Puccullus, Entierros

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Arqueología y Sociedad

Nº 28, 2014: 199-216


ISSN: 0254-8062

Recibido: Marzo de 2014


Aceptado: Setiembre de 2014

¿PUCULLOS? EN LAS CUENCAS DE LOS RÍOS


WARPA, URUBAMBA Y MANTARO, ENTRE
AYACUCHO Y HUANCAVELICA, PERÚ
Julio Ernesto Valdez Cárdenas
Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga
[email protected]

Resumen
En este artículo se presenta una información novedosa de la existencia de estructuras arquitectónicas cons-
truidas con piedras y barro que forman cámaras funerarias que están estratégicamente construidas en peñas-
cos y a la sombra de grandes bloques de piedras o rocas que permitan su sequedad. Estos tipos de cámaras se
vienen ubicando en las inmediaciones de la cuenca del rio Warpa y en su confluencia con el río Mantaro, en
territorios del departamento de Ayacucho y Huancavelica, en el Perú.
Palabras clave: Pucullos, río Warpa, río Mantaro.

Abstract
Innovative information of the existence of architectonic structures forged with stones and clay those fune-
rary cameras that are strategically constructed in large rocks form shows up in this article and to the shade
of big stones block or rocks that enable your dryness. These types of cameras come themselves locating at the
surroundings of the basin of the river Warpa and in your confluence with the river Mantaro, at territories of
Ayacucho’s and Huancavelica’s department, in the Peru.
Keywords: Pucullos, Warpa river, Mantaro river.

Introducción
Existen antecedentes en la historia andina de cómo los hombres, desde tiempos muy tempranos,
trataron de proteger y preservar el cuerpo de sus muertos. Las primeras evidencias las encontramos
en las cuevas de Telarmachay y Lauricocha, donde los entierros presentan el cuidado y el trato que
recibieron. Todo esto, hasta el advenimiento de la sociedad Inka, ha logrado evolucionar y diversi-
ficarse, de tal manera que, como menciona Bartolomé de las Casas (1892), allá para los tiempos de la
conquista, tenían tumbas diferentes y diferentes modos de entierro. En ese sentido, confirmando lo
antes mencionado, las recientes investigaciones arqueológicas vienen registrando formas diversas
de tratamiento a los muertos que se practicaron durante los periodos prehispánicos, tal como se
presenta en este artículo, donde se detalla las formas de patrones de enterramiento que se desarrolló
durante el Periodo del Horizonte Medio en la parte norte de la cuenca del río Warpa y de las inmedia-
ciones donde este río confluye con el río Mantaro, aquí en las fronteras entre los departamentos de 199
Ayacucho y Huancavelica.
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Medio geográfico
Nuestro estudio abarca el espacio geográfico que están en las inmediaciones donde el río Warpa con-
fluye con el río Mantaro, donde está las prolongaciones del cerro de Razuwillka, del cerro Omaconga,
o en los fuertes pendiente que ha creado el cañón de Huatuscalla por donde transcurre el río Mantaro
entre los límites de los departamentos de Huancavelica y Ayacucho; en terrenos altos y accidentados
peñascos de difícil acceso, donde se encuentran abrigos rocosos, se ha logrado ubicar estructuras ar-
quitectónicas laboriosamente construidas y que corresponden a cámaras funerarias.

200
Figura 1. Ubicación de las cámaras funerarias.
Julio Ernesto Valdez / ¿Pucullos? en la cuenca de los ríos Warpa, Urubamba y Mantaro...

