trajo un cuñado
de él a vivir aquí cerca de Polpaico, y el tipo de pura pena de haber perdido su tierra y no
poder darle de comer a sus hijos, se murió. Se enfermó y lo llevaron en la micro, grave con
él, al hospital a Santiago; porque en ese tiempo no había autos ni ambulancias, y el tipo se
murió de pie en la micro. Y mismo así, sus hijos, los mayores, algunas hermanas de
mayores, son de derecha. Y a veces, cuando voy en la camioneta, una hermana de ellas
me pide que la lleve, pero le digo que la lleve alguien de derecha: Lavín, o cualquiera de
ellos, porque ella vota por ellos. Y me dice que ni siquiera se acuerda de su padre, que
cuando él murió ella era cabra chica y que no tenía ni idea. Pero yo le digo que por último
cómo no va a entender un poquito, honrar la memoria de su padre, q lo único q hizo fue
ser solidario y prestar el sitio que era más o menos central para que todo el mundo fuera a
buscar el pan. Pero no no más. Prefieren, a veces, por no parecer así como contradictorios
con lo que ellos vivieron cuando cabros, no ir a votar a las elecciones; pero sí se alegran
de que gane la derecha, entonces es lo mismo. (Manuel Maldonado, entrevista personal
en Chicauma, septiembre de 2018)

En especial el olvido consciente de la memoria:

Aunque no es que no se acuerden, sino que lo niegan. Yo creo que piensan que todo eso
[la toma de fundos] fue incorrecto. Por ejemplo, aquí conocí a una persona que era de otro
asentamiento, antes del golpe, uno que estaba al frente del que estaba yo, de Santa Inés.
Cuando volvimos nosotros [del exilio], mi esposa conoció en la municipalidad al hijo de él,
de unos 30 o 40 años, y no tenía idea de cómo su padre había conseguido la tierra. Él
pensaba que su padre toda la vida había tenido la parcela. El viejo nunca le contó cómo
habíamos luchado nosotros para tener la tierra. Y así, otro ejemplo, un chico que es nieto
de un asentado de allá de Nuevo Porvenir, también él pensaba que sus abuelos siempre
tuvieron tierras. Nunca nadie les habló de lo que costó hacer la Reforma Agraria, obtener
las parcelas. A mí me da rabia. Incluso en Bélgica, había un ex milico de la FACH, y a él le

349
daba vergüenza haber estado detenido y a los hijos nunca les contó porqué había estado
detenido. El prefería obviar eso y que los hijos no supieran que él había pasado por la
cárcel. Una cosa tonta. Yo me acuerdo que mi abuelo estaba orgulloso de nosotros; no así
mis tíos, los hermanos de mi padre, que algunos se avergonzaron de que el apellido
hubiese sido manchado estando en la cárcel. En cambio, mi abuela y mi abuelo decían que
nosotros habíamos estado en una causa justa y que por eso habíamos sido detenidos y
fusilados. Fueron los únicos dos que así, sin pensarlo, estaban de nuestro lado. (Manuel
Maldonado, entrevista personal en Chicauma, septiembre de 2018)

Juicios que se suman a los que Manuel identifica como parte de las visiones políticas del
medio social que encontró al regreso de su exilio en Bélgica, a principios de los años ‘90;
y no solo desde el impacto político, sino de una naturaleza más profunda, aquellos que
habitan los campos de la amistad y las confianzas antes construidas. En Lo Vargas, en
Chicauma, en Lampa, en el Chile actual:

Los mejores amigos que tengo son belgas, amigos chilenos no tengo; los pocos que tenía
antes del golpe, nunca más los volví a ver. O mucha gente me evita.
[…]
Los que quedaron son como casi todos de mi edad. Se esfumaron. Nadie quiere saber
nada. Muchos de ellos muchos se fueron, hay algunos fallecidos también, y los que
quedaron fue tan grande el terror que infundió la dictadura acá con la muerte de nosotros
que la gente se paralizó. (Manuel Maldonado, entrevista personal en Chicauma, septiembre
de 2018)

El Chile actual que Manuel ejemplifica con lo que vivió y vive en el predio en el que
actualmente levanta su hogar familiar. En este terreno inició una producción comercial
de claveles que demandó la contratación de trabajadores que le ayudaran en las labores
y, sobre esta tesitura, experimentó de forma directa parte de las encrucijadas materiales
y éticas que propone el capitalismo imperante en la actualidad mezcladas con aquellas
que vivió en su niñez y juventud:

El año 1996, cuando comenzamos con la producción de claveles, contratamos como a 5 o


6 trabajadores, y ellos llegaron y calentaron su comida por allá en los árboles. No quisieron
venir para acá [a la casa]. Y como no aceptaron venir a sentarse a comer con nosotros a
la mesa, les llevé una cocinilla, y la usaban y la dejaban tirada por allá. Hasta que un día

350
les dije que nadie más comía en el potrero y que fuesen a sentarse con nosotros, y de ahí
se vinieron a comer siempre con nosotros sus cosas […] Ahora ya no, que no hay mucho
trabajo. Pero la chica que sigue trabajando aquí le pago las imposiciones de mi bolsillo, no
se las descuento de su sueldo. Si fuera un patrón vaca solo le pagaría lo que le queda
después de hacerle el descuento, pero no. Además, le doy comida y la voy a buscar y a
dejar a su casa. Hablamos siempre.
Cuando había más trabajadores y con mi esposa salíamos, quedaban ellos como dueños
de casa. Y una vez q llegamos notamos que faltaba mercadería, que faltaban unas cosas.
Y les pregunté.
—Si poh’ —dijo una.
—Ud. más lo que huevea con el socialismo y yo no tenía pa’ comprar y me llevé algunas
cosas.
A mí me dio un poco de risas y lo comentaba después cuando conversaba con otra
persona, que en ese momento tenía 18 trabajadores. Y me decía:
—Pero cómo, ¿ellos entran a tu casa?, ¿comparten tu mesa? Si son tus trabajadores. Yo
siempre he sido de la idea de que a los perros hay que tratarlos como a perros. ¿Tú crees
que a uno de estos perros yo lo voy a sentar a mi mesa? Tienes que hacer la diferencia
entre el patrón y el perraje.
Ese es el nivel de personas que todavía hay en Chile. (Manuel Maldonado, entrevista
personal en Chicauma, septiembre de 2018)

En el relato de Manuel Maldonado, la vivencia anterior es una muestra más de las


personas y relaciones sociales negativas que perduran en el Chile actual. Como la vez
que supo de algunos rumores críticos hacia él, por el hecho de participar de las tareas
del hogar, como lavar o cocinar:

Cuando llegamos aquí nos instalamos en una carpa, y lavábamos [ropa] en unos tambores.
Un día vino una niñita vecina y me dice que su abuelita decía que “lavaba ropa como las
mujeres”. O la vez que un familiar criticó a mi pareja porque yo hacía el almuerzo. Cuando
si hay que cocinar o lavar, lo hago yo. (Manuel Maldonado, entrevista personal en
Chicauma, septiembre de 2018)

Enfrentar situaciones que en cierta medida evocaban relaciones de dominación vividas


en su niñez y juventud, en Manuel activaron recuerdos de un pasado de acción política
pública y clandestina que, en su memoria, trascendieron el acto original y revelaron, una

351
vez regresado a Chile, la efectividad práctica del secreto para con el cumplimiento de
una de sus razones de ser: proteger las vidas de los compañeros de este secreto:

Nosotros hicimos algunas tomas en la misma Reforma Agraria. Porque, ¿qué era lo que
pasaba?, que nosotros necesitábamos créditos para poder trabajar en los primeros años y
necesitábamos que eso fuera ingresado al Banco del Estado para poder comprar la semilla
y todo eso; y era tal la burocracia que ellos se demoraban meses y meses, y a veces el
crédito venía saliendo en octubre, noviembre, cuando nosotros ya teníamos que tener
sembrado en septiembre. Entonces, en los dos últimos años [del gobierno de la UP] nos
íbamos a las oficinas nosotros, en junio o julio, y nos tomábamos la oficina y no dejábamos
salir a nadie de la administración de la Reforma Agraria. En dos días tenían que redactar
todos los proyectos de todos los asentamientos, y cuando los mandaban al Banco nosotros
les desocupábamos las oficinas y nos veníamos al campo. Con Allende. Y eso nos valía
un montón de críticas de que éramos extremistas. Y en eso llegó el MIR [a Lampa] el último
año y prendió harto. A simpatizar, porque no era así como así la militancia. Pero hartos
cabros jóvenes. Y de esos no cayó ninguno [después del golpe de Estado], gracias a que
nosotros nos cerramos altiro. Yo prefería que me mataran, la verdad es que nunca les tuve
miedo; dolor si sentí, era algo atroz. Yo no sabía hasta cuándo iba a aguantar las torturas.
Pero de nombres nada, no entregamos nunca nada. Y de esos cabros, cuando yo recién
volví, apareció un par de ellos para agradecerme de que nosotros nos callamos y no dimos
sus nombres. (Manuel Maldonado, entrevista personal en Chicauma, septiembre de 2018)

Memorias de luchas clandestinas de las que Manuel se siente parte activa, tal y como
antes nos lo enseñaran Alejandro, Roberto, Miguel y otros anónimos exmilitantes de
partidos y movimientos de izquierda que fuimos conociendo en la ruta del estudio; y que,
en un sentido simmeliano, nos invitaron a adentrarnos en algunas capas del
conocimiento del secreto, para enseñarnos hechos y significados particulares que
contribuyeron a dar forma y sentido a las palabras con las que compartieron sus
recuerdos. Memorias que se reconocen enfrentadas a la historia aceptada por la mayoría
de los actuales habitantes de la comuna, aquella extendida por el opuesto bando
triunfador. Memorias clandestinas que esperan ser escritas:

Hay gente, por ejemplo, que quiere escribir de Lampa pero que al final no se hace. Hace
un par de años apareció un cabro que quería escribir la historia de Lampa, de los sindicatos
y todo eso. Pero no resultó. Entonces, falta alguien que escriba la contraparte de lo que

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está escrito, que es de los alcaldes, los concejales y todo eso. Y eso es lo que me piden a
mí. (Manuel Maldonado, entrevista personal en Chicauma, septiembre de 2018)

En las últimas dos semanas del trabajo de campo, después de abordar el microbús que
me transportaba de Lampa a Santiago, abría el cuaderno de registro para repasar
algunos puntos anotados generalmente antes de llegar por las mañanas y me encontraba
con páginas salpicadas de palabras sueltas que, a modo de rompecabezas, dibujaban
los fragmentos de algunos escritos que no cesaban de resonar en mis pensamientos
mientras pedaleaba bajo el sol o me sentaba a descansar a la sombra de algún arbusto.
El que recuerdo en este momento me lleva de regreso a los campos de Chicauma, en
busca de otros secretos profundos de sus memorias:

olas de silencio altas olas de silencio lo van arrinconando contra la montaña de fuego
todas las hienas de la soledad y su actitud la propia memoria lo escupe lo araña
le tira espanto a los ojos insultándolo en la inmensa noche abierta entonces se abre
las entrañas y mete adentro a la Lucina y mete adentro a sus hijos y a sus hijas y les
hace camas de besos y echa a rodar mundo y cielo abajo terremotos de carcajadas
bolas de llanto que revientan contra las piedras eternas del siglo trombas de miedo
bombas de sueño que retumban como el mar y el sol en la desgracia y aun como los
muertos ellos cuando caen adentro de la nada. (Rokha, 1954: 137)

353
354
8. CONCLUSIONES

Las páginas precedentes dan cuenta de una prolongada exploración por las regiones
ignotas de la actividad guerrillera acaecida en Chile al final de los sesenta y comienzo
de los setenta del siglo XX. Específicamente, de aquella que tuvo como protagonista a
la organización Vanguardia Organizada del Pueblo, de la cual no se cuentan con trabajos
de investigación que incorporen testimonios directos de exmilitantes o de sus entornos
políticos inmediatos. En esta labor, hemos caminado por algunos de los intersticios
donde se desvanece la sonoridad material de lo evidente, hasta alcanzar los pasos
clandestinos que reúnen lo manifiesto y lo oculto, la verdad y la mentira. En este tránsito
nos fuimos encontrando con personas que conocieron los entresijos u observaron desde
una relativa distancia las acciones que llevaron adelante los militantes de esta
organización, exmilitantes y sin afiliación política determinada, que conocieron y
guardaron en sus memorias fragmentos de la experiencia militante vopista. Y después
de una marcha investigativa de descubrimientos, pérdidas, reencuentros y nuevos
hallazgos, alcanzamos la estación final de este largo camino, que impone, como
cualquier arribo a destino, el momento y la oportunidad de la reflexión.

Al principio del recorrido nos propusimos trazar un análisis comprensivo de las prácticas
de socialidades clandestinas de la VOP en la experiencia del exmilitante Alejandro
Villarroel Rodríguez, y en la de otros exmilitantes y colaboradores de esta organización
que pudiéramos identificar. Ese fue nuestro norte (o nuestro sur). El primer paso lo
direccionamos al desarrollo de los lineamientos teóricos que guían la investigación, con
la vista puesta en las socialidades clandestinas y sus mecanismos de producción y
reproducción social. En el examen de las materias invocadas constatamos la amplitud
de temas y las posibilidades latentes de extendernos hacia otras áreas no menos
importantes, lo que nos llevó a definir una trayectoria continua y dialogante. En especial,
a partir de la metodología que decidimos emplear.

La condición exploratoria y de tipo etnográfico del estudio puso en evidencia la


complejidad metodológica de investigar temas que implican la pesquisa y análisis de
memorias acerca de determinados hechos de violencia política, en este caso aquella
ocurrida en Chile a principio de los años setenta. Una es de carácter general y remite a
las secuelas individuales y sobre todo sociales que se derivan del trauma político
(Montero, 1987) e histórico (Brave-Heart, 2003) de hechos represivos que han afectado
al movimiento popular chileno a lo largo de su historia, de los cuales la dictadura militar
iniciada en septiembre de 1973 se impone como un hito criminal de consecuencias
individuales y sociales que perviven en la actualidad, y que se constituyen a modo de

355
contextos productores de violencias argumentales, y aún físicas, que provocan
profundos debates y no pocos enfrentamientos en la sociedad chilena contemporánea.

La siguiente complejidad metodológica dimana en parte de la anterior, y tiene que ver


con un mínimo de dos caras que se conectan en el estudio etnográfico del pasado a
partir de interrogar su presencia en el presente. Una, marcada por particularidades
contextuales del recuerdo, del sujeto que recuerda, en términos emocionales, físicos,
políticos o de cualquier otra forma que pudiera impactar a quien evoca. La otra, dibujada
por el investigador con su decisión respecto a uno de los dilemas primordiales de la labor
etnográfica, referida a lo que puede revelar sobre la vida de otras personas en la escritura
posterior (Taussig, 2010 [1999]: 59 y 79).

Estas complejidades nos motivaron a determinar el uso de una metodología que viera
más allá de sus definiciones iniciales y que fuese flexible, es decir, que considerara
oportuna y válida la incorporación de elementos que surgieran a lo largo de la labor
etnográfica. Más aún, que facilitara de manera constante su inclusión. En este sentido,
queremos subrayar la importancia de la combinación de técnicas con las que enfrentar
la emergencia de relatos en el trabajo de campo, por ejemplo, sobre hechos ilegales
firmados por la VOP tanto con implicados directos o indirectos como con quienes se
sintieron cómplices de estos por el solo hecho de haber conocido a alguno de los
responsable o saber algún detalle de ellos o de la acción referida. En estas ocasiones,
pasar de la entrevista antropológica (Guber, 2004 [1991]) a la observación (Ruiz-
Olabuénaga, 2007: 125), se presentaba como la decisión más acertada, toda vez que
evidenciaba la confianza y el respeto mutuo existente entre las partes; sobre todo cuando
el entrevistado alcanzaba en su relato un punto henchido de emociones alimentadas por
significados personales profundos y comúnmente no expresados; tal como ocurrió
cuando en algunos momentos de las entrevistas a Alejandro Villarroel y Manuel
Maldonado, rememoraron las torturas sufridas a manos de agentes estatales y la muerte
violenta de familiares y amigos.

El acceso a este tipo de información nos hizo valorar aún más el reconocimiento que la
labor antropológica mantiene respecto a las prácticas éticas de los investigadores, en
especial aquellas que comprometen el manejo de la información a la que se accede, y
que se orienta a la protección de la privacidad tanto durante el proceso como del
producto. Y con ello nos acercamos, en parte, a la respuesta que nos dimos al problema
de la decisión acerca del qué escribir en la escritura etnográfica, antes planteada por
Taussig (2010 [1999]: 59), a modo de revelación de piezas de la vida de otras personas.
Este escenario lo delimitamos a partir del entendimiento de la información a la que
accedíamos, y su disposición posterior, como hechos confidenciales cuya exposición se
supeditaba a acuerdos tomados entre los presentes en los momentos en los que se

356
desvelaba, por ejemplo, en una sesión de entrevista. Por otro lado, aquellas situaciones
en las que no existió una contraparte con la cual llegar a acuerdos sobre lo registrable,
como en las informaciones obtenidas a través de la observación, intentamos mantener
vigente en todo momento lo que podríamos llamar una eticidad profesional empática. Y
con esto nos referimos a apelar a la ética antropológica para evitar y resolver, por
ejemplo, en el caso del presente estudio, potenciales situaciones de peligro para los
entrevistados derivadas de la descripción de determinados hechos con probables
consecuencias legales, lo que intentamos subsanar en el almacenaje digital cifrado de
la información y el uso de canales comunicacionales con altos estándares de privacidad.
Este es uno de los grandes aprendizajes de este tipo de trabajos: accedemos a
información que puede afectar el cotidiano familiar y social en general de personas
relacionadas de forma directa o indirecta al estudio, lo que incluye a los propios
investigadores. Ante ello, lo recomendable, estamos seguros, es llegar a acuerdos con
los entrevistados y con uno mismo, evaluarlo en conjunto constantemente y utilizar
herramientas seguras de comunicación, registro y acopio de la información, aun cuando
los resultados afecten los objetivos o intereses del investigador.

El siguiente movimiento estuvo dirigido a identificar y contextualizar los principales


hechos y procesos sociopolíticos que impactaron en los movimientos obreros y sociales
de Chile desde 1900 hasta 1970. Definir estas fechas nos resultó necesario para delimitar
de forma precisa la trama de factores que en el tiempo fueron dado forma a la sociedad
en la que se constituyó la VOP. Desde la organización y protesta obrera de los albores
del siglo XX, que los historiadores han llamado la ‘cuestión social’ (Garcés, 2004), hasta
el triunfo electoral del proyecto socialista ‘con gusto a empanada y vino tinto’ de la Unidad
Popular y Salvador Allende; pasando por los principales hitos políticos que afectaron al
Estado, la fundación de partidos políticos que reivindicaron tradiciones obreras y
populares, el acontecer de los movimientos populares que demandaron derechos
económicos y sociales y también presencia activa en las instancias de decisión
gubernamentales, las luchas políticas partidistas, el incremento en la votación de los
partidos de izquierda para las elecciones presidenciales de 1925 a 1970, las políticas
económicas del Estado, las luchas contra la explotación laboral, el impacto en la
izquierda de la Revolución Cubana, y la conformación de grupos y organizaciones que
propugnaron movimientos de acelerado cambio social.

