El Fruto Del Espíritu - Mansedumbre (Bosquejo)
El Fruto Del Espíritu - Mansedumbre (Bosquejo)
El Fruto Del Espíritu - Mansedumbre (Bosquejo)
Introducción
Llegamos a la penúltima de las características del fruto del Espíritu en la vida de los
creyentes, de los hijos de Dios.
Recordemos que estas últimas tres características tienen que ver con uno mismo, es
decir que estas reflejan la obra del Espíritu Santo con uno mismo.
Nos enseñan de varias maneras desde nuestra infancia que «sólo los duros sobreviven».
Por lo tanto, si deseamos «prosperar» en el mundo las personas, tenemos que ser
autoritarias, ambiciosas y auto-promocionarnos.
Desarrollo
1. ¿Qué es la Mansedumbre-Humildad?
Quiero que pensemos un poco en cuál es la primera idea que viene a su mente cuando
escucha la palabra “mansedumbre” ¿Tal vez “suavidad”, “sumiso”, o tal vez “debilidad”.
Praus también se usaba para hacer referencia a “una bestia que ha sido
domesticada. El caballo que anteriormente era salvaje pero que ha llegado a ser
obediente al freno y la brida es praus”.5 Este uso descarta cualquier relación
entre la mansedumbre y la debilidad. Se domestica a un animal salvaje con el
fin de producir control, no debilidad. El caballo no llega a perder su fuerza
debido al proceso de domesticación; su fuerza todavía es “intimidante”, “el
soplido de su nariz es formidable”, y “con ímpetu y furor escarba la tierra” (Job
39:19-24). En cambio, ha llegado a ser “manso”, es decir, ha llegado a
aprender a controlar su fuerza de una manera útil.
En la Biblia, ser manso no significa ser débil. El manso tiene una gran fuerza
interior que le permite poner su voluntad y sus reacciones bajo el control de
Dios con total confianza. No se deja llevar por sus emociones ni reacciona sin
control ante una situación. Más bien vive bajo el dominio del Espíritu
Santo permitiéndole que le muestre lo que debe hablar o hacer ante un suceso
o una persona en específico.
2. Modelos de Mansedumbre
Es importante notar que la Biblia solamente llama MANSO a Moisés y al SEÑOR JESÚS.ii
a. La Mansedumbre-Humildad de Cristo
Debido a la excelencia de Su mansedumbre, Jesús pudo tener una vida carente de toda
actitud arrogante y orgullosa, pudo someter obedientemente Su destino a la voluntad
del Padre y pudo resistir el oprobio cruel e inhumano (Hebreos 12:2). Pedro lo expresó
de esta manera:
(1 Pedro 2:21-23). Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis
sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le
maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino
encomendaba la causa al que juzga justamente.
La vida de Jesús es prueba adicional que la mansedumbre no se relaciona con la
debilidad. Jesús, el Hijo de Dios, tuvo, y tiene, poder ilimitado. Durante Su ministerio
terrenal, demostró Su poder sobre la enfermedad (al sanar ciegos, paralíticos etc.), la
naturaleza (vientos y mar le obedecen), la muerte (Lázaro) e incluso el reino espiritual
(Mateo 8:16). Ciertamente, Él es el hombre más fuerte y poderoso, pero una de Sus
cualidades principales es la mansedumbre. Por tanto, en vez de ser una característica de
los débiles, la mansedumbre es la virtud de los fuertes.
b. El ejemplo de Moisés
El Antiguo Testamento destaca a Moisés como un hombre “muy manso, más que todos
los hombres que había sobre la tierra” (Números 12:3). Y aquel varón Moisés era muy
manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra
Esta es una descripción exacta de la tercera parte de la vida de este líder judío. Pero sin
duda, Moisés también tuvo que aprender la mansedumbre.
Noten que Moisés no era MANSO o HUMILDE de nacimiento, ya que sabemos muy bien
que en un momento de ira, Moisés mató a un egipcio que golpeaba a uno de los hebreos
(Éxodo 2:11).
Éxodo 3:4-6 nos relata el encuentro que tuvo Moisés con el Señor en la zarza…
3. Viviendo en Mansedumbre
Así como los siervos de Dios en la antigüedad, el cristiano debe aprender y desarrollar la
mansedumbre. Así como un animal salvaje puede ser útil para su amo después de haber
sido domesticado, el cristiano puede llegar a ser de gran utilidad espiritual si se somete
a la “domesticación, trato” divino.
El mundo secular y nuestra propia naturaleza nos enseñan a buscar a ser mejor que
otros. La realidad de hoy en día es que la mayoría tienden a buscar ser mejores que los
demás y pensar que son mejores que los demás para sus propios intereses. Nuestro
sistema educativo y social nos empuja a esto.
Filipenses 2:3-4 NVI. No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad
consideren a los demás como superiores a ustedes mismos. 4 Cada uno debe velar no
sólo por sus propios intereses sino también por los intereses de los demás.
La mansedumbre nos permite estar tranquilos y atentos para poder ayudar a la otra
persona de la manera correcta conforme a lo que el Espíritu obra en nosotros, y así
mismo, actuar en el momento oportuno para que nuestras acciones tengan el mejor
resultado posible. Cuando actuamos con mansedumbre cedemos por amor hacia los
demás, actuamos en beneficio de otros porque la mansedumbre es lo opuesto a los
arranques de ira, la impulsividad y el trato áspero y tosco hacia las demás personas.
La gratitud a Dios nos impulsa a ser genuinamente humildes. La gratitud a Dios nos
protege de caer en orgullo y nos recuerda que somos totalmente dependientes de Él.
El creyente que posee mansedumbre sabe que en sí mismo no merece defensa y que
únicamente es por los méritos de Cristo Jesús que ha venido a ser parte de la familia de
Dios.
Conclusión
Algunas personas dicen, que ser humilde, es no tener, ni vestir cosas ostentosas
Pero tal como hemos aprendido esta noche, mansedumbre es la 8 característica que el
Espíritu Santo produce en la vida de los creyentes
Los cristianos somos llamados a ser el pueblo de Dios en el mundo. El propósito que
tiene Dios al llamarnos a llevar una vida formada por el Espíritu no es exhibir nuestro
estilo de vida para que nos presten atención, que nos ganemos la admiración de otras
personas o que los convenzamos de que somos «mejores» personas.
Al contrario, Dios nos llama a ser el cuerpo de Cristo para que seamos luz de las
naciones y que les hagamos ver algo del carácter de Dios.