Estudios previos
El interés por entender de cómo las habitantes durante el Horizonte Medio, trataron y cuidaron el
cuerpo de sus muertos y cuáles fueron las medidas que tomaron para preservar, es también objeto
de estudio de la arqueología. En ese sentido, en lo que corresponde a esta zona, existen trabajos pio-
neros, como los realizados por William Isbell para el caso de Conchopata, o el sitio arqueológico Wari
ubicado en Ayacucho, donde se considera que los cuerpos de los muertos fueron tratados de distin-
tas formas, y en la que identifica ciertas tipologías, en las que concluye presentando varios tipos de
prácticas funerarias: entierros individuales cavado en suelo, entierros múltiples en cista, entierro
individual en cista, entierros en cavidad rocosa, entierros en construcciones mortuorias, entierros en
paredes y entierros grupales de victimas de sacrificio (Isbell 2000: 9-68). Tenemos las investigaciones
llevadas a cabo por Lidio y Ernesto Valdez en Seqllas, en el valle de Huanta, en la que se expuso una
estructura subterránea amplia para entierros múltiples que presenta un acceso orientado hacia el
este (Valdez, Bettcher y Valdez 2000) Los trabajos de Ernesto Valdez para el caso de sitio arqueológi-
co de Pusuquypata-Chillikupampa, provincia de Huanta, en la que encontró seis formas distintas de
entierro, tales como: entierros individual cavados en el suelo, entierro individual en cistas, entierros
en hornacinas o en paredes, entierros en cistas en forma de bota, entierros en cámaras funerarias,
entierros grupales de cuerpos extendidos o sacrificados y entierros con cuerpos en posición fetal
ubicado en las esquinas de los recintos (Valdez 2009; Valdez, Valdez y Bettcher 2005). Para el caso
de Marayniyoq, sitio arqueológico del periodo Wari, ubicado al norte del sitio Wari, se logró exponer
una estructura que tenía la forma rectangular, con paredes de piedra y barro y un techo de piedras
trabajadas (Valdez, Valdez y Bettcher 2005: 179).
Aparte de estas formas, creemos que hubo otras formas de patrones de enterramiento, debido
que se ha ubicado en estas zonas, tumbas no directamente asociados a un sitio arqueológico especí-
fico, pero que si están asociados a cerámica del Horizonte Medio, a la que los llamaremos Cámaras
Funerarias o Pucullos, que están dentro o debajo de peñascos o cuevas. Estos desde luego difieren
completamente de las tumbas encontradas en Conchopata, Seqllas, Chillikupampa y Marayniyoq, y
que hasta la fecha se ha logrado ubicar en muchos lugares que están dentro del área de estudio ini-
cialmente presentado. De tal manera que, como hace referencia Guamán Poma de Ayala, cuando se
ocupa de los indios Aucaruna, a los que considera como los antecesores inmediatos de la sociedad
inka, donde menciona que estos: «enterraban sus muertos con muchos honores en bóvedas especiales lla-
madas Pucullo, de las cuales muchas de ellas se edificaban en forma especial para enterrar a los señores prin-
cipales, siendo blanqueados y pintados, se hacían los entierros sin ceremonias ni actos de idolatría.» (Bustios
1956:51). Igualmente, Enrique Gonzales menciona que «Las cuevas y abrigos rocosos constituyeron
lugares que eran utilizados con fines de enterramiento, para lo cual la parte externa o entrada era
cerrada mediante un muro de protección, aislado la parte interna donde se depositaba el cadáver,
enterrado bajo el nivel del piso ya sea en tumbas individuales o múltiples. El cadáver se encontraba
envuelto en tela de lana, amarrado con soguilla y tenía como ofrenda piezas de cerámica de distin-
tos tamaños» (1992).
Evidencias con estas características serán presentadas en este artículo, con el objeto de llamar
la atención sobre la presencia de nuevas formas de patrones de enterramiento en estas zonas de la
cuenca del río Warpa, y estas son las que siguen:
I. Para empezar, tenemos, el caso de las Tumbas de Gentilpata, que se encuentran ubicadas dentro
de las accidentadas topografías de Condorqaqa, que queda encima de la comunidad de Chula, en
las alturas de la localidad de Huanta, provincia de Huanta, Ayacucho. Aquí, debajo de una negruz-
ca y accidentada roca que se encuentra a la margen derecha de la quebrada donde discurre el río
Huanta, dentro de los terrenos de la familia Romaní, en plena zona donde la región Suni da paso
201
a la región Puna, a 3641 msnm, se encuentran dichas estructuras arquitectónicas.
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Figura 2. Véase las cámaras funeraria de Gentilpata, Comunidad de Chula, Huanta.


Los Pucullos de Gentilpata constan de cuatro ambientes. Están construidas con piedras y mortero
de barro mezclado con ichu. Son pequeños ambientes que cuyos lados laterales y frontales, están de-
limitados con muros, mientras el lado posterior está adosado a la roca que forma parte del peñasco.
Sus techos están construidos con grandes y aplanadas lajas de piedra, que adecuadamente puestas
protegen y cubren la parte superior de las cámaras. Todas las cámaras funerarias o Pucullos orientan
sus puertas hacia el sur.

Figura 3. Véase dibujo de planta de las cámaras funeraria de Gentilpata, Comunidad de Chula, Huanta.

La primera cámara funeraria que se encuentra hacia el este y es la más grande, presenta un área
de acceso (vano) cuyo umbral está conformado por una piedra más larga. Este acceso tiene 42 cm de
ancho por 70 cm de altura, y un muro de 30 cm de ancho. La altura de la cámara llega hasta los 1,53 m
a 1,10 m de altura, es curioso ver cómo sobresale las lascas del techo hacia el exterior, en unos 8 cm,
con la finalidad de proteger la pared exterior de la tumbas, a razón de que esta estaba estucada con
una fina y gruesa capa de arcilla. En lo que respecta a su techo, está cubierta por lajas de piedra. En lo
que concierne a su espacio interior, es irregular, tiene un largo de 1,78 m y un ancho irregular de 1 m
en el oeste y 1,30 m en el este.
La segunda cámara funeraria se ubica al oeste de la primera. Presenta un vano con las mismas
características que la anterior, de 40 cm de ancho por 60 cm de altura. Su muro presenta 30 cm de
202 ancho. Esta tumba tiene 1,15 m de altura, y un espacio interior irregular de 1,60 m de largo por 1 m
de ancho.
Julio Ernesto Valdez / ¿Pucullos? en la cuenca de los ríos Warpa, Urubamba y Mantaro...