Hemos tratado de abarcar el máximo de elementos atingentes al estudio y en este


sentido revisamos obras de historiadores, documentos y datos hemerográficos, además
de incorporar relatos obtenidos en entrevistas que dan cuenta del carácter vivo de la
memoria colectiva respecto a la historia, de acuerdo a las diferencias que entre ellas
señala Halbwachs (2004 [1950]). Sin embargo, sabemos que los temas y puntos de vista
expuestos no abordan en su justa dimensión todos los elementos que intervinieron en

357
esta historia. Son relatos elaborados sobre la base de atenciones parciales a cuestiones
seleccionadas por encima de otras. Como también lo hacemos nosotros. Pero en este
caso nos permite señalar materias que consideramos significativas para comprender y
unir el presente de ese 1970 con su pasado, restablecer la continuidad interrumpida
(Halbwachs, 2004 [1950]: 80) que señala el contexto sociohistórico a modo de
antecedente de la VOP. Abordar el presente de 1970 como el producto de fuerzas
intervinientes gestadas en el tiempo anterior y que a la vez se proyectaron hacia el futuro.
Futuro que en 2019 es nuestro presente, que se construye sobre las bases de ese
pasado que para la memoria social se mantiene vivo y vigente, y que se recrea en su
evocación en el presente (Halbwachs, 2004 [1925]).

En resumen, el contexto histórico nos permitió distinguir procesos de transformación


política, económica y social en los que reconocimos antecedentes de la emergencia de
organizaciones que promovieron la construcción práctica del socialismo en Chile y que
reivindicaron la violencia como herramienta de acción política clandestina. E
identificamos a la VOP como una de estas colectividades. Lo que nos llevó a responder
el desafío de elaborar una crónica de los principales hechos en los que esta organización
guerrillera intervino, y que definimos analíticamente como acción directa revolucionaria.

Antes de hacerlo, quisimos poner de relieve una cuestión de orden metodológico que
entrañó un posicionamiento ante el tema. Nos distanciamos de las reseñas discursivas
que encontraron su cauce en los artículos de prensa que en su momento realizaron
reconstrucciones periodísticas de las actuaciones vopistas en un tono generalmente
alarmista y sobre la base de un tratamiento ‘delictivo’. No para decantarnos por otras
visiones de corte romántica o nostálgica, sino porque la sumatoria de los antecedentes
revisados les revelaron como un relato de castigo que excluyó la voz de los militantes
vopistas y las de sus entornos políticos y sociales. Nuestra respuesta se construyó sobre
un método abierto a combinar informaciones contenidas en distintas fuentes. Sin
embargo, convivimos con una paradoja que nos acompañó por gran parte de la
investigación: igualmente recurrimos a esos informes periodísticos, aunque contrastando
los relatos que trataban de un mismo hecho (registrando los elementos en común). Por
otro lado, sumamos los relatos de exmilitantes de otras organizaciones que colaboraron
en algún momento con la VOP, además de aquellos que nos presenta en su relato de
vida el exmilitante vopista, Alejandro Villarroel Rodríguez.

De esta forma, partimos presentando algunos antecedentes contextuales y particulares


de la VOP, de su fundación, de sus características organizativas y de los militantes sobre
los que existe información disponible. De acuerdo a ello, pudimos señalar que la VOP
fue una organización clandestina conformada por exmilitantes de organizaciones de
izquierda legales e ilegales, que se organizó en subgrupos a los que llamaron ‘columnas’

358
y que cada una de ellas estaba integrada por cinco o seis miembros. El número de estas
columnas no es claro; sin embargo, las informaciones obtenidas indican que tres de ellas
habrían tenido el carácter de estable, además de estar coordinadas por Ronald Rivera
Calderón. Cada integrante habría contado con círculos de asociados en número
indeterminado, y toda esta estructura descansaba sobre la compartimentación de la
información, el ejercicio de la clandestinidad y la práctica de la acción directa
revolucionaria.

Dilucidar el concepto anterior nos hizo considerar postulados que unieran precisión
teórica y correspondencia práctica (Alberola y Gransac, 2004 [1975]; CEDEMA, 2009,
2007; Rosas, 2010; Salazar, 2006; Salvador, 2015). El tema de estudio lo exigía. Y a
partir de esas proposiciones construimos nuestra propia síntesis. En esta, el punto
central se constituye por la ocurrencia de un hecho de carácter violento que se propone
irrumpir y alterar la cotidianidad del medio social, un hecho que es llevado a cabo por
individuos o colectividades que fundamentan su acto en una lectura de la realidad que a
su vez forma parte de una formulación ideal orientada a la transformación social y que
en sí misma es potencial o pretendidamente revolucionaria, o por lo menos subversiva,
y que se ejecuta en contra de sujetos y/o representaciones materiales y simbólicas de
un estado social percibido como injusto y desigual; y donde, desde una perspectiva
histórica chilena, es dirigida contra del Estado y el sistema de dominación de turno. Esta
caracterización nos pareció amplia y esclarecedora.

Pero vayamos más allá. De acuerdo a estos elementos constitutivos identificamos tres
ejes sobre los que se articularía la acción directa revolucionaria y que se podrían
enmarcar en lo que, aquí parafraseamos a Simmel (2014 [1908]: 349), sería el momento
de revelación del secreto que resuelve la tensión que entraña. Uno de estos elementos
se identifica con la concreta demostración pública de la capacidad organizativa, técnica
y de decisión política de ejecución del acto violento; en la capacidad cierta de llevar a
cabo actos de violencia en contra del Estado, de determinada infraestructura pública o
privada, o de personajes relevantes que encarnan o representan el sistema que se busca
cambiar. El segundo eje adquiere vida en el momento en que se revela el eje anterior, es
decir, cuando parte importante del carácter secreto de la planificación se pone al
descubierto en la realización del hecho violento. El tercer eje corresponde a la
transformación de la acción directa en proclama política revolucionaria, creadora y
transmisora de mensajes subversivos que se proponen intervenir en la realidad que se
presenta como hegemónica, y que a su vez entraña el peligro latente de revelar todo el
secreto y afectar a la organización o a los sujetos que la protagonizan. Es decir, una
armonía dividida en tres movimientos y donde cada uno de ellos revela parte de sí
mismo, pero que tomada en su conjunto construye otro secreto entre aquellos que toman
parte en el proceso que conduce a la realización de la acción directa revolucionaria.

359
Con este concepto clarificado abordamos directamente las acciones directas
revolucionarias ejecutadas por militantes de la VOP. A lo largo de una crónica tratamos
de recrear la vorágine de una seguidilla de atracos y enfrentamientos con la policía como
hilo conductor de la dinámica práctica de estas expresiones políticas violentas, que en el
relato concluye con las muertes y prisión política de gran parte de sus militantes, y la
dispersión de sus círculos de asociados; como efecto directo de las actuaciones
policiales posteriores a los atentados contra el ex ministro del Interior y el cuartel central
de la policía de Investigaciones, en junio de 1971.

Por sobre todo, la crónica nos enseña un abanico de aristas que encierran elementos
simbólicos y materiales acerca del ‘sujeto vopista’, de su autopercepción identitaria y de
las manifestaciones del proyecto social que inspiró sus prácticas. La sumatoria de
elementos nos muestra algo así como fotografías ambientales acerca del cómo sus
militantes emergían del medio social en una actuación oculta, con pretensiones históricas
anidadas en el cotidiano de sus experiencias militantes. Un cotidiano donde el secreto
se configuró como una máxima ética, en términos de capacidad y potencia.

Simmel (2014 [1908]), advirtió que existe una valoración social de la capacidad de
mantener los secretos, entendida como demostración práctica de la confianza elevada a
valor que tiende a la protección del otro que también comparte el secreto. De acuerdo a
este autor, los secretos estarían presente en la base de las sociedades y son parte
fundamental de su estructuración. Y aún más, que se deben a ellos. Lo que se evidencia
en las asociaciones secretas y en los cuidados que sus integrantes tienen para mantener
oculto este nivel de acción social. Como hemos mencionado antes, las ideas de Simmel
permitieron articular el objetivo perseguido, sus postulados emergieron como una guía
para comprender los continentes por los que nos adentrábamos y reconocer las caras
ocultas de aquello que fuimos descubriendo. Este autor afirmó que toda relación se
compone de un saber mutuo que al mismo tiempo es limitado y distorsionado, porque
depende de la relación concreta, la propia manera de ser y las experiencias con las otras
personas; porque lo conocido de las personas sólo son fragmentos interiores,
seleccionados, modificados y proyectados hacia y para los otros (Ibidem: 334); y donde
la mentira se presentaría como limitación de ese conocimiento (Ibidem: 340).

Mientras Goffman (2001 [1959]) planteó un modelo teatral para la mantención del secreto
y la mentira, Simmel destacó la existencia de niveles de confidencialidad que conjugan
la progresiva revelación del secreto con el desarrollo del hábito del silencio. Idea última
que nos hace relacionar su impacto en la conformación y reproducción de las
identidades, en este caso aquellas con fundamentos de carácter político. Como práctica
de este silencio-revelación-silencio, en el cotidiano del habitus bourdieuano y de una
forma anterior al secreto público planteado por Taussig (2010 [1999]). Con la capacidad

360
potencial de unificar pasado, presente y futuro. Tal como se podría concentrar en una
vida, en una existencia.

Interiorizados en el marco contextual histórico chileno y tras haber conocido algunas


características organizacionales y operativas de la VOP, llegamos a la exposición del
relato de vida del exmilitante de la VOP, Alejandro Villarroel Rodríguez. Sobre la base de
la aplicación del enfoque biográfico propuesto por Pujadas (1992), que se reveló
integrador de la multiplicidad de dimensiones que forman parte de la existencia humana
y la cultura, nos adentrarnos en el conocimiento de parte de las experiencias de acción
directa vopista, a partir de, en lo que es quizás lo más importante de todo este trabajo,
un relato directo que nos enseñó el cómo esas prácticas y sus secretos fueron vividos.

En su relato, el protagonista nos enseña parte de la historia de Chile vista desde sus
vivencias de hijo, estudiante y utopista; de sus inicios partidistas en la Democracia
Cristiana, la militancia en la VOP y la fundación de la Comuna Chicauma; el paso por la
prisión política y luego el exilio y retorno a un Chile diferente al que antes había imaginado
como proyección de sus horizontes políticos. En síntesis, un recorrido narrativo que
recrea las luchas y socialidades clandestinas que se desplegaron en el Chile de los
sesenta y parte de los setenta, y que en sus vivencias toman un tono de continuación
que las extiende hasta el momento de las entrevistas que sirvieron de base para la
construcción del relato. Experiencias confiadas en conversaciones que se desarrollaron
al compás del incremento de la confianza mutua y alrededor de frescas jarras de
limonada elaborada con los frutos de su huerta, y que sumaron al resultado las
circunstancias sufridas por las grabaciones, transcripciones y borradores de un relato de
hechos que vivieron entre los secretos de Alejandro Villarroel. Hasta ahora.

Simmel (2014 [1908]: 361-362), destacó que el hábito gradual de la discreción


acostumbra lentamente a resistir la tentación de revelar los secretos. Al leer el relato de
Alejandro, podemos inferir que determinadas experiencias, como la tortura, la cárcel y el
exilio, tuvieron el efecto de estimular la mantención de sus secretos políticos; sin
embargo, con el paso del tiempo esta resistencia a la tentación de revelar fue sumando
una especie de contrarresistencia espoleada por reflexiones en torno a la trascendencia
de los significados sociales de su memoria, más allá de su muerte, tal como nos lo hizo
saber al momento de exponernos la decisión de revelar su vida en un relato continuo, y
que finalmente presentamos en este estudio. En efecto, ya en la primera conversación
que sostuvimos nos confió que hacía un tiempo cavilaba en torno a escribir sus
memorias, e incluso nos contó que se había comprado un ordenador para facilitar esta
tarea, pero que se sentía sobrepasado con la iniciativa. Pero era absolutamente
consciente de la casi completa ausencia de la voz vopista en los discursos que trataban

361
de los principales hechos ocurridos en Chile durante los años sesenta y setenta, y aún
más en la escena política del presente.

Finalmente, la actividad vopista, incluso su existencia, se había convertido en un secreto


dentro de otro secreto, representado este último por la lucha triunfante del pueblo chileno
por el socialismo. Uno que, visto desde el presente neoliberal, se podría configurar bajo
la forma de un secreto público, tal como propone Taussig (2010 [1999]); a diferencia del
secreto vopista, examinado a la luz de sus oscuridades y las revelaciones que en el
presente estudio se realizan. Había ocurrido que, después de converger diferentes
elementos en el silenciamiento de la VOP desde los hechos de junio de 1971, desde el
afán protector interno de los vopistas sobrevivientes y de sus entornos sociopolíticos,
hasta la condena al olvido señalada por prácticamente la unanimidad de las fuerzas
políticas y mediáticas del país, la información acerca de esta organización fue convertida
en un secreto profundo, en el sentido expuesto por Simmel (2014 [1908]) respecto a la
existencia de niveles del secreto. Uno que en apariencia no tenía accesos, y que por ello
convierten el relato de vida de Alejandro Villarroel en secretos revelados que son
ofrecidos como regalo al proceso de construcción de la memoria colectiva.

Halbwachs (2004 [1950]), señaló que la memoria es colectiva y es sostenida en el


espacio y en el tiempo de un grupo específico por quienes mantienen viva la memoria
de ese grupo, de lo que se deriva que lo relevante de la memoria se encuentra en su
implicancia social, por lo que fijar por escrito una narración continuada permite salvar la
memoria de un grupo cuyos integrantes están pronto a desaparecer (Ibidem: 80), y un
recuerdo colectivo se puede volver a encontrar en cualquier momento si este se conserva
en algún punto del cuerpo social (Ibidem: 84). La comunidad de la que Alejandro se
sentía parte era la identidad forjada en la acción política, en la cual su paso por la VOP
no solo le había transmitido el apodo de Chicauma, sino también muchos de los secretos
de esta organización desde su origen y hasta su final. Uno que en sus vivencias se vuelve
difuso, puesto que a lo largo de su relato se siente encarnando la posición con la que se
define a modo de corolario de su experiencia de vida: la ultraizquierda de la VOP; en
compañía de sus dos mejores amigos y compañeros de militancia en la VOP, fallecidos
antes de 2008. Esto último nos lo contaba a manera de anticipo del final vital que él
sentía pronto le afectaría, después de una existencia agitada que incluía una cirugía al
corazón y daño en los pulmones, arrastrados y tratados desde su paso por Noruega. Y
esto le impulsaba a registrar el relato de su vida, para convertirse en la voz del punto de
vista vopista. Una voz de la que Alejandro tal vez fue el último sus integrantes, el último
de su tribu.

Como antes anotamos, la comparación con Ishi, el último miembro de la tribu de los yahi,
nos resultó ineludible. “Aquí no queda ninguna Presencia de Espíritus. Soy el último del

362
Pueblo; cuando yo haya desaparecido, será como si nunca hubiéramos existido”, señaló
Ishi en el relato de Kroeber (2012 [1964]: 145). Sin embargo, aquella predicción no fue
del todo cierta, porque a través de su relato sabemos que existió, y seguimos leyéndolo
e imaginando su mundo a través de la recreación literaria de su mirada. Similar, aunque
en sentido contrario, a lo que nos transmite uno de los diálogos de la película Blade
Runner (Ridley Scott, 1982), cuando Roy Batty dice a Rick Deckard: “I've seen things
you people wouldn't believe. Attack ships on fire off the shoulder of Orion. I watched C-
beams glitter in the dark near the Tannhäuser Gate. All those moments will be lost in
time..., like tears in rain... Time to die”. Porque las palabras del replicante provocan en el
espectador un silencioso lamento ante la certeza de su predicción en momentos previos
a su inevitable muerte. No queremos que sus secretos se pierdan en el tiempo, aunque
se diluyan en una poética figura de lacrimosa tempestad. Sabemos que ocurrirá, así
como también creemos saber que esos secretos tienen el potencial de cambiar el
entendimiento y la percepción del presente, el futuro y el pasado. Y saberlo causa
frustración. Porque son más que secretos personales, corresponden a los acumulados
por un futurista colectivo de humanos artificiales esclavos. En este sentido, los recuerdos
de Ishi no se perdieron en el tiempo. En cambio, los de Roy Batty solo resbalan por sus
mejillas cada vez que miramos la escena de aquella película.

Los recuerdos de Alejandro Villarroel tuvieron la capacidad de revivir un colectivo del que
casi no se conservan registros documentales: la comuna campesina de Chicauma. Esta,
si bien se mantuvo en funcionamiento durante seis meses, encierra una faceta
sociopolítica casi desconocida de la VOP, una que se presentó alejada de las acciones
directas revolucionarias pero cuyo sostenimiento material en parte se debía a ellas. Bajo
la forma de un secreto, claro. Señala Simmel (2014 [1908]: 346), que una de las
características de los secretos es ofrecer la posibilidad de crear un segundo mundo junto
al visible y “este sufre con fuerza la influencia de aquél”. Podemos figurar esta idea en
Chicauma. Un segundo mundo junto al ya representado por la VOP, una clandestinidad
en la clandestinidad, o una ‘doble clandestinidad’, como le llama Delgado (2012: 101),
cuando se refiere a militantes antifranquistas de Barcelona que llevaban adelante las
labores de ocultamiento propias del partido y otra al interior de su grupo.

Chicauma fue nuestra siguiente parada en la ruta, y la presentamos como el ulterior


objetivo del estudio: describir el estado actual y lo que fue del asentamiento rural
realizado por la VOP en 1970. En la descripción de acceso al sector comentamos acerca
de la tendencia que se comenzó a delinear en los primeros reconocimientos sobre el
terreno: en cada conversación, entrevista o intercambio de palabras, grabadas o no
grabada, dichas o sugeridas, en guiños explícitos o categóricos, toda acción
comunicativa llegaba a un punto de silencio tras proponer el tema de la VOP o la toma
de Chicauma. El resultado de cada jornada nos indicaba que no había ni en el sector ni

363
en la comuna algún recuerdo o materialidad que evocara esta experiencia o la existencia
de excomuneros o de alguien que los hubiera conocido de forma directa o indirecta.
Observábamos y preguntábamos y la memoria que buscábamos parecía no existir. No
había nada.

Estábamos conscientes de que el tema del estudio no auguraba aperturas informativas


inmediatas. La VOP era un secreto en sí misma y, como señaló Simmel, el secreto se
basa en la confianza, y esta va de la mano del conocimiento de cuestiones particulares
del otro, secretas, además de la capacidad personal de no revelarlas. Es decir, lo que en
este caso podíamos interpretar como ‘ganarse’ la confianza en lo cotidiano. Razones que
sobre el terreno nos llevaron siempre a integrarnos a las dinámicas del lugar para mostrar
nuestra confiabilidad y así ser admitidos en el secreto, tanto al observar (de forma
participante o sistemática) como al dialogar con los habitantes de Chicauma. Por lo que
en esta labor fuimos caminantes, colaboradores de un proyecto estatal, ciclistas, clientes,
pasajeros y excursionistas, principalmente. Estamos seguros de que esto influyó cuando
algunos fragmentos de la memoria colectiva empezaron a sernos revelados.

El primer nivel de acceso se nos presentó en las prácticas sociales cotidianas, en lo que
en ese momento era nuestro ‘país de origen’ (Certeau, 1990 [2000]: 10), es decir, estar
presentes, preguntar y curiosear. De esta forma, en algún momento del recorrido por las
calles del poblado de Lampa, una señora a la que habitualmente comprábamos frutas
nos confió parte de la información de su familia (una hija que vivía en Chicauma) y nos
ofreció la posibilidad de visitarla. Con ello, comenzamos a ser admitidos en un discreto
círculo de secretos locales, simmelianos, que primero se presentó estrecho pero que
poco a poco se fue ampliando. Aunque seguía hablando en voz baja de sus recuerdos.

Con el paso de las observaciones y entrevistas, nos desconcertó constatar que la VOP
y la Comuna no tenían una presencia importante en los recuerdos de los residentes de
Chicauma. Es más, las puertas comúnmente se nos cerraban cuando hablábamos de
alguna de ellas. Pero tanto tiempo de paciencia valió la pena. Pronto los recuerdos
acerca de esta organización y la Comuna levantaron la voz y emergieron como un
movimiento continuo que enlazaba al pasado con el presente y que, en ocasiones,
hablaba desde el pasado para cuestionar al presente. Lugares, personas, hechos,
comenzaban a recrear un tiempo pasado. En sintonía con lo que señaló Halbwachs
(2004 [1950]), “nuestros recuerdos siguen siendo colectivos” (Ibidem: 26).

Entre los testimonios recogidos supimos que hubo erradicaciones gubernamentales de


la población de Chicauma. La primera se produjo a partir de junio de 1971, y el
subsecuente arribo al sector de las familias que reemplazaron a los expulsados
comuneros. Pero estos mismos fueron sustituidos a partir de septiembre de 1973, como
parte de un proceso más amplio de desmontaje de la Reforma Agraria. Desde este

364
momento la propiedad de la tierra fue incorporada a las dinámicas del mercado, a la
economía de mercado que hasta la actualidad configura una especie de territorio sin
memoria colectiva. Aunque no solo aquí, sino allí donde instala la codicia y la avaricia
como motor de la existencia humana. El caso en que entre las sombras de ese paraje
que nos pareció desolado vimos emerger recuerdos de las luchas campesinas de los
años sesenta y setenta, de otras tomas de fundos, como el de Lo Vargas, vecino a
Chicauma. Finalmente, el cuadro que se configuraba parecía emular la huella reseca y
borrada del estero Lampa, al que las quebradas de las montañas adyacentes
ocasionalmente abastecen de agua y con ello resurge una veta líquida que nos recuerda
que aún está presente, que sigue existiendo.

En la actualidad de Chicauma domina el silencio. Un silencio de memorias que han sido


golpeadas con desarraigos y dolores, por la habitual violencia estatal y por las
pretendidamente novedosas fuerzas del mercado. Un silencio señalado por sucesivos
atentados a las raíces personales, familiares, sociales de campesinos que al final de los
años sesenta dejaron de ser siervos de los fundos y se aventuraron en la práctica de
otras formas sociales sentidas como más justas. Lo que no fue tolerado por los grupos
dominantes. De forma que la eliminación de la memoria de esos recuerdos fue parte de
la condena. En la actualidad, en este pequeño valle pareciera que la memoria colectiva
se convirtió en un secreto para sí misma.

Dejamos Chicauma reflexionando en torno a estas palabras: “No confiere ningún


galardón el que se necesiten tantos esfuerzos y vanos dispendios para alcanzar el
objeto de nuestros estudios, sino que ello constituye, más bien, el aspecto negativo
de nuestro oficio. Las verdades que tan lejos vamos a buscar sólo tienen valor
cuando se las despoja de esta ganga” (Lévi-Strauss, 1988 [1955]: 19). Y que a su vez
nos interrogaban, ¿cuáles serían nuestras verdades?, ¿habrían valido ese ‘aspecto
negativo’?

Con estas simples preguntas afrontamos el último de los objetivos que marcaron esta
investigación: desarrollar una interpretación de los datos relevantes identificados en el
estudio, en relación con las prácticas y mecanismos de producción y reproducción social.
Esta finalidad estaba implícita de manera transversal en los datos que se revelaban en
cada apartado y sus raíces se condensaban en la exposición teórica acerca de lo social.
Sin embargo, de pronto advertimos que nos encontrábamos ante una encrucijada que
tomó la forma de una memoria colectiva del secreto. Del impacto del secreto en la
memoria colectiva. Aquí estaba parte de la respuesta acerca de esas verdades que al
comienzo habíamos partido a buscar.

Porque las orientaciones que nos guiaron en esta aventura nos enseñaron que los
mecanismos de producción y reproducción social encuentran su validez en el diálogo

365
con las prácticas, en el proceso dialéctico que entraña la relación entre las ideas
productoras de mundos habitables y que se proyectan al futuro (Wolf, 2001 [1998]), en
la práctica de la experiencia y la significación de las acciones, en el hacer-historia y
construir significados (Comaroff, 2012, entrevista en Angosto-Ferrández, 2012). Lo que
nos hizo observar que el pasado es forjado y entrelazado en la experiencia (en el)
presente del pasado, en los discursos, representaciones, prácticas e interacciones
sociales que dan sentido al presente en términos de continuidad del pasado. Un
escenario en el cual el secreto contiene el potencial de reeditar la memoria de ese
pasado, de esa memoria social, finalmente, memoria colectiva. Porque la revelación de
secretos que se originaron en prácticas inspiradas en una concepción historicista de la
acción propia y el devenir del grupo, además de poner fin a la tensión del secreto en sí
mismo, entraña la posibilidad de afectar socialmente el presente y la reconstrucción del
pasado en una causalidad reflexiva sobre cuestiones que hasta ese momento no recibían
atención social. Ni la memoria colectiva ni los recuerdos individuales tienen
características de rigidez o neutralidad, y es desde aquí donde el desenlace del secreto
es potencialmente portador de la posibilidad de revelar cuestiones que afecten de alguna
forma la recreación que la memoria colectiva hace del pasado. Aunque sin pretensiones
de crear un grupo nuevo, como señalaba Halbwachs (2004 [1950]: 86) respecto a la
introducción de elementos nuevos incompatibles con el pasado grupal, sino de irrumpir
en el existente.

Finalmente, esta investigación devino en una travesía por secretos revelados que
cuestionan, que objetan, que discuten con el presente y con la reconstrucción que este
hace del pasado. De formas manifiestas e implícitas, discretas y estruendosas,
incitadoras y sosegadas. Y donde el relato de Alejandro Villarroel es elocuente al
respecto. En este, más allá de las emociones que recorren la narrativa, nos enseña parte
del tejido interno de la experiencia de construcción socialista en el Chile de los sesenta
y setenta, uno cuyo presente se cimentó sobre la reconstrucción de un pasado de luchas
populares que eran coronadas con ese presente; que visto desde hoy destacamos el que
la experiencia de represión estatal a la VOP, ocurrida dos años antes de la que sumió al
país en un escenario dictatorial, solidificó aún más las capas protectoras de los secretos
vopistas mientras en su exterioridad quedaban cubiertos por discursos que les
condenaban a no existir en la memoria colectiva. Y es desde aquí donde las revelaciones
de algunos de estos secretos emergen con la probabilidad cierta de impactar de alguna
forma en algún punto del proceso de reconstrucción de esta memoria. Aún bajo la forma
de un secreto público.

En algunas sesiones de entrevistas y sobre todo en conversaciones informales fuimos


oyentes de secuencias que nos convirtieron en algo así como ‘sujetos de prueba’ frente
a revelaciones de secretos inesperados, que nos tomaron por sorpresa más allá de

366
nuestro rol de investigadores abiertos a la flexibilidad del campo. Un ejemplo práctico lo
encontramos en el tono que tienen algunos relatos aquí registrados y que vinculan a
determinados militantes de partidos y movimientos de la izquierda a los servicios de
inteligencia del gobierno de la Unidad Popular que habrían tenido actuaciones reñidas
con algunos valores humanistas comúnmente asociados a este sector político. Hablamos
de torturas, para que quede claro. Para el contexto chileno son revelaciones complejas,
que proponen debates reflexivos, individuales y colectivos, despojados del
encasillamiento que de ellos se puede hacer respecto a la consideración de una
animadversión o revancha política de fondo. Debates que abran la posibilidad de que la
memoria colectiva transite por redefiniciones que remueven y actualicen conclusiones en
torno a los comportamientos políticos en el cotidiano, ese espacio clave para la
producción y reproducción social.

Después de transitar kilómetro a kilómetro, página a página, recordemos que al principio


nos preguntábamos por las prácticas de socialidades clandestinas en la experiencia
militante de la VOP en relación con el papel que esta organización ejerció durante su
existencia en el marco sociopolítico chileno. A modo de respuesta, por un lado, la
socialidad nos remite a la base de los procesos de socialización, trata de las capacidades
que permiten la constitución de sociedades y como resultado de procesos también
múltiples de socialización, que se fundan y expresan en la interdependencia humana
(Butler, 2006, 2009; Duclos, 2017; Navarro, 2002). Por otro lado, hemos abordado lo
clandestino desde su raíz lingüística asociada al secreto hasta determinados postulados
que señalan a este último como un hecho social total maussiano (Padullés, 2016), como
el conocimiento social fundamentado en lo que se conoce pero que no se debe saber
(Taussig, 2010 [1999]), y como un elemento fundador de la sociedad (Simmel, 2014
[1908]), a partir de lo cual las sociedades secretas se presentan a modo de manifestación
particular de esta relación (Ibidem). Es decir, lo clandestino como parte consustancial del
ejercicio práctico del proceso de socialización, que se expresa y funda en el cotidiano.
Lo que encierra una particularidad primordial, y aquí nos referimos a la VOP, es el
autorreconocimiento colectivo de ser un actor político que encarna un proyecto social
diferente al dominante y que valida su contenido a través de la acción directa que la
expresa.

Conforme a ello, la VOP se nos presenta como exponente de un conjunto de prácticas


sociales con finalidades políticas que se instalan en un contexto mayor, el de las
capacidades humanas para constituir sociedades. También, como representante de un
conglomerado de complejidades más amplias que fueron claves en el período: la
radicalización de importantes sectores de la izquierda, en particular de sus militantes
jóvenes, la legitimación de la violencia como forma de actuación política y la acción
directa revolucionaria a manera de táctica concreta para ponerla en práctica. Desde una

367
perspectiva general de carácter procesual, como parte de desarrollos sociopolíticos de
los cuales fueron manifestación y a la vez fundamento. Y a partir de una visión histórica,
como un artefacto que concentró y catalizó procesos de conflictividad social en marcha,
originados en las dinámicas contextuales de la sociedad chilena. Es decir, una
organización que fue expresión de procesos múltiples, situados y contingentes de la
sociedad, tal como antes existieron otras y las hubo después.

El aporte de esta investigación se basa en el carácter sociopolítico que entraña abordar


la memoria colectiva de los movimientos populares chilenos de los años de predictadura
militar como parte de un contexto que desde el presente se percibe incompleto y que se
va revelando como tal al escudriñar en él. En el examen de una organización cuya
memoria comúnmente se remite a relatos externos que excluyeron las voces de sus
militantes, y que, vista desde el presente y a la luz del impacto político de las acciones
directas que protagonizó, pone en evidencia la necesidad actual de ampliar la extensión
y profundidad de la memoria de los movimientos populares chilenos.

Entre las observaciones y los relatos y las anotaciones y los archivos documentales y las
distancias difuminadas del ‘allí’ con el ‘aquí’ que señaló Geertz (1989: 139-158), fuimos
erigiendo el estudio sin dejar de reflexionar en la importancia del testimonio propio en la
reconstrucción de la memoria colectiva. Desde aquí, confiamos en que el presente
trabajo se constituya en un aporte a la investigación de la memoria colectiva de los
movimientos populares chilenos. Y que de alguna forma estimule el desarrollo de otras
investigaciones que contribuyan a este propósito. De modo que esta etnografía sea sólo
una parada de esta larga y fructífera ruta.

Respecto a la VOP, reconocemos que aún queda camino por recorrer. El estudio aquí
presentado es un paso adelante en la aproximación al relato propio de esta organización.
Pero pensamos que es necesario acercarse más. Conocer los puntos de vista y vivencias
de otros exmilitantes y de sujetos identificables como parte integrante de lo que fueron
sus entornos cercanos, entender más de los procesos que les afectaron e interiorizarnos
en otros hechos de su actividad política y social. Descubrir las piezas faltantes de esta
organización en la memoria colectiva chilena, de la que es parte; así como de otras
experiencias populares cuyo conocimiento podría contribuir a acrecentar las bases de
información del movimiento social actual. Evitar que se pierdan en el silencio de la
memoria. Actualizar la costumbre de recordar, e invitarla a transitar por las calles de la
cotidianidad.

Seguir investigando es la propuesta de este estudio. Los marcos experienciales, teóricos


y metodológicos de la antropología se revelan particularmente idóneos para llevar
adelante empresas de este tipo. En especial desde la antropología histórica, que nos
propone expandir la comprensión de las estructuras sociales y los significados de los

368
acontecimientos considerando un intervalo de tiempo más amplio, que apoye la
incorporación de procesos de larga data, de los contextos históricos particulares.

Investigar con perseverancia. Aunque decirlo pueda parecer reiterativo en nuestra labor,
estamos convencidos de que es una cuestión que es necesario reverdecer asiduamente.
Somos conscientes de las dificultades de este tipo de investigaciones. Una de ellas se
presenta diligente por una cuestión de tiempo, de permanencia de los recuerdos en las
memorias personales. Otra es de carácter material. Las investigaciones acerca de las
memorias de las luchas sociales no suelen contar con apoyos ni facilidades, al menos
en el contexto chileno. Aun así, creemos que la importancia de este tipo de estudios
radica en el impacto que pueden tener en los movimientos populares que se desarrollan
en la actualidad.

Como parte activa en las luchas del presente.

369
370
ANEXOS

371
372
ANEXO A. ESCRITOS COMPLEMENTARIOS

A.01. Panorámica histórica de un territorio sin Estado, luego colonizado.

La presencia de ocupación humana en el continente es de larga data. Hacia el final del


siglo XIX comenzaron a ser formuladas algunas teorías de poblamiento americano
amparadas en los descubrimientos que se sucedían en los diversos ámbitos de las
ciencias, sobre la base de evidencias geológicas, biológicas, arqueológicas,
antropológicas, filosóficas, entre otras. En este contexto, antropólogos europeos
formularon teorías que identificaron avances de oleadas migratorias de grupos
cazadores-recolectores que extendiendo su presencia en el continente1.

Para el territorio sudamericano que actualmente forma parte del Estado de Chile, la teoría
más aceptada para la ocupación de grupos humanos indica que aproximadamente “[…]
hace unos 10.000 años -y según algunos autores incluso más- arribaron desde el norte
grupos de cazadores-recolectores que constituyeron comunidades a lo largo de todo el
espacio que queda entre la Cordillera de Los Andes y el mar.” (Gobierno de Chile, 2003:
45). La caza y recolección terrestre y del borde costero se habrían afianzado hasta
convertirse en una tradición que se consolidó con su práctica, asociada a la
complementariedad ecológica de grupos especializados que caracteriza las relaciones e
intercambios de la zona de los andes centrales (Murra, 1972). Más tarde, se fortaleció la
ocupación territorial con la “consolidación agroalfarera, agraria, ganadera y pescadora
en Chile Central (900 a 1470 dc.) […] durante el Período Tardío representado por el
complejo cultural Aconcagua, entre los ríos Petorca y Cachapoal” (Durán y Planella,
citado en Gobierno de Chile, 2003: 58), lo que daría cuenta “de su vinculación y
utilización de hábitat y recursos de la cordillera de los Andes, junto con la costa del
Pacífico” (Ibidem).

De las poblaciones originarias de este período, solo es posible realizar una


reconstrucción etnohistórica a partir de estudios arqueológicos y, tras la llegada de
españoles, en los escritos de viajeros y militares, principalmente, que arribaron a estas
latitudes y registraron su atención sobre lo que observaban y vivían 2. Otra fuente de

1 Consideramos las tres teorías más clásicas. La primera, la teoría Monogenista - Asiática: postulada en
1927 por el antropólogo checo Aleš Hrdlička (1869-1943) en su obra “La Fase Neanderthal del Hombre”,
plantea un origen único proveniente de Asia y que habría cruzado por el Estrecho de Bering durante la
última glaciación de Würn-Wisconsin. La segunda, la teoría Australiana: presentada por el antropólogo
Antonio Méndez Correia, propone que grupos australianos alcanzaron la antártica hace 16.000 años y
recorrieron sus bordes hasta alcanzar el extremo sur del continente americano, la Tierra del Fuego y la
Patagonia. La tercera, la teoría Oceánica: difundida por el etnólogo Paul Rivet (1876-1958), en su obra
“Los Orígenes del Hombre Americano”, publicada en 1943, propone un origen polinésico a través de
embarcaciones que habrían atravesado el océano Pacífico hasta alcanzar las costas americanas.
2 De las crónicas coloniales, se distingue la obra escrita en 1673 por Francisco Núñez de Pineda y
Bascuñán, “Cautiverio feliz” (cuyo título original es “Cautiverio felis del M.o de campo general D.n Franco
Nuñes de Pineda, y rason individual de las guerras dilatadas del Reyno de Chile”), en la cual el autor narra
sus experiencias como prisionero de los mapuches después de una batalla de 1629, durante la Guerra de
Arauco.