Figura 4. Véase dibujo de corte de una de las cáma-


ras funerarias de Gentilpata.

La tercera cámara funeraria que queda


hacia el oeste de la segunda, lamentable-
mente estaba destruida razón por la que nos
es imposible saber su verdadera dimensión,
y nos limitaremos sólo a mencionar alguna
medidas. Su vano presentaba 47 cm de an-
cho, su muro era de unos 40 cm de ancho, su
espacio interior es irregular, con 1,60 m de
largo y 1,10 m de ancho, aproximadamente.
La cuarta cámara funeraria se encuentra
hacia el oeste. Es una pequeña cámara que
se encuentra en un sector más accidentado
y reducido, también estaba completamente
destruido, razón por la que nos es imposible
definir su verdadera dimensión.
Lamentablemente, como comúnmente
suele ocurrir, estas tumbas estaban profa-
nadas, durante nuestra visita (noviembre
de 2003) encontramos que los restos óseos
humanos estaban expuestos en los exterio-
res de la tumba. Todas las cámaras estaban
abiertas, y no había huesos visibles en el interior. Solo dos de ellas guardaban su originalidad en su
estructura, mientras que los demás están destruidos. Previo registro exterior e interior, se pudo re-
cuperar lo siguiente:
En la primera cámara, durante la limpieza interior, se ha llegado a encontrar excremento de
zorros y de vizcacha, asociado a ramas y raíces de arbustos. En el interior de la cámara, en el sector
suroeste, se encontró un hoyo que presentaba 60 cm de diámetro por 60 cm de profundidad, la misma
que estaba rellenada. En el interior estaban puestos, en forma desordenado, cuatro cráneos. Pareciera
que los profanadores, una vez cometido su objetivo, por ciertas consideraciones, depositaron los crá-
neos, y dejando desparramados los demás restos óseos fuera de la tumba. Los cuatro cráneos hallados,
presentan deformación craneana. Esta práctica entre los antiguos peruanos, tiene profundas raigam-
bres culturales, así a la llegada de los españoles esta fue una práctica común entre los Incas (Weiss
1962) Durante la sociedad Wari, esta práctica no fue extraña, así en los resultados de los trabajos de
excavación de Chillikupampa se ha registrado cráneos deformados, Desde luego estas deformaciones
presentar haber sido practicadas mediante las fajas deformadoras (llauto). En la opinión de Weiss
(1962), la deformación por llauto fue predominantemente una práctica serrana, posiblemente como
una distinción social dentro de la sociedad Wari, o una distinción étnica grupal en el mundo andino.
Junto a estos cráneos se encontró un mortero y una pequeña piedra muy redonda, que sería el
contenido de una boleadora (arma defensiva construida en cuero).
La segunda cámara funeraria, similar que la anterior, estaba profanada. Durante la limpieza se lle-
gó a encontrar una cabeza de fémur trabajado, y asociado a ello se recuperó un fragmento de cráneo,
que presenta ciertas incisiones en su superficie, con claras muestras decorativas.
Respecto a la tercera cámara funeraria, esta estaba destruida, apenas quedaban los cimientos, y
previa una limpieza se llegó a recuperar tres agujas de hueso que pueden ser partes de un collar: la
primera mide 15 cm de largo; la segunda, 13 cm y la tercera 8,5 cm. Junto con estos se encontró tres 203
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Figura 5. Véase la disposición de los cráneos dentro de una de las cámaras funerarias de Gentilpata.