373
datos corresponde a los relatos orales de transmisión generacional de las poblaciones
originarias. El que sigue corresponde a la narración construida por quien escribe estas
líneas, sobre la base de entrevistas informales realizadas a mapuches en el sector de
Cholchol, en 2008. Refiere al arribo y suerte del llamado ‘descubridor’ de Chile, fundador
de la actual capital, en 1541, Santiago de Chile, Pedro de Valdivia 3:

Mil quinientos cuarenta, anno dómini. Borde poniente de América del Sur. Corazón del
Tahuantinsuyo. El designado Teniente Gobernador, Pedro de Valdivia, se apresta a cumplir
la orden superior de Francisco Pizarro, de extender la invasión imperial hacia el sur de la
ocupada capital del Incanato. La razón, explorar nuevos horizontes para las tropas recién
llegadas y, en especial, para las desplazadas de la lucha entre facciones caudillistas, que
rivalizan por el control de los resplandecientes territorios usurpados.
El líder de la avanzada ha nacido hace 43 años en la extremeña aldea de Villanueva de la
Serena, como súbdito de los reyes Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, bajo el
estigma de filiación no documentada de familia aristócrata. En estos dominios reales, ha
crecido escuchando fantásticas historias de un ultramarino oeste, que refieren a extrañas
gentes, paradisíacos paisajes e irreales faunas, conviviendo entre riquezas infinitas,
reservadas a rudos aventureros deseosos de una nueva vida, como él. Con la posibilidad
de un comienzo. Abordar un barco, levar anclas y dejar atrás penurias, pobrezas y
humillaciones, hasta alcanzar la dignidad de un señor, o tal vez la de un rey.
Posee experiencia militar y cuantiosa ambición; ha sido activo soldado imperial contra el
levantamiento armado de los comuneros de Castilla (1520 – 1522) y luego parte de las
hordas reales en las guerras de conquista de Flandes e Italia. Pero el nuevo mundo le
atrae, la codicia le encandila. A sus 38 años emprende la travesía que lo llevará al otro lado
del océano. Aquí deambula durante cinco años entre las avanzadas ocupantes, sin
alcanzar, para sí, el oro y riquezas que por doquier han encontrado otros. Mas, el horizonte
austral del centro incaico le hace soñar con el fin de su errar desventurado entre comarcas
polvorosas de sus ambiciones auríferas.
Amparado en la benevolencia del verano meridional, el militar inicia la invasión al sur,
intentando evitar el fracaso de la anterior expedición. Avanza en marcha fatigosa por el
Desierto de Atacama, entre parajes desprovistos de agua y vegetación, solo abundantes
en peligros y muertes. Hacia el último mes del año juliano, el escenario se tiñe del verde
tinte de un valle donde renace la flora y con ella la esperanza de abrazar fortunas, dignas
de la señorial nobleza que podrán comprar.
Extraviada en el galope de sus deseos, la correría conquistadora observa los paisajes que
recién comienzan a existir bajo sus oraciones y sus botas. Escrutan cada tocado nativo,

3 La cultura mapuche se caracteriza por mantener una rica tradición de oralidad que se acumula y
reinterpreta en el tiempo. “La cultura mapuche, posee una rica experiencia acumulada por años como
sociedad colectiva. En particular, cada mapuche tiene un amplio registro histórico acumulado en los
estratos de su subconsciente y es capaz de trasmitir una cultura mediante un variado registro de relatos y
otras formas expresivas de tradición oral”. (Colipán, Bernardo. [1999]. “Pulotre: Testimonios de vida de una
comunidad Huilliche [1900-1950]”. Santiago de Chile: Universitaria. P.23).

374
alternado la vista con el brillo de las imponentes montañas y las corrientes piedras que
punzan sus pisadas. Hasta que les detiene un caudaloso río, circundado por fértiles tierras
pobladas por gran cantidad de futuros esclavos. Al río le llaman Mapocho, voz derivada de
mapuche, exónimo bautismal dado a los lugareños que hasta ese momento les han
permitido vivir y avanzar. El sitio les parece excelente, por lo que deciden fundar la aldea
de Santiago de la Nueva Extremadura, en honor a San Santiago Apóstol, mártir cristiano y
patrono del ejército imperial español en la razia contra la población musulmana asentada
en la península. El calendario dicta día 12, mes de febrero de 1541 […]. (Cuaderno de
campo, Cholchol, 2008)

Los indígenas que hostigaron el avance de la avanzada colonial hacia el sur, son los
mapuche; grupo étnico emplazado en la zona centro sur del continente americano, que
mantenía frontera con el Imperio Inca. De acuerdo a Bengoa (2003), los mapuche se
caracterizaban por practicar una ocupación territorial que consideraba los diversos pisos
ecológicos de la región, en lo que llama una economía de ‘sociedad ribereña’, horticultora
de las vegas emplazadas en los márgenes de los abundantes y caudalosos ríos de la
región, complementada por la caza, pesca y recolección de frutos como el piñón de la
cordillera. Lo que redundaba en el aprovechamiento de amplias extensiones de terrenos
disponibles, con la consiguiente buena productividad, diversidad ecológica y, como
efecto social, baja conflictividad interna y facilitador de la convivencia. Este grupo cultural,
frente a la guerra de ocupación, conquista y explotación española iniciada por la
avanzada de Diego de Almagro y sus huestes, en 1536, pasó del desconcierto inicial,
provocado por la diferencia entre el tipo de guerra que practicaban con sus vecinos incas,
principalmente, ‘guerra de carácter ritual’, a comprender y hacer frente a la impuesta por
las tropas hispanas, una ‘guerra de exterminio’ (Ibidem). En 1598, los mapuches logran,
por segunda vez en casi 50 años, dar muerte al gobernador del Reyno de Chile, a Martín
Oñez de Loyola (el primero fue Pedro de Valdivia, tras la batalla de Tucapel, en 1554), y
de paso destruir la totalidad de la infraestructura colonial construida desde el río Biobío
al sur. A partir de este triunfo militar se sumó una victoria política, con el establecimiento,
en términos efectivos, de una frontera material y simbólica en los márgenes de este río,
entre los mapuches y la colonia española, formalizada en el Parlamento de Quilín,
realizado en 1641. Tras esta capitulación de la corona, mientras el resto del país
desarrollaba dinámicas dependientes con el centro colonial, el territorio al sur del río
Biobío logró gozar de una cierta independencia que se mantuvo hasta mediados del siglo
XIX, aunque sus habitantes debieron adaptar su desarrollo cultural, social y económico
a la nueva realidad que se les imponía (Ibidem).

Durante el gobierno colonial la economía de la Capitanía General de Chile se asentó casi


exclusivamente sobre la capacidad productiva agropecuaria y el flujo de materiales,
insumos y circulante proveniente de España y del Virreynato del Perú, consolidado con
la prohibición de comerciar con otros países. De esta forma, la Guerra de Arauco, que
enfrenta al gobierno colonial contra los mapuches, con su constante exigencia de

375
presupuesto militar y apoyo logístico, sumado a la ubicación del país respecto a los
centros económicos europeos -de los cuales América era una importante fuente de
financiamiento a través de la explotación directa de sus recursos naturales y utilización
de mano de obra esclava -, condicionan una situación de inmovilismo económico con
marcado conservadurismo agrario.

Al comenzar el siglo XIX, una trepidante crisis afecta al sistema colonial en América. En
el área política, la crisis se fundamenta sobre profundos cuestionamientos al sistema
monárquico, estimulados por las teorías ilustradas europeas que postulan, entre otros,
la existencia de derechos naturales inherentes a todos los individuos y la necesidad de
implementar un esquema social basado en la voluntad general, reconociendo en el
pueblo al soberano. Para la época, ideales subversivos que dejan profundas huellas en
la historia, cuando pasaron al campo de la acción. En efecto, tanto los postulados
políticos se mezclaron con intereses locales, e inspiraron el desarrollo de movimientos
anticolonialistas e independentistas. Entre 1775 y 1783 ocurrió la guerra de
independencia de las trece colonias británicas en Norteamérica, que luego, en 1781, dio
a luz la Carta de Derechos de los Estados Unidos. Al otro lado del Atlántico, en Francia,
en 1789 sobrevino la revolución que derrocó a la monarquía para instaurar la República.
De regreso en América, en el Mar Caribe, en la colonia francesa de Santo Domingo, el
intenso movimiento de esclavos rebeldes proclamó, el primero de enero de 1804, la
República de Haití.

En este ambiente, la América bajo ocupación española no estuvo ajena a los cambios
políticos. El momento para transformaciones se presentó cuando tropas bonapartistas
invadieron la península ibérica (1808) y los latifundistas americanos respondieron
creando Juntas de Gobierno, que actuaron como autogobiernos transitorios, en
oposición a las nuevas autoridades francesas y en reguardo de la fidelidad colonial al rey
español. En la Capitanía General de Chile, la Junta de Gobierno fue establecida por
figuras de las principales familias terratenientes el 18 de septiembre de 1810. Pero pronto
fue dominada por posiciones independentistas que dieron inicio a enfrentamientos
militares entre facciones de hacendados, y entre estos y las tropas españolas enviadas
a sofocar los levantamientos. Los movimientos bélicos culminaron formalmente con la
declaración del Acta de Independencia, jurada el 12 de febrero de 18184, día de un nuevo
aniversario de la fundación de la aldea de Santiago de la Nueva Extremadura, en 1541.

Lograda la independencia, la raíz económica y la escena política se mantendrán


dominadas por la base agraria y conservadora que caracterizó a la etapa colonial. La
realidad económica, política y social de la mayoría de los habitantes de Chile, siguió
siendo dependiente y de subsistencia, con la “ira social creciendo por abajo, en todas
partes, a punto de explotar” (Salazar, 2013 [2011]: 53). Junto a la eliminación
programática y física de los sectores pro monárquicos y de aquellos impulsores del

4 El acto solemne de Jura de la Independencia se realizó el 12 de febrero de 1818, fecha del primer
aniversario de la Batalla de Chacabuco, en un documento firmado en Talca, pero datado en la ciudad de
Concepción, el 1º de enero de 1818.

376
federalismo sudamericano (impulsado por Simón Bolívar), se adopta un modelo
republicano caracterizado por la preeminencia de la figura del Presidente por sobre la
del Congreso y ambas superiores a la autoridad del poder judicial (convertido en un
aparato penal técnico dependiente de las directrices político partidistas). Supervisados,
a su vez, por las constantes injerencias de las cúpulas militares5. En ello, de 1931 a 1851
el Estado es dirigido por dos generales: José Prieto, de 1831 a 1841, y Manuel Bulnes,
de 1841 a 1851. Al respecto, Vitale (1993), sostiene que es “un mito de la historiografía
liberal que nuestros gobiernos fueron civiles y democráticos. En realidad, nuestros
Estados fueron dirigidos en la mayoría de los países por militares, incluidos aquellos,
como Chile, que aparecen como los más civilistas y estabilizados” (Ibidem: 15).

En materia económica, hacia 1833 el Estado “abrió sus puertas al capitalismo industrial
inglés, francés y norteamericano. Entre 1832 y 1876 firmó tratados de libre-comercio con
todas las grandes potencias. El país fue invadido por más de 100 compañías comerciales
extranjeras” (Salazar, 2013 [2011]: 65). Es el caso de las empresas de capital británico:
“En 1849, más de cincuenta firmas comerciales británicas operaban en el comercio
exterior. Entre 1860 y 1875, Gran Bretaña recibía el 56-58% de nuestras operaciones,
mientras nos abastecía con el 34-41% de las importaciones” (Cademartori, 1968: 62).
Situación que fue en aumento y agravó la dependencia económica.

[…] los ingleses obtuvieron préstamos de los bancos de Valparaíso y Santiago, es decir,
recursos de capitalistas chilenos. Con las ganancias realizaron inversiones que se
extendieron al negocio bancario, los ferrocarriles, plantas de agua potable, abastecimiento
de todo tipo a las oficinas y adquisición de acciones y propiedades. Más del 70% de la
producción y exportación quedaron controladas desde Londres. (Ibidem: 64)

Durante la medianía del siglo XIX se incrementó la explotación minera en el norteño


desierto de Atacama y su litoral, de forma que la recolección y embarque de guano
comenzó a ser superada por la extracción y embarque de salitre y luego de plata, para
ser embarcados y enviados a los centros industrializados de Europa y Norteamérica,
principalmente. En torno a esta explotación de recursos naturales se gestaron las
primeras estructuras familiares que lograron concentrar fortuna y dominar la producción.
Nacía “la elegante oligarquía chilena” (Salazar, 2013 [2011]: 54). Familias de apellidos
Matte, Cousiño, Edwards, Urmeneta y Ossa, entre otras, en su calidad de comerciantes
mayoristas sometieron a los trabajadores de las minas a sus intereses y conveniencias
de clase (Cademartori, 1968).

5Para más información, ver: Necochea, Hernán Ramírez. (1984). “Las Fuerzas Armadas y la Política en
Chile (1810-1970) (Antecedentes para su historia)”. México: Casa de Chile en México.

377
La forma de producción era la siguiente: los hombres que trabajaban las minas eran
campesinos arruinados, antiguos inquilinos o artesanos que emigraban hacia la zona
minera en busca de la veta, sin poseer elementos de trabajo. Recurrían entonces a los
“aviadores”, o “habilitadores”, o dueños de casas de rescate, quienes les entregaban en
préstamos las herramientas, cobrándoles altos precios y subidos intereses. El minero se
veía obligado a vender a su proveedor, a bajos precios, el producto de su trabajo; si no
alcanzaba a pagar la deuda, lo que ocurría generalmente, perdía su mina. (Ibidem: 59)

Por medio del control de los medios de producción, los ‘habilitadores’ se transformaron
en capitalistas industriales y posteriormente en financieros; los pequeños mineros por su
parte, se fueron proletarizando. “Este fue el comienzo del capitalismo en Chile” (Riesco,
1989: 297).

El diseño estatal fue amparado por la persistente construcción de una identidad cultural,
y aún étnica, de ‘nación chilena’, erigida como síntesis cultural de un constructo que
incorpora algunos aspectos asignados a la raíz europea y otros determinados a las
culturas prehispánicas presentes en el, ahora, territorio chileno. Es decir, para negar y
eliminar, de un plumazo, toda diferencia y particularidad cultural. Y, para dotar al Estado,
de esta forma, del contexto simbólico legitimante de los intereses oligarcas y los
horizontes de pertenencia del resto de la población, mayoritaria, afectada desde inicios
de la colonia por políticas racistas y esclavistas que los mantiene excluidos de toda
instancia de discusión y decisión pública (Salazar, 1989 [1985]).

Con la fortificación estatal en desarrollo, los gobiernos llevaron adelante proyectos de


expansión territorial sobre regiones aún administradas por la corona española, culturas
originarias y Estados limítrofes. La expansión hacia el sur del continente se concretó por
etapas. En 1826, tropas del ejército de Chile invaden y ocupan el archipiélago de Chiloé6.
En 1843, ocupan la vertiente occidental de la Patagonia e isla de Tierra del Fuego y
fundan el Fuerte Bulnes, en la orilla norte del Estrecho de Magallanes; en medio de los
territorios Selk’nam, Kawéskar y Yámana. Este hecho dio inicio a la llegada de colonos
a la región, principalmente de origen europeo. Algunos de ellos, estimulados y apoyados
por la autoridades políticas y militares chilenas, fundaron extensas estancias dedicadas
a la cría de ovejas y producción lanar destinada a las fábricas textiles inglesas. En
paralelo a una violenta campaña de exterminio en contra de los habitantes originarios de
estas tierras, que incluyó el secuestro de nativos para su exhibición pública en Europa a
modo de zoológicos humanos, como ocurrió en 1881 con el rapto de once Kawéskar en
la isla de Tierra del Fuego, para ser exhibidos en el Jardín d'Acclimatation de París, el

6 El archipiélago de Chiloé, o “Nueva Galicia” como le llamaron los primeros migrantes gallegos que
arribaron a estas islas, dependía directamente del Virrey del Perú desde 1784. Durante la guerra de
independencia chilena, sus habitantes, población nativa y ascendientes hispanos, adhirieron de
preferencia el bando realista, lo que puede explicarse en el hecho de que la normativa colonial reconocía
el carácter particular (y no general, como declaraba el nuevo Estado) de su particularidad (como también
ocurrió en el caso de los mapuche).

378
Jardín Zoológico de Berlín, además de las ciudades de Leipzig, Múnich, Stuttgart,
Núremberg y Zúrich7. Respecto a los Selk’nam, el antropólogo Martín Gusinde (1951),
escribió:

La adquisición por fuerza y el uso del terreno, invadido y ocupado por los civilizados, quitó
a los indios todo medio de subsistencia-. El indio indefenso y tímido fue lanzado de su
tierra, sobre la cual tenía los títulos legítimos desde antaño por la sola ocupación nunca
disputada. Y si el pobre lanzado huía refugiándose a otra parte, allí le esperaba la muerte
segura por la bala de los blancos» «A tan bajo nivel llegó la codicia y la inhumanidad del
hombre civilizado que las cabezas de los indios constituían muy a menudo para él un
artículo de comercio, pues el ladino comerciante pagaba al asesino una libra esterlina y él
vendía después el cráneo al Museo de Londres por cuatro libras… espléndidas ganancias
en números redondos. (citado en Orellana, 2003 [1980]: 29)

La ocupación del territorio mapuche tuvo un carácter más oficial. Desde mediados del
siglo XIX el Estado estimuló el ingreso de chilenos y extranjeros hacia el territorio
mapuche a través de la frontera del río Biobío, en un proceso de ocupación por la vía de
los hechos que alcanzó las regiones de Malleco por el este y Lebu por el oeste. El
proceso fue completado, en una escala superior, con el empuje de la línea fronteriza
hacia el sur por parte de tropas de ejército chileno, en la llamada ‘Pacificación de La
Araucanía’, ocurrida entre 1862 y 1883 (en una operación simultánea con el ejército
argentino, en territorios mapuches transcordilleranos reclamados por ese Estado, en lo
que llamaron ‘Campaña del Desierto’) (Bengoa, 1985). El final de la guerra se selló con
el triunfo del ejército chileno, y con ello, la cultura mapuche sometida a una ‘chilenización’
forzada (Ibidem), ejemplificado en la prohibición de expresiones identitarias mapuches,
como el uso de su idioma. De la misma forma, significó la imposición de la territorialidad
estatal y la redefinición de la mapuche. El Estado entregó a los mapuches sobrevivientes
títulos de propiedad colectiva que crearon la figura de Comunidad Indígena
(Reducciones), llamados Títulos de Merced. Con este golpe, la territorialidad mapuche
fue fraccionada en un archipiélago de 2.918 Títulos de Merced, entre los años 1884-

7 De los que cuatro fueron regresados con vida a sus tierras, muriendo el resto por enfermedades
provocadas por malos tratos, desatenciones y violaciones sexuales. Una investigación realizada en 2008
por el historiador Christian Báez y el antropólogo inglés Peter Mason, encontró cinco osamentas de este
grupo en las bodegas del Departamento de Antropología de la Universidad de Zúrich. Los autores
gestionaron la devolución de los restos a los descendientes Kawéskar, para ser sepultados de acuerdo a
sus ritos funerarios. Lo que ocurrió en enero de 2010, en la isla Karukinká, en Tierra del Fuego. El proceso
fue registrado en el documental “Calafate, Zoológicos Humanos” (Hans Mülchi, 2011). Encontramos
también la exhibición de 14 mapuches en el Jardín d'Acclimatation de París en 1883, en el Jardín Zoológico
de Berlín y una Feria Navideña de Hamburgo. Finalmente, la vergonzosa exhibición de once Selk’nam en
la Exposición Universal de París de 1889, realizada para celebrar el centenario de la Revolución Francesa;
habían sido raptados desde la isla de Tierra del Fuego y trasladados encadenados a Europa, muriendo
dos de ellos en el trayecto; presentados como ‘caníbales’, los siete sobrevivientes fueron exhibidos en el
Musée du Nord de Bruselas, para ser encarcelados por la policía belga en la sección de extranjeros y
finalmente regresados los sobrevivientes, seis, a Tierra del Fuego.