pequeños huesos que parecen corresponder a algún ave o roedor mayor trabajado para un collar.
Igualmente se halló un punzón de hueso que mide 7,5 cm de largo. En esta estructura, asociado a estos
objetos, se recuperó un pequeño fragmento de mate (Lagenaria sp.), la misma que presenta incisiones
intencionalmente hechas en su superficie externa, a lo que comúnmente se le llama el burilado (mate
burilado). Similar a esto se encontró en la tumba de Ayamachay, en Marcas, como también en las tum-
bas de Ayauchco en Julcamarca, dentro del departamento de Huancavelica (Valdez 2003). Desde luego
este formó parte del aguar funerario, ya que el mate es una planta que fácilmente se puede conseguir
a razón de que se siembra en la ceja de la selva ayacuchana, y más aún en la misma hondonada por
donde pasa el río Mantaro (Ibid. 18). Junto a estos se recuperó restos óseos de cuy (Cavia porcellus) que
según las investigaciones arqueológicas, al igual que los camélidos, fue parte de la dieta alimenticia
durante el devenir histórico de la cultura andina, y fue domesticado entre los 5000 y 3700 años A.P. La
presencia de restos óseos de este animal es frecuente en muchos sitios arqueológicos, tal como vienen
demostrando muchos trabajos de investigación. La presencia de restos óseos del cuy en sociedades
como la de Wari ya no es una novedad, lo que vale suponer que los restos de cuy encontrados en estas
tumbas de Gentilpata, fue parte del ajuar funerario, tal como sostiene Rofes (2000: 2), el cuy aparte de
ser útil para consumo como alimento, como herramienta de diagnóstico médico y agente adivinador,
asociado a que tenga algunas propiedades curativas, fue también utilizado para ser sacrificado como
«ofrenda». Y en esta ocasión formó parte del ajuar funerario que fue ofrendado a los muertos. Igual-
mente se halló dos pedazos de diferentes grosores de soguillas de fibra vegetal, que seguramente for-
mó parte de la soguilla con la que fue atado el individuo. Seguramente el cadáver estuvo en posición
fetal y envuelto con algunos mantos, tal similar a un fardo, razón por la que se llegó a encontrar un
pequeñísimo fragmento de tela en dicha tumba.
II. En lo que respecta a la cueva de Ayamachay, ubicado en territorio huancavelicano muy cerca de
la localidad de Marcas, debajo de una gran roca que se orienta hacia la quebrada del Mantaro, en
una cueva cuya boca de entrada mide 9 m de ancho por 4 m de altura y 5 m de profundidad, en
cuyo interior, se encuentra un espacio seco y protegido, donde se pudo observar la presencia de
muros de piedra unidos con argamasa correspondientes a pequeñas estructuras arquitectónicas
de planta circular, asociado a cierta cantidad de restos óseos humanos: fémures, costillas, pelvis,
cráneos, etc. Entre estas, un fragmento de cráneo que se llegó a registrar presenta rasgos de haber
204
sufrido deformación craneana, y está asociado a un fragmento de mate con incisiones o burila-
Julio Ernesto Valdez / ¿Pucullos? en la cuenca de los ríos Warpa, Urubamba y Mantaro...

Figura 6. Véase Fragmento de mate (Lagenaria sp.) dentro


de las cámaras funerarias de Gentilpata.

do (Valdez 2003: 16-17). Lo curioso en el interior de


esta cueva, sobre una superficie irregular, es que en
el piso aparece una estructura arquitectónica cons-
truida con piedras y barro de forma circular de 60
cm de diámetro, que actualmente está destruida.
La presencia de esta sugiere pensar que fue una es-
tructura funeraria, dentro de la que posiblemente
estuvieron algunos o todos los individuos que ahora
lamentablemente sus restos óseos están expuestos.

Figura 7. Véase restos de cuy (Cavia porcellus) encontrados en una de las cámaras funerarias de Gentilpata.

Tal evidencia confirma lo siguiente, que en aquellos tiempos no sólo bastaba depositar los fardos
en las cuevas, sino que previamente dentro de la cueva se preparaba un edificación especial. Tal
es el caso de Ayamachay, donde se elaboró una tumba de forma circular en el piso interior de la
cueva, utilizando piedras con argamasa de barro, para depositar dentro de esta a los cuerpos.
Según los vecinos, el saqueo de estas tumbas se ha intensificado cada vez más desde las tempo-
radas de los años 70 del siglo pasado, después de la reforma agraria, ya que desde entonces en sus
inmediaciones se crearon campos de cultivo y áreas de pastoreo (Información personal, Bertha Ruiz
1998). Según Vicente Pinco (Información personal 1999) la cueva de Ayamachay antiguamente fue
muy profunda, antes de ser saqueada se podía ver vasijas y algunos restos con sus respectivos mantos.
Dice: «Mi padre cuando era joven encontró unas vasijas, las mismas que desaparecieron de su casa».
III. Similar información tenemos para el caso del cerro Coras, ubicado en Caja Espíritu, en la que
se llegó a encontrar cráneos deformados y trepanados (Información personal de Oswaldo Reza: 205
1998). Igualmente se ha encontrado algunas estructuras similares, en condiciones disturbadas, en
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la cueva de Alalac Machay, en las alturas de la comunidad de Pumacocha, Acobamba. Similar es-
tructura se puede observar en las alturas de Razuwillka, allá por la comunidad de Cunya, a pocos
kilómetros de Uchuraccay, donde aparecen debajo de los peñascos estructuras de piedra y barro
que son parte de cámaras funerarias, y que están destruidas, y en cuyo interior aun aparecen los
restos óseos humanos.

Figura 8. Véase el bloque de roca, debajo de la que se encuentra la cámara funeraria de Ayamachay.
IV. Cámaras funerarias con características similares se ha logrado registrar en las comunidades de
Ccotccoy y Paccay en la provincia de Churcampa, del departamento de Huancavelica, en la zona
fronteriza con el departamento de Ayacucho, justamente donde el río Mantaro después de reco-
ger las aguas del río Warpa, abre una profunda quebrada de más de dos kilómetros de profundi-
dad. Allí tenemos las cámaras funerarias de Taptumachay, ubicado en una pendiente que se desli-

206
Figura 9. Véase la estructura arquitectónica destruida debajo dentro de la cueva.
Julio Ernesto Valdez / ¿Pucullos? en la cuenca de los ríos Warpa, Urubamba y Mantaro...

za hacia el centro poblado de Pacay, a 3259 msnm, entre los UTM E0566504 y N 8595210 (WGS-84),
debajo de un inmenso bloque de piedra, que cuyo interior es un abrigo natural que mide 1,90 m
de altura y 4 m de profundidad, se encuentra las estructuras arquitectónicas semi destruidas, los
muros de piedras y barro de 48 cm de ancho, de las otroras cámaras funerarias o pucullos, donde
aún podemos observar los restos óseos humanos (cráneos, huesos largos, costillas y partes de la
columna vertebral) que corresponden a adultos y niños, que están asociados a fragmentos de
cerámica de estilo Wari y Huarpa.