379
1930, en seis provincias del sur de Chile y abarcando en promedio el 6,39% del territorio
total (Aylwin y Correa, 1995)8.

Paralelo a esta campaña militar, entre los años 1879 y 1883 se enfrentaron los ejércitos
de Chile, Perú y Bolivia en la disputa por el control del desierto de Atacama, en la llamada
‘Guerra del Pacífico’. Los intereses comerciales de capitales ingleses en la región
inclinaron la balanza hacia Chile (Ljubetic, 2003b), el que impuso la apropiación de las
regiones peruana de Tarapacá y boliviana de Antofagasta, por lo cual este último país
quedó privado del acceso soberano al Océano Pacífico y el Perú con su capital, Lima,
invadida y saqueada por las tropas chilenas. Tropas que, en su victorioso regreso al sur,
eran enviadas a la región mapuche para reforzar la invasión y ocupación militar de ese
territorio por parte del Estado (Bengoa, 1985).

La Isla de Rapa Nui (o ‘de Pascua’, como le llamó el navegante neerlandés Jacob
Roggeveen, que la ‘descubrió’ el día de pascua de resurrección -5 de abril- de 1722), se
ubica en el borde oriental de la Polinesia, a 3.700 km de las costas chilenas. El 9 de
septiembre de 1888, representantes del Estado de Chile firmaron un ‘tratado’ con
autoridades tradicionales de la isla, en virtud del cual la administración isleña pasó a
depender de Chile. La población autóctona fue despojada de sus tierras y confinada a
un rincón de la isla sin garantías ni derechos, siendo diezmada tanto por enfermedades
foráneas como por su envío al continente americano como mano de obra esclava para
la pujante industria salitrera del desierto de Atacama (Budinich, 2006).

Con las fronteras del Estado definidas, la economía se vio inyectada por recursos
naturales y capacidad productiva de los nuevos territorios, en especial los emplazados
en el norte desértico y el sur mapuche. Grandes minerales de salitre, plata y cobre, entre
la sequedad del desierto nortino; y un vasto potencial silvoagropecuario en las ricas
regiones del sur. De forma tal que la base económica del país asentó modificaciones
estructurales en la economía, resultantes del ascendente dominio de las actividades
ligadas a la extracción salitrera y de especulación financiera, que reforzaron la
dependencia económica y política a las fluctuaciones bursátiles de Londres y a las
decisiones de las potencias europeas. En este contexto, la crisis se materializó con
enfrentamientos políticos entre la tradicional aristocracia terrateniente y, principalmente,
el emergente sector de actividades económicas ligadas a la extracción de minerales. Del
enfrentamiento político se pasó a las agresiones militares. El triunfo estuvo del lado
conservador, y terminó con la muerte por suicidio, en 1891, del presidente José Manuel
Balmaceda.

8 Las áreas delimitadas por los Títulos de Merced, además, se vieron disminuidas en su superficie original
producto de la subdivisión y liquidación de las comunidades mapuches, ocurrida entre 1979 y 1990. La
Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato (2001), tras analizar 413 títulos de la región de La Araucanía,
verificó una disminución total promedio del 31,6% en la superficie de estos. Asimismo, en cada Título de
Merced se produjo un multifraccionamiento de la propiedad que en algunos sectores alcanzó a registrar
menos de media ha para el propietario. Una situación que se ve agravada con cada recambio generacional
y la consecuente división predial, que estimula discrepancias y disputas familiares (Aylwin y Correa, 1995).

380
A.02. La antropología en Chile

Después de la fundación del Estado chileno, a principios del siglo XIX, se registró un
aumento de viajeros y expediciones científicas europeas que tenían como objetivo hacer
investigaciones o para residir en el país. De acuerdo a la antropóloga chilena Milka
Castro (2014), estos observadores venían imbuidos de una formación cultural y
profesional inspirada en el romanticismo inglés de fines del siglo XVIII, en tanto
movimiento cultural que consideraba a las tradiciones e historia de cada pueblo desde la
valoración de la diferencia, a la idea de cultura como materialización del espíritu de los
pueblos; y que alimentó el debate científico europeo sobre la comprensión de esa
diferencia, en el estudio de las razas como una de las bases naturales de la desemejanza
que observaban (Ibidem: 44). A lo que Sánchez (2007), agrega que sumaban un fuerte
componente de ambición material; que a juicio de Valcárcel (2004), fue una de las
mejores expresiones de la conexión entre la ciencia y el capitalismo industrial en
expansión (citado en Castro, 2014: 44). Al respecto, resultan elocuentes los casos de las
primeras aproximaciones a los pueblos mapuche y fueguinos, en tanto fueron
considerados variedades zoológicas inferiores en términos evolutivos, y que, por lo
mismo, legitimaban el colonialismo y de paso se convertían en objeto de lucrativas
empresas de exhibiciones con los llamados ‘zoológicos humanos’9. El sociólogo Jorge
Pavez comenta al respecto: “Son los europeos los que empiezan a desarrollar una
ciencia para el conocimiento de los indígenas, porque son ellos los que empiezan a
colonizar, y requieren conocer mejor las poblaciones que quieren dominar” (Universidad
Alberto Hurtado, 2016: párr.7), al igual que el antropólogo Marcelo González, para quien
“la antropología se hace necesaria por intereses coloniales. También para apoyar el
derecho de hacer lo que quisieran con los nativos y sus recursos, porque estaban más
abajo en la escala evolutiva, que encabezaban los europeos, por supuesto”
(comunicación personal, junio de 2007). Esos primeros investigadores, con sus objetivos
y métodos, legaron registros descriptivos que, con el tiempo, adquirieron el valor de
primordiales para la labor antropológica actual:

Dejaron cosas fundamentales que siguen vigentes en la antropología hasta el día de hoy:
el mapa étnico de Chile, la cronología de la prehistoria del territorio, dentro de la cual sigue
trabajando la arqueología actual, y documentos etnográficos de primera mano como los
registros de caciques mapuche hablando sobre su pueblo, o las mujeres yaganes cantando

9 Existe abundante bibliografía sobre los zoológicos humanos durante la segunda mitad del siglo XIX y
primera mitad del XX, entre ellos: Sánchez-Gómez, Luís. (2006). “Ciencia, exotismo y colonialismo en la
Exposición Universal de París de 1878”. Cuadernos de Historia Contemporánea, (28), 191-212; Blanchard,
Pascal; Bancel, Nicolas; Boëtsch, Gilles; Lemaire, Sandrine. (2011). “Zoos humains et exhibitions
coloniales: 150 ans d’inventions de l’Autre”. Paris: La Découverte; Çelik, Zeynep; Kinney, Leila. (1990).
“Ethnography and exhibitionism at the Expositions Universelles”. Assemblage: a Critical Journal of
Architecture and Design Culture, (13), 35-59.

381
e inventando letras en ceremonias rituales, y mucho en las lenguas originarias. Es un
legado fundamental. (Pavez, citado en Universidad Alberto Hurtado, 2016: párr.12)10

De este período inicial, destacan las exploraciones y descripciones realizadas por el


naturalista francés Claudio Gay (1800 – 1873), que arribó a Chile en 1828 para trabajar
como profesor y luego fue contratado por el gobierno para hacer un catastro de los
recursos naturales del país, tarea de la que dejó impresiones sobre las poblaciones
aborígenes que iba encontrando11. Ignacio Domeyko (1802 – 1889), ingeniero en minas
polaco, contratado por el gobierno para recorrer el país en expediciones de
reconocimiento, realizó estudios etnográficos en el territorio mapuche, y formó parte de
la fundación de la Universidad de Chile (1842). Rodolfo Philippi (1808 – 1904), naturalista
alemán que vivió en Chile de 1851 hasta su muerte, centró sus estudios en los paisajes
y población del desierto de Atacama y la Isla de Rapa Nui. Max Uhle (1856- 1944),
arqueólogo alemán que trabajó en los museos de etnología de Dresde y de Berlín;
avecindado en Sudamérica para estudiar el período preincaico en Bolivia, Ecuador, Perú
y Chile, país último en el que analizó a las momias del Complejo Chinchorro, para más
tarde ser nombrado Director del Museo de Etnología y Antropología de Santiago (1912 –
1917). Rodolfo Lenz (1863 – 1938), filólogo alemán que estudió el idioma mapuche.
Ricardo Latcham (1869 – 1943), ingeniero inglés considerado uno de los primeros
etnógrafos de los mapuche, fue nombrado director del Museo Nacional de Historia
Natural en 1928. Alejandro Lipschutz (1883-1980), médico nacido en Letonia, llegó a
Chile en 1926 para asumir como profesor en la Universidad de Concepción, pero luego
derivó a la antropología e investigó a los pueblos originarios, en particular a los fueguinos
y los mapuche. Martín Gusinde (1886 - 1969), sacerdote y profesor de ciencias naturales
de origen alemán, realizó detallados registros etnográficos de los grupos culturales más
australes del continente: selk’nam, yámanas y kawéskar. Misha Titiev (1901-1978),
antropólogo ruso, doctorado en Harvard, realizó estudios del pueblo mapuche. Alfred
Métraux (1902 - 1963), etnólogo suizo, viajó a Chile en los años 1934 y 1935 para hacer
investigaciones en la isla de Rapa Nui. Joseph Emperaire (1910 – 1958), antropólogo
francés, y Annette Laming, doctora en arqueología, quienes llegaron a Chile en 1940
mandatados por el Museo del Hombre para estudiar a los kawésqar. En este mismo
sentido, es dable observar el aporte de investigadores nacidos en Chile, imbuidos en el
mismo espíritu de los anteriores: José Toribio Medina (1852 – 1930), abogado e
historiador estudioso de los pueblos originarios y que hizo una recopilación bibliográfica
de los idiomas aymará y quechua; y, Tomás Guevara (1863-1938), historiador nacido en
Curicó, etnógrafo del pueblo mapuche. En este compendio de precursores de la
antropología en Chile, destacan las figuras de los antropólogos checos Milan Stuchlik

10 Para más información, ver: Pavez, Jorge. (2015). “Laboratorios Etnográficos: los archivos de la
antropología en Chile (1880 – 1980)”. Santiago: Universidad Alberto Hurtado.
11 Un manuscrito inédito que describe a los mapuche fue descubierto en 2007 en el pueblo natal de Gay,
Draguignan, por el antropólogo chileno Daniel Milos, quien lo tradujo y publicó bajo el título de “Usos y
costumbres de los araucanos” (Taurus, 2018). (Una reseña de esta obra se encuentra en la URL:
http://www.theclinic.cl/2016/10/11/la-monumental-y-desconocida-obra-de-claudio-gay-sobre-el-pueblo-
mapuche/ [con acceso el 03/02/2018]).

382
(1932-1980) y Jarka Stuchlíková, quienes entre 1969 y 1970 desarrollaron etnografías al
pueblo mapuche en la actual región de la Araucanía12 y, el primero, por formar parte de
la institucionalización de la disciplina al enseñar antropología en la Universidad de
Concepción y luego, entre 1971 y 1973, dirigir el primer Programa de Especialización en
Antropología impulsado por el Centro de Estudios de la Realidad Regional (CERER) de
la actual Universidad Católica de Temuco.

En este origen de la antropología en Chile ligado al estudio de los pueblos originarios, se


destaca la institucionalización de la disciplina a partir de los años ’50, al pasar a formar
parte de los planes de enseñanza de tres universidades. De ellas, la Universidad de Chile
fue pionera al fundar, el 30 de octubre de 1954, el Centro de Estudios Antropológicos;
cinco años más tarde inauguró el Curso de Antropología, integrado a la malla curricular
de la Escuela de Sociología; más tarde, en 1970, creó el Departamento de Ciencias
Antropológicas y Arqueológicas, que abrió la carrera de Licenciatura en Antropología con
tres menciones: Antropología Social, Física y Arqueología (Escobar, 2014), que se
mantiene hasta la actualidad. La segunda casa de estudios en incorporar a la
antropología fue la Universidad de Concepción, en 1964, al fundar el Centro de
Antropología con el auspicio de la UNESCO y la participación de las investigadoras
americanistas francesas, Simone Gamelon y Anette Emperaire, y en 1966 al abrir la
carrera de Antropología, la primera en Chile; aunque siete años después, en septiembre
de 1973, la dictadura militar ordenó cerrar el Departamento de Antropología Cultural y
mantener el de Prehistoria y Arqueología, el que a su vez fue eliminado en 1975 para
formar parte del nuevo Departamento de Antropología; al año siguiente, 1976, las
autoridades cerraron el ingreso de estudiantes a primer año, y el Departamento de
Antropología pasó a integrar el Instituto de Antropología, Historia y Geografía; en 1981,
la carrera fue integrada a la Facultad de Educación, Humanidades y Arte (Garbulsky,
1998), aunque reducida a labores de docencia e investigación, para recién reabrir la
matrícula en 2005. La tercera universidad en abrir la carrera de antropología, como antes
adelantamos, fue la actual Universidad Católica de Temuco, al crear en 1970 el Centro
de Estudios de la Realidad Regional (CERER), a su vez transformado en la carrera de
Licenciatura en Antropología con mención en etnolingüística, en septiembre de 1973;
pero cerrada por los militares en 1978 y reinaugurada en 1992 (Universidad Católica de
Temuco, 2018).

Como se aprecia, la disciplina consolidaba su desarrollo desde las aulas universitarias


cuando el golpe de Estado de 1973 impuso un escenario que también afectó a las
dinámicas educacionales. La dictadura intervino las universidades, designó rectores
plenipotenciarios, exoneró y exilió a profesores, expulsó a estudiantes, suprimió la

12 En una entrevista reciente, Jarka Stuchlíková comentó que en el trabajo de campo realizado en esos
años observaron que los mapuches “tenían muy claro cuál era su posición en la sociedad chilena, sabían
que eran vistos como un lastre y tolerados a duras penas”, aún más, que “esos caciques que resonaban
con campanas de plata, hoy subsistían a duras penas en sus diminutos lotes, restos de terrenos divididos
cien veces. Los indomables que habían preferido el corte de ambas manos a rendirse, existían ahora sólo
en las leyendas” (Marín, Pablo. [05 de febrero, 2018]. “Una vida a contrapelo: las vicisitudes de una
checoslovaca en Chile”. La Tercera. Recuperado de: https://www.latercera.com/cultura/noticia/una-vida-a-
contrapelo-las-vicisitudes-de-una-checoslovaca/57245/ [con acceso el 23/02/2018]).

383
libertad de pensamiento, derogó las reformas estructurales y de gobierno universitario
alcanzadas en las luchas estudiantiles de los ’60, e implantó un ambiente de “aulas
intervenidas, labor docente controlada y contenidos teóricos mutilados” (Castro, 2014:
53). A decir de Brunner (1986), el sistema universitario fue puesto bajo una vigilante y
reorganizada administración. El cierre de carreras intentó golpear las dinámicas críticas
que caracterizaban a sus integrantes, de forma tal que fueron clausuradas las carreras
de Ciencias Sociales, Servicio Social, Sociología, Ciencias Políticas y Administrativas,
así como la de Antropología en las universidades de Concepción y Temuco. En este
ambiente, la comunidad antropológica continuó desarrollando la actividad, de forma
aislada y/o bajo la presión ideológica de la dictadura (Ibidem). Incluso desafiando a las
restricciones organizacionales impuestas por las autoridades con la fundación, en
noviembre de 1985, del Colegio de Antropólogos de Chile. En la declaración de principios
de la organización gremial (2018), queda de manifiesto el compromiso con el movimiento
de resistencia a la dictadura y con el desarrollo de la disciplina antropológica:

En el marco de la lucha contra la dictadura, a principios de los años ochenta se funda el


colegio, gracias al esfuerzo de profesionales, académicos y estudiantes de Antropología.
(Ibidem: párr.1)

Desde sus inicios, nuestro colegio toma un papel activo en la defensa de los Derechos
Humanos y la recuperación democrática, creando comisiones colegiadas que prestaron
servicios de apoyo a las víctimas de la represión política y a organizaciones de pueblos
originarios que estaban siendo afectados por las políticas de la dictadura. Así mismo,
tempranamente nuestra asociación jugó un papel fundamental en el reguardo de los
espacios de intercambio pluralista a nivel científico y profesional entre los antropólogos,
con la organización de los Congresos Nacionales de Antropología, que continúan
realizándose en forma coordinada con las instituciones universitarias que imparten la
carrera. (Ibidem: párr.2)

El impulso profesional que significó la creación de la instancia colegiada, sumó en los


años siguientes a nuevas generaciones de profesionales y estudiantes formados en los
programas de antropología que se fueron inaugurando tanto en instituciones
universitarias públicas como privadas. Junto a la reinauguración de la carrera en las
universidades Católica de Temuco (1992) y de Concepción (2005), aún vigentes, a partir
de 1985 hasta la fecha son siete las casas de estudio que iniciaron titulaciones de grado
en antropología, de las que seis se mantienen en funcionamiento: Universidad Austral de
Chile (1985), Universidad Bolivariana (1992 –cierra en 2010-), Universidad de Tarapacá
(2005), Universidad de Arte y Ciencias Sociales (2007); Universidad Alberto Hurtado
(2011), Pontificia Universidad Católica de Chile (2013), y la Universidad Academia de
Humanismo Cristiano (1992) (Castro, 2014: 53). Establecimiento último, donde inicié y
terminé el grado antropológico.

384
A.03. Represión armada a movimientos populares de protesta: Chile, siglo XX

El uso de tropas del ejército para enfrentar movilizaciones populares se observó durante
gran parte del siglo XX. Goicovic (2005), para el siglo XX (y hasta 1969) identifica un
mínimo de doce matanzas de trabajadores y pobladores a manos del ejército y/o policías,
que dejaron un indeterminado número de trabajadores muertos y heridos: Valparaíso
(1903), Santiago (1905), Escuela Domingo Santa María de Iquique (1907), La Coruña y
Pontevedra (1925), Copiapó (1931), Ranquil (1934), Santiago (1946), Valparaíso y
Santiago (1957), El Salvador (1967), y Puerto Montt (1969) (Ibidem: 18). Algunos de esos
capítulos son los siguientes:

17 de septiembre de 1904. Costa del desierto de Atacama, Oficina Salitrera Chile.


Obreros en huelga son reprimidos por soldados del ejército, los que dejan a 13
trabajadores asesinados y 32 heridos. Comanda las tropas el ex fiscal militar Roberto
Silva Renard; ministro del Interior, el militante del Partido Liberal Democrático, Luís
Antonio Vergara (Ljubetic, 2011).

Octubre de 1905, obreros y pobladores de la ciudad de Santiago realizan masivas


manifestaciones públicas en protesta por el alza en el precio de la carne. Tropas del
ejército dirigidas por el general Roberto Silva Renard, son enviadas a reestablecer el
orden en las calles, lo que logra tras dejar a un indeterminado número de trabajadores
muertos y heridos. “Garcés indica que las víctimas fatales por parte de la policía fueron
65, mientras que entre la gente del pueblo el número de muertos oscilaba entre 200 y
500 personas” (citado en Martínez, 2013: 33), aunque otras fuentes indican un número
mayor: “El Alba publicó que el número de muertos ascendía a 500 y los heridos a 1.500
personas, en tanto que los detenidos alcanzaron a 800 personas, en su mayoría peones
o gañanes” (Ibidem). El ministro del Interior, el militante del Partido Conservador, Miguel
Cruchaga Tocornal.

Martes 6 de febrero, 1906. Los obreros del Ferrocarril de Antofagasta a Bolivia solicitan
extender en media hora el horario de almuerzo, pero la empresa lo rechaza. Los
trabajadores inician una huelga, a la que se suman los lancheros, marítimos, estibadores
y carretoneros. Los huelguistas se congregan en la Plaza Colón del Puerto de
Antofagasta. El regimiento Esmeralda, del Séptimo de Línea, junto a un piquete de
marinería del crucero “Blanco Encalada”, fondeado en la bahía desde el día anterior, son
los encargados de responder al pliego de peticiones de los trabajadores: ráfagas de
metralla que provocan la muerte de 300 pampinos (Matanza de la Plaza Colón, 2016).

En 1917, la ciudad portuaria de Antofagasta es remecida por la ‘Huelga del Tarro’, un


movimiento reivindicativo de obreros ferroviarios, en compañía de sus compañeras e
hijos. Las autoridades regionales reclaman la presencia de soldados, los que
inmediatamente copan la ciudad y actúan en medio de una concentración de mujeres
solidarias con la huelga, disparando sus armas de guerra. La cifra de asesinadas y
heridas no se encuentra en ningún parte oficial ni extraoficial (Ljubetic, 2000, párr.9). Por
su parte, Vitale destaca la activa presencia de las mujeres, quienes “demostraron una
acción directa: era menester un acto contundente; se acostaron en la línea férrea y como

385
la policía no pudo retirarlas, el tren se detuvo y la Huelga fue ganada (Sabella, 1955: 64,
citado en Vitale, 1994: 79).

Cinco meses después del incendio intencional de la sede de la FOM, en noviembre de


1920, la ciudad de Lota es testigo de uno de los últimos actos de represión a un
movimiento huelguístico por parte del gobierno de Juan Sanfuentes Andonaegui. El
movimiento de mineros del carbón es enfrentado con fuerzas militares, que dejan a un
obrero muerto y hieren a otros cuatro (Ljubetic, 2000: 1).

El 3 de febrero de 1921, siendo presidente de la República Arturo Alessandri Palma y


ministro del Interior Pedro Aguirre Cerda, tropas del ejército son enviadas a sofocar un
movimiento obrero que exige el pago de desahucio a los despedidos de la empresa, en
la oficina salitrera San Gregorio, Cantón de Aguas Blancas, cercano al puerto de
Antofagasta. El resultado es de 65 obreros muertos y 34 heridos (Vitale, 1993).

A los nueves meses, el 23 de noviembre, el gobierno reprime con soldados la


manifestación pública del Comité de Cesantes de la Federación Obrera de Chile (FOCH)
en la ciudad de Santiago, que solidariza con un movimiento campesino. El resultado es
de un muerto y un desconocido número de heridos. El mismo día, el ejército asesina a
un manifestante cuando reprime una huelga de trabajadores de la Compañía Chilena de
Tabaco, en Valparaíso (Ljubetic, 2000: 2).

En 1922, febrero, la policía arremete contra huelguistas de la fábrica de Tejidos Lourdes,


en Santiago, con resultado de un muerto. El 25 de mayo, el ejército hace lo propio:
indeterminada cantidad de muertos y heridos al agredir una concentración de cesantes
acompañados de sus familiares, congregados al pie del monumento a Bernardo
O’Higgins, en calle Alameda de la ciudad de Santiago (Ibidem).

El 4 de junio de 1925 se inicia una huelga de obreros del salitre en la Oficina La Coruña,
del Cantón Alto San Antonio de la Pampa del Tamarugal, en demanda de una jornada de
trabajo de ocho horas; el 5 del mismo mes, fuerzas del ejército asaltan la Oficina y las
de La Marucia, Huaras y Pozo Almonte (Valenzuela, 2011 [1979]): 26). El relato de Senen
Durán ilustra la jornada:

[…] en Coruña, subió el [regimiento] Carampangue, Granaderos e infantería de marina,


pero ninguna pudo contener a los obreros, que estaban armados de bombas de dinamita.
Así, el 5 de junio sube la artillería y el fuego comienza a demoler las construcciones, lo que
se suma a las explosiones que provoca en la dinamita y los grandes incendios generados
por esto en las viviendas de pino Oregón. El pueblo de la Coruña se rinde, pero Acacio
Rodríguez no acepta esto y continúa con el fuego de las armas. Muchos de los capturados
esperan todo el día apoyados en la pared a que hablen las tartamudas (ametralladoras) y
mueren, mientras que otros logran correr. Para los muertos se creó una fosa, donde
descansan más de 500 cadáveres, la cual fue tapada con costras de roca y caliche. (Durán,
2010: párr.4)

386
En el poblado de Vallenar, el 25 de diciembre de 1931, policías asesinan a más de 30
activistas tras atacar a dirigentes y militantes comunistas. El 27 de abril de 1934, tropas
de Carabineros reprimen una huelga de obreros municipales, y asaltan el local de la
Federación Obrera de Chile (FOCH), ubicada en Calle San Francisco n.º 608, Santiago,
acción en la que resultan cinco muertos y más de 20 heridos a bala y sable (Ljubetic,
2000: 2).

Durante los meses de junio y julio de 1934, mapuches trabajadores de los lavadores de
oro de Lonquimay llevan a delante un movimiento insurreccional contra los abusos
patronales, con el apoyo de campesinos no mapuches y de obreros. El gobierno envía a
la región tropas policiales y militares, que el 6 de julio atacan al movimiento en la localidad
de Ranquil, cercana a la ciudad de Concepción, y dejan cerca de 500 asesinados 13
(Ibidem).

20 de febrero de 1942. Tropas de Carabineros embisten a manifestantes en la plaza


Ercilla, de Santiago, las que dejan a un poblador muerto. El 11 de junio del mismo año,
Carabineros asesina a dos campesinos y deja a seis heridos cuando reprime un
movimiento reivindicatorio en el Fundo Llayllay, de Purranque, próximo a la ciudad de
Osorno. El 13 de septiembre, bandas patronales paramilitares agreden a comuneros de
Chape Chacay, cerca de Ovalle, con el resultado de 2 muertos y varios heridos. El 7 de
octubre, tres muertos y seis heridos dejan el asalto policial contra el local sindical de
mineros del carbón en Lota (Ljubetic, 2000: 2-3).

28 de enero de 1946. El acto de la Confederación de Trabajadores de Chile, realizado


en la céntrica plaza Bulnes de Santiago, es atacado por fuerzas de Carabineros, los que
asesinan a seis obreros. A comienzos de mayo del mismo año, tropas de Carabineros
asesinan a tres mapuches al reprimir las movilizaciones de la Comunidad Ignacia
Nacurray, en Palmahue, provincia de Cautín. El 15 de ese mes, la represión policial
contra campesinos del fundo La Isla, comuna de Fresia, departamento de Puerto Varas,
arroja dos muertos y cuatro heridos (Ibidem: 3)

El 2 de junio de 1947, Santiago es escenario de una huelga convocada por chóferes y


cobradores de locomoción colectiva; en la intersección de calles Bascuñán Guerrero y
Alameda, la intervención de Carabineros deja a cuatro muertos y veinte heridos. (Ibidem).

Agosto de 1949. El aumento en el precio de los pasajes de la movilización colectiva, es


motivo de inicio del movimiento social conocido con el nombre de ‘Huelga de la Chaucha’
(el alza fue de 20 centavos, moneda que popularmente era llamada ‘chaucha’, por ello
el apelativo). A partir del sábado 13 de ese mes, los estudiantes universitarios inician
protestas callejeras. El 16, la represión policial cobra la vida de tres manifestantes y deja
19 heridos a bala (registrados en la Posta Central de Santiago). La mayoría de los
establecimientos educacionales deja de funcionar y la locomoción colectiva es
paralizada. El gobierno declara Zona de Emergencia a las provincias de Arauco,
Concepción, O’Higgins, Atacama, Antofagasta y Tarapacá. En Santiago, tropas de

13 Para másinformación del tema, ver: Manns, Patricio. (1998). “Memorial de la noche”. Santiago de Chile:
Sudamericana.

387
soldados y Carabineros toman el control de las calles, y apostan tanques de guerra en
puntos estratégicos de la ciudad. El 20 de agosto, las protestas se extienden a las
ciudades de Lota y Lirquén, pero son inmediatamente reprimidas por regimientos
militares de la zona. En esta misma jornada, en la Oficina Salitrera Prosperidad, de
Antofagasta, los obreros inician un movimiento de protesta que logra una salida pactada.
Seis meses después, un paro de diversos gremios de empleados hizo caer al gabinete,
de lo que resultó la liberación de activistas que habían sido relegados a zonas extremas
del país, el control estatal del precio del transporte colectivo y la creación de la Empresa
de Transportes Colectivos del Estado (ETCE) (Ibidem; Vitale, 1998: 54).

10 de marzo de 1951. Carabineros hiere a bala a 36 obreros en huelga de la Compañía


Refinería de Azúcar de Viña del Mar (CRAV). El 1 de julio de 1952, en Santiago,
Carabineros asesina al socialista Raúl Fuica Strube, mientras participaba en las
manifestaciones contra la firma del Pacto Militar entre EEUU y Chile (Labarca, 1969: 37).
El 17 de septiembre de 1956, grupos policiales abren fuego en contra de obreros de la
Oficina Salitrera Pedro de Valdivia, mueren tres trabajadores y quedan 24 heridos graves
(Ljubetic, 2000: 3).

En los primeros meses de 1957 se registran continuas alzas de precios en el comercio.


El 27 de marzo ocurren mítines de obreros y estudiantes; el 30, marchas de protesta
recorren las calles de Valparaíso, pero el accionar policial deja un muerto y numerosos
heridos. El 1 de abril, en Santiago, manifestantes callejeros expresan su repudio a la
policía, pero la intervención policial deja otra víctima fatal. Al día siguiente, en el centro
de la ciudad se congregan estudiantes, obreros y pobladores para reclamar contra la
violencia policial y el empobrecimiento acelerado. Esta vez son militares los encargados
de enfrentar a los manifestantes, con tanques y armamento pesado, “resultando 36
muertos entre civiles y militares, según el parte oficial, aunque los que participamos en
estos sucesos sabemos que fueron muchos más los trabajadores baleados” (Vitale,
1998: 205).

6 de julio de 1960. Obreros de la empresa Manufacturas de Cobre (MADECO) se


encuentran reunidos al interior de su sede sindical, cuando Carabineros carga contra el
local, de lo que quedan 20 trabajadores heridos. El 3 de noviembre del mismo año,
manifestantes de la Central Única de Trabajadores (CUT) reunidos en el centro de
Santiago, son presa de la acometida policial que provoca la muerte de dos obreros.
(Ljubetic, 2000: 4; Valenzuela, 2011 [1979]): 37-40; Vitale, 1998: 215-217).

19 de noviembre de 1962. El Paro Nacional convocado por la CUT desata una jornada
de huelga General de trabajadores, en protesta por la carestía y pauperización
resultantes de las políticas económicas del gobierno. Desde el amanecer, grupos de
obreros y pobladores se manifiestan en sus barrios y lugares de trabajo. En la población
José María Caro, de la ciudad de Santiago, sus residentes bloquean la línea del tren
longitudinal a la altura de calle Santa Anita con Buenaventura. El gobierno envía a
soldados de la aviación a despejar las vías, pero los manifestantes les reciben sin
retirarse. Los militares abren fuego y asesinan a seis pobladores (Elsa Ramírez Castro,
Ricardo Cubillos Cruz, Juan Barrera Jara, Hipólito Brevis Ravanal, Nemesio Barraza y

388
Jorge Miranda) y dejan a 30 heridos. Este hecho, será conocido como ‘Matanza de La
Caro’ (Ljubetic, Ibidem; Matanza, [s/f], Ruiz, 2012). Un poblador lo recuerda de esta
forma:

[...] el gobierno mandó una locomotora al lugar con soldados militares que venían en cada
carro con fusiles y ametralladores. Cuando la locomotora llegó cerca del 10 y 11 Sur,
pidieron a la gente que se retiraran. Los pobladores se negaron y al contrario, comenzaron
a agredir a los soldados. Frente a esto, un soldado dio la orden de disparar contra este
grupo de gente. Muchos cayeron en la calle frente al tren, pero otros muchos otros murieron
al interior de sus casas, dado que las balas atravesaron las delgadas paredes de cholguán
y de materiales livianos con que estaban construidas. (citado en Ruiz, 2012: 265)

En octubre de 1965, los trabajadores de la minería del cobre demandan mejoras


salariales a las empresas norteamericanas dueñas de los yacimientos. Pero estas son
desoídas. La negativa motiva la declaración de una huelga en los minerales de El
Teniente (propiedad de Kennecott Copper Corporation), El Salvador, Potrerillos y
Chuquicamata (propiedad de Anaconda Copper Company). El gobierno declara ilegal a
movimiento reivindicatorio, y envía tropas de Carabineros a los núcleos mineros para
obligarles a volver al trabajo. Lo que no consiguen. El gobierno refuerza su posición y
declara Zona de Emergencia a los departamentos de El Loa, Chañaral, Tocopilla y
Rancagua, con lo cual la administración pasa al mando de las fuerzas militares. Estas se
despliegan y realizan masivas entradas y registros forzados a viviendas obreras y locales
sindicales. A los detenidos se les aplica la Ley de Seguridad Interior del Estado, que el
gobierno promete retirar tras forzar a un acuerdo que no varía las remuneraciones de los
obreros. Tras su firma, el gobierno incumple el convenio y no retira las querellas

El 3 de enero de 1966 el sindicato del mineral El Teniente declara la huelga. El 1º de


marzo se pliegan los mineros de Potrerillos, El Salvador, Llanta, y Barquito. El gobierno
nuevamente determina la ‘ilegalidad’ del movimiento y declara Estado de Emergencia en
el departamento de Chañaral. La zona, a cargo del Gobernador subrogante, Coronel
Roberto Viaux Marambio14, ordena el allanamiento de algunas casas. El día siguiente, 2
de marzo, el gobierno ordena nuevos allanamientos a casas de trabajadores. En el
mineral de El Salvador, 300 trabajadores son apresados y trasladados sin sus familias a
la localidad de Pueblo Hundido (Actual Diego de Almagro, a unos 57 km de distancia). El
8 del mismo mes, los militares a cargo de Chañaral dan orden de desalojo a los locales
sindicales y la inmediata reanudación de faenas en El Salvador, Potrerillos y el puerto de
Barquito. El edicto es acompañado por movilizaciones de tropas del ejército y de

14 El 21 de octubre de 1969, este militar encabezó un fallido golpe de Estado conocido como ‘tacnazo’
(iniciado desde el regimiento Tacna, en Santiago). El 22 de octubre de 1970 formó parte del grupo que dio
muerte en una emboscada al Comandante en Jefe del Ejército, general René Schneider. Por esta muerte
es condenado en 1972 a 20 años de presidio y 5 años de extrañamiento. Siete días antes del golpe de
Estado del 11 de septiembre de 1973, es enviado a cumplir la pena de extrañamiento a Paraguay (en ese
momento gobernado por una dictadura militar, que se extendió de 1954 a 1989). El primer gobierno post-
dictadura militar, liderado por el DC Patricio Aylwin (1990-1994), le devolvió la ciudadanía chilena. Murió el
2005, en su hogar en Santiago de Chile.

389
Carabineros. Estas se centran en Potrerillos, donde toman la sede sindical y destruyen
sus accesos y mobiliario. Pero los obreros no regresan al trabajo. El 10 de marzo, el
senador DC Patricio Aylwin Azócar, anuncia ‘mano dura’ contra “las oligarquías sindicales
que, promoviendo huelgas injustas e ilegales, utilizan a los trabajadores como carne de
cañón” (Ortiz, 2015: párr.15). El día siguiente, jueves 11 de marzo, la autoridad ordena
el desalojo del local sindical de El Salvador y, con ello, se inicia la matanza. Tropas del
ejército, Carabineros e Investigaciones rodean el edificio y disparan gases lacrimógenos
al interior del local, lo que provoca la estampida de los 300 obreros, esposas e hijos que
se encontraban almorzando en su interior. La tropa dispara. El resultado es de ocho
muertos, seis trabajadores y dos mujeres: Osvaldina Chaparro Castillo, 30 años de edad
y embarazada de tres meses; María Egurrola de Miles, 39 años; Francisco Monárdez
Monárdez, 27 años, antiguo militante democristiano; Mauricio Dubó Bórquez, 25 años;
Ramón Contreras Pizarro, 22 años; Delfín Galaz Duque, 37 años; Manuel Contreras
Castillo, 54 años; y Luís Alvarado Tabilo; más 37 heridos (Cerda, 2014, 11). De parte de
las tropas del Estado, solo se registra una herida de bala en la pierna del capitán del
ejército Alejandro Alvarado Gamboa, ocurrida tras caer y disparársele su propia arma
(Ibidem)15. El militar a cargo, coronel Manuel Pinochet Sepúlveda (luego ascendido a
general), declaró: “Yo di orden de apoderarse del local del sindicato porque lo necesitaba
para que mi tropa estuviese cómoda […] Yo recibo órdenes de superiores. El Ministro de
Defensa es mi jefe” (La primera masacre, 1969: 2). En ese momento, el ministerio de
Defensa lo encabezada el militante DC Juan de Dios Carmona Peralta. Por su parte,
ministro del Interior era Bernardo Leighton Guzmán.