Figura 10. Véase restos de Cámaras Funerarias ubicadas en las alturas de Uchuraccay,
en la comunidad de Cunya, Huanta.
V. Tenemos el sitio de Aya Samachina, que se ubica en la misma pendiente que circunda al centro
poblado de Pacay, a escasos metros de la Institución Educativa de nivel secundario, debajo de la
abertura o abrigo que existe en un gran bloque de piedra, a 3225 msnm entre los UTM E0566281 y
N8595608 (WGS-84), se ubican las estructuras semi destruidas de piedras y barro que correspon-
den a cámaras funerarias o Pucullos, que aún presenta sus cornisas y muros de 40 cm de ancho,
que en cuyo interior aún podemos observar fragmentos de restos óseos humanos, asociado a
pequeños fragmentos de cerámica del estilo Huamanga, del periodo Wari.
VI. Tenemos las cámaras funerarias o Pucullos de Arrayampata, en la misma pendiente que se desliza
desde el centro poblado de Pacay hasta las profundidades del Mantaro, a 3150 msnm, entre los
UTM E0566533 y N8595696 (WGS-84), debajo de un peñasco que ofrece dos espacios escalonados,
en cada uno donde se presenta pequeños abrigos rocosos, están estratégicamente adaptadas las
tumbas o chullpas construidas con piedras y barro.
La primera cámara adaptada al abrigo rocoso, se orienta hacia el este, y presenta cierto estuco en
sus paredes, con un vano de 65 cm de altura, con un ancho en la base de 59 cm, y en la pared superior
de 49 cm. El muro presenta 39 cm de ancho. En la parte superior hay una ventana de 51 cm de altura
por 18 cm de ancho, en cuyo interior aún se aprecian algunos fragmentos de restos óseos humanos.
Debajo de este abrigo, en otra plataforma natural, aparece otra cámara funeraria aparentemente
de forma circular, que presenta sus muros de 40 cm de ancho, construidos con piedras y argamasa, en
cuyo interior aparecen evidencias de cerámica fragmentada, soguillas, sogas delgadas, telas y escasa 207
cantidad de huesos humanos.
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Figura 11. Véase la estructura arquitectónica destruida debajo y dentro de la cueva.

208 Figura 12. Véase los restos óseos dentro y debajo de la cueva.
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Figura 13. Véase la estructura arquitectónica destruida debajo dentro de la cueva Aya Samachina.

Figura 14. Véase la estructura arquitectónica destruida debajo dentro de la cueva ya Samachina. 209
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Figura 15. Véase los fragmentos de cerámica, estilo Huamanga, asociadas


a la cámara funeraria de Aya Samachina.
VII. En la misma comunidad de Pacay, tenemos las cámaras funerarias de Pachamachay, sobre un
terreno de fuerte inclinación, en la parte superior del centro poblado de Pacay, debajo de una pie-
dra de grandes dimensiones, a 3250 msnm entre los UTM E 0566426 y N85955190. Se encontraron
las evidencias destruidas en parte de una cámara funeraria, que presenta un vano de acceso que
se orienta hacia el noreste.
VIII. En las inmediaciones de la comu-
nidad de Ccotccoy, sobre una empina-
da pendiente rocosas por donde se le-
vanta el cerro Lloqte Orqo, es frecuen-
te observar en su entorno salidas ac-
cidentales de rocas, donde se forman
algunos abrigos rocosos en zonas de
difícil acceso. En una de estas pendien-
tes, que se orienta hacia el suroeste,
frente al centro poblado de Ccotccoy,
a 3336 msnm entre los UTM E0565760
y N8593786, se encuentra adaptada el
pucullo de Suytu Puquio, construido
de piedras y barro, con pequeñas cá-
maras, que ofrecen pequeños espacios
aptos para depositar los cuerpos de los
muertos.
Actualmente este Pucullo, está re-
lativamente destruido por el tiempo y
la erosión, en su interior hay algunos
fragmentos de huesos humanos, adul-
tos y niños, que están asociados a res-
tos óseos de cuy.

210 Figura 16. Véase la estructura de la


cámara funeraria de Arrayampata.
Julio Ernesto Valdez / ¿Pucullos? en la cuenca de los ríos Warpa, Urubamba y Mantaro...

Figura 17. Véase otra estructura de cámara funeraria ubicada en otro nivel de Arrayampata.