En 1967 se registran nuevas represiones. El 23 de noviembre es día de Paro Nacional,


organizado por la Central Única de Trabajadores (CUT). El motivo de la convocatoria es
el rechazo al proyecto gubernamental de ahorro forzoso, que obliga a los trabajadores a
aceptar bonos como pago de una parte del reajuste salarial. Durante la madrugada de la
jornada, tropas del ejército, de la aviación, del Grupo Móvil de Carabineros e
Investigaciones, acordonan el centro de Santiago para evitar los desplazamientos de
obreros desde las poblaciones pobres hasta el núcleo de la ciudad. Cuando el día
despunta, se revela la represión: el Grupo Móvil acosa el Instituto Pedagógico, en la
intersección de las calles Macul con Grecia; las principales avenidas son interrumpidas
por controles policiales y militares; patrullas de soldados recorren la urbe, vigilando. A
pesar de todo, grupos de manifestantes recorren las calles céntricas dispersando y
volviéndose a reunir. La jornada culmina con 50 heridos y ocho pobladores asesinados:
Luís Valdés Espinoza, Juan Navarro Tobar, Luís Guerrero Rivas, José David
Norambuena, Claudio Fernández, José Rodríguez, Eduardo Valero Vargas y Manuel
Zamorano Cortés (de 8 años de edad) (Las Noticias de Última Hora, 1967: 1-4, 8, 9 y
16).

15 “[…] este hecho en las diversas fuentes, es mencionado como que a él mismo capitán se le disparó su
arma debido a que se cayó en una zona donde el terreno era irregular, el juicio ante esto es casi unánime,
ya que solo el gobierno (ni siquiera los militares), atribuyen a que la bala salió de los trabajadores, de
hecho, el médico que atendió al capitán cuando llegó al hospital, menciona en un relato que la herida
correspondería a una munición de guerra. Fuese cual fuese el motivo del balazo en la pierna del capitán,
este tuvo una consecuencia muy clara, la acción descontrolada de la fuerza pública, la cual comenzó a
disparar en todas direcciones, provocando tres muertos más (También morirán en el hospital), además de
varios heridos” (Cerda, 2014: 11).

390
ANEXO B. PAUTAS DE ENTREVISTAS

B.01. Pauta de temas a proponer en entrevistas a Alejandro Villarroel Rodríguez.


Fechas: septiembre de 2007 a febrero de 2008.
Lugar: Hogar de Alejandro, Curacaví – Chile.

I- Presentación del investigador y del proyecto.

II- Curacaví (dinámica de actual de su vida y porqué llegó a vivir allí).

III- Historia de antepasados (abuelos, padres y hermanos).

IV- Ingreso a la política.

V- Sociedad y política años ’60.

VI- Partidos y movimientos de izquierda años ‘60 y ’70 (legales e ilegales).

VII- La VOP.

VIII- Chicauma.

IX- Violencia política revolucionaria.

X- Acciones directas revolucionarias vopistas.

XI- Hermanos Rivera Calderón y Heriberto Salazar Bello.

XII- Muerte de Edmundo Pérez Zujovic.

XIII- La Unidad Popular y el gobierno de Salvador Allende.

XIV- 11 de septiembre de 1973 y dictadura militar.

XV- La prisión política.

XVI- Sociedad y política años ’70 y ’80.

XVII- Fin de la dictadura militar e inicio de gobiernos civiles (1990 – 2007).

XVIII- Cambios observados en Chile desde sus primeros recuerdos hasta la

actualidad (sociales, políticos, infraestructura, más otros relevantes).

XIX- Reflexiones y evaluaciones de su relato de vida y la VOP.

XX- Reflexiones finales varias y abiertas.

391
B.02. Pauta de entrevistas individuales a Roberto y Miguel.
Fechas Roberto: 11/12/2007, 18/12/2007, 09/01/2008 y 13/02/2008.
Fechas Miguel: 14/12/2007, 15/01/2008 y 01/02/2008.
Lugar: Varios.

I- Sociedad y política años ’60 y ’70.

II- Partidos y movimientos de izquierda años ‘60 y ’70 (legales e ilegales).

III- Militancia política particular.

IV- Movimientos sociales finales años ’60 y durante el gobierno de la Unidad

Popular.

V- Alejandro Villarroel Rodríguez (desde conocerlo hasta la actualidad).

VI- ¿Otros militantes VOP?

VII- La VOP y Chicauma. Recuerdos y evaluaciones.

VIII- Violencia política revolucionaria.

IX- 11 de septiembre de 1973 y dictadura militar.

X- Sociedad y política años ’80 hasta la actualidad (2007).

XI- Reflexiones finales varias y abiertas.

392
B.03. Pauta de entrevistas grupales Roberto – Miguel
Fechas: 29/12/2007 y 30/01/2008.
Lugar: Varios.

I- Conocimiento personal y político del otro, circunstancias y experiencias.

II- Acercamientos a la VOP y opiniones respecto a ella.

III- Opiniones y experiencias de los entornos políticos de cada uno respecto a

la VOP (y Chicauma).

IV- Alejandro Villarroel Rodríguez (relación política y de amistad).

V- La VOP, discusión acerca de sus aciertos, errores y su lugar en la

memoria personal, grupal y social (desde actualidad -2007-).

VI- Reflexiones finales varias y abiertas.

393
B.04. Pauta de entrevistas grupales Alejandro - Roberto - Miguel
Fechas: 12/01/2008, 09/02/2008 y 23/02/2008.
Lugar: Hogar de Alejandro, Curacaví – Chile.

I- Resumen del proyecto.

II- Participación de cada uno en movimientos sociales y políticos finales

años ’60 y durante el gobierno de la Unidad Popular: encuentros y

desencuentros entre los entrevistados.

III- La VOP y Chicauma, discusión acerca de su existencia y ¿legado?

IV- Relaciones humanas en la acción política clandestina y sus características

hasta la actualidad (¿cambios?, ¿persistencias?, ¿cuáles?).

V- Viabilidad política actual de las organizaciones revolucionarias con trabajo

clandestino.

VI- Reflexiones finales varias y abiertas.

394
B.05. Pauta genérica de entrevistas exploratorias
Lugar: Comuna de Lampa, Chile.

I- Temas:

A- Breve historia familiar hasta residencia actual en Lampa.

B- En caso de cumplir con criterios de ‘edad políticamente relevante’:

B.1. Recuerdos acerca de la vida social y características políticas

de la comuna de Lampa en el período 1968 – 1971:

B.2. La izquierda en la comuna

B.3. La VOP y Chicauma.

C- En caso de tener algún familiar vivo (que cumpliera con la ‘edad

políticamente relevante’) que haya residido en Lampa en el período

1968 – 1971:

C.1- Gestionar una cita con ella/él.

D- Impresiones y reflexiones en torno a los cambios observados en

Lampa y/o Chicauma desde sus primeros recuerdos hasta la

actualidad (sociales, políticos, infraestructura, y otros relevantes).

395
B.06. Pauta de entrevistas a Andrés
Lugar: Hogar Andrés, subsector El Taco – Chicauma, Lampa – Chile.

I- Entrevista n.º 1. Fecha: 20/05/2018. Duración: 50 minutos aprox.

A- Transporte público entre El Taco y Lampa.

B- Situación actual del subsector El Taco:

B.1- Estado del estero Lampa (balneario de El Taco).

B.3- Actualidad agrícola y ganadera en la zona.

C- Actividad política en la zona en los años ’60 y ’70.

II- Entrevista n.º 2. Fecha: 01/06/2018. 65 minutos aprox.

A- Acerca de su arribo al sector de El Taco.

B- Historia local (memorias personales).

C- Actividad política en la zona en los años ’60 y ’70. (Sobre el fundo

Chicauma).

III- Entrevista n.º 3. Fecha: 09/07/2018. 50 minutos aprox.


A- Actividad política en la zona desde los años ’70 hasta la actualidad.
B- Sobre el fundo Chicauma (toma y desalojo).

IV- Entrevista n.º 4. Fecha: 07/08/2018. 50 minutos aprox.


A- Actividad sociopolítica actual en la zona.

396
B.07. Pauta de entrevistas a Alejandra
Lugar: subsector El Taco – Chicauma, Lampa – Chile.

I- Entrevista n.º 1. Fecha: 21/05/2018. 45 minutos aprox.

A- Arribo familiar al sector de El Taco.

B- Situación actual del subsector El Taco:

B.1- Actualidad económica.

B.2- Actualidad política.

B.3- Actualidad social.

II- Entrevista n.º 2. Fecha: 05/06/2018. 40 minutos aprox.

A- Arribo al sector de El Taco.

B- Actividad política en la zona en los años ’60 y ’70.

C- Sobre el fundo Chicauma (toma y desalojo).

III- Entrevista n.º 3. Fecha: 14/07/2018. 40 minutos aprox.

A- Actividad política en la zona en los años 1973 - 2018.

B- Evaluación social del período 1971 – 2018.

397
B.08. Pauta de entrevista a Manuel Antonio Maldonado Gatica
Lugar: Hogar de Manuel, Chicauma, Lampa – Chile.

I- Bloque n.º 1. Fecha: 24/09/2018. 120 minutos aprox.

A- Presentaciones mutuas.

B- Situación actual de Chicauma.

B.1- Actualidad económica.

B.2- Actualidad política.

B.3- Actualidad social.

C- Actividad política en la zona en la década desde los años ’60 –

actualidad.

D- Sobre el fundo Chicauma (toma y desalojo).

II- Bloque n.º 2. Fecha: 24/09/2018. 120 minutos aprox.

A- Origen y funcionamiento de las organizaciones campesinas en la

década ’60.

B- Actualidad campesina en la zona.

C- Evaluación del período años ‘60 – 2018.

398
ANEXO C: MAPAS

Comunas de Lampa

y Curacaví

Chile
Límite internacional
Comunas de Lampa
y Curacaví
Escala: 1:40.000.000

C.01. Mapa de Chile en contexto subcontinental.


(Adaptado de: IDE Chile, 2018).

Región Metropolitana
Límite internacional
Límite regional
Límites comunales
Comuna de Lampa
Comuna de Curacaví Escala: 1:1.250.000
C.02. Mapa físico y político administrativo Región Metropolitana de Santiago.
(Adaptado de: IDE Chile, 2018).

399
Comunas Lampa y Curacaví
Límite comunal
Red vial
Límite sector
Escala: 1:350.000

C.03. Mapa físico y político administrativo comunas de Curacaví y Lampa.


(Adaptado de: IDE Chile, 2018).

Comuna de Lampa
Límite comunal
Límites urbanos

Escala: 1:200.000

C.04. Mapa límites urbanos comuna de Lampa.


(Adaptado de: IDE Chile, 2018).

400
C.05. Mapa físico-ambiental comuna de Lampa
(Adaptado de: Gobierno Regional Metropolitano de Santiago, 2013, Citado en Jiménez, 2014: 81).

C.06. Mapa actividades económicas y productivas comuna de Lampa.


(Adaptado de Gobierno Regional Metropolitano de Santiago, 2013, Citado en Jiménez, 2014: 82).

401
Comuna de Lampa
Límite comunal
Límite sector de Chicauma
Límite otras comunas

Escala: 1:250.000

C.07. Mapa físico comuna de Lampa (identifica sector de Chicauma).


(Adaptado de: IDE Chile, 2018).

Sector de Chicauma
Red hidrográfica
Red vial
Límite comunal
Límite sector
Escala: 1:100.000
C.08. Mapa físico, hídrico y vial sector de Chicauma.
(Adaptado de: IDE Chile, 2018).

402
C.09. Mapa erosión sector de Chicauma.
(Adaptado de: visor de mapas IDE Chile, Recuperado de:
http://www.geoportal.cl/visorgeoportal/2018 [con acceso el 13/05/2019]).

Sector de Chicauma
Límite comunal
Límites prediales
C.10. Mapa fraccionamiento predial sector Chicauma
(Adaptado de: visor de mapas IDE Chile, Recuperado de:
http://www.geoportal.cl/visorgeoportal/2018 [con acceso el 13/05/2019]).

403
C.11. Mapa ex fundo Chicauma.
(Chicauma [material cartográfico]. [S/f (19--)]. Levantado por Cap.
Maldonado F.; los top. Vega, Uribe i Silva. Mapa montado en lienzo; 42
x 42 cm, sobre pliego 45 x 44 cm. Biblioteca Nacional Digital de Chile.
Recuperado de: http://www.bibliotecanacionaldigital.cl/bnd/635/w3-
article-154884.html [con acceso el 03/02/2017]).

404
ANEXO D: DOCUMENTOS

D.01.i. Diario Oficial de la República de Chile, 27 de febrero de 1971 (portada). Decreto Ley n.º 47,
oficializa paso de fundo Chicauma a Reforma Agraria y ordena reanudar faenas. (Fuente: Gobierno
de Chile. Recuperado de: https://www.diariooficial.interior.gob.cl/media/1971/02/27/27000001.jpg
[con acceso el 05/02/2019]).

405
D.01.ii. Diario Oficial de la República de Chile, 27 de febrero de 1971 (pág. 2). Decreto Ley n.º 47,
oficializa paso de fundo Chicauma a Reforma Agraria y ordena reanudar faenas. (Fuente: Gobierno
de Chile. Recuperado de: https://www.diariooficial.interior.gob.cl/media/1971/02/27/27000002.jpg
[con acceso el 05/02/2019]).

406
D.01.iii. Diario Oficial de la República de Chile, 27 de febrero de 1971 (pág. 3). Decreto Ley n.º 47,
oficializa paso de fundo Chicauma a Reforma Agraria y ordena reanudar faenas. (Fuente: Gobierno
de Chile. Recuperado de: https://www.diariooficial.interior.gob.cl/media/1971/02/27/27000003.jpg
[con acceso el 05/02/2019]).

407
ANEXO E: DATOS POBLACIONALES Y ELECTORALES

E.01. Censo 2017: Población por área urbana y rural, y sexo, según País, Región Metropolitana,
Provincia de Santiago y Comuna de Lampa (Fuente: INE, 2017).

E.02. Censo 1970: Población por área urbana y rural, y sexo, según País, Región Metropolitana,
Provincia de Santiago y Comuna de Lampa (Fuente: INE, 1993).

E.03. Censo 1907: Población por área urbana y rural, y sexo, según País, Provincia y
Departamento de Santiago, Municipio y Subdelegación de Lampa, y Distritos (Fuente: INE, 1907).

E.04. Censo 1907:


Propietarios por
nacionalidad y sexo,
Depto. de Santiago y
Subdelegación de
Lampa. (Fuente: INE,
1907).

408
E.06. Censo 1907:
E.05. Censo 1970: Población de 10 años y más, por condición de Población total por
alfabetismo y área urbana-rural, según País, Región Metropolitana, creencia religiosa
Provincia de Santiago y Comuna de Lampa. (Fuente: INE, 1970, 1993). (Fuente: INE, 1907).

E.08. Esperanza de
vida al nacer, en 1910
(Fuente: INE, 2018).

E.07. Censo 1907: Grado de instrucción con distinción de población


urbana y rural, según País, Provincia y Departamento de Santiago, y
Subdelegación de Lampa. (Fuente: INE, 1907).

E.09. Censo 2017: Población de 5 años y más, por años de estudio aprobados, según
Región Metropolitana, Provincia de Santiago y Comuna de Lampa. (Fuente: INE, 2017).

E.10. Censo 1970. Población de 5 años y más, por años de estudio aprobados, según
Región Metropolitana, Provincia de Santiago y Comuna de Lampa. (Fuente: INE, 1993).

409
E.11. Resultados de elecciones 2013 (senadores), 2016 (alcalde y concejales), y 2017
(presidente y diputados), comuna de Lampa, Chile. (Fuente: TRICEL, 2019. Recuperado
de: http://www.tribunalcalificador.cl/ [con acceso el 21/05/2019]).

410
ANEXO F: IMÁGENES DE PRENSA

F.01. Ronald Arturo Rivera Calderón, F.02. Enrique Arturo Rivera Calderón, el Hippie
Manuel Campillay (1947-1971). (1951-1971). (Fuente: Punto Final, n.º 133, 1971: 3).
(Fuente: Punto Final, n.º 133, 1971: 2).

F.03. Ismael Albino Villegas Pacheco, Francisco F.04. Heriberto Salazar Bello, el Viejo (1925-
(1945-1970). (Fuente: Punto Final, n.º 98, 1970: 32) 1971). (Fuente: Portada [detalle] La Tercera,
17/06/1971).

F.05. Alejandro Villarroel, Alonso (1933-2014). F.06. Hugo Romero Navarro, Chico Víctor
(Fuente: archivo Alejandro Villarroel, s/f, 196-) (1950?- ). (Fuente: El Mercurio, 18/06/1971).
411
F.07. Juan Luís Marchant Berríos, Chandú (fl. F.08. Bernardo Lejdermann (1943-1973), María
1970-1971), trasladado por la policía. (Fuente: Ávalos Castañeda (1949-1973) y Ernesto
La VOP, 2012: 170). Lejdermann Ávalos (1972-). (Fuente: Proyecto
Internacional de DDHH, 2000-2007).

F.09. Prisioneros de
organizaciones
revolucionarias,
octubre de 1970
(abajo, a la derecha,
Leonardo Farfán
Guerra [fl. 1970-
1971]). (Fuente:
Punto Final, n.º 116,
1970: 8).

F.10. Manifestación de
estudiantes y
trabajadores. Santiago
de Chile, 1970.
(Fuente: fotograma del
documental “De
mártires y verdugos”
[Jorge Parada, 2009].
Recuperado de:
https://vimeo.com/296
41243?iframe=true&wi
dth=80%&height=80%
[con acceso el
15/03/2019]).

412
F.12. Portada diario Puro Chile, 9 de
junio de 1971. (Fuente: Hemeroteca
Biblioteca Nacional de Chile, 2007).

F.11. Portada diario El Mercurio, 9 de junio de


1971. (Fuente: Hemeroteca
Biblioteca Nacional de Chile, 2007).

F.13. Casa de calle Coronel Alvarado n.º 2711,


rodeada de policías. (Fuente:
https://bit.ly/2LFaWEu [con acceso el
22/03/2019]).