Según Esteban Guillén Meza, natural de


Ccotccoy (comunicación personal 23 de abril
2011), a poca distancia de esta tumba, deba-
jo de una gran bloque de piedra existían dos
momias unidas con soguillas de maguey, que
estaban vestidas, y que hace un mes antes,
como producto de las intensas lluvias de esa
temporada, este bloque de piedra se despren-
dió y se deslizó, haciendo desaparecer a estas
momias.
IX. Al noreste de la localidad de Ccotccoy, en
el lugar denominado Punchau Cancha,
a escasos metros de la Institución Edu-
cativa de nivel inicial de esta localidad,
a 3286 msnm, entre los UTM E0586930 y
N8555904, debajo de un inmenso bloque
de piedra hay algunos abrigos con una
boca de abertura de unos 2,10 m, donde se
ha llegado a construir muros de 45 cm de
ancho con piedras y barro, conformando
estructuras funerarias, que encierran es-
pacios irregulares de 3 m de diámetro, en
Figura 18. Véase la estructura arquitectónica de
la cámara funeraria reconstruidas para fines de 211
horno, en Pachamachay.Arrayampata.
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Figura 19. Véase la estructura arquitectónica de


la cámara Funeraria de Suytu Puquio debajo de la
cueva.

las que depositaban los muertos. Evidencia


de ello, aún dentro de estas estructuras ya
destruidas, podemos observar restos óseos
muy fragmentados. Curiosamente para
construir estas estructuras lograron utilizar
ambos lados de la gran roca, donde adapta-
ron las chulpas.

Discusión
Los trabajos de investigación llevados a cabo en
sitios arqueológicos en esta zona de la cuenca
del rio Warpa, dejan claro que durante el Hori-
zonte Medio, en lo que corresponde a prácticas
funerarias, hubo variadas formas de patrones
de enterramiento. Estas formas diversas de en-
terrar, se han logrado registrar como en el caso
del sitio arqueológico de Chillikupampa (Val-
dez 2006); igualmente Lidio Valdez para el caso
de Marayniyuq (2005), Anders para el caso de
Azángaro. Esto significa que, en un solo sitio que

212
Figura 20. Véase la estructura arquitectónica destruida de la cámara funeraria de Punchau Cancha.
Julio Ernesto Valdez / ¿Pucullos? en la cuenca de los ríos Warpa, Urubamba y Mantaro...

corresponde a un determinado periodo, se expusieron diversos patrones de enterramiento, que a la


larga nos lleva a suponer que se debió a la estructura social existente, que se resumía en la existencia
de una sociedad con clases.
La presencia de las cámaras funerarias que están dentro de las cuevas y abrigos rocosos en cier-
tos peñascos y que no están directamente asociados a un sitio arqueológico alguno, tal como se hace
conocer en este artículo, necesariamente nos invita formularnos algunas interrogantes, como ¿por
qué estos construyeron sus cámaras en estos lugares? ¿Ellos fueron provenientes de asentamiento
similares, como Conchopata, Chillikupampa, etc. o fueron sociedades rurales que cuyos habitantes en
estos tiempos vivieron dispersos? ¿Fueron sociedades marginales durante el Horizonte Medio?
Los motivos que los llevó a construir estos Pucullos en tales lugares, habría que tratar de res-
pondernos primero entendiendo que significaba el Machay en la cosmovisión andina. La presencia
de una cueva —llamada Machay— en tiempos incaicos, eran temidas y en ellas se guardaban a los
muertos —ofreciéndoles coca y maíz mascado— y dentro de una tumba. Esto concuerda con la con-
cepción ideológica que se gestó en las culturas andinas, y que llegó a su máxima expresión durante
la sociedad Incaica. En esta, el universo se divide en tres espacios que a la vez son complementarios:
El Hanan Pacha, Kay Pacha y Uku Pacha. Estos espacios están intercomunicados por muchos canales.
Veamos sólo en el caso de la intercomunicación del mundo de Kay Pacha y el Uku Pacha. En el Kay
Pacha, que es el mundo en el que vivimos, se expresa el Uku Pacha o se comunica por las llamados
Pacarinas. Estos mundos no están incomunicados entre sí. Entre el mundo de adentro y el mundo de
aquí hay un comunicación a través de las oquedades de la superficie de la tierra, que son las caver-
nas o cuevas; los cráteres volcánicos; lo son también por lo profundo de las lagunas o los lugares
por donde brota el agua, fuentes y manantiales. Todos estos puntos de contacto o canales de comu-
nicación con el mundo de adentro son lo que los antiguos peruanos llamaron pacarinas, palabra que
viene del verbo «pacary» que significa tanto surgir como amanecer; tal como aparece la luz en la
aurora. Se relaciona esta creencia estrechamente con el mito, según el cual los primeros hombres
de cada linaje salen del interior o sea del «Uku pacha» y por estos caminos (cuevas, fuentes, cráte-
res, etc.) surgen a la vida de aquí (Valcárcel. 1980:79-80). En conclusión, hay una continua relación
entre los tres mundos.
El entierro dentro de la cueva en esta concepción andina tiene su razón de ser: «Así como la semilla
debe ponerse bajo la tierra para que surja las plantas, del mismo modo hay que enterrar a los muertos para que
vuelvan a nacer hombres. Entre el cadáver y el germen hay una relación estrecha que se hace más patente cuan-
do se examina la palabra mallqui, que significa por igual en quechua: almácigo y momia. Muertos y gérmenes
quedan en una ecuación en que el término común es mallqui.» (Ibid: 81-82). Dentro de esta acción y vicever-
sa entre el mundo de aquí y el mundo de abajo, enterrar a los muertos aquí en cuevas (pacarinas) fue
como sí enviaran un mensajero al mundo de adentro. El muerto lleva el mensaje dentro de su ajuar
funerario y ahí tenemos la cerámica, los tejidos cubiertos en su gran mayoría por símbolos mágico-
religiosos. La influencia del mundo de adentro en el mundo de aquí es directa, sobre todo en lo que se
relaciona con la fecundidad, porque si no brotan las semillas y de ellas la planta, quiere decir que el
mundo de abajo no lo ha permitido. Por eso hay que tener favorablemente inclinados a los habitantes
del mundo subterráneo; de esta idea proviene el culto a los muertos». (Ibid: 82-83).
De ser esta una continuidad en la cultura andina, entonces, enterrar a los muertos dentro de abri-
gos rocosos o cuevas, respondería no solo por el afán de preservar el cuerpo del antepasado, sino más
aún, existe la necesidad de enviar al muerto, con sus ofrendas y todo, al lugar de donde surgió, hacia
el Ukupacha. Evidencia de patrones de enterramiento como las de esta zona, no es solo atribuible al
Horizonte Medio, sino que existen enterramientos similares atribuibles a la cultura Chanka (Gonzales
1992), como también durante el periodo Inka fue una práctica común (Valdez 2002). Es más, toda esta
tradición de enterrarse en las cuevas es una continuidad para esta zona de Ayacucho. A razón de ello
se ha llegado a construir muchos mitos sobre los restos humanos hallados en las cuevas en posición 213
de cuclillas, tal como lo menciona Tom Zuidema:
Arqueología y Sociedad 28, 2014: 199-216