F.15. Portada diario El Mercurio, lunes 14


de junio de 1971. (Fuente: Hemeroteca
F.14. Croquis del sitio y asalto a casa de calle Biblioteca Nacional de Chile, 2018).
Coronel Alvarado (diario El Mercurio, 14 de
junio de 1971: 28). (Fuente: Hemeroteca
Biblioteca Nacional de Chile, 2018).
413
F.16. Portada (detalle 1) diario La Tercera, jueves 17 de junio de 1971.
La fotografía corresponde al frontis del cuartel de la Policía de Investigaciones y en ella
se observa a Heriberto Salazar Bello (extremo superior derecho) armado con una
ametralladora en el momento en el que pareciera girar y mirar al policía que empuña su
revólver (borde inferior izquierdo). (Fuente: fotograma del documental “De mártires y
verdugos” [Jorge Parada, 2009]. Recuperado de:
https://vimeo.com/29641243?iframe=true&width=80%&height=80%
[con acceso el 15/03/2019]).

F.17. Portada (detalle 2) diario La Tercera, jueves 17 de junio de 1971. La fotografía


corresponde al frontis del cuartel de la Policía de Investigaciones y en ella se observa el
momento de la explosión de la bomba que porta Heriberto Salazar Bello, mientras tres
policías asisten a la escena parapetados detrás de un automóvil. (Fuente: fotograma del
documental “De mártires y verdugos” [Jorge Parada, 2009]. Recuperado de:
https://vimeo.com/29641243?iframe=true&width=80%&height=80%
[con acceso el 15/03/2019]).

414
F.18. Entrevista a Alejandro Villarroel Rodríguez, diario La Nación (s/f, [1968]).
(Fuente: archivo personal de Alejandro Villarroel Rodríguez).

415
ALEJANDRO VILLARROEL. ¿UN KIBUTZ PARA CHILE?

Antes que el moderno Estado de Israel fuera, fue primero el “kibutz”. La experiencia de
Judas Macabeo, 70 años antes de Cristo, que fundó comunidades en guerra contra los
griegos en las que después serían tierras santas, se repitió, casi en paz, casi en guerra, a
principios de este siglo, casi también en las mismas tierras. Y de algún modo ocurre que la
experiencia del “kibutz”, definida como la plena integración del hombre con sus semejantes,
y del hombre con la tierra, se ha extendido por el mundo académico de las universidades,
y se está asomando tímidamente a la plena luz de las sociedades del tercer mundo.

¿Cuál es su magnetismo? ¿En qué reside su poder de atracción?

Porque también sucede en Chile.

Estudiosos, pacientes académicos, queman sus pestañas durante horas y años, para
entender el “kibutz”, esa experiencia inquietante.

La reformada Universidad Católica de Chile realizó hace poco unas jornadas académicas
en torno al “kibutz” y en torno a Martín Buber, su principal trovador en el mundo de la
filosofía. Ya antes se había fundado en Chile una “Comunidad Martín Buber”, de fugaz
existencia. Luego el “kibutz” logró convertirse en capítulo obligado del plan de estudios de
la enseñanza básica. La embajada de Israel se ve invadida a diario por pequeños
estudiantes que, como ávidas langostitas, arrasan con cuando folleto, libro y funcionario
que a mano encuentren, para enterarse de lo que es el “kibutz”. En el colegio San Ignacio
y en el Instituto Nacional el “kibutz” ha sido el tema central de conferencias. En la
controvertida “Población 26 de Enero”, el “kibutz” surgió en forma de película, conferencia
y discusión de pobladores. Y sería sumar y seguir sin término.

Sin embargo no son muchas las personas que en Chile conocen a cabalidad el tema. Una
de esas personas es Alejandro Villarroel, a quien se llega a través de la lectura diaria de las
actividades culturales en la prensa. No hay día casi en que no aparezca alguna conferencia
o algún acto relacionado con el “kibutz”, y no hay conferencia, acto o jornada donde él no
esté presente.

Conocedor de la experiencia cubana y estudioso incansable de las experiencias socialistas


de Israel, resultó el personaje adecuado para dar una visión chilena de esa experiencia
judía que se pretende universal.

En la contienda árabe-israelí, Chile es neutral, porque le duelen, sinceramente, las heridas


de ambos términos del conflicto. “La Nación” no se abanderiza cuando toma el “kibutz”
como tema de una amplia entrevista. Porque el “kibutz” mismo parece, en la actualidad, tan
ajeno a los árabes como, en el fondo de su conciencia, al propio Estado de Israel.

Respuesta al medio

Periodista: Hay experiencias sociales que responden a un previo planteamiento ideológico.


Otras en cambio, surgen de una cierta espontaneidad aparente. ¿Fue alguna doctrina la
que dio origen al “kibutz” o fue que a partir del “kibutz” se desarrolló alguna doctrina nueva?

Villarroel: “El "kibutz” no tuvo un partir ideológico. Fue producto de la tensión impuesta en
Europa Oriental a principios del siglo actual, contra minorías judías perseguidas. Desde un
punto de vista ideológico, si bien no hubo un cuerpo concreto de ideas que diera origen al

416
“kibutz” existió la influencia de distintas ideas en boga en la época: el socialismo utópico, el
socialismo científico de Marx, los ideales de justicia social que conmovían al mundo y ciertas
experiencias concretas del socialismo que habían ocurrido en algunos países en forma
aislada, como el Arte Ruso. El medio físico en que se ubicaron los pioneros era muy pobre,
tierras casi estériles, escasez de agua, topografía difícil, etc. Esas dificultades determinaban
una imposibilidad de surgimiento individualista; el hombre aislado estaba condenado a
perecer de donde el criterio de comunidad resultaba ser la respuesta vital, necesaria y única
para poder salir adelante. En consecuencia, el “kibutz” fue el producto síntesis de la
espontaneidad de las doctrinas en boga y de las dificultades impuestas por el medio en que
se instaló esa experiencia comunitaria. A partir de las experiencias concretas de los “kibutz”
es que ha surgido con posterioridad una serie de intentos de comprensión teórica. Tal vez
el más conocido de estos teóricos haya sido el filósofo Martín Buber, fallecido hace poco
tiempo en Israel.

Kibutz y Cooperativa.

Periodista: En Chile, durante los últimos cinco años, se han instalado ciertas cooperativas
agrícolas bajo la tuición de la reforma agraria, algunas de estas cooperativas muestran gran
semejanza con los llamados “moshav” de Israel. Hay incluso técnicos israelíes trabajando
en el campo chileno. ¿Qué diferencia hay entre el “kibutz” y el “moshav”, o entre el “kibutz”
y estas cooperativa s chilenas?.

Villarroel: EL “kibutz” surge como expresión voluntaria de grupos de “élite”, conscientes;


decididos a cambiarse a sí mismos, a cambiar las relaciones interpersonales, a cambiar las
relaciones de producción, a romper con el mundo que los rodea cambiando incluso de
“hábitat”, que se traslada de la ciudad al campo, y que se comprometen vitalmente y para
siempre con su experiencia comunitaria.

El “moshav” en Israel y la Cooperativa Agrícola en Chile, son formas parciales de


socialización, se unen para explotar la tierra, la maquinaria, el crédito, el mercado, pero
mantienen el individualismo en la utilización de las ganancias y en las formas de vida de
sus miembros.

En Chile, las Cooperativas surgen más bien como expresión de una “conciencia de Estado”
frente a ciertos problemas de desocupación, marginalidad, emigración campesina, etc. Si
bien es cierto que el Cooperativismo agrario en Chile es protagonizado por los campesinos,
no es menos cierto que este movimiento es orientado y organizado al principio por
funcionarios del Estado que no se comprometen vital e integralmente con la experiencia:
son funcionarios con más sueldo que el resto de los cooperados, con más facilidades para
trasladarse de un punto a otro del país y cuyos intereses vitales siguen ligados a la ciudad
y no al campo. En este sentido, la Cooperativa representa en Chile un esfuerzo último y
caso desesperado por darle un lugar a los marginados sin poner en grave riesgo al
capitalismo; aquí la Cooperativa queda inserta en un sistema capitalista, y tiene que
acomodarse a las lentes capitalistas del mercado, del crédito y de ciertas formas de trabajo
asalariado.

Militarismo del Kibutz.


Periodista: Entiendo que el “kibutz” no es plenamente apoyado por el Gobierno de Israel, y
que ese apoyo estaría condicionado por la importancia militar del “kibutz” en su permanente

417
confrontación con los árabes. ¿Es militarmente tan importante el “kibutz”?, ¿Por qué todo
Israel, o al menos todo su sector agrario, no está organizado sobre la base del “kibutz”?.

Villarroel: El “kibutz” es muy anterior a la creación del estado de Israel. Cuando surgió el
Estado y vino la migración, los que llegaron en forma masiva y apabullante trajeron todos
los vicios y todas las virtudes de las sociedades capitalistas e individualistas de los países
de donde procedían. Y organizaron el Estado en función de todas esas virtudes y todos
esos vicios. Por eso no se organizaron de la misma manera que los pioneros socialistas del
“kibutz”. Militarmente el “kibutz” tiene una doble importancia. En primer lugar, está la calidad
de los soldados que el “kibutz” entrega al ejército: la juventud del “kibutz” representa el 4
por ciento de la población total del país, pero aporta con el 22 por ciento de todos los
oficiales del ejército. El propio Moshe Dayan, Ministro de Defensa, es un producto del más
antiguo “kibutz”, el de Degania. La segunda importancia militar consiste en que los
“kibutzim” han sido desarrollados preferentemente en los límites del país, de modo que su
ligazón “de patria o muerte” con su tierra, los convierte en un verdadero muro de contención
frente al mundo árabe.

Reo sospechoso.

Periodista: ¿No se transforma, en consecuencia, el “kibutz” en reo de sospechosa causa,


al servir de muro protector para bien de un capitalismo tan fuerte como el que se combate
en casi todo el mundo?. ¿No está sirviendo el “kibutz” para perpetuar el conflicto entre el
capitalismo israelí y el supuesto socialismo árabe?

Villarroel: Jean Paul Sartre a raíz de su visita al medio oriente, fue recibido como amigo,
tanto por Israel corno por los árabes. De regreso a Francia, emitió su diagnóstico sobre el
conflicto y dijo que la paz en el Medio Oriente solo será posible cuando se instaure el
socialismo en ambos lados. Me parece a mí, que la semilla de este socialismo, está
precisamente en el “kibutz”. De modo que el “kibutz” es muro de contención sólo cuando la
pugna es entre regímenes sociales injustos; y será una puerta de contactos e intercambios
cuando el socialismo exista en ambos sectores.

Pretensión Universal

Periodista: A nivel nacional, y aún más, a nivel mundial, la experiencia del “kibutz” parece
demasiado limitada. Algunos intelectuales pretenden en cambio que su gravitación es
universal. ¿En qué se funda esa pretensión, que me parece que Ud. comparte?.

Villarroel: El “kibutz” es la experiencia judía de comuna; la comuna es una antigua


aspiración del hombre tras la reestructuración de la sociedad, tras el ideal expresado por
Marx “de cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad” . Esta fórmula
propuesta por Marx es plenamente vigente y realizada en el “kibutz”.

Martín Buber reconoce que aunque el “kibutz” no constituye un éxito ejemplar, constituye
un “no fracasar ejemplar”, y representa la más elevada forma de estructuración social
alcanzada por el hombre en todo el planeta. En Cuba, en la Isla de Pinos, Fidel Castro está
intentando una forma de comunismo inspirada en valores similares a los del “kibutz”. Y
Simone de Beauvoir, la compañera de Sartre, cuando conoció el “kibutz” dijo: “vi también
una comunidad de personas que es diferente de todas las que conocí hasta hoy. En ella no
existe la explotación ni la alienación y vive con un sentimiento de profunda igualdad y

418
libertad. Lo que ustedes lograron puede servir de ejemplo para el mundo, y quiero finalizar
expresando ese deseo: espero que el mundo siga vuestro ejemplo”.
¿Un kibutz para Chile?
Periodista: Si en el terreno de lo ideal la experiencia del “kibutz” resulta de validez universal
¿qué grado de aplicabilidad tiene en la circunstancia concreta de chile?.
Villarroel: En este momento se está proponiendo a Chile, que elija entre modelos de
desarrollo capitalistas enajenantes o modelos de socialismo centralista, en ninguno de los
dos modelos los medios de producción y de cambio, son de propiedad efectiva de los
trabajadores, en ambos casos, el trabajador sigue enajenado. En ambos casos es posible
que haya un efectivo mejoramiento de las condiciones materiales de existencia. Pero en
ninguno se logra la autodeterminación de la clase trabajadora. El “kibutz” plantea la
posibilidad real, primero de la propiedad efectiva de los medios de producción por parte del
trabajador; segundo, la posibilidad de una organización social sin la existencia de una clase
dirigente, burocrática y parasitaria. En chile, no parece posible ya iniciar un proceso
capitalista de desarrollo como el que iniciaron las naciones industrializadas hace dos siglos;
ni parece posible tampoco contar con las voluntades suficientes para realizar un socialismo
centralizante que es resistido por una tradición y una cultura libertaria e individualista que
está muy metida en la mentalidad de la gente. Imponer una fórmula u otra es fácil pero no
muy democrático. Por eso me parece que abrir la simple perspectiva de realizar una
experiencia semejante a la del “kibutz”, permite ampliar las posibilidades de elección de los
chilenos, entre unos modelos y otros para organizar el futuro de Chile.
¿Quién pone el cascabel?
Periodista: Los distintos sectores políticos luchan por llegar al poder en Chile, aparecen
comprometidos con uno u otro de esos... modelos que usted rechaza. ¿Cree usted que
alguien en Chile capaz de renunciar al camino que ha trazado y de abandonar las
perspectivas que considera seguras ganadoras... presidencial, para apadrinar un
movimiento... del “kibutz”?. ¿No estará condenada esa experiencia a mantenerse en Chile
solo en los planos académicos?.
Villarroel: Es cierto que todos los partidos políticos aparecen comprometidos con un modelo
u otro de desarrollo. Y es cierto también que frente a las elecciones, los trabajadores se ven
forzados a escoger entre estos modelos. Felizmente o desgraciadamente, para bien o para
mal, hay un solo sector político en Chile que no está incondicionalmente comprometido con
los modelos propuestos. Buber decía que toda sociedad en crisis produce una “élite” que
en Israel fueron los “jalutz” o pioneros; en Chile, los que aparecen objetivamente como la
tal vanguardia de “élite” se han marginado de la ley y militan de preferencia en el movimiento
de izquierda revolucionaria; sospecho que en otros partidos o al margen de ellos, también
hay muchos hombres que serán capaces de convertirse en pioneros de una nueva
sociedad. Sin pronunciarme sobre los métodos empleados por el MIR, entiendo que ese
grupo se propone la destrucción del capitalismo, pero sin adherir incondicionalmente a
ningún modelo prefijado de desarrollo para el futuro; en ese caso, una experiencia
semejante a la del “kibutz” podría alcanzar carta de ciudadanía y servir como proposición
de modelo tan respetable como el socialismo centralista o como el neo capitalista. No digo
que las tres experiencias sean igualmente válidas, sino que lo válido es la posibilidad de
elección que puedan asumir los propios trabajadores.
F.19. Transcripción de entrevista a Alejandro Villarroel Rodríguez,
publicada por diario La Nación (s/f, [1968]).
419
ANEXO G: FOTOGRAFÍAS

G.01. Alejandro Villarroel Rodríguez (200-).


(Fuente: archivo personal de Alejandro Villarroel Rodríguez).

G.02. Manuel Antonio Maldonado Gatica (2013).


(Fuente: Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, Chile.
Recuperado de http://testimonios.museodelamemoria.cl [con acceso
el 05/05/2019]).

420
G.03. Microbús recorrido Santiago - Lampa, aprox. años setenta.
(Fuente: Biblioteca Municipal de Lampa, 2018).

G.04. Plaza de Armas de Lampa, 1970.


(Fuente: Biblioteca Municipal de Lampa, 2018).
421
G.05. Campesinos de Lampa (s/f).
(Fuente: Biblioteca Municipal de Lampa, 2018).

G.06. Puente Chicauma sobre ruta G-16 o Camino Chicauma (dirección sur – norte),
fecha aprox. entre 1975-1985. Al fondo la montaña de Chicauma, que le da su nombre al
sector. (Fuente: Calles y fachadas del pasado, 2009. Recuperado de:
https://www.flickr.com/photos/44662274@N08/4098493946/ [con acceso el 05/05/2019]).

422
G.07. Puente Chicauma sobre ruta G-16 o Camino Chicauma (dirección sur – norte).
(Fuente: Propia, 21/09/2018).

G.08. Casas a la orilla sureste del Puente Chicauma (orientación oeste – este).
(Fuente: Propia, 07/09/2018).

423
G.09. Sector de Chicauma (1).
(Ruta G-16, orientación sur – norte). (Fuente: Propia, 12/01/2018).

G.10. Sector de Chicauma (2).


(Ruta G-16, orientación norte - sur). (Fuente: Propia, 12/01/2018).

424
G.11. Sector de Chicauma (3).
(Ruta G-16, orientación oeste - este). Al fondo, montañas del sector de Lo Vargas; al pie de
ellas, corre el estero Lampa, subsector El Taco. (Fuente: Propia, 24/01/2018).

G.12. Cruce de ruta G-16 /


Camino El Taco del Valle
(orientación norte - sur).
(Fuente: Propia, 04/05/2018).

425
G.13. Camino El Taco del Valle. (Fuente: Propia, 04/05/2018).

G.14. Lecho del estero Lampa, antiguo


balneario El Taco (1).
(Fuente: Propia, 04/05/2018).

426
G.15. Lecho del estero Lampa, antiguo balneario El Taco (2).
(Fuente: Propia, 04/05/2018).

G.16. Lecho del estero Lampa, antiguo balneario El Taco (3).


(Fuente: Propia, 04/05/2018).

427
G.17. Subsector El Taco, Chicauma (1). (Fuente: Propia, 04/05/2018).

G.18. Subsector El Taco, Chicauma (2).


Explanada donde se habría ubicado el campamento de la VOP, y que en la
actualidad es un campo agrícola privado (al fondo, las montañas del sector Lo
Vargas). (Fuente: Propia, 21/09/2018).
428
G.19. Sector de Chicauma (4).
En la fotografía se observan las cumbres
de los altos de Chicauma (orientación
este – oeste). (Fuente: Propia,
06/12/2017).

G.20. Sector de Lo Vargas


(camino Marticorena,
orientación sur – norte). Al
fondo, las montañas que
separan con el sector de
Chicauma.
(Fuente: Propia, 21/01/2018).

429
G.21. Estero Lampa, entrada norte al pueblo del mismo nombre
(orientación oeste – este). (Fuente: Propia, 21/01/2018).

G.22. Sector Larapinta, Lampa (orientación este – oeste).


(Fuente: Propia, 12/12/2017).

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