«En los pueblos del Departamento de Ayacucho- y probablemente también en otras partes del
Perú- hay una tradición sobre los numerosos huesos humanos y fragmentos de cerámica prehis-
pánica que se encuentra en cuevas, a menudo cerca de las ruinas de pueblos antiguos. Se dice que
estos huesos y fragmentos pertenecían a los «gentiles», los paganos, hombres muy inteligentes que
habían hecho obras de irrigación y terrazas, multiplicándose notablemente. A pesar de eso, eran
malos. Cometieron incesto, se comieron a sus hijos e hicieron muchas guerras. Por estas razones
había que destruirlos, pero muchos intentos fallaron. Sin embargo, hubo una vez en que dos soles
aparecieron en el cielo (en otra versión son tres), y ni siquiera ellos pudieron resistir tanto calor en
sus cuevas y así es como todos murieron y rompieron sus ollas» (Zuidema 1989: 202).

La presencia de ofrendas, es parte de este ritual. Se cree que el individuo, en el más allá, después
de la muerte, va necesitar muchos objetos que en vida ha utilizado. Así vamos a encontrar como
ofrendas, sus propios utensilios que en vida fueron de su uso. Tenemos por ejemplo parte del Mate,
Cerámica, palos de Chonta, etc. En lo respecta al Mate, tanto en Ayamachay, como en Gentilpata, se ha
reportado la presencia de fragmentos de Mate con evidencias de haber sido burilado. Consideramos
que al igual que la cerámica, el mate cumplió un papel importante dentro de la vida doméstica del
poblador andino, cumpliendo la función de un recipiente, muchas veces para guardar elementos lí-
quidos o como un plato para ingerir los alimentos. Para el poblador de esta zona, fue fácil tener acceso
a este elemento, debido a que en las hondonadas por donde pasa el Hantunmayu o río Mantaro, por una
zona cálida donde se ubica la localidad de Mayoc, aún existe la costumbre de sembrar el mate hasta
tiempos recientes; tal como nos cuenta el Sargento Mayor Francisco José Cañas, funcionario y viajero
empedernido de la primera mitad del siglo XIX: «el clima ardiente de esta zona les permitía la obtención de
una gran cantidad de calabazas o mates, cuyos caparazones eran burilados en Mayoc con extraordinario gusto
artístico» (Espinoza 1973: 9).
En el caso de la Chonta, elemento que fue encontrado en Gentilpata, es una palmera cuyo tallo es
un material muy resistente y duro, «parecido a un metal». En la cultura andina, este material fue uti-
lizado como asada para remover la tierra, como punzón para sembrar la semilla en el suelo, como vara
que es un bastón de mando, como palo para hilar llamado el «Puchca tullo». Esta planta es natural de
zonas cálidas y tropicales, y su única forma de abastecer a estas zonas de los valles interandinos como
es el caso del valle de Huanta, solo fue posible desde el valle del río Apurímac, donde naturalmente
abunda. Esto demuestra que entre el valle del río Warpa y el valle del río Apurímac hubo una antigua
interconexión, tal vez bajo las modalidades de control vertical de los pisos ecológicos tal como propo-
ne John Murra (1975) para otras zonas del área andina.
¿Quiénes fueron estas personas que construyeron este tipo de tumbas en peñascos y abrigos
rocosos? Si tomamos como ejemplo al estado Inka, dentro de este poder político existían muchas
naciones, grupos que tenían sus propias costumbres, su propio idioma y su propia historia necesa-
riamente. Y desde luego los inkas respetaron estas costumbres. ¿Porque no pensar que algo similar
paso durante el Horizonte Medio?. Seguramente la hegemonía Wari, durante el Horizonte Medio,
controló varias nacionalidades. Estas no necesariamente habitaron en asentamientos conglomerados
en un solo lugar, sino que cada ayllus vivieron desperdigados en diferentes lugares de una cuenca, por
ejemplo, pero sin perder su vínculo ancestral que los unía mediante algunos sistemas como el ayni,
la minka, etc. Entonces estas sociedades «rurales» con tradiciones diferentes, desde luego tuvieron
formas diferentes de enterrarse, y sus tumbas fueron estas cámaras ubicadas debajo de riscos, y que
en sociedades posteriores, como durante los Chankas y los inkas aun continuaron practicando. En ese
sentido, pudiera especularse que cada sitio era para un ayllu, motivo por la que cada ayllu enterraba
a sus miembros en sus respectivos sitios, y cada ayllu cuidaba las áreas funerarias. Porque si hacemos
una observación detenida de las estructuras funerarias, estas están hechas con cierta maestría, lo que
implica que se ha dedicado en su construcción mucho trabajo. Pero solo futuras investigaciones más
214
exhaustivas podrán aclarar estas especulaciones.
Julio Ernesto Valdez / ¿Pucullos? en la cuenca de los ríos Warpa, Urubamba y Mantaro...

En la historia prehispánica de esta zona, se ha registrado evidencias de cómo las gentes enterra-
ban a sus muertos. Y particularmente para el caso del Horizonte Medio, durante la hegemonía Wari,
en estas zonas del Ande, igualmente se viene recogiendo datos de las formas de enterramiento de
los muertos, que fue producto de cómo la sociedad respondió ante este fenómeno. Es posible que el
tratamiento de los muertos, tal como dice Jean-Pierre Chaumeil (1997) para otras sociedades, no fue
uniforme para todo los muertos en una cultura dada, variando mucho su destino en función de edad,
sexo, status social, lugar del deceso y las formas de vivir; como también a su ubicación geográfica,
ubicación temporal y las circunstancias de su muerte.

Conclusiones
1. Existe información de que en toda esta configuración geográfica donde se ubica la cuenca del río
Warpa, el río Urubamba y en todo el cañón creado por el río Mantaro, existen estructuras fune-
rarias características y de forma similar, debajo de grandes peñascos en abrigos rocosos.
2. Estas estructuras funerarias están dotadas de un acceso. Dicho acceso implicaba evidentemente
que la estructura funeraria podía ser abierta y reabierta en más de una oportunidad, lo que sig-
nifica que fue utilizada para varias generaciones, y posiblemente cada abrigo fue para un ayllu.
Entonces quedaba claro que nuevos cuerpos podían ser introducidos al interior de la estructura
en diversas épocas, motivo por lo que existe la presencia de numerosos restos humanos, de dife-
rentes sexos y edades al interior de estas estructuras.
3. Las informaciones orales recogidas nos detallan que los cuerpos estaban en posición sentada, es-
taban enfardelados, a lo que en quechua se llama Ayahuancos, (muertos cubiertos con tela). Razón
por lo que es frecuente observar la presencia de fragmentos de soguillas y telas asociadas a los
restos óseos en estas tumbas, como evidencia de que estaban cubiertos y enfardelados.
4. Los cuerpos estaban acompañados de ofrendas, y muchos de estas eran posiblemente objetos pe-
recibles, de las que solo se ha recuperado evidencias de fragmentos de cerámica de recipientes y
mates. Según cuenta Guanan Poma de Ayala, «Creían que en la otra vida los muertos pasaban trabajos,
tormentos, hambre, sed, frío y calor, demostrando con esto conocer la existencia del infierno, al que llama-
ban Ucupacha Supaypa Uacin, mundo debajo de la tierra o casa del demonio; por esta razón enterraban
junto con sus muertos, alimentos, bebidas, vestidos, utensilios de plata y muchas veces también enterraban
con ellos a la mujer a fin de que fueran servidos por esta en el otro mundo. Además lloraban por sus muertos
por que sabían los padecimientos que estos iban a sufrir» (Bustios 1956:51).
5. Durante el Periodo del Horizonte Medio, en estas zonas de la cuenca del valle del río Warpa, se ha
logrado identificar la práctica de diversos patrones de enterramiento, que seguramente respon-
dían a factores como el nivel que ocupaban en la estructura social, origen, etc.

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